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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Wesh Montoya Jue Jun 01, 2017 9:23 am

Mi tío había insistido una y otra vez que no estaba preparado para cruzar el portal que me llevaría al pasado.
Alegaba frente al consejo que mi implicación en el tema era algo que me descartaba como un buen soldado para la misión dispuesta. Avisar a la orden de la amenaza que nos acechaba y que supieran que la reliquia había sido ya obtenida en Egipto. Proteger el orbe era lo primordial, pues si este era tomado el mundo correría un peligro que no podíamos permitirnos.
Caleb, jefe de la orden, quería enviar a otro mas preparado, mas finalmente el consejo intercedió en mi favor, alegando que tenia que mostrar ante ellos mi valía, pues demasiadas cosas ya se me habían privado por el tempestuoso carácter que me precedía.

Era cierto, me negaron el don de la licantropia, si lograba proteger la reliquia se me prometía que a mi regreso seria mordido y convertido en lo que era mi derecho, uno de los siete guerreros que forma el consejo.
Mi tío finalmente cedió ante los otros cinco, aunque puso una condición, que seria vigilado por las tres brujas que la organización poseía y que al menor indicio de revelarme e incumplir las normas, seria deportado por él mismo a un templo donde quedaría recluido hasta hacer de mi el hombre que el no veía.

Acepte, claro que dentro de lo que era mi misión, lograr proteger la reliquia a toda costa, no era lo único que pensaba hacer en el pasado.
Me carcomía el no saber que había pasado, mis padres y hermano murieron en la carpa gitana y a día de hoy no habían sido vengados.
Todo quedó reducido a cenizas y el ejercito que destrozo mi vida dejándome huérfano desapareció como si de espectros se trataran. En el pasado, eso aun no había sucedido y estaba decidido si no a intervenir, si a descubrir el autor de tan acto y vengarme.

Aquella mañana crucé el portal que las tres brujas abrieron para mi bajo la atenta y severa mirada de mi tío que no confiaba en mi.
Una sonrisa ladeada fue mi despedida antes de desaparecer frente a sus ojos.
Aparecí jadeante en medio de un bosque que bien conocía, el cuerpo me dolía, pero el hechizo había funcionado o al menos eso creía.
No tardé en alcanzar la ciudad, mis ojos se centraron en un niño que vendía periódicos por las calles y acercándome a él adquirí un ejemplar para centrarme en la fecha que ponía en su lateral.
Había funcionado, es mas tenia unos días para prepararme para presenciar la masacre que a mi familia se refería, pronto el nombre del espectro me seria desvelado y la venganza comenzaría.

Me alojé en el hostal, sabia que no me seria complicado acudir a los refugios de la organización, allí seria bien recibido, claro que a su vez vigilado y antes de ponerme al completo a su servicio tenia la necesidad de descubrir lo que le había pasado a lo míos.
Baje al restaurante para comer algo, había traído el dinero necesario para pasar un par de días sin problema.
Tomé asiento en una mesa, pedí el menú del día y vino para acompañar la cena.







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Mensaje por Freya Tollak Jue Jun 01, 2017 10:03 pm

Abrir un portal mágico para viajar a otro tiempo podía succionarle energías hasta la más grande hechicera, título que nunca me adjudiqué, porque sabía perfectamente que utilizar magia poderosa traía sus consecuencias, lo cual es algo que difícilmente te dicen otros y que has de aprender a las malas por ti misma.

Llegué a la ciudad la noche anterior muy a mi pesar. Sabía que padre no iba a estar de acuerdo con mi decisión por lo que ni siquiera se lo dije en persona, tan solo me escabullí de la casa tras dejar una nota en la que no revelaba mucho y le pedía que no se preocupara por mi. Ahora me tentaba la idea de ir a verlo al igual que a Höor pero no podía presentarme y revelarle quien era como tampoco podía ver a Höor y comunicarle que sus hijos habían viajado en el tiempo con el propósito de conseguir una reliquia que en realidad nadie sabía si verdaderamente existía, más allá de unos manuscritos que aún no habíamos podido descifrar. Eso sin mencionar la posibilidad de que estuviésemos provocando una alteración peligrosa en un espacio temporal que no debía ser tocado en lo absoluto.

Nadie dijo nunca que era fácil ser un oráculo y el hecho de que un sueño reciente me perturbase particularmente se convertía en la razón por la que me unía a la locura que predominaba en las últimas acciones de los Cannif. Mi visión se presentó mientras dormía, en ella vi a Hakon en peligro mortal, un símbolo extraño con dos espadas y una sierpe, y la silueta casi difuminada de un hombre que parecía convertirse en la amenaza principal para él. Su intrusión traería sangre consigo y no estaba dispuesta a permitir que nada le sucediera a ninguno de los Cannif. No solo me unía a ellos una amistad profunda sino también la misma lealtad que mi padre siempre tuvo para con el de ellos y la manera en que este siempre me trató.

Había traído conmigo algo de dinero por lo que me dirigí a un hostal tras recorrer un trecho bastante extenso desde el bosque. Lo que continuaba dando vueltas en mi cabeza era la sensación de que cuando estuve en esa zona, en medio de los árboles, presentí la incursión de una magia distinta a la mía que alteraba el ambiente. Era magia poderosa que llegó tan rápido como se desvaneció, cuando le busqué solo quedaban pequeños rastros de ella, pero durante mi recorrido hacia la ciudad volví a sentirla en unas cuantas ocasiones, como si se me adelantase en el camino.

Dormí toda la noche y parte del día y cuando me desperté me apresuré a ir a la biblioteca a buscar información sobre ese extraño símbolo sobre el cual no encontré nada. Frustrada, me encontraba ahora en el restaurante del hostal. Había traído varios libros conmigo para continuar mi investigación pero aún no encontraba nada de provecho. Resoplé, apoyando mi mejilla en mi mano, apoyada sobre un codo, como vikinga a menudo me olvidaba de los modales, a pesar de que la mujer de mi padre me había enseñado al respecto mientras crecía, la sangre del norte imperaba en mis venas.

Alcé el tenedor y con ello la mirada, esta deambuló por el salón hasta detenerse en un hombre joven que se encontraba en una mesa cercana. Tan pronto mi mirada se posó en él sentí una inquietud demasiado fuerte, a pesar de que se presentó de la nada y de que no lo conocía, era imposible conocer a alguien de esta época. Sacudí la cabeza y cambié el tenedor por la jarra, esperando que la cerveza me aclarara la mente y disipara esa sensación sin sentido. Sin embargo de vez en cuando mi mirada regresaba a ese hombre y en una de las veces en que le observaba su mirada se topó con la mía por lo que rápidamente la desvié y oculté mi rostro tras un libro.


Última edición por Freya Tollak el Vie Ago 04, 2017 12:10 am, editado 1 vez
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Mensaje por Wesh Montoya Sáb Jun 03, 2017 10:37 am

Una preciosa joven entro en el restaurante, para nada paso desapercibida por mi mirada, de echo mas bien todo lo contrario, acaparó mi atención por completo.
Llevé la orzaga de pan a mi boca, acompañándola del trozo de queso fresco, ahora sumido en mis propios pensamientos.
Tenia mucho que hacer en París y demasiado poco tiempo. Sabia que las brujas de la orden pronto descubrirían que me había salido del plan trazado, pues no debería estar en el hostal, si no en la capilla  visitando a la orden y advirtiéndoles del problema que se les venia encima.

Mis planes distaban un poco de los de mi tío, algo que sabia que tendría consecuencias, unas que aceptaría si a cambio descubría aquello que me había torturado desde la infancia, el nombre del o los asesinos de mi familia.
Me enervaba la impasibilidad de mi tío hacia ese tema, pues parecía como si se hubiera rendido a vengar a su familia.
Siempre decía que la protección del orbe era lo mas importante, pero  yo no estaba de acuerdo con eso.

Ladeé la sonrisa cuando la joven me devolvió la mirada y la apartó de golpe como si la timidez la superara, su aspecto distaba mucho del de una chic vergonzosa, de echo su mirada era brillante, juguetona y avispada.
Alcé mi vaso en su dirección mientras relamía mis labios y pronto le pedí al camarero que se acercará.
-Podría servirle de mi parte una copa de whisky -pedí esperando que eso obrara el milagro para que la dama alzara su precioso trasero de la silla y lo sentara en mi misma mesa.
Nadie había dicho que tenia que aburrirme mientras llevaba a cabo la misión y a fin de cuentas a nadie le molesta cenar acompañado y una buena conversación.

