AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Quintus in manibus (privado)
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Wesh Montoya
Freya Tollak
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Quintus in manibus (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
Mi tío había insistido una y otra vez que no estaba preparado para cruzar el portal que me llevaría al pasado.
Alegaba frente al consejo que mi implicación en el tema era algo que me descartaba como un buen soldado para la misión dispuesta. Avisar a la orden de la amenaza que nos acechaba y que supieran que la reliquia había sido ya obtenida en Egipto. Proteger el orbe era lo primordial, pues si este era tomado el mundo correría un peligro que no podíamos permitirnos.
Caleb, jefe de la orden, quería enviar a otro mas preparado, mas finalmente el consejo intercedió en mi favor, alegando que tenia que mostrar ante ellos mi valía, pues demasiadas cosas ya se me habían privado por el tempestuoso carácter que me precedía.
Era cierto, me negaron el don de la licantropia, si lograba proteger la reliquia se me prometía que a mi regreso seria mordido y convertido en lo que era mi derecho, uno de los siete guerreros que forma el consejo.
Mi tío finalmente cedió ante los otros cinco, aunque puso una condición, que seria vigilado por las tres brujas que la organización poseía y que al menor indicio de revelarme e incumplir las normas, seria deportado por él mismo a un templo donde quedaría recluido hasta hacer de mi el hombre que el no veía.
Acepte, claro que dentro de lo que era mi misión, lograr proteger la reliquia a toda costa, no era lo único que pensaba hacer en el pasado.
Me carcomía el no saber que había pasado, mis padres y hermano murieron en la carpa gitana y a día de hoy no habían sido vengados.
Todo quedó reducido a cenizas y el ejercito que destrozo mi vida dejándome huérfano desapareció como si de espectros se trataran. En el pasado, eso aun no había sucedido y estaba decidido si no a intervenir, si a descubrir el autor de tan acto y vengarme.
Aquella mañana crucé el portal que las tres brujas abrieron para mi bajo la atenta y severa mirada de mi tío que no confiaba en mi.
Una sonrisa ladeada fue mi despedida antes de desaparecer frente a sus ojos.
Aparecí jadeante en medio de un bosque que bien conocía, el cuerpo me dolía, pero el hechizo había funcionado o al menos eso creía.
No tardé en alcanzar la ciudad, mis ojos se centraron en un niño que vendía periódicos por las calles y acercándome a él adquirí un ejemplar para centrarme en la fecha que ponía en su lateral.
Había funcionado, es mas tenia unos días para prepararme para presenciar la masacre que a mi familia se refería, pronto el nombre del espectro me seria desvelado y la venganza comenzaría.
Me alojé en el hostal, sabia que no me seria complicado acudir a los refugios de la organización, allí seria bien recibido, claro que a su vez vigilado y antes de ponerme al completo a su servicio tenia la necesidad de descubrir lo que le había pasado a lo míos.
Baje al restaurante para comer algo, había traído el dinero necesario para pasar un par de días sin problema.
Tomé asiento en una mesa, pedí el menú del día y vino para acompañar la cena.
Mi tío había insistido una y otra vez que no estaba preparado para cruzar el portal que me llevaría al pasado.
Alegaba frente al consejo que mi implicación en el tema era algo que me descartaba como un buen soldado para la misión dispuesta. Avisar a la orden de la amenaza que nos acechaba y que supieran que la reliquia había sido ya obtenida en Egipto. Proteger el orbe era lo primordial, pues si este era tomado el mundo correría un peligro que no podíamos permitirnos.
Caleb, jefe de la orden, quería enviar a otro mas preparado, mas finalmente el consejo intercedió en mi favor, alegando que tenia que mostrar ante ellos mi valía, pues demasiadas cosas ya se me habían privado por el tempestuoso carácter que me precedía.
Era cierto, me negaron el don de la licantropia, si lograba proteger la reliquia se me prometía que a mi regreso seria mordido y convertido en lo que era mi derecho, uno de los siete guerreros que forma el consejo.
Mi tío finalmente cedió ante los otros cinco, aunque puso una condición, que seria vigilado por las tres brujas que la organización poseía y que al menor indicio de revelarme e incumplir las normas, seria deportado por él mismo a un templo donde quedaría recluido hasta hacer de mi el hombre que el no veía.
Acepte, claro que dentro de lo que era mi misión, lograr proteger la reliquia a toda costa, no era lo único que pensaba hacer en el pasado.
Me carcomía el no saber que había pasado, mis padres y hermano murieron en la carpa gitana y a día de hoy no habían sido vengados.
Todo quedó reducido a cenizas y el ejercito que destrozo mi vida dejándome huérfano desapareció como si de espectros se trataran. En el pasado, eso aun no había sucedido y estaba decidido si no a intervenir, si a descubrir el autor de tan acto y vengarme.
Aquella mañana crucé el portal que las tres brujas abrieron para mi bajo la atenta y severa mirada de mi tío que no confiaba en mi.
Una sonrisa ladeada fue mi despedida antes de desaparecer frente a sus ojos.
Aparecí jadeante en medio de un bosque que bien conocía, el cuerpo me dolía, pero el hechizo había funcionado o al menos eso creía.
No tardé en alcanzar la ciudad, mis ojos se centraron en un niño que vendía periódicos por las calles y acercándome a él adquirí un ejemplar para centrarme en la fecha que ponía en su lateral.
Había funcionado, es mas tenia unos días para prepararme para presenciar la masacre que a mi familia se refería, pronto el nombre del espectro me seria desvelado y la venganza comenzaría.
Me alojé en el hostal, sabia que no me seria complicado acudir a los refugios de la organización, allí seria bien recibido, claro que a su vez vigilado y antes de ponerme al completo a su servicio tenia la necesidad de descubrir lo que le había pasado a lo míos.
Baje al restaurante para comer algo, había traído el dinero necesario para pasar un par de días sin problema.
Tomé asiento en una mesa, pedí el menú del día y vino para acompañar la cena.
Wesh Montoya- Humano Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 26/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Ladeé la sonrisa cuando me dijo que me animaba a visitar sus tierras norteñas, la escuchaba hablar de allí y una parte de mi podía viajar junto a ella, ver esos frondosos bosques, ese lugar que descrito por sus labios sonaba mágico.
-Quizás puedas llevarme -apunté ladeando la sonrisa -bueno.. si a ese hombre no le importa que paseemos de la mano también por sus tierras.
Su rostro volvió a teñirse de carmesí, algo que me hizo reír al tiempo que ella se asomaba para mirar por la barandilla del puente que atravesábamos en ese preciso momento.
-París tiene su encanto, peor reconozco que aunque estoy como mi padre atado a ella, mi espíritu nómada hace que me ahogue aquí.
Negué sin dejar de sonreír mirándola fijamente, insistía demasiado en la idea de ser amigos, como si buscara siempre ponerme en mi sitio.
-Claro, los amigos saben los secretos del otro ¿quieres contarme algo? -pregunté divertido observándola.
Era preciosa, distinta a todas las mujeres que había conocido y no me extrañaba en absoluto que algún hombre se hubiera fijado en ella, yo tenia que centrarme en mi misión, proteger la reliquia, ademas quería acudir al campamento gitano, descubrir que pasó la fatídica noche en la que perdí a mi hermano mayor, a mi madre y a mi padre.
Ensimismado en mis pensamientos no me percaté de que estaba trepando a la barandilla, habíamos bebido un poco y conociendo la estabilidad de esa mujer que cayó a mis brazos en la cena, admito que llevé mis brazos preocupado hacia ella para aferrar su cintura trepando tras ella.
-Si, tengo un secretó -susurré contra sus labios cuando esta trastabillo aferrándose a mis brazos mientras yo la pegaba a mi cuerpo.
Nuestras respiraciones chocaron rabiosas contra nuestros labios mientras la luna quedaba reflejada en nuestra mirada anclada al otro.
-Pero si te contara mi secreto -susurré casi contra su boca -después tendría que matarte -bromeé echándome a reír.
Mis dedos se deslizaron por su espalda baja, la contemplé en silencio, mis ojos bajaron hasta su boca, era complicada esa situación en la que ni siquiera pensaba.
-Te cuento un secreto -susurré acercando mas mis labios preso de su hipnótica mirada -quiero besarte.
No estaba pidiendo permiso, yo no hacia eso, podía notar que su deseo no era distinto al mio. Desconocía si de verdad había interés en otro hombre, uno del grupo como había dicho, pero lo que si sabia es que yo vivía el momento y este era el mio.
Tiré de su cintura pegándola mas a mi, mi boca presiono suavemente la ajena, cerré los ojos sintiendo su cálido aliento, su nariz acariciando la mía, entreabrí los labios deslizando mi lengua por ellos, invitándola a profundizar en ese beso plagado de deseo, al menos por mi parte.
-Me gusta esta vista -susurré sin apartarme un ápice.
-Quizás puedas llevarme -apunté ladeando la sonrisa -bueno.. si a ese hombre no le importa que paseemos de la mano también por sus tierras.
Su rostro volvió a teñirse de carmesí, algo que me hizo reír al tiempo que ella se asomaba para mirar por la barandilla del puente que atravesábamos en ese preciso momento.
-París tiene su encanto, peor reconozco que aunque estoy como mi padre atado a ella, mi espíritu nómada hace que me ahogue aquí.
Negué sin dejar de sonreír mirándola fijamente, insistía demasiado en la idea de ser amigos, como si buscara siempre ponerme en mi sitio.
-Claro, los amigos saben los secretos del otro ¿quieres contarme algo? -pregunté divertido observándola.
Era preciosa, distinta a todas las mujeres que había conocido y no me extrañaba en absoluto que algún hombre se hubiera fijado en ella, yo tenia que centrarme en mi misión, proteger la reliquia, ademas quería acudir al campamento gitano, descubrir que pasó la fatídica noche en la que perdí a mi hermano mayor, a mi madre y a mi padre.
Ensimismado en mis pensamientos no me percaté de que estaba trepando a la barandilla, habíamos bebido un poco y conociendo la estabilidad de esa mujer que cayó a mis brazos en la cena, admito que llevé mis brazos preocupado hacia ella para aferrar su cintura trepando tras ella.
-Si, tengo un secretó -susurré contra sus labios cuando esta trastabillo aferrándose a mis brazos mientras yo la pegaba a mi cuerpo.
Nuestras respiraciones chocaron rabiosas contra nuestros labios mientras la luna quedaba reflejada en nuestra mirada anclada al otro.
-Pero si te contara mi secreto -susurré casi contra su boca -después tendría que matarte -bromeé echándome a reír.
Mis dedos se deslizaron por su espalda baja, la contemplé en silencio, mis ojos bajaron hasta su boca, era complicada esa situación en la que ni siquiera pensaba.
-Te cuento un secreto -susurré acercando mas mis labios preso de su hipnótica mirada -quiero besarte.
No estaba pidiendo permiso, yo no hacia eso, podía notar que su deseo no era distinto al mio. Desconocía si de verdad había interés en otro hombre, uno del grupo como había dicho, pero lo que si sabia es que yo vivía el momento y este era el mio.
Tiré de su cintura pegándola mas a mi, mi boca presiono suavemente la ajena, cerré los ojos sintiendo su cálido aliento, su nariz acariciando la mía, entreabrí los labios deslizando mi lengua por ellos, invitándola a profundizar en ese beso plagado de deseo, al menos por mi parte.
-Me gusta esta vista -susurré sin apartarme un ápice.
Wesh Montoya- Humano Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 26/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Los brazos rápidos de Wesh me sujetaron, mis piernas se habían vuelto más temblorosas que la gelatina. Juro que si no me hubiera sostenido podría haber caído. Era curioso porque igualmente me sentía caer, como si hubiera saltado de una gran altura y mi corazón diera un vuelco en mi pecho al mantener mi mirada anclada en sus ojos pardos. ¿Secreto? Lo miré sin poder procesar del todo aquello, que tenía un secreto por el cual mataría. Me recorrió un temblor al sentir su mano en mi espalda baja y una oleada cálida que se anclaba en mi vientre mientras mi pulso se disparaba al ver su mirada descender hasta mi boca.
Sus labios presionaron los mios suavemente, me quedé estupefacta. Me parecía que incluso la misma luna se había detenido en su trayectoria cuando el húmedo roce de su lengua envió un cosquilleo por todo mi ser. Cerré mis ojos, recibiéndole algo insegura, no estaba ni remotamente acostumbrada a que algo así sucediera. Me vi perdida en su sabor, en la vehemencia que pronto le imprimió al beso. Sin darme cuenta me rendí gimiendo suavemente, el beso se volvió más intenso mientras mis manos se movían tímidas sobre su pecho y nuestros cuerpos se buscaban más.
