AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Fuego en la nieve (privado) (+18)
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Fuego en la nieve (privado) (+18)
Un mes. Había pasado un mes desde que el maldito Höor Cannif le prometió algo que de inmediato dejó de cumplir. Llevaba horas sentada en su camarote revisando papeles, o más bien intentándolo orque no se acababa de concentrar. Su contramaestre le había informado de que el conde estaba de vuelta. A buenas horas.
Había despertado aquella mañana con la sensación extraña en el stómago por lo que había pasado entre ellos frente a la lumbre y de alguna forma se levantó con ganas de compartir un desayuno con él y cerciorarse de que todo estaba bien o si algo había cambiado entre ellos. Pero eso no se produciría porque el tozudo y temerario Höor había abandonado la fortaleza en mitad de la noche; al menos Ulf lo acompañaba, y eso ya era algo positivo. Se sentía frustrada, sin poder hacer nada ya que sus efectivos sólo abarcaban el mar y no aquellas montañas impracticables; no podía ayudar en esa misión a menos que hiciera como el lobo: abandonar Akershus rumbo a un destino incierto. Y en ese momento era una estupidez porque tenía a Beth, estaba pendiente de ir a buscar los barcos a Londres y alguien debía defender el fuerte si se iban Ulf y Höor. Lo maldijo veinte veces y se dedicó a asumir su papel. Día sí y día no dormían en la fortaleza porque debía encargarse de lo que Höor solía hacer cuando no estaba batallando y además de todo lo relacionado con su red marítima. Había mucho que hacer, sobornos a los informadores, gestionar el dinero y los ingresos, atender a las peticiones de la gente, tomar decisiones sobre cada tema operativo y logístico...pero no se le daba nada mal, era organizada y maticulosa, no le faltaba carácter y su mente rápida le daba la ventaja de estar en cuatro cosas a la vez.
Como único punto a favor, Bethania pasaba mucho más tiempo con los hijos del conde y ya estaba socializando, algo que era imprescinble para ella. Quedaba con Giuliana a diario porque si alguien podía saber el estado de aquellos dos temerarios era la bruja, que siempre estaba pendiente de su marido aunque éste se encontrase al otro lado del mundo. Cada vez que la veía tranquila, se sentía algo mejor, porque si Giuliana decía que las cosas iban bien, es que iban bien.
Arrugó un papel con la mano hecha un puño. Un mes!!! un mes de desvelos y preocupaciones, un mes con todo patas arriba y sobrecarga de trabajo, y ahora aparecería por Akershus tan campante con esa media sonrisa como si no hubiera pasado nada. Notaba al demonio susurrarle al oido y no quería hacerlo, pero en algun momento estallaría. Se pasó las manos por los ojos y abandonó el camarote calzándose la casaca y recorriendo el camino entre el puerto y el castillo.
Había despertado aquella mañana con la sensación extraña en el stómago por lo que había pasado entre ellos frente a la lumbre y de alguna forma se levantó con ganas de compartir un desayuno con él y cerciorarse de que todo estaba bien o si algo había cambiado entre ellos. Pero eso no se produciría porque el tozudo y temerario Höor había abandonado la fortaleza en mitad de la noche; al menos Ulf lo acompañaba, y eso ya era algo positivo. Se sentía frustrada, sin poder hacer nada ya que sus efectivos sólo abarcaban el mar y no aquellas montañas impracticables; no podía ayudar en esa misión a menos que hiciera como el lobo: abandonar Akershus rumbo a un destino incierto. Y en ese momento era una estupidez porque tenía a Beth, estaba pendiente de ir a buscar los barcos a Londres y alguien debía defender el fuerte si se iban Ulf y Höor. Lo maldijo veinte veces y se dedicó a asumir su papel. Día sí y día no dormían en la fortaleza porque debía encargarse de lo que Höor solía hacer cuando no estaba batallando y además de todo lo relacionado con su red marítima. Había mucho que hacer, sobornos a los informadores, gestionar el dinero y los ingresos, atender a las peticiones de la gente, tomar decisiones sobre cada tema operativo y logístico...pero no se le daba nada mal, era organizada y maticulosa, no le faltaba carácter y su mente rápida le daba la ventaja de estar en cuatro cosas a la vez.
Como único punto a favor, Bethania pasaba mucho más tiempo con los hijos del conde y ya estaba socializando, algo que era imprescinble para ella. Quedaba con Giuliana a diario porque si alguien podía saber el estado de aquellos dos temerarios era la bruja, que siempre estaba pendiente de su marido aunque éste se encontrase al otro lado del mundo. Cada vez que la veía tranquila, se sentía algo mejor, porque si Giuliana decía que las cosas iban bien, es que iban bien.
Arrugó un papel con la mano hecha un puño. Un mes!!! un mes de desvelos y preocupaciones, un mes con todo patas arriba y sobrecarga de trabajo, y ahora aparecería por Akershus tan campante con esa media sonrisa como si no hubiera pasado nada. Notaba al demonio susurrarle al oido y no quería hacerlo, pero en algun momento estallaría. Se pasó las manos por los ojos y abandonó el camarote calzándose la casaca y recorriendo el camino entre el puerto y el castillo.
Última edición por Danielle Morgan el Dom Dic 17, 2017 5:10 pm, editado 1 vez
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
Hacia un mes que no pisaba Akershus, muchas fueron las cosas que se quedaron a medias la noche que partí, entre ellas, ese beso que surgió de forma espontanea con Dani.
No sabia si la caja de Pandora seguiría abierta o por contra. ella ya la había cerrado, desconocía si estábamos preparados para afrontar, batallar, contra los fantasmas que aun a ambos o al menos a mi nos atenazaban.
Supongo que ya me preocuparía de eso llegado el momento pensé mientras mi cuerpo maltrecho por las heridas se cuadraba dispuesto a hacer mi entrada en Akershus.
Los aldeanos vitoreaban mi nombre, los niños corrían por las calles al ritmo del paso de mi espectro que salvaje se alzaba sobre sus dos patas delanteras acaparando la atención de todos los presentes.
Desmonté en las puertas de palacio, el baño de masas siempre era agradable tras la batalla y esta había sido cruenta.
Mis hijos corrían hacia mi, Giuliana los acompañaba. Mi hijo Niels en sus brazos. había crecido y me quedé atónito mirando lo que me había perdido en este mes de ausencias, pues en él es en quien mas notaba el tiempo que se me escapaba con cada gesta enfrentada.
Me agache recibiendo a mis dos hijas, besando su pelo rubio y pardo respectivamente. Sirius junto a Orn llegaron a mi, reviví el pelo del ultimo y como era habitual, alcé a mi pequeño brujo por los aires sentándolo sobre mis hombros.
Ulf se acercó a mi, nuestras fretes chocaron dándonos unos golpes en la nuca.
-¿Como va todo por aquí? -pregunté con los ojos cerrados -¿Dani? -pregunté, no la había visto y no me hubiera extrañado que hubiera salido corriendo tras ese beso y hubiera puesto millas de distancia entre su barco y Akershus.
No le dio tiempo a Ulf a responder cuando escuché unos pasos a mi espalda, ladeé la sonrisa abriendo los ojos y girándome para enfrentarla. Reconocería el ruido de sus botas hasta en el mismo Hel.
-Capitan Morgan -mi sonrisa engreda surcaba mi rostro, pero por la forma en que sus mares se hundieron en mis pardos algo me decía que la tempestad se acercaba y que me tocaría capear le temporal.
Estaba cansado, herido, lleno de mierda y necesitaba algo de descanso, pero me mantuve allí inmóvil frente a ella, esperando una reacción u otra, a decir verdad ahora mismo y aunque había imaginado este encuentro de mil formas distintas no tenia ni puta idea de como reaccionar ahora mismo.
No sabia si la caja de Pandora seguiría abierta o por contra. ella ya la había cerrado, desconocía si estábamos preparados para afrontar, batallar, contra los fantasmas que aun a ambos o al menos a mi nos atenazaban.
Supongo que ya me preocuparía de eso llegado el momento pensé mientras mi cuerpo maltrecho por las heridas se cuadraba dispuesto a hacer mi entrada en Akershus.
Los aldeanos vitoreaban mi nombre, los niños corrían por las calles al ritmo del paso de mi espectro que salvaje se alzaba sobre sus dos patas delanteras acaparando la atención de todos los presentes.
Desmonté en las puertas de palacio, el baño de masas siempre era agradable tras la batalla y esta había sido cruenta.
Mis hijos corrían hacia mi, Giuliana los acompañaba. Mi hijo Niels en sus brazos. había crecido y me quedé atónito mirando lo que me había perdido en este mes de ausencias, pues en él es en quien mas notaba el tiempo que se me escapaba con cada gesta enfrentada.
Me agache recibiendo a mis dos hijas, besando su pelo rubio y pardo respectivamente. Sirius junto a Orn llegaron a mi, reviví el pelo del ultimo y como era habitual, alcé a mi pequeño brujo por los aires sentándolo sobre mis hombros.
Ulf se acercó a mi, nuestras fretes chocaron dándonos unos golpes en la nuca.
-¿Como va todo por aquí? -pregunté con los ojos cerrados -¿Dani? -pregunté, no la había visto y no me hubiera extrañado que hubiera salido corriendo tras ese beso y hubiera puesto millas de distancia entre su barco y Akershus.
No le dio tiempo a Ulf a responder cuando escuché unos pasos a mi espalda, ladeé la sonrisa abriendo los ojos y girándome para enfrentarla. Reconocería el ruido de sus botas hasta en el mismo Hel.
-Capitan Morgan -mi sonrisa engreda surcaba mi rostro, pero por la forma en que sus mares se hundieron en mis pardos algo me decía que la tempestad se acercaba y que me tocaría capear le temporal.
Estaba cansado, herido, lleno de mierda y necesitaba algo de descanso, pero me mantuve allí inmóvil frente a ella, esperando una reacción u otra, a decir verdad ahora mismo y aunque había imaginado este encuentro de mil formas distintas no tenia ni puta idea de como reaccionar ahora mismo.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
Y allí estaba, tan campante, dándose un baño de multitudes, como el héroe que era. No pensaba bailarle el agua como hacían todos, dándole palmaditas en la espalda y celebrando su regreso, faltaría más. Un puto mes sin noticias, tan sólo lo que Giuliana pudiera ver en sus vagas premoniciones. Se detuvo delante del conde y lo repasó de arriba a abajo, estaba sucio y maltrecho y desde luego se alegraba de volver a su hogar, pero había sido tan inconsciente que tenía ganas de matarlo, de gritarle y de recordarle que a ella le montó un soberano pollo por desaparecer sin más y no avisarlo. ¿Y qué es lo que había hecho él? Ni más ni menos que lo mismo.
— Jum…hueles a cerdo, date un baño.— Danielle se mantuvo a un metro con los brazos cruzados y cuando el mozo se llevó su caballo se encaminó hacia el castillo, seguro que los niños querrían saber de sus andanzas y él darse un baño. No había problema, podía esperar. Entró en la biblioteca y cerró la puerta tras ella sentándose al lado de la ventana contemplando el paisaje nevado afuera. Cerraba los nudillos con fuerza y los volvía a relajar, no había prisa. Aunque tardase dos horas en aparecer, allí la encontraría.*
Este encuentro lo habia imaginado de mil formas distintas, en ninguna de ellas, me decía que olía a cerdo y me mandaba solo a la tina.
Ladeé la sonrisa, parecía enfadada, no le faltaba en parte razón, aunque bien podría recordarle los dos meses que yo la esperé sin noticias, sin mas información que un puto cuervo trayendo una carta sobre sus pasos en los mares y sus aventuras vividas.
En mi caso, el tiempo apremiaba, necesitaba cruzar esas montañas, mi maestro y su vida estaba en juego. Es cierto pude despertarla, ser sincero y decirle que me largaba, peor..era complicado enfrentar sus mares porque hubiera visto en ellos quizas algo que me hubiera anclado a Akershus en ese momento.
Para que mentir, era un cobarde en este momento incapaz de enfrentar sus propios fantasmas, pero eso lo sabíamos ambos cuando empezamos este juego y aun asi la caja de Pandora fue destapada.
Acosté a mis hijos, les narré las mil y una peripecias vividas sin entrar en las partes mas escabrosas, aunque Orn quería escucharlas y tras ver como unos y otros iban cayendo dormidos me marche dejando la puerta junta.
Me dí un baño, no fuera a ser que a la pirata le ofendiera mi olor nauseabundo, me coloqué unos pantalones cómodos y una camisola que pronto se mancho de carmesí, luego cosería las heridas.
Me avisaron de que estaba en la biblioteca, asi que hacia allí dirigí mis pasos.
Golpeé la puerta con los nudillos y sin esperar que me invitara a entrar lo hice buscando su mirada con mis pardos. *
La puerta chirrió sobre sus goznes y la inglesa se tensó, quedándose algo envarada sentada en aquella incómoda silla mirando a Höor de hito en hito.
— Así que aquí estás. Victorioso, magullado, con alguna que otra herida, quizás alguna fractura… siendo el héroe.— frunció los labios un instante y se retiró un mechón que le caía sobre los ojos. Dejó caer una enorme carpeta de papeles sobre el escritorio, que hasta levantó un poco de polvo con el seco sonido al caer en la madera.— Las cosas por aquí han ido… bien, supongo. No tienes apenas nada atrasado.— Porque lo había hecho ella, mayormente.—¿sabes lo más gracioso de todo esto? Que he llegado a pensar si no me despertaste esa noche para poder devolverme la jugada. ¿Fue así? Chapeau!! Lo conseguiste, estamos en tablas.— Soltó una media carcajada cargada con sarcasmo.— Y lo más curioso fue que momentos antes me prometiste al menos intentar no ponerte en peligro.— Negó con la cabeza.— Me sentí como una verdadera idiota.— Se levantó y se sacudió la manga de la casaca que se había llenado de ese fino polvillo, dispuesta a marcharse de nuevo a la Reina Ana. Cerró el puño de nuevo y resopló, quizás cuando llegase se dedicaría a entrenar un poco con el sable, sentía la rabia bullir, pero esa flema británica le impedía expresarla en alto, explotar y golpear alguna cosa.*
Ironica, su frase me resultó dañina, era le modo de dejarme claro que mi acto la habia ofendido en lo mas profundo y en parte albergaba la razón, mas no toda.
-Mi maestro esta bien, gracias -respondí tajante, quizas porque esa era la pregunta que esperaba de ella al verme.
Hablas de mi como si lo unico que he buscado en este viaje fuera la gloria personal, parece que has olvidado que dedico mi vida a Akershus, al norte porque es mi hogar, porque corre por mis venas como el fuego y porque si no lo hago yo ¿quien lo hará?
No busco el baño de masas, busco un norte libre.
Hice una pausa tratando de dar credito a sus palabras...¿venganza? ¿devolverle la jugada?
-No, yo no soy asi, tuve mis motivos para no despertarte esa noche, mas te aseguro que nada tenian que ver con hacerte sufrir.
Me encogí de hombros contemplando como la carpeta habia caido sobre el escritorio, no era un necio, sabia que se habia ocupado de todo en mi ausencia y tambien sabia lo duro que era ese cargo.
-Gracias, se que has hecho un buen trabajo, que dejaba Akershus en buenas manos.
Tuve un sueño, no tuve opción, tenia que partir cuanto antes y se que te di mi palabra de que iria con cuidado. Te mentí, no puedo ir con cuidado porque cada vez que salgo de estos muros y desenvaino la bastarda que queda a mi espalda, la muerte me mira de frente, Hela me llama y también el valhalla.
nunca seré un hombre calmo, nunca batallaré mis guerras desde un trono sentado, yo siempre correré riesgos y no puedo minimizarlos.
Di un paso hacia ella cuando se levantó dispuesta a largarse, mi cuerpo se convirtió en su frontera, si quería irse adelante, pero antes tenia que escucharme.
-He pensado en ti, quería volver a Akershus, quería...volver. ¿Estoy aquí no? ¿no basta? *
Clavó sus ojos azules en los orbes marrones del conde, estaba a punto de estallar, pero su discurso, como siempre, tenía parte de razón y no podían pelear como dos críos de quince años sin dos dedos de frente.
— pfffsssss… Maldita sea Cannif!!! sí. Si que basta. Pero eso no borra mi cabreo. ¿Qué quieres que te diga? Que no pasa nada? ¿que me da igual? Pues no, no puedo decirte eso. — levantó las manos deshaciendo el gesto de puños cerrados que tenía anteriormente.— Está bien… de acuerdo. Ya está, te he echado la bronca, tú te has justificado, el cabreo me durará unos días y todo volverá a ser como siempre ¿no? Pues no perdamos tiempo.
Estaba tratando de salir por esa puerta sin hacerle la pregunta que realmente quería hacer: ¿por qué no la había despertado entonces? Pero es que intuía la respuesta y de nuevo se encontrarían en uno de esos “momentos”.*
Enarqué una ceja en un principio al escuchar su maldicion, mas luego no pude evitar ladear la sonrisa cuando con esa praticidad que se gastaba me dijo que estaba bien, que todo quedaba en eso, en haberme echado la bronca como si tuviera 10 años.
No iba a discutírselo ¿para que?
-Entonces...¿ya esta? -pregunté sin poder dejar de sonreír mientras le tendía la mano -¿amigos?
Ella parecía decidida a hacer como si nada hubiera pasado, yo no iba a forzar la situación, no cuando no sabia que cojones quería ella. ¿Y si aquel beso fue para ella un error? No seria yo quien se lo recordara.
Siempre habia sido seguro con las mujeres, no tenia problema en interactuar con ellas, pero con Dani las cosas se complicaban de sobremanera y no sabia como actuar, no arrancaba, ni frenaba, me estaba volviendo loco asi que hice lo único que sabia hacer...plantar mil escudos ante mi, ladear la sonrisa y ver como se largaba.*
¿Que si ya estaba? Estaba muy lejos de estar bien, de ningun modo estaba zanjado aquello. Pero ¿qué iba a hacer? gritarle, sacudirle, hacerle ver la realidad? Si él ya sabía cual era el motivo de su desvelo, pero igualmente seguiría siendo el intrépido e inconsciente héroe que tenía una flor en el culo al parecer, porque tenía mucha suerte de regresar vivo cada vez a pesar de enfrentarse a todo tipo de mierdas muy jodidas de superar. Frunció el ceño cuando le tendió la mano preguntandole si eran amigos de otra vez. ¿Acaso estaban en la guardería de nuevo? ¿qué cojones…? No puso evitar el impulso y le arreó un bofetón. La palmada resonó en la vacía biblioteca, le giró la cara con todas las de la ley y acto seguido enganchó su nuca con la otra mano y lo besó como aquella noche pero con mucha más furia.*
Su mano impactó en mi rostro, no lo esperaba, me giró la cara al tiempo que un gruñido gutural escapaba de mi garganta tensando mi cuerpo, logrando que mi pecho subiera y bajara violento.
No llevaba bien ese tipo de golpes, yo traia viejos fantasmas de épocas muy pasadas que se remontaban a mi infancia, lo vivido en ese castillo maldito donde Randulf era dueño y señor de todo y todos los que viviamos tras sus muros.
Gruñí, evidenciando con mis oscurecidos pardos que estaba fuera de mi, mas cuando tiró de mi nuca y su boca aplacó la mia, mi lengua traspasó voraz la frontera cargada de ganas, de necesidad desmedida y entre mordiscos mis manos atraparon sus nalgas alzándola en vilo.
Avancé hacia el escritorio, un manotazo bastó para que la carpeta golpeara el suelo espaciándose sobre este todos aquellos papeles perfectamente ordenados.
Sobre la madera su trasero, yo entre sus piernas mientras nos devorábamos.*
Mentiría si dijera que no lo había deseado, mentiría también si dijera que no había deseado molerlo a golpes por casi morirse en la Atalaya, por sus continuadas y reiteradas insensateces, pero sobre todo mentiría si dijera que no había deseado repetir la sensación que le dejó aquel beso, esa sensación que la acompañó durante horas hasta que consiguió dormirse al lado del cuerpo cálido de Beth.
Dejó caer su trasero sobre la mesa cuando la soltó estando en volandas, abrió las piernas para que se pudiera colocar entre ellas y dejó que la violencia de todos esos sentimientos reprimidos saltase por los aires su cordura como el corcho de una botella de champán. Besó sus labios con ansia, tiró de su pelo cuando se agarró a él en un intento de seguir agarrada a él como un koala, pero de nada le sirvió cuando la dejó caer sobre la mesa. Tiró de su camisa hacia arriba, desplazó las manos por sus costillas y notó la humedad de la sangre, con lo que se detuvo en seco.
— esto hay que coserlo…— rompió a reir, retirandose un mechón de la cara y manchándose con un poco de sangre la frente.— No quiero que te me caigas encima desangrado, pesas mucho.*
Mi abultada entrepierna golpeaba su centro deseando abrirse paso por aquella vorágine de locura en la que ya ni pensábamos.
Besos húmedos, pasionales y lascivos que denotaban sin palabras que nos habíamos echado de menso, que habíamos callado mucho, dicho poco y obrado con miedo.
Esa noche enmendé eso entre gruñidos.
Sus manos ascendieron por mis costados deteniéndola en seco al sentir la calida sangre bañar mi cuerpo.
Bocas a escasa distancia que se buscaban, sus palabras suaves, susurradas y una risa las acompañaba.
-Luego -pedí volviendo a intentar retomar el ritmo de la necesidad mas absoluta, empujando con mi hombría el monte de Venus.
Mas la pirata era implacable, se separó ligeramente con un" ahora "que no pronunció pero que dijo sin palabras.
Frustrado dejé escapar el aire como un niño contra sus labios.
-¿en serio? -dije negado mientras sonreía incapaz de dar crédito a esto. *
—En serio.— ¿qué parte no entendía? Había cosas que no tenían sentido, que no eran lógicas de ninguna forma. Estaba exhausto y herido hasta el punto que la sangre manchaba su camisa, no se trataba de moratones o de cortecillos sin importancia, y había cosas que era mejor no hacer en ese estado.— Nah. Es que pienso darte tanto tormento que necesitas estar al cien por cien.— Le guiñó el ojo y se bajó de la mesa recogiendo la carpeta y los papeles. Por un instante pensó “Danielle ¿qué coño estás haciendo?” Pero por otra parte esa encontronazo en la biblioteca había dejado al descubierto muchas cosas.— Tómate un descanso, come algo, no tienes nada urgente. Vendremos a cenar.
Se refería a Beth y a ella, evidentemente, necesitaba aclarar un poco la cabeza y…darse un baño. Quizás Höor sí lo hubiera hecho, pero ella no y de alguna forma se sintió incómoda. Si tenía que pasar algo, pues pasaría, pero prefería estar limpia entonces.*
Danielle se bajó de la mesa recolocándose la falda mientras mi turbia mirada seguía su estela al agacharse a recoger la carpeta.
Envainé la bastarda re colocándomela mientras meditaba esas palabras pronunciadas. Mi gesto fue tibio, sonreír sin mas, restando importancia al echo inequívoco de que me habia detenido.
Estaba herido, no dejaba de ser cierto, mas si algo sabia es que la pasión era ciega y desmedida.
Mi sangre tiñendo la camisa no era el único motivo de que este encuentro hubiera quedado en una anécdota que habia significado todo y al mismo tiempo.
Asentí al escuchar que volverían para cenar, que debia descansar, dormir y comer. En ninguna de esas afirmaciones le faltaba razón a la pirata.
Me acerqué a ella dejando un casto beso en su mejilla.
-No ha estado mal como venganza dejarme a medias Capitan Morgan -Apunte ladeando la sonrisa, mi escudo inequívoco cuando la situación se complicaba -Voy a hacerte caso y a descansar. Nos vemos en la cena.
Decidido viré sobre mis talones dispuesto a salir por la puerta, esta vez fue mi puño el que se cerro apretándose como único gesto que delataba mi nerviosismo.
— Jum…hueles a cerdo, date un baño.— Danielle se mantuvo a un metro con los brazos cruzados y cuando el mozo se llevó su caballo se encaminó hacia el castillo, seguro que los niños querrían saber de sus andanzas y él darse un baño. No había problema, podía esperar. Entró en la biblioteca y cerró la puerta tras ella sentándose al lado de la ventana contemplando el paisaje nevado afuera. Cerraba los nudillos con fuerza y los volvía a relajar, no había prisa. Aunque tardase dos horas en aparecer, allí la encontraría.*
Este encuentro lo habia imaginado de mil formas distintas, en ninguna de ellas, me decía que olía a cerdo y me mandaba solo a la tina.
Ladeé la sonrisa, parecía enfadada, no le faltaba en parte razón, aunque bien podría recordarle los dos meses que yo la esperé sin noticias, sin mas información que un puto cuervo trayendo una carta sobre sus pasos en los mares y sus aventuras vividas.
En mi caso, el tiempo apremiaba, necesitaba cruzar esas montañas, mi maestro y su vida estaba en juego. Es cierto pude despertarla, ser sincero y decirle que me largaba, peor..era complicado enfrentar sus mares porque hubiera visto en ellos quizas algo que me hubiera anclado a Akershus en ese momento.
Para que mentir, era un cobarde en este momento incapaz de enfrentar sus propios fantasmas, pero eso lo sabíamos ambos cuando empezamos este juego y aun asi la caja de Pandora fue destapada.
Acosté a mis hijos, les narré las mil y una peripecias vividas sin entrar en las partes mas escabrosas, aunque Orn quería escucharlas y tras ver como unos y otros iban cayendo dormidos me marche dejando la puerta junta.
Me dí un baño, no fuera a ser que a la pirata le ofendiera mi olor nauseabundo, me coloqué unos pantalones cómodos y una camisola que pronto se mancho de carmesí, luego cosería las heridas.
Me avisaron de que estaba en la biblioteca, asi que hacia allí dirigí mis pasos.
Golpeé la puerta con los nudillos y sin esperar que me invitara a entrar lo hice buscando su mirada con mis pardos. *
La puerta chirrió sobre sus goznes y la inglesa se tensó, quedándose algo envarada sentada en aquella incómoda silla mirando a Höor de hito en hito.
— Así que aquí estás. Victorioso, magullado, con alguna que otra herida, quizás alguna fractura… siendo el héroe.— frunció los labios un instante y se retiró un mechón que le caía sobre los ojos. Dejó caer una enorme carpeta de papeles sobre el escritorio, que hasta levantó un poco de polvo con el seco sonido al caer en la madera.— Las cosas por aquí han ido… bien, supongo. No tienes apenas nada atrasado.— Porque lo había hecho ella, mayormente.—¿sabes lo más gracioso de todo esto? Que he llegado a pensar si no me despertaste esa noche para poder devolverme la jugada. ¿Fue así? Chapeau!! Lo conseguiste, estamos en tablas.— Soltó una media carcajada cargada con sarcasmo.— Y lo más curioso fue que momentos antes me prometiste al menos intentar no ponerte en peligro.— Negó con la cabeza.— Me sentí como una verdadera idiota.— Se levantó y se sacudió la manga de la casaca que se había llenado de ese fino polvillo, dispuesta a marcharse de nuevo a la Reina Ana. Cerró el puño de nuevo y resopló, quizás cuando llegase se dedicaría a entrenar un poco con el sable, sentía la rabia bullir, pero esa flema británica le impedía expresarla en alto, explotar y golpear alguna cosa.*
Ironica, su frase me resultó dañina, era le modo de dejarme claro que mi acto la habia ofendido en lo mas profundo y en parte albergaba la razón, mas no toda.
-Mi maestro esta bien, gracias -respondí tajante, quizas porque esa era la pregunta que esperaba de ella al verme.
Hablas de mi como si lo unico que he buscado en este viaje fuera la gloria personal, parece que has olvidado que dedico mi vida a Akershus, al norte porque es mi hogar, porque corre por mis venas como el fuego y porque si no lo hago yo ¿quien lo hará?
No busco el baño de masas, busco un norte libre.
Hice una pausa tratando de dar credito a sus palabras...¿venganza? ¿devolverle la jugada?
-No, yo no soy asi, tuve mis motivos para no despertarte esa noche, mas te aseguro que nada tenian que ver con hacerte sufrir.
Me encogí de hombros contemplando como la carpeta habia caido sobre el escritorio, no era un necio, sabia que se habia ocupado de todo en mi ausencia y tambien sabia lo duro que era ese cargo.
-Gracias, se que has hecho un buen trabajo, que dejaba Akershus en buenas manos.
Tuve un sueño, no tuve opción, tenia que partir cuanto antes y se que te di mi palabra de que iria con cuidado. Te mentí, no puedo ir con cuidado porque cada vez que salgo de estos muros y desenvaino la bastarda que queda a mi espalda, la muerte me mira de frente, Hela me llama y también el valhalla.
nunca seré un hombre calmo, nunca batallaré mis guerras desde un trono sentado, yo siempre correré riesgos y no puedo minimizarlos.
Di un paso hacia ella cuando se levantó dispuesta a largarse, mi cuerpo se convirtió en su frontera, si quería irse adelante, pero antes tenia que escucharme.
-He pensado en ti, quería volver a Akershus, quería...volver. ¿Estoy aquí no? ¿no basta? *
Clavó sus ojos azules en los orbes marrones del conde, estaba a punto de estallar, pero su discurso, como siempre, tenía parte de razón y no podían pelear como dos críos de quince años sin dos dedos de frente.
— pfffsssss… Maldita sea Cannif!!! sí. Si que basta. Pero eso no borra mi cabreo. ¿Qué quieres que te diga? Que no pasa nada? ¿que me da igual? Pues no, no puedo decirte eso. — levantó las manos deshaciendo el gesto de puños cerrados que tenía anteriormente.— Está bien… de acuerdo. Ya está, te he echado la bronca, tú te has justificado, el cabreo me durará unos días y todo volverá a ser como siempre ¿no? Pues no perdamos tiempo.
Estaba tratando de salir por esa puerta sin hacerle la pregunta que realmente quería hacer: ¿por qué no la había despertado entonces? Pero es que intuía la respuesta y de nuevo se encontrarían en uno de esos “momentos”.*
Enarqué una ceja en un principio al escuchar su maldicion, mas luego no pude evitar ladear la sonrisa cuando con esa praticidad que se gastaba me dijo que estaba bien, que todo quedaba en eso, en haberme echado la bronca como si tuviera 10 años.
No iba a discutírselo ¿para que?
-Entonces...¿ya esta? -pregunté sin poder dejar de sonreír mientras le tendía la mano -¿amigos?
Ella parecía decidida a hacer como si nada hubiera pasado, yo no iba a forzar la situación, no cuando no sabia que cojones quería ella. ¿Y si aquel beso fue para ella un error? No seria yo quien se lo recordara.
Siempre habia sido seguro con las mujeres, no tenia problema en interactuar con ellas, pero con Dani las cosas se complicaban de sobremanera y no sabia como actuar, no arrancaba, ni frenaba, me estaba volviendo loco asi que hice lo único que sabia hacer...plantar mil escudos ante mi, ladear la sonrisa y ver como se largaba.*
¿Que si ya estaba? Estaba muy lejos de estar bien, de ningun modo estaba zanjado aquello. Pero ¿qué iba a hacer? gritarle, sacudirle, hacerle ver la realidad? Si él ya sabía cual era el motivo de su desvelo, pero igualmente seguiría siendo el intrépido e inconsciente héroe que tenía una flor en el culo al parecer, porque tenía mucha suerte de regresar vivo cada vez a pesar de enfrentarse a todo tipo de mierdas muy jodidas de superar. Frunció el ceño cuando le tendió la mano preguntandole si eran amigos de otra vez. ¿Acaso estaban en la guardería de nuevo? ¿qué cojones…? No puso evitar el impulso y le arreó un bofetón. La palmada resonó en la vacía biblioteca, le giró la cara con todas las de la ley y acto seguido enganchó su nuca con la otra mano y lo besó como aquella noche pero con mucha más furia.*
Su mano impactó en mi rostro, no lo esperaba, me giró la cara al tiempo que un gruñido gutural escapaba de mi garganta tensando mi cuerpo, logrando que mi pecho subiera y bajara violento.
No llevaba bien ese tipo de golpes, yo traia viejos fantasmas de épocas muy pasadas que se remontaban a mi infancia, lo vivido en ese castillo maldito donde Randulf era dueño y señor de todo y todos los que viviamos tras sus muros.
Gruñí, evidenciando con mis oscurecidos pardos que estaba fuera de mi, mas cuando tiró de mi nuca y su boca aplacó la mia, mi lengua traspasó voraz la frontera cargada de ganas, de necesidad desmedida y entre mordiscos mis manos atraparon sus nalgas alzándola en vilo.
Avancé hacia el escritorio, un manotazo bastó para que la carpeta golpeara el suelo espaciándose sobre este todos aquellos papeles perfectamente ordenados.
Sobre la madera su trasero, yo entre sus piernas mientras nos devorábamos.*
Mentiría si dijera que no lo había deseado, mentiría también si dijera que no había deseado molerlo a golpes por casi morirse en la Atalaya, por sus continuadas y reiteradas insensateces, pero sobre todo mentiría si dijera que no había deseado repetir la sensación que le dejó aquel beso, esa sensación que la acompañó durante horas hasta que consiguió dormirse al lado del cuerpo cálido de Beth.
Dejó caer su trasero sobre la mesa cuando la soltó estando en volandas, abrió las piernas para que se pudiera colocar entre ellas y dejó que la violencia de todos esos sentimientos reprimidos saltase por los aires su cordura como el corcho de una botella de champán. Besó sus labios con ansia, tiró de su pelo cuando se agarró a él en un intento de seguir agarrada a él como un koala, pero de nada le sirvió cuando la dejó caer sobre la mesa. Tiró de su camisa hacia arriba, desplazó las manos por sus costillas y notó la humedad de la sangre, con lo que se detuvo en seco.
— esto hay que coserlo…— rompió a reir, retirandose un mechón de la cara y manchándose con un poco de sangre la frente.— No quiero que te me caigas encima desangrado, pesas mucho.*
Mi abultada entrepierna golpeaba su centro deseando abrirse paso por aquella vorágine de locura en la que ya ni pensábamos.
Besos húmedos, pasionales y lascivos que denotaban sin palabras que nos habíamos echado de menso, que habíamos callado mucho, dicho poco y obrado con miedo.
Esa noche enmendé eso entre gruñidos.
Sus manos ascendieron por mis costados deteniéndola en seco al sentir la calida sangre bañar mi cuerpo.
Bocas a escasa distancia que se buscaban, sus palabras suaves, susurradas y una risa las acompañaba.
-Luego -pedí volviendo a intentar retomar el ritmo de la necesidad mas absoluta, empujando con mi hombría el monte de Venus.
Mas la pirata era implacable, se separó ligeramente con un" ahora "que no pronunció pero que dijo sin palabras.
Frustrado dejé escapar el aire como un niño contra sus labios.
-¿en serio? -dije negado mientras sonreía incapaz de dar crédito a esto. *
—En serio.— ¿qué parte no entendía? Había cosas que no tenían sentido, que no eran lógicas de ninguna forma. Estaba exhausto y herido hasta el punto que la sangre manchaba su camisa, no se trataba de moratones o de cortecillos sin importancia, y había cosas que era mejor no hacer en ese estado.— Nah. Es que pienso darte tanto tormento que necesitas estar al cien por cien.— Le guiñó el ojo y se bajó de la mesa recogiendo la carpeta y los papeles. Por un instante pensó “Danielle ¿qué coño estás haciendo?” Pero por otra parte esa encontronazo en la biblioteca había dejado al descubierto muchas cosas.— Tómate un descanso, come algo, no tienes nada urgente. Vendremos a cenar.
Se refería a Beth y a ella, evidentemente, necesitaba aclarar un poco la cabeza y…darse un baño. Quizás Höor sí lo hubiera hecho, pero ella no y de alguna forma se sintió incómoda. Si tenía que pasar algo, pues pasaría, pero prefería estar limpia entonces.*
Danielle se bajó de la mesa recolocándose la falda mientras mi turbia mirada seguía su estela al agacharse a recoger la carpeta.
Envainé la bastarda re colocándomela mientras meditaba esas palabras pronunciadas. Mi gesto fue tibio, sonreír sin mas, restando importancia al echo inequívoco de que me habia detenido.
Estaba herido, no dejaba de ser cierto, mas si algo sabia es que la pasión era ciega y desmedida.
Mi sangre tiñendo la camisa no era el único motivo de que este encuentro hubiera quedado en una anécdota que habia significado todo y al mismo tiempo.
Asentí al escuchar que volverían para cenar, que debia descansar, dormir y comer. En ninguna de esas afirmaciones le faltaba razón a la pirata.
Me acerqué a ella dejando un casto beso en su mejilla.
-No ha estado mal como venganza dejarme a medias Capitan Morgan -Apunte ladeando la sonrisa, mi escudo inequívoco cuando la situación se complicaba -Voy a hacerte caso y a descansar. Nos vemos en la cena.
Decidido viré sobre mis talones dispuesto a salir por la puerta, esta vez fue mi puño el que se cerro apretándose como único gesto que delataba mi nerviosismo.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
Llegó bastante rauda hasta el barco, tenía algunas cosas que hacer, pero sobre todo, necesitaba un baño y quitarse de encima la sensación de estar desaliñada cual pirata, que es lo que era. En esa biblioteca le había aflorado la vena británica, esa que le impedía ser impuntual, o demostrar menos clase de la que tenía. Se observó en el corroído espejo y vio su melena corta y despuntada, sujetando los mechones con los dedos, y su piel reseca de las largas horas al sol y al salitre. Suspiró, porque llevaba tanto tiempo siendo el capitán Morgan que no se reconocía como Danielle.
Decidió bajar al puerto y entrar en una casa de baños, le pidió a la dueña que le echaran todos los barros, aceites y potingues disponibles para arreglar en la medida de lo posible aquel aspecto de portuaria que tenía. Dos mujeres, que seguramente serías prostitutas, pero tenían un aspecto muy femenino y cuidado, la frotaron, le untaron lociones que según ellas suavizarían su piel, y envolvieron su pelo en una pasta que en teoría recuperaría algo el brillo perdido. Se sentía ridícula, ¿qué necesidad había de todo eso? Su tarea era comandar barcos, llevar Akershus cuando su principal defensor se ausentaba… pero por otro lado, era una mujer, y se había olvidado de eso demasiado tiempo. Ese empotre contra la mesa le había hecho recordar que era algo más que un culo prieto o una capitana con mano de hierro. Las dos malditas le pasaron una cera de abeja caliente que luego retiraron con secos tirones eliminando el vello, y aquello le parecía que era como si la desollaran. Las maldijo un par de veces y ellas se reían y bromeaban entre ellas. Era un asco ser mujer si tenía que pasar por eso con frecuencia.
Un par de horas más tarde salió de la terma bastante más limpia y suave que como entró, pero quizás con más ansiedad que antes. Esto era todo el brillo que se le podía sacar a Danielle Morgan, si no era suficiente… pues no había más. “Por el amor de Dios Dani, que es sólo un hombre, y una cena y quizás un polvo.” Se empeñaba en pensar… pero nada más lejos. Höor conseguía que dudara de si misma y que se sintiera perdida en el terreno de las relaciones con el sexo opuesto.
Recogió a Beth de casa de la viuda Dagmar y ambas caminaron hacia el castillo, la niña llevaba un dibujo que había hecho para los niños Cannif donde salían representados todos ellos. Morgan no llevaba vestidos, no al menos para algo así, no quería aguantar las bromas de Ulf o de Atharal si estaban presentes. Llevaba su sempiterna casaca de galones, pantalones claros, camisa inmaculada y botas de caña alta bien pulidas, con el sable al cinto.*
Subí a mi camara casi con mas dudas de las que ya traia de serie, si entender a las mujeres era complicado, para comprender a Dani necesitabas un master.
Pedí a la doncella antes de cerrar la puerta que hiciera venir al "carnicero" un vikingo viejo que no es que fuera medico, pero que habia visto tantas heridas que para él ya no entrañaban ningún misterio.
Para suturar me valdría y la verdad me reia bastante escuchando sus chanzas de juventud, asi que mucho mejor que bajar a la enfermería que Giuliana habia montado para darles trabajo.
Me quité la camisola manchada de sangre, aun sentía contra mi piel el candor de la pirata, maldije mis ganas de ella y el porque mis pensamientos volvían una y otra vez a ese instante en que por primera vez la caja de Pandora fue abierta.
Serví sendos vasos de whisky y al instante, como si pudiera el carnicero olerlo golpeó la puerta abriéndola sin esperar ser invitado.
Ladeé la sonrisa dejándome caer en la silla frente a la mesa de madera noble donde el viejo vikingo hizo caer us bolsa de cuero roido con todo el instrumental de curas.
Enarqué una ceja dando un trago de seguido del vaso.
-Creo que esta para jubilar -dije refiriéndome a la bolsa.
El vikingo malhumorado gruñó
-¿que estoy viejo dices...? si tu supieras las guerras que he...
Me eche a reir, ya empezaba a contarme las batalla, aquel hombre habia luchado por el norte tantas veces que tenia toda mi admiración y respeto, mas ahora, medio ciego y sordo, ademas de entrenar a jóvenes soldados solo hacia esto, curar heridas.
Sacó aguja e hilo y tras examinar mi herida con una lente, empezó a coser lanzando de vez en cuando alcohol sobre mi piel que se contraia por el dolor acompañada de un siseo que escapaba de mis labios.
-Los jóvenes ya no aguantáis nada -me dijo dándome un manotazo en la espalda.
Tras un buen rato de sutura y una hora de chachara en la que bebimos casi hasta acabar la botella, me fui a dormirla y el viejo se largó de alli tras una de las sirvientas, si algo no habia perdido el carnicero era las ganas de montar hembras.
No se las horas que dormí, pero me desperté ya entrada la noche, me lavé la cara en la palangana, mojé ligeramente le pelo peinándolo con los dedos sin mucho éxito y entre bostezos saqué una camisa limpia del armario, me calcé las botas y bajé al comedor donde intuí ya escaria la cena.
mi estomago rugia, creo que de hambre, aunque una parte de mi sentía los nervios de un adolescente. Negué sintiéndome un tanto imbecil, solo era una mujer, me habia follado a muchas...o eso intentaba decirme, mas la verdad era otra y lo sabia.*
Hacía un rato que habían llegado, pero Höor estaba durmiendo, menos mal. Le hacía falta. Cuando lo vio bajar con pinta de somnoliento curvó la sonrisa hacia arriba.
— Creo que es la primera vez que me haces caso en algo. Necesitabas descansar.
La puerta se abrió y aparecieron todos los generales acompañados de la bruja, incluidos Lund, Khayla, Ataharal y Ulf. Todos querían comprobar que Höor estaba bien y hablar un rato con él, comentar novedades y próximos pasos si es que ya se había podido poner al día. A esas alturas todos sabían que Danielle había adoptado a una niña esclava, algunos ya la conocían, pero otros no, así que hizo las presentaciones y trató de dejarles su espacio con el conde. Ellos eran sus amigos de siempre, ella era una extranjera que había llegado un tiempo atrás, y sin embargo había tomado el timón de la fortaleza varias veces. En ocasiones se preguntaba si su liderazgo era del agrado de algunos hombres como Lund, si serían capaces de dejar a un lado cualquier historia personal o prejuicio y saber separar las cosas. Con él tenía que ir con más cuidado, porque sabía que le había dolido el rechazo y que era fácil terminar envenenándose contra alguien que después te puede mandar. Lo saludó de la misma forma que saludó a los demás y se retiró a un lado a ver qué hacían Orn y Fiolett que parecían estar tramando algo que acabaría en problemas.
Giuliana se acercó y le puso la mano en el hombro con esa expresión tan característica suya, de bruja sabia y comprensiva. A parte del don de la visión tenía mucha intuición y podía leer lo que le pasaba a la inglesa por la cabeza en ese momento. Juntas habían esperado la llegada de Ulf y Höor, mas el segundo no regresó y la hechicera estuvo al tanto de la inquietud que se cernía sobre ella. También entendía la situación enrarecida con Lund y lo fuera de lugar que se podía sentir a veces una extranjera allí.
— El rio siempre vuelve a su cauce, no importa cuantos años tarde en hacerlo.
— Tú siempre tan sabia. Tus consejos deberían venderlos, Akershus se haría rica.— La bruja sonrió, porque no esperaba ser lo que ahora era en aquellas tierras, pero las cosas de la vida, ahora todo el mundo recurría a ella en busca de consejo.
— Mis consejos sólo le sirven a los inteligentes como tú, que sabes que hay un tiempo para cada cosa y cada cosa tiene su tiempo. No merece la pena desesperarse por lo que no se puede cambiar.
— Tienes razón.— Le dio un abrazo a Giuliana que puso cara rara, ya que no estaba acostumbrada a que la gente la abrazara pero empezaba a ser frecuente.
— Hueles muy bien…
— Calla! No me lo menciones. Quería parecer una mujer y no un espantapájaros.
— ¡No pareces un espantapájaros! Tienes unos ojos tan grandes y bonitos que aunque estés cubierta de sangre daría igual.
— Bah…Tú no puedes opinar en este asunto, teniendo a un Ulf marcándote a cada paso.
— A Ulf no le gusto por tener el pelo más largo o más corto, pero eso ya lo sabes.— Danielle asintió, sabía a qué se refería la bruja. Era una mujer especial y el lobo la quería por todo cuanto era, no sólo por unos labios bonitos o un trasero apetitoso.
La cena se serviría en un rato, y mientras tanto el salón estaba repleto de gente y niños corriendo. Una nueva reunión para celebrar la llegada del conde. Ahora que estaba allí, pondrían en marcha el asunto “Navidad”. En unos pocos días celebrarían esa fiesta y sería como tener un pedacito de su cultura con ellas.*
Los generales fueron acercándose para preguntarme por mi maestro, la mayoría conocían a ese hombre desde que eran niños y aunque jamas entrenaron con él, sabían de su valia en combate, sin duda era el mejor de aquella época.
Ademas la curiosidad sobre el regreso de Skadi era algo que se acrecentaba entre mis generales, a ella también la conocían y querían saber que habia estado haciendo todo este tiempo.
Hablamos durante un buen rato, poniéndonos al día. Atharal seguía loco por la rubita, la condesa que desde que pisó Akershus lo esperaba en el lecho.
Bromeamos, bebimos y nos reimos mientras los crios jugaban alrededor de la lumbre y Giuliana y Dani conversaban un poco mas allá seguramente ultimando los detalles de esa fiesta de navidad que querían organizar en Akershus.
Lund apenas habló, se le notaba algo molesto por la presencia de Dani, supongo que para él no era plato de buen gusto tenerla allí tras lo que pasó entre ellos y menos que en mi ausencia se hubiera quedado supervisando el fuerte.
Bebía con mas rapidez que el resto y la miraba en demasiadas ocasiones de reojo lo que me decía que esta situación acabaría estallando.
Las doncellas sirvieron la cena en la mesa, asi que tomamos asiento como de costumbre entre bromas, no se puede decir que los vikingos comiéramos de forma pausada. Como perros de presa teníamos que proteger nuestra pieza o el de al lado bien podía meterle mano.
Atharal estaba a todo, el b se abalanzó sobre el ultimo mendrugo de pan riéndose a carcajadas al ver como el lobo le gruñía y los niños se reian sin parar.
Dani estaba sentada a mi lado, me llegaba un perfume que no conocía, asi que no pude evitar envalentonado por el alcohol acercar mi nariz a su cuello y husmear.
-Hueles bien -dije alzando la cabeza para enfrentar sus mares.
Me distraje cuando el trozo de pan golpeó mi cabeza. Al parecer Ulf habia conseguido arrebatarle un trozo a Atharal y este cabreado le lanzó el mendrugo para darle en la cara, pero Ulf esquivó y yo que estaba en otra cosa me comí el furtivo.
No habia mal que por bien no viniera, asi que me hice con el pan que mordí acompañando a la carne mientras ladeaba la sonrisa e ignoraba a Atharal que desde el otro lado de la mesa me pedia que se lo devolviera.
La cena fue transcurriendo calma, entre risas y muchas jarras.*
Danielle cenó a su ritmo sin participar de la caza y captura de mendrugos de pan, se podía adaptar a comer cualquier rancho de barco pero si tenía una mesa, platos y cubiertos, comería como la gente civilizada. Escuchó los relatos sobre el maestro de Höor y pensó que sería interesante tener con él una charla un día de estos. Un par de veces que había levantado los ojos había notado la mirada de Lund sobre ella; la primera vez retiró sus orbes azules u poco incómoda, pero después pensó que no había hecho nada malo, a veces las cosas no pasaban como uno quería, ya le había pedido disculpas por ello, pero al menos había sido sincera. No tenía de qué avergonzarse y la siguiente vez le mantuvo la mirada. Ella tenía tanto derecho como él a estar en esa mesa y si no opinaba lo mismo, podía irse al infierno.
Cuando sirvieron los licores salió un instante a darle un recado a un sirviente, mandó que transportaran algunas cajas hasta la fortaleza, así al día siguiente podrían entretenerse los niños con el tema del árbol de navidad. Resopló y se apoyó sobre la baranda de piedra viendo cómo se alejaba el chico rumbo al puerto. Miró hacia arriba, hacia las estrellas que tanto le gustaba mirar a Sirius y el reflejo lejano de ese resplandor verde de las auroras boreales norteñas. Empezaba a sentirse como si aquello fuera su verdadero hogar, pero los ojos de Lund le recordaban a todas horas que era extranjera en esa tierra, que nunca la entenderían del todo, que podría ganarse el respeto momentáneo, pero cualquier fracaso la pondría de nuevo en la cuerda floja.*
En la mesa habian empezado a servir los licores, Ulf narraba las peripecias que tuvo que vivir para cruzar las montañas nevadas mientras todos lo mirábamos riéndonos de como lo contaba moviéndose como si estuviera allí mismo en ese instante.
la bruja con Brökk entre sus brazos miraba atonita al vikingo, desde que ambos llegaron al norte siempre habia visto en ellos ese amor fuerte e inquebrantable, lo envidiaba en cierto modo.
Lund se levantó tambaleándose, siguiendo la estela de Dani, no pude mirar hacia la balconada, sentia el impulso de salir, mas quizas no era lo adecuado y tenian que hablar.
Dejé de prestar atención a la historia de Ulf, centrado en la conversación que se llevaban fuera esos dos. Con el barullo del salon era incapaz de escuchar mas por la posición de los cuerpos, sabia que Dani estaba mas tensa de lo normal.
Fue cuando Lund cogió del brazo a Dani y esta de un tirón se soltó cuando me levante de un salto saliendo hacia afuera con semblante serio y el gesto tenso.
-¿pasa algo? -pregunté mirando a ambos dos.
Lund sonreía alegando que solo quería saludarla, hacia tiempo que no coincidían y no es que lo hubieran pasado tan mal las veces que se habian encontrado, dejando entrever que era exactamente lo que hacian cuando eso pasaba.
Iba borracho, asi que intenté mediar, no quería que la cosa llegara a mayores y menos con los niños delante.
-Vamos Lund -dije pasando mi brazo por sus hombro -te llevo a casa, que has bebido mucho.
De un empujón me aparto
-¿y tu no?
Asenti.
-Todos hemos bebido mucho, venga vamos.
Lund se negó, esta vez clavando sus ojos en mis pardos y alzando el dedo para dejarme claro que ni era idiota, ni estaba ciego. Francamente ambas cosas las sabia, por eso era mi general, porque no era un idiota, ni un burdo.
-Si tienes algo que decirme, vamos fuera.
Lund se echo a reir como si mi intención de hacer ahora las cosas bien le causara cierta sorna.
-Crees que no veo como la miras y la mirabas -alegó señalando a la pirata.
No iba a discutirle lo obvio, ni a justificarme por desear a una mujer que no estaba ya con él.
-Me lo podía esperar de muchos, pero no de ti Höor ¿cuando empezó lo vuestro? ¿en la Atalaya? ¿por eso me dejaste nada mas volver?
-Lund te estas equivocando -aseguré.
Su voz se iba elevando, dentro se hizo el silencio. *
Danielle se interpuso entre ambos, porque si había algo que no quería, era sembrar la discordia entre viejos amigos.
— ¿de qué estás hablando Lund? No hay “lo vuestro”, a ver si te enteras. ¿Quieres saber si nos hemos liado? Pues no!! Ya puedes reirte, sí. No sé si él habrá tenido algun alivio, pero yo llevo sin probar la cama desde antes de la peste y fue contigo. ¿Qué quieres que te diga? ¿Que no voy a mirar a ningun hombre nunca mas? ¿Harías tú lo mismo? Pues deja de juzgarme y deja de decir sandeces. Por el amor de Dios sois amigos. No discutáis por algo así. ¿Te sentirás mejor si te prometo que cuando me lie con alguien no lo conocerás? Es de locos!! ¿cuántos años tienes? No pensaba que tuvieras quince.
Escupió al suelo y entró de nuevo a la sala yendo directa a por una copa, que desafortunadamente no sería de ron o brandy porque no quedaba, sólo hidromiel y le parecía demasiado dulce para su gusto. Se quedó mirando la pared con el vaso en la mano, resoplando, tratando de calmarse y no mostrarse más airada de lo que ya estaba. Los niños estaban jugando y tampoco se sorprendieron de las voces un poco más altas de los adultos, eso era bastante normal en ese castillo.*
Lund escuchó sus palabras mirando a uno y otro respectivamente. No se si la creyó, ni si percibió en mis pardos cierto resentimiento cuando escucho ese no hay un "vosotros"
Lo cierto es que no habia mentido, no existía ese "vosotros" y me pregunté si era yo el único que le daba vueltas a esto.
Sacudí la cabeza tratando de apartar de mi cabeza los pensamientos que ahora ni quería, ni necesitaba
-¡Vamos Lund, vamos a casa!
Fue Ulf el que salió al balcón y poniendo su mano en mi pecho me dijo que él se encargaba, que entrara dentro.
Supongo que era lo mas adecuado, asi que asentí y los dejé a los dos hablando fuera, sin mi allí las cosas de seguro se calmarían mucho mas rapido.
Mi mirada inevitablemente acabó chocando con la de la pirata, mas no quise echar leña al fuego, asi que sirviéndome otra jarra me acerqué a Sirius que jugaba con su hermano pequeño sobre la alfombra a tirarle una pelota que Niels atrapaba torpemente riéndose.
Me senté en la alfombra en silencio, apoyando mi espalda contra la pared bebiendo de la jarra, sin poder dejar de dar vueltas a las palabras de la pirata.
Al rato Ulf salió con Lund del balcón, alegando que iba a llevarlo a casa, nos despedimos alzando las jarras y la noche persiguió como si no hubiera pasad nada.
Las discusiones borrachos tampoco eran extrañas, todos eramos temperamentales y a veces pasaban estas cosas que solian arreglarse con una resaca y otra borrachera distinta dias después.*
Ulf se llevó a Lund a su casa, aplacando así un poco la ira del general. Pero siempre se decía que los borrachos y los niños decían la verdad, así que ese hombre debía estar aún dolido por el rechazo y resentido con su amigo porque pensaba que le había quitado la oportunidad o algo similar. Eso era injusto, no había sucedido así y Höor no tenía la culpa de que a ella Lund no le gustase como para plantearse algo más allá de una relación con fecha de principio y fin. Pasado un rato durante el cual estuvo contando los adoquines de la pared, se acabó girando, dejó el vaso sobre la mesa y se acercó al suelo donde estaba Höor sentado, haciendo lo mismo. Beth jugaba con Valeska mientras ésta le hacía trenzas, así que desvió la mirada hacia el fuego.
— No quiero que discutáis por mi culpa, Akershus no se puede permitir fracturas, ni ahora ni en ningun momento. De haberlas, Randulf se aprovechará de ellas y ésa será nuestra perdición. Joder… te lo dije. La pirata perfecta pero la mujer inadecuada.
Dejó escapar el aire despacio, todos esos motivos hacían de freno para que dieran pasos adelante, cuando parecía que se acercaban, siempre surgía algo que conseguía pararlos y no continuar explorando lo que sus instintos les gritaban. ¿Debería irse también? Su pregunta mental obtuvo respuesta inmediata, estaban descargando las cajas que había mandado a buscar, así que no, no podía irse.
— Niños!! ¿Veis esas cajas? Mañana temprano tras el desayuno espero que nos ayudeis a Giuliana y a mi a desempaquetar todo eso y a empezar a celebrar la Navidad. Es una fiesta típica de donde venimos ella y yo, y queremos compartirla con vosotros. Pero para eso hay que irse a dormir ya ¿de acuerdo?.— los críos querían saber qué era aquello, pero la pirata no les dio más pistas, tan sólo les dijo que eran maravillas que les gustaría ver. Se fueron con las doncellas a dormir, Beth incluida y los pocos que quedaban, Atharal, Giuliana y Khayla también se despidieron para retirarse cada cual a donde quisiera ir, ya fuera su casa o a seguir la borrachera en la taberna.*
Con la cabeza apoyada en la pared y la jarra en la mano escuché las palabras de la pirata. No quería que discutiéramos por ella, bla, bla, bla, era al pirata perfecta y la mujer inadecuada.
