Mon Âme Au Diable ~ Privado

Recuerdo del primer mensaje :

Desde que aquella noche en la mansión Joe se había cambiado por su hermano para compartir la maldición y así darnos algo de tiempo en busca de una solución, de una cura y de ese libro… no había descansado demasiado empeñada en encontrar  alguna pista que nos llevara hacia la identidad o el paradero de ese libro. No había sido fácil y no habíamos encontrado demasiado, era como había dicho la gitana, como si se hubiera perdido en el tiempo y nadie supiera del paradero ni de dicha existencia del propio libro… algo que debía de admitir me había desesperado en los días que acontecieron. La marca se había extendido un par de veces pero lo hacían tan, tan poco que a veces costaba darse cuenta de ello… claro que para mí era más que evidente ya que cada vez que se extendía notaba la quemazón expandirse, no lo hacía mucho, apenas muy poco y supuse que sería a que estaba compartida con Joe y que de no haber sido por eso… quizás a esas alturas le faltara poco para alcanzar mi corazón.

Me había dado cuenta que no crecía hacia arriba sino que, más bien, era como un patrón aleatorio al extenderse; hacia los lados, hacia abajo, en diagonal… pensaba que se extendería hacia arriba pero al parecer estaba diseñada para proporcionar el mayor sufrimiento posible, agotándote poco a poco cada vez que se extendía con el fin de que sea durante bastante tiempo y no fuera algo rápido, sino más bien todo lo contrario. La mía se había extendido un poco hacia abajo y a los lados, solo una vez había crecido hacia arriba y supe que estaba diseñada para que perdurara en el tiempo, para que tuvieras una muerte muy lenta y agonizante. Intentaba no decirle nada al vampiro las veces que se había expandido para no preocuparlo más, pero era algo imposible dado que dormía con él cada noche. Tampoco se podía saber en qué momento se expandiría, había veces que no lo hacía en un par de días y tampoco en qué momento, una vez me había despertado ante la quemazón de la marca… sucedía aleatoriamente, o eso es lo que yo creía por lo que había vivido esos días.

Por fin tras una búsqueda incansable hallé un antiguo libro en la biblioteca, me había colado en la sala donde tenían varios libros guardados y custodiados y con mis habilidades no había sido difícil adentrarme, colarme en esa sección de archivos “prohibidos” y que no estaban a disposición de nadie, allí había encontrado un pequeño relato muy antiguo que mencionaba el mismo libro que nos había descrito la gitana. Antiguo y poderoso se decía que había sido destruido antiguamente por los dioses ante el poder que desataba tremendo libro… pero una leyenda contaba que no se había destruido sino que, más bien, había sido escondido para que nadie pudiera utilizarlo. Se creía perdido cuando se destruyó la biblioteca de Alejandría, que era donde residía principalmente, nadie sabía de dónde había salido o quién era su autor pero que se encontraba en dicha biblioteca.

Escrito en una lengua arcaica, con runas que eran difíciles de comprender y de entender en la descripción que encontré del libro se decía que su portada era oscura, como si estuviera hecha con piel humana, rugosa por el paso del tiempo y que en su interior dibujos demoníacos, anagramas, maldiciones poderosas capaces de destruir y arrasar imperios… un libro de magia oscura, secreto y poderoso, un libro que muchos denominaban como “El libro del Diablo”, como si hubiera sido escrito por el mismísimo Lucifer. Había varias leyendas que no pude descifrar por el idioma en el que estaba escrito, así que no dudé en llevarme dicho libro por si Assur podía ayudarme a descifrarlo, así pudimos descubrir la pista que en esos momentos nos llevaba hacia nuestro destino: Noruega.

Se decía que el libro había sido escondido y custodiado por lo que se denominaba “las capuchas negras”, una organización secreta que desde la edad antigua custodiaban los libros más peligrosos que existían en el mundo, y que fue la misma orden quien decidió llevar el libro tan al norte y tan lejos para que nadie pudiera encontrarlo, según se decía “escondido en lo profundo de los fiordos”… y nosotros íbamos en su búsqueda, solo así podríamos parar mi maldición, solo así nos salvaríamos aunque algo me decía que nada iba a ser tan fácil como aparentaba. Cuanto más nos acercábamos al país más nerviosa me ponía, era inevitable por mucho que quisiera disimularlo, el hecho de que la leyenda fuera falsa era un pensamiento que rondaba mi cabeza, me preguntaba qué pasaría si resultaba que era todo mentira y que todo era eso, una leyenda. No quería ni pensarlo, llevábamos con nosotros el libro que me llevé de la biblioteca por si podía aportarnos información aunque algo me decía que allí tendríamos que buscar mucho más.

Tras una semana y unos cuantos días de viaje por fin llegábamos a Bergen, una de las ciudades del país y que era un lugar portuario, según se decía era la puerta de la entrada a los fiordos, motivo por el que habíamos decidido empezar a investigar por allí. Lo primero que pudimos ver fue un cielo despejado plagado de estrellas que era como si nos diera la bienvenida en esos momentos. Mis ojos se centraron en el vampiro que tenía a mí lado por unos segundos, debía de admitir que me sentía más tranquila si me acompañaba en la búsqueda y mis dedos buscaron los suyos en un intento por darme fuerzas, tenía que mantener mi mente con cosas positivas aunque por dentro me carcomieran las dudas. Llegar hasta allí había sido lo fácil, lo difícil empezaba ahora con aquella búsqueda.


-Assur –lo llamé para que sus ojos oscuros se giraran y se pusieran en los míos, mordí mi labio tragándome las palabras que iba a decirle para cambiarlas por otras, no quería que notara mis miedos y mis dudas- gracias por venir conmigo y acompañarme –sabía que también lo hacía por salvar a su hermano al haberse cambiado por él y que Joe lo hizo por aliviar la carga de sus hombros, aunque algo me decía que el vampiro igualmente soportaba esa carga pero… bastante era con que uno de los dos llevara y soportara aquello y si por mí hubiera sido solamente yo sufriría aquella maldición. Mis dedos acariciaron su mano como si de alguna forma necesitara tocarlo, sentirlo, saber que estaba ahí… quería aprovechar cada maldito segundo que tuviera por lo que pudiera pasar- vamos a por ese maldito libro –le sonreí al ironizar mis palabras hacia el libro, busqué sus labios para besarlo y al separarme lo miré- deberíamos de buscar un sitio donde quedarnos y dejar todo, luego podemos empezar con la búsqueda.

Una vez la humana había quedado sin vida poco tardamos en juntar nuestros cuerpos y comenzar a besarnos, llevados por la lujuria que nos recorría en ese momento tras el momento de caza, lo mucho que ambos habíamos disfrutado de ese instante como hacía tiempo que hacíamos cazando de esa forma. Fue diferente pues ninguno dejó que la humana hiciera nada más con el otro, pero igualmente me excitó ver como el vampiro bebía de la humana y esta no podía contener las ganas que nos tenía a los dos. Ahora yacía muerta en el suelo y el espacio que había dejado lo ocupamos con nuestros cuerpos, en cuanto salté sobre él sus brazos rodearon mi cintura y mi espalda dio contra la pared del callejón pegando su cuerpo al mío. Lo necesitaba, en ese momento y no iba a ser capaz de aguantar hasta el hotel…lo quería, ardía en deseos de que me tomara y no hizo falta rogarle demasiado puesto que él estaba en las mismas condiciones que yo. Mi cuerpo moviéndose contra el suyo fue todo lo que al vampiro le bastó para tras mover mis caderas rozando ambos sexos embestirme penetrándome de una, haciendo que un gemido escapara de mis labios por la fuerza con que lo hizo incapaz de contenerse.

No paró, fue implacable, voraz, cruento de una necesidad que nos consumía a ambos por igual. Sus embestidas hacían que mi cuerpo se estampara por completo contra la pared, sentía en mis nalgas y en mi espalda cada choque que hacía algo violento por la forma en que me tomaba el vampiro, sentía como la pared a mi espalda se empezaba a partir y a resquebrajarse con cada embiste, cada movimiento de cadera que me volvía loca de placer… de haber sido humana, en esos momentos, me habría partido la espalda por la fuerza con la que se movía contra mí. Mis piernas se aferraron con fuerza a su espalda, mi mano en su espalda la recorría dejando un rastro de sangre al tener mis uñas clavadas en su piel, la otra mano enredada en su pelo completamente aferrada a su cuerpo sin parar de gemir por lo que él me provocaba.

Cerré los ojos y eché hacia atrás la cabeza cuando notaba que el orgasmo se acercaba y mi cuerpo comenzaba a tensarse, sin pensarlo siquiera mis labios fueron al cuello del vampiro y aunque de normalidad, o antiguamente, cuando solíamos a cazar era él quien entre embestida y embestida terminaba mordiéndome… esa noche fui yo la que se tomó la libertad de hundir mis colmillos en su cuello, gemí y moví mi cuerpo contra el suyo arqueándolo por aquello. Mío, completamente mío en esos momentos en los que él me marcaba con cada embestida y yo lo hacía con mis colmillos en su cuello como si fuera un bucle ya que donde terminaba uno empezaba el otro. No aguanté más y separé mis labios en el momento en que llegué al orgasmo, mi cuerpo se tensó y vibró por el placer notando que él también alcanzaba el orgasmo en mi interior y mis labios buscaron los suyos en un beso donde su lengua quitó la sangre restante de mis labios, aferrados todavía dejando que el placer se extendiera por nuestro cuerpo.

Su cuerpo cedió contra el mío ambos con la respiración agitada en esos momentos por lo que habíamos hecho, mi mano en su mejilla alzó su rostro y mis labios volvieron a buscar los suyos en un beso más lento, más pausado tras el frenesí del momento vivido. Mis ojos lo miraron de forma fija y vi esa sonrisa que tenía en sus labios y que sabía perfectamente lo que quería decir con ella, subí mis manos a su cuello mientras terminábamos de calmarnos del todo y sonreí por sus palabras tras dejar su frente apoyada en la mía y bajé mis piernas para sostenerme por mi misma aunque estuviera pegada contra la pared del callejón y el cuerpo del vampiro cediera contra el mío. La verdad es que habíamos pasado por malas rachas, malos días y aunque parecía que había algo de luz en mitad de toda la oscuridad que nos acechaba igualmente todo el estrés, todo el caos que habíamos vivido los últimos días en realidad nos iba consumiendo lentamente por dentro, aquello había sido un modo de liberar tensiones, de despreocuparnos del todo y la verdad es que había sentado bien.


-Siempre que quieras –fue mi respuesta antes de dejar un beso algo más corto en sus labios y comenzar a colocarnos la ropa, era momento de irnos del callejón antes de que alguien nos encontrara y tuviéramos que volver a matar de nuevo. Después de aquello no podíamos dejar de tocarnos mientras nos arreglábamos, de besarnos, de buscarnos… como si no hubiera sido suficiente, como si nuestros cuerpos quisieran más, me reí porque parecíamos adolescentes que habían descubierto el maravilloso mundo del placer y no nos estábamos quietos, en vez de dos adultos que juntos podían sumar siete milenios de experiencia, algo que me hizo morderme el labio con diversión. Dejamos el callejón y de la mano volvimos al hotel dejando a un lado el motivo y la razón por la que estábamos allí, disfrutando de esa noche y del otro sin importarnos nada más, como una pareja más que recorría aquellas calles y la verdad… es que me sentía tan a gusto cómoda en ese momento que era difícil pensar que podría haber llegado a eso con el vampiro que tenía a mí lado, precisamente con él. Finalmente tras aquel agradable paseo lleno de caricias, de sonrisas y de miradas llegamos al hotel, al entrar en la habitación mis manos fueron hacia la camisa del vampiro para comenzar a desabrocharla sin prisa, quería dormir pegada a su piel, sentirlo por completo esa noche porque era lo que necesitaba, me ayudaba y me daba las fuerzas necesarias que la maldición me consumía cuando se extendía. Fue en ese momento cuando su pregunta me hizo alzar mis ojos a los suyos, más calmados de ese color azul que le caracterizaba cuando no se volvían rojos, mis manos ya habían desabrochado el último botón dejando entrever su pecho y ciertamente es que me pilló por sorpresa su pregunta- No quiero llamarlo contrato, aunque en cierta forma tiene algo de semejanza en algunos aspectos, porque eso es algo que puedes firmar y tener con cualquier persona, aparte de que es frío e impersonal… pero sobre todo porque lo que yo tengo y siento por ti no lo tengo ni siento por nadie más –mis manos subieron por su pecho de forma lenta hasta llegar a sus hombros donde mis manos comenzaron a bajar la camisa que llevaba hasta que esta cayó al suelo, mis labios se pasearon por su cuello dejando algún que otro beso y bajé por su garganta hasta llegar a su pecho deslizando mis manos hasta llegar a su cintura- Es cierto que fui yo quien dijo de llamarlo por lo que era pero… ¿tenemos que ponerle un nombre a esto? –Alcé mis ojos para mirarlo- Prometidos… ¿lo dices por lo que le dije a esa camarera, o tengo que pensar en una indirecta? –Sonreí de lado- lo dije para que entrara en el juego… y para que dejara de mirarte tanto de esa forma –confesé acercando mis labios a los suyos- aunque no la culpo, en realidad la entiendo –comenté con una sonrisa dejando un mordisco suave en su labio inferior- Podemos ser lo que queramos Assur, me da igual el nombre que le pongamos a lo que tenemos, para mí eres mi pareja; esa que no buscaba y que acabé encontrando, la que me hace querer quedarme y no irme vagando por el mundo como hacía antes. Yo tengo claro lo que siento y lo que quiero, y sé que no ha sido fácil pero todo lo que hemos pasado en vez de hacernos débiles y alejarnos ha hecho todo lo contrario; nos ha unido y nos ha hecho más fuertes –lo miré de forma fija- contigo me siento más fuerte, contigo sé que puedo lograr cualquier cosa y vencer cualquier obstáculo que se presente en mí camino –claramente me refería a la maldición, sola quizás ya hubiera sucumbido al destino que tenía marcado en mi piel, mi mano subió hasta su rostro- no necesito de un nombre para saber lo que tenemos, de un anillo o incluso de un papel, no podría decirte uno de ellos porque para mí eres todos ellos: confidente, amigo, amante, novio… me tienes atada a ti Assur, ya te lo dije, se me hace impensable no estar contigo, no tenerte a mi lado –mis labios buscaron los suyos de forma suave, dejando que se rozaran sin apartar mi mirada de la suya- estoy enamorada de ti Assur, es una tontería negar lo evidente, y mientras me quieras y estemos juntos no hay nada más que me importe –hice una pausa- ¿qué hay de ti, quieres llamarlo por algo en especial o… piensas igual que yo?

