Heavy [Privado]

Un tiempo después de aquel encuentro con el cazador, el supuesto recipiente de ángel o eso entendí, lo evadí sin contemplaciones volviendo en mis pasos hacia la Orden. Esa noche no negué que fue diferente, fui atrapada pero no cazada...en realidad, nos atrapamos mutuamente y por unos segundos dudé si era capaz de conseguir salir de aquel encierro sin llave.

Su sabor me duró durante horas, ni el café ni mi adorada tarta de manzana consiguió deshacerse de él, recordándome que esos labios me habían condenado esa noche. Evadí al igual que me fui de su lado, su recuerdo, no volví a pensar en él o eso quería creer. Volvían unas mismas palabras de unos labios diferentes “no me quedaré mucho tiempo”. ¿Acaso podía decir lo mismo o que eso me afectase? Vivir la vida como si fuese el último día pues cada segundo podía ser el último dadas nuestras profesiones.

Esa noche, perseguía a un ser de la noche. Según me informé, recién llegado de la ciudad de Londres...un vampiro centenario que se convirtió en mi más ansiado botín. Él podía darme cualquier información, debía conocer ciertas identidades. Lo esperé en el lugar donde se hospedaba, sentía que estaba más que preparada, me hice con un vestido de señorita... de esos que solía a llevar antes solo que esta vez iba a llevar un final diferente pues quizás no sirviese para nada cuando me lo quitase.

Fanfarrón y con aires de grandeza, apareció en el gran salón...algunos lo esperaban. Dos jóvenes dispuestas a ofrecerles todo por un mordisco que les extasiase, más que cualquier sustancia o el opio. Ningún vampiro me había dado tal satisfacción, me satisfacía más cuando se retorcían antes de exhalar su último aliento de su no vida. Sonreí coqueta, nuestras miradas se cruzaron y solo bastó una invitación silenciosa para tomar mi último trago y deslizar la copa por la barra, me dispuse a marcharme...esperarle fuera, en uno de los incontables callejones.

Si picaba sería su perdición, los hombres eran hombres fuesen de la raza que fuesen. Sonreí al oír la puerta cerrarse a sus espaldas y apenas le bastó un par de zancadas para acercarse a mí. No hicieron falta palabras, nos lo dijimos todo ...bueno, no todo pues aún tenía que susurrarle algo al oído. Preparó sus colmillos y mis dedos en la cintura , buscando la daga en cuestión, aquella que no era un simple cuchillo afilado. Sentí el aliento en mi cuello, como sus colmillos casi rasgaban mi piel... y lo hice, hundí el arma en su muerto corazón. La daga se retorció en el órgano , solo tuve que apretar el pequeño gancho para que de ésta saliesen pequeñas agujas que se enredaron, atrapandolo por entero. No había escapatoria. Apenas le dejé moverse, el líquido de esas pequeñas agujas era un veneno letal para los seres de la noche.

-No puedes moverte, ahora bien...quiero información. No tienes mucho que objetar así que..no te queda otra -cuando obtuve lo que quise saber, saqué la daga y lo contemplé apagarse, mi vestido blanco como la nieve quedó manchado de sangre... una que degusté en la daga después de accionar el gancho y parecer una pequeña navaja normal -Buenas noches, señor...-disfruté de ello, nunca era suficiente... llenaba mi vida vacía, solo me importaba una cosa y era encontrarle.

Mi vestido contaba una masacre, mis orbes azules... se perdieron en los transeúntes que me contemplaban pero ni siquiera se acercaban a preguntar si me ocurría algo, cosa que agradecí.

Hace apenas un par de noches que habíamos dado el golpe al cabaret lenfern, sin duda con el botín sacado podríamos mantenernos durante unos meses. Ya era consciente de que Samael estaba pensando donde nos largaríamos, aunque ahora con Yuna en nuestro hogar era como si algo lo atara a estas tierras.
Sabia que no era seguro quedarnos, peor yo estaba cansado de huir de un lado a otro como si fuera un criminal, daba caza a seres de la noche, básicamente a estos era a los que robábamos, nosotros no eramos los malos de esta historia, claro que para la inquisición no había buenos o malos solo experimentos fallidos a los que tenían que dar muerte y caza.

Transitaba las zonas bajas de París, aquella noche me habían dado un soplo sobre un vampiro bastante antiguo que estaba creando el caos, había desangrado a varias putas del burdel, no se puede decir que el tipo fuera precisamente disimulado, mas bien era de esos depredadores que se sienten en la cima de la cadena alimenticia.

Pensaba clavarle una estaca por el culo, no era el mejor plan, supongo que el corazón era mas efectivo, pero nadie hablo de darle una muerte lenta a un depravado que disfrutaba con humillar a las mujeres y verlas gritar.
Dicho esto fui al local donde al parecer ese tipo solía disfrutar de sus noches de privacidad, mi sorpresa vino cuando me crucé de nuevo con la rubita desquiciada, mis ojos se abrieron como platos.
Besaba bien, estaba buena, pero me dejó plantado la otra vez, yo podía ser muchas cosas, peor no era un baboso, entendía perfectamente cuando una tía no quería llegar a mas con un hombre y este era el claro ejemplo de ello.

Me detuve n instante frente a ella, básicamente porque casi chocamos, no tenia que ser muy listo para saber que mi preciosa compañera de juego de la noche anterior había terminado con mi trabajo de hoy, su vestido me lo gritaba, así que...
-Me gusta la redecoracion del vestido, el carmesí siempre le da un tono épico a todo -susurré pasando por su lado para largarme por la calle contigua.

Ya que no tenia trabajo podría ir a tomar una copa, aun quedaba noche por delante y de seguro Samel necesitaría algo de tiempo para estar a solas con Yuna, así que agradecerían mi ausencia.

