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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Nayati Manitú Vie Jun 16, 2017 4:06 am

Recuerdo del primer mensaje :

El barco se movía como una hoja mecida por el viento impulsada por la corriente del rio Cheyene.
Si hace unos meses alguien me hubiera dicho que me cortaría la trenza y emprendería un viaje hacia ninguna parte dejando atrás a los miso y sin vistas a poder volver algún día, lo hubiera tachado de loco, sin embargo la vida da tantas vueltas que ni siquiera eres consciente de a donde los espíritus te envían.
Para que mi historia se entienda tendría que empezar desde el principio.

Nací en las tierras fértiles de las llanuras de Norteamérica, de padre blanco y madre india, crecí como un niño mas en la tribu Cheyene, allí me convertí en un hombre y como tal, pasé la prueba que los míos imponen descubriendo así a mi guia espiritual y la complacencia de mis dioses.
Siempre viví en común unión con la naturaleza, madre tierra daba aquello que necesitas y no has de tomar mas de eso para que el espíritu del bosque te bendiga.

De allí donde provengo, el rio Cheyene siempre fue una frontera, la que afianzaba el tratado que mis antepasados sellaron con los licantropos.
Este rio separaba nuestras razas para evitar muertes innecesarias. Todo licantropo que cruzara sus lindes pisando nuestras tierras corría el riesgo de ser cazado y muerto por los guerreros a los que pertenecía, del mismo modo pobre del humano que osara cruzar el rio y pisar territorio enemigo.

La noche en la que todo pasó, las estrellas brillaban en le firmamento eclipsadas por madre luna que redonda coronaba la noche. Los aullidos de nuestros compañeros de viaje retumbaban feroces al otro lado del rio y las guardias se intensificaron por is le pacto no era respetado.
Aquella no che no fueron lobos lo que cruzó el rio si no dos bestias sangrientas en busca de su destino y ese camino forjo mi sino pues en la lucha contra una de ella fui herido.

Nada pudieron hacer por mi los chamanes, y tras la reunión del sabio consejo la única posibilidad para salvar mi alma era partir en busca de respuestas.
No eran licantropos, con lo cual no podía suponer que mi sino seria trasformarme en uno en luna llena.
La herida negruzca se extendía por mi brazo hambrienta y ahora mi vida estaba en manos de quien supiera lago sobre esos entes.

Seguí al que quedó con vida, su rastro se perdía por el día, mas lo reencontraba y así día a día hasta que como un polizón me colé en el barco en el que hoy voy rumbo a París, la única ruta que ese monstruo pudo seguir desde donde su ultimo rastro me condujo.
Nada sabia del idioma, ni de la cultura, no llevaba esas monedas que al hombre blanco tanto le servían.

Tras algo mas de una semana de viaje en la que apenas comí aquello que los pasajeros desechaban en las basuras, el navío alcanzó puerto.
En un descuidó me apeé del barco ,cruzar las aduanas no fue ni fácil, ni sencillo, de echo gran parte de la guardia de la ciudad se cruzó en mi camino.
Si algo podía decir de aquella gente, es que no dialogaban nunca, que la fuerza era su modo de vida y que la naturaleza había pasado a un plano insignificante frente a las grandes edificaciones.

El bosque se convirtió en mi único aliado, un bosque muy distinto al que yo estaba acostumbrado.
Una gruta mi hogar y un caballo pinto que atrapé con ligera facilidad en mi único amigo.
Tenia que dar con alguien que pudiera revelarme este misterio y desde luego no seria en el bosque donde hallaría el remedio.
Me obligué a adentrarme en una ruidosa ciudad, como un vagabundo deambulé por las calles bajo la mirada de muchos de esos rostro pálidos que me miraban de arriba a bajo con desprecio.

Magia, tenia que encontrar magia ¿mas como?
Dejé escapar el aire, solo se me ocurría un modo, dejar que mi totem me guiara.
En un callejón tomé la petaca pequeña de mi cinto y di un trago de ese té de Peyote. Me dejé caer contra la pared, los retortijones pronto llegaron, después la angustia, me retorcí en el suelo hasta que la imagen del gran lobo negro se presento ante mi. Me alce dando tumbos tras el, la droga era fuerte, pero me hacia contactar con los espíritus..seguí aquella sombra difusa hasta no se bien donde iba muy colocado en ese momento y bastante perdido para que mentir, peor impacte de bruces contra una mujer. Gruñí cuando el lobo desapareció frente a mis ojos y ambos quedáramos de frente mirándonos fijamente.


Última edición por Nayati Manitú el Miér Jul 05, 2017 9:58 am, editado 1 vez
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Mensaje por Nayati Manitú Dom Oct 15, 2017 9:32 am

Dejé escapar el aire cuando me quitó la botella de la mano, era consciente de que rendirme no era una opción, pero la verdad es que estaba cansado, era como si todo me llevara a un punto sin salida, como si estuviera dando vueltas en circulo y la verdad es que no sentía que ella estuviera ayudándome precisamente en estos momentos.

Me puse en pie finalmente, ella había metido todo lo necesario en un petate, solo faltaba yo y mi maldición para empezar el viaje.
Apreté lo dientes por el dolor de la marca que se extendía a toda velocidad, este iba a ser mi ultimo viaje a no ser que hubiera algo o que la eliminara o que la detuviera.

Salí por la puerta quitandole la mochila del hombro, el viaje iba a ser arduo, duro y ya hacia suficiente la joven con acompañarme.
La complicidad entre ambos se había esfumado, ahora solo quedaba el respeto y por mi parte el agradecimiento de que me ayudara en esto.

La ladera de la montaña fue la parte mas sencilla, mas tal y como avanzábamos, las explanadas y valles verdes fueron dejando ante nuestros ojos un paisaje bastante diferente.
Los arboles ocultaban los rayos del sol, la tierra empezó a ser demasiado escarpada como para avanzar con facilidad, yo estaba mas acostumbrado a los terrenos complicados pero ella por ende sufría intentando amarrarse a los salientes para poder trepar cuando el paso se convertía casi en un imposible.

Le tendí mi mano para ayudarla, empujándola a seguir.
-Podemos descansar un poco -susurré apartando de su rostro perlado en sudor los mechones de pelo pardo -pareces muy cansada.
Ella asintió, así que en una piedra mas o menos plana tomamos asiento compartiendo la bota de agua que llevábamos.
-Aun estas a tiempo de volver atrás, esta no es la peor parte -le aseguré señalando mas arriba -en cuanto anochezca las temperaturas bajaran, eso por no hablar de la cantidad de depredadores que podemos encontrarnos en el camino.

Acaricié su mano, recorriendo con la yema de mis dedos sus nudillos.
-Me ha gustado conocerte, aunque ojala hubiera sido en unas circunstancias diferentes -apunté sin mas dando un nuevo trago de la bota.
Teníamos que volver a ponernos en marcha o la noche nos encontraría, así que de nuevo partimos en busca de ese manantial de aguas negras que según Amyt tenia que estar en alguna gruta de esta montaña.
Un rio subterráneo que diera a una especie de estanque encerrado en la montaña.
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Mensaje por Ammyt Vie Nov 03, 2017 6:37 am

El camino que nos quedaba por delante iba a ser uno difícil y complicado, llegar hasta esa montaña por la que en su interior corriera esas aguas que podían librarlo de la maldición no iba a ser nada fácil. Un lugar como ese debía de tener muchas protecciones mágicas para que nadie encontrara su entrada y además su acceso también estará escondido ante la vista de los demás para que no pudiera acceder mucha gente, su finalidad era esa y aunque la leyenda podía ser cierta también podría ser falsa y entonces Nayati se habría encontrado en un callejón sin salida, volvería a su país de origen y no vería cómo la marca afectaba a su cuerpo ni el final del mismo... aunque eso pasaría si se curaba también, si la marca desaparecía de su cuerpo el trabajo de mi abuela podría quedar en vano aunque su función ya se había cumplido, él solo era un daño colateral que había surgido de la maldición lanzada hacía ya unos meses. Tenía todo preparado para el viaje y además llevaba conmigo el libro donde había encontrado esa referencia y donde había encontrado, más o menos, la montaña en la que podría estar dichas aguas. Nos pusimos en marcha y él fue quien se ofreció para llevar la mochila que tenía, le sonreí en agradecimiento y emprendimos camino dejando atrás la ciudad y pasando por el bosque para llegar a la ladera de la montaña, a partir de ahí empezaba lo complicado y lo más difícil, llegar arriba y buscar la entrada no iba a ser lo más complicado y lo sabía, sino más bien sería cuando lográramos encontrar la entrada y nos aventuráramos en su interior... ahí la cosa cambiaba por completo. Llevábamos ya un buen rato y pronto llegamos a la ladera de la montaña, que fue la parte más sencilla de pasar, pero conforme avanzábamos el terreno se hacía más complicado y yo no estaba acostumbrada a ese tipo de terreno.

Más de una vez me había tenido que ayudar Nayati para poder continuar por el camino, el paso cada vez era más y más complicado, me agarraba a los salientes intentando ayudarme para avanzar trepando cuando el camino era demasiado complicado como para seguir, debió de ver mi estado cuando me ayudó a subir tendiéndome la mano porque fue él quien me dijo que podíamos descansar si así lo quería, iba a decirle que no pero mi rostro perlado en sudor, mi respiración entrecortada y mi pecho subiendo y bajando por rapidez le dieron la respuesta que necesitaba. Apartó unos mechones que se habían pegado a mi rostro y asentí con la cabeza para parar un poco, lo necesitaba al no estar acostumbrada y nos paramos en una piedra lisa para poder descansar un rato, bebimos de la bota con agua que llevábamos aunque racionándolo para que nos durara y durante unos minutos descansamos, cerré los ojos dejando que el viento acariciara mi rostro y me refrescara un poco del calor que tenía y los abrí para mirarlo cuando me dijo que estaba a tiempo de volver, que lo peligroso no había empezado todavía sino que conforme subiéramos lo haría, por la noche haría más frío y podríamos encontrarnos con depredadores... pero yo sabía que en verdad la peor parte sería cuando estuviéramos dentro de la montaña, así que negué con la cabeza mientras lo observaba.


-Habrá peligros también dentro, es un lugar que va a contar con protecciones mágicas y vas a necesitar mi ayuda para encontrarla. Estará oculto a ojos de todos y estoy segura de que puede que incluso haya trampas una vez dentro. Por la noche si encontramos un lugar donde resguardarnos un poco del frío puedo hacer una barrera que nos proteja de los depredadores, podría sellar la entrada con un hechizo fácil que no permita entrar a nada ni a nadie –si queríamos llegar bien arriba deberíamos de buscar un lugar donde refugiarnos antes de que se hiciera de noche y yo me encargaría de que no nos pasara nada, sus dedos acariciaron mis nudillos sintiendo la calidez de su piel y mis ojos bajaron a sus dedos unos segundos para luego mirarle- eres un buen hombre, Nayati, ojalá nos hubiéramos conocido sin que portaras en tu brazo la marca –aseguré mirándolo antes de dar otro trago a la bota y volver a ponernos en marcha, se notaba que él estaba acostumbrado pero a mí me costaba más y eso nos retrasó un poco conforme nos íbamos acercando cada vez más arriba y el tiempo se nos echaba encima. Decidimos encontrar un lugar donde poder refugiarnos y lo encontramos casi cuando estaba ya anocheciendo, una pequeña gruta pero lo suficiente para poder estar los dos, mientras él se encargaba de hacer fuego para calentarnos yo hice un pequeño hechizo a modo de barrera para que nadie pudiera entrar para atacarnos- listo –dije volviendo cuando él ya había encendido el fuego, de la mochila saqué las provisiones que había llevado y preparamos la cena mientras de paso nos calentábamos por la hoguera que aunque no era muy grande sí lo suficiente para calentarnos- sé que encontraremos el lugar, si hay magia por estos sitios lo notaré en cuanto pasemos por allí, si es un lugar tan importante tendrá protecciones y eso es lo que notaré, seguro que mañana lo encontramos, deberíamos de descansar porque mañana presiento que va a ser un día duro –no solo para llegar, sino una vez que llegáramos al lugar indicado.
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Mensaje por Nayati Manitú Dom Nov 05, 2017 9:29 am

Era terca, había decidido no irse pese a que le había advertido de la colección de peligros que iban a acecharnos tal y como ascendiéramos, es mas, ella misma enumeró los riesgos una vez entráramos en la montaña.
Posiblemente trampas mágicas que solo no iba a lograr sortear.
Sus ideas eran buenas, la magia útil, pues francamente lo que pensaba hacer iba a ayudarme mucho a no tener que gastar mas energía de la necesaria.
Si con la magia podía sellar la gruta que encontráramos, me ahorraría posiblemente luchar contra algún depredador que otro.

Fue entonces cuando su frase me hizo elevar la mirada, estaba claro que así era, que de habernos conocido en otras circunstancias quizás todo hubiera sido distinto, pero la realidad es que yo estaba condenado al abismo y eso era algo que ella y yo sabíamos
Entendía no quisiera encariñarse mas de la cuenta con alguien condenado a muerte, así que simplemente asentí sin emitir juicio, ni decir una palabra.