Llegamos al hotel sin dejar de tocarnos, aquella noche parecía que habíamos dejado atrás todo lo que arrastrábamos, ahora eramos dos locos que acababan de descubrir al otro y no eran capacees de dejar de besarse.
Nuestros labios colisionaban hambrientos, las sonrisas entrecortadas por la voracidad de nuestros besos y el vaho de uno y otro calcinando la escasa distancia que nos tomábamos al movernos.
Empujé la puerta con el pie para que se cerrara, nos deseábamos y aquella noche esa verdad iba inscrita en nuestros cuerpos a fuego.

Me detuve contemplando sus pardos cuando empezó a hablar, respuesta a mi pregunta que en parte necesitaba escuchar.
Durante todo ese tiempo había temido llamar relación a lo nuestro, contrato, pacto me sonaba mucho mas lógico, era le modo de tenerlo todo controlado y poder culparla si no cumplía lo acordado.

Ladeé la sonrisa cuando dijo que ella no necesitaba dar un nombre a lo que quisiera que fuera eso que teníamos, quizás no se daba cuenta de que eso para un obsesivo del control como lo era yo era algo complicado.
Mi nariz se paseó tibia por su cuello, mis labios sentenciaron su piel de mil y una caricias.
-”Contrato” era una palabra clara pero...”si no tiene nombre” es en parte como si no fuéramos nada ¿no?

En mi mente cuadriculada me costaba visualizar ese concepto de “sin nombre” porque las cosas tenían un nombre y si no lo tenían simplemente no existían.
-¿no existe lo nuestro? -pregunté como si fuera un niño al que le sacan del confort de su hogar.
El rostro de Sun era un poema, sus dedos se paseaban gráciles por mi pelo, creo que en el fondo le divertía verme tan perdido en esto.

La alcé de las nalgas para abrazarla y hundir mi cabeza en su cuello, me daba vergüenza que viera a Assur Black lleno de dudas, yo que siempre tenia todo absolutamente claro y ahora, me había descuadrado con ese “sin nombre”
-Me quitas una palabra que nos define me dejas sin nada -gruñí como escusa contra su piel.

La llevé al lecho y allí nos dejamos caer, pronto la luz del alba golpearía los postigos de aquel motel de mala muerte, era hora de dejarnos vencer por el sueño, sucumbir en los brazos del otro.
La oía reír, enarqué una ceja y alcé mis azules perdiéndolos en los pardos de la inmortal.
-Deja de reírte de mi -gruñí -piensa un nombre, a mi eso de sin nombre no me cuadra..hasta entonces, esto es un “contrato” -apunté de forma socarrona contra su boca.

Cerré los ojos, sus dedos se paseaban lentos por mi espalda, caricias que me relajaban, me hacían olvidar las palabras de la bruja y entre eso y el sopor del alcohol que ambos habíamos consumido esa noche me dormí con Sun entre mis brazos.

Lo cierto es que de alguna forma costaba hacerle ver y entender lo que éramos en esos momentos, no porque fuera algo demasiado difícil de entender, sino porque conociéndolo sabía que eso de no ponerle nombre iba a ser lo que más le perturbara de alguna forma, como si no fuera capaz de entenderlo. Pero es que no había mejor forma para hacerle ver a él que me importaba bien poco cómo nos definiera lo que teníamos: novios, amantes, prometidos… me daba exactamente igual mientras no dijera que era un contrato, algo totalmente frío e impersonal que se podía tener con cualquier persona y como ya le había dicho yo lo que sentía y tenía con él no lo sentía ni tenía por nadie más. Pero seguramente él se quedara con esa palabra, pero para mí no me importaba lo que él dijera que éramos, que me diera un contrato o que incluso me diera un anillo para tener que llamarlo de alguna forma… yo tenía muy claro lo que quería y que lo sentía por el vampiro, pero si él entonces necesitaba de llamarlo de alguna manera… pues le pondría nombre, tan fácil como eso.

De hecho es que fue justamente lo que pasó mientras sus manos deshacían los lazos del vestido para que este cayera al suelo dejándome en ropa interior, su mirada se fijó en la mía y pude ver como lo de “no poner nombre” lo descuadraba por completo, podía notarse en la forma en la que tenía de mirarme en el momento en que lo dije. Sus labios se pasearon por mi cuello perfilándolo también con su nariz tras ver la sonrisa ladeada que puso, dejando que notara su aliento por mi cuello y mis manos se deslizaban por su pecho ahora ya libre de la camisa y al descubierto. Me mordí el labio cuando me dijo que el llamarlo contrato era algo claro, pero que si no tenía nombre era como si no tuviéramos nada, ¿tan cuadriculada era la cabeza de ese vampiro? Pues sí, lo era y no sabía por qué me extrañaba en lo más mínimo que en vez de ver el matiz en conjunto fuera palabra por palabra y se quedara con esas en concreto… lancé un suspiro porque no creía de verdad que me estuviera diciendo eso.

Y es que ahí no se quedó la cosa, su siguiente pregunta me hizo mirarlo de forma fija con mis manos acariciando sus costados con mis dedos y abrí la boca ligeramente al subir mi mirada a la suya. ¿Qué acababa de decir? ¿Es que no veía lo que había querido decirle con mis palabras? Maldición, tenía que explicarle las cosas paso por paso para que lo entendiera. Una de mis manos subió por su pecho hasta enredar mis dedos entre su pelo observándolo, parecía algo perdido por mis palabras y eso me hizo sonreír de lado levemente… menudo idiota, no se enteraba de lo que le estaba diciendo así que tendría que buscar la forma más adecuada y acertada para que supiera que lo llamara como lo quisiera llamar nada iba a cambiar lo que sentía por él ni lo que quería con él. Eso era algo que tenía bastante claro y que nadie iba a sacarme de la cabeza.


-No me lo dices en serio –dije con una sonrisa ladeada, pero sus manos me alzaron de las nalgas y mis piernas rodearon su cintura, sus brazos me abrazaron y noté su respiración en mi cuello como si de alguna forma quisiera que no lo viera de esa forma, él que siempre tenía todo bajo control, perfectamente cuadriculado y controlado ahora sin embargo llegaba yo y le desbarataba todo por completo, como si derribara las piezas de su tablera perfectamente colocado y las agitara para dejarlo todo hecho un lío, fuera de su sitio. Dejé mis labios en su frente y un leve mordisco en su oreja para escuchar que si le quitaba aquello que nos definía le dejaba sin nada- no he dicho que no tenga nombre, he dicho que me da igual cómo le pongas porque lo que siento por ti y lo que quiero tener contigo no va a cambiar… esa es la sutil diferencia –comenté con una sonrisa, pero él parecía empeñado en ponerle nombre porque como hombre que todo estaba bajo su absoluto control debía de tener también eso bajo el mismo, y sin nombre no podía hacerlo. Dejé que me llevara a la cama con su cuerpo pegado al mío y no pude evitar reírme por lo irónico y casi absurdo que era aquella situación… yo le declaraba lo que sentía por él y sin embargo se centraba y empeñaba en ponerle un nombre. Mis ojos lo miraron cuando dijo que dejara de reírme de él, en realidad no me reía de él sino de la situación en sí… aquello no era del todo posible. Decía que pensara un nombre, que no llamarlo de alguna forma no le cuadraba y que mientras pensaba en uno aclaró con sus labios rozando los míos que seguía siendo un “contrato”, algo que no me gustaba que llamara a lo que teníamos de esa forma. Lo miré cuando sus ojos azules se centraron en los míos- me río porque yo declaro mis sentimientos por ti, te digo que te amo costándome pronunciar algo que nunca había dicho antes y tú, en vez de centrarte en eso, te centras en llamar a esto de una forma… típico de mi demonio –tiré de su labio inferior con fuerza, pero no dije nada más al respecto y dejé que me abrazara pegándome a su cuerpo, mis dedos se deslizaron por su espalda con mi rostro escondido de alguna forma en su cuello y de esa forma me dejé vencer por el sueño, había sido un día algo agotador y necesitaba recobrar fuerzas frente a todo lo que nos quedaba.



Al cabo de unas horas cuando ya me había quedado dormida me moví ligeramente ante un pequeño picor en el vientre, me acomodé de nuevo en la cama dejando mi cuerpo pegado al de Assur y traté de volver a dormir de nuevo, el vampiro dormía por la respiración pausada y lenta que presentaba y tras mirarlo recorriendo su rostro con mis dedos de forma suave cerré los ojos y me dispuse a dormir…o eso habría hecho de no sentir calor recorrer todo mi cuerpo pero concentrándose en mi vientre, como si estuviera expuesta a las llamas y me alejé del vampiro intentando no hacer movimientos bruscos para no despertarle, justo cuando me levanté el dolor se intensificó como si me estuvieran dando latigazos, mi cuerpo se puso rígido y sentía como si me grabaran la piel a fuego por dentro… necesitaba agua para refrescarme, de hecho no di ni dos pasos cuando mi cuerpo cedió y caí de rodillas jadeando por el dolor que cada vez era más intenso, más fuerte, más marcado. Intenté no despertar al vampiro y no preocuparle, era algo que no quería que viera y tampoco quería que me encontrara de esa forma tan débil, tanto que era patética.

Cerré los ojos tensando la mandíbula y apretando con fuerza, una mano en mi vientre y la otra cerrada sobre el suelo de aquella habitación esperando a que el dolor cesara como siempre hacía, esperando porque el vampiro no se enterara… pero aquella vez fue diferente, de pronto de la misma forma que había empezado el dolor comencé a ver imágenes por mi cabeza, las mismas que había visto en aquel templo y que la joven vidente nos había mostrado. Pero a diferencia de esa vez esta era más dolorosa, dolía lo que estaba viendo y llevé mis manos a la cabeza y no pude evitar que un grito saliera de mis manos arrodillada en el suelo, inclinada hacia delante con la espalda encorvada y la cabeza casi rozando el suelo cubierta por el manto de mi pelo oscuro. Dolía, dolía demasiado y esa vez era diferente… era como si de alguna forma la maldición estuviera conectada con aquella bruja, como si fuera parte de ella y presintiera que estábamos cerca de ella, mucho más que cuando estábamos en París… como si las visiones hubieran desbloqueado una puerta que nos conectaba.

Sus ojos entre unas llamas de fondo fue lo último que vi seguido de una risa que retumbó en mi cabeza, los mismos ojos que había visto en aquella visión y que no tenía duda que pertenecían a ella, a Dreifest. Unos ojos rojos y anaranjados como si las llamas del infierno brillaran en su interior, fijos en los míos como si me pudiera estar mirando de frente… para cuando abrí los ojos y todo cesó me di cuenta de que había despertado al vampiro que, sin saber desde cuándo, estaba a mí lado sujetándome contra su cuerpo. Mi respiración era errática y apartó el pelo de mi rostro que lo tenía perlado por el sudor, podía notar su preocupación sin siquiera ver sus ojos pero lo confirmé cuando se encontraron… estaba cansada y notaba que la marca de nuevo se había extendido por mi vientre notando la quemazón allí por donde había crecido. Mi cabeza se apoyó en el hombro del vampiro y escondí mi rostro en su cuello mientras intentaba normalizar mi respiración y el dolor amainaba, me aferré a su cuello como si en esos momentos fuera lo único que me mantuviera en pie y no dije nada, no hacía falta decir demasiado y tampoco quería preocuparle mucho más de lo que él ya estaba, mientras susurraba su nombre sin soltarme de él, sin despegarme por completo de su cuerpo. Sentir su esencia me tranquilizaba mientras sus manos acariciaban mi pelo y mi espalda, como si me quisiera dar tiempo y yo odiaba que me viera tan débil frente a sus ojos sin poder hacer nada para evitarlo.

Me dormí riéndome, la verdad es que tenia razón, acababa de confesarme su amor y yo estaba empeñado en darle un nombre a nuestra relación.
Quizás ella no lo entendiera, pero mi mente era tan cuadriculada como el mismo tablero de ajedrez, necesitaba un nombre para denominar lo nuestro pues si no lo había, no eramos nada.
Antes eramos una acuerdo entre dos partes con unas reglas establecidas, aceptadas y pactados por ambas partes...es decir, un contrato.
Ahora ella quería que lo llamara de otro modo y eso me había confundido ligeramente...
Su risa moría contra mi pecho mientras garabateaba en mi piel su nombre una y otra vez, así acabé sucumbiendo al sopor.

Abrí los ojos sobresaltado cuando escuche un grito, ella no estaba en el lecho, me incorporé con la velocidad sobrehumana de la que hacemos gala los vampiros para encontrarla en el suelo a cuatro patas, jadeando sin parar y con claros gestos de dolor.

No necesité preguntar, la marca se extendía, ese era un hecho constatable a simple vista, mis dedos se deslizaron ávidos por su negra y rugosa piel mientras acariciaba con mi otra mano su pelo dejando que se recostara contra mi pecho.
-Vamos a ir a por esa bruja y te aseguro que volveremos con la cura de tu maldición, el cielo, la tierra y el infierno me parecen un bajo precio a pagar si con eso logro que sigas a mi lado un poco mas.

