AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cazando a Synnove (privado)(+18)
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Cazando a Synnove (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Habíamos pasado unos días recuperándonos de las heridas que nos hicimos al caer del precipicio.
Durante esos días el lecho se había convertido en nuestro particular Valhalla, los besos cómplices, las risas a carcajadas, las caricias ardientes y el roce de dos cuerpos que se incendiaban hasta acabar prendido en llamas se convirtió en nuestro credo. Aun convencido de que lo nuestro estaba prohibido, cada día tenia mas claro que lo nuestro, era nuestro y que no quería de ninguna de las maneras perderla, ella se había convertido en lo mas importante de mi existencia.
Aquella mañana habíamos decidido ir de caza, Synnove, me daba azotes en el culo para que me diera prisa, según ella mis dotes de cazador eran pésimos y por eso me hacia que hacia remolón para no salir del hostal.
Yo me limitaba a lanzar mis manso hacia su cuerpo para orillarla a mi, besándola, metiendole mano por debajo de su camisola sin dejar de reír mientras esta se escurría vivaz entre mis dedos sacudiendo su precioso pelo de cuervo.
Así salimos del hostal camino al bosque sobre mi montura pio que ahora se había acostumbrado a nosotros y galopaba salvaje rumbo a nuestro destino dejando atrás el inicio del día en una bulliciosa ciudad para adentrarnos en la espesura del bosque.
El piar de los pájaros, las ramas quebrándose por las pequeñas rapaces y la respiración agitada del caballo hundiendo en la húmeda tierra los cascos era todo lo que nos deparaba aquella mañana.
Desmontamos en la zona cercana al rio, muchos eran los animales que acudían allí a beber, así que era un buen lugar para acechar y dar caza a alguna bestia.
Mis labios se perdieron en el cuello de mi “hermana”, buscaron voraces sus labios después, necesitado de mucho mas que un beso, así que mis manso tentaron la suerte dibujando su cuerpo perfecto mientras esta me daba manotazos indicándome que centrara la mirada en el rio y en la caza.
Un mohin fue mi respuesta antes de que ella me sacara la lengua ocn su impetuoso carácter y se agazapara entre los arbustos dispuesta a en silencio pasar paciente las horas necesarias.
Enarqué una ceja mirándola, no podía evitar sonreír al verla tan afanada en la cacería, la verdad es que a mi la caza nunca me llamó especialmente la atención, disfrutaba mas domando caballos, aunque no por eso era mal cazador.
De igual modo los juegos de manso eran mi especialidad, el cabeza hueca de Ubbe perdía siempre a las cartas mientras yo siempre guardaba un as en la manga.
Los verdes de Synnové se lazaron chocando con mis pardos. Sus labios pronunciaron un silencioso ¿que? A lo que me limité a ladear la sonrisa.
¿Acaso no podía mirar a mi mujer?
Habíamos pasado unos días recuperándonos de las heridas que nos hicimos al caer del precipicio.
Durante esos días el lecho se había convertido en nuestro particular Valhalla, los besos cómplices, las risas a carcajadas, las caricias ardientes y el roce de dos cuerpos que se incendiaban hasta acabar prendido en llamas se convirtió en nuestro credo. Aun convencido de que lo nuestro estaba prohibido, cada día tenia mas claro que lo nuestro, era nuestro y que no quería de ninguna de las maneras perderla, ella se había convertido en lo mas importante de mi existencia.
Aquella mañana habíamos decidido ir de caza, Synnove, me daba azotes en el culo para que me diera prisa, según ella mis dotes de cazador eran pésimos y por eso me hacia que hacia remolón para no salir del hostal.
Yo me limitaba a lanzar mis manso hacia su cuerpo para orillarla a mi, besándola, metiendole mano por debajo de su camisola sin dejar de reír mientras esta se escurría vivaz entre mis dedos sacudiendo su precioso pelo de cuervo.
Así salimos del hostal camino al bosque sobre mi montura pio que ahora se había acostumbrado a nosotros y galopaba salvaje rumbo a nuestro destino dejando atrás el inicio del día en una bulliciosa ciudad para adentrarnos en la espesura del bosque.
El piar de los pájaros, las ramas quebrándose por las pequeñas rapaces y la respiración agitada del caballo hundiendo en la húmeda tierra los cascos era todo lo que nos deparaba aquella mañana.
Desmontamos en la zona cercana al rio, muchos eran los animales que acudían allí a beber, así que era un buen lugar para acechar y dar caza a alguna bestia.
Mis labios se perdieron en el cuello de mi “hermana”, buscaron voraces sus labios después, necesitado de mucho mas que un beso, así que mis manso tentaron la suerte dibujando su cuerpo perfecto mientras esta me daba manotazos indicándome que centrara la mirada en el rio y en la caza.
Un mohin fue mi respuesta antes de que ella me sacara la lengua ocn su impetuoso carácter y se agazapara entre los arbustos dispuesta a en silencio pasar paciente las horas necesarias.
Enarqué una ceja mirándola, no podía evitar sonreír al verla tan afanada en la cacería, la verdad es que a mi la caza nunca me llamó especialmente la atención, disfrutaba mas domando caballos, aunque no por eso era mal cazador.
De igual modo los juegos de manso eran mi especialidad, el cabeza hueca de Ubbe perdía siempre a las cartas mientras yo siempre guardaba un as en la manga.
Los verdes de Synnové se lazaron chocando con mis pardos. Sus labios pronunciaron un silencioso ¿que? A lo que me limité a ladear la sonrisa.
¿Acaso no podía mirar a mi mujer?
Última edición por Hakon Cannif el Mar Feb 20, 2018 6:05 am, editado 1 vez
Hakon Cannif- Gitano
- Mensajes : 91
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Preso de sus palabras gruñí contra su boca deslizando mi lengua hambrienta por su cavidad con sabor a alcohol, tampoco yo quería pensar, ni dudar, no quería nada mas que a ella convertida en mi mujer, estaba enamorado de ella, tanto que la idea de perderla desataba el Ragnarok en mis abismos logrando que mis demonios gritaran estremecidos entre rugidos.
-Te quiero -susurré entre rudos mordiscos -tengo miedo a que me dejes, a que te des cuenta de que esto no es posible, mi miedo es lo que me convierte en un tonto -susurré contra sus labios intentando que entendiera el porque de mi comportamiento.
Éramos guerreros, estaba acostumbrado a elevar los escudos antes de que me atravesara el acero, me movía como un animal salvaje acorralado y ella lo sabia, ella era tan vikinga como yo mismo.
Mordí su boca cuando sus dedos tomaron mi mojada verga, deslizó su yema por ella, sintiendo lo mojada que estaba, sus ojos centellearon al ver mi excitación, al sentirla entre sus piernas cuando guiada por su mano hasta las profundidades de su centro esta empezó a dilatarse mientras su espalda se arqueaba ofreciéndome sus cúspides.
Boca que recorrió los picos nevados, mi lengua surcó el paso entre ambos, mordiéndolos, tomando las laderas con mordiscos.
Martillo contra yunque choque de cuerpos perlados en sudor, corriente eléctrica de erizaba nuestra piel, estábamos tan excitados que los gruñidos de uno y otro llenaron aquella habitación convirtiéndonos en titanes de nuestro propio hacer.
Abierta de piernas, incitándome a entrar mas, mas dentro, mas fuerte, sus uñas rasgaban mi piel, me aseguraba que yo era todo cuanto necesitaba.
Rugí completamente fuera de mi, cada vez mas preso de esas sensaciones que me provocaba esa mujer que lo era todo para mi.
Incapaz de detenerme, la sacaba del todo y la metía de nuevo de golpe dejando que mi cuerpo tenso por completo cayera sobre el ajeno.
Nuestros ojos se contemplaban los suyos brillantes por el alcohol, los míos centelleando de pasión.
Sus engrosados labios chocaban contra mis húmedos labios, su mano alzaba sus pechos castigando sus pezones, ofreciendoselos a mi boca para que los devoraran, los conquistara mientras mi acero se adueñaba con violencia de su vaina.
Su coño palpitaba, mi verga vibraba en su interior, su “te necesito” gritando contra mi boca era música para mi, esa que me convertía en un dios, que mis movimientos los hacia mas atronadores pues me excitaba muchísimo que ella me reconociera como único.
Engrosada, dura como una piedra y empapada embistió su interior como un fuego abrasador, la lava del volcán en su interior se vertió, rugí de puro placer, hundiendo mis dedos en sus caderas, sacudiéndome por completo, corriéndome tan dentro que pensaba que iba a partirla.
Mi cuerpo calló finalmente laxó contra el ajeno, jadeando roncamente contra sus pechos alzados.
-Te quiero Synnove, no puedo vivir si ti, no me dejes, no te rindas, yo te necesito -supliqué por primera vez demostrándole mis miedos mas ocultos.
-Te quiero -susurré entre rudos mordiscos -tengo miedo a que me dejes, a que te des cuenta de que esto no es posible, mi miedo es lo que me convierte en un tonto -susurré contra sus labios intentando que entendiera el porque de mi comportamiento.
Éramos guerreros, estaba acostumbrado a elevar los escudos antes de que me atravesara el acero, me movía como un animal salvaje acorralado y ella lo sabia, ella era tan vikinga como yo mismo.
Mordí su boca cuando sus dedos tomaron mi mojada verga, deslizó su yema por ella, sintiendo lo mojada que estaba, sus ojos centellearon al ver mi excitación, al sentirla entre sus piernas cuando guiada por su mano hasta las profundidades de su centro esta empezó a dilatarse mientras su espalda se arqueaba ofreciéndome sus cúspides.
Boca que recorrió los picos nevados, mi lengua surcó el paso entre ambos, mordiéndolos, tomando las laderas con mordiscos.
Martillo contra yunque choque de cuerpos perlados en sudor, corriente eléctrica de erizaba nuestra piel, estábamos tan excitados que los gruñidos de uno y otro llenaron aquella habitación convirtiéndonos en titanes de nuestro propio hacer.
Abierta de piernas, incitándome a entrar mas, mas dentro, mas fuerte, sus uñas rasgaban mi piel, me aseguraba que yo era todo cuanto necesitaba.
Rugí completamente fuera de mi, cada vez mas preso de esas sensaciones que me provocaba esa mujer que lo era todo para mi.
Incapaz de detenerme, la sacaba del todo y la metía de nuevo de golpe dejando que mi cuerpo tenso por completo cayera sobre el ajeno.
Nuestros ojos se contemplaban los suyos brillantes por el alcohol, los míos centelleando de pasión.
Sus engrosados labios chocaban contra mis húmedos labios, su mano alzaba sus pechos castigando sus pezones, ofreciendoselos a mi boca para que los devoraran, los conquistara mientras mi acero se adueñaba con violencia de su vaina.
Su coño palpitaba, mi verga vibraba en su interior, su “te necesito” gritando contra mi boca era música para mi, esa que me convertía en un dios, que mis movimientos los hacia mas atronadores pues me excitaba muchísimo que ella me reconociera como único.
Engrosada, dura como una piedra y empapada embistió su interior como un fuego abrasador, la lava del volcán en su interior se vertió, rugí de puro placer, hundiendo mis dedos en sus caderas, sacudiéndome por completo, corriéndome tan dentro que pensaba que iba a partirla.
Mi cuerpo calló finalmente laxó contra el ajeno, jadeando roncamente contra sus pechos alzados.
-Te quiero Synnove, no puedo vivir si ti, no me dejes, no te rindas, yo te necesito -supliqué por primera vez demostrándole mis miedos mas ocultos.
Hakon Cannif- Gitano
- Mensajes : 91
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Le escuché decir que me quería, que se comportaba de esa forma porque tenía temor de que le dejara. Negué enfáticamente recibiéndole entre mis piernas, sentir su miembro cálido y húmedo, duro por la excitación, saber que era yo quien la provocaba, tenerlo completamente adentro, me estremecía de una forma indescriptible, algo que nunca sentí, que jamás sentiría de nuevo si no era con él.
Él me envolvía con su fuego y yo desesperada movía mis caderas, inmersa en él, en todo lo que podía percibir, deseosa de él, necesitada de él. Su olor, ese olor tan suyo, olía a hombre, a acero, a hoguera, a nuestra tierra, su olor se me subía a la cabeza, embriagándome más que el alcohol.
Lo atraía tanto como podía con mis manos y mis piernas, contrayéndome de placer en torno a su falo, jadeando bajo el movimiento frenético de su pelvis contra la mia. ¿Cómo renunciar a esto? ¿Cómo renunciar a él? Ni podía, ni quería, no me creía capaz, solo le deseaba a él. -Te quiero… te quiero…- repetí, deseando que me creyera, que las dudas que nos invadían a ambos desaparecieran, quería ser su mujer hoy, siempre. No podía renunciar a él, me dolía que lo sugiriera, que pudiera no creer en lo que sentía por él desde siempre.
Mi cuerpo se encontraba presa de él, estaba tan mojada mientras se deslizaba en mi interior una y otra vez, tan perdida en mi hombre. Mi pecho subía y bajaba incinerado por el fuego que recorría mi piel bajo el camino que seguían sus labios, su lengua, sus dientes. Jadeé clavándole las uñas, creando caminos sobre su piel, presa de la vorágine de placer que nos arrasaba, arqueándome bajo sus penetraciones, estaba tan grande, tan duro, me quemaba con sus embestidas. Moví mis piernas para abrazarlo con ellas, para crear un ángulo en el que se hundiera más, suplicándole con la voz ronca de pasión que siguiera, que no se detuviera.
Suspiré jadeante cuando sus labios tibios abrieron caminos entre mis pechos, mi piel completamente erizada pidiendo más. Me contorsioné de placer por la forma en que danzábamos, por el choque de nuestras caderas. Mis pechos erguidos, ofrecidos, solo buscaban que los devorara. Gemí de placer cuando se detuvo a acariciarlos, a mordisquearlos, conquistándolos para si hasta que finalmente tiré de su pelo, con los dedos enredados en este, reclamándo su boca, quería beber de ella.
Mis labios ávidos colisionaron con los suyos para dejar bailar a nuestras lenguas mientras lo sentía crecer, expanderse, ponerse más duro. Embelesada me quemaba al mover mis caderas metiéndolo muy adentro, nuestras pupilas dilatadas brillaban por la pasión que compartíamos. Mirar sus tempestades oscuras hacía arder la hoguera que él prendió desde niña adentro de mi pecho, una que nunca se extinguiría mientras estuviera conmigo.
Clavé mis dedos en su espalda, no estaba segura de como no me partía en dos, moví mis caderas siguiéndole, gimiendo con fuerza, besándole el rostro, mordiéndole los labios cuando me penetró tan adentro que no pude más que gritar, gimiendo completamente ida cuando mis espasmos le abrazaron, envolviéndolo.
Caímos sobre el sillón, recostados en el. Hakon encontrando hueco entre mis pechos. Mis manos le acariciaron, gotas de sudor brillaban sobre mi piel, él aún me erizaba con su aliento, con su respiración tan acelerada como la mia. Recorrí la piel de su espalda despacio, me gustaba tanto tocarlo, sentirlo descansar sobre mi.
Sonreí cuando escuché sus palabras, era la primera vez que me decía algo así, pero notaba también sus temores, hacían eco de los míos. Negué con vehemencia. -¿Cómo dejarte? No podría… Se me ha partido el alma hoy, pensando que todo entre nosotros podía desvanecerse.- Lo acaricié aún inquieta, necesitada de saberlo mio. Aún estaba estremecida por la intensidad con la que hicimos el amor, por la manera en que nos acoplábamos y por como él me tocaba el alma.