Nos pusimos en marcha, yo era mucho mas rápido que ella, así que la ayudé todo lo que pude hasta que poco después del ocaso encontramos una pequeña gruta que ella se encargó de sellar mientras yo prendía el fuego.
Ladeé la sonrisa cuando aseguró que deberíamos de descansar, que mañana nos esperaba un día complicado.

De nuevo asentí, apoyé mi espalda en la pared de la gruta frente al fuego y cerré los ojos en completo silencio, el dolor era tan fuerte que me hacia gruñir de vez en cuando. Se extendía muy rápido, mi brazo estaba negro y faltaban como tres o cuatro dedos para que llegara a mi corazón.
Apenas me quedaba tiempo.

Mi respiración errática delataba mi estado, pero ni supliqué atenciones, ni pedí un poco de afecto antes de sucumbir a mi fin, pues antes de que el demonio se apoderara de mi, la daga se incrustaría en mi pecho, lo tenia decidido y era capaz de hacerlo.
No era de los que me rendía, pero tampoco un necio, ser trasformado en un demonio no dejaría descansar mi alma en paz.

Mañana al anochecer, si la marca había crecido mas y no dábamos con nada que pudiera seguir encendiendo la esperanza, consagraría mi espíritu a los totems y me dejaría ir para formar uno con la montaña.
Podía notar su mirada fija en mi, como si esperara algo, pero yo no abrí los ojos, mi orgullo me mantenía con el cuerpo tenso y en silencio.

En ese estado la loba apareció frente a mi, su forma de tupido pelaje pronto recobro la humanidad de esa india de oscuro pelo azabache y profunda mirada.
De nuevo la señalaba, peor esta vez susurró algo en mi idioma natal "espíritu maligno"
Como vino se esfumó y yo permanecí quieto sin abrir los ojos como si nunca esa advertencia a mi hubiera llegado.
-¿Que quería de mi esa mujer? ¿seria un lobo disfrazado con piel de cordero? Quizás me llevara a una trampa, peor eso solo lo descubriría acompañándola.
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Mensaje por Ammyt Mar Dic 12, 2017 11:21 am

Cada vez podía sentir que nos íbamos acercando más y más a nuestro destino, no era muy difícil sentir que la magia se extendía por aquel lugar y como hechicera que era podía notarla en el ambiente, de forma muy tenue y muy leve, pero ahí estaba. No sería fácil encontrar la entrada en la montaña y seguramente lo sería mucho menos el atravesarla y llegar hasta donde se encontraban aquellas aguas, para ese entonces debería de haber tomado una decisión y haber pensado en algo para que Nayati no tuviera que adentrarse, porque si lo hacía entonces se acabaría su maldición y no podría ver cómo esta se extendía por su cuerpo para saber si al final se convertía en lo mismo que yo había invocado y que lo había marcado, o simplemente su existencia se acababa sin más. La curiosidad me podía y de alguna forma también notaba que él empezaba a darse cuenta de que algo pasaba, se daba cuenta de que había al raro porque en todo el camino estuvo callado, me ayudaba a subir ya que él era mucho más ágil y tenía más fuerza que yo pero en la gruta cuando sellé la entrada para que pudiéramos pasar la noche tranquilos lo vi meditativo, pensando en algo mientras permanecía con los ojos cerrados y no me hablaba para nada, no emitía sonido alguno y aunque de alguna forma podía entender que le estaba doliendo la marca que se estaría extendiendo por su brazo no hizo mención alguna para que lo ayudara, como si desconfiara o empezara a hacerlo de nuevo y es que motivos y razones no le faltaban en absoluto. Me pregunté, entonces, qué haría él de enterarse de que yo era la causante de su maldición y la única que en teoría podía curarlo, no sabíamos si la leyenda sobre el manantial que había en lo profundo de la montaña era mentira o verdadera, así que solo nos quedaba la opción de averiguarlo... pero yo tenía por seguro que de ser cierta entonces tendría que pararlo, no podía dejar que se sumergiera en sus aguas y que se curara porque entonces todo habría sido para nada, mis esfuerzos habrían sido en vano y habría perdido la oportunidad que tenía frente a mí.

Sus ojos me contemplaron por un momento en lo que pareció que se había dormido, o como si algo le hubiera pasado que su mirada se quedó clavada en la mía y me contempló como si por primera vez lo estuviera haciendo, había encendido un fuego y nos apoyamos contra la pared uno frente al otro con la hoguera en medio para mantener el calor, se notaba el cambio de temperatura a esa altura y hacía algo más de frío de lo normal. No dijo nada en lo que duró la cena tampoco y yo no es que tuviera mucho que decirle, algo me hizo pensar que empezaba a entender o a darse cuenta así que pasamos la noche en pleno silencio hasta que finalmente nos quedamos durmiendo, o al menos yo sí que lo hice no acostumbrada a tal paliza como la que nos habíamos pegado para llegar hasta allí y aún nos quedaba camino al día siguiente. El despertar y seguir por aquel lugar no es que cambiara demasiado las cosas, seguíamos en igual plan mientras él me ayudaba a subir por la montaña que cada vez el terreno era más escarpado y costaba más de subir, pero notaba la magia que había en aquel lugar y que poco a poco se iba concentrando conforme subíamos por la montaña. A mí me costaba mucho más que a él y no lo retrasaba con intención, sino porque me era complicado pero finalmente conseguimos llegar a un saliente donde paramos a descansar un poco, la magia allí era poderosa y no sabía si él podía notarlo o no.


-¿Lo notas? Toda esta montaña está imbuida de magia... cada vez lo noto con más fuerza –era extraño porque, de alguna forma, era como si tirara de mí y fue entonces que me levanté para acercarme a una parte de la montaña, mi mano tocó la pared y lo miré de nuevo- creo que puede haber una entrada secreta, hay en una zona donde la magia se concentra más... ven, ayúdame –pedí mientras intentábamos acceder a otro lado de la montaña que era más complicado por lo empinado que estaba y el peligro que había en la senda que había, tenía cierto interés en llegar a esas aguas porque podría serme de mucha utilidad y mientras pensaba en la forma de que Nayati no se sumergiera en sus aguas... quizás lo más fácil fuera que lo paralizara o le lanzara algún conjuro que lo enviara a otra parte para que no se pudiera curar, no le quedaba mucho tiempo y eso ambos lo sabíamos, él estaba en una carreja contrarreloj. Empezamos a andar con mucho cuidado por la pequeña senda, bajo nuestros pies una caída de la que no sobreviviríamos mientras seguíamos subiendo y avanzando hasta que llegamos a otro saliente que era un poco más grande que el anterior y de donde notaba que procedía la magia- esta es la entrada, pero está sellada con magia –aparté lo que había en la pared y me fijé mejor para ver si podía encontrar algo, alguna inscripción o cualquier cosa que nos sirviera para poder abrirla. Habían unas letras grabadas donde se pedía un pago por entrar pero no sabía exactamente a qué pago se refería, pero tratándose de magia... tendría que ser sangre. Cogí su mano y le pedí que se hiciera un pequeño corte, dudó pero era la única forma de entrar así que finalmente se hizo ese corte, apoyó su mano en la pared y unas pequeñas runas se iluminaron, una puerta se abrió frente a nosotros dejándonos en una oscuridad de la que no veíamos nada. Llevábamos una antorcha que habíamos cogido y la encendimos para iluminar el lugar, las paredes de piedra tallada estaban llenas de figuras, de imágenes y representaciones, seguimos por un pequeño pasillo que descendía hasta llegar a una puerta en donde había un pequeño y diminuto puente que cruzar, esqueletos colgados en las paredes, bajo una caída que parecía no tener fin y para complicar las cosas habían trampas que surcaban el puente como péndulos, pinchos que subían por el puente activado todo por un mecanismo que, para variar, parecía estar al final de dicho puente.
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Mensaje por Nayati Manitú Mar Dic 12, 2017 1:53 pm

Era muy consciente de la verdad, esa mujer de piel azabache me guiaba a la muerte y no tenia ninguna intención de salvarme, mas en este instante lo único que podía hacer era pensar rápido y fingir que desconocía la oscuridad que encerraban sus intenciones.
Nos pusimos de nuevo en marcha, la montaña cada vez creaba ante nosotros un terreno mas y mas escarpado, era muy complicado avanzar y sin embargo lo hacíamos en un silencio sepulcral.

La hechicera al parecer percibía la magia, como si fuera ella en si una brújula me guió por un estrecho saliente por el que bien podríamos haber caído en picado y no contarla, mas en cierto modo esperaba su traición y que me empujara, aunque si algo tenia claro es que para algo me necesitaba, si no hubiera acabado conmigo antes y no se traería este enrevesado juego conmigo.

Alcanzamos un saliente mas amplio, según ella era la entrada de la cueva, claro que sellada con magia y como no, esta parecía pedir una ofrenda, mi sangre y no la ajena.
Me hice un corte como pidió, admito que dude, pero mi vida se extinguía, así que no me quedaban mas opciones que obedecer y jugársela en el ultimo instante de la partida.
Mi mano se poso en la boca y esta cedió dejando ante nuestros ojos la oscuridad de una enorme gruta.

Un antorcha guió nuestros pasos por una caverna llena de símbolos raros, de seguro ella era capaz de entender algo ,mas yo iba a ciegas la magia nunca fue lo mio si no los espíritus y hoy parecían haberme abandonado.
Un puente ante nosotros, había que cruzarlo, pero los peligros que sobre el se cernían no parecían pocos.
Apreté los dientes, mi mandíbula se tensó, no podía hacer mas que intentarlo.
-Quédate aquí, anularé le mecanismo cuando llegue al otro lado.

No lo dudé, me lancé a la desesperada hacia ese abismo corriendo, esquivé las cuchillas que pasaban raudas rozando mi pecho, mi corazón latía vigoroso, notaba como la maldición se extendía, el dolor me abrasaba y aullé incapaz de detener mi paso si no quería encontrar muerte a ese lado.
Cuchillas salían del suelo, como si atravesar mis pies para impedirme correr fuera su anhelo, salté hacia otra de las esquinas casi cortándome con una espada que calló del lecho, tras sta una lluvia de flechas.

Un par se clavaron en mi hombro, peor finalmente entre jadeos caí de rodillas la otro lado,ensangrentado y muy, muy cansado.
Rompí la vara de madera y miré en dirección a ella, podía no inutilizar le mecanismo, peor algo me decía que iba a necesitar de su magia cuando encontráramos aquel lago negro, así que con rabia bajé la palanca.
Y todo aquel infierno del puente se detuvo.


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Mensaje por Ammyt Mar Ene 09, 2018 10:10 am

La montaña en la que nos encontrábamos como si fuera una brújula en sí misma tiraba de mí con fuerza, era como si mis poderes y mi magia se vieran empujados y atraídos como imanes hacia el lugar que desprendía magia, hacia donde seguramente se encontrara la entrada que nos llevaría hasta aquellas aguas que pudieran curarlo de la maldición que yo misma le había echado, no podía dejar que llegara así que debería de actuar con rapidez porque algo me decía que Nayati comenzaba a desconfiar totalmente de mí y se notaba en la actitud que ambos teníamos, quizás un reflejo de lo que pasaba realmente por nuestras cabezas y lo que pensábamos cada uno. El viaje había sido un tanto peligroso y pude ver esas mismas dudas que le recorrían en la misma entrada de la montaña, esa a la que había sito atraída sin remedio alguno como si algo empujara de mí hacia aquel lugar sin que yo pudiera hacer nada, tan sólo necesitábamos algo de sangre para poder abrir la puerta y cuando se lo dije vi sus dudas reflejadas en ellos, quizás por eso decían que los ojos eran el espejo del alma aunque a mí no me hiciera falta, dado que era hechicera podía ver el aura de las personas y el de Nayati rebosa de dudas y de incertidumbre, quizás me había pillado pero tanto él como yo sabíamos que me necesitaba para llegar hasta el lago, lo que pasara en aquel lugar sería entonces un misterio porque él quería salvarse y yo quería todo lo contrario. La montaña nos cedió su paso y abrí la puerta tras iluminarse unos símbolos en la pared de la misma con la sangre de él, prendimos unas antorchas y comenzamos a adentrarnos en aquella oscuridad cada vez más en lo profundo de la montaña en el que al final del camino para poder continuar nos encontramos con un puente, uno que parecía bastante peligroso y que tras este parecía que había un mecanismo para pararlo. Habían cuchillas, sierras, pinchos y seguramente más trampas en dicho puente que debíamos de cruzar para seguir avanzando, no sería fácil. Me asomé hacia abajo donde contemplé que había una caída que parecía no tener fin, habían esqueletos colgados de las paredes como presagio de muerte. Quizás con algo de magia sería más fácil cruzarlo, de hecho, ya estaba pensando qué hacer cuando la voz de Nayati me devolvió a la realidad.