Los cambios te daban una nueva oportunidad pero...yo me preguntaba si eso podía ser en mi caso. No fue un simple cambio, de escapar de mi jaula de oro y empezar de cero. En el momento que abandoné aquel lugar, la antigua Abbey se quedó allí y ahora, tan solo era una simple sombra de lo que fui. No sentía remordimientos a la hora de matar, se convirtió en algo rutinario pues a eso era lo que me dedicaba, llenaba el vacío que ahora se había convertido mi vida en el que solo el ser cazador y buscar una verdad...fue en lo único en lo que pensaba, sin buscar más pues todo estaba bien tal como estaba.

Me sumergí en mis pensamientos, tras conseguir nada de aquel vampiro. A día de hoy, buscaba un fantasma, quizás no lo encontrase nunca. No me importó caminar como si nada ocurriese, bañada en sangre, obviamente una que no era mía. Caminaba sin rumbo, sin pensar...mis ojos azules se perdieron en la nada y una voz me sacó de mi ensimismamiento. Giré el rostro, observándolo en silencio...no detuve los pasos pero lo seguí con la mirada. Era él, la persona en la que estaba segura que no vería nunca más, así lo entendí.

Busqué con la mirada un camino, uno en el que volviese a encontrarnos... volví en mis pasos para dar la vuelta a la calle, aceleré para no perder la pista. Creería que nuestros caminos volvían a encontrarse y bifurcarse al mismo tiempo. Sabía donde iba, a tomar un trago...es lo que yo haría a lo que iba. Me quedé en la puerta, con las manos tras la espalda y apoyada en la pared. Miraba al cielo, no pensaba en nada... solo esperaba oír sus pasos acercarse.

-Ese malnacido ya no volverá a atacar a nadie. -murmuré en voz alta para que me oyese, busqué su mirada y al encontrarla, sonreí de forma leve. -Creía que no te vería más... te marcharías, ángel -sonreí por mi última palabra y abrí la puerta del lugar, una clara invitación, necesitábamos beber algo y no iba a montar el número de la otra vez...fui obstinada, cargué a sus hombros algo con lo que ella nada tenía que ver -Una copa de vino blanco, ya habrá lugar para el whisky -todos los allí presentes nos miraron alternativamente, me dio igual...me senté en la barra, enredando con mis dedos aún manchados de sangre mi cabello. -Creo que luego necesitaré un baño y deshacerme de este bonito vestido redecorado... es incómodo, no me acordaba del lastre que supone llevar uno. -eché hacia atrás la cabeza y suspiré -¿Me has echado de menos? -sabía la respuesta pero al menos, no saldría huyendo como la primera vez...o sí, quién sabía.

Ladeé la sonrisa ante su invitación ,al parecer en esta ocasión estaba decidida a no montarme un numero, claro que nadie había hablado de lo de salir corriendo.
Me senté en la barra viéndola jugar con su pelo como si viniera de tomar un café con las amigas y no de cargarse a un vampiro.
-Me van las emociones mas fuertes, prefiero whisky, si no te importa -dije cuando lela pidió vino blanco.

Total, teniendo en cuenta que con esta mujer las cosas iban así, tan pronto estabas bien ,sentado conversando, besadote como de pronto le daba un ataque y salia por patas, mejor ir directo al grano y no tentar al infortunio.
-¿has echado de menos mis besos? -pregunté como respuesta a la suya -salí detrás a ver si se te había caído el zapato de cristal princesa... pero no hubo suerte -bromeé guiñándole un ojo – luego pensé en buscarte en la casa de los enanos, peor..tampoco me sabia exactamente la ubicación, así que desistí.

Di un trago a mi vaso perdiendo mi mirada en los hielos que chocaban entre si.

-Quizás deberíamos darnos juntos ese baño...no seria una mala idea que por una noche te dejes llevar ¿o es que los cazadores de esa orden no folláis?
Iba a hablar pero antes de que lo hiciera la interrumpí alzando el dedo -y si, es en eso justamente en lo que pienso cuando te miro.

La sinceridad no la veía un problema, era obvio que me atraía y no veía nada malo en eso.
-Ya pasé una primera cita ¿cuantas mas para que puedas entender que ademas de colarme entre tus piernas el tiempo que este aquí te quiero conocer?
Di un nuevo trago clavando mis ojos en sus azules -palabra de ángel -apunté riendo centra el vidrio.

Ella me miraba con suspicacia, como si no me creyera.
-Vale, espera.
Pillé la botella y empecé a beber con rapidez, dando tragos rápidos hasta que relamiendome la deje sobre la barra y subí sobre mi taburete carraspeando para llamar la atención de propios y extraños.
-Quiero conocer a esta mujer -grité -aunque este loca y se encargue de matar cerdos con un vestido blanco.

Los allí presentes se rieron ante mi discurso algo breve pero que me hizo reír mirándola fijamente.
-Ves, sabia que iba a necesitar el whiski.

-Pero me buscaste -apunté con una breve sonrisa sin dejar de mirar mi copa de mi vino, si era cierto o no , no me importaba...siguió mis pasos hasta el lugar donde nos despedimos. La idea de que me pusiera el zapato de cristal me hizo gracia, me recordó a la vida que tuve y que solo en contadas veces, añoraba...pues ¿a quién no le agradaba llevar uno de esos maravillosos vestidos? Sentirte la princesa de un cuento pero el final, escribirlo tú misma.

No respondí a su pregunta, de si había echado de menos o no sus besos. Solo sonreí, lo haría cuando fuese el momento adecuado y aún no lo era. Cierto que me lo pasé ayer aquella noche pero solo fue eso, un entretenimiento del que me despedí después...ninguno buscaba nada y sin embargo nos encontramos. Entorné los ojos, el tema en cuestión volvió a relucir y no respondí, tampoco hizo falta.

