Life is so wonderful// Privado

Noche de estreno. Se suponga que aquella noche debía estar llena de regocijo y alegría, debido a que una obra nueva había llegado al teatro. Una obra que nunca antes se había interpretado y que por vez primera se iba a representar allí.
Todos los actores estaban nerviosos por ello. Habían estado semanas ensayando hasta que se habían aprendido el papel al dedillo, entre ellos estaba Ephraim Eichhorst, uno de los actores mas antiguos de aquella compañía y a pesar de los cambios que el actor había sufrido, el dueño del teatro le seguía teniendo en estima e incluso cariño. Aunque sus razones eran cosa del pasado que no hacía falta sacar a relucir en aquel preciso momento. Ahora Ephraim era mas difícil de tratar, mas difícil de llevar en algunas ocasiones, aunque había que admitir que era un buen actor, capaz de meterse en cualquier clase de papel, haciendo al personaje suyo y cuando su humor no estaba trastocado, seguía siendo una maravilla de persona.

-¿Que tal llevas el papel Eph?-aquella era una pregunta cuya respuesta ya sabía.

Ephraim estaba con el guión en la mano y estaba echando la ultima ojeada al mismo con una cara que era verdaderamente un poema.

-¿Realmente necesitas que responda a tu pregunta?-Eph alzó la vista hacia el director del teatro-no se como sigues aceptando estas cosas. Es...bueno...digamos simplemente que es.-el director le miró con cierta preocupación-no te preocupes, no voy a hacer nada que te deje en evidencia delante de esos ricachones que se han dejado la pasta esta noche para vernos, al fin y al cabo de sus empolvados culos sale mi sueldo ¿no es así?-le tendió el guión y suspiró.

No es que Ephraim tuviese la fama subida a la cabeza. Simplemente aquellas obras se le hacían demasiado...superficiales. casi todas trataban del amor, de la belleza del mundo y de lo maravillo e idílica que era la vida. Eph sabía que todo lo que esas obras reflejaban era mentira y por norma general por eso gustaban tanto, reflejaban los deseos y anhelos de las personas. La vida era tan maravillosa que nadie salia vivo de ella...y tarde o temprano todas aquellas personas que estaban sentadas en el patio de butacas y en los palcos acabarían por comprobarlo y ¿donde estarían sus preciosas obras de teatro y anhelos? .

Eph se dio la vuelta y fue a hablar con sus compañeros para ver que tal llevaban ellos sus diálogos y de paso ensayar alguno suelto. No quedaba demasiado tiempo para que la obra diese comienzo...por lo cual era mejor darse prisa y terminar de dejar todo arreglado.

Como era de imaginar aquella obra era un drama romántico, casi a lo Romeo y Julieta. Nada realmente fuera de lo normal, una trágica historia de amor que como es de imaginar acababa con la muerte de uno de los dos enamorados o con los dos. El amor imposible entre una dama de la realeza y un simple ladrón...Lo mas interesante de la obra era una lucha con espadas que había a mitad de la obra.

Eph tenía el papel de ladrón y una de sus compañeras llamada Ruby tenía el papel de la doncella enamorada. La muchacha de cabello castaño se metía bien en los papeles, a veces, demasiado, a veces daba la sensación de que la muchacha tenía un interés real hacia él actor, aunque esté lo solía dejar pasar. Demasiado complicada era su vida ya como para tener que añadir mas problemas.

-Bien muchachos. Todos a sus puesto, la obra está apunto de comenzar-dijo el director.

Y así fue, el sonido del arpa y del violín comenzaron a entonar una trágica melodía y Ruby fue la primera en salir a escena, ataviada con un precioso vestido blanco.

La dama estaba triste, pues hacía poco que había perdido a su madre y su padre, enfermo había mandado buscar a su hija un pretendiente adecuado para él trono...pero ella, no quería casarse si no era por amor....

La comedias y los dramas románticos solían arrancar suspiros a las damas, aburrir a los caballeros y llenar los bolsillos de los empresarios teatrales, pues si bien a los hombres les estaban permitidos otros tipos de ocio como el casino o las carreras (y cualquier cosa en la que se pudiera apostar), el teatro era territorio eminentemente femenino y eran ese tipo de obras lo que demanadaba el público.

