El abismo del tiempo ~ priv.

Recuerdo del primer mensaje :

Oculta tras una chimenea, Lyre intentó calmar su acelerada respiración. Sus pulmones, alimentados por la adrenalina y el esfuerzo físico, pedían más aire del que ella podía darles. Necesitaba pasar desapercibida, evitar que su presa la encontrase; y eso era algo que no iba a conseguir si inhalaba bocanadas de oxígeno cinco veces por segundo. Llevándose la zurda al rostro, se apartó un par de mechones de los ojos. Antes de empezar la caza los llevaba recogidos, pero habían pasado demasiadas cosas desde entonces. Como una importante herida en el costado, que le impedía levantar el brazo más allá de la altura de los hombros. Intentó colocarlos detrás de sus orejas, pero volvían a caer lacios a los lados. Cubriéndole la mitad del rostro, como una espesa cortina del color del chocolate. Así que al final, decidió dejarlos como estaban. Y centrarse de nuevo en la tarea principal: prepararse para acabar la noche de la mejor manera posible, y no morir en el intento.

Con un gesto de concentración, torció los labios en un mohín. Sus manos trabajaban lenta pero inexorablemente en sus brillantes pistolas, pese a lo borroso de su visión. La cazadora quería tener listas sus armas para cuando la bruja apareciese de nuevo, pero sabía la importancia de no delatar su posición antes de que eso sucediera. Y precisamente por ello, cubría su cuerpo con una oscura capa que la ayudaba a mimetizarse con la oscuridad. Estaba ajada por los bordes, y remendada por incontables lugares. Pero le había servido bien, y seguiría haciéndolo hasta que tuviera dinero para pagarse otra.

Con un chasquido que sonó más alto de lo deseado en la silenciosa noche, la morena colocó de nuevo sus pistolas a punto. Hizo una pausa antes de guardar sus enseres en la bolsa, atenta a cualquier ruido preocupante para ella. Sus sentidos no sólo estaban centrados en ocultarse, sino también en cualquier señal del ambiente. Un rumor de tela, una pisada amortiguada, otra respiración perdida en la oscuridad. Todo podía ser una señal de que su presa la había encontrado, pese a todas sus precauciones. Que no habían podido borrar el rastro de sangre que iba dejando a su paso.

Una teja crujiendo a sus espaldas la hizo pegarse más al ladrillo, levantando con ambas manos una de sus armas a distancia. ¿En qué momento se habían alternado los papeles, pensó la chica mientras escudriñaba las sombras? ¿Cuándo la presa había pasado a ser cazadora, buscando convertir a ésta en su víctima? Colocando una de las manos sobre el metal para evitar que el reflejo de la luna la delatase, Lyre pensó que tal vez la magia había tenido algo que ver en el proceso. Porque ella jamás se había enfrentado a una hechicera hasta el momento, y no estaba preparada para  una desigualdad de ese nivel. Su primera bala había fallado estrepitosamente, detenida por una barrera invisible. Y con ella se había esfumado el factor sorpresa, que era lo único con lo que contaba. Con eso, y con una puntería extraordinaria que nada podía hacer ante los campos de fuerza. Vació dos cargamentos más antes de caer en la cuenta que de nada le serviría. Que las balas no funcionarían mientras le quedase magia a la bruja.

Había perdido el juego antes de empezarlo.

Su corazón latió más rápidamente al recordar la frustración que sintió. La impotencia al pensar en que moriría como un cachorrillo, jugando a ser algo que por su imprudencia jamás llegaría a ser. Pensó en Sei y en todas las cosas que habría querido decirle, en Varek y en el padre que no conocía. Pensó en el futuro que había venido a buscar a París, y que iba a terminar antes siquiera de haber empezado. Y prefirió tragarse su orgullo y huir, con la esperanza de derrotar a su enemiga cuando estuviera a un nivel parecido.

Pero algo salió mal. Sus balas acabaron volviendo hacia ella, rebotadas por la magia de la tres veces maldita bruja. Y una de ellas la alcanzó en el costado, provocándole un dolor como Lyre jamás había sentido hasta el momento. Las piernas no la sostenían, de modo que tuvo que ocultarse. Subir al tejado con las últimas fuerzas que le restaban, y aprovechar su pequeño tamaño para esconderse en aquel lugar tan poco habitual. Con cualquier otra criatura, el truco le habría servido para escapar.