-No tengo problemas en que te des el baño. Empieza a oler ….a mofeta muerta -reí contra el vidrio, tranquila y de buen humor, quizás porque había acabado con la vida de aquel maldito bastardo y aparte...decidí por esa noche no ser la cazadora si no una chica joven normal -Y no puedo echar de menos tus besos, solo me diste uno y no fue suficiente -¿una invitación? Ni siquiera sé porqué lo dije,...simplemente, me dejé llevar. Me gustó que me besase, era un hecho...

conocerme no era algo que cualquiera se atreviese, él lo intentaba. Todos se marcharon corriendo y él estaba allí, ahora subido al taburete...como no tuviese cuidado iba a caerse. Resoplé negando con la cabeza, riendo por lo bajo... ese maldito cazador me hacía olvidarme de quién era por esos segundos y reí, reí realmente divertida. Tiré de su pantalón para que se bajase, él seguía hablando y me estaba poniendo en evidencia pero no sentí vergüenza alguna pues no paraba de reírme por su ocurrencia.

-Deja de delatarme y baja de ahí, idiota-no podía parar de reírme, todos me miraban esperando una reacción por mi parte. Lo miré fijamente a los ojos y me incliné a él -Creo que tendrás que poner más empeño en el beso porque si no no sabré la respuesta-sonreí y bebí un trago , apartándome de él...una situación de lo más inusual, manchada de sangre, tomando una copa... y seguir adelante.

Me eche a reír al sentir que tiraba de mis pantalones para que bajara de la silla, hice equilibrismo con una pierna mientras seguía gritando a los cuatro vientos que me gustaba y que quería conocerla.
Bajé finalmente de un salto quedándome frente a ella, bajé los ojos perdiéndome en sus labios.
-Entonces tendré que superarme -dije llevando mi mano a su nuca para atraerla suavemente.
Mi boca presionó la ajena, sonreí al tiempo que lo hizo ella y nuestros dientes se rozaron, su boca se entreabrió y sin permiso me colé en ella con hambruna.

Paladeé su sabor a vino blanco, lamí su lengua fuera y dentro de su boca y un jadeo escapó de mi garganta cuando mi hombría alzada impactó en su vientre.
-¿Por que no te viene a mi casa? -pregunté contra sus labios.
Mi nariz acarició la ajena ladeando la cabeza para volver a hundirme en su boca, saqueándola pasionalmente.

El golpe de una mano en mi espalda hizo que me girara, me encontré con una mole que al parecer no muy contento por que en la fiesta de hace una semana me había liado con su novia.
-Estoy ocupado dije ignorándolo y dándole la espalda para volver a los labios de la cazadora que ahora no parecían tan dispuestos a convertirse en mi pareja de baile.

Resoplé alzando la mirada hasta sus azules.
-No te conocía -me excusé como si lo necesitara.
Fue entonces cuando la mole de mis espaldas me lanzó un puñetazo, viré sobre mis pantalones esquivándolo y con un rápido movimiento tomé su muñeca, giré su antebrazo y lo recudí en el suelo poniendo mi pie en su espalda.
-Lárgate y pídele explicaciones a ella, no quiero pelea.

Era cierto, yo no tenia nada que ver en sus problemas matrimoniales, esa chica la conocí en la fiesta, tuvimos algo y ya esta, no había vuelto a verla ni le pedí cuentas de su vida, fue un instante si ella tenia pareja era asunto suyo respetarla.

Tiré de la mano de Abby para salir de allí, mis ojos buscaron su mirada.
-Vente conmigo a mi casa, prometo portarme bien... -mi sonrisa delataba que yo no sabia portarme bien.

Su beso sabía dulce, más que el delicioso vino blanco. Un beso que me supo a poco, a ambos y él decidió seguir en su casa. Sonreí de medio lado, no respondí...tan solo me encogí de hombros y volví a mi copa. No, no iba por ahí prometiendo por un beso y si creía que por dejar que me besaba todo sería tan fácil, se equivocaba. Solo deseaba una velada tranquila, sin contratiempos pero eso no parecía estar por la labor.

Cruce de miradas con la mole quien buscaba al ángel, no parecía haberse portado bien y sus palabras me confirmaron que aquel hombre venía por algo...a por él. No dije nada, solo me aparté, no era mi lucha. Sin dejar de beber mi copa de vino, contemplé la escena como si de un espectáculo se trataba. Buen cazador, acababa de esquivar ciertos golpes y se hizo con la situación pero ¿y qué? El daño ya estaba hecho, lo que parecía una velada tranquila...se convirtió en esto.

Las miradas lo decían todo en algunas ocasiones, en este caso...mis orbes mostraron una decepción infinita. No le creía, ¿cómo creerle? Chasqueé la lengua y lo esquivé sin decir nada, salir de allí me parecía la opción más correcta. Mi plan no era buscar pelea si no tranquilidad, para eso ya tenía a la orden en donde no había una noche en paz... y esa iba a acabar igual que todas, solo que en vez de volver con mis compañeros de la Orden lo haría sola.

-Si en tu casa no tienes nada de beber o me necesitas para algún asunto chungo, olvídalo. -necia por creer que iba con buenas intenciones, era un cazador...eso no existía. Salí de allí como un ventisco, casi arrollo a una niña pequeña que caminaba hacia ninguna parte. Chasqueé la lengua, iba a poner el grito en el silencio cuando...unos ojos verdes me miraron fijamente...como si nada más existiese.

No me gustaban los niños, después de adoptar a Jesse y que tomase su camino una vez fue mayor... el hecho de criar niños se convirtió en mi último deseo...ni me lo replanteé. Crear una familia no estaba en mis planes, amar a alguien tampoco...y él se empeñaba en querer conocerme cuando no iba a conocer más de lo mostrado.

-¿te has perdido , niña? Pues sé quién puede ayudarte. Ese joven tan guapo y apuesto, para él...serás una princesa, corre, te espera -reí por lo bajo, haciéndole un gesto a la niña para que fuese con él -A ella te la puedes llevar a tu casa, lo necesita más que yo -

Estupefacto me quedé cuando al salir tras ella la escuche hablar con esa pequeña de cabellos dorados y ojos verdes que la miraba sin entender nada de nada.
¿Como hacerlo? Tensé le puño caminando hacia ella, sabia lo que era sentirse solo y desamparado, asustado porque no tienes nada a lo que aferrarte.
Yo fui un niño sin padres, un experimento ...perseguido por quien me creo para darme muerte.

