AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
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En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
Recuerdo del primer mensaje :
No sabía cuándo había empezado todo, pero ya hacía días que algo extraño estaba ocurriendo en las caballerizas donde vivía. Ysgramir, el vampiro que cuidaba de ella y la tenía como mascota, le había cedido una de las cuadras para su uso personal ya que, según palabras de uno de los que trabajaban para él, ella era casi tan grande como un caballo. No le importaba dormir entre paja, adoptaba su forma animal y se hacía un ovillo bajo las briznas doradas que le daban calor durante la noche. Era mucho mejor que la jaula del barco o que las noches vividas a la intemperie durante su época más salvaje en África. Sin embargo, algo acontecía que no la dejaba descansar y que tenía al resto de las monturas nerviosas, estresadas. Había una presencia que deambulaba por el lugar, que les jugaba malas pasadas y que tenía a todo el establo como loco. El inmortal estaba fuera de viaje, acompañando a su otro perro a hacer cosas en las que la cambiante no pintaba nada. Ella sólo era guardiana y compañía, torpe ayudante había demostrado ser y le habían quitado responsabilidades grandes por miedo a que, de nuevo, metiera la pata.
No veía aura en lo que fuera que les atormentaba, pero sabía que estaba allí, no se había vuelto majara, estaba segura. La comida no desaparecía por sí sola, tampoco los golpes los hacían los cascos de los caballos contra los tablones de las paredes o las puertas, y mucho menos aquellos sonidos extraños, como alaridos, estridentes y espeluznantes, los hacía nada que ella hubiese conocido jamás. Había estado preguntando a la servidumbre y nadie le supo indicar lo que podía ser y menos aún se ofrecieron a solucionar el problema ni a comprobar que lo que decía era cierto siquiera. Al final se acercó a la ciudad en buscar respuestas y tras muchas largas y desprecio, encontró a una mujer mayor, encorvada y extraña que le sugirió que escribiera un anuncio en el tablón de la taberna. El problema era que Coco no sabía escribir, así que de nuevo solicitó ayuda a una muchacha de la panadería con la que había entablado algo parecido a una amistad y ella se la redactó. Tenía poco dinero, pero lo daría todo si con ello se libraba del malestar que la acechaba cada vez que cerraba los ojos e intentaba descansar.
Muchos ojos se giraron en su dirección cuando cruzó la puerta del local, era extraña, exótica, ella lo sabía, se lo habían dicho incontables veces ya desde que llegara a París y aunque lo tenía asumido, el modo en que aquellos ojos la analizaban seguía resultándole molesto e incluso incómodo. Tomó aire con fuerza y con pasos largos y medio decididos se aproximó a la zona que le interesaba para colgar un papel escrito a mano.
¡NECESITO AYUDA!
Vivo en una casa a las afueras de la ciudad y algo extraño está ocurriendo. Nadie es capaz de ofrecerme una solución y lo que sea que está atemorizando a los caballos, parece estar creciendo. No podría explicar de lo que se trata, pues no he podido verlo con mis propios ojos, pero he sentido el miedo calarme los huesos, el sudor frío que me provoca recorriendo mi espalda y el ensordecedor alarido de algo que, sin duda, no es humano.
No tengo mucho dinero, pero lo gastaré todo para conseguir que alguien me libre de ese espíritu, alma, fantasma, monstruo o lo que diablos sea que me atormenta.
Coco.
P.D.: Si estáis interesado, preguntar a la joven de la panadería por mi dirección.
Ya sólo quedaba esperar que alguien la contactara. Cruzó los dedos y de haber podido hasta lo hubiese hecho con la cola. Tenía miedo de volver al establo, pero aquel era ahora su hogar y no lo abandonaría por segunda vez.
No sabía cuándo había empezado todo, pero ya hacía días que algo extraño estaba ocurriendo en las caballerizas donde vivía. Ysgramir, el vampiro que cuidaba de ella y la tenía como mascota, le había cedido una de las cuadras para su uso personal ya que, según palabras de uno de los que trabajaban para él, ella era casi tan grande como un caballo. No le importaba dormir entre paja, adoptaba su forma animal y se hacía un ovillo bajo las briznas doradas que le daban calor durante la noche. Era mucho mejor que la jaula del barco o que las noches vividas a la intemperie durante su época más salvaje en África. Sin embargo, algo acontecía que no la dejaba descansar y que tenía al resto de las monturas nerviosas, estresadas. Había una presencia que deambulaba por el lugar, que les jugaba malas pasadas y que tenía a todo el establo como loco. El inmortal estaba fuera de viaje, acompañando a su otro perro a hacer cosas en las que la cambiante no pintaba nada. Ella sólo era guardiana y compañía, torpe ayudante había demostrado ser y le habían quitado responsabilidades grandes por miedo a que, de nuevo, metiera la pata.
No veía aura en lo que fuera que les atormentaba, pero sabía que estaba allí, no se había vuelto majara, estaba segura. La comida no desaparecía por sí sola, tampoco los golpes los hacían los cascos de los caballos contra los tablones de las paredes o las puertas, y mucho menos aquellos sonidos extraños, como alaridos, estridentes y espeluznantes, los hacía nada que ella hubiese conocido jamás. Había estado preguntando a la servidumbre y nadie le supo indicar lo que podía ser y menos aún se ofrecieron a solucionar el problema ni a comprobar que lo que decía era cierto siquiera. Al final se acercó a la ciudad en buscar respuestas y tras muchas largas y desprecio, encontró a una mujer mayor, encorvada y extraña que le sugirió que escribiera un anuncio en el tablón de la taberna. El problema era que Coco no sabía escribir, así que de nuevo solicitó ayuda a una muchacha de la panadería con la que había entablado algo parecido a una amistad y ella se la redactó. Tenía poco dinero, pero lo daría todo si con ello se libraba del malestar que la acechaba cada vez que cerraba los ojos e intentaba descansar.
Muchos ojos se giraron en su dirección cuando cruzó la puerta del local, era extraña, exótica, ella lo sabía, se lo habían dicho incontables veces ya desde que llegara a París y aunque lo tenía asumido, el modo en que aquellos ojos la analizaban seguía resultándole molesto e incluso incómodo. Tomó aire con fuerza y con pasos largos y medio decididos se aproximó a la zona que le interesaba para colgar un papel escrito a mano.
A quien pueda interesar:
¡NECESITO AYUDA!
Vivo en una casa a las afueras de la ciudad y algo extraño está ocurriendo. Nadie es capaz de ofrecerme una solución y lo que sea que está atemorizando a los caballos, parece estar creciendo. No podría explicar de lo que se trata, pues no he podido verlo con mis propios ojos, pero he sentido el miedo calarme los huesos, el sudor frío que me provoca recorriendo mi espalda y el ensordecedor alarido de algo que, sin duda, no es humano.
No tengo mucho dinero, pero lo gastaré todo para conseguir que alguien me libre de ese espíritu, alma, fantasma, monstruo o lo que diablos sea que me atormenta.
Coco.
P.D.: Si estáis interesado, preguntar a la joven de la panadería por mi dirección.
Ya sólo quedaba esperar que alguien la contactara. Cruzó los dedos y de haber podido hasta lo hubiese hecho con la cola. Tenía miedo de volver al establo, pero aquel era ahora su hogar y no lo abandonaría por segunda vez.
Última edición por Coco el Lun Feb 12, 2018 12:03 pm, editado 3 veces
Coco- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 16/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
Cuando el albino la sujetó de la cintura y comenzó a apartarla, primero ella se aferró a él de nuevo, con fuerza, como si por un momento temiera que fuera a quitársela de encima. Mas la mirada del brujo le dejó claro que aquello no era lo que pretendía y, por si fuera poco, empezó a besarla y acariciar su cuerpo al tiempo en que la recostaba en las tupidas mantas y la desvestía. La cambiante no había intimado nunca en su forma humana, así que sus sensaciones eran distintas a la habituales. Sus puntos débiles, las zonas erógenas, se asemejaban, pero no eran exactamente iguales. Y en su cuerpo actual parecía ser mucho más sensible, tal vez porque su piel era más fina.
