El oro y el fuego ~Privado.~

Llegué a Bulgaria a lomos de mi blanco corcel, padre me había insistido que llevara conmigo a la guardia, pero la verdad es que preferí acudir solo a esa boda en la que representaba el baronado de Olteria y no así el reino de Rumanía. Lobbo es el que acudiría en representación de padre, con lo cual insistí en que fuera él quien llevara la guarda tras de si, era el mayor de todos nosotros a fin de cuentas y aunque yo era el único hijo legitimo no dejaba de ser un bastardo nacido fuera del matrimonio.

La hija del rey búlgaro se desposaba, el linaje de este estaba asegurado con sus tres hijos mayores, así que en esta boda de cuento se pretendía simplemente disfrutar y representar la mas pura ostentosidad.
Me alojaron en el ala norte de palacio mientras Lobbo fue alojado en la torre del homenaje donde príncipes y reyes tenían sus habitaciones.

Por la tarde para distraer a los nobles organizaron juegos varios, no es que esto fuera el plan perfecto, pero tenia asumido que estas fiestas eran un tedio, así que porque no dejarme llevar un rato.
Además de beber los cócteles preparados, tomar algunas frivolidades me paseé frente a los distintos juegos que habían preparado junto a Lion, el hijo del barón de Transilvania.
Nos reíamos de como las damas se arremangaban los bajos de sus faldas en unos intentos sin gracia de ejercer cualquier tipo de deporte no destinado para ellas.

Lion me animó a participar en uno de ellos, el del pañuelo, en principio algo demasiado sencillo para un licantropo, así que me limité a ladear la sonrisa cuando pronunciaron el numero que me había tocado y corrí, bueno, ande mas bien desganado con esa sonrisa altiva para cazarlo.
La doncella que habia frente a mi era bonita, sus ojos tenían un brillo especial, uno de esos que dicen que no les gusta perder si no ganar.
Cuando aceleró en su carrera pillándome por sorpresa y tomó el pañuelo dándose la vuelta para volver a su posición mi sonrisa se ensanchó, corrí tras ella, en dos zancadas fue suficiente para lanzarme sobre la presa cayendo en el pasto nuestros cuerpos enredados como si de dos jóvenes lobos nos tratáramos.

Elevé mi mirada cuando me preguntó si quería su pañuelo.
-No -dije divertido llevando mi mano al que sostenía con su diestra y quitandoselo -creo que puedo conformarme con este, a fin de cuentas ¿ no va de eso el juego? -pregunté levantandome de encima de ella lentamente, aprovechando el roce con su voluptuoso cuerpo.
Le tendí la mano sin quitar mi sonrisa altanera que me traía y de ese modo ayudarla a ella y su preciosos vestido levantarse de tierra.
-Creo que hemos empezado en la posición equivocada -bromeé haciendo clara referencia a la horizontal – mi nombre es Velkan, hijo de la baronesa de Olteria, os invito a una copa ¿que me decis?

Me levanté tomando su mano con una sonrisa, sacudí los bajos de mi falda que se había llenado de briznas de hierba y encaré aquellos ojos verdes procesando rápidamente la información. El hijo de la baronesa de Oltenia, es decir Velkan Landvik. Sus tierras hacían frontera, nos habíamos visto alguna vez de refilón en algún acto oficial, pero no habíamos coincidido directamente. Empecé a maquinar rápidamente, pues sabía que su padre era era el rey Landvik, el alfa de una de las manadas más poderosas del contintente; de seguro él también sería un lobo como mandaba su tradición y además eramos vecinos de territorio, separados por esa frontera entre ambos países, Rumanía y Serbia.

Entre mis objetivos estaban los Landvik, dada la proximidad a su territorio y esa oportunidad no debía desaprovecharla, mis superiores estaría felices de saber que estaba entablando "amistad" con mis vecinos.

— Soy la baronesa Nikola, pero me puede llamar Dasha, esa copa será de much...— abrí los ojos con espanto mirando hacia algo que estaba tras Velkan, cuando éste se giró le arrebaté el pañuelo y salí corriendo de nuevo, esta vez a toda velocidad hasta caer y rodar junto a mi equipo que estallaron en vítores y carcajadas. El truco más viejo del mundo y el lobo había caído, seguro que lo aceptaría con deportividad, pues ya se sabía que las mujeres éramos más astutas y menos legales, más dispuestas a hacer trampas porque partíamos de la desventaja física. Lo bueno de ese juego es que las trampas no se penalizaban, así que hice un punto para mi equipo que finalmente perdió, pero el objetivo del juego había sido pasarlo bien, y desde luego había captado la atención de Landvik, que no dejó de mirarme y provocarme en lo que quedaba de juego. Como no volvió a salir nuestro número, no volvimos a coincidir, asi que al acabar y caminar hacia las mesas con las bebida me acerqué a él quitándome el sombrero que escondía una nuca sudada del calor.

— ¿Se ha divertido? yo sí y mucho.— Le acepté la copa que me brindaba con otra sonrisa.— ¿Sabe qué? somos vecinos y nunca he tenido el placer de visitar sus tierras.— Evidentemente eso era una auto-invitacion en toda regla, pero no me caracterizaba por ser tímida precisamente.— al otro lado del Danubio también hay vida inteligente, debería venir a verlo.— Eso también era una invitación al joven a pasar la frontera de ambos rios y visitar el reino vecino, tan parecido al suyo porque apenas se separaba unos kilómetros.— La cena y el baile serán dentro de una hora, creo que estaremos sentados cerca porque nos han puesto por territorios colindantes.— bebí de la copa de champán y enarqué las cejas.— esto no sabe a nada, prefiero mil veces la Rakia, que vosotros los llamáis Tuica en Rumanía.— Era un aguardiente de ciruelas típico de los Balcanes, en cada casa se destilaba de una forma y no había una única receta.

