Ma vie, ma vôtre [Privado]

Porque TÚ eres mi hogar.




Después de nuestras últimas palabras, no volvimos a coincidir nada más que en lo preciso. Siempre juntos, donde con una simple sonrisa o una mirada, terminábamos confesándonos cualquier tipo de sentimiento o secreto, menos el que llevaba a mis espaldas. Estaba tan enamorada de aquel guerrero que ya ni me preocupaba en ocultarlo, ¿para qué? Si yo misma acababa de sentenciarnos a ambos, mis palabras fueron duras y nunca, jamás tuvimos una pelea como esa.

Le echaba de menos a cada segundo, era ante todo mi mejor amigo, mi compañero desde que tuve conocimiento. Mi manía de verle entrenar por la misma ventana de siempre, limpiar la leonera que llamaba habitación, despertarle con la bandeja del desayuno y bromear entre risas. Lo echaba tanto de menos que dolía, dolía más saber que era mi culpa. Lo alejé de mí cuando más lo necesitaba y era algo que no me perdonaría nunca.

Me advirtieron que no fuera a ese entrenamiento en especial pero como siempre, hice caso omiso. Pasó tanto tiempo que me creó angustia, una que no me dejaba respirar en determinados momentos. Mi Drittsekk se había convertido en una gran parte de mí, crecimos juntos, compartimos tanto y más. Le echaba en falta, mi vida se había vuelto vacía sin él, el evitar encontrarnos...dejarnos perder por el orgullo, algo de lo que carecía pues siempre me lo tragaba y daba mi brazo a torcer, pues él era más importante que una disputa del tipo que fuese. Era mi guerrero, el mejor de todos y pudo demostrarlo, más lo haría.

Vestía de oscuro, prefería camuflarme que ser un blanco fácil. Caminé durante al menos una hora, dónde se encontraban estaba alejado de Akershus, me conocía esas tierras como la palma de mi mano pero de noche...no era tan fácil seguir un camino en cuestión. Al sur, llevaban días de entrenamiento y rastreo, asegurándose que todo estaba en orden y quedásemos a salvo. Mi guerrero custodiaba como ninguno, fuerte y voraz, seguro de sí mismo y enfadado con una pobre criada que no había hecho otra cosa que echarle de menos.

Vi a lo lejos a uno de los nuestros, me apresuré a caminar más aprisa. No sentía miedo de la oscuridad, sí de haber perdido la oportunidad de haberme pertenecido y yo mismo desecharlo como si no me importase. El miedo y el temor te jugaban malas pasadas, esta vez...volví a por él. Ya casi llegaba, solo veía un sendero a media luz, la luna apenas podía alumbrarme. Sonreí, le vi a lo lejos, su silueta la conocía a la perfección, alto y ese pelo endemoniado, rebelde como él. No debía estar allí pero cuando algo te importa vas a por ello aunque sea al mismo Valhalla.

-¡Dritt! Dritts..-mi sonrisa se congeló cuando me detuve de golpe, pude notar como mi ropa fue rasgada, la piel dejando entrar una flecha afilada a la altura de mi hombro, creían que era el enemigo y como si fuese éste, abatido...caí al suelo susurrando su nombre, una y otra vez.

Había pasado una larga temporada lejos de Akershus, tenia la necesidad de encontrarme a mi mismo, de entender porque mi madre proyectaba en mi el reflejo de un hombre temperamental que no supo o no quiso hacerla feliz.
Fue la distancia lo que me hizo entender que lo que madre pretendía es que no cometiéramos sus errores, Sol era parisina, no era una vikinga aunque se había criado en nuestras tierras.
Quizás Soleil necesitaba encontrar sus raíces, conocerse mejor a si misma y decidir su camino, como yo había elegido el mío.

No volvía a Akershus para quedarme, solo de visita, mi viaje no había terminado, iba a embarcarme en aventuras, conocía los secretos del acero de la mano de Erlend y algo me decía que para convertirme en ese hombre que ansiaba ser necesitaba volar solo durante un tiempo, conocer el extenso norte y ver por mis propios ojos la devastación que Randulf producía, quería conocer las aldeas, ofrecer mi ayuda.
Sabia ganarme la vida y este viaje me ayudaría a ser exactamente quien ansiaba ser.

Caminaba en la mas absoluta oscuridad por el sendero cuando alguien se presentó de improvisto corriendo hacia mi, no dudé, nadie de Akershus se presentaría así y el destello de plata que vi en su cinto me dejo claro que era el enemigo.
Mi flecha alcanzó su hombro, pude haberlo matado pero antes quería saber porque me seguía.

Me acerqué con precaución cuando apreté los dientes al descubrir que no era el enemigo si no Soleil la que corría hacia mi ¿no tenia que estar en París?
-Aguanta pequeña -susurré arrodillándome a su lado partiendo el asta de la flecha, si la extraía se desangraría.
-Estas loca, no puedes en pleno camino aparecer como un fantasma ante un guerrero y correr hacia él como si fueras a atacarlo completamente encapuchada, por Odin ¿en que demonios pensabas?

La alcé entre mis brazos cerrando los ojos, sintiendo su olor.
-Voy a llevarte a casa, se que duele pero tienes que aguantar un poco ¿me oyes? -susurré caminando con ella entre mis brazos acelerando le paso.
No estaba lejos de Akershus, allí podría ser atendida por los médicos que sacarían la punta de la flecha y suturarían la herida.

De repente, la silueta de Drittsekk desapareció ante sus ojos. La visión se volvió gris dando paso a la oscuridad más absoluta. Era incapaz de abrir los ojos, apenas podía respirar, el dolor que sentía no era comparado con la sola idea de no volver a verle nunca más. Luchaba con todas su fuerzas para abrir sus ojos avellana y verle, su voz le hizo sonreír entre gemidos, quejidos de angustia. La voz del guerrero, como un rayo de luz, ese susurro alentador que le devolvía a sus brazos...había merecido la pena.

-En ti -fue tajante, su mano buscó el apoyo de su mejilla en donde le dedicó una caricia, las yemas de sus dedos perfilaban su mandíbula y barbilla -Dritt -murmuró dejando vencer su rostro en su pecho. Pese al dolor, rió con esa risa cantarina y dulce, los dedos se enredaron en su ropa, tirando hacia sí...como si en algún instante fuese a evaporarse ante sus ojos.

