AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
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Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
El barco se movía como una hoja mecida por el viento impulsada por la corriente del rio Cheyene.
Si hace unos meses alguien me hubiera dicho que me cortaría la trenza y emprendería un viaje hacia ninguna parte dejando atrás a los miso y sin vistas a poder volver algún día, lo hubiera tachado de loco, sin embargo la vida da tantas vueltas que ni siquiera eres consciente de a donde los espíritus te envían.
Para que mi historia se entienda tendría que empezar desde el principio.
Nací en las tierras fértiles de las llanuras de Norteamérica, de padre blanco y madre india, crecí como un niño mas en la tribu Cheyene, allí me convertí en un hombre y como tal, pasé la prueba que los míos imponen descubriendo así a mi guia espiritual y la complacencia de mis dioses.
Siempre viví en común unión con la naturaleza, madre tierra daba aquello que necesitas y no has de tomar mas de eso para que el espíritu del bosque te bendiga.
De allí donde provengo, el rio Cheyene siempre fue una frontera, la que afianzaba el tratado que mis antepasados sellaron con los licantropos.
Este rio separaba nuestras razas para evitar muertes innecesarias. Todo licantropo que cruzara sus lindes pisando nuestras tierras corría el riesgo de ser cazado y muerto por los guerreros a los que pertenecía, del mismo modo pobre del humano que osara cruzar el rio y pisar territorio enemigo.
La noche en la que todo pasó, las estrellas brillaban en le firmamento eclipsadas por madre luna que redonda coronaba la noche. Los aullidos de nuestros compañeros de viaje retumbaban feroces al otro lado del rio y las guardias se intensificaron por is le pacto no era respetado.
Aquella no che no fueron lobos lo que cruzó el rio si no dos bestias sangrientas en busca de su destino y ese camino forjo mi sino pues en la lucha contra una de ella fui herido.
Nada pudieron hacer por mi los chamanes, y tras la reunión del sabio consejo la única posibilidad para salvar mi alma era partir en busca de respuestas.
No eran licantropos, con lo cual no podía suponer que mi sino seria trasformarme en uno en luna llena.
La herida negruzca se extendía por mi brazo hambrienta y ahora mi vida estaba en manos de quien supiera lago sobre esos entes.
Seguí al que quedó con vida, su rastro se perdía por el día, mas lo reencontraba y así día a día hasta que como un polizón me colé en el barco en el que hoy voy rumbo a París, la única ruta que ese monstruo pudo seguir desde donde su ultimo rastro me condujo.
Nada sabia del idioma, ni de la cultura, no llevaba esas monedas que al hombre blanco tanto le servían.
Tras algo mas de una semana de viaje en la que apenas comí aquello que los pasajeros desechaban en las basuras, el navío alcanzó puerto.
En un descuidó me apeé del barco ,cruzar las aduanas no fue ni fácil, ni sencillo, de echo gran parte de la guardia de la ciudad se cruzó en mi camino.
Si algo podía decir de aquella gente, es que no dialogaban nunca, que la fuerza era su modo de vida y que la naturaleza había pasado a un plano insignificante frente a las grandes edificaciones.
El bosque se convirtió en mi único aliado, un bosque muy distinto al que yo estaba acostumbrado.
Una gruta mi hogar y un caballo pinto que atrapé con ligera facilidad en mi único amigo.
Tenia que dar con alguien que pudiera revelarme este misterio y desde luego no seria en el bosque donde hallaría el remedio.
Me obligué a adentrarme en una ruidosa ciudad, como un vagabundo deambulé por las calles bajo la mirada de muchos de esos rostro pálidos que me miraban de arriba a bajo con desprecio.
Magia, tenia que encontrar magia ¿mas como?
Dejé escapar el aire, solo se me ocurría un modo, dejar que mi totem me guiara.
En un callejón tomé la petaca pequeña de mi cinto y di un trago de ese té de Peyote. Me dejé caer contra la pared, los retortijones pronto llegaron, después la angustia, me retorcí en el suelo hasta que la imagen del gran lobo negro se presento ante mi. Me alce dando tumbos tras el, la droga era fuerte, pero me hacia contactar con los espíritus..seguí aquella sombra difusa hasta no se bien donde iba muy colocado en ese momento y bastante perdido para que mentir, peor impacte de bruces contra una mujer. Gruñí cuando el lobo desapareció frente a mis ojos y ambos quedáramos de frente mirándonos fijamente.
Si hace unos meses alguien me hubiera dicho que me cortaría la trenza y emprendería un viaje hacia ninguna parte dejando atrás a los miso y sin vistas a poder volver algún día, lo hubiera tachado de loco, sin embargo la vida da tantas vueltas que ni siquiera eres consciente de a donde los espíritus te envían.
Para que mi historia se entienda tendría que empezar desde el principio.
Nací en las tierras fértiles de las llanuras de Norteamérica, de padre blanco y madre india, crecí como un niño mas en la tribu Cheyene, allí me convertí en un hombre y como tal, pasé la prueba que los míos imponen descubriendo así a mi guia espiritual y la complacencia de mis dioses.
Siempre viví en común unión con la naturaleza, madre tierra daba aquello que necesitas y no has de tomar mas de eso para que el espíritu del bosque te bendiga.
De allí donde provengo, el rio Cheyene siempre fue una frontera, la que afianzaba el tratado que mis antepasados sellaron con los licantropos.
Este rio separaba nuestras razas para evitar muertes innecesarias. Todo licantropo que cruzara sus lindes pisando nuestras tierras corría el riesgo de ser cazado y muerto por los guerreros a los que pertenecía, del mismo modo pobre del humano que osara cruzar el rio y pisar territorio enemigo.
La noche en la que todo pasó, las estrellas brillaban en le firmamento eclipsadas por madre luna que redonda coronaba la noche. Los aullidos de nuestros compañeros de viaje retumbaban feroces al otro lado del rio y las guardias se intensificaron por is le pacto no era respetado.
Aquella no che no fueron lobos lo que cruzó el rio si no dos bestias sangrientas en busca de su destino y ese camino forjo mi sino pues en la lucha contra una de ella fui herido.
Nada pudieron hacer por mi los chamanes, y tras la reunión del sabio consejo la única posibilidad para salvar mi alma era partir en busca de respuestas.
No eran licantropos, con lo cual no podía suponer que mi sino seria trasformarme en uno en luna llena.
La herida negruzca se extendía por mi brazo hambrienta y ahora mi vida estaba en manos de quien supiera lago sobre esos entes.
Seguí al que quedó con vida, su rastro se perdía por el día, mas lo reencontraba y así día a día hasta que como un polizón me colé en el barco en el que hoy voy rumbo a París, la única ruta que ese monstruo pudo seguir desde donde su ultimo rastro me condujo.
Nada sabia del idioma, ni de la cultura, no llevaba esas monedas que al hombre blanco tanto le servían.
Tras algo mas de una semana de viaje en la que apenas comí aquello que los pasajeros desechaban en las basuras, el navío alcanzó puerto.
En un descuidó me apeé del barco ,cruzar las aduanas no fue ni fácil, ni sencillo, de echo gran parte de la guardia de la ciudad se cruzó en mi camino.
Si algo podía decir de aquella gente, es que no dialogaban nunca, que la fuerza era su modo de vida y que la naturaleza había pasado a un plano insignificante frente a las grandes edificaciones.
El bosque se convirtió en mi único aliado, un bosque muy distinto al que yo estaba acostumbrado.
Una gruta mi hogar y un caballo pinto que atrapé con ligera facilidad en mi único amigo.
Tenia que dar con alguien que pudiera revelarme este misterio y desde luego no seria en el bosque donde hallaría el remedio.
Me obligué a adentrarme en una ruidosa ciudad, como un vagabundo deambulé por las calles bajo la mirada de muchos de esos rostro pálidos que me miraban de arriba a bajo con desprecio.
Magia, tenia que encontrar magia ¿mas como?
Dejé escapar el aire, solo se me ocurría un modo, dejar que mi totem me guiara.
En un callejón tomé la petaca pequeña de mi cinto y di un trago de ese té de Peyote. Me dejé caer contra la pared, los retortijones pronto llegaron, después la angustia, me retorcí en el suelo hasta que la imagen del gran lobo negro se presento ante mi. Me alce dando tumbos tras el, la droga era fuerte, pero me hacia contactar con los espíritus..seguí aquella sombra difusa hasta no se bien donde iba muy colocado en ese momento y bastante perdido para que mentir, peor impacte de bruces contra una mujer. Gruñí cuando el lobo desapareció frente a mis ojos y ambos quedáramos de frente mirándonos fijamente.
Última edición por Nayati Manitú el Miér Jul 05, 2017 9:58 am, editado 1 vez
Nayati Manitú- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
El humo era movido por la leve brisa de la noche que hacía en aquella calurosa noche parisina, la hoguera pequeña que había frente a mi hacía resplandecer el lugar con sus llamas y sus destellos en tonos anaranjados, mientras el humo se iba alzando tomando diferentes formas, como si fueran presagios, espíritus que tomaban forma para darse a conocer. Unas hierbas que había en un bote fueron las que provocaron que saliera más humo al tirarlas a la hoguera, mientras unas palabras eran murmuradas de mis labios intensificando la llama, parecía que las sombras que hacían titilaban y temblaban como si presintieran lo que estaba a punto de pasar, el cántico se hacía cada vez más fuerte y más marcado, una pequeña daga que llevaba en la mano derecha hizo un corte en mi palma izquierda, puse la mano sobre el humo de la hoguera dejando que las gotas de aquel líquido carmesí cayeran sobre el fuego.
Un gruñido, un rugido en la noche se pudo escuchar en el lugar, algo que no era procedente de aquel mundo rondaba el lugar y lo sabía, lo podía notar, notaba su gélida estela cuando pasaba como si fuera un aire frío de la noche que te erizaba la piel. Pronto las llamas crecieron alcanzando una altura considerable que iluminó todo el lugar, el fuego pasó a ser de color azul variando sus tonos de más fuertes a más claros, y mis ojos se tornaron blancos en un momento determinado, como si estuviera poseída. Mi cuerpo empezó a convulsionarse como si fuera una danza extraña, como si aquel ser que rondaba se hubiera apoderado de mí cuerpo.
Murmura palaba ininteligibles en una lengua extraña mientas veía sucesos que habían pasado, que estaban pasando… y que estaban por pasar. La magia negra era una muy poderosa con la que tenías que llevar mucho cuidado, la magia de sangre era la más potente de todas y la que más ligaba a los seres del otro mundo. Llevaba años practicando aquel arte negro, la nigromancia como muchos la llamaban… poder convocar espíritus, demonios, conocer el futuro mediante la consulta de estos, hacer tratos, maldecir… todo aquello que una vez fue heredado de mi abuela, un poder gigantesco que se desató en mí interior como si hubiera estado retenido durante años… ahora se obraba por mediante mis manos.
Mi espalda se arqueó, abrí mis brazos expandiéndolos y mi cabeza quedó hacia atrás con la boca abierta, respiración cortada durante unos segundos en las que las imágenes pasaban por mi mente y podía ver con claridad el rostro de un joven, uno que perseguía a aquello que había creado hacía tiempo, una obra que mi abuela no había podido terminar y que yo era la encargada de darle un fin, una conclusión, cerrar aquel capítulo. Por eso me había visitado en sueños, por eso en ellos me instaba a coger aquella botella donde aquel humo grisáceo estaba en su interior: la esencia, los poderes de mi abuela. Antaño proveniente de una familia de chamanes, mi abuela se desvinculó de la magia blanca para utilizar la magia negra en su favor, y en su beneficio. Ahora yo era la encargada de seguir con su legado.
Respiré finalmente volviendo a abrir los ojos cuando todo había pasado, las llamas volvían de nuevo a su estado normal, con su color y tamaño, y aquello que me había “poseído” en esos momentos desapareció para volver al mundo del que procedía dejándome allí sola. El campamento donde solía vivir junto a mi familia, pero cuando hacía aquel tipo de cosas siempre me iba a lo profundo del bosque donde nadie podía verme, donde nadie podía escucharme. Sabía que aquel joven vendría en mí búsqueda, maldito con lo que aquel engendro le había herido buscaría respuestas, una posible solución a su estado pero… ¿por qué iba a entregársela? Lo que él no sabía, quizás, es que su cuenta atrás había empezado en el momento en que le habían herido una de aquellas… bestias, por decirlo de alguna manera, cuya procedencia era del mismo averno y que solo tenían un cometido: matar a una persona.
La herida que habían provocado en aquel joven lo mataría lentamente, como un reloj de arena su cuenta atrás ya había empezado y él quizás desconociera ese dato. Sabía que en algún momento vendría en mí búsqueda, que seguiría a esa misma bestia de vuelta y que me encontraría… y yo estaría preparada. Apagué la hoguera borrando todo rastro que pudiera quedar y volví al campamento con los míos como si no hubiera pasado. Fue un par de días más tarde cuando por la noche tuve que ir a la ciudad en busca de provisiones, a veces utilizaba las plantas que había en el bosque, pero otras sustancias necesitaba comprarlas. Ganaba dinero con las maldiciones que ponía, normalmente no utilizaba mis poderes para el bien salvo cuando acudían a mis padres y estos me pedían ayuda, a cambio de dinero.
Fue en esa noche cuando vagaba por una de los callejones de parís para evitar todo el gentío que ahora, con el buen tiempo, la gente abarrotaba las calles. Llevaba una pequeña bolsa escondida con monedas para comprar lo que necesitaba y que el bosque no me podría proporcionar nunca, además de llevar una pequeña daga por si me encontraba con algún vampiro. Su sangre podría serme útil para alguna maldición o para convocar a algún espíritu, a veces a estos les gustaba que se les ofreciera sangre de vampiro en algunos rituales. Fue entonces cuando, sin siquiera verlo venir, un joven se estrelló contra mí haciendo que tuviera que apoyar la mano contra la pared para no caerme, mientras miraba hacia delante y observaba a quién tenía delante. Fruncí el ceño al ver al joven quien ahora levantaba la mirada hacía mí.
-Tú… -dije observándolo mientras nuestras miradas se centraban la una en la otra, unos ojos que ya había visto con anterioridad, y supe, que ahí frente a mí estaba quien había venido a buscarme. La cuestión era, ¿sabría él quien era yo?
Un gruñido, un rugido en la noche se pudo escuchar en el lugar, algo que no era procedente de aquel mundo rondaba el lugar y lo sabía, lo podía notar, notaba su gélida estela cuando pasaba como si fuera un aire frío de la noche que te erizaba la piel. Pronto las llamas crecieron alcanzando una altura considerable que iluminó todo el lugar, el fuego pasó a ser de color azul variando sus tonos de más fuertes a más claros, y mis ojos se tornaron blancos en un momento determinado, como si estuviera poseída. Mi cuerpo empezó a convulsionarse como si fuera una danza extraña, como si aquel ser que rondaba se hubiera apoderado de mí cuerpo.
Murmura palaba ininteligibles en una lengua extraña mientas veía sucesos que habían pasado, que estaban pasando… y que estaban por pasar. La magia negra era una muy poderosa con la que tenías que llevar mucho cuidado, la magia de sangre era la más potente de todas y la que más ligaba a los seres del otro mundo. Llevaba años practicando aquel arte negro, la nigromancia como muchos la llamaban… poder convocar espíritus, demonios, conocer el futuro mediante la consulta de estos, hacer tratos, maldecir… todo aquello que una vez fue heredado de mi abuela, un poder gigantesco que se desató en mí interior como si hubiera estado retenido durante años… ahora se obraba por mediante mis manos.
Mi espalda se arqueó, abrí mis brazos expandiéndolos y mi cabeza quedó hacia atrás con la boca abierta, respiración cortada durante unos segundos en las que las imágenes pasaban por mi mente y podía ver con claridad el rostro de un joven, uno que perseguía a aquello que había creado hacía tiempo, una obra que mi abuela no había podido terminar y que yo era la encargada de darle un fin, una conclusión, cerrar aquel capítulo. Por eso me había visitado en sueños, por eso en ellos me instaba a coger aquella botella donde aquel humo grisáceo estaba en su interior: la esencia, los poderes de mi abuela. Antaño proveniente de una familia de chamanes, mi abuela se desvinculó de la magia blanca para utilizar la magia negra en su favor, y en su beneficio. Ahora yo era la encargada de seguir con su legado.
Respiré finalmente volviendo a abrir los ojos cuando todo había pasado, las llamas volvían de nuevo a su estado normal, con su color y tamaño, y aquello que me había “poseído” en esos momentos desapareció para volver al mundo del que procedía dejándome allí sola. El campamento donde solía vivir junto a mi familia, pero cuando hacía aquel tipo de cosas siempre me iba a lo profundo del bosque donde nadie podía verme, donde nadie podía escucharme. Sabía que aquel joven vendría en mí búsqueda, maldito con lo que aquel engendro le había herido buscaría respuestas, una posible solución a su estado pero… ¿por qué iba a entregársela? Lo que él no sabía, quizás, es que su cuenta atrás había empezado en el momento en que le habían herido una de aquellas… bestias, por decirlo de alguna manera, cuya procedencia era del mismo averno y que solo tenían un cometido: matar a una persona.
La herida que habían provocado en aquel joven lo mataría lentamente, como un reloj de arena su cuenta atrás ya había empezado y él quizás desconociera ese dato. Sabía que en algún momento vendría en mí búsqueda, que seguiría a esa misma bestia de vuelta y que me encontraría… y yo estaría preparada. Apagué la hoguera borrando todo rastro que pudiera quedar y volví al campamento con los míos como si no hubiera pasado. Fue un par de días más tarde cuando por la noche tuve que ir a la ciudad en busca de provisiones, a veces utilizaba las plantas que había en el bosque, pero otras sustancias necesitaba comprarlas. Ganaba dinero con las maldiciones que ponía, normalmente no utilizaba mis poderes para el bien salvo cuando acudían a mis padres y estos me pedían ayuda, a cambio de dinero.
Fue en esa noche cuando vagaba por una de los callejones de parís para evitar todo el gentío que ahora, con el buen tiempo, la gente abarrotaba las calles. Llevaba una pequeña bolsa escondida con monedas para comprar lo que necesitaba y que el bosque no me podría proporcionar nunca, además de llevar una pequeña daga por si me encontraba con algún vampiro. Su sangre podría serme útil para alguna maldición o para convocar a algún espíritu, a veces a estos les gustaba que se les ofreciera sangre de vampiro en algunos rituales. Fue entonces cuando, sin siquiera verlo venir, un joven se estrelló contra mí haciendo que tuviera que apoyar la mano contra la pared para no caerme, mientras miraba hacia delante y observaba a quién tenía delante. Fruncí el ceño al ver al joven quien ahora levantaba la mirada hacía mí.
-Tú… -dije observándolo mientras nuestras miradas se centraban la una en la otra, unos ojos que ya había visto con anterioridad, y supe, que ahí frente a mí estaba quien había venido a buscarme. La cuestión era, ¿sabría él quien era yo?
Ammyt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 13/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Mis ojos se perdieron en sus pardos, ladeé ligeramente la cabeza, tras su cuerpo el lobo hambriento me mostraba sus fauces, pupilas dilatadas, ladeé mi sonrisa centrándome en cada rasgo de esa mujer de piel oscura, mas incluso que la mía o la de mi madre.
-¿eres mi totem? -reí fruto del colocon -quiero decir de su color, negro.
Mi cuerpo se tambaleaba frente a sus ojos que ahora reflejaban puntos rojo fuego, me agache ligeramente acercando el rostro para ver a través de ellos.
-No te entiendo -aseguré al escuchar unas palabras que escaparon de sus labios.
Me eche a reír sin mas, como si eso pudiera ayudarme.
-Mi espíritu guía me ha traído ante ti -susurré sin dejar de mirar a través de sus abismos -¿por que?
No me entendía ni una palabra, algo que en otra ocasión me hubiera desesperado pero en ese momento me daba la risa, no podía evitarlo.
Me relamí los labios resecos, estaba sediento y algo hambriento.
Mi mano golpeó mi pecho sin dejar de mirar sus pozos negros.
-Nayati -dije volviendo a golpear mi pecho para intentar que captara que ese era mi nombre.
Ahora atajé la distancia para golpear con delicadeza el ajeno ¿cual seria su nombre?
Ladeé de nuevo la cabeza centrado mi mirada en sus labios, esperando una respuesta que de estos procedieran, mas nada, parecía pensativa ¿tan tonta era como para no pillar mi nombre?
Enarqué una ceja, mi totem no era de los que se equivocaba, no sabia si era amiga o lo contrario, pero..si hasta ella había llegado era por algo.
De un tirón descubrí mi brazo, la venda callo sobre el empedrado mientras de nuevo me hundía en sus pardos esperando respuestas sobre algo que no sabia si le pillaba o no de improvisto.
-háblame joder -le pedí sintiendo como la cabeza se me iba y todo me daba vueltas.
Lleve mi mano a la pared del la calle, pálido cerré los ojos esperando que la abrirlos ella siguiera en el mismo sitio, necesitaba respuestas, muchas eran las preguntas y ni siquiera me entendia.
Estire los dedos posandolos en su boca, dibujándola con ellos.
-Habla -pedí
Dos hombres aparecieron por la misma calle, al parecer conocían a la chica pues su actitud hacia mi era beligerante, decían palabras que no entendía y la instigaban a ella a abandonarme alegando algo de “borracho” ¿que era eso?
-No, Nayati -dije golpeando mi pecho, no me llamaba borracho.
Los dos se rieron, al parecer tenían ganas de bronca y yo era un blanco fácil en ese momento o eso creían al menos.
Alcé la mirada hacia ambos, ladeé la sonrisa, en ese mundo me había dado cuenta que todo se arreglaba del mismo modo, con violencia.
Esquivé el primer puñetazo, mi mirada se dirigió rauda hacia el segundo hombre de ojos de cuervo y nariz picuda, bastante mas corpulento. Pare su brazo con mis manos, se lo retorcí hasta que impacto en su espalda y de bruces se fue al suelo cuando le di una patada en el trasero.
Agaché mi cuerpo esperando le siguiente ataque, aunque admito que con todo dándome vueltas era muy complicado centrarme.
