Buscando al lobo feroz (privado) (+18)

William escuchaba las lascivas y atrevidas palabras que salían de aquellos labios que el describía de ensueño dibujandose él mismo una sonrisa de lado a lado más que lujuriosa. Arqueaba las cejas sintiendo como algunas miradas habían clavose en la pareja de la taberna, pero claro esta... nadie veía la serpiente de Bones sacada de forma tan osada que hasta al más valiente ruborizaría. Finalmente fijó su ojos y pícara mirada en la de su hembra, la cambiante Yendra para entonar la frase que respondería a su pregunta.

-¿Tímido? Creo que.. te refieres a mi estado natural cuando no estoy.. Ligando. En el momento que te ví, pensé que eras una diosa del mar.. y como buen pirata de mar que soy.. Las amarras te quería echar. -Dice con tono jocoso con toques de picardía lamiéndose un poco el labio superior antes de comenzar a besar a la preciosa Londinense que parecía cada vez mas y mas sorprendida por lo que aquí acaecía en la situación de la cual, las riendas las lleva por ahora totalmente el Licántropo pirata. Sus manos viajaron nuevamente a lo largo del tremendo cuerpo de aquella diosa femenina y llegaron a buen puerto; Su culo. Un culo que volvía totalmente loco a William le hacía querer resurgirse en ella rindiéndose al placer y a los instintos mas bajos y básicos del hombre, pero no pore ello malos.. De hecho William era muy fan de eso tan "básico".

-¿Osado? Quizá.. Prefiero llamarlo atrevido.. valiente.. divertido. Y por lo que veo.. te atreves a más que mirar. A más que comértela con la mirada... eh. -Pues Will se percató de que al ver lo que había hecho, la tez de Yendra se ruborizó un poco y una sonrisilla esbozó intentando disimularla para no darle tanta cancha al Lobo, pero.. era observador, demasiado, y en lo que a mujeres se trata; Se las suele saber todas o casi todas. Ésta vez no iba a ser menos, por supuesto. Durante unos minutos Will pudo recrearse en silencio ante la gran habilidad manual de la que poseía la Hembra cambiante, pues poco le faltaba para agarrarle su intimidad a dos manos si hiciera falta.. Y a juzgar por las retinas y los labios que ponía.. estaba claro que quería hincarle el diante mas pronto que tarde...

Pero no aqui.
No en este lugar.
No abajo, por lo menos.

Sin guardarse el Kraken, se levantó cogiendo a Yendra en brazos, como si de un saco se tratara. Sin elegancia. Sin dilación. Sin cuidado. Sin modales algunos. Mientras toda la taverna veía lo que le colgaba de las piernas y como se llevaba a la que probablemente, sería la hembra mas hermosa que han visto hoy, Will se giraba a ellos con el cejo fruncido y sonrisa pícara. -Seguíd bebiendo. Brindad por mi si asi lo deseais, a esta ronda.. Invito yo. Ah, y si escuchais alaridos.. gritos.. gemidos que ni en vuestros sueños mas húmedos imaginaríais que escuchariais.. Que no se preocupe nadie. Que me la follaré bien por cada parte que se pueda abrir. -Dijo guiñando el ojo, mas por fardar que por otra cosa, a toda la Taberna.

Subió las escaleras, no sin antes dejar una pequeña bolsa de piel de carnero llena de monedas de Oro para pagar la habitación. Habitación que elegiría al azar, por supuesto. Tal fue así que.. al elegirla, había una pareja dentro. Los ojos de Will titilaron en un intenso ambar que recordaba a las ascuas de una hogera. -Fuera. Ahora. De lo contrario, sereis nuestra cena tras decorar estas paredes con los restos de la follada que tendremos. ¡AHORA! -Dijo eso ultimo, alzando bien la voz, señal inequívoca de que no repetiria una segunda vez la orden. La pareja de enamorados, semi-desnudos y asustados salieron por patas a la orden del Licántropo cerrando incluso la puerta con "educación". Will sonrió y tiró con dejadez y fuerza a Yendra sobre la cama, rajándose él mismo su camiseta sudada y manchada de sangre.




-¿Y bien? ¿Por donde empezamos nuestra nidada?.

