AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Family Ties ~ Privado
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Ubbe Cannif
Naitiri Zahir
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Family Ties ~ Privado
Habían pasado varios días desde la vuelta de Egipto y en apenas esos días habían estado plagado de acontecimientos. No solamente haber vuelto con mi madre a la que creía perdida, sino que además ahora nos ocupaba una búsqueda mucho más difícil y compleja que la que habíamos tenido en Egipto… al menos sabíamos que allí nadie nos perseguiría y contábamos con la ventaja de que la pieza que tenían estaba incompleta, aún faltaba un trozo de la reliquia para que esta tuviera su efecto y debíamos de aprovechar esa ventaja hasta que se dieran cuenta de lo que pasaba. Ubbe decía que el Rey lo sabría porque tenía oráculos, y además sabrían que la pieza que faltaba estaba en París y no tardaría en mandar a alguien a por ella.
Habían sido unos días algo agitados en los que no habíamos parado en ningún momento, tuvimos un momento de paz y tranquilidad al día siguiente de volver y en donde por la noche había conocido a sus hermanos siendo una velada agradable, y sabía que al vikingo le había venido muy bien encontrarse con sus hermanos. Sabía que quería ver a Niels ahora que estaba seguro que estaba allí y que ellos lo habían visto, así que seguramente nos lo encontráramos en algún momento y él no cejaría hasta verlo por sus propios ojos. Después de eso no habíamos tenido un momento de… tranquilidad, por decirlo de alguna forma.
El vikingo no podía recordar por más que lo intentaba de dónde recordaba haber visto aquel emblema, yo intentaba calmarlo para que no se sintiera tan frustrado y desesperado, a veces cuanto más querías recordar una cosa más tardabas en hacerlo… a veces simplemente algo te hacía recordar de golpe, y te llevaba la información como por arte de magia. Quizás cuando encontráramos la información recordara algo de cuando había estado en París, o incluso alguien de su familia también recordaba dicho emblema y nos ayudaba a tirar un poco más del hilo. Por el momento el plan era conseguir toda la información posible a nuestro alcance.
Ese día también había sido largo y agotador, no solamente por mí empeño en ayudar a encontrar dicha información, algo que me hacía sentirme frustrada por no poder serle de ayuda como realmente quería, sino porque el trabajo empezaba a acumularse en el museo y tenía que dividir mi tiempo entre mi trabajo y ayudar al vikingo. Las semanas que había pasado fuera habían llegado varios cargamentos con cosas para catalogar y puesto que quien tenía que hacerlo era yo se habían ido acumulando. El museo no es que me metiera prisa, pero no podía evitar sentirme un poco agobiada al respecto y más tras saber que en aquel viaje no había podido estar pendiente de mi trabajo como debería de haber estado… pero otras cosas primaban más.
Esa tarde había dejado al vikingo solo para buscar información o que se distrajera, entrenara o hiciera lo que quisiera mientras yo tenía que ir al museo ante el papeleo antes de empezar a catalogar las reliquias, manuscritos, papiros y demás que habían llegado en cajas y que ocupaba mi despacho. Le había dicho que volvería antes de que anocheciera y un poco antes de que eso pasara salía del museo en dirección a casa. Estaba algo cansada y lo único que quería era llegar a casa y darme un baño relajante, si era acompañada mucho mejor que sola, cenar y descansar tumbada en el sofá junto al vikingo antes de que el sueño me venciera.
Entré por la puerta y lo primero que noté fue ese olor a comida que hizo que mi estómago rugiera con hambre cerrando la puerta tras de mí, cómo no mi perra vino para saludarme apoyando sus pantas delanteras en mi pecho y yo acaricié su cabeza con una sonrisa para luego bajar y dirigirse hacia el salón que era de dónde provenía la olor, me acerqué asomándome por la puerta y vi al vikingo frente a la lumbre con lo que parecía la caza del día, enarqué una ceja para mirar a mi perra viendo que estaba aparentemente limpia y no como la última vez cuando se había ido de casa, y luego ladeé la sonrisa.
-No me lo puedo creer… ¿estás cocinando? –Me acerqué riendo entre dientes para que justo cuando estuviera cerca rodeara mi cintura con un brazo y me acercara contra su cuerpo para buscar sus labios con los míos, en un beso largo y profundo cargado de deseo, en el que terminé por morder su labio inferior- dime que no te has llevado a mí perra de caza otra vez… -su sonrisa ladeada fue todo lo que obtuve como respuesta y ladeé el rostro, estaba limpia así que dudaba que se la hubiera llevado sabiendo lo que pensaba al respecto- Voy a darme un baño y bajo para cenar, huele de maravilla y tengo un hambre… -me mordí el labio mirándolo dejándole en claro que no solo tenía hambre de comida. Dejé un beso más corto y me separé antes de empezar con algo que haría que nos olvidáramos de la cena- ahora bajo –subí arriba dándome cuenta de que mi madre no estaba, y me pregunté si había hablado con padre para decirle que estaba allí y que no había muerto. Iba a tener que hacerle una visita para verle, hacía tiempo que no lo veía y quería saber cómo estaba. Me di un baño rápido, me puse algo cómodo y bajé volviendo al salón donde la cena ya estaba preparada.
Cenamos mientras él me contaba lo que había hecho esa tarde asegurándome de que Isis no se había ido de caza con él, y yo le conté que había tenido bastante trabajo en el museo. Lo miré de forma fija sin saber si preguntarle sobre el emblema o no, no quería agobiarle por el asunto y estaba esperando que encontrar información lo ayudara a recobrar ese recuerdo que no conseguía ubicar de nuevo. Le pregunté por mí madre y me confirmó que había salido de caza tal y como sospechaba, y entre demás conversaciones, risas y caricias terminamos la cena, recogimos todo y me senté a su lado en el sofá para aprovechar ese tiempo que teníamos los dos para estar juntos. Me recosté contra su cuerpo y mi rostro fue a su cuello donde mis labios dejaron pequeños besos por el lugar, y así estábamos, cuando sin esperarlo sonó el timbre de la puerta y miré hacia la puerta del salón preguntándome quien podría ser. Solo se me ocurría una persona que, de noche, acudiría a mí casa: mi padre. Sonreí de lado y miré al vikingo con una sonrisilla divertida en los labios mientras él me miraba sin entender nada.
-¿Sabes, Ubbe? Creo que ya es hora de que conozcas a mi padre –reí entre dientes por su cara, porque estaba convencido de que era él y no otra persona quien había llamado a la puerta- Venga, vamos –dejé un beso en sus labios y me levanté para tirar de su mano para ir a abrir la puerta. Con mi madre no había problema, esperaba que con mi padre tampco.
Habían sido unos días algo agitados en los que no habíamos parado en ningún momento, tuvimos un momento de paz y tranquilidad al día siguiente de volver y en donde por la noche había conocido a sus hermanos siendo una velada agradable, y sabía que al vikingo le había venido muy bien encontrarse con sus hermanos. Sabía que quería ver a Niels ahora que estaba seguro que estaba allí y que ellos lo habían visto, así que seguramente nos lo encontráramos en algún momento y él no cejaría hasta verlo por sus propios ojos. Después de eso no habíamos tenido un momento de… tranquilidad, por decirlo de alguna forma.
El vikingo no podía recordar por más que lo intentaba de dónde recordaba haber visto aquel emblema, yo intentaba calmarlo para que no se sintiera tan frustrado y desesperado, a veces cuanto más querías recordar una cosa más tardabas en hacerlo… a veces simplemente algo te hacía recordar de golpe, y te llevaba la información como por arte de magia. Quizás cuando encontráramos la información recordara algo de cuando había estado en París, o incluso alguien de su familia también recordaba dicho emblema y nos ayudaba a tirar un poco más del hilo. Por el momento el plan era conseguir toda la información posible a nuestro alcance.
Ese día también había sido largo y agotador, no solamente por mí empeño en ayudar a encontrar dicha información, algo que me hacía sentirme frustrada por no poder serle de ayuda como realmente quería, sino porque el trabajo empezaba a acumularse en el museo y tenía que dividir mi tiempo entre mi trabajo y ayudar al vikingo. Las semanas que había pasado fuera habían llegado varios cargamentos con cosas para catalogar y puesto que quien tenía que hacerlo era yo se habían ido acumulando. El museo no es que me metiera prisa, pero no podía evitar sentirme un poco agobiada al respecto y más tras saber que en aquel viaje no había podido estar pendiente de mi trabajo como debería de haber estado… pero otras cosas primaban más.
Esa tarde había dejado al vikingo solo para buscar información o que se distrajera, entrenara o hiciera lo que quisiera mientras yo tenía que ir al museo ante el papeleo antes de empezar a catalogar las reliquias, manuscritos, papiros y demás que habían llegado en cajas y que ocupaba mi despacho. Le había dicho que volvería antes de que anocheciera y un poco antes de que eso pasara salía del museo en dirección a casa. Estaba algo cansada y lo único que quería era llegar a casa y darme un baño relajante, si era acompañada mucho mejor que sola, cenar y descansar tumbada en el sofá junto al vikingo antes de que el sueño me venciera.
Entré por la puerta y lo primero que noté fue ese olor a comida que hizo que mi estómago rugiera con hambre cerrando la puerta tras de mí, cómo no mi perra vino para saludarme apoyando sus pantas delanteras en mi pecho y yo acaricié su cabeza con una sonrisa para luego bajar y dirigirse hacia el salón que era de dónde provenía la olor, me acerqué asomándome por la puerta y vi al vikingo frente a la lumbre con lo que parecía la caza del día, enarqué una ceja para mirar a mi perra viendo que estaba aparentemente limpia y no como la última vez cuando se había ido de casa, y luego ladeé la sonrisa.
-No me lo puedo creer… ¿estás cocinando? –Me acerqué riendo entre dientes para que justo cuando estuviera cerca rodeara mi cintura con un brazo y me acercara contra su cuerpo para buscar sus labios con los míos, en un beso largo y profundo cargado de deseo, en el que terminé por morder su labio inferior- dime que no te has llevado a mí perra de caza otra vez… -su sonrisa ladeada fue todo lo que obtuve como respuesta y ladeé el rostro, estaba limpia así que dudaba que se la hubiera llevado sabiendo lo que pensaba al respecto- Voy a darme un baño y bajo para cenar, huele de maravilla y tengo un hambre… -me mordí el labio mirándolo dejándole en claro que no solo tenía hambre de comida. Dejé un beso más corto y me separé antes de empezar con algo que haría que nos olvidáramos de la cena- ahora bajo –subí arriba dándome cuenta de que mi madre no estaba, y me pregunté si había hablado con padre para decirle que estaba allí y que no había muerto. Iba a tener que hacerle una visita para verle, hacía tiempo que no lo veía y quería saber cómo estaba. Me di un baño rápido, me puse algo cómodo y bajé volviendo al salón donde la cena ya estaba preparada.
Cenamos mientras él me contaba lo que había hecho esa tarde asegurándome de que Isis no se había ido de caza con él, y yo le conté que había tenido bastante trabajo en el museo. Lo miré de forma fija sin saber si preguntarle sobre el emblema o no, no quería agobiarle por el asunto y estaba esperando que encontrar información lo ayudara a recobrar ese recuerdo que no conseguía ubicar de nuevo. Le pregunté por mí madre y me confirmó que había salido de caza tal y como sospechaba, y entre demás conversaciones, risas y caricias terminamos la cena, recogimos todo y me senté a su lado en el sofá para aprovechar ese tiempo que teníamos los dos para estar juntos. Me recosté contra su cuerpo y mi rostro fue a su cuello donde mis labios dejaron pequeños besos por el lugar, y así estábamos, cuando sin esperarlo sonó el timbre de la puerta y miré hacia la puerta del salón preguntándome quien podría ser. Solo se me ocurría una persona que, de noche, acudiría a mí casa: mi padre. Sonreí de lado y miré al vikingo con una sonrisilla divertida en los labios mientras él me miraba sin entender nada.
-¿Sabes, Ubbe? Creo que ya es hora de que conozcas a mi padre –reí entre dientes por su cara, porque estaba convencido de que era él y no otra persona quien había llamado a la puerta- Venga, vamos –dejé un beso en sus labios y me levanté para tirar de su mano para ir a abrir la puerta. Con mi madre no había problema, esperaba que con mi padre tampco.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Family Ties ~ Privado
Hacia apenas unos días que habíamos vuelto de Egipto y aunque se podría decir que el encuentro con mis hermanos me había llenado de alegría, al igual que saber que Niels estaba bien y que era cuestión de tiempo que de nuevo coincidiéramos en la taberna, había algo que me inquietaba de sobremanera.
Algo que Hakon me ocultaba, lo vi en su rostro cuando le dibujé en la taberna el emblema que buscaba, el de las espadas cruzadas y la gran sierpe en ellas.
No insistí porque no quería preocupar a Synnobe, ni a Naitiri, prefería que solos pudiéramos hablar del tema en cuestión.
Aproveché que Nai andaba muy liada con el trabajo en el museo para escaparme con la escusa de cazar algo para la cena. Tenia todo el día por delante mientras ella trabajaba.
La verdad es que la pobre no daba a basto, entre saciar a un vikingo cada noche, ayudarme con la maldita búsqueda del emblema que nos llevaba una y otra vez a callejones sin salida y ocuparse del museo con su respectiva identificación de piezas, no le daba tiempo a todo.
Mirando la chimenea pensé en la acalorada discursion que había mantenido con Hakon durante horas. Ahora había caído en donde había visto ese emblema, estaba bordado en la manta que envolvía a mi hermano cuando madre dio con él en aquel campamento gitano.
Lo que me llevaba a pensar que de algún modo la masacre de ese campamento podía estar relacionado con esa secreta organización, incluso que quizás los padres de este pertenecieran o supieran algo acerca de la reliquia que buscamos y por eso fueron aniquilados.
Claro que como decía mi hermano eran gitanos, también pudieron encontrar la manta tirada en cualquier lado incluso tendida y haber sido robada para cubrir a su hijo.
Fuere como fuere era la única maldita pista que teníamos y ahí es donde discrepábamos.
En este tiempo mi hermano aun no había sido encontrado por madre, es decir lo haría en apenas unas semanas, pero si acudiéramos a ese lugar antes de que la masacre se produjera podríamos ver con nuestros propios ojos que sucedió aquel día, descubrir si ese emblema tenia algo que ver con su familia o por ende era una mera coincidencia.
Hakon se negaba en rotundo, decía que estar allí podía cambiar el sino de madre o de el mismo ,de todos a decir verdad y en eso tenia razón, pero por mas vueltas que daba a mi cabeza no encontraba otro modo de sacar una pista, algo de lo que tirar.
La puerta abrirse me saco de mi ensoñación, ladeé la sonrisa al ver como mi egipcia entraba por la puerta con una sonrisa saludaba como no a la perra y se acercaba a mi asegurando que estaba hambrienta.
-Por eso tu futuro marido ha ido de caza y te ha traído una carne de jabalí que vas a disfrutar.
La atraje por la cintura atajando la distancia que había entre nuestros labios, mi lengua danzo contra la suya un baile apasionado mientras ambos nos mirábamos con el fuego de las mismas llamas que frente a nosotros nos calentaban.
Me preguntó si había llevado a su perra de caza a lo que simplemente respondí ladeando la sonrisa, no era obvio que no, de haberlo hecho estaría cansada y sucia, algo que no le vendría nada mal, pero me dio reparo llevarla a cazar jabalís porque eran bestias agresivas que podían darle un mal golpe y Nai me mataría si eso sucedía.
Así que de momento, me limitaría a la caza menos con ella.
Mi preciosa prometida subió a darse una ducha en lo que yo acaba de hacer la cena y colocaba la mesa.
No tardó en volver con el pelo mojado, la piel brillante y ese característico olor a grosellas. Ladeé la sonrisa mordiendo su cuello, plagandolo de besos antes de sentarnos a la mesa para disfrutar de aquel jabalí de carne perta que sabia a ricas especias.
Como de costumbre Nai acabó comiendo en mi regazo, la había echado de menos todo el día y mis manos no dejaban de buscarla, provocarla, pues estaba hambriento y no solo de la cena.
Mi respiración errática se perdía en su boca, besos caricias y nuestros labios batallando tras cada trago de vino.
Acabamos la cena, los postres y mientras ella recogía, yo me lleve la botella y dos copas de vino al sofá frente a la lumbre, pronto esta se recostó conmigo y ahora si, los besos se tronaron necesitados, mi hombría en alza contra su vientre y los jadeos de ambos chocando contra nuestros labios.
El sonido de la puerta hizo que resoplara, tratando de mantenerla a mi lado con mi brazo.
-No Nai, deja que llamen -susurré con la voz ronca contra sus labios -se cansaran y se irán, te he echado de menos, llevo un día de mierda y te necesito aquí, conmigo -susurré sin soltarla.
Mis explicaciones de nada sirvieron, al parecer según ella debía ser su padre
-¿todos los egipcios son igual de oportunos? -bromeé dándole un azote en el culo y poniéndome en pie tras ella para dejarme arrastrar hacia la puerta para conocer a mi futuro suegro.
Algo que Hakon me ocultaba, lo vi en su rostro cuando le dibujé en la taberna el emblema que buscaba, el de las espadas cruzadas y la gran sierpe en ellas.
No insistí porque no quería preocupar a Synnobe, ni a Naitiri, prefería que solos pudiéramos hablar del tema en cuestión.
Aproveché que Nai andaba muy liada con el trabajo en el museo para escaparme con la escusa de cazar algo para la cena. Tenia todo el día por delante mientras ella trabajaba.
La verdad es que la pobre no daba a basto, entre saciar a un vikingo cada noche, ayudarme con la maldita búsqueda del emblema que nos llevaba una y otra vez a callejones sin salida y ocuparse del museo con su respectiva identificación de piezas, no le daba tiempo a todo.
Mirando la chimenea pensé en la acalorada discursion que había mantenido con Hakon durante horas. Ahora había caído en donde había visto ese emblema, estaba bordado en la manta que envolvía a mi hermano cuando madre dio con él en aquel campamento gitano.
Lo que me llevaba a pensar que de algún modo la masacre de ese campamento podía estar relacionado con esa secreta organización, incluso que quizás los padres de este pertenecieran o supieran algo acerca de la reliquia que buscamos y por eso fueron aniquilados.
Claro que como decía mi hermano eran gitanos, también pudieron encontrar la manta tirada en cualquier lado incluso tendida y haber sido robada para cubrir a su hijo.
Fuere como fuere era la única maldita pista que teníamos y ahí es donde discrepábamos.
En este tiempo mi hermano aun no había sido encontrado por madre, es decir lo haría en apenas unas semanas, pero si acudiéramos a ese lugar antes de que la masacre se produjera podríamos ver con nuestros propios ojos que sucedió aquel día, descubrir si ese emblema tenia algo que ver con su familia o por ende era una mera coincidencia.
Hakon se negaba en rotundo, decía que estar allí podía cambiar el sino de madre o de el mismo ,de todos a decir verdad y en eso tenia razón, pero por mas vueltas que daba a mi cabeza no encontraba otro modo de sacar una pista, algo de lo que tirar.
La puerta abrirse me saco de mi ensoñación, ladeé la sonrisa al ver como mi egipcia entraba por la puerta con una sonrisa saludaba como no a la perra y se acercaba a mi asegurando que estaba hambrienta.
-Por eso tu futuro marido ha ido de caza y te ha traído una carne de jabalí que vas a disfrutar.
La atraje por la cintura atajando la distancia que había entre nuestros labios, mi lengua danzo contra la suya un baile apasionado mientras ambos nos mirábamos con el fuego de las mismas llamas que frente a nosotros nos calentaban.
Me preguntó si había llevado a su perra de caza a lo que simplemente respondí ladeando la sonrisa, no era obvio que no, de haberlo hecho estaría cansada y sucia, algo que no le vendría nada mal, pero me dio reparo llevarla a cazar jabalís porque eran bestias agresivas que podían darle un mal golpe y Nai me mataría si eso sucedía.
Así que de momento, me limitaría a la caza menos con ella.
Mi preciosa prometida subió a darse una ducha en lo que yo acaba de hacer la cena y colocaba la mesa.
No tardó en volver con el pelo mojado, la piel brillante y ese característico olor a grosellas. Ladeé la sonrisa mordiendo su cuello, plagandolo de besos antes de sentarnos a la mesa para disfrutar de aquel jabalí de carne perta que sabia a ricas especias.
Como de costumbre Nai acabó comiendo en mi regazo, la había echado de menos todo el día y mis manos no dejaban de buscarla, provocarla, pues estaba hambriento y no solo de la cena.
Mi respiración errática se perdía en su boca, besos caricias y nuestros labios batallando tras cada trago de vino.
Acabamos la cena, los postres y mientras ella recogía, yo me lleve la botella y dos copas de vino al sofá frente a la lumbre, pronto esta se recostó conmigo y ahora si, los besos se tronaron necesitados, mi hombría en alza contra su vientre y los jadeos de ambos chocando contra nuestros labios.
El sonido de la puerta hizo que resoplara, tratando de mantenerla a mi lado con mi brazo.
-No Nai, deja que llamen -susurré con la voz ronca contra sus labios -se cansaran y se irán, te he echado de menos, llevo un día de mierda y te necesito aquí, conmigo -susurré sin soltarla.
Mis explicaciones de nada sirvieron, al parecer según ella debía ser su padre
-¿todos los egipcios son igual de oportunos? -bromeé dándole un azote en el culo y poniéndome en pie tras ella para dejarme arrastrar hacia la puerta para conocer a mi futuro suegro.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Family Ties ~ Privado
El viaje de Naitiri a Egipto, no solo trajeron buenas nuevas. Insólito y sorprendido, aún no podía creer que ella sola hubiese sido tan valiente al enfrentarse a peligros y saliese airosa de ellos. No vino sola, sabía que parte de la historia me la había contado a medias…y esperaba que en el momento de la reunión familiar con ella, se la explicase.
La relación seguía siendo la misma que antes de que abandonase el hogar del vampiro. El tiempo separados, ocurrieron muchos acontecimientos. Y no podía engañarle, esa noche iban a celebrar no solo una “cena”, quería presentarle a alguien y no a cualquiera si no aquel con el que por fin no tuvo miedos, fue ella misma y estaba segura y preparada para ser feliz. Solo quedaba el encuentro de la familia. Inquieto, fue antes de la hora acordada, no podía esperar.
Ya se había servido su propia cena y bien saciado. Se conocía y como no le gustase nada de lo que viese, terminaría siendo aquel hombre su cena. Su niña se hacía mayor y temía que lo que viesen sus ojos no fuese lo suficiente bueno para ella. Llamó insistentemente, de elegante negro, sus ojos oscuros se perdieron en unos iguales, Naitiri lo recibía como siempre como una sonrisa. La sonrisa fue devuelta, hasta que al encuentro se unió otra persona.
-Buenas noches. Mi pequeño jazmín -sonrió ampliamente, su sonrisa resplandecía cuando se trataba de su niña, sonrisa que se congeló cuando sus ojos oscuros se clavaron en unos azules… en él -Traje una botella de vino y unas bolsitas de té que tanto te gustan pero mejor la botella de vino, lo hará todo más …. -“soportable” no finalizó la frase, solo sonrió, era mejor no empezar aún la guerra sin conocer nada …
Dejó la botella en la mesa, dejando un efímero beso en la mejilla de su hija, sus orbes no se apartaban del desconocido, la sonrisa había desaparecido. No era tonto, ese hombre vivía allí, podía leer pensamientos pero esa noche… no lo haría, se lo prometió a su hija después de lo ocurrido en el pasado. Carraspeó sin saber muy bien qué decir, así que fue directo a lo que realmente importaba.
-¿Y bien? no sé nada de vosotros, ni cómo os conocisteis… ni qué intenciones tienes con mi hija. Y no me vale un “casarme con ella, señor” quiero motivos, por qué ella y no otra. Y cuidado con la respuesta. no me vale cualquiera -manos en su espalda, esperaba que aquel hombre fuese sincero, si mentía lo sabría… como también sabría otras cosas. el calor que desprendía era notable, al menos para el vampiro… por lo que lo fulminó con la mirada, era mejor no pensar en lo que le haría a su hija…era mejor no pensar en ellos en otras circunstancias muy distintas.
La relación seguía siendo la misma que antes de que abandonase el hogar del vampiro. El tiempo separados, ocurrieron muchos acontecimientos. Y no podía engañarle, esa noche iban a celebrar no solo una “cena”, quería presentarle a alguien y no a cualquiera si no aquel con el que por fin no tuvo miedos, fue ella misma y estaba segura y preparada para ser feliz. Solo quedaba el encuentro de la familia. Inquieto, fue antes de la hora acordada, no podía esperar.
Ya se había servido su propia cena y bien saciado. Se conocía y como no le gustase nada de lo que viese, terminaría siendo aquel hombre su cena. Su niña se hacía mayor y temía que lo que viesen sus ojos no fuese lo suficiente bueno para ella. Llamó insistentemente, de elegante negro, sus ojos oscuros se perdieron en unos iguales, Naitiri lo recibía como siempre como una sonrisa. La sonrisa fue devuelta, hasta que al encuentro se unió otra persona.
-Buenas noches. Mi pequeño jazmín -sonrió ampliamente, su sonrisa resplandecía cuando se trataba de su niña, sonrisa que se congeló cuando sus ojos oscuros se clavaron en unos azules… en él -Traje una botella de vino y unas bolsitas de té que tanto te gustan pero mejor la botella de vino, lo hará todo más …. -“soportable” no finalizó la frase, solo sonrió, era mejor no empezar aún la guerra sin conocer nada …
Dejó la botella en la mesa, dejando un efímero beso en la mejilla de su hija, sus orbes no se apartaban del desconocido, la sonrisa había desaparecido. No era tonto, ese hombre vivía allí, podía leer pensamientos pero esa noche… no lo haría, se lo prometió a su hija después de lo ocurrido en el pasado. Carraspeó sin saber muy bien qué decir, así que fue directo a lo que realmente importaba.
