AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Vår skjebne -Privado
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Vår skjebne -Privado
Recuerdo del primer mensaje :
Pasaron un par de meses desde la boda en Verona. Dos meses repletos de complicidad y ese amor extraño, como lo habían calificado algunos. Su embarazo iba perfecto, tres meses. El vientre ligeramente abultado, sus dos pequeñas iban creciendo día a día, fuertes como su padre y seguramente, el mismo carácter que su madre.
En sí, no había cambiado nada. seguían viviendo en la mansión Cavey , claro que había dejado de ser su inquilino para convertirse en su esposo. Quien iba a decir que él, Hoör Cannif fuese capaz de descongelar su frío corazón. Un corazón ahora rebosante de ese amor prohibido, felicidad y pasión. Nunca nadie le había dicho tanto con una mirada y él… se había convertido en todo su mundo, por muy caótico que fuese cuando se conocieron. El mundo de Valeria no era el de una simple mujer de clase alta, los negocios de su padre seguían haciéndole sombra y al menos, ahora… había podido con ellos.
Últimamente, se levantaba muy cansada por las mañanas…aparte de lo evidente. Las noches entre las sabanas, cuerpos enredados, risas y miradas cómplices.. y para Valeria, lo mejor…despertar a su lado. Desde que volvieron del viaje, las orbes del noruego era lo último que veía antes de dormir y al alba. Entre ronroneos y sonrisas, besos suaves y susurros… las mañanas se habían vuelto un ritual de caricias y nuevas promesas que se profesaban con solo mirarse a los ojos. Claro que, no habían dejado de discutir y reconciliarse del mismo modo de siempre.
Aquel día, estuvo muy ocupada en su despacho con unas cartas importantes que debía dejar escritas . invitaciones a fiestas, pagos, felicitaciones por su embarazo… dejó esas cartas a un lado y las que había escrito frente a ella. sin darse cuenta, permaneció allí toda la tarde. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, fue así cuando se percató de que era hora de encender velas. Y como de costumbre, sus pasos le llevaron a la enorme ventana del enorme despacho…aún a sus sentidos, llegaba el olor de uno de los incontables puros que su padre fumaba. No le extrañó, ahora olía a violetas. En el jarrón de cristal labrado, un ramo de violetas…sus flores favoritas.
Sus orbes esmeraldas, buscaron el corcel de su marido sin éxito. Se suponía que no estaría mucho tiempo fuera de casa y menos tanto tiempo cazando. Valeria, había estado indispuestas estos dos días anteriores y la mayor parte, la pasó durmiendo… cuando despertó fue directa al despacho pero ¿y él? supuso se encontraba en las caballerizas, con su corcel blanco al que por fin había domado…solo con imaginarlo, sonrió de medio lado. Él y no otro sería capaz de hacer ciertas cosas.
Una de las criadas, llamó al gran portón del despacho y Valeria, dio paso. Le traía un té rojo con unas pastas de mantequilla. A la misma hora de cada noche, las mismas pastas y el mismo té, uno de esos antojos estúpidos. Aceleró el paso hasta tomar una pasta con los dedos y darle un mordisco, mordiéndose el labio inferior, odiaba las pastas de té… y sin embargo le estaba riquísima.
-¿Y el señor? ¿Ha salido a montar? Me despedí de él… anoche. -no, anoche no… despertó unos minutos para comer y él no estaba, pero ¿volvió? -¿Cuándo fue la última vez que viste al señor? Habla -tono cortante, imperativo… no le cuadraban los días. Su indisposición le había borrado y nublado la mente, ahora confundida…nerviosa, esperaba una respuesta que tardaba demasiado en llegar -Señora, el señor lleva dos días fuera… desde que partió hace dos amaneceres no ha regresado -
El rostro de Valeria cambió de golpe a uno más serio, ojos verdes vidriosos. Nunca había estado dos días fuera, menos sin decirle nada… algo le había ocurrido y aquellos ineptos ni se lo habían comunicado. Muy enfadada, la echó del despacho con una simple mirada. No, no iba a pedir que lo buscasen , lo haría ella misma. No era normal estar tanto tiempo fuera y… no, era mejor no pensar porque su enfado estaba alcanzando niveles desorbitados. Ataviada con su traje de montar y dos criados intentando convencerla de que no saliese, Valeria bajaba las escaleras como aquel día pero de un modo diferente. No llevaba su vestido rojo, ni el gesto relajado… sus orbes llameaban de preocupación, sus pasos seguros estaban dispuestos a… buscarle allá donde estuviese.
-Mi corcel. Ahora -
Pasaron un par de meses desde la boda en Verona. Dos meses repletos de complicidad y ese amor extraño, como lo habían calificado algunos. Su embarazo iba perfecto, tres meses. El vientre ligeramente abultado, sus dos pequeñas iban creciendo día a día, fuertes como su padre y seguramente, el mismo carácter que su madre.
En sí, no había cambiado nada. seguían viviendo en la mansión Cavey , claro que había dejado de ser su inquilino para convertirse en su esposo. Quien iba a decir que él, Hoör Cannif fuese capaz de descongelar su frío corazón. Un corazón ahora rebosante de ese amor prohibido, felicidad y pasión. Nunca nadie le había dicho tanto con una mirada y él… se había convertido en todo su mundo, por muy caótico que fuese cuando se conocieron. El mundo de Valeria no era el de una simple mujer de clase alta, los negocios de su padre seguían haciéndole sombra y al menos, ahora… había podido con ellos.
Últimamente, se levantaba muy cansada por las mañanas…aparte de lo evidente. Las noches entre las sabanas, cuerpos enredados, risas y miradas cómplices.. y para Valeria, lo mejor…despertar a su lado. Desde que volvieron del viaje, las orbes del noruego era lo último que veía antes de dormir y al alba. Entre ronroneos y sonrisas, besos suaves y susurros… las mañanas se habían vuelto un ritual de caricias y nuevas promesas que se profesaban con solo mirarse a los ojos. Claro que, no habían dejado de discutir y reconciliarse del mismo modo de siempre.
Aquel día, estuvo muy ocupada en su despacho con unas cartas importantes que debía dejar escritas . invitaciones a fiestas, pagos, felicitaciones por su embarazo… dejó esas cartas a un lado y las que había escrito frente a ella. sin darse cuenta, permaneció allí toda la tarde. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, fue así cuando se percató de que era hora de encender velas. Y como de costumbre, sus pasos le llevaron a la enorme ventana del enorme despacho…aún a sus sentidos, llegaba el olor de uno de los incontables puros que su padre fumaba. No le extrañó, ahora olía a violetas. En el jarrón de cristal labrado, un ramo de violetas…sus flores favoritas.
Sus orbes esmeraldas, buscaron el corcel de su marido sin éxito. Se suponía que no estaría mucho tiempo fuera de casa y menos tanto tiempo cazando. Valeria, había estado indispuestas estos dos días anteriores y la mayor parte, la pasó durmiendo… cuando despertó fue directa al despacho pero ¿y él? supuso se encontraba en las caballerizas, con su corcel blanco al que por fin había domado…solo con imaginarlo, sonrió de medio lado. Él y no otro sería capaz de hacer ciertas cosas.
Una de las criadas, llamó al gran portón del despacho y Valeria, dio paso. Le traía un té rojo con unas pastas de mantequilla. A la misma hora de cada noche, las mismas pastas y el mismo té, uno de esos antojos estúpidos. Aceleró el paso hasta tomar una pasta con los dedos y darle un mordisco, mordiéndose el labio inferior, odiaba las pastas de té… y sin embargo le estaba riquísima.
-¿Y el señor? ¿Ha salido a montar? Me despedí de él… anoche. -no, anoche no… despertó unos minutos para comer y él no estaba, pero ¿volvió? -¿Cuándo fue la última vez que viste al señor? Habla -tono cortante, imperativo… no le cuadraban los días. Su indisposición le había borrado y nublado la mente, ahora confundida…nerviosa, esperaba una respuesta que tardaba demasiado en llegar -Señora, el señor lleva dos días fuera… desde que partió hace dos amaneceres no ha regresado -
El rostro de Valeria cambió de golpe a uno más serio, ojos verdes vidriosos. Nunca había estado dos días fuera, menos sin decirle nada… algo le había ocurrido y aquellos ineptos ni se lo habían comunicado. Muy enfadada, la echó del despacho con una simple mirada. No, no iba a pedir que lo buscasen , lo haría ella misma. No era normal estar tanto tiempo fuera y… no, era mejor no pensar porque su enfado estaba alcanzando niveles desorbitados. Ataviada con su traje de montar y dos criados intentando convencerla de que no saliese, Valeria bajaba las escaleras como aquel día pero de un modo diferente. No llevaba su vestido rojo, ni el gesto relajado… sus orbes llameaban de preocupación, sus pasos seguros estaban dispuestos a… buscarle allá donde estuviese.
-Mi corcel. Ahora -
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 26/05/2016
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Re: Vår skjebne -Privado
Aquella especie de entrenamiento, se convirtió en un juego. De nuevo batalla de egos, solo que en este caso, ambos sabían que el vencedor sería el noruego. Torpe en los movimientos, se encontraba más pesada por el embarazo, apenas quedaba nada para que las niñas naciesen y más por esa razón, estaba allí…en el patio de armas intentando no flaquear y mantenerse en pie como siempre había permanecido.
Y él aceptó el desafío, volvían a retarse mirándose a los ojos, conociéndose de nuevo y conocer aún más al otro, ciertas facetas que antes desconocían. Él era un guerrero y ella una simple joven de clase alta que sabía esgrima pero no luchar. Aún así no desistía, se sentía fuerte, capaz de cualquier cosa. Ellas les infundía ese tipo de pensamiento y poder, sus niñas. No debía estar jugando con fuego, su embarazo ya estaba avanzado y debía descansar en vez de estar en el patio de armas pero acaso ¿tenía otra opción? quería estar preparada y seguiría entrenando hasta que ya no pudiese con su alma.
Todo pasó muy deprisa. Apenas pudo girarse y enfrentar su ataque. Lo consiguió, mostrando en sus labios carmesí una sonrisa de satisfacción, superación…dando paso a una de desconcierto. Intentó zafarse de la ropa del noruego, no perder el equilibrio pero le fue imposible. Un fuerte quejido salió de sus labios al impacto contra el suelo, apenas podía mantener los ojos abiertos. La caída había sido fatal. Un dolor general se apoderó de ella, cada vez era más fuerte e intentó no perder la calma, intentar ponerse en pie sin otro resultado que percatarse de que algo no iba bien. sintió como la sangre hacía aparición y se deslizaba por sus muslos.
Aterrada, fundió ambas miradas. Intentó incorporarse sin éxito. Dirigió una mirada a Hoör, una muy distinta a todas las que hasta ahora le había dedicado. No podía ni hablar, el dolor era tan intenso que luchó con todas sus fuerzas para que las lagrimas no descendiesen por sus mejillas. Se dio cuenta de que su marido ya no se encontraba allí, jamás hubiese permitido que enfundase la espada y menos arriesgarse a que pasase algo así. en el caballo, bajó la mirada, apoyando una mano en su vientre, la otra para no caer en él.
-No. Ya no confío en ti -murmuró apenas en un susurro, quizás él no lo hubiese escuchado. Él ya no estaba allí, lo que fueron se acababa de evaporar en el aire y lo más perfecto que pudieron crear podría también perderlo. La sola idea , le abrumó de tal forma que un grito desgarrador salió de sus labios. Lo estaba perdiendo todo.
Tal como pudo le guió hasta el más cercano, apenas podía mantenerse en pie, su mirada se había apagado y ahora, se parecía a la Valeria de aquel futuro que él vio. Permitió que él le ayudase a bajar pero poco más, una mirada de reproche mezclada con la culpabilidad más absoluta. Todo era culpa de Valeria Cavey de ninguna otra persona. en cuanto la adentraron en una de las habitaciones, los gritos dieron paso a otros muy diferentes. Casi al unísono, dos pequeñas lloraban desesperadas, más pequeñas de lo que deberían ser, dejando a su madre a su suerte.
Varias horas más tarde, el doctor que la atendió salió en busca de algún familiar o acompañante. Podía apreciarse el horror en su bata blanca, totalmente empapada en sangre. No sonreía, lo miraba fijamente dispuesto a darle la peor de sus noticias. Apartó al joven para que solo él oyese lo que tenía que decirle.
-Señor -llamó su atención esperando que le siguiese…de los labios del hombre escapó un sonoro suspiro -Los dos bebés están bien, dos niñas sanas que se recuperan favorablemente pero… -hizo una pausa, hicieron lo que pudieron pero algunas cosas eran inevitables -Valeria Cannif está grave. Ha perdido mucha sangre. El golpe y el parto prematuro … -apoyó una mano en su hombro, no debía perder la esperanza pero tampoco iba a mentirle -No sabemos si vaya a sobrevivir.
Una ojerosa Valeria, dormía plácidamente en una cama de hierro plateado… debatiéndose en si luchar o morir.