-Lo...se, estoy loca. Y ...sí, volvería a hacerlo si ….eres, eres tú quien con su corcel blanco... me salvas, como el guerrero que eres. -no se arrepentía, lo haría una y otra vez con tal de encontrarle. Ahora que estaba allí, no iba a marcharse a ningún sitio...si la herida no fuese mortal. -Vine por ti. Por ti -repitió seguido de un quejido, lo que más dolía era que le ayudaría a volver a Akershus, negó con la cabeza de forma lenta...pesada, los labios comenzaron a resecarse.

No quería volver pero él no detenía sus pasos. La angustia pronto alcanzó su pecho, le dolia horrores más el simple hecho de tener que volver al lugar donde ya no se sentía completa. Él le faltaba, no estaba dispuesta a volver si él no lo hacía y estaba más que dispuesta a seguir sus pasos aunque no fuese una guerrera que pudiese respaldarle. Les vio infinidad de veces entrenar, podría aprender a defenderse y ser digna de él, siempre se sintió fuera de lugar.

-No, no, no , no Dritt..por favor, no me lleves a Akershus. Volverás a perderte entre las sombras y tardaré en volver a encontrarte -los ojos se llenaron de lágrimas, el hecho de marcharse y estar tanto tiempo separados, le hundió en lo más hondo... él era su corazón y se detuvo en cuanto las puertas de Akersus se cerraron -No, Dritt. No me lleves devuelta. Vine por ti... quiero decirte algo -apenas pudo permanecer con los ojos abiertos más tiempo, la oscuridad le atrapó...dejándose vencer en su pecho, a su suerte.

Cuando abrió los ojos estaba tumbada sobre su lecho, el doctor había sacado la punta de acero de su piel, por suerte llegué a tiempo para que no se complicara esa herida y tras limpiarla desinfectarla y suturarla la vendó para impedir que se abriera.
Sentado en una silla, sujetando su mano entre las mías en un duerme vela extraño me encontré con sus pardos.
ladeé la sonrisa mirándola fijamente.
-Eres una insensata, no puedes correr encapuchada hacia un guerrero -rugí llevando sus nudillos contra mis labios.

Los besé despacio, sabia que necesitaba descanso, había perdido demasiada sangre y ahora era muy importante que se recuperara para poder hacer vida normal de nuevo.
-¿en que pensabas mujer? -le pregunte de forma retorica.
Cualquier vikinga sabia perfectamente que no puedes salir sin dejar claro que eras amiga en medio de la oscuridad cuando el norte vivía en una eterna guerra.

Ladeé la sonrisa acariciando su pelo.
-Madre ha estado aquí, estaba muy preocupada, la llamare para que sepa que estas despierta seguro que te aliviará que este aquí, contigo.
Sol y madre estaban muy unidas, supongo que las dos eran muy parecidas y se necesitaban de algún modo.
-No vuelvas a hacerlo, de ser otro te hubiera dejado abandonada en el bosque y hubieras muerto.

Iba a levantarme para llamar a madre cuando cogió mi mano.
-Se que estoy frio, pero..no se como actuar ahora mismo -confesé volviendo a dejarme caer en la silla -se que tu vida esta en París, pero yo no quiero dejar el norte.
Necesito encontrarme, convertirme en un guerrero ,en el hombre que quiero ser.

Mis ojos volvieron a buscarla, los suyos me encontraron, antes de desvanecerse me dijo que venia a decir algo..quería escucharlo aunque no cambiara nada, quería escucharla.

Los párpados le pesaban, apenas podía abrirlos pero el olor del guerrero le animó a hacerlo. Aún con los ojos cerrados, sonrió pese a la herida. Sus palabras de recriminación, para ella eran un regalo, volvían a estar cara a cara. Se estremeció por el contacto de los labios de quien siempre fue su amigo, su compañero…su TODO.  
 
Al incorporarse, soltó un quejido seguido de un suspiro, intentó aferrarse a la mano ajena. Me seguía reprochando y no me importaba porque volvería a hacerlo tantas veces como vidas viviese , siempre y cuando fuese en su busca, estar a su lado. Bajó un tanto la mirada, el remolino de pestañas oscuras taparon sus grandes ojos color avellana, conocía la respuesta a sus preguntas pero no respondió al pronto, cuando fuese necesario.

Disfrutó de su cercanía, perderse en el sonido de su voz y por fin, después de tanto tiempo...dibujar una sonrisa sincera en sus labios sonrosados. Debía tener cuidado, entre ellos todo había cambiado mucho y no era el único que no era capaz de comportarse frente a frente. Dejó escapar un suspiro, la señora siempre se preocupaba por ella pero ahora mismo, quién más le preocupaba era ella misma pues no podía dejar escapar su destino, menos de forma tan sumamente estúpida.

-Lo volveré a hacer y no una si no mil veces si mis pasos me llevan a ti ¿qué? Voy a arriesgarme siempre y cuando te encuentre. Y esta vez no fue otro, tuviste que ser tú -calló por unos segundos, sopesando las palabras correctas... -Y volveré a buscarte aunque me digas que no lo intente... volveré hasta las mismas llamas del infierno. No me importará alcanzar el Valhalla si eres tú quien me abre la puerta -era inútil, no le creería y lo sabía. Los ojos de Sol se perdieron buscando la mirada ajena, encontrándose por primera vez después de tanto tiempo.

No entendía, menos comprendía porque comentaba que París era su hogar cuando apenas viajaba con la señora, solo fue aquella vez pero un par de semanas... se le hacía demasiado cargante y ruidosa, estaba forjada en el norte aunque sus modales y forma de ser fuese diferentes que las mujeres del norte. Seguía siendo su Sol, con la que se crió con la diferencia que ahora tenía las cosas muy claras.

-El hombre y guerrero que ya eres, Drittsekk. Ese al que te refieres... ya existe, eres tú, lo fuiste siempre pero tuviste que dar más que los demás y aún así fue suficiente. Para mí, siempre serás el guerrero que quisiste ser, te superabas, luchabas con todo tu ser para ganar tu propio premio...la aceptación. Una absurda. -desvió la mirada hacia la puerta donde rezó mentalmente para que la señora no apareciese, apenas podía moverse pero no seria como todas las veces que ambos salían huyendo del otro.