Ladeé la sonrisa pañuelo en mano mientras mi equipo me vitoreaba a las espaldas, no solo por haber cazado el pañuelo, si no porque la doncella me sonreía casi entre ronroneos aceptando la copa y susurrándome su nombre.
Conocía a las mujeres lo suficiente como para jurar que esta estaba especialmente interesada en ..
Giré la cabeza la ver que miraba a mis espaldas con cara de aterradora sorpresa.

En ese instante el pañuelo se desvaneció de mis manos y cuando me di cuenta esta había emprendido la carrera hasta cruzar linea enemiga.
Negué ladeando la sonrisa mientras volvía hacia los míos frustrado porque odiaba perder, divertido por la picaresca de esa mujer.

Durante todo el juego estuvimos mirándonos, picandonos uno al otro aunque nuestros números no volvieron a salir, así que el encuentro no se produjo y tal y como llegamos nos fuimos.
Junto a Lion y otros cuantos nobles sedientos tras las carreras habíamos empezado a beber champan.
Una mano en mi espalda y el ruido de los hombres que jaleaban como niños el encuentro de nuestras miradas.
-Señorita Nikola -dije cortes mientras le brindaba una de las copas que tomó sin dudar.

La dama no se caracterizaba por ser tímida, no solo se ofreció a visitar mis tierras si no que me invitó sin mas a las suyas.
-Vaya, de no saber que es una dama respetable apuntaría que no es el juego lo que la ha entretenido esta tarde.
Yo tampoco era tímido, supongo que iba implícito en mi condición de licantropo cierto toque de impulsividad y arrogancia.
-Estáis invitada cuando deseéis a conocer Olteria, aunque aun queda mucha noche por delante y quizás podamos conocernos sin pañuelos de por medio, por ende la posición horizontal se me empieza a antoja mas apropiada.

Ladeé la sonrisa cuando dijo que la bebida no le sabia a nada.
-¿y si buscamos algo mas fuerte? No creo que nadie nos eche de menos -dije señalando con la cabeza a mi grupo de amigos que habían empezado a tontear con unas doncellas que abanico en mano pestañeaban sobre este.
-Creo que tienen horas de trabajo para alcanzar esa posición horizontal, así que...¿me lleváis a beber Tuica? De seguro podemos seguir jugando, quizás no al pañuelo pero algo se nos ocurrirá, merezco una revancha, no soy de buen perder.

La proposición de Velkan estaba tan poco encubierta que casi le hacía gracia. Bueno, es lo que se suponía que hacían los jóvenes más desinhibidos, porque los caballeros realizaban todo el cortejo a la vieja usanza. Sonrió haciéndole un gesto con la cabeza y se cogió de su brazo dejando la copa sobre una mesa.

— Soy una dama respetable, faltaría más. Pero me he divertido de haceros morder el polvo como un pazguato. Espero que esa revancha que proponéis sea con un juego que ambos podamos jugar, recuerde que las damas llevamos corsé y lo de trepar a un árbol no lo llevamos bien.

Alcanzaron el pabellón principal y se acercaron al lugar donde luego de la cena habría baile y bebidas con el objetivo fijado en una botella de Tuica. El camarero les dio una y dos vasos pequeños, se suponía que se tomaba a chupitos.

— ¿Y bien? dónde vamos? recordad que luego hay cena y baile, así que procurad no emborracharos mucho, o no podré arrastraros hasta el pabellón...soy sólo una mujer.— le puso una mueca juguetona, ella también sabía decir las cosas sin dejarlas de todo al descubierto.— Oh, ya lo habéis dicho y os tomo la palabra, ire a Oltenia cuando regresemos a casa, a ver si allí destilan una Tuica que se pueda medir con la Rakia serbia.

Nos hicimos con sendos vasos de chupito y una botella de Tuica mientras la inocente dama me advertía de sus dificultades como la señorita que era para devolverme borracho al pabellón.
-Algo me dice que os las arreglaríais bien en casi cualquier situación -repliqué ladeando la sonrisa ante su picara expresión -mas tranquila, aguanto bien el alcohol y no beberé mas de lo que pueda soportar, nada me disgustaría mas que causar problemas a una dama decente como vos.

A los dos se nos daba bien el juego de la seducción, el de insinuar mas que decir mientras las miradas prometían un encuentro plagado de diversión.
Caminamos juntos hacia los jardines, los juegos habían terminado y ahora la inmensa mayoría degustaban frivolidades acompañadas de champan bajo la carpa donde la orquesta tocaba una alegre canción.

Nos perdimos en un alto laberinto que sin duda parecía invitar a jugar y dado que la dama del corseé no podía trepar.
-¿Como se os da eso de buscar la salida señorita? -pregunté divertido sin apartar mis ojos de los suyos -quizás os pueda dar caza y descubra que buena presa sois.

Cerca de la entrada del laberinto había un banco de madera, frente a este una pequeña fuente con la figura de una joven. Nos sentamos sin dejar de mirarnos, el ambiente plagado de flores embazaba un poco mi sentido del olfato, pero mi oído funcionaba la perfección sintiendo el fuerte repiqueteo de su corazón. Serví sendos chupitos acercándole uno.
-Por los encuentros horizontales -brindé apurando el mio de un trago relamiendome después los labios.
-¿Y bien? ¿a que desea jugar la tramposa dama del pañuelo?

Rellené sendos vasos de nuevo.
-Somos vecinos, mas ciertamente si me he cruzado con vos, no os recuerdo y dudo que os hubiera olvidado ¿donde os habíais metido durante todo este tiempo? ¿o quizás iba demasiado borracho? -bromeé.
Sinceramente aunque bebía, era muy capaz de aguantar el alcohol y pocas veces este me hacia perder la razón.