De repente sentí un vahído, un relámpago que atravesaba mis sentidos. Todo quedó congelado, suspendido cuando la diosa Gefjun reclamó mi presencia.
-Freya, qué estás haciendo pequeña. Recuerda que pronto has de tomar el voto para servirme.-
-No lo olvido, lo iba a hacer… lo haré.- corregí.
-No te ves muy segura y ciertamente no lo parecía hace un instante. No olvides cual es tu destino. Los hombres son traicioneros Freya, incluso ese muchacho que te envuelve con su rostro apuesto y sus palabras dulces, únicamente te utiliza. Y si no has de creerlo míralo por ti misma.-
En mi mente se presentó una visión, retazos de una realidad recientemente acontecida. Tres brujas, un portal, un hombre alto cuyo rostro quedaba desdibujado, y una figura atravesando el tiempo… cayendo … árboles a su alrededor que le recibían. Su respiración… la profundidad de sus ojos…
Abrí los míos entre sus brazos para percatarme de que me encontraba a un lado del puente, y de nuevo…. esos mismos ojos oscuros que me observaban con cierta preocupación tras mi desmayo mientras me sostenía. Lo miré incrédula, la energía mágica que sentí cuando llegué a esta realidad… pude percibir su rastro en el bosque… otro portal se había abierto. Era… ¿Wesh?
La visión del futuro y la revelación de esta mañana… estaban entrelazadas… Mi cabeza era una maraña. Mis dedos acariciaron su rostro una vez más, la diosa acababa de advertirme, no podía confiar en él. -Debo irme.-
Me levanté, temblando por las emociones encontradas. Lo miré, recriminándole. ¿Me había acompañado durante la noche, me había besado para… qué exactamente? ¿Para sacarme información? Ahora todo encajaba, su interrogatorio... su secreto... Pero besarme... fingir que le gustaba, ¿por qué? Tenía que encontrar a los demás y alertarlos pero la desilusión al buscar la respuesta en sus ojos me apretaba el pecho y podía más. -Estoy cansada... regresaré a la posada.-
Freya Tollak- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 30/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Jadeé de forma ronca, mi lengua arrasó con la ajena invitándola a bailar frente a las hogueras, mis manso la atrajeron por las caderas, martillo enfierecido que se perdía en su cálido vientre.
Sentía como me recorría una corriente eléctrica de placer sin fin, estaba excitado, mucho y eso hizo que mi beso se tornara voraz, necesitado, buscando profundizar mas.
Con la respiración entrecortada, la dama se desmayó entre mis brazos, la sostuve con fuerza, bajándola de un salto de la barandilla, bien sujeta entre msi brazos.
-Vamos pequeña abre los ojos princesa.
Estaba preocupado, pues ni de lejos iba borracha como para esto. Aparté el pelo de su rostro esperando que la brisa le golpeara en el rostro y la despertara.
Cuando abrió sus ojos los hundió en los míos, como si estuviera viendo un fantasma o algo parecido.
-¿estas bien princesa?
No hubo respuesta, solo desconcierto, afianzo sus pies al suelo para asegurarme de nuevo que tenia que irse.
-Espera joder -gruñí.
Era la segunda vez que esa mujer escapaba de mi, pero esta vez no iba a funcionar sus estúpidas escusas ¿otro? Pues de haberlo no sentía por él la atracción que había entre nosotros.
Sus dedos acariciaron mi rostro mientras yo la pegaba mas contra mi, no iba a dejarla ir.
Ella se zafó, decía que se iría al hostal de nuevo ,que estaba cansada sin mas.
-No dejas de darme largas y escusas, pero la verdad es que me deseas, yo también te deseo, no te pido nada..solo conozcamonos despacio. Si después de estar conmigo sigues queriendo ir con él, no te lo impediré.
Vale, era cierto que necesitaba seguirla, encontrar a esos vikingos que buscaban la reliquia y ella era mi pista mas fiable, pero del mismo modo no dejaba de ser ciertas mis palabras, el deseo existía.
Ella se giró para irse, huir de mi, dejarme atrás sin mas.
Extendí mi mano atrapando su muñeca, acariciando con mis dedos su piel.
-No te vayas, déjame acompañarte, has bebido un poco, París es peligrosa -ladeé la sonrisa -vale, si estoy como tu poniendo excusas, no quiero que te vayas.
Tomemos la ultima en tu habitación, hablemos ¿dime porque huyes de mi? Necesito entenderte.
Ella se soltó, mientras yo lanzaba mi brazo para volver a cogerla, no iba a permitir que huyera, no sin darme una explicación de porque ese beso deseado y ahora las mil escusas que escupía en mi cara para irse lejos de mi cuerpo
En ese momento apareció un chico moreno, de piel tostada, acompañado de una morena de ojos esmeralda, ambos parecían conocerla y por su aspecto eran vikingos.
Parecían sorprendidos la verla allí, el hombre no se lo pensó y de un empujón me obligó a soltarla, me encaré hacia el, quedando ambos gruñendonos de cara.
Sentía como me recorría una corriente eléctrica de placer sin fin, estaba excitado, mucho y eso hizo que mi beso se tornara voraz, necesitado, buscando profundizar mas.
Con la respiración entrecortada, la dama se desmayó entre mis brazos, la sostuve con fuerza, bajándola de un salto de la barandilla, bien sujeta entre msi brazos.
-Vamos pequeña abre los ojos princesa.
Estaba preocupado, pues ni de lejos iba borracha como para esto. Aparté el pelo de su rostro esperando que la brisa le golpeara en el rostro y la despertara.
Cuando abrió sus ojos los hundió en los míos, como si estuviera viendo un fantasma o algo parecido.
-¿estas bien princesa?
No hubo respuesta, solo desconcierto, afianzo sus pies al suelo para asegurarme de nuevo que tenia que irse.
-Espera joder -gruñí.
Era la segunda vez que esa mujer escapaba de mi, pero esta vez no iba a funcionar sus estúpidas escusas ¿otro? Pues de haberlo no sentía por él la atracción que había entre nosotros.
Sus dedos acariciaron mi rostro mientras yo la pegaba mas contra mi, no iba a dejarla ir.
Ella se zafó, decía que se iría al hostal de nuevo ,que estaba cansada sin mas.
-No dejas de darme largas y escusas, pero la verdad es que me deseas, yo también te deseo, no te pido nada..solo conozcamonos despacio. Si después de estar conmigo sigues queriendo ir con él, no te lo impediré.
Vale, era cierto que necesitaba seguirla, encontrar a esos vikingos que buscaban la reliquia y ella era mi pista mas fiable, pero del mismo modo no dejaba de ser ciertas mis palabras, el deseo existía.
Ella se giró para irse, huir de mi, dejarme atrás sin mas.
Extendí mi mano atrapando su muñeca, acariciando con mis dedos su piel.
-No te vayas, déjame acompañarte, has bebido un poco, París es peligrosa -ladeé la sonrisa -vale, si estoy como tu poniendo excusas, no quiero que te vayas.
Tomemos la ultima en tu habitación, hablemos ¿dime porque huyes de mi? Necesito entenderte.
Ella se soltó, mientras yo lanzaba mi brazo para volver a cogerla, no iba a permitir que huyera, no sin darme una explicación de porque ese beso deseado y ahora las mil escusas que escupía en mi cara para irse lejos de mi cuerpo
En ese momento apareció un chico moreno, de piel tostada, acompañado de una morena de ojos esmeralda, ambos parecían conocerla y por su aspecto eran vikingos.
Parecían sorprendidos la verla allí, el hombre no se lo pensó y de un empujón me obligó a soltarla, me encaré hacia el, quedando ambos gruñendonos de cara.
Wesh Montoya- Humano Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 26/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Me iba, tenía que alejarme de él. Me había mentido, o más bien me había ocultado la verdad, que era lo mismo. O quizás también mintió y sabía quien era yo. No lo sabía, pero si sabía que la diosa me había enseñado la verdad sobre él. Había llegado del futuro al igual que yo, era un peligro para todos nosotros. -No.- dije, cuando me mantuvo en sus brazos, no podía evitar percatarme de como el calor me barría con solo ese roce… Se veía tan sincero… hasta parecía que de verdad se preocupaba por mi. ¿Lo hacía? Claro que no… no lo hacía.
Me zafé porque no iba a temblar en sus brazos otra vez, porque me decía que me deseaba y yo era una boba que quería creerle. -Yo… no.- Iba a decir no te deseo pero incluso era demasiado para mi mentir al respecto, no me salieron las palabras. -Lo que acaba de pasar no debió pasar.- Giré para irme, comencé a caminar y su mano me atajó de nuevo. -¿Por qué no me dejas ir? – A la mejor quería oir más mentiras porque de sus labios sus palabras me parecían dulces, o quería creerme que todo era un error, fuera como fuera el suave roce de sus dedos en mi muñeca me ponía extremadamente nerviosa y lograba paralizar mis pies.
Dijo que quería acompañarme, negué con la cabeza. Basta ya Freya. Enemigo o no, estaba consagrada a la diosa Gefjun, la guía de las videntes. Puede que el costo fuera alto, nunca podría casarme, algo con lo cual me había costado reconciliarme durante mucho tiempo, hasta que finalmente comprendí el llamado de la diosa y este me trajo paz y alegría, finalmente podía reconciliarme con lo que era. Pronto iría al templo a dar mis votos en una ceremonia de consagración. -Tu ibas a disfrutar de una noche en la ciudad, no quiero echártela a perder, se cuidarme sola.-
Ahora si huía en serio, basta de que él me estuviera deteniendo a cada tres pasos sobre la calle, esta vez eludí su brazo temiendo que lo atrapara otra vez. Iba a tener que golpearlo con el libro que no se ni por qué aún cargaba cuando todas las respuestas se encontraban en él.
Repentinamente alguien le empujó, acudiendo en mi ayuda. Observé sorprendida al vikingo frente a mi. ¡Hakon! Mis ojos vieron hacia un lado capturando otra silueta que se dirigía hacia nosotros. ¡Synnove! Nunca estuve más feliz de ver a un par.
Oh, no. Rápidamente me percaté de que los hombres se estaban gruñendo cara a cara y esto iba a pasar a mayores si no intervenía. -Espera, no es necesario.- Me interpuse entre ellos, dándole la espalda a Wesh, con los brazos extendidos a los lados en un inesperado afán de protegerle. No se por qué pero no quería que sufriera daño alguno.
Mis pies cedieron y para sostenerme le eché los brazos a Hakon alrededor del cuello. -¡Finalmente! Te he buscado todo el día.- Mi alivio era inmenso, necesitaba decirles todo lo que sabía aunque deliberadamente me estaba apretando de más contra él mientras le echaba una mirada rápida a Wesh. -¡Me alegra tanto verte… verlos!- No me percaté de la estupefacción de Synnove al ser testigo de la forma extremadamente calurosa con la que me colgaba de su hermano y la cálida sonrisa que le dedicaba. La verdad es que quería desquitarme de Wesh, de su mentira, de lo rápido que él me había gustado, de ese beso que aún me hacía sentir un hormigueo en la piel. Quería… provocarle celos.
Freya Tollak- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 30/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Una punzada de celos me atravesó cuando vi como Freya se cogía del cuello de ese gallito de corral.
Desvié la mirada porque no quería verlo y me cabreé conmigo mismo porque apenas la conocía como para que esto me jodiera un ápice.
Me hubiera largado de no saber que eran los vikingos que venían a por la reliquia, tenia que centrarme en la maldita misión y no en la ira que me carcomía ahora mismo.
Además el pazguato ese no tuvo mayor ocurrencia que rodear su cintura con su brazo como si con ese gesto me dejara claro que era suya y que mas me valía no volver a ponerle un dedo encima.
Ladeé la sonrisa como escudo, si se creía que iba a achantarme la tenia clara, quizás decirle que su novia me había besado hubiera resultado un ataque demasiado gratuito, uno que hubiera puesto a la doncella en aprietos, así que me limité a guardar silencio de forma engreída y a deslizar mi mirada por le cuerpo de la otra morena, al juego de joder al otro también yo sabia jugar, así que...juguemos si eso es lo que Freya quería.
