AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
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Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
Mucho se habla hoy de los universos paralelos, de las vidas que en un mismo momento, se desarrollan infinidad de posibilidades. Tomando eso en cuenta, Giulia, o sea yo, jamás hubiera conocido a Hayden y por ende tampoco tendría a mi pequeño tesoro. Pero tal vez mi vida hubiera sido más brillante, alegre o hasta aventurera. Podría haberme convertido en eso que no fui, en una mujer que camina por ésta ciudad de París, con la despreocupación de una dama libre, sin atadura alguna y con su corazón intacto. Es tiempo de probar esa teoría, busquemos ese universo alterno, en el que tu y yo, pudiéramos haber coincidido para ser lo que el destino decidió y no pudo cumplirse.
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La mañana había sido extremadamente agradable, sus hermanos, Girolamo y Aelius, le habían regalado un bello caballo de pelaje tan oscuro como la noche eterna en la que vivía su hermano mayor, y con el brío y la valentía, típica de su hermano menor. Sin poder negarse a los deseos de montar aquel animal lo antes posible, había terminado sus clases de canto y desertado de la clase de etiqueta, ¿para qué necesitaba saber sobre protocolo y esas cosas? en verdad ella era feliz en el campo, en los bosques, en donde nadie la señalara como una hija ilegitima, y aunque aquella situación tan traumática, hubiera quedado en el pasado, en su corazón, quedaba el resquemor de ser prejuzgada.
Fue en busca de su caballo, a penas cuando el sol comenzaba a declinar, tomó las riendas y pronto se encontraba recorriendo las calles de la zona residencial, buscando llegar al bosque o aún mas allá, tal vez a las orillas de la laguna. Así cabalgó durante media hora o mas, hasta que frente a ella, se desplegó el hermoso paisaje del lago, enseñoreado por la luna que comenzaba a recorrer su rutinario trayecto por la cúpula celeste. Aún agitada por la cabalgata, decidió refrescarse en las tranquilas aguas, a pesar que aun las noches solían ser frías y la primavera se negaba a irrumpir en la vida parisina.
Pronto dejó a su caballo atado en el tronco de un árbol cercano, y tras quitarse parte de su vestimenta, se arrojó a las aguas, aún vestida con la blusa blanca que le cubría las piernas hasta mitad del muslo. Hizo varias brazadas llegando a un lugar distante de la orilla, y de allí volvió nadando de espaldas, contemplando la hermosa luna que iluminaba con fuerza la noche estrellada, - es simplemente hermosa... y no existe lugar mas agradable para pasar una noche de primavera, como éste pequeño refugio - se dijo mientras detenía y contemplaba el lugar donde su caballo la esperaba, manso y pastando los hierbajos que crecían bajo el árbol.
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La mañana había sido extremadamente agradable, sus hermanos, Girolamo y Aelius, le habían regalado un bello caballo de pelaje tan oscuro como la noche eterna en la que vivía su hermano mayor, y con el brío y la valentía, típica de su hermano menor. Sin poder negarse a los deseos de montar aquel animal lo antes posible, había terminado sus clases de canto y desertado de la clase de etiqueta, ¿para qué necesitaba saber sobre protocolo y esas cosas? en verdad ella era feliz en el campo, en los bosques, en donde nadie la señalara como una hija ilegitima, y aunque aquella situación tan traumática, hubiera quedado en el pasado, en su corazón, quedaba el resquemor de ser prejuzgada.
Fue en busca de su caballo, a penas cuando el sol comenzaba a declinar, tomó las riendas y pronto se encontraba recorriendo las calles de la zona residencial, buscando llegar al bosque o aún mas allá, tal vez a las orillas de la laguna. Así cabalgó durante media hora o mas, hasta que frente a ella, se desplegó el hermoso paisaje del lago, enseñoreado por la luna que comenzaba a recorrer su rutinario trayecto por la cúpula celeste. Aún agitada por la cabalgata, decidió refrescarse en las tranquilas aguas, a pesar que aun las noches solían ser frías y la primavera se negaba a irrumpir en la vida parisina.
Pronto dejó a su caballo atado en el tronco de un árbol cercano, y tras quitarse parte de su vestimenta, se arrojó a las aguas, aún vestida con la blusa blanca que le cubría las piernas hasta mitad del muslo. Hizo varias brazadas llegando a un lugar distante de la orilla, y de allí volvió nadando de espaldas, contemplando la hermosa luna que iluminaba con fuerza la noche estrellada, - es simplemente hermosa... y no existe lugar mas agradable para pasar una noche de primavera, como éste pequeño refugio - se dijo mientras detenía y contemplaba el lugar donde su caballo la esperaba, manso y pastando los hierbajos que crecían bajo el árbol.
- aviso importante:
Tema del año 2016, que jamás fue contestado.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/12/2012
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Re: Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
Astor abandonaba los cuarteles de la inquisición cuando ya el sol se había ocultado y la luna aparecía gloriosa en los cielos, indicando que dentro de un par de días sería luna llena. Un suspiro salió de los labios del inquisidor, quien pesé a haber tenido un buen día ya se pronosticaba una noche complicada, pues los efectos de la próxima luna llena, comenzaban a afectar a los licántropos noches antes de que esta alcanzara su punto cumbre. Sabiendo entonces Gray que ir a casa no era lo mejor, decidió dar un paseo, cansar su propio cuerpo y de esa manera evitar que la agresividad y el mal humor, característicos de todo licántropo, se acumularan en su interior esperando el momento de estallar.
