Nigrum sanguine.(libre)

por **Zobeida Laverne** Mar Sep 12, 2017 3:58 pm

" Que el infierno derrame su ira contra aquel que se empeñe en tener lo que yo anhelo"

París
Mansión Laverne/Puerto
8:30 PM
~•o•~

El cuerpo de la hechicera se tumbó a lado del hombre desnudo, en silencio total ni siquiera un murmullo salió de sus labios. Para ella esto no era más que un intento por engendrar un heredero y conseguir en buenos términos el favor de ese sujeto por que era claro que no sentía absolutamente nada por la persona que había estado retozando en ella, ni siquiera podia llamarle a eso deseo u atracción, así que sin el menor reparo se envolvió la desnudez tomando aquella sábana tendida en el suelo junto a sus ropas, tenía muchos asuntos por atender y cartas por mandar con instrucciones precisas de que hacer durante su alargada ausencia pues era un hecho que está se tendría que prolongar.

-A donde vas cielo, es tarde...-

La risa brotó de sus labios ante el comentario con tono fallido de sensualidad que el hombre se atrevió a vociferar, que estaba pensando ese hombre de la nobleza?, Esperaba que no fuera una relación romántica por que eso no sucedería ni aunque tuviese la fortuna de haberle preñado. Con ese aire imponente que le caracterizaba se giró para verlo puesto que al levantarse le había dado la espalda.

-Tengo deberes que atender..."cielo" espero lo puedas entender-siseo con una sonrisa en el rostro abandonado la habitación, el sarcasmo fue obvio e hiriente como lo merecía su persona, sus ojos se toparon con los de hazen que aguardaba como un perro faldero en el pasillo justo a un lado de la puerta, este agachó la mirada inmediatamente para no verle pues solo una sábana de se seda blanca cubría el cuerpo de Zobeida.

-Deciros a mi padre que me eh encargado de Lord Eriol...no intervendrá más...Que nadie me moleste, estaré en mi habitación y en cuanto al invitado tratadle bien mientras lo siga siendo-Descarada camino como si nada por el pasillo en penumbras pues los enormes ventanales ya estaban cubiertos debido a la hora y los candelabros iluminaban de manera tenue, Hazen solo le siguio en silencio hasta ver que la mujer se metiera a su habitación.

Una vez en su alcoba arrojo la sábana al suelo, sus doncellas ya le estaban esperando en el baño con la tina lista como lo había ordenado momentos atrás, fue muy relajante sentir el agua tibia en su piel, cerro los ojos dejándose atender por las jóvenes que le limpiaron con total cuidado, una vez terminado su trabajo le dejaron sola en aquel baño, aún podía sentir aquellas manos sucias acariciar su cuerpo sin duda el se tenía en un concepto muy alto en cuanto a la cama y mujeres se trataba, pero bueno eso era lo de menos ya que había logrado enredarlo, listo para hacer lo que ella le pidiera sin necesidad de hechar algún embrujo sobre el. Oyó la puerta principal de su habitación abrirse, supo que era su sirviente quien venía a vestirle, esta sonrió y salió de la tina caminando hacia el que se encontraba parado justo a lado de su cama esperándola con una toalla, detuvo su andar frente a él, este se apresuró a secarle en silencio de manera rápida y cuidadosa como si de porcelana estuviera hecha la bruja.

-Apresurate, debemos ir al puerto antes de las 10...- murmuro divertida al ver que esté efectivamente aumento su velocidad colocando rápidamente sus vestimentas y cuando por fin termino de cubrí el cuerpo femenino se arrodilló ante ella esperando instrucciones. Cuanto adoraba hacerle la vida miserable a ese hombre, regresarle todo ese daño que le había causado al desposar a su hermana, siempre le haría la vida miserable mientras aún respirara, le puso su bota derecha sobre la pierna para que le atara los cordones de estas, encajando el tacón de la misma en el muslo del hombre quien no profirió alarido alguno de dolor, sus labios permanecían sellados.