-Mi hogar es tu hogar. Nacimos en París ¿te sientes parisino? Yo no... solo quise buscar mi esencia, buscándola todo el tiempo y la tenía frente a mí. Tú eres mi esencia, Drittsekk -bajé la mirada, negué para que la señora aún no entrase... quería decirle tantas cosas -No te pido que me jures amor eterno, solo...quiero ser tu sol en este mundo de tinieblas. Quiero ser la persona que te ayude a levantarte cuando crees caer...y también quien te cocine esos bollos que tanto te gustan -rió , soltando un quejido por el dolor de las heridas, no iba a obligarle a estar allí pero sí buscó su mano, entrelazando los dedos...sin soltarlo, me mirase y leyese lo que tanto procuré ocultar.

Su ojos pardos centelleaban mirándome, nunca fue mas clara, el problema es que la otra vez también me sonó igual de convincente, estaba inseguro porque Sol era una veleta..no era la chica que conocí un día.
Antaño ella era una niña que siempre seguía mis pasos, jugábamos, nos picabamos y porque no decirlo yo había pasado mi vida enamorado de ella, pero ahora no la conocía...no sabia lo que quería.

Cierto es que han habido épocas que hemos estado mas distantes...yo estuve intentando algo con otra, ella tampoco arrancaba..no lo se, la verdad es que en esta relación de los dos, estaba confundido.

Escuché sus palabras, no pensaba largarme, no ahora que se encontraba así.
-Me haces un hueco -le pedí dejándome caer a su lado en la cama.
Yo apenas había descansado, tenia sueño y no se, no era capaz de hablar ahora mismo quizás porque no la entendía porque me mareaba.

Antes de largarme tenia claro que ella iba a ir a París, que en el norte no estaba su camino y que quería probar otras cosas..lo entendía pero ahora era yo el que no tenia nada claro.
Cerré los ojos rodeando su cintura, mi cabeza se perdió en su cuello ,sus tozos cayeron sobre mi rostro y sonreí al oler su piel evocando mi recuerdo.

Hoy no era día de hablar, no con ella, así no, pero mis dedos se deslizaron por su cintura, a fin de cuentas, pasara lo que pasara entre nosotros, yo siempre la querría.
-Tu siempre serás mi Sol -apuntillé contra su piel.

Nuestras manos se enlazaron, el silencio invadió la estancia mientras nos fijábamos en el otro, se que ella quería respuestas...pero yo no las tenia.
Tiempo, necesitaba tiempo, quizás cuando volviera de Paris ambos tendríamos las cosas mas claras.

No le pidió nada, solo que le escuchase, no podía quedarse con aquello dentro. Fue a buscarlo tras el viaje, solo acompañó a la señora durante un corto periodo de tiempo para que no se sintiese sola. Y él, él era más que un simple sol. Nunca se sintió digna de él aunque los dos se hubiesen criado juntos como iguales, lo admiraba y siempre sería así, siguió sus pasos y pudo comprobar en lo que se convertía. En nada más y nada menos que un colosal guerrero, tenía la sonrisa más bonita de todas y en ella se perdía cada vez que le dedicaba una, con tan poco se conformaba.

Se conformaba con poco y al de repente tenerlo todo… se asustó, corriendo en la dirección opuesta. Se arrepentía de haberle dejado partir, caminos diferentes justo cuando se habían encontrado en un punto. Le dejó hueco a su lado, sin perder la sonrisa. Dolían más otras heridas, las del corazón eran irreparables si la cura no te la proporcionaba la persona que amabas.

Las orbes de Sol, se perdieron en el rostro ajeno, admirándolo en silencio. Sus dedos se movieron solos por el cabello del guerrero, dedicándole unas caricias olvidadas que le arrancaron un suspiro. No dijo nada, lo importante ya lo sabía pero quizás tenía que demostrarle lo que hasta ahora se había guardado bajo llave ¿qué importaban los secretos de una niña? Ya no era esa enana que iba tras él, era una mujer que deseaba estar a su lado pasase lo que pasase… lo amaba, era un hecho y verdad.

Se estremeció por su cercanía, entreabriendo los labios. El calor le reconfortaba, su cuerpo abrazado a ella, su olor salvaje, un silencio que ambos necesitaban para reencontrarse después de ese tiempo sin verse. Habían pasado momentos difíciles, era la primera vez que Sol iba a buscarle, no rendirse pues él nunca lo había hecho. Lo abrazó contra sí, perdiendo su nariz en su cuello, buscando mirarlo de frente…a los ojos. Las yemas delinearon su barbilla, apoyando su frente en la suya. Sonrió feliz solo por ese instante, disfrutando cada segundo.

-¿Vas a cuidarme? Me duele mucho…-rió al soltar su pelo y echar por encima la sabana, al igual que cuando eran niños para ocultarse de todos. Rió entre quejidos, dolía pero podría soportarlo -Te he secuestrado esta noche. No te puedes ir, era un plan -se movió lo justo para poder quedar parcialmente sobre él, como cárcel su propio cuerpo. Tomó sus manos y enredó los dedos en sus muñecas…y la sola visión, le hizo sonrojarse, su cuerpo lo buscaba irremediablemente.

Soleil trepó por encima de mi piel, ladeé la sonrisa, al parecer se encontraba mucho mejor pues las sabanas nos cubrieron dejándonos bajo ellas a los dos.
Mis manos fueron a su cintura mientras mis ojos la miraban con fijeza.
Sus labios entreabiertos provocaban a los míos.

Me relamí mientras nuestra nariz se presionaba y sus palabras presas de un ronroneo, me incitaba a cuidarla.
-Siempre te he cuidado -aseguré sintiendo su aliento en mis húmedos labios mientras la cascada de su pelo negro caía a un lado de mi rostro.
-No voy a quedarme -necesitaba que lo supiera mientras mi hombría golpeaba su vientre alzada -necesito forjarme y no va a ser en Akershus, aquí solo soy un bastardo.