-¿eres mi totem? -reí fruto del colocon -quiero decir de su color, negro.
Mi cuerpo se tambaleaba frente a sus ojos que ahora reflejaban puntos rojo fuego, me agache ligeramente acercando el rostro para ver a través de ellos.
-No te entiendo -aseguré al escuchar unas palabras que escaparon de sus labios.
Me eche a reír sin mas, como si eso pudiera ayudarme.
-Mi espíritu guía me ha traído ante ti -susurré sin dejar de mirar a través de sus abismos -¿por que?
No me entendía ni una palabra, algo que en otra ocasión me hubiera desesperado pero en ese momento me daba la risa, no podía evitarlo.
Me relamí los labios resecos, estaba sediento y algo hambriento.
Mi mano golpeó mi pecho sin dejar de mirar sus pozos negros.
-Nayati -dije volviendo a golpear mi pecho para intentar que captara que ese era mi nombre.
Ahora atajé la distancia para golpear con delicadeza el ajeno ¿cual seria su nombre?
Ladeé de nuevo la cabeza centrado mi mirada en sus labios, esperando una respuesta que de estos procedieran, mas nada, parecía pensativa ¿tan tonta era como para no pillar mi nombre?
Enarqué una ceja, mi totem no era de los que se equivocaba, no sabia si era amiga o lo contrario, pero..si hasta ella había llegado era por algo.
De un tirón descubrí mi brazo, la venda callo sobre el empedrado mientras de nuevo me hundía en sus pardos esperando respuestas sobre algo que no sabia si le pillaba o no de improvisto.
-háblame joder -le pedí sintiendo como la cabeza se me iba y todo me daba vueltas.
Lleve mi mano a la pared del la calle, pálido cerré los ojos esperando que la abrirlos ella siguiera en el mismo sitio, necesitaba respuestas, muchas eran las preguntas y ni siquiera me entendia.
Estire los dedos posandolos en su boca, dibujándola con ellos.
-Habla -pedí
Dos hombres aparecieron por la misma calle, al parecer conocían a la chica pues su actitud hacia mi era beligerante, decían palabras que no entendía y la instigaban a ella a abandonarme alegando algo de “borracho” ¿que era eso?
-No, Nayati -dije golpeando mi pecho, no me llamaba borracho.
Los dos se rieron, al parecer tenían ganas de bronca y yo era un blanco fácil en ese momento o eso creían al menos.
Alcé la mirada hacia ambos, ladeé la sonrisa, en ese mundo me había dado cuenta que todo se arreglaba del mismo modo, con violencia.
Esquivé el primer puñetazo, mi mirada se dirigió rauda hacia el segundo hombre de ojos de cuervo y nariz picuda, bastante mas corpulento. Pare su brazo con mis manos, se lo retorcí hasta que impacto en su espalda y de bruces se fue al suelo cuando le di una patada en el trasero.
Agaché mi cuerpo esperando le siguiente ataque, aunque admito que con todo dándome vueltas era muy complicado centrarme.
Nayati Manitú- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Ahí lo tenía, frente a mí, tras aquel tiempo que había pasado al parecer el joven había encontrado el camino que le había llevado hasta París, y no solo eso, sino que además en aquel callejón en el que nos encontrábamos había descubierto un aire, una brisa diferente a la que te puedes encontrar cualquier día ya fuera con el sol en el cielo, o la luna brillando en el firmamento. Uno que conllevaba magia, uno que quizás para la mayoría de los humanos pasaría desapercibido, como una simple brisa que acaricia el cuerpo, que te pone los vellos de punta y que te hace sentir un escalofrío irremediablemente… y tras sentir esa leve brisa con toques mágicos, pero que eran diferentes a cualquiera que había podido sentir en toda mi vida; aparecía él.
Se había tropezado con mi cuerpo y era más que notorio que parecía que iba bebido, pero no era alcohol lo que podía leer en su estado, lo que se percibía en su aura… sino magia. ¿Cómo era posible que aquel joven pudiera tener magia cuando su aura distaba mucho de cualquier magia? Los hechiceros teníamos esa capacidad, al menos yo siempre había sentido a los que como yo poseían ese tipo de poderes y los reconocía, así como podía reconocer a licántropos y a vampiros por el aura que desprendía, una gama amplia de colores en la que cada color no solo te decía el estado de la persona, sino a qué raza pertenecían… y desde luego que aquel joven no poseía magia alguna en su cuerpo.
Pero conocía a los suyos, había oído historias y leyendas sobre hombres y mujeres que en el otro lado del charco tenían algo así también como chamanes, típicos de las tribus indias que poblaban américa y que con el paso del tiempo cada ven iban quedando menos de ellos. Su rostro no era uno pálido, aunque se podía decir que mi tono de piel era más oscuro que el suyo sin duda alguna. Mis ojos lo observaron cuando alzó su rostro, ningún signo de reconocimiento, nada que pudiera decirme que sabía quién era… ¿casualidad que nos hubiéramos encontrado? No, a esas alturas de mi vida no creía en las casualidades y la verdad es que no pensaba que fuera así.
Habló, habló en un idioma en el que no le entendía para nada pese a hablar varias lenguas, pero la suya era una que jamás la había podido comprender. Se dio un golpe en el pecho y la palabra “Nayati” salió de sus labios para luego volver a darse un golpe en el pecho, ajá, lo pillaba: se llamaba Nayati. Sus ojos estaban fijos en los míos y solo pude comprender que se llamaba así por los gestos que había hecho, lo que me hubiera dicho anteriormente era algo que desconocía puesto que no hablaba su idioma, y algo me decía que él no hablaría ni por asomo francés.
Restó la distancia que nos separaba y fue entonces cuando su mano con delicadeza se posó en mi pecho, como si de alguna forma me instara a que le dijera yo ahora cuál era mi nombre, ladeó el rostro y sus ojos se quedaron fijos ahora en mis labios como si esperara que hablara, no tenía intención alguna de decirle mi nombre y darme a conocer. Había hecho sin duda alguna un largo viaje hasta mis tierras y estaría en busca de quien pudiera ayudarle, solo en estas tierras sin hablar el idioma seguramente lo que había sentido antes había provenido de él mas… ¿cómo lo había hecho? Recordaba lo que mi abuela me había dicho muchas veces cuando era pequeña, que la magia se manifestaba de muchas formas, que no solo aquellos quienes poseían ese don podían hacer magia… que había muchos tipos de magia en el mundo, y que muchas veces no debíamos dejarnos engañar por lo que veían nuestros ojos, pues estos estaban limitados y condicionados por nuestra mente.
De pronto sin siquiera haber dicho nada elevó uno de sus brazos, quitó la venda que tenía y… lo descubrió. Ah, ahí estaba. Aquella marca que lo que una vez había convocado como encargo de mi abuela, una obra que ella no pudo terminar en vida, le había hecho cuando le hirió. Una maldición, una maldición que se extendería por todo su brazo, iría cubriendo su cuerpo poco a poco hasta que cuando llegara a su corazón… ¡Puf! Este se pararía, dejaría de latir, de mandar sangre a su cuerpo y lo mataría. Era una bomba de relojería, un reloj de arena en sí mismo cuyos granos ya habían empezado a caer… para desconocimiento del joven. Mis ojos se fijaron en aquella marca negra, esa mancha que parecía como si su piel tuviera necrosis. Volvió a hablar para exigirme algo que no entendía y me encogí de hombros como si no lo entendiera, es que no lo entendía.
Parecía… parecía más que borracho, colocado. Fruncí levemente el ceño… podría ser que hubiera utilizado hierbas para… podría, perfectamente. Levantó su mano y llevó sus dedos a mis labios, como si los estirara para hacer que hablara. ¿De qué serviría si no me entendía? Ah, pero… ¿no era eso maravilloso? Podría decirle que yo le había puesto aquella maldición, que no podía curársela salvo que yo le diera la forma para hacerlo, que su vida era una cuenta atrás y… ¡no podría entenderme! Oh, encantador sin duda alguna.
-Ya que no me entiendes, te diré que yo soy la causante de tus males, yo creé aquello que te dañó, lo que te ha puesto esa maldición y la que no va a ayudarte a que te cures –sonreí de lado, de forma ladina escondiendo unas intenciones malvadas escondidas, bien ya había hablado, ahora me preguntaba de qué le serviría. Pero pronto dos hombres aparecieron, me preguntaron si me estaba molestando, dándole por borracho, a lo que yo no dije nada en absoluto. Él volvió a llevarse la mano al pecho y volver a pronunciar su nombre, a lo que rodé los ojos mientras los hombres se reían de él. Me decían que se encargarían de él para que no me molestara, pero que luego tenía que agradecérselo de alguna forma… pronto él comenzó a esquivar los golpes, incluso como estaba pudo deshacerse del primero de todos mientras yo como una espectadora veía lo que ante mí acontecía, como si yo no fuera peligrosa de por sí. Él esquivaba con agilidad los ataques y ninguno consiguió darle a lo que bufé, ¿eso es lo que podían hacer con un joven que iba colocado? Patético, ya había visto suficiente por el momento.
Con mí poder de dominación controlé a uno de ellos para que atacara a su compañero mientras lo observaba con diversión, le gritaba que parara pero él no era capaz de hacerlo y mi risa resonó en el callejón mientras contemplaba aquel espectáculo lamentable, viendo como ambos peleaban. Finalmente el que controlaba logró noquear a su amigo y pronto Nayati dejó inconsciente al que controlaba con mi poder, quedando ambos tendidos en el callejón acabando así con aquel espectáculo. Él se fijó entonces en mí dándose cuenta de que algo de magia debía de tener para que hubiera pasado aquello, había cambiado totalmente de parecer, iba a hacer el juego mucho más divertido para mí. Le diría mi nombre, me haría pasar por una joven que tenía poderes y le intentaría “ayudar” con aquella maldición, cuando lo único que haría sería darle pistas falsas, caminos cortados que no conducían a ningún lugar tan solo para ver, en primera fila, cómo la maldición se extendía por su cuerpo más y más, hasta ver como aquello llegaba a su corazón y lo mataba. Por mi abuela siempre decía que si hacías algo, tenías que hacerlo bien.
-Ammyt –dije poniendo mi mano sobre mi pecho con una leve sonrisa, estiré mi mano poniéndola en su pecho- Nayati –repetí su nombre y luego volví a dejar mi mano sobre mi pecho- Ammyt –para que quedara claro que me estaba presentando. Porque el juego… no había hecho más que comenzar.
Se había tropezado con mi cuerpo y era más que notorio que parecía que iba bebido, pero no era alcohol lo que podía leer en su estado, lo que se percibía en su aura… sino magia. ¿Cómo era posible que aquel joven pudiera tener magia cuando su aura distaba mucho de cualquier magia? Los hechiceros teníamos esa capacidad, al menos yo siempre había sentido a los que como yo poseían ese tipo de poderes y los reconocía, así como podía reconocer a licántropos y a vampiros por el aura que desprendía, una gama amplia de colores en la que cada color no solo te decía el estado de la persona, sino a qué raza pertenecían… y desde luego que aquel joven no poseía magia alguna en su cuerpo.
Pero conocía a los suyos, había oído historias y leyendas sobre hombres y mujeres que en el otro lado del charco tenían algo así también como chamanes, típicos de las tribus indias que poblaban américa y que con el paso del tiempo cada ven iban quedando menos de ellos. Su rostro no era uno pálido, aunque se podía decir que mi tono de piel era más oscuro que el suyo sin duda alguna. Mis ojos lo observaron cuando alzó su rostro, ningún signo de reconocimiento, nada que pudiera decirme que sabía quién era… ¿casualidad que nos hubiéramos encontrado? No, a esas alturas de mi vida no creía en las casualidades y la verdad es que no pensaba que fuera así.
Habló, habló en un idioma en el que no le entendía para nada pese a hablar varias lenguas, pero la suya era una que jamás la había podido comprender. Se dio un golpe en el pecho y la palabra “Nayati” salió de sus labios para luego volver a darse un golpe en el pecho, ajá, lo pillaba: se llamaba Nayati. Sus ojos estaban fijos en los míos y solo pude comprender que se llamaba así por los gestos que había hecho, lo que me hubiera dicho anteriormente era algo que desconocía puesto que no hablaba su idioma, y algo me decía que él no hablaría ni por asomo francés.
Restó la distancia que nos separaba y fue entonces cuando su mano con delicadeza se posó en mi pecho, como si de alguna forma me instara a que le dijera yo ahora cuál era mi nombre, ladeó el rostro y sus ojos se quedaron fijos ahora en mis labios como si esperara que hablara, no tenía intención alguna de decirle mi nombre y darme a conocer. Había hecho sin duda alguna un largo viaje hasta mis tierras y estaría en busca de quien pudiera ayudarle, solo en estas tierras sin hablar el idioma seguramente lo que había sentido antes había provenido de él mas… ¿cómo lo había hecho? Recordaba lo que mi abuela me había dicho muchas veces cuando era pequeña, que la magia se manifestaba de muchas formas, que no solo aquellos quienes poseían ese don podían hacer magia… que había muchos tipos de magia en el mundo, y que muchas veces no debíamos dejarnos engañar por lo que veían nuestros ojos, pues estos estaban limitados y condicionados por nuestra mente.
De pronto sin siquiera haber dicho nada elevó uno de sus brazos, quitó la venda que tenía y… lo descubrió. Ah, ahí estaba. Aquella marca que lo que una vez había convocado como encargo de mi abuela, una obra que ella no pudo terminar en vida, le había hecho cuando le hirió. Una maldición, una maldición que se extendería por todo su brazo, iría cubriendo su cuerpo poco a poco hasta que cuando llegara a su corazón… ¡Puf! Este se pararía, dejaría de latir, de mandar sangre a su cuerpo y lo mataría. Era una bomba de relojería, un reloj de arena en sí mismo cuyos granos ya habían empezado a caer… para desconocimiento del joven. Mis ojos se fijaron en aquella marca negra, esa mancha que parecía como si su piel tuviera necrosis. Volvió a hablar para exigirme algo que no entendía y me encogí de hombros como si no lo entendiera, es que no lo entendía.
Parecía… parecía más que borracho, colocado. Fruncí levemente el ceño… podría ser que hubiera utilizado hierbas para… podría, perfectamente. Levantó su mano y llevó sus dedos a mis labios, como si los estirara para hacer que hablara. ¿De qué serviría si no me entendía? Ah, pero… ¿no era eso maravilloso? Podría decirle que yo le había puesto aquella maldición, que no podía curársela salvo que yo le diera la forma para hacerlo, que su vida era una cuenta atrás y… ¡no podría entenderme! Oh, encantador sin duda alguna.
-Ya que no me entiendes, te diré que yo soy la causante de tus males, yo creé aquello que te dañó, lo que te ha puesto esa maldición y la que no va a ayudarte a que te cures –sonreí de lado, de forma ladina escondiendo unas intenciones malvadas escondidas, bien ya había hablado, ahora me preguntaba de qué le serviría. Pero pronto dos hombres aparecieron, me preguntaron si me estaba molestando, dándole por borracho, a lo que yo no dije nada en absoluto. Él volvió a llevarse la mano al pecho y volver a pronunciar su nombre, a lo que rodé los ojos mientras los hombres se reían de él. Me decían que se encargarían de él para que no me molestara, pero que luego tenía que agradecérselo de alguna forma… pronto él comenzó a esquivar los golpes, incluso como estaba pudo deshacerse del primero de todos mientras yo como una espectadora veía lo que ante mí acontecía, como si yo no fuera peligrosa de por sí. Él esquivaba con agilidad los ataques y ninguno consiguió darle a lo que bufé, ¿eso es lo que podían hacer con un joven que iba colocado? Patético, ya había visto suficiente por el momento.
Con mí poder de dominación controlé a uno de ellos para que atacara a su compañero mientras lo observaba con diversión, le gritaba que parara pero él no era capaz de hacerlo y mi risa resonó en el callejón mientras contemplaba aquel espectáculo lamentable, viendo como ambos peleaban. Finalmente el que controlaba logró noquear a su amigo y pronto Nayati dejó inconsciente al que controlaba con mi poder, quedando ambos tendidos en el callejón acabando así con aquel espectáculo. Él se fijó entonces en mí dándose cuenta de que algo de magia debía de tener para que hubiera pasado aquello, había cambiado totalmente de parecer, iba a hacer el juego mucho más divertido para mí. Le diría mi nombre, me haría pasar por una joven que tenía poderes y le intentaría “ayudar” con aquella maldición, cuando lo único que haría sería darle pistas falsas, caminos cortados que no conducían a ningún lugar tan solo para ver, en primera fila, cómo la maldición se extendía por su cuerpo más y más, hasta ver como aquello llegaba a su corazón y lo mataba. Por mi abuela siempre decía que si hacías algo, tenías que hacerlo bien.
-Ammyt –dije poniendo mi mano sobre mi pecho con una leve sonrisa, estiré mi mano poniéndola en su pecho- Nayati –repetí su nombre y luego volví a dejar mi mano sobre mi pecho- Ammyt –para que quedara claro que me estaba presentando. Porque el juego… no había hecho más que comenzar.
Ammyt- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Enarqué una ceja cuando vi que contra todo pronostico uno de los individuos rostro pálido se acercaba al otro para atizarla.
Mis ojos pardos buscaron raudos a la mujer oscura, estaba seguro que ella era la causante de ese cambio, lo estaba dominando de algún modo, lo que implicaba que la hembra tenia algún tipo de poder, magia.
Uno noqueó al que me atacaba y sin mayor dificultad tomé el cuello de uno de ellos y lo partí.
Su cuerpo cayó inerte a suelo al tiempo que mis ojos se alzaban para enfrentar los de la dama.
Mi totem no se equivocaba, era obvio que la mujer encerraba en ella magia, esperaba que la suficiente como para dar una solución a la herida que se extendía por mi brazo como la mas cruenta de las ponzoñas.
La joven se acercó a mi, me puse a la defensiva, mi cuerpo tensó, desconocía sus intenciones y ahora sabia que era peligrosa, para nada una mujer cualquiera, podía hacerme claudicar contra mi voluntad en cualquier momento y eso era algo que no estaba dispuesto a que sucediera.
Su mano acarició mi pecho, ladeé la cabeza al escuchar mi nombre escapar de sus labios.
Asentí esperanzado.
-Nayati.
Mi mirada siguió la mano de la morena que ahora impactó en su pecho pronunciando un nombre desconocido para mi, pero que estaba seguro era el de ella.
-Ammyt -susurré hundiéndome en sus dos pozos -Ammyt -repetí llevando mi mano a su pecho.
Señalé mi antebrazo -ayuda -pedí.
Su rostro me decía que no entendía una sola palabra de lo que pudiera decirle.
La señalé volviendo a tocar su pecho
-Ammyt -dije aun mirándola fijamente.
Mi mano acaparó mi pecho después
-Nayati -susurré antes de tomar su mano enredándola con la mía -amigos.
No se si me entendió, e caso es que tiró de mi para que la siguiera y a decir verdad, no tenia mejor camino, ni destino que hacerlo, si mi totem me había llevado hasta ella tenia que ser por algún motivo y sin duda era el primer contacto que tenia con la magia.
Me detuve un instante alzando la mano para pedirle que esperara, las tradiciones eran claras, había matado a uno de esos hombres y antes de proseguir quería mi merecido trofeo de guerra.
Saqué el cuchillo, dancé por encima de su cuerpo pidiendo descanso para el guerrero, así como la bendición de mis espíritus a los que les entregaba el alma perdida en combate singular.
Arranqué su cabellera bajo la mirada de la dama que en silencio observaba mi ritual.
Finalmente tiro de mi para que la siguiera, parecía nerviosa, como si la idea de que alguien nos descubriera en ese callejón resultara peligrosa.
Anduvimos bastante, no sabia exactamente hacia donde me llevaba, solo que era mi única esperanza.
Me detuve un instante para llevar la otra mano a mi antebrazo, el dolor era evidente, apreté los dientes aullando de dolor un instante, se extendía, la marca negruzca crecía.
El reloj de arena corría, mi tiempo se agotaría cuando la marca alcanzara mi corazón dejándome sin vida.
Me agache sobre la tierra para dibujarle con el dedo la bestia que me mordió hace ya varias semanas.
Necesitaba ayuda, necesitaba magia.
-Ayuda a Nayati.
Mis ojos pardos buscaron raudos a la mujer oscura, estaba seguro que ella era la causante de ese cambio, lo estaba dominando de algún modo, lo que implicaba que la hembra tenia algún tipo de poder, magia.
Uno noqueó al que me atacaba y sin mayor dificultad tomé el cuello de uno de ellos y lo partí.
Su cuerpo cayó inerte a suelo al tiempo que mis ojos se alzaban para enfrentar los de la dama.
Mi totem no se equivocaba, era obvio que la mujer encerraba en ella magia, esperaba que la suficiente como para dar una solución a la herida que se extendía por mi brazo como la mas cruenta de las ponzoñas.
La joven se acercó a mi, me puse a la defensiva, mi cuerpo tensó, desconocía sus intenciones y ahora sabia que era peligrosa, para nada una mujer cualquiera, podía hacerme claudicar contra mi voluntad en cualquier momento y eso era algo que no estaba dispuesto a que sucediera.
Su mano acarició mi pecho, ladeé la cabeza al escuchar mi nombre escapar de sus labios.
Asentí esperanzado.
-Nayati.
Mi mirada siguió la mano de la morena que ahora impactó en su pecho pronunciando un nombre desconocido para mi, pero que estaba seguro era el de ella.
-Ammyt -susurré hundiéndome en sus dos pozos -Ammyt -repetí llevando mi mano a su pecho.
Señalé mi antebrazo -ayuda -pedí.
Su rostro me decía que no entendía una sola palabra de lo que pudiera decirle.
La señalé volviendo a tocar su pecho
-Ammyt -dije aun mirándola fijamente.
Mi mano acaparó mi pecho después
-Nayati -susurré antes de tomar su mano enredándola con la mía -amigos.
No se si me entendió, e caso es que tiró de mi para que la siguiera y a decir verdad, no tenia mejor camino, ni destino que hacerlo, si mi totem me había llevado hasta ella tenia que ser por algún motivo y sin duda era el primer contacto que tenia con la magia.