A Erline ni le gustaban ni le dejaban de gustar, pero le fascinaba saber que los actores que encarnaban esos papeles quizás podrían estar pasando por una ruptura difícil, o sufriendo una viudez y sin embargo conseguían hacer que los demás creyeran en el amor que representaban sobre las tablas. Más o menos como ella, que interpretaba su papel casi las 24 horas del día. La ex-prostituta, estrella del burdel más famoso entre la clase alta, El Satine, viuda de un noble y futura esposa de otro...encarnaba el papel de femme fatale que había conseguido todo lo que se proponía en la vida, trepando y medrando, haciendo fortuna y embaucando hombres. ¿Había alguien tras todas aquellas máscaras? a veces lo dudaba, en su caso al parecer, el hábito hacía al monje porque si eliminaba al alter ego que proyectaba ¿qué quedaba? posiblemente nada, el vacío, la ausencia de sentimiento alguno.

Se fijó en el ladrón, lo había visto en innumerables obras de esa compañía, había notado leves cambios en su forma de actuar, ahora menos apasionada que de costumbre y se preguntó qué llevaba a un actor a perder esa pasión. Quizás fuera la mierda de papeles que les escribían. Llegaba la parte álgida del drama y observaba las caras de aquellas damas que se llevaban el puño cerrado a los labios, o al corazón, imaginándose a sí mismas en la posición de la desdichada dama de blanco, identificándose con ella cociendo a fuego lento sus propios dramas personales para luego catalizarlos en el personaje y salir de ese teatro sintiéndose un poco mejor, ya que la pobre chica tenía peor vida que ellas. Mal de muchos consuelo de tontos.

Antes de finalizar la obra le dijo a uno de sus sirvientes que les mandase una botella de champán a los camerinos y una caja de chocolates. Que ella no fuera capaz de emocionarse, no significaba que no apreciase el esfuerzo de la troupe.

Asistía a todos los estrenos que podía y muchas veces repetía las mismas obras, no por nada, sino porque se aburría, su vida era un inmenso camino lleno de aburrimiento y tedio. Si no paseaba por su invernadero de orquídeas y plantas exóticas, que era la envidia del propio rey, salía al teatro. Por su condición de puta no la invitaban a fiestas, ni tampoco lo deseaba, sólo iba a aquellas que requerían su presencia por los negocios que había heredado.

Finalizada la obra abandonó el palco rumbo al coche de caballos cuando fue interceptada por el empresario.

— Señora D'Amecourt!! espere!!.— el hombre se acercó a ella presentándose como el propietario de aquell teatro.— ¿Le ha gustado la obra?.— Erline sonrió amable.
— desde luego monsieur, todo un acierto, no había más que obervar los gestos del público.— el hombre sabía que ella había visto todas y cada una de las representaciones ofrecidas en el último año e inclinó la cabeza complacido.
— Los actores quieren darle las gracias por el detalle. ¿Le gustaría ver las tripas de nuestro teatro?.— eso si que era una proposición interesante, poder conversar un rato con ellos y ver lo que había tras las bambalinas.
— nada me complacería más..— le regaló otra media sonrisa que enmarcaba sus felinos ojos verdes como el agua del caribe haitiano, de donde provenía su madre y lo siguió con el inconfundible sonido del roce de la seda de sus ropas.

Como es de imaginar, en todo drama que se precie alguien debe de morir y aquella obra no iba a ser menos.
Él ladrón moría a manos del rey, padre de la dama de blanco, para evitar que su hija se acabase fugando con un vulgar ladrón. La obliga a casarse con un noble que lo único que quería hacer era subir en el escalafón social y al final la dama de blanco se suicida por no poder vivir sin su verdadero amor . En ese momento, él rey, cuando encuentran el cuerpo inerte de su hija se da cuenta, tarde, de que tal vez la decisión que tomó no fue la mas adecuada. Por lo cual, no solo se queda sin hija, si no que al final deja el reino en manos de un total y completo desconocido.
A Ephraim aquellas obras le removían las entrañas, no creía que hubiese en el mundo nadie tan estúpido como para hacer algo así. Aunque si sabía que entre la nobleza, la mayoría de las veces, los matrimonios solían ser concertados o por alguna clase de interés social y monetario. Todo un riesgo de lo mas absurdo para ambas familias. Sin duda alguna, era mejor ser pobre y poder elegir que hacer con tu vida, por misera que fuese.