Me acerqué a la otra doncella con una picara sonrisa. Por la cara que ponía no tenia que ser muy listo para ver que el manoseo que esos dos se traían le molestaba tanto como a mi.
-Me llamo Wesh, Freya os estaba buscando, pero ahora que os ha encontrado podríamos ir a tomar algo ¿que me dices? -le pregunte.
Sus verdes observaban fijamente mis pardos, algo que la parecer tampoco le gustó al gallito del corral que quería todas las gallinas para él y tiro de mi brazo para que lo encarara.
-¿que pasa contigo gilipollas? -le pregunté encarandome de nuevo -si vuelves a tocarme te mato – dije con esa impulsividad de la que hacia gala y por la que no me permitía ocupar mi silla en el consejo.
La risa del vikingo estalló e mi cara y un puñetazo que no esperaba y que me tiró al suelo fue su respuesta.
Suelo que no me aguantó demasiado tiempo pues como una bestia me alcé y embestí al gitano haciéndolo caer al suelo, alcé mi puño golpeándolo sin parar.
Pronto estuvimos los dos en una pelea de golpes lo suficientemente duros como para tumbar a cualquier hombre no acostumbrado a la batalla, pero nosotros lo estábamos y aunque sangrábamos por ceja labio no nos detuvimos hasta que las dos mujeres se cruzaron en nuestro camino separándonos.
Jadeábamos intentando llegar al otro, insultándonos, gruñendo, era duro el vikingo, lo admito y solo quería matarlo, al parecer la idea de infiltrarme se había ido al traste porque supongo que por eso mi tío siempre me decía que tenia que pensar las cosas antes de reaccionar como lo hacia de buenas a primeras, pero lo hecho, hecho estaba y yo seguía gruñendo entre los brazos de Freya tratando de alcanzar a mi enemigo que del mismo modo luchaba por zafarse de la morena.
Desvié la mirada porque no quería verlo y me cabreé conmigo mismo porque apenas la conocía como para que esto me jodiera un ápice.
Me hubiera largado de no saber que eran los vikingos que venían a por la reliquia, tenia que centrarme en la maldita misión y no en la ira que me carcomía ahora mismo.
Además el pazguato ese no tuvo mayor ocurrencia que rodear su cintura con su brazo como si con ese gesto me dejara claro que era suya y que mas me valía no volver a ponerle un dedo encima.
Ladeé la sonrisa como escudo, si se creía que iba a achantarme la tenia clara, quizás decirle que su novia me había besado hubiera resultado un ataque demasiado gratuito, uno que hubiera puesto a la doncella en aprietos, así que me limité a guardar silencio de forma engreída y a deslizar mi mirada por le cuerpo de la otra morena, al juego de joder al otro también yo sabia jugar, así que...juguemos si eso es lo que Freya quería.
Me acerqué a la otra doncella con una picara sonrisa. Por la cara que ponía no tenia que ser muy listo para ver que el manoseo que esos dos se traían le molestaba tanto como a mi.
-Me llamo Wesh, Freya os estaba buscando, pero ahora que os ha encontrado podríamos ir a tomar algo ¿que me dices? -le pregunte.
Sus verdes observaban fijamente mis pardos, algo que la parecer tampoco le gustó al gallito del corral que quería todas las gallinas para él y tiro de mi brazo para que lo encarara.
-¿que pasa contigo gilipollas? -le pregunté encarandome de nuevo -si vuelves a tocarme te mato – dije con esa impulsividad de la que hacia gala y por la que no me permitía ocupar mi silla en el consejo.
La risa del vikingo estalló e mi cara y un puñetazo que no esperaba y que me tiró al suelo fue su respuesta.
Suelo que no me aguantó demasiado tiempo pues como una bestia me alcé y embestí al gitano haciéndolo caer al suelo, alcé mi puño golpeándolo sin parar.
Pronto estuvimos los dos en una pelea de golpes lo suficientemente duros como para tumbar a cualquier hombre no acostumbrado a la batalla, pero nosotros lo estábamos y aunque sangrábamos por ceja labio no nos detuvimos hasta que las dos mujeres se cruzaron en nuestro camino separándonos.
Jadeábamos intentando llegar al otro, insultándonos, gruñendo, era duro el vikingo, lo admito y solo quería matarlo, al parecer la idea de infiltrarme se había ido al traste porque supongo que por eso mi tío siempre me decía que tenia que pensar las cosas antes de reaccionar como lo hacia de buenas a primeras, pero lo hecho, hecho estaba y yo seguía gruñendo entre los brazos de Freya tratando de alcanzar a mi enemigo que del mismo modo luchaba por zafarse de la morena.
Wesh Montoya- Humano Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 26/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
No mentía al expresar lo contenta que me encontraba de ver a mis amigos, tenía tanto que decirles que no sabía ni por dónde empezar. Claro que lo más lógico hubiera sido empezar desde el principio, contarles como había llegado esta mañana… Tragué saliva con fuerza aún colgada de los brazos de Hakon, que afortunadamente sabía bien como sostenerme. Me aliviaba verlo bien, después de todo, él era la razón por la que me había aventurado a cruzar el portal, el tener que prevenirle del peligro inminente en el que se encontraba. -Mira que sóis difíciles de encontrar… incluso en los lugares que frecuentamos…-
No dejaba de lanzar rápidas miradas hacia Wesh, ni tampoco perdí detalle cuando de forma muy amigable y bastante directa se aproximó a Synnove, quien ahora tenía sus esmeraldas entrecerradas y nos miraba fijamente a Hakon y a mi, de una forma que no pude leer del todo bien, ni tampoco lo intenté porque me quedé de una pieza al ver como mi acompañante de tan solo unos minutos atrás la recorría con la mirada provocándome una inquietud inesperada y bastante intensa al pensar que podía interesarse repentinamente en ella.
Lo siguiente que ocurrió fue demasiado rápido como para ni siquiera intentar impedirlo. Al parecer a Hakon no le gustó mucho la idea de que un completo desconocido asediara a su hermana (ni a mi) y Wesh… no sé que demonio se le metió repentinamente en el cuerpo que decidió que era buena idea provocarlo. En un santiamén se estaban dando de golpes frente a mi mirada atónita.
-¡Parad! ¡Parad de una vez!-
Me lancé hacia ellos al igual que Synnove, quien inmediatamente con su fiero carácter sujetó a Hakon de los brazos mientras yo hacia lo propio con Wesh, las dos estábamos ofuscadas procurando separarlos y estos encima pateaban el suelo, gruñéndose a la cara.
-¡Sois un par de pazguatos! ¿A qué viene este despliegue? ¿Ver cuál es más hombre que el otro?- La morena se veía bastante alterada por la pelea y por algo más que yo no tenía manera de saber. Instintivamente rodeó a Hakon con sus brazos para calmarlo, este aún procuraba zafarse pero solo sirvió para que entre gruñidos lo abrazara con más fuerza. -Basta ya…-
Por mi parte hice algo parecido con mi acompañante mientras mi amiga revisaba las heridas del rostro de Hakon, volteé a Wesh hacia mi con la respiración agitada. -Synnove tiene razón, basta ya. Estos son mis amigos, ¿qué demonios te ha entrado en el cuerpo?- Por cierto que apenas lo conocía, no sabía si era alguien dado a la violencia o no. Tampoco sabía si era el enemigo. ¿Era el enemigo? No me lo podía creer… a pesar incluso de lo que acababa de pasar.
-¿Cuál es la razón por la que has querido acompañarme esta noche?- Cerré los puños a ambos lados de mi cuerpo, temblaba por muchas razones. ¿Cómo podía sentirme traicionada por alguien a quien apenas conocía? Era ilógico pero al mirar esos ojos pardos mi lógica desaparecía y solo quedaba el estremecimiento de haberle conocido esta noche y del sabor de ese beso.
Llevé mi mano a mi camisola y metí un par de dedos por debajo de ella para tirar del camafeo que llevaba colgado de la cadena que llevaba al cuello. Acerqué mi rostro al suyo, al tiempo que lo abría y soplé su contenido muy cerca de sus labios, por debajo de su nariz. Unos segundos bastaron para que perdiera el conocimiento.
Lo atajé en mis brazos antes de que cayera al suelo. -Lo siento Wesh...- Lo miré compungida con los ojos brillantes y una punzada profunda en el pecho, antes de alzar la mirada hacia mis amigos. -Ayudadme con él. Lo he conocido esta mañana y la diosa me ha revelado que ha viajado en el tiempo para buscarnos. Pero por favor… no le hagáis daño… A pesar de lo que ha sucedido, no creo que sea peligroso, debe tener una buena razón para haberse expuesto a cruzar un portal como nosotros.-
Lo atajé en mis brazos antes de que cayera al suelo. -Lo siento Wesh...- Lo miré compungida con los ojos brillantes y una punzada profunda en el pecho, antes de alzar la mirada hacia mis amigos. -Ayudadme con él. Lo he conocido esta mañana y la diosa me ha revelado que ha viajado en el tiempo para buscarnos. Pero por favor… no le hagáis daño… A pesar de lo que ha sucedido, no creo que sea peligroso, debe tener una buena razón para haberse expuesto a cruzar un portal como nosotros.-
Última edición por Freya Tollak el Jue Nov 02, 2017 5:40 pm, editado 1 vez
Freya Tollak- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Freya me sujetaba, ademas de llamarme Pazguato mientras yo aun rugía a mi contrincante escuchando como me amenazaba con destrozarme y yo abría los brazos invitándolo a venir y hacerlo.
Escuché su absurda pregunta ¿que me había dado para saltar así? ¿sus amigos?
-¿Amigos? -gruñí hundiendo mi mirada en sus pardos -¿amigos? ¡Te has enganchado al cuello de ese pazguato como si no hubiera un puto mañana cuando hace 5 minutos estábamos besándonos tu y yo sobre el puente ¿que reacción esperas de un hombre que ve eso? -rugí contra su rostro completamente fuera de mi - ¡joder! -gruñí -apartándole las manos de encima de mi cuerpo.
Ella había causado eso, ¿como espera que reaccione un hombre cuando la chica que le gusta y con la que se lia se lanza a los brazos de otro?
La morena parecía calmar al otro abrazada a él, enarque una ceja, entre esos parecía haber algo, porque ella acariciaba su herida pidiéndole que parara y aunque este no parecía muy dispuesto a ceder pues seguía con sus ojos amenazándome tampoco se la quitaba de encima.
Freya cerró los puños a los lados de su cuerpo, sus ojos fijos en los míos, ahora no me tocaba, yo no quería tampoco que lo hiciera, estaba muy cabreado.
-¿Que porque te he acompañado? ¿que pregunta estúpida es esa? Nos hemos encontrado en el hotel y hemos conectado, nos hemos ido a beber y joder, creo que te gusto ¿cual es el problema? no has dejado de rehuirme.
Al final tras un beso apasionado, me mandas a la mierda y te enganchas del cuello de se -dije señalando al vikingo que rugió al ver mi dedo apuntarle.
Era un ataque de celos mas que evidente, cierto era que apenas la conocía, pero la testosterona hacia de las suyas, el alcohol y el deseo todo mezclado unido lograba sacarme de mis casillas.
Freya se acercó a mi, tiró de una cadena que pendía de su cuello, todo pasó muy rápido, un soplido de un polvo que llevaba en su camafeo entro en mis orificios nasales.
-Freya -susurré su nombre mareado, las piernas no me respondían y mi cuerpo cayó inerte cuando mis ojos se cerraron por completo.
La cabeza me retumbaba, apreté los dientes abriendo varias veces los ojos para lograr enfocar el lugar donde me encontraba
Amordazado de manso y pies a una silla, con un pañuelo en mi boca para evitar que gritara logré ver que estaba en la habitación de un motel.
Aun trataba de ubicarme cuando sentí un tirón de mi pelo alzándome la cabeza. Gruñí al ver al vikingo que divertido aseguraba que me pusiera cómodo que esto iba para largo.
Lo vi arremangarse, al parecer su gran plan era torturarme a golpes para sacarme esa verdad que según él me callaba.
Freya entró en ese momento por la puerta, sus ojos me buscaron con cierta preocupación.
Escuché su absurda pregunta ¿que me había dado para saltar así? ¿sus amigos?
-¿Amigos? -gruñí hundiendo mi mirada en sus pardos -¿amigos? ¡Te has enganchado al cuello de ese pazguato como si no hubiera un puto mañana cuando hace 5 minutos estábamos besándonos tu y yo sobre el puente ¿que reacción esperas de un hombre que ve eso? -rugí contra su rostro completamente fuera de mi - ¡joder! -gruñí -apartándole las manos de encima de mi cuerpo.