-No quiero irme de tu lado jamás.- Lo tomé del rostro para acercarlo y acariciarle los labios, para perderme en sus vastas tempestades, sentir como me quemaban al detenerse en mis esmeraldas. Nunca me sentí vulnerable, ni desnuda por completo, solo con él, solo cuando me miraba. Necesitaba que creyera en mi.
-No puedo dejar de quererte, fui tuya desde niña, me atrevo a decir que desde que te vi por primera vez. Mi primer recuerdo debería ser madre o padre… pero cuando busco en mi mente me veo con la mirada asombrada, fija en tus tempestades. Me miran serias, protectoras, cálidas y en ese momento sonrío, quiero llegar a ti… me atraen, siento que me envuelven y que estaré segura y a salvo siempre que me miren.- Me detuve en ese recuerdo, en todo aquello que me trasmitía su mirada aún en aquel entonces. -Claro que con el transcurso de los años hice de todo para llamar tu atención y que me voltearas a ver.- Me eché a reír recordando como me enfurruñaba cuando estaba distraído en algo y yo solo quería que me prestara atención.
-No puedo ser de otro si siempre he sido tuya.- añadí muy seria. Nunca nos habíamos hablado así, era la primera vez que me abría de esta manera con él y de verdad quería sincerarme como nunca lo hice antes. -Puedes gritarme, llamarme caprichosa, pero pase lo que pase y venga lo que venga te llevo grabado a fuego en mi memoria y en mis sentimientos. Te quiero y ese amor lo llevaré conmigo siempre.-
Él me envolvía con su fuego y yo desesperada movía mis caderas, inmersa en él, en todo lo que podía percibir, deseosa de él, necesitada de él. Su olor, ese olor tan suyo, olía a hombre, a acero, a hoguera, a nuestra tierra, su olor se me subía a la cabeza, embriagándome más que el alcohol.
Lo atraía tanto como podía con mis manos y mis piernas, contrayéndome de placer en torno a su falo, jadeando bajo el movimiento frenético de su pelvis contra la mia. ¿Cómo renunciar a esto? ¿Cómo renunciar a él? Ni podía, ni quería, no me creía capaz, solo le deseaba a él. -Te quiero… te quiero…- repetí, deseando que me creyera, que las dudas que nos invadían a ambos desaparecieran, quería ser su mujer hoy, siempre. No podía renunciar a él, me dolía que lo sugiriera, que pudiera no creer en lo que sentía por él desde siempre.
Mi cuerpo se encontraba presa de él, estaba tan mojada mientras se deslizaba en mi interior una y otra vez, tan perdida en mi hombre. Mi pecho subía y bajaba incinerado por el fuego que recorría mi piel bajo el camino que seguían sus labios, su lengua, sus dientes. Jadeé clavándole las uñas, creando caminos sobre su piel, presa de la vorágine de placer que nos arrasaba, arqueándome bajo sus penetraciones, estaba tan grande, tan duro, me quemaba con sus embestidas. Moví mis piernas para abrazarlo con ellas, para crear un ángulo en el que se hundiera más, suplicándole con la voz ronca de pasión que siguiera, que no se detuviera.
Suspiré jadeante cuando sus labios tibios abrieron caminos entre mis pechos, mi piel completamente erizada pidiendo más. Me contorsioné de placer por la forma en que danzábamos, por el choque de nuestras caderas. Mis pechos erguidos, ofrecidos, solo buscaban que los devorara. Gemí de placer cuando se detuvo a acariciarlos, a mordisquearlos, conquistándolos para si hasta que finalmente tiré de su pelo, con los dedos enredados en este, reclamándo su boca, quería beber de ella.
Mis labios ávidos colisionaron con los suyos para dejar bailar a nuestras lenguas mientras lo sentía crecer, expanderse, ponerse más duro. Embelesada me quemaba al mover mis caderas metiéndolo muy adentro, nuestras pupilas dilatadas brillaban por la pasión que compartíamos. Mirar sus tempestades oscuras hacía arder la hoguera que él prendió desde niña adentro de mi pecho, una que nunca se extinguiría mientras estuviera conmigo.
Clavé mis dedos en su espalda, no estaba segura de como no me partía en dos, moví mis caderas siguiéndole, gimiendo con fuerza, besándole el rostro, mordiéndole los labios cuando me penetró tan adentro que no pude más que gritar, gimiendo completamente ida cuando mis espasmos le abrazaron, envolviéndolo.
Caímos sobre el sillón, recostados en el. Hakon encontrando hueco entre mis pechos. Mis manos le acariciaron, gotas de sudor brillaban sobre mi piel, él aún me erizaba con su aliento, con su respiración tan acelerada como la mia. Recorrí la piel de su espalda despacio, me gustaba tanto tocarlo, sentirlo descansar sobre mi.
Sonreí cuando escuché sus palabras, era la primera vez que me decía algo así, pero notaba también sus temores, hacían eco de los míos. Negué con vehemencia. -¿Cómo dejarte? No podría… Se me ha partido el alma hoy, pensando que todo entre nosotros podía desvanecerse.- Lo acaricié aún inquieta, necesitada de saberlo mio. Aún estaba estremecida por la intensidad con la que hicimos el amor, por la manera en que nos acoplábamos y por como él me tocaba el alma.
-No quiero irme de tu lado jamás.- Lo tomé del rostro para acercarlo y acariciarle los labios, para perderme en sus vastas tempestades, sentir como me quemaban al detenerse en mis esmeraldas. Nunca me sentí vulnerable, ni desnuda por completo, solo con él, solo cuando me miraba. Necesitaba que creyera en mi.
-No puedo dejar de quererte, fui tuya desde niña, me atrevo a decir que desde que te vi por primera vez. Mi primer recuerdo debería ser madre o padre… pero cuando busco en mi mente me veo con la mirada asombrada, fija en tus tempestades. Me miran serias, protectoras, cálidas y en ese momento sonrío, quiero llegar a ti… me atraen, siento que me envuelven y que estaré segura y a salvo siempre que me miren.- Me detuve en ese recuerdo, en todo aquello que me trasmitía su mirada aún en aquel entonces. -Claro que con el transcurso de los años hice de todo para llamar tu atención y que me voltearas a ver.- Me eché a reír recordando como me enfurruñaba cuando estaba distraído en algo y yo solo quería que me prestara atención.
-No puedo ser de otro si siempre he sido tuya.- añadí muy seria. Nunca nos habíamos hablado así, era la primera vez que me abría de esta manera con él y de verdad quería sincerarme como nunca lo hice antes. -Puedes gritarme, llamarme caprichosa, pero pase lo que pase y venga lo que venga te llevo grabado a fuego en mi memoria y en mis sentimientos. Te quiero y ese amor lo llevaré conmigo siempre.-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa mientras mis dedos se deslizaban ágiles por su vientre dibujando las letras de mi nombre.
-Quiero marcarte, deja que tatué mi nombre en tu piel -dije alzando mis pardos hasta sus sorprendidas esmeraldas.
-Necesito saber que eres mía, gritar al resto de los hombres que me perteneces ya que no puedo gritárselo a Ubbe, a Niels o a padre.
Se que madre será comprensiva, entenderá lo que siento por ti, pero padre...
Dejé escapar el aire de forma pesada, cerrando los ojos mientras sus dedos me peinaban el pelo enredándose entre mis negros mechones.
Escuchaba la historia que me contaba, sonreía complacido contra su pecho, dejándome hacer, consolar de algún modo, no estaba llevando bien esto de ocultar un secreto que me moría por gritar a voces.
-Recuerdo cuando te vi por primera vez, primero nació Ubbe, gritando con un llanto desconsolado, recuerdo la cara de orgullo que puso padre al verlo patalear.
Tu llegaste después, mas pequeña, mirabas todo curiosa desde los brazos de madre, tus esmeraldas se centraron en mi, te sonreí alargando la mano para coger la tuya. Recuerdo que tus dedos se enredaron en el mio, eras muy pequeña y madre me decía que eras mi hermanita.
Solo quería cuidarte, me daba miedo cogerte por si te rompías, desde entonces hasta ahora siempre he sido tu guardián, te quise desde ese instante, aunque mis sentimientos fueron cambiando de forma e intensidad tal y como cumplía años y tu lo hacías conmigo.
Con Ubbe si siento la hermandad que nos une, contigo nunca me sentí así del todo, yo te deseaba, mis ojos bailaban por tu cuerpo cuando tu no me mirabas.
Si un hombre se te acercaba explotaba de celos, siempre acaba en un pelea contra él y contra ti por dejar que te cortejara.
Mis dedos se pasearon por la parte alta de su monte de venus.
-Aquí -le dije escribiendo mi nombre -quiero marcarte con fuego y tinta, eres mía -aseguré casi con un rugido lleno de violencia -mía -repetí alzando mis tempestades dispuestas a navegar sus mares.
Mi torso se alzó, mi boca buscaba ansiosa sus labios, beber de sus manantiales, dejarle claro que eso que me orillaba a buscarla era un sentimiento que me devoraba.
-Te quiero -susurré contra ellos mordiendo su boca con ahincó, engrosando sus labios cuando la tomé con violencia.
Lenguas que se enredaron en un violento baile de gruñidos, de deseo. Mi cuerpo trepó por el ajeno, emprendiendo el duelo, encendiendo las fraguas decidido a forjar nuestro amor a base de acero y fuego.
-Te necesito -nunca pude ser mas sincero que en ese instante en el que mi martillo de nuevo alzado la tomo con ahincó.
Las embestidas fueron duras, violentas, tanto que el sofá acabó partido y ambos dimos de bruces contra el suelo, dando rienda suelta a nuestra pasión entre risas cómplices y mas besos.
Agotados nos miramos cuando el orgasmo volvió a sacudir nuestros cuerpos.
-Sabes, me ha dicho Ubbe que Nai va a dejar de tomarse las hierbas..pronto nuestro hermano sera padre.
Yo era el mayor de todos ellos.
-Siempre pensé que seria el primero en tener un linaje -confesé deslizando mi dedo por su cuerpo despacio.
-Quiero marcarte, deja que tatué mi nombre en tu piel -dije alzando mis pardos hasta sus sorprendidas esmeraldas.
-Necesito saber que eres mía, gritar al resto de los hombres que me perteneces ya que no puedo gritárselo a Ubbe, a Niels o a padre.
Se que madre será comprensiva, entenderá lo que siento por ti, pero padre...
Dejé escapar el aire de forma pesada, cerrando los ojos mientras sus dedos me peinaban el pelo enredándose entre mis negros mechones.
Escuchaba la historia que me contaba, sonreía complacido contra su pecho, dejándome hacer, consolar de algún modo, no estaba llevando bien esto de ocultar un secreto que me moría por gritar a voces.
-Recuerdo cuando te vi por primera vez, primero nació Ubbe, gritando con un llanto desconsolado, recuerdo la cara de orgullo que puso padre al verlo patalear.
Tu llegaste después, mas pequeña, mirabas todo curiosa desde los brazos de madre, tus esmeraldas se centraron en mi, te sonreí alargando la mano para coger la tuya. Recuerdo que tus dedos se enredaron en el mio, eras muy pequeña y madre me decía que eras mi hermanita.
Solo quería cuidarte, me daba miedo cogerte por si te rompías, desde entonces hasta ahora siempre he sido tu guardián, te quise desde ese instante, aunque mis sentimientos fueron cambiando de forma e intensidad tal y como cumplía años y tu lo hacías conmigo.
Con Ubbe si siento la hermandad que nos une, contigo nunca me sentí así del todo, yo te deseaba, mis ojos bailaban por tu cuerpo cuando tu no me mirabas.
Si un hombre se te acercaba explotaba de celos, siempre acaba en un pelea contra él y contra ti por dejar que te cortejara.
Mis dedos se pasearon por la parte alta de su monte de venus.
-Aquí -le dije escribiendo mi nombre -quiero marcarte con fuego y tinta, eres mía -aseguré casi con un rugido lleno de violencia -mía -repetí alzando mis tempestades dispuestas a navegar sus mares.
Mi torso se alzó, mi boca buscaba ansiosa sus labios, beber de sus manantiales, dejarle claro que eso que me orillaba a buscarla era un sentimiento que me devoraba.
-Te quiero -susurré contra ellos mordiendo su boca con ahincó, engrosando sus labios cuando la tomé con violencia.
Lenguas que se enredaron en un violento baile de gruñidos, de deseo. Mi cuerpo trepó por el ajeno, emprendiendo el duelo, encendiendo las fraguas decidido a forjar nuestro amor a base de acero y fuego.
-Te necesito -nunca pude ser mas sincero que en ese instante en el que mi martillo de nuevo alzado la tomo con ahincó.
Las embestidas fueron duras, violentas, tanto que el sofá acabó partido y ambos dimos de bruces contra el suelo, dando rienda suelta a nuestra pasión entre risas cómplices y mas besos.
Agotados nos miramos cuando el orgasmo volvió a sacudir nuestros cuerpos.
-Sabes, me ha dicho Ubbe que Nai va a dejar de tomarse las hierbas..pronto nuestro hermano sera padre.
Yo era el mayor de todos ellos.
-Siempre pensé que seria el primero en tener un linaje -confesé deslizando mi dedo por su cuerpo despacio.
Hakon Cannif- Gitano
- Mensajes : 91
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Sus palabras fueron tranquilizándome poco a poco, alejando la tempestad desatada en mi alma. Lo miraba embelesada, aún crepitando el fuego en mis esmeraldas al ver la imagen de ese hombre de piel morena descansando sobre mi cuerpo. Su mirada y la mía bailaban comunicándonos muchas cosas, liberando nuestros temores, confesándonos lo que llevábamos guardado más adentro.
Sonreí al escuchar sus palabras, sorprendida por la nitidez con la que recordaba mi nacimiento y el de Ubbe. Si cerraba los ojos veía a un Hakon muy pequeño, claro que en aquel entonces me parecía un gigante, cuando mis esmeraldas reposaban en él, mi hermano mayor, mi protector.
Enredé su mano con la mía, jugando con sus dedos mientras con la otra le alzaba el rostro, ofreciéndole mi lengua, rozándole los labios, concentrada en su calidez la deslizaba entre ellos, Me deleitaba al hacerlo mientras sentía la fuerza de su cuerpo, la manera en que su piel rozaba la mía. -Algo parecido me sucedió a mi…- Intenté recordar en qué momento supe que no lo veía como a un hermano, parecía que el límite entre mis sentimientos fraternales y mi amor de mujer se había entremezclado de una forma tan sutil y tan natural que ni yo misma podía explicarme cuándo o cómo exactamente había sucedido.
-Creo que noté más que nunca mis sentimientos cuando tuve mi primer período y comencé a notar los cambios en mi cuerpo frente al espejo. Me observaba en silencio, salía de mi recámara y si me topaba contigo en algún pasillo se me disparaba el pulso y me preguntaba si tu notarías también esos cambios.- Volví al pasado en mi mente, recordando aquellas ocasiones. Acaricié despacio su pierna, pasando mis dedos por su glúteo y sintiendo su respiración sobre mis pechos. Aunque ya había salido de mi interior su falo rozando el interior de mi muslo me hacía sonreír, era una sensación cálida, jamás experimentada.
-Durante demasiado tiempo estuve confundida por mis sentimientos, te miraba cuando te marchabas con padre a la guerra y me preguntaba si encontrarías una hembra que te hiciera feliz… Me angustiaba pensar que así fuera.- Cuantas veces me sentí presa del temor de que fuera a sentar cabeza. Era el mayor, llamaba la atención de muchas, se le acercaban como moscas a la miel y los celos ardían con vehemencia en mi pecho.
