AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Choque de espadas [privado]
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Choque de espadas [privado]
El norte… había estado alejada de él tanto tiempo que por momentos no estaba segura de poder reconocerle. El viaje de regreso había sido callado y largo pero mi intención no era quedarme, aún no. Cuando regresara de verdad, lo haría de forma permanente, pero ahora ni siquiera pensaba en visitar mi hogar. Vest-Agder, la fortaleza de los Rendahl, estaría mejor sin mi, de acercarme no haría más que hacer daño a aquella que alguna vez fue mi familia. ¿Para qué hacerles sufrir con la presencia de una extraña?
Había recibido la nota de mi antiguo maestro, aquel viejo sabelotodo que todavía me las debía por alertar a mi antiguo mejor amigo cuando viajé a Paris. Vale, que siempre supe que se sentía orgulloso de él, pero yo también era su orgullo, lo había dicho en varias ocasiones. Se vanagloriaba de que habíamos sido sus mejores alumnos, y eso que entrenó a muchos durante demasiado tiempo, y al parecer aún lo hacía. Quizás me lo dijo ya demasiado tarde, cuando la relevancia de sus palabras escapaban de mi discernimiento. Me había hecho sufrir con creces el entrenamiento cuando era chica, había sido más duro conmigo que con muchos otros, pero esa manera de tratarme había rendido frutos. De hecho, creo que incluso me admiraba ahora, aunque de forma distinta, su mirada de sabueso buscaba en mi algo que ya no existía, aunque el viejo era estuviera empecinado en creer lo contrario.
Viajé durante un par de días. El norte no cambiaba, se mantenía de forma imperecedera, aguantando las inclemencias al igual que sus habitantes. Lo que no nos hacía caer nos volvía más fuertes. No importaba el vigor de las fuerzas que azotaran las ciudades, sus habitantes tenían espíritu, el fuego de los vikingos jamás se extinguiría.
Estaba en una colina tupida de blanca nieve, con las manos hundidas en mis bolsillos observando la antigua aldea. La noche ya había caído y el viento helado movía mi larga cabellera. Pasé mis dedos por mi rostro, apartando los mechones que rebeldes caían sobre él. La aldea estaba fortificada ahora, en contraste con su antigua apariencia. ¿Antigua? ¿Cuántos años exactamente habían transcurrido… Apenas me encontraba en mi veintena pero sentía como si ya llevara muchos más años a cuestas.
Detrás de mi escuché un aullido que me removió algo por dentro, sonaba distinto, melancólico, como si el lobo le reclamara sus penas a la luna. Volteé y vi sus brillantes ojos desde detrás de unos árboles, me observaba. Sonreí al notar que el juego de sombras le ocultaba,hubiera deseado tocarlo pero él era como yo, desconfiaba de todos. Aún así nos miramos en silencio. Una bandada de cuervos alzó el vuelo de improviso, aleteando sobre mi cabeza, un gruñido salió de entre los dientes del lobo y se alejó.
Bajé entonces la colina para adentrarme en la aldea, sin llamar la atención, era fácil volverme invisible a las miradas. Un par de calles más de tierra y daría con el exacto lugar adonde debía de morar mi antiguo entrenador. Llegué a esa cabaña para encontrarla completamente a oscuras, lo cual me pareció extraño… él dijo que aguardaría mi llegada.
La puerta de la entrada estaba rota, fue lo primero que noté. La aldaba colgaba y el marco estaba hecho astillas a un lado. Alguien la había forzado. Entré sin pensarlo dos veces, mi mirada captó los muebles volcados, y sobre la alfombra del salón gotas de sangre. Me agaché a tocarlas… No podían ser de él…
Con el rabillo del ojo noté el casi imperceptible movimiento. Una espada que quería atacarme desde atrás. Giré a tiempo para esquivarle. Mi mano viajo hacia el antebrazo y con un golpe brusco hice tronar el hueso, rompiéndolo. La espada cayó en el suelo y otro sujeto más procuró cortarme con su acero. Saqué el mío y lo moví con rapidez, cortando un antebrazo, la sangre me salpicó mientras la extremidad manchaba la alfombra. -Ah vamos, ¿no bastan dos o tres para acabar con una?-
Mi espada chocó con el acero ajeno mientras mis pies me desplazaban entre el grupo que se había formado a mi alrededor. Uno a uno a uno fueron cayendo, mi espada cercenaba todo lo que se encontraba a su paso. Tripas cayeron en la estancia, agarré a uno de la garganta y se la atravesé de un extremo a otro por encima de su nuez de Adán.
Quedaba en pie otro más que colocó sus manos sobre su boca e imitó un ulular, acababa de llamar refuerzos que pronto entraron por la puerta. En mi rostro se dibujó una sonrisa sádica, nada como una buena bienvenida sangrienta en la cual me superaban en número, y la noche solo empezaba.
Pronto decidieron amenizar el encuentro incendiando la cabaña. Alcé mi espada en el aire, el encuentro ahora se desplazaba e inevitablemente salíamos a las calles empedradas. Las nubes cubrieron la luna ensangrentada casi en su totalidad y sentí su presencia. Loki me miraba, disfrutando del encuentro. Por supuesto el muy maldito no movía un dedo como de costumbre, rodé los ojos al vislumbrar su desplazamiento entre las tiendas que a esas horas nocturnas ya estaban cerradas y que comenzaban a arder. Mi leve distracción me valió un corte en un costado, la sangre manó, gruñí y tras caer me puse en pie para continuar el entretenido baile.
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
- Mensajes : 101
Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Choque de espadas [privado]
Una capa purpura colgaba desde mi cuello sobre la grupa del negro caballo.
Ulf y Atharal sobre dos monturas me seguían, y tras nosotros el séquito de diez guerreros que cerraban la marcha.
Nos dirigimos hacia el sur, cabalgamos durante unos doce días y doce noches, atravesamos muchas aldeas,en todas ellas no ofrecieron hospitalidad para mi y para mis hombres, nos habíamos convertido en la esperanza del norte y eso era algo que pesaba sobre nuestros hombros.
Habíamos escuchado que el condado de los Rendahl estaba siendo masacrado por los hombres de Randulf, las incursiones que hacían convertían aquel lugar en el mismo Hel. La amistad que un día me unió a la pequeña de los Rendahl, Skadi y la que unía a Ulf con su difunto padre nos empujó a partir de inmediato hacia esas tierras.
Finalmente atravesamos las montañas de Helvion, entre dos de ellas con un hermoso paisaje nevado, unas bajas casas de piedra con tejados de madera y unas humeantes chimeneas, realmente desde la distancia la imagen era hermosa.
Al galope no tardamos mas de una hora en atajar la distancia que nos separaba del condado, mas nuestros peores presagios se cumplieron cuando vimos ante nosotros una horda de unos treinta orcos.
Randulf y sus aberraciones, había cogido hombres, aldeanos y los había convertido en esto mezclandolo con gigantes de las montañas.
Duplicaban nuestro tamaño, sus enormes cuerpos verduscos, anchos y de gran constitución dejaban al descubierto unos brazos musculados, que daban pavor.
Su horrenda cara de mandíbula proveniente y muchos de ellos con los colmillos en el exterior, mostraban unos ojos con un brillo rojizo y pelo desordenado y sucio.
Avanzaban con ira hacia nosotros emitiendo tremendos gritos de guerra.
-Randulf cada vez tiene mas mal gusto con sus compañeras de baile -dijo Ulf ladeando la sonrisa mientras desenvainaba la espada.
Los guerreros se mantuvieron firmes pese a que nos triplicaban en número.
Desenvainé mi bastarda arremetiendo con furia en el centro de la formación de los treinta guerreros rompiéndola completamente por la mitad haciendo que los guerreros se apartaran de la envestida quedando desprotegidos.
Varios orcos cayeron antes de impactar con la barrera de mis hombres debido a las flechas de nuestros arqueros.
Pronto todos estábamos enzarzados en melé, el acero silbaba mordaz ante nuestros ojos mientras nuestros gruñidos se unían a la danza de sangre bajo la dama de plata.
Una figura se unió a la fiesta, una que juro de nuevo apareció cual fantasma en mi vida y que no esperaba, Skadí.
Los tres nos miramos, Ulf le dio la bienvenida a nuestras filas con un choque de hombros mientras uno al otro se cubrían de los ataques orcos.
-No podías perderte la fiesta ¿cierto? -pregunté ladeando la sonrisa incrustando con bestialidad mi espada en el estomago de uno de ellos.
Ulf y Atharal sobre dos monturas me seguían, y tras nosotros el séquito de diez guerreros que cerraban la marcha.
Nos dirigimos hacia el sur, cabalgamos durante unos doce días y doce noches, atravesamos muchas aldeas,en todas ellas no ofrecieron hospitalidad para mi y para mis hombres, nos habíamos convertido en la esperanza del norte y eso era algo que pesaba sobre nuestros hombros.
Habíamos escuchado que el condado de los Rendahl estaba siendo masacrado por los hombres de Randulf, las incursiones que hacían convertían aquel lugar en el mismo Hel. La amistad que un día me unió a la pequeña de los Rendahl, Skadi y la que unía a Ulf con su difunto padre nos empujó a partir de inmediato hacia esas tierras.
Finalmente atravesamos las montañas de Helvion, entre dos de ellas con un hermoso paisaje nevado, unas bajas casas de piedra con tejados de madera y unas humeantes chimeneas, realmente desde la distancia la imagen era hermosa.
Al galope no tardamos mas de una hora en atajar la distancia que nos separaba del condado, mas nuestros peores presagios se cumplieron cuando vimos ante nosotros una horda de unos treinta orcos.
Randulf y sus aberraciones, había cogido hombres, aldeanos y los había convertido en esto mezclandolo con gigantes de las montañas.
Duplicaban nuestro tamaño, sus enormes cuerpos verduscos, anchos y de gran constitución dejaban al descubierto unos brazos musculados, que daban pavor.
Su horrenda cara de mandíbula proveniente y muchos de ellos con los colmillos en el exterior, mostraban unos ojos con un brillo rojizo y pelo desordenado y sucio.
Avanzaban con ira hacia nosotros emitiendo tremendos gritos de guerra.
-Randulf cada vez tiene mas mal gusto con sus compañeras de baile -dijo Ulf ladeando la sonrisa mientras desenvainaba la espada.
Los guerreros se mantuvieron firmes pese a que nos triplicaban en número.
Desenvainé mi bastarda arremetiendo con furia en el centro de la formación de los treinta guerreros rompiéndola completamente por la mitad haciendo que los guerreros se apartaran de la envestida quedando desprotegidos.
Varios orcos cayeron antes de impactar con la barrera de mis hombres debido a las flechas de nuestros arqueros.
Pronto todos estábamos enzarzados en melé, el acero silbaba mordaz ante nuestros ojos mientras nuestros gruñidos se unían a la danza de sangre bajo la dama de plata.
Una figura se unió a la fiesta, una que juro de nuevo apareció cual fantasma en mi vida y que no esperaba, Skadí.
Los tres nos miramos, Ulf le dio la bienvenida a nuestras filas con un choque de hombros mientras uno al otro se cubrían de los ataques orcos.
-No podías perderte la fiesta ¿cierto? -pregunté ladeando la sonrisa incrustando con bestialidad mi espada en el estomago de uno de ellos.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Choque de espadas [privado]
Repentinamente ya no eran solo humanos los que me rodeaban, mi sonrisa se expandía tras hincar los dientes de mi acero en uno de ellos solo para encontrarme rodeada de unos seres con aspecto bastante desagradable y un olor que me hizo fruncir la nariz al alzar mi espada para protegerme del ataque de uno que ya se acercaba corriendo.
El problema en todo esto y aunque este fuera solo el poblado de las afueras, igualmente ya se trataba de terreno de mi familia, no quería ni pensar que podría haber sucedido con Vest-Agder, pero mi madre era una mujer de una fortaleza absoluta, estaba segura de que le habría hecho frente a lo que fuera.
El problema en todo esto y aunque este fuera solo el poblado de las afueras, igualmente ya se trataba de terreno de mi familia, no quería ni pensar que podría haber sucedido con Vest-Agder, pero mi madre era una mujer de una fortaleza absoluta, estaba segura de que le habría hecho frente a lo que fuera.
Recibí al engendro realizando una pirueta para golpearlo de lleno en el abdomen y hacerle trastabillar antes de hincar el filo en la gruesa piel, un líquido de color verde salió de la herida y humeante calcinó la tierra haciéndola humear. Alcé una ceja al ver aquello, a mi derecha un grupo de soldados recién aparecidos en escena se agrupaba haciendo frente a los orcos. Sonreí a pesar de que nos iban cercando cuando choqué hombros contra la espalda de un conocido.