Pero de nuevo, la joven no había contado con la magia.

De pronto una sombra se movió a su izquierda. Lyre no dudó ni un instante; despejando cualquier pensamiento que pudiera distraerla, disparó dos, tres veces, siguiendo la trayectoria que seguiría. Todas las balas dieron en el blanco, aunque no de la manera que esperaba. Porque la hechicera volvió a alzar el campo de fuerza para defenderse, haciendo inútil su ataque.

Mascullando una maldición, Lyre intentó incorporarse para huir de nuevo de la bruja. Sujetándose el costado con una mano, hizo acopio de todas sus fuerzas para correr tan rápido como pudo. Notaba las piernas débiles, y sus brazos, todavía más; aun así, fue capaz de moverse a un par de metros de distancia. Por desgracia, la hechicera llegó antes que ella; levantó la zurda en su dirección, y la envió con un estallido hacia el suelo de la callejuela.

Lyre no soltó ningún quejido, porque estaba inconsciente antes de rozar siquiera el suelo. Sus miembros estaban torcidos a los lados, como los de una muñeca desmadejada. Sus prendas estaban manchadas de sangre, y un charco escarlata crecía rápidamente bajo su pequeño cuerpo. No vio cómo la bruja bajaba junto a ella, mirándola con la lástima de quienes son compasivos hasta el final. Cómo de una de sus holgadas mangas sacó una daga tan larga como su antebrazo. Y cómo permaneció, detenida, junto al cuerpo de la chica que había querido matarla.

Pese a la impasibilidad que mostraba, un centenar de ideas pasaban en esos instantes por su cabeza. Pero su principal dilema era si acabar con su vida, o dejarla allí para que el tiempo se encargara por ella de hacerlo. Pensativa, estaba observando el rostro de la muchacha cuando vio el medallón que colgaba sobre su pecho. Lyre lo había llevado oculto bajo la camisa hasta ese momento, pero con la caída había quedado torcido sobre su pecho. La bruja vio el emblema familiar en él, el símbolo de los Lachance. Perteneciente a uno de los mayores asesinos de sobrenaturales de la ciudad.

Y con una sonrisa macabra en el rostro, decidió que había destinos peores que la muerte.

January. La cazadora no sabía inglés porque carecía de la preparación exquisita de su padre, así que desconocía cuál era el significado del aquel nombre. Le pareció exótico y bonito, igual que la morena muchacha a la que pertenecía. Un nombre especial, para una persona que parecía diferente a las que había conocido hasta el momento.

Porque eso era algo que hasta ella notaba; que había algo extraño en January. Lyre no sabía nada sobre hechicería, y de hecho, su primer encuentro con una bruja había provocado aquella maldición. De modo que no sabía si atribuírselo al tiempo pasado en aquel mundo, o a algo que era incapaz de percibir. Tampoco es que le importara demasiado lo que pasara con la desconocida; ahora que sabía que era real, fuera humana, loba o cambiante, pensaba aferrarse a ella para retener la escasa cordura que le quedaba durante el máximo tiempo posible.

- Esto... ¿January? ¿Tiene algún final este extraño lugar? - Preguntó la cazadora, escudriñando el horizonte. No había podido explorar hasta aquel instante porque había permanecido encadenada en el suelo, sufriendo tortura tras tortura hasta que la morena le había ayudado a liberarse. - Tal vez podamos buscar algún lugar en el que esta clase de magia sea más débil, y allí... Espera. ¿Has oído eso?

Un nuevo sonido de pasos resonaba en la lejanía. Esta vez era un golpeteo menos rítmico y desincronizado, como si en lugar de una sola persona, fueran más las que se acercaban. Aterrorizada, Lyre miró fijamente a January, a la espera de su reacción. Su peor temor era que sus respectivos miedos se hubieran fusionado por la cercanía, creando una nueva y horrible muerte que esta vez compartirían las dos.

Intentando mantener la calma, la cazadora cerró los ojos durante unos instantes. Si dejaba que el pánico la dominase, estaría perdida. Las dos lo estarían, y no era un lujo que pudieran permitirse. Inspiró profundamente, aferrándose con las manos a su roja camisa para calmar cualquier posible temblor. Recordaba las palabras de la morena, cuando le decía que todo aquello estaba pasando únicamente en su mente. Si era así, y había podido librarse de las cadenas mediante la sola fuerza de voluntad, ¿podría hacer aparecer cosas del mismo modo? Sólo había una manera de comprobarlo.

