AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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A new twilight - Libre
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A new twilight - Libre
“Don't come back for the applause, the applause
Cause I'm already long gone, I'm long gone”~
Llevaba corriendo tanto tiempo que por unos segundos le faltó el aliento, aún así, siguió y siguió cada vez más rápido como si de algún modo, todo quedase atrás. ¿Huir? Sí, huía de una vida que no deseaba, no fue ni sería para ella. Huía de aquello que en un instante de su vida le hizo feliz y ahora tan solo era un agridulce recuerdo. Recuerdo cargado de sonrisas, miradas y palabras que nunca jamás volverían a ser pronunciadas.
Ya no era esa niña que llegó a París con aires de grandeza, la rebelde hija pequeña de los Appleby que en más de una ocasión formó una escandalera, dando de que hablar y poniendo en evidencia a su apellido, manchando el honor de tan distinguida familia. La familia, dudaba que alguno de sus componentes significase algo, nunca mostraron gran afecto por ella y la única vez que podía afirmar haberse sentido querida, fue por la familia de aquel amigo de la infancia con el que se crió. Los padres de ese pequeño, servían a los Appleby, su madre en las cocinas y su padre de mozo de cuadras...y ellos dos, perdiéndose en ese mundo inocente e infantil que no distinguía de raza ni status social.
Y solo podía oír su propio corazón latir apresurado, como si le fuese a salir del pecho. Las piernas comenzaban a mandar pequeños calambres, avisando de que ya era suficiente y aminorase. Tras su espalda, los pasos de aquel que la seguía...llevaban un buen rato en el rol de gato y ratón ¿quién de los dos era? Cerró los ojos un segundo, al abrirlos...aquel ser ante ella, sus orbes azules se abrieron con sorpresa sin esperarlo en absoluto.
Respiración errática, le faltaba más que el aire. Aquel ser no iba a dejarle marchar sin más después de haber estado toda la noche tras el. Una sonrisa arrogante por parte de la cazadora, dispuesta a morir si era su destino pero nunca rendirse. Daga en mano, ballesta en la otra, no estaba dispuesta a fallar... nunca lo hacía pues había sido curtida en la Orden por uno de los mejores arqueros.
La risa de la joven hizo eco, una fina capa de lluvia comenzó a caer sobre ellos. Se relamió y alzó la ballesta, a cualquier movimiento sospechoso dispararía...justo en la sien. No le servía para nada, información errónea que no llevaba a ninguna parte. Y se preguntó por un segundo, qué estaría haciendo ahora mismo si hubiese seguido siendo aquella joven de clase alta, ahora... su objetivo era deshacerse de esa bestia.
-Buen viaje -entrecerró un ojo, disparo limpio que no dio tiempo al ser... entre los ojos, gotas salpicaron el perfecto rostro de ella, dejó descansar la ballesta a un lado de su cuerpo, enredando los dedos en quien era ahora, su fiel amiga. Después de esta bestia, vendrían muchas más, había abierto una puerta donde volver a cerrarla no era una opción. Y entonces, se acordó de aquella casa, en donde cazó acompañada...el baño, el desayuno y el adiós.
Cause I'm already long gone, I'm long gone”~
Llevaba corriendo tanto tiempo que por unos segundos le faltó el aliento, aún así, siguió y siguió cada vez más rápido como si de algún modo, todo quedase atrás. ¿Huir? Sí, huía de una vida que no deseaba, no fue ni sería para ella. Huía de aquello que en un instante de su vida le hizo feliz y ahora tan solo era un agridulce recuerdo. Recuerdo cargado de sonrisas, miradas y palabras que nunca jamás volverían a ser pronunciadas.
Ya no era esa niña que llegó a París con aires de grandeza, la rebelde hija pequeña de los Appleby que en más de una ocasión formó una escandalera, dando de que hablar y poniendo en evidencia a su apellido, manchando el honor de tan distinguida familia. La familia, dudaba que alguno de sus componentes significase algo, nunca mostraron gran afecto por ella y la única vez que podía afirmar haberse sentido querida, fue por la familia de aquel amigo de la infancia con el que se crió. Los padres de ese pequeño, servían a los Appleby, su madre en las cocinas y su padre de mozo de cuadras...y ellos dos, perdiéndose en ese mundo inocente e infantil que no distinguía de raza ni status social.
Y solo podía oír su propio corazón latir apresurado, como si le fuese a salir del pecho. Las piernas comenzaban a mandar pequeños calambres, avisando de que ya era suficiente y aminorase. Tras su espalda, los pasos de aquel que la seguía...llevaban un buen rato en el rol de gato y ratón ¿quién de los dos era? Cerró los ojos un segundo, al abrirlos...aquel ser ante ella, sus orbes azules se abrieron con sorpresa sin esperarlo en absoluto.
Respiración errática, le faltaba más que el aire. Aquel ser no iba a dejarle marchar sin más después de haber estado toda la noche tras el. Una sonrisa arrogante por parte de la cazadora, dispuesta a morir si era su destino pero nunca rendirse. Daga en mano, ballesta en la otra, no estaba dispuesta a fallar... nunca lo hacía pues había sido curtida en la Orden por uno de los mejores arqueros.
La risa de la joven hizo eco, una fina capa de lluvia comenzó a caer sobre ellos. Se relamió y alzó la ballesta, a cualquier movimiento sospechoso dispararía...justo en la sien. No le servía para nada, información errónea que no llevaba a ninguna parte. Y se preguntó por un segundo, qué estaría haciendo ahora mismo si hubiese seguido siendo aquella joven de clase alta, ahora... su objetivo era deshacerse de esa bestia.
-Buen viaje -entrecerró un ojo, disparo limpio que no dio tiempo al ser... entre los ojos, gotas salpicaron el perfecto rostro de ella, dejó descansar la ballesta a un lado de su cuerpo, enredando los dedos en quien era ahora, su fiel amiga. Después de esta bestia, vendrían muchas más, había abierto una puerta donde volver a cerrarla no era una opción. Y entonces, se acordó de aquella casa, en donde cazó acompañada...el baño, el desayuno y el adiós.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: A new twilight - Libre
Una fría relación, así era como se había sentido aquel matrimonio. La casa que los acogía en la ciudad francesa dejó su calidez para volverse una trampa de hielo y frío, ante tal situación el hermano menor de los Chevalier, Ben, es quien optó, aquella noche, por salir de casa.