-Ya decía yo que olía a lobo viejo por aquí.- dije a manera de saludo al ver al cambiante. Las flechas de algunos arqueros volaron por los aires impactando en los cuerpos fornidos de los engendros, estos sangraban, las arrancaban y seguían avanzando testaduramente con los ojos enrojecidos por la rabia mientras una nueva lluvia de los arqueros comenzaba a hacerlos lucir como un alfiletero.
Realicé un nuevo salto para caer sobre los hombros de uno de ellos con mis piernas alrededor de su cuello. Había visto a Höor aparecer en escena. Apreté los dientes y estrangulé al orco con mis muslos haciéndolo caer al suelo antes de rebanarle el pescuezo. -Tened cuidado con la sangre, corroe aquello con lo que entra en contacto.- advertí antes de ponerme en pie.
El sonido de un nuevo ulular trajo consigo la aparición de una nueva docena que hizo acto de presencia detrás de la fila de guerreros que acompañaban al Cannif. -¿Qué es la vida sin un pequeño vals para amenizarla? - Lo miré unos segundos antes de que los aceros volvieran a alzarse en el aire.
Tras desarmar a un invasor humano con mi espada aproveché para agarrarlo por el cuello y apreté contra su manzana de Adán, me dirigí hacia una pared y lo golpeé contra ella. -Ahora mismo me dirás qué ha sucedido con den første salvie.- dije utilizando el título con el que todos conocían a mi maestro.
El sujeto se negó a hablar así que comencé a apretar escuchándolo gorgotear mientras mi pulgar se ensañaba con su tráquea. A mi alrededor ambos bandos seguían enfrentados. Di un puñetazo al hombre en el rostro escuchando como se le rompía el puente de la nariz, aún necesitaba que hablara. Mientras caía sobre el suelo con el rostro ensangrentado giré para defenderme del ataque de un orco. Rugí por la interrupción a mi interrogatorio y alcé nuevamente la espada. -Al parecer los norteños se han vuelto más feos desde que me marché.- dije con sombrío humor.
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
- Mensajes : 101
Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Choque de espadas [privado]
Los aceros vuelan fieros surcando el viento, silban ante el enemigo, como dice Skadi el baile es bienvenido para el guerrero.
Ladeo la sonrisa mirándola de soslayo antes de hundir mi bastarda en el pecho del enemigo y de un golpe seco saco el acero para virando sobre mis pies cortar la cabeza al que desde atrás llega hacha en mano.
Rujo cuando la sangre salpica mi rostro, la contienda esta a la altura y eso es algo que celebra cualquier guerrero que ansié el Valhalla.
La danza comienza, baile de espadas, los gritos de la batalla replican en el alba, los aceros iluminan la noche estrellada en el choque las armas.
Ulf aúlla, su trasformación llega en forma de blanco lobo, arranca la yugular de uno de esos monstruos verduscos.
-Te ha tocado bailar con la mas fea -le gritó mientras me rio junto a Skadi a carcajadas.
Hacia demasiado que no luchábamos con ella, hija de uno de los mas importantes generales que a tenido el norte, la familia Rendal persiste en ella, muchos la conocen como la parca, no los culpo, hace tiempo que abandonó a Odin para servir a Loqui y en parte soy consciente de que en ese deje oscuro tengo yo mas responsabilidad de la que soy capaz de asumir.
Entre jarras teníamos una conversación pendiente, hace años que no nos vemos y tengo curiosidad por que me cuente que es de su vida, contarle que a pasado con la mía, compartir bailes, fuego y acero es a lo máximo que puede aspirar un guerrero.
La sangre baña nuestros cuerpos, el blanco pelaje de mi general se tiñe de rojo, los enemigos caen bajo la muestra de poder de nuestros aceros, hasta que los cuernos tocan retirada y nosotros nos proclamamos justos vencedores de la batalla.
El condado de la dama Rendall de momento sigue perteneciendole a ella y me pregunto si a vuelto para quedarse o se ira con las primeras luces del alba.
La necesitamos, es un hecho, su espada baila de forma afilada, su acero es importante para nuestra causa.
Entre jadeos celebramos la victoria, alzamos las armas viéndolos correr con el rabo entre las piernas, gruñimos, choque de espadas con escudos que emiten un atronador ruido, como si Thor festejara el triunfo de nuestras armas.
Ulf recupera su forma, en bolas se acerca a nosotros con una ladeada sonrisa en sus labios.
-Baño en el lago, fogata con una buena caza e hidromiel que corra por nuestras venas, los dioses merecen sus ofrendas -apunta Ulf tirandole el brazo por encima a la vikinga cazándola del cuello-vamos guerrera, cuéntanos que te ha traído a tierras norteñas.
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Ladeo la sonrisa mirándola de soslayo antes de hundir mi bastarda en el pecho del enemigo y de un golpe seco saco el acero para virando sobre mis pies cortar la cabeza al que desde atrás llega hacha en mano.
Rujo cuando la sangre salpica mi rostro, la contienda esta a la altura y eso es algo que celebra cualquier guerrero que ansié el Valhalla.
La danza comienza, baile de espadas, los gritos de la batalla replican en el alba, los aceros iluminan la noche estrellada en el choque las armas.
Ulf aúlla, su trasformación llega en forma de blanco lobo, arranca la yugular de uno de esos monstruos verduscos.
-Te ha tocado bailar con la mas fea -le gritó mientras me rio junto a Skadi a carcajadas.
Hacia demasiado que no luchábamos con ella, hija de uno de los mas importantes generales que a tenido el norte, la familia Rendal persiste en ella, muchos la conocen como la parca, no los culpo, hace tiempo que abandonó a Odin para servir a Loqui y en parte soy consciente de que en ese deje oscuro tengo yo mas responsabilidad de la que soy capaz de asumir.
Entre jarras teníamos una conversación pendiente, hace años que no nos vemos y tengo curiosidad por que me cuente que es de su vida, contarle que a pasado con la mía, compartir bailes, fuego y acero es a lo máximo que puede aspirar un guerrero.
La sangre baña nuestros cuerpos, el blanco pelaje de mi general se tiñe de rojo, los enemigos caen bajo la muestra de poder de nuestros aceros, hasta que los cuernos tocan retirada y nosotros nos proclamamos justos vencedores de la batalla.
El condado de la dama Rendall de momento sigue perteneciendole a ella y me pregunto si a vuelto para quedarse o se ira con las primeras luces del alba.
La necesitamos, es un hecho, su espada baila de forma afilada, su acero es importante para nuestra causa.
Entre jadeos celebramos la victoria, alzamos las armas viéndolos correr con el rabo entre las piernas, gruñimos, choque de espadas con escudos que emiten un atronador ruido, como si Thor festejara el triunfo de nuestras armas.
Ulf recupera su forma, en bolas se acerca a nosotros con una ladeada sonrisa en sus labios.
-Baño en el lago, fogata con una buena caza e hidromiel que corra por nuestras venas, los dioses merecen sus ofrendas -apunta Ulf tirandole el brazo por encima a la vikinga cazándola del cuello-vamos guerrera, cuéntanos que te ha traído a tierras norteñas.
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Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Choque de espadas [privado]
Las espadas se movían ágiles, sangrientas e implacables. Mi acero y el de mis acompañantes sometieron al enemigo, mi espada se mostró implacable, atacar este poblado era una afrenta personal. Poco a poco íbamos dando cuenta de ellos, con el rabillo del ojo veía a aquellos dos vikingos moverse.
Por un lado, Ulf, el viejo lobo tomó precisamente esa forma, mostrando lo letales que podían ser sus fauces. Höor… era un nombre que no había pronunciado desde hace mucho tiempo, demostraba lo que era, hundiendo su espada sin titubeos. Entre rugidos nos abríamos paso, no importaba que fueran más que nosotros. Mi espada entraba en esa carne gruesa, distinta, inhumana, y luego continuaba con el siguiente.
En determinado momento me moví escuchando aún las espadas, regresando con el hombre al que interrogaba. Me agaché frente a él con una sonrisa sádica, no se había movido. -Ya tuviste tiempo suficiente para decidir si responderás a mi pregunta.- Recorrí su torso con mi acero, dejando que el filo fuese abriendo un camino de sangre. El hombre aulló pero aún no me decía nada, yo estaba determinada a encontrar a mi maestro, fuera como fuera. Finalmente mi acero se detuvo contra su entrepierna amenazándolo. El terror desorbitaba sus cuencas, y de repente todo se detuvo.
Enemigos y acompañantes quedaron congelados con un chasquido de dedos, inmóviles mientras Loki detenía el tiempo a nuestro alrededor. Lo observé de soslayo, sonreía enfundado en su traje negro, con los brazos cruzados sin dejar de observarme. -Me gusta verte en acción y cerciorarme de lo sangrienta que puedes ser.-
-Ajá.- No era algo nuevo que se presentara de improviso. -Y supongo que haberte involucrado en la pelea cuando nos superaban en número no es tu estilo.-
Lo escuché chasquear la lengua. -Prefiero ver como te desenvuelves, sería un insulto para ti, intervenir en algo que puedes manejar sola. Por otro lado, ese desdichado no te dará respuestas, desconoce adonde se han llevado a tu mentor. Tu antiguo mentor si somos más exactos.-
Solté al hombre para mirar al dios del caos. -¿Cuándo vas a darme lo que quiero Loki?-
Se encogió de hombros antes de avanzar para con un movimiento de su mano lanzar una descarga que acabó con la vida del hombre bajo mis pies. -Primero debo cerciorarme de que trabajas completamente para mi. No olvides quien eres, cualquier otra distracción no es más que eso. Deberías saber que es efímera, soy el único que puede darte lo que quieres.-
Nos sostuvimos la mirada el uno al otro mientras tensaba mi mandíbula, sabía perfectamente que quería darme a enteder con esas palabras. -Ahora me marcho, te dejo con tu bonita reunión, incluso logra ponerme sentimental.- Se llevó una mano al rostro para secar una fingida lágrima antes de soltar una carcajada y volvió a chasquear los dedos.
A mi alrededor todo volvió a moverse. Ulf se acercaba hablando de un banquete y un baño, no me afectaba verlo desnudo, estaba acostumbrada a nuestras maneras vikingas. Lo que si logró tensarme un poco fue que pusiera su brazo alrededor de mi cuello, otra vez ese sudor en mi frente… Apreté los dientes al percatarme de mi reacción.
-Nuestro antiguo entrenador me mandó llamar. He ido a su casa, la encontrado revuelta y a él desaparecido.- Le hice una llave al lobo a manera de saludo. --A ver si te vistes.- bromeé con él.
-He venido a eso.- Enfundé mi espada colocándola en mi espalda y comencé a caminar. -Aún le debo algo a ese astuto zorro a pesar de que en su día me vendió avisándole a alguien más que llegaría a Paris.- Palabras dirigidas a Hoör. No sabía nada de él ni de su vida, había escuchado comentarios sobre él y su cruzada al regresar, y según veía el maldito rey seguía dando guerra. El momento llegaría pensé, vislumbrando su cabeza ensangrentada en una bandeja antes de devolver la mirada al cadáver producido por Loki. -Algo de hidromiel me vendría bien.-
Por un lado, Ulf, el viejo lobo tomó precisamente esa forma, mostrando lo letales que podían ser sus fauces. Höor… era un nombre que no había pronunciado desde hace mucho tiempo, demostraba lo que era, hundiendo su espada sin titubeos. Entre rugidos nos abríamos paso, no importaba que fueran más que nosotros. Mi espada entraba en esa carne gruesa, distinta, inhumana, y luego continuaba con el siguiente.
En determinado momento me moví escuchando aún las espadas, regresando con el hombre al que interrogaba. Me agaché frente a él con una sonrisa sádica, no se había movido. -Ya tuviste tiempo suficiente para decidir si responderás a mi pregunta.- Recorrí su torso con mi acero, dejando que el filo fuese abriendo un camino de sangre. El hombre aulló pero aún no me decía nada, yo estaba determinada a encontrar a mi maestro, fuera como fuera. Finalmente mi acero se detuvo contra su entrepierna amenazándolo. El terror desorbitaba sus cuencas, y de repente todo se detuvo.
Enemigos y acompañantes quedaron congelados con un chasquido de dedos, inmóviles mientras Loki detenía el tiempo a nuestro alrededor. Lo observé de soslayo, sonreía enfundado en su traje negro, con los brazos cruzados sin dejar de observarme. -Me gusta verte en acción y cerciorarme de lo sangrienta que puedes ser.-
-Ajá.- No era algo nuevo que se presentara de improviso. -Y supongo que haberte involucrado en la pelea cuando nos superaban en número no es tu estilo.-
Lo escuché chasquear la lengua. -Prefiero ver como te desenvuelves, sería un insulto para ti, intervenir en algo que puedes manejar sola. Por otro lado, ese desdichado no te dará respuestas, desconoce adonde se han llevado a tu mentor. Tu antiguo mentor si somos más exactos.-
Solté al hombre para mirar al dios del caos. -¿Cuándo vas a darme lo que quiero Loki?-
Se encogió de hombros antes de avanzar para con un movimiento de su mano lanzar una descarga que acabó con la vida del hombre bajo mis pies. -Primero debo cerciorarme de que trabajas completamente para mi. No olvides quien eres, cualquier otra distracción no es más que eso. Deberías saber que es efímera, soy el único que puede darte lo que quieres.-
Nos sostuvimos la mirada el uno al otro mientras tensaba mi mandíbula, sabía perfectamente que quería darme a enteder con esas palabras. -Ahora me marcho, te dejo con tu bonita reunión, incluso logra ponerme sentimental.- Se llevó una mano al rostro para secar una fingida lágrima antes de soltar una carcajada y volvió a chasquear los dedos.