-Me encanta dar ordenes. Y.. por supuesto que soy una bestia que doma con el látigo a las mas fieras del bestiario, muñeca. -Dice William respondiendo a lo que una más que lujuriosa Yendra le decía, casi podría decirse, escupiendo morbo y lascivia por cada poro de su cuerpo enjaulado aún en aquellos ropajes. Will, que tenía a su bestia marina sacada al aire sin ningún tipo de pudor y tras tirarla violentamente a la cama pudo ver y contemplar como ella, lejos de rendirse a su dominación, saltó y se lanzó hacia el cuerpo de Will, hacia su torso desnudo y de músculos tensados con ciertas gotas de sudor que hacían la escena mas morbosa si cabía.

Por el peso de la tremenda mujer con increibles curvas.. y pechos, todo dicho sea, Will cayó a la cama de espaldas y ésta botó levemente. Bones sonrió de medio lado con destellos fulgores en los ojos, color naranja. Sus manos fueron directas al escote de la Cambiante, escote que acabó cediendo, rajándose y deshilachándose por completo a jirones sobre el suelo de la habitación. Sin ropa de repuesto.. Will sonreía maliciosamente pensando como iba a solventar, su actual pareja, el salir de este lugar sin ropa.. y sin transformarse, a modo de.. Reto. Escuchó perfectamente el reto de ella.. de que no la intimida, de modo que, tras dejarla en sosten, los colmillos de éste crecieron un par de centímetros haciendo ver su mandibula mas musculada y algo sacada. Sus garras tambien crecieron y se endurecieron y entre gruñidos guturales de bestia apresó el sostén por el medio, justo en el canalillo de semejantes montes que se levantaban sobre la tersa piel de la Cambiante y sin dudar, tiró hacia él rompiendo completamente el sosten dejándolo irreparable al completo.

Su estado volvió algo a la normalidad, no al completo, ya que sus garras seguian sacadas y sus ojos brillantes, además de que sus pobladas cejas estaban erizadas a modo de bestia. Sonriendo de medio lado cogió con una mano uno de aquellos dos enormes trozos de carne que estaba suave y era como tocar un globo excesivamente lleno de agua. Encontrándose con el duro y tieso pezón de aquella hembra sus manos pasaron a hacer delicias manuales con las yemas de sus dedos en aquella superficie blanda.

Alzó la vista, observando como, por aquellas caricias en lugares clave de sus pechos, parecía ella perder algo de fuerza, como es lógico por otro lado.. -Claro que te intimido. Y esto no es nada... Creame cuando le digo, señorita Isley.. que al final de la velada, no quedará cama en la que podamos reposar. Cómodas en las que podamos guardar las pocas prendas sin romper que sigamos teniendo.. Espejos en los que vernos, o cortinas con las que taparnos en la ducha. Si queda la habitación cimentada aún.. da gracias. -Dijo, a modo de morbosa advertencia. Comenzaba a sudar más que antes, agarrando directamente de las piernas a aquella pantera, cogiendola en peso como si fuera una llave de la lucha libre de la calle, pero tirándola una vez más contra la cama, sin cuidado, sin alagos.

Se puso las manos en su pantalon, bajándolo rápidamente y agarrandose su serpiente de carne dura como los cimientos del Olimpo. Masajeándose ante la mirada femenina y bestial de su hembra, se acercó por el lado de la cama, al filo de ésta a la par que agarraba un matojo de pelos de la cabeza de Yendra, tirando violentamente hacia su herramienta. Labios contra la carne dura.. en ardua batalla.. de la cual, Will estaba seguro que ganaría con creces, ya que no imaginaba que la mujer fuera capaz de hacerle un trabajo largo.. y tendido.

"Ahora veré de que estas hecha.. preciosa diosa. Veremos si no toses a la primera.. de cambio. Y si no se te va la valentia y el morbo.. por donde ha venido."


Largo... y tendido.


Alzó su ceja, su mirada era violenta. Su pose era seguro de sí mismo y sus pectorales casi parecían latir entre ticks naturales de los musculos humanos. La luz que había era tenue, la tipica de las habitaciones de posada. Perfecta para tales actos tan morbosos y viles, que por su nombre mejor no nombrarlos en una sociedad tan sisi y "correcta".

Bones torcía el gesto, todo indicaba que por muy bravucón que se hubiere puesto al poner su pilar de dura carne sobre la boca de aquella cambiante... Al ver como ésta si que se atrevía a devorarle hasta límites que jamás sospechose que fuera a devorar. Zonas tales como partes más abajo.. e incluso, exacto. Más abajo aún que esas partes de mas abajo.. La cambiante resultó ser toda una malabarista del sexo, cosa que dejaba anodadado a William Bones, haciéndole preguntarse a sí mismo.. de donde sale tal magistral habilidad en lo morboso proveniente de su hembra.