Llenó entonces de energía, pese a haber pasado todo el día en entrenamiento dentro de los cuarteles de la inquisición, Astor Gray pasó de la zona de restaurantes a la de los cabarets, de ahí continuo su camino hasta el circo gitano y pasó después cerca del cementerio, decidiendo finalmente que la laguna sería un buen sitió para pasar su noche. En la laguna no existiría más alma que la suya, no tendría entonces que responder preguntas de personas curiosas con respecto al motivo que le llevaba a permanecer en las calles, vagando. Deseoso de llegar a su destino, Gray apresuró el paso y no se detuvo sino hasta que el brillo de la luna se reflejo sobre el agua de la laguna. Una sonrisa de satisfacción apareció en sus labios al creerse a si mismo el único ser viviente ahí.
Astor permaneció unos segundos inmóvil, contemplando el brillo de la luna sobre las cristalinas aguas. ¿Cómo podía aquel hermoso astro dominar su vida? ¿Cómo es que algo con tanta belleza era capaz de transformarlo en una horrible criatura carente de humanidad? Una sonrisa burlona apareció en sus labios, pues desde que tenía memoria lo último que vio en él mismo fue humanidad. Astor Gray era pues un monstruo no solamente bajo la influencia de la luna, él era un monstruo siempre que podía y aunque tratará de ocultarlo, amaba serlo.
Dejando de lado a la luna y el poder que poseía sobre él, Gray comenzó a andar. Llevaba cerca de quince minutos caminando cuando sus ojos dieron con un caballo amarrado en un árbol. Con interés, el inquisidor avanzó un par de pasos en dirección al animal, solo para que su atención terminará siendo atraída no por el caballo, sino por quien debía ser la dueña del espécimen, una dama que de manera despreocupada nadaba plácidamente en la laguna. Una sonrisa apareció en los labios del inquisidor, quien definitivamente no encontraba inconveniente en tener a aquella hermosa dama de compañía durante esa noche. Así pues, sin poder evitarlo, reanudo la marcha, teniendo como destino esta vez la orilla de la laguna, cerca de donde se encontraba a dama.
– Bonita noche para nadar, ¿verdad? – preguntó una vez que los ojos de ambos se encontraron.
Llenó entonces de energía, pese a haber pasado todo el día en entrenamiento dentro de los cuarteles de la inquisición, Astor Gray pasó de la zona de restaurantes a la de los cabarets, de ahí continuo su camino hasta el circo gitano y pasó después cerca del cementerio, decidiendo finalmente que la laguna sería un buen sitió para pasar su noche. En la laguna no existiría más alma que la suya, no tendría entonces que responder preguntas de personas curiosas con respecto al motivo que le llevaba a permanecer en las calles, vagando. Deseoso de llegar a su destino, Gray apresuró el paso y no se detuvo sino hasta que el brillo de la luna se reflejo sobre el agua de la laguna. Una sonrisa de satisfacción apareció en sus labios al creerse a si mismo el único ser viviente ahí.
Astor permaneció unos segundos inmóvil, contemplando el brillo de la luna sobre las cristalinas aguas. ¿Cómo podía aquel hermoso astro dominar su vida? ¿Cómo es que algo con tanta belleza era capaz de transformarlo en una horrible criatura carente de humanidad? Una sonrisa burlona apareció en sus labios, pues desde que tenía memoria lo último que vio en él mismo fue humanidad. Astor Gray era pues un monstruo no solamente bajo la influencia de la luna, él era un monstruo siempre que podía y aunque tratará de ocultarlo, amaba serlo.
Dejando de lado a la luna y el poder que poseía sobre él, Gray comenzó a andar. Llevaba cerca de quince minutos caminando cuando sus ojos dieron con un caballo amarrado en un árbol. Con interés, el inquisidor avanzó un par de pasos en dirección al animal, solo para que su atención terminará siendo atraída no por el caballo, sino por quien debía ser la dueña del espécimen, una dama que de manera despreocupada nadaba plácidamente en la laguna. Una sonrisa apareció en los labios del inquisidor, quien definitivamente no encontraba inconveniente en tener a aquella hermosa dama de compañía durante esa noche. Así pues, sin poder evitarlo, reanudo la marcha, teniendo como destino esta vez la orilla de la laguna, cerca de donde se encontraba a dama.
– Bonita noche para nadar, ¿verdad? – preguntó una vez que los ojos de ambos se encontraron.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
Su vida, desde que vivía en París, junto a Girolamo y Aelius, se había convertido en una constante marea de cambios. Años atrás, cuando llegara a la cuidad junto con su hermano mayor y su media hermana Chiara, a la que no conocía, le había costado acostumbrarse a esa extraña situación. ¿Cómo podía ser que su madre la hubiera abandonado y criado a otra hija, a otros hermanos, sin sentir siquiera remordimiento alguno? Le llevó mucho tiempo comprender, que de las dos, la que había vivido una vida mas despreocupada y feliz, no era su hermana Chiara, quien era la única sobreviviente de una masacre, sino ella, quien siempre había contado con el cariño incondicional de Girolamo y de sus tíos, los verdaderos padres que la cuidaron y amaron, como si hubiera sido una verdadera hija.
Mientras vivió en Italia, junto a sus padres adoptivos, -Andreas - su tío, le había permitido llevar una vida libre y despreocupada. Aunque ahora que lo pensaba, comprendió que en verdad, ocultaba la realidad, mientras le inculcaba como defenderse de situaciones peligrosas. Aprendió a usar la espada, la daga, el látigo, además de arcos y flechas. Para su decimo tercer cumpleaños, Andreas, le regaló una ballesta, con flechas de punta de plata. Como él era un cazador, jamás ignoró la existencia de los seres sobrenaturales, conocía de licántropos, vampiros, hechiceros, cambiantes, además de creer en animas, que podían ser beneficiosas o mortales para los humanos incautos. Su tío, le había colocado al cuello una replica de la cruz de Caravaca, quien él decía, poseía el poder de cuidar a su portador de los demonios y los seres malignos, - jamás debes quitártela, mientras la poseas, nada malo habrá de tocarte - le había dicho, mientras aseguraba el cierre del collar, en el esbelto cuello de la joven. Desde entonces, llevar aquella cruz, le hacía recordar a su padre, al amor que siempre le profesara.