Di un trago profundo de mi jarra, quizas en otras circunstancias en las que el alcohol no hiciera estragos en mi cabeza me hubiera callado y como de costumbre lo hubiera dejado pasar hasta que otra "circunstancia" nos hubiera llevado al punto de partida, mas en esta ocasión..
- Ya -dije con cierto desdén -pero no hay un "nosotros" ¿no? -podía percibir cierta rabia en mi voz. -asi que no veo donde se pueda fracturar nada.
— ¿lo hay?.— dijo mirando a los ojos al conde. ¿Lo había?.— Mírame a los ojos y dime si puedes decir alto y claro que hay algo entre nosotros. Sí, hemos tenido momentos complicados de explicar pero después… siempre pasa algo y acabamos caminando en direcciones opuestas. ¿Esa es tu idea de un “nosotros”?
Clavé la mirada en los mares de la pirata, mis tormentas centellearon.
-no se definir ese "nosotros" pero no soy capaz de asegurar con tanta vehemencia como tu lo has escupido que no existe un "nosotros. No se si esa respuesta es suficiente, no tengo otra en este momento y ahora puedes salir corriendo, no se nos da mal poner distancia a ninguno de los dos cuando las cosas se nos complican mas de lo que esperamos.
— Ahá. Pues si tú no sabes definirlo, vamos bien, porque yo estoy muy perdida contigo. No sé qué quieres, no sé qué esperas. Un día parece que no me soportas, y al otro me arrinconas contra una mesa. Si, ya sé que tu situación personal es compleja…no soy tonta, me paso el día llevando adelante mil cosas y parece que no me paro a comprender a la gente ni a fijarme en sus sentimientos. Quizás tengas algo de razón, no me alcanzan las horas para más. Pero sé que no estás bien y lo entiendo. Sin embargo…no puedo dejar de preguntarme qué supondría este “nosotros” para ti. Me canso de escuchar que para los vikingos las relaciones esporádicas son algo habitual, y no le pongo ninguna pega, sucede igual en el mar. Pero ni tú eres ya un vikingo al uso, ni yo una pirata normal, y esto…este…esta…cosa o lo que sea, no obedece a esas mismas reglas.
- Si tu andas perdida con un brújula imaginate yo que solo me guio por las estrellas. No se exactamente que esperas de mi, un día..parece que ...estas dispuesta a abrir la caja de Pandora y mandarlo todo a la mierda, dejarte llevar y ver si un "nosotros" puede funcionar y al día siguiente pones frenos y por la noche gritas alto que no existe un "nosotros"
No soy un necio, se que tienes miedo a quedarte anclada a Akershus y tampoco un mentiroso, tengo miedo de que me destroces, porque tengo ya el Corazon demasiado roto y las heridas del cuerpo cierran, pero las del lama siempre supuran.
No se lo que quiero, ni lo que espero, no se si un "nosotros" es posible o es tan difícil que la pirata perfecta y el rebelde equivocado se encuentren que estas en lo cierto y no existe un "nosotros" mas allá de en mi mente.
Dejé caer la cabeza de nuevo contra la pared y el aire lo expulse despacio por mis labios realmente perdido.
Danielle metió la mano en el bolsillo y sacó la brujula que rompió Sirius y que fue imbuida con su magia, señalando a aquello que más deseaba su portador. La sostuvo sobre la palma de su mano y miró a Höor intensamente.
— ¿Listo para descubrirlo? Los dos.— Ante su asentimiento se acercó un poco más a su lado y tomó aire levantando la tapa del aparejo. La aguja empezó a girar como loca pero poco a poco se detuvo señalando con la punta a Höor. Tragó saliva y depositó la brújula en la palma del moreno asintiendole con la cabeza. Cuando levantase la tapa tendrían la respuesta que buscaban, tanto si era un sí como si señalaba hacia otra parte, es algo que tendrían que asumir y obrar en consecuencia.
Mis ojos quedaron fijos en esa flecha que me separaba, una parte de mi sentía alivio, gozo, la otra estaba aterrada porque sabia lo que eso implicaba.
Dejé que depositara la brújula en mi mano, ladeé la sonrisa aun con la tapa cerrada.
-Yo se a donde apunta la brújula -aseguré antes de abrir la tapa -mi problema no es saber que eres diferente, que lo que siento por ti es diferente a lo que siento por el resto de mujeres, mi problema es enfrentar lo que supone la respuesta que estas esperando y que ahora llega.
Abri la tapa, sabia sobradamente y así fue que la señalaba a ella de forma inequívoca.
La pregunta era ¿eso creaba un "nosotros"? ¿estabamos dispuestos a asumir las consecuencias?
Sonrió al escucharlo negando con la cabeza.— ¿así que se trata de un asunto de cobardes? Los amores cobardes no llegan a historias, se quedan ahí. No te reconozco Höor Cannif, pensaba que la única rata cobarde era yo. Pero al menos mal de muchos consuelo de tontos.— dejó la brújula en el suelo y se acercó a él, elevando la barbilla, deseando dejar de ser cobarde para dar paso a lo que ambos querían desde hacía tiempo, y lo que sucediese después…daba igual. Entreabrió los labios recortando el espacio entre ambos, tan sólo iluminado por las llamas del tronco que ardía en la lumbre.*
Ladeé la sonrisa cuando me llamó cobarde, no carente de razón no la corregí. Era capaz de luchar de frente contra bestias inimaginables y ante ella, simplemente ..temblaba.
La brújula sonó metálica contra el suelo al ser depositada. Mi mirada se centró un instante en ella, mas fue efímero pues Dani elevó mi barbilla para que la enfrentara. Nuestros ojos se cruzaron, la verdad habia salido a la luz, negar la evidencia era de necios y cuando su boca presionó sutilmente la mia, mis labios se entreabrieron calidos acogiendo los ajenos.
Un beso tímido, lento, plagado de sonrisas, de momentos y de recuerdos que vagaron por mi cabeza, desde el día que la vi por primera vez, hasta el pantano, el baile en Inglaterra, o la discusión tras desaparecer dos meses en su barco. Mis dedos se deslizaron por su cuello hasta quedar enredados en los cortos mechones de su nuca.
El crepitar de las llamas y el sonido de un beso húmedo fue lo único que retumbaba en aquella sala.*
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El tiempo de ser cobardes había pasado, lo que sucediese después simplemente sucedería y tendrían que asumirlo, porque finalmente había decidido saltar al vacío. Elevó primero una mano acariciando su rostro, su barbilla afeitada, inspirando su aroma cercano, sintiendo como se le erizaba la piel del lomo al paso de sus labios. En ese momento sentía como si hubiera dejado de desearlo en la oscuridad y por fin pudiera tenerlo a la luz, aunque fuera la de una chimenea. Recortó la distancia, que ya era escasa, y posó la otra mano en su costado recorriéndolo lentamente por debajo de la camisa, tocando con las yemas de los dedos los puntos bastos y ásperos que le habían dado.
Mi boca avida de ella se entreabrió deslizándose por la mandíbula de la pirata, el cuello fue marcado por mi lengua como una senda inexplorada.
La cabeza de Dani se ladeó dándome por primera vez acceso a probar su piel, sabia ligeramente salada, a mar, a fuego y a mujer. Un jadeo ronco escapó de mis labios fruto de la excitacion, hacia tanto que deseaba esto que tenerlo se me antojo irreal y tuve que abrir lo ojos para comprobar que estaba allí, conmigo y que no se desvanecería sin mas.
Mi costado se contrajo al paso de sus dedos, mi piel se erizo bajo la yema de sus dedos.
-No hay sangre, no tienes excusa pirata -aseguré con la voz ronca alzando la cabeza para enfrentar sus mares. Nuestros labios como las olas contra las rocas chocaron enredando de nuevo nuestras lenguas en un combate a muerte.
Tiré de la casaca para quitarle la ropa, necesitaba tocarla, descubrirla, mis manos por debajo de su blusa ascendieron por sus costados. Su cintura era pequeña, se perdía entre mis aperas manos, jadeé de nuevo descubriendo por primera vez su cuerpo, sus costillas entre mis dedos. Seguí subiendo y con ese acto la tela me acompañaba en el recorrido hasta que nuestras bocas se separaron con un quejido solo para sacar la camisa por su cabeza haciéndola a un lado.
Mi cuerpo empujó al ajeno despacio entre besos dulces, miradas complices, me convertí en su escudo, con mis brazos a cada lado de su cabeza, flexionados. Mi hombría presionando su centro avida de un encuentro.*
No era la primera vez que se veían sin ropa, en la Atalaya lo estuvieron aunque era por otro motivo, estando enfermos, débiles y simplemente para procurarse cuidados. Pero esta vez era muy distinto, era como recorrer un sendero inexplorado, descubrir un paisaje nuevo y registrarlo con los dedos que se paseaban inquietos por cada curva y cada valle de la anatomía ajena. Saboreó sus labios, su boca que la saqueaba con hambre atrasada acogía su lengua como propia, acariciandose en un baile lento lleno de fuego. Repasó su silueta con las manos, acomodando la postura cuando se inclinó sobre ella; el suelo estaba cubierto por una alfombra hecha con el pellejo de algun animal, era mullida y amortiguaba un poco el apoyo de los huesos sobre la superficie. Su piel se erizaba al paso de sus caricias y se convertía en carne trémula.
Los nervios seguían a flor de piel, en su cabeza no dejaba de resonar “es peligroso”, porque Höor Cannif lo era, era uno de esos hombres que te podían arrastrar al infierno, hundirte en el cieno y acabar con tu corazón hecho cenizas. Pero era pirata ¿no? Generalmente solían cometer delitos, navegar sobre el peligro y reirse de la muerte. Le dio un puñetazo mental a dichas palabras y se recolocó para dejarle espacio a Höor y que pudiera estar cómodo. Deslizó los brazos por su espalda acariciando cada cicatriz y marca que se encontraba a su paso. La urgencia estaba pidiendo paso, su cadera bailaba al son de la de él y deseaba sentirlo tanto como él a ella. Tiró de su propia ropa interior dejándola a un lado y sin nada más que se interpusiera entre ellos adelantó la cadera chocando contra su roca dura dejando escapar un gemido contra sus labios. Era casi irreal que estuviera sucediendo, muchas veces se habían lanzado pullas, otras tantas se habían mirado en silencio, pero en ese momento todo tenía sentido, todo era como debía ser. Enterró los dedos entre sus cabellos oscuros y la otra la depositó sobre su trasero incitándolo a moverse.*
Sus piernas se abrieron dejando el hueco perfecto para acomodarme entre ellas. Calidas se apretaron ligeramente alrededor de mis caderas al sentir mi abultada entrepierna contra su centro aun cubierto por la tela de sus bragas negras.
Mi boca ansiosa paladeaba el sabor de esos sederos hasta hace poco desconocidos, la sin hueso batallaba dentro y fuera de la cueva dejando que el espacio se calentara con el aliento calido de ambos.
Podía tomarla de muchas formas, mi excitacion era tal que me las pedia todas, mas sinceramente cuando la pirata hizo a un lado sus bragas, posé mi frente contra la ajena, quería verla, observar cada uno de sus gestos.
Tome con mi diestra la verga, recorriendo su trinchera completamente mojada, mi glande palpitó ante su entrada y sin pensarlo empujé despacio sintiendo como la sus paredes calientes se abrían ante el paso de mi dureza.
Nuestros ojos fijos en los del otro, aun incrédulos de que este encuentro se estuviera produciendo.
Gruñí cuando me adentre en lo mas profundo de su abismo, su espalda se separó ligeramente de la alfombra para acallar mis gemidos, de nuevo nuestras lenguas danzaron cada vez mas avidas del otro.
Mordió mis labios, mi diestra la atrajo mas del culo colándose por debajo para entrar mas si es que eso era posible en este caso.
Las embestidas cada vez eran mas violentas, sus pechos alzados chocaban contra mi torso que sentía la dureza de sus astas rozando.
Bajé hasta alli mi boca, coronando sus montañas rocosas, recorriéndolas con mi lengua, tirando de sus cumbres con gula.
Mi respiración cada vez mas pesada y rápida delataba que estaba a punto de correrme dentro de ella, cerre un instante los ojos, habia imaginado este momento tantas veces que no quería acabarlo.
Tiró de mi pelo, nuestras bocas se encontraron rugiendo como el acero, desesperados nos embebimos del otro mientras la empalaba incapaz de detener por mas tiempo este momento.*
Su ritmo aumentaba frenético, como si de un hacha clavada en un tronco se tratase, no se querían separar pero a la vez no podían detener ese ritmo y cada vez aumentaba más su volumen de gemidos hasta que se dio cuenta que podrían despertar al castillo entero asi que lo agarró con sendas manos bloqueando sus labios con un leve susurro.
— shhhhhh…
Mordió su labio inferior con esa sensación desesperada por explotar, por alcanzar ese Valhalla personal, ese paraiso sin necesidad de morir, ese descanso del guerrero. Se contrajo cuando todo su ser vibró al compás de de las sacudidas de Höor y la cabeza comenzó a darle vueltas, perdiendo el aliento por unos segundos y quedándose vacía, ingrávida como una pluma que flotase en el viento.*
Sentí como me iba en su interior, mi cuerpo se tensó, mi culo se apretó mientras empujaba sintiéndome aun famélico de ella.
Mi hombría palpitaba entre sus paredes llenándola de mi simiente mientras gruñía dandole las ultimas estocadas sintiéndola por primera y única vez completamente mia.
Mi frente contra la ajena, nuestra respiración chocaba ruda contra los labios entreabiertos del otro sintiendo como nuestros cuerpos morían de placer al mismo tiempo.
Caí laxo sobre ella, haciéndome ligeramente a un lado para no aplastar su pequeño cuerpo.
Llevé mi mano a su pelo apartando ligeramente unos mechones de su rostro que se adherian a su piel por el perlado sudor mientras la miraba desde el lateral.
La respiración de ambos aun agitada, poco a poco iba calmándose, el silencio reinaba en el salon mientras el fuego lamia nuestra piel dándonos calor. *
Sonrió aguantandose la risa por unos segundos. ¿Era eso todo lo que daba tanto miedo? Posiblemente no, seguramente las consecuencias de aquello es lo que les complicarían la vida, pero por unos instantes pensó que nada que empezase así de bien debería ser acometido con miedo. Se apretó contra su cuerpo porque empezaba a perder calor y los inviernos allí eran traicioneros.
— Eres un pésimo anfitrión, Cannif. Pones a los invitados a dormir sobre la alfombra… pffff.— Se acomodó contra su piel tratando de atesorar el momento, esa sensación de estar seguro y a salvo, cómoda y tranquila por una noche, hasta que el amanecer borrase todo eso y regresaran a ser quienes eran.*
Enarqué una ceja al verla aguantarse la risa.
-Vaya, tan mal he estado que ahora te produzco gracia -dije con picardía pues pronto también en mi rostro se pintó una ladeada sonrisa.
Atajé la distancia que me separaba de su boca, nuestra nariz se presionó antes de que nuestros labios se encontraran de forma tierna, lenta.
Si hace un par de meses habíamos abierto la caja de Pandora, hoy la habíamos hecho estallar por los aires desatando el caos...¿las consecuencias? pues tendríamos que asumirlas como adultos que eramos.
Esa noche no quería pesar en ellas, solo quería mantener su cuerpo pegado al mio mientras la luna siguiera fuera.
- Y a los amigos les prestó el sofá ¿a donde vamos a llegar ? -bromeé sin dejar de mirar sus dos intensos mares que ahora estaban turbios por el encuentro.
-¿quieres subir o tienes que irte? -pregunté sin mas.
No quería que se sintiera atrapada, ni obligada a nada, esta relación no tenia reglas impuestas y desconocía si las tendría, es mas ¿era una relación? ¡por Odin, esa mujer me ponia nervioso y lo que no era nervioso!
— Beth está dormida, y no creo que pase nada por dormir en otra cama que no sea la suya, ahora ya tienen confianza con tus hijos y este castillo, ha sido nuestra casa la mitad del tiempo que has estado fuera.— Se levantó colocándose la camisa y nada más, lo suficiente para subir las escaleras de forma “medio decente”. Una noche, al menos una completa, eso es lo único que pedía.— si esta noche te escabulles con alevosía no volveré a hablarte jamás.— le apuntó con el dedo burlona y subió con cierta prisa, el suelo estaba muy frío y la idea de una cama abrigada y mullida se le antojaba una idea brillante.*
Me puse en pie sin poder borrar la sonrisa de idiota que tenia, tiré la camisola por encima de mi hombro, me calcé los pantalones y con la diestra atrapé mis botas siguiendo la estela de la pirata que corria escaleras arriba.
Tras ella entré en la
, estaba caliente todavía pues la lumbre la habia dejado encendida antes de bajar al salon, asi que me acerqué a la chimenea agachándome para azuzar un poco las brasas y echar un par de troncos mas.
miré desde mi posicion por encima del hombro a la pirata, admito que me dió cierto vértigo, era la primera vez e mucho tiempo que compartía habitación con una mujer con la que habia tenido algo.
Me levanté una vez los troncos empezaron a prender y me acerqué a la cama quitándome los pantalones antes de colarme bajo las mullidas mantas.
-Vamos pirata ¿ supongo que no saldras corriendo nada mas el sol salga? -bromeé*
Se acomodó bajo las mantas acurrucándose primero y cuando Höor ocupó su lugar se enredó en su cuerpo como una hiedra trepadora.
— mmmm… puede. Tendrás que quedarte para averiguarlo, así que nada de excursiones a altas horas de la noche.
-Estoy tan cansado que creo podría dormir un par de dias sin excursiones de por medio -bromeé llevando mi mano a sus nalgas mientras se las tocaba.
Besó sus labios y acarició su espalda y después su pelo.— Pues duerme, descansa, mañana será otro día.— Se acomodó con él tan sólo respirando, captando su peculiar aroma, todo su cuarto olía a él del mismo modo que su camarote olía a ella. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sube y baja del torso de Höor al respirar pausadamente. No tenía sueño, tan sólo estaba relajada y podía permanecer así un buen rato.*
Mis dedos se perdieron en el pelo corto de la pirata, ladeé la sonrisa, ciertamente creo que era la primera mujer con la que estaba que lo llevaba de ese modo.
Cerré los ojos, la respiración cada vez era mas pesada y aunque intenté abrirlos en mas de una ocasión pues creia que por la mañana se habria desvanecido y no quería perderme nada, acabé sucumbiendo al cansancio de un viaje demasiado largo. Mis dedos cayeron a plomo de su pelo hasta el colchón y asi acabé completamente dormido sin saber que sucedería con las primeras luces del alba.
Decidió bajar al puerto y entrar en una casa de baños, le pidió a la dueña que le echaran todos los barros, aceites y potingues disponibles para arreglar en la medida de lo posible aquel aspecto de portuaria que tenía. Dos mujeres, que seguramente serías prostitutas, pero tenían un aspecto muy femenino y cuidado, la frotaron, le untaron lociones que según ellas suavizarían su piel, y envolvieron su pelo en una pasta que en teoría recuperaría algo el brillo perdido. Se sentía ridícula, ¿qué necesidad había de todo eso? Su tarea era comandar barcos, llevar Akershus cuando su principal defensor se ausentaba… pero por otro lado, era una mujer, y se había olvidado de eso demasiado tiempo. Ese empotre contra la mesa le había hecho recordar que era algo más que un culo prieto o una capitana con mano de hierro. Las dos malditas le pasaron una cera de abeja caliente que luego retiraron con secos tirones eliminando el vello, y aquello le parecía que era como si la desollaran. Las maldijo un par de veces y ellas se reían y bromeaban entre ellas. Era un asco ser mujer si tenía que pasar por eso con frecuencia.
Un par de horas más tarde salió de la terma bastante más limpia y suave que como entró, pero quizás con más ansiedad que antes. Esto era todo el brillo que se le podía sacar a Danielle Morgan, si no era suficiente… pues no había más. “Por el amor de Dios Dani, que es sólo un hombre, y una cena y quizás un polvo.” Se empeñaba en pensar… pero nada más lejos. Höor conseguía que dudara de si misma y que se sintiera perdida en el terreno de las relaciones con el sexo opuesto.
Recogió a Beth de casa de la viuda Dagmar y ambas caminaron hacia el castillo, la niña llevaba un dibujo que había hecho para los niños Cannif donde salían representados todos ellos. Morgan no llevaba vestidos, no al menos para algo así, no quería aguantar las bromas de Ulf o de Atharal si estaban presentes. Llevaba su sempiterna casaca de galones, pantalones claros, camisa inmaculada y botas de caña alta bien pulidas, con el sable al cinto.*
Subí a mi camara casi con mas dudas de las que ya traia de serie, si entender a las mujeres era complicado, para comprender a Dani necesitabas un master.
Pedí a la doncella antes de cerrar la puerta que hiciera venir al "carnicero" un vikingo viejo que no es que fuera medico, pero que habia visto tantas heridas que para él ya no entrañaban ningún misterio.
Para suturar me valdría y la verdad me reia bastante escuchando sus chanzas de juventud, asi que mucho mejor que bajar a la enfermería que Giuliana habia montado para darles trabajo.
Me quité la camisola manchada de sangre, aun sentía contra mi piel el candor de la pirata, maldije mis ganas de ella y el porque mis pensamientos volvían una y otra vez a ese instante en que por primera vez la caja de Pandora fue abierta.
Serví sendos vasos de whisky y al instante, como si pudiera el carnicero olerlo golpeó la puerta abriéndola sin esperar ser invitado.
Ladeé la sonrisa dejándome caer en la silla frente a la mesa de madera noble donde el viejo vikingo hizo caer us bolsa de cuero roido con todo el instrumental de curas.
Enarqué una ceja dando un trago de seguido del vaso.
-Creo que esta para jubilar -dije refiriéndome a la bolsa.
El vikingo malhumorado gruñó
-¿que estoy viejo dices...? si tu supieras las guerras que he...
Me eche a reir, ya empezaba a contarme las batalla, aquel hombre habia luchado por el norte tantas veces que tenia toda mi admiración y respeto, mas ahora, medio ciego y sordo, ademas de entrenar a jóvenes soldados solo hacia esto, curar heridas.
Sacó aguja e hilo y tras examinar mi herida con una lente, empezó a coser lanzando de vez en cuando alcohol sobre mi piel que se contraia por el dolor acompañada de un siseo que escapaba de mis labios.
-Los jóvenes ya no aguantáis nada -me dijo dándome un manotazo en la espalda.
Tras un buen rato de sutura y una hora de chachara en la que bebimos casi hasta acabar la botella, me fui a dormirla y el viejo se largó de alli tras una de las sirvientas, si algo no habia perdido el carnicero era las ganas de montar hembras.
No se las horas que dormí, pero me desperté ya entrada la noche, me lavé la cara en la palangana, mojé ligeramente le pelo peinándolo con los dedos sin mucho éxito y entre bostezos saqué una camisa limpia del armario, me calcé las botas y bajé al comedor donde intuí ya escaria la cena.
mi estomago rugia, creo que de hambre, aunque una parte de mi sentía los nervios de un adolescente. Negué sintiéndome un tanto imbecil, solo era una mujer, me habia follado a muchas...o eso intentaba decirme, mas la verdad era otra y lo sabia.*
Hacía un rato que habían llegado, pero Höor estaba durmiendo, menos mal. Le hacía falta. Cuando lo vio bajar con pinta de somnoliento curvó la sonrisa hacia arriba.
— Creo que es la primera vez que me haces caso en algo. Necesitabas descansar.
La puerta se abrió y aparecieron todos los generales acompañados de la bruja, incluidos Lund, Khayla, Ataharal y Ulf. Todos querían comprobar que Höor estaba bien y hablar un rato con él, comentar novedades y próximos pasos si es que ya se había podido poner al día. A esas alturas todos sabían que Danielle había adoptado a una niña esclava, algunos ya la conocían, pero otros no, así que hizo las presentaciones y trató de dejarles su espacio con el conde. Ellos eran sus amigos de siempre, ella era una extranjera que había llegado un tiempo atrás, y sin embargo había tomado el timón de la fortaleza varias veces. En ocasiones se preguntaba si su liderazgo era del agrado de algunos hombres como Lund, si serían capaces de dejar a un lado cualquier historia personal o prejuicio y saber separar las cosas. Con él tenía que ir con más cuidado, porque sabía que le había dolido el rechazo y que era fácil terminar envenenándose contra alguien que después te puede mandar. Lo saludó de la misma forma que saludó a los demás y se retiró a un lado a ver qué hacían Orn y Fiolett que parecían estar tramando algo que acabaría en problemas.
Giuliana se acercó y le puso la mano en el hombro con esa expresión tan característica suya, de bruja sabia y comprensiva. A parte del don de la visión tenía mucha intuición y podía leer lo que le pasaba a la inglesa por la cabeza en ese momento. Juntas habían esperado la llegada de Ulf y Höor, mas el segundo no regresó y la hechicera estuvo al tanto de la inquietud que se cernía sobre ella. También entendía la situación enrarecida con Lund y lo fuera de lugar que se podía sentir a veces una extranjera allí.
— El rio siempre vuelve a su cauce, no importa cuantos años tarde en hacerlo.
— Tú siempre tan sabia. Tus consejos deberían venderlos, Akershus se haría rica.— La bruja sonrió, porque no esperaba ser lo que ahora era en aquellas tierras, pero las cosas de la vida, ahora todo el mundo recurría a ella en busca de consejo.
— Mis consejos sólo le sirven a los inteligentes como tú, que sabes que hay un tiempo para cada cosa y cada cosa tiene su tiempo. No merece la pena desesperarse por lo que no se puede cambiar.
— Tienes razón.— Le dio un abrazo a Giuliana que puso cara rara, ya que no estaba acostumbrada a que la gente la abrazara pero empezaba a ser frecuente.
— Hueles muy bien…
— Calla! No me lo menciones. Quería parecer una mujer y no un espantapájaros.
— ¡No pareces un espantapájaros! Tienes unos ojos tan grandes y bonitos que aunque estés cubierta de sangre daría igual.
— Bah…Tú no puedes opinar en este asunto, teniendo a un Ulf marcándote a cada paso.
— A Ulf no le gusto por tener el pelo más largo o más corto, pero eso ya lo sabes.— Danielle asintió, sabía a qué se refería la bruja. Era una mujer especial y el lobo la quería por todo cuanto era, no sólo por unos labios bonitos o un trasero apetitoso.
La cena se serviría en un rato, y mientras tanto el salón estaba repleto de gente y niños corriendo. Una nueva reunión para celebrar la llegada del conde. Ahora que estaba allí, pondrían en marcha el asunto “Navidad”. En unos pocos días celebrarían esa fiesta y sería como tener un pedacito de su cultura con ellas.*
Los generales fueron acercándose para preguntarme por mi maestro, la mayoría conocían a ese hombre desde que eran niños y aunque jamas entrenaron con él, sabían de su valia en combate, sin duda era el mejor de aquella época.
Ademas la curiosidad sobre el regreso de Skadi era algo que se acrecentaba entre mis generales, a ella también la conocían y querían saber que habia estado haciendo todo este tiempo.
Hablamos durante un buen rato, poniéndonos al día. Atharal seguía loco por la rubita, la condesa que desde que pisó Akershus lo esperaba en el lecho.
Bromeamos, bebimos y nos reimos mientras los crios jugaban alrededor de la lumbre y Giuliana y Dani conversaban un poco mas allá seguramente ultimando los detalles de esa fiesta de navidad que querían organizar en Akershus.
Lund apenas habló, se le notaba algo molesto por la presencia de Dani, supongo que para él no era plato de buen gusto tenerla allí tras lo que pasó entre ellos y menos que en mi ausencia se hubiera quedado supervisando el fuerte.
Bebía con mas rapidez que el resto y la miraba en demasiadas ocasiones de reojo lo que me decía que esta situación acabaría estallando.
Las doncellas sirvieron la cena en la mesa, asi que tomamos asiento como de costumbre entre bromas, no se puede decir que los vikingos comiéramos de forma pausada. Como perros de presa teníamos que proteger nuestra pieza o el de al lado bien podía meterle mano.
Atharal estaba a todo, el b se abalanzó sobre el ultimo mendrugo de pan riéndose a carcajadas al ver como el lobo le gruñía y los niños se reian sin parar.
Dani estaba sentada a mi lado, me llegaba un perfume que no conocía, asi que no pude evitar envalentonado por el alcohol acercar mi nariz a su cuello y husmear.
-Hueles bien -dije alzando la cabeza para enfrentar sus mares.
Me distraje cuando el trozo de pan golpeó mi cabeza. Al parecer Ulf habia conseguido arrebatarle un trozo a Atharal y este cabreado le lanzó el mendrugo para darle en la cara, pero Ulf esquivó y yo que estaba en otra cosa me comí el furtivo.
No habia mal que por bien no viniera, asi que me hice con el pan que mordí acompañando a la carne mientras ladeaba la sonrisa e ignoraba a Atharal que desde el otro lado de la mesa me pedia que se lo devolviera.
La cena fue transcurriendo calma, entre risas y muchas jarras.*
Danielle cenó a su ritmo sin participar de la caza y captura de mendrugos de pan, se podía adaptar a comer cualquier rancho de barco pero si tenía una mesa, platos y cubiertos, comería como la gente civilizada. Escuchó los relatos sobre el maestro de Höor y pensó que sería interesante tener con él una charla un día de estos. Un par de veces que había levantado los ojos había notado la mirada de Lund sobre ella; la primera vez retiró sus orbes azules u poco incómoda, pero después pensó que no había hecho nada malo, a veces las cosas no pasaban como uno quería, ya le había pedido disculpas por ello, pero al menos había sido sincera. No tenía de qué avergonzarse y la siguiente vez le mantuvo la mirada. Ella tenía tanto derecho como él a estar en esa mesa y si no opinaba lo mismo, podía irse al infierno.
Cuando sirvieron los licores salió un instante a darle un recado a un sirviente, mandó que transportaran algunas cajas hasta la fortaleza, así al día siguiente podrían entretenerse los niños con el tema del árbol de navidad. Resopló y se apoyó sobre la baranda de piedra viendo cómo se alejaba el chico rumbo al puerto. Miró hacia arriba, hacia las estrellas que tanto le gustaba mirar a Sirius y el reflejo lejano de ese resplandor verde de las auroras boreales norteñas. Empezaba a sentirse como si aquello fuera su verdadero hogar, pero los ojos de Lund le recordaban a todas horas que era extranjera en esa tierra, que nunca la entenderían del todo, que podría ganarse el respeto momentáneo, pero cualquier fracaso la pondría de nuevo en la cuerda floja.*
En la mesa habian empezado a servir los licores, Ulf narraba las peripecias que tuvo que vivir para cruzar las montañas nevadas mientras todos lo mirábamos riéndonos de como lo contaba moviéndose como si estuviera allí mismo en ese instante.
la bruja con Brökk entre sus brazos miraba atonita al vikingo, desde que ambos llegaron al norte siempre habia visto en ellos ese amor fuerte e inquebrantable, lo envidiaba en cierto modo.
Lund se levantó tambaleándose, siguiendo la estela de Dani, no pude mirar hacia la balconada, sentia el impulso de salir, mas quizas no era lo adecuado y tenian que hablar.
Dejé de prestar atención a la historia de Ulf, centrado en la conversación que se llevaban fuera esos dos. Con el barullo del salon era incapaz de escuchar mas por la posición de los cuerpos, sabia que Dani estaba mas tensa de lo normal.
Fue cuando Lund cogió del brazo a Dani y esta de un tirón se soltó cuando me levante de un salto saliendo hacia afuera con semblante serio y el gesto tenso.
-¿pasa algo? -pregunté mirando a ambos dos.
Lund sonreía alegando que solo quería saludarla, hacia tiempo que no coincidían y no es que lo hubieran pasado tan mal las veces que se habian encontrado, dejando entrever que era exactamente lo que hacian cuando eso pasaba.
Iba borracho, asi que intenté mediar, no quería que la cosa llegara a mayores y menos con los niños delante.
-Vamos Lund -dije pasando mi brazo por sus hombro -te llevo a casa, que has bebido mucho.
De un empujón me aparto
-¿y tu no?
Asenti.
-Todos hemos bebido mucho, venga vamos.
Lund se negó, esta vez clavando sus ojos en mis pardos y alzando el dedo para dejarme claro que ni era idiota, ni estaba ciego. Francamente ambas cosas las sabia, por eso era mi general, porque no era un idiota, ni un burdo.
-Si tienes algo que decirme, vamos fuera.
Lund se echo a reir como si mi intención de hacer ahora las cosas bien le causara cierta sorna.
-Crees que no veo como la miras y la mirabas -alegó señalando a la pirata.
No iba a discutirle lo obvio, ni a justificarme por desear a una mujer que no estaba ya con él.
-Me lo podía esperar de muchos, pero no de ti Höor ¿cuando empezó lo vuestro? ¿en la Atalaya? ¿por eso me dejaste nada mas volver?
-Lund te estas equivocando -aseguré.
Su voz se iba elevando, dentro se hizo el silencio. *
Danielle se interpuso entre ambos, porque si había algo que no quería, era sembrar la discordia entre viejos amigos.
— ¿de qué estás hablando Lund? No hay “lo vuestro”, a ver si te enteras. ¿Quieres saber si nos hemos liado? Pues no!! Ya puedes reirte, sí. No sé si él habrá tenido algun alivio, pero yo llevo sin probar la cama desde antes de la peste y fue contigo. ¿Qué quieres que te diga? ¿Que no voy a mirar a ningun hombre nunca mas? ¿Harías tú lo mismo? Pues deja de juzgarme y deja de decir sandeces. Por el amor de Dios sois amigos. No discutáis por algo así. ¿Te sentirás mejor si te prometo que cuando me lie con alguien no lo conocerás? Es de locos!! ¿cuántos años tienes? No pensaba que tuvieras quince.
Escupió al suelo y entró de nuevo a la sala yendo directa a por una copa, que desafortunadamente no sería de ron o brandy porque no quedaba, sólo hidromiel y le parecía demasiado dulce para su gusto. Se quedó mirando la pared con el vaso en la mano, resoplando, tratando de calmarse y no mostrarse más airada de lo que ya estaba. Los niños estaban jugando y tampoco se sorprendieron de las voces un poco más altas de los adultos, eso era bastante normal en ese castillo.*
Lund escuchó sus palabras mirando a uno y otro respectivamente. No se si la creyó, ni si percibió en mis pardos cierto resentimiento cuando escucho ese no hay un "vosotros"
Lo cierto es que no habia mentido, no existía ese "vosotros" y me pregunté si era yo el único que le daba vueltas a esto.
Sacudí la cabeza tratando de apartar de mi cabeza los pensamientos que ahora ni quería, ni necesitaba
-¡Vamos Lund, vamos a casa!
Fue Ulf el que salió al balcón y poniendo su mano en mi pecho me dijo que él se encargaba, que entrara dentro.
Supongo que era lo mas adecuado, asi que asentí y los dejé a los dos hablando fuera, sin mi allí las cosas de seguro se calmarían mucho mas rapido.
Mi mirada inevitablemente acabó chocando con la de la pirata, mas no quise echar leña al fuego, asi que sirviéndome otra jarra me acerqué a Sirius que jugaba con su hermano pequeño sobre la alfombra a tirarle una pelota que Niels atrapaba torpemente riéndose.
Me senté en la alfombra en silencio, apoyando mi espalda contra la pared bebiendo de la jarra, sin poder dejar de dar vueltas a las palabras de la pirata.
Al rato Ulf salió con Lund del balcón, alegando que iba a llevarlo a casa, nos despedimos alzando las jarras y la noche persiguió como si no hubiera pasad nada.
Las discusiones borrachos tampoco eran extrañas, todos eramos temperamentales y a veces pasaban estas cosas que solian arreglarse con una resaca y otra borrachera distinta dias después.*
Ulf se llevó a Lund a su casa, aplacando así un poco la ira del general. Pero siempre se decía que los borrachos y los niños decían la verdad, así que ese hombre debía estar aún dolido por el rechazo y resentido con su amigo porque pensaba que le había quitado la oportunidad o algo similar. Eso era injusto, no había sucedido así y Höor no tenía la culpa de que a ella Lund no le gustase como para plantearse algo más allá de una relación con fecha de principio y fin. Pasado un rato durante el cual estuvo contando los adoquines de la pared, se acabó girando, dejó el vaso sobre la mesa y se acercó al suelo donde estaba Höor sentado, haciendo lo mismo. Beth jugaba con Valeska mientras ésta le hacía trenzas, así que desvió la mirada hacia el fuego.
— No quiero que discutáis por mi culpa, Akershus no se puede permitir fracturas, ni ahora ni en ningun momento. De haberlas, Randulf se aprovechará de ellas y ésa será nuestra perdición. Joder… te lo dije. La pirata perfecta pero la mujer inadecuada.
Dejó escapar el aire despacio, todos esos motivos hacían de freno para que dieran pasos adelante, cuando parecía que se acercaban, siempre surgía algo que conseguía pararlos y no continuar explorando lo que sus instintos les gritaban. ¿Debería irse también? Su pregunta mental obtuvo respuesta inmediata, estaban descargando las cajas que había mandado a buscar, así que no, no podía irse.
— Niños!! ¿Veis esas cajas? Mañana temprano tras el desayuno espero que nos ayudeis a Giuliana y a mi a desempaquetar todo eso y a empezar a celebrar la Navidad. Es una fiesta típica de donde venimos ella y yo, y queremos compartirla con vosotros. Pero para eso hay que irse a dormir ya ¿de acuerdo?.— los críos querían saber qué era aquello, pero la pirata no les dio más pistas, tan sólo les dijo que eran maravillas que les gustaría ver. Se fueron con las doncellas a dormir, Beth incluida y los pocos que quedaban, Atharal, Giuliana y Khayla también se despidieron para retirarse cada cual a donde quisiera ir, ya fuera su casa o a seguir la borrachera en la taberna.*
Con la cabeza apoyada en la pared y la jarra en la mano escuché las palabras de la pirata. No quería que discutiéramos por ella, bla, bla, bla, era al pirata perfecta y la mujer inadecuada.
Di un trago profundo de mi jarra, quizas en otras circunstancias en las que el alcohol no hiciera estragos en mi cabeza me hubiera callado y como de costumbre lo hubiera dejado pasar hasta que otra "circunstancia" nos hubiera llevado al punto de partida, mas en esta ocasión..
- Ya -dije con cierto desdén -pero no hay un "nosotros" ¿no? -podía percibir cierta rabia en mi voz. -asi que no veo donde se pueda fracturar nada.
— ¿lo hay?.— dijo mirando a los ojos al conde. ¿Lo había?.— Mírame a los ojos y dime si puedes decir alto y claro que hay algo entre nosotros. Sí, hemos tenido momentos complicados de explicar pero después… siempre pasa algo y acabamos caminando en direcciones opuestas. ¿Esa es tu idea de un “nosotros”?
Clavé la mirada en los mares de la pirata, mis tormentas centellearon.
-no se definir ese "nosotros" pero no soy capaz de asegurar con tanta vehemencia como tu lo has escupido que no existe un "nosotros. No se si esa respuesta es suficiente, no tengo otra en este momento y ahora puedes salir corriendo, no se nos da mal poner distancia a ninguno de los dos cuando las cosas se nos complican mas de lo que esperamos.
— Ahá. Pues si tú no sabes definirlo, vamos bien, porque yo estoy muy perdida contigo. No sé qué quieres, no sé qué esperas. Un día parece que no me soportas, y al otro me arrinconas contra una mesa. Si, ya sé que tu situación personal es compleja…no soy tonta, me paso el día llevando adelante mil cosas y parece que no me paro a comprender a la gente ni a fijarme en sus sentimientos. Quizás tengas algo de razón, no me alcanzan las horas para más. Pero sé que no estás bien y lo entiendo. Sin embargo…no puedo dejar de preguntarme qué supondría este “nosotros” para ti. Me canso de escuchar que para los vikingos las relaciones esporádicas son algo habitual, y no le pongo ninguna pega, sucede igual en el mar. Pero ni tú eres ya un vikingo al uso, ni yo una pirata normal, y esto…este…esta…cosa o lo que sea, no obedece a esas mismas reglas.
- Si tu andas perdida con un brújula imaginate yo que solo me guio por las estrellas. No se exactamente que esperas de mi, un día..parece que ...estas dispuesta a abrir la caja de Pandora y mandarlo todo a la mierda, dejarte llevar y ver si un "nosotros" puede funcionar y al día siguiente pones frenos y por la noche gritas alto que no existe un "nosotros"
No soy un necio, se que tienes miedo a quedarte anclada a Akershus y tampoco un mentiroso, tengo miedo de que me destroces, porque tengo ya el Corazon demasiado roto y las heridas del cuerpo cierran, pero las del lama siempre supuran.
No se lo que quiero, ni lo que espero, no se si un "nosotros" es posible o es tan difícil que la pirata perfecta y el rebelde equivocado se encuentren que estas en lo cierto y no existe un "nosotros" mas allá de en mi mente.
Dejé caer la cabeza de nuevo contra la pared y el aire lo expulse despacio por mis labios realmente perdido.
Danielle metió la mano en el bolsillo y sacó la brujula que rompió Sirius y que fue imbuida con su magia, señalando a aquello que más deseaba su portador. La sostuvo sobre la palma de su mano y miró a Höor intensamente.
— ¿Listo para descubrirlo? Los dos.— Ante su asentimiento se acercó un poco más a su lado y tomó aire levantando la tapa del aparejo. La aguja empezó a girar como loca pero poco a poco se detuvo señalando con la punta a Höor. Tragó saliva y depositó la brújula en la palma del moreno asintiendole con la cabeza. Cuando levantase la tapa tendrían la respuesta que buscaban, tanto si era un sí como si señalaba hacia otra parte, es algo que tendrían que asumir y obrar en consecuencia.
Mis ojos quedaron fijos en esa flecha que me separaba, una parte de mi sentía alivio, gozo, la otra estaba aterrada porque sabia lo que eso implicaba.
Dejé que depositara la brújula en mi mano, ladeé la sonrisa aun con la tapa cerrada.
-Yo se a donde apunta la brújula -aseguré antes de abrir la tapa -mi problema no es saber que eres diferente, que lo que siento por ti es diferente a lo que siento por el resto de mujeres, mi problema es enfrentar lo que supone la respuesta que estas esperando y que ahora llega.
Abri la tapa, sabia sobradamente y así fue que la señalaba a ella de forma inequívoca.
La pregunta era ¿eso creaba un "nosotros"? ¿estabamos dispuestos a asumir las consecuencias?
Sonrió al escucharlo negando con la cabeza.— ¿así que se trata de un asunto de cobardes? Los amores cobardes no llegan a historias, se quedan ahí. No te reconozco Höor Cannif, pensaba que la única rata cobarde era yo. Pero al menos mal de muchos consuelo de tontos.— dejó la brújula en el suelo y se acercó a él, elevando la barbilla, deseando dejar de ser cobarde para dar paso a lo que ambos querían desde hacía tiempo, y lo que sucediese después…daba igual. Entreabrió los labios recortando el espacio entre ambos, tan sólo iluminado por las llamas del tronco que ardía en la lumbre.*
Ladeé la sonrisa cuando me llamó cobarde, no carente de razón no la corregí. Era capaz de luchar de frente contra bestias inimaginables y ante ella, simplemente ..temblaba.
La brújula sonó metálica contra el suelo al ser depositada. Mi mirada se centró un instante en ella, mas fue efímero pues Dani elevó mi barbilla para que la enfrentara. Nuestros ojos se cruzaron, la verdad habia salido a la luz, negar la evidencia era de necios y cuando su boca presionó sutilmente la mia, mis labios se entreabrieron calidos acogiendo los ajenos.
Un beso tímido, lento, plagado de sonrisas, de momentos y de recuerdos que vagaron por mi cabeza, desde el día que la vi por primera vez, hasta el pantano, el baile en Inglaterra, o la discusión tras desaparecer dos meses en su barco. Mis dedos se deslizaron por su cuello hasta quedar enredados en los cortos mechones de su nuca.
El crepitar de las llamas y el sonido de un beso húmedo fue lo único que retumbaba en aquella sala.*
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El tiempo de ser cobardes había pasado, lo que sucediese después simplemente sucedería y tendrían que asumirlo, porque finalmente había decidido saltar al vacío. Elevó primero una mano acariciando su rostro, su barbilla afeitada, inspirando su aroma cercano, sintiendo como se le erizaba la piel del lomo al paso de sus labios. En ese momento sentía como si hubiera dejado de desearlo en la oscuridad y por fin pudiera tenerlo a la luz, aunque fuera la de una chimenea. Recortó la distancia, que ya era escasa, y posó la otra mano en su costado recorriéndolo lentamente por debajo de la camisa, tocando con las yemas de los dedos los puntos bastos y ásperos que le habían dado.
Mi boca avida de ella se entreabrió deslizándose por la mandíbula de la pirata, el cuello fue marcado por mi lengua como una senda inexplorada.
La cabeza de Dani se ladeó dándome por primera vez acceso a probar su piel, sabia ligeramente salada, a mar, a fuego y a mujer. Un jadeo ronco escapó de mis labios fruto de la excitacion, hacia tanto que deseaba esto que tenerlo se me antojo irreal y tuve que abrir lo ojos para comprobar que estaba allí, conmigo y que no se desvanecería sin mas.
Mi costado se contrajo al paso de sus dedos, mi piel se erizo bajo la yema de sus dedos.
-No hay sangre, no tienes excusa pirata -aseguré con la voz ronca alzando la cabeza para enfrentar sus mares. Nuestros labios como las olas contra las rocas chocaron enredando de nuevo nuestras lenguas en un combate a muerte.
Tiré de la casaca para quitarle la ropa, necesitaba tocarla, descubrirla, mis manos por debajo de su blusa ascendieron por sus costados. Su cintura era pequeña, se perdía entre mis aperas manos, jadeé de nuevo descubriendo por primera vez su cuerpo, sus costillas entre mis dedos. Seguí subiendo y con ese acto la tela me acompañaba en el recorrido hasta que nuestras bocas se separaron con un quejido solo para sacar la camisa por su cabeza haciéndola a un lado.
Mi cuerpo empujó al ajeno despacio entre besos dulces, miradas complices, me convertí en su escudo, con mis brazos a cada lado de su cabeza, flexionados. Mi hombría presionando su centro avida de un encuentro.*
No era la primera vez que se veían sin ropa, en la Atalaya lo estuvieron aunque era por otro motivo, estando enfermos, débiles y simplemente para procurarse cuidados. Pero esta vez era muy distinto, era como recorrer un sendero inexplorado, descubrir un paisaje nuevo y registrarlo con los dedos que se paseaban inquietos por cada curva y cada valle de la anatomía ajena. Saboreó sus labios, su boca que la saqueaba con hambre atrasada acogía su lengua como propia, acariciandose en un baile lento lleno de fuego. Repasó su silueta con las manos, acomodando la postura cuando se inclinó sobre ella; el suelo estaba cubierto por una alfombra hecha con el pellejo de algun animal, era mullida y amortiguaba un poco el apoyo de los huesos sobre la superficie. Su piel se erizaba al paso de sus caricias y se convertía en carne trémula.
Los nervios seguían a flor de piel, en su cabeza no dejaba de resonar “es peligroso”, porque Höor Cannif lo era, era uno de esos hombres que te podían arrastrar al infierno, hundirte en el cieno y acabar con tu corazón hecho cenizas. Pero era pirata ¿no? Generalmente solían cometer delitos, navegar sobre el peligro y reirse de la muerte. Le dio un puñetazo mental a dichas palabras y se recolocó para dejarle espacio a Höor y que pudiera estar cómodo. Deslizó los brazos por su espalda acariciando cada cicatriz y marca que se encontraba a su paso. La urgencia estaba pidiendo paso, su cadera bailaba al son de la de él y deseaba sentirlo tanto como él a ella. Tiró de su propia ropa interior dejándola a un lado y sin nada más que se interpusiera entre ellos adelantó la cadera chocando contra su roca dura dejando escapar un gemido contra sus labios. Era casi irreal que estuviera sucediendo, muchas veces se habían lanzado pullas, otras tantas se habían mirado en silencio, pero en ese momento todo tenía sentido, todo era como debía ser. Enterró los dedos entre sus cabellos oscuros y la otra la depositó sobre su trasero incitándolo a moverse.*
Sus piernas se abrieron dejando el hueco perfecto para acomodarme entre ellas. Calidas se apretaron ligeramente alrededor de mis caderas al sentir mi abultada entrepierna contra su centro aun cubierto por la tela de sus bragas negras.
Mi boca ansiosa paladeaba el sabor de esos sederos hasta hace poco desconocidos, la sin hueso batallaba dentro y fuera de la cueva dejando que el espacio se calentara con el aliento calido de ambos.
Podía tomarla de muchas formas, mi excitacion era tal que me las pedia todas, mas sinceramente cuando la pirata hizo a un lado sus bragas, posé mi frente contra la ajena, quería verla, observar cada uno de sus gestos.
Tome con mi diestra la verga, recorriendo su trinchera completamente mojada, mi glande palpitó ante su entrada y sin pensarlo empujé despacio sintiendo como la sus paredes calientes se abrían ante el paso de mi dureza.
Nuestros ojos fijos en los del otro, aun incrédulos de que este encuentro se estuviera produciendo.
Gruñí cuando me adentre en lo mas profundo de su abismo, su espalda se separó ligeramente de la alfombra para acallar mis gemidos, de nuevo nuestras lenguas danzaron cada vez mas avidas del otro.
Mordió mis labios, mi diestra la atrajo mas del culo colándose por debajo para entrar mas si es que eso era posible en este caso.
Las embestidas cada vez eran mas violentas, sus pechos alzados chocaban contra mi torso que sentía la dureza de sus astas rozando.
Bajé hasta alli mi boca, coronando sus montañas rocosas, recorriéndolas con mi lengua, tirando de sus cumbres con gula.
Mi respiración cada vez mas pesada y rápida delataba que estaba a punto de correrme dentro de ella, cerre un instante los ojos, habia imaginado este momento tantas veces que no quería acabarlo.
Tiró de mi pelo, nuestras bocas se encontraron rugiendo como el acero, desesperados nos embebimos del otro mientras la empalaba incapaz de detener por mas tiempo este momento.*
Su ritmo aumentaba frenético, como si de un hacha clavada en un tronco se tratase, no se querían separar pero a la vez no podían detener ese ritmo y cada vez aumentaba más su volumen de gemidos hasta que se dio cuenta que podrían despertar al castillo entero asi que lo agarró con sendas manos bloqueando sus labios con un leve susurro.
— shhhhhh…
Mordió su labio inferior con esa sensación desesperada por explotar, por alcanzar ese Valhalla personal, ese paraiso sin necesidad de morir, ese descanso del guerrero. Se contrajo cuando todo su ser vibró al compás de de las sacudidas de Höor y la cabeza comenzó a darle vueltas, perdiendo el aliento por unos segundos y quedándose vacía, ingrávida como una pluma que flotase en el viento.*
Sentí como me iba en su interior, mi cuerpo se tensó, mi culo se apretó mientras empujaba sintiéndome aun famélico de ella.
Mi hombría palpitaba entre sus paredes llenándola de mi simiente mientras gruñía dandole las ultimas estocadas sintiéndola por primera y única vez completamente mia.
Mi frente contra la ajena, nuestra respiración chocaba ruda contra los labios entreabiertos del otro sintiendo como nuestros cuerpos morían de placer al mismo tiempo.
Caí laxo sobre ella, haciéndome ligeramente a un lado para no aplastar su pequeño cuerpo.
Llevé mi mano a su pelo apartando ligeramente unos mechones de su rostro que se adherian a su piel por el perlado sudor mientras la miraba desde el lateral.
La respiración de ambos aun agitada, poco a poco iba calmándose, el silencio reinaba en el salon mientras el fuego lamia nuestra piel dándonos calor. *
Sonrió aguantandose la risa por unos segundos. ¿Era eso todo lo que daba tanto miedo? Posiblemente no, seguramente las consecuencias de aquello es lo que les complicarían la vida, pero por unos instantes pensó que nada que empezase así de bien debería ser acometido con miedo. Se apretó contra su cuerpo porque empezaba a perder calor y los inviernos allí eran traicioneros.
— Eres un pésimo anfitrión, Cannif. Pones a los invitados a dormir sobre la alfombra… pffff.— Se acomodó contra su piel tratando de atesorar el momento, esa sensación de estar seguro y a salvo, cómoda y tranquila por una noche, hasta que el amanecer borrase todo eso y regresaran a ser quienes eran.*
Enarqué una ceja al verla aguantarse la risa.
-Vaya, tan mal he estado que ahora te produzco gracia -dije con picardía pues pronto también en mi rostro se pintó una ladeada sonrisa.
Atajé la distancia que me separaba de su boca, nuestra nariz se presionó antes de que nuestros labios se encontraran de forma tierna, lenta.
Si hace un par de meses habíamos abierto la caja de Pandora, hoy la habíamos hecho estallar por los aires desatando el caos...¿las consecuencias? pues tendríamos que asumirlas como adultos que eramos.
Esa noche no quería pesar en ellas, solo quería mantener su cuerpo pegado al mio mientras la luna siguiera fuera.
- Y a los amigos les prestó el sofá ¿a donde vamos a llegar ? -bromeé sin dejar de mirar sus dos intensos mares que ahora estaban turbios por el encuentro.
-¿quieres subir o tienes que irte? -pregunté sin mas.
No quería que se sintiera atrapada, ni obligada a nada, esta relación no tenia reglas impuestas y desconocía si las tendría, es mas ¿era una relación? ¡por Odin, esa mujer me ponia nervioso y lo que no era nervioso!
— Beth está dormida, y no creo que pase nada por dormir en otra cama que no sea la suya, ahora ya tienen confianza con tus hijos y este castillo, ha sido nuestra casa la mitad del tiempo que has estado fuera.— Se levantó colocándose la camisa y nada más, lo suficiente para subir las escaleras de forma “medio decente”. Una noche, al menos una completa, eso es lo único que pedía.— si esta noche te escabulles con alevosía no volveré a hablarte jamás.— le apuntó con el dedo burlona y subió con cierta prisa, el suelo estaba muy frío y la idea de una cama abrigada y mullida se le antojaba una idea brillante.*
Me puse en pie sin poder borrar la sonrisa de idiota que tenia, tiré la camisola por encima de mi hombro, me calcé los pantalones y con la diestra atrapé mis botas siguiendo la estela de la pirata que corria escaleras arriba.
Tras ella entré en la
, estaba caliente todavía pues la lumbre la habia dejado encendida antes de bajar al salon, asi que me acerqué a la chimenea agachándome para azuzar un poco las brasas y echar un par de troncos mas.
miré desde mi posicion por encima del hombro a la pirata, admito que me dió cierto vértigo, era la primera vez e mucho tiempo que compartía habitación con una mujer con la que habia tenido algo.
Me levanté una vez los troncos empezaron a prender y me acerqué a la cama quitándome los pantalones antes de colarme bajo las mullidas mantas.
-Vamos pirata ¿ supongo que no saldras corriendo nada mas el sol salga? -bromeé*
Se acomodó bajo las mantas acurrucándose primero y cuando Höor ocupó su lugar se enredó en su cuerpo como una hiedra trepadora.
— mmmm… puede. Tendrás que quedarte para averiguarlo, así que nada de excursiones a altas horas de la noche.
-Estoy tan cansado que creo podría dormir un par de dias sin excursiones de por medio -bromeé llevando mi mano a sus nalgas mientras se las tocaba.
Besó sus labios y acarició su espalda y después su pelo.— Pues duerme, descansa, mañana será otro día.— Se acomodó con él tan sólo respirando, captando su peculiar aroma, todo su cuarto olía a él del mismo modo que su camarote olía a ella. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sube y baja del torso de Höor al respirar pausadamente. No tenía sueño, tan sólo estaba relajada y podía permanecer así un buen rato.*
Mis dedos se perdieron en el pelo corto de la pirata, ladeé la sonrisa, ciertamente creo que era la primera mujer con la que estaba que lo llevaba de ese modo.
Cerré los ojos, la respiración cada vez era mas pesada y aunque intenté abrirlos en mas de una ocasión pues creia que por la mañana se habria desvanecido y no quería perderme nada, acabé sucumbiendo al cansancio de un viaje demasiado largo. Mis dedos cayeron a plomo de su pelo hasta el colchón y asi acabé completamente dormido sin saber que sucedería con las primeras luces del alba.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
Tardó en dormirse un buen rato, tan sólo notando la respiración leve de Höor a su lado, con la mano por encima de ella. Contempló su perfil dormido con la cabeza sobre el almohadón, así tan quieto, como en la Atalaya veía al hombre que tras todo aquello necesitaba un lecho donde caer a plomo y enterrar las desgracias del día. Apartó un par de mechones de su frente y exhaló el aire despacio tratando de dejar la mente en blanco y dormir, tenía la vaga impresión de que a partir de ese momento iba a necesitar mucho ese truco de abstraerse.