Por supuesto.. conforme los labios de ella se abultaban mas amoldandose perfectamente a la gruesa forma de su pilar, el daba aún mas gracias a Poseidón por tremenda diosa entre sus piernas.. y sobretodo, sabiendo que es SU hembra.. que a él le haría cosas que a los demás no, ya que.. por supuesto, al Lobo no le importaba que su Hembra se prestara a hacer tales actos con otros hombres y otras mujeres. El era muy superior a los celos, ya que los celos.. son una carcel y ambos eran tan libres como sus actos.

Seguía viendo el paraiso, con cada una de sus estructuras y rayos de luz. Haciendo todo lo posible para no entrar en el nirvana conforme Yendra añadía más pasión a su oral trabajo.. ¡Y qué trabajo!. -Maldita seas... ah-ahhh... maldita.. claro que me.. ah-ahhh... gusta de lo que estás hecha. Menuda pantera... me pregunto como es que eres ah-ahhhh... tan buena... -Dijo entre gemidos, jadeos e incluso gruñidos sobrenaturales que rozaban lo gutural, ya que la excitación era tal que.. bueno, su verdadera naturaleza comenzó a aflorar. No pudo aguantar unos gemidos aún más sonoros y grotescos cuando ella abrió sus ojos sin sacar su hueso de la boca, al igual que no pudo evitar.. derramar toda su gloria sobre la nariz, labios y tez blanca de su Hembra.

Lejos de cansarse y lejos de que esto acabose, contempló durante unos instantes la hermosa cara de la pantera que ahora era aún más blanca si cabía, cosa que por supuesto, a él le encantaba, lejos de lo que alguien civilizado pensaría. Tales actos tan lascivos estaban lejos de lo que una persona normal de estos lares aceptaría. La contemplación de su nectar cayendo levemente hacia el cuello de Yendra se paró en seco cuando ésta sin aviso previo se lanzó encima del Licántropo que fue pillado por sorpresa.. aún más fue la sorpresa cuando las garras de ella le marcaron para siempre en sus pectorales.. diciendo que ahora era, algo así como su esclavo sexual. Él enarcó una de sus pobladas cejas, cogiendose del generoso culo de la cambiante para desgarrarlo y marcarla de por vida a ella tambien, aunque no demasiado, lo suficiente como para que aun fuera más sexy aquel culo contoneante.

Conforme ella se refregaba en la fricción de ambos cuerpos cuan gata en celo y deseosa de puro y duro sexo, el leviatán de William volvía a despertar y poco le faltaba para rugir ante la escena, pidiendo más fuerza y mas atrevimiento. Mordió los labios de la joven, con ganas, sin ternura. Pues no habia sitio para tales ñoñadas en una velada que bien podría ser el pasaje de la lujuria en la biblia. La lascivia llamaba y marcaba cada rincón de aquella nidada de amor, amor sin parangón que se consumaba donde ya jamás tendría perdón. Los dedos gruesos del Lobo se abrían camino, no hacia los labios sexuales de las piernas de ella, si no de algo mas.. descarado e inusual de estas tierras y civilización. Se abría camino.. por la puerta de atras, entre aquellos ahora marcados cachetes, encontrándose con la entrada que con tanto fulgor buscaba.


-Bien.. no eres la única que se atreve a algo.. inusual. Y si. Por supuesto. Seré todo lo tuyo que tu quieras que sea, muñeca. Ahora, mañana, el mes que viene y siempre. Pero.. cuidado, por que tu.. tambien puedes ser una preciosa esclava de mis deseos mas bajos y carnales...


Dicho eso.. y con alevosía y traición, uno de sus dedos entró. Pero no por donde ella creería que entraría en un principio.. Si no por aquella trasera puerta que despertaba deseo y perversión. Donde no le daba la luz del sol. Con su otra mano, azotó con tal fuerza el cachete izquierdo que pronto saldría la marca de la mano y el color rojizo. estaba claro.. que el Lobo quería manchar cada pared con el sudor de ellos.