Me detuve un instante alzando la mano para pedirle que esperara, las tradiciones eran claras, había matado a uno de esos hombres y antes de proseguir quería mi merecido trofeo de guerra.
Saqué el cuchillo, dancé por encima de su cuerpo pidiendo descanso para el guerrero, así como la bendición de mis espíritus a los que les entregaba el alma perdida en combate singular.
Arranqué su cabellera bajo la mirada de la dama que en silencio observaba mi ritual.
Finalmente tiro de mi para que la siguiera, parecía nerviosa, como si la idea de que alguien nos descubriera en ese callejón resultara peligrosa.
Anduvimos bastante, no sabia exactamente hacia donde me llevaba, solo que era mi única esperanza.
Me detuve un instante para llevar la otra mano a mi antebrazo, el dolor era evidente, apreté los dientes aullando de dolor un instante, se extendía, la marca negruzca crecía.
El reloj de arena corría, mi tiempo se agotaría cuando la marca alcanzara mi corazón dejándome sin vida.
Me agache sobre la tierra para dibujarle con el dedo la bestia que me mordió hace ya varias semanas.
Necesitaba ayuda, necesitaba magia.
-Ayuda a Nayati.
Nayati Manitú- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
La pelea acabó bastante rápido una vez me involucré con mi magia dominando a uno de los dos hombres que había aparecido, haciendo que se peleara con su amigo hasta finalmente noquearlo y dejarlo tirado en el suelo inconsciente, Nayati por su parte se acercó al que quedaba que era el que yo controlaba y con facilidad, como si fuera algo normal que hiciera él en su día a día, le partió el cuello al hombre que cayó con aplomo al suelo, cuando el otro se despertara seguramente intentaría buscarnos para hacernos pagar por la muerte de su amigo y deberían de salir de allí antes de que nos involucraran en aquel asesinato. Pero antes de eso llevé mi mano a mi pecho, pronunciando mi nombre, la puse en el suyo llamándolo y luego volví a pronunciar mi nombre de forma más lenta, para que lo entendiera bien.
Él ladeaba la cabeza mirándome de forma fija e incluso cuando me había acercado se había puesto a la defensiva, como si pensara que pudiera hacerle algo. Lo que él no sabía es que ya se lo había hecho, aquella maldición que portaba en su brazo y que se extendía, eso que lo mataría de no poner una solución era uno de mis mayores logros. Si quisiera matarlo de verdad ya lo habría hecho, controlar su cuerpo con facilidad e incluso hasta hacer que se matara él mismo… pero no eran esos planes los que tenía para él sino otros bien distintos. Controlé la risa que quiso salir de mis labios por aquel gesto de protegerse, sin embargo me controlé y me presenté de forma que pudiera entenderlo. Y debíamos de salir de allí, cuanto antes mejor.
Me miró repitiendo mi nombre y luego señaló su brazo pronunciando unas palabras que no entendía, pero que sin duda alguna querrían decir que lo ayudara. Sin decirle nada más puesto que no me entendería cogí su mano y tiré de él para salir de aquel callejón alejándonos del muerto, si no lo hubiera matado no habría problema alguno pero al hacerlo… no quería problemas con policía. Me paró alzando una de sus manos y dio media vuelta, lo observé fijándome en sus movimientos, en aquella danza que hizo alrededor de aquel hombre que había matado, observando los movimientos y escuchando aquel cántico que hacía, para luego ver cómo le cortaba la cabellera quizás como un trofeo, había oído hablar sobre algunas tribus que hacían aquello y cuando terminó cogí de nuevo su mano y tiré de él.
Lo primero era salir del callejón y poner distancia para que no nos pudieran acusar de nada, lo segundo es donde iba a dejarlo a él para que poco a poco me ganara su confianza, se pensara que lo estaba ayudando cuando en realidad lo que estaba haciendo era hacerle perder el tiempo con aquello, llevándolo a pistas falsas, callejones sin salida… tenía que hacer que no sospechara mientras yo, en primera fila, veía cómo la maldición se iba extendiendo por su brazo, luego iría ocupando poco a poco su torso hasta que finalmente cuando esté en las últimas… alcanzaría su corazón, y sería la muerte del joven. Lo llevaría a la zona del bosque, no podía llevarlo a casa porque implicaría demasiado, pero tenía una cabaña que era donde hacía la mayoría de los rituales y demás, no había nada a simple vista por si alguien la encontraba, solía recoger todo y llevarme solo lo necesario así que no podría sospechar nada, lo dejaría allí mientras tanto.
En un momento dado tiró de su mano para parar mi avance, me giré para ver qué era lo que quería y señaló su antebrazo, allí donde la maldición ya había empezado. Por su gesto intuía que le debía de estar doliendo, era lo que tenían las maldiciones; que dolían conforme se iban extendiendo. Se agachó entonces y en la tierra comenzó a dibujar aquello que yo conocía, aquello que ya había visto cuando terminé el hechizo; los seres que le habían hecho aquello. Volvió a hablar de nuevo y solo pude entender su nombre, me estaba pidiendo ayuda para él. Me agaché a su lado observando aquel dibujo extrañada, como si fuera la primera vez que lo veía y mi dedo índice repasó la figura de lo que había dibujado. Tenía que hacer como que yo no sabía nada, así que me comportaría como tal.
Mi vista entonces pasó a él quien me miraba con algo de esperanza en sus ojos, si él supiera que iba a ser yo quien lo condenara aún más… no me miraría de esa forma. Mi mano repasó lo que había hecho y luego subí mi dedo para señalar la marca que llevaba en su brazo, el dibujo y luego su brazo como si le quisiera decir “¿esto te ha hecho eso?” para que me entendiera, lo bueno del idioma de las señas es que se podía entender todo perfectamente, a lo que él asintió hablando de nuevo en lo que supuse que sería un ayuda. Mi mano se quedó en su pecho, mirándole a los ojos, y le sonreí asintiendo con la cabeza como si aceptara ayudarle.
-Te ayudaré –fue lo que dije aunque estaba convencida de que no me había entendido, así que mi mano se volvió a poner en mi pecho- Ammyt –y luego señalé al dibujo, para pasar luego a señalar aquellas manchas que tenía en el brazo- Nayati –como diciéndole que lo ayudaría sin dejar de sonreír. Me levanté y le tendí mi mano esperando que la cogiera, cuando lo hizo seguí tirando de él hasta llegar a la zona de los bosques, no había hecho la compra de los ingredientes que necesitaba pero no pasaba nada, podría volver en otro momento. Me fui adentrando mientras notaba la mirada del joven puesta en mí, interrogante sin saber a dónde le llevaba. Pronto la cabaña se vislumbró y tiré de él para soltar su mano cuando estuvimos cerca, abrí la puerta dejando que entrara y con la magia y un pequeño conjuro hice que las velas se encendieran. No había mucho en esa cabaña, pero podría quedarse allí mientras tanto y no levantar sospechas- Puedes quedarte aquí –dije mirándole, luego abarqué con mis manos todo lo que nos rodeaba y las dejé las dos en su pecho, como si quisiera decirle que podía quedarse allí… pero claro, no sabía si me estaba entendiendo, así que esperé para ver su reacción. Parecía que el juego iba a ser bastante divertido, al fin y al cabo.
Él ladeaba la cabeza mirándome de forma fija e incluso cuando me había acercado se había puesto a la defensiva, como si pensara que pudiera hacerle algo. Lo que él no sabía es que ya se lo había hecho, aquella maldición que portaba en su brazo y que se extendía, eso que lo mataría de no poner una solución era uno de mis mayores logros. Si quisiera matarlo de verdad ya lo habría hecho, controlar su cuerpo con facilidad e incluso hasta hacer que se matara él mismo… pero no eran esos planes los que tenía para él sino otros bien distintos. Controlé la risa que quiso salir de mis labios por aquel gesto de protegerse, sin embargo me controlé y me presenté de forma que pudiera entenderlo. Y debíamos de salir de allí, cuanto antes mejor.
Me miró repitiendo mi nombre y luego señaló su brazo pronunciando unas palabras que no entendía, pero que sin duda alguna querrían decir que lo ayudara. Sin decirle nada más puesto que no me entendería cogí su mano y tiré de él para salir de aquel callejón alejándonos del muerto, si no lo hubiera matado no habría problema alguno pero al hacerlo… no quería problemas con policía. Me paró alzando una de sus manos y dio media vuelta, lo observé fijándome en sus movimientos, en aquella danza que hizo alrededor de aquel hombre que había matado, observando los movimientos y escuchando aquel cántico que hacía, para luego ver cómo le cortaba la cabellera quizás como un trofeo, había oído hablar sobre algunas tribus que hacían aquello y cuando terminó cogí de nuevo su mano y tiré de él.
Lo primero era salir del callejón y poner distancia para que no nos pudieran acusar de nada, lo segundo es donde iba a dejarlo a él para que poco a poco me ganara su confianza, se pensara que lo estaba ayudando cuando en realidad lo que estaba haciendo era hacerle perder el tiempo con aquello, llevándolo a pistas falsas, callejones sin salida… tenía que hacer que no sospechara mientras yo, en primera fila, veía cómo la maldición se iba extendiendo por su brazo, luego iría ocupando poco a poco su torso hasta que finalmente cuando esté en las últimas… alcanzaría su corazón, y sería la muerte del joven. Lo llevaría a la zona del bosque, no podía llevarlo a casa porque implicaría demasiado, pero tenía una cabaña que era donde hacía la mayoría de los rituales y demás, no había nada a simple vista por si alguien la encontraba, solía recoger todo y llevarme solo lo necesario así que no podría sospechar nada, lo dejaría allí mientras tanto.
En un momento dado tiró de su mano para parar mi avance, me giré para ver qué era lo que quería y señaló su antebrazo, allí donde la maldición ya había empezado. Por su gesto intuía que le debía de estar doliendo, era lo que tenían las maldiciones; que dolían conforme se iban extendiendo. Se agachó entonces y en la tierra comenzó a dibujar aquello que yo conocía, aquello que ya había visto cuando terminé el hechizo; los seres que le habían hecho aquello. Volvió a hablar de nuevo y solo pude entender su nombre, me estaba pidiendo ayuda para él. Me agaché a su lado observando aquel dibujo extrañada, como si fuera la primera vez que lo veía y mi dedo índice repasó la figura de lo que había dibujado. Tenía que hacer como que yo no sabía nada, así que me comportaría como tal.
Mi vista entonces pasó a él quien me miraba con algo de esperanza en sus ojos, si él supiera que iba a ser yo quien lo condenara aún más… no me miraría de esa forma. Mi mano repasó lo que había hecho y luego subí mi dedo para señalar la marca que llevaba en su brazo, el dibujo y luego su brazo como si le quisiera decir “¿esto te ha hecho eso?” para que me entendiera, lo bueno del idioma de las señas es que se podía entender todo perfectamente, a lo que él asintió hablando de nuevo en lo que supuse que sería un ayuda. Mi mano se quedó en su pecho, mirándole a los ojos, y le sonreí asintiendo con la cabeza como si aceptara ayudarle.
-Te ayudaré –fue lo que dije aunque estaba convencida de que no me había entendido, así que mi mano se volvió a poner en mi pecho- Ammyt –y luego señalé al dibujo, para pasar luego a señalar aquellas manchas que tenía en el brazo- Nayati –como diciéndole que lo ayudaría sin dejar de sonreír. Me levanté y le tendí mi mano esperando que la cogiera, cuando lo hizo seguí tirando de él hasta llegar a la zona de los bosques, no había hecho la compra de los ingredientes que necesitaba pero no pasaba nada, podría volver en otro momento. Me fui adentrando mientras notaba la mirada del joven puesta en mí, interrogante sin saber a dónde le llevaba. Pronto la cabaña se vislumbró y tiré de él para soltar su mano cuando estuvimos cerca, abrí la puerta dejando que entrara y con la magia y un pequeño conjuro hice que las velas se encendieran. No había mucho en esa cabaña, pero podría quedarse allí mientras tanto y no levantar sospechas- Puedes quedarte aquí –dije mirándole, luego abarqué con mis manos todo lo que nos rodeaba y las dejé las dos en su pecho, como si quisiera decirle que podía quedarse allí… pero claro, no sabía si me estaba entendiendo, así que esperé para ver su reacción. Parecía que el juego iba a ser bastante divertido, al fin y al cabo.
Ammyt- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
La mujer de tez oscura parecía dispuesta a ayudarme, era la primera vez desde que salí de mis tierras que alguien se dignaba en prestarme algo de atención y a no reaccionar de forma violenta conmigo.
Sus dedos se pasearon por el dibujo que yo había trazado, mis ojos se perdieron en la tierra mojada de su mirada mientras observaba como se señalaba a si misma pronunciando su nombre, después casi acariciaba mis marcas y por ultimo posaba la mano en mi pectoral pronunciando el mio.
Iba a ayudarme y no pude evitar que la esperanza me alcanzara.
Asentí alzándome dispuesto a seguirla al fin del mundo, haría lo que fuera necesario para que esas marcas desaparecieran, para volver a mi hogar, odiaba París, odiaba todo aquello que no fueran las grandes llanuras de Norteamérica.
Llegamos a una cabaña en el bosque, me invitó a entrar mientras mis ojos se perdían en todo el lugar, al parecer me lo ofrecía como refugio, algo que agradecí.
Era un sitio amplio, no se parecía a esas edificaciones que había visto en la ciudad, esto mas bien er natural, de madera, me hacia sentir cómodo.
Me acerqué a la chimenea, prendí la lumbre concentrado en las llamas, entre ellas mi lobo negro bailaba como si tratara de avisarme fundiéndose con el negro humo para mostrarme algo que a mi se me escapaba.
Me alcé para quedar de frente a ella, mis ojos se centraron en sus labios, ladeé la cabeza ligeramente.
-tu -susurré llevando mi mano a su pecho -con Nayati.
Señalé la cabaña, el lecho no sabia si entendía lo que le decía, si iba a quedarse aquí conmigo.
Ladeé la sonrisa cuando sus ojos se centraron en el lecho, negué sonriendo abiertamente negando con la cabeza.
Seguro que viendo mi aspecto salvaje pensaba que le había insinuado que nos acostáramos.
Me alejé de ella quitándome la camisa para dejar la marca al descubierto, me dolida, quemaba y el roce de la ropa me molestaba de sobremanera.
Tampoco estaba acostumbrado a vestir en mis tierras mas allá de un pantalón y un chaleco.
Señalé la cama pronunciando su nombre, tomé una de las mantas y la deje caer al suelo
-Nayati -apunté hacia mi improvisado lecho para que entendiera que no pensaba tocarla, que no se preocupara por compartir casa con un salvaje, que no pensaba forzarla como hacia el hombre blanco con nuestras mujeres.
Tomé asiento en la mesa y moví una silla para que me acompañara.
-¿que sabes de esto? -pregunté señalando mi brazo
Me desesperaba porque no sabia como decirle lo que quería expresarle.
Llevé mi frente contra la madera de la mesa resoplando frustrado.
Sus dedos se pasearon por el dibujo que yo había trazado, mis ojos se perdieron en la tierra mojada de su mirada mientras observaba como se señalaba a si misma pronunciando su nombre, después casi acariciaba mis marcas y por ultimo posaba la mano en mi pectoral pronunciando el mio.
Iba a ayudarme y no pude evitar que la esperanza me alcanzara.
Asentí alzándome dispuesto a seguirla al fin del mundo, haría lo que fuera necesario para que esas marcas desaparecieran, para volver a mi hogar, odiaba París, odiaba todo aquello que no fueran las grandes llanuras de Norteamérica.
Llegamos a una cabaña en el bosque, me invitó a entrar mientras mis ojos se perdían en todo el lugar, al parecer me lo ofrecía como refugio, algo que agradecí.
Era un sitio amplio, no se parecía a esas edificaciones que había visto en la ciudad, esto mas bien er natural, de madera, me hacia sentir cómodo.
Me acerqué a la chimenea, prendí la lumbre concentrado en las llamas, entre ellas mi lobo negro bailaba como si tratara de avisarme fundiéndose con el negro humo para mostrarme algo que a mi se me escapaba.
Me alcé para quedar de frente a ella, mis ojos se centraron en sus labios, ladeé la cabeza ligeramente.
-tu -susurré llevando mi mano a su pecho -con Nayati.
Señalé la cabaña, el lecho no sabia si entendía lo que le decía, si iba a quedarse aquí conmigo.
Ladeé la sonrisa cuando sus ojos se centraron en el lecho, negué sonriendo abiertamente negando con la cabeza.
Seguro que viendo mi aspecto salvaje pensaba que le había insinuado que nos acostáramos.
Me alejé de ella quitándome la camisa para dejar la marca al descubierto, me dolida, quemaba y el roce de la ropa me molestaba de sobremanera.
Tampoco estaba acostumbrado a vestir en mis tierras mas allá de un pantalón y un chaleco.
Señalé la cama pronunciando su nombre, tomé una de las mantas y la deje caer al suelo
-Nayati -apunté hacia mi improvisado lecho para que entendiera que no pensaba tocarla, que no se preocupara por compartir casa con un salvaje, que no pensaba forzarla como hacia el hombre blanco con nuestras mujeres.
Tomé asiento en la mesa y moví una silla para que me acompañara.
-¿que sabes de esto? -pregunté señalando mi brazo
Me desesperaba porque no sabia como decirle lo que quería expresarle.
Llevé mi frente contra la madera de la mesa resoplando frustrado.
Nayati Manitú- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Nos alejamos del callejón sin levantar demasiadas sospechas por los dos cuerpos que habían en el suelo, aunque uno de ellos estuviera muerto el otro despertaría al cabo del tiempo y podría dar una descripción a la policía sobre nosotros, claro que quizás sería difícil encontrarnos porque rara vez iba de nuevo a la ciudad, me quedaba más en el bosque y en el campamento donde vivía. Conduje a Nayati hasta la cabaña que solía utilizar para hacer las peticiones que la gente me hacía, los encargos… esos que llevaban más tiempo, demoraban más, me consumían más energía y eran tremendamente oscuros, pactos prácticamente con el diablo, invocaciones del averno que matarían sin pensarlo siquiera… como los espíritus, o más bien, los demonios que habían atacado su aldea y le habían dejado aquella marca en el brazo, una cuya cuenta atrás ya había empezado y lo mejor de todo es que podría ver como se consumía lentamente.
Llegamos a la cabaña y se la mostré abarcándola con mis manos para hacerle ver que podía quedarse allí, era sencilla puesto que solo la utilizaba para hacer los conjuros y las invocaciones más peligrosas. Una mesa de madera con un par de sillas, una chimenea, una cama… todas las habitaciones en una, pero esta era amplia, tenía ventanas de donde entraba bastante luz todo el día y allí estaría bien. Lo vi mirar todo a su alrededor porque no podía llevarlo al campamento, en cuanto lo vieran quizás mis padres me obligaran a ayudarlo y precisamente era lo que no quería, algo que él no iba a saber nunca… por supuesto. Lo observé acercarse a la chimenea y encenderla, podía ver el humo negro que bailaba frente a él como si quisiera decirle algo y sonreí de lado… pedía ayuda a la persona menso indicada, quizás no estaba entendiendo las señales que le mandaban sus guías como sabía que ellos hacían cuando se sentían perdidos.
Terminó por levantarse y acercarse hacia donde yo estaba quedando frente a mí, sus ojos puestos en mis labios, ladeó un poco la cabeza y su mano se puso en mi pecho para luego querer decirme que si me quedaba con él… la verdad, es que no había pensado quedarme con él, tendría que ir también a mí casa pero… ¿no sería eso más divertido? ¿No haría eso el vínculo más grande, su confianza sería tan plena en mí que no pensaría que lo que estaba haciendo era que perdiera el tiempo? Oh, era una maravillosa idea y asentí con la cabeza sonriendo como dándole a entender que sí, que me quedaba allí. Claro que iría y vendría y ya no iba a hacer las peticiones que tuviera en la cabaña, no debía de pensar que mi magia era más dedicada a la magia oscura o entonces todo terminaría.
-Me quedaré aquí –dijo mirándolo para luego desviar mi mirada a la cama, no había pensado quedarme y solo había una cama, pude sentir su sonrisa cuando me vio que miraba dicho lugar y se alejó de mi quitándose la camisa dejando la marca negra al descubierto, cada vez que la veía me asombraba, me gustaba saber qué era lo que podía hacer, hasta dónde podía llegar con los poderes que había adquirido de mi abuela. Se acercó hacia la cama y señalándola dijo mi nombre, pero luego vi como cogía una manta y la extendía en el suelo como si quisiera decirme que yo dormía en la cama y él en el suelo, como si intentara tranquilizarme por algo de lo que estuviera nerviosa, y no era el caso. Se sentó en la mesa y me hizo un gesto para que me acercara mostrando su brazo, mis manos cogieron su brazo observando de cerca la marca negra que cubría su piel, eran como pequeñas manchas como si algo se hubiera caído al suelo, conectadas con lo que se podría decir que era donde había aparecido la primera marca, que era justo en el hombro. Mis dedos repasaron las marcas que tenía en el brazo una vez me senté a su lado, era como si fueran tatuajes en su piel, aunque más bien parecía que era como una costra negra uniforme que se extendía por el lugar, una costra que no era tan fácil de quitar y que poco a poco se extendería por todo su cuerpo hasta que, una vez llegara al corazón, o bien moriría… o podría convertirse en lo mismo que le hizo aquella marca.
Era increíble lo que se podía hacer con el poder que tenía, no sabía en qué consistiría el encargo que mi abuela había dejado pendiente pero… el resultado lo tenía delante. Aquel joven había sido maldecido y es como si pudiera ver el reloj de arena que corría en su contra, acortando su vida con cada segundo, con cada minuto de vida que pasaba. Frente a mí, en esos momentos, la marca se extendió un poco por su cuerpo y él se tensó, apretó su mandíbula mientras esta crecía muy poco, pero avanzaba en su cometido de forma implacable. Debía de dolerle y de quemarle porque se notaba que donde pasaba el dedo su piel estaba más caliente con el resto de su cuerpo, mis ojos se alzaron para mirarle mordiéndome el labio, escondiendo en mis ojos aquella maravilla que había creado y que por suerte podía ver en primer plano. Él esperaba que le dijera algo sobre aquello, que le diera una solución… sin saber que podría condenarlo más de lo que estaba.