Pensando en ello se encontraba, cuando nadando despreocupada en las aguas de la laguna, la luna llamaba su atención, haciendo que sus ojos la contemplaran con arrobamiento. Su cabeza sumergida en parte en el agua, hacía que no pudiera escuchar los sonidos que la rodeaban, ni los grillos que cantaban su amor a la noche, ni el relincho suave de su caballo, menos aún los pasos sigilosos de un hombre que se acercaba a la orilla del lago. Fue cuando decidió acercarse a donde se encontraba su montura, que giró su cuerpo, y comenzó a nadar a la orilla. Muy cerca de ésta, la voz masculina, de un extraño, la sobresaltó, mas mantuvo la calma, como siempre lo hacía, al tener que enfrentar el peligro. Su mirada buscó la ajena, y pronto la descubrió, unos ojos obscuros, cargados de advertencia, la contemplaban. no supo distinguir si aquella mirada mostraba curiosidad o deseos de cazar, pero fuera cual fuera la intención del extraño ella estaría lista para dar batalla o dejar que una amistad surgiera, todo dependería del hombre que la esperaba en la orilla del lago.
Dio varias brazadas, acercándose a la orilla, hasta que pudo hacer pie, allí, se dedicó a acomodar sus cabellos, sumergiendo su cabeza en el agua y secando su rostro con sus manos, para por fin contestar la pregunta que le hiciera, -Una de las mejores... ¿no desea probar la deliciosa frescura que ofrece un baño a la luz de la luna? - sonrió con picardía, recordando que en el muslo derecho, mantenía sujeto con un lazo de cuero, la daga que su padre le regalara.
Mientras vivió en Italia, junto a sus padres adoptivos, -Andreas - su tío, le había permitido llevar una vida libre y despreocupada. Aunque ahora que lo pensaba, comprendió que en verdad, ocultaba la realidad, mientras le inculcaba como defenderse de situaciones peligrosas. Aprendió a usar la espada, la daga, el látigo, además de arcos y flechas. Para su decimo tercer cumpleaños, Andreas, le regaló una ballesta, con flechas de punta de plata. Como él era un cazador, jamás ignoró la existencia de los seres sobrenaturales, conocía de licántropos, vampiros, hechiceros, cambiantes, además de creer en animas, que podían ser beneficiosas o mortales para los humanos incautos. Su tío, le había colocado al cuello una replica de la cruz de Caravaca, quien él decía, poseía el poder de cuidar a su portador de los demonios y los seres malignos, - jamás debes quitártela, mientras la poseas, nada malo habrá de tocarte - le había dicho, mientras aseguraba el cierre del collar, en el esbelto cuello de la joven. Desde entonces, llevar aquella cruz, le hacía recordar a su padre, al amor que siempre le profesara.
Pensando en ello se encontraba, cuando nadando despreocupada en las aguas de la laguna, la luna llamaba su atención, haciendo que sus ojos la contemplaran con arrobamiento. Su cabeza sumergida en parte en el agua, hacía que no pudiera escuchar los sonidos que la rodeaban, ni los grillos que cantaban su amor a la noche, ni el relincho suave de su caballo, menos aún los pasos sigilosos de un hombre que se acercaba a la orilla del lago. Fue cuando decidió acercarse a donde se encontraba su montura, que giró su cuerpo, y comenzó a nadar a la orilla. Muy cerca de ésta, la voz masculina, de un extraño, la sobresaltó, mas mantuvo la calma, como siempre lo hacía, al tener que enfrentar el peligro. Su mirada buscó la ajena, y pronto la descubrió, unos ojos obscuros, cargados de advertencia, la contemplaban. no supo distinguir si aquella mirada mostraba curiosidad o deseos de cazar, pero fuera cual fuera la intención del extraño ella estaría lista para dar batalla o dejar que una amistad surgiera, todo dependería del hombre que la esperaba en la orilla del lago.
Dio varias brazadas, acercándose a la orilla, hasta que pudo hacer pie, allí, se dedicó a acomodar sus cabellos, sumergiendo su cabeza en el agua y secando su rostro con sus manos, para por fin contestar la pregunta que le hiciera, -Una de las mejores... ¿no desea probar la deliciosa frescura que ofrece un baño a la luz de la luna? - sonrió con picardía, recordando que en el muslo derecho, mantenía sujeto con un lazo de cuero, la daga que su padre le regalara.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
Su plan inicial no incluía compañías de ningún tipo, más el destino parecía estar en contra de sus deseos, pues en aquella laguna se topaba de manera inesperada con otra alma, una que resultaba bastante aventurera pues nadar de noche en aquel lugar podía resultar peligroso, en especial para las damas como la que ahora contemplaba Gray.
La muchacha sobre la que se posaban sus ojos nadaba despreocupadamente, como si creyera que el agua y la distancia que la separaba de la orilla, la protegerían de peligros potenciales como ladrones o asesinos, quienes de vez en cuanto ocupaban aquellos lugares de escondites. Una sonrisa apareció en los labios del inquisidor ya que si bien él no era un ladrón y tampoco un asesino (al menos no de mujeres inocentes) podía considerarse aún más peligroso que cualquiera de ellos. De manera despreocupada y con la completa libertad que le brindaba el estar en un sitio al aire libre, Astor observo con atención la figura femenina, delineando cada una de las curvas que la tela al pegársele al cuerpo marcaba.