Me arrodillé frente a la cría, sus ojos húmedos por las lagrimas se hundieron en mis azules. Deslicé mi dedo por sus mejillas secandole los senderos de agua salada.
-¿Te has perdido? -pregunté con una sonrisa – no te preocupes, conmigo puedes ser sincera, yo también me perdí hace mucho tiempo. Hace tanto que aun no me había encontrado.

La alcé en brazos cobijandola en mi cuerpo ,estaba helada pero no herida, por las ropas que llevaba no se trataba de una niña de clase alta, posiblemente seria hija de alguna humilde familia vete tu a saber.
-¿jugamos a un juego? -parecía desconfiada, como si estuviera mas acostumbrada a la gente mala que a la que te ayuda cuando te ves en dificultades.
-El juego es sencillo, yo te haré una afirmación, cada vez que acierte me dirás el camino que he de seguir para ir a tu casa, pero si me equivoco...me dirás un camino distinto ¿que me dices? ¿averiguamos si llego?

La pequeña quería jugar, como todo niño le picaba la curiosidad y pronto rodeó con sus brazos mi cuello asintiendo con la cabeza.
-Buenas noches señorita Abbey, espero que el destino te vuelva a poner en mi camino y de paso que te haga recapacitar.

Mi primera afirmación fue sencilla.
-No te has perdido -la niña asintió dándome la razon y me guió con su dedo por el camino de la derecha que fue el que tomé sin pensármelo y sin mirar atrás.
Vale que le había molestado a la cazadora que me hubiera pegado pon ese tipo, peor no tenia razon, desde que la había conocido no había estado con otra mujer...a la mierda.

-Recapacitar. -repetí su palabra clave, no necesitaba recapacitar solo quería una noche tranquila y no parecía que pudiese conseguir tal cosa. Chasqueé la lengua, negando con la cabeza. No lo culpaba, entendía que había pensado algo... algo érroneo. No me sentí mal porque ese hombre hubiese venido por ciertos motivos, buscaba algo que se quebró en la pelea. Esa era mi vida, luchas sin fin...y esa noche , después de mucho tiempo...quería tan solo ser una joven que caminaba por la ciudad mirando escaparates, disfrutando de una conversación y de buenos momentos.

-Te equivocas conmigo, Raziel. No voy a darte explicaciones, ni las necesitas ni estoy por la labor así que -cerré los ojos un instante, le oí hablarle a la niña...una faceta desconocida para mí pues tan solo lo vi de un modo, echándome la caña por si me pescaba. Hacía escasos minutos me había arrancado una sonrisa con aquel gesto de subirse al taburete y ahora...no sabía lo que pensar de él.

Entorné los ojos y me dirigí tras ellos, le observé en silencio conversar con la pequeña asustada. Tras recorrer varias calles, nos íbamos adentrando en la zona mas pobre de la ciudad. Estar allí era duro, desde niños durmiendo en las frías calles, hasta cadáveres abandonados a su suerte entre otros caos. Suspiré, me detuve a su lado cuando la niña señaló a un edificio abandono, al cual había tomado por casa.

-Estaba mejor en aquel tugurio y lo sabes ¿qué? Deja de mirarme así, no iba a dejarte solo con ella, por si te perdías también -sonreí divertida mirando en silencio el edificio, no me daba muy buena espina, ni siquiera deberíamos estar allí. La niña saltó de sus brazos y corrió dentro, a su hogar. Lo contemplé cuando distraído se encontraba mirando el edificio, seguía ahí esa mirada que no logré descifrar y me intrigaba -Ese niño interior no debería sentirse solo, tienes lo más importante y está en casa con un vaso de bourbon frente a la chimenea. ¿Para eso querías que visitase tu casa? Por el bourbon...aunque pensaba, que te ibas...estás de paso. Y si es así ¿por qué quieres hacer mi vida tu cielo, ángel? Mientras estás aquí

La niña saltó de mis brazos, una silenciosa cazadora nos había acompañado hasta ese edificio ruinoso, sin duda tenia razón en su afirmación, la pequeña estaría infinitamente mejor en otro sitio pero...supongo que no todos podíamos elegir de donde procedíamos.
-Te he invitado a mi casa para beber tranquilos, hablar sin tener una colección de borrachos interrumpiéndonos.
Hasta el día de hoy no he violado nunca a una mujer, así que princesa, no, es no y si en mi casa me dices no..nada pasará. Creo que son tus fantasmas los que hacen que veas demonios donde no los hay..
No voy a mentir, no suelo hacerlo ¿quiero follarte? Si ¿te voy obligar? No

Asenté alzando mis azules hasta los suyos.
-Estoy de paso ya te lo dije, peor supongo que alguien a cambiado so y no, no te emociones, no eres tu -bromeé -mi hermano ha conocido a alguien, una mujer que lo vincula a París, él no lo reconoce, no dice nada al respecto, pero lo conozco, ya hemos dado el golpe y a estas alturas ya estaría pensando el siguiente destino y de momento no ha dicho ni palabra de ello, así que algo me dice que esto se va a alargar mas de lo esperado.

No iba a contarle que mi hermano tenia ciertos problemas de auto-control que habían últimamente empeorado con la presencia de Yuna en casa, las cosas privadas me las reservaba para mi y los míos, a ella apenas la conocía.
El ruido en el interior del edificio logré que me detuviera.
-¿lo has oído? -quizás no escuchara, mi oído estaba mas desarrollado, era un experimento -la niña -salí corriendo hacia alli como alma que lleva el diablo mientras desenvainaba las dagas que quedan sujetas a mis costados.