-¿Y bien? no sé nada de vosotros, ni cómo os conocisteis… ni qué intenciones tienes con mi hija. Y no me vale un “casarme con ella, señor” quiero motivos, por qué ella y no otra. Y cuidado con la respuesta. no me vale cualquiera -manos en su espalda, esperaba que aquel hombre fuese sincero, si mentía lo sabría… como también sabría otras cosas. el calor que desprendía era notable, al menos para el vampiro… por lo que lo fulminó con la mirada, era mejor no pensar en lo que le haría a su hija…era mejor no pensar en ellos en otras circunstancias muy distintas.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 27/03/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Family Ties ~ Privado
Sin duda alguna todo era mucho mejor cuando te preparaban la cena, ponían la mesa y te esperaban con una sonrisa en los labios nada más aparecías por la puerta, y la verdad es que agradecí enormemente el gesto que estaba teniendo el vikingo conmigo, y que sin duda alguna guardé porque que él cocinara ya era todo un logro y un hecho que no se repetiría muy a menudo, ya me había dejado claro que él no solía hacer ese tipo de cosas y seguramente quiso tener el detalle conmigo porque desde que habíamos vuelto de Egipto no habíamos parado, yo no había parado en ningún momento y encontrarme la cena hecha fue algo que me gustó mucho. Sabía que no se había llevado a mi perra porque estaba limpia y lo agradecí, no la veía cazando y no quería ni pensarlo.
Una vez algo más relajada tras el baño, un vestido más cómodo y ligero para estar por casa, y con el pelo mojado que caía como una cascada oscura por mi espalda entré en el salón notando que me rugían las tripas, con hambre, y no solamente de lo que él había preparado. Sus labios buscaron mi cuello dejando pequeños besos y mordiscos antes de sentarnos donde ya estaba todo listo y preparado con un par de copas y una botella de vino. Acabé sentándome sobre el vikingo para cenar tranquilamente, hablando de cómo nos había ido el día, dándonos de comer, bebiendo de las copas, riendo, acariciándonos… era innegable que cada vez que estábamos juntos las chispas saltaban prendiendo la llama. Me dio un trozo de carne acercándolo a mi boca y mis dientes mordieron, de forma suave y juguetona, la yema de sus dedos al coger el trozo de forma totalmente intencionada, sin dejar de mirarnos. Sonreí degustando lo que había preparado estando todo delicioso, mejor aun cuando te lo servían y lo preparaban.
-Me ha gustado mucho que hayas tenido el detalle de hacer esta noche la cena –llevé un trozo de carne a sus labios para que comiera y quité con mis labios la salsa que se había quedado del trozo en mis dedos- si alguna vez te pido que lo hagas de nuevo… ya no puedes negarte porque me has demostrado que sabes –sonreí de lado llevando la copa a mis labios dando un trago al vino, con sus manos recorriendo mi cuerpo como si hubieran pasado meses sin vernos. Cenamos entre caricias, besos sin dejar de buscarnos y de provocarnos mutuamente, al final terminamos de cenar y de tomar el postre aún todavía sentada sobre él- Mi futuro marido tenía razón… he disfrutado de la cena, cuando quieras puedes repetir –murmuré divertida sobre sus labios antes de besarlo, fundiéndonos en un beso necesitado lleno de pasión en el que no parábamos de encontrarnos, como si nos fuera imposible no hacerlo. Al final terminamos por recoger todo y nos recostamos en el sofá para seguir besándonos, de forma más profunda y necesitada, chocando ambas respiraciones entrecortadas donde ya podía sentir y notar la excitación del vikingo contra mi cuerpo, provocándome una sonrisa en los labios. Mis dedos recorrieron su pecho en lo que él me pegaba a su cuerpo con su brazo por la mi cintura, moví mi cadera contra él denotando también que no solamente había estado hambrienta de la comida y jadeé contra sus labios subiendo con mis dedos ahora hacia su rostro, recorriendo su mandíbula y repasando esa barba que llevaba y que tanto me gustaba, como si la raspara en una caricia tirando de su labio inferior.
Lo único que me sacó de aquel momento era el timbre sonando de forma insistente y a esas horas de la noche solo se me ocurría una persona que pudiera estar llamando a la puerta, miré a mí prometido cuando me pidió que lo dejara pasar con sus labios sobre los míos con la voz ronca por el deseo, apretándome más contra él. Decía que ya se cansarían y que me había echado de menos, que había tenido un mal día y que me necesitaba allí con él. Sinceramente, se me hacía difícil negarle y dejarle cuando pedía que me necesitaba… pero también sabía que si era quien yo creía perfectamente entraría abriendo la puerta para comprobar que estuviera bien, así que teníamos que responder, y le avisé de quién era quien estaba llamando a la puerta.
Cuando me acerqué para abrirla al otro lado pude encontrarme el rostro de mi padre quien, al verme con una sonrisa por verlo allí, me correspondió la sonrisa llamándome como siempre solía hacía él con un “mi pequeño jazmín” que me hizo reír levemente entre dientes. Vi la botella de vino que traía así como una caja con lo que parecía bolsitas de té notando la presencia del vikingo que se acercaba, también lo noté porque los ojos de mi padre pasaron de mí y tener una sonrisa, a mirarlo a él y quitarla del rostro. Tomé ambas cosas dejando que pasara y me diera un beso en la mejilla para mirar al vikingo, y esperaba que todo fuera bien.
-Gracias papá, sabes que me encanta –miré a uno y a otro que se contemplaban de forma fija, como si yo no estuviera presente, y decidí que debía de hacer algo para llevar la conversación y esa situación por buen camino, porque como el vikingo estuviera pensando en algo lascivo, o lujurioso, sobre mí sin duda alguna mi padre lo iba a saber… se me había pasado por completo darle aquel pequeño detalle y esperé que mi padre no le leyera la mente- ¿Por qué no vamos al salón y tomamos unas copas? –Pregunté para centrar en mí la atención y nos encaminamos al salón donde Isis fue a saludarlo como de costumbre, esa perra tenía la manía de hacerle la fiesta a todos y no paraba hasta que le hicieras caso. Le lancé una mira al vikingo y una sonrisa para calmarlo y que estuviera tranquilo y pronto comencé a servir el vino que había traído en tres copas, pero no esperé que mi padre fuera tan directo. Quise llevarme una mano al rostro y negar con la cabeza ante sus palabras, por Ra, con madre todo había ido mucho más fluido y al parecer con él no iba a ir así la cosa… pero sabía que sus palabras eran porque me seguía viendo como a esa niña pequeña, y no quería que me hiciera daño alguno- Papá –lo llamé mirándolo como una advertencia para que no fuera tan directo, sentados ya en los sofás estando yo al lado del vikingo y él en el otro que había entrelazando mi mano con la del vikingo- Fue… cosa del destino que nos conociéramos. Lo pusieron en mí camino, o me pusieron en el suyo ya no lo sé, y… bueno, necesitaba que le tradujeran unos papiros y no dudó en acudir a la mejor egiptóloga de todas… ya sabes lo que me gustan esas cosas desde bien pequeña, así que le ayudé –hice una leve pausa dando un sorbo a la copa- fue el destino quien lo puso en mi camino, y aunque podría haber hecho que él siguiera con el suyo y saliera del que yo tenía… -giré el rostro para ver al que sería mi futuro marido- decidí que lo quería en el mío –acaricié con el pulgar su mano y le sonreí apretando el agarre de su mano, mi padre no sería tan fácil como mi madre porque era su única hija y todos sabíamos la forma en la que los padres se ponían de protectores con sus hijas ante la llegada de un hombre a su vida… pero al parecer estaba cejado en que el vikingo respondiera a lo que él le había pedido.
Una vez algo más relajada tras el baño, un vestido más cómodo y ligero para estar por casa, y con el pelo mojado que caía como una cascada oscura por mi espalda entré en el salón notando que me rugían las tripas, con hambre, y no solamente de lo que él había preparado. Sus labios buscaron mi cuello dejando pequeños besos y mordiscos antes de sentarnos donde ya estaba todo listo y preparado con un par de copas y una botella de vino. Acabé sentándome sobre el vikingo para cenar tranquilamente, hablando de cómo nos había ido el día, dándonos de comer, bebiendo de las copas, riendo, acariciándonos… era innegable que cada vez que estábamos juntos las chispas saltaban prendiendo la llama. Me dio un trozo de carne acercándolo a mi boca y mis dientes mordieron, de forma suave y juguetona, la yema de sus dedos al coger el trozo de forma totalmente intencionada, sin dejar de mirarnos. Sonreí degustando lo que había preparado estando todo delicioso, mejor aun cuando te lo servían y lo preparaban.
-Me ha gustado mucho que hayas tenido el detalle de hacer esta noche la cena –llevé un trozo de carne a sus labios para que comiera y quité con mis labios la salsa que se había quedado del trozo en mis dedos- si alguna vez te pido que lo hagas de nuevo… ya no puedes negarte porque me has demostrado que sabes –sonreí de lado llevando la copa a mis labios dando un trago al vino, con sus manos recorriendo mi cuerpo como si hubieran pasado meses sin vernos. Cenamos entre caricias, besos sin dejar de buscarnos y de provocarnos mutuamente, al final terminamos de cenar y de tomar el postre aún todavía sentada sobre él- Mi futuro marido tenía razón… he disfrutado de la cena, cuando quieras puedes repetir –murmuré divertida sobre sus labios antes de besarlo, fundiéndonos en un beso necesitado lleno de pasión en el que no parábamos de encontrarnos, como si nos fuera imposible no hacerlo. Al final terminamos por recoger todo y nos recostamos en el sofá para seguir besándonos, de forma más profunda y necesitada, chocando ambas respiraciones entrecortadas donde ya podía sentir y notar la excitación del vikingo contra mi cuerpo, provocándome una sonrisa en los labios. Mis dedos recorrieron su pecho en lo que él me pegaba a su cuerpo con su brazo por la mi cintura, moví mi cadera contra él denotando también que no solamente había estado hambrienta de la comida y jadeé contra sus labios subiendo con mis dedos ahora hacia su rostro, recorriendo su mandíbula y repasando esa barba que llevaba y que tanto me gustaba, como si la raspara en una caricia tirando de su labio inferior.
Lo único que me sacó de aquel momento era el timbre sonando de forma insistente y a esas horas de la noche solo se me ocurría una persona que pudiera estar llamando a la puerta, miré a mí prometido cuando me pidió que lo dejara pasar con sus labios sobre los míos con la voz ronca por el deseo, apretándome más contra él. Decía que ya se cansarían y que me había echado de menos, que había tenido un mal día y que me necesitaba allí con él. Sinceramente, se me hacía difícil negarle y dejarle cuando pedía que me necesitaba… pero también sabía que si era quien yo creía perfectamente entraría abriendo la puerta para comprobar que estuviera bien, así que teníamos que responder, y le avisé de quién era quien estaba llamando a la puerta.
Cuando me acerqué para abrirla al otro lado pude encontrarme el rostro de mi padre quien, al verme con una sonrisa por verlo allí, me correspondió la sonrisa llamándome como siempre solía hacía él con un “mi pequeño jazmín” que me hizo reír levemente entre dientes. Vi la botella de vino que traía así como una caja con lo que parecía bolsitas de té notando la presencia del vikingo que se acercaba, también lo noté porque los ojos de mi padre pasaron de mí y tener una sonrisa, a mirarlo a él y quitarla del rostro. Tomé ambas cosas dejando que pasara y me diera un beso en la mejilla para mirar al vikingo, y esperaba que todo fuera bien.
-Gracias papá, sabes que me encanta –miré a uno y a otro que se contemplaban de forma fija, como si yo no estuviera presente, y decidí que debía de hacer algo para llevar la conversación y esa situación por buen camino, porque como el vikingo estuviera pensando en algo lascivo, o lujurioso, sobre mí sin duda alguna mi padre lo iba a saber… se me había pasado por completo darle aquel pequeño detalle y esperé que mi padre no le leyera la mente- ¿Por qué no vamos al salón y tomamos unas copas? –Pregunté para centrar en mí la atención y nos encaminamos al salón donde Isis fue a saludarlo como de costumbre, esa perra tenía la manía de hacerle la fiesta a todos y no paraba hasta que le hicieras caso. Le lancé una mira al vikingo y una sonrisa para calmarlo y que estuviera tranquilo y pronto comencé a servir el vino que había traído en tres copas, pero no esperé que mi padre fuera tan directo. Quise llevarme una mano al rostro y negar con la cabeza ante sus palabras, por Ra, con madre todo había ido mucho más fluido y al parecer con él no iba a ir así la cosa… pero sabía que sus palabras eran porque me seguía viendo como a esa niña pequeña, y no quería que me hiciera daño alguno- Papá –lo llamé mirándolo como una advertencia para que no fuera tan directo, sentados ya en los sofás estando yo al lado del vikingo y él en el otro que había entrelazando mi mano con la del vikingo- Fue… cosa del destino que nos conociéramos. Lo pusieron en mí camino, o me pusieron en el suyo ya no lo sé, y… bueno, necesitaba que le tradujeran unos papiros y no dudó en acudir a la mejor egiptóloga de todas… ya sabes lo que me gustan esas cosas desde bien pequeña, así que le ayudé –hice una leve pausa dando un sorbo a la copa- fue el destino quien lo puso en mi camino, y aunque podría haber hecho que él siguiera con el suyo y saliera del que yo tenía… -giré el rostro para ver al que sería mi futuro marido- decidí que lo quería en el mío –acaricié con el pulgar su mano y le sonreí apretando el agarre de su mano, mi padre no sería tan fácil como mi madre porque era su única hija y todos sabíamos la forma en la que los padres se ponían de protectores con sus hijas ante la llegada de un hombre a su vida… pero al parecer estaba cejado en que el vikingo respondiera a lo que él le había pedido.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Family Ties ~ Privado
Con una sonrisa ladeada recibí al padre de Nai, de forma cariñosa se refería a su hija como “pequeño jazmín” parecía un padre cariñoso, preocupado por el bienestar de su única hija, muy por el contrario a mi me dedicó la mas fría de sus miradas, la sonrisa se le borro del rostro y mi mano quedó extendida sin ser aferrada por la de ese hombre con el que solo compartía una cosa, a mi egipcia.
Sin apartar sus intensos pardos de mis azules alegó traer una botella de vino y algo de te, pero que posiblemente el alcohol ayudaría a … no concluyó la frase, caro que yo si lo hice en mi cabeza “soportarme”
Me relamí los labios y sonreí altivo mientras le mantenía la mirada desafiante.
No tenia motivos para apartarla, pues amaba a su hija y no tenia nada que ocultarle.
Mi padre era vampiro, sabia y no porque este tuviera ese don que muchos de ellos eran capaces de leer los pensamientos mas íntimos de un hombre.
¿Que iba a leer en mi? ¿que la deseaba? ¿y? ¿No era eso algo normal en un hombre que ama? ¿no deseaba el a su mujer? ¿como nació Nai? ¿la trajo la cigüeña?
Nunca entendería el problema que tenían la gente ajena al norte con el sexo, para nosotros era algo habitual, normal, y no un tabú.
No tenia nada que esconder, nada mas allá de que este no era mi tiempo, algo que traté de dejar a un lado para que no lograra leerlo.
Nai tomo mi mano, podía notar como se enfriaban y le sudaban ligeramente fruto del nerviosismo, ella trataba de calmarme a mi, y fui yo quien rodeé su cintura acariciándola para que no se preocupara, estaba seguro que podría lidiar con esto, a fin de cuentas, era un guerrero.
Tomamos asiento en el sofá. Nai sirvió tres copas de vino, llevé el vidrio a mis labios y le di un buen trago.
-Esta bueno -dije volviendo a hundir mis azules en los del egipcio.
Este no se anduvo por las paredes y directo me hizo la pregunta que le carcomía por dentro.
Nai le replico, un “papa” escapo de su labios pidiéndole calma, al tiempo que apretaba la mía pidiéndome lo mismo.
Negué con la cabeza dejando que la risa escapara de mis labios ante la rabia que el padre de Nai destilaba por dentro.
Nai trataba de explicarle sin matizar en exceso y saltándose todo lo vivido el como nos habíamos conocido, supongo que decirle que la secuestre, no era precisamente algo que le fuera a agradar escuchar a ese hombre. Ella culpaba al destino de habernos unido en esta vida y en parte le insinuaba que era feliz a mi lado.
Esperé a que esta terminara mientras tranquilo degustaba del vino, quizás mi actitud era arrogante, pero mis padres me enseraron a responder del mismo modo en el que era tratado.
-De allí de donde vengo, lo primero es presentarse, así que haré lo que me han enseñado. Mi nombre es Ubbe Cannif, vengo del norte y mas que el destino ,fui yo mismo el que se puso en el camino de su hija.
Necesitaba como bien ha dicho ella que me descifraran unos pergaminos y su hija era la indicada para ello.
Espero que eso responda a su primera pregunta, sobre la segunda mis intenciones son casarme con ella, por eso luce mi anillo de compromiso en el dedo, y ya tengo respuesta, un “si” .Me gustaría que nos diera su bendición, pero con esta o sin ella, no cambiara un ápice el amor que siento.
¿Por que ella y no otra? Eso es mas sencillo todavía, quiero todo de ella, lo bueno y lo malo.
Me gusta cuando me reta, cuando su carácter se me hace insoportable porque entra en conflicto con el mio, incluso aquellas cosas que nos alejan como la utilidad que tiene esa perra -dije señalando a Issis -me gusta cuando frunce el ceño y cuando sonríe, cuando me obliga a hacer la cena , poner la mesa, me gusta fundirme con ella en el lecho y dormir con el olor que desprende a desierto, a fuego, me gusta ella y aunque no prometo una vida calma, si prometo que la cuidare y protegeré con mi ultimo aliento.
Y si eso no os basta, lo siento, pero la verdad, no tengo que convencerte a ti, si no a ella y no voy a fingir el hombre que no soy para caerte bien.
Mis modales son lo que ves, toscos, bárbaros, esto es lo que hay -alcé la copa en su dirección antes de vaciarla.
Sin apartar sus intensos pardos de mis azules alegó traer una botella de vino y algo de te, pero que posiblemente el alcohol ayudaría a … no concluyó la frase, caro que yo si lo hice en mi cabeza “soportarme”
Me relamí los labios y sonreí altivo mientras le mantenía la mirada desafiante.
No tenia motivos para apartarla, pues amaba a su hija y no tenia nada que ocultarle.
Mi padre era vampiro, sabia y no porque este tuviera ese don que muchos de ellos eran capaces de leer los pensamientos mas íntimos de un hombre.
¿Que iba a leer en mi? ¿que la deseaba? ¿y? ¿No era eso algo normal en un hombre que ama? ¿no deseaba el a su mujer? ¿como nació Nai? ¿la trajo la cigüeña?
Nunca entendería el problema que tenían la gente ajena al norte con el sexo, para nosotros era algo habitual, normal, y no un tabú.
No tenia nada que esconder, nada mas allá de que este no era mi tiempo, algo que traté de dejar a un lado para que no lograra leerlo.
Nai tomo mi mano, podía notar como se enfriaban y le sudaban ligeramente fruto del nerviosismo, ella trataba de calmarme a mi, y fui yo quien rodeé su cintura acariciándola para que no se preocupara, estaba seguro que podría lidiar con esto, a fin de cuentas, era un guerrero.
Tomamos asiento en el sofá. Nai sirvió tres copas de vino, llevé el vidrio a mis labios y le di un buen trago.
-Esta bueno -dije volviendo a hundir mis azules en los del egipcio.
Este no se anduvo por las paredes y directo me hizo la pregunta que le carcomía por dentro.
Nai le replico, un “papa” escapo de su labios pidiéndole calma, al tiempo que apretaba la mía pidiéndome lo mismo.
Negué con la cabeza dejando que la risa escapara de mis labios ante la rabia que el padre de Nai destilaba por dentro.
Nai trataba de explicarle sin matizar en exceso y saltándose todo lo vivido el como nos habíamos conocido, supongo que decirle que la secuestre, no era precisamente algo que le fuera a agradar escuchar a ese hombre. Ella culpaba al destino de habernos unido en esta vida y en parte le insinuaba que era feliz a mi lado.
Esperé a que esta terminara mientras tranquilo degustaba del vino, quizás mi actitud era arrogante, pero mis padres me enseraron a responder del mismo modo en el que era tratado.
-De allí de donde vengo, lo primero es presentarse, así que haré lo que me han enseñado. Mi nombre es Ubbe Cannif, vengo del norte y mas que el destino ,fui yo mismo el que se puso en el camino de su hija.
Necesitaba como bien ha dicho ella que me descifraran unos pergaminos y su hija era la indicada para ello.
Espero que eso responda a su primera pregunta, sobre la segunda mis intenciones son casarme con ella, por eso luce mi anillo de compromiso en el dedo, y ya tengo respuesta, un “si” .Me gustaría que nos diera su bendición, pero con esta o sin ella, no cambiara un ápice el amor que siento.
¿Por que ella y no otra? Eso es mas sencillo todavía, quiero todo de ella, lo bueno y lo malo.
Me gusta cuando me reta, cuando su carácter se me hace insoportable porque entra en conflicto con el mio, incluso aquellas cosas que nos alejan como la utilidad que tiene esa perra -dije señalando a Issis -me gusta cuando frunce el ceño y cuando sonríe, cuando me obliga a hacer la cena , poner la mesa, me gusta fundirme con ella en el lecho y dormir con el olor que desprende a desierto, a fuego, me gusta ella y aunque no prometo una vida calma, si prometo que la cuidare y protegeré con mi ultimo aliento.
Y si eso no os basta, lo siento, pero la verdad, no tengo que convencerte a ti, si no a ella y no voy a fingir el hombre que no soy para caerte bien.
Mis modales son lo que ves, toscos, bárbaros, esto es lo que hay -alcé la copa en su dirección antes de vaciarla.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Family Ties ~ Privado
No me sentía cómodo, el hecho de que bajo ese mismo techo hubiese otro hombre que no fuese yo mismo… me abrumaba. Era incapaz de mirar aquel hombre, no lo conocía de nada, podía ser el mejor de los hombres, el más honorable, respetuoso y la quisiese…pero para mí nunca sería suficiente para mi hija. Naitiri se lo merecía todo, todo se me quedaba corto. Luchó sola a capa y espada, teniendo que pasar por mucho y la vida se lo devolvía en felicidad, en forma de aquel hombre que no se de qué demonios iba vestido.
Fruncí ligeramente el ceño ante ese “papá” de advertencia, no pude evitarlo ¿qué pretendía? ¿qué lo acogiese con los brazos abiertos sin conocerle de nada? no. Antes de tan siquiera pensarme si le daba mi bendición o no, cosa absurda porque mi hija ya había elegido y era cuestión de tiempo que se casase sin mi permiso y sin él. En eso era como Tahirah, determinante y decidida. Di un buen trago a la copa de vino, debí traer una docena en vez de dos… iba a necesitarlo. No me encontraba en mi sitio, no deseaba ese encuentro pero debía de pasar por ello, por mi niña.
-El destino. Siempre creiste en el destino y éste te lo ha recompensado encontrando a…este hombre en el camino. Estás muy segura de ello, no sé desde cuando lo conoces y voy a evitar leer pensamientos, por…mejor no leo -di un largo trago, apurando la copa, rellenándomela de nuevo… al final terminaría borracho y casándolos yo mismo. Fijé la mirada en el agarre de manos, ese gesto de cariño mínimo pero importante… aferrándote a lo que más amas e importa en este mundo -El destino no te va a dar de comer ¿qué vas a ofrecerle a mi hija? ¿y por qué vas así vestido? No eres egipcio, ni francés…
No me gustaba su atuendo y sabía de lo que estaba hablando, sastre desde que tuve conocimiento , conocía al detalle cada tela, puntada de aguja y estilo de ropa… tela gruesa, el peinado no es que ayudase demasiado ¿pieles? No hacía tanto frío. Me estaba desesperando, ¿de dónde salió ese hombre, maldita sea? Resoplé ofuscado, me impacientaba y en cuanto él abrió la boca, mi mirada le escrutó, penetrante… mirándole fijamente. “Fui yo quien se puso en el camino de su hija…” …mi pensamiento no fue otro que “Para quitármela, rufián”. Apreté con fuerza el vaso, mi tesoro más preciado no iba a entregárselo a cualquiera, no tenía que convencerme… porque no, él no me gustaba, él ni ningún otro.
-Que alguien no apruebe vuestro amor, no tiene porqué cambiar lo que siente por mi hija. Cuando se ama, se lucha hasta el final, aún pereciendo en el intento. Y no la has respetado hasta el día de la boda, ¡Naitiri! -no pude evitarlo, le repliqué. Sabía que no era pura, por su profesión y demás pero si iba en serio… ¿Qué menos? todo me parecía mal… no estaba contento, mi niña había alegido -Eres un bárbaro. ¿Por qué, hija? -la miré mirando al techo, rugiendo por su comportamiento descarado, me desafiaba puntualizando que le daba igual si no los bendecía o no me pareciese bien -Deberías cuidar tus palabras -no pude evitarlo, me salió de mi misma alma, ya no lo atacaba pero él a mí sí -Pues si “esto es lo que hay” no me gusta. Y no, no Naitiri, no me vale un “por favor , papi” ¿es que no puede ser más respetuoso conmigo? Soy su padre, no dudo que la protejas y la cuides pero deberías tener un poco de respeto a su familia. A mí. No me gusta que me desafíen, tengo que verte con buenos ojos no con un vacilante hombre que con solo decirme que la ama es suficiente -me estaba enfadando y mucho… no me gustaba ese hombre, faltarme el respeto de esa manera con “esto es lo que hay” empezaba a sacar lo peor de mí.