La chaqueta que le acompaña lo cubre del frío de la noche y de la lluvia que agradece en ese momento, ese pequeño rocío que enfría y calma su caliente cabeza. ¿Cuántas veces llevaban ya desde que se enojó por amar a una mujer prohibida? Su cabeza le decía que debía dejar todo, pero su corazón le pedía luchar, luchar por que su familia fuera feliz, pero su honor era el que estaba en juego, su honor y su sangre. Maldijo apretando los dientes furioso.
Ante la constante necesidad de encontrar algo con lo que luchar, algo que pudiera ayudarla a evocar toda esa frustración, esa furia que lo comía por dentro; no tuvo más salida que tomar un caballo directo hacia el bosque, pero algo ahí le recordaba a su hermano, el necesitaba uno donde pudiera sentirse más y ante la idea de lo que sentía y pensaba en voz alta terminó por encontrar el mejor lugar –Los pantanos– , exclamó ante el relinchar del caballo que tomó a paso veloz y bravío el camión de los pantanos, cuando llegó, su ambiente natural, las gotas de lluvia lo van arrancando de aquellas prendas y cadenas tomando la forma de un tigre ibérico.
Sus patas al entrar en contacto con la tierra buscaban desesperados el correr, el fulgor de un encuentro con alguien, pero solo pudo correr entre la podredumbre de los pantanos y las alimañas que ahí se encuentra. Corrió tanto que sus pulmones ardían, él estaba quemando y en un intento por persuadir su cabeza que aun en su estado salvaje trató de aniquilarlos pero eran más fuertes que él; terminó por soltar un fuerte rugido con todos su pulmones dejando un enorme grito desgarrador lleno de desesperación.
Un sonido fuerte, un eco que estalló en aquel momento con el aroma de la sangre que se tornaba más fuerte, supuso que no estaba solo en aquel momento y era lo que buscaba alguien con quien terminar en un sangriento enfrentamiento, quizás un inquisidor, un hombre con el cual medirse cara a cara en todo aspecto. Corrió siguiendo el aroma de la sangre, aquella marca inconfundible.
Agazapado entre los arbustos admiró la obra de una mujer que terminaba con otro ser de la manera más despiadada. Gruñó mostrando esos incisivos de sus colmillos y sus bigotes temblaron, sus zarpas se mostraron y un leve rugido dejó entrever de su escondite. El sentía que había otra bestia de esas rondando cerca, podía sentirlo estaba muy cerca. Sus ojos miraban atentos hasta que encontró el otro animal que acechaba. Con sus patas traseras se impulsó, tomando la forma de un lince, algo más pequeño y letal. Dando un enorme salto rugiendo ante el animal que intentó atacar a traición a la mujer protegiéndola en ese momento.
El animal no estaba a gusto de haber visto a su compañera muerta a manos de aquella asesina, pero al ver al animal que la protegía comenzó una fiera batalla entre ellos, zarpas, mordidas, hasta que el lince logró tomarse del cuello de la bestia clavando sus dientes en su yugular hasta perforarla y desangrarlo. Su apariencia salvaje no ayudaba y gruñó al momento de mirar la ballesta erizando y actuando de manera cautelosa ante la extraña, aunque podía sentir y oler que venían más de aquellas bestias, por lo que se mantuvo de pie observando en silencio moviendo la cabeza para llamar a la mujer.
La chaqueta que le acompaña lo cubre del frío de la noche y de la lluvia que agradece en ese momento, ese pequeño rocío que enfría y calma su caliente cabeza. ¿Cuántas veces llevaban ya desde que se enojó por amar a una mujer prohibida? Su cabeza le decía que debía dejar todo, pero su corazón le pedía luchar, luchar por que su familia fuera feliz, pero su honor era el que estaba en juego, su honor y su sangre. Maldijo apretando los dientes furioso.
Ante la constante necesidad de encontrar algo con lo que luchar, algo que pudiera ayudarla a evocar toda esa frustración, esa furia que lo comía por dentro; no tuvo más salida que tomar un caballo directo hacia el bosque, pero algo ahí le recordaba a su hermano, el necesitaba uno donde pudiera sentirse más y ante la idea de lo que sentía y pensaba en voz alta terminó por encontrar el mejor lugar –Los pantanos– , exclamó ante el relinchar del caballo que tomó a paso veloz y bravío el camión de los pantanos, cuando llegó, su ambiente natural, las gotas de lluvia lo van arrancando de aquellas prendas y cadenas tomando la forma de un tigre ibérico.
Sus patas al entrar en contacto con la tierra buscaban desesperados el correr, el fulgor de un encuentro con alguien, pero solo pudo correr entre la podredumbre de los pantanos y las alimañas que ahí se encuentra. Corrió tanto que sus pulmones ardían, él estaba quemando y en un intento por persuadir su cabeza que aun en su estado salvaje trató de aniquilarlos pero eran más fuertes que él; terminó por soltar un fuerte rugido con todos su pulmones dejando un enorme grito desgarrador lleno de desesperación.
Un sonido fuerte, un eco que estalló en aquel momento con el aroma de la sangre que se tornaba más fuerte, supuso que no estaba solo en aquel momento y era lo que buscaba alguien con quien terminar en un sangriento enfrentamiento, quizás un inquisidor, un hombre con el cual medirse cara a cara en todo aspecto. Corrió siguiendo el aroma de la sangre, aquella marca inconfundible.
Agazapado entre los arbustos admiró la obra de una mujer que terminaba con otro ser de la manera más despiadada. Gruñó mostrando esos incisivos de sus colmillos y sus bigotes temblaron, sus zarpas se mostraron y un leve rugido dejó entrever de su escondite. El sentía que había otra bestia de esas rondando cerca, podía sentirlo estaba muy cerca. Sus ojos miraban atentos hasta que encontró el otro animal que acechaba. Con sus patas traseras se impulsó, tomando la forma de un lince, algo más pequeño y letal. Dando un enorme salto rugiendo ante el animal que intentó atacar a traición a la mujer protegiéndola en ese momento.
El animal no estaba a gusto de haber visto a su compañera muerta a manos de aquella asesina, pero al ver al animal que la protegía comenzó una fiera batalla entre ellos, zarpas, mordidas, hasta que el lince logró tomarse del cuello de la bestia clavando sus dientes en su yugular hasta perforarla y desangrarlo. Su apariencia salvaje no ayudaba y gruñó al momento de mirar la ballesta erizando y actuando de manera cautelosa ante la extraña, aunque podía sentir y oler que venían más de aquellas bestias, por lo que se mantuvo de pie observando en silencio moviendo la cabeza para llamar a la mujer.
Bran & Ben Chevalier- Cambiante Clase Alta
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Re: A new twilight - Libre
Born to try.
