AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Heavy [Privado]
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Heavy [Privado]
Recuerdo del primer mensaje :
Un tiempo después de aquel encuentro con el cazador, el supuesto recipiente de ángel o eso entendí, lo evadí sin contemplaciones volviendo en mis pasos hacia la Orden. Esa noche no negué que fue diferente, fui atrapada pero no cazada...en realidad, nos atrapamos mutuamente y por unos segundos dudé si era capaz de conseguir salir de aquel encierro sin llave.
Su sabor me duró durante horas, ni el café ni mi adorada tarta de manzana consiguió deshacerse de él, recordándome que esos labios me habían condenado esa noche. Evadí al igual que me fui de su lado, su recuerdo, no volví a pensar en él o eso quería creer. Volvían unas mismas palabras de unos labios diferentes “no me quedaré mucho tiempo”. ¿Acaso podía decir lo mismo o que eso me afectase? Vivir la vida como si fuese el último día pues cada segundo podía ser el último dadas nuestras profesiones.
Esa noche, perseguía a un ser de la noche. Según me informé, recién llegado de la ciudad de Londres...un vampiro centenario que se convirtió en mi más ansiado botín. Él podía darme cualquier información, debía conocer ciertas identidades. Lo esperé en el lugar donde se hospedaba, sentía que estaba más que preparada, me hice con un vestido de señorita... de esos que solía a llevar antes solo que esta vez iba a llevar un final diferente pues quizás no sirviese para nada cuando me lo quitase.
Fanfarrón y con aires de grandeza, apareció en el gran salón...algunos lo esperaban. Dos jóvenes dispuestas a ofrecerles todo por un mordisco que les extasiase, más que cualquier sustancia o el opio. Ningún vampiro me había dado tal satisfacción, me satisfacía más cuando se retorcían antes de exhalar su último aliento de su no vida. Sonreí coqueta, nuestras miradas se cruzaron y solo bastó una invitación silenciosa para tomar mi último trago y deslizar la copa por la barra, me dispuse a marcharme...esperarle fuera, en uno de los incontables callejones.
Si picaba sería su perdición, los hombres eran hombres fuesen de la raza que fuesen. Sonreí al oír la puerta cerrarse a sus espaldas y apenas le bastó un par de zancadas para acercarse a mí. No hicieron falta palabras, nos lo dijimos todo ...bueno, no todo pues aún tenía que susurrarle algo al oído. Preparó sus colmillos y mis dedos en la cintura , buscando la daga en cuestión, aquella que no era un simple cuchillo afilado. Sentí el aliento en mi cuello, como sus colmillos casi rasgaban mi piel... y lo hice, hundí el arma en su muerto corazón. La daga se retorció en el órgano , solo tuve que apretar el pequeño gancho para que de ésta saliesen pequeñas agujas que se enredaron, atrapandolo por entero. No había escapatoria. Apenas le dejé moverse, el líquido de esas pequeñas agujas era un veneno letal para los seres de la noche.
-No puedes moverte, ahora bien...quiero información. No tienes mucho que objetar así que..no te queda otra -cuando obtuve lo que quise saber, saqué la daga y lo contemplé apagarse, mi vestido blanco como la nieve quedó manchado de sangre... una que degusté en la daga después de accionar el gancho y parecer una pequeña navaja normal -Buenas noches, señor...-disfruté de ello, nunca era suficiente... llenaba mi vida vacía, solo me importaba una cosa y era encontrarle.
Mi vestido contaba una masacre, mis orbes azules... se perdieron en los transeúntes que me contemplaban pero ni siquiera se acercaban a preguntar si me ocurría algo, cosa que agradecí.
Un tiempo después de aquel encuentro con el cazador, el supuesto recipiente de ángel o eso entendí, lo evadí sin contemplaciones volviendo en mis pasos hacia la Orden. Esa noche no negué que fue diferente, fui atrapada pero no cazada...en realidad, nos atrapamos mutuamente y por unos segundos dudé si era capaz de conseguir salir de aquel encierro sin llave.
Su sabor me duró durante horas, ni el café ni mi adorada tarta de manzana consiguió deshacerse de él, recordándome que esos labios me habían condenado esa noche. Evadí al igual que me fui de su lado, su recuerdo, no volví a pensar en él o eso quería creer. Volvían unas mismas palabras de unos labios diferentes “no me quedaré mucho tiempo”. ¿Acaso podía decir lo mismo o que eso me afectase? Vivir la vida como si fuese el último día pues cada segundo podía ser el último dadas nuestras profesiones.