Fruncí ligeramente el ceño ante ese “papá” de advertencia, no pude evitarlo ¿qué pretendía? ¿qué lo acogiese con los brazos abiertos sin conocerle de nada? no. Antes de tan siquiera pensarme si le daba mi bendición o no, cosa absurda porque mi hija ya había elegido y era cuestión de tiempo que se casase sin mi permiso y sin él. En eso era como Tahirah, determinante y decidida. Di un buen trago a la copa de vino, debí traer una docena en vez de dos… iba a necesitarlo. No me encontraba en mi sitio, no deseaba ese encuentro pero debía de pasar por ello, por mi niña.
-El destino. Siempre creiste en el destino y éste te lo ha recompensado encontrando a…este hombre en el camino. Estás muy segura de ello, no sé desde cuando lo conoces y voy a evitar leer pensamientos, por…mejor no leo -di un largo trago, apurando la copa, rellenándomela de nuevo… al final terminaría borracho y casándolos yo mismo. Fijé la mirada en el agarre de manos, ese gesto de cariño mínimo pero importante… aferrándote a lo que más amas e importa en este mundo -El destino no te va a dar de comer ¿qué vas a ofrecerle a mi hija? ¿y por qué vas así vestido? No eres egipcio, ni francés…
No me gustaba su atuendo y sabía de lo que estaba hablando, sastre desde que tuve conocimiento , conocía al detalle cada tela, puntada de aguja y estilo de ropa… tela gruesa, el peinado no es que ayudase demasiado ¿pieles? No hacía tanto frío. Me estaba desesperando, ¿de dónde salió ese hombre, maldita sea? Resoplé ofuscado, me impacientaba y en cuanto él abrió la boca, mi mirada le escrutó, penetrante… mirándole fijamente. “Fui yo quien se puso en el camino de su hija…” …mi pensamiento no fue otro que “Para quitármela, rufián”. Apreté con fuerza el vaso, mi tesoro más preciado no iba a entregárselo a cualquiera, no tenía que convencerme… porque no, él no me gustaba, él ni ningún otro.
-Que alguien no apruebe vuestro amor, no tiene porqué cambiar lo que siente por mi hija. Cuando se ama, se lucha hasta el final, aún pereciendo en el intento. Y no la has respetado hasta el día de la boda, ¡Naitiri! -no pude evitarlo, le repliqué. Sabía que no era pura, por su profesión y demás pero si iba en serio… ¿Qué menos? todo me parecía mal… no estaba contento, mi niña había alegido -Eres un bárbaro. ¿Por qué, hija? -la miré mirando al techo, rugiendo por su comportamiento descarado, me desafiaba puntualizando que le daba igual si no los bendecía o no me pareciese bien -Deberías cuidar tus palabras -no pude evitarlo, me salió de mi misma alma, ya no lo atacaba pero él a mí sí -Pues si “esto es lo que hay” no me gusta. Y no, no Naitiri, no me vale un “por favor , papi” ¿es que no puede ser más respetuoso conmigo? Soy su padre, no dudo que la protejas y la cuides pero deberías tener un poco de respeto a su familia. A mí. No me gusta que me desafíen, tengo que verte con buenos ojos no con un vacilante hombre que con solo decirme que la ama es suficiente -me estaba enfadando y mucho… no me gustaba ese hombre, faltarme el respeto de esa manera con “esto es lo que hay” empezaba a sacar lo peor de mí.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/03/2016
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Re: Family Ties ~ Privado
Realmente no pensaba que aquella reunión imprevista si iba a tornar de aquella manera, no pensaba que mi padre iba a ofrecer tanta resistencia y se iba a comportar de esa forma al saber la noticia de que no había vuelto sola de Egipto, de que alguien más ahora ocupaba mi vida y que se iba a queda en ella para siempre, que me iba a casar y que le gustara o no él era la persona que había escogido y elegido. Sabía que las cosas no iban a ser tan fáciles como con madre, era algo que lo tenía asumido pero… ¿aquella especie de rivalidad entre ambos? Por Ra, no lo había imaginado de ninguna manera. Y estaba nerviosa, porque era consciente de cómo era mi padre y del carácter que tenía el vikingo y por el cual chocaban bastante porque era muy muy parecidos. Quise limar un poco la situación y calmarla advirtiendo a mi padre, para apretar la mano que tenía en lazada con el vikingo pidiéndole también calma, pero al parecer la calma no era algo que acompañara a esos dos en esos momentos.
El vikingo no se quedó callado y respondió a las preguntas que le había hecho mi padre, dijo que había sido él mismo quien se había puesto en mi camino algo que era totalmente cierto. Respondió contundente y firme a cada una de sus palabras alegando que su intención era casarse conmigo y que yo ya había aceptado, pero que le gustaría contar con su bendición. Además contestó a la tercera pregunta al por qué yo y no otra… una respuesta que me hizo mirarlo mientras le respondía mirando de forma fija a mi padre, que me hizo morder el labio con fuerza ante cada frase que decía y que me hizo sonreír sin poder evitarlo en algunos momentos. Lo miré de forma fija grabando esas palabras en mi mente sabiendo lo poco dado que era el vikingo para expresar ciertas cosas, unas que me gustaron demasiado y que me hizo sentir revoloteos por dentro.
Había tenido que llegar mi padre para escuchar aquellas cosas que estaba diciendo, haciéndome ver no sólo lo que él me amaba sino que… maldición, amaba a ese vikingo que en esos momentos ante mi padre defendía algo que quizás, otro en su lugar, ni hubiera defendido. ¿Me lo podía comer ahí mismo? Ah, no… que estaba mi padre de por medio. Me acerqué a él elevando mi rostro, restando la distancia entre ambos, para buscar sus labios en un beso sentido, haciéndole ver lo que me habían gustado dus palabras. Me separé y alcé nuestras manos y deposité un beso en su palma, además de un mordisco en la misma provocador olvidándome por unos momentos de que no estábamos solos en el salón y que mi padre estaba en el otro sofá, observándonos de forma fija sin perder detalle alguno. Ya tenía todos los puntos ganados, pero con aquello había ganado puntos extra.
-Serían unos votos preciosos llegado el momento, vikingo –murmuré con mis labios en su palma todavía, dejando otro beso y controlándome de no hacer nada más porque bastante tensa estaba la situación como para abalanzarme sobre el vikingo y devorarlo con las ganas que tenía realmente. Mis ojos pasaron a mi padre tras el alegato del vikingo que le había dejado las cosas bastante claras y esperé, recé, porque le fuera suficiente demostración ante sus palabras sinceras dejándole en claro lo que él era, lo que había y sentía por mí. Habló sobre el destino, que yo siempre había creído en este y era totalmente cierto… el destino me había llevado hasta los senderos que conducían al vikingo, enarqué una ceja cuando dijo qué iba a ofrecerme y fruncí levemente el ceño- Soy lo suficientemente independiente como para cuidar de mi misma, papá, llevo haciéndolo toda la vida y porque ahora tenga un hombre en mi vida no quiere decir que tenga que depender totalmente de él en ciertos aspectos y convertirme en una inválida incapaz de hacer nada, no es mi carácter ni lo va a ser nunca y él es consciente también de ese hecho sin que yo le diga nada, si vamos a estar juntos ambos supliremos las carencias del otro. No voy a dejar que él me mantenga como quieren las demás jóvenes en sus vidas, ni él va a dejar que yo lo mantenga tampoco porque no está en su carácter, nos adaptaremos a las circunstancias aunque ¿sinceramente? Ni siquiera me preocupa ese hecho… Tengo un trabajo en el museo que me sustenta, y él no necesita de trabajo alguno para alimentarme pues es perfectamente capaz de cazar sin problema alguno para conseguir comida, ¿eso es lo que te preocupa? –Lancé un suspiro- No es ni egipcio y ni francés… es un vikingo del norte y no tengo problema con ese hecho, ni tú tampoco lo vas a tener –añadí por si acaso se le ocurría poner alguna pega. Abrí la boca levemente cuando dijo lo de que no habíamos respetado hasta el matrimonio y casi, casi, me eché a reír en ese mismo momento. ¿Se estaba escuchando? ¿No recordaba a lo que me dedicaba anteriormente?- ¿Al igual que tú pudiste esperar hasta el día de la boda con mamá? Según recuerdo me contaste que os veíais a escondidas, una vez te pregunté si sería igual de feliz que lo erais mamá y tú, ¿recuerdas lo que me dijiste? Que algún día sería igual de feliz que lo fuisteis vosotros… pues tenías razón, aquí tengo a mi felicidad –hice una seña hacia el vikingo pero no aparté la mirada de mi padre, ¿qué por qué él?- Porque no se puede elegir de quien te enamoras, papá, y cuando llega y sabes que es la persona que quieres tener a tu lado el resto de tú vida… lo sabes. Nos queremos, lo quiero y aunque quizás no lo de a entender con las mejores palabras lo demuestra con sus actos y para mí es lo que importa, y es lo que cuenta. Me gusta tal cual es, con sus formas de ser, con sus virtudes y con sus defectos y no es como si pudiera llegar virgen al matrimonio –comenté para tomar una pausa, me estaba cabreando yo también por momentos y ante mi tenía a las dos personas, los dos hombres mejor dicho, más importantes de mi vida.
El vikingo se estaba comportando dentro de su forma de ser, y tenía toda la razón del mundo: no debería de cambiar su forma de ser para agradar a mi padre, porque a mí me gustaba tal cual era. Entendía que a mi padre no le hiciera gracia y sabía que le llevara quien le llevara, con mejor o peores modales no le iba a gustar en absoluto porque para sus ojos siempre serían los hombres que le apartaran y se llevaran a su hija. Pero él tenía que entender que no iba a estar toda mi vida sola, y que si había elegido era por algún motivo en concreto y que si me equivocaba… pues ya me pegaría la hostia yo solita y me levantaría. Lo había elegido a él, y eso le tenía que bastar además de vernos juntos y lo feliz que estaba con él a mí lado, ¿qué más quería? ¿Ver cómo daba la vida por mí, arrodillarse, arrastrarse… sería algo suficiente para él?
-Papá, ya no soy aquella niña de cinco años que iba corriendo a tus brazos cada vez que volvíamos a casa, soy una mujer que ha encontrado a la persona que me llena, que me da chispa, alegría, que me da motivos para seguir adelante y con la que, realmente, veo un futuro a su lado. Me gustaría que lo aceptaras y que os dejarais, los dos, de retaros constantemente. Sois los hombres más importantes de mi vida; uno mi padre y el otro mi futuro marido… Tenéis caracteres fuertes que chocan y lo entiendo, pero debéis de pensar que me tenéis en común y que va a ser así el resto de vuestras vidas, ¿no es eso suficiente? –Miré a mi padre- no sé qué sería suficiente para ti para aceptarlo, solo te diré que el hombre que ves a mi lado, con sus modales que quizás no te gusten, sacrificó su vida para que yo pudiera seguir viviendo aun cuando no éramos nada… y no veo acto más noble, valiente, desinteresado y lleno de amor que ese –separé mi mano del vikingo y me levanté- así que os quiero aquí, delante de mí y os vais a presentar como dios manda, dejar vuestras diferencias de lado y empezar a limar asperezas, porque quiero que mi padre y mi prometido se lleven bien y no voy a consentir que esto siga por este camino, así que venga –les hice un gesto a cada uno para que se acercaran dónde estaban y me estaba controlando enormemente para no estar cabreada, porque me hacían ponerme entre la espada y la pared y no iba permitir que aquello acabara mal- Aparcad vuestras diferencias y si no podéis hacerlo por vosotros entonces hacedlo por mí. Necesito que los dos hombres de mi vida se lleven bien… por favor –con madre todo había sido más fácil, más cómodo… no entendía la situación y no quería seguir con ese camino, necesitaba que se llevaran bien y no iba a cejar a que aparcaran sus diferencias- me gustaría pasar esta velada en familia sin conflictos, y que sea amena, hayas risas y no peleas.
El vikingo no se quedó callado y respondió a las preguntas que le había hecho mi padre, dijo que había sido él mismo quien se había puesto en mi camino algo que era totalmente cierto. Respondió contundente y firme a cada una de sus palabras alegando que su intención era casarse conmigo y que yo ya había aceptado, pero que le gustaría contar con su bendición. Además contestó a la tercera pregunta al por qué yo y no otra… una respuesta que me hizo mirarlo mientras le respondía mirando de forma fija a mi padre, que me hizo morder el labio con fuerza ante cada frase que decía y que me hizo sonreír sin poder evitarlo en algunos momentos. Lo miré de forma fija grabando esas palabras en mi mente sabiendo lo poco dado que era el vikingo para expresar ciertas cosas, unas que me gustaron demasiado y que me hizo sentir revoloteos por dentro.
Había tenido que llegar mi padre para escuchar aquellas cosas que estaba diciendo, haciéndome ver no sólo lo que él me amaba sino que… maldición, amaba a ese vikingo que en esos momentos ante mi padre defendía algo que quizás, otro en su lugar, ni hubiera defendido. ¿Me lo podía comer ahí mismo? Ah, no… que estaba mi padre de por medio. Me acerqué a él elevando mi rostro, restando la distancia entre ambos, para buscar sus labios en un beso sentido, haciéndole ver lo que me habían gustado dus palabras. Me separé y alcé nuestras manos y deposité un beso en su palma, además de un mordisco en la misma provocador olvidándome por unos momentos de que no estábamos solos en el salón y que mi padre estaba en el otro sofá, observándonos de forma fija sin perder detalle alguno. Ya tenía todos los puntos ganados, pero con aquello había ganado puntos extra.
-Serían unos votos preciosos llegado el momento, vikingo –murmuré con mis labios en su palma todavía, dejando otro beso y controlándome de no hacer nada más porque bastante tensa estaba la situación como para abalanzarme sobre el vikingo y devorarlo con las ganas que tenía realmente. Mis ojos pasaron a mi padre tras el alegato del vikingo que le había dejado las cosas bastante claras y esperé, recé, porque le fuera suficiente demostración ante sus palabras sinceras dejándole en claro lo que él era, lo que había y sentía por mí. Habló sobre el destino, que yo siempre había creído en este y era totalmente cierto… el destino me había llevado hasta los senderos que conducían al vikingo, enarqué una ceja cuando dijo qué iba a ofrecerme y fruncí levemente el ceño- Soy lo suficientemente independiente como para cuidar de mi misma, papá, llevo haciéndolo toda la vida y porque ahora tenga un hombre en mi vida no quiere decir que tenga que depender totalmente de él en ciertos aspectos y convertirme en una inválida incapaz de hacer nada, no es mi carácter ni lo va a ser nunca y él es consciente también de ese hecho sin que yo le diga nada, si vamos a estar juntos ambos supliremos las carencias del otro. No voy a dejar que él me mantenga como quieren las demás jóvenes en sus vidas, ni él va a dejar que yo lo mantenga tampoco porque no está en su carácter, nos adaptaremos a las circunstancias aunque ¿sinceramente? Ni siquiera me preocupa ese hecho… Tengo un trabajo en el museo que me sustenta, y él no necesita de trabajo alguno para alimentarme pues es perfectamente capaz de cazar sin problema alguno para conseguir comida, ¿eso es lo que te preocupa? –Lancé un suspiro- No es ni egipcio y ni francés… es un vikingo del norte y no tengo problema con ese hecho, ni tú tampoco lo vas a tener –añadí por si acaso se le ocurría poner alguna pega. Abrí la boca levemente cuando dijo lo de que no habíamos respetado hasta el matrimonio y casi, casi, me eché a reír en ese mismo momento. ¿Se estaba escuchando? ¿No recordaba a lo que me dedicaba anteriormente?- ¿Al igual que tú pudiste esperar hasta el día de la boda con mamá? Según recuerdo me contaste que os veíais a escondidas, una vez te pregunté si sería igual de feliz que lo erais mamá y tú, ¿recuerdas lo que me dijiste? Que algún día sería igual de feliz que lo fuisteis vosotros… pues tenías razón, aquí tengo a mi felicidad –hice una seña hacia el vikingo pero no aparté la mirada de mi padre, ¿qué por qué él?- Porque no se puede elegir de quien te enamoras, papá, y cuando llega y sabes que es la persona que quieres tener a tu lado el resto de tú vida… lo sabes. Nos queremos, lo quiero y aunque quizás no lo de a entender con las mejores palabras lo demuestra con sus actos y para mí es lo que importa, y es lo que cuenta. Me gusta tal cual es, con sus formas de ser, con sus virtudes y con sus defectos y no es como si pudiera llegar virgen al matrimonio –comenté para tomar una pausa, me estaba cabreando yo también por momentos y ante mi tenía a las dos personas, los dos hombres mejor dicho, más importantes de mi vida.
El vikingo se estaba comportando dentro de su forma de ser, y tenía toda la razón del mundo: no debería de cambiar su forma de ser para agradar a mi padre, porque a mí me gustaba tal cual era. Entendía que a mi padre no le hiciera gracia y sabía que le llevara quien le llevara, con mejor o peores modales no le iba a gustar en absoluto porque para sus ojos siempre serían los hombres que le apartaran y se llevaran a su hija. Pero él tenía que entender que no iba a estar toda mi vida sola, y que si había elegido era por algún motivo en concreto y que si me equivocaba… pues ya me pegaría la hostia yo solita y me levantaría. Lo había elegido a él, y eso le tenía que bastar además de vernos juntos y lo feliz que estaba con él a mí lado, ¿qué más quería? ¿Ver cómo daba la vida por mí, arrodillarse, arrastrarse… sería algo suficiente para él?
-Papá, ya no soy aquella niña de cinco años que iba corriendo a tus brazos cada vez que volvíamos a casa, soy una mujer que ha encontrado a la persona que me llena, que me da chispa, alegría, que me da motivos para seguir adelante y con la que, realmente, veo un futuro a su lado. Me gustaría que lo aceptaras y que os dejarais, los dos, de retaros constantemente. Sois los hombres más importantes de mi vida; uno mi padre y el otro mi futuro marido… Tenéis caracteres fuertes que chocan y lo entiendo, pero debéis de pensar que me tenéis en común y que va a ser así el resto de vuestras vidas, ¿no es eso suficiente? –Miré a mi padre- no sé qué sería suficiente para ti para aceptarlo, solo te diré que el hombre que ves a mi lado, con sus modales que quizás no te gusten, sacrificó su vida para que yo pudiera seguir viviendo aun cuando no éramos nada… y no veo acto más noble, valiente, desinteresado y lleno de amor que ese –separé mi mano del vikingo y me levanté- así que os quiero aquí, delante de mí y os vais a presentar como dios manda, dejar vuestras diferencias de lado y empezar a limar asperezas, porque quiero que mi padre y mi prometido se lleven bien y no voy a consentir que esto siga por este camino, así que venga –les hice un gesto a cada uno para que se acercaran dónde estaban y me estaba controlando enormemente para no estar cabreada, porque me hacían ponerme entre la espada y la pared y no iba permitir que aquello acabara mal- Aparcad vuestras diferencias y si no podéis hacerlo por vosotros entonces hacedlo por mí. Necesito que los dos hombres de mi vida se lleven bien… por favor –con madre todo había sido más fácil, más cómodo… no entendía la situación y no quería seguir con ese camino, necesitaba que se llevaran bien y no iba a cejar a que aparcaran sus diferencias- me gustaría pasar esta velada en familia sin conflictos, y que sea amena, hayas risas y no peleas.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Family Ties ~ Privado
Incrédulo escuché las palabras de aquel egipcio, vale que entendía que para él nadie fuera suficiente para su hija ¿acaso para para padre alguien lo seria en le caso de Synobe? Esa parte la entendía porque algún día seria yo el que sentado en su lugar sentiría que un patán me robaba a mi niña, pero tampoco porque fuera capaz de empatizar iba a dejarme avasallar.
Ladeé la sonrisa llevando de nuevo la copa a mis labios ¿en serio? ¿respetar? Negué incrédulo, ¿acaso por demostrarle la pasión que me producía la respetaba menos?
-Tenemos señor conceptos distintos del respetó. Jamas le he faltado el respeto a su hija, ni una sola vez, básicamente porque la admiro, es fuerte, obstinada, valiente, es una gran mujer y creo que en eso estamos de acuerdo ambos.
Podría haberle dicho mucho mas, echarle en cara donde estuvo cuando su hija se prostituía en el burdel y como lo permitió una vez entro en su vida ¿acaso esos hombres la respetaron alguna vez?
Pero ahí hubiera escupido la rabia que yo sentía, era celoso ,posesivo y aunque aceptaba su pasado, me dolía que habiendo alguien podido hacer algo por sacarla de ese mundo, nadie hiciera nada.
Por Odin yo hubiera arrasado el burdel y me la hubiera llevado por la fuerza de ser necesario, hubiera pagado su deuda con sangre, sudor y lagrimas, nada me hubiera detenido, ni dioses, ni titanes y un ejercito de demonios que de las tumbas se alzaran. La hubiera cuidado con mi ultimo aliento porque para mi eso era amor, eso era respeto y por Loqui que la amaba.
Nai parecía angustiada por aquella lucha que entre los dos había empezado, me besó al escuchar lo que de ella decía, mas todo era cierto, no era el hombre que mejor pudiera expresar con palabras lo que sentía por esa mujer con la que me desposaría, pero por Odin que la amaría y respetaría el resto de mi vida hasta que la valkiria me llevara al Valhalla algún día.
Cerré los ojos acogiendo ese beso suave, mi boca se entreabrió, el deseo afloraba y no iba a cortarme ni estando allí su padre, no cuando en mi cultura mostrar esa parte era normal, así fui educado, mis padres siempre se besaron y yo no estaba tarado por haberlos visto amarse.
Guardé silencio permitiendo que su hija hablara de lo nuestro de los sentimientos que nos unían, de la felicidad, quizás ese hombre no sabia hasta que punto iba a renunciar a todo por ella, no se lo diría, yo no era de esos con necesidad de hablar de sus méritos, como antes había dicho, esto es lo que hay y si a Nai le basta, no hay mas de que hablar.
Di un trago de mi copa cuando Nai propuso que nos pusiéramos en pie para presentarnos como ella merecía, sin hostilidad y que si no lo hacia por mi, que fuera por ella porque necesitaba que los dos hombres mas importantes de su vida al menos pudieran estar en una habitación sin querer matarse.
Besé su frente, quería que se calmara, y mis dedos raudos se colaron por debajo del corseé para acariciar su cintura y su tostada piel.
Mis ojos azules en esos desiertos que ahora brillaban como estrellas capaces de iluminar todo el firmamento.
-Estas preciosa -susurré contra sus labios -así, con el ceño fruncido y esa posé de ser la que manda en este navío, estas preciosa.
Ladeé la sonrisa sin separarme un ápice -te quiero y eso no cambiará nunca.
Me separé para ahora hundir mi mirada en la del egipcio, sabia que no le gustaba lo que veía, era un bárbaro y tenia razón para pensar que ni mis modales, ni mis ropas, ni nada de mi cultura le pudiera gustar, pero algo teníamos en común y es que queríamos lo mejor para Nai, aunque diferimos en que hombre se lo podría dar.
-Mi intención nunca fue desafiarle, créame, lo hago bastante mejor -ladeé la sonrisa de nuevo con aire engreído mirando la bastarda que reposaba serena en la esquina de la habitación.
-enterremos por esta noche el hacha de guerra ¿le parece? Conozcame, juzgueme después.
Puede que usted no sepa como voy a dar sustento a su hija y la verdad es que ella para eso no me necesita, mas le aseguro que conmigo su hija nunca pasara hambre.
Casi me echo a reír porque en mi cabeza aquella frase tomaba cierto derrotero sexual, mas por suerte me recompuse manteniéndome firme para extender la mano hacia el padre de Nai
-¿que me dice? Por su hija ¿firmamos por un momento la paz?
Ladeé la sonrisa llevando de nuevo la copa a mis labios ¿en serio? ¿respetar? Negué incrédulo, ¿acaso por demostrarle la pasión que me producía la respetaba menos?
-Tenemos señor conceptos distintos del respetó. Jamas le he faltado el respeto a su hija, ni una sola vez, básicamente porque la admiro, es fuerte, obstinada, valiente, es una gran mujer y creo que en eso estamos de acuerdo ambos.
Podría haberle dicho mucho mas, echarle en cara donde estuvo cuando su hija se prostituía en el burdel y como lo permitió una vez entro en su vida ¿acaso esos hombres la respetaron alguna vez?
Pero ahí hubiera escupido la rabia que yo sentía, era celoso ,posesivo y aunque aceptaba su pasado, me dolía que habiendo alguien podido hacer algo por sacarla de ese mundo, nadie hiciera nada.
Por Odin yo hubiera arrasado el burdel y me la hubiera llevado por la fuerza de ser necesario, hubiera pagado su deuda con sangre, sudor y lagrimas, nada me hubiera detenido, ni dioses, ni titanes y un ejercito de demonios que de las tumbas se alzaran. La hubiera cuidado con mi ultimo aliento porque para mi eso era amor, eso era respeto y por Loqui que la amaba.
Nai parecía angustiada por aquella lucha que entre los dos había empezado, me besó al escuchar lo que de ella decía, mas todo era cierto, no era el hombre que mejor pudiera expresar con palabras lo que sentía por esa mujer con la que me desposaría, pero por Odin que la amaría y respetaría el resto de mi vida hasta que la valkiria me llevara al Valhalla algún día.
Cerré los ojos acogiendo ese beso suave, mi boca se entreabrió, el deseo afloraba y no iba a cortarme ni estando allí su padre, no cuando en mi cultura mostrar esa parte era normal, así fui educado, mis padres siempre se besaron y yo no estaba tarado por haberlos visto amarse.