— Por los hombres que corren tras las mujeres, salud!.— el brindis fue ua declaración de intenciones por ambas partes. La Tuica estaba dulce y potente, como debía ser y tras un chupito, vino otro.— Creo que coincidimos en las bodas de oro de los barones Von Eusten en Viena, pero yo me fui el primer dia, cogi una gripe espantosa. Tengo buena memoria.

Quizás él no lo recordase, pero ella manejaba datos a una velocidad del rayo, los memorizaba, los cruzaba y sacaba conclusiones para seguir los hilos y los rastros adecuados, la información era poder.

Se levantó del banco y se subió a él oteando el laberinto, se puso una mano sobre los ojos para evitar el sol directo y sonrió cuando vio lo que quería.

— De acuerdo, he visto un castaño en mitad del laberinto, saldremos cada uno por un lado, el que regrese antes con dos castañas, se librará de beberse cinco chupitos, ni uno más ni uno menos.

Esa cantidad de Tuica podía doblar a quien fuera, por mucho que se diera de bebedor. Bajó del banco y se colocó en su lugar mirando a Velkan.

— ¿Preparado? Ya!

Salió corriendo por su lado, sorteando paredes y setos, no podía trepar con aquellas vestimentas, pero en cuanto encontraba un seto menos tupido se colaba entre las ramas y atajaba hasta llegar al centro. El castaño estaba cerca y Velkan debería haber ido por el otro lado. Por un segundo creyó escucharlo detrás de ella y torció la sonrisa... qué descarado. Siguió corriendo pero cuando creía que debería haber llegado al árbol se detuvo. ¿se había desorientado? no podía ser. De nuevo sintió como que alguien la observaba.

— ¿Velkan? no tiene gracia...si tienes tus castañas vuelve al banco...

Tenía una sensacion extraña y siguió adelante pero el laberinto acababa en pared, así que cuando fue a girarse para volver notó claramente un gruñido. Un gato saltó bufando frente a ella que gritó del susto y luego estalló en carcajadas. Era solo gato!! Eso es lo que pensaba pero cuando la agarró y la arrastró atravesando el seto supo que era algo mucho más grande lo que había entre la vegetación. Una figura humanoide cubierta de musgo y cortezas de árbol la había agarrado por los pies con aquella especie de extremidades hechas con lianas y ramas flexibles que se enroscaron en ella y tiraba de Dasha hacia la espesura. Era como las antiguas Dríades pero con pinta de ser más grande y más malo. Gritó a pleno pulmón y trató de zafarse pero esos apéndices vegetales no la soltaban y no llevaba ningun arma encima, gran fallo.

La doncella se alzó sobre el banco para otear el horizonte con su mano en las cejas.
Decidida bajo de un salto dispuesta a lanzar un nuevo reto, ir por dos castañas y regresar el primero quien no lo lograra se bebería 5 chupitos, los suficientes para dejar a cualquiera torcido.
-¿estáis segura de que deseáis pasar la noche borracha? -dije con una picara sonrisa.
Alcé mi mano derecha en señal de promesa.
-Juro pues que os cuidaré para que no hagáis ninguna tontería, la noche va a resultar divertida.

Contó y cada uno nos fuimos por un lado, para mi esto era un juego de niños, podía escuchar las ramas del castaño moverse, así como el olor característico de este árbol, es mas podría saltar sin dificultad por encima de los setos y devolverle así con el mismo pago el juego del pañuelo, pero no lo hice, corrí entre las paredes hasta alcanzar sendas castañas que arranqué con facilidad y corrí de vuelta con ellas.

El grito de la dama me detuvo, en un principio admito que pensé que de nuevo se las ingeniaba para hacerme perder el juego, mas cuando escuché el claro forcejeo supe que ciertamente estaba en problemas.
Las castañas cayeron al suelo, mientras ahora si, salté por encima de los setos en busca de Nikola.

Su perfume floral era inconfundible, así como su olor impregnado en su piel, no me costó lo mas mínimo dar con ella, una bestia musgosa con forma humanoide la arrastraba hacia las profundidades del laberinto.
Me extrañó que esa bestia estuviera allí, eran originarios de los profundos bosques y nuca los abandonaban ¿que motivo podría tener para acechar aquí a doncellas.

Me abalancé contra este, mis ámbar centellaron y pronto ambos nos batimos en un duelo donde sus manos echas lianas se enredaban en mi cuello y mis zarpas se hundían en su vientre despedazando su carne, manchándome del verde oscuro de su mugrienta sangre.
Nikola miraba la escena aterrada desde el suelo, seguramente porque ni esperaba que un monstruo la atacara y menos que su acompañante se trasformara en bestia ante sus ojos.

Uno de sus punzantes raíces atravesó mi hombro, aullé de dolor antes de que mis colmillos se hundiera en su cuello desgarrandolo por completo, no solté la pieza hasta que esta dio sus últimos coletazos y muerta se trasformo en pasto, de allí surgiría un nuevo árbol andante, pues estos no morían, eran espíritu del bosque.

Alcé sendas manos cuando me giré hacia ella para no intimidarla, aunque sin duda este no era el peor de mis problemas.
Había actuado sin pensar para salvarla.
Si la hubiera llevado la bosque este la hubiera engullido y jamas hubiéramos dado con ella.
-No te asustes -le pedí parpadeando para que mis ojos recuperaran su tono azul -no puedes hablar de esto que ha pasado a nadie, si llega a la inquisición tendré problemas, yo no soy un asesino, no soy un monstruo.

No era la primera vez que veía un licántropo, pero sí aquella especie de dríade asesina. Cuando me soltó el pie por el zarpazo del lobo reculé contra el seto, porque ya no podía recular más, mi rostro desencajado debía ser bastante convincente porque cuando Velkan recuperó su forma humana me dijo que no era un asesino y que no le diejra nada a la Inquisición. Ajá. Eso iba a ser un poco complicado porque yo era la inquisición. Mantuve el teatro, la agitación, la cara de terror y con un hilo de voz le contesté.