Esa noche, perseguía a un ser de la noche. Según me informé, recién llegado de la ciudad de Londres...un vampiro centenario que se convirtió en mi más ansiado botín. Él podía darme cualquier información, debía conocer ciertas identidades. Lo esperé en el lugar donde se hospedaba, sentía que estaba más que preparada, me hice con un vestido de señorita... de esos que solía a llevar antes solo que esta vez iba a llevar un final diferente pues quizás no sirviese para nada cuando me lo quitase.
Fanfarrón y con aires de grandeza, apareció en el gran salón...algunos lo esperaban. Dos jóvenes dispuestas a ofrecerles todo por un mordisco que les extasiase, más que cualquier sustancia o el opio. Ningún vampiro me había dado tal satisfacción, me satisfacía más cuando se retorcían antes de exhalar su último aliento de su no vida. Sonreí coqueta, nuestras miradas se cruzaron y solo bastó una invitación silenciosa para tomar mi último trago y deslizar la copa por la barra, me dispuse a marcharme...esperarle fuera, en uno de los incontables callejones.
Si picaba sería su perdición, los hombres eran hombres fuesen de la raza que fuesen. Sonreí al oír la puerta cerrarse a sus espaldas y apenas le bastó un par de zancadas para acercarse a mí. No hicieron falta palabras, nos lo dijimos todo ...bueno, no todo pues aún tenía que susurrarle algo al oído. Preparó sus colmillos y mis dedos en la cintura , buscando la daga en cuestión, aquella que no era un simple cuchillo afilado. Sentí el aliento en mi cuello, como sus colmillos casi rasgaban mi piel... y lo hice, hundí el arma en su muerto corazón. La daga se retorció en el órgano , solo tuve que apretar el pequeño gancho para que de ésta saliesen pequeñas agujas que se enredaron, atrapandolo por entero. No había escapatoria. Apenas le dejé moverse, el líquido de esas pequeñas agujas era un veneno letal para los seres de la noche.
-No puedes moverte, ahora bien...quiero información. No tienes mucho que objetar así que..no te queda otra -cuando obtuve lo que quise saber, saqué la daga y lo contemplé apagarse, mi vestido blanco como la nieve quedó manchado de sangre... una que degusté en la daga después de accionar el gancho y parecer una pequeña navaja normal -Buenas noches, señor...-disfruté de ello, nunca era suficiente... llenaba mi vida vacía, solo me importaba una cosa y era encontrarle.
Mi vestido contaba una masacre, mis orbes azules... se perdieron en los transeúntes que me contemplaban pero ni siquiera se acercaban a preguntar si me ocurría algo, cosa que agradecí.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: Heavy [Privado]
-¿Qué elijo? No me gusta elegir si no es mi propio camino. -me perdí en sus orbes azules, podía leer sinceridad...no me ofrecía nada más que libertad sin ataduras y eso, era algo que necesitaba. Apoyé mi frente en la suya, algo mareada...mientras mis dedos se enredaban en su cabello, las yemas acariciaban su rostro como si lo estudiase.
Un gesto cercano, dulce como ahora miraban a aquel ángel que me habían enviado, no tuvo que ser de otra forma. Sonreí, esta vez sin ironías, sin máscaras y escudos...presa de aquellas palabras que tanto quise oír, me iba a demostrar que no me arrepentiría de aquella elección...lo que él no sabía era que ya lo hice, elegir estar a su lado ...al menos esa noche. Mis labios de manzana se entreabrieron dispuestos a todo, quería probar la manzana prohibida...perderme en su boca sin contemplaciones y como bien dijo...dejar volar los fantasmas del pasado.
-Quiero quedarme, quiero olvidar -el opio comenzaba a hacer su efecto, mucho tiempo quedó guardado con llave y él, acababa de abrir el cofre. Mi sufrimiento salió con una bocanada de aire que tomé y lo solté despacio, muy despacio...perdida en sus ojos azules, aquellos que tanta paz me transmitían. Sonreí, no sabía bien cómo me sentía pero de lo que estaba totalmente segura era de que necesitaba estar allí.
Algo insólito, inesperado...mis brazos se enredaron en su cuello, mi mejilla contra la suya y... me fundí en un esperado abrazo que nadie me dio, a nadie ofrecí. Lo estreché entre mi cuerpo, como si la vida se me fuese en ello, no estaba siendo débil...me liberaba de mi pesar durante tanto tiempo. Busqué de nuevo sus labios, los rocé con infinita suavidad y me fundí en ellos, esta vez fui yo quien lo besé.