Y él aceptó el desafío, volvían a retarse mirándose a los ojos, conociéndose de nuevo y conocer aún más al otro, ciertas facetas que antes desconocían. Él era un guerrero y ella una simple joven de clase alta que sabía esgrima pero no luchar. Aún así no desistía, se sentía fuerte, capaz de cualquier cosa. Ellas les infundía ese tipo de pensamiento y poder, sus niñas. No debía estar jugando con fuego, su embarazo ya estaba avanzado y debía descansar en vez de estar en el patio de armas pero acaso ¿tenía otra opción? quería estar preparada y seguiría entrenando hasta que ya no pudiese con su alma.
Todo pasó muy deprisa. Apenas pudo girarse y enfrentar su ataque. Lo consiguió, mostrando en sus labios carmesí una sonrisa de satisfacción, superación…dando paso a una de desconcierto. Intentó zafarse de la ropa del noruego, no perder el equilibrio pero le fue imposible. Un fuerte quejido salió de sus labios al impacto contra el suelo, apenas podía mantener los ojos abiertos. La caída había sido fatal. Un dolor general se apoderó de ella, cada vez era más fuerte e intentó no perder la calma, intentar ponerse en pie sin otro resultado que percatarse de que algo no iba bien. sintió como la sangre hacía aparición y se deslizaba por sus muslos.
Aterrada, fundió ambas miradas. Intentó incorporarse sin éxito. Dirigió una mirada a Hoör, una muy distinta a todas las que hasta ahora le había dedicado. No podía ni hablar, el dolor era tan intenso que luchó con todas sus fuerzas para que las lagrimas no descendiesen por sus mejillas. Se dio cuenta de que su marido ya no se encontraba allí, jamás hubiese permitido que enfundase la espada y menos arriesgarse a que pasase algo así. en el caballo, bajó la mirada, apoyando una mano en su vientre, la otra para no caer en él.
-No. Ya no confío en ti -murmuró apenas en un susurro, quizás él no lo hubiese escuchado. Él ya no estaba allí, lo que fueron se acababa de evaporar en el aire y lo más perfecto que pudieron crear podría también perderlo. La sola idea , le abrumó de tal forma que un grito desgarrador salió de sus labios. Lo estaba perdiendo todo.
Tal como pudo le guió hasta el más cercano, apenas podía mantenerse en pie, su mirada se había apagado y ahora, se parecía a la Valeria de aquel futuro que él vio. Permitió que él le ayudase a bajar pero poco más, una mirada de reproche mezclada con la culpabilidad más absoluta. Todo era culpa de Valeria Cavey de ninguna otra persona. en cuanto la adentraron en una de las habitaciones, los gritos dieron paso a otros muy diferentes. Casi al unísono, dos pequeñas lloraban desesperadas, más pequeñas de lo que deberían ser, dejando a su madre a su suerte.
Varias horas más tarde, el doctor que la atendió salió en busca de algún familiar o acompañante. Podía apreciarse el horror en su bata blanca, totalmente empapada en sangre. No sonreía, lo miraba fijamente dispuesto a darle la peor de sus noticias. Apartó al joven para que solo él oyese lo que tenía que decirle.
-Señor -llamó su atención esperando que le siguiese…de los labios del hombre escapó un sonoro suspiro -Los dos bebés están bien, dos niñas sanas que se recuperan favorablemente pero… -hizo una pausa, hicieron lo que pudieron pero algunas cosas eran inevitables -Valeria Cannif está grave. Ha perdido mucha sangre. El golpe y el parto prematuro … -apoyó una mano en su hombro, no debía perder la esperanza pero tampoco iba a mentirle -No sabemos si vaya a sobrevivir.
Una ojerosa Valeria, dormía plácidamente en una cama de hierro plateado… debatiéndose en si luchar o morir.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Vår skjebne -Privado
Lo pude ver en su gélida mirada, odio es lo que destilaba por ese hombre que no la recordaba aunque cabalgaba por salvar la vida de las tres como un demonio.
Fue un accidente, es cuanto me repetía en un intento de guardar la calma, algo estúpido cunado el pelaje de mi caballo se manchaba de sangre y mi mano apenas podía sujetar el débil cuerpo de mi mujer.
No confiaba en mi, no la culpaba, pero estaba acostumbrado a otro tipo de mujer, no fue un ataque fuerte, cualquier hembra nórdica lo hubiera detenido, mas ella no era una vikinga y ademas estaba embarazada, habíamos jugado y nos habíamos quemado y ahora sentía que lo nuestro estaba en llamas, pronto quedaría en brasas y algo me decía que esto seria el final de algo que ni siquiera recordaba.
Llegué al hospital, no me detuve hasta adentrarme en este y lograr la atención de un par de médicos que con rapidez empezaron a atender a Valeria. Expliqué plagado de nervios todo lo que había sucedido, hundía mi rostro entre las manos, quería explotar, como no me iba a odiar ella cuando me odiaba a mi mismo por lo ocurrido.
Una de las enfermeras se quedó conmigo ,estaba tan mal que me ofreció un tranquilizante que no tomé.
Pasaron unas interminables horas en las que intenté por todos los medios entrar en quirofano, hasta que finalmente un medico salio para hablar conmigo.
Las niñas estaban a salvo pero Valeria...
Me adentré en la habitación, mi gesto tenso reflejaba dolor, culpa y un nudo en mi garganta que era incapaz de aflojar.
No la conocía pero ..mi cuerpo y mi razón parecían ir por libre y estaban derruidos.
Tomé asiento a su lado, tomé su gélida mano calentándola con las mías.
-Lo siento -susurré llevando sus nudillo a mis labios para besarlos
Silencio, incomodo silencio el que se hizo en ese momento en el que creo que ninguno de los dos sabia que decirle al otro.
Ella sin fuerzas para luchar, yo porque era el verdugo de la preciosa mujer que tenia frente a mi.
-Las niñas están bien, vamos a salir todos de esta ¿vale?
Iba a hacer lo que fuera por salvar su vida y si para eso tenia que ir al mismo tártaro a buscarla por Odin que lo haría.
Ella era mi mujer, esas niñas necesitaban a su madre y yo la necesitaba también aunque no recordara nada.
-Háblame Valeria por favor -supliqué dejando escapar mi pesado aliento contra su piel.
Fue un accidente, es cuanto me repetía en un intento de guardar la calma, algo estúpido cunado el pelaje de mi caballo se manchaba de sangre y mi mano apenas podía sujetar el débil cuerpo de mi mujer.
No confiaba en mi, no la culpaba, pero estaba acostumbrado a otro tipo de mujer, no fue un ataque fuerte, cualquier hembra nórdica lo hubiera detenido, mas ella no era una vikinga y ademas estaba embarazada, habíamos jugado y nos habíamos quemado y ahora sentía que lo nuestro estaba en llamas, pronto quedaría en brasas y algo me decía que esto seria el final de algo que ni siquiera recordaba.
Llegué al hospital, no me detuve hasta adentrarme en este y lograr la atención de un par de médicos que con rapidez empezaron a atender a Valeria. Expliqué plagado de nervios todo lo que había sucedido, hundía mi rostro entre las manos, quería explotar, como no me iba a odiar ella cuando me odiaba a mi mismo por lo ocurrido.
Una de las enfermeras se quedó conmigo ,estaba tan mal que me ofreció un tranquilizante que no tomé.
Pasaron unas interminables horas en las que intenté por todos los medios entrar en quirofano, hasta que finalmente un medico salio para hablar conmigo.
Las niñas estaban a salvo pero Valeria...
Me adentré en la habitación, mi gesto tenso reflejaba dolor, culpa y un nudo en mi garganta que era incapaz de aflojar.
No la conocía pero ..mi cuerpo y mi razón parecían ir por libre y estaban derruidos.
Tomé asiento a su lado, tomé su gélida mano calentándola con las mías.
-Lo siento -susurré llevando sus nudillo a mis labios para besarlos
Silencio, incomodo silencio el que se hizo en ese momento en el que creo que ninguno de los dos sabia que decirle al otro.
Ella sin fuerzas para luchar, yo porque era el verdugo de la preciosa mujer que tenia frente a mi.
-Las niñas están bien, vamos a salir todos de esta ¿vale?
Iba a hacer lo que fuera por salvar su vida y si para eso tenia que ir al mismo tártaro a buscarla por Odin que lo haría.
Ella era mi mujer, esas niñas necesitaban a su madre y yo la necesitaba también aunque no recordara nada.
-Háblame Valeria por favor -supliqué dejando escapar mi pesado aliento contra su piel.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Vår skjebne -Privado
¿Dónde estaba Hoör? No frente a ella. Ni siquiera era aquel muchacho que entró como un huracán en su casa, cautivándola, arrasando con todo. empezaba a dudar de que hubiese sido real. Si no fuese por sus pequeñas, fruto de aquel amor loco y desesperado. Suyo. De esos amores que solo ocurren una vez en la vida, aparecen de la nada, sin avisar para anidar en el corazón. En este caso, en una persona tan fría como el mismo hielo, dudaba que pudiese sentir por alguien que no fuese por sí misma pero cuán equivocada estaba. Fue instantáneo, juego de miradas en el que se encadenaron para siempre.
¿quién iba a pensar en que aquella mañana ocurriría? Se lo arrebatarían, dejando el recuerdo del cuerpo presente y el olvido de sus recuerdos. Su Hoör ya no estaba allí, podía ser él en cuerpo pero no en alma y eso dolía, más que desangrarse, más que el golpe que acababa de desatar el horror. Un camino de sangre, dejó a medida que se alejaban de la mansión Cavey, uno que quizás no volviese a recorrer nunca más.
La única persona que sacaba lo mejor de ella, el mismo que le devolvió la vida a su mundo de tinieblas… volvía a sentenciarla con la peor de las condenas. Los gritos de la joven se perdieron en un silencioso llanto desesperado. Las lagrimas que surcaban su rostro no eran de felicidad, ni de tristeza. sabía que no le quedaba mucho tiempo y todo esfuerzo… no tendría otra recompensa más que la muerte. Y él estaría allí , Hoör estaba muerto y hasta ese momento no se percató de ello. el llanto acompasado de sus hijas fue su remanso de paz antes de abandonarse a la perdición…morir en paz.
No quería luchar, no después de aquello. No sería una buena madre, no podría hacerlo sola. Tampoco se sentía capaz de nada en ese instante. El odio la consumía, la desesperanza venía por ella para llevársela lejos. Y aún así luchaba con todas sus fuerzas por no cerrar los ojos. Incontables lágrimas descendían por sus esmeraldas, apagadas… sin vida. El calor en el que tantas veces se refugió , le resultó extraño, desconocido. Apenas le quedaban fuerzas, las suficientes para buscarle, con la esperanza de que su Hoör estuviese allí.
-Devuélvemelo -reproche y tristeza en su voz, sonó tan desesperada… se sentía rota en miles de pedazos. La sangre perdida tardaría en reponerse o no llegaría a tiempo. -No me toques -cerró los ojos al comprobar que aquel brillo en la mirada ajena seguía sin existir. No era él. Ni siquiera la amaba, menos a sus hijas aunque supiese que fuesen suyas. No entendía ni podía comprender porqué estaba tan afectado si significaba tanto para ella -No me necesitas. Tu sitio está en el norte. Ambos… -su lengua mojó sus labios, la boca se le secaba… aliento que se iba apagando, la respiración cada vez más suave … -No seré nunca como una nórdica pero te he amado, lo he hecho y nunca te lo he mostrado. Yo sí que lo siento. Para ti no significará nada pero para mi Hoör lo significaba todo. Su Valeria tan frágil como el cristal, desnuda su alma ante él , ser vulnerable al mostrarle lo mismo pero no más por lo que él luchó por mí
Cerró los ojos, había hablado demasiado… solo quería dormir. Dejó escapar un suspiro, lento y pesado , el olor a hierba fresca, a bosque…a él seguía allí y eso le bastaba. Lilie y Violette, la perfección sí que existía y eran esas dos niñas…de los dos.
-Soy un desastre. No soy una mujer convencional. Siempre me he saltado las reglas… hice lo que me vino en gana pero te amé más que me he amado a mí misma. Lo amé tanto que no me importó otra cosa más que apurar el tiempo que ha durado hasta que me lo han arrebatado. Tú no eres mi Hoör y no lo serás nunca -el delirio le estaba empezando a afectar, Valeria seguía aferrándose a la vida, mostrándole lo mucho que significaba para ella pues él, Hoör Cannif, era su impulso de aire fresco, de vida. Su motivo para vivir.
¿quién iba a pensar en que aquella mañana ocurriría? Se lo arrebatarían, dejando el recuerdo del cuerpo presente y el olvido de sus recuerdos. Su Hoör ya no estaba allí, podía ser él en cuerpo pero no en alma y eso dolía, más que desangrarse, más que el golpe que acababa de desatar el horror. Un camino de sangre, dejó a medida que se alejaban de la mansión Cavey, uno que quizás no volviese a recorrer nunca más.