Renacer de nuevo, para algunos imposibles y para otros... una nueva oportunidad de emendar y sanar tus errores. Seguir adelante y aceptar quién era ahora, quién dejó de ser. Ahora, su único fin era perseguir demonios, en busca del suyo particular pues podría estar vivo o simplemente, seguir persiguiendo un fantasma entre tantos. Él debía estar vivo, estaba segura de ello, solo... tenía que seguir buscando hasta hallar lo que tanto deseaba.
El ritmo de su respiración, delataba el esfuerzo del encuentro con aquella bestia. Iba acompañada, era un hecho, las esperaba con los brazos abiertos, mirándoles a los ojos pues su único fin en esa noche era derramar sangre y no lagrimas de sal. De niña no solía hacerlo y después de todo lo que había perdido a su paso... más bien, a todas las personas que ante sus ojos vio morir.
Un recuerdo al pasado, tan fugaz como aquel animal desconocido que se alzó en sus patas traseras para cuidar sus espaldas. Una fina lluvia, una gesta encarnizada. Su daga en mano, ballesta en la otra. Podía oír sus gruñidos, los de ambas bestias enfrentándose. La bestia que acababa de ejercer como su sombra iba en busca y captura en acabar en aquellos que interrumpieron una silenciosa noche, en la que derramar sangre sería la cumbre para un día de tormenta, en su propia vida.
Los ojos azules de la cazadora, buscaron raudos al acompañante de aquel ser. Dobló la esquina dispuesta a acabar con la causante de la muerte de su igual, su sangre. Las finas y delicadas manos de Abbey, buscaron su arco, una flecha de plata sería quien acabase con la misera vida de aquel licantropo. Cerró un ojo, teniendo que entrecerrarlo, era de noche y la puntería no era tan letal y exacta. Tomó aire, apuntó y antes de que la bestia se alzase del suelo, tensó el arco...podía sentir la presión de su flecha de plata, oír el silbido cortando el aire y la lluvia para impactar entre ceja y ceja de la bestia.
No acabaría con su vida, aún quedaba el golpe de gracia. Corrió hasta el cuerpo tumbado en el suelo, la bestia no paraba de gruñir, entre alaridos. La daga labrada en plata, sería quien derramase el río escarlata. Aunque no todo salió como esperaba, la bestia se alzó con la flecha aún en su frente... no bastaba, no. Abbey chasqueó la lengua y corrió hacia atrás para impulsarse, saltar en sus propios pies para batirse con el enemigo, sin pensar, sin importarle otra cosa que bañarse en sangre.
Renacer de nuevo, para algunos imposibles y para otros... una nueva oportunidad de emendar y sanar tus errores. Seguir adelante y aceptar quién era ahora, quién dejó de ser. Ahora, su único fin era perseguir demonios, en busca del suyo particular pues podría estar vivo o simplemente, seguir persiguiendo un fantasma entre tantos. Él debía estar vivo, estaba segura de ello, solo... tenía que seguir buscando hasta hallar lo que tanto deseaba.
El ritmo de su respiración, delataba el esfuerzo del encuentro con aquella bestia. Iba acompañada, era un hecho, las esperaba con los brazos abiertos, mirándoles a los ojos pues su único fin en esa noche era derramar sangre y no lagrimas de sal. De niña no solía hacerlo y después de todo lo que había perdido a su paso... más bien, a todas las personas que ante sus ojos vio morir.
Un recuerdo al pasado, tan fugaz como aquel animal desconocido que se alzó en sus patas traseras para cuidar sus espaldas. Una fina lluvia, una gesta encarnizada. Su daga en mano, ballesta en la otra. Podía oír sus gruñidos, los de ambas bestias enfrentándose. La bestia que acababa de ejercer como su sombra iba en busca y captura en acabar en aquellos que interrumpieron una silenciosa noche, en la que derramar sangre sería la cumbre para un día de tormenta, en su propia vida.
Los ojos azules de la cazadora, buscaron raudos al acompañante de aquel ser. Dobló la esquina dispuesta a acabar con la causante de la muerte de su igual, su sangre. Las finas y delicadas manos de Abbey, buscaron su arco, una flecha de plata sería quien acabase con la misera vida de aquel licantropo. Cerró un ojo, teniendo que entrecerrarlo, era de noche y la puntería no era tan letal y exacta. Tomó aire, apuntó y antes de que la bestia se alzase del suelo, tensó el arco...podía sentir la presión de su flecha de plata, oír el silbido cortando el aire y la lluvia para impactar entre ceja y ceja de la bestia.
No acabaría con su vida, aún quedaba el golpe de gracia. Corrió hasta el cuerpo tumbado en el suelo, la bestia no paraba de gruñir, entre alaridos. La daga labrada en plata, sería quien derramase el río escarlata. Aunque no todo salió como esperaba, la bestia se alzó con la flecha aún en su frente... no bastaba, no. Abbey chasqueó la lengua y corrió hacia atrás para impulsarse, saltar en sus propios pies para batirse con el enemigo, sin pensar, sin importarle otra cosa que bañarse en sangre.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: A new twilight - Libre
Como lince mantuvo su mirada fija y atenta en la mujer, gracias a su animal interno el ver en medio de la oscuridad no le era problema y más estando como un animal, sus patas se mantuvieron firmes relamiéndose la sangre ajena; para él ese tipo de sangre no hacía efecto de cambio, pero igual con su lengua limpió su hocico quitándose toda esa sangre que tenía encima, no le gustaba estar cubierto de ella pero esa noche, esa noche algo había cambiado.
Dejó aquella bestia para la mujer mientras él resguardaba el flanco izquierdo y derecho, podía sentir la cercanía de otros, y sabía que no podía hacer nada estando en aquella forma pequeña y poco letal. Cerró los ojos tronando sus huesos en el cambio, su rostro cambiaba de un lince a un enorme leopardo de las nieves, un poco más alto que el lince, suelta un rugido fuerte corriendo de frente trepando a uno de los árboles cercanos, mira a la mujer y la melena de ella le recuerda a aquella que no tiene y jamás tendrá.
Regresa la vista a la oscuridad rugiendo fuerte para llamar la atención de aquellos lobos, dando tiempo a la mujer que acabe con aquella bestia, porque ella se veía igual que él, sedienta de muerte para acallar sus penas y su corazón.
Uno de los lobos que venía en ayuda de aquel que estaba por morir, saltó entre los árboles y la podredumbre del pantano pero tras su espalda calló el leopardo clavando sus garras y sus enormes dientes en su cuello, en la parte de su nuca hasta sentir como sus colmillos grandes perforaban los músculos y venas hasta hacer destrozo parte de la cerviz dejando que el cuerpo cayera ante la visión de su naturaleza que mostraba la sangre de su enemigo corriendo por su hocico hasta el suelo y el relamiéndose de ella. Los lobos se mantuvieron alejados observando a la mujer y a la bestia y este les rugía que se abalancen a la batalla.
