AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El abismo del tiempo ~ priv.
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El abismo del tiempo ~ priv.
Oculta tras una chimenea, Lyre intentó calmar su acelerada respiración. Sus pulmones, alimentados por la adrenalina y el esfuerzo físico, pedían más aire del que ella podía darles. Necesitaba pasar desapercibida, evitar que su presa la encontrase; y eso era algo que no iba a conseguir si inhalaba bocanadas de oxígeno cinco veces por segundo. Llevándose la zurda al rostro, se apartó un par de mechones de los ojos. Antes de empezar la caza los llevaba recogidos, pero habían pasado demasiadas cosas desde entonces. Como una importante herida en el costado, que le impedía levantar el brazo más allá de la altura de los hombros. Intentó colocarlos detrás de sus orejas, pero volvían a caer lacios a los lados. Cubriéndole la mitad del rostro, como una espesa cortina del color del chocolate. Así que al final, decidió dejarlos como estaban. Y centrarse de nuevo en la tarea principal: prepararse para acabar la noche de la mejor manera posible, y no morir en el intento.
Con un gesto de concentración, torció los labios en un mohín. Sus manos trabajaban lenta pero inexorablemente en sus brillantes pistolas, pese a lo borroso de su visión. La cazadora quería tener listas sus armas para cuando la bruja apareciese de nuevo, pero sabía la importancia de no delatar su posición antes de que eso sucediera. Y precisamente por ello, cubría su cuerpo con una oscura capa que la ayudaba a mimetizarse con la oscuridad. Estaba ajada por los bordes, y remendada por incontables lugares. Pero le había servido bien, y seguiría haciéndolo hasta que tuviera dinero para pagarse otra.
Con un chasquido que sonó más alto de lo deseado en la silenciosa noche, la morena colocó de nuevo sus pistolas a punto. Hizo una pausa antes de guardar sus enseres en la bolsa, atenta a cualquier ruido preocupante para ella. Sus sentidos no sólo estaban centrados en ocultarse, sino también en cualquier señal del ambiente. Un rumor de tela, una pisada amortiguada, otra respiración perdida en la oscuridad. Todo podía ser una señal de que su presa la había encontrado, pese a todas sus precauciones. Que no habían podido borrar el rastro de sangre que iba dejando a su paso.
Una teja crujiendo a sus espaldas la hizo pegarse más al ladrillo, levantando con ambas manos una de sus armas a distancia. ¿En qué momento se habían alternado los papeles, pensó la chica mientras escudriñaba las sombras? ¿Cuándo la presa había pasado a ser cazadora, buscando convertir a ésta en su víctima? Colocando una de las manos sobre el metal para evitar que el reflejo de la luna la delatase, Lyre pensó que tal vez la magia había tenido algo que ver en el proceso. Porque ella jamás se había enfrentado a una hechicera hasta el momento, y no estaba preparada para una desigualdad de ese nivel. Su primera bala había fallado estrepitosamente, detenida por una barrera invisible. Y con ella se había esfumado el factor sorpresa, que era lo único con lo que contaba. Con eso, y con una puntería extraordinaria que nada podía hacer ante los campos de fuerza. Vació dos cargamentos más antes de caer en la cuenta que de nada le serviría. Que las balas no funcionarían mientras le quedase magia a la bruja.
Había perdido el juego antes de empezarlo.
Su corazón latió más rápidamente al recordar la frustración que sintió. La impotencia al pensar en que moriría como un cachorrillo, jugando a ser algo que por su imprudencia jamás llegaría a ser. Pensó en Sei y en todas las cosas que habría querido decirle, en Varek y en el padre que no conocía. Pensó en el futuro que había venido a buscar a París, y que iba a terminar antes siquiera de haber empezado. Y prefirió tragarse su orgullo y huir, con la esperanza de derrotar a su enemiga cuando estuviera a un nivel parecido.
Pero algo salió mal. Sus balas acabaron volviendo hacia ella, rebotadas por la magia de la tres veces maldita bruja. Y una de ellas la alcanzó en el costado, provocándole un dolor como Lyre jamás había sentido hasta el momento. Las piernas no la sostenían, de modo que tuvo que ocultarse. Subir al tejado con las últimas fuerzas que le restaban, y aprovechar su pequeño tamaño para esconderse en aquel lugar tan poco habitual. Con cualquier otra criatura, el truco le habría servido para escapar.
Pero de nuevo, la joven no había contado con la magia.
De pronto una sombra se movió a su izquierda. Lyre no dudó ni un instante; despejando cualquier pensamiento que pudiera distraerla, disparó dos, tres veces, siguiendo la trayectoria que seguiría. Todas las balas dieron en el blanco, aunque no de la manera que esperaba. Porque la hechicera volvió a alzar el campo de fuerza para defenderse, haciendo inútil su ataque.
Mascullando una maldición, Lyre intentó incorporarse para huir de nuevo de la bruja. Sujetándose el costado con una mano, hizo acopio de todas sus fuerzas para correr tan rápido como pudo. Notaba las piernas débiles, y sus brazos, todavía más; aun así, fue capaz de moverse a un par de metros de distancia. Por desgracia, la hechicera llegó antes que ella; levantó la zurda en su dirección, y la envió con un estallido hacia el suelo de la callejuela.
Lyre no soltó ningún quejido, porque estaba inconsciente antes de rozar siquiera el suelo. Sus miembros estaban torcidos a los lados, como los de una muñeca desmadejada. Sus prendas estaban manchadas de sangre, y un charco escarlata crecía rápidamente bajo su pequeño cuerpo. No vio cómo la bruja bajaba junto a ella, mirándola con la lástima de quienes son compasivos hasta el final. Cómo de una de sus holgadas mangas sacó una daga tan larga como su antebrazo. Y cómo permaneció, detenida, junto al cuerpo de la chica que había querido matarla.
Pese a la impasibilidad que mostraba, un centenar de ideas pasaban en esos instantes por su cabeza. Pero su principal dilema era si acabar con su vida, o dejarla allí para que el tiempo se encargara por ella de hacerlo. Pensativa, estaba observando el rostro de la muchacha cuando vio el medallón que colgaba sobre su pecho. Lyre lo había llevado oculto bajo la camisa hasta ese momento, pero con la caída había quedado torcido sobre su pecho. La bruja vio el emblema familiar en él, el símbolo de los Lachance. Perteneciente a uno de los mayores asesinos de sobrenaturales de la ciudad.
Y con una sonrisa macabra en el rostro, decidió que había destinos peores que la muerte.
Con un gesto de concentración, torció los labios en un mohín. Sus manos trabajaban lenta pero inexorablemente en sus brillantes pistolas, pese a lo borroso de su visión. La cazadora quería tener listas sus armas para cuando la bruja apareciese de nuevo, pero sabía la importancia de no delatar su posición antes de que eso sucediera. Y precisamente por ello, cubría su cuerpo con una oscura capa que la ayudaba a mimetizarse con la oscuridad. Estaba ajada por los bordes, y remendada por incontables lugares. Pero le había servido bien, y seguiría haciéndolo hasta que tuviera dinero para pagarse otra.
Con un chasquido que sonó más alto de lo deseado en la silenciosa noche, la morena colocó de nuevo sus pistolas a punto. Hizo una pausa antes de guardar sus enseres en la bolsa, atenta a cualquier ruido preocupante para ella. Sus sentidos no sólo estaban centrados en ocultarse, sino también en cualquier señal del ambiente. Un rumor de tela, una pisada amortiguada, otra respiración perdida en la oscuridad. Todo podía ser una señal de que su presa la había encontrado, pese a todas sus precauciones. Que no habían podido borrar el rastro de sangre que iba dejando a su paso.
Una teja crujiendo a sus espaldas la hizo pegarse más al ladrillo, levantando con ambas manos una de sus armas a distancia. ¿En qué momento se habían alternado los papeles, pensó la chica mientras escudriñaba las sombras? ¿Cuándo la presa había pasado a ser cazadora, buscando convertir a ésta en su víctima? Colocando una de las manos sobre el metal para evitar que el reflejo de la luna la delatase, Lyre pensó que tal vez la magia había tenido algo que ver en el proceso. Porque ella jamás se había enfrentado a una hechicera hasta el momento, y no estaba preparada para una desigualdad de ese nivel. Su primera bala había fallado estrepitosamente, detenida por una barrera invisible. Y con ella se había esfumado el factor sorpresa, que era lo único con lo que contaba. Con eso, y con una puntería extraordinaria que nada podía hacer ante los campos de fuerza. Vació dos cargamentos más antes de caer en la cuenta que de nada le serviría. Que las balas no funcionarían mientras le quedase magia a la bruja.
Había perdido el juego antes de empezarlo.
Su corazón latió más rápidamente al recordar la frustración que sintió. La impotencia al pensar en que moriría como un cachorrillo, jugando a ser algo que por su imprudencia jamás llegaría a ser. Pensó en Sei y en todas las cosas que habría querido decirle, en Varek y en el padre que no conocía. Pensó en el futuro que había venido a buscar a París, y que iba a terminar antes siquiera de haber empezado. Y prefirió tragarse su orgullo y huir, con la esperanza de derrotar a su enemiga cuando estuviera a un nivel parecido.
Pero algo salió mal. Sus balas acabaron volviendo hacia ella, rebotadas por la magia de la tres veces maldita bruja. Y una de ellas la alcanzó en el costado, provocándole un dolor como Lyre jamás había sentido hasta el momento. Las piernas no la sostenían, de modo que tuvo que ocultarse. Subir al tejado con las últimas fuerzas que le restaban, y aprovechar su pequeño tamaño para esconderse en aquel lugar tan poco habitual. Con cualquier otra criatura, el truco le habría servido para escapar.
Pero de nuevo, la joven no había contado con la magia.
De pronto una sombra se movió a su izquierda. Lyre no dudó ni un instante; despejando cualquier pensamiento que pudiera distraerla, disparó dos, tres veces, siguiendo la trayectoria que seguiría. Todas las balas dieron en el blanco, aunque no de la manera que esperaba. Porque la hechicera volvió a alzar el campo de fuerza para defenderse, haciendo inútil su ataque.
Mascullando una maldición, Lyre intentó incorporarse para huir de nuevo de la bruja. Sujetándose el costado con una mano, hizo acopio de todas sus fuerzas para correr tan rápido como pudo. Notaba las piernas débiles, y sus brazos, todavía más; aun así, fue capaz de moverse a un par de metros de distancia. Por desgracia, la hechicera llegó antes que ella; levantó la zurda en su dirección, y la envió con un estallido hacia el suelo de la callejuela.
Lyre no soltó ningún quejido, porque estaba inconsciente antes de rozar siquiera el suelo. Sus miembros estaban torcidos a los lados, como los de una muñeca desmadejada. Sus prendas estaban manchadas de sangre, y un charco escarlata crecía rápidamente bajo su pequeño cuerpo. No vio cómo la bruja bajaba junto a ella, mirándola con la lástima de quienes son compasivos hasta el final. Cómo de una de sus holgadas mangas sacó una daga tan larga como su antebrazo. Y cómo permaneció, detenida, junto al cuerpo de la chica que había querido matarla.
Pese a la impasibilidad que mostraba, un centenar de ideas pasaban en esos instantes por su cabeza. Pero su principal dilema era si acabar con su vida, o dejarla allí para que el tiempo se encargara por ella de hacerlo. Pensativa, estaba observando el rostro de la muchacha cuando vio el medallón que colgaba sobre su pecho. Lyre lo había llevado oculto bajo la camisa hasta ese momento, pero con la caída había quedado torcido sobre su pecho. La bruja vio el emblema familiar en él, el símbolo de los Lachance. Perteneciente a uno de los mayores asesinos de sobrenaturales de la ciudad.
Y con una sonrisa macabra en el rostro, decidió que había destinos peores que la muerte.
Lyre Lachance- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 24/12/2016
Re: El abismo del tiempo ~ priv.
La noche caía de nuevo sobre la ciudad de París, la luna se alzaba en el cielo iluminando con su nacarada luz las calles de la ciudad, que estaba a rebosar de vida. Había decidido salir aquella noche a tomar un respiro, había conseguido cerrar un importante trato con un magnate de la ciudad y habíamos salido para celebrar que, tras unas semanas de negociación, habíamos llegado a un acuerdo. Aún resultaba un poco imposible que hubiera podido llegar a ello, y no por nada, sino porque no había podido utilizar mis poderes contra él… eso habría sido nefasto. Como yo también era un hechicero y si hubiera utilizado mis poderes para persuadirle y poder llevarme un porcentaje mayor que él lo habría sabido de inmediato. Además de eso, tenía a varios cazadores contratados para su protección, sabía que era una persona conocida y no salía sin su séquito de guardaespaldas.
La noche pasaba sin ninguna otra mención especial, el alcohol corría por el lugar mientras ahora disfrutábamos con algo más de relajación en el ambiente haber podido llegar a un acuerdo. Yo podría ayudarlo con sus negocios como en las sombras, era mucho menos conocido que él y podría llevar a cabo algunos trabajos de los que él jamás podría llegar a encargarse. El motivo por el que hubiera sido yo el elegido era porque quería a alguien externo a su círculo, no podían involucrarlo con negocios del mercado negro y yo me movía con soltura por ese mercado. Sabía donde buscar y donde ir para encontrar qué tipo de cosas según lo que estuvieras buscando. Yo podía ofrecerle fiabilidad y éxito, algo que otros quizás no podrían ofrecerle.
Ya habían pasado un par de horas desde que empezamos a celebrar aquel trato y la noche ya era algo más avanzada, decidí que ya era hora de volver a casa y me despedí de aquel hombre que se había convertido en mí socio a la espera de su llamada cuando necesitara que buscara algo. Sus pagos iban a ser bastante interesante, y no necesitaba del dinero dada mí condición, sino que podría obtener objetos extraños, raros y únicos que era lo que principalmente me interesaba. Salía la calle y una leve brisa surcó mí rostro, las temperaturas comenzaban y se notaba con el paso de los días. Me puse mejor el abrigo y comencé a andar de vuelta por las calles, donde los más jóvenes eran quienes más se veían por estas.
No fue hasta unos cuantos minutos más desde que salí de aquel lugar, pasando cerca de la entrada de unos callejones, que noté como un estallido de magia que provenía de aquel lugar. Me paré a la entrada del lugar y miré en dirección notando los restos de magia que quedaban aún, desvaneciéndose lentamente por el lugar. Aquel tipo de magia me hizo fruncir el ceño, hacía años que no notaba la presencia de una magia como aquella. Podía notar el aura de esta en lo profundo de los callejones, pero no se oía ningún ruido, ningún grito… tan solo los restos de la magia que había sido empleada. Iba a pasar y a seguir mí camino cuando sentí el aura de otra persona procedente del mismo lugar, en comparación con la otra, esta carecía totalmente de magia pero se podía notar la fuerte voluntad que había. ¿Un hechicero contra un humano? El humano no tendría muchas opciones de salir con vida de aquello.
Di un par de pasos decidido a seguir mí camino ya que nada tenía que ver con lo que estuviera pasando en aquel callejón, cuando la presencia de otro tipo de magia diferente al estallido que había notado hacía unos instantes se adueñó del lugar. Un tipo de magia más siniestra, más oscura… y más peligrosa. Un tipo de magia que muy pocos hechiceros utilizarían dado al poder y la energía que gastabas en ello. Hacía muchísimo tiempo que no me encontraba con ese tipo de hechizo, con la maldición que había notado en el lugar como si de una onda se tratara. Comenzaba en el centro del maldecido y se extendía potente hacia fuera dejando un rastro a su paso. Las personas normales no llegarían a percibirlo, pero los que eran entendidos podrían notar aquella oscuridad que ahora manaba de lo profundo del callejón. Del que había lanzado el hechizo ya no había rastro alguno, tan solo el aura de la otra persona, débil.