Se que ella no lo veía así, se que siempre vio a un guerrero en mi, peor en Akeshus había tocado techo, había ganado a un general para librar así el honor de Soleil y aun así no se me consideraba suficiente ara ocupar el puesto, nunca seria suficiente porque padre veía en mi la traición, quizás el inicio del fin de su matrimonio.

Ladeé la sonrisa cuando dijo que me había secuestrado esa noche.
-¿Si? -pregunté con picarda -¿y que vas ha hacerme? -pregunté divertido hablándonos bajo esas sabanas que creaban un mundo único para ambos.
Madre entro en ese momento, carraspeó al encontrarnos en una actitud que no esperaba, era innegable que madre y yo no pasábamos nuestro mejor momento, creo que porque veía la historia de su vida reflejada en la nuestra.
Tensé el gesto destapándonos.
-Os dejo solas -susurré besando su mejilla -me llamas cuando termines, estaré fuera, no voy a irme hoy ¿de acuerdo? -dije tratando de aliviar su dolor.

No iba a quedarse , era un hecho. Siempre oyó la frase de “tendría que desaparecer de aquí, nunca será un guerrero”. Lo era y siempre lo sería ante los ojos de Sol, su sol. La joven, lo observaba fijamente en silencio, con una tímida sonrisa en sus labios, aún le parecía un sueño que estuviese allí, juntos. Al menos durante el tiempo suficiente para asegurarle que lo esperaría, iría con él y no le importaba si fuese o no al fin del mundo.

La risa acompañó a unos ojos cargados de ilusión , de alegría por tenerlo entre sus brazos. La complicidad volvía y con ella, aquella relación cercana y confiada. Sus orbes se perdieron en los ajenos, los dedos buscaron el camino por su cabello, peinándolo...o intentarlo al menos. Sonrió ampliamente, fue dispuesta a hablar contra sus labios, cada palabra acariciase los de su guerrero cuando la puerta se abrió.

Negó, aún no quería que se fuese, le obligó a volver a mirarla , tomando su rostro entre sus dedos, dedicarle un dulce beso en su nariz. La sensación volvía, de pérdida, le hacía tanta falta. Unas orbes esmeralda se cruzaron con la mirada de su hijo, no hicieron falta palabras. La señora se acercaba con gesto serio, por primera vez..no supo saber lo que escondía ese prado verde que le infundía tranquilidad, bienestar...familiaridad.


Valeria:

Ver a Soleil y a Drittsekk, le remontaba al pasado en donde una joven Valeria perdió el Norte por aquel joven que puso su vida patas arriba, enseñándole más de lo que él imaginaría jamás. Se vió a sí misma, en la cama con Höor en donde las sonrisas cómplices, los susurros y gemidos formaban parte de esos momentos en los que realmente fue feliz.

Alzó la cabeza, no se podía permitir el lujo de agachar la mirada. Fue un recuerdo confuso de lo más real en los que por un momento anheló, deseando parar el tiempo y quedarse a presenciar como recordar la escena.

No dijo nada a su hijo, tampoco hacía falta aunque él pensase que no lo veía digno para Soleil, se equivocaba. Cuán equivocado. Pues para ella, ¿quién mejor para cuidarla y respetarla? Veía ante sus ojos, como la misma historia se repetía.Nunca fue sincera consigo misma, cuando ocurrió se le quedó dentro y esta vez, era hora de que las palabras saliesen solas... como una de esas historias que contaba a Soleil de la hermosa y flamante París.

-Señora, estoy bien... Drittsekk me ha traído y...¿a quién pretendo engañar? Fui a buscarle, hasta que no supe con exactitud dónde se encontraba, no desistí...tenía que verle, salir a buscarle... no puedo, no quiero... -Valeria sonrió, sentándose frente a ella, en la silla donde su hijo la contempló dormida con la misma mirada con la que Höor solía mirarla. Le echo de menos, ese momento... pues el primer amor no se olvida. Nunca.

-No puedes ni quieres perderle ¿verdad, mi sol?-Soleil desvió la mirada hasta la puerta, tras ella se encontraba quien había sido siempre importante, imprescindible en su vida...ambas sabían lo que era Dritt para Soleil, nunca tuvo ojos para nadie más...estaba enamorada. Eso era amor. La angustia de perderle, como un día lo tienes todo y de repente... se ha evaporado ante sus ojos. Valeria cometió muchos errores pero sabía que el amor era justo eso... desear lo mejor para el ajeno. -Yo solo he amado una vez, no se me permitió más...tampoco quise ni quiero. Lo tuve todo, estaba radiante, pletórica , sentí que ese amor jamás podrían arrebatármelo pero cuando eres tu propio enemigo... -calló, Sol seguía con sus orbes clavadas en la puerta, temía que volviese a marcharse...es más, lo intuyó y se destapó para ir ella misma a buscarlo de nuevo, sin importarle toda la sangre que había derramado, hasta su última gota si con eso lograba encontrarle -Nunca prohibí nada, no lo haría y menos... con vosotros dos. Lo amas, él te quiere... y mientras puedas... -tomó su mano para que la mirase, Soleil a su contacto...entreabrió los labios atenta a cada palabra-No lo pierdas, si te importa más que tu propia vida, corre, búscalo hasta el mismo infierno... es tu felicidad, cógela tan fuerte que no pueda soltarse jamás -a la joven Sol se le saltaron las lagrimas, Valeria siseó y suspiró... era hora de marcharse.

Cuando salió, sonrió a su hijo... y sobraron las palabras.

La puerta se abrió madre aun estaba dentro, pero era la misma Sol la que herida corría a buscarme como si pensara que iba a desvanecerme ante sus ojos.
Negué ladeando la sonrisa.
-Poca fe tienes en mi, te he dicho que no me iré esta noche -aseguré alzándola entre mis brazos para devolverla al lecho.

Tomé asiento en el borde, madre nos miraba y yo guardaba silencio, en este instante no tenia las coas claras aunque hubo un tiempo en el que no hubiera dudado.
-partiré en menos de una semana hacia las zonas septentrionales del norte, he oído que hay un grupo fiel a nuestra causa que se congrega en esas zonas limítrofes.
Aquí en Akershus no voy a convertirme en ese hombre que quiero ser, he visto a Thor en sueños, marcó mi camino, lo vi claro en ese momento, creo que mi sitio no esta aquí, al menos no en estos momentos.
Padre nunca me ha visto como al resto, la prueba es que mi nombre corresponde al de un bastardo, aquí siempre seré eso.