-No sé mucho sobre esto –mentí bajando mis ojos a la marca negando con la cabeza, no podía decirle de buenas a primeras que sabía lo que era o quizás sospecharía. Volví mi vista a él quien parecía desesperado, y a mí me gustaba lo que veía. Llevé una de mis manos a su rostro para girarlo y que me mirara, dejando luego mi mano en su mejilla- Nayati, te ayudaré –mentira, no lo iba a hacer solamente le daría falsas y vanas esperanzas para ver cómo se hundía más y más en aquellas arenas movedizas en las que estaba- espera aquí –me levanté para ir hacia uno de los armarios donde tenía todas las hierbas que solía utilizar, cogí un tarro y lo dejé sobre la mesa, cogí con una pequeña pala que había las cenizas de la hoguera y las puse sobre la mesa, abrí el tarro para mezclar la hierba con la ceniza, un poco de agua, y cerré los ojos pronunciando unas palabras en voz baja. Un conjuro muy sencillo y muy fácil, blanco, de los que primero se aprenden cuando eres pequeña. La mezcla se hizo como una pasta que coloqué sobre las marcas, aquello no lo curaría pero si lo aliviaría, él se dejó hacer sin oponer resistencia y luego limpié mis manos para mirarlo de forma fija- encontraremos una solución. Mañana buscamos una solución, ahora deberíamos de ir a dormir –así podría pensar en todas las cosas que podría hacerle, en los caminos sin salida a los que lo conduciría sin que él lo supiera. Dejé mi mano sobre su brazo mirando lo que le había extendido- no te lo quites –dije negando con la cabeza, luego me levanté y le hice una seña para ir a dormir, empezando a ganarme su confianza poco a poco. Había elegido a la menos indicada pero yo ya se lo había dicho, si él no me entendía no era mi problema… me acerqué hasta la cama y me senté observándole, la obra de mi abuela dudaba que fuera en particular contra él, pero había sido un daño colateral que el destino ponía frente a mí para contemplar cómo se consumía- Buenas noches Nayati –dije con una sonrisa, como si destilara confianza, como si fuera buena… solo para tumbarme, darle la espalda, y sonreír con malicia sin que él pudiera verme. Mañana empezaría su agonía, y su desesperación hasta que finalmente esta le consumiera.
Llegamos a la cabaña y se la mostré abarcándola con mis manos para hacerle ver que podía quedarse allí, era sencilla puesto que solo la utilizaba para hacer los conjuros y las invocaciones más peligrosas. Una mesa de madera con un par de sillas, una chimenea, una cama… todas las habitaciones en una, pero esta era amplia, tenía ventanas de donde entraba bastante luz todo el día y allí estaría bien. Lo vi mirar todo a su alrededor porque no podía llevarlo al campamento, en cuanto lo vieran quizás mis padres me obligaran a ayudarlo y precisamente era lo que no quería, algo que él no iba a saber nunca… por supuesto. Lo observé acercarse a la chimenea y encenderla, podía ver el humo negro que bailaba frente a él como si quisiera decirle algo y sonreí de lado… pedía ayuda a la persona menso indicada, quizás no estaba entendiendo las señales que le mandaban sus guías como sabía que ellos hacían cuando se sentían perdidos.
Terminó por levantarse y acercarse hacia donde yo estaba quedando frente a mí, sus ojos puestos en mis labios, ladeó un poco la cabeza y su mano se puso en mi pecho para luego querer decirme que si me quedaba con él… la verdad, es que no había pensado quedarme con él, tendría que ir también a mí casa pero… ¿no sería eso más divertido? ¿No haría eso el vínculo más grande, su confianza sería tan plena en mí que no pensaría que lo que estaba haciendo era que perdiera el tiempo? Oh, era una maravillosa idea y asentí con la cabeza sonriendo como dándole a entender que sí, que me quedaba allí. Claro que iría y vendría y ya no iba a hacer las peticiones que tuviera en la cabaña, no debía de pensar que mi magia era más dedicada a la magia oscura o entonces todo terminaría.
-Me quedaré aquí –dijo mirándolo para luego desviar mi mirada a la cama, no había pensado quedarme y solo había una cama, pude sentir su sonrisa cuando me vio que miraba dicho lugar y se alejó de mi quitándose la camisa dejando la marca negra al descubierto, cada vez que la veía me asombraba, me gustaba saber qué era lo que podía hacer, hasta dónde podía llegar con los poderes que había adquirido de mi abuela. Se acercó hacia la cama y señalándola dijo mi nombre, pero luego vi como cogía una manta y la extendía en el suelo como si quisiera decirme que yo dormía en la cama y él en el suelo, como si intentara tranquilizarme por algo de lo que estuviera nerviosa, y no era el caso. Se sentó en la mesa y me hizo un gesto para que me acercara mostrando su brazo, mis manos cogieron su brazo observando de cerca la marca negra que cubría su piel, eran como pequeñas manchas como si algo se hubiera caído al suelo, conectadas con lo que se podría decir que era donde había aparecido la primera marca, que era justo en el hombro. Mis dedos repasaron las marcas que tenía en el brazo una vez me senté a su lado, era como si fueran tatuajes en su piel, aunque más bien parecía que era como una costra negra uniforme que se extendía por el lugar, una costra que no era tan fácil de quitar y que poco a poco se extendería por todo su cuerpo hasta que, una vez llegara al corazón, o bien moriría… o podría convertirse en lo mismo que le hizo aquella marca.
Era increíble lo que se podía hacer con el poder que tenía, no sabía en qué consistiría el encargo que mi abuela había dejado pendiente pero… el resultado lo tenía delante. Aquel joven había sido maldecido y es como si pudiera ver el reloj de arena que corría en su contra, acortando su vida con cada segundo, con cada minuto de vida que pasaba. Frente a mí, en esos momentos, la marca se extendió un poco por su cuerpo y él se tensó, apretó su mandíbula mientras esta crecía muy poco, pero avanzaba en su cometido de forma implacable. Debía de dolerle y de quemarle porque se notaba que donde pasaba el dedo su piel estaba más caliente con el resto de su cuerpo, mis ojos se alzaron para mirarle mordiéndome el labio, escondiendo en mis ojos aquella maravilla que había creado y que por suerte podía ver en primer plano. Él esperaba que le dijera algo sobre aquello, que le diera una solución… sin saber que podría condenarlo más de lo que estaba.
-No sé mucho sobre esto –mentí bajando mis ojos a la marca negando con la cabeza, no podía decirle de buenas a primeras que sabía lo que era o quizás sospecharía. Volví mi vista a él quien parecía desesperado, y a mí me gustaba lo que veía. Llevé una de mis manos a su rostro para girarlo y que me mirara, dejando luego mi mano en su mejilla- Nayati, te ayudaré –mentira, no lo iba a hacer solamente le daría falsas y vanas esperanzas para ver cómo se hundía más y más en aquellas arenas movedizas en las que estaba- espera aquí –me levanté para ir hacia uno de los armarios donde tenía todas las hierbas que solía utilizar, cogí un tarro y lo dejé sobre la mesa, cogí con una pequeña pala que había las cenizas de la hoguera y las puse sobre la mesa, abrí el tarro para mezclar la hierba con la ceniza, un poco de agua, y cerré los ojos pronunciando unas palabras en voz baja. Un conjuro muy sencillo y muy fácil, blanco, de los que primero se aprenden cuando eres pequeña. La mezcla se hizo como una pasta que coloqué sobre las marcas, aquello no lo curaría pero si lo aliviaría, él se dejó hacer sin oponer resistencia y luego limpié mis manos para mirarlo de forma fija- encontraremos una solución. Mañana buscamos una solución, ahora deberíamos de ir a dormir –así podría pensar en todas las cosas que podría hacerle, en los caminos sin salida a los que lo conduciría sin que él lo supiera. Dejé mi mano sobre su brazo mirando lo que le había extendido- no te lo quites –dije negando con la cabeza, luego me levanté y le hice una seña para ir a dormir, empezando a ganarme su confianza poco a poco. Había elegido a la menos indicada pero yo ya se lo había dicho, si él no me entendía no era mi problema… me acerqué hasta la cama y me senté observándole, la obra de mi abuela dudaba que fuera en particular contra él, pero había sido un daño colateral que el destino ponía frente a mí para contemplar cómo se consumía- Buenas noches Nayati –dije con una sonrisa, como si destilara confianza, como si fuera buena… solo para tumbarme, darle la espalda, y sonreír con malicia sin que él pudiera verme. Mañana empezaría su agonía, y su desesperación hasta que finalmente esta le consumiera.
Ammyt- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Los dedos de la mujer de color del humo se paseaban por mi herida, sus ojos mostraban preocupación por el dolor que aparentemente sentía y que pese a intentar disimular para no asustarla de mas era palpable con solo observar mi cuerpo tensarse ante los latigazos que la negra capa producía bajo mi piel.
Se alzó para hacer algo con una poco de hierbas y ceniza, añadió agua y una pasta marrón y verdusca se formó en ese bote.
Ladeé la cabeza la verla tomar aquel ungüento entre sus dedos y despacio lo extendió sobre la marca que tenia en el brazo.
Sentí alivio, cerré un instante los ojos agradeciendo aquella sensación de paz que me regalaron los dedos de esa mujer acariciando mi herida.
Abrí los ojos cuando con gestos y palabras que no entendía, me dijo que no quitara eso de allí.
Asentí con la cabeza devolviendole la sonrisa, agradecía mucho lo que estaba haciendo por mi, algo desinteresado, pues pocas eran las personas que me habían tratado bien desde que partí de mis tierras.
La noche caía sobre nosotros con fuerza, así que como bien dijo la dama lo mas sensato seria dormir, mañana me había prometido buscar una cura o al menos eso es lo que yo entendí.
Me dejé caer en el suelo, sobre esas mantas que sobre el había dispuesto. Mi espalda quedó extendida, mis ojos se perdieron en las vetas de la madera de aquella cabaña, era la primera vez en mucho tiempo que no pasaba la noche al raso, gracias a ella la esperanza de obtener una cura habían vuelto.
Mi mirada se dirigió a ella, me daba la espalda, parecía dormir tranquila acurrucada sobre el colchón, así que tras varias horas dando vueltas excitado frente a la idea de encontrar una solución acabe cayendo rendido.
Mis sueños no fueron placidos, el lobo negro corría por el bosque perseguido por el mismo monstruo que me marco.
Corría hacia una cabaña de madera como esta, oía en su interior los cánticos de mujeres varias, como si cantaran una nana a algún dios.
Me desperté sobresaltado antes de que mi totem alcanzara la puerta.
Jadeaba bruscamente perdido en esos recuerdos que había visto en el sueño, el lobo trataba de decirme algo ¿quizás que la cabaña era mi salvación?
Alcé la mirada aun falto de resuello cando me encontré con la mirada oscura de la mujer que había decidido ayudar a este alma errante a curarse.
-Estoy bien -dije tratando de que no se preocupara por mi.
Toqué mi pecho para que lo entendiera.
-Bien -asentí volviendo a cerrar los ojos para que pudiera ella dormir el resto de horas que quedaran de noche.
Me alcé del lecho cuando la creí dormida, tenia ganas de algo de intimidad, así que cerré la puerta del baño y allí me deje llevar, roncos mis jadeos salieron por la puerta.
Necesitaba descargar adrenalina y para que mentir, algo mas.
Se alzó para hacer algo con una poco de hierbas y ceniza, añadió agua y una pasta marrón y verdusca se formó en ese bote.
Ladeé la cabeza la verla tomar aquel ungüento entre sus dedos y despacio lo extendió sobre la marca que tenia en el brazo.
Sentí alivio, cerré un instante los ojos agradeciendo aquella sensación de paz que me regalaron los dedos de esa mujer acariciando mi herida.
Abrí los ojos cuando con gestos y palabras que no entendía, me dijo que no quitara eso de allí.
Asentí con la cabeza devolviendole la sonrisa, agradecía mucho lo que estaba haciendo por mi, algo desinteresado, pues pocas eran las personas que me habían tratado bien desde que partí de mis tierras.
La noche caía sobre nosotros con fuerza, así que como bien dijo la dama lo mas sensato seria dormir, mañana me había prometido buscar una cura o al menos eso es lo que yo entendí.
Me dejé caer en el suelo, sobre esas mantas que sobre el había dispuesto. Mi espalda quedó extendida, mis ojos se perdieron en las vetas de la madera de aquella cabaña, era la primera vez en mucho tiempo que no pasaba la noche al raso, gracias a ella la esperanza de obtener una cura habían vuelto.
Mi mirada se dirigió a ella, me daba la espalda, parecía dormir tranquila acurrucada sobre el colchón, así que tras varias horas dando vueltas excitado frente a la idea de encontrar una solución acabe cayendo rendido.
Mis sueños no fueron placidos, el lobo negro corría por el bosque perseguido por el mismo monstruo que me marco.
Corría hacia una cabaña de madera como esta, oía en su interior los cánticos de mujeres varias, como si cantaran una nana a algún dios.
Me desperté sobresaltado antes de que mi totem alcanzara la puerta.
Jadeaba bruscamente perdido en esos recuerdos que había visto en el sueño, el lobo trataba de decirme algo ¿quizás que la cabaña era mi salvación?
Alcé la mirada aun falto de resuello cando me encontré con la mirada oscura de la mujer que había decidido ayudar a este alma errante a curarse.
-Estoy bien -dije tratando de que no se preocupara por mi.
Toqué mi pecho para que lo entendiera.
-Bien -asentí volviendo a cerrar los ojos para que pudiera ella dormir el resto de horas que quedaran de noche.
Me alcé del lecho cuando la creí dormida, tenia ganas de algo de intimidad, así que cerré la puerta del baño y allí me deje llevar, roncos mis jadeos salieron por la puerta.
Necesitaba descargar adrenalina y para que mentir, algo mas.
Nayati Manitú- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Aquel joven jamás llegaría a saber que en quien estaba depositando sus esperanzas de encontrar una solución era precisamente quien iba a conducirlo por caminos sin salida, haría como que lo estaba ayudando para que no pensara otra cosa y finalmente vería como la maldición lo consumía, como decía mi abuela “si haces una cosa, hazla bien”. Él había sido el resultado de la obra de mi abuela así que lo lógico era terminar con ella, y si para ella necesitaba acabar con la vida del joven… que así fuera, para mí no era nadie ni era nada, ni siquiera era de aquí y si no volvía seguramente los suyos pensarían que habría muerto a causa de la maldición que se extendía por su brazo y que al final como llegara al corazón acabaría con su vida, o quizás lo convirtiera en lo mismo que le había hecho aquello… dentro de un tiempo lo sabríamos cuando la maldición tocara su corazón.
Me acosté en la cama deseándole buenas noches con una sonrisa que no presagiaba nada, amigable, cercana, como si pudiera confiar en mí… pero al girarme la sonrisa maliciosa y ladina salió a flote mientras me acomodaba sobre el colchón y él dormía en el suelo. Solo tenía que buscar los caminos sin salida para hacer que creyera que lo ayudaba y disfrutar del espectáculo… el resto llegaría solo. Acabé durmiéndome pensando qué era lo que podía hacer para que siguiera confiando más en mí porque algo tendría que hacer con la magia buena que él creía que tenía, sin saber que mi especialidad era la negra por los poderes traspasados de mi abuela que, en esa botella al abrirla en lo que creía era un sueño, había obtenido siendo pequeña. Quizás pudiera convocar su espíritu y que se manifestara cuando Nayati no estuviera presenta, preguntarle por una guía y qué podría hacer puesto que ella en algunas cosas sabía más que yo.
Desperté cuando escuché una agitación que procedía de mi lado, abrí los ojos girándome para encontrarme con el joven revolviéndose en sueños sobre las sábanas que hacían de improvisado colchón en el suelo. Tenía la frente perlada en sudor y se movía como si intentara huir o liberarse de algo… quizás estuviera soñando con lo mismo que le había puesto la marca en su brazo, estiré mi brazo para tocarlo cuando se alzó de golpe sentándose en el suelo, aparté la mano estando al borde de la cama y toqué su brazo cruzando nuestras miradas, su pecho subía y bajaba con rapidez y pequeñas gotas caían por su frente hasta gotear sobre la sábana.
-¿Estás bien? –Pregunté interesándome por como estaba, él parecía querer darme a entender que estaba bien y que no pasaba nada, llevó su puño a su pecho y me hizo saber que estaba bien, lo miré de forma fija y sin querer decir nada más asentí con la cabeza- buenas noches –dije volviendo a recostarme en la cama dándole la espalda, pudiendo escuchar como de fondo se movía inquieto en el improvisado lecho. Aún quedaban unas horas para que saliera el sol y no sé en qué momento fue que lo escuché levantarse mientras yo seguía acostada, la puerta del aseo se cerró y mientras volvía a conciliar el sueño… un jadeo ronco llegó hasta mis oídos. Abrí los ojos y me giré mirando hacia la misma puerta de donde provenían los jadeos del joven, ¿se estaba…? Claramente sí, quizás pensaba que estaba dormida y no me enteraría de aquello pero… estaba bien despierta. Me giré para seguir durmiendo sin darle importancia, el cuerpo a veces te pedía cosas en ciertos momentos y era algo bastante natural aunque… una sonrisilla se formó en mis labios, ¿y si jugaba un poco con aquello? Ni siquiera lo pensé cuando me levanté de la cama y mis pies descalzos fueron hasta la puerta para quedarme frente a esta, escuchando otro jadeo salir y que esa vez se producían de forma más consecutiva, sabiendo que quizás le quedara poco para llegar a la liberación. Mi mano subió y con los nudillos llamé a la puerta- ¿Nayati? –Hice una pequeña pausa en la que ningún jadeo volvió a escucharse, quizás no pensara que iba a escucharle y yo sonreí de lado- ¿estás bien? –Pregunté aunque él no podía ver mi rostro- voy a entrar… -dije dándole un poco de margen para finalmente llevar mi mano al pomo, girarlo dándole a entender que entraba y abrí la puerta encontrándomelo, con la respiración agitada, su pecho subiendo y bajando con rapidez, su rostro perlado… sus ojos oscuros fijos en los míos y los labios entreabiertos. Parecía algo avergonzado y yo mordí mi labio con fingida inocencia, tenía el pantalón subido pero se podía notar lo excitado que estaba, di un par de pasos hacia él- ¿estás bien? –Pregunté llevando una de mis manos a su mejilla, esta ardía por lo que estaba haciendo. Acerqué mis labios a su frente dejando un beso casto pegando mi pecho de forma deliberada al suyo y me separé para mirarlo- ¿la marca? –Pregunté como si no supiera lo que le pasaba, y mi mano se deslizó por su pecho que tenía ahora al descubierto mirando la pasta que seguía en su brazo, me acerqué para examinarla de cerca rozando de forma “accidental” su cadera con la mía sintiendo su miembro rozando mi cuerpo, subí mi vista a la de él y me mordí el labio tras un “ups” totalmente inocente, pero tampoco me aparté para ver qué era lo que hacía- ¿mejor? –claro que no estaba mejor, le había interrumpido a mitad de todo y ahora no hacía más que provocarlo indirectamente con mis acciones… haciéndolo todo más divertido.
Me acosté en la cama deseándole buenas noches con una sonrisa que no presagiaba nada, amigable, cercana, como si pudiera confiar en mí… pero al girarme la sonrisa maliciosa y ladina salió a flote mientras me acomodaba sobre el colchón y él dormía en el suelo. Solo tenía que buscar los caminos sin salida para hacer que creyera que lo ayudaba y disfrutar del espectáculo… el resto llegaría solo. Acabé durmiéndome pensando qué era lo que podía hacer para que siguiera confiando más en mí porque algo tendría que hacer con la magia buena que él creía que tenía, sin saber que mi especialidad era la negra por los poderes traspasados de mi abuela que, en esa botella al abrirla en lo que creía era un sueño, había obtenido siendo pequeña. Quizás pudiera convocar su espíritu y que se manifestara cuando Nayati no estuviera presenta, preguntarle por una guía y qué podría hacer puesto que ella en algunas cosas sabía más que yo.
Desperté cuando escuché una agitación que procedía de mi lado, abrí los ojos girándome para encontrarme con el joven revolviéndose en sueños sobre las sábanas que hacían de improvisado colchón en el suelo. Tenía la frente perlada en sudor y se movía como si intentara huir o liberarse de algo… quizás estuviera soñando con lo mismo que le había puesto la marca en su brazo, estiré mi brazo para tocarlo cuando se alzó de golpe sentándose en el suelo, aparté la mano estando al borde de la cama y toqué su brazo cruzando nuestras miradas, su pecho subía y bajaba con rapidez y pequeñas gotas caían por su frente hasta gotear sobre la sábana.