Las fuertes manos del isleño rodearon sus pechos, un punto que jamás había estimulado de manera similar antes y la sensación le resultó sumamente placentera a la mujer que, entreabriendo los labios, jadeó, notando como los pezones se endurecían, doliendo ligeramente, pero de una manera gustosa para ella. No contuvo lo que sentía, no conocía la vergüenza, así que cuando quiso gemir, lo hizo, igual que cuando sintió la imperiosa necesidad de gruñir y revolverse bajo las acciones que la lengua ajena en su sexo que, aún sin estar en celo, se sentía ardiente, pulsante y grueso; duro. El calor de la boca del cazador de monstruos parecía competir con el que sus labios vaginales desprendían, sobreexcitados, ansiosos. -Valiont…- Pronunció su nombre en un tono algo grave, su garganta estaba sobrecogida por una agitada respiración. En su mundo, el sexo era algo que sólo tenía un fin: la procreación. En ese estado no había necesidad de jugar previamente, de calentarse el uno al otro, de cuidarse, mimarse… Sólo existía la penetración, la eyaculación y el enganche. Así que todas aquellas cosas que le estaba haciendo el vikingo a Coco, eran una novedad extasiante, una apertura de ojos a un nuevo mundo de sensaciones que se anunciaban adictivas. Se le erizó la piel de todo el cuerpo, se le afilaron los colmillos sin poder evitarlo y sus ojos marrones se aclararon hasta tornarse de una tonalidad miel con las negras pupilas sumamente dilatadas. Tembló, excitada y sin poder controlar lo que se avecinaba y desconocía, tuvo su primer orgasmo, corriéndose contra la cara del albino con un aullido entrecortado y casi ensordecedor que hizo tambalearse la caseta.
Tardó cerca de un minuto en recobrar la cordura, el sentido. No se había desmayado, pero su mente había quedado en el limbo, casi en blanco. Se aferró con una mano a las mantas y con la otra acarició la melena plateada del brujo al tiempo en que se incorporaba, sentándose. Su tronco se inclinó hacia delante, buscando la boca ajena para lamerla, morderla, succionarla. Lo de los besos le había gustado e imitó las acciones que antes él hiciera con ella. Y cuanto más se empeñaba en avanzar, más hacía recular al cazador, recostándole de espaldas sobre la manta, mientras ella iba descendiendo con los labios y dientes, lamiendo lenta y gustosamente sus cicatrices, como si con su saliva intentara sanarlas. Mas al llegar a la cintura ajena, se encontró con un obstáculo, el albino aún portaba los pantalones. Le miró reclinada sobre su entrepierna, con un aspecto de completo cachorro abandonado y le lloriqueó, lamiendo la tela con insistencia, empapándola. Esperaba que él la ayudara.
Las fuertes manos del isleño rodearon sus pechos, un punto que jamás había estimulado de manera similar antes y la sensación le resultó sumamente placentera a la mujer que, entreabriendo los labios, jadeó, notando como los pezones se endurecían, doliendo ligeramente, pero de una manera gustosa para ella. No contuvo lo que sentía, no conocía la vergüenza, así que cuando quiso gemir, lo hizo, igual que cuando sintió la imperiosa necesidad de gruñir y revolverse bajo las acciones que la lengua ajena en su sexo que, aún sin estar en celo, se sentía ardiente, pulsante y grueso; duro. El calor de la boca del cazador de monstruos parecía competir con el que sus labios vaginales desprendían, sobreexcitados, ansiosos. -Valiont…- Pronunció su nombre en un tono algo grave, su garganta estaba sobrecogida por una agitada respiración. En su mundo, el sexo era algo que sólo tenía un fin: la procreación. En ese estado no había necesidad de jugar previamente, de calentarse el uno al otro, de cuidarse, mimarse… Sólo existía la penetración, la eyaculación y el enganche. Así que todas aquellas cosas que le estaba haciendo el vikingo a Coco, eran una novedad extasiante, una apertura de ojos a un nuevo mundo de sensaciones que se anunciaban adictivas. Se le erizó la piel de todo el cuerpo, se le afilaron los colmillos sin poder evitarlo y sus ojos marrones se aclararon hasta tornarse de una tonalidad miel con las negras pupilas sumamente dilatadas. Tembló, excitada y sin poder controlar lo que se avecinaba y desconocía, tuvo su primer orgasmo, corriéndose contra la cara del albino con un aullido entrecortado y casi ensordecedor que hizo tambalearse la caseta.
Tardó cerca de un minuto en recobrar la cordura, el sentido. No se había desmayado, pero su mente había quedado en el limbo, casi en blanco. Se aferró con una mano a las mantas y con la otra acarició la melena plateada del brujo al tiempo en que se incorporaba, sentándose. Su tronco se inclinó hacia delante, buscando la boca ajena para lamerla, morderla, succionarla. Lo de los besos le había gustado e imitó las acciones que antes él hiciera con ella. Y cuanto más se empeñaba en avanzar, más hacía recular al cazador, recostándole de espaldas sobre la manta, mientras ella iba descendiendo con los labios y dientes, lamiendo lenta y gustosamente sus cicatrices, como si con su saliva intentara sanarlas. Mas al llegar a la cintura ajena, se encontró con un obstáculo, el albino aún portaba los pantalones. Le miró reclinada sobre su entrepierna, con un aspecto de completo cachorro abandonado y le lloriqueó, lamiendo la tela con insistencia, empapándola. Esperaba que él la ayudara.
Coco- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 16/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
Su propia tormenta. |
Alacena de Ysgramir. 02:47 de la noche. Viento fuerte. Lluvia y relámpagos.
Aquellas lamidas estaba empezando a volver totalmente loco al cazador, incluso el lloriqueo constante, por alguna extraña razón, despertaba totalmente el morbo del cazador. Por supuesto.. ayudó a su nueva amiga a deshacerse del pesado obstáculo que tenían entre manos. La ropa interior del brujo. Pero antes de que Coco pudiese disfrutar del manjar que tenía delante, las rudas y fuertes manos del isleño rodearon el culo ajeno, acariciándolo, bombeándolo, azotándolo y apretando fuertemente. -Tienes un buen culo.. Coco. -Dijo casi sin pensar, en un susurro que debía ser para él, pero como siempre; Se le acababa escuchando. Mientras llevaba a cabo aquellas acciones al trasero de la cambiante animal, mordiscos llegaban al chocolateado hombro de la chica. Un mordisco tras de otro acompañándolo con tiernos y suaves besos.
Con fuerza consiguió finalmente dar la vuelta al cuerpo de la africana, quedando él tumbado sobre la paja y ella tumbada sobre él, pero del reves. Su cabeza frente a su miembro y la cabeza del Cazador de monstruos.. frente a su propio manjar, entre las piernas de Coco. No se lo pensó ni por un segundo, remangó aquél vestido, pues el olor delató que no tenía ropa interior. Su nariz entró olisqueando los muslos interiores y parte de aquellos labios hasta que la boca dio por fin contacto ante los labios vaginales. Los lamió, primero con suma ternura e incluso algún atisbo de ¿Timidez? O eso era lo que parecía a fin y al cabo. Tras esa primera toma de contacto con la vulva de la tímida y perruna Coco, comenzó a hacerlo con más presión y pasión siempre sin dejar la delicadeza de lado. Acompañando el ritmo con suaves “mmmmh” que salían prácticamente solos de la garganta del Cazador, seguía comiendo y lamiendo. Penetrando con la lengua y hurgando con la nariz. Sendos y pequeños mordiscos a los labios individualmente, tirando de ellos. Aquellos mordiscos viajaron hasta los muslos y después subieron hasta los cachetes, amordazando de ese modo los gluteos, mordiendo solo donde había manchas lechosas, aquellas que tenía repartidas por toda la piel. Tras eso volvió a reencontrarse con el clítoris de la africana, lamiéndolo, presionándolo y succionandolo con ganas. A la misma vez y casi sin darse cuenta, Valiont movía su propia cadera.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 27/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
Cuando el albino se quitó la prenda, la cambiante abrió la boca, dejó salir la lengua y se aproximó a lamer el falo, pero antes de que pudiera alcanzar a rozarlo con la sinhueso, aunque no evitando que varias gotas de su saliva cayeran y la mojaran, el cazador de monstruos la empujó hacia arriba al sujetarla del trasero con firmeza, masajeándole las nalgas, amasándolas como si fuera el panadero trabajando antes del amanecer. La tormenta seguía arreciando fuera, pero allí dentro hacía tanto calor que ciertamente podría ser el horno en el que trabajar las masas de pan que eran los dos glúteos de Coco para el brujo. -¿Eso es de mucho correr?- Preguntó, porque ni ella misma tenía claro si lo de tener un buen culo, tenía que ver con eso o era herencia de alguno de sus padres. Hacía años que los había perdido a ambos y, aún así, siempre se habían relacionado en forma animal, así que tampoco le hubiese servido de mucha guía, para aquel tipo de cuestiones, tenerlos aún cerca.