Los suspiros candentes de la Cambiante vestían por completo la escena. Recorrían cada centímetro de las 4 paredes allí posadas con ojos clavados en lo que allí pasaba. William mostraba los dientes del mismo modo que el azul de sus ojos ya no era patente si no que en su lugar había un ambarino color solar que comenzaba a hacer crugir cada hueso. Eso no le impedía nada, eso no le hacía ningún daño, no ahora por lo menos. Sonreía metiendo aquél buen par de dedos por la retaguardia de Yendra, quien había demostrado estar a la altura para con la lujuria animal del Licántropo, así que no la haría esperar más. La miraba a los ojos, conforme sus dedos de asentaban dentro de ella, se adentraban en aquella cueva que lejos de parecer inexplorada, parecía invitar a algo más que dos dedos rudos y enormes del lobo. -Vaya.. vaya, ni es tu primera vez... - Sonrió de forma agresiva, con las características arrugas en la nariz de un lobo cuando muestra los colmillos. -Ni será la última. -Dió un bocado al aire, sacando de una sentada los dos dedos.

Se los miró, y luego la miró a ella. Los lamió con la lascivia y la lujuria que bañaba cada uno de los palmos de aquellas sabanas que pronto estarían hechas jirones de blanco y pluma. Sonreía, relamiéndose. -Ñam ñam.. mal del todo no sabes. -Dijo con tono agresivo, desafiante. Era obvio que a Bones le había encantado el sabor de la chica, pero quería retarla, desafiarla, provocarla tanto como ella hacía para con él. Sin dejar de mirarla la despojó en pocos instantes de la poca ropa que a ella le quedara, posando las piernas de la joven sobre sus hombros y levantándose para llevarla en peso totalmente hacia una de las paredes. Al llegar a la pared la lanzó contra esta, fuerte, sin miramiento, sin apice de "piedad". Pues eso era para los débiles. La espalda de la Cambiante chocó violentamente contra la pared, pero Will no dejó que ésta cayera si no que ella seguía con las piernas cogidas en brazos y en peso por el enorme lobo, quien la musculatura le habia comenzado a cambiar, a crecer.. a alterar. Casí se podía apreciar el sonido de los latidos que no provenían de su corazon ardiente, si no de su cuerpo enteramente.

Las orejas le habían crecido un poco tornándose ahora en algo de pico. Su cara parecía ahora con más rasgos lobunos que antes y sus ojos ya eran completamente amarillos. No gemía.. ya no. Ahora gruñía, rugía. Si alguien pasaba por allí cerca escucharía algo gutural, como si fuera un enorme animal con su presa. Sin pensárselo metió su cabeza y su boca en las más intimas partes de su Hembra, de aquella cambiante que había llegado a su vida arramplando con todo. Ahora era él quien arramplaba con lo de ella. Las lamidas eran secas, agresivas, muy largas. Casi pareciera que en cualquier momento iba a morder aquellos mojados y suaves labios de tan bajas intimidades. Sus ojos desafiantes se alzaban para buscar la perdida mirada de Yendra en gesto de reto y de placer.

Una vez huvo cansádose de deborar y aceptar cada ápice, cada gota de aquellos líquidos que ahora mismo le daban la vida, de los fluidos de su agresiva hembra. Se volvió nuevamente contra la cama, tirándola directamente a ésta. Juraría que se escuchó como la estructura del catre se partió, se rajó en dos. Cuando el se montó en la cama y se puso sobre la hembra la cama cedió hacia el suelo. Lejos de importarle, él lamía furiosamente la cara de la pantera a la misma vez que su pilar de dura carne entraba hasta el final. -Ahora comienza el juego.. ¿Gemiras? ¿Gritarás? ¿Exclamarás por tu ayuda? ¿Pedirás que pare acaso? Buena pantera.. sumisa y esclava. Ahora mismo eres mía, y yo soy quien tirará de las cadenas. -Aquella ya dejó de ser su voz normal. Era la del lobo interior. Sacó los dientes y mordió el cuello suave de la hembra con la suficiente fuerza para que la sangre fluyera pero que a su vez, no fuera una herida grave, lógicamente. Simplemente.. para demostrar quien era el macho.


Y quien la hembra.