-¿Estás bien? –Pregunté interesándome por como estaba, él parecía querer darme a entender que estaba bien y que no pasaba nada, llevó su puño a su pecho y me hizo saber que estaba bien, lo miré de forma fija y sin querer decir nada más asentí con la cabeza- buenas noches –dije volviendo a recostarme en la cama dándole la espalda, pudiendo escuchar como de fondo se movía inquieto en el improvisado lecho. Aún quedaban unas horas para que saliera el sol y no sé en qué momento fue que lo escuché levantarse mientras yo seguía acostada, la puerta del aseo se cerró y mientras volvía a conciliar el sueño… un jadeo ronco llegó hasta mis oídos. Abrí los ojos y me giré mirando hacia la misma puerta de donde provenían los jadeos del joven, ¿se estaba…? Claramente sí, quizás pensaba que estaba dormida y no me enteraría de aquello pero… estaba bien despierta. Me giré para seguir durmiendo sin darle importancia, el cuerpo a veces te pedía cosas en ciertos momentos y era algo bastante natural aunque… una sonrisilla se formó en mis labios, ¿y si jugaba un poco con aquello? Ni siquiera lo pensé cuando me levanté de la cama y mis pies descalzos fueron hasta la puerta para quedarme frente a esta, escuchando otro jadeo salir y que esa vez se producían de forma más consecutiva, sabiendo que quizás le quedara poco para llegar a la liberación. Mi mano subió y con los nudillos llamé a la puerta- ¿Nayati? –Hice una pequeña pausa en la que ningún jadeo volvió a escucharse, quizás no pensara que iba a escucharle y yo sonreí de lado- ¿estás bien? –Pregunté aunque él no podía ver mi rostro- voy a entrar… -dije dándole un poco de margen para finalmente llevar mi mano al pomo, girarlo dándole a entender que entraba y abrí la puerta encontrándomelo, con la respiración agitada, su pecho subiendo y bajando con rapidez, su rostro perlado… sus ojos oscuros fijos en los míos y los labios entreabiertos. Parecía algo avergonzado y yo mordí mi labio con fingida inocencia, tenía el pantalón subido pero se podía notar lo excitado que estaba, di un par de pasos hacia él- ¿estás bien? –Pregunté llevando una de mis manos a su mejilla, esta ardía por lo que estaba haciendo. Acerqué mis labios a su frente dejando un beso casto pegando mi pecho de forma deliberada al suyo y me separé para mirarlo- ¿la marca? –Pregunté como si no supiera lo que le pasaba, y mi mano se deslizó por su pecho que tenía ahora al descubierto mirando la pasta que seguía en su brazo, me acerqué para examinarla de cerca rozando de forma “accidental” su cadera con la mía sintiendo su miembro rozando mi cuerpo, subí mi vista a la de él y me mordí el labio tras un “ups” totalmente inocente, pero tampoco me aparté para ver qué era lo que hacía- ¿mejor? –claro que no estaba mejor, le había interrumpido a mitad de todo y ahora no hacía más que provocarlo indirectamente con mis acciones… haciéndolo todo más divertido.
Ammyt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 13/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Jadeaba de forma pesada, a punto de alcanzar el clímax cuando la puerta fue golpeada desde fuera y mi nombre salio en forma de pregunta de los labios de la joven que creía dormida.
Excitado como estaba tuve que abandonar lo que hacia, para subir precipitadamente el pantalón hundiendo mi oscurecida mirada en la puerta notando como se abría casi de inmediato.
Al parecer mis jadeos la habían alertado y preocupada por mi estado había decidido echar un vistazo ¿como decirle que no me pasaba nada en ese momento? No me entendía y la verdad decirle por señas lo que hacia me avergonzaba lo suficiente como para hacerlo, así que me limite a disimular mientras ella orillaba su cuerpo al mio.
Exhalé el aire de forma pesada contra su boca que ahora asedia lenta para besar mi frente perlada en sudor, supongo que en un intento de descubrir si la fiebre me asolaba.
Era otra la fiebre que sentía y el roce de su cuerpo no lograba que me calmara ni un ápice.
Su mano zigzagueo por mi pecho que subía y bajaba furioso, mis ojos seguían el sendero de esta hacia el brazo, quería comprobar la herida.
Me relamí los labios resecos por los jadeos mientras la contemplaba, era una mujer diferente, pero no por ello menos bella.
Sus dedos recorrían mi piel, como si de algún modo supiera lo que pasaba. Cerré los ojos al sentir sus dedos en mi rostro.
Nuestras miradas se encontraron al abrirlo nuevamente, la mía oscura como la noche se cernía sobre sus ojos, mas fue cuando rozó mi abultada entrepierna cuando un gemido escapó de mis labios muriendo directamente en los suyos.
Mis dedos acariciaron lentamente sus brazos, tracé un camino imaginario hasta su cintura y de un tiro orillé su cuerpo al mio.
Sus caderas impactaron con mi dureza, sus ojos se abrieron dándose cuenta de como estaba en ese momento.
Mis labios acortaron la distancia que los separaba de los ajenos, su respiración se aceleraba, desconocía si por miedo, por deseo o por la combinación de todo ello.
Alcé la mano hasta su nuca, atrayendola despacio, mis labios rozaron los ajenos mientras mi pesada respiración dibujaba frente a nuestras bocas sombras.
Entreabrí mi boca antes de colisionar con la suya, mis manso bajaban hacia sus nalgas.
-Ammyt -gruñí colisionando ahora con violencia.
Mi lengua danzo echa fuego en su boca, el mismo que el de las hogueras de mis tierras.
Sobrevolé le espacio tiempo tomando sus nalgas con mis manos, alzándola de golpe mientras la retaba con la mirada encendida por el deseo.
Dudaba necesitara explicación mi acto.
La deseaba, estaba excitado y mi hombría rugía contra su feminidad que solo cubierta por la ropa interior se humedecía.
-Ammyt -gruñí saqueando su boca con impaciencia, mi lengua una sierpe de fuego que se adentro en las profundidades del averno necesitada de su fuego, incitándola a bailar la danza de los guerreros.
Excitado como estaba tuve que abandonar lo que hacia, para subir precipitadamente el pantalón hundiendo mi oscurecida mirada en la puerta notando como se abría casi de inmediato.
Al parecer mis jadeos la habían alertado y preocupada por mi estado había decidido echar un vistazo ¿como decirle que no me pasaba nada en ese momento? No me entendía y la verdad decirle por señas lo que hacia me avergonzaba lo suficiente como para hacerlo, así que me limite a disimular mientras ella orillaba su cuerpo al mio.
Exhalé el aire de forma pesada contra su boca que ahora asedia lenta para besar mi frente perlada en sudor, supongo que en un intento de descubrir si la fiebre me asolaba.
Era otra la fiebre que sentía y el roce de su cuerpo no lograba que me calmara ni un ápice.
Su mano zigzagueo por mi pecho que subía y bajaba furioso, mis ojos seguían el sendero de esta hacia el brazo, quería comprobar la herida.
Me relamí los labios resecos por los jadeos mientras la contemplaba, era una mujer diferente, pero no por ello menos bella.
Sus dedos recorrían mi piel, como si de algún modo supiera lo que pasaba. Cerré los ojos al sentir sus dedos en mi rostro.
Nuestras miradas se encontraron al abrirlo nuevamente, la mía oscura como la noche se cernía sobre sus ojos, mas fue cuando rozó mi abultada entrepierna cuando un gemido escapó de mis labios muriendo directamente en los suyos.
Mis dedos acariciaron lentamente sus brazos, tracé un camino imaginario hasta su cintura y de un tiro orillé su cuerpo al mio.
Sus caderas impactaron con mi dureza, sus ojos se abrieron dándose cuenta de como estaba en ese momento.
Mis labios acortaron la distancia que los separaba de los ajenos, su respiración se aceleraba, desconocía si por miedo, por deseo o por la combinación de todo ello.
Alcé la mano hasta su nuca, atrayendola despacio, mis labios rozaron los ajenos mientras mi pesada respiración dibujaba frente a nuestras bocas sombras.
Entreabrí mi boca antes de colisionar con la suya, mis manso bajaban hacia sus nalgas.
-Ammyt -gruñí colisionando ahora con violencia.
Mi lengua danzo echa fuego en su boca, el mismo que el de las hogueras de mis tierras.
Sobrevolé le espacio tiempo tomando sus nalgas con mis manos, alzándola de golpe mientras la retaba con la mirada encendida por el deseo.
Dudaba necesitara explicación mi acto.
La deseaba, estaba excitado y mi hombría rugía contra su feminidad que solo cubierta por la ropa interior se humedecía.
-Ammyt -gruñí saqueando su boca con impaciencia, mi lengua una sierpe de fuego que se adentro en las profundidades del averno necesitada de su fuego, incitándola a bailar la danza de los guerreros.
Nayati Manitú- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Había tomado la decisión de confundir al joven que supuestamente debía de ayudar y que ahora tenía frente a mí en el aseo tras haber escuchado sus jadeos, podría haberme quedado en la cama sin levantarme y dejarlo pasar pero… confundirlo era mucho más divertido y además incluso aquello pudiera hacer que confiara más en mí, por eso ahora me encontraba frente a él en el aseo, con su respiración agitada, su pecho bajando y subiendo por haberlo interrumpido, su rostro perlado en sudor… hacerme la “inocente” hacía que me tuviera que morder la lengua para no reírme en esos momentos, no por como estaba él sino por hacer como que no sabía lo que estaba pasando cuando era plenamente consciente de ello. Mi mano surcó su pecho notando su piel ardiendo bajo mi tacto, sus ojos estaban fijos en los míos y no apartaba su mirada de mí, quizás incluso hasta un poco avergonzada por haberlo pillado en mitad de alcanzar su placer.
Miré la pasta que seguía en su brazo y que sin duda eso le aliviaría bastante aunque su funcionalidad fuera limitada, por la mañana seguramente tendría que quitársela y la marca seguiría ahí, pero al menos le hacía pensar que tenía buena fe y buena voluntad con él y eso de alguna forma hacía ganarme puntos. Mis labios rozaron su frente haciendo que mi pecho rozara el suyo como en un acto inocente, no tenía fiebre que seguramente él podría pensar que hacía eso hasta que nuestras miradas se encontraron al notar su miembro rozar mi cuerpo. Un gemido escapó de sus labios ante la evidencia sin poder evitarlo, sus dedos comenzaron a recorrer mis brazos para luego bajar por mis costados hasta llegar a mi cintura donde de un tirón me pegó a su cuerpo por completo.
Admitía que me pilló por sorpresa y mis ojos se abrieron ligeramente porque no pensaba que hiciera aquello, sus labios se acercaron a los míos casi rozándolos notando su miembro presionar contra mi cuerpo en una más que clara evidencia, jadeé por ello notando todo su cuerpo ardiendo como si de alguna forma envolviera el mío, su mano subió hasta mi nuca sintiendo calor allí donde él tocaba y terminó por acortar la distancia sintiendo su aliento rozar mis labios, un primer contacto entre nuestros labios, mi nombre saliendo de ellos luego y sus manos bajando por mi espalda hasta llegar a mis nalgas.
Sus labios ahora impactaron con los míos con algo más de rudeza, en el beso me alzó pegando nuestros cuerpos por completo mientras él marcaba el ritmo de aquel beso dejando claras sus intenciones, lo que necesitaba en esos momentos. Volvió de nuevo a pronunciar mi nombre entre beso y beso y mordí su labio inferior con algo de fuerza, uno de mis brazos rodeaba su cuello y la otra mano se perdió colándose entre nuestros cuerpos, bajando de forma que se coló por su pantalón hasta llegar a su miembro, mis dedos se cernieron en su tronco notando lo duro que estaba, lo caliente, excitado y necesitado que se sentía. Mi mano se movió abarcándolo todo por completo en lentas pasadas, su respiración se aceleraba en aquel beso y sus caderas se movían de forma involuntaria contra mi mano como si me pidiera más, que no parara.
Quité mi mano y me separé dando un par de pasos con la respiración agitada y el cuerpo ligeramente encendido, mis manos fueron al vestido ligero que llevaba y lo subí por mi cuerpo bajo la atenta mirada de él hasta sacarlo por mi cabeza, tirarlo al suelo y dejarme solo con la ropa interior puesta. Notaba sus ojos recorriendo mi cuerpo ahora algo más expuesto y mis ojos se fijaron en él, en cómo me miraba, su piel dorada y bronceada, su pelo oscuro y los labios que ahora se mordía mirándome… y me recordó a lo que yo era: primitivo, salvaje y bello, tenía un brillo en su mirada que era producto de la excitación pero aparte cuando lo vi por primera vez algo en sus ojos, algo en su mirada me hizo saber de alguna forma lo que él era
Me volví a acercar a él y mis labios buscaron los suyos, los mordí, los lamí y luego lo besé notando su calor traspasar su piel hacia la mía, mi mano bajó de nuevo a su miembro bajándole los pantalones un poco estimulándolo con caricias lentas, mordí su cuello dejando un camino hasta llegar a su oreja donde mordí su lóbulo y pegué un pequeño salto envolviendo su cintura con mis piernas, subiendo mi mano para enredarla en su pelo y mover mi cuerpo contra el de él comenzando a excitarme, notando ahora el roce directo de su miembro en mi ropa interior, calentándome.
-Nayati –dije moviendo más mi cadera en un intento de incrementar el número de roces, sacándome un jadeo que murió en su cuello, necesitaba un poco más de estímulo que él que parecía ya preparado y listo. Si mi abuela supiera lo que estaba haciendo en esos momentos se enfadaría seguro, pero aparte de que me apetecía, era parte de mi pequeño plan para ganarme más su confianza… saber que tenía frente a mí el resultado de la maldición y que pensaba que iba a ayudarlo… era algo inesperado, pero que podía hacer cosas con eso- vamos fuera –dije mirándolo, señalé con la cabeza la puerta dándole a entender lo que quería. Ninguno sabía el idioma del otro pero eso no quitaba para que no pudiéramos entendernos, bajé otra vez de su cuerpo, cogí su mano y tiré de él hasta llevarlo a la cama donde dejé que cayera y me subí encima buscando sus labios y mis manos recorrían su cuerpo, notando su piel caliente bajo mis yemas en ardientes caricias.
Miré la pasta que seguía en su brazo y que sin duda eso le aliviaría bastante aunque su funcionalidad fuera limitada, por la mañana seguramente tendría que quitársela y la marca seguiría ahí, pero al menos le hacía pensar que tenía buena fe y buena voluntad con él y eso de alguna forma hacía ganarme puntos. Mis labios rozaron su frente haciendo que mi pecho rozara el suyo como en un acto inocente, no tenía fiebre que seguramente él podría pensar que hacía eso hasta que nuestras miradas se encontraron al notar su miembro rozar mi cuerpo. Un gemido escapó de sus labios ante la evidencia sin poder evitarlo, sus dedos comenzaron a recorrer mis brazos para luego bajar por mis costados hasta llegar a mi cintura donde de un tirón me pegó a su cuerpo por completo.
Admitía que me pilló por sorpresa y mis ojos se abrieron ligeramente porque no pensaba que hiciera aquello, sus labios se acercaron a los míos casi rozándolos notando su miembro presionar contra mi cuerpo en una más que clara evidencia, jadeé por ello notando todo su cuerpo ardiendo como si de alguna forma envolviera el mío, su mano subió hasta mi nuca sintiendo calor allí donde él tocaba y terminó por acortar la distancia sintiendo su aliento rozar mis labios, un primer contacto entre nuestros labios, mi nombre saliendo de ellos luego y sus manos bajando por mi espalda hasta llegar a mis nalgas.
Sus labios ahora impactaron con los míos con algo más de rudeza, en el beso me alzó pegando nuestros cuerpos por completo mientras él marcaba el ritmo de aquel beso dejando claras sus intenciones, lo que necesitaba en esos momentos. Volvió de nuevo a pronunciar mi nombre entre beso y beso y mordí su labio inferior con algo de fuerza, uno de mis brazos rodeaba su cuello y la otra mano se perdió colándose entre nuestros cuerpos, bajando de forma que se coló por su pantalón hasta llegar a su miembro, mis dedos se cernieron en su tronco notando lo duro que estaba, lo caliente, excitado y necesitado que se sentía. Mi mano se movió abarcándolo todo por completo en lentas pasadas, su respiración se aceleraba en aquel beso y sus caderas se movían de forma involuntaria contra mi mano como si me pidiera más, que no parara.
Quité mi mano y me separé dando un par de pasos con la respiración agitada y el cuerpo ligeramente encendido, mis manos fueron al vestido ligero que llevaba y lo subí por mi cuerpo bajo la atenta mirada de él hasta sacarlo por mi cabeza, tirarlo al suelo y dejarme solo con la ropa interior puesta. Notaba sus ojos recorriendo mi cuerpo ahora algo más expuesto y mis ojos se fijaron en él, en cómo me miraba, su piel dorada y bronceada, su pelo oscuro y los labios que ahora se mordía mirándome… y me recordó a lo que yo era: primitivo, salvaje y bello, tenía un brillo en su mirada que era producto de la excitación pero aparte cuando lo vi por primera vez algo en sus ojos, algo en su mirada me hizo saber de alguna forma lo que él era
Me volví a acercar a él y mis labios buscaron los suyos, los mordí, los lamí y luego lo besé notando su calor traspasar su piel hacia la mía, mi mano bajó de nuevo a su miembro bajándole los pantalones un poco estimulándolo con caricias lentas, mordí su cuello dejando un camino hasta llegar a su oreja donde mordí su lóbulo y pegué un pequeño salto envolviendo su cintura con mis piernas, subiendo mi mano para enredarla en su pelo y mover mi cuerpo contra el de él comenzando a excitarme, notando ahora el roce directo de su miembro en mi ropa interior, calentándome.
-Nayati –dije moviendo más mi cadera en un intento de incrementar el número de roces, sacándome un jadeo que murió en su cuello, necesitaba un poco más de estímulo que él que parecía ya preparado y listo. Si mi abuela supiera lo que estaba haciendo en esos momentos se enfadaría seguro, pero aparte de que me apetecía, era parte de mi pequeño plan para ganarme más su confianza… saber que tenía frente a mí el resultado de la maldición y que pensaba que iba a ayudarlo… era algo inesperado, pero que podía hacer cosas con eso- vamos fuera –dije mirándolo, señalé con la cabeza la puerta dándole a entender lo que quería. Ninguno sabía el idioma del otro pero eso no quitaba para que no pudiéramos entendernos, bajé otra vez de su cuerpo, cogí su mano y tiré de él hasta llevarlo a la cama donde dejé que cayera y me subí encima buscando sus labios y mis manos recorrían su cuerpo, notando su piel caliente bajo mis yemas en ardientes caricias.
Ammyt- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Mi boca tomaba la ajena con rudeza, estaba hambriento, llevaba sin tener una mujer entre mis manos desde que abandoné mi tierras hace ya algunos meses y tenia que admitir que esta me excitaba de sobremanera.
Su espalda impactó contra la pared, mis caderas empujaban friccionando su sexo aun cubierto por las bragas, fue su mano la que acortó la distancia deslizándose por nuestros vientres, el mio se contrajo dándole paso a su mano que se coló por la cinturilla de mi pantalón para abarcar mi duro miembro.
Exhalé contra su boca mi aliento preso del placer que me otorgaba cuando movía la piel por el tronco, acariciando con la yema el humedecido frenillo.
Gruñí apoderándome salvajemente de sus labios, dejándola hacer, estaba mas que preparado para empezar aquel encuentro, yo ya había estado masturbándome solo antes de esto.
Ceso pronto en su empeño, gruñí al ver como se separaba de mi, mi mano se alargó para tomar la suya, quería que volviera, seguir, no me podía dejar así.
Mis ojos dibujaban su figura, el camisón bailaba amoldándose a esta y fueron sus manos las que llevadas a los bajos de este lo alzó quedándose en ropa interior.
Mi pecho subía y bajaba alterado por la visión de un cuerpo delgado pero curvilíneo, con dos buenas razones para volverme loco y todo ello envuelto por una piel de chocolate de la que deseaba alimentarme.
Me di cuneta de la diferencia que tenia con las mujeres de mis tierras, no solo por su tono oscuro, si no porque la ropa interior distaba mucho de las pieles que usaban nuestras mujeres.
Ella era preciosa, se veía sofisticada, distinta a todo lo que hasta hoy había montado.
Su cuerpo regresó a mi, ardía, como las hogueras de mis tierras, nuestras bocas se rozaban en pequeñas caricias, mordiscos que nos encendían mas si cabía, mi lengua la buscaba, fuera de mi boca se encontraban, raudas como serpientes se enredaban, eran boas cazando una liebre.
Su mano acarició mi torso, contrajo mi vientre con su paso hasta alcanzar el borde de mi pantalón que bajó sin pensarlo liberando mi hombría.
De nuevo la colmó de caricias tornando ese beso en uno cada vez mas salvaje, mas rudo.
No se lo pensó y salto enredando sus piernas a mi cintura como una pantera al acecho, mis manso afianzaron sus nalgas friccionando sus bragas con mi glande que buscaba la entrada.
Gruñí contra su boca, calcinandola con cada embestida que daba, quería entrar dentro, arrasar con todo y proclamarme su dueño.
Sus dientes se marcaban en mi piel, como un felino su cuerpo se rozaba con el mio prendiéndome fuego, me indicó que saliera fuera, mi tótem no era precisamente ahora el que me guiaba sobre ese blando lecho que acogió nuestros cuerpos.
Arranqué sus bragas antes de que me montara, mis manso ascendieron por su piel nocturna, hasta lo que cubría sus pechos, no sabia como quitarlo así que lo arranque entre gruñidos, no podía hablar con ella pero mi impaciencia se notaba, los ancestros debían de pensar que era eso que estaba haciendo, no era este el plan, solo buscar le modo de salvar mi vida, pero al parecer entre las piernas de ella lo conseguiría.
Alcé mi torso colisionando nuevamente con su boca, furtivo, salvaje, así fue mi ataque. Sus labios se entreabrieron dejándome entrar por completo mientras sus caderas marcaban la danza del guerrero.
Sus pechos alzados ofrecidos botaban frente a mis ojos, una invitación a que mis labios, mi boca ,mis dientes aplacaran sus montañas áridas adueñándome de su espíritu ardiente.
Su espalda impactó contra la pared, mis caderas empujaban friccionando su sexo aun cubierto por las bragas, fue su mano la que acortó la distancia deslizándose por nuestros vientres, el mio se contrajo dándole paso a su mano que se coló por la cinturilla de mi pantalón para abarcar mi duro miembro.
Exhalé contra su boca mi aliento preso del placer que me otorgaba cuando movía la piel por el tronco, acariciando con la yema el humedecido frenillo.
Gruñí apoderándome salvajemente de sus labios, dejándola hacer, estaba mas que preparado para empezar aquel encuentro, yo ya había estado masturbándome solo antes de esto.
Ceso pronto en su empeño, gruñí al ver como se separaba de mi, mi mano se alargó para tomar la suya, quería que volviera, seguir, no me podía dejar así.
Mis ojos dibujaban su figura, el camisón bailaba amoldándose a esta y fueron sus manos las que llevadas a los bajos de este lo alzó quedándose en ropa interior.
