AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Bajo la mascara de un guerrero (privado)
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Bajo la mascara de un guerrero (privado)
En plena guerra en el norte había llegado una invitación para un baile de mascaras en París, al parecer se casaba la hija de uno del duque de tierras francesas y aunque busque el modo de no asistir a dicho evento, mis intentos fueron frustrados por esos que hablaban de protocolo y del desafió que supondría ante la corona francesa que un conde de mi prestigió no apareciera.
Finalmente decidí embarcar, mi plan era muy básico, ir, dejare ver, entregar no solo mi mas ferviente enhorabuena si no un regalo que agradara a la dama y desaparecer de allí sin mas para regresar al norte.
Nada se me había perdido en tierras francesas, bueno, si, pero realmente no estaba perdida, se perdió en el norte y había ido allí a encontrarse.
Fuere como fuere no se me ocurrió hablar sobre mi asistencia a Valeria, entre otras cosas porque no deseaba quedarme en la mansión Cavey, no tenia nada que hablar con la que era mi mujer, menos en su tierras, en su hogar.
Además mi idea era partir al día siguiente, aquí, en el norte la guerra se recrudecía, mi presencia era fundamental en estos momentos y una estúpida fiesta no iba a apartarme de los míos, no ahora que me necesitaban.
Yo era Höor Cannif, no huía ante las dificultades, las enfrentaba, luchaba y vencía y si no me esperaba el Valhalla.
París:
Tedio, aburrimiento y cierto desazón sentía mientras con mi mascara negra cubriendo mi rostro me entremezclaba con la multitud como un espectro.
Admito que mi animo no estaba para fiestas, ni tenia ganas de aguantar las estúpidas conversaciones de todos los tipos de alta clase a los que solo les importaban los negocios bajo manga, las putas de la noche y cerrar negocios con puro y mamada.
No me había dado cuenta hasta ahora de cuanto odiaba esas tierras, de lo poco reflejado que me sentía con sus gentes.
Dejé escapar el aire sobre el vidrio dando otro trago, ni siquiera la bebida era buena para ir borracho iba a necesitar un milagro.
Saludé a la prometida, una mujer con nariz aguileña que de seguro lucia mejor con mascara que sin ella.
Todos los hombres se deshacían en halagos acerca de su belleza, en estas tierras las mentiras lucian ciertas si se entonaban con la sutileza.
Dispuesto estaba a largarme cuando en mi afán de salir corriendo pasando desapercibido por le tumulto choque precipitadamente con una rubia que portaba un vestido rojo y mascara a juego.
-Disculpa -añadí con poco intereses ayudándola a levantarse y dispuesto a emprender mi marcha hacia las caballerizas, largarme de esa fiesta era en todo cuanto pensaba.
Finalmente decidí embarcar, mi plan era muy básico, ir, dejare ver, entregar no solo mi mas ferviente enhorabuena si no un regalo que agradara a la dama y desaparecer de allí sin mas para regresar al norte.
Nada se me había perdido en tierras francesas, bueno, si, pero realmente no estaba perdida, se perdió en el norte y había ido allí a encontrarse.
Fuere como fuere no se me ocurrió hablar sobre mi asistencia a Valeria, entre otras cosas porque no deseaba quedarme en la mansión Cavey, no tenia nada que hablar con la que era mi mujer, menos en su tierras, en su hogar.
Además mi idea era partir al día siguiente, aquí, en el norte la guerra se recrudecía, mi presencia era fundamental en estos momentos y una estúpida fiesta no iba a apartarme de los míos, no ahora que me necesitaban.
Yo era Höor Cannif, no huía ante las dificultades, las enfrentaba, luchaba y vencía y si no me esperaba el Valhalla.
París:
Tedio, aburrimiento y cierto desazón sentía mientras con mi mascara negra cubriendo mi rostro me entremezclaba con la multitud como un espectro.
Admito que mi animo no estaba para fiestas, ni tenia ganas de aguantar las estúpidas conversaciones de todos los tipos de alta clase a los que solo les importaban los negocios bajo manga, las putas de la noche y cerrar negocios con puro y mamada.
No me había dado cuenta hasta ahora de cuanto odiaba esas tierras, de lo poco reflejado que me sentía con sus gentes.
Dejé escapar el aire sobre el vidrio dando otro trago, ni siquiera la bebida era buena para ir borracho iba a necesitar un milagro.
Saludé a la prometida, una mujer con nariz aguileña que de seguro lucia mejor con mascara que sin ella.
Todos los hombres se deshacían en halagos acerca de su belleza, en estas tierras las mentiras lucian ciertas si se entonaban con la sutileza.
Dispuesto estaba a largarme cuando en mi afán de salir corriendo pasando desapercibido por le tumulto choque precipitadamente con una rubia que portaba un vestido rojo y mascara a juego.
-Disculpa -añadí con poco intereses ayudándola a levantarse y dispuesto a emprender mi marcha hacia las caballerizas, largarme de esa fiesta era en todo cuanto pensaba.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Después de la última carta, no fui capaz de escribirle más. No supe qué decirle, el enfado por su parte no había menguado ni un ápice...con sus correspondientes motivos y los míos por haberme marchado del norte. Si hubiese seguido mandándole cartas...seguramente a día de hoy, hubiésemos acabado aún peor. En el pasado quedaba todo lo que sentíamos por el otro, como si en un punto de nuestro camino se congelase, manteniéndose frío por fuera... por dentro, un calor totalmente abrasador, pasional, intenso y verdadero.
No, no sentí que fuera mi sitio el norte después de todo lo ocurrido. Empezando por mi no muy bien recibida llegada, mi arresto y lo que conllevó, la llegada de mi hijo y el rechazo por parte de Hoör. No rechacé a Sirius desde que apareció, fue mi regalo inesperado de cumpleaños...ese mismo día supe que debía afrontarlo, ver mi vida con otros ojos y no los de una niña caprichosa... debía comportarme como lo que era, una mujer decidida y con las cosas claras.
El fuego de nuestro amor, seguía en mi interior vibrando y llameando como el primer día, lo amaba incluso más que el primer segundo pero ni sabía cómo demostrárselo después de mi partida y conocía su interés en volver a verme. ÉL, el único hombre al que amaba de esta forma, no me creía...pues para él seguía siendo una cobarde incapaz de permanecer a su lado. Era el momento de seguir para adelante, demostrar lo que antes no fui capaz y tampoco sabía cómo pues el tiempo terminaba poniendo todo en su lugar.
No fui de rojo esta vez, destacaría mi mirada esmeralda con un vestido del mismo color. Ocultaría mi cabello rubio, sustituyéndola por una de esas pelucas que sin duda parecía cabello natural, un tono oscuro. Iba a intentar pasar desapercibida, no quería ser la señorita Cavey, solo asistir y lo confirmase la persona en cuestión. No me quedaría más de media noche, las fiestas se redujeron a contadas las últimas semanas, prefería dormir a Dritt y a Soleil...me necesitaban y aunque mi vida seguía siendo la misma en los negocios, no esquivé por un segundo en mis deberes como madre. Y sí, me acordé de mis niñas...lo hice cada noche aunque él no me creyese.
Con paso decidido, me dirigí a la mansión en cuestión. Había llegado la mayoría de los invitados. No tenía prisa, caminaba bajo la máscara que ocultaba todo el rostro, solo mis ojos esmeralda...mi sello de identidad pero a la tenue luz dudaba alguien se fijase en unos ojos felinos que lo observaban todo a su paso. Y mi mirada , se fijó en una dama vestida de rojo, bien podía haber sido yo misma, de rojo y el cabello rubio.
El tropiezo me hizo sonreír bajo la máscara, todo empezaba así. Los esquivé, mi aroma a lirios y violetas no había cambiado. Sin dejar de sonreír, mi mirada se centró en el caballero, detuve mis pasos unos segundos...sus gestos me resultaron de lo más familiares pero... no, no podía ser. Él jamás volvería a París. Una flor de la solapa del caballero que se cayó al suelo con el traspiés, la joven se integró con las demás señoritas y yo, me agaché en tomar la flor para ser devuelta a su dueño. No hablé, solo carraspeé y se la tendí, aunque...más que tenderla se la coloqué en el traje donde debió estar, a todos los hombres les habían colocado una y a las mujeres una diadema de flores, una que yo no llevaba.
Mis esmeraldas por un segundo buscaron las ajenas, sonreí por lo que se entrecerraron bajo la máscara y tras dedicarle una reverencia, volví mis pasos a una zona de la sala...
Bien pudimos ser él y yo, mi amor perdido que ya no me esperaba en el Norte.
No, no sentí que fuera mi sitio el norte después de todo lo ocurrido. Empezando por mi no muy bien recibida llegada, mi arresto y lo que conllevó, la llegada de mi hijo y el rechazo por parte de Hoör. No rechacé a Sirius desde que apareció, fue mi regalo inesperado de cumpleaños...ese mismo día supe que debía afrontarlo, ver mi vida con otros ojos y no los de una niña caprichosa... debía comportarme como lo que era, una mujer decidida y con las cosas claras.
El fuego de nuestro amor, seguía en mi interior vibrando y llameando como el primer día, lo amaba incluso más que el primer segundo pero ni sabía cómo demostrárselo después de mi partida y conocía su interés en volver a verme. ÉL, el único hombre al que amaba de esta forma, no me creía...pues para él seguía siendo una cobarde incapaz de permanecer a su lado. Era el momento de seguir para adelante, demostrar lo que antes no fui capaz y tampoco sabía cómo pues el tiempo terminaba poniendo todo en su lugar.
No fui de rojo esta vez, destacaría mi mirada esmeralda con un vestido del mismo color. Ocultaría mi cabello rubio, sustituyéndola por una de esas pelucas que sin duda parecía cabello natural, un tono oscuro. Iba a intentar pasar desapercibida, no quería ser la señorita Cavey, solo asistir y lo confirmase la persona en cuestión. No me quedaría más de media noche, las fiestas se redujeron a contadas las últimas semanas, prefería dormir a Dritt y a Soleil...me necesitaban y aunque mi vida seguía siendo la misma en los negocios, no esquivé por un segundo en mis deberes como madre. Y sí, me acordé de mis niñas...lo hice cada noche aunque él no me creyese.
Con paso decidido, me dirigí a la mansión en cuestión. Había llegado la mayoría de los invitados. No tenía prisa, caminaba bajo la máscara que ocultaba todo el rostro, solo mis ojos esmeralda...mi sello de identidad pero a la tenue luz dudaba alguien se fijase en unos ojos felinos que lo observaban todo a su paso. Y mi mirada , se fijó en una dama vestida de rojo, bien podía haber sido yo misma, de rojo y el cabello rubio.
El tropiezo me hizo sonreír bajo la máscara, todo empezaba así. Los esquivé, mi aroma a lirios y violetas no había cambiado. Sin dejar de sonreír, mi mirada se centró en el caballero, detuve mis pasos unos segundos...sus gestos me resultaron de lo más familiares pero... no, no podía ser. Él jamás volvería a París. Una flor de la solapa del caballero que se cayó al suelo con el traspiés, la joven se integró con las demás señoritas y yo, me agaché en tomar la flor para ser devuelta a su dueño. No hablé, solo carraspeé y se la tendí, aunque...más que tenderla se la coloqué en el traje donde debió estar, a todos los hombres les habían colocado una y a las mujeres una diadema de flores, una que yo no llevaba.
Mis esmeraldas por un segundo buscaron las ajenas, sonreí por lo que se entrecerraron bajo la máscara y tras dedicarle una reverencia, volví mis pasos a una zona de la sala...
- Spoiler:
Bien pudimos ser él y yo, mi amor perdido que ya no me esperaba en el Norte.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
La dama tomó la flor de mi solapa colocandola con delicadeza nuevamente en su lugar, le dediqué una sonría ladeada, mas admito que eso era todo cuanto obtendría de mi esa noche, mi única intención era salir de ese lugar.
Con un leve movimiento de cabeza me despedí de ella, perdiéndome entre el tumulto rumbo a la puerta.
Desdicha la mía cuando casi alcanzando la salida me atrapó el Duque de Almeraund, padre de la “bella” joven que se iba a desposar.
-Conde Cannif, no puede irse tan rapido -dijo con un tono algo ebrio -déjeme presentarle a unas damas que quieren conocerlo, digamos que la idea de tener un vikingo frente a ellas les ofrece cierta curiosidad.
Alegué tener prisa, mas finalmente no me pude negar, así que lo acompañé frente al circulo femenino que sonreían como si fuera la mejor presa de la noche.
-Señoritas -apunté sin mas con bastante desgana.
Pronto mi mano fue cubierta por una copa de champan, entre las damas la del vestido azul que había chocado conmigo durante mi huida.
-El señor Cannif a aceptado conoceros, el hombre anda algo solo, ya me entendéis, hacerle sentir cómodo en esta fiesta.
Me limité a sonreír, no quería ser maleducado, pero prefería una ramera que una mujer de estas, las conocía por desgracia bien, ademas, ciertamente estaba solo, pero mas cierto era que el tedio me invadía en aquel lugar y que solo pensaba largarme de allí.
Echaba de menos mis tierras, odiaba París y juro por Odin que convertirme en el muñeco de feria de estas arpías era algo que no pensaba permitir.
-Espero haber satisfecho vuestra curiosidad, ya veis, lo de cogeros como un saco de patatas sobre mi hombro y golpear vuestras nalgas hasta dejaros caer sobre el lecho me lo reservo para ocasiones mas...barbaras no para fiestas de copete y sombrero. Si me disculpáis.
-Es cierto conde que vuestra esposa os ha abandonado por bárbaro? - me preguntó una de ellas.
Ladeé mi sonrisa con un deje divertido.
-¿acaso es que ansia señorita comprobar mi barbarie? ¿que pensaría su esposo? -pregunté mirando al gordo que puro en mano reía sin parar -es cierto, no creo te importe una mierda lo que piense tu marido.
Vale, no había sido agradable, pero...¿tenia la necesidad de serlo? Era un bárbaro, no un puto parisino estirado.
Podía oírlas reír, mirarme como un trozo de pernada y yo negué poniendo de nuevo rumbo a la puerta esperando que esta vez nadie cortara mi evasiva.
Prefería el campo de batalla que una de estas fiestas, me apretaban hasta los huevos en ese traje metidos, por Odin, no recordaba ya el pegajoso calor de estas tierras ni la mierda de alcohol que servían en ellas.
Con un leve movimiento de cabeza me despedí de ella, perdiéndome entre el tumulto rumbo a la puerta.
Desdicha la mía cuando casi alcanzando la salida me atrapó el Duque de Almeraund, padre de la “bella” joven que se iba a desposar.
-Conde Cannif, no puede irse tan rapido -dijo con un tono algo ebrio -déjeme presentarle a unas damas que quieren conocerlo, digamos que la idea de tener un vikingo frente a ellas les ofrece cierta curiosidad.
Alegué tener prisa, mas finalmente no me pude negar, así que lo acompañé frente al circulo femenino que sonreían como si fuera la mejor presa de la noche.
-Señoritas -apunté sin mas con bastante desgana.
Pronto mi mano fue cubierta por una copa de champan, entre las damas la del vestido azul que había chocado conmigo durante mi huida.
-El señor Cannif a aceptado conoceros, el hombre anda algo solo, ya me entendéis, hacerle sentir cómodo en esta fiesta.
Me limité a sonreír, no quería ser maleducado, pero prefería una ramera que una mujer de estas, las conocía por desgracia bien, ademas, ciertamente estaba solo, pero mas cierto era que el tedio me invadía en aquel lugar y que solo pensaba largarme de allí.