Mis ojos buscaron los pardos de Soleil y mi mano acortó la distancia hasta su mano.
-Busca tus raíces como yo haré conmigo mismo y algún día volveremos a las tierras que nos vieron crecer, mi corazón pertenece a esta fortaleza, el día que vuelva seré el hombre en el que necesito convertirme.

Desvié la mirada hacia mi madre.
-Te agradezco que me lo hayas hecho ver, si no merezco a Sol ¿como voy a merecer el aprecio de padre? ¿o ser mirado diferente por le resto de los norteños cuando soy la única mancha en el linaje del conde? Necesito convertirme en un guerrero al que todos admiren, Thor marcó mi sendero y Loqui guiará mis pasos.

A sol y a mi nos quedaban unas noches juntos, unas que pretendía aprovechar, ella siempre fue esa niña que amé y que en parte amaría para siempre, pero ahora mismo tenia que ser consecuente.

Los brazos de Soleil, se enredaron en el cuello del guerrero con toda la fuerza que fue capaz. Iba a marcharse, eso era algo que los presentes sabían y aún así, se negaba el dejarle ir a su suerte. No era bien recibido ni aceptado...no era su lugar y aunque ella lo sabía, egoístamente le estaba pidiendo que se quedase, permaneciese a su lado sin ver la otra parte... lo que realmente pensaba al respecto, lo que deseaba.

Si se marchaba, había un gran porcentaje de no volver a verle. El simple hecho de imaginar una vida sin él, era parecido como si una flecha le atravesara el corazón y permaneciese anclada allí, para siempre. Más que una espina, Soleil lo interpretó como estar muerta en vida, esperando a un fantasma que quizás no volviese y como bien le oyó decir a la señora en más de una ocasión, como si nunca hubieran existido y al final la mente, intentaría curar a un corazón roto, destrozado en miles de pedazos.

Oírle no le daba ninguna esperanza, no pudo ni mirarle a los ojos...sus pardos se perdieron en un punto inexistente en una de las ventanas. Pedirle que se quedase no solo era egoísta y cruel, sería hacerle infeliz y lo que más le importaba era que encontrase su camino, demostrase que más que una mancha en el linaje Cannif, fuese alguien más importante incluso. Iba a conseguirlo, era un hecho... Drittsekk sería el mejor guerrero del Norte, sería venerado, admirado pero siempre, sería aquel niño descarado del que se enamoró cuando apenas era una niña.

La señora se retiro sin decir nada al respecto, la joven leyó en sus ojos algo más que una simple tristeza pero eso quedaría entre la señora Cannif y ella. El sonido de la puerta cerrarse, le devolvió a la realidad, una en la que él estaba a su lado. Buscó su mirada, a la par que su mano se enredó en su cabello y buscó su mirada,  perderse en aquellos orbes castaños...una vez más. No sabía qué decir, no para que cambiase de idea pues esa no era mi intención solo quería que...

-Te vas a olvidar de mí. Cuando vayan pasando los días, los meses y años... si no nos encontramos, si...si no terminas de encontrar el camino. Te olvidarás de Soleil. -hablaba de mí misma en tercera persona, él sabía que cuando me ocurría eso era porque no solo estaba nerviosa, también dolida -No te pido que te quedes, este nunca fue tu lugar y mejor que yo nadie puede saberlo pero... tenerte y perderte al mismo tiempo... ha causado tal incertidumbre en mi vida que solo... quise salir a buscarte. No, no podía quedarme allí, sin hacer nada...dejando escapar a... -calló de golpe, quizás no era el momento pero necesitaba más que nunca ser sincera.

-Mis raíces se han plantado en el Norte, me he criado aquí y este es mi hogar... sobre mi madre, la señora ha buscado en varios viajes que ha hecho a París pero no ha encontrado nada. No la ha localizado y no sé si realmente quiero saber quién es ni los motivos que tuvo para dejarme. -enredó los dedos en la mano de Dritt, apoyando su frente en la ajena, aspirando su olor...pidiéndole que se quedase al menos esa noche -Quédate, estos días al menos. No te pido más pero no te vayas aún,...-

Se tumbó en la cama, tirando de él para que hiciese lo mismo. El dolor de la herida era insignificante con solo la idea de tener que volver a despedirse y dejarlo marchar, ya sabía era importante pero cuando algo tienes y lo dejas marchar, te das cuenta de que es lo mejor que va a pasarte en tu vida, por lo que realmente vale la pena luchar.

Giró en la cama, volviendo a la misma posición de antes... no iba a volver a dejar desaprovechar ni un segundo. Lo miró a los ojos, los labios enreabiertos y sus ojos sin dejar de admirar su rostro.

-Te dije que te secuestraba esta noche...quédate -le pedía no solo esa, si no todas -Porque...pase lo que pase... te esperaré -besó sus nudillos y con una sonrisa volvió a repetir la misma frase de antes -Te dije...que te he secuestrado -sonrió, perdiéndose en cada centímetro de su piel.

Su tristeza era palpable, sus palabras fueron la clave para descubrir que el olvido por mi parte era lo que temía en esos instantes.
Mis labios recorrieron despacio su cuello, no iba a largarme, no todavía, pero tampoco podía prometerla una vida eterna pues desconocía el tiempo que pasaría fuera.

No iba a pedirle que me esperara, no hubiera sido justo, ni lógico.
No voy a olvidarte -palabras que sonaron a promesa cuando sus marrones y mis pardos chocaron.
Su aliento moría en la humedad de mi boca y no tardé en acortar ese espacio tan necesario.
Mi lengua atravesó el precipicio de sus labios y en caída libre nuestras lenguas danzaron.

Beso húmedo, largo y prolongado que dejaba claro que esos niños que fuimos seguían en nosotros, para mi ella siempre seria alguien importante pues la había amado desde que tenia conocimiento de ser capaz de ello.
Mis dudas eran mas bien otras con respecto a ella y era si aguantaría la vida de un guerrero, yo no era un hombre sencillo, ni fácil de llevar, hacerle daño era lo ultimo que quería y llegado el caso no quería repetir historias pasadas donde ella solo se sintiera una ama de cría.