La única persona que sacaba lo mejor de ella, el mismo que le devolvió la vida a su mundo de tinieblas… volvía a sentenciarla con la peor de las condenas. Los gritos de la joven se perdieron en un silencioso llanto desesperado. Las lagrimas que surcaban su rostro no eran de felicidad, ni de tristeza. sabía que no le quedaba mucho tiempo y todo esfuerzo… no tendría otra recompensa más que la muerte. Y él estaría allí , Hoör estaba muerto y hasta ese momento no se percató de ello. el llanto acompasado de sus hijas fue su remanso de paz antes de abandonarse a la perdición…morir en paz.
No quería luchar, no después de aquello. No sería una buena madre, no podría hacerlo sola. Tampoco se sentía capaz de nada en ese instante. El odio la consumía, la desesperanza venía por ella para llevársela lejos. Y aún así luchaba con todas sus fuerzas por no cerrar los ojos. Incontables lágrimas descendían por sus esmeraldas, apagadas… sin vida. El calor en el que tantas veces se refugió , le resultó extraño, desconocido. Apenas le quedaban fuerzas, las suficientes para buscarle, con la esperanza de que su Hoör estuviese allí.
-Devuélvemelo -reproche y tristeza en su voz, sonó tan desesperada… se sentía rota en miles de pedazos. La sangre perdida tardaría en reponerse o no llegaría a tiempo. -No me toques -cerró los ojos al comprobar que aquel brillo en la mirada ajena seguía sin existir. No era él. Ni siquiera la amaba, menos a sus hijas aunque supiese que fuesen suyas. No entendía ni podía comprender porqué estaba tan afectado si significaba tanto para ella -No me necesitas. Tu sitio está en el norte. Ambos… -su lengua mojó sus labios, la boca se le secaba… aliento que se iba apagando, la respiración cada vez más suave … -No seré nunca como una nórdica pero te he amado, lo he hecho y nunca te lo he mostrado. Yo sí que lo siento. Para ti no significará nada pero para mi Hoör lo significaba todo. Su Valeria tan frágil como el cristal, desnuda su alma ante él , ser vulnerable al mostrarle lo mismo pero no más por lo que él luchó por mí
Cerró los ojos, había hablado demasiado… solo quería dormir. Dejó escapar un suspiro, lento y pesado , el olor a hierba fresca, a bosque…a él seguía allí y eso le bastaba. Lilie y Violette, la perfección sí que existía y eran esas dos niñas…de los dos.
-Soy un desastre. No soy una mujer convencional. Siempre me he saltado las reglas… hice lo que me vino en gana pero te amé más que me he amado a mí misma. Lo amé tanto que no me importó otra cosa más que apurar el tiempo que ha durado hasta que me lo han arrebatado. Tú no eres mi Hoör y no lo serás nunca -el delirio le estaba empezando a afectar, Valeria seguía aferrándose a la vida, mostrándole lo mucho que significaba para ella pues él, Hoör Cannif, era su impulso de aire fresco, de vida. Su motivo para vivir.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
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Re: Vår skjebne -Privado
“No me toques” aquellas palabras entrecortadas salieron de sus labios afiladas como dagas.
Me odiaba, lo hacia desde lo mas profundo de su alma y no la culpaba, había cometido el error de luchar como lo hubiera hecho con un igual y ella solo era una mujer embarazada, una doncella de clase alta educada para otras cosas que no eran las armas.
-Valeria, haré lo imposible por salvar tu vida, se que te has cansado de luchar, lo has hecho rápido a decir verdad -mis ojos desafiaron sus esmeraldas -pides que te devuelvan a ese Höor que recuerdas, ese que la parecer era perfecto y al que yo no le llego ni a la suela de las botas, y lo siento.
Mi lugar esta en el norte, eso es verdad, pero si el de ese hombre al que dices amar era estar a tu lado, búscalo, encuentralo y tráelo porque te juro que solo te veo quejarte, pero eres incapaz de alzarte y luchar por que recuerde el día que sentencié tu piel con mi nombre.
Me alcé soltando su mano, tensé cada musculo de mi cuerpo sin apartar mi desafiante mirada parda de esas esmeraldas apagadas.
-Compadecete de tu desdicha, cede ante la parca y ve..así podrás evitar tener que encontrarme, pareces de esas que nunca luchan por nada y sin embargo yo no me rendiré.
Voy a por algo que te traerá a mi lado, voy a devolverles a esas niñas a su madre porque si yo soy su padre no quiero tener que contarles un día que deje de luchar por el amor de mi vida.
Atrajé la distancia que me separaba de esos labios mortecinos, mi nariz calentó la ajena y despacio nos enredamos en un beso sentido que decía que mis palabras solo pretendían despertarla.
-Ahora Valeria, no te atrevas a irte, no antes de que yo vuelva, lucha y demuéstrame que me quieres, que las quieres y si no ...ve...pero me decepcionaras demonio con faldas y se que no quieres ver ese reflejo en mi mirada.
Esas fueron mis ultimas palabras antes de salir por la puerta como un huracán que todo lo arrasaba a su paso.
Sabia que un poco de sangre de vampiro seria suficiente para devolverle las fuerzas, para que su cuerpo recuperara poco a poco lo perdido.
Potente esa droga que le daría, pero perderla no era una opción que yo pudiera contemplar en este momento, así que tenia que conseguirla costara lo que costara.
Regrese, embarrado, herido, pero con una bota con sangre suficiente para que Valeria se recuperara por completo.
Apoyé la boquilla en sus labios y dejé que el liquido se esparciera sobre ellos, carmesí goteo lento por su comisura mientras bebía como podía.
Ladeé la cabeza apartando la bota la ver que había bebido mas que suficiente.
-Notaras un subido, es una droga muy fuerte que causa adicción, lo sabia porque había consumido la sangre de una inmortal, Lakme, a ella si la recordaba. Aunque había vacíos en todo aquello..era complicado ahora mismo establecer una linea temporal de mi desordenada vida.
Me odiaba, lo hacia desde lo mas profundo de su alma y no la culpaba, había cometido el error de luchar como lo hubiera hecho con un igual y ella solo era una mujer embarazada, una doncella de clase alta educada para otras cosas que no eran las armas.
-Valeria, haré lo imposible por salvar tu vida, se que te has cansado de luchar, lo has hecho rápido a decir verdad -mis ojos desafiaron sus esmeraldas -pides que te devuelvan a ese Höor que recuerdas, ese que la parecer era perfecto y al que yo no le llego ni a la suela de las botas, y lo siento.
Mi lugar esta en el norte, eso es verdad, pero si el de ese hombre al que dices amar era estar a tu lado, búscalo, encuentralo y tráelo porque te juro que solo te veo quejarte, pero eres incapaz de alzarte y luchar por que recuerde el día que sentencié tu piel con mi nombre.
Me alcé soltando su mano, tensé cada musculo de mi cuerpo sin apartar mi desafiante mirada parda de esas esmeraldas apagadas.
-Compadecete de tu desdicha, cede ante la parca y ve..así podrás evitar tener que encontrarme, pareces de esas que nunca luchan por nada y sin embargo yo no me rendiré.
Voy a por algo que te traerá a mi lado, voy a devolverles a esas niñas a su madre porque si yo soy su padre no quiero tener que contarles un día que deje de luchar por el amor de mi vida.
Atrajé la distancia que me separaba de esos labios mortecinos, mi nariz calentó la ajena y despacio nos enredamos en un beso sentido que decía que mis palabras solo pretendían despertarla.
-Ahora Valeria, no te atrevas a irte, no antes de que yo vuelva, lucha y demuéstrame que me quieres, que las quieres y si no ...ve...pero me decepcionaras demonio con faldas y se que no quieres ver ese reflejo en mi mirada.
Esas fueron mis ultimas palabras antes de salir por la puerta como un huracán que todo lo arrasaba a su paso.
Sabia que un poco de sangre de vampiro seria suficiente para devolverle las fuerzas, para que su cuerpo recuperara poco a poco lo perdido.
Potente esa droga que le daría, pero perderla no era una opción que yo pudiera contemplar en este momento, así que tenia que conseguirla costara lo que costara.
Regrese, embarrado, herido, pero con una bota con sangre suficiente para que Valeria se recuperara por completo.
Apoyé la boquilla en sus labios y dejé que el liquido se esparciera sobre ellos, carmesí goteo lento por su comisura mientras bebía como podía.
Ladeé la cabeza apartando la bota la ver que había bebido mas que suficiente.
-Notaras un subido, es una droga muy fuerte que causa adicción, lo sabia porque había consumido la sangre de una inmortal, Lakme, a ella si la recordaba. Aunque había vacíos en todo aquello..era complicado ahora mismo establecer una linea temporal de mi desordenada vida.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Vår skjebne -Privado
Se estaba equivocando. No había dejado de luchar pero al parecer sus palabras le dio a entender tal cosa. Cerró un instante los ojos, intentando reponer fuerzas , cogerlas de cualquier rincón de su alma. Su cuerpo no respondía a su razón. Luchaba por no cerrar los ojos, decirle lo que tantas veces él deseó y ella se negó a admitir aunque sus orbes se lo mostrasen. Sí, lo amaba, eso no cambiaría fuese él o no. Pero eso no era suficiente, ni para el Hoör que tenía ante sus ojos ni para el que había perdido.
La enfureció oírle decir que se rendía, no… no lo hacía. Buscaba a su marido y no lo encontraba por ningún sitio aunque lo estuviese viendo ante sus ojos. Apenas le quedaban fuerzas para reprocharle pero en ese beso, había mucho más que una simple despedida según el noruego. No solo no iba a no rendirse, iba a recuperar a su Hoör, costase lo que costase. Sus orbes esmeraldas, buscó su mirada, la mirada de Valeria brillaba con cierto brillo pero era incapaz de reaccionar, el cuerpo le pesaba… había gastado las últimas fuerzas en dedicarle esas palabras que eran aún tabú para ella. ¿Cómo demostrarle que él lo era todo? no todo y nada, TODO. En todo este tiempo, era la única vez que le había oído hablar como lo haría él mismo y no como un desconocido y aquello le impulsó no solo a seguir luchando y aferrarse a la vida…quería recuperarlo fuese como fuese.
Pasaron unas horas, fue un calvario aferrarse a la vida. El perfecto cuerpo níveo de Valeria, se dejaba abandonar poco a poco. Ambas manos, aferradas al borde de los barrotes de la cama. No iba a marcharse, no hasta recuperarlo. Esos brujos no ganarían, se enfrentaría a ellos y colgaría sus cabezas como adorno. Oyó de fondo la puerta abrirse, alguien entró como un ventisco. Todo comenzaba a verlo borroso, él podía notar como no solo se aferraba a la vida, lo esperaba al susurrar el nombre del noruego, repetidas veces.
Oyó su voz y una de sus manos, se aferró a él como si fuese lo único que la pudiese mantener a salvo de aquella tortura. Bebió tiñéndose de color carmesí unos labios amoratados que no dejaban de susurrar “no te librarás de mí” “no me marcho” “sigo aquí”. Sabor férreo, intenso, desagradable pero terriblemente adictivo. Abrió los ojos de golpe, sus esmeraldas se oscurecieron, dando paso a una sensación de vértigo, adrenalina… sentía como cada vena de su cuerpo quemaba como si ardiese por dentro y fuese a estallar en llamas. Lanzó un grito desgarrador, su espalda se arqueó, un gemido que acabó en un suspiro de tranquilidad absoluta…dando paso a un bienestar general. Sus labios volvían a lucir rojos como la misma sangre, el tono de su piel volvía hacer ese tan delicado, tacto igual que la misma seda.
-Hoör -lo llamaba, lo reclamaba, aún faltaba que abriese los ojos y cuando lo hizo…volvió a enfrentarse con su mirada parda. No hicieron falta palabras, le observó detenidamente, buscando algo que pareció encontrar pues sonrió de aquel modo altivo pero terriblemente provocador que solo él era capaz de conseguir. Sus dedos, se enredaron en el cabello rebelde del noruego y se inclinó para dejar un roce sentido en sus labios. No hubo beso. -Me regalaste tu tiempo. Solo tenía que llegar a la hora acordada y casi no lo consigo. Aún no te he demostrado lo que significas para mí, en mi vida. Tú has luchado, luchas…lo sigues haciendo incluso sin recordarme y yo te intento arrastrar a mi desdicha por el simple hecho de no recordar. Crees que me he rendido, te he vuelto a decepcionar porque sigues pensando que tú me lo has dado todo y yo ni he llegado al mínimo pero…oyéme bien - lo atrajo de la ropa, hacia sí, la fuerza no la medía… la sangre no solo le había devuelto la vitalidad, cerrado y curado heridas… ahora sí que podía hacerlo, repetirle miles de veces si era necesario -Voy a devolverte tus recuerdos, navegaré por ese mar del que no eres capaz de encontrar el camino. Iré por ti, te sacaré de la oscuridad, volverás a mi infierno y solo entonces podrás decirme cualquier otra cosa, reprocharme más… pero no que no he luchado por ti
Acortó las distancias, incorporándose en la cama, dejando que ambos quedasen de frente. Lo atrajo de la nuca con fiereza, ahora sí que parecía una de esas guerreras, lo era a su modo… incluso más que una nórdica, era su Valeria…pero una muy diferente. Él regresaría a su lado e iba a conseguirlo.