Echaba de menos mis tierras, odiaba París y juro por Odin que convertirme en el muñeco de feria de estas arpías era algo que no pensaba permitir.
-Espero haber satisfecho vuestra curiosidad, ya veis, lo de cogeros como un saco de patatas sobre mi hombro y golpear vuestras nalgas hasta dejaros caer sobre el lecho me lo reservo para ocasiones mas...barbaras no para fiestas de copete y sombrero. Si me disculpáis.
-Es cierto conde que vuestra esposa os ha abandonado por bárbaro? - me preguntó una de ellas.
Ladeé mi sonrisa con un deje divertido.
-¿acaso es que ansia señorita comprobar mi barbarie? ¿que pensaría su esposo? -pregunté mirando al gordo que puro en mano reía sin parar -es cierto, no creo te importe una mierda lo que piense tu marido.
Vale, no había sido agradable, pero...¿tenia la necesidad de serlo? Era un bárbaro, no un puto parisino estirado.
Podía oírlas reír, mirarme como un trozo de pernada y yo negué poniendo de nuevo rumbo a la puerta esperando que esta vez nadie cortara mi evasiva.
Prefería el campo de batalla que una de estas fiestas, me apretaban hasta los huevos en ese traje metidos, por Odin, no recordaba ya el pegajoso calor de estas tierras ni la mierda de alcohol que servían en ellas.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Una fiesta más. Las máscaras ocultaban los mismos rostros de siempre, no las miradas. Conocía mejor que nadie lo que significaban, yo misma fui una de esas personas que acaparaban lo más suculento de la fiesta. Elegíamos a lo más exótico hasta explotarlo y terminar determinadas personas en una fiesta más privada en la que sin duda no nos importaba lo que ocurriese tras las puertas.
Ese recuerdo quedaba en el pasado, lejano. Ahora mis orbes esmeraldas lo observaban todo de distinta forma, las cosas que antes eran de mi prioridad....ahora carecían de sentido, no me aportaban absolutamente nada. El perfume caro mezclado con el humo de los puros, el sudor adornado con ropa cara. Ninguno brillaba con luz propia, todas y cada una eran personas grises. Podía verlas, apagarse con cada risotada, murmullo y mirada cargada de superioridad...una de la que yo carecía, olvidé.
Él, brillaba entre todas esas personas, pude verlo antes que incluso el anfitrión lo llamase por su apellido. Mi mirada se centró solo en él, dejé de oír, pensar y juraría casi ni respirar. Estaba frente a mí sin él saberlo, nos habíamos cruzado y el destino nos había vuelto a poner frente al otro, dándonos una nueva oportunidad... una que dudaba que él aceptase. Le observé en silencio, era él sin duda...me puso la piel de gallina al oír su voz. Me quedé sin palabras, no pude reaccionar, solo mirarlo.
Reaccioné cuando él se marchó a regañadientes, pude ver el odio y repulsión hacia esa gente en su mirada. Odiaba mi mundo y no podía culparle, oía las risas, esa frase que sin duda eran nada más que mentiras. Apreté con fuerza los dedos, tanto que la copa se me rompió...ocasionándome algunos cortes que ni siquiera me dolieron. Me descubrí, dejando mi rostro al descubierto, ellos sabían quién era.
-Su esposa, la señora Valeria Cannif, no lo ha dejado. Estoy en París por otros asuntos que para nada es de vuestra incumbencia. ¿Bárbaro? ¿Él es un bárbaro? no.... los bárbaros sois todos vosotros, os creeis dioses cuando no teneis nada cuando llegais a casa...¿por qué? El amor en este mundo no existe, lo sé bien. Algún día recordareis mis palabras, pensareis en que tenía razón . Os doy las gracias por darme cuenta de quién son los bárbaros en esta historia -les dejé con la palabra en la boca, lo busqué con la mirada... si no me daba prisa lo perdería de vista.
Aceleré el paso, cruzaba el pasillo directo a la salida, mi máscara volvía a cubrir mi rostro. Mi respiración entrecortada, apenas me dejaba hablar... así que aceleré para adelantarle e impedirle el paso. Alcé ambas manos, solo quería un minuto...solo uno. Nunca bailamos en público, no le obligué a asistir a ninguna de esas fiestas, me fui amoldando a él... solo estuvimos en la de aquel compromiso como simples invitados. Alcé el índice, solo uno... un baile y se marcharía. No iba a dármelo y lo sabía, si me descubría se marcharía... así que tomé sus manos y comencé a bailar, allí en medio del pasillo , siseando para que guardase ese silencio que necesitábamos... solo le pedía ese instante por poco que me lo mereciese.
-Solo te pido uno...-no supe que decir, estaba tan contrariada que...volví a sentirme viva, entre sus brazos...unos que sin duda ya no merecía -La verdadera fiesta no está aquí dentro
Ese recuerdo quedaba en el pasado, lejano. Ahora mis orbes esmeraldas lo observaban todo de distinta forma, las cosas que antes eran de mi prioridad....ahora carecían de sentido, no me aportaban absolutamente nada. El perfume caro mezclado con el humo de los puros, el sudor adornado con ropa cara. Ninguno brillaba con luz propia, todas y cada una eran personas grises. Podía verlas, apagarse con cada risotada, murmullo y mirada cargada de superioridad...una de la que yo carecía, olvidé.
Él, brillaba entre todas esas personas, pude verlo antes que incluso el anfitrión lo llamase por su apellido. Mi mirada se centró solo en él, dejé de oír, pensar y juraría casi ni respirar. Estaba frente a mí sin él saberlo, nos habíamos cruzado y el destino nos había vuelto a poner frente al otro, dándonos una nueva oportunidad... una que dudaba que él aceptase. Le observé en silencio, era él sin duda...me puso la piel de gallina al oír su voz. Me quedé sin palabras, no pude reaccionar, solo mirarlo.
Reaccioné cuando él se marchó a regañadientes, pude ver el odio y repulsión hacia esa gente en su mirada. Odiaba mi mundo y no podía culparle, oía las risas, esa frase que sin duda eran nada más que mentiras. Apreté con fuerza los dedos, tanto que la copa se me rompió...ocasionándome algunos cortes que ni siquiera me dolieron. Me descubrí, dejando mi rostro al descubierto, ellos sabían quién era.
-Su esposa, la señora Valeria Cannif, no lo ha dejado. Estoy en París por otros asuntos que para nada es de vuestra incumbencia. ¿Bárbaro? ¿Él es un bárbaro? no.... los bárbaros sois todos vosotros, os creeis dioses cuando no teneis nada cuando llegais a casa...¿por qué? El amor en este mundo no existe, lo sé bien. Algún día recordareis mis palabras, pensareis en que tenía razón . Os doy las gracias por darme cuenta de quién son los bárbaros en esta historia -les dejé con la palabra en la boca, lo busqué con la mirada... si no me daba prisa lo perdería de vista.
Aceleré el paso, cruzaba el pasillo directo a la salida, mi máscara volvía a cubrir mi rostro. Mi respiración entrecortada, apenas me dejaba hablar... así que aceleré para adelantarle e impedirle el paso. Alcé ambas manos, solo quería un minuto...solo uno. Nunca bailamos en público, no le obligué a asistir a ninguna de esas fiestas, me fui amoldando a él... solo estuvimos en la de aquel compromiso como simples invitados. Alcé el índice, solo uno... un baile y se marcharía. No iba a dármelo y lo sabía, si me descubría se marcharía... así que tomé sus manos y comencé a bailar, allí en medio del pasillo , siseando para que guardase ese silencio que necesitábamos... solo le pedía ese instante por poco que me lo mereciese.
-Solo te pido uno...-no supe que decir, estaba tan contrariada que...volví a sentirme viva, entre sus brazos...unos que sin duda ya no merecía -La verdadera fiesta no está aquí dentro
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
En medio del pasillo fui atrapado por la dama del tropezón, elevé la mirada, tenia que reconocer que no era de las que se rendían.
Dejé escapar el aire de forma pesada cuando tomo mis manos para bailar, un baile y podría largarme.
-Señorita, no quiero ofenderla, no es que no me parezca bella e intrigante -ni siquiera me habia fijado en ella, no lo había hecho en ninguna de la fiesta – aunque como bien se sabe mi matrimonio no pasa por un buen momento y desconozco como acabará lo nuestro, hoy sigo casado y tiendo a ser fiel a aquello que prometo, sobre todo cuando lo hago ante Odin y Freya.
No me gustaría haceros perder el tiempo, puedo concederos el baile si eso os basta, mas no sucederá nada mas entre nosotros ¿lo entiende?
Mas sincero no pude ser, no es que no tuviera necesidades, las tenia, de echo estaba pasando tanta hambre que empezaba a verle cierto encanto al culo de Ulf.
Ladeé la sonrisa que se ensancho al pensar la cara que pondría el lobo si escuchara ese comentario viniendo de mi.
Ulf tampoco estaba pasando la mejor época su mujer tenia que hacer reposo por el embarazo, así que al menos tenia alguien con quien hacer el imbécil cuando no estábamos batallando.
Fue entonces cuando me di cuenta de que sangraba por su mano, la alcé lentamente fijándome en le corte y en el cristal clavado en su palma.
-Ven, te lo sacaré, tranquila, no morirás por esto -bromeé.
Me acerqué con ella a una de las mesas y elevé la palma a la altura de mi pecho para ver bien el canto del cristal.
Tomé una copa de bourbon y tras darle un trago solté un chorro sobre su herida para desinfectar, después sobre mis dedos y los hundí entre su carne sacando el cristal -listo -apunté poniendo sobre la herida una servilleta limpia que cortaría la hemorragia -y ahora, si me disculpa, he de marcharme, mañana mi barco parte a primera hora de la mañana, quiero descansar al menos unas ucantas horas.
Podía notar que no quería soltarme, su mano aferraba mi camisa, como si temiera no volver a verme en su vida.
-Señorita, un baile y me iré, créame cuando le digo que puedo parecerle exótico por mi barbarie, pero.. puedo predecir los finales antes de empezar, odio París tanto como cualquier mujer de esta fiesta odiaría mi hogar.
Posé mi mano en su baja espalda, su mano envuelta en la servilleta se posó sobre la propia y así comenzamos a danzar al ritmo de aquel vals.
-Hace tiempo que no bailo un vals, allí bailamos frente a las hogueras, nuestros cuerpos se funden co nel fuego... -apenas llevaba un día en París y ya echaba de menos mi casa.
Dejé escapar el aire de forma pesada cuando tomo mis manos para bailar, un baile y podría largarme.
-Señorita, no quiero ofenderla, no es que no me parezca bella e intrigante -ni siquiera me habia fijado en ella, no lo había hecho en ninguna de la fiesta – aunque como bien se sabe mi matrimonio no pasa por un buen momento y desconozco como acabará lo nuestro, hoy sigo casado y tiendo a ser fiel a aquello que prometo, sobre todo cuando lo hago ante Odin y Freya.
No me gustaría haceros perder el tiempo, puedo concederos el baile si eso os basta, mas no sucederá nada mas entre nosotros ¿lo entiende?
Mas sincero no pude ser, no es que no tuviera necesidades, las tenia, de echo estaba pasando tanta hambre que empezaba a verle cierto encanto al culo de Ulf.
Ladeé la sonrisa que se ensancho al pensar la cara que pondría el lobo si escuchara ese comentario viniendo de mi.
Ulf tampoco estaba pasando la mejor época su mujer tenia que hacer reposo por el embarazo, así que al menos tenia alguien con quien hacer el imbécil cuando no estábamos batallando.
Fue entonces cuando me di cuenta de que sangraba por su mano, la alcé lentamente fijándome en le corte y en el cristal clavado en su palma.
-Ven, te lo sacaré, tranquila, no morirás por esto -bromeé.
Me acerqué con ella a una de las mesas y elevé la palma a la altura de mi pecho para ver bien el canto del cristal.
Tomé una copa de bourbon y tras darle un trago solté un chorro sobre su herida para desinfectar, después sobre mis dedos y los hundí entre su carne sacando el cristal -listo -apunté poniendo sobre la herida una servilleta limpia que cortaría la hemorragia -y ahora, si me disculpa, he de marcharme, mañana mi barco parte a primera hora de la mañana, quiero descansar al menos unas ucantas horas.
Podía notar que no quería soltarme, su mano aferraba mi camisa, como si temiera no volver a verme en su vida.
-Señorita, un baile y me iré, créame cuando le digo que puedo parecerle exótico por mi barbarie, pero.. puedo predecir los finales antes de empezar, odio París tanto como cualquier mujer de esta fiesta odiaría mi hogar.
Posé mi mano en su baja espalda, su mano envuelta en la servilleta se posó sobre la propia y así comenzamos a danzar al ritmo de aquel vals.
-Hace tiempo que no bailo un vals, allí bailamos frente a las hogueras, nuestros cuerpos se funden co nel fuego... -apenas llevaba un día en París y ya echaba de menos mi casa.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Hasta ese instante, no me di cuenta de lo que lo eché de menos. No podía dejar que se marchara, él era la razón por la que deseaba tanto encontrar a ese demonio del que se enamoró. Quién iba a decirme que él mismo me daba esa fuerza que perdí en este tiempo, jamás me enfrenté “a los míos” y esa noche lo hice, lo juzgaban e intentaban deshacer algo que aún latía con fuerza, lo nuestro. Nuestro amor se había desquebrajado, poco a poco se iban haciendo más grandes las brechas y terminaría explotando, añicos...ante los dos.
Un hilo de sangre, marcaba el camino desde que abandoné el círculo...gota a gota, un pequeño charco al lado de mis pies. Ni me acordaba de la herida, solo pensaba en detenerlo...quedar frente a él e impedir que se fuera. No podía dejarlo ir cuando tenía que decirle tantas cosas, conseguir que no me odiase aún más...tanto que no me salían las palabras por eso le pedí aquel baile, uno que podría ser el último. Sonreí bajo la máscara, me era fiel y leal después de todo lo ocurrido...era así por mi parte también. Él fue el único en todo este tiempo, siempre sería así pues jamás amé ¿cómo iba a olvidarle?
Alarmada, acorté las distancias sin importarme lo que perder en el camino. Aferrada a la manga de su traje, tiré de él hacia un lado más tranquilo de la fiesta, solo unos minutos...no necesitaba más aunque me estuviese mintiendo a mí misma. Susurré su nombre sin que pudiese oírme mientras me curaba, la herida escocía pero las heridas físicas no eran tan doloras como las decisiones tomadas y que te alejan de lo que más has amado en toda tu vida.
Ni bailamos en las hogueras ni ningún vals, era la primera vez . Una sonrisa en mis labios carmesís bajo la máscara, mis esmeraldas eran incapaces de apartarse de él. No lo odiaba, tampoco el Norte pero tampoco sabía explicárselo. Lo hice girar, sin perder la sonrisa, mi mano se aferró con fuerza a la de él...no iba a soltarle y me daba igual si no quería estar allí. Nunca imaginé que bailase así de bien, un vals perfecto...el que no bailamos en nuestra boda ¿qué mejor momento que ese?