Mis manos se perdieron por debajo de su camisa, muy despacio para no entorpecer a su herida, piel de ébano que se erizo bajo la yema de mis dedos, sonreí contra sus labios al ser consciente de como me buscaba.
Sus ojos eran hermosos, siempre me parecieron hechizantes cuando se fundían con los propios.
Podía vivir en ese beso cada instante, desde cuando me traía los panecillos a mi cuarto con las primeras luces del alba a cuando venia al patio de armas con una escusa tonta, solo para poder verme antes de que me fuera al lago o la taberna.
Nuestras vidas siempre habían estado unidas, desde la cuna hasta nuestros días y de algún modo por lejos que me llevara la senda así seguirían.

No estaba en derecho de pedirle nada y aún así, esperaba. Esperaría aunque después de partir, no se volviesen a ver más. Desde que era una niña, aquel amor platónico lejos de pensar ser correspondido, ahora se encontraba con él en la cama entre risas y quejidos por sus heridas, poco importaba cuando él estaba allí, frente a ella...prometiéndole que no la olvidaría. ¿Acaso podía ansiar algo más? Sería siempre su sol, pasase lo que pasase, importante y eso era mucho más de lo que alguna vez llegó a imaginar.

Beso desesperado en el que se perdió, sus dientes tomaron el labio inferior, tirando traviesa y lamer la herida como si así lo curase de algún modo. Sonrió con los ojos cerrados, mariposas revolotear por su estómago, provocando la risa nerviosa de la criada. Las yemas de sus dedos, recorrían cada milímetro de la piel de su rostro, aquel guerrero que le había robado el corazón cuando apenas eran unos niños y no entendían nada sobre sentimientos.

Enntreabrió los labios , su piel se erizó por el contacto. Despacio, deslizó los dedos por cada botón pero sin desabotonar ninguno, solo insinuar lo que deseaba. Dormir con él piel con piel , prometerse todo en esa noche y cumplirlo pues en ese momento se conformaba con tan poco. Sus ojos oscuros se perdieron en aquellas tormentas, para ella siempre sería su persona especial.

-Quiero dormir contigo. Sentir tu calor... tu cuerpo mi escudo. Lo quiero todo esta noche, llámame egoísta pero te necesito. Si mañana o pasado te marchas...quiero dejar claro que no sólo te quiero... -nunca fue tan franca, sus mejillas se tiñeron de rosado, sus labios temblaron pues el ser tan sincera no era usual en ella, los nervios terminaban por traicionarla pero ¿Acaso no fue a buscarle por eso? -Sé que no me olvidarás, lo que no quiero que olvides es... que para mí, serás mi guerrero. No el mejor, el único y quizás llegue tarde, tampoco sé cómo demostrártelo, Dritt... no quiero permitir que te marches sin decirte que... -

se acomodó sobre él, su piel se erizó al presionar su cuerpo contra el ajeno, lo buscaba inconscientemente pues sabía que podían no volver a verse cuando él se marchase. Con fuerza, cerró los ojos susurrando su nombre, entrelazando los dedos con los ajenos y acariciar su nariz con la suya en un gesto muy suave y tierno, como esa sonrisa que le dedicó.

-Te he querido antes de que incluso nacieses -apenas fue un susurra, su boca rozó la de él , dándose el lujo de disfrutar este momento. Amarlo aún más de lo que ya lo amaba -No me duele, no te preocupes... no...-dejó escapar un quejido seguido de una risa, ocultando su rostro en el hueco de su cuello, besó el lugar, ascendiendo hasta su oído en el cual, susurró su nombre junto con un “Llévame contigo”. No iba a arrepentirse, jamás de tomar esa decisión.

-Lento...bailemos lento

Mis dedos surcaron los botones de su camisa despacio ,el dolor la atenazaba, algo que sentía con cada beso que la dejaba sin aliento.
-No estas para bailar -le susurré contra sus labios sin dejar de acariciarla.
Nuestras bocas chocaban, mi lengua se deslizaba por sus labios encontrándose con al ajena en una danza lenta plagada de sentimientos.

Ella era esa mujer que había matado toda mi vida, como ella decía, la quise desde la cuna, peor eso no implicaba que nuestro destino fuera eterno, no quería que se equivocara, no podía estar segura ahora cuando hacia apenas unas semanas las dudas se la llevaban.
Estaba confundido y eso era exactamente lo que reflejaba mi cuerpo cuando la volteé para dejarla bajo el mío.

Me desabroche la camisa bajo su atenta mirada deshaciéndome de ella y tirándola arrugada al suelo, sus ojos se centraban en las nuevas cicatrices de mi cuerpo, ladeé la sonrisa al ver como deslizaba su dedo por el lienzo de mi piel.
Su mano terminó en la cinturilla de mi pantalón, surcó la tela deshaciéndose del botón y liberando así a la bestia que acarició con su mano rozando la mojada punta.

Despacio me removí sobre su cuerpo, su mano la llevó hasta la entrada de su laberinto y me perdí allí dentro entrando despacio mientras sus paredes se acomodaban al tamaño de mi verga.
Besos, caricias, la embestí mas despacio de lo que acostumbraba mientras sujetaba mi peso con los brazos para no dañarla.

Jadeábamos contra los labios del otro, sus caricias erizaba mi piel, si esto era una despedida, nos amariamos hasta que el sol nos encontrara, era lo mínimo que nos debíamos al otro.
-¿Llevarte donde? -pregunté con la voz ronca y la respiración errática contra sus labios que volvía a tomar con hambruna.

Los ojos pardos de Soleil, se perdieron en aquellos en los que siempre había anidado desde pequeña. Perdió la razón en cuanto se dio cuenta de que él era no sólo lo más importante en su vida, podría no verlo nunca más y la destrozó. Ahora, en ese instante lo que más le importaba, era tenerlo entre sus brazos...dejarse amar, despedirse con toda el alma y se la llevase para tener que devolvérsela. Sonreía por la expresión que observaba en el gesto de aquel que había marcado su camino y tomado de la mano tantas veces que perdió la cuenta.

