...Par de lagunas claras [Carolina Van de Valley] ACTIVO

Eran casi las cuatro de la tarde y yo aun seguía fuera de mi mansión desde la mañana.
El día estaba perfectamente nublado, es más hasta amenazaba con lluvias, de seguro en unas horas más comenzaran a caer esas grandes gotas de agua. No traje nada para protegerme de la lluvia, y tampoco tenía como llamar a mi chofer.

A mi lado había un gran edificio y unas largas escaleras de mármol, alce la mirada para ver que trataba “Biblioteca nacional”, sonreí de lado y comencé a subir las escaleras.

Cruce esas puertas giratorias, me encontré con un guardia, este me saludo y yo le correspondí.
El lugar era lindo, adecuado para leer un buen libro sin que nadie molestara, habían miles de estantes, era un salón bastante grande, parecía un estadio de hipódromo.
Seguí caminando, esta vez por el pasillo principal, mis manos estaban en mis bolsillos, uno de mis dedos tocaba un reloj de bolsillo de plata.

Llegue a la sección “música” y me adentre a los grandes estantes llenos de libros gruesos. Quería buscar la biografía de un personaje muy particular, así que busque la letra “L” Ludwig.

Además de encontrar una gran galería de libros, habían instrumentos, muchos, 2 violines y gran piano negro, 1 Clarinete y 2 Violonchelo. Sonreí de lado, y luego seguí buscando algún libro dedicado a ese personaje.

La Biblioteca Nacional era uno de los pocos lugares que tenía ese extraño poder de hacerme sentir calmada, sosegada y en paz conmigo misma. Aunque fuera tan sólo por unas horas.
A pesar de que no solía salir de día por razones más que obvias, aquella mañana no era como todas las demás y en el cielo se anunciaban nubes negras de tormenta que ocultaban el Sol abrasador que era mortal para los de mi especie. Por ello me aventuré a salir de mi apartamento en la plaza de la Bastilla y me encaminé a la Biblioteca, con la intención de pasar una velada tranquila.

El camino no fue muy largo y, cuando llegué, me permití echarle un vistazo a la imponente fachada de mármol construída en el siglo pasado. "A él le habría gustado este lugar" pensé mientras subía por las escaleras.

Una vez dentro, mis pies me redirigieron directamente a la sección de música. Como si fuesen ellos los que me guiasen en lugar de ser yo la que los controlara a ellos. La música era la única cosa que me hacía recordar sin que un puñal se me clavase en las entrañas cada vez que pensaba en el pasado.

Suspiré. ¿Por qué demonios no podía olvidarme de él? Hasta después de muerto dependía de su fantasma de forma crónica, e incluso enfermiza. Sacudí la cabeza y me concentré en la gran cantidad de libros y obras que tenía ante mí. Revoloteé durante algunos minutos por los estantes, en pleno silencio tan sólo roto por el afable sonido de mi vestido al rozarse contra mí. Conforme me iba adentrando y perdiendo en ese inmenso mar de madera y libros, llegó a mí un olor característico y familiar. Un vampyr.

Guiándome por mi dedo y por mi agudizada vista, logré distinguir el título del libro que buscaba. "Vida y obra de Ludwig van Beethoven". Justo en el instante en que iba a sacarlo de la estantería, mi mano enguantada rozó sin querer la mano de otra persona. O debería decir, la mano de otro vampiro.
La retiré inmediatamente y me disculpé por mi torpeza.
-Perdón.-Dije, casi en susurro casi inaudible para un ser humano normal, pero el hombre que estaba a mi lado no era un ser humano normal. Como yo tampoco lo era.

Por un momento, me pregunté si aquel hombre era también profesional de la música o tan sólo la empleaba como pasatiempo. Recordé al director del teatro Lumière y la señorita Ascarlani. Ambos eran los dos únicos vampiros que había conocido que se dedicasen a la música profesionalmente. Y ambos me recordaban, en mayor o menor medida, a él, a mi Maestro. Sin embargo, me abstuve de preguntar. No sería adecuado de acuerdo con la educación que recibí de niña y, en cualquier caso, tampoco era asunto mío.

