Reencuentro con el pasado (Privado)

Recién había pisado de nuevo el suelo Parisino el cual parecía no haber cambiado nada en este tiempo que había estado fuera. Quizás era más esperanza mía el cambio que en las propias ciudades que había visitado en todo este tiempo. Por más que había querido evitarlo me fue imposible retrasarlo más. Estaba seguro que mis fantasmas aún seguían vivos y no era consciente hasta qué punto les tenía miedo o podían hacerme daño internamente. Lo intentaba ocultar lo más posible hasta decir basta. Podía parecer un niño, pero era la mejor forma de vivir o tener un nuevo comienzo. No tenía demasiados buenos recuerdos de aquel lugar y tampoco quería llegar lo que había sido mi hogar durante aquel tiempo. Decidí deshacerme de todo lo que me hiciera recordar cualquier cosa que había intentado eliminar. La nueva vivienda que había comprado estaba casi a las afueras y su entrada tenía unos jardines tan amplios que podías perderte en ellos. La mansión no era para nada pequeña y tampoco me podía quejar en cuanto espacio. No había movido un dedo para el tema de amueblarla o incluso el servicio, todo se lo había dejado en manos de mi confidente que siempre había estado a mi lado.

Me había bajado del carruaje que me llevaba hacia mi nueva casa para caminar por las calles de Paris lentamente fijándome en cada detalle a medida que avanzaba entre callejones. En cada lado del camino había viviendas de gente modesta y estarían en su interior a la hora de la cena disfrutando de la compañía de sus familias. Aunque no todo será oro lo que reluce y seguramente más de algún habitante de esas casas estaría deseando que alguien los salvara o al menos si situación cambiara. Había ordenado al servicio que lo anterior de mi vida fuera entregado a personas que lo necesitaran mas. A medida que avanzaba el camino el ambiente iba cambiando hasta acabar en un barrio que era totalmente nauseabundo. El olor era bastante repulsivo, había llegado hasta los suburbios a mi parecer donde la gente necesitaba más ayuda. Mi paso se detuvo, así como mi mente porque no me había dado cuenta de cuando fue el momento en el que llegue hasta ese lugar pues mi mente había estado dando vuelta a muchos recuerdos.

El aire se había vuelto más denso que antes, con la misma me gire para dar vuelta hasta lo que podía ver frente a mí era el camino dejado atrás. Detuve mi paso por un segundo, pero sacudí la cabeza como para despejarla y echar todos los pensamientos a volar. Me dirigí hacia mi nuevo hogar el cual aún no había ni visto. Pasó bastante tiempo hasta que llegue hasta mi destino. No tenía ninguna prisa pues nadie me esperaba y tampoco era que me preocupara el volver tan tarde o tan temprano según se mirara. Todo estaba en completo silencio y la iluminación de la entrada dejaba visible los amplios muros de piedra a ambos lados de la enorme verja la cual llevaba un grabado en el centro. En su interior seguramente me estarían esperando los empleados por si necesitaba algo, aunque a estas alturas de la vida creo que era poco lo que podía llegar a necesitar y más que mi confidente podía saberlo.

Una vez crucé las puertas de aquella mansión me dirigí directo al baño para relajarme en la bañera y perderme un poco entre sus aguas. Después de ello tome la toalla envolviendo mi cintura y otra para ir secándome los cabellos mientras por mi pecho bajaban las gotas de agua. Al abrir la puerta que daba hacia mi habitación me llamo la atención algo que había sobre la cama… Cuando me aproximé para ver de qué se trataba, aunque su aroma era inconfundible y bastante delicioso tenía que admitir. Lentamente me fui acercando para descubrir a la propietaria de aquel dulce aroma. Era una joven y por su aspecto me hacía pensar que mi confidente la había traído o como mi cena o como mi diversión, aunque sabía que no solía tener contacto con nadie. Aún no había podido verla ya que estaba sentada y de espaldas a mí. -Buenas noches… Siento que la hayan hecho venir para nada, pero si lo desea coja la bolsa que esta sobre la mesilla y puede retirarse, pediré que la lleven hasta su casa.- Mi confidente había tomado bien todo los detalles en cuanto a dejar listo el dinero y me había percatado de ello. No me gustaba el uso de mujeres como objeto así sin mas y mi hambre la tenia controlada, alimentándome en momentos puntuales.