El camarero hizo lo encomendado, dejó sobre un posa vasos una copa de whisky con dos peces ne su interior y le señaló quien era aquel que había tenido el placer de invitar a tan bella doncella.
Le dediqué una picara sonrisa hundiendo en ella mis pardos.
Decisión suya era aceptar o no la invitación, mas ¿que podíamos perder cualquiera de los dos?

Mis ojos siguieron fijos en ella, como si entre ambos existiera algún tipo de conexión que se palpaba en el ambiente pese a que no había visto a esa mujer en mi vida, de haberlo hecho, francamente la recordaría.
Llevé de nuevo el vaso a mis labios dándole un trago.


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Mensaje por Freya Tollak Miér Jun 07, 2017 2:43 am

Para ser completamente honesta no sabía ni por qué mantenía mi rostro escondido detrás del libro ni porque estaba fingiendo leer unas líneas que en realidad no estaba leyendo. Moví apenas mi mano para permitir que mis ojos se asomaran por arriba del libro, justo a tiempo para ver como el hombre al otro lado de las mesas alzaba su vaso en mi dirección lo cual provocó que le observara unos segundos antes de volver a cubrir mi rostro. Entrecerré mis ojos un poco con expresión de concentración. Nunca había visto a ese joven antes ¿cierto? La inquietud extraña probablemente se debiera al cansancio mental y no a otra cosa, después de todo había pasado el día entero en la biblioteca y yo era más de espacios abiertos y acampadas al aire libre.

Suspiré dejando el libro sobre la mesa y volví a sumirme en mis pensamientos. A estas alturas padre seguramente ya habría visto la nota. Esperaba no le hubiese alarmado demasiado aunque me imaginaba la regañina que recibiría cuando regresara a casa. Esperaba que para ese entonces ya me hubiera reunido con mis amigos y hubiésemos encontrado la reliquia, si es que el objeto era real y no tan solo una vieja historia transmitida por aquellos que fácilmente echaban su imaginación a volar.

El movimiento de un camarero al depositar un posa vasos y una copa en mi mesa me sacó de mi abstracción. Observé con bastante sorpresa la copa mientras escuchaba que me la enviaba el joven de la otra mesa. Alcé una ceja al ver aquello, no estaba acostumbrada a recibir este tipo de atención por parte de un hombre, y menos si se trataba de un completo desconocido. Como oráculo sabía perfectamente que no debía fijarme en nadie, era algo que supe desde temprana edad por lo que debía hacerme de la vista gorda con respecto a cierto tipo de interacciones, aunque en alguna que otra ocasión había sido más sencillo conocer la teoría que ejercer la práctica lo cual únicamente había conducido al desasosiego y al desengaño.

De todas formas no vi mayor daño en aceptar el whisky. Le indiqué al camarero que me trajera algo de comer, un platillo a base de salmón que leí en el menú y que me llamó la atención, además de indicarle que le diera las gracias de mi parte al extraño. Alcé la copa en su dirección antes de probar el contenido y volví a uno de los libros mientras esperaba mi orden.

Al cabo de un rato el camarero depositaba el plato frente a mi. Me deleité en el aroma que percibía y sonreí ante la visión del mismo, antes de desviar la mirada y encontrar nuevamente la de aquel joven. Repentinamente la idea de dirigirme a su mesa me parecía atractiva, al fin y al cabo, una conversación nunca hizo daño a nadie y la verdad es que me aburría al encontrarme sola en un lugar adonde no conocía a nadie.

Antes de que el camarero se diera la media vuelta para dirigirse de regreso a la cocina lo detuve al indicarle que me gustaría que llevara mi plato a la mesa del caballero del whisky. Acto seguido, tomé la pila de libros en mis manos para dirigirme a esa mesa. Justo al llegar cerca de su asiento di un paso en falso y con la intención de evitar lanzarle los libros en la cabeza intenté recuperarlos a tiempo pero estos terminaron cayendo desparramados sobre el suelo. -Hola.- fue todo lo que atiné a decir esbozando lentamente una sonrisa al contemplar de cerca unos ojos pardos y descubrir que había aterrizado sobre su regazo.
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Mensaje por Wesh Montoya Miér Jun 07, 2017 7:04 am

La dama volvió a sumergirse en las hojas de ese libro que leía sin parar, debía ser interesante, porque en mi presencia apenas había reparado pese a que fui yo el que dio el primer paso para entablar una conversación que podía amenizar en este caso mi soledad.
Finalmente y visto que no tenia mucho éxito mis intentos de ligar, seguí con la cena, estaba hambriento.

Mucho era en lo que tenia que pensar, sabia que era cuestión de tiempo que las brujas predijeran mi intención de ir al campamento gitano a descubrir que sucedió con mis padres y hermano aquella fatídica noche.
Por delante aun unas semanas para planear todo a la perfección, ademas no podía olvidar el porque estaba allí, mi misión era proteger la reliquia y para eso, primero pensaba dar con esos bárbaros, estudiar sus movimientos, incluso dada mi edad, podría sin mucha dificultad infiltrarme entre ellos para conocer su plan.

Seguro que encontraba alguna preciosa doncella a la que camelarme dentro de esos vikingos, no seria muy complicado descubrir sus planes y descubrir que sabían acerca de nuestra orden.
Ensimismado en mis pensamientos no me dí cuenta de que la doncella se había acercado a mi mesa, un “hola” me saco de mi ensoñación y que casi me tirara los libros encima provocó mi risa mientras alzaba la mirada hasta sus faros.
La sorpresa vino cuando tras los libros fue ella la que calló en mis brazos, ahora si, estallé en carcajadas bajo la avergonzada mirada de la dama.
-Hola -respondí con cierta diversión sin soltarla. Por un momento se hizo el silencio, nuestras miradas quedaron ancladas y nuestra respiración errática choco con la del otro desatando la tempestad.

La dama se alzó sonrojada, no podía dejar de mirarla con aquella picara sonrisa de la que ahora hacia gala.
Acabé poniéndome en pie para ayudarla con su carga.
Tome los libros y los deposité en una esquina de la mesa, bordeé su cuerpo para tomar la silla y moverla ligeramente para que tomara asiento y compartiera cena conmigo.
-La he visto sola y he pensado que seria agradable que los dos pudiéramos cenar acompañados ¿no cree? -pregunté con cierto tono pícaro en mi voz.

Era una mujer preciosa, de las mas bellas que jamas había visto en mi vida, ademas de que no tenia nada que ver con el resto de mujeres parisinas a las que solía frecuentar en mi tiempo.
Su pelo lejos de mantener la longitud que la mayoría de las féminas en edad casadera portaba, lo llevaba corto, dándole un aspecto distinto.
Sus ojos eran vivos, contemplaban con cierto fuego en la mirada y ademas leía, algo que las damas no hacían con mucha frecuencia en estos tiempos pues otros deberes reclamaban sus atenciones.
-¿de donde has caído tu? -pregunté sin pensarlo haciendo clara referencia a cuando la tuve entre mis brazos.

El camarero trajo la cena de la dama, pedí una botella de vino para acompañar nuestros platos y este pronto nos dejo de nuevo solos para disfrutar de la presencia del otro.
-¿te hospedas aquí? -pregunté con mi mirada fija en sus dos orbes -¿sola?
Tenia que ir de tabernas aquella noche y no se me antojaba mala idea ir acompañado si la dama cedía a salir con un desconocido.
Estaba seguro de que esos bárbaros no se resistirían a ir a beber y quizás en alguna de las tabernas de París pudiera encontrar información sobre el paradero de alguno de esos bárbaros.


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Mensaje por Freya Tollak Miér Jun 14, 2017 11:47 pm

Me dio la impresión de que al caballero le divertía de lo lindo mi tropiezo y lo confirmé cuando estalló en carcajadas. Por unos segundos lo observé reir, entre avergonzada y curiosa. Avergonzada porque no era la primera vez que me pasaba algo así, de hecho, solía tener más accidentes de los que desearía en los momentos más inoportunos y al parecer estos me perseguían fuera cual fuera el espacio temporal en el que me encontrara. Suspiré, colocando un mechón de pelo rebelde detrás de mi oreja, y lo observé con las mejillas encendidas mientras se imponía el silencio. Curiosidad sentía porque era un joven bastante agradable a la vista, y lo notaba más ahora que lo veía de cerca, pero, como bien lo sabía, no debía fijarme en él de esa manera.

