AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En fuga [Privado]
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En fuga [Privado]
La mano de Darcell acarició cuidadosamente y con cariño los cabellos de la mujer que se encontraba a su lado.
- Te amo Delphine – susurró antes de sonreírle. La Mallarmé, la mujer que el cazador había decido amar era sencillamente maravillosa. Demasiado valiente y sobre todo dispuesta a acompañarlo en aquella complicada travesía para descubrir el paradero del hijo de ambos, el fruto del amor que la familia de Delphine había tratado de destruir, primero arrancando al bebé de los brazos de su madre y después, haciendo que la pareja se olvidase por completo. Para fortuna de los amantes, su amor era más poderoso que cualquier intento del tío de Delphine por separarlos y después de meses vagando cada uno por París, el destino los llevó a re encontrarse en un café, lugar donde prometieron no separarse nuevamente y juntos enfrentar las adversidades que surgieran a partir de su encuentro.
Decididos a dar con el paradero de su hijo y recuperarlo, los amantes habían pasado semanas siguiendo cada uno de los movimientos del tío de Delphine y aunque el hombre era sumamente precavido, en especial después de que su sobrina desapareciera tan misteriosamente, Darcell fue capaz de encontrar la situación perfecta para enfrentarlo directamente.
Aquella noche pues mientras esperaban la señal de un amigo de Darcell, ambos amantes esperaban a las afueras del cabaret. El tío de la Mallarme había asistido a aquel establecimiento por asuntos de negocios, mismos que el cazador y un par de compañeros planeaban echar a perder. Si bien el cazador trató de convencer a Delphine de que lo esperaba en el departamento que por ahora compartían, ella se negó tan firmemente que lo único que Darcell podía hacer ahora era expresarle cuanto la amaba y protegerla de todo una vez que estuvieran dentro.
– ¿Segura que quieres entrar? – preguntó para cerciorarse de que ella no se hubiera arrepentido.
- Te amo Delphine – susurró antes de sonreírle. La Mallarmé, la mujer que el cazador había decido amar era sencillamente maravillosa. Demasiado valiente y sobre todo dispuesta a acompañarlo en aquella complicada travesía para descubrir el paradero del hijo de ambos, el fruto del amor que la familia de Delphine había tratado de destruir, primero arrancando al bebé de los brazos de su madre y después, haciendo que la pareja se olvidase por completo. Para fortuna de los amantes, su amor era más poderoso que cualquier intento del tío de Delphine por separarlos y después de meses vagando cada uno por París, el destino los llevó a re encontrarse en un café, lugar donde prometieron no separarse nuevamente y juntos enfrentar las adversidades que surgieran a partir de su encuentro.
Decididos a dar con el paradero de su hijo y recuperarlo, los amantes habían pasado semanas siguiendo cada uno de los movimientos del tío de Delphine y aunque el hombre era sumamente precavido, en especial después de que su sobrina desapareciera tan misteriosamente, Darcell fue capaz de encontrar la situación perfecta para enfrentarlo directamente.
Aquella noche pues mientras esperaban la señal de un amigo de Darcell, ambos amantes esperaban a las afueras del cabaret. El tío de la Mallarme había asistido a aquel establecimiento por asuntos de negocios, mismos que el cazador y un par de compañeros planeaban echar a perder. Si bien el cazador trató de convencer a Delphine de que lo esperaba en el departamento que por ahora compartían, ella se negó tan firmemente que lo único que Darcell podía hacer ahora era expresarle cuanto la amaba y protegerla de todo una vez que estuvieran dentro.
– ¿Segura que quieres entrar? – preguntó para cerciorarse de que ella no se hubiera arrepentido.
Darcell Aubriot- Cazador Clase Media
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Re: En fuga [Privado]
Jamás volvería a separase de él, pensó mientras su mirada se perdía en los azules orbes del hombre que amaba, cerró sus ojos y cayó un suspiro, al sentir la caricia en sus cabellos, Delphine tembló al contacto de aquella mano, pues él era su esposo, su amante, su todo en la vida. Darcel, era el amor de su alma, de su corazón y por él estaba decidida a superar cualquier obstáculo que se le presentara, con tal de vivir felices el resto de su vida, juntos por todos los años que le tocara vivir, pero no solo como pareja, sino como padres, de aquel bebé que les habían robaron apenas nacer.
Elevó un poco su barbilla y abrió nuevamente sus ojos, para así hablarle, mirándole a los ojos, - también te amo, cielo mio - dijo apretando suavemente la mano de su esposo - no te preocupes, lograremos encontrar a nuestro pequeño James - sonrió, con un dejo de tristeza, pues no podía dejar de temer, de pensar en lo que podría estar viviendo aquella pequeña criatura, ¿quien abrazaría, a su pequeño, cuando sentía miedo, hambre o frío? ¿quien cuidaba de él cuando la fiebre le hacía temblar? eran algunas de las preguntas que se amontonaban en su cabeza, cada noche, cuando apretándose al cálido cuerpo de su esposo, intentaba conciliar el sueño, ¿como podía dormir, si su niño se encontraba allí afuera, lejos de ellos, sufriendo sin el amor que sus verdaderos padres podrían darle? Ese profundo temor, la llevaba a no poder quedarse de brazos cruzados, esperando que Darcell regresara al apartamento. No, ella estaba decidida a acompañarle, tanto si él pensaba enfrentar a su tío, o pelear con un ejercito de sobrenaturales. Delphine, comprendía que su padrino, era el verdadero responsable de la desaparición de su pequeño hijo, y no dejaría que las cosas siguieran así, estaba decidida a exigirle que le devolviera a su hijo y que les dejara vivir sus vidas en paz.
Acarició la mejilla del cazador y besó sus labios, para luego abrazarse a él, - Pronto amor, pronto, nuestro bebé estará con nosotros - caviló, aunque el miedo le hacia doler el corazón, debía ser fuerte, estar a la altura de la valentía de su amado. Inspiró profundo y dejó salir en un suspiro todos los nervios y los temores que la hacían vacilar. Asintió con un movimiento de cabeza cuando él le preguntó si estaba lista para entrar al cabaret, - si amor, vamos, terminemos de una buena vez con ésta farsa -.
Elevó un poco su barbilla y abrió nuevamente sus ojos, para así hablarle, mirándole a los ojos, - también te amo, cielo mio - dijo apretando suavemente la mano de su esposo - no te preocupes, lograremos encontrar a nuestro pequeño James - sonrió, con un dejo de tristeza, pues no podía dejar de temer, de pensar en lo que podría estar viviendo aquella pequeña criatura, ¿quien abrazaría, a su pequeño, cuando sentía miedo, hambre o frío? ¿quien cuidaba de él cuando la fiebre le hacía temblar? eran algunas de las preguntas que se amontonaban en su cabeza, cada noche, cuando apretándose al cálido cuerpo de su esposo, intentaba conciliar el sueño, ¿como podía dormir, si su niño se encontraba allí afuera, lejos de ellos, sufriendo sin el amor que sus verdaderos padres podrían darle? Ese profundo temor, la llevaba a no poder quedarse de brazos cruzados, esperando que Darcell regresara al apartamento. No, ella estaba decidida a acompañarle, tanto si él pensaba enfrentar a su tío, o pelear con un ejercito de sobrenaturales. Delphine, comprendía que su padrino, era el verdadero responsable de la desaparición de su pequeño hijo, y no dejaría que las cosas siguieran así, estaba decidida a exigirle que le devolviera a su hijo y que les dejara vivir sus vidas en paz.