Tras pensar durante un par de minutos qué es lo que debería de hacer, sopesando la idea de que aquello nada tenía que ver conmigo… tras un gruñido entré en aquel callejón dejándome guiar por donde procedía aquella aura. Pocos minutos más tarde, tras doblar por una de las esquinas, me encontré con la dueña de aquella aura… tumbada en el suelo. Sabía que no estaba muerta porque sino el aura ya no se vería con tanta claridad como ahora, pero esta estaba ensombrecida por lo que le habían hecho. Me acerqué hacia donde estaba y me agaché. Su rostro estaba manchado por un poco de sangre, sus ropas estaban un poco desgastadas como si hubieran sido utilizadas demasiadas veces, aparté unos mechones de su rostro y toqué su mejilla… estaba algo fría.
Su respiración era algo débil pero constante, descubrí en uno de los lados de su cinto que llevaba una daga guardada y supuse que aquella joven no era una simple humana, y ya entendí por qué estaba luchando contra un hechicero. Tenía algunos rasguños por el cuerpo como si hubiera sido lanzada, quizás ese hubiera sido el primer estallido que había sentido antes de lo otro. Aquel estado en el que la habían sumido era uno conocido, lo había visto una vez cuando era más joven y sabía que era un hechizo poderoso, magia negra y también magia de sangre… la más poderosa de toda. No sabía qué había hecho aquella joven, pero sin duda alguna, estuviera en el lugar donde estuviera para ella sería mucho peor que la muerte. Porque de esa forma estaba muerta en vida, podría pasarse años, décadas en ese estado y quizás podría conservarlo hasta el día de su muerte… era como una condena en vida.
Observé el colgante que portaba en su cuello y vi el símbolo que había en el, era uno que me sonaba pero que no logré ubicar en aquel momento. La joven había tenido suerte de que pasara por allí, cualquier otra persona que la encontrara podría darla por muerta porque su pulso apenas se notaba, pero su aura seguía intacta. Aquel tipo de hechizo era más bien como una maldición, nadie podría saber con exactitud dónde se encontraría ahora aquella joven… podría estar en cualquier lugar del mundo siendo consciente y su cuerpo físico y material permanecer en aquel lugar. Era como un Infierno en vida, y sabía que poco se podía hacer por ella.
Aún así la cogí en brazos y yendo por los lugares más escondidos decidí llevarla hasta la mansión donde vivía. Nada más cruzar la puerta le encargué a mí mayordomo que preparara una habitación para dejarla y que una de las doncellas le limpiara las heridas que tenía. Cogí su colgante que tenía y se lo quité para, mediante aquel objeto, intentar encontrar las personas que fueran más cercanas a ella. Seguramente alguien más tendría un collar como el de ella y eso me serviría como ayuda para comunicarme con la otra persona, sino enviaría a alguien en su búsqueda para que fuera a la mansión y se encargara de ella. Sabía que acudirían pronto a por ella, así que me preparé en cuanto partieron en su búsqueda.
La noche pasaba sin ninguna otra mención especial, el alcohol corría por el lugar mientras ahora disfrutábamos con algo más de relajación en el ambiente haber podido llegar a un acuerdo. Yo podría ayudarlo con sus negocios como en las sombras, era mucho menos conocido que él y podría llevar a cabo algunos trabajos de los que él jamás podría llegar a encargarse. El motivo por el que hubiera sido yo el elegido era porque quería a alguien externo a su círculo, no podían involucrarlo con negocios del mercado negro y yo me movía con soltura por ese mercado. Sabía donde buscar y donde ir para encontrar qué tipo de cosas según lo que estuvieras buscando. Yo podía ofrecerle fiabilidad y éxito, algo que otros quizás no podrían ofrecerle.
Ya habían pasado un par de horas desde que empezamos a celebrar aquel trato y la noche ya era algo más avanzada, decidí que ya era hora de volver a casa y me despedí de aquel hombre que se había convertido en mí socio a la espera de su llamada cuando necesitara que buscara algo. Sus pagos iban a ser bastante interesante, y no necesitaba del dinero dada mí condición, sino que podría obtener objetos extraños, raros y únicos que era lo que principalmente me interesaba. Salía la calle y una leve brisa surcó mí rostro, las temperaturas comenzaban y se notaba con el paso de los días. Me puse mejor el abrigo y comencé a andar de vuelta por las calles, donde los más jóvenes eran quienes más se veían por estas.
No fue hasta unos cuantos minutos más desde que salí de aquel lugar, pasando cerca de la entrada de unos callejones, que noté como un estallido de magia que provenía de aquel lugar. Me paré a la entrada del lugar y miré en dirección notando los restos de magia que quedaban aún, desvaneciéndose lentamente por el lugar. Aquel tipo de magia me hizo fruncir el ceño, hacía años que no notaba la presencia de una magia como aquella. Podía notar el aura de esta en lo profundo de los callejones, pero no se oía ningún ruido, ningún grito… tan solo los restos de la magia que había sido empleada. Iba a pasar y a seguir mí camino cuando sentí el aura de otra persona procedente del mismo lugar, en comparación con la otra, esta carecía totalmente de magia pero se podía notar la fuerte voluntad que había. ¿Un hechicero contra un humano? El humano no tendría muchas opciones de salir con vida de aquello.
Di un par de pasos decidido a seguir mí camino ya que nada tenía que ver con lo que estuviera pasando en aquel callejón, cuando la presencia de otro tipo de magia diferente al estallido que había notado hacía unos instantes se adueñó del lugar. Un tipo de magia más siniestra, más oscura… y más peligrosa. Un tipo de magia que muy pocos hechiceros utilizarían dado al poder y la energía que gastabas en ello. Hacía muchísimo tiempo que no me encontraba con ese tipo de hechizo, con la maldición que había notado en el lugar como si de una onda se tratara. Comenzaba en el centro del maldecido y se extendía potente hacia fuera dejando un rastro a su paso. Las personas normales no llegarían a percibirlo, pero los que eran entendidos podrían notar aquella oscuridad que ahora manaba de lo profundo del callejón. Del que había lanzado el hechizo ya no había rastro alguno, tan solo el aura de la otra persona, débil.
Tras pensar durante un par de minutos qué es lo que debería de hacer, sopesando la idea de que aquello nada tenía que ver conmigo… tras un gruñido entré en aquel callejón dejándome guiar por donde procedía aquella aura. Pocos minutos más tarde, tras doblar por una de las esquinas, me encontré con la dueña de aquella aura… tumbada en el suelo. Sabía que no estaba muerta porque sino el aura ya no se vería con tanta claridad como ahora, pero esta estaba ensombrecida por lo que le habían hecho. Me acerqué hacia donde estaba y me agaché. Su rostro estaba manchado por un poco de sangre, sus ropas estaban un poco desgastadas como si hubieran sido utilizadas demasiadas veces, aparté unos mechones de su rostro y toqué su mejilla… estaba algo fría.
Su respiración era algo débil pero constante, descubrí en uno de los lados de su cinto que llevaba una daga guardada y supuse que aquella joven no era una simple humana, y ya entendí por qué estaba luchando contra un hechicero. Tenía algunos rasguños por el cuerpo como si hubiera sido lanzada, quizás ese hubiera sido el primer estallido que había sentido antes de lo otro. Aquel estado en el que la habían sumido era uno conocido, lo había visto una vez cuando era más joven y sabía que era un hechizo poderoso, magia negra y también magia de sangre… la más poderosa de toda. No sabía qué había hecho aquella joven, pero sin duda alguna, estuviera en el lugar donde estuviera para ella sería mucho peor que la muerte. Porque de esa forma estaba muerta en vida, podría pasarse años, décadas en ese estado y quizás podría conservarlo hasta el día de su muerte… era como una condena en vida.
Observé el colgante que portaba en su cuello y vi el símbolo que había en el, era uno que me sonaba pero que no logré ubicar en aquel momento. La joven había tenido suerte de que pasara por allí, cualquier otra persona que la encontrara podría darla por muerta porque su pulso apenas se notaba, pero su aura seguía intacta. Aquel tipo de hechizo era más bien como una maldición, nadie podría saber con exactitud dónde se encontraría ahora aquella joven… podría estar en cualquier lugar del mundo siendo consciente y su cuerpo físico y material permanecer en aquel lugar. Era como un Infierno en vida, y sabía que poco se podía hacer por ella.
Aún así la cogí en brazos y yendo por los lugares más escondidos decidí llevarla hasta la mansión donde vivía. Nada más cruzar la puerta le encargué a mí mayordomo que preparara una habitación para dejarla y que una de las doncellas le limpiara las heridas que tenía. Cogí su colgante que tenía y se lo quité para, mediante aquel objeto, intentar encontrar las personas que fueran más cercanas a ella. Seguramente alguien más tendría un collar como el de ella y eso me serviría como ayuda para comunicarme con la otra persona, sino enviaría a alguien en su búsqueda para que fuera a la mansión y se encargara de ella. Sabía que acudirían pronto a por ella, así que me preparé en cuanto partieron en su búsqueda.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 275
Fecha de inscripción : 16/12/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
La noche había sido rápida para el cazador. Antes de que el sol desapareciese por completo, el cazador ya había salido de casa ataviado con lo necesario para tener una caza productiva. Su misión era dar caza aun vampiro neófito y localizar un nuevo nido de bestias, que disfrutaban del desenfreno de la sangre, el sexo y el alcohol. Todo había salido a pedir de boca. Todo y más. Sobre la media noche ya se dirigí a casa con el merito de dos y la localización. En su contra sólo que daba el ropaje roto y la palma de la mano derecha levemente dañada al tener que agarrar un filo no muy afilado de un vampiro. Seguramente el tío había robado la espada y no tenía ni idea de que hacer con ella, manteniendola a su vera sin ningún tipo de cuidado. Y a la hora de usarla de poco le había valido. Si hubiese estado afilada Varek ya no tendría parte de sus dedos.
El sol estaba a punto de aparecer cuando se metió en su mullida cama en ropa interior. Tenía calor por culpa de el fuego que había estado ardiente toda la noche, pero le daba igual, pues adoraba el fuerte olor a madera quemada. Siempre le traía recuerdos de los años de inviernos pasados en nueva orleans, al lado de la hoguera leyendo nuevas y viejas novelas a su hermano pequeño.
Morfeo le acunó casi al instante. Estaba disfrutando de un sueño bastante lucido y placentero cuando se tornó turbulento, provocando que despertara entre sudores con la respiración agitada. La cama estaba llena de sangre por no haber cerrado la herida con una venda.. Cabreado se levantó para caminar hasta la gran bañera de agua, gritó de mala manera a la sirvienta que preparase el baño y le cambiase las sábanas. Pero sabía que aquello no era lo que le ponía de mala uva, si no la sensación de que alguien estaba mal, y necesitaba su ayuda - Preparame ropa - le ordenó a un tercer sirviente.
La negra colocó la negra chaqueta de Varek en sus hombros, mientras otra acababa de vendarle la mano. El cazador iba a salir en busca de la llamada que le había despertado con aquella sensación. No era un hombre de corazonadas y sabía que aquello tenía un mensaje que se le escapaba y cabreaba por igual. Sólo un gitano o hechicero tenía el poder de aquello.
Abrió la gran puerta en el mismo instante que Shine aparecía. No iba a permitirla entrar, y agarrándola del hombro la giró sobre sus pies - Acompáñame - susurró sin mirarla, caminando hacía el establo. Se sorprendió al ver lo de noche que seguía el día pese a haber amanecido. Una vez montados en los corceles tomaron camino hacía donde "debían ir" que no era otro lugar que una gran mansión - No me preguntes porque no tengo ni puta idea - le confesó atando las riendas, y caminando hasta la puerta, la cual golpeó con firmeza utilizando sus nudillos.
El sol estaba a punto de aparecer cuando se metió en su mullida cama en ropa interior. Tenía calor por culpa de el fuego que había estado ardiente toda la noche, pero le daba igual, pues adoraba el fuerte olor a madera quemada. Siempre le traía recuerdos de los años de inviernos pasados en nueva orleans, al lado de la hoguera leyendo nuevas y viejas novelas a su hermano pequeño.
Morfeo le acunó casi al instante. Estaba disfrutando de un sueño bastante lucido y placentero cuando se tornó turbulento, provocando que despertara entre sudores con la respiración agitada. La cama estaba llena de sangre por no haber cerrado la herida con una venda.. Cabreado se levantó para caminar hasta la gran bañera de agua, gritó de mala manera a la sirvienta que preparase el baño y le cambiase las sábanas. Pero sabía que aquello no era lo que le ponía de mala uva, si no la sensación de que alguien estaba mal, y necesitaba su ayuda - Preparame ropa - le ordenó a un tercer sirviente.
La negra colocó la negra chaqueta de Varek en sus hombros, mientras otra acababa de vendarle la mano. El cazador iba a salir en busca de la llamada que le había despertado con aquella sensación. No era un hombre de corazonadas y sabía que aquello tenía un mensaje que se le escapaba y cabreaba por igual. Sólo un gitano o hechicero tenía el poder de aquello.
Abrió la gran puerta en el mismo instante que Shine aparecía. No iba a permitirla entrar, y agarrándola del hombro la giró sobre sus pies - Acompáñame - susurró sin mirarla, caminando hacía el establo. Se sorprendió al ver lo de noche que seguía el día pese a haber amanecido. Una vez montados en los corceles tomaron camino hacía donde "debían ir" que no era otro lugar que una gran mansión - No me preguntes porque no tengo ni puta idea - le confesó atando las riendas, y caminando hasta la puerta, la cual golpeó con firmeza utilizando sus nudillos.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 20/10/2016
Edad : 42
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
Llevaba días sin pasar por casa de Varek, tras la lucha con aquel vampiro, me recuperé y pronto encontré algo interesante que hacer. Había encontrado un pequeño grupo de cuatro vampiros que no eran nada cuidadosos con sus victimas, pero si en cubrir sus huellas y esconderse. Me había llevado días localizarlos, separarlos uno a uno del grupo y acabar con ellos. Las luchas habían sido duras, era lo malo de trabajar sola, sin equipo, pero lo prefería así. Sin embargo, uno se me había escapado, le había perdido la pista en algún punto al norte. Estaba cansada y furiosa, y sabia que no eran las mejores condiciones para dar caza al vampiro más fuerte de los cuatro. Decidí dejarlo pasar, a pesar de que aquello supusiera una decepción por mi parte. No me gustaba dejar las cosas a medias.
Agotada y enfurecida, hice el camino de vuelta a casa a lomos del caballo que había cogido de los establos de Varek. Un silla francés negro zaino, fuerte y capaz de recorrer kilómetros sin cansarse. Le había cogido cariño, me había acompañado bien y había aguantado los días de persecuciones. Llegué a la casa, aun activa debido al enfado que sentía por la perdida, a pesar del cansancio. Me bajé del caballo y pronto un mozo se acercó a cogerlo. Acaricie el lomo y la nariz del animal y me encaminé hacia la casa.
Tenia en mente darme un baño calentito y meterme a la cama, relajarme, perderme en mi mundo de cavilaciones, descansar un poco y volver a mi trabajo como si no hubiera perdido. Era lo que hacia siempre, igual que no me gustaba dejar las cosas a medas, no me gustaba arrastrar problemas que no tenían solución. Sabia que pasaría una larga noche hablando conmigo misma, pero al día siguiente comenzaría una lucha nueva. Pocas veces me quedaba parada, bloqueada porque los acontecimientos no se habían dado como yo quería. Necesitaba actividad, movimiento.
No sabia cuanto tiempo había pasado desde que Varek se había ido, las noches y los días se entremezclaban y se confundían, era lo que pasaba cuando todos tus días eran iguales. Estaba llegando a la puerta grande cuando se abrió de golpe y apareció el dueño de la casa, con gesto serio. Sin darme tiempo a preguntar nada me agarro y me llevó hasta los establos. Quería que le acompañara, pero, ¿a donde?. En los establos vi al caballo que me había acompañado siendo cuidado, sonreí al pasar por su lado y le acaricié el lomo, pero lo dejé descansar. Caminé con Varek, íbamos casi corriendo, me paso las riendas del caballo y monté.
Salimos al galope de la casa y así continuamos el camino entero. Le seguí, él marcando el camino y el ritmo. Observé su espalda, que se movía con los pasos del caballo. Estaba tenso. Siempre estaba tenso? Tras un rápido paseo llegamos hasta una mansión y cuando paramos y fui a preguntarle, se me adelantó. Asentí con la cabeza y desmonté. Até el caballo junto al suyo y me coloqué a su lado mientras Varek llamaba a la puerta, mirando a mi alrededor, alerta.