— ¿qué...eres? una especie de hombre bestia o de hombre lobo? y qué era esa cosa?... Dios!! esto no es real, debo estar soñando, es sólo una pesadilla...despierta Dasha!!!.— me pellizqué la mano y volví a abrir los ojos mirando al lobo y comprobando que era real.—¡Ay! eres... real.— sus ojos amarillos volvieron a ser azules. Me puse en pie y me acerqué al rumano despacio con curiosidad contenida y el ceño fruncido, imitando una mueca perfecta de interés por lo desconocido (que a mi no me era desconocido en absoluto)— ¿Dónde están ahora los colmillos?— pregunté como si no supiera que los cambios de forma eran así. Alargué la mano despacio acercando los dedos a sus labios y bajando el inferior, como si le estuviera mirando los dientes a un caballo, desde luego me estaba quedando muy creíble. Retiré la mano de inmediato cuando no vi colmillos en aquella boca y di unos pasos atrás.— creo que ...será mejor salir de este laberinto. ¿Qué era esa cosa? ¿y quién es la Inquisición? suena a organización medieval que tortura a los que... bueno, a los que son como tú.

Nikola estaba aterrada, no la culpaba no todos los días uno encontraba una bestia de ojos ámbar, aun así, me sorprendió lo bien que lo tomaba, otra en su lugar hubiera estallado en pánico corriendo como una loca en dirección contraria y avisando a todos los invitados del monstruo que encerraba.
Cuando se acercó curiosa para ver si tenia colmillos me dejé hacer, ahora mismo era un humano, no encontraría en mi nada fuera de lo normal.

Deslicé mi mano despacio por su cintura.
-¿estas bien? -pregunté apartando un mechón de pelo para observar el arañazo que portaba en su sien, aparte de eso y de las manchas y roturas del vestido todo parecía estar en su sitio.
-No suelen atacar, en si son neutrales, digamos que nivelan la balanza y protegen a los seres de la naturaleza, no se que ha podido pasar -aseguré con sinceridad.

Tomé su mano para poder salir del laberinto sin llamar la atención de los invitados.
-La inquisición es un grupo de fanáticos religioso que se atreve a hablar en nombre de dios, digamos que su finalidad es dar caza a seres oscuros, de la noche, vampiros, licnatropos..brujas. Ciertamente creo que todo lo hacen para enriquecerse los bolsillos y mantener ese poder que ostentan sobre el pueblo que vive con miedo su castigo.
Cuentan las historias de forma distorsionada y hace que la gente se delaten los unos a los otros muchas veces errando en sus veredictos.
-¿Sabes cuantas brujas han quemado sin serlo?

Negué acariciando su mano.
-Por eso es importante que no cuentes lo que has visto, yo nunca he arrebatado vida inocente, pongo los medios para que en mi trasformación nada pueda suceder a los humanos que hay a mi alrededor.
Te he protegido, si fuera un asesino ¿por que hacerlo y destapar mi tapadera? No todos somos unos monstruos, soy un lobo, no me avergüenzo, pero no soy eso que describe la inquisición en sus cuentos.

Caminamos despacio de vuelta al palacio real búlgaro, teníamos que asearnos y asistir a la cena como representantes de nuestras respectivas tierras. Mientras andabamos parecía pensativa, lo que acababa de sucederme desde luego no era algo muy normal.

— creía que las brujas, los lobos, los vampiros... eran cuentos. Una parte de mi siempre estuvo inclinada a creer en esas leyendas pero luego siempre pensaba "Bah, Dasha, esos son solo tonterias, cuentos de viejas". Y vaya...pues no. Mi padre me enseñó a cazar, a usar el arco y la ballesta, el cuchillo y el puñal, pero no es lo mismo contra un jabalí que contra...esa cosa.

Me detuve un instante enarcando una ceja, hilando pensamientos y me crucé de brazos parada delante de él.

— a ver si lo entiendo...¿Ibas a decirme lo que eras estando en posición horizontal? o pensabas que lo descubriera cuando tuvieras que afeitarte esa horrible cantidad de pelos por la mañana?. ¿Entiendes que me podrías haber provocado un trauma muy grande? no es lo mismo así como "Oh, mierda me he acostado con un chucho!" que "Es un chucho...pero uno guapo. Tiene un polvo. Vale! tampoco es tan grave, hay gente que se folla ovejas..." ¡¡¡Tienes que decirlo antes!!!

Bueno, la cosa es que ahora lo sabía y evidentemente era una información que él me había revelado y que yo no debía contar a nadie.

— Descuida, tu secreto está a salvo, pero no será gratis. Tendrás que contarme cómo es todo eso de ser un lobo y...serás mi esclavo todo lo que dure esta boda. Estarás obligado a bailar conmigo y a darme entretenimiento. Esto está lleno de vejestorios. También podrías presentarme a tu hermano Lobbo, me han dicho que está soltero y es muy guapo.— Eso ya fue a mala fe. Le guiñé el ojo de forma coqueta.— entiéndeme, tengo una baronía menor y un montón de consejeros apremiándome para buscar marido.

Ladeé la sonrisa ante las palabras de la dama, sin duda era una mujer intensa, algo que ya me había demostrado haciendo trampas en ese juego en el que me la jugó con una rápida estrategia de engaño y persuasión.
-No, no pensaba contarte lo que era ni en posición horizontal, ni en vertical tampoco, eso me lo dejo para sorprender a las damas que no se callan -bromeé guiñándole un ojo mientras me reía.
-Así que soy guapo, tengo un buen polvo pero soy un chucho..- dije evaluando sus palabras sin dejar de sonreír -lobo -corregí -bueno dos a favor y uno en contra, creo que merezco esa posición horizontal ¿no cree baronesa?