En completo silencio, Gray permaneció en la orilla siendo el instante preciso en que ella comenzaba a acercarse cuando él decidió que era el momento de hacerle saber que ya no estaba sola. Cuando los ojos de ambos se encontraron, Astor amplio su sonrisa invitando con ella a la fémina a acercarse y a no temerle, al menos de momento.
La mujer después de mirarle durante un par de segundos, se acercó hasta la orilla sin mostrar temor alguno, aspecto que verdaderamente sorprendió a Astor, pues solo las damas seguras de si mismas y capaces de defenderse a si mismas en situaciones de peligro, se enfrentaban a desconocidos de esa manera. Pero mayor fue la sorpresa del inquisidor cuando al incorporarse la dama, un par de intensos ojos azules, que resaltaban debido al brillo de la luna, lo contemplaron.
– No soy muy afecto a nadar en esta clase de noches, prefiero simplemente caminar y ya sabe – los ojos de Astor abandonaron los orbes de la dama, para comenzar a descender, acariciando con su mirada las curvas femeninas que se marcaban mucho más ahora que la tela se le pegaba al cuerpo – admirar la vista, que esta noche, tiene mucho por ofrecer – sonrió de la misma manera un tanto picara en que ella lo hacía, dándole a entender de cierta manera que no era buena idea que fuera a jugar de esa manera con él; ya que todas aquellas mujeres que habían jugado contra Gray, habían acabado mordidas y no precisamente por su yo licántropo.
La muchacha sobre la que se posaban sus ojos nadaba despreocupadamente, como si creyera que el agua y la distancia que la separaba de la orilla, la protegerían de peligros potenciales como ladrones o asesinos, quienes de vez en cuanto ocupaban aquellos lugares de escondites. Una sonrisa apareció en los labios del inquisidor ya que si bien él no era un ladrón y tampoco un asesino (al menos no de mujeres inocentes) podía considerarse aún más peligroso que cualquiera de ellos. De manera despreocupada y con la completa libertad que le brindaba el estar en un sitio al aire libre, Astor observo con atención la figura femenina, delineando cada una de las curvas que la tela al pegársele al cuerpo marcaba.
En completo silencio, Gray permaneció en la orilla siendo el instante preciso en que ella comenzaba a acercarse cuando él decidió que era el momento de hacerle saber que ya no estaba sola. Cuando los ojos de ambos se encontraron, Astor amplio su sonrisa invitando con ella a la fémina a acercarse y a no temerle, al menos de momento.
La mujer después de mirarle durante un par de segundos, se acercó hasta la orilla sin mostrar temor alguno, aspecto que verdaderamente sorprendió a Astor, pues solo las damas seguras de si mismas y capaces de defenderse a si mismas en situaciones de peligro, se enfrentaban a desconocidos de esa manera. Pero mayor fue la sorpresa del inquisidor cuando al incorporarse la dama, un par de intensos ojos azules, que resaltaban debido al brillo de la luna, lo contemplaron.
– No soy muy afecto a nadar en esta clase de noches, prefiero simplemente caminar y ya sabe – los ojos de Astor abandonaron los orbes de la dama, para comenzar a descender, acariciando con su mirada las curvas femeninas que se marcaban mucho más ahora que la tela se le pegaba al cuerpo – admirar la vista, que esta noche, tiene mucho por ofrecer – sonrió de la misma manera un tanto picara en que ella lo hacía, dándole a entender de cierta manera que no era buena idea que fuera a jugar de esa manera con él; ya que todas aquellas mujeres que habían jugado contra Gray, habían acabado mordidas y no precisamente por su yo licántropo.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
La mirada del hombre, que recorría irreverente, el cuerpo de la italiana, hacía que Giulia, sintiera que la desnudaba, lentamente, como un amante a su amada. Aquella sensación, provocaba que, a pesar de ser una noche cálida, todos su cuerpo temblara casi de forma imperceptible. Su azul mirada se endureció, logrando así que su mandibular también se tensara. Esos ojos cargados de lujuria, lograban que la sonrisa que un segundo atrás se formara en sus seductores labios, se borraran, como lo escrito en la arena, cuando las olas besan la playa. - Mis ojos y boca, están mas arriba... en mi rostro, y la luna que usted admiraba, se encuentra en el cielo... no en mis senos -, le dijo con voz tranquila, pero mostrando que no debía cruzar esa linea invisible, que divide lo que es seducción, a lascivia.
Sin dejar de mirar esos ojos negros e intensos, llevó sus manos a su cabellos y quitó el broche que mantenía unida la abundante melena, que pesada y espesa, acomodándola, sobre sus senos, ocultando sus pezones un poco mas oscuros que la blanquisima piel de su cuerpo. Luego, segura de que nada mas de su cuerpo podría llamar la atención del caballero, decidió salir del agua. Sus ojos buscaron el pequeño montón de ropa, que sobre un tronco, esperaba ser rescatada por su descuidada dueña. Ya con el agua en la cintura, volvió a llevar su mirada a la del extraño, - si es un caballero, le pediré que mire hacia otro lado, para así poder cambiarme, comprenderá, que para una dama, no le es fácil ser observada mientras intenta vestirse -, intentó explicar, sin estar segura si aquel hombre que estaba tan cerca de ella y de sus cosas, sería capaz de atacarla cuando ella tuviera la guardia baja, - maldita sea, estoy demasiado lejos de mis ropas y de la pistola - caviló, al recordar que en el interior de su abrigo, se encontraba el arma de su hermano, esa que había sacado sin permiso, antes de abandonar la mansión, aquella tarde, apenas sus hermanos salieron.