A mi alrededor todo volvió a moverse. Ulf se acercaba hablando de un banquete y un baño, no me afectaba verlo desnudo, estaba acostumbrada a nuestras maneras vikingas. Lo que si logró tensarme un poco fue que pusiera su brazo alrededor de mi cuello, otra vez ese sudor en mi frente… Apreté los dientes al percatarme de mi reacción.
-Nuestro antiguo entrenador me mandó llamar. He ido a su casa, la encontrado revuelta y a él desaparecido.- Le hice una llave al lobo a manera de saludo. --A ver si te vistes.- bromeé con él.
-He venido a eso.- Enfundé mi espada colocándola en mi espalda y comencé a caminar. -Aún le debo algo a ese astuto zorro a pesar de que en su día me vendió avisándole a alguien más que llegaría a Paris.- Palabras dirigidas a Hoör. No sabía nada de él ni de su vida, había escuchado comentarios sobre él y su cruzada al regresar, y según veía el maldito rey seguía dando guerra. El momento llegaría pensé, vislumbrando su cabeza ensangrentada en una bandeja antes de devolver la mirada al cadáver producido por Loki. -Algo de hidromiel me vendría bien.-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
- Mensajes : 101
Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Choque de espadas [privado]
Que los dos en parte nos esquivábamos era un hecho, quizás en ella uno infinitamente mas obvio. Fue a París para terminar con mi vida y en ese encuentro saltaron chispas.
Supongo que lo que una vez hubo entre ambos murió cuando lo hizo ella frente a las flechas enemigas.
Su forma de mirarme era diferente, quizás con un rencor demasiado claro como para ser olvidado.
La ofendí y no le iba a restar razón en su enfado.
Las hogueras pronto prendieron y la hidromiel corrió entre los guerreros, el condado estaba a salvo, era lo importante en estos instantes, frenar a Randulf.
Ulf bromeaba con ella, le contaba sobre sus andanzas, que se había desposado con Giuliana y que esta estaba en cinta, ademas de contarle las anécdotas de sus épicos enfados en el que el peludo culo de Ulf acababa durmiendo en el sofá de mi castillo expulsado de su casa a sartenazos.
Al menos ya se había tapado la verga, eso ya era todo un logro.
Ellos hablaban animadamente mientras yo me dirigía a la casona donde esperaba encontrar algo que pudiera ayudarnos a dar con nuestro maestro, al parecer Skadi le buscaba y yo hacia tiempo que no recibía misiva alguna por su parte.
Cuando regresé con las manos vacías frente a la lumbre mi semblante era sombrío, apuré una jarra que me tendió Ulf sin apartar mis ojos del fuego, conocía sobradamente a ese hombre como para saber que era muy capaz de desvanecerse como el mismo humo, pero también que de hacerlo siempre me hubiera dejado un hilo del que tirar, no encontré nada y eso solo podía significar dos cosas que se lo hubieran llevado contra su voluntad o por contra que tampoco deseara que yo lo hallara.
Gruñí ante mis propios pensamientos dando un nuevo trago, los problemas nunca venían solos, Randulf parecía estar últimamente demasiado activo, como si tramara algo, eso no era nuevo, algo que pudiera darnos un golpe definitivo.
Si había conseguido hacerse con nuestro maestro no dudaría en intercambiarlo o algo peor experimentar con él hasta crear un ser que no conoceríamos.
-Skadi ¿cuando fue la ultima vez que viste o recibiste mensaje del maestro? -pregunté volviendo a llevar el borde de la jarra a mis labios.
Durante toda la noche ella parecía desganada a conversar conmigo y eso iba a respetarlo, peor necesitaba saber pues nuestro maestro era un tanto enigmático y quizás no era a mi si no a ella a la que le había dado la pista sobre su paradero.
Supongo que lo que una vez hubo entre ambos murió cuando lo hizo ella frente a las flechas enemigas.
Su forma de mirarme era diferente, quizás con un rencor demasiado claro como para ser olvidado.
La ofendí y no le iba a restar razón en su enfado.
Las hogueras pronto prendieron y la hidromiel corrió entre los guerreros, el condado estaba a salvo, era lo importante en estos instantes, frenar a Randulf.
Ulf bromeaba con ella, le contaba sobre sus andanzas, que se había desposado con Giuliana y que esta estaba en cinta, ademas de contarle las anécdotas de sus épicos enfados en el que el peludo culo de Ulf acababa durmiendo en el sofá de mi castillo expulsado de su casa a sartenazos.
Al menos ya se había tapado la verga, eso ya era todo un logro.
Ellos hablaban animadamente mientras yo me dirigía a la casona donde esperaba encontrar algo que pudiera ayudarnos a dar con nuestro maestro, al parecer Skadi le buscaba y yo hacia tiempo que no recibía misiva alguna por su parte.
Cuando regresé con las manos vacías frente a la lumbre mi semblante era sombrío, apuré una jarra que me tendió Ulf sin apartar mis ojos del fuego, conocía sobradamente a ese hombre como para saber que era muy capaz de desvanecerse como el mismo humo, pero también que de hacerlo siempre me hubiera dejado un hilo del que tirar, no encontré nada y eso solo podía significar dos cosas que se lo hubieran llevado contra su voluntad o por contra que tampoco deseara que yo lo hallara.
Gruñí ante mis propios pensamientos dando un nuevo trago, los problemas nunca venían solos, Randulf parecía estar últimamente demasiado activo, como si tramara algo, eso no era nuevo, algo que pudiera darnos un golpe definitivo.
Si había conseguido hacerse con nuestro maestro no dudaría en intercambiarlo o algo peor experimentar con él hasta crear un ser que no conoceríamos.
-Skadi ¿cuando fue la ultima vez que viste o recibiste mensaje del maestro? -pregunté volviendo a llevar el borde de la jarra a mis labios.
Durante toda la noche ella parecía desganada a conversar conmigo y eso iba a respetarlo, peor necesitaba saber pues nuestro maestro era un tanto enigmático y quizás no era a mi si no a ella a la que le había dado la pista sobre su paradero.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Choque de espadas [privado]
Las hogueras se encendían, su fuego crepitaba comenzando a calentarnos mientras tomábamos hidromiel. Los soldados que acompañaban a Höor se lo tomaron con buen humor, era costumbre celebrar después de una victoria. Aunque mi mirada la analizaba, repasaba a los cádaveres que habían sido apilados y se detenía en la sangre… la sangre me atraía, añadía un brillo sombrío a mis ojos.
El licor me calentó el cuerpo, usualmente frío de mil formas, lo bebí con lentitud, distrayéndome con el buen humor de Ulf. Ese viejo lobo… tenía importancia al igual que mi maestro, escuché sus anécdotas sobre él y la joven de la cual alguna vez me habló, ahora su esposa. Me alegraba por él, se le veía feliz, completo. -Ha de ser una mujer muy inteligente si sabe como ponerte a raya con sartenazos.- bromeé. Al parecer el lobo dio con la horma exacta de su zapato. -Te felicito por el hijo que está por venir Ulf.- Sonreí con lentitud, el lobo preservaría su linaje, fuertes guerreros recorrerían las tierras norteñas, descendientes suyos y de esa mujer que seguramente compartía su misma temple.
Mi mirada se desplazaba observando a Höor, se había marchado un rato y luego regresado. Aunque no le había hablado aún, no por ello dejaba de reparar en su presencia. Siguiéndole en lo que hacía, le había visto dirigirse a la morada de nuestro maestro. -No le he visto desde hace mucho tiempo pero recibí su mensaje hace dos semanas. Me urgía a venir, se notaba el apremio en sus líneas.-
Lo observé largamente, notando la evidencia de su mirada sombría, parecida a la mía.
Me despedí momentáneamente de Ulf antes de ponerme en pie y acercarme a él. Acortar la distancia volvía concreto un camino invisible, uno que no transitaba desde hace ya tanto tiempo, un camino plagado de ecos, de vivencias del pasado que entre sombras se revolvían lúgubres para tirar de mi, quemándome con sus plegarias rotas y con sus recuerdos escondidos.
Me dejé caer a su lado, sentándome con la jarra sobre mis rodillas, dirigiendo mi mirada hacia lo más oscuro que podía regalarme la noche. –Ese hombre sabía como cuidarse.- Esbocé una sonrisa muy leve. -Pero hasta los más diestros y valientes pueden encontrar su noche más sombría.-Suspiré tomando algo del licor. -De ser así debo encontrarlo.-
Miré hacia unas piedrecillas y las tomé entre mis manos, apretándolas sosegadamente pero con fuerza, las sentía pulverizarse en mis dedos, cortándome la piel.
De una manera u otra, nuestras vidas, ardientes, desfavorecidas, intensas, aquel otrora de los niños y jóvenes que alguna vez fuimos… de cierta forma fue el maestro el que había unido a los dos aprendices en el campo de entrenamiento.
Esparcí a un lado mio el fino polvo que creé entre mis dedos antes de decir lo siguiente. -No te odio Höor, hace ya demasiado tiempo lo hice, la Skadi que te reencontró en Paris no es la misma de hoy, y al verte, noto que tampoco lo eres tú. Bastantes vidas se prolongan sesenta, setenta años… es el ciclo normal. Otras, muy pocas, llegan a un término abrupto, se esparcen en el viento hechas cenizas y de ellas renace algo distinto, más fuerte, no necesariamente peor.-
Hice un pausa señalando con un gesto de mi cabeza a nuestro alrededor. -Si veo los picos nevados, las corrientes más fuertes y los árboles con raíces más profundas, si reparo en como hacen del norte algo imperecedero logrando que permanezca de forma eterna y que nuestra sangre ruga con furia tras los embates de los dioses, he de pensar también en Höor Cannif.-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Re: Choque de espadas [privado]
Skadi se dejó caer a mi lado, no lo esperaba, simplemente una respuesta fría a mi pregunta hubiera bastado.
Entre nosotros las cosas no estaba bien, pero allí ,mirando el crepitante fuego se paseaban ante mi cabeza demasiados recuerdos de antaño.En el pasado no existía frialdad entre nuestros cuerpos que ardientes se buscaban frente al fuego.
Tantas veces había bailado para mi, borrachos, con la sangre salpicando nuestros zapatos después de una gesta que nos había hecho perder demasiado, que ignorarlo me convertía en un necio.
Mis pardos se perdieron en los ajenos, al parecer la misiva le llegó hacia apenas un par de semanas, según ella, en sus lineas el tiempo parecía apremiar pero nuestro maestro era viejo zorro difícil de matar, y aun así, la preocupación de sus discípulos quedaba reflejada en nuestro rostro como si una losa hubiera caído sobre nosotros.
Le hubiera preguntado como le iban a ella las cosas quizás hubiera sido lo correcto pero hacia demasiado tiempo que dejé de hacer eso con ella, así que guardé silencio devolviendo el vidrio contra mis labios y dando un trago.
Mis ojos sorprendidos por su confesión la buscaron por encima de la jarra.
“No te odio” Pues debería, porque ni siquiera yo era capaz de no hacerlo al recordar como me había comportado con ella.
Es cierto que la vi morir, que no la busque porque solo hubiera hallado a un fantasma mas en París quizás necesitaba al hombre que hoy si tenia frente a si, y por ende, dio con un hombre distinto.
En algo iba a darle la razón no eramos los mismos, sus vivencias y las mías habían guiado nuestros pasos a un punto de no retorno en el que héroe o verdugo parecían arder bajo el mismo yugo.
Eramos dos seres forjados a base de acero, en el castillo de Randulf aprendimos a vivir desde niños esquivando los palos. Fuimos y siempre seriamos el pasado, uno en el que la necesité y también ella lo hizo, en la que me perdí en su piel tantas veces como ella se encontró conmigo y ahora solo eramos dos desconocidos que se habían perdonado todo, quizás porque nada nos importaba en este amor odio que nos procesábamos.
Ladeé la sonrisa la escucharla decir que al pensar en el norte, ese sueño de un norte libre, no podía obviarme a mi.
-Nunca he dejado de pensar en ti, no solo cuando piso estas tierras llenas de valles, de mar y de gélido viento. Pienso en ti cuando veo una hoguera y recuerdo otros tiempos.
