AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una noche.....diferente [Privado]
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Una noche.....diferente [Privado]
Calcular el tiempo desde que llegué al burdel era imposible, ya no recordaba mi vida fuera en donde lo único que me importaba era qué ponerme para la fiesta de esa noche. Noches en vela en las que me las pasaba de un modo muy diferente, acompañado por féminas pero era quién las elegía y ahora...era justo lo contrario.
Fui muy bien acogido, las mujeres estaban encantadas con tenerme allí a su disposición y mis compañeros, se prestaron amables a indicarme ciertas normas y costumbres del lugar. No me iba nada mal, siempre tenía clientela... la alta sociedad era así, el boca a boca y la total discrección por mi parte era una mezcla perfecta. Algunas mujeres eran fijas ciertos días en especial, en las que sus maridos se iban a sus quehaceres, lo que en el idioma que nadie utilizaba... buscaban lo que en sus casas no obtenían, fiestas, cualquier evento importante o... simplemente negocios.
Hacía unos meses, también trabajaba como pinche de cocina, aprendí desde el primer segundo todo de aquella mujer tan perfeccionista que en cierto modo me recordaba a mí mismo. Mi vida, apenas tenía tiempo para socializar, ir a buscar a mis amistades cercanas y... verla. La echaba de menos, era un hecho. Asura se convirtió en mi más mejor amiga y a la que defraudé por elegir este camino... solo esperaba que estuviese bien.
Rufus, mi fiel compañero, me siguió hasta allí...no me dejaban al principio pero como dice el refrán las mascotas terminan pareciéndose a sus dueños y a la madame...al final, fue quien me pidió que no durmiese ni una noche más en la calle, así era mi Rufus, tan cariñoso y entregado tal como le enseñé, con él...no me sentía tan solo.
Apenas era media tarde, acababa de darme un largo baño y una de las señoritas que se encargaban de la limpieza de mi habitación, hacía más de diez minutos que se había marchado. Con la camisa blanca impoluta a medio abrochar y el pantalón negro, me paseé por la habitación buscando el chalequillo borgoña, no lo encontré..deduje que se lo llevaron a limpiar.
-¡Oh, andiamo! -suspiré cuando oí como llamaban a mi puerta, salí a abrir tal cual... mi gesto seguía el mismo, fastidio absoluto, era mi pieza favorita y siempre me la ponía ese día en particular. Cuando abrí, mi mirada esmeralda cambió de golpe, mi sonrisa se ensanchó y no pude reprimir mi impulsividad, tomé a la joven de la cintura y la alcé como si fuera una princesa.
-Eres...¡tú! No me regañes, lo siento … no pude ir a visitarte y... pero espera ¿has venido...hasta aquí? ...¿sola? ¿estás bien? Estás...muy roja. Entra -dejé que pasase a la atenta mirada del personal y suspiré tras cerrar la puerta -¿Te he dicho ya que lo siento?
Fui muy bien acogido, las mujeres estaban encantadas con tenerme allí a su disposición y mis compañeros, se prestaron amables a indicarme ciertas normas y costumbres del lugar. No me iba nada mal, siempre tenía clientela... la alta sociedad era así, el boca a boca y la total discrección por mi parte era una mezcla perfecta. Algunas mujeres eran fijas ciertos días en especial, en las que sus maridos se iban a sus quehaceres, lo que en el idioma que nadie utilizaba... buscaban lo que en sus casas no obtenían, fiestas, cualquier evento importante o... simplemente negocios.
Hacía unos meses, también trabajaba como pinche de cocina, aprendí desde el primer segundo todo de aquella mujer tan perfeccionista que en cierto modo me recordaba a mí mismo. Mi vida, apenas tenía tiempo para socializar, ir a buscar a mis amistades cercanas y... verla. La echaba de menos, era un hecho. Asura se convirtió en mi más mejor amiga y a la que defraudé por elegir este camino... solo esperaba que estuviese bien.
Rufus, mi fiel compañero, me siguió hasta allí...no me dejaban al principio pero como dice el refrán las mascotas terminan pareciéndose a sus dueños y a la madame...al final, fue quien me pidió que no durmiese ni una noche más en la calle, así era mi Rufus, tan cariñoso y entregado tal como le enseñé, con él...no me sentía tan solo.
Apenas era media tarde, acababa de darme un largo baño y una de las señoritas que se encargaban de la limpieza de mi habitación, hacía más de diez minutos que se había marchado. Con la camisa blanca impoluta a medio abrochar y el pantalón negro, me paseé por la habitación buscando el chalequillo borgoña, no lo encontré..deduje que se lo llevaron a limpiar.
-¡Oh, andiamo! -suspiré cuando oí como llamaban a mi puerta, salí a abrir tal cual... mi gesto seguía el mismo, fastidio absoluto, era mi pieza favorita y siempre me la ponía ese día en particular. Cuando abrí, mi mirada esmeralda cambió de golpe, mi sonrisa se ensanchó y no pude reprimir mi impulsividad, tomé a la joven de la cintura y la alcé como si fuera una princesa.
-Eres...¡tú! No me regañes, lo siento … no pude ir a visitarte y... pero espera ¿has venido...hasta aquí? ...¿sola? ¿estás bien? Estás...muy roja. Entra -dejé que pasase a la atenta mirada del personal y suspiré tras cerrar la puerta -¿Te he dicho ya que lo siento?
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
- Mensajes : 289
Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Re: Una noche.....diferente [Privado]
Habían pasado ya unos meses desde que Efe se había ido de mi casa tras esa noche que me concedió, esa despedida que habíamos tenido los dos y que había guardado como un preciado tesoro, había sido su decisión y aunque no me gustase realmente lo que hacía y el camino que había tomado nada podía hacer para que recapacitara y volviera por el camino correcto. Era su decisión y aunque no me gustaba la respetaba, sabía lo que haría, lo que tendría que hacer para poder pagar las deudas que tenía, ese agujero negro que le había dejado su padre del que él se tendría que encargar. Me costó dar con él realmente y llevaba unos días debatiéndome si ir a visitarlo o no, él no me había dado ninguna señal de vida, no me había pedido tampoco que fuera a verlo y me encontraba en la encrucijada de que no sabía si quizás quería verme, o al menos verme allí donde él trabajaba. Me iba a costar horrores entra en un sitio así, de hecho el solo pensarlo hacía que mis mejillas enrojecieran sin poder evitarlo, me daría mucha vergüenza entrar en un sitio como ese aunque solo fuera para ver a mi amigo, la gente pensaría que lo iría a buscar para satisfacer mis necesidades sexuales, más lejos de la realidad. Había tomado la decisión aun cuando me sonrojaba de solo pensarlo, acudiría esa misma tarde para verlo, necesitaba saber que estaba bien, que se encontraba bien, cómo le iba... estaba algo preocupada aunque sabía que él se desenvolvería bien en ese entorno, las mujeres siempre se le habían dado bien y no tenía duda alguna sobre ello.
Acabé saliendo por la tarde rumbo al burdel donde se encontraba mi amigo, me daba mucha vergüenza entrar en un lugar así, de hecho, sería la primera vez que lo hiciera pero era por verlo, por saber cómo estaba y cómo se encontraba... no por otra cosa. Pasé por la calle y delante de la puerta al menos diez minutos debatiéndome, no me importaba coger un arma y defenderme pero entra ahí era una cosa completamente diferente. Al final lo hice, entré en ese lugar donde el vicio, la lujuria y el placer se juntaban, la música sonaba de fondo y habían varios hombres sentados en lo que parecía ser un espectáculo, algunos hombres en la barra atendidos por algunas jovencitas y me mordí el labio, yo no pintaba demasiado en ese mundo y fue cuando una mujer algo mayor, supuse que la dueña del local me vio indecisa que se acercó para ver qué era lo que quería. Me quedé muda por unos segundos y la mujer se rió, más que de mí, de mi vergüenza y la forma en la que tenía mis mejillas sonrosadas. Me dijo que no debía de avergonzarme de estar en un lugar como aquel y le dijera qué había ido a buscar.
-Vengo.... vengo a ver a... Éferon –dije como pude mientras mi mirada se paseaba por el lugar hasta centrar mis ojos en la mujer, esta sonrió y comenzó a decir que desde que estaba allí recibía muchas peticiones para ir a ver al joven italiano, por lo que se veía estaba bastante solicitado y eso hizo que me mordiera el labio y mirara hacia otro lado, pensar en Efe manteniendo relaciones con otras mujeres me molestaba, más si eran en circunstancias como aquellas. Me dijo que una de las jóvenes me llevaría arriba hacia su habitación y como último me dijo que disfrutara de los placeres del italiano, si esa mujer supiera que ya lo había hecho y sin tener que pagarle por ello... suspiré y me dejé guiar hasta una puerta, la joven me guiñó el ojo y se alejó para dejarme a solas, cogí aire y finalmente di unos golpes en la puerta. Oí unos pasos y tras unos segundos la puerta se abrió dejándome ver el rostro de aquel que era, que es, mi mejor amigo. Tenía el ceño algo fruncido seguramente pensando que sería otra clienta y cuando me vio su rostro cambió, me mostró esa sonrisa que iba a juego con sus felinos ojos y me alzó de la cintura dando una vuelta ante la mirada de los demás. Parecía sorprendido de verme allí y lo cierto es que yo misma estaba sorprendida de estar allí también, me hizo pasar bajo la mirada de los demás y me quedé quieta en el centro de la habitación, sonrojada a más no poder cogiendo mis manos, nerviosa. Lo oía hablar pidiéndome perdón y asentí solamente sin poder hablar del todo. Aún no me creía que estuviera ahí dentro- yo.... quería verte –dije de forma sencilla- estaba preocupada por ti –reconocí mirando hacia otro lado y luego dejando mis ojos en los suyos alzando mis manos- no creas que era porque... ¡Oh, Kami! No quiero tus.... bueno.... tus servicios –aclaré muerta de la vergüenza y llevé una mano a mi rostro tapándolo ante lo patética que era.
Acabé saliendo por la tarde rumbo al burdel donde se encontraba mi amigo, me daba mucha vergüenza entrar en un lugar así, de hecho, sería la primera vez que lo hiciera pero era por verlo, por saber cómo estaba y cómo se encontraba... no por otra cosa. Pasé por la calle y delante de la puerta al menos diez minutos debatiéndome, no me importaba coger un arma y defenderme pero entra ahí era una cosa completamente diferente. Al final lo hice, entré en ese lugar donde el vicio, la lujuria y el placer se juntaban, la música sonaba de fondo y habían varios hombres sentados en lo que parecía ser un espectáculo, algunos hombres en la barra atendidos por algunas jovencitas y me mordí el labio, yo no pintaba demasiado en ese mundo y fue cuando una mujer algo mayor, supuse que la dueña del local me vio indecisa que se acercó para ver qué era lo que quería. Me quedé muda por unos segundos y la mujer se rió, más que de mí, de mi vergüenza y la forma en la que tenía mis mejillas sonrosadas. Me dijo que no debía de avergonzarme de estar en un lugar como aquel y le dijera qué había ido a buscar.
-Vengo.... vengo a ver a... Éferon –dije como pude mientras mi mirada se paseaba por el lugar hasta centrar mis ojos en la mujer, esta sonrió y comenzó a decir que desde que estaba allí recibía muchas peticiones para ir a ver al joven italiano, por lo que se veía estaba bastante solicitado y eso hizo que me mordiera el labio y mirara hacia otro lado, pensar en Efe manteniendo relaciones con otras mujeres me molestaba, más si eran en circunstancias como aquellas. Me dijo que una de las jóvenes me llevaría arriba hacia su habitación y como último me dijo que disfrutara de los placeres del italiano, si esa mujer supiera que ya lo había hecho y sin tener que pagarle por ello... suspiré y me dejé guiar hasta una puerta, la joven me guiñó el ojo y se alejó para dejarme a solas, cogí aire y finalmente di unos golpes en la puerta. Oí unos pasos y tras unos segundos la puerta se abrió dejándome ver el rostro de aquel que era, que es, mi mejor amigo. Tenía el ceño algo fruncido seguramente pensando que sería otra clienta y cuando me vio su rostro cambió, me mostró esa sonrisa que iba a juego con sus felinos ojos y me alzó de la cintura dando una vuelta ante la mirada de los demás. Parecía sorprendido de verme allí y lo cierto es que yo misma estaba sorprendida de estar allí también, me hizo pasar bajo la mirada de los demás y me quedé quieta en el centro de la habitación, sonrojada a más no poder cogiendo mis manos, nerviosa. Lo oía hablar pidiéndome perdón y asentí solamente sin poder hablar del todo. Aún no me creía que estuviera ahí dentro- yo.... quería verte –dije de forma sencilla- estaba preocupada por ti –reconocí mirando hacia otro lado y luego dejando mis ojos en los suyos alzando mis manos- no creas que era porque... ¡Oh, Kami! No quiero tus.... bueno.... tus servicios –aclaré muerta de la vergüenza y llevé una mano a mi rostro tapándolo ante lo patética que era.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Frente a mí, mi nipona favorita, mi amiga y compañera. Me asusté pues verla en ese estado, saltó la alarma pues podría haberle ocurrido cualquier cosa. Mi gesto cambió, preocupado tomé su rostro entre mis manos y deslicé las yemas por su delicado y frágil rostro, perfecto para mí. Sonreí al verla titubear, estaba nerviosa, al menos no era nada aparentemente grave, no le veía herida alguna por ningún sitio.
-Y me estás viendo y yo a ti. Las ganas eran mutuas, de vernos me refiero…no quise decir, o sí… eres ya sabes, especial para mí -me gustaba recalcarle siempre lo imprescindible que era en mi vida, la trataba como debía y lo que era, una princesa. Me conmovió oírla decir que estaba preocupada por mí. Sonreí bajando un instante la mirada, nadie se preocupaba por un italiano loco…solo ella. Parpadeé sin comprender ¿mis qué? No comprendí hasta que la oí decirlo en alto.
Me eché a reír de lo más divertida, mis orbes centradas en las ajenas. La solté despacio, deslizando mi índice por su rostro y dedicarle una suave caricia. Mis servicios, prefería los gastronómicos que los del placer carnal aunque la sola idea de juntar ambos…era mejor no pensar. Sacudí la cabeza como si así pudiese deshacer esos pensamientos, en mí provocaba deseo, era un hecho. No pude reprimirlo, me acerqué a ella y la besé en la mejilla, mis brazos la rodearon y la atraje hacia mi cuerpo perdiendo el rostro en el hueco de su cuello, mi nariz se paseó por su piel provocando que mis labios se entreabrieran.
-¿Cuánto tiempo ha pasado? Porque parece mucho, demasiado…-mi aliento chocó contra la pared de su cuello, besé el lugar, meciéndola entre mis brazos , disfrutando de las sensaciones que me provocaba. -Han cambiado cosas , muchas pero no he cambiado, jamás lo haré contigo. Lo sabes…¿Verdad? -si supiese la falta que me había hecho, mi mejor amiga…
-Y me estás viendo y yo a ti. Las ganas eran mutuas, de vernos me refiero…no quise decir, o sí… eres ya sabes, especial para mí -me gustaba recalcarle siempre lo imprescindible que era en mi vida, la trataba como debía y lo que era, una princesa. Me conmovió oírla decir que estaba preocupada por mí. Sonreí bajando un instante la mirada, nadie se preocupaba por un italiano loco…solo ella. Parpadeé sin comprender ¿mis qué? No comprendí hasta que la oí decirlo en alto.
Me eché a reír de lo más divertida, mis orbes centradas en las ajenas. La solté despacio, deslizando mi índice por su rostro y dedicarle una suave caricia. Mis servicios, prefería los gastronómicos que los del placer carnal aunque la sola idea de juntar ambos…era mejor no pensar. Sacudí la cabeza como si así pudiese deshacer esos pensamientos, en mí provocaba deseo, era un hecho. No pude reprimirlo, me acerqué a ella y la besé en la mejilla, mis brazos la rodearon y la atraje hacia mi cuerpo perdiendo el rostro en el hueco de su cuello, mi nariz se paseó por su piel provocando que mis labios se entreabrieran.
-¿Cuánto tiempo ha pasado? Porque parece mucho, demasiado…-mi aliento chocó contra la pared de su cuello, besé el lugar, meciéndola entre mis brazos , disfrutando de las sensaciones que me provocaba. -Han cambiado cosas , muchas pero no he cambiado, jamás lo haré contigo. Lo sabes…¿Verdad? -si supiese la falta que me había hecho, mi mejor amiga…
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Después de tanto tiempo tenía frente a mí a mi mejor amigo, ese con el que había contado en infinidad de ocasiones y el que había sido un apoyo desde el primer día que había llegado a París, lo cierto es que gracias a él había aprendido la gran mayoría de las cosas que sabía sobre el idioma, los lugares... empezar de cero en una tierra que no era la tuya, en un idioma completamente diferente y tan lejos de casa era demasiado complicado y podía dar algo de miedo al principio, sobre todo cuando todo te era tan nuevo que te sentías completamente perdida sin saber qué dirección tomar o hacia dónde ir. Así me había sentido yo al principio de estar en París y al final había acabado por encontrarlo a él, casi de casualidad, y desde entonces nos habíamos hecho amigos. El tiempo había marcado nuestras circunstancias y aunque sabía que no se había atrevido a venir a visitarme para no involucrarme en sus asuntos no pude evitar el buscar dónde se encontraba para hacerle una visita. Cualquiera que me viera allí se pensaría que había ido para un encuentro mucho más íntimo y sexual con el italiano, nada más lejos de la realidad, porque buscaba a ese amigo que quería y que apreciaba y que llevaba un tiempo sin ver. Sus ojos brillaban de la misma forma que recordaba, ese tono verdoso que lo convertía en esos ojos de gato que tanto me gustaban, esa piel tostada que hacía juego con sus orbes verdes y esa sonrisa que sin duda alguna sería la perdición de cualquier mujer que pisara la tierra, lo sabía porque yo ya había caído presa varias veces de esa sonrisa. Sus manos acunaron mi rostro observándonos mientras ese titubeo tan típico mío salía a flote, con él era imposible no ponerme nerviosa por mucho que lo intentara, pero quería que supiera que había ido porque quería verlo y no por... por lo que otras mujeres lo buscaban.