Miró a la mujer como terminaba con aquella bestia ante la vista de los demás, que aullaron y como la sangre de ese corría en toda dirección, salpicándole a él y a ella.
Los aullidos no se hicieron esperar, y él atento escuchó como se marchaban algunos pero unos dos se quedaron observándoles esperando a que la mujer y el leopardo bajen sus armas y se confíen, pero el leopardo podía verlos, sentirlos y no dejaba de gruñir por lo bajo en dirección de ellos.
La lluvia se volvía más y más pesada para é, por los recuerdos que comenzaron a atacarlo, recuerdos de todas sus perdidas, de su familia, de saber que tenía otra, de fijar sus ojos en alguien que no debía y de perderla como lo hizo con todo. Ahora solo le tocaba pelear, pelear antes de volver a su hogar y enfrentar las decisiones que había tomado, una decisión de irse lejos, no importaba el lugar incluso si fuese la muerte, eso al final del día ya no importaba para él.
Dejó aquella bestia para la mujer mientras él resguardaba el flanco izquierdo y derecho, podía sentir la cercanía de otros, y sabía que no podía hacer nada estando en aquella forma pequeña y poco letal. Cerró los ojos tronando sus huesos en el cambio, su rostro cambiaba de un lince a un enorme leopardo de las nieves, un poco más alto que el lince, suelta un rugido fuerte corriendo de frente trepando a uno de los árboles cercanos, mira a la mujer y la melena de ella le recuerda a aquella que no tiene y jamás tendrá.
Regresa la vista a la oscuridad rugiendo fuerte para llamar la atención de aquellos lobos, dando tiempo a la mujer que acabe con aquella bestia, porque ella se veía igual que él, sedienta de muerte para acallar sus penas y su corazón.
Uno de los lobos que venía en ayuda de aquel que estaba por morir, saltó entre los árboles y la podredumbre del pantano pero tras su espalda calló el leopardo clavando sus garras y sus enormes dientes en su cuello, en la parte de su nuca hasta sentir como sus colmillos grandes perforaban los músculos y venas hasta hacer destrozo parte de la cerviz dejando que el cuerpo cayera ante la visión de su naturaleza que mostraba la sangre de su enemigo corriendo por su hocico hasta el suelo y el relamiéndose de ella. Los lobos se mantuvieron alejados observando a la mujer y a la bestia y este les rugía que se abalancen a la batalla.
Miró a la mujer como terminaba con aquella bestia ante la vista de los demás, que aullaron y como la sangre de ese corría en toda dirección, salpicándole a él y a ella.
Los aullidos no se hicieron esperar, y él atento escuchó como se marchaban algunos pero unos dos se quedaron observándoles esperando a que la mujer y el leopardo bajen sus armas y se confíen, pero el leopardo podía verlos, sentirlos y no dejaba de gruñir por lo bajo en dirección de ellos.
La lluvia se volvía más y más pesada para é, por los recuerdos que comenzaron a atacarlo, recuerdos de todas sus perdidas, de su familia, de saber que tenía otra, de fijar sus ojos en alguien que no debía y de perderla como lo hizo con todo. Ahora solo le tocaba pelear, pelear antes de volver a su hogar y enfrentar las decisiones que había tomado, una decisión de irse lejos, no importaba el lugar incluso si fuese la muerte, eso al final del día ya no importaba para él.
Bran & Ben Chevalier- Cambiante Clase Alta
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Re: A new twilight - Libre
La lluvia caía de manera copiosa como si el fin del mundo estuviese próximo. La respiración entrecortada de la cazadora se entremezclaba con los rugidos de aviso de aquel leopardo que se había unido a la gesta. Le resultó irónico, siempre le compararon con una fiera indomable y a su lado, se encontraba su propio reflejo. Como si estuviese cara a cara en un espejo, Abbey contempló al ilustre cambiante, desafiando al enemigo, no iba a darse por vencido y una vez más...volvió a recordarle a sí misma.
Apenas podía tener los ojos abiertos, el agua emborronaba toda visión. Sin soltar la ballesta, alerta esperando cualquier ataque, la rubia seguía en pie dispuesta a enfrentarse a aquellos seres, a las bestias de su propio infierno. Preparada, siempre sintió que nació preparada para superar cualquier cosa, dispuesta a cruzar la línea del cielo al infierno. No podía asegurar que había estado en los dos pues el cielo, se negaba a abrirle las puertas, toda su vida la atribuyó al llamado infierno y cuán equivocada estaba...el verdadero infierno se encontraba delante de sus ojos.
Seres sobrenaturales con el único objetivo de dar fin con la humanidad. Sus orbes azules se entrecerraron, intentando recuperar la visión clara de las dos sombras que los observaban. Sería mejor abandonar aquel lugar, regresar pero ¿cuándo se rendía? Iba a ganar aquella batalla aunque pereciera en el intento, ya no tenía nada que perder y ganar la propia satisfacción de superación, de acabar con el lastre de aquellos seres que no habían hecho otra cosa que tocarle la moral.
Dudaba que aquel felino hubiese aparecido para ayudarla por casualidad, o pertenecía a lo sobrenatural o la conocía, fuere como fuere, se respaldó en él para que éste hiciese lo mismo y esperasen a que se decidiesen abandonar o seguir con aquel enfrentamiento. Cierto era que el frío comenzaba a calarle en los huesos, tiritaba sin pestañear...como una estatua esperando cualquier ataque, movimiento.
-No voy a rendirme-susurró , sin esperar respuesta. La sangre ajena comenzó a abandonar su rostro, dejando paso a su inmaculada piel o eso parecía. Un quejido por lo bajo, a la altura de la rodilla un buen zarpazo, esos malditos perros le habían herido y con profundidad, sintió tambalearse, alzando la ballesta y tomar como punto de apoyo el lomo del leopardo, no sabía cuánto iba a aguantar...sólo esperaba que lo suficiente, aún quedaba mucho, demasiado por hacer.
Apenas podía tener los ojos abiertos, el agua emborronaba toda visión. Sin soltar la ballesta, alerta esperando cualquier ataque, la rubia seguía en pie dispuesta a enfrentarse a aquellos seres, a las bestias de su propio infierno. Preparada, siempre sintió que nació preparada para superar cualquier cosa, dispuesta a cruzar la línea del cielo al infierno. No podía asegurar que había estado en los dos pues el cielo, se negaba a abrirle las puertas, toda su vida la atribuyó al llamado infierno y cuán equivocada estaba...el verdadero infierno se encontraba delante de sus ojos.