Lo miré cuando me dijo que me quedara y que él pararía el mecanismo cuando llegara al otro lado, antes siquiera de darme cuenta se había lanzado a lo loco en una carrera sobre aquel puente esquivando las cuchillas, las sierras que iban y venían, me mordí el labio observando lo que él hacía viendo cómo se libraba por apenas milímetros de que las cuchillas le rozaran y le hicieran heridas graves en su piel, cuchillas salieron del suelo y saltó para que no llegaran a herirle en los pies, saltó a una esquina esquivándolo cuando una espada cayó del techo pasándole casi al lado librándose por muy poco, por último para finalizar una lluvia de flechas que cayeron sobre él y que algunas impactaron en su hombro haciendo que gritara por el dolor, eso debía de haberle dolido bastante... pero consiguió llegar hasta el final del puente y arrodillado en el suelo sangrando por las heridas que tenía y dolorido consiguió darle a la palanca parando el mecanismo del puente, fue entonces que era seguro cruzar y lo hice para llegar al otro lado donde él se encontraba todavía de rodillas recuperando el aliento. No me extrañaría para nada que la maldición se hubiera extendido por su cuerpo quitándole más tiempo de vida, haciendo que su carrera se convirtiera en agónica llena de incertidumbre por si le daría tiempo... pero es que ese era mi cometido, ese había sido desde el principio: ralentizarle. Quería ver qué era lo que pasaba cuando la maldición llegara a su corazón, sí que era cierto que era una completa lástima que hubiera sido él a quien le tocara aquella maldición, había disfrutado con él pero si no quería implicarme demasiado y más de lo debido lo mejor que pude hacer fue tomar distancias, eso lo había confundido aún más y había hecho que no se percatara de mis jugadas.


-¿Estás bien? –La pregunta salió de mis labios agachándome para ver las heridas que tenía en el hombro con la ropa manchada de sangre, tan solo obtuve un gruñido en respuesta por su parte y se apartó no dejando que le ayudara a curarlo, partió las flechas y las sacó mientras se ponía en pie lentamente sin dejar que lo ayudara, supe a ciencia cierta que desconfiaba totalmente de mí y no es que me sorprendiera, pero de hecho es que sabía que era la única forma que él tenía de llegar hasta aquellas aguas, sin mi ayuda no podría lograrlo pero no quería que lo ayudara en eso, ahora los dos estábamos en una especie de “tablas” en las que el que diera el primer paso podría perder la partida, se levantó llevando su mano hacia las heridas taponándolas como podía y me hizo un gesto para que siguiéramos avanzando, él sabía que el tiempo se le acababa y no quería desaprovecharlo, no dije demasiado al respecto y asentí levemente con la cabeza para comenzar a andar hacia la puerta que había y que nos condujo por un estrecho pasillo poco iluminado hasta que llegamos hasta el arco de una entrada desde donde se podía escuchar como si algunas gotas cayeran y el ruido se escuchara con fuerza, nos quedamos en el mismo arco mirando aquel lugar, había un estanque de donde del techo caía una gota en el mismo y que era el ruido que estábamos escuchando, a simple vista parecía que era el lugar que habíamos ido a buscar pero... había algo que no terminaba de convencerme del todo. Nayati que era el que más corría prisa por llegar hasta allí comenzó a andar hacia el lugar pensando que sería lo que andábamos buscando, sin embargo yo no lo tenía tan claro y tomé su brazo parando su avance- espera un momento –dije a lo que él se giró para mirarme con el ceño fruncido como si de alguna forma pensara que lo estaba reteniendo a posta, lo cierto es que sí, pero es que aquello me daba mala espina. Seguramente porque se pensaría que no le dejaría llegar hasta el agua que lo curaría, intenté detenerlo de nuevo pero se zafó de mi agarre e incluso sacó su arma para interponer distancia entre ambos, pidiéndome que me alejara a lo que yo fruncí el ceño porque me llamaba demonio, no entendía absolutamente nada hasta que vi un pequeño matiz en sus ojos que no había visto, como si estuviera viendo alucinaciones. Cuando me fijé mejor vi una sombra cerca de aquel lago como si estuviera en aquel lugar, intenté acercarme pero Nayati me cortaba el paso con su arma dispuesto a hacerme daño y no dejarme pasar, parecía como si estuviera en trance y fuera controlado por alguien o por algo, intenté de nuevo pasar pero intentó atacarme haciendo que retrocediera, había algo más allí en esa sala con nosotros y seguramente fuera lo que estuviera controlándolo, tuve que hacer un hechizo para paralizarlo pero no lo hice lo suficientemente rápido como para frenarlo y me hirió en el hombro con la espada, se quedó como “paralizado” sujetando la espada y finalmente me acerqué hasta el agua donde parecía una sombra al fondo, había un ser que emergió rápido del agua y que esquivé por los pelos, una criatura extraña como si fuera mitad humana y mitad pez que quería recuperar el control de Nayati, se acercó a él como para ayudarlo pero vi que abría su boca y mordía su cuello como si se alimentara o algo de él, no lo pensé y dos bolas de fuego se formaron en mis manos para lanzarlas contra aquella bestia que se apartó liberándolo mientras ardía, fue él quien ahora libre de su yugo acabó con su vida rebanándole la cabeza.
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Mensaje por Nayati Manitú Mar Ene 09, 2018 11:00 am

Le aparté la mano cuando con esa voz inocente de pretender ayudarme me mostró un ápice de preocupación que bien sabia no sentía.
Mi herida se había extendido, la cantidad de sangre que perdía no hacia mas que complicar mi desesperado camino de esperanza y ahora, solo podía hacer una cosa, seguir luchando, caminando hacia adelante aunque sabia que todo lo tenia perdido pues la hechicera lejos de ayudarme solo parecía desear una cosa, mi muerte.

Rompí las varas de las flechas gruñendo como una bestia, no quería que se acercara, ni que me tocara y ella pareció entender perfectamente que no confiaba en ella, pues no insistió, la partida estaba con las cartas al descubierto, no era necesario fingir mas.
-¿por que? -pregunté sin dejar de nadar, dejando a mi paso un charco de sangre a mi paso.

Llegamos a un lugar donde la gruta parecía terminar, por las paredes se filtraba agua hasta un precioso lago de aguas tan negras como la misma noche, tenia que ser ese el lugar, allí podria si estaba en lo cierto y no era una mentira mas deshacerme de la maldición que me asolaba y así salvar mi putrefacta vida.

Claro que la hechicera trató de impedir mi avancé, estaba claro que no confiaba en ella pues pese a sus advertencias me zafé de sus manso para seguir andando, dolía, cada paso era una tortura, apreté los dientes, cerré los puños, miraba de frente al espíritu de la muerte y solo mi fuerza me mantenía en pie para enfrentar esta ultima batalla.

Fue entonces cuando sentí que no podía responder de mi cuerpo, me detuve y desenvainé el acero, mis ojos se hubieron en los de la mujer de ojos negros, dispuesto estaba de matarla olvidando mi objetivo, ese lago de negras aguas.
Algo me controlaba y así empezó la feroz gesta, en la que su hombro acabó sangrando y mi cuello entre los dietes de una bestia oscura de afilados colmillos y cola de pez.

Dos bolas de fuego la redujeron a cenizas, incapaz de mantenerme en pie caí jadeando sobre la tierra.
Las gotas carmesí emanaban con fuerza no solo de mi yugular, si no del resto de mis heridas.
Gruñí intentando llegar a aquellas aguas, aferrarme a la esperanza, peor bien sabia que no podría.

No pedí ayuda, simplemente me giré boca arriba, saqué la daga de mi bota posándola sobre mi corazón, de mis labios emanó una canción, la de los guerreros.
Era la hora de mi ultimo viaje, pronto me uniría a los cielos, el viento, las montañas, los arboles y los animales...
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Mensaje por Ammyt Jue Ene 25, 2018 9:17 am

Podía entender que Nayati no me creyera para esos momentos, no había sido fácil averiguar que no pretendía ayudarlo y la verdad se filtraba entre ambos como si después de todo aquel tiempo se hubiera quitado esa venda que tenía en sus ojos y que no le habían dejado ver con claridad. No había que ser demasiado lista para darse cuenta de que el cazador ya no confiaba en mí y si todavía no me había atacado seguramente fuera porque me necesitaba para terminar de llegar hasta el lago, hasta su salvación, una que no llegaría porque no dejaría bajo ningún concepto que pudiera salvarse, ¿por qué terminar tan rápido cuando la diversión apenas acababa de empezar? Mi preocupación sobre si estaba bien fue real pero él me apartó lejos de su cuerpo y seguimos andando hasta llegar a un lago de aguas negras, uno que parecía ser el lugar indicado pero algo en mi interior me decía que no era todo tan fácil, aquellas aguas eran más importantes como para estar tan a la vista pesar de que aquel lugar dentro de la montaña era precioso, las paredes resplandecían con tonos turquesa y aguamarina, brillando por las estalactitas como única luz que había en el lugar, pero sus aguas oscuras presagiaban que había algún mal en aquel lugar y pronto se hizo notable. No me hizo caso cuando le dije que esperara pensando que lo que quería era retrasar el poco tiempo que le quedaba, pero en realidad no lo había hecho por eso y al final resultó que tenía razón: no estábamos solos en aquel lugar, aquel ser comenzó a controlar a Nayati que no dudó en atacarme pese a las advertencias que le mandé de que no lo hiciera, pero no era dueño de su cuerpo y no podía hacer nada. Por si eso era poco el mismo ser que lo controlaba salió del agua, aprovechando que lo tenía paralizado bajo su hechizo se acercó a él y le mordió en el cuello, yo intentaba poner distancia con Nayati para que no me diera pero igualmente mi hombro sufrió una herida por su espada, notaba la sangre caliente bajando por mi brazo pero no me preocupé. De mis manos comenzaron a formarse dos bolas de fuego que cada vez crecían más y más, hasta llegar a un punto en el que aprovechando que aquel ser, mitad pez mitad ser humano, tenía a Nayati bajo su control las lancé impactando contra el cuerpo de aquel ser que comenzó a arder soltando al cazador que cayó al suelo ahora libre de su hechizo pero con heridas por su mordisco, y con las heridas que tenía tras haber cruzado aquel puente.

En el suelo sangraba mientras ahora el ser había caído desplomado al suelo y las llamas lo consumían, había intentado llegar hasta las aguas pero no le había dado tiempo para apagar las llamas, su vida se había apagado como pronto se apagaría la del cazador que ahora en el suelo intentaba moverse y acercarse a las aguas en un intento desesperado por salvar su vida. Él quería que la maldición desapareciera y yo no sabía si esas aguas de verdad lo ayudarían, pero si lo hacían, no podía dejar que acabara con lo que había empezado y en verdad tenía curiosidad por ver qué era lo que pasaba, lo que podía llegar a hacer esa maldición tan potente que había lanzado y que lo había alcanzado a él. Lo observé ladeando un poco mi cabeza con mis ojos fijos en los suyos viendo sus movimientos, como se arrastraba hasta intentar llegar al agua pero sus heridas eran grandes y sus marcas crecían por su cuerpo en un avance imparable. Cuando cruzó el puente me había preguntado “por qué” a lo que yo no le había dado una respuesta, ahora que lo veía a punto de acabar con su vida quizás le dijera la verdad ya que no tenía sentido seguir escondiéndola, ahora que todas las cartas estaban sobre la mesa y ya no había que seguir fingiendo lo que no era, en sí lo había ayudado pero a su vez yo nunca le dije que se curaría al cien por cien... mis palabras habían sido verdades a medias mientras a su alrededor tejía una telaraña enmarañándolo, como si fuera una venda que no le dejara ver quién realmente era y cuáles eran mis propósitos. Me acerqué hacia donde estaba viendo que se había puesto boca arriba, había cogido una de sus dagas y llevado dejado la punta de esta hacia su corazón con la intención de acabar con su vida, una canción sonaba en aquel lugar que sonaba a despedida... pero eso no iba a pasar. Reí mirándolo y con un simple movimiento de mi mano la daga que sujetaba entre las suyas salió volando lejos de su alcance para que no pudiera cogerla de nuevo, sus ojos fueron a los míos y me acerqué con paso lento hacia donde él estaba.