Me levanté y con su ayuda recogí la pila de libros. No podía perder ni uno, aunque a medida que los ojeaba y no descubría nada me sentía más desanimada, especialmente después de haber sucedido lo mismo en la biblioteca. Estaba segura de lo que había visto en mi visión y era vital que averiguara más sobre el símbolo de las espadas pero parecía que llegaba a un callejón sin salida.

Coloqué los libros encima de los que dejó en la esquina de la mesa y esperé a que regresara a su asiento, todavía sintiéndome abochornada por mi tropiezo. -No es lo típico ¿no? Se supone que debería de estar acompañada de mi esposo o de una chaperona.- respondí con un tono travieso en la voz. Aprendí bastante de las costumbres francesas desde chica, cuando padre me envió por primera vez con los Cannif. A aquellos tiempos le debía no solo mis conocimientos sobre la sociedad parisina si no mi dominio del francés, el aprenderlo a una corta edad me había ayudado a hablarlo como una local más, sin que se notara ningún tipo de acento norteño.

-Le confesaré algo.- Añadí inclinándome sobre la mesa en dirección a él como si le fuera a compartir un secreto. -No tengo a ninguno de los dos.- solté una risilla antes de enderezarme de nuevo sobre la silla. -Así que me conviene que me vean en su compañía, me ayuda a crear la farsa frente a ojos curiosos de que usted es o lo primero o al menos mi tutor en medio de mi montaña de libros.- dije algo divertida. Si estuviéramos en mi tierra realmente nada de eso importaría pero estando aquí me hacía gracia todo el asunto de la etiqueta que se suponía que debía guardar.

Me preguntó de dónde había caído y me salvó la oportuna interrupción del camarero que en ese momento llegó con mi plato y que lo depositó en la mesa antes de asentir a la orden de vino y regresar por ella a la cocina. -Si, me hospedo aquí.- respondí a su siguiente pregunta, mientras sentía que se me hacía agua la boca, no había probado bocado desde la mañana. -Asumo que también usted, pero su pronunciación me hace pensar que es originario de esta misma capital.-

Su última pregunta provocó que mi expresión se tornara reflexiva. -Dígamos que aún no me reúno con unos amigos que espero encontrar en la ciudad.- Esperé a que el camarero que acaba de retornar sirviera el vino, antes de tomar la copa entre mis dedos. Esperaba en algún momento poder reencontrarme con ellos, los conocía bien, sabía cuáles eran los posibles lugares adónde podrían reunirse aunque claro, ellos ignoraban que yo también me encontraba aquí. Se llevarían una sorpresa enorme al verme, lo primordial sería cerciorarme de que todo fuera bien con Hakon, aunque por otro lado, odiaba no saber más acerca del peligro que se cernía sobre él.

-¿Usted no se hospeda con alguien más?- pregunté, deteniendo mi mirada en mi inesperado acompañante para ahondar en sus ojos pardos. -Es cierto que es mejor tener compañía que pasarla solo, claro que también depende de la compañía.- Ladeé la sonrisa al añadir lo último, antes de partir un buen trozo de salmón y llevármelo a la boca. -No sé su platillo, pero el mio sabe mejor de lo que esperaba.- Lo miré traviesamente unos segundos antes de hacer la propuesta siguiente. -Si me permite probar del suyo lo dejaré probar del mío. ¿Qué le parece?-
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Mensaje por Wesh Montoya Jue Jun 15, 2017 4:50 am

Ladeé la sonrisa al escuchar que estaba hospedada en el hotel, ademas no tenia dama de compañía que la acompañara, ni marido, algo que a decir verdad me pareció completamente extraño. Las damas de su edad, en su mayoría o estaban casadas o prometidas y en este segundo caso iban bien custodiadas por el servicio que las vigilaba.
-Es mi día de suerte -bromeé -me ha llovido una preciosa mujer...sola y que me necesita para aparentar no estarlo.

Ensanché la sonrisa observando sus ojos brumosas tempestades, sin duda era una mujer preciosa, hablaba un Francés perfecto pero con un deje de acento de otro lugar, algo que en cierto modo daba veracidad a que se alojara en ese hotel.
-Si, soy de Paris, pero me leyeron la palma de la mano y me dijeron que una mujer que me caería del cielo iba a acompañarme a beber a una taberna, así que...vine a la ubicación para dar veracidad a esa fabula -me eche a reír por la cara que ponía.
-Mi madre era gitana, así que...digamos que una parte de mi es de París..y otra un tanto nómada.

Enarqué una ceja cuando dijo que aun no se había reunido con los amigos que buscaba en esa ciudad.
-Vamos -sonreí picaramente -no me diga que va a dejar a mi pobre tía sin la ilusión de que su profecía fuera cierta.
Hice un mohin, desde luego se me daba bien lo de ser un adulador, pues no había tía, ni profecía, pero contarle la verdad no era una opción...si conseguía que me acompañara a la taberna habría conseguido mas tiempo en su compañía.
-no eres de aquí ¿cierto? ¿de donde viene el ángel que me ha caído del cielo?

Llevé la copa de vino a mis labios sin dejar de centrar mis ojos en los ajenos, me gustaba su compañía, era muy distinta a todas las mujeres que había conocido.
-si, también estoy solo, bueno, ahora ya no, princesa.
Corté un trozo de carne y lo lleve a mi boca, la pata de cordero estaba deliciosa y las patatas con el jugo de la carne brutales.

Ladeé la sonrisa al escuchar su petición.
-Pongamoslo mas interesante...si mi plato esta mas bueno que el suyo, me acompaña a la taberna después...me concede una noche de su compañía.
Si por el contrario es el suyo el que resulta ganador....la acompaño yo donde usted decida ¿que me dice?

Tiré de su plato para cortar un trozo de pescado, estaba muy bueno el salmón, pero yo era mas carnívoro, así que..supongo para mi ganaba el mio.
Me relamí los labios, cortando un trozo de carne, pinche para acompañarla una patata y lo mojé en le jugo llevándoselo después a los labios.
Mi cuerpo se orilló al ajeno, esta abrió la boca y yo introduje el alimento mirándola fijamente.
-¿Y bien? -pregunté con mis ojos centrados en su boca, llevé allí mi dedo para limpiar un poco de la salsa.
Lleve el dedo a mi boca limpiando la yema con mi lengua mientras esperaba su veredicto.


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Mensaje por Freya Tollak Jue Jun 22, 2017 1:25 pm

¿Una preciosa mujer? Lo observé unos segundos con sorpresa, insegura de la veracidad de sus palabras y al comprender que me halagaba desvié la mirada un momento, para partir algo del salmón con el cuchillo y así disimular el efecto que repentinamente sentí. En casa, los hombres sabían lo que yo era, un oráculo, sabían también que debido a ello jamás podría fijarme en ellos o ir más allá de un inocente intercambio por lo que mi presencia no llamaba la atención. ¿Qué hombre querría perder el tiempo conmigo? Me había acostumbrado a ello porque tenía a mis amigos y compartir con ellos me distraía, de esa forma ocultaba el hecho de que me hubiera gustado llamar más la atención, como lo lograba Synnove sin proponérselo, aunque la vikinga tampoco se interesaba en hombre alguno.

Alcé la mirada para contemplar al caballero, algo diferente a los vikingos que acostumbraba a ver, aunque ahora reparaba en que era atractivo y en que en realidad me agradaba mirarlo, descubrimiento que me puso un tanto nerviosa. Mi tenedor se detuvo a medio camino hacia mi boca cuando habló de una leída de mano y mi rostro adquirió un tinte descolorido antes de comprender que me tomaba el pelo. Esbocé una sonrisa. -Así que su madre era gitana… tiene una ascendencia interesante. Me agradan los gitanos, se parecen a los míos en la libertad con la que viven y en que alimentan un intenso fuego en lo que hacen. Además de que hay algo de magia en ellos.- Le guiñé el ojo la mar de divertida al decir lo último. -¿Y usted no ha heredado esas facultades para leer la mano? Le apuesto a que podría si se empecinara en descubrir esa habilidad, por lo general se transmite en la sangre.-

Me eché a reir cuando dijo que de no acompañarlo desilusionaría a su tía. -Podríamos hacer algo al respecto para no decepcionarla. Me agradan las adivinas, suelen ser seres a quienes no se llega a comprender del todo pero si se les conociera un poco más la gente se percataría de que son de lo más normales.- Sonreí ligeramente al decirlo antes de llevar la copa de vino a mis labios.