La alcé entre mis brazos para volver a la cama, su aspecto cansado, ojeroso lo decía todo, no estaba bien, cada vez se debilitaba mas y como una vela parecía ir apagándose lentamente.
-Escúchame, he tardado 6000 años en dejarme llevar, en plantearme dar un nombre a lo nuestro que no sea “contrato” así que ya puedes ponerte en pie y luchar porque yo no puedo perderte.
Mis palabras podían sonar egoístas, nunca dije que fuera un ángel misericordioso, yo no podía perderla y esa era la verdad, no podía dejarla ir ahora que había descubierto este potente sentimiento.

Centre mis azules en sus pardos, sin despegar mi mirada de sus faros rasgué mi muñeca acercándosela para que bebiera, eso la ayudaría a paliar el dolor, mi sangre era potente, curtida a lo largo de los milenios con muchas enfermedades para las que había creado cierta resistencia...esperaba que fuera suficiente para poder emprender la marcha hacia ese rio de hielo que ocultaba bajo si el templo de la bruja.
-Vamos pequeña -susurré contra su pelo mientras esta bebía de mi con su espada apoyada contra mi pecho -sera fácil, rompemos el hielo, entramos, saqueamos y nos largamos ¿no se hacen así las cosas en el norte?- bromeé tratando de animarla.

Quería que entendiera que no me había rendido, yo nunca lo hacia y agradecía que estuviera a mi lado pese a ser consciente de que no era un tipo fácil.
Un monstruo moraba en mi, uno que había sacado con ella demasiadas veces.
-Y quizás a la vuelta, en la boda de mi hermano te deje coger el ramo -bromeé de nuevo.

No supe en qué momento el vampiro se había puesto a mi lado ni desde cuando estaba ahí, solo sabía que cuando abrí los ojos de nuevo y todas las imágenes que había visto pasaron por mi cabeza él estaba ahí, con mi cuerpo recostado ligeramente contra el suyo mientras no dejaban de pasar por mi mente las imágenes que había visto, sobre todo las últimas donde había visto los ojos de la bruja y la risa que resonó en mi cabeza. Cerré los ojos notando su mano recorrer justo la zona donde estaba la marca y mi rostro quedaba recostado contra su cuello, acariciaba mi pelo como si intentara calmarme y tranquilizarme y el dolor poco a poco iba amainando. Mis brazos rodearon su cuello y así me quedé durante un tiempo que no supe cuánto fue, aferrada a lo único que en esos momentos me daba fuerzas para seguir adelante, continuar y luchar… de estar sola quizás no tuviera la fuerza suficiente como para soportarlo, o la razón para luchar contra lo que me pasaba.

Escuché sus palabras con los ojos cerrados en las que afirmaba que daríamos con la bruja y que encontraríamos la cura, que haría lo que fuera para salvarme y para que me quedara a su lado, la verdad es que él también me daba fuerzas y sus palabras a veces me daban el empujón que me faltaba. Por esa vez no dije nada al respecto porque no quería decir nada en realidad, no quería volver a tocar el tema que más me preocupaba y en lo que pensaba en esos momentos era en descansar, aún quedaban horas de luz por delante hasta que la noche volviera y tenía que estar en condiciones para poder ir en busca de aquel maldito lugar donde ella estaba encerrada, donde encontraríamos la cura a la maldición que me asolaba y que también lo hacía con la vida de Joe, no podíamos fallar y ya no solo por mí, sino por la imprudencia que cometió aquella noche al cambiarse por Assur… se lo debía.

Me levantó llevándome en brazos hasta la cama donde me dejó y él quedó sentado mientras yo permanecía recostada por completo contra su cuerpo y su espalda quedaba contra la pared y el cabezal de la cama. Necesitaba descansar un poco, la dos veces que la maldición había crecido estando allí habían sido más fuertes y más pronunciadas, como si de alguna forma cobrara fuerza conforme se extendía, o como si la cercanía la hiciera más fuerte… a mí me consumía con más intensidad y drenaba mis energías, descanso es lo que necesitaba hasta ponernos en marcha, eso y sentir al vampiro cerca de mí. Escuché de nuevo sus palabras y abrí mis ojos para mirarlo de forma fija, a esos ojos azules que estaban fijos en mí y que me contemplaban con cierto deje de preocupación en su mirada. No pude evitar sonreír levemente por lo que dijo y alcé mi mano para acariciar su mejilla.


-Por fin conseguí que te dejaras llevar… no ha sido fácil, pero ha merecido la pena totalmente –mis dedos perfilaban ahora su mandíbula- ¿te refieres a la relación de pareja que mantenemos, y al hecho de que seas mi novio? –Él quería darle un nombre, pues es lo que acababa de hacer en esos momentos, recorrí su rostro con mis ojos y finalmente los dejé en sus azules- ¿cuándo me has visto huir, Assur? Aún no he caído, solo he tropezado pero sabes que siempre me levanto, me repongo y lucho –afirmé, porque era lo que siempre había hecho- mientras me queden fuerzas, mientras sople una brizna de vida por mi cuerpo lucharé… no voy a rendirme, no cuando te tengo a mi lado y cuando no me da miedo decirte que te quiero. No vas a perderme, jamás vas a hacerlo –mis palabras sonaron seguras, pese a que ambos sabíamos que no dependía de nosotros… pero estaba convencida de que íbamos a encontrar la forma, me aferraría para permanecer a su lado con todo lo que tenía. Supe lo que iba a hacer cuando llevó su muñeca a sus labios, su sangre no me curaría pero sí me ayudaría a reponer fuerzas así que no luché contra ello y bebí de su herida apoyada contra su pecho, aferrada a su brazo con los ojos cerrados notando como su sangre me daba esas energías que la maldición se cobraba y que me quitaba. Bebí lo que necesité sin excederme demasiado, él también debía de estar plenamente para emprender la búsqueda y reí contra su muñeca por sus palabras, siempre sacaba ese lado cuando las cosas estaban un poco tensas, tenía el donde de conseguir que el ambiente fuera distendido- nunca he hecho nada a lo vikingo, puede que sea la oportunidad para hacerlo –lamí mis labios limpiando la sangre de estos y lo miré- creo que sé dónde debemos de ir, no me digas cómo lo sé pero creo que ella sabe que vamos –hice una leve pausa- he visto… cosas, imágenes algo diferentes a lo que vimos en el templo, es… como si se hubiera abierto un canal entre ambas. Creo que me ha mostrado dónde debemos de ir Assur, de alguna forma es como si la maldición me conectara con ella… -y no sabía si eso era bueno, o era malo. Por el momento era “bueno” porque sabíamos dónde debíamos de ir. Lancé un suspiro y me apoyé contra él cerrando los ojos, su sangre hacía efecto y me iba encontrando mejor conforme pasaban los minutos. Abrí los ojos ante sus siguientes palabras y mis labios rozaron los suyos con una leve sonrisa- es la segunda vez que me lo dices, ¿tengo que pensar en una indirecta Assur? –Mi mano rodeó su cuello para dejarla en su nuca- o eso o quieres ver como me libro de las humanas que quieran cogerlo –siempre lograba sacarme una sonrisa, acabé por buscar sus labios en un beso más lento, sentido y necesitado y terminé por recostarme en la cama y tirar de él para tumbarlo y dejar mi rostro sobre su pecho- tendríamos que descansar las horas que faltan hasta que anochezca, luego podremos emprender la marcha hacia el templo con una dirección clara –subí mi rostro para mirarlo y volví a rozar mis labios con los suyos- gracias, Assur –no hacía falta que dijera por qué, podría ser generalmente por todo. Volví a buscar sus labios para fundirnos en un beso y tras separarme acabé por apoyar mi rostro contra su cuello y deslizar mis dedos por su pecho sin un patrón fijo, completamente aleatorio, mientras mi respiración se iba calmando, sentía su mano deslizarse por mi espalda o acariciar mi pelo y poco a poco me fui dejando vencer rogando porque la marcara no creciera en esas horas y pudiéramos descansar, los dos lo necesitábamos para todo lo que nos venía en cuanto encontráramos aquel templo.

No pude evitar sonreír contra sus labios cuando escuché si estaba soltándole una indirecta.
Un quizás alzando las cejas fue mi respuesta y un seguro que quería ver como se cargaba a todas las demás humanas mi afirmación definitiva.
Sun necesitaba descansar, estaba débil y la cercanía al templo empezaba a convertirse para ella en una clara tortura, sin embargo sus siguientes palabras me hicieron meditar la situación con mas calma.
Nos esperaba y eso era bueno y malo a al vez. De cierto modo, si nos esperaba, es porque no podía liberarse de su encierro por si misma, eso implicaba que nos necesitaba y su interés porque la encontráramos denotaba que hacer un trato era algo que podía pasarsele por su descabellada mente.

Yo daría lo que hiciera falta por que Sun se liberara de la marca que en su vientre crecía, cualquier cosa era posible, así que estaba dispuesto a negociar con la hechicera un trato ventajoso para todos los allí presentes, a fin de cuentas era un hombre de negocios.
Claro que no me gustaba que me contradijeran, cuando lo hacían mi peor versión afloraba y ni un consejo de milenarios vampiros ni una bruja eterna iban a detenerme de ninguno de los modos.
Hasta el día de hoy, nunca había perdido una batalla y esa era una estadística que pretendía mantener invicta.

Cerré los ojos volviendo a sucumbir al sueño, novios, tenia el nombre de lo nuestro y eso me hizo sonreír contra su pelo.



Con las ultimas luces del ocaso emprendimos camino hacia las montañas, según su visión, entre el lecho de dos escarpadas montañas, bajo un lago helado y oculta entre grandes bosques frondosos se encontraba el templo, la prisión que buscábamos.
Sun se sentía conectada a la bruja, ese ente que la llamaba con fuerza y yo pensaba utilizar esa conexión para dar con ella antes de que mi “novia” se consumiera como una ella ante mi mirada.

No iba a ser fácil llegar, el camino era complicado incluso para dos inmortales milenarios que no se cansaban, que tenían velocidad y fuerza para superar las tempestades que en esa zona en forma de nieve, hielo y tormenta se presentaban.

Tres días de viaje deambulando por las tierras norteñas, cruzando los peligrosos senderos de la montañas nevadas, ocultándonos en pequeñas grutas congeladas del los ávidos rayos del sol.
Al cuarto día alcanzamos  la ladera que había entre dos enormes picos, el cristalino lago se asentaba  en ella. Un lugar que posiblemente no había sido pisado en siglos.
Ladee la sonrisa mirando a Sun, este era nuestro destino, ahora solo teníamos que ver como adentrarnos en ese sitio.
-Parece que tendremos que romper el hielo para entrar a nado..no se me ocurre otro modo de llegar a las puertas del templo.

Quizás Sun por medio de sus visiones podía decirme algo mas, pues durante aquello días de viaje estas se habían sucedido con demasiada frecuencia haciendo que la inmortal cayera entre mis brazos  exhausta.

El resto del día pasó sin ningún altercado más y la marca no se extendió concediéndome ese tiempo para descansar y recuperar fuerzas, el viaje que nos esperaba no iba a ser nada fácil y ambos teníamos que estar en plenas facultades para poder llegar lo antes posible, la visión me había mostrado dónde debíamos de ir así que teníamos un destino claro y no tendríamos que estar dando vueltas y hacia allí nos dirigiríamos. Pudimos descansar lo que restaba de horas de sol hasta que este se escondió permitiendo así que pudiéramos comenzar nuestro viaje, uno que no nos fue nada fácil y que nos hizo atravesar montañas para poder llegar a nuestro destino, que estaba entre dos montañas heladas, escondido bajo un frondoso bosque que tapaba todo a la vista y con un lago congelado al final del todo que era donde se encontraba el templo. Incluso así atravesar todo el camino para llegar hasta allí no nos fue sencillo, el tiempo en el norte era implacable y voraz y el frío y las tormentas que había en las montañas nos hacían ir algo más despacio incluso a dos vampiros que tenían más resistencia y que no les pasaba nada por estar a temperaturas bajo cero.

De alguna forma sentía que conforme nos íbamos acercando la marca dolía algo más como si estuviera conectada con la bruja, como si yo también lo estuviera dado que llevaba la maldición. Desde que habíamos abandonado el templo de las oráculos era como si una puerta se hubiera abierto entre ambas, me debilitaba cuanto más cerca me sentía aunque eso fuera algo que quisiera evitar que el vampiro notara. Notaba que en cierta manera lo ralentizaba, mis fuerzas no eran las mismas que las suyas y eso me frustraba y me enervaba demasiado, por mi culpa avanzábamos algo más lento de lo normal de estar en perfectas condiciones. Él no decía nada y me ayudaba a seguir como si no pasara nada, quizás porque de esa forma si no lo pensaba me podría venir bien… pero ya no solo era eso, sino que cuando menos me lo esperaba la marca crecía y las visiones se sucedían, podía ser en mitad del camino o en las grutas heladas en las que nos escondíamos del sol para pasar el día, me dejaban agotada de tal forma que el vampiro tenía que darme de su sangre para reponer algo de las fuerzas que perdía.

No me decía nada pero yo sabía que su preocupación crecía conforme las visiones se hacían patentes y me quedaba exhausta entre sus brazos, no hacía falta que me dijera nada porque lo veía en sus ojos cuando nos mirábamos. La última vez me había negado a beber de su sangre, él tampoco se estaba alimentando porque allí no había humano alguno y no podía permitir que sus fuerzas menguaran por mi culpa, así que pese a su insistencia a que bebiera caí rendida contra su cuerpo mientras el sol en lo alto nos impedía seguir avanzando hacia nuestro destino. Tendríamos que encontrar algo con lo que alimentarnos antes de entrar al templo, no iba a permitir que él también entrara con menos fuerzas en parte por mi culpa, así que tendríamos que buscar algo para ponerle un remedio.