Al principio, fueron roces suaves, cálidos, un beso que se volvió necesitado sin dejarnos respirar. Sonreí cuando mi cuerpo se arqueó buscando más, hacía demasiado tiempo que ocurrió, apenas fue una vez y no tenía ni más remota idea de qué hacer, muchas cosas había olvidado.
-Estoy mareada, será mejor que salgamos de la bañera, comienza a hacer...calor -iba a decir frío pero ese hombre me había incendiado por completo, sin olvidar lo del opio que me hizo reír realmente divertida -Quiero acordarme cuando ocurra, ahora solo... .sería calmar una sed que solo tú puedes ….saciar. No sé qué estoy diciendo pero... no me sueltes, estoy mareada -volví a repetir, con un tono más bajo... perdiéndome entre sus brazos , podría ser el ángel que me liberase.
Un gesto cercano, dulce como ahora miraban a aquel ángel que me habían enviado, no tuvo que ser de otra forma. Sonreí, esta vez sin ironías, sin máscaras y escudos...presa de aquellas palabras que tanto quise oír, me iba a demostrar que no me arrepentiría de aquella elección...lo que él no sabía era que ya lo hice, elegir estar a su lado ...al menos esa noche. Mis labios de manzana se entreabrieron dispuestos a todo, quería probar la manzana prohibida...perderme en su boca sin contemplaciones y como bien dijo...dejar volar los fantasmas del pasado.
-Quiero quedarme, quiero olvidar -el opio comenzaba a hacer su efecto, mucho tiempo quedó guardado con llave y él, acababa de abrir el cofre. Mi sufrimiento salió con una bocanada de aire que tomé y lo solté despacio, muy despacio...perdida en sus ojos azules, aquellos que tanta paz me transmitían. Sonreí, no sabía bien cómo me sentía pero de lo que estaba totalmente segura era de que necesitaba estar allí.
Algo insólito, inesperado...mis brazos se enredaron en su cuello, mi mejilla contra la suya y... me fundí en un esperado abrazo que nadie me dio, a nadie ofrecí. Lo estreché entre mi cuerpo, como si la vida se me fuese en ello, no estaba siendo débil...me liberaba de mi pesar durante tanto tiempo. Busqué de nuevo sus labios, los rocé con infinita suavidad y me fundí en ellos, esta vez fui yo quien lo besé.
Al principio, fueron roces suaves, cálidos, un beso que se volvió necesitado sin dejarnos respirar. Sonreí cuando mi cuerpo se arqueó buscando más, hacía demasiado tiempo que ocurrió, apenas fue una vez y no tenía ni más remota idea de qué hacer, muchas cosas había olvidado.
-Estoy mareada, será mejor que salgamos de la bañera, comienza a hacer...calor -iba a decir frío pero ese hombre me había incendiado por completo, sin olvidar lo del opio que me hizo reír realmente divertida -Quiero acordarme cuando ocurra, ahora solo... .sería calmar una sed que solo tú puedes ….saciar. No sé qué estoy diciendo pero... no me sueltes, estoy mareada -volví a repetir, con un tono más bajo... perdiéndome entre sus brazos , podría ser el ángel que me liberase.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: Heavy [Privado]
La cazadora enredaba sus dedos en mi pelo recolocandolo en su sitio, sus labios exhalaban el humo negro contra mi boca al tiempo que sus azules se centraban turbios en los míos.
Mis manos recorrían su cuerpo cubierta todavía por el vestido, los besos que nos dábamos eran calmos, lentos, sosegados aunque mi hombría golpeaba su centro delatando mi estado.
Su risa moría en mi boca, presa de ese sentimiento de embotamiento que producía el opio, una felicidad ficticia, que la hacia buscarme intentando centrar su mirada en mis azules.
Mis dedos alzaban la tela de su vestido, íbamos colocados, sus brazos rodearon mi cuello, su nariz se perdió en la piel de mi cuello y su boca la mordió succionandola entre ebrias risas.
-Quédate pues y olvidemos nuestros nombres -le pedí jadeando contra sus labios.
El beso se intensificó, cada vez mas voraz, mas necesitado, lenguas que se acariciaban en la humedad de nuestras bocas.
Mis manos arrasaron con su piel elevando el vestido que se arrugaba al tiempo que mis manos la tocaban impaciente.
Mis manos apartaron sus bragas necesitaba penetrarla mi hombría empapada lo gritaba y fue entonces cuando sus palabras me detuvieron en seco, “estoy mareada” claro íbamos colocados ¿cual era el problema?