Acarició la mejilla del cazador y besó sus labios, para luego abrazarse a él, - Pronto amor, pronto, nuestro bebé estará con nosotros - caviló, aunque el miedo le hacia doler el corazón, debía ser fuerte, estar a la altura de la valentía de su amado. Inspiró profundo y dejó salir en un suspiro todos los nervios y los temores que la hacían vacilar. Asintió con un movimiento de cabeza cuando él le preguntó si estaba lista para entrar al cabaret, - si amor, vamos, terminemos de una buena vez con ésta farsa -.
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: En fuga [Privado]
Los ojos de Delphine se encontraron con los suyos y como siempre, ella pudo leer sus sentimientos de manera clara. Su esposa sabía que temía que su búsqueda resultase infructuosa y que nunca encontrasen a su pequeño James, pero era la esperanza de Delphine de que todo saldría bien, lo que llevaba a Darcell a asentir, a continuar con los planes que tenían y a esperar de corazón que todo saliera bien.
– Tienes razón amor, todo saldrá bien – apretó la mano de su esposa – pronto estaremos lejos, a salvo, con nuestro hijo a nuestro lado y seremos felices – sonrió – seremos la pareja más feliz del mundo, te lo prometo – y si prometía aquello era porque de verdad se merecían ser felices, Delphine más que él.
Un tanto más tranquilo con respecto a encontrar a su hijo, quedaba el siguiente asunto que alteraba al cazador. La presencia de su esposa esa noche. La misión que realizarían no era sencilla, estaría colmada de peligros y lo último que deseaba Darcell era que Delphine peligrara, que él fuera incapaz de protegerla y algo le sucediera, por eso fue que la interrogo sobre su decisión de acompañarlo. Como respuesta recibió un beso y un fuerte abrazo, mismos que le indicaron a Darcell que nada la haría cambiar de opinión.
– Me case con la mujer más valiente de todo París – se apresuro a decir antes de que ella se separase de él y le dijera que era momento de terminar con todo aquello – antes de irnos… – sujeto fuerte la mano de su esposa – Tienes que llevar esto, solo para que me sienta más tranquilo yo y para que seas capaz de defenderte si algo sucede y no estoy cerca – sentenció antes de entregarle a Delphine un pequeño cuchillo, siendo ese además el motivo en el que el amigo del cazador hacía la seña de que era momento de entrar – es solo por si estas en peligro – dicho eso, se incorporo, beso a su esposa en la frente – ahora, es el momento… – y juntos, se dirigieron a la entrada del cabaret, donde ya los esperaba el amigo de Darcell y su cómplice de la noche.
– Tienes razón amor, todo saldrá bien – apretó la mano de su esposa – pronto estaremos lejos, a salvo, con nuestro hijo a nuestro lado y seremos felices – sonrió – seremos la pareja más feliz del mundo, te lo prometo – y si prometía aquello era porque de verdad se merecían ser felices, Delphine más que él.
Un tanto más tranquilo con respecto a encontrar a su hijo, quedaba el siguiente asunto que alteraba al cazador. La presencia de su esposa esa noche. La misión que realizarían no era sencilla, estaría colmada de peligros y lo último que deseaba Darcell era que Delphine peligrara, que él fuera incapaz de protegerla y algo le sucediera, por eso fue que la interrogo sobre su decisión de acompañarlo. Como respuesta recibió un beso y un fuerte abrazo, mismos que le indicaron a Darcell que nada la haría cambiar de opinión.
– Me case con la mujer más valiente de todo París – se apresuro a decir antes de que ella se separase de él y le dijera que era momento de terminar con todo aquello – antes de irnos… – sujeto fuerte la mano de su esposa – Tienes que llevar esto, solo para que me sienta más tranquilo yo y para que seas capaz de defenderte si algo sucede y no estoy cerca – sentenció antes de entregarle a Delphine un pequeño cuchillo, siendo ese además el motivo en el que el amigo del cazador hacía la seña de que era momento de entrar – es solo por si estas en peligro – dicho eso, se incorporo, beso a su esposa en la frente – ahora, es el momento… – y juntos, se dirigieron a la entrada del cabaret, donde ya los esperaba el amigo de Darcell y su cómplice de la noche.
Darcell Aubriot- Cazador Clase Media
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Re: En fuga [Privado]
Suspiró, al sentir el abrazo de su esposo, - mi esposo - pensó, mientras se apretujaba a él, jurando que no deseaba dejar de abrazase a él, de poder disfrutar del calor de sus brazos, del perfume de su piel, que inundaba sus fosas nasales y la hacían temblar de la emoción. Estaba locamente enamorada de aquel hombre, de ese ángel que la había salvado tantas veces en el pasado y que a pesar de haber sido victimas de un ardid para separarlos, no pudieron hacer que hechizo alguno, ni manipulación de memoria, lograra borrar el amor que los unía, ni la admiración y respeto que cada uno sentía por el otro.
Pero la verdad era una sola, y ésta consistía en que solo su familia, había puesto impedimento en la unión, en el amor que se profesaban, llegando a quitarles lo mas preciado, el fruto inocente de aquel amor, su hijo, una victima secundaria de aquel ardid. Cuando Darcell, mensionó que ella era la mujer mas valiente de todo Paris, no pudo dejar de sonrosarse puesto que ni por asomo, podía considerarse valiente o temeraria, por el contrario, siempre había sido temerosa, pero, ¿como no luchar a la par de su esposo, si era en parte responsable de lo que había pasado? ¿porque se había quedado al lado de su padre, cuando supo que estaba embarazada? debería haber dejado todo y correr a los brazos de su amado, él los hubiera protegido, mas no supo si fue parte de aquel conjuro, o solo el miedo de hacer que su padre se enfadara a tal punto que fuera capaz de atacarla físicamente, hiriéndola o poniendo en peligro el embarazo. Fuera una u otra la razón, había permanecido alejada de su amado, dando la oportunidad a los enemigos de Darcell, de quitarle lo que mas amaba, a su propia sangre.
Pensando en todo eso se encontraba, cuando Darcell le entregó el arma, un cuchillo, pequeño, pero peligroso, tanto así, que podría poner en riesgo la vida de quien intentara atacarla. Tragó saliva al recibirlo y sus manos temblaron levemente, antes de esconderlo entre sus ropas. Tras prometer que se cuidaría y no alejaría de su lado, caminó, con paso seguro, tras su amado. Estaba mas que decidida a enfrentar lo que hubiera tras esas puertas. Observó como el amigo de Darcell, abría la puerta y un universo totalmente desconocido para la Mallarmé, se abrió ante sus ojos.