Ephraim vio desde las bambalinas lo que restaba de la obra. A pesar de que el no era aficionado ni partidario de aquellas obras tan melosas, le gusta ver a sus compañeros actuar. Por lo cual esperó hasta que el telón se cerró para irse a su "camerino". Todos tenían una pequeña habitación donde poder cambiarse de ropa y asearse un poco después de cada actuación.

Eph se estaba desvistiendo cuando alguien llamó a su puerta.  Ruby, como en muchas ocasiones fue a verle después del espectáculo, la muchacha era amable, pero a veces se le hacía un poco pesada.

-Has estado fantástico Eph-dijo con la emoción de siempre. Tenía una sonrisa de oreja a oreja cuando su expresión cambio al ver que el actor se estaba desvistiendo y su pálido rostro cogió un matiz mas rojizo. Se giró rápidamente antes de seguir hablando.-lo siento, no sabía que te estabas cambiando.

-Claro, no me has dado tiempo a responder cuando has llamado a la puerta. Has entrado sin mas.

En su tono de voz no había reproche, aunque no era la primera vez que la joven entraba sin pedir permiso, algo que si seguía pasando con el tiempo tal vez le podría llegar a cansar.

-Bueno, el caso es que creo que esta noche hemos llegado a muchas personas ¿has visto como se han levantado para aplaudir antes de bajar el telón? ¿no es emocionante?

Ephraim seguía moviéndose por el camerino cogiendo ropa limpia que se podría cuando Ruby saliese de allí. Necesitaba asearse un poco antes de volver a casa o simplemente antes de salir a la calle.

-Si maravilloso Ruby, sal de aquí por favor, me gustaría cambiarme. Y tu deberías hacer lo mismo.

La muchacha se dio la vuelta aun sonrojada por la situación.

-Tal vez podrías...-no llegó a terminar la frase cuando el dueño del teatro apareció. Ruby se sobresalto llevándose la mano al pecho, sin duda se había dado un susto de muerte.

-¡¡¡Muchachos!!! tengo una gran noticia. Hoy tenemos visita después de la obra ¿habéis visto los bombones y el champan? pues la dama que tan amablemente nos lo ha ofrecido viene a conoceros, a conocer a todo el equipo. Así que daos prisa en salir- Ulrich, así se llamaba el dueño del teatro se les quedó mirando en silencio unos segundos. -no os demoréis.

-Ya has oído al jefe, vete a arreglar. Tenemos visita.

Dicho eso se dio la vuelta dando la espalda otra vez a la joven actriz. Había hecho caso omiso a las palabras que había empezado a soltar. No le interesaba lo que pudiese proponer por varias razones y aunque Eph a veces sonase un poco seco o borde, tenía sus días y aquel no era uno de los mejores.

A pesar de sus esfuerzos, Ruby se le acerco, le dio un beso en la mejilla de forma fugar y se marchó. No sabía que pretendía aquella joven con todo aquel extraño juego, pero sabía que no iba a terminar bien. A veces Eph pensaba que se metía demasiado en el papel de "enamorada" y confundía con facilidad los sentimientos. No era la primera actriz a la que le pasaba.

Ahora con algo mas de intimidad, tranquilidad y tiempo, se aseó un poco. Se quito el maquillaje que llevaba y se cambio de ropa. No calculó el tiempo que había estado para cambiarse, pero cuando salio de su habitación ya estaban todos reunidos y al escuchar el ruido de la puerta se giraron para mirarle.

-¿Que?-pregunto al sentirse observado por todos aquellos ojos y miradas.

Por lo visto la dama que iba a visitar el interior del teatro ya estaba allí. Para ser sinceros, Eph estaba cansado de aquel día y lo que menos le apetecía era tener que dorar la píldora a ninguna noble o dama aficionada al teatro. Aunque estando su jefe allí no le quedaba mas remedio que ser...amable.

La mujer de ojos cristalinos apodada la Viuda de Seda, hizo gala de su apodo apareciendo entre bambalinas envuelta en caros tejidos orientales que realzaban su piel tostada y las curvas perfectas de su anatomía. Dueña y señora de todo su mundo, pisaba con paso tranquilo y firme, con la seguridad de quien se sabe sentado en el trono de su vida, pero a su vez, mantenía un interés fuera de lo común en ella, no sabía que expectativas de tener al conocer a los actores.