-¿Creías que iba a dejar que te curaras, Nayati? –Pregunté con una sonrisa de lado haciendo que unas sogas invisibles ataran sus manos subiéndolas sobre su cabeza, lo moví para que quedara contra la pared y no pudiera moverse como si las sogas y las cuerdas lo anclaran a esta, lancé un suspiro y aparté mi pelo hacia un lado mientras lo observaba con una sonrisilla- por fin, ya no sabía si poder seguir fingiendo mucho más o no... Resulta que es más agotador de lo que yo pensaba –reí entre dientes y me fui acercando hacia él para mirarlo, la marca crecía hacia su pecho y pronto alcanzaría su corazón si no hacía algo. En verdad tenía curiosidad por saber qué iba a pasar en esos momentos, ¿moriría simplemente? ¿Se convertiría en lo mismo que lo había tocado? Mis dedos recorrieron la marca sintiendo la rugosidad de la piel bajo mis yemas, mis dedos subieron hasta su rostro que aunque intentó apartarse no pudo- pobre ingenuo –dije deslizando mis dedos por su barbilla y bajando hasta donde tenía su corazón que latía bajo la palma de mi mano- antes me habías preguntado por qué, ¿aún quieres saber la respuesta? –Pregunté con una sonrisa ladina en mis labios mostrando, por primera vez, mi verdadera cara, mi verdadero yo- el hechizo que alcanzó tú aldea, ese del que me hablaste... lo lancé yo –dije ahora que su vida estaba en las últimas y de que no se salvaría de esa- mi abuela quiso lanzarlo en un primer momento pero no pudo terminar su obra. Durante años me acosaba en sueños, me decía y me pedía siempre que abriera una botella para ella pero yo nunca me atrevía –mi desde se deslizaba por su pecho al descubierto- pensaba que solamente era un simple sueño, y una de esas noches abrí la botella... ¿adivinas lo que había dentro? Poder. Todo el poder que había adquirido ella me lo traspasó a mí y yo fui su sucesora, mi familia siempre se ha dedicado a la magia blanca hasta que llegó mi abuela, y ahora yo continúo su legado. Por eso en parte tengo curiosidad por saber lo que pasará, ¿te convertirás en lo mismo que te atacó? Por cómo avanza la maldición yo diría que pronto lo sabremos –sonreí de lado y me aparté de él para acercarme a las aguas negras, de ellas manaba poder y podía sentirlo, saqué uno de los tarros que había traído en la bolsa y lo llené de esa agua mágica para poder utilizarla en algún momento. Me giré y lo contemplé en sus últimos momentos, a decir verdad me dio algo de pena pero deseché eso enseguida y me volví a acercar a él- me hubiera gustado que nos hubiéramos encontrado en otro momento y en otras circunstancias, eres muy mono y adorable pero entenderás por qué me alejé de ti... no era bueno encariñarme cuando tu muerte la llevas escrita y yo pondría el punto final a tú historia –chasqueé la lengua- bueno, me lo he pasado bien aunque he tenido que llevar mucho cuidado de que no me pillaras –lo contemplé con una sonrisa y di una palmada- bueno, dejemos que empiece el espectáculo –froté mis manos para ver qué sucedía- ¿últimas palabras? Te las concedo –dije como si fuera magnánima y le estuviera perdonando la vida, sentía mucha curiosidad por lo que podría pasar, era un joven valiente, bravo y con una muy buena habilidad para el combate. Me mordí el labio pensando, ¿de verdad valía la pena que muriera? Y si... ¿y si lo utilizaba para mis fines? Por un momento me encontré con que podía hacer algo más con él, que me ayudara en mis asuntos, que me obedeciera... había resultado ser un joven de gran relevancia, ¿por qué desaprovecharlo? Si quería hacer algo tenía poco tiempo, así que cogí una tiza que llevaba en el bolso y comencé a hacer dibujos en el suelo, iba a probar algo totalmente nuevo pero que si funcionaba lo tendría bajo mi control absoluto. Con mi magia lo moví de forma que quedara dentro del círculo en el medio de este, me acerqué hacia donde estaba el agua y sumergí mi mano, comencé a recitar unas palabras aun con la mano metida bajo el agua y pronto los símbolos que había dibujado en el suelo comenzaron a iluminarse, un conjuro poderoso de magia negra que jamás había utilizado en mi vida, pero necesitaba el agua para llevarlo a cabo, tenía que ser muy precisa y muy meticulosa. Seguía recitando aquel conjuro que cada vez parecía cobrar más y más fuerza hasta que finalmente, en el momento justo en el que la maldición subía hasta su corazón y lo rodeaba mi mano mojada por el agua atravesó su pecho hasta tocar su corazón, dejé que el agua purificara la maldición que portaba liberándolo así de la misma, seguía recitando el conjuro escuchando de fondo sus gruñidos de dolor y sus intentos de liberarse que eran en vano. La maldición se curó y el conjuro seguía en marcha, algo que había leído en uno de los grimorios escondidos y prohibidos de mi abuela y que haría por primera vez. Sin dejar de recitar aquel hechizo una y otra vez, cuando su corazón estaba sano de toda maldición, lo extraje de su pecho finalizando así el conjuro. Nayati seguía con vida gracias al hechizo, uno muy potente y peligroso que me consumió gran parte de las energías pero que había valido la pena el intentarlo. La magia lo mantenía con vida ya que no era realmente su corazón lo que había extraído de su pecho, pero sí se parecía bastante. Ahora su “corazón” me pertenecía y eso significaba que, a partir de ese momento, Nayati obedecería todas y cada una de las cosas que le dijera sin rechistar, sin pensar. Lo controlaba porque controlaba su corazón a mi voluntad, tan solo me haría falta estrujar entre mis dedos aquel corazón para acabar con su vida, lo contemplé en la palma de mi mano y sonreí de forma ladina, una pequeña caja apareció en el círculo y lo metí dentro para sellarlo con magia, nadie salvo yo podría abrirlo. Mis ojos subieron a los del joven que, ahora controlado por mí, no sabía que había sido yo quien había lanzado aquel hechizo ni que controlaba su cuerpo y su vida porque lo había borrado de su memoria, tan solo recordaba que lo había ayudado a librarse de la maldición y había eliminado sus sospechas hacia mí. Me acerqué para despertarlo ya que estaba tumbado en el suelo al caer el hechizo y mi mano fue hacia su rostro- Nayati, despierta... todo ha terminado –para él sí, porque jamás podría liberarse del hechizo que lo tendría preso por siempre.
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Mensaje por Nayati Manitú Dom Ene 28, 2018 9:35 am

Me arrastraba por el pedregoso suelo, un rastro de sangre marcaba el sendero de mi paso, negras las aguas que esperaba me acogieran y salvaran mi vida.
Era un contrarreloj, la marca de mi brazo por mi pecho se extendía, notaba la corrosión de mi alma y la negra con paso sereno hacia mi se acercaba.
Apreté los dientes, rugí cuando sentí como su piel apoyado en mi pié me volteaba con rudeza dejando mi pecho al descubierto ante ella.
Su ladina sonrisa me dejaba claro que siempre mis sospechas fueron ciertas, la verdad desvelada de sus propios labios.
Tenia claro que hacer llegado el momento, mi mano acortó la distancia hacia mi cinto y sin dudarlo dos veces cogí el mango y lo desenvainé llevándolo hacia mi pecho para acabar con la bestia que anidaba dentro.

Un giró mágico con su mano hizo que el acero acabara saliendo disparado de mi mano, su risa retumbaba en el lugar fundiéndose con mi grito de rabia ahogado.
Mis muñecas se anudaron y con otro giro de muñeca mi cuerpo se estampó contra la pared, mi espalda contra ella, escuchaba todavía el relato.
Ella, fue ella la que lo hizo aquella bestia, poder negro que corría por sus venas y me había utilizado, porque su único afán era ver con sus propios ojos que sucedía cuando la maldición llegara a mi corazón.

Crecía, la oscuridad se adentraba en mis entrañas, grité, rugí, sentía como mi interior se abría y finalmente caí inconsciente, mi cabeza cayó sobre mi pecho y la oscuridad se adueñó de mi ser.



Cuando abro los ojos ella me miraba, peinaba mi pelo con sus dedos zarandeándome suavemente para que volviera en mi.
-¿que ha pasado? -pregunté ajeno a lo que esa maldita hechicera me haba hecho.
Me miré, la maldición había desaparecido, sonreí y me alcé con vigor abrazándola.
-¡Estoy vivo! Ha funcionado, la maldición a desaparecido

Ella reía mientras yo le daba vueltas entre mis brazos con una picara sonrisa en mis labios.
-Gracias, no se como he podido dudar de ti en algún momento.
Apoyé mi frente en la ajena, cerré los ojos, mi aliento penetraba entre los labios de la hechicera.
Era libre, ahora podía regresar a mi aldea y seguir mi camino.





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Mensaje por Ammyt Dom Feb 25, 2018 9:37 am

El pobre cazador ingenuo no sabía que todo había sido un plan trazado y urdido para que no pudiera ser libre ni se pudiera curar del todo, él pensaría que se habría salvado y que la maldición habría desaparecido... y aunque eso no era mentira sí que no iba a ser libre del todo porque ya había visto que el cazador tenía aptitudes y sabía defenderse y desenvolverse, así que ¿por qué tirar por tierra dichas cualidades y no utilizarlas en mi favor? Iba a hacer una apuesta más que arriesgada y atrevida pero era la única forma que tenía de que Nayati se quedara para utilizarlo como más me conviniera sin que él lo supiera, no iba a ser fácil realizar aquel conjuro pero si lo hacía todo bien podría hacer que no se acordara de nada y que pudiera trabajar para mí bajo mis órdenes. Pero para ello debía de quitar la maldición que lo asolaba así que mientras preparaba lo necesario para realizar dicho hechizo le fui explicando que había sido yo, desde el principio, quien lazó aquel hechizo para que atacara su aldea como voluntad de mi abuela, los poderes que habían sido conferidos a mi persona para seguir su legado desviándonos del camino de mi familia que siempre utilizaba la magia blanca en favor de otros. No me preocupaba decirle que había sido yo porque no se acordaría de nada cuando acabara con él y despertara, tan solo sabría que la maldición se había acabado y que sería “libre” para volver a sus tierras... pero eso era algo muy lejos de la realidad. Para realizar dicho hechizo cogí el agua porque iba a necesitarla y mojé mi mano con ella mientras entonaba un cántico y tenía al cazador atado con cuerdas, con los brazos en cruz mientras sus ojos me contemplaban como si después de todo aquel tiempo se hubiera caído la venda que llevaba puesta en sus ojos y me contemplara por primera vez, como quien era realmente. Intentó librarse pero era en vano porque no podría deshacerse del hechizo que lo tenía preso y mientras recitaba esas palabras y esperaba a que la maldición alcanzara su corazón, en el momento justo, incrusté mi mano en su pecho para tocar su corazón sanándolo así de la maldición recitando el hechizo. Uno que creó una réplica de su corazón y que ahora mantenía bajo mi total control, uno que haría que estuviera bajo mis órdenes y que no pudiera desobedecerme bajo ningún concepto... ahora era mío para lo que yo quisiera hacer con él.

Guardé el corazón en un pequeño cofre que apareció cuando terminó el conjuro, las luces dejaron de emitir un brillo y él cayó inconsciente tras terminar todo. Deshice el hechizo de tenerlo atado y finalmente cayó al suelo donde quedó tumbado mientras yo terminaba de recoger todo. Había metido agua en uno de los tarros que había traído porque seguramente me hiciera falta para más adelante, y cuando lo tuve todo guardado ya tras el hechizo y saber que había funcionado me arrodillé a su lado para darle unos pequeños golpes en el rostro despertándolo, él no recordaría nada salvo que habíamos llegado y le había curado con el agua la maldición que portaba ya que no habían marcas en su piel, estaba libre de ellas, no recordaría que ahora me pertenecía y mucho menos se acordaría de que había sido yo quien lanzó ese hechizo de donde salieron aquellos demonios que atacaron su aldea. Le di un par de golpes en su rostro hasta que por fin abrió sus ojos, me miró con ellos un par de segundos hasta que miró su cuerpo comprobando que no tenía las marcas y yo le sonreía diciéndole que todo se había acabado, que era libre por fin. Su sonrisa se ensanchó en su rostro y sonrió abiertamente mientras se levantaba y yo lo observaba con curiosidad para saber qué iba a hacer y si se acordaba de algo... pero al parecer todo había salido según lo previsto y no se acordaba de nada en absoluto. Su pregunta sobre qué había pasado fue todo cuando necesité como prueba y le dije lo que había pasado, la prueba, el monstruo que nos había atacado y luego que lo había llevado hasta aquel agua para curarse y que de pronto sus marcas habían desaparecido y que había quedado inconsciente. Me levanté para mirarlo justo en el momento en que se daba cuenta de todo y sonreía lleno de felicidad, pobre iluso, si él supiera que lo controlaba y que era su dueña no estaría tan contento. Sus manos fueron a mi cintura y me alzaron como si no pesara nada girando mientras yo me reía por su felicidad, ajeno a todo lo que la verdad escondía. Me dio las gracias por salvarlo y yo hice un gesto como que no pasaba nada, su frente se apoyó en la mía y cerró los ojos sintiendo el calor de su aliento impactar contra mis labios. Lo contemplé de esa forma, mi mano subió hasta su rostro acariciando su piel delineando su mandíbula para bajar por su cuello hasta llegar a su pecho. No iba a negar que era atractivo y que su tono de piel destacaba y llamaba la atención, y ahora era todo mío para hacer con él lo que quisiera... por mucho que él pensara en irse jamás lo haría porque estaba bajo mi hechizo y jamás lo sabría y se libraría de él.