Aparté su pelo del rostro sujetándolo en un puño para contemplarnos, habíamos cambiado, la guerra siempre devora las entrañas del hombre, pero hay algo que nunca cambiaría entre nosotros por mucho que ella se esforzara en disimularlo.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Choque de espadas [privado]
Volví a tragar hidromiel, dejando que descendiese por mi garganta, con su sensación agridulce. Höor permanecía en silencio, incrédulo creo, ante mis palabras. Hace mucho dejé de odiarlo, aunque si rememoraba aquella época en Paris, lo acertado era decir que le odié posteriormente con intensidad. El tiempo todo lo cura, dicen, y hay mucha razón en ello, poco a poco esa capa de odio se fue levantando hasta abandonar mis hombros.
Lo que le decía era cierto, era difícil pensar en nuestra tierra sin pensar en él. Para bien o para mal fuimos esos dos niños que crecieron juntos descubriéndose el uno al otro. En ese pasado compartí mucho con él, caídas, lecciones, batallas, danzas en torno al fuego, momentos de celebración en la que nos perdimos en nuestras emociones de juventud que en aquel entonces nos movían intensas cuando corríamos a refugiarnos bajo el cobijo de una carpa, en la manera en que mis ojos deambulaban por él antes de ver a otro. Era otra vida, una en la que imperaban los ecos, poblada de caminos que me llevaban hacia lugares que ahora ya no transitaba.
Mi presente tiraba de mi con una fuerza estremecedora, y si cerraba los ojos, podía verle… sentirle, rememorar los instantes, la forma en que me envolvía con su similitud conmigo, aunque luchara contra ello y me costara reconocerlo… incluso Loki lo presentía, y de allí su advertencia.
Las siguientes palabras de Höor me sorprendieron, aunque no sé por qué, no crecías de forma tan intensa junto a alguien más para olvidarlo del todo, aún si esos recuerdos navegaban en aguas profundas que quedaban sepultadas bajo otras corrientes.
-Es lógico que recordemos…- Lo observé con la mirada oscurecida cuando apartó mi cabello. Él era y al mismo tiempo no era aquel chico de mi pasado. -Tú y yo tenemos las raíces demasiado ancladas a estas tierras. Las llevamos en la sangre, hasta lo más profundo, eso no cambia en ninguno de los dos, ni el fuego que de ellas arde en nuestras venas, al igual que no lo hace nuestro empeño de no dejarnos vencer y continuar en pie.- Aunque quizás eso no era todo, había algo latente que siempre compartiríamos. Ambos lo sentíamos al mirarnos, era algo extraño que ese algo se presentara ahora, haciéndose tangible de forma inadvertida.
Volví a mi jarra, si, el sabor era agridulce, como lo era la sensación que bajaba por mi garganta. Retornaba a mi memoria lo mucho que odié lo que vi de él en Paris, como se movía en aquel ambiente, como si se acoplara a el. Y sin embargo, una parte de mi ahora le comprendía aunque no tenía ni idea de que había sido de su vida. Por un momento quise saber que había pasado con él, como era su vida actual, pero ¿importaba realmente si volvía a ser quien siempre debió ser? -Prefiero ver lo que veo ahora.-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Re: Choque de espadas [privado]
Skadi y yo conversábamos frente al fuego, no pasaba desapercibido para mi el modo en el que las llamas quedaban reflejadas en sus ojos.
Tenia razón en algo, ninguno de los dos habíamos tenido una vida fácil, tantas veces nos habían tumbado y tantas nos habíamos alzado que ambos podíamos presumir de nunca haber sido doblegados.
Solo encontraba una diferencia en estos instantes, fue esa la que me llevó a soltar su pelo y a relajar así el ambiente entre ambos.
Ella tenia la oportunidad de rehacer su vida, ser feliz, independiente, fiel al acero pero con oportunidades como Ulf de algún día tener familia, un linaje para que el suyo no acabase.
Por contra, yo pertenecía al norte, a sus gentes, no podía pensar en nada mas que en luchar, batallar y seguir ese camino que para mi habían estipulado los dioses.
Randulf lanzaba sus tentáculos contra cada aldea, nada estaba a salvo mientras ese tirano siguiera sustentando sobre su cabeza una corona y yo, solo era un conde rebelde decidido a derrocarlo.
No contaba con su ejercito, ni con el dinero que llenaba la salas de su palacio.
Oro que había arrebatado a la gente llevándola casi a la indigencia, no podía rendirme, no podía abandonarlos a su suerte.
Enfrascado en esos pensamientos Ulf llegó acuchillándose a nuestro lado, su brazo por encima de mis hombros mientras bromeaba sobre lo feos que eran los mercenarios de Randulf y se apiadaba de las mujeres que tuvieran que enfrentarlos.
De un tirón nos sacó a bailar frente al crepitante fuego, los tres nos reímos, era momento de celebrar, aunque todos sabíamos que con las primeras luces del alba, la guerra seguiría exactamente igual de sangrienta.
Acerqué mis labios al oído de Skadi.
-Tenemos que buscar al maestro, es raro que te mandara esa misiva y mas aun que en su hogar no hayamos encontrado su rastro. Se lo debemos.
Era cierto ,ese hombre nos había enseñado gran parte de lo que sabíamos, se porto con nosotros como un padre, no podíamos abandonarlo a su suerte.
Skadi danzaba frente a nosotros, sin duda la vida parecía irles bien a mis dos amigos, me alegraba de que así fuera, ambos merecían poder aferrarse a lago mas que al acero. Conocía a Skadi, estaba ilusionada con alguien, no me lo contaba, pero su mirada lo gritaba.
Tenia razón en algo, ninguno de los dos habíamos tenido una vida fácil, tantas veces nos habían tumbado y tantas nos habíamos alzado que ambos podíamos presumir de nunca haber sido doblegados.
Solo encontraba una diferencia en estos instantes, fue esa la que me llevó a soltar su pelo y a relajar así el ambiente entre ambos.
Ella tenia la oportunidad de rehacer su vida, ser feliz, independiente, fiel al acero pero con oportunidades como Ulf de algún día tener familia, un linaje para que el suyo no acabase.
Por contra, yo pertenecía al norte, a sus gentes, no podía pensar en nada mas que en luchar, batallar y seguir ese camino que para mi habían estipulado los dioses.
Randulf lanzaba sus tentáculos contra cada aldea, nada estaba a salvo mientras ese tirano siguiera sustentando sobre su cabeza una corona y yo, solo era un conde rebelde decidido a derrocarlo.
No contaba con su ejercito, ni con el dinero que llenaba la salas de su palacio.
Oro que había arrebatado a la gente llevándola casi a la indigencia, no podía rendirme, no podía abandonarlos a su suerte.
Enfrascado en esos pensamientos Ulf llegó acuchillándose a nuestro lado, su brazo por encima de mis hombros mientras bromeaba sobre lo feos que eran los mercenarios de Randulf y se apiadaba de las mujeres que tuvieran que enfrentarlos.
De un tirón nos sacó a bailar frente al crepitante fuego, los tres nos reímos, era momento de celebrar, aunque todos sabíamos que con las primeras luces del alba, la guerra seguiría exactamente igual de sangrienta.
Acerqué mis labios al oído de Skadi.
-Tenemos que buscar al maestro, es raro que te mandara esa misiva y mas aun que en su hogar no hayamos encontrado su rastro. Se lo debemos.
Era cierto ,ese hombre nos había enseñado gran parte de lo que sabíamos, se porto con nosotros como un padre, no podíamos abandonarlo a su suerte.
Skadi danzaba frente a nosotros, sin duda la vida parecía irles bien a mis dos amigos, me alegraba de que así fuera, ambos merecían poder aferrarse a lago mas que al acero. Conocía a Skadi, estaba ilusionada con alguien, no me lo contaba, pero su mirada lo gritaba.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Choque de espadas [privado]
La luz de las hogueras iluminaba sus ojos, ojos oscuros en los que me vi reflejada en aquel pasado, tan iguales y tan distintos. Su mano había sujetado mi pelo y bien hubiera podido alzar mi mano y tocarlo en un instante en el que tanto él como yo volvimos a ser aquellos dos. El lazo que nos unía en el pasado se sintió presente, como si de alguna manera se materializara.
No veía solo a este Höor, veía al Höor con el que crecí, el Höor que me daba ánimos, al que yo instaba a levantarse. Él que curó mis heridas, a quien limpié las suyas, con el que dancé por primera vez frente a nuestras hogueras, vi al niño, vi al muchacho y vi al hombre. Podría haber extendido mi mano, tocarle el rostro, dejar de sumergirme en la tensión que volvió nuestras respiraciones pesadas… pude haber rasgado el velo invisible si tan solo hubiera movido un poco mis dedos... pero... no lo hice.
Soltó entonces mi cabello rubio, y me moví hacia atrás. Poco a poco fui ladeando la sonrisa, si yo era elusiva, él no dejaba de serlo.
Al parecer la vida se empeñaba en llevarnos por caminos distintos, los trazaba para crear la idea de que podrían intersecarse pero luego los desdibujaba para correr en paralelo, la realidad era que nunca se encontraban.
Mi mente volvió a Paris, como lo hizo anteriormente, como cuando lo notó Loki. Pensé en unos ojos rojos como el fuego mientras Ulf nos hacía bromas, incitándonos a bailar. No lo había hecho desde hace muchísimo tiempo, ahora que rememoraba, desde que le vi en la taberna cuando llegó a sacudirme en mis adentros y ayudarme a descubrir verdades.
La sombra se desdoblaba, bailaba pensando en unas alas negras y a la vez recorría con la mirada al viejo lobo y al joven vikingo. Se percataba de que no traía más que destrucción y sangre, aún en el norte, de que ese era su destino, de que no descansaría hasta ver los ríos carmesí vengar los gritos de los suyos, para eso se había transformado en muerte.
Höor por el contrario era luz, contrastaba con mi sombra, como lo hace el día con la noche, a pesar del cansancio que se leía en sus ojos, como si hubiera vivido más de una vida.
Asentí cuando habló en mi oído. -La alimaña de Randulf nunca viene sola.- dije, mirando hacia el horizonte oscuro. -Donde hay una hay más, y si ellas le han llevado, tú y yo sabemos buscar rastros.- Volteé hacia él para mirarlo. Sabía perfectamente que tanto para él como para mi el maestro era la única constante del pasado de un par de niños, aquella que nos había cimentado las raíces, de una forma u otra si llegué a sobrevivir fue gracias a él. Luego… mi propia oscuridad cogió forma, y lo que siempre guardé en mi dejó de ser ocultado.
-Supongo que me prestarás una montura, ¿o es mucho pedirle al conde Cannif?- Lo miré inquisitiva, sabía perfectamente como le llamaban, lo que la gente pensaba de él, la guerra que lideraba pero yo veía algo más, veía sus matices, todo lo que conformaba a Höor. Hice un gesto con la cabeza hacia la oscura noche. -Emprendamos de una vez la búsqueda, si se lo han llevado o si él mismo se ha escondido de nuestra vista, nadie más que nosotros dos podrá encontrarlo.-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Re: Choque de espadas [privado]
Fijé mis ojos en los de la guerrera, nuestras vidas siempre acababan tomando distintos caminos, quizás porque era lo justo o si no lo justo, si lo necesario para ambos.
Nuestro tiempo paso y parece que los dioses habían decidido que sirviéramos a causas mas elevadas que nuestros propios designios.
Sabia que era lo correcto, porque posiblemente y por el brillo de sus ojos alguien existía ahora y yo solo seria un encuentro efímero que lo estropearía todo, por eso aflojé el agarré, por eso la deje ir, no era cobardía, era una sensatez que me dio el peso de una responsabilidad que me consumía.
Nunca seria el hombre que conoció, en ocasiones dudaba incluso que anidara un hombre en mi interior, era conde, era esperanza, era padre y era guerrero, así debía seguir siendo.
Asentí cuando me preguntó si la acompañaría para dar con ese hombre que nos trasformó en lo que eramos, oscuridad y luz a partes iguales pero que se complementaban de forma efímera cuando chocaban.
Eramos los lobos, Hati y Skoll que perseguían a la diosa luna y al dios Mani, siempre en una carrera incesante que solo era capaz de encontrarse con un eclipse de sol ¡algún día existiría para nosotros ese apagón? No era hoy cuando la respuesta seria revelada.
-Ire, es mi maestro, daremos con él y lo traeremos de vuelta a su hogar.
Tras despedirnos de los compañeros de batalla y darle ordenes a Ulf para que se ocupara de restablecer el orden en la aldea, caminé hacia los establos donde un mozo había llevado a mi corcel.
Lo ensillé de nuevo asegurándome de apretar bien las cinchas.
Mi mirada se elevó cuando Skadi entro en las caballerizas, el silencio imperó entre nosotros, no porque no tuviera nada que preguntarle, quizás porque prefería no saber. Ladeé la sonrisa cuando acabé el trabajo y de un saltó monté sobre mi espectro haciéndole una señal a la guerrera para que me siguiera.