Guardé silencio permitiendo que su hija hablara de lo nuestro de los sentimientos que nos unían, de la felicidad, quizás ese hombre no sabia hasta que punto iba a renunciar a todo por ella, no se lo diría, yo no era de esos con necesidad de hablar de sus méritos, como antes había dicho, esto es lo que hay y si a Nai le basta, no hay mas de que hablar.
Di un trago de mi copa cuando Nai propuso que nos pusiéramos en pie para presentarnos como ella merecía, sin hostilidad y que si no lo hacia por mi, que fuera por ella porque necesitaba que los dos hombres mas importantes de su vida al menos pudieran estar en una habitación sin querer matarse.
Besé su frente, quería que se calmara, y mis dedos raudos se colaron por debajo del corseé para acariciar su cintura y su tostada piel.
Mis ojos azules en esos desiertos que ahora brillaban como estrellas capaces de iluminar todo el firmamento.
-Estas preciosa -susurré contra sus labios -así, con el ceño fruncido y esa posé de ser la que manda en este navío, estas preciosa.
Ladeé la sonrisa sin separarme un ápice -te quiero y eso no cambiará nunca.
Me separé para ahora hundir mi mirada en la del egipcio, sabia que no le gustaba lo que veía, era un bárbaro y tenia razón para pensar que ni mis modales, ni mis ropas, ni nada de mi cultura le pudiera gustar, pero algo teníamos en común y es que queríamos lo mejor para Nai, aunque diferimos en que hombre se lo podría dar.
-Mi intención nunca fue desafiarle, créame, lo hago bastante mejor -ladeé la sonrisa de nuevo con aire engreído mirando la bastarda que reposaba serena en la esquina de la habitación.
-enterremos por esta noche el hacha de guerra ¿le parece? Conozcame, juzgueme después.
Puede que usted no sepa como voy a dar sustento a su hija y la verdad es que ella para eso no me necesita, mas le aseguro que conmigo su hija nunca pasara hambre.
Casi me echo a reír porque en mi cabeza aquella frase tomaba cierto derrotero sexual, mas por suerte me recompuse manteniéndome firme para extender la mano hacia el padre de Nai
-¿que me dice? Por su hija ¿firmamos por un momento la paz?
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Family Ties ~ Privado
No estaba cómodo, ¿cómo estarlo? Ante mis ojos, mi hija al lado de aquel hombre desconocido para mí. Era cierto que no lo conocía de nada, lo estaba juzgando pero ¿qué culpa tenía yo si me preocupaba como padre que soy? No me valía cualquiera y sabía que ella había elegido a la persona perfecta, lo que no buscaba quizás pero sí encontrado. No podía engañarme a mí mismo, el aura que desprendía era totalmente de completa felicidad por lo que mostré una breve sonrisa, sonrisa que se esfumó cuando me miró de aquella manera inquisitiva sin esperar que reaccionase de esa forma… me estaba advirtiendo de que tuviese cuidado con lo que decía.
No sentía mis palabras pero estaba preocupado. Iba a dejar de ser una niña, hacía mucho no lo era pero para mí siempre sería mi pequeño jazmín. Escuché atentamente tanto uno como a otro. Mi mirada se centró en Naitiri, todo lo que decía lo sentía de corazón y la verdad me gustaba verla así. Alegre, feliz, enamorada e ilusionada. Claro que sí me molestó lo de “con tu bendición o sin ella”, eso fue algo que provocó que mi ceño se frunciese ligeramente. Era mi hija, cierto no estuve en todos estos años, tuve mis motivos y por los dioses, juro que si me hubiese enterado de su desdichada vida anterior…la hubiese sacado con mis propias manos, usurpando su desgracia si fuese necesario.
Gruñí por lo bajo, sirviéndome otra copa, antes de hablar era mejor pensar lo que decir pues ya había dicho suficientes cosas que no sentía. Curioso aparentase la edad de ambos, mi mente… ya era madura aunque en ese instante se asemejase a la de un niño pequeño caprichoso incapaz de soltar lo que más ansía pudiendo tener de un trozo de pastel ..el pastel entero. Miré a ambos intermitentemente sin mediar palabra, tampoco había dicho barbaries para que mi hija me mirara de ese modo y al otro… a ese hombre le dediqué una mirada de advertencia, si no quería guerra que no la comenzase.
-No diré lo que se me da mejor hacer porque… os haréis una idea pero aún así…bien -desvié la mirada a la chimenea, encendí las ascuas desde mi asiento, no necesitaba el calor pero a algo tenía que prender -Si firmo algo será por ella -la señalé con la copa, mirándolo fijamente al comprobar que casi se echa a reír, no supe porqué pero era mejor no leer mentes, era algo que me había prohibido durante el camino hacia la casa de mi hija.
-Bien pues ¿qué se supone tengo que decir? No he estado nunca en una situación parecida-asentí de nuevo, apretando ligeramente la mano y apartarla, me costó estrecharla pero ahora mismo no quería ningun enfrentamiento, menos hacerle pasar un mal rato a mi hija en un momento tan importante.-Bien, teneis mi bendición aunque no la necesites -no lo dije a mal, más bien de forma apenada, eso me había dolido en cierto modo. Guardé silencio, centrando mi mirada en la copa… pasaría la velada como debía, no montaría ningún escándalo.
-Sé, hija… que eres independiente, nunca lo he dudado, es más, no esperaba menos -me levanté mirando la chimenea, me acordaba de Tahirah, recordando nuestro compromiso… a ella en sí.
No sentía mis palabras pero estaba preocupado. Iba a dejar de ser una niña, hacía mucho no lo era pero para mí siempre sería mi pequeño jazmín. Escuché atentamente tanto uno como a otro. Mi mirada se centró en Naitiri, todo lo que decía lo sentía de corazón y la verdad me gustaba verla así. Alegre, feliz, enamorada e ilusionada. Claro que sí me molestó lo de “con tu bendición o sin ella”, eso fue algo que provocó que mi ceño se frunciese ligeramente. Era mi hija, cierto no estuve en todos estos años, tuve mis motivos y por los dioses, juro que si me hubiese enterado de su desdichada vida anterior…la hubiese sacado con mis propias manos, usurpando su desgracia si fuese necesario.
Gruñí por lo bajo, sirviéndome otra copa, antes de hablar era mejor pensar lo que decir pues ya había dicho suficientes cosas que no sentía. Curioso aparentase la edad de ambos, mi mente… ya era madura aunque en ese instante se asemejase a la de un niño pequeño caprichoso incapaz de soltar lo que más ansía pudiendo tener de un trozo de pastel ..el pastel entero. Miré a ambos intermitentemente sin mediar palabra, tampoco había dicho barbaries para que mi hija me mirara de ese modo y al otro… a ese hombre le dediqué una mirada de advertencia, si no quería guerra que no la comenzase.
-No diré lo que se me da mejor hacer porque… os haréis una idea pero aún así…bien -desvié la mirada a la chimenea, encendí las ascuas desde mi asiento, no necesitaba el calor pero a algo tenía que prender -Si firmo algo será por ella -la señalé con la copa, mirándolo fijamente al comprobar que casi se echa a reír, no supe porqué pero era mejor no leer mentes, era algo que me había prohibido durante el camino hacia la casa de mi hija.
-Bien pues ¿qué se supone tengo que decir? No he estado nunca en una situación parecida-asentí de nuevo, apretando ligeramente la mano y apartarla, me costó estrecharla pero ahora mismo no quería ningun enfrentamiento, menos hacerle pasar un mal rato a mi hija en un momento tan importante.-Bien, teneis mi bendición aunque no la necesites -no lo dije a mal, más bien de forma apenada, eso me había dolido en cierto modo. Guardé silencio, centrando mi mirada en la copa… pasaría la velada como debía, no montaría ningún escándalo.
-Sé, hija… que eres independiente, nunca lo he dudado, es más, no esperaba menos -me levanté mirando la chimenea, me acordaba de Tahirah, recordando nuestro compromiso… a ella en sí.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 27/03/2016
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Family Ties ~ Privado
Necesitaba que esos dos hombres se llevaran bien por mí, eran los dos más importantes de mi vida y no concebía esta sin uno de los dos, tenían que llevarse bien y tenía que conseguir que lo hicieran en ese momento, si no lo hacían por ellos al menos que lo hicieran por mí si tanto me querían y tanto les importaba. Quizás me había pasado exigiendo que se levantaran y se pusieran frente a mí para comenzar de nuevo como si no se hubieran visto, borrando aquella conversación que no nos llevaba a ningún camino, al menos a ningún camino que fuera bueno para ninguno de los tres. Estaba cabreada, comenzaba a enfadarme y quería pasar una velada tranquila y relajada, llena de risas, de anécdotas, de diversión… ¿era mucho pedir poder estar con los hombres que quería, en sintonía y armonía? Seguro que no, que no lo era si ellos ponían de su parte para que todo fuera bien, para que fuera como debía de ir y dejaran de lado esas diferencias notorias.
El primero que se levantó fue el vikingo que se puso a mi lado, besó mi frente intentando encontrar una calma que en esos momentos no sentía, notando sus dedos colándose por el lateral del corsé, acariciando mi piel que quemaba a su tacto allí por donde sus dedos me tocaban. Mis ojos subieron a los suyos para mirarle cuando me dijo que estaba preciosa, con sus labios sobre los míos, con el ceño fruncido y siendo quien mandaba en aquel barco. Me dijo que nada cambiaría que me quería, nunca, y me provocó una sonrisa contra sus labios alzando mi mano para ponerla en su mejilla, agradeciendo que intentara calmarme y que me ayudara en aquella situación, porque realmente es que lo necesitaba.
-Es que soy la que manda en este navío, vikingo –le respondí de vuelta, con una sonrisa ladeada- acuérdate de que llevo la brújula, y según tengo entendido, quien lleva la brújula es quien manda ¿no es así? –Lo miré de forma fija a esos orbes azules que tanto me gustaban y que tantas cosas me provocaban cuando me recorrían por entera, sin siquiera tocarme- Sin mí estás perdido, vikingo –susurré contra sus labios antes de dejar un beso corto, viendo cómo se giraba hacia mi padre y le di un codazo cuando le dijo que él desafiaba mejor para que dejara aquello, firmando una tregua por mí. Mis ojos estaban fijos en mi padre esperando que se levantara de donde estaba, acortara la distancia y tomara la mano del vampiro firmando esa tregua que les había pedido- ¿Por un momento? Ah no, vikingo, para siempre querrás decir –apunté antes de nada porque no me valía la paz por una noche, las quería todas las veces que pudieran estar juntos. Observé los ojos de mi padre, que eran iguales que los míos, acortando la distancia y respondiendo también al desafío del vikingo con la lumbre… bien, ambos sabían desafiarse, podíamos pasar al siguiente capítulo. Sin embargo me quedé callada y esperé rezando porque esos dos pudieran llegar alguna vez a un entendimiento, porque me iban a tener en común para toda la vida y no pensaba ceder ni en base a uno, ni en base a otro. Deberían de aprender a conllevarse y a saber que si me querían, les gustara o no, tendrían que tragarse. Punto, no había vuelta de hoja en ese asunto y no pensaba ceder ni un ápice sobre ese aspecto… no había discusión alguna.
Acortó la distancia quedándose frente a donde estábamos con la copa en la mano, miré de reojo al vikingo intuyendo por dónde iba esa risa y me mordí el labio esperando que mi padre no leyera las mentes de ninguno de los dos. Dijo que si cedía lo haría por mí, exactamente que había hecho el vikingo… pero no solté el aire que tenía retenido en mis pulmones hasta que vi que ambos se dieron la mano firmando aquella tregua de paz no por un instante, sino por siempre. Sabía que les había costado a los dos y les agradecía enormemente el gesto, no sabían cuán de importante era para mí tenerlos a los dos juntos, conmigo, estando bien sin ningún tipo de problema, sin que se tiraran al cuello. Sonreí observándolos y me mordí el labio, contenta por haber llegado a una conclusión en la que todo salía bien.
-No tienes que decir nada si no quieres, papá. Sé que te alegras por mí, puedo verlo en tus ojos sin necesidad de que me digas nada –lancé un suspiro por sus palabras, porque en el fondo aunque le hubiera desafiado de esa manera, sí quería su bendición- No digas eso, quiero que no solo os llevéis bien, quiero también contar con que aunque él te guste o no apruebas esto. Sé que puedes leer las auras, y sé exactamente qué estás viendo ahora mismo de la mía –felicidad, no había otra palabra para definirlo. Todos habíamos dicho cosas que quizás no deberíamos de haber dicho, y yo me incluía la primera, pero los nervios de ver que aquello se me iba de las manos pudo conmigo en ese momento y había atacado a los dos, pero ahora ya estaba todo pasado y era lo que importaba. Lo seguí con la mirada viendo que se acercaba a la chimenea y yo acorté la distancia con el vikingo, lo miré sin necesidad de decirle nada con una sonrisa y elevé mi rostro para buscarle- Gracias –murmuré sobre sus labios antes de besarlo, de por un momento perderme en él y en su sabor disfrutando de ese beso. Me separé y apoyé mi rostro ladeado en su pecho observando a mi padre, en la chimenea, con cierto aire melancólico y recordé que no sabía nada de que mamá estaba viva. Alcé la vista hacia el vikingo dejando una mano en su pecho, yo tampoco sabía muy bien cómo iban este tipo de cosas, así que dejando otro beso más corto me acerqué hacia mi padre, colocarme a su lado, y pasar mis brazos hasta acabar abrazándolo contra mí- Sukran* (gracias) –dije para luego mirar al vikingo que nos observaba, dejé un beso en la mejilla de mi padre y cogí su mano libre para acercarnos al vikingo- Reconozco que mi fallo ha sido no presentaros debidamente, así que como tú ya te has presentado; Ubbe, te presento a mí padre, Naeem –hice una pausa y cogí la botella para rellenar la copa de todos- por los dos hombres que más quiero –dije alzando la copa antes de beber de ella para luego volver a sentarnos en el sofá conforme estábamos, pero con el ambiente más relajado- Papá, cuéntale a mi prometido lo buena que era de pequeña, y lo obediente que era, o los desastres que te causaba en la tienda –reí entre dientes y miré al vikingo, tenía que decirle lo de mi madre pero no sabía qué sería mejor si decírselo, o dejar que lo viera él por sorpresa. Dejé un beso en sus labios, uno corto, y me giré a mi padre, mucho más tranquila y relajada.
El primero que se levantó fue el vikingo que se puso a mi lado, besó mi frente intentando encontrar una calma que en esos momentos no sentía, notando sus dedos colándose por el lateral del corsé, acariciando mi piel que quemaba a su tacto allí por donde sus dedos me tocaban. Mis ojos subieron a los suyos para mirarle cuando me dijo que estaba preciosa, con sus labios sobre los míos, con el ceño fruncido y siendo quien mandaba en aquel barco. Me dijo que nada cambiaría que me quería, nunca, y me provocó una sonrisa contra sus labios alzando mi mano para ponerla en su mejilla, agradeciendo que intentara calmarme y que me ayudara en aquella situación, porque realmente es que lo necesitaba.
-Es que soy la que manda en este navío, vikingo –le respondí de vuelta, con una sonrisa ladeada- acuérdate de que llevo la brújula, y según tengo entendido, quien lleva la brújula es quien manda ¿no es así? –Lo miré de forma fija a esos orbes azules que tanto me gustaban y que tantas cosas me provocaban cuando me recorrían por entera, sin siquiera tocarme- Sin mí estás perdido, vikingo –susurré contra sus labios antes de dejar un beso corto, viendo cómo se giraba hacia mi padre y le di un codazo cuando le dijo que él desafiaba mejor para que dejara aquello, firmando una tregua por mí. Mis ojos estaban fijos en mi padre esperando que se levantara de donde estaba, acortara la distancia y tomara la mano del vampiro firmando esa tregua que les había pedido- ¿Por un momento? Ah no, vikingo, para siempre querrás decir –apunté antes de nada porque no me valía la paz por una noche, las quería todas las veces que pudieran estar juntos. Observé los ojos de mi padre, que eran iguales que los míos, acortando la distancia y respondiendo también al desafío del vikingo con la lumbre… bien, ambos sabían desafiarse, podíamos pasar al siguiente capítulo. Sin embargo me quedé callada y esperé rezando porque esos dos pudieran llegar alguna vez a un entendimiento, porque me iban a tener en común para toda la vida y no pensaba ceder ni en base a uno, ni en base a otro. Deberían de aprender a conllevarse y a saber que si me querían, les gustara o no, tendrían que tragarse. Punto, no había vuelta de hoja en ese asunto y no pensaba ceder ni un ápice sobre ese aspecto… no había discusión alguna.
Acortó la distancia quedándose frente a donde estábamos con la copa en la mano, miré de reojo al vikingo intuyendo por dónde iba esa risa y me mordí el labio esperando que mi padre no leyera las mentes de ninguno de los dos. Dijo que si cedía lo haría por mí, exactamente que había hecho el vikingo… pero no solté el aire que tenía retenido en mis pulmones hasta que vi que ambos se dieron la mano firmando aquella tregua de paz no por un instante, sino por siempre. Sabía que les había costado a los dos y les agradecía enormemente el gesto, no sabían cuán de importante era para mí tenerlos a los dos juntos, conmigo, estando bien sin ningún tipo de problema, sin que se tiraran al cuello. Sonreí observándolos y me mordí el labio, contenta por haber llegado a una conclusión en la que todo salía bien.
-No tienes que decir nada si no quieres, papá. Sé que te alegras por mí, puedo verlo en tus ojos sin necesidad de que me digas nada –lancé un suspiro por sus palabras, porque en el fondo aunque le hubiera desafiado de esa manera, sí quería su bendición- No digas eso, quiero que no solo os llevéis bien, quiero también contar con que aunque él te guste o no apruebas esto. Sé que puedes leer las auras, y sé exactamente qué estás viendo ahora mismo de la mía –felicidad, no había otra palabra para definirlo. Todos habíamos dicho cosas que quizás no deberíamos de haber dicho, y yo me incluía la primera, pero los nervios de ver que aquello se me iba de las manos pudo conmigo en ese momento y había atacado a los dos, pero ahora ya estaba todo pasado y era lo que importaba. Lo seguí con la mirada viendo que se acercaba a la chimenea y yo acorté la distancia con el vikingo, lo miré sin necesidad de decirle nada con una sonrisa y elevé mi rostro para buscarle- Gracias –murmuré sobre sus labios antes de besarlo, de por un momento perderme en él y en su sabor disfrutando de ese beso. Me separé y apoyé mi rostro ladeado en su pecho observando a mi padre, en la chimenea, con cierto aire melancólico y recordé que no sabía nada de que mamá estaba viva. Alcé la vista hacia el vikingo dejando una mano en su pecho, yo tampoco sabía muy bien cómo iban este tipo de cosas, así que dejando otro beso más corto me acerqué hacia mi padre, colocarme a su lado, y pasar mis brazos hasta acabar abrazándolo contra mí- Sukran* (gracias) –dije para luego mirar al vikingo que nos observaba, dejé un beso en la mejilla de mi padre y cogí su mano libre para acercarnos al vikingo- Reconozco que mi fallo ha sido no presentaros debidamente, así que como tú ya te has presentado; Ubbe, te presento a mí padre, Naeem –hice una pausa y cogí la botella para rellenar la copa de todos- por los dos hombres que más quiero –dije alzando la copa antes de beber de ella para luego volver a sentarnos en el sofá conforme estábamos, pero con el ambiente más relajado- Papá, cuéntale a mi prometido lo buena que era de pequeña, y lo obediente que era, o los desastres que te causaba en la tienda –reí entre dientes y miré al vikingo, tenía que decirle lo de mi madre pero no sabía qué sería mejor si decírselo, o dejar que lo viera él por sorpresa. Dejé un beso en sus labios, uno corto, y me giré a mi padre, mucho más tranquila y relajada.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Family Ties ~ Privado
El padre de Nai me dio la mano, no sin antes dejar muy claro que lo hacia solo por su hija, no me costaba saber que es eso en lo que pensaba.
No le gustaba, no era exactamente el hombre que siempre imagino para su hija, supongo que para los Parisienses yo solo era un bárbaro, y para el Egipcio, al parecer no me calificaba de una manera muy distinta.
No se equivocaba, aprendí antes a empuñar la espada que a andar, mi padre me forjo a fuego y acero, nunca seria como seso nobles que andan con un palo metido por el culo y que llevan a sus mujeres colgando del brazo como si fueran meros floreros. Madre era feliz junto a padre, siempre nos contaba como se conocieron que fue amor a primera vista y la cantidad de obstáculos que juntos recorrieron.
Mi mirada se predio en el mismo fuego que el padre de Nai había azuzado hacia un tiempo, no me gustaba la actitud de ese hombre, no me conocía y solo me juzgaba por aquello que veía, pero no seria yo el que complicara la noche a la mujer que amaba, así que me limité a asentir al escuchar sus palabras.
-Gracias por esa bendición -apunté con una irónica sonrisa.
¡A la mierda! Yo solo necesitaba la bendición de mis dioses, la compañía de los míos y el si de Naitiri.
Ese hombre estaba arruinandonos la noche, una que ahora estaría disfrutando entre las piernas de mi prometida y que sin embargo estaba tomando un cáliz muy distinto.
Nai acortó la distancia que nos separaba para besar mis labios, la abracé, pero creo que pese a su gracias y a mi fingida sonrisa detecto que no estaba cómodo en ese momento.
Mi cultura era muy distinta a la suya. Yo era un hombre, no un niño, nada podían objetar mis padres sobre mis decisiones cuando a la guerra ya había ido y estos jamas tendrían este comportamiento con la mujer que les presentara.
Padre habría sacado bebida para celebrar que su hijo se casaba, y seguro que madre estaría feliz hablando con mi prometida, ofreciéndose para cualquier cosa que necesitara.
Ella se fue hacia el victimado padre que lejos de celebrar nuestra alegría, parecía que le habían metido una estaca por el culo.
Me había asegurado que é también sabia amenazarme, mas si pensaba que yo no podía defenderme, se equivocaba, mi espada había mordido y arrebatado la vida de muchos inmortales.
Resoplé sentándome en el sofá y llenando mi copa para beber. No me gustaba ese tipo de gente, yo había tenido momentos malos, pero nunca había amargado la fiesta al resto de los míos.
Nai conversaba con su padre, lo animaba y besaba, observé la escena en un segundo plano y no me largue no se porque, pues yo no era precisamente de esos que aguantan por educación ninguna situación.
Tome la copa de vino que Ni nos rellenó, mientras me presentaba a ese hombre según ella de la manera correcta.
Ni una palabra escapó de mis labios, mi gesto lo decía todo y demasiado me estaba callando.
Le di un azote en el trasero a mi prometida y acerqué mis labios a los ajenos para darle un beso profundo, importándome poco lo que a su padre le pareciera. Me relamí después ignorando al padre.
-Me voy a la habitación Nai, os dejo, intuyo que tenéis mucho de lo que hablar.
Prefería darles intimidad, mi presencia molestaba al padre, su presencia me molestaba a mi.
No le gustaba, no era exactamente el hombre que siempre imagino para su hija, supongo que para los Parisienses yo solo era un bárbaro, y para el Egipcio, al parecer no me calificaba de una manera muy distinta.
No se equivocaba, aprendí antes a empuñar la espada que a andar, mi padre me forjo a fuego y acero, nunca seria como seso nobles que andan con un palo metido por el culo y que llevan a sus mujeres colgando del brazo como si fueran meros floreros. Madre era feliz junto a padre, siempre nos contaba como se conocieron que fue amor a primera vista y la cantidad de obstáculos que juntos recorrieron.
Mi mirada se predio en el mismo fuego que el padre de Nai había azuzado hacia un tiempo, no me gustaba la actitud de ese hombre, no me conocía y solo me juzgaba por aquello que veía, pero no seria yo el que complicara la noche a la mujer que amaba, así que me limité a asentir al escuchar sus palabras.
-Gracias por esa bendición -apunté con una irónica sonrisa.
¡A la mierda! Yo solo necesitaba la bendición de mis dioses, la compañía de los míos y el si de Naitiri.
Ese hombre estaba arruinandonos la noche, una que ahora estaría disfrutando entre las piernas de mi prometida y que sin embargo estaba tomando un cáliz muy distinto.
Nai acortó la distancia que nos separaba para besar mis labios, la abracé, pero creo que pese a su gracias y a mi fingida sonrisa detecto que no estaba cómodo en ese momento.
Mi cultura era muy distinta a la suya. Yo era un hombre, no un niño, nada podían objetar mis padres sobre mis decisiones cuando a la guerra ya había ido y estos jamas tendrían este comportamiento con la mujer que les presentara.
Padre habría sacado bebida para celebrar que su hijo se casaba, y seguro que madre estaría feliz hablando con mi prometida, ofreciéndose para cualquier cosa que necesitara.
Ella se fue hacia el victimado padre que lejos de celebrar nuestra alegría, parecía que le habían metido una estaca por el culo.
Me había asegurado que é también sabia amenazarme, mas si pensaba que yo no podía defenderme, se equivocaba, mi espada había mordido y arrebatado la vida de muchos inmortales.
Resoplé sentándome en el sofá y llenando mi copa para beber. No me gustaba ese tipo de gente, yo había tenido momentos malos, pero nunca había amargado la fiesta al resto de los míos.
Nai conversaba con su padre, lo animaba y besaba, observé la escena en un segundo plano y no me largue no se porque, pues yo no era precisamente de esos que aguantan por educación ninguna situación.
Tome la copa de vino que Ni nos rellenó, mientras me presentaba a ese hombre según ella de la manera correcta.
