AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Moonlight Shadow ~ Privado
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Moonlight Shadow ~ Privado
Recuerdo del primer mensaje :
La noche ya había caído sobre la ciudad de París cuando me dispuse a retornar a casa, seguramente la señora Haruka ya tendría preparada la cena y estaría esperando a que yo regresara a casa. Quizás hasta me daba un pequeño sermón porque según ella ninguna mujer debería de andar solas de noche por las calles de la ciudad, aunque en todo el tiempo que llevaba allí jamás me había pasado nada, ni jamás había visto percance alguno. Que los había estaba convencida, pero a mí no me había pasado nada. Además, ¿creía que no sabía defenderme? Mí padre me había enseñado las artes marciales por lo que me defendería bloqueando a mí atacante, así como noquearlo más tarde. También sabía utilizar todo tipo de armas, por lo que no era cualquier damisela indefensa y en apuros como ella se pensaba.
Todos los días entrenaba en el jardín trasero de la casa un par de horas, era una costumbre que había adquirido con el paso del tiempo y que mí llegada a París no había cambiado. Era algo que hasta incluso me relajaba, si pasaba un día sin entrenar me sentía rara y al final siempre acababa por tener la sesión de entrenamiento. No quería oxidarme y sabía que cuando volviera a Japón, si mí padre veía que me había descuidado cuando le había pedido fervientemente que me entrenara… sería una doble vergüenza para mí. Él me había entrenado a regañadientes porque una mujer no debía de saber esas cosas, pero comprendía que podía ser beneficioso para mí y al final acabó aceptando.
Lancé un suspiro al pensar en mí tierra y en mí familia, los echaba de menos, hacía un año que no los veía aunque sí que recibía cartas de ellos de vez en cuando. Sabía que mí padre podría estar planeando un matrimonio concertado, no me habían dicho nada, pero ya tenía edad para estar casada y dudaba que mí padre no cumpliera y honrara con las tradiciones. Yo me sentía bien en París, demasiado liberada de las presiones y las costumbres sociales de allí, París era mucho más libre y permitía hacer muchas cosas que allí jamás habría podido hacer. No tenía pensado regresar por el momento, aunque sabía que mí padre de un momento a otro me pediría que volviera, y sabía cuales iban a ser sus intenciones.
Poco quedaba ya para llegar a casa de haber pasado la tarde fuera, cada vez me sentía más alguien de aquella ciudad y eso me gustaba, había logrado integrarme bien pese a la complicación al principio del idioma. Por suerte encontré a alguien que me enseñó y que se había convertido en uno de mis mejores amigos. Tenía ganas de llegar a casa, darme un baño relajante y cenar tranquilamente para luego coger uno de los libros que tenía pendiente y quedarme leyendo hasta que el sueño me venciera. A unos cuantos pasos de mí pude ver la figura de un hombre que estaba apoyado contra la pared de la calle, parecía que estuviera borracho porque le costaba mantenerse en pie y negué con la cabeza… hombres que no sabían hasta cuando decir basta.
Iba a pasar de largo cuando vi que el hombre seguía andando hacia la dirección en la que yo también iba, dando algunos tumbos porque no podía mantenerse bien en pie. Tenía una mano apoyada contra la pared como si necesitara de apoyarse en ella, avanzó un par de pasos y… cayó de bruces contra el suelo. Conforme me iba acercando me di cuenta que, en la pared, había un rastro de algo que parecía… ¿sangre? Mis ojos se abrieron con sorpresa y me apresuré a acercarme al hombre que seguía tumbado en el suelo. ¿Estaba herido?
-Señor –lo llamé para ver si respondía pero sus ojos seguían cerrados- ¡Señor! –lo moví para ver si tenía alguna reacción pero nada… seguía igual. Le di la vuelta como pude y… pude ver que tenía varias heridas. Tenía cortes por su torso, algunos profundos de los que manaba sangre, y una gran herida que tenía en uno de sus hombros, quizás de ahí había manchado la pared mientras andaba- Oh Kami* -murmuré viendo el estado del hombre, el sudor perlaba su cuerpo y tenía su rostro completamente empapado, el olor a la sangre era tan fuerte que tuve que por un par de segundos llevar mí mano a mí boca… no había visto jamás tanta sangre. Llevé mis dedos a su cuello y comprobé que tenía pulso, pero que este era muy débil. Debía de llevármelo de allí, si se quedaba ahí moriría por las heridas que tenía en su cuerpo. Intenté levantarlo pero fue tarea imposible, era mucho más pesado que yo y apenas pude levantar su torso- ¡Shimatta!* -murmuré viendo qué podía hacer para ayudarlo, mí casa no quedaba muy lejos pero yo sola no podía llevarlo. Por suerte para mí apareció un grupo de jóvenes que iban hablando de forma distraída por la otra parte de la calle, les grité para que se acercaran y les pedí que me ayudaran. Ellos se miraron algo confundidos al principio, pero les dije que era alguien importante para mí y que vivía cerca. Se extrañaron por los cortes que llevaba y la sangre que manaba de las heridas, pero al ver mí insistencia lo levantaron entre los tres que eran y me ayudaron a llevarlo hasta la entrada de mí casa. Me adelanté mientras ellos lo sostenían en la entrada todavía inconsciente- ¡Señora Haruka! ¡Señora Haruka! –grité mientras ella salía a ver qué era lo que pasaba- Prepara una de las habitaciones y lleva vendas, gasas y demás –miró hacia la puerta y soltó una exclamación pero no hizo preguntas, llamó a su marido y entre los dos pudimos coger a aquel hombre y llevarlo dentro.
Les de la gracias a los jóvenes que me habían ayudado y se quedaron mirando en la dirección de la entrada durante unos segundos, seguramente preguntándose miles de cosas. Al entrar Haruka había preparado ya una de las habitaciones de invitados y llevado lo que teníamos a nuestra disposición para curarlo. Había visto muchos cortes en mí vida, mí padre los había hecho a mis hermanos en sus entrenamiento y tenía experiencia curando heridas… pero no como aquellas. Retiramos su camisa empapada de sangre y limpiamos las heridas para luego cerrarlas, la más grave era la del hombro y por la que más sangre emanaba. La limpiamos como era debido y mientras Haruka preparaba un ungüento con hierbas medicinales que solíamos utilizar para las curas, ayudaría a que no se le infectara. Después pusimos una venda para que hiciera efecto y vendamos también su torso para no correr riesgos. Mis ropas estaban manchadas de sangre y subí para darme un baño y cambiarme de ropa, al bajar cené algo de lo que había preparado y entré de nuevo en la habitación para ver cómo iba. La fiebre había remitido algo y parecía que estaba mejor, me pregunté quién sería, y qué le habría pasado para estar en esas condiciones.
*Kami: Dios
*Shimatta: Maldición
La noche ya había caído sobre la ciudad de París cuando me dispuse a retornar a casa, seguramente la señora Haruka ya tendría preparada la cena y estaría esperando a que yo regresara a casa. Quizás hasta me daba un pequeño sermón porque según ella ninguna mujer debería de andar solas de noche por las calles de la ciudad, aunque en todo el tiempo que llevaba allí jamás me había pasado nada, ni jamás había visto percance alguno. Que los había estaba convencida, pero a mí no me había pasado nada. Además, ¿creía que no sabía defenderme? Mí padre me había enseñado las artes marciales por lo que me defendería bloqueando a mí atacante, así como noquearlo más tarde. También sabía utilizar todo tipo de armas, por lo que no era cualquier damisela indefensa y en apuros como ella se pensaba.
Todos los días entrenaba en el jardín trasero de la casa un par de horas, era una costumbre que había adquirido con el paso del tiempo y que mí llegada a París no había cambiado. Era algo que hasta incluso me relajaba, si pasaba un día sin entrenar me sentía rara y al final siempre acababa por tener la sesión de entrenamiento. No quería oxidarme y sabía que cuando volviera a Japón, si mí padre veía que me había descuidado cuando le había pedido fervientemente que me entrenara… sería una doble vergüenza para mí. Él me había entrenado a regañadientes porque una mujer no debía de saber esas cosas, pero comprendía que podía ser beneficioso para mí y al final acabó aceptando.
Lancé un suspiro al pensar en mí tierra y en mí familia, los echaba de menos, hacía un año que no los veía aunque sí que recibía cartas de ellos de vez en cuando. Sabía que mí padre podría estar planeando un matrimonio concertado, no me habían dicho nada, pero ya tenía edad para estar casada y dudaba que mí padre no cumpliera y honrara con las tradiciones. Yo me sentía bien en París, demasiado liberada de las presiones y las costumbres sociales de allí, París era mucho más libre y permitía hacer muchas cosas que allí jamás habría podido hacer. No tenía pensado regresar por el momento, aunque sabía que mí padre de un momento a otro me pediría que volviera, y sabía cuales iban a ser sus intenciones.
Poco quedaba ya para llegar a casa de haber pasado la tarde fuera, cada vez me sentía más alguien de aquella ciudad y eso me gustaba, había logrado integrarme bien pese a la complicación al principio del idioma. Por suerte encontré a alguien que me enseñó y que se había convertido en uno de mis mejores amigos. Tenía ganas de llegar a casa, darme un baño relajante y cenar tranquilamente para luego coger uno de los libros que tenía pendiente y quedarme leyendo hasta que el sueño me venciera. A unos cuantos pasos de mí pude ver la figura de un hombre que estaba apoyado contra la pared de la calle, parecía que estuviera borracho porque le costaba mantenerse en pie y negué con la cabeza… hombres que no sabían hasta cuando decir basta.
Iba a pasar de largo cuando vi que el hombre seguía andando hacia la dirección en la que yo también iba, dando algunos tumbos porque no podía mantenerse bien en pie. Tenía una mano apoyada contra la pared como si necesitara de apoyarse en ella, avanzó un par de pasos y… cayó de bruces contra el suelo. Conforme me iba acercando me di cuenta que, en la pared, había un rastro de algo que parecía… ¿sangre? Mis ojos se abrieron con sorpresa y me apresuré a acercarme al hombre que seguía tumbado en el suelo. ¿Estaba herido?
-Señor –lo llamé para ver si respondía pero sus ojos seguían cerrados- ¡Señor! –lo moví para ver si tenía alguna reacción pero nada… seguía igual. Le di la vuelta como pude y… pude ver que tenía varias heridas. Tenía cortes por su torso, algunos profundos de los que manaba sangre, y una gran herida que tenía en uno de sus hombros, quizás de ahí había manchado la pared mientras andaba- Oh Kami* -murmuré viendo el estado del hombre, el sudor perlaba su cuerpo y tenía su rostro completamente empapado, el olor a la sangre era tan fuerte que tuve que por un par de segundos llevar mí mano a mí boca… no había visto jamás tanta sangre. Llevé mis dedos a su cuello y comprobé que tenía pulso, pero que este era muy débil. Debía de llevármelo de allí, si se quedaba ahí moriría por las heridas que tenía en su cuerpo. Intenté levantarlo pero fue tarea imposible, era mucho más pesado que yo y apenas pude levantar su torso- ¡Shimatta!* -murmuré viendo qué podía hacer para ayudarlo, mí casa no quedaba muy lejos pero yo sola no podía llevarlo. Por suerte para mí apareció un grupo de jóvenes que iban hablando de forma distraída por la otra parte de la calle, les grité para que se acercaran y les pedí que me ayudaran. Ellos se miraron algo confundidos al principio, pero les dije que era alguien importante para mí y que vivía cerca. Se extrañaron por los cortes que llevaba y la sangre que manaba de las heridas, pero al ver mí insistencia lo levantaron entre los tres que eran y me ayudaron a llevarlo hasta la entrada de mí casa. Me adelanté mientras ellos lo sostenían en la entrada todavía inconsciente- ¡Señora Haruka! ¡Señora Haruka! –grité mientras ella salía a ver qué era lo que pasaba- Prepara una de las habitaciones y lleva vendas, gasas y demás –miró hacia la puerta y soltó una exclamación pero no hizo preguntas, llamó a su marido y entre los dos pudimos coger a aquel hombre y llevarlo dentro.
Les de la gracias a los jóvenes que me habían ayudado y se quedaron mirando en la dirección de la entrada durante unos segundos, seguramente preguntándose miles de cosas. Al entrar Haruka había preparado ya una de las habitaciones de invitados y llevado lo que teníamos a nuestra disposición para curarlo. Había visto muchos cortes en mí vida, mí padre los había hecho a mis hermanos en sus entrenamiento y tenía experiencia curando heridas… pero no como aquellas. Retiramos su camisa empapada de sangre y limpiamos las heridas para luego cerrarlas, la más grave era la del hombro y por la que más sangre emanaba. La limpiamos como era debido y mientras Haruka preparaba un ungüento con hierbas medicinales que solíamos utilizar para las curas, ayudaría a que no se le infectara. Después pusimos una venda para que hiciera efecto y vendamos también su torso para no correr riesgos. Mis ropas estaban manchadas de sangre y subí para darme un baño y cambiarme de ropa, al bajar cené algo de lo que había preparado y entré de nuevo en la habitación para ver cómo iba. La fiebre había remitido algo y parecía que estaba mejor, me pregunté quién sería, y qué le habría pasado para estar en esas condiciones.
*Kami: Dios
*Shimatta: Maldición
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2015
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
El lugar al que me había traído era… perfecto, tendría que grabarme donde se encontraba exactamente para poder acudir más veces, la mayoría del tiempo echaba de menos un lugar como aquel donde estar totalmente tranquila, allí en Japón teníamos muchos parques y zonas totalmente llenas de árboles, flores, césped… jardines preciosos con pagodas pequeñas en mitad de un lago… París tenía también sus lugares, pero a veces no podía evitar echar en falta algo más de naturaleza en aquella ciudad, nosotros nos sentíamos más ligado a ella y por ello era que quizás necesitaba un sitio como aquel. Era perfecto, casi como sacado de un libro perfecto para aquella ocasión.
Lavé mis manos en el lago que había notando lo fría que estaba el agua y volví para ver que había puesto todas las cosas sobre la mesa, sacando también dos copas y la botella de vino que ya estaban servidas con este. Me senté en uno de los lados notando su mirada fija en mí, al tiempo que cogía un trozo de queso y llevaba a mí boca tras sus palabras que me agradecían haberlo salvado. La verdad es que había sido un poco temeraria al hacerlo puesto que no sabía nada de él, pero era algo arraigado en nuestra cultura y no había podido evitar hacerlo, era consciente de que si no hubiera sido por mí ayuda quizás ahora mismo no estaría con vida, así que era normal que lo agradeciera aunque para mí no hiciera falta, prefería una conciencia tranquila a y no una que me carcomiera por saber qué podría haber hecho algo, y no lo hice.
