La oscuridad nupcial. Privado +18

Las campanadas de la lejana Notre-Dame acompañadas por la Capilla de la Oscuridad anunciaban algo que era inevitable; La noche se posaba en París. El suave manto como unas tenebrosas alas recubría toda la ciudad hasta llegar a uno de los lugares mas oscuros.. y poco transitados, donde residía una Capilla, ahora bautizada como "Capilla de la Oscuridad". Se dice y se comenta.. que sus campanadas no las da nadie físico y que amenudo estan acompañadas por voces, gritos.. gemidos de dolor y desesperación. En su interior reinaba el silencio, nada mas entrar el sonido de algunas moscas era el elegido para comenzar. Moscas que revoloteaban alrededor de una cuenca ocular totalmente vacía, dado que la otra aún tenia el ojo de color azul del cadaver que yacía crucificado en una alta cruz de plata bañada totalmente en oro y en sangre liviana. El cadaver no era otra cosa que una cría que apenas llegó a cumplir los 9 años de vida. Su melena larga ahora se encontraba enmarañada y seca. Su ojo azul estaba perdido en la inmensidad.. Señal de que su muerte fue muy prolongada y torturada.

Las moscas entraban y salían de la cuenca de su ojo izquierdo, seguramente para poner sus huevas en el pútrido lugar. El cadaver llevaba allí días, semanas tal vez, expuesto en el enorme salón que daba pie al altar con las figuras religiosas de la época acompañadas de un sin fin de de estátuas de Gárgolas cuyos ojos parecían estar mas vivos que cualquier persona de París. Se escuchaba el suave sonido, liviano, de un Violin que daba orquesta a una escena que estaba dando lugar justo allí, en una Capilla que no siempre fue así.

Los bancos, anteriormente usados para orar y sentir la paz de acogerse a sagrado, ahora estaban bañados de alguna sangre santa, probablemente de los Diáconos que pelearon o no, para defenderla. Junto al sonido del violín siniestro y elegante, se acompañaba de voces al unísono como si fuera un cantar, una oración profana. Los culpables de aquello eran un grupo constatado de personas con presente dudoso y reputación oscura, Esclavos de Sangre de todas las edades, incluidos infantes. Junto a los Esclavos de Sangre también habían criaturas que parecían ser humanos.. pero que estaba claro que no lo eran. Eran Ghouls. Todo era una orquesta oscura, cuyo lider estaba en el centro, delante de una figura tallada en piedra de Jesucristo astado a su cruz. Al lado de la estatua religiosa había otra Cruz que no era de piedra si no de plata bañada en oro, en ella reposaba el Archidiácono Damien, astado por manos y pies como una parodia oscura a lo que pasó Jesús. Tambien poseía una corona de espinas tan afiladas como puntiagudas.

Delante de él, en el altar, una figura oscura emergía de la tierra como si de una sombra se tratase. Una sombra de 2 metros, tan horripilante y tenebrosa como el son de las campanadas del lugar. A traves de aquella oscura capucha de colores negros y violetas había un rostro; El rostro de la muerte. Unos ojos que bien podían ser los del mismísimo diablo se abrían junto a una sonrisa altiva de medio lado mostrando colmillos. En sus manos, juntas, como si estuviese orando, había un rosario de madera terminado en una pequeña cruz del reves.

-Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión -Su voz era la voz de la Oscuridad. De la muerte. De la podedumbre. Era la voz de todo lo profano que pudiese existir en este plano. Sus ojos giraron al Archidiácono crucificado y luego a los demás que allí presentes estaban. Sonrió con burla en el rostro, como si todo se tratase de una divina comedia, de una parodia profana. -Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, Nuestro Señor. -Volvía a decir, con una sonrisa de soslayo dibujada. -Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.- Acompañaron las innumerables voces allí reunidas. Las manos del enorme ser vestido de ceremonia oscura iban de un sitio a otro por aquellas enormes páginas de un libro abierto en el altar de la capilla. La tormenta se cernía sobre París en aquél momento, pues justo un relampago iluminó la escena.

Se giró hacia Damien, le señaló con alevosía. -¡Di las palabras, maldito pecador, oscuro mentiroso! ¡Confiésate ante tu señor de que has pecado! ¡Confiésate ante mi, y quizá la bondad se apodere de mi corazón y elegir tu muerte te deje! ¡Tu alma ya es mía, sucio cerdo del traidor! -Con agresividad en cada palabra escupida por la boca profana. El Archidiácono no dijo nada, tan solo le escupió a la cara. Dicho acto parecía dotar de una impaciencia insoluble al dueño de aquella tenebrosa orquesta. Apretando sus puños cogía una daga ceremonial cuya descripción en la hoja en latín significaba "Hijo de la Aurora". Con el utensilio obtenido y ante la expectante mirada de sus seguidores, la oscura figura dibujaba una Cruz en el torso desnudo de la víctima, dejando la sangre caer a borbotones, manchando el suelo aún más. Siguió repasando aquella cruz incontables veces hasta que por fín sacó lo que quiso de la garganta del pobre diablo.. -¡Por mi culpa! ¡Por mi culpa! ¡Por mi gran culpa! ¡Perdóneme Señor, por que he pecado! ¡He dejado entrar al diablo a tu casa! ¡Y ahora la oscuridad está dentro de mi!