Busqué el sonido en aquel ruinoso edificio lleno de podredumbre, olor a orín.
-¿Esto no me huele bien -ladeé la sonrisa -no lo digo por lo evidente...aquí pasa algo raro, esa niña nos ha traído aquí por algo...

-No me llames princesa. -suspiré seguido de un gesto de fastidio, no podía afirmar que conocía a los hombres pero algo sabía, esas familiaridades cuanto más lejos, mejor. No dije nada al respecto sobre lo de ir a su casa o no, no me fiaba de nadie...alerta y guardando mis espaldas, solo confiaba en mí misma y los míos, si era un cazador lo entendería...dependiendo de como era o no la persona.

Resoplé porque no me decía nada nuevo, no necesitaba un hombre en mi vida. Aquel cambiante desapareció ante mis ojos al igual como apareció, sentado en aquel banco retratando al azar y nuestros caminos se cruzaron para separarse del mismo modo. Ya no dolía , canalizar las emociones era igual que luchar. Luchar por algo en lo que crees y sientes, para mí la lealtad y la fidelidad eran más importantes que cualquier otra cosa.

-Y aunque me obligases, creeme tan solo lo pensarías porque te clavaría antes una estaca en el corazón, ángel -sonreí de medio lado, se quedaba más tiempo y oírlo me resultó extraño. Desvié la mirada para que no apreciase la sonrisa de mis labios aunque era imposible...estaba justo a mi lado -Me alaga más que digas que no soy yo, no te creas falsas ilusiones, es mejor que no te enamores de mí , ya te lo dije aunque no estamos hablando de amor si no de ...follar.

entorné los ojos mirando al edificio, un ruido me puso en guardia. Crucé una mirada con él y le hice un gesto para que fuésemos dentro, sigilosos, atentos a cualquier movimiento. Reí por lo bajo, buscando sus orbes azules, al encontrarla la pude apreciar brillar entre la poca luz que entraba por las rendijas de las ventanas, las maderas rotas...la luna era nuestra fiel aliada por lo que no había que ser muy inteligente, si salió la luna...lo más probable eran licántropos.

-Pensaba que jamás te darías cuenta, hueles a mofeta muerta, ya te lo dije -un rugido que me sacó de mis pensamientos, mis ojos azules se abrieron de golpes y tras mi espalda, tomé mi ballesta apuntando al frente. La dirigí despacio apuntando a la oscuridad, cualquier movimiento me bastaría para no pensar y disparar -Están detrás de nosotros -apenas susurré, me giré rápido...era la niña quien nos miraba absorta, aún con miedo -Es una trampa... mira sus ojos -cometieron la atrocidad de crear a un neófito niño, un señuelo que nos llevó hasta allí -Estoy preparada, no me importará mancharme más el vestido pero no de tu sangre , te quiero vivo... luego a saber qué pase -

Enarqué una ceja escuchándola y negué riéndome con la cabeza, esa mujer era insoportable hasta sujetando una ballesta.
Desenvainé sendas gemelas, el acero despuntó al aire mientras mis ojos recorrían aquel edificio en ruinas.
Me sentía observado, era evidente que era una trampa, me giré de golpe encarando a la cría de grandes ojos vivos que me miraba asustada.
Desconocía si era una esclava de sangre que haría lo necesario por conseguir su dosis diaria o una neófita convertida por esas sanguijuelas, pero fuere lo que fuere, era el cebo para atraer hasta aquí a algún incauto.

Se había equivocado, no eramos una pareja normal, eramos cazadores y letales sin duda, así que esta vez su nido de vampiros la había jodido.
No tardaron en salir los primeros, con los ojos rojos como el fuego se lanzaron hacia mi decididos a placarme entre un par.

Parecían hambrientos, algo desesperados lo que me dio a entender que era un grupo desorganizado, posiblemente creaciones de las que ningún sire se había ocupado y que se habían unido en busca de ser mas fuertes.

Con giro de muñecas lancé uno de mis aceros que se hundió en el pecho de una de esas bestias sedientas, con una rápida voltereta me planté en su espalda y sacando de debajo de mi chaqueta la estaca la hundí a través de sus costillas por el lateral encontrando el corazón del inmortal que se convirtió en polvo ante mis ojos.
Cacé el acero al vuelo antes de que cayera al suelo y lanzandolo hacia el segundo que corría gruñendo en mi dirección lo hundí en su ojo haciendo que se detuviera emitiendo un alarido.
-Vamos princesa -animé a la rubita que ballesta en mano atravesó su corazón sin pensarlo -ves, hacemos buena pareja .bromeé.

La fiesta estaba a punto de comenzar y una en la que no necesitábamos un atuendo diferente, acabaríamos aún peor de cómo ya llevaba mi vestido, el último que me quedaba de aquella vida. La pequeña nos miraba, como una estatua...esperando algún movimiento , el momento perfecto para que el ataque se produjese y por fin, tomad sus presas de aquella noche.

Sonreí de medio lado, guardé silencio...ya hablé demasiado. Apuntaba hacia la puerta, pausé la respiración para concentrarme en los ruidos y movimientos de mi alrededor. El cazador no se lo pensó, se lanzó a desgarrar a aquella bestia. Me giré de golpe , apenas fueron un par de segundos para localizar el pecho de aquel monstruo y disparar, un disparo limpio y mortal. Corrí hasta la habitación contigua donde me esperaban dos seres de la noche, mujeres totalmente desesperadas por tomar una gota de mi sangre, su último alimento.

-Os habeis equivocado de señorita -sonreí ampliamente y antes de que se acercase una de ellas, pateé su vientre, golpeándole con la ballesta, aprovechando el filo de la flecha para rasgar de un simple gesto rasgué su garganta. La sangre brotó , salpicando mi rostro y eso me envalentonó más para ir a por la otra que tras un grito desgarrador lanzarse como si ya no importase otra cosa que hacerme desaparecer.