Agotada y enfurecida, hice el camino de vuelta a casa a lomos del caballo que había cogido de los establos de Varek. Un silla francés negro zaino, fuerte y capaz de recorrer kilómetros sin cansarse. Le había cogido cariño, me había acompañado bien y había aguantado los días de persecuciones. Llegué a la casa, aun activa debido al enfado que sentía por la perdida, a pesar del cansancio. Me bajé del caballo y pronto un mozo se acercó a cogerlo. Acaricie el lomo y la nariz del animal y me encaminé hacia la casa.
Tenia en mente darme un baño calentito y meterme a la cama, relajarme, perderme en mi mundo de cavilaciones, descansar un poco y volver a mi trabajo como si no hubiera perdido. Era lo que hacia siempre, igual que no me gustaba dejar las cosas a medas, no me gustaba arrastrar problemas que no tenían solución. Sabia que pasaría una larga noche hablando conmigo misma, pero al día siguiente comenzaría una lucha nueva. Pocas veces me quedaba parada, bloqueada porque los acontecimientos no se habían dado como yo quería. Necesitaba actividad, movimiento.
No sabia cuanto tiempo había pasado desde que Varek se había ido, las noches y los días se entremezclaban y se confundían, era lo que pasaba cuando todos tus días eran iguales. Estaba llegando a la puerta grande cuando se abrió de golpe y apareció el dueño de la casa, con gesto serio. Sin darme tiempo a preguntar nada me agarro y me llevó hasta los establos. Quería que le acompañara, pero, ¿a donde?. En los establos vi al caballo que me había acompañado siendo cuidado, sonreí al pasar por su lado y le acaricié el lomo, pero lo dejé descansar. Caminé con Varek, íbamos casi corriendo, me paso las riendas del caballo y monté.
Salimos al galope de la casa y así continuamos el camino entero. Le seguí, él marcando el camino y el ritmo. Observé su espalda, que se movía con los pasos del caballo. Estaba tenso. Siempre estaba tenso? Tras un rápido paseo llegamos hasta una mansión y cuando paramos y fui a preguntarle, se me adelantó. Asentí con la cabeza y desmonté. Até el caballo junto al suyo y me coloqué a su lado mientras Varek llamaba a la puerta, mirando a mi alrededor, alerta.
Shine A. Russell- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/01/2017
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
El cuerpo de la cazadora no se movió en ningún momento del traslado. Continuaba sumido en el más profundo de los sueños, tan inmóvil, pálido y frío como el de un cadáver. Ni siquiera se movió cuando la mano de Logan rozó levemente sus mejillas, como consecuencia de sacarle el colgante que llevaba grabado el escudo de los Lachance. Nada; el único signo de que seguía viva era su suave respiración, lenta, profunda, acompasada por un levísimo movimiento en su pecho.
Y ahí acababa todo. Era una carcasa vacía, porque su alma vagaba en aquel momento muy lejos. Más alla de aquella realidad, del pasado, del presente y del futuro.
Estaba sumida en la oscuridad. Un lugar en el que lo real se mezclaba con lo onírico, y del que jamás había salido nadie con vida.
Y ella no iba a ser ninguna excepción.
Cuando Lyre abrió los ojos, lo primero que vio fue oscuridad. Como un manto de negras tinieblas, se cernía sobre ella; arremolinándose en formas que se desvanecían justo antes de tocarla. Estaban frías, pero eso le sirvió para despejarse del aturdimiento que sentía. Y fue entonces cuando pudo incorporarse un poco, todavía confundida por lo que había sucedido y el desenlace final de la pelea.
Lo segundo de lo que se percató fue de que iba desnuda. Las vestimentas escarlata que había adoptado desde que era cazadora habían desaparecido. En su lugar sólo quedaba su piel; fina, pálida y tan helada como la escarcha. Estaba perlada de sudor, fruto de las pesadillas que había tenido antes de despertar. Pero no quedaba en ella signo alguno de la lucha mantenida con la bruja. Aparecía inmaculada; sin rastro de contusiones o la herida de bala que se había infringido indirectamente a sí misma. Y sobre todo, demasiado radiante para un entorno tan lúgubre como el que se encontraba. Avergonzada, la morena hizo ademán de cubrirse, llevándose ambas manos a los pechos. Pero no tuvo éxito; cuando intentó moverlas de donde estaban, se percató de que no podía hacerlo. Unos macizos grilletes le rodeaban las muñecas, encadenándola al oscuro y ceniciento suelo del lugar.
Ello le hizo tomar consciencia de que, efectivamente, se hallaba en alguna parte. Y no fue hasta que empezó a fijar la vista en su entorno, que éste empezó a definirse. La espesa neblina que hasta entonces lo cubría todo empezó a levantarse, desvelando un yermo sin fin en el que no había ni una sola luz. Ni siquiera el firmamento, que en un lugar como aquel debería estar salpicado de estrellas, mostraba fulgor alguno en toda su extensión.
Tensa, Lyre tironeó un par de veces más de los grilletes que la aprisionaban. Empezaba a darse cuenta de que algo no iba bien, y que aquel lugar no era como otros que conocía. Había algo de macabro en todo aquello, en las vibraciones que transmitía el ambiente. Y aunque ella no sabía utilizar la magia y siempre había estado ciega a las auras, su instinto le decía que tenía que salir de allí tan rápido como fuera posible.
Estaba intentando liberarse cuando un extraño sonido captó su atención. La morena dejó de moverse al instante, entrecerrando los ojos para cederle más protagonismo a sus sentidos de la oída. Parecía como un quejido, una mezcla entre animal y humana que se escuchaba cada vez más cerca. Y no venía de una sola dirección, sino que lo hacía desde tantas que pronto volvió a tironear con todas las fuerzas que poseía.
La sangre empezó a resbalar por sus muñecas, desolladas por el esfuerzo. Pero era imposible; no había hueco suficiente entre su carne y los grilletes para poder liberarse sola. Desesperada, Lyre buscó con la mirada algo que pudiera servirle para defenderse. En un lugar como aquel, pensó que tendría que haber alguna piedra o resto que pudiera utilizar como arma. Pero estaba equivocada; sólo había tierra y polvo, y a lo lejos, las siluetas de unos chacales cada vez más definidas. Cinco pares de ojos clavados fijamente en ella. Cinco bocas babeantes, que gruñían en un escalofriante coro que la hizo estremecerse.
Cuando por fin llegaron a su altura, Lyre no pudo hacer nada para defenderse. Sólo gritar, mientras lágrimas de sangre corrían por sus mejillas.
Y ahí acababa todo. Era una carcasa vacía, porque su alma vagaba en aquel momento muy lejos. Más alla de aquella realidad, del pasado, del presente y del futuro.
Estaba sumida en la oscuridad. Un lugar en el que lo real se mezclaba con lo onírico, y del que jamás había salido nadie con vida.
Y ella no iba a ser ninguna excepción.
~ En el mundo de las sombras ~
Cuando Lyre abrió los ojos, lo primero que vio fue oscuridad. Como un manto de negras tinieblas, se cernía sobre ella; arremolinándose en formas que se desvanecían justo antes de tocarla. Estaban frías, pero eso le sirvió para despejarse del aturdimiento que sentía. Y fue entonces cuando pudo incorporarse un poco, todavía confundida por lo que había sucedido y el desenlace final de la pelea.
Lo segundo de lo que se percató fue de que iba desnuda. Las vestimentas escarlata que había adoptado desde que era cazadora habían desaparecido. En su lugar sólo quedaba su piel; fina, pálida y tan helada como la escarcha. Estaba perlada de sudor, fruto de las pesadillas que había tenido antes de despertar. Pero no quedaba en ella signo alguno de la lucha mantenida con la bruja. Aparecía inmaculada; sin rastro de contusiones o la herida de bala que se había infringido indirectamente a sí misma. Y sobre todo, demasiado radiante para un entorno tan lúgubre como el que se encontraba. Avergonzada, la morena hizo ademán de cubrirse, llevándose ambas manos a los pechos. Pero no tuvo éxito; cuando intentó moverlas de donde estaban, se percató de que no podía hacerlo. Unos macizos grilletes le rodeaban las muñecas, encadenándola al oscuro y ceniciento suelo del lugar.
Ello le hizo tomar consciencia de que, efectivamente, se hallaba en alguna parte. Y no fue hasta que empezó a fijar la vista en su entorno, que éste empezó a definirse. La espesa neblina que hasta entonces lo cubría todo empezó a levantarse, desvelando un yermo sin fin en el que no había ni una sola luz. Ni siquiera el firmamento, que en un lugar como aquel debería estar salpicado de estrellas, mostraba fulgor alguno en toda su extensión.
Tensa, Lyre tironeó un par de veces más de los grilletes que la aprisionaban. Empezaba a darse cuenta de que algo no iba bien, y que aquel lugar no era como otros que conocía. Había algo de macabro en todo aquello, en las vibraciones que transmitía el ambiente. Y aunque ella no sabía utilizar la magia y siempre había estado ciega a las auras, su instinto le decía que tenía que salir de allí tan rápido como fuera posible.
Estaba intentando liberarse cuando un extraño sonido captó su atención. La morena dejó de moverse al instante, entrecerrando los ojos para cederle más protagonismo a sus sentidos de la oída. Parecía como un quejido, una mezcla entre animal y humana que se escuchaba cada vez más cerca. Y no venía de una sola dirección, sino que lo hacía desde tantas que pronto volvió a tironear con todas las fuerzas que poseía.
La sangre empezó a resbalar por sus muñecas, desolladas por el esfuerzo. Pero era imposible; no había hueco suficiente entre su carne y los grilletes para poder liberarse sola. Desesperada, Lyre buscó con la mirada algo que pudiera servirle para defenderse. En un lugar como aquel, pensó que tendría que haber alguna piedra o resto que pudiera utilizar como arma. Pero estaba equivocada; sólo había tierra y polvo, y a lo lejos, las siluetas de unos chacales cada vez más definidas. Cinco pares de ojos clavados fijamente en ella. Cinco bocas babeantes, que gruñían en un escalofriante coro que la hizo estremecerse.
Cuando por fin llegaron a su altura, Lyre no pudo hacer nada para defenderse. Sólo gritar, mientras lágrimas de sangre corrían por sus mejillas.
Lyre Lachance- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 24/12/2016
Re: El abismo del tiempo ~ priv.
Parado frente a la chimenea podía sentir el calor que esta desprendía y que se iba apoderando de mí cuerpo, el leve crepitar de las llamas creaban figuras y sombras por todo mí cuerpo mientras mí mirada se perdía en las llamas que devoraban los troncos. Tenía apoyado un brazo justo encima de la chimenea y en mí mano portaba un vaso con dos hielos y whisky al que le di un trago, quedaba algo menos de medio vaso desde que hacía un rato lo había puesto. Sabía de alguna forma que iban a venir a buscarla y no sabía muy bien lo que iba a encontrarme, pero no me importaba en absoluto. Miré el colgante que llevaba en la otra mano observando el símbolo que había grabado en el, tenía la firme idea de que se trataban de cazadores así que suponía que no me iba a encontrar con una buena cara cuando se presentara en mi puerta.
Aquel pensamiento me hizo sonreír de lado, bueno, al menos la había llevado a un lugar seguro, o al menos eso es lo que había hecho con su cuerpo. Su mente, su alma por decirlo de alguna manera, estaba en un lugar muy lejano del que ninguno podríamos siquiera llegar a imaginar. Quién sabría dónde se encontraba en esos momentos aquella joven y lo que le estuviera pasando, no había visto en mi vida tales maleficios como aquel que ella tenía, pero sabía que era uno bastante poderoso y que no había muchas opciones de salvarla. La magia negra, pero sobre todo, la magia de sangre era jugar con algo extremadamente peligroso que podía salir muy mal parado aquel que la utilizara, así que sabía que quien le había dejado en ese estado tenía que ser alguien poderoso, muy poderoso, para llevarlo a cabo.
La cabeza de Fritz, mí mayordomo desde que había abandonado mí país, asomó por la puerta del salón como si no quisiera interrumpir mis pensamientos. Lo miré dándole permiso para que entrara haciéndome ver que la joven estaba instalada en una de las habitaciones de la planta baja, y que las sirvientas habían limpiado sus heridas que llevaba. Las heridas en ese momento era el menor de sus problemas, podría quedarse de esa forma para toda la eternidad encerrada en donde quisiera que se encontrara, y no poder despertara nunca hasta que su cuerpo se consumiera lentamente. Le hice un gesto para que me dejara a solas y con el vaso de whisky todavía en mis manos me dispuse a pasarme por el lugar donde estaba.
Me apoyé en el marco de la puerta observándola, desde donde estaba podía ver cómo su pecho subía y bajaba bajo la sabana, su respiración era regular y se curaría sin problema de sus heridas. Otra cosa era salir del estado en que la habían sumido, me acerqué para observar su rostro y ver lo joven que era, no sabía a quién había cabreado pero estaba pagando ahora las consecuencias de ello. Me alejé del lugar y fui esta el salón sabiendo que pronto la buscarían, Fritz no tardó en anunciarme que habían unos caballos apostados en la puerta y supe que ya habían llegado. Unos golpes en la puerta de la casa hizo que me levantara preparado para aquel peculiar encuentro, a la espera de que Fritz fuera a abrirles y les hiciera pasar hacia dentro. Mí mayordomo tenía unos modales exquisitos y esperaba que no la tomaran de primera con él, o habría consecuencias por ello.
Del pasillo que conducía de la entrada pude ver la silueta de dos personas y cuando entraron en la estancia me di cuenta de que se trataba de un hombre y una mujer, ambos vestían con ropas oscuras y típicas que solían llevar los cazadores. El gesto de él era mucho más duro que el de ella y seguramente ambos se estarían preguntando qué hacían en mí mansión cuando no nos conocíamos de nada, a esas horas de la noche. La respuesta les iba a llegar bastante pronto. Fritz se retiró para dejarnos a solas y le hice un movimiento con la cabeza agradeciendo, como siempre, su servicio. Los tres nos quedamos a solas y di un trago al vaso que todavía contenía whisky y los miré acercándome un par de pasos.
-Buenas noches caballero, señorita –los miré detenidamente mientras como siempre los modales que me habían inculcado salían a relucir a flote- Se preguntarán porqué están aquí y yo tengo la respuesta –mí mano libre buscó en uno de los bolsillos y extraje el colgante que aquella joven había llevado entorno a su cuello- Si estáis aquí, es porque este objeto os ha traído –extraño, pero no para un hechicero- Su portadora ha hecho una llamado de auxilio y vosotros… sois su respuesta –quise continuar antes de que pensaran que le había hecho algo- Os voy a poner al tanto de lo ocurrido; me encontré con la joven hace apenas unas horas, una honda de poder fue lo que llamó mí atención mientras volvía a casa. Me di cuenta de que vuestra amiga –porque no sabía si eran familia, o tan solo amigos- estaba tirada en un callejón, viva, pero inconsciente. Está bien, sus heridas apenas son graves aunque ese es el menor de sus problemas –teniendo en cuenta que eran cazadores, no les iba a extrañar mí explicación- Seguidme –sin esperar a que me preguntaran algo o me interrumpieran comencé a andar hasta llevarles a la habitación donde estaba, verlo era mejor que explicarlo. Dejé que pasaran para que la vieran mientras yo seguía en el marco de la puerta observando la escena- Está maldita –fue lo que dije para que entendieran lo grave de su situación- Alguien le ha lanzado una maldición y ahora su cuerpo aquí está inconsciente, pero de alguna forma, está despierta en otro lugar del que me temo que no puede escapar. Hacía años que no veía una maldición tan poderosa como esta –mis ojos recorrieron de nuevo a la joven para luego posarse en las otras dos personas, preparado para cualquier tipo de reacción por ambas partes. Era algo difícil de aceptar, pero era la cruda realidad.