Ni una palabra escapó de mis labios, mi gesto lo decía todo y demasiado me estaba callando.
Le di un azote en el trasero a mi prometida y acerqué mis labios a los ajenos para darle un beso profundo, importándome poco lo que a su padre le pareciera. Me relamí después ignorando al padre.
-Me voy a la habitación Nai, os dejo, intuyo que tenéis mucho de lo que hablar.
Prefería darles intimidad, mi presencia molestaba al padre, su presencia me molestaba a mi.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Family Ties ~ Privado
Los envidiaba de manera sana. Desde mi asiento les observé en silencio, refugiándome en el alcohol. Vi en sus miradas la misma forma de mirar a mi Tahirah, como si nada más importase. Un solo segundo no bastaba para apartar sus ojos de ella, disfrutaba observándola, cada gesto, miradas intercambiadas, sonrisas y palabras… todo quedó en un recuerdo. Mi Tahirah no volvería, jamás y eso me quemaría por dentro el resto de mi vida... más bien, mi no vida.
Volví la mirada hacia la lumbre, sonreí por la conversación de ambos. No me creería ninguno de los dos pero me alegraba de que mi Naitiri fuese feliz, encontrase su alma afín…ese alma que solo encuentras una vez en la vida. Mis orbes se fijaron en el contenido del vaso, como si nada más me importase pero lo cierto es que sonreí sin querer, se querían y nada ni nadie podría cambiar eso. Ellos no lo sabían pero desde que mi hija me miró con esos ojos repletos de ilusión, me prometí a mí mismo que los ampararía, protegería por mi propia vida.
Me encontraba en un mar de dudas porque no sabía cómo tratar aquel hombre, después de haber lanzado miles de cuchillos y tener que esquivarlos para no ser herido de muerte. Lo entendía, el padre de mi esposa fue duro de roer pero le conquisté, igual que a su hija. Permanecí en silencio hasta esa presentación, podríamos empezar de nuevo. No dudé en levantarme, le ofrecí la mano para estrechársela , mirándole a los ojos… estaba molesto, solo había que verle, sentir su aura.
-Soy Naeem Zahir….encantado -lo hice por ella, también le debí una disculpa -Lamento mi comportamiento… vamos a ser familia y… -enmudecí porque allí faltaba alguien, ella, mi esposa. Miré a Naitiri y negué con la cabeza, me estaba emocionando y solo yo era el culpable de que no se encontrase con nosotros, aparté la vista de ambos avergonzado, temía perderla como perdí a mi esposa… dediqué una sonrisa a mi hija y me aparté dejándoles a solas hasta que la voz de mi hija me arrancó una sonrisa -Era tan curiosa, lo observaba todo y admiraba a su madre. Fue ella quien le enseñó todo lo que sabe… y la persona más especia, ha madurado a golpes en la vida y ¿qué voy a decir? Que si me dais nietos… espero que sean tan listos como ella -reí divertido, esperando que él accediese, yo lo había hecho.
Pero se apartó y yo, miré a Naitiri, observándolos a ambos. Mi semblante cambió de repente porque sí que era cierto que… la echaba terriblemente de menos, mi pequeña sería feliz y eso era lo que más deseaba del mundo. Volví a recordar a mi esposa, lo que se estaba perdiendo por mi culpa, y mi condena…sería para siempre, vivir sin ella.
-Lo siento, hija, no quise parecer disgustado es que es nuevo para mí y… -me encogí de hombros, no tenía excusa, ese hombre me detestaba y no lo culpaba después de lo que acababa de suceder en el salón -Estaré encantado de acompañarte al altar , de entregarte a él. Te ama, lo vi en sus ojos… os mirais como yo miraba a… -negué con la cabeza y acaricié su rostro con dulzura.
Volví la mirada hacia la lumbre, sonreí por la conversación de ambos. No me creería ninguno de los dos pero me alegraba de que mi Naitiri fuese feliz, encontrase su alma afín…ese alma que solo encuentras una vez en la vida. Mis orbes se fijaron en el contenido del vaso, como si nada más me importase pero lo cierto es que sonreí sin querer, se querían y nada ni nadie podría cambiar eso. Ellos no lo sabían pero desde que mi hija me miró con esos ojos repletos de ilusión, me prometí a mí mismo que los ampararía, protegería por mi propia vida.
Me encontraba en un mar de dudas porque no sabía cómo tratar aquel hombre, después de haber lanzado miles de cuchillos y tener que esquivarlos para no ser herido de muerte. Lo entendía, el padre de mi esposa fue duro de roer pero le conquisté, igual que a su hija. Permanecí en silencio hasta esa presentación, podríamos empezar de nuevo. No dudé en levantarme, le ofrecí la mano para estrechársela , mirándole a los ojos… estaba molesto, solo había que verle, sentir su aura.
-Soy Naeem Zahir….encantado -lo hice por ella, también le debí una disculpa -Lamento mi comportamiento… vamos a ser familia y… -enmudecí porque allí faltaba alguien, ella, mi esposa. Miré a Naitiri y negué con la cabeza, me estaba emocionando y solo yo era el culpable de que no se encontrase con nosotros, aparté la vista de ambos avergonzado, temía perderla como perdí a mi esposa… dediqué una sonrisa a mi hija y me aparté dejándoles a solas hasta que la voz de mi hija me arrancó una sonrisa -Era tan curiosa, lo observaba todo y admiraba a su madre. Fue ella quien le enseñó todo lo que sabe… y la persona más especia, ha madurado a golpes en la vida y ¿qué voy a decir? Que si me dais nietos… espero que sean tan listos como ella -reí divertido, esperando que él accediese, yo lo había hecho.
Pero se apartó y yo, miré a Naitiri, observándolos a ambos. Mi semblante cambió de repente porque sí que era cierto que… la echaba terriblemente de menos, mi pequeña sería feliz y eso era lo que más deseaba del mundo. Volví a recordar a mi esposa, lo que se estaba perdiendo por mi culpa, y mi condena…sería para siempre, vivir sin ella.
-Lo siento, hija, no quise parecer disgustado es que es nuevo para mí y… -me encogí de hombros, no tenía excusa, ese hombre me detestaba y no lo culpaba después de lo que acababa de suceder en el salón -Estaré encantado de acompañarte al altar , de entregarte a él. Te ama, lo vi en sus ojos… os mirais como yo miraba a… -negué con la cabeza y acaricié su rostro con dulzura.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/03/2016
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Re: Family Ties ~ Privado
No me cansaría jamás de intentar que esos dos hombres se llevaran bien, ¿tanto les costaba? Los necesitaba a los dos por igual porque eran los más importantes de mi vida, quería que se llevaran bien porque esto no era algo que fuera pasajero y temporal, esto iba a ser ya de por vida y la verdad es que no quería malas caras, ni ceños fruncidos, ni cuchillos volando hacia uno y otro cada vez que se vieran… tenía que hacer todo lo posible para que se llevaran bien, quizás mamá pudiera intermediar y hablar con papá… eso me recordó que él estaba así porque no sabía que estaba viva, porque se maldecía por haberla matada, carcomiéndole por dentro ese sentimiento y ese recuerdo. Si supiera que estaba viva y que no le había pasado, que también era vampira… las cosas serían tremendamente diferentes. Pero no sabía muy bien cómo decírselo, tenía que hacerlo con tacto y sabía que en parte de la forma de la que él estaba en esos momentos era por su recuerdo, por ella. No lo decía pero yo lo veía en sus ojos.
Lancé un suspiro cuando al menos mi padre finalmente cedió y se presentó como debidamente debería de haber hecho al principio, dejando esos retos, esas amenazas y las preguntas que no tendría que haber hecho y centrarse en conocerlo más, en saber cómo era pero en sobre todo hacer caso de la decisión que había tomado, de pensar que había hecho la mejor elección de todas, de creer en ella como yo creía. Ubbe puso todo de su parte aunque sabía en el fondo que tampoco le caía bien mi padre, podía notarlo en lo callado que estaba, en la forma en la que se comportaba… y volví a lanzar un suspiro. Aquello era como intentar nada a contra corriente, pero nadie decía que fuera imposible y que no se pudiera hacer.
Una vez las presentaciones hechas como era debido y tras mi padre haber cedido en ese aspecto y contándole al vikingo como era yo de pequeña, noté el azote que este dio en una de mis nalgas y que me hizo elevar el rostro para mirarlo, acercó mi rostro al suyo acortando la distancia y me besó, me besó como siempre hacía él, con ese carácter que predominaba al vikingo, con esa necesidad que sentía sin importarle en absoluto que mi padre estuviera delante. No se cortó ni un pelo, aunque sabiendo que ellos y el tema del sexo y demás no era ningún tabú y que sus muestras de afecto eran esas y estaban acostumbrados a ella no me extrañaba que no cortara en el beso que me dio. Lo miré mordiéndome el labio cuando dijo que se iba a la habitación, y que nos dejaba a los dos a solas.
Quise detenerle, coger su muñeca y retenerlo allí conmigo para pasar aquello… pero sabía también cómo era su carácter y su forma de ser, y si se iba es porque más no podía aguantar y antes de montar cualquier número prefería irse, dejarnos a solas y no hacer más grande e imposible aquella situación. Mi mano se deslizó por su brazo mientras él se movía para alejarse, quise apretar y cerrar mi mano entorno a su muñeca o a su mano cuando mis dedos se deslizaron por el lugar notando como se alejaba… pero sabía que era lo mejor, que no debía de forzarlo en aquella situación y que bastante había durado con cómo habían ido las cosas.
Tenía que reconocerlo: no había sido para nada como había previsto y como había pensado… había sido un completo desastre. En parte era yo quien tenía la culpa de que se hubiera dado así las cosas, tendría que haber hablado antes con mi padre para decirle que mamá estaba viva, pero era cierto que desde que habíamos llegado de Egipto apenas había tenido tiempo entre unas cosas y otras, me hubiera gustado que ella hubiera estado en este momento conmigo, ayudándome a llevar aquella situación porque sin duda alguna si yo podía manejar al vikingo ella era la única que podría manejar a papá, y entre las dos podríamos haber sacado aquello adelante mucho mejor. Me mordí el labio con fuerza y luego me giré hacia él, parecía bastante arrepentido por lo que había pasado y yo no iba a culpar a ninguno de los dos, estaba cansada y un poco dolida por cómo habían acabado las cosas.
Me acerqué a él y me senté a su lado apoyando mi cabeza en su hombro sin decir nada, sabía que lo sentía y aunque me alegraban sus palabras no podía evitar que notara mi descontento ante aquella situación. Me había esperado otra cosa, sí sabía que mi padre no iba a ser fácil pero… joder, no había esperado para nada lo que había pasado. Volví a lanzar un suspiro de nuevo sin saber muy bien cómo decirle lo de mamá, las palabras adecuadas, la forma de decirlo… era complicado aunque fuera una noticia buena. Sus palabras me hicieron mirarlo, sabía lo que el vikingo sentía por mí, quizás no lo dijera con palabras y no supiera muy bien expresar sus sentimientos pero… los detalles hablaban por sí solos, y yo sabía leerlos.
-Sé que no es fácil, que hay muchas cosas en nuestra vida que no han sido como quizás nos hubiera gustado que fueran. Pero lo quiero, y necesito que os llevéis bien los dos porque esto no es algo temporal papá, esto va a ser de por vida y me duele veros enfrentados –hice una pausa- sé que te alegras aunque quizás creas que él no es el mejor para mí, pero lo es, cree en mi decisión –puse mi mano en su brazo- papá… hay algo que tengo que decirte –me mordí el labio, nerviosa por aquello, ¿y si no me creía?- la verdad es que… no vinimos los dos solos de Egipto… -lo miré de forma fija, justo cuando iba a abrir la boca para decírselo la puerta de la casa se abrió. Me callé en ese momento, podía notar que él estaba confundido por mis palabras y por seguramente el aura que estaba notando en la puerta- ahora vengo –me levanté de allí dejándole a solas para salir por la puerta y dirigirme hacia la de la entrada, donde plantada estaba mi madre. Me acerqué a ella y me dio un abraza sabiendo lo que había pasado, dejó un beso en mi frente y hablándome mentalmente me dijo que ella lo arreglaría, que fuera a por Ubbe y que le dejara hablar a ella con papá… un encuentro que se había demorado bastante en el tiempo. Abrazadas nos asomamos hasta el salón donde nos quedamos plantadas en la puerta, con la mirada de mi padre puesta en ella como si pensara que era un sueño- Os dejo, seguro que tenéis mucho de lo que hablar –dejé un beso en su mejilla, le sonreí a mí padre… y me alejé. Allí yo nada tenía que hacer y era una conversación que se debían desde hacía muchos años, me encaminé subiendo por las escaleras hasta que llegué a la puerta de mi habitación, bueno más bien “nuestra” habitación, y despacio la abrí para darme cuenta de que el vikingo estaba en la cama pero no sabía si estaba despierto o no.
Me colé dentro y cerré la puerta a mis espaldas quitando el calzado que llevaba para acercarme a la cama y subirme en ella, en cuanto el vikingo notó el peso en la misma se giró quedando boca arriba para mirarme extrañado por verme allí cuando apenas hacía unos minutos que se había ido él dejándonos solos, me subí encima de él dejando que mi pelo cayera por uno de los lados como una cascada de rizos oscura, elevé mi mano sin apartar mis ojos de sus orbes azules hasta acariciar su mejilla y pasarla por sus labios, notando su cálido aliento golpear las yemas de mis dedos. No dije nada, tan solo acorté la distancia que nos separaba y mis labios se apoderaron de los suyos, en un beso calmo, lento, plagado de sentimientos que eran precisamente los mismos que tenía por aquel hombre que había cambiado mi mundo por completo. Me separé dejando un beso y mis dientes apresaron su labio inferior con suavidad, una ínfima marca sin quitar mis ojos de los suyos liberando su labio de la cárcel en la que lo había encerrado con mis dientes.
-Jeg elsker deg, Ubbe –dije contra sus labios en una pronunciación diferente a la suya, menos ronca de lo que él solía utilizar cuando hablaba su idioma, mi frente se apoyó contra la suya y mis manos subieron por su pecho que tenía al descubierto, sin camisa alguna, recorriendo los músculos de esta que tenía marcados por el duro entrenamiento que había recibido durante toda su vida, prácticamente- ámame –pedí mirándolo para ahora rozar mi nariz con la suya en una caricia suave- hazlo como nunca nadie antes me ha amado –mis manos recorrieron ahora sus brazos deslizando las yemas de mis dedos por su piel- despacio, lento, muy suavemente… -mis dedos dieron con sus manos y las entrelacé para luego ponerlas a cada lado de su rostro, mis labios recorrieron su rostro y ahora perfilaban su frente bajando por su nariz- que tú piel se quede grabada a fuego en la mía –mis labios ahora rozaban los suyos dejando pequeñas caricias- sentir como me haces tuya… y notar que eres mío –besé sus labios de forma lenta, de forma muy sentida. Lo necesitaba esa noche, de una forma diferente, pero lo necesitaba igualmente.
Lancé un suspiro cuando al menos mi padre finalmente cedió y se presentó como debidamente debería de haber hecho al principio, dejando esos retos, esas amenazas y las preguntas que no tendría que haber hecho y centrarse en conocerlo más, en saber cómo era pero en sobre todo hacer caso de la decisión que había tomado, de pensar que había hecho la mejor elección de todas, de creer en ella como yo creía. Ubbe puso todo de su parte aunque sabía en el fondo que tampoco le caía bien mi padre, podía notarlo en lo callado que estaba, en la forma en la que se comportaba… y volví a lanzar un suspiro. Aquello era como intentar nada a contra corriente, pero nadie decía que fuera imposible y que no se pudiera hacer.
Una vez las presentaciones hechas como era debido y tras mi padre haber cedido en ese aspecto y contándole al vikingo como era yo de pequeña, noté el azote que este dio en una de mis nalgas y que me hizo elevar el rostro para mirarlo, acercó mi rostro al suyo acortando la distancia y me besó, me besó como siempre hacía él, con ese carácter que predominaba al vikingo, con esa necesidad que sentía sin importarle en absoluto que mi padre estuviera delante. No se cortó ni un pelo, aunque sabiendo que ellos y el tema del sexo y demás no era ningún tabú y que sus muestras de afecto eran esas y estaban acostumbrados a ella no me extrañaba que no cortara en el beso que me dio. Lo miré mordiéndome el labio cuando dijo que se iba a la habitación, y que nos dejaba a los dos a solas.
Quise detenerle, coger su muñeca y retenerlo allí conmigo para pasar aquello… pero sabía también cómo era su carácter y su forma de ser, y si se iba es porque más no podía aguantar y antes de montar cualquier número prefería irse, dejarnos a solas y no hacer más grande e imposible aquella situación. Mi mano se deslizó por su brazo mientras él se movía para alejarse, quise apretar y cerrar mi mano entorno a su muñeca o a su mano cuando mis dedos se deslizaron por el lugar notando como se alejaba… pero sabía que era lo mejor, que no debía de forzarlo en aquella situación y que bastante había durado con cómo habían ido las cosas.
Tenía que reconocerlo: no había sido para nada como había previsto y como había pensado… había sido un completo desastre. En parte era yo quien tenía la culpa de que se hubiera dado así las cosas, tendría que haber hablado antes con mi padre para decirle que mamá estaba viva, pero era cierto que desde que habíamos llegado de Egipto apenas había tenido tiempo entre unas cosas y otras, me hubiera gustado que ella hubiera estado en este momento conmigo, ayudándome a llevar aquella situación porque sin duda alguna si yo podía manejar al vikingo ella era la única que podría manejar a papá, y entre las dos podríamos haber sacado aquello adelante mucho mejor. Me mordí el labio con fuerza y luego me giré hacia él, parecía bastante arrepentido por lo que había pasado y yo no iba a culpar a ninguno de los dos, estaba cansada y un poco dolida por cómo habían acabado las cosas.
Me acerqué a él y me senté a su lado apoyando mi cabeza en su hombro sin decir nada, sabía que lo sentía y aunque me alegraban sus palabras no podía evitar que notara mi descontento ante aquella situación. Me había esperado otra cosa, sí sabía que mi padre no iba a ser fácil pero… joder, no había esperado para nada lo que había pasado. Volví a lanzar un suspiro de nuevo sin saber muy bien cómo decirle lo de mamá, las palabras adecuadas, la forma de decirlo… era complicado aunque fuera una noticia buena. Sus palabras me hicieron mirarlo, sabía lo que el vikingo sentía por mí, quizás no lo dijera con palabras y no supiera muy bien expresar sus sentimientos pero… los detalles hablaban por sí solos, y yo sabía leerlos.
-Sé que no es fácil, que hay muchas cosas en nuestra vida que no han sido como quizás nos hubiera gustado que fueran. Pero lo quiero, y necesito que os llevéis bien los dos porque esto no es algo temporal papá, esto va a ser de por vida y me duele veros enfrentados –hice una pausa- sé que te alegras aunque quizás creas que él no es el mejor para mí, pero lo es, cree en mi decisión –puse mi mano en su brazo- papá… hay algo que tengo que decirte –me mordí el labio, nerviosa por aquello, ¿y si no me creía?- la verdad es que… no vinimos los dos solos de Egipto… -lo miré de forma fija, justo cuando iba a abrir la boca para decírselo la puerta de la casa se abrió. Me callé en ese momento, podía notar que él estaba confundido por mis palabras y por seguramente el aura que estaba notando en la puerta- ahora vengo –me levanté de allí dejándole a solas para salir por la puerta y dirigirme hacia la de la entrada, donde plantada estaba mi madre. Me acerqué a ella y me dio un abraza sabiendo lo que había pasado, dejó un beso en mi frente y hablándome mentalmente me dijo que ella lo arreglaría, que fuera a por Ubbe y que le dejara hablar a ella con papá… un encuentro que se había demorado bastante en el tiempo. Abrazadas nos asomamos hasta el salón donde nos quedamos plantadas en la puerta, con la mirada de mi padre puesta en ella como si pensara que era un sueño- Os dejo, seguro que tenéis mucho de lo que hablar –dejé un beso en su mejilla, le sonreí a mí padre… y me alejé. Allí yo nada tenía que hacer y era una conversación que se debían desde hacía muchos años, me encaminé subiendo por las escaleras hasta que llegué a la puerta de mi habitación, bueno más bien “nuestra” habitación, y despacio la abrí para darme cuenta de que el vikingo estaba en la cama pero no sabía si estaba despierto o no.
Me colé dentro y cerré la puerta a mis espaldas quitando el calzado que llevaba para acercarme a la cama y subirme en ella, en cuanto el vikingo notó el peso en la misma se giró quedando boca arriba para mirarme extrañado por verme allí cuando apenas hacía unos minutos que se había ido él dejándonos solos, me subí encima de él dejando que mi pelo cayera por uno de los lados como una cascada de rizos oscura, elevé mi mano sin apartar mis ojos de sus orbes azules hasta acariciar su mejilla y pasarla por sus labios, notando su cálido aliento golpear las yemas de mis dedos. No dije nada, tan solo acorté la distancia que nos separaba y mis labios se apoderaron de los suyos, en un beso calmo, lento, plagado de sentimientos que eran precisamente los mismos que tenía por aquel hombre que había cambiado mi mundo por completo. Me separé dejando un beso y mis dientes apresaron su labio inferior con suavidad, una ínfima marca sin quitar mis ojos de los suyos liberando su labio de la cárcel en la que lo había encerrado con mis dientes.
-Jeg elsker deg, Ubbe –dije contra sus labios en una pronunciación diferente a la suya, menos ronca de lo que él solía utilizar cuando hablaba su idioma, mi frente se apoyó contra la suya y mis manos subieron por su pecho que tenía al descubierto, sin camisa alguna, recorriendo los músculos de esta que tenía marcados por el duro entrenamiento que había recibido durante toda su vida, prácticamente- ámame –pedí mirándolo para ahora rozar mi nariz con la suya en una caricia suave- hazlo como nunca nadie antes me ha amado –mis manos recorrieron ahora sus brazos deslizando las yemas de mis dedos por su piel- despacio, lento, muy suavemente… -mis dedos dieron con sus manos y las entrelacé para luego ponerlas a cada lado de su rostro, mis labios recorrieron su rostro y ahora perfilaban su frente bajando por su nariz- que tú piel se quede grabada a fuego en la mía –mis labios ahora rozaban los suyos dejando pequeñas caricias- sentir como me haces tuya… y notar que eres mío –besé sus labios de forma lenta, de forma muy sentida. Lo necesitaba esa noche, de una forma diferente, pero lo necesitaba igualmente.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Family Ties ~ Privado
Me deje caer en la cama algo frustrado, las cosas en el norte eran bien distintas, allí cualquier padre hubiera estado honrado de que fuera su hija la elegida por el general del ejercito. Aquí no era mas que un bárbaro que no tenia identidad, un hombre que sin trabajo, ni oficio, ni beneficio no podía asegurar que daría una vida buena a Nai.
Gruñí cabreado, odiaba que se me hiciera de menos yo y mi maldito ego, quizás era cierto que no era un hombre de negocios, que nada sabia sobre aquellas cosas que según el padre de Nai debía conocer para dar a su hija el estatus que merecía. Yo en mi tiempo era un hombre de clase alta, tenia dinero mas que suficiente para dar a mi esposa una vida acomodada y sobre todo era un guerrero, uno que dejaría un gran linaje. Aquí era un paria, mi orgullo rugía, según su padre tendría que ser ella con su trabajo en el museo la que se encargara de mantenerme y no a la inversa.
Se equivocaba por completo, yo podía cazar, hacer mi propia ropa y sin duda trabajaría como lo hizo mi padre de mercenario si hacia falta.
Madre no pasó calamidades, Nai no las pasaría.
Me reventaba que él pudiera echarme algo en cara cuando permitió algo que yo jamas hubiera dejado que pasara.
Gruño nuevamente y me giró para dormir, entiendo que es su maldito padre pero eso no le da derecho a tratarme como si no fuera nadie, a cuestionar mi moral, mi forma de vida y a juzgarme sin conocer de mi mas allá que mi aspecto y nombre.
La puerta se abre, algo me dice que intentará convencerme para que baje, escucho los tacones caer y el peso de su cuerpo en la cama y no puedo evitar ladear la sonrisa y dejar que mi espalda ocupe el colchón.
Su cuerpo sobre el mio, sus dedos acarician mi piel, mi pecho y la cascada de su pelo pronto cubre ambos rostros.
Entreabro los labios, me deleito de ese beso húmedo, lento, plagado de sentimiento. Sonrió cuando un mordisco sella la unión de ambos, mis mares se pierden en sus desiertos, ladeo la sonrisa, ambos reflejan lo que somos el otro, ella tierra y fuego, yo viento y mares inmensos.
Jadeo contra su boca, quiero mas y mis manos pronto recorren sus caderas para incitarla a bailar.
-Jeg elsker deg, Nai -repito en un perfecto nórdico.
Mi aliento se pierde en su boca, de nuevo ese duelo de miradas que anuncia la tormenta, el deseo me incendia o son sus manos desafiando la tempestad, mi pecho se alza ligeramente para chocar con sus labios, necesitado de mas de esa droga que corre por mis venas en ese momento, esa que solo me producen sus besos.
Nuestra nariz se roza, es amor, destino, casualidad o como quieras llamarlo..para mi pura necesidad.
Me suplica que la ame, no se da cuenta de que ya lo hago, con cada mirada, con cada jadeo, cada azote o embestida que de mi parte viene en un maldito te quiero.
Sus dedos se enredan tibios en mis manos, los míos se convierten en dulces caricias que los encarcelan con delicadeza.
Sus caderas danzan el baile de los siete velos, pero es lento, tenaz, hambriento.
Cada vaivén de su cintura me prende fuego, y no puedo evitar aflojar el agarré para desnudarla por completo.