"Una pistola con balas de plata. Una pistola con balas de plata". Lyre recitó la frase como un mantra, concentrada en visualizar su arma favorita. Ella no lo veía, pero en el exterior, la imagen del revólver titilaba ante ella, a la espera de que su voluntad fuera firme como un roble. Cosa que sucedió a la cuarta o quinta vez que pensó en ello, estabilizándose por fin la ligera arma.

- Vienen hacia aquí. Son como mínimo dos. - Dijo la muchacha, tomando el revólver y comprobando que el cargador estuviera completo. Lo estaba; las balas relucían en la posición correcta, listas para ser disparadas tan pronto como la morena así lo decidiera. Algo que, por primera vez desde que estaba allí, la hizo sentir segura. Capaz de defenderse, en lugar de morir impotente sin poder hacer nada por evitarlo. - No sé si son reales. Pero mientras esté en mi mano hacerlo, no pienso permitir que se acerquen a nosotras.

Esperé paciente a que el cazador ahora con la apariencia de otra persona me diera un objeto que nos ayudara a localizar a la joven que, en el otro mundo, descansaba en la cama de una de las habitaciones de mí mansión. El hombre llevó sus manos a los bolsillos y pude ver que sacaba de uno de ellos el colgante, el mismo que le había entregado y que había hecho que acudieran a mí casa. También me dijo que el hombre que ahora veía frente a mí, era su hermano, algo que no comenté al respecto pero que sí le había hecho saber lo que pasaría si nos herían en ese plano, aunque no sabía muy bien ni tenía noción alguna de qué iba a pasarle si le herían a él, a quién de los dos hermanos le aparecería la herida. Quizás a los dos, quizás a ninguno.

Cogí el colgante y lo puse en la palma de una de mis manos, con la otra la puse encima sin llegar a tocar el colgante pero tapándolo con la palma de la de arriba, cerré los ojos y comencé a murmurar y a recitar unas palabras de las que pronto una pequeña luz salió por el hueco entra ambas palmas y abrí los ojos, para luego quitar las palmas y ver que era el mismo medallón el que desprendía esa luz que brillaba. Había funcionado el hechizo y nos ayudaría a encontrar a la joven que estaría perdida en aquel mundo donde todo era igual, donde nada parecía ser un camino que llevara hacia un lugar en concreto… más bien parecía todo un laberinto por igual.


-El medallón nos ayudará a encontrarla, la luz brillará conforme nos vayamos acercando a ella y se apagará si nos alejamos de su camino –me fui girando para ver en qué dirección era que brillaba más y le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera- Por aquí –fue lo único que dije fijándome en la luz que emitía el medallón, de por sí esta era algo opaca y brillaba para indicar que dirección tomar, si se oscurecía debíamos cambiar de rumbo porque nos alejábamos de ella. Estuvimos andando un buen rato, no sabría decir cuánto fue exactamente pero en aquel tiempo el lugar parecía una ampliación de donde nos encontrábamos, como si no tuviera un fin y fuera todo de igual forma y manera- ¿Sabes quién puede haberle hecho esto? –Pregunté llegado el momento, aunque ya me había dado cuenta de que el cazador no era una persona habladora en absoluto. Llegados un punto de nuestro camino me paré porque lo que había delante de nosotros se movió, como si nos cortara el paso a lo que fruncí el ceño- ¿Pero qué…? –No podía hacer nada para que se quitara aquel muro que ahora nos bloqueaba el camino, como si fuera el final de un camino que no tenía salida, me giré para buscar otra señal y la seguí mientras el cazador seguía callado seguramente para dejarme hacer la búsqueda sin interrupciones. Otra vez volvió a pasar lo mismo y retrocedí un par de pasos, frunciendo el ceño para mirar al cazador- Este sitio está jugando con nosotros, es como si supiera lo que intentamos hacer y cuando la señal es más fuerte que nunca… nos bloquea el camino –hice una leve pausa- No va a ser fácil dar con ella, parece que este sitio cobre vida propia y sepa qué es lo que pretendemos hacer.