Ella había causado eso, ¿como espera que reaccione un hombre cuando la chica que le gusta y con la que se lia se lanza a los brazos de otro?
La morena parecía calmar al otro abrazada a él, enarque una ceja, entre esos parecía haber algo, porque ella acariciaba su herida pidiéndole que parara y aunque este no parecía muy dispuesto a ceder pues seguía con sus ojos amenazándome tampoco se la quitaba de encima.
Freya cerró los puños a los lados de su cuerpo, sus ojos fijos en los míos, ahora no me tocaba, yo no quería tampoco que lo hiciera, estaba muy cabreado.
-¿Que porque te he acompañado? ¿que pregunta estúpida es esa? Nos hemos encontrado en el hotel y hemos conectado, nos hemos ido a beber y joder, creo que te gusto ¿cual es el problema? no has dejado de rehuirme.
Al final tras un beso apasionado, me mandas a la mierda y te enganchas del cuello de se -dije señalando al vikingo que rugió al ver mi dedo apuntarle.
Era un ataque de celos mas que evidente, cierto era que apenas la conocía, pero la testosterona hacia de las suyas, el alcohol y el deseo todo mezclado unido lograba sacarme de mis casillas.
Freya se acercó a mi, tiró de una cadena que pendía de su cuello, todo pasó muy rápido, un soplido de un polvo que llevaba en su camafeo entro en mis orificios nasales.
-Freya -susurré su nombre mareado, las piernas no me respondían y mi cuerpo cayó inerte cuando mis ojos se cerraron por completo.
La cabeza me retumbaba, apreté los dientes abriendo varias veces los ojos para lograr enfocar el lugar donde me encontraba
Amordazado de manso y pies a una silla, con un pañuelo en mi boca para evitar que gritara logré ver que estaba en la habitación de un motel.
Aun trataba de ubicarme cuando sentí un tirón de mi pelo alzándome la cabeza. Gruñí al ver al vikingo que divertido aseguraba que me pusiera cómodo que esto iba para largo.
Lo vi arremangarse, al parecer su gran plan era torturarme a golpes para sacarme esa verdad que según él me callaba.
Freya entró en ese momento por la puerta, sus ojos me buscaron con cierta preocupación.
Wesh Montoya- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
El encuentro con Wesh había pasado rápidamente de ser un sueño a algo similar a una pesadilla. No me gustó nada tener que dormirlo, tan pronto lo hice me sentí culpable, como si lo hubiera traicionado, a pesar de que la traición vino de él primero. ¿Por qué usarme? Era la pregunta que daba vueltas en mi mente sin cesar. Debía haber una explicación para todo esto.
En el hotel le colocamos entre los tres en una silla. -¿Creéis que es necesario?- Mire a mis amigos sin estar del todo convencida pero ellos tenían la mente más fría que yo.
Cuerdas, mordaza… en determinado momento me abracé de Hakon para mantenerme en pie, sentía que se me doblaban las rodillas, no era momento para mi pérdida de equilibrio, o de juicio. Synnove nos miró en silencio, antes de terminar de sujetarle bien las manos por detrás de la silla con unos buenos nudos. La vi apretar los labios, seguramente porque se aseguraba de que todo quedara firme y en su sitio.
Mientras Wesh dormía aproveché para informarles a ambos del por qué de mi llegada detrás de ellos a este tiempo. -Tuve una visión. No puedo precisar exactamente adonde se ubicaba… las visiones me llegan como retazos. Fuego… muerte. Te encontrabas en peligro mortal Hakon. Había un desconocido en la escena… solo vi su espalda, su rostro permanecía oculto. Vi además un símbolo, dos espadas y una sierpe, intenté investigar toda la tarde que podía significar pero no logré dar con ello. Después de lo que la diosa me ha mostrado pienso que de algún modo Wesh está relacionado con todo esto…- Miré intranquila hacia la habitación en la cual lo manteníamos.
Hakon fue el primero en entrar en ella. Procuré recomponerme, tenía que encarar a Wesh. Respiré profundamente antes de seguir los pasos del vikingo. -Un momento …- Antes de que las cosas volvieran a salirse de las manos me acerqué pidiéndole un poco de cordura. -Permíteme hablar con él.-
Me acerqué al joven que me había acompañado esta noche, dejándome caer frente a él, aún tenía puesta la mordaza. -Escúchame Wesh, esto no tiene por qué pasar a mayores, solo queremos respuestas.- Notaba perfectamente el enojo en su mirada, la sentía como dardos lacerantes.
Traía un pequeño cuenco conmigo, bebí del mismo y retirando la mordaza, me acerqué para rozar sus labios con los míos. -Nisi pro omnibus silentium…- Susurré, el vaho de mi boca viajó a la suya, entrando en ella. Acababa de lanzar un hechizo sobre él, de manera que nadie excepto quienes estábamos de pie con él en la habitación podíamos escucharlo. Su voz quedaba oculta para el oído de cualquier otra persona. Podía desgañitarse gritando y nadie lo oiría. -Ya no será necesaria la mordaza.- dije a los otros antes de devolver mi atención a él. -¿Cuál es tu objetivo en Paris? ¿Quién te ha enviado?-
Freya Tollak- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Rugí al ver a aquellos tipos hablar entre ellos como si yo no estuviera, ahora Freya iba de santa pero fue ella con su brujería la que me dejó fuera de lugar, sin opción a defenderme.
Vale que mis intenciones al acercarme a ella y descubrir que era una vikinga no fueron de lo mas puras, pero joder, me gustaba y el beso no fue una burda mentira.
Cuando se acercó para decirme que no tenían porque ser así las cosas, ladeé la sonrisa.
-¿esto de que va? Poli bueno, poli malo -dije riéndome de forma altiva -dile al gorila que se arremanga detrás, que si es tan gallito como aparenta, me suelte y sin trucos mágicos de por medio a ver quien de los dos gana un combate singular. Si vence, os diré lo que quiere saber, tienes mi palabra, pero por contra, si soy yo el que gana..seréis vosotros los que me daréis las respuestas que busco ¿que me dices cobarde? -le grité saltándome a la mujer que tenia enfrente para desafiar sus pardos.
A ningún gallo de corral nos gusta que otro gallito nos desafié, podía ver como sus ojos centelleaban, creo que por él aceptaría la pelea sin dudarlo porque se creía el mejor de los guerreros, pero yo llevaba entrenado desde niño en la orden, mi combate cuerpo a cuerpo y esgrimiendo el acero era perfecto.
Freya no contenta con mis palabras bebió no se que poción y antes de que pudiera apartarme sujetó mi pelo para dejar nuestros rostros enfrentados.
El vaho de su boca se adentró en la mía tras emitir unas mágicas palabras que no entendía.
Rugí, la maldecía, pero al parecer nadie me escuchaba, nadie excepto la bruja que aun frente a mi trataba de sacarme esa información que necesitaba.
-Cómeme la polla -le dije acercando mis labios a los ajenos -puedes decirle al gorila que empiece, no voy a decir ni una sola palabra aunque me matéis a golpes.
Podía leer la veracidad de esas palabras en mi mirada, yo no iba a delatar a mi tío, ni a la orden de la sierpe dorada a la que pertenecía.
Como de seguro tampoco ellos iban a vender a su familia y las motivaciones que los empujaban a robarnos las reliquias y a poner el mundo en peligro por sus absurdos saqueos.
-¿te ha gustado el beso? -pregunté ladeando la sonrisa ignorando sus preguntas – ¿no quieres que me haga daño y por eso le has pedido ser tu la que me haga las preguntas? -continué hablando de forma socarrona.
El vikingo parecía ya no estar dispuesto a esperar mas y le pidió a Freya que se hiciera a un lado, el primer puñetazo me giró la cara, escupí sangre mientras me reía desafiante.
-¿Eso es todo? -volví a reírme antes de llevarme un segundo puñetazo.
Podía matarme a golpes, no iba a decir nada de nada.
Vale que mis intenciones al acercarme a ella y descubrir que era una vikinga no fueron de lo mas puras, pero joder, me gustaba y el beso no fue una burda mentira.
Cuando se acercó para decirme que no tenían porque ser así las cosas, ladeé la sonrisa.
-¿esto de que va? Poli bueno, poli malo -dije riéndome de forma altiva -dile al gorila que se arremanga detrás, que si es tan gallito como aparenta, me suelte y sin trucos mágicos de por medio a ver quien de los dos gana un combate singular. Si vence, os diré lo que quiere saber, tienes mi palabra, pero por contra, si soy yo el que gana..seréis vosotros los que me daréis las respuestas que busco ¿que me dices cobarde? -le grité saltándome a la mujer que tenia enfrente para desafiar sus pardos.
A ningún gallo de corral nos gusta que otro gallito nos desafié, podía ver como sus ojos centelleaban, creo que por él aceptaría la pelea sin dudarlo porque se creía el mejor de los guerreros, pero yo llevaba entrenado desde niño en la orden, mi combate cuerpo a cuerpo y esgrimiendo el acero era perfecto.
Freya no contenta con mis palabras bebió no se que poción y antes de que pudiera apartarme sujetó mi pelo para dejar nuestros rostros enfrentados.
El vaho de su boca se adentró en la mía tras emitir unas mágicas palabras que no entendía.
Rugí, la maldecía, pero al parecer nadie me escuchaba, nadie excepto la bruja que aun frente a mi trataba de sacarme esa información que necesitaba.
-Cómeme la polla -le dije acercando mis labios a los ajenos -puedes decirle al gorila que empiece, no voy a decir ni una sola palabra aunque me matéis a golpes.
Podía leer la veracidad de esas palabras en mi mirada, yo no iba a delatar a mi tío, ni a la orden de la sierpe dorada a la que pertenecía.
Como de seguro tampoco ellos iban a vender a su familia y las motivaciones que los empujaban a robarnos las reliquias y a poner el mundo en peligro por sus absurdos saqueos.
-¿te ha gustado el beso? -pregunté ladeando la sonrisa ignorando sus preguntas – ¿no quieres que me haga daño y por eso le has pedido ser tu la que me haga las preguntas? -continué hablando de forma socarrona.
El vikingo parecía ya no estar dispuesto a esperar mas y le pidió a Freya que se hiciera a un lado, el primer puñetazo me giró la cara, escupí sangre mientras me reía desafiante.
-¿Eso es todo? -volví a reírme antes de llevarme un segundo puñetazo.
Podía matarme a golpes, no iba a decir nada de nada.
Wesh Montoya- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
-Bien, de esta no se nos escapa.- Apreté los nudos con fuerza que mantendrían sujetas las manos del desconocido a la silla y mis labios se apretaron más al ser testigo de como Freya se sujetaba de Hakon al estar a punto de caer. Había estado muy afectuosa con él toda la noche desde que para nuestra enorme sorpresa, la encontráramos en el puente.
Apreciaba a Freya, la conocíamos desde niña, era una más de nosotros, aunque de manera similar a Torvi, también solía ser reservada. Nunca noté que tuviera especial interés en Hakon, por lo que ahora me dejaba perpleja el ser testigo de su inusitado despliegue de cariño.
Caminé hacia el par para tomar un cuenco de sus manos, íbamos a beber de él para quedar atados a un hechizo que nos permitiría ser los únicos que escucharíamos al tal Wesh.
No podía evitar estar preocupada por todo lo que nos había narrado. En realidad, y según nos lo contaba la única razón por la que se aventuró a seguirnos al pasado tenía que ver con esa visión que había tenido. -¿Estás segura de lo que viste? ¿No has podido interpretarlo mal?- A menudo los dioses le regalaban vistas del futuro, ella los describía como retazos, posibles sucesos que decía no estar segura de que pudiésemos impedir.