La enorme figura se giró, sonriendo, satisfecho por lo ocurrido. Limpiaba con sus anchas mangas la hoja de la daga y la dejaba reposar en el altar. Nuevamente miró a sus fieles, mientras la sangre que brotaba de Damien parecía levitar, suspendida en el aire por algo incomprensible.. y ésta iba por si sola hacia cada individuo que allí se encontraba. -Bebed, hermanos. La sangre de un hombre santo que se ha profanado.- Todos la aceptaban gustosamente, como si con ello pudieran hacer crecer algún tipo de poder en sus entrañas. -Lucifer ante ti mi señor me descubro para que el poder de estas palabras arranque de mí todo maleficio de quien te desterró. Llévame ante la iluminación, ante la verdad y no dejes que el rebaño del castigo y del asesinato se apodere de mí. -Abrió los ojos de nuevo, observando como sus fieles repetían sus palabras. Sonrió, respirando profundamente mientras Damien gritaba por la tortura acaecida, ya que había un par de Ghouls, alimentándose sin parar de su cuerpo. Una risa cruel bañó la escena al mismo tiempo que el violín. -Señor de los infiernos, apodérate de este cuerpo y de esta mente que te rinden incondicional culto y ante tu presencia se arrodillan. Gran redentor acude a mí y dame fuerzas para aniquilar al ejército del  hipnotizador y sus viles siervos. -Promulgaba, mientras los gritos no cesaban. Sus ojos crueles e inquinos pudieron observar como sus fieles se habían despojado de sus ropas, y totalmente desnudos en la casa de Dios comenzaban a fornicar los unos con los otros, dándoles igual quien les tocara si un hombre o una mujer. La capilla al completo estaba llena ahora de lascivia comunión, desnudos y felaciones. Incluso sobre la estatua de Jesucristo, una mujer desnuda se rozaba su sexo incesantemente por el rostro de la fría roca, gimiendo su nombre a voces, pidiendo obscenidades sin fin.

-Temidos por quien fueron una vez condenados. Arrastrados por una corriente de pureza y verdad. Aquellos quienes quemaron la venda de la falsedad. Leviatán, Baal, Lucifer, Satanás... Devolvamos sus tierras a los expoliados. Devolvamos la vida a los masacrados. Conformemos un ejército y asesinemos al asesino ¡Ven a mí gran señor de la luz! -Exclamó, justo cuando un trueno sonó. -¡Ven a mí! ..Odium Humani generis... -Entonces todas las velas de la instancia se apagaron al unísono. Cosa que no provocó que la lasciva comunión se parase, por supuesto. Libres y pecadores yacían sin cesar en la casa.. ahora del diablo. La tormenta crecía, y las velas volvían a encenderse. Los Ghouls ya no estaban con el Archidiácono y la Niña crucificada ya no estaba donde antes. El Archidiácono levitaba, suspendido en el aire, sin vida, sin llama en su cuerpo. Tras él levitaba el fragil cuerpo deteriorado y pútrido de una niña de 9 años, y otro cuerpo de una mujer, en su tiempo bella. La figura oscura sonreía de forma cruel a la vez que sonaban los truenos. Se escuchó un horripilante sonido como tejido de carne, como un millar de insectos, como el crugir del cuerpo de una curiana. Mientras fornicaban sin parangón, observaron la escena.. Damien de alguna forma fue juntado con los otros dos cuerpos, de la cara, de los tres rostros, salían máscaras tristes, hechas de carne. La cruel figura oscura echó un atuendo negro por encima de la extraña criatura que se había formado. Los brazos de lo que sería la mujer y la niña, estaban en cruz, dejando ver como una forma arácnida. Las tres máscaras quedaban a la vista, y lo demas estaba tapado por el atuendo, haciendo parecer así que la criatura era solo un cuerpo jorobado con 3 mascaras horribles y dos pares de cuchillas para sujetar lo que quisiese.

Spoiler:

-Acércate hijo mío, inclínate ante tu señor quien poder te ha otorgado. Inclínate ante Maxwell Blackbird, señor de la Oscuridad. -La criatura se acercó, era una criatura lúgubre, melancólica, triste. No podía hablar, no podía gesticular, nisiquiera mover los brazos. Tan solo levitar y asentir con un gemido que parecía ser un mar de lágrimas. Una abominación había nacido.

Mientras los demás disfrutaban del festín sexual además de presenciar el poder de quien parecía ser su pastor oscuro en un sacramento profano, Maxwell tenía otros planes en su retorcida mente. Sonriendo miró a la puerta. Con lujuria pudo presenciar como si de una visión se tratase.. como una pequeña chiquilla Vampiresa andaba a tientas, aparentemente perdida.. y por algún motivo.. encontrada, por las calles de Paris. "Por fín la Oscuridad estará completa" Pensó para él mismo, encaminándose a la salida de la Capilla. Justo al llegar a ésta, parecía desvanecerse en humo, sombra.. o quizá en una simple ilusión. A la misma vez que las paredes de la Capilla parecían retorcerse.. como si de algún modo estuvieran vivas.



Sin duda.. en busca de ese pajarillo perdido iba.

La noche se hacía cada vez mas cerrada mientras los Ghouls saltaban por los balcones de la Capilla de la Oscuridad y las campanadas replicaban una vez mas. La lluvia se hacía mas intensa junto a unos truenos que parecían abrir el cielo en dos como si fuese el mismísimo Moisés con las aguas. Una bandada de murciélagos salió espantada por las puertas de la gran Capilla cuando una figura negra como el inframundo aparecía, no era Maxwell, era otra cosa. Una figura con una guadaña injertada a su propio cuerpo.. Cuerpo que estaba construido a base de calaberas humanas y de cuerpos de infantes, que hacían a su vez de torso de la criatura. Portaba un manto oscuro y roto a jirones, y la calavera mas grande de las innumerables que allí posaban hacía a su vez de cabeza principal.

Spoiler:

La criatura como si danzando anduviera, lo hacía lenta y pesada-mente. Aunaba una oscura procesion de Esclavos de Sangre, los que no se habían quedado fornicando sin límites morales dentro del Templo de Dios ahora profanado por el Diablo. La criatura mediría unos 4 metros de altura consiguiendo metro y medio de anchura. Arrastrando su pesada arma, tambien hecha de huesos, parecía ser la centinela del lugar, ya que marchaba por otro camino con la misma pasimonia y lentitud que antes. Por la puerta también salía la criatura en la que Maxwell había convertido al Archidiácono Damien, una criatura constituida de tres cuerpos que seguramente serían la hija y la mujer del hombre que ahora, vivirian juntos para siempre de verdad. La criatura se había hecho con unos cuantos faroles para alumbrar, y para eso serviría aquella melancolía, para alumbrar, vigilar, ser el "Guía" de los malditos y aventureros que osaran adentrarse en la morada de la Oscuridad.