Quiere que le haga el amor, pero aunque no lo crea, con ella es lo que siento cada vez que me acoge entre sus piernas.
No soy un hombre calmo, mas bien todo lo contrario, pero hoy verla así, me invita a tomarla de un modo sosegado.
Quizás porque se que lo necesita, quizás porque no soy capaz de negarle nada a esa mujer que ha cambiado mi destino.
Cierro los ojos por un momento, mi acero forjado en las fraguas de las frías tierras norteñas se laza entre sus piernas, el calor de ellas me envuelve y muy despacio me adentro en su fuego.
Gruñó sin abrir los ojos denotando como muy lento mi glande queda cubierto, después el tronco y entre movimientos circulares, engulle todo mi armamento.
Sus montañas se pierden en mi valle, roza las piedras contra la tierra y es la fuerza de mil huracanes lo que en mi pecho se instala en ese momento.
Nuestros labios se encuentran, acompañan los calmos movimientos, sin dejar de jadear sobre el otro, de devorarse despacio, saboreándose, estudiándose.
-Uffffff -susurró contra ellos, noto como sonríe, le divierte que resoplé porque sabe que eso solo significa una cosa que estoy muy excitado.
Mis manos acaparan sus caderas, acompañan su baile, cada vez mas caliente, mas húmedo y solo cuando me siento al borde del abismo la volteo para convertirme en su escudo.
Cada vez mas rápido, mas profundo, mi hombría silba hambrienta como mi espada al deslizarse por la vaina.
-Te necesito -confieso sin perder de vista la arena de su mirada antes de fundirme de nuevo en un beso hondo, ardiente y que promete una vida diferente.
Gruñí cabreado, odiaba que se me hiciera de menos yo y mi maldito ego, quizás era cierto que no era un hombre de negocios, que nada sabia sobre aquellas cosas que según el padre de Nai debía conocer para dar a su hija el estatus que merecía. Yo en mi tiempo era un hombre de clase alta, tenia dinero mas que suficiente para dar a mi esposa una vida acomodada y sobre todo era un guerrero, uno que dejaría un gran linaje. Aquí era un paria, mi orgullo rugía, según su padre tendría que ser ella con su trabajo en el museo la que se encargara de mantenerme y no a la inversa.
Se equivocaba por completo, yo podía cazar, hacer mi propia ropa y sin duda trabajaría como lo hizo mi padre de mercenario si hacia falta.
Madre no pasó calamidades, Nai no las pasaría.
Me reventaba que él pudiera echarme algo en cara cuando permitió algo que yo jamas hubiera dejado que pasara.
Gruño nuevamente y me giró para dormir, entiendo que es su maldito padre pero eso no le da derecho a tratarme como si no fuera nadie, a cuestionar mi moral, mi forma de vida y a juzgarme sin conocer de mi mas allá que mi aspecto y nombre.
La puerta se abre, algo me dice que intentará convencerme para que baje, escucho los tacones caer y el peso de su cuerpo en la cama y no puedo evitar ladear la sonrisa y dejar que mi espalda ocupe el colchón.
Su cuerpo sobre el mio, sus dedos acarician mi piel, mi pecho y la cascada de su pelo pronto cubre ambos rostros.
Entreabro los labios, me deleito de ese beso húmedo, lento, plagado de sentimiento. Sonrió cuando un mordisco sella la unión de ambos, mis mares se pierden en sus desiertos, ladeo la sonrisa, ambos reflejan lo que somos el otro, ella tierra y fuego, yo viento y mares inmensos.
Jadeo contra su boca, quiero mas y mis manos pronto recorren sus caderas para incitarla a bailar.
-Jeg elsker deg, Nai -repito en un perfecto nórdico.
Mi aliento se pierde en su boca, de nuevo ese duelo de miradas que anuncia la tormenta, el deseo me incendia o son sus manos desafiando la tempestad, mi pecho se alza ligeramente para chocar con sus labios, necesitado de mas de esa droga que corre por mis venas en ese momento, esa que solo me producen sus besos.
Nuestra nariz se roza, es amor, destino, casualidad o como quieras llamarlo..para mi pura necesidad.
Me suplica que la ame, no se da cuenta de que ya lo hago, con cada mirada, con cada jadeo, cada azote o embestida que de mi parte viene en un maldito te quiero.
Sus dedos se enredan tibios en mis manos, los míos se convierten en dulces caricias que los encarcelan con delicadeza.
Sus caderas danzan el baile de los siete velos, pero es lento, tenaz, hambriento.
Cada vaivén de su cintura me prende fuego, y no puedo evitar aflojar el agarré para desnudarla por completo.
Quiere que le haga el amor, pero aunque no lo crea, con ella es lo que siento cada vez que me acoge entre sus piernas.
No soy un hombre calmo, mas bien todo lo contrario, pero hoy verla así, me invita a tomarla de un modo sosegado.
Quizás porque se que lo necesita, quizás porque no soy capaz de negarle nada a esa mujer que ha cambiado mi destino.
Cierro los ojos por un momento, mi acero forjado en las fraguas de las frías tierras norteñas se laza entre sus piernas, el calor de ellas me envuelve y muy despacio me adentro en su fuego.
Gruñó sin abrir los ojos denotando como muy lento mi glande queda cubierto, después el tronco y entre movimientos circulares, engulle todo mi armamento.
Sus montañas se pierden en mi valle, roza las piedras contra la tierra y es la fuerza de mil huracanes lo que en mi pecho se instala en ese momento.
Nuestros labios se encuentran, acompañan los calmos movimientos, sin dejar de jadear sobre el otro, de devorarse despacio, saboreándose, estudiándose.
-Uffffff -susurró contra ellos, noto como sonríe, le divierte que resoplé porque sabe que eso solo significa una cosa que estoy muy excitado.
Mis manos acaparan sus caderas, acompañan su baile, cada vez mas caliente, mas húmedo y solo cuando me siento al borde del abismo la volteo para convertirme en su escudo.
Cada vez mas rápido, mas profundo, mi hombría silba hambrienta como mi espada al deslizarse por la vaina.
-Te necesito -confieso sin perder de vista la arena de su mirada antes de fundirme de nuevo en un beso hondo, ardiente y que promete una vida diferente.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Family Ties ~ Privado
La noche no había ido nada bien, de hecho, todo lo contrario a lo que una vez pude imaginar que sería… pero de alguna forma no iba a culpar a ninguno de los dos, en parte yo era la culpable de aquello y aunque el primer encuentro no había ido nada bien estaba convencida de que después de esa noche, cuando todo pasara, la siguiente vez sería muy diferente a aquella, porque esos dos hombres iban a llevarse bien aunque tuviera que dejarme la vida en el intento. Necesitaba que así fuera y no iba a permitir que se diera la situación contraria a esa, así que ya tendría tiempo para ver cómo solucionaba aquello, quizás con la ayuda de madre pudiera solventar aquellas dificultades, al fin y al cabo ambas podríamos interceder por el hombre que teníamos al lado y así que todo fluyera mejor, ella se llevaba bien con Ubbe, quizás si padre veía cómo se llevaban los dos pudiera influenciar en la forma en que se llevaban.
Pero en esos momentos, en los que estaba sentada sobre el cuerpo del vikingo, mi mente estaba muy lejos de aquellas preocupaciones, se centraba en el hombre que tenía frente a mí en lo mucho que necesitaba que esa noche fuera todo distinto, diferente… con aquello no quería decir nada, pero de alguna forma necesitaba sentir que me amaba, aunque sabía que ya lo hacía y no lo ponía en duda era que… era algo difícil de explicar. Toda mi vida se había resumido en que mi cuerpo había sido utilizado a placer, y nunca mejor dicho, en contra de lo que casi siempre quería, sabía lo que el vikingo sentía por mí y no dudaba de ello, quizás no era muy dado a expresarlo con palabras aunque yo sabía leer sus gestos, los detalles que tenía conmigo como por ejemplo el de aquella misma noche; hacer la cena. Gestos que quizás para otros no fueran importantes, pero que para mí marcaban diferencia y los apreciaba mucho.
Con ello no quería decir que él hubiera utilizado mi cuerpo, de hecho era algo que nunca había pensado que había hecho, pero se podría decir que necesitaba sentir que me amaba, que me otorgara aquello que nunca había sentido en aquella intimidad… porque sí, le estaba pidiendo que me hiciera el amor, que me diera algo que nunca nadie me había dado, entregado o hecho, sentirlo de la persona amada. No pude evitar sonreír cuando pronunció aquellas palabras en su idioma, de forma perfecta, con ese tono ronco y sexy que tanto me gustaba escucharle cuando hablaba en su idioma. Sus dedos acariciaron mis manos y sus labios cedían a los míos en aquel beso, un jadeo salió de sus labios que acogieron los míos y mi cadera comenzó a moverse lentamente sobre él, incluso sobre la ropa que llevábamos puesta.
Su nariz rozó la mía y eso hizo que mis labios mordieran su labio inferior dejando que nuestras miradas se quedan ancladas en la del otro, contemplando sus orbes azules que tanto me decían, que tanto me gustaba mirar y en las que muchas veces me perdía con tan sólo una simple mirada. Sus manos no perdieron el tiempo y pronto comenzaron a desnudarme mientras yo me dejaba hacer, de forma lenta sus manos subieron aquel camisón que llevaba puesto, rozando mi piel a su paso, hasta que finalmente lo quitó sacándolo por la cabeza dejándome desnuda ante su mirada. Mis manos hicieron también lo propio y terminaron de desnudarle aunque no había mucho que quitar, se podría decir que rara vez el vikingo dormía con mucha ropa y esa noche no fue la excepción a la regla.
Dejó que fuera yo quien marcara ese ritmo que necesitaba, esas sensaciones que estaba buscando y aunque fueron sus manos quienes cogieron mi cadera, y fue él mismo quien comenzó a adentrarse en mi interior de forma muy muy lenta arrancándome jadeos de mis labios, fui yo quien terminó por hacer que estuviera por completo en mi interior rotando mi cadera, moviéndome lentamente sobre él hasta sentirlo dentro. Cerré los ojos, gemí y eché hacia atrás la cabeza dejando mis manos sobre su pecho, disfrutando de aquella sensación tan placentera antes de comenzar a moverme lentamente sobre él, disfrutando, sintiendo como no había sentido hasta entonces, cada movimiento me arrancaba un jadeo que me hacía morderme el labio dejando mis ojos en los suyos, observándonos y contemplándonos.
Mi mano rodeó su cuello y de la nuca lo alcé acercándolo a mí, dejándolo sentado en la cama para así poder rodear su cintura con mis piernas, quedando cerca de él pegando mi cuerpo al suyo, en una postura mucho más íntima, más personal y perfecta para aquel momento. Nuestros labios se rozaban con cada movimiento, mi pecho hacia lo mismo contra el suyo y mis caderas se movían sobre él otorgándonos placer. Nos besábamos despacio, besos largos, besos cortos, húmedos, sentidos, necesitados… los rozábamos, mezclábamos nuestros alientos con mi mano recorriendo su espalda, cada músculo definido en esta sin dejar de acercarlo de la nuca enredando mis dedos en el pelo de la zona. Nuestros ojos seguían anclados a los del otro incapaces de apartar la mirada en aquel momento, tan íntimo pero también tan nuestro con mi pelo cayendo por mi hombro y por mi espalda.
Sonreí de lado ante aquella expresión que solía utilizar y que ya sabía lo que significaba, mordí su labio inferior y sus manos ahora en mis caderas me ayudaban con aquel ritmo, lento, húmedo, infernal y tremendamente placentero y diferente que me estaba llevando al borde de la locura. No tardó en girarme dejándome bajo su cuerpo siguiendo rodeándolo con mis piernas y comenzar él a marcar el ritmo, más rápido que el que yo había marcado, y con el que sin duda los dos alcanzaríamos el orgasmo marcando el punto final de aquel momento perfecto. Lo miré de forma fija cuando dijo que me necesitaba notando que iba a caer por ese precipicio al que siempre me hacía llegar cuando lo notaba en mi interior, haciéndome suya, y mi mano recorrió su rostro.
-Ya me tienes, Ubbe –dije como pude antes de que sus labios se apoderaran de los míos, mi mano aferrara con fuerza su brazo y me dejaba llevar por él tensando mi cuerpo, arqueando mi espalda al alcanzar un potente orgasmo que me dejó temblando, aferrada a su cuerpo y gimiendo su nombre sin querer soltarlo… nunca. Cerré los ojos dejándome vencer sobre la cama enredando mis dedos en su pelo, dejando mi rostro en su cuello donde mis labios recorrieron la zona todavía con mis piernas entorno a su cintura dejando que el placer fuera remitiendo por mí cuerpo- Gracias por aparecer en mi vida, vikingo –dije mientras la respiración se normalizaba, mi corazón volvía al ritmo de siempre y sentía como todo el cuerpo lo tenía perlado por el sudor. Mi rostro subió para mirarlo directo a esos orbes azules que brillaban con fuerza en ese momento, entrelazando una de mis manos con la del vikingo- no tengas esta noche en cuenta, por favor –pedí recorriendo su mejilla con mis dedos para acabar perfilando sus labios- al final sabe que eres lo mejor para mí porque ya lo ha visto, y le has demostrado con creces aquello que sientes aquí –mi mano se quedó sobre su corazón y yo sonreí rozando sus labios con los míos- debería de haberle dicho que mi madre seguía con vida, o haber esperado a estar con ella para hacer esto… sé que es un hombre atormentado que se culpa por la muerte de su mujer, pero algo me dice que eso va a cambiar –mordí su labio inferior y después dejé un beso en sus labios- ¿Sabes? Sé que te cuesta decir todas esas cosas pero… ha sido precioso –reconocí recorriendo ahora con mis labios su mandíbula y su mentón- así que… ¿te gusto cuando te mando hacer de cenar y poner la mesa? –Pregunté en un tono jocoso y divertido, antes de reírme, y de buscar de nuevo sus labios en otro beso recorriendo su espalda con mi mano en una caricia lenta.
Pero en esos momentos, en los que estaba sentada sobre el cuerpo del vikingo, mi mente estaba muy lejos de aquellas preocupaciones, se centraba en el hombre que tenía frente a mí en lo mucho que necesitaba que esa noche fuera todo distinto, diferente… con aquello no quería decir nada, pero de alguna forma necesitaba sentir que me amaba, aunque sabía que ya lo hacía y no lo ponía en duda era que… era algo difícil de explicar. Toda mi vida se había resumido en que mi cuerpo había sido utilizado a placer, y nunca mejor dicho, en contra de lo que casi siempre quería, sabía lo que el vikingo sentía por mí y no dudaba de ello, quizás no era muy dado a expresarlo con palabras aunque yo sabía leer sus gestos, los detalles que tenía conmigo como por ejemplo el de aquella misma noche; hacer la cena. Gestos que quizás para otros no fueran importantes, pero que para mí marcaban diferencia y los apreciaba mucho.
Con ello no quería decir que él hubiera utilizado mi cuerpo, de hecho era algo que nunca había pensado que había hecho, pero se podría decir que necesitaba sentir que me amaba, que me otorgara aquello que nunca había sentido en aquella intimidad… porque sí, le estaba pidiendo que me hiciera el amor, que me diera algo que nunca nadie me había dado, entregado o hecho, sentirlo de la persona amada. No pude evitar sonreír cuando pronunció aquellas palabras en su idioma, de forma perfecta, con ese tono ronco y sexy que tanto me gustaba escucharle cuando hablaba en su idioma. Sus dedos acariciaron mis manos y sus labios cedían a los míos en aquel beso, un jadeo salió de sus labios que acogieron los míos y mi cadera comenzó a moverse lentamente sobre él, incluso sobre la ropa que llevábamos puesta.
Su nariz rozó la mía y eso hizo que mis labios mordieran su labio inferior dejando que nuestras miradas se quedan ancladas en la del otro, contemplando sus orbes azules que tanto me decían, que tanto me gustaba mirar y en las que muchas veces me perdía con tan sólo una simple mirada. Sus manos no perdieron el tiempo y pronto comenzaron a desnudarme mientras yo me dejaba hacer, de forma lenta sus manos subieron aquel camisón que llevaba puesto, rozando mi piel a su paso, hasta que finalmente lo quitó sacándolo por la cabeza dejándome desnuda ante su mirada. Mis manos hicieron también lo propio y terminaron de desnudarle aunque no había mucho que quitar, se podría decir que rara vez el vikingo dormía con mucha ropa y esa noche no fue la excepción a la regla.
Dejó que fuera yo quien marcara ese ritmo que necesitaba, esas sensaciones que estaba buscando y aunque fueron sus manos quienes cogieron mi cadera, y fue él mismo quien comenzó a adentrarse en mi interior de forma muy muy lenta arrancándome jadeos de mis labios, fui yo quien terminó por hacer que estuviera por completo en mi interior rotando mi cadera, moviéndome lentamente sobre él hasta sentirlo dentro. Cerré los ojos, gemí y eché hacia atrás la cabeza dejando mis manos sobre su pecho, disfrutando de aquella sensación tan placentera antes de comenzar a moverme lentamente sobre él, disfrutando, sintiendo como no había sentido hasta entonces, cada movimiento me arrancaba un jadeo que me hacía morderme el labio dejando mis ojos en los suyos, observándonos y contemplándonos.
Mi mano rodeó su cuello y de la nuca lo alcé acercándolo a mí, dejándolo sentado en la cama para así poder rodear su cintura con mis piernas, quedando cerca de él pegando mi cuerpo al suyo, en una postura mucho más íntima, más personal y perfecta para aquel momento. Nuestros labios se rozaban con cada movimiento, mi pecho hacia lo mismo contra el suyo y mis caderas se movían sobre él otorgándonos placer. Nos besábamos despacio, besos largos, besos cortos, húmedos, sentidos, necesitados… los rozábamos, mezclábamos nuestros alientos con mi mano recorriendo su espalda, cada músculo definido en esta sin dejar de acercarlo de la nuca enredando mis dedos en el pelo de la zona. Nuestros ojos seguían anclados a los del otro incapaces de apartar la mirada en aquel momento, tan íntimo pero también tan nuestro con mi pelo cayendo por mi hombro y por mi espalda.
Sonreí de lado ante aquella expresión que solía utilizar y que ya sabía lo que significaba, mordí su labio inferior y sus manos ahora en mis caderas me ayudaban con aquel ritmo, lento, húmedo, infernal y tremendamente placentero y diferente que me estaba llevando al borde de la locura. No tardó en girarme dejándome bajo su cuerpo siguiendo rodeándolo con mis piernas y comenzar él a marcar el ritmo, más rápido que el que yo había marcado, y con el que sin duda los dos alcanzaríamos el orgasmo marcando el punto final de aquel momento perfecto. Lo miré de forma fija cuando dijo que me necesitaba notando que iba a caer por ese precipicio al que siempre me hacía llegar cuando lo notaba en mi interior, haciéndome suya, y mi mano recorrió su rostro.
-Ya me tienes, Ubbe –dije como pude antes de que sus labios se apoderaran de los míos, mi mano aferrara con fuerza su brazo y me dejaba llevar por él tensando mi cuerpo, arqueando mi espalda al alcanzar un potente orgasmo que me dejó temblando, aferrada a su cuerpo y gimiendo su nombre sin querer soltarlo… nunca. Cerré los ojos dejándome vencer sobre la cama enredando mis dedos en su pelo, dejando mi rostro en su cuello donde mis labios recorrieron la zona todavía con mis piernas entorno a su cintura dejando que el placer fuera remitiendo por mí cuerpo- Gracias por aparecer en mi vida, vikingo –dije mientras la respiración se normalizaba, mi corazón volvía al ritmo de siempre y sentía como todo el cuerpo lo tenía perlado por el sudor. Mi rostro subió para mirarlo directo a esos orbes azules que brillaban con fuerza en ese momento, entrelazando una de mis manos con la del vikingo- no tengas esta noche en cuenta, por favor –pedí recorriendo su mejilla con mis dedos para acabar perfilando sus labios- al final sabe que eres lo mejor para mí porque ya lo ha visto, y le has demostrado con creces aquello que sientes aquí –mi mano se quedó sobre su corazón y yo sonreí rozando sus labios con los míos- debería de haberle dicho que mi madre seguía con vida, o haber esperado a estar con ella para hacer esto… sé que es un hombre atormentado que se culpa por la muerte de su mujer, pero algo me dice que eso va a cambiar –mordí su labio inferior y después dejé un beso en sus labios- ¿Sabes? Sé que te cuesta decir todas esas cosas pero… ha sido precioso –reconocí recorriendo ahora con mis labios su mandíbula y su mentón- así que… ¿te gusto cuando te mando hacer de cenar y poner la mesa? –Pregunté en un tono jocoso y divertido, antes de reírme, y de buscar de nuevo sus labios en otro beso recorriendo su espalda con mi mano en una caricia lenta.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Family Ties ~ Privado
“Ya me tienes” una promesa que escapo de sus labios y murió en mi boca, devaste el camino que me llevaba a ella, la saqueé por completo con mi lengua en una encarnizada gesta, loco de placer, enamorado hasta la médula, ella era mi principio, mi final, mi norte y mi sur.
Mordí la brújula tatuada en su hombro en un arranque pasional sintiendo como sus dedos se anclaban en el pelo de mi nuca, su cuerpo se arqueaba logrando un contacto letal, una penetración profunda.
A mi merced, la sentí irse junto a mi, gruñimos, nos devorándonos los labios.
Mi hombría palpitaba entre las paredes de su laberinto, presa de ella, del calor que menaba un desierto en llamas.
Cerró los ojos dejándose vencer sobre el lecho, mis mares contemplaron como cerraba sus estrellas.
-Cada año secuestro a una o dos mujeres, no me lo tengas en cuenta -bromeé contra sus labios con la sonrisa puesta.
Me dio un puñetazo en el peco, algo que me hizo estallar en carcajadas, buscando ss labios para fundirme en tiernos besos, en suaves mordiscos.
-Gracias por complicarme la existencia egipcia -bromeé acariciando sus nalgas con mis manos, apretándolas.
-Ufffff, que culo tienes.
Otro puñetazo sobrevoló la distancia, reí divertido mientras la tentaba a volver a besarme, mordiendo su inferior de forma juguetona.
-creo que estar tanto con mi hermana no te viene bien -bromeé entre risas volviendo al instante a enredarme en su piel.
-No pasa nada, entiendo que para tu padre solo soy un salvaje y lo soy, no me avergüenza ser un vikingo, estoy orgullosos de ello.
Solo que -hice una pausa enarcando una ceja -no entiendo como es capaz de juzgarme, cuando te ha visto prostituirte en el burdel y no ha hecho nada -rugí malhumorado -¿acaso eso si era suficiente para ti? ¡Por Odin yo te hubiera sacado de ese infierno aunque me hubiera dejado la vida en el intento!
Solo imaginar lo que tenia que haber pasado, me ponía enfermo, la rabia me invadía, mi cuerpo estaba tenso, mi mandíbula apretada, odiaba que otro la hubiera podido tocar y mas si lo había hecho en contra de su voluntad.
“ Ha sido precioso” Mis mares la buscaron, se perdieron en el desierto creando un oasis de paz.
Me dejé caer de lado a su lado, acariciando suavemente su cintura.
-Ha sido diferente, me gustas Naitiri, y nunca permitiré que te hagan daño -aseguré acariciando con mis labios los suyos, rozando nuestra nariz, buscándonos.
Me costaba mucho expresar hasta que punto me había gustado ese momento intimo, distinto, hacer el amor, algo que yo no estaba acostumbrado a hacer.
-has visto que cena te he hecho -bromeé -como para que diga tu padre que conmigo vas a pasar hambre.
Su mano empujo mi rostro hacia atrás para que me callara y dejara de bromear y yo me eche a reír lanzandole después un par de bocados al aire.
-Tenemos que repetir lo de otro día con mis hermanos y ojala te pudiera presentar a Niels, te gustaría. -enarque una ceja -pero que no te guste demasiado -bromeé con picardia.
Era cierto ,en mi familia había encajado a la perfección, por parte de padre tenia una gran familia, una con la que había crecido, pero aunque no lo creyera yo también tenia ausencias por parte de madre.
Si conocí a mi tío a fecha de hoy, no lo recuerdo, creo que lo vi alguna vez siendo solo un crio, aunque algo me dice que ahora, siendo un hombre chocaríamos irremediablemente.
Mordí la brújula tatuada en su hombro en un arranque pasional sintiendo como sus dedos se anclaban en el pelo de mi nuca, su cuerpo se arqueaba logrando un contacto letal, una penetración profunda.
A mi merced, la sentí irse junto a mi, gruñimos, nos devorándonos los labios.
Mi hombría palpitaba entre las paredes de su laberinto, presa de ella, del calor que menaba un desierto en llamas.
Cerró los ojos dejándose vencer sobre el lecho, mis mares contemplaron como cerraba sus estrellas.
-Cada año secuestro a una o dos mujeres, no me lo tengas en cuenta -bromeé contra sus labios con la sonrisa puesta.
Me dio un puñetazo en el peco, algo que me hizo estallar en carcajadas, buscando ss labios para fundirme en tiernos besos, en suaves mordiscos.
-Gracias por complicarme la existencia egipcia -bromeé acariciando sus nalgas con mis manos, apretándolas.
-Ufffff, que culo tienes.
Otro puñetazo sobrevoló la distancia, reí divertido mientras la tentaba a volver a besarme, mordiendo su inferior de forma juguetona.
-creo que estar tanto con mi hermana no te viene bien -bromeé entre risas volviendo al instante a enredarme en su piel.
-No pasa nada, entiendo que para tu padre solo soy un salvaje y lo soy, no me avergüenza ser un vikingo, estoy orgullosos de ello.