El día rompió el alba con una inglesa dormida profundamente, esta vez fue el conde quien se despertó primero. Las brasas humeaban ya en la lumbre y el castillo empezaba a despertarse con sus sonidos habituales. Ninguno era de lamentar las cosas que habían hecho, eran más bien de asumir y seguir adelante sin recriminaciones ni remordimientos, así que el día traería nuevas e interesantes perspectivas. Danielle tampoco era de poner etiquetas ni gritar a los cuatro vientos lo que hacía o dejaba de hacer, así que desde luego sería discreta con lo acontecido, las cosas ya estaban bastante movidas como para añadir más carnaza a la sartén.*
Los primeros rayos del sol se adentraron anaranjados por los postigos de la habitación, fruncí el ceño llevando mi mano a los ojos para cubrirme de ellos, bostecé, me desperecé y en ese momento me acordé de que no estaba solo.
Giré mi rostro hacia donde la pirata descansaba profundamente dormida, no pude evitar contemplarla durante unos instantes en total silencio.
Si algo sabia, es que no tenia ni puta idea de nada, conocía a Dani lo suficiente como para intuir que no daria nombre a esto. Supongo que era lo mas sensato, en Akershus se respiraba una tensa calma y esto solo complicaría mas las cosas, asi que...¿para que contarlo?
El ruido metálico de las espadas empezaba a colarse por los ventanales, Akershus resucitaba y con ella los guerreros empezaban su ardua tarea de convertirse en inmortales.
Hice a un lado las mantas poniéndome en pie, me acerqué a la palangana y me lavé el rostro mojándome ligeramente el pelo.
Cogí del suelo los pantalones del suelo calzandomelos con rapidez, fue entonces cuando escuché como la madera del camastro crujía levemente y al alzar los ojos me encontré con los inmensos mares de Dani.
-Buenos dias dormilona -dije acercándome a ella con una picara sonrisa en los labios.
Mi mano se enredó en el pelo de su nuca antes de que mi boca presionara con suavidad sus labios.
-No creas pirata que por andar enredada conmigo se te pueden pegar las sabanas, tienes una flota que dirigir y mucho trabajo en puerto -bromeé relamiéndome los labios frente a ella antes de soltar sus dorados mechones.
-Sobre eso de la navidad ¿me necesitas? -pregunté con claras intenciones de librarme de tener que ayudar en nada -ando con mucho trabajo...-empecé a poner excusas mientras buscaba por el suelo mi camisa -¿has visto mi camisa? -pregunté algo contrariado.*
Apoyó el codo sobre la cama tras bostezar y estirarse, había dormido bastante bien para no estar balanceándose sobre el mar y al ver a Höor ya tan despierto y activo se dejó caer hacia atrás resoplando.
— ¿Ya te estás escaqueando? hum… vale. Quédate revisando aburridos papeles, tienes que ponerte al día. No te creas que vas a regresar de tu escapada y tener vacaciones. Eso sí, mañana por la noche todos a cenar en tu salón, y nada de hacer caras raras, el menú no será norteño, lo siento.
Se levantó y se vistió con la misma ropa que portaba la noche anterior y se acercó a la palangana que estaba usando él, dándole un empujón con el trasero y quedándose con ella, lavándose un poco la cara y recogiendose el pelo en una coleta. Empezaron el día de risas, pero debía ponerse seria un momento. Cuando hubo comprobado que su aspecto era decente se acercó a Höor y le puso la mano en la mejilla.
— Será mejor que los niños no sepan nada y … en general, creo que es mejor que no seamos el cotilleo del día. ¿Estás de acuerdo?*
Hice un gracioso mohin cuando aseguró que el menú no seria norteño, peor pronto continué enfrascado en la tarea del día, dar con mi camisa.
Dani se alzó de la cama desnuda, mis ojos recorrieron su figura de forma inevitable y con un culazo me empujó para que me apartara de la palangana haciendome reir mientras negaba.
La verdad es que no estaba resultando incomodo este despertar para nada.
La manga de mi camisa caia por uno de los lados de la cama asi que fuí por ella cuando escuché los pasos de Dani que se acercaban a mi por la espalda
Me giré quedando frente a ella, notando su mano de inmediato en mi mejilla, centre los pardos en sus dos esferas que me indicaban que ahora venia la parte de la conversación que yo evitaba.
Escuché sus palabras, no quería que nadie supiera nada y aunque estaba de acuerdo en esencia, pues para que engañarnos, nos habíamos acostado una vez, eramos adultos y no adolescentes enamorados sin mas preocupación que correr y gritar a los cuatro vientos que nos habíamos enamorado, una punzada se instaló a vivir en mi estomago.
-Si, claro, estoy de acuerdo -sentencié antes de girar la cara dejando su mano en vilo para tirar de la manga de mi camisa enredada en las mantas.
-Tengo que ir a entrenar, nos vemos
Me puse la camisola con rapidez dedicándole una ultima mirada antes de salir por la puerta como si fuera un fantasma.
No sabia si se arrepentía de algo y la verdad...no me habia quedado para preguntarlo.
Mi Corazon aun andaba muy maltrecho y supongo que de nuevo fui un cobarde.*
— Ni un beso de buenos días…pffff.— rezongó por lo bajo. Se encogió de hombros porque había notado a Höor algo apremiado, como queriendo huir de algo. Bueno… cada cual tenía sus ritmos y no le iba a imponer el suyo.
Fue a buscar a Beth que aún dormitaba en la cama y se acostó a su lado un rato observando su carita. Estaba segura de que jamás habría celebrado una Navidad como esa, según tenía entendido en Grecia era distinto, tendría unos días inolvidables y aunque fuera sólo para regalárselos, lo daba por bueno.
Cuando la niña se despertó bajaron a desayunar y al poco apareció Giuliana, que consiguió que los niños Cannif terminaran su desayuno en paz antes de acometer el arduo trabajo de abrir esas cajas y decorar el gran salón para esa navidad.
Acabado el desayuno, sacaron de las cajas las guirnaldas de acebo y ciprés y los pusieron a recortar lazos rojos que luego enroscarían alrededor. Necesitaban hacer unas muy largas que fueran de parte a parte. Confeccionaron adornos colgantes en forma de bastones de caramelo, estrellas y campanas, y los fueron colocando por todas partes, colgando de las lámparas, de los porta-antorchas y del alféizar de la chimenea. Después bajaron todos a las cocinas y hornearon galletas de jengibre que luego decorarían con frutos secos y frutas confitadas, hicieron entre todos un plum-cake y roscos de anís que regaron con una nieve de azúcar en polvo. El cocinero ya sabía que al día siguiente debía hacer un pavo relleno, salsas de ciruelas y almendras y flan con caramelo. Un menú navideño inglés o estadounidense en toda regla.*
El entrenamiento en el patio de armas no fue diferente al del resto de los dias del año, para nosotros, hombres paganos, la navidad no tenia ningún significado.
Entre bromas y sonidos metálicos, gruñidos y chanzas sobre las gestas de antaño acabamos sucios, sudados, hambrientos y sedientos.
Ulf y yo caminamos hacia el castillo, su mujer estaba ayudando a Dani con eso de los adornos navideños, asi que antes de prepararse para la guardia por las afueras y yo para subir a controlar en las almenas las noticias de la noche decidimos ir a cazar algo de alimento para que nuestras tripas dejaran de rugir.
Nada mas entrar nos dimos cuenta de que todo estaba distinto, adornado de colores vivos, daba cierta calidez a un castillo un tanto frio. Los niños corrian alegres de un lado a otro con unas bolas de colores que iban dejando caer en algunos sitios. Sus rostros estaban manchados de polvo blanco, de chocolate.
Ulf y yo nos miramos el uno al otro encogiéndonos de hombros, fue Orn el que nos dijo que la bruja y la pirata estaban aun en la cocina, asi que alli nos acercamos con una sonrisa.
-Buenos dias, veo que os ha cundido -dije asomándome de improvisto por encima del hombro de Dani para pescar una galleta de esas que tenia sobre una bandeja.
Ulf abrazaba por detrás a su esposa, pero el muy cabron en cuanto la giró para besarla lanzó mano al pastel riéndose divertido contra los labios de su mujer.
-¡joder, esta bueno! *
La pirata le dio un manotazo a Ulf para dejase de meter los dedos en el pastel.
— ¡Eh! Estate quieto!! Hasta mañana no puedes probarlo! anda, lárgate ahí fuera con tu amigo y traednos un abeto grande y bonito para meterlo al lado de la chimenea. Giuliana no está en disposición de talar árboles y yo no pienso estropearme mis bonitas manos de dama con un hacha. Arreando!!
Les dio la orden y cuando se fueron a regañadientes aprovechó y le dio un pellizco en el culo de Höor haciéndole una mueca.
Regresaron un par de horas más tarde a punto para la comida que estaba servida en la mesa con los niños esperando para comer, porque hasta que eso no sucediera no podrían decorar el árbol y lo estaban deseando. Se sentaron todos a comer entre risas y bromas. Los niños estaban felices, sus voces y gritos resonaban por todas partes, hasta Beth se hacía oír. Valeska les había enseñado una canción y la entonaron todos a pleno pulmón pero Orn cambió alguna estrofa para meter alguna palabra que no sonaba muy decente y todos rieron. Mientras degustaban el postre las miradas y las sonrisas volaban por encima de los platos y copas.
— Es la hora del árbol!!.— Danielle indicó a Ulf y Höor que plantasen el abeto firmemente en un macetero para que no volcara y después abrieron las enormes cajas de adornos y los pequeños los fueron colocando. Aupó a Sirius a sus hombros para que pudiera colocar la estrella de la punta y a Beth le dio un bastón de caramelo que empezó a roer como un ratón. Así es como siempre deberían ser las navidades, entrañables, familiares, llenas de ilusión y candor, como la propia risa de un niño. Cuando todos los adornos estuvieron acabados estaba empezando a anochecer y entonces la bruja hizo que todos se colocasen frente al árbol muy atentos y se concentró levantando las manos. De pronto unas pequeñas esferitas de cristal de iluminaron con fuego mágico, un truco de brujo para hacer fuego que no quemaba, iluminando el enorme abeto. Los niños exclamaron alucinados y Dani esbozó la sonrisa más grande que había esbozando en todo su tiempo allí. Achuchó a Beth contra su costado que tenía los ojos como platos. Había sido mucho mejor de lo que esperaba.*
Si pedían un abeto grande, eso era exactamente lo que tendrían, salimos de alli riéndonos, rechupeteandonos los dedos por el polvo blanco del pastel y las galletas. Al final nos habiamos ido como entrado, con hambre.
Hacha en mano empezamos a darle golpe a un buen abeto, no era el mas grande, pero es que ademas de frondoso tenia que caber en el salon sin hacer un agujero en el techo, asi que tras una hora dando golpes a diestro y siniestro, gritamos "árbol va" y con un ultimo golpe este se vino abajo.
Lo enganchamos remolcándolo con un caballo percherón de tiro hasta palacio y entre Ulf y yo lo metimos en el salon llenando los ojos de los crios de ilusión.
Lo dejamos caer en el suelo, la mesa estaba servida y nosotros hambrientos, asi que corrimos a coger sitio empujándonos uno al otro bajo la mirada de las dos mujeres que se reian alegando que en ocasiones eramos peor que los niños.
-Nos matáis de hambre, nos mandáis a talar un árbol y ahora...ummmm... -ya no hablé mas, empecé a comer con desesperación controlando mi flanco derecho donde Ulf estaba sentado riéndose mientras hacia lo mismo llenándose los carrillos.
Por debajo de la mesa acaricié la pierna de Dani en un gesto un tanto furtivo. Los niños parecían francamente felices, cantaban reian, Orn hacia de las suyas, vamos lo de siempre pero con una atmósfera un tanto diferente. Hoy en el castillo por primera vez en mucho tiempo respirar el ambiente del hogar.
Tomamos los postres, estaba muy buenos, los crios se mancharon enteros, pero la verdad no es que importara demasiado, ellos solo querían que Ulf y yo montaramos el árbol, asi que tras hacernos de rogar y acabarnos las jarras complacimos a nuestras mujeres con su mandato.
Lo pusimos en pie dentro de una buena maceta con piedras para que no volcara y los paquetes debajo.
Entre todos lo adornaron con guirnaldas y unos pequeños hilos cristalinos. Sirius en brazos de la pirata fue el encargado de colocar la estrella en lo alto bajo mi atenta mirada, y asi con Valeska entre mis brazos y sentado al lado de Dani y de Sirius ví como unas pequeñas luces se iluminaban haciendo que los niños gritaran de la ilusión.
-Gracias -susurré en el oido de Dani inclinándome ligeramente antes de recuperar mi posición.
Los niños necesitaban algo asi, ellos también lo pasaban mal con los problemas de los adultos y supongo que esta noche estaba siendo distinta, especial para todos ellos.*
Esa noche los niños querían dormir en el salón al pie del árbol con las luces, así que les montaron un campamento improvisado con colchones y pieles y se quedaron todos juntos allí abajo. Giuliana estaba muy cansada y se quedó dormida en el sofá, con lo que Ulf se acostó junto a ella tapándola con una manta. Habían pasado de tener el salón más ruidoso de todo Akershus al más silencioso, pero era una estampa preciosa, todos dormidos apaciblemente junto al fuego, incluso los Tollak, no pudo evitar sonreir al verlos. Se sirvió el último brandy que degustó despacio sentada al lado de Höor y desplazó la mano hacia su rodilla donde la dejó descansar.
— Todos necesitábamos algo así. Gracias por dejar que lo celebre.*
Tomé el vaso dandole un sorbo, observando en silencio como todos se habian dormido, no pude evitar sonreír antes de alzar mis pardos hasta sus intensos océanos.
-Esta mañana -dije dejando escapar el aire despacio -no he sabido que decirte, asi que he hecho lo de siempre, salir corriendo, creo que es mas fácil. No me arrepiento de lo que pasó a noche y entiendo que nos tomemos nuestros tiempos, veamos donde nos lleva esto. Yo soy padre, tu eres madre y las cosas han de ir..despacio.
Con nuestros actos arrastramos a todos ellos -dije señalando con la cabeza a los niños que dormían plácidamente a nuestro alrededor.
Apoyé mi cabeza en su hombro hundiendo mi nariz en su cuello y dejando un reguero de besos por este.
-No se que se celebra en Navidad, pero hoy el salon huele a hogar.*
Se estremeció al paso de los besos por su cuello, esa sensación era tremendamente agradable, y el hecho de que el ambiente no se hubiera enrarecido entre ellos, facilitaba mucho las cosas. Lo sujetó un instante de la barbilla mirándolo a los ojos.
— Seré muchas cosas Höor, pero no una ñoña. Para mi los actos pesan más que las palabras, y desde luego tampoco me arrepiento de lo sucedido. Navegar con calma, disfrutar del viento, es lo mejor que podemos hacer. No hay necesidad de forzar las cosas. Tú tienes muchos asuntos que solucionar y tu vida atraviesa una brecha complicada. Yo acabo de descubrir lo que es echar raíces en tierra y hacerme cargo de una personita que me necesita.— se encogió de hombros y soltó su barbilla acercándose con media sonrisa a sus labios.— así que si quieres podemos disfrutar del viento…arriba.— enarcó las cejas y reprimió una sonrisa pícara.— al menos antes de que me des dos barcos, te dé por largarte al fin del mundo a pelear con Randulf y me toque hacerme cargo también de tu condado. Esto lo considero una vacaciones bien merecidas.
Empezó a nevar con intensidad y el frío se colaba por debajo de las puertas, pero las chimeneas del castillo rugían con los maderos que se quemaban en ellas. Bajo las mantas se desató otra feroz batalla contra ese frío entre dos cuerpos que al rozarse desprendían chispas como las fraguas del mismo infierno. ¿Por qué les entraba la prisa cuando se rozaban? Era un efecto inmediato, ardían como brasas y ansiaban consumirse, pero esta vez pudieron detenerlo un par de veces para invocar a la calma y poder disfrutar un rato más antes de caer exhaustos sobre el colchón.
El día rompió el alba con una inglesa dormida profundamente, esta vez fue el conde quien se despertó primero. Las brasas humeaban ya en la lumbre y el castillo empezaba a despertarse con sus sonidos habituales. Ninguno era de lamentar las cosas que habían hecho, eran más bien de asumir y seguir adelante sin recriminaciones ni remordimientos, así que el día traería nuevas e interesantes perspectivas. Danielle tampoco era de poner etiquetas ni gritar a los cuatro vientos lo que hacía o dejaba de hacer, así que desde luego sería discreta con lo acontecido, las cosas ya estaban bastante movidas como para añadir más carnaza a la sartén.*
Los primeros rayos del sol se adentraron anaranjados por los postigos de la habitación, fruncí el ceño llevando mi mano a los ojos para cubrirme de ellos, bostecé, me desperecé y en ese momento me acordé de que no estaba solo.
Giré mi rostro hacia donde la pirata descansaba profundamente dormida, no pude evitar contemplarla durante unos instantes en total silencio.
Si algo sabia, es que no tenia ni puta idea de nada, conocía a Dani lo suficiente como para intuir que no daria nombre a esto. Supongo que era lo mas sensato, en Akershus se respiraba una tensa calma y esto solo complicaría mas las cosas, asi que...¿para que contarlo?
El ruido metálico de las espadas empezaba a colarse por los ventanales, Akershus resucitaba y con ella los guerreros empezaban su ardua tarea de convertirse en inmortales.
Hice a un lado las mantas poniéndome en pie, me acerqué a la palangana y me lavé el rostro mojándome ligeramente el pelo.
Cogí del suelo los pantalones del suelo calzandomelos con rapidez, fue entonces cuando escuché como la madera del camastro crujía levemente y al alzar los ojos me encontré con los inmensos mares de Dani.
-Buenos dias dormilona -dije acercándome a ella con una picara sonrisa en los labios.
Mi mano se enredó en el pelo de su nuca antes de que mi boca presionara con suavidad sus labios.
-No creas pirata que por andar enredada conmigo se te pueden pegar las sabanas, tienes una flota que dirigir y mucho trabajo en puerto -bromeé relamiéndome los labios frente a ella antes de soltar sus dorados mechones.
-Sobre eso de la navidad ¿me necesitas? -pregunté con claras intenciones de librarme de tener que ayudar en nada -ando con mucho trabajo...-empecé a poner excusas mientras buscaba por el suelo mi camisa -¿has visto mi camisa? -pregunté algo contrariado.*
Apoyó el codo sobre la cama tras bostezar y estirarse, había dormido bastante bien para no estar balanceándose sobre el mar y al ver a Höor ya tan despierto y activo se dejó caer hacia atrás resoplando.
— ¿Ya te estás escaqueando? hum… vale. Quédate revisando aburridos papeles, tienes que ponerte al día. No te creas que vas a regresar de tu escapada y tener vacaciones. Eso sí, mañana por la noche todos a cenar en tu salón, y nada de hacer caras raras, el menú no será norteño, lo siento.
Se levantó y se vistió con la misma ropa que portaba la noche anterior y se acercó a la palangana que estaba usando él, dándole un empujón con el trasero y quedándose con ella, lavándose un poco la cara y recogiendose el pelo en una coleta. Empezaron el día de risas, pero debía ponerse seria un momento. Cuando hubo comprobado que su aspecto era decente se acercó a Höor y le puso la mano en la mejilla.
— Será mejor que los niños no sepan nada y … en general, creo que es mejor que no seamos el cotilleo del día. ¿Estás de acuerdo?*
Hice un gracioso mohin cuando aseguró que el menú no seria norteño, peor pronto continué enfrascado en la tarea del día, dar con mi camisa.
Dani se alzó de la cama desnuda, mis ojos recorrieron su figura de forma inevitable y con un culazo me empujó para que me apartara de la palangana haciendome reir mientras negaba.
La verdad es que no estaba resultando incomodo este despertar para nada.
La manga de mi camisa caia por uno de los lados de la cama asi que fuí por ella cuando escuché los pasos de Dani que se acercaban a mi por la espalda
Me giré quedando frente a ella, notando su mano de inmediato en mi mejilla, centre los pardos en sus dos esferas que me indicaban que ahora venia la parte de la conversación que yo evitaba.
Escuché sus palabras, no quería que nadie supiera nada y aunque estaba de acuerdo en esencia, pues para que engañarnos, nos habíamos acostado una vez, eramos adultos y no adolescentes enamorados sin mas preocupación que correr y gritar a los cuatro vientos que nos habíamos enamorado, una punzada se instaló a vivir en mi estomago.
-Si, claro, estoy de acuerdo -sentencié antes de girar la cara dejando su mano en vilo para tirar de la manga de mi camisa enredada en las mantas.
-Tengo que ir a entrenar, nos vemos
Me puse la camisola con rapidez dedicándole una ultima mirada antes de salir por la puerta como si fuera un fantasma.
No sabia si se arrepentía de algo y la verdad...no me habia quedado para preguntarlo.
Mi Corazon aun andaba muy maltrecho y supongo que de nuevo fui un cobarde.*
— Ni un beso de buenos días…pffff.— rezongó por lo bajo. Se encogió de hombros porque había notado a Höor algo apremiado, como queriendo huir de algo. Bueno… cada cual tenía sus ritmos y no le iba a imponer el suyo.
Fue a buscar a Beth que aún dormitaba en la cama y se acostó a su lado un rato observando su carita. Estaba segura de que jamás habría celebrado una Navidad como esa, según tenía entendido en Grecia era distinto, tendría unos días inolvidables y aunque fuera sólo para regalárselos, lo daba por bueno.
Cuando la niña se despertó bajaron a desayunar y al poco apareció Giuliana, que consiguió que los niños Cannif terminaran su desayuno en paz antes de acometer el arduo trabajo de abrir esas cajas y decorar el gran salón para esa navidad.
Acabado el desayuno, sacaron de las cajas las guirnaldas de acebo y ciprés y los pusieron a recortar lazos rojos que luego enroscarían alrededor. Necesitaban hacer unas muy largas que fueran de parte a parte. Confeccionaron adornos colgantes en forma de bastones de caramelo, estrellas y campanas, y los fueron colocando por todas partes, colgando de las lámparas, de los porta-antorchas y del alféizar de la chimenea. Después bajaron todos a las cocinas y hornearon galletas de jengibre que luego decorarían con frutos secos y frutas confitadas, hicieron entre todos un plum-cake y roscos de anís que regaron con una nieve de azúcar en polvo. El cocinero ya sabía que al día siguiente debía hacer un pavo relleno, salsas de ciruelas y almendras y flan con caramelo. Un menú navideño inglés o estadounidense en toda regla.*
El entrenamiento en el patio de armas no fue diferente al del resto de los dias del año, para nosotros, hombres paganos, la navidad no tenia ningún significado.
Entre bromas y sonidos metálicos, gruñidos y chanzas sobre las gestas de antaño acabamos sucios, sudados, hambrientos y sedientos.
Ulf y yo caminamos hacia el castillo, su mujer estaba ayudando a Dani con eso de los adornos navideños, asi que antes de prepararse para la guardia por las afueras y yo para subir a controlar en las almenas las noticias de la noche decidimos ir a cazar algo de alimento para que nuestras tripas dejaran de rugir.
Nada mas entrar nos dimos cuenta de que todo estaba distinto, adornado de colores vivos, daba cierta calidez a un castillo un tanto frio. Los niños corrian alegres de un lado a otro con unas bolas de colores que iban dejando caer en algunos sitios. Sus rostros estaban manchados de polvo blanco, de chocolate.
Ulf y yo nos miramos el uno al otro encogiéndonos de hombros, fue Orn el que nos dijo que la bruja y la pirata estaban aun en la cocina, asi que alli nos acercamos con una sonrisa.
-Buenos dias, veo que os ha cundido -dije asomándome de improvisto por encima del hombro de Dani para pescar una galleta de esas que tenia sobre una bandeja.
Ulf abrazaba por detrás a su esposa, pero el muy cabron en cuanto la giró para besarla lanzó mano al pastel riéndose divertido contra los labios de su mujer.
-¡joder, esta bueno! *
La pirata le dio un manotazo a Ulf para dejase de meter los dedos en el pastel.
— ¡Eh! Estate quieto!! Hasta mañana no puedes probarlo! anda, lárgate ahí fuera con tu amigo y traednos un abeto grande y bonito para meterlo al lado de la chimenea. Giuliana no está en disposición de talar árboles y yo no pienso estropearme mis bonitas manos de dama con un hacha. Arreando!!
Les dio la orden y cuando se fueron a regañadientes aprovechó y le dio un pellizco en el culo de Höor haciéndole una mueca.
Regresaron un par de horas más tarde a punto para la comida que estaba servida en la mesa con los niños esperando para comer, porque hasta que eso no sucediera no podrían decorar el árbol y lo estaban deseando. Se sentaron todos a comer entre risas y bromas. Los niños estaban felices, sus voces y gritos resonaban por todas partes, hasta Beth se hacía oír. Valeska les había enseñado una canción y la entonaron todos a pleno pulmón pero Orn cambió alguna estrofa para meter alguna palabra que no sonaba muy decente y todos rieron. Mientras degustaban el postre las miradas y las sonrisas volaban por encima de los platos y copas.
— Es la hora del árbol!!.— Danielle indicó a Ulf y Höor que plantasen el abeto firmemente en un macetero para que no volcara y después abrieron las enormes cajas de adornos y los pequeños los fueron colocando. Aupó a Sirius a sus hombros para que pudiera colocar la estrella de la punta y a Beth le dio un bastón de caramelo que empezó a roer como un ratón. Así es como siempre deberían ser las navidades, entrañables, familiares, llenas de ilusión y candor, como la propia risa de un niño. Cuando todos los adornos estuvieron acabados estaba empezando a anochecer y entonces la bruja hizo que todos se colocasen frente al árbol muy atentos y se concentró levantando las manos. De pronto unas pequeñas esferitas de cristal de iluminaron con fuego mágico, un truco de brujo para hacer fuego que no quemaba, iluminando el enorme abeto. Los niños exclamaron alucinados y Dani esbozó la sonrisa más grande que había esbozando en todo su tiempo allí. Achuchó a Beth contra su costado que tenía los ojos como platos. Había sido mucho mejor de lo que esperaba.*
Si pedían un abeto grande, eso era exactamente lo que tendrían, salimos de alli riéndonos, rechupeteandonos los dedos por el polvo blanco del pastel y las galletas. Al final nos habiamos ido como entrado, con hambre.
Hacha en mano empezamos a darle golpe a un buen abeto, no era el mas grande, pero es que ademas de frondoso tenia que caber en el salon sin hacer un agujero en el techo, asi que tras una hora dando golpes a diestro y siniestro, gritamos "árbol va" y con un ultimo golpe este se vino abajo.
Lo enganchamos remolcándolo con un caballo percherón de tiro hasta palacio y entre Ulf y yo lo metimos en el salon llenando los ojos de los crios de ilusión.
Lo dejamos caer en el suelo, la mesa estaba servida y nosotros hambrientos, asi que corrimos a coger sitio empujándonos uno al otro bajo la mirada de las dos mujeres que se reian alegando que en ocasiones eramos peor que los niños.
-Nos matáis de hambre, nos mandáis a talar un árbol y ahora...ummmm... -ya no hablé mas, empecé a comer con desesperación controlando mi flanco derecho donde Ulf estaba sentado riéndose mientras hacia lo mismo llenándose los carrillos.
Por debajo de la mesa acaricié la pierna de Dani en un gesto un tanto furtivo. Los niños parecían francamente felices, cantaban reian, Orn hacia de las suyas, vamos lo de siempre pero con una atmósfera un tanto diferente. Hoy en el castillo por primera vez en mucho tiempo respirar el ambiente del hogar.
Tomamos los postres, estaba muy buenos, los crios se mancharon enteros, pero la verdad no es que importara demasiado, ellos solo querían que Ulf y yo montaramos el árbol, asi que tras hacernos de rogar y acabarnos las jarras complacimos a nuestras mujeres con su mandato.
Lo pusimos en pie dentro de una buena maceta con piedras para que no volcara y los paquetes debajo.
Entre todos lo adornaron con guirnaldas y unos pequeños hilos cristalinos. Sirius en brazos de la pirata fue el encargado de colocar la estrella en lo alto bajo mi atenta mirada, y asi con Valeska entre mis brazos y sentado al lado de Dani y de Sirius ví como unas pequeñas luces se iluminaban haciendo que los niños gritaran de la ilusión.
-Gracias -susurré en el oido de Dani inclinándome ligeramente antes de recuperar mi posición.
Los niños necesitaban algo asi, ellos también lo pasaban mal con los problemas de los adultos y supongo que esta noche estaba siendo distinta, especial para todos ellos.*
Esa noche los niños querían dormir en el salón al pie del árbol con las luces, así que les montaron un campamento improvisado con colchones y pieles y se quedaron todos juntos allí abajo. Giuliana estaba muy cansada y se quedó dormida en el sofá, con lo que Ulf se acostó junto a ella tapándola con una manta. Habían pasado de tener el salón más ruidoso de todo Akershus al más silencioso, pero era una estampa preciosa, todos dormidos apaciblemente junto al fuego, incluso los Tollak, no pudo evitar sonreir al verlos. Se sirvió el último brandy que degustó despacio sentada al lado de Höor y desplazó la mano hacia su rodilla donde la dejó descansar.
— Todos necesitábamos algo así. Gracias por dejar que lo celebre.*
Tomé el vaso dandole un sorbo, observando en silencio como todos se habian dormido, no pude evitar sonreír antes de alzar mis pardos hasta sus intensos océanos.
-Esta mañana -dije dejando escapar el aire despacio -no he sabido que decirte, asi que he hecho lo de siempre, salir corriendo, creo que es mas fácil. No me arrepiento de lo que pasó a noche y entiendo que nos tomemos nuestros tiempos, veamos donde nos lleva esto. Yo soy padre, tu eres madre y las cosas han de ir..despacio.
Con nuestros actos arrastramos a todos ellos -dije señalando con la cabeza a los niños que dormían plácidamente a nuestro alrededor.
Apoyé mi cabeza en su hombro hundiendo mi nariz en su cuello y dejando un reguero de besos por este.
-No se que se celebra en Navidad, pero hoy el salon huele a hogar.*
Se estremeció al paso de los besos por su cuello, esa sensación era tremendamente agradable, y el hecho de que el ambiente no se hubiera enrarecido entre ellos, facilitaba mucho las cosas. Lo sujetó un instante de la barbilla mirándolo a los ojos.
— Seré muchas cosas Höor, pero no una ñoña. Para mi los actos pesan más que las palabras, y desde luego tampoco me arrepiento de lo sucedido. Navegar con calma, disfrutar del viento, es lo mejor que podemos hacer. No hay necesidad de forzar las cosas. Tú tienes muchos asuntos que solucionar y tu vida atraviesa una brecha complicada. Yo acabo de descubrir lo que es echar raíces en tierra y hacerme cargo de una personita que me necesita.— se encogió de hombros y soltó su barbilla acercándose con media sonrisa a sus labios.— así que si quieres podemos disfrutar del viento…arriba.— enarcó las cejas y reprimió una sonrisa pícara.— al menos antes de que me des dos barcos, te dé por largarte al fin del mundo a pelear con Randulf y me toque hacerme cargo también de tu condado. Esto lo considero una vacaciones bien merecidas.
Empezó a nevar con intensidad y el frío se colaba por debajo de las puertas, pero las chimeneas del castillo rugían con los maderos que se quemaban en ellas. Bajo las mantas se desató otra feroz batalla contra ese frío entre dos cuerpos que al rozarse desprendían chispas como las fraguas del mismo infierno. ¿Por qué les entraba la prisa cuando se rozaban? Era un efecto inmediato, ardían como brasas y ansiaban consumirse, pero esta vez pudieron detenerlo un par de veces para invocar a la calma y poder disfrutar un rato más antes de caer exhaustos sobre el colchón.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
De nuevo el amanecer los encontró enredados en aquella noche fría. Abrió los ojos un poco antes del alba y se levantó sentándose al lado de la ventana enrollada con una de las mantas. Le gustaba ver caer la nieve como un manto blanco sobre los árboles y tejados; esa estampa silenciosa al calor de una lumbre era sumamente hogareña. Calentó agua en el caldero metálico y llenó la tina, un baño le vendría bien tras la noche tan movida, y así podría bajar más presentable al desayuno. Tendría que pensar el dejar un par de mudas en ese castillo por si la moscas, ya que pasaban la mitad del tiempo allí.*
Nevaba fuera cuando abrí los ojos lentamente sobre en un lecho vacio. Mi mano pasó Sobre las sabanas por donde sentía la ausencia de la pirata. A lo bueno te acostumbras pronto, pero era consciente de que esta "incipiente relación" iba a tener muchas ausencias por parte de uno de la otra.
Ella no era de esas mujeres que se quedan esperando en casa, mas bien acostumbrada a liderar pronto se embarcaría en ese nuevo proyecto que la alejaría de las costas de Akershus y de mi mas de lo que me gustaría. Seria un farsante si no asegurara que yo también tenia muchas gestas que librar, asi que esto nos situaba en una relación de igual a igual.
Supongo que esto no iba a ser fácil, ir con calma y dejarnos llevar como ella habia dicho era lo correcto, en su caso acababa de echar ancla e iba con pies de plomo, en el mio...el mio estaba lleno de contrasentidos.
Escuché en el baño a la pirata, al menos no cantaba pensé con una ladeada sonrisa mientras me ponia en pie rascándome la nuca y bostezando para ir con ella al baño.
-¿Hay un hueco para mi ahí dentro? -pregunté ladeando la sonrisa.
No terminé la pregunta y ya me estaba acomodando tras ella deslizando mis manos por su cuerpo.
-¿que nos espera hoy? -pregunté divertido.
Dani se habia empeñado en celebrar la navidad, los crios andaban locos con la idea y la verdad es que la noche pasada lo habíamos pasado bien.
Deslicé mi dedo por su brazo despacio, erizando su piel con la yema de mi dedo mientras mis ojos seguían ese sendero.
-Lund me pidió ayer en el entrenamiento ir con Khayla a una misión. Creo que nos vendrá bien a todos que las cosas se enfríen un poco*
— Si necesita poner distancia… no seré yo quien se la niegue. Pero pensaba que encajaba las cosas, que era un hombre más sereno. Veo que me equivoqué.— Suspiró frunciendo los labios.— Nunca le prometí nada, pensé que estaba cómodo con una relación sin etiquetas y sin mirar a largo plazo. Pero supongo que él empezó a sentir cosas.
-¿como lo que pretendes tener conmigo? ¿una relación sin etiquetas? -eso era exactamente lo que antes habia escuchado.
Danielle hizo una mueca y puso los ojos en blanco expulsando el aire sonoramente, aún era muy temprano para discutir.
— ¿Acaso he dicho algo así? Sólo te dije que nos lo tomásemos con calma. Contigo siento cosas que me cuesta asimilar, así que no me presiones a ponerle nombre, fechas o algo así. ¿Es tan díficil?
Enarqué una ceja al escuchar el "no me presiones" ¿acaso le estaba pidiendo, nombres, fechas o algo asi? solo me habia chocado que la palabra usada con Lund "etiquetas" fuera la misma.
-Quizas yo contemplo las relaciones de otro modo, básicamente las puedo reducir a dos. Las mujeres con las que me acuesto, pero..no duermo, es decir después de un polvo cada uno a lo suyo. Si somos colegas al día siguiente seremos lo mismo y si no lo somos, pues al día siguiente no volveré a verla necesariamente. Y las mujeres por las que siento algo y sin saber a donde mierda eso nos va a llevar intento llegar a algo.
Se cruzó de brazos dentro de la tina entornando los ojos.— Ajá. “Las mujeres por las que sientes algo”. Y dime… ¿Hay muchas? Es por saber en qué lugar de la lista estoy.— Oh, sí. Eso eran celos, un pequeño atisbo de ellos que la hacían respirar más agitadamente y abrir las aletas de la nariz inconscientemente.
Me eché a reir, no podía creer que me estuviera preguntando eso.
-Claro, hay una fila en la puerta, tengo la del lunes, la del martes, tu eres la del miércoles y asi sucesivamente.
Duermo solo desde hace bastante tiempo, supongo eso responde tu pregunta ¿no?
— Eres un imbécil Höor Cannif.— le echó agua en la cara mientras se agenciaba una esponja y se frotaba el brazo.— No tiene nada que ver sentir con follar, a veces va junto, claro, pero no me refiero a quien calienta tu cama, sino a las mujeres que ocupan tu mente. Sé cual es tu situación, no es tan fácil apagar el fuego que ha ardido tan fuerte, siempre quedan brasas.
- y tu eres preciosa Danielle Morgan -bromeé mordiendo su cuello esquivando asi el agua que me lanzaba.
Me acomodé en la tina ante sus siguientes palabras, un tema peliagudo ciertamente.
-Estuve muy enamorado de mi mujer, pero supongo que no era hombre para ella, ni viceversa. Ella odia el norte, yo soy norte y no puedo evitar que cada vez que ha abandonado estas tierras haya sentido que me ha dejado atrás. No se, hay cosas que simplemente no funcionan por mucho que te empeñes y como decia mi maestro, agua que no vas a beber, déjala correr. Quiero que sea feliz, es la madre de mis hijos, pero no estoy enamorado ya de ella.
Se frotó el otro brazo y después sacó una de sus piernas del agua para hacer lo mismo, parecía concentrarse en esa tarea pero estaba procesando la información. Todo el mundo tenía derecho a cambiar, a dejar de amar o a evolucionar ese tipo de amor. Esa era la teoría, claro, porque a ella el amor y la tontería por Morgan se le pasó rápido en cuanto conoció mejor al hombre tras ese apellido. Pero Höor ¿conseguiría conocerlo lo suficientemente pronto para no escorar de nuevo y hundirse con toda la flota?— Así que el miércoles es mi día. Si al menos hubiera sido el jueves estaría en el medio. Pffff. Cambiame el día, no me gusta.— bromeó para zanjar el tema así. Tenía un regusto amargo sin saber por qué, tras una noche espléndida. Pero así es como podría ser, ambos personas complejas y ambos dos furiosos titanes en pleno movimiento.
Sabia que me movía en arenas movedizas, el mas ligero paso en falso podía hacer que me engulleran y si algo tenia claro es que no habia liana a la que aferrarme. Esto era un salto de fe, si red que amortiguara la caida.
Yo estaba en una situación complicada, mas aun asi se me antojaba que estaba mas predispuesto a dejarme llevar, a saltar a ciegas aunque la hostia fuera épica.
Pero a ella la notaba..con mas miedo, quizas porque su salto de fe tenia que ser mas grande, no solo era yo, era Akershus y mis hijos...
Tomé la esponja deslizándola por su abdomen en silencio, concentrado en lo que hacia porque francamente no sabia que decir en ese instante.
-los jueves están bien -apunté ladeando la sonrisa.
Quizas habia muchas otras cosas que guardé en el tintero y no dije, pero era demasiado pronto para descubrirlas.
Y todavía no habían llegado los rumores, las peticiones de matrimonio para el conde, porque nadie en su sano juicio dejaría escapar un título nobiliario. Su propio padre la hubiera negociado a ella como si se tratara de vender ganado aunque ese conde fuera un bárbaro o un vejestorio, porque dinero ya tenían, pero títulos no. Y seguramente ella tuviera que asistir a eso desde la segunda fila, al menos por un tiempo, porque estar con alguien que tenía su propia heráldica comportaba una serie de cuestiones que en ese momento se le cayeron encima. Tragó saliva y pensó en otra cosa.
— Hoy les dije que podrían hacer una pelea de bolas de nieve, luego tienen que decorar las galletas que horneamos ayer y esta noche la cena de navidad. Si te parece bien, claro.
Asentí llevando ahora la esponja a mi cuello para escurrir por el el agua asintiendo.
-Los niños lo están pasando bien, les gustas y a mi también -aseguré -Beth se ve integrada, es una cria espabilada y me gustaría que se uniera cuando lo creas conveniente a los entrenamientos como lo hace Fio. Se que tu intención es que aprenda tu oficio, pero no le vendrá mal manejar el sable un poco mejor que tu -bromeé divertido.
Eso me llevaba a la siguiente parte por la que pensaba pasar muy de puntillas.
-Tengo que ir a la Atalaya donde esta Atharal, custodia a una de las condesas, tenemos un pequeño problema y tengo que ocuparme.
No habia explicado prácticamente nada, porque el secreto era fundamental que siguiera siéndolo.
Los norteños eramos paganos, creyentes en los dioses nórdicos, pero también en el caos, en el mal y lo que habitaba dentro de esa mujer era oscuro como la noche que se cernía sobre nosotros. Teniamos que dar el modo de volver a sellar esa oscuridad antes de que fuera demasiado tarde.
Como un perro sabueso ya se olía las medias verdades de Cannif, si no le daba más detalles es porque quería ocultarle algo. Técnicamente no le estaba mintiendo pero tampoco se lo contaba todo. Así eran las reglas del juego. Pero bueno, ella no se podía decir que no las supiera jugar, la ambigüedad era su terreno.
— Pues ve y soluciónalo. Si puedes, regresa para la cena, porque sé que a los niños les hará ilusión.— Y a ella también, pero era pronto para dejar al descubierto algunas cosas.— Yo también tengo que encargarme de algún problemilla, pero los dejaré para mañana.— Llamar a Gunnarson “problemilla” era un eufemismo bastante grande.*
Alcé sendas cejas con incredibilidad cuando dijo que tenia que ocuparse de algún "problemilla" el caso es que era muy consciente que llamándolo asi, de "problemilla" tenia mis cojones.
Me sentó mal y me levanté de la tina alargando la mano para coger una toalla que me enrosque a la cintura.
-Bueno, pues tendré que ponerme en marcha si quiero volver para la cena, no sea que "los niños" me echen de menos -amplié la sonrisa antes de darme la vuelta y desaparecer bajo el umbral rumbo al armario donde me calcé ropa limpia.
Mi intención no era ocultarle nada, es que los rumores corrian y no podía olvidar que viviamos en un mundo donde los dioses eran parte importante de nuestro día a día ¿cuanto tardarían los campesinos en pedirme la cabeza de la condesa? cada mala cosecha seria su culpa, no quería que Akershus se alzara en pie de guerra unos contra otros, no quería cazas de brujas.*
Ese era el juego, ambos sabían qué carta tenía el otro, o la intuían, pero jugaban de farol a encubrir y no a apostar fuerte. Lo cierto es que en dos días las cosas habían dado un giro muy abrupto, pero ellos no podían cambiar de la noche a la mañana. Terminó de bañarse y quitarse el jabón para luego secarse y volver a la misma ropa.
— esto ya huele a rata de bodega de barco, tengo que cambiarme de ropa.— comentó como si aquello fuera lo más normal para después de una noche juntos, un baño algo accidentado por las palabras que no querían decir y un amanecer que podría haber sido distinto, pero que ya hacía atisbar que no iba a ser sencillo.
-Puedes coger algo de mi armario, pero te vendrá grande -aseguré acabado de recolocar la armadura y cerrando las correas para afianzarla bien a mi cuerpo.
Me habia acostumbrado a vestirme solo, asi que ya era una practica habitual en mi.
-Volveré para la cena, te doy mi palabra.
Asi salí por la puerta de mi camara con cierto sabor agridulce, un beso en los labios que me sobraba pero que no le di, quizas porque no quería "presionarla" a que se viera envuelta en una relación demasiado seria, mejor "sin etiquetas”.
Frunció el ceño cuando lo vio salir, porque su intención era ayudarle a colocarse las correas y lo cierto es que un beso le habría alegrado la mañana, pero tras esas conversaciones dejaban al descubierto pedazos del alma que estaban en carne viva y ambos interponían defensas para el dolor.
Hicieron una pelea de bolas de nieve tras el desayuno y el remate de las galletas, y los Cannif acabaron a tortazos, para variar, pero fue muy divertido. Las doncellas se los llevaron para bañarlos y cambiarlos de ropa. La pirata y su pequeña regresaron a la Reina Ana, tenían que cambiarse de ropa y faltaban algunos paquetes por dejar bajo el árbol. Con ellos bajo el brazo regresaron a la fortaleza cuando el sol comenzaba a ponerse, que en esas latitudes y fechas, era muy temprano.
¿Habría llegado Höor? Estaría entero? Habría salido a por algun esbirro de Randulf que Andase haciendo la puñeta a falta de nada mejor que hacer? Esas preguntas serían siempre una constante en su vida? pffff.. se iba a volver paranoica. Esta vez el salón estaba ya animado, estaban los Tollak con la pareja que cuidaba de su casa, algunos invitados ilustres como Erlend y su esposa y en general la plana mayor de Akershus sin Lund y Khayla.*
La fiesta hacia ya al parecer una hora que habia empezado, llegué al salon embarrado, cansado y con mas heridas de las que me gustaría. El duelo contra la quimera habia sido épico y bueno...supongo que para haberme enfrentado a algo asi era suficiente con volver entero.
Cuando vi a Erlend me acerqué a él dandole una palmada en la espalda, este ensanchó la sonrisa y conversamos un rato de todo y de nada.
Él me presentaba a sus crios y yo a los mios contando chanzas sobre sus hazañas.
Me dijo que teniamos que hablar, pero que mejor dadas las fechas que eran, que lo haríamos otro día.
Su esposa parecía realmente feliz por poder celebrar la navidad con mucha gente, era agradable, la conocía de cuando estuve en Paris.
Ulf saltó a mi espalda cuando me retiré un poco del vampiro y me revolvió el pelo alegando que me habia perdido el brindis inicial.
Me subí arriba para cambiarme de ropa, me limpié por encima en la palangana y volví con los invitados con la mejor de las sonrisas.
Los crios me contaban todo lo que habian hecho mientras yo buscaba a Dani con la mirada, no me costó encontrarla hablando con Giuliana.
-¡Aquí estoy! -le dije colocándome a su lado y guiñándole un ojo mientras Ulf me traia una jarra -¿me he perdido mucho?*
— Nada que sea realmente importante. Están ansiosos por abrir los regalos, normalmente se hace cuando dan las doce, pero creo que será mejor que los abran y así seguramente nos dejen cenar.— Los niños le tomaron la palabra, pero Dani los puso en fila y colocó las manos tras la espalda como si estuviera pasando revista a sus tropas.— Veamos…la Navidad tiene una normas, pero dado que aquí no es la fiesta principal, deberíamos consultarle a la mayor autoridad de Akeshus. Conde Cannif ¿pueden abrir los regalos haciendo por esta vez la excepción?.— la decisión recaía sobre Höor, como dueño y señor del feudo.
Pronto tuve una manada de niños encima saltando a mi alrededor, mas peligrosos que la quimera me hicieron reir. Ellos me atacaban mientras yo fingía pensarlo, hasta que imitando a una bestia me los iba quitando de encima haciendo reir sobre todo a Fio que le encantaba ese tipo de juegos.
-Abrir los regalos -dije bajándola de mi hombro pues la habia colocado sobre este como un saco.
Todos regresaron a Dani en tropa para exigir sus recompensas.*
Los regalos estaban bajo el árbol todos escritos con sus respectivos nombres. Había para todos, incluso para Ulf, Giuliana y sus serviciales Hilda y Arne. Beth corrió hacia Sirius a señalarle un gran paquete que estaba casi detrás del árbol. En su interior había todo un juego de artilugios de astronomía, ya que tanto le había gustado el telescopio, junto con algunos libros sobre estrellas y magia. La pequeña pirata tenía en su paquete una casaca hecha a medida, también con galones, un cinto para las armas y un pequeño cuchillo con una B grabada en el mango. Orn y Fio desempaquetaron sendas armaduras de cuero tachonado y malla, cómodo, para entrenar, pero con la heráldica de Akershus repujada. Valeska tenía un juego completo de tocador hecho en plata labrada.
Danielle levantó la voz para llamar a la bruja.— Giuliana, tienes un paquete…— se notaba a la legua que era una sartén, porque su mango sobresalía del papel de regalo. Ulf hizo una mueca poniendo los ojos en blanco y los demás estallaron en carcajadas. Dentro de la sartén había un tarro metálico etiquetado como “semillas de mandrágora”. La había oído lamentar que esa planta no crecía en Noruega y la necesitaba para muchas cosas, así que le consiguió el preciado ingrediente. El paquete del lobo contenía una moneda vieja y roida que tenía el símbolo de un lobo. Era la que llevaba el general romano Adriano, el conquistador de Britania, engarzada en el pomo de su espada. Se le atribuían propiedades mágicas de buena suerte.
El paquete de Höor era pequeño, dentro estaba la brújula que Sirius rompió e imbuyó con su magia y una pequeña nota que decía “Para que siempre, siempre puedas encontrar tu querido Norte.” *
Los niños abrían los paquetes llenos de ilusión, mostrándose unos a otros sus hallazgos. La voz de Ulf retumbaba por encima de la del resto maldiciendo a Dani por la sarten mientras las dos mujeres se reian cómplices por el enfado del lobo.
Cogí el pequeño paquete fijando mi mirada en esa brújula que señalaría mas que el norte a Dani y ladeé la sonrisa sacándola de la caja para guardármela en la cara interna del chaleco.
A Ulf ya parecía habérsele pasado el enfado y ahora besaba a su mujer con ganas entregándole algo que perteneció a sus antepasados, no es que fuera un gran regalo o al menso uno que una mujer como la bruja pudiera comprender, pero francamente esa mujer se lo pasaba todo a mi amigo y yo me alegraba de que los dioses la hubieran puesto en su camino.
Era una daga pequeña, no se necesitaba mucha fuerza para esgrimirla, habia pasado por las distintas generaciones de mujeres Tollak y sin duda habia sido manchada de carmesí en muchas situaciones de peligro.
Me acerqué a la pirata una vez mis hijos me hubieron enseñado todos sus regalos, sobre todo Sirius que estaba muy contento con esos libros que hablaban de las constelaciones y ya tenia ganas de ir a su camara para desde el telescopio poder observarlas.
-No te he comprado nada -le dije a la pirata con sinceridad, -he pasado el día fuera, he tenido que volver al condado donde hace poco salvamos a las dos condesas y a su pueblo. Habia algo escondido por el padre de estas que nos era necesario. Quería sinceramente pasar por la ciudad y comprarte ..algo, pero no he tenido tiempo, lo siento.
Tiré del martillo que pendía sobre una cinta de cuero negro en mi cuello. No es el que llevaba desde niño, ese lo lleva Sirius, me lo compré después , supongo echaba de menos el colgante que estaba acostumbrado a llevar.
Es tuyo, no te guiará a ningún sitio, pero espero te recuerde a Akershus y..a mi.*
Ella había asistido a ese momento cuando padre e hijo se conectaron a través del Mjölnir que perteneció a sus ancestros y le pareció un gesto muy tierno. Se sacó del cuello la cadena de la que pendía engarzado el Real de a Ocho que la identificaba como capitán pirata y pasó la argolla del martillo de Thor para colgarlo en ella, junto a lo que la definía como su otra mitad. Observó el martillo entre sus dedos y lo guardó de nuevo dentro de su camisa, cerca del corazón. Alargó la mano y besó su mejilla pero bufó cuando Ulf se vengó de ella gritándole a Dani que se dejara de gilipolleces y le comiera los morros al conde.
— El año que viene pienso regalarle a tu mujer una batería de cocina entera hecha de titanio fundido!!! Para que se te muevan hasta los dientes cuando te dé con ella.
Todos rieron con la chanza pero a la vez muchos pares de ojos se posaron en ellos, incluidos los de los niños que miraban a uno y a otro con el interrogante en la mirada. Mierda. Y eso que quería ser discreta. Los miró a todos con el terror reflejado en el rostro y dudando, pero Ulf la provocó de nuevo.
— Ah! A la mierda. Eres peor que un crío, aunque sea solo por hacerte callar…— agarró a Höor de la nuca y le dio un beso, que aplaudieron y vitorearon consiguiendo que la legendaria pirata Morgan enrojeciese.*
Me relamí los labios tras aquel beso con una ladeada sonrisa, Dani temblaba entre mis brazos, la conocía, no era lo que quería, ni lo que habiamos acordado.
Elevé la mirada señalando el muérdago que habia sobre nuestras cabezas.
- No podías librarte -le dije mirando sus ojos -bajo el muérdago siempre hay que besar ¿es tradición verdad? -pregunté salvando su culo y relajando asi el ambiente.
Al menos existiría la duda razonable de si todo habia sido eso, un juego fruto de unas copas de mas, que era mas de lo que ahora mismo tenia la pirata.
De un salto atrapé el muérdago, y con una sonrisa traviesa corrí con el hacia la mujer de Ulf mientras este trataba de placarme por el camino, esquivé raudo escuchando sus gruñidos y justo al llegar ante la bruja puse la rama encima y le di un beso que fue nada, un roce, pero que hizo que Ulf cazara la sarten de la mano de su esposa para correr tras de mi mientras los niños se reian y corrian detrás para ayudarme a escapar.
-No te prestaré mas mi sofá -repetía yo muerto de la risa mientras el otro detrás se descojonaba incapaz de darme alcance.
Nevaba fuera cuando abrí los ojos lentamente sobre en un lecho vacio. Mi mano pasó Sobre las sabanas por donde sentía la ausencia de la pirata. A lo bueno te acostumbras pronto, pero era consciente de que esta "incipiente relación" iba a tener muchas ausencias por parte de uno de la otra.
Ella no era de esas mujeres que se quedan esperando en casa, mas bien acostumbrada a liderar pronto se embarcaría en ese nuevo proyecto que la alejaría de las costas de Akershus y de mi mas de lo que me gustaría. Seria un farsante si no asegurara que yo también tenia muchas gestas que librar, asi que esto nos situaba en una relación de igual a igual.
Supongo que esto no iba a ser fácil, ir con calma y dejarnos llevar como ella habia dicho era lo correcto, en su caso acababa de echar ancla e iba con pies de plomo, en el mio...el mio estaba lleno de contrasentidos.
Escuché en el baño a la pirata, al menos no cantaba pensé con una ladeada sonrisa mientras me ponia en pie rascándome la nuca y bostezando para ir con ella al baño.
-¿Hay un hueco para mi ahí dentro? -pregunté ladeando la sonrisa.
No terminé la pregunta y ya me estaba acomodando tras ella deslizando mis manos por su cuerpo.
-¿que nos espera hoy? -pregunté divertido.
Dani se habia empeñado en celebrar la navidad, los crios andaban locos con la idea y la verdad es que la noche pasada lo habíamos pasado bien.
Deslicé mi dedo por su brazo despacio, erizando su piel con la yema de mi dedo mientras mis ojos seguían ese sendero.
-Lund me pidió ayer en el entrenamiento ir con Khayla a una misión. Creo que nos vendrá bien a todos que las cosas se enfríen un poco*
— Si necesita poner distancia… no seré yo quien se la niegue. Pero pensaba que encajaba las cosas, que era un hombre más sereno. Veo que me equivoqué.— Suspiró frunciendo los labios.— Nunca le prometí nada, pensé que estaba cómodo con una relación sin etiquetas y sin mirar a largo plazo. Pero supongo que él empezó a sentir cosas.
-¿como lo que pretendes tener conmigo? ¿una relación sin etiquetas? -eso era exactamente lo que antes habia escuchado.
Danielle hizo una mueca y puso los ojos en blanco expulsando el aire sonoramente, aún era muy temprano para discutir.
— ¿Acaso he dicho algo así? Sólo te dije que nos lo tomásemos con calma. Contigo siento cosas que me cuesta asimilar, así que no me presiones a ponerle nombre, fechas o algo así. ¿Es tan díficil?
Enarqué una ceja al escuchar el "no me presiones" ¿acaso le estaba pidiendo, nombres, fechas o algo asi? solo me habia chocado que la palabra usada con Lund "etiquetas" fuera la misma.
-Quizas yo contemplo las relaciones de otro modo, básicamente las puedo reducir a dos. Las mujeres con las que me acuesto, pero..no duermo, es decir después de un polvo cada uno a lo suyo. Si somos colegas al día siguiente seremos lo mismo y si no lo somos, pues al día siguiente no volveré a verla necesariamente. Y las mujeres por las que siento algo y sin saber a donde mierda eso nos va a llevar intento llegar a algo.
Se cruzó de brazos dentro de la tina entornando los ojos.— Ajá. “Las mujeres por las que sientes algo”. Y dime… ¿Hay muchas? Es por saber en qué lugar de la lista estoy.— Oh, sí. Eso eran celos, un pequeño atisbo de ellos que la hacían respirar más agitadamente y abrir las aletas de la nariz inconscientemente.
Me eché a reir, no podía creer que me estuviera preguntando eso.
-Claro, hay una fila en la puerta, tengo la del lunes, la del martes, tu eres la del miércoles y asi sucesivamente.
Duermo solo desde hace bastante tiempo, supongo eso responde tu pregunta ¿no?
— Eres un imbécil Höor Cannif.— le echó agua en la cara mientras se agenciaba una esponja y se frotaba el brazo.— No tiene nada que ver sentir con follar, a veces va junto, claro, pero no me refiero a quien calienta tu cama, sino a las mujeres que ocupan tu mente. Sé cual es tu situación, no es tan fácil apagar el fuego que ha ardido tan fuerte, siempre quedan brasas.
- y tu eres preciosa Danielle Morgan -bromeé mordiendo su cuello esquivando asi el agua que me lanzaba.
