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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Eloane Sveta Lun Abr 10, 2017 7:13 pm

Notre-Damme daba las últimas campanadas del día, anunciando así su caída. Las escuchó de lejos, sumergida en las empobrecidas alcantarillas de una desconocida capilla. No había cosa más nauseabunda para un gato que pasearse por la inmundicia y pensó seriamente en advertir a quien le importase que limpiar los desagües de vez en cuando no hacía mal a nadie. Arrugó el hocico al montarse sobre un cadáver, las ratas, bien gordas, ni siquiera huyeron de ella.- ¿Otra vez aquí huesuda?- Vivo al límite, ¿Otra vez comiendo ojos?-Es lo más jugosito.-La gata pasó prácticamente de puntillas por encima del cuerpo en descomposición que las ratas estaban cenando, saltó cuidadosamente procurando pasar por las zonas donde no había charcos, aunque la humedad era inevitable. Iba sin agazaparse, más preocupada de no manchar su blanco pelaje, que ya le costaba un infierno mantener aseado.

Había pasado semanas buscando una forma de entrar, había paseado por los lugares más insospechados, podría colarse en casa del rey de ser necesario, pero no lo hacía por robar, era por la sencilla sensación de superioridad al invadir un lugar que se suponía sagrado e invencible, como era en la mente de los idiotas un hogar cualquiera, como si sus puertas estuvieran celadas por seres del infierno y las ventanas tuvieran cañones de navío. Por fortuna para ella, la gente era muy idiota, por lo general. Al final había encontrado a Rastrillo y Cortadete, las dos familias de roedores que vivían bajo la capilla y se alimentaban de los muchos despojos que dejaban caer por aquí, gente lista, se los comerían las ratas y nadie los buscaría en ese apestoso lugar, tan alejado de todo. No contaban con que las ratas, lejos de lo que cualquiera pudiera imaginar, eran bastante amistosas y dispuestas a hacer intercambios por las cosas más absurdas, como piedras de colores brillantes, comida o algo mullido para hacer sus nidos, a cambio de un suministro que le dejó con el estómago vacío durante tres días, consiguió que le enseñaran cómo entrar, aunque le advirtieron de que no era buena idea y de que hasta ellas evitaban ese lugar. Que los roedores tuvieran miedo de algo era bastante inusual, por lo general huían de todos los lugares, pero las ratas no tenían nada de temerosas cuando se trataba de supervivencia. Eran muy listas, consejo de rata acepta la pata.

Mientras avanzaba por las laberínticas alcantarillas se detuvo. Miró hacia arriba, donde la luz entraba a duras penas por una rendija, debía estar tapiada pero el tiempo y el desuso habían hecho caer una de las esquinas de la trampilla, se pasó un buen rato sentada, calculando, hasta que finalmente saltó y se colgó de los bordes, adentrándose así en la boca del león. Se sacudió el cuerpo lo primero, asqueada y empezó a caminar. No era la primera vez que hacía el viaje, no era tan idiota como para adentrarse en un lugar desconocido a las buenas de Dios. Conocerse las salidas era más importante que encontrar la entrada, así que le dedicó varias semanas de días salteados y horarios variados a sentirse cómoda con el lugar.

Lo malo de los ghouls era su escasa lucidez, por lo general eran más como autómatas paseándose por la capilla, pero, lo que había visto y escuchado por allí era suficiente para ponerle el pelaje del lomo de punta. Levantó la cola, bien alta y empezó a caminar a pasitos cortos y rápidos, deteniéndose en los lugares donde tendría problemas, con todo el mimo del mundo, porque a fin de cuentas se estaba jugando la vida. Tuvo que aguantar los gritos y las visiones de las mazmorras y prisiones que se encontraban justo encima del alcantarillado. No sabría decir si el artífice de las torturas era un loco o un genio la primera vez que entró. Ese lugar era un infierno, no apto para pusilánimes pero..Ella sabía cosas que los aquí presentes no. Las ratas estaban en todas partes y este lugar no era diferente.

Paseó y paseó, deteniéndose en los lugares críticos, sorteando las múltiples trampas donde más de un Cortadete y más de un Rastrillo había caído. Al ser tantas las comunidades de ratas eran muy dadas a los sacrificios por el bien común, pero no fueron muchas las que tuvo que evitar o esquivar, llegó hasta la pared roída que servía a los roedores para entrar en los muros y colarse por los entresijos de la arquitectura. Se tenía que estirar mucho y pasar un infierno de metros interminables entre dos paredes estrechas, un claustrofóbico no llegaría lejos allí metido. Todo estaba oscuro y la gata se guiaba tanteando antes de avanzar, por un momento se perdía totalmente la orientación, como cuando uno se sumerge en mar abierto, pero finalmente, se veía la luz. Se retorció para salir, finalmente encontrándose en el techo de la torre. Necesitó unos segundos para respirar, para acostumbrarse a la claridad aunque fuera escasa y luego miró hacia abajo, estaba a varios metros del suelo, por supuesto, en las vigas que daban forma al abovedado. Saltó sobre la despampanante lámpara victoriana que colgaba del centro de la bóveda, que podría iluminar todo pero la mayoría de las velas estaban apagadas.

Se colocó entre las astas de los candelabros, que apenas se movieron por su peso y observó el trono, vacío. Llegó cuando el sol había muerto, no tenía mucho tiempo, así que lo dedicó a lo urgente: Asearse. Se dedicó a lamerse y a quitarse las miles de telarañas que se le habían enroscado durante el trayecto, la porquería de las alcantarillas, alguna que otra mancha de sangre de las mazmorras, en fin, lo justo para que su pelaje volviera a verse deslumbrante, como si hubiera sido entrar por la puerta y aposentarse allí, tan divinamente, con un esfuerzo mínimo. Se acomodó y esperó, completamente quieta, sabía que era parte del decorado y también tenía localizadas las salidas, por si acaso. Ahora solo cabía esperar al padre de los Ghouls.
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Mensaje por Maxwell Blackbird Mar Abr 18, 2017 8:24 am



BE THE BROKEN OR THE BREAKER
BE THE GIVER OR THE UNDERTAKER

UNLOCK AND OPEN THE DOOR
BE THE HEALER OR THE FAKER








La fría y oscura noche comenzaba a extender sus largos brazos y estrepitosas garras puntiagudas por cada calle, recobeco y lugar de Paris, extendiéndose a lo largo y lo ancho de todo cuanto antes hubiese luz y dejando ver una enorme Luna Llena cargada de misticismo y acompañada de algunas nubes tan negras como la propia noche que caía. Las últimas campanadas se podían escuchar de la gran Notre-Dame junto a unos sonidos acompañantes de tormenta, lo que significaba que de aquí a poco Paris estaría invadida no solo por la Oscuridad, si no también por la mala suerte de la Tempestad.

No muy lejos de la señora de las Catedrales Góticas se encontraba una Capilla de elegante semblante por fuera y de millones de rumores por dentro. Los críos incluso la habían comenzado a llamar la "Capilla del Hombre del Saco" admitiendo por activa y por pasiva que si te quedabas lo suficiente por el lugar, podrías llegar a ver todo tipo de criaturas extrañas que solo habitan en las mas oscuras y tenebrosas pesadillas del interior de tu cabeza. E incluso se aventuraban a contarse los unos a los otros, que las campanas de allí no replicaban solitariamente si no que había un hombre, tan enorme como oscuro, al que juguetonamente llamaban "El hombre del Saco" mientras reían divertidamente imaginando como él vendría a por ellos si se portaban mal.

El lugar era muy oscuro, contaba con una gran catacumba y cloacas que conectaban directamente con las enormes Catacumbas de Notre-Dame, con las cloacas de todo Paris y además, contaba con salidas hacia la mismísima Corte de los Milagros, otro lugar de fantasía, mitología y rumorología sin parangon. Del lugar emanaban todo tipo de gritos que las gentes del lugar achacaban a que sería algún eco proveniente de las cloacas o de las mazmorras de Notre-Dame. Por supuesto, todo lejos de la realidad verdadera. Aquella Capilla no era la Capilla del hombre del Saco, si no que su nombre real era La Capilla de la Oscuridad, la cual contaba con sus fieles de corazón oscuro y amantes de lo profano y de los Aquelarres, adoradores del Diablo y por supuesto.. Amantes de lo esotérico y de los rituales de sacrificio e invocación. El lugar también contaba con unas grandes mazmorras y un lujoso y espacioso sótano, donde letargaba cada Día el Padre de todo aquello, en un enorme ataud donde probablemente cabrían hasta  7 personas. Un ataud negro, decorado con una Calavera que probablemente sería de mujer. La Calavera llevaba en su hueco ocular derecho una rosa de color negro y en la frente tenía una letra. "H".