Aproveché hacer una pausa para beber mientras pensaba con rapidez si debía decirle o no de donde provenía. Me tomaba en serio lo de no afectar el pasado en forma alguna, porque sabía que lo que hiciera podría a su vez afectar el futuro, cambiarlo de forma peligrosa, y ya me saltaba una regla importante al estar conversando con él. -¿Qué me ha delatado? Pensé que no tenía acento alguno, llegué a Paris cuando era chica y aprendí el idioma y las costumbres… He regresado en ocasiones pero tenía ya mucho tiempo de no hacerlo...- Me llevé otro bocado a la boca con bastante gusto mientras escuchaba su respuesta a mi propuesta, a la cual le añadió algo que me hizo arquear la ceja. Me estaba proponiendo acompañarle a visitar una taberna. Otra vez la razón versus las ganas de salirme de lo ordinario y aventurarme por una vez en la vida en la que repentinamente alguien me hacía una invitación.

Era demasiado tentador aceptar… además de que me vendría bien, él me ayudaría a tapar el hecho de que no tenía chaperona y a la vez, con algo de suerte, podría encontrar a los vikingos en una taberna. -Digo que no sé si me estoy metiendo directamente en la boca del lobo.- respondí, con diversión en la mirada. Tenía la impresión de que eso era precisamente él, un lobo del que debía cuidarme, era como una corazonada bastante fuerte que me lo indicaba aunque a la vez me parecía una tontería pensar así.

El joven se acercó, tras probar un trozo de mi salmón y observándome fijamente llevó su trozo de carne a mi boca. Lo mastiqué despacio sin dejar de mirarlo y me sonrojé un poco cuando vi lo que hacía con su dedo tras limpiar un poco de salsa de mi labio.

-Está delicioso su platillo.-
comenté, sosteniéndole la mirada. -La profecía de su tía se torna realidad, acaba de ganar una acompañante a su visita a la taberna. – Me pregunté si de verdad existía su tía y continué devorando el contenido de mi plato, si tan solo otras profecías fueran tan sencillas de maniobrar… Desvié la mirada a los libros con aire pensativo, definitivamente debía de apresurarme a dar con Hakon, el tiempo apremiaba.

-Aún estando en París se me olvidan completamente los modales, no me he presentado apropiadamente. Soy Freya.- Sonreí al decirlo mientras dejaba los cubiertos a un lado. -¿Y usted es…?- Clavé mi mirada en la de él y no sé por qué sus ojos oscuros me hicieron creer que me eran familiares. ¿Pero cómo? Si no le conocía de nada, y menos en estas circunstancias, éramos de tiempos distintos. -No nos habíamos visto nunca antes, ¿cierto?- 
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Mensaje por Wesh Montoya Vie Jun 23, 2017 7:25 am

Mi sonrisa se ladeó con cierta picardia, dijo gustarle mas mi plato, había ganado, claro que algo me decía que quien le había gustado era yo y mi compañía, no iba a quejarme en absoluto si era cierta o no mi victoria a fin de cuentas había conseguido que me acompañara a la taberna.

Siguió devorando su plato bajo mi atenta mirada.
-Como bebas igual que comes voy a replantearme eso de invitarte -apunté con cierta diversión en mi voz..claro que también podemos volver los dos en el mismo estado -bromeé guiñándole un ojo.

Enarqué una ceja cuando dijo que olvidaba los modales, se presentó con el nombre de Freya, un nombre nórdico, algo que hizo que centrara por completo mi atención en ella, decía venir de viaje, y aunque era mucha la casualidad que pudiera unir en un mismo hotel, es mas en un mismo restaurante a dos enemigos, no descartaba que la magia pudiera entrar en juego quebrando nuestro destino.
-¿Freya? Un nombre poco escuchado en París ¿nórdico? Pregunté relamiendome los labios tras dar un nuevo trago de la copa – doy por echo pues que pertenecéis a las gélidas tierras norteñas.
Mi nombre es Wesh -apunté guiñándole un ojo y hoy seré tu guía de borrachera.

Corté nuevamente un trozo de carne, lo bañe con la salsa y lo llevé a mi boca relamiendome después.
-¿vernos? De haberte visto, nunca te hubiera olvidado -aseguré deslizando mi parda mirada por su cuerpo con descaro -Hablas de magia, ese don que tienen los gitanos ¿sabes algo de magia princesa? -pregunté atrayendo la silla de la dama para quedar mas cerca de ella.

Parecía una mujer fuerte, con templanza, para nada la típica dama parisina, tenia que haberme dado cuenta de todo incluso antes de que lo dijera, su sangre nortea corría voraz por sus venas.
-Vamos a beber -le pedí – la noche es nuestra, a fin de cuentas he ganado la apuesta.
Sonreí picaramente cada vez que las mejillas de la dama se ruborizaban.
-Dices que has venido a París para reunirte con alguien..no me saldrá por ahí un novio celoso ¿verdad? -pregunté esperando sonsacar algo de información.

Acabados los postres tiré de la dama para alzarla de la silla, su cuerpo casi impacta con el mio de nuevo provocando que sus mejillas ardieran.
Tomé los libros y los dejé en la recepción, alegando que los recogeríamos a la vuelta, allí a donde íbamos no nos harían ninguna falta.

No tardamos en llegar a una taberna, una de las mas concurridas de París, las bebidas que servían era muy buenas.
Tomamos asiento en uno de los sofás frente a una mesa alta de madera.
Alcé la mano pidiendo al tabernero que nos trajera una botella de absenta, ella hablaba de magia, no conocía bebida mas mágica.

Pronto nos sirvieron la comanda, llené sendos chupitos hundiendo mi mirada en la ajena.
-¿y si jugamos a algo? Yo digo..yo nunca he hecho por cosa y tu tienes que adivinar si es cierto o no, de acertar, bebo yo, de errar, bebes tu ¿que me dices? ¿Jugamos?


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Mensaje por Freya Tollak Jue Jul 06, 2017 8:36 pm

Me detuve con el tenedor a medio camino hacia mi boca cuando le escuché decir que devoraba la comida. Me sonrojé otra vez y tomé la servilleta pasándola por mis labios antes de echarme a reir. -Ah, que lo siento. Se me olvida que las parisinas comen como pequeños pájaros y apenas tocan el plato.- En el norte estábamos acostumbrados a comer como si no hubiera un mañana, a devorar la comida jugosa y a realizar cualquier festín que fuera propiciado por la menor de las excusas. Además, mi padre era un lobo, desde chica le vi atiborrándose de comida atropelladamente y así fue como aprendí a comer. No era raro que entre risas hiciésemos carrera a ver quien engullía más rápido.

Escuché su nombre y volví a tomar la copa. -Wesh. Me gusta el nombre, es poco común ¿qué significa?- Me detuve a observar su mirada parda, me gustaba conocer el significado de los nombres y descubrir si calzaban con sus propietarios, además resultaba entretenido ir descubriendo verdades ocultas acerca de la persona que estaba sentada frente a mi. -Así que conoces acerca de la cultura nórdica. Dime, ¿qué es lo que te llama la atención acerca de ella?- Sonreí lentamente sin abandonar su mirada, seguía pensando que me resultaba extrañamente familiar.

Terminé de engullir el salmón, la verdad había estado bastante bueno. Unas cuantas cervezas en una taberna para rematar no estarían mal, y si me encontraba con mis amigos, mejor que mejor.

-Ah, ¿qué…?-
me quedé de una pieza cuando repentinamente tiró de mi silla hacia la suya. La cercanía hizo retumbar mi corazón como un tambor. ¿De dónde provenía el nerviosismo? De repente se me aceleraba la respiración mientras distinguía con más claridad los rasgos del joven. No pude resistirme a repasar su rostro con descaro, tenía pecas, me gustaban. No le hacían lucir mal, por el contrario, le añadían atractivo.

Y esa palabra, atractivo, hizo sonar una campana en mi interior.  Ding. Dong. Freya olvídate de pensar así acerca de él.

-La verdad es que no. Si tuviera un novio o un marido no necesitaría escolta para guardar las apariencias.- Terminada la comida hubo espacio para el postre, luego del cual reiteró la invitación a la taberna tirando de mi hacia él con lo cual me arrancó de la silla haciéndome perder un equilibrio que retuve apoyándome en sus brazos. Lo observé como una boba y me separé de él para alisarme la ropa y así ocultar mi perturbación.

Mortificada observé como mis libros quedaban abandonados en la recepción, por lo que me incliné encima del mostrador para rescatar uno de ellos y llevarlo conmigo, siempre podía aprovechar el tiempo buscando alguna pista en el.