-Odia París o ¿lo que representa para vos o la ciudad? -apenas fue un susurro, mis labios se acercaron a su oído para darme el capricho de perderme en el olor de su piel, labios entreabiertos por los que se me escaparon un suspiro pesado. No fui consciente de la sangre que había perdido por el puntual corte en la palma de la mano. El vals terminó y nuestros cuerpos se detuvieron...llegaba la hora de la despedida, agaché la mirada sin poder evitar enfadarme conmigo misma, los dos éramos tan orgullosos que éramos incapaces de enfrentarnos a la realidad -Quedaros, solo esta noche pues ¿qué vais a perder? -se me nubló la vista al tenerlo tan cerca, el calor de la fiesta, el corte y las emociones...no eran buenos amigos -Creo que me estoy mareando -
busqué refugio en su pecho, en donde apoyé la frente...solo necesitaba un momento. Busqué con la mirada donde podíamos estar sin que nadie nos molestase y de paso, llenarme los pulmones de aire pues me estaba asfixiando. Tiré de su muñeca hacia fuera, a los jardínes donde una hermosa luna llena nos regalaba la luz perfecta para poder ver lo justo, tener ese momento era un regalo, el destino no quería que nos despidiéramos todavia.
Tomé asiento en la hierba, no solté su brazo ni un segundo...apenas podía mantener los ojos abiertos. Esa noche me di cuenta de demasiadas cosas...y una de ellas era que no quería verle marchar.
-¿Qué tiene que pasar...para que se quede? -apenas un susurro, mis esmeraldas buscaron su mirada e hipnotizada, me perdí en su boca...mirarla con deseo, la atracción era innegable y lo que sentía no podía ocultarlo. -Quizás...sea la última noche de nuestras vidas ¿por qué huir cuando podemos ser quiénes queramos bajo la máscara?-sonreí y cerré los ojos, disfrutando de aquel momento...en el que después de tanto tiempo no habían gritos ni reproches -No odio París, sí a esa gente...a esos bárbaros que juzgan ¿quién de todos lo es? Son ellos...-un susurro que se vio interrumpido por la música de fondo, eché de menos el norte y los gritos de los vikingos, sus cánticos y sí, la bebida...pero más a él -El bárbaro ¿me concede otro baile? Uno como el de su tierra, hogueras...¿dónde hay? En París tiene que haber... -
Un hilo de sangre, marcaba el camino desde que abandoné el círculo...gota a gota, un pequeño charco al lado de mis pies. Ni me acordaba de la herida, solo pensaba en detenerlo...quedar frente a él e impedir que se fuera. No podía dejarlo ir cuando tenía que decirle tantas cosas, conseguir que no me odiase aún más...tanto que no me salían las palabras por eso le pedí aquel baile, uno que podría ser el último. Sonreí bajo la máscara, me era fiel y leal después de todo lo ocurrido...era así por mi parte también. Él fue el único en todo este tiempo, siempre sería así pues jamás amé ¿cómo iba a olvidarle?
Alarmada, acorté las distancias sin importarme lo que perder en el camino. Aferrada a la manga de su traje, tiré de él hacia un lado más tranquilo de la fiesta, solo unos minutos...no necesitaba más aunque me estuviese mintiendo a mí misma. Susurré su nombre sin que pudiese oírme mientras me curaba, la herida escocía pero las heridas físicas no eran tan doloras como las decisiones tomadas y que te alejan de lo que más has amado en toda tu vida.
Ni bailamos en las hogueras ni ningún vals, era la primera vez . Una sonrisa en mis labios carmesís bajo la máscara, mis esmeraldas eran incapaces de apartarse de él. No lo odiaba, tampoco el Norte pero tampoco sabía explicárselo. Lo hice girar, sin perder la sonrisa, mi mano se aferró con fuerza a la de él...no iba a soltarle y me daba igual si no quería estar allí. Nunca imaginé que bailase así de bien, un vals perfecto...el que no bailamos en nuestra boda ¿qué mejor momento que ese?
-Odia París o ¿lo que representa para vos o la ciudad? -apenas fue un susurro, mis labios se acercaron a su oído para darme el capricho de perderme en el olor de su piel, labios entreabiertos por los que se me escaparon un suspiro pesado. No fui consciente de la sangre que había perdido por el puntual corte en la palma de la mano. El vals terminó y nuestros cuerpos se detuvieron...llegaba la hora de la despedida, agaché la mirada sin poder evitar enfadarme conmigo misma, los dos éramos tan orgullosos que éramos incapaces de enfrentarnos a la realidad -Quedaros, solo esta noche pues ¿qué vais a perder? -se me nubló la vista al tenerlo tan cerca, el calor de la fiesta, el corte y las emociones...no eran buenos amigos -Creo que me estoy mareando -
busqué refugio en su pecho, en donde apoyé la frente...solo necesitaba un momento. Busqué con la mirada donde podíamos estar sin que nadie nos molestase y de paso, llenarme los pulmones de aire pues me estaba asfixiando. Tiré de su muñeca hacia fuera, a los jardínes donde una hermosa luna llena nos regalaba la luz perfecta para poder ver lo justo, tener ese momento era un regalo, el destino no quería que nos despidiéramos todavia.
Tomé asiento en la hierba, no solté su brazo ni un segundo...apenas podía mantener los ojos abiertos. Esa noche me di cuenta de demasiadas cosas...y una de ellas era que no quería verle marchar.
-¿Qué tiene que pasar...para que se quede? -apenas un susurro, mis esmeraldas buscaron su mirada e hipnotizada, me perdí en su boca...mirarla con deseo, la atracción era innegable y lo que sentía no podía ocultarlo. -Quizás...sea la última noche de nuestras vidas ¿por qué huir cuando podemos ser quiénes queramos bajo la máscara?-sonreí y cerré los ojos, disfrutando de aquel momento...en el que después de tanto tiempo no habían gritos ni reproches -No odio París, sí a esa gente...a esos bárbaros que juzgan ¿quién de todos lo es? Son ellos...-un susurro que se vio interrumpido por la música de fondo, eché de menos el norte y los gritos de los vikingos, sus cánticos y sí, la bebida...pero más a él -El bárbaro ¿me concede otro baile? Uno como el de su tierra, hogueras...¿dónde hay? En París tiene que haber... -
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Su pregunta me hizo reflexionar ¿odiaba París o lo que representaba?
-Quizás ambas, pasé dos años de mi vida en este lugar, no diré que no tuve buenos momentos, eso implicaría mentir y es algo que yo no hago, peor ciertamente no fui completamente yo, aguanté cosas que entre los míos ni de lejos hubiera tragado, no se...perdí mi honor y mi orgullo y todo por amor. Supongo que París no tiene la culpa de eso, pero ademas París representa los valores que mas odio, aquí la gente va a lo suyo, no hay lealtad... son carroñeros siempre al acecho o de un negocio o de una mujer o simplemente de la ocasión para despellejar al próximo.
Admito que soy un bárbaro, pero esa palabra para mi no es despectiva, si ser un bárbaro es coger el acero y enfrentar al prójimo por delante, mirándole a los ojos y con la firme idea de que solo el mejor seguirá en este mundo, soy un bárbaro. Aquí por el contrario hay mucho caballero de capa y sombrero que te apuñala por la espalda sin darte la oportunidad de una contienda justa.
Supongo que eso responde a tu pregunta, odio ambas cosas.
Ladeé la sonrisa al sentir como no me soltaba.
-¿siempre sois tan insistente, aun cuando os he dicho que no pasaremos de un baile o una conversación?
Al parecer si, pues la dama no dudó un instante en tirar de mi para llevarme a los jardines, un nuevo baile pedía, uno similar a los del norte.
-Aquí lo mas parecido se da en los campamentos gitanos, la cerveza esta buena, espesa como las de mis tierras.
Deberíais probarlo, mas como yo os he dicho, solo tengo ganas de abandonar París ,mañana parto en mi navío con el alba, el viaje que me espera es largo hasta tierras norteñas.
Sus ojos resplandecían, solo una noche, no entendía bien el porque tanta insistencia.
-Una noche en la que no pasara nada, soy padre de dos niñas, odiaría que sus ojos me miraran como el que destrozó mi matrimonio, no lo hago solo por mi mujer o su recuerdo, pues ella me dejó en el norte abandonado a mi suerte, lo hago porque una vez prometí a mis hijas que haría lo posible para que su madre y yo acabáramos juntos, es una historia larga y no siquiera se lo hice a mis hijas en este tiempo, pero soy un bárbaro y hombre de palabra, así que por Odin que lo intento.
Tiré de su mano, tampoco iba a perder nada por pasar un rato en el campamento gitano, así que no la ayudé a montar sobre mi espectro y pronto estuvimos al galope cruzando las calles parisinas, una ciudad gris, llena de la polucion de las fabricas.
La zona alejada estaba llena de olores viles, podredumbre, jadeos de las prostitutas en cualquier callejon y niños descalzos que me arrancaba parte de mi alma.
Aquella ciudad era peor que Hel y ahora era capaz de ver con claridad lo que para mi representaba.
Por suerte pronto las carpas de alegres colores se abrieron paso ante mis ojos, ladeé la sonrisa señalandole con el dedo las hogueras que se veían al fondo y el jolgorio de esos hombres de tez oliva observando a sus mujeres de alegres vestidos y cabellos azabache danzar animadas al compás de las llamas.
- ¿bailaras para mi? -bromeé con mejor humor que el de antes, supongo que aquel lugar mas inhóspito, mas salvaje mejoraba mi animo, era mas fácil dejarse llevar aquí.
-Quizás ambas, pasé dos años de mi vida en este lugar, no diré que no tuve buenos momentos, eso implicaría mentir y es algo que yo no hago, peor ciertamente no fui completamente yo, aguanté cosas que entre los míos ni de lejos hubiera tragado, no se...perdí mi honor y mi orgullo y todo por amor. Supongo que París no tiene la culpa de eso, pero ademas París representa los valores que mas odio, aquí la gente va a lo suyo, no hay lealtad... son carroñeros siempre al acecho o de un negocio o de una mujer o simplemente de la ocasión para despellejar al próximo.
Admito que soy un bárbaro, pero esa palabra para mi no es despectiva, si ser un bárbaro es coger el acero y enfrentar al prójimo por delante, mirándole a los ojos y con la firme idea de que solo el mejor seguirá en este mundo, soy un bárbaro. Aquí por el contrario hay mucho caballero de capa y sombrero que te apuñala por la espalda sin darte la oportunidad de una contienda justa.
Supongo que eso responde a tu pregunta, odio ambas cosas.
Ladeé la sonrisa al sentir como no me soltaba.
-¿siempre sois tan insistente, aun cuando os he dicho que no pasaremos de un baile o una conversación?
Al parecer si, pues la dama no dudó un instante en tirar de mi para llevarme a los jardines, un nuevo baile pedía, uno similar a los del norte.
-Aquí lo mas parecido se da en los campamentos gitanos, la cerveza esta buena, espesa como las de mis tierras.
Deberíais probarlo, mas como yo os he dicho, solo tengo ganas de abandonar París ,mañana parto en mi navío con el alba, el viaje que me espera es largo hasta tierras norteñas.
Sus ojos resplandecían, solo una noche, no entendía bien el porque tanta insistencia.
-Una noche en la que no pasara nada, soy padre de dos niñas, odiaría que sus ojos me miraran como el que destrozó mi matrimonio, no lo hago solo por mi mujer o su recuerdo, pues ella me dejó en el norte abandonado a mi suerte, lo hago porque una vez prometí a mis hijas que haría lo posible para que su madre y yo acabáramos juntos, es una historia larga y no siquiera se lo hice a mis hijas en este tiempo, pero soy un bárbaro y hombre de palabra, así que por Odin que lo intento.
Tiré de su mano, tampoco iba a perder nada por pasar un rato en el campamento gitano, así que no la ayudé a montar sobre mi espectro y pronto estuvimos al galope cruzando las calles parisinas, una ciudad gris, llena de la polucion de las fabricas.
La zona alejada estaba llena de olores viles, podredumbre, jadeos de las prostitutas en cualquier callejon y niños descalzos que me arrancaba parte de mi alma.
Aquella ciudad era peor que Hel y ahora era capaz de ver con claridad lo que para mi representaba.
Por suerte pronto las carpas de alegres colores se abrieron paso ante mis ojos, ladeé la sonrisa señalandole con el dedo las hogueras que se veían al fondo y el jolgorio de esos hombres de tez oliva observando a sus mujeres de alegres vestidos y cabellos azabache danzar animadas al compás de las llamas.
- ¿bailaras para mi? -bromeé con mejor humor que el de antes, supongo que aquel lugar mas inhóspito, mas salvaje mejoraba mi animo, era mas fácil dejarse llevar aquí.
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Oírle hablar de París con tanto resentimiento y tono despectivo, nunca me habló con tanta franqueza, desde lo más profundo del alma. Y sobre aquellas personas disfrazadas con el traje de cordero, cuando eran más que como él decía, carroñeros. No dije nada al respecto, solo mostré una breve sonrisa bajo la máscara mientras mis ojos lo observaban una y otra vez, si él supiese que era yo...no estaríamos hablando con tanta franqueza, ni siquiera estaría frente a mí... si no lejos de mí, como en todo este tiempo. Tenía la sensación de que no iba a perdonarme nunca y no lo culpaba por ello , demasiadas dudas y desorden....por eso estaba allí.
Agarré su mano sin pensar, dejándome llevar por mis impulsos...como siempre hice. Retraída dejé de ser yo misma y esa noche, podía demostrar que seguía teniendo esa esencia que me caracterizaba, dejaríamos de ser el señor y la señora Cannif para volver a ser los que fuimos...divertirnos sin contemplaciones y lanzarnos piedras al tejado, derrumbarnos como hicimos frente al otro la última vez.
No podía replicar, no lo dejé...pero ante sus ojos sí era así. No dije nada, me dejó claro que no pasaría nada y qué curioso cuando... acababa de pasar todo. Sin que se diese cuenta, perdí mi nariz en su cabello a medida que el caballo se perdía por las calles, mis brazos rodeando su cintura y un suspiro de alivio escapó de mis labios. Apenas unos minutos, que me supieron a poco, llegamos a nuestro destino. La verdad, nunca estuve allí... mi sitio no era aquel ¿qué haría una señorita de clase alta allí? Pero lo cierto... era que tal como él, me recordaba mucho a su amado norte.
-¿Bailar un vals? -sonreí divertida, mi susurro se perdió entre ambos...mordiéndome el labio inferior -Bailaremos, beberemos... y me mostrarás tu norte, ese del que tanto hablas -sonreí ampliamente, me acordé tanto de aquellas fiestas, sin más lujo que copiosa bebida y comida, nuestros cuerpos danzando al son de la música y nuestra piel perlada de sudor por el esfuerzo del baile y el calor de las hogueras. No disfruté una fiesta allí , ni siquiera me esforcé en intentarlo...en dejarme llevar y me sentí culpable, lo tuve todo y ahora...podía degustar al menos qué hubiera sido de mí en un lugar desconocido pero mi hogar porque era el suyo.
No era de esperar que captasemos la atención de los allí presentes, nuestros disfraces nada tenían que ver con sus vestimentas. Nada que ver con aquel pesado vestido, bajé la mirada a éste y medio sonreí, con aquel lastre no podría bailar si lo hacía. Me incliné hacia adelante para tomar el borde y alzarlo, apenas por las rodillas y en un lado hice un pequeño nudo que al menos me dejaría las piernas libres y no me molestaría si me animaba a bailar. Imité unos pasos de baile con los pies en el mismo sitio y lo miré, así era mucho mejor.
-Mejor. Ahora...bebamos, tengo sed -pero mis orbes esmeraldas se clavaron en sus labios, tenía sed de él y aunque me hubiese dicho que no pasaría nada, ahora mismo...supe que era mi sitio, donde quería estar.