-Veo que estás convencido de que quieres agradecerlo, así que te dejaré solamente por concederte el gusto –dije aunque en mí tono se podía notar perfectamente el matiz de broma que había, no se lo estaba diciendo en serio. Su mano tiró con delicadeza de mí acercándome más a su cuerpo, había notado que tenía la tendencia de hacerlo aún cuando estaba más que claro que a mí eso me producía un rubor en las mejillas al no estar acostumbrada, algo que sin duda él sabía porque se lo había dicho- La intuición puede ser la que te guíe a esos recuerdos perdidos, puede ser síntoma de que tus recuerdos están volviendo poco a poco y eso es buena señal, quizás en unos días los hayas recuperado por completo y puedas decirme quién eres de verdad –bebí de la copa notando sus dedos ahora ascender por mí brazo, no estaba acostumbrada a ese tipo de roces, de caricias como otras mujeres más libertinas de la sociedad, en ese aspecto era bastante recatada fruto sin duda de la forma de ser de la sociedad nipona. Mis ojos lo miraron dándole a entender, sin necesidad de palabras, que no estaba del todo cómoda con aquello. ¿Tímida? Sí, era bastante tímida como él había dicho… solo había que ver el rubor en mis mejillas y que no me había movido desde el momento en que sus dedos se pasearon por mí brazo. Su pregunta me hizo agrandar los ojos, sorprendida por aquello, y que el rubor se intensificara. Qué pregunta tan personal y privada acababa de hacerme… claro que era lógico que él pensara que nadie me había besado, pero en ese aspecto se equivocaba: sí me habían besado, y habían hecho algo más que besarme. Quizás estuviera convencido de que todavía era virgen, ¿cómo no pensarlo cuando me ponía así por un simple roce de sus dedos en mí brazo? Mí mente se perdió ante esa pregunta en la persona, el único hombre, con el que había estado. Mí mejor amigo, aquel al que hacía tiempo que no veía porque había tomado un rumbo de su vida que no me gustaba, pero que debía de respetar. ¿Qué sería de Éferon ahora?- La verdad… sí he estado con un hombre –mis ojos lo miraron, solamente para ver la sorpresa que quizás surcaran estos ante mí confesión- pero a pesar de ello, sigo sin acostumbrarme a estar frente a la cercanía de un hombre. Voy a ser tímida toda mi vida –porque así lo pensaba. Decía que perdonara su descaro y que no podía entender cómo no me habían besado… si él supiera, que casi tuve que rogar por un beso de la persona que más me gustaba, y que él aun siendo un casanova ni se había percatado de mis sentimientos…
La luna en ese momento iluminó el lugar donde nos encontrábamos bañándonos con su nacarado resplandor, ese haz de luz de plata de la luna brillante que hacía que todo se viera sin necesidad de nada más y fue donde todo comenzó. Pasó tan rápido que apenas me dio tiempo a analizarlo de forma sensata y coherente. Él cayó al suelo gritando por un dolor que repentino le recorría el cuerpo, ¿las heridas? Fue lo que llegué a pensar pero estaba bien por la mañana, me acerqué a su lado mientras él se retorcía y gritaba, gruñía por el dolor. Su mano se extendió pidiendo una ayuda muda y lo llamé intentando ver qué le pasaba, cogí su mano pero esta ardía por el contacto y la tuve que soltar extrañada por todo aquello. Podía oír como sus huesos se rompían, como si se estuvieran moviendo, de repente su cuerpo empezó a llenarse de pelo por todos lados y me alejé asustada sin poder apartar la mirada de él.
Poco a poco su cuerpo fue cambiando, sus manos cambiaron en zarpas, sus piernas se convirtieron en patas, sus orejas se volvieron puntiagudas, su rostro cambió por completo al de… un lobo. Un lobo negro, enorme, que ahora había centrado su atención en mí mientras yo, presa del miedo, del pánico y de la estupefacción me había quedado paralizada sin poder moverme… pero aquello, él, el lobo o lo que fuera se acercaba a mí con sus ojos fijos en mí, sus fauces gruñeron mostrando sus afilados colmillos y contuve el aire durante unos segundos. “Reacciona” fue lo que mí mente comenzó a decirme, “Muévete, Asura” quería moverme pero no podía, era imposible, parecía que estuviera anclada en el suelo observando sin comprender cómo el hombre que había estado ante mí ahora era una bestia convertida en un lobo, observándome como si fuera su presa y estuviera a punto de comerme o de matarme… quizás ambas fueran válidas.
“Reacciona” Sentía el aliento contra mí rostro y yo no podía dejar de temblar presa del pánico, sabiendo que quizás de aquella noche no pasaría porque no parecía que fuera consciente de lo que hacía, o que me reconociera. “Levántate y corre, vamos” ¿qué corriera? ¡Era un lobo! Me pillaría enseguida y no tendría opción de escaparme y tomar ventaja alguna… pero debía de hacer algo. Seguía siendo el mismo hombre, ¿no? ¿Qué narices había pasado? ¡No existían los hombres lobo! “La prueba la tienes delante” aunque me negaba a creerlo… no podía ser, y sin embargo, allí estaba.
-¿Agarwaen? –Pregunté con voz trémula y cargada de miedo, pero solo obtuve un gruñido y la vista de sus colmillos en una clara amenaza. No sé lo que cogí con mí mano que estaba sobre el mantel, creo que fue un cuchillo por la forma, y aunque no quería hacerle daño en un movimiento rápido lo clavé sobre su hombro, algo que lo hizo gruñir y alejarse. Momento que aproveché para levantarme y montar rauda sobre el caballo, al que no tardé en espolear para que saliera de allí, y así comenzamos a alejarnos saliendo de aquel lugar. Podía oír los gruñidos tras mi espalda y supe que nos estaba siguiendo, en una de ellas giré mí vista hacia atrás para ver si estaba cerca como creía no dándome cuenta de que una rama de los árboles estaba más baja, y mi cabeza chocó contra esta haciendo que cayera del caballo, y que me quedara tumbada en el suelo con un fuerte golpe que, durante unos segundos, me dejó sin poder moverme.
Lavé mis manos en el lago que había notando lo fría que estaba el agua y volví para ver que había puesto todas las cosas sobre la mesa, sacando también dos copas y la botella de vino que ya estaban servidas con este. Me senté en uno de los lados notando su mirada fija en mí, al tiempo que cogía un trozo de queso y llevaba a mí boca tras sus palabras que me agradecían haberlo salvado. La verdad es que había sido un poco temeraria al hacerlo puesto que no sabía nada de él, pero era algo arraigado en nuestra cultura y no había podido evitar hacerlo, era consciente de que si no hubiera sido por mí ayuda quizás ahora mismo no estaría con vida, así que era normal que lo agradeciera aunque para mí no hiciera falta, prefería una conciencia tranquila a y no una que me carcomiera por saber qué podría haber hecho algo, y no lo hice.
-Veo que estás convencido de que quieres agradecerlo, así que te dejaré solamente por concederte el gusto –dije aunque en mí tono se podía notar perfectamente el matiz de broma que había, no se lo estaba diciendo en serio. Su mano tiró con delicadeza de mí acercándome más a su cuerpo, había notado que tenía la tendencia de hacerlo aún cuando estaba más que claro que a mí eso me producía un rubor en las mejillas al no estar acostumbrada, algo que sin duda él sabía porque se lo había dicho- La intuición puede ser la que te guíe a esos recuerdos perdidos, puede ser síntoma de que tus recuerdos están volviendo poco a poco y eso es buena señal, quizás en unos días los hayas recuperado por completo y puedas decirme quién eres de verdad –bebí de la copa notando sus dedos ahora ascender por mí brazo, no estaba acostumbrada a ese tipo de roces, de caricias como otras mujeres más libertinas de la sociedad, en ese aspecto era bastante recatada fruto sin duda de la forma de ser de la sociedad nipona. Mis ojos lo miraron dándole a entender, sin necesidad de palabras, que no estaba del todo cómoda con aquello. ¿Tímida? Sí, era bastante tímida como él había dicho… solo había que ver el rubor en mis mejillas y que no me había movido desde el momento en que sus dedos se pasearon por mí brazo. Su pregunta me hizo agrandar los ojos, sorprendida por aquello, y que el rubor se intensificara. Qué pregunta tan personal y privada acababa de hacerme… claro que era lógico que él pensara que nadie me había besado, pero en ese aspecto se equivocaba: sí me habían besado, y habían hecho algo más que besarme. Quizás estuviera convencido de que todavía era virgen, ¿cómo no pensarlo cuando me ponía así por un simple roce de sus dedos en mí brazo? Mí mente se perdió ante esa pregunta en la persona, el único hombre, con el que había estado. Mí mejor amigo, aquel al que hacía tiempo que no veía porque había tomado un rumbo de su vida que no me gustaba, pero que debía de respetar. ¿Qué sería de Éferon ahora?- La verdad… sí he estado con un hombre –mis ojos lo miraron, solamente para ver la sorpresa que quizás surcaran estos ante mí confesión- pero a pesar de ello, sigo sin acostumbrarme a estar frente a la cercanía de un hombre. Voy a ser tímida toda mi vida –porque así lo pensaba. Decía que perdonara su descaro y que no podía entender cómo no me habían besado… si él supiera, que casi tuve que rogar por un beso de la persona que más me gustaba, y que él aun siendo un casanova ni se había percatado de mis sentimientos…
La luna en ese momento iluminó el lugar donde nos encontrábamos bañándonos con su nacarado resplandor, ese haz de luz de plata de la luna brillante que hacía que todo se viera sin necesidad de nada más y fue donde todo comenzó. Pasó tan rápido que apenas me dio tiempo a analizarlo de forma sensata y coherente. Él cayó al suelo gritando por un dolor que repentino le recorría el cuerpo, ¿las heridas? Fue lo que llegué a pensar pero estaba bien por la mañana, me acerqué a su lado mientras él se retorcía y gritaba, gruñía por el dolor. Su mano se extendió pidiendo una ayuda muda y lo llamé intentando ver qué le pasaba, cogí su mano pero esta ardía por el contacto y la tuve que soltar extrañada por todo aquello. Podía oír como sus huesos se rompían, como si se estuvieran moviendo, de repente su cuerpo empezó a llenarse de pelo por todos lados y me alejé asustada sin poder apartar la mirada de él.
Poco a poco su cuerpo fue cambiando, sus manos cambiaron en zarpas, sus piernas se convirtieron en patas, sus orejas se volvieron puntiagudas, su rostro cambió por completo al de… un lobo. Un lobo negro, enorme, que ahora había centrado su atención en mí mientras yo, presa del miedo, del pánico y de la estupefacción me había quedado paralizada sin poder moverme… pero aquello, él, el lobo o lo que fuera se acercaba a mí con sus ojos fijos en mí, sus fauces gruñeron mostrando sus afilados colmillos y contuve el aire durante unos segundos. “Reacciona” fue lo que mí mente comenzó a decirme, “Muévete, Asura” quería moverme pero no podía, era imposible, parecía que estuviera anclada en el suelo observando sin comprender cómo el hombre que había estado ante mí ahora era una bestia convertida en un lobo, observándome como si fuera su presa y estuviera a punto de comerme o de matarme… quizás ambas fueran válidas.
“Reacciona” Sentía el aliento contra mí rostro y yo no podía dejar de temblar presa del pánico, sabiendo que quizás de aquella noche no pasaría porque no parecía que fuera consciente de lo que hacía, o que me reconociera. “Levántate y corre, vamos” ¿qué corriera? ¡Era un lobo! Me pillaría enseguida y no tendría opción de escaparme y tomar ventaja alguna… pero debía de hacer algo. Seguía siendo el mismo hombre, ¿no? ¿Qué narices había pasado? ¡No existían los hombres lobo! “La prueba la tienes delante” aunque me negaba a creerlo… no podía ser, y sin embargo, allí estaba.
-¿Agarwaen? –Pregunté con voz trémula y cargada de miedo, pero solo obtuve un gruñido y la vista de sus colmillos en una clara amenaza. No sé lo que cogí con mí mano que estaba sobre el mantel, creo que fue un cuchillo por la forma, y aunque no quería hacerle daño en un movimiento rápido lo clavé sobre su hombro, algo que lo hizo gruñir y alejarse. Momento que aproveché para levantarme y montar rauda sobre el caballo, al que no tardé en espolear para que saliera de allí, y así comenzamos a alejarnos saliendo de aquel lugar. Podía oír los gruñidos tras mi espalda y supe que nos estaba siguiendo, en una de ellas giré mí vista hacia atrás para ver si estaba cerca como creía no dándome cuenta de que una rama de los árboles estaba más baja, y mi cabeza chocó contra esta haciendo que cayera del caballo, y que me quedara tumbada en el suelo con un fuerte golpe que, durante unos segundos, me dejó sin poder moverme.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
Afilado el cuchillo que se hunde en mi tupido pelo, mano que la sostiene temblorosa, puedo oler Su miedo, su desazón y a su vez, sus vanos intentos de hacerme recuperar el control
Imposible cuando madre luna me baña con su haz de plata, aulló dedicándole el fruto de mi dolor, sangre que resbala por mi pelaje azabache, ojos lobunos que la buscan mientras me rehago de la herida.
Tiempo que aprovecha para correr desesperada como una presa asustada a los lomos de su montura, animal que ve el fiero peligro que tras ella emprende una carrera salvaje por el espeso bosque que no da tregua en el ciclo de la vida donde depredador y presa se ven las caras.
Ella intenta correr mas rápido que yo para salvar su vida, mi misión ser mas rápido que la presa para sajar su cuello de un bocado.
Zigzaguea por la hierba mientras mis fuertes patas derrapan a cada cambio de dirección del caballo que galopa de un modo brusco.
Su respiración corta el viento, sus patas ahondan en la tierra, alzando el barro a mi paso.
Casi paladeo el sabor de su cuerpo, fauces que por un momento rozan sus patas traseras.
Una coz que me hace esquivar la patada apartandome a un lado, tiempo que pierdo y fauces que rabiosas muerden el viento.
De nuevo distancia entre nuestros cuerpos, ronca respiración la de ambos y la carrera prosigue en un duelo en el que solo uno de los dos terminaremos venciendo.
Una rama es la causante de que el jinete caiga de la montura, mas es tiempo suficiente para que esta quede ligeramente perdida y mi salto contra su cuello hace que saboreé el sabor férreo de la sangre mientras esta se retuerce ya sin esperanzas en el suelo.
Hundo allí mis colmillos, ultimos coletazos del caballo que muere desgarrado por mis poderosas zarpas que hundida en su estomago le sacan con facilidad las tripas.
La dama se alza mirándome espantada, mas mi alimento esta ahora en el suelo y yo lo degusto con ahincó.
Ella queda paralizada, dos lagrimas resbalan por sus mejillas tibias, puedo sentir su miedo, su desazón y como se siente de perdida en ese bosque donde solo estamos ella y yo.