Solo que -hice una pausa enarcando una ceja -no entiendo como es capaz de juzgarme, cuando te ha visto prostituirte en el burdel y no ha hecho nada -rugí malhumorado -¿acaso eso si era suficiente para ti? ¡Por Odin yo te hubiera sacado de ese infierno aunque me hubiera dejado la vida en el intento!
Solo imaginar lo que tenia que haber pasado, me ponía enfermo, la rabia me invadía, mi cuerpo estaba tenso, mi mandíbula apretada, odiaba que otro la hubiera podido tocar y mas si lo había hecho en contra de su voluntad.
“ Ha sido precioso” Mis mares la buscaron, se perdieron en el desierto creando un oasis de paz.
Me dejé caer de lado a su lado, acariciando suavemente su cintura.
-Ha sido diferente, me gustas Naitiri, y nunca permitiré que te hagan daño -aseguré acariciando con mis labios los suyos, rozando nuestra nariz, buscándonos.
Me costaba mucho expresar hasta que punto me había gustado ese momento intimo, distinto, hacer el amor, algo que yo no estaba acostumbrado a hacer.
-has visto que cena te he hecho -bromeé -como para que diga tu padre que conmigo vas a pasar hambre.
Su mano empujo mi rostro hacia atrás para que me callara y dejara de bromear y yo me eche a reír lanzandole después un par de bocados al aire.
-Tenemos que repetir lo de otro día con mis hermanos y ojala te pudiera presentar a Niels, te gustaría. -enarque una ceja -pero que no te guste demasiado -bromeé con picardia.
Era cierto ,en mi familia había encajado a la perfección, por parte de padre tenia una gran familia, una con la que había crecido, pero aunque no lo creyera yo también tenia ausencias por parte de madre.
Si conocí a mi tío a fecha de hoy, no lo recuerdo, creo que lo vi alguna vez siendo solo un crio, aunque algo me dice que ahora, siendo un hombre chocaríamos irremediablemente.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Family Ties ~ Privado
Me dejé caer sobre la cama vencida ante todo el placer que me recorría el cuerpo, cerré los ojos notando todavía al vikingo sobre mí cuerpo y me mordí el labio mientras intentaba que mi respiración se normalizara y regulara y mi corazón dejara de latir como caballos desbocados. Cuando abrí los ojos lo primero que me encontré fue con esos orbes azules que me miraban de forma fija, haciendo que sonriera por ello y llevara mi mano para acariciar su rostro. Sus ojos brillaban como si tuviera miles de estrellas pequeñitas en sus ojos azules, esos que tanto me gustaban, que me encantaba ver cómo me miraban y que tantas cosas me transmitían dado que el vikingo no era mucho de expresar lo que sentía, aunque muchas veces con sus ojos me lo decía sin necesidad de que habláramos. Acorté la distancia para buscar sus labios y dejar un beso lento en ellos, recreándome, disfrutando de la sensación ahora que todo mi cuerpo estaba tranquilo, dejándome envolver por su esencia que la notaba en todo mi cuerpo, las sábanas, la almohada… todo olía a él.
No pude evitar reírme por la coña que había dicho sobre que secuestraba una o dos mujeres cada año y que no se lo tomara en cuenta, en una broma ante mis palabras que habían sido más serias, en comparación con las suyas, porque de verdad que no quería que tomara en cuenta lo que había pasado ahí bajo… tenía que ponerle solución como fuera. Mi respuesta fue mi puño dando contra su pecho, algo que sin duda alguna le hizo reír a carcajadas para luego buscarme de nuevo con sus labios, mordiendo estos, fundiéndonos en besos disfrutando de aquel momento, de aquella sensación que teníamos cuando estábamos juntos. Mis ojos lo miraron de nuevo cuando me dio las gracias por complicarle la existencia, ahora siendo yo quien se reía por sus palabras negando levemente con la cabeza, divertida con lo que me había dicho.
-¿Te complico la existencia? –Pregunté siguiendo su broma aunque, en verdad, había veces en que sí se la complicaba un poco… pero dudaba seriamente que se quejara en otros aspectos- una complicación sexy, querrás decir –mordí su labio inferior divertida cuando sus manos de nuevo cobraron vida y fueron hacia mis nalgas, recorriéndolas para luego apretarlas con aquella palabra, ese “Ufffff” que tan bien conocía de él y que me hizo negar de nuevo con la cabeza ganándose de nuevo un puñetazo de mi parte que dio contra su pecho, haciéndolo reír de nuevo para ver que mordía mi labio inferior, buscándome, tentándome hasta que al final me encontró. Reí entre dientes por aquello y mi mano siguió enredada en su pelo sin moverla del lugar donde estaba- ¿Por qué, porque me dice cosas que luego puedo utilizar en tu contra? –Mordí su labio inferior notando que aquello lo necesitaba, estar así, disfrutar del poco tiempo que teníamos el uno del otro. Me había acostumbrado a estar todo el día con él mientras habíamos estado buscando la reliquia juntos, ahora apenas teníamos momentos como este que sin duda los aprovechaba y los disfrutaba al máximo. Me dijo que no pasa nada y agradecí, enormemente, todo lo que estaba haciendo por mí en esos momentos… aquello era importante para mí. Quería que se llevara bien con él al igual que, entendía, para él era importante que me llevara bien con su familia, yo me había sentido bien estando con ellos. Mi dedo recorrió su labio ante sus palabras y lo miré de forma fija con ellas, yo ya sabía cómo era él y no tenía ninguna objeción al respecto- eres un salvaje, pero se te olvida un detalle importante; eres mí vikingo y mí salvaje –dije mordiendo su labio inferior, más como a broma, pero igualmente cierto- Ubbe… yo ya sé cómo eres y me gusta todo de ti, tus virtudes, tus defectos… de hecho es que no quiero que cambies absolutamente nada, porque si lo hicieras ya no serías tú y ya no serías exactamente la persona de la que… -me mordí el labio mirándolo de forma fija, aquello sí que era para mí palabras mayores que jamás había dicho a nadie-… me enamoré –concluí buscando sus ojos con los míos, ese azul que tanto me gustaba sintiendo que, más de lo que había estado nunca, estaba expuesta… por completo. Mis ojos bajaron a sus labios cuando prosiguió y un suspiro salió de mis labios por aquello. No quería recordar ese pasado, no quería volver a pensar en aquello que para mí ya estaba olvidado y enterrado bajo capas y capas de arena… aquella no era yo, y no quería hablar sobre ello. Pero sin embargo entendía su postura, yo me habría cabreado de estar en su lugar y mucho se había mordido la lengua.
Podía notar como estaba de tenso por aquello, sabía que aunque me dijera que no le importaba lo que había tenido que hacer en esa época de mi vida no le gustaba en absoluto. Solo tenía que recordar cómo se había puesto cuando aquel hombre vino a buscarme, la furia que desprendieron sus palabras, como parecía no poder controlarse y ahora… notaba su mandíbula apretada, su cuerpo tenso y no quería que justo en esos momentos se pusiera a pensar en ello, sabía de sobra que hubiera hecho cualquier cosa por sacarme, quizás hasta le dolía que nadie pudiera haber hecho lo que él estaba dispuesto pero… así habían sido las cosas, y lamentarte por algo pasado no merecía la pena. No quería saber de ese tema ni que él estuviera mal por ello, así que hablé intentando desviar su atención de nuevo al presente, al momento que habíamos vivido y compartido esa noche en aquella cama, de una forma diferente, de una forma que me había gustado demasiado. Sus ojos subieron a los míos, azul contra dorado, desierto contra mar, dejándose caer a mí lado, recostado de lado y me giré para mirarlo de frente quedando también recostada en uno de mis lados.
-Lo sé, Ubbe -sonreí por sus palabras mientras su mano acariciaba lentamente mi cintura volviendo a besarnos, su nariz acarició la mía y me hizo reír entre dientes- necesitaba esto, necesitaba estar así contigo olvidándonos de todo y centrándonos solamente en nosotros –mi mano subió recorriendo su pecho, quizás sonara hasta egoísta pero era lo que sentía, entre el trabajo en el museo, buscar lo del emblema, su familia, la mía y todo lo demás… es que apenas teníamos tiempo para los dos, para disfrutar realmente- echaba de menos esto, las confidencias en la cama, las bromas, tus manos por mí cuerpo… -mis labios restaron de nuevo la distancia con los suyos donde dejé un mordisco en el inferior, mi nariz acarició la suya y sonreí cuando mencionó lo de la cena- me gusta que me prepares de vez en cuando la cena, pongas la mesa… ya sabes, esas cosas que un general no haría –le piqué divertida rozando sus labios con los míos- ajá, algo me dice que no voy a pasar hambre a tú lado –mi sonrisa pícara, y mi tono juguetón, fue lo que necesitó para saber que no solo hablaba de comida- con un vikingo que es insaciable… -reí contra sus labios, mi otra mano subió por su espalda recorriendo donde sabía tenía el tatuaje que le había hecho y lo miré ante sus palabras- me encantaría repetirlo, ¿por qué no los invitas una noche a casa? Ya sabes, como una reunión familiar de verdad, una buena cena, bebida… -mis labios rozaron los suyos hablándole sobre estos dejando que mi aliento los calcinara- me cayeron muy bien, ahora entiendo lo que tuvo que soportar vuestra madre… pero Hakon es el más centrado de los tres –me mordí el labio, iba a callarme lo que había notado en aquella noche porque no era algo que me concernía a mí decírselo al vikingo- ¿Sabes? Me gustaría conocer a Niels, me has hablado tanto de él que tengo curiosidad por conocerle y saber quién es el que te metía en tantos líos, más bien, os metíais en tantos líos los dos juntos. Hakon y Synnove se lo pueden decir si lo ven, invítalos a cenar y preparamos aquí algo para todos, ¿no te gustaría? –Reí por su comentario de que me gustaría pero que no me gustara demasiado- ¿quién sabe? Si decís que Hakon y tú sois los feos de la familia… -me mordí el labio ante la broma gastada y al ver su rostro me eché a reír dándole un leve golpe en su pecho- pero qué tonto eres –negué con la cabeza- solo hay un vikingo que me lleva de cabeza, que me vuelve loca, del que nunca tengo suficiente ni me sacio nunca porque las ganas no se van, sino que se acumulan cuando estoy con él… y ¡ah sí, lo mejor de todo! Es que va a ser mío para siempre –alcé mi mano donde llevaba el anillo que miré cómo quedaba en mi mano y sonreí de lado- el muy idiota no sabe que se acaba de condenarse de por vida… -alcé mis ojos para mirarlo ante la última broma gastada y reí negando con la cabeza- no sé si sabes que tú futura mujer es una egipcia con un carácter endemoniado, cabezota, terca, orgullosa, no cede ante nada ni ante nadie… entre otras muchas cualidades de las que te encantarán y disfrutarás seguro –sonreí de lado- puede ser como una tormenta de arena que arrasa con todo, o puede ser ese oasis en mitad del desierto que necesitas –mis labios buscaron los suyos para enredarnos en un beso necesitado y sentido, en el que arrasé con todo a mí paso para luego tirar levemente de su labio inferior, mi mirada se quedó en la suya y sonreí- ¿te he dicho alguna vez… lo mucho que me pone que hables en tú idioma? –Pregunté con mi rostro cerca del suyo, rozando mi nariz con la suya, sonriendo- es diferente cuando hablas en tú idioma, la voz te salme como más ronca, más sexy… te hace parecer más rudo –mi lengua lamió su labio inferior en una lenta pasada- tendrás que hablarme más veces en tú idioma –concluí con una sonrisa, como lo entendía no tenía ningún problema con ello.
No pude evitar reírme por la coña que había dicho sobre que secuestraba una o dos mujeres cada año y que no se lo tomara en cuenta, en una broma ante mis palabras que habían sido más serias, en comparación con las suyas, porque de verdad que no quería que tomara en cuenta lo que había pasado ahí bajo… tenía que ponerle solución como fuera. Mi respuesta fue mi puño dando contra su pecho, algo que sin duda alguna le hizo reír a carcajadas para luego buscarme de nuevo con sus labios, mordiendo estos, fundiéndonos en besos disfrutando de aquel momento, de aquella sensación que teníamos cuando estábamos juntos. Mis ojos lo miraron de nuevo cuando me dio las gracias por complicarle la existencia, ahora siendo yo quien se reía por sus palabras negando levemente con la cabeza, divertida con lo que me había dicho.
-¿Te complico la existencia? –Pregunté siguiendo su broma aunque, en verdad, había veces en que sí se la complicaba un poco… pero dudaba seriamente que se quejara en otros aspectos- una complicación sexy, querrás decir –mordí su labio inferior divertida cuando sus manos de nuevo cobraron vida y fueron hacia mis nalgas, recorriéndolas para luego apretarlas con aquella palabra, ese “Ufffff” que tan bien conocía de él y que me hizo negar de nuevo con la cabeza ganándose de nuevo un puñetazo de mi parte que dio contra su pecho, haciéndolo reír de nuevo para ver que mordía mi labio inferior, buscándome, tentándome hasta que al final me encontró. Reí entre dientes por aquello y mi mano siguió enredada en su pelo sin moverla del lugar donde estaba- ¿Por qué, porque me dice cosas que luego puedo utilizar en tu contra? –Mordí su labio inferior notando que aquello lo necesitaba, estar así, disfrutar del poco tiempo que teníamos el uno del otro. Me había acostumbrado a estar todo el día con él mientras habíamos estado buscando la reliquia juntos, ahora apenas teníamos momentos como este que sin duda los aprovechaba y los disfrutaba al máximo. Me dijo que no pasa nada y agradecí, enormemente, todo lo que estaba haciendo por mí en esos momentos… aquello era importante para mí. Quería que se llevara bien con él al igual que, entendía, para él era importante que me llevara bien con su familia, yo me había sentido bien estando con ellos. Mi dedo recorrió su labio ante sus palabras y lo miré de forma fija con ellas, yo ya sabía cómo era él y no tenía ninguna objeción al respecto- eres un salvaje, pero se te olvida un detalle importante; eres mí vikingo y mí salvaje –dije mordiendo su labio inferior, más como a broma, pero igualmente cierto- Ubbe… yo ya sé cómo eres y me gusta todo de ti, tus virtudes, tus defectos… de hecho es que no quiero que cambies absolutamente nada, porque si lo hicieras ya no serías tú y ya no serías exactamente la persona de la que… -me mordí el labio mirándolo de forma fija, aquello sí que era para mí palabras mayores que jamás había dicho a nadie-… me enamoré –concluí buscando sus ojos con los míos, ese azul que tanto me gustaba sintiendo que, más de lo que había estado nunca, estaba expuesta… por completo. Mis ojos bajaron a sus labios cuando prosiguió y un suspiro salió de mis labios por aquello. No quería recordar ese pasado, no quería volver a pensar en aquello que para mí ya estaba olvidado y enterrado bajo capas y capas de arena… aquella no era yo, y no quería hablar sobre ello. Pero sin embargo entendía su postura, yo me habría cabreado de estar en su lugar y mucho se había mordido la lengua.
Podía notar como estaba de tenso por aquello, sabía que aunque me dijera que no le importaba lo que había tenido que hacer en esa época de mi vida no le gustaba en absoluto. Solo tenía que recordar cómo se había puesto cuando aquel hombre vino a buscarme, la furia que desprendieron sus palabras, como parecía no poder controlarse y ahora… notaba su mandíbula apretada, su cuerpo tenso y no quería que justo en esos momentos se pusiera a pensar en ello, sabía de sobra que hubiera hecho cualquier cosa por sacarme, quizás hasta le dolía que nadie pudiera haber hecho lo que él estaba dispuesto pero… así habían sido las cosas, y lamentarte por algo pasado no merecía la pena. No quería saber de ese tema ni que él estuviera mal por ello, así que hablé intentando desviar su atención de nuevo al presente, al momento que habíamos vivido y compartido esa noche en aquella cama, de una forma diferente, de una forma que me había gustado demasiado. Sus ojos subieron a los míos, azul contra dorado, desierto contra mar, dejándose caer a mí lado, recostado de lado y me giré para mirarlo de frente quedando también recostada en uno de mis lados.
-Lo sé, Ubbe -sonreí por sus palabras mientras su mano acariciaba lentamente mi cintura volviendo a besarnos, su nariz acarició la mía y me hizo reír entre dientes- necesitaba esto, necesitaba estar así contigo olvidándonos de todo y centrándonos solamente en nosotros –mi mano subió recorriendo su pecho, quizás sonara hasta egoísta pero era lo que sentía, entre el trabajo en el museo, buscar lo del emblema, su familia, la mía y todo lo demás… es que apenas teníamos tiempo para los dos, para disfrutar realmente- echaba de menos esto, las confidencias en la cama, las bromas, tus manos por mí cuerpo… -mis labios restaron de nuevo la distancia con los suyos donde dejé un mordisco en el inferior, mi nariz acarició la suya y sonreí cuando mencionó lo de la cena- me gusta que me prepares de vez en cuando la cena, pongas la mesa… ya sabes, esas cosas que un general no haría –le piqué divertida rozando sus labios con los míos- ajá, algo me dice que no voy a pasar hambre a tú lado –mi sonrisa pícara, y mi tono juguetón, fue lo que necesitó para saber que no solo hablaba de comida- con un vikingo que es insaciable… -reí contra sus labios, mi otra mano subió por su espalda recorriendo donde sabía tenía el tatuaje que le había hecho y lo miré ante sus palabras- me encantaría repetirlo, ¿por qué no los invitas una noche a casa? Ya sabes, como una reunión familiar de verdad, una buena cena, bebida… -mis labios rozaron los suyos hablándole sobre estos dejando que mi aliento los calcinara- me cayeron muy bien, ahora entiendo lo que tuvo que soportar vuestra madre… pero Hakon es el más centrado de los tres –me mordí el labio, iba a callarme lo que había notado en aquella noche porque no era algo que me concernía a mí decírselo al vikingo- ¿Sabes? Me gustaría conocer a Niels, me has hablado tanto de él que tengo curiosidad por conocerle y saber quién es el que te metía en tantos líos, más bien, os metíais en tantos líos los dos juntos. Hakon y Synnove se lo pueden decir si lo ven, invítalos a cenar y preparamos aquí algo para todos, ¿no te gustaría? –Reí por su comentario de que me gustaría pero que no me gustara demasiado- ¿quién sabe? Si decís que Hakon y tú sois los feos de la familia… -me mordí el labio ante la broma gastada y al ver su rostro me eché a reír dándole un leve golpe en su pecho- pero qué tonto eres –negué con la cabeza- solo hay un vikingo que me lleva de cabeza, que me vuelve loca, del que nunca tengo suficiente ni me sacio nunca porque las ganas no se van, sino que se acumulan cuando estoy con él… y ¡ah sí, lo mejor de todo! Es que va a ser mío para siempre –alcé mi mano donde llevaba el anillo que miré cómo quedaba en mi mano y sonreí de lado- el muy idiota no sabe que se acaba de condenarse de por vida… -alcé mis ojos para mirarlo ante la última broma gastada y reí negando con la cabeza- no sé si sabes que tú futura mujer es una egipcia con un carácter endemoniado, cabezota, terca, orgullosa, no cede ante nada ni ante nadie… entre otras muchas cualidades de las que te encantarán y disfrutarás seguro –sonreí de lado- puede ser como una tormenta de arena que arrasa con todo, o puede ser ese oasis en mitad del desierto que necesitas –mis labios buscaron los suyos para enredarnos en un beso necesitado y sentido, en el que arrasé con todo a mí paso para luego tirar levemente de su labio inferior, mi mirada se quedó en la suya y sonreí- ¿te he dicho alguna vez… lo mucho que me pone que hables en tú idioma? –Pregunté con mi rostro cerca del suyo, rozando mi nariz con la suya, sonriendo- es diferente cuando hablas en tú idioma, la voz te salme como más ronca, más sexy… te hace parecer más rudo –mi lengua lamió su labio inferior en una lenta pasada- tendrás que hablarme más veces en tú idioma –concluí con una sonrisa, como lo entendía no tenía ningún problema con ello.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Family Ties ~ Privado
No pude evitar echarme a reír contra su boca cuando alzó el anillo confesándome que había sentenciado a muerte mi existencia.
-Dicho así... -apunté mordiendo su labio inferior -suena..sexy -bromeé apretando sus nalgas para atraer mas su cuerpo contra el mio.
Hacia tiempo que no pasábamos estos ratos, estábamos realmente ocupados con el trabajo, la búsqueda de la orden que nos llevaría hasta el orbe y aunque seguíamos con nuestras típicas bromas, besos, no disfrutábamos de toda la intimidad que a mi me hubiera gustado.
Mis labios no dejaban de buscarla, recrearse en el sabor de su boca, rozar cada suspiro que desechaba, acoger sus palabras sin dejar de contemplar aquel desierto que según su descripción podía trasformarse en tormenta.
-Bien, porque tu vas a casarte con un vikingo terco, engreído ,suicida, altivo, con poca paciencia y cuyos mares pueden convertirse en tempestad o por el contrario en un mar calmo.
No va a ser fácil Naitiri, pero te prometo que tampoco aburrido.
Era consciente de que a lo largo de los tiempos íbamos a tener fuertes encontronazos, básicamente porque como ella había dicho, los dos eramos huracanes, y sin duda en algún momento nos devastaríamos como vendavales.
-como era eso de que estabas...¿como? -apunté ensanchado la sonrisa como un niño.
Mis azules en sus tormentas brillaban con fuerza -ena..¿que?
Sabia que como a mi, le costaban aun algunas cosas, no era el único con escudos, quizás porque eramos muy parecidos nos entendíamos.
Rocé con mi nariz la ajena, mis manos dibujaban el contorno de su figura, cada instante era un beso robado, me costaba permanecer alejado de su cuerpo cuando lo tenia desnudo frente a mis ojos.
-Niels es el mas pequeño de nosotros y sin duda el que mas éxito tiene con las mujeres -enarqué una ceja al ver su picara sonrisa.
Mi mano dejó un azote en su trasero -quita esa cara -atajé mordiendo sus labios -eres mía -aseguré con descaro.
-Hakon es el mas racional, un muermo diría yo, es la voz de la conciencia, nunca acaba de soltarse, es como llevar tras nosotros un ama de cría, sobre todo con Synnove.
Me eche a reír por la cara que ponía Nai, algo me decía que a ella mi hermano mayor le había parecido el único cuerdo de lso tres.
-Me gustaría una noche celebrar una cena, invitarlos, hacer algo en esa chimenea, una buena pieza de caza, unas jarras y una noche distendida.
La atraje por la nuca para volver a enredarme en sus labios.
-Se que el encuentro con tu padre no ha sido lo que esperabas y lo siento, prometo que intentaré poner mas de mi parte.
No me importaría conocer a tus amigos, a fin de cuentas, estamos prometidos -aseguré alzando ahora yo el dedo.
A decir verdad, no creía que pudiera encajar con nadie de esa ciudad, pero tampoco quería ser un egoísta, arrastrarla solo a mi mundo, no permitirle que me mostrara el suyo.
Cerré los ojos atrayendola para que se apoyara en mi pecho, mis dedos dibujaron su columna vertebral con suavidad.
-Jeg er forelsket i deg Naitiri -susurré en mi idioma -Du er min oase og min storm, jeg elsker dere alle.
-Dicho así... -apunté mordiendo su labio inferior -suena..sexy -bromeé apretando sus nalgas para atraer mas su cuerpo contra el mio.
Hacia tiempo que no pasábamos estos ratos, estábamos realmente ocupados con el trabajo, la búsqueda de la orden que nos llevaría hasta el orbe y aunque seguíamos con nuestras típicas bromas, besos, no disfrutábamos de toda la intimidad que a mi me hubiera gustado.
Mis labios no dejaban de buscarla, recrearse en el sabor de su boca, rozar cada suspiro que desechaba, acoger sus palabras sin dejar de contemplar aquel desierto que según su descripción podía trasformarse en tormenta.
-Bien, porque tu vas a casarte con un vikingo terco, engreído ,suicida, altivo, con poca paciencia y cuyos mares pueden convertirse en tempestad o por el contrario en un mar calmo.
No va a ser fácil Naitiri, pero te prometo que tampoco aburrido.
Era consciente de que a lo largo de los tiempos íbamos a tener fuertes encontronazos, básicamente porque como ella había dicho, los dos eramos huracanes, y sin duda en algún momento nos devastaríamos como vendavales.
-como era eso de que estabas...¿como? -apunté ensanchado la sonrisa como un niño.
Mis azules en sus tormentas brillaban con fuerza -ena..¿que?
Sabia que como a mi, le costaban aun algunas cosas, no era el único con escudos, quizás porque eramos muy parecidos nos entendíamos.
Rocé con mi nariz la ajena, mis manos dibujaban el contorno de su figura, cada instante era un beso robado, me costaba permanecer alejado de su cuerpo cuando lo tenia desnudo frente a mis ojos.
-Niels es el mas pequeño de nosotros y sin duda el que mas éxito tiene con las mujeres -enarqué una ceja al ver su picara sonrisa.
Mi mano dejó un azote en su trasero -quita esa cara -atajé mordiendo sus labios -eres mía -aseguré con descaro.
-Hakon es el mas racional, un muermo diría yo, es la voz de la conciencia, nunca acaba de soltarse, es como llevar tras nosotros un ama de cría, sobre todo con Synnove.
Me eche a reír por la cara que ponía Nai, algo me decía que a ella mi hermano mayor le había parecido el único cuerdo de lso tres.
-Me gustaría una noche celebrar una cena, invitarlos, hacer algo en esa chimenea, una buena pieza de caza, unas jarras y una noche distendida.
La atraje por la nuca para volver a enredarme en sus labios.
-Se que el encuentro con tu padre no ha sido lo que esperabas y lo siento, prometo que intentaré poner mas de mi parte.