Agarré su mano sin pensar, dejándome llevar por mis impulsos...como siempre hice. Retraída dejé de ser yo misma y esa noche, podía demostrar que seguía teniendo esa esencia que me caracterizaba, dejaríamos de ser el señor y la señora Cannif para volver a ser los que fuimos...divertirnos sin contemplaciones y lanzarnos piedras al tejado, derrumbarnos como hicimos frente al otro la última vez.
No podía replicar, no lo dejé...pero ante sus ojos sí era así. No dije nada, me dejó claro que no pasaría nada y qué curioso cuando... acababa de pasar todo. Sin que se diese cuenta, perdí mi nariz en su cabello a medida que el caballo se perdía por las calles, mis brazos rodeando su cintura y un suspiro de alivio escapó de mis labios. Apenas unos minutos, que me supieron a poco, llegamos a nuestro destino. La verdad, nunca estuve allí... mi sitio no era aquel ¿qué haría una señorita de clase alta allí? Pero lo cierto... era que tal como él, me recordaba mucho a su amado norte.
-¿Bailar un vals? -sonreí divertida, mi susurro se perdió entre ambos...mordiéndome el labio inferior -Bailaremos, beberemos... y me mostrarás tu norte, ese del que tanto hablas -sonreí ampliamente, me acordé tanto de aquellas fiestas, sin más lujo que copiosa bebida y comida, nuestros cuerpos danzando al son de la música y nuestra piel perlada de sudor por el esfuerzo del baile y el calor de las hogueras. No disfruté una fiesta allí , ni siquiera me esforcé en intentarlo...en dejarme llevar y me sentí culpable, lo tuve todo y ahora...podía degustar al menos qué hubiera sido de mí en un lugar desconocido pero mi hogar porque era el suyo.
No era de esperar que captasemos la atención de los allí presentes, nuestros disfraces nada tenían que ver con sus vestimentas. Nada que ver con aquel pesado vestido, bajé la mirada a éste y medio sonreí, con aquel lastre no podría bailar si lo hacía. Me incliné hacia adelante para tomar el borde y alzarlo, apenas por las rodillas y en un lado hice un pequeño nudo que al menos me dejaría las piernas libres y no me molestaría si me animaba a bailar. Imité unos pasos de baile con los pies en el mismo sitio y lo miré, así era mucho mejor.
-Mejor. Ahora...bebamos, tengo sed -pero mis orbes esmeraldas se clavaron en sus labios, tenía sed de él y aunque me hubiese dicho que no pasaría nada, ahora mismo...supe que era mi sitio, donde quería estar.
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Ensanché la sonrisa cuando llegué frente a las llamas, conocía a varios de ellos, incluso me unía cierta amistad y así nos abrazamos saludándonos.
Su deje gracioso, con ese tono siempre me hacia reír. Tez oscura, torsos al descubierto y perlados en sudor mientras aplaudían la viveza de sus mujeres que alrededor del fuego se fundían con las llamas mostrando ese aire salvaje, bello.
Una de las gitanas nos trajo un par de jarras de cerveza negra, tan fría y espesa que podía ser masticada.
Me relamí los labios de la espuma mientras le indicaba a la dama de donde podía recargar la jarra cada vez que quisiera.
Unos barriles de madera que contenían el preciado liquido oscuro.
-Pero ten cuidado ,se sube rápido, no es la mierda del champan Francés -bromeé guiñándole un ojo.
Dos gitanas al verla arremangarse el vestido tiró de ella para llevarla ante las llamas. Tomé asiento en un tocón junto a los dos gitanos que conocía, los tres reíamos viendo a las mujeres danzar, mis ojos recorrían el cuerpo de la mujer del antifaz, era bella decir verdad, pero tampoco le prestaba la atención que admito merecía, no la había engañado en ningún momento, nada entre nosotros pasaría.
Mi jarra se fue vaciando mientras le contaba a mis amigos como iban las cosas por el norte, ellos me aseguraban que no acamparían en mis tierras haciéndome reír a carcajadas.
Desde que pisé París era el primer sitio en el que me sentía bien, en casa.
Negué con la cabeza cuando las dos mismas gitanas que se la habían llevado a ella vinieron por mi, negué con la cabeza peor los hombres me empujaron palmeando.
Llegué ante la morena, ladeé la sonrisa uniéndome a la danza, no bailaba exactamente moco los gitanos, mi baile era mas bárbaro, mas vikingo, las mujeres movían sus faldas rojas a nuestro alrededor mientras mis manos anclaban sus caderas contra mi cuerpo, su espalda se arqueaba.
Nuestros cuerpos se fueron perlando en sudor, mientras reíamos cambiando de pareja alrededor del fuego, danzando como poses, volviendo a encontrarnos de nuevo en e centro.
Nuestros lientos golpearon los labios ajenos, también la risa de ambos.
-Creo que te he traído un pedazo de norte a tierras francesas, ya he cumplido mi palabra -dije sin mas.
Su deje gracioso, con ese tono siempre me hacia reír. Tez oscura, torsos al descubierto y perlados en sudor mientras aplaudían la viveza de sus mujeres que alrededor del fuego se fundían con las llamas mostrando ese aire salvaje, bello.
Una de las gitanas nos trajo un par de jarras de cerveza negra, tan fría y espesa que podía ser masticada.
Me relamí los labios de la espuma mientras le indicaba a la dama de donde podía recargar la jarra cada vez que quisiera.
Unos barriles de madera que contenían el preciado liquido oscuro.
-Pero ten cuidado ,se sube rápido, no es la mierda del champan Francés -bromeé guiñándole un ojo.
Dos gitanas al verla arremangarse el vestido tiró de ella para llevarla ante las llamas. Tomé asiento en un tocón junto a los dos gitanos que conocía, los tres reíamos viendo a las mujeres danzar, mis ojos recorrían el cuerpo de la mujer del antifaz, era bella decir verdad, pero tampoco le prestaba la atención que admito merecía, no la había engañado en ningún momento, nada entre nosotros pasaría.
Mi jarra se fue vaciando mientras le contaba a mis amigos como iban las cosas por el norte, ellos me aseguraban que no acamparían en mis tierras haciéndome reír a carcajadas.
Desde que pisé París era el primer sitio en el que me sentía bien, en casa.
Negué con la cabeza cuando las dos mismas gitanas que se la habían llevado a ella vinieron por mi, negué con la cabeza peor los hombres me empujaron palmeando.
Llegué ante la morena, ladeé la sonrisa uniéndome a la danza, no bailaba exactamente moco los gitanos, mi baile era mas bárbaro, mas vikingo, las mujeres movían sus faldas rojas a nuestro alrededor mientras mis manos anclaban sus caderas contra mi cuerpo, su espalda se arqueaba.
Nuestros cuerpos se fueron perlando en sudor, mientras reíamos cambiando de pareja alrededor del fuego, danzando como poses, volviendo a encontrarnos de nuevo en e centro.
Nuestros lientos golpearon los labios ajenos, también la risa de ambos.
-Creo que te he traído un pedazo de norte a tierras francesas, ya he cumplido mi palabra -dije sin mas.
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
No recordaba desde cuando le vi sonreír. Si hubiese sabido quién se escondía bajo la máscara, seguramente...ya estaría en el barco esperando que embarcase, o...él mismo retomar el camino de vuelta a casa cuanto antes. No iba a venir a verme, tampoco lo esperaba después de como me fui pero no le dejé...solo me tomé un período de tiempo para volver a ser yo misma, algo que no entendería jamás.
Bebí de la jarra sin dejar de mirarle fijamente, deleitándome en la imagen de la espuma adornar sus labios. Tuve gran tentación de tomarla con mis labios, dejarme llevar. Me advirtió que no pasaría nada y lo respetaba, aún así...no pude evitar que mis pasos se perdiesen tras los suyos. Me dejé lleva esta vez por las gitanas, me enseñaban su baile y costumbres, intenté seguirlas lo mejor que pude. Acostumbrada a bailes de salón, pasos cuadriculados...no se disfrutaba igual que danzar al ritmo que la música marcase, ser tú misma.
Lo busqué con la mirada, nos observaba pero seguía ausente, lo conocía lo suficiente para saber que su pensamiento estaba en otra parte. Sentía de verdad que lo había perdido, al menos esa noche podría ser la última, cuando me descubriese se enfadaría pero al menos podría despedirme de él cosa que no pude hacer la última vez. Y allí estábamos, uno frente al otro mientras nos devorábamos con las manos sobre la ropa, un baile que duró demasiado poco...podía sentir su calor bajo la yema de mis dedos, mi cuerpo lo buscaba ante cada movimiento. Mis dedos se deslizaron por su espalda hasta sujetarle de la nuca al arquearme, nuestras máscaras chocaron lo que me arranco una risa.
-Y te vas a marchar -susurré para decírmelo más a mí misma, sonreí de medio lado bajo mi antifaz, mis dedos...se hundieron en su cabello, anclándome a él...la silueta de mi noruego dibujada de fondo con las llamas del fuego me dejó sin palabras. Apoyé la frente en la ajena, acaricié su nariz con la suya y siseé. Lo tuve demasiado esa noche, más de lo que llegué a imaginar. En ese mismo momento, me sentí completa , estaba allí entre mis brazos y supe que mi lugar estaba dónde se encontraba él.
Una de mis manos , le alzó el antifaz despacio, hice lo mismo con el mío. Mis labios carmesís buscaron los ajenos en un beso que apenas fue un roce, los uní despacio deleitándome en su sabor...ambos estábamos ebrios pero no lo suficiente para no saber lo que ocurría. Susurré su apellido contra sus labios t volví a bajar la máscara, mis orbes volvieron a la hoguera y asentí, era hora de marchar.
-Buenas noches, señor Cannif -como aquella primera noche, no me molesté en cambiar el tono, lo dije en alto y con una breve sonrisa. Veía ante mis ojos como mi felicidad se escapaba de las manos. Lo miré a los ojos solo un instante en el que sin palabras, volví a decirle todo...esa complicidad que perdimos, volvimos a recuperarla...esa noche.
Bebí de la jarra sin dejar de mirarle fijamente, deleitándome en la imagen de la espuma adornar sus labios. Tuve gran tentación de tomarla con mis labios, dejarme llevar. Me advirtió que no pasaría nada y lo respetaba, aún así...no pude evitar que mis pasos se perdiesen tras los suyos. Me dejé lleva esta vez por las gitanas, me enseñaban su baile y costumbres, intenté seguirlas lo mejor que pude. Acostumbrada a bailes de salón, pasos cuadriculados...no se disfrutaba igual que danzar al ritmo que la música marcase, ser tú misma.
Lo busqué con la mirada, nos observaba pero seguía ausente, lo conocía lo suficiente para saber que su pensamiento estaba en otra parte. Sentía de verdad que lo había perdido, al menos esa noche podría ser la última, cuando me descubriese se enfadaría pero al menos podría despedirme de él cosa que no pude hacer la última vez. Y allí estábamos, uno frente al otro mientras nos devorábamos con las manos sobre la ropa, un baile que duró demasiado poco...podía sentir su calor bajo la yema de mis dedos, mi cuerpo lo buscaba ante cada movimiento. Mis dedos se deslizaron por su espalda hasta sujetarle de la nuca al arquearme, nuestras máscaras chocaron lo que me arranco una risa.
-Y te vas a marchar -susurré para decírmelo más a mí misma, sonreí de medio lado bajo mi antifaz, mis dedos...se hundieron en su cabello, anclándome a él...la silueta de mi noruego dibujada de fondo con las llamas del fuego me dejó sin palabras. Apoyé la frente en la ajena, acaricié su nariz con la suya y siseé. Lo tuve demasiado esa noche, más de lo que llegué a imaginar. En ese mismo momento, me sentí completa , estaba allí entre mis brazos y supe que mi lugar estaba dónde se encontraba él.
Una de mis manos , le alzó el antifaz despacio, hice lo mismo con el mío. Mis labios carmesís buscaron los ajenos en un beso que apenas fue un roce, los uní despacio deleitándome en su sabor...ambos estábamos ebrios pero no lo suficiente para no saber lo que ocurría. Susurré su apellido contra sus labios t volví a bajar la máscara, mis orbes volvieron a la hoguera y asentí, era hora de marchar.
-Buenas noches, señor Cannif -como aquella primera noche, no me molesté en cambiar el tono, lo dije en alto y con una breve sonrisa. Veía ante mis ojos como mi felicidad se escapaba de las manos. Lo miré a los ojos solo un instante en el que sin palabras, volví a decirle todo...esa complicidad que perdimos, volvimos a recuperarla...esa noche.
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Nos detuvimos de frente, su nariz acarició la mía en una muestra demasiado tierna, iba a replicar, ya se lo dije, nada pasaría aquella noche entre ella y yo, nada mas allá de un baile.
Siseó apoyando su frente en la propia para que guardara silencio, pero me aparté de ese encierro, tenia las cosas claras y aunque habíamos bebido yo no iba ebrio.
-Lo sien...
No terminé la frase cuando alzó mi antifaz, en un principio no entendí ese gesto, así que me mantuve expectante, pero cuando ella hizo lo propio me di cuenta del engaño, de mi error.
Guardé silencio, su sonrisa era complicada de entender, si su intención era jugar conmigo no veía razón de este sin sentido.
Dejé escapar el aire, admito que no sabia que cojones decir, no había ido a verla, pero creo que tenia mis motivos para no hacerlo.
No era ni de los cobardes que huía ni de los necios que salia corriendo, así que me limité a enfrentar sus esmeraldas frente al fuego aceptado ese beso pero no continuándolo.
No entendía bien que podía haber cambiado para merecerlo, cuando se largo del norte, por segunda vez todo sea dicho dijo que tenia que encontrarse, sinceramente nunca entendí a que se refería con eso.
Un buenas noches que no sabia si era una nueva despedida o lo contrario..supongo que con ella esto siempre era así, iba y venia a voluntad y yo tenia que limitarme a aceptar sus dudas, sus quiebros de destino...estaba cansado.
Acepté las dudas antes del matrimonio, apenas nos conocíamos ella tonteaba con otro..era hasta cierto punto lógico que tuviera miedos, pero por Odin teníamos hijos, eramos un matrimonio, el juego del escondite ya se nos quedaba corto.
Yo necesitaba una mujer fuerte, tenaz, valiente y sobre todo una que me ayudara a portar la carga, aligerarla, alguien que como hacia Giuliana con Ulf o Adaline con Erlend me apoyara, me cuidara que entendiera mis errores y los perdonara, que me prestara batalla cuando así lo creía necesario y a su vez que me arropara cuando caía del todo.
Estaba solo, completamente solo y no era justo ni para mi, ni para ella.
-Buenas noches Valeria, embarco en unas horas -le dije sin mas interponiendo de nuevo distancia y frialdad - ¿como esta Dritt y Sol?
Llevé mi mano al chaqué y de su bolsillo interior saque un retrato pintado a carboncillo de Fio.
-Toma, quedatelo, es reciente, me lo hizo una de las doncellas que tiene mano con la pintura.
Le señalé la espada de madera que esgrimía y ladeé la sonrisa.
-Es mas grande que ella y le mete unas ostias a mi escudo, sera una gran escudera.
Siseó apoyando su frente en la propia para que guardara silencio, pero me aparté de ese encierro, tenia las cosas claras y aunque habíamos bebido yo no iba ebrio.
-Lo sien...