Casi en mis fauces se dibuja una sonrisa, se lo que es ese temor que deja inmóviles tus piernas, que solo te hace temblar de puro dolor y ahora cae al suelo aun perturbada por la sangre que mana de su cabeza.
Hacia allí me acerco, paso a paso. Patas que se hunden en el suelo sin apartar mis ambarinos ojos de sus pardos.
La olisqueó, no tengo hambre, ella me evoca recuerdos, los de alguien que me cuido en un momento de debilidad, soy una bestia, no encuentro la paz, mas tampoco me ensaño con la mujer me limito ahora a observar sin saber bien como actuar.
No dejo que me toqué, mas tampoco la toco yo a ella, solo nos miramos de frente, como si algo entre animal y humano pudiera convertirse en historia.
Le doy vueltas, analizo cada parte de su cuerpo, menudo esta en el suelo, se que aferra una piedra, que es capaz de luchar, mas también que en ese enfrentamiento no tengo rival, mas me cautiva, y no le muerdo, solo eso, ojos ámbar que tratan de entender sus gestos.
Imposible cuando madre luna me baña con su haz de plata, aulló dedicándole el fruto de mi dolor, sangre que resbala por mi pelaje azabache, ojos lobunos que la buscan mientras me rehago de la herida.
Tiempo que aprovecha para correr desesperada como una presa asustada a los lomos de su montura, animal que ve el fiero peligro que tras ella emprende una carrera salvaje por el espeso bosque que no da tregua en el ciclo de la vida donde depredador y presa se ven las caras.
Ella intenta correr mas rápido que yo para salvar su vida, mi misión ser mas rápido que la presa para sajar su cuello de un bocado.
Zigzaguea por la hierba mientras mis fuertes patas derrapan a cada cambio de dirección del caballo que galopa de un modo brusco.
Su respiración corta el viento, sus patas ahondan en la tierra, alzando el barro a mi paso.
Casi paladeo el sabor de su cuerpo, fauces que por un momento rozan sus patas traseras.
Una coz que me hace esquivar la patada apartandome a un lado, tiempo que pierdo y fauces que rabiosas muerden el viento.
De nuevo distancia entre nuestros cuerpos, ronca respiración la de ambos y la carrera prosigue en un duelo en el que solo uno de los dos terminaremos venciendo.
Una rama es la causante de que el jinete caiga de la montura, mas es tiempo suficiente para que esta quede ligeramente perdida y mi salto contra su cuello hace que saboreé el sabor férreo de la sangre mientras esta se retuerce ya sin esperanzas en el suelo.
Hundo allí mis colmillos, ultimos coletazos del caballo que muere desgarrado por mis poderosas zarpas que hundida en su estomago le sacan con facilidad las tripas.
La dama se alza mirándome espantada, mas mi alimento esta ahora en el suelo y yo lo degusto con ahincó.
Ella queda paralizada, dos lagrimas resbalan por sus mejillas tibias, puedo sentir su miedo, su desazón y como se siente de perdida en ese bosque donde solo estamos ella y yo.
Casi en mis fauces se dibuja una sonrisa, se lo que es ese temor que deja inmóviles tus piernas, que solo te hace temblar de puro dolor y ahora cae al suelo aun perturbada por la sangre que mana de su cabeza.
Hacia allí me acerco, paso a paso. Patas que se hunden en el suelo sin apartar mis ambarinos ojos de sus pardos.
La olisqueó, no tengo hambre, ella me evoca recuerdos, los de alguien que me cuido en un momento de debilidad, soy una bestia, no encuentro la paz, mas tampoco me ensaño con la mujer me limito ahora a observar sin saber bien como actuar.
No dejo que me toqué, mas tampoco la toco yo a ella, solo nos miramos de frente, como si algo entre animal y humano pudiera convertirse en historia.
Le doy vueltas, analizo cada parte de su cuerpo, menudo esta en el suelo, se que aferra una piedra, que es capaz de luchar, mas también que en ese enfrentamiento no tengo rival, mas me cautiva, y no le muerdo, solo eso, ojos ámbar que tratan de entender sus gestos.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
Apenas fui consciente de encontrar un momento de debilidad cuando el cuchillo se hunde en la carne del animal y me deja un espacio, corto y breve, que aprovecho sin lugar a dudas para salir corriendo. Monté rauda en la montura y comencé a salir de aquel lugar intentando poner una distancia entre aquella bestia en la que el hombre que había salvado la noche anterior se había convertido. Si quisiera haberme matado lo habría hecho sin problema alguno porque, ¿qué le hubiera detenido? Absolutamente nada, podría haberlo hecho con facilidad, se habría lanzado hacia mí y pronto hubiera acabado con mí vida. Sin embargo me había dado una oportunidad para escapar y la iba a aprovechar.
El caballo corría zigzagueando entre el camino y los arbustos intentando poner una distancia entre aquel animal que ahora estaba más cerca de nosotros, en uno de esos momentos en los que nos había alcanzado casi consiguió morder una de las patas del corcel pero un cambio repentino de dirección hizo que no pudiera alcanzarle. Otro de los momentos en que también estuvo cerca casi le propinó una coz que lo obligó a apartarse y a tomar otro rumbo para intentar despistarlo. Solo se podía oír el ruido de sus patas al correr, los jadeos de ambos animales en aquella carrera mientras yo intentaba salir del bosque y meterme en la ciudad otra vez, quizás no se atreviera a llegar a cruzar esta cuando no estaba en un lugar para nada favorable para él.
En uno de mis despistes en el que quise mirar si nos seguía de cerca no me percaté de que más adelante había una rama de uno de los árboles que estaba más baja de lo normal, y mi cabeza impactó contra el lugar haciéndome una pequeña brecha en el lugar golpeado y que cayera al suelo unos segundos en los que perdí por completo la visión al impactar mí espalda contra el duro suelo, dejándome sin respiración unos segundos y en los que comencé a toser cuando volví de nuevo en mí. Podía oír los gruñidos del animal que ahora rondaba cerca así como los del caballo que ahora, sin jinete, iba perdido sin saber a donde ir.
No duró demasiado y pude ver, horrorizada ante la visión que se me presentaba, como el animal se lanzaba ahora a su cuello y lo apresaba haciendo que cayera al suelo en el que acabó con su vida ya que el caballo dejó de moverse, vi con total claridad como hundí sus zarpas abriendo el estómago del animal y cuando me quise dar cuenta varias lágrimas corrían libres por mis mejillas, incluso así no fui capaz de moverme en cuanto me puse en pie para alejarme, paralizada por el horror que estaba contemplando y por el miedo que atenazaba todo mí cuerpo.
Se giró para contemplarme con el hocico manchado de sangre, que no tardó en limpiar al pasar su lengua por el lugar y comenzar a acercarse en mí dirección, de forma lenta y pausada, paso a paso, moviendo cada una de sus patas como si estuviera andando a cámara lenta. Retrocedí un par de pasos con la mirada clavada en sus ojos color ámbar y caí volviendo otra vez a estar en el suelo, el animal volvió a estar frente a mí y esta vez me rodeó como si fuera una presa que tuviera que analizar antes de lanzarse a por mí, examinándome, evaluándome en cada uno de mis casi nulos movimientos. Mí respiración era agitada y el temor me invadía por completo, paralizándome, siendo incapaz de racionar para poder salir de aquella situación. Pero… ¿la habría?
-Agarwaen –murmuré su nombre como si al hacerlo, por arte de magia, pudiera volver a su forma humana. El lobo, el gigantesco lobo que tenía enfrente de mí me miraba con sus ojos puestos en los míos- Agarwaen… sé… sé que estás ahí –razonar con un lobo no era algo que hubiera hecho nunca, tampoco sabía si iba a funcionar pero… era o eso, o salir huyendo cuando sabía que iba a pillarme sin esfuerzo alguno, era más rápido que yo y si había pillado al caballo conmigo lo haría enseguida. ¿Luchar? Luchar quedaba descartado porque sus garras y sus afilados colmillos podían desgarrar mí carne y matarme con suma facilidad… no era algo lógico, pero en ese momento no vi otra solución posible al ver que no se había acercado a matarme, como si sintiera curiosidad por mí- por favor… vuelven en ti… -murmuré con el rastro de las lágrimas por mis mejillas, el cuerpo temblando, asustada, atemorizada porque mí vida acabara en aquel bosque, de aquella forma- por favor… -volví a murmurar y mí mano, temblorosa también, se alzó para intentar acariciarlo pero un gruñido mostrando sus colmillos en advertencia me hizo retrocederla. Sola, frente a aquel depredador supe de alguna forma que iba a ser el fin, tan solo era una presa más para aquel lobo y las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos, mientras esperaba que se terminara de lanzar y me matara.
El caballo corría zigzagueando entre el camino y los arbustos intentando poner una distancia entre aquel animal que ahora estaba más cerca de nosotros, en uno de esos momentos en los que nos había alcanzado casi consiguió morder una de las patas del corcel pero un cambio repentino de dirección hizo que no pudiera alcanzarle. Otro de los momentos en que también estuvo cerca casi le propinó una coz que lo obligó a apartarse y a tomar otro rumbo para intentar despistarlo. Solo se podía oír el ruido de sus patas al correr, los jadeos de ambos animales en aquella carrera mientras yo intentaba salir del bosque y meterme en la ciudad otra vez, quizás no se atreviera a llegar a cruzar esta cuando no estaba en un lugar para nada favorable para él.
En uno de mis despistes en el que quise mirar si nos seguía de cerca no me percaté de que más adelante había una rama de uno de los árboles que estaba más baja de lo normal, y mi cabeza impactó contra el lugar haciéndome una pequeña brecha en el lugar golpeado y que cayera al suelo unos segundos en los que perdí por completo la visión al impactar mí espalda contra el duro suelo, dejándome sin respiración unos segundos y en los que comencé a toser cuando volví de nuevo en mí. Podía oír los gruñidos del animal que ahora rondaba cerca así como los del caballo que ahora, sin jinete, iba perdido sin saber a donde ir.
No duró demasiado y pude ver, horrorizada ante la visión que se me presentaba, como el animal se lanzaba ahora a su cuello y lo apresaba haciendo que cayera al suelo en el que acabó con su vida ya que el caballo dejó de moverse, vi con total claridad como hundí sus zarpas abriendo el estómago del animal y cuando me quise dar cuenta varias lágrimas corrían libres por mis mejillas, incluso así no fui capaz de moverme en cuanto me puse en pie para alejarme, paralizada por el horror que estaba contemplando y por el miedo que atenazaba todo mí cuerpo.
Se giró para contemplarme con el hocico manchado de sangre, que no tardó en limpiar al pasar su lengua por el lugar y comenzar a acercarse en mí dirección, de forma lenta y pausada, paso a paso, moviendo cada una de sus patas como si estuviera andando a cámara lenta. Retrocedí un par de pasos con la mirada clavada en sus ojos color ámbar y caí volviendo otra vez a estar en el suelo, el animal volvió a estar frente a mí y esta vez me rodeó como si fuera una presa que tuviera que analizar antes de lanzarse a por mí, examinándome, evaluándome en cada uno de mis casi nulos movimientos. Mí respiración era agitada y el temor me invadía por completo, paralizándome, siendo incapaz de racionar para poder salir de aquella situación. Pero… ¿la habría?
-Agarwaen –murmuré su nombre como si al hacerlo, por arte de magia, pudiera volver a su forma humana. El lobo, el gigantesco lobo que tenía enfrente de mí me miraba con sus ojos puestos en los míos- Agarwaen… sé… sé que estás ahí –razonar con un lobo no era algo que hubiera hecho nunca, tampoco sabía si iba a funcionar pero… era o eso, o salir huyendo cuando sabía que iba a pillarme sin esfuerzo alguno, era más rápido que yo y si había pillado al caballo conmigo lo haría enseguida. ¿Luchar? Luchar quedaba descartado porque sus garras y sus afilados colmillos podían desgarrar mí carne y matarme con suma facilidad… no era algo lógico, pero en ese momento no vi otra solución posible al ver que no se había acercado a matarme, como si sintiera curiosidad por mí- por favor… vuelven en ti… -murmuré con el rastro de las lágrimas por mis mejillas, el cuerpo temblando, asustada, atemorizada porque mí vida acabara en aquel bosque, de aquella forma- por favor… -volví a murmurar y mí mano, temblorosa también, se alzó para intentar acariciarlo pero un gruñido mostrando sus colmillos en advertencia me hizo retrocederla. Sola, frente a aquel depredador supe de alguna forma que iba a ser el fin, tan solo era una presa más para aquel lobo y las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos, mientras esperaba que se terminara de lanzar y me matara.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
La mujer que tenia frente a mi utilizaba un nombre que conocía, mas no era el propio, su olor me resultaba familiar, pero no acababa de centrar nada en esas pupilas dilatadas que ahora la miraban.
Ladeé la cabeza ligeramente cuando su mano se extendió hacia mi negro pelaje, le msotré mis colmillos en clara señal de aviso de que esto no era un juego y que al menos gesto brusco me lanzaría a su yugular sin pensarlo.
Acorté la distancia, mi hocico contra su mano extendida, su olor me embargó por completo, era esa mujer que había salvado mi vida estando herido. Gruñí de nuevo sacudiendo mi cabeza, los recuerdos me envolvían mas madre luna me llamaba.
Aullé frente a su rostro, ojos ámbar contra su rasgada mirada y otro paso mas hasta que su mano quedo sobe mi pelo tupido.
Recordé quien era, Seth Kana, mordido siendo un niño, era un cazador, yo no mataba humanos, cazaba bestias como lo era yo.
Reculé dándome cuenta del peligro que la dama estaba asumiendo al estar cerca de mi enorme y lobuno cuerpo.
Mas en ese preciso momento escuché un tiro que retumbó con un fuerte eco, bala que paso rozándome, al parecer otro cazador había detectado mi presencia y había decidido darme caza y salvar a la dama.
Gruñí mostrandole mis colmillos dispuesto a entablar batalla, madre luna me hostigaba a derrotarlo, sajarle la vida de ese cuerpo, era una pelea justa, hombre armado contra bestia. Conocía esos duelos y siempre acababan en sangre y con alguna viuda.
¿Tendría ese hombre mujer e hijos esperándolo?
Yo no tenia nada, nada a lo que volver, excepto un hermano tan cazador como yo que del mismo modo estaba reacio a enlazar su vida a nadie.
¿Como unirnos a una mujer cuando la noche nos espera plagada de peligros? He visto demasiados hijos huérfanos, demasiadas viudas, soy un cazador, ese es mi sino.
Nací en un Mykonos, una isla griega dividida entre dos reinos, uno el de los humanos, allí los cazadores nos encargamos de que estos vivan en paz, mi familia provenía de una gran estirpe, un gran linaje del que solo quedo yo.