Pero la verdad era una sola, y ésta consistía en que solo su familia, había puesto impedimento en la unión, en el amor que se profesaban, llegando a quitarles lo mas preciado, el fruto inocente de aquel amor, su hijo, una victima secundaria de aquel ardid. Cuando Darcell, mensionó que ella era la mujer mas valiente de todo Paris, no pudo dejar de sonrosarse puesto que ni por asomo, podía considerarse valiente o temeraria, por el contrario, siempre había sido temerosa, pero, ¿como no luchar a la par de su esposo, si era en parte responsable de lo que había pasado? ¿porque se había quedado al lado de su padre, cuando supo que estaba embarazada? debería haber dejado todo y correr a los brazos de su amado, él los hubiera protegido, mas no supo si fue parte de aquel conjuro, o solo el miedo de hacer que su padre se enfadara a tal punto que fuera capaz de atacarla físicamente, hiriéndola o poniendo en peligro el embarazo. Fuera una u otra la razón, había permanecido alejada de su amado, dando la oportunidad a los enemigos de Darcell, de quitarle lo que mas amaba, a su propia sangre.
Pensando en todo eso se encontraba, cuando Darcell le entregó el arma, un cuchillo, pequeño, pero peligroso, tanto así, que podría poner en riesgo la vida de quien intentara atacarla. Tragó saliva al recibirlo y sus manos temblaron levemente, antes de esconderlo entre sus ropas. Tras prometer que se cuidaría y no alejaría de su lado, caminó, con paso seguro, tras su amado. Estaba mas que decidida a enfrentar lo que hubiera tras esas puertas. Observó como el amigo de Darcell, abría la puerta y un universo totalmente desconocido para la Mallarmé, se abrió ante sus ojos.
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: En fuga [Privado]
Los motivos que los hicieron actuar de determinadas maneras en el pasado ya no importaban más. No importaba el tiempo que pasaron separados, ni tampoco el que ambos se hubieran olvidado durante ese periodo de tiempos; lo que ahora realmente interesaba al Aubriot era que estaba al lado de la mujer que amaba y que pronto, también tendrían a su hijo a su lado; o al menos eso era lo que aquella pareja esperaba que sucediera.
Darcell notó como la mano temblorosa de Delphine sujetaba el cuchillo que él le ofrecía. El cazador era capaz de ver el temor en los ojos de su amada al contemplar aquella arma, sin embargo, él no podía estar seguro de si el temor de la Mallarmé se debía a imaginarse a si misma herida o hiriendo a alguien más. Por la razón que fuera que la mirada de Delphine transmitía aquel temor, Darcell trató de calmarla.
– Ya veras que no deberás recurrir a esta arma – tras decir aquello, sujeto la mano de su esposa y la besó – te he pedido que la lleves solo para sentirme yo más seguro – una sonrisa apareció en el rostro del cazador, quien después de decir aquello sujeto más firmemente la mano de su amada y con paso firme, la llevo hasta el interior del cabaret.
Dentro de aquel establecimiento reinaba la penumbra, el humo del tabaco y otras tantas sustancias traídas de tierras lejanas. En cada una de las mesas, se encontraban hombres de clases altas. Sujetos poderosos que iban a aquel lugar a deleitarse la pupila con los espectáculos ofrecidos por las artistas, aunque muchos otros también iban con motivos laborales. Mezclar los negocios con el placer, siempre parecía ser una buena idea. Darcell apretó fuerte la mano de su esposa y sonrió; ellos, aunque fueran una dupla peculiar, estaban ahí como muchos otros, “por negocios”.
La pareja avanzaba con precaución o lo hicieron hasta que el compañero de Darcell se detuvo frente al cazador y levantando sutilmente la mano derecha, señalando al hombre que buscaban, sentado plácidamente en una mesa, aguardando probablemente por su cita de la noche. Una lástima que la reunión fuera a ser modificada de último momento.
Una mirada cargada de amor, una mirada que decía que todo estaría bien fue lo que el Aubriot le dedico a Delphine. Después de eso, ambos siguieron los pasos del amigo de Darcell que como si fuera dueño de aquel lugar, llegó hasta la mesa ocupada únicamente por el familiar que los esposos buscaban. Que aquel hombre tomará asiento fue solamente el inicio, ya que después de él, fue Delphine quien se sentó con Darcell a su lado, observando fijamente al hombre a quien iba a enfrentar, hombre que ya lo miraba con temor.
– Espero que este pasando una velada agradable y que nuestra presencia no vaya a incomodarle – después de eso, guardo silencio. Aquel individuo bien sabía a o que iban, así que la pregunta era, ¿Escupiría todo sin que le interrogaran o tendrían que usar la fuerza para conseguir información?.
Darcell notó como la mano temblorosa de Delphine sujetaba el cuchillo que él le ofrecía. El cazador era capaz de ver el temor en los ojos de su amada al contemplar aquella arma, sin embargo, él no podía estar seguro de si el temor de la Mallarmé se debía a imaginarse a si misma herida o hiriendo a alguien más. Por la razón que fuera que la mirada de Delphine transmitía aquel temor, Darcell trató de calmarla.
– Ya veras que no deberás recurrir a esta arma – tras decir aquello, sujeto la mano de su esposa y la besó – te he pedido que la lleves solo para sentirme yo más seguro – una sonrisa apareció en el rostro del cazador, quien después de decir aquello sujeto más firmemente la mano de su amada y con paso firme, la llevo hasta el interior del cabaret.
Dentro de aquel establecimiento reinaba la penumbra, el humo del tabaco y otras tantas sustancias traídas de tierras lejanas. En cada una de las mesas, se encontraban hombres de clases altas. Sujetos poderosos que iban a aquel lugar a deleitarse la pupila con los espectáculos ofrecidos por las artistas, aunque muchos otros también iban con motivos laborales. Mezclar los negocios con el placer, siempre parecía ser una buena idea. Darcell apretó fuerte la mano de su esposa y sonrió; ellos, aunque fueran una dupla peculiar, estaban ahí como muchos otros, “por negocios”.
La pareja avanzaba con precaución o lo hicieron hasta que el compañero de Darcell se detuvo frente al cazador y levantando sutilmente la mano derecha, señalando al hombre que buscaban, sentado plácidamente en una mesa, aguardando probablemente por su cita de la noche. Una lástima que la reunión fuera a ser modificada de último momento.
Una mirada cargada de amor, una mirada que decía que todo estaría bien fue lo que el Aubriot le dedico a Delphine. Después de eso, ambos siguieron los pasos del amigo de Darcell que como si fuera dueño de aquel lugar, llegó hasta la mesa ocupada únicamente por el familiar que los esposos buscaban. Que aquel hombre tomará asiento fue solamente el inicio, ya que después de él, fue Delphine quien se sentó con Darcell a su lado, observando fijamente al hombre a quien iba a enfrentar, hombre que ya lo miraba con temor.
– Espero que este pasando una velada agradable y que nuestra presencia no vaya a incomodarle – después de eso, guardo silencio. Aquel individuo bien sabía a o que iban, así que la pregunta era, ¿Escupiría todo sin que le interrogaran o tendrían que usar la fuerza para conseguir información?.