Transcurrido algo de tiempo llegamos a una taberna. Una que juzgando por la cantidad de gente en ella, se veía bastante popular en este tiempo. Recordaba haberla visitado alguna vez con los vikingos. Esta era más céntrica, quizás podrían pasarse por ella, aunque no era su favorita. -¿Sueles frecuentar esta taberna?- Alcé una ceja, el restaurante en el que estábamos anteriormente tenía un buen repertorio de bebidas, y a diferencia de mi, él no se encontraba ansioso de reunirse con su gente, así que este lugar debía guardar algún atractivo para él.

Pronto llegó la absenta y sonreí al descubrir su elección de licor. -¿Estás seguro de que el que tiene alguna relación con la magia no eres tú?- Ladeé el rostro con curiosidad, ahora proponía un juego. Me pareció que bien podíamos matar el tiempo de esa forma aunque también podía resultar algo peligroso, dependiendo del tipo de pregunta. -¿Y si descubres cosas de mi que no te gustan? ¿O yo de ti? ¿No echaría a perder la magia de esta cita?- Tomé un chupito y jugué con el entre mis dedos. Sin percatarme usé la palabra cita, por supuesto esta no era una cita. -Por otro lado, me agradan los juegos. Adelante, dispara.-
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Mensaje por Wesh Montoya Vie Jul 07, 2017 7:56 am

Llegamos a la taberna entre risas, Freya llevaba un libro entre sus manos, uno que no consintió bajo ningún concepto dejar en recepción y que sin duda me hizo enarcar una ceja.
-No se si tomármelo como que le aburre mi presencia y piensa entre trago y trago leer algún párrafo -le dije mirándola de soslayo con mis labios curvados -o por el contrario piensa atizarme con el al final de la noche.

Tomamos asiento pidiendo unas rondas, desde luego esa taberna gozaba de buena fama, la bebida no estaba nada mal, por no decir que pese a estar bastante concurrida no resultaba muy asfixiante.
-No, la verdad es que no es a esta taberna a la que suelo ir, pero pensé que para una dama a la que le gustan los libros, esta seria mas apropiada, dudo le vayan los bajos fondos ¿cierto?

Pronto nos sirvieron la absenta, así que rellené sendos chupitos proponiendole un juego que le costó pero termino aceptando probar.
-Ya te he dicho que desciendo de gitanos y la magia siempre ha estado próxima a su cultura -bromeé con una picara sonrisa -la botella es en honor a mi tía que me ha concedido esta cita.
Tía que no existía, todo era una falacia, claro que ella eso no lo sabia.

Freya jugaba con el vaso del chupito esperando la primera frase del juego, sus ojos centelleaban divertidos, cada vez tenia mas claro que no se trataba de una vulgar dama parisina.
Si bien era cierto que sus modales no aparentaban ser bárbaros, que viniera del norte y que hablara de reunirse aquí con otos era algo que podía ser una mera casualidad o por de sirios del destino haber tenido la suerte de dar justo en el clavo.
-Bueno, somos dos extraños, no perderemos nada por descubrir nuestros secretos, nos gusten o no, eso es secundario.

Centre mis pardos en sus avellanas contemplándola, había notado que los miraba casi abstrayéndose en ellos de la realidad que nos rodeaba.
-¿te gustan? -pregunté con picardia y cierta curiosidad.
La dama se sonrojo de inmediato, como si acabara de ser descubierta bañándose desnuda una noche de veranos.
-Mis ojos -apunté para que me entendiera -¿parece que te siembran cierto desconcierto?

Alcé el visito verde para que lo viera, mientras pensaba con cierta diversión cual seria mi primera apuesta de la noche.
Hacia una eternidad que no jugaba a este juego tan infantil, pero necesitaba sacarle información y ebria seria infinitamente mas fácil.
-Yo nunca he estado con una dama tan bella -apunté con una picara sonrisa viendo como de nuevo sus mejillas ardían.

Realmente era preciosa, distinta al resto de mujeres que conocía. Su pelo corto le daba un aspecto mucho mas salvaje, sus ojos almendrados brillaban bajo las luces de los candelabros, eso por no hablar de su boca, estaba seguro que perderse en ella tenia que ser un placer pecaminoso por el que con gusto cumpliría penitencia.
-¿que me dices princesa? -esperé su respuesta divertido -por cierto me has preguntado antes que significa mi nombre..”en el bosque” es un nombre gitano y bastante desconocido.


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Mensaje por Freya Tollak Jue Jul 13, 2017 8:34 pm

No sé en qué momento había pasado del usted al tú, pero supuse que estaría bien seguir así, después de todo, tampoco notaba un aire demasiado formal en él. Quizás se atribuyera a lo que me contaba, que era de ascendencia gitana, aunque no iba vestido como gitano tampoco. Si me detenía a analizar, tenía más capas de piel de las que saltaban a plena vista.

-Sabes, profetizar no es lo mismo que cumplir deseos.- Sonreí de medio lado al oir su explicación sobre la botella en honor a su tía. -Las profecías solo muestran un posible futuro, pero el que lo escuche tiene la opción de someterse a él o torcer las tuercas que giran las ruecas del destino y cambiarlo. A los dioses les gustaría que creamos que no es así, pero nada está escrito en piedra.- Jugué con el dedo sobre mi vaso al decirlo. No debería de haber dicho eso, los dioses podrían enfadarse conmigo y hacerme pagar mi insolencia de alguna forma.

-Hay quienes se dejan arrastrar por la corriente y quienes nadan en su contra. ¿De cuál de los dos eres tú?-
Abrí el libro distraídamente sobre la mesa y volteé algunas de sus páginas antes de regresar la mirada a él. Me sorprendió ese comentario que hizo sobre averiguar secretos y que ya si no nos gustaban eso era secundario. Incluso me pareció extraño. Parte de mi había pensado que me había invitado porque le gustaba, descubrir cosas desagradables echaría eso por tierra. ¿Entonces por qué me invitó a la cantina?

¿Te gustan? Me preguntó y me descolocó con esa pregunta. ¿Qué? Su sonrisa adquirió cierta picardía que atrajo el sonrojo a mis mejillas. ¿Sus ojos? ¿Había notado que los contemplaba? -No, es solo que me recuerdan a alguien.- respondí distraída al decirlo. De hecho el no lograr saber por qué él me parecía conocido seguía dando vueltas en mi mente, lo miré otra vez y me sonrojé mayormente al percatarme de lo que le había contestado. 

-Es decir, si, si me gustan. Son atrayentes.-
Ah qué, tampoco era eso lo que quería decirle, me enredaba con mis palabras. -¿Pedimos otra botella de absenta?- Me tomé el chupito de un solo trago, al no saber ya si está era una cita o no, y volví a servirme más.

-¿Cuándo llegaste a la capital?-
pregunté, pensando en nuestro encuentro en el hotel. La verdad es que desde la cena me había hecho muchas más preguntas que yo a él. ¿Por qué me hacía preguntas? Ahora me estaba poniendo paranoica porque comenzaba a sospechar del interrogatorio.

El juego daba inicio y su frase me tomó por sorpresa. Ladeé el rostro pensativa. -Voy a ir por un no, no es cierto.- Sonreí lentamente, estaba segura de que ni era la primera vez que invitaba a una desconocida a salir, ni le había hecho falta la compañía de una mujer hermosa.

-¿Cúal es tu bosque Wesh?-
pregunté, al revelarme el significado de su nombre. -¿Está cerca? ¿Está lejos? ¿Te sientes a gusto allí?- Ahora era yo quien le interrogaba, pero realmente estaba interesada en lo que pudiera decirme. En parte porque me intrigaba, en parte porque comenzaba a recordar las enseñanzas de mi padre. A los extraños hay que olfatearlos bien antes de decidir si puedes confiar en ellos.
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Mensaje por Wesh Montoya Vie Jul 14, 2017 3:21 am

Ladeé la sonrisa ante su pregunta ¿que tipo de hombre era yo?
-Uno complicado -bromeé guiñándole un ojo – supongo que de los que siempre acaba nadando contra corriente aunque no lo hago de forma voluntaria..el caos me atrapa.
¿y tu? ¿que tipo de mujer eres? Parece que sabes mucho de dioses y de destinos ¿te han puesto lso dioses en mi camino princesa? -ironicé con cierta diversión en mi voz – yo solo creo en un dios, vosotros tenéis una cultura distinta, no se mucho de ella pero me parece casi tan intrigante como tu.

De un trago vacié el verdusco liquido en mi garganta escuchando lo que la dama decía, al parecer mis ojos le recordaban a los de alguien.
-sera que tengo una mirada muy común – apunté sin darle mas importancia, claro que cuando dijo que le gustaban no pude borra una estúpida sonrisa de mi cara -aja ¿y que mas te gusta de mi? -pregunté sin cortarme un ápice.