Empezó a reírse cuando se lo dije de lo más divertido soltándose y separándose un poco con esa risa tan suya y que había echado de menos, acabó acortando la distancia entre ambos y me abrazó dejando su rostro escondido en mi cuello, mis brazos rodearon su espalda y cerré los ojos al volver a tener de nuevo aunque fuera en aquellas circunstancias. Era consciente de que habían cambiado muchas cosas y que así seguiría por mucho más tiempo hasta que su situación cambiase y mejorase, esperaba que no tardara demasiado aunque algo me decía que precisamente es lo que iba a pasar, que le costaría volver a recuperarse y ser quién era dejando atrás esas deudas que pesaban sobre sus hombros. Habían pasado varios meses desde que nos habíamos visto por última vez, decía que habían cambiado cosas pero que entre nosotros no había sido así, que nunca cambiarían y ante su pregunta asentí con la cabeza, lo sabía aunque no me lo dijera, para mí seguiría siendo ese italiano atrevido y descarado con las mujeres, ese ligón que sabía como camelarse a una mujer y llevarla a su terreno. Sirvió un par de copas y me entregó una dando un ligero sorbo que sació la sed que tenía en aquellos momentos.
-Han pasado varios meses –dije mientras lo miraba de nuevo y sonreí dando otro sorbo más a la copa- buscaba darte una sorpresa, aparte me tenías preocupada y tenía muchas ganas de verte y saber cómo te iba todo, ¿están mejor las cosas? –Pregunté aunque tampoco quería hablar mucho del tema porque sería hablar sobre su nuevo trabajo y no era algo que quisiera hacer pese a estar en aquella habitación, yo también tenía novedades que contarle y no sabía cómo se tomaría cierta noticia reciente en mi vida- yo también tengo cosas que contarte, pero dime, ¿has podido seguir cocinando y mejorando? Aunque bueno, sabemos que eres muy bueno manejándote entre fogones –y lo había podido comprobar de primera mano, de hecho aquel amigo al que habíamos ido para hacer aquella prueba me había preguntado por él en un par de ocasiones y esquivaba el tema como podía, como pretendía esquivar el tema –incómodo para mí sobre todo- de su nuevo trabajo e intentaba no pensar en el lugar donde nos encontrábamos, ni las mujeres que habrían pasado por allí en todos esos meses... me mordí el labio y volví a dar otro trago para evitar pensar en eso.
Empezó a reírse cuando se lo dije de lo más divertido soltándose y separándose un poco con esa risa tan suya y que había echado de menos, acabó acortando la distancia entre ambos y me abrazó dejando su rostro escondido en mi cuello, mis brazos rodearon su espalda y cerré los ojos al volver a tener de nuevo aunque fuera en aquellas circunstancias. Era consciente de que habían cambiado muchas cosas y que así seguiría por mucho más tiempo hasta que su situación cambiase y mejorase, esperaba que no tardara demasiado aunque algo me decía que precisamente es lo que iba a pasar, que le costaría volver a recuperarse y ser quién era dejando atrás esas deudas que pesaban sobre sus hombros. Habían pasado varios meses desde que nos habíamos visto por última vez, decía que habían cambiado cosas pero que entre nosotros no había sido así, que nunca cambiarían y ante su pregunta asentí con la cabeza, lo sabía aunque no me lo dijera, para mí seguiría siendo ese italiano atrevido y descarado con las mujeres, ese ligón que sabía como camelarse a una mujer y llevarla a su terreno. Sirvió un par de copas y me entregó una dando un ligero sorbo que sació la sed que tenía en aquellos momentos.
-Han pasado varios meses –dije mientras lo miraba de nuevo y sonreí dando otro sorbo más a la copa- buscaba darte una sorpresa, aparte me tenías preocupada y tenía muchas ganas de verte y saber cómo te iba todo, ¿están mejor las cosas? –Pregunté aunque tampoco quería hablar mucho del tema porque sería hablar sobre su nuevo trabajo y no era algo que quisiera hacer pese a estar en aquella habitación, yo también tenía novedades que contarle y no sabía cómo se tomaría cierta noticia reciente en mi vida- yo también tengo cosas que contarte, pero dime, ¿has podido seguir cocinando y mejorando? Aunque bueno, sabemos que eres muy bueno manejándote entre fogones –y lo había podido comprobar de primera mano, de hecho aquel amigo al que habíamos ido para hacer aquella prueba me había preguntado por él en un par de ocasiones y esquivaba el tema como podía, como pretendía esquivar el tema –incómodo para mí sobre todo- de su nuevo trabajo e intentaba no pensar en el lugar donde nos encontrábamos, ni las mujeres que habrían pasado por allí en todos esos meses... me mordí el labio y volví a dar otro trago para evitar pensar en eso.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Tenerla delante, era tan extraño. No podía negar que la había echado de menos, le echó en falta durante tantos momentos que no sabría explicarlo. ¿Qué era para él? Qué significaba Asura en su vida aparte de ser una simple amistad, una simple por llamarlo de alguna forma pues para él lo era todo, su mejor amiga, compañera y amante. Disfrutó con ella cada segundo, le tenía que agradecer mucho, si estaba de pinche de cocina en aquel lugar no era por nadie más que por ella.
¿Qué decirle? ¿como comportarse? En cierto modo se sentía abrumado, confundido... con un gran anhelo. Anhelaba su vida de antes, en las que sólo tenía que preocuparse de cómo vestirse, pasear a Rufus y codearse con sus amistades más íntimas, disfrutar de los placeres de la vida y no ejercer aquel trabajo que le consumía gran parte del tiempo, la mayoría de las veces ni dormía...tampoco es que pudiese, estaba condenado y ambos lo sabían.
Y no, no podía mentirle, sonreírle y afirmarle que todo estaba bien. Simples preguntas que salían de aquellos labios que había probado y no se cansaría en deleitarse una y otra, otra vez. Sonrió, intentando calmarse a sí mismo antes de responder... pensaba qué decirle, más bien cómo... no era una vida llena de rosas.
-Mi vida sigue siendo igual que cuando desembarqué hace ya un tiempo, sin un franco... vivo al día. -no quiso profundizar, se pasó la palma por la nuca, enredando en sus cabellos azabaches -Nada ha cambiado, sigo siendo el mismo y debiendo aún más dinero, mi padre se había entrampado en demasiados negocios... le pagaban pero nunca se hacía cargo de ellos -se giró para buscar algo que llevarse a los labios, un buen trago de lo que fuese... pero no alcohol pues se conocía y terminaba más que contento.
-Solo cocino en el restaurante... apenas tengo tiempo, el trabajo me consume gran parte del tiempo... Rufus seguramente se quede en casa de unos conocidos... aquí no puede estar, algunos clientes son reacios, y...¡andiamo! No es para tanto, sabe cual es su lugar -chasqueó la lengua, le había servido un vaso de agua, no tenía más a pesar del lujo de su habitación. -¿Qué te ha acontecido desde que no nos vemos? Creo que tienes mucho que contarme
¿Qué decirle? ¿como comportarse? En cierto modo se sentía abrumado, confundido... con un gran anhelo. Anhelaba su vida de antes, en las que sólo tenía que preocuparse de cómo vestirse, pasear a Rufus y codearse con sus amistades más íntimas, disfrutar de los placeres de la vida y no ejercer aquel trabajo que le consumía gran parte del tiempo, la mayoría de las veces ni dormía...tampoco es que pudiese, estaba condenado y ambos lo sabían.
Y no, no podía mentirle, sonreírle y afirmarle que todo estaba bien. Simples preguntas que salían de aquellos labios que había probado y no se cansaría en deleitarse una y otra, otra vez. Sonrió, intentando calmarse a sí mismo antes de responder... pensaba qué decirle, más bien cómo... no era una vida llena de rosas.
-Mi vida sigue siendo igual que cuando desembarqué hace ya un tiempo, sin un franco... vivo al día. -no quiso profundizar, se pasó la palma por la nuca, enredando en sus cabellos azabaches -Nada ha cambiado, sigo siendo el mismo y debiendo aún más dinero, mi padre se había entrampado en demasiados negocios... le pagaban pero nunca se hacía cargo de ellos -se giró para buscar algo que llevarse a los labios, un buen trago de lo que fuese... pero no alcohol pues se conocía y terminaba más que contento.
-Solo cocino en el restaurante... apenas tengo tiempo, el trabajo me consume gran parte del tiempo... Rufus seguramente se quede en casa de unos conocidos... aquí no puede estar, algunos clientes son reacios, y...¡andiamo! No es para tanto, sabe cual es su lugar -chasqueó la lengua, le había servido un vaso de agua, no tenía más a pesar del lujo de su habitación. -¿Qué te ha acontecido desde que no nos vemos? Creo que tienes mucho que contarme
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Localización : La ciudad del amore , París.
Re: Una noche.....diferente [Privado]
Ver a Éferon siempre era un placer, no un placer que pueda definirse como carnal, sino uno que iba mucho más que todo eso, algo que era difícil de explicar. Era mi mejor amigo, de hecho mi único amigo que tenía en París, el que siempre había estado ahí para apoyarme desde que nos conocimos esa primera vez en una fiesta, yo demasiado tímida como para acercarme a cualquier grupo para entablar una conversación y ¿cómo hacerlo cuando no me defendía con el idioma? Demasiado verde todavía como para acercarme a un grupo de gente y ponerme a hablar como si estuviera en mi país, pero sin embargo él de entre todas las personas que había en aquella sala se acercó a mí para presentarse, entregarme una copa de las que servían los camareros y pedirme un baile. Él, uno de los hombres que más resaltaban en aquel lugar se había dedicado a acercarse para darme algo de compañía quizás compadeciéndose un poco de mi soledad, descubrí que como yo no era de París aunque a él costaba más reconocerlo ya que mis rasgos me delataban, y sin duda alguna fue la mejor noche que había pasado en la ciudad desde que llevaba allí ya casi dos meses. Se convirtió desde esa noche en mi apoyo, en mi amigo, mi confidente y finalmente... en mi amante. Debía de reconocer que eso último ni lo habría imaginado porque él nunca me había mirado de esa forma, porque jamás había visto en mí más allá de esa amiga, yo había visto cómo miraba a otras mujeres pero sin embargo a mí jamás me miró con esos ojos felinos que tenía como a ellas, el muy idiota tampoco se daba cuenta de lo que sentía por él y lo que provocaba en mí y eso que se las daba de don juan... se lo tuve que decir porque ni por enterado se daba. Ahora parecía muy lejano esas fiestas a las que acudíamos, las tardes que pasábamos juntos, nuestras discusiones donde al final cada uno acabábamos maldiciendo en nuestras idiomas.... ahora parecía como si aquello fuera otra vida diferente, como si no fuera realmente realidad aunque esta era una bien diferente.
Mucho habían cambiado nuestras vidas desde entonces, él se había tenido que meter en ese trabajo para saldar las deudas de su padre aunque yo le había dicho que podía ayudarle con el dinero, pero él no quería deber nada queriendo solucionarlo por él mismo, por ello trabajaba en el burdel y también como pinche en el restaurante al que fuimos a comer, mi amigo me decía que iba muy bien y que iba por un camino, que era buen cocinero y que debía de seguir formándose... pero este trabajo que tenía le restaba mucho tiempo. Lo miré de forma fija cuando se llevó la mano a la nuca y se la rascó, lo conocía lo suficiente como para saber que estaba algo nervioso o intranquilo, pero no quise preguntarle más de lo debido porque no quería incomodarlo por el tema. Extrañé a su perro pero entendía que no pudiera quedarse allí con él, me mordí el labio cuando se giró para ofrecerme una copa que cogí para dar un trago, estaba nerviosa pese a que no era la primera vez que estábamos los dos solos, pero estar en ese lugar al que nunca había entrado me ponía nerviosa, y cómo no, mis mejillas ya estaban sonrojadas sin necesidad de que hicieran mucho porque así estuvieran. Era cierto que tenía que contarle alguna que otra cosa, tenía que decirle lo de mi reciente compromiso y el trato que había hecho para alcanzar dicho acuerdo. ¿Cómo se lo tomaría? Ni siquiera podía imaginármelo así que solo tenía una manera de averiguarlo; diciéndoselo.
-Sabes que Rufus se puede quedar conmigo si necesitas buscarle un sitio, a mí no me importa y tengo espacio para él, me gusta su compañía y me tiene aprecio así que si necesitas que me lo quede mientras tanto no hay problema alguno Efe, no es una molestia –aseguré por si acaso se le ocurría mencionarlo y volví a dar otro trago a la copa, lancé un suspiro y finalmente lo miré- sabes que te he dicho muchas veces que en mi país las mujeres deben de ocupar su lugar debido a la sociedad y todo eso –hice un gesto con la mano que decía un “etc” para que me entendiera- llevo ya un tiempo con la sensación de que mi padre me está buscando un matrimonio concertado, no es algo que me extrañe pero aunque no esté allí para confirmarlo tengo la sospecha y te podría decir que no ando muy desencaminada –lo miré- si eso se hace, si mi padre consigue dicho matrimonio, significa que me tendría que volver a Japón y ya no podía volver aquí, perdería todo lo que tengo aquí y no es algo que me guste en absoluto –lo apreciaba mucho a él, lo quería y no contemplaba la idea de perderlo- así que he tenido que hacer algo al respecto para ello –tomé aire para decirle- voy a casarme –lo solté, ya lo había dicho. Me levanté para dar un par de pasos ahora siendo yo la que estaba nerviosa- es solo un acuerdo de mutuo beneficio pero es la única opción que tengo para quedarme aquí. Él necesita un matrimonio y yo también, lo hacemos por intereses personales y no hay nada más que nos una salvo la falsedad de dicho acuerdo –lancé un suspiro- sé que es una locura pero... es la única opción que se me ha ocurrido para no tener que irme de París. No quiero irme Efe, no quiero perder todo lo que tengo aquí –me giré para mirarlo- no quiero perderte.
Mucho habían cambiado nuestras vidas desde entonces, él se había tenido que meter en ese trabajo para saldar las deudas de su padre aunque yo le había dicho que podía ayudarle con el dinero, pero él no quería deber nada queriendo solucionarlo por él mismo, por ello trabajaba en el burdel y también como pinche en el restaurante al que fuimos a comer, mi amigo me decía que iba muy bien y que iba por un camino, que era buen cocinero y que debía de seguir formándose... pero este trabajo que tenía le restaba mucho tiempo. Lo miré de forma fija cuando se llevó la mano a la nuca y se la rascó, lo conocía lo suficiente como para saber que estaba algo nervioso o intranquilo, pero no quise preguntarle más de lo debido porque no quería incomodarlo por el tema. Extrañé a su perro pero entendía que no pudiera quedarse allí con él, me mordí el labio cuando se giró para ofrecerme una copa que cogí para dar un trago, estaba nerviosa pese a que no era la primera vez que estábamos los dos solos, pero estar en ese lugar al que nunca había entrado me ponía nerviosa, y cómo no, mis mejillas ya estaban sonrojadas sin necesidad de que hicieran mucho porque así estuvieran. Era cierto que tenía que contarle alguna que otra cosa, tenía que decirle lo de mi reciente compromiso y el trato que había hecho para alcanzar dicho acuerdo. ¿Cómo se lo tomaría? Ni siquiera podía imaginármelo así que solo tenía una manera de averiguarlo; diciéndoselo.
-Sabes que Rufus se puede quedar conmigo si necesitas buscarle un sitio, a mí no me importa y tengo espacio para él, me gusta su compañía y me tiene aprecio así que si necesitas que me lo quede mientras tanto no hay problema alguno Efe, no es una molestia –aseguré por si acaso se le ocurría mencionarlo y volví a dar otro trago a la copa, lancé un suspiro y finalmente lo miré- sabes que te he dicho muchas veces que en mi país las mujeres deben de ocupar su lugar debido a la sociedad y todo eso –hice un gesto con la mano que decía un “etc” para que me entendiera- llevo ya un tiempo con la sensación de que mi padre me está buscando un matrimonio concertado, no es algo que me extrañe pero aunque no esté allí para confirmarlo tengo la sospecha y te podría decir que no ando muy desencaminada –lo miré- si eso se hace, si mi padre consigue dicho matrimonio, significa que me tendría que volver a Japón y ya no podía volver aquí, perdería todo lo que tengo aquí y no es algo que me guste en absoluto –lo apreciaba mucho a él, lo quería y no contemplaba la idea de perderlo- así que he tenido que hacer algo al respecto para ello –tomé aire para decirle- voy a casarme –lo solté, ya lo había dicho. Me levanté para dar un par de pasos ahora siendo yo la que estaba nerviosa- es solo un acuerdo de mutuo beneficio pero es la única opción que tengo para quedarme aquí. Él necesita un matrimonio y yo también, lo hacemos por intereses personales y no hay nada más que nos una salvo la falsedad de dicho acuerdo –lancé un suspiro- sé que es una locura pero... es la única opción que se me ha ocurrido para no tener que irme de París. No quiero irme Efe, no quiero perder todo lo que tengo aquí –me giré para mirarlo- no quiero perderte.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Una sonrisa triste se dibujó en sus labios cuando le nombró a Rufus, quién mejor que con ella para quedarse. Su perro era lo único que le ataba a la vida que tuvo antes, su compañero de viaje del que no podía dejar de lado, lo echaría en falta y sería entonces cuando se desmoronase. Reprimió un suspiro, desviando la mirada hacia el espejo de media luna, se miró a sí mismo, no era el mismo y jamás lo sería, eso ambos lo sabían. Y sin embargo, le dedicó una de sus sonrisas, para no preocuparala aún más, era consciente de lo mucho que le costó llegar hasta el burdel y llamar a la puerta, por él llegaba a hacer lo impensable y sin quererlo, se le escapó una risa de lo más sincera, una que sonó hasta tierna.