El otro reino plagado de sobrenaturales, su única misión apoderarse de la isla entera y hacerse con las vidas humanas infligiéndoles una tortura jamas vista.
Me convertí en un licantropo siendo todavía un niño, iba con mi padre de caza y este acabo muerto entre las fauces del que me trasformo, mi final hubiera sido el mismo si la madre de Leonidas no hubiera intervenido salvando mi vida.
Crecí en un mundo donde para los cazadores era una bestia y para las bestias una cazador, era difícil encontrar mi sitio ahora que mis ojos se perdían en los de ese cazador que quería matarme y no le culpaba.
Ladeé la cabeza ligeramente cuando su mano se extendió hacia mi negro pelaje, le msotré mis colmillos en clara señal de aviso de que esto no era un juego y que al menos gesto brusco me lanzaría a su yugular sin pensarlo.
Acorté la distancia, mi hocico contra su mano extendida, su olor me embargó por completo, era esa mujer que había salvado mi vida estando herido. Gruñí de nuevo sacudiendo mi cabeza, los recuerdos me envolvían mas madre luna me llamaba.
Aullé frente a su rostro, ojos ámbar contra su rasgada mirada y otro paso mas hasta que su mano quedo sobe mi pelo tupido.
Recordé quien era, Seth Kana, mordido siendo un niño, era un cazador, yo no mataba humanos, cazaba bestias como lo era yo.
Reculé dándome cuenta del peligro que la dama estaba asumiendo al estar cerca de mi enorme y lobuno cuerpo.
Mas en ese preciso momento escuché un tiro que retumbó con un fuerte eco, bala que paso rozándome, al parecer otro cazador había detectado mi presencia y había decidido darme caza y salvar a la dama.
Gruñí mostrandole mis colmillos dispuesto a entablar batalla, madre luna me hostigaba a derrotarlo, sajarle la vida de ese cuerpo, era una pelea justa, hombre armado contra bestia. Conocía esos duelos y siempre acababan en sangre y con alguna viuda.
¿Tendría ese hombre mujer e hijos esperándolo?
Yo no tenia nada, nada a lo que volver, excepto un hermano tan cazador como yo que del mismo modo estaba reacio a enlazar su vida a nadie.
¿Como unirnos a una mujer cuando la noche nos espera plagada de peligros? He visto demasiados hijos huérfanos, demasiadas viudas, soy un cazador, ese es mi sino.
Nací en un Mykonos, una isla griega dividida entre dos reinos, uno el de los humanos, allí los cazadores nos encargamos de que estos vivan en paz, mi familia provenía de una gran estirpe, un gran linaje del que solo quedo yo.
El otro reino plagado de sobrenaturales, su única misión apoderarse de la isla entera y hacerse con las vidas humanas infligiéndoles una tortura jamas vista.
Me convertí en un licantropo siendo todavía un niño, iba con mi padre de caza y este acabo muerto entre las fauces del que me trasformo, mi final hubiera sido el mismo si la madre de Leonidas no hubiera intervenido salvando mi vida.
Crecí en un mundo donde para los cazadores era una bestia y para las bestias una cazador, era difícil encontrar mi sitio ahora que mis ojos se perdían en los de ese cazador que quería matarme y no le culpaba.
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
Su hocico terminó por acortar la distancia hasta la mano que tenía extendida hacia él, pude notar su aliento impactar contra mí mano, podía notar que este estaba húmedo y terminó por alejarse como si luchara de alguna forma contra sí mismo, como si tuviera un debate en su interior del que yo no era consciente de ninguna forma. Lo que sí sabía es que había matado al caballo y a mí, que me tenía ahí indefensa y presa del miedo, no me había hecho nada. No se había acercado con intención de matarme y simplemente me observaba, como si intentara saber si era amiga o enemiga… al fin y al cabo, ¿no era un hombre? Podría tener ahora aspecto de lobo, pero bajo aquel pelaje, las fauces y las garras que bien podrían hacer jirones y destrozar mí piel… seguía estando el hombre que había salvado.
Un disparo fue lo que llamó nuestra atención y, a lo lejos, pude ver que había un cazador apuntando en la dirección del lobo, y no parecía sorprendido por lo que estaba viendo, ¿sabría lo que era en realidad, que bajo todo ese pelaje habitaba un hombre? No lo sabía pero ambos parecían estar dispuestos a enfrentarse, solo había que ver cómo estaban predispuestos para entablar batalla. El hombre, desde la posición en la que estaba preparaba su siguiente moviendo y sus ojos oscuros se fijaron en los míos, me gritó que me marchara y que salvara mí vida, que él acabaría con la bestia... estaba dispuesto a matarlo.
-¡No, espere! –Me levanté como pude notando que mis piernas temblaban todavía por el miedo y el pánico que se había apoderado de todo mí ser, de todo cuando había pensado que era el fin y que aquel lobo iba a terminar con mí vida. El hombre me volvió a gritar y un segundo disparo se oyó en el lugar, el lobo se movió esquivando la bala que por poco dio contra el suelo donde había estado parada y mostró los colmillos, amenazante, dándole a entender que iba a por él y no habría nada que lo detuviera. Llegué junto al hombre quien pensó que me acercaba a él para que me salvara cuando estaba muy equivocado- No vuelva a disparar, ¿qué está haciendo? –Me miró como si estuviera loca y me cogió del brazo zarandeándome como si hubiera perdido el juicio, me preguntó si me había mordido, que si lo hacía me convertiría en la bestia que él era y que tenía que matarlo. Que debía de agradecerle que salvara mí vida del monstruo que ahora debía de matar y fruncí el ceño, aquel hombre no se esperó que le hiciera una llave, me soltara de su férreo agarre y lo volteara haciendo que cayera al suelo para quitarle el arma que tenía.
De la nada dos hombres más que aguardaban escondidos a la espera de lo que pasara salieron de entre los arbustos, uno llevaba una ballesta y el otro llevaba un arma de fuego que disparó de nuevo contra el lobo. El hombre que había tirado al suelo se levantó e intentó pelear conmigo pero no se esperaba que yo pudiera defenderme mientras los otros dos iban a por el lobo. Me gritaba que le diera el arma mientras alentaba al resto que mataran al lobo para cobrar una recompensa.
Su mano se estrelló en mí rostro en una de esas en las que forcejeamos y lancé un jadeo ahogado por el golpe, pero lejos de achantarme logré noquearlo de nuevo lanzando lejos el arma de fuego que había tenido. Me dolía un poco el golpe pero no iba a actuar como una señorita incapaz de defenderse y que se quejaba de un golpe, había recibido mayores en mí entrenamiento y ahora no podía fallar a mí padre que me había entrenado para momentos como aquel. No había ni rastro del lobo y menos de los otros dos, así que seguí el sonido de otro disparo y comencé a correr en su dirección. Cuando llegué los tres presentaban una encarnizada batalla en la que me sentí impotente por no poder hacer nada. A lo lejos vi como uno entretenía al lobo mientras el otro cargaba con el arma de fuego preparado para disparar y dar en el blanco, el lobo estaba de espaldas y se preparó para disparar en su dirección y corrí para tratar de impedirlo.
-¡No! –Grité para avisarlo pero ya era tarde, el hombre disparó justo cuando yo intentaba desviar la trayectoria de la bala con un golpe en su brazo, con tan mala suerte, que igualmente apretó el gatillo del arma pero en vez de la bala ir hacia el lobo rozó mí brazo produciendo una herida y una quemazón nunca experimentada que me hizo lanzar un grito, cayendo al suelo por el dolor.
Un disparo fue lo que llamó nuestra atención y, a lo lejos, pude ver que había un cazador apuntando en la dirección del lobo, y no parecía sorprendido por lo que estaba viendo, ¿sabría lo que era en realidad, que bajo todo ese pelaje habitaba un hombre? No lo sabía pero ambos parecían estar dispuestos a enfrentarse, solo había que ver cómo estaban predispuestos para entablar batalla. El hombre, desde la posición en la que estaba preparaba su siguiente moviendo y sus ojos oscuros se fijaron en los míos, me gritó que me marchara y que salvara mí vida, que él acabaría con la bestia... estaba dispuesto a matarlo.
-¡No, espere! –Me levanté como pude notando que mis piernas temblaban todavía por el miedo y el pánico que se había apoderado de todo mí ser, de todo cuando había pensado que era el fin y que aquel lobo iba a terminar con mí vida. El hombre me volvió a gritar y un segundo disparo se oyó en el lugar, el lobo se movió esquivando la bala que por poco dio contra el suelo donde había estado parada y mostró los colmillos, amenazante, dándole a entender que iba a por él y no habría nada que lo detuviera. Llegué junto al hombre quien pensó que me acercaba a él para que me salvara cuando estaba muy equivocado- No vuelva a disparar, ¿qué está haciendo? –Me miró como si estuviera loca y me cogió del brazo zarandeándome como si hubiera perdido el juicio, me preguntó si me había mordido, que si lo hacía me convertiría en la bestia que él era y que tenía que matarlo. Que debía de agradecerle que salvara mí vida del monstruo que ahora debía de matar y fruncí el ceño, aquel hombre no se esperó que le hiciera una llave, me soltara de su férreo agarre y lo volteara haciendo que cayera al suelo para quitarle el arma que tenía.
De la nada dos hombres más que aguardaban escondidos a la espera de lo que pasara salieron de entre los arbustos, uno llevaba una ballesta y el otro llevaba un arma de fuego que disparó de nuevo contra el lobo. El hombre que había tirado al suelo se levantó e intentó pelear conmigo pero no se esperaba que yo pudiera defenderme mientras los otros dos iban a por el lobo. Me gritaba que le diera el arma mientras alentaba al resto que mataran al lobo para cobrar una recompensa.
Su mano se estrelló en mí rostro en una de esas en las que forcejeamos y lancé un jadeo ahogado por el golpe, pero lejos de achantarme logré noquearlo de nuevo lanzando lejos el arma de fuego que había tenido. Me dolía un poco el golpe pero no iba a actuar como una señorita incapaz de defenderse y que se quejaba de un golpe, había recibido mayores en mí entrenamiento y ahora no podía fallar a mí padre que me había entrenado para momentos como aquel. No había ni rastro del lobo y menos de los otros dos, así que seguí el sonido de otro disparo y comencé a correr en su dirección. Cuando llegué los tres presentaban una encarnizada batalla en la que me sentí impotente por no poder hacer nada. A lo lejos vi como uno entretenía al lobo mientras el otro cargaba con el arma de fuego preparado para disparar y dar en el blanco, el lobo estaba de espaldas y se preparó para disparar en su dirección y corrí para tratar de impedirlo.
-¡No! –Grité para avisarlo pero ya era tarde, el hombre disparó justo cuando yo intentaba desviar la trayectoria de la bala con un golpe en su brazo, con tan mala suerte, que igualmente apretó el gatillo del arma pero en vez de la bala ir hacia el lobo rozó mí brazo produciendo una herida y una quemazón nunca experimentada que me hizo lanzar un grito, cayendo al suelo por el dolor.
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
Mis ámbar se hundieron en la imagen temblorosa de la dama que lejos de azuzar al cazador para que me disparara librándose de mi por y para siempre, parecía sufrir porque cualquier mal me atenazara.
Mal en forma de bala, pólvora y disparos que aquel cazador mandaba por su cañon sin ton ni son.
No lo culpaba, me veía reflejado en un espejo con la diferencia de que yo usaba armas blancas en vez del terrible fuego, mas tampoco preguntaba, pues lobo suelto bajo el influjo de luna solo tenia para mi un final la muerte para salvar vidas humanas.
No quería dañar al cazador, no cuando yo era uno de ellos, mas a su vez tampoco podía permitir que las balas me alcanzaran ,la plata seria mi final.
Gruñí mostrandole los dientes cuando vi a la la nipona lanzarse contra el suplicando que dejara de dispararme, quizás porque ella aun veía en mi al hombre malherido que habia sanado en su lcho, el mismo con el que había luchado, bromeado y compartido un día tranquilo.
Rugí al ver como ese hombre la zarandeaba, quizás porque no esperaba que ella tratara de proteger a un monstruo, quería que entrara en razón y huyera, lo mas sensato a decir verdad, claro que para Asura lo normal era protegerme, algo que no lograba entender.
Una llave tumbo al cazador, tiempo, me estaba regalando tiempo para huir, hubiera sido fácil el bosque era mi entorno natural, en el era fuerte, despiadado y voraz, pero ¿podía dejarla?.
Mi mirada se perdió en esa mujer que luchaba a muerte contra ese hombre cuando dos cazadores mas salieron de entre los arboles, ballesta y fuego contra mi cuerpo, esquivé como pude reticente de abandonarla.
Mis colmillos despuntaban frente a madre luna que me animaba a entrar en combate singular por salvar mi vida.
Corrí en dirección de los cazadores, ya no era solo mi vida si no también la de ella.
Sobre el primero caí con mis zarpas, rasgué su pecho mientras mis ámbar despuntaban frente al fogonazo de mi espalda.
Un jadeo de dolor, grito ahogado de la dama, su brazo manchado en carmesí y la rabia recorriendo mi cuerpo de un modo abrumador.
Yo no sajaba vida humana, mas en esta ocasión iba a hacer una excepción, pues la bestia se apoderó del hombre y con un gruñido aterrador.
Derrapé sobre la tierra en dirección del armado cazador que volvía a cargar para hacer fuego de nuevo.
No tubo oportunidad cuando la bestia desgarró su yugular.
Sangre humana por mis fauces, sabor férreo que goteaba por mis grandes colmillos sintiendo como la vida de ese hombre se apagaba contra ellos.
Solo solté cuando exploró su ultimo aliento, no pensaba, no podía cuando la dama aun sangraba, junto a ella me agache para que montara, nos íbamos de allí.
Tenia que ponerla a salvo, ponernos a salvo a ambos, luego tendría tiempo de arrepentirme por mi voraz acto, era la primera vez que arrebataba la vida de los propios y me convertía por completo en uno de ellos.
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
No entendía cómo había gente que se podía dedicar a ese tipo de cosas, estaba claro que aquellos hombres no era la primera vez que se iban a cazar a un… ¿hombre lobo? ¿Eso es lo que era él? Había muchas preguntas en mí cabeza pero era algo que no podía negar en absoluto, no podía negar que lo había visto transformarse con mis propios ojos y luego ver como una parte de él parecía reticente a no matarme, como si el humano pudiera controlar en algún sentido a la bestia… hasta que aquellos hombres aparecieron. Estaba bastante claro que sabían lo que se hacían porque no dudaron en cuanto lo vieron de atacarle, distaba mucho de ser un lobo normal y corriente porque era mucho más grande que uno de estos y no tenía nada que ver.