Sus siguientes palabras me sorprendieron, quería tatuarme con su nombre. Me eché a reir con una sonrisa pícara cuando señaló el lugar adonde quería el tatuaje. -Te quiero.- le respondí, tras escuchar esas mismas dos palabras. Nuestras bocas se unieron, mi lengua masajeó la suya de forma ardiente, con mis manos en sus mejillas. Tan pronto le sentí trepar abrí mis piernas para él, elevando mi pelvis para invitarle a que me tomara de nuevo. Lo necesitaba, quería confirmar una y otra vez lo que sentíamos el uno por el otro, creer que era para siempre.
Me tomó con furia, con la misma con la que los dioses desataban su poder sobre la tierra, con la fuerza del relámpago y la intensidad del trueno. Le respondí con el mismo fervor, sintiendo como cada embestida me hundía más en el sillón, fundida en él mis piernas le abrazaron con fuerza y mis manos crispadas se hundieron en los marcados músculos de su espalda.
Me eché a reir cuando el sillón se rompió y nos corrimos en el suelo. Trepé sobre su cuerpo, aún con él adentro, mi respiración entrecortada descansaba contra su cuello. Me habló de Naitiri y de Ubbe y de como imaginó tener descendencia antes que él.
Mis labios presionaron su cuello, seguía algo ebria y la maraña de mis emociones ejercía presión dentro de mi pecho. -Quiero tener hijos contigo… quiero un hijo igual a ti… que herede tus tempestades, que refleje tu orgullo en sus ojos y que con ellos me acaricie el alma.- Me acomodé, besando despacio su pecho mientras pensaba y tras un momento subí sobre su cuerpo para quedar cerca de su rostro. Quería que me viera, que comprendiera que deseaba darle descendencia, pero no a escondidas...
-Te amo más que a mi vida. Ser la madre de tus hijos es más de lo que puedo pedir o de lo que nunca soñé… quiero darte hijos fuertes que te hagan sentir orgulloso, continuar así nuestro linaje. ¿Puedes… comprenderme si quiero esperar? Necesito regresar contigo a casa… vivir contigo… ser tu mujer oficialmente.- Para mi era muy importante conocer su opinión y que me comprendiera.
Lo observé con intensidad, sintiendo mi piel calentarse, deslizando mi índice sobre el contorno de sus labios. Lo miraba perdida en la suavidad de su boca, amaba a ese hombre con la esencia de todo mi ser. -Tatúame, hazlo con tu nombre.- Me levanté a horcajadas sobre él alzando mis cejas y sonriéndole de forma ladeada. -Quiero mi nombre tatuado en el mismo lugar. – Enfaticé deslizando mis dedos arriba de su virilidad. -Quiero saberte mío… No quiero perderte, no puedo perderte.-
Sonreí al escuchar sus palabras, sorprendida por la nitidez con la que recordaba mi nacimiento y el de Ubbe. Si cerraba los ojos veía a un Hakon muy pequeño, claro que en aquel entonces me parecía un gigante, cuando mis esmeraldas reposaban en él, mi hermano mayor, mi protector.
Enredé su mano con la mía, jugando con sus dedos mientras con la otra le alzaba el rostro, ofreciéndole mi lengua, rozándole los labios, concentrada en su calidez la deslizaba entre ellos, Me deleitaba al hacerlo mientras sentía la fuerza de su cuerpo, la manera en que su piel rozaba la mía. -Algo parecido me sucedió a mi…- Intenté recordar en qué momento supe que no lo veía como a un hermano, parecía que el límite entre mis sentimientos fraternales y mi amor de mujer se había entremezclado de una forma tan sutil y tan natural que ni yo misma podía explicarme cuándo o cómo exactamente había sucedido.
-Creo que noté más que nunca mis sentimientos cuando tuve mi primer período y comencé a notar los cambios en mi cuerpo frente al espejo. Me observaba en silencio, salía de mi recámara y si me topaba contigo en algún pasillo se me disparaba el pulso y me preguntaba si tu notarías también esos cambios.- Volví al pasado en mi mente, recordando aquellas ocasiones. Acaricié despacio su pierna, pasando mis dedos por su glúteo y sintiendo su respiración sobre mis pechos. Aunque ya había salido de mi interior su falo rozando el interior de mi muslo me hacía sonreír, era una sensación cálida, jamás experimentada.
-Durante demasiado tiempo estuve confundida por mis sentimientos, te miraba cuando te marchabas con padre a la guerra y me preguntaba si encontrarías una hembra que te hiciera feliz… Me angustiaba pensar que así fuera.- Cuantas veces me sentí presa del temor de que fuera a sentar cabeza. Era el mayor, llamaba la atención de muchas, se le acercaban como moscas a la miel y los celos ardían con vehemencia en mi pecho.
Sus siguientes palabras me sorprendieron, quería tatuarme con su nombre. Me eché a reir con una sonrisa pícara cuando señaló el lugar adonde quería el tatuaje. -Te quiero.- le respondí, tras escuchar esas mismas dos palabras. Nuestras bocas se unieron, mi lengua masajeó la suya de forma ardiente, con mis manos en sus mejillas. Tan pronto le sentí trepar abrí mis piernas para él, elevando mi pelvis para invitarle a que me tomara de nuevo. Lo necesitaba, quería confirmar una y otra vez lo que sentíamos el uno por el otro, creer que era para siempre.
Me tomó con furia, con la misma con la que los dioses desataban su poder sobre la tierra, con la fuerza del relámpago y la intensidad del trueno. Le respondí con el mismo fervor, sintiendo como cada embestida me hundía más en el sillón, fundida en él mis piernas le abrazaron con fuerza y mis manos crispadas se hundieron en los marcados músculos de su espalda.
Me eché a reir cuando el sillón se rompió y nos corrimos en el suelo. Trepé sobre su cuerpo, aún con él adentro, mi respiración entrecortada descansaba contra su cuello. Me habló de Naitiri y de Ubbe y de como imaginó tener descendencia antes que él.
Mis labios presionaron su cuello, seguía algo ebria y la maraña de mis emociones ejercía presión dentro de mi pecho. -Quiero tener hijos contigo… quiero un hijo igual a ti… que herede tus tempestades, que refleje tu orgullo en sus ojos y que con ellos me acaricie el alma.- Me acomodé, besando despacio su pecho mientras pensaba y tras un momento subí sobre su cuerpo para quedar cerca de su rostro. Quería que me viera, que comprendiera que deseaba darle descendencia, pero no a escondidas...
-Te amo más que a mi vida. Ser la madre de tus hijos es más de lo que puedo pedir o de lo que nunca soñé… quiero darte hijos fuertes que te hagan sentir orgulloso, continuar así nuestro linaje. ¿Puedes… comprenderme si quiero esperar? Necesito regresar contigo a casa… vivir contigo… ser tu mujer oficialmente.- Para mi era muy importante conocer su opinión y que me comprendiera.
Lo observé con intensidad, sintiendo mi piel calentarse, deslizando mi índice sobre el contorno de sus labios. Lo miraba perdida en la suavidad de su boca, amaba a ese hombre con la esencia de todo mi ser. -Tatúame, hazlo con tu nombre.- Me levanté a horcajadas sobre él alzando mis cejas y sonriéndole de forma ladeada. -Quiero mi nombre tatuado en el mismo lugar. – Enfaticé deslizando mis dedos arriba de su virilidad. -Quiero saberte mío… No quiero perderte, no puedo perderte.-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
La escuché con atención, hablaba de tener un linaje conmigo, que me amaba y era consciente de que no existia mentira en sus palabras.
Acaricié con mis dedos su cuerpo, aquella curva que formaba su espalda allí donde nacían sus duras nalgas.
-Entiendo que necesites tiempo, que quieras hacer las cosas bien, hablar antes con padre y con madre, que Ubbe sepa lo nuestro, pero veo que todo el mundo puede tomar sus decisiones y sin embargo yo parezco vivir sujeto a una mentira o a un secreto ¿lo entiendes?
Mordí suavemente su cuerpo, acariciándola lentamente.
-Esperaré, lo haré, porque estoy enamorado de ti hasta la médula, pero por Odin que no voy a vivir así para siempre, quiero gritar mi verdad, que pase lo que tenga que pasar y si he de olvidar mi apellido por poder desposarte, lo acepto.
Se que ella no era eso lo que quería, pero no podíamos ser hermanos y a su vez esposos, esto era muy complico, demasiado.
-Tendremos que renunciar a muchas cosas y si tu crees que podremos sentarnos de la mano frente a padre y a madre y contarles el amor que nos procesamos sin que para mi existan consecuencias estas equivocada y eres una necia.
Sabes como lo tomará padre, sabes que lo verá como una traición y que me he aprovechado de nuestra unión como hermanos para llevarte a mi lado.
Padre no va a darme su beneplácito y Ubbe dudo mucho que se enfrente al mítico Erlend.
Las esmeraldas de Synnoobe brillaban creo que meditando mis palabras, desconocía si pensaba exactamente del mismo modo que yo lo hacia pero en el fondo creo sabia que tenia razón.
-No se cuales serán esas consecuencias, pero las habrá.
Mi boca se hundió en la ajena, saboreé su delicioso sabor, recorriendo los cientos de caminos explorados, húmedos y míos entre jadeos.
-Ubbe toma sus decisiones, va a quedarse en este tiempo, se ha saltado las reglas y parece no importarle porque el amor abandera su causa ¿acaso no es lo mismo lo que abandera la mía? ¿por que el mio no es igual de importante? No eres mi hermana de sangre, yo nunca te he sentido mi hermana, te he deseado desde que tu cuerpo se torno curvilíneo.
Cerré los ojos con mi frente contra la suya, nuestros labios se rozaban sin pausa, habíamos hablado, nos habíamos liberado de nuestros miedos pero aun nos quedaba caminar tanto para conseguir nuestros sueños que se me antojaba un sendero infinito, Hel era el infierno al que acudiría y si eso era lo que merecía por amar a esa mujer, de acuerdo, pero merecía una vida a su lado.
Acaricié con mis dedos su cuerpo, aquella curva que formaba su espalda allí donde nacían sus duras nalgas.
-Entiendo que necesites tiempo, que quieras hacer las cosas bien, hablar antes con padre y con madre, que Ubbe sepa lo nuestro, pero veo que todo el mundo puede tomar sus decisiones y sin embargo yo parezco vivir sujeto a una mentira o a un secreto ¿lo entiendes?
Mordí suavemente su cuerpo, acariciándola lentamente.
-Esperaré, lo haré, porque estoy enamorado de ti hasta la médula, pero por Odin que no voy a vivir así para siempre, quiero gritar mi verdad, que pase lo que tenga que pasar y si he de olvidar mi apellido por poder desposarte, lo acepto.
Se que ella no era eso lo que quería, pero no podíamos ser hermanos y a su vez esposos, esto era muy complico, demasiado.
-Tendremos que renunciar a muchas cosas y si tu crees que podremos sentarnos de la mano frente a padre y a madre y contarles el amor que nos procesamos sin que para mi existan consecuencias estas equivocada y eres una necia.
Sabes como lo tomará padre, sabes que lo verá como una traición y que me he aprovechado de nuestra unión como hermanos para llevarte a mi lado.
Padre no va a darme su beneplácito y Ubbe dudo mucho que se enfrente al mítico Erlend.
Las esmeraldas de Synnoobe brillaban creo que meditando mis palabras, desconocía si pensaba exactamente del mismo modo que yo lo hacia pero en el fondo creo sabia que tenia razón.
-No se cuales serán esas consecuencias, pero las habrá.
Mi boca se hundió en la ajena, saboreé su delicioso sabor, recorriendo los cientos de caminos explorados, húmedos y míos entre jadeos.
-Ubbe toma sus decisiones, va a quedarse en este tiempo, se ha saltado las reglas y parece no importarle porque el amor abandera su causa ¿acaso no es lo mismo lo que abandera la mía? ¿por que el mio no es igual de importante? No eres mi hermana de sangre, yo nunca te he sentido mi hermana, te he deseado desde que tu cuerpo se torno curvilíneo.
Cerré los ojos con mi frente contra la suya, nuestros labios se rozaban sin pausa, habíamos hablado, nos habíamos liberado de nuestros miedos pero aun nos quedaba caminar tanto para conseguir nuestros sueños que se me antojaba un sendero infinito, Hel era el infierno al que acudiría y si eso era lo que merecía por amar a esa mujer, de acuerdo, pero merecía una vida a su lado.
Hakon Cannif- Gitano
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Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Mis dedos se deslizaron por su piel al escucharlo hablar, acariciando lentamente la línea de su pubis, mirando esos ojos pardos y notando la seriedad de sus palabras. Todavía a veces sentía que tocarlo era demasiado para mi, como si este viaje al pasado en el cual nos encontramos como hombre y mujer no dejara de ser un sueño. Temía despertar de el, no quería despertar, quería prolongarlo, siempre, viniese lo que viniese, tuviese el precio que tuviera.
Dejé salir el aire con lentitud, me decía algunas cosas que podía comprender pero que al mismo tiempo me confundían porque realmente ¿cuál era la mejor solución? Viese por donde se viese la tormenta iba a desatarse de un modo u otro y alguien saldría lastimado. -Tampoco me gusta que seamos un secreto, por eso quiero gritarlo, que todos se enteren, que sepan de una buena vez que te quiero.- Negué cuando habló de renunciar a su apellido, no me parecía justo de ninguna manera. Él era un Cannif, era tan hijo de Erlend y Adaline como lo era Ubbe, como lo era yo, se lo había ganado a pulso desde siempre y nuestros hijos también merecían ser Cannif.
Mis esmeraldas vibraron al mirarlo, tampoco era una necia, sabía perfectamente que de hablar con nuestros padres habría consecuencias. -Tienen que saberlo…- Pensé en padre, en madre… en nuestra familia… Podía haber sido una rebelde mientras crecía, podía haberme alejado en ocasiones queriendo probar mi valía ante sus ojos, demostrar que no era menos que cualquier otro guerrero en mi familia, pero no por ello dejaba de llevarles muy adentro. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? -No podría estar tranquila si ellos no lo saben, al menos les debemos eso. Quiero que lo sepan y a la vez temo las consecuencias esta verdad pueda traerte, que pueda traernos a ambos… pero, estoy dispuesta a encararlas si eso significa hacerlo contigo, ser tu mujer.-
Nuestro siguiente beso se tornó profundo, para mi ya no había marcha atrás, solo un camino adelante con él, con sus labios explorando los míos, con la manera en que me tocaba, con la forma en que compartíamos nuestra pasión sin esconderla más de nosotros mismos. -Ya no me imagino un camino a seguir sin tus besos, sin poder tocar tu cuerpo desnudo, sin poder sentirte respirar cuando llenas mis pulmones, tener una vida en la que no vuelvas a hacerme el amor.-
Dejé vagar mis manos sobre su piel, ardientes recorrieron su espalda, alcanzando su nuca para hundirse en su oscuro pelo, sintiéndome desesperada antes de volver a su boca sin saciarme de ella. Quería ser todo para él, quería ser su compañera, su amante, la madre de sus hijos y su único amor, y temía que de una forma u otra algo nos separara.