Darcell Aubriot- Cazador Clase Media
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Re: En fuga [Privado]
La sola presencia de su amado, el contacto de su mano en la suya, le transmitieron una paz que la reconfortó. No estaban por hacer nada malo, solo buscaban la verdad. El hombre a quien iban a enfrentar, les había hecho un daño casi irreparable. Aunque en el fondo del alma de la joven, suplicaba a los cielos, que el paradero de su niño, saliera a la luz, esa misma noche, puesto que no podía soportar pensar que su bebé, estaba en manos de extraños, de los que no sabía ni como lo estaba tratando, ni si aún vivía. Se contaban tantas historias horrorosas, de niños entregados a familias que los trataban peor que a animales, hasta incluso asesinarlos, que de solo pensar en la posibilidad de un final así para su tesoro, estuvo a punto de desfalleces. Mas el amarre de la mano del Albriot, la confortó.
Sonrió con un dejo de tristeza y suspiró, al tiempo que asentía, ¡claro que lo acompañaría! enfrentarían a ese hombre despreciable, que se hacía pasar por amigo, y le exigiría la información para salvar a su pequeño. Con el valor de quien sabe tiene la verdad por delante, y estando seguros de que ya nada podrían hacer en contra de ellos. Entraron a ese local, Delphine, tan solo entrar, se sorprendió de todo lo que allí pasaba. Los hombres, de clase alta, que se reunían allí, vestidos elegantemente, departiendo entre otros hombres de negocios, políticos corruptos, extranjeros excéntricos, y mujeres que aun estando vestidas correctamente, daban la impresión de ser un tipo de damas, muy diferente a lo que ella era.
La Joven bajó la vista al suelo, cohibida ante la mirada descarada de algunos hombres, que parecían observarla como una manada de lobos, a una oveja que se habría extraviado en el atardecer. Apretó de forma instintiva la mano de su esposo, como si en esa fútil acción, él pudiera cubrirla y protegerla de cualquier peligro. Los pasos fueron guiándola a una mesa en especifico, en la que desde una cierta distancia, pudo contemplar al hombre que les había hecho tanto daño, a su propio padrino. Tragó saliva, el terror, a la verdad, le atenazaba el corazón y el cuello. Como un autómata, se sentó al lado del Albriot, y dirigió sus ojos a los fríos orbes de quien se suponía debía haber cuidado de ella, cuando se creyó abandonada.
Tras un silencio incomodo, se oyó decir - ¿Porque nos hiciste tanto daño? - el desprecio en los ojos del ser, le helaron la sangre, - niña boba, si tan solo hubieras elegido bien, si no dejaras que el amor nublara tu mente, sabrías que todo lo hice por tu bien... - las palabras fueron escupidas de aquellos labios fríos y muertos del vampiro, - él jamás podrá darte lo que yo te ofrecería a manos llenas -.
Sonrió con un dejo de tristeza y suspiró, al tiempo que asentía, ¡claro que lo acompañaría! enfrentarían a ese hombre despreciable, que se hacía pasar por amigo, y le exigiría la información para salvar a su pequeño. Con el valor de quien sabe tiene la verdad por delante, y estando seguros de que ya nada podrían hacer en contra de ellos. Entraron a ese local, Delphine, tan solo entrar, se sorprendió de todo lo que allí pasaba. Los hombres, de clase alta, que se reunían allí, vestidos elegantemente, departiendo entre otros hombres de negocios, políticos corruptos, extranjeros excéntricos, y mujeres que aun estando vestidas correctamente, daban la impresión de ser un tipo de damas, muy diferente a lo que ella era.
La Joven bajó la vista al suelo, cohibida ante la mirada descarada de algunos hombres, que parecían observarla como una manada de lobos, a una oveja que se habría extraviado en el atardecer. Apretó de forma instintiva la mano de su esposo, como si en esa fútil acción, él pudiera cubrirla y protegerla de cualquier peligro. Los pasos fueron guiándola a una mesa en especifico, en la que desde una cierta distancia, pudo contemplar al hombre que les había hecho tanto daño, a su propio padrino. Tragó saliva, el terror, a la verdad, le atenazaba el corazón y el cuello. Como un autómata, se sentó al lado del Albriot, y dirigió sus ojos a los fríos orbes de quien se suponía debía haber cuidado de ella, cuando se creyó abandonada.
Tras un silencio incomodo, se oyó decir - ¿Porque nos hiciste tanto daño? - el desprecio en los ojos del ser, le helaron la sangre, - niña boba, si tan solo hubieras elegido bien, si no dejaras que el amor nublara tu mente, sabrías que todo lo hice por tu bien... - las palabras fueron escupidas de aquellos labios fríos y muertos del vampiro, - él jamás podrá darte lo que yo te ofrecería a manos llenas -.
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: En fuga [Privado]
Estaba preparado para aquel enfrentamiento, no esperaba que fuera sencillo pero deseaba que acabase rápido y no por él, sino por su amada. Delphine le acompaño aquella noche porque ninguno quería separarse del otro, sin embargo, apenas entraron en el cabaret, Darcell percibió la incomodidad que su amada transmitía, esa que lo llevó a avanzar más rápido entre las mesas y llegar escupiendo una parte de su veneno sobre el padrino de su mujer, que los miraba a ambos con sorpresa y algo de temor.
El compañero del Aubriot sonrió. Se encontraba sentado al otro lado del inmortal y en su sonrisa se podía ver que se hallaba satisfecho, pues había sido él quien planeo junto a Darcell todo aquel acto que se desarrollaba. Lo único que no pareció alegrar ni a su compañero, ni al Aubriot, fue la manera en que el padrino de la Mallarmé se atrevía a responder a la pregunta de la fémina. El rostro del cazador amigo de Darcell transmitía un desprecio absoluto, mientras que la de Darcell era nada menos que una máscara llena de odio.
– No te atrevas a llamar boba a mi esposa, chupasangre – soltó el cazador – y no trates de decir que todo lo que hiciste fue por el bien de ella, que bien sabemos todos que lo que hiciste fue para tu beneficio – Aquel inmortal después de todo, siempre quiso usar a la Mallarmé a su voluntad, hacer de ella una marioneta que él pudiera usar y desechar a su antojo, pero para su mala suerte, antes de poder tener dominio completo sobre Delphine, el cazador llegó a su vida, para mostrarle quizás no una vida mejor pero si diferente, algo que para el padrino de la Mallarmé no era suficiente y que no tardó en hacerles saber una vez más – Tiene razón, probablemente jamás pueda ofrecerle a Delphine todo lo que usted le dio – observó entonces a la mujer a su lado – pero le daré lo que usted nunca le dio – una sonrisa apareció en los labios del cazador que dirigió su mirada al padrino de su esposa – ahora, volvamos al tema que realmente nos interesa – los cazadores que se encontraban en aquella mesa intercambiaron miradas y sacaron ambos de sus bolsillos armas contra vampiros.
El Aubriot estaba en aquel lugar dispuesto a llevarse respuestas, aunque para conseguirlas necesitara usar la fuerza y eso se volvió evidente cuando sobre la mesa aparecieron las armas destinadas a hacer sufrir al padrino de la Mallarmé.