-Supongo que, ahora que todo ha pasado, querrás volver a tu tierra junto a tu familia y tu gente –dije con mis dedos acariciando su pecho en lentas pasadas, tenía la camisa rota por el ataque de aquella bestia y se podía ver algunas heridas que tenía, no graves, y que dejaban su piel al descubierto- sería lo normal ¿no? Estarán preocupados por ti y estarán deseando que regreses junto a ellos –sus ojos se abrieron para contemplarme- ¿y si te quedas un tiempo? No te digo que lo hagas por mucho tiempo pero... no sé, llegaste a París con una maldición y ahora eres libre de ella, tu vida no corre peligro... podría enseñarte este lugar, podrías contarme más cosas sobre tu tribu y tu lugar de origen ahora que tenemos tiempo, ¿qué me dices? Quizás podamos conocernos un poco más –dije con una sonrisa, la máscara de lo que en realidad escondía bajo ella, porque tenía planes para Nayati y él sin saberlo me ayudaría en todos y cada uno de ellos. ¿Mis enemigos? Acabarían muertos gracias a su ayuda, él los mataría por mí sin siquiera dudarlo... ahora era su dueña para hacer con él lo que quisiera, tan solo tendría que pedirlo y él no tendría más remedio que hacerlo sin poder siquiera negarse... ¿no era aquello perfecto? Una jugada maestra sin duda alguna, a mi lado tendría un guerrero que no cuestionaría ninguna de mis órdenes por muy oscuras e inmorales que fueran- pero deberíamos de salir de aquí y volver a mi casa, tienes heridas que seguramente necesiten revisión y tenga que vendarte... –mi dedo repasó la herida de su pecho- de vuelta puedes pensarlo, no te obligaré a que te quedes si no quieres hacerlo, tú eres el dueño de tu destino –mentira, ahora lo era yo y en mi fuera interno una sonrisa maliciosa asomaba en mis labios mientras tiraba de su mano para salir de aquel lugar y volver a casa. Oh Nayati, qué pobre ingenuo que había caído en la red de telaraña que había formado alrededor de él... y qué bien me lo pasaría a partir de ese momento sabiendo que de alguna forma era mi “esclavo”, para todo lo que yo quisiera.
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Mensaje por Nayati Manitú Dom Feb 25, 2018 11:52 am

La hechicera deslizó sus dedos por mi mandíbula dibujándola como si fuera un mapa, mi aliento impactaba voraz contra sus húmedos labios.
Su sonrisa delataba lo feliz que se sentía porque estuviera sano y salvo, habíamos trabajado mucho para que eso ocurriera y aunque si era cierto echaba de menos mis tierras, igual de cierto era que le debía mi vida a la morena.
Acuné su rostro con mis manos, aseguraba que era libre de decidir mi sino y que aunque le gustaría pasar mas tiempo conmigo comprendía que mis inquietudes me devolvieran a casa.
-Puedo quedarme un par de semanas, conocernos, que me enseñes París sin necesidad de ir herido y corriendo a todos los sitios...siempre te recordaré -susurré contra sus labios acariciándolos con mis palabras antes de separarme de ella.

Había trazado con sus dedos la senda de mis heridas, creo que bien las conocía cuando me pidió que volviéramos a casa, necesitaba sanarme como si no lo hubiera hecho ya bastante.
Me alcé del suelo ayudándola a ella en todo momento, gracias a ella estaba vivo y yo era un tipo agradecido, así me lo habían enseñado mis ancestros.

El viaje de vuelta fue muy distinto, si en una ocasión dudé de ella ahora tenia fe ciega en cada una de sus palabras, sonreía y bromeaba de camino a casa, incluso me permití mas de una vez orillarla contra mi cuerpo para sujetarla con firmeza en salientes peligrosos, resbaladizos donde bien hubiera podido despeñarse de yo no haber estado para cuidar de ella.

Alcanzamos su casa en un par de lunas, el viaje había sido largo, peor nuestro animo era bueno, a fin de cuentas lo habíamos logrado.
-Deberíamos ir a celebrarlo ¿como celebráis aquí las gestas ganadas? -pregunté
Su sonrisa se ensanchó mientras enlazaba sus dedos a los míos como si fuera un niño y me arrastraba hacia el interior de la cabaña.

Me hizo sentarme en una silla, tomo palangana, alcohol y algo para dar sutura antes de deslizar la camisa por mis hombros con una suavidad inaudita.
Sus dedos acariciaron de forma etérea mis hombros quedando frente a su cuerpo.
Pronto empezó a limpiar mi torso con un trapo, humedeciendo en la palangana cada vez que era necesario.
Mi vientre se contraía al sentir sus caricias y por un instante cerré los ojos entreabriendo los labios por le placer que sus atenciones me producían.

Una vez estuve limpio tomó aguja, hilo y comenzó a suturar la herida, punzada a punzada, elevando sus orbes noches para perderse en mis tormentas.
Solo cuando acabó llevó su boca contra el hilo sajandolo con los dientes y sonrió ante un trabajo bien hecho.
-Ahora podemos celebrar -aseveró dando un trago antes de pasarme la botella.
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Mensaje por Ammyt Mar Mar 20, 2018 11:20 am

Oh Nayati, qué pobre ingenuo que había caído en la red de telaraña que había formado alrededor de él... y qué bien me lo pasaría a partir de ese momento sabiendo que de alguna forma era mi “esclavo”, para todo lo que yo quisiera. Esos eran los pensamientos que más acudían a mi mente cuando pensaba en lo bien que había resultado el plan que había trazado en mente, cierto era que había salido todo a pedir de boca cuando era la primera vez que realizaba ese hechizo pero ahora tenía a Nayati totalmente controlado aunque él no lo supiera, no se acordaría absolutamente de nada de lo ocurrido y mucho menos de que yo había sido la culpable de la marca que casi acaba con su vida. Ahora tenía sumada a mi causa al cazador, y lo utilizaría para ir contra aquellos que siempre habían intentado de alguna forma “cazarme” o incluso matarme por practicar la magia negra... ahora todos aquellos a quienes consideraba como mis enemigos les daría una inesperada sorpresa y acabaría con ellos uno a uno, y Nayati sin saberlo me ayudaría porque ahora estaba bajo mi control, bastaba ordenarle algo que lo haría aunque pensara en un principio en no hacerlo... pero no podría resistirse. Ya estaba deseando poner en práctica aquello y ver como funcionaba realmente, el primer paso ya estaba dado y aunque lo normal era que se fuera después de haberse librado de la maldición sabía que se quedaría, porque yo así lo ordenaba, y sonreí mientras tomaba mi rostro entre sus manos y me decía que podía quedarse durante unas semanas para conocernos mejor, para que le enseñara París... había caído totalmente en mis redes y ahora enredado no dejaría que escapara. Había visto lo apto que era, lo bien que sabía manejarse y eso sumado al hecho de que yo era hechicera las cosas iban a cambiar por completo. Tenía mucha gente que me quería ver muerta o en su defecto capturada, entregada a la Inquisición para que me dictaran sentencia de muerte. Muchos no comprendían ni entendían que me dedicara a la magia negra como había hecho mi abuela, pero yo había tomado su legado y me sentía plena con ello como antes no lo estaba. Ahora tenía al cazador de mi lado y eso le daba un punto más divertido e interesante a todo, porque él jamás se enteraría de que tenía su “corazón” guardado en un cofre y que mediante un hechizo lo controlaba. Sería mío para siempre y no en un sentido romántico, pero me sería fiel y leal y no cuestionaría ni una sola de mis órdenes así como no dudaría de mis palabras.

Toda sospecha había sido borrada de su mente y eso se notó en la forma en la que me trataba de camino de vuelta, muy diferente a la forma fría y distante que había mantenido mientras íbamos hacia la montaña. Jamás pensé que podría producir tanto placer el tener a alguien a merced de una misma, pero sí, daba muchísimo placer el tener a alguien así a quien poder manejar a voluntad propia. Ahora su acercamiento era como al principio y no dudaba en ayudarme en los momentos más peligrosos, cuando teníamos que pasar por salientes que eran bastante peligrosos, sus manos rodeaban mi cintura y me ayudaban a cruzar cuando antes no lo había hecho. Es más, habíamos estado bromeando todo el camino el par de días que duró la vuelta a casa, su humor era bastante bueno y no dudaba en hacerme bromas y decirme tonterías que me hacían reír... si él supiera que lo estaba manejando y controlando no me sonreiría de esa manera, pero él no podía saberlo en absoluto. Me acercaba a su cuerpo y de vez en cuando su mano recorría mi cuerpo en una caricia que pretendía ser accidental, no me molestó que lo hiciera y le dejé hacer hasta que al segundo día logramos vislumbrar la cabaña que tenía en el bosque. Cuando llegamos me dijo que teníamos que celebrarlo y yo simplemente sonreí asintiendo con la cabeza, pero primero debía de curar sus heridas no porque me preocupara él realmente, sino porque herido no me servía absolutamente de nada y no quería que durara tan poco, era un buen espécimen y me iba a servir muy bien en todos y cada uno de mis cometidos, buenos y malos. Lancé un suspiro mirando al cielo sabiendo que quedaba poco para que se pusiera el sol y giré mi rostro para mirarlo, tomé su mano y tiré de él para adentrarlo en la cabaña para curar las heridas como ya le había dicho. Cogí una silla dejando todo encima de la mesa y le pedí que se sentara mientras yo cogía lo necesario, se quitó la camisa que llevaba dejando su torso al descubierto y, al volver con lo necesario, mis ojos repasaron su bronceada piel y los músculos que se marcaban en su pecho. Era atractivo, mucho, al igual que era raro ver a alguien así como él por la ciudad francesa. Era único en todos los sentidos, y lo mejor de todo; es que era mío. Mis dedos repasaron de un hombro a otro pasando por nuca estando a su espalda bordeándolo, como si examinara a mi presa, y finalmente me senté frente a él para comenzar a curarle las heridas.


-Vamos a curarte esas heridas, no quiero que se te puedan infectar –dije pasando la gasa limpiándolas para desinfectarlas, podía notar que allí por donde pasaba su vientre se contraía por mis caricias haciendo que sonriera de lado por ello- me alegra que hayas decidido quedarte por unas cuantas semanas –dije dejando la gasa a un lado para coger aguja e hilo- puedo enseñarte París con más tranquilidad aunque estoy convencida de que es muy diferente de tu tierra, seguro que allí hay mucha más naturaleza –cosí sus heridas sin que emitiera ni un solo quejido por las puntadas de la aguja y eso me reafirmó que era el indicado para cometer todos mis designios, sonreí cuando lo vi cerrar sus ojos dejándose hacer y cuando terminé corté el hilo con mis dientes dando por finalizada el coser sus heridas. Lo miré a los ojos que brillaban con la luz de la lumbre que lamía su cuerpo con el dibujo y el color de las llamas de esta y reí entre dientes cuando me preguntó cómo lo celebrábamos allí. Me levanté para coger una botella de alcohol a la que le di un trago y después se la pasé tendiéndosela- ahora que ya estás curado podemos celebrar –fui a la mesa para guardar las cosas en su sitio mientras él bebía y me giré ladeando mi cabeza ligeramente, observándolo- ¿quieres ver una de nuestras fiestas? Sé que esta noche hay una celebración por una fiesta importante que solo tenemos nosotros, en nuestra pequeña comunidad. Hacemos ofrendas a los dioses, bebemos, bailamos, cantamos, fumamos... –sonreí de lado observándolo- quizás te sientas más identificado con esta forma de celebración que irnos a algún lado de París para beber. Ven conmigo –esperé a que se pusiera algo y tomé su mano para tirar de él y salir fuera, como vivía en el bosque nuestra “tribu” o la que había podido escapar de ser esclavos vivían allí y esa noche celebraban una fiesta en honor a una de nuestras diosas- seguro que te va a gustar más, hace mucho tiempo nuestra tribu fue capturada para ser esclavos que trabajaban para otras personas, mi abuelo y mi abuela consiguieron escapar y se vinieron a este lugar donde formaron una pequeña colonia, o tribu. Vivimos en el bosque porque nos gusta más la naturaleza que la ciudad, y esta noche hacemos una ofrenda a la diosa Enekpe, diosa de la familia y guardiana del destino –curioso que la ofrenda fuera hacia una diosa cuando yo, en esos momentos, tenía el destino del cazador en mis manos. Se podía oír los tambores que iban sonando cada vez más fuerte y más cerca, una luz se veía desde lo lejos en presagio de que habían hecho una hoguera, los cánticos también se escuchaban con fuerza y para cuando llegamos había alguna gente alrededor de una enorme hoguera, bailando y cantando, mientras los tambores sonaban- ven –dije tirando de él para acercarnos a coger algo de la bebida que se preparaba y le tendí una de las jarras- esto es fuerte –dije con una sonrisa dando un trago esperando a que él también lo hiciera- hacemos una ofrenda a los dioses para que Enekpe cuide y vele por nuestro destino y que no nos deje desamparados. Se cuenta que cuando ella vió que su tribu perdía una batalla, ella se ofreció sacrificarse para evitar que costara más vidas a su gente, y se enterró viva en el campo de batalla; con esta acción salvo a su tribu –hice una pausa- es la forma que tenemos de agradecer lo que hizo hace mucho tiempo, es como hacer una ofrenda a la propia tierra, esa en donde ella se sacrificó porque nosotros viviéramos. Luego es tradición que con mezcla de unas hierbas nos pintemos la cama, y bailemos, cantemos, bebamos y fumamos durante toda la noche. Hay varias pipas que se van pasando de unos a otros –lo llevé hasta uno de los troncos para que observara la fiesta- supongo que te sientes más identificado así, ¿no?
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Mensaje por Nayati Manitú Mar Mar 20, 2018 2:07 pm

La bruja curo mis heridas con decisión, mientras mis ojos se perdían en esos labios que ahora atrapaban el hilo sajando con los dientes la pequeña cuerda ensangrentada mientras sus pozos me miraban oscurecidos.
Nada ya nos separaba de volver a enzarzarnos en una batalla de deseo, estaba animado, también ella, atrás quedó la desconfianza y la maldición que me atenazaba, solo quería divertirme, besarla, beber, fumar y hacer todo aquello que narraba entre risas mientras tiraba de mi mano para llevarme al bosque a comulgar con la tierra donde su diosa fue enterrada.