La sensación de silencio, no era la usual. Normalmente el silencio reconfortaba al cazador, le ayudaba a concentrarse, pensar con claridad. Pero allí, en aquel abismo, el silencio parecía estar susurrando, como si jadease en su nuca creándole una extraña ansiedad de la cual nunca había sido dueño. El cuerpo no dejaba de mandar señales de defensa, tensando cada musculo, y manteniendo apretaba su mandíbula.

Las manos en los bolsillos no le permitían encontrar la confianza suficiente para sentirse tranquilo en aquel lugar, ni si quiera la compañía del que parecía uno de los hechiceros más poderosos se lo permitía. No hacía falta moverse para que el bello se le erizase y su cuerpo volviese a estar alerta, los estímulos llegaban estando quietos a cada segundo que pasaban allí.

Caminó en silencio detrás del hechicero, viendo brillar el colgante. A medida que cogía intensidad un muro aparecía frente a nosotros, pero Varek no dejaba de escuchar aquel murmullo del cual una de las voces juraría era la de su sobrina - La estoy escuchando - le explicó al Hechicero sin mirarle, apoyando la mano en aquel muro. Era increíble lo real que parecía, seco y frío. Comenzaba a preguntarse si no sería Lyre la que había notado la presencia de ambos y fuese ella la que estaba creando aquellos impedimentos.

Parado frente a el último muro, y con la palma abierta sobre este, cogió aire y gritó con todas sus fuerzas el nombre de su sobrina, con la esperanza de recibir alguna respuesta de esos susurros que comenzaban a darle dolor de cabeza.

- Yo no huyo - Replicó Lyre a la bruja, cerrando con un chasquido el cargador de la pistola. Retiró el seguro para que nada bloquease sus disparos, apuntando un par de veces sin apretar el gatillo para acostumbrarse al peso del arma. - No ahora que puedo hacer algo para defenderme. Que no estoy encadenada a ese frío suelo de piedra. Lo mínimo que puedo hacer después de tu ayuda es protegerte. Protegernos. Y conseguir que salgamos de aquí las dos juntas.

Acompañó sus últimas palabras con una media sonrisa, que aunque ella no lo sabía, era el vivo reflejo de las de su padre. Deslumbrantes, transmisoras de confianza; un sentimiento que Lyre estaba muy lejos de sentir. Porque pese a tener una pistola en sus manos, no sabía qué nuevas sorpresas podría depararles aquel mundo. Qué clase de trampas, que acabarían con ellas dos de nuevo solas y encadenadas. Ahora sabía que podía influir en su entorno, pero ¿y si las reglas de aquel mundo cambiaban? ¿y si perdía de pronto aquella capacidad, volviendo a quedar impotente ante las adversidades? Lyre creía que no podría soportarlo, y que antes, intentaría quitarse la vida con su pistola. Recobrando su libertad, aún a costa de lo único verdaderamente importante que tenía.

Su sonrisa no tardó mucho en morir en sus labios, ya que apenas unos instantes después, su nombre empezó a resonar misteriosamente por el desértico paisaje del abismo. Proveniente del último lugar en el que se habían escuchado los pasos, cubierto por una espesa niebla, y en el que ahora únicamente resonaban unos frenéticos y sordos golpes junto con los ahogados gritos. La morena habría reconocido aquella voz en cualquier lugar del mundo, y eso hizo que bajara la guardia y echase a correr en su dirección. Quería creer que su tío había venido a buscarla, aunque en el fondo de su corazón, sabía que aquello no era más que otra estúpida tortura.

- ¡Varek! ¡Varek! - Chilló, atravesando la invisible barrera que la separaba de éste y el brujo. El muro titiló unos instantes antes de disolverse, desbloqueado por la misma persona que, sin saberlo, lo había creado con sus temores. Ansiosa por ver a su pariente, Lyre buscó los ya familiares rasgos en los desconocidos. Y para su decepción, no encontró en ninguno de ellos lo que buscaba. Sólo una vaga sensación de familiaridad en el más bajo de ambos, cuyos gruesos rizos oscuros caían como una cascada hasta la altura de sus hombros. - Tú no eres mi tío - Musitó, entrecerrando los ojos con desconfianza. No se lo pensó dos veces antes de apuntarles a la cabeza, alternando la dirección del arma de uno a otro con el dedo colocado sobre el gatillo. - Quienes sois y qué queréis. Responded o morid.