Seres sobrenaturales con el único objetivo de dar fin con la humanidad. Sus orbes azules se entrecerraron, intentando recuperar la visión clara de las dos sombras que los observaban. Sería mejor abandonar aquel lugar, regresar pero ¿cuándo se rendía? Iba a ganar aquella batalla aunque pereciera en el intento, ya no tenía nada que perder y ganar la propia satisfacción de superación, de acabar con el lastre de aquellos seres que no habían hecho otra cosa que tocarle la moral.
Dudaba que aquel felino hubiese aparecido para ayudarla por casualidad, o pertenecía a lo sobrenatural o la conocía, fuere como fuere, se respaldó en él para que éste hiciese lo mismo y esperasen a que se decidiesen abandonar o seguir con aquel enfrentamiento. Cierto era que el frío comenzaba a calarle en los huesos, tiritaba sin pestañear...como una estatua esperando cualquier ataque, movimiento.
-No voy a rendirme-susurró , sin esperar respuesta. La sangre ajena comenzó a abandonar su rostro, dejando paso a su inmaculada piel o eso parecía. Un quejido por lo bajo, a la altura de la rodilla un buen zarpazo, esos malditos perros le habían herido y con profundidad, sintió tambalearse, alzando la ballesta y tomar como punto de apoyo el lomo del leopardo, no sabía cuánto iba a aguantar...sólo esperaba que lo suficiente, aún quedaba mucho, demasiado por hacer.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: A new twilight - Libre
En ese momento, al ver y oír a la joven dama, sintió una descarga en su cuerpo pero a la vez sintió el frio halo de la muerte que le llamaba lento, pero no, no eran las manos de la muerte que le estaban llamando tan seductoramente, eran sus propios recuerdos los que lo estaban debilitando como para caer en aquel momento, unos segundos que fueron cruciales y de los cuales se mezclaba más con sus memorias perdidas.
Ahí estaba, en aquella cabeza de animal debatiéndose la consciencia del hombre cuerdo y caballeroso por la fiereza de la bestia que tenia en su alma.
Su respiración se agitó en aquel momento más, sus ojos mantuvieron sus pupilas cerradas bien atentas al menos movimiento sus zarpas centellaban en aquel momento de la noche, y su hocico mostraba sus fieros dientes que estaban gritando por más sangre, al menos por esa noche. Soltó un rugido fuerte, sonoro con la fuerza de sus patas que en el lodo solo dejaron la clara marca de su peso, del tamaño de su ira al dar un fuerte golpe con sus patas delanteras rugiendo a la noche, en dirección a aquellos lobos que no esperaron más y tomaron la invitación del animal saltando rugiendo de odio y deseos de venganza tal como estaba él.
Se lanzó a la batalla, la zarpa del lobo le alcanzó el rostro y parte de los costados, sonó sus costillas, dos quebradas, pero no se amilanó, igual rugía contra esa bestia dándole zarpazos a las patas y al abdomen. Los rugidos de los dos era una conversación que estaba lleno de insultos. El felino se lanzó corriendo contra un árbol sujetándose con sus zarpas hasta caer sobre la espalda del lobo al que mordió en la nuca, mordiéndole toda su espalda en la parte de la columna, sus zarpas se clavaban y le ayudaban a mantenerse, pero el lobo fue más hábil golpeándose contra un árbol, pero fue justo cuando el animal clavó sus dientes y sus garras rasgaban su piel dejándolo sin vida.
Ambos cayeron, él ya cojeaba pero aun así sangrando y adolorido fue a ayudar a la mujer, poniéndose en frente de ella para evitar que reciba un golpe letal, llevándose él un zarpazo en el rostro a la altura del ojo. Miró a la mujer lleno de sangre y la lluvia que caía s u rostro se mezclaba en sus ojos como lágrimas, porque ver a aquella mujer hacía más dolorosa su decisión por recordar a aquella que se llevó su corazón y alma.
Regresó la mirada a la bestia rugiendo con sus últimas fuerzas preparándose para la batalla, aunque le cueste la vida en ello.
Ahí estaba, en aquella cabeza de animal debatiéndose la consciencia del hombre cuerdo y caballeroso por la fiereza de la bestia que tenia en su alma.
Su respiración se agitó en aquel momento más, sus ojos mantuvieron sus pupilas cerradas bien atentas al menos movimiento sus zarpas centellaban en aquel momento de la noche, y su hocico mostraba sus fieros dientes que estaban gritando por más sangre, al menos por esa noche. Soltó un rugido fuerte, sonoro con la fuerza de sus patas que en el lodo solo dejaron la clara marca de su peso, del tamaño de su ira al dar un fuerte golpe con sus patas delanteras rugiendo a la noche, en dirección a aquellos lobos que no esperaron más y tomaron la invitación del animal saltando rugiendo de odio y deseos de venganza tal como estaba él.
Se lanzó a la batalla, la zarpa del lobo le alcanzó el rostro y parte de los costados, sonó sus costillas, dos quebradas, pero no se amilanó, igual rugía contra esa bestia dándole zarpazos a las patas y al abdomen. Los rugidos de los dos era una conversación que estaba lleno de insultos. El felino se lanzó corriendo contra un árbol sujetándose con sus zarpas hasta caer sobre la espalda del lobo al que mordió en la nuca, mordiéndole toda su espalda en la parte de la columna, sus zarpas se clavaban y le ayudaban a mantenerse, pero el lobo fue más hábil golpeándose contra un árbol, pero fue justo cuando el animal clavó sus dientes y sus garras rasgaban su piel dejándolo sin vida.
Ambos cayeron, él ya cojeaba pero aun así sangrando y adolorido fue a ayudar a la mujer, poniéndose en frente de ella para evitar que reciba un golpe letal, llevándose él un zarpazo en el rostro a la altura del ojo. Miró a la mujer lleno de sangre y la lluvia que caía s u rostro se mezclaba en sus ojos como lágrimas, porque ver a aquella mujer hacía más dolorosa su decisión por recordar a aquella que se llevó su corazón y alma.
Regresó la mirada a la bestia rugiendo con sus últimas fuerzas preparándose para la batalla, aunque le cueste la vida en ello.