– ¿Dónde esta nuestro hijo? – preguntó sin más, mientras que en la mano derecha sostenía una pequeña botella de cristal con agua bendita.
El compañero del Aubriot sonrió. Se encontraba sentado al otro lado del inmortal y en su sonrisa se podía ver que se hallaba satisfecho, pues había sido él quien planeo junto a Darcell todo aquel acto que se desarrollaba. Lo único que no pareció alegrar ni a su compañero, ni al Aubriot, fue la manera en que el padrino de la Mallarmé se atrevía a responder a la pregunta de la fémina. El rostro del cazador amigo de Darcell transmitía un desprecio absoluto, mientras que la de Darcell era nada menos que una máscara llena de odio.
– No te atrevas a llamar boba a mi esposa, chupasangre – soltó el cazador – y no trates de decir que todo lo que hiciste fue por el bien de ella, que bien sabemos todos que lo que hiciste fue para tu beneficio – Aquel inmortal después de todo, siempre quiso usar a la Mallarmé a su voluntad, hacer de ella una marioneta que él pudiera usar y desechar a su antojo, pero para su mala suerte, antes de poder tener dominio completo sobre Delphine, el cazador llegó a su vida, para mostrarle quizás no una vida mejor pero si diferente, algo que para el padrino de la Mallarmé no era suficiente y que no tardó en hacerles saber una vez más – Tiene razón, probablemente jamás pueda ofrecerle a Delphine todo lo que usted le dio – observó entonces a la mujer a su lado – pero le daré lo que usted nunca le dio – una sonrisa apareció en los labios del cazador que dirigió su mirada al padrino de su esposa – ahora, volvamos al tema que realmente nos interesa – los cazadores que se encontraban en aquella mesa intercambiaron miradas y sacaron ambos de sus bolsillos armas contra vampiros.
El Aubriot estaba en aquel lugar dispuesto a llevarse respuestas, aunque para conseguirlas necesitara usar la fuerza y eso se volvió evidente cuando sobre la mesa aparecieron las armas destinadas a hacer sufrir al padrino de la Mallarmé.
– ¿Dónde esta nuestro hijo? – preguntó sin más, mientras que en la mano derecha sostenía una pequeña botella de cristal con agua bendita.
Darcell Aubriot- Cazador Clase Media
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Re: En fuga [Privado]
Los ojos de Delphine se abrieron desmesuradamente, cuando su padrino, mostró esa forma de ser, ese carácter tan distinto al que ella había conocido. No supo bien que era, en realidad, lo que intentaba descubrir, pero de seguro, jamás había esperado que un ser al que había querido como un padre, la tratara tan despectivamente. Ni una sola palabra salió de sus labios, pues estaba en shock -¿Cómo puede ser que estuve tan cegada? creyendo que éste monstruo era un ser bueno y que me quería como a una hija. - se volvió a preguntar.
Escuchó a su esposo, a su amado Darcell, exasperarse ante las injustas palabras del vampiro. Las manos temblorosas de la Mallarmé, se posaron en el brazo, que bajo la tela de la camisa, se podía sentir el esfuerzo que debía hacer para no caerle a golpes en ese mismo momento, o sacar las armas de fuego e intentar acabar de una vez por todas con el maldito inmortal. Se aferró a su esposo, - Amor, no hagas caso de sus palabras, sabes que te he elegido a tí y lo haría una y mil veces... no permitas que te hiera - susurró hundiendo su rostro entre el brazo y el fuerte pecho de su esposo. Sabía que el vampiro era un asesino, puesto que le había escuchado hablar con su padre, jactándose de las veces que había matado a hombres imprudentes que le intentaron amenazar.
- Sigues siendo una pobre niña ingenua... ¿crees que conseguirás mantenerlo vivo si me enojo? - volvió a increpar el sobrenatural, - no digas tonterías, eres un patético cazador, cursi discurso en el que intentas demostrar a tu mujercita que eres lo mejor que le puede pasar... - sonrió con despreció, para luego en un movimiento casi imperceptible, cortar el lazo de terciopelo negro que Dephine tenía en su cuello, el que cayó pesadamente sobre la mesa - lo ves, cazador, si quisiera, lo que hubiera caído, sería la cabeza de tu esposa - rió, con una risa fría, despiadada, - ¿quieres ver dónde enterré a tu hijo? ¿o tienes la ingenua ilusión que lo mantendría con vida? - los ojos del vampiro fulguraron de placer, al ver la palidez en el rostro de la mujer, mientras una gota de sangre se deslizaba por el delgado y largo cuello femenino.
Escuchó a su esposo, a su amado Darcell, exasperarse ante las injustas palabras del vampiro. Las manos temblorosas de la Mallarmé, se posaron en el brazo, que bajo la tela de la camisa, se podía sentir el esfuerzo que debía hacer para no caerle a golpes en ese mismo momento, o sacar las armas de fuego e intentar acabar de una vez por todas con el maldito inmortal. Se aferró a su esposo, - Amor, no hagas caso de sus palabras, sabes que te he elegido a tí y lo haría una y mil veces... no permitas que te hiera - susurró hundiendo su rostro entre el brazo y el fuerte pecho de su esposo. Sabía que el vampiro era un asesino, puesto que le había escuchado hablar con su padre, jactándose de las veces que había matado a hombres imprudentes que le intentaron amenazar.
- Sigues siendo una pobre niña ingenua... ¿crees que conseguirás mantenerlo vivo si me enojo? - volvió a increpar el sobrenatural, - no digas tonterías, eres un patético cazador, cursi discurso en el que intentas demostrar a tu mujercita que eres lo mejor que le puede pasar... - sonrió con despreció, para luego en un movimiento casi imperceptible, cortar el lazo de terciopelo negro que Dephine tenía en su cuello, el que cayó pesadamente sobre la mesa - lo ves, cazador, si quisiera, lo que hubiera caído, sería la cabeza de tu esposa - rió, con una risa fría, despiadada, - ¿quieres ver dónde enterré a tu hijo? ¿o tienes la ingenua ilusión que lo mantendría con vida? - los ojos del vampiro fulguraron de placer, al ver la palidez en el rostro de la mujer, mientras una gota de sangre se deslizaba por el delgado y largo cuello femenino.
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: En fuga [Privado]
La mano de Delphine aferrándose a su brazo le recordó que tenía que mantenerse en paz y que atacar sin más al padrino de su esposa podría llevar a un final no deseado, en el que su amigo, el vampiro, su esposa o él murieran… algo que definitivamente no era lo que buscaban esa noche pues ninguno de los cuatro serviría de nada muerto, en especial el inmortal que conocía el paradero de su hijo. Darcell cerró lo ojos un par de segundos, dejando que el calor de la mano de su esposa así como sus palabras lo tranquilizaran y no fue sino hasta que se sintió capaz de controlarse que volvió a abrir los ojos para enfrentarse a la dura mirada del inmortal quien sonreía, sintiéndose el ganador de la partida que aún ni siquiera comenzaba realmente.