Pronto el negro Ataud se abría de par en par dejando salir toda una bandada de Murcielagos nerviosos por explorar la noche una vez mas, acompañados de un terrorífico humo, una niebla negra, densa y aspera como un miasma que apodedumbra todo aquello feliz que tocase. Una figura fría y oscura podía apreciarse tras aquél negro miasma de muerte, una figura enorme, de unos 2 metros 10, cabello largo y mirada penetrante. Un rostro que invitaba a recordar a todo un Ejecutor medieval, a un Inquisidor cruel. A un Demonio. La enorme figura recibía el nombre de Maxwell Blackbird, el autoproclamado Señor de la Oscuridad. Se levantaba de forma seria, contemplando el lujoso sotano adornado de todo tipo de utensilios científicos. Fetos sin formar suspendidos en bidones color amarillo. Botes llenos de manos, dedos cortados.. Ojos y otras cosas horripilantes. Y una estantería, que parecía estar adornada por un centenar de Cabezas cortadas y algunos tarros que contenían Corazones. A la izquierda del gran Ataud había un Altar que actuaba a su vez de enorme espejo. El altar tenía forma peculiar, era de piedra, con una fuente, tras la fuente se erguía el gran y largo espejo hacia arriba y desde la espalda una enorme estatua del Macho cabrío con pechos abrazando al Espejo. Maxwell se acercaba con sus agigantados pero calmados y elegantes pasos, poniendose su atuendo ceremonial con el que acostumbraba a estar hasta que volviese a letargar.

-El principio básico de la libertad es la simple idea de obedecer, la fórmula de la evolución y el pecado liderando el camino.- Comenzaba a relatar, con voz oscura, tenebrosa, tan potente y negra como el cargado ambiente. Lo relataba frente al espejo, mientras la fuente se llenaba de un liquido blanco. -El renacer está casi completo mientras lentamente despertamos del sueño, Maestro. -Fué entonces cuando una cruel sonrisa cargada de oscuridad se le dibujaba en el rostro mostrando unos enormes colmillos- Si.. mientras lentamente despertamos del sueño.- Mientras él se miraba al espejo contemplandose a sí mismo, en el espejo se podía apreciar una quejumbrosa sombra levitante, a la espalda de Maxwell. Solo se podía ver en el espejo.. pese a que él la veía siempre. La sombra iba ataviada con un lujoso vestido de novia, color negro y manchado de sangre. Decorado con centenares de jirones y rotos, con uno de sus pechos fuera, pechos secos y arrugados como una pasa gris. Su cara era cadaverica y no tenía labios si no dientes puntiagudos y horripilantes. Y parecía hablar sólo a Maxwell, con una chillona y gélida voz de Banshee. -La negligencia del espiritu termina.. La negligencia de esta negra vida. -Gritaba, lamentaba. -El obsequio de nuevo será obtenido, otorgado por el maestro. -Volvía a decir en lamentos que destrozarían el oido de cualquier persona normal. -¡Las reglas y restricciones del mundo mortal ya no son válidas! ¡Cuando el antiguo futuro es reclamado! -Sacaba una enorme lengua, que parecía "abrazar" a Maxwell, una vez más, solo se podía ver por el espejo.

Una tercera voz.. hacía acto de presencia, una voz que solo escucharía Maxwell, si bien por ser real.. o bien por que el la piensa real. Él miraba el espejo, a la cabeza del macho cabrío con pechos de mujer. Él era quien hablaba ahora.. Él, el maestro. -Está todo ahí para los ojos que pueden ver. Para las mentes que la verdad desean ver. Maxwell, aquellos que estén ciegos como gusanos retorciendose hacia su realidad siempre sufrirán en secreto. Pues como bien sabes, éste es el presagio de lo que yace sumergido y engendrándose. Virgen en nuestro interior.- Una voz pesada, lenta, cargada de maldad. Maxwell sonreía cruelmente, como si esto fuera una oración que hiciese cada noche al despertar. -Para recibir la luz que brilla en la Oscuridad. La verdadera luz, del portador real. -Entonces abrió los brazos dejando ver sus anchas mangas ceremoniales. Del liquido blanco parecía emerger un corazón sin vida y decolorado. -¡La luz que brilla por siempre jamás! ¡Por siempre jamás! -Todo paris fue iluminado por un rayo, que daba comienzo a la tempestad de la noche.

Las puertas se abrían y un nuevo y horrible sonido se unía a la extraña cacofonía que se había creado aqui abajo. Un sonido de arrastrarse, viscoso.. como si un millar de ojos se rozasen los unos con los otros. Una enorme figura, una criatura que portaba una guadaña hecha de esqueletos. Una criatura que no tenia una sola cabeza si no un sinfín de calaveras por ésta, parecía entrar a paso lento, buscando a su padre. El Padre de los Ghouls del lugar. Maxwell molestado por este echo se dió la vuelta. -Espero que sea importante para que me hayas interrumpido en mi Oración, cosa inmunda.- Espetó a la criatura con crueldad y sin apice de lealtad. La criatura asentía lentamente, se acercaba a su oido y emitiendo un sonido.. un sonido que, si la Peste tuviera onomatopeya, aquél sería el sonido de ésta. El vampiro abrió los ojos sonriendo de cruel manera, mientras en el espejo se podía apreciar a la sombra femenina revolotear alrededor de su figura para posarse a la espalda de él y abrazarlo para susurrarle. -Lasss.. ratass han dejado entrar a una masss grandeee.. Maaaaaxxxx......

En aquél momento el rostro de Maxwell se formó en oscuridad pura, sonriendo de medio lado. -Sé el destrozado o el quebrantador. -Dijo casi en un lúgubre susurro. A lo que la sombra añadió entre lamentos y lujurios. -¡Sé el dador o el Enterrador! -Desbloquea y abre la puerta. -Sé el sanador o el farsante. -las llaves están en mis manos. -Entiende que tú eres tu único creador.

Mientras ambos recitaban aquello como parte de una oración o ritual, parecían danzar con pasos de baile de salón, mientras la Criatura se marchaba, el cuerpo de Maxwell se convertía muy lentamente en Sombra, haciéndole desvanecerse desde los pies.. paso a paso, hasta la cabeza. Emprendiendo el camino así, hacia su sala del Trono, donde parecía que su Criatura había notado.. un tipo de presencia que no acostumbraba a notar por aqui.. Cerca. Aún se podía escuchar las lamentaciones de su Banshee, de su sombra. De su mujer. De su esposa. De su acompañante invisible al ojo mortal. De su don. De su... Maldición. Su condena. Sus cadenas. Mientras la sombra se arremolinaba frente a su trono de huesos y joyas, haciéndose nuevamente corporeo.







-Sé el dador o el Enterrador.
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Mensaje por Eloane Sveta Mar Abr 18, 2017 6:37 pm

La gata había visto y, sobre todo, oído cosas realmente espeluznantes. Los sonidos que no podía identificar de entes imposibles hasta para las pesadillas despertaban un terror a lo desconocido que se arraigaba en su pecho y le hacía temblar, igual que la primera vez que se descubre un olor nuevo y se intenta decidir si es algo agradable o no, pero de primeras es un sentimiento de rechazo lo que impera. Aquella era una casa del terror, de las abominaciones, del pánico y el odio, porque hasta las paredes rezumaban negatividad, como si la luz fuera incapaz de penetrar en una oscuridad tan absoluta. A la cambiaformas le costó días aceptar aquellas criaturas, aquella realidad impactante como a las personas corrientes les costaba asumir que existían los seres que se narraban como amantes hermosos y utópicos cuando la realidad era bien distinta. Había un momento de tensión, una fina línea entre sobrevivir a la verdad del mundo y caer en los abismos de la locura. La gata era de mente rápida, ágil como toda ella, por eso mismo se había adaptado al nuevo descubrimiento con relativa rapidez, pero ese lugar no era para pusilánimes.

Había necesitado mucha fuerza de voluntad, una buena ración de paciencia y bastante valor para pasearse por aquella capilla, lo había hecho poco a poco, metro a metro, escondida en los recovecos donde sabía que sería difícil ser descubierta y donde tenía una rauda salida, finalmente había conocido muchas salas, unas cuantas interesantes, la gran mayoría tachadas en su memoria como lugar a donde no volver jamás. No era precisamente de las más empáticas, ni tampoco la más cruel, pero ese lugar despertaba su más enterrada lástima. Si hubiera tenido opción no volvería a pasear cerca, ni a kilómetros a la redonda, pero había llegado hasta allí y entre muchas cosas, Eloane no era una cobarde. Se reía en la cara del dueño loco de esas criaturas, pero se reía por lo bajo y a la luz del día, cuando el inmisericorde estaba bien encerrado en su ataúd kilométrico. Hasta para eso era raro, ¿Necesitaba realmente uno tan grande? ¿Para qué? ¿Acaso se movía mientras dormía? Porque esperaba que durmiera..

