Despertar al mundo. (Privado)

Recuerdo del primer mensaje :

La plaza de la fortaleza de Akershus brillaba en faroles hechos con papel, con calabazas vacías o con cualquier luminaria que los aldeanos pudieron encontrar. El buque Amelia había llevado hasta allí barriles y botellas para una muchedumbre, víveres y productos básicos que se repartieron entre la gente y como Arthur Mordrake había amasado una buena fortuna, tiró la casa por la ventana en la bienvenida al mundo de su primer nieto Brökk, mandó trar de Bergen un cargamento enorme para celebrar su nacimiento. Se montaron largas mesas con comida para reventar, dulces y todo tipo de viandas. Un festín enorme para más de mil personas. Que nadie olvidase jamás el nombre de ese niño que sería el protegido de Loki, destinado a grandes cosas. Habría música y baile y como regalo para sus padres, el orgulloso abuelo donó a la causa una yeguada de los mejores caballos norteños, que servirían a los rebeldes para seguir plantandole cara al malvado tirano que los oprimía.

En la casa de los Tollak la felicidad había venido de la mano de ese pequeño rubio de ojitos claros que había colmado a sus padres, a su abuelo y a Hilda y Arne que eran ya parte de la familia, pues llevaban la casa en marcha para que la bruja pudiera descansar un poco. Sirius y Valeska tenían allí a su tía Giuliana cada día, porque para ella esos dos pequeños eran como suyos y tener a Brökk no la limitaba para pasar tiempo con ellos, así que además del bullicio habitual se había organizado una fiesta de proporciones enormes que abrumaba a la joven, tan poco dada a esos excesos.

Danielle fue a verlos al caer la tarde antes de que empezaran a rugir las hogueras, se asara la carne y la música inundase las calles. Le llevó al pequeño Brökk un real de a ocho, un talismán pirata que garantizaba transporte gratuito en los barcos libres a quien lo portase. Ella tenía uno, ganado por su rango de capitán, y el otro se lo arrebató a Mary Read, una capitana pirata muy conocida que se atrevió a desafiarla en duelo cuando supo que Henry Morgan había muerto, tratando de apoderarse del Queen Anne's Revenge. Lo llevaba engarzado en un cordel de fibra de coco con cuentas, un pequeño talismán del caribe para el pequeño Tollak.

— Para que el mar nunca sea tu enemigo, pequeño vikingo. Tu dios quizás te proteja, pero las naves más rápidas son las de bandera negra, así que con esto llegarás siempre a donde quieras.

Se llevaba bien con Giuliana, que no era muy habladora de normal, pero con ella soltaba la lengua bastante. Ulf también le tenía cierta confianza y solían gastarse bromas, así que se sentía cómoda visitando ese hogar, aunque de alguna manera el calor que desprendía le producía cierta envidia. Sirius observaba con ojillos inquietos, así que la pirata se agachó hasta su altura.

— Me muero de hambre. ¿Robamos unas galletas? ehm.. robar no, pedir prestadas. ¿me acompañas? seguro que si voy contigo nadie me reñirá, a los niños nunca os riñen por eso. ¿Qué me dices?.— le guiñó el ojo y el pequeño, que era muy confiado fue de la mano de la rubia a la cocina a por unas galletas. Abrieron la puerta con sigilo y Danielle se apoderó de unas cuantas, que guardó en los bolsillos de su casaca, llevándose a Sirius después a la terraza desde la que había visto llegar a los falsos druidas y se sentaron allí con los pies colgando y royendo las galletas.— Iba a regalarte a ti ese real de a ocho, pero es que el pobre Brökk no puede invocar al viento y tú sí. Puedes hacer que La Reina Ana llegue hasta América en tres días. ¿No me crees? cuando seas más mayor iremos, ya lo verás. Pero el pobre Brökk lo necesitará más que tú, porque él no puede navegar rápido. ¿Aunque sabes qué? hay un montón de objetos piratas muy famosos; por ejemplo, el sable de Grace O'Malley, o la pata de palo de Edward Teach. Pero sin duda el mejor es el corazón de Davy Jones, dicen que quien lo posee puede controlar al Holandés Errante, un barco pirata legendario y a la bestia que lo guarda: el kraken. Si lo encuentro tendrás que ayudarme, ni tu padre con su espada, ni tu tía con la sartén pueden hacer nada contra él, sólo tú dominando el mar.


Las historias de Danielle siempre estimulaban la imaginación de los niños; Orn y Fiolett no necesitaban mucha, siempre andaban matando dragones imaginarios, pero Valeska y Sirius eran diferentes y tenían que sentirse incluidos en aquel maremagnum extraño que les había caido en su vida. Entendía lo que era sentirse diferente, raro, fuera de lugar, y aunque aquellos niños no fueran nada suyo, los había cuidado durante unos meses y siempre que podía se acercaba a pasar un rato con ellos.