-Claro que no será la última... Siempre que tengas claro quien es tu macho dominante.. puedes yacer con quien te apetezca.. como.. donde.. cuando.. y cuanto te apetezca. -Decía Will, mordiendo el labio de su Cambiante hembra. -Y si es con una mujer... espero estar en primera fila para observaros.. o para escuchar como me cuentas la experiencia.. a la vez que haces ese trabajo manual que tan bien... -Sonríe de medio lado, dándole una más que contundente embestida, dura y seca. -Se te da. -Los colmillos sacados del Licántropo hacían los honores de morder donde ya hubo mordido con anterioridad, lamiendo la sangre para luego llevarla a la boca de su amante, degustándola de ese modo en algo compartido, en algo de pareja.. Que para algo lo son. ¿Verdad?.

La cama no daba mas de sí, partida por la mitad y con las astillas volando por todos los lugares de la habitación, William escuchaba como le llamaba perro. Lejos de molestarse, lejos de cortarle el rollo y por supuesto.. lejos de enfadarse, aquello le puso muchísimo mas. Tal fue la forma en la que la calentura llegó al extremo, que sus músculos volvieron a crecer junto a sus reflejos y agresividad. La melena le creció aún mas, y el pelo le crecía tambien en la espalda. -Pronto tu misma serás la que digas.. "Soy tu exclava, mi perro. Fóllame, fóllame". -Ahora su voz era poco mas que gutural, grave, casi distorsionada como si fuera una criatura bestial y grotesca. Sacó su pilar de carne de considerable tamaño del cuerpo de Yendra, únicamente para agarrarla por el cuello con las garras negras sacadas y en un furioso gruñido levantarla en peso por el cuello y estamparla con considerable fuerza en la pared, ésta parecía ceder un poco y algunas grietas aparecían en el papel usado para la decoración de ésta.

William sonreía de forma que todos sus dientes de veían. Sin soltarla por el cuello, agarra con su otra mano una de las generosas y poderosas piernas de Yendra para comenzar una nueva acometida sexual, mas fuerte que la anterior, pero esta vez, contra la pared. Se escuchaban los golpes, los gruñidos y quizá los gritos de la mujer. Aprovechaba para acercar su boca que ahora parecía mas un intento de hocico de lobo a aquellos grandes pechos femeninos que colgaban como dos estacas en el cuerpo de la Hembra. Lamiendo con efusividad los pezones que los adornaban y desgarrando el muslo de Yendra. Sonreía una vez mas.

Los colmillos de aquella extraña forma de Glabro que constituía ahora el fisico de William salivaban sin cesar en aquella suerte de acometidas hirientes contra la cintura de la cambiante a su merced completa e imparcialmente. Le había llamado amo, cosa que por supuesto, le encantaba, lo que provocaba que la agarrase aún más del cuello impidiendo que el aire llegase correctamente. Pero era parte del juego. Era parte de la dominación. Era parte de aquella exclava del placer que ante su amo lobo estaba. Entre gruñidos sobrenaturales y aullidos interminables, gritaba, entre salivajos que no podía evitar por la constante regada de adrenalina a su cuerpo que le despertaba más y más. Ya apenas parecían frases lo que soltaba, si no... Ladridos. -¡Awwwrr, claro que eres mi exclava! Grrrrffff... ¡Mucho-wwwr ladrar y poco demo-wwwrr-strar! ¡Vamos gata, no maulles-rffff, ládrame como una perra! Rrrrfff.. -Decía como podía en aquél aquelarre de hormonas que disparaban de un lado a otro por el enorme cuerpo musculado del hombre que ya no era hombre, si no bestia.

Ya no había cama. En su lugar los tablones astillados, las plumas despendoladas y la cama ajironada era lo que ocupaba el lugar de la que fuese hermosa antes. No era su habitación, ni la de la cambiante. Ni siquiera habían pagado por ella, pese a que William, por purísimo morbo, encantado le pagaría a la Cambiante Yendra, solo por satisfacer el juego de roles que estaban llevando a cabo. Ya.. entendéis. Probablemente toda la taberna al completo estuviese escuchando aquellos alaridos que mas que una noche desenfrenada de puro sexo y  lujuria, parecía una jauría de asesinatos viscerales, sangre incluida. Pese a que los manchurrones de sangre adornaban incluso la pared por los zarpazos, arañazos y mordiscos, ninguno parecía ceder el puesto y mucho menos... Tener dolor por ello. Las orejas de William crecieron bastante más si cabía, orejas peludas y de pico. ¿Ella le decía que siguiera? Como buen perro de caza, el lo haría sin dudamen. -Abbrre la boca de una-wwwrrrfff vez y demuestra por que el-wwwrrrf corazón de la bestia has-rrrffff conquistado. Arrrrffff... -Decía lanzando mordidas al aire, fuertes, ya que el sonido de sus dientes chocar entre sí se escuchaba en cada acometida de aquello. Su lengua, lejos de ser gruesa como en su forma humana, ahora era más flácida y larga, fina, pero a su vez, tenía mayor temperatura. La metía en la boca de Yendra.