-Maldita sea, Hoör Cannif ¿Es que tengo que torturarte como en el burdel para que me recuerdes? Espero que tengas más droga de esa… la necesitarás , terminaré contigo si es necesario pero será después que me recuerdes
La enfureció oírle decir que se rendía, no… no lo hacía. Buscaba a su marido y no lo encontraba por ningún sitio aunque lo estuviese viendo ante sus ojos. Apenas le quedaban fuerzas para reprocharle pero en ese beso, había mucho más que una simple despedida según el noruego. No solo no iba a no rendirse, iba a recuperar a su Hoör, costase lo que costase. Sus orbes esmeraldas, buscó su mirada, la mirada de Valeria brillaba con cierto brillo pero era incapaz de reaccionar, el cuerpo le pesaba… había gastado las últimas fuerzas en dedicarle esas palabras que eran aún tabú para ella. ¿Cómo demostrarle que él lo era todo? no todo y nada, TODO. En todo este tiempo, era la única vez que le había oído hablar como lo haría él mismo y no como un desconocido y aquello le impulsó no solo a seguir luchando y aferrarse a la vida…quería recuperarlo fuese como fuese.
Pasaron unas horas, fue un calvario aferrarse a la vida. El perfecto cuerpo níveo de Valeria, se dejaba abandonar poco a poco. Ambas manos, aferradas al borde de los barrotes de la cama. No iba a marcharse, no hasta recuperarlo. Esos brujos no ganarían, se enfrentaría a ellos y colgaría sus cabezas como adorno. Oyó de fondo la puerta abrirse, alguien entró como un ventisco. Todo comenzaba a verlo borroso, él podía notar como no solo se aferraba a la vida, lo esperaba al susurrar el nombre del noruego, repetidas veces.
Oyó su voz y una de sus manos, se aferró a él como si fuese lo único que la pudiese mantener a salvo de aquella tortura. Bebió tiñéndose de color carmesí unos labios amoratados que no dejaban de susurrar “no te librarás de mí” “no me marcho” “sigo aquí”. Sabor férreo, intenso, desagradable pero terriblemente adictivo. Abrió los ojos de golpe, sus esmeraldas se oscurecieron, dando paso a una sensación de vértigo, adrenalina… sentía como cada vena de su cuerpo quemaba como si ardiese por dentro y fuese a estallar en llamas. Lanzó un grito desgarrador, su espalda se arqueó, un gemido que acabó en un suspiro de tranquilidad absoluta…dando paso a un bienestar general. Sus labios volvían a lucir rojos como la misma sangre, el tono de su piel volvía hacer ese tan delicado, tacto igual que la misma seda.
-Hoör -lo llamaba, lo reclamaba, aún faltaba que abriese los ojos y cuando lo hizo…volvió a enfrentarse con su mirada parda. No hicieron falta palabras, le observó detenidamente, buscando algo que pareció encontrar pues sonrió de aquel modo altivo pero terriblemente provocador que solo él era capaz de conseguir. Sus dedos, se enredaron en el cabello rebelde del noruego y se inclinó para dejar un roce sentido en sus labios. No hubo beso. -Me regalaste tu tiempo. Solo tenía que llegar a la hora acordada y casi no lo consigo. Aún no te he demostrado lo que significas para mí, en mi vida. Tú has luchado, luchas…lo sigues haciendo incluso sin recordarme y yo te intento arrastrar a mi desdicha por el simple hecho de no recordar. Crees que me he rendido, te he vuelto a decepcionar porque sigues pensando que tú me lo has dado todo y yo ni he llegado al mínimo pero…oyéme bien - lo atrajo de la ropa, hacia sí, la fuerza no la medía… la sangre no solo le había devuelto la vitalidad, cerrado y curado heridas… ahora sí que podía hacerlo, repetirle miles de veces si era necesario -Voy a devolverte tus recuerdos, navegaré por ese mar del que no eres capaz de encontrar el camino. Iré por ti, te sacaré de la oscuridad, volverás a mi infierno y solo entonces podrás decirme cualquier otra cosa, reprocharme más… pero no que no he luchado por ti
Acortó las distancias, incorporándose en la cama, dejando que ambos quedasen de frente. Lo atrajo de la nuca con fiereza, ahora sí que parecía una de esas guerreras, lo era a su modo… incluso más que una nórdica, era su Valeria…pero una muy diferente. Él regresaría a su lado e iba a conseguirlo.
-Maldita sea, Hoör Cannif ¿Es que tengo que torturarte como en el burdel para que me recuerdes? Espero que tengas más droga de esa… la necesitarás , terminaré contigo si es necesario pero será después que me recuerdes
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Vår skjebne -Privado
Labios rojos como el fuego, su temperatura aumentaba y con ella la piel nívea adquiría color.
Mejillas ruborizadas y como no, ese subidon de éxtasis que la llevó a arquear la espalda frente a mis ojos oscurecidos.
La imagen de esa mujer era demencialmente atrayente para mi, así que, me limité a ladear la sonrisa cuando sus esmeraldas brillantes se hundieron de forma salvaje en las mías.
Embarrado, ensangrentado y despeinado parecía mas un hombre que venia de cazar a la mas peligrosa de las presas que un conde que asiste al nacimiento de sus hijas, mas eso no nos molestó a ninguno.
No, cuando sus manos sobrevolaban mi camisa arrugandola entre sus dedos, para atraerme contra ella ahora puesta en pie con energías renovadas. Ahora si parecía el demonio que no recordaba mas anhelaba.
Sus dedos peinaron mi pelo, palabras que contra mis labios aseguraban que lucharía para llevarme a casa, al infierno o a puerto si era necesario.
-¿Burdel? -reí divertido atrayendola de la cintura -no se porque creo que esa noche fue interesante. -¿Que paso? -pregunté enredando mi lengua en la suya, sabor férreo en esta que relamo.
Fuerza renovada daba ese elixir -da igual no me lo cuentes, demuéstramelo -bromeé guiñándole un ojo mientras mi mano tomaba sus nalgas empujándolas contra mi hombría alzada.
El llanto de una de las niñas bastó para despegarme a regañadientes de mi mujer, aun ni en brazos las había tomado, ni había visto sus caras.
Tiré de la mano de Valeria asomándome a esa cuna que habían puesto en la habitación, al parecer las crías estaban famélicas, normal que lloraran.
-Sácate la teta mujer, mi descendencia tiene hambre -bromé dándole un divertido azote antes de alzar a la niña de ojos pardos que no parecía conforme con nada.
-Digna hija de su padre- dije con orgullo sujetándola con una ladeada sonrisa.
Apenas unos momentos de felicidad, pues pronto me di cuenta que algo iba mal en el hospital, sonidos de batalla, mas no una normal, la magia quedaba clara cuando el fuego luchaba contra unos médicos que ni armas portaban.
Buscaban a alguien y no tardé en descubrir a quien.
-Valeria hay que salir de aquí -aseguré -no se quienes son esos que te persiguen, coge a las niñas y espérame en el bosque, hay una gruta cerca de un pequeño lago, si me conoces, estoy seguro que te he llevado, trataré de entretenerlos para darte ventaja.
Aferré su muñeca un instante antes de que me obedeciera.
-Si no llegara antes de que caiga el sol, has de huir sin mi, busca a Ulf, es un lobo blanco del norte, me es fiel y te ayudará ¿lo entiendes?
Iba a replicar, pero no le di tiempo.
-El tiempo apremia Valeria y ahora no importamos ni tu, ni yo, si no ellas, ve -pedí desenvainado la espada que silbo rauda dispuesta a morder.
Mis ojos en la puerta de entrada, no consentiría que tocaran a mis hijas, ni a mi mujer, por mucho que no supiera en estos momentos lo que pasaba.
Mejillas ruborizadas y como no, ese subidon de éxtasis que la llevó a arquear la espalda frente a mis ojos oscurecidos.
La imagen de esa mujer era demencialmente atrayente para mi, así que, me limité a ladear la sonrisa cuando sus esmeraldas brillantes se hundieron de forma salvaje en las mías.
Embarrado, ensangrentado y despeinado parecía mas un hombre que venia de cazar a la mas peligrosa de las presas que un conde que asiste al nacimiento de sus hijas, mas eso no nos molestó a ninguno.
No, cuando sus manos sobrevolaban mi camisa arrugandola entre sus dedos, para atraerme contra ella ahora puesta en pie con energías renovadas. Ahora si parecía el demonio que no recordaba mas anhelaba.
Sus dedos peinaron mi pelo, palabras que contra mis labios aseguraban que lucharía para llevarme a casa, al infierno o a puerto si era necesario.
-¿Burdel? -reí divertido atrayendola de la cintura -no se porque creo que esa noche fue interesante. -¿Que paso? -pregunté enredando mi lengua en la suya, sabor férreo en esta que relamo.
Fuerza renovada daba ese elixir -da igual no me lo cuentes, demuéstramelo -bromeé guiñándole un ojo mientras mi mano tomaba sus nalgas empujándolas contra mi hombría alzada.
El llanto de una de las niñas bastó para despegarme a regañadientes de mi mujer, aun ni en brazos las había tomado, ni había visto sus caras.
Tiré de la mano de Valeria asomándome a esa cuna que habían puesto en la habitación, al parecer las crías estaban famélicas, normal que lloraran.
-Sácate la teta mujer, mi descendencia tiene hambre -bromé dándole un divertido azote antes de alzar a la niña de ojos pardos que no parecía conforme con nada.
-Digna hija de su padre- dije con orgullo sujetándola con una ladeada sonrisa.
Apenas unos momentos de felicidad, pues pronto me di cuenta que algo iba mal en el hospital, sonidos de batalla, mas no una normal, la magia quedaba clara cuando el fuego luchaba contra unos médicos que ni armas portaban.
Buscaban a alguien y no tardé en descubrir a quien.
-Valeria hay que salir de aquí -aseguré -no se quienes son esos que te persiguen, coge a las niñas y espérame en el bosque, hay una gruta cerca de un pequeño lago, si me conoces, estoy seguro que te he llevado, trataré de entretenerlos para darte ventaja.
Aferré su muñeca un instante antes de que me obedeciera.
-Si no llegara antes de que caiga el sol, has de huir sin mi, busca a Ulf, es un lobo blanco del norte, me es fiel y te ayudará ¿lo entiendes?
Iba a replicar, pero no le di tiempo.
-El tiempo apremia Valeria y ahora no importamos ni tu, ni yo, si no ellas, ve -pedí desenvainado la espada que silbo rauda dispuesta a morder.
Mis ojos en la puerta de entrada, no consentiría que tocaran a mis hijas, ni a mi mujer, por mucho que no supiera en estos momentos lo que pasaba.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Vår skjebne -Privado
Consciente de que había llamado a las puertas del infierno para entrar en él y no salir jamás. Él seguía allí, esperándola, anhelándola y reclamándola…cuando no lo merecía. La esperaba, a los pies de la cama. Estaba horrible, aquella droga le había costado conseguirla y por las heridas, se arriesgó demasiado, su vida. Las heridas sanaban, el vínculo con esa inmortal, sangre que dejaba de salir de sus heridas para dar paso a tan solo su marido embarrado, mirándola intensamente como si nada más existiese y perdido, aún no la recordaba y no podía castigarlo por ello. permanecía a su lado, le demostró lealtad aún sin sentir nada por ella.
-Mejor pregúntame… qué no pasó esa noche -rió observándole en silencio, el dolor había remitido, las heridas sanaron y sentía como la energía salía a borbotones por cada poro de su piel. podían haber permanecido así durante horas, mirándose a los ojos y él, leer en sus ojos aquellos recuerdos que desconocía, volver a vivirlos y sentirlos plenamente. Un nuevo comienzo en el que los dos aportarían por igual, no tirar de ambos uno solo. Ahora lo comprendía, tarde pero lo había hecho ¿no era lo que reamente importaba? Y no, lo que realmente importaba eran esas niñas que lloraban inquietas en la cuna.
No nacieron en su tiempo, les quedaba un poco más en su interior pero a simple vista no lo parecía. Lucían fuertes y sanas. Valeria, deslizó sus dedos por su vientre…no concebía la idea de que escasas horas estuvieron dentro de ella, la acompañaron durante estos meses inolvidables en los que apreció el verdadero amor, tenía que ser eso y más al verle tomar a una de las niñas, mirarla con ese amor puro e infinito… una mirada silenciosa en la que acababa de prometerle una vida entera de protección y amor. Un momento y recuerdo que acabaría de forma efímera.