Repartió saludos y sonrisas, se interesó por todos y cada uno de los que allí estaban reunidos y comentó algunas impresiones sobre la obra, pero siempre comedidas y correctas, sin meterse en huertos de los que luego pudiera costar salir. Esa era Erline, la calculadora, la que sabía decir las palabras adecuadas en el momento preciso porque eso es lo que deseaban sus interlocutores. El arte de leer los deseos de los demás y concedérselos cual genio de la lámpara maravillosa.

Todos se giraron cuando llegó el actor que hacía de ladrón.

— Bonsoir, monsieur ladrón.— Ruby siguió parloteando y aunque Erline parecía prestarle atención, la Dama Araña tenía controlados todos los flancos y no le perdía ojo a Ephraim. Asintió y sonrió a Ruby a uno de sus comentarios banales, y aprovechó para salir por la tangente.

— porque a la gente no le gustan las actrices mayores para ciertos papeles porque...

— ¿de verdad? ¿usted que opina monsieur? la edad a veces es un factor influyente, pero otras no tiene más valor que el color del cabello, incluso me atrevería a decir que una actriz experimentada pudiera darle otros matices al papel. Sucede como en los burdeles. A más experiencia....— ¡Buuum! y ahí estaba la polémica servida. Entendía que la gente del teatro debía ser abierta de mente, "de comportamiento irregular" y por eso no tuvo miedo de soltar de buenas a primeras un tema con controversia.

Ruby no pareció muy conforme con esa afirmación, pero era joven, bonita e ingenua y la vida aún tenía que darle muchos palos. Para poder cazar dialécticamente a la Araña uno debía ser al menos un rapaz, no una ratoncita de campo.

— No sería creible.

— Créame querida, una buena actriz hace creíble cualquier cosa, hasta podría engañar a su marido de mil formas, y en eso la juventud no auyda.

Ulrich insistió en enseñarle el resto de las tripas del teatro y Erline aceptó encantada de que le fueran explicando cómo se lograba la farsa perfecta, cómo les tocaba correr de aquí para allá y cómo aparecían los atrezzos y objetos que desde los palcos parecía que una mano invisible los depositaba en su lugar.

Como era de imaginar, muchos de la compañía habían abordado a la dama que había dejado aquellos extraordinarios regalos y que los había "honrado" con su presencia. Eph era algo mas practico y no solía dejarse llevar por cosas así, por lo cual se limitó a guardar silencio mientras sus compañeros dejaban de mirarle y se volvían a centrar en la dama de finos ropajes.

-Se amable por favor-le susurró alguien a su lado para evitar que nadie mas le oyese. Ese alguien había sido Ulrich, que debía de haberle "leido" la mente o simplemente haber visto la cara que debía haber puesto el actor al salir del camerino.

No le hizo falta responder, la dama ataviada con seda rápidamente se fijo en él, dejando a Ruby de lado. La muchacha a veces podía ser muy insistente...demasiado en algunas ocasiones y pesada en muchas otras. Tenía un extraño afán protagonista y acaparador que no pasaba desapercibido.

-Madame-dijo a su vez cuando la mujer se refirió a él. Por supuesto Ruby siguió hablado. Eph aguardó con paciencia a que la joven actriz terminase de relatar.

Aun así el silencio se hizo cuando la dama hizo un comentario relacionado con burdeles. Por alguna extraña razón aquello hizo que el silencio se hiciese en la sala y que Ruby se pusiera colorada como una manzana. ¿Realmente había sido un comentario tan incomodo?. Por el contrario Eph no pudo aguantar una ligera risa. Era la primera vez que veía como alguien conseguía callar a la actriz con tanta eficacia.

-Si...si me disculpan-Ruby salió de allí, sin dar mayor explicación. Algunos fueron con ella, otros como Eph y el director del teatro se quedaron plantados en el sitio.

Ulrich insistía en enseñar todo el teatro a la joven dama y Eph no sabía muy bien que es lo que pintaba en todo aquello. Aunque, tal vez, pronto lo sabría. Aquella mujer le sonaba, la había visto en mas de una ocasión en uno de los palcos del teatro, pero nunca se había parado a pensar que o quien era. Al fin y al cabo había mucho publico como para andarse preguntando por cada uno de ellos.