Me acomodé en la tina ante sus siguientes palabras, un tema peliagudo ciertamente.
-Estuve muy enamorado de mi mujer, pero supongo que no era hombre para ella, ni viceversa. Ella odia el norte, yo soy norte y no puedo evitar que cada vez que ha abandonado estas tierras haya sentido que me ha dejado atrás. No se, hay cosas que simplemente no funcionan por mucho que te empeñes y como decia mi maestro, agua que no vas a beber, déjala correr. Quiero que sea feliz, es la madre de mis hijos, pero no estoy enamorado ya de ella.
Se frotó el otro brazo y después sacó una de sus piernas del agua para hacer lo mismo, parecía concentrarse en esa tarea pero estaba procesando la información. Todo el mundo tenía derecho a cambiar, a dejar de amar o a evolucionar ese tipo de amor. Esa era la teoría, claro, porque a ella el amor y la tontería por Morgan se le pasó rápido en cuanto conoció mejor al hombre tras ese apellido. Pero Höor ¿conseguiría conocerlo lo suficientemente pronto para no escorar de nuevo y hundirse con toda la flota?— Así que el miércoles es mi día. Si al menos hubiera sido el jueves estaría en el medio. Pffff. Cambiame el día, no me gusta.— bromeó para zanjar el tema así. Tenía un regusto amargo sin saber por qué, tras una noche espléndida. Pero así es como podría ser, ambos personas complejas y ambos dos furiosos titanes en pleno movimiento.
Sabia que me movía en arenas movedizas, el mas ligero paso en falso podía hacer que me engulleran y si algo tenia claro es que no habia liana a la que aferrarme. Esto era un salto de fe, si red que amortiguara la caida.
Yo estaba en una situación complicada, mas aun asi se me antojaba que estaba mas predispuesto a dejarme llevar, a saltar a ciegas aunque la hostia fuera épica.
Pero a ella la notaba..con mas miedo, quizas porque su salto de fe tenia que ser mas grande, no solo era yo, era Akershus y mis hijos...
Tomé la esponja deslizándola por su abdomen en silencio, concentrado en lo que hacia porque francamente no sabia que decir en ese instante.
-los jueves están bien -apunté ladeando la sonrisa.
Quizas habia muchas otras cosas que guardé en el tintero y no dije, pero era demasiado pronto para descubrirlas.
Y todavía no habían llegado los rumores, las peticiones de matrimonio para el conde, porque nadie en su sano juicio dejaría escapar un título nobiliario. Su propio padre la hubiera negociado a ella como si se tratara de vender ganado aunque ese conde fuera un bárbaro o un vejestorio, porque dinero ya tenían, pero títulos no. Y seguramente ella tuviera que asistir a eso desde la segunda fila, al menos por un tiempo, porque estar con alguien que tenía su propia heráldica comportaba una serie de cuestiones que en ese momento se le cayeron encima. Tragó saliva y pensó en otra cosa.
— Hoy les dije que podrían hacer una pelea de bolas de nieve, luego tienen que decorar las galletas que horneamos ayer y esta noche la cena de navidad. Si te parece bien, claro.
Asentí llevando ahora la esponja a mi cuello para escurrir por el el agua asintiendo.
-Los niños lo están pasando bien, les gustas y a mi también -aseguré -Beth se ve integrada, es una cria espabilada y me gustaría que se uniera cuando lo creas conveniente a los entrenamientos como lo hace Fio. Se que tu intención es que aprenda tu oficio, pero no le vendrá mal manejar el sable un poco mejor que tu -bromeé divertido.
Eso me llevaba a la siguiente parte por la que pensaba pasar muy de puntillas.
-Tengo que ir a la Atalaya donde esta Atharal, custodia a una de las condesas, tenemos un pequeño problema y tengo que ocuparme.
No habia explicado prácticamente nada, porque el secreto era fundamental que siguiera siéndolo.
Los norteños eramos paganos, creyentes en los dioses nórdicos, pero también en el caos, en el mal y lo que habitaba dentro de esa mujer era oscuro como la noche que se cernía sobre nosotros. Teniamos que dar el modo de volver a sellar esa oscuridad antes de que fuera demasiado tarde.
Como un perro sabueso ya se olía las medias verdades de Cannif, si no le daba más detalles es porque quería ocultarle algo. Técnicamente no le estaba mintiendo pero tampoco se lo contaba todo. Así eran las reglas del juego. Pero bueno, ella no se podía decir que no las supiera jugar, la ambigüedad era su terreno.
— Pues ve y soluciónalo. Si puedes, regresa para la cena, porque sé que a los niños les hará ilusión.— Y a ella también, pero era pronto para dejar al descubierto algunas cosas.— Yo también tengo que encargarme de algún problemilla, pero los dejaré para mañana.— Llamar a Gunnarson “problemilla” era un eufemismo bastante grande.*
Alcé sendas cejas con incredibilidad cuando dijo que tenia que ocuparse de algún "problemilla" el caso es que era muy consciente que llamándolo asi, de "problemilla" tenia mis cojones.
Me sentó mal y me levanté de la tina alargando la mano para coger una toalla que me enrosque a la cintura.
-Bueno, pues tendré que ponerme en marcha si quiero volver para la cena, no sea que "los niños" me echen de menos -amplié la sonrisa antes de darme la vuelta y desaparecer bajo el umbral rumbo al armario donde me calcé ropa limpia.
Mi intención no era ocultarle nada, es que los rumores corrian y no podía olvidar que viviamos en un mundo donde los dioses eran parte importante de nuestro día a día ¿cuanto tardarían los campesinos en pedirme la cabeza de la condesa? cada mala cosecha seria su culpa, no quería que Akershus se alzara en pie de guerra unos contra otros, no quería cazas de brujas.*
Ese era el juego, ambos sabían qué carta tenía el otro, o la intuían, pero jugaban de farol a encubrir y no a apostar fuerte. Lo cierto es que en dos días las cosas habían dado un giro muy abrupto, pero ellos no podían cambiar de la noche a la mañana. Terminó de bañarse y quitarse el jabón para luego secarse y volver a la misma ropa.
— esto ya huele a rata de bodega de barco, tengo que cambiarme de ropa.— comentó como si aquello fuera lo más normal para después de una noche juntos, un baño algo accidentado por las palabras que no querían decir y un amanecer que podría haber sido distinto, pero que ya hacía atisbar que no iba a ser sencillo.
-Puedes coger algo de mi armario, pero te vendrá grande -aseguré acabado de recolocar la armadura y cerrando las correas para afianzarla bien a mi cuerpo.
Me habia acostumbrado a vestirme solo, asi que ya era una practica habitual en mi.
-Volveré para la cena, te doy mi palabra.
Asi salí por la puerta de mi camara con cierto sabor agridulce, un beso en los labios que me sobraba pero que no le di, quizas porque no quería "presionarla" a que se viera envuelta en una relación demasiado seria, mejor "sin etiquetas”.
Frunció el ceño cuando lo vio salir, porque su intención era ayudarle a colocarse las correas y lo cierto es que un beso le habría alegrado la mañana, pero tras esas conversaciones dejaban al descubierto pedazos del alma que estaban en carne viva y ambos interponían defensas para el dolor.
Hicieron una pelea de bolas de nieve tras el desayuno y el remate de las galletas, y los Cannif acabaron a tortazos, para variar, pero fue muy divertido. Las doncellas se los llevaron para bañarlos y cambiarlos de ropa. La pirata y su pequeña regresaron a la Reina Ana, tenían que cambiarse de ropa y faltaban algunos paquetes por dejar bajo el árbol. Con ellos bajo el brazo regresaron a la fortaleza cuando el sol comenzaba a ponerse, que en esas latitudes y fechas, era muy temprano.
¿Habría llegado Höor? Estaría entero? Habría salido a por algun esbirro de Randulf que Andase haciendo la puñeta a falta de nada mejor que hacer? Esas preguntas serían siempre una constante en su vida? pffff.. se iba a volver paranoica. Esta vez el salón estaba ya animado, estaban los Tollak con la pareja que cuidaba de su casa, algunos invitados ilustres como Erlend y su esposa y en general la plana mayor de Akershus sin Lund y Khayla.*
La fiesta hacia ya al parecer una hora que habia empezado, llegué al salon embarrado, cansado y con mas heridas de las que me gustaría. El duelo contra la quimera habia sido épico y bueno...supongo que para haberme enfrentado a algo asi era suficiente con volver entero.
Cuando vi a Erlend me acerqué a él dandole una palmada en la espalda, este ensanchó la sonrisa y conversamos un rato de todo y de nada.
Él me presentaba a sus crios y yo a los mios contando chanzas sobre sus hazañas.
Me dijo que teniamos que hablar, pero que mejor dadas las fechas que eran, que lo haríamos otro día.
Su esposa parecía realmente feliz por poder celebrar la navidad con mucha gente, era agradable, la conocía de cuando estuve en Paris.
Ulf saltó a mi espalda cuando me retiré un poco del vampiro y me revolvió el pelo alegando que me habia perdido el brindis inicial.
Me subí arriba para cambiarme de ropa, me limpié por encima en la palangana y volví con los invitados con la mejor de las sonrisas.
Los crios me contaban todo lo que habian hecho mientras yo buscaba a Dani con la mirada, no me costó encontrarla hablando con Giuliana.
-¡Aquí estoy! -le dije colocándome a su lado y guiñándole un ojo mientras Ulf me traia una jarra -¿me he perdido mucho?*
— Nada que sea realmente importante. Están ansiosos por abrir los regalos, normalmente se hace cuando dan las doce, pero creo que será mejor que los abran y así seguramente nos dejen cenar.— Los niños le tomaron la palabra, pero Dani los puso en fila y colocó las manos tras la espalda como si estuviera pasando revista a sus tropas.— Veamos…la Navidad tiene una normas, pero dado que aquí no es la fiesta principal, deberíamos consultarle a la mayor autoridad de Akeshus. Conde Cannif ¿pueden abrir los regalos haciendo por esta vez la excepción?.— la decisión recaía sobre Höor, como dueño y señor del feudo.
Pronto tuve una manada de niños encima saltando a mi alrededor, mas peligrosos que la quimera me hicieron reir. Ellos me atacaban mientras yo fingía pensarlo, hasta que imitando a una bestia me los iba quitando de encima haciendo reir sobre todo a Fio que le encantaba ese tipo de juegos.
-Abrir los regalos -dije bajándola de mi hombro pues la habia colocado sobre este como un saco.
Todos regresaron a Dani en tropa para exigir sus recompensas.*
Los regalos estaban bajo el árbol todos escritos con sus respectivos nombres. Había para todos, incluso para Ulf, Giuliana y sus serviciales Hilda y Arne. Beth corrió hacia Sirius a señalarle un gran paquete que estaba casi detrás del árbol. En su interior había todo un juego de artilugios de astronomía, ya que tanto le había gustado el telescopio, junto con algunos libros sobre estrellas y magia. La pequeña pirata tenía en su paquete una casaca hecha a medida, también con galones, un cinto para las armas y un pequeño cuchillo con una B grabada en el mango. Orn y Fio desempaquetaron sendas armaduras de cuero tachonado y malla, cómodo, para entrenar, pero con la heráldica de Akershus repujada. Valeska tenía un juego completo de tocador hecho en plata labrada.
Danielle levantó la voz para llamar a la bruja.— Giuliana, tienes un paquete…— se notaba a la legua que era una sartén, porque su mango sobresalía del papel de regalo. Ulf hizo una mueca poniendo los ojos en blanco y los demás estallaron en carcajadas. Dentro de la sartén había un tarro metálico etiquetado como “semillas de mandrágora”. La había oído lamentar que esa planta no crecía en Noruega y la necesitaba para muchas cosas, así que le consiguió el preciado ingrediente. El paquete del lobo contenía una moneda vieja y roida que tenía el símbolo de un lobo. Era la que llevaba el general romano Adriano, el conquistador de Britania, engarzada en el pomo de su espada. Se le atribuían propiedades mágicas de buena suerte.
El paquete de Höor era pequeño, dentro estaba la brújula que Sirius rompió e imbuyó con su magia y una pequeña nota que decía “Para que siempre, siempre puedas encontrar tu querido Norte.” *
Los niños abrían los paquetes llenos de ilusión, mostrándose unos a otros sus hallazgos. La voz de Ulf retumbaba por encima de la del resto maldiciendo a Dani por la sarten mientras las dos mujeres se reian cómplices por el enfado del lobo.
Cogí el pequeño paquete fijando mi mirada en esa brújula que señalaría mas que el norte a Dani y ladeé la sonrisa sacándola de la caja para guardármela en la cara interna del chaleco.
A Ulf ya parecía habérsele pasado el enfado y ahora besaba a su mujer con ganas entregándole algo que perteneció a sus antepasados, no es que fuera un gran regalo o al menso uno que una mujer como la bruja pudiera comprender, pero francamente esa mujer se lo pasaba todo a mi amigo y yo me alegraba de que los dioses la hubieran puesto en su camino.
Era una daga pequeña, no se necesitaba mucha fuerza para esgrimirla, habia pasado por las distintas generaciones de mujeres Tollak y sin duda habia sido manchada de carmesí en muchas situaciones de peligro.
Me acerqué a la pirata una vez mis hijos me hubieron enseñado todos sus regalos, sobre todo Sirius que estaba muy contento con esos libros que hablaban de las constelaciones y ya tenia ganas de ir a su camara para desde el telescopio poder observarlas.
-No te he comprado nada -le dije a la pirata con sinceridad, -he pasado el día fuera, he tenido que volver al condado donde hace poco salvamos a las dos condesas y a su pueblo. Habia algo escondido por el padre de estas que nos era necesario. Quería sinceramente pasar por la ciudad y comprarte ..algo, pero no he tenido tiempo, lo siento.
Tiré del martillo que pendía sobre una cinta de cuero negro en mi cuello. No es el que llevaba desde niño, ese lo lleva Sirius, me lo compré después , supongo echaba de menos el colgante que estaba acostumbrado a llevar.
Es tuyo, no te guiará a ningún sitio, pero espero te recuerde a Akershus y..a mi.*
Ella había asistido a ese momento cuando padre e hijo se conectaron a través del Mjölnir que perteneció a sus ancestros y le pareció un gesto muy tierno. Se sacó del cuello la cadena de la que pendía engarzado el Real de a Ocho que la identificaba como capitán pirata y pasó la argolla del martillo de Thor para colgarlo en ella, junto a lo que la definía como su otra mitad. Observó el martillo entre sus dedos y lo guardó de nuevo dentro de su camisa, cerca del corazón. Alargó la mano y besó su mejilla pero bufó cuando Ulf se vengó de ella gritándole a Dani que se dejara de gilipolleces y le comiera los morros al conde.
— El año que viene pienso regalarle a tu mujer una batería de cocina entera hecha de titanio fundido!!! Para que se te muevan hasta los dientes cuando te dé con ella.
Todos rieron con la chanza pero a la vez muchos pares de ojos se posaron en ellos, incluidos los de los niños que miraban a uno y a otro con el interrogante en la mirada. Mierda. Y eso que quería ser discreta. Los miró a todos con el terror reflejado en el rostro y dudando, pero Ulf la provocó de nuevo.
— Ah! A la mierda. Eres peor que un crío, aunque sea solo por hacerte callar…— agarró a Höor de la nuca y le dio un beso, que aplaudieron y vitorearon consiguiendo que la legendaria pirata Morgan enrojeciese.*
Me relamí los labios tras aquel beso con una ladeada sonrisa, Dani temblaba entre mis brazos, la conocía, no era lo que quería, ni lo que habiamos acordado.
Elevé la mirada señalando el muérdago que habia sobre nuestras cabezas.
- No podías librarte -le dije mirando sus ojos -bajo el muérdago siempre hay que besar ¿es tradición verdad? -pregunté salvando su culo y relajando asi el ambiente.
Al menos existiría la duda razonable de si todo habia sido eso, un juego fruto de unas copas de mas, que era mas de lo que ahora mismo tenia la pirata.
De un salto atrapé el muérdago, y con una sonrisa traviesa corrí con el hacia la mujer de Ulf mientras este trataba de placarme por el camino, esquivé raudo escuchando sus gruñidos y justo al llegar ante la bruja puse la rama encima y le di un beso que fue nada, un roce, pero que hizo que Ulf cazara la sarten de la mano de su esposa para correr tras de mi mientras los niños se reian y corrian detrás para ayudarme a escapar.
-No te prestaré mas mi sofá -repetía yo muerto de la risa mientras el otro detrás se descojonaba incapaz de darme alcance.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
No pudo evitar sonreir por las sandeces de uno y de otro y por cómo Höor había salvado la situación, pero notó unos cuantos pares de ojos sobre ella, los niños la miraban y se miraban entre ellos. Sintió que le ardían las mejillas y se fue al baño un segundo, así podría recomponerse. Se echó agua fría en la cara y respiró hondo, tener una relación “normalizada” significaba muchas cosas y no estaban listos para algo así. Posiblemente se marchase al día siguiente o a más tardar al siguiente, porque al parecer el asunto del torreón se había complicado y ella agradecería unos días de distancia para asimilar lo que había pasado. Lo que no imaginaba es que no serían un par de días.*
Le di espacio el resto de la noche, bebí con Ulf bromeando, contándonos chanzas de antaño, recuerdos de un pasado que compartíamos juntos y hablamos de viejos amigos que ya no estaban pero estuvieron y un día ellos sobre sus hombros también cargaron los pilares de lo que hoy era Akershus.
La conversación se tornó mas seria cuando le expliqué que pronto tendría que partir rumbo a Japon, al bosque de los suicidios. El único modo de sellar el demonio que la condesa llevaba en su interior recaia en dos ingredientes principales, uno era un colmillo de basilisco, tendría que conseguirlo y ni siquiera sabia si quedaba algún espécimen vivo, yo me encargaría de la flor lunar..
No era negociable y asi se lo hice saber aunque podía ver en los ojos de mi viejo amigo la poca gracia que le hacia la idea de que partiera sin él.
-Ire con la condesa y volveré -aseguré con esa seguridad que me caracterizaba y que de normal hacia que el resto creyera en mis palabras -a ti te necesito para dar con el Basilisco, eres el mejor rastreador, y te necesito en Akershus, sabes que no podemos irnos asi como asi los dos.
La noche fue tocando a su fin, la mayoría de invitados se largaron y los crios andaba dormidos por todos lados. Asi que me despedí de la gente y pronto Dani y yo estabamos en el gran salon solos con una horda de enanos tirados por encima de los sofas y las alfombras, la mayoría arropados en pieles y buscando el calor de la lumbre.
-Creo que has hecho un buen trabajo -aseguré con una picara sonrisa acercándome a ella con el muérdago en la mano.*
Le arrancó una sonrisa sincera ahora que estaban solos, por unos momentos la situación había sido algo tensa al ser el centro de atención de aquella reunión. No se avergonzaba de lo acontecido, pero de ahí a presumir de ello o tomárselo a ligera, había un buen salto.
— Cada vez que vea un maldito muérdago me voy a acordar de ti…menos mal que en los barcos no suele crecer.— Dejó que atrapara su cintura con la mano libre y ella pasó las suyas juntándolas en la espalda de Höor.— Creo que la Navidad ha sido un éxito, a los paganos os ha venido bien y yo tenía ganas de celebrarlas como deberían ser y no lejos de casa.— y aunque no lo dijera en alto, también las recordaría por ese momento en el que todo empezó a rodar cuesta abajo y sin frenos, aún sentía la velocidad vertiginosa a la que se estaba desarrollando todo. Con “todo” se refería a el naufragio, llegar a Akeshus, convertirse en niñera, luego en capitán de nuevo, ahora en breve en Almirante, despedirse de su familia de sangre, adoptar una niña y tener una relación con un conde. Buen resumen de sus últimos meses. Besó sus labios, esta vez sin la presión de ser observados, como en aquellas dos noches en las que simplemente había decidido aparcar todas las excusas y ser ellos mismos.*
Mis labios sintieron el candor de los ajenos, humeda su lengua atravesó mis defensas abordando mi boca sin piedad y yo se lo permití, porque de alguna manera añoraba este instante que apenas teniamos en nuestras agitadas vidas. Nuestra "relación" era un secreto, algo escondido que no estabamos aun preparados para gritar a los cuatro vientos, seguramente porque ambos eramos muy conscientes de lo difícil que iba a ser navegar y mas haciéndolo contra corriente. No eramos como Ulf y Lana, los dos nos pareciamos demasiado, no solo en que eramos incapaces de delegar, en que a ambos nos gustaba llevar las riendas de nuestras vidas, si no en que eramos lo suficientemente cobardes como para dejar frases a medias con el fin de no quebrar los escudos interpuestos.
- La navidad nos ha venido bien a todos -susurré relamiéndome los labios aun contra los suyos -ademas creo que los niños ha disfrutado mucho, se lo merecían, siempre nos ven enfrascados en gestas y por una vez la celebración nada tenia que ver con la victoria...
No se me pasó por alto que llamó hogar a Akershus y eso me hizo sonreír aunque no le dije el motivo, de hacerlo seguro que recularía o algo parecido.
Ahora venia la peor parte, y estuve tentado de contarsela después de lo que mas me apetencia ahora mismo, perderme en su cuerpo bajo la luz de esa chimenea que nos calentaba lamiendo nuestros cuerpos con sus haces de luz naranjas.
-Las cosas se han complicado en la Atalaya, en breve he de partir...estaré ausente bastante tiempo, asi que supongo tendrás que ir tu a por las embarcaciones.
— ¿”Bastante” cuánto tiempo es?.— iba a dejarse llevar por otra noche en la que la luna era cómplice de sus gemidos y el fuego testigo de cuando se perdían en la piel del otro, pero esa información la hizo ponerse en alerta. ¿Y a dónde iba? No lo había dicho, normalmente le contaba a dónde iba. No olía bien. Además de que debía ir a por los barcos y eso era algo que creía que iban a hacer juntos, pero al parecer, no sería así. “Se había complicado”.
-Unos tres meses -dije sin darle demasiadas vueltas a la información.
Mi gesto tenso delataba que el asunto era peliagudo.
— Tres meses…— repitió despacio.— ¿Sudamérica? ¿India?
Japon -añadí dandole la información a cuenta gotas.
— Ajá. Japón.— Se iba al otro lado del mundo y no parecía dispuesto a contarle demasiado, y aún pretendería que no se preocupase. Soltó su cintura frunciendo el ceño y apoyando un brazo sobre su propio ombligo y el otro con e codo sobre éste, flexionando los dedos sobre la barbilla, pensativa.— ¿Bajaréis por África o buscaréis el pacífico atravesando por Groenlandia, rozando el Polo Norte? Sólo pueden ir mal…no sé. Un millón de cosas.
Mi mano buscó su cintura, no la quería lejos de mi, asi que la atraje Contra mi cuerpo, habíamos pasado una buena noche y no quería que esto estropeara nada, pero callármelo hubiera sido algo que se me hubiera recriminado.
Apoyé mi frente sobre la ajena, dejando que mi aliento calentara sus labios despacio.
-Volveré -susurré contra ellos, como si esa información pudiera bastarle.
Dejé escapar el aire despacio, sabia de sobra que no era ni de lejos suficiente.
-Tengo que ir a por una flor, un ingrediente que necesitamos para que el "problema" del torreón se solucione, crece en el bosque de Aokigahara... No tengo otra opción.
Siempre tenía la opción de mandar a alguien o de tratar de comprar esa flor a un precio elevado evitando ese viaje… pero Höor siempre sería así, siempre haría lo que debía hacer, y ese “problema del torreón” empezaba a caerle ya muy gordo, porque sabía que se trataba de algo que tenía que ver con las condesas. Quizás algun tipo de deuda de honor o alguna de esas estupideces que solían cometer los héroes de manual como Cannif. Si por ella fuera le volaría la tapa de los sesos al problema y estaría solucionado. Pero el mundo renegaba de los piratas por esas cosas y ese era el motivo por el cual su oficio se extinguía.
— Siempre hay opciones…pero tú eliges la que crees que es correcta. No sé si eres el hombre más insensato del mundo o eres un genio y no hay quien te entienda.
- Sea cual sea la respuesta correcta, me conociste siendo asi, estoy mayor para cambiar ahora -dije ladeando la sonrisa - No puedo mandar a nadie a por la flor, no voy a arriesgar una vida por salvar la propia. Y que yo sepa esa flor no esta en el mercado... no hay opción, no para mi.
A lo largo de mi vida he mirado muchas veces de frente a Hela no diré que no le temo, no soy un necio, pero...solo los dioses decidieran cuando llega mi hora y si es alli, en Japon, que asi sea. Yo soy un guerrero, tu una pirata y ambos sabemos que nuestro camino va a estar lleno de bifurcaciones. El problema del torreón es grave, lo suficiente como para comprometer el norte, a mis hijos, a ti, a todo cuanto amo y si arriesgar mi vida en un viaje en busca de una flor es el precio, lo pagaré con gusto.
Volveré, volveré porque todo me ancla a Akershus -y tu también pero eso no lo dije, preferí callar no se bien porque.
— Te conocí siendo vikingo y creyendo en dioses. Yo no creo en ellos pero sí creo en las tormentas, en los motines, en la malaria, en todo lo que puede ir mal en un viaje tan largo y perdóname si no veo la mano de Odín por ningun lugar. Perdóname si me preocupa que no llegues a tu destino, por muy honorable que sea la causa, puedes morir empuñando el acero, pero morir de disentería es mucho más frecuente de lo que crees en los barcos.
-Entiendo no creas en mis dioses, en ese caso, te pido creas en mi -mis labios la buscaron de nuevo despacio, deslizando mi lengua entre estos pidiéndole un beso que no llegó -tu embarcas con frecuencia, la disentería también puede acabar con tu vida o ese vampiro que parece se ha convertido en tu sombra. ¿Crees que me siento tranquilo cuando sales por esa puerta y se pondrás rumbo a cualquier lugar desconocido? No, esa es la respuesta, mas ¿puedo anclarte a tierra? ¿te quedaras si te pido que no vayas...?
La respuesta la conocemos los dos.
Somos lo que somos y ... quizas siempre seremos la mujer equivocada y el rebelde equivocado..espero que al menso en ocasiones seamos el hombre correcto y la pirata perfecta.
— Mierda, Höor, no le des la vuelta a mis palabras. No es lo mismo, el mar es mi hogar y me conozco el elemento, tú viajarás en barcos desconocidos, con gente que no es nada tuyo y… no puedo protegerte si te vas tan lejos, no puedo llegar si necesitas mi ayuda… No es como si te fueras a Holanda o a Inglaterra. Te vas al otro lado del mundo y yo no puedo hacer otra cosa que quedarme aquí y esperar a que regreses. ¿Y qué tiene que ver Gunnarson en esto? Es como Randulf o Hati, aparecen para dar por culo y luego se van.
Desvié la mirada al fuego cuando nombró al vampiro, no era un necio, era muy consciente de que él no la habia matado y ella...tampoco. Supongo que mantenían una "relación sin etiquetas de enemistad" sin resolver.
Si, celos, exactamente eso, pero no podía evitar sentirlos y era entupido por eso no lo decía y me lo callaba de nuevo.
-Entonces tendremos que confiar en los dioses, en que el viento sople a favor y en que las pulgas no me piquen -bromeé ensanchando la sonrisa quitando hierro al asunto -volveré con esa flor, solucionaremos el problema y Akershus seguirá siendo la esperanza que el norte necesita para alzarse contra un tirano. Tu has de quedarte, no solo para esperarme, si no porque sabes que te necesitan…
— ¿Entonces el problema del torreón se queda? Necesito saberlo, si tengo que defender Akershus por ti, necesito saber qué cojones hay ahí dentro.— Ahora ya empezaba a desesperar, porque entendía sus razones, pero no por eso la suscribía, ya que estaba calibrando las consecuencias de todas sus decisiones.
-Un demonio, en la torre hay custodiado un demonio. La condesa alberga en su interior un ser indestructible que Randulf quiere liberar. Fue sellado por el conde dentro de su hija ante la imposibilidad de darle muerte y ahí ha permanecido durante mucho tiempo, pero el otro día Randulf atacó, distrajo nuestra atención quemando las caballerizas y el granero y ...un hechicero abrió los sellos. La condesa se debilita y cuando no pueda mas el demonio tomará su cuerpo y emergerá ¿entiendes? No es un capricho, es cuestión de muchas vidas, de muchas muertes.
Su hermana y yo iremos a Japon a por esa flor, el bosque de los suicidios es el único lugar donde crece. Ulf ira en busca de un basilisco, necesitamos un colmillo, lo damas es fácil de conseguir, pero esas dos cosas necesitan ser encontradas y no tenemos tiempo.
Clavó los ojos en la mirada parda de Höor y su voz resonó extraña al decir aquellas palabras, pero era necesario que alguien lo hiciera.
— Si no regresas en tres meses, le volaré la tapa de los sesos a la condesa, y muerto el perro se acabó la rabia. Si no regresas, mandaré a los niños a Londres y haré lo que crea que tenga que hacer para combatir a Randulf, así que más te vale regresar.— pasó los brazos alrededor de su cuello estrechándose contra él. Había tantos flecos sueltos, tantas posibilidades de que todo saliera mal y un horizonte tan nublado por delante… que necesitaba sentir su calor para recuperar el que se había ido por completo de su cuerpo, porque esas noticias le habían helado la sangre.
Atrapé su rostro entre mis manos, mis labios atajaron la distancia, apenas un susurro que repitió lo que ya le habia perjurado "volveré".
La besé porque la necesitaba, porque aunque aparentaba estar seguro de lo que hacia, yo también flaqueaba, porque tenia mucho que perder, quería volver a ver a mis hijos, a ella y a mis amigos, pero...tenia que ir y de no hacerlo el norte pagaría por mis miedos y no era justo para ninguno de ellos.
-Podemos dejar por esta noche el tema aparcado y ...acabar de celebrar la navidad? -pregunté sonriendo de medio lado.
Le di espacio el resto de la noche, bebí con Ulf bromeando, contándonos chanzas de antaño, recuerdos de un pasado que compartíamos juntos y hablamos de viejos amigos que ya no estaban pero estuvieron y un día ellos sobre sus hombros también cargaron los pilares de lo que hoy era Akershus.
La conversación se tornó mas seria cuando le expliqué que pronto tendría que partir rumbo a Japon, al bosque de los suicidios. El único modo de sellar el demonio que la condesa llevaba en su interior recaia en dos ingredientes principales, uno era un colmillo de basilisco, tendría que conseguirlo y ni siquiera sabia si quedaba algún espécimen vivo, yo me encargaría de la flor lunar..
No era negociable y asi se lo hice saber aunque podía ver en los ojos de mi viejo amigo la poca gracia que le hacia la idea de que partiera sin él.
-Ire con la condesa y volveré -aseguré con esa seguridad que me caracterizaba y que de normal hacia que el resto creyera en mis palabras -a ti te necesito para dar con el Basilisco, eres el mejor rastreador, y te necesito en Akershus, sabes que no podemos irnos asi como asi los dos.
La noche fue tocando a su fin, la mayoría de invitados se largaron y los crios andaba dormidos por todos lados. Asi que me despedí de la gente y pronto Dani y yo estabamos en el gran salon solos con una horda de enanos tirados por encima de los sofas y las alfombras, la mayoría arropados en pieles y buscando el calor de la lumbre.
-Creo que has hecho un buen trabajo -aseguré con una picara sonrisa acercándome a ella con el muérdago en la mano.*
Le arrancó una sonrisa sincera ahora que estaban solos, por unos momentos la situación había sido algo tensa al ser el centro de atención de aquella reunión. No se avergonzaba de lo acontecido, pero de ahí a presumir de ello o tomárselo a ligera, había un buen salto.
— Cada vez que vea un maldito muérdago me voy a acordar de ti…menos mal que en los barcos no suele crecer.— Dejó que atrapara su cintura con la mano libre y ella pasó las suyas juntándolas en la espalda de Höor.— Creo que la Navidad ha sido un éxito, a los paganos os ha venido bien y yo tenía ganas de celebrarlas como deberían ser y no lejos de casa.— y aunque no lo dijera en alto, también las recordaría por ese momento en el que todo empezó a rodar cuesta abajo y sin frenos, aún sentía la velocidad vertiginosa a la que se estaba desarrollando todo. Con “todo” se refería a el naufragio, llegar a Akeshus, convertirse en niñera, luego en capitán de nuevo, ahora en breve en Almirante, despedirse de su familia de sangre, adoptar una niña y tener una relación con un conde. Buen resumen de sus últimos meses. Besó sus labios, esta vez sin la presión de ser observados, como en aquellas dos noches en las que simplemente había decidido aparcar todas las excusas y ser ellos mismos.*
Mis labios sintieron el candor de los ajenos, humeda su lengua atravesó mis defensas abordando mi boca sin piedad y yo se lo permití, porque de alguna manera añoraba este instante que apenas teniamos en nuestras agitadas vidas. Nuestra "relación" era un secreto, algo escondido que no estabamos aun preparados para gritar a los cuatro vientos, seguramente porque ambos eramos muy conscientes de lo difícil que iba a ser navegar y mas haciéndolo contra corriente. No eramos como Ulf y Lana, los dos nos pareciamos demasiado, no solo en que eramos incapaces de delegar, en que a ambos nos gustaba llevar las riendas de nuestras vidas, si no en que eramos lo suficientemente cobardes como para dejar frases a medias con el fin de no quebrar los escudos interpuestos.
- La navidad nos ha venido bien a todos -susurré relamiéndome los labios aun contra los suyos -ademas creo que los niños ha disfrutado mucho, se lo merecían, siempre nos ven enfrascados en gestas y por una vez la celebración nada tenia que ver con la victoria...
No se me pasó por alto que llamó hogar a Akershus y eso me hizo sonreír aunque no le dije el motivo, de hacerlo seguro que recularía o algo parecido.
Ahora venia la peor parte, y estuve tentado de contarsela después de lo que mas me apetencia ahora mismo, perderme en su cuerpo bajo la luz de esa chimenea que nos calentaba lamiendo nuestros cuerpos con sus haces de luz naranjas.
-Las cosas se han complicado en la Atalaya, en breve he de partir...estaré ausente bastante tiempo, asi que supongo tendrás que ir tu a por las embarcaciones.
— ¿”Bastante” cuánto tiempo es?.— iba a dejarse llevar por otra noche en la que la luna era cómplice de sus gemidos y el fuego testigo de cuando se perdían en la piel del otro, pero esa información la hizo ponerse en alerta. ¿Y a dónde iba? No lo había dicho, normalmente le contaba a dónde iba. No olía bien. Además de que debía ir a por los barcos y eso era algo que creía que iban a hacer juntos, pero al parecer, no sería así. “Se había complicado”.
-Unos tres meses -dije sin darle demasiadas vueltas a la información.
Mi gesto tenso delataba que el asunto era peliagudo.
— Tres meses…— repitió despacio.— ¿Sudamérica? ¿India?
Japon -añadí dandole la información a cuenta gotas.
— Ajá. Japón.— Se iba al otro lado del mundo y no parecía dispuesto a contarle demasiado, y aún pretendería que no se preocupase. Soltó su cintura frunciendo el ceño y apoyando un brazo sobre su propio ombligo y el otro con e codo sobre éste, flexionando los dedos sobre la barbilla, pensativa.— ¿Bajaréis por África o buscaréis el pacífico atravesando por Groenlandia, rozando el Polo Norte? Sólo pueden ir mal…no sé. Un millón de cosas.
Mi mano buscó su cintura, no la quería lejos de mi, asi que la atraje Contra mi cuerpo, habíamos pasado una buena noche y no quería que esto estropeara nada, pero callármelo hubiera sido algo que se me hubiera recriminado.
Apoyé mi frente sobre la ajena, dejando que mi aliento calentara sus labios despacio.
-Volveré -susurré contra ellos, como si esa información pudiera bastarle.
Dejé escapar el aire despacio, sabia de sobra que no era ni de lejos suficiente.
-Tengo que ir a por una flor, un ingrediente que necesitamos para que el "problema" del torreón se solucione, crece en el bosque de Aokigahara... No tengo otra opción.
Siempre tenía la opción de mandar a alguien o de tratar de comprar esa flor a un precio elevado evitando ese viaje… pero Höor siempre sería así, siempre haría lo que debía hacer, y ese “problema del torreón” empezaba a caerle ya muy gordo, porque sabía que se trataba de algo que tenía que ver con las condesas. Quizás algun tipo de deuda de honor o alguna de esas estupideces que solían cometer los héroes de manual como Cannif. Si por ella fuera le volaría la tapa de los sesos al problema y estaría solucionado. Pero el mundo renegaba de los piratas por esas cosas y ese era el motivo por el cual su oficio se extinguía.
— Siempre hay opciones…pero tú eliges la que crees que es correcta. No sé si eres el hombre más insensato del mundo o eres un genio y no hay quien te entienda.
- Sea cual sea la respuesta correcta, me conociste siendo asi, estoy mayor para cambiar ahora -dije ladeando la sonrisa - No puedo mandar a nadie a por la flor, no voy a arriesgar una vida por salvar la propia. Y que yo sepa esa flor no esta en el mercado... no hay opción, no para mi.
A lo largo de mi vida he mirado muchas veces de frente a Hela no diré que no le temo, no soy un necio, pero...solo los dioses decidieran cuando llega mi hora y si es alli, en Japon, que asi sea. Yo soy un guerrero, tu una pirata y ambos sabemos que nuestro camino va a estar lleno de bifurcaciones. El problema del torreón es grave, lo suficiente como para comprometer el norte, a mis hijos, a ti, a todo cuanto amo y si arriesgar mi vida en un viaje en busca de una flor es el precio, lo pagaré con gusto.
Volveré, volveré porque todo me ancla a Akershus -y tu también pero eso no lo dije, preferí callar no se bien porque.
— Te conocí siendo vikingo y creyendo en dioses. Yo no creo en ellos pero sí creo en las tormentas, en los motines, en la malaria, en todo lo que puede ir mal en un viaje tan largo y perdóname si no veo la mano de Odín por ningun lugar. Perdóname si me preocupa que no llegues a tu destino, por muy honorable que sea la causa, puedes morir empuñando el acero, pero morir de disentería es mucho más frecuente de lo que crees en los barcos.
-Entiendo no creas en mis dioses, en ese caso, te pido creas en mi -mis labios la buscaron de nuevo despacio, deslizando mi lengua entre estos pidiéndole un beso que no llegó -tu embarcas con frecuencia, la disentería también puede acabar con tu vida o ese vampiro que parece se ha convertido en tu sombra. ¿Crees que me siento tranquilo cuando sales por esa puerta y se pondrás rumbo a cualquier lugar desconocido? No, esa es la respuesta, mas ¿puedo anclarte a tierra? ¿te quedaras si te pido que no vayas...?
La respuesta la conocemos los dos.
Somos lo que somos y ... quizas siempre seremos la mujer equivocada y el rebelde equivocado..espero que al menso en ocasiones seamos el hombre correcto y la pirata perfecta.
— Mierda, Höor, no le des la vuelta a mis palabras. No es lo mismo, el mar es mi hogar y me conozco el elemento, tú viajarás en barcos desconocidos, con gente que no es nada tuyo y… no puedo protegerte si te vas tan lejos, no puedo llegar si necesitas mi ayuda… No es como si te fueras a Holanda o a Inglaterra. Te vas al otro lado del mundo y yo no puedo hacer otra cosa que quedarme aquí y esperar a que regreses. ¿Y qué tiene que ver Gunnarson en esto? Es como Randulf o Hati, aparecen para dar por culo y luego se van.
Desvié la mirada al fuego cuando nombró al vampiro, no era un necio, era muy consciente de que él no la habia matado y ella...tampoco. Supongo que mantenían una "relación sin etiquetas de enemistad" sin resolver.
Si, celos, exactamente eso, pero no podía evitar sentirlos y era entupido por eso no lo decía y me lo callaba de nuevo.
-Entonces tendremos que confiar en los dioses, en que el viento sople a favor y en que las pulgas no me piquen -bromeé ensanchando la sonrisa quitando hierro al asunto -volveré con esa flor, solucionaremos el problema y Akershus seguirá siendo la esperanza que el norte necesita para alzarse contra un tirano. Tu has de quedarte, no solo para esperarme, si no porque sabes que te necesitan…
— ¿Entonces el problema del torreón se queda? Necesito saberlo, si tengo que defender Akershus por ti, necesito saber qué cojones hay ahí dentro.— Ahora ya empezaba a desesperar, porque entendía sus razones, pero no por eso la suscribía, ya que estaba calibrando las consecuencias de todas sus decisiones.
-Un demonio, en la torre hay custodiado un demonio. La condesa alberga en su interior un ser indestructible que Randulf quiere liberar. Fue sellado por el conde dentro de su hija ante la imposibilidad de darle muerte y ahí ha permanecido durante mucho tiempo, pero el otro día Randulf atacó, distrajo nuestra atención quemando las caballerizas y el granero y ...un hechicero abrió los sellos. La condesa se debilita y cuando no pueda mas el demonio tomará su cuerpo y emergerá ¿entiendes? No es un capricho, es cuestión de muchas vidas, de muchas muertes.
Su hermana y yo iremos a Japon a por esa flor, el bosque de los suicidios es el único lugar donde crece. Ulf ira en busca de un basilisco, necesitamos un colmillo, lo damas es fácil de conseguir, pero esas dos cosas necesitan ser encontradas y no tenemos tiempo.
Clavó los ojos en la mirada parda de Höor y su voz resonó extraña al decir aquellas palabras, pero era necesario que alguien lo hiciera.
— Si no regresas en tres meses, le volaré la tapa de los sesos a la condesa, y muerto el perro se acabó la rabia. Si no regresas, mandaré a los niños a Londres y haré lo que crea que tenga que hacer para combatir a Randulf, así que más te vale regresar.— pasó los brazos alrededor de su cuello estrechándose contra él. Había tantos flecos sueltos, tantas posibilidades de que todo saliera mal y un horizonte tan nublado por delante… que necesitaba sentir su calor para recuperar el que se había ido por completo de su cuerpo, porque esas noticias le habían helado la sangre.
Atrapé su rostro entre mis manos, mis labios atajaron la distancia, apenas un susurro que repitió lo que ya le habia perjurado "volveré".
La besé porque la necesitaba, porque aunque aparentaba estar seguro de lo que hacia, yo también flaqueaba, porque tenia mucho que perder, quería volver a ver a mis hijos, a ella y a mis amigos, pero...tenia que ir y de no hacerlo el norte pagaría por mis miedos y no era justo para ninguno de ellos.
-Podemos dejar por esta noche el tema aparcado y ...acabar de celebrar la navidad? -pregunté sonriendo de medio lado.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
Podían celebrar la Navidad a diario, si por ella fuera podían detener el tiempo y no salir de esa habitación hasta una semana más tarde, pero se tenían que ajustar a lo que los dioses habían diseñado para ellos: una vida llena de obligaciones, una vida siendo el que toma el control y dirige el rumbo, una vida expuesta al ojo crítico de todo el mundo y siempre al borde de un cruce de caminos, asumiendo las decisiones tomadas y enfrentando la nuevas sin vacilar. Ahora se encontraba en otra toma de decisiones: podía montarle el número a Höor, enfadarse, dejar que se largase con el sabor agrio de la discusión, o podía tratar de encajar que había ciertas cosas que no dependían de ellos y aunque así fuera, el resultado sería el mismo. Optó por dejar a un lado lo que les separaba en ese instante y aferrarse a lo que los unía. Se acercó más a él y lo abrazó.
— está bien, pero prométeme que me harás caso, que recordarás las instrucciones que te daré para sobrevivir tanto tiempo en el mar.— Pasó su mano por la espalda inspirando su olor con la mejilla pegada al pectoral.—No me prometas nada si no vas a cumplirlo…esas condesas… ambas son como diosas griegas y vas a estar tres meses lejos de aquí.— las palabras las escupió con cierto tono borde y aunque trató de que no sonaran tan bruscas, es como le salieron.*
Su cuerpo buscó el mio como concesión a mis palabras, aquella noche necesitaba terminar bien algo tan importante para ella, aquella celebración cristiana que nos habia traído cierta paz y dicha al hogar.
Para mi corrian tiempos difíciles, no serian mas faciles para ella, mas si algo sabiamos es que no siempre eramos dueños de nuestro destino.
Mis manos se deslizaron por su cintura afianzando sus caderas que atraje contra mi pelvis, su cabeza reposaba sobre mi pecho cuando me pidió que prometiera algo que sin duda intentaría cumplir.
-Lo intentaré, no quiero morir - confesé con veracidad -pero los dioses dispondrán, hay cosas que están fuera de mi control, mas aquello que pueda hacer para volver junto a los niños y hasta a ti, no dudes que lo haré.
Intenté quitar hierro al asunto, mi sonrisa se ladeo y una de mis manos atrapó su mentón para que me mirara.
-¡Por Odin, no voy la guerra, solo a por una flor! tu pasas mucho tiempo en la mar y aqui estas...
Mis labios presionaron los suyos, tibios se entreabrieron abriendo paso a mi lengua que voraz saqueó su boca paladeando su esencia. Tal fue el beso, húmedo, prolongado y necesitado que terminó arrancándome un gruñido mientras mis manos la atraían mas contra mi abultado pantalón.
- Si voy a estar tres meses fuera, tendré que aprovechar ahora - dije con picardía omitiendo por completo lo que me dijo de las condesas.
Dijera lo que dijera sobre ese tema, caería en una trampa. Decir que la condesa no me atraia, era mentir, asi que mejor dejarlo asi.
Por Dani sentía algo distinto, no solo era atracción, por eso habia evitado esto durante tanto tiempo, porque si alguien podía destrozarme era la mujer que ahora mismo tenia delante.*
Sin duda, nunca se sabía cuando iba a ser tu último día en este mundo, así que lo mejor era vivir el momento como si no fuera a existir un mañana. Se perdió en sus labios dejando que la pasión borrara por unas horas las dudas, los desacuerdos y el propio miedo. Sus cuerpos se buscaron como lo venían haciendo las dos últimas noches, encontrando la furia del mar, la ferocidad del fuego y la voracidad de su necesidad, de su hambre. Por otro lado, dejaban aparcado momentáneamente el tema que les separaba para darse cobijo mientras el mundo giraba y los arrastraba a hacer cosas que no deseaban, que no buscaban a propósito, de alguna forma se convirtieron en el hogar del otro por unas horas, un hogar al que ambos desearían regresar una vez finalizada la misión. Gimió junto a su oido, dejándose llevar hasta el éxtasis sin ponerle freno y sin pensar en el después, tan sólo embriagándose con sus caricias, con sus embestidas y con su cuerpo como envoltura.*
Caimos sobre la alfombra exhaustos, nuestras miradas oscurecidas delataron lo obvio que habíamos sido vencidos no solo por las circunstancias si no por un fuego que nos consumia voraz. Besos, caricias, embestidas y palabras susurradas con la voz ronca y oscurecida. Las fraguas norteñas nunca ardieron con tanta saña como en un encuentro que podría ser el ultimo en mucho tiempo.
Me convertí en escudo, en espada y sin duda aquel momento se convirtió en único.
Aun con mi miembro engullido en su interior contemplé la inmensidad de sus mares, ciertamente podría naufragar en ellos y ahí erradicaba el peligro de aquella mujer.
El crepitar del fuego nos acuno, los tonos naranjas de una lumbre encendida lamió y calentó nuestra piel con sus tonos naranjas y nuestros labios, ahora calmos, se encontraron despacio, saboreando un beso distinto que hablaba por nosotros.
Mis dedos se deslizaron por su piel, dibujando aquel conjunto de curvas que ponían recta la mia.
Sonreí mirándola.
-Creo que después de esto solo voy a pensar en volver - aseguré volviendo a presionar sus labios muy despacio.
No quería hablar por esa noche mas del viaje, al menos no de los peligros que afrontaría, ni de los designios de los dioses, ni siquiera le pregunté por aquello que me atormentaba ¿me esperaría?
Lo "nuestro" era algo incipiente y tres meses era mucho tiempo…*
—Más te vale…— Susurró contra sus labios acomodándose a su cuerpo, llenando los recovecos con sus propias curvas, acoplándose a él como se adhería la armadura a la anatomía del conde. Durmieron unas pocas horas, enroscados como dos serpientes, dos que sabían que pronto quedarían descubiertas en la noche. Al día siguiente Höor se marcharía y por delante tendría un viaje complicado. Cuando despertó le explicó algunas cosas importantes para cualquiera que viajase mucho tiempo en un barco, desde evitar el escorbuto a saber a quién ganarse entre la tripulación si se producía un motín. Metió la mano en el bolsillo de la chaqueta de él y sacó la brújula comprobando hacia donde apuntaba.— Mírala siempre que dudes, ella te guiará.
No iría a despedirlo al barco, no le diría adiós como si fuera una despedida, se quedaría con Beth a bordo de la Reina Ana hasta que zarpase el Takara, el buque de bandera japonesa que al parecer había llegado hasta costas francesas y habían conseguido que recalase por Noruega a recoger a dos pasajeros. Por lo que le dijo su contramaestre, Takara significaba “tesoro” en japonés. Esperaba que el tesoro lo encontrase Höor en su propio hogar, si no era así, lo que podía sucederle a la pirata es que regresara de la mano de la condesa y ella sólo pudiera dejar atrás esas noches como un bonito recuerdo, apretar los dientes y seguir adelante. En fin, era una situación compleja y pasarían mucho tiempo separados.*
Al día siguiente mi barco partÍa, el Takara se habÍa desviado de su rumbo para recoger a la condesa y a mi.
Nos esperaba un viaje duro, aunque sin duda las indicaciones de Dani me ayudarían a sobrevivir.
Con la brújula en mi bolsillo y su sabor en mis labios partí sobre mi montura hacia puerto, la condesa agarrada a mi cintura llevaba sobre sus hombros la dura carga de otra amarga despedida, la de su hermana.
Durante tres meses solo nos tendríamos el uno al otro, asi que mas nos valÍa dejar cualquier tipo de rencilla y luchar por un mismo fin pues si algo sabia de estos viajes a ninguna parte, era que no siempre salÍan como esperábamos.
En ocasiones me daba la sensación de que los dioses movían los hilos de nuestro sino y jugaban con nuestras vidas moldeándolas a voluntad.
Dani, ella no estaba, no me despidió en el muelle, si lo hizo Ulf, sabia sobradamente que no quería que fuera solo con la condesa, hasta el ultimo instante insistió en acompañarme, mas Akershus necesitaba al menos a uno de nosotros.
Sirius:
Despertó aquella mañana sobresaltado, un reguero de orin bañaba no solo su pijama, si no el colchón de su camastro.
Por sus mejillas resbalaban sendas lagrimas, mas nada lo detuvo para descalzo correr desesperado hacia el muelle, el viento era gélido, bien podía helar su piel. Ofuscado sus ojos relampaguearon, la tormenta mas cruenta de la historia se avecinaba de si mano.
Su única intención detener ese barco a toda costa.
Mas cuando llegó, solo habia adios, el barcó habia zarpado y de rodillas el niñó cayó maldiciendo aquella visión y a los dioses por enviarla cuando ya nada podía hacer por evitarla.
Giuliana estaba sentada en su escritorio leyendo y tomando notas mientras Brökk dormía en un moisés a su lado cuando Dajnielle atravesó la puerta. Se sentó delante ella y dejó escapar el aire.
— Temo que pierda la razón en ese bosque. Cuentan que nadie que entra sale, que se acaban enfrentando a sus propias miserias y se acaban matando a si mismos… yo no sé de magia, pero ese lugar es un mal lugar.
La bruja alcanzó su mano y la sostuvo entre las suyas, empleó un tono bastante tranquilizador con ella.
— He tenido visiones de Höor haciendo cosas que no han sucedido.
— Pero tú misma siempre dices que las visiones no siempre se cumplen.
— Mejor pensar que estas si, ¿no crees?
— ¿Puedes conectar de alguna manera con él? Saber que esta bien?
La bruja asintió, había un hechizo complejo que requeriría al menos una o dos semanas de preparación y al menos dos o tres intentos de ponerlo en marcha, pero podrían al menos saber si estaba vivo de vez en cuando, consistía en rastrearlo en sueños, el mundo onírico era extraño y la mente viajaba lejos del cuerpo, allí podían reencontrarse aunque fuera por unos instantes.*
— está bien, pero prométeme que me harás caso, que recordarás las instrucciones que te daré para sobrevivir tanto tiempo en el mar.— Pasó su mano por la espalda inspirando su olor con la mejilla pegada al pectoral.—No me prometas nada si no vas a cumplirlo…esas condesas… ambas son como diosas griegas y vas a estar tres meses lejos de aquí.— las palabras las escupió con cierto tono borde y aunque trató de que no sonaran tan bruscas, es como le salieron.*
Su cuerpo buscó el mio como concesión a mis palabras, aquella noche necesitaba terminar bien algo tan importante para ella, aquella celebración cristiana que nos habia traído cierta paz y dicha al hogar.
Para mi corrian tiempos difíciles, no serian mas faciles para ella, mas si algo sabiamos es que no siempre eramos dueños de nuestro destino.
Mis manos se deslizaron por su cintura afianzando sus caderas que atraje contra mi pelvis, su cabeza reposaba sobre mi pecho cuando me pidió que prometiera algo que sin duda intentaría cumplir.
-Lo intentaré, no quiero morir - confesé con veracidad -pero los dioses dispondrán, hay cosas que están fuera de mi control, mas aquello que pueda hacer para volver junto a los niños y hasta a ti, no dudes que lo haré.
Intenté quitar hierro al asunto, mi sonrisa se ladeo y una de mis manos atrapó su mentón para que me mirara.
-¡Por Odin, no voy la guerra, solo a por una flor! tu pasas mucho tiempo en la mar y aqui estas...
Mis labios presionaron los suyos, tibios se entreabrieron abriendo paso a mi lengua que voraz saqueó su boca paladeando su esencia. Tal fue el beso, húmedo, prolongado y necesitado que terminó arrancándome un gruñido mientras mis manos la atraían mas contra mi abultado pantalón.
- Si voy a estar tres meses fuera, tendré que aprovechar ahora - dije con picardía omitiendo por completo lo que me dijo de las condesas.
Dijera lo que dijera sobre ese tema, caería en una trampa. Decir que la condesa no me atraia, era mentir, asi que mejor dejarlo asi.
Por Dani sentía algo distinto, no solo era atracción, por eso habia evitado esto durante tanto tiempo, porque si alguien podía destrozarme era la mujer que ahora mismo tenia delante.*
Sin duda, nunca se sabía cuando iba a ser tu último día en este mundo, así que lo mejor era vivir el momento como si no fuera a existir un mañana. Se perdió en sus labios dejando que la pasión borrara por unas horas las dudas, los desacuerdos y el propio miedo. Sus cuerpos se buscaron como lo venían haciendo las dos últimas noches, encontrando la furia del mar, la ferocidad del fuego y la voracidad de su necesidad, de su hambre. Por otro lado, dejaban aparcado momentáneamente el tema que les separaba para darse cobijo mientras el mundo giraba y los arrastraba a hacer cosas que no deseaban, que no buscaban a propósito, de alguna forma se convirtieron en el hogar del otro por unas horas, un hogar al que ambos desearían regresar una vez finalizada la misión. Gimió junto a su oido, dejándose llevar hasta el éxtasis sin ponerle freno y sin pensar en el después, tan sólo embriagándose con sus caricias, con sus embestidas y con su cuerpo como envoltura.*
Caimos sobre la alfombra exhaustos, nuestras miradas oscurecidas delataron lo obvio que habíamos sido vencidos no solo por las circunstancias si no por un fuego que nos consumia voraz. Besos, caricias, embestidas y palabras susurradas con la voz ronca y oscurecida. Las fraguas norteñas nunca ardieron con tanta saña como en un encuentro que podría ser el ultimo en mucho tiempo.
Me convertí en escudo, en espada y sin duda aquel momento se convirtió en único.
Aun con mi miembro engullido en su interior contemplé la inmensidad de sus mares, ciertamente podría naufragar en ellos y ahí erradicaba el peligro de aquella mujer.
El crepitar del fuego nos acuno, los tonos naranjas de una lumbre encendida lamió y calentó nuestra piel con sus tonos naranjas y nuestros labios, ahora calmos, se encontraron despacio, saboreando un beso distinto que hablaba por nosotros.
Mis dedos se deslizaron por su piel, dibujando aquel conjunto de curvas que ponían recta la mia.
Sonreí mirándola.
-Creo que después de esto solo voy a pensar en volver - aseguré volviendo a presionar sus labios muy despacio.
No quería hablar por esa noche mas del viaje, al menos no de los peligros que afrontaría, ni de los designios de los dioses, ni siquiera le pregunté por aquello que me atormentaba ¿me esperaría?