Estaban rumiando las galletas robadas mientras columpiaban sus pies sentados en el suelo con las piernas pasadas entre los barrotes de la baranda de madera, dejando al protagonista de la fiesta rodeado de gente adentro, cuando Höor salió al exterior.

Lund salió a su encuentro y la rodeó con sus brazos. Sabía que en Akershus mucha gente le había cogido cierto cariño, que la empezaban a respetar y de una forma u otra confiaban en ella y en su ingenio que los había sacado de algun atolladero. Pero ese abrazo le supo agridulce porque al hacer frente a la muerte de la forma en la que la habían encarado, había tenido algunas revelaciones que habían puesto patas arriba sus prioridades.

Se giró un instante viendo el gesto de Ulf que agarraba a Höor y el desmán de este y supo que no debía retrasar ese momento mucho más. Lund tenía intención de llevarla algun lugar en tierra firme, realmente no le estaba escuchando porque su mente iba a mil por hora. ¿Había dicho su casa? ¿La casa que perteneció a sus padres? no estaba segura, pero cuando se detuvieron en la entrada soltó el aire despacio y cruzó el umbral de la puerta. Le había dicho que temió por su vida durante aquellas semanas, que Höor se habia arriesgado mucho al ser tan inconsciente y que ella todavía más al ir tras él... pero en algun momento Danielle se giró y le puso las manos sobre los antebrazos.

— Lund, detente...tenemos que hablar.— Clavó sus ojos en los del vikingo. Cierto era que habían pasado buenos momentos juntos, pero ahora tenía algunas cosas más claras.— Cuando llegué no conocía vuestra cultura, me explicasteis que tanto hombres como mujeres son libres de tener sexo con quieran y en eso no os diferenciais de los piratas. Pero creo que tú buscas una mujer con la que echar raíces, alguien con quien regresar al final del dia, al final de la batalla, alguien que te de un hogar como el que tiene Ulf. No soy esa mujer.— lo estaba mirando directamente a los ojos y le estaba rompiendo el alma tener que decirle aquello, porque con el capitan Morgan siempre había jugado a enredar las palabras para no sentirse vulnerable; picar de puerto en puerto sin implicarse en nada, ni en el amor ni en la vida en general, le había permitido vivir con libertad.— Estoy cambiando, lo sé, puedo sentirlo, sé que que no soy la misma de antes, que este sitio me ha atrapado y...bueno, he tenido bastante tiempo para pensar. Hay cosas que no cambian, y yo nunca perteneceré del todo a la tierra, no me veo como madre de una jauría de pequeños vikingos, y mereces a alguien que quiera lo mismo que tú. No somos niños, ya no podemos pretender que tenemos toda la vida por delante para hacer mil cosas.— Se estaba enrollando ella sola, pero es que eran muchas cosas las que quería explicarle a Lund, pero al final se resumía en eso.— Lund, lo que trato de decirte es que quizás no sepa muy bien quien soy ahora, pero lo que tengo claro es que no quiero jugar contigo ni hacerte daño. Posiblemente me arrepienta algun día de las decisiones que estoy tomando, pero tengo que fiarme de mis instintos, aunque eso me deje sola.

La fatídica frase llego “tenemos que hablar” Me crucé de brazos frente a ella de forma instintiva sintiendo como bajo mis pies la tierra se tambaleaba.
Pensaba francamente que las cosas iban bien entre nosotros, cierto era que esto empezó como un polvo de una noche, aunque creo que yo siempre fui sincero y ella sabia que la miraba en silencio de un modo que implicaba mucho mas que solo eso.

Tras ese encuentro se sucedieron muchos, nuestra relación no era la de acostarnos y al día siguiente hacer como si no hubiera pasado, al revés, habíamos compartido momentos de cariño, de conversaciones muy lejos de ser banales y ahora sus palabras me decían que algo se me escapaba.
-Has cambiado -en esa afirmación ambos estábamos de acuerdo -cuando te conocí siempre pensé que pertenecerías a la mar, yo por contra nunca abandonaría Akershus, es mi hogar y algún día será el de mis hijos, pero...

Hice una pausa, como explicarle esto.
-Cuando empezaste a inmiscuirte en la vida en el norte, cuando Akershus empezó a ser importante para ti, pensé que lo era por mi, porque a mi lado habías encontrado quizás un buen hombre que te quería, que te hacia echar raíces de algún modo. Creía que mi hogar se estaba convirtiendo en el tuyo.
Yo no te pido que dejes el mar, nunca te he pedido nada y seria absurdo empezar ahora a hacerlo.
Me enamoré de una pirata, yo soy un guerrero, solo creía que esto podría funcionar siendo como somos, lo que somos, completandonos y entendiendonos.
Tu vives prácticamente en Akershus ¿no te has dado cuenta? Es cierto que en ocasiones te echas a la mar para cumplir misiones, también hago yo lo mismo cuando la guerra me reclama, y Ulf y Giuliana y Höor y Atharal, aquí se vive así y no tengo problema en que tu tengas tu libertad, no es mi intención encerrarte en una jaula de cristal.
Así que la menos ten valor, mírame a los ojos y no me digas que es porque no te ves echando raíces en Akershus, dime que no te ves, echando raíces conmigo.