-Bien, sigamos con la visita-dijo Ulrich con cierto apuro. Justo cuando se iban a poner en marcha uno de los actores se acercó corriendo al director y le susurró algo al odio. Ulrich gruñó y frunció el cejo- esta muchacha...no tiene remedio-se giró hacia la dama-debo retirarme un momento, pero Ephraim estará encantado de enseñarle el teatro por dentro, ¿verdad Ephraim?.

El actor asintió, aunque en el fondo lo que tenía era ganas de volver a casa y descansar un poco, pero aun así dibujo una sonrisa complaciente para evitar futuras quejas del director.

-Faltaría mas.-le miró a los ojos con una expresión de "ya me lo puedes pagar bien" antes de acercarse a la dama.-¿por donde quiere empezar Madame?¿algún sitio que le llame en especial la atención?

Cierto es que no solían tener muchas visitas en el interior del teatro y Eph no solía hacer de guía, pero aquella noche parecía no tener mas remedio, el resto de la compañía se había retirado a hacer sus cosas y muchos seguramente estarían recogiendo sus cosas para volver a casa. Una vez vista la novedad ya se habían aburrido.

—El escenario. Me gustaría pisar esas tablas. ¿Ephraim, cierto? sus compañeros lo han nombrado varias veces. Me llamo Erline.— La Viuda de Seda esgrimió esa leve sonrisa que solía pintar en su rostro como gesto de "fondo de armario" mientras se dirigían a la gran plataforma de madera sobre la que interpretaban las obras. Se detvo en el centro observando la platea, los palcos y el gallinero, el foso para la orquesta y los pasillos que surcaban aquel mar de tela roja con la que estaban tapizados los asientos. Caminó despacio por las maderas haciendo resonar sus zapatos de tacón.

— Así que es de esta forma como se ve... Desde arriba da la sensación de estar contemplando un pez en una pecera, y desde aquí, pensaba que me daría la sensación de ser observada pero no...es más íntimo. Sería más adecuado decir que parece como si a quien pisa este escenario le estuvieran haciendo la autopsia. Todo al descubierto sin piedad, sin posibilidad de ocultar nada.

Extendió los brazos y dio una vuelta de campana tras lo cual carraspeó, levantó la barbilla y declamó con voz ronca:
— ¡Oh! Quédate aquí hasta entonces.— Cambió la entonación de la voz a la suya propia, más femenina y después volvió a cambiarla parafraseando las lineas.
—"Entonces" ya está dicho; adiós, pues, ahora. Y, sin embargo, antes de irme, permitid que me marche con lo que me hizo venir; esto es, saber lo que ha ocurrido entre vos y Claudio.
—Sólo palabras agrias. Y ahora permite que te bese.
—Palabras agrias no son más que viento agrio; y viento agrio es sólo aliento agrio, y el aliento agrio es desagradable. Por consiguiente, me marcho sin que me beséis...

Hizo una pequeña reverencia dando por finalizada su pequeña representación y comentó ligeramente.— Mucho ruido y pocas nueces, me gustan las comedias de Shakespeare, creo que aquí la han interpretado alguna vez. El ingenio de Beatriz me resulta muy familiar.

El teatro estaba en silecio y sin apenas luz, dibujando las formas fantasmales del telón y los cortinajes con la poca claridad que arrojaban unas pequeñas lámparas de gas aún por apagar.

– ¿Cómo es? me refiero a vivir siempre en la piel de otro. ¿Alguna vez llega a olvidarse de la suya propia?.— inquirió paseando sus ojos aguamarinos por la extravagante figura que tenía ante ella.

El nombre de la mujer le sonaba, seguramente lo había escuchado antes en algún lugar, pero en aquel momento no supo del todo donde situarlo. Tal vez era por el simple hecho de ser una dama de clase alta. No le dio mayor importancia, al fin al cabo su trabajo no era hacer preguntas ni investigar sobre la gente que iba al teatro a contemplar y disfrutar de una obra. Aunque también era cierto que no todos los días se dejaba visitar así como así el interior de dicho lugar. Ulrtich con eso era muy meticuloso y si había dejado que aquella dama entrase allí es porque debía de tener algo en mente.