Mas algo más salió de aquella enorme puerta adornada con dos cadaveres empalados con estacas, seguramente de otros vampiros que osasen enfrentarse al Señor. Una sombra humeante, retorcida y negra como el abismo salía levitando hacia las cercanías de la oscura ciudad bañada por la tormenta de la semana. Un trueno sonó nuevamente como si fuera el mismísimo son de Notredame. La sombra era Maxwell, quién viajaba en busca de lo que había percivido. De lo que en su día perdió y hoy vuelve a encontrar. A su paso, toda iluminación posible y natural que tuvieran las calles, eran extinguidas, como si su mero paso quitase todo lo bueno, bondadoso y feliz del ambiente. Como si de una oscura gárgola se tratase, la sombra se hizo forma justo antes de aterricar y hacer una entrada digna de alguien como él frente a la perdida vampiresa que asustada por algun motivo o varios parecía. Cayó al suelo y este parecía temblar, pero no fue asi la realidad. Maxwell se acomodó sus ropajes ceremoniales, con sonrisa cruel en el rostro, como si fuera el rey de las mentiras.

Caminó con paso decidido, con un chasqueo de dedos algunas luces volvían a encenderse, pero la llama de éstas era de un tono violeta incesante, frío, que invitaba a todo lo contrario de un cándido hogar. Se acercaba a la vampiresa proyectando semejante sombra sobre ella. La miró con altivez. -Convertida, perdida y ahora hallada aqui te veo; Hermana. -Su voz, tan fría como siempre, e igual de potente que un sin fin de tumbas del cementerio se alzaba ante la chica. Una enorme mano adornada de negras garras de gárgola acariciaban la tez suave de la chica. -No temas a la oscuridad, pues ésta te abraza cuando el Traidor trae su luz cargada de falsa esperanza. No temas a la Oscuridad, hermana. Pues nuevamente.. encontrados nos encontramos. Y por fin, gracias a ti.. -Sin dejarla hablar, se funde en un lujurioso beso en los labios de ella, en profano incesto entre hermanos de sangre y de naturaleza. Acariciando sin cesar aquellos turjentes pechos que se alzaban únicamente para él por él y para sus manos. Su temible sonrisa se hacía patente, mostrando unos enormes colmillos a la vez que sus ojos titilaron de rojiza forma. Contempló a su hermana, durante unos instantes que parecieron siglos, comiéndosela con la mirada. Acariciándola con la mirada. Masturbándola con la mirada.


-Vuelvo a estar completo.


Se escuchaban voces horribles venir de la capilla, la tortura, el sexo desenfrenado y las innumerables criaturas creadas por Maxwell, seguramente.

Las voces de la capilla no mermaban en su cantidad no cesaban en su intesidad y por supuesto, eran más que un adorno para la lúgubre noche que le esperaba a Paris en estos precisos instantes. Las campanas replicaban por si solas como si algún acto de maquiavela fuese presente, como si la noche ciega no pudiese llegar a apreciar quien tocase aquellas campanas, quien replicase, quien allí estuviese. No lejos del lugar, Maxwell en su reencuentro con su Hermana, a la cual él mismo había convertido a la Oscuridad, era más que presente. Sus labios buscaban con énfasis los de su hermana, recordando así a sus tiempos.. Cuando ella era apenas una infanta de 9 años. Al pensar aquello, el malvado vampiro sonrió de medio lado, contemplándola antes de dejarle la muñeca, de abrírsela con sus propios colmillos para que la sangre así pudiera comenzar a emanar de su interior.

Sangre que manchaba a borbotones la boca, la lengua, la nariz, los labios de su hermana Bloondy Blackbird. -¿Recuerdas la primera vez que.. hiciste esto, hermana? Ni yo ni tu éramos algo superior como ahora mismo somos.. Y sin embargo, ya buscabas tragar mi sangre. Tragarme a mi. Tragar.. todo lo que saliese de mi cuerpo. Todo. -Su mano acariciaba la tez pálida de Bloondy mientras ésta parecía darse un atracón. Con voz incluso tierna.. acabó la frase de antes. -Todo.

Desde las puertas de la capilla aparecieron 3 estelas negras, sombrías, a su paso dejaban humo negro sin vida, sin felicidad, marchaban a algún punto clave de la ciudad. Probablemente fuesen dos de los esbirros de Maxwell, con algún oscuro cometido como traer a alguna virgen o incluso a algún infante para algún ritual en Profana Comunión. -Recuerdo.. la primera vez que viniste a mi cama.. Con tus 9 años de edad.. Hermana. Una noche de tormenta.. apareciste con miedo. Con un terror nocturno.. incluso habias mojado la cama. Venías a por mi protección ya que nuestros padres estaban demasiado ocupados tratando de ignorar a sus hijos... -Maxwell sonreía, mostraba sus gruesos colmillos, su rostro que era enteramente el rostro de la oscuridad en sí misma, se retorcía como si contar aquello le causara algún tipo de placer mundano y profundo. -Te acercaste a mi llorando.. y entonces fue cuando te dije como se acabaría el miedo.. el terror a la noche. Y era.. Siendo la misma noche. Aquella vez.. fue nuestra primera vez juntos, desde entonces, tu cuerpo ha sido enteramente mio.. y el mio tuyo.

El cuello del enorme vampiro hizo girar su cabeza en un arco hacia atrás, pues era tal el placer que sentía mientras su hermana tragaba lo que emanaba de su propia muñeca que sus ojos se volvieron blancos al unísono de la caida de un rayo cercano. La voz de Maxwell en aquél momento se hizo mas pronunciada, grave, oscura. -Sigue.. chiquilla, eso es.. Sigue como si el mañana no existiese y el presente fuese inconcluso. Sigue.. chiquilla.. mi sangre entrará en tí, y desearás que mas partes de tu hermano entren.. Tras tanto tiempo, tras tanto. Sigue chiquilla.. sigue. Que la oscuridad en tí entre.. y te reviente. Hazte una conmigo.. Sigue chiquilla, sigue.