El cazador a mí lado seguía totalmente en silencio mientras nos dejábamos guiar por el colgante y la luz que este emitía conforme nos alejábamos o nos acercábamos a la joven, pero cada vez que nos acercábamos demasiado aquel lugar lo sabía y parecía que impidiera que llegáramos hasta ella, cosa que le dije al cazador aunque igualmente lo podría haber notado perfectamente. Otro muro se había alzado frente a nosotros cortándonos el paso y fruncí el ceño, no sabía cómo funcionaba aquel mundo y escapaban muchas cosas de mí control y de mí domino… quizás la misma joven lo estuviera pudiendo para escudarse de lo que pudiera pasarle, o bien la persona que le lanzó la maldición lo hacía para que no llegáramos hasta ella… no habría forma de saberlo.

Miré al cazador, ahora con el otro cuerpo que decía ser de su hermano, quien puso una mano sobre el muro que teníamos delante alegando que las oía, sí, yo también oía las voces pero al no haber escuchado hablar nunca a la joven no sabía si era ella o alguien más que estuviera atrapado en esa dimensión. Enarqué una ceja ante el grito que pegó sin saber muy bien como aquello nos iba a ayudar, buscando la manera de sortear aquel muro o los impedimentos que nos impedían llegar hasta la joven cuando, al paso de los minutos, fue ella misma quien atravesó aquel muro que se había alzado como si fuera una ilusión o un espejismo, delante de nosotros mirándonos ahora confundida. Sin duda alguna había corrido en nuestra dirección y estaría pensando en el cazador que había venido a buscarla, lo extraño fue que no reconociera al hombre que tenía delante… si era su sobrina, ¿cómo es que no reconocía al hermano de este?

Pero no vino sola, otra joven traspasó también la pared llamando a la joven que en mi casa estaba tumbada en la cama bajo una maldición, la otra la llamaba y no supe quién era puesto que no teníamos constancia de que la joven fuera con alguien más, quizás otra “alma” perdida en aquel mundo de sombras esperando ser rescatada como la joven. La joven cazadora, que se llamaba Lyre, alzó un arma en dirección a nosotros y que me hizo sonreír de lado y enarcar una ceja ante su desconcierto, apuntándonos a ambos de forma respectiva preguntándonos quiénes éramos. La otra joven, en la que centré mí mirada en la que pude percibir el color que desprendía su aura viendo la magia en la joven, se interpuso en la dirección frente al arma. Rodé los ojos y chasqué la lengua cansado por aquel numerito mientras seguía sosteniendo el colgante de la joven entre mis manos.


-Suficiente numerito –dije mirando de forma fija a Lyre, utilizando mí poder en ella- baja el arma, Lyre –ante mí poder de dominación la joven no pudo hacer otra cosa que bajar el brazo aunque no quisiera hasta que su brazo quedó pegado a su cuerpo con el arma ahora apuntando al suelo- esa no es forma de tratar a quienes han venido a buscarte –le dije ante la mirada extrañada de la joven- Ya habrá tiempo de algunas explicaciones más tarde, estás… estáis –dije porque la otra joven, hechicera también, estaba en la misma situación que ella- bajo una maldición en un mundo paralelo perdido en el espacio y en el tiempo, a quien atacaras aquella noche te echó una maldición, te encontré en un callejón malherida, tú cuerpo astral está aquí mientras que tu cuerpo físico está en mí mansión donde tú tío, aquí presente –señalé al hombre de mí lado- y yo hemos venido a buscarte. Un gracias estaría bien –terminé notando que el colgante brillaba con más intensidad desprendiendo una luz casi cegadora. Los demás detalles se los dejaría a su tío si es que quería contarle algo, yo solo le había explicado brevemente lo que había pasado y por qué estábamos allí.

El muro desapareció en el instante que Varek apartó la mano para dar entrada a Lyre corriendo, con otra mujer detrás. El rosto del cazador se mantuvo con un semblante serio, no se le había escapado el hecho de que frente a ella encontrase a su padre, y no a su tío, a pesar de que la voz que le llamó era la de él mismo - Soy Jean - masculló de una forma seca. Ella comprendía lo que significaba aquel nombre, y a pesar de estar señalandole con un cañón, ni se inmutó. Lyre jamás dispararía a pesar de la rabia acumulada que guardaba contra su padre. No hasta rendir cuentas, en eso se parecía mucho a él.