-Si-contestó a la pregunta sobre su nombre con un ligero asentimiento de cabeza-es un placer Erline. Bien, empecemos entonces por el escenario-Eph comenzó a caminar y al cabo de pocos segundos llegaron a las escaleras que daban al escenario. Aquel era el lugar mas "privilegiad" del teatro, el lugar donde los sueños y obras de muchos se representaban, donde las historias cobraban vida durante unas horas, donde la magia y la fantasía fluía con facilidad.

Antes de poder decir nada, Erline se adelanto unos pasos y comenzó a relatar una pequeña pieza de una obra de Shakespeare. Se fijó en sus movimientos, en su entonación en como hacia suyo al personaje con tan solo unas frases. Y aquello hizo que Eph sintiese una cierta admiración y recelo a la par. Aquella mujer sabía actuar y con una facilidad que casi asustaba. Entrecerró ligeramente los ojos a modo de acto reflejo, como si le diese la sensación de que aquella mujer era mucho mas de lo que aparentaba a simple vista. No todo el mundo sabía actuar y desvolverse bien sobre un escenario aunque no tuviese publico. Cuando terminó aquella pequeña "representación" aplaudió como espectador que había sido y demostrado su admiración.

-No es de las obras mas aclamadas en este teatro, pero si, ha sido representada en alguna ocasión. Es mas que notable que le gusta la interpretación y ademas se le da bien y con soltura ¿ha sido actriz con anterioridad?

Eph se acercó un poco mas a Erline y la pregunta que esta le formuló le pilló ligeramente desprevenido. ¿Como contestar a aquello con sinceridad sin parecer un completo lunático?, al fin y al cabo ni el mismo sabía a veces quien era.

-A veces en complicado separar la ficción de la realidad. Aunque para unas personas mas que para otras. También hay ocasiones en las cuales te puedes sentir mas identificado con el personaje al cual representas y otras...en otras es como tener una lucha interna contigo mismo al interpretar algo completamente contrario a ti.

El actor se cruzó de brazos y miró al frente viendo la sala de butacas completamente vacía. Le gustaba ver el teatro así, tras una función. Se respiraba paz, tranquilidad y una sensación complicada de explicar.

-"¡El infierno está vacío! ¡Aquí están los demonios!"...-sonrió al vació de aquella sala. Shakespeare y sus acertadas palabras. Se giró hacia la mujer con la misma sonrisa en el rostro.

En cierto modo se vio en ella, a su manera. Aquellos ojos cristalinos ocultaban algo...lo sabía porque aquella mirada la había visto antes en él mismo, si acaso con ligeros matices distintos.

-Si tanto le gusta el teatro, estoy seguro de que a Ulrich no le importaría incorporarla a las obras. Sería un respiro para él y una maldición para Ruby-rió.- tal vez por eso la a dejado entrar a visitar el teatro por dentro.

El escenario aun no había sido recogido del todo, aunque quedaban restos de la obra recién representada. Pero con la visita, la limpieza había quedado relegada a cuando terminasen de recorrer el rencinto.

— Llevo toda mi vida... actuando.— Iba a decir "fingiendo" que sería una palabra más adecuada porque era lo que se ajustaba a su verdadera experiencia con la interpretación. Dio unos pasos y se colocó paralela al actor contemplando la platea vacía y sonriendo para ella misma con un gesto algo enigmático.— Shakespeare estaba equivocado, los demonios no van al teatro, están todos en el Satine, mi antiguo hogar.— Suponía que al menos conocería el nombre del burdel más famoso de la ciudad e hilaría cabos.

Cuando le dijo que al señor Ulrich no le importaría contratarla, estuvo tentada de negarse cortesmente, porque era un hecho que ella no tenía formación ninguna al respecto, ni en declamación, ni en arte dramático o canto...pero ciertamente tenía talento para el engaño y la mentira. Una dama que ahora tenía posición y dinero ¿por qué querría participar en una obra de teatro? no tenía ni idea, pero lopensaría con calma. Siempre andaba ávida de emociones, buscando sin cesar algo que la removiese un ápice por dentro y pocas veces conseguía notar esa punzada que la hacía sentir viva.

— le tomo la palabra Ephraim, en esta vida hay tantas posibilidades que no quiero descartar ninguna, siempre y cuando usted me de la réplica porque tenemos que admitir que el que hacía de policía...en fin.