Alcé la mano pidiendo una segunda botella de absenta, mis ojos se centraban en sus húmedos labios mojados de alcohol y por un instante la idea de beber de ellos me resultó tentadora.
Yo no era un hombre apocopado, solía lanzarme a la aventura, ¿total? El no ya lo tenia. No estaba hecho el mundo para los cobardes..aunque según mi tío, si para los sensatos.
-De seguir así te tendré que llevar en brazos al lecho y no soy de esos caballeros que no se aprovechan de una dama hermosa -confesé entre risas mientras ella me miraba – ademas las norteñas no es que veáis el sexo como un tabú ¿no? Es decir a diferencia de las francesas que no salen si no es con una institutriz para asegurar su virginidad, vosotras disfrutáis de los placeres de cuerpo como nosotros ¿no es cierto?

Me echa a reír por la cara que ponía, apuré otro de los vasos en mis labios relamiendome los restos de alcohol.
-¿entonces pedimos mejor la botella para llevar? Ya que no tengo que emborracharte para que me lleves a tu lecho .bromeé sin dejar de mirar sus tempestuosas avellanas.
-he llegado hoy, es mi primera noche en París y ya estoy emborrachándome con una bella mujer ¿puedo pedir mas? -pregunté con un divertida sonrisa en mis labios.

Respondió a mi pregunta, se equivocaba, así que le hice un gesto con la mano para que bebiera.
-si bien es cierto que no es la primera vez, ni será la ultima que me voy de copas con una mujer, os aseguro que con ninguna he tenido tantas ganas de perderme en su cama...así que...beber.
Os toca señorita, aunque creo que me estáis interrogando a fin de cuentas.
-Pues mi nombre significa eso, peor no vivo en un bosque a decir verdad, aunque si tengo un lugar predilecto en este.
Hay una gruta bastante profunda que se esconde tras una cascada de aguas claras que muere en el mar.
El agua cae de na escarpada montaña plagada de verde vegetación ¿quieres ver ese lugar? -pregunté hundiendo mis pardos en los suyos.
-Un beso a cambio de mostrarte mis secretos -bromeé sin apartar mi intensa mirada de sus pardos.


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Mensaje por Freya Tollak Mar Jul 18, 2017 2:56 am

¿Qué tipo de mujer era yo? Buena la pregunta, el nuevo chupito de absenta me parecía poco para intentar salir a flote en el enturbiamiento de las aguas que inducía la respuesta. -Podrías irlo averiguando de a poco.- Pensé en los Cannif, en como cada uno de ellos tenía una identidad propia, si me pedían que usara una palabra para definir a cada uno, podía hacerlo con facilidad. Hubiera querido decir lo mismo de mi, pero el problema radicaba en que me encontraba inmersa en dos pozos diferentes. A uno me guiaba la magia, esa que no pedí, pero que de todas maneras heredé, y que formaba parte de mi, y al otro mis deseo de ser como cualquier otra vikinga, a la que no le atormentaran las visiones que en cada ocasión me presentaban el futuro de alguien sin que yo quisiera ser conocedora del mismo.

Sonreí abandonando mis pensamientos y negando cuando dijo que tenía una mirada muy común, que va, no era para nada común. Sus ojos oscuros y rasgados me parecían atrayentes, ahora que me detenía a observarlos por si mismos, eran únicos, distintos a otros que hubiera visto con antelación. Ahora preguntaba qué más me gustaba de él y solté una pequeña risa, negando con la cabeza, esa respuesta no la iba a conseguir con facilidad.

Un camarero trajo una segunda botella de absenta interrumpiendo la pregunta y luego él hizo un comentario acerca de los chupitos que llevaba consumidos ya. No eran tantos en realidad, o así me parecía. De todas maneras el alcohol no se me subía rápido a la cabeza, para eso era bastante buena, con frecuencia me había enfrentado a otros en competencias de resistencia, a ver quien tomaba más sin emborracharse y fueron muchos los vikingos a los que vencí. -Devoro la comida como buena vikinga y tomo grandes cantidades de alcohol. ¿Ya te estás desilusionando al conocer esos detalles acerca de mi?- pregunté con diversión.

Su siguiente comentario me descolocó. Algo acerca de llevarme al lecho y de que las norteñas no vieran el sexo como tabú. Me quedé mirándolo congelada. Lo decía muy natural y sin mala intención pero para mi fue como si me hubiera hincado un cuchillo en el pecho. No ayudó en nada que dijera que había errado con mi respuesta.

Tragué en seco y desvié la mirada. Si, las mujeres norteñas eran bastante liberales, pero él se había encontrado con aquella que no podía acompañarle a ningún lecho. Creo que ni siquiera escuché el resto de lo que me estaba diciendo, algo sobre una gruta a la que me llevaría si quería. La descripción sonaba idílica, parecía un lugar adonde de buena gana podríamos perdernos por horas y disfrutar de la compañía del otro ¿pero para hacer qué? No para contemplarnos, ¿qué hombre iba a aceptar eso?

Tomé el libro en mis manos de sopetón. -Acabo de recordar que tengo un compromiso esta noche. Lo siento, lo había olvidado. Ya sabes, el trajín de ser recién llegada a la ciudad, hace que se enturbien las ideas.- Me puse de pie, comprendía ahora que le había estado lanzando señales equivocadas, sin pretender hacerlo. Lo peor de todo es que en su compañía me había olvidado de quien era y me había permitido pensar que podía actuar como lo hubiera hecho cualquier otra que tuviera la libertad de seguir sus impulsos. Yo no, yo nunca podría, había nacido con un don y con una maldición a la vez y ese sería siempre mi karma.

-Debo marcharme ahora. Te agradezco la invitación. De verdad la pasé muy bien.-
Me puse de puntillas y me acerqué a él, quería, deseaba algo que no podía tener. No importaba que me gustaran sus ojos brillantes y rasgados, su pelo ligeramente desordenado, el arco de su nariz, sus pecas que me hacían pensar que las mías no importaban demasiado si podían ser así de atractivas. No importaba que los latidos martillearan en mi pecho como los de los tambores que resonaban en nuestras fiestas al estar a centímetros de distancia de sus labios, sentir su tibio aliento estrellándose contra los mios y al observarlos, saber que me gustaban. 

-Ah, yo…-
tenía deseos de sucumbir. Hubiera querido decirle que me gustaba mucho, descubrir que se sentía probar un beso suyo… pero, en su lugar besé su mejilla, en un instante que me supo muy breve. -Nos veremos... Wesh.- Salí en polvorosa de la cantina, lamentando desde ya el haberme ido, pero yo era Freya, y mi única compañía eran mis visiones, no podía seguir pensando en el joven que quedaba atrás.
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Mensaje por Wesh Montoya Mar Jul 18, 2017 5:58 am

No se exactamente que es eso que dije, pe la dama saltó de la silla como un resorte alegando que acababa de recordar que la esperaban.
Insólito, me quedé petrificado mirándola, por supuesto sin creer ni por un instante tan vana escusa.
Su rostro se acercó al mio, parecía nerviosa, aferraba el libro interponiendolo entre nuestros cuerpos a modo de escudo y yo seguía mirándola atónito con mi aliento mojado en alcohol golpeando sus labios.

Un beso en mi mejilla, casto y de despedida antes de salir corriendo como si acabara de darse cuenta de que estar allí, conmigo, era el mayor de los errores de su vida.
Deje caer unos francos en la mesa que bien pagarían las dos botellas pedidas y salí tras ella corriendo.
Mis ojos siguieron la estela de la dama que se perdía por la esquina de la derecha. Corrí tras ella, pero aun cuando grité su nombre para que dejara de correr, la mujer no lo hizo, aceleré la carrera, la veía mirar por encima de su hombro para ver si aun la seguía, huía de mi...

La intercepte dos cuadras mas allá de la taberna, ella parecía no querer que eso sucediera, estaba asustada, pero..¿por que?

Mi brazo tomó su antebrazo parandola, se giró para enfrentarme con sus pardos mientras la respiración errática de ambos chocaba brusca contra nuestras bocas entreabiertas.
-Ademas de aguantar la bebida y de comer como una vikinga también corres como estas..aunque creo que ibas en la dirección contraria.

Su rostro perlado en sudor, su pecho subiendo y bajando violento y sus ojos centrados en los míos. Rodia leer miedo en su mirada ¿pero miedo a que?
-Mira, no se que he dicho, no se que te ha hecho huir..pero sea lo que sea..creía que los vikingos teníais mas valor y nunca huíais de ninguna situación ¿me temes? -pregunté dando un paso mas hacia ella.