-Conociendo a nuestro maestro no es un tipo fácil de atrapar, con lo cual si no lo han hecho pero lo buscan se habrá escondido bien.
Por contra si le han dado caza nos habrá dejado un rastro para que lo sigamos, nos conoce desde niños, sabe que no lo abandonaremos a su suerte
Skadi asintió, parecía presa de sus propios pensamientos, seguramente buscando en esa nota que este le mandó, el modo de dar con él.
-Lo encontraremos ,sabes que es un superviviente, hará falta mas que unos soldados para matarlo. Podríamos buscar información en las aldeas que hay rumbo a la fortaleza de Randulf, si han emprendido camino hacia allí puede que hayan parado en alguna a descansar o a por provisiones, lo que significa que pueden haber visto a un prisionero que coincidiera con la descripción.
Y si no está preso, puede que alguien como él haya buscado refugió en alguno de estos lugares ¿que me dices?
Saqué la bota de agua y di un trago relamiendome después los labios.
-¿quieres? -pregunté -¿y quien es ese que te tiene tan contenta?
Nuestro tiempo paso y parece que los dioses habían decidido que sirviéramos a causas mas elevadas que nuestros propios designios.
Sabia que era lo correcto, porque posiblemente y por el brillo de sus ojos alguien existía ahora y yo solo seria un encuentro efímero que lo estropearía todo, por eso aflojé el agarré, por eso la deje ir, no era cobardía, era una sensatez que me dio el peso de una responsabilidad que me consumía.
Nunca seria el hombre que conoció, en ocasiones dudaba incluso que anidara un hombre en mi interior, era conde, era esperanza, era padre y era guerrero, así debía seguir siendo.
Asentí cuando me preguntó si la acompañaría para dar con ese hombre que nos trasformó en lo que eramos, oscuridad y luz a partes iguales pero que se complementaban de forma efímera cuando chocaban.
Eramos los lobos, Hati y Skoll que perseguían a la diosa luna y al dios Mani, siempre en una carrera incesante que solo era capaz de encontrarse con un eclipse de sol ¡algún día existiría para nosotros ese apagón? No era hoy cuando la respuesta seria revelada.
-Ire, es mi maestro, daremos con él y lo traeremos de vuelta a su hogar.
Tras despedirnos de los compañeros de batalla y darle ordenes a Ulf para que se ocupara de restablecer el orden en la aldea, caminé hacia los establos donde un mozo había llevado a mi corcel.
Lo ensillé de nuevo asegurándome de apretar bien las cinchas.
Mi mirada se elevó cuando Skadi entro en las caballerizas, el silencio imperó entre nosotros, no porque no tuviera nada que preguntarle, quizás porque prefería no saber. Ladeé la sonrisa cuando acabé el trabajo y de un saltó monté sobre mi espectro haciéndole una señal a la guerrera para que me siguiera.
-Conociendo a nuestro maestro no es un tipo fácil de atrapar, con lo cual si no lo han hecho pero lo buscan se habrá escondido bien.
Por contra si le han dado caza nos habrá dejado un rastro para que lo sigamos, nos conoce desde niños, sabe que no lo abandonaremos a su suerte
Skadi asintió, parecía presa de sus propios pensamientos, seguramente buscando en esa nota que este le mandó, el modo de dar con él.
-Lo encontraremos ,sabes que es un superviviente, hará falta mas que unos soldados para matarlo. Podríamos buscar información en las aldeas que hay rumbo a la fortaleza de Randulf, si han emprendido camino hacia allí puede que hayan parado en alguna a descansar o a por provisiones, lo que significa que pueden haber visto a un prisionero que coincidiera con la descripción.
Y si no está preso, puede que alguien como él haya buscado refugió en alguno de estos lugares ¿que me dices?
Saqué la bota de agua y di un trago relamiendome después los labios.
-¿quieres? -pregunté -¿y quien es ese que te tiene tan contenta?
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Choque de espadas [privado]
-A falta de otro plan no veo mejor rumbo a seguir.- respondí, cuando sugirió que visitásemos las aldeas de una en una para buscar alguna pista que nos llevase hasta el maestro. El mozo de cuadra se acercó para pasarme las riendas de un corcel, mirándome con algo de curiosidad, parecía deseoso de preguntarme algo hasta que finalmente las palabras salieron de su boca para preguntarme si era la hija de la condesa de Vest-Agder. Al parecer me había reconocido porque sus padres trabajaban en la fortaleza y me recordaba a pesar de los años transcurridos, a lo cual asentí no sin antes hacerle jurar que no saldría palabra de su boca con respecto a haberme visto. No quería que las noticias sobre mi paso en el norte viajaran y llegaran a oídos de mi madre.
Con agilidad subí en la montura antes de que esta comenzara el buen trote al lado del espectro de Höor. -Algo me dice que el maestro aún está con vida, y no es precisamente la esperanza o una ilusión infantil. No me tapo los ojos cuando se trata de la muerte. Más bien, es algo que siento en mis entrañas.- Tomé una cantimplora que me pasaba para que tomara agua. -Ahora hay que ver si el viejo zorro se las ingenia para dejarnos alguna pista detrás de él o si más bien se reserva algún truco de último momento, con él nada se sabe, es tan críptico que no me extrañaría que incluso con nosotros se de el gusto de guardarse alguno.- Sonreí de medio lado antes de tomar un buen trago.
El frío viento meció mi rubio cabello, helándome la piel de forma que me resultaba agradable. Aproveché para mirar los antiguos caminos que hace tanto tiempo no recorría, y a pesar del tiempo transcurrido era como si hubiera pasado por ellos tan solo ayer.
Observé a Höor nuevamente, pensando en ello. -¿Alguna vez extrañas la sencillez del pasado?- pregunté. Nos habíamos convertido en lo que ahora éramos y en lo que era me sentía a gusto, quizá era mi encuentro con mi tierra lo que me hacía pensar en ello y precisamente aquel a quien buscábamos.
Mi mirada se dirigió a él sorprendida cuando la siguiente pregunta salió de sus labios. Me mordí el labio pensando y aceleré un poco el paso. A medida que avanzábamos iba prestando atención a los sonidos circundantes, no se podía pasar por alto la posibilidad de toparse a cualquier enemigo de un momento a otro.
-No lo sé Höor… acaso esté demasiado entrelazada con las sombras…- murmuré, pensando en su pregunta. Mi expresión había cambiado, reflexiva. Le hice una seña con el dedo para que ralentizáramos el ritmo de los corceles, atravesábamos un paso colindante con un acantilado, debíamos andar con cuidado. -La muerte no va de la mano con la felicidad... porque ¿cómo ha de traerla?-
Con agilidad subí en la montura antes de que esta comenzara el buen trote al lado del espectro de Höor. -Algo me dice que el maestro aún está con vida, y no es precisamente la esperanza o una ilusión infantil. No me tapo los ojos cuando se trata de la muerte. Más bien, es algo que siento en mis entrañas.- Tomé una cantimplora que me pasaba para que tomara agua. -Ahora hay que ver si el viejo zorro se las ingenia para dejarnos alguna pista detrás de él o si más bien se reserva algún truco de último momento, con él nada se sabe, es tan críptico que no me extrañaría que incluso con nosotros se de el gusto de guardarse alguno.- Sonreí de medio lado antes de tomar un buen trago.
El frío viento meció mi rubio cabello, helándome la piel de forma que me resultaba agradable. Aproveché para mirar los antiguos caminos que hace tanto tiempo no recorría, y a pesar del tiempo transcurrido era como si hubiera pasado por ellos tan solo ayer.
Observé a Höor nuevamente, pensando en ello. -¿Alguna vez extrañas la sencillez del pasado?- pregunté. Nos habíamos convertido en lo que ahora éramos y en lo que era me sentía a gusto, quizá era mi encuentro con mi tierra lo que me hacía pensar en ello y precisamente aquel a quien buscábamos.
Mi mirada se dirigió a él sorprendida cuando la siguiente pregunta salió de sus labios. Me mordí el labio pensando y aceleré un poco el paso. A medida que avanzábamos iba prestando atención a los sonidos circundantes, no se podía pasar por alto la posibilidad de toparse a cualquier enemigo de un momento a otro.
-No lo sé Höor… acaso esté demasiado entrelazada con las sombras…- murmuré, pensando en su pregunta. Mi expresión había cambiado, reflexiva. Le hice una seña con el dedo para que ralentizáramos el ritmo de los corceles, atravesábamos un paso colindante con un acantilado, debíamos andar con cuidado. -La muerte no va de la mano con la felicidad... porque ¿cómo ha de traerla?-
Desvié mi mirada hacia él, observándolo de nuevo. Si, él había cambiado pero de cierta manera ese cambio se debía a la proyección de lo que había iniciado desde niño. Nuestros entrenamientos, la crueldad de su tío, los golpes y caídas, todo le había preparado para lo que algún día tendría que ser. No me extrañaba lo que veía en él porque en mi mente este Höor que veía ahora era el que de una forma u otra sentía que algún día llegaría a ver.
-Aunque la felicidad te eluda por momentos, tarde o temprano te darás de bruces con ella. No sé que ha sido de ti en todo este tiempo, aunque los rumores no faltan al respecto, pero sé que la vida no te ha sido dada para qué estés solo.-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Re: Choque de espadas [privado]
Aminoramos el ritmo al cruzar el paso del acantilado, era peligroso y era mejor no cometer falló alguno podríamos precipitarnos al vació.
-Se que dejaste de cree en la felicidad hace tiempo, que tus pasos los guía Loqui desde que el odo por mi se instaló en ti y que tu senda es oscura, pero te conozco Skadi, desde que era un niño, los caminos siempre se entrecruzan para separarnos y parece que apenas somos capaces de acariciar con la yema de los dedos eso que otros llaman “felicidad”
Tanto es así que al final nos esforzamos por eludirla, por alzar escudos, muros y combatirla porque cada vez que creemos alcanzarla y nos la quitan, caemos en un abismo del que como guerreros nos levantamos pero no por ello no quedan cicatrices con las que lidiar por el resto de nuestra eternidad.
No busco nada y nada encuentro, así que simplemente mi meta es que el norte sea libre y la cabeza de Randulf ruede por el suelo regando las infértiles tierras que esta dejando.
No se que nos depara el futuro, simplemente luchemos y no le temamos.
Ninguno dio explicaciones sobre los rumores que a uno y a otro nos perseguían, seguramente la mitad fueran falacias y la otra mitad verdades como puños que quizás ninguno estaba dispuesto a asumir en ningún caso, el heroe y el espectro se miraban de frente, Thor y Loqui, una gesta que perduraría en tiempo y en espacio pero que ahora se unían para encontrar a esa persona que les enseñó todo lo que saben.
Cabalgamos sin descanso durante todo el día, parando únicamente para comer, al atardecer entramos en un tranquilo y pequeño poblado de casas bajas, y poco transitado. La mayoría de las casas ya habían encendido sus humeantes chimeneas y cerrado los portones para pasar la fría noche, sus calles, de tierra sin pavimentar, estaban pobremente iluminadas. Encontramos sin problemas la taberna, en el mismo momento en el que el recio tabernero despedía en la puerta al último cliente, que por lo visto, había necesitado de un pequeño empujoncito para volver a casa.
-¡Buenas noches buen hombre! –Dije cuando alcanzamos al tabernero a punto de volver a entrar.
-¿Quién vive? –Contestó el tabernero cuyos ojos aún no se habían acostumbrado a la oscuridad de la calle.
-Disculpe cantinero, somos viajeros a los que ha sorprendido la noche a las puertas de su pueblo, ¿podría indicarnos donde pernoctar?
-¿lo qué? –Respondió el tabernero con cara de incertidumbre, mientras encorvaba un gran entrecejo negro.
-Que buscamos posada donde pasar la noche -dije intentando no descubrir quienes eramos, lo que menos nos interesaba es que en esas alejadas zonas llegara a Randulf noticias sobre nuestra presencia.
-Ara sí carajo, siguid la costanilla d´allá bajo y sus dareis con lus morros con un lar grande de teja bermeja, allá se arraiga una vieja que a tandas, dá catre a zagales despistaos tal como vusotros.
- Gracias - contesté sin baajar mi capucha mientras emprendía el camino que el tabernero nos había indicado. El hombre levantó la mano en un saludo y se metió dentro de la taberna.
Pronto encontramos una casa de piedra con dos grandes ventanales, cuyos portones se hallaban cerrados, sus tejas, rojas como el azafrán, eran las más vistosas del pequeño poblado. La chimenea humeante y el olor a leña nos invito a buscar el calor de aquel hogar. Así que acercándonos a la puerta golpeamos la aldaba de hierro, al poco rato, se abrió la mirilla y unos entrecerrados y cansados ojos negros se asomaron por ella, tras escudriñarnos, se volvió a cerrar, y escuchamos los cerrojos correrse.