De repente y sin previo aviso, el albino la hizo girar, regresándole frente a los ojos perrunos aquel manjar suculento y sumamente apetitoso. Salivó de inmediato y nuevamente sendas gotas, seguidas de un grueso hilo de baba, cayeron sobre la pelvis de Valiont, escurriéndose por su ingle derecha. Notó el cosquilleo de la tela al subir por la zona externa de sus muslos y caderas, hasta quedar apoyado en la zona lumbar, colgando de ahí hacia el vientre del mutado. Se le erizó la piel de la espalda, algo que en su forma habitual le hubiese crispado el lomo Jadeó con la boca abierta y la lengua caída, agachándose para comenzar a degustar lo que tanto ansiaba, pero antes de dar el primer lengüetazo, rozó el falo con la mejilla, olisqueando de manera exagerada y sonora. Olía delicioso, demencial incluso. Cerró los ojos, gozando de las atenciones que el cazador le estaba otorgando a ella. Los labios de su sexo se abrían a cada pasada de la sinhueso foránea y eran estirados entre suaves mordiscos. Arqueó la espalda, separando un poco más las rodillas para bajar la parte trasera de su cuerpo y que el contrario pudiera hacer lo que quisiera sin tener que incorporarse siquiera. Ella, por otro lado, con el rostro pegado al muslo izquierdo del albino, comenzó, al fin, a lamer la verga desde los testículos hasta el glande, con insistencia, empapándolo bien, saboreando la mezcla de fluidos cuando se detuvo a succionarle el capullo, sacándole casi a la fuerza gotas de líquido pre-seminal, mezcladas con algo de orina. Ella era una perra, tragarse cosas como aquella no le suponía ningún problema. Ellos marcaban sus pertenencias y territorios con el aroma de sus cuerpos, restregándose, meándose. Y los olores fuertes de machos dominantes era algo que a las hembras les excitaba, y Coco no era ninguna excepción. Apretó con los dientes, tal vez demasiado, porque no controlaba lo que podía llegar a hacer daño. Era la primera vez que tenía sexo en forma humana y aunque los cánidos se lamían los genitales, era más por higiene que por gusto y solían ser más los perros los que se dedicaban a babear a sus féminas en celo y no a la inversa.
Entreabrió la boca cuando vio que el contrario empezaba a mover las caderas y dejó que fuera él mismo el que le penetrara la cavidad oral con su engrosado y caliente falo. A la primera intentona le golpeó el paladar, así que ella ladeó un poco la cabeza, estirando el cuello, para que a la segunda entrara bien encaminado y empujara hasta la garganta, parando sólo cuando la nariz de Coco chocó con la zona púbica del brujo y sus testículos le dieron en el mentón.
De repente y sin previo aviso, el albino la hizo girar, regresándole frente a los ojos perrunos aquel manjar suculento y sumamente apetitoso. Salivó de inmediato y nuevamente sendas gotas, seguidas de un grueso hilo de baba, cayeron sobre la pelvis de Valiont, escurriéndose por su ingle derecha. Notó el cosquilleo de la tela al subir por la zona externa de sus muslos y caderas, hasta quedar apoyado en la zona lumbar, colgando de ahí hacia el vientre del mutado. Se le erizó la piel de la espalda, algo que en su forma habitual le hubiese crispado el lomo Jadeó con la boca abierta y la lengua caída, agachándose para comenzar a degustar lo que tanto ansiaba, pero antes de dar el primer lengüetazo, rozó el falo con la mejilla, olisqueando de manera exagerada y sonora. Olía delicioso, demencial incluso. Cerró los ojos, gozando de las atenciones que el cazador le estaba otorgando a ella. Los labios de su sexo se abrían a cada pasada de la sinhueso foránea y eran estirados entre suaves mordiscos. Arqueó la espalda, separando un poco más las rodillas para bajar la parte trasera de su cuerpo y que el contrario pudiera hacer lo que quisiera sin tener que incorporarse siquiera. Ella, por otro lado, con el rostro pegado al muslo izquierdo del albino, comenzó, al fin, a lamer la verga desde los testículos hasta el glande, con insistencia, empapándolo bien, saboreando la mezcla de fluidos cuando se detuvo a succionarle el capullo, sacándole casi a la fuerza gotas de líquido pre-seminal, mezcladas con algo de orina. Ella era una perra, tragarse cosas como aquella no le suponía ningún problema. Ellos marcaban sus pertenencias y territorios con el aroma de sus cuerpos, restregándose, meándose. Y los olores fuertes de machos dominantes era algo que a las hembras les excitaba, y Coco no era ninguna excepción. Apretó con los dientes, tal vez demasiado, porque no controlaba lo que podía llegar a hacer daño. Era la primera vez que tenía sexo en forma humana y aunque los cánidos se lamían los genitales, era más por higiene que por gusto y solían ser más los perros los que se dedicaban a babear a sus féminas en celo y no a la inversa.
Entreabrió la boca cuando vio que el contrario empezaba a mover las caderas y dejó que fuera él mismo el que le penetrara la cavidad oral con su engrosado y caliente falo. A la primera intentona le golpeó el paladar, así que ella ladeó un poco la cabeza, estirando el cuello, para que a la segunda entrara bien encaminado y empujara hasta la garganta, parando sólo cuando la nariz de Coco chocó con la zona púbica del brujo y sus testículos le dieron en el mentón.
Coco- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 16/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
La primera vez. |
Alacena de Ysgramir. 02:57 de la noche. Viento fuerte. Lluvia y relámpagos.
Los testículos del albino golpeaban con suavidad pero sin reparo ni descanso el mentón de la cambiante perruna, una y otra vez al unísono de los dedos que el cazador usaba para adentrarse en la frondosa melena que constituía la bonita cabeza de su nueva amiga, coco. Contrajo el rostro fruto del enorme placer que le otorgaba el paladar de la africana y gimió, regalándole a ella, lo que era un gemido humano, pese a ser mutante. -Coco… ah… Coco, coco… coco… -Repetía una y otra vez, mientras buscaba un punto de apoyo para la espalda, de lo contrario, caería por dejarse llevar, y es que.. ¿Cómo no iba a dejarse llevar ante aquella maestría bucal? La habilidad de aquella chica era sublime, y Valiont lo estaba sintiendo en sus carnes, en cada uno de los centímetros de ésta.
Consiguió finalmente sentarse sin sacar el falo de aquél nirvana que era la lengua de la cambiante, la usaba con una habilidad que estaba claro: No era humana. No podia siquiera abrir enteramente los ojos, el placer era tan intenso que estaba haciendo todo lo posible para no correrse al instante, pero nada pudo hacer ante ello.. más que apenas unos minutos. Y ahí vino, esa corriente electrica que levantaba todo el bello del mutante hasta que su miembro escupió todo su placer depositándolo directamente en el interior de la garganta foránea. Ya no gemía, ni siquiera gruñía. Directamente se retorcía sin parar, sobretodo la espalda, la arqueaba sin poder ni quererlo evitar en absoluto.
Tras dar su nectar a aquella hermosa can, sacó de la boca de ésta su herramienta, notó enseguida que aquella perra, nunca mejor dicho, no quería soltar aquello de lo que se había adueñado, almenos, durante éstos minutos. Parecía no escuchar los truenos ni la lluvia, es más, parecía haber olvidado todo lo demás, para centrarse en tragar, lamer y comer. Tras varios intentos, Valiont consiguió sacarla de aquella boca, acariciándole con el pulgar el suave rostro manchado. Se acercó hasta su nariz y se la besó, tras eso, lo siguiente que besó fue sus labios, introduciendo una vez mas su lengua en el interior de su lengua buscando la compañera para batirse en duelo mientras sus manos se adueñaban del cuerpo moreno.
La tumbó sobre el suelo, alzando una de sus poderosas piernas para acomodarla y de ese modo, poder penetrarla de una vez por todas. No fue rápido ni directo, si no que se tomó todo el tiempo del mundo, como si estuviese desvirgando a una chiquilla, con temor de dañarla y haciendo que el momento fuera todo lo especial que tuviese que ser, a fin de cuentas.. ¿No era aquella, la primera vez Humana de Coco? Entonces, sería inolvidable, o almenos; Esa era la intención del Brujo.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 27/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
Cada jadeo del albino, cada suspiro, pero principalmente cada vez que pronunciaba su nombre, era algo que la cambiante interpretaba como una incitación a seguir con lo que estaba haciendo. Era novata, pero la falta del sentimiento de vergüenza o de otras cosas que pudieran dificultar el acto, se veían reemplazados por una obstinación perruna y el buen sabor que tenía en la boca con cada lamida y succión que le daba al falo de Valiont. Disfrutaba tanto de aquello que aún y cuando el brujo se corrió dentro y ya se había tragado hasta la última gota, siguió aferrándose al trozo de carne, el cuál chupaba fuertemente con los labios. Notaba que el cazador de monstruos intentaba zafarse, pero ella no quería soltarlo y se hizo de rogar entre gruñidos un rato. No dejaba de ser una perra y a ninguna le gusta que le quitaran sus juguetes ni tesoros.