Mi pecho se acercaba a su espalda, impactaban, reiamos, jugábamos al escondite mientras se alejaba. Los arboles sus aliados cubrían su escapatoria mientras corríamos como depredador y presa por los bosques llenos de amapolas. Finalmente llegamos frente a las luces centelleantes, llamas naranjas lamieron nuestra piel y mi cuerpo se movió al ritmo de los tambores que retumbaban llegando hasta las estrellas que aquella noche iluminaban el cielo con sus dorados haces quitando protagonismo a la dama de plata.

Una jarra de cerveza negra en mi mano, espesa, fría, deliciosa que aplacó mi sed, no así mi deseo por la pantera que sacudía su cuerpo frente a mis ojos en un baile demencial que me invitaba a rozar su curvilíneo cuerpo.
Me acerqué a ella, su respiración contra mi nariz, su risa deliciosa bañando mis labios que se rozaban con palabras cómplices, ambos azuzados por el alcohol y por las miradas indiscretas que nos dedicábamos.
-gracias -susurré sin apartar mi orbes de ella.

El mundo se detuvo en la segunda vuelta que cogida de mi diestra dio hasta caer en mis brazos, de frente nos admiramos con los ojos turbios y sin mas preámbulos mi boca colisionó como un cometa contra la tierra devastandolo todo a su paso, mi lengua se abrió paso en el cráter, lamiendo la ajena se perdió en la humedad de su sin hueso que serpenteaba presa del alcohólico beso.
Gruñí mordiendo su inferior, para ese entonces mis manos ya se habían adueñado de sus nalgas y de un certero tirón, su pelvis colisiono con mi cuerpo y mi verga endurecida se hundió en su vientre bajo delatando mis intenciones de terminar en el lecho.

De nuevo empezó la persecución, ella reía y ahora el baile parecía reclamar contrarias parejas, pues cuando estaba a punto de besarla de nuevo un negro tiró de ella y de mi lo hizo una negra de ojos azabache.
Pasábamos de mano en mano, sin despegar los ojos del otro, riendo, bebiendo, bailando hasta que de nuevo me la devolvieron.
-Ven -susurró tirando de mi mano dejándonos caer en unos cojines bajos, la vi sacar unas hierbas que prendió dando un par de caladas.
De sus labios carnosos escapó un negro humo que difumino su imagen, la segunda calda escapó contra mis labios que entreabrí para acoger el humo embriagador.
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Mensaje por Ammyt Mar Abr 17, 2018 9:55 am

No podrían ir mejor las cosas ni aunque las hubiera planeado desde un principio, desde que el hechizo había hecho efecto en Nayati este había olvidado que yo lancé la maldición que lo había orillado hasta la ciudad francesa en busca de una solución, que yo fui quien mandó dichos demonios a su aldea y que además era la artífice de todo, pero lo más importante: que poseía su corazón y lo controlaba. No con ánimos ni pensamientos sentimentales, sino más bien una posesión en la que él haría todo cuando yo le ordenara sin siquiera pensar en que pudiera estar bien o mal, acataría mis órdenes sin pensar porque controlaba su corazón y eso significaba que lo controlaba a él por completo, mientras él creía en una falsa libertad y toma de decisiones yo haría que cumpliera con aquello que deseara porque su voluntad estaba corrompida, atada con hilos que manejaba con mis dedos como si fuera un muñeco y yo la títere que lo manejaba a mi antojo. Nayati no sabía en lo que realmente estaba metido y dudaba que pudiera descubrirlo en algún momento, jamás pensaría que su corazón ahora estaba bajo mis órdenes porque allí no había nadie que le hiciera pensar tal cosa, mi comportamiento para él seguía siendo el mismo y con sus recuerdos borrados y manipulados en mi favor jamás sabrá que era en verdad una mala persona, que mis artes eran oscuras y que mi alma estaba tan corrompida como pudiera estar los demonios que mandé a su aldea, todo por encargo y como última voluntad de mi abuela. Tenía enemigos en la ciudad francesa que no dudarían en poder acabar con mi vida de ser necesario, mientras que la mayoría practicaba la magia blanca yo era partidaria de la negra y de la nigromancia. Con él a mi lado podría derrotar a los enemigos que querían acabar conmigo con planes elaborados donde él no supiera que yo era realmente la “mala” haría que acabara con mis enemigos solamente porque yo así se lo había ordenado aunque él no lo supiera. No tendría opción o pensamiento alguno de volver a América porque yo no se lo permitiría y aunque la idea rondase por su pensamiento como le “ordenase” que se quedara en París por lo que él no tendría duda alguna sobre su estancia en la ciudad francesa. Ya tenía más o menos una idea de lo que podía hacer para que me hiciera caso y poder ir acabando con mis enemigos, hacerlo de golpe incluso aunque controlara su corazón sería algo demasiado cantoso por lo que tendría que ir gradualmente... ese hombre sería mi verdugo y yo dictaría las órdenes de muerte sin que él realmente se percatara de que como un veneno susurraba las palabras en su cabeza que calaban en lo más profundo de él, hasta hacer el efecto deseado.

La fiesta ya había empezado para cuando llegamos tras curarle las heridas, unas jarras con cerveza fue lo primero que nos entregaron mientras la comida se iba preparando, la gente bailaba y cantaba alrededor de la hoguera a ritmo de tambores, las ofrendas se harían a la diosa para agradecerle que nos salvara sacrificándose por nosotros, por ello las ofrendas que hacíamos y luego nos pintábamos la cara con unos polvos que habíamos hecho previamente, fumábamos, bebíamos, cantábamos, bailábamos... todo en una gran fiesta. La bebida estaba algo más fuerte aunque eso no paró a Nayati quien cogió la jarra entre sus manos y dio un par de tragos mientras yo sonreía de lado, por esa noche olvidaría todos mis planes que tenía preparados para aquel hombre y disfrutaríamos, cuando el sol volviera a reinar en el cielo empezaría un nuevo día, y con él, su nueva “vida”. Reíamos mientras bailábamos cerca de la hoguera y él primero miraba los pasos que hacíamos para poder bailar luego conmigo, mi cuerpo se movía por sí solo al ritmo de la música y al girarme en un momento dado me topé con él frente a mí, su aliento cálido contra mis labios, sus ojos puestos en los míos de manera fija, me susurró un gracias para que solamente pudiera oírlo yo y sonreí de lado, ¿gracias? Si él supiera todo lo que tenía planeado para él no me las daría, pero eso sería algo que jamás descubriría. Mi mano subió a su rostro y mis dedos se deslizaron por su pómulo sintiendo la tibieza de su piel contra mis yemas. Un par de vueltas bailando junto a él hasta que en una de esas vueltas caí sobre sus brazos, sus ojos fijos en los míos, nuestros rostros cerca al igual como casi estaban nuestros cuerpos. Como si de un huracán se tratara su boca se estampó contra la mía besándome de una forma un poco ruda, salvaje, como él mismo era. Su lengua se abrió paso entre mis labios hasta que entabló batalla con la mía, sus manos bajaron por el contorno de mi cuerpo hasta llegar a mis nalgas donde de un rudo movimiento me pegó a su miembro haciéndome ver lo duro que estaba, un jadeo escapó de mis labios porque nunca había negado que fuera atractivo, pero no podía encariñarme de él para lo que tenía pensado. Nos separamos con la respiración agitada solo para cambiar de pareja con el siguiente baile, pasando de mano en mano hasta que finalmente acabamos de nuevo de frente, tomé su mano para alejarnos un poco y poder descansar sentándonos con sendas jarras en las manos.


-Voy a preparar una pipa –dije sentándome y haciendo que cayera a mi lado, cogí unas hierbas que habían ya preparadas y las fui mezclando para luego prender dicha pipa y dar una calada, el humo salió de mis labios mezclándose con el ambiente sintiendo el sabor que dejaba en los labios, y unos efectos que bien conocía puesto que no era la primera vez que fumaba de aquello. Volví a dar otra calada bajo la atenta mirada de Nayati, pero esa vez, acerqué mi rostro al suyo y acabé por exhalar el humo sobre sus labios dejando que estos se rozaran, le pasé la pipa para que pudiera él también fumar ya que no era la primera vez que lo veía fumar mientras me acomodaba a su lado- ¿esto se parece a lo que hacéis en tú hogar? –Pregunté dando un trago a la jarra mientras comenzaba a notar los efectos de las hierbas. Quería mostrarme algo más cercana con él para que no sospechara nada, si es que a esas alturas lo hacía, y poder conocer algo más de su tierra- cuéntame, ¿Cómo es el lugar dónde vives? ¿También hacéis ofrendas como nosotros? –Sabía que él estaba más ligado a la tierra y a la naturaleza de lo que estaba mi tribu, lo había podido ver en aquel tiempo que estábamos juntos- vosotros le dais también mucha importancia a vuestros dioses –comenté volviendo a coger la pipa para darle un par de caladas nuevamente, mientras los cánticos seguían sonando y la gente bailaba entorno a la hoguera como si sus llamas se extendieran al cielo, como si de esa forma llegaran hasta nuestros dioses para ver que les hacíamos ofrendas para ellos, por cuidarnos y salvarnos- me alegro que vayas a quedarte un tiempo aquí en París, que pueda enseñarte cómo es la ciudad... aunque las mejores cosas están fuera de ella –sonreí de lado por ello volviendo a dar un par de caladas- dime, ¿qué fue lo primero que te impresionó cuando llegaste? –Sabía que nunca se iría porque aunque tuviera el pensamiento implantado en su cabeza, jamás lo llevaría a cabo, jamás pasaría a más que eso; de un pensamiento. La noche seguía pasando entre risas, bromas, caricias furtivas que nos dedicábamos mientras bebíamos y fumábamos cada vez más y más animados en lo que hacían efecto las drogas y el alcohol, poniéndonos más eufóricos y a su vez algo más excitados. Nos tentábamos todo el rato en el que nuestros labios se rozaban y luego se alejaban, al final acabé sentándome sobre él dando una calada a la pipa, exhalé el humo sobre sus labios y moví ligeramente mi cadera sobre su miembro que presionaba mi centro, un leve jadeo escapó de mis labios- ¿sabes? Aún me acuerdo la primera vez que entraste a mi casa, la noche que pasamos juntos, cuando desperté y estabas en el baño.... –sonreí de forma pícara recordando ese momento donde tras despertarme había escuchado sus gemidos, mientras se daba placer en el baño y yo no pude evitar entrar encontrándomelo de esa forma- ¿te daba vergüenza en ese momento intentarlo conmigo? –Mis labios rozaban los suyos, mis manos subían por su pecho y algunos dedos se perdieron entre su pelo, elevando su rostro hacia el mío- ¿y si te pidiera que quiero que me tomes esta noche como lo hiciste esa vez? Pasional, salvaje –mordí su labio inferior moviendo ligeramente mi cadera en círculos sin dejar de mirarlo- salvo que esta vez no te pillaré in fraganti –sonreí de lado antes de acortar la distancia con sus labios y besarlo, mis brazos rodearon su cuello y moví mis caderas presionando contra su centro, excitada, deseando sentir a ese hombre sobre mi cuerpo una noche más- deberíamos de irnos de aquí –murmuré deslizando mis labios por la piel de su cuello, dejando pequeños mordiscos en el lugar.
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Mensaje por Nayati Manitú Mar Abr 17, 2018 11:06 am

Frente a nuestros labios una neblina de humo escapaba, roces de bocas, risas añadas en alcohol en una deliciosa provocación en la que jugábamos al gato y al ratón.
Me preguntaba cosas de mi civilización, quería saber de mi y yo contárselo, desde que la maldición me abandono, entre nosotros se había instaurado una relación muy distinta, una en la que el deseo parecía tomar la delantera.
-Los indios estamos aferrados a la naturaleza, a los espíritus -cada palabra empujaba el vaho grisáceo que como si fuera un dragón escapaba de mis labios -mi totem es una loba negra, es guapa -dije algo colocado sonriendo -muy guapa -pero no se si nos entendemos, siempre te ha señalado como culpable de todo esto.