El hechicero se sorprendió al escuchar que Lyre no conocía a aquel hombre que observaban, pero la escena se vio interrumpida cuando la segunda mujer se colocó entre el cazador y el cañón. Aquello era absurdo, irreal, seguramente ninguno era consciente hasta que punto era importante que el cuerpo que portaba Varek no sufriese ningún daño, ni el de el hechicero.

Varek suspiró cuando el hechicero puso fin a aquella escenita. Caminó hasta Lyre y agarró el arma, agarrándolo del cañón, hasta arrebatársela y guardarla - Vamos Lyre, volvamos - le informó con voz tranquila, para luego dirigirse a la otra muchacha - Gracias por cuidar a mi sobrina, en compensación el hechicero te sacará de aquí a ti también - al fin de cuentas, ya estaba sentenciado, que al menos hubiese una razón de peso más.

Varek se giró hacía Logan, que seguía allí parado, con la paciencia a punto de agotarsele - ¿Y ahora?-  preguntó el cazador, él se sentía puente, el umbral para que todos saliesen con vida de allí, si alguien debía quedar atrapado, sería él.

Con un grito clavé mi daga en el centro de la espalda de la mujer que estaba ante mí, dando fin a una larga lucha que se había desarrollado durante las últimas dos horas. No me gustaba atacar por la espalda, no me gustaba no mirar a quien mataba, sin embargo, estaba agotada y necesitaba dar fin a aquella lucha. Me dolían todos los músculos de mi cuerpo, la cabeza y quién sabe qué más.

En las horas siguientes a que Varek y el hechicero se trasladaran a aquel mundo, me las había apañado para no salir demasiado herida del ataque de aquella hechicera, que no tocara los cuerpos de mi amigo, su sobrina, y el hechicero, y que los objetos que había usado el hechicero para transportarles siguieran como debían de estar.
Habían pasado pocos minutos desde que el silencio invadió la sala después de que ambos hombres se durmieran. Sentada en el suelo escuche ruido fuera de la habitación, me puse en alerta y desenfundando mi arma me coloqué a la derecha de la puerta, de forma que al ser abierta yo quedara oculta tras ella. Eso me proporcionó cierta ventaja, pero que duró poco. Perdí la cuenta de la cantidad de veces que salí despedida por los aires para impactar contra las paredes, o muebles, de aquella habitación.  Las balas que había utilizado habían vuelto contra mi incontables veces, algunas las esquive, la mayoría, pero una había impactado en mi brazo izquierdo. La hechicera no se limitó solo a defenderse, también atacó, dejándome a mí y a la habitación hecha un asco.

Aun así, la mujer había muerto, estaba de rodillas tras su cadáver, el cual aun estaba  con la daga clavada en la espalda. Solté un gruñido al mover mi cuerpo para separarme de ella. Estaba agotada. Gateé despacio hasta alejarme de ella y me coloqué en el mismo lugar en el que había estado antes, donde podía observar la ahora desastrada habitación. Ante mí, movido por los miles de golpes que nos habíamos dado, había un trozo de espejo en el que me pude observar: algunas partes de mi ropa estaban rajadas, moratones y heridas bañaban mi piel, y mi brazo izquierdo estaba ensangrentado por la herida de bala. Pasé mi mano derecha por las costillas, sin duda en alguna caída me las había roto.  Esperé a que volvieran pronto y poder irme a descansar a casa, donde debería haber estado desde hacía rato.

Uno de los desconocidos pronunció su nombre, obligándola con un gesto a bajar el arma con el que les apuntaba. Aunque no deseaba apartarla -todavía no tenía claro que no se tratase de una nueva ilusión-, la morena no pudo evitar que sus brazos actuasen por ella; sus músculos se relajaron, hasta el extremo de dejar caer la pistola al suelo. El revolver rebotó dos veces contra el frío suelo arenoso, antes de desaparecer deshecho en las sombras. Volviendo a formar parte de la esencia de aquel mundo en el que había sido creada.

Fue así como Lyre supo que aquel hombre tenía algún poder especial; porque ni siquiera January había sido capaz de influir en los grilletes que la rodeaban. Se hallaba en presencia de un hechicero, uno muy poderoso, y que posiblemente era quien había traído al otro desconocido a aquel lugar.