-Buenas noches viajeros –Dijo una mujer de mediana edad abriendo la puerta-¿en qué sus puedo ayudar?
La mujer llevaba puesto un vestido nada lujoso, negro, que le cubría las piernas, con un delantal manchado.
-Se que dejaste de cree en la felicidad hace tiempo, que tus pasos los guía Loqui desde que el odo por mi se instaló en ti y que tu senda es oscura, pero te conozco Skadi, desde que era un niño, los caminos siempre se entrecruzan para separarnos y parece que apenas somos capaces de acariciar con la yema de los dedos eso que otros llaman “felicidad”
Tanto es así que al final nos esforzamos por eludirla, por alzar escudos, muros y combatirla porque cada vez que creemos alcanzarla y nos la quitan, caemos en un abismo del que como guerreros nos levantamos pero no por ello no quedan cicatrices con las que lidiar por el resto de nuestra eternidad.
No busco nada y nada encuentro, así que simplemente mi meta es que el norte sea libre y la cabeza de Randulf ruede por el suelo regando las infértiles tierras que esta dejando.
No se que nos depara el futuro, simplemente luchemos y no le temamos.
Ninguno dio explicaciones sobre los rumores que a uno y a otro nos perseguían, seguramente la mitad fueran falacias y la otra mitad verdades como puños que quizás ninguno estaba dispuesto a asumir en ningún caso, el heroe y el espectro se miraban de frente, Thor y Loqui, una gesta que perduraría en tiempo y en espacio pero que ahora se unían para encontrar a esa persona que les enseñó todo lo que saben.
Cabalgamos sin descanso durante todo el día, parando únicamente para comer, al atardecer entramos en un tranquilo y pequeño poblado de casas bajas, y poco transitado. La mayoría de las casas ya habían encendido sus humeantes chimeneas y cerrado los portones para pasar la fría noche, sus calles, de tierra sin pavimentar, estaban pobremente iluminadas. Encontramos sin problemas la taberna, en el mismo momento en el que el recio tabernero despedía en la puerta al último cliente, que por lo visto, había necesitado de un pequeño empujoncito para volver a casa.
-¡Buenas noches buen hombre! –Dije cuando alcanzamos al tabernero a punto de volver a entrar.
-¿Quién vive? –Contestó el tabernero cuyos ojos aún no se habían acostumbrado a la oscuridad de la calle.
-Disculpe cantinero, somos viajeros a los que ha sorprendido la noche a las puertas de su pueblo, ¿podría indicarnos donde pernoctar?
-¿lo qué? –Respondió el tabernero con cara de incertidumbre, mientras encorvaba un gran entrecejo negro.
-Que buscamos posada donde pasar la noche -dije intentando no descubrir quienes eramos, lo que menos nos interesaba es que en esas alejadas zonas llegara a Randulf noticias sobre nuestra presencia.
-Ara sí carajo, siguid la costanilla d´allá bajo y sus dareis con lus morros con un lar grande de teja bermeja, allá se arraiga una vieja que a tandas, dá catre a zagales despistaos tal como vusotros.
- Gracias - contesté sin baajar mi capucha mientras emprendía el camino que el tabernero nos había indicado. El hombre levantó la mano en un saludo y se metió dentro de la taberna.
Pronto encontramos una casa de piedra con dos grandes ventanales, cuyos portones se hallaban cerrados, sus tejas, rojas como el azafrán, eran las más vistosas del pequeño poblado. La chimenea humeante y el olor a leña nos invito a buscar el calor de aquel hogar. Así que acercándonos a la puerta golpeamos la aldaba de hierro, al poco rato, se abrió la mirilla y unos entrecerrados y cansados ojos negros se asomaron por ella, tras escudriñarnos, se volvió a cerrar, y escuchamos los cerrojos correrse.
-Buenas noches viajeros –Dijo una mujer de mediana edad abriendo la puerta-¿en qué sus puedo ayudar?
La mujer llevaba puesto un vestido nada lujoso, negro, que le cubría las piernas, con un delantal manchado.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Choque de espadas [privado]
La noche cayó y con ella dio la bienvenida a la luna que guiada por Loki jugaba a presentarse en su tonalidad rojiza, por lo que me negué a mirarla, pensando en otra noche en la cual ese tono se había difuminado dando paso a la blancura y los susurros atraídos por el dios del caos hubieron de hacerse a un lado… Me abstraje recordando…
Poco después Höor detuvo su espectro frente a una casa de piedra. El aspecto me hizo ladear la sonrisa, era un tanto lúgubre y severa en su fachada pero nunca se sabía lo que podía haber adentro, como bien sabíamos las apariencias a menudo pueden darte una sorpresa con aquello que realmente habita en el interior.
El humo se elevaba por la chimenea cuando atravesamos el portón y nos encaminamos a la puerta adonde unos ojos cansados como los de un oso que no encuentra cueva adonde invernar nos observaron.
Aún con los rostros cubiertos por sendas capuchas di un paso adelante, explicando que mi hermano y yo buscábamos posada para esa noche y que pagaríamos bien a quien nos brindase un techo. Saqué una pequeña bolsa de mi ropaje y la mostré por la mirilla, convenciendo a la mujer al abrirla y enseñar su contenido.
La puerta no tardó en abrirse y una mujer de rasgos cansados, piel curtida por el trabajo y espalda encorvada nos hizo pasar. Tomó un candelabro de una pequeña mesa diagonal a la puerta de entrada y nos guió escaleras arriba adonde pasamos frente a varias puertas cerradas antes de que se detuviera frente a la cuarta y la abriera sin demasiado preámbulo.
Mi mirada se paseó por la habitación, tenía mediano tamaño y aparte de la cama y un sofá diagonal a ella, contaba con un escritorio, una mesa desvencijada con un par de sillas algo gastadas y una puerta lateral que daba al baño. Una ventana a la izquierda del sofá permitía la entrada del helado viento nocturno que hacía mecer las modestas cortinas.
La mujer desapareció en seguida y tan pronto la puerta se cerró me dejé caer sobre el sofá sin tomarme la molestia de sacarme los zapatos. -Supongo que aún sin las capuchas nadie se imaginaría que somos el mismo par de mocosos que hace años solía transitar estos rumbos.-
Miré el techo pensativa, el juego de sombras que creaban los candelabros se enredaba como si de pequeñas arañas oscuras se tratase. Höor no tardó en ponerse más cómodo, sacándose la capa antes de mirar alrededor y descubriendo una botella sobre la mesa, acercarse a ella para investigar el contenido.
En mi mente daban vueltas sus palabras, el comentario que me dio en respuesta antes de llegar al poblado, mi mirada se desvió para posarse sobre él. -¿Lo haces a menudo? Alzar escudos…-
Poco después Höor detuvo su espectro frente a una casa de piedra. El aspecto me hizo ladear la sonrisa, era un tanto lúgubre y severa en su fachada pero nunca se sabía lo que podía haber adentro, como bien sabíamos las apariencias a menudo pueden darte una sorpresa con aquello que realmente habita en el interior.
El humo se elevaba por la chimenea cuando atravesamos el portón y nos encaminamos a la puerta adonde unos ojos cansados como los de un oso que no encuentra cueva adonde invernar nos observaron.
Aún con los rostros cubiertos por sendas capuchas di un paso adelante, explicando que mi hermano y yo buscábamos posada para esa noche y que pagaríamos bien a quien nos brindase un techo. Saqué una pequeña bolsa de mi ropaje y la mostré por la mirilla, convenciendo a la mujer al abrirla y enseñar su contenido.
La puerta no tardó en abrirse y una mujer de rasgos cansados, piel curtida por el trabajo y espalda encorvada nos hizo pasar. Tomó un candelabro de una pequeña mesa diagonal a la puerta de entrada y nos guió escaleras arriba adonde pasamos frente a varias puertas cerradas antes de que se detuviera frente a la cuarta y la abriera sin demasiado preámbulo.
Mi mirada se paseó por la habitación, tenía mediano tamaño y aparte de la cama y un sofá diagonal a ella, contaba con un escritorio, una mesa desvencijada con un par de sillas algo gastadas y una puerta lateral que daba al baño. Una ventana a la izquierda del sofá permitía la entrada del helado viento nocturno que hacía mecer las modestas cortinas.
La mujer desapareció en seguida y tan pronto la puerta se cerró me dejé caer sobre el sofá sin tomarme la molestia de sacarme los zapatos. -Supongo que aún sin las capuchas nadie se imaginaría que somos el mismo par de mocosos que hace años solía transitar estos rumbos.-
Miré el techo pensativa, el juego de sombras que creaban los candelabros se enredaba como si de pequeñas arañas oscuras se tratase. Höor no tardó en ponerse más cómodo, sacándose la capa antes de mirar alrededor y descubriendo una botella sobre la mesa, acercarse a ella para investigar el contenido.
En mi mente daban vueltas sus palabras, el comentario que me dio en respuesta antes de llegar al poblado, mi mirada se desvió para posarse sobre él. -¿Lo haces a menudo? Alzar escudos…-
Le señalé hacia un par de vasos a su derecha. - ¿Qué sentías en París?- Quería escuchar esa respuesta, sacarme esa interrogante que se presentaba. -Puedo recordar el brillo de tus ojos cuando me hablabas de ella.- No tenía ni idea de como siguieron las cosas entre ellos pero de repente me interesaba saber que se sentía. La inquietud se abría paso reptando con callada burla por debajo de mi sombría coraza mientras la preguntaba se prolongaba. ¿Qué se sentía?
Me puse de pie antes de aproximarme a la ventana, deseaba que el abrazo frío me alcanzara… Me detuve frente a ella, inclinándome un poco, dándole la bienvenida a esa temperatura antes de enderezarme de nuevo y tomar el vaso que Höor me pasaba.
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Choque de espadas [privado]
La mujer dibujó una gran sonrisa mientras se limpiaba las manos en el delantal. –Dos habitaciones grandes tengo arriba para vuestro sueño y si podéis esperar una migaja, le echo un puñado de garbanzos mas a la olla que tengo a la lumbre.
-Muy agradecidos señora. –Dije mientras bajaba del caballo, y mi compañera hacían lo propio.
-Podís dejar las bestias en el corral que hay tras la casa, y ya de paso, me podrís traer un poco mas de leña.
-Eso está hecho señora. –Añadí con las tripas pensando en el potaje que le esperaba dentro de la casa.
Llevamos a las monturas al corralillo y cogimos algo de leña
En el interior de la modesta casa, hacía un calor acogedor, la mujer, sentada en un pequeño taburete frente al fuego, removía la olla con una larga cuchara de madera. Al entrar se giró hacia nosotros y con la mano nos indicó donde podíamos soltar los troncos.
-Sentausus a la mesa viajeros, y calentar vuesos cuerpos, hoy hace un frío que pela.
Dejamos nuestros petates en un rincón de la estancia, y como la mujer nos indicó nos sentamos a la mesa.
-Le ayudamos en algo buena mujer –se ofreció Skadi
-pus si sus sacáis unos vasos de la alacena, y me acerquís los cuencos pa poner el potaje…
Hambrientos, nos acercamos con los platos a la mujer y se los colocó en un pequeño mueble de madera cercano a la chimenea donde la anfitriona cocinaba.
La mujer comenzó a servir los platos
-Muchas gracias señora –le dije amablemente- está delicioso.
Sobre la mesa había un pequeño barril de madera.
-bebed –dijo la mujer – es cerveza fermentada, sus calentaréis más rápido.
Skadi comenzó a servir en los vasos de todos con rapidez,
Tras acabar de cenar la mujer nos indicó el lugar para dormir, tiró de una soga y una escalinata salió del techo, era rudimentaria pero muy práctica.
-Ahí pudís dormir –nos indicó la mujer animándonos a subir –si querís argo toy aquí bajo.
Asentí con la cabeza siguiendo a Skadi que tras coger su equipo se habían encaramado por la escalera.
Era una especie de altillo, no demasiado amplio, donde había apiladas varias balas de paja cubiertas con unas sabanas blancas un tanto corroídas. Desde luego era muy modesto y un tanto frio ya que hasta allí no llegaba el calor de la chimenea, pero bueno al menos dormiríamos a cubierto y sobre algo blando.
-No creo nadie nos imagine a estas alturas de la vida por estos lares, ya no somos esos mocosos y menos esperaran encontrarnos juntos.
Tomé la botella que había sobre la mesa y se la mostré con una picara sonrisa sacando el corcho que cubría el ron con los dientes mientras pasaba la mano para quitarle el polvo.
Skadi acercó un par de vasos antes de ir hacia la ventana, el gélido aire acarició su piel erizandola y al instante estuve tras ella para darle ese vaso que nos haría entrar en calor.
-¿Cuantas veces alzo los escudos? Tantas como la espada, confesé perdiéndome en sus pardos -hemos aprendido a luchar, a esgrimir el arma con valor, a no envainarla sin honor, pero nunca fuimos buenos con las palabras Skadi, muchas cosas hemos dejado en el tintero por miedo quedar al descubierto.