Miré a Hakon con inquietud y tomé del brebaje antes de pasarle a él el cuenco. Había algo que me había dejado pensando en toda la narración de la hechicera. Volví a pensar en la descripción de ese símbolo que mencionaba haber visto en su misión. -Ubbe nos habló de el cuando lo encontramos con Naitiri en la taberna… Dijo algo sobre una secta que protegía la reliquia.-
Mis esmeraldas se desviaron hacia el joven inconsciente. Si era enemigo de Hakon, si lo ponía en riesgo de alguna manera, también era mi enemigo. -Quizás forme parte de ese grupo…-
Freya se aventuró a abalanzarse entre ambos hombres, asunto que me hizo observarla con detenimiento, decía que podíamos razonar con él. No me pareció tal el caso, en cuanto reaccionó no tardó en insultar a nuestra amiga, aunque me perdí algo de lo que hablaban al fijar mis esmeraldas en mi vikingo. Recordaba la expresión de sus ojos en la taberna, cuando Ubbe nos dibujó el símbolo, de alguna manera por todo lo que nos había acontecido no llegué a hacerle comentario al respecto, pero ahora, al verlo, notaba algo en sus tempestades que me parecía similar y me orillaba a recordarlo…
Deje de mirarlas cuando volteó para que sus puños golpearan el rostro del pendeciero que al parecer, ni atado dejaba de desear provocarlo. Freya había palidecido a tal punto que pensé que se desmayaría, me acerqué a ella para tomarla del codo y asegurarme de que siguiera respirando. En cuanto recuperó la respiración se interpuso colocándose al frente del joven con los brazos extendidos, mirándonos de frente y pidiendo tiempo para intentar dialogar con él otra vez.
Aproveché para tomar a Hakon del brazo y llevarlo conmigo al otro extremo del cuarto mientras dejaba a la hechicera hablando con el sujeto. -Ese símbolo que menciona Freya, lo mencionó antes Ubbe…- Acuné su rostro para que me mirara mientras procuraba se calmara un poco, estaba muy exaltado. -¿Qué sabes tú de todo eso?-
No iba a dejar pasar nada por alto, especialmente si él estaba en peligro, que él estuviera bien era todo lo que me importaba. Había algo demasiado inquietante, no solo en la visión, si no en lo que podía darme a entender la expresión de su rostro. Lo conocía muy bien, sabía leer sus emociones. -Sé que ese símbolo no te es indiferente… ¿Por qué?-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Synnobe me conocía demasiado bien, reconozco que por mucho que intenté controlar el desazón que me invadía cuando se hablaba de ese símbolo me resultaba imposible ignorar que sabia que mi vida en cierto modo se enlazaba a el.
Mi única opción se estaba convirtiendo en acudir el fatídico día donde mis padres murieron, y yo ,si no llega a aparecer madre sacándome del incendio, también lo hubiera hecho.
Ante mis ojos aparecieron los recuerdos de aquella noche, eran difusos, solo tenia cuatro años y creo que mi mente había hecho lo necesario para sacar esos momento de mi vida convirtiéndolos en imágenes dispersas, inconexas.
Cuando clavó en mi sus esmeraldas supe que mentir no era una opción, pero contar la verdad era complicado, no la conocía.
Lo que me preguntaba ahora es que unía a ese muchacho con el símbolo. Si Freya tenia razón debía ser un hombre de la orden y quizás mis padres también lo fueran o no.
-Sabes que madre me encontró en un campamento gitano, no recuerdo apenas nada de ese momento, he crecido siendo un Cannif y he tratado de olvidar aquel día en el que me quede huérfano.
Madre me envolvió con una manta, con ella estaba cubierto escondido en un bidón, mi madre biológica me escondió allí posiblemente ocultándome de los que cometieron la atrocidad de matar a todos los gitanos.
Di un trago al cuenco que Synnobe me paso devolviéndoselo después.
-¿Recuerdas la manta? Estuvo tiempo por casa, esa en la que llegué envuelto, el símbolo bordado en ella era le mismo que el que ha visto Freya y el que Ubbe describió en la taberna.
No se que tiene que ver conmigo -señale al chico -no se que tiene que ver con él, no se nada pero creo que el único modo de encontrar respuestas es acudir la noche en la que perdí a mis padres biológicos al campamento gitano y ver que sucedió aquella noche en la que deje de ser lo que fuera para convertirme en un Cannif.
Podia ver la inquietud en el rostro de la vikinga, mis dedos acariciaron su cintura y buscando de reojo a Freya para asegurarme que seguía hablando con el reo y no pendiente de nosotros deposité un beso corto sobre los labios de mi hermana.
-No te preocupes vikinga, es posible que mis padre encontraran esa manta en cualquier lugar y la cogieran sin mas, son gitanos y sabes que estos tienen cierta tendencia a apoderarse de lo que no es suyo -aseguré intentando quitar hierro al asunto.
Mi única opción se estaba convirtiendo en acudir el fatídico día donde mis padres murieron, y yo ,si no llega a aparecer madre sacándome del incendio, también lo hubiera hecho.
Ante mis ojos aparecieron los recuerdos de aquella noche, eran difusos, solo tenia cuatro años y creo que mi mente había hecho lo necesario para sacar esos momento de mi vida convirtiéndolos en imágenes dispersas, inconexas.
Cuando clavó en mi sus esmeraldas supe que mentir no era una opción, pero contar la verdad era complicado, no la conocía.
Lo que me preguntaba ahora es que unía a ese muchacho con el símbolo. Si Freya tenia razón debía ser un hombre de la orden y quizás mis padres también lo fueran o no.
-Sabes que madre me encontró en un campamento gitano, no recuerdo apenas nada de ese momento, he crecido siendo un Cannif y he tratado de olvidar aquel día en el que me quede huérfano.
Madre me envolvió con una manta, con ella estaba cubierto escondido en un bidón, mi madre biológica me escondió allí posiblemente ocultándome de los que cometieron la atrocidad de matar a todos los gitanos.
Di un trago al cuenco que Synnobe me paso devolviéndoselo después.
-¿Recuerdas la manta? Estuvo tiempo por casa, esa en la que llegué envuelto, el símbolo bordado en ella era le mismo que el que ha visto Freya y el que Ubbe describió en la taberna.
No se que tiene que ver conmigo -señale al chico -no se que tiene que ver con él, no se nada pero creo que el único modo de encontrar respuestas es acudir la noche en la que perdí a mis padres biológicos al campamento gitano y ver que sucedió aquella noche en la que deje de ser lo que fuera para convertirme en un Cannif.
Podia ver la inquietud en el rostro de la vikinga, mis dedos acariciaron su cintura y buscando de reojo a Freya para asegurarme que seguía hablando con el reo y no pendiente de nosotros deposité un beso corto sobre los labios de mi hermana.
-No te preocupes vikinga, es posible que mis padre encontraran esa manta en cualquier lugar y la cogieran sin mas, son gitanos y sabes que estos tienen cierta tendencia a apoderarse de lo que no es suyo -aseguré intentando quitar hierro al asunto.
Hakon Cannif- Gitano
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Re: Quintus in manibus (privado)
Wesh me respondió con un insulto bastante gráfico, lo cual logró que el color desapareciera de mi rostro. Si pensaba que me gustaba verlo así, atado, estaba muy equivocado. Yo no era como muchos vikingos, dados a las armas, que encontraban su mayor pasión en ellas y en las batallas, manteniendo su primer amor en el momento en el que chocaban con el enemigo, en el acero forjado en el fuego.
Mi espíritu era más sosegado, batallaba cuando tenía que hacerlo pero no encontraba placer en hundir mi arma en otro. Mis luchas eran distintas, tenían más que ver con encontrarme a mi misma, y no había encontrado mi paz hasta el instante en el que puse pie en el templo.
Mi espíritu era más sosegado, batallaba cuando tenía que hacerlo pero no encontraba placer en hundir mi arma en otro. Mis luchas eran distintas, tenían más que ver con encontrarme a mi misma, y no había encontrado mi paz hasta el instante en el que puse pie en el templo.
-Esto no tiene nada que ver con ser un policía bueno o malo.- Negué cuando habló de que si lo hacía porque me había gustado el beso, de la manera en que lo decía sonaba como si se tratara de algo barato. No atiné más que a mirarlo en silencio, él no tenía idea de la regla tan grande que había roto al besarlo, de lo que para mi significaba sucumbir a ese impulso, o de como ponía mis normas de cabeza sentir siquiera el mínimo atisbo de atracción por él.
Me levanté para alejarme y los puños del vikingo llovieron sobre su rostro. En cuanto vi lo que sucedía me sentí profundamente alarmada y descompuesta. Antes de que continuara me interpuse con rapidez entre ambos, con los brazos extendidos, dándole la espalda a Wesh y pidiéndole a Hakon que me dejara hablar con él de nuevo. Algo debió haber visto en mis ojos porque me concedió la pausa que solicitaba, y Synnove de forma muy oportuna se lo llevó hacia el otro extremo de la habitación.
Me dejé caer de rodillas frente a Wesh, quise tocarlo pero esa mirada desafiante y mordaz me convencía de que no quería que le pusiera un dedo encima. -Si crees que disfruto con esto te equivocas. Si no hablas por defender a los tuyos y prefieres ser golpeado antes que traicionarlos, entenderás algo de lo que es estar en mis zapatos.-
Dejé salir el aire pesadamente buscando las palabras. -No quiero que esto siga, no podía permitir que pusieras en peligro a ninguno de los míos. He crecido con ellos, son importantes para mi y no puedo dejar que nada los exponga.- Busqué una toalla y la humedecí para limpiarle la sangre del rostro, en estos momentos me importaba poco que me rechazara e intentara apartar el mismo de mi alcance, lo que me importaba era examinarle los golpes. -¿Qué harás si los convenzo de soltarte? ¿Dejarás de buscar una confrontación y podrás serenarte?-
Freya Tollak- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
El moreno me daba puñetazos sin tregua, tenia que reconocer que tenia un buen golpe de derecha, escupí sangre a un lado cuando de nuevo Freya se interpuso entre los dos ¿cuanto iba a durar aquel maldito juego?
Podían acabar ya, nunca iba a delatar mi organización por mas que aquella mujer se pusiera por medio fingiendo que mi vida podía importarle algo, cuando si no recordaba mal, era por su causa por la que estaba allí, atado en estos momentos.
Cuando se agachó para mirarme de frente no aparté mis ojos, me mantuve desafiante en todo momento.
-Deja de intentarlo, somos enemigos -aseguré -si no disfrutas ¿por que no me sueltas y me deja irme? No va a pasar verdad, eres fiel a ese energúmeno y a su puta. Yo soy fiel a los míos, lo que nos convierte en enemigos. Yo lo tengo claro ¿y tu?-espeté girando el rostro después.
Nada mas tenia que hablar con aquella mujer, mas cuando cogió un paño para limpiar mis heridas gruñí furibundo ¿que no entendía?
Por mucho que las curara ese hombre iba a seguir intentando sacarme la información a golpes, yo hubiera hecho lo mismo, así que no es que lo culpara por ello lo mas mínimo.
Me eche a reír cuando me dijo que si lograba que me soltaran si iba a comportarme para razonar los 4 tranquilos.
-Yo no estaba buscando confrontación, he venido para evitar que os hagáis con la reliquia y la respuesta es no, nunca dejaré de luchar por aquello que creo -escupí cada una de esas palabras a su cara -tu has elegido bando sin escuchar los motivos que me llevan a creer que cometéis un error. Hay magia con la que es mejor no jugar, el poder de la reliquia traerá la destrucción a la tierra ¿de verdad crees que voy a permitir que caiga en manos de unos bárbaros como vosotros?
Podía ver sus ojos fijos en los míos,como si se debatiera entre lo que decía yo y lo que su familia parecían necesitar.
-Suéltame ahora que esos dos están ocupados, ven conmigo y juro por mi honor de caballero que te explicaré mis razones, aquí ni una palabra te voy a decir.
Tu eliges.
Miré inquieto hacia la puerta, si venían de nuevo esos dos mis esperanzas de fugarme quedarían en nada.
-Vamos Freya.
Podían acabar ya, nunca iba a delatar mi organización por mas que aquella mujer se pusiera por medio fingiendo que mi vida podía importarle algo, cuando si no recordaba mal, era por su causa por la que estaba allí, atado en estos momentos.
Cuando se agachó para mirarme de frente no aparté mis ojos, me mantuve desafiante en todo momento.
-Deja de intentarlo, somos enemigos -aseguré -si no disfrutas ¿por que no me sueltas y me deja irme? No va a pasar verdad, eres fiel a ese energúmeno y a su puta. Yo soy fiel a los míos, lo que nos convierte en enemigos. Yo lo tengo claro ¿y tu?-espeté girando el rostro después.
Nada mas tenia que hablar con aquella mujer, mas cuando cogió un paño para limpiar mis heridas gruñí furibundo ¿que no entendía?