Lo admiraba, como si fuese la primera vez, la última. Un brillo especial centelleó en los ojos color café, el imponente cuerpo desnudo era el más perfecto que vería jamás, marcado por cicatrices que las yemas de sus dedos se dio el placer de recorrer despacio, sin prisa...dejando que sintiese por sí mismo lo que provocaba que le dejase deleitarse en el tacto de su piel. Una sonrisa, se dibujó en los labios sonrosados que creció cuando los labios del guerrero se perdieron en su piel y la piel chocolate, reaccionó buscándolo desesperada sufriendo por el simple hecho de acostumbrarse y temer se lo arrebatase.

Sentir pertenecerle, como ambos cuerpos se amoldaban como dos piezas perfectas que encajaban a la perfección. Ningún otro le haría sentir lo mismo, un beso lento y terriblemente adictivo del que no se cansaría de beber, esos labios que eran su total perdición. Dichosa al volver a pertenecerle, sus caderas se movían al son , siguiendo el mismo ritmo y disfrutar de cada movimiento, beso y caricia que él le regalaba. Cuerpos perlados en sudor, alientos que chocaban plagados de gemidos y jadeos, susurros de su nombre.

Los dedos de Sol, se perdieron en su cabello, obligándole de algún modo se rozasen entre gemidos, perdida totalmente en el calor, la perdición , el deseo y ese amor tan puro que le profesaba. Su pregunta la confundió, ¿a dónde le llevaría? A donde fuese con tal de que nunca jamás sus caminos se desviasen, tuvo miedo de decírselo así sin más...

-Contigo, allá donde vayas...no puedo, no quiero...separarme de ti -temor en sus palabras, sus ojos oscuros se perdieron en los ajenos, acarició su rostro con mimo...mientras danzaban lento, cada vez con más necesidad...el baile se volvió más rápido, ritmo frenético que le arrancó un jadeo seguido de su nombre. Todo su cuerpo tembló, llegando al clímax, abrazándolo contra sí y negar a soltarle. Con la respiración entrecortada, repartió besos por sus mejillas, su nariz, frente y un roce en los labios que le supo a poco -Aceptaré...lo haré cuando me digas que me crees, lo que siento por ti..es..es...-aún perteneciéndole sus ojos se llenaron de lagrimas cristalinas, en su total desesperanza -Gracias por haberme regalado tenerte...pero ahora ¿cómo voy a hacerlo? Me has enseñado muchas cosas pero no estar sin ti -

Nuestros cuerpos sucumbieron juntos al orgasmo, tensos, ebrios de esa boca de caramelo que entre jadeos roncos nos incendiamos por completo.
Su cuerpo se tensaba, caía laxo sobre mi tronco, mis dedos acariciaron la curvatura de su espalda, bella, oscura.
Sus palabras chocaban contra mi pecho mientras sus dedos dibujaban cada una de las cicatrices que la surcaban.
-No se donde voy, mis pasos los guía Loqui y llevar a una mujer a seguir ese sendero es algo que no deseo.

Mis dedos acariciaron su rostro, se que eran ciertos sus sentimientos, pero también que todavía tenia pendiente descubriese a si misma, en París o en el Norte.
-Planteame un motivo por el que nuestros pasos deban seguir juntos, uno razonable, no solo que no quieres perderme o que eres incapaz de vivir sin mi en estos instantes.
Háblame de como podemos hacer para sentirnos plenos, un camino que nos lleve a algún maldito lado porque en Akershus me siento estancado y creo que lo mismo en tu caso.
Yo necesito vivir caos, problemas y otros momentos complicados, necesito forjarme no solo con el acero de Akershus si no a base de las fraguas de otros lugares y tiempo.
Erlend sido mi mentor, ahora necesito encontrar un camino.

Tiré de su azabache enredando en él mis dedos, bocas que colisionaron lentas, despacio.
-He conocido a alguie mas en estas semanas lejos y aunque no se a donde me llevará con ella el sendero, se que guarda secretos y misterios.
No la amo si es lo que te preguntas, ahora mismo creo que no puedo jurar sentimientos a nadie mas que a los dioses a los que les rindo mi acero, mis pasos y mi cuerpo.

Mis ojos se perdieron en sus avellanas, no iba a negar que siempre sentí algo por ella y que se algo seguía moviendo mi pecho con fuerza en estos momentos.
-Duerme conmigo -le pedí
Mi verga en su muslo, ya había salido pero seguía, húmeda, caliente.

Le pedía un motivo para reconducir algo que se había estancado y sin embargo, ambos deseaban que siguiese adelante. Le pedía la respuesta, ¿la tendría? No se trataban sólo de sentimientos, les unía algo más que un simple “amor”, con acaso unos meses de diferencia ya yacían juntos en la cuna...sus caminos se cruzaron y si algo tenía claro Sol era que no iba a dejarlo escapar, no cuando sabía que él era más que un simple capricho o amor imposible.

-Un motivo. Quieres un motivo cuando no quieres oír palabras si no ver hechos. He cruzado el bosque y volvería a hacerlo, me clavases mil flechas y seguiría poniéndome en pie. Tú eres mi muro, por el que trepar y llegar a lo más alto, tú eres más que un amor infantil que llevo arrastrando toda la vida, eres mi escudo y yo tu corazón. Ninguno ha sido capaz de rendirse y si ahora no sabemos qué hacer con nuestros caminos...lo único que tengo claro es que cuando estoy contigo, no me importa el sitio ni el lugar porque estoy contigo. Contigo soy capaz de lo que sea y sé que te pasa lo mismo -guardó silencio, entre besos, sus labios acariciaban su cuello en una caricia de lo más tierna, al igual que sus manos por la piel desnuda de sus costados.

Cuando le nombró a “ella”, se le quedó mirando fijamente a los ojos, sabía a lo que se refería y aún así no se apartó, enredó sus dedos entre los ajenos y medio sonrió. El camino de Dritt se iba forjando fuera de Akersus y lo comprendía, cuando en un lugar no eres bien recibido y menos...querido, te marchabas a buscar tu sitio allá donde fuese. Su rostro, lo ocultó en el hueco de su cuello, dejando escapar un beso, las yemas de sus dedos se deslizaron por el contorno de su pecho...despacio, sin prisa.