Se aferraba a mi buscando consuelo, me calentaba con la fricción de nuestros sexos, parecía que su cuerpo si estaba preparado, se arqueaba al sentir mis dedos surcar sus costados, contando las costillas y sin embargo me pedía salir de la tina, dormir abrazados.
Gruñí frustrado porque aunque no iba a pasarme de la ralla yo no era así, admito que tenia ganas de ella y dormir no era precisamente mi plan de la noche.
Aun así obedecí, porque no siempre seria no y eso es l oque la cazadora me decía por muy ebria y por muy acalorada que se sintiera presa de mi cuerpo.
-Cógete -le pedí.
La alcé del lecho, ella sonreía como una niña aferrada a mi cuello, caminé hacia mi habitación dejando un reguero de agua bajo mis pies descalzos, una vez allí la tumbé sobre el lecho y saque una camisa seca que le ayudé a colocarse dejando le vestido empapado en el suelo.
-¿mejor? -le pregunté cuando esta se tumbó en el lecho tirando de mi mano para que me dejara caer junto a ella.
Mis manos recorrían su cuerpo cubierta todavía por el vestido, los besos que nos dábamos eran calmos, lentos, sosegados aunque mi hombría golpeaba su centro delatando mi estado.
Su risa moría en mi boca, presa de ese sentimiento de embotamiento que producía el opio, una felicidad ficticia, que la hacia buscarme intentando centrar su mirada en mis azules.
Mis dedos alzaban la tela de su vestido, íbamos colocados, sus brazos rodearon mi cuello, su nariz se perdió en la piel de mi cuello y su boca la mordió succionandola entre ebrias risas.
-Quédate pues y olvidemos nuestros nombres -le pedí jadeando contra sus labios.
El beso se intensificó, cada vez mas voraz, mas necesitado, lenguas que se acariciaban en la humedad de nuestras bocas.
Mis manos arrasaron con su piel elevando el vestido que se arrugaba al tiempo que mis manos la tocaban impaciente.
Mis manos apartaron sus bragas necesitaba penetrarla mi hombría empapada lo gritaba y fue entonces cuando sus palabras me detuvieron en seco, “estoy mareada” claro íbamos colocados ¿cual era el problema?
Se aferraba a mi buscando consuelo, me calentaba con la fricción de nuestros sexos, parecía que su cuerpo si estaba preparado, se arqueaba al sentir mis dedos surcar sus costados, contando las costillas y sin embargo me pedía salir de la tina, dormir abrazados.
Gruñí frustrado porque aunque no iba a pasarme de la ralla yo no era así, admito que tenia ganas de ella y dormir no era precisamente mi plan de la noche.
Aun así obedecí, porque no siempre seria no y eso es l oque la cazadora me decía por muy ebria y por muy acalorada que se sintiera presa de mi cuerpo.
-Cógete -le pedí.
La alcé del lecho, ella sonreía como una niña aferrada a mi cuello, caminé hacia mi habitación dejando un reguero de agua bajo mis pies descalzos, una vez allí la tumbé sobre el lecho y saque una camisa seca que le ayudé a colocarse dejando le vestido empapado en el suelo.
-¿mejor? -le pregunté cuando esta se tumbó en el lecho tirando de mi mano para que me dejara caer junto a ella.
Raziel- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 17/07/2017
Re: Heavy [Privado]
Dejé de pensar cuando el opio hizo su efecto. Olvidé hasta mi nombre, me dejé llevar quizás como nunca jamás lo hice. Me gustaba tenerlo cerca, mis dedos se paseaban por su cuerpo con calma, descubriéndolo. No me gustaba tomarlo todo de una, al día siguiente no acordarme pues esta vez no era como aquella del cuarto del jardinero. Sonreí cuando me llevó en volandas por la habitación, creo que casi se llega a caer un par de veces. Cuando por fin, me dejó en la cama, cerré los ojos y suspiré aliviada, no sentía tanto mareo...pero sí sueño.
-Mañana te lo digo -reí por lo bajo, sintiendo como poco a poco Morfeo me acogía en su pecho y segundos después, me quedaba compleamente dormida. Durante toda la noche , me desperté cuando rayos de sol acariciaban mi rosto. Gruñí por lo bajo ¿qué pasaba ahora? Solo quería dormir más, lentamente abrí los ojos...me dolía la cabeza horrores y aún me sentía mojada por aquel baño en donde ocurrió más que lavar mi piel.