Sin dejar de mirar esos ojos negros e intensos, llevó sus manos a su cabellos y quitó el broche que mantenía unida la abundante melena, que pesada y espesa, acomodándola, sobre sus senos, ocultando sus pezones un poco mas oscuros que la blanquisima piel de su cuerpo. Luego, segura de que nada mas de su cuerpo podría llamar la atención del caballero, decidió salir del agua. Sus ojos buscaron el pequeño montón de ropa, que sobre un tronco, esperaba ser rescatada por su descuidada dueña. Ya con el agua en la cintura, volvió a llevar su mirada a la del extraño, - si es un caballero, le pediré que mire hacia otro lado, para así poder cambiarme, comprenderá, que para una dama, no le es fácil ser observada mientras intenta vestirse -, intentó explicar, sin estar segura si aquel hombre que estaba tan cerca de ella y de sus cosas, sería capaz de atacarla cuando ella tuviera la guardia baja, - maldita sea, estoy demasiado lejos de mis ropas y de la pistola - caviló, al recordar que en el interior de su abrigo, se encontraba el arma de su hermano, esa que había sacado sin permiso, antes de abandonar la mansión, aquella tarde, apenas sus hermanos salieron.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
Audaz y demasiado para una mujer que no tenía ni la menor idea de a quien se enfrentaba, en especial debido a que Astor ya se había cerciorado de que el aura que rodeaba a la dama se trataba de una completamente humana, una aura vulnerable. Una risotada se le escapó, siendo ese, el único sonido estridente en el lugar. Acto seguido, Astor volvió a posar sus orbes en los ajenos y la sonrisa seductora en sus labios no hizo más que permanecer en su rostro, después de todo, eran pocas las ocasiones en las que se encontraba con mujeres como aquella, que aún sin saber el peligro al que se enfrentaban decidían mostrarse firmes y decididas.
– Mi más sincera disculpa, el desliz de mi mirada se debe a que no es común y mucho menos apropiado que las damas vengan tan escasas de ropa a nadar, en especial de noche – Gray no tenía ni la más remota idea de quien era aquella mujer, pero si estaba seguro de algo y ese algo era que no descansaría hasta conocer la identidad de aquella dama y por supuesto, tampoco la dejaría escapar intacta de sus garras.
La mirada de la dama se alejo de la del inquisidor, quien siguió los ojos ajenos hasta la pila de ropa que descansaba de manera descuidada en la orilla y una vez que la mirada del licántropo regreso a posarse sobre la figura femenina, descubrió que la espesa cabellera de la joven ya cubría parte de su cuerpo, detalle que le pareció sumamente divertido a Astor.
– ¿Un caballero? – sonrió burlón tras escuchar la petición de la dama – ¿Qué caballero sale a pasear solitario a estas horas de la noche? Seguramente no uno que posea buenas intenciones – tras decir eso dio un paso en dirección a la dama, solo para detenerse tras darlo y sonreír – Pero esta usted de suerte, esta noche, si se ha topado con alguien que resulta más caballero que los ladrones y asesinos que suelen frecuentar esta zona – una ligera inclinación de su cabeza fue lo que hizo antes de darle la espalda a la dama. Si bien Astor lo que deseaba era devorarla ahí mismo, era lo suficientemente inteligente como para saber que las mejores presas son aquellas que se disfrutan de manera lenta y que ella cayera lentamente a sus brazos, era justamente lo que él planeaba.
– Mi más sincera disculpa, el desliz de mi mirada se debe a que no es común y mucho menos apropiado que las damas vengan tan escasas de ropa a nadar, en especial de noche – Gray no tenía ni la más remota idea de quien era aquella mujer, pero si estaba seguro de algo y ese algo era que no descansaría hasta conocer la identidad de aquella dama y por supuesto, tampoco la dejaría escapar intacta de sus garras.
La mirada de la dama se alejo de la del inquisidor, quien siguió los ojos ajenos hasta la pila de ropa que descansaba de manera descuidada en la orilla y una vez que la mirada del licántropo regreso a posarse sobre la figura femenina, descubrió que la espesa cabellera de la joven ya cubría parte de su cuerpo, detalle que le pareció sumamente divertido a Astor.
– ¿Un caballero? – sonrió burlón tras escuchar la petición de la dama – ¿Qué caballero sale a pasear solitario a estas horas de la noche? Seguramente no uno que posea buenas intenciones – tras decir eso dio un paso en dirección a la dama, solo para detenerse tras darlo y sonreír – Pero esta usted de suerte, esta noche, si se ha topado con alguien que resulta más caballero que los ladrones y asesinos que suelen frecuentar esta zona – una ligera inclinación de su cabeza fue lo que hizo antes de darle la espalda a la dama. Si bien Astor lo que deseaba era devorarla ahí mismo, era lo suficientemente inteligente como para saber que las mejores presas son aquellas que se disfrutan de manera lenta y que ella cayera lentamente a sus brazos, era justamente lo que él planeaba.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
Hacía mucho tiempo que no encontraba a un hombre como aquel, tan decidido, sin vergüenza, y a la vez tan atractivo, no desde el punto físico, aunque no podía negar que era de buen ver. No ella pensaba en que aquella personalidad, era atractiva, tanto que deseaba conocerle mejor, y porque no luchar, siempre era bueno un entrenamiento, aunque un hombre normal y corriente, no era tan divertido de enfrentar como un vampiro o un lobo. - No creas que por el hecho de no estar en luna llena, los hombres lobos son menos peligrosos, sus poderes menguan, pero no desaparecen - le había dicho su hermano Giro, mas ella se había reído - niña estúpida,¿que harás si te encuentras con un Lycan y no tienes tu armamento cerca? - apretó la mandíbula, no le gustaba perder, y menos que su hermano tuviera razón. Solo esperaba que en verdad, ese hombre frente a ella, solo fuese un común humano sin poderes.