Con una inclinación de cabeza a modo de disculpa, me retiré a la mesa de roble contigua a la estantería y me senté a estudiar con más detenimiento las partituras que aparecían en el enpolvado libro, mientras miraba de reojo los instrumentos allí dispuestos y, en especial, el piano de cola. No pude evitar pensar en la carta que mi Maestro me dejó antes de morir, y repasé mentalmente las líneas escritas que ya me sabía de memoria. ¿Dónde podría encontrar el dichoso piano? ¿Por qué era tan importante para él?

OFF: Qué bien que al final te hayas decidido a registrarte . Espero que el mensaje esté bien, si quieres que cambie algo, dímelo por MP y lo modifico ^_^

Mis ojos rodeaban con mucho cuidado cada lomo de los libros que estaban expuestos ante mí. Todos relacionados con la música, el arte de los instrumentos, biografía de brillantes compositores e inventores.
Mis manos aun seguían en mis bolsillos, hasta que de pronto mi concentración de desvió por culpa de una olor sumamente dulce y atractivo… una vampiresa.

Gire mi rostro, faltaban solo algunos pasos de ella para que se asomara por el pasillo, has que por fin, mi curiosidad se había desintegrado. Me parecía todo muy lento… desde que vi esos ojos claros… dos preciosas lagunas claras, bendita sea la oportunidad que me dio para poder cruzarme con sus ojos, sus iris, bellos e hipnotizadores. Su rostro, tan perfecto, tan bello, tan atrayente.

Pero llego el momento en que debía desviar mi mirada, mi corazón dio un vuelco tremendo cuando esta figura se acercaba más al pasillo, suspire y seguí mirando desconcentrado y sin interés los libros.
Un titulo llamado “Vida y Obra de Ludwig van Beethoven” fue quien hizo que regresara mi mente a los libros. Saque mi mano de mi bolsillo para poder sacarlo pero me lleve una gran impresión.
¿Cómo fue posible que me descuide de su presencia? ¿Cómo no fui capaz de percibir su persona a mi lado? Solo fueron unos segundos de descuido. Mi mano había rozado con su piel, su suave y tersa piel, muy nieva.

Alcancé a escuchar su preciosa voz, un delicado y escondido “perdón”, gire mi rostro y mire sus ojos nuevamente - … descuide… - deje que tomara el libro ya no me llamaba la atención… ahora había encontrado algo mucho más interesante.
Fue una muy buena elección, ¿Quién será ella? ¿Qué hará? ¿A que se dedicara? ¿Le gusta la música? ¿Donde vivirá? Nada de estas preguntas podría responderse por sí solas… y quería descubrirlas ya.

Me quede un momento allí, mire su espalda, viendo como a cada paso que daba, se alejaba de mi. Sus pies sonaban a cada paso con el piso de madera, su vestido se movía al compas de su caminar. Su aroma había dejado huella en el pasillo y también embriago mis sentidos.

¿Qué me sucedía? *fruncí mi ceño* era una vampiresa como todas las demás… ¿Por qué me llamaba tanto la atención? Siento que tiene algo en particular… algo sumamente importante y enigmático. Como si… ya la conociera.
Gire mi rostro y tome cualquiera de los libros que habían en la repisa, alguno de ellas debía de tener alguna partitura… había otro de Beethoven, lo abrí y descubrí que estaba la que menos esperaba…
Lleve el libro entre mi brazo, y me senté delante del piano, deje la partitura delante de mí y comencé a tocar

Spoiler:

La vampiresa estaba a solo unos cuantos metros de mí, no quería causar molestia, si no… atención, así que comencé a tocar lo más bajo y prudente que pude.
Miraba de reojo su perfil, teniendo cuidado de no cruzar son sus bellos ojos nuevamente.

