Principio y final [Privado Flashback]

Niebla espesa. Apenas se podía vislumbrar el horizonte desde su posición. El momento había llegado. La manada estaba preparada para la lucha, el honor , la victoria. Muchos caerían, quizás ninguno viviese para contarlo pero lo que nunca harían jamás sería rendirse. Nació preparada, sería otra batalla más ganada. Olor a tierra mojada, viento que azota fuerte en sus rostros. Olía a lucha, sangre que derramarían hasta no quedar ni uno en pie.

No habría piedad, debían morir. Entre ellos las disputas y las diferencias terminaron desembocando en una lucha con este fin. Una en el que daría muerte a todo aquel que se pusiese en su camino, desafiándoles, no importando otro motivo que finalizar con aquella batalla en donde humanos y bestias se enfrentarían en un duelo final. No era la primera batalla, a sus espaldas podía presumir de gloriosas victorias guiadas y planeadas por sí misma. El linaje de su familia debía quedar victorioso, reconocido como siempre había sido.

El enfrentamiento duró horas, hermanos cayeron ante sus ojos, dando su vida y defendiendo el honor de su manada, orgullosa que reconocería cada alma perdida. Sangre esparcida, muerte que volaba en forma de ave sobre sus cabezas. Acechando para terminar por devorar los cuerpos inertes. Avanzaba a cada vida que arrebataba, sin piedad y miramientos de quien fuese. Desconocidos, enemigos que perecerían por alcanzar la misma victoria, escalar la montaña para alzar su honor a sus dioses.

Sangre cubría su cuerpo, el pelaje impregnado de carmesí y ninguna era suya. Aún en forma de licántropo, recorrió el lugar en busca de más sangre… más enemigos con que finalizar la masacre. Cuerpos amontonados, gritos de dolor , humanos con algún que otro miembro arrancado y pedía, suplicaba que terminase con su vida. Desafiante, alzó la cabeza a un guerrero al que le faltaban las dos piernas, suplicaba clemencia… acabase con su sufrimiento y aceptó su petición, zarpazo en su pecho, corazón que dejó de latir.

Ocurrió muy deprisa, comprobó que ningún guerrero humano quedase en pie...pero aún faltaba uno. Y hubo un momento en el que el silencio reinó en el lugar. Silencio. Apenas duró unos segundos, unos pasos , aliento entrecortado… quedaba uno. Corrió aprisa hacia el lugar, clavando sus orbes ambarinas en el guerrero. No se rendía, seguía manteniéndose en pie cuando todos sus compañeros de batalla caídos. Orbes azules como el mismo cielo. Fue instantáneo, sintió como si la espada que portaba en su mano le hubiese atravesado el pecho, dejándola débil y a su suerte.

Y así fue con el Alfa de la manada, herido de muerte. La manada, quedó desconcertada, un simple humano había cogido a traición al líder y le había dado muerte sin contemplaciones. No tardaron en haber represalías, los licántropos corrieron a su encuentro para despedazarlo ...cobrarse la venganza de tal vil acto. Ella, aceleró el paso, interponiéndose, aullando e indicando que se retirasen...allí ya estaba todo servido. Ellos quedaban muchos y él uno solo, era de cobardes atacar al solitario guerrero. Le dejó herido, a su suerte pero vivo.

Dama blanca coronando el celo, la estrategia marcada. Mi frente contra la de Hakon, un golpe en mi nuca de la mano de mi hermano y un “aguantar” que escapó de mis labios antes de separarme para saltar sobre mi negruzca montura.
Hakon se encargarían de prestar batalla de frente, guiaría a los vikingos a la victoria, mas a muchos de ellos al Valhalla esta noche.
Oía sus cánticos de guerra mientras a caballo azuzaba a mis tropas para la batalla. Los míos rugían, golpeaban sus escudos con las espadas creando el ruido de mil truenos cayendo desde el cielo.