Fue a aceptar lo de dejarle a Rufus cuando la noticia le pilló desprevenido, tanto que no supo cómo reaccionar. La miraba tras el espejo, como si el estar ella allí fuese un sueño y como en tal, le hablase... pues no podía ser real, un sueño que terminaba convirtiéndose en pesadilla. Se aclaró la garganta, levantándose de golpe, de espaldas a ella... intentando que ella no pudiese ver la expresión de su rostro...qué iluso pues la podía ver reflejada en el espejo.
Éferon era incapaz de alzar la cabeza, derrotado miraba al suelo. Lo que parecía imposible podía ocurrir, su vida tendría aún menos sentido. Tomó aire, soltándolo despacio, intentando buscar las palabras adecuadas y por primera vez, no encontrar ninguna. El descarado italiano se quedó sin palabras delante de una mujer, una que realmente le importaba, la única en toda su vida. Lo primero por la amistad, la quería, claro que la quería pero él no podía comprometerse con nadie...no sabía cómo hacerlo y terminaría sucumbiendo al pecado, no tenía remedio y eso ambos lo sabían.
-Vas a irte -lo dio por hecho, no fue un “a lo mejor te vas...”, lo confirmó...para que él mismo se lo creyese. Negó con la cabeza, volviéndose hacia ella y acortar las distancias que los separaban, se arrodilló ante ella, tomando sus manos y enredarlas entre las suyas, buscase su mirada... lo que tenía que decirle era aún mucho más importante que cualquier cosa -No me pierdas... no tienes porqué perderme pero ¡miodio! ¿casarte? ¿por qué? Pero si te casas...-no sabía qué decir, sonaba tan patético todo que se le escapó una risa por lo bajo, una de sus manos la seguía tomando las de la nipona y la otra, despeinándose el cabello rebelde.
-Sé que soy injusto pero... si te casas, serás de alguien ¡le pertenecerás! Y tú y yo somos libres ¿recuerdas? Sé que no tienes otra pero... maldita sea, tenía que haberlo hecho... haberlo propuesto pero sí, fui un cobarde, uno que te ha dejado escapar...la puerta abierta. Seguirás siendo mi mejor amiga para siempre... pero si te quedas y terminas siendo de otro....no, no me gusta-soltó sus manos, negando la cabeza como un niño al que obligaban a comer algo que no deseaba... sí, se había puesto celoso, él, Éferon Gianetti.
Fue a aceptar lo de dejarle a Rufus cuando la noticia le pilló desprevenido, tanto que no supo cómo reaccionar. La miraba tras el espejo, como si el estar ella allí fuese un sueño y como en tal, le hablase... pues no podía ser real, un sueño que terminaba convirtiéndose en pesadilla. Se aclaró la garganta, levantándose de golpe, de espaldas a ella... intentando que ella no pudiese ver la expresión de su rostro...qué iluso pues la podía ver reflejada en el espejo.
Éferon era incapaz de alzar la cabeza, derrotado miraba al suelo. Lo que parecía imposible podía ocurrir, su vida tendría aún menos sentido. Tomó aire, soltándolo despacio, intentando buscar las palabras adecuadas y por primera vez, no encontrar ninguna. El descarado italiano se quedó sin palabras delante de una mujer, una que realmente le importaba, la única en toda su vida. Lo primero por la amistad, la quería, claro que la quería pero él no podía comprometerse con nadie...no sabía cómo hacerlo y terminaría sucumbiendo al pecado, no tenía remedio y eso ambos lo sabían.
-Vas a irte -lo dio por hecho, no fue un “a lo mejor te vas...”, lo confirmó...para que él mismo se lo creyese. Negó con la cabeza, volviéndose hacia ella y acortar las distancias que los separaban, se arrodilló ante ella, tomando sus manos y enredarlas entre las suyas, buscase su mirada... lo que tenía que decirle era aún mucho más importante que cualquier cosa -No me pierdas... no tienes porqué perderme pero ¡miodio! ¿casarte? ¿por qué? Pero si te casas...-no sabía qué decir, sonaba tan patético todo que se le escapó una risa por lo bajo, una de sus manos la seguía tomando las de la nipona y la otra, despeinándose el cabello rebelde.
-Sé que soy injusto pero... si te casas, serás de alguien ¡le pertenecerás! Y tú y yo somos libres ¿recuerdas? Sé que no tienes otra pero... maldita sea, tenía que haberlo hecho... haberlo propuesto pero sí, fui un cobarde, uno que te ha dejado escapar...la puerta abierta. Seguirás siendo mi mejor amiga para siempre... pero si te quedas y terminas siendo de otro....no, no me gusta-soltó sus manos, negando la cabeza como un niño al que obligaban a comer algo que no deseaba... sí, se había puesto celoso, él, Éferon Gianetti.
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
No me había quedado mucha más opción que decirle a Éferon lo que se había “perdido” en el tiempo que no nos habíamos visto, para mí no era nada fácil decirle precisamente a él que me iba a casar aunque no fuera por amor como siempre había imaginado, más bien, era para poder alargar mi estancia en París y que mi padre no pudiera pedirme ni reclamarme que volviera a Japón y que me casara con alguien que él hubiera concertado y decidido, obligándome a permanecer allí el resto de mí vida. Japón era mi país, mi lugar de origen y siempre volvería para visitar a mi familia pero... quería quedarme en París. Todo lo que no había encontrado en Japón había acabado encontrándolo allí, París me ofrecía todo cuando allí no tenía y me hacía sentir más libre de lo que nunca fui en mi vida, así que, ¿cómo no buscar por todos los medios el quedarme aquí? Era lo que quería y lo que había estado buscando, no era la mejor de las decisiones pero al fin y al cabo era como un parche, uno en el cual podía seguir en París disfrutando de la vida que llevaba, un matrimonio de conveniencia para los dos que nos permitiría seguir con lo que deseábamos hacer. No quería volver todavía a Japón y en cuanto lo hiciera, y sobre todo soltera, mi padre no me dejaría volver a irme porque sabría que ya no volvería de nuevo a vivir con ellos, mi vida había dado un giro bastante enorme y ahora me centraba en París y en lo que encontraba en esa ciudad, en sus gentes, en lo que me hacía sentir. No era fácil decírselo pero ¿qué iba a hacer? No podía esconderle algo como eso y además no quería escondérselo, era mi mejor amigo, el hombre al que había querido de una forma más allá de una amistad, el que había deseado en silencio, el que me había convertido en una mujer... no era nada fácil encontrar las palabras pero prefería que lo supiera por mí antes de que se enterara por otra persona diferente. Era duro pero es la única opción que había encontrado, aquello me daría más tiempo para quedarme allí y yo no quería marcharme, no quería perder todo lo que había encontrado en esa ciudad pero sobre todo no quería perder al hombre que había ido a visitar y que ahora me daba la espalda mientras yo esperaba, sentada en el borde de la cama, por su reacción y por su respuesta.
Me puse nerviosa cuando se quedó varios segundos quieto sin decirme nada y sin apenas moverse, me pregunté qué estaría pensando y qué era lo que le pasaría para que no me dijera nada, era muy raro que él se quedara tanto tiempo callado y comenzaba a preocuparme seriamente. Sabía que no le iba a gustar mi noticia y que no le iba a hacer gracia, pero si a él se le ocurría otra cosa mejor que esa entonces lo aceptaría aunque el matrimonio ya había sido pactado. Lo miré cuando me dijo que iba a irme y negué con la cabeza, yo no pensaba salir de París bajo ningún concepto ni mucho menos, no había hecho lo de aquel matrimonio para irme ni alejarme, quería quedarme allí y por eso mismo mi decisión. Negué con la cabeza de nuevo dándole a entender que no me iba a ir a ningún lado y que iba a quedarme allí, finalmente se giró y acortó la distancia que nos separaba para arrodillarse frente a mí, tomó mis manos entre las suyas y sus ojos felinos se perdieron en los míos. Mi corazón dio un pequeño vuelco cuando hizo aquello y me mordí el labio cuando me dijo que no lo perdiera, jamás me perdería y eso era algo que debía de tener más que claro, para mí él era más importante de lo que él jamás pudiera llegar a pensar en ningún momento. Él no entendía mis motivos y eso lo comprendía, pero la realidad era una bien diferente y distinta y si antes aceptaba, como yo, que debía de casarme para quedarme en París lo haría sin pensarlo siquiera, él no comprendía que mi padre pensaba concertarme un matrimonio en Japón, uno que me obligaría a quedarme allí de por vida y por el momento no es lo que yo quería.
-Tengo que casarme Efe –dije mientras lo miraba acariciando con mi pulgar su mano, con las suyas sujetando las mías, arrodillado frente a mí mirándome como si quisiera encontrar el sentido a todo y no lo lograra- si vuelvo a Japón mi padre me casará igualmente, pero entonces no podré irme de allí nunca y entonces no nos volveríamos a ver. Me caso para poder quedarme en París, me caso para fingir y no tener que volver... haga lo que haga iba a tener que casarme –concluí negando levemente con la cabeza. Parecía nervioso ya que conocía ese gesto de tirar su pelo hacia atrás y no entendí por qué debía de estarlo, escuché sus palabras diciéndome que no me casara porque entonces le pertenecería al hombre con el que contrajera matrimonio, pero se olvidaba de una cosa, que yo no era totalmente “libre”- nunca he sido del todo libre, Efe –dije mirándole de forma intensa con una leve sonrisa... yo y mis secretos, esos que nunca conocería el hombre que tenía frente a mí, el que siempre había sido mi mejor amigo. Lancé un suspiro mientras seguía hablando, nada me habría gustado más que hubiera sido él el hombre con el que, aunque siendo una mentira, me casara... pero los dos sabíamos que su situación no era la mejor para hacer esto y él nunca me metería de por medio en sus asuntos, por eso mismo se había ido de mi casa, porque no quería verme envuelta- Efe, ambos sabemos que no podríamos habernos casado aunque fuera mentira, tú eres libre como el viento y yo me pondría demasiado celosa de que fueras un casanova con las mujeres –dije con un tinte cómico aunque, en realidad, mi frase no era del todo mentira. Lo que no esperé es que se pusiera de esa forma, soltó mis manos y se levantó dándome la espalda negando con la cabeza, ¿eso eran... celos? ¿Éferon Giannetti se había puesto celoso? No, eso jamás pasaba y mucho menos a él, debía de estar totalmente confundida. Acabé levantándome para acortar la distancia que él mismo había impuesto y con mis brazos rodeé su cintura, mi frente se quedó apoyada en su espalda y lancé un suspiro mientras lo envolvía- jamás me separaré de ti Efe, que me case no quiere decir que deje de verte, va a ser todo una mentira y una tapadera... tú eres la persona más importante en mi vida y no quiero perderte, pero como tú, a veces yo también debo de hacer cosas para seguir adelante. No quiero irme de París y perderte, ojalá tuviera el poder para cambiar las cosas y que los dos no nos tengamos que ver envueltos en esta situación. Ojalá, como tú dices, pudiéramos ser libres sin carga alguna para hacer lo que realmente deseamos –me mordí el labio pegando mi cuerpo al suyo recorriendo su pecho con mis manos, callando más de lo que quería decir en esos momentos.
Me puse nerviosa cuando se quedó varios segundos quieto sin decirme nada y sin apenas moverse, me pregunté qué estaría pensando y qué era lo que le pasaría para que no me dijera nada, era muy raro que él se quedara tanto tiempo callado y comenzaba a preocuparme seriamente. Sabía que no le iba a gustar mi noticia y que no le iba a hacer gracia, pero si a él se le ocurría otra cosa mejor que esa entonces lo aceptaría aunque el matrimonio ya había sido pactado. Lo miré cuando me dijo que iba a irme y negué con la cabeza, yo no pensaba salir de París bajo ningún concepto ni mucho menos, no había hecho lo de aquel matrimonio para irme ni alejarme, quería quedarme allí y por eso mismo mi decisión. Negué con la cabeza de nuevo dándole a entender que no me iba a ir a ningún lado y que iba a quedarme allí, finalmente se giró y acortó la distancia que nos separaba para arrodillarse frente a mí, tomó mis manos entre las suyas y sus ojos felinos se perdieron en los míos. Mi corazón dio un pequeño vuelco cuando hizo aquello y me mordí el labio cuando me dijo que no lo perdiera, jamás me perdería y eso era algo que debía de tener más que claro, para mí él era más importante de lo que él jamás pudiera llegar a pensar en ningún momento. Él no entendía mis motivos y eso lo comprendía, pero la realidad era una bien diferente y distinta y si antes aceptaba, como yo, que debía de casarme para quedarme en París lo haría sin pensarlo siquiera, él no comprendía que mi padre pensaba concertarme un matrimonio en Japón, uno que me obligaría a quedarme allí de por vida y por el momento no es lo que yo quería.
-Tengo que casarme Efe –dije mientras lo miraba acariciando con mi pulgar su mano, con las suyas sujetando las mías, arrodillado frente a mí mirándome como si quisiera encontrar el sentido a todo y no lo lograra- si vuelvo a Japón mi padre me casará igualmente, pero entonces no podré irme de allí nunca y entonces no nos volveríamos a ver. Me caso para poder quedarme en París, me caso para fingir y no tener que volver... haga lo que haga iba a tener que casarme –concluí negando levemente con la cabeza. Parecía nervioso ya que conocía ese gesto de tirar su pelo hacia atrás y no entendí por qué debía de estarlo, escuché sus palabras diciéndome que no me casara porque entonces le pertenecería al hombre con el que contrajera matrimonio, pero se olvidaba de una cosa, que yo no era totalmente “libre”- nunca he sido del todo libre, Efe –dije mirándole de forma intensa con una leve sonrisa... yo y mis secretos, esos que nunca conocería el hombre que tenía frente a mí, el que siempre había sido mi mejor amigo. Lancé un suspiro mientras seguía hablando, nada me habría gustado más que hubiera sido él el hombre con el que, aunque siendo una mentira, me casara... pero los dos sabíamos que su situación no era la mejor para hacer esto y él nunca me metería de por medio en sus asuntos, por eso mismo se había ido de mi casa, porque no quería verme envuelta- Efe, ambos sabemos que no podríamos habernos casado aunque fuera mentira, tú eres libre como el viento y yo me pondría demasiado celosa de que fueras un casanova con las mujeres –dije con un tinte cómico aunque, en realidad, mi frase no era del todo mentira. Lo que no esperé es que se pusiera de esa forma, soltó mis manos y se levantó dándome la espalda negando con la cabeza, ¿eso eran... celos? ¿Éferon Giannetti se había puesto celoso? No, eso jamás pasaba y mucho menos a él, debía de estar totalmente confundida. Acabé levantándome para acortar la distancia que él mismo había impuesto y con mis brazos rodeé su cintura, mi frente se quedó apoyada en su espalda y lancé un suspiro mientras lo envolvía- jamás me separaré de ti Efe, que me case no quiere decir que deje de verte, va a ser todo una mentira y una tapadera... tú eres la persona más importante en mi vida y no quiero perderte, pero como tú, a veces yo también debo de hacer cosas para seguir adelante. No quiero irme de París y perderte, ojalá tuviera el poder para cambiar las cosas y que los dos no nos tengamos que ver envueltos en esta situación. Ojalá, como tú dices, pudiéramos ser libres sin carga alguna para hacer lo que realmente deseamos –me mordí el labio pegando mi cuerpo al suyo recorriendo su pecho con mis manos, callando más de lo que quería decir en esos momentos.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Por un momento, sólo por unos segundos, pidió en silencio que le mintiese. Ese “tengo que casarme, Éfe”; le llegó más hondo que si le hubiesen clavado un puñal en el corazón. Él, nervioso y sin saber cómo afrontar la situación. De todas las noticias, no esperaba una como aquella en la que no supo cómo afrontar y diablos ¿cómo hacerlo? Palabras que seguían flotando en el aire, un matrimonio que no deseaba pero necesario, le recordaba tanto a sí mismo pero con motivos muy distintos. Ella, la amiga eterna, compañera y amante, cómplice de cada pecado. Fue suya, le regaló lo que nadie nunca jamás podría devolverle...la virtud. Le perteneció aquella primera vez y no , no sería la última pues cuando deseabas a alguien no importaba el tiempo ni el espacio, quedaría un momento...un instante en donde estar juntos y rememorar otros tiempos en donde realmente fueron libres.
Las pequeñas manos de la nipona, se paseaban con ternura por encima de la ropa de su pecho. Frágil, tacto cálido y atrayente que le arrancó un sonoro suspiro. No podía dejar de mirarla, mimarla y volver a hacerla sentir especial, lo era para él y lo sería hasta que abandonase este mundo. El claro ejemplo de la lealtad, la amistad más sincera.