El brazo de Maxwell Blackbird seguía en aquella posición mientras que los colmillos aún infantiles de su hermana se clavaban sin cesar, sin dolor y sin naturalidad. Los arboles, que apenas tenían hojas en sus copas, parecían retorcerse en la inmensa oscuridad que se propagaba en la calle y en dicho ambiente. Su labio se torcía, sus ojos se volvian blancos por el extraño éxtasis que aquello le estaba gozando. Adoraba alimentar a su hermana. En todos los sentidos habidos y por haber en esta vida y en la otra y en las venideras. Mientras que la lluvia no hacía más que humedecer lo que ya estaba mojado y encharcado creando así sonidos irrelevantes de salpicaduras y chapoteo, el rostro de Max no veía fín. Conforme sus ojos se volvían como la niebla, los truenos que antes parecían de cristal, ahora estaban más cerca por la tempestad. -Ah.. Hermana. Siempre gozaré el alimentarte. -Si alguien normal le hubiese escuchado, lo último que pensaría es en que se refiere a la sangre que le proporciona. Sobretodo con la voz extasiada que salió de su garganta, orquestando aquellas graves cuerdas vocales que en el interior de su cuello parecían estalagmitas de puro hierro.


-La marca impía está presente y fue otorgada. Pronto la marcha fúnebre será la orquesta de sus defunciones. ¿Que es lo siguiente? Resurgir. Acabar con el orden establecido y que de sus cenizas, resurga el oscuro nacimiento de una Ciudad Negra que no corte las alas ni imponga dogmas. El violin que llore sus muertes y las campanas que claman por dichas. Pero antes.. antes necesito a un ejercito, mas allá de mis Criaturas de la Noche y mis alas Impías. Necesito influencia en esta Ponzoña llamada Paris. -En aquél momento apartó el brazo de los golosos labios de su hermana, con tenebrosa mirada abrió su mano que mas parecido con una garra guardaba. La puso bajo la fémina barbilla y acto seguido, sus labios semi-rozaron su boca, pero no la besó. No ahora. No en este momento. Sonrió de una forma tan cruel, que si fuera una chiquilla cualquiera, estaría aterrada viendo al mismísimo Diablo. Incluso al mismísimo Dios de la nada. Dios del Vacío. Al abismo en su mirada. -Y tu. Querida hermana.. Vas a ayudarme. Como los tentáculos del abismo, mi ejercito resurgirá en las tinieblas para amedentrar a la Ponzoña envidiosa.


Chasqueando sus dedos, en aquél extraño abrazo, unas enormes alas mitad Murciélago y mitad ¿Ángel? Con plumas azabache emergieron de su espalda para envolver en crisálida a ambos cuerpos. Tras varios minutos, y tras volverlas a esconder, el Lord Vampiro y su Hermana se encontraban en una lujosa habitación donde colgaban lámparas de araña. Estaban en algún punto de la Capilla de la Oscuridad, Re-bautizada por el mismísimo Maxwell y convertida en su hogar, además de la Mansión Blackbird. Sus manos se adherieron al escote de la Chiquilla, abriéndolo, sin dejar paso a imaginación, puesto que los pechos de la joven danzaron de forma nerviosa tras salir y ser expuestos a la tenue luz de las velas, a la vez que dieron un crudo respingon por la temperatura y por el masaje que ahora, rápidamente, la lengua del Señor del Terror, le estaba propinando. Sin pedir permiso. Sin avisar. Sin dar explicación a nadie.



Tan solo por que quiere.
Tan solo por que lo desea.

Las garras de Maxwell obraban con total libertad por aquél valle que había entre los pechos desnudos de su herman. Su lengua era una serpiente que buscaba con incesante crueldad enroscarse en los pezones de la cainita hermana de la propia Oscuridad. Los degustaba con esmero, lamiendo la dureza que la bienvenida le daba. Sonreía de cruel forma conforme en la cama se sentaba, dejando en pie a Bloondy. Sus garras ya no sujetaban aquellas enormes esferas que parecían contener el poder de un mundo entero en cada una, si no que bajó en juiciosas caricias, agresivas y lascivas dibujando halos de sangre por donde pasaba, arañando y dejando su marca. Los cabellos oscuros de Maxwell fondeaban en solitario como si en vez de en una habitación estuviese bajo un profundo lago. Sus ojos, blancos como el tenue resplandor de las tormentas. Sus dientes rivalizaban con el brillo de sus ojos mientras su lengua cruel y voraz retorcía con fuerza aquellas punta de lanza que estacadas estaban en los hermosos pechos de su hermana.

Sus manos llegaron hasta aquella curvatura que se tornaba respingona y agresiva, miles de caricias fueron al culo de su hermana, deshilachando uno a uno los hilos que conformaban su ropaje. No le importaba arrancarlo, ni rajarlo, ahora mismo de hecho, no le importaba nada más que poseerla tras tanto tiempo. -Te he echado tanto de menos... tantos años sin probarte. Tantos años sin violarte... -Dijo sin cortarse en absoluto, mientras los gritos de las mazmorras viajaban por las elegantes paredes de la Capilla de la Oscuridad hasta llegar a la habitación. Mas eso no le hizo parar la maldad de su acción. Dejó una mano libre, con la que maniobró hasta poner la mano de su hermana, ambas manos, en ambos lados de su cara mientras lamía sin cesar sus pechos. Quería verse acariciado, tocado por ella. Quería que ella fuera el muerto reflejo de su ave negra, como él, parecida, de su familia. Lasciva e incesante. -Eso es.. hermana. Ahora pídemelo.. dime que te debore.. que me ansíe sobre tus pechos. Que calme mi sed de ti. -Pronunció con la voz de la propia tempestad, con aire selecto. La mano que quedó libre fue a parar entre las piernas de la pequeña Golondrina Oscura que ya bragas no poseía por culpa del enorme Inmortal cuya ambición no parecía conocer final. No dudó. No titubeó. No esperó. Dos de sus angulosos dedos que eran como el pico de un ave rapaz, de un cuervo, de un grajo, de un halcón negro, penetraron en el pequeño cuerpo de su hermana.