Al ver que se giraba, dándole la espalda, decidió apresurarse para tomar sus prendas y esconderse entre los arbustos ara poder vestirse. Ya salvo entre el follaje respiró mas aliviada. - y dígame, señor... caballero... ¿como se llama? - dijo, mientras sentada en un tronco, terminaba de colocarse las botas, para luego volver a pasar sus dedos por los botones de la camisa, asegurándose que estuviera bien prendida. Tomó sus cabellos mojados y se peinó en una trenza que caía sobre uno de sus hombros, mojando la camisa dejando traslucir parte de su seno. Se giró en varias direcciones buscando su abrigo, pero no lo encontró, no era que tuviera frío, la verdad era que dentro del bolsillo interno ocultaba una pistola pequeña, de esas que solían cargar las mujeres en sus delicadas bolsas de noche. Resopló maldiciendo, ahora recordaba que las demás armas se encontraban en la montura y su caballo se encontraba a mas distancia de allí, demasiado lejos como para sentirse segura en ese instante.
Cerró sus ojos por un instante y suspiró, - bueno, al mal tiempo, mejor cara - dijo, mientras dejaba su escondite y se acercaba al caballero, - Entonces, ¿como era que se llamaba? -.
Al ver que se giraba, dándole la espalda, decidió apresurarse para tomar sus prendas y esconderse entre los arbustos ara poder vestirse. Ya salvo entre el follaje respiró mas aliviada. - y dígame, señor... caballero... ¿como se llama? - dijo, mientras sentada en un tronco, terminaba de colocarse las botas, para luego volver a pasar sus dedos por los botones de la camisa, asegurándose que estuviera bien prendida. Tomó sus cabellos mojados y se peinó en una trenza que caía sobre uno de sus hombros, mojando la camisa dejando traslucir parte de su seno. Se giró en varias direcciones buscando su abrigo, pero no lo encontró, no era que tuviera frío, la verdad era que dentro del bolsillo interno ocultaba una pistola pequeña, de esas que solían cargar las mujeres en sus delicadas bolsas de noche. Resopló maldiciendo, ahora recordaba que las demás armas se encontraban en la montura y su caballo se encontraba a mas distancia de allí, demasiado lejos como para sentirse segura en ese instante.
Cerró sus ojos por un instante y suspiró, - bueno, al mal tiempo, mejor cara - dijo, mientras dejaba su escondite y se acercaba al caballero, - Entonces, ¿como era que se llamaba? -.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
No podía no disfrutar de aquel encuentro tan inesperado pero tan recreativo visualmente, al menos de momento, porque aunque Astor se mostraba un tanto caballero y le daba a la dama la oportunidad de ponerse algo de ropa sin que estuviera él observándola, la verdad era que ya en la mente del lobo se instalaba la idea de conquistarla y tenerla para sí. Sonrió con malicia mientras le daba la espalda a la joven pues podía imaginarse perfectamente la manera en que la seduciría y la haría suya, al menos por una noche.
Como siempre, Gray no pensaba en una relación seria que le comprometiera a comportarse de tal o cual manera; él sabía que no servía para aquellas cosas, aunque más bien, no encontraba aún a la mujer que le hiciera creer que aquel estilo de vida carente de aventuras y seducción valía la pena. De hecho, tan imposible consideraba el poder encontrar a una mujer que le hiciera cambiar que ni siquiera consideraba a la nueva presa de su noche una posibilidad, solo la veía como un deseo del momento.
– Mi nombre es Astor, señorita nadadora – respondió a su pregunta, mientras que hasta sus oídos no solo llegaba la melodiosa voz de la dama, sino el crujir de los arbustos con el movimiento que ella realizaba y que parecía ser desesperado. ¿Tanto deseaba cubrirse cuando ya no la veía?. Sacudió su cabeza de un lado a otro, pues las mujeres siempre eran así; efectuaban actos imprudentes y luego culpaban a los demás por estar presentes o por no ayudarles, en el caso de esa noche, la dama seguramente formaría parte del primer grupo y culparía a Gray de estar ahí cuando no debía.
Ya cuando a voz de la dama fue más claro, se giro, para observar que aunque ya llevaba algo de ropa encima, aún exhibía demasiado de su cuerpo. Una nueva risotada se le escapo al inquisidor.
– ¿Sale así y luego se queja de que la observe? – chasqueo la lengua y enfoco su mirada en la ajena – Ya le dije, me llamó Astor – sin dejar de observar los ojos de la fémina se saco el abrigo que llevaba y que realmente no necesitaba – ¿Cuál es su nombre, señorita imprudente? – preguntó al tiempo que daba un par de pasos y le ofrecía el abrigo. Ganarse a las damas con buenos tratos era lo necesario.
Como siempre, Gray no pensaba en una relación seria que le comprometiera a comportarse de tal o cual manera; él sabía que no servía para aquellas cosas, aunque más bien, no encontraba aún a la mujer que le hiciera creer que aquel estilo de vida carente de aventuras y seducción valía la pena. De hecho, tan imposible consideraba el poder encontrar a una mujer que le hiciera cambiar que ni siquiera consideraba a la nueva presa de su noche una posibilidad, solo la veía como un deseo del momento.