Odia ser callado, observador, pero no era un necio...
Era cierto que yo quería una vida con alguien fijo, no meterme entre cien piernas, si no tener un puerto al que regresar cada noche, yo no era Atharal, yo ya tenia una edad para crear mi familia, mi linaje.
No iba a ponérselo mas difícil, estaba dicho, el mensaje captado y yo no era uno de esos que suplica el amor donde no lo ha encontrado.

— Siento escucharte decir eso. Lund, pero quiero que tengas claro que no me veo ni contigo ni con nadie. El problema es únicamente mío. Yo no soy como la mayoría de mujeres a las que les encantaría tener un buen hombre como tú, un marido que les hiciera la vida más feliz o cómoda. Pero es que esto no puede funcionar porque yo no funciono así. Yo nací para gobernar los mares, para empuñar mi libertad como arma y en este momento mi vida está cambiando. No sé qué rumbo tomará, quizás me hunda y me estrelle, quizás esto sólo me lleve a otro vacío, a otro puerto desierto, quien sabe. Pero no quiero arrastrarte conmigo a un naufragio. Lo siento si no me he enamorado de ti, pero no puedo inventarme los sentimientos. He estado muy a gusto contigo, hemos cogido confianza y no voy a lamentar nunca haberte conocido así. Pero no funcionará porque no estamos en el mismo momento de la vida. Ya no somos unos críos y si quieres tener una familia, debes apresurarte. Sinceramente, yo creo que ya se me pasó el arroz, no me veo con hijos y la edad no me acompañará por mucho más.

Desvió los ojos de los de Lund para fijarlos en una ventana a través de la cual se escuchaban unos críos gritar y jugar en la calle. Era duro reconocer algo así, porque se estaba dando cuenta de que no se podía tener todo en la vida y nunca se había planteado otra hasta ahora.

— Mi familia es una mierda de familia, nunca nos hablábamos, no quieren saber nada de mi y yo tampoco de ellos. Con ese ejemplo no compartía el valor que vosotros le dais a la familia hasta que lo vi con mis propios ojos. Pero algo tan importante debe desearse y quererse de una forma tal que...es demasiado abrumador para mi. Sería injusto decir que no me importas, porque no es verdad, me importas. Hemos compartido mucho más que una cama, pero no puedo seguir adelante con esto Lund, sería lo más cómodo para mi, pero no es lo correcto.

Se giró para marcharse a su barco, pondría rumbo a Amsterdam para vender los diamantes, cualquier cosa con tal de tomar algo de distancia de todo aquello, estaba siendo demasiado desestabilizador para ella.

— Al final resulta que la pirata sí era tan mala como la pintaban ¿no? no te he utilizado en ningun momento, pero ahora no sé quién soy ni a donde voy. Lo siento Lund..— Le soltó aquellas últimas palabras con cierta amargura, porque lo que peor le sentaba es que pudiese llegar a pensar que lo había estado utilizando o que había sido frívola y egoista, cuando por primera vez en su vida se estaba encontrando frente a algo a lo que no sabía cómo hacer frente y estaba muy desorientada.

¿Que hacer cuando no puedes superar el silencio? Pues permanecer callado, eso era exactamente lo que hice.
Según Dani ella siempre pertenecería a la mar, no estaba echando raíces en Akershus y el problema no era yo, si no ella.
Francamente no lo entendía, yo no era Ulf, el lobo era posesivo, necesitaba tener allí a su bruja, era ese tipo de hombres que ama con intensidad , como los lobos era territorial y marcaba con ferocidad lo que era suyo.
Por contra yo creía mas en dejar volar en libertad, si volvía a mi era porque era mía, si no regresaba, nunca me perteneció, tan fácil como eso y ya estaba viejo para cambiar de modo de ver el amor a estas alturas.

Me di la vuelta como lo hizo ella, la taberna seria un buen lugar donde ahogar las penas.
Suplicar no era mi estilo, ella sabría en que charcos y en que lodos quería bailar, pero estaba claro que no era con alguien como yo y eso lo podía respetar.
Me plateé que iba siendo hora de buscar una esposa, iba cumpliendo años, el tiempo no era eterno y menos para nosotros los guerreros, quería un linaje, niños corriendo frente a la chimenea, gritos que retumbaran en las paredes de mi hogar, estaba cansado de tanta soledad.