Mi matrimonio fue un fracaso, el chico de París era una etérea visión de mi mismo, allí, lejos de Randulf, de la guerra pensé que podría..simplemente ser uno mas, peor la regresar al norte me di cuenta de que era fuego lo que corra por mis venas y que este era mi hogar, que el norte me necesitaba y supongo que a todo no podía llegar.
Mi mujer era extrajera, no entendía el porque de mis gestas, pronto fue infeliz y deseó con fervor regresar a París.
No la culparé, no soy un hombre fácil, quizás no estoy destinado a encontrar el amor -bromeé ladeando mi sonrisa como si no me importara - ¿y tu Skadi? Conozco esa mirada, un día me la dedicabas ¿quien es él? -bromeé apurando el vaso entre mis labios volviendo a llenarlo.
-Muy agradecidos señora. –Dije mientras bajaba del caballo, y mi compañera hacían lo propio.
-Podís dejar las bestias en el corral que hay tras la casa, y ya de paso, me podrís traer un poco mas de leña.
-Eso está hecho señora. –Añadí con las tripas pensando en el potaje que le esperaba dentro de la casa.
Llevamos a las monturas al corralillo y cogimos algo de leña
En el interior de la modesta casa, hacía un calor acogedor, la mujer, sentada en un pequeño taburete frente al fuego, removía la olla con una larga cuchara de madera. Al entrar se giró hacia nosotros y con la mano nos indicó donde podíamos soltar los troncos.
-Sentausus a la mesa viajeros, y calentar vuesos cuerpos, hoy hace un frío que pela.
Dejamos nuestros petates en un rincón de la estancia, y como la mujer nos indicó nos sentamos a la mesa.
-Le ayudamos en algo buena mujer –se ofreció Skadi
-pus si sus sacáis unos vasos de la alacena, y me acerquís los cuencos pa poner el potaje…
Hambrientos, nos acercamos con los platos a la mujer y se los colocó en un pequeño mueble de madera cercano a la chimenea donde la anfitriona cocinaba.
La mujer comenzó a servir los platos
-Muchas gracias señora –le dije amablemente- está delicioso.
Sobre la mesa había un pequeño barril de madera.
-bebed –dijo la mujer – es cerveza fermentada, sus calentaréis más rápido.
Skadi comenzó a servir en los vasos de todos con rapidez,
Tras acabar de cenar la mujer nos indicó el lugar para dormir, tiró de una soga y una escalinata salió del techo, era rudimentaria pero muy práctica.
-Ahí pudís dormir –nos indicó la mujer animándonos a subir –si querís argo toy aquí bajo.
Asentí con la cabeza siguiendo a Skadi que tras coger su equipo se habían encaramado por la escalera.
Era una especie de altillo, no demasiado amplio, donde había apiladas varias balas de paja cubiertas con unas sabanas blancas un tanto corroídas. Desde luego era muy modesto y un tanto frio ya que hasta allí no llegaba el calor de la chimenea, pero bueno al menos dormiríamos a cubierto y sobre algo blando.
-No creo nadie nos imagine a estas alturas de la vida por estos lares, ya no somos esos mocosos y menos esperaran encontrarnos juntos.
Tomé la botella que había sobre la mesa y se la mostré con una picara sonrisa sacando el corcho que cubría el ron con los dientes mientras pasaba la mano para quitarle el polvo.
Skadi acercó un par de vasos antes de ir hacia la ventana, el gélido aire acarició su piel erizandola y al instante estuve tras ella para darle ese vaso que nos haría entrar en calor.
-¿Cuantas veces alzo los escudos? Tantas como la espada, confesé perdiéndome en sus pardos -hemos aprendido a luchar, a esgrimir el arma con valor, a no envainarla sin honor, pero nunca fuimos buenos con las palabras Skadi, muchas cosas hemos dejado en el tintero por miedo quedar al descubierto.
Mi matrimonio fue un fracaso, el chico de París era una etérea visión de mi mismo, allí, lejos de Randulf, de la guerra pensé que podría..simplemente ser uno mas, peor la regresar al norte me di cuenta de que era fuego lo que corra por mis venas y que este era mi hogar, que el norte me necesitaba y supongo que a todo no podía llegar.
Mi mujer era extrajera, no entendía el porque de mis gestas, pronto fue infeliz y deseó con fervor regresar a París.
No la culparé, no soy un hombre fácil, quizás no estoy destinado a encontrar el amor -bromeé ladeando mi sonrisa como si no me importara - ¿y tu Skadi? Conozco esa mirada, un día me la dedicabas ¿quien es él? -bromeé apurando el vaso entre mis labios volviendo a llenarlo.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Choque de espadas [privado]
Cerré los ojos un momento, dejando que el frío que entraba por la ventana se colase por mi piel, permaneciendo inmóvil al apreciarlo y luego abrí los ojos al escuchar los pasos de Höor que deteniéndose atrás de mi me pasó un vaso.
Lo sostuve en mi mano, aguardando a que respondiera esa pregunta que insistente jugaba en los laberintos de mi conocimiento, haciéndome recordar ciertas épocas en las que otros sentimientos más plácidos se manifestaban en la inocencia de una niña que miraba con admiración a su padre blandiendo la espada. Un breve retazo de esas épocas presentóse en mi mente con velocidad, asumí que a causa de la influencia que ejercía encontrarme de vuelta en mis tierras.
Qué se siente, le había preguntado, mientras una inquietud no prevista se mantenía ocupada dando vueltas en mi interior. Quizás él podía darme esa respuesta...
Regresé al sofá, acomodándome en el, y le escuché hablar de su matrimonio y del fracaso del mismo por lo que asentí escuchando los detalles.
No había respondido del todo mi pregunta, al menos no aquello que buscaba… Me limité a pasar mis dedos por uno de mis brazos que expuesto al frío me devolvió esa temperatura antes de decir algo con respecto a lo que me contaba sobre su vida.
-Has sentido algo profundo por alguien más, aún si en perspectiva solo se haya tratado de un breve lapso, no le quita la precedencia que en su momento tuvo lugar. Algunos le llamarían suerte.- Sonreí leve antes de llevarme el vaso a la boca y reparé en el detalle de su sonrisa al restarle importancia a la posibilidad de no encontrar aquello que en mis encierros oscuros y mis andares por caminos de sangre no atiné a distinguir en sus cuatro letras.
Y sin embargo, aunque dijera que no estaba destinado para ello, en su momento lo vivió. El recuerdo de su mirada en la taberna hace ya tanto tiempo me hablaba de ello.
La última pregunta hizo que lo contemplara fijamente, mis emociones eran algo que mantenía recluidas, ocultas al escrutinio ajeno, que él me preguntara precisamente aquello de nuevo, hizo que lo mirase dos veces. ¿Cómo podía siquiera presentir algo?
-Supongo que leer la mirada de alguien a quien conociste desde la infancia se vuelve un truco que con dificultad se olvida.- Alcé mi vaso hacia él a manera de brindis por los largos años en los que llegamos a conocernos.
Carraspeé antes de responderle, trajinando otra vez debajo de mi piel aquella interrogante que volvía a hacerme a mi misma quedando suspendida en el aire… Tironeaba de mi ser de una forma que únicamente podría notarse en la manera en que ahora mis ojos cambiaban sutilmente de tonalidad, denotando el sentir de la parca.
Medité al tomar el siguiente trago. -Él es...- le di vueltas a mi vaso. -distinto...- Subí mis piernas en el sofá y me incliné para descansar contra el respaldo mientras mis pensamientos se detenían en él y en mi conocimiento de lo que le hacía diferente. -Hermoso ante mis ojos.- expliqué, no sé si como respuesta para Höor o para mi. -La parca es dañina…- Arrastré con lentitud las palabras. -No deseo dañarle.-
No dije más, me puse de pie para pedirle que llenara más mi vaso. Mientras lo hacía algo llamó mi atención. Le tomé de la muñeca para darle vuelta a su mano y sostenerla en la mía observando la palma, en ella corría una cicatriz algo blanquecina ya por el paso de los años pero que aún no llegaba a desaparecer. -Aún tienes tu cicatriz...-
Volteé mi mano para que viera la mía en mi palma izquierda. -¿Recuerdas? Cuando teníamos quince años y tomamos el cuchillo cada uno para provocarnos las cortadas y atraer con nuestra sangre a un perro que se había tornado asesino a causa del maltrato brutal al que su antiguo dueño le había sometido. Mataba a diestra y siniestra y decidimos atraparle entre los dos.-
Observé como las cicatrices idénticas en este par de luz y sombra hacían memoria de aquel suceso transcurrido cuando de muchas formas aún éramos unos mocosos y recordé a aquel can cuyo instinto noble fue cambiado por el ser humano convirtiéndolo en algo más.
Presioné mi palma contra la suya antes de que mi mirada se adentrara en sus pardos. -Llegado el momento, sabes que tengo que ser yo quien utilice la espada que acabe con él.- Luz y sombra, esperanza y venganza se tornaban en diferentes motivos que bien podían impulsar un par de vidas, tal y como se reflejaba en el tono grave de mi voz. -Lo sabes.-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
- Mensajes : 101
Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Choque de espadas [privado]
Como sospechaba existía un “alguien” lo que me hizo ladear la sonrisa ligeramente volviendo a llevar el vidrio a mis labios, a fin de cuentas la conocía desde niña, era muy consciente de gestos que para otros pasarían completamente desapercibidos.
Me alegraba por ella, por a quien a si misma se llamaba parca y en parte no lo dudaba.
-Te contaré un secreto -di un nuevo sorbo llevando mis ojos al crepitante fuego -soy un monstruo.
Pude ver la sorpresa en su mirada cuando alcé mis tormentas para enfrentarla.
-Puede que no creas o que no compartas mis palabras, pero tengo mas de bestia que de héroe aunque el norte no lo sabe.
Cuando te crías con un demonio, o te conviertes en uno o simplemente pereces en el intento.
Contemplé sendas cicatrices iguales, eramos las dos caras de una moneda, solo que ella veía luz y oscuridad donde solo había lo segundo, caos.
-Randulf nos creo, no somos hombres normales, tendemos a alzarnos frente a las adversidades, y sabes, creo que en el fondo necesitamos hacerlo porque ninguno de los dos conoce la paz.
Un nuevo sorbo antes de que nuestras manos se unieran y las marcas quedaran fijadas.
-Somos lo que somos Skadi, ninguno conoce una vida diferente a la que nos atañe, enfrentamos la parca a diario, a Hela la hemos convertido en nuestra compañera, somos demonios que tratan de pasar por ángeles, mas ninguno de nosotros merece mas amor, ni perdón, somos fantasmas, espectros que todo lo que tocan dañan.
Sus ojso centelleaban ante los míos no se si dándome la razón o quitandomela por completo.
-¿sabes cual es la diferencia que hay entre los dos? Que tu lo dices abiertamente y yo lo oculto tras las mil y una capaz de héroe, porque la gente necesita creer en algo y ese algo soy yo. Porque mis hijos necesitan algo mas de lo que tienen, soy un padre ausente que lucha cada día porque soy incapaz de encontrar paz, digo que quiero salvar el norte, pero me pregunto que será de mi cuando corté la cabeza a Randulf ¿sabre ser feliz? Creo que no fui creado para albergar sentimientos puros.
Honor, humildad, bondad no tengo claro si no son solo capas mas de mi disfraz.
Dices que he amado y es verdad, mas ¿acaso no te destruí con mi amor? ¿no hice lo mismo con Valeria? Si alguna otra mujer me ama se largará, porque permanecer a mi lado demasiado tiempo es una condena que nadie debe pagar.
Elevé la mano quedando las cicatrices reflejadas en la palma del otro como si el agua de un lago devolviera el reflejo.
-De nuevo te equivocas, esto lo empezamos ambos y ambos acabaremos con el perro.
Me alegraba por ella, por a quien a si misma se llamaba parca y en parte no lo dudaba.
-Te contaré un secreto -di un nuevo sorbo llevando mis ojos al crepitante fuego -soy un monstruo.
Pude ver la sorpresa en su mirada cuando alcé mis tormentas para enfrentarla.
-Puede que no creas o que no compartas mis palabras, pero tengo mas de bestia que de héroe aunque el norte no lo sabe.
Cuando te crías con un demonio, o te conviertes en uno o simplemente pereces en el intento.
Contemplé sendas cicatrices iguales, eramos las dos caras de una moneda, solo que ella veía luz y oscuridad donde solo había lo segundo, caos.
-Randulf nos creo, no somos hombres normales, tendemos a alzarnos frente a las adversidades, y sabes, creo que en el fondo necesitamos hacerlo porque ninguno de los dos conoce la paz.
Un nuevo sorbo antes de que nuestras manos se unieran y las marcas quedaran fijadas.