Sus siguientes palabras si que me hicieron reír tiré de su cintura pegándola a mi cuerpo con descaro.
-Así que soy tu esclavo -apunté alzando las cejas picaramente -y en mi esclavitud contraída he de hacer de payaso para una baronesa que quiere conocer a mi hermano porque esta de caza de un marido. Empiezo a pensar que no soy el peor depredador de esta fiesta -bromeé -y..¿no merece este chucho..un beso por haber salvado a la desvalida dama? Prometo que no lo contaré a Lobbo si esa es vuestra presa de la noche, aunque creo que la cola de depredadores es larga -dije mirando hacia mi hermano que como de costumbre andaba rodeado de féminas en busca de cazar al que sustituiría a padre algún día en el trono.

Nadie había dicho que seria Lobbo, aunque si era el mayor de nosotros, yo era el único hijo legitimo de padre, así que llegado el momento, este decidiría entre el que considerara mas preparado
Dudaba fuera Elaine pues últimamente mi padre iba de cabeza con ella y su enamoramiento por el hijo de un conde norteño.
Mujeres, eran demasiado complicadas para entenderlas.

Llegamos frente a la orquesta, varias eran las parejas que danzaban con la formalidad que la ocasión requiere. Ladeé la sonrisa tendiéndole la mano con picarda.
-Mi señora, su esclavo de la noche le solicita un baile para su entretenimiento, aunque algo me dice que este tipo de bailes no van a causar ese efecto en ninguno..quizás me sorprendáis también vos ...

— ¡Oh! qué descarado!...— me hice la ofendida con una sonrisa en la cara porque yo no me había quedado atrás en insinuaciones.— Bueno, tendré que probar suerte aunque Lobbo esté rodeado de arpías en busca de una corona.— me hice la interesante, pero era cierto que Velkan me interesaba mucho, y más después de haber descubierto su condición de lobo.— Está bien, un beso y mi agradecimiento por salvarme.— le di un pico muy breve y subí hacia los aposentos designados a quitarme ese vestido manchado de barro, lavarme un poco y arreglarme. Elegí un vestido rojo, me gustaban los colores potentes y me recogí el pelo en la sienes. Debía portar la banda de mi región al hombro y un broche con la heráldica de mi casa. Llevaba también guantes hasta el codo y una fina diadema de diamantes y zafiros en la cabeza. Habría mucha seda y muchas joyas esa noche compitiendo por la ostentosidad. Me puse un collar del que pendía un corazón de zafiro y bajé la escalera encontrándome a "mi esclavo" al pie de ésta.

— mmmm... estáis muy apuesto, vecino. ¿Tendré que preocuparme de tener que espantaros a las arpías? quizás me haya equivocado de hermano.— Esgrimí una sonrisa divertida, seguía de buen humor. ¿Cuánto me duraría? quien sabe, de momento estaba disfrutando de la estancia, pensaba que esa boda sería un interminable maratón de trabajo y estaba siendo muy facil recabar datos a la par que agradable.— Bailemos, es una buena forma de empezar la noche, además hay que cumplir parte del protocolo.

Como representantes de nuestras casas nos veíamos obligados a cumplir ese artificio social, a intercambiar palabras vacías con los que estaban allí aparentando y reservar bailes a quienes lo pidieran. A mi tampoco me faltaban pretendientes, una baronesa joven y sola necesitaba un marido y sin familia que la aconsejara, alguien verdaderamente listo podría hacerse con mi hacienda y sus bienes con un parpadeo. Claro que nadie sabía lo que era Dasha en realidad y que de tonta no tenía un pelo. Así que cuando acabé la pieza con Velkan me asediaron algunos jóvenes y tuve que dedicarles algo de atención. me fijé en que el lobo también bailaba con una bonita chica que si la memoria no me fallaba, era sobrina de un conde, eso era buen partido. Fruncí levemente el ceño, sentía ganas de sacarle los ojos que los tenía castaños y grandes...sangre y gritos... Parpadeé un par de veces y volví a centrarme en mi acompañante que no bailaba demasiado mal. Pero de nuevo mis ojos regresaron a la cintura de la joven donde descansaba la mano de Velkan. Tripas...olor a rancio. En mi cabeza se sucedían imágenes que prefería no recordar. Perdí el paso y me disculpé con mi pareja de baile, acudiendo a la mesa de las copas donde pedí Tuica de nuevo. Pasaba del champán, era pis de cabra en comparación. El vaso me tembló ligeramente entre los dedos, a veces se abría la grieta del infierno en mi cabeza y lo que pasaba entonces era impredecible.

La dama de rojo pronto acaparó las miradas lascivas de varios invitados, absurdo autoconvencerme de que era por ser baronesa, ciertamente lo que los llamaba como moscas a la miel era su belleza.
Tras nuestro baile la dama se vio obligada a hacerles mas caso del que a simple vista le hizo gracia a su esclavo, pero yo tampoco era precisamente un pesado y si ella hacia marcha yo no iba a quedarme sentado.

Una joven de ojos de gata y castaños cabellos me pidió un baile, así que con decisión tomé su mano y dándole un giro bastante exento de protocolo pegué nuestros cuerpos.
Mi mano en la parte baja de su cintura, la otra enlazada a su diestra y emprendimos con movimientos ágiles la danza sobre el verde pasto.

La orquesta tocaba mientras nosotros hablábamos al oído del otro pues de otro modo era difícil escucharnos, bueno, difícil para ella porque yo desde mi posición podía escuchar el incesante latir del corazón de la baronesa.
No elevé la mirada en su dirección porque sabia que me miraba en ese momento y cuando furibunda se largó a la barra para beber algo, ladeé la sonrisa con cierta diversión.

El baile continuó ,era de mala educación dejar a la joven plantada, así que continué deslizándome con ella por aquel lugar mientras reíamos hablando de todo y de nada.
Por lo que supe de ella, estaba soltera, había bailado con demasiados pesados y según ella era la primera vez que se reía de verdad desde que pisó Bulgaria.