La comprendía y entendía mejor que nadie, cuando no quedaba más remedio que aceptar tu destino. Tomaba las riendas y te dejabas llevar hacia el destino estimado, esperado sólo para ti. Se sentía pequeño en ese momento, muy pequeño. Su mirada, buscó la ajena, manteniendo ese contacto directo, los dedos acariciando su rostro con mimo, inclinando el rostro para que la punta de sus narices se perdiesen en la otra, un mordisco en una de sus mejillas, la risa provocadora para calmarla, ponerla nerviosa... notarle temblar entre sus brazos de nerviosismo, inquietud pero esa vez... no como le hubiese gustado.
-Me hubiese gustado hacerte promesas pero ambos sabemos que no están hechas para mí ¿quién querría casarse con alguien incapaz de mantener las distancias? Y ya no porque adore las mujeres, es mi trabajo y no podría dejarlo, genera mucho dinero y lo necesito. No a ellas. -especificó qué de todo importaba en su nuevo trabajo, complacía y le pagaban bien, el restaurante llenaba una parte de su alma pero...ambos sabían que seguía vacía, sin vida -¿Y por qué no somos libres esta noche? Estamos aquí, uno frente al otro ¿acaso importa lo demás? Tras esa puerta puedes ser la señorita o señora que quieras pero frente a mí, eres mi Asura -
El aliento cálido del italiano, impactó contra su boca...entreabierta buscó la ajena en un beso inacabado, no atreviéndose a besarla... pues por primera vez, él fue quién tembló y por ende sonrió... excusándose , mera excusa que acababa de delatar que estaba siendo débil... incapaz de controlarse.
-Quédate
Las pequeñas manos de la nipona, se paseaban con ternura por encima de la ropa de su pecho. Frágil, tacto cálido y atrayente que le arrancó un sonoro suspiro. No podía dejar de mirarla, mimarla y volver a hacerla sentir especial, lo era para él y lo sería hasta que abandonase este mundo. El claro ejemplo de la lealtad, la amistad más sincera.
La comprendía y entendía mejor que nadie, cuando no quedaba más remedio que aceptar tu destino. Tomaba las riendas y te dejabas llevar hacia el destino estimado, esperado sólo para ti. Se sentía pequeño en ese momento, muy pequeño. Su mirada, buscó la ajena, manteniendo ese contacto directo, los dedos acariciando su rostro con mimo, inclinando el rostro para que la punta de sus narices se perdiesen en la otra, un mordisco en una de sus mejillas, la risa provocadora para calmarla, ponerla nerviosa... notarle temblar entre sus brazos de nerviosismo, inquietud pero esa vez... no como le hubiese gustado.
-Me hubiese gustado hacerte promesas pero ambos sabemos que no están hechas para mí ¿quién querría casarse con alguien incapaz de mantener las distancias? Y ya no porque adore las mujeres, es mi trabajo y no podría dejarlo, genera mucho dinero y lo necesito. No a ellas. -especificó qué de todo importaba en su nuevo trabajo, complacía y le pagaban bien, el restaurante llenaba una parte de su alma pero...ambos sabían que seguía vacía, sin vida -¿Y por qué no somos libres esta noche? Estamos aquí, uno frente al otro ¿acaso importa lo demás? Tras esa puerta puedes ser la señorita o señora que quieras pero frente a mí, eres mi Asura -
El aliento cálido del italiano, impactó contra su boca...entreabierta buscó la ajena en un beso inacabado, no atreviéndose a besarla... pues por primera vez, él fue quién tembló y por ende sonrió... excusándose , mera excusa que acababa de delatar que estaba siendo débil... incapaz de controlarse.
-Quédate
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Sabía que en cuanto le dijera aquella nueva noticia que iba a cambiar mi vida no iba a gustarle, conocía demasiado al italiano como para no saberlo y de sobra sabía que de ser por él no me dejaría que me casara pero ambos sabíamos que, en la vida, había veces que tenías que tomar ciertas decisiones aunque quizás no fuesen las mejores. Si lo hacía era únicamente por el hecho de que necesitaba quedarme en París, si volvía a Japón acabaría casándome en un matrimonio concertado que me obligaría a permanecer allí de por vida sin poder volver a París, a ver a mis amigos, a la gente que tenía allí... a él, sobre todo a él. Éferon fue la primera persona de todas que yo conocí en París y que me ayudó con el idioma, fue el primero en enseñarme todo aquel mundo y el primero que me llevó a fiestas donde poco a poco pude soltarme y hacer algo más de amistad con la gente que acudía. Pero sin duda alguna él fue el primero en todo, en enseñarme París, en acogerme en cierto sentido en su vida, en enseñarme el idioma para que me pudiera defender, en robarme el corazón como solo él sabía hacer con esas sonrisas que lanzaba y que hechizaban a todas las mujeres, el primero en besarme, el primero en hacerme sentir lo que era ser realmente una mujer.... esa noche jamás la olvidaría, lo que me costó decirle lo que ese casanova no se daba cuenta aun cuando era muy bueno con las mujeres y no había noche en que no cayeran varias prendidas a sus pies. Cómo se sonrojaron mis mejillas al decirle lo que llevaba tanto tiempo callando, la forma en la que preparó esa cena, cómo me condujo a mi habitación y me tomó de forma suave y delicada, haciéndome sentir y rozar el placer más absoluto que me llevó a la cima. Fue maravilloso y perfecto y no hubiera querido que fuera con otra persona que no fuera él, eso era algo que siempre tuve claro pero que nunca pensé que llegara a pasar realmente... sin embargo se había cumplido y desde entonces las cosas habían cambiado mucho. Yo lo había ayudado todo lo que pude pero al final él tomó su decisión, y yo ahora había tomado la mía aunque podía ver en su rostro que no le gustó en absoluto pero ¿acaso tenía opción?
Quería que supiera que para mí seguiría siendo esa persona importante en mi vida, él siempre ocuparía el primer puesto porque era imposible que no fuera de otra manera y siempre tendría un hueco para él, siempre que él me necesitase estaría allí para él. Era tan dulce y tan tierno ese hombre que hasta me sorprendió pues aunque sí habíamos hecho bromas jamás nada había sido en serio, solo eso; bromas. Sin embargó descubrí a un Efe tierno y cariñoso que me gustaba por las atenciones que daba, gentil, tierno, bueno... ese hombre lo tenía todo y me apenaba muchísimo que tuviera que estar pasando aquella situación para saldar unas deudas que él no había dejado y que el culpable de todo fue su padre... pero era lo que tenía que hacer y que debía de hacer él, como ya me había contado varias veces. Mis dedos se paseaban por su pecho de forma lenta hasta que su sonrisa iluminó su rostro y yo sonreí a la par de verlo mejor tras la noticia, había sido una sorpresa para él pero prefería que lo supiera por mí a no que se enterara por ahí por otras personas. Mi mano subió hasta su rostro para acariciarlo y mordí mi labio inferior observando esas dos preciosas orbes verdes que tenía, esos ojos felinos que tanto me gustaban. A mí no me hubiera importado que me hubiera hecho esas promesas, pero como él, también sabía que era algo imposible... aunque esto no significaba que nuestros caminos se separaran y que ya dejáramos de vernos, eso nunca pasaría. Subí mis ojos de nuevo a los suyos cuando me preguntó que por qué no éramos libres esa noche, con ese acento sexy que se gastaba y que tanto lo caracterizaba, aunque yo nunca iba a poder ser “libre” en algo tenía razón: en ese momento solo estábamos los dos y era lo que importaba, él en esa habitación no era realmente él y yo fuera dentro de unos meses sería la esposa de otra persona... pero cuando estábamos frente al otro solo éramos eso: Asura y Éferon, esos dos amigos, confidentes y amantes... nada más.
-Nada me gustaría más que se libre contigo por esta noche, y volar juntos –dije cerrando los ojos apenas un par de segundos en los que él elevó mi rostro por el mentón sintiendo su aliento rozar mis labios, un leve jadeo escapó de estos porque era el efecto que provocaba ese hombre en mí, mis mejillas enrojecieron y abrí mis ojos para mirarle y ver esa sonrisa que se traía en sus labios, sonreí yo también cuando me pidió que me quedara y como respuesta rodeé su cuello con mis brazos sin apartar mis ojos de los suyos, ruborizada como siempre a más no poder por lo que estaba haciendo con él, por lo que sus palabras implicaban pero... ¿por qué no? No sería la primera vez que pasara y solamente sentía esas ganas con él, con nadie más- me quedo –dije para acortar la distancia con sus labios y presionar levemente los míos con los suyos, un mero roce hasta que sus labios se abrieron para acoger a los míos y, de forma delicada y dulce, besarnos en lo que sus brazos rodeaban mi cintura y me pegaban a su cuerpo. Mis dedos se enredaron en su pelo y su lengua buscó profundizar más en ese beso hasta que encontró la mía, jadeé por aquello perdiéndome en ese hombre que me hacía perder totalmente los papeles, el único que me hacía sentir de esa forma, el único que despertaba mi cuerpo y me hacía desearlo... él, siempre había sido él y aun no me creía que hubiera pasado todo aquello y que me hubiera hecho suya. Mis manos recorrieron su pecho y su espalda en lo que mordía su labio con la respiración algo agitada- Éferon –su nombre pronunciado en un suspiro, uno que mostraba lo que lo deseaba.
Quería que supiera que para mí seguiría siendo esa persona importante en mi vida, él siempre ocuparía el primer puesto porque era imposible que no fuera de otra manera y siempre tendría un hueco para él, siempre que él me necesitase estaría allí para él. Era tan dulce y tan tierno ese hombre que hasta me sorprendió pues aunque sí habíamos hecho bromas jamás nada había sido en serio, solo eso; bromas. Sin embargó descubrí a un Efe tierno y cariñoso que me gustaba por las atenciones que daba, gentil, tierno, bueno... ese hombre lo tenía todo y me apenaba muchísimo que tuviera que estar pasando aquella situación para saldar unas deudas que él no había dejado y que el culpable de todo fue su padre... pero era lo que tenía que hacer y que debía de hacer él, como ya me había contado varias veces. Mis dedos se paseaban por su pecho de forma lenta hasta que su sonrisa iluminó su rostro y yo sonreí a la par de verlo mejor tras la noticia, había sido una sorpresa para él pero prefería que lo supiera por mí a no que se enterara por ahí por otras personas. Mi mano subió hasta su rostro para acariciarlo y mordí mi labio inferior observando esas dos preciosas orbes verdes que tenía, esos ojos felinos que tanto me gustaban. A mí no me hubiera importado que me hubiera hecho esas promesas, pero como él, también sabía que era algo imposible... aunque esto no significaba que nuestros caminos se separaran y que ya dejáramos de vernos, eso nunca pasaría. Subí mis ojos de nuevo a los suyos cuando me preguntó que por qué no éramos libres esa noche, con ese acento sexy que se gastaba y que tanto lo caracterizaba, aunque yo nunca iba a poder ser “libre” en algo tenía razón: en ese momento solo estábamos los dos y era lo que importaba, él en esa habitación no era realmente él y yo fuera dentro de unos meses sería la esposa de otra persona... pero cuando estábamos frente al otro solo éramos eso: Asura y Éferon, esos dos amigos, confidentes y amantes... nada más.
-Nada me gustaría más que se libre contigo por esta noche, y volar juntos –dije cerrando los ojos apenas un par de segundos en los que él elevó mi rostro por el mentón sintiendo su aliento rozar mis labios, un leve jadeo escapó de estos porque era el efecto que provocaba ese hombre en mí, mis mejillas enrojecieron y abrí mis ojos para mirarle y ver esa sonrisa que se traía en sus labios, sonreí yo también cuando me pidió que me quedara y como respuesta rodeé su cuello con mis brazos sin apartar mis ojos de los suyos, ruborizada como siempre a más no poder por lo que estaba haciendo con él, por lo que sus palabras implicaban pero... ¿por qué no? No sería la primera vez que pasara y solamente sentía esas ganas con él, con nadie más- me quedo –dije para acortar la distancia con sus labios y presionar levemente los míos con los suyos, un mero roce hasta que sus labios se abrieron para acoger a los míos y, de forma delicada y dulce, besarnos en lo que sus brazos rodeaban mi cintura y me pegaban a su cuerpo. Mis dedos se enredaron en su pelo y su lengua buscó profundizar más en ese beso hasta que encontró la mía, jadeé por aquello perdiéndome en ese hombre que me hacía perder totalmente los papeles, el único que me hacía sentir de esa forma, el único que despertaba mi cuerpo y me hacía desearlo... él, siempre había sido él y aun no me creía que hubiera pasado todo aquello y que me hubiera hecho suya. Mis manos recorrieron su pecho y su espalda en lo que mordía su labio con la respiración algo agitada- Éferon –su nombre pronunciado en un suspiro, uno que mostraba lo que lo deseaba.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Las palabras de Asura, se le clavaron en el alma. A él también le gustaría ser libre, al menos por una noche, aunque fuesen en la jaula dónde debía permanecer retenido, lucrarse por esos ratos que regalaba a las féminas, esos momentos de placer en los que sin duda disfrutó en el pasado pero ahora, muy diferente. Con ella fue más allá de un simple rato de diversión y lujuria, le regaló algo tan valioso como su primera vez, confió en él y eso jamás nadie iba a cambiarlo, Asura para él era importante, la persona que más amaba en su vida. A ella podría llegar a amarla, tan dulce, entregada y leal, creía en él, estuvo ahí en todo momento. Si la nipona supiese lo que le costó decirle adiós, apartarla de él para que no terminase pagando su desgracia...si sólo se hiciese una pequeña idea...
Oír que se quedaba, le arrancó un suspiro de alivio, rodeando la cintura con sus brazos, atraerle hacia su cuerpo, sentir la presión del cuerpo ajeno buscar el suyo. Los labios se encontraron en un beso esperado, necesitado como las ganas de estrecharla entre sus brazos. La extrañó, el italiano no podía dejar de apretarla contra sí, con más fuerza si cabía, sin percatarse que le hacía daño, rió al notar que le cortaba la respiración y no por el beso, se disculpó bajando la mirada, mostrando sus perlados dientes en una sonrisa infinita.
-Lo siento -el aliento cálido del italiano golpeó contra los ajenos, un roce, su lengua perfiló su boca con mimo y sensualidad, risa que provocó que la tomase de las nalgas para que enredara las piernas en su cintura, caminasen hacia un lugar muy diferente que la cama, la dejó caer con mucha suavidad en el alfeizar de la ventana.
La imagen de su mejor amiga, sentada en la ventana y como cárcel para el cuerpo de él. Rió al ver como se sonrojaba, qué mejillas tan sonrosadas que dedicó a dejar besos, cortos y tiernos...hundiendo su nariz en el cuello, un mordisco travieso, sus manos enredadas en la piel de su cintura, hundiendo las yemas sobre la ropa, dejando notar su calor...la necesidad de ella. Se detuvo, buscando rozar sus labios, no quería que pasase en la habitación del burdel, no era como las demás y tuvo que sisear a sí mismo para no perder el norte, aún más de lo que ya lo estaba.
-No quiero que ocurra, no aquí. No eres como ellas, ¿me dejas demostrarte lo que te eché de menos? -la abrazó , a veces las palabras se perdieron entre ambos... a Éferon no se le daba bien mostrar sentimientos, no al menos unos tan reales y sin embargo no pudo evitar susurrarlo -Eres importante, a tu padre seguramene le hubiese pedido tu mano, sólo para ver su cara y... porque me importas, un marido como yo sería un desastre pero...lo seríamos del otro -sonrió, una sonrisa que se congeló intentando no desmoronarse, no quería pensar...sólo disfrutar de ella como si fuese la última vez, como siempre...
Oír que se quedaba, le arrancó un suspiro de alivio, rodeando la cintura con sus brazos, atraerle hacia su cuerpo, sentir la presión del cuerpo ajeno buscar el suyo. Los labios se encontraron en un beso esperado, necesitado como las ganas de estrecharla entre sus brazos. La extrañó, el italiano no podía dejar de apretarla contra sí, con más fuerza si cabía, sin percatarse que le hacía daño, rió al notar que le cortaba la respiración y no por el beso, se disculpó bajando la mirada, mostrando sus perlados dientes en una sonrisa infinita.
-Lo siento -el aliento cálido del italiano golpeó contra los ajenos, un roce, su lengua perfiló su boca con mimo y sensualidad, risa que provocó que la tomase de las nalgas para que enredara las piernas en su cintura, caminasen hacia un lugar muy diferente que la cama, la dejó caer con mucha suavidad en el alfeizar de la ventana.
La imagen de su mejor amiga, sentada en la ventana y como cárcel para el cuerpo de él. Rió al ver como se sonrojaba, qué mejillas tan sonrosadas que dedicó a dejar besos, cortos y tiernos...hundiendo su nariz en el cuello, un mordisco travieso, sus manos enredadas en la piel de su cintura, hundiendo las yemas sobre la ropa, dejando notar su calor...la necesidad de ella. Se detuvo, buscando rozar sus labios, no quería que pasase en la habitación del burdel, no era como las demás y tuvo que sisear a sí mismo para no perder el norte, aún más de lo que ya lo estaba.
-No quiero que ocurra, no aquí. No eres como ellas, ¿me dejas demostrarte lo que te eché de menos? -la abrazó , a veces las palabras se perdieron entre ambos... a Éferon no se le daba bien mostrar sentimientos, no al menos unos tan reales y sin embargo no pudo evitar susurrarlo -Eres importante, a tu padre seguramene le hubiese pedido tu mano, sólo para ver su cara y... porque me importas, un marido como yo sería un desastre pero...lo seríamos del otro -sonrió, una sonrisa que se congeló intentando no desmoronarse, no quería pensar...sólo disfrutar de ella como si fuese la última vez, como siempre...