~•~

El transcurso al puerto fue breve, se había quedado pensativa que solo el ruido que provocó la puerta de su carruaje al ser abierta por Hazel logro traerla de vuelta, el hombre le tendió la mano para ayudarle a bajar pero esta lo ignoro y como si él no estuviese camino directo al muelle murmurando en latín un conjuro para crear una ilusión, una pantalla para que ningún ojo mortal sin don le viera.

...tenebris tegat auferetur indignus est oculus...-dijo terminando aquel conjuro, del mar surgió una niebla espesa formando una barrera al inicio del muelle que impedía la visión hacia donde ella estaba, por supuesto aquello no podía ser visto por humanos y dudaba que otra raza a excepción de los suyos pudiese verlo. Bien lo había conjurado "solo los ojos dignos" serian capaces de entrar a traves de esa barrera de lo contrario caerían a la ilusión de estar en el muelle cuando en realidad estarían parados frente a la neblina.

Ahora debía ocuparse de lo que importaba.-operiet autem tunicam ejus, et vita his qui veluti spiritus tuus. quis cladem quis velit mi, anclalos in mari pereunt. recito cortando de manera sutil la palma de su mano derecha dejando caer el chorro de sangre sobre el agua, está se volvió negra ante el contacto con el líquido y se extendió como una sombra que en segundos desapareció. Sonrió, el barco de su adorado primo nunca llegaría a tocar el puerto de París ni otro alguno, andarían a la deriva hasta que se mataran unos a otros.

La realidad era que le estorbaba, el estaba sobre su puesto como jefa del Clan y no iba a permitir que un ajeno al linaje les representará, primero muerta a recibir órdenes y dejar que otros tomaran el lugar de los Laverne. De igual manera nunca sabrán que de su boca había salido la sentencia de muerte para todo aquel que pisase ese barco.
Su semblante cambio, pues alguien había atravesado su barrera y quién lo hizo no era Hazel. No se giro, ni se molestó en preguntar quién era si atacaba sabría que era uno de esos inquisidores molestos o por lo contrario una criatura curiosa que de igual manera se podría deshacer de él o ella si causaba algún problema.

por **Marius Lemacks** Dom Nov 05, 2017 8:16 pm

Agurios que en vientos cambian de dirección a rumbos desconocidos, desoladas callejas con suciedad que se amontona en cadáveres de ratas putrefactas, el aroma de la muerte se mezcla con el perfume de la vida, cada uno diferente e iguales al final, la tierra tiembla a los pies de los simples mortales que no ven como se parte su amada existencia para dejar una grieta por donde los perros del infierno se arrastran a por ellos. Se consume la vida como una llama pequeña que al mínimo soplido se apagará, es el juego de la cuerda floja y pronto un pequeño hilo conocerá el terror del devorador de almas y huesos.

“ Apetitosa”

Percibe un dulce aroma con el giro de las corrientes eólicas, se relame los labios cuando su nariz se encanta con ese néctar que lo envuelve. Se está enloqueciendo al punto de soltar aquella caja con huesos y piel desprendida, regalo para un brujo que es su cliente asiduo y le pide siempre pedidos “especiales”. El sonido de aquella caja y huesos saltando se puede oír y su olfato le lleva a ojos cerrados por los callejones y otras callejas más sucias hasta llegar al puerto, aquel puerto que solo puede olerse lo pútrido y las pestilencias de la mierda de la sociedad hasta que el mismo aroma lo golpea completamente una y otra vez como olas inmensas y fuertes dando fuertes golpes a su rostro, a su demacrado y con cicatrices en aquel rostro horrible cuya sonrisa se enmarca con las cicatrices en sus labios que atraviesan sus mejillas en tono rojo y blancos

Ahí está la dueña de aquel aroma, retrocede unos pasos ladeando completamente la cabeza hasta que la voz cantarina del ave en forma de niña le habla; mueve sus labios en la misma forma que ella pero no emite palabra alguna solo la sonrisa que se deforma en su rostro, camina alrededor de ella percibiendo su aroma, pero lo que más disfruta hacer es oler el cabello de la materia prima de donde obtiene los mejores venenos. Se acerca a la mujer tocando a segundo una hebra del cabello sedoso cual fina tela oriental y sin que se dé cuenta tira de esa hebra para lamerla, su sabor le enloquece.