– Sus palabras no pueden herirme, él lo sabe – y vaya que el padrino de la Mallarmé lo sabía.
El vampiro ignoró por completo a Darcell y decidió centrar su atención en Delphine a quien trató de asustar amenazando la vida del cazador. El Aubriot estaba acostumbrado a poner su vida en peligro y su esposa lo sabía, así que esperaba que ella resistiera y no cayera en aquellos juegos que el inmortal estaba comenzando a llevar a cabo.
Después de ver que Delphine no reacciono a sus palabras, fue el turno de que Darcell para ser puesto a prueba. Lo que el padrino de su esposa dijo no le provocó nada, sin embargo, fue la acción que siguió a la amenaza la que hizo que la respiración del cazador se agitara, sus ojos se abrieran de más y su sangre ardiera en sus venas. Aquel maldito ser había jugado con la vida de su esposa al cortar el collar que ella llevaba, mismo que cayó sobre la mesa y que llevó a Darcell a girar el rostro para observar la palidez en las mejillas de su amada, así como la gota de sangre que corría por su cuello. La mandíbula del Aubriot se tensó y en sus ojos refulgió el odio una vez más, ese que lo llevó a mirar al vampiro, que burlón, le preguntaba si es que quería saber donde es que había enterrado al hijo del matrimonio.
– Realmente crees que estamos jugando y que somos unos inútiles, ¿verdad? – chasqueo la lengua, dejando de mirar una vez más al vampiro para observar a su esposa – Has hecho algo muy tonto al herir a Delphine – sacó de uno de sus bolsillos un pañuelo, con el cual, limpió la sangre del cuello de su esposa – Date cuenta de que estas vivo no porque sea un mal cazador, sino porque eres quien nos guiara a nuestro hijo, así que no abuses de mi tolerancia – y justo acababa de decir aquello cuando su compañero clavo una estaca de madera mojada en agua bendita en el costado del vampiro, quien furioso miro al Aubriot que aun contemplaba a su amada. Aquel ataque no mataría al vampiro solo lo debilitaría momentáneamente, dando una oportunidad más al matrimonio para actuar – Entonces nos dirás donde es que esta nuestro hijo o tendremos que sacarte de aquí por las malas y hacer un interrogatorio más profundo – termino de decir eso para girarse a mirar a su compañero – Dimitri ama los interrogatorios a vampiros – y entonces, ambos cazadores sonrieron.
– Sus palabras no pueden herirme, él lo sabe – y vaya que el padrino de la Mallarmé lo sabía.
El vampiro ignoró por completo a Darcell y decidió centrar su atención en Delphine a quien trató de asustar amenazando la vida del cazador. El Aubriot estaba acostumbrado a poner su vida en peligro y su esposa lo sabía, así que esperaba que ella resistiera y no cayera en aquellos juegos que el inmortal estaba comenzando a llevar a cabo.
Después de ver que Delphine no reacciono a sus palabras, fue el turno de que Darcell para ser puesto a prueba. Lo que el padrino de su esposa dijo no le provocó nada, sin embargo, fue la acción que siguió a la amenaza la que hizo que la respiración del cazador se agitara, sus ojos se abrieran de más y su sangre ardiera en sus venas. Aquel maldito ser había jugado con la vida de su esposa al cortar el collar que ella llevaba, mismo que cayó sobre la mesa y que llevó a Darcell a girar el rostro para observar la palidez en las mejillas de su amada, así como la gota de sangre que corría por su cuello. La mandíbula del Aubriot se tensó y en sus ojos refulgió el odio una vez más, ese que lo llevó a mirar al vampiro, que burlón, le preguntaba si es que quería saber donde es que había enterrado al hijo del matrimonio.
– Realmente crees que estamos jugando y que somos unos inútiles, ¿verdad? – chasqueo la lengua, dejando de mirar una vez más al vampiro para observar a su esposa – Has hecho algo muy tonto al herir a Delphine – sacó de uno de sus bolsillos un pañuelo, con el cual, limpió la sangre del cuello de su esposa – Date cuenta de que estas vivo no porque sea un mal cazador, sino porque eres quien nos guiara a nuestro hijo, así que no abuses de mi tolerancia – y justo acababa de decir aquello cuando su compañero clavo una estaca de madera mojada en agua bendita en el costado del vampiro, quien furioso miro al Aubriot que aun contemplaba a su amada. Aquel ataque no mataría al vampiro solo lo debilitaría momentáneamente, dando una oportunidad más al matrimonio para actuar – Entonces nos dirás donde es que esta nuestro hijo o tendremos que sacarte de aquí por las malas y hacer un interrogatorio más profundo – termino de decir eso para girarse a mirar a su compañero – Dimitri ama los interrogatorios a vampiros – y entonces, ambos cazadores sonrieron.
Darcell Aubriot- Cazador Clase Media
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Re: En fuga [Privado]
Aun temblaba, por el frío que sintió, cuando las filosas uñas del vampiro rasgaron el lazo que llevaba al cuello. Sus ojos, abiertos de manera alarmante, su boca entre abierta, mostraban el terror que le había causado aquel ataque, pues Delphine no estaba acostumbrada a los sobrenaturales, como podía estar su amado esposo. Ella, siempre había vivido ignorando la existencia de esos seres, hasta que al conocer al cazador, decidió investigar por su cuenta, -Vaya, quien diría que existen tantos seres diferente - había pensado en ese momento, sin tomar conciencia que la mayoría de ellos podían ser letales para los débiles e ingenuos mortales como ella. ¿Cuantos de esos seres podrían estar conviviendo con seres humanos, como Darcell o ella, en la enorme París? ¿todos podían ser llamados monstruos? ¿o existirían seres sobrenaturales, nobles y que podían convivir con las personas comunes y sin dones como ella?
Fue el contacto de la mano de su esposo la que volvió a traerla a la realidad, a calmar su terror. Podía estar tranquila, él siempre estaría allí para defenderla, para protegerla de seres horrendos y monstruosos, como ese que por tanto tiempo había llamado padrino. El cazador, limpió la herida que aunque superficial había sangrado de forma abundante, haciendo que varios hombres que se encontraban en otras mesas, giraran levemente sus cabezas, olfateando el aire, ¿podía seer posible que en ese lugar, se encontraran otros inmortales como el seer que secuestrara a su hijo? y de ser así ¿como podrían salir indemnes? pensando en ello se encontraba, cuando descubrió lo que el amigo y compañero de su esposo había hecho con el maldito vampiro. Delphine volvió a temblar, - amor mio... temo que aquí, existan mas seres como él, ¿no sería mejor que lo lleváramos a otro lugar? - dijo realmente asustada al sentir mas miradas clavadas sobre ellos.