Por mucho que las curara ese hombre iba a seguir intentando sacarme la información a golpes, yo hubiera hecho lo mismo, así que no es que lo culpara por ello lo mas mínimo.
Me eche a reír cuando me dijo que si lograba que me soltaran si iba a comportarme para razonar los 4 tranquilos.
-Yo no estaba buscando confrontación, he venido para evitar que os hagáis con la reliquia y la respuesta es no, nunca dejaré de luchar por aquello que creo -escupí cada una de esas palabras a su cara -tu has elegido bando sin escuchar los motivos que me llevan a creer que cometéis un error. Hay magia con la que es mejor no jugar, el poder de la reliquia traerá la destrucción a la tierra ¿de verdad crees que voy a permitir que caiga en manos de unos bárbaros como vosotros?
Podía ver sus ojos fijos en los míos,como si se debatiera entre lo que decía yo y lo que su familia parecían necesitar.
-Suéltame ahora que esos dos están ocupados, ven conmigo y juro por mi honor de caballero que te explicaré mis razones, aquí ni una palabra te voy a decir.
Tu eliges.
Miré inquieto hacia la puerta, si venían de nuevo esos dos mis esperanzas de fugarme quedarían en nada.
-Vamos Freya.
Wesh Montoya- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Mis esmeraldas siguieron fijas en su rostro, había más en todo esto que el encontrarnos interrogando a un enemigo, así lo revelaba la visión de Freya y los cambios en la expresión de mi vikingo. Mi inquietud creció a pasos agigantados, particularmente al notar la agitación que se reflejaba en sus tempestades.
Escuché su relato sobre la manera en que madre le había encontrado, por supuesto conocía esa historia, la había escuchado de niña, aunque admito que siendo pequeña muchas veces me la había sacado de la mente, en mi afán de creer que Hakon era nuestro y nada más nuestro y que no tenía nada que ver con ninguna otra familia. No quería pensar en ello porque él era parte intrínseca de nuestra familia y poseer la seguridad de que era un Cannif era todo lo que necesitaba para saber que siempre estaría con nosotros.
Posiblemente por eso tampoco volví a recordar la manta de la que hablaba, de niña me la había topado por casualidad en más de una ocasión cuando me colaba en el armario de nuestros padres para jugar con la ropa de ambos. Solía tomar algunas piezas de madre y otras de padre y terminaba echa toda una pinta frente al espejo. Al toparme con esa manta mi ceño infantil se fruncía y me encontraba taladrándola con la mirada antes de volver a realizar un movimiento para taparla de inmediato.
Ahora que me hablaba de ella, mi mente desempolvó ese recuerdo, algo recordaba de ese símbolo del que hablaba, aunque de manera difusa.
-¿Quieres ir al campamento gitano?- Lo observé sorprendida, con sentimientos encontrados al escuchar esa idea. -¿Por qué?- Estaba tan ofuscada que de momento no procesaba con coherencia.
Sus tibios labios me buscaron unos segundos para tranquilizarme, acerqué mi frente a la suya cerrando los ojos bajo el calor de su respiración. -¿Es muy importante para ti?- Los volví a abrir de golpe, buscando la respuesta en esos pardos que me decían que si lo era. -En ese caso iremos juntos, no hay manera de que no te acompañe.- Arqueé una ceja en forma de advertencia, por si se le ocurría decirme que no debía hacerlo. Si él iba, yo iba también.
Mi mirada deambuló de él hacia el par que se encontraba en el otro extremo del cuarto. -¿Y él?- Hice un gesto en dirección al desconocido. -Si vino tras nosotros ahora esa orden te persigue, si tienes realmente algo que ver con ella… te consideran su enemigo, así como al resto de los Cannif.- Eché un breve vistazo a Freya, que acercaba una toalla al rostro del desconocido mientras él hacia esfuerzos por apartarlo, todo era muy confuso pero de ninguna manera esa visión iba a hacerse realidad. De ninguna manera iba a perder a Hakon, nada le sucedería, no lo permitiríamos, así tuviésemos que enfrentarnos a los mismos dioses.
Devolví mi atención a él dejando que mis dedos acariciaran sus apuestas facciones mientras mis esmeraldas lo miraban intensamente. -Si es importante para ti averiguar al respecto quiero hacerlo contigo. Quiero que sepas que para mi siempre serás mi Hakon, sin importar qué, nada ni nadie cambiará eso.-
Escuché su relato sobre la manera en que madre le había encontrado, por supuesto conocía esa historia, la había escuchado de niña, aunque admito que siendo pequeña muchas veces me la había sacado de la mente, en mi afán de creer que Hakon era nuestro y nada más nuestro y que no tenía nada que ver con ninguna otra familia. No quería pensar en ello porque él era parte intrínseca de nuestra familia y poseer la seguridad de que era un Cannif era todo lo que necesitaba para saber que siempre estaría con nosotros.
Posiblemente por eso tampoco volví a recordar la manta de la que hablaba, de niña me la había topado por casualidad en más de una ocasión cuando me colaba en el armario de nuestros padres para jugar con la ropa de ambos. Solía tomar algunas piezas de madre y otras de padre y terminaba echa toda una pinta frente al espejo. Al toparme con esa manta mi ceño infantil se fruncía y me encontraba taladrándola con la mirada antes de volver a realizar un movimiento para taparla de inmediato.
Ahora que me hablaba de ella, mi mente desempolvó ese recuerdo, algo recordaba de ese símbolo del que hablaba, aunque de manera difusa.
-¿Quieres ir al campamento gitano?- Lo observé sorprendida, con sentimientos encontrados al escuchar esa idea. -¿Por qué?- Estaba tan ofuscada que de momento no procesaba con coherencia.
Sus tibios labios me buscaron unos segundos para tranquilizarme, acerqué mi frente a la suya cerrando los ojos bajo el calor de su respiración. -¿Es muy importante para ti?- Los volví a abrir de golpe, buscando la respuesta en esos pardos que me decían que si lo era. -En ese caso iremos juntos, no hay manera de que no te acompañe.- Arqueé una ceja en forma de advertencia, por si se le ocurría decirme que no debía hacerlo. Si él iba, yo iba también.
Mi mirada deambuló de él hacia el par que se encontraba en el otro extremo del cuarto. -¿Y él?- Hice un gesto en dirección al desconocido. -Si vino tras nosotros ahora esa orden te persigue, si tienes realmente algo que ver con ella… te consideran su enemigo, así como al resto de los Cannif.- Eché un breve vistazo a Freya, que acercaba una toalla al rostro del desconocido mientras él hacia esfuerzos por apartarlo, todo era muy confuso pero de ninguna manera esa visión iba a hacerse realidad. De ninguna manera iba a perder a Hakon, nada le sucedería, no lo permitiríamos, así tuviésemos que enfrentarnos a los mismos dioses.
Devolví mi atención a él dejando que mis dedos acariciaran sus apuestas facciones mientras mis esmeraldas lo miraban intensamente. -Si es importante para ti averiguar al respecto quiero hacerlo contigo. Quiero que sepas que para mi siempre serás mi Hakon, sin importar qué, nada ni nadie cambiará eso.-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Podía ver en sus esmeraldas cierta miedo ante mis palabras, pero no me quedaban muchas mas opciones si quería saber que me ataba a esa orden.
Me encogí de hombros ante su pregunta ¿si quería ir? La verdad no quería revivir lo que sucedió, yo prácticamente no tenia ningún recuerdo de esa noche, olvidé mi anterior vida, yo era el hijo de Erlend Cannif y de Adaline Cannif, nunca pensé en nada mas y ahora era como si el pasado volviera de alguna manera a mi vida.
-Tengo que ir, si puede ayudarnos a descubrir donde esta el orbe y por que Freya a tenido esa visión, tengo que enfrentar mi pasado. Soy un vikingo, no tengo miedo y soy un Cannif, nada cambiará ni eso, ni el amor que por ti mujer siento.
No dudé ni por un momento que me acompañaría o al menos que querría hacerlo.
Synnobe es muy importante no cambiar nada, ser solo espectadores ¿lo entiendes? Si intercedemos quizás yo nunca llegue a manos de madre y por consiguiente, a ti ¿lo entiendes?
Señalé hacia el chaval que había maniatado junto a Freya, no me gustaba como lo trataba la joven Tollak.
-No soy un necio, le gusta, veo el modo en el que le protege, el fuego de su mirada cada vez que se ha interpuesto entre algún golpe.
No permitamos que haga ninguna estupidez, necesitamos a ese muchacho para llegar a la orden.
Lo llevaremos con nosotros, iremos los cuatro. Freya tiene magia, quizás le venga alguna visión cuando pisemos el campamento gitano, algo que nos ayude con este complicado entramado.
Tiré de mi hermana interrumpiendo los cuchicheos de esos dos.
-Estas de suerte pazguato, nos vamos de excursión al campamento gitano, vayamos al inicio de todo esto.
El muchacho enarcó una ceja como si no esperara mis palabras.
-¿campamento gitano? No podéis ir hoy ahí -dijo algo perturbado, como si supiera mas de lo que decía.
-¿no? ¿por que? -pregunté fingiendo no saber lo que sucedería esa noche.
El muchacho parecía alterado, sus ojos buscaban los de Freya para dirigirse a ella ignorándome.
-Freya, hazme caso, si vais hoy al campamento no saldréis de allí con vida.
Tensé la mandíbula clavando mis tempestades en los ojos pardos del joven.
-Bien, pues en ese caso reza a tus dioses, la decisión esta tomada, veamos que nos escondes.
Me encogí de hombros ante su pregunta ¿si quería ir? La verdad no quería revivir lo que sucedió, yo prácticamente no tenia ningún recuerdo de esa noche, olvidé mi anterior vida, yo era el hijo de Erlend Cannif y de Adaline Cannif, nunca pensé en nada mas y ahora era como si el pasado volviera de alguna manera a mi vida.
-Tengo que ir, si puede ayudarnos a descubrir donde esta el orbe y por que Freya a tenido esa visión, tengo que enfrentar mi pasado. Soy un vikingo, no tengo miedo y soy un Cannif, nada cambiará ni eso, ni el amor que por ti mujer siento.
No dudé ni por un momento que me acompañaría o al menos que querría hacerlo.
Synnobe es muy importante no cambiar nada, ser solo espectadores ¿lo entiendes? Si intercedemos quizás yo nunca llegue a manos de madre y por consiguiente, a ti ¿lo entiendes?
Señalé hacia el chaval que había maniatado junto a Freya, no me gustaba como lo trataba la joven Tollak.
-No soy un necio, le gusta, veo el modo en el que le protege, el fuego de su mirada cada vez que se ha interpuesto entre algún golpe.
No permitamos que haga ninguna estupidez, necesitamos a ese muchacho para llegar a la orden.
Lo llevaremos con nosotros, iremos los cuatro. Freya tiene magia, quizás le venga alguna visión cuando pisemos el campamento gitano, algo que nos ayude con este complicado entramado.
Tiré de mi hermana interrumpiendo los cuchicheos de esos dos.
-Estas de suerte pazguato, nos vamos de excursión al campamento gitano, vayamos al inicio de todo esto.
El muchacho enarcó una ceja como si no esperara mis palabras.
-¿campamento gitano? No podéis ir hoy ahí -dijo algo perturbado, como si supiera mas de lo que decía.
-¿no? ¿por que? -pregunté fingiendo no saber lo que sucedería esa noche.
El muchacho parecía alterado, sus ojos buscaban los de Freya para dirigirse a ella ignorándome.
-Freya, hazme caso, si vais hoy al campamento no saldréis de allí con vida.
Tensé la mandíbula clavando mis tempestades en los ojos pardos del joven.
-Bien, pues en ese caso reza a tus dioses, la decisión esta tomada, veamos que nos escondes.
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Mi ceño se frunció momentáneamente cuando escuché los nombres que utilizaba para referirse a los vikingos. -Basta, no son lo que dices, sea cuales sean las circunstancias. Te agradecería que nos los llames así.- Desistí de limpiarle las heridas del rostro porque no me lo permitía, lo apartaba y me gruñía.
Me sentía entre la espada y la pared, los vikingos eran mi familia, los conocía desde niña. No solo nuestras familias eran muy unidas, también me unía a ellos el tiempo que pasé en Paris cuando padre me envió con Höor al ser muy chica. Puede que no llevara su sangre, pero eso no implicaba que el lazo con ellos no fuera fuerte. Por otro lado, veía a Wesh y… no me gustaba verlo en este estado.