“No es tan bonita pero tiene buen sabor quizás si pruebo su mano podré ver si su sabor vale la pena o quizás lo pueda mejorar”

No entiende las palabras extrañas que emite aquell mujer, pero su aroma, aquel que percibe olfateando la podredumbre del puerto lo obliga a que solo se limita a extender su mano a ella esperando que la acepte y poder él probar su piel.

por **Zobeida Laverne** Sáb Nov 18, 2017 2:29 pm

El temple de Zobeida prevaleció a pesar de la intromisión tan peculiar, pudo deleitarse con la locura callada que emanaba ese ser a cada movimiento sutil, algunos tantos imperceptibles a su vista mortal. Que había llevado a esa criatura al muelle?, Su hechizo? No, no le creía así, los inmortales rara vez intervenían en estas historias llenas de magia negra, ellos solo eran observadores del telar ...

No pudo evitar sentir el pequeño sentimiento de desencanto al notar que no se trataba de la Inquisición, por un momento un roce de esa índole le había causado histeria y excitación genuina por la lucha que se podría haber llevado a cabo, una lastima sin duda. No se movió, permaneció en su sitio estudiando el rostro marcado y de facciones maltratadas ocultas bajo esa blanquecina crema, intentando develar las intenciones ajenas al ver que esté extendía una pálida mano hacia ella, no era nuevo que el rostro de la hechicera mostrara frialdad mientras una de sus cejas se alzaba aún sin aceptar el gesto del extraño inmortal.

Cautelosa y desconfiada como un felino tanteando a su presa dejo entre ver de sus labios carnosos una fina sonrisa destilada de desdén y amenazas silenciosas; ella no se andaba con sutilezas absurdas. Aquella sonrisa se fue ensanchando hasta proferir una risa digna de la bruja verde que se hallaba bajo su mascara mientras con dedos danzarines tocaba la palma de la mano ajena comprobando su temperatura muerta, un simple y fugaz roce entre ambas pieles, sin duda la causa de su gracia era imaginar que aquel desdichado pudiese ser que la viera como un tentempié, más vale que su suposición fuera solo eso.
No hablo, su mirada delataba su iniquidad de manera descarada mientras sin pudor con su lengua limpiaba el hilo de sangre que escurría de la herida que momentos atrás se había provocado para generar su conjuro, el sabor metálico bailo en su lengua sin quitar la mirada oscura del vampiro cavilando las reacciones en el.

Contemplaba atacarlo?, No, Zobeida no era estúpida, apesar de ser una experta en la lucha cuerpo a cuerpo sabía que su velocidad tenía un límite y jamás podría comparar sus movimientos con los de un ser nocturno al igual que su fuerza por ello la mejor arma era la prudencia, no atacaría hasta que fuera oportuno o necesario y en dado caso no sería de manera física. Sus dedos acariciaron el anillo que ocultaba su verdadera naturaleza, tendría que quitárselo si las cosas se ponían tensas pues de esa manera, en su verdadero estado podía utilizar más poder.

-En la penumbra jugeteas pequeño pajarillo, dime por qué te has aparecido...la neblina te ah desprevenido...-

Aquellas palabras se mostraban burlonas en una rima sin sentido, hasta cierto punto pregonando una explicación a tan abrupta intrusión... un motivo, solo eso buscaba la Druidesa para volcar su ira encontrar de ese ser carroñero, por que su alma no podía ofrecer más.

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