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Éferon era siempre tan dulce que era imposible que no me encantara, siempre había sido bueno y gentil conmigo desde el principio, desde aquel primer momento en que nos conocimos siempre tuvo esa sonrisa en sus labios, una sonrisa que iluminaba su rostro y que ahora con el paso del tiempo parecía que había ido perdiendo brillo, como si se estuviera apagando lentamente. Quizás era eso precisamente, había tenido que asumir una responsabilidad que no fue causada por él sino por su padre, suplir una deuda que dejó y que él quería saldar para limpiar su nombre y poder volver a ser el hombre que un día fue y que yo conocí. Sus trabajos lo ayudaban para ello y no me había dejado que lo ayudara en sus problemas, con gusto lo habría hecho pero no quiso verme involucrada y aunque me dolió tuve que aceptarlo. Su decisión de trabajar en el burdel fue lo que sin duda alguna más me dolió, costó aceptar que su destino era ese porque él lo había elegido cuando yo podía ayudarlo... de hecho era todo un milagro que yo, conforme era, estuviera en aquella habitación de burdel para verlo pero es que lo echaba mucho de menos. Éferon era sin duda la personas que más quería y que más importante era en mi vida, habían más cosas que el italiano desconocía pero que no debía de decirlas porque temía que nuestra amistad se rompiera, más allá de decirle que tenía que casarme para poder permanecer en París y no volver a Japón, de hacerlo jamás podría volver atrapada en un matrimonio concertado y ese camino sin salida lo había tenido que suplir buscando un compromiso, algo que pudiera beneficiarnos a ambos para poder permanecer en París porque no contemplaba volver a Japón al menos por el momento. Quería ir, pero lo haría cuando supiera que si luego quería volver podría hacerlo sin ningún problema. Por eso le decía que yo también deseaba ser libre, que no tuviera que comprometerme ni él tuviera que tener ese trabajo para saldar sus deudas, ser dos pájaros libres para volar en la dirección que nosotros quisiéramos sin preocuparnos de nada en absoluto, sin que nada pudiera molestarnos... por eso decidí quedarme, quería aprovechar todo el tiempo que pudiera junto a él y si para ello tenía que ir a la habitación de ese burdel pues lo haría, no me gustaba pero era lo único que podíamos hacer para vernos.
Sus brazos enseguida rodearon mi cuerpo apretándome contra él, mis brazos rodearon su espalda y mis manos recorrieron esta por sobre la tela notando los músculos de su espalda, me apretó con tanta fuerza que casi me dejó sin respiración a lo que él solo sonrió y rió mostrándome esa sonrisa brillante que tan acostumbrada estaba a ver, sus ojos brillaban también y me alegré de verle feliz por mi causa. Nuestros labios se encontraron en un beso que fue tierno a la par que tímido por mi parte, aún me costaba un poco pero cada vez me iba soltando algo más con él ya que tenía tanta confianza. Él, atrevido y descarado como siempre, lamió mis labios de una forma tan tentadora que un suspiro escapó de estos por su acción, de forma que me hizo cerrar los ojos unos segundos y llevar mis manos a sus brazos. Sus manos fueron entonces a mis nalgas y me alzó obligándome a rodear su cintura con mis piernas, mis manos alrededor de su cuello y mis dedos enredados en su pelo mientras él se movía por la habitación hasta dejarme con suavidad en el alfeizar de la ventana, su cuerpo hacía de cárcel pegado al mío y lo miré repasando su rostro con mis dedos, su mejilla, trazando su mandíbula hasta llegar de nuevo a sus labios deslizando ligeramente el inferior. Mis mejillas ya estaban más que sonrosadas para ese entonces y él comenzó a dejar pequeños besos en esa zona que me hicieron reír, muy dulce y tierno como él solo era. Pero también era sensual y provocativo y no dudó en dejar un mordisco en mi cuello que me hizo jadear y que aferrara su camisa entre mis dedos arrugándola. Sus palabras me hicieron mirarlo antes de que volviera a abrazarme pegándome a su cuello, mi rostro se escondió en su cuello mientras mis manos recorrían su espalda con caricias lentas. Sonreí ante sus palabras y luego cuando nos separamos lo miré sonriendo, divertida por ello.
-Lo cierto es que me cuesta visualizarte casado... ya sabes, por eso de que eres un casanova –dije con un deje divertido solamente para arrancarle una sonrisa, decía que no quería que pasara allí porque no era una clienta más y eso me hizo sonreír para enredar mis dedos con los suyos- está bien, quiero que me demuestres lo que me has echado de menos –sonreí recorriendo ahora con mis dedos los costados de su torso- ¿podemos salir de aquí? Es decir, ¿pondrán alguna pega? –Dije mirando un momento a la puerta, luego giré mi rostro para ver por la ventana, estábamos en la planta de arriba y sopesé la idea de bajar por ahí- está un poco alto pero... se puede intentar –volví mi vista a él y lo miré de forma fija- vayámonos de aquí aunque sea por esta noche –lo cierto es que yo tampoco me sentía muy cómoda con estar ahí encerrada en ese lugar- estaría bien poder salir un rato y pasar un tiempo juntos, hace mucho que no nos vemos –y en verdad es que deseaba al italiano, cuando estaba con él era como si mis ganas se despertaran, ese era uno de los tantos efectos que él tenía sobre mí.
Sus brazos enseguida rodearon mi cuerpo apretándome contra él, mis brazos rodearon su espalda y mis manos recorrieron esta por sobre la tela notando los músculos de su espalda, me apretó con tanta fuerza que casi me dejó sin respiración a lo que él solo sonrió y rió mostrándome esa sonrisa brillante que tan acostumbrada estaba a ver, sus ojos brillaban también y me alegré de verle feliz por mi causa. Nuestros labios se encontraron en un beso que fue tierno a la par que tímido por mi parte, aún me costaba un poco pero cada vez me iba soltando algo más con él ya que tenía tanta confianza. Él, atrevido y descarado como siempre, lamió mis labios de una forma tan tentadora que un suspiro escapó de estos por su acción, de forma que me hizo cerrar los ojos unos segundos y llevar mis manos a sus brazos. Sus manos fueron entonces a mis nalgas y me alzó obligándome a rodear su cintura con mis piernas, mis manos alrededor de su cuello y mis dedos enredados en su pelo mientras él se movía por la habitación hasta dejarme con suavidad en el alfeizar de la ventana, su cuerpo hacía de cárcel pegado al mío y lo miré repasando su rostro con mis dedos, su mejilla, trazando su mandíbula hasta llegar de nuevo a sus labios deslizando ligeramente el inferior. Mis mejillas ya estaban más que sonrosadas para ese entonces y él comenzó a dejar pequeños besos en esa zona que me hicieron reír, muy dulce y tierno como él solo era. Pero también era sensual y provocativo y no dudó en dejar un mordisco en mi cuello que me hizo jadear y que aferrara su camisa entre mis dedos arrugándola. Sus palabras me hicieron mirarlo antes de que volviera a abrazarme pegándome a su cuello, mi rostro se escondió en su cuello mientras mis manos recorrían su espalda con caricias lentas. Sonreí ante sus palabras y luego cuando nos separamos lo miré sonriendo, divertida por ello.
-Lo cierto es que me cuesta visualizarte casado... ya sabes, por eso de que eres un casanova –dije con un deje divertido solamente para arrancarle una sonrisa, decía que no quería que pasara allí porque no era una clienta más y eso me hizo sonreír para enredar mis dedos con los suyos- está bien, quiero que me demuestres lo que me has echado de menos –sonreí recorriendo ahora con mis dedos los costados de su torso- ¿podemos salir de aquí? Es decir, ¿pondrán alguna pega? –Dije mirando un momento a la puerta, luego giré mi rostro para ver por la ventana, estábamos en la planta de arriba y sopesé la idea de bajar por ahí- está un poco alto pero... se puede intentar –volví mi vista a él y lo miré de forma fija- vayámonos de aquí aunque sea por esta noche –lo cierto es que yo tampoco me sentía muy cómoda con estar ahí encerrada en ese lugar- estaría bien poder salir un rato y pasar un tiempo juntos, hace mucho que no nos vemos –y en verdad es que deseaba al italiano, cuando estaba con él era como si mis ganas se despertaran, ese era uno de los tantos efectos que él tenía sobre mí.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Como siempre sería, la sostuvo entre sus brazos, cara a cara. El escudo impenetrable, jamás dejaría que nadie le hiciese daño, de todas las personas que conocía, ella era la más cercana y de total confianza. La sonrisa fue mutua, el abrazo les envolvió en un estado de bienestar general, un suspiro a sus almas quién no olvidaban qué eran para el otro. Sonrió , dejando un dulce beso en su mejilla, un roce en la suave piel de la nipona a la que provocaría cosquillas y él, le dedicaría una sonrisa.
-¿Un casanova? -enarcó ambas cejas, realmente sorprendido por sus palabras ¡no esperaba de ella ese ataque!, sus dedos, se enredaron en su cintura para alzarla en el aire y darle vueltas por en medio de la habitación como castigo -¡La próxima piénsalo bien dos veces! -en ese momento, se olvidó de todo, disfrutó de ese instante de complicidad y amistad verdadera. Asura fue su guía, quién no soltó su mano , estuvo en las duras y las maduras...él intentó que no le afectase, meterla en líos innecesarios, sintió que la perdió en cierto modo... no lo pudo controlar pero fue la mejor decisión, ella se encontraba bien y él... no era una buena compañía, ya no, sólo si le pagaban, se perdía en cuerpos desconocidos...ese es el beneficio.
-¿No te lo estoy demostrando ya? Te alzo por los aires...te hago volar, no es suficiente, siempre quieres más. Ya sabes que puedo ser más convincente, porque...-aprovechó el descuido de estar distraída mirando hacia la ventana para acercar sus labios al lobulo ajeno, dejar un roce sentido y sonreír al notar que se le erizaba la piel -Besaría cada rincón de tu cuerpo, centímetro a centímetro pero...este no es ni el momento ni el lugar ¿por que miras hacia la ventana? No estarás pensando... -negó, rotundamente no. No iba a saltar por una ventana para salir de allí, se encontraba en el burdel porque él mismo lo quería, así lo decidió.
-Mejor súbete-ella lo miraría como a un loco, lo estaba. Entre risas la dejó en el suelo, estaba perfecto para salir aunque..mejor coger una chaqueta, por si refrescaba, en estas noches de primavera solían ser más frías -Vamos se inclinó hacia adelante, flexionando las piernas y esperar a que subiese a su espalda, iba con él, nadie iba a decirles nada. En cuanto la acomodó, se puso en marcha hacia la calle, como a una niña, comenzó a moverla sobre él para que no dejase de reír, viese que le daba igual lo que dijesen, se comportaba como era porque es su noche libre.
La madame, gruñó por lo bajo al verle marcharse, esa mujer lo apreciaba demasiado como trabajador, termina haciendo lo que le daba la gana con una de sus sonrisas de promesa eterna, así se las gastaba el italiano.
-¿A dónde vamos? Está anocheciendo, ahora es cuando salen los gatos y ahora me dirás “claro, tú eres uno” -con ella en la espalda, buscó un banco para que tomase asiento, sus ojos verdes buscaron la mirada de su acompañante, asegurándose que se encontraba bien -Tienes las riendas del caballo, sí...soy yo, soy el caballo ahora deja de reírte como una condenada y dime... ¿estás bien? No me callaría nada, te noto diferente y no sé en qué es -quizás la relación se había enfriado un poco... o simplemente ese espacio-tiempo les había reforzado más su amistad.
-Aún debo mucho, no he pagado ni una pequeña parte. Va lento... demasiado dinero -le consumía pensar en que aún quedaba tanto... volvió a hundirse, a imaginarse una vida como hasta ahora, en el pasado quedó ese Éferon alocado que era invitado a toda fiesta, ahora las propias clientas le invitaban a eventos pero siendo él hacía demasiado tiempo qe no acudía.[/color]
-¿Un casanova? -enarcó ambas cejas, realmente sorprendido por sus palabras ¡no esperaba de ella ese ataque!, sus dedos, se enredaron en su cintura para alzarla en el aire y darle vueltas por en medio de la habitación como castigo -¡La próxima piénsalo bien dos veces! -en ese momento, se olvidó de todo, disfrutó de ese instante de complicidad y amistad verdadera. Asura fue su guía, quién no soltó su mano , estuvo en las duras y las maduras...él intentó que no le afectase, meterla en líos innecesarios, sintió que la perdió en cierto modo... no lo pudo controlar pero fue la mejor decisión, ella se encontraba bien y él... no era una buena compañía, ya no, sólo si le pagaban, se perdía en cuerpos desconocidos...ese es el beneficio.
-¿No te lo estoy demostrando ya? Te alzo por los aires...te hago volar, no es suficiente, siempre quieres más. Ya sabes que puedo ser más convincente, porque...-aprovechó el descuido de estar distraída mirando hacia la ventana para acercar sus labios al lobulo ajeno, dejar un roce sentido y sonreír al notar que se le erizaba la piel -Besaría cada rincón de tu cuerpo, centímetro a centímetro pero...este no es ni el momento ni el lugar ¿por que miras hacia la ventana? No estarás pensando... -negó, rotundamente no. No iba a saltar por una ventana para salir de allí, se encontraba en el burdel porque él mismo lo quería, así lo decidió.
-Mejor súbete-ella lo miraría como a un loco, lo estaba. Entre risas la dejó en el suelo, estaba perfecto para salir aunque..mejor coger una chaqueta, por si refrescaba, en estas noches de primavera solían ser más frías -Vamos se inclinó hacia adelante, flexionando las piernas y esperar a que subiese a su espalda, iba con él, nadie iba a decirles nada. En cuanto la acomodó, se puso en marcha hacia la calle, como a una niña, comenzó a moverla sobre él para que no dejase de reír, viese que le daba igual lo que dijesen, se comportaba como era porque es su noche libre.
La madame, gruñó por lo bajo al verle marcharse, esa mujer lo apreciaba demasiado como trabajador, termina haciendo lo que le daba la gana con una de sus sonrisas de promesa eterna, así se las gastaba el italiano.
-¿A dónde vamos? Está anocheciendo, ahora es cuando salen los gatos y ahora me dirás “claro, tú eres uno” -con ella en la espalda, buscó un banco para que tomase asiento, sus ojos verdes buscaron la mirada de su acompañante, asegurándose que se encontraba bien -Tienes las riendas del caballo, sí...soy yo, soy el caballo ahora deja de reírte como una condenada y dime... ¿estás bien? No me callaría nada, te noto diferente y no sé en qué es -quizás la relación se había enfriado un poco... o simplemente ese espacio-tiempo les había reforzado más su amistad.
-Aún debo mucho, no he pagado ni una pequeña parte. Va lento... demasiado dinero -le consumía pensar en que aún quedaba tanto... volvió a hundirse, a imaginarse una vida como hasta ahora, en el pasado quedó ese Éferon alocado que era invitado a toda fiesta, ahora las propias clientas le invitaban a eventos pero siendo él hacía demasiado tiempo qe no acudía.[/color]
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Había echado mucho de menos a Efe y ahora que por fin podíamos pasar un tiempo juntos pensaba aprovecharlo al máximo, porque con él siempre me sentía a gusto, cómoda, tranquila, querida... él siempre había sido un gran apoyo desde que había llegado a París, me enseñó no solo el lugar sino también el idioma y fue uno de mis pilares importantes en la capital francesa, siempre guardaría en mi memoria todos los momentos que habíamos pasado juntos. No me sentía muy cómoda estando allí con él en ese lugar, yo y mi vergüenza que no podía controlar hacía que mis mejillas estuvieran un poco sonrojadas y me sintiera un poco cohibida aunque no fuera a pasar nada allí, no porque él no quería y porque yo también pensaba lo mismo que Efe, no era ese el lugar y no quería que pareciera que era otra más que pagaba por sus servicios. Me había costado mucho tomar la decisión de ir a verlo al burdel, lo había pensado mucho pero necesitaba verlo y saber que estaba bien y que no le pasaba nada, que a pesar del tiempo que había pasado las cosas entre ambos seguían estando bien... y lo pude comprobar de primera mano, es más, me abrazó como si hubiera pasado años sin vernos y me gustó cómo me estaba tratando, la forma en la que me miraba... ese era mi Efe, y nada podría cambiarlo porque cuando estábamos juntos era como si nos olvidáramos de todo lo demás. Cuando le dije que no le veía casado, porque era un casanova, me miró y enseguida me alzó de la cintura haciendo que girara en círculos con el elevándome, mientras se reía y me tomaba “venganza” por haberle dicho casanova, pero es que lo era porque las mujeres no se resistían cuando él estaba cerca y lo había comprobado muchas veces. Me reí dejando que me alzara y me diera vueltas en volandas aferrándome a él aunque sabía que no iba a dejarme caer en ningún momento, confiaba tanto en él que sabía que no lo haría nunca y que siempre me protegería, por eso mismo había tomado la decisión de estar en el burdel, para que su problema no se convirtiera en el mío y me afectara... yo me había negado pero cuando al italiano se le metía algo entre ceja y ceja no había nada que pudieras hacer para hacerlo cambiar de parecer.