La parte de platea y palcos ya se la conocía bien, así que regresaron a la zona de tramoyistas donde estaban los decorados y luces y así prosiguieron la visita.

— ¿En qué tipo de papel me ve? ¿el dama desvalida? podría ser interesante. Oiga, se me ha ocurrido algo, quiero proponerle una cosa. Cuando ensaye una obra deje que le dé la réplica. Es como actuar pero en petit comité. Así Ruby conserva su trabajo y yo compruebo cómo de duro es el trabajo de actriz.— Lógicamente en esa proposición Ephraim no ganaba nada y ahora venía el caramelo que la dama araña le tendía.— A cambio le ofrezco remedio para su agotamiento y el dolor de cabeza que le punza en la sienes ahora mismo..— conocía el veneno del vampiro, ella misma fue adicta al de uno y no tenía por costumbre juzgar a la gente, a ella le daba igual lo moral, vivía al margen de eso.

Eph guardó silencio mientras Erline hablaba, observando a la mujer, fijándose en sus gestos y gesticulaciones y
se notaba por su tono de voz y por algunos de aquellos gestos, cuando parecía bajar la guardia, cuando se relajaba de verdad dejando ver la persona que era. El actor estaba seguro de que la vida de aquella mujer no debía de haber sido fácil y mas al escuchar la referencia de su anterior hogar.

Él tampoco podía presumir de haber llevado una vida buena, cómoda y digna, de hecho hoy por hoy tampoco podía decir que nadase en la abundancia y que su vida fuese fácil, pero también era verdad que no se podía quejar y que las cosas podrían haber sido mucho peor de no ser por Ksenia.

Aquella mujer se debía de haber forjado una fuerte coraza a su alrededor, dejando dentro todo lo que en realidad era. Y no porque hubiese forjado aquella coraza quería decir o creer que era débil, a veces las corazas no son para protegerse a uno mismo del exterior, si no para proteger al exterior de la bestia que llevas dentro. Lo que no sabía aun era que clase ser había bajo aquel encantando y bello aspecto. Pero si algo sabía el actor, es que no era oro todo lo que relucía y que las personas que conocía nunca eran, o casi nunca, lo que aparentaban ser.

-Los demonios,me temo, que hoy día se encuentran en casi cualquier parte. Ya sea en teatros, circos, bares, protibulos o incluso en las altas esferas dominado todo aquello que se les antoje cuando se les antoje.- se cruzó de brazos .-Aunque ¿quien soy yo para judgar?

Eph no era de los que iba a los protibulos. Desde que llego a Francia se había centrado simplemente en sobrevivir y cumplir la promesa que un día hizo a su madre, dejando los demás instintos primarios a un lado. Y cuando su enfermedad le comenzó a acechar menos aún. Siempre había podido "presumir" de ser capaz de mente la mente fría y no dejarse llevar por la lujuria. Al menos mientras fue completamente humano.


-Damisela en apuros- no pudo evitar dejar soltar una risa corta y casi seca. Aunque no lo hizo a malas, si no mas bien para demostrar que aquel no era el papel mas indicado para ella. Se acerco a la joven con una media sonrisa, quedando a escasa distancia de la misma. Se atrevió a cogerla una mano y cobijarla bajo las suyas- mas bien te veo como la heroína de obra. Con un oscuro trasfondo y un pasado marcado por la desgracia y el dolor, haciendo que del mismo sacase fuerzas para luchas y comerse el mundo en el caso de ser necesario-alzo la vista de las manos al rostro de la mujer. No le hacia falta que le dijese que había sufrido en la vida para saberlo. Al fin y al cabo ella venia de un prostíbulo, uno de los mas famosos y caros de Francia, pero no por ello un lugar mejor. Pocas eran las mujeres que trabajan allí por simple y mero placer y aquella joven se notaba que había conseguido subir mucho en la escalafón social...y no debía de haber sido fácil ni sencillo.-hermosa y peligrosa a la vez.

Se alejó de la mujer unos pasos.

-Suelen ser los mejores trasfondos, las mejores historias. Las damas en apuros son damas de clases altas que no saben lo que es de verdad el dolor y que en las obras sufren por simple y mero amor.-ladeo un poco la cabeza-no pongo en duda que seas capaz de interpretar ese papel. Pero lo veo un papel soso en el cual no se sacaría partido de tu talento.