Mientras las salvajes embestidas le hacían parecer mas un Toro que un Perro, seguían constantemente, su sudor tambían se hacía más que presente. Pronto alcancaría el momento cumbre de su lujuria. De su placer. Sus ojos, que ya no tenían blanco, si no que el Iris se había apoderado de toda la cuenca, eran de un dorado tan intenso que podrían ser el mismísimo sol. -Rrrrfff... ¿D-d-d...? -Apenas podía emplear palabras, dada a su metamorfosis. -D... Dond-don... -Seguía intentándolo, tratando de no aullar, mientras las acometidas en los labios vaginales de Yendra, eran mas brutales que las anteriores veces. Mucho mas. -Dond-donde... rrrrrfff... Rffff Q-quieres... gatarffff....- Se refería, sin lugar a dudas, donde le gustaría a su Cambiante, recibir el premio lascivo de la noche. Él tenía su sitio predilecto, favorito.. y que mas morbo le daba, pero por supuesto, no estaba de más.. preguntar a la chica.. por si lo quería en otro lugar. Y por supuesto...






Por puro placer de escuchar como.. Se lo pide. William Bones no era estúpido ni tonto.
Eso estaba claro.

William Bones seguía con la acometida taurina gimiendo de placer y dolor por ambas partes iguales. La empujaba, le desgarraba la cintura y por supuesto, no perdía visión de aquellos pechos que botaban de un lado a otro volviéndose completamente locos. Los agarró, a los dos. Hundiendo su cabeza de animal entre ellos para saborearlos. Lamer el canalillo, el valle, repetidas veces apretando ambos pechos contra su propia cara para sentir la extrema suavidad de aquella piel, para sentir el morbo enterrándole. El pelo de la espalda seguía creciendo a la vez que su cuerpo semi-mutaba sin poderlo evitar, entre gemidos que a veces eran ladridos al completo.

La follada que estaba dándole William a su Pantera era cada vez mas brutal, más rapida si cabe que antes, haciendo que la zona de Yendra quedase rojiza y totalmente expuesta a los sonidos del chapoteo constante a causa de la venida de ella y la que pronto sufrirá él. Las lámparas que colgaban del techo se balanceaban, se mecían con la fuerza de los destinos allí entrelazados, como si de un momento a otro fueran a descolgarse y romperse en el acto al entrar en el suelo. Los ojos del licano miraban los labios de Yendra, como le pedía donde quería exactamente su regalo.. Eso, es algo que siempre da morbo a un hombre y él no iba a ser menos. Sonrió con aquella rista de colmillos por boca, sacando al enorme leviatan de las profundidades de la mujer, posándolo sobre los enormes pechos y la cantidad de carne que allí habia. Acomodó en el valle a la serpiente mientras con ambas manos apretó los senos contra su trozo de carne para comenzar una lujuriosa masturbación a milimetros de la garganta de la gata, usando sus pechos. Usándola a ella.

Los ojos de William ahora eran inquisidores. Malévolos. Agresivos. Una mirada fija mientras las embestidas se habían traspasado al busto de Yendra a la vez que con los pulgares, aprovechaba para hacer intensas caricias en circulo en la punta de sus pezones. -Juguemos-rrrrff.. a algo, gata. Tócate. Massss-rrrrfff-túbate mientras te las follo. Metelos-rrrrfff... bien hondos.. mientras me pides a gritos que me corra-arrrfffff...... sobre tus tetas... que todos nos escuchen.. y te correras-rrrrrfffff... mientras yo lo hago... -Estaba seguro de si mismo. De que ella se volvería a venir, por el morbo de decirle aquello, sentir lo que le hacia a la vez que ella misma se masturbaba. Un lobo lascivo, un lobo lujurioso. Un lobo. SU lobo. Sonreía, mientras seguía aquella masturbación con sus pechos, mientras observaba a lo lejos los negros ropajes circenses de ella. Algún día.. se correrá sobre ellos y la hará lamer. Si.. eso es una gran idea. Pensó. Sonriendo.