-Somos lo que somos Skadi, ninguno conoce una vida diferente a la que nos atañe, enfrentamos la parca a diario, a Hela la hemos convertido en nuestra compañera, somos demonios que tratan de pasar por ángeles, mas ninguno de nosotros merece mas amor, ni perdón, somos fantasmas, espectros que todo lo que tocan dañan.
Sus ojso centelleaban ante los míos no se si dándome la razón o quitandomela por completo.
-¿sabes cual es la diferencia que hay entre los dos? Que tu lo dices abiertamente y yo lo oculto tras las mil y una capaz de héroe, porque la gente necesita creer en algo y ese algo soy yo. Porque mis hijos necesitan algo mas de lo que tienen, soy un padre ausente que lucha cada día porque soy incapaz de encontrar paz, digo que quiero salvar el norte, pero me pregunto que será de mi cuando corté la cabeza a Randulf ¿sabre ser feliz? Creo que no fui creado para albergar sentimientos puros.
Honor, humildad, bondad no tengo claro si no son solo capas mas de mi disfraz.
Dices que he amado y es verdad, mas ¿acaso no te destruí con mi amor? ¿no hice lo mismo con Valeria? Si alguna otra mujer me ama se largará, porque permanecer a mi lado demasiado tiempo es una condena que nadie debe pagar.
Elevé la mano quedando las cicatrices reflejadas en la palma del otro como si el agua de un lago devolviera el reflejo.
-De nuevo te equivocas, esto lo empezamos ambos y ambos acabaremos con el perro.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Choque de espadas [privado]
Lo observé con expresión neutra cuando procedió a decirme que era un monstruo, no era precisamente la descripción que deambulaba en las bocas de los aldeanos norteños. Llevaba poco tiempo de regreso y sin embargo ya había escuchado hablar sobre él. Sin embargo, ¿existía alguien que le conociera realmente?
Esbocé una sonrisa ladeada antes de tomar nuevamente un trago de mi vaso para escuchar el por qué se describía así. Alcé mis piernas y las doblé sobre el sofá. -Randulf nos creó… es una interesante manera de exponerlo.- Ponderé esas palabras unos segundos.
-Prefiero creer que, al final, y después de lo vivido, cada uno se formó como quiso. Sólo sacamos a relucir lo que siempre estuvo dentro.- Me negaba a darle el crédito a ese hombre, el odio aún recorría mis venas y en ellas permanecería hasta que pagara en carne propia y la venganza fuera completada.
-Nadie se conoce mejor que uno mismo, si dices que tienes más de bestia que de humano así ha de ser.- Estiré mis piernas mientras me recostaba sobre unos cojines y meditaba en lo que decía. -No me cuesta creerlo, siempre tuviste ese contraste, ese torbellino adentro, aún de niño. -
-Quizás el maestro vio esa dualidad en ambos y por eso nos acogió bajo sus alas. O quizás simplemente era un sádico al que le daba gusto extenuarnos para que sacáramos a relucir lo que llevábamos por dentro. Fuerza, decía que teníamos.-
Escuché el resto de lo que me decía. -Lo que no se puede negar es que es un viejo zorro que cree saber más que los demás. - Esbocé una sonrisa algo sarcástica, en realidad le estaba haciendo un cumplido al describirle así.
Sus siguientes palabras me hicieron observarle con fijeza. -…mas ninguno de nosotros merece mas amor, ni perdón, somos fantasmas, espectros que todo lo que tocan dañan.-
Me senté de nuevo y coloqué mi vaso a un lado. -…creo que no fui creado para albergar sentimientos puros…-
-¿Quién ha sido creado para ellos? ¿No se engañan a si mismos al creerlo?- La conversación había tomado un rumbo que comenzaba a hacerme sentir punzadas en mi interior. Cerré y volví a abrir mis dedos observándolos, los veía teñidos de sangre, ni siquiera tenía que esforzarme, las gotas rojas corrían y caían de ellos, siempre, adonde fuera.
-No me destruiste ni tampoco lo hizo Randulf, por más que lo haya intentado... y luego Loki viera en ello una oportunidad.- Las palabras salieron frías de mi boca al mencionarlos.
Negué lentamente con la cabeza mientras desviaba mi mirada hacia él. -No suavices las cosas diciendo que sentiste por mi más de lo que en realidad hubo. - Podía ver el pasado con calma, al no sentirme ya parte de lo que fui.
-No digo que no podríamos con el tiempo haber llegado a sentir...- La palabra de cuatro letras, la sombra no sabía como pronunciarla. -…más. Pero nunca fue el momento oportuno. Pensaba tener todo un futuro por delante, la guerra era mi vida y la gloria mi finalidad, todo lo demás quedaba relegado para después. De muchas maneras aún era inocente, a pesar de todo.-
Esbocé una media sonrisa. -De todas maneras a mi madre nunca le agradaste.- Comenté con diversión, extendiéndole el vaso para que lo volviese a llenar.
-En su opinión eras demasiado… conflictivo. Imprudente. Bocazas. Demasiado temerario para asentarte con una mujer.- Ah si… mi madre había puesto el dedo en el renglón. -Ella prefería otro tipo para mi… más tradicional, respetuoso… consciente…-
Mis pensamientos se diluyeron cambiando de rumbo y permanecieron allí antes de regresar y tomar el vaso lleno que me volvía a pasar. -¿De nuevo me equivoco dices? No recuerdo haberme equivocado una primera vez.- Corregí su elección de palabras con humor antes de que mi expresión se fuese tornando más seria. -El perro será aniquilado y no dudo que ambos tengamos la espada en la mano cuando su sangre corra.-
Esbocé una sonrisa ladeada antes de tomar nuevamente un trago de mi vaso para escuchar el por qué se describía así. Alcé mis piernas y las doblé sobre el sofá. -Randulf nos creó… es una interesante manera de exponerlo.- Ponderé esas palabras unos segundos.
-Prefiero creer que, al final, y después de lo vivido, cada uno se formó como quiso. Sólo sacamos a relucir lo que siempre estuvo dentro.- Me negaba a darle el crédito a ese hombre, el odio aún recorría mis venas y en ellas permanecería hasta que pagara en carne propia y la venganza fuera completada.
-Nadie se conoce mejor que uno mismo, si dices que tienes más de bestia que de humano así ha de ser.- Estiré mis piernas mientras me recostaba sobre unos cojines y meditaba en lo que decía. -No me cuesta creerlo, siempre tuviste ese contraste, ese torbellino adentro, aún de niño. -
-Quizás el maestro vio esa dualidad en ambos y por eso nos acogió bajo sus alas. O quizás simplemente era un sádico al que le daba gusto extenuarnos para que sacáramos a relucir lo que llevábamos por dentro. Fuerza, decía que teníamos.-
Escuché el resto de lo que me decía. -Lo que no se puede negar es que es un viejo zorro que cree saber más que los demás. - Esbocé una sonrisa algo sarcástica, en realidad le estaba haciendo un cumplido al describirle así.
Sus siguientes palabras me hicieron observarle con fijeza. -…mas ninguno de nosotros merece mas amor, ni perdón, somos fantasmas, espectros que todo lo que tocan dañan.-
Me senté de nuevo y coloqué mi vaso a un lado. -…creo que no fui creado para albergar sentimientos puros…-
-¿Quién ha sido creado para ellos? ¿No se engañan a si mismos al creerlo?- La conversación había tomado un rumbo que comenzaba a hacerme sentir punzadas en mi interior. Cerré y volví a abrir mis dedos observándolos, los veía teñidos de sangre, ni siquiera tenía que esforzarme, las gotas rojas corrían y caían de ellos, siempre, adonde fuera.
-No me destruiste ni tampoco lo hizo Randulf, por más que lo haya intentado... y luego Loki viera en ello una oportunidad.- Las palabras salieron frías de mi boca al mencionarlos.
Negué lentamente con la cabeza mientras desviaba mi mirada hacia él. -No suavices las cosas diciendo que sentiste por mi más de lo que en realidad hubo. - Podía ver el pasado con calma, al no sentirme ya parte de lo que fui.
-No digo que no podríamos con el tiempo haber llegado a sentir...- La palabra de cuatro letras, la sombra no sabía como pronunciarla. -…más. Pero nunca fue el momento oportuno. Pensaba tener todo un futuro por delante, la guerra era mi vida y la gloria mi finalidad, todo lo demás quedaba relegado para después. De muchas maneras aún era inocente, a pesar de todo.-
Esbocé una media sonrisa. -De todas maneras a mi madre nunca le agradaste.- Comenté con diversión, extendiéndole el vaso para que lo volviese a llenar.
-En su opinión eras demasiado… conflictivo. Imprudente. Bocazas. Demasiado temerario para asentarte con una mujer.- Ah si… mi madre había puesto el dedo en el renglón. -Ella prefería otro tipo para mi… más tradicional, respetuoso… consciente…-
Mis pensamientos se diluyeron cambiando de rumbo y permanecieron allí antes de regresar y tomar el vaso lleno que me volvía a pasar. -¿De nuevo me equivoco dices? No recuerdo haberme equivocado una primera vez.- Corregí su elección de palabras con humor antes de que mi expresión se fuese tornando más seria. -El perro será aniquilado y no dudo que ambos tengamos la espada en la mano cuando su sangre corra.-
Skadi Rendahl- Humano Clase Alta
- Mensajes : 101
Fecha de inscripción : 13/10/2016
Re: Choque de espadas [privado]
Llené nuevamente su copa con una ladeada sonrisa en mis labios, ninguno estaba hecho para “mas” a fin de cuentas eramos dos soldados en las manso de mi tío. Supongo que ambos trazamos nuestro destino, lineas de fuego, sangre y acero, en algo tenía razón, el pasado había quedado atrás, no eramos quien una vez fuimos y la perspectiva nos ayudaba a ambos a saber que en mi corría la culpa, culpa por creerla muerta bajo esa lluvia de flechas y en ella el rencor.
Brindé por sus palabras con cierto deje de picardía.
-Creo que no represento al hombre que cualquier madre en su sano juicio quiere para sus hijas, por suerte tengo cierta suerte con las hijas -apunté guiñándole un ojo con picardía antes de dar un trago de la jarra.
Fuere como fuere Randulf caería, lo haría bajo nuestro acero, todos teníamos algo que vengar y poco de lo que hablar así que una vez comenzara el baile de aceros Asgar se abriría para recibir guerreros.
-Nuestro maestro es un hombre inteligente, estoy seguro que cada rastro ha sido puesto para ambos ¿quien si no nosotros podríamos dar con el viejo zorro?
Ella asintió, en eso estábamos de acuerdo, teníamos que dar con él, no consentiríamos que un hombre que nos labro desde niños fuera utilizado por el rey tirano, de hacerlo sería un arma demasiado peligrosa para el norte, para nosotros.
-¿volverás a París cuando esto termine?
En el fondo sabía la respuesta, alguien la esperaba y francamente me alegraba de que la parca encontrara algo de paz entre tanta tempestad.
Yo tenía a mis hijos, empezaba un tonteo con la pirata, no se, supongo que estaba acostumbrado a caerme y a levantarme de nuevo.
Tras unas horas de conversación en la que bebimos bastante, rememoramos viejos tiempos y nos recordábamos quien fuimos acabamos sucumbiendo al cansancio del día y al sopor del alcohol y nos quedamos dormidos.
Con las primeras luces del alba partimos nuevamente, era de vital importancia dar con él cuanto antes...
Brindé por sus palabras con cierto deje de picardía.
-Creo que no represento al hombre que cualquier madre en su sano juicio quiere para sus hijas, por suerte tengo cierta suerte con las hijas -apunté guiñándole un ojo con picardía antes de dar un trago de la jarra.
Fuere como fuere Randulf caería, lo haría bajo nuestro acero, todos teníamos algo que vengar y poco de lo que hablar así que una vez comenzara el baile de aceros Asgar se abriría para recibir guerreros.
-Nuestro maestro es un hombre inteligente, estoy seguro que cada rastro ha sido puesto para ambos ¿quien si no nosotros podríamos dar con el viejo zorro?
Ella asintió, en eso estábamos de acuerdo, teníamos que dar con él, no consentiríamos que un hombre que nos labro desde niños fuera utilizado por el rey tirano, de hacerlo sería un arma demasiado peligrosa para el norte, para nosotros.
-¿volverás a París cuando esto termine?
En el fondo sabía la respuesta, alguien la esperaba y francamente me alegraba de que la parca encontrara algo de paz entre tanta tempestad.
Yo tenía a mis hijos, empezaba un tonteo con la pirata, no se, supongo que estaba acostumbrado a caerme y a levantarme de nuevo.
Tras unas horas de conversación en la que bebimos bastante, rememoramos viejos tiempos y nos recordábamos quien fuimos acabamos sucumbiendo al cansancio del día y al sopor del alcohol y nos quedamos dormidos.
Con las primeras luces del alba partimos nuevamente, era de vital importancia dar con él cuanto antes...
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
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