-No estoy de acuerdo con lo que ha hecho Ubbe… lo sabes… él lo sabe… Aún me duele su decisión, pero igual lo ha hecho… independientemente de la opinión de los demás. Se ha saltado la de todos por amor y no, el nuestro no es menos importante. Tú no eres menos importante.-
Busqué sus tempestades, las mías lo miraban con sus reflejos en flamas. -Podríamos desposarnos antes de volver a casa.- dije, observándolo intensamente. -¿Qué podría tener más fuerza que nuestra unión ante Odín y los dioses? Nuestros padres, nuestra familia, todo aquel que nos vea como hermanos… ¿quién podría hacer algo contra lo que ya está unido? ¿podría alguien separarnos entonces?-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Nuestros ojos quedaban anclados en los ajenos, ahora piel con piel podíamos darnos cuenta de lo diferentes que eramos, su tez clara contrastaba con la mía mucho mas oscura.
Éramos hermanos, me sentía un Cannif porque así me criaron, dejé que mi sangre bañara el norte, tierras que amaba como si fueran propias y no imaginaba mi vida lejos de ellas.
Sus dedos se paseaban por mi nuca, enredándose en ellos mientras nuestros labios se buscaban con cada palabra, nuestras lenguas se enlazaban en una batalla sin tregua, era evidente que ibamos a luchar porque no concebíamos una vida sin el otro.
El amor abandera las mas nobles gestas y esta era la nuestra.
-Te quiero -susurré contra su boca.
Tantos te quiero silenciados, ocultos en vanas discusiones sin sentido, celos borracheras, siempre enredados en un duelo de sentimientos escondidos a todos, incluso negados por nosotros mismos.
Este viaje lo había cambiado todo y cuando de sus labios escapó ese...”casémonos” no lo dude.
-Solos, ante nuestros dioses, regresemos al norte bendecidos por Freya y nadie podrá dudar de que nuestro amor es verdadero. Tan cierto que es capaz de mover montañas y atravesar fronteras.
Padre lo tomaría como un desafió, pero acaso fuere como fuere, no seria exactamente eso lo que de mi le llegaría.
Synnobe era su única hija, mi padre era muy posesivo, protector con aquello que amaba, a madre no podía rozarla ni el viento y con Synnobe se que haría lo mismo.
-Necesitaremos unos testigos, habla con Nai y con Devon, las dos nos acompañaran a nuestras tierras y ambas podrán ser testigos dando veracidad a nuestras palabras.
Pídeles que oculten esto a nuestro hermano o lo sabotearan, sabes que así será.
Ha de ser un secreto, uno que desvelaremos en su justo momento.
Así lo organizamos todo, aquella mañana yo me iría de caza con Ubbe y Niles mientras ella, iría de compras con su mujer y prometida respectivamente. Allí y por primera vez ella se sinceraría con ellas y les pediría esa complicidad que ambos necesitamos para que una unión entre ambos fuera posible.
Sabia que no iba a ser fácil, que en parte estábamos pidiéndoles que mintieran a sus respectivas parejas, pero solo así podríamos darnos ese si quiero, una unión que una vez los dioses dieran por buena, ni padre se atrevería a repudiarla, ni a contradecirla.
No era exactamente como habíamos soñado casarnos algún día, pero si de verdad no podíamos vivir sin el otro, esta era nuestra única opción de futuro.
Éramos hermanos, me sentía un Cannif porque así me criaron, dejé que mi sangre bañara el norte, tierras que amaba como si fueran propias y no imaginaba mi vida lejos de ellas.
Sus dedos se paseaban por mi nuca, enredándose en ellos mientras nuestros labios se buscaban con cada palabra, nuestras lenguas se enlazaban en una batalla sin tregua, era evidente que ibamos a luchar porque no concebíamos una vida sin el otro.
El amor abandera las mas nobles gestas y esta era la nuestra.
-Te quiero -susurré contra su boca.
Tantos te quiero silenciados, ocultos en vanas discusiones sin sentido, celos borracheras, siempre enredados en un duelo de sentimientos escondidos a todos, incluso negados por nosotros mismos.
Este viaje lo había cambiado todo y cuando de sus labios escapó ese...”casémonos” no lo dude.
-Solos, ante nuestros dioses, regresemos al norte bendecidos por Freya y nadie podrá dudar de que nuestro amor es verdadero. Tan cierto que es capaz de mover montañas y atravesar fronteras.
Padre lo tomaría como un desafió, pero acaso fuere como fuere, no seria exactamente eso lo que de mi le llegaría.
Synnobe era su única hija, mi padre era muy posesivo, protector con aquello que amaba, a madre no podía rozarla ni el viento y con Synnobe se que haría lo mismo.
-Necesitaremos unos testigos, habla con Nai y con Devon, las dos nos acompañaran a nuestras tierras y ambas podrán ser testigos dando veracidad a nuestras palabras.
Pídeles que oculten esto a nuestro hermano o lo sabotearan, sabes que así será.
Ha de ser un secreto, uno que desvelaremos en su justo momento.
Así lo organizamos todo, aquella mañana yo me iría de caza con Ubbe y Niles mientras ella, iría de compras con su mujer y prometida respectivamente. Allí y por primera vez ella se sinceraría con ellas y les pediría esa complicidad que ambos necesitamos para que una unión entre ambos fuera posible.
Sabia que no iba a ser fácil, que en parte estábamos pidiéndoles que mintieran a sus respectivas parejas, pero solo así podríamos darnos ese si quiero, una unión que una vez los dioses dieran por buena, ni padre se atrevería a repudiarla, ni a contradecirla.
No era exactamente como habíamos soñado casarnos algún día, pero si de verdad no podíamos vivir sin el otro, esta era nuestra única opción de futuro.
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Su te quiero fue todo lo que necesitaba oir, lo único que podía traerme paz y lograr serenar de alguna manera la inquietud que me dominaba. Mis labios acogían los suyos incansables, rozándolos, acariciándolos, hasta fundirse en un beso húmedo, pasional y profundo, tal y como lo eran mis sentimientos por él, como siempre lo serían, hasta que alcanzásemos Hell o el Valhalla, y aún allí seguirían siendo igualmente firmes. -Te quiero.-
Sus siguientes palabras lograron que mis esmeraldas brillaran, encendidas por un sentimiento que me embargaba con una fuerza con la que nada lo había hecho antes. Nunca unas palabras significaron tanto para mi. Después de un camino que parecía tan largo, uno cargado de años de dudas, de inquietudes, de sentimientos negados y escondidos, hablábamos de unir nuestras vidas en matrimonio, él estaba aceptando que nos casáramos. -Capaz de mover montañas y atravesar fronteras.- repetí con lentitud, así lo sentía, nuestro amor quedaba perfectamente descrito con esas palabras.
Acuné su rostro en mis manos, embebida en cada una de las emociones que me hacía sentir, que veía reflejadas en sus tempestades, eran un espejo de las mías. Le acaricié con las yemas de mis dedos, reconociendo sus labios, entregándole los míos, buscándose estos y fundiéndose húmedos y suaves, al mantener él encendida la hoguera que en mi interior me mantenía viva, que me hacía ser Synnove. -Eso es precisamente lo que hará nuestro amor … si estás conmigo, si regresamos como marido y mujer... moveremos montañas, lograremos lo que sea.-
Ya nada me importaba, que viniera lo que viniera, lo enfrentaría todo, ahogaría mis temores, afrontaría a toda mi familia, a cada uno. Podía perderlo todo pero al mismo tiempo lo ganaría todo si él estaba conmigo. -Solo me importas tú, solo tú.- Cerré los ojos, sintiéndole respirar sobre mi pecho, su olor se me subía a la cabeza, me sentía irremediablemente perdida. Acepté todo lo que me dijo, que hablara con Nai y Devon, tenerlas de testigos… en nuestra boda. Nuestra boda...
Abrí mis ojos de golpe, descubriendo las distintas emociones que podía leer en sus tempestades y tiré de él para llevarlo conmigo a la cama. Por la mañana echaríamos a andar nuestros planes, nada iba a ser fácil, lo sabíamos, pero al verle a él con la luz de las velas iluminándole desde atrás, al dejarme caer con él en la cama, sentí que finalmente dejaba de recorrer ese camino interminable, ese que me mantuvo en zozobra toda la vida al sepultar mis sentimientos, al estar segura de que era un pecado verle como a un hombre, al temer que mis propias reacciones me descubrieran cada vez que me acercaba a él.
Al acariciar nuestros cuerpos y sentir su piel erizarse, al abrir mis piernas deseando que volviera a deslizarse en mi interior, creando así el perfecto espacio para unirme con él, supe que no podía ser ninguna otra mi parada, que solo él era mi destino.
Al acariciar nuestros cuerpos y sentir su piel erizarse, al abrir mis piernas deseando que volviera a deslizarse en mi interior, creando así el perfecto espacio para unirme con él, supe que no podía ser ninguna otra mi parada, que solo él era mi destino.
Desperté a la mañana siguiente para mirar hacia un lado y encontrarle allí aún dormido, entrecerrando los ojos al encenderse el deseo en mi cuerpo. Mis esmeraldas lo recorrieron despacio, apreciando todo lo que miraba, la manera en que respiraba, su expresión al descansar, sus facciones perfectas iluminadas por los primeros rayos de sol. Únicamente lo estaba mirando dormir y ya se me disparaba el pulso. Dejé escapar el aire de forma pesada y conté hasta diez antes de ceder a mi necesidad de moverme y trepar sobre él.
-Hakon… debes despertar ya, tenemos mucho que hacer…- Busqué sus labios para morderlos al despertarlo, mis rodillas hundiéndose en el colchón, a ambos lados de sus caderas. -Toma el baño conmigo antes de marcharnos…- Mi voz sonó ronca antes de que mi lengua se moviera contra la suya en un beso ardoroso y sensual, mientras mis dedos se deslizaban sobre su vientre bajo, descendiendo hacia su falo para acariciarlo y comenzar a masturbarlo para mi...
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Entreabrí los ojos enfocándola, ladeé la sonrisa cuando mis ojos pardos chocaron con sus dos incendiadas esmeraldas.
Mis labios se entreabrieron para recibir aquel beso que arrasó todo por completo, su pelo en cascada caía sobre sendos rostros, dándonos una intimidad no necesitada.
Nuestras lenguas se acariciaron, dentro y fuera de nuestras bocas se lamían en un cálido y húmedo pulso.
-Te deseo -aseguré -¿así vas a despertarme cada mañana? -pregunté con picarda llevando mis manos a sus caderas para acompañar el vaivén de estas.
Desnudos nuestros cuerpos se buscaban, me había despertado ya animado de mas, con el mástil alzado que ahora se humedecía rozando su centro con hambruna.
Los jadeos pronto inundaron la cámara, perdido en su olor, en su sabor y en su piel me volví loco alzando el torso para chocar con su boca, manantial del que acabe ebrio, embebiendome de el en todo momento.
Ella quería ir al baño, pero yo la quería ahora y apreté para clavársela.
Sus pechos, duros, rectos rozaban mi torso, ofrecidos, alzados mi boca los devoró por completo.
Atrapé su pelo en un puño en su nuca, enredando allí mis dedos, gruñía contra su boca embistiéndola como una bestia, su piel clara contra mi tono aceituna, ambos perlados en sudor, jadeando sin poder parar de tocarnos.
-Eres mía -aseguré entre gruñidos, lamiendo su mandíbula, deslizando mis dientes por ella, estaba tan excitado que controlarme era imposible, por fin era mía, su cuerpo me lo decía.
Arqueó su espalda, gimió con fuerza tensando su cuerpo, mis embestidas cada vez eran mas duras, violentas, aticé con dos manotazos sus nalgas y en ese instante ella se corrió y yo me sacudí en su interior llenándola por completo de mi.
Laxos cayeron nuestros cuerpos sobre el colchón, sonreí acariciando su rostro, aun no me creía que me perteneciera, que fuera a desposarse conmigo.
-Ahora si podemos tomar el baño -apunté divertido -¿vas a ir a ver a Devon y Nai? Quiero casarme contigo cuanto antes, una vez estemos casados nada podría separarnos pues Freya os habrá unido y pronto nuestro linaje crecerá sano.
Me puse en pie, su turbia mirada lamia mi cuerpo de arriba a bajo mientras yo le sonreía.
-Vamos mujer -dije tomándola como si fuera un saco, ella pataleaba y se reía mientras yo le azotaba el culo.
La dejé caer en el suelo del baño mientras la tina se reían, las caricias,los besos se sucedían.
-Te quiero Synnobe -susurré contra su boca.
Mis labios se entreabrieron para recibir aquel beso que arrasó todo por completo, su pelo en cascada caía sobre sendos rostros, dándonos una intimidad no necesitada.
Nuestras lenguas se acariciaron, dentro y fuera de nuestras bocas se lamían en un cálido y húmedo pulso.
-Te deseo -aseguré -¿así vas a despertarme cada mañana? -pregunté con picarda llevando mis manos a sus caderas para acompañar el vaivén de estas.
Desnudos nuestros cuerpos se buscaban, me había despertado ya animado de mas, con el mástil alzado que ahora se humedecía rozando su centro con hambruna.
Los jadeos pronto inundaron la cámara, perdido en su olor, en su sabor y en su piel me volví loco alzando el torso para chocar con su boca, manantial del que acabe ebrio, embebiendome de el en todo momento.
Ella quería ir al baño, pero yo la quería ahora y apreté para clavársela.
Sus pechos, duros, rectos rozaban mi torso, ofrecidos, alzados mi boca los devoró por completo.
Atrapé su pelo en un puño en su nuca, enredando allí mis dedos, gruñía contra su boca embistiéndola como una bestia, su piel clara contra mi tono aceituna, ambos perlados en sudor, jadeando sin poder parar de tocarnos.
-Eres mía -aseguré entre gruñidos, lamiendo su mandíbula, deslizando mis dientes por ella, estaba tan excitado que controlarme era imposible, por fin era mía, su cuerpo me lo decía.
Arqueó su espalda, gimió con fuerza tensando su cuerpo, mis embestidas cada vez eran mas duras, violentas, aticé con dos manotazos sus nalgas y en ese instante ella se corrió y yo me sacudí en su interior llenándola por completo de mi.
Laxos cayeron nuestros cuerpos sobre el colchón, sonreí acariciando su rostro, aun no me creía que me perteneciera, que fuera a desposarse conmigo.
-Ahora si podemos tomar el baño -apunté divertido -¿vas a ir a ver a Devon y Nai? Quiero casarme contigo cuanto antes, una vez estemos casados nada podría separarnos pues Freya os habrá unido y pronto nuestro linaje crecerá sano.
Me puse en pie, su turbia mirada lamia mi cuerpo de arriba a bajo mientras yo le sonreía.
-Vamos mujer -dije tomándola como si fuera un saco, ella pataleaba y se reía mientras yo le azotaba el culo.
La dejé caer en el suelo del baño mientras la tina se reían, las caricias,los besos se sucedían.
-Te quiero Synnobe -susurré contra su boca.
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Sonreí al ser testigo de como sus pardos se abrían a la primera luz de la mañana para enfocarme, su sonrisa ladeada dándome los buenos días. Respiré hondo abstraída en su natural aroma, sus labios recibieron a los míos y los saboreé con ganas, llenándome de su sabor, succionando con fervor ardiente, con ese calor que reptaba entre mis muslos, mojándolos al pegarse más nuestros cuerpos.
-Todas y cada una.- respondí pícaramente al preguntarme si así iba a despertarlo de ahora en adelante cada mañana. Me encantaba notar esa misma necesidad en él, idéntica a la mía. Sentir su piel desnuda contra la mía, respirar su mismo aire, fundir nuestros alientos, sentirme vibrar con una sola mirada suya. Saber que era yo quien despertaba ese deseo, acariciar su pecho y sentir sus manos perderse en mi piel, en mis caderas, acariciando cada curva de mi cuerpo, cada parte íntima que lo conformaba y que era completamente suya.