No terminé la frase cuando alzó mi antifaz, en un principio no entendí ese gesto, así que me mantuve expectante, pero cuando ella hizo lo propio me di cuenta del engaño, de mi error.
Guardé silencio, su sonrisa era complicada de entender, si su intención era jugar conmigo no veía razón de este sin sentido.
Dejé escapar el aire, admito que no sabia que cojones decir, no había ido a verla, pero creo que tenia mis motivos para no hacerlo.
No era ni de los cobardes que huía ni de los necios que salia corriendo, así que me limité a enfrentar sus esmeraldas frente al fuego aceptado ese beso pero no continuándolo.
No entendía bien que podía haber cambiado para merecerlo, cuando se largo del norte, por segunda vez todo sea dicho dijo que tenia que encontrarse, sinceramente nunca entendí a que se refería con eso.
Un buenas noches que no sabia si era una nueva despedida o lo contrario..supongo que con ella esto siempre era así, iba y venia a voluntad y yo tenia que limitarme a aceptar sus dudas, sus quiebros de destino...estaba cansado.
Acepté las dudas antes del matrimonio, apenas nos conocíamos ella tonteaba con otro..era hasta cierto punto lógico que tuviera miedos, pero por Odin teníamos hijos, eramos un matrimonio, el juego del escondite ya se nos quedaba corto.
Yo necesitaba una mujer fuerte, tenaz, valiente y sobre todo una que me ayudara a portar la carga, aligerarla, alguien que como hacia Giuliana con Ulf o Adaline con Erlend me apoyara, me cuidara que entendiera mis errores y los perdonara, que me prestara batalla cuando así lo creía necesario y a su vez que me arropara cuando caía del todo.
Estaba solo, completamente solo y no era justo ni para mi, ni para ella.
-Buenas noches Valeria, embarco en unas horas -le dije sin mas interponiendo de nuevo distancia y frialdad - ¿como esta Dritt y Sol?
Llevé mi mano al chaqué y de su bolsillo interior saque un retrato pintado a carboncillo de Fio.
-Toma, quedatelo, es reciente, me lo hizo una de las doncellas que tiene mano con la pintura.
Le señalé la espada de madera que esgrimía y ladeé la sonrisa.
-Es mas grande que ella y le mete unas ostias a mi escudo, sera una gran escudera.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
El beso no correspondido confirmó lo que ya sabía y no quería creer, lo había perdido. La expresión en su mirada, seguramente estaría pensando en lo de siempre...que era una cobarde. Sonreí por mis propios pensamientos, negando con la cabeza porque no supe qué decir. Me deleité en sus ojos, observándole en silencio , alargando aquel momento en el que estaba segura que él no deseaba estar conmigo y no iba a obligarlo. Nuestro tiempo esa noche se había agotado, fui consciente en cuando me deseó buenas noches y por consiguiente que embarcaría en unas horas. Me rehuía y no lo culpaba, solo nos mirábamos a los ojos buscando respuestas, las mías y no sabía qué responder.
-Bien. -no me salió más, sabía en lo que estaba pensando en esos instantes. Me nombra a las esposas de los demás vikingos, extranjeras que se habían amoldado al norte y yo no pude hacerlo, eso creía pero no era así aunque por mucho que le dijese ¿qué iba a cambiar? Ya nada parecía unirnos, era como si la magia se hubiese acabado y el vacío que sentía ahora mismo era insoportable, la sensación de haberlo perdido todo ante sus ojos y no saber tan siquiera cómo recuperarlo pues ¿cómo hacerlo? Si era imposible.
Mis esmeraldas, aquellas que una vez enamoraron al norteño...se apagaron de golpe al ver el retrato de mi niña. Me recordó a él nada más vi el dibujo, la misma expresión, su sonrisa...y sonreí. Negué al dármelo,no lo merecía en absoluto. Aún así no perdí la sonrisa, le entregué el retrato intentando no tocarle pero no lo conseguí... nuestros dedos se enredaron por un segundo y me aferré a ellos. Mi semblante volvió a ser aquel impasible, distante y frío...muy diferente a lo que transmitía mi agarre.
-Vamos, te acompañaré al barco. -se negaría así que le tomé de la mano con fuerza, esperando que retomase el paso. Durante el camino, no dije nada. En cuanto cruzamos la pasarela del barco y entramos en el camarote, cerré la puerta sin soltarle. No lo haría hasta que me escuchase y si él mismo me quería mandar al infierno estaba en su derecho.
Tomé aire y lo solté, me quité la máscara y la dejé en uno de los muebles. Mis ojos verdes solo buscaban los ajenos, esperaba respuestas o...una despedida como siempre pero acababa de dejar claro que no iba a marcharme. ¿Por dónde empezar?
-No te dejé en el norte. No como piensas. Sé que te sientes solo, no entiendes porqué sigo huyendo cuando se supone que tengo todo lo que cualquier mujer quisiera tener. No busco libertad en el Norte la tenía. A ti, a las niñas, a Dritt y a Soleil. Sirius y Orn sabes de sobra que los hubiese criado como míos aunque mi niño no tuviese la culpa de proceder de otro hombre pero ¿sabes? Creo que hay respuestas que aún no deben ser respondidas...-callé para darnos un suspiro -No voy a ponerme sentimental y decirte lo que siento, porque lo sabes y sé que me reprocharás el porqué te he dejado si te quiero pero estaba perdida, dejé de ser fuerte... ser yo misma. Necesitaba volver a Paris... y regresar, contigo pero me culpabas en cada letra...vi la acusación en tu mirada, no me lo perdonarías nunca pero si me quedaba... me perderías, sería cuando eso pasase. Quería regresar fuerte, alguien digno de afrontar lo que aún nos queda por vivir ¡no me puedes culpar por eso! Mi familia me importa, nunca te dije que no volvería pero pasaban los días y te aferraste a una idea equivocada... hubiese sido más fácil firmar papeles y no volverme a ver pero no dejé de … no dejé de escribirte, me nombrabas a las demás mujeres... como si tuviese que ser como ellas y ¡lo siento! Pero soy así, sabes de quién te enamoraste...sigo siendo ese demonio que solo sintió por ti pero no la idea tan equivocada que tienes de mí. No sé qué hacer para que me creas... ni tampoco te pido que te quedes en París, lo odias y ya no sé, si también me odias a mí -
Apreté con fuerza su mano y bajé la mirada a nuestros dedos unidos.
-Bien. -no me salió más, sabía en lo que estaba pensando en esos instantes. Me nombra a las esposas de los demás vikingos, extranjeras que se habían amoldado al norte y yo no pude hacerlo, eso creía pero no era así aunque por mucho que le dijese ¿qué iba a cambiar? Ya nada parecía unirnos, era como si la magia se hubiese acabado y el vacío que sentía ahora mismo era insoportable, la sensación de haberlo perdido todo ante sus ojos y no saber tan siquiera cómo recuperarlo pues ¿cómo hacerlo? Si era imposible.
Mis esmeraldas, aquellas que una vez enamoraron al norteño...se apagaron de golpe al ver el retrato de mi niña. Me recordó a él nada más vi el dibujo, la misma expresión, su sonrisa...y sonreí. Negué al dármelo,no lo merecía en absoluto. Aún así no perdí la sonrisa, le entregué el retrato intentando no tocarle pero no lo conseguí... nuestros dedos se enredaron por un segundo y me aferré a ellos. Mi semblante volvió a ser aquel impasible, distante y frío...muy diferente a lo que transmitía mi agarre.
-Vamos, te acompañaré al barco. -se negaría así que le tomé de la mano con fuerza, esperando que retomase el paso. Durante el camino, no dije nada. En cuanto cruzamos la pasarela del barco y entramos en el camarote, cerré la puerta sin soltarle. No lo haría hasta que me escuchase y si él mismo me quería mandar al infierno estaba en su derecho.
Tomé aire y lo solté, me quité la máscara y la dejé en uno de los muebles. Mis ojos verdes solo buscaban los ajenos, esperaba respuestas o...una despedida como siempre pero acababa de dejar claro que no iba a marcharme. ¿Por dónde empezar?
-No te dejé en el norte. No como piensas. Sé que te sientes solo, no entiendes porqué sigo huyendo cuando se supone que tengo todo lo que cualquier mujer quisiera tener. No busco libertad en el Norte la tenía. A ti, a las niñas, a Dritt y a Soleil. Sirius y Orn sabes de sobra que los hubiese criado como míos aunque mi niño no tuviese la culpa de proceder de otro hombre pero ¿sabes? Creo que hay respuestas que aún no deben ser respondidas...-callé para darnos un suspiro -No voy a ponerme sentimental y decirte lo que siento, porque lo sabes y sé que me reprocharás el porqué te he dejado si te quiero pero estaba perdida, dejé de ser fuerte... ser yo misma. Necesitaba volver a Paris... y regresar, contigo pero me culpabas en cada letra...vi la acusación en tu mirada, no me lo perdonarías nunca pero si me quedaba... me perderías, sería cuando eso pasase. Quería regresar fuerte, alguien digno de afrontar lo que aún nos queda por vivir ¡no me puedes culpar por eso! Mi familia me importa, nunca te dije que no volvería pero pasaban los días y te aferraste a una idea equivocada... hubiese sido más fácil firmar papeles y no volverme a ver pero no dejé de … no dejé de escribirte, me nombrabas a las demás mujeres... como si tuviese que ser como ellas y ¡lo siento! Pero soy así, sabes de quién te enamoraste...sigo siendo ese demonio que solo sintió por ti pero no la idea tan equivocada que tienes de mí. No sé qué hacer para que me creas... ni tampoco te pido que te quedes en París, lo odias y ya no sé, si también me odias a mí -
Apreté con fuerza su mano y bajé la mirada a nuestros dedos unidos.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Tiro de mi ascendiendo por la escalinata y no se detuvo hasta llegar al camarote, al parecer pensaba aprovechar la hora que quedaba para que el barco alzara su amarre y partiera de puerto.
Me mantuve en pie, con nuestros dedos enlazados, contemplando esas esmeraldas que un día hablaban solas pero que hoy ya no entendía.
No supe porque se fue ni la primera vez ni la segunda, sus motivos tendría pero nunca fueron compartidos y si lo fueron no podía alcanzar a entender el porque de ellos.
Dejé escapar el aire, era mi mujer, con ella había vivido tantas cosas que no recordarlas me convertía en un necio, no todos fueron buenos momentos, pero los instantes en los que nos encontrábamos solos eran épicos.
Vivimos intensamente, creo que ninguno de los dos sabia hacerlo de otro modo, eramos fuego, la pregunta era ¿lo habíamos quemado todo?
Ella se largó del norte porque no se encontraba a si misma, o al menos eso entendí, queria recuperar su antigua vida, negocios, fiestas ¿encajaba yo allí? La respuesta la conocía, no.
¿Encajaba ella en el norte convertida en vikinga? Tampoco ciertamente
-No te odio -después de su discurso solo eso escapó de mis labios.
Hice una pausa intentando ordenar mis ideas, solía ser un bocazas, nunca pensaba antes de hablar pero esta vez lo hice a decir verdad.
Baje la mirada hasta nuestras manos enlazadas.
-Eres la madre de mis hijas, solo por ese motivo odiarte seria imposible. No negare lo evidente, me he enfriado, han pasado tantas cosas que perdona si no ves en mi al típico hombre enamorado.
La primera vez que me dejaste en el norte, con intención de volver o no, algo se rompió, admito que no te lo puse fácil pero tampoco es que las condiciones de tu regreso fueran las idóneas para un reencuentro.
Aun estaba acostumbrándome a tu llegada cuando se produjo el segundo abandono.
No, no voy a culparte por intentar estar fuerte, por ser feliz, eso seria muy estúpido por mi parte, pero entiende que yo ahora mismo tengo dudas razonables.
¿has encontrado aquello que perdiste en París? ¿de volver al norte serias feliz o volverías a ser el fantasma del demonio que conocí?
Hice una pausa acariciando su mano lentamente.
-No puedo decir que no te quiera, mentiría, pero tampoco estoy preparado para una consecución de idas y venidas. He de estar fuerte, fuerte para el norte, para mi gente. Yo no soy un hombre normal, sobre mis hombros reside el peso de liderar ejércitos de vencer en una guerra que masacra a los míos y si tengo la cabeza en mis idas y venidas contigo acabaré en el Valhalla antes de lo previsto.
Piénsalo Valeria, quiero que seas feliz, si tu felicidad pasa por vivir a mi lado, adelante, vuelve, si tu felicidad ahora mismo esta lejos del norte..de monos un tiempo, hagamos nuestras vidas uno y otro y si Odin cree necesario que nso reencontremos lo haremos pues somos padres de dos niñas preciosas y eso no va a cambiar por mucho que nos distanciemos.
Alcé la mirada hasta sus esmeraldas, no sabia que mas decir, solo que esto no podía seguir así.
Me mantuve en pie, con nuestros dedos enlazados, contemplando esas esmeraldas que un día hablaban solas pero que hoy ya no entendía.
No supe porque se fue ni la primera vez ni la segunda, sus motivos tendría pero nunca fueron compartidos y si lo fueron no podía alcanzar a entender el porque de ellos.
Dejé escapar el aire, era mi mujer, con ella había vivido tantas cosas que no recordarlas me convertía en un necio, no todos fueron buenos momentos, pero los instantes en los que nos encontrábamos solos eran épicos.
Vivimos intensamente, creo que ninguno de los dos sabia hacerlo de otro modo, eramos fuego, la pregunta era ¿lo habíamos quemado todo?
Ella se largó del norte porque no se encontraba a si misma, o al menos eso entendí, queria recuperar su antigua vida, negocios, fiestas ¿encajaba yo allí? La respuesta la conocía, no.
¿Encajaba ella en el norte convertida en vikinga? Tampoco ciertamente
-No te odio -después de su discurso solo eso escapó de mis labios.
Hice una pausa intentando ordenar mis ideas, solía ser un bocazas, nunca pensaba antes de hablar pero esta vez lo hice a decir verdad.
Baje la mirada hasta nuestras manos enlazadas.
-Eres la madre de mis hijas, solo por ese motivo odiarte seria imposible. No negare lo evidente, me he enfriado, han pasado tantas cosas que perdona si no ves en mi al típico hombre enamorado.
La primera vez que me dejaste en el norte, con intención de volver o no, algo se rompió, admito que no te lo puse fácil pero tampoco es que las condiciones de tu regreso fueran las idóneas para un reencuentro.
Aun estaba acostumbrándome a tu llegada cuando se produjo el segundo abandono.
No, no voy a culparte por intentar estar fuerte, por ser feliz, eso seria muy estúpido por mi parte, pero entiende que yo ahora mismo tengo dudas razonables.
¿has encontrado aquello que perdiste en París? ¿de volver al norte serias feliz o volverías a ser el fantasma del demonio que conocí?
Hice una pausa acariciando su mano lentamente.
-No puedo decir que no te quiera, mentiría, pero tampoco estoy preparado para una consecución de idas y venidas. He de estar fuerte, fuerte para el norte, para mi gente. Yo no soy un hombre normal, sobre mis hombros reside el peso de liderar ejércitos de vencer en una guerra que masacra a los míos y si tengo la cabeza en mis idas y venidas contigo acabaré en el Valhalla antes de lo previsto.
Piénsalo Valeria, quiero que seas feliz, si tu felicidad pasa por vivir a mi lado, adelante, vuelve, si tu felicidad ahora mismo esta lejos del norte..de monos un tiempo, hagamos nuestras vidas uno y otro y si Odin cree necesario que nso reencontremos lo haremos pues somos padres de dos niñas preciosas y eso no va a cambiar por mucho que nos distanciemos.