Acabado el baile me despedí de la doncella y regresé junto a mi dueña de esa noche.
-A las 12 expira el acuerdo Nikola, deberías aprovecharte mas de mi hasta entonces ¿no crees?
Tome su baso apurandolo de un trago.
-Tanto te aburres con esos que necesitas pasar el tedio con alcohol -bromeé acercando mis labios a su oído -¿y si nos vamos de aquí? Estáis con el hermano correcto – puntualicé con aire engreído, mientras su pelo se movía impulsado por el vaho de mis labios.

Uno de esos tipos se acercó a nosotros, al parecer para pedir otro baile a la baronesa.
Enarqué una ceja, no me gustaba que me interrumpieran y creo ambos habíamos cumplido con el protocolo lo justo y necesario.
-Nikola me decía que estaba agotada de danzar, mis intentos han sido frustrados por sus zapatos.
El conde creyó que yo estaba allí pidiéndole lo mismo y que me había dicho que no, así que con una despedida muy cortes, se marchó para buscar otra victima.
-De nada -le dije sin mas llenando de nuevo la copa -es la segunda vez que os salvo hoy ¿cual será esta vez mi pago?

Me había bebido un par de vasos de Tuica y la mente andaba un poco al ralentí, notaba ese sopor agradable de cuando te hundes en el alcohol hacia sendas más brillantes, dejando atrás algo que no estaba del todo bien.

— Aún quedan dos noches, chuchito...no te librarás de mi tan fácilmente. Te he visto en buena compañía, eres libre de ir con ella, a fin de cuentas yo sólo soy... la vecina. Jajajaja.— el tópico de la vecina llevado al humor absurdo. Enfoqué con la mirada los profundos ojos verdosos del lobo y lo agarré del cuello de la camisa con las dos manos, acercándome a él y provocándolo al hablarle justo a unos milímetros de sus labios.— lo de esta mañana se merecía un premio, tu actuación de hace un momento también. ¿Quieres que te traiga a tu nueva amiga para que te anime el resto del noche?

Sabía que la respuesta podía ser tanto un sí como un no, de seguro Velkan sería uno de esos hombres que sabía apostar fuerte, por tanto el resultado dependía de mí y no de él.
Me acerqué aún más a sus labios y dejé un roce suave con sabor a ciruelas destiladas.

La gente salía a las terrazas a pasear, o se perdían en los rincones oscuros a darse un rato de buena compañía pero en mi caso me daba igual que me vieran largarme, no quería seguir bailando ya había tenido un día lo suficientemente estresante. Solté a Velkan y retorcí el colgante del corazón entre los dedos mientras pescaba una cereza de un vaso y la mordía a la par que me alejaba unos pasos.

— Habitación 39 del ala Oeste, no tardes o me quedaré dormida.— Subí las escaleras tras dedicarle una mirada cargada de intenciones y una media sonrisa y me perdí por el pasillo alcanzando la habitación que me habían asignado. Me quité la diadema y los guantes, los zapatos y la banda con el broche heráldico, quería estar cómoda. Esperaba que no tardase mucho porque si se me pasaba el efecto de la Tuica corría el riesgo de volver la mala leche que la había invadido por unos instantes.

“Habitación 39 del ala Oeste, no tardes o me quedaré dormida
Ladeé la sonrisa de forma engreída sin dejar de mirarla mientras de un trago apuraba mi copa dispuesto a seguir su estela.
Caminé tras ella despacio, no quería que las habladurías pudieran dejarla en una situación de desamparo, podía ser una bestia pero no era un hombre sin formas y me gustaba respetar la privacidad de una habitación. Lo que allí dentro ocurriera era cosa nuestra.

Golpeé con los nudillos la cámara, al otro lado abrió la baronesa la puerta, sin zapatos, ni guantes, algo desmontada y con el alcohol haciendo mella en ella.
Me hizo hueco para que entrara, no tenia porque fingir, era obvio a lo que habíamos ido los dos.
Un gruñido bastó para atajar la distancia, mis manos la alzaron de las nalgas mientras mis labios voraces chocaron rudos contra los ajenos.

Sus piernas se enredaron en mi cintura, la puerta resultó el lecho improvisado cuando su cuerpo chocó contra ella cerrándola de golpe.
Jadeé desesperado contra sus labios, mi hombría endurecida presionaba su centro con el anhelo de un encuentro.
Sus dedos perdidos en mi pelo tironeaban necesitados en ese duelo de lenguas que chocaban enredándose en la ajena.
Beso húmedo, plagado de pasión en el que mis ámbar centellearon delatando mi condición.

Mi mano tomó su pelo en un puño cerrado atrayendola mas contra mi boca, apenas distancia para espirar entre jadeos.
El ruido del exterior me detuvo, era la voz de Lobbo, separé mis labios ligeramente con la respiración errática muriendo contra ellos.
-Espera - le pedí cuando volvió a hacer ademan de besarnos.
Ella no lo escuchaba pero mis sentidos sabían que Lobbo estaba en problemas. Otro al que meterse en líos le resultaba su pan de cada día.
Gruñí con los ojos ámbar bajándola.
-No te duermas -le pedí relamiendome -Lobbo esta en una pelea, he de ayudar a mi hermano.

Deposité un beso en sus labios antes de salir de la habitación recolocandome la verga, lo primero era la manada y Lobbo no solo pertenecía a esta, si no que era mi hermano y aunque sabia defenderse solo...no iba a dejarlo solo.

La recibio con un gruñido ronco, el sonido de del deseo propio de la raza del lobo, el gutural signo animal que también los humanos exhalaban cuando la razón perdía con el control y dejaba paso a los instintos.