Jadeé al sentir la presión de su miembro duro y erecto. Seguí a sus caderas moviéndome sobre este, notando como se calentaba y humedecía al rozar los pliegues del mío, logrando que cada músculo de mi intimidad se contrajera y escurriese una tibia humedad. Continué moviéndome con un deseo desesperado de atrapar su glande, de crear fricción con el en mi clítoris.
Nuestros labios volvieron a encontrarse con pasión y deseo, arrebatándome cualquier trazo de cordura, llevándome a un éxtasis que buscaba entregarme a él por completo. Todo mi cuerpo se llenó de ansiedad hasta que su mástil, sin más preámbulos, me empaló completamente hundiéndose en mi humedad para hacerme gemir sin ningún tipo de tapujos.
Volvimos a encajar de forma perfecta, como solo podían hacerlo un hombre y su mujer. Mi respiración irregular movió mis pechos a un ritmo acompasado al seguir sus embestidas. Su aliento sobre ellos logró que estos se endurecieran, sus labios y sus dientes prodigándome su atención provocaron que arañara su piel presa de las sensaciones abrumadoras que me recorrieron al llevárselos a la boca, al chuparlos y morderlos.
Me entregué a sus embestidas cada vez más profundas, me abrí aún más el y me sentí arder en flamas cuando entre gruñidos dijo con su enronquecida voz que era suya, sintiéndome completamente llena de su cuerpo y de él. La sensación húmeda y pesada de nuestras lenguas acompañó a nuestras manos en la piel del otro.
Le besé el cuerpo, alcancé sus tetillas, las chupé, las mordisqueé, dejé un camino de besos en su pecho, succioné y mordí su cuello habiendo perdido completamente el control, deseosa de marcarlo antes de regresar a su boca.
Sus estocadas duras y violentas me hicieron cerrar los ojos con fuerza, un par de manotazos suyos y mis manos se aferraron a su pelo, lanzando mi cabeza hacia atrás, mi centro recibiendo su simiente al corrernos.
Caí sobre el colchón bastante complacida, acostándome de lado para observarle intensamente cuando me acarició el rostro, sin poder borrar mi sonrisa o de dejar de tocarlo. Asentí cuando me preguntó si iría a ver a Nai y a Devon. -Nunca he deseado nada con más vehemencia.-
Apenas me creía que de verdad fuéramos a casarnos, que lo hubiéramos hablado y que fuera a suceder. -A nuestros hijos les encantará saber que fue su madre la que la hizo la propuesta.- Le guiñé el ojo antes de echarme a reir, estaba tan contenta, no quería otra cosa más que unir mi destino al suyo con la bendición de Freya.
Un pequeño grito acompañó a unas pataletas cuando de un tirón me subió sobre su hombro para llevarme al baño. -¿Cuándo vas a dejar de tratarme como a un saco de patatas? ¿Ah?-
Le di un par de juguetones golpes al depositarme sobre el suelo. Lo seguí con la mirada cuando preparó la tina, tiré de él para regresarlo a mi cuerpo y lo rodeé con mis brazos para acariciar su morena piel dejando que nuestros labios se encontraran y nuestras lenguas se acariciaran despacio.
-Te quiero Hakon.- Lo contemplé con mis esmeraldas encendidas, deseando abarcar todo lo que veía de él. Sentía adentro un vórtice de emociones demasiado intensas, necesitaba que fuera mío, necesitaba tenerlo siempre así, que fuera mi hombre hoy y siempre.
Sin soltarlo caminé sonriendo con el hacia la bañera ya llena de agua, empujándolo con mi cuerpo hasta que ambos nos sumergimos en ella. -¿Aún te parece que me comporto como una niña?- Acaricié su nariz con la mía al bromear recordando lo que me había dicho la primera vez que nos amamos.
Tomé la esponja en mis manos, sintiendo mis pezones endurecerse al contacto con su cuerpo y comencé a pasarla despacio por el suyo. -No puedo esperar a que empecemos nuestra vida juntos. No puedo prometer que no pelearemos, porque ambos sabemos que no será así, pero si puedo prometerte que te querré siempre, que haré lo posible porque cada reconciliación valga la pena, que te amaré con todo lo que soy para que nunca te arrepientas de haberme escogido como tu mujer. Tus batallas serán las mías y siempre, siempre estaré contigo para curar tus heridas, para acompañarte adonde vayas.-
-Te quiero con una voracidad que me quema, te llevo muy adentro, ya no sé que haría sin ti. Dime que eres mío Hakon, dímelo.- Sabía que me quería, sabía que deseaba unir nuestras vidas tanto como lo deseaba yo, pero sentía una necesidad desesperada que me orillaba a pedirle que me lo dijera.
-Todas y cada una.- respondí pícaramente al preguntarme si así iba a despertarlo de ahora en adelante cada mañana. Me encantaba notar esa misma necesidad en él, idéntica a la mía. Sentir su piel desnuda contra la mía, respirar su mismo aire, fundir nuestros alientos, sentirme vibrar con una sola mirada suya. Saber que era yo quien despertaba ese deseo, acariciar su pecho y sentir sus manos perderse en mi piel, en mis caderas, acariciando cada curva de mi cuerpo, cada parte íntima que lo conformaba y que era completamente suya.
Jadeé al sentir la presión de su miembro duro y erecto. Seguí a sus caderas moviéndome sobre este, notando como se calentaba y humedecía al rozar los pliegues del mío, logrando que cada músculo de mi intimidad se contrajera y escurriese una tibia humedad. Continué moviéndome con un deseo desesperado de atrapar su glande, de crear fricción con el en mi clítoris.
Nuestros labios volvieron a encontrarse con pasión y deseo, arrebatándome cualquier trazo de cordura, llevándome a un éxtasis que buscaba entregarme a él por completo. Todo mi cuerpo se llenó de ansiedad hasta que su mástil, sin más preámbulos, me empaló completamente hundiéndose en mi humedad para hacerme gemir sin ningún tipo de tapujos.
Volvimos a encajar de forma perfecta, como solo podían hacerlo un hombre y su mujer. Mi respiración irregular movió mis pechos a un ritmo acompasado al seguir sus embestidas. Su aliento sobre ellos logró que estos se endurecieran, sus labios y sus dientes prodigándome su atención provocaron que arañara su piel presa de las sensaciones abrumadoras que me recorrieron al llevárselos a la boca, al chuparlos y morderlos.
Me entregué a sus embestidas cada vez más profundas, me abrí aún más el y me sentí arder en flamas cuando entre gruñidos dijo con su enronquecida voz que era suya, sintiéndome completamente llena de su cuerpo y de él. La sensación húmeda y pesada de nuestras lenguas acompañó a nuestras manos en la piel del otro.
Le besé el cuerpo, alcancé sus tetillas, las chupé, las mordisqueé, dejé un camino de besos en su pecho, succioné y mordí su cuello habiendo perdido completamente el control, deseosa de marcarlo antes de regresar a su boca.
Sus estocadas duras y violentas me hicieron cerrar los ojos con fuerza, un par de manotazos suyos y mis manos se aferraron a su pelo, lanzando mi cabeza hacia atrás, mi centro recibiendo su simiente al corrernos.
Caí sobre el colchón bastante complacida, acostándome de lado para observarle intensamente cuando me acarició el rostro, sin poder borrar mi sonrisa o de dejar de tocarlo. Asentí cuando me preguntó si iría a ver a Nai y a Devon. -Nunca he deseado nada con más vehemencia.-
Apenas me creía que de verdad fuéramos a casarnos, que lo hubiéramos hablado y que fuera a suceder. -A nuestros hijos les encantará saber que fue su madre la que la hizo la propuesta.- Le guiñé el ojo antes de echarme a reir, estaba tan contenta, no quería otra cosa más que unir mi destino al suyo con la bendición de Freya.
Un pequeño grito acompañó a unas pataletas cuando de un tirón me subió sobre su hombro para llevarme al baño. -¿Cuándo vas a dejar de tratarme como a un saco de patatas? ¿Ah?-
Le di un par de juguetones golpes al depositarme sobre el suelo. Lo seguí con la mirada cuando preparó la tina, tiré de él para regresarlo a mi cuerpo y lo rodeé con mis brazos para acariciar su morena piel dejando que nuestros labios se encontraran y nuestras lenguas se acariciaran despacio.
-Te quiero Hakon.- Lo contemplé con mis esmeraldas encendidas, deseando abarcar todo lo que veía de él. Sentía adentro un vórtice de emociones demasiado intensas, necesitaba que fuera mío, necesitaba tenerlo siempre así, que fuera mi hombre hoy y siempre.
Sin soltarlo caminé sonriendo con el hacia la bañera ya llena de agua, empujándolo con mi cuerpo hasta que ambos nos sumergimos en ella. -¿Aún te parece que me comporto como una niña?- Acaricié su nariz con la mía al bromear recordando lo que me había dicho la primera vez que nos amamos.
Tomé la esponja en mis manos, sintiendo mis pezones endurecerse al contacto con su cuerpo y comencé a pasarla despacio por el suyo. -No puedo esperar a que empecemos nuestra vida juntos. No puedo prometer que no pelearemos, porque ambos sabemos que no será así, pero si puedo prometerte que te querré siempre, que haré lo posible porque cada reconciliación valga la pena, que te amaré con todo lo que soy para que nunca te arrepientas de haberme escogido como tu mujer. Tus batallas serán las mías y siempre, siempre estaré contigo para curar tus heridas, para acompañarte adonde vayas.-
-Te quiero con una voracidad que me quema, te llevo muy adentro, ya no sé que haría sin ti. Dime que eres mío Hakon, dímelo.- Sabía que me quería, sabía que deseaba unir nuestras vidas tanto como lo deseaba yo, pero sentía una necesidad desesperada que me orillaba a pedirle que me lo dijera.
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Llegó el gran día, no podía evitar sentirme francamente nervioso, daba tumbos por la habitación como si fuera mi primera gesta, quizás así lo fuera o al menos, lo sentía.
Por mi mente se sucedían imágenes de otros tiempos, un repaso mental de lo que ella y yo eramos.
La primera vez que la vi, tan pequeña, manchada de sangre, perfecta, vulnerable y a la vez con esa ferocidad que mostraba su llanto.
Sus ojos se abrieron y me miraron.
Tantas veces fui a la cuna a ver a mis hermanos, apenas lograba de puntillas asomarme y extendía mi mano para tocarlos, creo que la he querido siempre, de formas distintas pero no por ello menos intensas.
Para mi Synnobe había sido mi amor desde antes de darme cuenta y hoy la desposaría, la convertiría en mía bajo la bendición de Freya. y esta unión ya nada ni nadie la romperla.
Emprendí camino hacia el claro del bosque donde Synnobe me había citado, ella y mis cuñadas habían organizado todo, por supuesto a espaldas de Ubbe y Niels, según mi vikinga quería que fuera un día inolvidables y si era yo el que tenia que encargarse de la decoración haría una chapuza.
Me encantaba cuando fruncía el ceño y me amenazaba con el dedo advirtiéndome de que no se me ocurriera pasarme antes de tiempo pues quería sorprenderme.
Al llegar mis ojos incrédulos vagaron por el paraje, me pareció digno de un cuento de hadas. Pétalos blancos esparcidos por el suelo marcaba un sedero hasta lo que seria el altar donde nos convertiríamos en marido y mujer.
Sonreí al ver los faroles iluminados, el ocaso había caído y sus luces naranjas dotaban el bosque de magia.
Entonces apareció ella, al fondo, con su impecable vestido blanco, si hubiera creído en las ninfas de seguro ella podría competir con ellas en belleza.
Caminé despacio, quería recordar cada tramo de ese espacio que me llevaba ante ella, al lado y sonrientes estaban las mujeres de mis hermanos, se notaba que las tres eran cómplices, amigas y de seguro grandes madres de nuestro linaje algún día.
Besé los labios de mi futura esposa con suavidad, mis pardos murieron en esas esmeraldas que hoy resplandecían mas que nunca.
-No hay Valhalal que supere esto, no valquiria a la que me ataría de por vida, eres y siempre seras la única mujer de mi vida.
Besé las mejillas de nuestras cómplices, un agradecimiento silencioso, pues en parte sabia que estaban ocultando a sus parejas algo que traería consecuencias.
Por mi mente se sucedían imágenes de otros tiempos, un repaso mental de lo que ella y yo eramos.
La primera vez que la vi, tan pequeña, manchada de sangre, perfecta, vulnerable y a la vez con esa ferocidad que mostraba su llanto.
Sus ojos se abrieron y me miraron.
Tantas veces fui a la cuna a ver a mis hermanos, apenas lograba de puntillas asomarme y extendía mi mano para tocarlos, creo que la he querido siempre, de formas distintas pero no por ello menos intensas.
Para mi Synnobe había sido mi amor desde antes de darme cuenta y hoy la desposaría, la convertiría en mía bajo la bendición de Freya. y esta unión ya nada ni nadie la romperla.
Emprendí camino hacia el claro del bosque donde Synnobe me había citado, ella y mis cuñadas habían organizado todo, por supuesto a espaldas de Ubbe y Niels, según mi vikinga quería que fuera un día inolvidables y si era yo el que tenia que encargarse de la decoración haría una chapuza.
Me encantaba cuando fruncía el ceño y me amenazaba con el dedo advirtiéndome de que no se me ocurriera pasarme antes de tiempo pues quería sorprenderme.
Al llegar mis ojos incrédulos vagaron por el paraje, me pareció digno de un cuento de hadas. Pétalos blancos esparcidos por el suelo marcaba un sedero hasta lo que seria el altar donde nos convertiríamos en marido y mujer.
Sonreí al ver los faroles iluminados, el ocaso había caído y sus luces naranjas dotaban el bosque de magia.
Entonces apareció ella, al fondo, con su impecable vestido blanco, si hubiera creído en las ninfas de seguro ella podría competir con ellas en belleza.
Caminé despacio, quería recordar cada tramo de ese espacio que me llevaba ante ella, al lado y sonrientes estaban las mujeres de mis hermanos, se notaba que las tres eran cómplices, amigas y de seguro grandes madres de nuestro linaje algún día.
Besé los labios de mi futura esposa con suavidad, mis pardos murieron en esas esmeraldas que hoy resplandecían mas que nunca.
-No hay Valhalal que supere esto, no valquiria a la que me ataría de por vida, eres y siempre seras la única mujer de mi vida.
Besé las mejillas de nuestras cómplices, un agradecimiento silencioso, pues en parte sabia que estaban ocultando a sus parejas algo que traería consecuencias.
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Los días transcurrieron como en una especie de bruma, una en la que no terminaba de creerme todo lo que estaba pasando. Me apresuré a reunirme con Devon y Naitiri para revelarles esa verdad que nadie más conocía, y ahora eran ellas quienes me acompañarían este día como las únicas conocedoras de los sentimientos que Hakon y yo nos profesábamos.
Un par de noches atrás mandé a Hakon a dormir lejos de mi habitación, logrando que enarcara la ceja y que hiciera un intento de protesta, uno que sofoqué explicándole con bastante énfasis que no compartiríamos más el lecho hasta la noche de bodas. Teníamos que correr con los preparativos e hice mucho enfásis en que dejase a mi cargo la decoración del claro en el bosque, en que la mañana de la ceremonia no debía pasarse por mi habitación durante el día, y en que no podía hacer el menor intento de verme a mi ni de espiar nada de lo que hacía. Lo despedí con un beso y un par de palmadas sobre el pecho para reiterarle mi decisión.