Bran & Ben Chevalier- Cambiante Clase Alta
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Re: A new twilight - Libre
La tormenta en su apogeo, cubría el cielo parisino como un manto gris y transparente. Apenas podían ver suficiente para localizar con exactitud a las bestias que los acechaban, el cambiaformas lo tenía más fácil y ella, se dejó guiar por sus instintos, atenta a cada movimiento y sonido que destacase entre la cortina de agua que azotaba con fuerza , siendo imposible moverse como desease. Debía tener cuidado, esa noche no debía ser la última, no iba a rendirse.
Ante la atenta mirada de la cazadora, las bestias se engarzaron en una pelea que no parecía tener fin. A una de las bestias se le antojó más apetecible la joven rubia a quien no tardó en atacar, corriendo hacia ella entre la maleza, las pisadas contra el asfalto, la avisaron de que era la víctima de aquel que lloraba la muerte de los suyos, sangre de sus hermanos...adornaban las prendas de la cazadora, como galardones que mostrar con orgullo.
Una sonrisa, su espalda se irguió, no dejando caer todo el peso en la pierna herida. Sangraba, cada vez más y eso no le bastó para ponerse en guardia y alzar su ballesta , una flecha cortó el viento, las gotas de agua e impactó en la sien del lobo que cayó a escasos centímetros de sus pies. No vio venir aquella otra bestia, dispuesta a hacer venganza... la zarpa que hubiese rasgado su cuello, impactó en su compañero de batalla de esa noche y Abbey, la bestia reculó hacia atrás, observándolos en silencio, garras manchadas de sangre, alaridos de dolor por parte de aquel que acababa de arriesgar su vida.
-¡Aguanta! -no estaba segura si le entendería, ni siquiera comprendía porqué le había ayudado, no era amiga de esos seres y nadie hacía las cosas de forma desinteresada, no al menos si no haces nada a cambio. Se agachó como buenamente pudo al felino, apenas podía moverse...malherido y con desgaste de fuerza, se dejó vencer en el suelo. La cazadora, examinó las heridas rápidamente para ser valoradas, aún estaban en peligro. -Estás a salvo -lo aseguró, girándose de golpe hacia atrás, la bestia malherida se alzaba en sus patas para atacar a aquella quien estaba dispuesta a arrasarlo todo.
La daga de su cinto fue tomada entre sus dedos, con decisión, la guió en un movimiento seco hasta su torso, cerca del corazón. Con aún la daga , rugió con fuerza, hacia el cielo, volviendo en sus pasos por dónde habían venido, los demás al ver la escena y a su compañero herido, decidieron seguir sus pasos , perdiéndose en el bosque.
Respiración acelerada, manos manchadas de sangre, el felino herido reclamaba su atención en silencio. Muy despacio, tomó la cabeza entre sus manos, dejando que el pulgar limpiase el zarpazo sin éxito, llovía mucho, ni siquiera era capaz de moverse tras lo ocurrido.
-Debemos irnos ¿me oyes? Tienes que poner de tu parte, no podré contigo al peso y menos desangrándome ¡no te duermas! -con la palma comenzó a darle en el hocico para no perder el contacto visual, esa bestia podía atacarla pero...si hubiese querido tal cosa...ya lo hubiese eso -Vamos, no puedo curarme sola...y tú tampoco , camina en una pata y...te guío los pasos , no verás bien y... estoy hablando con un felino, estupendo -resopló agobiada, sin saber muy bien cómo ayudar a aquel que arriesgó su vida sin pedir nada a cambio.
Ante la atenta mirada de la cazadora, las bestias se engarzaron en una pelea que no parecía tener fin. A una de las bestias se le antojó más apetecible la joven rubia a quien no tardó en atacar, corriendo hacia ella entre la maleza, las pisadas contra el asfalto, la avisaron de que era la víctima de aquel que lloraba la muerte de los suyos, sangre de sus hermanos...adornaban las prendas de la cazadora, como galardones que mostrar con orgullo.
Una sonrisa, su espalda se irguió, no dejando caer todo el peso en la pierna herida. Sangraba, cada vez más y eso no le bastó para ponerse en guardia y alzar su ballesta , una flecha cortó el viento, las gotas de agua e impactó en la sien del lobo que cayó a escasos centímetros de sus pies. No vio venir aquella otra bestia, dispuesta a hacer venganza... la zarpa que hubiese rasgado su cuello, impactó en su compañero de batalla de esa noche y Abbey, la bestia reculó hacia atrás, observándolos en silencio, garras manchadas de sangre, alaridos de dolor por parte de aquel que acababa de arriesgar su vida.
-¡Aguanta! -no estaba segura si le entendería, ni siquiera comprendía porqué le había ayudado, no era amiga de esos seres y nadie hacía las cosas de forma desinteresada, no al menos si no haces nada a cambio. Se agachó como buenamente pudo al felino, apenas podía moverse...malherido y con desgaste de fuerza, se dejó vencer en el suelo. La cazadora, examinó las heridas rápidamente para ser valoradas, aún estaban en peligro. -Estás a salvo -lo aseguró, girándose de golpe hacia atrás, la bestia malherida se alzaba en sus patas para atacar a aquella quien estaba dispuesta a arrasarlo todo.
La daga de su cinto fue tomada entre sus dedos, con decisión, la guió en un movimiento seco hasta su torso, cerca del corazón. Con aún la daga , rugió con fuerza, hacia el cielo, volviendo en sus pasos por dónde habían venido, los demás al ver la escena y a su compañero herido, decidieron seguir sus pasos , perdiéndose en el bosque.
Respiración acelerada, manos manchadas de sangre, el felino herido reclamaba su atención en silencio. Muy despacio, tomó la cabeza entre sus manos, dejando que el pulgar limpiase el zarpazo sin éxito, llovía mucho, ni siquiera era capaz de moverse tras lo ocurrido.
-Debemos irnos ¿me oyes? Tienes que poner de tu parte, no podré contigo al peso y menos desangrándome ¡no te duermas! -con la palma comenzó a darle en el hocico para no perder el contacto visual, esa bestia podía atacarla pero...si hubiese querido tal cosa...ya lo hubiese eso -Vamos, no puedo curarme sola...y tú tampoco , camina en una pata y...te guío los pasos , no verás bien y... estoy hablando con un felino, estupendo -resopló agobiada, sin saber muy bien cómo ayudar a aquel que arriesgó su vida sin pedir nada a cambio.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: A new twilight - Libre
Su visión se borraba, su ojo herido perdía la profundidad de las cosas a su alrededor. Sus orejas percibían el sonido, pero eran sus bigotes los que le daban más orientación de las cosas; pero, aun así, su aliento se desvanecía y sus pulmones hacían un gran esfuerzo por tomar el aire que podían. Se sentía cansado, se veía muy exhausto como para continuar con la batalla, pero no se dejaría morir, no así. Él daría hasta su última gota de sangre en la pelea sin importar que.