Hundió los dedos entre su cabello ondulado y castaño saboreando le esencia salvaje de sus labios hambrienta de un final de fiesta mucho más placentero que bailar y cuchichear sobre la vida de los demás. Ya casi podía escuchar el sonido de la cuchilla marcando en el metal la muesca número 23, la que correspondería a su caza, al nuevo sujeto que entregaría a sus superiores en bandeja. Cada pieza cobrada era grabada en un bastón ceremonial hecho de plata, cada espía tenía uno y les recordaba el motivo por el que hacían su labor. Los soldados eran ejecutores, se dedicaban a la acción pura y dura, pero ella se infiltraba, pasaba mucho tiempo entre sus víctimas potenciales, comía con ellos, dormía con ellos, se hacía su amiga, confidente o amante...era fácil perder de vista el objetivo. El bastón era el testimonio de sus triunfos, de sus logros, tenía que llenarlo de muescas, sólo así encontraría la paz que su alma necesitaba.

Velkan la detuvo y no estuvo nada de acuerdo, no quería que se fuera una vez iniciado el fuego. Aunque intentó retenerlo no lo consiguió, al parecer su hermano estaba en problemas y acudió en su ayuda. Cerró la puerta tras de sí resoplando, menudo corte de rollo en toda regla. Se aflojó el corsé y dejó caer las medias por el suelo sin ningún orden malhumorada. Se sentó sobre la cama y se bebió lo que llevaba en una petaca, de alguna manera el lobo la había dejado a medias con la sensación de estar fracasando en su misión. El día había sido redondo, el enfrentamiento con el dríade asesino, el baile en el que se miraban con intenciones pero jugando al juego de provocarse y no ceder; el incendio que iba a arrasar esas sábanas y ahora... sólo frío. Abandonada como un perro, la sensación revivió otra vieja y muy desagradable, espalda en el suelo húmedo, comer de un plato bajo como una alimaña... sacudió la cabeza y acabó con el líquido del recipiente dejándose caer en el lecho mirando el techo. ¿Dónde había fallado? ¿Qué había hecho mal? la sensación le dejaba una mezcla de vacío y bilis en la garganta. Se levantó, dudó si echar el cerrojo a la puerta, pero pensó que sería lo mejor y se metió entre las sábanas apagando la luz y tratando de dormir, tendría que cambiar el plan, idear otra estrategia y mañana sería otro día.

Al día siguiente caminaba junto a Lobbo rumbo al comedor donde servirían el desayuno, un bufe libre preparado por el mejor catering de Bulgaria.
Uno metros por delante estaba ella, conversaba animada con uno de los hijos de no se bien que conde.
No dudé en darle alcancé, al menos merecía una explicación, una que mi labio partido le susurró al oído atrapando su cintura y apartándola de ese hombre con el descaro que me caracterizaba en estos casos
-Lo siento, no acostumbro a dejar a las mujeres a medias -le aseguré volviendo a recuperar mi posición para no dar que hablar mas de la cuenta.

Lobbo me cubrió, pues atrapó al hombre pasandole el brazo por encima para darle conversación y alejarlo así de nosotros dos, al menos me debía esa después de la de anoche.

Ladeé la sonrisa cuando sus ojos me buscaron, ciertamente podía mandarme a la mierda y no la culparía, ni siquiera regresé mas tarde, supongo que tampoco me esperaba.
La pelea lejos de ser una tontería era contra una manada rival, Lobbo tendía a atraer los problemas y su carácter altivo, muy norteño, no ayudaba a templar ánimos.
-Os invito a desayunar -dije ensanchando la sonrisa.

Sus ojos rodaron mientras yo me encogía de hombros, vale que le desayuno era gratis ya que estábamos allí con todos los gastos pagados.
-Te invito a acompañarme a desayunar, os recuerdo que todavía os debo mi servidumbre por todo le día bromeé guiñándole el ojo.
-Vamos Nikola, sabes que me costó irme, estaba muy animado -aseguré, algo que era evidente por como estaba tomándola contra la pared -¿y si retomamos esta noche? Podemos ir a algún sitio, beber, visitar la ciudad y bueno...después me desquitaré.

Pasamos al salón donde habían preparado los desayunos, me serví una buena taza de café solo y junto a ella un copioso desayuno pues estaba hambriento, ella jugueteaba mirándome, creo que meditando si merecía o no su perdón.
Yo me limitaba a ladear la sonrisa, podía estar en cualquier otra mesa y estaba frente a mi, si quería hacerse la dura adelante, pero...la tensión que había entre los dos era evidente.
-Te recojo a las 8, ponte guapa -dije sin mas antes de dejar la servilleta y largarme de allí con una picara sonrisa.

Ese día habría otra fiesta en honor de los novios, la boda sería al día siguiente, la gran celebración en la catedral seguida del banquete, otra fiesta por la noche y el cuarto día cada uno a su casa. No le parecía mala idea la de hacer algo distinto, pero tras la noche el amanecer había sido algo tumultuoso. El licor se le había agriado en el etómago y se levantó con una resaca de náuseas bastante desagradable, los sueños habían sido oscuros y turbios y no trajeron demasiado descanso.

— Espero que la dama que os dio ese bofetón anoche se llevase al menos de la misma medicina.— le comentó cuando se fijó en su labio partido. Y qué labio, todavía le guardaba ganas.— Con las mujeres ya se sabe, nunca se puede apostar sobre seguro.

El hombre con el que conversaba desapareció cunado Lobbo Landvik se lo llevó de allí. Ese par de hermanos acostumbraban a cazar juntos, se notaba a la legua, pero ella no caería en sus tretas como si fuera una joven inocente. Colocó en su plato un par de dulces rellenos de crema y chocolate, pequeñas frutos rojos, un puding de castañas y unas aromáticas cerezas confitadas. Se sentó en la mesa donde le sirvieron un humeante té, y el lobo se puso un café, ciertamente le pegaba más esa bebida.