Cuando el albino la apartó para recostarla sobre la paja para colocarse él encima, ella aún seguía en actitud defensiva y posesiva. Era cabezona y el instinto y las costumbres no era algo que uno pudiera cambiar como si nada. Pero el brujo la trataba con cuidado, con mimo, acariciaba su piel, besaba suavemente su nariz, su frente, sus labios. El enfado canino se esfumó enseguida, siendo reemplazado por una amplia sonrisa y una lamida en la mejilla ajena, sin hacerle asco alguno a lo rasposo de su tupida barba.
Separando ambas piernas para dejar paso al cuerpo foráneo, terminó por rodearlo de la cintura, afianzando el agarre con los pies en las lumbares del mutado. -Valiont, Valiont, Valiont...- Pronunció su nombre, imitando lo que hacía él cuando se sentía bien. Justo cuando decía aquel nombre por tercera vez, el norteño la penetraba, despacio, con cuidado. La cambiante jadeó, arqueando su cuerpo, separando la base de la espalda del suelo y echando la cabeza hacia atrás, mientras los elásticos rizos de su melena se llenaban de briznas doradas. Estiró los brazos, rodeando el cuello fuerte y marcado, como el resto del cuerpo del peliblanco, acompasando los movimientos que éste tenía. Se amoldó al vaivén de aquellas caderas, fijando sus pardos en el rostro masculino que la miraba con aquellas pupilas de serpiente, exóticas y atrayentes.
Entreabrió la boca, mostrando la lengua y de un tirón, flexionó los codos, haciendo que los labios de ambos colisionaran para un nuevo beso lleno de saliva y deseo. La sinhueso de Coco se coló en la cavidad foránea, buscando contarle las muelas, acariciar su paladar y enredarla con la del albino.
Cuando el albino la apartó para recostarla sobre la paja para colocarse él encima, ella aún seguía en actitud defensiva y posesiva. Era cabezona y el instinto y las costumbres no era algo que uno pudiera cambiar como si nada. Pero el brujo la trataba con cuidado, con mimo, acariciaba su piel, besaba suavemente su nariz, su frente, sus labios. El enfado canino se esfumó enseguida, siendo reemplazado por una amplia sonrisa y una lamida en la mejilla ajena, sin hacerle asco alguno a lo rasposo de su tupida barba.
Separando ambas piernas para dejar paso al cuerpo foráneo, terminó por rodearlo de la cintura, afianzando el agarre con los pies en las lumbares del mutado. -Valiont, Valiont, Valiont...- Pronunció su nombre, imitando lo que hacía él cuando se sentía bien. Justo cuando decía aquel nombre por tercera vez, el norteño la penetraba, despacio, con cuidado. La cambiante jadeó, arqueando su cuerpo, separando la base de la espalda del suelo y echando la cabeza hacia atrás, mientras los elásticos rizos de su melena se llenaban de briznas doradas. Estiró los brazos, rodeando el cuello fuerte y marcado, como el resto del cuerpo del peliblanco, acompasando los movimientos que éste tenía. Se amoldó al vaivén de aquellas caderas, fijando sus pardos en el rostro masculino que la miraba con aquellas pupilas de serpiente, exóticas y atrayentes.
Entreabrió la boca, mostrando la lengua y de un tirón, flexionó los codos, haciendo que los labios de ambos colisionaran para un nuevo beso lleno de saliva y deseo. La sinhueso de Coco se coló en la cavidad foránea, buscando contarle las muelas, acariciar su paladar y enredarla con la del albino.
Coco- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 16/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
En el interior. |
Alacena de Ysgramir. 03:27 de la noche. Viento fuerte. Lluvia y relámpagos.
Sonreía al escuchar decir su nombre hasta un total de tres veces viniendo de aquellos labios que tanto anhelaba besar sin parar y eso fue lo que hizo, no él si no ella mas bien. Se besaban con ganas y necesidad el uno del otro mientras ella se colgaba de su cuello el acariciaba los muslos de sus piernas mientras la penetraba una y otra vez haciendo una mágica y elegante danza que no tenía fin por ahora. Ella le mostró su lengua y el respondió a tal afecto lamiéndola y metiéndola en la propia. La lamía como si fuese un delicioso caramelo del que no se cansaría jamás. Las embestidas eran tenues y suaves pero a la vez con fuerza y firmeza, quería darle placer también y eso sólo lo conseguiría de esa manera.
No podía evitar sonreir. -¿Ya no escuchas los truenos, Coquito? -Dijo, con ese hilo de voz grave y sonoro que podría calmar al más temible de los demonios. Bajó a su cuello dejando allí impresos unos besos que marcarían el cuello de su cánida amiga, pero no era más que un peaje a pagar gustoso para pasar a lo que realmente quería besar. A lo que realmente quería engancharse sin parar. Llegando a sus pechos lamió el escote de éstos hasta llegar a los pezones donde intercambiaba besos y mordiscos en uno y otro, sin pararse ni él, ni sus embestidas que cada vez eran mas profundas y conscientes. -Eres increíblemente hermosa.. Coco. No te imaginas cuánto.. -No pudo evitar decir aquello, totalmente presa de la pasión y adrenalina del momento, pero a su vez, sin dejar de pensarlo de verdad. La veía hermosa, bonita. Por fuera y por dentro, ahora más que nunca, pues estaba; Literalmente dentro de ella.
Así fue como aquél acto entre aquél cazador de monstruos y la cambiante comenzaba a llegar al cenit de la ecuación, pues el albino mostraba sus dientes y su rostro contraido por el enorme placer, aquella descarga incesante que le venía desde los pies hasta el coxis donde se ramificaba yendo a todos los lados y recovecos de su cuerpo tensando todos sus músculos, en concreto; Los de los pies. Se aferró con fuerza a uno de los oídos de la can y sonrió. -...Ah.. me corro.. Coco.. Coco.. Coco… -No dejó ni por asomo de dar embestidas duras y voraces en aquellos últimos instantes, como si la quisiera romper sin querer, corriéndose dentro. En su interior. Llenándole de él, quedando tumbado y vencido encima de ella, pero sin dejar de besarla, ahora con sumo mimo.
Más que antes, si cabe.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
No fue hasta que escuchó la pregunta del brujo, que se percató de su olvdido: ¡Ya ni se acordaba de la tormenta! Estaba tan gusto, sumida en las caricias, besos y embestidas del vikingo que su mente se había centrado únicamente en eso, al igual que el resto de su cuerpo. Notaba como su vagina se amoldaba a la verga del albino con cada nueva arremetida, lenta pero profunda y rítmica. Las extremidades de la cambiante se aferraban al cuerpo ajeno, abrazándole, pero sin impedir que los movimientos de Valiont se produjesen con fluidez y normalidad. Negó ante la pregunta, pues aunque ahora que lo mencionaba podía escuchar los truenos a lo lejos, sus oídos estaban llenos de la voz ronca del cazador de monstruos y de sus placenteros jadeos.
Las palabras ajenas la agasajaban, mas ella era incapaz de sentir vergüenza donde muchas doncellas la experimentarían, por lo que sus mejillas no cambiaron de color ni un ápice, pero una sonrisa se dibujó en sus labios, amplia y satisfecha. Sus ojos se rasgaron un poco, acompañando aquel tierno gesto. No sabía bien como corresponder al elogio, su comprensión del vocabulario aún distaba mucho de ser perfecto, por hablar de las costumbres, de la cultura, de haberse criado entre animales, donde las palabras eran innecesarias y el instinto era el idioma que todos comprendían. No había piropos, los machos peleaban por conquistar a las hembras y no se hacían regalos ni se mimaban a penas. Únicamente los cachorros recibían cariño por parte de sus madres y las relaciones de pareja eran, por costumbre poliamorosas. -Tus ojos… son raros...- Comentó, lamiendo los labios del brujo. -Gustan a mí.- Añadió, aunque para ella, el decir que eran exóticos ya era todo un halago. Pero como Ysgramir siempre la regañaba porque se explicaba mal, prefirió intentar dar más detalles, sólo por si acaso.