No me importaría conocer a tus amigos, a fin de cuentas, estamos prometidos -aseguré alzando ahora yo el dedo.
A decir verdad, no creía que pudiera encajar con nadie de esa ciudad, pero tampoco quería ser un egoísta, arrastrarla solo a mi mundo, no permitirle que me mostrara el suyo.
Cerré los ojos atrayendola para que se apoyara en mi pecho, mis dedos dibujaron su columna vertebral con suavidad.
-Jeg er forelsket i deg Naitiri -susurré en mi idioma -Du er min oase og min storm, jeg elsker dere alle.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Family Ties ~ Privado
Mis ojos recorrieron su rostro estando en aquella posición ambos de lado, de frente, con nuestros rostros tan cerca que podía sentir su respiración dar contra mis labios, lamí estos mojándolos mientras mis dedos subían por su pecho desnudo en una caricia lenta y terminaba mi mano por enredarse en su nuca, en el pelo que tenía en esa zona, la otra mano recorría su espalda es una caricia lenta, mis dedos repasaban aquel tatuaje que le había hecho en Egipto y que de algún modo conectaba su cultura a la mía, como si él se conectara a mí. No pude evitar sonreír por aquel recuerdo de aquella noche en la que habíamos marcado nuestra piel y nuestro cuerpo de por vida, él ya llevaba un tatuaje pero me permitió ampliárselo con una idea confiando en mí, sin saber qué era lo que iba a dibujarle pero sabiendo que no quedaría mal, y que no se reirían de él.
Sin embargo él había tenido muy claro lo que quería hacerme, esa brújula nórdica que llevaba en mí hombro y que, de alguna manera, sentía que lo apuntaba a él como si me recordara el camino que debía seguir. Quizás él si sabía qué hacerme porque en el futuro llevara ese mismo tatuaje, o quizás no… fuera como fuera la brújula me marcaba el camino a seguir, aunque como ya le había dicho, sentía que era quien llevaba el “mando” solamente por poseer la brújula… y sabiendo cómo era el vikingo no le haría mucha gracia, menos si era un general acostumbrado a dirigir y no a recibir órdenes. Reí levemente cuando dijo que sonaba sexy esa condenación y negué divertida con la cabeza, notando sus manos en mis nalgas que me apretaba y me acercaba a él.
No dudó en decirme sus maravillosas cualidades y virtudes como si quisiera que las tuviera presente, al igual que había hecho yo, haciendo que riera entre dientes mientras las decía para luego quedar mirándolo de forma fija. Él también pensaba que no iba a ser fácil, más que nada, por el carácter que teníamos los dos y que nos hacía chocar de forma irremediable… aunque luego lo arregláramos todo de la mejor forma que había cuando la tempestad pasaba, y que no iba a ser aburrido, otra cosa que ya sabía porque con él nada era aburrido, aburrida había sido mi vida antes, pero desde que entró revolviéndolo todo y poniéndolo patas arriba se podía decir que no había pasado ni un solo día aburrido junto a él.
-Sé que no va a ser fácil, ninguna cosa que es buena lo es ¿no es así? –Mi mano hora recorrió su rostro dibujando sus labios con el pulgar sin apartar mi mirada de la suya- y que no será aburrido es algo que ya me has demostrado, desde que estoy contigo todos los días parecen una aventura –mordí su labio inferior sonriendo- no temo lo que nos depare el futuro Ubbe, puedo soportarlo todo… pero solo si estás conmigo –mis labios acortaron la distancia para dejar un beso en sus labios separándome pero dejando nuestros rostros cercas. Sus manos no perdían el tiempo y recorrían todo mi cuerpo, sus labios me buscaban, me provocaban, dejaban pequeños mordiscos en mis labios, cada aliento que salía de ellos los suyos se los bebían… como si, de alguna forma, estuviéramos aprovechando el tiempo “perdido”, este momento que nos estábamos dedicando obviando todo ajeno que no fuera nosotros, los demás, los problemas, el mundo en general… allí solo existíamos él y yo, y todo lo demás… quedaba fuera. Sonreí cuando dijo que Niels era quien más éxito tenía con las mujeres, y me mordí el labio- ahora me dan más ganas de conocerlo y saber cómo es –él enarcó una ceja y rápido me dio un azote por aquello, a lo que me eché a reír, devolviéndole el azote. Maldito vikingo engreído, haciendo que de alguna forma volviera a decir que estaba enamorada de él… ya se lo había dicho, a mí pese a que no lo pareciera habían ciertas cosas que me costaba decir porque nunca las había pronunciado, al igual que él- ¿ena… enano? –Enarqué una ceja con diversión por aquello- ¿quién es enano? –Omití lo que él quería que le dijera hablando sobre su familia, ciertamente Hakon me parecía de los tres el más cuerdo, mi nariz rozó la suya y mis labios acariciaban los suyos sin dejar de mirarlo- Pues hazlo, mi casa es tú casa Ubbe… ahora más que nunca –mi mano de nuevo fue a su nuca para dejarla allí- invítalos, ya sabes que trabajo cinco días a la semana pero el resto no… podemos hacerlo una noche donde al día siguiente no tenga que ir al museo, así me puedo quedar hasta el final de la fiesta y… -mi cuerpo se movió contra el suyo, con una sonrisa pícara- luego podemos tener nuestra propia fiesta –mordí su labio inferior de forma provocativa, su mano fue a mi nuca para acercarme a él y besarme, en un beso largo y húmedo, mis ojos lo observaron ante sus palabras y lancé un suspiro por ellas, agradecida por que tuviera ese detalle conmigo, esas palabras que en cierta manera me consolaban y aliviaban- ha sido culpa mía, debería de haberle dicho antes lo de mi madre… sé que la próxima vez irá mejor, estará mi madre y eso ayudará bastante –recorrí sus labios con los míos y sonreí dejando un beso más corto sobre ellos- no te creas que tengo muchas amistades, se podría decir que los puedo contar con una mano y me sobrarían dedos –mis dedos recorrieron su mandíbula para luego bajar por su cuello- creo que de quien más te he hablado ha sido de Alessia, antes vivía conmigo pero ahora es más mayor y vive sola, es una joven encantadora y es como… no sé, una hermanita –reí por ello- la veo de vez en cuando pero seguro que te cae bien, es muy diferente a mí y no solo por lo físico; tez blanca, pelo rojizo, ojos azules… tiene un carácter diferente al mío, como más… calmado, esa sería la palabra –mis labios volvieron a acortar la distancia con los suyos- a quien más echo de menos es a mí amiga Astrid, se puede decir que es una amiga de las de verdad, nos llevamos apenas un par de años pero somos muy muy parecidas. La considero como una hermana, es la que siempre ha sabido todo de mí, mi amiga, mi confidente… siempre ha estado ahí cuando más lo he necesitado. Me gustaría presentártela un día, no le hará gracia que mi vida se haya visto en peligro pero podemos omitir esa parte –reí brevemente por ello, había una persona más pero… ¿hablaba de él? Era cierto que él no me había contado mucho sobre su familia materna, de hecho, es que no sabía la relación que tenía con su tío y… ¿sería bueno decirle que conocía a su tío? Éramos amigos y no tenía nada que esconder al respecto pero… no sabía si sería correcto o no decírselo, lo haría cuando tuviera más información al respecto.
Dejé que me acercara más contra su cuerpo dejando mi cabeza recostada en su pecho, una de sus manos recorriendo con suavidad mi columna vertebral haciéndome pequeñas cosquillas, para escuchar aquellas palabras que dijo en su idioma, con esa voz ronca y sexy que tanto me gustaba, levanté mi rostro para observarlo con una sonrisa buscando de nuevo sus labios con los míos en un beso lento, dulce, plagados de sentimientos, los mismos que sentíamos el uno por el otro y que a veces nos costaba expresar con palabras, pero que nuestro cuerpo hablaba por sí solo. Mi mano subió para enredarse en su pelo sin querer soltarlo, sin querer separarme de él, por primera vez en mi vida me daba cuenta de lo que era amar a alguien, algo que hasta ese mismo momento no me había pasado. No sabía en qué momento todo cambió, o si es que fue cambiando de forma paulatina pero se me hacía imposible imaginar una vida sin el vikingo, me complementaba, sacaba lo mejor y lo peor de mí al igual que yo hacía con él, éramos como dos piezas que encajaban en un perfecto puzle y que habían estado perdidas hasta que nos habíamos encontrado de nuevo.
-Du er mitt alt, Ubbe, min begynnelsen og slutten min –mi voz no sonaba tan ronca como la suya, y mi pronunciación no era tan perfecta y exacta como la suya al ser su lengua materna, pero me defendía y sabía que podía entenderme a la perfección. Mis ojos observaron esos dos mares azules que me devolvían la mirada, como si me perdiera en ellos, como si mi brújula me guiara irremediablemente hacia él- Du er min skjebne –mis labios rozaron de nuevo los suyos sin apartarme, sintiendo su respiración dar contra mis labios- no olvides que nuestro camino empieza y termina juntos, que eres mío, y que ni mil tormentas van a separarme de ti. No sé cuándo comenzó a nacer estos sentimientos, pero sé lo que siento y estoy segura de ello como no he estado convencida de nada más en mi vida. Quiero todo lo que tengas para darme, ya sea bueno o malo lo quiero todo… aquí no hay medias tintas. Te quiero, Ubbe –acabé mirándolo a los ojos de forma fija, a veces me daba miedo el sentimiento que albergaba en mí pecho, miedo porque era tan grande lo que sentía por él… que como cualquier cosa le pasara… no podría soportarlo. Y sabía que tenía una guerra por delante, y eso ahora me aterraba porque sabía los peligros que conllevaba, pero sería tremendamente egoísta si le dijera que no fuera, no podía hacer eso y no iba a hacerlo, pero el miedo seguía presente igualmente- Sabes que no puedo perderte, ¿verdad? –Aún tenía grabada a fuego aquella escena en el templo para conseguir la reliquia, difícil de olvidar o borrar esa imagen que me producía un pinchazo en el pecho, totalmente desgarradora- te necesito –confesé yo también apoyando mi frente contra la suya, aunque sabía que también lo tenía.
Sin embargo él había tenido muy claro lo que quería hacerme, esa brújula nórdica que llevaba en mí hombro y que, de alguna manera, sentía que lo apuntaba a él como si me recordara el camino que debía seguir. Quizás él si sabía qué hacerme porque en el futuro llevara ese mismo tatuaje, o quizás no… fuera como fuera la brújula me marcaba el camino a seguir, aunque como ya le había dicho, sentía que era quien llevaba el “mando” solamente por poseer la brújula… y sabiendo cómo era el vikingo no le haría mucha gracia, menos si era un general acostumbrado a dirigir y no a recibir órdenes. Reí levemente cuando dijo que sonaba sexy esa condenación y negué divertida con la cabeza, notando sus manos en mis nalgas que me apretaba y me acercaba a él.
No dudó en decirme sus maravillosas cualidades y virtudes como si quisiera que las tuviera presente, al igual que había hecho yo, haciendo que riera entre dientes mientras las decía para luego quedar mirándolo de forma fija. Él también pensaba que no iba a ser fácil, más que nada, por el carácter que teníamos los dos y que nos hacía chocar de forma irremediable… aunque luego lo arregláramos todo de la mejor forma que había cuando la tempestad pasaba, y que no iba a ser aburrido, otra cosa que ya sabía porque con él nada era aburrido, aburrida había sido mi vida antes, pero desde que entró revolviéndolo todo y poniéndolo patas arriba se podía decir que no había pasado ni un solo día aburrido junto a él.
-Sé que no va a ser fácil, ninguna cosa que es buena lo es ¿no es así? –Mi mano hora recorrió su rostro dibujando sus labios con el pulgar sin apartar mi mirada de la suya- y que no será aburrido es algo que ya me has demostrado, desde que estoy contigo todos los días parecen una aventura –mordí su labio inferior sonriendo- no temo lo que nos depare el futuro Ubbe, puedo soportarlo todo… pero solo si estás conmigo –mis labios acortaron la distancia para dejar un beso en sus labios separándome pero dejando nuestros rostros cercas. Sus manos no perdían el tiempo y recorrían todo mi cuerpo, sus labios me buscaban, me provocaban, dejaban pequeños mordiscos en mis labios, cada aliento que salía de ellos los suyos se los bebían… como si, de alguna forma, estuviéramos aprovechando el tiempo “perdido”, este momento que nos estábamos dedicando obviando todo ajeno que no fuera nosotros, los demás, los problemas, el mundo en general… allí solo existíamos él y yo, y todo lo demás… quedaba fuera. Sonreí cuando dijo que Niels era quien más éxito tenía con las mujeres, y me mordí el labio- ahora me dan más ganas de conocerlo y saber cómo es –él enarcó una ceja y rápido me dio un azote por aquello, a lo que me eché a reír, devolviéndole el azote. Maldito vikingo engreído, haciendo que de alguna forma volviera a decir que estaba enamorada de él… ya se lo había dicho, a mí pese a que no lo pareciera habían ciertas cosas que me costaba decir porque nunca las había pronunciado, al igual que él- ¿ena… enano? –Enarqué una ceja con diversión por aquello- ¿quién es enano? –Omití lo que él quería que le dijera hablando sobre su familia, ciertamente Hakon me parecía de los tres el más cuerdo, mi nariz rozó la suya y mis labios acariciaban los suyos sin dejar de mirarlo- Pues hazlo, mi casa es tú casa Ubbe… ahora más que nunca –mi mano de nuevo fue a su nuca para dejarla allí- invítalos, ya sabes que trabajo cinco días a la semana pero el resto no… podemos hacerlo una noche donde al día siguiente no tenga que ir al museo, así me puedo quedar hasta el final de la fiesta y… -mi cuerpo se movió contra el suyo, con una sonrisa pícara- luego podemos tener nuestra propia fiesta –mordí su labio inferior de forma provocativa, su mano fue a mi nuca para acercarme a él y besarme, en un beso largo y húmedo, mis ojos lo observaron ante sus palabras y lancé un suspiro por ellas, agradecida por que tuviera ese detalle conmigo, esas palabras que en cierta manera me consolaban y aliviaban- ha sido culpa mía, debería de haberle dicho antes lo de mi madre… sé que la próxima vez irá mejor, estará mi madre y eso ayudará bastante –recorrí sus labios con los míos y sonreí dejando un beso más corto sobre ellos- no te creas que tengo muchas amistades, se podría decir que los puedo contar con una mano y me sobrarían dedos –mis dedos recorrieron su mandíbula para luego bajar por su cuello- creo que de quien más te he hablado ha sido de Alessia, antes vivía conmigo pero ahora es más mayor y vive sola, es una joven encantadora y es como… no sé, una hermanita –reí por ello- la veo de vez en cuando pero seguro que te cae bien, es muy diferente a mí y no solo por lo físico; tez blanca, pelo rojizo, ojos azules… tiene un carácter diferente al mío, como más… calmado, esa sería la palabra –mis labios volvieron a acortar la distancia con los suyos- a quien más echo de menos es a mí amiga Astrid, se puede decir que es una amiga de las de verdad, nos llevamos apenas un par de años pero somos muy muy parecidas. La considero como una hermana, es la que siempre ha sabido todo de mí, mi amiga, mi confidente… siempre ha estado ahí cuando más lo he necesitado. Me gustaría presentártela un día, no le hará gracia que mi vida se haya visto en peligro pero podemos omitir esa parte –reí brevemente por ello, había una persona más pero… ¿hablaba de él? Era cierto que él no me había contado mucho sobre su familia materna, de hecho, es que no sabía la relación que tenía con su tío y… ¿sería bueno decirle que conocía a su tío? Éramos amigos y no tenía nada que esconder al respecto pero… no sabía si sería correcto o no decírselo, lo haría cuando tuviera más información al respecto.
Dejé que me acercara más contra su cuerpo dejando mi cabeza recostada en su pecho, una de sus manos recorriendo con suavidad mi columna vertebral haciéndome pequeñas cosquillas, para escuchar aquellas palabras que dijo en su idioma, con esa voz ronca y sexy que tanto me gustaba, levanté mi rostro para observarlo con una sonrisa buscando de nuevo sus labios con los míos en un beso lento, dulce, plagados de sentimientos, los mismos que sentíamos el uno por el otro y que a veces nos costaba expresar con palabras, pero que nuestro cuerpo hablaba por sí solo. Mi mano subió para enredarse en su pelo sin querer soltarlo, sin querer separarme de él, por primera vez en mi vida me daba cuenta de lo que era amar a alguien, algo que hasta ese mismo momento no me había pasado. No sabía en qué momento todo cambió, o si es que fue cambiando de forma paulatina pero se me hacía imposible imaginar una vida sin el vikingo, me complementaba, sacaba lo mejor y lo peor de mí al igual que yo hacía con él, éramos como dos piezas que encajaban en un perfecto puzle y que habían estado perdidas hasta que nos habíamos encontrado de nuevo.
-Du er mitt alt, Ubbe, min begynnelsen og slutten min –mi voz no sonaba tan ronca como la suya, y mi pronunciación no era tan perfecta y exacta como la suya al ser su lengua materna, pero me defendía y sabía que podía entenderme a la perfección. Mis ojos observaron esos dos mares azules que me devolvían la mirada, como si me perdiera en ellos, como si mi brújula me guiara irremediablemente hacia él- Du er min skjebne –mis labios rozaron de nuevo los suyos sin apartarme, sintiendo su respiración dar contra mis labios- no olvides que nuestro camino empieza y termina juntos, que eres mío, y que ni mil tormentas van a separarme de ti. No sé cuándo comenzó a nacer estos sentimientos, pero sé lo que siento y estoy segura de ello como no he estado convencida de nada más en mi vida. Quiero todo lo que tengas para darme, ya sea bueno o malo lo quiero todo… aquí no hay medias tintas. Te quiero, Ubbe –acabé mirándolo a los ojos de forma fija, a veces me daba miedo el sentimiento que albergaba en mí pecho, miedo porque era tan grande lo que sentía por él… que como cualquier cosa le pasara… no podría soportarlo. Y sabía que tenía una guerra por delante, y eso ahora me aterraba porque sabía los peligros que conllevaba, pero sería tremendamente egoísta si le dijera que no fuera, no podía hacer eso y no iba a hacerlo, pero el miedo seguía presente igualmente- Sabes que no puedo perderte, ¿verdad? –Aún tenía grabada a fuego aquella escena en el templo para conseguir la reliquia, difícil de olvidar o borrar esa imagen que me producía un pinchazo en el pecho, totalmente desgarradora- te necesito –confesé yo también apoyando mi frente contra la suya, aunque sabía que también lo tenía.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Family Ties ~ Privado
Enarqué una ceja cuando dijo que ahora tenia mas ganas de conocer a Niels, podía verla aguantarse la risa por la cara que yo ponía, algo que me hizo palmearle el culo antes de que estallara en carcajadas.
-No me cabrees -le advertí ladeando la sonrisa.
Mis labios atajaron la distancia que separaba nuestros labios, hambriento cada ínfima oportunidad bastaba para que entráramos en duelo, desafiándonos, devorándonos, era obvio lo mucho que nos echábamos de menos aun estando juntos.
Era una necesidad, una que crecía en mi interior, mis manos surcaban el mar de su cuerpo, como un drakkar a la deriva, sus ojos eran los faros que marcaban mi destino.
-Eres mi puerto Nai -susurré contra su boca, esperando que entendiera que mi camino ya no tenia sentido sin ella.
Se notaba que había encajado bien con la familia, pues me pedía que volviera a invitarlos, que lo hiciera un día que ella no tuviera que madrugar, así después podríamos tomarnos nuestra propia fiesta.
Mordí su labios inferior como respuesta, apreté sus nalgas con mis manos, tenia un culo épico esa mujer.
-Me podría pasar el día tocándote el culo -bromeé ante sus risas – mañana he quedado para ir de caza con mi hermano.
La perra que dormía sobre un mullido cogin en la habitación se tapo el hocico con la pata, era escuchar la palabra caza y querer desaparecer del mapa.
Nai enarcó una ceja y yo me limité a sonreír encogiendo los hombros
-es muy sensible tu perra, vete a saber -respondí como si no supiera que cuando me la llevaba a cazar acababa agotada con ganas de volver a casa, ademas el baño que le daba para que Nai no se enterara no parecía gustarle en demasía.
Escuche como hablaba de sus amigas, al parecer solo tenia dos así que por mal que lo hiciera no podía caerles mal a ambas, bueno, conociendo mis modales, si era capaz.
Ladeé la sonrisa por mis propios pensamientos.
-Así me gusta que no tengas amigos hombres -bromeé guiñándole un ojo.
Me daba igual realmente que tuviera amistad con hombres, confiaba en Nai como ella confiaba en mi -presentamelas cuando quieras, prometo portarme.
Deslice mis dedos apartando varios mechones de su rostro.
-A mi padre le caes bien, realmente no tienes que preocuparte por ellos, soy un hombre capaz de tomar mis decisiones y ellos siempre las han respetado, aun cuando no han sido exactamente las que ambos querían que tomara.
Padre siempre nos ha respetado, fíjate la edad de mi hermana y todas las ofertas de matrimonio que a mi padre le han puesto sobre la mesa y sin embargo, ella no a aceptado ninguna y él las ha rechazado todas. No se que espera mi hermana, la verdad, pero bueno...es cosa suya.
Madre se pondrá contenta de que alguien me haga sentar la cabeza, créeme, nunca van a juzgarte y te acogerán como si fueras una mas...así son los míos.
Eso si, aguantaras que padre te pida nietos, es así de bocazas, para nosotros, es importante tener descendencia, yo me conformo con practicar hasta que dejes de tomarte esas hierbas que tomas para no darme hijos.
La atraje por la nuca besándola intensamente, escuche sus palabras contra mis labios, no pude evitar sonreír acogiendo esas palabras.
Mis dedos surcaron la brújula que hace tiempo había marcado en su piel.
-Tu eres mi destino, no perderé el norte mientras sigas en mi vida -aseguré guiñándole el ojo y sonreí abiertamente antes de decir la siguiente frase -yo también estoy ¿enano?
Me eche a reír a carcajadas acomodándola sobre mi mientras ella pataleaba y mi mano acariciaba sus duras nalgas.
-Por Odin uffff, que culo tienes.
Así acabamos quedándonos dormidos uno sobre el otro.
-No me cabrees -le advertí ladeando la sonrisa.
Mis labios atajaron la distancia que separaba nuestros labios, hambriento cada ínfima oportunidad bastaba para que entráramos en duelo, desafiándonos, devorándonos, era obvio lo mucho que nos echábamos de menos aun estando juntos.
Era una necesidad, una que crecía en mi interior, mis manos surcaban el mar de su cuerpo, como un drakkar a la deriva, sus ojos eran los faros que marcaban mi destino.
-Eres mi puerto Nai -susurré contra su boca, esperando que entendiera que mi camino ya no tenia sentido sin ella.
Se notaba que había encajado bien con la familia, pues me pedía que volviera a invitarlos, que lo hiciera un día que ella no tuviera que madrugar, así después podríamos tomarnos nuestra propia fiesta.
Mordí su labios inferior como respuesta, apreté sus nalgas con mis manos, tenia un culo épico esa mujer.
-Me podría pasar el día tocándote el culo -bromeé ante sus risas – mañana he quedado para ir de caza con mi hermano.
La perra que dormía sobre un mullido cogin en la habitación se tapo el hocico con la pata, era escuchar la palabra caza y querer desaparecer del mapa.
Nai enarcó una ceja y yo me limité a sonreír encogiendo los hombros
-es muy sensible tu perra, vete a saber -respondí como si no supiera que cuando me la llevaba a cazar acababa agotada con ganas de volver a casa, ademas el baño que le daba para que Nai no se enterara no parecía gustarle en demasía.
Escuche como hablaba de sus amigas, al parecer solo tenia dos así que por mal que lo hiciera no podía caerles mal a ambas, bueno, conociendo mis modales, si era capaz.
Ladeé la sonrisa por mis propios pensamientos.
-Así me gusta que no tengas amigos hombres -bromeé guiñándole un ojo.
Me daba igual realmente que tuviera amistad con hombres, confiaba en Nai como ella confiaba en mi -presentamelas cuando quieras, prometo portarme.
Deslice mis dedos apartando varios mechones de su rostro.
-A mi padre le caes bien, realmente no tienes que preocuparte por ellos, soy un hombre capaz de tomar mis decisiones y ellos siempre las han respetado, aun cuando no han sido exactamente las que ambos querían que tomara.
Padre siempre nos ha respetado, fíjate la edad de mi hermana y todas las ofertas de matrimonio que a mi padre le han puesto sobre la mesa y sin embargo, ella no a aceptado ninguna y él las ha rechazado todas. No se que espera mi hermana, la verdad, pero bueno...es cosa suya.
Madre se pondrá contenta de que alguien me haga sentar la cabeza, créeme, nunca van a juzgarte y te acogerán como si fueras una mas...así son los míos.
Eso si, aguantaras que padre te pida nietos, es así de bocazas, para nosotros, es importante tener descendencia, yo me conformo con practicar hasta que dejes de tomarte esas hierbas que tomas para no darme hijos.
La atraje por la nuca besándola intensamente, escuche sus palabras contra mis labios, no pude evitar sonreír acogiendo esas palabras.
Mis dedos surcaron la brújula que hace tiempo había marcado en su piel.
-Tu eres mi destino, no perderé el norte mientras sigas en mi vida -aseguré guiñándole el ojo y sonreí abiertamente antes de decir la siguiente frase -yo también estoy ¿enano?
Me eche a reír a carcajadas acomodándola sobre mi mientras ella pataleaba y mi mano acariciaba sus duras nalgas.
-Por Odin uffff, que culo tienes.
Así acabamos quedándonos dormidos uno sobre el otro.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
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