Se escuchó la humedad de su intimidad, abundante, casi podría llenar una bañera unicamente de aquellos jugos. Eso le gustaba. Eso le provocaba. Eso le dibujaba la sonrisa. Los penetró hasta lo mas hondo de su ser. Hasta su final.. acariciando aquellas embranas suaves y candentes, mojadas y amenazantes con tragarse los dedos. Miró hacia arriba para ver la cara de su hermanita mientras la masturbaba con tesón. Con tal agresividad.. que sus dedos parecían una suerte de pistones a vapor de lo rapido que penetraban su cuerpo, de lo rapido que lo perforaban. De lo rapido que entraban y salían, casi automatizados al completo. El señor del Terror abrió la boca con soberbia, lo que vino ahora.. no iba a ser indolor y no iba a estar abstento de gritos y gemidos. Clavó sus enormes colmillos en mitad de la suave piel que conformaba la aoreola que precedía al duro pezón de la Vampiresa inestable. La sangre salía a borbotones. Salía sin parar.

Aquello era una cascada. Un bautizo de sangre.

Toda caía directamente a la boca del Vampiro, como si estuviese alimentándose de cualquier cuello.. pero a su vez, como si la propia Bloondy estuviese dando de amamantar a su injuicioso Hermano. Solo que en vez de leche materna... era Sangre. Se le escuchaba tragar atropelladamente aquellos borbotones lujuriosos. Succionaba justo en la herida provocada, mientras los dedos que en sus piernas obraban apenas se distinguían de la velocidad a la que iban. Él sabía que pronto aquellas piernas cederían y no se podría ni mantener en pie de la corrida. Lo sabía y disfrutaba con ello con gratuita crueldad. Gratuita verdad. -¿Cómo no va a gustarme tu sangre..? Por supuesto que sabe igual que cuando el corazón te latía... Por supuesto que.. eres deliciosa, Pajarilla. Amamanta a la Oscuridad. Amamántame. Cásate con la Oscuridad. Cásate conmigo, en profano matrimonio.

Todo parecía ir a pedir de boca del Oscuro Señor, pero pronto aquello cambiaría. Gritos. Disparos. Algo pasaba abajo, algo que requería la inmediata atención del Lord. Maxwell lo escuchó, estaba molesto por aquél intento de interrupción, incluso vio como columnas de humo provenían de la calle inferior que daba a las puertas de su Capilla. ¿Inquisidores? ¿Cazadores? Pensó. Negó con la cabeza. -Parece que tenemos visita.. mas antes.. mi poder te invadirá. -Dijo de forma atropellada al igual que su propia hermana. La empujó con violencia hacia abajo, obligándola con maldad a que se pusiera de rodillas. El suelo era muy rasposo y no tuvo tiempo de traer ningun cojín, pero le importaba una mierda, realmente. Si su hermana tenía que hacerse heridas en las rodillas por darle placer, que asi sea. Asi presencia la lealtad que le tiene aún despues de tanto tiempo. Abrió las piernas, mostrando un duro trozo de carne, brillante y húmedo por la constante. Se lo agarró con majestuosidad y poderío, acercándolo a los labios de su hermana mientras los gritos se hacían más sonoros cada vez y el fuego mas alto. Se masturbaba sobre aquellos labios, con poder. Velocidad. Determinación. -Bebe del caliz, dándome el "si quiero, hermano y señor de mi libertad", Bloondy, bebe de mi verdad. Deja que mi poder crezca.. que mi influjo penetre en tí. Bebe del caliz.. deja que te posea. Traga y debora mi agua bendita. Y nadie podrá...Hacerte frente. -

Dijo entrecortadamente, entre gemidos. Entre gruñidos ocasionados por la auto-masturbación mirando a su hermana de rodillas con los labios entreabiertos. La luz anaranjada del fuego iluminaba la escena a traves de la ventana. Maxwell Blacbird estaba a punto de eyacular. Cerca del climax.





Su climax.

Como si de una fuente se tratase las gotas de aquél placer inmerso en lo más lugubre de aquél inmenso ser se esparcían por la fina piel de una tez que le miraba con adoración en su máxime expresión. Los gritos ahogados de una niña vampiresa que auguró el anteceso de la violencia que vendría. La noche tenebrosa con las nubes en cierro. El fuego que pronto se comía poco a poco las paredes y la cerca que daba al jardin que a su vez actuaba de entrada a la gran Capilla de la Oscuridad, morada del cruel Vampiro de la Soberbia. Mientras que las gotas de aquella miel blanca, signo de la lascivia y el placer en todo su esplendor, seguían su camino hacia los dulces labios de la neófita hija de la Oscuridad y la Locura. La oscura garra de Maxwell Blackbird penetraba en los adyacentes cabellos negros de su hermana endureciendo el ritmo e impidiéndole que se alejara hasta recibir la última de las descargas.

Una antorcha atada con una piedra atravesó la ventana de aquella habitación, mientras el Inmortal se tapaba, se levantaba tirando al suelo a su hermana, no queriendo, si no por su estatura y por que poco le importaba que daño se hiciera por su causa. Miró la antorcha y sonrió conforme los orbes que encayaban en su cruel rostro comenzaban a nublarse borrando aquella mancha verde y dejando a su paso unos crueles globos tan blancos como la tormenta. Su sonrisa se tercía cruel mientras levantaba los brazos dejando escapar todo un enjambre de murcielagos. Miró hacia el campanario de su capilla. -¡Morthul! ¡Es hora de desatar la justicia sobre el campo! ¡Ajustica a nuestros enemigos! ¡A los enemigos de tu señor! -Clamó Maxwell con cruel y sonora voz como si fueran las propias campanas las que dijeran dicha orden. En el campanario se vio un resplandor dorado y de ello, salió una criatura de unos 3 metros, alada, de piedra blanca parecida al marmol, a dar la bienvenida a los invitados, junto a los murciélagos.

Giróse sobre su hermana, con sonrisa en la cara. -Comienza la fiesta, hermana. De ti depende si es sangrienta, o simplemente.. rojiza. -Dicho esto, sacó sus elegantes alas negras y saltó por la ventana, ansioso de inflingir daño y sembrar la agonía en los corazónes de quienes han osado invadir sus dominios.