-Las niñas. El aviso, tenía razón -ni el Hoör que recordaba la hubiese entendido, pues como ambos sabían entre ellos había secretos y este era uno de ellos. Reaccionó tomándolas en brazos, hundiendo sus rostros en su pecho. No podía perderlas, a ellas no. asintió a cada palabra, su gesto había cambiado a uno más serio, frío [color=white]-Me dije y prometí a mí misma que lucharía cuando llegase el momento y no huiría como una cobarde -Por esta razón necesitaba a Haytham, la magia vendría a por ellas dos. La magia llama a la magia –no la comprendía pero no había tiempo, antes de que incluso acabase la última frase, acortó las distancias y juntó sus labios en un beso lento y acompasado, sabía demasiado a despedida.
Negó con la cabeza, no podía perderle de nuevo, la sola idea le desgarraba pero si se quedaba…sería cuando lo perdiese todo. lo miró a los ojos, dejando un beso en su cuello, una promesa en su oído.
-Ahora soy yo la que te pido que no te vayas, luches y vuelvas a mi lado. Tengo que recuperarte y ni toda esa magia, ni el ser más poderoso me lo va a impedir - en la habitación contigua un baño que a su vez daba al pasillo central, llantos al unísono, gritos de amargura, desolación… se estaba sembrando el caos, inocentes lo pagaban con sus vidas… y él aguardaba en la habitación, esperando a la muerte, desafiándola ante sus ojos.
Apenas con un camisón blanco, pudo transmitirle a las niñas calor corporal, sin dejar de abrazarlas, transmitirles que su madre seguía allí. su destino era el bosque, en busca de aquel lobo blanco…y bien sabía que dudó en marchar, dejarle solo, luchar a su lado. Caminó durate un buen rato, esperando encontrar aquel que le señalase el camino adecuado. La sangre de vampiro seguía en su organismo , poco a poco se iba debilitando, si caía la noche y no lo encontraba…tendría que hacer todo lo posible para que al menos… ellas esperasen a su padre.
Se adentró en la cueva, aquella en donde ocurrió la primera vez. vivió las risas, sonrisas y aquel momento en el que lo culminó todo. le dolió a ella más negarse esos sentimientos… y ahora, volvía con el fruto de aquella locura. Sentada en el suelo, con las niñas aferradas a su pecho… esperaba paciente…el sol comenzaba a ponerse, no encontró al lobo blanco y esperaba que él, cumpliese la promesa de volver.
Las horas pasaban, el sol apenas ofrecía sus últimos rayos de luz. La noche llegaría y el frío comenza a azotarle de la cabeza a los pies. No era suficiente con el corporal, tenía que encender al menos una pequela hoguera si no , dudaba que las pequeñas sobreviviesen. acababan de nacer, el poder de la sangre poco a poco iba abandonando su cuerpo. No podía ofrecerles más que lo poco que salía de sus pechos, la leche materna aún no había subido lo suficiente para alimentarlas. No le importó ofrecerle a las pequeñas el único abrigo, el camisón del hospital. Su cuerpo quedó totalmente desnudo, comenzó a tiritar mientras las envolvía. No podía rendirse ahora, si cogía algunas ramas secas y prendía la llama las podría mantener a salvo, con calor... y lo poco que su cuerpo podía ofrecerles de alimento.
Le costó la misma vida hacerlo pero sabía era lo mejor, si no sí que las perdería. envueltas en aquella tela, en un hueco alejado de la entrada a la cueva, al menos las corrientes de aire las evitaría. No tardaría nada más que unos minutos y si Hoör volvía, se encargaría de ellas. Antes de marchar, giró el rostro, una última mirada... una sonrisa triste y sus pasos aprisa para econtrar esas ramas. apenas había caminado unos metros cuando oyó unos pasos acercarse. ¿Sería él? fue a decir su nombre... cuando... la silueta no era la esperada. Un hombre de cabello blanco y largo, la miraba desafiante... sonriendo ampliamente al comprobar que era ella y no otra.
-Valeria Cavey. Quise decir... Cannif. - la risa de aquel hombre, hizo que los orbes esmeralda llamease, conocía aquel hombre... la había estado observando durante todo este tiempo, no se creyó aquella "premonición". -Sabes a por lo que vengo y creo que mejor no he podido encontrarte. Ya decían que eras muy complaciente, ya sabes... pero no solo vengo por ti. Vengo por ellas. Te dije que me darías algo más valioso que elegirme para ser mi esposa. ¿dónde están? -Valeria negó con la cabeza, no iba a decirle nada, al fin y al cabo, la quería a ella -Llévame a mí. A ellas déjalas en paz -la risa volvió a hacer eco entre los árboles, Valeria sintió como perdía la vista, poco a poco la fuerza.... la sangre dejaba de hacer su efecto... no pudo más, cayó ante él como ofreda, sus hijas estaban a salvo.
-Mejor pregúntame… qué no pasó esa noche -rió observándole en silencio, el dolor había remitido, las heridas sanaron y sentía como la energía salía a borbotones por cada poro de su piel. podían haber permanecido así durante horas, mirándose a los ojos y él, leer en sus ojos aquellos recuerdos que desconocía, volver a vivirlos y sentirlos plenamente. Un nuevo comienzo en el que los dos aportarían por igual, no tirar de ambos uno solo. Ahora lo comprendía, tarde pero lo había hecho ¿no era lo que reamente importaba? Y no, lo que realmente importaba eran esas niñas que lloraban inquietas en la cuna.
No nacieron en su tiempo, les quedaba un poco más en su interior pero a simple vista no lo parecía. Lucían fuertes y sanas. Valeria, deslizó sus dedos por su vientre…no concebía la idea de que escasas horas estuvieron dentro de ella, la acompañaron durante estos meses inolvidables en los que apreció el verdadero amor, tenía que ser eso y más al verle tomar a una de las niñas, mirarla con ese amor puro e infinito… una mirada silenciosa en la que acababa de prometerle una vida entera de protección y amor. Un momento y recuerdo que acabaría de forma efímera.
-Las niñas. El aviso, tenía razón -ni el Hoör que recordaba la hubiese entendido, pues como ambos sabían entre ellos había secretos y este era uno de ellos. Reaccionó tomándolas en brazos, hundiendo sus rostros en su pecho. No podía perderlas, a ellas no. asintió a cada palabra, su gesto había cambiado a uno más serio, frío [color=white]-Me dije y prometí a mí misma que lucharía cuando llegase el momento y no huiría como una cobarde -Por esta razón necesitaba a Haytham, la magia vendría a por ellas dos. La magia llama a la magia –no la comprendía pero no había tiempo, antes de que incluso acabase la última frase, acortó las distancias y juntó sus labios en un beso lento y acompasado, sabía demasiado a despedida.
Negó con la cabeza, no podía perderle de nuevo, la sola idea le desgarraba pero si se quedaba…sería cuando lo perdiese todo. lo miró a los ojos, dejando un beso en su cuello, una promesa en su oído.
-Ahora soy yo la que te pido que no te vayas, luches y vuelvas a mi lado. Tengo que recuperarte y ni toda esa magia, ni el ser más poderoso me lo va a impedir - en la habitación contigua un baño que a su vez daba al pasillo central, llantos al unísono, gritos de amargura, desolación… se estaba sembrando el caos, inocentes lo pagaban con sus vidas… y él aguardaba en la habitación, esperando a la muerte, desafiándola ante sus ojos.
Apenas con un camisón blanco, pudo transmitirle a las niñas calor corporal, sin dejar de abrazarlas, transmitirles que su madre seguía allí. su destino era el bosque, en busca de aquel lobo blanco…y bien sabía que dudó en marchar, dejarle solo, luchar a su lado. Caminó durate un buen rato, esperando encontrar aquel que le señalase el camino adecuado. La sangre de vampiro seguía en su organismo , poco a poco se iba debilitando, si caía la noche y no lo encontraba…tendría que hacer todo lo posible para que al menos… ellas esperasen a su padre.
Se adentró en la cueva, aquella en donde ocurrió la primera vez. vivió las risas, sonrisas y aquel momento en el que lo culminó todo. le dolió a ella más negarse esos sentimientos… y ahora, volvía con el fruto de aquella locura. Sentada en el suelo, con las niñas aferradas a su pecho… esperaba paciente…el sol comenzaba a ponerse, no encontró al lobo blanco y esperaba que él, cumpliese la promesa de volver.
Las horas pasaban, el sol apenas ofrecía sus últimos rayos de luz. La noche llegaría y el frío comenza a azotarle de la cabeza a los pies. No era suficiente con el corporal, tenía que encender al menos una pequela hoguera si no , dudaba que las pequeñas sobreviviesen. acababan de nacer, el poder de la sangre poco a poco iba abandonando su cuerpo. No podía ofrecerles más que lo poco que salía de sus pechos, la leche materna aún no había subido lo suficiente para alimentarlas. No le importó ofrecerle a las pequeñas el único abrigo, el camisón del hospital. Su cuerpo quedó totalmente desnudo, comenzó a tiritar mientras las envolvía. No podía rendirse ahora, si cogía algunas ramas secas y prendía la llama las podría mantener a salvo, con calor... y lo poco que su cuerpo podía ofrecerles de alimento.
Le costó la misma vida hacerlo pero sabía era lo mejor, si no sí que las perdería. envueltas en aquella tela, en un hueco alejado de la entrada a la cueva, al menos las corrientes de aire las evitaría. No tardaría nada más que unos minutos y si Hoör volvía, se encargaría de ellas. Antes de marchar, giró el rostro, una última mirada... una sonrisa triste y sus pasos aprisa para econtrar esas ramas. apenas había caminado unos metros cuando oyó unos pasos acercarse. ¿Sería él? fue a decir su nombre... cuando... la silueta no era la esperada. Un hombre de cabello blanco y largo, la miraba desafiante... sonriendo ampliamente al comprobar que era ella y no otra.
-Valeria Cavey. Quise decir... Cannif. - la risa de aquel hombre, hizo que los orbes esmeralda llamease, conocía aquel hombre... la había estado observando durante todo este tiempo, no se creyó aquella "premonición". -Sabes a por lo que vengo y creo que mejor no he podido encontrarte. Ya decían que eras muy complaciente, ya sabes... pero no solo vengo por ti. Vengo por ellas. Te dije que me darías algo más valioso que elegirme para ser mi esposa. ¿dónde están? -Valeria negó con la cabeza, no iba a decirle nada, al fin y al cabo, la quería a ella -Llévame a mí. A ellas déjalas en paz -la risa volvió a hacer eco entre los árboles, Valeria sintió como perdía la vista, poco a poco la fuerza.... la sangre dejaba de hacer su efecto... no pudo más, cayó ante él como ofreda, sus hijas estaban a salvo.
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Re: Vår skjebne -Privado
Hombres armados se presentaron en aquella cámara, ladeé la sonrisa, claro estaba que por la puerta de atrás mi mujer y descendencia se ponían a salvo y yo les daría tiempo aunque muriera en el intento.
Giré la bastarda entre mis manos, claro gesto chulesco que invitaba a las damas a bailar conmigo y que surtió efecto, pues gruñeron como bestias lanzándose a mi encuentro.
Me agache ligeramente, tajo en el vientre del primero, tripas que se esparcieron sobre el suelo y una reverencia final señal inequívoca de que el baile para él había acabado.
Oía los cuervos sobre mi cabeza, Thor presenciaba esta gesta, yo era su guerrero y algún día me reuniría con su padre para cenar en el Valhalla.
Mi espada silbo mordiendo el cuello del siguiente desgraciado, cabeza que rodó por los suelos acabando en los pies del otro que con un hacha corría dispuesto a que los aceros se encontraran.
Mi bastarda se interpuso en la trayectoria, ambas chirriaron quejándose y nosotros jadeamos fruto de la fuerza que ejercíamos en el combate.
Un movimiento tras otro, lucha encarnizada en la que uno quedaría en pie y el otro iría al infierno o a Hell.
Un traspiés y el hacha sajo mi hombro, claro que aproveché que alzó los brazos para asestar el golpe para con una mano hundir mi espada en su vientre, con fuerza embestí, sangraba por la boca, su mirada contra la mía, nada le quedaba en este mundo pero a mi si.
Como si el diablo guiara mis pasos hacia Hell, tomé mi espectro y cabalgué hacia le punto de encuentro donde Valeria y las niñas me esperaban. Había caído la noche, los cascos del caballo golpeaban rabiosos el empedrado, hasta que se fundieron con la tierra húmeda del bosque alzándola a su paso.
Su cuerpo contra el mio, ambos jadeábamos sin darnos tregua, solo quería llegar con ellas.
Desmonté frente a la gruta, adentrándome a grandes zancadas, oía el llanto de las niñas protegidas en un hueco de la gruta, heladas, solo cubiertas por el camisón nimio de Valeria.
Tensé el gesto, estaba claro que si allí no estaba ella es porque algo había pasado. ¿pero que?
Fruncí el ceño completamente perdido. Lo malo de olvidar, no era solo que no recordaba todos los momentos que despertaron mi amor por ella, si no algo mucho peor, no recordaba los enemigos que poseíamos, así que no tenia ni idea de que bárbaro podía haber hecho esto.