Al cuarto día de viaje llegamos por fin hasta nuestro destino, desde donde estábamos se podían ver las dos montañas heladas que había visto en las visiones, el bosque que teníamos que cruzar y al fondo aquel lago donde bajo sus heladas y congeladas aguas estaba aquel templo donde Dreifest estaba encerrada en su cautiverio. Era imposible que algún humano hubiera podido llegar hasta allí en plenas condiciones y ya entendía por qué de aquel lugar. Las palabras del vampiro hicieron que volviera donde estábamos dejando a un lado mis pensamientos y lo miré girando mi rostro hacia él, notaba que era aquel lugar además de que era el mismo que había visto en mis visiones, sin duda alguna por fin íbamos a poder acabar con todo aquello y que la maldición desapareciera de mi cuerpo, no era algo que había dicho pero suponía que Joe estaría de igual forma con la maldición, que le habría avanzado lo mismo que a mí… si era así debíamos de darnos prisa.


-No hace falta romper el hielo… hay otro camino –mi mirada buscó la del vampiro, era como si de alguna forma dejara que le diera la información- hay un pasadizo secreto en el interior de la montaña, uno que va directo hacia el templo. Los que la encerraron allí lo hicieron para no quedar atrapados con ella, pero supongo que estará sellado con magia en la entrada del templo –eso era algo que no sabía, pero que quizás protegieran la entrada al templo con magia para que nadie fuera capaz de dar con ella- tenemos que atravesar el bosque, pasar por el lago y después encontrar la entrada que hay, creo que sé dónde está… fue una imagen algo vaga pero seguro que si nos acercamos damos con ella –me acerqué al vampiro para quedar cerca de él y rocé mis labios con los suyos- antes deberíamos de alimentarnos, ese bosque es demasiado grande y extenso como para estar totalmente deshabitado. Has perdido algo de fuerzas por mi culpa y me quedaré más tranquila si nos alimentamos antes de entrar –llevábamos tres días sin alimentarnos y eso, para un vampiro, suponía perder fuerza e ir debilitándose… por muy milenario que fuera no iba a dejar que entrara así- hay que atravesar el bosque de todas formas, puede que tengamos suerte y que encontremos algo de alimento, vamos –tiré de su mano bajando por aquella ladera que daba directa con la linde del bosque y pronto nos adentramos entre sus frondosos árboles, era una extensión bastante grande y amplia y quizás encontráramos algo para alimentarnos, no era dada de alimentarme de animales pero… eso mejor que ir debilitados. Notaba que la conexión cada vez era mayor conforme nos adentrábamos en aquel bosque y nos acercábamos hacia la entrada, un ruido proveniente de uno de nuestros lados me hizo pararme y mirar hacia donde se había producido el ruido, algo andaba cerca de nosotros y miré al vampiro antes de ir a ver qué era aquello, si teníamos suerte nos alimentaríamos antes de entrar al templo.

Sun estaba muy débil, no llegábamos en las mejores circunstancias frente al templo y la negativa constante de la inmortal a alimentarse de mi no ayudaba en absoluto.
Resoplé, no quería cabrearme con ella pero no podía entender que yo estaba infinitamente mas fuerte que ella, que perderla me arrojaría a un abismo del que no encontraría salida.

Recordé en ese momento las palabras de Erlend y como protegía a su mujer por encima de todas las cosas, en ese momento no entendí cuando dijo que su mujer era la luz de su abismo y que sin ella los demonios lo devoraban por completo.
Hoy Sun era la luz del mio, perderla me devastaría y aunque la eternidad te da tiempo a reponerte, a sanar heridas, también es un arma de doble filo.
La eternidad solo pesaba sobre los hombros, hace unos meses hubiera dicho que para nada era así, que el sexo suplía el amor, pero hoy no estaba convencido de esa afirmación.

Sun me decía que podríamos comer algo al atravesar el bosque, al parecer no era necesario cruzar a nado el congelado lago..según ella, había una puerta secreta sellada por medio de la magia en la montaña, un pasadizo nos llevaría hasta las puertas del templo, allí la bruja claramente nos esperaba.
Yo era un hombre de negocios, escucharía lo que me pedía a cambio de salvar a Sun..pero tenia claro que no me largaría de hay sin una solución.

La inmortal tiró de mi mano para sumergirnos en el frondoso bosque. Los rayos de la luna se adentraba entre las ramas de los arboles dotando las amarillentas hojas que crujían bajo nuestros pies de un tono plata.
Ladeé la sonrisa tirando de la mano de Sun para besar sus labios con lentitud, estaba nerviosa, la sentía temblar, como si supiera que se jugaba la vida a cada paso que daba.
-Sun, yo... -hice una pausa buscando las palabras adecuadas -yo..., bueno ya sabes -ladeé la sonrisa acariciando su boca con la mía -yo te quiero -dije finalmente.

Quizás esas palabras para otro fueran fáciles de prenunciar pero los Black no eramos muy dados a los sentimientos así que...supongo que era de valorar.
-Y no te creas que te lo he dicho porque te de por muerta, si no porque quiero que lo sepas -apunté mordiendo su hombro antes de continuar.

Íbamos acercándonos a esa gruta cuando un ruido nos dejo parados, cerré los ojos tratando de captar con exactitud de donde procedía.
Escuchaba agua fruir, posiblemente de un manantial cercano, allí escuchaba gruñidos, una pelea entre dos depredadores de gran envergadura.
-Vamos -dije tirando de su mano en dirección a la pelea.
Teníamos que alimentarnos y seguramente esta iba a ser nuestra ultima oportunidad de hacerlo antes de adentrarnos en el templo.

Llegamos frente a dos osos machos, uno pardo y otro negro, al parecer uno de ellos se había adentrado en territorio ajeno y siendo territoriales el negro no consentía perder ni un ápice de su bosque.
-Quédate aquí -pedí a Sun.
Su negativa me hizo alzar un dedo en su dirección para que no me replicara. Estaba muy débil, si una de esas bestias la heria la cosa se complicaría, así que no estaba dándole a elegir, si no una orden clara.

Salí corriendo hacia las bestias que se lanzaban las garras sumidos en su propia guerra, en el centro de sendos cuerpos me colé con los colmillos fuera, gruñendo como el mayor depredador que allí había.
Extendí de golpe sendas manos clavandolas en el pecho de ambos dos, atravesé sus costillas haciéndome con el palpitante corazón de las fieras y se lo arranqué de cuajo.
Mis ojos buscaron a Sun mientras sendos animales caían a mis pies dejándome completamente ensangrentado por el sádico acto ejecutado.
-Toma -le dije ofreciéndole el caliente corazón de uno de ellos -¿te sirve como anillo de compromiso? -pregunté ladeando la sonrisa sin apartar ni por un instante mis rojos de sus incrédulos pardos.

Ante nosotros se extendía un frondoso y basto bosque que teníamos que cruzar para llegar hasta el lago, después también cruzar este hasta llegar a la parte de las montañas y encontrar la entrada secreta que por pasadizos nos conduciría hasta el templo donde Dreifest estaba encerrada. Tenía una vaga imagen del lugar donde se encontraba la entrada secreta pero sabía que estaba protegida con magia, así que quizás no fuera tan fácil de entrar pero mucho más rápido y eficaz si conseguíamos abrirla puerta que romper el hielo del lago e ir nadando… por el pasadizo ganaríamos tiempo y nos dejaría directos en la puerta del templo donde estaba recluida y encerrada. La conexión era de alguna forma algo más fuerte en esos momentos, conforme nos habíamos ido acercando se había hecho más firme y podía ver con más nitidez y claridad las imágenes que se sucedían, como si ella supiera que estábamos cerca y que pronto saldría de su encierro… pero yo no olvidaba las palabras de la oráculo, nos dijo que habría un sacrificio y eso es a lo que más temía de todo: el precio a pagar.

Nos adentramos en el bosque cogidos de la mano para cruzarlo con la esperanza de que encontráramos algo que nos sirviera como alimento, incluso para un vampiro que databa de seis milenios a sus espaldas pasar tres días sin alimentarse, y dándome de su sangre para que me repusiera cada vez que las visiones y la marca se extendía, le pasaban factura. Lo necesitaba en plenas condiciones y facultades y me iba a quedar mucho más tranquila si encontrábamos algo de alimento, así que estaría atenta a cualquier ruido por pequeño que fuera, el bosque era grande y bastante extenso como para encontrar varios animales en el camino que pudieran saciarnos y recuperar fuerzas y energía. Caminábamos por aquellos senderos del bosque donde la luna iluminaba con sus haces de place los árboles, las hojas, la hierba que pisábamos dotándolo todo de un color plata que junto con la oscuridad del propio bosque no se podía decir que no era bonito, oscuro como nosotros.

El vampiro tiró de mi mano para acercarme a su cuerpo y juntar nuestros labios en un beso lento, como si hiciéramos una pausa en el camino. Mi mano subió a su rostro y disfruté de ese beso, de tenerlo allí conmigo dándome las fuerzas que necesitaba, sin él seguramente no habría llegado tan lejos. Mis ojos se alzaron para mirarlo cuando me llamó y comenzó a hablar cortándose haciendo una leve pausa ¿lo iba a decir? Al parecer sí, así que esperé a que continuara sin soltar nuestras manos entrelazadas. Sí, lo sabía pero quería oírlo de sus labios, era consciente de que ese tipo de cosas le costaba así que fuera a su ritmo era lo mejor de todo, sus labios rozaban los míos mientras hablaba y mis dedos se enredaron en su pelo esperando esas palabras que por fin llegaron, que me hicieron sonreír contra sus labios pegándome a su pecho. Era la segunda vez que me lo decía y provocaba un escalofrío por todo mi cuerpo y un cosquilleo en mi estómago, me deleité con esas palabras y dejé un beso en sus labios como respuesta, él también sabía que lo quería sin necesidad de que le dijera nada.


-Lo sé, Assur –aseguré mirándolo con una sonrisa, el vampiro no era dado a expresar emociones y sentimientos con palabras, de hecho era casi un milagro que lo estuviera diciendo ahora. Sabía que él lo expresaba más con gestos y con acciones aunque quizás no se diera cuenta y se percatara de ello, pero que lo dijera para mí significaba mucho, porque sabía lo que le costaba y valoraba su esfuerzo- yo también te quiero –sonreí ante sus palabras y el mordisco que dejó en mi hombro- sé que no lo dices por eso, sigamos –me hubiera gustado disfrutar un poco más de aquel momento, de ese Assur para nada dado a expresar sentimientos pero no teníamos el lujo de hacerlo, así que continuamos camino hasta que un ruido un poco a lo lejos hizo que nos paráramos a escuchar con atención para saber de dónde provenía, se escuchaba el fluir del agua así que quizás hubiera algún pequeño arroyo o río y parecía que eran dos animales algo grandes por los gruñidos que lanzaban, tiró de mi mano en dirección a la pelea hasta que finalmente nos dimos cuenta de que eran dos osos quienes se estaban peleando, quizás por alimento o quizás por territorio, pero estaban enfrascados en una lucha dándose zarpazos y gruñéndose mutuamente levantándose, mordiéndose… miré al vampiro cuando dijo que me quedara allí y negué con la cabeza, pero el vampiro alzó un dedo como si no admitiera réplica alguna.

Sin mediar palabra soltó mi mano y de una carrera dejándome con la palabra en la boca fue corriendo hacia donde estaban aquellos dos enormes osos peleando el uno contra el otro, enfrascados totalmente en la pelea que se llevaban entre manos. Sin que ninguno se percatara se coló en el centro de ambos que estaban de pie desafiándose, tan centrados en su pelea estaban que no se habían percatado que otro depredador más fuerte que ellos se había acercado para matarlos. Supe que no tenían ninguna oportunidad cuando el vampiro alzó sus brazos y sus manos se clavaron en sendos pechos de cada uno, es más, comencé a acercarme a paso lento sabiendo que la batalla la tenía ganada mi demonio y que esos pobres osos ni siquiera habían podido hacer nada, porque para cuando el vampiro arrancó sus corazones de sus pechos ya era demasiado tarde. La sangre comenzó a brotar de las heridas manchando al vampiro en sangre en una imagen bastante sádica y algo gore por toda la sangre, los osos cayeron desplomados al suelo sin vida y yo terminé por acortar la distancia lamiendo mis labios ante el olor de la sangre. No iba a negar que estaba hambrienta, pero me había negado a beber del vampiro por no debilitarle y porque para saciarme del todo tendría que beber bastante.

Acorté la distancia y lamí su mejilla limpiándole de la sangre antes de que él me ofreciera el corazón de uno de ellos, caliente y lleno de sangre y sonreí de lado cuando mi mano se extendió para cogerlo pero fueron sus palabras, fue su pregunta la que hizo que me parara por completo y mis ojos se alzaran hacia los del vampiro, rojos como las mismas llamas, que me miraban de forma fija con una ladeada sonrisa en sus labios. ¿… Qué ...? Mi cara lo decía todo en ese momento, lo miré incrédula de que me hubiera hecho esa pregunta y mis labios se abrieron ligeramente ante la sorpresa, de haber sido humana en esos momentos se me habría parado el corazón sin dudarlo. ¿Había oído bien? ¿Me acababa de pedir matrimonio? Mis ojos fueron hacia el corazón y luego hacia él quien seguía mirándome de forma fija como si esperaba una respuesta... joder, lo estaba diciendo en serio. Me había quedado un poco en shock y no podía culparme por ello, jamás pensé que oiría esas palabras del vampiro y más con todo lo que implicaba. Mi mano la dejé sobre el corazón y acorté la distancia con el vampiro dando un paso hacia él.