Me sentía entre la espada y la pared, los vikingos eran mi familia, los conocía desde niña. No solo nuestras familias eran muy unidas, también me unía a ellos el tiempo que pasé en Paris cuando padre me envió con Höor al ser muy chica. Puede que no llevara su sangre, pero eso no implicaba que el lazo con ellos no fuera fuerte. Por otro lado, veía a Wesh y… no me gustaba verlo en este estado.
-¿La reliquia?- De repente me soltó la razón por la que nos seguía, sabía algo sobre ese artefacto, el que había mandado a Ubbe al pasado y por ende a sus hermanos. -Poco sé sobre la reliquia...- Aparte de que se suponía que conciliaba un descomunal poder para quien se apropiara de ella, eran demasiados los detalles faltantes acerca de lo que se suponía que haría.
Volví a mirarle, ponderando lo que me decía. -Tampoco conoces las razones por las cuales deseamos la reliquia. El norte se encuentra en guerra. A ti te importa el final del mundo, a mi el final de nuestra propia tierra…- Me mordí el labio, ser un oráculo no era cosa de juego, había visto demasiado la muerte demasiadas veces… demasiados detalles que hubiera querido no saber.
Callé al ver como se movía en la silla sugiriendo que le ayudase a escapar. -¿Q- qué…?- Lo miré boquiabierta, hace unos segundos me insultaba y ahora sugería que fuese con él. El corazón me latió con fuerza, ¿huir con él?
Callé al ver como se movía en la silla sugiriendo que le ayudase a escapar. -¿Q- qué…?- Lo miré boquiabierta, hace unos segundos me insultaba y ahora sugería que fuese con él. El corazón me latió con fuerza, ¿huir con él?
Comencé a sudar, mi mirada se desvió hacia los vikingos antes de regresar a él. -No puedo… irme nada más… algo va a suceder Wesh… - Negué con la cabeza. -No sé como explicarlo, pero presiento que debo estar con ellos…-
Saqué una daga disimuladamente de debajo de mi ropa. -Por otro lado, eres un tonto… lo eres si no ves nada con respecto a mi.- Comencé a cortar las cuerdas que ataban sus muñecas, deshacer los nudos que hacía Synnove era imposible, nadie podía con ellos, solo la propia vikinga.
Apenas había cortado las cuerdas a medias cuando me aparté de él con rapidez, volviendo a esconder la navaja en cuanto Hakon se aproximó a nosotros.
Pasaba de una sorpresa a la otra, el vikingo nos informaba que nos dirigíamos al campamento gitano, lo cual provocó que los ojos de Wesh adquirieran un brillo de alarma, tenía que ser real el temor que veía en su rostro.
Me aparté de él al ponerme en pie otra vez, intentando juntar las piezas de mi visión, pero todo era una mezcla de retazos que para mi no tenían aún mayor sentido.
-Ir al campamento... ¿estáis seguros? El pasado no debe tocarse bajo ninguna circunstancia. De hacerlo las consecuencias podrían ser catastróficas.- Estaba asustada al siquiera pensar en lo que podría suceder, nuestro mero viaje al pasado constituía un desafío a los dioses. -Basta con que cambiemos apenas un detalle mínimo y no conocemos la reacción en cadena que podríamos causar, todo nuestro presente podría desvanecerse en un abrir y cerrar de ojos.-
Freya Tollak- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 30/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Freya sajó las cuerdas con un cuchillo antes de que llegaran los otros dos con un plan maestro que me dejaba claro lo cabeza huecas que eran esos dos, pero a la vez me hizo penar a toda velocidad ¿por que querían acudir al campamento? ¿como cojones sabían que en esa fecha pasaría algo que tuviera que ver con la orden? ¿quizás una visión de esa mujer que tenia frente a mi?
Dejé escapar el aire aun con sendas manos atrás como si no me hubieran liberado.
Freya les aconsejaba no ir, yo quería ver quien mató a mi madre y a mi padre, la venganza hervía por mis venas y aunque tenia claro y mi tío me lo hubiera repetido hasta la saciedad, que la reliquia era lo único de lo que nos tengamos que ocupar, que el pasado no se debía tocar..quizás en el fondo no era tan mala idea.
En un principio me opuse, pero luego lo reconsideré, si daba con los asesinos de mis padres podría urgir esa venganza que me consumía desde que tuve consciencia de que alguien me dejó huérfano.
-Bien, vamos a ver que sucedió esa noche -dije hundiendo mis paredes en los del vikingo -parece que los dos tenemos cierto interés en descubrir que sucedió en ese campamento gitano, así que vamos y que Freya se ocupe de que no toquemos nada que pueda cambiar el futuro que tanto amamos y que vosotros parecéis empeñados en destruir.
Clave mis ojos en Freya.
Antes me has dicho que no te importa salvar el mundo si no tus tierras, pero no te das cuenta que el norte pertenece a ese mundo, quizás para quebrar a un tirano, acabéis despertando un mal peor que no podáis enfrentar con el acero.
Correremos le riesgo -apuntó Hakon levantándome de malos modos de la silla para obligarme a caminar dándome un par de empujones.
Me giré gruñendo contra su rostro, enfrentando al energúmeno que me trataba como una mierda. Era desquiciante, pero si creía que me intimidaba, se equivocaba.
Freya de nuevo puso paz, tiró de mi brazo separándome de aquel choque de bestias, casi pude escuchar un imperceptible “por favor” que me hizo rugir dejándome llevar por ella.
-No lo entiendes Freya, os estáis equivocando – le dije buscando sus mirada -tienes que escucharme, conseguir la reliquia no os traerá nada bueno, hay objetos que no deben ser jamas utilizados.
Así sobre sendas monturas partimos rumbo a nuestro destino, el campamento donde lo perdí todo, a mis padres y a mi hermano mayor.
Dejé escapar el aire aun con sendas manos atrás como si no me hubieran liberado.
Freya les aconsejaba no ir, yo quería ver quien mató a mi madre y a mi padre, la venganza hervía por mis venas y aunque tenia claro y mi tío me lo hubiera repetido hasta la saciedad, que la reliquia era lo único de lo que nos tengamos que ocupar, que el pasado no se debía tocar..quizás en el fondo no era tan mala idea.
En un principio me opuse, pero luego lo reconsideré, si daba con los asesinos de mis padres podría urgir esa venganza que me consumía desde que tuve consciencia de que alguien me dejó huérfano.
-Bien, vamos a ver que sucedió esa noche -dije hundiendo mis paredes en los del vikingo -parece que los dos tenemos cierto interés en descubrir que sucedió en ese campamento gitano, así que vamos y que Freya se ocupe de que no toquemos nada que pueda cambiar el futuro que tanto amamos y que vosotros parecéis empeñados en destruir.
Clave mis ojos en Freya.
Antes me has dicho que no te importa salvar el mundo si no tus tierras, pero no te das cuenta que el norte pertenece a ese mundo, quizás para quebrar a un tirano, acabéis despertando un mal peor que no podáis enfrentar con el acero.
Correremos le riesgo -apuntó Hakon levantándome de malos modos de la silla para obligarme a caminar dándome un par de empujones.
Me giré gruñendo contra su rostro, enfrentando al energúmeno que me trataba como una mierda. Era desquiciante, pero si creía que me intimidaba, se equivocaba.
Freya de nuevo puso paz, tiró de mi brazo separándome de aquel choque de bestias, casi pude escuchar un imperceptible “por favor” que me hizo rugir dejándome llevar por ella.
-No lo entiendes Freya, os estáis equivocando – le dije buscando sus mirada -tienes que escucharme, conseguir la reliquia no os traerá nada bueno, hay objetos que no deben ser jamas utilizados.
Así sobre sendas monturas partimos rumbo a nuestro destino, el campamento donde lo perdí todo, a mis padres y a mi hermano mayor.
Wesh Montoya- Humano Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 26/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Después de aquel encuentro con la manada que habíamos tenido me había encargado de curar la herida que Caleb había recibido por mi culpa cuando aquellos lobos me capturaron y me llevaron en contra de mi voluntad, me aseguré de que estaba bien curada y que no estaba infectada y solo cuando realmente estuvo un poco curada gracias a esa sanación acelerada tan propia de los licántropos decidimos volver a París. Pedimos que nos abrieran un portal de vuelta porque nosotros allí ya no pintábamos nada y, en realidad, Wesh y la situación que vivía me tenía preocupada. Sabía lo que sufrió cuando perdió a su padre y a su hermano, lo sabía porque él mismo me lo había contado varias veces... pero no debía de caer en el desespero y pensar que ahora que podía vivir esa misma situación creer que podía evitarlo, eso cambiaría la vida tal y como la habíamos pasado, podría cambiar muchas cosas e incluso prácticamente todo. Con él siempre me había llevado bien, los dos éramos a los que más duro y más difíciles nos habían puesto las cosas en la Orden, sabía que tarde o temprano tendría que decirle todo lo que había pasado desde que se fue. Caleb estaba convencido de que Wesh sin duda alguna iría a ese campamento donde todo pasó aquella noche, así que nos habíamos propuesto dirigirnos hacia allí para encontrarnos con él y que no hiciera nada, el tiempo que habíamos estado en París no habíamos logrado dar con su paradero así que allí seguro que lo encontrábamos. Miré al hombre que tenía a mi lado y pensé en cómo podrían cambiar las cosas si aquella noche pasaba de forma diferente, quizás si su hermano no muriera él se hubiera casado con mi madre y yo quizás no hubiera nacido, no podríamos estar juntos como lo estábamos ahora... todo era bastante confuso. Aún no habíamos hablado sobre de dejar ya la orden o no, quizás quería dejarlo para cuando todo pasara pero sabía que tarde o temprano me diría que lo dejara porque se lo había prometido, pero hasta que no volviéramos no pensaba dejarlo por completo, no mientras me necesitara fuera de nuestros muros.
Habíamos decido que lo mejor sería ir directamente hacia el lugar donde se produjo aquella fatídica noche, sabía que para el hombre que tenía a mi lado no iba a ser lo más fácil de todo y que sería duro para él, pero al menos esa vez podríamos averiguar qué fue lo que pasó exactamente y además pararíamos a Wesh de que cometiera alguna imprudencia. Sabía que iba a ser duro volver a revivir la experiencia del momento en que perdió no solo a su hermano, sino también a uno de sus sobrinos, pero al menos me tenía allí con él para ayudarlo y para apoyarlo en todo momento. Dejamos atrás la zona céntrica de París y condujimos a los caballos hacia las afueras de la ciudad donde se encontraba la zona de los gitanos, donde tenían sus carpas y además se encontraba también ese circo que tenían en la ciudad. Eran gente bastante amigable y solían ser felices, reían, cantaban y bailaban al fuego despreocupados por la vida, cuando llegamos dejamos los caballos apartados a un lado y nos metimos escondiéndonos de la vista de todos para que no nos vieran, en teoría nosotros no deberíamos de estar allí así que lo mejor era pasar desapercibido. Nos escondimos tras unos arbustos para tener una buena visión del lugar mirando y asegurándonos de que su sobrino y mi amigo no se metiera por medio para cambiar lo que realmente ocurrió, pues eso lo cambiaría todo. Mis ojos subieron hacia el rostro del hombre que tenía a mi lado y que me preocupaba, no por la herida, sino por lo que debería de estar sintiendo en esos momentos en los que iba a presenciar todo de primera mano y sabiendo que no iba a poder interferir en absoluto.
-¿Estás bien? –Pregunté enredando mis dedos con los suyos, ahora no teníamos por qué escondernos y podía sentir la calidez de su piel en la mía, sus dedos acariciar mi mano sin temor a pensar que no era lo correcto o lo debido y que estaba prohibido... menos ahora que llevaba a su hijo en mi vientre- tranquilo, estoy segura de que lo encontraremos antes de que llegue al campamento, entiendo que quiera salvar a su padre pero si lo hace cambiaría el transcurso de la historia y eso afectaría a nuestras vidas. Sé que muchas veces no es que sea el más razonable de las personas y que se obceca muchas veces pero seguro que lo entenderá, es comprensible que quisiera cambiarlo, si yo pudiera volver a la noche en la que mataron a mi padre... –me callé y me mordí el labio, si pudiera volver era más que claro que no dejaría que muriera pero si algo se cambiaba todo tenía su consecuencia, “acción-reacción” lo llamaban. Contemplé con mis azules aquellos ámbar que me devolvían la mirada y me acerqué un poco a él dejando mi mano en su pecho- ¿cómo te sientes? –Pregunté porque él, como Wesh, también había perdido a un ser querido, había perdido a su hermano y a su mujer en aquella noche y no sabía cómo se sentía en esos momentos- pase lo que pase recuerda que estoy aquí contigo –apreté su mano con la mía, porque debía de ser duro saber que ibas a revivir, en cierto sentido, una noche tan fatídica como había sido aquella.