Lo "nuestro" era algo incipiente y tres meses era mucho tiempo…*
—Más te vale…— Susurró contra sus labios acomodándose a su cuerpo, llenando los recovecos con sus propias curvas, acoplándose a él como se adhería la armadura a la anatomía del conde. Durmieron unas pocas horas, enroscados como dos serpientes, dos que sabían que pronto quedarían descubiertas en la noche. Al día siguiente Höor se marcharía y por delante tendría un viaje complicado. Cuando despertó le explicó algunas cosas importantes para cualquiera que viajase mucho tiempo en un barco, desde evitar el escorbuto a saber a quién ganarse entre la tripulación si se producía un motín. Metió la mano en el bolsillo de la chaqueta de él y sacó la brújula comprobando hacia donde apuntaba.— Mírala siempre que dudes, ella te guiará.
No iría a despedirlo al barco, no le diría adiós como si fuera una despedida, se quedaría con Beth a bordo de la Reina Ana hasta que zarpase el Takara, el buque de bandera japonesa que al parecer había llegado hasta costas francesas y habían conseguido que recalase por Noruega a recoger a dos pasajeros. Por lo que le dijo su contramaestre, Takara significaba “tesoro” en japonés. Esperaba que el tesoro lo encontrase Höor en su propio hogar, si no era así, lo que podía sucederle a la pirata es que regresara de la mano de la condesa y ella sólo pudiera dejar atrás esas noches como un bonito recuerdo, apretar los dientes y seguir adelante. En fin, era una situación compleja y pasarían mucho tiempo separados.*
Al día siguiente mi barco partÍa, el Takara se habÍa desviado de su rumbo para recoger a la condesa y a mi.
Nos esperaba un viaje duro, aunque sin duda las indicaciones de Dani me ayudarían a sobrevivir.
Con la brújula en mi bolsillo y su sabor en mis labios partí sobre mi montura hacia puerto, la condesa agarrada a mi cintura llevaba sobre sus hombros la dura carga de otra amarga despedida, la de su hermana.
Durante tres meses solo nos tendríamos el uno al otro, asi que mas nos valÍa dejar cualquier tipo de rencilla y luchar por un mismo fin pues si algo sabia de estos viajes a ninguna parte, era que no siempre salÍan como esperábamos.
En ocasiones me daba la sensación de que los dioses movían los hilos de nuestro sino y jugaban con nuestras vidas moldeándolas a voluntad.
Dani, ella no estaba, no me despidió en el muelle, si lo hizo Ulf, sabia sobradamente que no quería que fuera solo con la condesa, hasta el ultimo instante insistió en acompañarme, mas Akershus necesitaba al menos a uno de nosotros.
Sirius:
Despertó aquella mañana sobresaltado, un reguero de orin bañaba no solo su pijama, si no el colchón de su camastro.
Por sus mejillas resbalaban sendas lagrimas, mas nada lo detuvo para descalzo correr desesperado hacia el muelle, el viento era gélido, bien podía helar su piel. Ofuscado sus ojos relampaguearon, la tormenta mas cruenta de la historia se avecinaba de si mano.
Su única intención detener ese barco a toda costa.
Mas cuando llegó, solo habia adios, el barcó habia zarpado y de rodillas el niñó cayó maldiciendo aquella visión y a los dioses por enviarla cuando ya nada podía hacer por evitarla.
Giuliana estaba sentada en su escritorio leyendo y tomando notas mientras Brökk dormía en un moisés a su lado cuando Dajnielle atravesó la puerta. Se sentó delante ella y dejó escapar el aire.
— Temo que pierda la razón en ese bosque. Cuentan que nadie que entra sale, que se acaban enfrentando a sus propias miserias y se acaban matando a si mismos… yo no sé de magia, pero ese lugar es un mal lugar.
La bruja alcanzó su mano y la sostuvo entre las suyas, empleó un tono bastante tranquilizador con ella.
— He tenido visiones de Höor haciendo cosas que no han sucedido.
— Pero tú misma siempre dices que las visiones no siempre se cumplen.
— Mejor pensar que estas si, ¿no crees?
— ¿Puedes conectar de alguna manera con él? Saber que esta bien?
La bruja asintió, había un hechizo complejo que requeriría al menos una o dos semanas de preparación y al menos dos o tres intentos de ponerlo en marcha, pero podrían al menos saber si estaba vivo de vez en cuando, consistía en rastrearlo en sueños, el mundo onírico era extraño y la mente viajaba lejos del cuerpo, allí podían reencontrarse aunque fuera por unos instantes.*
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
La primera semana se pasaba más o menos rápido, tenía mil cosas que hacer, un montón de gente dependiendo de ella y poniéndose al día, Beth empezaba a pasar un tiempo con la viuda Dagmar, la que fue maestra, y así la liberaba de un tiempo que Akershus engullía. Se pasaba las horas entre papeles, reuniones y recados, siempre pendiente de todo, desde lo más apremiante a las cosas que se necesitaban para más adelante y que se debían ir haciendo sin descuidarse. Planificar, organizar, mediar, negociar, decidir… llegaba la noche y debería caer rendida en la cama pero un sinvivir la carcomía por dentro. La segunda semana acumulaba ya insomnio y mal humor, pero el ritmo no bajaba y todo parecía pesar más, porque todo se cargaba sobre ella. La tercera saltó con Ulf y le contestó de malas maneras, después se disculpó, pero ella misma se dio cuenta de que no podía seguir así, dormía poco, trabajaba mucho, quería llegar a todo…pero había algo que no la dejaba. Esa noche fue a ver a Giuliana, la bruja no necesitó mucho para entender lo que le estaba pasando.
— Hoy he saltado con tu marido, que no tenía culpa de lo que había pasado y además era un tontería pero es que ya no puedo más… necesito saber si está bien.
— Está vivo, lo he visto en visiones que sucederán más adelante.
— pero eso no me dice si está bien, o si se preocupa por lo que esté sucediendo aquí… ¿puedes hacerlo? ¿puedes conectarnos?
— es… peligroso. Un viaje astral requiere que la mente se expanda y ninguno de los dos sois muy…como decirlo…jum.. bueno él tiene restos de magia de oráculo pero tú…
— soy una humana cabezota y obtusa, es eso?
— no quería decirlo así pero…
— da igual, si hay una forma, hazlo
La bruja preparó un “viaje” mezclando sustancias alucinógenas, peyote y ayahuasca y más plantas extrañas que podían desconectar la conciencia y hacerla volar más allá del cuerpo. Se la dio a Dani tumbándola en un sofá, porque esos viajes mareaban mucho. Al principio sólo notó el pelotazo de las drogas, la sensación de no pesar y no poder hablar. Después su mente atravesó luces de colores que dolían en el cerebro para poco a poco “despertar” en un paisaje muy distinto. Mar de fondo, el sonido familiar de las olas que rompen en la quilla de una nave. Luna, grande y gibosa, velas que suenan como ropa tendida y su figura apoyada en la baranda. ¿Höor? sí, era él, estaba de espaldas. Se aproximó despacio. ¿Sabía que ella estaba ahí? En realidad no lo estaba, era solo su mente.
— suspirando a la luna en un barco y no es el mío…esta me la vas a pagar Cannif.— apoyó las manos en la baranda a su lado. ¿Se desvanecería si lo tocaba?*
Aquel viaje no estaba resultando exactamente como esperaba, no enfrentaba con acero a enemigo alguno si no a demonios que no sabia que existían, el día y la noche parecía unirse en un mediocre duermevela. Las pesadillas se diluían con visiones y con una verdad o mentira difícil de distinguir en nuestra mente
No se como llegué a aquel lugar, un barco, miraba la luna asomado a la barandilla, esperaba algo nuevo que me arrastrara al borde de la locura cuando a mi espalda apareció ella, Dani. no podía decir que durante todo este tiempo fuera la primera vez que la veía, aunque si la primera vez que la sentía mas real.
Me giré cansado, mi aspecto demacrado dejaba claro que el viaje no era un paseo, creo que tampoco para ella Akershus lo estaba siendo.
Ladeé la cabeza cuando se apoyó en la barandilla para poder mirarla.
-¿me la vas a pagar es lo primero que me dices tras tanto tiempo sin vernos? sin duda esta si eres tu, la anterior me besaba nada mas verme, deseché la idea de que era la pirata con la que estaba de inmediato -bromeé con media sonrisa.
¿Seria de verdad ella? era imposible, pero la idea de tenerla aunque fuera en sueños..era un respiro en este improvisado Hel en el que no encontraba salida.
— No sé si soy yo o estoy drogada y veo cosas. Giuliana hizo una poción para conectar mi conciencia a la tuya mediante un viaje astral. Creo que lo he dicho bien, pero igual ni siquiera eres tú y eres sólo una parte de mi cabeza que me está tomando el pelo.— se encogió de hombros mirándolo.— echaba de menos tu humor…— alargó la mano y no atravesó niebla, pero quizás fuera un engaño de su mente.— si no eres tú…te pareces mucho.
Cerré los ojos un instante al notar su mano en mi mejilla, la sentía cálida, no como si fuera un espectro y su teoría de la bruja me precia coherente, claro que aquí todo lo parecía.
-¿como están mis hijos? ¿y Ulf? ¿Akershus? ¿como estas tu ademas de preciosa? -pregunté apartando unos mechones de pelo rebelde que caian sobre su rostro mientras daba un paso para orillarme hasta rozar su cuerpo -¿crees que podríamos follar? -me eche a reir por la cara que puso, solo era una broma.
Le hubiera dicho que intentaba cumplir mi promesa, volver, pero...no estaba convencido de que eso fuera a suceder.
-Si pasan los tres meses previstos, pégale un tiro a la condesa, no hay otra manera.*
— los niños bien, te echan de menos, pero lo entienden. Ulf…bueno, idiota perdido como siempre, es el único que comprende lo que es llevar Akershus y por eso no me tiene en cuenta los bufidos que le doy. Yo…— hizo un silencio breve y pasó de tema.— De momento todo va bien, nada que no podamos manejar, Randulf haciendo de las suyas, pero lo contenemos como siempre.— Cuando escuchó lo del tiro porque quizás pasaran más de tres meses tragó saliva.— No puedes rendirte, la condesa me da igual ¿me oyes? Si tengo que pegarle un tiro, se lo pegaré, pero tú tienes que regresar. Es una orden.— se acercó a él y lo abrazó cerrando los ojos. ¿Pero no estaban como en un sueño? Qué más daba, el caso es que podía sentir com si en verdad lo abrazase.*
En esta ocasión no fui tan convincente como acostumbraba, la seguridad con la que le decía "volveré" no fue pronunciada, simplemente me dejé abrazar cerrando los ojos, sintiendo su olor, el contacto de su piel.
-No viniste a despedirme -dije sin mas, como si a estas alturas importase.
Los gritos de la condesa tiraban de mi con fuerza, alcé la cabeza que tenia sumergida en su cuello, allí deposité un beso que me supo a despedida.
-Dale las gracias a Giuliana por esto, tengo que irme, si no vuelvo en tres meses, matala, he visto Akershus en llamas, no permitas que eso suceda.*
— Odio las despedidas…— como si eso fuera suficiente para disculparse por no haber ido…pero realmente odiaba despedirse.— Cuando regreses haremos arder Akershus pero no como lo has visto…—¡Mierda! Höor se desvanecía delante de sus ojos y no podía atraparlo, ¿había gritado algo? No estaba segura, ahora todo se disipaba en nieblas de colores que daban vértigo. Recuperó la consciencia de golpe, incorporándose en el sofá y vomitando violentamente la pócima amarga que se había tomado.
— Toda magia tiene un precio…— la voz de Giuliana la ancló a la realidad y pronto sintió sus manos cálidas sobre los hombros y otro vaso con olor fresco en las manos, para hacer que las náuseas y el mareo desaparecieran.— ¿lo has visto?
Danielle asintió, tratando de respirar y de alejar esa sensación opresiva de su pecho, no podía rendirse!! No podía hacerlo!! Si la bruja podía preparar más poción la tomaría otro día, pero al parecer segun le dijo, podía volverse una adicción y no era muy recomendable.*
Semanas más tarde, ya cumplido el plazo de los tres meses…
—Randulf nos hostiga desde el oeste y ahora sus drakkar intentan bloquear el puerto.— Ulf gruñó y golpeó con el puño sobre la mesa. Danielle se pellizcó el puente de la nariz.
—No es lo más importante ahora…¿recuerdas lo que me dijo Höor? Si no regresaba pasados tres meses…que matara a la condesa.— Sacó el pistolete y con gestos mecánicos lo limpió, lo cargó de pólvora, introdujo el proyectil de plomo y lo amartilló colocándolo de nuevo en la cartuchera. Tenía los ojos enrojecidos, hacía dos días que no dormía contando las horas de ese plazo expirando. Le dio dos días más, con los ojos puestos en la Atalaya por si el demonio se escapaba…pero no sucedía nada. No al menos por parte del conde, que no parecía regresar, ni por parte de la condesa que seguía en el mismo estado. Pero Randulf decidió retomar sus actividades contra Akershus y ahora tenía varios frentes abiertos.— Vamos, acompáñame hasta la Atalaya y después iremos a reforzar las filas del oeste.
Salieron al patio de armas y cuando iban a montar sendos caballos para ir a matar a la condesa se escuchó un cañonazo. Uno profundo y grave. Era “la verga de Satán” el cañón principal de proa, el delantero del buque Inferno. Los dos flamantes barcos nuevos habían sido comandados desde Londres hasta Noruega y hacía unas semanas que esperaban en el puerto. La almirante Morgan había puesto al mando de cada uno de ellos a gente de su confianza hasta que pudieran organizarse mejor, pero con los Drakkar de Randulf atacando el puerto a ratos y su ejército aterrorizando las aldeas de la cordillera del oeste, no tenían tregua. “He visto Akershus en llamas, no dejes que suceda”.
Levantó la cabeza dando un respingo. Miró a Ulf con los ojos muy abiertos.
— ¡Es el cañón del Inferno! Nos atacan en el puerto!!!
Galoparon hacia las dársenas cuando empezaron las salvas de cañones, el aire se tiñó de humo y olor a pólvora, la madera de los drakkar saltaba en mil pedazos y los cuerpos mutilados salpicaban al caer en la bahía de Akershus. De los barcos vikingos saltaban hombres y criaturas por igual, algunos heridos o muertos, otros simplemente para tratar de alcanzar el Avenger situado a la izquierda de la bocana del puerto, La Venganza de la reina Ana en posición central y el Inferno a la derecha y más adelantado, protegiendo la entrada con su enormidad y sus 74 cañones. Una bestia marina con escamas en la espalda les había seguido desde las latitudes del rey loco y ahora emergía apenas del agua para hacer que los marineros temblasen ante la visión del monstruo.
Danielle contuvo el aliento unos segundos con la vista fija en la dantesca situación iba a gritar algunas órdenes, que permanecieran en sus puestos, pero el vigía de la Reina Ana tocó la campana a zafarrancho señalando el horizonte. Se le paró el corazón en el pecho: el Takara enfilaba hacia a Akershus y los drakkar de Randulf pronto lo rodearían. El buque japonés se encontraba en mitad de un fuego a discreción hacia las naves del tirano y si no detenía al Inferno pronto sería tan sólo un amasijo de maderas retorcidas. No se lo pensó dos veces, espoleó a su caballo lanzándolo en un galope desbocado hacia delante subiendo por la pasarela de madera que había en los andamios de los nuevos almacenes que estaban construyendo, el caballo saltó al vacío guiado por su jinete hasta aterrizar en la cubierta de la Reina Ana. Danielle bajó de un salto e izó la bandera blanca gritándole al contramaestre.
— Hazle señales de luz al Takara!!!! que se peguen a estribor y en cuanto hayan pasado izaré la roja!!!
Las señales indicaron al capitán nipón que debía pasar pegado a uno de los lados, mientras el Avenger maniobraba para interponerse entre ellos y las naves de Randulf, a orden de la Almirante. El buque Inferno detuvo los cañonazos dándole una tregua al carguero para atravesar las líneas enemigas. Desde los drakkar empezó una lluvia de flechas de fuego; su pecho subía y bajaba rezando para que Höor fuera en ese barco pero a cubierto. Las velas se incendiaron y partes de la cubierta comenzaron a arder sin remedio.
— vamos, vamos…avante y a toda vela…venga….— se dijo para si misma observando al barco avanzar entre los balandres vikingos. Se le antojó una eternidad, pero cuando el Takara superó el grueso de la armada enemiga Danielle sonrió para sí mientras elevaba con brio la bandera roja.
— Venga Satán…dales duro con tu verga y que se jodan esos cabrones…— El Inferno comenzó de nuevo las salvas de cañonazos con su cañón principal disparando proyectiles que hacían saltar por los aires embarcaciones enteras. De pronto vio salir a la cubierta del Takara un montón de marineros que estaban en la bodega resguardándose del fuego, empezaron a apagar aquellos que aún ardían y distinguió la inconfundible cabeza de pelo negro y ensortijado. Respiró expulsando el aire retenido de forma pesada. Ulf llegaba en ese momento a la Reina Ana y vio la expresión de la pirata mirando al frente… él también lo había visto. Sonrió de medio lado y Danielle le devolvió la sonrisa que…duró dos segundos, los que tardó la bestia marina en sacar la cola y dejarla caer sobre la popa del barco, ante los horrorizados ojos de los que estaban asistiendo a aquella batalla naval.
Elevé la mirada al cielo al escuchar los salves de los cañones, al parecer Hela no iba a darme descanso ni siquiera tras un viaje en el que la visité con tanta frecuencia que nos hicimos intimos.
El Capitan nipon quería virar, largarse de ese entuerto que decía no ir con él, eran pescadores, hombres de paz que solo nos llevaban por la sustanciosa suma que se habían metido en los bolsillos, pero esto ya se salía de su potencial.
Fue Hook quien tomó el timón haciendo a un lado al pobre Nipon y siguiendo las indicaciones del Reina Ana zigzagueó colocándose de forma paralela al barco que cubría nuestra entrada entre las filas enemigas.
Nuestro barco no llevaba armas de ningún tipo, asi que aquello era un amasijo de madera que bien podría hundir Randulf de no ser porque desde puerto luchaban con fiereza para que eso no sucediera.
Pasamos la linea enemiga, mis ojos se centraron en los de Dani una milésima de segundo, esa que bastó para que nuestras sonrisas se encontraran y para que una especie de dragón gigante emergiera de las aguas dejando caer su pesada cola sobre la cubierta de Reina Anna que tembló por el impacto casi partiéndose en dos como una nuez.
-¡Danielle! -grité al verla tambalearse y casi caer.
-Hook, tienes que acercarme a ese barco.
El capitan giró ayudado de su garfio el timón, maniobró con pericia hasta ponernos en paralelo permitiéndome un abordaje perfecto.
-¡Condesa, ve a la Atalaya, tu hermana, corre! -ordené.
De sobras sabia a por lo que venia Randulf y no solo era para jodernos y darnos por culo como de costumbre si no para apoderarse del ente que habitaba en la mujer de la atalaya.
Corrí por cubierta, Dani en pie daba ordenes a diestra y siniestra para enfrentar a la bestia.
¡por Odin ni un instante para un reencuentro en condiciones después de no haber tenido despedida alguna!
Corri escaleras abajo, si no recordaba mal, en la bodega guardaban pólvora o al menos eso recordaba. Había visto Akershus en llamas y llamas iba a darle al hijo de puta de ese rey tirano.
Los cañones retumbaban de forma ensordecedora, apreté los dientes sacudiendo la cabeza, borrando de mi mente algunas imagines que acucian a ella, recuerdos de ese bosque que me prometí dejar enterrados, mas no se si podría.
Detuve a un par de marineros que corrían como pollos sin cabeza y les pedí cargaran con un par de bidones de pólvora.
Arriba Dani luchaba contra la bestia, ella era lo único que se interponía entre Randulf y sus creaciones y mi gente.
Ascendí de nuevo por las escaleras seguido de los dos hombres, tres bidones de pólvora en nuestro poder serian suficientes.
El monstruo atacaba, arrancando las velas, devorando a las personas que entre sus fauces eran devoradas, con miembros cercenados, los que mas suerte tenían saltaban al agua antes de ser comidos.
Rugía como si fuera dueño y señor del mar, mas yo era señor de esas tierras que pretendía conquistar.
-¡Tu bestia inmunda, ven aquí! -grité llamando la atención del bicho ante la cara de horror de Dani que de seguro pensaba que había perdido el juicio, no iba a debatir si eso había ocurrido, pero cuando la bestia abrió sus fauces lancé un bidón y ordené que los otros hicieran lo propio.
-¡Dispara Dani! -grité esperando que mi plan funcionara y esa explosión lo mandar a los abismos de donde nunca debió haber salido.
Por un instante pensó que era un espectro, tenía mala cara, estaba demacrado, con la barba descuidada y el pelo más largo de lo normal, pero en cuanto se puso a correr y a dar órdenes supo que seguía intacto, ése era él. Vio la maniobra de la pólvora como a cámara lenta, pero estaba lista, nació lista para eso. Sacó la pistola de la cartuchera, se irguió colocando los pies separados y alineados con su eje, estaba de lado a la boca de la bestia. Podía escuchar el latido de su propio corazón, si no acertaba engulliría a Höor y a esos dos bravos hombres. “Tranquila, respira, apunta… eres uno con el arma… eres la bala que sigue la trayectoria de tu ojo…” recordó las palabras del verdadero capitán Morgan, aquel que la enseñó a disparar. Cerró un ojo y apuntó al barril siguiendo su trayectoria hasta la enorme boca plagada de dientes de aquella bestia marina y presionó el gatillo. El proyectil silbó tras la explosión de la pólvora contenida en el arma e impactó en el barril que prendió de inmediato con una enorme deflagración. La criatura salió despedida hacia atrás cuando los otros dos barriles también explotaron reventándole el cráneo y salpicando de sangre, sesos y fuego la cubierta de la reina Ana. Todos cayeron al suelo por la onda expansiva. El golpe en la cabeza fue fuerte, cerró los ojos por un instante, oliendo la pólvora y la hedionda sangre de la bestia, no podía escuchar nada porque sólo tenía un pitido en los oídos y la gente se movía aún frenética de arriba a abajo. Apoyó una mano en la madera incorporándose y levantando los ojos en busca de esos castaños que debían estar ahí.*
Salí disparado por aquella explosión de pólvora que esparció los sesos de la bestia sobre la cubierta.
Gruñí por el dolor del impacto contra la baranda del barco, jadeé alzándome, no era momento de descansar, frente a nosotros Randulf seguía guiando a los suyos hacia nuestros barcos, teniamos que repeler el ataque o de nada habría valido estos tres meses de lucha incesante y una vida luchando por le norte.
Mi mirada por un instante se centro en esos dos mares que apenas recordaba, habia pasado mucho tiempo desde la ultima vez que los vi, al menso de ese modo sincero y no en visiones perturbadas de una realidad ajena.
Me aseguré que estaba bien ¿lo estaba? la cabeza me dolía, los oídos me pitaban por aquella explosión, pero las fuerzas aun no flaqueaban.
Desenvainé el acero centrándome en el enemigo, buscando a Randulf con la mirada fija en su barco, hacia tiempo que anhelaba un cuerpo a cuerpo, ya no era un niño y pronto podría probar mi acero.*
Randulf no se había metido en el fragor de la batalla, nunca lo hacía, esperaba a buen resguardo en una nave que no se podía distinguir bien desde la lejanía, pero que podría ser de la flota Gunnarson, quizás el buque “hermano” del Jotunheim. Qué más daba, en cualquier caso no era un enemigo alcanzable.
Danielle observó a Ulf ir en busca de su amigo, de su hermano y cuando ambos se reencontraron la almirante fijó sus ojos en el Avenger, enganchó al contramaestre para que les hiciera señales de luz con el farol y al instante maniobraron para atrapar a los drakkar que quedaban entre el fuego del Inferno y el Avenger, hundiendo otros tantos y consiguiendo que desde el buque de Randulf izaran la bandera de retirada y se largasen rumbo norte. No sería tan estúpida de seguirlos, seguramente tendrían refuerzos en el exterior y la Reina Ana había sufrido bastantes daños.
Todavía llovían trozos de vela quemada y astillas de madera cuando el cielo se cubrió de gris y empezó a caer una lluvia bastante recia…¡Sirius! Giró la cabeza y vio a Giuliana, Valeska y Sirius en el espigón, seguramente estarían en su casa recibiendo instrucción mágica cuando todo saltó por los aires. Esa lluvia les vendría muy bien. Miró al cielo y extendió las manos sonriendo al niño, así se apagarían las velas y los mástiles incendiados.*
Ulf corrió en mi búsqueda, extendí la mano antes de que me abrazara para detener su avance, me costaba tener contacto con nadie, mi pecho subía y bajaba violento, mientras me centraba en aquel barco, el del cobarde de Randulf que tocaba retirada con sus malditos cuernos mientras yo seguía sediento de sangre.
Gruñí airado, Ulf se detuvo, posiblemente comprendiendo mejor que nadie la bestia que anidaba en mi, el depredador que en ese instante solo quería dar caza al enemigo.
Solo la fina lluvia en inicio y después intensa me hizo elevar la mirada de mi objetivo para buscar a mi hijo.
-¡Es Sirius! -me dijo Ulf con orgullo dándome un golpe en la espalda para que lo acompañara hacia donde estaba Dani -estas hecho un asco -me dijo Ulf ladeando la sonrisa -nada que no se arregle con unas jarras y un buen baño en compañía -apuntó mirando a Dani con picardia.*
Sentía el agua correr desde su pelo hasta las botas, todavía olía a pólvora y a madera quemada, a brea y tripas putrefactas, respiraba agitada del tremendo ritmo que había llevado en esa última hora, pero al final habían hecho huir a la rata. En ese momento sus ojos sólo estaban fijos en los de Höor. Un escalofrío la recorrió, si hubiera hecho caso a su plazo de tres meses habría matado a la condesa y ahora su hermana encontraría tan sólo un cadáver, otro más en la cuenta de Danielle Morgan. Parpadeó una vez más para estar segura de que lo tenía en frente y no era una visión provocada por las drogas de la bruja y sin mediar palabra colisionó contra él abrazándolo con brusquedad. Estaba de vuelta, vivo, seguramente jodido…pero eso ya daba igual, estaba allí. ¿Qué podía decir? Las palabras no salían por su garganta, se había quedado sin fuelle tras gritar y desgañitarse defendiendo Akershus.*
Dani fue mas rapida que Ulf se abalanzó contra mi, era extraño, el abrazo se sentía cálido, reconfortante y aun asi mi cuerpo se tenso y los brazos quedaron ligeramente en vilo sin aferrar su cuerpo contra el mio.
Me costó un instante reaccionar, olía a fuego, a putrefacción, creo que ciertamente si necesitábamos ese baño que Ulf habia propuesto.
Rodeé su cintura apoyando mi mentón en su hombro, acariciando ligeramente con mi nariz su cuello.
Pero poco duró aquello, pues pronto sentí la inquietud de nuevo aquellas visiones me devoraban las entrañas y me separé de ella como si quemara.
-Menudo recibimiento -dije intentando bromear como acostumbraba a hacer de normal*
Leyó en sus ojos y en sus gestos que había regresado cambiado, ese cuerpo sería el Höor Cannif, pero la persona, el hombre que tenía frente a ella no exactamente el que partió en el Takara. Asintió con gesto grave, por mucho que hubiera deseado volver a verlo, había algo que apremiaba.
— La Atalaya… ve con Ulf. Tengo que cerrar el puerto y establecer las defensas.
Randulf les había pillado por sorpresa, suerte que la verga de Satán siempre estaba dispuesta y que su armada era mucho más potente en cuanto a cañones, pero la siguiente vez no atacaría con balandros, el rey aprendería de su error. Tenía que defender la plaza y apresurarse a aprovisionar de polvora y proyectiles a los barcos que se interpondrían entre los enemigos y el pueblo.
— Hoy he saltado con tu marido, que no tenía culpa de lo que había pasado y además era un tontería pero es que ya no puedo más… necesito saber si está bien.
— Está vivo, lo he visto en visiones que sucederán más adelante.
— pero eso no me dice si está bien, o si se preocupa por lo que esté sucediendo aquí… ¿puedes hacerlo? ¿puedes conectarnos?
— es… peligroso. Un viaje astral requiere que la mente se expanda y ninguno de los dos sois muy…como decirlo…jum.. bueno él tiene restos de magia de oráculo pero tú…
— soy una humana cabezota y obtusa, es eso?
— no quería decirlo así pero…
— da igual, si hay una forma, hazlo
La bruja preparó un “viaje” mezclando sustancias alucinógenas, peyote y ayahuasca y más plantas extrañas que podían desconectar la conciencia y hacerla volar más allá del cuerpo. Se la dio a Dani tumbándola en un sofá, porque esos viajes mareaban mucho. Al principio sólo notó el pelotazo de las drogas, la sensación de no pesar y no poder hablar. Después su mente atravesó luces de colores que dolían en el cerebro para poco a poco “despertar” en un paisaje muy distinto. Mar de fondo, el sonido familiar de las olas que rompen en la quilla de una nave. Luna, grande y gibosa, velas que suenan como ropa tendida y su figura apoyada en la baranda. ¿Höor? sí, era él, estaba de espaldas. Se aproximó despacio. ¿Sabía que ella estaba ahí? En realidad no lo estaba, era solo su mente.
— suspirando a la luna en un barco y no es el mío…esta me la vas a pagar Cannif.— apoyó las manos en la baranda a su lado. ¿Se desvanecería si lo tocaba?*
Aquel viaje no estaba resultando exactamente como esperaba, no enfrentaba con acero a enemigo alguno si no a demonios que no sabia que existían, el día y la noche parecía unirse en un mediocre duermevela. Las pesadillas se diluían con visiones y con una verdad o mentira difícil de distinguir en nuestra mente
No se como llegué a aquel lugar, un barco, miraba la luna asomado a la barandilla, esperaba algo nuevo que me arrastrara al borde de la locura cuando a mi espalda apareció ella, Dani. no podía decir que durante todo este tiempo fuera la primera vez que la veía, aunque si la primera vez que la sentía mas real.
Me giré cansado, mi aspecto demacrado dejaba claro que el viaje no era un paseo, creo que tampoco para ella Akershus lo estaba siendo.
Ladeé la cabeza cuando se apoyó en la barandilla para poder mirarla.
-¿me la vas a pagar es lo primero que me dices tras tanto tiempo sin vernos? sin duda esta si eres tu, la anterior me besaba nada mas verme, deseché la idea de que era la pirata con la que estaba de inmediato -bromeé con media sonrisa.
¿Seria de verdad ella? era imposible, pero la idea de tenerla aunque fuera en sueños..era un respiro en este improvisado Hel en el que no encontraba salida.
— No sé si soy yo o estoy drogada y veo cosas. Giuliana hizo una poción para conectar mi conciencia a la tuya mediante un viaje astral. Creo que lo he dicho bien, pero igual ni siquiera eres tú y eres sólo una parte de mi cabeza que me está tomando el pelo.— se encogió de hombros mirándolo.— echaba de menos tu humor…— alargó la mano y no atravesó niebla, pero quizás fuera un engaño de su mente.— si no eres tú…te pareces mucho.
Cerré los ojos un instante al notar su mano en mi mejilla, la sentía cálida, no como si fuera un espectro y su teoría de la bruja me precia coherente, claro que aquí todo lo parecía.
-¿como están mis hijos? ¿y Ulf? ¿Akershus? ¿como estas tu ademas de preciosa? -pregunté apartando unos mechones de pelo rebelde que caian sobre su rostro mientras daba un paso para orillarme hasta rozar su cuerpo -¿crees que podríamos follar? -me eche a reir por la cara que puso, solo era una broma.
Le hubiera dicho que intentaba cumplir mi promesa, volver, pero...no estaba convencido de que eso fuera a suceder.
-Si pasan los tres meses previstos, pégale un tiro a la condesa, no hay otra manera.*
— los niños bien, te echan de menos, pero lo entienden. Ulf…bueno, idiota perdido como siempre, es el único que comprende lo que es llevar Akershus y por eso no me tiene en cuenta los bufidos que le doy. Yo…— hizo un silencio breve y pasó de tema.— De momento todo va bien, nada que no podamos manejar, Randulf haciendo de las suyas, pero lo contenemos como siempre.— Cuando escuchó lo del tiro porque quizás pasaran más de tres meses tragó saliva.— No puedes rendirte, la condesa me da igual ¿me oyes? Si tengo que pegarle un tiro, se lo pegaré, pero tú tienes que regresar. Es una orden.— se acercó a él y lo abrazó cerrando los ojos. ¿Pero no estaban como en un sueño? Qué más daba, el caso es que podía sentir com si en verdad lo abrazase.*
En esta ocasión no fui tan convincente como acostumbraba, la seguridad con la que le decía "volveré" no fue pronunciada, simplemente me dejé abrazar cerrando los ojos, sintiendo su olor, el contacto de su piel.
-No viniste a despedirme -dije sin mas, como si a estas alturas importase.
Los gritos de la condesa tiraban de mi con fuerza, alcé la cabeza que tenia sumergida en su cuello, allí deposité un beso que me supo a despedida.
-Dale las gracias a Giuliana por esto, tengo que irme, si no vuelvo en tres meses, matala, he visto Akershus en llamas, no permitas que eso suceda.*
— Odio las despedidas…— como si eso fuera suficiente para disculparse por no haber ido…pero realmente odiaba despedirse.— Cuando regreses haremos arder Akershus pero no como lo has visto…—¡Mierda! Höor se desvanecía delante de sus ojos y no podía atraparlo, ¿había gritado algo? No estaba segura, ahora todo se disipaba en nieblas de colores que daban vértigo. Recuperó la consciencia de golpe, incorporándose en el sofá y vomitando violentamente la pócima amarga que se había tomado.
— Toda magia tiene un precio…— la voz de Giuliana la ancló a la realidad y pronto sintió sus manos cálidas sobre los hombros y otro vaso con olor fresco en las manos, para hacer que las náuseas y el mareo desaparecieran.— ¿lo has visto?
Danielle asintió, tratando de respirar y de alejar esa sensación opresiva de su pecho, no podía rendirse!! No podía hacerlo!! Si la bruja podía preparar más poción la tomaría otro día, pero al parecer segun le dijo, podía volverse una adicción y no era muy recomendable.*
* * * * *
Semanas más tarde, ya cumplido el plazo de los tres meses…
—Randulf nos hostiga desde el oeste y ahora sus drakkar intentan bloquear el puerto.— Ulf gruñó y golpeó con el puño sobre la mesa. Danielle se pellizcó el puente de la nariz.
—No es lo más importante ahora…¿recuerdas lo que me dijo Höor? Si no regresaba pasados tres meses…que matara a la condesa.— Sacó el pistolete y con gestos mecánicos lo limpió, lo cargó de pólvora, introdujo el proyectil de plomo y lo amartilló colocándolo de nuevo en la cartuchera. Tenía los ojos enrojecidos, hacía dos días que no dormía contando las horas de ese plazo expirando. Le dio dos días más, con los ojos puestos en la Atalaya por si el demonio se escapaba…pero no sucedía nada. No al menos por parte del conde, que no parecía regresar, ni por parte de la condesa que seguía en el mismo estado. Pero Randulf decidió retomar sus actividades contra Akershus y ahora tenía varios frentes abiertos.— Vamos, acompáñame hasta la Atalaya y después iremos a reforzar las filas del oeste.
Salieron al patio de armas y cuando iban a montar sendos caballos para ir a matar a la condesa se escuchó un cañonazo. Uno profundo y grave. Era “la verga de Satán” el cañón principal de proa, el delantero del buque Inferno. Los dos flamantes barcos nuevos habían sido comandados desde Londres hasta Noruega y hacía unas semanas que esperaban en el puerto. La almirante Morgan había puesto al mando de cada uno de ellos a gente de su confianza hasta que pudieran organizarse mejor, pero con los Drakkar de Randulf atacando el puerto a ratos y su ejército aterrorizando las aldeas de la cordillera del oeste, no tenían tregua. “He visto Akershus en llamas, no dejes que suceda”.
- Spoiler:
Levantó la cabeza dando un respingo. Miró a Ulf con los ojos muy abiertos.
— ¡Es el cañón del Inferno! Nos atacan en el puerto!!!
Galoparon hacia las dársenas cuando empezaron las salvas de cañones, el aire se tiñó de humo y olor a pólvora, la madera de los drakkar saltaba en mil pedazos y los cuerpos mutilados salpicaban al caer en la bahía de Akershus. De los barcos vikingos saltaban hombres y criaturas por igual, algunos heridos o muertos, otros simplemente para tratar de alcanzar el Avenger situado a la izquierda de la bocana del puerto, La Venganza de la reina Ana en posición central y el Inferno a la derecha y más adelantado, protegiendo la entrada con su enormidad y sus 74 cañones. Una bestia marina con escamas en la espalda les había seguido desde las latitudes del rey loco y ahora emergía apenas del agua para hacer que los marineros temblasen ante la visión del monstruo.
Danielle contuvo el aliento unos segundos con la vista fija en la dantesca situación iba a gritar algunas órdenes, que permanecieran en sus puestos, pero el vigía de la Reina Ana tocó la campana a zafarrancho señalando el horizonte. Se le paró el corazón en el pecho: el Takara enfilaba hacia a Akershus y los drakkar de Randulf pronto lo rodearían. El buque japonés se encontraba en mitad de un fuego a discreción hacia las naves del tirano y si no detenía al Inferno pronto sería tan sólo un amasijo de maderas retorcidas. No se lo pensó dos veces, espoleó a su caballo lanzándolo en un galope desbocado hacia delante subiendo por la pasarela de madera que había en los andamios de los nuevos almacenes que estaban construyendo, el caballo saltó al vacío guiado por su jinete hasta aterrizar en la cubierta de la Reina Ana. Danielle bajó de un salto e izó la bandera blanca gritándole al contramaestre.
— Hazle señales de luz al Takara!!!! que se peguen a estribor y en cuanto hayan pasado izaré la roja!!!
Las señales indicaron al capitán nipón que debía pasar pegado a uno de los lados, mientras el Avenger maniobraba para interponerse entre ellos y las naves de Randulf, a orden de la Almirante. El buque Inferno detuvo los cañonazos dándole una tregua al carguero para atravesar las líneas enemigas. Desde los drakkar empezó una lluvia de flechas de fuego; su pecho subía y bajaba rezando para que Höor fuera en ese barco pero a cubierto. Las velas se incendiaron y partes de la cubierta comenzaron a arder sin remedio.
— vamos, vamos…avante y a toda vela…venga….— se dijo para si misma observando al barco avanzar entre los balandres vikingos. Se le antojó una eternidad, pero cuando el Takara superó el grueso de la armada enemiga Danielle sonrió para sí mientras elevaba con brio la bandera roja.
— Venga Satán…dales duro con tu verga y que se jodan esos cabrones…— El Inferno comenzó de nuevo las salvas de cañonazos con su cañón principal disparando proyectiles que hacían saltar por los aires embarcaciones enteras. De pronto vio salir a la cubierta del Takara un montón de marineros que estaban en la bodega resguardándose del fuego, empezaron a apagar aquellos que aún ardían y distinguió la inconfundible cabeza de pelo negro y ensortijado. Respiró expulsando el aire retenido de forma pesada. Ulf llegaba en ese momento a la Reina Ana y vio la expresión de la pirata mirando al frente… él también lo había visto. Sonrió de medio lado y Danielle le devolvió la sonrisa que…duró dos segundos, los que tardó la bestia marina en sacar la cola y dejarla caer sobre la popa del barco, ante los horrorizados ojos de los que estaban asistiendo a aquella batalla naval.
Elevé la mirada al cielo al escuchar los salves de los cañones, al parecer Hela no iba a darme descanso ni siquiera tras un viaje en el que la visité con tanta frecuencia que nos hicimos intimos.
El Capitan nipon quería virar, largarse de ese entuerto que decía no ir con él, eran pescadores, hombres de paz que solo nos llevaban por la sustanciosa suma que se habían metido en los bolsillos, pero esto ya se salía de su potencial.
Fue Hook quien tomó el timón haciendo a un lado al pobre Nipon y siguiendo las indicaciones del Reina Ana zigzagueó colocándose de forma paralela al barco que cubría nuestra entrada entre las filas enemigas.
Nuestro barco no llevaba armas de ningún tipo, asi que aquello era un amasijo de madera que bien podría hundir Randulf de no ser porque desde puerto luchaban con fiereza para que eso no sucediera.
Pasamos la linea enemiga, mis ojos se centraron en los de Dani una milésima de segundo, esa que bastó para que nuestras sonrisas se encontraran y para que una especie de dragón gigante emergiera de las aguas dejando caer su pesada cola sobre la cubierta de Reina Anna que tembló por el impacto casi partiéndose en dos como una nuez.
-¡Danielle! -grité al verla tambalearse y casi caer.
-Hook, tienes que acercarme a ese barco.
El capitan giró ayudado de su garfio el timón, maniobró con pericia hasta ponernos en paralelo permitiéndome un abordaje perfecto.
-¡Condesa, ve a la Atalaya, tu hermana, corre! -ordené.
De sobras sabia a por lo que venia Randulf y no solo era para jodernos y darnos por culo como de costumbre si no para apoderarse del ente que habitaba en la mujer de la atalaya.
Corrí por cubierta, Dani en pie daba ordenes a diestra y siniestra para enfrentar a la bestia.
¡por Odin ni un instante para un reencuentro en condiciones después de no haber tenido despedida alguna!
Corri escaleras abajo, si no recordaba mal, en la bodega guardaban pólvora o al menos eso recordaba. Había visto Akershus en llamas y llamas iba a darle al hijo de puta de ese rey tirano.
Los cañones retumbaban de forma ensordecedora, apreté los dientes sacudiendo la cabeza, borrando de mi mente algunas imagines que acucian a ella, recuerdos de ese bosque que me prometí dejar enterrados, mas no se si podría.
Detuve a un par de marineros que corrían como pollos sin cabeza y les pedí cargaran con un par de bidones de pólvora.
Arriba Dani luchaba contra la bestia, ella era lo único que se interponía entre Randulf y sus creaciones y mi gente.
Ascendí de nuevo por las escaleras seguido de los dos hombres, tres bidones de pólvora en nuestro poder serian suficientes.
El monstruo atacaba, arrancando las velas, devorando a las personas que entre sus fauces eran devoradas, con miembros cercenados, los que mas suerte tenían saltaban al agua antes de ser comidos.
Rugía como si fuera dueño y señor del mar, mas yo era señor de esas tierras que pretendía conquistar.
-¡Tu bestia inmunda, ven aquí! -grité llamando la atención del bicho ante la cara de horror de Dani que de seguro pensaba que había perdido el juicio, no iba a debatir si eso había ocurrido, pero cuando la bestia abrió sus fauces lancé un bidón y ordené que los otros hicieran lo propio.
-¡Dispara Dani! -grité esperando que mi plan funcionara y esa explosión lo mandar a los abismos de donde nunca debió haber salido.
Por un instante pensó que era un espectro, tenía mala cara, estaba demacrado, con la barba descuidada y el pelo más largo de lo normal, pero en cuanto se puso a correr y a dar órdenes supo que seguía intacto, ése era él. Vio la maniobra de la pólvora como a cámara lenta, pero estaba lista, nació lista para eso. Sacó la pistola de la cartuchera, se irguió colocando los pies separados y alineados con su eje, estaba de lado a la boca de la bestia. Podía escuchar el latido de su propio corazón, si no acertaba engulliría a Höor y a esos dos bravos hombres. “Tranquila, respira, apunta… eres uno con el arma… eres la bala que sigue la trayectoria de tu ojo…” recordó las palabras del verdadero capitán Morgan, aquel que la enseñó a disparar. Cerró un ojo y apuntó al barril siguiendo su trayectoria hasta la enorme boca plagada de dientes de aquella bestia marina y presionó el gatillo. El proyectil silbó tras la explosión de la pólvora contenida en el arma e impactó en el barril que prendió de inmediato con una enorme deflagración. La criatura salió despedida hacia atrás cuando los otros dos barriles también explotaron reventándole el cráneo y salpicando de sangre, sesos y fuego la cubierta de la reina Ana. Todos cayeron al suelo por la onda expansiva. El golpe en la cabeza fue fuerte, cerró los ojos por un instante, oliendo la pólvora y la hedionda sangre de la bestia, no podía escuchar nada porque sólo tenía un pitido en los oídos y la gente se movía aún frenética de arriba a abajo. Apoyó una mano en la madera incorporándose y levantando los ojos en busca de esos castaños que debían estar ahí.*
Salí disparado por aquella explosión de pólvora que esparció los sesos de la bestia sobre la cubierta.
Gruñí por el dolor del impacto contra la baranda del barco, jadeé alzándome, no era momento de descansar, frente a nosotros Randulf seguía guiando a los suyos hacia nuestros barcos, teniamos que repeler el ataque o de nada habría valido estos tres meses de lucha incesante y una vida luchando por le norte.
Mi mirada por un instante se centro en esos dos mares que apenas recordaba, habia pasado mucho tiempo desde la ultima vez que los vi, al menso de ese modo sincero y no en visiones perturbadas de una realidad ajena.
Me aseguré que estaba bien ¿lo estaba? la cabeza me dolía, los oídos me pitaban por aquella explosión, pero las fuerzas aun no flaqueaban.
Desenvainé el acero centrándome en el enemigo, buscando a Randulf con la mirada fija en su barco, hacia tiempo que anhelaba un cuerpo a cuerpo, ya no era un niño y pronto podría probar mi acero.*
Randulf no se había metido en el fragor de la batalla, nunca lo hacía, esperaba a buen resguardo en una nave que no se podía distinguir bien desde la lejanía, pero que podría ser de la flota Gunnarson, quizás el buque “hermano” del Jotunheim. Qué más daba, en cualquier caso no era un enemigo alcanzable.
Danielle observó a Ulf ir en busca de su amigo, de su hermano y cuando ambos se reencontraron la almirante fijó sus ojos en el Avenger, enganchó al contramaestre para que les hiciera señales de luz con el farol y al instante maniobraron para atrapar a los drakkar que quedaban entre el fuego del Inferno y el Avenger, hundiendo otros tantos y consiguiendo que desde el buque de Randulf izaran la bandera de retirada y se largasen rumbo norte. No sería tan estúpida de seguirlos, seguramente tendrían refuerzos en el exterior y la Reina Ana había sufrido bastantes daños.
Todavía llovían trozos de vela quemada y astillas de madera cuando el cielo se cubrió de gris y empezó a caer una lluvia bastante recia…¡Sirius! Giró la cabeza y vio a Giuliana, Valeska y Sirius en el espigón, seguramente estarían en su casa recibiendo instrucción mágica cuando todo saltó por los aires. Esa lluvia les vendría muy bien. Miró al cielo y extendió las manos sonriendo al niño, así se apagarían las velas y los mástiles incendiados.*
Ulf corrió en mi búsqueda, extendí la mano antes de que me abrazara para detener su avance, me costaba tener contacto con nadie, mi pecho subía y bajaba violento, mientras me centraba en aquel barco, el del cobarde de Randulf que tocaba retirada con sus malditos cuernos mientras yo seguía sediento de sangre.
Gruñí airado, Ulf se detuvo, posiblemente comprendiendo mejor que nadie la bestia que anidaba en mi, el depredador que en ese instante solo quería dar caza al enemigo.
Solo la fina lluvia en inicio y después intensa me hizo elevar la mirada de mi objetivo para buscar a mi hijo.
-¡Es Sirius! -me dijo Ulf con orgullo dándome un golpe en la espalda para que lo acompañara hacia donde estaba Dani -estas hecho un asco -me dijo Ulf ladeando la sonrisa -nada que no se arregle con unas jarras y un buen baño en compañía -apuntó mirando a Dani con picardia.*
Sentía el agua correr desde su pelo hasta las botas, todavía olía a pólvora y a madera quemada, a brea y tripas putrefactas, respiraba agitada del tremendo ritmo que había llevado en esa última hora, pero al final habían hecho huir a la rata. En ese momento sus ojos sólo estaban fijos en los de Höor. Un escalofrío la recorrió, si hubiera hecho caso a su plazo de tres meses habría matado a la condesa y ahora su hermana encontraría tan sólo un cadáver, otro más en la cuenta de Danielle Morgan. Parpadeó una vez más para estar segura de que lo tenía en frente y no era una visión provocada por las drogas de la bruja y sin mediar palabra colisionó contra él abrazándolo con brusquedad. Estaba de vuelta, vivo, seguramente jodido…pero eso ya daba igual, estaba allí. ¿Qué podía decir? Las palabras no salían por su garganta, se había quedado sin fuelle tras gritar y desgañitarse defendiendo Akershus.*
Dani fue mas rapida que Ulf se abalanzó contra mi, era extraño, el abrazo se sentía cálido, reconfortante y aun asi mi cuerpo se tenso y los brazos quedaron ligeramente en vilo sin aferrar su cuerpo contra el mio.
Me costó un instante reaccionar, olía a fuego, a putrefacción, creo que ciertamente si necesitábamos ese baño que Ulf habia propuesto.
Rodeé su cintura apoyando mi mentón en su hombro, acariciando ligeramente con mi nariz su cuello.
Pero poco duró aquello, pues pronto sentí la inquietud de nuevo aquellas visiones me devoraban las entrañas y me separé de ella como si quemara.
-Menudo recibimiento -dije intentando bromear como acostumbraba a hacer de normal*
Leyó en sus ojos y en sus gestos que había regresado cambiado, ese cuerpo sería el Höor Cannif, pero la persona, el hombre que tenía frente a ella no exactamente el que partió en el Takara. Asintió con gesto grave, por mucho que hubiera deseado volver a verlo, había algo que apremiaba.
— La Atalaya… ve con Ulf. Tengo que cerrar el puerto y establecer las defensas.
Randulf les había pillado por sorpresa, suerte que la verga de Satán siempre estaba dispuesta y que su armada era mucho más potente en cuanto a cañones, pero la siguiente vez no atacaría con balandros, el rey aprendería de su error. Tenía que defender la plaza y apresurarse a aprovisionar de polvora y proyectiles a los barcos que se interpondrían entre los enemigos y el pueblo.
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
Frente al espejo de mi cámara, navaja en mano, aun con la camisa manchada pero sin la armadura que durante esos tres meses se habia adherido a mi como una segunda piel ,podía observar mi demacrado aspecto.
No le pasó desapercibido a mis hijos mi estado, pese a que lo oculte todo cuanto pude contándoles fantásticas historias de un viaje a tierras desconocidas y mágicas donde la gente era muy distinta a la del norte.
Creo que habia conseguido tranquilizarlos, alegué en defensa a mi delgadez lo mal que se comía en esas tierras de arroz y pescado crudo. Ademas que habia estado tan ocupado que apenas había dormido.
Los arropé y al final sus pesadas respiraciones me indicaron que se habian dormido.
La navaja empezó a recorrer mi rostro sajando el pelo tupido de una barba descuidada cuando escuché abrirse la puerta a mis espaldas.
Bajé la mano enjuagando el filo en la palangana y me giré para buscar a la pirata que despacio entraba a ese cuarto que había sido testigo de tres noches que aun guardaba en el recuerdo.
-Buenas noches pirata. Buenos barcos los que tu padre ha fabricado -apunté ladeando la sonrisa.
Seguramente no era el recibimiento que esperaba..pero no sabia bien como actuar en ese instante asi que..eso es lo que me salió sin mas.*
Tras organizar el puerto, las defensas y todo aquello que había pasado a ser su responsabilidad en la ausencia de su legítimo dueño, regresó a la ciudad a por Beth y la llevó al castillo, con Randulf rondando y el asunto de demonio, no se fiaba de dejarla con nadie, la fortaleza era el mejor bastión para ella, además de que se llevaba muy bien con los demás niños y los niños prefieren estar con otros pequeños, como es lo natural. Tenía en su habitación recambios de ropa, porque aquella era su casa tanto como la Reina Ana, ahora medio destrozada. Se tendrían que quedar allí hasta que estuviera reparada y mientras eso sucedía ocuparía su viejo cuarto de cuando era la niñera. Entreabrió la puerta y se acercó hasta la figura delgada y demacrada que se reflejaba en el espejo deteniéndose frente a él.
— Han sido su legado, murió hace tres semanas, la edad no perdona.— Se acercó al balde y mojó un paño para retirar el jabón del cuello ya afeitado con cuidado. El ambiente estaba enrarecido, pero quizás actuar como si ya hubiese pasado todo podría ayudar a recuperar la confianza.— ¿Quieres que lo haga yo?.— le señaló la navaja.*
Su mano se acercó a la mia tras su pregunta, dejé que tomara la navaja mientras mis ojos la observaban a tan corta distancia.
Sus ojos azules eran profundos como el mar calmo que representaba.
-Si -respondí soltando el cero cuando lo tomó ella.
Mi mirada parda bajó hasta sus labios, en ellos la pirata siempre ostentaba una profunda sonrisa, pero en esta ocasión, ligeramente entreabiertos parecían una fruta madura, deliciosa y lista para ser devorada.
Cada vez mas cerca, mi respiración pesada murió en estos antes de que una media sonrisa se instalara en su boca. Con delicadeza guió con su mano mi cabeza para que dejara al descubierto la otra parte de mi cuello que enjabono con una caricia tibia antes de pasar muy despacio el acero.
Mis manos jugaron tímidas en un principio con aquella cintura que se entreveía bajo la casaca.
Tiré de la camisa hasta sacarla de aquellos pantalones de monta y por debajo colé las manos surcando su piel cálida.
Había tomado el trapo para limpiar los restos de jabón cuando de un tirón rudo la pegué a mi cuerpo, nos miramos cerca, nuestros labios casi se rozaban en ese momento.
-siento lo de tu padre -susurré.
De un manotazo tiré la palangana de agua y todo aquello que sobre la pequeña mesa de madera de roble reposaba tomado con violencia sus nalgas para alzarla y allí sentarla.
Sus piernas se abrieron dándome cobijo, mi abultado pantalón delataba mis ganas, tres meses era demasiado tiempo y ahora si, mi boca hambrienta, voraz colisionó contra sus labios gruñendo.
Mi lengua se abrió paso entre sus labios enredándose en la ajena. La casaca resbaló por sus hombros cayendo al suelo.*
Preguntarle si estaba bien era una estupidez, porque no lo estaba, y porque Höor no era de los que expresaba en alto lo que le sucedía internamente. Él era más de encabronarse, pelear, largarse ofuscado o empotrar contra la cama en lugar de decir que estaba molesto, triste o que la echaba de menos. Ella por el contrario estaba más acostumbrada a usar la dialéctica, a disparar ironías, darle la vuelta a las palabras del otro o atacar donde dolía. Iba a ser una relación complicada, pero eso ya se veía venir, ellos mismos la habían evitado porque intuían que las treguas serían necesarias entre tanta tormenta. Acarició su espalda, no le había visto manchurrones de sangre fresca, eso ya era algo, aunque quizás las heridas del alma fueran más pesadas y dolorosas. Se manchó con los restos de jabón cuando se pegaron ambos cuerpos y sin mucho miramiento tiró de la camisa raída que se iría al fuego como el resto de ropa que llevaba el conde. No quería que le quedase recuerdo alguno de ese fatídico viaje salvo los que acarreaba en su cabeza. Borraría a besos, si es que podía, lo que fuera que hubiera sucedido allí y que si Höor no quería contar, tampoco iba a preguntarle, al menos de momento. Si necesitaba perderse en su cuerpo, o en el calor de una botella…le daría esa tregua necesaria. Todos habían pasado unos meses difíciles pero no servía de nada mirar hacia atrás, sólo había un hoy y un mañana.
— nosotros estamos vivos…eso es lo que cuenta.— susurró contra su boca metiendo las manos por su sucio pantalón, deshaciendo las ataduras y dejando que resbalasen hasta el suelo.*
Resquebrajé la tela de la camisa tomando sendas partes, el tintineo de los botones murió sobre el suelo acompañando a mis gruñidos que se perdieron en la piel de sus alzados senos.
Su espalda se arqueó al sentir el kraken libre perdido entre sus muslos.
Devoré sus labios engrosandolos a mordiscos, sus dedos se enredaron en mi pelo negro, mas largo y enredado por le paso del tiempo.
Nunca se me dio bien expresar los sentimientos, pero en ese beso le dejé claro cuanto la habia necesitado y echado de menos, arrase voraz con su defensas, enredando mi sinhueso en una danza violenta y necesitada, saqueé su interior adueñándome de ella ,olvidándome de todo.
Tiré de sus caderas hasta que su laberinto besó mi glande despacio, abriéndole paso pos sus húmedas y calidas paredes hasta engullirlo por completo.