-¿Me estás proponiendo matrimonio, querido demonio? –Tenía que reconocerme que era extraño, tan de repente... incluso hasta a mí me extrañaba- si es una broma no tiene gracia –pero era extraño también que bromeara con ese tipo de cosas- si es de verdad... maldición, sí... joder, claro que me sirve –me serviría hasta un anillo hecho de ramitas a falta de uno en realidad, y me había puesto hasta nerviosa. Acorté la distancia para buscar sus labios manchados de la sangre que le había salpicado para quitársela con mi lengua y salté sobre él aferrándome con mis brazos y mis piernas entorno a su cuerpo, era algo inesperado pero un sentimiento cálido me recorrió por completo y reí contra sus labios aún sin creérmelo del todo, pero estaba feliz en esos momentos de oscuridad que nos rodeaba y en ese momento me olvidé del motivo por el que estábamos allí, centrándome solamente en él. Dejé un mordisco en su labio inferior al separarme con una sonrisa en los labios y lo miré de forma fija- seguro que eres el primero que como anillo de compromiso entrega algo que es comestible –bromeé lamiendo la sangre que tenía por su mandíbula y por el mentón- ¿tengo que buscarle el lado simbólico? –Mis ojos lo miraron con cierto deje divertido y me bajé de él antes de coger el corazón que me entregaba para morderlo bajo su atenta mirada, un jadeo escapó de mis labios cuando la sangre bajó por mi garganta denotando el hambre que tenía haciendo que mis ojos se volvieran rojos bebiendo de lo que había en aquel corazón, pero la sangre de animal no tiene el mismo efecto que la de un humano, así que necesité beber directamente del animal para recuperar las fuerzas por completo porque presentía que las iba a necesitar en cuanto entráramos, bebí hasta que noté que era suficiente. Lamí mis labios sabiendo que el vampiro ya había bebido también lo que necesitaba y me acerqué para coger su rostro entre mis manos y besarlo, lento, sentido- te quiero, así que vamos a por esa maldita bruja y terminemos con esto –cogí su mano para seguir cruzando el bosque ahora ya alimentados los dos mientras le lanzaba alguna que otra mirada y sonreí de lado, aun sin creerme lo que acababa de hacer el vampiro pero de lo que no tenía queja alguna. Por fin atravesamos el bosque y cruzamos el lago por encima de la capa de hielo hasta llegar al lugar que había visto en las visiones, se podía notar mientras te acercabas la magia que había en el lugar, al llegar apoyé mi mano en la cara de la pared y noté que había como una barrera que nos impedía el paso- es aquí –dije mirando el lugar pensando en cómo podríamos atravesarla hasta que una imagen surcó mi cabeza como si lo recordara, y lo tuve claro. Subí el vestido hasta dejar la marca a la vista y llevé mi mano hacia la piel pero el vampiro, que al parecer sabía lo que iba a hacer paró mi muñeca y lo miré- es la forma más rápida de llegar –aun así me hice un corte sobre la marca de donde manó sangre como había visto en las imágenes y pasé los dedos por aquella barrera... unos símbolos se iluminaron en ese momento y la barrera desapareció dejándonos la entrada frente a nosotros, aquel pasadizo que nos conduciría al templo, aferré su mano y nos adentramos para saber qué nos deparaba aquel templo.

Me divertía la cara que ponía, entre sorpresa, incredibilidad y una ilusión velada que se trasformó en pregunta esperando que yo mismo reconociera lo evidente que le estaba pidiendo que se convirtiera en mi compañera para toda la eternidad.
-Ya me conoces, a mi me va mas lo macabro y teniendo en cuenta que tienes hambre, imagino que apreciaras mas este presenté que un anillo de compromiso.

Abrí los brazos cuando se lanzo a ellos con un si quiero que me revolvió por dentro, mis manos sujetaban sus nalgas mientras nuestras bocas se buscaban voraces paladeando el sabor férreo de la sangre de los osos.
-No podrás decir que no es original tu demonio -apunté con altivez dejándola bajar despacio.
Tomó la alianza, quiero decir el corazón y le hincó el diente emitiendo un jadeo que dudo hubiera logrado deslizando una joya por su dedo.

Los dos nos sumergimos en la hambruna de la sangre, tantos días sin alimentarnos nos había llevado a una situación lamentable.
Nos alimentamos gruñendo como salvajes, incapaces de dejar de beber cada uno de uno de aquellos colosales animales.
Si bien era cierto eran de mayor envergadura que un humano, su sangre no era tan potente para nosotros, lo que implicaba que necesitamos mas cantidad y aun así nuestra hambre regresaría antes.

Sun parecía haber recuperado la ilusión, la esperanza y eso me hacia sonreír de medio lado dejándome llevar por ella y sus palabras.
-Vamos a por esa bruja y a por tu cura. Cuando todo esto acabe hablaremos...

Cruzamos el bosque, atravesamos ese lago helado con cuidado y pronto alcanzamos una pared pedregosa escarpada en un lateral de la montaña.
Allí se notaba una fuerza sobrehumana, como si algo poderoso la sellara, Sun confirmó mis sospechas era el lugar de su visión.
Una barrera parecía cubrir esa entrada, así que sin magia nada podíamos hacer. Gruñí golpeando con los puños la pared, yo era un Back y ante mi iba a ceder.

Sun me miraba, sus dedos se deslizaron por mi pelo tratando de calmarme, como si supiera el desazón que me invadía.
Cerré los ojos ante su tacto dejando escapar el aire de forma pesada. Golpeé con mi frente la pared mirando a Sun de reojo.
Fue entonces cuando la vi alzarse el vestido dejando al descubierto su marca.
Negué atrapando su muñeca con mi mano para que no lo hiciera, peor ella me aseguró que no existía otra manera, así que tensando la mandíbula la dejé hacer.
Nada ganábamos quedándonos allí, tenia que confiar en ella..

La barrera cedió iluminando unas runas pintadas en ella y la pared se desquebrajo mostrandonos una pequeña abertura oscurecida.
Entramos, a los lados unos candelabros apagados, una antorcha prendida en aceite de quemar, que no nos costó prender al rozar el hierro de mi cinturón repetidas veces contra la pedregosa pared.

Fui encendiendo con la antorcha los candelabros iluminando así nuestro paso, mis ojos buscaban nuevos símbolos que nos pudieran dar algún tipo de pista, pero aquel templo parecía un autentico laberinto de paredes que se entrecruzaban sin salida ninguna.
Mi paciencia se agotaba, me desesperaba, en esta partida de ajedrez en la que me jugaba la vida de mi reina admita que los juegos me nublaban la razón en demasía.
-No veo salida -rugí ofuscado.

La sangre de oso aunque no era comparable con la de un humano me dio las fuerzas que necesitaba y que había perdido desde la última vez que me había dado otra de las visiones y la marca se había extendido, desde que nos acercábamos al templo se habían sucedido con más frecuencia y la conexión que sentía con ella cada vez se iba haciendo más fuerte, la visiones más claras, como si de alguna forma ella quisiera hacerme saber que sabía que iba en su búsqueda y me diera la información que necesitaba para poder encontrarla. Era extraño, pero a su vez, no dejaba de preguntarme por qué lo hacía... quizás porque el que fuéramos nosotros le daba la posibilidad de liberarse, era ella la que tenía el poder de quitarme la maldición y esperaba poder acabar pronto con todo, no lo decía pero me consumía cada vez más y notaba como drenaba mis fuerzas y mi energía, hacía todo el esfuerzo para que el vampiro no lo notara y no se preocupara más de lo que ya estaba, pero cuanto antes diéramos con ella mejor. Terminamos de alimentarnos, ambos sabíamos que la sangre de animal era menos potente que la de humano y aunque supliera las necesidades tendríamos que volver a alimentarnos pronto porque no nos daba las mismas fuerzas.

Atravesamos el lago con cuidado de que la capa de hielo no se rompiera, aunque algo me hacía pensar que no iba a ser así, y finalmente llegamos hasta donde se encontraba la entrada secreta, se podía notar conforme nos acercábamos el campo de fuerza que la rodeaba y que la protegía, la magia impregnaba el lugar y eso era algo notorio sobre todo para dos seres de la noche que percibíamos más las cosas, que nuestros sentidos eran más agudos. Una barrera protegía la entrada y el vampiro empezó a darle golpes mientras unas runas se encendían ligeramente cada vez que la golpeaba, se desesperaba por no poder derribarla y es que si no lo hacíamos tardaríamos más en romper el hielo y entrar a nado. Su cabeza se apoyó contra la barrera y mis dedos se deslizaron por su pelo en un intento de calmarlo, daríamos con la solución, solo hacía falta pensarla. De pronto, como cuando pasaban lo de las visiones y que la maldición se extendiera, me vino a la mente una imagen en concreto, una que ya había visto en el templo con las oráculos y lo vi claro; debía de hacerlo.

Comencé a levantar el vestido hasta dejar la maldición al descubierto y llevé mi mano hacia la marca, el vampiro tomó mi muñeca y negó haciéndome saber que no le gustaba lo que iba a hacer pero... no teníamos otra salida, ni otra opción, y no perdíamos nada por intentarlo. Sin estar convencido demasiado de mis palabras pero confiando en lo que le decía me soltó y yo hice con mis uñas un corte justo sobre la marca, mis dedos se mancharon de sangre y los alcé hacia donde estaba la barrera, esta emitió un destello y unas runas se iluminaron para ver como poco a poco se deshacía lentamente frente a nuestros ojos y nos dejaba el paso hacia el interior del pasadizo. Logramos encender las antorchas y comenzamos a andar dándonos cuenta de que aquello parecía un laberinto de corredores, sin saber por dónde debíamos de ir. El vampiro se desesperaba cada vez y centré mis ojos en él acercándome para deslizar mis dedos por su nuca y mis labios por su mandíbula, no quería que perdiera calma porque lo necesitaba tranquilo y calmo, sabía que no le gustaba tener las piezas de su partida desordenadas así que yo intentaría mantenerlas en orden.


-Tranquilo Assur, seguro que damos con el camino indicado –mis labios se pasearon por su cuello y dejé un beso en sus labios- confía en mí –lo miré de forma fija y comencé a andar por uno de ellos, no sabía muy bien por qué por ese en concreto pero era como si supiera por donde debía de ir, a mitad de camino me paré y miré hacia la oscuridad- ¿oyes eso? –Pregunté para girarme y mirar al vampiro, él negó con la cabeza y fruncí el ceño- ¿cómo es posible que no lo oigas? Parecen como gotas que caen con fuerza al suelo... –cuando me giré para volver a mirar hacia el pasadizo vi como si una especie de vórtice oscuro estuviera en el centro del lugar, y una voz que resonó con fuerza en mi cabeza. “Déjate llevar, vampira” Cerré los ojos unos segundos y llevé una mano a mi cabeza notando que la voz retumbaba en mi interior, ¿sería la voz de Dreifest? No... sonaba más masculina. “No te resistas... déjame entrar”- ¿entrar a dónde? –Pregunté sin entender nada, sin comprender lo que pasaba y como es que era que el vampiro no viera ni oyera nada... de repente el vórtice se cerró y sentí como algo me traspasaba por completo, y lo último que recordaba era caer en la oscuridad.








La vampira se sacudió un par de segundos y su cuerpo cayó hacia delante mientras el vampiro la observaba, el ambiente se hizo más oscuro y más frío a su alrededor y cuando comenzó a levantarse y se giró para mirarlo se pudo notar que no era ella, al menos lo era solo en apariencia. Los ojos los tenía completamente de color negro y el aura que desprendía era más oscura y fría de lo normal, la sonrisa fue a sus labios y levantando la mano hacia el vampiro negó con un dedo como si de alguna forma supiera que iba a ir a por lo que había encerrado en el cuerpo de la vampira. Un ser que no era de ese mundo, poderoso donde los haya, se había apoderado del cuerpo de la mujer durante unos instantes dejándola a ella inconsciente sin saber qué era lo que pasaba. Su voz cuando habló sonó a la voz de un hombre o lo que podría definirse como tal, más baja y ronca, como si no perteneciera a aquel mundo y estuviera algo distorsionada, y se dirigió al vampiro que miraba sin saber qué estaba pasando en esos momentos.


-Tranquilo vampiro, no quiero hacer daño a este recipiente –sonrió de lado y miró al vampiro que tenía enfrente- ella estará a salvo porque no quiero hacerle daño, no es eso lo que busco, la necesito para llevar a cabo mis planes –sus ojos, completamente negros como la noche, se clavaron en los del vampiro- sé lo que estáis tramando y si crees que puedes llegar a un trato con Dreifest te puedo asegurar que no lo vas a conseguir –su sonrisa ladina se extendió por sus labios- no se va a dejar coger tan fácilmente y no va a siquiera escucharte, lleva milenios encerrada en ese templo de hielo sin poder salir, sin poder utilizar sus poderes y urdiendo un plan para vengarse de todo aquel que un día la encerró... no vampiro, no va a escuchar tus peticiones. Este recipiente es más útil para ella de lo que puedas llegar a creer, de lo que ella misma piensa y no lo va a dejar fácilmente. Sé lo que ella siente por ti, sé lo que haría por ti... la cuestión es, ¿qué harías tú por la mujer que amas y con la que pretendes casarte? –Ladeó su cabeza con cierta diversión- leer en ella es demasiado fácil, leer en ti es algo más complicado pero tus ojos no engañan, no a un demonio tan viejo como yo. Déjame decirte una cosa, vampiro: Dreifest no liberará a tu vampira de la maldición, la necesita para llevar a cabo sus planes. Con ella no encontrarás la “cura” que crees que hay para salvarla, sé que no es la única que la sufre, tú hermano también está condenado por la misma marca y llegado el momento pagará el precio por compartirla... pero está lejos, más lejos de lo que crees y quizás no ande desencaminado dirigiéndose hacia México –su sonrisa siguió en sus labios- Oh, sí, ¿no sabías que había ido a México a buscar una posible cura? Puede que la pista que le dieron tenga valor, quizás la una sin la otra no sirvan de nada –no dio más datos, tampoco quería hacerlo- te propongo un trato vampiro... porque creo que no sabes lo que va a pasar si entráis y dais con la bruja, no lo hago por compasión a lo que os pueda pasar o a la pérdida que puedas sufrir, sino porque he esperado este momento durante mucho tiempo y por fin tengo la oportunidad de aprovecharlo –hizo una corta pausa lamiendo los labios- quiero a la bruja con vida, quiero que la liberéis y me la entreguéis en un lugar acordado, si la matas ella morirá y tú hermano correrá la misma suerte, Dreifest no negociará contigo porque no le interesa hacerlo, y ahora es cuando te preguntarás ¿por qué? La respuesta es sencilla, ¿sabes realmente cuál es el origen de la marca, el porqué de la maldición? No... no la sabes o quizás no hubieras emprendido el viaje –rió de forma corta- Dreifest sabía que la cazaban desde hacía mucho tiempo, sabía que hallarían la forma de dar con ella para matarla, o para encerrarla de por vida. Las aprendices que tuvo fue una forma de traspasar algo de su poder a ellas para que no quedara recluido de por vida, cuando creó la maldición se aseguró de que su poder seguía vagando por la tierra, libre, sin que nadie pudiera impedirlo. La marca fue creada para sellar su poder en ellas, no todas aguantaron el proceso y muchas murieron en el intento de encerrar su poder. Dreifest es demasiado poderosa y peligrosa para vagar por la tierra pues la sumirá de Caos, es para lo que fue creada, es para lo que fue engendrada. La maldición fue pasando de generación en generación, su poder nunca se perdió y todas las que lo sufrían acababan muriendo por no poder soportarlo en su interior, las conduce hasta ella, hasta la verdadera fuente del poder... ¿crees que es una maldición cualquiera? –Rió como si le hiciera gracia- Dreifest predijo que en algún momento alguien con su maldición llegaría hasta ella, cuanto más se extiende la marca mayor es su conexión, las conecta porque su poder está impregnado por cada runa, cada mancha negra.  Su poder está dentro, sellado, y ella lo busca y lo quiere. Ningún cuerpo humano puede aguantar ni soportar el poder que encierra las marcas, tú vampira tuvo suerte al compartirla porque eso le dio tiempo... tiempo para buscarla y llegar hasta ella... pero Dreifest no la liberará. La necesita para extraer todo el poder que encierra en su interior, pero sabe que eso mataría en el proceso al recipiente y no es lo que quiere ni lo que busca...-lo miró de forma fija- La dormirá, la dejará en un sueño eterno en donde ella no sufra daños y de donde podrá extraerle todo el poder que encierra en su interior. Estará muerta en vida, más muerta de lo que ya está, y cuando extraiga todo el poder de nada le servirá y la matará –se cruzó de brazos observando al vampiro- yo te doy la oportunidad de salvarla si me entregas a Dreifest, por qué la quiero no es algo que te incumba pero dado que eres un hombre que cumple sus tratos este es el mío, tómalo o recházalo pero es lo mejor que vas a encontrar. Ella te guiará hacia la bruja porque su conexión se hace cada vez más fuerte, tú decides qué escoges y qué quieres para ella –sus ojos negros lo miraron una última vez- no te queda tiempo vampiro, tendrás que tomar una decisión –sonrió mirándole y de igual forma que había llegado se esfumó, dejó el cuerpo de la vampira que cayó desplomada al suelo antes de recobrar la consciencia de nuevo.