Nuestros cuerpos se rozaban, mi mirada bajo a sus labios, centrado en su boca por completo.
-En la taberna, me has besado en la mejilla pero..no era ahí donde querías hacerlo.
Mi mano atrapó su nuca delicadamente y con mi dedo alcé su mandíbula golpeando con mi aliento sus labios decidido a no forzar nada.
-¿que temes Freya? -pregunté dejando que cada palabra chocara errática contra su boca.

Conocía a las mujeres, me mandaba señales opuestas, no acaba de entender porque en su mirada veía deseo, peor sin embargo parecía dispuesta a alejarme de ella a toda costa.



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Mensaje por Freya Tollak Sáb Jul 22, 2017 3:31 pm

Dejé escapar el aire cuando salí huyendo de la taberna, estaba ofuscada y necesitaba recuperar la compostura. Aferré el libro en mis manos, ya era hora de intentar otra cosa, debía reunirme cuanto antes con los vikingos y debía olvidarme del joven de ojos pardos, no venía al caso pensar en lo que podría suceder porque simplemente no podía suceder.

Eso pensaba cuando escuché que gritaba mi nombre, y en cuanto la voz llegó a mis oídos comencé a correr. Incrédula di vuelta en la esquina mirando por encima de mi hombro para asegurarme de que no me seguía, no esperaba que lo hiciera. Otra vez los tambores en mi pecho, ese hombre… no se por qué me afectaba de esa manera. Era casi un desconocido, no era como si fuera a languidecer de deseo por él. Corrí tan veloz como pude pero aparentemente sabía manejarse a la par de un vikingo, pronto me dio alcance, tomándome del brazo y girándome hacia él.

Ahora estábamos frente a frente, yo con la respiración a mil, recorriéndolo con la mirada y repentinamente con el enojo en el rostro. Estaba frustrada, enojada conmigo misma, interponiendo el libro entre los dos. -Voy corriendo directo hacia mi reunión, voy tarde.-
 
Quería centrarme, zafarme de su brazo y al mismo tiempo no quería. -Ajaja.- solté una risa fingida. -¿Por qué habría de temerte?- Mi corazón latía demasiado aprisa, se desbocaba al sentirle acercarse despacio. Mis piernas flaquearon, otra vez perdía el equilibrio. Me agarré de sus brazos y cuando me enderecé el primer plano de su rostro me dejó embobada un momento.

Su dedo alcanzó mi mandíbula, y quedé colgada por la cercanía de sus labios cuando habló demasiado cerca. Mis labios temblaron, me estaba perdiendo en la electricidad que sentía y en el calor de su aliento estrellándose contra mi boca. Negué con la cabeza. -No te temo.- Mis nervios superaban mi razón, mi mente era una espiral y mi mecanismo de defensa se activó de inmediato. -Creo que podríamos ser buenos amigos.-
 
Carraspeé, retrocediendo un paso. -No he sido completamente honesta contigo, dije que no tenía novio ni esposo y es cierto, pero…- Procuré imponer el espacio entre ambos que en ese momento necesitaba. -Pero entre ese grupo de amigos que te mencioné hay alguien que me interesa.-
 
Aquí íbamos otra vez, era un defecto mio, hacer o decir cosas descabelladas cuando me ponía nerviosa o estaba a la defensiva. -Él es la razón de mi llegada a París, de allí mi deseo de reunirme con el grupo, necesito encontrarlo cuanto antes.-
 
Sonreí enderezándome y recuperando el aliento. -Uff que difícil confesar esto en voz alta. Nadie lo sabe, él mucho menos aunque nos conocemos desde que era muy chica.- Solté una risa nerviosa antes de percatarme de su desconcierto. -He allí mi historia, lamento si no lo dije antes.- No sé como no me crecía la nariz de Pinocho, porque las mentiras no dejaban de salir de mi boca.

-Me urge reunirme con el grupo, pero me temo haberles perdido la pista…- Miré hacia la acera, ya me estaba arrepintiendo de haberle soltado esa gran mentira. -Si te interesa… podríamos ser amigos, después de todo nos hospedamos en el mismo lugar y aparentemente nos gusta visitar los mismos sitios.-
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Quintus in manibus (privado) Empty Re: Quintus in manibus (privado)

Mensaje por Wesh Montoya Dom Jul 23, 2017 9:28 am

“Creo que podríamos ser buenos amigos” no hay frase mas letal para un hombre que esa pronunciada por los labios de una mujer.
Con eso lo que te dicen es que estas en la zona de confort, la de aquellos que no les ponen nada y con los que nunca se abrirían de piernas, tu máxima aspiración convertirte en un lastimoso paga birras que escucha sus problemas mientras te habla de otros.

Negué con la cabeza incrédulo, no eran esos los mensajes que me había estado lanzando durante la cena ni el tiempo que habíamos pasado en la taberna, apostaría a que la atracción que en mi ella despertaba era reciproca pero entonces ¿por que me mentía?

Carraspeó interponiendo un paso entre ambos ante mi atónita mirada.
Decía que no había sido sincera del todo y ahora, tal y como escuchaba su explicación empezaba a quedarme todo claro, había otro tipo que ya le gustaba, uno con el que al parecer había quedado en París y que al parecer pertenecía a su grupo de amigos.

Admito que me había quedado algo desinflado, yo la verdad es que imaginaba la noche terminando de un modo...distinto.
Pero aunque no me faltaron ganas de despedirme de ella en ese preciso momento, pues yo no había venido precisamente a París a hacer amigos.
No podía olvidar el echo de que fuera una vikinga, con lo cual era muy posible que tuviera que ver con ese grupo que buscaba la reliquia, ser su amigo me acercaría a ellos ,podría infiltrarme entre sus filas y conseguir la información que necesitaba para poder impedir que se hicieran con el Orbe.
-Claro, podemos ser amigos, quizás pueda ayudarte a buscar a ese grupo al que has perdido la pista.

La falta de ilusión creo que fue mas que evidente en mi voz, pero no podía olvidar que había venido a hacer a París, esta noche no me colaría entre sus piernas, pero quizás encontrara algo mas importante que eso, el grupo al que yo seguía.
Le tendí la mano con una ladeada sonrisa para que la estrechara en son de paz.
-Admito que me parecéis una mujer muy bella y en otras circunstancias apostillaría mis actos con un no soy celoso y me importa bien poco si ese otro os pretende..no soy de los que se rinden.
Pero viendo que habéis salido corriendo de mi lado, soy consciente de la realidad, algo os ata a ese tipo, algo que yo no puedo por mas que lo intente quebrar, así que...- apreté su mano con la mia interponiendo distancia -amigos sin mas.

Apoyé mi espalda en la pared observando como ella me miraba a mi, los dos nos habíamos quedado sin saber muy bien que mas decir.
-Y si vamos al lugar que esos amigos tuyos frecuentan, seria la forma mas lógica de dar con ellos ¿no crees? -pregunté hundiendo mis pardos en sus dos enormes estrellas.


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Mensaje por Freya Tollak Jue Jul 27, 2017 12:17 pm

Observé al joven con la sorpresa en el rostro, su respuesta no se había hecho esperar y aceptó de buenas a primeras que fuésemos amigos. Me quedé mirándolo no se cuánto tiempo, primero que nada pasmada porque, no era la primera vez que me veía obligada a informarle a un posible pretendiente que únicamente podríamos ser amigos y cada uno de ellos se había marchado habiendo perdido el interés, ninguno me había respondido que si, que adelante, que podíamos forjar una amistad. 

Me había quedado boquiabierta y luego mi mirada se fue oscureciendo. ¿Por qué aceptaba tan fácilmente que fuésemos amigos? ¿Me había equivocado y no le interesaba nada? Decepción, eso era lo que me invadía, a pesar de que aún me picaba la nariz por la gran mentira que le había lanzado al decirle que estaba interesada en uno de mis amigos.

-Ah, no sabes el gusto que me da.- Gusto, si, lo que quería era golpearlo en la cabeza con mi libro por ilusionarme haciéndome creer que le gustaba. Ah, por Odin, ni me reconocía a mi misma, nunca había experimentado esto. Esto… ¿qué era esto? Él me gustaba… Dejé escapar el aire despacio al darme cuenta de que en realidad era así.