Le vi. Completamente dormido , como un ángel. Sonreí inconscientemente, mis dedos se enredaron en su cabello, las yemas se pasearon por la piel de su mejilla hasta su cuello en donde dejé una suave caricia y me aparté. Si me viese acariciándole y mirándole de esa manera iba a crecerse demasiado. Pero un momento ¿había ocurrido? No lo recordaba, chasqueé la lengua...maldita sea. El vestido lo vi a lo lejos en el suelo del baño, mis orbes azules se cerraron de golpe.
Le oí removerse cuando me levanté, apenas llevaba aquel improvisado camisón que me puse para que no me calase la sangre ajena, apenas una fina tela de ropa. Me quedé al final a su lado, me lo pasé bien y él...no se había aprovechado, no me sorprendió pues aunque él no me creyese...le creía. Le dediqué una breve sonrisa, no supe qué decir... esta situación no era algo que precisamente ocurriese a menudo.
-Necesito un café -dije de pronto, de nuevo el silencio y resoplé. Despacio, me acerqué al borde de la cama y gateé por ésta para llegar a su lado. Despertó igual de afectado que yo y eso me hizo bastante gracia -Veo que no te he dado patadas, las que no te doy dormida te las doy despierta. Debo...volver -podría haberme ido pero no lo hice, seguía allí, esperando...
-Buenos días-susurré bajito, mirándole a los ojos...
-Mañana te lo digo -reí por lo bajo, sintiendo como poco a poco Morfeo me acogía en su pecho y segundos después, me quedaba compleamente dormida. Durante toda la noche , me desperté cuando rayos de sol acariciaban mi rosto. Gruñí por lo bajo ¿qué pasaba ahora? Solo quería dormir más, lentamente abrí los ojos...me dolía la cabeza horrores y aún me sentía mojada por aquel baño en donde ocurrió más que lavar mi piel.
Le vi. Completamente dormido , como un ángel. Sonreí inconscientemente, mis dedos se enredaron en su cabello, las yemas se pasearon por la piel de su mejilla hasta su cuello en donde dejé una suave caricia y me aparté. Si me viese acariciándole y mirándole de esa manera iba a crecerse demasiado. Pero un momento ¿había ocurrido? No lo recordaba, chasqueé la lengua...maldita sea. El vestido lo vi a lo lejos en el suelo del baño, mis orbes azules se cerraron de golpe.
Le oí removerse cuando me levanté, apenas llevaba aquel improvisado camisón que me puse para que no me calase la sangre ajena, apenas una fina tela de ropa. Me quedé al final a su lado, me lo pasé bien y él...no se había aprovechado, no me sorprendió pues aunque él no me creyese...le creía. Le dediqué una breve sonrisa, no supe qué decir... esta situación no era algo que precisamente ocurriese a menudo.
-Necesito un café -dije de pronto, de nuevo el silencio y resoplé. Despacio, me acerqué al borde de la cama y gateé por ésta para llegar a su lado. Despertó igual de afectado que yo y eso me hizo bastante gracia -Veo que no te he dado patadas, las que no te doy dormida te las doy despierta. Debo...volver -podría haberme ido pero no lo hice, seguía allí, esperando...
-Buenos días-susurré bajito, mirándole a los ojos...
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: Heavy [Privado]
Gruñí al sentir caricias sobre mi piel, unas que pretendían despertarme casi tanto como los rayos de luz que entraban por los postigos de la habitación.
Cuanto yo mas me quejaba mas se reía la dama que parecía haber encontrado la diversión en fastidiarme la mañana.
“Buenos días” susurró asegurando querer un café.
Tiré de su cintura escondiendo mi cabeza en su regazo, con la cara hundida en su vientre volviéndome a dormir casi de inmediato.
Me sacudió ligeramente por los hombros para que abriera los ojos ,decía que era mi invitada, que quería un café.
-Estará por fuera mi hermano, que no bebe, ni fuma, seguro que ya hasta a preparado el café y esta entrenando con Yuna -le dije sin apartarme de su regazo para que la luz del sol no me molestara.
Ella se reía de mi, lo que al final me hizo abrir primero un ojo para enfocarla y luego el otro tirando finalmente de ella para perdernos enredados en el lecho.
-Buenos días preciosa ¿que tal has dormido después de dejarme con las ganas? -bromeé divertido.
Su risa moría en mis labios al tiempo que mis dedos surcaron lentos su piel, caderas, cintura, bordeando su silueta con destreza.
-Vamos a por ese café y luego te presento a mi hermano.
Tenia asumido que esa mujer no quería hacer nada conmigo, así que me tendría que conformar con lo poco que me daba, al menos de momento.
