Comienzo de una Aventura - Flashback

por **Raffaello Di Fiorenza** Dom Jun 18, 2017 7:09 pm

Cuando tenia siete años, el hermano de su madre, aquel hombre de porte imponente, de sonrisa franca, el que siempre estaba presente para él. Aquel que lo consolaba cuando triste por las ausencias de su padre, - que debía viajar seguido por su trabajo como inquisidor-, murió. Ese hombre quien junto con su padre, le enseñaran los rudimentos de las armas, aun a sabiendas que Chiara, su madre, se oponía firmemente, pero aún así, le enseñaba, - ¿debes saber defender lo que amas, de no se así, ¿como podrías defender a tu madre, si un día faltamos tu padre o yo? -.

Aquellas palabras, dichas hacía mas de cinco años, resonaron en sus oídos, cuando se lanzó a las calles de París, en busca del paradero de su madre. Habían sido aquellas mismas palabras, las que despertaran su conciencia dormida, sus recuerdos adormecidos, las que le hicieron dejar el amparo que recibiera en el humilde carromato de la vieja gitana, esa alma caritativa, que lo cuidara durante tantos años, como si hubiera sido un nieto de su propia sangre. - Discúlpeme abuela - le había dicho, entre lagrimas, - pero tengo que buscar a mi madre, algo muy malo debe haber ocurrido, para que me lleve tanto tiempo recordarla, y tambien a mi familia - , la anciana, comprensiva como siempre, se limitó a sonreír con tristeza, - Hijo, eres un ser muy noble, no debes disculparte, pues sabía que éste día llegaría, lo esperé cada mañana, cada noche, durante los últimos cinco años - le consoló, con la voz quebrada por la emoción, - solo te pido, que no te olvides del todo de ésta vieja, que recuerdes que puedes volver, cada vez que necesites un consejo, o si no llegaras a encontrarla - Cedric, no quería pensar en la posibilidad de que sus esfuerzos por encontrar a su verdadera familia fueran vanas.

En cuanto se despidió, dejó el refugio de los gitanos y se dirigió, a la mansión que una vez fuera el hogar de los Arezzo, allí, encontró todo cerrado, como si llevara tiempo sin ser utilizado. Fue entonces que un recuerdo llegó a su cabeza, el día en que junto con su madre, llegaron a esa mansión, estaba decorada de crespones negros, Chiara, vestida de luto, con sus ojos inundados por las lagrimas, le había besado en la frente, y dejado al cuidado de su nana, mientras se dirigía a la habitación que fuera de Girolamo. Mientras Cedric recordaba aquellos tristes momentos vividos, logró forzar un ventanal y entrar en la mansión, de estilo gótico italiano, como si hubieran movido desde sus cimientos, alguno de los palacio venecianos, y plantado nuevamente en mitad de un bosque frondoso. Ya dentro de la construcción, se encaminó por el pasillo, iluminado por los grandes ventanales, en dirección a la habitación, donde otrora su madre entrara, era el cuarto de Girolamo. Puso su mano sobre el picaporte y lo hizo girar, el pestillo sonó de forma quejumbrosa, tal vez por el tiempo que no era utilizado, pero produjo un respeluzo en Cedric, quien pronto rememoró, el momento en que tras esconderse de su madre, logró entrar en aquella habitación, descubriendo a su tío, dormido profundamente, - o por lo menos así había creído él en su inocencia, pues ésa fue la primera vez que él perdiera a un ser querido -, como si tras cruzar la puerta, todo volviera a ocurrir, pudo ver el rostro de su tío, que parecía tener la piel del color de la cera. Se acercó al lecho, lo contempló con ceremonioso silencio, y dejó que en su mente una plegaria se creara, una en la cual, al pedir por el alma de aquel buen hombre, éste, le permitiera encontrar a su madre, y si era posible, también a su padre.

Una atmósfera de paz, lo rodeo, como si el alma de su tío Girolamo, lo cubriera, protegiera, desde ese momento en adelante, cumpliendo la antigua promesa, de que siempre estaría con él. Cansado, sin mas fuerzas para explorar o comenzar su andar hacia la ciudad. Se quedó allí, dormido en el mismo lecho, sintiendo que su querido tío, lo cuidaba y protegía.