Empezaba a aburrirse montada en la lámpara, ya se había limpiado y requete limpiado y aunque pudiera parecer lo contrario los brazos de hierro no eran nada cómodos. Se tumbó esperando y esperando. ¿Qué estaba haciendo el muy…? Sus pensamientos se ahogaron cuando notó que el pelaje se le ponía de punta. Había estado en la misma habitación donde dormitaba, en la misma mansión donde él vivía y cometía esas atrocidades, pero jamás había estado literalmente con él. Su cuerpo reaccionó a la defensiva por instinto, eso no era nunca buena señal. Observó atentamente a la niebla materializarse en la bestia de ojos fríos y corazón negro que se sentó en el trono de piedra. Las pupilas del felino se dilataron contemplándole, ignorando la poca luz que había en el lugar. Eloane era una estatua de piedra, una más entre las miles de decoraciones macabras y sin gusto alguno que había espolvoreadas por aquella habitación. Esperaba que él notase su presencia, igual que ella lo hacía, una sensación de alerta que se le calaba en los mismísimos huesos, toda su conciencia le gritaba que se largara mientras tuviera oportunidad, que saliera de allí, fuera, lejos. Muy lejos.

Pero la gata no tenía conciencia.

Se acomodó, con las manos encogidas contra su pecho, como si estuviera en el lugar más cómodo del universo. Cogió aire varias veces, movió los hombros, como si estuviera a punto de saltar sobre una presa, se relajó. Sabía a lo que venía, sabía lo que tenía que decir, sabía a quién y qué tenía delante. No tenía miedo de él. - Siempre he tenido curiosidad.- La voz aterciopelada fue arrastrada por el viento, directamente en la mente del vampiro, así como tantas otras cosas se proyectaban en esa mente maravillosa, la gata penetró en sus pensamientos aprovechando que no estaba por la labor de bloquearlos, confiado en su inmenso trono.- ¿Los vampiros dormís durante el día o te quedas ahí esperando como un gilipollas a que pasen las horas?- Ahí. Empezando con buena educación.

La minina no se hizo notar enseguida, pero era obvio que estaba allí, con él, que le estaba mirando y que estaba absurdamente cerca. Ahora le parecía que la lámpara no estaba lo suficientemente lejos del suelo. Si buscaba de dónde venía la mirada penetrante la encontraría sin problema.
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Mensaje por Maxwell Blackbird Mar Mayo 02, 2017 10:39 am

Del azul del cielo al negro de la nada.






Un sonido de balanceo, chirrio de un fino metal como si una puerta en mitad de la media-noche se abriese en un lejano lugar, tan lejano como las propias mazmorras de la Oscuridad. Acompañado de un suave tintineo hacía mostrar que algo había ahí. Algo. Alguien. Lo que sea. A aquél sonido metálico y casi de viento, como si la lumbre de una vela chocase contra la de otra, se unía el fiel índice sonoro de un vendaval. Una humareda. Una nube negra, que arremolinada conformaba una cruel sombra que daba paso a una horripilante figura de dos metros y cabello largo, tan negro como su corazón que ya apenas late. Sus ojos de un color verdoso que invitaba al azul oscuro con una pupila negra e incesantemente buscadora iba en busca de aquellos sonidos, aquellos alardes que llegaban con una voz arrastrada y con vacile.

Aquél enorme ser cuyo nombre era Maxwell recibia una descarga de curiosidad intríseca con la violencia y la falta de respeto que espetó aquello que vislumbró, ahora sí, sin dificultad en una de sus hermosas lámparas. ¿Una gata? ¿Una rata? ¿Una chica? No. Mejor aún. Una cambiante. Los ojos de Maxwell se cerraron durante unos instantes, penetrando en sus propios pensamientos que dibujaban aquella bonita cara de la inocencia, vestida de sangre e impureza. Sonreía para si mismo cuando aquella imagen se tornaba con la espalda de la que ha faltado su respeto, abierta de par en par. Los pulmones sacados, en forma de alas. Pero no. No era el momento. No era la indicada. No ella. No aquí. Abrió los ojos.

-Veo que no solo tu curiosidad es tan grande como el ego que resplandece en tus pensamientos, si no que también lo es tu osadía, pequeña gata de cloaca. -Sus pensamientos no dejaban de volar con aspamientos propios, montados en el viento de la lujuria y llegando al puerto de la sensatez. -Por un instante, he pensado varias formas en las que podrías pasar a ser parte de mi bonito decorado. Por que te gusta.. imagino. Me refiero a mi humilde lugar, no apto para estupidos enclenques. Pero tu no. -Sonrió de medio lado, sus ojos emitian un brillo extraño. -Ya no. ¿Verdad?. Esos pensamientos en mi décora mente cesaron en el momento en el que caí en la cuenta de que... Estás aqui, y no fuera. Yo no te he tradio, ni mis humildes sirvientes tampoco, por lo tanto.. La gata de cloaca ha tenido que venir por propio pie y con la voz de las ratas, seguro que la voz de más de un "cortadete". Un derroche de inteligencia.. que podría costarte demasiado si no me hubieses... -En ese momento se miró las uñas, negras como su pelo, pintadas de obvia forma. -Impresionado.

Durante unos instantes comenzó a caminar lentamente, pasos pesados, muy pesados. Durante el transcurso de aquellos instantes su mente analizaba de forma consciente las palabras de la gata que un principio fueron punzante como un alfiler en el corazón deteriorado de una persona humana, lo suficientemente estúpida como para dejarse clavar por un alfiler. -Asi qué, ya que tu has saciado mi curiosidad.. pequeña Gata de cloaca, me veo en posición y con la suficiente bondad como para saciar.. La tuya. -Esbozó una sonrisa, que si no fuese humana, no sería nada extraño. Cargada de maldad, como un calambre en la espalda a mitad de la noche cuando despiertas de una pesadilla, justo antes de olvidarla. Solo que su sonrisa.. cruel y nefasta, no se olvida. No facilmente. -La respuesta es no. No hacemos el.. ¿Cual palabra vulgar has usado para la composición? Ah si.. "Gilipollas". Al menos un servidor humilde como yo. Los demás Vampiros desconozco lo que hacen, o dejan de hacer. Verás, pequeña estúpida.. Mi ataúd es especial. No es de grandes dimensiones solo por fardar, ¿Entiendes? Si no que tiene... algo muy especial. Algo que yo uso para mi mismo, para mis.. Poderes. Para mi verdad.

En aquél instante, como un rayo, sus ojos voltearon de una ventana a otra con trabajo, hasta fijarse nuevamente en la gata, como un fijar al blanco al instante. La sonrisa no se borraba de su cruel y retorcido rostro. Si alguna vez has soñado con un ser tan malvado que nisiquiera merece el calificativo de "villano", probablemente, sería parecido en cuerpo y alma a éste. A Maxwell Blackbird. Su voz era arrastrada al igual que la de la nueva inquilina de tan aciago lugar. La mano derecha del Señor de la Oscuridad comenzó a desaparecer entre una niebla oscura, como un miasma que asola la tierra, aquella nebulosa se conseguía hacer mas grande, hasta que el brazo al completo desapareciera. Aquél negro humo iba directamente a la gata, no con aire hostil, si no con otro tipo de... Intenciones. Cuando la nebulosa negra y fausta consiguió arremolinarse al rededor del diminuto cuerpo de la gata, con un susurro tranquilizador. -Calma. No tengas miedo, no voy a cogerte, pues aún no puedo. Solo voy a mostrarte.. Tu respuesta.

No obstante, aquellas nubes que casi parecían de tormenta, no podían hacer demasiado aún, y aquello lo sabía el Vampiro. Al igual que sabía que aquella cambiante, no era alguien normal si había entrado allí, no es idiota, es posible que.. Pueda aprovecharse de aquello. Mantuvo la sombra arremolinada, esperando la respuesta de la Gata, con esa sonrisa cruel dibujada en el rostro. -No temas, chiquilla inmunda, la Ficción es la verdad que se encuentra dentro de la mentira y la verdad de esta ficción es muy sencilla: La magia y la oscuridad existen. -Justo cuando la curiosidad parecía "matar al gato", y ésta, aceptando ver aquello, los ojos de Maxwell Blackbird se volvieron hacia atras, dejando ver unos crueles ojos en blanco, brillantes, acompañados del sinuoso epitafeo de la tormenta lejana que bañaba todo Paris en las afueras de aquél tenebroso lugar.

Spoiler:

Al aceptar por curiosidad, el bloqueo mental que obtenía aquella cambiante se abría, dejando entrar la oscuridad que Maxwell había hecho con su brazo, mostrándole así, lo que hacía su Ataúd. Transportada a otra epoca, a otro lugar.. Lleno de confusión, pues, ¿Que sería real, o que sería un sueño? Un lugar de muerte. De oscuridad. Un lugar negro como la noche, como si estuviera en mitad de un eterno bosque entre los aullidos de los Hombres Lobo. Eso era el lugar donde la gata parecía haber viajado en un instante. La luna, enorme, mas que nunca, estaba imponente a traves del manto niveo de la noche, pues nevaba suavemente sobre aquel suelo que la tierra parecía ceniza. Allá donde mirasen los inocentes ojos de la cambiante, solo vería Cruces. Cruces. Y gente crucificada. Como si la humanidad al completo estuviera allí, en un Camposanto, lleno de Crucificciones.