– Ajá, así que queréis respetar el pacto de ayer, bien, tenéis palabra, o eso parece.— Cogió uno de los pastelillos y le hincó el diente con lo que la crema del interior epezó a desparramarse, pero con gran habilidad la recogió con el dedo y luego se lo lamió mirándolo fijamente. La única persona que estaba sentada en la mesa se levantó al acabar su desayuno así que se quedaron solos en ese rincón, con lo cual podía prescindir de las cortesías.— Acepto tu invitación para esta noche, creo que no soportaré otro rancio baile como este. En mis tierras no acostumbro a vestir sedas, prefiero montar, cazar o entrenar con la ballesta y el arco. Mi baronía es como la tuya, es rural, no tenemos grandes ciudades cerca y tenemos que apañarnos solos. Ahora que sé que existen seres como... como tú, creo que tendré que entrenar más.

La baronesa Nikola no tenía más familia, estaba ella sola como heredera de todos los bienes y tenía muchos pretendientes, mas ella no estaba por la labor de cumplir de momento con esa costumbre social. En su última misión se había acostado con un cambiante de 50 años, un hombre metido en las bases de los insurgentes, esas corrientes entre los sobrenaturales que clamaban por romper la Mascarada y dominar el mundo. Le había recordado al cerdo de su padre y la repulsión que le produjo la llevó a matarlo ella con sus propias manos. No debía hacerlo porque para eso estaban los soldados de la Inquisición, pero esa vez alegó que el hombre se le echó encima con un hacha...y tuvo que defenderse, por supuesto. De eso hacía ya seis meses. Entre misión y misión solía descansar un periodo largo porque no era bueno que la relacionaran con gente que luego acababa muerta o desaparecida. Desde entonces no había tenido ningun encuentro con nadie y la noche anterior su cuerpo la traicionó al tratarse de un hombre tan atractivo como Velkan. Cuando el lobo dio por sentado que la recogería a las ocho y que se pusiera guapa, le hizo un asentimiento con la cabeza a la vez que mordisqueaba los pequeños frutos rojos para luego recoger el jugo que habían soltado entre sus dedos con la lengua. Hombres. No podían ser más simples.

El día fue aburrido, más actos sociales, más risas falsas, más conversaciones insustanciales, pero alguna que otra le aportaron algo de información valiosa. El rey Landvik estaba contra la espada y la pared, su esposa, la que nunca le dio hijos, podría ser repudiada, pero al parecer estaban negociando una salida mejor para ella, la abdicación directa de Damon en uno de sus hijos. Sería una dura negociación, porque todo el mundo sabía que ese hombre siempre amó a la francesa con la que estaba prometido antes de tomar el trono; la pareja real había reinado por veinte años y el rey estaba más que harto. Había sacrificado su vida por ese país y ya era hora de disfrutar un poco como hombre.

Se colocó un vestido azul oscuro a juego con sus ojos, un colgante en forma de lágrima con un rubí rojo intenso y una capa con cuello de pelo blanco, epezaba a refrescar. El rio Iskar y sus afluentes bañaban la capital Búlgara y cuando se encontró con Velkan le propuso ir a dar un paseo en barca por ese rio. Había barcazas que lo navegaban y ambos podían permitirse el lujo de pagar todos los pasajes y quedarse solos.

Nikola se tomó al pie de la letra el “ponte guapa” su vestido azul oscuro destacaba mas esa mirada azulada que hundió en mis ojos en cuanto nos encontramos.
Ladeé la sonrisa complacido dedicándole una mira descarada, a estas alturas andarnos con convencionalismos era absurdo, yo quería cazarla como el depredador que era y ella haría las veces de presa que lucha por no sucumbir a la primera, mas al final de la noche era inevitable que mis zarpas se cernieran sobre ella.

Aun así, el juego era francamente estimulante para ambas partes, un paseo por el rio fue lo que me pidió, no dudé en comprar todos los pasajes en un derroche de poder que no le extrañó.
-con otro tipo de mujeres esto funciona mejor -bromeé guiñándole un ojo mientras la ayudaba a subir a la barcaza tomándola de su cintura y dejando apenas aire entre nuestros cuerpos al bajarla.
-Estáis francamente preciosa -susurré contra sus labios antes de que esta se apartara con una mirada incendiaria.

El juego comenzaba depredador y presa bailábamos dispuestos a hacer nuestro juego sobre las frías aguas de Bulgaria.
-¿Quieres algo de beber para entrar en calor? Le pregunté cogiendo los remos para adentraros en el rio -he traído una botella, me ha costado lo mio conseguirla.

Empecé a remar mientras la veía pelearse con el corcho, una vez abierta entreabrí los labios para que me diera.
-Tengo las manos ocupadas -apunté guiñándole un ojo esperando que se acercara.
Ella había decidido hacerse de rogar y a mi no me importaba suplicar, era el juego del escondite, contaría todo lo necesario hasta dar con ella y caer enredados.

El liquidó resbaló por mis labios cuando empinó la botella, se rio al verme tragar y relamerme apartándola antes de agachase para mirarme fijamente.
-Y bien Baronesa ¿que pretendéis trayendo a vuestro esclavo hasta aquí? -`pregunté arrastrando las palabras sin dejar de mirar sus labios.

Me había informado sobre ella, o tenia familia, estaba sol y no le faltaban pretendientes, era una mujer un tanto extraña según las malas lenguas pues con su edad debería preocuparse por enlazar su vida a alguien y sin embargo no lo hacia.
Yo no tenia ningún tipo de problema en ello, de momento apenas nos conocíamos, esto era un encuentro entre dos personas que se atraían, no seria la primera ni posiblemente la ultima que cayera ante los ámbar de un depredador hambriento.
-¿Vais a invitarme a visitaros o me pondréis en la lista de espera tras todos esos hombres que os cortejan?