-Nunca te he pedido nada. Los sentimientos no se pueden controlar y si en un futuro, sientes por otra persona yo no voy a meterme, lo aceptaré. No voy a hacer un drama de todo esto, ni tienes que darme explicaciones...esa persona puede llenarte más que tu Sol, esa o cualquier otra y entonces este momento solo será un recuerdo. Prefiero no planear nada, solo dejarme guiar por lo que siento y así fue siempre, siempre te quise... te quiero -se sonrojó , cerrando los ojos, dejando apoyado la cabeza a la altura de su corazón, podía notar el latido apresurado y el propio pues esa era la reacción de su ser cuando él se encontraba tan cerca.

-Cuando alguien te importa, lo amas...aceptas porque sabes que serás feliz y esté en tu mano. Y ahora, solo quiero dormir contigo... si nuestros destinos son estar juntos, que así sea y si no... sabes que siempre has sido importante en mi vida, mi guerrero -cerró los ojos, deleitándose en el tacto de su piel, el olor de su cuerpo al pasear la nariz por su pecho... el instante de permanecer con él enredados -Prometer que nos esperaremos es una inmensa tontería, somos mayores y quien sabe si plantaremos nuestro árbol lejos del otro. Ahora solo quiero amanecer contigo, recuperarme...para volver seguirte los pasos y vuelvas a dispararme, porque puedes derrumbarme mil veces y mil me levantaré -jamás iba a rendirse...

Sus palabras eran sinceras, no era necesario mas prueba que la piel erizada cada vez que la yema de mis dedos se paseaba por ella.
Ella había sido el amor de mi vida, me había perdido en otros cuerpos y sin embargo su sabor no se había esfumado ni por un momento.
Mi vida siempre estaría anclada a la suya porque en cierto modo habíamos compartido algo mas que cuna.

Solo que mi camino no podía quedar anclado a Akershus, se que esas tierras eran mi destino, el fin de mi camino, pero estaba decidido a emprender el sendero, mi propia marcha y ver a donde los pasos me llevaban.
Los dioses así lo querían.
-Nunca he dejado de quererte Sol, nunca, te pedí no hace mucho que te casaras conmigo, creo que tu tenias razón, creo que no era el momento, aun teníamos los dos que seguir nuestro sendero.
Ahora dices que no hay camino que no recorrerías sin mi, bien, pues hagamoslo, ven conmigo, probemos si somos capaces de que esto funcione y de no hacerlo, ve, vuela lejos de mi y se feliz, porque no estoy seguro de que la vida que he elegido sea exactamente la que mereces o la que deseas llevar.

Dejé escapar el aire de forma pesada.
-Siempre la vi como madre, una mujer que seria mas feliz en un hogar, con un marido parisino, que la llenara de hijos y de vestidos caros, ir a misa los domingos.
-No puedo ignorar lo que siento por ti, no puedo olvidarte aunque quiera y si tu de verdad crees que soy lo que deseas, si no crees que cometerás el mismo error que madre con padre, pues ven conmigo y descubrámonos de nuevo.

Cerré los ojos tras una noche llena de risas, de caricias y de besos, no se lo que me depararía el mañana, pero hoy estaba allí, con ella.

Una sonrisa sincera se dibujó en los labios cereza, lo creía. Pasase lo que pasase, la querría del mismo modo que ella a él. No era un secreto que la criada sintiese algo más que cariño por aquel niño que se crió con ella. La sinceridad siempre brilló por ambos y en ese momento no iba a ser menos, le dijo tanto lo que sentía como pensaba, transparente desde el primer segundo hasta el último de sus vidas.

-No, no era el momento pero eso no quiere decir que no lo sea nunca, quizás...-calló pues no esperó que le pidiese ir con él, sus orbes brillaron ilusionadas, su sonrisa se ensanchó, tomando el rostro del guerrero entre las manos. Era feliz, lo fue por esos segundos porque volvió a elegir entre todas, ser su compañera de viaje, quien cuidase sus pasos aunque no supiese del todo usar una espada. No dijo nada, no aún hasta que expresase todo lo que tuviese que decir, sería entonces cuando le contestase a su petición y lo demás.

-Iré, iré contigo. He cruzado el bosque y me has clavado la flecha, ni mil flechas más me harían cambiar de opinión -rió, llenando de besos su mejilla, su frente y llegar a su boca en donde se perdió, mordiendo su labio inferior de manera traviesa... le encantaba admirarle desde tan cerca, ese momento lo había estado esperando tanto tiempo... -Quiero saber lanzarlas, las flechas quiero decir... sabes que tengo buena puntería cuando te he tirado piedras y dado en toda la frente, a mucha distancia...debo añadir -asentí varias veces, mirándole fijamente a los ojos, las yemas se deslizaron por su mejilla...despacio.

Dejó que apoyase el rostro en su pecho, se quedase esa noche allí con ella y poder velar su sueño. Cerró los ojos, aquel momento había llegado sin esperarlo y cuando menos lo buscaba, no iba a decepcionarle...sus pasos seguían en la misma dirección y por más que intentaban separarse, volvían a reunirse frente a frente, uno contra el otro.

Y se quedaron dormidos, enredados. Una silenciosa Valeria, abrió la puerta para comprobar que Sol seguía bien y lo estaba ¿con quién mejor? Sonrió y cerró, dejándoles dormir... ya mañana sería otro día. Y fue el sol quien la despertó de golpe, al verle tan cerca. Una idea cruzó su mente, iba a ser traviesa, no perdía esa picardía de cuando eran pequeños.

-¡Dritt! ¡me estás haciendo daño! La herida...¡oh dios! Como duele...-esperó que se medio despertara para cambiar los papeles y ella quedar sobre él, girando en la cama...mucho mejor de la herida y más al saber que hoy empezaba una nueva etapa para ellos -Mi guerrero... muy malos reflejos. Al final tendré yo que enseñarte... -la amplia sonrisa de Soleil, cómo lo miraba... tan embelesada que se sonrojó por si él...se había dado cuenta -Te dije... te dije una vez más que te secuestraría. ¿Y si no te dejo salir de la cama? -