Alcé la mirada hasta sus esmeraldas, no sabia que mas decir, solo que esto no podía seguir así.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
El amor siempre fue un interrogante en mi vida, pues no conocí otro amor que amarme a mí misma. Nunca amé a nadie, las personas más importantes en mi vida podía contarlas con los dedos. La única persona que conocí y no permitió que mi corazón se congelase del todo, ya no se encontraba en mi vida. Y él, resumir lo que Höor Cannif significaba era totalmente imposible. Con él me quedaba aún mucho por vivir y era algo de lo que estaba total y absolutamente convencida, tuve la suerte de encontrarme en esta vida con mi otra mitad, lo supimos desde el primer segundo. No era una mujer fácil, acostumbrada a una vida acomodada con mis negocios que iban viento en popa, una vida muy diferente a la de él y sin embargo, aún sabiéndolo me uní a él y volvería a hacerlo mil veces porque lo quería pero a veces, darse cuenta de que tú misma te has marchitado y solo eres una sombra de lo que él conoció...
“No te odio” , solo con eso me bastaba. Él creía que escogí el camino fácil, me había rendido pero en absoluto era así. Deseaba más que nada renovarme, rehacerme en mis cenizas como un ave fenix después de lo ocurrido en el Norte. La conversación con Elora me despejó muchas nubes de mi atormentada mente, fue fuerte y para mí hacerme invencible fue tomar el camino a mis raícces para volver a ser ese demonio del que se enamoró. Me equivoque en las formas, en mi ida y vuelta tan repentino, apenas acababa de llegar cuando volví a dejarlo a su suerte.
Le oí atentamente, mis orbes esmeraldas se clavaron en él como si nada más existiese en ese momento. Pude comprobar que el joven norteño que cruzó el hall de mi entrada tan solo era un recuerdo pues ahora, el hombre en el que se ha convertido me cautivaba con tan solo mirarme. Sentí un escalofrío al oír que algo se rompió, se había enfriado y no podía decir nada al respecto. Y medio sonreí, creo que en este tiempo hablábamos pero no nos escuchábamos y ese, era el momento de hacerlo. Con calma, me acerqué aún más a él, el agarre de mi mano se afianzó obligándole a que no se marchase, no todavía...aún tenía tanto por decir. La mano libre, se apoyó en su mejilla donde en la yema de mis dedos, pude sentir su tacto...dibujé su mentón hasta deslizar el índice por sus labios, su aliento acarició mi piel y volví a estremecerme.
-Lo tenía todo, dinero, una gran casa, mi mano derecha que hacía y deshacía a mi antojo, fiestas, vestidos, gente que me regaba los oídos con halagos pero al final... quedaba justo lo que acabamos de presenciar en esa fiesta. Nada. Solo personas que se dedican a intentar contentarse consigo mismos ridiculizando al ajeno para darles emoción a sus vidas. No tienen nada y yo sé que lo tuve todo contigo -siseé, aún no le respondí a lo que realmente quería saber -No necesitas una mujer débil que huya si no que se mantenga a tu lado, te dé esa fuerza invisible que solo ella es capaz. Alguien inquebrantable como ese demonio que conociste, me perdí en algún punto del camino y quise recuperarlo...aquí -me encogí de hombros, lo que en realidad me ocurrió fue algo muy diferente y aún siendo esa niña caprichosa, no me di cuenta.
-Esa niña caprichosa no se dio cuenta de que ya no era esa niña que lo tenía todo y era hora de crecer. Madurar me asustó y en vez de afrontarlo huí como justo eso, una cobarde. Alguien me dijo que en vez de regocijarme en mi pesar, le echase valor y luchase...pues si no lo hacía lo perdería todo. Creo que ahora lo termino de comprender. No asumí que crecí, Höor...todo ha ocurrido muy deprisa y tras lo ocurrido en el Norte fue el detonante para que... en vez de enfrentar mis miedos salir huyendo ¿si he encontrado lo que buscaba? Más bien he enterrado a esa niña y he asumido quién soy ahora. -siseé para que no dijese más, necesitaba decirle esto aunque él estaba en todo su derecho a decirme lo que pensase -No, no he encontrado esa felicidad aquí, no la encontré hasta ahora
Lo miré intensamente a los ojos, sonreí emocionada por tenerle delante de mí pero tal como me conocía, sabía que mostrar ciertas cosas era imposible. Sujeté su mejilla con mi mano y me incliné a su rostro. Suspiré aliviada de tenerle frente a mí , enredar mis dedos en su cabello y ahora, sin máscaras transmitirle lo que sentía.... era tanto que mi corazón desbocado me dejó sin respiración por unos segundos. Reí, risa que impactó contra su boca, era feliz en ese momento...lo eché tanto en falta ...lo amaba tanto que dolía. Me mordí el labio inferior sin saber qué más decir, no necesitaba más que mi entereza y lo que sentíamos por el otro para enfrentarnos a lo que fuese...
-Tú eres mi respuesta. ¿Te sirve? Porque no puedo explicarlo de otro modo, Si has decidido que tu felicidad y tu camino es distinto al mio... no te culpo pero no tienes a ese demonio delante de ti, ni a esa niña caprichosa. Soy Valeria Cannif y creo que con eso, digo demasiado
“No te odio” , solo con eso me bastaba. Él creía que escogí el camino fácil, me había rendido pero en absoluto era así. Deseaba más que nada renovarme, rehacerme en mis cenizas como un ave fenix después de lo ocurrido en el Norte. La conversación con Elora me despejó muchas nubes de mi atormentada mente, fue fuerte y para mí hacerme invencible fue tomar el camino a mis raícces para volver a ser ese demonio del que se enamoró. Me equivoque en las formas, en mi ida y vuelta tan repentino, apenas acababa de llegar cuando volví a dejarlo a su suerte.
Le oí atentamente, mis orbes esmeraldas se clavaron en él como si nada más existiese en ese momento. Pude comprobar que el joven norteño que cruzó el hall de mi entrada tan solo era un recuerdo pues ahora, el hombre en el que se ha convertido me cautivaba con tan solo mirarme. Sentí un escalofrío al oír que algo se rompió, se había enfriado y no podía decir nada al respecto. Y medio sonreí, creo que en este tiempo hablábamos pero no nos escuchábamos y ese, era el momento de hacerlo. Con calma, me acerqué aún más a él, el agarre de mi mano se afianzó obligándole a que no se marchase, no todavía...aún tenía tanto por decir. La mano libre, se apoyó en su mejilla donde en la yema de mis dedos, pude sentir su tacto...dibujé su mentón hasta deslizar el índice por sus labios, su aliento acarició mi piel y volví a estremecerme.
-Lo tenía todo, dinero, una gran casa, mi mano derecha que hacía y deshacía a mi antojo, fiestas, vestidos, gente que me regaba los oídos con halagos pero al final... quedaba justo lo que acabamos de presenciar en esa fiesta. Nada. Solo personas que se dedican a intentar contentarse consigo mismos ridiculizando al ajeno para darles emoción a sus vidas. No tienen nada y yo sé que lo tuve todo contigo -siseé, aún no le respondí a lo que realmente quería saber -No necesitas una mujer débil que huya si no que se mantenga a tu lado, te dé esa fuerza invisible que solo ella es capaz. Alguien inquebrantable como ese demonio que conociste, me perdí en algún punto del camino y quise recuperarlo...aquí -me encogí de hombros, lo que en realidad me ocurrió fue algo muy diferente y aún siendo esa niña caprichosa, no me di cuenta.
-Esa niña caprichosa no se dio cuenta de que ya no era esa niña que lo tenía todo y era hora de crecer. Madurar me asustó y en vez de afrontarlo huí como justo eso, una cobarde. Alguien me dijo que en vez de regocijarme en mi pesar, le echase valor y luchase...pues si no lo hacía lo perdería todo. Creo que ahora lo termino de comprender. No asumí que crecí, Höor...todo ha ocurrido muy deprisa y tras lo ocurrido en el Norte fue el detonante para que... en vez de enfrentar mis miedos salir huyendo ¿si he encontrado lo que buscaba? Más bien he enterrado a esa niña y he asumido quién soy ahora. -siseé para que no dijese más, necesitaba decirle esto aunque él estaba en todo su derecho a decirme lo que pensase -No, no he encontrado esa felicidad aquí, no la encontré hasta ahora
Lo miré intensamente a los ojos, sonreí emocionada por tenerle delante de mí pero tal como me conocía, sabía que mostrar ciertas cosas era imposible. Sujeté su mejilla con mi mano y me incliné a su rostro. Suspiré aliviada de tenerle frente a mí , enredar mis dedos en su cabello y ahora, sin máscaras transmitirle lo que sentía.... era tanto que mi corazón desbocado me dejó sin respiración por unos segundos. Reí, risa que impactó contra su boca, era feliz en ese momento...lo eché tanto en falta ...lo amaba tanto que dolía. Me mordí el labio inferior sin saber qué más decir, no necesitaba más que mi entereza y lo que sentíamos por el otro para enfrentarnos a lo que fuese...
-Tú eres mi respuesta. ¿Te sirve? Porque no puedo explicarlo de otro modo, Si has decidido que tu felicidad y tu camino es distinto al mio... no te culpo pero no tienes a ese demonio delante de ti, ni a esa niña caprichosa. Soy Valeria Cannif y creo que con eso, digo demasiado
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Su mano acariciaba mi mejilla, sus palabras hacían lo mismo con mis oídos, quería creerla, juro por Odin que quería hacerlo. Creer que esa niña caprichosa de la que hablaba se había esfumado ante mis ojos pero...no podía, no podía creer cuando era la segunda que me dejaba en el norte, cuando ambas veces me había dicho que no encontraba la felicidad en mis tierras.
-Se que el norte no es fácil, vivimos en guerra y confieso que si el norte no corriera por mis venas yo mismo hubiera salido corriendo.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra sus labios que se habían acercado a mi boca con una dulce sonrisa, risa que soltaba contra ellos confesando que era Valeria Cannif y que su felicidad era yo o al menos eso entendí en ese instante.
Pero yo estaba en ese norte que abandonó por dos veces ¿como creer que no lo haría una tercera?
-Estoy frio -admití sintiendo su agarré en mi mano, acaricié con la yema de mis dedos sus nudillos.
-Ahora mismo no puedo decirte que todo va bien, que volvíamos al norte cogidos de la mano como si nada hubiera pasado -dije hundiendo mis pardos en sus esmeraldas - no he dejado de quererte, no te pido tiempo para poder acostarme con otra, no lo he hecho en este mes que hemos permanecido lejos, pero no puedo ahora mismo creer que en tan poco tiempo hayas cambiado, que ahora tu felicidad pase por convertirte en una vikinga.
Tiré de su cintura y deposité un beso en su mejilla antes de separarme en busca de una copa que necesitaba mas que respirar en ese instante.
-Vuelve conmigo, empecemos desde cero, sin compromiso, no recriminaré tu actitud si durante este tiempo encuentras a otro, si vuelves a verte con Haytham o con quien sea, no voy a montar en cólera, peor necesito conocer a esa nueva Valeria que dices que ahora existe dentro de ti.
Le acerqué una copa para que bebiera de ella, supongo que esto no estaba acabando exactamente como ella pensaba o quería, pero no encontraba otra solución para los dos, un sin compromisos era el único modo de partir de cero, de volver a enamorarnos como dos idiotas o acabar separados por completo.
-Ahora mismo vivo para el acero, no queda en mi un ápice de otra cosa Valeria, no eres la única responsable de esto, yo no soy el hombre que encontrarte en tu hall y lo siento, se que ese hombre se hubiera arrastrado tras de ti a París... -guardé silencio, no era necesario que le explicara que hubiera hecho ese hombre, pero este necesitaba seguridad, no podía batallar con una relación que se tambaleaba, sin saber si al regresar al lecho mi mujer habría partido con los primeros vientos.
Di un nuevo trago aguardando su respuesta, podía entender su decisión, tanto si me mandaba a la mierda como si acedia.
Llevé la mano a mi rostro con cierta desesperación, no sabia a que decir, que hacer estaba muy confundido.
Creo que ni siquiera estaba explicándome bien y no se me daba nada bien estas situaciones.
-Se que el norte no es fácil, vivimos en guerra y confieso que si el norte no corriera por mis venas yo mismo hubiera salido corriendo.
Dejé escapar el aire de forma pesada contra sus labios que se habían acercado a mi boca con una dulce sonrisa, risa que soltaba contra ellos confesando que era Valeria Cannif y que su felicidad era yo o al menos eso entendí en ese instante.
Pero yo estaba en ese norte que abandonó por dos veces ¿como creer que no lo haría una tercera?
-Estoy frio -admití sintiendo su agarré en mi mano, acaricié con la yema de mis dedos sus nudillos.
-Ahora mismo no puedo decirte que todo va bien, que volvíamos al norte cogidos de la mano como si nada hubiera pasado -dije hundiendo mis pardos en sus esmeraldas - no he dejado de quererte, no te pido tiempo para poder acostarme con otra, no lo he hecho en este mes que hemos permanecido lejos, pero no puedo ahora mismo creer que en tan poco tiempo hayas cambiado, que ahora tu felicidad pase por convertirte en una vikinga.
Tiré de su cintura y deposité un beso en su mejilla antes de separarme en busca de una copa que necesitaba mas que respirar en ese instante.
-Vuelve conmigo, empecemos desde cero, sin compromiso, no recriminaré tu actitud si durante este tiempo encuentras a otro, si vuelves a verte con Haytham o con quien sea, no voy a montar en cólera, peor necesito conocer a esa nueva Valeria que dices que ahora existe dentro de ti.
Le acerqué una copa para que bebiera de ella, supongo que esto no estaba acabando exactamente como ella pensaba o quería, pero no encontraba otra solución para los dos, un sin compromisos era el único modo de partir de cero, de volver a enamorarnos como dos idiotas o acabar separados por completo.
-Ahora mismo vivo para el acero, no queda en mi un ápice de otra cosa Valeria, no eres la única responsable de esto, yo no soy el hombre que encontrarte en tu hall y lo siento, se que ese hombre se hubiera arrastrado tras de ti a París... -guardé silencio, no era necesario que le explicara que hubiera hecho ese hombre, pero este necesitaba seguridad, no podía batallar con una relación que se tambaleaba, sin saber si al regresar al lecho mi mujer habría partido con los primeros vientos.
Di un nuevo trago aguardando su respuesta, podía entender su decisión, tanto si me mandaba a la mierda como si acedia.
Llevé la mano a mi rostro con cierta desesperación, no sabia a que decir, que hacer estaba muy confundido.
Creo que ni siquiera estaba explicándome bien y no se me daba nada bien estas situaciones.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
“Estoy frío”
Lo entendía, no esperaba que me abriera los brazos y dejar pasar todo, como si no hubiese pasado nada. Ambos habíamos cambiado, ya no éramos esos niños orgullosos y caprichosos...por mi parte, sabía perfectamente lo que quería y no era marchitarme en el norte, antes tendría que encontrar quién era realmente. Y lo hice, enterré a esa niña enfurruñada a la que había que hacer caso, complacerla y colmarla de atenciones. La Valeria de ahora, nada tenía que ver con la que él conoció y quizás al Höor que se encontraba ante mí, necesitaba otra clase de persona que estuviese a su lado.