Aquel pensamiento me hizo sonreír de lado, bueno, al menos la había llevado a un lugar seguro, o al menos eso es lo que había hecho con su cuerpo. Su mente, su alma por decirlo de alguna manera, estaba en un lugar muy lejano del que ninguno podríamos siquiera llegar a imaginar. Quién sabría dónde se encontraba en esos momentos aquella joven y lo que le estuviera pasando, no había visto en mi vida tales maleficios como aquel que ella tenía, pero sabía que era uno bastante poderoso y que no había muchas opciones de salvarla. La magia negra, pero sobre todo, la magia de sangre era jugar con algo extremadamente peligroso que podía salir muy mal parado aquel que la utilizara, así que sabía que quien le había dejado en ese estado tenía que ser alguien poderoso, muy poderoso, para llevarlo a cabo.
La cabeza de Fritz, mí mayordomo desde que había abandonado mí país, asomó por la puerta del salón como si no quisiera interrumpir mis pensamientos. Lo miré dándole permiso para que entrara haciéndome ver que la joven estaba instalada en una de las habitaciones de la planta baja, y que las sirvientas habían limpiado sus heridas que llevaba. Las heridas en ese momento era el menor de sus problemas, podría quedarse de esa forma para toda la eternidad encerrada en donde quisiera que se encontrara, y no poder despertara nunca hasta que su cuerpo se consumiera lentamente. Le hice un gesto para que me dejara a solas y con el vaso de whisky todavía en mis manos me dispuse a pasarme por el lugar donde estaba.
Me apoyé en el marco de la puerta observándola, desde donde estaba podía ver cómo su pecho subía y bajaba bajo la sabana, su respiración era regular y se curaría sin problema de sus heridas. Otra cosa era salir del estado en que la habían sumido, me acerqué para observar su rostro y ver lo joven que era, no sabía a quién había cabreado pero estaba pagando ahora las consecuencias de ello. Me alejé del lugar y fui esta el salón sabiendo que pronto la buscarían, Fritz no tardó en anunciarme que habían unos caballos apostados en la puerta y supe que ya habían llegado. Unos golpes en la puerta de la casa hizo que me levantara preparado para aquel peculiar encuentro, a la espera de que Fritz fuera a abrirles y les hiciera pasar hacia dentro. Mí mayordomo tenía unos modales exquisitos y esperaba que no la tomaran de primera con él, o habría consecuencias por ello.
Del pasillo que conducía de la entrada pude ver la silueta de dos personas y cuando entraron en la estancia me di cuenta de que se trataba de un hombre y una mujer, ambos vestían con ropas oscuras y típicas que solían llevar los cazadores. El gesto de él era mucho más duro que el de ella y seguramente ambos se estarían preguntando qué hacían en mí mansión cuando no nos conocíamos de nada, a esas horas de la noche. La respuesta les iba a llegar bastante pronto. Fritz se retiró para dejarnos a solas y le hice un movimiento con la cabeza agradeciendo, como siempre, su servicio. Los tres nos quedamos a solas y di un trago al vaso que todavía contenía whisky y los miré acercándome un par de pasos.
-Buenas noches caballero, señorita –los miré detenidamente mientras como siempre los modales que me habían inculcado salían a relucir a flote- Se preguntarán porqué están aquí y yo tengo la respuesta –mí mano libre buscó en uno de los bolsillos y extraje el colgante que aquella joven había llevado entorno a su cuello- Si estáis aquí, es porque este objeto os ha traído –extraño, pero no para un hechicero- Su portadora ha hecho una llamado de auxilio y vosotros… sois su respuesta –quise continuar antes de que pensaran que le había hecho algo- Os voy a poner al tanto de lo ocurrido; me encontré con la joven hace apenas unas horas, una honda de poder fue lo que llamó mí atención mientras volvía a casa. Me di cuenta de que vuestra amiga –porque no sabía si eran familia, o tan solo amigos- estaba tirada en un callejón, viva, pero inconsciente. Está bien, sus heridas apenas son graves aunque ese es el menor de sus problemas –teniendo en cuenta que eran cazadores, no les iba a extrañar mí explicación- Seguidme –sin esperar a que me preguntaran algo o me interrumpieran comencé a andar hasta llevarles a la habitación donde estaba, verlo era mejor que explicarlo. Dejé que pasaran para que la vieran mientras yo seguía en el marco de la puerta observando la escena- Está maldita –fue lo que dije para que entendieran lo grave de su situación- Alguien le ha lanzado una maldición y ahora su cuerpo aquí está inconsciente, pero de alguna forma, está despierta en otro lugar del que me temo que no puede escapar. Hacía años que no veía una maldición tan poderosa como esta –mis ojos recorrieron de nuevo a la joven para luego posarse en las otras dos personas, preparado para cualquier tipo de reacción por ambas partes. Era algo difícil de aceptar, pero era la cruda realidad.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 16/12/2015
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
A pesar de las altas horas de la mañana, no pasaron apenas unos segundos desde que el cazador golpeó la puerta hasta que esta se abrió. Estaban esperándoles.
Un olor a hierbas secas, dulzón, embriagó a Varek nada más cruzar el umbral de la puerta, acentuando su sospecha de que todo aquello estaba provocado por un hechizo de una bruja o un hechicero. El aroma le llevaba años atrás, hasta la pequeña casa de madera de Rosalie. En aquel entonces era difícil interpretar que aquel olor pertenecía a uno de los ingredientes más usados por los susodichos, para el cazador, era el simple olor de alguno de esos tés que ella solía consumir.
Parados en aquel hall, Varek apoyó su mano sobre su revolver mientras observaba con firmeza a Shine. Quería decirla que no se preocupara, que no hiciese nada si él no lo hacía. Varek sabía que lo más peligroso de aquel lugar no eran ellos dos, si no el hechicero. Y viendo la calidad del mobiliario, las alfombras o las cortinas, aquel hombre no era un don nadie.
El hechicero caminó con tranquilidad por la casa hasta ellos, al fin de cuentas estaba en su terreno. Paró frente a ellos sin necesidad de observarles más de la cuenta para saber que se encontraba frente a dos cazadores. La mandíbula de Varek se tensó mientras observaba el pequeño colgante que días antes Lyre le había mostrado. Shine podía estar bastante desorientada, pero confiaba lo suficiente en Varek para saber que algo serio estaba pasando pues aun no había movido ficha contra el joven que tenían delante.
Caminaron por la casa en silencio, la vieja madera resonaba tras cada movimiento, quejicosa pese a la gran calidad que debía de tener y el buen estado en el que se encontraba para lo antigua que era. Pararon en una habitación, donde la respiración de Lyre era la melodía principal. Recostada sobre una cama, parecía descansar plácidamente pese a las aparentes magulladuras. El hechicero no callaba ni un segundo, quería explicar todo con rápidez, que los cazadores viesen la gravedad del asunto para comenzar a actuar, pero el cazador no podía pensar y escuchar a la vez. Cuando le hubo dicho que estaba maldita, recordó, que sólo había una maldición que pudiese dejarla como estaba - ¿Podéis traerla de vuelta? - preguntó, sin apartar la mirada de la muchacha ni un segundo. Había leído sobre ello, conocía las consecuencias. Pero el destino había querido que se encontrase con Shine por el camino por esta razón. Se giró para mirar a la cazadora unos segundos para después volver su mirada al hechicero - No os doy opción - los músculos de Varek se tensaron ante una petición tan directa. Pero el pensar que Lyre podía estar sufriendo vivamente en otro lugar y no poder evitarlo, le consumía. La quería ya de vuelta, y si era necesario. Él ocuparía su lugar.
Un olor a hierbas secas, dulzón, embriagó a Varek nada más cruzar el umbral de la puerta, acentuando su sospecha de que todo aquello estaba provocado por un hechizo de una bruja o un hechicero. El aroma le llevaba años atrás, hasta la pequeña casa de madera de Rosalie. En aquel entonces era difícil interpretar que aquel olor pertenecía a uno de los ingredientes más usados por los susodichos, para el cazador, era el simple olor de alguno de esos tés que ella solía consumir.
Parados en aquel hall, Varek apoyó su mano sobre su revolver mientras observaba con firmeza a Shine. Quería decirla que no se preocupara, que no hiciese nada si él no lo hacía. Varek sabía que lo más peligroso de aquel lugar no eran ellos dos, si no el hechicero. Y viendo la calidad del mobiliario, las alfombras o las cortinas, aquel hombre no era un don nadie.
El hechicero caminó con tranquilidad por la casa hasta ellos, al fin de cuentas estaba en su terreno. Paró frente a ellos sin necesidad de observarles más de la cuenta para saber que se encontraba frente a dos cazadores. La mandíbula de Varek se tensó mientras observaba el pequeño colgante que días antes Lyre le había mostrado. Shine podía estar bastante desorientada, pero confiaba lo suficiente en Varek para saber que algo serio estaba pasando pues aun no había movido ficha contra el joven que tenían delante.
Caminaron por la casa en silencio, la vieja madera resonaba tras cada movimiento, quejicosa pese a la gran calidad que debía de tener y el buen estado en el que se encontraba para lo antigua que era. Pararon en una habitación, donde la respiración de Lyre era la melodía principal. Recostada sobre una cama, parecía descansar plácidamente pese a las aparentes magulladuras. El hechicero no callaba ni un segundo, quería explicar todo con rápidez, que los cazadores viesen la gravedad del asunto para comenzar a actuar, pero el cazador no podía pensar y escuchar a la vez. Cuando le hubo dicho que estaba maldita, recordó, que sólo había una maldición que pudiese dejarla como estaba - ¿Podéis traerla de vuelta? - preguntó, sin apartar la mirada de la muchacha ni un segundo. Había leído sobre ello, conocía las consecuencias. Pero el destino había querido que se encontrase con Shine por el camino por esta razón. Se giró para mirar a la cazadora unos segundos para después volver su mirada al hechicero - No os doy opción - los músculos de Varek se tensaron ante una petición tan directa. Pero el pensar que Lyre podía estar sufriendo vivamente en otro lugar y no poder evitarlo, le consumía. La quería ya de vuelta, y si era necesario. Él ocuparía su lugar.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/10/2016
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
Poco tardaron en abrir la puerta y en hacernos pasar. El olor a hierbas invadió mis fosas nasales, reconociendo enseguida la casa de quien estábamos visitando. Aquello no me gustaba ni un pelo, desde mi punto de vista, nos estábamos metiendo en la boca del lobo. Todo olía, literalmente, a trampa. Instintivamente dirigí mis manos a las dagas de mi cinturón, sin desenfundarlas, pero con la mano en la empuñadura, alerta.
Accedimos a un hall, donde nos hicieron esperar, mientras, Varek me miraba. Esperaba calma por mi parte, pero no me gustaba nada la situación Me había metido en un lío, mi querido amigo, donde claramente había un hechicero poderoso implicado, y ninguno de los dos conocíamos el motivo de nuestra presencia allí.
Me había visto arrastrada a una posición en la que sin conocer nada de lo que estaba pasando, tenia que guardar calma. Si mi amigo me había llevado ahí, y no había atacado a aquel hechicero, seria por algo. Mire a Varek y alcé una ceja cuando ambos nos fijamos en un colgante. Al parecer el lo reconocía, y ese era el motivo por el que habíamos acudido a aquella casa. Yo no tenia ni idea de que ni de quien era, y no me gustaba como se estaba desarrollando todo. Odiaba no entender lo que ocurría, no conocer la situación La falta de poder ante lo que podía pasar o no, de control, me alteraba. Respiré hondo, intentando controlarme y no fallar en mi labor. No poner las cosas mas difíciles a mi amigo.
Caminé por la casa, detrás de los dos hombres, intentando buscar una salida, una alternativa por si las cosas se ponían feas. Tracé un plan de escape en mi cabeza, que sin duda usaría si aquello se trataba de un truco. Enseguida llegamos a una habitación en la que yacía una chica, joven. No tenia ni idea de quien era, pero una vez más, mi amigo pareció reconocerla. Me encontraba fuera de la estancia, en la puerta, y, simbólicamente, ese era mi lugar en aquella situación Apoyada en el marco de la puerta escuché al hechicero. Por lo que oía, y desde mi posición, todo podía ser una trampa para mandarnos a Varek y a mi al lugar donde estaba aquella mujer.
Cuando Varek me miró y seguido miró al hechicero y dijo aquello, sabia a lo que se refería Los dos habíamos leído y sabíamos lo suficiente para saber ante que tipo de maldición nos encontrábamos y cual podía ser la solución. Entre en la estancia y miré a Varek, agarré su brazo y le aparte a un lado: -Mira, no se quien es la que esta ahí tumbada, ni se que hago aquí. Pero esto me huele mal, y no solo literalmente. No voy a dejar que te metas en la boca del lobo de cabeza, así como así.- Le dije en un susurro, intentando que el hechicero no nos oyera. No iba a prohibirle entrar en aquel especie de sueño, no era su madre, el sabría lo que tendría que hacer. No me pondría como una damisela, histérica pero que no contara con mi ayuda si pretendía confiar en aquel hechicero sin ninguna precaución, sin ningún plan. No iba a ser participe de la muerte de un compañero, y mucho menos de un viejo amigo. Le solté el brazo, tras mirarle a los ojos dejándole claro que mi participación en este asunto dependía de aquella condición. Me aparté y miré al hechicero, intentando leerle de alguna manera, intentando descifrar si tendría algún motivo oculto contra mi amigo.
Accedimos a un hall, donde nos hicieron esperar, mientras, Varek me miraba. Esperaba calma por mi parte, pero no me gustaba nada la situación Me había metido en un lío, mi querido amigo, donde claramente había un hechicero poderoso implicado, y ninguno de los dos conocíamos el motivo de nuestra presencia allí.
Me había visto arrastrada a una posición en la que sin conocer nada de lo que estaba pasando, tenia que guardar calma. Si mi amigo me había llevado ahí, y no había atacado a aquel hechicero, seria por algo. Mire a Varek y alcé una ceja cuando ambos nos fijamos en un colgante. Al parecer el lo reconocía, y ese era el motivo por el que habíamos acudido a aquella casa. Yo no tenia ni idea de que ni de quien era, y no me gustaba como se estaba desarrollando todo. Odiaba no entender lo que ocurría, no conocer la situación La falta de poder ante lo que podía pasar o no, de control, me alteraba. Respiré hondo, intentando controlarme y no fallar en mi labor. No poner las cosas mas difíciles a mi amigo.
Caminé por la casa, detrás de los dos hombres, intentando buscar una salida, una alternativa por si las cosas se ponían feas. Tracé un plan de escape en mi cabeza, que sin duda usaría si aquello se trataba de un truco. Enseguida llegamos a una habitación en la que yacía una chica, joven. No tenia ni idea de quien era, pero una vez más, mi amigo pareció reconocerla. Me encontraba fuera de la estancia, en la puerta, y, simbólicamente, ese era mi lugar en aquella situación Apoyada en el marco de la puerta escuché al hechicero. Por lo que oía, y desde mi posición, todo podía ser una trampa para mandarnos a Varek y a mi al lugar donde estaba aquella mujer.
Cuando Varek me miró y seguido miró al hechicero y dijo aquello, sabia a lo que se refería Los dos habíamos leído y sabíamos lo suficiente para saber ante que tipo de maldición nos encontrábamos y cual podía ser la solución. Entre en la estancia y miré a Varek, agarré su brazo y le aparte a un lado: -Mira, no se quien es la que esta ahí tumbada, ni se que hago aquí. Pero esto me huele mal, y no solo literalmente. No voy a dejar que te metas en la boca del lobo de cabeza, así como así.- Le dije en un susurro, intentando que el hechicero no nos oyera. No iba a prohibirle entrar en aquel especie de sueño, no era su madre, el sabría lo que tendría que hacer. No me pondría como una damisela, histérica pero que no contara con mi ayuda si pretendía confiar en aquel hechicero sin ninguna precaución, sin ningún plan. No iba a ser participe de la muerte de un compañero, y mucho menos de un viejo amigo. Le solté el brazo, tras mirarle a los ojos dejándole claro que mi participación en este asunto dependía de aquella condición. Me aparté y miré al hechicero, intentando leerle de alguna manera, intentando descifrar si tendría algún motivo oculto contra mi amigo.