Algo se movía por la ladera cercana, algo lo suficientemente grande.. como alertar a cualquiera. Algo reptando como si se tratase de una enorme serpiente de dimensiones imposibles. La enorme figura negra se ponía al lado de aquella Gata en aquél lugar. Era Max. -Aquí es donde vengo cada luz del día. Es mi lugar de paz. Lo llamo el Reino de las Sombras. Proyectado por mi mismo..  donde las reglas, las pongo yo. -Aunque no estaba siendo sincero del todo, pues aquél lugar tambien proyectaba los miedos que incluso podía tener el propio miedo. En el lado contrario a la ladera donde se había movido una criatura, había un acantilado, con un mar embravecido. El acantilado tenía muchísima altitud, casi al vacío. Sin duda.. aquél era el mayor miedo y temor de Maxwell Blackbird, nadie sabía por qué, y así seguiría.

El lugar estaba completamente lleno de muerte. Cuerpos en descomposición mientras una nube de Cuervos, posados en los cuerpos de toda la Humanidad, pasaban a tratar de arrancar los restos de los ojos de aquellos cadaveres. -¿Curiosidad, saciada? -Las colinas parecían tener ojos, e incluso rostro. En el fondo de la enorme luna, parecía proyectarse la silueta de una hermosa mujer, que no paraba de pedir ayuda. -Ayúdame.. Max. Superaremos.. esta enfermedad. -Aquello parecía molestar al señor Vampiro, quien con un gesto torcido, hizo borrar aquello, mientras todo volvía a la "normalidad". Volvían a la Capilla de la Oscuridad. El frente a ella.




Ella frente a él.

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Mensaje por Eloane Sveta Jue Jun 08, 2017 9:00 am

Gata de cloaca, esta era nueva, nueva y muy ofensiva, pero que le importaba un pepino podrido lo que él pensase sobre ella era un hecho. Mientras él estuviera allí debajo y ella en la lámpara, todo iba bien, podía decirle lo que quisiera y podía especular cuanto el diera la gana, ni iba a confirmar que había llegado gracias a las ratas ni le dirá por qué lugar había entrado, ni lo que había visto o lo que no. El ser le ponía nerviosa precisamente por eso, porque había sido testigo de hasta qué punto era retorcida su mente. Pero ella nunca se dejaba ver si no tenía todas las de ganar, sabía cómo salir de allí y si de todas formas la retirada fallaba, tenía el as en la manga, un as que él no podría rechazar y que le mantendría a salvo. Por eso mismo era tan descarada y confiada, porque ocurriera lo que ocurriese..Iba a salir viva de allí.

Había pensado que el tamaño del ataúd era una compensación por la falta de “tamaño” de otra cosa, pero no le dio tiempo a soltarle la perla. Se quedó callada cuando sus miradas se encontraron y vio cómo su mano desaparecía. Vale, la niebla no la había calculado. Echó las orejas hacia atrás sin poder evitarlo y su pelaje se puso de punta, hasta cambió de posición de modo que dejó de tener las manitas debajo del pecho y las colocó firmemente sobre la lámpara, por si tenía que soltar un brinco y alejarse lo antes posible. Se puso tensa, cada vez más tensa. Notaba que esa niebla se movía con más lentitud de la que debería, seguramente si hubiera querido cogerla ya lo hubiera echó. Bufó, porque no pudo evitarlo, bufó mucho, dejándole claro que estaba empezando a invadir un espacio personal que no estaba dispuesta a ceder..Al escucharle, apretó la mandíbula. Su orgullo pudo más. ¿Asustada? No estaba asustada. ¿Por quién le tomaba? Vale, estaba acojonada. Pero no pensaba admitirlo. Nunca.

Le miró con el corazón acelerado, aunque era tan terca como para controlar su respiración y no parecer alterada en exceso, aunque lo estuviera. Observó cómo sus ojos se volvía, pero la curiosidad era un arma de doble filo..Quería ver lo que ese cainita tenía para enseñarle..Qué se escondía en su oscura mente. Al principio seguía tensa, comprobando lo que el ser veía en sus horas de descanso, si esto le procuraba paz..A saber qué puñetas le hacía sentir el resto de habitaciones que había visto en esa mansión y muchas otras en las que no había tenido estómago para entrar. Pero, se fue relajando, poco a poco, inmersa en era extraña realidad, donde la muerte era el escenario más vivaz, más presente. Levantó una ceja al notar aquel ser sibilino y contempló a Max a su lado, pero no se sintió insegura..Todo lo contrario..¿Por qué todo esto le causaba..pesar? ¿Era lástima? No podía ser, este bicho estaba loco, era lo más loco que había conocido en mucho tiempo, lo más perverso, retorcido e inhumano que había conocido en muchos años...Y había visto de todo. Si alguien merecía menos la compasión de otro ser, ese era Maxwel y ahí estaba ella pensando cómo alguien podía ser tan cruel consigo mismo como para tener esa estampada cada día en su cabeza, en sus sueños, ¿Cómo no iba a estar loco? ¿De qué se culpaba tanto para castigarse de esta manera? Observó el acantilado, que no le dijo nada..pero ay..La luna..La luna si lo hizo.

No quería irse, quería pasear por ahí, sabía que había más cosas en aquella visión de las que podía captar a simple vistas, cosas de Maxwel que le serían útiles, que le daban curiosidad infinita. Allí había algo importante, lo podía sentir, todo su cuerpo vibraba de expectación, eso significaban secretos jugosos, que quedaron fuera de su alcance en cuanto él disipó las nieblas de su mente. Miró al vampiro sentado en el trono..Ahora le daba menos..Miedo que antes. Encogió las patitas nuevamente sobe su pecho, acomodándose en esa lámpara.- Tu luna. Era Helialence. ¿No es así?
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Mensaje por Maxwell Blackbird Jue Jun 15, 2017 12:41 pm

En sueños me cantó y vino a mí
Mi nombre pronunció, yo lo sentí
Es esto un sueño más o al fin te vi.













El lugar estaba bañado por la luz de las velas que constituían la escena, a parte de la lámpara de la que hacía casa aquella insolente gata que se mostraba cada vez más curiosa por el verdadero rostro de aquél fantasma cruel. Los candelabros de la pared se movieron como si tuvieran vida propia, como si los mangos fueran manos humanas que sujetasen a su vez el verdadero mango, para alumbrar más y así, poder tener mejor visión de la gata en tan alto lugar. Los ojos de claro verde del cruel ser que sentado en el trono de esqueletos yacía viajaron de un lado a otro hasta obtener el objetivo claro: La gata. La miraba serio, de forma cruel, torciendo el gesto ante la parsimonia de la cambiante que parecía haberse.. fijado demasiado en algo que él, directamente, no quería.

¿Cómo podía saber esa criatura llena de inmundicia el nombre de su lucero del alba? ¿Cómo? Nadíe en París lo sabía ya, hace demasiados años que fue y ya no existió. Nada se sabe ya de la esposa del Mayor de los Blackbird. Nadie... nadie, hasta ahora. Un cúmulo de sensaciones revoloteaban por el cuerpo del cruel vampiro moldeador de carne. Por vez primera.. notó quebrar su altivez, romperse en mil pedazos como si le hubiesen destrozado con un recuerdo amargo que trataba de olvidar y no le dejaban. El inmortal notaba la mirada de la chica penetrar en él, como si por fin le hubiese visto en la verguenza de su completa desnudez. Desnudez.. de su alma. Como si se tratasen de mil ojos que le culpaban de la muerte de su esposa, los ojos de la gata se unían a éstos tantos. Cerró sus propios ojos, torció el gesto de su labio. Su enfado crecía por momentos mientras como si acompañasen a sus estados de humor, la tormenta rugía fuera, como si el cielo se partiese en dos. Como si los dioses le estuviesen hablando.

En las paredes se dibujaron varias bocas, fauces dentelladas que se abrían y cerraban en injertos de carne, como prueba de la agonía. Como si la Capilla de la Oscuridad estuviese al completo conectada con la matriz del cuerpo de Maxwell Blackbird. Como si estuviese conectada con su cerebro y ésta, a su vez, fuera parte de su própio cuerpo. Del techo caían gotas de sangre a gran velocidad, pronto las paredes que antes eran de un color azul elegante pasaron a vestir el rojo burdeos incesante. A su espalda salía la enorme criatura levitante. Una sombra que regurgita sin parar, con un vestido de novia incinerado y a jirones. Una criatura que sólo él podía ver y nadie más.