Ladeé la cabeza mirándola, sus ojos dilatados brillaron al escuchar ms palabras.
-Volveré algún día a mi hogar, pero quiero conocerte un poco mas -confesé dejando caer mi frente sobre la suya -de no ser por ti estaría muerto.
Su boca atajó la distancia, nos besamos enredando nuestras lenguas bailando como el mismo fuego.
Manos que treparon por su cintura acariciando cada borde y curvatura, mientras sus caderas se movían en una danza salvaje y su centro encajaba con mi alzada envergadura.
-¿irnos? -susurré con una sonrisa deslizando mi sinhueso por sus carnosos provocandola.
-No era vergüenza, peor..no quería mezclar las cosas, ibas a ayudarme y bueno..si follábamos quizás acabaras ofendida o no se, tampoco conozco bien al as mujeres de Paris, no sabía como funcionabais -confesé -pero esa noche fue salvaje, me hiciste sentir vivo, me moría y fue un modo de aferrare a algo. El problema es que luego cambiaste y ahora has vuelto a hacerlo.

Gemí contra sus labios al sentir aquella humedad que desprendía de su sexo.
-Estas borracha -susurré con una risa ebria. Ascendí con mis dedos por sus muslos arrugando la tela de la falda mientras mis dedos dibujaban un peligroso camino ascendente hacia su sexo.
-¡Vamanos! Susurró apoyando su frente contra la mía, pidiéndome intimidad para un acto que los salvajes practicábamos en publico a menudo.

Me alcé y tiré de ella, nuestro paso era errático, y así nos adentramos hacía la parte mas profunda del bosque, riéndonos, besándonos, mordiéndonos los labios completamente excitados y animados acabé acorralándola contra el tronco de un árbol, sus labios se entreabrieron al sentir como mi ariete cruzaba la empalizada de su boca y dentro nuestras lenguas chocaron en un duelo de espadas.
Gruñí sintiendo sobre mi cabeza el embotamiento del alcohol, las cosas daban vueltas a mi alrededor.

De un tirón subí su falda gruñendo al ver sus muslos tersos, deslicé mis manos por ellos hasta dejar sus nalgas sobre mis palmas y elevándola sus piernas trapazaron hasta anclarse a mi cintura con violencia.
Nuestros sexos friccionaron mojando la tela que los separaba. Gruñíamos mordiendo los labios ajenos, lamiéndolos completamente enloquecidos por el efecto de las drogas en nuestros cuerpos, fue entonces cuando la vi de nuevo, lupina sus ojos los clavo en mi, las pluma enredadas en su larga cabellera lacia eran mecidas por el viento.
Distraído la miré con los labios entreabiertos y me verga golpeando contra las bragas de la morena


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Mensaje por Ammyt Lun Mayo 14, 2018 11:23 am

La fiesta seguía en su punto más álgido de todos, los tambores sonaban, las mujeres y los hombres cantaban canciones hacia nuestras dioses, canciones que había aprendido desde bien pequeña, bailaban alrededor de la hoguera mientras bebían, comían y reían celebrando que la diosa se hubiera sacrificado por nosotros dándonos la vida y protegiéndonos de esa forma, por eso le rendíamos culto y le servíamos ofrenda en su honor agradeciéndole lo que antaño hizo por nosotros. Sabía que las tribus como a la que él pertenecía también estaban muy ligados a la naturaleza y seguramente se sintiera identificado en cierto momento con nuestra celebración, quizá no distara demasiado ambas porque parecía que nuestras culturas eran similares, aunque viviéramos en París nuestra rama procedía de un linaje africano aunque nuestro asentamiento se situara en la ciudad francesa, pero las raíces eran las raíces y era difícil olvidarse de ellas cuando corrían por nuestras venas. Aquella noche sería el principio del fin del cazador, porque aunque él no lo supiera había firmado su sentencia en cuanto nos chocamos en el callejón y ahora su vida pendía de mis manos que, como hilos, lo manejarían a mi antojo para que cumpliera con mis voluntades sin que él se enterara. Una marioneta, eso es en lo que se había convertido el cazador al poseer su corazón, no sería capaz de irse de allí porque mis deseos podían nublar su partida, ahora sus decisiones aunque él pensaran que eran suyas no eran más que mías en todo momento... y aprovecharía esa baza con el cazador para aniquilar a alguno de mis enemigos, tan solo tenía que pedir que lo matara y él no sería capaz de pensar o razonar mi orden. Era fantástico y maravilloso, jamás había hecho tal hechizo pero reconocía que tener el poder sobre él era todo cuanto necesitaba para completar mis objetivos y eliminar a unos cuantos que lo único que querían eran matarme para que dejara de practicar la magia negra, algo que al parecer cada vez la gente le recurría más a mí que a ellos... el mal se iba extendiendo por parís como un manto invisible que los cubría a todos por completo. Sabía que Nayati jamás se daría cuenta de lo que pasaba y, mientras tanto, podría disfrutar de su compañía y disfrutar de lo que tuviera para darme. Había que admitir que era bastante atractivo y tenerlo de esa forma bajo mi merced era algo que me excitaba bastante, la idea de manejarlo y tener el pleno control con tan solo un susurro... tal sensación de poder me excitaba y me embargaba. Más de lo que ya me ponía la bebida y la pipa de lo que estábamos fumando los dos mientras los cánticos y los bailes se sucedían como en un segundo plano. Sonreí por sus palabras cuando me dijo que se quedaba porque quería conocerme, yo ahí no había intervenido para nada y era su deseo real, aunque pensara en marcharse jamás dejaría que lo hiciera, no porque me era demasiado útil y valioso como para perderlo.

Escuché lo que me contó acerca de su tótem, así que ese había sido el motivo por el cual había empezado a sospechar de mí. Al parecer su tótem, su guía espiritual, era una loba negra que le había estado lanzando advertencias sobre mi persona que él no había sabido interpretar... de todas formas ahora eso no importaba porque, por mucho que su loba le dijera que yo era la culpable al tener el total control sobre él podía hacer que no la creyera, ¿qué importancia debía de darle a que su tótem le hablara mal de mí? Con tan solo unas palabras no haría caso de lo que ella le dijera. Reí cuando dijo que era muy guapa mientras seguíamos fumando y bebiendo, que decía que sí quería conocerme a pesar de que quería volver a su tierra, que si no hubiera sido por mi ayuda estaría muerto. Oh, cuánto disfrutaba sabiendo que nada era como decía y que yo era la causante de su posible muerte, que solo estaba vivo porque me interesaba. Era cierto que cuando aquella noche lo sorprendí en el baño masturbándose y tras pasar aquella noche juntos mi actitud cambió con él, no debía de encariñarme con él porque sabía lo que acabaría pasando y no podía ni debía de interferir en aquel encargo que mi abuela dejó a medias. Sabía que no podía estrechar lazos con él y por ello mi actitud fue algo más esquiva y distante, no quería alejarme de la meta que tenía en mi mente y claro que fue evidente el cambio de actitud para él... pero no podía decirle el verdadero motivo por el que lo hice así que tuve que decirle una verdad a medias. Y ahora que todo había pasado y que lo tenía bajo mi control de nuevo restaba las distancias, de nuevo me acercaba a él y disfrutaba con él. Mis labios rozaban los suyos y lo acariciaban mientras sentía sus manos perdiéndose por mis cuervas y mis caderas que se movían contra su miembro que ya notaba duro, ambos excitados y calientes por la mezcla de todo lo que habíamos tomado aquella noche. Quería alejarme de allí, quería perderme con él y que volviera a tomarme como lo hizo esa noche en mi cama, de una forma placentera y salvaje como él mismo era. Reí cuando dijo que no sabía cómo eran las mujeres francesas y mordí su labio inferior recorriendo su pecho con mis manos, mis labios subieron por su mandíbula hasta llegar al lóbulo de su oreja y dejar un mordisco en el mismo antes de pasar a responderle, riéndome por el grado de alcohol y por las sustancias que llevaban la pipa que nos ponía en ese estado.


-No soy una mujer francesa como tal, vivo en París pero mi familia proviene de África, aunque llevamos siglos aquí asentados –dije volviendo de nuevo a sus labios, riéndome entre dientes- oh Nayati, te sorprenderías saber de lo liberales que son las mujeres aquí en París, muchas ofrecen su cuerpo sin demasiada discreción –tiré de su labio inferior antes de dejar que tirara de mi mano para alejarnos de allí con los cuerpos encendidos y prendidos en las llamas del deseo, de la necesidad, quería volver a sentirlo porque era cierto que lo deseaba y nada tenía que ver lo que nos habíamos tomado- cambié mi actitud porque no quería hacerme ilusiones, tu maldición era una difícil de curar y no sabía si al final... –mordí mi labio callándome para darle a entender a lo que me refería- pero ahora todo ha pasado y estás a salvo, y aquí –mis dedos se enredaron en su pelo en lo que sus labios buscaban los míos y nos fundíamos en un beso con cierta urgencia y necesidad, las ganas podían con nosotros y nublaban nuestros sentidos. Nos habíamos adentrado en lo profundo del bosque alejándonos de la fiesta que se celebraba para que no nos molestara nadie mientras nos reíamos, nos besábamos, nos parábamos para acariciarnos y calentar aún más nuestros cuerpos como si eso fuera totalmente posible. Mis dientes apresaron su labio inferior mordiéndolo antes de separarme y echar a correr riéndome por el bosque hasta que me acorraló contra un tronco, su cuerpo como una cárcel me aprisionaba y yo me dejé hacer cuando sus labios arrasaron con los míos. Mi mano se coló por su camiseta sintiendo su piel caliente bajo mi tacto mientras nos besábamos, sus manos subieron mi falda deslizando sus dedos por mi piel hasta que me tomó de las nalgas y me alzó con fuerza para que rodeara su cintura con mis piernas, sentía su miembro contra mi centro y me moví para crear un mayor roce que nos hizo jadear. Mis labios bajaron por su cuello besando y mordiéndolo en lo que él se quedó quieto por unos segundos en los que no hacía nada, me alcé para ver que miraba en una dirección pero cuando mis ojos fueron hacia el lugar no vi nada. Tomé su rostro entre mis manos y lo giré mientras sus caderas no dejaban de moverse creando una fricción entre nuestros sexos por encima de la ropa- Nayati –lo llamé haciendo que sus ojos fueran de nuevo a los míos- estoy aquí –dije en un jadeo arqueando mi cuerpo por la fricción haciendo que mi sexo se mojara más y lo anhelara más- te deseo... –dije mordiendo sus labios para bajarme de su cuerpo y tomar su mano mientras él me miraba con ciertas dudas pero pocos minutos más tarde nos encontramos en la orilla de un lago bañado por la luz de la luna que iluminaba todo a su alrededor- ¿te apetece un baño? –Yo sabía que lo que le apetecía era otra cosa diferente, sin embargo mientras lo besaba mis manos comenzaron a quitarle la camisola que llevaba dejando su pecho al descubierto, lo recorrí dejando que sintiera el paso de mis uñas en una caricia como si fueran pequeñas cosquillas para llegar hasta su pantalón, sin separarme de sus labios lo desabroché notando su miembro duro que pugnaba por salir de aquella cárcel. Cuando lo desabroché mordí sus labios, los lamí mirándolo con una sonrisa y descendí por su cuerpo con mis labios hasta quedar de rodillas frente a él, mis manos bajaron sus pantalones, bajé su ropa interior liberando su miembro que se alzaba con la punta brillante frente a mí, mi lengua lamió el líquido del glande mientras mis dedos recorrían su tronco en lentas pasadas, mi lengua lamió sus lados hasta finalmente llevarlo a mi boca sintiendo su calor y lo duro que estaba. El cazador gruñía y gemía mientras mi lengua lo recorría y mi boca lo tomaba por entero moviendo mi cabeza, notaba su excitación y cómo mi sexo se mojaba cada vez más. Paré cuando supe que estaba al borde y subí de nuevo hasta quedar frente a él- estoy tan excitada y tan mojada... –dije en un jadeo mientras sus manos también me desvestían igual que lo hacía yo, con rapidez y con urgencia. Apartó mi ropa interior y sus dedos recorrieron mi sexo haciéndome gemir de puro placer- Nayati... –lo llamé arqueando mi cuerpo desnudo para parar su mano y tirar de él metiéndonos en el agua pegando de nuevo nuestros cuerpos- tómame –pedí sobre sus labios recorriendo con mis dedos su miembro, ni el agua que estaba algo fría podía bajar el calor que manaban nuestros cuerpos.
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Mensaje por Nayati Manitú Lun Mayo 14, 2018 12:54 pm

La bruja tiró de mi escapando de la fiesta, risas, caricias, nuestras bocas se encontraban, lenguas que como el fuego bailaban entre nuestros belfos dentro y fura de nuestras bocas
Las explicaciones aquella noche en la que las sustancias se llevaban nuestra cordura sobraban, porque la deseaba, lo hice desde hace demasiado tiempo, desde esa noche que en el baño nuestros cuerpos se encontraron hambrientos. Daba igual que la india loba me mirara, que tratara de arrastrarme hacia un lugar diferente del de sus brazos, pues cuando ella tomó mi mentó centrando mi turbia mirada en sus pardos olvide todo y de nuevo me enterré en un beso sediento.