Mi pecho subía y bajaba alterado por la visión de un cuerpo delgado pero curvilíneo, con dos buenas razones para volverme loco y todo ello envuelto por una piel de chocolate de la que deseaba alimentarme.
Me di cuneta de la diferencia que tenia con las mujeres de mis tierras, no solo por su tono oscuro, si no porque la ropa interior distaba mucho de las pieles que usaban nuestras mujeres.
Ella era preciosa, se veía sofisticada, distinta a todo lo que hasta hoy había montado.
Su cuerpo regresó a mi, ardía, como las hogueras de mis tierras, nuestras bocas se rozaban en pequeñas caricias, mordiscos que nos encendían mas si cabía, mi lengua la buscaba, fuera de mi boca se encontraban, raudas como serpientes se enredaban, eran boas cazando una liebre.
Su mano acarició mi torso, contrajo mi vientre con su paso hasta alcanzar el borde de mi pantalón que bajó sin pensarlo liberando mi hombría.
De nuevo la colmó de caricias tornando ese beso en uno cada vez mas salvaje, mas rudo.
No se lo pensó y salto enredando sus piernas a mi cintura como una pantera al acecho, mis manso afianzaron sus nalgas friccionando sus bragas con mi glande que buscaba la entrada.
Gruñí contra su boca, calcinandola con cada embestida que daba, quería entrar dentro, arrasar con todo y proclamarme su dueño.
Sus dientes se marcaban en mi piel, como un felino su cuerpo se rozaba con el mio prendiéndome fuego, me indicó que saliera fuera, mi tótem no era precisamente ahora el que me guiaba sobre ese blando lecho que acogió nuestros cuerpos.
Arranqué sus bragas antes de que me montara, mis manso ascendieron por su piel nocturna, hasta lo que cubría sus pechos, no sabia como quitarlo así que lo arranque entre gruñidos, no podía hablar con ella pero mi impaciencia se notaba, los ancestros debían de pensar que era eso que estaba haciendo, no era este el plan, solo buscar le modo de salvar mi vida, pero al parecer entre las piernas de ella lo conseguiría.
Alcé mi torso colisionando nuevamente con su boca, furtivo, salvaje, así fue mi ataque. Sus labios se entreabrieron dejándome entrar por completo mientras sus caderas marcaban la danza del guerrero.
Sus pechos alzados ofrecidos botaban frente a mis ojos, una invitación a que mis labios, mi boca ,mis dientes aplacaran sus montañas áridas adueñándome de su espíritu ardiente.
Nayati Manitú- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Su cuerpo estaba completamente desnudo dejando ver esa piel bronceada por el sol de su tierra, algo más dorada que la mía más oscura, y mis ojos recorrieron su cuerpo entero notando lo fuerte y fibroso por la vida que llevaban, viviendo de la naturaleza, cazando, sobreviviendo frente a los avances que se hacían en las ciudades y de las que ellos se mantenían al margen, más primitivos, mucho más libres sin duda alguna. Mis dedos se pasearon por su torso fuera ya de aquel aseo donde sus manos no dudaron en quitarme la ropa interior dejando libre mi sexo sin tela que lo cubriera, de un tirón rudo el sujetador cedió frente a sus manos y a su fuerza quedándonos los dos completamente desnudos, de frente, mirándonos mientras el deseo nos recorría y nos embargaba. Era una locura total, apenas hacía horas que nos habíamos conocido, no podíamos comunicarnos pero nuestros cuerpos respondían frente al del otro.
Para mí aquello me ayudaría a ganarme su confianza, además de que realmente me apetecía aquello sintiendo que ya estaba húmeda por sus caricias, sus manos recorrían mi piel y sus ojos estaban fijos en las curvas de mi cuerpo, en mis pechos frente a él libres. Acabé por llevarlo a la cama y tumbarlo sobre ella para sentir su brazo que me rodeaba la cintura y me hacía caer sentada sobre él, nuestros sexos se rozaban y nos hacía jadear por el calor y las ganas que teníamos. Su impaciencia se notaba y la forma de no poder comunicarnos para decirnos lo que queríamos no era un impedimento alguno, pues ambos éramos capaces de hacer ver aquello que necesitábamos en ese momento.
Se elevó buscando de nuevo mis labios con los suyos en un beso salvaje, rudo, tal y como era él, algo que se podía ver con facilidad. Nuestros sexos se rozaban por el lento vaivén de mis caderas calentándonos, provocándonos, haciendo que ardiéramos y que jadeos se escaparan de nuestros labios en aquel beso en el que dejé que fuera él quien marcara el ritmo. Cogí una de sus manos con las mías y sin dilación la llevé hasta mi sexo para sentir como sus dedos acariciaban esa zona caliente y húmeda, provocándome un gemido y que echara la cabeza hacia atrás. Sus labios bajaron por mi garganta pasando por mis pechos para centrarse en uno de ellos, lamerlo, succionarlo, morderme el pezón y hacer que arqueara mi cabeza sin dejar de mover mi cadera ni por un segundo. Quité la mano que había llevado al centro de mi cuerpo y lamí los dedos que me acariciaron dejando un mordisco, para comenzar a bajar por todo su miembro notando su tronco ceder dentro hasta que nuestros cuerpos estaban pegados, totalmente en mi interior.
Gemí contra sus dedos y comencé a moverme subiendo y bajando sobre él con mis manos sobre su pecho, sus manos en mis caderas ayudándome en cada movimiento y mis labios recorriendo su cuello dejando mordiscos en el lugar mientras aumentaba el ritmo con el que me movía, rotaba mi cadera y volvía a moverme de nuevo. Me movía rápida y salvaje sobre él provocando que nuestros cuerpos se buscaran notando que movía su cadera de vez en cuando como si quisiera adentrarse más en mi interior. No dejábamos de movernos y los jadeos y los gemidos escapaban de nuestros labios sin control alguno, nos acariciábamos sus manos ahora recorrían libres mi cuerpo mientras el calor cada vez era más abrasador volviéndonos locos.
Acabó por girarme quedando él arriba moviéndose de forma salvaje, ruda y certera que me volvía loca, mis caderas se movían contra él y mis piernas se abrieron para darle un mejor acceso a mi cuerpo.
Salvajes nos movíamos contra el otro donde la pasión y la lujuria eran los dueños de aquel acto, el deseo nos recorría como si fuera lava líquida y sentí que iba a alcanzar el orgasmo conforme mi cuerpo se tensaba por momentos y una ola de calor me arrasaba. Me aferré a su espalda, mi cuerpo se arqueó hacia el suyo pegándolo por completo y eché hacia atrás la cabeza gimiendo ante el orgasmo que me sobrevino y me recorrió por completo mientras notaba que él se iba en mi interior también y todo era más placentero. Caí laxa contra el colchón con la respiración acelerada, el sudor perlando mi piel y él con los ojos cerrados respirando igual que yo subido todavía sobre mí. Abrió sus ojos brillantes y se dejó caer a mi lado para recuperarnos de aquello, sentía la boca seca así que me levanté cuando me recuperé y fui a por algo de agua llenándola en un vaso para volver de nuevo a la cama.
-Toma, bebe –le pasé otro vaso por si también quería beber agua y me senté para observar lo que le había puesto en el brazo viendo que estaba completamente seco, al día siguiente quizás comenzara a caerse pero le ayudaría bastante con el dolor aunque la marca siguiera en su piel. Dejé el vaso al lado de la mesita y me recosté tumbándome de lado de cara a él, era una tontería que durmiera en el suelo después de lo que había pasado, así que me acerqué a él y dejé un casto beso en sus labios- puedes dormir aquí –lo miré y luego señalé la cama para que entendiera qué era lo que le estaba diciendo- Buenas noches, Nayati –le dije con una sonrisa, que escondía todo lo que de verdad presagiaba, y cerré los ojos cansada y saciada en esos momentos, sabiendo que ahora sí los dos podríamos dormir mucho mejor tras lo que había pasado entre los dos.
Para mí aquello me ayudaría a ganarme su confianza, además de que realmente me apetecía aquello sintiendo que ya estaba húmeda por sus caricias, sus manos recorrían mi piel y sus ojos estaban fijos en las curvas de mi cuerpo, en mis pechos frente a él libres. Acabé por llevarlo a la cama y tumbarlo sobre ella para sentir su brazo que me rodeaba la cintura y me hacía caer sentada sobre él, nuestros sexos se rozaban y nos hacía jadear por el calor y las ganas que teníamos. Su impaciencia se notaba y la forma de no poder comunicarnos para decirnos lo que queríamos no era un impedimento alguno, pues ambos éramos capaces de hacer ver aquello que necesitábamos en ese momento.
Se elevó buscando de nuevo mis labios con los suyos en un beso salvaje, rudo, tal y como era él, algo que se podía ver con facilidad. Nuestros sexos se rozaban por el lento vaivén de mis caderas calentándonos, provocándonos, haciendo que ardiéramos y que jadeos se escaparan de nuestros labios en aquel beso en el que dejé que fuera él quien marcara el ritmo. Cogí una de sus manos con las mías y sin dilación la llevé hasta mi sexo para sentir como sus dedos acariciaban esa zona caliente y húmeda, provocándome un gemido y que echara la cabeza hacia atrás. Sus labios bajaron por mi garganta pasando por mis pechos para centrarse en uno de ellos, lamerlo, succionarlo, morderme el pezón y hacer que arqueara mi cabeza sin dejar de mover mi cadera ni por un segundo. Quité la mano que había llevado al centro de mi cuerpo y lamí los dedos que me acariciaron dejando un mordisco, para comenzar a bajar por todo su miembro notando su tronco ceder dentro hasta que nuestros cuerpos estaban pegados, totalmente en mi interior.
Gemí contra sus dedos y comencé a moverme subiendo y bajando sobre él con mis manos sobre su pecho, sus manos en mis caderas ayudándome en cada movimiento y mis labios recorriendo su cuello dejando mordiscos en el lugar mientras aumentaba el ritmo con el que me movía, rotaba mi cadera y volvía a moverme de nuevo. Me movía rápida y salvaje sobre él provocando que nuestros cuerpos se buscaran notando que movía su cadera de vez en cuando como si quisiera adentrarse más en mi interior. No dejábamos de movernos y los jadeos y los gemidos escapaban de nuestros labios sin control alguno, nos acariciábamos sus manos ahora recorrían libres mi cuerpo mientras el calor cada vez era más abrasador volviéndonos locos.
Acabó por girarme quedando él arriba moviéndose de forma salvaje, ruda y certera que me volvía loca, mis caderas se movían contra él y mis piernas se abrieron para darle un mejor acceso a mi cuerpo.
Salvajes nos movíamos contra el otro donde la pasión y la lujuria eran los dueños de aquel acto, el deseo nos recorría como si fuera lava líquida y sentí que iba a alcanzar el orgasmo conforme mi cuerpo se tensaba por momentos y una ola de calor me arrasaba. Me aferré a su espalda, mi cuerpo se arqueó hacia el suyo pegándolo por completo y eché hacia atrás la cabeza gimiendo ante el orgasmo que me sobrevino y me recorrió por completo mientras notaba que él se iba en mi interior también y todo era más placentero. Caí laxa contra el colchón con la respiración acelerada, el sudor perlando mi piel y él con los ojos cerrados respirando igual que yo subido todavía sobre mí. Abrió sus ojos brillantes y se dejó caer a mi lado para recuperarnos de aquello, sentía la boca seca así que me levanté cuando me recuperé y fui a por algo de agua llenándola en un vaso para volver de nuevo a la cama.
-Toma, bebe –le pasé otro vaso por si también quería beber agua y me senté para observar lo que le había puesto en el brazo viendo que estaba completamente seco, al día siguiente quizás comenzara a caerse pero le ayudaría bastante con el dolor aunque la marca siguiera en su piel. Dejé el vaso al lado de la mesita y me recosté tumbándome de lado de cara a él, era una tontería que durmiera en el suelo después de lo que había pasado, así que me acerqué a él y dejé un casto beso en sus labios- puedes dormir aquí –lo miré y luego señalé la cama para que entendiera qué era lo que le estaba diciendo- Buenas noches, Nayati –le dije con una sonrisa, que escondía todo lo que de verdad presagiaba, y cerré los ojos cansada y saciada en esos momentos, sabiendo que ahora sí los dos podríamos dormir mucho mejor tras lo que había pasado entre los dos.
Ammyt- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Nuestros cuerpos parecían espíritus danzando contra el fuego, salvajes, ella era una pantera que se revolvía voraz ante las embestidas del rudo lobo negro.
Nuestras bocas se buscaban voraces, como dos depredadores necesitados de una batalla sin tregua, en la que las llamas eran testigos de como necesitábamos buscarnos.
Ella se había portado bien conmigo, todo me lo había ofrecido, no solo un techo, el afecto de una mano amiga y a su vez, aquello que extendió sobre mi brazo para calmar mi dolor, si no que ahora calmaba mi excitación con un cuerpo perfecto que acogía entre roncos gemidos los envites de mi cuerpo.
La giré con brusquedad, necesitado de mucho mas, mis manos se hundieron en su piel, mi hombría se hundió rudamente en ella.
Mi falo se introdujo con suavidad es su vagina completamente mojada, se dilataba con tal facilidad que no pude evitar gruñir contra su boca por el calor que sus paredes me daban al apretar mi virilidad contra si con cada una de mis lentas envestidas.
Sacando del todo mi polla para volverla a introducir una y otra vez sin dejar de mirarla.
La sacaba dejando solo mi glande dentro, haciéndola enloquecer con mis dedos.
Introduje mi falo de golpe acallando con mi boca el gemido que la dama soltó contra ella al sentir la palpitante embestida, que seguida de otras, movió la cama golpeando la pared de forma estruendosa.
Sus dedos se hundían en mi pelo, tirando de mi con fuerza, tratando de apoderarse de cada uno de mis gemidos, ahogados entre su lengua.
Sus caderas acompañaban salvajes mis penetraciones, buscando la profundidad máxima que sus calientes paredes me otorgaba.
Sus piernas se enredaron en mi cintura tirando mas de mi mientras sus manos surcaban mi trasero atrayéndome con cada brusco movimiento.
Gruñí contra su boca completamente fuera de mi, podía sentirla morder mis labios dejando que estos se engrosaran incluso sangraran.
Deslice mi boca por su mandíbula contoneando aquel rostro perfecto de pantera, mordí su barbilla con aquel sabor metálico que me enloquecía. Deslizando después mis dientes por su cuello inmaculado que me dejaba paso como si disfrutara de ser mordido una y otra vez.
Su cuerpo se arqueaba bajo el mio con cada potente embestida, pidiéndome mas, jadeando cada vez mas rápido, se sacudía contra mi polla sin remedio apresando mi culo con sus uñas, trazando surcos manchados de carmesí.
Gruñí succionando la piel de su inmaculado cuello, marcando con moratones cada centímetro, con mis dientes excitandome de un modo que sentí me correría ahí mismo.
-ahhhhh -susurro al sentirme dentro en todos los aspectos mientras sus paredes vibraban estimulando mi falo que explotaba rudamente en su interior copandola de mi.
Su cuerpo se relajo cayendo ambos extenuados sobre el lecho, nuestras respiraciones se iban calmando lentamente.
Se levanto, la miré desconcertado, no sabia si le molestaba que estuviera allí pero pronto me trajo un vaso de agua que apuré velozmente, tenia mucha sed.
Volvió a dejarse caer a mi lado y yo la recibí con una picara sonrisa contemplando su parda mirada.
Llevé mi mano a su pecho.
-Nayati, Gracias -esperaba que entendiera que agradecía de verdad lo bien que se portaba conmigo.
Creo que ella me dijo que podía quedarme a dormir allí, así que con una picara sonrisa en mis labios rodeé su cintura dispuesto a dormir acompañado.
En mi cultura las relaciones sexuales tenían importancia, desconocía aquí como funcionaban las cosas pero no quería ofenderla.
Los primeros rayos del sol entraron por los ventanales, me desperecé abriendo los ojo para encontrarme con su felina mirada.
-Hoy tu, ayudar Nayati -le pedí mirándola fijamente.
Nuestras bocas se buscaban voraces, como dos depredadores necesitados de una batalla sin tregua, en la que las llamas eran testigos de como necesitábamos buscarnos.
Ella se había portado bien conmigo, todo me lo había ofrecido, no solo un techo, el afecto de una mano amiga y a su vez, aquello que extendió sobre mi brazo para calmar mi dolor, si no que ahora calmaba mi excitación con un cuerpo perfecto que acogía entre roncos gemidos los envites de mi cuerpo.
La giré con brusquedad, necesitado de mucho mas, mis manos se hundieron en su piel, mi hombría se hundió rudamente en ella.
Mi falo se introdujo con suavidad es su vagina completamente mojada, se dilataba con tal facilidad que no pude evitar gruñir contra su boca por el calor que sus paredes me daban al apretar mi virilidad contra si con cada una de mis lentas envestidas.
Sacando del todo mi polla para volverla a introducir una y otra vez sin dejar de mirarla.
La sacaba dejando solo mi glande dentro, haciéndola enloquecer con mis dedos.
Introduje mi falo de golpe acallando con mi boca el gemido que la dama soltó contra ella al sentir la palpitante embestida, que seguida de otras, movió la cama golpeando la pared de forma estruendosa.
Sus dedos se hundían en mi pelo, tirando de mi con fuerza, tratando de apoderarse de cada uno de mis gemidos, ahogados entre su lengua.
Sus caderas acompañaban salvajes mis penetraciones, buscando la profundidad máxima que sus calientes paredes me otorgaba.
Sus piernas se enredaron en mi cintura tirando mas de mi mientras sus manos surcaban mi trasero atrayéndome con cada brusco movimiento.
Gruñí contra su boca completamente fuera de mi, podía sentirla morder mis labios dejando que estos se engrosaran incluso sangraran.
Deslice mi boca por su mandíbula contoneando aquel rostro perfecto de pantera, mordí su barbilla con aquel sabor metálico que me enloquecía. Deslizando después mis dientes por su cuello inmaculado que me dejaba paso como si disfrutara de ser mordido una y otra vez.
Su cuerpo se arqueaba bajo el mio con cada potente embestida, pidiéndome mas, jadeando cada vez mas rápido, se sacudía contra mi polla sin remedio apresando mi culo con sus uñas, trazando surcos manchados de carmesí.
Gruñí succionando la piel de su inmaculado cuello, marcando con moratones cada centímetro, con mis dientes excitandome de un modo que sentí me correría ahí mismo.
-ahhhhh -susurro al sentirme dentro en todos los aspectos mientras sus paredes vibraban estimulando mi falo que explotaba rudamente en su interior copandola de mi.
Su cuerpo se relajo cayendo ambos extenuados sobre el lecho, nuestras respiraciones se iban calmando lentamente.
Se levanto, la miré desconcertado, no sabia si le molestaba que estuviera allí pero pronto me trajo un vaso de agua que apuré velozmente, tenia mucha sed.
Volvió a dejarse caer a mi lado y yo la recibí con una picara sonrisa contemplando su parda mirada.
Llevé mi mano a su pecho.
-Nayati, Gracias -esperaba que entendiera que agradecía de verdad lo bien que se portaba conmigo.
Creo que ella me dijo que podía quedarme a dormir allí, así que con una picara sonrisa en mis labios rodeé su cintura dispuesto a dormir acompañado.
En mi cultura las relaciones sexuales tenían importancia, desconocía aquí como funcionaban las cosas pero no quería ofenderla.
Los primeros rayos del sol entraron por los ventanales, me desperecé abriendo los ojo para encontrarme con su felina mirada.
-Hoy tu, ayudar Nayati -le pedí mirándola fijamente.
Nayati Manitú- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Después de lo que había pasado en esa cama la noche fue bastante placentera en la que ahora sí ambos dormidos de un tirón hasta que los primeros rayos del sol se colaron por la ventana, al menos yo dormí de tirón lo que restaba de noche. No solía dormir acompañada de nadie así que por un momento abrí mis ojos cuando su brazo rodeó mi cintura antes de cerrar sus ojos y dejarnos llevar por el sueño, supuse que no supondría nada después de lo que había pasado entre nosotros y cerré los ojos dispuesta a dormir las horas que faltaban hasta que llegara el amanecer. Me había dado las gracias por lo que habíamos hecho, aunque más bien pensaba que era por todo lo que había hecho por él y no solamente el obtener placer, pero lo que él no sabía es que había pedido ayuda a la única que no iba a ayudarlo directamente, sino que pondría trabas y piedras en su camino para que jamás alcanzara la salvación, para que jamás supiera que había sido yo la culpable en parte de que tuviera eso en el brazo.
Me pregunté qué pasaría si se enteraba, la cara que pondría después de lo que había hecho por él… seguramente no tendría precio alguno, pero eso es algo que quizás llegaba a ver o no, aún no habíamos empezado así que había tiempo para pensar y hacerle ver que lo ayudaba mientras la marca se extendía lentamente por su brazo, y es que no le quedaba mucho tiempo… las arenas del reloj corrían deprisa en su contra, quizás no le quedara mucho más de un par de meses, al ritmo que se extendía la marca era probable que ese fuera el tiempo límite que tuviera para encontrar una salvación, y ese el tiempo que yo tenía que aguantar para que no lo consiguiera. Con esos pensamientos me quedé dormida con su brazo rodeando mi cintura, desperté cuando los rayos del sol se colaban por la venta y abrí mis ojos desperezándome para encontrarme con que él también estaba despierto, decía que yo tenía que ayudarle y asentí con la cabeza.
-Buenos días, Nayati -dije con una sonrisa antes de levantarme de la cama y dirigirme al aseo para darme un baño rápido antes de empezar el día, dejándolo a él en la habitación. Cuando salí ya vestida de nuevo le indiqué que podía darse un baño si quería mientras yo preparaba algo rápido y sencillo para tomar antes de salir en lo que él se bañaba, antes de dejar que se bañara lo paré de la muñeca y cogí su brazo para ver lo que le había puesto sobre la marca, rasqué un poco con mi dedo comprobando que estaba seco, y que se partía un poco y finalmente acabé quitándoselo puesto que ya no tendría mucho más efecto, seco ya que le ayudaría en nada. Le hice un gesto para que supiera que ya podía entrar al aseo y yo preparé algo rápido para tomar antes de partir. En ese breve tiempo pensé que lo más lógico sería buscar información de lo que le pasaba, tenía que verlo todo desde el punto de vista de que no sabía lo que le pasaba, así que lo más lógico es buscar información sobre la marca. ¿Y dónde se buscaba información? En la biblioteca. Una vez terminamos de desayunar me levanté preparada para salir y hacerle un gesto de que me siguiera.