Shine A. Russell- Cazador Clase Alta
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
Sabía que no era fácil, de hecho sabía lo que podrían estar pensando ahora mismo y fue por ese mismo motivo por el que decidí que supieran lo que le pasaba a aquella joven. Quería que descartaran el hecho de que había sido por mí culpa el que estuviera así, porque era más que evidente que ambos eran cazadores y aunque mis poderes eran poderosos no tenía ningunas ganas de comenzar una lucha, mucho menos en mí casa donde todo quedaría destrozado. Si ellos querían traerla de vuelta sería algo bastante complicado, no había oído de muchos casos donde el resultado final fuera uno donde se hubiera salvado a la persona, esas maldiciones en concreto eran bastante peligrosas y sacar de ese estado al que estaba maldito era una tarea ardua y costosa. Era emprender un viaje a lo desconocido, con solo un billete de ida, sin saber si volverías… y de hacerlo, si lo harías de una sola pieza.
Parecía que el hombre era el que más pinta tenía de saber lo que estaba ocurriendo ya que la joven se había quedado algo más al margen, no iba a pregunta en lo absoluto pero intuía que si ella estaba aquí era seguramente por él, dado el margen que mantenía con la situación. La pregunta de aquel hombre si la podía traer de vuelta era un tanto complicada de responder, quizás cualquier otro hechicero le hubiera respondido un “no” rotundo, pero sabía que había una probabilidad de poder traerla del lugar donde estaba y hacer que despertara pero, ¿era fácil? Absolutamente no, no iba a serlo de ninguna de las maneras. Guardé silencio durante unos segundos más en lo que sopesé realmente qué responderle, si le decía que sí corría el riesgo de que me dijera que lo ayudara y eso ya eran palabras mayores.
Sabía lo que implicaría darle una respuesta afirmativa, lo que implicaría para mí ya que de alguna forma debería de colaborar y no solo aportando mí magia, era un riesgo a asumir y dado que yo no conocía de nada a aquellas personas y no me movía por la caridad que me caracterizaba… ¿qué sacaba yo de ayudarlos? Deberían de darme algo a cambio para que aceptara ayudarlos a salvarla, bastante había hecho ya al traerla a mí casa y avisarlos de alguna forma. Reí entre dientes aún con el vaso en la mano ante su segunda frase “no os doy opción” fue sin duda alguna de lo más gracioso que había escuchado aquella noche, y no pude evitar que la risa saliera de forma ligera sin importarme que aquello los pudiera enfadar. No estaba en la posición de exigirme nada, sino todo lo contrario.
Observé sin moverme como ahora la mujer tomaba partido de la situación y se adentraba en la habitación parándose junto al hombre, hablando algo que no logré oír pero que luego cuando se alzó y me miró de aquella forma me hizo sonreír de lado, divertido con la situación. Podía intuir lo que pensaba de mí con la mirada que tenía, además estaba llena de dudas con respecto a mí cuando el hombre no así lo parecía… tan parecidos y a la vez tan dispares en si mismos. Di un trago de nuevo al vaso y no contesté directamente a la pregunta del joven, sino que me dirigí primeramente a la dama.
-Puedo percibir lo que hay tras esa mirada, no es difícil saber en qué estáis pensando –hice una leve pausa- ¿Crees que es algún tipo de trampa todo lo que he montado? –Reí levemente- Si quisiera mataros habría elaborado una trampa más sofisticada y mucho más favorable que traeros a mí casa, ¿no te parece? –Moví el vaso para que el contenido se moviera en círculos- No os conozco de nada y no tengo intención de haceros nada, creo que he sido demasiado bueno trayendo aquí a vuestra amiga y avisándoos de que estaba aquí, así que es prueba suficiente de que no tengo nada contra vosotros –mí mirada se puso en la de él- Respondiendo a vuestra pregunta; sí, podría traerla de vuelta pero lo que pides no es nada fácil, ni sencillo. No sé si has oído hablar sobre estas maldiciones pero esta en concreto es una de las más peligrosas que existen. Traerla de vuelta supondría un coste demasiado alto y elevado que no sé si estoy dispuesto a correr –dejé caer ya mis opciones- No, al menos, que tengáis algo que pudiera serme de utilidad para correr tal riesgo por alguien que no conozco –miré a la joven que yacía sobre la cama, sabía que cuanto más tiempo pasara en la otra “dimensión” o “mundo” menos tiempo de vida le quedaría- Para salvarla deberíamos de adentrarnos en la dimensión, o mundo, donde ella se encuentre en estos momentos, buscarla y traerla de vuelta mediante un conjuro. Pero sabes que no la dejará marchar tan fácilmente, ¿no es cierto? –Lo miré a él- No hay garantías de que volvamos todos, o enteros. No con esta maldición –y algo me hacía creer que no solo tendríamos problemas en aquel mundo, quien lanzara la maldición no iba a dejar que pudiéramos salvarla desde esta dimensión.
Parecía que el hombre era el que más pinta tenía de saber lo que estaba ocurriendo ya que la joven se había quedado algo más al margen, no iba a pregunta en lo absoluto pero intuía que si ella estaba aquí era seguramente por él, dado el margen que mantenía con la situación. La pregunta de aquel hombre si la podía traer de vuelta era un tanto complicada de responder, quizás cualquier otro hechicero le hubiera respondido un “no” rotundo, pero sabía que había una probabilidad de poder traerla del lugar donde estaba y hacer que despertara pero, ¿era fácil? Absolutamente no, no iba a serlo de ninguna de las maneras. Guardé silencio durante unos segundos más en lo que sopesé realmente qué responderle, si le decía que sí corría el riesgo de que me dijera que lo ayudara y eso ya eran palabras mayores.
Sabía lo que implicaría darle una respuesta afirmativa, lo que implicaría para mí ya que de alguna forma debería de colaborar y no solo aportando mí magia, era un riesgo a asumir y dado que yo no conocía de nada a aquellas personas y no me movía por la caridad que me caracterizaba… ¿qué sacaba yo de ayudarlos? Deberían de darme algo a cambio para que aceptara ayudarlos a salvarla, bastante había hecho ya al traerla a mí casa y avisarlos de alguna forma. Reí entre dientes aún con el vaso en la mano ante su segunda frase “no os doy opción” fue sin duda alguna de lo más gracioso que había escuchado aquella noche, y no pude evitar que la risa saliera de forma ligera sin importarme que aquello los pudiera enfadar. No estaba en la posición de exigirme nada, sino todo lo contrario.
Observé sin moverme como ahora la mujer tomaba partido de la situación y se adentraba en la habitación parándose junto al hombre, hablando algo que no logré oír pero que luego cuando se alzó y me miró de aquella forma me hizo sonreír de lado, divertido con la situación. Podía intuir lo que pensaba de mí con la mirada que tenía, además estaba llena de dudas con respecto a mí cuando el hombre no así lo parecía… tan parecidos y a la vez tan dispares en si mismos. Di un trago de nuevo al vaso y no contesté directamente a la pregunta del joven, sino que me dirigí primeramente a la dama.
-Puedo percibir lo que hay tras esa mirada, no es difícil saber en qué estáis pensando –hice una leve pausa- ¿Crees que es algún tipo de trampa todo lo que he montado? –Reí levemente- Si quisiera mataros habría elaborado una trampa más sofisticada y mucho más favorable que traeros a mí casa, ¿no te parece? –Moví el vaso para que el contenido se moviera en círculos- No os conozco de nada y no tengo intención de haceros nada, creo que he sido demasiado bueno trayendo aquí a vuestra amiga y avisándoos de que estaba aquí, así que es prueba suficiente de que no tengo nada contra vosotros –mí mirada se puso en la de él- Respondiendo a vuestra pregunta; sí, podría traerla de vuelta pero lo que pides no es nada fácil, ni sencillo. No sé si has oído hablar sobre estas maldiciones pero esta en concreto es una de las más peligrosas que existen. Traerla de vuelta supondría un coste demasiado alto y elevado que no sé si estoy dispuesto a correr –dejé caer ya mis opciones- No, al menos, que tengáis algo que pudiera serme de utilidad para correr tal riesgo por alguien que no conozco –miré a la joven que yacía sobre la cama, sabía que cuanto más tiempo pasara en la otra “dimensión” o “mundo” menos tiempo de vida le quedaría- Para salvarla deberíamos de adentrarnos en la dimensión, o mundo, donde ella se encuentre en estos momentos, buscarla y traerla de vuelta mediante un conjuro. Pero sabes que no la dejará marchar tan fácilmente, ¿no es cierto? –Lo miré a él- No hay garantías de que volvamos todos, o enteros. No con esta maldición –y algo me hacía creer que no solo tendríamos problemas en aquel mundo, quien lanzara la maldición no iba a dejar que pudiéramos salvarla desde esta dimensión.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
Varek cruzó sus brazos a la altura del pecho, a la vez que apretó su mandíbula. Le calmaba la pasividad del hechicero, que con tranquilidad jugaba con su vaso de whisky mientras charlaban. No había tiempo que perder, pero tampoco podía presionar una acción que conllevaba tan duras consecuencias y con un simple no podía echarse todo a perder. Necesitaba tener a aquel hombre de su parte, caerle bien, y no presionarle ni infundirle sospechas.
Los dedos de Shine rodearon su brazos, tirando de él hasta apartarlo en la misma habitación. Varek la miró dubitativo, aquello no les beneficiaba. Ninguna de las palabras que Shine o cualquier otra persona le dedicase, por certeras que fueran no iban a pararle los pies ni iban a borrar su idea de dar su vida por traer a Lyre de vuelta - Es mi sobrina - su voz sonó en un susurró ronco, fuerte. Iba acompañado de un claro; la decisión está tomada. Volvió a pararse frente al hechicero y deshizo el nudo de sus brazos para introducir sus manos en los bolsillos, mientras le escuchaba - ¿Qué quieres a cambio? - pregunté mientras su mirada se desviaba unos segundos a Lyre - Si hay que pagar, yo seré la moneda de cambio - abrió la ventana para que entrase la poca luz que había fuera y golpease el rostro de Lyre. El hechicero les observaba algo a la defensiva por la pequeña charla que habían tenido entre ellos los cazadores, y no iba a criticarle por ello. El mismo no se fiaría de dos cazadores que entraban en su propia casa, por mucho que les dijesen que habían cometido la buena acción de traer el cuerpo adormecido de la persona herida. Ellos podían disponer de otro hechicero que les ayudase. Pero no era así. Lo único que Varek tenía era la teoria de traer a Lyre de vuelta, y sabía que la mayoría de veces había que hacer un pago de sangre. Y quizás aquella era la última vez que Shine y él se veían. Pero no iba a dar más importancia a aquel hecho. Lo importante ahora era no tardar más - Comencemos - musitó, quitándose la chaqueta que le llegaba hasta los tobillos y dejándola sobre los pies de la cama. Se deshizo de sus armas que dejó en el suelo, y se abrió un par de botones en la camisa, para luego quitar los botones de los puños. Necesitaba estar cómodo y que nada le estorbase.
Los dedos de Shine rodearon su brazos, tirando de él hasta apartarlo en la misma habitación. Varek la miró dubitativo, aquello no les beneficiaba. Ninguna de las palabras que Shine o cualquier otra persona le dedicase, por certeras que fueran no iban a pararle los pies ni iban a borrar su idea de dar su vida por traer a Lyre de vuelta - Es mi sobrina - su voz sonó en un susurró ronco, fuerte. Iba acompañado de un claro; la decisión está tomada. Volvió a pararse frente al hechicero y deshizo el nudo de sus brazos para introducir sus manos en los bolsillos, mientras le escuchaba - ¿Qué quieres a cambio? - pregunté mientras su mirada se desviaba unos segundos a Lyre - Si hay que pagar, yo seré la moneda de cambio - abrió la ventana para que entrase la poca luz que había fuera y golpease el rostro de Lyre. El hechicero les observaba algo a la defensiva por la pequeña charla que habían tenido entre ellos los cazadores, y no iba a criticarle por ello. El mismo no se fiaría de dos cazadores que entraban en su propia casa, por mucho que les dijesen que habían cometido la buena acción de traer el cuerpo adormecido de la persona herida. Ellos podían disponer de otro hechicero que les ayudase. Pero no era así. Lo único que Varek tenía era la teoria de traer a Lyre de vuelta, y sabía que la mayoría de veces había que hacer un pago de sangre. Y quizás aquella era la última vez que Shine y él se veían. Pero no iba a dar más importancia a aquel hecho. Lo importante ahora era no tardar más - Comencemos - musitó, quitándose la chaqueta que le llegaba hasta los tobillos y dejándola sobre los pies de la cama. Se deshizo de sus armas que dejó en el suelo, y se abrió un par de botones en la camisa, para luego quitar los botones de los puños. Necesitaba estar cómodo y que nada le estorbase.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
La respuesta de Varek me dejó de piedra. Su sobrina? – Me pregunté. Sabía que tenia un hermano, al que no había conocido nunca, pero me quede sorprendida como la vida de todo el mundo había avanzado y la nuestra, la de los cazadores, se había parado. No había lugar para familia en esta profesión, para responsabilidades. Eso era lo que en parte me atraía de lo que hacia. Justificaba mi situación en el mundo desde que mis padres me repudiaron, justificaba que viviera como vivía: sola. Me aparté al comprender en la voz de mi amigo que nada de lo que le dijera le haría cambiar de opinión. No estaba ahí para convencer a nadie.
Oí hablar al hechicero, pero pasé de él, sin contestarle. Sin embargo, escuché lo que decía Me coloqué en la puerta y observé a Varek moverse y hablar con él. Cuando se quito la chaqueta y se puso cómodo, no me quedó otra alternativa: - Haré de niñera- Solté, apoyándome en el marco de la puerta con los brazos cruzados, mirando hacia el interior, hacia la muchacha que yacía en la cama. No me hacia ni puñetera gracia la situación, sabia que era peligroso, que podía venir quienquiera que hubiera hecho eso y que tendría que luchar. Estaba cansada después del viaje, y además, quedarme ahí esperando a que algo pasara me desesperaba. Al menos esperaba que si me tocaba luchar, la lucha fuera buena.
Solté mi larga chaqueta, quitándomela, y la dejé a un lado, acomodándome para las largas horas que me quedaban por delante. Miré al hechicero: - Mas te vale que al menos él y ella vuelvan de una pieza.- Comenté señalando a la chica y a mi amigo. Si esa chica era importante para Varek, tendría que volver enterita, y descartado quedaba que Varek no volviera. En cuanto al hechicero, realmente me importaba poco lo que pasara con él. Si quedaba atrapado ahí, mejor.
Oí hablar al hechicero, pero pasé de él, sin contestarle. Sin embargo, escuché lo que decía Me coloqué en la puerta y observé a Varek moverse y hablar con él. Cuando se quito la chaqueta y se puso cómodo, no me quedó otra alternativa: - Haré de niñera- Solté, apoyándome en el marco de la puerta con los brazos cruzados, mirando hacia el interior, hacia la muchacha que yacía en la cama. No me hacia ni puñetera gracia la situación, sabia que era peligroso, que podía venir quienquiera que hubiera hecho eso y que tendría que luchar. Estaba cansada después del viaje, y además, quedarme ahí esperando a que algo pasara me desesperaba. Al menos esperaba que si me tocaba luchar, la lucha fuera buena.
Solté mi larga chaqueta, quitándomela, y la dejé a un lado, acomodándome para las largas horas que me quedaban por delante. Miré al hechicero: - Mas te vale que al menos él y ella vuelvan de una pieza.- Comenté señalando a la chica y a mi amigo. Si esa chica era importante para Varek, tendría que volver enterita, y descartado quedaba que Varek no volviera. En cuanto al hechicero, realmente me importaba poco lo que pasara con él. Si quedaba atrapado ahí, mejor.
Shine A. Russell- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/01/2017
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
~ En el mundo de las sombras ~
Con el pecho completamente bañado en sudor, Lyre abrió los ojos de nuevo. Tumbada en aquel mismo suelo de oscura tierra, era la viva imagen de la desesperación. Sus pupilas, apenas visibles en aquellos oscuros iris, estaban dilatadas por el pánico; un par de violáceas ojeras decoraban la parte superior de sus mejillas, como si estuvieran tatuadas sobre su piel. Eran un testigo silencioso de lo que había sucedido en aquella oscuridad, en la que el tiempo y el espacio parecían no tener relación con la lógica. Igual que su vista desenfocada, y sus cabellos empapados por el sudor.