Intenté todo lo que pude que no lo mataran, que no fueran a por él y que lo dejaran tranquilo pero aquellos hombres no iban a cejar en su empeño, por más que traté de que el que me había gritado no fuera a por él dos más aparecieron de la nada para dispararle e ir a por él. ¿No entendían que bajo toda esa piel, los colmillos afilados, las garras… había un hombre como ellos? Yo no entendía mucho de ese tema, solo sabía lo que la ficción y la fantasía habían relatados sobre historias de hombre lobo, mitos y leyendas que durante siglos y siglos perduraban de generación en generación… pero ellos debían de saberlo, debían de saber que no era más que un hombre.
Pero no me hicieron caso y aunque luego pude noquear al primero de ellos los otros dos le presentaban batalla sin que pudiera hacer nada, ¿de verdad iban a matarlo? Al parecer sí, esa era su intención. Y por lo que pude ver hombre y bestia durante mucho tiempo ya habían tenido esa batalla, él sabía que iban a por él y estos sabían a por lo que estaban cazando. Yo no era más que una mujer que se estaba interponiendo entre ellos sabiendo que no podía hacer mucho para ayudarle, pero aun así lo intenté con todas mis fuerzas. Forcejeé con el hombre que llevaba el arma de fuego y en vez de evitar que le dieran a él, la que resultó herida… fui yo.
Jamás había experimentado un dolor tan abrasador como aquel, había recibido golpes durante mi vida en los entrenamientos, había sangrado también y me había llevado rasguños, moratones y demás porque el entrenamiento no había sido fácil pero… nada como aquello. Picaba, dolía, escocía y quemaba… la piel alrededor era como si me estuvieran abrasando con un hierro candente constante sobre mí piel, la sangre salía de la herida y manchaba la hierba con mi sangre. No supe que pasó después de aquello envuelta en el dolor, uno que no había conocido nunca y que nunca más quería conocer. Me dolía el brazo horrores y no podía moverlo demasiado bien… comenzaba a perder el sentido y solo fui consciente de que todo había pasado cuando sentí que se tumbaba a mí lado, como instándome a que me montara sobre él.
Mis dedos acariciaron su pelaje enredándose en la suavidad de este, subí como pude sobre su lomo y me aferré a su pelo sin querer hacerle daño pero sabiendo que sería lo que mejor me mantendría encima de él. Comenzó a correr y era parecido a montar a caballo solo que todo estaba mucho más suave por su pelaje, no supe cuánto tiempo pude permanecer sentada sobre él, solo sé que llegado un momento perdí la consciencia y mí cuerpo cayó hacia delante, recostándose por completo sobre él que corría por el bosque como si éste fuera su casa.
Intenté todo lo que pude que no lo mataran, que no fueran a por él y que lo dejaran tranquilo pero aquellos hombres no iban a cejar en su empeño, por más que traté de que el que me había gritado no fuera a por él dos más aparecieron de la nada para dispararle e ir a por él. ¿No entendían que bajo toda esa piel, los colmillos afilados, las garras… había un hombre como ellos? Yo no entendía mucho de ese tema, solo sabía lo que la ficción y la fantasía habían relatados sobre historias de hombre lobo, mitos y leyendas que durante siglos y siglos perduraban de generación en generación… pero ellos debían de saberlo, debían de saber que no era más que un hombre.
Pero no me hicieron caso y aunque luego pude noquear al primero de ellos los otros dos le presentaban batalla sin que pudiera hacer nada, ¿de verdad iban a matarlo? Al parecer sí, esa era su intención. Y por lo que pude ver hombre y bestia durante mucho tiempo ya habían tenido esa batalla, él sabía que iban a por él y estos sabían a por lo que estaban cazando. Yo no era más que una mujer que se estaba interponiendo entre ellos sabiendo que no podía hacer mucho para ayudarle, pero aun así lo intenté con todas mis fuerzas. Forcejeé con el hombre que llevaba el arma de fuego y en vez de evitar que le dieran a él, la que resultó herida… fui yo.
Jamás había experimentado un dolor tan abrasador como aquel, había recibido golpes durante mi vida en los entrenamientos, había sangrado también y me había llevado rasguños, moratones y demás porque el entrenamiento no había sido fácil pero… nada como aquello. Picaba, dolía, escocía y quemaba… la piel alrededor era como si me estuvieran abrasando con un hierro candente constante sobre mí piel, la sangre salía de la herida y manchaba la hierba con mi sangre. No supe que pasó después de aquello envuelta en el dolor, uno que no había conocido nunca y que nunca más quería conocer. Me dolía el brazo horrores y no podía moverlo demasiado bien… comenzaba a perder el sentido y solo fui consciente de que todo había pasado cuando sentí que se tumbaba a mí lado, como instándome a que me montara sobre él.
Mis dedos acariciaron su pelaje enredándose en la suavidad de este, subí como pude sobre su lomo y me aferré a su pelo sin querer hacerle daño pero sabiendo que sería lo que mejor me mantendría encima de él. Comenzó a correr y era parecido a montar a caballo solo que todo estaba mucho más suave por su pelaje, no supe cuánto tiempo pude permanecer sentada sobre él, solo sé que llegado un momento perdí la consciencia y mí cuerpo cayó hacia delante, recostándose por completo sobre él que corría por el bosque como si éste fuera su casa.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
Sentí sus dedos hundirse en mi tupido pelaje negro, plagada de miedos, de dolor y temblando como una hoja en otoño se colocó sobre mi lomo, apresandome con sus piernas y brazos.
Esquivé una nueva bala que vino en nuestra dirección emprendiendo así una desesperada carrera bosque a través en un intento de salvar no solo mi vida si no la de ella.
La sangre espesa, olía demasiado bien ,era difícil contener a la bestia, mi instinto afloraba a cada zancada en el que mis patas se hundían en la tierra mojada.
Zarzas que esquivé dificultando así el paso de los cazadores que posiblemente y a pie habrían ido quedando cada vez mas rezagados, mas eso no implicaba que el peligro hubiera pasado. Todo cazador de monstruos es capaz de rastrear a uno de ellos y mientras la luna oteara el firmamento yo era su rival, el objetivo a batir en esta noche en los que los haces de luz plata me animaban a continuar.
Sabia donde ir, una gruta tras una cascada, el agua borraría todo mi rastro y si llegaban ahí no sabrían por donde proseguir la búsqueda pues pocos conocían ese lugar mágico.
Para mi desgracia la mujer cayó inconsciente antes de que accediera al lago, algo que detuvo bruscamente mi marcha para volver con ella. Mi hocico buscó su rostro ,animándola a despertar para emprender la marcha, no podíamos quedarnos allí, mas estaba inconsciente, había perdido demasiada sangre y su cuerpo perdía calor.
Mordí con suavidad su lateral y tire de ella arrastrando su cuerpo como pude hasta meterla en el agua, allí me resulto relativamente mas sencillo moverla mientras nadaba buscando la cascada y la gruta tras ella.
La introduje a rastras y sajé la ropa mojada con los dientes, poco mas podía hacer en aquella forma lobuna excepto darle calor y rezar porque ni nos encontraran, ni se desangrara.
No se las horas que dormimos enredando nuestros cuerpos, solo se que cuando el alba inundó la gruta, mi cuerpo desnudo era le de un humano y ella seguía viva.
-Vamos pequeña -pedí buscando el modo de salvar su vida.
Salí de la gruta, me introduje en el agua y busque en el fondo alguna pieza puntiaguda que pudiera ayudarme a sacar la bala.
Algo de corales y una piedra afilada por la erosión podían servir.
En el bosque encontré las plantas necesarias para la infección y tras hacerme con unas moras que se encontraban enredadas a las zarzas volví sin mas dilación.
Por suerte estaba inconsciente, así que no sentiría demasiado dolor o al menos eso esperaba cuando hundí la piedra en su piel desquebrajandola, busqué la bala con mis dedos, nada estaba desinfectado, mas lo mas inmediato era sacar el plomo de su cuerpo.
Una vez la encontré me deshice de esta, mastiqué las plantas que esperaba sirvieran para cortar cualquier infección y del mismo sitio donde estaba cogí hormigas obligandolas a morder la piel de la dama para que sirvieran como improvisada costura al descabezarlas.
Me llevo mi trabajo, mas tras extender la pasta de nuevo sobre las cabezas la hemorragia cesó.
-Vamos Asura, abre los ojos pequeña -pedí hundiendo mi cabeza en su cuello.
Esquivé una nueva bala que vino en nuestra dirección emprendiendo así una desesperada carrera bosque a través en un intento de salvar no solo mi vida si no la de ella.
La sangre espesa, olía demasiado bien ,era difícil contener a la bestia, mi instinto afloraba a cada zancada en el que mis patas se hundían en la tierra mojada.
Zarzas que esquivé dificultando así el paso de los cazadores que posiblemente y a pie habrían ido quedando cada vez mas rezagados, mas eso no implicaba que el peligro hubiera pasado. Todo cazador de monstruos es capaz de rastrear a uno de ellos y mientras la luna oteara el firmamento yo era su rival, el objetivo a batir en esta noche en los que los haces de luz plata me animaban a continuar.
Sabia donde ir, una gruta tras una cascada, el agua borraría todo mi rastro y si llegaban ahí no sabrían por donde proseguir la búsqueda pues pocos conocían ese lugar mágico.
Para mi desgracia la mujer cayó inconsciente antes de que accediera al lago, algo que detuvo bruscamente mi marcha para volver con ella. Mi hocico buscó su rostro ,animándola a despertar para emprender la marcha, no podíamos quedarnos allí, mas estaba inconsciente, había perdido demasiada sangre y su cuerpo perdía calor.
Mordí con suavidad su lateral y tire de ella arrastrando su cuerpo como pude hasta meterla en el agua, allí me resulto relativamente mas sencillo moverla mientras nadaba buscando la cascada y la gruta tras ella.
La introduje a rastras y sajé la ropa mojada con los dientes, poco mas podía hacer en aquella forma lobuna excepto darle calor y rezar porque ni nos encontraran, ni se desangrara.
No se las horas que dormimos enredando nuestros cuerpos, solo se que cuando el alba inundó la gruta, mi cuerpo desnudo era le de un humano y ella seguía viva.
-Vamos pequeña -pedí buscando el modo de salvar su vida.
Salí de la gruta, me introduje en el agua y busque en el fondo alguna pieza puntiaguda que pudiera ayudarme a sacar la bala.
Algo de corales y una piedra afilada por la erosión podían servir.
En el bosque encontré las plantas necesarias para la infección y tras hacerme con unas moras que se encontraban enredadas a las zarzas volví sin mas dilación.
Por suerte estaba inconsciente, así que no sentiría demasiado dolor o al menos eso esperaba cuando hundí la piedra en su piel desquebrajandola, busqué la bala con mis dedos, nada estaba desinfectado, mas lo mas inmediato era sacar el plomo de su cuerpo.
Una vez la encontré me deshice de esta, mastiqué las plantas que esperaba sirvieran para cortar cualquier infección y del mismo sitio donde estaba cogí hormigas obligandolas a morder la piel de la dama para que sirvieran como improvisada costura al descabezarlas.
Me llevo mi trabajo, mas tras extender la pasta de nuevo sobre las cabezas la hemorragia cesó.
-Vamos Asura, abre los ojos pequeña -pedí hundiendo mi cabeza en su cuello.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
Lo último que recordaba era haberme montado a lomos de un lobo negro que me llevaba por el bosque alejándonos de aquellos cazadores que querían matarlo y que a mí, en el intento por salvarlo, me habían herido en el hombro… después de eso, poco más recordaba salvo la sensación de vacío mientras me caía al suelo y después, oscuridad. No fui consciente de nada de lo que pasaba a mí alrededor hasta que por fin pude abrir los ojos de forma leve, lo primero que mis ojos vieron fue que no estábamos en el bosque pero tampoco en ninguna habitación o en alguna casa, la pared rocosa y ovalada del lugar me dio a entender que estaríamos dentro de alguna cueva, pero sin saber exactamente dónde.
Gemí notando el dolor del brazo que me hizo volver a cerrar los ojos cuando intenté moverlo y este dolió de forma horrorosa. El disparo, la bala atravesando la carne de mí hombro, la quemazón y el intenso dolor… fue los recuerdos que llegaron a mí mente hasta que volví a abrir los ojos encontrándome de nuevo con el rostro de Agarwaen que, ya en su forma humana, me miraba comprobando que estuviera bien sin que yo pudiera recordar nada. Pero sí recordaba una cosa; cómo se había transformado delante de mí en un hombre lobo pasando de humano a bestia, una de la que tuve que huir aunque luego a mí no me hiciera nada, y que luego me ayudó cuando me habían disparado.
-Agarwaen… ¿Qué…? –Empecé intentando incorporarme notando el dolor al mover el cuerpo que sentía en el brazo- ¿qué ha pasado? –Terminé de preguntar para incorporarme un poco y darme cuenta al mirarme el brazo que… ¡estaba desnuda! -¡Oh Kami! –de forma rápida cogí lo que quedaba de mí ropa y me tapé con una vergüenza absoluta y extrema al saber que había estado así dios sabía cuánto tiempo, para darme cuenta de que él tampoco es que llevara ropa encima y también estaba desnudo como yo- ¡Por Kami que haces desnudo! –Giré mi rostro tapando uno de mis lados con la mano para no poder ver nada, notando mis mejillas arder. Siseé viendo la herida del hombro y como tenía una pasta que cubría esta de color verdoso que no quise tocar, seguramente él habría intentado parar la hemorragia con lo que había tenido a mano, sin atreverme a mirarlo por si seguía desnudo- ¿Qué ha pasado, dónde estamos? –No sabía si se había tapado o no, así que le lancé un trozo de mi ropa para que al menos se tapara y pudiera hablar con él, a mí me cubría lo justo y necesario y esperé unos segundos antes de girarme y verlo de forma fija. Recordaba al lobo en el que se había transformado, y si no me lo llegaban a decir jamás me lo hubiera creído- ¿Eres… eres un… hombre lobo? –Pregunté en tono bajito como si decirlo en voz alta me convirtiera en una loca, pero claro, estábamos los dos solos en aquella cueva y nadie podía oírnos- Gracias por curarme –dije notando lo que me había puesto en el brazo sobre la herida- no recuerdo mucho más después de desmayarme –llevé la otra mano a mí cabeza notando que esta dolía un poco aunque seguramente fuera por el golpe que me había dado al caerme de encima de él. Era extraño, la última vez que lo había visto era en su forma lobuna y ahora estaba otra vez en forma humana- yo… no sé muy bien qué decir –estaba confusa, ¿de verdad existían todos esos mitos y leyendas sobre otros seres y criaturas… como los hombre lobo?