Pues sólo a él le atormentaba hasta el día de su juicio final.

-¡Mírate Maxwell! ¡Una sangre sucia te ha desnudado! ¡Has caido en la trampa de los fondos más bajos! ¡Podrías haber sido el ser mas poderoso, y has elegido vivir con los mortales, entre mortalessss! -¡Cállate! No me conoces. Tratas de ser ella, pero el disfraz te queda fatal. ¡lárgate! ¡Tu taumaturgo así lo ordena! ¡Lárgate de aqui, ramera inmunda! -Espetó Maxwell con crueldad, sin abrir los ojos aún, mirando hacia el respaldo de su trono a algo que ningún ojo excepto el suyo, podría observar y contemplar. -¡Libera esssstas cadenas, Maxwell...! ¡Libéralas! Déjame libre.. ¡Únete a nosotros! ¡Ssssomos legioonnn..! -Eso no ocurrirá hasta el día del juicio final. -Una cosa era clara. Aquél vampiro era cruel, oscuro, un artífice de la blasfemia y la oscuridad. Quería ver Paris arder, la ciudad que le arrebató a su esposa. Pero lo quería ver arder bajo su propia mano, no desencadenando lo que.. pudiese desencadenar si dejase libre a aquello lo que quiera que fuera. Él era tan prisionero como el que más. Simplemente.. nunca lo diría. Jamás. -Márchate. No te necesito, Dama Oscura. -Al decir su nombre, solo entonces, aquél vacuo cuerpo negro de Vanshee se materializó a ojos de cualquiera. Ante los ojos de la gata. Justo antes de desaparecer del todo, por el deseo de quien, a fin de cuentas.. aún tenía el poder. Aún tenía las cadenas. Las cadenas de... De su propia culpa. De su propio error del pasado.

Su mirada se ensombreció muchísimo. Guardaba la compostura como podía. ¿Que le impedía quemar todo paris ahora mismo? No. Las cosas no debían hacerse así. Debía cocinarse.. a fuego tan lento, que lo disfrutaría. Cada grito y cada niño muerto en el río de sangre que portaría todas las almas. Finalmente volvió a levantar la mirada. Sus ojos ya no eran verdes, si no que habían vuelto a ser totalmente blancos. Vacíos. Y a su vez, cargados de increíble poder. Todo aquello hacía de la escena una oscura orquesta de macabrosidades junto a las acciones de las paredes. -...¿Cómo..? -Trató de decir. Aún le podía la impresión. Aún le podía la quebradera de su altivez, la cual.. jamas se rompió. Nunca. Nunca antes. Hasta ahora. La tormenta vibraba con veracidad en oscura sinfonía.






-..¿Cómo sabes el nombre de mi Esposa Fallecida.. Gata? ¿Cómo es... posible?
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Mensaje por Eloane Sveta Lun Jun 26, 2017 5:26 pm

Eloane tenía pocas cosas seguras en esta vida, pero una de ellas era la agudeza de su mente, lo poderosa que llegaba a ser, aunque no lo fuera de forma agresiva, su poder residía en lo difícil que era penetrar en ella, en saber lo que pensaba, por esa misma razón no tuvo miedo de mirarle directamente a los ojos, cuando los suyos de color dispar se clavaron fijamente en aquellos orbes llenos de malicia, de mucho rencor..Y aun más pena. En el fondo Maxwell era un alma torturada..¿No era ese por el que se sentía tan tranquila? Cuando el gesto del vampiro se torció el de la gata se relajó hasta el punto de apoyar su mentón de gato sobre la lámpara, absolutamente arrogante, divertida, casi como si se estuviera burlando de su reacción..Ay..Porque podía notar el alma del cainita retorciéndose en su pecho.

Pestañeó al notar el olor, eso lo primero..El olor a carne desnuda, sin piel. Una gota de sangre cayó demasiado cerca de ella y uno de sus labios se torció mostrando el colmillito blanco antes de alejarse de la mancha y observar el horror de carne.-..”Iugh...”-Dijo, sin más. Estaba muy bien que se enfadara...Pero qué necesidad había de pringarlo todo con ese olor repugnante. Le entró un escalofrío por el cuerpo y se sacudió como si pudiera apartar el asco de su mente, pero hubo algo mucho mejor..Escuchar a Max. Al principio pensó que le hablaba a ella, pero no quería hacerse pasar por su mujer muerta, ni había tenido nunca esa intención y era una maldita gata...Así que con quién hablaba pues..Le miró de nuevo curiosa, divertida..Estaba como un cencerro. Se rió por lo bajo, viéndole discutir, pero la risa le duró poco cuando aquel ser extraño apareció. Sabía que existían los fantasmas, los seres sobrenaturales pero..Eso..Sencillamente era de locos. Echó las orejas hacia atrás y no las despegó del cráneo hasta que aquella figura tétrica desapareció, por suerte lo hizo casi tan pronto como apareció.

La gata sacudió la cabeza y se lamió una de las patitas, distraída tras escuchar la pregunta del vástago, como si fuera lo más evidente del mundo, como si su pregunta fuera absurda y no necesitase de su pronta atención, levantó la mirada de su blanca patita, para clavarse de nuevo en sus ojos blancos. Se estiró despacio, mostrando las uñas, acomodándose..Se retorció hasta estar boca arriba, como si aquella lámpara fuese el lugar más cómodo del mundo. Se podía notar la burla en sus ojos, en sus gestos, pese a ser un animal.- Porque yo lo se todo. Lo veo todo. - Enroscó la cola en uno de los candelabros.- No hay nada en este mundo, ni en el otro, que yo quiera saber y no pueda encontrar. Dame las gracias, señor de la carne y de la locura, porque hoy...Hoy es tu día de suerte.- Se rió por lo bajo, con una risita aguda pero entrecerrada, burlona.- Quieres a tu mujer de vuelta..¿No es así? ¿La quieres? Porque yo puedo dártela y, por suerte para ti, tu tienes algo que yo quiero.
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Mensaje por Maxwell Blackbird Miér Jul 12, 2017 4:58 pm

"Ellos me apresaron, me condenaron y me encerraron.
Ellos me dieron un arma.
Ellos me dieron un motivo por el que vivir.
Mi venganza."











C
laramente se le podría apreciar, con apenas mirarle sin demasiada atención cómo la vena de su cuello se hinchaba exponencialmente conforme aquellos ojos ladinos y llenos de burla. Burla hacia él, y nadie más de este lugar. Las paredes palpitaban, las ratas, las pocas que quedaban por la habitación que daba cobijo a semejante trono se iban, sabían que algo malo pasaba y que no debían de estar allí bajo ningun concepto. Las cadenas se movían de un lado a otro, pues del techo colgaban varias jaulas de tortura, de las que al encerrar a alguien se le cuelga y se le deja pudrirse mientras sus gritos adornan el jardin de la Muerte. Los pájaros que anidaban en la cornisa de afuera abandonaban el lugar tambien, mientras el cuerpo del enorme vampiro, amo y señor de dicho lugar se levantaba, pacientemente; Sin prisa alguna.

Por unos momentos, mientras aquella reina de la insolencia con forma de pequeña gata y oliendo a cloaca escupía juiciosas palabras, punzantes como lanzas en el costado, Maxwell Blackbird cerraba sus ojos mientras se levantaba. Todo indicaba que aquél vampiro desplegaría sus alas en una tormenta de dolor y agonía, pero.. no las abrió, aún no. Las mostró, dejándolas plegadas, guardadas, a la vista con sus elegantes plumas negras. Una criatura de piedra aparecía por la espalda del Trono de Huesos, una criatura pequeña en comparación con la de la soberbía del Vampiro. Tenía orejas de punta y sus ojos eran dos zafiros brillantes, literalmente. -Amo.. ¿Ocurre algo? Me asusta.. ¿Alguien ha faltado el respeto a su ilustrísima Oscuridad?- Su voz era carrasposa, pedregosa y profunda aunque jovial. Estaba encorvado. Maxwell abrió los ojos y le miró con respeto, llevando su mano a la barbilla de la criatura de forma elegante y solemne. -No, mi fiel guardián. No.. ocurre nada, por ahora. Tan solo tengo una invitada.. que parece saber cosas que ni el Primigenio supo decirme.