Dejé escapar un largo suspiro, meditando la respuesta...asimilando la situación. Por primera vez nos miramos a los ojos, escuchando lo que realmente pensaba del otro, dejar claras ciertas cosas...las más importantes. El hombre en el que se había convertido, me volvía aún más loca. Seguro de lo que necesitaba y no en su vida, sincero en cada una de sus palabras. Mi pulgar se paseó por la palma de su mano antes de que me la soltase, ambos debíamos de conocernos como éramos ahora y dejar de mirar hacia atrás... con echarnos las cosas en cara no íbamos a solucionar nada.
-Primero tenemos que escucharnos, uno al otro. Y entiendo que estés frío, contrariado, sin saber cómo actúar y qué decir pues me pasa lo mismo. Sabes de sobra que siendo los que fuimos, estaríamos gritando y montados en cólera -tomé la copa, dando un largo trago, necesitaba que la garganta no se me secase...demasiado qué decirle -No quiero al hombre que me contentaba, vivía para satisfacerme en todo y tú no quieres a esa niña asustadiza y caprichosa que solo mira por sí misma. -medio sonreí buscando su mirada, la calma se reflejaba en nuestras miradas, -Mi familia es lo primero, lo único que me importa. No necesitas a una mujer débil y quise dejar de hacerlo, perderme y a la vez encontrarme. Entiendo que mi reacción fue equivocada y te hayas enfriado, decepcionado y no espero más que vayamos poco a poco, sin prisa. Tenemos todo el tiempo del mundo para ir paso a paso, no podemos correr demasiado pues así nos ha pasado...hemos tropezado -
me giré en mi asiento, quedando frente a él y tomar su mentón con dos de mis dedos, sonreí cuando nuestras miradas se encontraron. Me levanté, esquivándole y quedar tras él aún de pie, mis dedos se enredaron en el cabello de su nuca, rebelde que me llenaba a peinarlo con los dedos...necesitar tenerle cerca aunque tan solo fuese ese momento. Dejé un beso en su cabeza, tierno y reparador. Estaba segura que nos calmó a los dos, suspiré en su cuello, perdiendo mis labios en dedicarle pequeños besos...lentos , dándonos ese respiro sin hablar.
-Iba a volver al Norte, Höor. No obré como debí, estás aquí y... quizás sí que te haya echado de menos -sonreí traviesa, buscando su mirada... estaba claro que el destino nos brindaba una nueva oportunidad...una que no podíamos dejar marchitar -Si empezamos de cero, no tenemos que nombrar aquello que nos ha hundido en el barro. Nos queremos, es un hecho y sé que te he decepcionado...solo...deja que te demuestre quién soy, olvides a quién conociste...la que tantos dolores de cabeza te ha provocado. Si tú lo deseas... yo también, qué me dices? -dejé mis labios en su nuca y uno de mis brazos lo abrazó por el pecho, contra mí...calma, sin dejar de atacarnos...no había prisa.
Lo entendía, no esperaba que me abriera los brazos y dejar pasar todo, como si no hubiese pasado nada. Ambos habíamos cambiado, ya no éramos esos niños orgullosos y caprichosos...por mi parte, sabía perfectamente lo que quería y no era marchitarme en el norte, antes tendría que encontrar quién era realmente. Y lo hice, enterré a esa niña enfurruñada a la que había que hacer caso, complacerla y colmarla de atenciones. La Valeria de ahora, nada tenía que ver con la que él conoció y quizás al Höor que se encontraba ante mí, necesitaba otra clase de persona que estuviese a su lado.
Dejé escapar un largo suspiro, meditando la respuesta...asimilando la situación. Por primera vez nos miramos a los ojos, escuchando lo que realmente pensaba del otro, dejar claras ciertas cosas...las más importantes. El hombre en el que se había convertido, me volvía aún más loca. Seguro de lo que necesitaba y no en su vida, sincero en cada una de sus palabras. Mi pulgar se paseó por la palma de su mano antes de que me la soltase, ambos debíamos de conocernos como éramos ahora y dejar de mirar hacia atrás... con echarnos las cosas en cara no íbamos a solucionar nada.
-Primero tenemos que escucharnos, uno al otro. Y entiendo que estés frío, contrariado, sin saber cómo actúar y qué decir pues me pasa lo mismo. Sabes de sobra que siendo los que fuimos, estaríamos gritando y montados en cólera -tomé la copa, dando un largo trago, necesitaba que la garganta no se me secase...demasiado qué decirle -No quiero al hombre que me contentaba, vivía para satisfacerme en todo y tú no quieres a esa niña asustadiza y caprichosa que solo mira por sí misma. -medio sonreí buscando su mirada, la calma se reflejaba en nuestras miradas, -Mi familia es lo primero, lo único que me importa. No necesitas a una mujer débil y quise dejar de hacerlo, perderme y a la vez encontrarme. Entiendo que mi reacción fue equivocada y te hayas enfriado, decepcionado y no espero más que vayamos poco a poco, sin prisa. Tenemos todo el tiempo del mundo para ir paso a paso, no podemos correr demasiado pues así nos ha pasado...hemos tropezado -
me giré en mi asiento, quedando frente a él y tomar su mentón con dos de mis dedos, sonreí cuando nuestras miradas se encontraron. Me levanté, esquivándole y quedar tras él aún de pie, mis dedos se enredaron en el cabello de su nuca, rebelde que me llenaba a peinarlo con los dedos...necesitar tenerle cerca aunque tan solo fuese ese momento. Dejé un beso en su cabeza, tierno y reparador. Estaba segura que nos calmó a los dos, suspiré en su cuello, perdiendo mis labios en dedicarle pequeños besos...lentos , dándonos ese respiro sin hablar.
-Iba a volver al Norte, Höor. No obré como debí, estás aquí y... quizás sí que te haya echado de menos -sonreí traviesa, buscando su mirada... estaba claro que el destino nos brindaba una nueva oportunidad...una que no podíamos dejar marchitar -Si empezamos de cero, no tenemos que nombrar aquello que nos ha hundido en el barro. Nos queremos, es un hecho y sé que te he decepcionado...solo...deja que te demuestre quién soy, olvides a quién conociste...la que tantos dolores de cabeza te ha provocado. Si tú lo deseas... yo también, qué me dices? -dejé mis labios en su nuca y uno de mis brazos lo abrazó por el pecho, contra mí...calma, sin dejar de atacarnos...no había prisa.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Su pulgar paseó lento por la palma de mi mano, ella parecía meditar mis palabras o la respuesta de estas.
Mis pardos se fundieron en sus esmeraldas mientras ella hablaba esta vez con calma, era la primera vez que nos escuchábamos.
Sorprendido la escuché por primera vez en toda su vida reconocer que se había equivocado, que su marcha por segunda vez del norte había sido tan errónea como la primera y que entendía como me sentía, que me hubiera enfriado y que no confiara en ella.
-He cambiado y tu no lo has hecho, o no lo habías hecho y supongo que en este momento de nuestras vidas no encajábamos.
Yo me convertí en padre, en “el salvador” del norte pero tu querías seguir siendo libre para volar alto y conmigo no tenias alas. Entiendo que te fueras del norte, si así eres feliz, pero no que me dejaras esperando, lo correcto hubiera sido que reconocieras que lo nuestro no funcionaba y que me dejabas porque tu no querías una vida a mi lado, no una vida convertida en vikinga, en madre y en mujer de un guerrero que arriesga su vida cada día.
Mis fiestas nada tienen que ver con las tuyas, no hay lujosos vestidos, ni perfectos recogidos, solo hay alcohol, olor a llamas y rudeza y me gusta, es ahí donde me siento yo y entiendo que es ahí donde tu no te sientes tu.
Se alzó de la silla recorriendo mi cuerpo con sus pasos hasta quedar a mi espalda, sus dedos peinaron mi pelo en un gesto demasiado familiar para pasarlo por alto, cerré los ojos y entreabrí los labios cuando su aliento se perdió en mi nuca.
Demasiado tiempo sin estar con una mujer, pero no era así como quería empezar las cosas aunque ganas no me faltaban.
Sus labios recorrieron mi cuello, ladeé la cabeza dejando escapar un jadeo.
-Valeria -le pedí con la voz ronca que parara y tiré de su mano para traerla frente a mi de nuevo.
Perdernos en el lecho significaría que nada habíamos cambiado, un polvo no iba a solucionar lo nuestro y no quería que esa idea errada es la que e le quedara.
Follar en la cama solo iba a ayudarnos a saciar nuestra hambre, peor los problemas seguirían ahí cuando abriéramos los ojos.
-Vuelve al norte, quiero creerte, creer lo que me dices. Las niñas te echan de menos, creo que lo apropiado es que te quedes en Akershus, pediré te preparen una cámara cerca de ellos para que puedas atenderlas, verlas ¿si quieres?
¿Cual es tu plan en el norte? Se que aquí tu negocio ocupa parte de tu tiempo, pero alli...¿has pensado que harás?
Sirius y Valeska acuden a aprender magia con Giuliana, es la mujer de Ulf y esta embarazada -ladeé la sonrisa -el culo peludo de Ulf duerme mas en el sofá de palacio que en su casa -bromeé -quizas podrías hablar oc ella, es extranjera como tu.
Mis pardos se fundieron en sus esmeraldas mientras ella hablaba esta vez con calma, era la primera vez que nos escuchábamos.
Sorprendido la escuché por primera vez en toda su vida reconocer que se había equivocado, que su marcha por segunda vez del norte había sido tan errónea como la primera y que entendía como me sentía, que me hubiera enfriado y que no confiara en ella.
-He cambiado y tu no lo has hecho, o no lo habías hecho y supongo que en este momento de nuestras vidas no encajábamos.
Yo me convertí en padre, en “el salvador” del norte pero tu querías seguir siendo libre para volar alto y conmigo no tenias alas. Entiendo que te fueras del norte, si así eres feliz, pero no que me dejaras esperando, lo correcto hubiera sido que reconocieras que lo nuestro no funcionaba y que me dejabas porque tu no querías una vida a mi lado, no una vida convertida en vikinga, en madre y en mujer de un guerrero que arriesga su vida cada día.
Mis fiestas nada tienen que ver con las tuyas, no hay lujosos vestidos, ni perfectos recogidos, solo hay alcohol, olor a llamas y rudeza y me gusta, es ahí donde me siento yo y entiendo que es ahí donde tu no te sientes tu.
Se alzó de la silla recorriendo mi cuerpo con sus pasos hasta quedar a mi espalda, sus dedos peinaron mi pelo en un gesto demasiado familiar para pasarlo por alto, cerré los ojos y entreabrí los labios cuando su aliento se perdió en mi nuca.
Demasiado tiempo sin estar con una mujer, pero no era así como quería empezar las cosas aunque ganas no me faltaban.
Sus labios recorrieron mi cuello, ladeé la cabeza dejando escapar un jadeo.
-Valeria -le pedí con la voz ronca que parara y tiré de su mano para traerla frente a mi de nuevo.
Perdernos en el lecho significaría que nada habíamos cambiado, un polvo no iba a solucionar lo nuestro y no quería que esa idea errada es la que e le quedara.
Follar en la cama solo iba a ayudarnos a saciar nuestra hambre, peor los problemas seguirían ahí cuando abriéramos los ojos.
-Vuelve al norte, quiero creerte, creer lo que me dices. Las niñas te echan de menos, creo que lo apropiado es que te quedes en Akershus, pediré te preparen una cámara cerca de ellos para que puedas atenderlas, verlas ¿si quieres?
¿Cual es tu plan en el norte? Se que aquí tu negocio ocupa parte de tu tiempo, pero alli...¿has pensado que harás?
Sirius y Valeska acuden a aprender magia con Giuliana, es la mujer de Ulf y esta embarazada -ladeé la sonrisa -el culo peludo de Ulf duerme mas en el sofá de palacio que en su casa -bromeé -quizas podrías hablar oc ella, es extranjera como tu.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Agaché la mirada porque en eso estábamos de acuerdo, hubo un instante en nuestros caminos en los que sin duda, no seguíamos los mismos pasos y al final, tomamos caminos diferentes. Le había decepcionado, era un hecho pues yo misma lo hice por no afrontar la situación, huir cuando debí luchar y derrotar a mis miedos. Como bien decía el refrán, era peor el remedio que la enfermadad...éste era un claro ejemplo de ello.
Perdí. Perdí su confianza, marchité ese amor de locura, alejé de mi vida lo que era más importante que mi propia existencia ¿y todo para qué? Para nada. Creí que él entendería que necesitaba visitar mi ciudad, quedarme un periodo de tiempo no demasiado largo, el suficiente para dejar mis negocios a la orden del día y devolver a esa Valeria fuerte e inquebrantable que se fue desvaneciendo ante sus ojos. Para él, fue un total abandono y aunque no estaba de acuerdo... lo acepté, no íbamos a discutir por algo tan absurdo. Huir no era la solución, darle la espalda a un problema... no quería decir que se esfumase sin más.
-Mi intención no era quedarme en París y abandonar el norte así sin más...solo pedí un respiro pero entiendo que te fallase cuando más lo necesitabas y por ello...te pido disculpas. Perdóname, lo siento pero no podía más...me marchitaba y tú me necesitabas tal como deseo recomponerme, mente fría que fuese capaz de ser tu escudo, tu apoyo... no lo he sido. Ni recuerdo cuándo te solté la mano pero quiero que sepas que...pase lo que pase, me tendrás a tu lado...soy la madre de tus hijos -mis orbes esmeralda brillaron con cierta tristeza, no podía negarle mi apoyo incondicional...lo consideraba mi confidente, mi compañero...aunque ahora lo sintiese tan lejos.
Enredé mis dedos entre los suyos, dándome fuerzas pues verle derrotado, frío... no era la imagen que esperaba, tampoco que me recibiese como si no pasase nada, sería hipócrita. Busqué darle calor , necesitaba el roce de su piel con esos simples besos que me supieron a poco...me dieron aún más sed. Saber que lo había perdido me hacía darme cuenta de mi gran error, por mi inconsciencia y no pensar las cosas antes de actuar... mi Höor, aquel que me miraba como si nada más existiese...me rehuía la mirada. Me dolió aún más que me llamara por mi nombre de pila, me advirtiese que ese no era el camino...
-Iba a volver cuanto antes, solo esperaba fuese el momento adecuado, asegurarme de que todo lo dejaba bien atado aquí aunque eso... es lo de menos, ahora me importan más otras cosas -asentí segura de mí misma, me preguntaba por los planes de futuro pero había algo más que me ilusionaba. En París no solo me acompañaban Dritt y Soleil, alguien más se había unido a mi soledad...fue el motivo por el que no solo quería regresar al Norte, esto fue inesperado y quizás, dudase de mi palabra, no lo culparía -Mis negocios se extienden hasta Dinamarca, cerré un trato la semana pasada...abrirán dos tiendas de perfumes Cavey -mi nombre se extendía, con éxito pero no era eso lo que dibujó una sonrisa en mis labios carmesí.
-Tendría el negocio más cerca, además aún tengo que entrenarme por si tengo que luchar contigo -sonreí divertida, buscando su mirada, riendo traviesa e inconscientemente buscar sus labios. -Hay algo que debe regresar al Norte, quiero que nuestros hijos crezcan allí. -hice una pausa y apreté con fuerza los dedos entrelazados, pidiendo más que nunca que no me soltase -No volveré sola al Norte, Höor... con Dritt y Soleil, tendrás que preparar una habitación más. -
la mano entrelazada, la guié hasta mi vientre en donde la dejé apoyada...apenas eran unos meses. Sonreí nerviosa, muerta de miedo por su rechazo pero la única y gran verdad era la que saldría de mis labios.