Gemí notando el dolor del brazo que me hizo volver a cerrar los ojos cuando intenté moverlo y este dolió de forma horrorosa. El disparo, la bala atravesando la carne de mí hombro, la quemazón y el intenso dolor… fue los recuerdos que llegaron a mí mente hasta que volví a abrir los ojos encontrándome de nuevo con el rostro de Agarwaen que, ya en su forma humana, me miraba comprobando que estuviera bien sin que yo pudiera recordar nada. Pero sí recordaba una cosa; cómo se había transformado delante de mí en un hombre lobo pasando de humano a bestia, una de la que tuve que huir aunque luego a mí no me hiciera nada, y que luego me ayudó cuando me habían disparado.
-Agarwaen… ¿Qué…? –Empecé intentando incorporarme notando el dolor al mover el cuerpo que sentía en el brazo- ¿qué ha pasado? –Terminé de preguntar para incorporarme un poco y darme cuenta al mirarme el brazo que… ¡estaba desnuda! -¡Oh Kami! –de forma rápida cogí lo que quedaba de mí ropa y me tapé con una vergüenza absoluta y extrema al saber que había estado así dios sabía cuánto tiempo, para darme cuenta de que él tampoco es que llevara ropa encima y también estaba desnudo como yo- ¡Por Kami que haces desnudo! –Giré mi rostro tapando uno de mis lados con la mano para no poder ver nada, notando mis mejillas arder. Siseé viendo la herida del hombro y como tenía una pasta que cubría esta de color verdoso que no quise tocar, seguramente él habría intentado parar la hemorragia con lo que había tenido a mano, sin atreverme a mirarlo por si seguía desnudo- ¿Qué ha pasado, dónde estamos? –No sabía si se había tapado o no, así que le lancé un trozo de mi ropa para que al menos se tapara y pudiera hablar con él, a mí me cubría lo justo y necesario y esperé unos segundos antes de girarme y verlo de forma fija. Recordaba al lobo en el que se había transformado, y si no me lo llegaban a decir jamás me lo hubiera creído- ¿Eres… eres un… hombre lobo? –Pregunté en tono bajito como si decirlo en voz alta me convirtiera en una loca, pero claro, estábamos los dos solos en aquella cueva y nadie podía oírnos- Gracias por curarme –dije notando lo que me había puesto en el brazo sobre la herida- no recuerdo mucho más después de desmayarme –llevé la otra mano a mí cabeza notando que esta dolía un poco aunque seguramente fuera por el golpe que me había dado al caerme de encima de él. Era extraño, la última vez que lo había visto era en su forma lobuna y ahora estaba otra vez en forma humana- yo… no sé muy bien qué decir –estaba confusa, ¿de verdad existían todos esos mitos y leyendas sobre otros seres y criaturas… como los hombre lobo?
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
La ayudé a incorporarse ligeramente, estaba desubicada y ahora hundiendo sus pardos en mis verdes me preguntaba que había pasado, ¿donde estábamos?
Ladeé la sonrisa cuando dio un respingo, sus mejillas se tronaron carmesí dándose cuenta de dos cosas una que estaba desnuda, algo que la llevó a tratar de cubrirse primero con los brazos y luego con los amasijos de tela desgarrados y dos que también lo estaba yo.
Enarqué una ceja, tampoco era para tanto, no era la primera vez que veía una mujer desnuda, tampoco esperaba que esta fuera la ultima y aunque podía reconocer la belleza de la mujer que tenia frente a mi, en ese preciso instante no era en eso en lo que estaba pensando.
Te hirieron en el brazo tratando de protegerme, sangrabas mucho, así que en cuanto he recuperado la forma humana te he sacado la bala y he cerrado la herida como he podido.
Esa pasta es un antibiótico, evitará que se infecte, las armas de fuego es lo que tienen ademas de que el dolor es infinitamente mas grande, también es fácil morir de la infección que producen.
Ladeé de nuevo la sonrisa cuando esta me paso una de las telas para que me cubriera
-¿en serio? ¿que quieres que haga con eso? ¿un taparrabos? -bromeé sintiéndome yo con mi desnudez infinitamente mas cómodo que ella.
Por cierto me llamo Seth, Agarwaen es mi amigo, he recuperado la memoria y aparte de agradeceros todo lo que habéis hecho por mi quiero que sepáis que podéis contar conmigo para cualquier menester.
Asentí con la cabeza sin dejar de mirar sus ojos.
-Si, soy un licantropo y todas esas fabulas que has oído a lo largo de los años son ciertas, existimos las bestias y también los que las cazamos. Frente a ti tienes a ambos, es una historia larga y complicada. De normal mi bestia queda relegada a la nada pues en luna llena me encierran en una mazmorra. Los grilletes me contienen, así que no soy un peligro para nadie, peor en esta ocasión mi falta de memoria me ha convertido en un monstruo y he sajado vida humana, cazadores que aunque no debieron atacarte a ti, si a mi.
Acaricié su rostro con delicadeza, entendía que estuviera asustada, que no entendiera nada.
-Vamos -susurré -cógete a mi cuello, te voy a llevar a un hospital, quiero que te miren bien esa herida.
Nunca podría pagarle lo que había hecho por mi, si no hubiera sido por ella estaría muerto.
-Ya te dije que no era una buena idea ayudar a un extraño bromeé riendo contra la piel de su cuello mientras la alzaba con mis brazos.
Su peso era ínfimo, sus ojos seguían tímidos encontrándose con los miso mientras aferraba a su cuerpo esas telas como si fuera lo único que le importara en ese momento.
-Cofia en mi ¿vale?
Ladeé la sonrisa cuando dio un respingo, sus mejillas se tronaron carmesí dándose cuenta de dos cosas una que estaba desnuda, algo que la llevó a tratar de cubrirse primero con los brazos y luego con los amasijos de tela desgarrados y dos que también lo estaba yo.
Enarqué una ceja, tampoco era para tanto, no era la primera vez que veía una mujer desnuda, tampoco esperaba que esta fuera la ultima y aunque podía reconocer la belleza de la mujer que tenia frente a mi, en ese preciso instante no era en eso en lo que estaba pensando.
Te hirieron en el brazo tratando de protegerme, sangrabas mucho, así que en cuanto he recuperado la forma humana te he sacado la bala y he cerrado la herida como he podido.
Esa pasta es un antibiótico, evitará que se infecte, las armas de fuego es lo que tienen ademas de que el dolor es infinitamente mas grande, también es fácil morir de la infección que producen.
Ladeé de nuevo la sonrisa cuando esta me paso una de las telas para que me cubriera
-¿en serio? ¿que quieres que haga con eso? ¿un taparrabos? -bromeé sintiéndome yo con mi desnudez infinitamente mas cómodo que ella.
Por cierto me llamo Seth, Agarwaen es mi amigo, he recuperado la memoria y aparte de agradeceros todo lo que habéis hecho por mi quiero que sepáis que podéis contar conmigo para cualquier menester.
Asentí con la cabeza sin dejar de mirar sus ojos.
-Si, soy un licantropo y todas esas fabulas que has oído a lo largo de los años son ciertas, existimos las bestias y también los que las cazamos. Frente a ti tienes a ambos, es una historia larga y complicada. De normal mi bestia queda relegada a la nada pues en luna llena me encierran en una mazmorra. Los grilletes me contienen, así que no soy un peligro para nadie, peor en esta ocasión mi falta de memoria me ha convertido en un monstruo y he sajado vida humana, cazadores que aunque no debieron atacarte a ti, si a mi.
Acaricié su rostro con delicadeza, entendía que estuviera asustada, que no entendiera nada.
-Vamos -susurré -cógete a mi cuello, te voy a llevar a un hospital, quiero que te miren bien esa herida.
Nunca podría pagarle lo que había hecho por mi, si no hubiera sido por ella estaría muerto.
-Ya te dije que no era una buena idea ayudar a un extraño bromeé riendo contra la piel de su cuello mientras la alzaba con mis brazos.
Su peso era ínfimo, sus ojos seguían tímidos encontrándose con los miso mientras aferraba a su cuerpo esas telas como si fuera lo único que le importara en ese momento.
-Cofia en mi ¿vale?
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
Ahora resultaba que el hombre que había salvado hacía tan solo un par de días y el cual había perdido la memoria, era un hombre lobo que durante la noche en aquel picnic sin recordarlo se había transformado en un lobo que había intentado acabar con mi vida pero que siendo franca, podría haberme matado en varias ocasiones y sin embargo no lo había hecho. Al final incluso hasta me había salvado de aquellos hombres cuando me habían herido por intentar salvarlo y protegerlo. Eso quería decir que aunque se convirtiera en un hombre lobo, aun quedaban en su mente fragmentos y nociones de que era humano y ciertas vivencias como este… sino, ¿por qué no me atacó cuando me tuvo indefensa al caerme del caballo? Era como si algo le quisiera recordar que yo le era familiar y al final me había salvado en vez de haberme matado.
Intenté taparme con los trozos de tela que quedaban cubriendo mi desnudez y pasándole luego a él algo de tela también para que hiciera lo mismo, yo tenía la vista y el rostro girado muerta de la vergüenza al darme cuenta de ello y al comprender que había sido él quien me había curado el brazo y me había visto desnuda… toda la noche. Más roja ya no podía estar, desde luego. Me dijo entonces lo que pasaba con las heridas de bala y que había tenido que desinfectar y aplicar aquel ungüento natural para evitar la infección, miré la herida y al menos no sangraba, dolía y quemaba muchísimo pero la hemorragia al menos la había parado.
-No lo sé pero… ¿podrías taparte, por favor? Por Kami, no estoy acostumbrada a este tipo de cosas y me resulta embarazoso –terminé por decir aún con la cabeza girada sin poder mirarlo, no hasta saber al menos que estaría tapado. A él parecía resultarle gracioso por el tono con el que había hablado, pero para mí era más complicado cuando toda mí vida había estado rodeada por esa moralidad recatada en la que muchas cosas que se hacía en aquella ciudad, en la mía estarían totalmente prohibidas. Dijo que se llamaba Seth y no Agarwaen, que este era un amigo, que había recuperado la memoria y que me agradecía el haber cuidado de él. Volví mi vista de nuevo a él y le sonreí alegrada de que al menos hubiera recuperado la memoria y recordara quien era- Me alegro de que te hayas acordado, Seth –dije su nombre de verdad y me mordí el labio- ¿Sabes? Te queda mejor Seth que Agarwaen… el otro era un nombre algo más difícil de pronunciar –reí levemente entre dientes y luego siseé mirando la herida otra vez, picaba demasiado mientras le escuchaba decirme que todas las fábulas existían y que los otros eran cazadores. Que él era un lobo pero también un cazador algo que me hizo mirarlo ladeando la cabeza porque no entendía cómo podía ser las dos cosas… era algo un poco ilógico pero a lo que no hice mención alguna.
Sus dedos acariciaron mí rostro y pareció notar lo confundida que estaba ya que seguramente mi cara le diera a entender que no entendía absolutamente nada de nada de lo que me estaba diciendo, y que me generaba más dudas que respuestas. Pero aun así no dije nada y asentí con la cabeza, él quería llevarme a que me miraran la herida y yo no me opuse a que eso pasara porque seguramente aunque la hubiera tratado todo lo bien que podía en el entorno en el que nos encontrábamos, que le echaran un vistazo no vendría del todo mal. Me dijo que me cogiera y mi brazo bueno rodeó su cuello, el otro costaba moverlo y tiraba y dolía cuando lo hacía. Sus brazos pasaron por debajo de mi cuerpo y me alzó como si no pesara nada para él, aunque quizá es que realmente no le pesara demasiado. Tapé lo que pude con aunque ahora pegada a su cuerpo la tela se sujetaba por si sola, sonreí de lado cuando me dijo que no había sido buena idea y dejé mi rostro recostado en su cuello.
-No ha salido tan mal, solo es un rasguño –dije quitando presión al asunto mientras él se movía- oye, ¿pretendes ir desnudo? –Enarqué una ceja por ello, bastante iba a ser que me iban a ver de esa forma como para que él fuera totalmente desnudo- Por Kami… -cerré los ojos y lancé un suspiro que murió contra su piel- Así que… se puede decir que montado a lomos de un lobo, ¿no? Eras muy blandito y suave, casi como un peluche –dije con una sonrisilla en el rostro por mis palabras que seguramente no le hicieran mucha gracia porque le había llamado peluche, en toda regla- Si ya has recuperado la memoria, ¿quieres decir que te acuerdas de lo que te pasó cuando te encontré, y por qué estabas así? –Pregunté recordando que se acordaba de todo- ¿Qué te pasó, Seth? –Sí, sin duda me gustaba más ese nombre que el otro, mucho más fácil- Confío en ti, no por nada me has salvado. Siento haberte preocupado.
Intenté taparme con los trozos de tela que quedaban cubriendo mi desnudez y pasándole luego a él algo de tela también para que hiciera lo mismo, yo tenía la vista y el rostro girado muerta de la vergüenza al darme cuenta de ello y al comprender que había sido él quien me había curado el brazo y me había visto desnuda… toda la noche. Más roja ya no podía estar, desde luego. Me dijo entonces lo que pasaba con las heridas de bala y que había tenido que desinfectar y aplicar aquel ungüento natural para evitar la infección, miré la herida y al menos no sangraba, dolía y quemaba muchísimo pero la hemorragia al menos la había parado.
-No lo sé pero… ¿podrías taparte, por favor? Por Kami, no estoy acostumbrada a este tipo de cosas y me resulta embarazoso –terminé por decir aún con la cabeza girada sin poder mirarlo, no hasta saber al menos que estaría tapado. A él parecía resultarle gracioso por el tono con el que había hablado, pero para mí era más complicado cuando toda mí vida había estado rodeada por esa moralidad recatada en la que muchas cosas que se hacía en aquella ciudad, en la mía estarían totalmente prohibidas. Dijo que se llamaba Seth y no Agarwaen, que este era un amigo, que había recuperado la memoria y que me agradecía el haber cuidado de él. Volví mi vista de nuevo a él y le sonreí alegrada de que al menos hubiera recuperado la memoria y recordara quien era- Me alegro de que te hayas acordado, Seth –dije su nombre de verdad y me mordí el labio- ¿Sabes? Te queda mejor Seth que Agarwaen… el otro era un nombre algo más difícil de pronunciar –reí levemente entre dientes y luego siseé mirando la herida otra vez, picaba demasiado mientras le escuchaba decirme que todas las fábulas existían y que los otros eran cazadores. Que él era un lobo pero también un cazador algo que me hizo mirarlo ladeando la cabeza porque no entendía cómo podía ser las dos cosas… era algo un poco ilógico pero a lo que no hice mención alguna.