Fue incluso más fácil deshacerme de ella, débil...apenas fue convertida y no alimentada, podía notar la diferencia de un ser a otro solo con sus movimientos. Más pesados, mi daga en mi el cinturón del vestido esperaba su minuto de gloria y no le hice esperar demasiado. Me lancé a por aquel ser, apartándole de una brazada y un golpe seco en el rostro, acto seguido...hundí mi daga en su pecho. Busqué con la mirada a mi compañero, luchaba con otro...cayeron al menos cuatro. Apunté con mi ballesta y antes de que tan solo se moviese a atacar al cazador, apunté y no fallé. Suspiré, me acerqué a él a paso rápido, teníamos que salir de allí lo antes posible.

-Te dije... que no me llames princesa -rugí contra su rostro, ambos empapados en sangre y no era nuestra... tan impulsiva, no pensé y busqué sus labios.. un beso que se convirtió en algo más que un simple contacto, me separé y lo miré a los ojos, no tuve que decirle nada...estábamos mejor lejos de allí [colo=yellow]-Necesitamos un baño [/color]-reía sin parar, abandonando la casa... olvidandolo todo.

Sus labios colisionaron con los míos de forma provocadora, fui a lanzar mi mano para atrapar su cintura cuando contra mis labios dejo una suave risa y salio corriendo en dirección contraria buscándome con sus dos ojos por encima del hombro.
Seguí su estela con la mirada y pronto mis pies obedecieron la orden de la dama, seguirla a traves de las calles de Paris entre risas.

Apunto de atraparla, se zafó de nuevo de mi agarre, mis labios buscaban los ajenos, apenas un roce bastó para que saltaran chispas entre nosotros.
Mi lengua atravesó el precipicio de sus labios perdiéndose en la ajena, recorriendo cada sendero todavía desconocido pero que decidido y como buen explorador decidí conquistar a golpe de jadeos.

La temperatura ascendió cuando mi cuerpo se convirtió en su prisión, su cintura entre mis brazos, sus manos atrayéndome del rostro y la lujuria pintada a fuego en nuestros ojos.
De nuevo huyo de mi, rápida y fugaz como una estrella de nuevo emprendimos la carrera.
Atrapé su mano con la mía deteniendo su avancé, su risa se perdió de nuevo contra mi rostro cuando tiré de ella, el juego del escondite se quedaba corto ante nosotros.

Mi lengua recorrió su boca, mordí su inferior tirando de este con suavidad mientras su mirada turbia me mostraba sin tapujos su debate interior.
-Vamos princesa, el bourbon nos espera, prometo portarme ¿bien? -bromeé contra sus labios mientras ella me miraba enarcando una ceja conocedora de la realidad.

Esperé su respuesta, sabia lo mucho que le costaba a esa mujer dar un paso al frente y por cada paso que daba 5 reculaban, así que de normal acabábamos en una despedida forzosa por parte de ella.
-¿Que me dices? -pregunté acariciando su cintura por debajo del corseé

Dos locos parecíamos corriendo entre las calles de París, empapados en sangre y eufóricos por la victoria. Dos cazadores que habían logrado su objetivo y por mi parte, sentirme bien. Mi sonrisa no desaparecía del rostro, me dejé llevar buscándolo y ni supe porqué. Él aprovechó el acercamiento para acercarse más, dar un paso que nos invitase no sé a qué exactamente pero esa noche me apetecía pasarla a su lado, fue divertido luchar espalda contra espalda.

Mis orbes azules, se clavaron en su agarre, me aferraba en un claro gesto que me pedía en absoluto en silencio que me quedase, no huyese como hice las otras veces. Mi respuesta fue una sonrisa, una mirada diferente a todas las que cruzamos, accedí y no me arrepentiría pues solo me arrepentía de lo que no hacía y en este caso, lo deseaba...quería acabar la noche , ver lo que nos deparaban esas horas que nos separaban del amanecer.

-Da igual las malditas veces que te diga que no me llames princesa, lo harás -enarqué una ceja y me eché a reír negando con la cabeza. El paso se fue aminorando, aún seguíamos con las manos entrelazadas, las armas manchadas de carmesí como nuestros cuerpos. Dejé escapar un suspiro, alargando mi estado de completa satisfacción -Espero que antes estés de acuerdo en que necesitamos darnos un baño, ya me miraban extraño andando contigo...ahora que parece que acabamos de salir de un auténtico matadero...bueno, no parece, hemos salido de esa carnicería y victoriosos, eres bueno pero no te lo creas tanto -mi codo impactó con el suyo y volví a sonreir, esta vez mostrando mis perlados dientes blancos.

-Es mejor que bailar, aunque no se me daba mal...admito que la última vez, el último baile me refiero... arranqué más de una risa a mi acompañante, ...la última-miré al frente, no perdí la sonrisa pero el recuerdo del señor Milles era imposible que no me afectase, fue un padre para mí. Mis pasos se perdieron con los ajenos, como bien dije antes del bourbon prefería quitarme toda aquella sangre, lo dejaría en sus manos, qué menos después de estar aguantándome.

-Me alegro de que esa chica os ate aquí, no habría podido salir de allí sola, aunque veo que el objetivo de esta noche era el mismo para los dos ¿cierto? -lo miré de reojo, me refería a aquel vampiro , aunque en parte era por esa atracción extraña que sentía por aquel cazador -Deja de mirarme con ojos de lascivia porque no, primero...vas a tener que subirte a más sillas y gritar más y más fuerte para conquistarme, o al menos intentarlo. -el hecho de recordarlo me hizo reír realmente dive7tida -No prometo nada, ya te advertí que una vez que entras...quizás no salgas más -no especifiqué el qué pero tampoco era necesario, ese ataque quizás me había dado pie a confiar un poco más.