Dolorida, la cazadora se removió ligeramente, en un intento de desentumecer sus cansados miembros. No pudo hacerlo demasiado, puesto que sus muñecas todavía estaban retenidas por unos gruesos grilletes metálicos. Irritada, hizo un nuevo esfuerzo por liberarse. Sin éxito; estaban demasiado duros, y no parecía que fueran a ceder por más que se esforzara. Pero tenían que ceder. En algún momento, tenía que abrirlos. Porque lo contrario implicaba algo que Lyre no quería ni plantearse: volver a morir de nuevo, para revivir después y ser víctima de una nueva y horrible tortura.
Presa de un súbito escalofrío, Lyre tiró de nuevo de los grilletes. Hasta el momento ya había muerto devorada, disuelta bajo una lluvia de ácido que había derretido su carne como si fuera mantequilla, atravesada por cientos de balas y enterrada viva. Su última muerte, un ahogamiento lento y cruel, había acabado con ella perdida en las nieblas de la inconsciencia hasta quedarse sin aire. No había sido la peor, pero sí una de las más agónicas. Y lo que la hacía temblar como una hoja era la certeza de que, si no lograba escapar de allí, no sería la última que viviría.
De pronto, la morena escuchó unas suaves pisadas acercándose por detrás. Amortiguados por la capa de polvo que cubría aquel extraño mundo, no parecían pertenecer a algo especialmente grande. Pero Lyre no se fiaba; aquellas alturas sabía que el tamaño no era garantía de nada. Los chacales eran de tamaño medio, y el agua ni siquiera resultaba amenazadora; sin embargo, ambas le habían proporcionado uno de los peores momentos de su vida. Fuera cual fuera aquella nueva tortura, no esperaba mayor piedad hacia ella. Sólo sangre y sufrimiento, y una nueva pausa para que el terror a lo que vendría calase en ella hasta acabar con lo que quedaba de su cordura.
Así que volvió a tirar hasta que las lágrimas bañaron sus mejillas, en un intento por liberar sus diminutas y blancas manos de lo que allí la retenía. Parecía desesperada, pero esa palabra no bastaba para describir el terror que Lyre sentía. Un miedo tan profundo e insondable como la oscuridad que la rodeaba, y del que jamás podría liberarse por completo.
- ¡Déjame en paz! - Chilló, con su voz más aguda de lo habitual. Las palabras fueron acompañadas por un nuevo tirón de muñecas, que no sirvió para nada. Nunca lo hacía, pensó Lyre al recordar en todas las ocasiones en las que había intentado liberarse de su prisión. - ¡No te he hecho nada! ¡Lárgate! ¡Vete! ¡No quiero morir de nuevo! - Insistió, sollozando mientras apoyaba sus pies descalzos en uno de los mecanismos.
Sabía que se estaba comportando como una niña, pero en aquellos momentos no se sentía valiente. Sólo atemorizada, con el recuerdo del dolor grabado en la piel como un hierro candente.
Lyre Lachance- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 24/12/2016
Re: El abismo del tiempo ~ priv.
En el mundo de las sombras
Mire a mi al rededor y suspiré. Todo era lo mismo, no había ninguna manera de saber si había avanzado o no, de si era de día o de noche... Todo en este lugar era idéntico. ¿Cuanto tiempo llevaba aquí? Horas, días, semanas... no podía decirlo. Ni siquiera recordaba lo que había ocurrido antes de despertar agazapada bajo un árbol negro, seco y retorcido. Mi último recuerdo se remontaba al momento de la partida del pequeño pueblo en el que me había hecho con provisiones para seguir con mi viaje hacía la ciudad, en pos de mi hermana. ¿Seguiría allí?, ¿podría salir de aquí alguna vez?
Unos ruidos por delante de mí llamaron mi atención. Desde que había llegado solo mis gritos desesperados y mis pisadas habían roto la monotonía del silencio. Esto... esto era nuevo, ¿es que realmente había mas gente aquí? Continué andando, siguiendo los ruidos que escuchaba hasta ver no muy lejos de mi a una joven en el suelo. La pobre parecía aterrada. No sabía si alegrarme por ver a alguien mas o sentir pena por ver a alguien compartiendo mi destino.
Me acerqué lentamente a la joven y con cuidado me arrodille junto a ella. Observe su cuerpo, la tensión que el se notaba por el miedo. Cogí aire y con suavidad coloque una mano en su hombro.- Sssh... tranquila, no vengo a hacerte daño, lo prometo.-dije intentando usar un tono de voz relajado, conciliador. Lo último que necesitaba esta pobre era seguir sufriendo sin necesidad.- Esta bien, todo esta bien-le aseguré- No hay nada ni nadie cerca que vaya a herirte, te lo prometo.
Ladee la cabeza, fijándome en ella. ¿Había estado yo así también hasta que me percate de lo que realmente sucedía? Ya apenas podía recordarlo. Suspire.- Tranquila, ¿de acuerdo? Todo esta en tu mente, solo es el miedo jugandote una mala pasada-asegure sin apartar mi mano de ella. Quizás al notar mi constante presencia no pensaría que yo también era fruto de su imaginación o de este lugar.-Este mundo se alimenta de ti y de tus miedos, los coge y los exprime haciéndote sufrir una y otra vez. Pero te prometo que en cuanto cojas aire y te percates de ello, todo el dolor y el sufrimiento cesara-sonrei débilmente.- ¿Como te llamas?-Quizás haciéndole pensar en otra cosa consiguiese relajarse.
January Isther- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/03/2017
Localización : Actualmente, París
Re: El abismo del tiempo ~ priv.
El cazador estaba convencido sin duda alguna de que debía de ayudarle a salvar a la que ahora sabía que era su sobrina, eso podía explicar por qué se había puesto tan tenso y decidido en salvar a la joven que seguía tumbada en la cama ajena a todo lo que estaba pasando en aquella habitación. La otra cazadora no parecía convencida de que fuera una buena idea mas el hombre tomaba sus propias decisiones y parecía que nada iba a hacerle cambiar de idea. En cuanto a la pregunta de qué quería a cambiar de ayudar… la respuesta podía ser muy ambigua. A la vista estaba que el dinero no era algo que necesitara porque en la mansión en la que residía ya hablaba por sí sola que no me hacía especial falta, siempre pedía algo a cambio por ayudar a la gente. Mas esa vez iba a ser totalmente diferente, no en que no les pidiera nada puesto que me estaba jugando la vida, sino que iba a pedirles algo que a nadie le había pedido, y no podrían negarse.
Le lancé un gesto cómico a la cazadora cuando dijo que los trajera de vuelta, eso era como pedir que le bajara la luna para entregársela… imposible. Ni yo sabía qué iba a pasar en aquella dimensión, o mundo o donde quiera que estuviera la joven sumergida en esa maldición. El precio para traerla de vuelta iba a ser uno alto, él parecía tener asumido que si había que pagar como en un intercambio se quedaría él para que ella saliera… no sabía exactamente si aquello iba a funcionar así, la hechicera que le había puesto en la maldición no dejaría que escapara de forma tan fácil, y quizás el pago de uno por otro no llegara a satisfacerla. Observé en silencio como el cazador se quitaba el abrigo, se desarmaba y dejaba las cosas en el suelo para luego ver que la cazadora hacía lo propio y me lanzaba esa mirada que me había divertido.
-Fritz –llamé sin alzar demasiado la voz sabiendo que mí mayordomo estaría cerca por si necesitaba algo- Necesito que me traigas el maletín de siempre y algo cómodo donde poder tumbarme, que te ayuden los demás si es preciso –se alejó para ir a por lo que había pedido y miré a ambos cazadores- Poneos cómodos, a ti te necesito tumbado en la cama –le pedí al hombre antes de salir por la puerta y bajar hasta el sótano donde tras quitar la protección que había antes de entrar y que hacía que nadie salvo yo pudiera entrar, cogí lo que necesitaba para hacer aquel hechizo, salí volviendo a poner la protección y me encaminé a la habitación donde habían traído un diván en el que poder tumbarme, pero antes debía de empezar con el hechizo. Miré al cazador que ya se había tumbado en la cama junto a su sobrina, suficiente grande como para estar los dos tumbados- Si os voy a ayudar a salvar a vuestra sobrina, me deberéis un favor que ya me cobraré cuando vea oportuno y necesario. El dinero me sobra, así que esa es mí oferta. Ahora –saqué del maletín varias cosas y las dejé sobre el mueble que había al lado de la cama, así como varias velas que repartí por el lugar, están eran altas y negras, saqué una tiza y dibujé sobre el cabecero de la cama un pentagrama así como varias formas alrededor de la cama creando como un círculo que conectaba el pentagrama con los dibujos. Comencé a mezclar en un bol diferentes hierbas e ingredientes que tenía preparando el conjuro y la poción que necesitaríamos. Cuando esta estuvo preparada saqué un pequeño cuchillo y se lo tendí- necesito tú sangre para que esto funcione –dejé que se hiciera un corte y que unas gotas de sangre cayera en el bol, cogí el cuchillo y con la sangre que había la quité con mí dedo e escribí algo en el pentagrama. Limpié el cuchillo y yo me hice otro corte en la palma de la mano dejando que las gotas de sangre cayeran también en el bol e hice lo mismo escribiendo como había hecho antes. Por último le hice un pequeño corte a ella que sería el anclaje hacia el lugar donde se encontraba, y le entregué el bol al cazador- Bebe, es la única forma de ir al lugar donde estará ella –no iba a saber bien, pero era todo lo que había. Una vez terminó yo también bebí y dejé el bol sobre la mesa, y miré a la cazadora- Las velas se encenderán cuando el hechizo haya comenzado, he puesto una protección en el lugar porque quien le puso la maldición seguramente rastreará a quien está intentando ayudarla y no creo que le guste. Si ves que titilan las llamas y empiezan a parpadear es que algo está pasando, si se apaga una de las cuatro velas que hay es que se están acercando hacia nosotros. Entiende esto –la miré de forma fija- no debes dejar que nos pase nada estando sumidos en el “sueño”, a ninguno de los tres, porque podemos no despertar. Tú misión es protegernos de que nada nos pase, y no olvides que soy el único que los puede traer de vuelta, ¿lo has entendido? –Ahora sí me dirigí hacia el diván y me tumbé antes de recitar el conjuro que nos llevaría hasta aquel mundo- Mutata in sanguine maledicam producendum, Causa est soporis, immutat sempiternum,
Quod nobis concedit ingredi in vitam aeternam, et conteram somno execratione maledicta congessit.* -al terminar de pronunciar las palabras el cazador y yo entramos en un sueño profundo adentrándonos en el mismo lugar donde estaba aquella joven. En la habitación las velas se habían encendido indicando que el hechizo había funcionado.
*Sangre alterada que maleficio produces, aleja la causa de este sueño profundo, altera el sueño eterno, permite que entremos en el sueño eterno y romper el maleficio.
Le lancé un gesto cómico a la cazadora cuando dijo que los trajera de vuelta, eso era como pedir que le bajara la luna para entregársela… imposible. Ni yo sabía qué iba a pasar en aquella dimensión, o mundo o donde quiera que estuviera la joven sumergida en esa maldición. El precio para traerla de vuelta iba a ser uno alto, él parecía tener asumido que si había que pagar como en un intercambio se quedaría él para que ella saliera… no sabía exactamente si aquello iba a funcionar así, la hechicera que le había puesto en la maldición no dejaría que escapara de forma tan fácil, y quizás el pago de uno por otro no llegara a satisfacerla. Observé en silencio como el cazador se quitaba el abrigo, se desarmaba y dejaba las cosas en el suelo para luego ver que la cazadora hacía lo propio y me lanzaba esa mirada que me había divertido.
-Fritz –llamé sin alzar demasiado la voz sabiendo que mí mayordomo estaría cerca por si necesitaba algo- Necesito que me traigas el maletín de siempre y algo cómodo donde poder tumbarme, que te ayuden los demás si es preciso –se alejó para ir a por lo que había pedido y miré a ambos cazadores- Poneos cómodos, a ti te necesito tumbado en la cama –le pedí al hombre antes de salir por la puerta y bajar hasta el sótano donde tras quitar la protección que había antes de entrar y que hacía que nadie salvo yo pudiera entrar, cogí lo que necesitaba para hacer aquel hechizo, salí volviendo a poner la protección y me encaminé a la habitación donde habían traído un diván en el que poder tumbarme, pero antes debía de empezar con el hechizo. Miré al cazador que ya se había tumbado en la cama junto a su sobrina, suficiente grande como para estar los dos tumbados- Si os voy a ayudar a salvar a vuestra sobrina, me deberéis un favor que ya me cobraré cuando vea oportuno y necesario. El dinero me sobra, así que esa es mí oferta. Ahora –saqué del maletín varias cosas y las dejé sobre el mueble que había al lado de la cama, así como varias velas que repartí por el lugar, están eran altas y negras, saqué una tiza y dibujé sobre el cabecero de la cama un pentagrama así como varias formas alrededor de la cama creando como un círculo que conectaba el pentagrama con los dibujos. Comencé a mezclar en un bol diferentes hierbas e ingredientes que tenía preparando el conjuro y la poción que necesitaríamos. Cuando esta estuvo preparada saqué un pequeño cuchillo y se lo tendí- necesito tú sangre para que esto funcione –dejé que se hiciera un corte y que unas gotas de sangre cayera en el bol, cogí el cuchillo y con la sangre que había la quité con mí dedo e escribí algo en el pentagrama. Limpié el cuchillo y yo me hice otro corte en la palma de la mano dejando que las gotas de sangre cayeran también en el bol e hice lo mismo escribiendo como había hecho antes. Por último le hice un pequeño corte a ella que sería el anclaje hacia el lugar donde se encontraba, y le entregué el bol al cazador- Bebe, es la única forma de ir al lugar donde estará ella –no iba a saber bien, pero era todo lo que había. Una vez terminó yo también bebí y dejé el bol sobre la mesa, y miré a la cazadora- Las velas se encenderán cuando el hechizo haya comenzado, he puesto una protección en el lugar porque quien le puso la maldición seguramente rastreará a quien está intentando ayudarla y no creo que le guste. Si ves que titilan las llamas y empiezan a parpadear es que algo está pasando, si se apaga una de las cuatro velas que hay es que se están acercando hacia nosotros. Entiende esto –la miré de forma fija- no debes dejar que nos pase nada estando sumidos en el “sueño”, a ninguno de los tres, porque podemos no despertar. Tú misión es protegernos de que nada nos pase, y no olvides que soy el único que los puede traer de vuelta, ¿lo has entendido? –Ahora sí me dirigí hacia el diván y me tumbé antes de recitar el conjuro que nos llevaría hasta aquel mundo- Mutata in sanguine maledicam producendum, Causa est soporis, immutat sempiternum,
Quod nobis concedit ingredi in vitam aeternam, et conteram somno execratione maledicta congessit.* -al terminar de pronunciar las palabras el cazador y yo entramos en un sueño profundo adentrándonos en el mismo lugar donde estaba aquella joven. En la habitación las velas se habían encendido indicando que el hechizo había funcionado.
*Sangre alterada que maleficio produces, aleja la causa de este sueño profundo, altera el sueño eterno, permite que entremos en el sueño eterno y romper el maleficio.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
Mientras se acomodaba los puños de la blanca camisa de seda, Shine adoptó una posición más molesta en respuesta a la decisión el cazador y el brujo. Apoyada en el marco decidió que iba a hacer lo que le pedían, pero que no pensaba preocuparse demasiado, eso quería al menos señalar con su cuerpo aunque las palabras que dedicó al final eran claras. No quería tonterías. El comentario de cuidarlos como si fuese la niñera le hizo gracia, provocando que en toda la tensión, Varek esbozara una corta sonrisa ladeada. La poca paciencia que Shine parecía tener hoy en día la dejaba bien lejos de ser niñera de nada.