Me quité la camisa, no tenia tiempo, dos palos me sirvieron y con dos lianas de los arboles hice un porta-bebes improvisado que colgué a mis espaldas con rapidez.
Ahora solo tenia que encontrar el rastro de quien se hubiera llevado a mi mujer y por Odin juraba que no vería un nuevo amanecer.
Mi rodilla en el suelo, muchas pisadas, pero la mayoría ya viejas en el tiempo, solo una aparte de la de mi montura estaba fresca. Hundí el dedo, por el peso, iba cargado el jinete con otro cuerpo.
Un silbido basto para que mi negro corcel se presentara ante mi, listo para emprender marcha, listo para la venganza.
De nuevo el viento azotaba mi pelo, raudo el avance, mis ojos seguían las huellas, guiando al animal en la desesperada carrera por alcanzar lo que otro me había usurpado.
Las niñas lloraban desesperadas a mi espalda, hambrientas, aunque mi calor esperaba fuera suficiente para mantenerlas con vida.
Giré la bastarda entre mis manos, claro gesto chulesco que invitaba a las damas a bailar conmigo y que surtió efecto, pues gruñeron como bestias lanzándose a mi encuentro.
Me agache ligeramente, tajo en el vientre del primero, tripas que se esparcieron sobre el suelo y una reverencia final señal inequívoca de que el baile para él había acabado.
Oía los cuervos sobre mi cabeza, Thor presenciaba esta gesta, yo era su guerrero y algún día me reuniría con su padre para cenar en el Valhalla.
Mi espada silbo mordiendo el cuello del siguiente desgraciado, cabeza que rodó por los suelos acabando en los pies del otro que con un hacha corría dispuesto a que los aceros se encontraran.
Mi bastarda se interpuso en la trayectoria, ambas chirriaron quejándose y nosotros jadeamos fruto de la fuerza que ejercíamos en el combate.
Un movimiento tras otro, lucha encarnizada en la que uno quedaría en pie y el otro iría al infierno o a Hell.
Un traspiés y el hacha sajo mi hombro, claro que aproveché que alzó los brazos para asestar el golpe para con una mano hundir mi espada en su vientre, con fuerza embestí, sangraba por la boca, su mirada contra la mía, nada le quedaba en este mundo pero a mi si.
Como si el diablo guiara mis pasos hacia Hell, tomé mi espectro y cabalgué hacia le punto de encuentro donde Valeria y las niñas me esperaban. Había caído la noche, los cascos del caballo golpeaban rabiosos el empedrado, hasta que se fundieron con la tierra húmeda del bosque alzándola a su paso.
Su cuerpo contra el mio, ambos jadeábamos sin darnos tregua, solo quería llegar con ellas.
Desmonté frente a la gruta, adentrándome a grandes zancadas, oía el llanto de las niñas protegidas en un hueco de la gruta, heladas, solo cubiertas por el camisón nimio de Valeria.
Tensé el gesto, estaba claro que si allí no estaba ella es porque algo había pasado. ¿pero que?
Fruncí el ceño completamente perdido. Lo malo de olvidar, no era solo que no recordaba todos los momentos que despertaron mi amor por ella, si no algo mucho peor, no recordaba los enemigos que poseíamos, así que no tenia ni idea de que bárbaro podía haber hecho esto.
Me quité la camisa, no tenia tiempo, dos palos me sirvieron y con dos lianas de los arboles hice un porta-bebes improvisado que colgué a mis espaldas con rapidez.
Ahora solo tenia que encontrar el rastro de quien se hubiera llevado a mi mujer y por Odin juraba que no vería un nuevo amanecer.
Mi rodilla en el suelo, muchas pisadas, pero la mayoría ya viejas en el tiempo, solo una aparte de la de mi montura estaba fresca. Hundí el dedo, por el peso, iba cargado el jinete con otro cuerpo.
Un silbido basto para que mi negro corcel se presentara ante mi, listo para emprender marcha, listo para la venganza.
De nuevo el viento azotaba mi pelo, raudo el avance, mis ojos seguían las huellas, guiando al animal en la desesperada carrera por alcanzar lo que otro me había usurpado.
Las niñas lloraban desesperadas a mi espalda, hambrientas, aunque mi calor esperaba fuera suficiente para mantenerlas con vida.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Vår skjebne -Privado
“Y todo se volvió gris ante mis ojos, negro como la noche”
Momento crucial en el que nunca imaginé que llegaría jamás. Tuve que dejarlas a su suerte pero a salvo. Hasta que no las tuve entre mis brazos, no pensé que podía sentir un amor tan grande, amor que se mezclaba con el de mi noruego. Pensaba en él cada segundo desde que lo dejé en la habitación, luchando por las tres, a capa y espada. No me recordaba pero eso no quitaba el hecho de que siguiese ahí, cuando más le necesitaba. Mi corazón se rompió en mil pedazos al darme cuenta de que a cada paso mientras me alejaba de la cueva… no solo las perdería a ellas, a él también.
Perdería al amor de mi vida, a la persona que más había amado, por la que he sido incapaz de demostrarle, de luchar cuando debí. Este era el momento clave, el instante en el que si regresaba por nosotras, se diese cuenta de que no solo lo amaba, le demostraría que en todo este tiempo, la única manera de que viese mis verdaderos sentimientos…fuese de esta manera. No me importaba morir si con ello, mis hijas y él estaban a salvo. ¿Acaso no es eso el amor? Te sacrificas por aquello por que no solo darías tu vida, los mantenía a salvo.
Mis ojos se nublaron, dando paso a la oscuridad. No sé cuanto tiempo transcurrió pero al despertar, mi noruego, mi Hoör…no estaría mirándome embelesado, vigilando mi sueño como solía hacer cada mañana. No oiría el llanto de mis hijas, ni vería a mi esposo… a mi amor, acunándolas entre sus brazos. Y no lo vería jamás. Seguía desnuda pero atada. Me dolían las muñecas y los tobillos de lo fuerte que me habían atado , los grilletes de metal me estaban apretando con fuerza.
Y ese brujo, me miraba desde su posición, sentado en una silla… divertido, verme débil le excitaba a sobremanera. Nunca le dejé que se acercase tanto a mí como ahora lo hacía, acortó las distancias hasta que me tomó del mentón para robarme una mirada que no consiguió, cerré los ojos e intenté zafarme de su agarre pero él era mucho más fuerte. Sabía como hacerme reaccionar y no le importó golpearme el rostro, volteándolo para un lado, luego el otro… aún así, lo miré desafiante, no iba a rendirme.
-No me hagas perder el tiempo. ¿Dónde están las niñas? Quieres dejarlas huérfanas de madre ¿eso quieres, maldita zorra? -me relamí los labios, sentí un hilo de sangre brotar de ellos. Mis orbes habían perdido su magia, aquel brillo del que se enamoró mi noruego… era historia. -Sé que va a venir y estoy seguro me las traerá en bandeja. Sigue vivo -Sonreí sin poder creerlo, repetí su nombre tantas veces, quise soltarme pero por más que tiraba era imposible… mi noruego estaba vivo, mis niñas también… -No tardará en cruzar las puertas, para él tengo un regalo… ¿a que no adivinas cual es? - no me dio tiempo ni a mirarle desafiante, recibí muchos golpes…estómago, rostro, costado e incluso tiró de mis cadenas para dislocarme los huesos.
-Hoör -el dolor de los golpes no era comparado con la sensación de pérdida, no volvería a verle… y él ni si quiera me recordaba. Me olvidaría, yo no estaría para poder conseguir que me recordase. Tomé aire, cada vez me resultaba más pesado pero seguía en pie, esperando al menos que él apareciese , verle a salvo…vivo y poder decirle lo que tantas veces me callé por necia, por pensar en que él lo daba por hecho.
No podía más, recé mentalmente al mismo demonio para que me concediese ese simple deseo, poder aunque fuese mirarle a los ojos y leyese lo que tantas veces evadí, me había callado. Oía la voz de aquel hombre, no le escuchaba… solo mi respiración lenta, le estaba esperando, seguía inmersa en aferrarme a la vida para que en mi último grito supiese cuánto lo había amado, él era mi alma, mi sustento. No importaba cuantas vidas viviese, sé que lo buscaría en todas ellas porque el amor, el verdadero solo ocurre una vez en la vida.
-Hoör -murmuré entre lágrimas de impotencia, solo quería decírselo, tenía que aguantar un poco más pero mi verdugo me tenía tomada por el cuello, apretando para acabar con mi vida, mi último aliento -Te amo, Hoör Cannif -el brujo no desistía, apretó con saña y sin importarle nada, me lanzó contra el suelo, sin soltarme de los grilletes, sentí morir pero al menos esperaba que él me hubiese escuchado.
Momento crucial en el que nunca imaginé que llegaría jamás. Tuve que dejarlas a su suerte pero a salvo. Hasta que no las tuve entre mis brazos, no pensé que podía sentir un amor tan grande, amor que se mezclaba con el de mi noruego. Pensaba en él cada segundo desde que lo dejé en la habitación, luchando por las tres, a capa y espada. No me recordaba pero eso no quitaba el hecho de que siguiese ahí, cuando más le necesitaba. Mi corazón se rompió en mil pedazos al darme cuenta de que a cada paso mientras me alejaba de la cueva… no solo las perdería a ellas, a él también.
Perdería al amor de mi vida, a la persona que más había amado, por la que he sido incapaz de demostrarle, de luchar cuando debí. Este era el momento clave, el instante en el que si regresaba por nosotras, se diese cuenta de que no solo lo amaba, le demostraría que en todo este tiempo, la única manera de que viese mis verdaderos sentimientos…fuese de esta manera. No me importaba morir si con ello, mis hijas y él estaban a salvo. ¿Acaso no es eso el amor? Te sacrificas por aquello por que no solo darías tu vida, los mantenía a salvo.
Mis ojos se nublaron, dando paso a la oscuridad. No sé cuanto tiempo transcurrió pero al despertar, mi noruego, mi Hoör…no estaría mirándome embelesado, vigilando mi sueño como solía hacer cada mañana. No oiría el llanto de mis hijas, ni vería a mi esposo… a mi amor, acunándolas entre sus brazos. Y no lo vería jamás. Seguía desnuda pero atada. Me dolían las muñecas y los tobillos de lo fuerte que me habían atado , los grilletes de metal me estaban apretando con fuerza.
Y ese brujo, me miraba desde su posición, sentado en una silla… divertido, verme débil le excitaba a sobremanera. Nunca le dejé que se acercase tanto a mí como ahora lo hacía, acortó las distancias hasta que me tomó del mentón para robarme una mirada que no consiguió, cerré los ojos e intenté zafarme de su agarre pero él era mucho más fuerte. Sabía como hacerme reaccionar y no le importó golpearme el rostro, volteándolo para un lado, luego el otro… aún así, lo miré desafiante, no iba a rendirme.
-No me hagas perder el tiempo. ¿Dónde están las niñas? Quieres dejarlas huérfanas de madre ¿eso quieres, maldita zorra? -me relamí los labios, sentí un hilo de sangre brotar de ellos. Mis orbes habían perdido su magia, aquel brillo del que se enamoró mi noruego… era historia. -Sé que va a venir y estoy seguro me las traerá en bandeja. Sigue vivo -Sonreí sin poder creerlo, repetí su nombre tantas veces, quise soltarme pero por más que tiraba era imposible… mi noruego estaba vivo, mis niñas también… -No tardará en cruzar las puertas, para él tengo un regalo… ¿a que no adivinas cual es? - no me dio tiempo ni a mirarle desafiante, recibí muchos golpes…estómago, rostro, costado e incluso tiró de mis cadenas para dislocarme los huesos.
-Hoör -el dolor de los golpes no era comparado con la sensación de pérdida, no volvería a verle… y él ni si quiera me recordaba. Me olvidaría, yo no estaría para poder conseguir que me recordase. Tomé aire, cada vez me resultaba más pesado pero seguía en pie, esperando al menos que él apareciese , verle a salvo…vivo y poder decirle lo que tantas veces me callé por necia, por pensar en que él lo daba por hecho.
No podía más, recé mentalmente al mismo demonio para que me concediese ese simple deseo, poder aunque fuese mirarle a los ojos y leyese lo que tantas veces evadí, me había callado. Oía la voz de aquel hombre, no le escuchaba… solo mi respiración lenta, le estaba esperando, seguía inmersa en aferrarme a la vida para que en mi último grito supiese cuánto lo había amado, él era mi alma, mi sustento. No importaba cuantas vidas viviese, sé que lo buscaría en todas ellas porque el amor, el verdadero solo ocurre una vez en la vida.
-Hoör -murmuré entre lágrimas de impotencia, solo quería decírselo, tenía que aguantar un poco más pero mi verdugo me tenía tomada por el cuello, apretando para acabar con mi vida, mi último aliento -Te amo, Hoör Cannif -el brujo no desistía, apretó con saña y sin importarle nada, me lanzó contra el suelo, sin soltarme de los grilletes, sentí morir pero al menos esperaba que él me hubiese escuchado.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Vår skjebne -Privado
¿Que es el destino?