-Vamos a la biblioteca –le miré sin saber si me había entendido, si sabía de lo que le estaba hablando- quizás podamos encontrar algo que nos diga lo que te pasa –le señalé el brazo mientras tomábamos el camino que llevaba a la ciudad y nos alejábamos de la cabaña del bosque, sabía perfectamente el camino porque había ido alguna que otra vez a la biblioteca, la verdad es que no muchas veces porque la gran mayoría de lo que buscaba no lo encontraría entre esos libros, pero era una forma también de perder tiempo y de hacerle ver que le estaba ayudando. Me pregunté si estaba entendiendo lo que le decía, la comunicación era un poco difícil y no era sencillo explicarle el lugar a donde íbamos. Finalmente tras un buen rato caminando cuando llegamos a la ciudad nos colamos entre sus calles y sus gentes para pararnos sobre el edificio enorme que era la biblioteca, normalmente abría hasta bastante tarde y estaba pocas horas cerrada, para cuando nosotros llegamos ya estaba abierta y le hice un gesto para que entrara. Nada más hacerlo pasamos por el mostrador donde tuvimos que anotar en un registro nuestros nombres, y como no sabía si él sabía escribir o no o lo que tenía que poner fui yo la que puso su nombre en aquella hoja.
Nos adentramos entre las filas y las hileras de estanterías que había y finalmente nos adentramos en una sección que estaba más al fondo de las demás, podía notar como él miraba todo con curiosidad y es que seguramente era la primera vez que entraba en un lugar como aquel rodeado de tantos libros. Acabé cogiendo un par de ellos y entregándoselos a él para que los sujetara mientras cogía un par más y le hacía un gesto para sentarnos en una de las mesas que había al fondo, donde dejamos los libros y le entregué uno mientras él lo miraba, al menos que no se quedara mirando como yo intentaba en vano buscar información sobre la marca, le miré de forma fija y le hice un gesto al libro y luego a él.
-Vamos a buscar información sobre la marca –señalé con mi vista su brazo donde la tenía- busca algo que pueda servir –con señas como pude le mostré lo que quería que hiciera, en las páginas había dibujos de hechizos y demás cosas, quizás así me ayudaba a buscar algo que nos pudiera servir aunque ya sabía, de sobra, que no encontraríamos nada. Allí no había nada igual a lo que yo había lanzado aquel día, un hechizo antiguo y potente sin igual, uno que no estaría en los libros de había en la biblioteca… es posible que estuviera en algún libro, pero no en esos. Eso me ayudaba a ganar tiempo, abrí yo un libro y comencé a mirar. Tenía más opciones, pero lo más lógico era empezar recabando información de lo que pudiera tener.
Me pregunté qué pasaría si se enteraba, la cara que pondría después de lo que había hecho por él… seguramente no tendría precio alguno, pero eso es algo que quizás llegaba a ver o no, aún no habíamos empezado así que había tiempo para pensar y hacerle ver que lo ayudaba mientras la marca se extendía lentamente por su brazo, y es que no le quedaba mucho tiempo… las arenas del reloj corrían deprisa en su contra, quizás no le quedara mucho más de un par de meses, al ritmo que se extendía la marca era probable que ese fuera el tiempo límite que tuviera para encontrar una salvación, y ese el tiempo que yo tenía que aguantar para que no lo consiguiera. Con esos pensamientos me quedé dormida con su brazo rodeando mi cintura, desperté cuando los rayos del sol se colaban por la venta y abrí mis ojos desperezándome para encontrarme con que él también estaba despierto, decía que yo tenía que ayudarle y asentí con la cabeza.
-Buenos días, Nayati -dije con una sonrisa antes de levantarme de la cama y dirigirme al aseo para darme un baño rápido antes de empezar el día, dejándolo a él en la habitación. Cuando salí ya vestida de nuevo le indiqué que podía darse un baño si quería mientras yo preparaba algo rápido y sencillo para tomar antes de salir en lo que él se bañaba, antes de dejar que se bañara lo paré de la muñeca y cogí su brazo para ver lo que le había puesto sobre la marca, rasqué un poco con mi dedo comprobando que estaba seco, y que se partía un poco y finalmente acabé quitándoselo puesto que ya no tendría mucho más efecto, seco ya que le ayudaría en nada. Le hice un gesto para que supiera que ya podía entrar al aseo y yo preparé algo rápido para tomar antes de partir. En ese breve tiempo pensé que lo más lógico sería buscar información de lo que le pasaba, tenía que verlo todo desde el punto de vista de que no sabía lo que le pasaba, así que lo más lógico es buscar información sobre la marca. ¿Y dónde se buscaba información? En la biblioteca. Una vez terminamos de desayunar me levanté preparada para salir y hacerle un gesto de que me siguiera.
-Vamos a la biblioteca –le miré sin saber si me había entendido, si sabía de lo que le estaba hablando- quizás podamos encontrar algo que nos diga lo que te pasa –le señalé el brazo mientras tomábamos el camino que llevaba a la ciudad y nos alejábamos de la cabaña del bosque, sabía perfectamente el camino porque había ido alguna que otra vez a la biblioteca, la verdad es que no muchas veces porque la gran mayoría de lo que buscaba no lo encontraría entre esos libros, pero era una forma también de perder tiempo y de hacerle ver que le estaba ayudando. Me pregunté si estaba entendiendo lo que le decía, la comunicación era un poco difícil y no era sencillo explicarle el lugar a donde íbamos. Finalmente tras un buen rato caminando cuando llegamos a la ciudad nos colamos entre sus calles y sus gentes para pararnos sobre el edificio enorme que era la biblioteca, normalmente abría hasta bastante tarde y estaba pocas horas cerrada, para cuando nosotros llegamos ya estaba abierta y le hice un gesto para que entrara. Nada más hacerlo pasamos por el mostrador donde tuvimos que anotar en un registro nuestros nombres, y como no sabía si él sabía escribir o no o lo que tenía que poner fui yo la que puso su nombre en aquella hoja.
Nos adentramos entre las filas y las hileras de estanterías que había y finalmente nos adentramos en una sección que estaba más al fondo de las demás, podía notar como él miraba todo con curiosidad y es que seguramente era la primera vez que entraba en un lugar como aquel rodeado de tantos libros. Acabé cogiendo un par de ellos y entregándoselos a él para que los sujetara mientras cogía un par más y le hacía un gesto para sentarnos en una de las mesas que había al fondo, donde dejamos los libros y le entregué uno mientras él lo miraba, al menos que no se quedara mirando como yo intentaba en vano buscar información sobre la marca, le miré de forma fija y le hice un gesto al libro y luego a él.
-Vamos a buscar información sobre la marca –señalé con mi vista su brazo donde la tenía- busca algo que pueda servir –con señas como pude le mostré lo que quería que hiciera, en las páginas había dibujos de hechizos y demás cosas, quizás así me ayudaba a buscar algo que nos pudiera servir aunque ya sabía, de sobra, que no encontraríamos nada. Allí no había nada igual a lo que yo había lanzado aquel día, un hechizo antiguo y potente sin igual, uno que no estaría en los libros de había en la biblioteca… es posible que estuviera en algún libro, pero no en esos. Eso me ayudaba a ganar tiempo, abrí yo un libro y comencé a mirar. Tenía más opciones, pero lo más lógico era empezar recabando información de lo que pudiera tener.
Ammyt- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Aquella mujer de piel oscura abrió sus ojos encontrándose con mi sonrisa, sin duda ella era ese espíritu que mis ancestros habían puesto para guiar mi camino.
Me había ofrecido todo sin pedir nada a cambio y no sabia bien como agradecerle tanta bondad.
La dama me indicó que se daría un baño, asentí con la cabeza colándome al rato tras ella. Su mirada fija en mis pardos parecía de sorpresa, pero no entendí bien el porque, habíamos compartido una noche de pasional sexo, ya había visto su cuerpo descubierto, así que aunque entendía que teníamos prisa como para no enredarnos en este momento, no veía porque no compartir un baño juntos.
Me adentré en la tina, mi boca buscó la suya en un gracias sentido que no supe expresar con palabras pues no entendía nada de su idioma, pero las caricias que le regalé eran un idioma universal, así como su bondad para conmigo.
Mordí su hombro con picardia como promesa de que por la noche no escaparia de unas caricias mucho mas profundas.
Tras un simple roce de labios que calcinó su boca y la mía, salí de la tina tomando la toalla para secarme.
Fuera preparó un desayuno, le aseguré haciendo gestos que cazaría para ella, así yo prepararía una buena cena asada.
-¿búfalos? -pregunté haciendo un gesto que representaba el animal y bufando como si fuera uno de ellos.
No se si me entendió pero al menos desperté una sonrisa que iluminó la estancia.
Sus dedos se pasearon por mi brazo para colocarme un nuevo ungüento que calmara mi dolor, sisee ligeramente por el dolor, pero por suerte de inmediato sentí ese alivio que aquello me proporcionaba.
Abandonamos la casa de madera y con ella el inmenso y profundo bosque para adentrarnos nuevamente en una ciudad gris, ausente de naturaleza. Las personas me miraba de soslayo mientras yo miraba atónito como tanta gente vestida tan rara podía vivir en un mundo tan apático, triste y carente de espíritus.
La hechicera se detuvo frente a un edificio bastante grande, tiro de mi mano subiendo unas escalinatas de mármol para adentrarnos en un edificio enorme.
Mis ojos sobrevolaban la estancia, había una mujer sentada en una silla tras un mostrador que nos saludo.
Tiré de su mano buscando el contacto con su cuerpo, estaba completamente fuera de lugar, mis labios recorrieron su cuello, no entendía como iba a encontrar aquí una solución para esto.
-Ayudar Nayati -pedí señalando mi brazo mientras ladeaba la cabeza.
Yo pensaba que eso de buscar significaba que irimos tras la bestia para dar con su dueño y que este quitara la maldición que me asolaba, pero no entendía como podíamos encontrar una solución en un edificio enorme lleno de papeles.
La dama se sentó para leer un libro pidiéndome que buscara, pero yo me limité a pasar paginas con cara de no entender nada.
Cerré el libro de golpe finalmente negando algo frustrado, no se las horas que habían pasado, pero aquí no había nada ni de lejos que se pareciera a lo que yo tenia en mi brazo.
-Ayuda Nayati -repetí atrapando sus mejillas con mis manos para atraparle la boca con mis dientes -monstruo -le dije señalando la marca.
Tomé una hoja para dibujarla con un lápiz la bestia que me hirió y una vez pintado cada trazo de ese ser en el papel, le señalé con el dedo para que entendiera que teníamos que buscar.
Me había ofrecido todo sin pedir nada a cambio y no sabia bien como agradecerle tanta bondad.
La dama me indicó que se daría un baño, asentí con la cabeza colándome al rato tras ella. Su mirada fija en mis pardos parecía de sorpresa, pero no entendí bien el porque, habíamos compartido una noche de pasional sexo, ya había visto su cuerpo descubierto, así que aunque entendía que teníamos prisa como para no enredarnos en este momento, no veía porque no compartir un baño juntos.
Me adentré en la tina, mi boca buscó la suya en un gracias sentido que no supe expresar con palabras pues no entendía nada de su idioma, pero las caricias que le regalé eran un idioma universal, así como su bondad para conmigo.
Mordí su hombro con picardia como promesa de que por la noche no escaparia de unas caricias mucho mas profundas.
Tras un simple roce de labios que calcinó su boca y la mía, salí de la tina tomando la toalla para secarme.
Fuera preparó un desayuno, le aseguré haciendo gestos que cazaría para ella, así yo prepararía una buena cena asada.
-¿búfalos? -pregunté haciendo un gesto que representaba el animal y bufando como si fuera uno de ellos.
No se si me entendió pero al menos desperté una sonrisa que iluminó la estancia.
Sus dedos se pasearon por mi brazo para colocarme un nuevo ungüento que calmara mi dolor, sisee ligeramente por el dolor, pero por suerte de inmediato sentí ese alivio que aquello me proporcionaba.
Abandonamos la casa de madera y con ella el inmenso y profundo bosque para adentrarnos nuevamente en una ciudad gris, ausente de naturaleza. Las personas me miraba de soslayo mientras yo miraba atónito como tanta gente vestida tan rara podía vivir en un mundo tan apático, triste y carente de espíritus.
La hechicera se detuvo frente a un edificio bastante grande, tiro de mi mano subiendo unas escalinatas de mármol para adentrarnos en un edificio enorme.
Mis ojos sobrevolaban la estancia, había una mujer sentada en una silla tras un mostrador que nos saludo.
Tiré de su mano buscando el contacto con su cuerpo, estaba completamente fuera de lugar, mis labios recorrieron su cuello, no entendía como iba a encontrar aquí una solución para esto.
-Ayudar Nayati -pedí señalando mi brazo mientras ladeaba la cabeza.
Yo pensaba que eso de buscar significaba que irimos tras la bestia para dar con su dueño y que este quitara la maldición que me asolaba, pero no entendía como podíamos encontrar una solución en un edificio enorme lleno de papeles.
La dama se sentó para leer un libro pidiéndome que buscara, pero yo me limité a pasar paginas con cara de no entender nada.
Cerré el libro de golpe finalmente negando algo frustrado, no se las horas que habían pasado, pero aquí no había nada ni de lejos que se pareciera a lo que yo tenia en mi brazo.
-Ayuda Nayati -repetí atrapando sus mejillas con mis manos para atraparle la boca con mis dientes -monstruo -le dije señalando la marca.
Tomé una hoja para dibujarla con un lápiz la bestia que me hirió y una vez pintado cada trazo de ese ser en el papel, le señalé con el dedo para que entendiera que teníamos que buscar.
Nayati Manitú- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Cuando llegamos a la biblioteca me di cuenta de que Nayati miraba todo alrededor como si fuera la primera vez que lo viera, quizás es que era así, de donde él venía todo era más… natural. No habría tantos edificios, ni tanta gente, ni siquiera carruajes como los que había por París. Además de que la gente era bastante diferente a la que él estaba acostumbrado, sobre todo por la forma de ir vestida ya que aunque él iba bastante vestido dudaba de que allí, en su tribu, llevara tanta ropa como llevaba aquí. La idea de venir a la biblioteca solamente era para ganar tiempo, era consciente de que él no podría entender nada si cogía un libro, además de que seriamente dudaba de que pudiéramos encontrar algo de la maldición en aquellos libros, nada de conjuros, nada de maldiciones… libros así no estaban en la biblioteca, libros así estaban en las casas de la gente que practicaba dicha magia, como por ejemplo yo hacía. Menos mal que ese tipo de libros estaban bien guardados y protegidos, pero dudaba que aunque Nayati los encontrara fuera capaz de darse cuenta de que uno de los libros que yo tenía, y que había pertenecido a mi abuela, era de donde había salido inicialmente la maldición.
Lo notaba a mi lado mirando los libros como si quisiera entender que era lo que debía de buscar, o qué era lo que debía de hacer con ellos mientras yo, a su lado, miraba otro de los libros leyendo página a página, como si de alguna forma pensara que podríamos encontrar algo. Cuanto más pasaba el tiempo más se desesperaba, así que simplemente me pregunté cuanto tardaría en pedirme que nos fuéramos de allí y comenzáramos a buscar otras cosas, quizás él lo que tenía en mente era rastrear lo que lo había tocado y dejado esa marca pero, si hacía eso le estaría llevando hacia mí y lo que no quería era que supiera que había sido yo quien le había lanzado aquella maldición, quería que se le agotara el tiempo y ver qué era lo que pasaba. ¿Se convertiría en lo mismo que lo tocó? ¿Desaparecería de la faz de la tierra? ¿Iría al mismo lugar del que procedía aquel demonio invocado? Ah, eran preguntas que quería saber y si lo ayudaba ya podía despedirme de la respuesta.
Finalmente tras un par de horas en la biblioteca cerró uno de los libros que estaba leyendo y me miró como si me pidiera que lo ayudara, podía ver en sus ojos la duda y la incertidumbre que aquello le causaba, así que lancé un suspiro mientras él cogía mis mejillas y mostraba sus dientes como si quisiera darme a entender lo que debíamos de estar haciendo y no perder el tiempo de esa forma. Cogió una hoja y comenzó a dibujar lo que le había atacado para luego señalar su brazo, enseñándome y mostrándome qué era lo que debíamos de estar buscando. A la bestia, al demonio oscuro que lo había atacado y que le había puesto aquella maravillosa maldición, claro que era maravillosa solamente desde mi punto de vista, desde el de él era bastante menos.
-Intento saber qué hacer –le dije para luego coger la hoja y mirarla de cerca, el dibujo se asemejaba bastante a lo que había invocado en un principio, lo miré de nuevo sintiendo sus ojos fijos en los míos, desesperados, él también era consciente de que el tiempo se le acababa y dejando la hoja sobre la mesa lo miré de forma fija- Bien, vamos –recogí los libros que había encontrado, los dejamos en su sitio y salimos de la biblioteca para volver sobre nuestros pasos de vuelta al bosque, primero necesité pasar por el pantano para ir hacia el lago, él me seguía en silencio como si no entendiera qué estaba haciendo pero al no poder comunicarnos realmente no dijo nada al respecto. Llegamos hasta donde quería llegar, aquel lago del pantano donde sabía que en sus aguas encontraría lo que estaba buscando, cogí su brazo y lo hundí en el agua mirándolo para que lo tuviera sumergido, frunció el ceño cuando pareció darse cuenta de cuáles eran mis intenciones y finalmente lo sacó mientras comprobaba que tenía lo que quería; sanguijuelas. Hice el amago de quitárselas pero le cogí su mano y negué con la cabeza- no te las quites, las necesito –cogí su mano y tiré de él de vuelta a la cabaña, pero esa vez fuimos a la parte algo alejada donde encendí una hoguera, no sin antes haber cogido algunos botes de hierbas que tenía en la casa y finalmente mezclé varias de ellas en un cuenco, moliéndolas para echarlas al fuego mientras pronunciaba unas palabras, hasta que finalmente fui hacia donde tenía las sanguijuelas y las aparté de su piel, agarradas a esta, llenas de su sangre, y las arrojé al fuego hasta que por último eché unos polvos que hizo que de la hoguera saliera un humo más espeso y oscuro de lo normal, donde se podían ver como imágenes de lo que había pasado, aunque brevemente.
Se vio con claridad a Nayati de donde él era luchando con las invocaciones, como tras haber derrotado a una la otra que quedaba le dejaba la maldición y retrocedía tras haber cumplido su cometido. Él persiguiéndolo para llegar hasta París, se pudo ver el demonio que cruzaba la ciudad como una sombra por la noche, en las calles desiertas, hasta finalmente desaparecer frente a una persona. En teoría debería de haberse visto que desaparecía en la cabaña tras cumplir la misión, pero sin embargo se vio como un hombre alto, de edad media era donde el demonio desaparecía como si hubiera salido de su propio cuerpo. Claro que todo era provocado por un conjuro haciéndole creer a él que era ese hombre quien le había provocado la maldición. Al final el humo se disipó despejando la zona mientras las llamas nos envolvían, lo miré durante unos segundos y dejé mi mano en su hombro.
-Nayati –dije sacándolo de su trance en el que se había metido, como si rememorara lo que había visto. Él quería que lo ayudara y no iba a hacerlo pero, la obra de mi abuela estaba incompleta así que ¿por qué no hacer que, indirectamente, me ayudara? Yo había obtenido el poder de mi abuela a través de un sueño, su poder era enorme y no lo controlaba totalmente pero había otros, ahí fuera, que sabían de mis poderes y querían de alguna forma acabar conmigo como acabaron con mi abuela. Si él me ayudaba a aniquilarlos me ahorraría tiempo, y así de mientras él creería que le estaba ayudando- ¿Estás bien? –Pregunté quedándome en cuclillas a su lado, dejando que él analizara lo que había visto.
Lo notaba a mi lado mirando los libros como si quisiera entender que era lo que debía de buscar, o qué era lo que debía de hacer con ellos mientras yo, a su lado, miraba otro de los libros leyendo página a página, como si de alguna forma pensara que podríamos encontrar algo. Cuanto más pasaba el tiempo más se desesperaba, así que simplemente me pregunté cuanto tardaría en pedirme que nos fuéramos de allí y comenzáramos a buscar otras cosas, quizás él lo que tenía en mente era rastrear lo que lo había tocado y dejado esa marca pero, si hacía eso le estaría llevando hacia mí y lo que no quería era que supiera que había sido yo quien le había lanzado aquella maldición, quería que se le agotara el tiempo y ver qué era lo que pasaba. ¿Se convertiría en lo mismo que lo tocó? ¿Desaparecería de la faz de la tierra? ¿Iría al mismo lugar del que procedía aquel demonio invocado? Ah, eran preguntas que quería saber y si lo ayudaba ya podía despedirme de la respuesta.
Finalmente tras un par de horas en la biblioteca cerró uno de los libros que estaba leyendo y me miró como si me pidiera que lo ayudara, podía ver en sus ojos la duda y la incertidumbre que aquello le causaba, así que lancé un suspiro mientras él cogía mis mejillas y mostraba sus dientes como si quisiera darme a entender lo que debíamos de estar haciendo y no perder el tiempo de esa forma. Cogió una hoja y comenzó a dibujar lo que le había atacado para luego señalar su brazo, enseñándome y mostrándome qué era lo que debíamos de estar buscando. A la bestia, al demonio oscuro que lo había atacado y que le había puesto aquella maravillosa maldición, claro que era maravillosa solamente desde mi punto de vista, desde el de él era bastante menos.