Varek caminó hasta la cama, colocó una mano en la nuca de Lyre y otra en su cadera y la movió suavemente hacía la izquierda, para poder entrar él a su lado sin molestarla. Se tumbó a su lado observando el techo. Su pecho se alzó cuando llenó sus pulmones del aire que embriagaba la casa, aromatizado con hierbas, seguramente muchas alas de la casa estarían encantas para no tener acceso fácil a ellas. Cuando el hechicero volvió Varek le observó - Mi eternidad será tuya - espetó, volviendo a mirar al techo. Estaría en deuda eternamente con aquel brujo, y esperaba que Lyre viviese más años que él para que la moneda tuviese el valor que Varek creía. Como se levantara de la cama, y tropezase matándose...
Los pasos de Logan resonaban en la vieja madera, que crujía a su paso mientras arreglaba la habitación para ponerla a punto. Shine y Varek se mantenían en silencio. El cazador no observaba lo que hacía, le era indiferente, simplemente pensaba en que quería volver a casa, con ambas y cuanto antes. La paciencia de las parafernalias nunca había sido lo suyo. La sombra del hechicero parado a su lado hizo que se voltease hacía él. Agarró el cuchillo y como si le pidiera la cosa más sencilla del mundo, rasgó su palma de la mano con el filo de la navaja, vertiendo sangre en el bol, del cual minutos después se encontraba bebiendo.
Los minutos parecieron ser eternos hasta que las palabras en latín de la voz masculina de Logan inundaron los oídos del cazador. Un sueño profundo se apoderó de ambos.
El cazador se incorporó con rápidez cuando escuchó un par de voces femeninas, buscó primero al hechicero con la mirada - ¿Brujo? - lo llamó, sorprendiéndose del paraje que había frente a él. Un pequeño rizo negro cayó sobre los ojos de Varek, que lo apartó con un poco de aire chistado. Pero cuando volvió a caer lo agarró con la punta de sus dedos, tirando de el levemente, provocando que el pelo hiciese un efecto muelle - ¿Qué? - susurró soltándolo para observarse las manos. No se reconocía, no reconocía quien era pese a que llevaba su ropa. Hundió su mano en su cabello encontrándolo rizado y largo - ¿Qué cojones? - No, no era su cuerpo, era el de Jean Lachance.
En aquel lugar, donde la eternidad era eterna en su esplendor, Varek había accedido con el cuerpo de su hermano pequeño. Seguramente por culpa de la unión de almas que Salamabra había maldicho hacía ya unos meses. Aquello perturbaba al Cazador, no soportaba que algo más se le fuera de las manos. Sí tenía en aquel lugar la apariencia de su hermano ¿Significaba que él dormía al otro lado también? que si le pasaba a algo aquí le pasaría al pequeño de los Lachance? y lo más importante ¿Donde estaba su cuerpo no físico?.
La nueva mirada azul celeste del cazador buscó al hechicero en busca de respuestas, como si delante de él estuviese el libro de las sombras que siempre quiso leer.
Varek caminó hasta la cama, colocó una mano en la nuca de Lyre y otra en su cadera y la movió suavemente hacía la izquierda, para poder entrar él a su lado sin molestarla. Se tumbó a su lado observando el techo. Su pecho se alzó cuando llenó sus pulmones del aire que embriagaba la casa, aromatizado con hierbas, seguramente muchas alas de la casa estarían encantas para no tener acceso fácil a ellas. Cuando el hechicero volvió Varek le observó - Mi eternidad será tuya - espetó, volviendo a mirar al techo. Estaría en deuda eternamente con aquel brujo, y esperaba que Lyre viviese más años que él para que la moneda tuviese el valor que Varek creía. Como se levantara de la cama, y tropezase matándose...
Los pasos de Logan resonaban en la vieja madera, que crujía a su paso mientras arreglaba la habitación para ponerla a punto. Shine y Varek se mantenían en silencio. El cazador no observaba lo que hacía, le era indiferente, simplemente pensaba en que quería volver a casa, con ambas y cuanto antes. La paciencia de las parafernalias nunca había sido lo suyo. La sombra del hechicero parado a su lado hizo que se voltease hacía él. Agarró el cuchillo y como si le pidiera la cosa más sencilla del mundo, rasgó su palma de la mano con el filo de la navaja, vertiendo sangre en el bol, del cual minutos después se encontraba bebiendo.
Los minutos parecieron ser eternos hasta que las palabras en latín de la voz masculina de Logan inundaron los oídos del cazador. Un sueño profundo se apoderó de ambos.
El cazador se incorporó con rápidez cuando escuchó un par de voces femeninas, buscó primero al hechicero con la mirada - ¿Brujo? - lo llamó, sorprendiéndose del paraje que había frente a él. Un pequeño rizo negro cayó sobre los ojos de Varek, que lo apartó con un poco de aire chistado. Pero cuando volvió a caer lo agarró con la punta de sus dedos, tirando de el levemente, provocando que el pelo hiciese un efecto muelle - ¿Qué? - susurró soltándolo para observarse las manos. No se reconocía, no reconocía quien era pese a que llevaba su ropa. Hundió su mano en su cabello encontrándolo rizado y largo - ¿Qué cojones? - No, no era su cuerpo, era el de Jean Lachance.
En aquel lugar, donde la eternidad era eterna en su esplendor, Varek había accedido con el cuerpo de su hermano pequeño. Seguramente por culpa de la unión de almas que Salamabra había maldicho hacía ya unos meses. Aquello perturbaba al Cazador, no soportaba que algo más se le fuera de las manos. Sí tenía en aquel lugar la apariencia de su hermano ¿Significaba que él dormía al otro lado también? que si le pasaba a algo aquí le pasaría al pequeño de los Lachance? y lo más importante ¿Donde estaba su cuerpo no físico?.
La nueva mirada azul celeste del cazador buscó al hechicero en busca de respuestas, como si delante de él estuviese el libro de las sombras que siempre quiso leer.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
Observé a mi amigo caminar hasta la cama y colocarse ahí, al brujo hacer y deshacer, salir de la estancia, entrar dibujar. Tanto trajín me estaba poniendo nerviosa. No me gustaban los preparativos, la espera, la paciencia se me había ido agotando con los años. Solté un suspiro y me coloqué en una esquina de la habitación, con la intención de no molestar en absoluto, pero sobre todo que no me molestaran a mí. Observé como el hechicero preparaba todo, la amplia estancia se llenaba de objetos, gente que entraba y salía cargando primero con una maleta, un diván… ¿de verdad?
Me apoyé contra la pared y cruce los brazos a la altura de mi pecho. Desde esa esquina podía observar toda la estancia, controlando al hechicero y pudiendo vigilar los cuerpos de Lyre y Varek, y también la puerta a la habitación y la ventana al lado contrario. Definitivamente ese iba a ser el lugar donde iba a esperar la visita de quien iba a impedir que Lyre y Varek volvieran. Miré con asco cuando comenzaron a beber aquella cosa mezclada con ambas sangres, pero enseguida mi gesto cambió cuando el hechicero se acercó hasta el diván que estaba junto a mí y me miro. Me puse alerta debido a su cercanía, le miré. ¿Qué narices quería este ahora? Me dio una magistral clase de cómo hacer mi trabajo, cosa que me cabreo y me divirtió a partes iguales. Por un lado, agradecí las explicaciones de tantas velas y saber cuando debía ponerme alerta, pero por otro lado, el final de su discurso, me sobró. Sabía perfectamente cuál era mi posición en aquella situación y por descontado quedaba que conocía como hacer mi trabajo.
Arqueé una ceja y le miré: - Céntrate en traerles de vuelta, brujo. Esto no es un concurso de obviedades. - Comenté volviendo a apoyarme en la pared y mirando, esta vez, a Varek, que ya yacía semiinconsciente. Vi como mi amigo iba perdiendo el conocimiento, entrando en un sueño. Después miré hacia donde estaba el hechicero, próximo a mí, le escuche hablar en latín, y como después ambos se sumían en aquel sueño que les permitía viajar. Me deje caer hacia el suelo, con la espalda apoyada en la pared. Apoye los pies en el suelo, dejando las rodillas a la altura de mi pecho, coloqué los brazos sobre estas y, mientras me entretenía jugando de forma distraída con mi pequeña daga, observe las cuatro velas con atención
Me apoyé contra la pared y cruce los brazos a la altura de mi pecho. Desde esa esquina podía observar toda la estancia, controlando al hechicero y pudiendo vigilar los cuerpos de Lyre y Varek, y también la puerta a la habitación y la ventana al lado contrario. Definitivamente ese iba a ser el lugar donde iba a esperar la visita de quien iba a impedir que Lyre y Varek volvieran. Miré con asco cuando comenzaron a beber aquella cosa mezclada con ambas sangres, pero enseguida mi gesto cambió cuando el hechicero se acercó hasta el diván que estaba junto a mí y me miro. Me puse alerta debido a su cercanía, le miré. ¿Qué narices quería este ahora? Me dio una magistral clase de cómo hacer mi trabajo, cosa que me cabreo y me divirtió a partes iguales. Por un lado, agradecí las explicaciones de tantas velas y saber cuando debía ponerme alerta, pero por otro lado, el final de su discurso, me sobró. Sabía perfectamente cuál era mi posición en aquella situación y por descontado quedaba que conocía como hacer mi trabajo.
Arqueé una ceja y le miré: - Céntrate en traerles de vuelta, brujo. Esto no es un concurso de obviedades. - Comenté volviendo a apoyarme en la pared y mirando, esta vez, a Varek, que ya yacía semiinconsciente. Vi como mi amigo iba perdiendo el conocimiento, entrando en un sueño. Después miré hacia donde estaba el hechicero, próximo a mí, le escuche hablar en latín, y como después ambos se sumían en aquel sueño que les permitía viajar. Me deje caer hacia el suelo, con la espalda apoyada en la pared. Apoye los pies en el suelo, dejando las rodillas a la altura de mi pecho, coloqué los brazos sobre estas y, mientras me entretenía jugando de forma distraída con mi pequeña daga, observe las cuatro velas con atención
Shine A. Russell- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/01/2017
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
La silueta fue definiéndose conforme la distancia entre ellas dos disminuía. Entre lágrimas, Lyre pudo apreciar que pertenecía a una joven castaña, cuya tez olivácea aparecía macilenta bajo el insano resplandor de las brumas. Sus prendas cambiaban cada vez que las miraba, difuminadas por la inconsistencia del mundo que las rodeaba. Igual que las suyas propias, pero la cazadora no era consciente de ello. Su rostro mostraba unas ojeras tan amoratadas como las de Lyre, enmarcando una mirada de ojos castaños. Transmitían confianza, pero en aquel instante no era capaz de apreciarla. Sólo podía pensar en el horror de la nueva tortura que le aguardaba, de manera que se debatió más frenéticamente en su prisión de hierro.
- ¡Atrás! - Chilló con desesperación al notar el contacto de mano ajena contra su hombro. Ni siquiera se le ocurrió pensar que la muchacha no era parte de aquel mundo; después de todo, hasta el momento no había visto nada que le indicase que no estaba sola en aquel lugar de pesadilla. - ¡No me toques! No vas a engañarme; sólo quieres que me confíe. Que conserve la esperanza. Que crea que puedo escapar. Pero estás equivocada, porque ya no me queda ninguna de salir de aquí. Ni siquiera mediante la muerte.
La Lyre que una vez fue jamás habría hablado durante tanto rato seguido con una desconocida. Habría permanecido callada, a la espera de conocer las intenciones ocultas de la misma. Sin embargo, creía que nada de aquello era real. Que January no era más que otro producto de la maldición, que en cualquier momento sacaría un cuchillo de desollar y le haría desear no haber nacido. Así que no importaba si hablaba con ella, porque dentro de un rato todo volvería a repetirse; ella moriría entre agonías, y aparecería de nuevo allí, encadenada, a la espera de que aquel lugar se dignase a acabar con su vida de nuevo.
- Dices que eres real. Que todo esto no es más que un producto de mi imaginación. Si es así, y no estás aquí para... lo mismo que los demás, ¿quién eres tú? no puedo creer que hayas logrado escapar tú sola. Es imposible. - Le dijo la morena a la bruja, intentando ganar tiempo para aplazar cualquier horror que le aguardase. Su mente pensaba a toda velocidad, procesando los datos que la desconocida le había mencionado sobre aquel sitio. ¿Y si tenía razón? ¿Y si era alguien cómo ella? No; no podía permitirse alimentar aquella llama que había nacido en su interior. Porque cuando se apagase, la caída sería mucho más dura de lo que había sido hasta el momento. - Mi nombre es Lyre. Mi apellido... no importa ya. Y jamás volverá a importar, porque no volveré a ver a nadie de nuevo.
Hizo un nuevo intento por liberarse de las cadenas, y entonces recordó las palabras de January. Decía que todo lo que ella veía no era más que una parte de su imaginación; que aquel mundo se alimentaba de sus miedos. Siempre había odiado sentirse impotente, cuando la situación la sobrepasaba y no podía hacer nada para evitarla. ¿Y si aquellos grilletes eran un reflejo de su subconsciente? ¿Y si en realidad, no eran más que otro miedo plasmado en la falsa realidad? Un recordatorio constante de lo que había sucedido con su madre y la de Sei; de que jamás había podido dar la talla cuando los demás más la necesitaban.
Respirando profundamente, imaginó que sus manos no estaban aprisionadas. Que no había nada rodeando sus pequeñas y pálidas muñecas, sólo el mismo aire cargado de polvo que reinaba en el resto del lugar. Tuvo que hacer varios intentos, porque estaba demasiado nerviosa como para relajarse. Pero cuando lo consiguió, el efecto fue casi instantáneo; notó cómo el frío de las esposas desaparecía, sustituido por una sensación de libertad que fue como ambrosía para ella.
- Increíble - Susurró, levantándose por primera vez en todo el tiempo que llevaba en el lugar. Sus piernas se tambalearon cuando intentaron sostener su peso, pero aun así la cazadora consiguió mantener el equilibrio. - Tenías razón. En realidad no estaba presa. - Un nuevo esfuerzo mental sirvió para cubrir su completa desnudez, sustituida por las prendas rojas que solía vestir desde que se convirtió en cazadora.
- ¡Atrás! - Chilló con desesperación al notar el contacto de mano ajena contra su hombro. Ni siquiera se le ocurrió pensar que la muchacha no era parte de aquel mundo; después de todo, hasta el momento no había visto nada que le indicase que no estaba sola en aquel lugar de pesadilla. - ¡No me toques! No vas a engañarme; sólo quieres que me confíe. Que conserve la esperanza. Que crea que puedo escapar. Pero estás equivocada, porque ya no me queda ninguna de salir de aquí. Ni siquiera mediante la muerte.
La Lyre que una vez fue jamás habría hablado durante tanto rato seguido con una desconocida. Habría permanecido callada, a la espera de conocer las intenciones ocultas de la misma. Sin embargo, creía que nada de aquello era real. Que January no era más que otro producto de la maldición, que en cualquier momento sacaría un cuchillo de desollar y le haría desear no haber nacido. Así que no importaba si hablaba con ella, porque dentro de un rato todo volvería a repetirse; ella moriría entre agonías, y aparecería de nuevo allí, encadenada, a la espera de que aquel lugar se dignase a acabar con su vida de nuevo.
- Dices que eres real. Que todo esto no es más que un producto de mi imaginación. Si es así, y no estás aquí para... lo mismo que los demás, ¿quién eres tú? no puedo creer que hayas logrado escapar tú sola. Es imposible. - Le dijo la morena a la bruja, intentando ganar tiempo para aplazar cualquier horror que le aguardase. Su mente pensaba a toda velocidad, procesando los datos que la desconocida le había mencionado sobre aquel sitio. ¿Y si tenía razón? ¿Y si era alguien cómo ella? No; no podía permitirse alimentar aquella llama que había nacido en su interior. Porque cuando se apagase, la caída sería mucho más dura de lo que había sido hasta el momento. - Mi nombre es Lyre. Mi apellido... no importa ya. Y jamás volverá a importar, porque no volveré a ver a nadie de nuevo.