Quedos susurros era lo que provenía de aquellos malogrados pasillos llenos de la sangre de enemigos que estuvieron y solo de ellos la esencia impregnada sobre el asfalto quedaba. Quedos susurros cuya figura dueña de ellos, armada de la locura y el deseo de confrontar por el propio deseo de su hermano. Quedos susurros que servirían como decapitaciones invisibles para quienes osaron en caminar por el valle tenebroso de las almas caidas en pena y en desgracia bajo el yugo del Oscuro Señor que ahora bailaba en su patio a la luz de la luna llena conforme los cuerpos gritaban girando en una vorágine hecha de huesos y de sangre que ascendía por sus manos. Las manos de un loco. Las manos de un cuerdo. Las manos de un monstruo sin piedad con sonrisa dibujada en su quededad.

Prontamente la fuerza con la que arramplaron en la morada del Miedo se fue, sin pena ni gloria y sin siquiera ser una clara amenaza para el Padre oscuro, para el inmortal que se divertía. Los que aún seguían con vida y no eran parte del tablero de ajedrez sangrienta que conseguía hacer Maxwell con los cuerpos, corrían, huian y gritaban en pavor frente a la pequeña hermana. Frente al Gorrión. Frente a la Reina de la Locura. Aquella sonrisa en la oscuridad les sembraba la semilla del miedo con cuidadosa perseverancia mientras Bloondy los acechaba. -Un día perfecto para una Cosecha de Almas. ¿No lo crees, Morthul? -Promulgaba un Maxwell cuyos ojos no existian y el rostro era retorcido por la inócua agresividad que le divertía. Morthul, la Gárgola, su guardián creado por él mismo, quien jamás podía mentir a nadie, asentía con sonrisa noble en su cara. -Aquellos que piensen poder morar por los campos oscuros de mi Gran Señor no merecen el regalo de la vida. No merecen mayor Justicia que las que ustéd, amo, les adjudica. -Dos de los cazadores dispararon proyectiles imbuidos en plata alquímica, pero la pronta reacción de la gárgola le permitió protegerse con un escudo de Sangre a tiempo, sangre cuyo poder era parecido al ácido, derritiendo los proyectiles provenientes de aquellas impías armas que buscaban el oscuro corazón del Cainita.

Mientras tanto, la vorágine que a lo lejos concurría en forma de terrible tornado, tormenta incluída, no era si no de puros cadaveres, de huesos, y de sangre. Maxwell invocó al viento oscuro de sus recuerdos hechos realidad para sus enemigos que yacían muertos hace rato ya. No le importaba. En absoluto además. Seguía divirtiendose, provocando los resquebrajos de los huesos de aquellos cadáveres conforme la sangre salpicaba todo el lugar cuando hubiera suficiente. Seguía habiendo cazadores vivos, los olía, los sentía, y podía verlos desde la conexión que tenía con su hermana. Podía ver lo que los preciosos ojos de su linea de sangre veían. -Cázalos.. Bloondy, y traemelos. Una ofensa de este calibre requiere un ejemplar castigo.. que sirva de símbolo para los futuros asaltantes valientes que atreviéranse a entrar en mi morada. Cázalos, hermana mía, traelos con la Oscuridad. Te temen. Te huyen. Saben lo que eres. Saben que eres superior a ellos. Temen tus poderes.. Te temen a ti. Bloondy Blackbird. Hermana mía.

Mientras conservaba aquél vínculo viendo el campo de visión de la pequeña de los Blackbird, 3 supervivientes a la vorágine, a la tormenta de sangre, se abalanzaban a traición sobre el Señor Oscuro, o eso pensaban que harían.. puesto que unos afilados pinchos salieron del suelo, hechos del material de las propias pesadillas. De carne. Invocados por el propio Morthul quien parecía tener en su haber, ciertos poderes heredados de Maxwell Blackbird, su señor. Los pinchos se clavaron en cada uno de los muslos de los 3 agresores mientras Max se volteaba sobre sí mismo, sonriendo y cerrando su puño derecho, haciendo que sendos clavos de carne estallaran y con ellos las piernas de sus poseedores, de sus dueños, quedando así únicamente la parte superior de ellos, aún vivos, aún agonizantes.




-Perfecto.

La noche comenzaba a cerrarse de canto sobre las llamas que habían incitado quienes deseaban la muerte del Oscuro Necroseñor que habitaba en tan tenebroso lugar, lleno de intrísecos pasadizos secretos que llevaban a las mas horribles de las salas de tortura que la mente humana pudiese siquiera dar cabida en su voluminosa imaginación. Lo que Maxwell Blackbird no podía llegar a imaginar era aquél cambio que parecía estar sufriendo su hermana menor, la oscura Gorrión de la familia sin contar cierta piromante de la cual aún no sabía nada. Bloondy era la más pequeña de las mujeres Blackbird, pero sin duda.. su comportamiento en este momento la había impulsado a lo mas alto de la cadena de valor y narcisismo de lo que era galardonada dicha familia. Maxwell no podía dejar de observar aquello que ella hizo, con adulación incluso, y despertando sus deseos mas bajo y sucios, como nunca antes nadie le había despertado.

¿Era aquella la misma hermanita que solo era agresiva cuando sufria un ataque de celos? ¿Acaso había crecido para bien, de una vez por todas? El gran vampiro se relamía, mirando a sus dos victimas sin piernas pero aún vivos. -Vaya.. ¿Que os parece, sacos de sangre? Ella es mi hermana. Una Blackbird renacida. ¿Os gustaría una sesion con ella? Besa como nadie, y usa la boca como ninguna mujer la usará nunca. Os lo puedo asegurar. -Morthul mientras tanto sobrevolaba el lugar en busca de posibles refuerzos que pudiesen tomar los cazadores, que estaban sentenciados por la Muerte y su hermana. El cainita observaba valorando cada centimetro de aquél traje de enfermera, cada brillantez del cuero, y como los labios de su hermana estaban perfectamente pintados y perfilados. Como besaba al cadaver e.. incluso se ponía, ¿Caliente? ¿Se ha puesto caliente Bloondy, mutilando, y semi-fornicando al cadaver? "Ojala se lo follara al completo, y se la comiera" pensaba. Maxwell, totalmente fuera de si y realmente, con esa idea en la cabeza, no sabía ya ni donde meterse del calor que comenzaba a invadir cada uno de sus sentidos y de su no-muerte. ¿Le ponía y le gustaba que su hermana estuviese tan loca, agresiva y le gustase la necrofilia? Por supuesto. No lo dirá, pero tampoco lo negará. Nunca.