Acepto, acepto esa copa en mi casa, con la promesa de que nos daríamos antes un baño. No tenia problema en quitarme como ella decía el olor a mofeta.
Templé el agua de la bañera y deslicé mis ojos por su cuerpo mientras sus labios saboreaban una copa de bourbon recién servida.
Me relamí mirandola fijamente, sus abanicos bajaban sutiles.
-Dame -pedí para que e acercara a mi, pero la dama siempre jugaba al escondite conmigo, al voy y vengo.
Siempre era un enigma descubrir que iba a hacer en su siguiente jugada, a veces era blanco otro negro y entenderla se había convertido en un peligrosos juego.

Cerré el grifo sin dejar de mirarla.
-¿vas a bañarte vestida? Supongo que tu vestido te lo agradecería -bromeé antes de empezar a despojarme de toda la ropa frente a ella.
-¿que? ¿nunca has visto a un hombre desnudo? -pregunté con picardia -ya somos mayores los dos para andarnos con juegos ¿no crees? -pregunté tirando de su mano para quitarle la copa y beber mientras contemplaba como prenda a prenda la ropa llenaba el baño de blanco y carmesí.

Me había dicho tantas veces que no iba a pasar nada entre nosotros que admito me lo creía, el problema es que no lo hacia mi hombría endurecida.
La ayudé a meterse en la tina y le pasé la copa nuevamente llena.
-Espera un momento -le pedí saliendo del baño desnudo.
No tardé en volver demasiado, conmigo venia una pipa y unas hierbas que pronto descubrió eran opiáceos.
-Como no va a pasar nada -bromeé guiñándole un ojo mientras prendía las hierbas dando unas caladas rápidas.

Me introduje con ella en el agua, su cuerpo se acomodo en el mio mientras sus mares me miraban fumar dejando escapar el humo negruzco a través de mis labios.
-¿y bien? Dices que antes bailabas en los grandes salones de palacio...¿lo has hecho alguna vez en la azotea bajo la luna llena? -le pregunté divertido en un reto velado -quizás necesitemos estar mas borrachos.

Nunca fui fácil. No bajaba mis escudos de la noche al día y aquel cazador, paciente, buscaba el camino para conseguirlo. No me negué a la copa y a ese baño que necesitaba aún más. Podía notar su mirada en cada movimiento de mi cuerpo, sonreí de medio lado y dejé que aquel pasador de pelo dejase caer en su totalidad a mi largo cabello rubio. Me tapaba hasta las nalgas, sin dejar ver otra cosa que esa, lo que daba una imagen muy diferente de mi persona. Siempre a la defensiva, me había olvidado de lo que era realmente dejarse llevar, divertirse y no pensar, dejar por unas horas mis obligaciones de lado y ser simplemente, yo.

-Sí, a ambas preguntas. Me bañé vestida y vi a un hombre desnudo...es un tanto complicado. Y todo en la misma noche. Mi amigo Emhyr y sus venganzas . Nunca me he bañado desnuda con un hombre pero tampoco es que vea aquí a alguno, los ángeles no son hombres corrientes ¿no, Raziel?-lo llamé por primera vez por su nombre, eso...decía demasiado y reí por el recuerdo, la verdad es que aquel otomano se hacía querer y a mí me cautivó, ocurrió lo que tenía que pasar cuando dos personas se atraen pero...solo fue eso, una noche y una amistad para toda la vida. No sé dónde se encontraba ahora y en parte, cada noche...lo buscaba entre los licantropos que se cruzaban en mi camino. Fue una pieza clave en mi decisión de convertirme en quien era. Como aquella cazadora y el hombre que me incitó a perseguir mis sueños, realizarme como persona -Mayores...¿seguro? -sonreí metiéndome en el agua, mi cuerpo parecía haber sufrido toda clase de torturas y la sangre... no era mía.

Lo contemplé en silencio, paseando las yemas de los dedos por mi piel, eliminando cualquier resto. Pronto el jabón hizo lo propio, evité llenar la bañera de sangre, eliminando gran parte con el vestido empapado en agua. El vestido en sí era lo que menos me importaba ahora, quería ser una joven corriente...metida en una bañera de cierto desconocido. Sonaba mal pero alentador, tomé la pipa y le di una gran calada, el baño se mezcló entre el vaho del agua y de la pipa.

-No. Nunca en una azotea bajo la atenta mirada de la luna pero sí en tabernas mugrientas, en calles desiertas bajo la lluvia... es mejor que un salón de baile en el palacio. Como bien me dijo la señorita, nunca está de más darse un lujo, ponerse uno de esos vestidos recargados pero que sin embargo, te hacen estar preciosa y radiante. A no ser que tu baile...se refiera a …..mejor no lo digo, no quiero estropear este momento tan íntimo -le miré de reojo, recorriéndole con la mirada, no eran de las que se sonrojaban de golpe al ver la desnudez...mi sonrojo sería fruto de otras cosas, insignificantes para otras personas... -Eres todo un galán, estoy segura que han habido muchas pero ninguna como única ¿verdad, ángel? Y también estoy segura de que ninguna se te ha resistido. A mí ...nadie quería pretenderme, lidiar con mi persona toda la vida era mucho más valioso que todo mi dote, un dote que seguro ya se hayan repartido entre mis hermanas las buitres -estaba hablando demasiado de mí misma, callé y gateé por la bañera, el cabello dorado cayó a un lado, dejando parcialmente la vista de mis senos..aún sumergidos en el agua. -Nunca he hecho esto

di una larga calada, antes de que el humo se fuese... lo transferí a la boca del ángel, uniendo nuestros labios unos segundos, sonreír por el resultado, por unos segundos...no le vi ante mis ojos.

-Quiero un baile, bajo la luna-

Abbey como de costumbre me dejó claro que estaba por encima de todo esto, al parecer no solo había bailado en el palacio Royal si no en los mugrientos locales de Paris ..
Ladeé la sonrisa cuando gateó por mi piel dejando que la manguera topara con sus labios para dar una profunda calada.
El humo negro escapó contra mis labios cuando los suyos los presionaron permitiéndome inhalar de ella la droga, mi lengua atravesó sus labios con hambruna, como la ponzoña busqué saciarme en su humedad, trepando como una enredadera por ella mientras los jadeos se sucedían dejando claro lo erótica que me parecía la escena.