Ella se removía un poco de vez en cuando, nerviosa como era, un culo inquieto, le costaba mantenerse quieta cuando el placer la instaba a hacer todo lo contrario. Pero estaba debajo, aprisionada bajo aquel fornido y cicatrizado cuerpo. Y Valiont parecía saber muy bien lo que estaba haciendo, porque ambos no dejaban de gemir y besarse con desespero. Notó, entonces, como el grueso trozo de carne que se colaba en su interior, pulsaba, se engrosaba y contraía rápido. Seguidamente el chorro de caliente esperma estalló dentro, llenándola, escurriendo un poco, pues había tanto que no cabía todo junto con el falo que aún no salía. Todos los músculos del cuerpo de la cánida se tensaron, arqueando la espalda, el cuello, hundiendo la melena entre la cama de heno. Gimió al sentir el orgasmo y un leve escalofrío que la recorrió de pies a cabeza, erizándole todo el vello. En cuanto el peso del mutado cayó sobre su cuerpo, las extremidades de Coco se relajaron, aunque no por ello soltaron al albino. Ella cerró los ojos y empezó a reír, olisqueándole el cuello al cazador, cuyo cabello plateado le hacía cosquillas en la nariz.
Estaba relajada, se sentía bien, pero entonces se escuchó un estruendo en el exterior, como si un rayo acabara de impactar en el suelo junto a la alacena. No sólo el ruido, sino que algo iluminó violentamente la pequeña choza medio derruida en la que se habían estado ocultando de la lluvia. La cambiante se asustó y, como pudo, intentó ocultarse bajo el brujo, sollozando como un cachorro a punto de ser devorado por un tigre.
Las palabras ajenas la agasajaban, mas ella era incapaz de sentir vergüenza donde muchas doncellas la experimentarían, por lo que sus mejillas no cambiaron de color ni un ápice, pero una sonrisa se dibujó en sus labios, amplia y satisfecha. Sus ojos se rasgaron un poco, acompañando aquel tierno gesto. No sabía bien como corresponder al elogio, su comprensión del vocabulario aún distaba mucho de ser perfecto, por hablar de las costumbres, de la cultura, de haberse criado entre animales, donde las palabras eran innecesarias y el instinto era el idioma que todos comprendían. No había piropos, los machos peleaban por conquistar a las hembras y no se hacían regalos ni se mimaban a penas. Únicamente los cachorros recibían cariño por parte de sus madres y las relaciones de pareja eran, por costumbre poliamorosas. -Tus ojos… son raros...- Comentó, lamiendo los labios del brujo. -Gustan a mí.- Añadió, aunque para ella, el decir que eran exóticos ya era todo un halago. Pero como Ysgramir siempre la regañaba porque se explicaba mal, prefirió intentar dar más detalles, sólo por si acaso.
Ella se removía un poco de vez en cuando, nerviosa como era, un culo inquieto, le costaba mantenerse quieta cuando el placer la instaba a hacer todo lo contrario. Pero estaba debajo, aprisionada bajo aquel fornido y cicatrizado cuerpo. Y Valiont parecía saber muy bien lo que estaba haciendo, porque ambos no dejaban de gemir y besarse con desespero. Notó, entonces, como el grueso trozo de carne que se colaba en su interior, pulsaba, se engrosaba y contraía rápido. Seguidamente el chorro de caliente esperma estalló dentro, llenándola, escurriendo un poco, pues había tanto que no cabía todo junto con el falo que aún no salía. Todos los músculos del cuerpo de la cánida se tensaron, arqueando la espalda, el cuello, hundiendo la melena entre la cama de heno. Gimió al sentir el orgasmo y un leve escalofrío que la recorrió de pies a cabeza, erizándole todo el vello. En cuanto el peso del mutado cayó sobre su cuerpo, las extremidades de Coco se relajaron, aunque no por ello soltaron al albino. Ella cerró los ojos y empezó a reír, olisqueándole el cuello al cazador, cuyo cabello plateado le hacía cosquillas en la nariz.
Estaba relajada, se sentía bien, pero entonces se escuchó un estruendo en el exterior, como si un rayo acabara de impactar en el suelo junto a la alacena. No sólo el ruido, sino que algo iluminó violentamente la pequeña choza medio derruida en la que se habían estado ocultando de la lluvia. La cambiante se asustó y, como pudo, intentó ocultarse bajo el brujo, sollozando como un cachorro a punto de ser devorado por un tigre.
Coco- Cambiante Clase Baja
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Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
Tras el brillo. |
Alacena de Ysgramir. 03:57 de la noche. Viento fuerte. Lluvia y relámpagos.
Notó el movimiento asustadizo de la cambiante y la resguardó bajo sus brazos, y entonces recordó lo que estaba haciendo ahí, pues hacer el amor con aquella mujer le había descolocado y por vez primera, hecho olvidar un contrato casi por completo. Miró al cielo a través de una de las ventanas del lugar. -Casi las 4 de la madrugada… Vaya, si que se ha hecho de rogar. -Musitó casi en un susurro. El sonido y la luz no habían sido de un violento rayo que hubiese caído justo en el momento justo, pues l aniebla que allí se levantó no era de aquello si no una especie de ectoplasma de color verdoso. Una bruma densa.
Valiont se levantó con cuidado. -Ahí viene.. Quédate ahí, Coquito. -Le sonrió de forma amable mientras desenvainaba su plateada. Tras eso destapó uno de los viales que había preparado. Lo observó con desagrado. -No me falles ahora.. -Y se lo bebió de un solo trago. Tras eso tiró el pequeño vial de cristal, haciéndose en mil pedazos al suelo llegar. Mostró los dientes, se tuvo que agachar. El dolor era inconmensurable, como si se estuviese partiendo cada uno de los huesos dentro de su cuerpo. En su rostro aparecieron venas muy marcadas, de color morado. No podía apretar mas los dientes cuando… Por fin, el dolor efímero se marchó. Las venas seguían allí, pero era a causa del Elixir que se había tomado. Sus pupilas ahora brillaban como el sol. Podía ver en la oscuridad más absoluta.
Y por fin, tras hacerse esperar.. Allí, delante de la cambiante y el mutante apareció aquél ente con forma de mujer levitante, sus cabellos parecían fondear el viento como si estuviese buceando en el fondo marino. No paraban de moverse al igual que los restos, los jirones de aquél vestido ¿De novia? Que parecía tener ataviado la criatura. Su boca estaba abierta y desencajada con una larga y gruesa lengua que caía sin que nada la retuviese en la boca, como si fuera un tentáculo, pues también la podía mover. Se acercó al albino y le lamió la cara con dicho instrumento. -Parece que te gusta lamer.. -Dijo con calma el cazador. La criatura respondió en un enorme grito que obligó de inmediato a ambos taparse los oídos con fuerza. Aprovechó para invocar una especie de Runa a los pies de Valiont pero por suerte, éste esquivó a tiempo rodando hacia un lado. La runa, pasados unos cortos segundos explotó entrando en erupción hacia arriba. -Por qué poco… -Suspiró el peliblanco, dando un tajo horizontal con su plateada bañada en Aceite para Espectros.
...En vano, pues la hoja pareció atravesar a aquél fantasma. -¡Dammit! -Dirigió su mirada a Coco. -¡Huye, coco!
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
El albino intentó calmar a la cambiante que temblaba como una hoja, cubierta en briznas de paja. Sentía las caricias del hombre, pero nada parecía calmarla. Ysgramir no se había conseguido el mejor perro guardián, precisamente, porque podía imponer con su tamaño y la pose señorial que tenía cuando estaba quieta, pero si la venían correr con ese trote torpe o se escuchaba algún sonido extraño, ésta se mostraba todo lo asustadiza que era. Coco era una cobarde por naturaleza, lo llevaba en la sangre y no se molestaba en ocultarlo, por mucho que la hubiesen regañado en el pasado o lo hicieran en el presente. Lo único capaz de sacar su valentía a flote, habían sido sus hijos y ya no tenía ni siquiera a Baro cerca como para que su lado maternal asomara, mostrando lo mejor de aquella perra desgarbada.
Allí, hecha una bola, mirando al cazador de monstruos por entre los dedos de ambas manos, con las que se cubría el rostro, pudo verle tragar algo y retorcerse de dolor. Se incorporó de pronto, sintiendo que debía ayudarle, pero de repente, apareció aquella mujer flotando sobre ellos y los ojos de la morena se abrieron como platos con las pupilas más dilatadas que jamás se hubieran visto. La hembra reculó a gatas, hasta topar con la pared de madera. Se le erizó el vello de la nuca y un escalofrío le recorrió toda la columna vertebral. De estar en su forma canina, le hubiese aparecido una cresta de pelo y sus orejas se hubiesen echado hacia atrás. Arrugó los labios, mostrando unos dientes que, con aquella apariencia, no eran nada amenazantes.