Me dejó sentada en el alfeizar de la ventana y miré por esta a través del cristal para ver si podíamos bajar por allí, para cuando me preguntó en qué estaba pensando mi sonrisa me delató por sí sola mientras lo miraba de reojo, negó con la cabeza porque no pensaba saltar desde la ventana como habíamos saltado una vez desde el balcón en una de las fiestas que dieron en el palacio, hice un mohín pero enseguida vi que se agachaba un poco y me pedía que subiera a su espalda así que tras enarcar una ceja y mirarlo por unos cuantos segundos acabé dando un pequeño salto para subirme a su espalda, sus brazos rodearon mis pineras para que mantuviera el agarre y pasando mis brazos por su cuello dejé que comenzara a andar para salir de aquel lugar mientras él aseguraba que si iba con él no nos iban a decir nada. Él me balanceaba conforme íbamos andando haciendo que riera y que le diera un pequeño golpe en su hombro para que parara pero no lo hizo, es más, imitó un caballo mientras salíamos por la puerta y nos alejábamos así por las calles importándonos poco que nos pudieran decir algo o nos miraran de forma diferente, lo cierto es que con él no me importaba en absoluto lo que me dijeran. Acabamos en un parque que había cerca del burdel y en uno de los bancos me dejó caer con suavidad sentándose a mi lado, dijo que estaba anocheciendo y que pronto saldrían los gatos lo que me llevó a reírme porque él era como un gato con esos ojos felinos que tenía, me reí por sus palabras y mi mano recorrió su brazo de forma lenta mientras lo miraba sin perder la sonrisa en mis labios.
-Es que eres un gato, tienes unos ojos muy felinos... siempre te lo he dicho –porque era cierto, siempre le había dicho eso y no era algo que le resultara extraño. Me dijo que tenía las riendas del caballo y que este era él mientras me reía por sus palabras y negaba con la cabeza dándole un leve golpe en el pecho, me dijo que dejara de reírme de él pero es que no podía porque me resultaba muy gracioso. Lo miré cuando me preguntó si estaba bien ya que me decía que me notaba diferente, aunque no entendía cómo es que podía notarme diferente porque yo seguía igual que siempre- estoy bien, sigo igual que siempre. Sigo entrenando, también voy a alguna que otra fiesta que hacen pero sin ti no es lo mismo... –apoyé mi cabeza en su hombro rodeando su brazo con mis manos- parece que fuera hace unos días cuando llegué a París y ya llevo aquí más de un año, y de todo este tiempo, lo más interesante que he conocido has sido tú –dije con total sinceridad balanceando mis piernas como si fuera una niña pequeña- te echo de menos –dije cerrando los ojos y apoyando más mi frente en su hombro, no dije demasiado cuando me contó que iba recuperando el dinero pero que iba poco a poco, yo podría ayudarlo y él no se dejaba aunque entendía que quisiera hacerlo todo por él mismo- has dicho que es tú noche libre, ¿no? –Alcé mi rostro para mirarlo- ¿hace cuánto que no te diviertes realmente? –Pregunté mirando esos ojos felinos que tenía- sé que esta noche el parque de atracciones está abierto, ¿por qué no vamos y pasamos allí un rato esta noche? También tienen puestos de comida así nos divertimos un rato y pasamos la noche juntos –no quería que pensara que simplemente quería estar con él en... un sentido más íntimo, sí lo quería, pero no había sido ese motivo por el cual había ido a buscarle, sino porque me apetecía muchísimo verle y no había podido aguantar más sin verlo. Aunque sí, lo deseaba pero no quería que pensara que eso había impulsado mi visita al burdel.
Me dejó sentada en el alfeizar de la ventana y miré por esta a través del cristal para ver si podíamos bajar por allí, para cuando me preguntó en qué estaba pensando mi sonrisa me delató por sí sola mientras lo miraba de reojo, negó con la cabeza porque no pensaba saltar desde la ventana como habíamos saltado una vez desde el balcón en una de las fiestas que dieron en el palacio, hice un mohín pero enseguida vi que se agachaba un poco y me pedía que subiera a su espalda así que tras enarcar una ceja y mirarlo por unos cuantos segundos acabé dando un pequeño salto para subirme a su espalda, sus brazos rodearon mis pineras para que mantuviera el agarre y pasando mis brazos por su cuello dejé que comenzara a andar para salir de aquel lugar mientras él aseguraba que si iba con él no nos iban a decir nada. Él me balanceaba conforme íbamos andando haciendo que riera y que le diera un pequeño golpe en su hombro para que parara pero no lo hizo, es más, imitó un caballo mientras salíamos por la puerta y nos alejábamos así por las calles importándonos poco que nos pudieran decir algo o nos miraran de forma diferente, lo cierto es que con él no me importaba en absoluto lo que me dijeran. Acabamos en un parque que había cerca del burdel y en uno de los bancos me dejó caer con suavidad sentándose a mi lado, dijo que estaba anocheciendo y que pronto saldrían los gatos lo que me llevó a reírme porque él era como un gato con esos ojos felinos que tenía, me reí por sus palabras y mi mano recorrió su brazo de forma lenta mientras lo miraba sin perder la sonrisa en mis labios.
-Es que eres un gato, tienes unos ojos muy felinos... siempre te lo he dicho –porque era cierto, siempre le había dicho eso y no era algo que le resultara extraño. Me dijo que tenía las riendas del caballo y que este era él mientras me reía por sus palabras y negaba con la cabeza dándole un leve golpe en el pecho, me dijo que dejara de reírme de él pero es que no podía porque me resultaba muy gracioso. Lo miré cuando me preguntó si estaba bien ya que me decía que me notaba diferente, aunque no entendía cómo es que podía notarme diferente porque yo seguía igual que siempre- estoy bien, sigo igual que siempre. Sigo entrenando, también voy a alguna que otra fiesta que hacen pero sin ti no es lo mismo... –apoyé mi cabeza en su hombro rodeando su brazo con mis manos- parece que fuera hace unos días cuando llegué a París y ya llevo aquí más de un año, y de todo este tiempo, lo más interesante que he conocido has sido tú –dije con total sinceridad balanceando mis piernas como si fuera una niña pequeña- te echo de menos –dije cerrando los ojos y apoyando más mi frente en su hombro, no dije demasiado cuando me contó que iba recuperando el dinero pero que iba poco a poco, yo podría ayudarlo y él no se dejaba aunque entendía que quisiera hacerlo todo por él mismo- has dicho que es tú noche libre, ¿no? –Alcé mi rostro para mirarlo- ¿hace cuánto que no te diviertes realmente? –Pregunté mirando esos ojos felinos que tenía- sé que esta noche el parque de atracciones está abierto, ¿por qué no vamos y pasamos allí un rato esta noche? También tienen puestos de comida así nos divertimos un rato y pasamos la noche juntos –no quería que pensara que simplemente quería estar con él en... un sentido más íntimo, sí lo quería, pero no había sido ese motivo por el cual había ido a buscarle, sino porque me apetecía muchísimo verle y no había podido aguantar más sin verlo. Aunque sí, lo deseaba pero no quería que pensara que eso había impulsado mi visita al burdel.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
“L'amicizia è qualcosa che attraversa
l'anima, è una sensazione...
che tu non stia andando.”
Como era habitual en Asura, la sonrisa de Éferon no se borró de su rostro, es más...terminó convirtiéndose en una risa tan limpia y de absoluta diversión que no podía detenerla. Era increíble lo bien que se sentía a su lado, le recordaba a quién fue, no perder la esencia que le caracterizaba, ese hombre que podía volver loca a cualquier persona en todos los aspectos, hasta confundir e imposible no quererlo. La sonrisa del italiano se ensanchó a medida que las enormes y amplias manos la tomaron de las nalgas para seguir dándole vueltas por la habitación, una y otra hasta tener que detenerse de golpe al marearse.
Y la sonrisa se congeló al oír lo de las fiestas, él sólo acudía como acompañante y en la sombra, dejó de recibir invitaciones. Seguía siendo bien recibido en todas y cada una de ellas pero no por su apellido, ni él mismo...simplemente porque era el perfecto acompañante de cualquier dama, buenos modales, exquisito gusto a la hora de vestir y buena y amena conversación. Chasqueó la lengua, intentó que ese instante feliz no cesase pero se había desviado a otro camino diferente...
-A mí no me quieren en ninguna fiesta si no me pagan para ser el acompañante o amigo de alguien, se acabó la verdadera diversión para mí. Y sobre el tema del lecho, hace tanto que no lo hago por mis propios deseos que creo que se me ha olvidado, aunque he de admitir que mis clientas no son cualquier joven...la madame las elige con sumo cuidado, ya cuchichean a mis espaldas... como para ahora tener que estar cuidándome de poner en peligro o no quién verdadermente quiere pasar un rato conmigo... no por unos francos -la dejó en el suelo, dejando escapar un suspiro pesado.
-Sigo estando aquí, Asura. Sólo que...ahora me dedico a otras cosas...sigo en el restaurante y la señora Gilbert, que me paga para sólo asistir a conciertos de ópera con ella...intenta casarme con jóvenes ricas y hermosas, como si eso fuese tan fácil -se echó a reír, negando con la cabeza, necesitaba un trago...o dos, hablar de estos asuntos con ella no sólo era extraño, inusual... pero ¿desde cuándo no se abría con alguien? Su plan era perfecto, le ofreció su brazo para que él mismo fuese guiado por ella pero... -No tengo dinero ni para un simple vaso de leche. -confesó entendiendo que no quisiera perder su noche con un muerto de hambre por muy amigo que fuese.
-Soy Éferon tu amigo, no tienes que pagarme nada... creo que tengo unos francos para...invitarte a una limonada. A una buena comida...tendrás que invitarme tú ¿qué me sugieres? Porque seguro que todo estará delicioso...quién sabe si luego nos comamos el postre... -se relamió con esa mirada juguetona... picara y traviesa -O … quién sabe si al final te invito comerlo en un plato especial italiano ¿qué te parece? Sí, me refiero a mi cuerpo - siseó para que un grupo de mujeres no les escuchase, a las cuales les guiñó un ojo.
l'anima, è una sensazione...
che tu non stia andando.”
Como era habitual en Asura, la sonrisa de Éferon no se borró de su rostro, es más...terminó convirtiéndose en una risa tan limpia y de absoluta diversión que no podía detenerla. Era increíble lo bien que se sentía a su lado, le recordaba a quién fue, no perder la esencia que le caracterizaba, ese hombre que podía volver loca a cualquier persona en todos los aspectos, hasta confundir e imposible no quererlo. La sonrisa del italiano se ensanchó a medida que las enormes y amplias manos la tomaron de las nalgas para seguir dándole vueltas por la habitación, una y otra hasta tener que detenerse de golpe al marearse.
Y la sonrisa se congeló al oír lo de las fiestas, él sólo acudía como acompañante y en la sombra, dejó de recibir invitaciones. Seguía siendo bien recibido en todas y cada una de ellas pero no por su apellido, ni él mismo...simplemente porque era el perfecto acompañante de cualquier dama, buenos modales, exquisito gusto a la hora de vestir y buena y amena conversación. Chasqueó la lengua, intentó que ese instante feliz no cesase pero se había desviado a otro camino diferente...
-A mí no me quieren en ninguna fiesta si no me pagan para ser el acompañante o amigo de alguien, se acabó la verdadera diversión para mí. Y sobre el tema del lecho, hace tanto que no lo hago por mis propios deseos que creo que se me ha olvidado, aunque he de admitir que mis clientas no son cualquier joven...la madame las elige con sumo cuidado, ya cuchichean a mis espaldas... como para ahora tener que estar cuidándome de poner en peligro o no quién verdadermente quiere pasar un rato conmigo... no por unos francos -la dejó en el suelo, dejando escapar un suspiro pesado.
-Sigo estando aquí, Asura. Sólo que...ahora me dedico a otras cosas...sigo en el restaurante y la señora Gilbert, que me paga para sólo asistir a conciertos de ópera con ella...intenta casarme con jóvenes ricas y hermosas, como si eso fuese tan fácil -se echó a reír, negando con la cabeza, necesitaba un trago...o dos, hablar de estos asuntos con ella no sólo era extraño, inusual... pero ¿desde cuándo no se abría con alguien? Su plan era perfecto, le ofreció su brazo para que él mismo fuese guiado por ella pero... -No tengo dinero ni para un simple vaso de leche. -confesó entendiendo que no quisiera perder su noche con un muerto de hambre por muy amigo que fuese.
-Soy Éferon tu amigo, no tienes que pagarme nada... creo que tengo unos francos para...invitarte a una limonada. A una buena comida...tendrás que invitarme tú ¿qué me sugieres? Porque seguro que todo estará delicioso...quién sabe si luego nos comamos el postre... -se relamió con esa mirada juguetona... picara y traviesa -O … quién sabe si al final te invito comerlo en un plato especial italiano ¿qué te parece? Sí, me refiero a mi cuerpo - siseó para que un grupo de mujeres no les escuchase, a las cuales les guiñó un ojo.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Si había algo que más me gustaba de Éferon era la forma en la que tenía de tratarme, de sacarme una sonrisa con el acto más tonto e idiota que existía en el mundo entero haciendo que me sonrojara, siempre había pensado y sabido que a él le gustaba hacerme sonrojar porque le gustaba ver mis mejilla encendidas incluso con cosas que eran tan nimias que no haría que ninguna mujer se sonrojara... pero lo cierto es que yo no era como ninguna mujer que él hubiera conocido. Éferon era mi amigo desde hacía un par de años, el primero que había tenido realmente en París y al que quería con locura, con el que había fantaseado miles de veces en que sus ojos se fijaran de la misma forma que lo hacía con algunas de las mujeres que lo cortejaban a él, porque sí, a ese hombre las mujeres se le acercaban buscando un encuentro más íntimo que delante de cien pares de ojos mientras que yo siempre había quedado relegada en un segundo lugar. No fue hasta que me atreví a contarle lo que sentía por él, lo que hacía sentirle a mi cuerpo cuando estaba en su presencia que él no se dio cuenta, ¿cómo nunca pudo fijarse en la forma en la que lo miraba? Porque hasta ese momento jamás había reparado en mí como las demás mujeres, porque para él siempre era su amiga y siempre lo sería siendo. Que él fuera el primero fue el mejor regalo que nadie pudiera haberme dado en muchísimo tiempo, había fantaseado con esa primera vez y siempre que lo había hecho no había podido poner otra cara que no hubiera sido la suya...siempre deseé que fuera él pero sabía que eso sería demasiado complicado y difícil, que no sería tan fácil que sucediera y sin embargo evocar ese recuerdo hacía que mi cuerpo ardiera por el deseo y que mis mejillas tomaran un matiz mucho más rojizo de lo normal. Incluso estando con él me ruborizaba con una facilidad pasmosa y es que a él no le costaba demasiado porque me conocía tan bien que sabía lo que tenía que decir para hacerme sonrojar. Había “odiado” que me dijera que debía de trabajar en el burdel para pagar sus deudas y poder salir de aquel agujero que su padre le había dejado, había intentado por todos los medios que no trabajara en el burdel pero no había podido evitarlo y aunque me costó tras echarlo muchísimo de menos decidí acercarme para verlo, y mi visita había borrado todo el tiempo que habíamos estado separados, salimos del burdel en dirección al parque porque quería pasar esa noche con mi amigo, con aquel al que siempre estaría presente en mi vida sin importar qué pasara con ambos.
Me gustaba verlo feliz y sonriendo, de esas sonrisas que robaban el alma porque lo hacía de verdad con esos ojos felinos preciosos que tenía, siempre había pensado que no sabía como un hombre como él podría haber querido tener algo conmigo con lo vergonzosa y tímida que yo era comparada con las demás mujeres que no dudaban en tomar lo que querían. Quería compartir una noche con él en la que nos olvidáramos de que trabajaba en ese lugar y solamente ser él y yo, Éferon y Asura, dos amigos y dos almas que se habían encontrado apara ayudarse y apoyarse mutuamente... aunque a veces mis sentimientos por él variaran cuando lo tenía cerca porque si algo sabía es que jamás debía de enterarse de lo que por él sentía, siempre seguiría siendo mi secreto, porque sabía que él jamás me vería como algo más que una amiga y aunque me doliera así debía de seguir siendo. Me mordí el labio cuando dijo que ya no acudía a fiestas salvo que le pagaran, sabía que él no quería mi dinero y mi ayuda porque jamás permitiría que me viera inmiscuida en sus asuntos aun cuando era yo quien se ofrecía para ayudarlo en todo lo que pudiera, en todo lo que me fuera posible. Sabía que si le pagaba para que me acompañara a una de las fiestas no querría tomar mi dinero, era tan predecible en algunos sentidos que ya sabía que se negaría en rotundo si intentaba ayudarle en ese sentido, así que me mordí el labio y no dije nada al respecto. Lo escuché dejando que me contara aquello que tenía que decirme, que se desahogara conmigo pero yo lo que quería era que pasáramos un rato divertido y nos olvidáramos del burdel y de su trabajo. Tomé su mano entre las mías y le sonreí para que dejara de pensar en si tenía dinero o no, ¿acaso no le había dicho que lo iba a invitar? Una amiga podía invitar a un amigo las veces que quisiera y yo quería invitarlo a pasar una noche conmigo, a divertirnos, a disfrutar... y que terminara como tuviera que terminar aunque me reí sintiendo mis mejillas encendidas por sus propias palabras haciendo que le diera un manotazo en su brazo por su atrevimiento, por ser como él siempre era en ese sentido gastándome bromas –y a veces no tan bromas- en ese tema que él sabía que tanta vergüenza me daba.