Me levanté de la cama desnudo, pasando la mano por la nuca mientras bostezaba desperezándome caminando hacia el armario.
Pillé una camisola, un pantalón cómodo y me lo puse con rapidez bajo la atenta mirada de la mujer.
-Que cuente que normalmente cuando estoy con una mujer tiendo a desnudarme y no a lo contrario... -aseguré con aire engreído no fuera a pensar que era un eunuco.
Salimos de la habitación juntos rumbo al comedor, allí le pedí que tomara asiento perdiéndome en la cocina.
-¿hago tostadas? -le grité desde allí mientras un “joder quema” se me escapaba al intentar sacar le pan de la sarten.
Era evidente que yo no era precisamente un gran chef, si no fuera por Samel y ahora por Yuna que mantenía nuestros estómagos llenos estaría muerto.
Cuando me giré hacia la puerta me la encontré muerta de la risa mirándome hacer equilibrismo con el pan, la mantequilla mientras me quemaba los dedos.
-Cuanta falta nos hacia Yuna en esta casa -bromeé reconociendo lo desastres que eramos.
Cuanto yo mas me quejaba mas se reía la dama que parecía haber encontrado la diversión en fastidiarme la mañana.
“Buenos días” susurró asegurando querer un café.
Tiré de su cintura escondiendo mi cabeza en su regazo, con la cara hundida en su vientre volviéndome a dormir casi de inmediato.
Me sacudió ligeramente por los hombros para que abriera los ojos ,decía que era mi invitada, que quería un café.
-Estará por fuera mi hermano, que no bebe, ni fuma, seguro que ya hasta a preparado el café y esta entrenando con Yuna -le dije sin apartarme de su regazo para que la luz del sol no me molestara.
Ella se reía de mi, lo que al final me hizo abrir primero un ojo para enfocarla y luego el otro tirando finalmente de ella para perdernos enredados en el lecho.
-Buenos días preciosa ¿que tal has dormido después de dejarme con las ganas? -bromeé divertido.
Su risa moría en mis labios al tiempo que mis dedos surcaron lentos su piel, caderas, cintura, bordeando su silueta con destreza.
-Vamos a por ese café y luego te presento a mi hermano.
Tenia asumido que esa mujer no quería hacer nada conmigo, así que me tendría que conformar con lo poco que me daba, al menos de momento.
Me levanté de la cama desnudo, pasando la mano por la nuca mientras bostezaba desperezándome caminando hacia el armario.
Pillé una camisola, un pantalón cómodo y me lo puse con rapidez bajo la atenta mirada de la mujer.
-Que cuente que normalmente cuando estoy con una mujer tiendo a desnudarme y no a lo contrario... -aseguré con aire engreído no fuera a pensar que era un eunuco.
Salimos de la habitación juntos rumbo al comedor, allí le pedí que tomara asiento perdiéndome en la cocina.
-¿hago tostadas? -le grité desde allí mientras un “joder quema” se me escapaba al intentar sacar le pan de la sarten.
Era evidente que yo no era precisamente un gran chef, si no fuera por Samel y ahora por Yuna que mantenía nuestros estómagos llenos estaría muerto.
Cuando me giré hacia la puerta me la encontré muerta de la risa mirándome hacer equilibrismo con el pan, la mantequilla mientras me quemaba los dedos.
-Cuanta falta nos hacia Yuna en esta casa -bromeé reconociendo lo desastres que eramos.
Raziel- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/07/2017
Re: Heavy [Privado]
Fui aplacada por su cuerpo, dejándome inmóvil en la cama. Entre el cansancio de haber dormido prácticamente poco y la noche anterior, estaba agotada pero curiosamente me sentía bien, relajada. No desperté sola y me alarmó, podría haber hecho alguna estupidez de la que luego no me acordaría, no referente a pasar la noche con él si no otras muchas cosas. Cuando bebía o fumaba, terminaba teniendo la lengua muy larga , evitar hacer promesas. Las promesas no tenían valor alguno, para mí eran palabras que se las llevaba el viento, vivía cada segundo como si fuese el último.
Rompí a reír cuando me obligó a volver al lecho, enredada entre su cuerpo y las sabanas, notando que entre mi camisón y su piel…solo nos separaba la tela inmaculada, sentí su calor… su olor quedó impregnado en mis fosas nasales al intentar moverme y rozar su cuello. Mis labios, se deslizaron por el lugar hasta llegar a mi objetivo, su oído en el que me perdí un segundo para susurrar un “levanta o te obligo”.