El peso de su cuerpo se venció no podía dar un paso más, sus costillas estaban rotas, dos de ellas, sus costados abiertos y heridos, así como su lomo, su ojo con la imprenta de las garras de aquel lobo que lo mira para matarlo, su hocico tenía toda su sangre y la ajena pero no podía más, todo se volvía más doloroso. Miró a la mujer, y en un segundo aquella silueta le recordó a su pecado, su ojo bueno se abrió rápido pero solo vio la figura de una mujer de cabellos rubios ayudándolo, no era aquella. Suspiro dejándose morir prácticamente, casi inconsciente solo pudo ver como la mujer luchaba con todas sus fuerzas, pero él sabía que era inútil…todo era inútil ya…
Cerró los ojos con un sonido final pero a lo lejos oía voces, voces que le daban un saludo de buen día, buenas noches, un saludo y preocupación, una sonrisa y una suave caricia así como besos que ya no podrán ser más. Al volver en si escucha la voz de la mujer que intenta ayudarlo ¿por qué? Es una cazadora él piensa ellos nos matan porque somos unas bestias ¿por qué me ayuda? Oh, cierto, es porque le ayude. Se relame el hocico tratando de ponerse en pie pero le cuesta y analiza la situación.
Sabe que con la contextura de la mujer y su condición no podría llevarlo a cuesta, cojear le daría mucha fuerza a él y sería doloroso. Acercó su hocicó a la pierna de la mujer como unas gracias por mantenerlo despierto. Se levantó como pudo cojeando mantuvo la vista moviendo su cabeza para que ella se apoye en él. No podía hablar, él sabía que los humanos no entienden a los animales, por lo que, en contra de su voluntad la figura de animal queda atrás y aparece un hombre, una espalda descubierta pero llena de sangre y heridas antiguas y nuevas que solo crecen en el dolor –Apóyate en mi lomo, te ayudará a soportar el dolor. Hay algunas casas abandonas por estos sectores, así que te ayudaré a llegar ahí para que pases la noche, ah y no estás loca, puedo entenderte muy bien y mejor que nadie incluso sin palabras puedo saber lo que piensas con solo oir los latidos de tu corazón, no te preocupes no te haré ningún daño cuando salga el sol nos despediremos– tomó de nuevo su figura animal, la un leopardo, pero el cambio con las heridas que tenía lo debilito aun más como para terminar cayéndose al sueldo ensuciando su piel. Él sabía que debía descansar para que su cuerpo sane rápido, pero su sentido de deber estaba primero, y eso era algo que nadie nunca pudo entender, ni lo harán.
Como pudo se puso de pie ofreciendo su apoyo a la mujer nuevamente. Su ojo buscaba un camino seguro, él sabía que no estarían solos pronto, podía olerlos, sentirlos cerca. Él sabía que los lobos siempre están en manada la cual es un gran numero casi difícil de vencer...pero no imposible. Aunque como estaban ambos sería más que estúpido enfrentarse a lobos, por lo que tomó fuerza desde las últimas que tenía para ayudar por lo menos a una persona, a una mujer.
El peso de su cuerpo se venció no podía dar un paso más, sus costillas estaban rotas, dos de ellas, sus costados abiertos y heridos, así como su lomo, su ojo con la imprenta de las garras de aquel lobo que lo mira para matarlo, su hocico tenía toda su sangre y la ajena pero no podía más, todo se volvía más doloroso. Miró a la mujer, y en un segundo aquella silueta le recordó a su pecado, su ojo bueno se abrió rápido pero solo vio la figura de una mujer de cabellos rubios ayudándolo, no era aquella. Suspiro dejándose morir prácticamente, casi inconsciente solo pudo ver como la mujer luchaba con todas sus fuerzas, pero él sabía que era inútil…todo era inútil ya…
Cerró los ojos con un sonido final pero a lo lejos oía voces, voces que le daban un saludo de buen día, buenas noches, un saludo y preocupación, una sonrisa y una suave caricia así como besos que ya no podrán ser más. Al volver en si escucha la voz de la mujer que intenta ayudarlo ¿por qué? Es una cazadora él piensa ellos nos matan porque somos unas bestias ¿por qué me ayuda? Oh, cierto, es porque le ayude. Se relame el hocico tratando de ponerse en pie pero le cuesta y analiza la situación.
Sabe que con la contextura de la mujer y su condición no podría llevarlo a cuesta, cojear le daría mucha fuerza a él y sería doloroso. Acercó su hocicó a la pierna de la mujer como unas gracias por mantenerlo despierto. Se levantó como pudo cojeando mantuvo la vista moviendo su cabeza para que ella se apoye en él. No podía hablar, él sabía que los humanos no entienden a los animales, por lo que, en contra de su voluntad la figura de animal queda atrás y aparece un hombre, una espalda descubierta pero llena de sangre y heridas antiguas y nuevas que solo crecen en el dolor –Apóyate en mi lomo, te ayudará a soportar el dolor. Hay algunas casas abandonas por estos sectores, así que te ayudaré a llegar ahí para que pases la noche, ah y no estás loca, puedo entenderte muy bien y mejor que nadie incluso sin palabras puedo saber lo que piensas con solo oir los latidos de tu corazón, no te preocupes no te haré ningún daño cuando salga el sol nos despediremos– tomó de nuevo su figura animal, la un leopardo, pero el cambio con las heridas que tenía lo debilito aun más como para terminar cayéndose al sueldo ensuciando su piel. Él sabía que debía descansar para que su cuerpo sane rápido, pero su sentido de deber estaba primero, y eso era algo que nadie nunca pudo entender, ni lo harán.
Como pudo se puso de pie ofreciendo su apoyo a la mujer nuevamente. Su ojo buscaba un camino seguro, él sabía que no estarían solos pronto, podía olerlos, sentirlos cerca. Él sabía que los lobos siempre están en manada la cual es un gran numero casi difícil de vencer...pero no imposible. Aunque como estaban ambos sería más que estúpido enfrentarse a lobos, por lo que tomó fuerza desde las últimas que tenía para ayudar por lo menos a una persona, a una mujer.
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Re: A new twilight - Libre
Las respiraciones se entremezclaban, humana y sobrenatural, juntos luchando codo con codo en una batalla a la que por fin dieron final con graves consecuencias. Ambos heridos, heridas profundas que dejarían cicatriz y por ende la historia de esa noche, tatuada en su piel. Estaba intentando no perder la consciencia, apoyada en el cambiante, un sustento mutuo que equilibraba la unión de dos que se suponían eran enemigos naturales. En ese momento, sólo importaba salir de allí cuanto antes, ellos eran dos y en tal estado, no aguantarían otro asalto.