Rugí contra su boca al sentirme dentro.*
Decir que lo había echado de menos era hacer un resumen muy breve de todo lo que había pasado en aquellos meses. Había ido a por los barcos, regresado a Akershus y al poco su padre había muerto de un paro cardiaco por la edad. Tantas y tantas noches en blanco, pensando en todo y en nada, con ganas de gritar y estirarse del pelo, con ganas de coger el barco y largarse hasta Costa Rica y vivir la vida bajo un cocotero. Le pesaban las responsabilidades, pero sobre todo le pesaba la ausencia del hombre que ahora de nuevo volvía a tener en frente pegado a su piel. Höor no era el mismo. ¿Cuánta parte de él se habría quedado en ese maldito bosque de los confines del mundo?. La besaba, la marcaba, la apretaba entre sus brazos y era su forma de decir que estaba allí con ella, pero sabía que no del todo, que aquello sería de nuevo como cuando comienzas a reconstruir una casa que se cayó con un terremoto y colocas las primeras piedras, un arduo camino por delante para volver a tener lo que tenían y seguramente no sería igual. Respondió a sus besos, hundió los dedos en su negra cabellera acariciando su nuca y tirando de él para que no se despegara. Bajó las manos hacia su cadera atrayéndolo hacia sí, encajando ambos como piezas de puzzle, como cerradura y llave. Si para él regresar a casa empezaba así, pues bienvenido, pero ella seguía sintiendo en su interior una bola, un nudo, algo que la tenía atenazada y que no había soltado todavía. Echó la cabeza hacia atrás cuando lo sintió dentro, el calor, la cercanía, su tacto… todo parecía igual, como antes, y se relajó tratando de no pensar y dejarse llevar.*
Con rudeza la tomé sobre aquella tabla de madera, perdido en su sabor, en su olor mi necesidad de ella era aplacada con fuerza.
No era capaz de hablar, pero no siempre son las palabras las que mejor expresan un sentimiento y quizas este era mi modo de decirle que la había echado de menos y que la necesitaba a mi lado esa noche y muchas otras.
Dani se dejaba llevar, hacer mas bien ,su boca voraz aplacaba mis besos, mis miedos y acallaba los gruñidos que escapaban de forma gutural de mi garganta con cada embestida dada.
Aun así algo no decía, quizás no era el modo en el que ella esperaba este encuentro.
Por un instante despegué mi rostro del ajeno perdiendo mi mirada turbia en sus mares calmos.
Mi aliento golpeaba de forma entrecortada sus labios, excitado como estaba me era complicado razonar el porque de sus actos.
Un momento eso duró mi duda pues volvió a atraerme de la nuca hacia ella y nuestras bocas comisionaron de nuevo ansiosas.
El baile de nuestros cuerpos fue un violento choque de mar y tierra, hasta que tensos nuestros cuerpos explotaron como un tornado.
Estranguló mi miembro en su laberinto mientras este se sacudía empujado por mis ultimos coletazos.
Laxo caí sobre su cuerpo apoyando una de mis manos en la mesa para poder sujetar la gran parte del peso de mi cuerpo.
-Uffffff *
Se bajó se la mesa deslizando sus descalzos pies hasta el suelo, cogió la mano del conde y tiró de él hasta el lecho, tan sólo deseaba tumbarse bajo las mantas y sentir su abrazo. No necesitaba palabras, tan sólo que estuviera allí. Se apropió del lado de la cama que quedaba más cerca de la ventana y se tumbó de lado mirando hacia ella. El cielo estaba coronado por estrellas lejanas. Había mirado muchas veces a esa inmensidad salpicada de luces en busca de respuestas, que había aprendido a contemplar simplemente su belleza sin más.*
Me dejé guiar hasta el lecho, Dani se coló bajo las mantas, cerca del ventanal, su mirada se perdió por este, algo que me hizo enarcar una ceja dejándome caer al otro lado cubriéndome después por las mismas mantas.
-Supongo que las vistas de la ventana son mejores...
No lo entendía, estaba aquí ¿no era suficiente?
No la ví muy "excitada" haciéndolo conmigo, se bajó casi de la mesa de un brinco y ahora esto.
-¿has estado con otro? ¿tienes algo que contarme?*
¿En serio le estaba preguntando eso? Sintió el monstruo emerger desde el estómago dispuesto a escupirle todo el veneno que podía contener, pero apretó con fuerza los ojos y se mordió el labio inferior contando hasta tres.
— ¿no puedes simplemente abrazarme y cerrar esa estúpida bocaza?
-Pues teniendo en cuenta que me has dado la espalda... -dejé escapar el aire frustrado, me sentía tan estúpido como un niño.
Yo no dudaba..no con las mujeres, al revés, de normal poco me importaba si después del polvo se quedaban o se largaban, de echo prefería lo segundo.
Con Dani había empezado algo..algo que duró tres dias y me largué 3 meses, ahora mismo andaba tan perdido que creo ni la brújula podría guiar mi camino.*
Dejó escapar el aire despacio y se encogió. Podría levantarse, vestirse y largarse, podría también girarse y encararlo, empezar una discusión que no tendría sentido, y acabaría en más amargura y ya habían tragado bastante bilis. Cerró los ojos apretándolos con fuerza, de la misma forma que se mordía el labio inferior para que le dejase de temblar la barbilla. Prefería no hacerlo, pagaría por detenerlo ahora mismo, pero ya no estaba bajo su control; pensaba que al cerrar los ojos no saldrían, pero se equivocaba, hasta con los párpados las lágrimas podían salir, eso sí, no le daría el gusto de oirla sollozar. No se lo había permitido el día que le llegó la noticia de la muerte de Horace, ni en las cien lunas que pensaba que él podia estar muerto, ni cuando lo vio quedarse rígido al contacto de su abrazo. Nunca se lo permitía a si misma habiendo alguien más con ella y todo eso se había acumulado en su interior hasta estallar de alguna forma silenciosa.*
No la entendía, no era capaz de ni tan siquiera atisbar una sombra de lo que se le pasaba por la cabeza ahora.
no se giraba, su cuerpo subía y bajaba de un modo que delataba que las lagrimas bañaban sus mejillas y yo estaba allí, a su espalda sin saber como cojones actuar.
Me quede inmóvil, perdido en aquella cama como si jamas hubiera salido de ese bosque de los suicidios.
No había disfrutado el encuentro sobre la mesa, de eso si estaba seguro, de haberlo hecho, ahora estaríamos besándonos, acariciándonos y bromeando y sin embargo...alli estábamos los dos, como dos extraños tras una noche que termina en la cama.
Solo tenia ganas de una cosa y era huir...salir de debajo de esas mantas. Dejé escapar el aire, llevé mi mano a su cintura y la atraje rodeándola con mi brazo.
-Ya entiendo, me has dado la espalda porque esta postura es mas cómoda.
Fingí...y me acoplé a su cuerpo cerrando los ojos ¿que iba a hacer si no tenia ni idea de lo que pasaba?*
Se pegó a él cuando sintió la calidez de su piel tan cerca, dejando salir esa presión, la angustia de no saber si estaba muerto o de si regresaría entero…y regresaría a ella. Se le había juntado todo, el renunciar a su vieja vida para empezar una nueva en Akershus, pero quedarse huérfana de inmediato al marcharse él, con toda las cargas sobre sus hombros y además lo de su padre, que la entristeció, porque en la carta escrita por el puño y letra de su hermano decía que había sido varios días atrás y el funeral ya se había celebrado. Ni siquiera había podido ir a darle un último adiós, aunque fuera a solas, porque Randulf se había puesto pesadito de nuevo. Posó su mano en la de Höor y la cogió entre las suyas a la altura del pecho, dejando salir esa presión hasta que sintió el alivio y la necesidad de respirar de nuevo hondamente.
— Hemos tenido mucho trabajo por aquí, como para estar con nadie.— por no decirle que era un completo imbécil si no intuía lo mal que lo había pasado por su culpa, la de veces que había acudido a Giuliana y ésta la había tranquilizado diciéndole que estaba vivo.
Negué con la cabeza, no era exactamente la frase que esperaba.. ¿no había estado con otro por falta de tiempo? De puta madre, esto cada vez me gustaba menos.
Aparté mi mano de la suya y me senté la borde de la cama, traté de tomar aire pero no entraba, creo necesitaba salir fuera.
-Debería ir a las almenas, no he visitado a los soldado -dije ¿en serio? era la peor excusa que había inventado en toda mi existencia y mira que ebrio las había soltado malas.*
— ¿Y esto es todo? Es así como se supone que debería ser?.— se sentó sobre la cama pasándose el dorso de las manos por las mejillas, mirando por la ventana. No quería discutir, se había quedado ya vacía de furia, de ímpetu y de fuerzas tras tantos meses de lucha.— no te entiendo… y no me entiendes.— se encogió de hombros y enterró la cara entre las manos. ¿Y ahora qué? Recoger su ropa y largarse? Qué diablos!!. Aquello no tenía sentido.*
Desvié la mirada hacia la lumbre, como si allí pudiera encontrar respuestas a las preguntas que por mi cabeza ahora pasaban a la velocidad de la luz.
El tono naranja de estas lamia mi piel, tensé la mandíbula como único gesto de un semblante impertérrito.
- No esperaba esto...no se como debería ser pero no asi...
No quería discutir, solo quería una noche con ella ¿que no entendía? Me hubiera bastado ocn poder besarnos, abrazarnos y dormir, peor no dándome la espalda no sin disfrutar de un encuentro tras tanto tiempo y no diciéndome que no estaba con otro por falta de tiempo. Me sentía tan gilipollas ahora mismo que empezaba a alzar los escudos porque sabia que me iba a hacer daño.
-No, no te entiendo y seguramente no soy fácil de entender. Se que estas cansada, que te has ocupado en mi ausencia de Akershus, se lo que pesa esa carga y ...te lo agradezco, pero mañana empezaré con mi trabajo y tu..tendrás tiempo.*
— Ajá. Tiempo para ¿qué exactamente? ¿buscarme otro con el que estar?… Mira, no sé qué cojones te ha pasado en ese bosque, esperaba que me lo contaras, que compartieras tus cargas conmigo.
-Si eso quieres...si. He vivido en Hel ¿eso quieres oir? había noches que solo quería estar muerto para no enfrentar un nuevo amanecer...¿eso necesitabas oir?
Yo no soy asi..yo no cuento ciertas cosas..no soy de los que viene a dar pena, afronto, asumo y continuo y siento si ese no es el hombre que esperabas...pero es el hombre que ha venido.
—¿de qué estás hablando? Dar pena? crees que es eso lo que sucede cuando le cuentas a alguien que te importa lo mal que has estado? Y sobre todo cuando esa persona se ha pasado tres putos meses angustiada por ti?.— Negó con la cabeza, ahora si que la había jodido con esas palabras. Recogió su ropa y se le puso con bruscos tirones.— entonces me largo, soy una puta llorona que viene a darte pena porque se ha muerto su papaíto y ha tenido que sacar adelante a todas las familias de esta puta fortaleza, incluida la tuya. Pero…¡oh! colgadla! Que es delito buscar un poco de consuelo en quien te importa.— Se colocó la camisa, agarró la casaca con una mano y con la otra se limpió los restos salados que quedaban en su cara enfilando hacia la puerta.— A la mierda. Me voy a Londres, ya que no fui al funeral de mi padre al menos le daré el último adiós, cómo no, sola. Quizás no sea tan mala idea buscarme a otro, después de todo.— Estaba muy cabreada, mucho, se había permitido un instante de debilidad y el capullo de Cannif lo interpretaba como le daba la gana, pues bien. Ya está.
La detuve por la muñeca antes de que cruzara el umbral de mi habitación.
-No voy a pedirte que te quedes, no si quieres ir a Londres a dar tu último adios a tu padre, pero escúchame antes.
No me refería a ti Dani, entiendo que necesites contarme las cosas, no pienso de ti que seas una llorona, me gusta que te apoyes en mi, solo que yo no soy asi...¿no lo entiendes?
Hice una pausa aflojando el agarre para buscar su mirada y pedirle una mínima tregua, la suficiente como para que cerrara la puerta y pudiéramos acabar la conversación dentro de la cámara.
Dejé escapar el aire cuando con los brazos en jarra esperó lo que tenia que decir.
-No es por el bosque de Japon, yo..siempre he sido asi, nunca cuento nada porque prefiero guardarlo para mi, no se expresar sentimientos ¿te das cuenta ahora? negué con la cabeza
-Me crié en el castillo de Randulf ¿crees que le bosque de los suicidios es la única vez que he pisado Hel. Nací en Hel, crecí en Hel y no me gusta hablar de ello, me siento débil cuando explico lo que me paso, por eso no lo hago..
Estaba muy incomodo.
-Quizás es mejor que te busques a otro, nunca seré ese hombre que necesitas...Siento lo de tu padre, de verdad que siento mucho no haber estado aquí para abrazarte y reconfortarte, pero..no puedo prometer que no habrán mas ausencias..es que no soy dueño de mi vida, no al menos como quisiera.*
— No necesitaba que estuvieras aquí, te dije que entendía que tuvieras que marcharte…aceptar y asumir ¿te suena? Y seguir adelante. Pero esperaba que al menos al regresar pudiéramos hablar de ello, compartir esa carga que al final es compartida, te guste o no…y me sueltas que si me he follado a otro…de verdad, Höor, si no puedes confiar en mi, entonces es mejor que marche y no pise más esta habitación.— Exhaló el aire despacio.— estás cansado, yo estoy exhausta…me voy a dormir con Beth. Si mañana lo ves de otro modo, hazmelo saber.
-¿falta de confianza? ¿en serio? si tu hubieras vuelto de un viaje de tres meses en el que nos hemos echado de menso y te tomo como si te hiciera un favor..sin ganas ¿que cojones pensarías? -estaba cabreándome, porque solo veía su puta parte, puede que yo me hubiera cubierto de gloria con la puta pregunta, pero ella no había estado tampoco muy acertada.
-Me largo...
Esta vez no esperé a que me dijera nada, de un portazo chapé la puerta y me largué, necesitaba una jarra, o dos, o quizas tres.*
Estupendo, y ahora se enfadaba él. No entendía nada y sólo se sentía hecha polvo, arrastraba muchas noches sin dormir, la batalla del puerto, la tensión continuada de aquellos meses y la tristeza por lo que había pasado. Si no podía entenderlo…entonces quizás sólo fueran buen equipo trabajando. No era tan grave, ya se lo veía venir desde el principio, era un hombre peligroso. Dejó la habitación sin ni siquiera cerrar la puerta, en ese momento le daba todo igual y se marchó a su cuarto. Se dio un baño rápido y se perdió entre las sábanas abandonándose a un sueño que quizás pudiera reparar un poco su agotamiento físico y mental.
Fui a la taberna, bebí allí la primera jarra, el problema es que todos se me acercaban para hacerme preguntas y no tenia ganas de hablar con nadie, así que pedí una botella de whisky y acabé en el puerto.
Estaba silencioso, solo las olas chocando contra las rocas, las estrellas como testigos de una noche que prefería olvidar y el alcohol para ayudarme a hacerlo.
¡¡¡¡Todo perfecto!!!!*
No se cruzaron en el desayuno ni en todo el día, se pasó la jornada completa en el puerto arreglando el desbarajuste causado por la flotilla de Randulf, escuchando a los espías, replanteando la defensas, supervisando los suministros de toda la armada y evaluando los daños de la Reina Ana. Hacía algunas horas que había oscurecido cuando regresó a la fortaleza, estaba cansada, pero al menos más tranquila, había regresado el conde y el ánimo estaba más templado en los habitantes y los soldados.
Los niños estaban cenando, le robó un trozo de pan a Beth con un truco de manos arrancándole una risa y le guiñó un ojo a Sirius mientras se encaminaba arriba, la casaca y la botas le molestaban y se sentó un rato descalza con la piernas sobre el alféizar de la ventana mirando al cielo. Quizás bajara luego a por una botella de algo a la bodega; el ritmo del trabajo la había mantenido ocupada y con la mente en mil cosas, aunque con frecuencia regresaba a la noche anterior y no quería quedarse estancada ahí. Tampoco había visto a Höor así que supuso que el tiempo dejaría que las cosas regresaran a su cauce natural. Bajó a las cocinas a por cualquier cosa, iba en calcetines y con la camisa por fuera del pantalón. Se llevó un poco de fruta, queso y una botella de aguardiente y se sentó como antes, tratando de dejar la mente en blanco y tan sólo relajarse un poco. Seguía sintiendo un nubarrón sobre la cabeza, algo pesado que la tenía de un humor gris aunque trataba de aparentar al menos delante de los niños.*
Amanecí en el sofá de Ulf con una resaca épica, Ulf ya se había ido a entrenar con los mas jóvenes y la bruja me esperaba con una ladeada sonrisa y no se bien que brebaje que sabia a rayos pero que según ella me quitaría parte de la resaca.
Apuré el tazón con cara de asco y tras un desayuno no demasiado copioso porque tenia el estomago revuelto me fui a empezar mis quehaceres del día.
Tenia que volver a coger el ritmo de Akershus y sabia sobradamente que no era precisamente la calma lo que reinaba en estos parajes.
Me ocupé de los jóvenes soldados, escuché a mis generales y los problemas que Randulf nos había dado, principalmente en el puerto ya que habían descubierto de la flota que nos habíamos armado y solo pensaban en que el mar la engullera de una u otra manera.
-¡Bien! -dije ladeando la sonrisa con sendas manos sobre el mapa - vamos a hacer que Randulf centre su mirada lejos de nuestro puerto. Atacaremos, vamos a asediar su puto castillo, a quemar su granero, vamos a joderle lo suficiente como para que se pasé un tiempo quieto. He vuelto y por Odin que va a notarlo.
Pasé gran parte del resto de la tarde en el despacho poniendo los papeles en orden, Dani había hecho un gran trabajo y era justo reconocerlo y agradecerlo.
Podia ser muchas cosas pero un desagradecido no era una de ellas.
Cené con los crios, aunque cuando Dani llegaba yo salía, me habían llamado para ultimar el plan que yo mismo había urdido.
No fue hasta bien entrada la noche que pude salir de la sala de reuniones y bajar nuevamente al salón.
Dani bebía sentada en el alfeizar de la ventana, así que dejé escapar el aire de forma pesada y armándome de valor entré con paso firme como si enfrentara mi mayor temor.
-¿me sirves una copa? -pedí señalando la botella con una ladeada sonrisa -en una semana partiré hacia el castillo de Randulf, voy a hacer que deje de mirar tus barcos y empiece a centrarse en mis tropas...es hora de devolverle la visita.
Se retiró un mechón de la cara y le pasó la botella de aguardiente que estaba bebiendo sin vaso ni nada. El rato que llevaba allí mirando la inmensidad del cielo y sintiendo el calor en el estómago gracias al alcohol, la habían relajado bastante. Podía entender a Sirius, mirar las estrellas era hipnótico.
Tomé la botella y le di un trago, mis ojos se perdieron en la inmensidad del cielo.
Me relamí los labios bañados en aguardiente.
No sabia que decir..la verdad, asi que simplemente seguí callado esperando que en algún momento me enfrentara…*
— Si atacáis por tierra yo pienso ir a hundirle la flota, aprovecharemos que estará centrado en vosotros y la “verga de Satán” hundirá algunos buques, si entre ellos está el Jotunheim, mejor.— Comentó como apunte al plan que Höor estaba trazando para darle a Randulf de su propia medicina. Se detuvo un segundo a contemplar la constelación de Acuario que ahora brillaba en plenitud y después desvió sus ojos hacia los de él.— ¿Te sientes ya en plena forma para algo así? tienes aspecto de cansado.— por no decirle que necesitaba unas buenas vacaciones porque estaba bastante perjudicado.*
De sobra sabia que Dani aprovecharía la oportunidad de mi ataque para dirigir el suyo propio por mar. No iba a decirle lo que tenia que hacer, entre otras porque podía funcionar.
- Encontraremos el modo de escalonar los ataques para que tengan éxito, cuando desvié la atención de Randulf podrás hacer sonar la verga de Satan.
No respondí a su otra pregunta, me parecía absurdo tener que hacerlo, estuviera o no en las mejores condiciones acudiría de todos modos, algo que sabiíamos ambos…*
En realidad más que una pregunta real o una recriminación, era una forma de expresar su propia preocupación, algo que de nuevo Höor obviaría, como siempre. También ella aprovecharía esa coyuntura aunque la Reina Ana no pudiera navegar, iría con el Inferno y el Avenger, y con los barcos auxiliares, que ya contaban con varios capturados al propio Randulf.
— ¿Cómo están las condesas?.— Cogió la botella de aguardiente y le dio otro trago dejándola de nuevo sobre la mesa, al alcance del moreno si la quería degustar. No había ningún tono extraño en esa pregunta, realmente la que peor lo tenía era Thyra, que alojaba esa monstruosidad en su interior, y que sin saberlo, había estado a punto de morir por su propia mano.— si hubieras tardado un poco más o yo no hubiera decidido alargar ese plazo… su sangre estaría en mis manos y tu viaje no habría servido de nada.
-Lo se, pero los dioses te han dado la sabiduría suficiente como para darme ese plazo y a mi el viento a favor como para llegar a tiempo. No pienses en lo que podíia haber sucedido y no lo ha hecho, solo es un modo de torturarte y ya es bastante complicado todo.
Eyra esta bien, es fuerte, asumirá y avanzará, es su deber. Thyra encierra un demonio en su interior, supongo que vivir con eso dentro es una condena mucho mas pesada de asumir...
Cogí la botella de agua ardiente dandole un profundo trago.
-He estado en el despacho -le dije dejando la botella a su alcance -he visto que te has ocupado no solo de que Akersus siguiera en pie, si no del trabajo de papeleo también, te lo agradezco, me ayuda a no ir ahora tan desbordado.*
Asintió comprendiendo sus palabras, esas dos jóvenes llevaban cada cual su carga, de la misma forma que Höor llevaba la suya y ella la propia. Aún así, de algun modo le tenía cierta manía a esa mujer despampanante de deslumbrantes ojos verdes y movimientos de gata. Era irracional y trataba de apartarlo de su mente y se obligaba a pensar que sólo quería salvar a su hermana, algo completamente lógico y que cualquiera hubiera hecho lo mismo en su situación.
— Alguien tenía que defender el fuerte.— Inspiró doblando la rodilla y apoyando el codo en ella y la barbilla sobre su mano mirando de nuevo afuera.— Te he echado de menos… las drogas de Giuliana me sientan fatal, me hacían vomitar hasta la primera papilla.*
Ladeé la sonrisa ante sus palabras, era gracioso verla decirle a las estrellas aquello pues seguía dándome la espalda como si no estuviera.
-Yo también te he echado de menos... -aseguré contándome la vida pronunciar esas palabras no porque no fueran ciertas s no porque no sabia bien si quería escucharlas después de lo que pasó ayer entre nosotros.
-Has mantenido el fuerte a salvo, has hecho un buen trabajo
Tomé de nuevo la botella contemplando la constelación del cazador.
-En Japón pensaba que Sirius y quizas tu estaríais viendo las mismas constelaciones...me ayudaba a mantenerme cuerdo ver algo que me resultaba familiar, algo que me recordaba a mi hogar.*
— pensábamos lo mismo. Pero tu hijo es tan inteligente que me corrigió haciéndome notar que hay una diferencia horaria considerable, cuando aquí era de noche allí empezaba a amanecer. Así que no es posible que viéramos lo mismo a la vez.— Sonrio un poco girando apenas el rostro, ese niño era muy especial ciertamente y lo había pasado mal porque estaba muy pegado a su padre, era lo único que tenía. Se giró un poco tras echar un último vistazo a ese cielo nocturno, compañero de noches en vela.— ¿Tregua? No me apetece estar así contigo.*
Asentí con la cabeza, tampoco yo buscaba una discusión con ella, mas bien todo lo contrario, solo que no sabia como arreglar lo de anoche así que estaba allí parado esperando que se obrara el milagro.
-Ayer me dijiste que querías ir a darle un ultimo adios a tu padre...
Alcé la mirada de sus ojos al firmamento estrellado haciendo una leve pausa antes de volver a clavar mis pardos en sus océanos -si me das dos semanas..iré contigo. Si quieres que te acompañe -añadí.
No sabia muy bien en que punto estaba "lo nuestro" ahora mismo.*
Asintió, quería ir a Londres pero sabía que Randulf no lo iba a permitir y que había en marcha un plan para montar una buena fiesta con él.— Cuando todo lo que tenemos entre manos acabe… da igual dos semanas que cinco… no se va a mover de allí. Es…— cogió la botella de nuevo y le dio otro trago poniendo cara rara, empezaba a quemar las entrañas.— es sólo algo que necesito hacer para cerrar ese capítulo de mi vida, pero…ya no hay prisa.
-Siento lo de tu padre, se lo que es la perdida...se que te devora por dentro y se que no es fácil, que seguramente aprendas a vivir con ello pero nunca lo asumas por completo.
Nunca conocí a mi padre...y no hace demasiado perdí a mi madre, claro que...no lo dije, me cuesta mucho ciertas cosas. Ya me conoces. Siento lo de ayer...
Ya que había cogido carrerilla con las disculpas.
-No en si todo lo que dije..si no mas bien como actué, no debí irme y dejarte allí plantada.
Omití que tampoco debí tomarla.*
Se encogió de hombros exhalando el aire.— Yo tampoco he estado muy acertada, no quise decir o hacer lo que fuera que te molestara ayer. Supongo que estaba muy cansada, que todo este tiempo y lo que ha pasado pues… me superó ayer y…¿qué puedo decir?.— Extendió las manos hacia él, eso era un “ven aquí”, un “acércate, que necesito eliminar esta distancia entre nosotros”.
Enarqué una ceja "lo que quiera que te molestara ayer" dejé escapar el aire algo frustrado ¿no sabia lo que me había molestado?
Extendió las manos y yo me acerqué a ella rodeando con mis brazos su cintura para abrazarla, cerré los ojos un instante antes de abrirlos y dirigirlos al exterior de la ventana.
No iba a decirle lo que me había molestado, eso solo nos llevaría a discutir y terminaría la tregua que nos habíamos dado, Así que preferí mantenerme en silencio, algo mucho mas acertado en estos casos.
Deberías descansar.
— Tú también.— Claro que sabía lo que le había molestado, pero prefería no darse por enterada porque no tenía pies ni cabeza y sólo les llevaría a discutir más.— ¿prefieres que me vaya a mi cuarto?.— porque estaba dispuesta a pasar con él la noche sin más malentendidos, tan sólo estar juntos, sentirse cerca y quizás el contacto les devolviera lo que habían perdido.*
En eso tenia razón, estaba cansado, no había sido la noche pasada la mejor de todas y llevaba acumulado un viaje a Hel que pesaba a mis espaldas.
-No, prefiero que duermas conmigo...si tu quieres.
Tampoco iba a obligarla, pero esperaba le quedara claro que yo al menos estaba intentando poner de mi parte en este entuerto.
Si no se lo hubiera propuesto ella seguramente se habrían ido cada cual a su cuarto, así que evidentemente quería hacerlo. Se levantó del alféizar y lo abrazó, esta vez de una forma mucho menos envarada que el día anterior. Aclarado el entuerto podía bajar un poco el escudo y simplemente dejarse llevar, igual que podía hacer él y sencillamente darse esa tregua que le había pedido. Anhelaba la sensación de algo tan cálido como lo que habían tenido antes de que se fuera, subieron hasta la habitación y se quitó toda la ropa excepto la camisa, metiéndose bajo las mantas y aspirando el aire con tranquilidad.*
Una vez arriba cerré la puerta de la cámara, Dani había empezado a quitarse la ropa, quedándose solo con la camisola y las bragas.
Yo me quité la propia dejándola caer al suelo, pero el pantalón permaneció en su sitio, eso si las botas pronto acompañaron a la camisa.
Me acerqué a la lumbre apagada, un par de leños, algo de hojarasca y tras un par de intentos peleándome con la yesca y el pedernal el fuego prendió iluminando la estancia en un tono naranja.
Caminé hacia el lecho con una medio sonrisa pintada en el rostro, denotaba seguridad, mas la verdad solo era una fachada e imitando el gesto de la pirata me colé bajo las mantas.
Abrí el brazo para que pudiera pasar por encima y apoyarse en mi pecho, necesitaba sentirla cerca, echaba de menso ese candor que no encontraba por mas que lo buscaba.*
Por fin un poco de silencio, pero uno que era compartido y acompañado. No más Randulf, no más números, no más quejas de unos y otros mientras ella trataba de mantenerlos unidos, no más mirar al cielo pensando que estaba lejos. Se apoyó contra su pecho pasando la mano por encima de su dorso, dejándola sobre alguna de sus múltiples cicatrices que ahora se notaban más encima del hueso que de la carne. Mantuvo los ojos cerrados un instante y se relajó sintiendo su respiración y su latido. Quizás sólo necesitase eso para equilibrar la balanza, para sentir de nuevo que sí tenían “algo especial”, algo que a veces los hacía descarrilar pero que en otras ocasiones era como sentirse en casa. Levantó un poco la cabeza y besó sus labios acariciando esa barbilla que ella misma había afeitado y regresó la cabeza a donde la tenía apoyada.*
Sentí sus dedos deslizarse por mi piel, recorriendo algunas de las múltiples cicatrices que hablaban mas de mi de lo que yo mismo lo hacia.
La yema de sus dedos era cálida, las caricias se sentían bien en aquel momento en el que la frialdad había anidado entre nosotros de un modo lacerante.
Seguíamos callados, creo que en ese instante podría aplicar una frase que mi madre siempre me decía.
"si no puedes superar un silencio con palabras, mejor no las uses"
Cerré los ojos, estaba a gusto, al menos me sentía acompañado por la mujer con la que había soñado miles de veces y aunque sentía que un abismo nos separaba estaba dispuesto a luchar por acortarlo..si ella lo hacia conmigo.
Alzó su cabeza, sentí la presión en mis labios de los ajenos y mi boca se abrió para dar paso a un beso húmedo, prolongado que se quedó en eso..en mis ganas y eso me hizo sonreír de nuevo.
Su cabeza se apoyó en mi pecho, mis dedos recorrieron su cintura por debajo de la camisola, explorando aquello senderos aun para mi desconocidos.*
Consiguió que ese beso se tornase húmedo y la hizo sonreir, era el sello de la casa, había ciertas cosas que no cambiarían jamás y eso le sacó una sonrisa que se hizo visible.
— También echaba eso de menos…— Höor era divertido, siempre solía ostentar buen humor incluso cuando las cosas iban cuesta arriba.*
Deslicé mis dedos por su pelo corto, enredándolo ligeramente entre ellos.
- voy a pensar que he dejado de ponerte, ni me besas, ni tienes ganas de hacerlo conmigo.
Cerré los ojos acomodándome en el lecho, su respiración era tranquila, la mía se fue tornando cada vez mas pesada.
Puede que esa frase la hubiera dicho con una sonrisa engreída en mis labios para que no denotaba la verdad que encerraban para mi esas palabras.
-Buenas noches pirata -susurré dejando quieta mi mano sobre su espalda baja.
En realidad prefería que la apreciase a que la deseara, y aunque ambas cosas eran importantes, bien sabía que el deseo podía menguar con los años y si no había nada más, entonces la relación se convertiría en ceniza.
— Pues deja de pensar, y mañana por la mañana me lo repites si tienes huevos.— Y eso era una amenaza pronunciada entre sonrisas.— Buenas noches.— Aunque lo mejor de la noche sería el despertar tras el descanso merecido.
La luz impactó en su rostro y se despertó observando la escarcha helada de la ventana. Höor respiraba tranquilo a su lado, estaba tan cansado que necesitaba esas horas de sueño reparador. Se movió para salir y añadir unos cuantos leños a la chimenea que estaba ya casi apagada y regresó bajo las mantas; se removió un poco, quizás aún en sueños o quizás a punto de despertar y decidió pasar la pierna por encima de la del vikingo, apoyando el codo en su almohada y mirándolo desde unos centímetros más allá. Paseó la mano por su pecho, subió por la clavícula hasta la barbilla y acarició esa barba incipiente, observó sus carnosos labios que se estiraban en aquella inconfundible sonrisa cuando lo hacía y se inclinó hasta besarlos. En esas horas tempranas el castillo estaba silencioso y tenía aquellos labios para ella sola ¿qué más podia pedir?.*
Mi vientre se contrajo al sentir las cosquillas que por el pecho me hacian las yemas de los dedos de la pirata, aun así no abrí los ojos dejando que por una vez fuera ella la que me buscara, pero al llegar a mis labios no pude evitar que una media sonrisa se pintara bajo estos.
Sentí la presión dulce de su boca,mis dedos se afianzaron en los cortos mechones de su nuca, entreabrí los propios deslizando mi lengua por ellos, buscando un beso húmedo, necesitado que me había sido negado.
- ¿que tenia que repetir? -bromeé abriendo los ojos para chocar con sus profundos mares calmos.
La volteé sobre el lecho haciéndola reir, mi impaciencia era voraz, como si fuera un niño con mi juguete nuevo busque la piel de su cintura alzando con rudeza su camisa,hundiendo mis dedos en su piel, cuando a mis espalda escuché la puerta abrirse y la inconfundible voz de Ulf.
-¡Por Odin! -gruñí dejando mi frente contra la de la pirata -¿que tu mujer cada día te larga mas pronto de la cama?
Ulf se reia, pero no se largaba, allí plantado bajo el umbral miraba la escena, creo que solo le faltaba una jarra y algo para picar.
Lo miré por encima del hombro.
-¿que pasa ahora?
-Tengo a los hombres esperando en el patio de armas para preparar la ofensiva contra el castillo de Randulf, asi que deja de fornicar y ven conmigo.
Bufé mirando a la pirata que se reía porque si no era una, era el otro el que me frustraba mis intentos, a este paso iba a renunciar y me Iria a una cabaña solo donde al menos me la pudiera cascar.
-¡Voy! dije con un gruñido mientras este se partía de mi mas que aparente cabreo y cerraba la puerta para al menos dejarme vestirme.*
Resopló y se dejó caer contra la almohada. Apreciaba mucho a Ulf pero tenía el don de la oportunidad. ¡Oh! no, eso no iba a quedarse asi, arrastró las sábanas al salir de la cama y cubrirse malamente con ellas abriendo la puerta y gritándole a Ulf que se alejaba por el pasillo.
— ¡Enséñales algo de provecho a tus hombres! Algunos están fofos!! Ya irá en un rato, joder, que no lo dejáis ni respirar.
Reculó, cerró la puerta y giró el pestillo mirando a Höor muerta de risa.
— tendrá que se uno rápido!!.— se adelantó y lo agarró por la tela de la camisa que ya la tenía puesta y lo empotró contra la puerta besándolo esta vez con ansia. Las sábanas se escurrieron hasta el suelo y la voz de Ulf protestando se escuchó al otro lado del pasillo.
— Que no reniegues!!! Es una orden!!!…— estalló en carcajadas pero volvió a agarrar a Höor, no iba a dejarlo marchar de ese cuarto sin al menos un buen repaso.
Me abrochaba la camisa entre gruñidos y maldiciones, creo no me olvidé de ninguno de los dioses nórdicos en aquella gélida mañana de invierno cuando vi a la pirata salir por la puerta para discutir con Ulf.
Regresó con una divertida sonrisa, triunfal mas bien y sin cortarse dejó caer las sabanas para provocar mis ganas, como si me faltaran.
Mi mirada oscura se deslizó por aquel cuerpo curvilíneo, de senos redondeados y alzados, bien podría haberla cincelado algún dios para volver loco de lujuria al hombre.
Dani arrugó entre sus dedos la tela de mi camisa ahora con impaciencia.
Nos besamos con ansia, crucé el precipicio de sus labios enredando nuestras lenguas en un duelo de acero cuando Dani se separó un instante para pedirme que fuera rápido.
-¡Callate y bésame mujer! -dije atrayéndola de la nuca sonriendo con malicia, si algo sabia es que las ordenes no las llevaba bien.
Ulf al otro lado gruñía habalndo del mal camino por el que me iba a llevar la pirata y que él era le general y bla, bla, bla porque la pirata le instigó a callarse con un grito mientras yo la alzaba de las nalgas buscando como improvisado lecho la pared que había frente a ambos.
La volteé, mis labios surcaron su cuello, ascendiendo entre roncos jadeos, su espalda contra mi pecho, nuestros cuerpos friccionaban mientras con la otra mano liberaba al kraken del encierro.
Por encima de su hombro, con la mirada turbia su boca busco la mía enredándose de nuevo como la hiedra*
Con la interrupción de Ulf se habían calentado incluso más, porque necesitaban ser rápidos, el ansia que no quería reprimir y guardar para otro momento que quizás fuera interrumpido por vete a saber quién, salió a relucir en sus besos y en la brusquedad con la que lo agarró contra la pared, pero pronto cambiaron las tornas y fue ella la que se vio contra la pared. Giró la cara buscando su boca, clamando por morder su lengua si no se la daba de buen grado y curvando la espalda para dejar el trasero más al alcance de las manos del vikingo. Ambos sabían lo que venía ahora y lo deseaban ferozmente.*
Embestí adentrándome en su interior, sintiendo como sus húmedas y cálidas paredes me engullían por completo. Sus pechos alzados rozaban la pared con cada empujón, su mano tiraba de mi pelo acercando mi boca mas contra la suya, los mordiscos acallaban los gemidos roncos, guturales que escapaban de nuestras gargantas. Sus nalgas alzadas por mis manos me daban acceso a las zona mas profunda de su laberinto, flexionaba las rodillas para empujar con mas fuerza una y otra vez, hasta que la excitación de ambos llegó a su punto álgido.
Su sexo estranguló mi miembro que entre espasmos daba sus últimos coletazos.
Elevé una mano apoyándola en la pared para sujetarme cerrando los ojos, dejándome envolver por esa corriente que de frenesí que me embriagaba.*
Los gemidos se descontrolaron en algún momento, seguramente Ulf pudiera oirlos y eso aún le hizo más gracia y gimió más fuerte. Tardó unos instantes en recuperar la respiración, se giró y pasó las manos alrededor de su cuello apoyando la frente en su barbilla, que es a donde llegaba por la altura.
— ¿Te atreves a repetirme lo que dijiste ayer?…cuidado con lo que respondes, tengo tus huevos a tiro de rodilla.— Sonrió entre dientes recuperando el aliento.— anda, ve, te están esperando. Yo creo que hoy me permitiré un buen desayuno antes de ponerme al lío.*
Ladeé la sonrisa cuando me hizo esa pregunta trampa, era tan fácil contentar a un hombre.
Deslicé mis manos por sus prietas nalgas, mis labios buscaban los ajenos ahora en un beso mas calmo.
-No le vendría mal dejarse de copiosos desayunos -bromeé haciéndola enarcar una ceja y con agilidad esquivé ese manotazo bien ganado que me tenia mientras me reia mirándola.
-Y si esta noche nos tomamos un descanso un poco antes y vamos con los niños a algún sitio, podemos tomarnos nosotros unas jarras..le doy vueltas al asunto y si saco tiempo luego te visito en puerto y te cuento...o si se te ocurre algo a ti y a la bruja nos buscáis, pasaremos el día seguramente preparando el asedio.
Besé sus labios tras abrochar mis pantalones y peinándome con los dedos por encima me dispuse a salir de la habitación encontrándome a Ulf al otro lado apoyado en la pared de enfrente con el entrecejo fruncido y alzando el dedo en mi dirección con semblante amenazante.
-¿tengo que acostarme contigo para que me prestes algo de atención? -gruño haciéndome reir.
-Quizás con unas jarras te vea mas atractivo -le respondí tirándole el brazo por encima -anda vamos.
No le pasó desapercibido a mis hijos mi estado, pese a que lo oculte todo cuanto pude contándoles fantásticas historias de un viaje a tierras desconocidas y mágicas donde la gente era muy distinta a la del norte.
Creo que habia conseguido tranquilizarlos, alegué en defensa a mi delgadez lo mal que se comía en esas tierras de arroz y pescado crudo. Ademas que habia estado tan ocupado que apenas había dormido.
Los arropé y al final sus pesadas respiraciones me indicaron que se habian dormido.
La navaja empezó a recorrer mi rostro sajando el pelo tupido de una barba descuidada cuando escuché abrirse la puerta a mis espaldas.
Bajé la mano enjuagando el filo en la palangana y me giré para buscar a la pirata que despacio entraba a ese cuarto que había sido testigo de tres noches que aun guardaba en el recuerdo.
-Buenas noches pirata. Buenos barcos los que tu padre ha fabricado -apunté ladeando la sonrisa.
Seguramente no era el recibimiento que esperaba..pero no sabia bien como actuar en ese instante asi que..eso es lo que me salió sin mas.*
Tras organizar el puerto, las defensas y todo aquello que había pasado a ser su responsabilidad en la ausencia de su legítimo dueño, regresó a la ciudad a por Beth y la llevó al castillo, con Randulf rondando y el asunto de demonio, no se fiaba de dejarla con nadie, la fortaleza era el mejor bastión para ella, además de que se llevaba muy bien con los demás niños y los niños prefieren estar con otros pequeños, como es lo natural. Tenía en su habitación recambios de ropa, porque aquella era su casa tanto como la Reina Ana, ahora medio destrozada. Se tendrían que quedar allí hasta que estuviera reparada y mientras eso sucedía ocuparía su viejo cuarto de cuando era la niñera. Entreabrió la puerta y se acercó hasta la figura delgada y demacrada que se reflejaba en el espejo deteniéndose frente a él.
— Han sido su legado, murió hace tres semanas, la edad no perdona.— Se acercó al balde y mojó un paño para retirar el jabón del cuello ya afeitado con cuidado. El ambiente estaba enrarecido, pero quizás actuar como si ya hubiese pasado todo podría ayudar a recuperar la confianza.— ¿Quieres que lo haga yo?.— le señaló la navaja.*
Su mano se acercó a la mia tras su pregunta, dejé que tomara la navaja mientras mis ojos la observaban a tan corta distancia.
Sus ojos azules eran profundos como el mar calmo que representaba.
-Si -respondí soltando el cero cuando lo tomó ella.
Mi mirada parda bajó hasta sus labios, en ellos la pirata siempre ostentaba una profunda sonrisa, pero en esta ocasión, ligeramente entreabiertos parecían una fruta madura, deliciosa y lista para ser devorada.
Cada vez mas cerca, mi respiración pesada murió en estos antes de que una media sonrisa se instalara en su boca. Con delicadeza guió con su mano mi cabeza para que dejara al descubierto la otra parte de mi cuello que enjabono con una caricia tibia antes de pasar muy despacio el acero.
Mis manos jugaron tímidas en un principio con aquella cintura que se entreveía bajo la casaca.
Tiré de la camisa hasta sacarla de aquellos pantalones de monta y por debajo colé las manos surcando su piel cálida.
Había tomado el trapo para limpiar los restos de jabón cuando de un tirón rudo la pegué a mi cuerpo, nos miramos cerca, nuestros labios casi se rozaban en ese momento.
-siento lo de tu padre -susurré.
De un manotazo tiré la palangana de agua y todo aquello que sobre la pequeña mesa de madera de roble reposaba tomado con violencia sus nalgas para alzarla y allí sentarla.
Sus piernas se abrieron dándome cobijo, mi abultado pantalón delataba mis ganas, tres meses era demasiado tiempo y ahora si, mi boca hambrienta, voraz colisionó contra sus labios gruñendo.
Mi lengua se abrió paso entre sus labios enredándose en la ajena. La casaca resbaló por sus hombros cayendo al suelo.*
Preguntarle si estaba bien era una estupidez, porque no lo estaba, y porque Höor no era de los que expresaba en alto lo que le sucedía internamente. Él era más de encabronarse, pelear, largarse ofuscado o empotrar contra la cama en lugar de decir que estaba molesto, triste o que la echaba de menos. Ella por el contrario estaba más acostumbrada a usar la dialéctica, a disparar ironías, darle la vuelta a las palabras del otro o atacar donde dolía. Iba a ser una relación complicada, pero eso ya se veía venir, ellos mismos la habían evitado porque intuían que las treguas serían necesarias entre tanta tormenta. Acarició su espalda, no le había visto manchurrones de sangre fresca, eso ya era algo, aunque quizás las heridas del alma fueran más pesadas y dolorosas. Se manchó con los restos de jabón cuando se pegaron ambos cuerpos y sin mucho miramiento tiró de la camisa raída que se iría al fuego como el resto de ropa que llevaba el conde. No quería que le quedase recuerdo alguno de ese fatídico viaje salvo los que acarreaba en su cabeza. Borraría a besos, si es que podía, lo que fuera que hubiera sucedido allí y que si Höor no quería contar, tampoco iba a preguntarle, al menos de momento. Si necesitaba perderse en su cuerpo, o en el calor de una botella…le daría esa tregua necesaria. Todos habían pasado unos meses difíciles pero no servía de nada mirar hacia atrás, sólo había un hoy y un mañana.
— nosotros estamos vivos…eso es lo que cuenta.— susurró contra su boca metiendo las manos por su sucio pantalón, deshaciendo las ataduras y dejando que resbalasen hasta el suelo.*
Resquebrajé la tela de la camisa tomando sendas partes, el tintineo de los botones murió sobre el suelo acompañando a mis gruñidos que se perdieron en la piel de sus alzados senos.
Su espalda se arqueó al sentir el kraken libre perdido entre sus muslos.
Devoré sus labios engrosandolos a mordiscos, sus dedos se enredaron en mi pelo negro, mas largo y enredado por le paso del tiempo.
Nunca se me dio bien expresar los sentimientos, pero en ese beso le dejé claro cuanto la habia necesitado y echado de menos, arrase voraz con su defensas, enredando mi sinhueso en una danza violenta y necesitada, saqueé su interior adueñándome de ella ,olvidándome de todo.
Tiré de sus caderas hasta que su laberinto besó mi glande despacio, abriéndole paso pos sus húmedas y calidas paredes hasta engullirlo por completo.
Rugí contra su boca al sentirme dentro.*
Decir que lo había echado de menos era hacer un resumen muy breve de todo lo que había pasado en aquellos meses. Había ido a por los barcos, regresado a Akershus y al poco su padre había muerto de un paro cardiaco por la edad. Tantas y tantas noches en blanco, pensando en todo y en nada, con ganas de gritar y estirarse del pelo, con ganas de coger el barco y largarse hasta Costa Rica y vivir la vida bajo un cocotero. Le pesaban las responsabilidades, pero sobre todo le pesaba la ausencia del hombre que ahora de nuevo volvía a tener en frente pegado a su piel. Höor no era el mismo. ¿Cuánta parte de él se habría quedado en ese maldito bosque de los confines del mundo?. La besaba, la marcaba, la apretaba entre sus brazos y era su forma de decir que estaba allí con ella, pero sabía que no del todo, que aquello sería de nuevo como cuando comienzas a reconstruir una casa que se cayó con un terremoto y colocas las primeras piedras, un arduo camino por delante para volver a tener lo que tenían y seguramente no sería igual. Respondió a sus besos, hundió los dedos en su negra cabellera acariciando su nuca y tirando de él para que no se despegara. Bajó las manos hacia su cadera atrayéndolo hacia sí, encajando ambos como piezas de puzzle, como cerradura y llave. Si para él regresar a casa empezaba así, pues bienvenido, pero ella seguía sintiendo en su interior una bola, un nudo, algo que la tenía atenazada y que no había soltado todavía. Echó la cabeza hacia atrás cuando lo sintió dentro, el calor, la cercanía, su tacto… todo parecía igual, como antes, y se relajó tratando de no pensar y dejarse llevar.*
Con rudeza la tomé sobre aquella tabla de madera, perdido en su sabor, en su olor mi necesidad de ella era aplacada con fuerza.
No era capaz de hablar, pero no siempre son las palabras las que mejor expresan un sentimiento y quizas este era mi modo de decirle que la había echado de menos y que la necesitaba a mi lado esa noche y muchas otras.
Dani se dejaba llevar, hacer mas bien ,su boca voraz aplacaba mis besos, mis miedos y acallaba los gruñidos que escapaban de forma gutural de mi garganta con cada embestida dada.
Aun así algo no decía, quizás no era el modo en el que ella esperaba este encuentro.
Por un instante despegué mi rostro del ajeno perdiendo mi mirada turbia en sus mares calmos.
Mi aliento golpeaba de forma entrecortada sus labios, excitado como estaba me era complicado razonar el porque de sus actos.
Un momento eso duró mi duda pues volvió a atraerme de la nuca hacia ella y nuestras bocas comisionaron de nuevo ansiosas.
El baile de nuestros cuerpos fue un violento choque de mar y tierra, hasta que tensos nuestros cuerpos explotaron como un tornado.
Estranguló mi miembro en su laberinto mientras este se sacudía empujado por mis ultimos coletazos.
Laxo caí sobre su cuerpo apoyando una de mis manos en la mesa para poder sujetar la gran parte del peso de mi cuerpo.
-Uffffff *
Se bajó se la mesa deslizando sus descalzos pies hasta el suelo, cogió la mano del conde y tiró de él hasta el lecho, tan sólo deseaba tumbarse bajo las mantas y sentir su abrazo. No necesitaba palabras, tan sólo que estuviera allí. Se apropió del lado de la cama que quedaba más cerca de la ventana y se tumbó de lado mirando hacia ella. El cielo estaba coronado por estrellas lejanas. Había mirado muchas veces a esa inmensidad salpicada de luces en busca de respuestas, que había aprendido a contemplar simplemente su belleza sin más.*
Me dejé guiar hasta el lecho, Dani se coló bajo las mantas, cerca del ventanal, su mirada se perdió por este, algo que me hizo enarcar una ceja dejándome caer al otro lado cubriéndome después por las mismas mantas.
-Supongo que las vistas de la ventana son mejores...
No lo entendía, estaba aquí ¿no era suficiente?
No la ví muy "excitada" haciéndolo conmigo, se bajó casi de la mesa de un brinco y ahora esto.
-¿has estado con otro? ¿tienes algo que contarme?*
¿En serio le estaba preguntando eso? Sintió el monstruo emerger desde el estómago dispuesto a escupirle todo el veneno que podía contener, pero apretó con fuerza los ojos y se mordió el labio inferior contando hasta tres.
— ¿no puedes simplemente abrazarme y cerrar esa estúpida bocaza?
-Pues teniendo en cuenta que me has dado la espalda... -dejé escapar el aire frustrado, me sentía tan estúpido como un niño.
Yo no dudaba..no con las mujeres, al revés, de normal poco me importaba si después del polvo se quedaban o se largaban, de echo prefería lo segundo.
Con Dani había empezado algo..algo que duró tres dias y me largué 3 meses, ahora mismo andaba tan perdido que creo ni la brújula podría guiar mi camino.*
Dejó escapar el aire despacio y se encogió. Podría levantarse, vestirse y largarse, podría también girarse y encararlo, empezar una discusión que no tendría sentido, y acabaría en más amargura y ya habían tragado bastante bilis. Cerró los ojos apretándolos con fuerza, de la misma forma que se mordía el labio inferior para que le dejase de temblar la barbilla. Prefería no hacerlo, pagaría por detenerlo ahora mismo, pero ya no estaba bajo su control; pensaba que al cerrar los ojos no saldrían, pero se equivocaba, hasta con los párpados las lágrimas podían salir, eso sí, no le daría el gusto de oirla sollozar. No se lo había permitido el día que le llegó la noticia de la muerte de Horace, ni en las cien lunas que pensaba que él podia estar muerto, ni cuando lo vio quedarse rígido al contacto de su abrazo. Nunca se lo permitía a si misma habiendo alguien más con ella y todo eso se había acumulado en su interior hasta estallar de alguna forma silenciosa.*
No la entendía, no era capaz de ni tan siquiera atisbar una sombra de lo que se le pasaba por la cabeza ahora.
no se giraba, su cuerpo subía y bajaba de un modo que delataba que las lagrimas bañaban sus mejillas y yo estaba allí, a su espalda sin saber como cojones actuar.
Me quede inmóvil, perdido en aquella cama como si jamas hubiera salido de ese bosque de los suicidios.
No había disfrutado el encuentro sobre la mesa, de eso si estaba seguro, de haberlo hecho, ahora estaríamos besándonos, acariciándonos y bromeando y sin embargo...alli estábamos los dos, como dos extraños tras una noche que termina en la cama.
Solo tenia ganas de una cosa y era huir...salir de debajo de esas mantas. Dejé escapar el aire, llevé mi mano a su cintura y la atraje rodeándola con mi brazo.
-Ya entiendo, me has dado la espalda porque esta postura es mas cómoda.
Fingí...y me acoplé a su cuerpo cerrando los ojos ¿que iba a hacer si no tenia ni idea de lo que pasaba?*
Se pegó a él cuando sintió la calidez de su piel tan cerca, dejando salir esa presión, la angustia de no saber si estaba muerto o de si regresaría entero…y regresaría a ella. Se le había juntado todo, el renunciar a su vieja vida para empezar una nueva en Akershus, pero quedarse huérfana de inmediato al marcharse él, con toda las cargas sobre sus hombros y además lo de su padre, que la entristeció, porque en la carta escrita por el puño y letra de su hermano decía que había sido varios días atrás y el funeral ya se había celebrado. Ni siquiera había podido ir a darle un último adiós, aunque fuera a solas, porque Randulf se había puesto pesadito de nuevo. Posó su mano en la de Höor y la cogió entre las suyas a la altura del pecho, dejando salir esa presión hasta que sintió el alivio y la necesidad de respirar de nuevo hondamente.
— Hemos tenido mucho trabajo por aquí, como para estar con nadie.— por no decirle que era un completo imbécil si no intuía lo mal que lo había pasado por su culpa, la de veces que había acudido a Giuliana y ésta la había tranquilizado diciéndole que estaba vivo.
Negué con la cabeza, no era exactamente la frase que esperaba.. ¿no había estado con otro por falta de tiempo? De puta madre, esto cada vez me gustaba menos.
Aparté mi mano de la suya y me senté la borde de la cama, traté de tomar aire pero no entraba, creo necesitaba salir fuera.
-Debería ir a las almenas, no he visitado a los soldado -dije ¿en serio? era la peor excusa que había inventado en toda mi existencia y mira que ebrio las había soltado malas.*
— ¿Y esto es todo? Es así como se supone que debería ser?.— se sentó sobre la cama pasándose el dorso de las manos por las mejillas, mirando por la ventana. No quería discutir, se había quedado ya vacía de furia, de ímpetu y de fuerzas tras tantos meses de lucha.— no te entiendo… y no me entiendes.— se encogió de hombros y enterró la cara entre las manos. ¿Y ahora qué? Recoger su ropa y largarse? Qué diablos!!. Aquello no tenía sentido.*
Desvié la mirada hacia la lumbre, como si allí pudiera encontrar respuestas a las preguntas que por mi cabeza ahora pasaban a la velocidad de la luz.
El tono naranja de estas lamia mi piel, tensé la mandíbula como único gesto de un semblante impertérrito.
- No esperaba esto...no se como debería ser pero no asi...
No quería discutir, solo quería una noche con ella ¿que no entendía? Me hubiera bastado ocn poder besarnos, abrazarnos y dormir, peor no dándome la espalda no sin disfrutar de un encuentro tras tanto tiempo y no diciéndome que no estaba con otro por falta de tiempo. Me sentía tan gilipollas ahora mismo que empezaba a alzar los escudos porque sabia que me iba a hacer daño.
-No, no te entiendo y seguramente no soy fácil de entender. Se que estas cansada, que te has ocupado en mi ausencia de Akershus, se lo que pesa esa carga y ...te lo agradezco, pero mañana empezaré con mi trabajo y tu..tendrás tiempo.*
— Ajá. Tiempo para ¿qué exactamente? ¿buscarme otro con el que estar?… Mira, no sé qué cojones te ha pasado en ese bosque, esperaba que me lo contaras, que compartieras tus cargas conmigo.
-Si eso quieres...si. He vivido en Hel ¿eso quieres oir? había noches que solo quería estar muerto para no enfrentar un nuevo amanecer...¿eso necesitabas oir?
Yo no soy asi..yo no cuento ciertas cosas..no soy de los que viene a dar pena, afronto, asumo y continuo y siento si ese no es el hombre que esperabas...pero es el hombre que ha venido.
—¿de qué estás hablando? Dar pena? crees que es eso lo que sucede cuando le cuentas a alguien que te importa lo mal que has estado? Y sobre todo cuando esa persona se ha pasado tres putos meses angustiada por ti?.— Negó con la cabeza, ahora si que la había jodido con esas palabras. Recogió su ropa y se le puso con bruscos tirones.— entonces me largo, soy una puta llorona que viene a darte pena porque se ha muerto su papaíto y ha tenido que sacar adelante a todas las familias de esta puta fortaleza, incluida la tuya. Pero…¡oh! colgadla! Que es delito buscar un poco de consuelo en quien te importa.— Se colocó la camisa, agarró la casaca con una mano y con la otra se limpió los restos salados que quedaban en su cara enfilando hacia la puerta.— A la mierda. Me voy a Londres, ya que no fui al funeral de mi padre al menos le daré el último adiós, cómo no, sola. Quizás no sea tan mala idea buscarme a otro, después de todo.— Estaba muy cabreada, mucho, se había permitido un instante de debilidad y el capullo de Cannif lo interpretaba como le daba la gana, pues bien. Ya está.
La detuve por la muñeca antes de que cruzara el umbral de mi habitación.
-No voy a pedirte que te quedes, no si quieres ir a Londres a dar tu último adios a tu padre, pero escúchame antes.
No me refería a ti Dani, entiendo que necesites contarme las cosas, no pienso de ti que seas una llorona, me gusta que te apoyes en mi, solo que yo no soy asi...¿no lo entiendes?
