La lejana luz del norte. // Flashback //

Al tiempo de guerra se le añade los recuerdos de buenos momentos que parecen no llegar ni a ser irrepetibles. Es extraño no olvidar un recuerdo que aún no se comparte.
Pasan los años sabiendo lo que nunca se sabrá, ¿o sí? Sé sabrá, solo hace falta que regrese el tiempo de “vivir” y recordar.
Consciente de todo y leal a esa familia del norte, la inmortal ha permanecido a su lado haciendo suya aquella guerra.
Ya se lo había dicho Höor cuando sus caminos decidieron entrelazarse. El tiempo de guerra regresaría mancillado de muerte y horror, hijos y nietos vivirán tremendo cambio a la hora de batallar. Espada o chacha quedarán olvidados por culpa del fusil y las bombas.

Consciente de todo aquello, ya desde el vientre de su madre el querer en su conjunto con el sentir contradictorio era invertido.
Ese es el efecto de la inmortalidad, el nunca envejecer o incluso no poder morir, aunque a veces haya deseo de ello. Que el mundo pase por delante de tus ojos al igual que las personas… Unos vienen, otros se van, regresan, permanecen todo lo que la vida le da hasta la muerte.
Lo ha visto nacer, crecer y hacerse hombre en su silencio. Le ha dado todo lo que lo que mano ha podido alcanzar. Le ha protegido, guiado sus pasos e incluso, cariño le ha dedicado. A pesar de su trato a veces afilado, serio y frío en muchas ocasiones.
Lakme siempre ha sabido más, y en su silencio siempre se ha guardado aquel recuerdo emocional en su sentir y corazón. ¿Corazón? Lo tiene.

Su destino es otro, no puede aferrar a nadie, es otra vida la que le toca vivir… Y la vida de otros debe de dejar de vivir, sin alterar su cuerpo ni dificultad la felicidad ajena. Es un pensamiento que le hiere, y arrastra muy a su pesar.

A veces se marcha durante largas temporadas, a pesar de que la familia Cannif le pide que permanezca a su lado para continuar con su batalla.
Cuando se empieza a acomodar en algún lugar; cuando se siente conforme y que la vida va tornándose estabilidad. Hay algo por dentro que le presiona y produce un verdadero terror. La armadura se desquebraja y necesita huir de esa estabilidad, aunque ellos no lo comprenden, nadie la detiene.

Cuando regresa por temporadas, el pequeño Niels ha crecido tanto que le saca una cabeza, sujeta con fuerza la espada, ya no es un niño que entre sus brazos asustado había consolado en aquella noche de luna llena.
Ahora es un muchacho cuyos ojos esmeraldas son capaces de desafiarte. Es arrogante, impulsivo y ya conoce calor del lecho de alguna joven.
Con su bienvenida, ella sonríe de soslayo cuando conversa con su padre, nota como aquel muchachito le mira, todo un hombrecito con ganas de meterse en líos.

Sabe que dentro de unos pocos años hará un largo viaje y ambos se conocerán desde una faceta bien distinta de la que se conocen ahora. Por así decirlo, él “recordará” lo que ella en su memoria ha guardado con mucho celo durante demasiado tiempo. Ha tenido que callar, hay que dejar que lo escrito siga su curso y orden.
A veces recuerda evoca cada detalle de su cuerpo dibujado entre sus dedos, un anhelo extraño, irrepetible, imposible… Sabe que habrá una mirada distinta cuando regrese y se encuentre de nuevos con sus ojos. Eso si ella no ha vuelto a marcharse.

¿Quién sabe qué ocurrió entre ambos tras su regreso?

Algo estaba seguro. Una visión sobre su legado truncado y extinto por aquel tiempo de guerra, el mundo cambia vertiginosamente.
“No escatimes en gastos cuando me hagas una bonita sepultura”. Una promesa y una predicción.
Europa se ve marchitada por dos guerras, y ella tiene un sueño que rompe su calma, un sueño donde hombres con hombres no tienen piedad, y la Muerte galopa por ríos y valles…
Su presencia sigue ansiada y ella lleva tiempo guardando esa cicuta que le regalará décadas de sueño.

“No escatimes en gastos cuando me hagas una bonita sepultura”. Extraña petición que en la madurez de su vida Niels cumple, su familia le debe una y ahora tienen una misión con respecto a ella. Su legado debe enterrar a sus muertos junto a ella y proteger la sepultura.

Sombras le acechan y otras la protegerán… No hay más remedio, cuando ella le pide que la encierre, cicuta en mano. Lakme se sumerge en su dulce letargo bajos las luces, allá en el lejano norte.