Sus dedos acariciaron mí rostro y pareció notar lo confundida que estaba ya que seguramente mi cara le diera a entender que no entendía absolutamente nada de nada de lo que me estaba diciendo, y que me generaba más dudas que respuestas. Pero aun así no dije nada y asentí con la cabeza, él quería llevarme a que me miraran la herida y yo no me opuse a que eso pasara porque seguramente aunque la hubiera tratado todo lo bien que podía en el entorno en el que nos encontrábamos, que le echaran un vistazo no vendría del todo mal. Me dijo que me cogiera y mi brazo bueno rodeó su cuello, el otro costaba moverlo y tiraba y dolía cuando lo hacía. Sus brazos pasaron por debajo de mi cuerpo y me alzó como si no pesara nada para él, aunque quizá es que realmente no le pesara demasiado. Tapé lo que pude con aunque ahora pegada a su cuerpo la tela se sujetaba por si sola, sonreí de lado cuando me dijo que no había sido buena idea y dejé mi rostro recostado en su cuello.
-No ha salido tan mal, solo es un rasguño –dije quitando presión al asunto mientras él se movía- oye, ¿pretendes ir desnudo? –Enarqué una ceja por ello, bastante iba a ser que me iban a ver de esa forma como para que él fuera totalmente desnudo- Por Kami… -cerré los ojos y lancé un suspiro que murió contra su piel- Así que… se puede decir que montado a lomos de un lobo, ¿no? Eras muy blandito y suave, casi como un peluche –dije con una sonrisilla en el rostro por mis palabras que seguramente no le hicieran mucha gracia porque le había llamado peluche, en toda regla- Si ya has recuperado la memoria, ¿quieres decir que te acuerdas de lo que te pasó cuando te encontré, y por qué estabas así? –Pregunté recordando que se acordaba de todo- ¿Qué te pasó, Seth? –Sí, sin duda me gustaba más ese nombre que el otro, mucho más fácil- Confío en ti, no por nada me has salvado. Siento haberte preocupado.
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
Ladeé la sonrisa cuando me dijo que no había sido tan mala idea en el fondo cogerme de aquel callejón medio muerto.
-Pues nada, cuando quieras repetimos la cita, supongo que ha sido de las mejores que has tenido en tu vida -apunté con cierta ironía mientras notaba que su cabeza se recostaba en mi cuello.
Debía estar agotada, había pasado la noche luchando primero contra cazadores y luego contra una herida que le dolía en exceso como para tener un reparador sueño.
Me eche a reír a carcajadas cuando me preguntó si pensaba ir al hospital así desnudo.
-No, voy a ver si encuentro a hada del bosque y me teje unos pantalones -reí con cierta diversión.
-Le recuerdo que perdí mi ropa al trasformarme y al vuestra la sajé con los dientes para que no os murierais de una pulmonía, así que, si, me toca ir desudo hasta al menos las afueras de París. En la primera casucha donde vea unos pantalones tendidos los robaré y me los pondré -le guiñé un ojo- no te preocupes no es la primera vez, gajes del oficio pequeña -bromeé
Enarqué una ceja cuando aseguro contra mi cuello haber montado a un lobo, un peluche blandito, me habían llamado muchas cosas, desde bestia a diablo pasando por un largo etc, peor jamas peluche blandito.
-Oye, que si esto trata de superar records, seguro que tampoco has besado nunca a un peluche blandito -bromeé poniéndole morros para ver si caía un beso y no un tortazo.
Ambos nos echamos a reír mientras yo amenizaba la marcha como podía y seguía andando.
Aquella herida no tenia buena pinta, necesitaba un medico, lo que haba hecho era un apaño, yo no tenia mas que nociones básicas de la medicina natural, puede que en mi cuerpo funcionaran porque se regeneraba a mas velocidad, pero ella solo era una humana.
Me preguntó si ya recordaba lo que había sucedido cuando me encontró, asentí con la cabeza.
-Fue la inquisición, me atacaron y casi acaban conmigo, peor logré escapar y tu me recogiste de ese sitio, sin ti hubiera muerto de seguro, así que ahora deja que sea yo quien cuide de ti, al menos hasta llegar al hospital ¿quieres? Susurré desviando mi mirada hacia sus ojos.
Me relamí al sentir su pesado aliento en mis labios, la notaba febril, no podía dejar que se durmiera, no era algo bueno en su estado ,así que traté de seguir dándole tema de conversación mientras aligeraba el paso.
-Pequeña, ya queda poco -susurré al notarla ligeramente atontada -juguemos a algo ¿quieres?
Se dormía, no lograba sacarla de ese estado, así que solo se me ocurrió una maravillosa idea. Mi boca buscó la ajena un instante y la beso, apenas un rocé que basto para que elevase la mirada, abriera los ojos.
-Bueno, al menos esto a funcionado, si vuelves a cerrar los ojos lo repetiré -susurré con una picara sonrisa mientras me relamía los labios -¿a que juegan las damas en tu país?
Ya salíamos de la zona boscosa, entrando en las zonas mas alejadas, un par de aldeas y llegaríamos a la zona podre de París y después al hospital.
Tenia que darme prisa, aun quedaban muchos kilometros por recorrer.
Logre tomar algo de ropa “prestada” cerca de una vieja casa, sobre ella tiré una manta para no solo cubrir su desnudez si no taparla y yo me hice con unos pantalones y una camisola que no eran de mi talla, peor a fin de cuentas valdrían para cubrirme por el momento.
-Pues nada, cuando quieras repetimos la cita, supongo que ha sido de las mejores que has tenido en tu vida -apunté con cierta ironía mientras notaba que su cabeza se recostaba en mi cuello.
Debía estar agotada, había pasado la noche luchando primero contra cazadores y luego contra una herida que le dolía en exceso como para tener un reparador sueño.
Me eche a reír a carcajadas cuando me preguntó si pensaba ir al hospital así desnudo.
-No, voy a ver si encuentro a hada del bosque y me teje unos pantalones -reí con cierta diversión.
-Le recuerdo que perdí mi ropa al trasformarme y al vuestra la sajé con los dientes para que no os murierais de una pulmonía, así que, si, me toca ir desudo hasta al menos las afueras de París. En la primera casucha donde vea unos pantalones tendidos los robaré y me los pondré -le guiñé un ojo- no te preocupes no es la primera vez, gajes del oficio pequeña -bromeé
Enarqué una ceja cuando aseguro contra mi cuello haber montado a un lobo, un peluche blandito, me habían llamado muchas cosas, desde bestia a diablo pasando por un largo etc, peor jamas peluche blandito.
-Oye, que si esto trata de superar records, seguro que tampoco has besado nunca a un peluche blandito -bromeé poniéndole morros para ver si caía un beso y no un tortazo.
Ambos nos echamos a reír mientras yo amenizaba la marcha como podía y seguía andando.
Aquella herida no tenia buena pinta, necesitaba un medico, lo que haba hecho era un apaño, yo no tenia mas que nociones básicas de la medicina natural, puede que en mi cuerpo funcionaran porque se regeneraba a mas velocidad, pero ella solo era una humana.
Me preguntó si ya recordaba lo que había sucedido cuando me encontró, asentí con la cabeza.
-Fue la inquisición, me atacaron y casi acaban conmigo, peor logré escapar y tu me recogiste de ese sitio, sin ti hubiera muerto de seguro, así que ahora deja que sea yo quien cuide de ti, al menos hasta llegar al hospital ¿quieres? Susurré desviando mi mirada hacia sus ojos.
Me relamí al sentir su pesado aliento en mis labios, la notaba febril, no podía dejar que se durmiera, no era algo bueno en su estado ,así que traté de seguir dándole tema de conversación mientras aligeraba el paso.
-Pequeña, ya queda poco -susurré al notarla ligeramente atontada -juguemos a algo ¿quieres?
Se dormía, no lograba sacarla de ese estado, así que solo se me ocurrió una maravillosa idea. Mi boca buscó la ajena un instante y la beso, apenas un rocé que basto para que elevase la mirada, abriera los ojos.
-Bueno, al menos esto a funcionado, si vuelves a cerrar los ojos lo repetiré -susurré con una picara sonrisa mientras me relamía los labios -¿a que juegan las damas en tu país?
Ya salíamos de la zona boscosa, entrando en las zonas mas alejadas, un par de aldeas y llegaríamos a la zona podre de París y después al hospital.
Tenia que darme prisa, aun quedaban muchos kilometros por recorrer.
Logre tomar algo de ropa “prestada” cerca de una vieja casa, sobre ella tiré una manta para no solo cubrir su desnudez si no taparla y yo me hice con unos pantalones y una camisola que no eran de mi talla, peor a fin de cuentas valdrían para cubrirme por el momento.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
Me elevaba entre sus brazos como si apenas pesara nada en esos momentos, como si estuviera hecha de plumas porque no le costaba mantenerme sobre su cuerpo pegándome contra él, había envuelto el trozo de tela para que mientras estuviera andando no se cayera de mi cuerpo y comenzó una marcha en la que pronto comencé a sentir como un sopor me invadía el cuerpo. La herida el brazo me dolía aunque no quería expresarlo para no preocuparlo, y sabía que no iba a cambiar de idea aunque fuera desnudo en llevarme al hospital, quizás es que lo necesitaba pero en esos momentos no era consciente de lo que realmente pasaba. Sonreí cuando dijo que había sido una de mis mejores citas y, teniendo en cuenta que había tenido pocas, esta se llevaba la palma en cuanto a peligrosidad y emociones fuertes se trataba.
Su comentario divertido e incluso jocoso sobre ir desnudo hizo que me riera de forma entrecortada sobre su cuello teniendo allí mi rostro, con mis manos rodeándolo para no caerme, mientras sentía que el sopor se iba adueñando más y más de mí cuerpo conforme pasaban los minutos. Pareció divertirle en cierta forma cuando le dije que era como un peluche blandito y sacó a colación que no me había besado un peluche blandito, haciendo que volviera a reírme sin apartar el rostro de su cuello, como si la cabeza comenzara a pesarme por momentos.
-La verdad es que no, nunca me ha besado un peluche blandito… quizás algún día –dije para luego escuchar lo que me contaba de lo que había recordado. La inquisición lo había perseguido y había logrado salvarse por los pelos hasta que yo lo encontré en el callejón. Decía que ahora él cuidaría de mi por haberlo ayudado cuando si no hubiera hecho nada habría muerto en aquel lugar por las heridas, levanté mi vista como pude para mirarlo y le sonreí por ello- no tengo nada mejor que hacer –alegué con una sonrisa algo débil, me sentía muy cansada y notaba que la cabeza y el sueño tomaban más y más fuerza al paso de los minutos, lo único que quería era recostar la cabeza contra su cuello y dejarme vencer por el sueño, pero algo me decía que no era demasiado bueno hacer eso conforme estaba, así que intentaba por todos los medios no caer rendida… aunque era algo demasiado complicado. Lo miré cuando dijo que faltaba poco y que jugáramos a algo- ¿a qué quieres jugar? –pregunté notando que la cabeza de nuevo se vencía por el peso y el sueño y solamente fui consciente de nuevo cuando sentí el roce de sus labios en los míos, mis ojos se abrieron para mirarlo levantando un poco la cabeza… me costaba cada vez más ser consciente de lo que pasaba a mi alrededor- Ahora sí que me ha besado un peluche blandito... -alegué como pude. Su pregunta de a qué jugaban las damas allí en Japón contesté sin tan siquiera pensarlo- A ser Geishas –dije entrecerrando de nuevo los ojos, volviendo a apoyar la cabeza contra su cuello- a que las instruyan para servir el té, bailen, canten, hablen, entretengan, que toquen el shamisen… pero yo nunca quise y yo jugaba a ser una samurái –dije volviendo a perder poco a poco la consciencia, hasta que finalmente no sé en qué momento sentí algo que me abrigaba y tapaba mi cuerpo, y poco más recordé salvo ese olor típico de un hospital y supe que habíamos llegado. Desperté no sé al cabo de cuántas horas pero el sol todavía seguía en el cielo, quizás fuera por la tarde pero no podía asegurarlo con exactitud. Abrí los ojos acostumbrándome a la luz y cuando intenté incorporarme una mano en mi pecho frenó todo intento, al girarme me pude dar cuenta de que no estaba sino, sino que él estaba conmigo- Seth… ¿qué ha pasado? –No recordaba mucho desde que me había quedado inconsciente entre sus brazos.
Su comentario divertido e incluso jocoso sobre ir desnudo hizo que me riera de forma entrecortada sobre su cuello teniendo allí mi rostro, con mis manos rodeándolo para no caerme, mientras sentía que el sopor se iba adueñando más y más de mí cuerpo conforme pasaban los minutos. Pareció divertirle en cierta forma cuando le dije que era como un peluche blandito y sacó a colación que no me había besado un peluche blandito, haciendo que volviera a reírme sin apartar el rostro de su cuello, como si la cabeza comenzara a pesarme por momentos.
-La verdad es que no, nunca me ha besado un peluche blandito… quizás algún día –dije para luego escuchar lo que me contaba de lo que había recordado. La inquisición lo había perseguido y había logrado salvarse por los pelos hasta que yo lo encontré en el callejón. Decía que ahora él cuidaría de mi por haberlo ayudado cuando si no hubiera hecho nada habría muerto en aquel lugar por las heridas, levanté mi vista como pude para mirarlo y le sonreí por ello- no tengo nada mejor que hacer –alegué con una sonrisa algo débil, me sentía muy cansada y notaba que la cabeza y el sueño tomaban más y más fuerza al paso de los minutos, lo único que quería era recostar la cabeza contra su cuello y dejarme vencer por el sueño, pero algo me decía que no era demasiado bueno hacer eso conforme estaba, así que intentaba por todos los medios no caer rendida… aunque era algo demasiado complicado. Lo miré cuando dijo que faltaba poco y que jugáramos a algo- ¿a qué quieres jugar? –pregunté notando que la cabeza de nuevo se vencía por el peso y el sueño y solamente fui consciente de nuevo cuando sentí el roce de sus labios en los míos, mis ojos se abrieron para mirarlo levantando un poco la cabeza… me costaba cada vez más ser consciente de lo que pasaba a mi alrededor- Ahora sí que me ha besado un peluche blandito... -alegué como pude. Su pregunta de a qué jugaban las damas allí en Japón contesté sin tan siquiera pensarlo- A ser Geishas –dije entrecerrando de nuevo los ojos, volviendo a apoyar la cabeza contra su cuello- a que las instruyan para servir el té, bailen, canten, hablen, entretengan, que toquen el shamisen… pero yo nunca quise y yo jugaba a ser una samurái –dije volviendo a perder poco a poco la consciencia, hasta que finalmente no sé en qué momento sentí algo que me abrigaba y tapaba mi cuerpo, y poco más recordé salvo ese olor típico de un hospital y supe que habíamos llegado. Desperté no sé al cabo de cuántas horas pero el sol todavía seguía en el cielo, quizás fuera por la tarde pero no podía asegurarlo con exactitud. Abrí los ojos acostumbrándome a la luz y cuando intenté incorporarme una mano en mi pecho frenó todo intento, al girarme me pude dar cuenta de que no estaba sino, sino que él estaba conmigo- Seth… ¿qué ha pasado? –No recordaba mucho desde que me había quedado inconsciente entre sus brazos.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
No se las horas que pasé en ese hospital velando el cuerpo de la nipona, cambiando el trapo de agua de su frente para que las altas fiebres no se la llevaran. El cansancio empezaba a hacer mella en mi, habían pasado un par de días en los que su sueño fue profundo, apenas abría los ojos en delirios y caía de nuevo sumida en una semi inconsciencia en la que hablaba de bestias en sueños.