Hice una pausa aflojando el agarre para buscar su mirada y pedirle una mínima tregua, la suficiente como para que cerrara la puerta y pudiéramos acabar la conversación dentro de la cámara.
Dejé escapar el aire cuando con los brazos en jarra esperó lo que tenia que decir.
-No es por el bosque de Japon, yo..siempre he sido asi, nunca cuento nada porque prefiero guardarlo para mi, no se expresar sentimientos ¿te das cuenta ahora? negué con la cabeza
-Me crié en el castillo de Randulf ¿crees que le bosque de los suicidios es la única vez que he pisado Hel. Nací en Hel, crecí en Hel y no me gusta hablar de ello, me siento débil cuando explico lo que me paso, por eso no lo hago..
Estaba muy incomodo.
-Quizás es mejor que te busques a otro, nunca seré ese hombre que necesitas...Siento lo de tu padre, de verdad que siento mucho no haber estado aquí para abrazarte y reconfortarte, pero..no puedo prometer que no habrán mas ausencias..es que no soy dueño de mi vida, no al menos como quisiera.*
— No necesitaba que estuvieras aquí, te dije que entendía que tuvieras que marcharte…aceptar y asumir ¿te suena? Y seguir adelante. Pero esperaba que al menos al regresar pudiéramos hablar de ello, compartir esa carga que al final es compartida, te guste o no…y me sueltas que si me he follado a otro…de verdad, Höor, si no puedes confiar en mi, entonces es mejor que marche y no pise más esta habitación.— Exhaló el aire despacio.— estás cansado, yo estoy exhausta…me voy a dormir con Beth. Si mañana lo ves de otro modo, hazmelo saber.
-¿falta de confianza? ¿en serio? si tu hubieras vuelto de un viaje de tres meses en el que nos hemos echado de menso y te tomo como si te hiciera un favor..sin ganas ¿que cojones pensarías? -estaba cabreándome, porque solo veía su puta parte, puede que yo me hubiera cubierto de gloria con la puta pregunta, pero ella no había estado tampoco muy acertada.
-Me largo...
Esta vez no esperé a que me dijera nada, de un portazo chapé la puerta y me largué, necesitaba una jarra, o dos, o quizas tres.*
Estupendo, y ahora se enfadaba él. No entendía nada y sólo se sentía hecha polvo, arrastraba muchas noches sin dormir, la batalla del puerto, la tensión continuada de aquellos meses y la tristeza por lo que había pasado. Si no podía entenderlo…entonces quizás sólo fueran buen equipo trabajando. No era tan grave, ya se lo veía venir desde el principio, era un hombre peligroso. Dejó la habitación sin ni siquiera cerrar la puerta, en ese momento le daba todo igual y se marchó a su cuarto. Se dio un baño rápido y se perdió entre las sábanas abandonándose a un sueño que quizás pudiera reparar un poco su agotamiento físico y mental.
Fui a la taberna, bebí allí la primera jarra, el problema es que todos se me acercaban para hacerme preguntas y no tenia ganas de hablar con nadie, así que pedí una botella de whisky y acabé en el puerto.
Estaba silencioso, solo las olas chocando contra las rocas, las estrellas como testigos de una noche que prefería olvidar y el alcohol para ayudarme a hacerlo.
¡¡¡¡Todo perfecto!!!!*
No se cruzaron en el desayuno ni en todo el día, se pasó la jornada completa en el puerto arreglando el desbarajuste causado por la flotilla de Randulf, escuchando a los espías, replanteando la defensas, supervisando los suministros de toda la armada y evaluando los daños de la Reina Ana. Hacía algunas horas que había oscurecido cuando regresó a la fortaleza, estaba cansada, pero al menos más tranquila, había regresado el conde y el ánimo estaba más templado en los habitantes y los soldados.
Los niños estaban cenando, le robó un trozo de pan a Beth con un truco de manos arrancándole una risa y le guiñó un ojo a Sirius mientras se encaminaba arriba, la casaca y la botas le molestaban y se sentó un rato descalza con la piernas sobre el alféizar de la ventana mirando al cielo. Quizás bajara luego a por una botella de algo a la bodega; el ritmo del trabajo la había mantenido ocupada y con la mente en mil cosas, aunque con frecuencia regresaba a la noche anterior y no quería quedarse estancada ahí. Tampoco había visto a Höor así que supuso que el tiempo dejaría que las cosas regresaran a su cauce natural. Bajó a las cocinas a por cualquier cosa, iba en calcetines y con la camisa por fuera del pantalón. Se llevó un poco de fruta, queso y una botella de aguardiente y se sentó como antes, tratando de dejar la mente en blanco y tan sólo relajarse un poco. Seguía sintiendo un nubarrón sobre la cabeza, algo pesado que la tenía de un humor gris aunque trataba de aparentar al menos delante de los niños.*
Amanecí en el sofá de Ulf con una resaca épica, Ulf ya se había ido a entrenar con los mas jóvenes y la bruja me esperaba con una ladeada sonrisa y no se bien que brebaje que sabia a rayos pero que según ella me quitaría parte de la resaca.
Apuré el tazón con cara de asco y tras un desayuno no demasiado copioso porque tenia el estomago revuelto me fui a empezar mis quehaceres del día.
Tenia que volver a coger el ritmo de Akershus y sabia sobradamente que no era precisamente la calma lo que reinaba en estos parajes.
Me ocupé de los jóvenes soldados, escuché a mis generales y los problemas que Randulf nos había dado, principalmente en el puerto ya que habían descubierto de la flota que nos habíamos armado y solo pensaban en que el mar la engullera de una u otra manera.
-¡Bien! -dije ladeando la sonrisa con sendas manos sobre el mapa - vamos a hacer que Randulf centre su mirada lejos de nuestro puerto. Atacaremos, vamos a asediar su puto castillo, a quemar su granero, vamos a joderle lo suficiente como para que se pasé un tiempo quieto. He vuelto y por Odin que va a notarlo.
Pasé gran parte del resto de la tarde en el despacho poniendo los papeles en orden, Dani había hecho un gran trabajo y era justo reconocerlo y agradecerlo.
Podia ser muchas cosas pero un desagradecido no era una de ellas.
Cené con los crios, aunque cuando Dani llegaba yo salía, me habían llamado para ultimar el plan que yo mismo había urdido.
No fue hasta bien entrada la noche que pude salir de la sala de reuniones y bajar nuevamente al salón.
Dani bebía sentada en el alfeizar de la ventana, así que dejé escapar el aire de forma pesada y armándome de valor entré con paso firme como si enfrentara mi mayor temor.
-¿me sirves una copa? -pedí señalando la botella con una ladeada sonrisa -en una semana partiré hacia el castillo de Randulf, voy a hacer que deje de mirar tus barcos y empiece a centrarse en mis tropas...es hora de devolverle la visita.
Se retiró un mechón de la cara y le pasó la botella de aguardiente que estaba bebiendo sin vaso ni nada. El rato que llevaba allí mirando la inmensidad del cielo y sintiendo el calor en el estómago gracias al alcohol, la habían relajado bastante. Podía entender a Sirius, mirar las estrellas era hipnótico.
Tomé la botella y le di un trago, mis ojos se perdieron en la inmensidad del cielo.
Me relamí los labios bañados en aguardiente.
No sabia que decir..la verdad, asi que simplemente seguí callado esperando que en algún momento me enfrentara…*
— Si atacáis por tierra yo pienso ir a hundirle la flota, aprovecharemos que estará centrado en vosotros y la “verga de Satán” hundirá algunos buques, si entre ellos está el Jotunheim, mejor.— Comentó como apunte al plan que Höor estaba trazando para darle a Randulf de su propia medicina. Se detuvo un segundo a contemplar la constelación de Acuario que ahora brillaba en plenitud y después desvió sus ojos hacia los de él.— ¿Te sientes ya en plena forma para algo así? tienes aspecto de cansado.— por no decirle que necesitaba unas buenas vacaciones porque estaba bastante perjudicado.*
De sobra sabia que Dani aprovecharía la oportunidad de mi ataque para dirigir el suyo propio por mar. No iba a decirle lo que tenia que hacer, entre otras porque podía funcionar.
- Encontraremos el modo de escalonar los ataques para que tengan éxito, cuando desvié la atención de Randulf podrás hacer sonar la verga de Satan.
No respondí a su otra pregunta, me parecía absurdo tener que hacerlo, estuviera o no en las mejores condiciones acudiría de todos modos, algo que sabiíamos ambos…*
En realidad más que una pregunta real o una recriminación, era una forma de expresar su propia preocupación, algo que de nuevo Höor obviaría, como siempre. También ella aprovecharía esa coyuntura aunque la Reina Ana no pudiera navegar, iría con el Inferno y el Avenger, y con los barcos auxiliares, que ya contaban con varios capturados al propio Randulf.
— ¿Cómo están las condesas?.— Cogió la botella de aguardiente y le dio otro trago dejándola de nuevo sobre la mesa, al alcance del moreno si la quería degustar. No había ningún tono extraño en esa pregunta, realmente la que peor lo tenía era Thyra, que alojaba esa monstruosidad en su interior, y que sin saberlo, había estado a punto de morir por su propia mano.— si hubieras tardado un poco más o yo no hubiera decidido alargar ese plazo… su sangre estaría en mis manos y tu viaje no habría servido de nada.
-Lo se, pero los dioses te han dado la sabiduría suficiente como para darme ese plazo y a mi el viento a favor como para llegar a tiempo. No pienses en lo que podíia haber sucedido y no lo ha hecho, solo es un modo de torturarte y ya es bastante complicado todo.
Eyra esta bien, es fuerte, asumirá y avanzará, es su deber. Thyra encierra un demonio en su interior, supongo que vivir con eso dentro es una condena mucho mas pesada de asumir...
Cogí la botella de agua ardiente dandole un profundo trago.
-He estado en el despacho -le dije dejando la botella a su alcance -he visto que te has ocupado no solo de que Akersus siguiera en pie, si no del trabajo de papeleo también, te lo agradezco, me ayuda a no ir ahora tan desbordado.*
Asintió comprendiendo sus palabras, esas dos jóvenes llevaban cada cual su carga, de la misma forma que Höor llevaba la suya y ella la propia. Aún así, de algun modo le tenía cierta manía a esa mujer despampanante de deslumbrantes ojos verdes y movimientos de gata. Era irracional y trataba de apartarlo de su mente y se obligaba a pensar que sólo quería salvar a su hermana, algo completamente lógico y que cualquiera hubiera hecho lo mismo en su situación.
— Alguien tenía que defender el fuerte.— Inspiró doblando la rodilla y apoyando el codo en ella y la barbilla sobre su mano mirando de nuevo afuera.— Te he echado de menos… las drogas de Giuliana me sientan fatal, me hacían vomitar hasta la primera papilla.*
Ladeé la sonrisa ante sus palabras, era gracioso verla decirle a las estrellas aquello pues seguía dándome la espalda como si no estuviera.
-Yo también te he echado de menos... -aseguré contándome la vida pronunciar esas palabras no porque no fueran ciertas s no porque no sabia bien si quería escucharlas después de lo que pasó ayer entre nosotros.
-Has mantenido el fuerte a salvo, has hecho un buen trabajo
Tomé de nuevo la botella contemplando la constelación del cazador.
-En Japón pensaba que Sirius y quizas tu estaríais viendo las mismas constelaciones...me ayudaba a mantenerme cuerdo ver algo que me resultaba familiar, algo que me recordaba a mi hogar.*
— pensábamos lo mismo. Pero tu hijo es tan inteligente que me corrigió haciéndome notar que hay una diferencia horaria considerable, cuando aquí era de noche allí empezaba a amanecer. Así que no es posible que viéramos lo mismo a la vez.— Sonrio un poco girando apenas el rostro, ese niño era muy especial ciertamente y lo había pasado mal porque estaba muy pegado a su padre, era lo único que tenía. Se giró un poco tras echar un último vistazo a ese cielo nocturno, compañero de noches en vela.— ¿Tregua? No me apetece estar así contigo.*
Asentí con la cabeza, tampoco yo buscaba una discusión con ella, mas bien todo lo contrario, solo que no sabia como arreglar lo de anoche así que estaba allí parado esperando que se obrara el milagro.
-Ayer me dijiste que querías ir a darle un ultimo adios a tu padre...
Alcé la mirada de sus ojos al firmamento estrellado haciendo una leve pausa antes de volver a clavar mis pardos en sus océanos -si me das dos semanas..iré contigo. Si quieres que te acompañe -añadí.
No sabia muy bien en que punto estaba "lo nuestro" ahora mismo.*
Asintió, quería ir a Londres pero sabía que Randulf no lo iba a permitir y que había en marcha un plan para montar una buena fiesta con él.— Cuando todo lo que tenemos entre manos acabe… da igual dos semanas que cinco… no se va a mover de allí. Es…— cogió la botella de nuevo y le dio otro trago poniendo cara rara, empezaba a quemar las entrañas.— es sólo algo que necesito hacer para cerrar ese capítulo de mi vida, pero…ya no hay prisa.
-Siento lo de tu padre, se lo que es la perdida...se que te devora por dentro y se que no es fácil, que seguramente aprendas a vivir con ello pero nunca lo asumas por completo.
Nunca conocí a mi padre...y no hace demasiado perdí a mi madre, claro que...no lo dije, me cuesta mucho ciertas cosas. Ya me conoces. Siento lo de ayer...
Ya que había cogido carrerilla con las disculpas.
-No en si todo lo que dije..si no mas bien como actué, no debí irme y dejarte allí plantada.
Omití que tampoco debí tomarla.*
Se encogió de hombros exhalando el aire.— Yo tampoco he estado muy acertada, no quise decir o hacer lo que fuera que te molestara ayer. Supongo que estaba muy cansada, que todo este tiempo y lo que ha pasado pues… me superó ayer y…¿qué puedo decir?.— Extendió las manos hacia él, eso era un “ven aquí”, un “acércate, que necesito eliminar esta distancia entre nosotros”.
Enarqué una ceja "lo que quiera que te molestara ayer" dejé escapar el aire algo frustrado ¿no sabia lo que me había molestado?
Extendió las manos y yo me acerqué a ella rodeando con mis brazos su cintura para abrazarla, cerré los ojos un instante antes de abrirlos y dirigirlos al exterior de la ventana.
No iba a decirle lo que me había molestado, eso solo nos llevaría a discutir y terminaría la tregua que nos habíamos dado, Así que preferí mantenerme en silencio, algo mucho mas acertado en estos casos.
Deberías descansar.
— Tú también.— Claro que sabía lo que le había molestado, pero prefería no darse por enterada porque no tenía pies ni cabeza y sólo les llevaría a discutir más.— ¿prefieres que me vaya a mi cuarto?.— porque estaba dispuesta a pasar con él la noche sin más malentendidos, tan sólo estar juntos, sentirse cerca y quizás el contacto les devolviera lo que habían perdido.*
En eso tenia razón, estaba cansado, no había sido la noche pasada la mejor de todas y llevaba acumulado un viaje a Hel que pesaba a mis espaldas.
-No, prefiero que duermas conmigo...si tu quieres.
Tampoco iba a obligarla, pero esperaba le quedara claro que yo al menos estaba intentando poner de mi parte en este entuerto.
Si no se lo hubiera propuesto ella seguramente se habrían ido cada cual a su cuarto, así que evidentemente quería hacerlo. Se levantó del alféizar y lo abrazó, esta vez de una forma mucho menos envarada que el día anterior. Aclarado el entuerto podía bajar un poco el escudo y simplemente dejarse llevar, igual que podía hacer él y sencillamente darse esa tregua que le había pedido. Anhelaba la sensación de algo tan cálido como lo que habían tenido antes de que se fuera, subieron hasta la habitación y se quitó toda la ropa excepto la camisa, metiéndose bajo las mantas y aspirando el aire con tranquilidad.*
Una vez arriba cerré la puerta de la cámara, Dani había empezado a quitarse la ropa, quedándose solo con la camisola y las bragas.
Yo me quité la propia dejándola caer al suelo, pero el pantalón permaneció en su sitio, eso si las botas pronto acompañaron a la camisa.
Me acerqué a la lumbre apagada, un par de leños, algo de hojarasca y tras un par de intentos peleándome con la yesca y el pedernal el fuego prendió iluminando la estancia en un tono naranja.
Caminé hacia el lecho con una medio sonrisa pintada en el rostro, denotaba seguridad, mas la verdad solo era una fachada e imitando el gesto de la pirata me colé bajo las mantas.
Abrí el brazo para que pudiera pasar por encima y apoyarse en mi pecho, necesitaba sentirla cerca, echaba de menso ese candor que no encontraba por mas que lo buscaba.*
Por fin un poco de silencio, pero uno que era compartido y acompañado. No más Randulf, no más números, no más quejas de unos y otros mientras ella trataba de mantenerlos unidos, no más mirar al cielo pensando que estaba lejos. Se apoyó contra su pecho pasando la mano por encima de su dorso, dejándola sobre alguna de sus múltiples cicatrices que ahora se notaban más encima del hueso que de la carne. Mantuvo los ojos cerrados un instante y se relajó sintiendo su respiración y su latido. Quizás sólo necesitase eso para equilibrar la balanza, para sentir de nuevo que sí tenían “algo especial”, algo que a veces los hacía descarrilar pero que en otras ocasiones era como sentirse en casa. Levantó un poco la cabeza y besó sus labios acariciando esa barbilla que ella misma había afeitado y regresó la cabeza a donde la tenía apoyada.*
Sentí sus dedos deslizarse por mi piel, recorriendo algunas de las múltiples cicatrices que hablaban mas de mi de lo que yo mismo lo hacia.
La yema de sus dedos era cálida, las caricias se sentían bien en aquel momento en el que la frialdad había anidado entre nosotros de un modo lacerante.
Seguíamos callados, creo que en ese instante podría aplicar una frase que mi madre siempre me decía.
"si no puedes superar un silencio con palabras, mejor no las uses"
Cerré los ojos, estaba a gusto, al menos me sentía acompañado por la mujer con la que había soñado miles de veces y aunque sentía que un abismo nos separaba estaba dispuesto a luchar por acortarlo..si ella lo hacia conmigo.
Alzó su cabeza, sentí la presión en mis labios de los ajenos y mi boca se abrió para dar paso a un beso húmedo, prolongado que se quedó en eso..en mis ganas y eso me hizo sonreír de nuevo.
Su cabeza se apoyó en mi pecho, mis dedos recorrieron su cintura por debajo de la camisola, explorando aquello senderos aun para mi desconocidos.*
Consiguió que ese beso se tornase húmedo y la hizo sonreir, era el sello de la casa, había ciertas cosas que no cambiarían jamás y eso le sacó una sonrisa que se hizo visible.
— También echaba eso de menos…— Höor era divertido, siempre solía ostentar buen humor incluso cuando las cosas iban cuesta arriba.*
Deslicé mis dedos por su pelo corto, enredándolo ligeramente entre ellos.
- voy a pensar que he dejado de ponerte, ni me besas, ni tienes ganas de hacerlo conmigo.
Cerré los ojos acomodándome en el lecho, su respiración era tranquila, la mía se fue tornando cada vez mas pesada.
Puede que esa frase la hubiera dicho con una sonrisa engreída en mis labios para que no denotaba la verdad que encerraban para mi esas palabras.
-Buenas noches pirata -susurré dejando quieta mi mano sobre su espalda baja.
En realidad prefería que la apreciase a que la deseara, y aunque ambas cosas eran importantes, bien sabía que el deseo podía menguar con los años y si no había nada más, entonces la relación se convertiría en ceniza.
— Pues deja de pensar, y mañana por la mañana me lo repites si tienes huevos.— Y eso era una amenaza pronunciada entre sonrisas.— Buenas noches.— Aunque lo mejor de la noche sería el despertar tras el descanso merecido.
La luz impactó en su rostro y se despertó observando la escarcha helada de la ventana. Höor respiraba tranquilo a su lado, estaba tan cansado que necesitaba esas horas de sueño reparador. Se movió para salir y añadir unos cuantos leños a la chimenea que estaba ya casi apagada y regresó bajo las mantas; se removió un poco, quizás aún en sueños o quizás a punto de despertar y decidió pasar la pierna por encima de la del vikingo, apoyando el codo en su almohada y mirándolo desde unos centímetros más allá. Paseó la mano por su pecho, subió por la clavícula hasta la barbilla y acarició esa barba incipiente, observó sus carnosos labios que se estiraban en aquella inconfundible sonrisa cuando lo hacía y se inclinó hasta besarlos. En esas horas tempranas el castillo estaba silencioso y tenía aquellos labios para ella sola ¿qué más podia pedir?.*
Mi vientre se contrajo al sentir las cosquillas que por el pecho me hacian las yemas de los dedos de la pirata, aun así no abrí los ojos dejando que por una vez fuera ella la que me buscara, pero al llegar a mis labios no pude evitar que una media sonrisa se pintara bajo estos.
Sentí la presión dulce de su boca,mis dedos se afianzaron en los cortos mechones de su nuca, entreabrí los propios deslizando mi lengua por ellos, buscando un beso húmedo, necesitado que me había sido negado.
- ¿que tenia que repetir? -bromeé abriendo los ojos para chocar con sus profundos mares calmos.
La volteé sobre el lecho haciéndola reir, mi impaciencia era voraz, como si fuera un niño con mi juguete nuevo busque la piel de su cintura alzando con rudeza su camisa,hundiendo mis dedos en su piel, cuando a mis espalda escuché la puerta abrirse y la inconfundible voz de Ulf.
-¡Por Odin! -gruñí dejando mi frente contra la de la pirata -¿que tu mujer cada día te larga mas pronto de la cama?
Ulf se reia, pero no se largaba, allí plantado bajo el umbral miraba la escena, creo que solo le faltaba una jarra y algo para picar.
Lo miré por encima del hombro.
-¿que pasa ahora?
-Tengo a los hombres esperando en el patio de armas para preparar la ofensiva contra el castillo de Randulf, asi que deja de fornicar y ven conmigo.
Bufé mirando a la pirata que se reía porque si no era una, era el otro el que me frustraba mis intentos, a este paso iba a renunciar y me Iria a una cabaña solo donde al menos me la pudiera cascar.
-¡Voy! dije con un gruñido mientras este se partía de mi mas que aparente cabreo y cerraba la puerta para al menos dejarme vestirme.*
Resopló y se dejó caer contra la almohada. Apreciaba mucho a Ulf pero tenía el don de la oportunidad. ¡Oh! no, eso no iba a quedarse asi, arrastró las sábanas al salir de la cama y cubrirse malamente con ellas abriendo la puerta y gritándole a Ulf que se alejaba por el pasillo.
— ¡Enséñales algo de provecho a tus hombres! Algunos están fofos!! Ya irá en un rato, joder, que no lo dejáis ni respirar.
Reculó, cerró la puerta y giró el pestillo mirando a Höor muerta de risa.
— tendrá que se uno rápido!!.— se adelantó y lo agarró por la tela de la camisa que ya la tenía puesta y lo empotró contra la puerta besándolo esta vez con ansia. Las sábanas se escurrieron hasta el suelo y la voz de Ulf protestando se escuchó al otro lado del pasillo.
— Que no reniegues!!! Es una orden!!!…— estalló en carcajadas pero volvió a agarrar a Höor, no iba a dejarlo marchar de ese cuarto sin al menos un buen repaso.
Me abrochaba la camisa entre gruñidos y maldiciones, creo no me olvidé de ninguno de los dioses nórdicos en aquella gélida mañana de invierno cuando vi a la pirata salir por la puerta para discutir con Ulf.
Regresó con una divertida sonrisa, triunfal mas bien y sin cortarse dejó caer las sabanas para provocar mis ganas, como si me faltaran.
Mi mirada oscura se deslizó por aquel cuerpo curvilíneo, de senos redondeados y alzados, bien podría haberla cincelado algún dios para volver loco de lujuria al hombre.
Dani arrugó entre sus dedos la tela de mi camisa ahora con impaciencia.
Nos besamos con ansia, crucé el precipicio de sus labios enredando nuestras lenguas en un duelo de acero cuando Dani se separó un instante para pedirme que fuera rápido.
-¡Callate y bésame mujer! -dije atrayéndola de la nuca sonriendo con malicia, si algo sabia es que las ordenes no las llevaba bien.
Ulf al otro lado gruñía habalndo del mal camino por el que me iba a llevar la pirata y que él era le general y bla, bla, bla porque la pirata le instigó a callarse con un grito mientras yo la alzaba de las nalgas buscando como improvisado lecho la pared que había frente a ambos.
La volteé, mis labios surcaron su cuello, ascendiendo entre roncos jadeos, su espalda contra mi pecho, nuestros cuerpos friccionaban mientras con la otra mano liberaba al kraken del encierro.
Por encima de su hombro, con la mirada turbia su boca busco la mía enredándose de nuevo como la hiedra*
Con la interrupción de Ulf se habían calentado incluso más, porque necesitaban ser rápidos, el ansia que no quería reprimir y guardar para otro momento que quizás fuera interrumpido por vete a saber quién, salió a relucir en sus besos y en la brusquedad con la que lo agarró contra la pared, pero pronto cambiaron las tornas y fue ella la que se vio contra la pared. Giró la cara buscando su boca, clamando por morder su lengua si no se la daba de buen grado y curvando la espalda para dejar el trasero más al alcance de las manos del vikingo. Ambos sabían lo que venía ahora y lo deseaban ferozmente.*
Embestí adentrándome en su interior, sintiendo como sus húmedas y cálidas paredes me engullían por completo. Sus pechos alzados rozaban la pared con cada empujón, su mano tiraba de mi pelo acercando mi boca mas contra la suya, los mordiscos acallaban los gemidos roncos, guturales que escapaban de nuestras gargantas. Sus nalgas alzadas por mis manos me daban acceso a las zona mas profunda de su laberinto, flexionaba las rodillas para empujar con mas fuerza una y otra vez, hasta que la excitación de ambos llegó a su punto álgido.
Su sexo estranguló mi miembro que entre espasmos daba sus últimos coletazos.
Elevé una mano apoyándola en la pared para sujetarme cerrando los ojos, dejándome envolver por esa corriente que de frenesí que me embriagaba.*
Los gemidos se descontrolaron en algún momento, seguramente Ulf pudiera oirlos y eso aún le hizo más gracia y gimió más fuerte. Tardó unos instantes en recuperar la respiración, se giró y pasó las manos alrededor de su cuello apoyando la frente en su barbilla, que es a donde llegaba por la altura.
— ¿Te atreves a repetirme lo que dijiste ayer?…cuidado con lo que respondes, tengo tus huevos a tiro de rodilla.— Sonrió entre dientes recuperando el aliento.— anda, ve, te están esperando. Yo creo que hoy me permitiré un buen desayuno antes de ponerme al lío.*
Ladeé la sonrisa cuando me hizo esa pregunta trampa, era tan fácil contentar a un hombre.
Deslicé mis manos por sus prietas nalgas, mis labios buscaban los ajenos ahora en un beso mas calmo.
-No le vendría mal dejarse de copiosos desayunos -bromeé haciéndola enarcar una ceja y con agilidad esquivé ese manotazo bien ganado que me tenia mientras me reia mirándola.
-Y si esta noche nos tomamos un descanso un poco antes y vamos con los niños a algún sitio, podemos tomarnos nosotros unas jarras..le doy vueltas al asunto y si saco tiempo luego te visito en puerto y te cuento...o si se te ocurre algo a ti y a la bruja nos buscáis, pasaremos el día seguramente preparando el asedio.
Besé sus labios tras abrochar mis pantalones y peinándome con los dedos por encima me dispuse a salir de la habitación encontrándome a Ulf al otro lado apoyado en la pared de enfrente con el entrecejo fruncido y alzando el dedo en mi dirección con semblante amenazante.
-¿tengo que acostarme contigo para que me prestes algo de atención? -gruño haciéndome reir.
-Quizás con unas jarras te vea mas atractivo -le respondí tirándole el brazo por encima -anda vamos.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
Dias más tarde...
Tras haber inspeccionado a las tropas Ulf y Höor ultimaron los preparativos del ataque sobre el fortín de Randulf, sería por tierra y mar, así que al caer la noche el conde bajó hasta el puerto y subió la pasarela del Inferno, ya que la reina Ana estaba todavía reparándose. En el despacho del capitán estaba la inglesa con las manos apoyadas sobre el mapa y las cartas de navegación, midiendo, calculando y anotando todo aquello que resultaba útil para la misión. Levantó la cabeza cuando lo oyó entrar.
— ¡Vaya!…¿ya es casi de noche? Se me ha pasado el día demasiado rápido.— Se frotó los ojos y dejó los aparejos a un lado para saludarlo como era debido. Se acercó a Höor mucho más sonriente que el día anterior, el despertar había sido bueno y tenía la intención de acabarlo de igual forma. Se colgó de su nuca besando sus labios y pegándose a él.— ¿Ulf ha gruñido mucho? Creo que le pillaré el gusto a fastidiarlo demasiado pronto.*
Ladeé la sonrisa cuando la pirata me preguntó si ya había empezado a anochecer, francamente la noche se había cernido sobre nosotros hacia horas, pero llevaba un día en el que no había parado casi ni para comer y por lo que veía ella también había estado bastante ocupada.
- Pues... -la vi como se levantaba hacia mi con esos andares tan característicos que se gastaba. Mis ojos se deslizaron por su cuerpo con descaro interrumpiendo mis propios pensamientos con la imagen de esa silueta curvilínea.
-Pues, ya tenemos todo mas o menos ultimado, faltará que en un par de días Ulf y yo recorramos mas o menos el camino que haremos con el ejercito, es lo mas fácil si queremos estar seguros de los tiempos y poder conseguir un ataque escalonado por mar y tierra lo mas acertado posible.
Rodeé con mi brazo su cintura pegándola mas a mi, mi otra mano fue directa a sus nalgas.Nuestras bocas colisionaron en un beso húmedo, mi lengua abordó su boca hasta quedarnos sin aliento.
Diría que me has echado de menos -me relamí los labios sin separarme un ápice de su cuerpo -¿y bien pirata ¿que quiere hacer esta noche el capitán Morgan?*
—mmmmm…hoy será algo especial. Tú me has invitado muchas veces a cenar en tu casa y a dormir en tu cuarto. ¿Qué tal si hoy invertimos eso y te invito a cenar a bordo y a compartir mi lecho? bueno, técnicamente no lo es, el mío está en la Venganza de la reina Ana, pero he ocupado este buque temporalmente.
Fueron hasta la cocina y a pesar de que la cena para la tripulación ya estaba servida, Danielle preparó algunos platos con ingredientes extra, para algo se podía permitir el lujo ya que era el alto mando. Se los llevó a cubierta donde había pedido que instalaran una mesa para dos con un farolillo en medio para alumbrar. En el castillo de popa del Inferno cenaron tranquilamente sendos platos de salmón con pan de higos y nueces. El postre era un pudin de ciruelas bastante inglés y lo regaron todo con ron y whisky. La cena transcurrió tranquila y al terminar se levantaron para descender a las entrañas del barco de nuevo.
— ¿Una copa más?.— preguntó al cerrar la puerta del camarote. Por los cristales se vislumbraba la luna reflejandose en las aguas del puerto.*
Bajamos a las cocinas, me gustaba ver a Dani en otro registro que no fuera la del temible capitán Morgan. Así que apoyado en el marco de la puerta, me deleité de algo tan mundano como que me preparara una cena, me di cuenta en ese momento de que se nos pasaban los pequeños detalles del día a día, enfrascados en una guerra que solo tenia principio y que por mas que buscábamos darle un final siempre parecíamos quedarnos a medias por uno u otro motivo.
Subimos a cubierta una vez todo estuvo preparado, el candil iluminaba el rostro de Dani, se reflejaban las llamas en sus dos tempestades, durante mi viaje a Japón la dejé sola a cargo de todo esto, perdió a su padre y aquí seguía, al pie del cañón o mejor dicho de la verga del Inferno.
La admiraba, eso creo era lo que ella no llegaba a comprender, podían existir mujeres mas bellas, pero ninguna le llegaban ni tan siquiera a los talones de su bota.
Dani había demostrado ser muchas cosas, ademas de terca.
La cena transcurrió entre risas, bebimos, comimos, hablamos de cosas no demasiado transcendentales y saboreamos aquel postre dulce con sabor a licor.
Nos besamos bajo las estrellas, contemplamos la media luna y cuando ya empezaba a refrescar mas de la cuenta volvimos a bajar al camarote momentáneo de Danielle.
-Si -respondí a su oferta acercándome a ella para rodearla por la espalda.
Apoyé el mentón en su hombro mientras preparaba sendas copas.
-¿Como estas pirata?
Una pregunta tan sencilla y que creo no le había hecho nunca -¿sabes? Pensé mucho en Japón en ti, bueno, aparte de que me visitabas en sueños, era un tanto..desconcertante, pero creo me ayudó en parte a mantenerme cuerdo, a ver el norte en la brújula.*
Cuando le preguntó que cómo estaba se encogió de hombros, era una pregunta difícil y simple a la vez.
— tirando hacia delante, como siempre, supongo…como tú.—Se dejó mecer entre sus brazos, porque rara vez podían disfrutar de esos momentos de quietud, sólo para ellos, sin nada ni nadie que los molestara, ellos incluidos. Tenían la fea costumbre de cabrearse entre ellos en el mejor momento de la velada.— ¿He sido tu ancla a la realidad? Eso suena…profundo.— recordó las largas noches de ausencia de Höor y suspiró.— a pesar de que había mucho lío aquí y que más de una vez pensé que poner rumbo a Londres y olvidarme de todo esto sería lo más sensato…el mayor miedo que tuve es que regresases y yo no estuviera, que no me encontrases…que quizás no fui a despedirte, pero quería recibirte al llegar y… Lo sé, es de locos, es una gilipollez, pero estaba cansada y desesperada y tú no estabas.*
La giré para enfrentar sus dos océanos, uno frente al otro por primera vez en mucho tiempo, a decir verdad, creo que la primera vez en toda nuestra vida estábamos siendo sinceros.
-Mi ancla, también tuve dudas, no viniste a despedirme, contigo nunca se sabe -dije ladeando la sonrisa para quitarle importancia - si hubiera vuelto y no hubieras estado -hice una pausa pensando exactamente como me hubiera sentido -tenia miedo de que no estuvieras, lo admito, una parte de mi creía que te habrías largado sin mirar atrás ¿y sabes? lo peor, es que no te hubiera podido culpar. Es de locos, llevábamos tres días "juntos" y me largo tres meses, te dejo empantanada en una tierra que ni siquiera es tuya, con una guerra que yo mismo se cuanto pesa sobre unos únicos hombros ¿que esperabas que pensara? Tu eres mi ancla ¿que soy yo para ti Danielle?
Señaló con el dedo por encima del hombro de Höor y cuando éste se giró observó hacia donde apuntaba la inglesa.
— Mi estrella polar. Cuando todo falla, sin cartas ni aparejos, sin velas ni rumbo alguno…todo navegante se orienta por la estrella polar. El norte en la brújula. El lugar a donde dirigirme.
Acorté la distancia que separaba nuestros labios, besándolos despacio, saboreando aquel beso lento mientras mis dedos se deslizaban por su rostro apartando los delicados mechones cortos que enmarcaban su rostro.
-Prométeme que cuando mas ganas tengas de huir, y aunque yo lo haga, miraras esa estrella antes de izar las velas.
Esto no iba a ser fácil, lo sabíamos los dos, puede que este dulce instante fuera una tregua antes de la próxima tormenta, pero, yo sabia algo, la necesitaba de un modo u otro, aunque no fuera capaz de reconocerlo y menos de pronunciar esas palabras en alto.*
— Prometido.— no sabía por qué esa noche estaba inclinada a prometerle lo que quisiera, a dejar de lado los escudos y a abandonarse un poco a la complicidad, que es lo que ambos necesitaban. ¿Cuánto duraría esa calma? Posiblemente poco, pero estaba tan agotada de pelear contra todos y contra ella misma, que estaba dispuesta a comprobarlo, por si no había un mañana así. Sabía que Höor era un hombre complejo, que disfrazaba de simpleza su atormentado interior, que trataba de parecer un sencillo bárbaro porque así no tenía que explicar aquello que no era capaz ni de expresar en alto. Un interior construido con delicado cristal, frágil y roto varias veces que no quería exponer, que se había acostumbrado a tapar bajo capas y capas de vida. Y a la vez envolviendo ese interior, el fuego de las fraguas del norte, ése que desafiaba sin vergüenza alguna al hielo, demasiado temperamento contenido que más de una vez prendía los barriles del polvorín que guardaba Danielle bajo la piel. El héroe que todos necesitaban, el padre que todos querían, el amigo que todos deseaban. ¿Y el hombre? El hombre estaba hecho de cristal de la misma forma que ella estaba hecha de arena y cuando alguien la tocaba se montaba a lomos del viento para desaparecer. Ambos lo sabían, ambos lo veían y en ese momento no necesitaban decir nada más para que la arena y el cristal se entendiesen y se acariciasen. A fin de cuentas el cristal se pulía con arena para darle brillo.
Hablamos sin palabras en un idioma universal conocido por guerrero y pirata, uno en el que nuestros cuerpos se buscaron despacio, nuestros labios se hallaron embebiendose del otro y con las manos enlazadas, como si temiéramos que llegara el mañana, hicimos el amor sobre el lecho lamidos por los tonos naranjas de las llamas.
Navegué por sus tempestuosos océanos desafiando la tormenta con mi drakkar, su piel era valle, era montañas y yo el fuego de las fraguas de ese norte que tanto amaba.
La fricción de nuestros cuerpos perlados en sudor se convirtió en lava, el volcán entro en erupción entre gruñidos acallados por sus labios.
Los haces platas se colaban por el ojo de buey dotando su piel de un tono plata, mi frente reposaba sobre la ajena, respiración agitada que poco a poco fue encontrando la calma.
De un tirón cubrí nuestros desnudos cuerpos con las curtidas pieles de oso. Mis dedos se deslizaron por ese pelo corto, que aunque sin duda no representaba la feminidad, si a la rebeldía.
Todavía encajado entre sus piernas ladeé la sonrisa.
-No ha estado mal pirata -bromeé dejándome caer a un lado del lecho completamente saciado en todos los aspectos*
Sonrió relajada, después de haber compartido esos “momentos” que ya empezaban a ser frecuentes entre ambos entre una tempestad y otra.
—recuérdalo para cuando te lleve la contraria.— se pasaban la vida desafiándose, midiendo las fuerzas de cada uno aunque los dos supieran que al final la batalla siempre quedaría en tablas cuando dejaran a un lado sus miedos y sus egos. Se giró y lo abrazó, aunque el calor que desprendían fuera algo molesto, sabía que en cuestión de minutos el frío del norte y la humedad del mar la haría tiritar. De nuevo al día siguiente o al otro partiría de campaña y podrían haber bajas, pero lo que habían vivido ya estaba impreso en la piel y en las retinas, grabado a fuego en el alma y el corazón, y de nuevo se esforzarían en parecer que había sido una noche más en medio de una batalla continua, pero ambos tendrían la certeza de que por esas horas se pertenecían y no había barrera alguna que los separase.*
Tras haber inspeccionado a las tropas Ulf y Höor ultimaron los preparativos del ataque sobre el fortín de Randulf, sería por tierra y mar, así que al caer la noche el conde bajó hasta el puerto y subió la pasarela del Inferno, ya que la reina Ana estaba todavía reparándose. En el despacho del capitán estaba la inglesa con las manos apoyadas sobre el mapa y las cartas de navegación, midiendo, calculando y anotando todo aquello que resultaba útil para la misión. Levantó la cabeza cuando lo oyó entrar.
— ¡Vaya!…¿ya es casi de noche? Se me ha pasado el día demasiado rápido.— Se frotó los ojos y dejó los aparejos a un lado para saludarlo como era debido. Se acercó a Höor mucho más sonriente que el día anterior, el despertar había sido bueno y tenía la intención de acabarlo de igual forma. Se colgó de su nuca besando sus labios y pegándose a él.— ¿Ulf ha gruñido mucho? Creo que le pillaré el gusto a fastidiarlo demasiado pronto.*
Ladeé la sonrisa cuando la pirata me preguntó si ya había empezado a anochecer, francamente la noche se había cernido sobre nosotros hacia horas, pero llevaba un día en el que no había parado casi ni para comer y por lo que veía ella también había estado bastante ocupada.
- Pues... -la vi como se levantaba hacia mi con esos andares tan característicos que se gastaba. Mis ojos se deslizaron por su cuerpo con descaro interrumpiendo mis propios pensamientos con la imagen de esa silueta curvilínea.
-Pues, ya tenemos todo mas o menos ultimado, faltará que en un par de días Ulf y yo recorramos mas o menos el camino que haremos con el ejercito, es lo mas fácil si queremos estar seguros de los tiempos y poder conseguir un ataque escalonado por mar y tierra lo mas acertado posible.
Rodeé con mi brazo su cintura pegándola mas a mi, mi otra mano fue directa a sus nalgas.Nuestras bocas colisionaron en un beso húmedo, mi lengua abordó su boca hasta quedarnos sin aliento.
Diría que me has echado de menos -me relamí los labios sin separarme un ápice de su cuerpo -¿y bien pirata ¿que quiere hacer esta noche el capitán Morgan?*
—mmmmm…hoy será algo especial. Tú me has invitado muchas veces a cenar en tu casa y a dormir en tu cuarto. ¿Qué tal si hoy invertimos eso y te invito a cenar a bordo y a compartir mi lecho? bueno, técnicamente no lo es, el mío está en la Venganza de la reina Ana, pero he ocupado este buque temporalmente.
Fueron hasta la cocina y a pesar de que la cena para la tripulación ya estaba servida, Danielle preparó algunos platos con ingredientes extra, para algo se podía permitir el lujo ya que era el alto mando. Se los llevó a cubierta donde había pedido que instalaran una mesa para dos con un farolillo en medio para alumbrar. En el castillo de popa del Inferno cenaron tranquilamente sendos platos de salmón con pan de higos y nueces. El postre era un pudin de ciruelas bastante inglés y lo regaron todo con ron y whisky. La cena transcurrió tranquila y al terminar se levantaron para descender a las entrañas del barco de nuevo.
— ¿Una copa más?.— preguntó al cerrar la puerta del camarote. Por los cristales se vislumbraba la luna reflejandose en las aguas del puerto.*
Bajamos a las cocinas, me gustaba ver a Dani en otro registro que no fuera la del temible capitán Morgan. Así que apoyado en el marco de la puerta, me deleité de algo tan mundano como que me preparara una cena, me di cuenta en ese momento de que se nos pasaban los pequeños detalles del día a día, enfrascados en una guerra que solo tenia principio y que por mas que buscábamos darle un final siempre parecíamos quedarnos a medias por uno u otro motivo.
Subimos a cubierta una vez todo estuvo preparado, el candil iluminaba el rostro de Dani, se reflejaban las llamas en sus dos tempestades, durante mi viaje a Japón la dejé sola a cargo de todo esto, perdió a su padre y aquí seguía, al pie del cañón o mejor dicho de la verga del Inferno.
La admiraba, eso creo era lo que ella no llegaba a comprender, podían existir mujeres mas bellas, pero ninguna le llegaban ni tan siquiera a los talones de su bota.
Dani había demostrado ser muchas cosas, ademas de terca.
La cena transcurrió entre risas, bebimos, comimos, hablamos de cosas no demasiado transcendentales y saboreamos aquel postre dulce con sabor a licor.
Nos besamos bajo las estrellas, contemplamos la media luna y cuando ya empezaba a refrescar mas de la cuenta volvimos a bajar al camarote momentáneo de Danielle.
-Si -respondí a su oferta acercándome a ella para rodearla por la espalda.
Apoyé el mentón en su hombro mientras preparaba sendas copas.
-¿Como estas pirata?
Una pregunta tan sencilla y que creo no le había hecho nunca -¿sabes? Pensé mucho en Japón en ti, bueno, aparte de que me visitabas en sueños, era un tanto..desconcertante, pero creo me ayudó en parte a mantenerme cuerdo, a ver el norte en la brújula.*
Cuando le preguntó que cómo estaba se encogió de hombros, era una pregunta difícil y simple a la vez.
— tirando hacia delante, como siempre, supongo…como tú.—Se dejó mecer entre sus brazos, porque rara vez podían disfrutar de esos momentos de quietud, sólo para ellos, sin nada ni nadie que los molestara, ellos incluidos. Tenían la fea costumbre de cabrearse entre ellos en el mejor momento de la velada.— ¿He sido tu ancla a la realidad? Eso suena…profundo.— recordó las largas noches de ausencia de Höor y suspiró.— a pesar de que había mucho lío aquí y que más de una vez pensé que poner rumbo a Londres y olvidarme de todo esto sería lo más sensato…el mayor miedo que tuve es que regresases y yo no estuviera, que no me encontrases…que quizás no fui a despedirte, pero quería recibirte al llegar y… Lo sé, es de locos, es una gilipollez, pero estaba cansada y desesperada y tú no estabas.*
La giré para enfrentar sus dos océanos, uno frente al otro por primera vez en mucho tiempo, a decir verdad, creo que la primera vez en toda nuestra vida estábamos siendo sinceros.
-Mi ancla, también tuve dudas, no viniste a despedirme, contigo nunca se sabe -dije ladeando la sonrisa para quitarle importancia - si hubiera vuelto y no hubieras estado -hice una pausa pensando exactamente como me hubiera sentido -tenia miedo de que no estuvieras, lo admito, una parte de mi creía que te habrías largado sin mirar atrás ¿y sabes? lo peor, es que no te hubiera podido culpar. Es de locos, llevábamos tres días "juntos" y me largo tres meses, te dejo empantanada en una tierra que ni siquiera es tuya, con una guerra que yo mismo se cuanto pesa sobre unos únicos hombros ¿que esperabas que pensara? Tu eres mi ancla ¿que soy yo para ti Danielle?
Señaló con el dedo por encima del hombro de Höor y cuando éste se giró observó hacia donde apuntaba la inglesa.
— Mi estrella polar. Cuando todo falla, sin cartas ni aparejos, sin velas ni rumbo alguno…todo navegante se orienta por la estrella polar. El norte en la brújula. El lugar a donde dirigirme.
Acorté la distancia que separaba nuestros labios, besándolos despacio, saboreando aquel beso lento mientras mis dedos se deslizaban por su rostro apartando los delicados mechones cortos que enmarcaban su rostro.
-Prométeme que cuando mas ganas tengas de huir, y aunque yo lo haga, miraras esa estrella antes de izar las velas.
Esto no iba a ser fácil, lo sabíamos los dos, puede que este dulce instante fuera una tregua antes de la próxima tormenta, pero, yo sabia algo, la necesitaba de un modo u otro, aunque no fuera capaz de reconocerlo y menos de pronunciar esas palabras en alto.*
— Prometido.— no sabía por qué esa noche estaba inclinada a prometerle lo que quisiera, a dejar de lado los escudos y a abandonarse un poco a la complicidad, que es lo que ambos necesitaban. ¿Cuánto duraría esa calma? Posiblemente poco, pero estaba tan agotada de pelear contra todos y contra ella misma, que estaba dispuesta a comprobarlo, por si no había un mañana así. Sabía que Höor era un hombre complejo, que disfrazaba de simpleza su atormentado interior, que trataba de parecer un sencillo bárbaro porque así no tenía que explicar aquello que no era capaz ni de expresar en alto. Un interior construido con delicado cristal, frágil y roto varias veces que no quería exponer, que se había acostumbrado a tapar bajo capas y capas de vida. Y a la vez envolviendo ese interior, el fuego de las fraguas del norte, ése que desafiaba sin vergüenza alguna al hielo, demasiado temperamento contenido que más de una vez prendía los barriles del polvorín que guardaba Danielle bajo la piel. El héroe que todos necesitaban, el padre que todos querían, el amigo que todos deseaban. ¿Y el hombre? El hombre estaba hecho de cristal de la misma forma que ella estaba hecha de arena y cuando alguien la tocaba se montaba a lomos del viento para desaparecer. Ambos lo sabían, ambos lo veían y en ese momento no necesitaban decir nada más para que la arena y el cristal se entendiesen y se acariciasen. A fin de cuentas el cristal se pulía con arena para darle brillo.
Hablamos sin palabras en un idioma universal conocido por guerrero y pirata, uno en el que nuestros cuerpos se buscaron despacio, nuestros labios se hallaron embebiendose del otro y con las manos enlazadas, como si temiéramos que llegara el mañana, hicimos el amor sobre el lecho lamidos por los tonos naranjas de las llamas.
Navegué por sus tempestuosos océanos desafiando la tormenta con mi drakkar, su piel era valle, era montañas y yo el fuego de las fraguas de ese norte que tanto amaba.
La fricción de nuestros cuerpos perlados en sudor se convirtió en lava, el volcán entro en erupción entre gruñidos acallados por sus labios.
Los haces platas se colaban por el ojo de buey dotando su piel de un tono plata, mi frente reposaba sobre la ajena, respiración agitada que poco a poco fue encontrando la calma.
De un tirón cubrí nuestros desnudos cuerpos con las curtidas pieles de oso. Mis dedos se deslizaron por ese pelo corto, que aunque sin duda no representaba la feminidad, si a la rebeldía.
Todavía encajado entre sus piernas ladeé la sonrisa.
-No ha estado mal pirata -bromeé dejándome caer a un lado del lecho completamente saciado en todos los aspectos*
Sonrió relajada, después de haber compartido esos “momentos” que ya empezaban a ser frecuentes entre ambos entre una tempestad y otra.
—recuérdalo para cuando te lleve la contraria.— se pasaban la vida desafiándose, midiendo las fuerzas de cada uno aunque los dos supieran que al final la batalla siempre quedaría en tablas cuando dejaran a un lado sus miedos y sus egos. Se giró y lo abrazó, aunque el calor que desprendían fuera algo molesto, sabía que en cuestión de minutos el frío del norte y la humedad del mar la haría tiritar. De nuevo al día siguiente o al otro partiría de campaña y podrían haber bajas, pero lo que habían vivido ya estaba impreso en la piel y en las retinas, grabado a fuego en el alma y el corazón, y de nuevo se esforzarían en parecer que había sido una noche más en medio de una batalla continua, pero ambos tendrían la certeza de que por esas horas se pertenecían y no había barrera alguna que los separase.*
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
Mecidos por las bravas aguas acabamos sucumbiendo al sueño, al cansancio que arrastrábamos tras un día complicado. Aunque no distinto a muchos otros, pues si algo se prolongaba en el tiempo el Akershus era la guerra y los problemas eran un continuo sin vivir viviendo.
A veces sentía que salvar el norte era como intentar tapar el sol con un dedo, pero nadie iba a culparme de no intentarlo, no temía a la muerte, si a dejar a mis hijos sin padre, a dejar a los aldeanos sin ese héroe que alza la espada en su nombre y ahora, temía no ser para ella suficiente, ser el rebelde equivocado en un mundo ya de por si demasiado complicado.
Con las primeras luces del alba abrí los ojos, Dani aun dormía plácida entre mis brazos. Una noche, un paréntesis, paz en tiempos de guerra. Se removió entre mis brazos, abriendo finalmente sus dos mares para encontrarse con mi mirada.
- ¿preparada para llevarme la contraria?
Deslicé mis labios por su cuello ascendiendo por la mandíbula, hasta encontrarme con sus labios.
Me hubiera quedado allí, perdido en su piel por el resto de la mañana, pero tenia trabajo y también ella.
Al día siguiente emprendería camino con Ulf y cuatro días después caería sobre Randulf con el ejercito.
Hice a un lado las mantas levantándome de la cama, ladeé la sonrisa al notar la mirada de la pirata sobre mi cuerpo desnudo.
-Tengo que ir al patio de armas -dije sin borrar la sonrisa moviendo el culo mientras me reia.
Me mojé pelo y la cara en la palangana despejándome un poco, bostecé rascándome la nuca y estirando los músculos que crujían.
-Deberías hablar con Sirius -le dije al tiempo que me calzaba los pantalones -sabes que Sirius te considera una "madre" y ahora con Beth, esta algo descolocado. He pasado tres meses fuera y tu no has tenido mucho tiempo, Akershus te ha consumido y supongo los momentos que te sobraban se los has dedicado a Beth, Sirius no es de quejarse, pero..pasa algo de tiempo con él ¿quieres?*
Enarcó las cejas cuando lo vio desnudo desperezarse, a pesar de las cicatrices estaba muy bien hecho y al contemplarlo le daban más ganas de morderlo como si fuera una manzana madura. Por contra ella se levantaba con el pelo hecho un desastre, enredado y con cada mechón apuntando a un lugar. Se mordió el labio inferior pero se obligó a escuchar sus palabras en vez de pensar en rodar sobre su piel de nuevo.
— hum…tal vez tengas razón. Ha sido duro para todos, pero eso no excusa, iré a por él tras el desayuno.
Y cuando daba su palabra, intentaba mantenerla, aunque a veces su vena pirata la llevaba por otros derroteros. En el caso del pequeño Sirius, que creía en el honor, en la rectitud, en las normas porque eran necesarias para lograr el control…no podía mandarle mensajes confusos, así que con él siempre trataría de inculcarle esos valores aunque a veces ella misma no lo compartiese. En eso era distinto de Beth, esa niña era capaz de discernir la conveniencia de la picaresca, y de valorar un pequeño engaño en pos de un bien mayor, por eso ella sería pirata y él un guerrero norteño.
El desayuno se hizo esperar un rato porque el descanso traía el efecto reparador y la renovación de la energía perdida por la noche, con lo cual sus ganas estaban renovadas y ya que andaba sin ropa no iba a desaprovechar la ocasión.
Horas más tarde apareció por Akershus y fue en busca del niño de cabello oscuro. Estaban todos estudiando con un maestro que les enseñaba a leer y escribir, serían bárbaros, pero no completos incultos. Sirius iba más avanzado en eso porque se le daba mucho mejor que a Orn o a Fio y se aburría enormemente. Cuando la vio en la puerta reclamándolo se le ensanchó la sonrisa. Salieron de la mano hacia las caballerizas y galopó hasta el puerto.
— Vamos a hacer algo muy importante. Verás, cuando se fabrica un barco normalmente se le ponen decoraciones o grabados con algún dios o ser mitológico o alguna cosa que represente su buena suerte. Es un sacrilegio grabar tonterías en la madera. Pero también sucede a veces que cuando alguien compra unas velas nuevas, que son una de las partes más caras del navío, en agradecimiento graban su nombre en el palo mayor.— se detuvieron en un pseudoastillero que tenían montado para reparar la Reina Ana y subieron la pasarela deteniéndose en el palo mayor.— tú impediste que este barco ardiera hasta el armazón, y por ello los marineros de la Venganza de la Reina Ana quieren que grabes tu nombre en el nuevo palo mayor.
Le alargó su cuchillo y lo aupó a sus hombros para que pudiera grabarlo donde no había cuerdas, en la madera cruda que luego se barnizaría y así quedaría inmortalizado su nombre.
— Y esto no es todo. Hay un pilón de la suerte donde tenemos una herradura, que todos deben tocar antes de zarpar, trae la buena suerte. Allí vamos a grabar la constelación del Can Mayor donde está tu estrella, Sirio. Todos coinciden en que esa estrella trae buena suerte y nunca nos dejará perdidos en el mar.*
Pasé la mañana entre el patio de armas, las almenas y el despacho. Ademas un sin fin de catastróficas desgracias habían traído una especie de plaga sobre una de las aldeas mas cercanas a Akershus.
Nosotros nos abastecíamos de su grano, así que necesitabamos hacer ofrendas a la diosa Freya para que la cosecha no se perdiera y a Thor para la gesta venidera.
Sobre la mesa de mi despacho se amontonaban los papeles, los negocios que tenia en Paris y en otros lugares rentaban, pero no tenia tiempo ni siquiera de echarles una mirada y estar pendiente. Tenia un albacea que mas o menos se ocupaba, pero es que ni su información era capaz de asimilar con tranquilidad, porque nada mas sentaba mi culo en el despacho, un soldado me reclamaba para acudir a otro lado.
Cuando llegó la tarde noche subí a ver a mis hijos, estaban todos menso Sirius que al parecer se lo había llevado Dani al barco y aun no lo había traído. Beth por contra jugaba en casa con Fio y con Valeska, como de costumbre mi hija de dorados cabellos era una princesa, Fio su caballero andante y Beth iba turnando el papel como una buena comediante.
-Voy a por vuestro hermano al barco de Dani.
-Y a darte besos -dijo Fio con una risa mientras Valeska ponía los morros juntos y las dos se reían burlonas haciéndome negar con una sonrisa.
-Lavaros que hay que bajar a cenar señoritas -les dije sin responder a nada.
Los niños no eran tontos, se habían percatado de que Dani y yo pasábamos bastante tiempo juntos desde mi regreso de Japón y seguramente también de que habíamos compartido lecho en alguna ocasión.
Para mi el sexo no era un tabú y como tal siempre lo hice saber así a mis hijos, pero en esta ocasión recelaba mas de darles la información porque con Dani no solo me unía un revolcón, si no algo mucho mas profundo que ni yo mismo me atrevía a dar nombre no atrajera a los malos espíritus.