Naitiri y Devon estuvieron más que dispuestas a echarme una mano con los preparativos, a planear como luciría todo y a ayudarme con la puesta en marcha del decorado. Admito que en un inicio no estaba del todo segura de como iba quedando todo y que más de una vez perdí la paciencia, aunque Devon me animaba con una serenidad infinita, lo cual le agradecí, especialmente al finalizarlo todo ya que no lo habría logrado en tan corto tiempo sin ellas.
Llegó el día de la boda y con el transcurso de las horas no tuve tiempo de pensar. Una vez caída la tarde, tras dejarlo todo listo y correr a prepararme, no tuve tiempo para realizar pausa alguna hasta terminar y detenerme frente al espejo. En el, una vikinga de brillante cabello negro, con una corona nupcial de pequeñas flores blancas, y una mirada verde esmeralda encendida intensamente, era el reflejo que percibía de vuelta.
Permanecí un momento observándome a mi misma en silencio, comprendiendo que a partir de hoy sería la esposa de Hakon y esa realización me embargó de demasiados sentimientos a la vez. Realmente estaba a punto de suceder, iba a unir mi vida a la del único hombre que había amado toda mi vida.
El tiempo no pasó lo suficientemente rápido para llegar al bosque con mis cuñadas. Una vez en el claro tuve que detenerme a respirar profundo una y otra vez. La noche comenzaba a despertar y el lugar escogido por nosotros se convirtió en uno mágico, en medio de las luces de los faroles que con su luz iluminaron el camino que seguiría él. Mis manos presionaron fuertemente el ramo de flores en mi mano y mis esmeraldas no dejaron de observar fijamente el espacio al final del camino en el cual se presentaría.
En mi mente se sucedieron recuerdos de nuestras vidas, de nuestra infancia, de nuestra juventud, de tantos momentos vividos, de nuestros enfados, peleas y frustraciones, de nuestras risas y juegos, de todos mis intentos de sacarlo de su zona de confort para que me mirara al menos una vez como algo más que una hermana, de mis bufidos visibles y de mi desasosiego escondido al pensar que nunca lo haría.
No había una etapa de mi vida en la que no le recordara a él, mi mente viajaba a nuestra época de niños, a como desde entonces atendía mis heridas tras algún pequeño accidente ocurrido por mi impulsividad. Recordaba la preocupación que vislumbraba en esos enormes ojos oscuros y como los míos no podían dejar de admirarlos sorprendida.
Los recuerdos se sucedieron con rapidez antes de que él llegara y mis amigas me hicieran señas para que comenzara a caminar. Mis latidos se aceleraron, la suave brisa nocturna movía su negro pelo al avanzar por el camino entre los árboles, su sonrisa se unía a la mía y nuestras miradas se iluminaban al mismo tiempo.
Ante mis ojos su apuesta imagen se volvió eterna, este instante en el que caminaba hacia mi era todo lo que quería recordar siempre.
Uní mi mano a la de él cuando me alcanzó y depositó un suave beso en mis labios, volviendo a sonreir al escuchar sus palabras. La emoción era tal que por una vez sentí en mi pecho un nudo demasiado fuerte y mi mirada le observó con intensidad, desbordando en ella todo lo que sentía por él.
Nos colocamos de pie frente al hombre que oficiaría la ceremonia de acuerdo a nuestras creencias vikingas, con nuestras amigas acompañándonos a un lado nuestro. Escuché el inicio de la ceremonia, la invocación a los dioses, y aguardé a que después de ello Devon y Nai nos pasaran las espadas al igual que el anillo que tenía para él.
-Te quiero porque me es imposible no hacerlo desde niña, desde que puedo recordar. Te quiero por un tantas cosas a la vez, por lo que encuentro en tu mirada cuando entras en una habitación y me miras como si fuera la única persona en ella, por esa pequeña línea que se forma en tu frente y que me anuncia sin palabras que estás a punto de regañarme, por la manera en que sonries cuando adivino lo que piensas, porque a pesar de mis protestas siempre en las peores situaciones piensas primero en mi seguridad, te quiero porque eres quien mejor me conoce, porque eres el único que puede atisbar en mi interior y conocer quien soy en realidad.-
Abrí mi mano para enseñarle el anillo que ahora deslizaba en su dedo, tenía grabado a vegvisir, la brújula que guía a los vikingos, en medio de los dos cuervos de Odin, Huginn y Muninn, que se encuentran unidos por siempre adonde quiera que vayan.
-Te quiero desde ayer, te quiero hoy, y te querré mañana y siempre, sin importar adonde esté, tú siempre serás mi brújula, mi destino y mi hogar. Pase lo que pase y venga lo que venga no hay camino que no recorrería ni senda que no emprendería con el convencimiento de que, de un modo u otro, siempre encontraremos la manera de volver al otro.-
- Vestido:
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Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Frente al hombre que oficiaría esa boda, ante los elementos y nuestros dioses, hoy la convertiría en mía.
Todo era perfecto porque era ella y no otra la que me devolvía la sonrisa, nuestras manso entrelazadas con una cinta blanca.
No podía dejar de mirar esas esmeraldas que frente a mi centelleaban, estaba preciosa con ese vestido, los hombros al descubierto, mis ojos se oscurecían incapaz de estarme quieto, ladeé la sonrisa rozando sus labios mientras ella feliz reía contra mi boca.
-Estas preciosa, siempre has sido preciosa y mía -confesé embriagándome de su aliento cálido -te necesito -susurré recuperando la posición antes de que nos entregaran las espadas.
En su mano mi anillo, en la mía el ajeno. Cuando abrí la palma vi como abría la boca dejando escapar una exclamación de sorpresa.
-Es una esmeralda, necesitaba encontrar algo que representar el modo en el que tu siempre me has mirado. Esto es lo que yo veo cuando ríes feliz, cuando frunces el ceño porque lago que he hecho o dicho te ha molestado, cuando ebria tus ojos turbios se pierden en mis pardos o cuando caen lagrimas de esas estrellas que un día guiaron mi sino haciéndome naufragar en tu cuerpo.
Tu eres todo lo que siempre he querido, tu eres todo lo que siempre querré. Hoy te ofrezco mi vida, haz con ella lo que quieras, es tuya.
Deslicé por su dedo el anillo, mis tormentas navegaron por sus mares y mis labios atraparon sus pétalos mordiendo su boca hambriento.
Freya nos convirtió en marido y mujer, mis manos atraparon sus caderas atrayendola contra mi, beso húmedo, prolongado en el tiempo y necesitado, mientras Devon y Nai sonreían cómplices ante nuestro arranque pasional.
-te quiero -susurré sin poder dejar de mirarla.
Era la hora de beber, de celebrar, me había tenido días sin poder tocarla y francamente tenia muchas ganas.
Mis labios se deslizaron por su hombro mientras mi mano rodeaba su cintura quedando sobre su vientre. Su espalda contra mi pecho, frente a nosotros ambas testigos que ya con una jarra en la mano reían sin parar.
Synnobe le dio el ramo a Devon, esas dos se habían cogido cariño ,seria la próxima en casarse pues Nai ya lo había hecho.
Todo era perfecto porque era ella y no otra la que me devolvía la sonrisa, nuestras manso entrelazadas con una cinta blanca.
No podía dejar de mirar esas esmeraldas que frente a mi centelleaban, estaba preciosa con ese vestido, los hombros al descubierto, mis ojos se oscurecían incapaz de estarme quieto, ladeé la sonrisa rozando sus labios mientras ella feliz reía contra mi boca.
-Estas preciosa, siempre has sido preciosa y mía -confesé embriagándome de su aliento cálido -te necesito -susurré recuperando la posición antes de que nos entregaran las espadas.
En su mano mi anillo, en la mía el ajeno. Cuando abrí la palma vi como abría la boca dejando escapar una exclamación de sorpresa.
-Es una esmeralda, necesitaba encontrar algo que representar el modo en el que tu siempre me has mirado. Esto es lo que yo veo cuando ríes feliz, cuando frunces el ceño porque lago que he hecho o dicho te ha molestado, cuando ebria tus ojos turbios se pierden en mis pardos o cuando caen lagrimas de esas estrellas que un día guiaron mi sino haciéndome naufragar en tu cuerpo.
Tu eres todo lo que siempre he querido, tu eres todo lo que siempre querré. Hoy te ofrezco mi vida, haz con ella lo que quieras, es tuya.
Deslicé por su dedo el anillo, mis tormentas navegaron por sus mares y mis labios atraparon sus pétalos mordiendo su boca hambriento.
Freya nos convirtió en marido y mujer, mis manos atraparon sus caderas atrayendola contra mi, beso húmedo, prolongado en el tiempo y necesitado, mientras Devon y Nai sonreían cómplices ante nuestro arranque pasional.
-te quiero -susurré sin poder dejar de mirarla.
Era la hora de beber, de celebrar, me había tenido días sin poder tocarla y francamente tenia muchas ganas.
Mis labios se deslizaron por su hombro mientras mi mano rodeaba su cintura quedando sobre su vientre. Su espalda contra mi pecho, frente a nosotros ambas testigos que ya con una jarra en la mano reían sin parar.
Synnobe le dio el ramo a Devon, esas dos se habían cogido cariño ,seria la próxima en casarse pues Nai ya lo había hecho.
- anillo:
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Mi anillo en el dedo de Hakon y su sonrisa al mirarme provocaron que mi corazón bombeara la sangre con más fuerza que nunca. No podía recordar otro momento similar a este, ni siquiera la más grande victoria tras la peor batalla pasada podía compararse con enlazar nuestras vidas.
Todo era mágico y perfecto, la sonrisa permanecía en mis labios al mirar su mano, aguardando a echar un vistazo al anillo que ahora deslizaría en mi dedo. Sus oscuras tempestades me indicaban que había llegado al final de mi camino, que todo estaba en su lugar, exactamente adonde tenía que estar, y que ahora daría inicio el resto de nuestras vidas.
Un vistazo a su palma abierta y no pude evitar evidenciar mi expresión de asombro al observar la esmeralda. Escuché sus palabras, sinceras y reales y observé ese anillo con la mirada vibrante de una emoción muy profunda, tanta que no pude prevenir que mis ojos se humedecieran.
Nuestras manos entrelazadas en un solo ser y nuestros sentimientos reflejados en la sonrisa del otro fueron los que sellaron ese cúmulo de sentimientos y ese amor que desde hace tanto tiempo surgió entre los dos para ser eterno.
Ante los dioses nos convertimos en marido y mujer, los elementos a nuestro alrededor se avivaron con ímpetu, las llamas de las farolas encendiéndose con total intensidad. Los dioses sabían lo que Hakon y yo éramos, fuego puro, combustible de una misma hoguera, una que permanecería encendida mientras nos tuviésemos el uno al otro.
Sus labios atraparon los míos y nuestro vínculo irrompible quedó bendecido frente a los dioses. Mis manos le buscaron, tirando de él para hacer del beso uno absoluto, uno en el que le entregase mi corazón, mi alma, mi esencia y todo lo que yo era.
-Te quiero.- Terminé el beso acariciando su rostro con la yema de mi pulgar, absorta en todo lo que veía, segura de que no había nadie tan perfecto para mi. Él era todo lo que podía desear, el único que podía hacerme feliz, y mucho, mucho más. -Te prometo que haré todo lo posible por ser una buena esposa para ti. Te lo juro, voy a procurarlo con todas mis fuerzas.-
A continuación las risas llenaron el lugar, Nai y Devon reían felices al ser testigos de nuestra dicha. Éramos pocos esta noche pero compartíamos una misma alegría y realmente mis cuñadas amenizaban lo acontecido. Me acerqué a ellas para abrazarlas, agradeciéndoles a ambas por estar presentes y por compartir con nosotros esta noche.
La hidromiel comenzó a correr y alzamos nuestras jarras. Una pareja de recién casados no lo era realmente hasta el segundo en el que probaba su primer trago de hidromiel así que me apresuré a pasarle una jarra a Hakon antes de que me rodeara con sus brazos, para permitirme apoyar mi espalda en su pecho y sentirme embriagada de él y de su aroma. -Para hacerlo oficial.-
Sonreí y giré el rostro hacia un lado, atrapando sus labios en un beso en el cual compartimos el sabor de la hidromiel, encendiéndonos la sangre y despertando la tormenta que éramos los dos. Riendo le pasé el ramo a Devon, ella lo recibió feliz y con la ilusión reflejada en el rostro. Los cuatro bebimos más y compartimos risas.
Me restregué suavemente contra Hakon, rozándolo al buscarle con mis caderas, con una sonrisa y una pícara y refulgente mirada verde esmeralda. -Te quiero, prepárate esta noche porque después de estos días separados estoy decidida a sacarte de tu zona de confort.-
Todo era mágico y perfecto, la sonrisa permanecía en mis labios al mirar su mano, aguardando a echar un vistazo al anillo que ahora deslizaría en mi dedo. Sus oscuras tempestades me indicaban que había llegado al final de mi camino, que todo estaba en su lugar, exactamente adonde tenía que estar, y que ahora daría inicio el resto de nuestras vidas.
Un vistazo a su palma abierta y no pude evitar evidenciar mi expresión de asombro al observar la esmeralda. Escuché sus palabras, sinceras y reales y observé ese anillo con la mirada vibrante de una emoción muy profunda, tanta que no pude prevenir que mis ojos se humedecieran.
Nuestras manos entrelazadas en un solo ser y nuestros sentimientos reflejados en la sonrisa del otro fueron los que sellaron ese cúmulo de sentimientos y ese amor que desde hace tanto tiempo surgió entre los dos para ser eterno.
Ante los dioses nos convertimos en marido y mujer, los elementos a nuestro alrededor se avivaron con ímpetu, las llamas de las farolas encendiéndose con total intensidad. Los dioses sabían lo que Hakon y yo éramos, fuego puro, combustible de una misma hoguera, una que permanecería encendida mientras nos tuviésemos el uno al otro.
Sus labios atraparon los míos y nuestro vínculo irrompible quedó bendecido frente a los dioses. Mis manos le buscaron, tirando de él para hacer del beso uno absoluto, uno en el que le entregase mi corazón, mi alma, mi esencia y todo lo que yo era.
-Te quiero.- Terminé el beso acariciando su rostro con la yema de mi pulgar, absorta en todo lo que veía, segura de que no había nadie tan perfecto para mi. Él era todo lo que podía desear, el único que podía hacerme feliz, y mucho, mucho más. -Te prometo que haré todo lo posible por ser una buena esposa para ti. Te lo juro, voy a procurarlo con todas mis fuerzas.-
A continuación las risas llenaron el lugar, Nai y Devon reían felices al ser testigos de nuestra dicha. Éramos pocos esta noche pero compartíamos una misma alegría y realmente mis cuñadas amenizaban lo acontecido. Me acerqué a ellas para abrazarlas, agradeciéndoles a ambas por estar presentes y por compartir con nosotros esta noche.
La hidromiel comenzó a correr y alzamos nuestras jarras. Una pareja de recién casados no lo era realmente hasta el segundo en el que probaba su primer trago de hidromiel así que me apresuré a pasarle una jarra a Hakon antes de que me rodeara con sus brazos, para permitirme apoyar mi espalda en su pecho y sentirme embriagada de él y de su aroma. -Para hacerlo oficial.-
Sonreí y giré el rostro hacia un lado, atrapando sus labios en un beso en el cual compartimos el sabor de la hidromiel, encendiéndonos la sangre y despertando la tormenta que éramos los dos. Riendo le pasé el ramo a Devon, ella lo recibió feliz y con la ilusión reflejada en el rostro. Los cuatro bebimos más y compartimos risas.