Había caído a su lado, mi frente en su mano que estaba enredada en la mía y mis ojos cerrados contra esta sumiéndome en un duerme vela cuando sentí como se removía en el lecho, al parecer por fin despierta.
Trató de incorporarse, mas mi mano la obligó a volver a dejarse vencer sobre el lecho.
-Estas muy débil pequeña, has de descansar.
Me preguntaba que había pasado, supuse que se refería a desde que perdió la consciencia a este preciso instante, así que con detallé le conté que logro permanecer despierta hablándome de su tierra, así llegamos al hospital y se encargaron de ella.
-Me has dado un buen susto -susurré contra la piel de su mano que aun seguía enlazada a la mía -pensé que no ibas a enseñarme como son las Gheisas -bromeé con una picara sonrisa -en tu delirio me has prometido servirme te como lo hacen ellas -lancé dos bocados al aire sabiendo que le daría vergüenza y me eche a reír reflejando la alegría que sentía al verla fuera de peligro.
Me relamí los labios mirándola fijamente la mas de divertido.
-Se me olvidaba un detallé ,insististe en besarme, decías que no sabias lo que era besar un fiero lobo -bromeé, aunque si mal no recordaba me llamo peluche peludo, claro que mi ego no iba a reconocer tal cosa en estos momentos -así que te deje que lo hicieras, no fuera que te quedaras con las ganas.
Me eche a reír de nuevo mientras esta se ponia roja como un tomate, creo que no se escondió mas, porque las sabanas no daban mas de si y yo no podía parar de reírme.
-He avisado en la mansión, saben que estoy contigo aquí. También lo sabe Agarwaen, así que no te preocupes, todo esta bien.
El medico entró alertado por una de las enfermeras al saber que la joven había recobrado la consciencia, la revisó y al parecer todo marchaba bien así que en breve podríamos irnos a casa, eso si, teniendo que ir con cuidado de no hacer movimientos bruscos y cuidarse un poco mas de la cuenta.
Cuando el doctor se fue y quedamos de nuevo a solas mis ojos se hundieron en sus pardos.
-Parece que el fin de nuestro camino se acerca, de nuevo te doy las gracias por cuidar de mi en los malos momentos, de no ser por ti, hoy no estaría aquí.
Sinceramente no quería dejar de verla, pero tampoco podía irrumpir mas de lo que ya lo había hecho en su vida, así que no podía hacer mas que decirle donde vivía y esperar que el destino volviera a ponernos en la misma senda.
Había caído a su lado, mi frente en su mano que estaba enredada en la mía y mis ojos cerrados contra esta sumiéndome en un duerme vela cuando sentí como se removía en el lecho, al parecer por fin despierta.
Trató de incorporarse, mas mi mano la obligó a volver a dejarse vencer sobre el lecho.
-Estas muy débil pequeña, has de descansar.
Me preguntaba que había pasado, supuse que se refería a desde que perdió la consciencia a este preciso instante, así que con detallé le conté que logro permanecer despierta hablándome de su tierra, así llegamos al hospital y se encargaron de ella.
-Me has dado un buen susto -susurré contra la piel de su mano que aun seguía enlazada a la mía -pensé que no ibas a enseñarme como son las Gheisas -bromeé con una picara sonrisa -en tu delirio me has prometido servirme te como lo hacen ellas -lancé dos bocados al aire sabiendo que le daría vergüenza y me eche a reír reflejando la alegría que sentía al verla fuera de peligro.
Me relamí los labios mirándola fijamente la mas de divertido.
-Se me olvidaba un detallé ,insististe en besarme, decías que no sabias lo que era besar un fiero lobo -bromeé, aunque si mal no recordaba me llamo peluche peludo, claro que mi ego no iba a reconocer tal cosa en estos momentos -así que te deje que lo hicieras, no fuera que te quedaras con las ganas.
Me eche a reír de nuevo mientras esta se ponia roja como un tomate, creo que no se escondió mas, porque las sabanas no daban mas de si y yo no podía parar de reírme.
-He avisado en la mansión, saben que estoy contigo aquí. También lo sabe Agarwaen, así que no te preocupes, todo esta bien.
El medico entró alertado por una de las enfermeras al saber que la joven había recobrado la consciencia, la revisó y al parecer todo marchaba bien así que en breve podríamos irnos a casa, eso si, teniendo que ir con cuidado de no hacer movimientos bruscos y cuidarse un poco mas de la cuenta.
Cuando el doctor se fue y quedamos de nuevo a solas mis ojos se hundieron en sus pardos.
-Parece que el fin de nuestro camino se acerca, de nuevo te doy las gracias por cuidar de mi en los malos momentos, de no ser por ti, hoy no estaría aquí.
Sinceramente no quería dejar de verla, pero tampoco podía irrumpir mas de lo que ya lo había hecho en su vida, así que no podía hacer mas que decirle donde vivía y esperar que el destino volviera a ponernos en la misma senda.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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Re: Moonlight Shadow ~ Privado
No sabía las horas que habían pasado desde que había caído inconsciente hasta que había despertado ahora en lo que parecía ser el hospital, solo recordaba vagamente algunas cosas, fragmentos un poco confusos de lo que había sido las últimas horas que recordaba despierta. Su mano en mi pecho frenó que me incorporara y le hice caso volviendo a tumbarme de nuevo, mirando a mí alrededor sin saber si era de día, de noche o incluso en qué día estábamos. Le pregunté qué era lo que había pasado desde entonces hasta ahora y sentí su aliento contra mi mano que estaba enlazada en una de la suya, como si hubiera estado velando por mí así durante horas. Lo miré ante su broma para intentar hacerme sentir mejor y sonreí de lado, si yo tenía que enseñarle cómo eran las geishas desafortunadamente no iba a verlo nunca, reí levemente cuando dijo que le enseñaría como servían el té y que se lo había prometido en mi delirio.
-Tendré que aprender entonces –dije con la voz algo débil, como si siguiera cansada. El brazo me dolía pero mucho menos de lo que recordaba haberme dolido, y no quise moverlo demasiado, no tentando a la suerte. Me lanzó un par de bocados por sus palabras y yo sentí que enrojecía levemente viendo que reía, recordando la parte en la que me había dicho su nombre y lo que le había pasado, después cuando salimos de aquel lugar poco más recordaba con nitidez. Dijo que se le había olvidado un detalle y esperé a que continuara para ver qué era lo que se le había olvidado, abrí la boca ligeramente tras sus palabras en las que decía que yo le había pedido besarlo notando como si antes no me había puesto roja del todo, ahora sí que parecería un tomate por completo e intenté esconderme pero la sábana no daba más de sí y ya no sabía dónde meterme, para la risa de él quien se reía mirándome y yo deseando que me tragara la tierra en esos momentos llenos de vergüenza- ¿De verdad te pedí un beso? ¡Por Kami! –Dije cerrando los ojos negando con la cabeza ante la estupidez que le había pedido en mi delirio, y luego enfrenté su mirada- no sé muy bien sobre lo que hacen las geishas, yo prefería ser un samurái como mi padre –sonreí de lado, por eso mismo había recibido los entrenamientos y no me habían enseñado a vestirme, peinarme, pintarme, cantar y demás cosas que hacían ellas, como las artistas que eran y que realmente era lo que significaba su nombre- como el nombre indica, ellas son artistas versátiles, yo carezco de sus habilidades –negué levemente con la cabeza, me había llamado la atención la forma en la que decía que lo había llamado- ¿fiero lobo? –Lo miré durante unos segundos, quizás estuviera semi inconsciente, pero no recordaba que le dijera eso- ¿seguro? No creo que fue así… creo que te dije de otra forma –él negó convencido de que así no era, hasta que llegó a mí mente lo que le había dicho- ¡ya lo recuerdo! –Lo miré con una sonrisa- te dije peluche blandito, porque eras blandito –reí levemente y fue entonces cuando el médico entró en la habitación ahora que sabía que estaba despierta. Me hizo unas cuantas preguntas, me hizo un examen de cómo estaba la herida y dijo que curaba bien, pero que esta sería lenta.
Me dio indicaciones sobre las curas que tenía que hacerme a lo largo de los días, que en dos semanas debía de volver de nuevo para ver cómo seguía, y que no hiciera movimientos bruscos, ni cogiera mucho peso con ese brazo para que los puntos no volvieran a abrirse, así como que evitara que le dieran golpes y no exponer la herida demasiado al sol tampoco. Asentí atendiendo a sus palabras y se despidió para volver a decirme que volviera en quince días para otro reconocimiento. Salió de la habitación y nos dejó a solas de nuevo, esa vez me quedé sentada en la cama apoyando la espalda en el cabezal de la misma y asentí cuando dijo que había avisado de que estaba allí y bien, al igual que había avisado a su amigo y que todo estaba bien.
-Gracias Seth, seguro que la señora Haruka estaría preocupada de no saber nada de mí… no tiene por costumbre que desaparezca toda una noche entera –lo miré escuchando sus palabras y negué con la cabeza- creo que ahora estamos en un claro empate… porque de no ser por ti y de haberme cuidado tampoco estaría aquí, la infección se habría extendido y tú evitaste que eso pasara –lancé un pequeño bufido- van a ser dos semanas eternas, no voy a poder entrenar ni hacer nada –lo miré con una pequeña sonrisa- Siempre puedes venir a visitarme, será bien recibido. Ya sabes donde vivo, creo que estaré encerrada esas dos semanas porque tengo la sensación de que la señora Haruka no va a dejar que haga nada… no conoces a esa mujer cuando se pone terca con algo –sonreí divertida- Puedes venir siempre que quieras, me alegrará tener algo de compañía y aunque no pueda cumplir con la promesa que te hice por el momento, mientras puedo hacer que me enseñen. Gracias Seth por cuidarme, de verdad –dije dejando una de mis manos sobre la suya, no olvidaba lo que había descubierto a su lado, ese mundo plagado de seres que eran puras leyendas que si existían, un mundo del cual desconocía absolutamente todo.
-Tendré que aprender entonces –dije con la voz algo débil, como si siguiera cansada. El brazo me dolía pero mucho menos de lo que recordaba haberme dolido, y no quise moverlo demasiado, no tentando a la suerte. Me lanzó un par de bocados por sus palabras y yo sentí que enrojecía levemente viendo que reía, recordando la parte en la que me había dicho su nombre y lo que le había pasado, después cuando salimos de aquel lugar poco más recordaba con nitidez. Dijo que se le había olvidado un detalle y esperé a que continuara para ver qué era lo que se le había olvidado, abrí la boca ligeramente tras sus palabras en las que decía que yo le había pedido besarlo notando como si antes no me había puesto roja del todo, ahora sí que parecería un tomate por completo e intenté esconderme pero la sábana no daba más de sí y ya no sabía dónde meterme, para la risa de él quien se reía mirándome y yo deseando que me tragara la tierra en esos momentos llenos de vergüenza- ¿De verdad te pedí un beso? ¡Por Kami! –Dije cerrando los ojos negando con la cabeza ante la estupidez que le había pedido en mi delirio, y luego enfrenté su mirada- no sé muy bien sobre lo que hacen las geishas, yo prefería ser un samurái como mi padre –sonreí de lado, por eso mismo había recibido los entrenamientos y no me habían enseñado a vestirme, peinarme, pintarme, cantar y demás cosas que hacían ellas, como las artistas que eran y que realmente era lo que significaba su nombre- como el nombre indica, ellas son artistas versátiles, yo carezco de sus habilidades –negué levemente con la cabeza, me había llamado la atención la forma en la que decía que lo había llamado- ¿fiero lobo? –Lo miré durante unos segundos, quizás estuviera semi inconsciente, pero no recordaba que le dijera eso- ¿seguro? No creo que fue así… creo que te dije de otra forma –él negó convencido de que así no era, hasta que llegó a mí mente lo que le había dicho- ¡ya lo recuerdo! –Lo miré con una sonrisa- te dije peluche blandito, porque eras blandito –reí levemente y fue entonces cuando el médico entró en la habitación ahora que sabía que estaba despierta. Me hizo unas cuantas preguntas, me hizo un examen de cómo estaba la herida y dijo que curaba bien, pero que esta sería lenta.
Me dio indicaciones sobre las curas que tenía que hacerme a lo largo de los días, que en dos semanas debía de volver de nuevo para ver cómo seguía, y que no hiciera movimientos bruscos, ni cogiera mucho peso con ese brazo para que los puntos no volvieran a abrirse, así como que evitara que le dieran golpes y no exponer la herida demasiado al sol tampoco. Asentí atendiendo a sus palabras y se despidió para volver a decirme que volviera en quince días para otro reconocimiento. Salió de la habitación y nos dejó a solas de nuevo, esa vez me quedé sentada en la cama apoyando la espalda en el cabezal de la misma y asentí cuando dijo que había avisado de que estaba allí y bien, al igual que había avisado a su amigo y que todo estaba bien.
-Gracias Seth, seguro que la señora Haruka estaría preocupada de no saber nada de mí… no tiene por costumbre que desaparezca toda una noche entera –lo miré escuchando sus palabras y negué con la cabeza- creo que ahora estamos en un claro empate… porque de no ser por ti y de haberme cuidado tampoco estaría aquí, la infección se habría extendido y tú evitaste que eso pasara –lancé un pequeño bufido- van a ser dos semanas eternas, no voy a poder entrenar ni hacer nada –lo miré con una pequeña sonrisa- Siempre puedes venir a visitarme, será bien recibido. Ya sabes donde vivo, creo que estaré encerrada esas dos semanas porque tengo la sensación de que la señora Haruka no va a dejar que haga nada… no conoces a esa mujer cuando se pone terca con algo –sonreí divertida- Puedes venir siempre que quieras, me alegrará tener algo de compañía y aunque no pueda cumplir con la promesa que te hice por el momento, mientras puedo hacer que me enseñen. Gracias Seth por cuidarme, de verdad –dije dejando una de mis manos sobre la suya, no olvidaba lo que había descubierto a su lado, ese mundo plagado de seres que eran puras leyendas que si existían, un mundo del cual desconocía absolutamente todo.
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