Llegué la barco, Sirius estaba con Dani haciendo preguntas sin parar, en cuanto me vio sus ojos brillaron, su sonrisa se ensanchó y me llevó a ver todo aquello que había marcado con su nombre y su constelación sobre la madera del navío.
Era fácil contentar a mi hijo porque era un chico muy noble y aunque yo no era tan necio como para no ver ese poder oscuro que crecía junto a él, pensaba llenarlo de luz para contrastar con las sombras que el mundo pudiera crear.
-Gracias -susurré en los labios de Dani cuando este no miraba -y ahora tenemos que volver a palacio, nos esperan para cenar.
Tiré de mi hijo hasta alzarlo en volandas y lo subí a mis hombros, su risa infantil retumbaba por todo el barco.
-¿vamos Dani?*
Pasar un rato con el niño siempre era refrescante, su inocencia, su comprensión de las cosas le proporcionaba otra perspectiva sobre todo lo que estaba aconteciendo. Además Sirius estaba muy pegado a su padre porque no conocía a su madre, Danielle no sabía la historia completa, pero estaba segura de que por ser todo cuanto tenía era el único espejo en el que el joven se podría reflejar. Si ella podía entregarle un poco de cariño, un poco de toque femenino, otro puntal donde apoyarse si lo necesitaba, lo haría.
Höor fue a buscarlo al barco y después la invitó a acompañarlos, de hecho Bethania estaba en el castillo. Algo le decía que esa noche la pasarían en tierra firme. No era mala idea, la cama del Inferno no le gustaba demasiado, era dura y áspera, sólo que con Höor en ella mejoraba bastante.
— Dame un segundo.— bajo corriendo las escaleras hasta la bodega y regresó con un saco de arpillera del cual sacó algo un tanto misterioso. Cogió una tableta envuelta en papel y la partió dándole un trocito a Sirius.— Chocolate…lo traen de México. Este es dulce pero hay uno tan amargo que pica.— masticó también un trozo y le dio uno a Höor.*
Sirius masticaba el chocolate sujetándolo con una de sus manos, la otra la enredaba en mi pelo para no caerse. Reía, parecía tan feliz y la verdad es que verlo conformarse con estos pequeños instantes me dio cierta ternura. Mi hijo Sirius era un niño muy especial, no solo por la magia que poseía, si no por ese carácter inocente, mas que el del resto de sus hermanos.
-ummmm, esta bueno -dije metiendo el chocolate entero en mi boca e intentando robarle otro trozo a Daniele que enarcaba una ceja mirándome y apartándolo de mi alcance.
Por los movimientos que yo hacia, Sirius reía mas porque estando arriba se movía mucho.
No tardamos en llegar al palacio, el resto nos esperaba en el salón con las manos limpias y con cara de comernos por los pies si nos descuidábamos.
Bajé a Sirius que corrió hasta su silla contándole a Beth y a sus hermanos todo lo que había hecho en el barco.
Fio, mucho mas espabilada me miraba con esos dos ojos negros y juntaba los morros haciéndome reír.
-Ya te lo explicaré -le dije a Dani que miró la escena sin entender.*
Sacó el chocolate del saco y lo dejó caer en la mesa escuchando el griterío que se armó en un segundo. Se encogió de hombros mirando a Höor que estaba por decirle que mejor no comer chocolate antes de la cena, pero un día era un día. Las bocas se llenaron del oro marrón y acabaron manchándose y riendo por ello. La cena llegó y se sentaron todos a cenar, charlando sobre lo que había hecho cada uno de ellos en su día, parecían una familia, una extraña y compleja pero una familia y tras un día bastante “normal” una cena era el colofón más adecuado. Los niños querían normalidad, querían ver a su padre a ratos, que les contase cosas, y Danielle contribuía con historias de aventuras, algunas de ellas la realidad superaba la ficción, y así sus mentes infantiles iban tomando forma y conciencia de lo que sucedía a su alrededor pero sin perder la capacidad de soñar y de tener esperanza.
Tras la cena jugaron a juegos de palabras encadenadas, y otro de mímica y se rieron un rato más junto al fuego, hasta que los pequeños comenzaron a bostezar. Los subieron a todos a la cama y los arroparon. Se quedó en la puerta viéndolos dormir y suspiró.
— Ojalá les dure mucho tiempo…¿no crees?.*
Tras ella con mi mano sujetando la puerta entreabierta contemplaba a mis hijos dormir.
- Ojalá pudiera protegerlos para siempre, que nada dañe esa inocencia, pero... -negué con la cabeza -pero son guerreros y algún día tomaran el acero y dejaran la espada de madera, es su destino como antes lo fue el mío.
Besé sus labios despacio, apartando un mecho rebelde de su rostro para colocarlo tras su oreja.
-Y tu que pensabas que yo era tu única ancla en Akershus -ladeé la sonrisa enredando mis dedos en los ajenos y tiré de ella hacia mi habitáculo.
Era el momento de descansar ambos, de tener nuestra privacidad tras un día ajetreado.
No le había preguntado si se quedaría, lo di por hecho. Esto iba tomando forma y aunque en ocasiones se que acojonaba mirar hacia abajo del precipicio, seguíamos andando este sendero de la mano.*
Se quitaron la ropa en la habitación caldeada, pero se dejó la saya de dormir y se sentó con las piernas cruzadas sobre el edredon. Golpeó con la mano sobre la colcha para que se sentara allí, quería darle un masaje en la espalda, sabía que tendría los músculos atenazados. Aún quedaba un poco de chocolate y se metió en la boca otra onza.
— ya sé que esto engorda, pero la sopla, por todo el tiempo que he pasado con los nervios en el estómago…anda ven.*
Desnudo me dejé caer al lado de la pirata sonriendo, estuve tentado de decirle que había hecho ahora para que golpeara la cama para pedirme que tomara asiento, pero no tardé en ver sus intenciones.
- Se te pondrá en ese pedazo pandero que tienes -bromeé mirándola por encima del hombro -un culo que me gusta mucho, todo sea dicho.
Cerré los ojos al sentir como sus dedos se hundían en mis hombros, emitía sonidos de placer cuando desanudaba los nudos de mi musculatura.
-Si sigues así me dormiré sentado -aseguré llevando hacia atrás mi brazo para cazarla y que cayera sobre mi regazo.
Sirius estaba muy contento, te agradezco lo que has hecho por él hoy. Los niños te quieren y creo que ya se huelen algo de esto..*
— Es que no son tontos, se dan cuenta de todo. Además Beth no es chismosa pero Valeska le saca toda la información que quiere, tu hija es muy convincente, yo diría que hasta manipuladora.— sonrió al recordar una conversación que escuchó tras la puerta entornada una tarde entre las dos pequeñas.— Si me preguntan algo les diré que te pregunten a ti…jajajajaaj te pasaré el marrón.— le mordió la nariz divertida.*
Llevé mis dedos a la cintura ajena con cara de tomarme la revancha y empecé a hacerle cosquillas, esta se revolvía entre mis brazos riendo.
-Ah, si, con que esas tenemos -dije buscando sus labios mientras los dos caíamos enredados sobre el lecho como niños -pues les contaré toda la verdad y ya te las arreglaras tu después -bromeé lamiéndole la nariz mientras Dani me empujaba por el pecho llamándome guarro.
Momentos de estos era lo que supongo nos servían de salvavidas cuando arreciaba la tormenta.
Apoyé mi frente en al ajena mirándola.
No podremos mantener esto mucho mas en secreto, pasamos las noches juntos y no quiero dejar de hacerlo ..por lo evidente -dije moviendo mi pelvis contra su bajo vientre.*
—¡Oh! ¿Eso es lo que quieres que les diga? Vuestro padre y yo pasamos las moches frotándonos, pero no os preocupéis, que no duele y saca brillo.— estalló en carcajadas y respondió a los movimientos con los suyos propios. Era cierto que tenían algo y que en principio no tenían pensado dejarlo, más bien al contrario, se afianzaba a pasos minúsculos, pero de cara a los demás no se podía ya negar. Acarició sus mejillas, cuando se reía de forma relajada al moreno le salían pequeñas arruguitas alrededor de los ojos, le gustaba verlo así, y no con la testarudez de un dragón defendiendo su tesoro como cuando se cabreaba o entraba en barrena.— te…— abrió los ojos al darse cuenta de lo que estaba a punto de decir y se calló tratando de cambiar las palabras disimuladamente.— te…sientes mejor?*
Me eche a reír ante las ocurrencias de la pirata.
-claro,podemos contarles el cuento de Aladin y los ladrones- ¿era así? vale,no me habían contado muchos cuentos -¿quizás era Simbad el de los ladrones?- bueno como fuera -puedes decirle que te pasas la noche sacando brillo a la lampara de su padre hasta que sale el genio -mi sonrisa lo decía todo y Dani se reía sin parar porque creo que mi teoría aun era peor que la suya.
-Estoy mejor con ese masaje, lo he pasado bien esta noche, los niños se han divertido y yo también. Y ahora, tu, yo y la lampara mágica sacaremos al genio.*
Se carcajeó con las ocurrencias del vikingo y bebió de sus labios como si no hubiera un mañana. Compartir cama y caricias además de una forma de relajarse mutuamente era también un bálsamo para sus corazones encogidos que miraban hacia dentro, y desde hacía un tiempo miraban de reojo al otro. Tiró de su pelo mordisqueándole el cuello, la nuez y el lóbulo de la oreja, paseó sus manos por el duro trasero y frotó su “lámpara” para sacar al genio y provocarlo. Se encajó en él gimiendo y echando la cabeza hacia atrás.
A veces sentía que salvar el norte era como intentar tapar el sol con un dedo, pero nadie iba a culparme de no intentarlo, no temía a la muerte, si a dejar a mis hijos sin padre, a dejar a los aldeanos sin ese héroe que alza la espada en su nombre y ahora, temía no ser para ella suficiente, ser el rebelde equivocado en un mundo ya de por si demasiado complicado.
Con las primeras luces del alba abrí los ojos, Dani aun dormía plácida entre mis brazos. Una noche, un paréntesis, paz en tiempos de guerra. Se removió entre mis brazos, abriendo finalmente sus dos mares para encontrarse con mi mirada.
- ¿preparada para llevarme la contraria?
Deslicé mis labios por su cuello ascendiendo por la mandíbula, hasta encontrarme con sus labios.
Me hubiera quedado allí, perdido en su piel por el resto de la mañana, pero tenia trabajo y también ella.
Al día siguiente emprendería camino con Ulf y cuatro días después caería sobre Randulf con el ejercito.
Hice a un lado las mantas levantándome de la cama, ladeé la sonrisa al notar la mirada de la pirata sobre mi cuerpo desnudo.
-Tengo que ir al patio de armas -dije sin borrar la sonrisa moviendo el culo mientras me reia.
Me mojé pelo y la cara en la palangana despejándome un poco, bostecé rascándome la nuca y estirando los músculos que crujían.
-Deberías hablar con Sirius -le dije al tiempo que me calzaba los pantalones -sabes que Sirius te considera una "madre" y ahora con Beth, esta algo descolocado. He pasado tres meses fuera y tu no has tenido mucho tiempo, Akershus te ha consumido y supongo los momentos que te sobraban se los has dedicado a Beth, Sirius no es de quejarse, pero..pasa algo de tiempo con él ¿quieres?*
Enarcó las cejas cuando lo vio desnudo desperezarse, a pesar de las cicatrices estaba muy bien hecho y al contemplarlo le daban más ganas de morderlo como si fuera una manzana madura. Por contra ella se levantaba con el pelo hecho un desastre, enredado y con cada mechón apuntando a un lugar. Se mordió el labio inferior pero se obligó a escuchar sus palabras en vez de pensar en rodar sobre su piel de nuevo.
— hum…tal vez tengas razón. Ha sido duro para todos, pero eso no excusa, iré a por él tras el desayuno.
Y cuando daba su palabra, intentaba mantenerla, aunque a veces su vena pirata la llevaba por otros derroteros. En el caso del pequeño Sirius, que creía en el honor, en la rectitud, en las normas porque eran necesarias para lograr el control…no podía mandarle mensajes confusos, así que con él siempre trataría de inculcarle esos valores aunque a veces ella misma no lo compartiese. En eso era distinto de Beth, esa niña era capaz de discernir la conveniencia de la picaresca, y de valorar un pequeño engaño en pos de un bien mayor, por eso ella sería pirata y él un guerrero norteño.
El desayuno se hizo esperar un rato porque el descanso traía el efecto reparador y la renovación de la energía perdida por la noche, con lo cual sus ganas estaban renovadas y ya que andaba sin ropa no iba a desaprovechar la ocasión.
Horas más tarde apareció por Akershus y fue en busca del niño de cabello oscuro. Estaban todos estudiando con un maestro que les enseñaba a leer y escribir, serían bárbaros, pero no completos incultos. Sirius iba más avanzado en eso porque se le daba mucho mejor que a Orn o a Fio y se aburría enormemente. Cuando la vio en la puerta reclamándolo se le ensanchó la sonrisa. Salieron de la mano hacia las caballerizas y galopó hasta el puerto.
— Vamos a hacer algo muy importante. Verás, cuando se fabrica un barco normalmente se le ponen decoraciones o grabados con algún dios o ser mitológico o alguna cosa que represente su buena suerte. Es un sacrilegio grabar tonterías en la madera. Pero también sucede a veces que cuando alguien compra unas velas nuevas, que son una de las partes más caras del navío, en agradecimiento graban su nombre en el palo mayor.— se detuvieron en un pseudoastillero que tenían montado para reparar la Reina Ana y subieron la pasarela deteniéndose en el palo mayor.— tú impediste que este barco ardiera hasta el armazón, y por ello los marineros de la Venganza de la Reina Ana quieren que grabes tu nombre en el nuevo palo mayor.
Le alargó su cuchillo y lo aupó a sus hombros para que pudiera grabarlo donde no había cuerdas, en la madera cruda que luego se barnizaría y así quedaría inmortalizado su nombre.
— Y esto no es todo. Hay un pilón de la suerte donde tenemos una herradura, que todos deben tocar antes de zarpar, trae la buena suerte. Allí vamos a grabar la constelación del Can Mayor donde está tu estrella, Sirio. Todos coinciden en que esa estrella trae buena suerte y nunca nos dejará perdidos en el mar.*
Pasé la mañana entre el patio de armas, las almenas y el despacho. Ademas un sin fin de catastróficas desgracias habían traído una especie de plaga sobre una de las aldeas mas cercanas a Akershus.
Nosotros nos abastecíamos de su grano, así que necesitabamos hacer ofrendas a la diosa Freya para que la cosecha no se perdiera y a Thor para la gesta venidera.
Sobre la mesa de mi despacho se amontonaban los papeles, los negocios que tenia en Paris y en otros lugares rentaban, pero no tenia tiempo ni siquiera de echarles una mirada y estar pendiente. Tenia un albacea que mas o menos se ocupaba, pero es que ni su información era capaz de asimilar con tranquilidad, porque nada mas sentaba mi culo en el despacho, un soldado me reclamaba para acudir a otro lado.
Cuando llegó la tarde noche subí a ver a mis hijos, estaban todos menso Sirius que al parecer se lo había llevado Dani al barco y aun no lo había traído. Beth por contra jugaba en casa con Fio y con Valeska, como de costumbre mi hija de dorados cabellos era una princesa, Fio su caballero andante y Beth iba turnando el papel como una buena comediante.
-Voy a por vuestro hermano al barco de Dani.
-Y a darte besos -dijo Fio con una risa mientras Valeska ponía los morros juntos y las dos se reían burlonas haciéndome negar con una sonrisa.
-Lavaros que hay que bajar a cenar señoritas -les dije sin responder a nada.
Los niños no eran tontos, se habían percatado de que Dani y yo pasábamos bastante tiempo juntos desde mi regreso de Japón y seguramente también de que habíamos compartido lecho en alguna ocasión.
Para mi el sexo no era un tabú y como tal siempre lo hice saber así a mis hijos, pero en esta ocasión recelaba mas de darles la información porque con Dani no solo me unía un revolcón, si no algo mucho mas profundo que ni yo mismo me atrevía a dar nombre no atrajera a los malos espíritus.
Llegué la barco, Sirius estaba con Dani haciendo preguntas sin parar, en cuanto me vio sus ojos brillaron, su sonrisa se ensanchó y me llevó a ver todo aquello que había marcado con su nombre y su constelación sobre la madera del navío.
Era fácil contentar a mi hijo porque era un chico muy noble y aunque yo no era tan necio como para no ver ese poder oscuro que crecía junto a él, pensaba llenarlo de luz para contrastar con las sombras que el mundo pudiera crear.
-Gracias -susurré en los labios de Dani cuando este no miraba -y ahora tenemos que volver a palacio, nos esperan para cenar.
Tiré de mi hijo hasta alzarlo en volandas y lo subí a mis hombros, su risa infantil retumbaba por todo el barco.
-¿vamos Dani?*
Pasar un rato con el niño siempre era refrescante, su inocencia, su comprensión de las cosas le proporcionaba otra perspectiva sobre todo lo que estaba aconteciendo. Además Sirius estaba muy pegado a su padre porque no conocía a su madre, Danielle no sabía la historia completa, pero estaba segura de que por ser todo cuanto tenía era el único espejo en el que el joven se podría reflejar. Si ella podía entregarle un poco de cariño, un poco de toque femenino, otro puntal donde apoyarse si lo necesitaba, lo haría.
Höor fue a buscarlo al barco y después la invitó a acompañarlos, de hecho Bethania estaba en el castillo. Algo le decía que esa noche la pasarían en tierra firme. No era mala idea, la cama del Inferno no le gustaba demasiado, era dura y áspera, sólo que con Höor en ella mejoraba bastante.
— Dame un segundo.— bajo corriendo las escaleras hasta la bodega y regresó con un saco de arpillera del cual sacó algo un tanto misterioso. Cogió una tableta envuelta en papel y la partió dándole un trocito a Sirius.— Chocolate…lo traen de México. Este es dulce pero hay uno tan amargo que pica.— masticó también un trozo y le dio uno a Höor.*
Sirius masticaba el chocolate sujetándolo con una de sus manos, la otra la enredaba en mi pelo para no caerse. Reía, parecía tan feliz y la verdad es que verlo conformarse con estos pequeños instantes me dio cierta ternura. Mi hijo Sirius era un niño muy especial, no solo por la magia que poseía, si no por ese carácter inocente, mas que el del resto de sus hermanos.
-ummmm, esta bueno -dije metiendo el chocolate entero en mi boca e intentando robarle otro trozo a Daniele que enarcaba una ceja mirándome y apartándolo de mi alcance.
Por los movimientos que yo hacia, Sirius reía mas porque estando arriba se movía mucho.
No tardamos en llegar al palacio, el resto nos esperaba en el salón con las manos limpias y con cara de comernos por los pies si nos descuidábamos.
Bajé a Sirius que corrió hasta su silla contándole a Beth y a sus hermanos todo lo que había hecho en el barco.
Fio, mucho mas espabilada me miraba con esos dos ojos negros y juntaba los morros haciéndome reír.
-Ya te lo explicaré -le dije a Dani que miró la escena sin entender.*
Sacó el chocolate del saco y lo dejó caer en la mesa escuchando el griterío que se armó en un segundo. Se encogió de hombros mirando a Höor que estaba por decirle que mejor no comer chocolate antes de la cena, pero un día era un día. Las bocas se llenaron del oro marrón y acabaron manchándose y riendo por ello. La cena llegó y se sentaron todos a cenar, charlando sobre lo que había hecho cada uno de ellos en su día, parecían una familia, una extraña y compleja pero una familia y tras un día bastante “normal” una cena era el colofón más adecuado. Los niños querían normalidad, querían ver a su padre a ratos, que les contase cosas, y Danielle contribuía con historias de aventuras, algunas de ellas la realidad superaba la ficción, y así sus mentes infantiles iban tomando forma y conciencia de lo que sucedía a su alrededor pero sin perder la capacidad de soñar y de tener esperanza.
Tras la cena jugaron a juegos de palabras encadenadas, y otro de mímica y se rieron un rato más junto al fuego, hasta que los pequeños comenzaron a bostezar. Los subieron a todos a la cama y los arroparon. Se quedó en la puerta viéndolos dormir y suspiró.
— Ojalá les dure mucho tiempo…¿no crees?.*
Tras ella con mi mano sujetando la puerta entreabierta contemplaba a mis hijos dormir.
- Ojalá pudiera protegerlos para siempre, que nada dañe esa inocencia, pero... -negué con la cabeza -pero son guerreros y algún día tomaran el acero y dejaran la espada de madera, es su destino como antes lo fue el mío.
Besé sus labios despacio, apartando un mecho rebelde de su rostro para colocarlo tras su oreja.
-Y tu que pensabas que yo era tu única ancla en Akershus -ladeé la sonrisa enredando mis dedos en los ajenos y tiré de ella hacia mi habitáculo.
Era el momento de descansar ambos, de tener nuestra privacidad tras un día ajetreado.
No le había preguntado si se quedaría, lo di por hecho. Esto iba tomando forma y aunque en ocasiones se que acojonaba mirar hacia abajo del precipicio, seguíamos andando este sendero de la mano.*
Se quitaron la ropa en la habitación caldeada, pero se dejó la saya de dormir y se sentó con las piernas cruzadas sobre el edredon. Golpeó con la mano sobre la colcha para que se sentara allí, quería darle un masaje en la espalda, sabía que tendría los músculos atenazados. Aún quedaba un poco de chocolate y se metió en la boca otra onza.
— ya sé que esto engorda, pero la sopla, por todo el tiempo que he pasado con los nervios en el estómago…anda ven.*
Desnudo me dejé caer al lado de la pirata sonriendo, estuve tentado de decirle que había hecho ahora para que golpeara la cama para pedirme que tomara asiento, pero no tardé en ver sus intenciones.
- Se te pondrá en ese pedazo pandero que tienes -bromeé mirándola por encima del hombro -un culo que me gusta mucho, todo sea dicho.
Cerré los ojos al sentir como sus dedos se hundían en mis hombros, emitía sonidos de placer cuando desanudaba los nudos de mi musculatura.
-Si sigues así me dormiré sentado -aseguré llevando hacia atrás mi brazo para cazarla y que cayera sobre mi regazo.
Sirius estaba muy contento, te agradezco lo que has hecho por él hoy. Los niños te quieren y creo que ya se huelen algo de esto..*
— Es que no son tontos, se dan cuenta de todo. Además Beth no es chismosa pero Valeska le saca toda la información que quiere, tu hija es muy convincente, yo diría que hasta manipuladora.— sonrió al recordar una conversación que escuchó tras la puerta entornada una tarde entre las dos pequeñas.— Si me preguntan algo les diré que te pregunten a ti…jajajajaaj te pasaré el marrón.— le mordió la nariz divertida.*
Llevé mis dedos a la cintura ajena con cara de tomarme la revancha y empecé a hacerle cosquillas, esta se revolvía entre mis brazos riendo.
-Ah, si, con que esas tenemos -dije buscando sus labios mientras los dos caíamos enredados sobre el lecho como niños -pues les contaré toda la verdad y ya te las arreglaras tu después -bromeé lamiéndole la nariz mientras Dani me empujaba por el pecho llamándome guarro.
Momentos de estos era lo que supongo nos servían de salvavidas cuando arreciaba la tormenta.
Apoyé mi frente en al ajena mirándola.
No podremos mantener esto mucho mas en secreto, pasamos las noches juntos y no quiero dejar de hacerlo ..por lo evidente -dije moviendo mi pelvis contra su bajo vientre.*
—¡Oh! ¿Eso es lo que quieres que les diga? Vuestro padre y yo pasamos las moches frotándonos, pero no os preocupéis, que no duele y saca brillo.— estalló en carcajadas y respondió a los movimientos con los suyos propios. Era cierto que tenían algo y que en principio no tenían pensado dejarlo, más bien al contrario, se afianzaba a pasos minúsculos, pero de cara a los demás no se podía ya negar. Acarició sus mejillas, cuando se reía de forma relajada al moreno le salían pequeñas arruguitas alrededor de los ojos, le gustaba verlo así, y no con la testarudez de un dragón defendiendo su tesoro como cuando se cabreaba o entraba en barrena.— te…— abrió los ojos al darse cuenta de lo que estaba a punto de decir y se calló tratando de cambiar las palabras disimuladamente.— te…sientes mejor?*
Me eche a reír ante las ocurrencias de la pirata.
-claro,podemos contarles el cuento de Aladin y los ladrones- ¿era así? vale,no me habían contado muchos cuentos -¿quizás era Simbad el de los ladrones?- bueno como fuera -puedes decirle que te pasas la noche sacando brillo a la lampara de su padre hasta que sale el genio -mi sonrisa lo decía todo y Dani se reía sin parar porque creo que mi teoría aun era peor que la suya.
-Estoy mejor con ese masaje, lo he pasado bien esta noche, los niños se han divertido y yo también. Y ahora, tu, yo y la lampara mágica sacaremos al genio.*
Se carcajeó con las ocurrencias del vikingo y bebió de sus labios como si no hubiera un mañana. Compartir cama y caricias además de una forma de relajarse mutuamente era también un bálsamo para sus corazones encogidos que miraban hacia dentro, y desde hacía un tiempo miraban de reojo al otro. Tiró de su pelo mordisqueándole el cuello, la nuez y el lóbulo de la oreja, paseó sus manos por el duro trasero y frotó su “lámpara” para sacar al genio y provocarlo. Se encajó en él gimiendo y echando la cabeza hacia atrás.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
Amanecía en Akershus tras una noche de calma, en breve partirían por tierra y mar a asediar la fortaleza que Randulf tenía en las tierras altas, pero ese día tenía mucho que hacer, a la Reina Ana le colocarían las velas nuevas y estaría lista para partir. Supervisaría la operación pero antes de eso, tenía mucho papeleo que hacer, los negocios no se atendían solos y estaba segura de que Höor no les habría prestado mucha atención desde que regresó de Japón. Se despertó temprano, dejó un beso en sus labios y bajó rauda al despacho, tenía que resolver el asunto de la destilería, y aquella otra cosa del comercio de madera con los daneses y... un sobre se deslizó de una carpeta que movió sin querer, observando el sello de la condesa de Wessex (bastante importante y conocida) en el. ¿Sería el asunto pendiente del título de propiedad de los barcos? Saco la carta y la leyó, pero pronto su gesto se descompuso: una petición de matrimonio para el Conde Cannif. La propia condesa estaba interesada en forjar esa alianza y... se conocían desde hacia tiempo.
Trago saliva y la devolvió a su sobre respirando agitadamente. Cerró un instante los ojos, contar con la protección y el apoyo de Inglaterra les garantizaría inmunidad frente a Randulf. No más saqueos ni miserias porque la poderosa condesa cortaría cualquier ala a sus vecinos norteños, podía bloquearles el comercio con toda Europa sólo con escribir algunas cartas a la Reina de su nación... y además era una mujer impresionante, poderosa, bella y muy femenina...una condesa adinerada. Höor sería un loco si no escogiese esa alianza, era lo mejor para su pueblo, aunque eso supusiera que ella debería salir de la ecuación. Se le hizo un nudo en el estómago y se mordió el labio inferior, pensando a toda máquina.*
Aun con los ojos cerrados busqué a tientas el cuerpo de la pirata, mas solo encontré medio lecho vacío y frío, lo que adormilado me llevó a entreabrir los párpados asegurándome de que ella había dejado por su cuenta nuestro lecho.
Bostecé estirándome, seguramente alguna actividad la requería en el puerto y había preferido no despertarme para que aprovechara unas horas mas de sueño, tenia que bajar a entrenar, pero aun no había ni siquiera amanecido, así que tras dar vueltas en la cama y no lograr conciliar el sueño, me alcé, me lavé y me calcé la ropa con rapidez.
Caminé hacia el despachó, tenia papeles que tratar, así que haría eso antes de bajar a esgrimir el acero.
Al abrir la puerta, me sorprendió ver una tenue luz de velas proveniente de la mesa del despacho, en ella, sentada sobre el butacón estaba Dani, no podía bien identificar el gesto con el que me miraba, pero algo le pasaba.
Había sido una gran noche, así que ..no entendía nada, peor con la pirata estaba acostumbrado a recibir una de cal y una de arena.
Caminé hacia ella cerrando tras de mi la puerta, y busqué sus labios dejando un "buenos días" grabado en ellos.*
Exhalo el aire despacio. Todo estaba yendo cuesta abajo sin frenos, y a veces tenía la impresión de que se precipitaba al abismo, y de que el abismo siempre les perseguía sin importar cuánto se esforzaran en hacer las cosas bien para que funcionaran entre ellos.
—deberías considerar la propuesta de matrimonio de la condesa de Wessex.— se lo lanzó así a bocajarro.- se acabarían muchos problemas en Akershus...aunque egoístamente preferiría que no lo hicieras.*
Enarqué una ceja cuando esas palabras iniciales fueron escupidas con saña, mas cuando dijo que "egoístamente no quería que lo hiciera" mi gesto se suavizó.
Me agaché para así quedar de frente a ella, para que nuestras miradas se encontraran y pudiéramos hablar de esto con calma.
Era cierto, esa propuesta existía, también otras y la misma respuesta encontraría.
-No voy a casarme por dinero, ni a arrodillarme por protocolo, ni a ceder un ápice en esta guerra que acabaré ganando.
No estoy enamorado de la condesa, ni de ninguna mujer que no ... -guardé silencio meditando que decir "ninguna mujer que no tenga frente a mi ahora" -no voy a aceptar la propuesta, tendremos que arreglarnos con lo que tenemos sobre la mesa.
Aparté los rebeldes mechones que desordenados caían sobre el rostro de la pirata.
-Me he acostumbrado a no dormir solo y ... - "te he echado de menos" - ¿por que te has levantado tan pronto?*
No estaba enamorado de ninguna mujer que...? No había acabado la frase. ¿De ninguna mujer con títulos? De ninguna mujer con faldas? De ninguna mujer... en general? De acuerdo, eso esclarecía algunas cosas, ella parecía ser un pasatiempo hasta que encontrase la mujer adecuada de quien enamorarse. Se levantó de la butaca dirigiéndose a la mesa, no podía culparlo por eso, siempre sería la mujer equivocada y la pirata perfecta.
— el asunto de Cuba y el de la madera de los daneses, supuse que ni siquiera les habrías echado un vistazo, y cumplen plazo hoy.— hablar de trabajo siempre era una salida digna. Desplazó sus ojos hacia las carpetas, tratando de colocar su decepción tras las cortinas azules de sus iris.*
Me quede agachado frente a un espectro, pues lejos de dejarse envolver por mi tacto se alzó como si quemara y puso distancia entre ambos.
¿que había hecho ahora? acaba de decirle que no contraería matrimonio ¿no quería eso? ¿la había decepcionado que eligiera al hombre por encima de ese héroe de Akershus?
-El asunto de Cuba... -repetí las palabras como si ni siquiera estuviera pensando en ello, francamente así era, mi mente seguía perdida en aquella reacción inesperada.
-No, no lo he mirado, tampoco lo de la madera, iba a ponerme con ello ahora.
Me alcé intentando mantener la poca dignidad que me dejó al largarse así.
-Puedes irte, yo lo haré.*
La estaba despidiendo, dándole permiso para irse, de la misma forma que le daba permiso para calentarle la cama porque “se había acostumbrado a no dormir solo”. En ese instante se sentía imbécil. Porque le había dicho que desearía que no se casase con la condesa y él lo había banalizado todo con dos frases... en fin.
— haces bien en no arrodillarte, te copio el ejemplo.— le hizo un gesto con la cabeza y abandonó el despacho.*
Antes de que cerrara la puerta, atrapé su muñeca y tiré de ella introduciéndola nuevamente en el interior.
Fruncí el ceño hundiendo en ella mis tormentas.
-¿que cojones te pasa ahora? ¿a que viene lo de no arrodillarte? te he dicho que no voy a casarme y actúas como si eso te decepcionara. Ayer estuvimos bien, muy bien, hemos pasado la noche ..- no pude evitar recordarla mientras hacia una pausa -joder...¿que mas quieres? abro los ojos y no estas, te encuentro aquí, furibunda, como si acabaras de descubrir mi futura boda, algo que no va a producirse ¿y mi beso? ¿y mi..algo?*
— ¿que quiero? Que acabes la jodida frase, esa que te has callado porque seguramente me ofendería. Se que no soy una mujer con la que te casarías, ni tu ni nadie, pero de ahí a dejar tan claro que te viene muy bien mi presencia para no dormir solo...*
Me eché a reir ¿como era capaz de pensar así de mi? vale, no había terminado la frase ¿pero podía culparme? estaba apunto de soltarle que estaba enamorado de ella y joder...no sabia si estaba preparado para decirlo y que su reacción fuera una que no esperaba...
¿Y si me decía que ella no?¿ que era demasiado pronto? ¿que no me hiciera pajas mentales? ¿que ya se vería? solo trataba de protegerme.
-No era eso, no te ofendería o quizás si, yo que se.*
—Oh! Ya veo! Te resulta todo muy gracioso. A mi también, en realidad Randulf es el que más se ríe con todo esto. Porque pudiendo asestarle un golpe en el hígado prefieres estar aquí jugando a los acertijos conmigo. No era eso.
-¿ Insinúas que no hago bien mi trabajo? ¿No doy bastante de mi?
— no me refiero a tu acero, las guerras no se ganan sólo con eso. Ahogarlo comercialmente, que tenga más enemigos de los que puede digerir... eso te lo podría proporcionar una buena alianza, hasta yo lo veo, y ni siquiera debería decírtelo si me guiara solo por mis propios deseos. Pero a ti te parece divertido, claro, has dormido bien, no es eso?*
Ira, rabia, dolor, frustración y frenesí ¿me estaba pidiendo que me casara con una mujer para hogar a Randulf? ¿era eso lo que tanto la había dolido?
No pude contenerme, agarré la mesa con las manso y de un tirón la elevé golpeando con ella la pared, astillandola, quebrándola.
Sobre nosotros una lluvia de papeles que pronto quedaron por el suelo. Mi pecho subía y bajaba preso de la ira.
-Vete a la puta mierda Dani -concluí dandole la espalda con los puños apretados dispuesto ahora si, a dar por finalizada la conversación y bajar al patio de armas a hacer lo único que sabia hacer bien, esgrimir mi maldito acero.*
A diferencia del vikingo, cuando más cabreada estaba, más fría se volvía. Apretó los dientes y cuando Höor abandonó el despacho rebuscó entre los papeles y terminó de redactar y firmar los dos asuntos de máxima urgencia dejándolos sobre unos libros, el resto del desastre tendría que recogerlo el, o sus sirvientes, tanto le daba, pero esos negocios debían salir hoy sin dilación y así sería.
A la mierda no se iba a ir, se iría a ver como estaba su querido barco, ese que no le había fallado nunca. Maldito vikingo!! Cuando se ponía así lo colgaría por los pulgares del palo mayor. Vale que no fuera una dama, y que quizás follaba bien, pero se sentía algo ofendida porque no había tenido la decencia de parar cuando dijo que no se vendería a una rica, metiendose en un terreno peligroso. Según sus palabras no se casaría con ninguna mujer... no es que ella quisiera otro matrimonio, pero con ese comentario estaba dando portazo a la remota posibilidad, estaba aceptando que aquello era un simple pasatiempo, y cuando lo remató con ese precioso comentario sobre lo que él consideraba que eran ellos; una mera cuestión de comodidad, de dormir calientes; pues aún se ofendió más.
Se bajo al puerto y se pasó el día allí, mando a buscar a Beth y que la llevasen de vuelta al barco, no quería ni cruzarse con Höor, y por esa noche, tendría que acostumbrarse a dormir solo de nuevo. Se había cansado por hoy el ser la almohada de nadie.*
Nos esquivamos todo el día, la noche no fue mejor, me fui con Ulf a la taberna, taciturno pasé la noche dandole vueltas a lo mismo, a esa maldita mujer que había irrumpido en mi vida y que por mas que bebía no conseguía sacar de mi cabeza, parecía haberse instalado en ella y para quedarse.
Una cama vacía me esperaba, por suerte, yo iba ya bastante caliente como para dormirme nada mas caer sobre ella y así llegó la mañana siguiente y con ella la resaca.
Como dos niños cabezotas, seguimos con nuestro orgullo como bandera, ella en el puerto, yo en el patio de armas.
Los dos teníamos demasiadas cosas que preparar para el ataque escalonado pro mar y tierra, sumergidos en la vorágine, la noche sucedió al día obligándonos a chocar de frente en las escaleras del palacio.
Ella subía a por algo de Beth, yo bajaba para recoger un par de documentos que dejé olvidados tras la cena.*
Condesas...condesas... todas las condesas del mundo estaban interesadas en Cannif o vivían en Akershus? Por que ni siquiera eran baronesas, por variar un poco? Al final iba a tener razón su padre cuando le decía que sin títulos nobiliarios no eres nadie en esta vida, y que por eso debía cazar un marido noble. Se detuvo un segundo para no chocar.
— cuidado, no vayas a tocarme y a oler a mierda, que es donde me has mandado.*
Dejé escapar el aire hundiendo mi mirada en sus dos mares.
-Ten cuidado mañana, Randulf no es un rival fácil, tiene oráculos capaces de predecir nuestros movimientos, siempre se guarda cartas en la manga y es capaz de sacarse un conejo de la chistera.
No iba a volver a discutir con ella, no cuando quizás esta fuera la ultima noche que la viera. La guerra no siempre nos traía a todos de vuelta y aunque yo no temía al Valhalla, si temía perderla.*
— no voy a dejar que tus amigas condesas se queden con mi barco, así que descuida, venderé cara mi piel.— sonrío al decirlo, porque aquello ya sonaba a chiste. Si no podía hacer una broma sobre ella misma y sobre sus celos infundados (o no), entonces apaga y vámonos.*
Ladeé la sonrisa, no me imaginaba a esas condesas en el barco, pero bueno, si así quería ella verlo.
-Bien -dije sin saber que mas decir - mañana tienes excusa para no despedirme en el patio de armas -apunté sonriendo, a fin de cuentas en esta ocasión ella partiría por mar cuando yo lo hiciera por tierra.*
— algún día se cambiarán las tornas y serás tú quien venga a despedirme, Cannif. Mañana aplícate tu propio consejo, que tienes tendencia a exponerte de más.
-Claro, no venderé fácil mi piel, pirata -dije sin apartar mis pozos de sus dos océanos -buenas noches, debes descansar para la batalla.*
— buenas noches.— continuaron ambos sus caminos, uno escalera arriba y el otro abajo. Danielle se detuvo. Mierda! Odiaba cuando eso sucedía, su cabeza quería seguir subiendo escalones, pero sus piernas se negaron y se dio la vuelta alcanzando a Höor del hombro y cuando este se giró enredó los dedos en sus rizos negros y lo besó. Podría ser la última noche, podría ser que no, podrían haber condesas en su horizonte...pero en ese momento no quería dejar escapar la oportunidad de llevarse el sabor de sus labios impresos en los propios, por si no habían más noches, de comodidad o de lo que fueran.*
Sentí su mano en mi hombro y me gire para enfrentarla, mas en ese instante, su boca apresó voraz mis labios, dedos que se enredaron con saña en mi nuca mientras mis brazos la atraían mas contra mi cuerpo como si ese gesto bastara para que no se marchara de nuevo.Saqueé su boca, enredé mi lengua como la hiedra paladeando su s abor, portándolo conmigo para la próxima gesta. Siempre discutíamos, nunca éramos claros porque en el fondo éramos dos cobardes. Yo tenia el corazón hecho añicos, ella posiblemente demasiados miedos y así nunca llegábamos a buen puerto.
Ese instante fue nuestro, olvidé todo, estrechándola entre mis brazos hasta que el beso húmedos nos robó el aliento y frente contra frente, con los ojos cerrados y en sepulcral silencio mis manso acunaron su rostro.
-Lo siento, siento haber tirado la mesa y siento haberte mandado a la mierda.*
— no lo sientas, debo decirte que tienes un gran estilo en lanzamiento de mesas... es tu talento oculto menos aprovechado...— sonrío de nuevo apoyando la barbilla en su pecho. Al día siguiente pasarían a la ofensiva, algo muy gordo y que podría hacer mucho daño al enemigo, pero quizás a un alto coste. Dirigir una rebelión no era para pusilánimes, debías estar dispuesto a llevar la carga de las consecuencias. En la cima del poder había mucha soledad y ambos estaban cansados de estar solos, pero les costaba confiar en el otro, un abismo al que había que lanzarse en un enorme salto de fe que no estaban preparados para dar aún. Así que tendrían que apañarse con parches como ese, aún tendrían que aprender a comunicarse bien y a no pensar lo peor en seguida.*
Era capaz de alzar el acero, de ir a la batalla y empujar a los míos para morir por el norte, por estas tierras, por nuestras mujeres, por nuestros hijos, por la libertad y porque no podíamos consentir que aquello que un día crearon nuestros padres fuera destruido. Era capaz de sangrar, de llorar, de reir, era capaz de muchas cosas si así el norte me las exigía, pero sin embargo, cuando me quitaba la armadura, cuando me despojaba de mi papel de héroe, solo quedaba el hombre. uno que temía esa soledad impuesta, uno al que el cargo le pesaba mas que las heridas, uno que disimulaba los jirones de su piel con ladeadas sonrisas y uno que ante la mujer que amaba simplemente se callaba por miedo a un rechazo que así nunca llegaba.
Esto no era una solución, pero ¿podía hacer algo ahora mismo por cambiar la historia de los dos? Decirle que la amaba ¿para que? si no me respondía lo mismo, acudiría a la guerra sangrando, herido de muerte, no podía, no debía, porque antes que hombre era guerrero.*
Trago saliva y la devolvió a su sobre respirando agitadamente. Cerró un instante los ojos, contar con la protección y el apoyo de Inglaterra les garantizaría inmunidad frente a Randulf. No más saqueos ni miserias porque la poderosa condesa cortaría cualquier ala a sus vecinos norteños, podía bloquearles el comercio con toda Europa sólo con escribir algunas cartas a la Reina de su nación... y además era una mujer impresionante, poderosa, bella y muy femenina...una condesa adinerada. Höor sería un loco si no escogiese esa alianza, era lo mejor para su pueblo, aunque eso supusiera que ella debería salir de la ecuación. Se le hizo un nudo en el estómago y se mordió el labio inferior, pensando a toda máquina.*
Aun con los ojos cerrados busqué a tientas el cuerpo de la pirata, mas solo encontré medio lecho vacío y frío, lo que adormilado me llevó a entreabrir los párpados asegurándome de que ella había dejado por su cuenta nuestro lecho.
Bostecé estirándome, seguramente alguna actividad la requería en el puerto y había preferido no despertarme para que aprovechara unas horas mas de sueño, tenia que bajar a entrenar, pero aun no había ni siquiera amanecido, así que tras dar vueltas en la cama y no lograr conciliar el sueño, me alcé, me lavé y me calcé la ropa con rapidez.
Caminé hacia el despachó, tenia papeles que tratar, así que haría eso antes de bajar a esgrimir el acero.
Al abrir la puerta, me sorprendió ver una tenue luz de velas proveniente de la mesa del despacho, en ella, sentada sobre el butacón estaba Dani, no podía bien identificar el gesto con el que me miraba, pero algo le pasaba.
Había sido una gran noche, así que ..no entendía nada, peor con la pirata estaba acostumbrado a recibir una de cal y una de arena.
Caminé hacia ella cerrando tras de mi la puerta, y busqué sus labios dejando un "buenos días" grabado en ellos.*
Exhalo el aire despacio. Todo estaba yendo cuesta abajo sin frenos, y a veces tenía la impresión de que se precipitaba al abismo, y de que el abismo siempre les perseguía sin importar cuánto se esforzaran en hacer las cosas bien para que funcionaran entre ellos.
—deberías considerar la propuesta de matrimonio de la condesa de Wessex.— se lo lanzó así a bocajarro.- se acabarían muchos problemas en Akershus...aunque egoístamente preferiría que no lo hicieras.*
Enarqué una ceja cuando esas palabras iniciales fueron escupidas con saña, mas cuando dijo que "egoístamente no quería que lo hiciera" mi gesto se suavizó.
Me agaché para así quedar de frente a ella, para que nuestras miradas se encontraran y pudiéramos hablar de esto con calma.
Era cierto, esa propuesta existía, también otras y la misma respuesta encontraría.
-No voy a casarme por dinero, ni a arrodillarme por protocolo, ni a ceder un ápice en esta guerra que acabaré ganando.
No estoy enamorado de la condesa, ni de ninguna mujer que no ... -guardé silencio meditando que decir "ninguna mujer que no tenga frente a mi ahora" -no voy a aceptar la propuesta, tendremos que arreglarnos con lo que tenemos sobre la mesa.
Aparté los rebeldes mechones que desordenados caían sobre el rostro de la pirata.
-Me he acostumbrado a no dormir solo y ... - "te he echado de menos" - ¿por que te has levantado tan pronto?*
No estaba enamorado de ninguna mujer que...? No había acabado la frase. ¿De ninguna mujer con títulos? De ninguna mujer con faldas? De ninguna mujer... en general? De acuerdo, eso esclarecía algunas cosas, ella parecía ser un pasatiempo hasta que encontrase la mujer adecuada de quien enamorarse. Se levantó de la butaca dirigiéndose a la mesa, no podía culparlo por eso, siempre sería la mujer equivocada y la pirata perfecta.
— el asunto de Cuba y el de la madera de los daneses, supuse que ni siquiera les habrías echado un vistazo, y cumplen plazo hoy.— hablar de trabajo siempre era una salida digna. Desplazó sus ojos hacia las carpetas, tratando de colocar su decepción tras las cortinas azules de sus iris.*
Me quede agachado frente a un espectro, pues lejos de dejarse envolver por mi tacto se alzó como si quemara y puso distancia entre ambos.
¿que había hecho ahora? acaba de decirle que no contraería matrimonio ¿no quería eso? ¿la había decepcionado que eligiera al hombre por encima de ese héroe de Akershus?
-El asunto de Cuba... -repetí las palabras como si ni siquiera estuviera pensando en ello, francamente así era, mi mente seguía perdida en aquella reacción inesperada.
-No, no lo he mirado, tampoco lo de la madera, iba a ponerme con ello ahora.
Me alcé intentando mantener la poca dignidad que me dejó al largarse así.
-Puedes irte, yo lo haré.*
La estaba despidiendo, dándole permiso para irse, de la misma forma que le daba permiso para calentarle la cama porque “se había acostumbrado a no dormir solo”. En ese instante se sentía imbécil. Porque le había dicho que desearía que no se casase con la condesa y él lo había banalizado todo con dos frases... en fin.
— haces bien en no arrodillarte, te copio el ejemplo.— le hizo un gesto con la cabeza y abandonó el despacho.*
Antes de que cerrara la puerta, atrapé su muñeca y tiré de ella introduciéndola nuevamente en el interior.
Fruncí el ceño hundiendo en ella mis tormentas.
-¿que cojones te pasa ahora? ¿a que viene lo de no arrodillarte? te he dicho que no voy a casarme y actúas como si eso te decepcionara. Ayer estuvimos bien, muy bien, hemos pasado la noche ..- no pude evitar recordarla mientras hacia una pausa -joder...¿que mas quieres? abro los ojos y no estas, te encuentro aquí, furibunda, como si acabaras de descubrir mi futura boda, algo que no va a producirse ¿y mi beso? ¿y mi..algo?*
— ¿que quiero? Que acabes la jodida frase, esa que te has callado porque seguramente me ofendería. Se que no soy una mujer con la que te casarías, ni tu ni nadie, pero de ahí a dejar tan claro que te viene muy bien mi presencia para no dormir solo...*
Me eché a reir ¿como era capaz de pensar así de mi? vale, no había terminado la frase ¿pero podía culparme? estaba apunto de soltarle que estaba enamorado de ella y joder...no sabia si estaba preparado para decirlo y que su reacción fuera una que no esperaba...
¿Y si me decía que ella no?¿ que era demasiado pronto? ¿que no me hiciera pajas mentales? ¿que ya se vería? solo trataba de protegerme.
-No era eso, no te ofendería o quizás si, yo que se.*
—Oh! Ya veo! Te resulta todo muy gracioso. A mi también, en realidad Randulf es el que más se ríe con todo esto. Porque pudiendo asestarle un golpe en el hígado prefieres estar aquí jugando a los acertijos conmigo. No era eso.
-¿ Insinúas que no hago bien mi trabajo? ¿No doy bastante de mi?
— no me refiero a tu acero, las guerras no se ganan sólo con eso. Ahogarlo comercialmente, que tenga más enemigos de los que puede digerir... eso te lo podría proporcionar una buena alianza, hasta yo lo veo, y ni siquiera debería decírtelo si me guiara solo por mis propios deseos. Pero a ti te parece divertido, claro, has dormido bien, no es eso?*
Ira, rabia, dolor, frustración y frenesí ¿me estaba pidiendo que me casara con una mujer para hogar a Randulf? ¿era eso lo que tanto la había dolido?
No pude contenerme, agarré la mesa con las manso y de un tirón la elevé golpeando con ella la pared, astillandola, quebrándola.
Sobre nosotros una lluvia de papeles que pronto quedaron por el suelo. Mi pecho subía y bajaba preso de la ira.
-Vete a la puta mierda Dani -concluí dandole la espalda con los puños apretados dispuesto ahora si, a dar por finalizada la conversación y bajar al patio de armas a hacer lo único que sabia hacer bien, esgrimir mi maldito acero.*
A diferencia del vikingo, cuando más cabreada estaba, más fría se volvía. Apretó los dientes y cuando Höor abandonó el despacho rebuscó entre los papeles y terminó de redactar y firmar los dos asuntos de máxima urgencia dejándolos sobre unos libros, el resto del desastre tendría que recogerlo el, o sus sirvientes, tanto le daba, pero esos negocios debían salir hoy sin dilación y así sería.
A la mierda no se iba a ir, se iría a ver como estaba su querido barco, ese que no le había fallado nunca. Maldito vikingo!! Cuando se ponía así lo colgaría por los pulgares del palo mayor. Vale que no fuera una dama, y que quizás follaba bien, pero se sentía algo ofendida porque no había tenido la decencia de parar cuando dijo que no se vendería a una rica, metiendose en un terreno peligroso. Según sus palabras no se casaría con ninguna mujer... no es que ella quisiera otro matrimonio, pero con ese comentario estaba dando portazo a la remota posibilidad, estaba aceptando que aquello era un simple pasatiempo, y cuando lo remató con ese precioso comentario sobre lo que él consideraba que eran ellos; una mera cuestión de comodidad, de dormir calientes; pues aún se ofendió más.
Se bajo al puerto y se pasó el día allí, mando a buscar a Beth y que la llevasen de vuelta al barco, no quería ni cruzarse con Höor, y por esa noche, tendría que acostumbrarse a dormir solo de nuevo. Se había cansado por hoy el ser la almohada de nadie.*
Nos esquivamos todo el día, la noche no fue mejor, me fui con Ulf a la taberna, taciturno pasé la noche dandole vueltas a lo mismo, a esa maldita mujer que había irrumpido en mi vida y que por mas que bebía no conseguía sacar de mi cabeza, parecía haberse instalado en ella y para quedarse.
Una cama vacía me esperaba, por suerte, yo iba ya bastante caliente como para dormirme nada mas caer sobre ella y así llegó la mañana siguiente y con ella la resaca.
Como dos niños cabezotas, seguimos con nuestro orgullo como bandera, ella en el puerto, yo en el patio de armas.
Los dos teníamos demasiadas cosas que preparar para el ataque escalonado pro mar y tierra, sumergidos en la vorágine, la noche sucedió al día obligándonos a chocar de frente en las escaleras del palacio.
Ella subía a por algo de Beth, yo bajaba para recoger un par de documentos que dejé olvidados tras la cena.*
Condesas...condesas... todas las condesas del mundo estaban interesadas en Cannif o vivían en Akershus? Por que ni siquiera eran baronesas, por variar un poco? Al final iba a tener razón su padre cuando le decía que sin títulos nobiliarios no eres nadie en esta vida, y que por eso debía cazar un marido noble. Se detuvo un segundo para no chocar.
— cuidado, no vayas a tocarme y a oler a mierda, que es donde me has mandado.*
Dejé escapar el aire hundiendo mi mirada en sus dos mares.
-Ten cuidado mañana, Randulf no es un rival fácil, tiene oráculos capaces de predecir nuestros movimientos, siempre se guarda cartas en la manga y es capaz de sacarse un conejo de la chistera.
No iba a volver a discutir con ella, no cuando quizás esta fuera la ultima noche que la viera. La guerra no siempre nos traía a todos de vuelta y aunque yo no temía al Valhalla, si temía perderla.*
— no voy a dejar que tus amigas condesas se queden con mi barco, así que descuida, venderé cara mi piel.— sonrío al decirlo, porque aquello ya sonaba a chiste. Si no podía hacer una broma sobre ella misma y sobre sus celos infundados (o no), entonces apaga y vámonos.*
Ladeé la sonrisa, no me imaginaba a esas condesas en el barco, pero bueno, si así quería ella verlo.
-Bien -dije sin saber que mas decir - mañana tienes excusa para no despedirme en el patio de armas -apunté sonriendo, a fin de cuentas en esta ocasión ella partiría por mar cuando yo lo hiciera por tierra.*
— algún día se cambiarán las tornas y serás tú quien venga a despedirme, Cannif. Mañana aplícate tu propio consejo, que tienes tendencia a exponerte de más.
-Claro, no venderé fácil mi piel, pirata -dije sin apartar mis pozos de sus dos océanos -buenas noches, debes descansar para la batalla.*
— buenas noches.— continuaron ambos sus caminos, uno escalera arriba y el otro abajo. Danielle se detuvo. Mierda! Odiaba cuando eso sucedía, su cabeza quería seguir subiendo escalones, pero sus piernas se negaron y se dio la vuelta alcanzando a Höor del hombro y cuando este se giró enredó los dedos en sus rizos negros y lo besó. Podría ser la última noche, podría ser que no, podrían haber condesas en su horizonte...pero en ese momento no quería dejar escapar la oportunidad de llevarse el sabor de sus labios impresos en los propios, por si no habían más noches, de comodidad o de lo que fueran.*
Sentí su mano en mi hombro y me gire para enfrentarla, mas en ese instante, su boca apresó voraz mis labios, dedos que se enredaron con saña en mi nuca mientras mis brazos la atraían mas contra mi cuerpo como si ese gesto bastara para que no se marchara de nuevo.Saqueé su boca, enredé mi lengua como la hiedra paladeando su s abor, portándolo conmigo para la próxima gesta. Siempre discutíamos, nunca éramos claros porque en el fondo éramos dos cobardes. Yo tenia el corazón hecho añicos, ella posiblemente demasiados miedos y así nunca llegábamos a buen puerto.
Ese instante fue nuestro, olvidé todo, estrechándola entre mis brazos hasta que el beso húmedos nos robó el aliento y frente contra frente, con los ojos cerrados y en sepulcral silencio mis manso acunaron su rostro.
-Lo siento, siento haber tirado la mesa y siento haberte mandado a la mierda.*
— no lo sientas, debo decirte que tienes un gran estilo en lanzamiento de mesas... es tu talento oculto menos aprovechado...— sonrío de nuevo apoyando la barbilla en su pecho. Al día siguiente pasarían a la ofensiva, algo muy gordo y que podría hacer mucho daño al enemigo, pero quizás a un alto coste. Dirigir una rebelión no era para pusilánimes, debías estar dispuesto a llevar la carga de las consecuencias. En la cima del poder había mucha soledad y ambos estaban cansados de estar solos, pero les costaba confiar en el otro, un abismo al que había que lanzarse en un enorme salto de fe que no estaban preparados para dar aún. Así que tendrían que apañarse con parches como ese, aún tendrían que aprender a comunicarse bien y a no pensar lo peor en seguida.*
Era capaz de alzar el acero, de ir a la batalla y empujar a los míos para morir por el norte, por estas tierras, por nuestras mujeres, por nuestros hijos, por la libertad y porque no podíamos consentir que aquello que un día crearon nuestros padres fuera destruido. Era capaz de sangrar, de llorar, de reir, era capaz de muchas cosas si así el norte me las exigía, pero sin embargo, cuando me quitaba la armadura, cuando me despojaba de mi papel de héroe, solo quedaba el hombre. uno que temía esa soledad impuesta, uno al que el cargo le pesaba mas que las heridas, uno que disimulaba los jirones de su piel con ladeadas sonrisas y uno que ante la mujer que amaba simplemente se callaba por miedo a un rechazo que así nunca llegaba.
Esto no era una solución, pero ¿podía hacer algo ahora mismo por cambiar la historia de los dos? Decirle que la amaba ¿para que? si no me respondía lo mismo, acudiría a la guerra sangrando, herido de muerte, no podía, no debía, porque antes que hombre era guerrero.*
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Re: Fuego en la nieve (privado) (+18)
Sigue la trama aquí:
http://www.victorianvampires.com/t41428-a-sangre-y-plomo-privado#432094
http://www.victorianvampires.com/t41428-a-sangre-y-plomo-privado#432094
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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