Mientras los cascos de mi caballo se perdían en un galope eterno, ruido que ya era incapaz de oír pues el llanto de mis hijas y los cuervos sobrevolando mi cabeza en señal de mal augurio robaban mi alma alzándola en vuelo para dejarla caer de nuevo en picado sobre mi maltrecho cuerpo.
Muchos dicen que el destino es ese lugar donde has de llegar, el fin del viaje, el punto en el mapa señalado.
Otros sin embargo hablan de que los dioses desde arriba tejen un destino para cada hombre y que hagas lo que hagas, tomes la decisión que tomes, siempre llegaras al mismo maldito punto, lo que convierte nuestra vida en algo absurdo pues desde que nacemos hasta que morimos todo ya esta escrito.
Yo creo que cada hombre marca a fuego su camino, que si es cierto que hay un destino escrito podemos cambiarlo por medio de nuestros actos. Hoy se que mi destino tiene nombre y apellidos, Valeria Cannif.
Nombre que repito tantas veces en mi cabeza mientras mi espectro me lleva que parece que retazos de una vida que no recuerdo mas que parece ser mía se pasean ante mis ojos con violencia.
Fuego, unas cuadras caballos que corren libres y nosotros manchados de hollín, jadeando, follando, sintiendo, todo es tan intenso que jadeo sin poder evitarlo.
Respiración entrecortada, me relamo son sus labios los que apostillan los míos en una gruta, ella tiembla por los truenos, la lluvia y yo prometo que la cuidaré para toda la vida, nuestras risas se encuentran y nuestros labios se deleitan en un beso que anhelo y no llega.
Ojos esmeralda que brillan, llenos de vida, de miedos y sueños. Prometo ser su escudo y ella no me creé o quizás no quiere hacerlo.
Sonrió cuando le doy el anillo, menudo momento elegí para hacerlo, después de una bronca en la que no quiere verme ni en pintura, pero allí esta la caja y ella la mira, la acaricia y enmudecen sus palabras porque sigue viviendo con ese miedo que la quiebra.
Apretó la mandíbula, ahora lo entiendo, este era el final del cuento, esto eso que me ha ocultado todo este tiempo, la lista de los posibles candidatos. el nombre del brujo escrito a fuego en una misiva que le condenaba a quererle de por vida.
Haytham Cross culpable y victima de los hechos que sucedieron en el pasado, verdugo de lo que ahora sucedía en su vida.
Mi caballo se detuvo en la puerta de la mansión, no hubo ningún error, pues recordaba con exactitud el nombre del malhechor, bastarda que silbo al viento ,sedienta, hambrienta de jirones de carne de sangre resbalando por la hoja.
Avancé como un autómata, incapaz de preguntar, todo aquello que se interponía entre mi destino y yo era enemigo a batir, mordido por mi acero quedaba en el suelo.
Directo hacia las mazmorras, rostro manchado de sangre, turbia mi mirada y mis hijas llorando como si la guerra formara parte de ellas aun siendo unas recién nacidas.
Mi hoja atravesó la cabeza de uno, entrando por la parte baja de la mandíbula, atravesando el cráneo. La saqué de un golpe seco haciendo que el infame guerrero cayera inerte al suelo.
Ya nada me separaba de Valeria, así que de una patada tiré abajo la puerta.
Aquel poco hombre la molía a palos mientras ella repetía mi nombre.
Rugí, gruñí, la espada la clavé en el suelo, pues no iba a ser breve la muerte de ese deshecho.
Mi mano en su pechera, lo alcé por los aires.
Un golpe tras otro ,desfiguré su rostro, mis nudillos en ese acto macabro se abrieron, seguía golpeando aun cuando trataba de recitar palabras que nunca llegaban a buen puerto, pues aquello era mi venganza y juraba que hoy su destino era el cadalso.
-Nadie toca a mi muer -rugí una y otra vez, no respiraba, no se sujetaba y aun así mis golpes se sucedían por igual, me había ido de ese lugar, solo veía muerte a mi alrededor, guerra, no era yo si no ese Hoor que hace tiempo abandonó el norte acostumbrado a ser una bestia que se mantiene en pie aunque este destruida.
Mientras los cascos de mi caballo se perdían en un galope eterno, ruido que ya era incapaz de oír pues el llanto de mis hijas y los cuervos sobrevolando mi cabeza en señal de mal augurio robaban mi alma alzándola en vuelo para dejarla caer de nuevo en picado sobre mi maltrecho cuerpo.
Muchos dicen que el destino es ese lugar donde has de llegar, el fin del viaje, el punto en el mapa señalado.
Otros sin embargo hablan de que los dioses desde arriba tejen un destino para cada hombre y que hagas lo que hagas, tomes la decisión que tomes, siempre llegaras al mismo maldito punto, lo que convierte nuestra vida en algo absurdo pues desde que nacemos hasta que morimos todo ya esta escrito.
Yo creo que cada hombre marca a fuego su camino, que si es cierto que hay un destino escrito podemos cambiarlo por medio de nuestros actos. Hoy se que mi destino tiene nombre y apellidos, Valeria Cannif.
Nombre que repito tantas veces en mi cabeza mientras mi espectro me lleva que parece que retazos de una vida que no recuerdo mas que parece ser mía se pasean ante mis ojos con violencia.
Fuego, unas cuadras caballos que corren libres y nosotros manchados de hollín, jadeando, follando, sintiendo, todo es tan intenso que jadeo sin poder evitarlo.
Respiración entrecortada, me relamo son sus labios los que apostillan los míos en una gruta, ella tiembla por los truenos, la lluvia y yo prometo que la cuidaré para toda la vida, nuestras risas se encuentran y nuestros labios se deleitan en un beso que anhelo y no llega.
Ojos esmeralda que brillan, llenos de vida, de miedos y sueños. Prometo ser su escudo y ella no me creé o quizás no quiere hacerlo.
Sonrió cuando le doy el anillo, menudo momento elegí para hacerlo, después de una bronca en la que no quiere verme ni en pintura, pero allí esta la caja y ella la mira, la acaricia y enmudecen sus palabras porque sigue viviendo con ese miedo que la quiebra.
Apretó la mandíbula, ahora lo entiendo, este era el final del cuento, esto eso que me ha ocultado todo este tiempo, la lista de los posibles candidatos. el nombre del brujo escrito a fuego en una misiva que le condenaba a quererle de por vida.
Haytham Cross culpable y victima de los hechos que sucedieron en el pasado, verdugo de lo que ahora sucedía en su vida.
Mi caballo se detuvo en la puerta de la mansión, no hubo ningún error, pues recordaba con exactitud el nombre del malhechor, bastarda que silbo al viento ,sedienta, hambrienta de jirones de carne de sangre resbalando por la hoja.
Avancé como un autómata, incapaz de preguntar, todo aquello que se interponía entre mi destino y yo era enemigo a batir, mordido por mi acero quedaba en el suelo.
Directo hacia las mazmorras, rostro manchado de sangre, turbia mi mirada y mis hijas llorando como si la guerra formara parte de ellas aun siendo unas recién nacidas.
Mi hoja atravesó la cabeza de uno, entrando por la parte baja de la mandíbula, atravesando el cráneo. La saqué de un golpe seco haciendo que el infame guerrero cayera inerte al suelo.
Ya nada me separaba de Valeria, así que de una patada tiré abajo la puerta.
Aquel poco hombre la molía a palos mientras ella repetía mi nombre.
Rugí, gruñí, la espada la clavé en el suelo, pues no iba a ser breve la muerte de ese deshecho.
Mi mano en su pechera, lo alcé por los aires.
Un golpe tras otro ,desfiguré su rostro, mis nudillos en ese acto macabro se abrieron, seguía golpeando aun cuando trataba de recitar palabras que nunca llegaban a buen puerto, pues aquello era mi venganza y juraba que hoy su destino era el cadalso.
-Nadie toca a mi muer -rugí una y otra vez, no respiraba, no se sujetaba y aun así mis golpes se sucedían por igual, me había ido de ese lugar, solo veía muerte a mi alrededor, guerra, no era yo si no ese Hoor que hace tiempo abandonó el norte acostumbrado a ser una bestia que se mantiene en pie aunque este destruida.
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Re: Vår skjebne -Privado
El cuerpo me duele horrores, el dolor se extiende a cada parte de mi ser. Y él no está, ni mis niñas. Mi noruego, si supieses lo que sentí la primera vez que te vi. Tuve miedo porque sabemos que todo empezó como un juego, uno inocente en el que me di cuenta después que fui la perdedora. Te evité , me refugié en otros brazos para olvidar y quitarme de la cabeza lo que era realmente imposible. Tú. Me decías porqué con ellos sí y tú que tanto luchabas no. tenía miedo, mi amor, temía que si me hacía ilusiones o terminaba en tu cama… desaparecerías al igual que apareciste.
Mi cuerpo no me responde. Sigo con los ojos abiertos pero no puedo moverme. Ven pronto, por favor. Mi corazón sigue latiendo por vosotros tres. No importa si me marcho ahora, cuando sé que he podido salvaros. Eran las niñas o yo… y no dudé ni un segundo. La espera es mucho peor que los golpes que recibo. Ya no oigo la voz de ese ser despreciable, oigo la tuya llamándome demonio, tu risa contra mis labios, gritos cuando nos enfadábamos y terminábamos enredados entre susurros. ¿cómo puedes pensar que no he luchado por ti si no he dejado de hacerlo? lo sigo haciendo.
Me abracé en el suelo, dándome fuerzas pero tengo tanto sueño… si me abandono al letargo, será eterno. Algunos siguen pensando que tú y yo solo somos dos locos apasionados, en donde el sexo ocupa el primer lugar pero nosotros sabemos que no es verdad. Amas al demonio, te quemas en su infierno cada vez que me miras a los ojos. Si supieras, cuánto te quiero, cuánto te necesito ahora para tan solo mirarte a los ojos y despejes cualquier duda que aún ronda tu mente. Te amo tanto que no me importa morir, morir sabiendo que hice por primera vez en mi vida bien. Te protegí de todo esto , protégelas a ellas…sé que lo harás.
Cuando te vi aparecer, quise levantarme y ser tu escudo. Los golpes dejaron inconsciente a ese hombre, la magia se apagó cuando los ojos del brujo se cerraron. Tu rabia y dolor era mucho más fuerte que un simple hechizo. No sé cuanto tiempo pasó. Sonreí ampliamente, como nunca me habías visto antes. Quise volver a repetir tu nombre pero no podía… solo quería tomar tu rostro entre mis manos, perderme en tu mirada y verte ahí, ver a mi Hoör.
- Quería salvarte -logré murmurar, cerrando los ojos, aspirar mi último aliento y …fui tan dichosa, estabas ahí a mi lado -Lo siento. Te…te dije que no te enamoraras de mí, maldito noruego -con el brujo noqueado, aún no se sentía a salvo -Me has hecho feliz. Lo has hecho aunque no lo recuerdes. Me …me…me has enseñado a amar. Tu demonio solo te ha amado, a ti, a nadie más -las lagrimas ni siquiera eran capaces de abandonar mis ojos… no quería dejarte pero no tenía fuerzas -He luchado siempre, no me he rendido. -como pude… me abracé a ti, desnuda en cuerpo y en alma. Nunca había sido tan sincera contigo -Te amo
Rompí a llorar como una niña entre tus brazos, fui tan feliz en ese momento. Feliz porque te había tenido, porque me habías amado con la misma intensidad que tú a mí.
Mi cuerpo no me responde. Sigo con los ojos abiertos pero no puedo moverme. Ven pronto, por favor. Mi corazón sigue latiendo por vosotros tres. No importa si me marcho ahora, cuando sé que he podido salvaros. Eran las niñas o yo… y no dudé ni un segundo. La espera es mucho peor que los golpes que recibo. Ya no oigo la voz de ese ser despreciable, oigo la tuya llamándome demonio, tu risa contra mis labios, gritos cuando nos enfadábamos y terminábamos enredados entre susurros. ¿cómo puedes pensar que no he luchado por ti si no he dejado de hacerlo? lo sigo haciendo.
Me abracé en el suelo, dándome fuerzas pero tengo tanto sueño… si me abandono al letargo, será eterno. Algunos siguen pensando que tú y yo solo somos dos locos apasionados, en donde el sexo ocupa el primer lugar pero nosotros sabemos que no es verdad. Amas al demonio, te quemas en su infierno cada vez que me miras a los ojos. Si supieras, cuánto te quiero, cuánto te necesito ahora para tan solo mirarte a los ojos y despejes cualquier duda que aún ronda tu mente. Te amo tanto que no me importa morir, morir sabiendo que hice por primera vez en mi vida bien. Te protegí de todo esto , protégelas a ellas…sé que lo harás.