Me restregué suavemente contra Hakon, rozándolo al buscarle con mis caderas, con una sonrisa y una pícara y refulgente mirada verde esmeralda. -Te quiero, prepárate esta noche porque después de estos días separados estoy decidida a sacarte de tu zona de confort.-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
La sonrisa de idiota permaneció pintada en mi rostro durante toda la ceremonia, ahora, bendecidos por los dioses, ella y yo eramos marido y mujer. Me pertenecía, no como hermana, si no como compañera de vida.
Mis brazos rodeaban su cintura, su espalda contra mi pecho mientras hablábamos con nuestras dos testigos, la mujer de nuestro hermano y con la prometida de nuestro primo.
Juntos formaríamos una gran familia, eramos un nuevo linaje de Cannif y nuestros hijos darían continuación a esa linea de la familia que un día mi padre creyó con él extinta.
Mis labios surcaban su cuello, había estado separado de ella demasiado tiempo, el alcohol nos calentaba y mis labios bañados en ese contenido ambarino delataban mis ganas por tomarla.
Mas de una vez alzó su rostro para por encima de su hombro fundirnos en un beso hambriento y necesitado, nos mordíamos al finalizarlo solo conteniendonos porque ellas estaban delante, pero mi deseo crecía y con el, el tamaño de mi erguido miembro que se clavaba en su espalda baja haciéndola reír, buscarme con ese movimiento de caderas que hacia que sus nalgas lo rozaran.
-¿Vas a sacarme de mi zona de confort? -pregunté entre susurros cálidos en su oído -estoy deseándolo -aseguré mordiendo el lóbulo de su oreja encendiéndola -te deseo y estoy muy caliente ahora mismo vikinga.
Las mujeres de nuestros hermanos se macharon, así que una vez solos mi sonrisa se tornó mas picara.
-¿Y bien señora Cannif, que pensaba hacer conmigo? - pregunté girándola de golpe para susurrar contra su boca.
No esperé respuesta, mi lengua se coló voraz a través de sus labios entreabiertos, la sinhueso se encontraron como sierpes adentrándose de una cueva a otra con hambre.
Mis manos en sus nalgas, la movía trazando círculos contra mi verga sintiendo como la piel bajaba con sus movimientos, estaba muy excitado, algo que se reflejaba en mi turbia mirada animada también por las jarras de mas que llevábamos.
-Tengo ganas de follar -aseguré alzando su vestido con mis manos rudamente mientras ella reía contra mis labios.
-Estas muy guapa, preciosa, eres preciosa -susurraba mientras la besaba en esos pequeños momentos en los que nuestras lenguas cesaban de batallar.
La giré con rudeza, ella jadeó de forma ronca al sentir mi mano pasearse por su centro mojado.
-joder -gruñí contra su oído mientras mi diestra se peleaba con mi pantalón para liberar al kraken y la zurda hacia a un lado su ropa interior.
Mi glande se deslizó por su trinchera, de arriba a bajo, masturbandola mientras esta gemía buscando el apoyo de un tronco con sus manos.
-Eres perfecta
Mis brazos rodeaban su cintura, su espalda contra mi pecho mientras hablábamos con nuestras dos testigos, la mujer de nuestro hermano y con la prometida de nuestro primo.
Juntos formaríamos una gran familia, eramos un nuevo linaje de Cannif y nuestros hijos darían continuación a esa linea de la familia que un día mi padre creyó con él extinta.
Mis labios surcaban su cuello, había estado separado de ella demasiado tiempo, el alcohol nos calentaba y mis labios bañados en ese contenido ambarino delataban mis ganas por tomarla.
Mas de una vez alzó su rostro para por encima de su hombro fundirnos en un beso hambriento y necesitado, nos mordíamos al finalizarlo solo conteniendonos porque ellas estaban delante, pero mi deseo crecía y con el, el tamaño de mi erguido miembro que se clavaba en su espalda baja haciéndola reír, buscarme con ese movimiento de caderas que hacia que sus nalgas lo rozaran.
-¿Vas a sacarme de mi zona de confort? -pregunté entre susurros cálidos en su oído -estoy deseándolo -aseguré mordiendo el lóbulo de su oreja encendiéndola -te deseo y estoy muy caliente ahora mismo vikinga.
Las mujeres de nuestros hermanos se macharon, así que una vez solos mi sonrisa se tornó mas picara.
-¿Y bien señora Cannif, que pensaba hacer conmigo? - pregunté girándola de golpe para susurrar contra su boca.
No esperé respuesta, mi lengua se coló voraz a través de sus labios entreabiertos, la sinhueso se encontraron como sierpes adentrándose de una cueva a otra con hambre.
Mis manos en sus nalgas, la movía trazando círculos contra mi verga sintiendo como la piel bajaba con sus movimientos, estaba muy excitado, algo que se reflejaba en mi turbia mirada animada también por las jarras de mas que llevábamos.
-Tengo ganas de follar -aseguré alzando su vestido con mis manos rudamente mientras ella reía contra mis labios.
-Estas muy guapa, preciosa, eres preciosa -susurraba mientras la besaba en esos pequeños momentos en los que nuestras lenguas cesaban de batallar.
La giré con rudeza, ella jadeó de forma ronca al sentir mi mano pasearse por su centro mojado.
-joder -gruñí contra su oído mientras mi diestra se peleaba con mi pantalón para liberar al kraken y la zurda hacia a un lado su ropa interior.
Mi glande se deslizó por su trinchera, de arriba a bajo, masturbandola mientras esta gemía buscando el apoyo de un tronco con sus manos.
-Eres perfecta
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Decir que me sentía flotar en una burbuja de la más absoluta felicidad sería quedarme demasiado corta de palabras, el uso de ellas no podía hacer justicia a lo que acontecía esta noche, a encontrarme alzando la jarra para repetir un nuevo brindis tras otro, bromeando con mis cuñadas, sin disimular demasiado que me encontraba más sedienta de los besos de Hakon que de la hidromiel que hacía brillar mis labios antes de echarme a reír cuando al rozarme otra vez contra su entrepierna me encontré con su excitante erección logrando encenderme demasiado deprisa.
Asentí cuando me indicó que estaba caliente, el líquido ambarino y el sabor de sus besos me había calentado el cuerpo cuando nuestras amigas se marcharon. Me preguntó que haría con él y sin darme tiempo de responder me hizo girar para encontrarme con su boca en un nuevo beso profundo y ardoroso. Su lengua se abrió camino empujando la mía, llenándome de su delicioso sabor, excitándome con la danza húmeda y pesada de ambos músculos en nuestras bocas. -Te quiero…- apenas atiné a decir en los breves lapsos en los que volvíamos a introducir aire en nuestros pulmones. -Te deseo… Hakon…-
Mordía sus labios deseando hacerlos míos, sin detener mis manos que ansiosas palpaban cada músculo de su cuerpo, sintiendo como él provocaba descargas en cada rincón del mío. Quería desgastar nuestros labios, comérmelo a besos, que se sintiera convencido de haber tomado la decisión correcta al hacerme su mujer.
Sus manos en mis caderas me movían contra su sexo, incitándome a prodigarle movimientos circulares, agitándose nuestras respiraciones, provocando que mis senos se movieran siguiendo el ritmo que marcaban nuestros cuerpos. Sus manos alzando la falda de mi vestido me quemaron la piel al deslizarse sobre ella, me sentía tan mareada que lo único que deseaba era arder con él, sentirle adentro, que sacudiera con fuerza mis profundidades, quemarnos como únicamente sabíamos hacerlo en la piel del otro.
Sus tormentas cargadas de intensidad al mirarme reflejaron la oscuridad de mis esmeraldas antes de que me volteara con rudeza. Un roce de sus dedos en mi intimidad bastó para que esta se contrajera. Llevé una de mis manos hasta una de las suyas, ofreciéndome para que me tocara, para que nuestras manos alcanzaran mi rosado y húmedo clítoris, impregnando nuestros dedos del lubricante que indicaba lo lista que estaba para sentirle adentro, gimiendo al apoyar una mano contra el árbol al sentir su virilidad ahora libre, acariciar con lentitud mi entrada, jadeando al sentir la presión de su glande que jugaba a torturarme.
Cerré los ojos y empujé mis caderas hacia atrás, regalándole mis glúteos, prologando el frotamiento de nuestros sexos para continuar masturbándonos el uno al otro. Encontré nuevamente su boca en un beso profundo, le entregué mis jadeos y me bebí los suyos, demostrándole lo excitada que me encontraba.
Abrí los ojos con mis esmeraldas teñidas de un color oscuro y brillante y me detuve, girando ante su sorpresa para ofrecerle una sonrisa provocativa. -Aún no… -
Deslicé mis manos por sus costados mientras me dejaba caer sobre la hierba, dejando frente a mi rostro su erección, grande, húmeda y dura, mi aliento acariciándola sin aún tocarla.
Entreabrí mis labios y rocé suavemente el glande, sonriendo al notar como reaccionaba, como pulsaba. -Quería sacarte de tu zona de confort y aceptaste...-
Abrí mi boca y lamí el glande, deteniéndome a observar esas tormentas antes de comenzar a succionarlo, cerrando mis ojos para dedicarme a ello, para sentirlo palpitar contra mi lengua.
Mi centro se humedeció de deseo y esa humedad animó a mi boca deseosa de encenderle en llamas. Mi lengua y mis labios se unieron para recorrer su magnífica verga, succionándole la piel, convirtiéndome de esa forma en testigo de como mi hombre vibraba mientras un ronco gemido suyo acariciaba mis oídos.
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Como las fraguas del norte, la fricción de nuestros sexos nos hacia arder de pasión, calientes por la hidromiel consumida, por el amor que nos procesábamos y por ese cuerpo curvilíneo ofrecido entre mis manos, no podía contener mis ganas de poseerla aquí y ahora.
Su boca me buscó rugiendo por encima del hombro, como buena vikiga que era nada lo tomaba despacio, mas bien su boca devoraba mordiendo, arrancándome roncos gemidos guturales del fondo de mis entrañas.
Sus glúteos danzaban contra mi endurecida entrepierna, lujuria en esas esmeraldas teñidas de tormentas.
Mis manos recorrieron las dos montañas, apretándolas, coronandolas con los dedos, tirando de sus astas endureciéndolas mientras ella se encargaba de prender la verga con la humedad de su centro.
Tomó una de mis manos, lamió mi dedo llenándolo de saliva para llevarla hasta su sexo, allí se encargo de pasear nuestros entrelazados dedos por su vulva, masturbándose con ellos, mostrándome como hacer para que el placer la obligara arquearse.
Me estaba poniendo muy bruto, no pude evitar mirarla con lascivia mientras yo jadeaba roncamente sin dejar de centrar mis pardos en esos pozos de pecado.
Empujé mis caderas rozando mi glande ocn la abertura de su caverna, quería follarmela, nada deseaba mas que es en este instante.
“Aun no” gruñí al notar que me abandonaba, peor pronto mi sonrisa se ensanchó al ver como caia ante mi de rodillas.
Tomé una jarra dándole un buen trago, mi boca quedó bañada en alcohol mientras esta sonreía contra mi punta.
Enredé su pelo entre mis dedos empujándola impaciente hacia mi falo brillante.
Cerré los ojos entreabriendo los labios cuando sentí el calor de sus labios en mi punta que palpitó de inmediato, su boca se abrió, caliente, húmeda engullendo mi verga, recorriendola con la lengua, paladeando mi esencia.
Sus esmeraldas centelleaban turbias, admirando como mi gesto mostraba el valhalla al que me estaba haciendo llegar con su boca.
-¡sigue! -le pedí con la voz oscura de deseo. Los jadeos apenas me dejaban hablar, mis caderas se movían contra su boca, metiéndosela mas dentro.
Tiré de su pelo para apartarla, su sonrisa delataba que sabia porque lo había hecho, se relamía el liquido inicial de mi simiente.
-Me iba a correr -reconocí alzándola para buscar su boca hambriento sin poder dejar de recorrer ese cuerpo digno del propio Thor, ahora era mi mujer, incrédulo mire como tanta belleza se agolpaba en una sola mujer.
Me dejé caer de rodillas, quería hacerla arder, que el norte y su fuego fuera testigo de esta gesta que solo nos pertenecía a mi y a ella.
Mi lengua se abrió paso entre sus profundidades sujetando con fuerza con mis manos sus caderas.
Subió su pierna a mi hombro para darme mas acceso, ofrecida mis dientes tiraron de su bulto, lamiéndolo con la sinhueso.
Su boca me buscó rugiendo por encima del hombro, como buena vikiga que era nada lo tomaba despacio, mas bien su boca devoraba mordiendo, arrancándome roncos gemidos guturales del fondo de mis entrañas.
Sus glúteos danzaban contra mi endurecida entrepierna, lujuria en esas esmeraldas teñidas de tormentas.
Mis manos recorrieron las dos montañas, apretándolas, coronandolas con los dedos, tirando de sus astas endureciéndolas mientras ella se encargaba de prender la verga con la humedad de su centro.
Tomó una de mis manos, lamió mi dedo llenándolo de saliva para llevarla hasta su sexo, allí se encargo de pasear nuestros entrelazados dedos por su vulva, masturbándose con ellos, mostrándome como hacer para que el placer la obligara arquearse.
Me estaba poniendo muy bruto, no pude evitar mirarla con lascivia mientras yo jadeaba roncamente sin dejar de centrar mis pardos en esos pozos de pecado.
Empujé mis caderas rozando mi glande ocn la abertura de su caverna, quería follarmela, nada deseaba mas que es en este instante.
“Aun no” gruñí al notar que me abandonaba, peor pronto mi sonrisa se ensanchó al ver como caia ante mi de rodillas.
Tomé una jarra dándole un buen trago, mi boca quedó bañada en alcohol mientras esta sonreía contra mi punta.
Enredé su pelo entre mis dedos empujándola impaciente hacia mi falo brillante.
Cerré los ojos entreabriendo los labios cuando sentí el calor de sus labios en mi punta que palpitó de inmediato, su boca se abrió, caliente, húmeda engullendo mi verga, recorriendola con la lengua, paladeando mi esencia.
Sus esmeraldas centelleaban turbias, admirando como mi gesto mostraba el valhalla al que me estaba haciendo llegar con su boca.
-¡sigue! -le pedí con la voz oscura de deseo. Los jadeos apenas me dejaban hablar, mis caderas se movían contra su boca, metiéndosela mas dentro.
Tiré de su pelo para apartarla, su sonrisa delataba que sabia porque lo había hecho, se relamía el liquido inicial de mi simiente.
-Me iba a correr -reconocí alzándola para buscar su boca hambriento sin poder dejar de recorrer ese cuerpo digno del propio Thor, ahora era mi mujer, incrédulo mire como tanta belleza se agolpaba en una sola mujer.
Me dejé caer de rodillas, quería hacerla arder, que el norte y su fuego fuera testigo de esta gesta que solo nos pertenecía a mi y a ella.
Mi lengua se abrió paso entre sus profundidades sujetando con fuerza con mis manos sus caderas.
Subió su pierna a mi hombro para darme mas acceso, ofrecida mis dientes tiraron de su bulto, lamiéndolo con la sinhueso.
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Mentiría si dijera que no amaba cada espacio suyo, cada retazo del mapa de su piel, que no le había anhelado durante años, muriéndome de un deseo escondido, a menudo estudiándolo disimuladamente. Caminaba despacio por los pasillos, sobre las puntas de mis pies, y me detenía a mirarlo cuando él estaba embebido en alguna tarea.