En aquél preciso instante la criatura titiló durante unos cortos segundos hasta abandonar su escondite y su postura encorvada. Ahora era mas grande que el Vampiro, unos dos metros mas grande. Provista de unas preciosas alas pétreas. La piedra era de color blanquecina, casi parecía de marmol, acompañada de varios detalles de color dorado que hacían contraste con sus zafiros en los ojos. Su voz ahora era mas impune que antes. -¿Una invitada, señor amo? ¿No deseada? ¿Quiere que me ocupe de ella? -Oh.. no, Morthul, no te preocupes, mi fiel cerbero. Aunque ya que estás aqui.. Puedes quedarte si lo deseas. Ya sabes que no me gusta tratarte como a la plebe. -La gárgola con nombre Morthul hinchaba el pecho lleno de orgullo, y se quedó en aquél lugar, observando. Maxwell miró de nuevo a la gata, allá en lo alto, "A salvo" como ella creía, y así sería, hasta que él decidiera lo contrario. Las cadenas dejaron de escucharse. Los candelabros se llenaron de luz alumbrando la estancia. Las ratas parecían volver, junto a los pájaros negros a sus respectivos nidos.

Los ojos verdes del vampiro seguían mirando en dirección a la sabelotodo de ahi arriba. -De modo qué.. Lo sabes todo. Lo ves todo. No hay nada en este mundo.. que quieras saber y se te escape como un pájaro. ¿Verdad? -Dijo, con cierto retintineo en la voz profunda de su oscuridad legítima. Caminó dos pasos mientras por debajo de su traje, como si se tratara de una lúgubre capa de humo, las sombras se agitaban queriendo salir de su prision como almas encarceladas en la prisión espiritual de sus ropajes. Se paró en seco de nuevo. -¿Hoy es mi día de suerte, dices, pequeña? Eso no existe. Y si conocieras este lugar.. y lo que soy, sabrías perfectamente que el día de mi nacimiento, fue el día de la Mala suerte, por ello mismo. No obstante.. y de nuevo, algo inusual.. Me has vuelto a dar curiosidad. -Levantó por un instante de forma leve sus alas, como si estuviese limpiandose el polvo que pudiese haber acumulado en apenas 2 minutos. -¿Cómo puedes darme a mi mujer? ¿Y que podría tener la Oscuridad y la Grandeza, que tu pudieses poseer despues? -Entrecerró los ojos afilando la mirada, la mirada de un demonio. Morthul la miraba también, vigilándola, pero con cierta... Ternura en la mirada.






Maxwell no se percató de eso último. Pacientemente esperaba la respuesta de la criatura insolente.
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Mensaje por Eloane Sveta Lun Jul 24, 2017 2:31 pm

Los animales corrientes huían del temperamento de Maxwell Blackbird, pero había uno en aquel lugar que no lo hacía. Notaba perfectamente lo cargado del ambiente, las ganas de ese hombre de colocarla en una de esas preciosas jaulas y hacerla gritar hasta que no tuviera fuerzas, pero toda esa intimidación, toda esa muestra de poder y mal genio solo demostraban lo acertaba que había estado ella con sus palabras y lo mucho que habían afectado al vampiro frente a ella y eso, eso era muy divertido. Era una prueba de que su mente funcionaba, de que era aguda, de que el pez rondaba el anzuelo. Movió la cola en exceso divertida observando cómo el cainita se levantaba de su trono. Levantó las orejas, muy curiosa al ver aquel tamaño, sabía que era grande pero...Era como ver una montaña moverse, le contempló maravillada hasta que algo más llamó su atención y observó con ojos brillantes al ser extraño detrás del trono. A fin de verle mejor, rodó por la lámpara hasta colocarse boca abajo, con las patitas colgando de uno de los brazos del candelabro como si estando esos centímetros más cerca de aquellas dos figuras pudiera observarles mejor.

Sus pupilas estaban muy dilatadas contemplando la extraña figura mientras hablaba, si había notado la amenaza hacia ella no pareció importarle, como si no le estuviera escuchando, solo observando. Movió la cabeza hacia un lado, inclinándola y no separó la mirada de la gárgola, hasta que notó las sombras moviéndose, recordó quién era su objetivo real y devolvió su atención con desgana hasta Maxwell mientras hablaba. Puso los ojos en blanco y dejó caer su mentón sobre sus patitas cuando empezó a llorar sobre su pasado y maldito fuera su nacimiento..Lloros y más lloros. - Oh, creo que conozco bastante bien este lugar..Creo que..Hasta lo conozco mejor que su dueño.- Estiró las patitas delanteras hasta mostrar sus garritas blancas y finas, como agujas. Después de un mes indagando por el sitio, aprendiéndose sus recovecos, como para no saberse cada rincón y cada pasillo de memoria.

Le dejó hablando y desvió la mirada hacia la gárgola de nuevo. Se puso en pie en la lámpara y empezó a caminar, guardando perfectamente el equilibro, paseando por sus brazos como si estuviera en terreno llano, dio un pequeño rodeo, se agazapó y no le costó apenas unos segundos calcular el salto antes de darlo, hasta una de las repisas en la parte de atrás del trono donde la gárgola había estado oculta. Siguió caminando por la pared como si nada, se agazapó y apenas le costó unos segundos calcular la intensidad del salto para colocarse entre las rejas de una de las jaulas colgantes que empezó a zarandearse suavemente, chirriando. Se coló entre las rejas del otro lado y se tumbó. La jaula se balanceaba lentamente sobre el ser de piedra, al que contemplaba con mucha curiosidad. Su nariz se movió, estirando el cuello, como si quisiera captar la esencia de ese ser, algo que le ayudaba a saber si era hostil o su mirada de ternura era un farol.

- Entonces es mi día de suerte, llámalo como quieras. Se tantas cosas sobre ti, amor mio, que te sorprenderías..Justo..Como ahora.- Le miró de reojo, de nuevo con ese gesto burlón, se rió y tomó impulso de nuevo, saltando repentinamente sobre la gárgola, en una de sus alas, donde había calculado que sus brazos no llegarían tan fácilmente.- ¿Yo? Cómo voy a hacer yo que tu mujer vuelva..Ja..Deberías preguntas qué puedes hacer tú. Pobre esposa pútrida tuya, si se llegase a enterar de que no lo has intentado todo para que vuelva a tus brazos.- Intentó no reírse, pero no era capaz y volvió a hacerlo. Estiró el cuello, en tensión para olfatear al bicho inmenso de más cerca.- Yo no puedo hacer nada, pero te puedo indicar un lugar, donde tal vez puedas descubrirlo.
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Mensaje por Maxwell Blackbird Miér Jul 26, 2017 12:31 pm

"En las últimas y con las piernas rotas, cogió su arco y la última de sus flechas.
Sin aliento y sin fuerza de vida, con los últimos latidos de su corazón,
tensó con fuerza la cuerda. Aquellas flechas fueron sus Últimas Palabras.
Capaces de penetrar en la armadura mas dura.
En la defensa mas capaz."












Los ojos del inmortal vagaban con pereza y desdén siguiendo la estela que dejaba aquella agilidad con la que se movía la gata que vino de las cloacas, plantándole cara de una manera que él jamás pudo imaginar. Extrañamente.. no se sentía mal, ni insultado. No de la forma en la que posiblemente aquella gata querría, o no. Una sonrisa ladina se le dibujó en el rostro con la lentitud propia de que algo se le estaba pasando por la cabeza en aquél preciso momento. En el momento en el que los preciosos ojos de la Reina de la Insolencia se fijaron en Morthul, su Gárgola Guardián. Aquella mirada de deseo.. junto a la própia de Morthul, de ternura, pues ahora si se había percatado de ese detalle. No le molestó en absoluto. Contempló al completo como la gata estiraba su cuello, tratando de captar la esencia de aquella criatura mágica, captando si su mirada mentía y solo la inducía, pero Maxwell bien sabía que Morthul no podía mentir, nunca. En absoluto.

Podía ver como las miradas de la gata eran con desdén, tumbadas, pero mirada.. a fin de cuentas. Le miraba a él. A nadie más. Comenzaba a sentir extrañas sensaciones que subían por su cuerpo escalando, tratando de apoderarse de él. No hizo caso a eso, pero él ya estaba perdido, sólo que aún no lo sabía. Dio unos pasos hacia delante, mientras Morthul miraba a su Señor. -¿Amor mío? ¿Es eso lo que desearías, reina insolente? -Esbozó en ese momento una ladeada sonrisa cargada de oscuridad. Blackbird sabía perfectamente que.. podría cogerla, podría usar sus sombras y sorprenderla. No. No lo hará. Ahora no. No era momento, y aunque lo fuera.. No quería. ¿No quería? No. No quería, no deseaba dañarla, por algún extraño motivo. ¿Diversión? Quizá. ¿Curiosidad? Más que probable. Chasqueó la lengua. -¿Un lugar donde pueda intentarlo? ¿Un lugar que saben algo que ni el propio C'thulhu pudo decirme? -Dijo, esta vez arrastrando cada una de sus palabras, pero sonriendo. Divirtiéndose. Analizando la situacion, estudiando cada movimiento de aquella gata. No obstante, el hecho de nombrar aquél nombre sin pudor alguno, hizo que la sala en la que estaban, se llenase de una sensación vacía. Una sensación... de tristeza, de impotencia. Probablemente aquella gata no entendería que era esa sensacion y por que le recorria el cuerpo.. justo ahora. Pero solo fue apenas unos segundos. Como si faltase el aire. Como si nombrar a aquella criatura ancestral drenara cualquier ápice de felicidad. Pero acabó. Tan solo fueron unos instantes. -Adelante pues.. querida, quizá incluso te escuche.- Sonriendo de forma astuta divagó hasta la figura de la Gárgola. Se le iluminaron los ojos. -Fascinante, ¿Verdad?. Cómo un buen hechizo y el poder necesario recorriendo tus gloriosas venas pueden dar forma a algo tan puro y tan sincero. Morthul es incapaz de mentir, no solo a mi, su señor. No puede mentir a nadie. -Yo.. jamás le mentiría a usted, mi Señor. Vivo para servirle y defenderle. -Lo se, Morthul, mi buen guardian. Pero parece que has despertado la curiosidad de... nuestra nueva amiga, cuyo nombre aún no sabemos. ¿Quieres saberlo, Morthul? -Morthul naturalmente asintió, con sinceridad, puesto que le era imposible no serlo.