Cuando te vi aparecer, quise levantarme y ser tu escudo. Los golpes dejaron inconsciente a ese hombre, la magia se apagó cuando los ojos del brujo se cerraron. Tu rabia y dolor era mucho más fuerte que un simple hechizo. No sé cuanto tiempo pasó. Sonreí ampliamente, como nunca me habías visto antes. Quise volver a repetir tu nombre pero no podía… solo quería tomar tu rostro entre mis manos, perderme en tu mirada y verte ahí, ver a mi Hoör.
- Quería salvarte -logré murmurar, cerrando los ojos, aspirar mi último aliento y …fui tan dichosa, estabas ahí a mi lado -Lo siento. Te…te dije que no te enamoraras de mí, maldito noruego -con el brujo noqueado, aún no se sentía a salvo -Me has hecho feliz. Lo has hecho aunque no lo recuerdes. Me …me…me has enseñado a amar. Tu demonio solo te ha amado, a ti, a nadie más -las lagrimas ni siquiera eran capaces de abandonar mis ojos… no quería dejarte pero no tenía fuerzas -He luchado siempre, no me he rendido. -como pude… me abracé a ti, desnuda en cuerpo y en alma. Nunca había sido tan sincera contigo -Te amo
Rompí a llorar como una niña entre tus brazos, fui tan feliz en ese momento. Feliz porque te había tenido, porque me habías amado con la misma intensidad que tú a mí.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Vår skjebne -Privado
Solo cuando el ultimo golpe resonó en la estancia me di cuenta de que todo había terminado , aquel hechicero no se levantaría de su eterno lecho, yo me encargaría de ello.
Caminé perdido en la rabia, el dolor y la ira hasta caer de rodillas frente a mi mujer. Todo lo recordaba, desde su primera endiablada sonrisa que me hizo saber que ella seria mi voluntad y mi ruina, mi religión mas oscura y a su ver la luz que cegaría mi vida. Era sibilina como una víbora y la mas dulce de las frutas prohibidas cuando solos quedábamos a oscuras.
Siempre fue un demonio, mas jamas me sentí tan dichoso como ardiendo en el infierno.
Mi brazo alzó su cabeza, sus dedos acariciaban lentos mi pecho, los engranajes de esa improvisada mochila donde estaban ahora calladas nuestras hijas.
Sus esmeraldas se apagaban y con ellas mi vida.
Cerré los ojos llevando mi frente contra la suya, tanto que decir y sin estar preparado para una despedida.
-Un no me dejes -escapó de mis labios ahogado, desgarrado -he luchado tanto que no me quedan fuerzas para levantarme si tu no me das la mano.
Escuché sus palabras, esas que aseguraban haberme dicho mil veces que no me enamorara, como si eso fuera elegido por los mortales y no algo que sucede arrasando todo como una tormenta la mar.
-No me arrepiento de nada,lo hubiera hecho de nuevo sin dudar -susurré contra su boca, buscando ese aliento que esperaba no fuera el ultimo.
-Ya te perdí una vez, en el viaje al futuro y créeme, no voy a volver a hacerlo ,así que abre los ojos maldita mujer y aferrare a la vida pues sin ti no tiene sentido la mía.
Lo recuerdo todo, cada gesta, cada nombre pronunciado por tus labios, cuando nos fuimos a Italia y nos casamos, recuerdo cuando trazaste sobre mi piel tu nombre y cucando yo hice lo propio con el mio.
Salvaste mi vida en la capilla de Verona, ahora no puedes abandonarme a mi suerte.
La alcé, me daba igual si sus palabras sonaban a despedida, pues yo no me rendía, jamas lo haría porque lo que teníamos era vida y quizás también muerte, pero era nuestro y eso me parecía suficiente.
Puede que el resto solo viera a dos locos que se amaban de forma extraña, desgarradora, destructiva incluso en ocasiones tan voraz que nos consumía, pero la verdad siempre me importo bien poco el que dirían.
Ella y yo sabíamos lo que entre nosotros existía.
Caminé por los pasillos con la mirada perdida en un abismo del que solo saldría si la mujer que guiaba mis pasos seguía haciéndolo.
No sabia si era luz u oscuridad, no me importaba si era Cielo, Infierno, Hell o Valhalla solo sabia que ella era mía y que no se la daría a ningún dios por mucho que luchara.
Un carruaje a la puerta, no era mio, pero me importo una mierda.
En el subí a las niñas, a mi mujer y tras amenazar al cochero con el rostro desencajado y la vestimenta plagada de sangre puso rumbo al hospital del que nunca debimos haber salido.
-Valeria, no se vivir en el infierno sin ti, así que vuelve demonio mio.
Caminé perdido en la rabia, el dolor y la ira hasta caer de rodillas frente a mi mujer. Todo lo recordaba, desde su primera endiablada sonrisa que me hizo saber que ella seria mi voluntad y mi ruina, mi religión mas oscura y a su ver la luz que cegaría mi vida. Era sibilina como una víbora y la mas dulce de las frutas prohibidas cuando solos quedábamos a oscuras.
Siempre fue un demonio, mas jamas me sentí tan dichoso como ardiendo en el infierno.
Mi brazo alzó su cabeza, sus dedos acariciaban lentos mi pecho, los engranajes de esa improvisada mochila donde estaban ahora calladas nuestras hijas.
Sus esmeraldas se apagaban y con ellas mi vida.
Cerré los ojos llevando mi frente contra la suya, tanto que decir y sin estar preparado para una despedida.
-Un no me dejes -escapó de mis labios ahogado, desgarrado -he luchado tanto que no me quedan fuerzas para levantarme si tu no me das la mano.
Escuché sus palabras, esas que aseguraban haberme dicho mil veces que no me enamorara, como si eso fuera elegido por los mortales y no algo que sucede arrasando todo como una tormenta la mar.
-No me arrepiento de nada,lo hubiera hecho de nuevo sin dudar -susurré contra su boca, buscando ese aliento que esperaba no fuera el ultimo.
-Ya te perdí una vez, en el viaje al futuro y créeme, no voy a volver a hacerlo ,así que abre los ojos maldita mujer y aferrare a la vida pues sin ti no tiene sentido la mía.
Lo recuerdo todo, cada gesta, cada nombre pronunciado por tus labios, cuando nos fuimos a Italia y nos casamos, recuerdo cuando trazaste sobre mi piel tu nombre y cucando yo hice lo propio con el mio.
Salvaste mi vida en la capilla de Verona, ahora no puedes abandonarme a mi suerte.
La alcé, me daba igual si sus palabras sonaban a despedida, pues yo no me rendía, jamas lo haría porque lo que teníamos era vida y quizás también muerte, pero era nuestro y eso me parecía suficiente.
Puede que el resto solo viera a dos locos que se amaban de forma extraña, desgarradora, destructiva incluso en ocasiones tan voraz que nos consumía, pero la verdad siempre me importo bien poco el que dirían.
Ella y yo sabíamos lo que entre nosotros existía.
Caminé por los pasillos con la mirada perdida en un abismo del que solo saldría si la mujer que guiaba mis pasos seguía haciéndolo.
No sabia si era luz u oscuridad, no me importaba si era Cielo, Infierno, Hell o Valhalla solo sabia que ella era mía y que no se la daría a ningún dios por mucho que luchara.
Un carruaje a la puerta, no era mio, pero me importo una mierda.
En el subí a las niñas, a mi mujer y tras amenazar al cochero con el rostro desencajado y la vestimenta plagada de sangre puso rumbo al hospital del que nunca debimos haber salido.
-Valeria, no se vivir en el infierno sin ti, así que vuelve demonio mio.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Vår skjebne -Privado
Quiero quedarme contigo, por y para siempre ¿lo recuerdas? Mi promesa. Una que esa noche te hice, una noche en la que creí que realmente te marcharías de mi lado. Durante tu viaje, la ausencia de tu persona me consumió. No solo me di cuenta lo imprescindible que eras en mi vida, también en que ya nada sería lo mismo si no regresabas pero lo hiciste, cumpliste tu promesa. ¿Cómo estar a tu altura? Nunca te lo dije pero eres admirable, no te has caído jamás, luchaste hasta que venciste y me llevaste a tu infierno, para mí, tú eres mi demonio.
No me quiero ir. Mis hijas me necesitan, quiero verlas crecer contigo y hacer de ellas lo que no tuve . No soy el ejemplo de mejor madre, quizás no lo sea nunca pero lo que sí sé es que quiero dar todo de mí, lo bueno y lo malo. Por primera vez en mi vida, he hecho algo maravilloso contigo, nuestras dos hijas. Mi pequeño tesoro que lleva tanto tuyo como mío. No puedo verte desolado, herido de muerte al ver que la vida se me escapa en un suspiro. Oigo tu voz, me impulsa a seguir luchando y lo hago, puedes apreciarlo en cómo no dejo que mis ojos se cierren.
Sé lo que existe entre tú y yo, mon amour. Todo y nada.
Me aferro a tu cuello, con las fuerzas que me quedan. Puedo sentir la suave piel de las pequeñas, solo con estirar mis dedos puedo tocar sus cabezas. El cabello fino me acaricia la yema de los dedos, ¿sabes? me recuerda al tacto de tu pelo cuando intento peinarlo sin resultado, tan rebelde como nosotros. Necesito mirarte una vez más a los ojos pero soy incapaz de abrirlos. Lucho, tu voz impide que me duerma, renazca a cada palabra.
Me enamora oírte. Me encanta mirarte. Me vuelves loca Hoör Cannif.
Atrás nos dejamos el calvario y nuestra esperanza, una nueva oportunidad para volver a intentarlo. Llévame a casa, mi amor. Despiértame con tu risa , tu risa…mi melodía favorita, bésame como si fuese la última vez, hagamos el amor como si el mundo se acabase. Volvámonos locos al otro. Tu calor…tu calor mi refugio, me refugio en ti para darme vida. Tomo aire, intento recomponerme , solo quiero dormir pero… contigo.
-Te he salvado ¿Verdad? -apenas puedo susurrar más, me sumerjo en el sueño… el descanso que tanto ansío, el que me dará fuerzas para vivir. Y vivir una vida contigo, es lo único que me importa. Me cuesta abrir los ojos, me pesan… pero aún así sonrío porque las oigo. Oigo a nuestras hijas llorar desconsoladamente en busca de mi calor. Me acercas una de ellas, es como tú. unos ojos oscuros como la misma noche, ese pelo ensortijado negro. Tú, tomas a la de piel clara, cabello de oro. Es como tu Valeria.
-Ahora sí… bienvenido a mi infierno, mon amour -sonrío ampliamente, no puedo ser más feliz, débil pero a tu lado me hago fuerte.
No me quiero ir. Mis hijas me necesitan, quiero verlas crecer contigo y hacer de ellas lo que no tuve . No soy el ejemplo de mejor madre, quizás no lo sea nunca pero lo que sí sé es que quiero dar todo de mí, lo bueno y lo malo. Por primera vez en mi vida, he hecho algo maravilloso contigo, nuestras dos hijas. Mi pequeño tesoro que lleva tanto tuyo como mío. No puedo verte desolado, herido de muerte al ver que la vida se me escapa en un suspiro. Oigo tu voz, me impulsa a seguir luchando y lo hago, puedes apreciarlo en cómo no dejo que mis ojos se cierren.
Sé lo que existe entre tú y yo, mon amour. Todo y nada.
Me aferro a tu cuello, con las fuerzas que me quedan. Puedo sentir la suave piel de las pequeñas, solo con estirar mis dedos puedo tocar sus cabezas. El cabello fino me acaricia la yema de los dedos, ¿sabes? me recuerda al tacto de tu pelo cuando intento peinarlo sin resultado, tan rebelde como nosotros. Necesito mirarte una vez más a los ojos pero soy incapaz de abrirlos. Lucho, tu voz impide que me duerma, renazca a cada palabra.
Me enamora oírte. Me encanta mirarte. Me vuelves loca Hoör Cannif.
Atrás nos dejamos el calvario y nuestra esperanza, una nueva oportunidad para volver a intentarlo. Llévame a casa, mi amor. Despiértame con tu risa , tu risa…mi melodía favorita, bésame como si fuese la última vez, hagamos el amor como si el mundo se acabase. Volvámonos locos al otro. Tu calor…tu calor mi refugio, me refugio en ti para darme vida. Tomo aire, intento recomponerme , solo quiero dormir pero… contigo.
-Te he salvado ¿Verdad? -apenas puedo susurrar más, me sumerjo en el sueño… el descanso que tanto ansío, el que me dará fuerzas para vivir. Y vivir una vida contigo, es lo único que me importa. Me cuesta abrir los ojos, me pesan… pero aún así sonrío porque las oigo. Oigo a nuestras hijas llorar desconsoladamente en busca de mi calor. Me acercas una de ellas, es como tú. unos ojos oscuros como la misma noche, ese pelo ensortijado negro. Tú, tomas a la de piel clara, cabello de oro. Es como tu Valeria.
-Ahora sí… bienvenido a mi infierno, mon amour -sonrío ampliamente, no puedo ser más feliz, débil pero a tu lado me hago fuerte.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 26/05/2016
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