Su cuerpo se movía hacia los lados como si reaccionara a los movimientos de Valiont al intentar pelear con el espectro. Ladró, aún estando como humana, porque fue algo que le salió de dentro, igual que los gruñidos que soltaba. Pero en cuanto escuchó que su amigo le decía que corriera, sin pensárselo buscó enseguida una salida. El problema era que el engendro flotaba entre ella y la puerta. ¿Cómo podía escapar? Se dio la vuelta e intentó escarbar, pero con unos dedos de persona tardaría una eternidad y no podía exponerse al cambio allí mismo, no porque la vieran, sino porque hasta que éste terminara, sería un blanco fácil y no podría ni siquiera salir corriendo. Estaría a merced del espíritu y pondría en peligro al albino que intentaba protegerla.
Lo único que se le ocurrió fue intentar moverse con sigilo, como si ella pudiera conseguirlo, bien pegada al límite de la cabaña, bordeando a esos dos que batallaban. Su mirada iba de un lado a otro, de la puerta al enfrentamiento, mientras sus manos y rodillas avanzaban despacio, reduciendo la distancia entre ella y la escapatoria.
Allí, hecha una bola, mirando al cazador de monstruos por entre los dedos de ambas manos, con las que se cubría el rostro, pudo verle tragar algo y retorcerse de dolor. Se incorporó de pronto, sintiendo que debía ayudarle, pero de repente, apareció aquella mujer flotando sobre ellos y los ojos de la morena se abrieron como platos con las pupilas más dilatadas que jamás se hubieran visto. La hembra reculó a gatas, hasta topar con la pared de madera. Se le erizó el vello de la nuca y un escalofrío le recorrió toda la columna vertebral. De estar en su forma canina, le hubiese aparecido una cresta de pelo y sus orejas se hubiesen echado hacia atrás. Arrugó los labios, mostrando unos dientes que, con aquella apariencia, no eran nada amenazantes.
Su cuerpo se movía hacia los lados como si reaccionara a los movimientos de Valiont al intentar pelear con el espectro. Ladró, aún estando como humana, porque fue algo que le salió de dentro, igual que los gruñidos que soltaba. Pero en cuanto escuchó que su amigo le decía que corriera, sin pensárselo buscó enseguida una salida. El problema era que el engendro flotaba entre ella y la puerta. ¿Cómo podía escapar? Se dio la vuelta e intentó escarbar, pero con unos dedos de persona tardaría una eternidad y no podía exponerse al cambio allí mismo, no porque la vieran, sino porque hasta que éste terminara, sería un blanco fácil y no podría ni siquiera salir corriendo. Estaría a merced del espíritu y pondría en peligro al albino que intentaba protegerla.
Lo único que se le ocurrió fue intentar moverse con sigilo, como si ella pudiera conseguirlo, bien pegada al límite de la cabaña, bordeando a esos dos que batallaban. Su mirada iba de un lado a otro, de la puerta al enfrentamiento, mientras sus manos y rodillas avanzaban despacio, reduciendo la distancia entre ella y la escapatoria.
Coco- Cambiante Clase Baja
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Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
Yrdeen. |
Alacena de Ysgramir. 04:37 de la noche. Viento fuerte. Lluvia y relámpagos.
Los destellos del combate iluminaban más la estancia que los truenos que caían actuando de fondo de actuación antes de dejar caer el telón. La espada de plata de Valiont atravesaba a la Dama de la Media noche, aún con el aceite aplicado a la hoja silvarina de ésta, Valiont maldecía una y otra vez, tenía que pensar algo y rápido y ahora que Coco parecía esta más o menos a salvo, era el tiempo de idear una estrategia, idearla.. claro, mientras esquivaba y continuaba el baile que llevaban a cabo aquella criatura del averno y él. Sus ojos se clavaron en los incipientes ojos de la Dama, el albino podía seguir sus pasos gracias a los elixires ingeridos, pues alguien totalmente normal y humano, no podría con aquella velocidad ni en su mejor estado físico y mental, por eso existían los que son como Valiont, para mantener el límite, el límite entre un mundo y el otro.
Entonces se dio cuenta.. se dio cuenta de algo, en la mano derecha, sobre aquél cadavérico brazo lleno de pústulas que parecían supurar sangre blanca había algo que no paraba de centellear y hacer su característico sonido de metal. Una especie de… pulsera con el cristal que antes enseñó coco, Incrustado. Aquello extrañó a Valiont, pues el Cristal real seguía a su buen recaudo.. No pudo pensar más, pues uno de los temibles ataques del Fantasma casi le daba y tuvo que esquivar. -Igni. -Dijo de forma calmada, lanzando una salva de chispas que sin suerte en su objetivo, no le hizo nada. Maldijo de nuevo y chasqueó la lengua. Y entonces lo recordó, ¿Que es lo que le decía una y otra vez su Maestro? “Recuerda, Valiont. Cuando todo lo demás falla.. Yrdeen es la mejor opción para pausar el combate. O para huir, puesto que no es una deshonra vivir un día más para acabar el trabajo”. Y lo vio con total claridad.. Incluso sonrió.
Volvió sobre sus pasos, bailó al rededor del Monstruo esquivando, esta vez sin atacar. Los gritos de la chica espectro inundaban los oídos de Coco una vez mas, no obstante, aquello se acalló cuando la suave voz del Norteño pronunció aquellas palabras, agachado y con la mano posada en el césped de la alacena. -Yrdeen.. -Sendas runas, con un ligero tono que viajaba entre el azul y el violeta mas fugaz se dibujaron como por arte de magia sobre la superficie elegida, actuando así como una trampa no mortal, pero si para el tiempo, a una Dama de la Media Noche muy enfadada. Coco y Valiont pudieron contemplar como ésta veía sus movimientos tan ralentizados, que lo que haría en un segundo, lo tendría que hacer ahora en una hora. -Normalmente esta señal no es tan.. potente, por la dificultad que eso conlleva y por que… -Bueno, a la vista saltaba, que aquello le agotaba física y mentalmente, incluso tenía sangre sobre sus labios, y las venas de su rostro salían a relucir todas. Tenía ahora mismo la peor cara de todas, entre la toxicidad que casi tocaba el máximo umbral establecido y el cansancio de usar aquella Señal de forma tan bruta. -Y ahora.. -Iba a ejecutar el golpe final, sin embargo.. La dama del la media noche, se esfumó del todo.
Sin dejar rastro.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 27/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
No había llegado a salir aún de la alacena, porque con su poca habilidad para el sigilo y la facilidad de la cambiante para tropezar con todo, había avanzado sumamente despacio intentando evitar ser “ella misma”. Además, saber que el albino quedaba allí a mercede de aquel esqueleto bailarín no le gustaba, por muy cobarde que fuera, aunque supiera que su ayuda era inútil y que no serviría de nada o, como mucho, empeoraría las cosas. No podía despegar la vista del cazador de monstruos, luchando, y no sólo eso, sino que lo hacía por ella, por protegerla. El corazón de la morena fue aprisionado por una mano invisible, por una garra más bien, una que lo estrangulaba con fiereza, hincando en el músculo sus afiladas uñas. Detuvo su andar y giró despacio, mas antes de poder tomar una decisión, de saber si podría actuar como le pedían los sentimientos o de terminar por huir, definitivamente, siguiendo a sus instintos, escuchó al mutado pronunciar una extraña palabra y a la dama de la medianoche quedar suspendida en el aire, como antes, pero sin moverse ni un ápice. Coco ladeó la cabeza, confusa del todo, observando aquel engendro paralizado en el tiempo. Terminó por regresar sus oscuros orbes a los reptilianos de Valiont, el cual se veía bastante cansado.
Fue entonces cuando no perdió el tiempo ni en pensar que se levantó de un salto y fue corriendo hacia él. Le rodeó con sus brazos, pero mas que un gesto de agradecimiento, pretendía ser su manera de sujetarle, porque parecía que fuera a venirse abajo del agotamiento en cualquier instante. El brujo la tranquilizó con una caricia y una breve explicación, lo que logró que la cambiante se apartara despacio y le devolviera la libertad de movimiento. -¿Seguro?- Quiso confirmar que no pasaría nada, que el albino estaba convencido de que las cosas iban bien y no necesitaba su ayuda. Ambos se dieron la vuelta para fijar toda su atención nuevamente en la mujer flaca y fea que volaba, cuando ésta desapareció del lugar como por arte de magia. Ni siquiera dejó polvo o algún tipo de rastro, fue como si hubieran estado alucinando todo aquel tiempo y, de repente, despertaran y descubrieran que allí no había habido nunca nada. Sin embargo, ambos sabían lo que habían visto y contra lo que el cazador de monstruos había batallado. No se trataba de ningún sueño, pero… ¿Dónde estaba? -¿Dónde…? ¿Cómo…?- La perra estaba totalmente perdida, desorientada, y eso que ni se habían alejado de la casa. Pero la situación y el miedo la habían dominado por completo.