Lo miraba en silencio preguntándome que era aquella oleada de anhelo que devoraba mis entrañas y corría de regreso a mi habitación con el corazón palpitando a mil, percatándome de las ansias que me embargaban, de ese deseo de que me tocara, de que descubriera con sus dedos como habían crecido mis pechos, como habían tomado forma, anhelando que fueran sus manos las que les coparan, que acariciándolos endurecieran mis pezones, que descendieran en medio de mis piernas para calmaran el ardor que crecía en medio de ellas al pensar en él.
Lo miraba en silencio preguntándome que era aquella oleada de anhelo que devoraba mis entrañas y corría de regreso a mi habitación con el corazón palpitando a mil, percatándome de las ansias que me embargaban, de ese deseo de que me tocara, de que descubriera con sus dedos como habían crecido mis pechos, como habían tomado forma, anhelando que fueran sus manos las que les coparan, que acariciándolos endurecieran mis pezones, que descendieran en medio de mis piernas para calmaran el ardor que crecía en medio de ellas al pensar en él.
Me dejaba caer sobre la cama, siendo apenas una chiquilla que comenzaba a notar los cambios en su cuerpo, dándome cuenta de que deseaba tocarle, abrazando mis piernas perdida en esa ardorosa necesidad que nunca iba a ser saciada, las lágrimas rodando por mis mejillas a menudo, ya que cada pensamiento dirigido a él era pecaminoso, convencida de que no merecían tenerme en la familia, de que yo era una criatura de Hel. De qué otra manera habría de explicarse aquella necesidad, aquel fervor dirigido a mi propio hermano.
Ahora que podía tocarlo, que acabábamos de unir nuestros destinos frente a Freya, no era solo el deseo el que dominaba mi cuerpo, quería complacerle a él como él me complacía a mi, quería darle tanto que le fuera imposible olvidarme. Quería ser capaz de acostarme en nuestro lecho en los momentos en que él estuviera ausente y que bastara cerrar mis ojos para recordar la manera en que me tocaba, rememorar el sello que mantenía en mi cuerpo y en mi alma.
Podía sentir el ritmo agitado de su respiración haciendo subir y bajar su pecho, su erección hermosa, firme como los pilares más duros del castillo del norte, hacía colmar mi boca de humedad, su glande se deslizaba una y otra vez por la suave y tibia contextura de mis labios regalándome sus gemidos.
Mi lengua se regocijaba de recorrer su cálida piel, mirándolo a los ojos antes de cubrir su rosado y pulsante glande nuevamente con mi boca, regalándole el calor de mi saliva, cediendo al impulso de succionarlo con fuerza, de tragármelo todo, cerrando los ojos para que mis sentidos dirigieran mis movimientos, excitándome otra vez con el cálido palpitar contra mi lengua.
Lubricaba su dureza, recorría ferviente cada espacio y succionaba logrando que el escarlata brillara en ella, notándola tornarse más caliente, más tensa. Él me exigía que siguiera, con sus dedos enredados en mi pelo, sus caderas moviéndose arrastradas por el placer infinito, cada vez llegando más dentro, regalándome ese sabor que se me antojaba afrodisíaco, tan adictivo como su boca, me era imposible renunciar a el. Aceleraba mis succiones, demanda su falo con fuerza, disfrutando cada segundo en que le devoraba de esta manera.
Sus dedos tiraron de mi pelo para apartarme. Sonreí al ser testigo de la agitación de su respiración arrítmica, me relamí los labios con el sabor de su masculinidad, pasando mi dedo por su miembro duro para atrapar entre ellos algunas gotas que la hacían brillar antes de llevármelo a la boca y chupar con picardía.
-Amo tu verga.- Sonreí al decirlo antes de sentir su lengua colarse entre mis labios, los míos le respondieron con avidez, un gemido intranquilo y necesitado surgió de mi pecho. Anclé mis manos a su piel, como si quisiera desquitarme de tantos años de privaciones, repasando lo que acaba de suceder en este bosque, mirándolo con lujuria, con todo aquello que alguien como yo era capaz de sentir, adorando lo que veía, mi otra mitad, mi Hakon...
Se dejó caer de rodillas y perdí la cabeza con la cercanía de sus labios rozando mi muslo, estremeciéndome al sentir como subía por este para detener su aliento en mi sexo. Cerré los ojos sobrecogida, sus manos sujetaron mis caderas con fuerza pegándome a su boca, jadeé muriendo de deseo. ¡Ah, por Odín! Gemí cuando me lamió, mis pliegues rosados convertidos en un tembloroso nudo, brillando por la humedad que como una furiosa cascada perdía su rumbo en su boca.
Su lengua se abrió paso en mis profundidades logrando que mis gemidos se descontrolaran. Hundí mis dedos en su pelo, anclándolos en su cuello, alzando una pierna para entregarle mi pelvis, perdida por la forma continua en la que mordía mi bulto, engrosándolo y atormentándolo con cada nueva pasada de su lengua.
-Ah, por favor… por favor…- Había perdido toda coherencia. Tomé sus dedos para que me penetraran mientras su sinhueso aún lamía, provocando estragos, chupando hábilmente todo mi interior, aún metiendo y sacando sus dedos, bebiendo mis fluídos… Tiré de él para que se incorporara y le eché los brazos al cuello aún temblorosa, los músculos de mi intimidad aún se contraían, deslizando mi humedad por el interior de mis piernas.
Busqué su lengua con ansias, gimiendo al entrar en contacto con la de él. -Hakon hazme tuya… hazme tuya…- Rogué por sentirle adentro, lo necesitaba tanto. Llevé sus manos a mi cuerpo tras girar entre sus brazos, a mis pechos, avivando el fuego del que estábamos hechos y retorciéndome contra su verga caliente y dura entre mis firmes nalgas que se elevaban para él, desesperada porque entrara, por sentir el Valhalla una y otra vez con la unión de nuestra esencia.
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Sus gemidos llenaban la estancia, ebrio del sabor de su cuerpo, de los sentimientos que me embriagaban por esa mujer que hacia mucho tiempo fue mi hermana y ahora se había trasformado en mi mujer.
Perdido entre sus piernas, escuchando mi nombre elevándose hasta el Valahall me sentí el mayor guerrero porque sin duda esta era mi mayor gesta.
Era la mujer mas bella de todo Akershus, durante mucho tiempo la miraba a escondidas, borracho le plantaba cara para que no se fuera con otro, siempre enganchados en discusiones vanas que solo dejaban claros los celos que nos embargaban. La amaba, la amé desde siempre y ahora era mi mujer.
Tiró de mi pelo, nuestras bocas chocaron hambrientas, mi lengua envolvió la, el sabor de ambos se fundió recordándonos lo que eramos y el fuego de las fraguas del norte rugió pro nuestras venas cuando mi cuerpo se alzó como un escudo sobre el ajeno, los músculos de mi espalda tensos, mi aliento jadeante penetró en su boca mientras nos mirábamos incendiados.
-Te quiero -susurré abrasando con la verdad de mis palabras sus labios.
La embestí con fuerza, su vagina se abría para mi acero, paredes que me engulleron besando mi glande primero.
Mojada el vaivén de sus caderas me arropó con fuerza, salvaje me incrusté mas dentro, gruñendo violento, con aquel choque del guerrero, yunque contra martillo en un duelo de egos.
Su boca era deliciosa, me perdí en ella, pronuncié su nombre con cada violenta estocada. Sus montañas alzadas friccionaban contra mi pecho, pezones endurecidos, ambos nos acariciábamos hambrientos, como dos lobos que se necesitan de un modo instintivo, salvaje y natural.
Esta era nuestra noche de bodas y ella la mujer de mi vida, con la que tendría descendencia.
-Te deseo -gruñí devorando sus dos pechos, hundiendo mi cabeza entre ellos.
Con mis manso en sus nalgas alcé mas sus caderas, sus piernas se elevaron hasta mis hombros dándome una perfecta entrada, las estocadas fueron profundas en ese momento, la sentí temblar entre mis brazos por la fuerza del vikingo que sobre ella batallaba por el éxtasis que nos embriagaba.
Me sacudí en su interior cuando sus paredes vibraron golpeando mi verga, eramos fuego, y nos quemamos sucumbiendo al pecado.
Caí sobre su cuerpo agotado, como mi pecho subiendo bajando mientras se amoldaba a la respiración ajena y al recorrido que trazaban sus dedos por mi espalda de forma lenta.
-Estoy enamorado de ti, te amo por encima de todo y de todos y juro por Freya que seré fiel, que te respetaré y que te cuidaré hasta que el Valhalla me reclame.
Perdido entre sus piernas, escuchando mi nombre elevándose hasta el Valahall me sentí el mayor guerrero porque sin duda esta era mi mayor gesta.
Era la mujer mas bella de todo Akershus, durante mucho tiempo la miraba a escondidas, borracho le plantaba cara para que no se fuera con otro, siempre enganchados en discusiones vanas que solo dejaban claros los celos que nos embargaban. La amaba, la amé desde siempre y ahora era mi mujer.
Tiró de mi pelo, nuestras bocas chocaron hambrientas, mi lengua envolvió la, el sabor de ambos se fundió recordándonos lo que eramos y el fuego de las fraguas del norte rugió pro nuestras venas cuando mi cuerpo se alzó como un escudo sobre el ajeno, los músculos de mi espalda tensos, mi aliento jadeante penetró en su boca mientras nos mirábamos incendiados.
-Te quiero -susurré abrasando con la verdad de mis palabras sus labios.
La embestí con fuerza, su vagina se abría para mi acero, paredes que me engulleron besando mi glande primero.
Mojada el vaivén de sus caderas me arropó con fuerza, salvaje me incrusté mas dentro, gruñendo violento, con aquel choque del guerrero, yunque contra martillo en un duelo de egos.
Su boca era deliciosa, me perdí en ella, pronuncié su nombre con cada violenta estocada. Sus montañas alzadas friccionaban contra mi pecho, pezones endurecidos, ambos nos acariciábamos hambrientos, como dos lobos que se necesitan de un modo instintivo, salvaje y natural.
Esta era nuestra noche de bodas y ella la mujer de mi vida, con la que tendría descendencia.
-Te deseo -gruñí devorando sus dos pechos, hundiendo mi cabeza entre ellos.
Con mis manso en sus nalgas alcé mas sus caderas, sus piernas se elevaron hasta mis hombros dándome una perfecta entrada, las estocadas fueron profundas en ese momento, la sentí temblar entre mis brazos por la fuerza del vikingo que sobre ella batallaba por el éxtasis que nos embriagaba.
Me sacudí en su interior cuando sus paredes vibraron golpeando mi verga, eramos fuego, y nos quemamos sucumbiendo al pecado.
Caí sobre su cuerpo agotado, como mi pecho subiendo bajando mientras se amoldaba a la respiración ajena y al recorrido que trazaban sus dedos por mi espalda de forma lenta.
-Estoy enamorado de ti, te amo por encima de todo y de todos y juro por Freya que seré fiel, que te respetaré y que te cuidaré hasta que el Valhalla me reclame.
Hakon Cannif- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Cazando a Synnove (privado)(+18)
Hakon cambió nuestras posiciones, cubriéndome con su cuerpo fuerte y cálido sobre el verde lecho, instintivamente abrí mis piernas para él invitándolo a que se acomodara en medio de mi, rozándose nuestras pieles para irradiarnos calor. Mis pulgares se detuvieron sobre sus mejillas, bajo la luz de las estrellas lo admiré, era irrealmente apuesto… Su piel canela se me antojaba endiabladamente atractiva, sus rasgos perfectos, sus pardas tormentas me hechizaban, aumentando mi necesidad de él al descubrir como oscurecidas me miraban con deseo y con ese sentimiento que desde que nací únicamente podríamos llegar a encontrar en el otro. -Eres perfecto...-
Jadeé, deseosa de que entrara mientras nos acariciábamos las lenguas, elevando mi pelvis para extenderle la invitación de mi entrada húmeda y caliente que ansiosa apretó su glande, necesitada de que se adentrara en ella.
Su te quiero me hizo rozar el Valhalla, me arqueé gimiendo, sintiendo como se abría paso, su falo conquistó cada centímetro que le envolvió con mi ardiente humedad mientras mis dedos se hundían en su espalda, rindiéndome a todo lo que veía reflejado en sus hermosas tormentas. En ellas veía nuestro pasado, las risas y peleas compartidas, nuestro presente con el descubrimiento mutuo de nuestro amor, y nuestro futuro, que aunque difícil no dejaba de estar lleno de promesas de una vida compartida con él.
Mis dedos surcaban su espalda, rendida completamente a cada sensación, mis labios se abrían ligeramente para recuperar el aire entre cada nuevo beso salvaje y necesitado. Mis mejillas se teñían de carmín, el movimiento de mis senos acompañaba el estremecimiento de mi vientre mientras fuego líquido me recorría las entrañas. Sus embestidas me quemaban mientras movía mis caderas metiéndolo más adentro mío, más adentro, cada vez más. Cada estocada llegaba a lo más profundo mareándome y haciéndome jadear. Enredé mis manos en su pelo y exigí su boca, ahogando en su lengua los gemidos que reflejaban la intensidad con la que él me estremecía. Sentía tanto por él, no deseaba que esto acabara nunca.
Sus manos apretaron mis glúteos elevándome más, mis piernas descansaron en sus hombros, sentí como su miembro me atravesaba mientras mi pelvis intranquila le buscaba. Estaba completamente perdida en nuestros movimientos, en su imagen, en el sonido de su voz repitiendo mi nombre, robándome la cordura mientras el sudor nos cubría, excitándome cada vez más con el sonido de nuestros cuerpos fundiéndose de forma perfecta. Todo él me hacía temblar al apretar mis caderas para embestirme una y otra vez.
Sentí mi amor y necesidad de él desbordarse, seguí el ritmo de sus caderas con desesperación, abandonada al sonido de nuestra mutua entrega, repitiendo su nombre una y otra vez, necesitada de que no fueran solo nuestros cuerpos sino nuestras almas las que se reconociesen y dejasen su huella en el otro. Sentía tanto cuando finalmente me dejé ir, me contraje una última vez alrededor de su miembro, sintiéndolo palpitar incluso después de que se sacudiera muy profundamente.
Mi cuerpo aún temblaba, ligeras vibraciones abrazaron su miembro aún adentro mío. Cayó sobre mi cuerpo y mis brazos le alcanzaron para acariciarlo, disfrutando de los músculos de su espalda al descansar su mejilla entre mis pechos. Ni siquiera pude hablar en seguida, mis esmeraldas brillaron estremecidas por lo que me decía. -Estoy tan enamorada de ti, esta noche es perfecta, haber sido bendecidos frente a Freya, saber que nos pertenecemos el uno al otro desde hoy y para siempre.- Tomé sus dedos enredándolos con los míos, toda mi vida soñé con esto, convencida de que era un imposible, y ahora se hacía realidad, ser marido y mujer.
-Siempre … procuraré recordarte cada día que soy la mujer para ti, que nadie te amará como yo.- Llevé mi mano hasta su barbilla para que alcanzara mi rostro y pudiese beber de su boca. Necesitada masajeé su lengua, entregándole todo lo que sentía, mordiéndole los labios.
-Quiero un tiempo solo contigo, desde que llegamos siempre hemos estado en medio de algún lío, haciendo esto o aquello. Quiero a nuestros hermanos y también sé que en algún momento tendremos que regresar por el portal, pero deseo ser egoísta y no compartirte con nadie un par de días, tenerte solo para mi.-
Synnove Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/03/2017
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