Habíamos decido que lo mejor sería ir directamente hacia el lugar donde se produjo aquella fatídica noche, sabía que para el hombre que tenía a mi lado no iba a ser lo más fácil de todo y que sería duro para él, pero al menos esa vez podríamos averiguar qué fue lo que pasó exactamente y además pararíamos a Wesh de que cometiera alguna imprudencia. Sabía que iba a ser duro volver a revivir la experiencia del momento en que perdió no solo a su hermano, sino también a uno de sus sobrinos, pero al menos me tenía allí con él para ayudarlo y para apoyarlo en todo momento. Dejamos atrás la zona céntrica de París y condujimos a los caballos hacia las afueras de la ciudad donde se encontraba la zona de los gitanos, donde tenían sus carpas y además se encontraba también ese circo que tenían en la ciudad. Eran gente bastante amigable y solían ser felices, reían, cantaban y bailaban al fuego despreocupados por la vida, cuando llegamos dejamos los caballos apartados a un lado y nos metimos escondiéndonos de la vista de todos para que no nos vieran, en teoría nosotros no deberíamos de estar allí así que lo mejor era pasar desapercibido. Nos escondimos tras unos arbustos para tener una buena visión del lugar mirando y asegurándonos de que su sobrino y mi amigo no se metiera por medio para cambiar lo que realmente ocurrió, pues eso lo cambiaría todo. Mis ojos subieron hacia el rostro del hombre que tenía a mi lado y que me preocupaba, no por la herida, sino por lo que debería de estar sintiendo en esos momentos en los que iba a presenciar todo de primera mano y sabiendo que no iba a poder interferir en absoluto.
-¿Estás bien? –Pregunté enredando mis dedos con los suyos, ahora no teníamos por qué escondernos y podía sentir la calidez de su piel en la mía, sus dedos acariciar mi mano sin temor a pensar que no era lo correcto o lo debido y que estaba prohibido... menos ahora que llevaba a su hijo en mi vientre- tranquilo, estoy segura de que lo encontraremos antes de que llegue al campamento, entiendo que quiera salvar a su padre pero si lo hace cambiaría el transcurso de la historia y eso afectaría a nuestras vidas. Sé que muchas veces no es que sea el más razonable de las personas y que se obceca muchas veces pero seguro que lo entenderá, es comprensible que quisiera cambiarlo, si yo pudiera volver a la noche en la que mataron a mi padre... –me callé y me mordí el labio, si pudiera volver era más que claro que no dejaría que muriera pero si algo se cambiaba todo tenía su consecuencia, “acción-reacción” lo llamaban. Contemplé con mis azules aquellos ámbar que me devolvían la mirada y me acerqué un poco a él dejando mi mano en su pecho- ¿cómo te sientes? –Pregunté porque él, como Wesh, también había perdido a un ser querido, había perdido a su hermano y a su mujer en aquella noche y no sabía cómo se sentía en esos momentos- pase lo que pase recuerda que estoy aquí contigo –apreté su mano con la mía, porque debía de ser duro saber que ibas a revivir, en cierto sentido, una noche tan fatídica como había sido aquella.
Última edición por Eileen el Lun Ene 22, 2018 1:54 pm, editado 1 vez
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Era nuestra oportunidad de dar con Wesh, desde que habíamos llegado a París no teníamos ni una sola pista de su paradero y algo me decía que la fatídica noche en la que perdió a su padre y a su hermano seria el punto clave para dar con él y de paso, no permitir que su impulsivo carácter trajera repercusiones en el futuro del que veníamos ambos.
Si mi hermano no hubiera muerto, mi destino hubiera sido muy distinto, también el de Wesh, el de mi sobrino mayor que a día de hoy estaría entre nosotros, pero aunque era tentado intervenir, sabia sobradamente que no debía tocar nada si no quería que las consecuencias fueran desastrosas.
A lomos de sendos caballos castaños emprendimos camino hacia las afueras.
Habíamos dejado la zona centro, cuyo empedrado estaba bien cuidado, los balcones engalanados de rosas y las calles iluminadas y con perfume a jazmín.
Ahora el camino era de tierra, las luces y sombras las dibujaba la luna sobre nuestros rostros y el olor, a orín de la zona pobre se entremezclaba con el de la podredumbre y prostitución del lugar.
No tardamos en tomar un desvió, un pequeño sendero hecho por el paso de los carros y los cascos de caballos que nos llevaría a la zona de descampado donde al parecer residían las carpas de los gitanos.
Tras un buen rato a caballo alcanzamos el descampado donde las carpas de colores y los carromatos puestos en circulo con una fogata en el centro iluminaban la tez oliva de los gitanos.
El olor a maderos, a fuego, a alcohol y humo era embriagador, el chisporroteo de la leña quebrándose frente al bullicio.
Estos danzaban alegres, ajenos a la desgracia que pronto se cerniría sobre ellos.
Ocultos tras unos arbustos analizábamos todo aquello que podía pasar alrededor de aquel asentamiento, solo debíamos observar, mantenernos al margen de todo.
Eileen estaba nerviosa, podía ver sus ojos azules el miedo mientras los fijaba en los míos, se que Wesh le preocupaba, pero creo que también le asustaba que yo rememorara el día en el que perdí a mi hermano y a mi sobrino.
-Estoy bien -susurré contra sus labios.
La atraje del cuello para que nuestros labios se juntaran serenos.
Para mi este día era una pesadilla, una que pronto podría ver con todo detalle.
Si mi hermano no hubiera muerto, mi destino hubiera sido muy distinto, también el de Wesh, el de mi sobrino mayor que a día de hoy estaría entre nosotros, pero aunque era tentado intervenir, sabia sobradamente que no debía tocar nada si no quería que las consecuencias fueran desastrosas.
A lomos de sendos caballos castaños emprendimos camino hacia las afueras.
Habíamos dejado la zona centro, cuyo empedrado estaba bien cuidado, los balcones engalanados de rosas y las calles iluminadas y con perfume a jazmín.
Ahora el camino era de tierra, las luces y sombras las dibujaba la luna sobre nuestros rostros y el olor, a orín de la zona pobre se entremezclaba con el de la podredumbre y prostitución del lugar.
No tardamos en tomar un desvió, un pequeño sendero hecho por el paso de los carros y los cascos de caballos que nos llevaría a la zona de descampado donde al parecer residían las carpas de los gitanos.
Tras un buen rato a caballo alcanzamos el descampado donde las carpas de colores y los carromatos puestos en circulo con una fogata en el centro iluminaban la tez oliva de los gitanos.
El olor a maderos, a fuego, a alcohol y humo era embriagador, el chisporroteo de la leña quebrándose frente al bullicio.
Estos danzaban alegres, ajenos a la desgracia que pronto se cerniría sobre ellos.
Ocultos tras unos arbustos analizábamos todo aquello que podía pasar alrededor de aquel asentamiento, solo debíamos observar, mantenernos al margen de todo.
Eileen estaba nerviosa, podía ver sus ojos azules el miedo mientras los fijaba en los míos, se que Wesh le preocupaba, pero creo que también le asustaba que yo rememorara el día en el que perdí a mi hermano y a mi sobrino.
-Estoy bien -susurré contra sus labios.
La atraje del cuello para que nuestros labios se juntaran serenos.
Para mi este día era una pesadilla, una que pronto podría ver con todo detalle.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: Quintus in manibus (privado)
Mi mirada seguía hundida en el par frente a mi, el campamento gitano… no estaba demasiado convencida de la validez de la idea, por no mencionar que seguía perturbada por mi visión. Además comprendí de inmediato que noche era esta. Mis amigos me lo habían contado en más de una ocasión, adonde habían encontrado a Hakon de niño, como su madre se había presentado en aquel campamento prendido en fuego y se había arriesgado a abrirse camino entre las flamas que hacían arder a los carromatos para seguir el sonido de aquel llanto infantil y encontrar a quien se convertiría de allí en adelante en su hijo mayor.
Mi mirada se desvió hacia Wesh con bastante perplejidad, de un momento a otro había cambiado de actitud y ahora expresaba que nos acompañaría al lugar. Lo observé con el ceño fruncido. ¿Y ahora a qué se debía ese cambio repentino de opinión?
-Hay objetos que no deben de ser jamás utilizados como hay reglas que jamás deben romperse.- Murmuré entre dientes mientras caminábamos hacia las monturas. -Y sin embargo aquí estamos.- No me refería precisamente al hecho de que todos habíamos viajado al pasado, si no a otra regla muy diferente, una que había roto en contra de todo en lo que había creído en los últimos meses.
Preparaba una de las monturas cuando Synnove se aproximó a mi para decirme que ella podía encargarse de lidiar con el prisionero. Negué sin siquiera pensarlo. -No te preocupes, sé que debo mantenerlo a raya si se le vienen ideas a la cabeza.- Me tomó del brazo un momento para detenerme al estar a punto de poner mi pie en el estribo y nos miramos a los ojos. Había algo en esas esmeraldas, inquietud como en los míos pero… sentía que había algo más. -Sabes que solo me interesa que salgamos bien parados de esta. Ustedes han sido el motivo por el que he viajado hasta aquí, sigo siendo la misma.- Sonreí levemente y aún hablamos algo más antes de que Hakon se acercara empujando a Wesh y partiésemos hacia el campamento.
Los caballos se desplazaron con rapidez sobre el adoquinado llevándonos hacia la zona norte de la capital francesa. Poco a poco comencé a reconocer los caminos, los habíamos atravesado innumerables veces. -Todo es tan igual y tan distinto a la vez.- murmuré para mi misma. Si nos hubiésemos desviado podríamos haber tomado el camino hacia el centro de la ciudad y haber llegado a la zona residencial adonde Höor me recibió por primera vez... Incluso revivía aquella maraña de emociones que me embargaron cuando de niña tuve que realizar mi primer viaje sola… o quizás más bien tenían que ver con la inminencia de nuestro presente destino.
-Wesh sé que no escuchas nada de lo que digo pero cuando lleguemos al campamento será mejor que te mantengas a un lado nuestro sin hacer nada precipitado.- Pocas eran las probabilidades de que me prestara atención, con todo lo que había pasado y teniendo en cuenta lo que había visto sobre él hasta ahora, la manera en que saltaba para provocar a Hakon todo el tiempo... pero me veía compelida a intentar que entrara en razón.
-Por otro lado si sabes algo con respecto al campamento sería un buen momento para compartirlo.- Lo miré brevemente por encima del hombro, quería decirle más pero volví a mirar al frente y me mordí la lengua. No me iba a creer nada de lo que le dijera, aunque una pequeña voz en mi interior me decía que al menos podía intentarlo si tan solo abría mi boca y me animaba a que salieran las palabras. Si tan solo le decía... el silencio lograba que me doliera algo, aunque no de forma física.
Repentinamente noté como el panorama había ido cambiando, habíamos dejado la vista de los techados de hileras de casas para reemplazarla por una más agreste. La suerte estaba echada, habíamos llegado y frente a nosotros se extendía el campamento romaní. Podíamos escuchar los instrumentos que barrían con el silencio nocturno llenándolo de animación.
La música parecía hecha para animarnos a seguir, pero fue entonces cuando un terror frío se desplazó por mi espina dorsal, helándome por completo. Los árboles… cuatro castaños, dos a cada lado del camino… Sus ramas inclinándose sobre este como si quisieran tocarse entre ellas, doblándose para formar un arco hacia arriba… Era imposible no reconocerlos, eran parte de mi visión. -¡Hicimos mal en venir! ¡Tenemos que irnos de inmediato!-
La música parecía hecha para animarnos a seguir, pero fue entonces cuando un terror frío se desplazó por mi espina dorsal, helándome por completo. Los árboles… cuatro castaños, dos a cada lado del camino… Sus ramas inclinándose sobre este como si quisieran tocarse entre ellas, doblándose para formar un arco hacia arriba… Era imposible no reconocerlos, eran parte de mi visión. -¡Hicimos mal en venir! ¡Tenemos que irnos de inmediato!-
Freya Tollak- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/05/2017
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