Conforme la conversación entre Amo y Súbdito cogía forma ciertos sonidos se comenzaban a hacer... patentes. Unas cadenas que se arrastraban, una puerta que se abría. Una enorme sombra que se cernía tras la impecable figura del cainita, quien no se inmutaba en absoluto manteniendo su mirada impasible, con desdén, como si este hecho le molestase.. Le importunara, e incluso le interrumpiera. Una nueva figura invadía el marco de la imagen que se dibujaba. Una figura torturada de un hombre o algo parecido a un hombre quien tenía su piel mezclada con la de un Cangrejo o algo por el estilo, pues sus piernas así lo eran y su brazo izquierdo, una pinza enorme. Parecía no tener boca, si no que en su lugar tenía 4 tubos por los que pasaban un extraño liquido que venía de un tanque que llevaba acuestas a su espalda. No tenía pelo alguno en la cabeza y sus ojos estaban vacíos, tan solo dos orbes blancos y decolorados, junto a las venas salpicadas en su rostro, como si aquella criatura hubiese estado sufriendo el peso de las torturas durante años sin cesar. Se escuchaba su respiración latente.. dificultada por el mecanismo que le acompañaba. Morthul abrió los ojos. -Vorpal.. ¿Cómo has salido de tu..? -No importa, Morthul. Escuchemos que tiene que decir en su defensa. Que tiene que decir para que su amo no vuelva a mandarle a su lugar favorito para que aprenda lecciones de respeto. -Espetó Maxwell con dureza.

Los ojos de aquella criatura se movían de forma para nada humana, si no.. parecida a la de un insecto. Tosió, y finalmente.. habló, fijando su mirada en la gata. Señalándola con la única mano humanoide que poseía, cuyas uñas estaban completamente llenas de mugre y alquitrán. Cera derretida. Y a saber que más. -He estado observando.. Maestro, desde que esa zorra ha venido. ¿A ella no le imparte castigos? ¿No despliega las inmensas sombras y le enseña a comportarse? ¿Es que está perdiendo facultades, Maestro? Esa puta ha venido, ha entrado en su morada como quien entra en la casa de un estúpido que se ha dejado las llaves bajo la alfombra. Le ha insultado a usted y a la señora Helialance en su propia cara. Se ha burlado de usted, y para colmo.. desea a su "mejor" criatura creada. -Eso último lo escupió con retintineo, con crudeza. Con envidia clarificada. -¿Debo pensar que usted está perdiendo su poder, su miedo y su influencia? -Dijo, esta vez, aparentemente sonriendo.. como si desde hace mucho deseara ocupar el puesto que postula Maxwell Blackbird. -De ser asi.. yo me haría con todo, y con su querida hermana. -Espetó con tono lascivo.

-¿Es eso lo que piensas, montón de basura? -Pronunció tranquilamente Blackbird, como si no tuviera prisa ninguna en explicarse o hablar. No le miraba a la cara, sus ojos seguían fijos en los de la gata. Solo en los de ella. -Es lo que deseas desde siempre, ¿Verdad? Desde que te creé por equivocación. Podía haberte dejado morir, y sin embargo, traté de ayudarte, de hacer que sobrevivieras, pensando que en un futuro serías util. -Déjeme matarla.. con mis propias manos, Maestro, entonces, déjeme matarla. Demuestre que es el de siempre. -¿Demostrar? -Maxwell chasqueó la lengua, mientras en su frente comenzaba a ser visible una de sus venas que iba hacia la cabeza. -No.. mi señor, ¡Cálmese! -Vociferó la Gárgola esta vez. Los ojos de Maxwell Blackbird se volvieron blancos, de color intenso. Vorpal, la criatura tullida ya no hablaba. Cada uno de los tubos que tenia enganchados a donde debería de estar la boca, se separaron hasta caer al suelo, llenandolo de gotas verdes. La criatura poseía 4 bocas, pero no eran humanas, si no parecidas a la boca de una Sanguijuela. Un circulo lleno de dientes asquerosos. Su piel que era de un tono verde pálido pasó a ser casi azul, como si se deshinchara muy lentamente, perdiendo el aire.

-Dejemos las cosas claras, bolsa de estiercol. Si sigues con vida, es por que yo así lo quiero. Por mi capricho. Por mi absoluta bondad. ¿Crees que puedes traicionarme y hacer que alguien de la Capilla te siga en ese plan suicida? Puedes intentarlo, quizá así te entre en la cabeza de que es imposible. ¿Quieres matarla? -Lo último lo pronunció enfadado, molesto. Furioso. Morthul parecía muy asustado. -Aqui soy YO quien da las órdenes. Pon uno de tus dedos engomados encima de la gata y la Muerte será el menor de tus problemas, adefesio. -No quedaba tiempo, Vorpal parecía estar muerto ya. Maxwell aún no paraba, pese a que no estaba moviendose, aquella criatura parecía sufrir con creces. Entonces, del pecho de Vorpal salieron dos manos hechas enteramente de carne, agarrando los tubos que había en el suelo. Colocándoselos nuevamente para que pudiese respirar, pero haciendo que casi se ahogara en el intento. -Si ella pide un zumo, se lo darás. Si ella pide ir al servicio tu le dirás cual es el mas adecuado para sus necesidades. Si ella dice que es de día cuando es de noche, aceptarás que es de día. Hazlo saber a todos los demas.

Finalmente le dejó respirar. Vorpal parecía otra criatura ahora mismo, asustada, temblorosa ante la presencia de Maxwell. Casi parecía mearse encima. -Ah, y otra cosa, Vorpal. No quiero volver.. a tener.. que.. repetírtelo. ¿Ha quedado lo suficiéntemente claro? -Transparente.. Maestro. -Dijo marchándose, arrastrando aquellas inmensas patas. Maxwell quien no se había movido de su lugar, sonrió nuevamente. -¿Por donde íbamos..? Ah, cierto. Por ese.. lugar. Y por tu nombre.

Morthul mientras Maxwell esperaba oir a la gata, observaba como Vorpal abandonaba la escena, ciertamente.. enfadado, molesto por las palabras de aquella criatura. Como si a él tambien le hubiese molestado el hecho de insinuar querer matar a la gata.







Eso no iba a pasar.
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Mensaje por Eloane Sveta Jue Ago 24, 2017 1:45 pm

La gata le dedicó una mirada de reojo al vampiro, en sus dispares orbes se veía la ironía, la diversión. No era su amor, ni lo buscaba, pero le hizo gracia que él lo comentase, lo dejó en el aire, permitiendo que el hijo de Caín pensara lo que quisiera. Tan valiosa era la verdad como la duda, de ese modo podría el señor de las sombras indagar sobre esa posibilidad, con la mente ocupada en lo que buscaba realmente la cambiante. La sensación de pesar le hizo quedarse en silencio, hasta en eso sentía respeto, era mejor no invocar fuerzas que no estaban preparados para enfrentar. Por un momento miró al vampiro con seriedad, como reprochándole que fuera tan inepto de decir nombres como aquel, pero en cuanto la sensación pasó movió la cola con energía y prestó atención a la obra perfecta que tenía debajo.- Es impresionante, al menos eso tengo que admitirlo.

Escuchó la conversación entre uno y otro, como si estuvieran en una famosa boutique disfrutando de un delicioso té de las cinco, estaba a punto de decir su nombre cuando los sonidos le alertaron. Movió las orejas en aquella dirección antes de dirigir sus ojos, la criatura le repugnó y le fascinó por igual, aunque le pareció que sufría tanto que lo que deberían hacer era matarla por simple compasión. Se puso seria y tensa, en principio, pero entrecerrando los ojos decidió no inmiscuirse y ver cómo Maxwell salía por su propio pie del barrizal en el que se había metido. Eloane tenía que admitir, que la criatura que acababa de aparecer tenía parte de razón y ella misma se preguntaba por qué el esclavo de la muerte no le había intentado ya romperle el cuello, en realidad había contado con ello desde el principio, provocar a alguien como lord Blackbird era una locura en sí misma y el peligro era más que evidente, pero ella no tenía miedo, porque estaba segura de ganarse su atención. Maxwell era el tipo de persona que jamás se mancharía las manos a no ser que se viera en la obligación y fuera estrictamente necesario.