El hombre hablaba con la voz de Varek, pero decía llamarse igual que el progenitor al que nunca había conocido. Algo que, para Lyre, no tenía ninguna explicación. Si bien era cierto que tenía cierto parecido con su tío -la expresión adusta, la mirada fría, los gestos tensos de quien aguarda que le ataquen en cualquier momento- físicamente, era una versión distorsionada del cazador. Si bien guardaba cierto parecido abstracto, el hombre tenía la piel de un extraño tono marmóleo, que relucía misteriosamente bajo la tenue luz de la niebla que les envolvía. Sus ojos eran de un azul más intenso que el de Varek, rodeados por casi imperceptibles arrugas provocadas por la risa. Sus rasgos eran más redondeados, menos duros; muy similares en cierto modo a los de la propia Lyre. Además era más bajo que su tío, y de constitución más esbelta que la del otro Lachance.

- ¿Es mi tío? - Preguntó Lyre, confundida, al escuchar cómo el brujo explicaba qué era lo que hacían allí. Decía que había recogido su cuerpo del lugar en el que había quedado, y se había encargado de que Varek la encontrase para poder venir ambos a salvarla. Lo que, ahora que por fin recordaba lo sucedido, tenía todo el sentido del mundo. La morena estaba allí por culpa de aquella hechicera; lo cual hacía más incomprensible todavía el hecho de que otro de su gremio estuviera ayudando a rescatarla. No entendía nada, aunque empezaba a acostumbrarse a esa sensación; la había dominado desde que entró por la maldición a aquel terrible mundo. - Pero... ha dicho que se llama Jean. No lo entiendo. - Parpadeó un par de veces, fijando sus grandes ojos del color del chocolate en los turquesa del moreno. Buscando inconscientemente rasgos físicos que pudiera identificar con los propios.- Jean es mi padre. Pero Varek es mi tío. ¿Qué...? ¿Quién es?

La morena despegó sus pálidos labios para preguntar algo más, nerviosa por el misterio que envolvía la figura de Jean. Pero antes de que pudiera formular pregunta alguna, antes siquiera de poder apartar a January cuando se interpuso entre ella y los demás, sucedió algo que la distrajo. Un temblor casi imperceptible que sacudió sus entrañas hasta hacerla estremecer. Instintivamente, tomó la mano de "Jean" y también la de January. No supo porqué lo hizo, pero cuando las interferencias empezaron, todos estaban conectados; el cazador junto a Logan, Lyre, junto al cazador, y January en contacto con la piel de la Lachance. Lo que provocó que, al desaparecer el suelo bajo sus pies, todos cayesen presas del vacío.

Ellos no lo sabían, pero en el mundo real se estaba desarrollando una batalla decisiva. Una pelea entre Shine y la bruja, que, al notar una alteración en el espacio tiempo, había rastreado a su víctima para acabar con lo que jamás debió empezar. No esperaba compañía, y eso había provocado que no estuviera preparada para lo que guardaba los cuerpos de Logan, Lyre y Varek: una cazadora experimentada, que impedía que los recursos de la hechicera renovasen la maldición que había depositado en Lyre. Sus heridas y el cansancio provocaron un descuido en la bruja, que agotó su magia momentáneamente. Y con ello, abrió una brecha en el conjuro que los mantenía en el mundo de las sombras.

Era el momento de que Logan los sacase de allí; que el brujo, sin pagar el precio que en cualquier otro caso se habría exigido, tomase las riendas y los llevase de vuelta a la realidad. Pero mientras caían, mientras el brujo conjuraba y gesticulaba, por sus mentes pasaron mil imágenes diferentes. Extraídas de lo que el mundo podía leer en su mente, de sus miedos y anhelos, de su pasado y su futuro.

Debido a la distorsión temporal, cada uno de ellos vio atisbos de lo que podrían haber sido sus vidas. De lo que serían de haber cambiado sus actos, de lo que serían si todavía cambiaban algunos de los que no se habían realizado. Y también, de lo que había sido incluso antes de que nacieran, que había determinado quién o qué eran en el día actual. Fueron tantas las situaciones vividas -algunas solitarias, otras, compartidas- que más tarde recordarían sólo tres o cuatro de ellas. Marcados por las impactantes imágenes que cada uno de ellos había vivido en las realidades alternativas, y que jamás podrían llegar a olvidar.