Fue el contacto de la mano de su esposo la que volvió a traerla a la realidad, a calmar su terror. Podía estar tranquila, él siempre estaría allí para defenderla, para protegerla de seres horrendos y monstruosos, como ese que por tanto tiempo había llamado padrino. El cazador, limpió la herida que aunque superficial había sangrado de forma abundante, haciendo que varios hombres que se encontraban en otras mesas, giraran levemente sus cabezas, olfateando el aire, ¿podía seer posible que en ese lugar, se encontraran otros inmortales como el seer que secuestrara a su hijo? y de ser así ¿como podrían salir indemnes? pensando en ello se encontraba, cuando descubrió lo que el amigo y compañero de su esposo había hecho con el maldito vampiro. Delphine volvió a temblar, - amor mio... temo que aquí, existan mas seres como él, ¿no sería mejor que lo lleváramos a otro lugar? - dijo realmente asustada al sentir mas miradas clavadas sobre ellos.
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: En fuga [Privado]
Sus ojos, su voz, sus movimientos y todo parecía indicar que el cazador se encontraba tranquilo, que la amenaza tan directa del vampiro no le había afectado en lo más mínimo, sin embargo, ardía por dentro de rabia y deseos de destripar a aquel ser en ese mismo lugar, sin darle oportunidad a suplicar o darles información de donde es que estaba su hijo. Más fue la mirada de Delphine sobre sus ojos lo que le llevó a contenerse. Tenía que mostrarse frío y actuar con cautela, no quería poner más en riesgo la vida de su esposa y claro que tampoco deseaba acabar con el vampiro, que para mala fortuna del matrimonio, era el único que podría guiarlos hasta donde se hallará su hijo.
Con calma y prudencia, Darcell dejó que el vampiro se sintiera triunfal, que creyera que ellos eran un par de cazadores inexpertos y su sobrina, una muchacha muy torpe. Era pues lo mejor que el inmortal los creyera inofensivos para que bajara sus defensas, esas que al estar por los suelos, fueron sabiamente aprovechadas por Dimitri, quien no dudo ni un segundo en herir al vampiro y que de hecho, sonrió mientras retorcía en la carne del vampiro la estaca.
Los ojos del cazador recorrieron con detenimiento el lugar ante la advertencia de su esposa, solo para que su mirada se topara con la de hombres y mujeres que curiosos, o sedientos, les observaban.
– Dimitri, saquémoslo de aquí, no podemos seguir llamando la atención de esta manera – sentenció antes de volverse una vez más a su esposa – Todo estará bien amor, no dejare que nadie vuelva a tocarte y hacerte daño – acarició con devoción el rostro de su amada, antes de escuchar como es que el padrino de ella reía al tiempo que era obligado por Dimitri a ponerse de pie.
– Son unos ingenuos, no les diré nada. No importa cuanto me torturen yo… – impidiendo que el inmortal armara un escandalo, Dimitri uno una técnica de cazadores para quemar los labios de los vampiros con agua bendita, sellándolos durante un periodo corto de tiempo para que no llamarán la atención, tal y como trato de hacerlo el padrino de Delphine. Sin decir nada más, el cazador arrastró por una de las salidas ocultas de lugar al vampiro, dejando entonces al matrimonio a solas.
– Es hora de que nosotros nos vayamos – dijo tras dejar que un par de minutos transcurrieran – Ahora, nosotros nos iremos por donde llegamos, solo camina con cuidado, no mires a nadie más que a mi y trata de estar tranquila – le pidió el cazador a su esposa antes de estirar su mano en dirección a ella para que se levantara y comenzaran con su andanza rumbo a la salida. Camino que al parecer por las miradas que se clavaban sobre ellos, no sería nada sencilla de transitar.
Con calma y prudencia, Darcell dejó que el vampiro se sintiera triunfal, que creyera que ellos eran un par de cazadores inexpertos y su sobrina, una muchacha muy torpe. Era pues lo mejor que el inmortal los creyera inofensivos para que bajara sus defensas, esas que al estar por los suelos, fueron sabiamente aprovechadas por Dimitri, quien no dudo ni un segundo en herir al vampiro y que de hecho, sonrió mientras retorcía en la carne del vampiro la estaca.
Los ojos del cazador recorrieron con detenimiento el lugar ante la advertencia de su esposa, solo para que su mirada se topara con la de hombres y mujeres que curiosos, o sedientos, les observaban.
– Dimitri, saquémoslo de aquí, no podemos seguir llamando la atención de esta manera – sentenció antes de volverse una vez más a su esposa – Todo estará bien amor, no dejare que nadie vuelva a tocarte y hacerte daño – acarició con devoción el rostro de su amada, antes de escuchar como es que el padrino de ella reía al tiempo que era obligado por Dimitri a ponerse de pie.
– Son unos ingenuos, no les diré nada. No importa cuanto me torturen yo… – impidiendo que el inmortal armara un escandalo, Dimitri uno una técnica de cazadores para quemar los labios de los vampiros con agua bendita, sellándolos durante un periodo corto de tiempo para que no llamarán la atención, tal y como trato de hacerlo el padrino de Delphine. Sin decir nada más, el cazador arrastró por una de las salidas ocultas de lugar al vampiro, dejando entonces al matrimonio a solas.
– Es hora de que nosotros nos vayamos – dijo tras dejar que un par de minutos transcurrieran – Ahora, nosotros nos iremos por donde llegamos, solo camina con cuidado, no mires a nadie más que a mi y trata de estar tranquila – le pidió el cazador a su esposa antes de estirar su mano en dirección a ella para que se levantara y comenzaran con su andanza rumbo a la salida. Camino que al parecer por las miradas que se clavaban sobre ellos, no sería nada sencilla de transitar.
Darcell Aubriot- Cazador Clase Media
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Re: En fuga [Privado]
No quería ser una mujer débil, asustadiza, pero ella comprendía el peligro al que se estaban enfrentando, tanto Darcell, como su amigo, puesto que su padrino no era una persona que pasara desapercibido, como tampoco se lo podría tomar como poco sociable, lo que podía llevar a que varios de los seres que allí se encontraban fueran aliados del vampiro. Su mirada, recorrió todo el lugar, en especial aquellas personas que se encontraban a pocos pasos de ellos, en un momento le pareció que un par de ojos, se posaban en ellos, en especial en la técnica que los hombres habían ejercido sobre el inmortal, que aunque había sido usada con destreza y rapidez, podía ser detectada por otros seres, si éstos se sentían amenazados. Las pulsaciones del corazón de Delphine se dispararon, mordió su labio inferior y cerró sus ojos por un instante, mientras se decía una y otra vez, que su amado sabría librarlos de todo peligro, ahora solo debían lograr salir del lugar y llegar sanos y salvos al coche que los esperaba apoca distancia del lugar.
La joven, escuchó atentamente las recomendaciones que Darcell hiciera, por lo que se mantuvo pegada a él, aferrándose disimuladamente al abrigo de éste, clavando su mirada en la espalda de su esposo y manteniendo sus pensamientos enfocados en darse ánimos y calarse, - Cálmate, pronto estaremos en el coche y nadie podrá hacernos daño ¿verdad? - caviló, aquella duda, aunque diminuta, le hacía sudar las manos, inspiró profundamente y fue soltando el aire de sus pulmones lentamente, intentando así lograr calmar sus emociones, - Vamos, tan solo faltan unos pasos para llegar a la puerta, enfoca tu mente en ello - se reprendió, mientras seguía a su esposo hasta la salida. En verdad esperaba que toda aquella experiencia de haber entrado en un tugurio como ese, valiera la pena, al obtener datos precisos del paradero de su hijo, en verdad ella solo deseaba que todo pasara rápidamente y así poder encontrar a su pequeño, apretarlo entre sus brazos y decirle que nunca mas, estarían separados.