No quedaba tiempo, cada segundo contaba y era cuestión de tiempo que volviesen a estar rodeados. Miró de reojo a la imponente y magullada silueta felina, podía oír como su respiración cada vez era más y más acelerada, gemidos de dolor. Dispuesta a salir de allí con el cambiante, fue éste mismo quién detuvo los pasos de la cazadora. Ante ella, la magia o así o creía, se hizo presente, quién fue una bestia fiera, ahora... tomó el lugar de un hombre, alto y corpulento, las mismas magulladuras y heridas que rasgaron su piel, zarpas y mordiscos que no dejaban de sangrar, ambos comenzaban a perder mucha sangre.
Abbey, había sido alcanzada por las garras de un lobo negro como la noche, un buen tajo que le costaría tiempo y con paciencia para sanar. No imaginó, mucho menos pensó ver lo que estaba a punto de presentarse ante sus ojos, aquel felino, poco a poco optó por la imagen de un hombre. Entreabrió los labios rosados, resecos por la sangre de su comisura. No salía de su asombro, inmóvil, tuvo que sostenerse entre sus brazos para no caer entre la sorpresa y la voz de aquel hombre que aseguraba una despedida.
-El sol aún no ha salido, quedan horas y cada segundo...cuenta -acababa de convertirse ante sus ojos, seguían caminando hacia el lugar indicado, era la primera vez que veía algo semejante... las bestias eran bestias pero él no lo era del todo, mitad hombre, mitad felino -En cuanto nos detengamos, buscaremos algo con lo que taparte...¿Acostumbras a ir desnudo? Qué tontería, los leopardos no tienen ropa...y comienzo a desvariar. Pff -resopló, aferrándose a su brazo para no caer, hasta llegar al lugar en concreto iban a tener problemas, si uno caía el otro también. Infundía ánimo y fuerza al apretar su brazo, dolía tanto que dudaba pudiese permanecer más tiempo. Y demonios y mil diablos, tenía tantas preguntas, la principal no tardó en abandonar sus labios.
-No debiste ayudarme ¿por qué? Os damos caza, no dudaste en salir en mi búsqueda y ayuda... mi agradecimiento es poco, las palabras se las lleva el viento asi que entra, examinaré tus heridas y me cuentas esa magia extraña ¿eres brujo? Conmigo pocos trucos, no es el momento ni el lugar...y ¿qué demonios ha pasado para que vuelvas a ser la bestia que luchó con todos esos lobos. ¿Estás bien? -murmuró al ver cómo se le cerraban los ojos, cómo se iba abandonando a la incosnciencia, quedaba tan poco para llegar, apenas unos centímetros, cuando su propio cuerpo cayó sin avisar, sobre él y aún así, no perdió la sonrisa y las ganas de seguir en pie, acelerando con las pocas fuerza quedaban dudaba que permaneciese despierta -No va a ser mi último aliento, te lo aseguro, luego...te mataré -sonrió de medio lado, acelerando como pudo el paso, arrastraba la pierna... si por ella hubiese sido se la hubiese cortado, tenía otras heridas que no sanaban, era el momento de las preguntas, esperaba que con respuesta.
Entró en el l lugar con cuidado, dejándose vencer en medio de la estancia.
No quedaba tiempo, cada segundo contaba y era cuestión de tiempo que volviesen a estar rodeados. Miró de reojo a la imponente y magullada silueta felina, podía oír como su respiración cada vez era más y más acelerada, gemidos de dolor. Dispuesta a salir de allí con el cambiante, fue éste mismo quién detuvo los pasos de la cazadora. Ante ella, la magia o así o creía, se hizo presente, quién fue una bestia fiera, ahora... tomó el lugar de un hombre, alto y corpulento, las mismas magulladuras y heridas que rasgaron su piel, zarpas y mordiscos que no dejaban de sangrar, ambos comenzaban a perder mucha sangre.
Abbey, había sido alcanzada por las garras de un lobo negro como la noche, un buen tajo que le costaría tiempo y con paciencia para sanar. No imaginó, mucho menos pensó ver lo que estaba a punto de presentarse ante sus ojos, aquel felino, poco a poco optó por la imagen de un hombre. Entreabrió los labios rosados, resecos por la sangre de su comisura. No salía de su asombro, inmóvil, tuvo que sostenerse entre sus brazos para no caer entre la sorpresa y la voz de aquel hombre que aseguraba una despedida.
-El sol aún no ha salido, quedan horas y cada segundo...cuenta -acababa de convertirse ante sus ojos, seguían caminando hacia el lugar indicado, era la primera vez que veía algo semejante... las bestias eran bestias pero él no lo era del todo, mitad hombre, mitad felino -En cuanto nos detengamos, buscaremos algo con lo que taparte...¿Acostumbras a ir desnudo? Qué tontería, los leopardos no tienen ropa...y comienzo a desvariar. Pff -resopló, aferrándose a su brazo para no caer, hasta llegar al lugar en concreto iban a tener problemas, si uno caía el otro también. Infundía ánimo y fuerza al apretar su brazo, dolía tanto que dudaba pudiese permanecer más tiempo. Y demonios y mil diablos, tenía tantas preguntas, la principal no tardó en abandonar sus labios.
-No debiste ayudarme ¿por qué? Os damos caza, no dudaste en salir en mi búsqueda y ayuda... mi agradecimiento es poco, las palabras se las lleva el viento asi que entra, examinaré tus heridas y me cuentas esa magia extraña ¿eres brujo? Conmigo pocos trucos, no es el momento ni el lugar...y ¿qué demonios ha pasado para que vuelvas a ser la bestia que luchó con todos esos lobos. ¿Estás bien? -murmuró al ver cómo se le cerraban los ojos, cómo se iba abandonando a la incosnciencia, quedaba tan poco para llegar, apenas unos centímetros, cuando su propio cuerpo cayó sin avisar, sobre él y aún así, no perdió la sonrisa y las ganas de seguir en pie, acelerando con las pocas fuerza quedaban dudaba que permaneciese despierta -No va a ser mi último aliento, te lo aseguro, luego...te mataré -sonrió de medio lado, acelerando como pudo el paso, arrastraba la pierna... si por ella hubiese sido se la hubiese cortado, tenía otras heridas que no sanaban, era el momento de las preguntas, esperaba que con respuesta.
Entró en el l lugar con cuidado, dejándose vencer en medio de la estancia.
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