Me tendió una mano para sellar nuestra recién encontrada amistad y la intensa corriente que sentía fluir entre ellas alcanzaba mi sangre, logrando que corriera más de prisa. Nunca me había pasado algo así, tan repentino e inesperado, por lo que me sentía demasiado desconcertada. -Si… es importante que le encuentre, más que importante, apremiante. De vida o muerte.-  Me distraje pensando en Hakon y en la visión que había tenido, el conocer a Wesh me había distraído de mi lectura, pero quizás en los libros no encontraría nada acerca del símbolo de las dos espadas y la sierpe.

-Es un decir, de vida o muerte.-
Añadí con rapidez al percatarme de su expresión. -Me refiero a que no debo dejarle ir sin haber hablado con él.- Me llevé una mano detrás de la cabeza. -Soy una despistada, siempre exagero con mis palabras.-

Miré hacia mi libro, no sabía que más decirle, él ya había vuelto a poner espacio entre ambos y se apoyaba en la pared. 

-¿De verdad quieres ayudarme a encontrarlos?-
Devolví mi mirada hacia él, era bastante generoso de su parte, tomarse la molestia en acompañarme para encontrarles. Una sonrisa sincera se dibujó en mi rostro. -Podríamos visitar una taberna, es menos conocida, pero intuyo que te gustaría.- Comencé a caminar a su lado, la noche estaba fresca y resultaba agradable ir viendo la ciudad.  Me detuve frente a una vitrina adonde observé un bonito dije. Era de plata y me recordaba al martillo de Thor. Literalmente. Había visto su martillo algunas veces en mis visiones.

-Recuerdo cuando era niña, y vine por primera vez a Francia. Mi padre me envió lejos y la pareja a la que vine a servir solía traerme por estos rumbos.-
Mi mente volvía a los Cannif ahora, Höor siempre fue muy atento conmigo en aquel entonces y de cierta forma se convirtió en una figura paterna para mi. -Me sentía algo perdida, alejada de Noruega, pero cuando veía el cielo cargándose de electricidad solía pensar en como mi gente seguramente veía la misma tormenta en el cielo y de alguna forma eso me traía consuelo.- Me encogí de hombros antes de devolver la mirada a Wesh. -Por eso preguntaba cual era tu “bosque”… quería saber si sentías algo parecido, ya sabes tener las raíces bien plantadas en algún lado.-

Me sentí más animada y lo tomé de la mano para no dejar de mirarlo mientras caminaba hacia atrás. -¿Qué mas te gusta Wesh aparte de visitar tabernas con extrañas que repentinamente se convierten en tus amigas?- Sentía mucha curiosidad y quería descubrir más con respecto a él, para que negarlo.
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Mensaje por Wesh Montoya Jue Jul 27, 2017 4:07 pm

La miré fijamente, al parecer le urgía encontrarse con ese vikingo del que estaba enamorada.
Admito que mi orgullo de hombre se resintió al ver como era rechazado por la joven vikinga, como si no fuera capaz de competir con esos hombre de fuerte envergadura.
Resignado puse una frustrada sonrisa que fingió ser sincera.
-Claro, te ayudaré a encontrarlo -dije sin mas.
Quien me conocía sabia que yo no era así, siempre estaba de coña, bromeando y cuando una mujer me gustaba le tiraba los trastos, pero ahora mismo estaba fuera de lugar, como si me hubiera dejado ko la confesión de que entre nosotros solo podía haber amistad.

Freya reconoció exagerar con la frase de vida o muerte, pero aunque no veía armas surcar el cuerpo de la joven, algo me decía que era posible que oculto entre sus ropajes portara alguna afilada daga.
No podía perder el norte por muy bella e inofensiva que se me antojara la dama.
A fin de cuentas las serpientes de colores mas llamativos tienden a ser las mas peligrosas.

Acepté la idea de acompañarla a una taberna que al parecer ella si conocía y que de seguro frecuentaba con sus amigos los vikingos.
No pensaba perder la oportunidad, no podría colarme entre sus piernas pero iba a provechar esa oportunidad que me daba acogiéndome a esa fingida amistad.
-Claro, ya que no puedo tener nada contigo y he entrado en la zona de amigo sin derechos, al menos podre ahogar las penas y quien sabe..quizás en tu grupo exista otra bella doncella que te haga competencia -bromeé con picardia.

Tomó mi mano y tiro de mi rumbo a ese lugar que ella conocía y donde sospechaba podría dar con esos a los que buscaba.
Freya me contó que pese a ser norteña había vivido en París una larga temporada al servicio de una familia.
Me gustaba escucharla hablar de como añoraba su tierra como se debatía en dos mundos y el firmamento era lo único que ambos compartían sin duda alguna.
-En mi caso también se puede decir que vengo de dos lugares distintos o quizás de muchos pues mi madre era gitana, nómada, con lo cual mi paradero por parte de madre es desconocido, iba donde le sol calentase y el trabajo abundase.
Padre por el contrario si estaba atado a esta ciudad, así que...supongo que pertenezco un poco a todas partes y a ninguna.

“¿Qué mas te gusta Wesh aparte de visitar tabernas con extrañas que repentinamente se convierten en tus amigas? “
Me eche reír con cierta diversión.
-¿de verdad quieres te cuente ya mis secretos? Apunté con picardia -eso no te permitiría descubrirlos y tendríamos una “amistad muy aburrida ¿no es cierto?





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Mensaje por Freya Tollak Vie Ago 04, 2017 1:05 am

Él aceptó de buen grado acompañarme a la taberna que le sugería por lo que continuamos caminando hacia esa dirección. La noche en París era incluso más bulliciosa que durante el día, muchos se dirigían a distraerse del ajetreo diurno y no escaseaban las actividades en las que entretenerse. La ciudad seguía siendo la misma en esta época aunque con alguna que otra diferencia en cuanto a antiguas localidades y puestos de interés.

Observé a Wesh de reojo cuando habló de que quizás podría conocer a una mujer bella en mi grupo. De que podría podría si dábamos con ellos aunque la idea no me hizo ninguna gracia, además todos los del grupo pertenecíamos a una época diferente en el espacio temporal, que él se relacionara con una de nosotras era peligroso, podía causar una disrupción en el tiempo de repercusiones mayúsculas, fue lo que me dije, e intenté convencerme de que esa la razón por la que no me agradaba la idea.

El joven habló de sus padres, de como su madre era nómada y su padre se anclaba a la capital francesa, y de que sentía pertenecer a todos lados y a ninguno en especial. -Me gusta Francia, no mentiré al respecto, pero al final del día, prefiero el norte. Estoy bastante enamorada de mi tierra por lo que cualquier otra ante mis ojos palidece en comparación, no me imagino estableciéndome en otro lugar durante el resto de mi vida.- Incluso de niña sentí una nostalgia enorme cuando tuve que pasar una temporada en este país, pensaba en ella constantemente, era demasiado chica para comprender del todo el cambio cuando me vi en un lugar desconocido, aunque tiempo después llegué a conocer las razones. Mi felicidad no tuvo parangón cuando pude emprender el viaje de regreso y poner mis pies otra vez en Noruega.

-Pero si eres nómada yo te animaría a visitar mi tierra y por la manera en que noto que te gustan las tabernas sospecho que te sentirías como en casa.-
Me eché a reir al decirlo, intuyendo que a él le gustarían nuestras celebraciones y nuestro modo de festejar las victorias, los acontecimientos y la vida misma.

Solté su mano un momento cuando llegamos a un puente, y me incliné sobre la barandilla de este para echar un vistazo a las luces de la ciudad. Desde donde estábamos era todo un espectáculo observar la misma a estas horas por lo que me dediqué a simplemente apreciar lo que veía. -No me importaría conocer tus secretos, al fin y al cabo los amigos conocen todo del otro, ¿no es así?- 

Me trepé a la barandilla y dejé que la brisa nocturna meciera mi corto cabello oscuro. Mis ojos regresaron a él y sonreí al verlo. -¿O acaso tienes un gran secreto que no quieres que conozca?- Lo miré entre divertida e intrigada y le tendí la mano para que trepara a mi lado. Me gustaban las alturas pero como siempre mi cuerpo me traicionaba con su falta de coordinación haciéndome trastabillar, por lo que tuve que agarrarme de sus brazos para recuperar el equilibrio mientras él me aferraba de la cintura para ayudarme. -Ups.- 
 
Tragué saliva con dificultad, él estaba tan cerca que mi mirada se perdía en las facciones de su rostro e incluso me era fácil apreciar el rastro de absenta que aún permanecía en sus labios. -Es una buena vista ¿no crees?- No sabía ni qué le estaba diciendo, mi respiración se había vuelto a agitar sin que pudiera evitarlo.  
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