Hizo un nuevo intento por liberarse de las cadenas, y entonces recordó las palabras de January. Decía que todo lo que ella veía no era más que una parte de su imaginación; que aquel mundo se alimentaba de sus miedos. Siempre había odiado sentirse impotente, cuando la situación la sobrepasaba y no podía hacer nada para evitarla. ¿Y si aquellos grilletes eran un reflejo de su subconsciente? ¿Y si en realidad, no eran más que otro miedo plasmado en la falsa realidad? Un recordatorio constante de lo que había sucedido con su madre y la de Sei; de que jamás había podido dar la talla cuando los demás más la necesitaban.
Respirando profundamente, imaginó que sus manos no estaban aprisionadas. Que no había nada rodeando sus pequeñas y pálidas muñecas, sólo el mismo aire cargado de polvo que reinaba en el resto del lugar. Tuvo que hacer varios intentos, porque estaba demasiado nerviosa como para relajarse. Pero cuando lo consiguió, el efecto fue casi instantáneo; notó cómo el frío de las esposas desaparecía, sustituido por una sensación de libertad que fue como ambrosía para ella.
- Increíble - Susurró, levantándose por primera vez en todo el tiempo que llevaba en el lugar. Sus piernas se tambalearon cuando intentaron sostener su peso, pero aun así la cazadora consiguió mantener el equilibrio. - Tenías razón. En realidad no estaba presa. - Un nuevo esfuerzo mental sirvió para cubrir su completa desnudez, sustituida por las prendas rojas que solía vestir desde que se convirtió en cazadora.
Lyre Lachance- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 24/12/2016
Re: El abismo del tiempo ~ priv.
Me encogí por dentro al escuchar ese grito de terror, al notar como la pobre casi se encogía aún mas sobre si misma presa del pánico y el temor, pero... ¿es que acaso alguien podía culparla por actuar de semejante manera? Estaba claro que aquí cada uno vivíamos nuestro propio tormento y el de ella parecía haber sido realmente cruel.
-Te lo prometo, no quiero hacerte daño. Todo ira bien, mírame, solo quiero ayudarte-le susurré con voz calmada, intentando transmitirle a ella esa sensación. Si al menos fuese el mundo real podría hacerlo, pero aquí mis poderes no funcionaban.
Sonreí al ver como se esforzaba por creerme e intentaba liberarse de las ataduras que su mente había creado.- Tu tranquila, coge aire. Vas a lograrlo -la animé en un murmullo, observando como se esforzaba hasta que finalmente sus manos se libraban de las ataduras. Me levanté a su vez y me quedé junto a ella por si necesitaba ayuda. A saber cuanto tiempo llevaba la pobre en esa posición...
-Mi nombre es January-dije intentando responder a su pregunta.- No recuerdo como llegué aquí, ni siquiera sé cuanto tiempo llevo aquí.-confesé en un débil murmullo. -Lo último que recuerdo es estar cruzando un bosque en mi camino al centro de París.- Fruncí el ceño, intentando recordar algún detalle mas, tanto como para ganarme su confianza y demostrarle que era real como por mi misma. Realmente necesitaba entender que era lo que había ocurrido.-Liberarte es mas fácil de lo que crees.-sonreí acariciando su hombro con suavidad.-Si yo he podido hacerlo, tu podrás hacerlo.
-Lyre... tu nombre, tú y tu apellido importáis. No pierdas la esperanza antes de tiempo-informé. Si, la esperanza era lo único que poseíamos en este lugar y en estos instantes. No podiamos darnos por vencidas tan rápido.
-Y de la misma manera que nos hemos librado de una cosa, estoy segura de que conseguiremos irnos de aquí. Únicamente, esta parte aún no he terminado de descifrarlo-dije intentando sonar positiva.-Estoy segura que tiene que haber alguna manera-murmuré. Si tan solo pudiese recordar como había llegado aquí... quizás eso me ayudase a descubrir como irme.
January Isther- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/03/2017
Localización : Actualmente, París
Re: El abismo del tiempo ~ priv.
Todo estaba preparado para que el hechizo hiciera su función ahora que había puesto los pentagramas entorno a la habitación, así como un conjuro que la protegía de la entrada de cualquier ente, así también como de su salida… no podíamos permitir que ningún alma, ente, demonio o lo que fuera que nos encontráramos en el otro lugar pudiera salir a nuestro regreso y mezclarse con el mundo de los vivos, la barrera protectora que me había encargado de poner frenaría su salida. Sabía que el hechizo había funcionado justo cuando terminé de susurrar y formular el hechizo que nos permitiría a través de la sangre de la joven llegar hacia donde estaba, transportándonos al mismo lugar aunque sin portar una maldición sobre nosotros. Esperaba que la cazadora cumpliera con su parte, quizás las cosas también fueran algo movidas en el otro mundo.
Nada más abrir los ojos ambos nos encontramos tumbados en el otro mundo, en un espacio tiempo diferente donde se encontraría la joven. Me levanté para incorporarme y mirar alrededor sin saber donde nos encontrábamos, era bastante difícil saber qué lugar era aquel o donde podría estar ubicado… jugar con el espacio tiempo y con las dimensiones que había en cada mundo era algo sumamente peligroso, ya era todo un riesgo el que ambos estuviéramos allí y debíamos de tener extrema precaución.
Para cada uno aquel lugar podría resultar diferente, viéndolo con otros ojos completamente diferente y representando lo que para cada uno era nuestro Infierno, quizás lo que yo pudiera estar viendo el cazador no lo notara o lo percibiera y viceversa, había un sinfín de posibilidades con aquel mundo. Todo era un paraje algo desolado a nuestro alrededor, podíamos oír varias voces pero sonaban tan lejas que llegué a pensar que habían sido producto de mí imaginación, así como susurrantes, como si solamente hablaran en mí oído sin llegar a entender lo que decían.
Mí mirada buscó la del cazador que ahora, frente a mí, presentaba una imagen completamente diferente a la que tenía cuando se había presentado en mí casa. Sus ojos habían cambiado así como toda su estructura física, en apariencia no era el cazador que estaba durmiendo en mí casa, sino otro hombre totalmente diferente. Aunque su voz y su aura seguían siendo la misma. Enarqué una ceja cuando sus ojos me buscaron como si yo tuviera todas las respuestas del mundo, y la verdad es que no las tenía. Al igual que yo parecía sorprendido por lo que había pasado aunque algo en sus ojos, en su mirada, me hizo pensar que en el fondo sabía quien era aquel joven y por qué llevaba ahora su apariencia.
-Las leyes del espacio tiempo son diferentes para cada mundo y no hay una lógica en ninguna de ellas. Si quieres saber por qué estás en ese cuerpo y no en el tuyo no tengo una respuesta clara para ello… no se debe jugar con los mundos y es lo que hemos hecho. Estamos en dos planos completamente diferentes y, por explicarlo de alguna forma y para que puedas entenderlo, es como si estuviéramos en un plano astral. Nuestro cuerpo está sumido en un sueño y nosotros nos movemos por un mundo con una apariencia dividida entre dos mundos –hice una leve pausa, sopesando qué podría haber pasado. La única opción que se me ocurría es que de alguna forma el cazador estuviera ligado a alguien y que en vez de despertar con su cuerpo lo hubiera hecho con el de la persona a la que estaba ligada, lo que eso me planteaba la duda de si dicha persona también se había sumido en un sueño o no. En aquel mundo, o dimensión, no íbamos a ser capaces de averiguarlo- ¿Estás ligado a alguien? Ligado con magia, con sangre… a través de un enlace, un conjuro, una maldición… -dejé caer observando sus palabras- es la única explicación para que no hayas despertado con tú cuerpo, pero no puedo asegurarte que la otra persona esté también durmiendo aunque creo que sí, es probable que hayáis traspasado un límite en el plano físico-espiritual y por eso tienes su apariencia –lo miré de forma más fija, debía de avisarle cuando quizás él hubiera sabido también lo que estaba a punto de decirle- Ten cuidado, cazador. Cualquier herida que nos hagan aquí en nuestro mundo también la tendremos, no es una dualidad en donde aquí te hieren y allí no, todo lo que nos pase aquí se traspasará a nuestro cuerpo original. Y eso pasa lo mismo si morimos, recuerda que nosotros no estamos malditos y lo que nos ocurra pasará de verdad –ya estaba avisado y teniendo en cuenta que estaba con el cuerpo de otra persona llevaría el doble de cuidado- Deberíamos de empezar a buscar a la joven antes de que quien le haya hecho esto sepa lo que intentamos y nos lo impida –miré en todas direcciones sin saber muy bien hacia donde deberíamos de empezar a buscar, todos los lados por donde miraban eran exactamente iguales, como calcos en los que no había nada que te hiciera pensar que podría ser diferente, como un laberinto interminable- ¿Tienes algo de ella que pueda utilizar encima? Cualquier cosa servirá –extendí mí mano para que dejara lo que llevara de ella- voy a utilizar un hechizo localizador que nos indicará donde se encuentra, esto parece un laberinto y es la forma más fácil para dar con ella… -salvo que nada iba a ser tan fácil, eso era algo que tenía más que claro.
Nada más abrir los ojos ambos nos encontramos tumbados en el otro mundo, en un espacio tiempo diferente donde se encontraría la joven. Me levanté para incorporarme y mirar alrededor sin saber donde nos encontrábamos, era bastante difícil saber qué lugar era aquel o donde podría estar ubicado… jugar con el espacio tiempo y con las dimensiones que había en cada mundo era algo sumamente peligroso, ya era todo un riesgo el que ambos estuviéramos allí y debíamos de tener extrema precaución.
Para cada uno aquel lugar podría resultar diferente, viéndolo con otros ojos completamente diferente y representando lo que para cada uno era nuestro Infierno, quizás lo que yo pudiera estar viendo el cazador no lo notara o lo percibiera y viceversa, había un sinfín de posibilidades con aquel mundo. Todo era un paraje algo desolado a nuestro alrededor, podíamos oír varias voces pero sonaban tan lejas que llegué a pensar que habían sido producto de mí imaginación, así como susurrantes, como si solamente hablaran en mí oído sin llegar a entender lo que decían.
Mí mirada buscó la del cazador que ahora, frente a mí, presentaba una imagen completamente diferente a la que tenía cuando se había presentado en mí casa. Sus ojos habían cambiado así como toda su estructura física, en apariencia no era el cazador que estaba durmiendo en mí casa, sino otro hombre totalmente diferente. Aunque su voz y su aura seguían siendo la misma. Enarqué una ceja cuando sus ojos me buscaron como si yo tuviera todas las respuestas del mundo, y la verdad es que no las tenía. Al igual que yo parecía sorprendido por lo que había pasado aunque algo en sus ojos, en su mirada, me hizo pensar que en el fondo sabía quien era aquel joven y por qué llevaba ahora su apariencia.
-Las leyes del espacio tiempo son diferentes para cada mundo y no hay una lógica en ninguna de ellas. Si quieres saber por qué estás en ese cuerpo y no en el tuyo no tengo una respuesta clara para ello… no se debe jugar con los mundos y es lo que hemos hecho. Estamos en dos planos completamente diferentes y, por explicarlo de alguna forma y para que puedas entenderlo, es como si estuviéramos en un plano astral. Nuestro cuerpo está sumido en un sueño y nosotros nos movemos por un mundo con una apariencia dividida entre dos mundos –hice una leve pausa, sopesando qué podría haber pasado. La única opción que se me ocurría es que de alguna forma el cazador estuviera ligado a alguien y que en vez de despertar con su cuerpo lo hubiera hecho con el de la persona a la que estaba ligada, lo que eso me planteaba la duda de si dicha persona también se había sumido en un sueño o no. En aquel mundo, o dimensión, no íbamos a ser capaces de averiguarlo- ¿Estás ligado a alguien? Ligado con magia, con sangre… a través de un enlace, un conjuro, una maldición… -dejé caer observando sus palabras- es la única explicación para que no hayas despertado con tú cuerpo, pero no puedo asegurarte que la otra persona esté también durmiendo aunque creo que sí, es probable que hayáis traspasado un límite en el plano físico-espiritual y por eso tienes su apariencia –lo miré de forma más fija, debía de avisarle cuando quizás él hubiera sabido también lo que estaba a punto de decirle- Ten cuidado, cazador. Cualquier herida que nos hagan aquí en nuestro mundo también la tendremos, no es una dualidad en donde aquí te hieren y allí no, todo lo que nos pase aquí se traspasará a nuestro cuerpo original. Y eso pasa lo mismo si morimos, recuerda que nosotros no estamos malditos y lo que nos ocurra pasará de verdad –ya estaba avisado y teniendo en cuenta que estaba con el cuerpo de otra persona llevaría el doble de cuidado- Deberíamos de empezar a buscar a la joven antes de que quien le haya hecho esto sepa lo que intentamos y nos lo impida –miré en todas direcciones sin saber muy bien hacia donde deberíamos de empezar a buscar, todos los lados por donde miraban eran exactamente iguales, como calcos en los que no había nada que te hiciera pensar que podría ser diferente, como un laberinto interminable- ¿Tienes algo de ella que pueda utilizar encima? Cualquier cosa servirá –extendí mí mano para que dejara lo que llevara de ella- voy a utilizar un hechizo localizador que nos indicará donde se encuentra, esto parece un laberinto y es la forma más fácil para dar con ella… -salvo que nada iba a ser tan fácil, eso era algo que tenía más que claro.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: El abismo del tiempo ~ priv.
La voz de Varek resonó en aquel infinito espacio. En respuesta la pareció escuchar susurros, pero eran tan inaudibles, que pensó que seguramente eran provocados a causa de sus exasperación por encontrar a Lyre y salir de allí. El llevar el cuerpo de Jean le hizo verse más bajito, y extraño. Era sorprendente lo diferente que se sentía en aquella escafandra. El Hechicero pareció materializarse frente a él hablando con tranquilidad, el muchacho debía de haber estado en todo momento ahí, pero por alguna razón la mente de Varek no había sido capaz de visualizarlo y la inseguridad de sentirse desprotegido le invadió con más fuerza a medida que el mago se explicaba. No podía creerse lo mal que le salía siempre todo. Quería ir a buscar a su sobrina, se acababa de sentenciar de por vida a servicio del mago, y como termino final, si sufría algún daño aquel cuerpo, las consecuencias serían para Jean.
La mano de Varek se adentró en su bolsillo con la esperanza de que el colgante les hubiese acompañado, y así fue. La cadenas e deslizó entre los dedos de Varek hasta los del hechicero - Si no es suficiente, tenemos la sangre de mi hermano - En ese momento le aclaró que efectivamente llevaba el cuerpo de alguien que le importaba, y que el motivo de la unión era intrascendente. Logan no tenía porque saber que estaba maldito. Que alguien de su extirpe le había hundido la vida y que aquello era lo que quizás le mantuvo con vida en primera instancia. El respeto que ahora guardaba a la magia.
Con ambas manos en los bolsillos observaba al hechicero hacer, cuando notó un susurro agradable en su cuello, que le recordó a Rayda. Esbozó una débil sonrisa pero no se movió, sabía que cada uno de los fantasmas que le seguían iban a materializarse en aquel lugar, y no podía caer en la primer tanteo. No iba a fallar al hombre que se encontraba frente a él, debía protegerlo porque era la llave que les llevaría hasta el mundo de los vivos de nuevo.
La mano de Varek se adentró en su bolsillo con la esperanza de que el colgante les hubiese acompañado, y así fue. La cadenas e deslizó entre los dedos de Varek hasta los del hechicero - Si no es suficiente, tenemos la sangre de mi hermano - En ese momento le aclaró que efectivamente llevaba el cuerpo de alguien que le importaba, y que el motivo de la unión era intrascendente. Logan no tenía porque saber que estaba maldito. Que alguien de su extirpe le había hundido la vida y que aquello era lo que quizás le mantuvo con vida en primera instancia. El respeto que ahora guardaba a la magia.
Con ambas manos en los bolsillos observaba al hechicero hacer, cuando notó un susurro agradable en su cuello, que le recordó a Rayda. Esbozó una débil sonrisa pero no se movió, sabía que cada uno de los fantasmas que le seguían iban a materializarse en aquel lugar, y no podía caer en la primer tanteo. No iba a fallar al hombre que se encontraba frente a él, debía protegerlo porque era la llave que les llevaría hasta el mundo de los vivos de nuevo.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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