El inmortal agarró a los dos "Sacos de Sangre" como los llamó con cuidadosa anterioridad y comenzó a caminar hacia el lugar donde residia su Hermana. Iba con su miembro duro, aún escondido bajo esos oscuros ropajes hechos por sus propias sombras, pero que no lo disimulaba ni le importaba que se le viese. Llegando así donde ella estaba, pero quedándose a una distancia prudencial para poder observar.. y esperarla, le dará tambien a los dos sacos de sangre que ha traido. -Mas... quiero ver mas. -Susurró para sí mismo. Estaba claro que Maxwell quería mas de aquello, muchísimo mas. Incluso.. esta viendo bonita la noche y está por darle las gracias a aquellos que osaron invadir su territorio. Pues gracias a ello...




Su hermana ha despertado.

Maxwell entraba junto a los dos Sacos de Sangre, como él los había bautizado. Ya no quedaba nadie mas de aquella invasión al lúgubre lugar que pronto tumbas extra tendrá, pero antes.. va a divertirse, ya lo creía que lo haría. Sobretodo cuando al llegar.. veía a su hermana de aquella forma, sonriendo, Maxwell ya no estaba usando la visión compartida que le permitía ver lo que los ojos de su hermana veían por el enlace sanguineo que poseían ambos inmortales, hermanos en vida y hermanos en muerte. Sus ojos vieron como las manos de un cadaver asesinado por Bloondy recorrían su escote y la voluminosidad de aquellos grandes pechos apresados en la cautividad del sensual cuero de enfermería. Miraba a sus dos "invitados" sonriendo. -Observad con atencion.. no vereis un espectaculo de mujer ni parecido a este. -Dijo cargado de orgullo y de candor por el fragor de la batalla que estaba viviendo, y menuda batalla. Su hermana, ahora, sin duda, era una Blackbird, con todas las letras.

Se acercó, hasta que vió como se quitaba su ropa interior, de color roja.. preciosa, por supuesto, y se la ponía en la cara al pobre desgraciado. Ahora su hermana estaba sin bragas.. desnuda por debajo y se agachaba, casi enterrándole el rostro entre sus nalgas. Que delicia.. era eso, él bien sabia que aquellas nalgas tenian la fragancia del placer puro. Pero ella se paró en seco al verle, no obstante, le sonrió con admiración. -Vaya.. vaya, asi que te diviertes, eh, hermanita. -Dijo, mientras su enorme mano buscaba entre sus piernas para sacar su miembro, hambriento de placer, duro, latente como un corazón vivo. Sonreía cruelmente, espectando de ese modo a su hermana, mientras ésta se masturbaba con la mano amputada del cazador, el tambien empezó a masturbarse, mirándola a los ojos y a su intimidad femenina. -Estás que chorreas.. hermanita, ¿A que es debido? -Dijo de forma obscena, enfermiza, cruel, humillante. Pero así era Maxwell, ¿Verdad? Así era la familia. Así era el gen de los Blackbirds. Cuando ésta lanzó la mano a uno de los "invitados", Maxwell la cogió y la metió en la boca de uno de ellos, justo los dos dedos que su hermana había tenido en el interior de sus labios vaginales. -Saboreadla.. ya la habeis oido.

Contemplaba como Bloondy se agachaba y metía en la boca aquél miembro flácido pero a su vez, bien dotado, del cadaver que ella había matado. Eso era increíble.. ¿Es que acaso su hermana le habia leido la mente? "Me muero por verla.. y ver de que es capaz" Pensaba para si mismo. Pero no lo decía. No. Simplemente con la mirada, la retaba.. seriamente, aunque sonriendo de medio lado. Al levantarse vió sus nalgas, menudas nalgas.. la boca y el miembro de Maxwell se habían hecho agua, literalmente. Sobretodo.. al sentir la mano de su hermana sobre éste. -¿Quieres jugar mas? Por eso los he traido. -Dijo refiriendose a los dos que había tirado al suelo, ya que de pie no podían estar. -Se acercó a lamer la boca de su hermana, a besarla con pasión, y dejarla libre de nuevo, mientras se masturbaba al verla. -Me.. gusta esta faceta tuya. Y.. quiero ver mas. Mucho mas.. Todo lo que seas.. capaz. Si lo eres.


Dijo eso ultimo, a sabiendas.. que como buena Blackbird, retarla.. supone provocarla. Sonrió, mordiendose el labio. -Estás buenísima, hermanita. ¿Que tal si.. te pones mucho mas a tono? Y en el ultimo plato.. Yo me encargo personalmente. -Miró a los cadaveres, y luego a los dos que había traido, que estaban vivos aún. Miró la cofia de su hermana mientras con la mano libre le agarraba uno de los cachetes metiendo la punta de sus dos dedos en sus intimidades femeninas. -Nunca te he notado.. tan mojada. ¿A que se debe, Blackbird? -Dijo sonriendo. Sabía que llamarla así, la iba a poner muchisimo más caliente.. si es que eso era posible. Pues nunca la habia notado tan húmeda, ni remotamente.