– Mi nombre es Astor, señorita nadadora – respondió a su pregunta, mientras que hasta sus oídos no solo llegaba la melodiosa voz de la dama, sino el crujir de los arbustos con el movimiento que ella realizaba y que parecía ser desesperado. ¿Tanto deseaba cubrirse cuando ya no la veía?. Sacudió su cabeza de un lado a otro, pues las mujeres siempre eran así; efectuaban actos imprudentes y luego culpaban a los demás por estar presentes o por no ayudarles, en el caso de esa noche, la dama seguramente formaría parte del primer grupo y culparía a Gray de estar ahí cuando no debía.
Ya cuando a voz de la dama fue más claro, se giro, para observar que aunque ya llevaba algo de ropa encima, aún exhibía demasiado de su cuerpo. Una nueva risotada se le escapo al inquisidor.
– ¿Sale así y luego se queja de que la observe? – chasqueo la lengua y enfoco su mirada en la ajena – Ya le dije, me llamó Astor – sin dejar de observar los ojos de la fémina se saco el abrigo que llevaba y que realmente no necesitaba – ¿Cuál es su nombre, señorita imprudente? – preguntó al tiempo que daba un par de pasos y le ofrecía el abrigo. Ganarse a las damas con buenos tratos era lo necesario.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
-Astor - susurró, mientras se acercaba unos pasos mas, pero sin intención de acortar demasiado la distancia que los separaba. Cruzó sus brazos sobre los senos, pues los ojos del caballero, se habían posado en la prenda mojada. Frunció el ceño y le miró a los ojos. No era una mujer que las situaciones difíciles pudieran angustiarle, al contrario, eran esas, las situaciones que solían divertirla mas, - la vida es demasiado monótona en ésta ciudad - se había dicho infinidad de veces. Ahora, al observar con detalle el rostro de aquel hombre, se daba cuenta que su estadía en París, podía llegar a ser de lo mas placentera.
-Mmm... Astor... solo Astor... - dijo enarcando una ceja - ¿como un perro? - dijo sabiendo que podía ofenderle y que no estaba armada, ni tendría con que defenderse, a mas de sus conocimientos en lucha cuerpo a cuerpo. Carraspeó, antes de continuar, - me supongo que tendrá un apellido -, al terminar de decir aquello, se preguntó, ¿que derecho tenía ella de decir semejante cosa, cuando no era mas que una bastarda?, volvió a carraspear, moviéndose incomoda, bajando la mirada, - lo siento, ha sido inapropiado -, pateó una pequeña piedra, aún con la mirada en el suelo, sin darse cuenta que él ya se encontraba a su lado y que incluso le colocaba el abrigo en su espalda, logrando así ocultar su desnudez.
Sorprendida, elevó la mirada, uniendo la suya con la ajena. Aquellos orbes celeste, le hicieron estremecer. Sus labios habían quedado entreabiertos, ante la sorpresa de tenerlo tan cerca. Ningún hombre lo había hecho, solo sus hermanos, pero ellos no contaban, ahora, ante un hombre como aquel, su seguridad se esfumaba, como la neblina ante el sol. Tragó saliva, y se escabulló como un conejo entre las patas del lobo, logrando poner distancia nuevamente. - Mi nombre es Giulia... Giulia Arezzo -.
-Mmm... Astor... solo Astor... - dijo enarcando una ceja - ¿como un perro? - dijo sabiendo que podía ofenderle y que no estaba armada, ni tendría con que defenderse, a mas de sus conocimientos en lucha cuerpo a cuerpo. Carraspeó, antes de continuar, - me supongo que tendrá un apellido -, al terminar de decir aquello, se preguntó, ¿que derecho tenía ella de decir semejante cosa, cuando no era mas que una bastarda?, volvió a carraspear, moviéndose incomoda, bajando la mirada, - lo siento, ha sido inapropiado -, pateó una pequeña piedra, aún con la mirada en el suelo, sin darse cuenta que él ya se encontraba a su lado y que incluso le colocaba el abrigo en su espalda, logrando así ocultar su desnudez.
Sorprendida, elevó la mirada, uniendo la suya con la ajena. Aquellos orbes celeste, le hicieron estremecer. Sus labios habían quedado entreabiertos, ante la sorpresa de tenerlo tan cerca. Ningún hombre lo había hecho, solo sus hermanos, pero ellos no contaban, ahora, ante un hombre como aquel, su seguridad se esfumaba, como la neblina ante el sol. Tragó saliva, y se escabulló como un conejo entre las patas del lobo, logrando poner distancia nuevamente. - Mi nombre es Giulia... Giulia Arezzo -.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
Que ella preguntara si su nombre era como el de un perro lo llevó a reír. De verdad que aquella dama era demasiado imprudente, diciendo cosas que de no estar él de tan buen humor después de verle el cuerpo, hubiera provocado que le destrozara sin pensarlo dos veces el cuello, en especial considerando que el comentario no del todo mal intencionado de la joven lo llevaba a recordar su realidad. Gray ciertamente era un perro, un fiel sirviente de la inquisición que no tenía derecho a actuar de la manera en que quería, eso aunque él aparentara lo contrario.
– Por supuesto que tengo un apellido señorita, es solo que creí que ya que parece haber tanta familiaridad entre nosotros, tanta intimidad, una presentación tan formal no haría bien – y cruzando los brazos a la altura del pecho, volvió a recorrer la figura de la dama, quien aseguraba que lo que había dicho era inapropiado, avergonzada de algo que a Astor no le molestaba en lo más mínimo – No creo que deba pensar en lo apropiado o inapropiado, al menos no en este momento donde ha hecho cosas que no se esperan de una dama – sonrió antes de guiñarle – pero descuide, que todo lo inapropiado de esta noche será nuestro secreto – y es que en aquel mundo tan cambiante, ya no existía espacio para lo apropiado.