-Intento saber qué hacer –le dije para luego coger la hoja y mirarla de cerca, el dibujo se asemejaba bastante a lo que había invocado en un principio, lo miré de nuevo sintiendo sus ojos fijos en los míos, desesperados, él también era consciente de que el tiempo se le acababa y dejando la hoja sobre la mesa lo miré de forma fija- Bien, vamos –recogí los libros que había encontrado, los dejamos en su sitio y salimos de la biblioteca para volver sobre nuestros pasos de vuelta al bosque, primero necesité pasar por el pantano para ir hacia el lago, él me seguía en silencio como si no entendiera qué estaba haciendo pero al no poder comunicarnos realmente no dijo nada al respecto. Llegamos hasta donde quería llegar, aquel lago del pantano donde sabía que en sus aguas encontraría lo que estaba buscando, cogí su brazo y lo hundí en el agua mirándolo para que lo tuviera sumergido, frunció el ceño cuando pareció darse cuenta de cuáles eran mis intenciones y finalmente lo sacó mientras comprobaba que tenía lo que quería; sanguijuelas. Hice el amago de quitárselas pero le cogí su mano y negué con la cabeza- no te las quites, las necesito –cogí su mano y tiré de él de vuelta a la cabaña, pero esa vez fuimos a la parte algo alejada donde encendí una hoguera, no sin antes haber cogido algunos botes de hierbas que tenía en la casa y finalmente mezclé varias de ellas en un cuenco, moliéndolas para echarlas al fuego mientras pronunciaba unas palabras, hasta que finalmente fui hacia donde tenía las sanguijuelas y las aparté de su piel, agarradas a esta, llenas de su sangre, y las arrojé al fuego hasta que por último eché unos polvos que hizo que de la hoguera saliera un humo más espeso y oscuro de lo normal, donde se podían ver como imágenes de lo que había pasado, aunque brevemente.
Se vio con claridad a Nayati de donde él era luchando con las invocaciones, como tras haber derrotado a una la otra que quedaba le dejaba la maldición y retrocedía tras haber cumplido su cometido. Él persiguiéndolo para llegar hasta París, se pudo ver el demonio que cruzaba la ciudad como una sombra por la noche, en las calles desiertas, hasta finalmente desaparecer frente a una persona. En teoría debería de haberse visto que desaparecía en la cabaña tras cumplir la misión, pero sin embargo se vio como un hombre alto, de edad media era donde el demonio desaparecía como si hubiera salido de su propio cuerpo. Claro que todo era provocado por un conjuro haciéndole creer a él que era ese hombre quien le había provocado la maldición. Al final el humo se disipó despejando la zona mientras las llamas nos envolvían, lo miré durante unos segundos y dejé mi mano en su hombro.
-Nayati –dije sacándolo de su trance en el que se había metido, como si rememorara lo que había visto. Él quería que lo ayudara y no iba a hacerlo pero, la obra de mi abuela estaba incompleta así que ¿por qué no hacer que, indirectamente, me ayudara? Yo había obtenido el poder de mi abuela a través de un sueño, su poder era enorme y no lo controlaba totalmente pero había otros, ahí fuera, que sabían de mis poderes y querían de alguna forma acabar conmigo como acabaron con mi abuela. Si él me ayudaba a aniquilarlos me ahorraría tiempo, y así de mientras él creería que le estaba ayudando- ¿Estás bien? –Pregunté quedándome en cuclillas a su lado, dejando que él analizara lo que había visto.
Ammyt- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Por fin logré sacarla de ese maldito lugar lleno de libros que a decir verdad solo me daba la sensación de servir para perder ese valioso tiempo que a mi no me quedaba.
Se extendía y cada milímetro me abrasaba las entrañas, mi gesto de dolor era plausible por la dama, pero no hacia nada.
Era como si estuviera tan perdida como yo mismo lo estaba.
Cruzamos parte del bosque, no sabia bien donde me llevaba ahora, pero yo lo que quería era seguir el rastro de la bestia que me marco, algo me decía que solo así daría con la forma de apartar de mi esta maldición.
Por mi cabeza pasaba a inexpugnable idea de que quizás no hubiera cura para esto y no saber si moriría, me convertiría en un ser maldito o en algo peor me consumía por dentro.
Así llegamos en silencio ante un rio donde sin mediar palabra la pantera hundió mi brazo, negué con la cabeza para apartarlo, habían sanguijuelas y el plan no era salir mas lastimado de lo que por si ya estaba, pero ella me calmó, sus dedos se deslizaron por mi rostro volviendo a hundir mi brazo para que los bichos se engancharan a el.
Tensé el gesto, pero se lo permití, mi fe en ella era ciega, nunca había conocido tanta bondad como la que esa mujer me ofrecía sin pedir a cambio nada mas allá de un gracias mal dicho.
Con la respiración errática y el brazo lleno de chupasangres acaricié sus labios, corta la distancia que separaba nuestras bocas y cálido el vaho que calentaba nuestros labios.
Tiró de mi hasta la cabaña, tenia prisa y yo ganas de ella, allí hizo un fuego donde una a una fue lanzando las sanguijuelas arrastrándome a una especie de trance en el que entre el humo de las llamas y el crepitar de los maderos vi la historia de mi vida.
Luchaba contra esas dos bestias corrompidas, evité que destruyeran mi poblado, salve muchas vidas, pero tras matar a la primera, la otra me marcó el brazo emprendiendo así la trepidante huida.
La seguí hasta París, todo lo que veía en esa visión era tan cierto como que estaba aquí, por eso creía a pies juntillas que ese hombre de mediana edad tras el que se escondía era su creador. Tenia que encontrarlo, tenia que dar con el humano y daría con el demonio.
Abrí los ojos cuando Ammyt golpeo mi rostro haciéndome volver, mis ojos aun algo nublados por el colocon se centraron en sus pardos, mi boca buscó ansiosa la ajena.
-Lo he visto – musité contra sus labios en mi idioma.
Raudo llevé mi dedo al suelo dibujando la imagen de aquel hombre con todo lujo de detalle.
-Demonio -dije señalando al hombre -él -y señalé la marca de mi brazo esperando me entendiera.
Teníamos que buscarlo, me alcé tambaleandome algo mareado, llevé mi mano a los aceros que portaba en el chaleco asegurandome de que seguían en el sitio...
Tenia que encontrarlo, pero como...mi totem..me llevo hasta ella, porque no llevarme frente a ese que había marcado mi sino.
De nuevo rebusqué en mi petate sacando la cantimplora, aquello me haría entrar en trance, iba ya algo colocado pero no se me ocurría otro modo de dar con esa bestia y acabar con su vida liberando así la mía.
Di un trago del liquido, sentí como bajaba por mi garganta, la vista se me nubló de inmediato, entreabrí los labios viendo como del fuego mi lobo negro emergía con un brillante pelaje formado por humo.
Ladeé la cabeza al ver como ese lobo se trasformaba poco a poco en una mujer, un doncella de piel tostada que pegaba su cuerpo al mio y entreabría su boca lamiendo mis labios incitándome a tomarlos.
Gruñí no entendía lo que veía, solo que la mujer borraba con su pie el hombre que yo había dibujado y en su lugar marcaba un rastro hasta Ammyt.
No entendía nada, solo jadeaba dejándome llevar por la piel caliente de esa mujer de aspecto salvaje, una india de profunda mirada ámbar.
Se extendía y cada milímetro me abrasaba las entrañas, mi gesto de dolor era plausible por la dama, pero no hacia nada.
Era como si estuviera tan perdida como yo mismo lo estaba.
Cruzamos parte del bosque, no sabia bien donde me llevaba ahora, pero yo lo que quería era seguir el rastro de la bestia que me marco, algo me decía que solo así daría con la forma de apartar de mi esta maldición.
Por mi cabeza pasaba a inexpugnable idea de que quizás no hubiera cura para esto y no saber si moriría, me convertiría en un ser maldito o en algo peor me consumía por dentro.
Así llegamos en silencio ante un rio donde sin mediar palabra la pantera hundió mi brazo, negué con la cabeza para apartarlo, habían sanguijuelas y el plan no era salir mas lastimado de lo que por si ya estaba, pero ella me calmó, sus dedos se deslizaron por mi rostro volviendo a hundir mi brazo para que los bichos se engancharan a el.
Tensé el gesto, pero se lo permití, mi fe en ella era ciega, nunca había conocido tanta bondad como la que esa mujer me ofrecía sin pedir a cambio nada mas allá de un gracias mal dicho.
Con la respiración errática y el brazo lleno de chupasangres acaricié sus labios, corta la distancia que separaba nuestras bocas y cálido el vaho que calentaba nuestros labios.
Tiró de mi hasta la cabaña, tenia prisa y yo ganas de ella, allí hizo un fuego donde una a una fue lanzando las sanguijuelas arrastrándome a una especie de trance en el que entre el humo de las llamas y el crepitar de los maderos vi la historia de mi vida.
Luchaba contra esas dos bestias corrompidas, evité que destruyeran mi poblado, salve muchas vidas, pero tras matar a la primera, la otra me marcó el brazo emprendiendo así la trepidante huida.
La seguí hasta París, todo lo que veía en esa visión era tan cierto como que estaba aquí, por eso creía a pies juntillas que ese hombre de mediana edad tras el que se escondía era su creador. Tenia que encontrarlo, tenia que dar con el humano y daría con el demonio.
Abrí los ojos cuando Ammyt golpeo mi rostro haciéndome volver, mis ojos aun algo nublados por el colocon se centraron en sus pardos, mi boca buscó ansiosa la ajena.
-Lo he visto – musité contra sus labios en mi idioma.
Raudo llevé mi dedo al suelo dibujando la imagen de aquel hombre con todo lujo de detalle.
-Demonio -dije señalando al hombre -él -y señalé la marca de mi brazo esperando me entendiera.
Teníamos que buscarlo, me alcé tambaleandome algo mareado, llevé mi mano a los aceros que portaba en el chaleco asegurandome de que seguían en el sitio...
Tenia que encontrarlo, pero como...mi totem..me llevo hasta ella, porque no llevarme frente a ese que había marcado mi sino.
De nuevo rebusqué en mi petate sacando la cantimplora, aquello me haría entrar en trance, iba ya algo colocado pero no se me ocurría otro modo de dar con esa bestia y acabar con su vida liberando así la mía.
Di un trago del liquido, sentí como bajaba por mi garganta, la vista se me nubló de inmediato, entreabrí los labios viendo como del fuego mi lobo negro emergía con un brillante pelaje formado por humo.
Ladeé la cabeza al ver como ese lobo se trasformaba poco a poco en una mujer, un doncella de piel tostada que pegaba su cuerpo al mio y entreabría su boca lamiendo mis labios incitándome a tomarlos.
Gruñí no entendía lo que veía, solo que la mujer borraba con su pie el hombre que yo había dibujado y en su lugar marcaba un rastro hasta Ammyt.
No entendía nada, solo jadeaba dejándome llevar por la piel caliente de esa mujer de aspecto salvaje, una india de profunda mirada ámbar.
Nayati Manitú- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Lobo negro, rostro pálido. (privado) (+18)
Podía notar a Nayati inquieto e intranquilo mientras íbamos de vuelta al bosque donde iba a utilizar la magia a mi favor para poder hacerle creer que, además de ayudarle, había otra persona que podría ser el que le hubiera puesto la maldición. Sabía que había gente que no me tenía mucha estima sin conocerme por el hecho de encerrar el poder que llevaba, entre los hechiceros del lugar donde vivíamos mi abuela había sido bastante conocida por sus prácticas con la magia negra, con lo oscuro, con no ayudar a la gente con magia blanca como hacían todos… a ella habían acudido muchos, hacía pactos con el diablo y con demonios para lograr sus cometidos, y todos y cada uno de ellos se cumplían. Mi abuela había adorado al mal, se podría decir, y yo sin ser consciente totalmente de ello al abrir aquella botella en un sueño obtuve todo su poder, uno que pese al pasar de los años no controlaba y la verdad era que aún tenía muchas cosas que controlar. Era inexperta a pesar de que ya tenía cierta reputación por los dones que tenía, había ayudado a gente de una forma poco ortodoxa y de la que mis padres no sabían, y jamás deberían de enterarse.
Llegamos finalmente al bosque y lo que pretendía era, básicamente, hacerle ver que lo estaba ayudando. ¿Cómo? Mediante una visión que haría y que él tendría, lo haría entrar en un trance donde mezclaría lo que él había vivido y hacerle ver que la persona que tenía en mente era el que había causado todo. Para ello necesité de su sangre pero para ese hechizo en concreto necesitaba algo más que su sangre, y la mejor forma era con sanguijuelas. Por eso lo llevé hasta la zona algo pantanosa del bosque y metí su brazo en el río para que las sanguijuelas mordieran su piel, me miró en cuanto notó el mordisco de una de ellas y sacó su brazo para que no le picaran más, pero le miré sonriéndole y acariciando su rostro para que confiara en mi fui yo misma quien le bajó el brazo y que así tuviera más en su brazo. Era la mejor forma y la más rápida, así que pareció que se dejó hacer.
Pasados un par de minutos saqué su brazo donde estaban las sanguijuelas y tiré de él para que me siguiera hasta la cabaña de nuevo, pero esta vez fuimos a la parte trasera donde solía hacer algunas hogueras y tras unas cuantas cosas que cogí de la cabaña hice un fuego, donde tiré todo lo que había mezclado en un bol y luego una a una las sanguijuelas con su sangre. Estas harían como de “medio” entre la visión, necesitaba su sangre y esa era la mejor forma además que necesitaba de poder para lograr lo que quería. Cuando él estaba sumido en un trance viendo lo que había pasado sin que se diera cuenta hice un pequeño corte en mi dedo donde dejé que unas gotas de sangre cayeran al fuego, completando así el ritual para yo después tras cerrar los ojos guiara sus pasos.
Fui yo quien metió las imágenes de aquel hombre en su visión, como el demonio iba hasta donde él estaba y se metía en su cuerpo como si hubiera salido de él para que todo fuera mucho más creíble. Él estaba sumido en un trance al igual que yo, pero era yo quien controlaba todo hasta que finalmente este terminó. Abrí los ojos para encontrarme que él al cabo de unos segundos los abría con la respiración entrecortada y me acerqué hacia él quedando de cuclillas para mirarlo mejor, tenía el rostro bañado en sudor y su respiración era un poco errática, parecía estar algo colocado todavía por la visión ya que sus ojos estaban algo turbios. Sus labios rozaron los míos y dijo algo en su idioma que no entendí, y por mi cara él lo que hizo fue dibujar en la tierra el rostro del hombre, y luego el demonio.
-Vaya, se te da muy bien dibujar –dije aunque sabía que no podía entenderme, sus palabras y sus gestos me hicieron confirmar que se había creído aquella ilusión sin lugar a dudas. Ahora había que hacer dar con él de forma que yo no supiera quien era, al menos no del todo, y fue entonces cuando lo vi llevar su mano para beber de nuevo de aquel brebaje y enseguida entró en trance, ahí sí que no podía saber qué era lo que estaría viendo porque no tenía forma alguna de saberlo, pero esperaba que lo que fuera que viera no le revelara y desbaratara mis planes. Gruñó mientras seguía sumido en el trance y entreabrió sus labios pero ningún sonido salió de ellos. Me mordí el labio porque solo podía quedar a la espera hasta que finalmente volviera, tumbé su cuerpo y miré el fuego mientras pensaba cómo podíamos hacer para dar con él mientras seguía en el trance. Pasó un par de minutos más hasta que finalmente pareció volver en sí, me giré para mirarlo y él se incorporaba medio aturdido y algo colocado todavía- ¿qué has visto? –Pregunté aunque claro, él no me entendía así que le hice señas y gestos para que supiera de qué le hablaba, me levanté y le tendí mi mano para que se levantara y entráramos de nuevo a la cabaña. El hecho de que no pudiéramos entendernos empezaba a cansarme y me pregunté si no habría algún hechizo que pudiera ayudarnos con esos… de hecho, cuando entré en la cabaña me dirigí a la estantería que tenía y miré los lomos de los libros, cogí uno y empecé a pasar páginas hasta que finalmente di con la que quería- eso es –dije para girarme bajo su atenta mirada y empezar a sacar hierbas y demás brebajes para elaborar lo que venía en el libro, ¿cómo no lo había pensado antes? Así todo sería más fácil, así podría creer mejor mi mentira. Comencé a preparar todo machacando hierbas, poniendo las cantidades que decía y me giré para coger su mano y hacerle un pequeño corte en el dedo dejando que su sangre cayera, solo un par de gotas, hice lo mismo con mi dedo y comencé a formular unas palabras mientras terminaba el hechizo, finalmente cogí el bol y di un trago… no es que estuviera bueno pero no se trataba de eso tampoco, se lo tendí a él e insistí mirándole de forma fija. Bebió aunque parecía desconfiar pero al cabo de un par de minutos un calor abrasador comenzó a extenderse por la muñeca, creando una pequeña marca que se iría desvaneciendo con el paso del tiempo, pero muestra de que el hechizo había funcionado. Lo miré y le hablé- bien Nayati, creo que ahora sí que nos vamos a entender –solo funcionaría el tiempo que durara la marca en nuestra muñeca, pero al menos podríamos hablar sin tener que hacerlo por gestos.
Llegamos finalmente al bosque y lo que pretendía era, básicamente, hacerle ver que lo estaba ayudando. ¿Cómo? Mediante una visión que haría y que él tendría, lo haría entrar en un trance donde mezclaría lo que él había vivido y hacerle ver que la persona que tenía en mente era el que había causado todo. Para ello necesité de su sangre pero para ese hechizo en concreto necesitaba algo más que su sangre, y la mejor forma era con sanguijuelas. Por eso lo llevé hasta la zona algo pantanosa del bosque y metí su brazo en el río para que las sanguijuelas mordieran su piel, me miró en cuanto notó el mordisco de una de ellas y sacó su brazo para que no le picaran más, pero le miré sonriéndole y acariciando su rostro para que confiara en mi fui yo misma quien le bajó el brazo y que así tuviera más en su brazo. Era la mejor forma y la más rápida, así que pareció que se dejó hacer.
Pasados un par de minutos saqué su brazo donde estaban las sanguijuelas y tiré de él para que me siguiera hasta la cabaña de nuevo, pero esta vez fuimos a la parte trasera donde solía hacer algunas hogueras y tras unas cuantas cosas que cogí de la cabaña hice un fuego, donde tiré todo lo que había mezclado en un bol y luego una a una las sanguijuelas con su sangre. Estas harían como de “medio” entre la visión, necesitaba su sangre y esa era la mejor forma además que necesitaba de poder para lograr lo que quería. Cuando él estaba sumido en un trance viendo lo que había pasado sin que se diera cuenta hice un pequeño corte en mi dedo donde dejé que unas gotas de sangre cayeran al fuego, completando así el ritual para yo después tras cerrar los ojos guiara sus pasos.
Fui yo quien metió las imágenes de aquel hombre en su visión, como el demonio iba hasta donde él estaba y se metía en su cuerpo como si hubiera salido de él para que todo fuera mucho más creíble. Él estaba sumido en un trance al igual que yo, pero era yo quien controlaba todo hasta que finalmente este terminó. Abrí los ojos para encontrarme que él al cabo de unos segundos los abría con la respiración entrecortada y me acerqué hacia él quedando de cuclillas para mirarlo mejor, tenía el rostro bañado en sudor y su respiración era un poco errática, parecía estar algo colocado todavía por la visión ya que sus ojos estaban algo turbios. Sus labios rozaron los míos y dijo algo en su idioma que no entendí, y por mi cara él lo que hizo fue dibujar en la tierra el rostro del hombre, y luego el demonio.
-Vaya, se te da muy bien dibujar –dije aunque sabía que no podía entenderme, sus palabras y sus gestos me hicieron confirmar que se había creído aquella ilusión sin lugar a dudas. Ahora había que hacer dar con él de forma que yo no supiera quien era, al menos no del todo, y fue entonces cuando lo vi llevar su mano para beber de nuevo de aquel brebaje y enseguida entró en trance, ahí sí que no podía saber qué era lo que estaría viendo porque no tenía forma alguna de saberlo, pero esperaba que lo que fuera que viera no le revelara y desbaratara mis planes. Gruñó mientras seguía sumido en el trance y entreabrió sus labios pero ningún sonido salió de ellos. Me mordí el labio porque solo podía quedar a la espera hasta que finalmente volviera, tumbé su cuerpo y miré el fuego mientras pensaba cómo podíamos hacer para dar con él mientras seguía en el trance. Pasó un par de minutos más hasta que finalmente pareció volver en sí, me giré para mirarlo y él se incorporaba medio aturdido y algo colocado todavía- ¿qué has visto? –Pregunté aunque claro, él no me entendía así que le hice señas y gestos para que supiera de qué le hablaba, me levanté y le tendí mi mano para que se levantara y entráramos de nuevo a la cabaña. El hecho de que no pudiéramos entendernos empezaba a cansarme y me pregunté si no habría algún hechizo que pudiera ayudarnos con esos… de hecho, cuando entré en la cabaña me dirigí a la estantería que tenía y miré los lomos de los libros, cogí uno y empecé a pasar páginas hasta que finalmente di con la que quería- eso es –dije para girarme bajo su atenta mirada y empezar a sacar hierbas y demás brebajes para elaborar lo que venía en el libro, ¿cómo no lo había pensado antes? Así todo sería más fácil, así podría creer mejor mi mentira. Comencé a preparar todo machacando hierbas, poniendo las cantidades que decía y me giré para coger su mano y hacerle un pequeño corte en el dedo dejando que su sangre cayera, solo un par de gotas, hice lo mismo con mi dedo y comencé a formular unas palabras mientras terminaba el hechizo, finalmente cogí el bol y di un trago… no es que estuviera bueno pero no se trataba de eso tampoco, se lo tendí a él e insistí mirándole de forma fija. Bebió aunque parecía desconfiar pero al cabo de un par de minutos un calor abrasador comenzó a extenderse por la muñeca, creando una pequeña marca que se iría desvaneciendo con el paso del tiempo, pero muestra de que el hechizo había funcionado. Lo miré y le hablé- bien Nayati, creo que ahora sí que nos vamos a entender –solo funcionaría el tiempo que durara la marca en nuestra muñeca, pero al menos podríamos hablar sin tener que hacerlo por gestos.
Ammyt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 13/06/2017
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