Tocó el rostro ajeno con sus manos, intentando asegurarse de que su amigo estaba bien, porque se le veía con muy mala cara. -¿Duele algo? ¿Sed?- No sabía cómo ayudarle o si podía hacerlo siquiera. Pero la intención no faltaba, porque Coco estaba seriamente preocupada. Y se sentía mal. Siempre había sabido que era una cobarde, pero dejar atrás a alguien que había intentado cuidarla, era algo que ahora le dolía y la hacía sentir poca cosa. Menos que nada. Intentaba evitar ahora la mirada foránea por la vergüenza que la atormentaba. Quería disculparse, pero ni siquiera sabía cómo hacerlo.
Fue entonces cuando no perdió el tiempo ni en pensar que se levantó de un salto y fue corriendo hacia él. Le rodeó con sus brazos, pero mas que un gesto de agradecimiento, pretendía ser su manera de sujetarle, porque parecía que fuera a venirse abajo del agotamiento en cualquier instante. El brujo la tranquilizó con una caricia y una breve explicación, lo que logró que la cambiante se apartara despacio y le devolviera la libertad de movimiento. -¿Seguro?- Quiso confirmar que no pasaría nada, que el albino estaba convencido de que las cosas iban bien y no necesitaba su ayuda. Ambos se dieron la vuelta para fijar toda su atención nuevamente en la mujer flaca y fea que volaba, cuando ésta desapareció del lugar como por arte de magia. Ni siquiera dejó polvo o algún tipo de rastro, fue como si hubieran estado alucinando todo aquel tiempo y, de repente, despertaran y descubrieran que allí no había habido nunca nada. Sin embargo, ambos sabían lo que habían visto y contra lo que el cazador de monstruos había batallado. No se trataba de ningún sueño, pero… ¿Dónde estaba? -¿Dónde…? ¿Cómo…?- La perra estaba totalmente perdida, desorientada, y eso que ni se habían alejado de la casa. Pero la situación y el miedo la habían dominado por completo.
Tocó el rostro ajeno con sus manos, intentando asegurarse de que su amigo estaba bien, porque se le veía con muy mala cara. -¿Duele algo? ¿Sed?- No sabía cómo ayudarle o si podía hacerlo siquiera. Pero la intención no faltaba, porque Coco estaba seriamente preocupada. Y se sentía mal. Siempre había sabido que era una cobarde, pero dejar atrás a alguien que había intentado cuidarla, era algo que ahora le dolía y la hacía sentir poca cosa. Menos que nada. Intentaba evitar ahora la mirada foránea por la vergüenza que la atormentaba. Quería disculparse, pero ni siquiera sabía cómo hacerlo.
Coco- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 16/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
Amanecer. |
Exhausto y derrotado, el rostro de Valiont se veía claramente cansado. Su mirada buscó la incipiente de la foránea y le sonrió acariciándole la tez. -No te preocupes, Coco. -Cerró los ojos suspirando a la vez que se levantaba y se ataviaba bien sus dos espadas. Observó el lugar, el único rastro de la criatura eran unas cenizas que no llevaban a ninguna parte, si no que más bien, eran parte del cuerpo del espectro, algo así como una especie de hectoplasma. -Bueno.. Si algo había que decía mi buen amigo en el Norte era que, no se puede pensar en claro con la tripa vacía. -Observó el horizonte. -El sol comienza a salir, Coco. Ven, vamos a una Taberna a desayunar, y a aclarar nuestras ideas.
La Posada Amaneceres. 6:30 de la mañana.
El camino fue cómodo, ambos se miraban, Valiont sonreía ante la timidez de la chica de color y eso le daba mucha ternura. Abrieron la puerta, se notaba que era buena mañana, pues los borrachos estaban dormidos, el Posadero pasaba por cada mesa guardando los restos de Vino y Licor que aún contenían los vasos. Valiont se sentó en un asiento aleatorio e invitó a Coco a hacer lo mismo. -Hidromiel con pan. -Pidió Valiont, mientras miraba el artilugio que Coco le había dado cuando le explicó lo que allí en la alacena ocurría. Lo sopesaba y torcía el gesto. -Creo que ésto.. pudo haber pertenecido a esa criatura en vida. Pero.. todo parece indicar que ha sido trasladado a la Alacena. -Observó a Coco. -Pero por qué, es la pregunta. Quien lo haya hecho, quería molestar a tu señor, Coco, de eso no me cabe duda. ¿Conoces de alguien que pueda estar molesto con tu Señor Vampiro? -En todo momento, la mano de Valiont acariciaba la de la cambiante, hasta que le llegaron las bebidas y la comida. A Valiont le encantaba el Pan, y era un poco bruto comiéndolo.
Entraron sendos maleantes en el local con cara de pocos amigos.
Valiont agachó la mirada.
No quería problemas.
Nunca los buscaba.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 27/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
Aunque el albino le dijo a Coco que no se preocupara, ella no era capaz de hacer eso. Estaba seriamente intranquila, además de sintiéndose terriblemente culpable por sus actos de perra cobarde. Salió tras el brujo con la cabeza gacha y juntos se encaminaron hacia una taberna en la que poder comer algo. Aunque, sinceramente, la cambiante tenía un nudo en el estómago y dudaba que pudiera tragar nada.
Llegaron a la posada y su amigo, aquel al que había estado a punto de traicionar, tomó asiento frente a una mesa, invitándola a ella a colocarse a su lado. La morena fue despacio y obedeció como si aquella petición hubiese sido una orden. Escondió ambas manos entre los muslos y dejó que sus alborotados rizos le cubrieran parte del rostro al agachar de nuevo la cabeza. Seguía sintiéndose incapaz de enfrentar la mirada ajena, avergonzada al máximo.
El cazador de monstruos no parecía darle importancia a lo ocurrido, porque le hablaba en el mismo tono amable de antes y ni siquiera había hecho mención alguna al hecho. Ahora le hablaba sobre aquel objeto que le había entregado cuando se conocieron, aquella especie de viruta o esquirla. Los orbes oscuros de la africana se alzaron despacio hasta encontrarse con el rostro pensativo de Valiont. Fue la pregunta la que hizo que las miradas de ambos se cruzasen de nuevo y Coco diera un pequeño respingo por la sorpresa. Negó rápidamente a la pregunta, porque no se le ocurría nadie que pudiera tener nada en contra de Ysgramir Gunnarson. Era un hombre regio, pero, aunque a veces se enfadaba con ella, siempre tenía motivos. Era una buena persona, la había acogido a ella y la había alimentado y tratado con cuidado. No se deshacía en cariños ni halagos, pero siempre era sincero y se preocupaba porque las cosas que hacía siempre salieran como correspondía. -Amo bueno.- Aseguró la perra, asintiendo convencida. La cambiante tenía una extraña percepción de las cosas y si el brujo conocía mínimamente al vampiro que tenía a la morena como mascota, sabría que lo que ella decía y lo que el resto del mundo veía, no se correspondía demasiado.
Llegaron a la posada y su amigo, aquel al que había estado a punto de traicionar, tomó asiento frente a una mesa, invitándola a ella a colocarse a su lado. La morena fue despacio y obedeció como si aquella petición hubiese sido una orden. Escondió ambas manos entre los muslos y dejó que sus alborotados rizos le cubrieran parte del rostro al agachar de nuevo la cabeza. Seguía sintiéndose incapaz de enfrentar la mirada ajena, avergonzada al máximo.
El cazador de monstruos no parecía darle importancia a lo ocurrido, porque le hablaba en el mismo tono amable de antes y ni siquiera había hecho mención alguna al hecho. Ahora le hablaba sobre aquel objeto que le había entregado cuando se conocieron, aquella especie de viruta o esquirla. Los orbes oscuros de la africana se alzaron despacio hasta encontrarse con el rostro pensativo de Valiont. Fue la pregunta la que hizo que las miradas de ambos se cruzasen de nuevo y Coco diera un pequeño respingo por la sorpresa. Negó rápidamente a la pregunta, porque no se le ocurría nadie que pudiera tener nada en contra de Ysgramir Gunnarson. Era un hombre regio, pero, aunque a veces se enfadaba con ella, siempre tenía motivos. Era una buena persona, la había acogido a ella y la había alimentado y tratado con cuidado. No se deshacía en cariños ni halagos, pero siempre era sincero y se preocupaba porque las cosas que hacía siempre salieran como correspondía. -Amo bueno.- Aseguró la perra, asintiendo convencida. La cambiante tenía una extraña percepción de las cosas y si el brujo conocía mínimamente al vampiro que tenía a la morena como mascota, sabría que lo que ella decía y lo que el resto del mundo veía, no se correspondía demasiado.
Coco- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 16/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
Matar el tiempo. |
La Posada Amaneceres. 6:35 de la mañana.