Enarqué una ceja cuando Sun me preguntó si oía eso, la verdad solo el eco del silencio y mi propia desesperación era lo único que escuchaba, pero ella por el contrario aseguraba haber algo mas y por un intenté pensé que la marca de su vientre la hacia perder la cabeza, teníamos que darnos prisa.
Fue entonces cuando cayó al suelo fulminada, como si ahora fuera un muñeco de trapo al que le habían atado unos miseros hilos para moverla a voluntad, se alzó la marioneta enfrentándome con una voz ronca que no le pertenecía a ella y dudaba fuera femenina.
-Sal de ahí -rugí.

Lo sacaría a golpes pero eso dañaría el recipiente de la mujer a la que amaba, no había sido tonto el demonio, mientras estuviera ahí dentro estaba a salvo y yo forzado a escucharlo.
-Habla demonio – le instigué frunciendo el ceño por completo -pero te advierto que como le paso algo a mi prometida quemaré este maldito templo con vosotros dentro, espero te guste el infierno hijo de puta porque ahí voy a mandarte a ti y a tu bruja.

Este reía, al parecer mi airado carácter era algo que ya conocía, supongo que lo había sacado de la propia Sun a la que poseía.
-Habla, tengo cosas que hacer demonio, entre ellas salvar a mi mujer.
No tardo en iluminarme con su historia, una en la que no me decía mucho, supongo que porque no le interesaría el para que quería a la bruja, solo un trato sellado, si se la traía hasta él, curaría a mi mujer.
La respuesta era clara, a mi me importaba una mierda la destrucción de todo, incluso posiblemente la propia, pero no era capaz de perder lo poco que me quedaba Sun.
-Trato hecho -apunté sin mas -a fin de cuentas había vivido el fin del mundo tantas veces que si la quería para desatar el caos en la tierra ya me preocuparía de ello mas adelante, ahora mismo el problema era esa herida que consumía a la inmortal y a mi hermano con ella.

Este sonrió complacido, como si de sobra supiera que mi decisión iba a ser la que esperaba.
-Lo que espero es que tu también seas hombre de palabra, la traeré aquí aunque sea arrastras, pero..como no le quites esa maldición del vientre a Sun, te juro por esos dioses en los que crees que ninguno de los cuatro saldremos de este templo.

Cerrado ese trato Sun cayó desplomada ante mis océanos, la alcé ligeramente acariciando su rostro.
-Vamos pequeña, un ultimo esfuerzo, estamos cerca, prometo solucionar esto, confía en tu demonio.
Mis labios acortaron la distancia que me separaba de su boca, deposité un beso tierno, sentido de esos que yo jamas daba.
La idea de perderla me ahogaba, algo evidente para ese loco demente que había jugado a poseerla para alcanzar lo que quería, la bruja.

Abrió los ojos, se le veía débil, su tiempo se agotaba, enredé mi brazo a su cintura ayudándola a ponerse en pie, así empezamos a caminar entre las paredes del laberinto que ahora lejos de parecer tan abruptas si nos dejaron alcanzar al salida.
Llegamos a otra habitación, grande, poco iluminada, con un altar en el centro y a los lados dos enormes figuras de piedra blanca, dos gigantes del reino de Asgard.
Enarqué una ceja observando las dos espadas que sujetaban entre sus manos, estas no eran de piedra, si no de un acero impoluto.
-Si pasa algo quiero que corras hacia aquella puerta -señalé la del fondo, la única salida de la sala, no mires atrás -le pedí -estas débil y yo me las puedo arreglar ¿me escuchas Sun?

Sabia que no era muy propensa a hacerme caso peor de verdad la necesitaba con vida y si hallaba la muerte definitiva nada para mi tendría sentido.
En las paredes habían unos grabados, unos nórdicos, Odin parecía representar la figura mayor, extendía su mano poderosa hacia una mujer cubierta de una capa blanca, quizás una oráculo, una que entre sus brazos llevaba una pequeña criatura. Sus ojos eran dos piedras, esmeraldas.
No entendía nada de nada.
-Hay que cruzar Sun

Había perdido la consciencia de todo, no sabía qué había pasado pero de pronto había oído un ruido que al parecer el vampiro no oía y había visto como un remolino oscuro en mitad del pasillo... eso era lo último que recordaba, sumado a una voz en mi cabeza que me decía que le dejara entrar sin saber a lo que se refería con sus palabras y después... oscuridad, solo oscuridad. No fui consciente de nada de lo que pasó en el tiempo que estuve de esa forma, no podía escuchar tampoco nada, sentir... como si estuviera vacía pero a su vez de una forma extraña viva, fría pero viva. No había sentido un frío como el que noté antes de perder la consciencia en toda mi existencia, quizás se podía comparar con el frío que sentí cuando mi vida se escapaba y mi Sire bebía de mi sangre hasta llevarme a ese punto donde la vida y la muerte se separaban por una línea demasiado delgada y fina. Solo supe que de pronto sentí la presencia del vampiro envolviéndome, sus brazos rodeando mi cuerpo y sus labios sobre los míos besándome y fue eso lo que hizo que poco a poco volviera en sí y finalmente abrí los ojos para encontrarme con los suyos azules, como dos mares calmos, que me miraban y me animaba a seguir adelante y continuar. No iba a rendirme. Jamás me había rendido ante nada y tampoco había huido de ninguna situación, ni cuando peor estaba y mi vida corría peligro, ni siquiera cuando la bestia que encerraba el vampiro en su interior me presentó cara y me desafió... si antes no lo había hecho ahora lo haría menos, no cuando había encontrado después de tantos siglos mi lugar en el mundo.

Sonreí como pude sacando fuerzas de donde ya no tenía, me sentía débil y la cercanía y proximidad con Dreifest hacía que la maldición cobrara más fuerza como si estuvieran conectadas, de alguna forma sentía que ella me llamaba como si me quisiera para algo que no lograba comprender. Me mostraba cosas que me hacían pensarlo, la entrada secreta, el camino a seguir... era como si quisiera hacerme ver lo que ella había pasado y lo que sabía, como si quisiera que la comprendiera pero lo cierto era que no lo hacía, en absoluto. Si matarla hacía que la maldición cesara yo misma la mataría, por ponerme en aquella tesitura, por hacerme sentir tan débil cuando era algo que odiaba por encima de todo, por notar como poco a poco me robaba la energía y me drenaba dejándome sin fuerzas... era como si de nuevo me estuvieran quitando la vida pero esa vez una vez consumida jamás retornaría de nuevo. Mi mano subió a su rostro recorriendo su mandíbula y pasando por sus labios sin dejar de mirarlo, confiaba en él, pero no confiaba en lo que hiciera para salvarme... no a su costa.


-Confío en mi demonio, confío en ti –murmuré mientras él me ayudaba a incorporarme y miraba hacia aquel pasillo de nuevo, pero lo que antes había visto ese pequeño remolino no estaba, ni las gotas que se habían oído tampoco... no entendía nada de nada- ¿qué ha pasado, por qué me he desmayado? –Pregunté mirándolo mientras me ayudaba a cruzar el pasillo que ahora parecía como si nos indicara el camino que debíamos de seguir para cruzar, así fue como llegamos a otra sala bastante grande aunque poco iluminada, en el centro había un altar que no me gustaba la pinta que tenía y a sus lados dos enormes figuras de blanca piedra que custodiaban el altar o lo vigilaban. Las espadas que portaban en sus manos no eran ni remotamente de piedra, sino que eran de acero y no me gustó ese dato, como si de alguna forma presintiera que algo iba a pasar algo con esas dos enormes estatuas y esas espadas. Las palabras del vampiro me sacaron de mis pensamientos y cavilaciones y lo miré de forma fija, me decía que si algo pasaba corriera hacia la puerta que había al fondo de la sala y que estaba tras pasar el altar y las estatuas, que no mirara atrás, que estaba débil y que él se las apañaría. Quise negar con la cabeza para hacerle ver que no iba a dejarlo solo, pero también sabía que si me quedaba él intentaría protegerme y conforme me encontraba era más un lastre que una ayuda. No me gustaba la idea de dejarlo solo pero confiaba en él, quedarme lo perjudicaría más que otra cosa y aunque no era partidaria de hacerle caso en ese tipo de cosas, como siempre había hecho, por esa vez iba a hacerle caso sin que fuera un precedente- lo haré –fue lo único que dije porque no quería discutir con él en esos momentos y porque no teníamos tiempo que perder, tampoco. Asentí cuando dijo que debíamos de continuar y juntos comenzamos a atravesar aquella enorme sala circular donde en el centro estaba el altar y las figuras, y tras estas la única salida para continuar.

Observé los grabados que había en la sala mientras nos acercábamos teniendo el presentimiento de que no iba a ser tan fácil como pensábamos, como el vampiro también me fijé en la figura más grande que había en la sala que al parecer era Thor, extendía su mano hacia otra figura algo más pequeña que llevaba una capa blanca y enseguida me recordó a las oráculos que habíamos visto en el templo, quizás es que fuera una oráculo. Pero a diferencia de las del templo esta portaba en sus brazos a un niño pequeño, cuyos ojos estaban representados por dos esmeraldas que incluso con la poca iluminación que había se podían ver perfectamente. No sabía mucho sobre cultura vikinga ni sus significados pero había algo que no me cuadraba mucho en la sala y justo cuando habíamos hecho un poco del recorrido antes de llegar al altar donde estaban las figuras una luz emanó de las mismas, se iluminaron y comenzaron a moverse como si estuvieran cobrando vida. Nos paramos observándolas mientras sabía que algo iba a pasar, que ese altar no estaba ahí por nada y el que llevaran espadas de acero tampoco... Una vez terminaron de “despertar” a falta de una palabra mejor se giraron para encararse hacia donde estábamos y, de alguna forma, fue como si con sus ojos de piedra pudieran mirarnos como si tuvieran vida. Sus ojos del mismo color que las esmeraldas de la estatua del niño estaban fijos en los míos y sin saber por qué supe que no me iban a dejar pasar, no así como así.