Alcé la mirada, Heimdal nos observaba, abría para nosotros las puertas de Asgar y las Valquirias se movian nerviosas escogiendo a los guerreros que caeríamos en la batalla.
Ladeé la sonrisa, la guerra era mi vida, si tenia que morir hoy que asi fuera, mas no iria ocn miedo a cenar a la mesa de Odin, si no sonriendo.
Rugí espoleando al caballo, me crucé con la imagen de Synnobe acercarse a Hakon para con sangre del sacrificio dispuesto para nuestros dioses manchar el rostro de nuestro hermano mayor para que Thor lo protegiera.

Mi tropa se encargaría de cerrar desde atrás al ejercito contrario, les atacaríamos desde dos puntos distinto y Niels y padre después sentenciarían los flancos. Seria una jaula perfecta de donde nadie saldría vivo.
Synnobe guiaba a las arqueras, lluvia de fuego que iluminaria el cielo para después las saetas invisibles hacer el papel de matar y morder.

Todo estaba planeado, medido, hasta la bruma del bosque hoy acompañaba a esta gesta que marcaría si no la guerra, si una victoria bien merecida.
El vaho de la agitada respiración del corcel se fundía con el aire, cascos que alzaban hambrientos la tierra húmeda del norte, esa que hoy acabaría bañada de sangre.
Los cuervos sobre nuestras cabezas, Odin nos miraba de cerca.

Mas no siempre lo planeado es respuesta certera y como si lo supieran agazapados entre la maleza una gran manada de licantropos emergieron de la nada dándonos caza.
Pronto los caballos quedaron o muertos a a la fuga. Sangre a mi alrededor, miembros cercenados, cabezas rodando, aquello era una masacre para la que no estaba preparado.
Ladeé la sonrisa girando la espada para provocarlos, estaba ensangrentado, herido, mas no muerto y mientras mis piernas me mantuvieran en pie, seguiría mordiendo con el filo de mi acero.

Alcé la mirada hundiéndola en el licano mas grande, ese y no otro seria mi rival, pues como mi padre decía “ saja la cabeza del líder y se quedaran sin piernas”.
Aquella fue una gesta donde la sangre, el acero, las garras y los dientes marcaron nuestro cuerpo a fuego, mas esa noche los dioses estaban conmigo. Mi bastarda rugió con saña cuando atravesó el pecho del enemigo, la bestia aulló de dolor mientras yo incrustaba con mas fuerza la hoja hasta casi meter la mano en su pecho.

Me giré tambaleándome cuando su cuerpo calló inerte, rostro plagado de sangre ajena, la propia por mi cuerpo.
Ni fuerzas me quedaban para sacar la espada, así que de mi cinto saque dos dagas, brazos en cruz pidiendo mas guerra, que vinieran y por Odin que iban a hacerlo hasta que una loba se interpuso entre la manada y mi cuerpo. Sus ojos ámbar es lo ultimo que vi antes de desmoronarme malherido en el suelo.


Una semana después:

Como de costumbre Niels y yo habíamos salido aquella noche a una cochambrosa taberna donde nos reuníamos con la mayoría de los hombres. La Hidromiel corría desde hacia ya varias horas, todos reíamos muy animados contándonos mil y una batallas, no todas ella marcadas por la espada.
Las mujeres norteñas tendían a acapara nuestra atención .Niels y yo meditábamos cual de las presentes tendría la suerte de abrirnos sus piernas.
Mas hidromiel, mas risas, bromas varias hasta que mis ojos acapararon la mirada de una mujer que entró cubierta por unas tupidas pieles a la taberna, parecía buscar a alguien, no tardé en reconocer la mirada de la que me salvo la vida una vez.

Le di un codazo a mi primo, para que me cubriera, iba a acercarme a esa. Así me acerqué a la misteriosa mujer, una de mis manos contra la pared cortandole el paso, me asomé para mirar debajo de su capucha, mis azules contra sus pardos.
-¿No estas muy lejos de casa? Creo loba que te has equivocado de camino, o quizás ..-ladeé la sonrisa con aire engreído -¿buscas algo o alguien?...

Fin.