Las manos de Valiont acariciaban con conciencia las de la cambiante de color para tratar de calmarla, tranquilizarla y apaciguarla, pues notaba sus vibraciones e inquietudes. -No te preocupes por la criatura, estoy más que acostumbrado, cosa bonita. -Dijo, haciendo matiz en el piropo del final añadiendo una sonrisa con color. Bebió del hidromiel que le trajeron, pues necesitaba mojarse la garganta, aún le sabía la boca a coño, y eso no era malo, por supuesto, pero no era plan de hablar con ese aliento a alguien que no fuera Coco. En París se miraba mucho por el aspecto, y si ya de por si su aspecto era desaliñado, como para encima apestar a genitales femeninos por la boca.
Miró alrededor, necesitaba dar con sendas pistas, algo que le dijera quien podría haberlo hecho, de lo contrario.. este incidente podría volverse a dar en otra ocasión. ¿Pero de que modo podía? No tenía huellas, ni rastro, ni olor.. Tan solo aquél objeto ligado a la criatura de la alacena, como la había bautizado ya. Chasqueó la lengua y volvió a beber, necesitaba distraerse, pues se estaba poniendo algo tenso. Se levantó con suavidad pero con premura al mismo tiempo, cogiendo con suavidad la mano de su benefactora. -Ven, Coco.
Lo dijo con ternura y cariño, espero a que la chica de color se levantase, y juntos fueron al baño de la posada, vacío y algo sucio, pero eso no importaba. La metió en uno de los retretes y cerró la puerta con llave. No esperó ni dos segundos que ya estaba besando la boca carnosa de la africana, saboreando su lengua y acariciando sus pechos. Necesitaba distraerse antes de pensar tan seriamente, necesitaba descargar algo de esa líbido que le condenaba. Necesitaba hacer el amor apasionadamente con Coco, la cambiante.
-Quitate la ropa.. -Le susurró sonriendo, mientras él hacía lo propio con la suya, dejando a la vista de nuevo aquellas múltiples cicatrices. Sus manos pronto viajaron desde sus pechos, a su sexo, de forma habilidosa y juguetona, quería poner caliente a la cánida, ponerla receptiva, ponerla de modo que no pudiese resistirse a violar a aquél albino. Tenían mucho día por delante, algo había que hacer hasta la medianoche.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 27/10/2017
Re: En busca de ayuda // Privado - Valiont [+18]
El albino se empeñaba en tranquilizar a la cambiante, en hacerle ver que él estaba bien y que lo que había ocurrido era normal. Huir cuando se tenía miedo y cuando uno no sabía cómo hacer frente a un enemigo como aquella aparición, era lógico y no se debía castigar por ello. Sin embargo, Coco seguía sintiéndose mal consigo misma, porque sabía que era una cobarde hasta la médula y que la única vez que había sacado valor para defender a alguien había sido por su cachorro, Baro, ya que había perdido a los primeros por el ataque de una leona mientras ella estaba buscando comida para sus pequeñas.
La morena estaba sumida en sus propios pensamientos, en esas ideas que iban y venían, que la atormentaban con un pasado que no se podía cambiar y que solía sumirla en tenebrosas pesadillas que la alteraban hasta el punto de llegar a preocupar a su dueño. El brujo se levantó entonces de su asiento y tiró suavemente de la mano de la perra para que ésta le siguiera. La africana frunció el ceño, mirando a ambos lados y, especialmente, a la mesa, porque no habían comido nada, no entendía que tal y como habían llegado, ahora se fueran. -¿Algo ocurre?- Inquirió confusa, pero sin dejar de seguir al cazador de monstruos, cuyos pasos se dirigieron al baño de la posada. La cambiante miró el lugar en el que ahora se encontraban encerrados y sus dudas crecieron.
Despegó los labios con toda la intención de preguntar que qué hacían allí dentro, pero en cuanto el aliento escapó de su boca los belfos ajenos aprisionaron los propios entre besos, lamidas y leves mordiscos. Sólo hizo falta eso para que la volátil mente de Coco olvidara su malestar, su vergüenza y sus miedos. Ahora sólo podía pensar en las manos del albino recorriendo sus pechos por encima de la ropa y esa lengua que ávida se abría paso entre sus carnosos labios para buscar la de ella y enredarlas en un beso más profundo y húmedo.
Sus rostros se separaron y mientras la sinhueso de la africana repasaba su propio belfo inferior, las palabras foráneas alcanzaron sus oídos. Se quedó parada primero, no porque no quisiera hacer lo que el contrario le había pedido, sino porque sus orbes se quedaron fijos en las acciones ajenas, en aquellas cicatrices que ya la atrajeran en la alacena y que de nuevo volvían a estar a la vista. Sus manos se movieron solas hasta pasear las yemas de los dedos sobre las marcas de carne, algunas abultas y otras hendidas. Fue a inclinarse una vez más para lamerlas, pero como si fuera un rayo la petición de Valiont la atravesó en un recuerdo y se irguió de pronto. Llevó diestra y siniestra a su nuca para desatar el nudo que conformaba aquella pieza de tela que ella usaba como vestido y al liberarla dejó que ésta cayera al suelo, quedando completamente desnuda, porque al ser una esclava no llevaba ropa interior de ningún tipo, algo que el brujo ya sabía.
La mano del cazador se coló entre los muslos de Coco en cuanto ésta quedó totalmente expuesta y sintió los dedos colarse entre los labios de su sexo en una caricia lenta primero, pero que pronto se volvieron movimientos más dinámicos y continuados, al tiempo en que las bocas de ambos chocaban de nuevo y se devoraban con una necesidad poco habitual en la perra. Hacía algo de frío en aquel húmedo habitáculo, pero podía sentir la temperatura del albino atravesándola, contagiándola como si su tacto fuera puro fuego abrasándola desde la piel hacia dentro.
La morena estaba sumida en sus propios pensamientos, en esas ideas que iban y venían, que la atormentaban con un pasado que no se podía cambiar y que solía sumirla en tenebrosas pesadillas que la alteraban hasta el punto de llegar a preocupar a su dueño. El brujo se levantó entonces de su asiento y tiró suavemente de la mano de la perra para que ésta le siguiera. La africana frunció el ceño, mirando a ambos lados y, especialmente, a la mesa, porque no habían comido nada, no entendía que tal y como habían llegado, ahora se fueran. -¿Algo ocurre?- Inquirió confusa, pero sin dejar de seguir al cazador de monstruos, cuyos pasos se dirigieron al baño de la posada. La cambiante miró el lugar en el que ahora se encontraban encerrados y sus dudas crecieron.
Despegó los labios con toda la intención de preguntar que qué hacían allí dentro, pero en cuanto el aliento escapó de su boca los belfos ajenos aprisionaron los propios entre besos, lamidas y leves mordiscos. Sólo hizo falta eso para que la volátil mente de Coco olvidara su malestar, su vergüenza y sus miedos. Ahora sólo podía pensar en las manos del albino recorriendo sus pechos por encima de la ropa y esa lengua que ávida se abría paso entre sus carnosos labios para buscar la de ella y enredarlas en un beso más profundo y húmedo.
Sus rostros se separaron y mientras la sinhueso de la africana repasaba su propio belfo inferior, las palabras foráneas alcanzaron sus oídos. Se quedó parada primero, no porque no quisiera hacer lo que el contrario le había pedido, sino porque sus orbes se quedaron fijos en las acciones ajenas, en aquellas cicatrices que ya la atrajeran en la alacena y que de nuevo volvían a estar a la vista. Sus manos se movieron solas hasta pasear las yemas de los dedos sobre las marcas de carne, algunas abultas y otras hendidas. Fue a inclinarse una vez más para lamerlas, pero como si fuera un rayo la petición de Valiont la atravesó en un recuerdo y se irguió de pronto. Llevó diestra y siniestra a su nuca para desatar el nudo que conformaba aquella pieza de tela que ella usaba como vestido y al liberarla dejó que ésta cayera al suelo, quedando completamente desnuda, porque al ser una esclava no llevaba ropa interior de ningún tipo, algo que el brujo ya sabía.
La mano del cazador se coló entre los muslos de Coco en cuanto ésta quedó totalmente expuesta y sintió los dedos colarse entre los labios de su sexo en una caricia lenta primero, pero que pronto se volvieron movimientos más dinámicos y continuados, al tiempo en que las bocas de ambos chocaban de nuevo y se devoraban con una necesidad poco habitual en la perra. Hacía algo de frío en aquel húmedo habitáculo, pero podía sentir la temperatura del albino atravesándola, contagiándola como si su tacto fuera puro fuego abrasándola desde la piel hacia dentro.
Coco- Cambiante Clase Baja
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