-No me van a dejar pasar, Assur –murmuré sin apartar la visa de las estatuas sin conocer muy bien cómo es que sabía ese dato, quizás Dreifest me lo había mostrado, o quizás lo había visto en las imágenes que vimos con la oráculo. La finalidad de aquel templo era encerrarla para que no volviera a vagar por la tierra así que seguramente también se asegurarían de que nadie pudiera ir a despertarla, y que si lo hacían encontrara obstáculos que le impidieran el camino- están aquí para impedir que pase y que llegue hasta Dreifest –di un paso hacia delante y las estatuas se movieron cogiendo mejor las espadas preparados para matarme si era necesario con el fin de que no pasara por aquella puerta. Magia, sin duda alguna la magia había hecho posible aquello pero toda magia tenía la forma de poder pararse, quizás destruirlos fuera la forma más rápida y fácil de pararlos, pero no podía ser tan fácil si quienes venían a buscar a Dreifest eran también hechiceros... había algo que no me cuadraba y ese altar llamaba demasiado la atención como para dejarlo pasar por alto, retrocedí el paso que había dado ante la posibilidad de que se lanzaran para atacarme y supe que guardarían la entrada por encima de todo y que no me dejarían pasar bajo ningún concepto- vamos a tener que destruirlos –afirmé porque por mucho que intentara pasar y aunque fueran de piedra eso no parecía afectarles a su velocidad y eran rápidos, de hecho no se esperaron a que yo avanzara hacia ellos sino que se movieron para atacarme y retrocedimos para esquivar ambos golpes de las espadas que hicieron una pequeña fisura en el suelo en señal de la fuerza que poseían. Sabía que Assur no iba a dejar que peleara contra esos dos gigantes de piedra así que me limitaría a esquivarlos hasta que él se los cargara porque parecían centrarse más en mí que en él. Agradecí habernos alimentado antes de entrar para poder tener fuerzas en aquella batalla, los dos eran implacables en sus ataques y lejos de ir descoordinados parecían sincronizarse bastante bien para ir a por mí, así que yo me limitaba básicamente a esquivar los golpes y ataques moviéndome por la sala y Assur se encargó de centrarse en uno y comenzar a destruirlo, serían de piedra pero nosotros éramos vampiros y teníamos muchísima más fuerza que un humano normal y corriente. En cuando se cargó al primero de ellos, dejando al otro que seguía atacándome y cuando pensábamos que todo iba a ser bastante más fácil de lo esperado... fue cuando los trozos en los que la estatua se había convertido comenzaron a moverse, como si temblaran.... para poco a poco volver a formarse de nuevo sin importar en los trozos en que el vampiro le hubiera dejado- maldita sea –murmuré fijándome en ello sin prestar atención al que tenía frente a mí y si no llega a ser por la rapidez que me caracterizaba me hubiera atravesado con la espada por el hombro hacia abajo, apenas un leve rasguño tenía de haberme apartado mientras el otro volvía a la carga ya formado de nuevo... destruirlos no era una opción viable. Tenía que haber algo que se nos escapaba, algo con lo que pudiéramos detenerlos.

Esos golems de piedras “ despertaron” sus cabezas giraban hasta centrar sus esmeraldas en nosotros, bueno, corrijo, en ella.
Al parecer su instinto mas fuerte era no permitir pasar a Sun, la portadora de la marca, marca que debía de servir para algo porque si no no entendía porque tanto empeño.

Aferraron las espadas asestando golpes con una brutalidad inusual, lejos de ser lentos, iban sincronizados, letales como armas perfectas.
Corrí entre sus piernas, mis movimientos mas raudos, bastaban para golpear con mis puños los puntos claves de uno de esos seres de piedra hasta que logré quebrarlo haciéndolo añicos a base de puñetazos.
Rugía furioso viendo como la inmortal exhausta luchaba por esquivar.

Casi a punto de celebrar mi victoria sobre una de las moles vi pasmado como volvían los trozos a unirse, rugí furioso.
-Sun en el altar, mira el talar.
Tenia que estar ahí por algún maldito motivo, yo los entretendré.

Sun logró llegar hasta allí mientras yo a modo de barrera, impactaba contra uno y otro cortando su paso, jadeaba por los golpes que en ocasiones recibían, la espada, sajaba mi carne, herido seguía luchando ,enfrentándolos mientras Sun parecía luchar como una loca moviendo parte de ese altar.
-¡Vamos nena! -le pedí implacable.
En el suelo un charco de sangre, pero volvía a chocar contra ellos, destrozándolos en añicos, se reconstruían, cuando derribaba uno, me atacaba el otro.
Has ta que de pronto los dos se detuvieron, el brillo de las esmeraldas se torno opaco y mis ojos buscaron a Sun que me sonrió corriendo a mis brazos para acariciar mi rostro.
-Estoy bien pequeña -le aseguré repasando con mis labios los ajenos
Las heridas se cerraban rápidas, por desgracia las de Sun no menguaban, el tiempo se acaba y eso era algo que sabíamos ambos.

Caminamos de la mano hacia la siguiente sala, completamente vacía, todo excepto una especie de ataúd de cristal.
A través de una de las paredes se podía ver un cuerpo femenino tumbado allí, dormía con paz en su rostro, aunque algo me decía que eso era una mera pose del conjuro que la atrapaba.
-¿será ella? -pregunté a Sun.

Yo estaba algo perdido, ella estaba conectada a esa bruja milenaria, yo por el contrario perdido por completo en esas visiones sangrientas que percibí en el templo.
Había otra puerta al otro lado de la habitación, mientras Sun se acercaba al ataúd para ver a la doncella de cerca yo abrí la puerta mirando por encima lo que a todos los efectos parecía una habitación infantil.
¿Que demonios pasaba aquí?

Cerré la puerta regresando junto a la inmortal, mi gesto tenso reflejaba lo poco o nada que me gustaba lo que estábamos presenciando y el cáliz que todo iba tomando.
-¿Sun? -la llamé, sus ojos fijos en aquel cuerpo - ¡Sun! ¿es ella? -pregunté de nuevo esperando que volviera conmigo pues parecía perdida en sus propios pensamientos.

Si era ella no pensaba quedarme a averiguar mas nada, la cogería y se la entregaría al demonio.
Que liberara a Sun y solucionaran ellos sus problemas propios.
Yo no era un buen samaritano, era un vampiro implacable que no descansaría hasta liberar a Sun de la maldición y este juego de dioses, oráculos y norteños empezaba a cansarme por completo.

Comenzaba a cansarme de la situación que estaba viviendo en esos momentos, el tiempo se nos agotaba y cada vez sentía que mis fuerzas me iban abandonando poco a poco, que conforme nos acercábamos a esa bruja a la cual me sentía unida de una forma un poco extraña, estando ambas conectadas, perdía energía y fuerzas. Lo notaba, podía notarlo con cada paso que daba que me acercaba más a ella, como si algo en mi interior me estuviera advirtiendo de lo que corría cuando fuera con ella pero ¿qué otra opción tenía? La marca se había extendido los últimos días y la sentía con más fuerza que nunca mientras más y más me acercaba a Dreifest, mi conexión con ella me obligaba a acercarme como si supiera donde se encontraba, como si algún poderoso hechizo me guiara y yo no era capaz de entender y de comprenderlo todo, pero así era como lo sentía. Supe desde que vi los golems que no nos iban a dejar pasar, concretamente, no me iban a dejar pasar. Todo el lugar estaba protegido para que alguien pudiera llegar hasta Dreifest y la despertara, como si en algún momento hubieran presentido –quienes la encerraron- que algo como esto pasaría y quisieran evitarlo a toda costa. Los golems de piedra impedirían que yo me acercara a ella, se habían despertado con mi presencia como si la marca o la magia que la había puesto ahí los hubiera despertado.

No todo iba a ser tan fácil como nos pensábamos y las imágenes que había visto no eran para nada buenas ni prometedoras, algo que al vampiro no le había dicho porque no quería aumentar su preocupación, pero sentirme conectada a ella es como si la pudiera sentir, como si pudiera ver lo que ella había vivido y pasado, lo que sentía o había sentido. No sabía realmente el motivo por el que estaba tan fuertemente custodiada ni por qué me sentía conectada a ella desde que habíamos llegado allí, pero sentía que una fuerza invisible tiraba de mí para acortar más y más la distancia. La idea de destruir a los golems debería de haber sido suficiente, mientras yo esquivaba los ataques que esos me daban el vampiro podría reducirlos ya que no le prestaban casi atención a él, como si no estuviera en la sala y fueran más a por mí. No me encontraba en las mejores condiciones como para luchar o esquivar ataques de esos golems, la sangre de oso no era tan nutritiva como para renovar todas mis fuerzas como lo hacía la sangre humana, saciaba la sed pero no te daba todo el poder y energía que necesitaba... y yo la iba perdiendo con cada paso más que daba hacia la bruja.

Por suerte para mí contaba con la rapidez propia de los vampiros y los podía esquivar, aunque ellos no eran precisamente lentos por ser tan grandes y estar hechos de piedra... pero debía de haber alguna conexión con esos ojos de color esmeralda que brillaban y que estaban fijos en mí. Eran rápidos y se coordinaban perfectamente para asestar sus golpes mientras yo luchaba porque no me dieran con sus espadas, aunque fue imposible evitar que un par de veces me dieran en los brazos y en las piernas. Heridas que no notaba que se curaran deprisa sino que más bien tardaban su tiempo, algo que sin duda me hacía saber en el estado en el que me encontraban. Por si fuera poco y no tuviéramos bastante cuando el vampiro destruyó uno de los golems este volvió a formarse de nuevo como si un potente hechizo impidiera que se destruyera. Fue entonces cuando me dijo que me centrara en el altar, como a mí a él también le había parecido extraño que estuviera en el centro de la habitación y esquivando al que tenía delante me acerqué para ver qué tenía de especial.

A simple vista: nada. Era un altar normal y corriente que no revestía de ninguna especialidad, no destacaba nada, era de mármol blanco y tenía algún corte como si hubieran pasado un cuchillo muchas veces por el mismo lado para hacer un corte que estaba en el centro del mismo, habían marcas pero nada que pudiera servirme. Mientras él los contenía como podía para que no se acercaran a mí comencé a intentar mover el altar, pero incluso así no lograba moverlo como si le hubieran puesto alguna protección o algo... quizás fueran mis fuerzas que iban menguando y que no me permitían moverlo a voluntad, él me pedía que me diera prisa y juraba que lo intentaba con todas mis fuerzas... pero no lograba moverlo. Estaba cansada, harta, asqueada con aquella situación que no hacía más que desesperarme y ponerme más nerviosa conforme iba pasando el tiempo. Sentía rabia y una frustración enorme en esos momentos y no supe cómo, pero de alguna forma canalicé todo aquello y dando un grito estampé mi puño contra el altar haciendo que se rompiera, de la grieta que se había creado parecía salir una luz verdosa.

Sin perder tiempo volví a asestar golpes con el puño haciéndome hasta sangre pero no me importó, hasta que conseguí llegar a una pequeña joya que era una esmeralda, y cuando la tuve entre mis manos la destruí pensando en los ojos de los golems... al hacerlo estos pararon como si el hechizo hubiera terminado. Me apoyé contra el altar notando que había perdido más fuerza con aquello, que mi mano sangraba y que me dolía de los golpes para romper el altar, el vampiro tenía alguna que otra herida pero aunque estaba preocupada por él sus heridas comenzaron a sanar sin mayor problema mientras que las mías no lo hacían. Me acerqué hasta él rodeándolo con mis brazos y escondiendo mi rostro en su cuello, había estado preocupada más por él que por mí y asentí cuando me dijo si estaba bien aunque no lo estuviera. Empezaba a comprender que en mi interior no iba a salir de aquel lugar, al menos si lo hacía no sería entera, no del todo. Algo que no le iba a decir al vampiro bajo ningún concepto, por supuesto, así que dejé que tomara mi mano y siguiéramos avanzando hasta la última sala. Enorme, poco iluminada donde había un ataúd de cristal que era donde se encontraba la bruja, la marcaba cobraba fuerza como si me llamara y me instara a ir hacia ella.

Me acerqué con paso lento obviando que habían dos columnas pequeñas en donde habían dos libros, los mismos que habíamos visto en las visiones: uno blanco y otro negro. Ni siquiera me percaté de que el vampiro se había ido hacia otra puerta que al parecer había en la sala mientras me quedé al lado justo del ataúd. Pude ver el rostro de la bruja con los ojos cerrados bajo aquel hechizo, descansando, una protección mágica la protegía y no oí siquiera las palabras del vampiro ya que levanté la mano y la puse encima del ataúd que la tenía confinada, y las imágenes se sucedieron. Como si ella misma quisiera explicarme y darme un motivo la vi, la vi llevando una bata blanca en el mismo templo que habíamos visitado aunque mucho más diferente hacía muchísimos siglos, milenios tal vez. Fueron las primeras que tenían esos dones, las primeras en ponerse aquellas batas donde sus visiones ayudaban a la gente, la vi después como si hubieran pasado meses justo cuando dio a luz a un hijo: un niño con los ojos color esmeralda. Las oráculos eran vírgenes consagradas a las dioses, pero uno de ellos era el padre de aquel hijo o eso era lo que las demás pensaban. Fue desterrada de aquel templo y abandonada a su suerte, perdió a aquel niño de apenas unos días incapaz de cuidarlo, rogando a los dioses que la ayudaran implorando por la vida del niño... pero jamás la ayudaron, ni el mismo padre del niño hizo nada por ayudarla, la abandonó por completo. Fue entonces cuando juró vengarse de todos, destruir lo que ellos habían creado como castigo a lo que le habían hecho a ella, lo que le habían quitado. Se convirtió en el ser oscuro que era en esos momentos, mató a todas las oráculos del templo entre sufrimientos, se alió incluso con seres oscuros, con demonios que la ayudaron a sembrar el caos... un caos que la había llevado hasta donde se encontraba. Clamaba por venganza, aún no había acabado su obra. Cuando quité la mano del ataúd sentí como una pequeña onda se extendiera por el lugar, y supe qué era ella y el porqué de algunos grabados en las paredes.


-Es ella, me ha mostrado lo que le pasó –fue lo único que pude decir porque otra onda, mucho más fuerte, hizo que el vampiro retrocediera hasta la pared como si hubiera sido lanzado, en cuanto quise girarme para ir a por él sentí como si un enorme poder se desatara y el ataúd que la encerraba comenzó a romperse, haciéndose añicos. Una mano, fría y casi inerte, mucho más fría que mi propia piel y temperatura me cogió por la muñeca y me retuvo, al girarme los mismos ojos que había visto en las visiones me devolvían la mirada rojos como el mismo fuego que danzaba en su interior. Se levantó sin soltarme aunque lo estaba intentando y levantó una barrera que le impedía al vampiro acercarse hacia donde nos encontrábamos.
-Largo tiempo he esperado que alguien viniera a liberarme –su voz sonaba como si no fuera del mundo en el que estábamos, oscura, ronca. Sus ojos me recorrieron y pude sentir el fuego del abismo abrasar mi cuerpo con su mirada, su tacto ahora quemaba mientras sentía que me debilitaba con su cercanía. Me miró a mí y luego miró al vampiro quien intentaba en vano acercarse, pero no podía. Sonrió con malicia como si disfrutara y se dirigió a él- gracias por traérmela hasta aquí, vampiro –su tono era mordaz y afilado- ahora podré sacar su poder -¿sacar su poder, de qué poder estaba hablando? Sus ojos se fijaron en mí y sonrió con extrema malicia antes de pronunciar unas palabras que me dejaron anclada al sitio sin poder moverme, sin saber qué iba a pasar exactamente.