Mire a la joven, que parecía confusa por el segundo recién llegado. Le reconocía, si, pero algo no debía de marchar bien si tenía esa cara. Me quedé observandole fijamente y le hice un gesto con la cabeza a modo de agradecimiento por su oferta. En una situación normal, ahora que ella estaba acompañada habría seguido mi camino, pero esta desde luego no era una situación cualquiera y el me ofrecía volver a la realidad, ¿como desaprovechar la oferta?-Apenas he hecho nada, pero me alegra haberla podido ayudar a escapar de sus cadenas.-dije antes de mirarla a ella de reojo.

Lo siguiente que ocurrió fue aun mas extraño que el estar en ese mundo extraño durante un periodo indeterminado de tiempo. Todo comenzó a temblar y Lyre me agarró de la mano. Mi primer impulso fue agarrarla con mas fuerza, pero el siguiente y el mas fuerte, fue el de querer soltarme de ella ya que la veía como el motivo de que todo se estuviese desmoronando a nuestro al rededor.

Cuando finalmente abrí los ojos, me encontré tirada sola en un bosque, al amparo de un viejo roble. Me levanté, notando la pesadez de mi cuerpo y el dolor de cabeza. Solo esperaba que los demás hubiesen despertado también y en lugar seguro. Quien sabia si nos volveríamos a ver.

Podía notar la confusión en los ojos de la joven que había rescatado en aquel callejón, como nos miraba sin dar crédito a lo que pasaba frente a ella, a la confusión del hombre al que tenía delante no era al que esperaba exactamente, yo había cumplido con la parte del trato donde nos había sumergido en aquel mundo donde la hechicera había lanzado la maldición que tenía presa a esa joven en aquel mundo, o realidad alternativa, mundo paralelo… lo que quisiera que fuera y de lo que desconocía por completo. Poco más podía decir salvo lo que sabía y que debíamos de salir de allí antes de que la hechicera supiera que habíamos ido para sacar a la joven del lugar, porque no le iba a gustar demasiado, y pondría los medios necesarios para que eso no pasara.

Cuando saliéramos de allí tendrían tiempo para hablar y aclarar las dudas que a la joven le pasaban por su cabeza y por su mente, en aquel lugar no estábamos seguros y tendríamos que volver, encontrar la manera de salir de allí ahora que la habíamos encontrado. Quienes más peligro corríamos éramos el cazador y yo puesto que no estábamos en aquella maldición y cualquier cosa que nos pasara allí se trasladaría a la vida real, aunque en su caso no sabía exactamente a quién de los dos le pasaría tal cosa.


-Debemos de movernos, no creo que la hechicera tarde demasiado en darse cuenta de que hemos venido a por ti y ponga los medios necesarios para que eso no pase –miré alrededor en busca de algo que pudiera ayudarnos, pero mirara donde mirara todo era completamente igual, como si fueran espejos que reflejaran exactamente las mismas cosas, sin un principio y sin un final- Rápido, ya habrá tiempo de explicaciones cuando salgamos de esta realidad alternativa… -y no pude decir más, porque pronto el suelo comenzó a temblar bajo nuestros pies y pronto el suelo se hundió haciendo que cayéramos los cuatro sin poder evitarlo al vacío. Eso quería decir que la hechicera se había dado cuenta de lo que pretendíamos y había puesto remedio, pronto saqué una pequeña daga que llevaba guardada y escondida y me hice un pequeño corte en el dedo, comencé a hacer unas figuras en el aire con el dedo y a recitar unas palabras para evitar seguir cayendo y salir de aquello en lo que nos habíamos visto envueltos.

Una luz cegadora nos envolvió a los cuatro mientras seguíamos cayendo y pronto la sensación de caer se desvaneció, la luz lo envolvió todo y cuando quise poder abrir los ojos notando que estaba tumbado sobre algo pensando que era la habitación donde habíamos quedado dormidos… me di cuenta de que era un paisaje completamente diferente. Un enorme prado con un cielo azul claro, despejado por completo era todo lo que podía ver. Había algún que otro árbol que daba sombra pero supe que no habíamos salido de aquel lugar, sino que habíamos caído en otra dimensión y no veía a nadie cerca de donde yo estaba. Nos había mandado a otra dimensión diferente dispersándonos para que fuera más difícil el escapar, ahora debíamos de encontrarnos todos y entonces podría formular el hechizo para salir de vuelta de aquel lugar.