Mi brazo se enredó en su cintura subiéndola sobre mi a horcajadas, la tela húmeda de su camisón se pegaba a su piel, su carne se trasparentaba a través y los pezones duros como pitones dejaban claro que en ese momento los dos estábamos excitados.
Mi mirada turbia descendió por el hueco que quedaba de su camisón dejado al aire parte de su pecho.
-¿bailar como exactamente? -pregunté con la voz ronca preso del deseo que su cuero me producía en ese instante.

Mis manos en sus caderas movieron ligeramente a la cazadora sobre mi acero.
-Dame mas opio -le pedí entreabriendo los labios mientras tiraba la cabeza ligeramente hacia atrás apoyándola en el respaldo de la tina.
-Dame -le pedí relamiendome sin apartar mis ojos de los suyos.
-Soy un recipiente mas que un ángel, confesé, solo Samael porta un ángel en su interior, yo escapé antes de que me lo implantaran -aseguré soltando la lengua con esa confesión.

Deslicé mis dedos por sus nalgas, apretando su trasero con mis manos, la tela se arrugaba entre ellos, mi boca pedía mas incitándola con la lengua.
-Si te portas bien después te subo a la zotea -bromeé riéndome.

Ante mis ojos, el ángel que unos quisieron que fuese y no fue... se presentaba en forma de hombre arrebatador. Me llamó la atención desde que nuestras miradas se cruzaron, claro que, no iba a admitirlo a mí misma. Hacía mucho que esas cosas no me interesaban, siempre vivía en una encrucijada, en recordarme una y mil veces que eso del amor no era para mí. Y cuando me enamoro, lo doy todo, así fui cuando mi jaula de oro evitaba ser yo misma.

Sentí desde el primer instante en el que me escapé de aquella residencia...paz y libertad. Libre por fin, una libertad que nadie podría darme si no era yo misma, elegí mi camino, sabía que la antigua Abbey se quedó esperando una ilusión, le ofrecieron lo que nunca pidió y más deseó , aquella joven se enamoró sin contemplaciones, sin poder ni tan siquiera creer que pudiese sentir tanto pero a veces, la vida te pone obstáculos que superar y ese amor, tal como se avivó como el fuego, se apagó como una tormenta copiosa.

-Más despacio, ángel. Los bailes con prisas solo causan traspiés, pisotones... gritos ¿estamos hablando del mismo tipo de baile? No juegues con las palabras -las confesiones pronto comenzaron, entre roces y manos necesitadas , mis labios se curvaron en una sonrisa...buscando sus labios para traspasarle el humo del opio. Reí divertida, hacía su efecto... nos estábamos dejando llevar demasiado -Siempre he tenido la certeza de que moriré joven, mi final creo que se acerca y no tengo miedo -

confesé con ojos vidriosos, mi mar azul chocó contra sus orbes quien me acogieron en un abrazo silencioso, dándome ese calor que necesitaba y perdí hace tiempo . No estaba preparada para querer, confiar y darlo todo pues el miedo a volver a pasar por lo mismo me cegaba. Por unos segundos bajé la mirada, ¿qué estaba haciendo? No quería engañarme a mí misma..eso era un hecho. Él no tenía la culpa y crearle falsas esperanzas cuando ni sabía lo que quería en mi vida. No podria hacer daño, creía que podía salir bien y... yo no estaba segura de nada.

-No te prometo nada, quizás no pueda cumplirlas. Las promesas son solo palabras, no voy a prometerte que va a salir bien porque ni yo misma lo sé. Solo sé que en este momento, me siento bien -tan bien que cerré los ojos y... me dejé vencer sobre su cuerpo, acomodándome como la mejor de las almohadas, me daba ese calor que tanto había necesitado, solo esperaba que cuando abriese los ojos... no fuese un espejismo.

Quería bailar despacio, decía ser libre de su jaula de oro y quizás lo era, pero no lo suficiente como para no arrastrar los fantasmas de su pasado, un pasado que debió hacerle demasiado daño pues no hablaba de él peor lo llevaba escrito a fuego en su piel.
Yo no seria el clavo que saca otro clavo, eso lo tenia muy claro, pero si quería podía ser la diversión de una noche de verano.

Me relamí los labios sintiendo como el humo escapaba de nuestras bocas acariciando nuestras lenguas, reíamos, cómodos de sentirnos juntos.
Mis dedos se pasearon por su rostro apartando las hebras de oro que caían traviesas enmarcando su rostro.
Negué cuando dijo que no podía prometerme nada.
-¿Acaso te he pedido que lo hagas? Tu problema es que crees que necesito una relación estable para seguir con este juego y no es así, yo soy libre como le viento y en mi libertad te elijo a ti ¿que eliges Abbey? ¿seguir anclada a los fantasmas del pasado o sacarlos de una puta vez de tu vida y mirar lo que tienes frente a ti.
No me considero un buen hombre, es mas, ni siquiera soy un human normal, fui creado para dar cobijo a un ser superior, mi alma carece de importancia para todos, no tengo madre, ni padre, ni mas familia que mi hermano,.
Todos tenemos miedos, historias pasadas que nos arrastran al infierno y sin embargo, estamos aquí, confiados en un futuro mejor.

Negué curvando los labios al ver como se acomodaba despacio sobre mi cuerpo, mis dedos surcaron su espalda como si fuera el mapa de un antiguo tesoro.
Hice la vela pirata decidido a emprender la maniobra que me llevaba a abordar su navío.
Mi mano el timón, con ella alcé su ancla tomándola por el mentón, los ojos azules como la mar chocaron tempestuosos como la mas fiera de las tormentas.
Mi boca sacudió la suya, la abordé necesitado saqueando su lengua en busca del botín.
-Quédate esta noche aquí, sin mayor compromiso que la libertad de hacer lo que deseemos y no mas.