Por un instante, busqué su mirada azul como el cielo y lo contemplé en silencio sin dejar de sonreír. Estaba de buen humor, era un hecho y él inconscientemente, sacaba esa sonrisa que se ocultaba tras mis mil escudos. Me tocaba, podía sentir las yemas de sus dedos pasearse por mi contorno, como si me estuviese explorando y no solo querer saciarse sin más, pudo haberlo hecho anoche. Bajé un instante la mirada cuando se levantó desnudo, no era la primera vez que veía a un hombre en tal estado pero en mí quedaba aún esa elegancia y decoro. Giré el rostro cuando habló, muy gracioso…
-Con cualquier mujer, ahora estás conmigo -una frase que me salió sin más. Anoche, fue una verdadera caza que disfruté, siempre cazaba sola y él, me brindó la oportunidad de conocer qué se sentía luchar con un compañero de profesión. Reí al verle batallar hacer el desayuno, no me acerqué porque era mucho peor mi lucha contra sartenes, cacerolas y demás. -Una mujer en casa. Si me contrataran para llevar lo cotidiano me despedirían a los cinco minutos, cualquier cosa que hago, lo quemo… sea incluso lavar mi ropa. Soy un desastre, así que…simplemente se lo dejo a otra persona. Ya, que soy una señorita…pues sí, eso no lo niego , aún me gusta vestir con esos incómodos vestidos adornados de encaje, pedrería… he luchado con uno de esos, con la señorita Blackmore, esa noche fue la mejor de todas con diferencia .Una buena lucha y victoria ¿vendrías? -pregunté sin más , demasiado deprisa…sin pensar. Esa noche me agradó luchar con él.
-¿Te imaginas que uno u otro fuese uno de esos bichos? ¿Me dispararías? Piénsalo. -reí divertida…todo podía pasar….-En nuestra profesión…creo que a la hora de mirar a la muerte a los ojos… debes olvidar todo lo demás. ¡ten cuidado que te quemas…eso que tienes como adorno! -señalé con la cabeza a sus partes bajas, muerta de risa.
Rompí a reír cuando me obligó a volver al lecho, enredada entre su cuerpo y las sabanas, notando que entre mi camisón y su piel…solo nos separaba la tela inmaculada, sentí su calor… su olor quedó impregnado en mis fosas nasales al intentar moverme y rozar su cuello. Mis labios, se deslizaron por el lugar hasta llegar a mi objetivo, su oído en el que me perdí un segundo para susurrar un “levanta o te obligo”.
Por un instante, busqué su mirada azul como el cielo y lo contemplé en silencio sin dejar de sonreír. Estaba de buen humor, era un hecho y él inconscientemente, sacaba esa sonrisa que se ocultaba tras mis mil escudos. Me tocaba, podía sentir las yemas de sus dedos pasearse por mi contorno, como si me estuviese explorando y no solo querer saciarse sin más, pudo haberlo hecho anoche. Bajé un instante la mirada cuando se levantó desnudo, no era la primera vez que veía a un hombre en tal estado pero en mí quedaba aún esa elegancia y decoro. Giré el rostro cuando habló, muy gracioso…
-Con cualquier mujer, ahora estás conmigo -una frase que me salió sin más. Anoche, fue una verdadera caza que disfruté, siempre cazaba sola y él, me brindó la oportunidad de conocer qué se sentía luchar con un compañero de profesión. Reí al verle batallar hacer el desayuno, no me acerqué porque era mucho peor mi lucha contra sartenes, cacerolas y demás. -Una mujer en casa. Si me contrataran para llevar lo cotidiano me despedirían a los cinco minutos, cualquier cosa que hago, lo quemo… sea incluso lavar mi ropa. Soy un desastre, así que…simplemente se lo dejo a otra persona. Ya, que soy una señorita…pues sí, eso no lo niego , aún me gusta vestir con esos incómodos vestidos adornados de encaje, pedrería… he luchado con uno de esos, con la señorita Blackmore, esa noche fue la mejor de todas con diferencia .Una buena lucha y victoria ¿vendrías? -pregunté sin más , demasiado deprisa…sin pensar. Esa noche me agradó luchar con él.
-¿Te imaginas que uno u otro fuese uno de esos bichos? ¿Me dispararías? Piénsalo. -reí divertida…todo podía pasar….-En nuestra profesión…creo que a la hora de mirar a la muerte a los ojos… debes olvidar todo lo demás. ¡ten cuidado que te quemas…eso que tienes como adorno! -señalé con la cabeza a sus partes bajas, muerta de risa.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/03/2011
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Re: Heavy [Privado]
Enarqué una ceja soplando los dedos mientras acaba de sacar las tostadas de la sarten.