Avanzando en dirección a la dama, Astor se decidía por dejar el buen momento que se llevaba contemplando la figura femenina de lado y con la poca caballerosidad que poseía en el cuerpo, cubrió los hombros de la dama con su abrigo.
– ¿Mejor? – preguntó mientras los ojos de ambos se encontraban y de los labios de ella emergía un nombre – Arezzo, con apellido para hacerlo formal – suspiro entonces – Mi apellido es Gray, señorita Giulia que se enfermara si no regresa a casa a secarse – y tras decir eso, volvió a sonreír.
– Por supuesto que tengo un apellido señorita, es solo que creí que ya que parece haber tanta familiaridad entre nosotros, tanta intimidad, una presentación tan formal no haría bien – y cruzando los brazos a la altura del pecho, volvió a recorrer la figura de la dama, quien aseguraba que lo que había dicho era inapropiado, avergonzada de algo que a Astor no le molestaba en lo más mínimo – No creo que deba pensar en lo apropiado o inapropiado, al menos no en este momento donde ha hecho cosas que no se esperan de una dama – sonrió antes de guiñarle – pero descuide, que todo lo inapropiado de esta noche será nuestro secreto – y es que en aquel mundo tan cambiante, ya no existía espacio para lo apropiado.
Avanzando en dirección a la dama, Astor se decidía por dejar el buen momento que se llevaba contemplando la figura femenina de lado y con la poca caballerosidad que poseía en el cuerpo, cubrió los hombros de la dama con su abrigo.
– ¿Mejor? – preguntó mientras los ojos de ambos se encontraban y de los labios de ella emergía un nombre – Arezzo, con apellido para hacerlo formal – suspiro entonces – Mi apellido es Gray, señorita Giulia que se enfermara si no regresa a casa a secarse – y tras decir eso, volvió a sonreír.
Astor Gray- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Re: Y si el presente fuese distinto, serías mi vida y mi paraiso (privado)
Giulia había conocido ha un buen numero de personas, pero de seguro, a ninguno como el hombre que estaba frente a ella. Aquel ser poseía la ferocidad de las bestias, pero la seducción de los caballeros que tantas veces había observado en los salones de fiestas a los que sus hermanos estaba acostumbrados a ir, pero que ella, en especial detestaba. Puesto que según pensaba, nada podía compararse con la libertad que le daba unas horas en el bosque disfrutando de un refrescante chapuzón, y de la contemplación de aquella enorme luna.
Sonrió ante el guiño del lobo, sorprendiéndose cuando mediando dos zancadas, el hombre cruzó la distancia que los separaba y colocó el abrigo que apenas hacia un momento atrás se había quitado, para ponérselo a Giulia en los hombros. Inmediatamente el calor le hizo dejar de temblar ¿en qué momento había comenzado a temblar? pensó la cazadora, sin poder llegar a estar consiente de aquello. Tal vez era solo que la sorprendía, o ¿acaso podría ser que no se trataba de un hombre común y corriente?
Su mirada volvió a buscar la ajena, repitiendo con voz suave y delicada, - cosa rara en ella - el apellido del caballero. Se giró lo suficiente como para poder verle cómodamente aquellos ojos que parecían desnudarle. Se armó de valor y sonrió, quitando importancia a las emociones que ese hombre lograba despertar en su ser - Pues entonces, un placer señor Gray - volvió a sonreír, aunque ésta vez con su mano tomando la ajena, se echó a reír, - no me mire así, que parece que me quiere comer con la mirada - le reprochó entre burlas - que no somos personajes de cuentos, ni usted es el lobo feroz, ni yo caperuza roja - dijo enarcando una ceja, al recordar que en un pequeño bolsillo de su pantalón, le quedaba una daga, un abre cartas lo bastante punzante como para usar de arma, si así se diera la ocasión. Ademas, sus rudimentos en el arte de la defensa personal, le darían una chance de poder correr hasta el caballo y huir de ser necesario.
Sonrió ante el guiño del lobo, sorprendiéndose cuando mediando dos zancadas, el hombre cruzó la distancia que los separaba y colocó el abrigo que apenas hacia un momento atrás se había quitado, para ponérselo a Giulia en los hombros. Inmediatamente el calor le hizo dejar de temblar ¿en qué momento había comenzado a temblar? pensó la cazadora, sin poder llegar a estar consiente de aquello. Tal vez era solo que la sorprendía, o ¿acaso podría ser que no se trataba de un hombre común y corriente?
Su mirada volvió a buscar la ajena, repitiendo con voz suave y delicada, - cosa rara en ella - el apellido del caballero. Se giró lo suficiente como para poder verle cómodamente aquellos ojos que parecían desnudarle. Se armó de valor y sonrió, quitando importancia a las emociones que ese hombre lograba despertar en su ser - Pues entonces, un placer señor Gray - volvió a sonreír, aunque ésta vez con su mano tomando la ajena, se echó a reír, - no me mire así, que parece que me quiere comer con la mirada - le reprochó entre burlas - que no somos personajes de cuentos, ni usted es el lobo feroz, ni yo caperuza roja - dijo enarcando una ceja, al recordar que en un pequeño bolsillo de su pantalón, le quedaba una daga, un abre cartas lo bastante punzante como para usar de arma, si así se diera la ocasión. Ademas, sus rudimentos en el arte de la defensa personal, le darían una chance de poder correr hasta el caballo y huir de ser necesario.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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