-¡Éferon! –Le dije dándole un golpecito en su brazo mientras él se reía poniendo esa sonrisa que tan bien me conocía y yo negaba con la cabeza, ese hombre era incorregible y sabía que se estaba refiriendo al hecho de acabar la noche los dos, juntos- pero a mí me apetece invitarte esta noche y créeme que no voy a tener un no por respuesta así que venga, vamos –dije tirando de su brazo levantándome del banco donde estábamos sentados en el parque y tirar de él para acercarnos a un puesto de comida donde vendían algunos helados- venga, ¿cuál quieres? –Tenía la intención de ir a la feria con él, quería que se olvidara de su rutina diaria y de su trabajo así que algo de diversión no nos vendría mal. Una vez teníamos los helados tiré de él por el parque hasta que llegamos al parque de atracciones que estaba algo lleno por la buena noche que hacía- quiero montar en la noria, ¿vienes conmigo? –Pregunté mientras lamía el helado y lo miraba a lo que él se reía- ¿qué? –Pregunté de lo más inocente para darme cuenta de lo que estaba pensando y negar con la cabeza- eres único, Efe –comenté inclinándome para dejar un beso en su mejilla sintiendo el calor que desprendía su piel, lo bien que olía- sabes que siempre he querido venir al parque y hacía mucho tiempo que no veníamos –no quería pensar en el supuesto “postre” que él había mencionado en el que claramente el postre era él, ¿acaso no se daba cuenta de cómo reaccionaba mi cuerpo cuando me decía esas cosas? ¿Cómo temblaba como una hoja cuando se acercaba demasiado y mis mejillas encendidas delataban cómo me ponía? Le gustaba verme así y yo lo sabía, claro que lo sabía- podemos comer aquí, hay un puesto de comida y aunque no será lo mismo que si me cocinas tú, al menos podemos probarlo –dije envolviendo mi brazo con el suyo mientras nos acercábamos a las atracciones para montarnos, luego tenía pensado comer algo en el puesto y después si quería que el fuera el postre... mordí mi labio y acabé en la cola donde nos encontrábamos apoyando mi cabeza en su pecho rodeando su espalda con mis brazos, cerré los ojos y por unos momentos me olvidé de todo disfrutando de tenerlo allí conmigo, de disfrutar de un poco de libertad para los dos y pasárnoslo bien juntos- te he echado tanto de menos –volví a confesar sin separarme de su cuerpo, me había costado mucho dar el paso de ir al burdel y verlo con mis propios ojos.
Me gustaba verlo feliz y sonriendo, de esas sonrisas que robaban el alma porque lo hacía de verdad con esos ojos felinos preciosos que tenía, siempre había pensado que no sabía como un hombre como él podría haber querido tener algo conmigo con lo vergonzosa y tímida que yo era comparada con las demás mujeres que no dudaban en tomar lo que querían. Quería compartir una noche con él en la que nos olvidáramos de que trabajaba en ese lugar y solamente ser él y yo, Éferon y Asura, dos amigos y dos almas que se habían encontrado apara ayudarse y apoyarse mutuamente... aunque a veces mis sentimientos por él variaran cuando lo tenía cerca porque si algo sabía es que jamás debía de enterarse de lo que por él sentía, siempre seguiría siendo mi secreto, porque sabía que él jamás me vería como algo más que una amiga y aunque me doliera así debía de seguir siendo. Me mordí el labio cuando dijo que ya no acudía a fiestas salvo que le pagaran, sabía que él no quería mi dinero y mi ayuda porque jamás permitiría que me viera inmiscuida en sus asuntos aun cuando era yo quien se ofrecía para ayudarlo en todo lo que pudiera, en todo lo que me fuera posible. Sabía que si le pagaba para que me acompañara a una de las fiestas no querría tomar mi dinero, era tan predecible en algunos sentidos que ya sabía que se negaría en rotundo si intentaba ayudarle en ese sentido, así que me mordí el labio y no dije nada al respecto. Lo escuché dejando que me contara aquello que tenía que decirme, que se desahogara conmigo pero yo lo que quería era que pasáramos un rato divertido y nos olvidáramos del burdel y de su trabajo. Tomé su mano entre las mías y le sonreí para que dejara de pensar en si tenía dinero o no, ¿acaso no le había dicho que lo iba a invitar? Una amiga podía invitar a un amigo las veces que quisiera y yo quería invitarlo a pasar una noche conmigo, a divertirnos, a disfrutar... y que terminara como tuviera que terminar aunque me reí sintiendo mis mejillas encendidas por sus propias palabras haciendo que le diera un manotazo en su brazo por su atrevimiento, por ser como él siempre era en ese sentido gastándome bromas –y a veces no tan bromas- en ese tema que él sabía que tanta vergüenza me daba.
-¡Éferon! –Le dije dándole un golpecito en su brazo mientras él se reía poniendo esa sonrisa que tan bien me conocía y yo negaba con la cabeza, ese hombre era incorregible y sabía que se estaba refiriendo al hecho de acabar la noche los dos, juntos- pero a mí me apetece invitarte esta noche y créeme que no voy a tener un no por respuesta así que venga, vamos –dije tirando de su brazo levantándome del banco donde estábamos sentados en el parque y tirar de él para acercarnos a un puesto de comida donde vendían algunos helados- venga, ¿cuál quieres? –Tenía la intención de ir a la feria con él, quería que se olvidara de su rutina diaria y de su trabajo así que algo de diversión no nos vendría mal. Una vez teníamos los helados tiré de él por el parque hasta que llegamos al parque de atracciones que estaba algo lleno por la buena noche que hacía- quiero montar en la noria, ¿vienes conmigo? –Pregunté mientras lamía el helado y lo miraba a lo que él se reía- ¿qué? –Pregunté de lo más inocente para darme cuenta de lo que estaba pensando y negar con la cabeza- eres único, Efe –comenté inclinándome para dejar un beso en su mejilla sintiendo el calor que desprendía su piel, lo bien que olía- sabes que siempre he querido venir al parque y hacía mucho tiempo que no veníamos –no quería pensar en el supuesto “postre” que él había mencionado en el que claramente el postre era él, ¿acaso no se daba cuenta de cómo reaccionaba mi cuerpo cuando me decía esas cosas? ¿Cómo temblaba como una hoja cuando se acercaba demasiado y mis mejillas encendidas delataban cómo me ponía? Le gustaba verme así y yo lo sabía, claro que lo sabía- podemos comer aquí, hay un puesto de comida y aunque no será lo mismo que si me cocinas tú, al menos podemos probarlo –dije envolviendo mi brazo con el suyo mientras nos acercábamos a las atracciones para montarnos, luego tenía pensado comer algo en el puesto y después si quería que el fuera el postre... mordí mi labio y acabé en la cola donde nos encontrábamos apoyando mi cabeza en su pecho rodeando su espalda con mis brazos, cerré los ojos y por unos momentos me olvidé de todo disfrutando de tenerlo allí conmigo, de disfrutar de un poco de libertad para los dos y pasárnoslo bien juntos- te he echado tanto de menos –volví a confesar sin separarme de su cuerpo, me había costado mucho dar el paso de ir al burdel y verlo con mis propios ojos.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
“El tiempo pasa pero seguimos siendo nosotros mismo con quién realmente así nos hace sentir”
La inocencia de Asura era algo que le caracterizaba, esa dulzura innata que desde que se conocieron brillaba con luz propia. Su sinceridad la atesoraba más que nada, en el tiempo que estuvieron sin verse la extrañó pero por el bien de la nipona, fue mejor el alejarse y tomase el camino que realmente le llevase a salvar su vida. Sonrió al percatarse de las mejillas sonrojadas, a él que no le importaba en absoluto hacer ciertos comentarios escandalosos a Asura le llevaba por el camino de la vergüenza.
-¿Qué, signorina? Oh vamos, ni que fuese la primera vez, ya me conoces. Y no cambiaría por nada del mundo, además te ves realmente encantadora con ese tono rosado, aún más adorable de lo que sueles ser. ¿Algo nuevo después de … aquel día? No volvimos a coincidir y creeme que te escribí muchas cartas pero no me atreví a mandar ninguna, no sirvo para escribir nada y apenas un “mi queridísima nipona, perdona a este italiano loco y descarado” a partir de ahí, nada más -y allí estaba su propuesta de invitarle, le conocía y aprovecharse de la situación no era de sus pasatiempos favoritos, aprovecharse de otros ...sí pero no de ella.
Carraspeó, se sentía muy incómodo, apenas llevaba unos francos en el bolsillo, curioso cuando iba vestido de manera impecable y con esa sonrisa podría conseguir todo lo que quisiera. Toda clienta que pasaba por sus brazos le pedía algo diferente, convirtiéndose en ese dulce o fiero amante, cumplía con los deseos y fantasías femeninas...pero a él mismo, a Éferon Gianetti nadie le había preguntado ¿qué deseaba por un sólo día? Se conformaba con uno, era tan simple como eso, quien lo tuvo todo...ahora apreciaba las conversaciones entre candelabros de oro, champagne y decoración exquisita, las sonrisas sinceras y no fingidas por su parte, eso le ocurría con ella. Ambos sabían la verdad, jamás volvería a ser quién fue y eso le concomía en su interior. No podía parar, debía seguir adelante.
-La última vez me terminé bañando desnudo en el lago... como remate final, no parabas de recriminarme mi actitud pero al final también te uniste. Fue un día muy divertido y...sabes que no puedo complacerte con lo de la noria... me ...ya lo sabes -el rostro del italiano se desfiguró por completo, el simple hecho de imaginarse subido en aquel cacharro... sí, comenzó a sudar como en su vida había hecho -No me van demasiado las alturas, ¿quieres que muera? Eso se mueve, no paro de pensar en que caeremos y...mejor eso de un buen restaurante...o mejor, uno de esos puestos ambulantes, yo te invito pero per favore... no me lleves a la noria -
la abrazó contra sí, el paseo le resultaba gratificante, más su compañía. Le apetecía una de esas manzanas caramelizadas, por más que él lo había intentado, no le salía del mismo modo. Se adelantó a tomar las dos que pidieron para que ella no se manchase...y pagase, el perfecto caballero sin un franco, desde luego dejaba mucho que desear.
-Di la verdad, has echado de menos que te lleve la comida y de paso... presumir de tu amigo íntimo y atractivo que te consiente, ¿Es eso? -lanzó la pregunta de lo más divertido, sin poder caer en la tentación de morder la manzana prohibida -Toma -se la ofreció él mismo, con su eterna sonrisa, algunas cosas no cambiaban...la normalidad en esa noche de Paris, seguido por las estrellas.
La inocencia de Asura era algo que le caracterizaba, esa dulzura innata que desde que se conocieron brillaba con luz propia. Su sinceridad la atesoraba más que nada, en el tiempo que estuvieron sin verse la extrañó pero por el bien de la nipona, fue mejor el alejarse y tomase el camino que realmente le llevase a salvar su vida. Sonrió al percatarse de las mejillas sonrojadas, a él que no le importaba en absoluto hacer ciertos comentarios escandalosos a Asura le llevaba por el camino de la vergüenza.
-¿Qué, signorina? Oh vamos, ni que fuese la primera vez, ya me conoces. Y no cambiaría por nada del mundo, además te ves realmente encantadora con ese tono rosado, aún más adorable de lo que sueles ser. ¿Algo nuevo después de … aquel día? No volvimos a coincidir y creeme que te escribí muchas cartas pero no me atreví a mandar ninguna, no sirvo para escribir nada y apenas un “mi queridísima nipona, perdona a este italiano loco y descarado” a partir de ahí, nada más -y allí estaba su propuesta de invitarle, le conocía y aprovecharse de la situación no era de sus pasatiempos favoritos, aprovecharse de otros ...sí pero no de ella.
Carraspeó, se sentía muy incómodo, apenas llevaba unos francos en el bolsillo, curioso cuando iba vestido de manera impecable y con esa sonrisa podría conseguir todo lo que quisiera. Toda clienta que pasaba por sus brazos le pedía algo diferente, convirtiéndose en ese dulce o fiero amante, cumplía con los deseos y fantasías femeninas...pero a él mismo, a Éferon Gianetti nadie le había preguntado ¿qué deseaba por un sólo día? Se conformaba con uno, era tan simple como eso, quien lo tuvo todo...ahora apreciaba las conversaciones entre candelabros de oro, champagne y decoración exquisita, las sonrisas sinceras y no fingidas por su parte, eso le ocurría con ella. Ambos sabían la verdad, jamás volvería a ser quién fue y eso le concomía en su interior. No podía parar, debía seguir adelante.
-La última vez me terminé bañando desnudo en el lago... como remate final, no parabas de recriminarme mi actitud pero al final también te uniste. Fue un día muy divertido y...sabes que no puedo complacerte con lo de la noria... me ...ya lo sabes -el rostro del italiano se desfiguró por completo, el simple hecho de imaginarse subido en aquel cacharro... sí, comenzó a sudar como en su vida había hecho -No me van demasiado las alturas, ¿quieres que muera? Eso se mueve, no paro de pensar en que caeremos y...mejor eso de un buen restaurante...o mejor, uno de esos puestos ambulantes, yo te invito pero per favore... no me lleves a la noria -
la abrazó contra sí, el paseo le resultaba gratificante, más su compañía. Le apetecía una de esas manzanas caramelizadas, por más que él lo había intentado, no le salía del mismo modo. Se adelantó a tomar las dos que pidieron para que ella no se manchase...y pagase, el perfecto caballero sin un franco, desde luego dejaba mucho que desear.
-Di la verdad, has echado de menos que te lleve la comida y de paso... presumir de tu amigo íntimo y atractivo que te consiente, ¿Es eso? -lanzó la pregunta de lo más divertido, sin poder caer en la tentación de morder la manzana prohibida -Toma -se la ofreció él mismo, con su eterna sonrisa, algunas cosas no cambiaban...la normalidad en esa noche de Paris, seguido por las estrellas.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Re: Una noche.....diferente [Privado]
Para mí Éferon sería siempre el mismo hombre que había conocido hacía ya más de un año, aquel que me había ayudado cuando no tenía a nadie y apenas conocía bien el idioma, el que había estado para ayudarme cuando más perdida me sentía, el que me sacaba una sonrisa, el que siempre hacía que me sonrojara poniéndome roja como un tomate, el que hacía mis noches y mis tardes más amenas y el que me había acompañado a muchos bailes en los que de no estar él habría estado mayormente sola. Éferon había sido como un regalo divino caído del cielo para guiar mis pasos, había sido mi confidente, mi amigo, mi hombro, mi apoyo, el que limpiaba mis lágrimas cuando peor estaba y por increíble que pareciera; mi amante. Con él había conocido lo que era la sensación de sentirse “amado”, al menos en lo que al cuerpo se refería al mantener una relación sexual, el primero en acariciar mi cuerpo desnudo, el único en verme desnuda y también el único en tomar mi cuerpo... porque no me había entregado a nadie más y ni siquiera se me había cruzado tal pensamiento. Quizás porque yo no había despertado de una forma tan salvaje ese lado que todo ser humano tiene, pero que sí parecía activarse cuando estaba él cerca de mí aunque los sentimientos que me provocaba el italiano muchas veces no sabía interpretarlos, yo misma me confundía con lo que sentía pero jamás le diría la verdad porque temía perderle. Ya me la jugué cuando le dije que quería que fuera él, y no otro, el que tomara mi cuero y me convirtiera en mujer... no me fiaba de nadie más que de él para eso y al final me había armado de valor para decírselo, pero ir más allá era algo que me había prometido a mí misma que no diría nunca porque no sabía muy bien cuál sería la respuesta del italiano, él jamás se ataría a nadie y yo no quería que nuestra situación cambiara o nuestra relación se viera incómoda por ello... prefería guardar silencio y disfrutar de lo que él me ofrecía a que todo cambiara por completo y pudiera perderlo. Era cierto que lo había echado mucho de menos y que había pensado varias veces en ir a verlo al burdel, pero siempre me había echado atrás por pura vergüenza, pero lo había echado en falta muchísimo y lo había extrañado los días que había pasado lejos de él. De ahí mi decisión de ir a verlo y sorprenderlo para poder pasar un rato con él, me alegraba que hubiéramos dejado ese lugar y diéramos una vuelta aprovechando la buena noche que hacía y que él estaba libre. Quería ir al parque de atracciones y rememorar viejos tiempos, pasarlo bien, divertirnos, reírnos juntos y olvidar lo que habían cambiado nuestras vidas desde la última vez que nos vimos; él en el burdel trabajo, yo comprometida en un matrimonio falso. Él seguía siendo el mismo italiano bribón sin importar el tiempo que pasara y el que me hacía sonrojarme para dos por tres, pude convencerlo de ir al parque de atracciones en el que aferrada a su brazo tiraba de él atravesando el parque hasta donde a lo lejos se podían ver las luces de la entrada mientras andábamos tranquilamente, sin prisa alguna.
Negué con la cabeza cuando me dijo que le gustaba hacerme sonrojar y no me extrañaba en absoluto porque siempre lo hacía y siempre me tenía roja cuando estaba con él, mis ojos lo miraron cuando preguntó si había algo después de ese día y mordí mi labio, ¿se pensaba que había estado con otra persona después de lo que habíamos tenido? Ni siquiera se había pasado por mi cabeza, no confiaba en nadie como para eso incluso después de habernos acostado porque era muy tímida, con él me había costado dar mucho el paso y nos conocíamos así que sin conocerlo era incapaz de darlo. Negué con la cabeza haciéndole saber que no, que no había estado con nadie desde esa vez, esa despedida que tuvimos en mi casa y en la que había pensado muchas veces, que había recodado siempre que me tumbaba en la cama porque era como si pudiera oler al italiano allí, recorriendo mi cuerpo con sus labios otorgándome placer, volviéndome loca cada vez que me hacía alcanzar el orgasmo de diferentes maneras. Me sonrojé aún más por mis propios pensamientos y luego me reí dándole un ligero golpe en su brazo por sus palabras de la carta aunque lo cierto es que fuera larga o corta la carta me hubiera dado igual, me habría contentado con recibir algo suyo y ver que también me echaba de menos. Que quisiera ir al parque ya era todo un logro y reí cuando contó aquella noche que habíamos pasado en la que terminó bañándose en el lago mientras yo me reía negando con la cabeza, ese hombre siempre hacía locuras y lo extraño es que me arrastraba a mí para hacerlas también divirtiéndonos los dos. Sí que fue una noche divertida esa y luego recordé lo de la noria, se me había pasado que le tenía miedo a las alturas por lo que me reí ante su exagerada explicación negando con la cabeza por lo bobo que era, pero me encantaba que fuera así y no podía evitarlo. Seguía con la idea de que quería invitarme y cuando se le metía algo entre ceja y ceja era muy extraño que cambiara de parecer y que no se saliera con la suya por lo que al final desistí y le dejé hacer, quería invitarme y ya que hacía tiempo que no nos veíamos lo dejaría hacerlo. Apoyé mi cabeza en su hombro mientras avanzábamos abrazados hasta llegar al puesto donde vendían las manzanas caramelizadas, y antes de que pudiera hacer nada se adelantó para pagar y entregarme una no sin antes darle un mordisco que me hizo sonreír de lado.