En realidad, casi sentía que debía darle las gracias a Vorpal, porque gracias a su insolencia y provocación, había conseguido que Maxwell no intentase hacer de ella una pegatina en la pared y de su pellejo un precioso bolso para su loca hermana, le había casi obligado a imponerse, a ir en contra de los deseos de Vorpal solo por imponer los suyos, había sido toda una suerte y la trifulca le había parecido divertida. Esos instantes le habían enseñado más del vampiro que todo lo que había leído a lo largo del tiempo, le gustó lo que veía. Le divertía ver cómo ejercía su voluntad. Era un hombre caprichoso, algo que podía girar en su contra con facilidad. Observó a la extraña y rencorosa criatura, tal vez la necesitase algún día, tampoco deseaba que muriera pero que Max le exigiera obediencia le convenía mucho.

Eloane se bajó del ala de la gárgola, para quedar en su hombro, en cuyo espacio se enroscó, acomodándose como si fuera ese su asiento natural. Parecía mucho más relajada de lo que realmente estaba, pero era una de sus habilidades, fingir. Engañar. Apoyó la cabeza en el cuello de la gárgola y empezó a dejar su olor en la roca, frotándose relajadamente, como si todo lo que hubiera presenciado le importase un comino.- Mi nombre es Ámbar.- Así era como conocían a su cuerpo felino, al menos.- Pregunta a quien quieras en París y yo te encontraré si me necesitas.- Lo dijo mirando a Max, pero esperaba que también Vorpal hubiera alcanzado a oírle, entrecerró los ojos mirando al vampiro con gesto divertido.- El lugar pertenece a la Iglesia, pero supongo que no te importará un detalle tan absurdo. Yo te llevaría hasta allí, burlarías las defensas o las masacrarías, lo que te de la gana, te señalaré qué debes buscar y luego nuestros caminos se separarían. Sencillo. Rápido.- Miró a la gárgola, como si la respuesta afirmativa de Maxwell ya fuera evidente para ella y no le diera importancia.- Aunque no se si he hecho bien viniendo a ti..Si no eres capaz ni de controlar a tus propias creaciones..
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Mensaje por Maxwell Blackbird Dom Sep 10, 2017 4:34 pm

Todo el mundo tiene demonios. La cuestión es simplemente
saber hasta qué punto esos demonios son tolerables.
















M
axwell permanecía impasible pero con esa sonrísa de serpiente ladina, fingida y dibujada en el tapiz horripilante de su cara. Sus ojos, de ese tono verdoso cristalizado se quedaron pendientes de las acciones interesadas de aquella reina cuya Insolencia solo era superada por su Inteligencía. Juntas esas dos cosas eran un arma atroz, que por supuesto, Maxwell quería tener para sí. No dijo nada. Ni siquiera la hizo pensar que el creía aquello, pues no había razón para llenarla de ego. Por ahora. Abrió aún mas los ojos mientras la piel de sus orejas abría sus poros y el oido como un Murciélago atento a los ecos de sus propios sonidos, como si eso fuera sorprendentemente importante para él. -Ambar. -Repitió, asegurándose de no olvidar aquél sobrenombre que por supuesto, no era el verdadero, mas no le importaba por ahora. "Ya habrá tiempo de sacarle el nombre a traves de la piel y sus gritos de dolor si hace falta" Pensó. No había prisa ninguna, pues la mejor comida era que se cocía hasta el punto exacto. Nada menos. Pero nada más. Como la llegada del Mago. Justo a tiempo.

-Lo haré. -Respondió a lo que Ambar le dijo sobre preguntar a quien quisiera para encontrarla, añadiendo una sonrisa que pretendía ser tierna pero cargada de malévolas intenciones. Vestido con el traje de la inocencia el demonio elige a su presa. -Haré saber a todas mis Criaturas de la Noche la importancia de dicho nombre. Si vamos a ser socios.. -En aquél instante afiló su mirada hasta que parecía la de un Halcón. Siempre atento. -No puedo dejar que te traten como a una "Cualquiera". -Dijo eso último con especial retintineo y reclinando sus dientes que formaban aquella macabra sonrisa. -El amo tiene razón, como siempre. -Añadió Morthul, queriendo meterse en la conversación, aunque tratando de no molestar a su creador. Por algún extraño motivo, aquella gárgola se sentia muy agusto con Ambar encima de él y quería hablar con ella, sacar conversación, pero los ojos de su señor eran la Culpa de la que no podía librarse. No obstante, sus ojos miraban con mimo a los de la gata e incluso le sonrió. "Lo que me faltaba. Una gárgola con sentimientos" Pensó el Cainita para sí mismo pero no le dio mas importancia de la necesaria. La sombra enorme de Vorpal aún estaba presente cuando la gata dijo su "nombre", es más que probable que no sea la última vez que viese a aquella mole sanguinaria y atroz cuya venganza contra su señor, era mas que presente.

El señor Oscuro se paseó durante unos instantes alrededor de Morthul que no se movia para no molestar a su invitada que no paraba de restregarse. Se encaminó hacia el enorme ventanal que había en uno de los laterales de la sala cuyos dibujos eran un ser malformado, con alas de murciélago, cabeza de krakken, ojos de demonio, torso humano y piernas de toro rodeado del mar y tentáculos que significaban cosas carentes de importancia en este momento. Observó a través del cristal, contemplando toda París y a lo lejos, divisando al preciosa Notre-Dame. -Ignoraré el pésimo ataque hacia mi orgullo que has llevado a cabo con esa última daga afilada por el simple hecho de qué quiero que vivas. -Pronunció cada palabra lenta y suavemente, para que Ámbar pudiese entenderla de cabo a rabo. Con toda la paciencia del mundo. -Aunque hay algo que me gustaría preguntar, Ambar. ¿Que guarda esa Iglesia que quieras tu? Suponiendo que dices la verdad y que eso me ayudará con lo que quiera que yo esté buscando y no es solo por el afán de tratar de estafarme y así sacar mi ayuda gratis. Dime; ¿Que quieres de esa iglesia? Debe de ser importante para ti, si no te importa venir a mi morada, investigar sobre mi y hasta posarte de forma insolente en mi mas fiel Guardián. Por no hablar de.. que no te importa en absoluto las pobres llamas de las vidas de quienes pueblen la iglesia.

Había algo que... por alguna razón escondida lo suficiente como para no darse cuenta ni él mismo, no le gustaba. Y ese algo era aquella parte de "Nuestros caminos se separarán". Entrecerró los ojos haciendo una mueca en el gesto, enfadado, frustrado quizá, sin saber por qué tenía ese pensamiento. ¿Por que le molestaba el hecho de pensar que se separarían sus caminos? Aquella gata debería estar muerta y su pellejo sirviendo de cama en las mazmorras de sangre. Sin embargo, ahi estaba él, un Señor Oscuro, siendo benevolente con quien debería pagar sus osadías sin precedentes. "Menuda estupidez" Pensó. No importaba. Ya le daría la importancia necesaria a sus preguntas existenciales cuando acabase el trabajo. Su cuerpo se desvaneció en una sombra materializándose a unos 4 metros de distancia en la gran mesa alargada que había en la sala, con un enorme mapa de Paris. -No importa. Señálame cual es el lugar, o las cercanías aquí en el mapa. -Entonces, algo se le ocurrió de forma astuta. Algo que hizo que sin darse cuenta, sonriera. Pero no de forma malvada.. o escondiendo intenciones. Si no de otra muy distinta, mas natural incluso.

Giró su cuello hasta dar con la mirada de Ambar. -Si yo tengo que confiar en ti, tu tambien tendrás que hacerlo. Es una tarea sencilla. Tan solo pósate en mi hombro. De paso, así me señalarás en el mapa. Ya sabes, como ni a mis creaciones puedo controlar.. necesito que vengas y señales exacto el lugar, "Amor mío". -Dijo con tono sarcástico con sonrisa acompañante. Una actitud para nada normal en él. Pero eso la gata no lo sabe. O confiaba en que no lo supiera. Morthul miraba con preocupación a la Gata, pues aquella criatura le gustaba, y no quería que sufriera la ira de su señor por él bien sabida, asi que en estos momentos estaba rezando a los dioses que conocía para que la Gata demostrara esa inteligencia de la que ha hecho gala, y aceptara la facil petición de su Amo. Eso si..








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Mensaje por Eloane Sveta Dom Oct 01, 2017 10:51 am

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