-Al final...sí que me diste mi regalo de cumpleaños, Höor. -estaba ilusionada... aquel momento en el que ocurrió éramos felices...y mi decisión de volver a París, me hizo perderle -Estoy embarazada -me mordí el labio inferior, reprimí las lagrimas que nerviosa, incapaz fui de retener... apenas lo acababa de saber -Es tuyo. No ha habido nadie más que tú, Höor-aquello, podía cambiarlo todo... o no, simplemente quería que lo supiese. No esperaba nada, yo misma me encargué de tirarlo por la borda nada más que embarqué -No he dejado de quererte, ni un maldito mísero segundo. -lo dije con tanta rabia y alegría al mismo tiempo, emocionada por el simple hecho de saber que estabamos juntos, al menos en ese instante.
Perdí. Perdí su confianza, marchité ese amor de locura, alejé de mi vida lo que era más importante que mi propia existencia ¿y todo para qué? Para nada. Creí que él entendería que necesitaba visitar mi ciudad, quedarme un periodo de tiempo no demasiado largo, el suficiente para dejar mis negocios a la orden del día y devolver a esa Valeria fuerte e inquebrantable que se fue desvaneciendo ante sus ojos. Para él, fue un total abandono y aunque no estaba de acuerdo... lo acepté, no íbamos a discutir por algo tan absurdo. Huir no era la solución, darle la espalda a un problema... no quería decir que se esfumase sin más.
-Mi intención no era quedarme en París y abandonar el norte así sin más...solo pedí un respiro pero entiendo que te fallase cuando más lo necesitabas y por ello...te pido disculpas. Perdóname, lo siento pero no podía más...me marchitaba y tú me necesitabas tal como deseo recomponerme, mente fría que fuese capaz de ser tu escudo, tu apoyo... no lo he sido. Ni recuerdo cuándo te solté la mano pero quiero que sepas que...pase lo que pase, me tendrás a tu lado...soy la madre de tus hijos -mis orbes esmeralda brillaron con cierta tristeza, no podía negarle mi apoyo incondicional...lo consideraba mi confidente, mi compañero...aunque ahora lo sintiese tan lejos.
Enredé mis dedos entre los suyos, dándome fuerzas pues verle derrotado, frío... no era la imagen que esperaba, tampoco que me recibiese como si no pasase nada, sería hipócrita. Busqué darle calor , necesitaba el roce de su piel con esos simples besos que me supieron a poco...me dieron aún más sed. Saber que lo había perdido me hacía darme cuenta de mi gran error, por mi inconsciencia y no pensar las cosas antes de actuar... mi Höor, aquel que me miraba como si nada más existiese...me rehuía la mirada. Me dolió aún más que me llamara por mi nombre de pila, me advirtiese que ese no era el camino...
-Iba a volver cuanto antes, solo esperaba fuese el momento adecuado, asegurarme de que todo lo dejaba bien atado aquí aunque eso... es lo de menos, ahora me importan más otras cosas -asentí segura de mí misma, me preguntaba por los planes de futuro pero había algo más que me ilusionaba. En París no solo me acompañaban Dritt y Soleil, alguien más se había unido a mi soledad...fue el motivo por el que no solo quería regresar al Norte, esto fue inesperado y quizás, dudase de mi palabra, no lo culparía -Mis negocios se extienden hasta Dinamarca, cerré un trato la semana pasada...abrirán dos tiendas de perfumes Cavey -mi nombre se extendía, con éxito pero no era eso lo que dibujó una sonrisa en mis labios carmesí.
-Tendría el negocio más cerca, además aún tengo que entrenarme por si tengo que luchar contigo -sonreí divertida, buscando su mirada, riendo traviesa e inconscientemente buscar sus labios. -Hay algo que debe regresar al Norte, quiero que nuestros hijos crezcan allí. -hice una pausa y apreté con fuerza los dedos entrelazados, pidiendo más que nunca que no me soltase -No volveré sola al Norte, Höor... con Dritt y Soleil, tendrás que preparar una habitación más. -
la mano entrelazada, la guié hasta mi vientre en donde la dejé apoyada...apenas eran unos meses. Sonreí nerviosa, muerta de miedo por su rechazo pero la única y gran verdad era la que saldría de mis labios.
-Al final...sí que me diste mi regalo de cumpleaños, Höor. -estaba ilusionada... aquel momento en el que ocurrió éramos felices...y mi decisión de volver a París, me hizo perderle -Estoy embarazada -me mordí el labio inferior, reprimí las lagrimas que nerviosa, incapaz fui de retener... apenas lo acababa de saber -Es tuyo. No ha habido nadie más que tú, Höor-aquello, podía cambiarlo todo... o no, simplemente quería que lo supiese. No esperaba nada, yo misma me encargué de tirarlo por la borda nada más que embarqué -No he dejado de quererte, ni un maldito mísero segundo. -lo dije con tanta rabia y alegría al mismo tiempo, emocionada por el simple hecho de saber que estabamos juntos, al menos en ese instante.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
Mis ojos siguieron la estela de su mano que rauda bajo a su bajo vientre asegurando que el día de su cumpleaños si le otorgué un regalo, un hijo, uno que crecía en sus entrañas ahora mismo.
Mis ojos se alzaron pardos e interrogantes hasta fundirse con sus esmeraldas y de ahí a la copa que sujetaba en su mano.
Cada vez que se largaba del norte volvía con un vástago en su vientre, claro que este aseguraba ser mio y no de otro como en el anterior caso.
Su sonrisa moría feliz en mi boca, yo aun asimilaba la nueva noticia dada, no porque para un vikingo tener un gran linaje no fuera motivo de euforia, que lo era, si no porque de ser mio como decía, venia en el peor de los momentos posibles.
Apuré mi copa de un trago sin ser capaz de pronunciar aun palabra alguna, me relamí los labios ante sus ojos que impacientes esperaban que reaccionara.
-¿que quieres que te diga Valeria? ¿que todo esta bien ahora que engendras de nuevo a un Cannif?
Negué dejando escapar el aire mientras mi mano volaba hasta su vientre para posarse allí mientras meditaba las palabras a decir.
La yema de mis dedos acariciaron esa zona, era un gesto afectuoso pues lo que dentro se gestaba no era culpable de la desfachatez de sus padres.
-No puedo hacer como si nada hubiera pasado, seria mentirte si te digo que las cosas no han cambiado, si te digo que porque estés embarazada de nuevo me he calentado y que lo roto se ha recompuesto en este instante ante mis ojos.
No estoy ahora mismo preparado para mantener una relación de marido y mujer contigo.
Son dos veces las que has abandonado el norte, ya eras madre antes de hacerlo, tengo la prueba durmiendo en el lecho contiguo a mi cuarto.
No pretendo ser duro, menos irracional contigo, pero necesito tiempo, tiempo para descubrir si lo nuestro tiene solución con el tiempo o por el contrario debemos seguir senderos opuestos.
Me acerqué a la botella y me serví otra copa, su confesión había hecho mella en mi, me había desestabilizado y eso era algo que no le decía pero que se me notaba, no había nada que yo no hiciera por mis hijos, ellos eran el principio y el final de mi mismo y si lo que llevaba en su vientre era mio lo quería en el norte como un vikingo y no con un padre distinto criando mi legado.
Di un nuevo trago evaluando la situación mientras dejaba que el aire pesado se perdiera en el cristal.
-Vuelve al norte, pediré que te preparen una cámara, podrás viajar, llevar desde allí tus negocios, ver a tus hijas y gestar a nuestro vástago. El futuro es incierto pero ahora mismo céntrate en nuestro hijo y veamos que sucede entre nosotros.
Mis ojos se alzaron pardos e interrogantes hasta fundirse con sus esmeraldas y de ahí a la copa que sujetaba en su mano.
Cada vez que se largaba del norte volvía con un vástago en su vientre, claro que este aseguraba ser mio y no de otro como en el anterior caso.
Su sonrisa moría feliz en mi boca, yo aun asimilaba la nueva noticia dada, no porque para un vikingo tener un gran linaje no fuera motivo de euforia, que lo era, si no porque de ser mio como decía, venia en el peor de los momentos posibles.
Apuré mi copa de un trago sin ser capaz de pronunciar aun palabra alguna, me relamí los labios ante sus ojos que impacientes esperaban que reaccionara.
-¿que quieres que te diga Valeria? ¿que todo esta bien ahora que engendras de nuevo a un Cannif?
Negué dejando escapar el aire mientras mi mano volaba hasta su vientre para posarse allí mientras meditaba las palabras a decir.
La yema de mis dedos acariciaron esa zona, era un gesto afectuoso pues lo que dentro se gestaba no era culpable de la desfachatez de sus padres.
-No puedo hacer como si nada hubiera pasado, seria mentirte si te digo que las cosas no han cambiado, si te digo que porque estés embarazada de nuevo me he calentado y que lo roto se ha recompuesto en este instante ante mis ojos.
No estoy ahora mismo preparado para mantener una relación de marido y mujer contigo.
Son dos veces las que has abandonado el norte, ya eras madre antes de hacerlo, tengo la prueba durmiendo en el lecho contiguo a mi cuarto.
No pretendo ser duro, menos irracional contigo, pero necesito tiempo, tiempo para descubrir si lo nuestro tiene solución con el tiempo o por el contrario debemos seguir senderos opuestos.
Me acerqué a la botella y me serví otra copa, su confesión había hecho mella en mi, me había desestabilizado y eso era algo que no le decía pero que se me notaba, no había nada que yo no hiciera por mis hijos, ellos eran el principio y el final de mi mismo y si lo que llevaba en su vientre era mio lo quería en el norte como un vikingo y no con un padre distinto criando mi legado.
Di un nuevo trago evaluando la situación mientras dejaba que el aire pesado se perdiera en el cristal.
-Vuelve al norte, pediré que te preparen una cámara, podrás viajar, llevar desde allí tus negocios, ver a tus hijas y gestar a nuestro vástago. El futuro es incierto pero ahora mismo céntrate en nuestro hijo y veamos que sucede entre nosotros.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Bajo la mascara de un guerrero (privado)
No esperaba nada especial. Mi embarazo no llegaba en el momento más acertado o quizás en el mejor momento de todos, al menos para mí pues me daba fuerzas para luchar por lo que siempre había querido. Dolía la incertidumbre, ver en sus ojos algo que me arañaba el alma... decepción. Sentí que en nuestro matrimonio, yo misma había fracasado por mis miedos y no afrontar cuando debí, no lo culpaba pues solo era mía pero él mismo me dijo que entendía que me fuese del norte justo en ese momento. No me aferraba a eso, pues sabía perfectamente lo que pasaba por su cabeza.
Me quedé paralizada, un frío inexistente me congeló de la cabeza a los pies pues saber que ya nada sería lo mismo , dolía. Mi breve sonrisa no desapareció de mi rostro, me mantuve fuerte esperando nada...pues eso era lo que realmente merecía. Dejé la copa en uno de los muebles y perdí la mirada en el frente, sus palabras no me daban consuelo y menos...esperanzas. Acogía la situación como debía, fuerte como todo lo acontecido me había hecho, ya nada sería como antes pero acogerme a el recuerdo de quién fuimos solo era engañarme a mí misma.
Sabía qué significaba ese tiempo que me pedía. Una libertad que él necesitaba, ese espacio en el que no entendía porqué me quería cerca, no sabía si para castigarme por mis errores pero ¿es que no iba a perdonarme jamás? Me levanté de mi asiento dispuesta a irme, mi lucha interior por mantenerme en pie me abandonó por unos segundos. No pude decir nada, solo asentir con la cabeza, no me acerqué a él más.
-Todos mis hijos son importantes, no huí. Los dejé contigo, con su padre...jamás te dije que no volvería, lo aceptaste y entiendo que estés decepcionado, dolido por mi ida pero iba a volver, te lo aseguré... -me callé porque ni necesitaba escucharme ni repetirme. Tan solo tomé la botella y le volví a llenar el vaso , como hice aquella vez... la primera. Me arrancó una sonrisa, mis esmeraldas buscaron las ajenas ...quería ver algún tipo de esperanza pero antes de eso, cerré los ojos...no quería verlo.
-Eso era lo que pretendía... volver con mi familia. Unirla en este caos infernal del que no sé cómo escapar. -no esperaba una respuesta diferente a esa. No busqué su mirada más, mi fortaleza seguía manteniéndome en pie, ahora entendía lo que se sentía batallar pero no ganar...aquí no había ganado nada. Me quedé en silencio, deshaciendo el nudo de mi vestido, dejándolo caer... me molestaba.
Tiré de los cordones para que no estuviese tan apretado y suspiré de alivio, no me quité el vestido...las manos me temblaban, tuve que tomar asiento de nuevo .. me mareé pero no dije nada, en cuanto estuviese mejor, abandonaría su barco para que él pudiese tomar su camino, en libertad como él deseaba, ese amor loco se había marchitado ante mis ojos y solo podía culparme, no le pedí nada...solo le di aquella noticia que debía saber.
Me quedé paralizada, un frío inexistente me congeló de la cabeza a los pies pues saber que ya nada sería lo mismo , dolía. Mi breve sonrisa no desapareció de mi rostro, me mantuve fuerte esperando nada...pues eso era lo que realmente merecía. Dejé la copa en uno de los muebles y perdí la mirada en el frente, sus palabras no me daban consuelo y menos...esperanzas. Acogía la situación como debía, fuerte como todo lo acontecido me había hecho, ya nada sería como antes pero acogerme a el recuerdo de quién fuimos solo era engañarme a mí misma.
Sabía qué significaba ese tiempo que me pedía. Una libertad que él necesitaba, ese espacio en el que no entendía porqué me quería cerca, no sabía si para castigarme por mis errores pero ¿es que no iba a perdonarme jamás? Me levanté de mi asiento dispuesta a irme, mi lucha interior por mantenerme en pie me abandonó por unos segundos. No pude decir nada, solo asentir con la cabeza, no me acerqué a él más.
-Todos mis hijos son importantes, no huí. Los dejé contigo, con su padre...jamás te dije que no volvería, lo aceptaste y entiendo que estés decepcionado, dolido por mi ida pero iba a volver, te lo aseguré... -me callé porque ni necesitaba escucharme ni repetirme. Tan solo tomé la botella y le volví a llenar el vaso , como hice aquella vez... la primera. Me arrancó una sonrisa, mis esmeraldas buscaron las ajenas ...quería ver algún tipo de esperanza pero antes de eso, cerré los ojos...no quería verlo.
-Eso era lo que pretendía... volver con mi familia. Unirla en este caos infernal del que no sé cómo escapar. -no esperaba una respuesta diferente a esa. No busqué su mirada más, mi fortaleza seguía manteniéndome en pie, ahora entendía lo que se sentía batallar pero no ganar...aquí no había ganado nada. Me quedé en silencio, deshaciendo el nudo de mi vestido, dejándolo caer... me molestaba.
Tiré de los cordones para que no estuviese tan apretado y suspiré de alivio, no me quité el vestido...las manos me temblaban, tuve que tomar asiento de nuevo .. me mareé pero no dije nada, en cuanto estuviese mejor, abandonaría su barco para que él pudiese tomar su camino, en libertad como él deseaba, ese amor loco se había marchitado ante mis ojos y solo podía culparme, no le pedí nada...solo le di aquella noticia que debía saber.
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