Mis ojos se paseaban por las paredes de aquel lugar como si en ellas pudiera encontrar alguna pista sobre lo que había sucedido antaño, sobre el poder que andábamos buscando para liberar a Sun de la maldita maldición que la consumía.

El ataúd de cristal empezó a cuartearse, su sonido era chirriante, mágico. Mis ojos se abrieron de par en par ante este hecho, cuerpo tenso como las cuerdas de un arpa, corrí hacia Sun desesperado. Algo me decía que nada bueno iba a suceder cuando el monstruo contenido por milenios abandonara aquel maldito lugar y alcanzara a la inmortal.
Casi a punto de llegar a ella sentí como un campo de fuerza me lanzaba contra la pared opuesta, rugí al notar el impacto, mas realmente fue ver paralizada a Sun lo que me partió en dos como un rayo.

Mis azules fulminaron a la bruja, esta parecía mostrarle el camino a la inmortal mientras su mirada fija en mis azules me retaba a atravesar el campo de fuerza.
Apreté los dientes tratando de llegar hasta mi prometida, este iba a ser el compromiso mas corto de la historia si no la alcanzaba pues por las palabras de la milenaria hechicera quería extraerle el poder hasta dejarla seca como una colilla.

¿Que poder? Era lo único que me preguntaba mientras rugía a cada paso que daba.
-No me agradezcas tanto bruja, voy a quemarte en una hoguera -advertí – yo cumplo mis amenazas, lo juro.

Fue en ese instante en el que vi a Sun tambaleante, despojada de fuerza como una marioneta en las manos del titiritero, un trapo que baila mientras este mueve sus hilo.
Con un gutural gruñido acorté la distancia arrasando con la bruja que había entrado en trance dispuesta a consumir a Sunsihine. De su mano una luz etérea, azulada, emergía como una poderosa fuerza de poder.

Impacté contra la bruja, esta al parecer no esperaba mi pronta llegada inmiscuyendome entre ella y la inmortal, su mano en mi pecho. Mis ojos se tornaron sombras, rugí por el quemazón mientras ella también gritaba sumidos los dos en un caos de oscuridad.
-No habrá cura sin sacrificio -gruñí furioso recordando las palabras de la oráculo a la misma bruja que arrugaba mi camisa con sus huesudos dedos.

Admito que supe desde que oí esas palabras que seria mi sacrificio el que pusiera fin a esto.
También sabia que Sun moriría de dolor, pero mejor las cicatrices del corazón, que las que te matan, a fin de cuentas tenia una eternidad para aprender a vivir sin mi.


Los dos caímos enredados al suelo, de su mano y mi pecho surgió un vortice que empezó a engullir nuestros cuerpos.
La bruja y yo bailábamos en sus hondas y lo único que pude hacer antes de desaparecer ante los ojos de la inmortal fue gritar su nombre con desesperación...
Si este era mi final lo aceptaba de buen grado, esperaba a cambio que la herida y de la de mi hermano hubieran curado.
Sin la bruja en este mundo no había maldición posible.
Ladeé la sonrisa contemplándola a esta mirarme mientras gritaba de pura desesperación.

Ya había entendido conforme nos íbamos acercando hacia donde se encontraba la bruja que no iba a salir de allí entera, lo había aceptado aunque había sido duro de hacerlo y era algo que no le había dicho al vampiro, de hacerlo quizás se negara a dejar que me acercara a la bruja y tomaría él las cartas en el asunto... pero no podía permitirlo. Era mi maldición y era algo que yo debía de llevar y de acarrear con las consecuencias, esa última jornada de viaje había intentado aparentar con todas mis fuerzas que nada pasaba, que pese a lo cansada que me encontraba todo estaba “bien”, pero la realidad era otra muy diferente. Me consumía, más rápido de lo que me habría gustado admitir, más fuerte de lo que parecía a simple vista aunque sacaba fuerzas de flaqueza para que él no lo notara, creía firmemente en la idea de que podía salvarme cuando yo ya había asumido que no iba a tener salvación alguna, que mi condena acabaría ese mismo día y que mi eternidad llegaba a su fin. Era triste, me habría gustado haber sido antes más valiente y haberme enfrentado al vampiro mucho antes y haber dejado ese juego del gato y el ratón que llevábamos por siglos, después de haber pasado ese tiempo con él me había dado cuenta de que fuimos unos completos idiotas al querer alargar tanto la cosa, unos cobardes puesto que yo también había huido de aquello en un par de ocasiones... al menos me quedaba con los buenos recuerdos y con los momentos que había pasado a su lado en donde fui feliz, fue corto y breve pero ese tiempo no lo cambiaría por nada del mundo.

Incapaz de moverme, incapaz de hacer vi como aquella bruja tras las palabras del vampiro y su respuesta por parte de este comenzó a pronunciar unas palabras de donde en su mano un haz de color azul manó, igual que había hecho la otra bruja, y no supe exactamente qué es lo que pretendía pero si de algo estaba segura es que iba a terminar de consumirme por completo. El vampiro luchaba contra la barrera que había alzado la bruja para que no se metiera y conforme pronunciaba las palabras notaba que las fuerzas me abandonaban, me sentía débil como si me drenara la energía poco a poco y jadeé sintiendo como si me faltara el aire, no es que lo necesitara para vivir pero quizás podría ser una similitud con lo que sintieran los humanos cuando le privaban del mismo. Podía notar como la marcaba quemaba, no se extendía como lo había estado haciendo antes simplemente quemaba y resplandecía del mismo color que la luz que manaba de sus manos mientras notaba que perdía las fuerzas, que cada vez me costaba más mantenerme en pie y que de seguir pronto acabaría consumida frente a ambos. Cerré los ojos notando que la vida se escapaba de mi cuerpo, me habría gustado despedirme del vampiro, decirle que no se hundiera y que siguiera sin mí su eternidad... lo había estado haciendo por seis largos milenios, si alguien podía sin duda sería él. Gemí en mitad de un sollozo, jamás en toda mi existencia había deseado tanto seguir en aquel mundo, antes no tenía razón alguna para hacerlo pero ahora sí la tenía y la iba a perder... aunque pensaba que mejor yo que él, él jugaba un papel más importante en aquel mundo que el que pudiera tener yo en toda mi existencia... dolía, pero prefería ser yo a que fuera él por mi culpa y jamás me lo perdonaría.

Pero no contaba con que Assur aprovecharía la debilidad que ahora presentaba la bruja sumida en un trance mientras me arrebataba la poca vida que me quedaba, la empujó haciendo que el contacto se perdiera y que cayera desplomada al suelo provista de casi toda mi energía, sentí como si una corriente eléctrica me atravesara el cuerpo y abrí los ojos tomando una bocanada de aire como si me diera la vida que me había arrebatado con aquel conjuro, cuando me incorporé y miré hacia donde estaban fue cuando me di cuenta de lo que el vampiro estaba haciendo, algo que me provocó una punzada de dolor en el pecho y que me sumió en la desesperación sin poder creerme lo que estaba viendo. La mano de la bruja que debía de haber estado en mi marca ahora estaba en el pecho del vampiro, no sabía cómo pero parecía que un halo de oscuridad los había envuelto mientras ninguno de los dos podía separarse del otro. Cuando sus ojos se anclaron a los míos y me llamó de esa forma caí en la desesperación más profunda. Quise moverme pero mis piernas no me respondían, estaba débil por la pérdida de energía y no podía levantarme, no podía acercarme hacia donde estaba para apartarlo y afrontar yo el destino que me tenía preparado, uno que ahora le envolvía a él.


-¡Assur! –Grité de forma desesperada intentando levantarme, di un golpe en el suelo con rabia y escuché sus palabras, palabras que me destrozaron porque era como si ya supiera lo que debía de hacer: que él era el sacrificio del que la oráculo había hablado- ¡NO! –Grité mirando en su dirección negando con la cabeza incapaz de aceptar que se sacrificara por mí- ¡por favor no lo hagas!... ¡Assur! –lo llamé de forma desesperada comenzando a sentir que todo se derrumbaba a mi alrededor, que si no llevaba pronto nada podría hacer por salvarlo... él no se merecía aquello, la culpa era enteramente mía. Intenté moverme y gruñí cuando sentí las piernas adormecidas mientras en mi mente no paraba de repetir la misma palabra: “muévete”, una y otra vez de forma rápida como si fuera un mantra. “Muévete, vamos muévete joder... muévete, muévete, muévete, muévete ¡muévete!” Como si mi mente mi hiciera caso, o como si recuperara parte de la energía perdida me puse en pie viendo que ambos habían caído arrodillados y que de donde tenía la mano la bruja comenzaba a crecer un vórtice como si los consumiera- ¡No! –Grité andando en su dirección mientras veía con desesperación que aquel vórtice crecía y crecía, la bruja gritaba llena de frustración por no poder realizar sus planes y comenzaban a desaparecer frente a mis ojos. Lo llamé, una y otra vez para que se apartara pero no lo hizo mientras intentaba llegar hacia donde estaban... para cuando lo hice fue demasiado tarde, se habían desvanecido frente a mis ojos y solo quedaba un humo negro que pasó entre mis dedos y que se fue desvaneciendo igual que lo habían hecho ellos.

Me quedé anclada al sitio, quieta, intentando comprender qué había pasado mientras todo se paraba a mi alrededor y fue como si me hubieran dado el golpe más duro y cruel de toda mi existencia, sentí que una parte de mí moría mientras caía desplomada de rodillas al suelo y el corazón me dolía, ¿era posible que doliera algo que llevaba siglos muerto, sentir como me lo habían destrozado y arrancado del pecho? ¿Podía morir algo que ya estaba muerto? Llevé una mano donde debería de estar el corazón no sintiendo nada, se había desvanecido como lo había hecho el vampiro. Aferré la tela con fuerza agaché la cabeza y grité sintiendo un vacío enorme que me envolvía, soledad y oscuridad era cuanto notaba a mi alrededor. Presa de la ira, de la rabia, la frustración, la congoja que se extendía por mi cuerpo, la pena, tristeza, aflicción la inquietud y la desazón que bullían como un torbellino en mi interior comencé a dar puñetazos al suelo hasta que me hice sangre en la mano pero no sentía dolor, ese dolor no era comparable al que sentía por la pérdida. Abatida como estaba y sin nada por lo que seguir en aquel mundo noté que las lágrimas caían de mis ojos deslizándose por mis mejillas hasta dar con el suelo, incapaz de moverme, incapaz de irme de allí porque no concebía la idea de que se había ido, había desaparecido... y fue entonces que recordé las imágenes de la oráculo, se había visto una pérdida y tarde entendí que lejos de tratarse de la mía... era la del vampiro.

Sin ganas de nada levanté la ropa para darme cuenta de que la marca aún seguía visible, pero menos, como si estuviera de forma translúcida y hubiera perdido fuerza... y no entendía nada. Se suponía que la marca solo desaparecía si la bruja me la quitaba o si estaba moría... abrí la boca al darme cuenta de lo que significaba que la marca siguiera en mi piel, pasé el dedo y noté que desprendía menos calor del que desprendía en normalidad pero no había desaparecido. ¿Significaba eso que, al no desaparecer... el vampiro seguía con vida? Si era así debía de estar en algún lado, la cuestión era: dónde. No me importaba, iría hasta el mismo infierno si era necesario para traerlo de vuelta, vendería mi alma al diablo –o lo que quedaba de ella tras la partida del vampiro- para que estuviera de vuelta conmigo. Tenía que buscar a Joe, tenía que encontrarle para que me ayudara a ir a por Assur, no sabía dónde estaba pero quizás las oráculos me dijeran dónde se encontraban. Alcé la vista mirando el libro blanco que había pedido como pago y me acerqué rompiendo la urna que lo mantenía encerrado para cogerlo, hice lo mismo con el otro libro negro cuando una voz me interrumpió mientras me dirigía hacia la salida, tenía un plan en mente e iba a llevarlo a cabo, algo me decía que no había perdido del todo a Assur y mientras la marca estuviera presente en mí cuerpo había esperanza, debía de haberla.


-No está muerto –la voz sonó en la estancia y, al girarme, pude ver un rostro que ya había visto con anterioridad; en las imágenes de la bruja.
-Tú –lo miré de forma fija, era el mismo que la había dejado embarazada, el mismo que luego le había dado la espalda y la había abandonado, la razón por la que ella se volvió de esa forma. Quise matarlo en ese momento, me dieron ganas de hacerlo pero él negó con la cabeza como si supiera lo que pensaba- ¿cómo sabes que está vivo? Dime lo que sepas –le exigí sin importarme que pudiera matarme con facilidad.
-Las cosas no sucedieron así, realmente, ella solo te ha mostrado lo que ha querido de todo lo que...
-Me importa una mierda lo que pasara, lo único que me importa es salvar a Assur... puedes hacer lo que quieras con ella; pero pienso matarla –sus ojos relucieron y una sonrisa se extendió por sus labios- así que habla de una maldita vez, no voy a perder más mi tiempo.
-Tú vampiro está en otro lugar, como un infierno  que ella creó para mandar a todos los que un día condenó –noté como si se me cortaba la respiración... ¿qué?- hice un trato con él para liberarte de la marca, Dreifest a cambio de salvarte... pero no esperé que ella hiciera esto. Te diré algo, vampira: Joe está de camino a México en busca de una posible solución, encuéntralo y busca la forma de ir a por tu vampiro... es la única forma que tendrás de ir a por él –y al igual que había aparecido desapareció dejándome sola. Ahora tenía un destino al que ir para buscar a Joe, debía de ir a México y encontrarlo para ir a por Assur, aún no sabía cómo iría a por él pero juraba que no lo dejaría allí, iría y yo misma lo traería de vuelta a mí lado, de donde nunca debió de alejarse.