Acabamos frente a un lago, la dama blanca acariciaba sus aguas dejando en ellas un tenue reflejo de plata.
Diría que admiré la belleza de la naturaleza, mas mentiría, no había espíritus esa noche que aceptara mi gesta, ni el viento, ni la lluvia, ni siquiera el bosque parecía dispuesto animarme en ese momento en el que nos encontrábamos ella y yo de frente. No lo necesitaba estaba ebrio y ella pronunciando mi nombre era todo lo que necesitaba, elevar sus gritos al confín de los silencios, llenar los vacíos del bosque con sus jadeos, esa noche nada me importaba, solo perderme en sus pieles.

Sus dedos se deslizaron por mi pecho, la ropa sucumbió a sus febriles caricias y mi vientre se contrajo cuando sus labios lo alcanzaron. Ella tenía un poder desconocido sobre mi, uno que me arrastraba a la locura y de ella me embebía.

Bajó mis pantalones con sus dedos su mirada se elevó encontrándose con la mía, nada nos lo impedía, ahora no había maldición que la contuviera, eramos solo dos jóvenes borrachos que se necesitaban en una noche en la que podíamos perderlo todo.
Su lengua lamió mi lande, brillante por la excitación que ostentaba, este palpito contra su lengua y su sonrisa se produjo al notar como de mi uretra dos gotas resbalaban lentas.

No dudo repasó los bordes limpiándolas, paladeandolas excitada y con ese gesto llevó su diestra a su precioso coño y allí hundió dos de sus dedos antes de enterrar mi verga en su cavidad oscura caliente y húmeda
Engulló mi miembro moviendo la cabeza, llevándome a pronunciar su nombre entre guturales jadeos y enviarlo directo a las estrellas.

Ammyt sonrió lasciva, mi polla se estremecía en su boca dispuesta a llenarla de mi simiente por completo y entonces, sol entonces cuando me tenia al borde de la locura se detuvo dejando un reguero de saliva por la comida y se puso en pie dejándome comer de su boca.
Mis dedos acompañaron los suyos mientras mi impaciencia delataba mis ganas y con la zurda le arrancaba la ropa con la violencia que todo salvaje ostenta algún día.

Desnudos tiró de mi hacia el lago, nos sumergimos en sus cristalinas aguas incapaces de dejar de besarnos ,de tocarnos.
-Te quiero follar -rugí contra su boca cuando sus caderas treparon por mi cintura y nuestros sexos se encontraron dispuestos a ser forjados.
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Mensaje por Ammyt Dom Jun 10, 2018 7:13 am

Habíamos dejado atrás la fiesta para poder estar un rato los dos a solas, el alcohol y lo que habíamos fumado habían calentado nuestros cuerpos y ahora el deseo fluía por ellos de una manera y una forma necesitada, sin poder pensar en mucho más que en entregarnos esa noche y disfrutar de la celebración que mi pueblo hacía a la diosa que un día nos había protegido con su sacrificio. No podía pensar en nada más que en el hecho de que Nayati se había convertido en mío aun cuando él todavía no lo sabía, pero así era, porque no podía irse de mi lado salvo que yo se lo ordenase y por el momento tenerlo junto a mí era algo que me gustaba demasiado como para dejar que se fuera tan pronto. Con él a mí lado y las habilidades que tenía podría por fin deshacerme de algunos hechiceros que habían intentado si no bien matarme al menos que dejar de practicar la magia negra... claro que él jamás sabría lo que estaría haciendo y por mucho que su tótem le dijera que yo no era buena jamás podría saberlo porque yo ahora lo controlaba, manejaba los hilos que lo movían y no tenía intención de que supiera nada. Curada su maldición ahora tenía todo el tiempo del mundo y aunque la idea de quedarse en París un tiempo sí era completamente suya, de ser el caso, implantaría en su mente el pensamiento de quedarse algo más de tiempo en la ciudad francesa y todo estaría solucionado. No había forma alguna de que él supiera lo que en verdad le tenía planeado mientras disfrutaba de la “libertad” que creía tener pero que en verdad era todo completamente mentira. Por esa noche dejaría de pensar en el mañana y los planes que tenía para él para disfrutar de la noche que teníamos por delante, de lo entregado que estaba en esos momentos y las ganas que teníamos de fundirnos completamente en uno. Nos habíamos adentrado en el bosque hasta llegar a una zona donde había un claro y cerca había un pequeño lago donde sus aguas estaban calmas y tranquilas, la luna se reflejaba en sus aguas mientras que nosotros ardíamos de deseo con las ganas de fundirnos en uno y disfrutar de ese momento. Su elección de quedarse y conocerme era suya por completo, ahí no había tenido nada que ver, sin embargo alargaría su estancia porque tenía planes para él y juntos podríamos llevarlo a cabo. Nuestras ganas eran patentes por la forma en la que nos besábamos de una manera un tanto ruda, los jadeos y gruñidos que escapaban de nuestros labios, la forma en que nos quitábamos la ropa y nos movíamos contra el otro. Lo deseaba, no había ninguna mentira en ello y era cierto que lo encontraba sumamente atractivo, mi alejamiento se había debido a que no quería involucrarme demasiado con él porque mi intención era que muriera en aquella cueva en lo profundo de la montaña, pero ahora que lo tenía podía disfrutar más de él y urdir planes maravillosos donde él me ayudará aunque no quisiera.

Sus dedos recorrían mi cuerpo subiendo la falda que llevaba dejando mis muslos a su vista, su pecho descubierto que subía y bajaba con rapidez, su respiración acelerada, sus manos por mi cuerpo desnudándome hasta que las mías bajaron hasta su cintura y comenzaron a desabrochar su pantalón, me agaché lamiendo y mordiendo su piel que se contraía por mis caricias hasta que su miembro quedó libre que se alzaba con la punta brillante frente a mí, mi lengua lamió el líquido del glande mientras mis dedos recorrían su tronco en lentas pasadas, mi lengua lamió sus lados hasta finalmente llevarlo a mi boca sintiendo su calor y lo duro que estaba. El cazador gruñía y gemía mientras mi lengua lo recorría y mi boca lo tomaba por entero moviendo mi cabeza, lo miraba a los ojos mientras sus labios se entreabrían exhalando jadeos roncos por el placer, notaba su excitación y cómo mi sexo se mojaba cada vez más por lo que hacía y por verlo de esa forma. Paré cuando supe que estaba al borde dejándolo con las ganas para alzarme y que su boca tomara la mía con rudeza, sus dedos fueron a mi sexo donde un jadeo salió de mis labios mientras con su otra mano me desnudaba, sus labios iban por mi cuello dejando mordiscos hasta que mirándolo tomé su mano para tirar de él y adentrarnos en aquel lago de aguas un tanto heladas pero que, ni así, conseguían disminuir el calor de nuestros cuerpos que volvieron a pegarse, reí contra sus labios por sus palabras y dejé que me alzara de las nalgas donde nuestros sexos se rozaron de manera intencionada, moví mis caderas creando un mayor roce envolviendo su cintura con mis piernas, mis brazos entorno a su cuello y mis labios sobre los suyos besándolos, mordisqueando su labio inferior sin dejar de mirarnos por las ganas que nos teníamos. Me movió sobre su cuerpo como si apenas pesara nada de forma que su miembro lo sentía en la entrada de mi sexo, rozándose, provocándome y tentándome mientras jugábamos a eso. Su punta se adentró quedándose solamente dentro de esa forma y yo me moví sobre él para sentir más el roce, de manera que apoyándome en sus hombros me elevara un poco para dejarme caer de nuevo y así sucesivamente un par de veces. Su sonrisa ladeada mientras me miraba me indicaba que a pesar de las ganas que tenía en esos momentos quería que se lo pidiera, como si no hubiera quedado claro ya a esas alturas que lo deseaba y que mi cuerpo ardía en deseo porque me tomara como estaba deseando que lo hiciera. Mordí su labio inferior con fuerza, apretando con mis dientes la carne de su labio que le hice una pequeña herida de la que manó algo de sangre, la misma que lamí con mi lengua para limpiarlo.


-Entonces si es lo que quieres, ¿por qué no lo haces? –Mis labios bajaron por su cuello dejando pequeños mordiscos por toda la zona, lamí su piel moviendo mis caderas contra él- tómame... hazlo –pedí para volver a subir de nuevo a sus labios, no le hizo falta mucho más para llevar sus manos a mis nalgas sujetándome con fuerza, moverme y dejar que la punta de su miembro rozara mi entrada para dejarme caer provocando que entrara entera de una- Nayati –jadeé echando hacia atrás mi cabeza mordiéndome el labio ante el placer que eso me provocó, moví mis caderas incitándole a que lo hiciera, y lo hizo, comenzó a moverse al principio a un ritmo lento entrando y saliendo por completo en lo que yo también me movía ayudándolo, poco a poco empezó a incrementar la velocidad y me aferré con fuerza sabiendo que se dejaría llevar y me tomaría con rudeza. No tardó mucho en hacerlo, en moverse como se había movido esa noche en que lo había encontrado en el baño masturbándose, moviéndose implacable, duro y raudo que me estaba volviendo loca, los gemidos salían descontrolados de mis labios, mis dedos se enredaban en su pelo y mis uñas se clavaban en su espalda perdida entre tanto placer y tantas sensaciones. Nos besábamos de forma ruda mordiéndonos los labios, su lengua saqueaba con mi boca hasta que encontraba mi lengua y batallaban juntas sin dejar de movernos en ningún momento. El agua se movía con cada movimiento que dábamos creando pequeñas ondas que se extendían por todo el lugar- así.... no pares.... más –pedí entre jadeos arqueando mi espalda pegando mis pechos al suyo que se rozaban con cada bote, notando que el orgasmo se acercaba a pasos agigantados sacudiendo todo mi cuerpo en lo que él me embestía duro.
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Mensaje por Nayati Manitú Dom Jun 10, 2018 3:51 pm

Su boca se fundía con la mía en un beso apasionado del que me embebí ebrio no solo de alcohol, quería sentir mi poder sobre ella, darme cuenta de lo excitada que estaba cuando mis manos callosas de la batalla trazaban caminos por su piel tersa.
Gruñí cuando rugió que me adentrara, mi punta peroraba lentamente su centro adentrándose despacio, empujando el agua del rio dentro de su coño.
Un tirón de caderas bastó para ser un titan,para que mi verga llena de sangre y enorme se adueñara de su cavidad.

Imparable la deje dentro para que notara hasta que punto dentro crecía engullida por sus paredes, sus pozos negros brillaban frente a mis dos orbes pardas, ambos estábamos cachondos y borrachos y cada movimiento delataba hasta que punto queríamos follarnos.
La fui sacando miré hacia abajo apreciando en el reflejo media polla fuera y corneé hasta que como un pez desapareció dentro de su caverna.
Ella gruño arqueando su espalda, sintiendo nuestros pechos friccionar con los pezones duros como astas.

Un azote basto para que ella sobre mi ascendiera enredando sus piernas a mi cintura, lengua de fuego que fuera de nuestras bocas se buscaba y encontraban húmedas.
El sudor perlaba mi piel así como las gotas de agua que resbalaban por nuestros cuerpos empujadas por los movimientos salvajes que los dos nos gastábamos.
-Te estas portando muy mal -susurré contra sus labios -te tendré que castigar - dije llevando mi diestra a su recto introduciendo la punta de uno de mis dedos.
Sus nalgas se abrían haciéndome hueco, sus orbes suplicaban ser follada por todos los sitios, ronco el gemido cuando uno de mis dedos se hundió por su ano llevándola a gritar de puro placer. Las sacudidas llevaron a sus paredes a comprimir mi verga hinchada y palpitante.
-Voy a correrme -gruñí con la voz oscurecida degustando su pezones torturándolos con mis dientes entre jadeos cada vez mas seguidos.

Me sacudí en su interior, caí por ese abismo de placer metiendo los dos dedos hasta el fondo por su culo, le arranqué un grito, su espalda formó un arco perfecto ofreciéndome sus dos tetas que devoré entre gruñidos mientras me corría llenándola de mi esencia.
-Así, sigue moviéndote como un diosa.
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