Su propuesta le agradó, por supuesto que le agrado. El tener una compañera con la que poder practicar sus obras sería de gran ayuda y con el potencial que había visto en Erline sería muy provechoso.

-Ruby seguirá con su trabajo de todas formas. El dueño del lugar la quiere como si fuese su hija. Es una de las razones por las cuales se esfuerza tanto en que ella aprenda. Puede que le saque de quicio la mayoría de las veces, pero...-se encogió de hombros y movió la cabeza de un lado a otro .

Al hablar del remedio milagroso que le ofrecía Eph entrecerró los ojos ligeramente. No tenía muy claro a que se refería, o tal vez no quería tenerlo claro. ¿Que sabía ella de su afección?

-¿A que te refieres?

No se había fijado de que había bajado el también la guardia y ya no la trataba de forma tan "formal" si no que la tuteaba con mas facilidad y fluidez que al principio.

— La gente necesita creer en los héroes, pero lo triste del tema es que para que haya héroes forzosamente ha de haber villanos. Los cementerios están llenos de héroes ¿sabe? normalmente los villanos se van de rositas, al menos los que lo son de verdad.

Ephraim no estaba muy errado en alguno de sus razonamientos, pero lo que no llegaba a vislumbrar es que Erline no tenía una coraza bajo la cual latiese un corazón, la coraza se había petrificado sobre su alma y debajo ya no quedaba nada, cero, ausencia total de sentimiento alguno. Por eso quizás el interpretar a personajes que sí los tenían podía proporcionarle por un momento la sensación similar a se humana del todo.

— Pues si quiere empezaremos mañana, venga cuando quiera a mi casa, tengo un invernadero que es muy tranquilo. Si lo prefiere, podemos alternarlo con las tablas de este escenario.

Llamarlo "invernadero" era quedarse muy corto porque era más grande que la Casa de las Mariposas del palacio real de Austria. Su mansión mantenía una perfecta armonía, una calma extraña e impersonal que cuando alguien se adentraba en ella podía percibir. Era una casa sin alma, como su propietaria, sin calor de hogar ni reminiscencias de historia. Su difunto marido, Olivier, tampoco fue un hombre familiar y eso quedaba impregnado en las paredes. Pero el invernadero era otra cosa, espectacular, enorme, lleno de las más extrañas flores y plantas cuidadas con un mimo fuera de lo normal. Tenía una caverna llena de orquídeas, que necesitaban un ecosistema especial, un jardín japonés, una cueva de luciérnagas, el pasillo de los rosales colgantes, el área de las plantas carnívoras...todo un vivero excepcional para el uso y disfrute de una sola persona. Ese era su rincón favorito y apenas lo compartía con nadie pues no solía recibir visitas, era una paria social.

Miró a Ephraim sin velos en el gesto, para lo que iba a decirle no hacía falta maquillar la realidad.

— Me refiero al mono que está pasando por el veneno de vampiro. Conzco los síntomas, yo misma fui adicta, no sólo a esa droga, sino a muchas. Llevo buscando emociones desde hace años y las busqué en el opio y la mandrágora, en la absenta y skrögg, pero fue un vampiro el que me abrió los ojos a otra dimensión mucho más peligrosa. Le diré que nunca me sentí más viva que cuando su sangre corría por mis venas, pero usted sabe tanto como yo, que acabará por destruirle, puede sentir la oscuridad acechando a su cabeza. Hubo un tiempo que pensé que perderla no estaría tan mal, pero ¿sabe qué? que el día que quiera hacerlo, lo haré porque así lo elija yo, no porque un veneno me empuje al abismo.

De eso iba todo, del control, de tenerlo y no soltarlo, de poder elegir quien era, cómo y cuando. Los demás podrían pensar que ellos tenían a Erline, que ella cambiaba a su placer, pero no podían estar más equivocados, quizás estueviera vacía por dentro, pero lo que jamás toleraría es ser manipulada, usada o cambiada. Jamás.

— Puedo ayudarle, si usted quiere. Y si no, no importa, no acostumbro a juzgar ya que no consiento que me juzguen a mi.


PD: sorry tb por el retraso, voy de cabeza.