-Ya veo que eres una señorita, una que no mueve el culo ni aunque el amor de tu vida se esté abrasando vivo -bromeé con cierto tono cómico.
Saqué la mantequilla, la mermelada y junté las tostadas repartiendo cada una en un plato.
Una taza de café completó nuestro gran desayuno digno de un princesa como ella.
Mi sonrisa picara se ladeo cuando esta miró el plato seguramente pensando que menuda mierda, que la tostada estaba medio quemada y el café aguado.
-¿No se llama tostada? -pregunté con aire engreído sentándome en la mesa -pues eso, tostada esta.
Me la llevé a la boca y di un mordisco del crujiente pan, que estaba quemado a decir verdad, pero que yo fingí que me sabia de puta madre, todo menos dar mi brazo a torcer mientras sonreía a mas no poder la verla comérselo a ella.
-Supongo que si podría matarte, de echo no eres una de esas chupa-sangre y me lo planteo unas 12 veces a lo largo del día -dije poniendo cara de sádico.
Abbey se reía por mis caras, mas cuando saciado tiré mi cuerpo hacia atrás acariciándome la barriga y dándole un par de golpes indicándole que estaba lleno.
-¿Anoche que paso? Que te quede claro que yo no soy de los que duerme con mujeres para nada -le dije tratando de salvar así mi reputación que había quedado reducida a 0 ante la cazadora.
Si contaba que no había hecho nada con una mujer colocada en mi cama me dejaría como un puto eunuco.
Recogí los platos dejándolos en la pila y tras rascarme la nuca y bostezar un par de veces volví con ella a la habitación.
-Voy a entrenar un rato ¿te llevo a casa antes? -le pregunté sin mas -o se te ocurre algo mejor que hacer..vamos algo así como follar en el lecho -le deje caer sonriendo con picarda.
Ella negaba sin parar de reírse asegurando que no tenia remedio, yo me limité a encogerme de hombros.
-Tenia que intentarlo -aseguré acercándome a ella mientras mis manos sobrevolaban rápidas su cintura -me deseas, es un echo, así que esto es cuestión de tiempo, hazte la estrecha conmigo todo lo que quieras, pero...quieres tanto como yo que suceda -susurré acariciando sus labios con los propios
-Ya veo que eres una señorita, una que no mueve el culo ni aunque el amor de tu vida se esté abrasando vivo -bromeé con cierto tono cómico.
Saqué la mantequilla, la mermelada y junté las tostadas repartiendo cada una en un plato.
Una taza de café completó nuestro gran desayuno digno de un princesa como ella.
Mi sonrisa picara se ladeo cuando esta miró el plato seguramente pensando que menuda mierda, que la tostada estaba medio quemada y el café aguado.
-¿No se llama tostada? -pregunté con aire engreído sentándome en la mesa -pues eso, tostada esta.
Me la llevé a la boca y di un mordisco del crujiente pan, que estaba quemado a decir verdad, pero que yo fingí que me sabia de puta madre, todo menos dar mi brazo a torcer mientras sonreía a mas no poder la verla comérselo a ella.
-Supongo que si podría matarte, de echo no eres una de esas chupa-sangre y me lo planteo unas 12 veces a lo largo del día -dije poniendo cara de sádico.
Abbey se reía por mis caras, mas cuando saciado tiré mi cuerpo hacia atrás acariciándome la barriga y dándole un par de golpes indicándole que estaba lleno.
-¿Anoche que paso? Que te quede claro que yo no soy de los que duerme con mujeres para nada -le dije tratando de salvar así mi reputación que había quedado reducida a 0 ante la cazadora.
Si contaba que no había hecho nada con una mujer colocada en mi cama me dejaría como un puto eunuco.
Recogí los platos dejándolos en la pila y tras rascarme la nuca y bostezar un par de veces volví con ella a la habitación.
-Voy a entrenar un rato ¿te llevo a casa antes? -le pregunté sin mas -o se te ocurre algo mejor que hacer..vamos algo así como follar en el lecho -le deje caer sonriendo con picarda.
Ella negaba sin parar de reírse asegurando que no tenia remedio, yo me limité a encogerme de hombros.
-Tenia que intentarlo -aseguré acercándome a ella mientras mis manos sobrevolaban rápidas su cintura -me deseas, es un echo, así que esto es cuestión de tiempo, hazte la estrecha conmigo todo lo que quieras, pero...quieres tanto como yo que suceda -susurré acariciando sus labios con los propios
Raziel- Vampiro Clase Media
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