Enarcaba una de sus poderosas cejas Maxwell cuando su hermana pegó el alarido adolescente. No le importó, de hecho.. eso le puso mas a tono de lo que ya pudiera estar, que, sin miedo a equivocarme, era MUCHO. Se acercó para lamer sus colmillos y abrir los ojos junto a los de ella, conforme las alas de la Gárgola Morthul se podían escuchar, puesto que probablemente, vendría de camino al no encontrar a nadie más. -Lo verás, querida hermana. Lo verás. -Guardaba algo, eso estaba claro. Y más claro que empezó a quedarle en cuanto el idiota sin piernas lanzó ese insulto a su hermana. Conforme Bloondy chillaba enfadada e insultada, la mano de Maxwell se abría y conforme se cerraba, hilos de carne, de la propia carne de la cara de ese cazador, comenzaban a desprenderse de su tez y barbilla para hilarse en la boca, haciendo así que no pudiese hablar. En otras palabras.. -Si no tienes boca, no puedes hablar. Si no hablas, no insultas a mi hermana. Si no insultas a mi hermana.. Vivirás, al menos lo suficiente para probar a semejante diosa de la noche. -Dijo con tono imperativo, a la vez que Morthul comenzaba a despegar.

Las retinas del vampiro jefe se llenaron de emoción cuando Bloondy aseguraba que convertiría esto en la mejor de las veladas. Fue entonces cuando la vampiresa besaba al cazador que.. parecía diferente al otro. Era mas dado a la lasciva, puesto que el cainita pudo apreciar como la lengua usaba para aplastarla contra la de su hermana. Eso.. le estaba causando muchisimo morbo. Era cierto, y ahora estaba seguro de ello. Le gustaba espectar a su hermana.. pero le gustaba espectarla cuando tenia esta actitud, la actitud de una perra lasciva y llena de juego. Le encantaba ver como su hermana seducía a hombres para fornicar con ellos en su presencia, y que encima, ella, le pidiera que mirase. SOLO que mirase. Le gustaba verla en plan.. zorra mala. Que dominara y no le dejara participar, y le obligara a sólo masturbarse mirando lo que ella hace con muchos ante su mirada cautiva. Maxwell no entendía ni comprendía por que le ocurría eso, y estaba seguro que exclusivamente le pasaba solo con su hermana. Unicamente con ella. -Hmmm... Hermana mia.. Creo que has hecho que descubra algo que yo no sabía que.. me gustaba. Espero que lo explotes bien.. -Estaba claro que el cainita no era idiota, y le gustaba el juego lascivo, si su hermana estaba dispuesto a complacer todo su morbo, dependía únicamente de ella y de nadie mas. Pero verla morrearse con aquel cazador, era bien caliente. Maxwell se masturbaba, muy suavemente, con mimo incluso, quería disfrutar la escena, no tenía prisa, y no le importaba estar toda la noche sin eyacular.

No acabaría ahi su sorpresa... Su hermana le había comentado abiertamente como tenia el miembro aquél cazador, eso le hizo estremecerse y lanzar sendas gotas de placer por su miembro, un par de ellas solo, pero muy densas y blancas. -¿He dicho ya.. que me encanta esta nueva faceta tuya, hermana? -No pudo decir otra cosa, le era algo imposible, estaba demasiado caliente. Observó como su hermana se desnudaba ante la vista del cazador, como sus pechos botaron libres, como sus pezones estaban al acecho de la boca de su víctima. Morthul.. no era de piedra, por mucho que pareciése de marmol, y tambien miró a Bloondy desnuda, sin poderlo evitar. Únicamente enfundada en sus botas y la cofia. Morthul tragó saliva, para evitar posibles enfados de su señor, pero estaba mirando.. y había algo que tenía duro. Y no eran las alas.

Mientras la cainita se sentaba y hacía que el cazador probase las delicias intimas que poseía su hermana entre las piernas, Max se volvía loco por dentro mientras su mirada se cruzaba con la de su hermana. Se masturbaba, muy lentamente. -Mirame hermana.. mira como tienes a tu hermano. Haciéndose una increíble paja.. mientras te das un atracón con la boca del cazador. ¿Sabe usar la lengua? Si, eh. Se te ve en la cara.. el vicio, la lujuria. Eres una perra.. Hermana mia, pero amo con fuerza.. que lo seas. Creeme. -Dijo entre suspiros y gruñidos con herramienta en mano, mojada hasta el absoluto. Morthul comenzaba incluso a sudar, no podía apartar la mirada de los grandes pechos de Bloondy Blackbird a la vista de todos. A Maxwell.. le encantaba que su hermana fuera tan lasciva y exhibionista. Cuanto más... Mejor y mas orgulloso se sentía de ella. Era una perra, y le gustaba recordarselo. Sonrió con creciente emoción cuando aquél que degustaba los labios vaginales de su vástago perdió el cuerpo, literalmente, en una decapitación. Morthul tambien parecía.. muy nervioso y caluroso ante eso. Ahora la imagen era Bloondy, agarrando la cabeza, solamente, y masturbándose ella misma.

Maxwell se levantó, con el miembro fuera y duro como un trozo de roca. Agarró del cuello al cazador restante. Con la mano libre agarró la cabeza cortada del otro, y la puso a la altura de los labios de Bloondy, para que le morreara sin parar. Al otro cazador, que no podia hablar, lo puso contra la intimidad femenina de su hermana, como si estubiera arrodillado, pero sin piernas. Abrió un agujero en la boca para que pudiese sacar la lengua y mediante su poder para modelar la carne, "obligó" a senda lengua a moverse por aquellos recovecos llenos de zumo delicioso de la chica. Maxwell observaba los ojos de su hermana con una creciente crueldad, mientras ella se entretenía con su lengua y la de la cabeza cortada. Puso ambas manos sobre los enormes senos de su hermana, y entonces, lo siguiente que hizo fue clavar su miembro por la nuca del cazador, la parte blanda, a la altura del cerebelo, de tal forma que su miembro saliera por la boca abierta de dicho cazador y así, introducirlo dentro de su hermana al mismo tiempo que la nariz de dicha cabeza chocaba contra su clitoris y sus labios mojados chocaban contra los labios de la zona, acompañando las embestidas, en esa grotesca forma de fornicar. Lo hizo con malevolencia, con odio.. Pues se la tenía guardada a ese cazador.




Morthul no sabía ni donde meterse.. para tratar de no mirar a Bloondy. Pero era imposible.
Muy imposible.