Sonreí de lado, el corazón de la vampiresa había dado un pequeño vuelco, había aumentado su frecuencia cardiaca desde que comencé a tocar la sinfonía.
Mis dedos se deslizaban con estilo y gracia en el piano, era grandioso, yo era el actor principal de cada melodía que salía del piano… aun recuerdo la última vez que toque este tema.

De pronto ciento los movimientos de ella, sus pasos viniendo hacia mí, mi comisura se elevo de pronto, y tocaba como si nada pasara.
Al escuchar su voz, la mire, nuevamente obtuve ese maravilloso encuentro con esos ojos tan hipnotizantes. Deje de tocar, me levante de la banqueta, y atendí a las palabras de la dama.
- Para ser exacto, lo aprendí en Alemania, una joven artista tuvo la amabilidad de enseñarme a tocar esta sinfonía, hace… muchos años atrás. – coloque mis manos hacia atrás. Mis ojos no deban de ver su hermoso y perfecto rostro.
- ¿puedo saber a qué se debe la pregunta señorita? – fruncí levemente mi ceño. – al parecer, ambos disfrutamos del mismo gusto, ¿no es asi? – pregunte mientras miraba el libro que estaba leyendo.
Tenía unas ganas de escuchar nuevamente su voz, quien me indicaba que venía del extranjero, al igual que yo, pero al parecer, no está muy bien acostumbrada al idioma Francés. ¿Vendrá de las raíces de mi padre?

Un halo de inusitada decepción, que traté de disimular, recorrió mi rostro. Pero, ¿qué esperaba? ¿Acaso que fuera un viejo conocido de mi Maestro? ¿Que pudiera contarme cómo era él antes de que yo lo conociera? "Romántica. Eres una romántica, Carolina" me reproché a mí misma.
Debía concentrarme en el presente. En el momento. Pero el presente se me presentaba tan trágico sin él...

Asentí con la cabeza ante si afirmación. Parecía que no era capaz de disimular mi acento alemán tan bien como esperaba. De cualquier modo, tampoco me molestaba. Al menos así no me olvidaba de dónde era. Mis raíces. Aunque todas estuviesen muertas ahora.
-Así es, monsieur. Provengo de Viena. Aunque ya he pasado algún tiempo en París parece que no ha servido para disimular mi acento.-sonreí vagamente.

Me sorprendí ante las declaraciones del hombre que parecían sacadas de mi propia boca. "El piano es para mí como una compañía" había dicho. Yo sentía exactamente lo mismo. La música era mi única compañera a estas alturas. En parte por culpa mía. Si no fuese tan hermética, si decidiese abrirme...

El bibliotecario interrumpió nuestra charla para comunicarnos que la biblioteca cerraba sus puertas. Asentí, dando por entendido que nos iríamos de allí cuanto antes. El vampiro se ofreció a acompañarme a mi apartamento. No podía negar una oferta tan caballerosa. En parte porque me habían enseñado a no hacerlo y en parte porque, extrañamente, me sentía cómoda en su presencia. Parecía una locura, pues sólo lo acababa de conocer. Pero éramos tan parecidos...Algo en mí sentía que estaba traicionando a Friedrich. ¡Oh! ¡Santo Diablo! ¿Por qué no podía dejarme vivir en paz aquel condenado nombre?

Sin más, y ahogando la extraña conciencia que había aflorado hacía unos momentos, acepté su petición. "Él lo hubiese querido"
-Por supuesto, estaré encantada.-Salimos de la biblioteca y, a las escaleras, había aparecido, envuelta en la bruma parisina, una carroza tirada por dos espléndidos caballos blancos. Parecía una estampa sacada de un cuento de Perrault. No era la primera vez que montaba en carroza. Pero sí la primera vez que lo hacia desde que él no estaba.

Subí al carro de caballos y me acomodé en los asientos acolchados de terciopelo burdeos. Me vi sonriendo como una boba; pero el burdeos era mi color preferido.
-Le agradezco mucho el detalle, monsieur...-Las palabras quedaron en el aire. Ni siquiera sabía su nombre.

OFF: ¿Te parece que continuemos el rol en mi apartamento? Si quieres puedo abrir allí ^^

Continuación...