-No cambies nunca, Efe –dije divertida tomando el palo de la manzana entre mis dedos- oh sí, me has pillado –asentí con la cabeza- ya sabes lo que me gusta presumir de mi mejor amigo, el italiano atractivo y sexy que te roba el corazón con una de sus miradas felinas... creo que deberían de advertir que puedes ser un peligro público, ¿te sientes tranquilo cuando sales a la calle? Lo digo porque deben de lanzarse a por ti nada más verte –reí por la broma que le había hecho aunque realmente no era ninguna broma, había visto las miradas de las jóvenes que le lanzaban, cómo lo devoraban con la mirada y lo repasaban, en los bailes no había mujer que no se hubiera acercado al italiano para tener algo de su atención aunque fuera por unos pocos segundos- en realidad sí he echado de menos que me dieras de comer, lo cierto es que me gustó bastante –dije dando un bocado a la manzana, eso me hizo recordar aquella cena que preparó en casa y que me hizo morderme el labio mirándolo- eres un gran cocinero y siempre te lo he dicho, pero a veces no me haces caso –le ofrecí la manzana para que también diera un par de mordisco mientras veía la feria y pensaba en qué podíamos montarnos- te perdonaré lo de la noria solo porque eres tú, pero sí que podríamos montarnos en alguna atracción ¿no crees? Alguna que no sea tan peligrosa y arriesguemos nuestras vidas en ella –reí divertida por el ello- ¿el carrusel, quizás? Tenemos opciones para elegir, luego si quieres podemos ir a dar una vuelta, me gustaría aprovechar esta noche contigo ya que llevamos sin vernos tanto tiempo.
Negué con la cabeza cuando me dijo que le gustaba hacerme sonrojar y no me extrañaba en absoluto porque siempre lo hacía y siempre me tenía roja cuando estaba con él, mis ojos lo miraron cuando preguntó si había algo después de ese día y mordí mi labio, ¿se pensaba que había estado con otra persona después de lo que habíamos tenido? Ni siquiera se había pasado por mi cabeza, no confiaba en nadie como para eso incluso después de habernos acostado porque era muy tímida, con él me había costado dar mucho el paso y nos conocíamos así que sin conocerlo era incapaz de darlo. Negué con la cabeza haciéndole saber que no, que no había estado con nadie desde esa vez, esa despedida que tuvimos en mi casa y en la que había pensado muchas veces, que había recodado siempre que me tumbaba en la cama porque era como si pudiera oler al italiano allí, recorriendo mi cuerpo con sus labios otorgándome placer, volviéndome loca cada vez que me hacía alcanzar el orgasmo de diferentes maneras. Me sonrojé aún más por mis propios pensamientos y luego me reí dándole un ligero golpe en su brazo por sus palabras de la carta aunque lo cierto es que fuera larga o corta la carta me hubiera dado igual, me habría contentado con recibir algo suyo y ver que también me echaba de menos. Que quisiera ir al parque ya era todo un logro y reí cuando contó aquella noche que habíamos pasado en la que terminó bañándose en el lago mientras yo me reía negando con la cabeza, ese hombre siempre hacía locuras y lo extraño es que me arrastraba a mí para hacerlas también divirtiéndonos los dos. Sí que fue una noche divertida esa y luego recordé lo de la noria, se me había pasado que le tenía miedo a las alturas por lo que me reí ante su exagerada explicación negando con la cabeza por lo bobo que era, pero me encantaba que fuera así y no podía evitarlo. Seguía con la idea de que quería invitarme y cuando se le metía algo entre ceja y ceja era muy extraño que cambiara de parecer y que no se saliera con la suya por lo que al final desistí y le dejé hacer, quería invitarme y ya que hacía tiempo que no nos veíamos lo dejaría hacerlo. Apoyé mi cabeza en su hombro mientras avanzábamos abrazados hasta llegar al puesto donde vendían las manzanas caramelizadas, y antes de que pudiera hacer nada se adelantó para pagar y entregarme una no sin antes darle un mordisco que me hizo sonreír de lado.
-No cambies nunca, Efe –dije divertida tomando el palo de la manzana entre mis dedos- oh sí, me has pillado –asentí con la cabeza- ya sabes lo que me gusta presumir de mi mejor amigo, el italiano atractivo y sexy que te roba el corazón con una de sus miradas felinas... creo que deberían de advertir que puedes ser un peligro público, ¿te sientes tranquilo cuando sales a la calle? Lo digo porque deben de lanzarse a por ti nada más verte –reí por la broma que le había hecho aunque realmente no era ninguna broma, había visto las miradas de las jóvenes que le lanzaban, cómo lo devoraban con la mirada y lo repasaban, en los bailes no había mujer que no se hubiera acercado al italiano para tener algo de su atención aunque fuera por unos pocos segundos- en realidad sí he echado de menos que me dieras de comer, lo cierto es que me gustó bastante –dije dando un bocado a la manzana, eso me hizo recordar aquella cena que preparó en casa y que me hizo morderme el labio mirándolo- eres un gran cocinero y siempre te lo he dicho, pero a veces no me haces caso –le ofrecí la manzana para que también diera un par de mordisco mientras veía la feria y pensaba en qué podíamos montarnos- te perdonaré lo de la noria solo porque eres tú, pero sí que podríamos montarnos en alguna atracción ¿no crees? Alguna que no sea tan peligrosa y arriesguemos nuestras vidas en ella –reí divertida por el ello- ¿el carrusel, quizás? Tenemos opciones para elegir, luego si quieres podemos ir a dar una vuelta, me gustaría aprovechar esta noche contigo ya que llevamos sin vernos tanto tiempo.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Volver a sentirme como un niño, soñar despierto.*~
El modo de ver su nueva vida, no lo había cambiado ni un ápice, seguía siendo el mismo de siempre, un soplo de aire fresco en las aburridas vidas de las jóvenes y no tan jóvenes de clase alta. Los ojos de gato de Éfe se entrecerraron seguido de una sonrisa al oírle decir nuevamente que no cambiase ¿por qué tendría que cambiar? Era auténtico y las personas auténticas no cambiaban así por así, seguía siendo ese descarado y elegante caballero que alegraba la vista y la vida con sus más sinceras y elocuentes palabras, su don era el encandilar y agradar a los demás, ver sonrisas le encantaba.
-Más bien...tengo miedo de encontrarme a ciertos tipos reclamando más y más dinero, no creas que ha acabado la pesadilla. Debo y mucho -se encogió de hombros, mirándola con sinceridad y sin perder la sonrisa, seguía siendo tan positivo y servicial, no se dejaba achantar por nada y nadie. Se sentía a gusto con su mejor amiga, compartiendo momentos diferentes del burdel. Éferon seguía teniendo ese carisma que le caracterizaba, tan cercano con sus más allegados amigos, al menos...con los que le quedaron.
Cuando el dinero escapó de sus manos, posesiones y ya no era invitado a fiestas por méritos propios, algunas personas que creía permanecerían para lo bueno y lo malo...terminaron decepcionándolo, dándole la espalda como si la cercanía que tuvieron y la intimidad en un pasado... no hubiese existido. Ser acompañante y amante le había abierto muchas puertas y los ojos, siempre se andó con cuidado a quien se acercaba y volcaba su confianza.
-No creas que ir por la calle y se me acerquen con ciertos propósitos sea...muy agradable, más en tus ratos libres. Me dedico a ello, acompañante, amante...pero ¿quién busca a Éferon Gianetti? Ya es historia, mi apellido lo manchó mi padre y lo sabes, cuesta mucho pero todo a su tiempo -se dirigió con ella hacia uno de esos carruseles con caballos y pequeñas carrozas, sus ojos verdes centellearon al ver como la atracción daba vueltas y vueltas.
Señaló para que montasen, como no, le ofreció entrase junto con una distinguida reverencia. No le importó no tener edad, se subió en uno de los caballos, uno blanco y dorado. Sonrió como un niño, esperando a que aquello comenzase a dar vueltas.
-
-Agárrate fuerte, veremos a ver quién gana -él iba tras ella, sería curioso y extraño si él ganase. Como dos niños que compartían un momento, un instante...así justo se sentía.
El modo de ver su nueva vida, no lo había cambiado ni un ápice, seguía siendo el mismo de siempre, un soplo de aire fresco en las aburridas vidas de las jóvenes y no tan jóvenes de clase alta. Los ojos de gato de Éfe se entrecerraron seguido de una sonrisa al oírle decir nuevamente que no cambiase ¿por qué tendría que cambiar? Era auténtico y las personas auténticas no cambiaban así por así, seguía siendo ese descarado y elegante caballero que alegraba la vista y la vida con sus más sinceras y elocuentes palabras, su don era el encandilar y agradar a los demás, ver sonrisas le encantaba.
-Más bien...tengo miedo de encontrarme a ciertos tipos reclamando más y más dinero, no creas que ha acabado la pesadilla. Debo y mucho -se encogió de hombros, mirándola con sinceridad y sin perder la sonrisa, seguía siendo tan positivo y servicial, no se dejaba achantar por nada y nadie. Se sentía a gusto con su mejor amiga, compartiendo momentos diferentes del burdel. Éferon seguía teniendo ese carisma que le caracterizaba, tan cercano con sus más allegados amigos, al menos...con los que le quedaron.
Cuando el dinero escapó de sus manos, posesiones y ya no era invitado a fiestas por méritos propios, algunas personas que creía permanecerían para lo bueno y lo malo...terminaron decepcionándolo, dándole la espalda como si la cercanía que tuvieron y la intimidad en un pasado... no hubiese existido. Ser acompañante y amante le había abierto muchas puertas y los ojos, siempre se andó con cuidado a quien se acercaba y volcaba su confianza.
-No creas que ir por la calle y se me acerquen con ciertos propósitos sea...muy agradable, más en tus ratos libres. Me dedico a ello, acompañante, amante...pero ¿quién busca a Éferon Gianetti? Ya es historia, mi apellido lo manchó mi padre y lo sabes, cuesta mucho pero todo a su tiempo -se dirigió con ella hacia uno de esos carruseles con caballos y pequeñas carrozas, sus ojos verdes centellearon al ver como la atracción daba vueltas y vueltas.
Señaló para que montasen, como no, le ofreció entrase junto con una distinguida reverencia. No le importó no tener edad, se subió en uno de los caballos, uno blanco y dorado. Sonrió como un niño, esperando a que aquello comenzase a dar vueltas.
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-Agárrate fuerte, veremos a ver quién gana -él iba tras ella, sería curioso y extraño si él ganase. Como dos niños que compartían un momento, un instante...así justo se sentía.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una noche.....diferente [Privado]
Las cosas habían cambiado para ambos desde la última vez que nos habíamos visto, aunque sin duda el cambio más significativo era la del hombre que tenía frente a mí, el amigo que tuve en París y que me había acompañado por tanto tiempo, el consejero, el que me entendía, el que con una sonrisa era capaz de robar el aliento a cualquier mujer que se prestara... ese que ahora había visto su vida cambiada de una forma que ninguno habíamos pensado. Él, el que siempre sacaba una sonrisa en los peores momentos, el que siempre tenía palabras de apoyo, el que siempre estaba cuando más lo necesitaba y el único hombre que me había visto desnuda, que me había tenido entre sus brazos. Para mí él era tan especial que decirlo con palabras no sería suficiente y siempre me quedarían cosas por decir, para mí nada había cambiado lo que ahora tenía que hacer para sobrevivir y pagar esas deudas que su padre le había dejado, para mí era ese italiano de ojos felinos que tanto me encantaba. Siendo sincera aunque fuera para mí en mis pensamientos hasta sentía cierta envidia de las mujeres que estaban a su lado, aunque bien sabía que él no era algo que le gustara hacer ni era por propia decisión y elección, pero al fin y al cabo pasaban tiempo con él, podían estar con él... y me sentía un tanto con envidia por eso ya que las cosas habían cambiado, o más bien, había cambiado el tiempo que teníamos para vernos. Él quería hacer las cosas bien y yo no iba a ser quien se dijera lo contrario, así que lo apoyaba aunque me daban ganas de darle el dinero y pagar la deuda por mí cuenta sin que él supiera nada. Veía sonreír a Efe, pero no era la misma sonrisa brillante de siempre y eso me entristecía porque yo siempre quería verlo bien. Por suerte teníamos esa noche para disfrutar los dos y volver a sentirnos como antaño, como las tardes y noches que habíamos pasado en la feria y habíamos disfrutado juntos. No comenté nada al respecto porque no era necesario, no quería que él estuviera mal así que mejor era no decir nada y que el tiempo solucionara las cosas porque sabía que tarde o temprano él volvería a ser el de antaño y no tendría que recurrir a dicho trabajo para salir del paso como estaba haciendo en esos momentos. Reí cuando lo vi con esa actitud mientras lo veía dirigirse al tiovivo para montarse en uno de los caballos como si fuera un niño pequeño mientras negaba con la cabeza divertida por la estampa que presentaba en esos momentos, eso era lo que me gustaba de Efe, que tenía la capacidad para cambiar de parecer y sacarte una sonrisa con apenas lo más mínimo. Me encogí de hombros cuando me dijo que montara ya que iba a ganarme y ladeé la sonrisa eligiendo un caballo negro para mirarlo y elevar una ceja como si así lo retara también a una carrera entre ambos.
-No creas que vas a poder ganarme Efe, tengo experiencia en esto –no era del todo verdad pero ¿qué más daba? Lo importante era compartir ese momento y disfrutar la ocasión que se nos brindaba para estar juntos. La atracción comenzó y los dos empezamos a movernos sobre el caballo como si eso, en algún momento, cambiara el hecho de que no podíamos hacer nada porque uno de los dos ganara al otro. Al final tras dar varias vueltas acabamos bajando entre risas porque nos habíamos comportado como dos niños pequeños montados en una atracción y no como los adultos que éramos realmente. Entre risas bajamos y nos alejamos riéndonos hasta sentarnos en uno de los bancos que había por los alrededores, acabé comprando un par de helados tendiéndole uno sentados mientras disfrutábamos de la calurosa noche refrescándonos con los helados contando anécdotas del pasado que nos hacían reír- aún recuerdo la primera vez que intentas enseñarme a bailar, ¡fue tan desastroso! –Cerré los ojos negando con la cabeza- muy diferente a como se baile en mi país sin duda alguna, sino fuera por tus clases y tu enorme paciencia no sabría qué habría hecho en las fiestas –sonreí de lado- tenía al mejor profesor de todos, no podía quejarme –tomé el helado con la lengua disfrutando de su sabor y luego lo miré- podemos hacer lo que quieras esta noche, podemos dar una vuelta ya que hace una noche muy buena, podemos quedarnos aquí, podemos irnos... –mordí mi labio inferior desviando mi vista hacia una familia que paseaba junto a sus hijos en lo que como ya era una costumbre mis mejillas se tiñeron ruborizadas delatando en parte lo que estaba pensando y no decía en voz alta.
-No creas que vas a poder ganarme Efe, tengo experiencia en esto –no era del todo verdad pero ¿qué más daba? Lo importante era compartir ese momento y disfrutar la ocasión que se nos brindaba para estar juntos. La atracción comenzó y los dos empezamos a movernos sobre el caballo como si eso, en algún momento, cambiara el hecho de que no podíamos hacer nada porque uno de los dos ganara al otro. Al final tras dar varias vueltas acabamos bajando entre risas porque nos habíamos comportado como dos niños pequeños montados en una atracción y no como los adultos que éramos realmente. Entre risas bajamos y nos alejamos riéndonos hasta sentarnos en uno de los bancos que había por los alrededores, acabé comprando un par de helados tendiéndole uno sentados mientras disfrutábamos de la calurosa noche refrescándonos con los helados contando anécdotas del pasado que nos hacían reír- aún recuerdo la primera vez que intentas enseñarme a bailar, ¡fue tan desastroso! –Cerré los ojos negando con la cabeza- muy diferente a como se baile en mi país sin duda alguna, sino fuera por tus clases y tu enorme paciencia no sabría qué habría hecho en las fiestas –sonreí de lado- tenía al mejor profesor de todos, no podía quejarme –tomé el helado con la lengua disfrutando de su sabor y luego lo miré- podemos hacer lo que quieras esta noche, podemos dar una vuelta ya que hace una noche muy buena, podemos quedarnos aquí, podemos irnos... –mordí mi labio inferior desviando mi vista hacia una familia que paseaba junto a sus hijos en lo que como ya era una costumbre mis mejillas se tiñeron ruborizadas delatando en parte lo que estaba pensando y no decía en voz alta.
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