La joven, escuchó atentamente las recomendaciones que Darcell hiciera, por lo que se mantuvo pegada a él, aferrándose disimuladamente al abrigo de éste, clavando su mirada en la espalda de su esposo y manteniendo sus pensamientos enfocados en darse ánimos y calarse, - Cálmate, pronto estaremos en el coche y nadie podrá hacernos daño ¿verdad? - caviló, aquella duda, aunque diminuta, le hacía sudar las manos, inspiró profundamente y fue soltando el aire de sus pulmones lentamente, intentando así lograr calmar sus emociones, - Vamos, tan solo faltan unos pasos para llegar a la puerta, enfoca tu mente en ello - se reprendió, mientras seguía a su esposo hasta la salida. En verdad esperaba que toda aquella experiencia de haber entrado en un tugurio como ese, valiera la pena, al obtener datos precisos del paradero de su hijo, en verdad ella solo deseaba que todo pasara rápidamente y así poder encontrar a su pequeño, apretarlo entre sus brazos y decirle que nunca mas, estarían separados.
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: En fuga [Privado]
Los pasos de Darcell eran seguros pues estaba convencido de que ninguno de los otros seres de las sombras que se encontraban esa noche en el recinto, se atreverían a atacarlos. Era de ingenuos pensar que entre los asistentes de la noche no existieran aliados de aquel inmortal al que Dimitri arrastrará a las afueras, pero también era de ingenuos pensar que atacarían para defender de problemas, lo más seguro ajenos a ellos, a uno de los suyos.
Durante el trayecto desde la mesa a la salida, el Aubriot detecto más de una mirada de odio en su dirección, pero eso le importaba poco pues tenía alguien a quien proteger e información que obtener. El cazador sentía la tensión y el temor de su esposa, quien aferrada a su abrigo, avanzaba muy cerca de él más cuando ya se encontraban a algunos pasos de la salida, llegó al lugar la cita del padrino de su esposa.
Los ojos del inmortal que ingresaba en el establecimiento se encontraron directamente con los Darcell para acto seguido, moverse en dirección a donde había estado el padrino de la Mallarmé solo para descubrir que el vampiro no se encontraba.
– ¡¿Cómo te has atrevido cazador?! – su pregunta fue más bien un gruñido de ira, uno que llevó al Aubriot a actuar de manera veloz. Antes de que el vampiro se abalanzara sobre él y su amada, el cazador sacó su arma y disparo una bala que si bien no mataría al inmortal, le daría la oportunidad de escapar junto con su esposa. La bala dio al vampiro en el pecho, los gritos de los inocentes esa noche se escucho fuerte y claro siendo ese el preludio al escape.
Los humanos, quienes se mantuvieron toda la velada ingenuos de lo acontecido en aquel lugar, se levantaron de sus asientos y comenzaron a buscar refugio. La mano de Darcell sujeto fuertemente la de Delphine y cuando el vampiro volvió a mirarlo, supo que era el momento de irse.
– ¡Corre! – exigió antes de soltar la mano de su esposa y volver a disparar al vampiro. La gente, cada vez más atemorizada comenzó a ir de un lado a otro, ayudándole ese detalle no solo a que Delphine pudiera salir del lugar sino permitiéndole a él hacer lo mismo.
Una vez en el exterior, busco con la mirada a la Mallarmé quien atemorizada aguardaba por verlo salir del lugar. Abriéndose pasó lo más rápido que podía entre la gente que curiosa comenzaba a aglomerarse en las afueras del establecimiento y evadiendo las preguntas de aquellos que detenían a todos los que emergían del recinto, logró llegar hasta su amada.
– Al carruaje – sentenció para ponerse en marcha al lado de su compañera. Sabía que ella tendría que estar aterrorizada por lo acontecido pero no tenían tiempo, debían llegar a su carruaje lo más pronto posible y de ahí, deberían partir hasta el lugar donde Dimitri los estaría esperando con su presa de la noche. Darcell quería mostrarse lo más calmó posible pero si de por si sabía que sería complicado hacer hablar al padrino de su esposa, ahora con otro inmortal como enemigo, se cercioraba de que todo sería mucho más difícil de lo esperado.
Durante el trayecto desde la mesa a la salida, el Aubriot detecto más de una mirada de odio en su dirección, pero eso le importaba poco pues tenía alguien a quien proteger e información que obtener. El cazador sentía la tensión y el temor de su esposa, quien aferrada a su abrigo, avanzaba muy cerca de él más cuando ya se encontraban a algunos pasos de la salida, llegó al lugar la cita del padrino de su esposa.
Los ojos del inmortal que ingresaba en el establecimiento se encontraron directamente con los Darcell para acto seguido, moverse en dirección a donde había estado el padrino de la Mallarmé solo para descubrir que el vampiro no se encontraba.
– ¡¿Cómo te has atrevido cazador?! – su pregunta fue más bien un gruñido de ira, uno que llevó al Aubriot a actuar de manera veloz. Antes de que el vampiro se abalanzara sobre él y su amada, el cazador sacó su arma y disparo una bala que si bien no mataría al inmortal, le daría la oportunidad de escapar junto con su esposa. La bala dio al vampiro en el pecho, los gritos de los inocentes esa noche se escucho fuerte y claro siendo ese el preludio al escape.
Los humanos, quienes se mantuvieron toda la velada ingenuos de lo acontecido en aquel lugar, se levantaron de sus asientos y comenzaron a buscar refugio. La mano de Darcell sujeto fuertemente la de Delphine y cuando el vampiro volvió a mirarlo, supo que era el momento de irse.
– ¡Corre! – exigió antes de soltar la mano de su esposa y volver a disparar al vampiro. La gente, cada vez más atemorizada comenzó a ir de un lado a otro, ayudándole ese detalle no solo a que Delphine pudiera salir del lugar sino permitiéndole a él hacer lo mismo.
Una vez en el exterior, busco con la mirada a la Mallarmé quien atemorizada aguardaba por verlo salir del lugar. Abriéndose pasó lo más rápido que podía entre la gente que curiosa comenzaba a aglomerarse en las afueras del establecimiento y evadiendo las preguntas de aquellos que detenían a todos los que emergían del recinto, logró llegar hasta su amada.
– Al carruaje – sentenció para ponerse en marcha al lado de su compañera. Sabía que ella tendría que estar aterrorizada por lo acontecido pero no tenían tiempo, debían llegar a su carruaje lo más pronto posible y de ahí, deberían partir hasta el lugar donde Dimitri los estaría esperando con su presa de la noche. Darcell quería mostrarse lo más calmó posible pero si de por si sabía que sería complicado hacer hablar al padrino de su esposa, ahora con otro inmortal como enemigo, se cercioraba de que todo sería mucho más difícil de lo esperado.
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