AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
El acero y el fuego. (privado)(+18)
2 participantes
Página 1 de 3.
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
El acero y el fuego. (privado)(+18)
Habían pasado unas semanas desde el nacimiento de nuestras hijas, ahora mi familia fuera de peligro empezaba a adaptarse a la rutina de una vida en la que ya no estábamos solos.
Mi demonio se quejaba una y otra vez cuando por las noches el llanto de las niñas nos despertaba.
Admito que yo me hacia el remolón y le daba unos golpes a ella para ver si colaba y se hacia cargo ella.
También era cierto que yo temprano salia a entrenar y cazar y ella por el contrario se quedaba en cama hasta bien entrada la mañana.
Hacia un par de días que le estaba dando vueltas a viajar al norte, habíamos sido proclamados condes de los Países Bajos y ni habíamos dado una fiesta para celebrarlo con los nuestros.
El palacio que había heredado en mi condado ni siquiera lo habíamos visitado, allí tenia el servicio y parte de mi ejercito esperando que tuviera la decencia de ir a guiarlo.
No podía prolongar mas mi estancia en París.
Regresé como de costumbre lleno de barro, con varias pieza de caza mayor que dejé en las cocinas para que fueran despellejadas antes de subir a la habitación principal ,esa que compartíamos mi esposa y yo.
Sus ojos centellearon al verme entrar sucio, sudado. Mi sonrisa se ladeo bajando la vista hacia las botas y dándome cuenta de que había dejado el rastro del barro pisado por allí por donde pasaba.
Me acerqué a mi demonio y mordí con suavidad su hombro.
-Buenos días Valeria -susurré deslizando mis labios por la piel de su cuello hasta morder el lóbulo de la oreja de mi esposa.
Las niñas dormían en la cuna, tiré mi mano para acariciar sus rostros, pero mi mujer me dio un manotazo entre risas, al parecer ni las tenia limpias para tocar un bebe, ni quería que las despertara ahora que había conseguido dormirlas.
-Valeria, tenemos que hablar -susurré buscando sus labios, acariciando su nariz con la mía, tentándola a enredarse conmigo ahora que podíamos -el norte, he estado aplazando el viaje a nuestro condado, peor ya no tengo escusas. Estas recuperada, las niñas a salvo y yo tengo que hacerme cargo de lo que es mi responsabilidad.
Tiré de la cintura de mi mujer llevándomela conmigo hasta el lecho donde me dejé caer, sus manos golpeaban mi pecho entre risas alegando que estaba sucio y que estaba poniendo todo perdido.
Silencié sus palabras con mis labios alzándola sobre mi cuerpo mientas de nuevo la risa del demonio encendía el infierno.
Beso húmedo, largo, necesitado, mis dedos surcaron las cintas de su corseé, la respiración jadeante de mi esposa contra mi boca volviendo a enredarnos en un beso saboreado.
El llanto de una de mis hijas nos interrumpió, mi frente contra la ajena, resople contra sus labios.
-Déjala llorar -supliqué sujetando contra mi cuerpo a mi mujer, pero esta se escapó de mi agarre, ató las cintas y yo resignado me puse en pie.
Caminé hacia ella besando su mejilla, acaricié la cabeza de la pequeña y caminé hacia el baño para sumergirme en la tina.
-Piénsalo Valeria, quiero que me acompañéis, me gustaría enseñarte el norte -grité mientras iba desnudándome.
Mi demonio se quejaba una y otra vez cuando por las noches el llanto de las niñas nos despertaba.
Admito que yo me hacia el remolón y le daba unos golpes a ella para ver si colaba y se hacia cargo ella.
También era cierto que yo temprano salia a entrenar y cazar y ella por el contrario se quedaba en cama hasta bien entrada la mañana.
Hacia un par de días que le estaba dando vueltas a viajar al norte, habíamos sido proclamados condes de los Países Bajos y ni habíamos dado una fiesta para celebrarlo con los nuestros.
El palacio que había heredado en mi condado ni siquiera lo habíamos visitado, allí tenia el servicio y parte de mi ejercito esperando que tuviera la decencia de ir a guiarlo.
No podía prolongar mas mi estancia en París.
Regresé como de costumbre lleno de barro, con varias pieza de caza mayor que dejé en las cocinas para que fueran despellejadas antes de subir a la habitación principal ,esa que compartíamos mi esposa y yo.
Sus ojos centellearon al verme entrar sucio, sudado. Mi sonrisa se ladeo bajando la vista hacia las botas y dándome cuenta de que había dejado el rastro del barro pisado por allí por donde pasaba.
Me acerqué a mi demonio y mordí con suavidad su hombro.
-Buenos días Valeria -susurré deslizando mis labios por la piel de su cuello hasta morder el lóbulo de la oreja de mi esposa.
Las niñas dormían en la cuna, tiré mi mano para acariciar sus rostros, pero mi mujer me dio un manotazo entre risas, al parecer ni las tenia limpias para tocar un bebe, ni quería que las despertara ahora que había conseguido dormirlas.
-Valeria, tenemos que hablar -susurré buscando sus labios, acariciando su nariz con la mía, tentándola a enredarse conmigo ahora que podíamos -el norte, he estado aplazando el viaje a nuestro condado, peor ya no tengo escusas. Estas recuperada, las niñas a salvo y yo tengo que hacerme cargo de lo que es mi responsabilidad.
Tiré de la cintura de mi mujer llevándomela conmigo hasta el lecho donde me dejé caer, sus manos golpeaban mi pecho entre risas alegando que estaba sucio y que estaba poniendo todo perdido.
Silencié sus palabras con mis labios alzándola sobre mi cuerpo mientas de nuevo la risa del demonio encendía el infierno.
Beso húmedo, largo, necesitado, mis dedos surcaron las cintas de su corseé, la respiración jadeante de mi esposa contra mi boca volviendo a enredarnos en un beso saboreado.
El llanto de una de mis hijas nos interrumpió, mi frente contra la ajena, resople contra sus labios.
-Déjala llorar -supliqué sujetando contra mi cuerpo a mi mujer, pero esta se escapó de mi agarre, ató las cintas y yo resignado me puse en pie.
Caminé hacia ella besando su mejilla, acaricié la cabeza de la pequeña y caminé hacia el baño para sumergirme en la tina.
-Piénsalo Valeria, quiero que me acompañéis, me gustaría enseñarte el norte -grité mientras iba desnudándome.
Última edición por Höor Cannif el Lun Mayo 22, 2017 5:05 am, editado 1 vez
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
La vida había dado un giro para los dos. En esas semanas, pudo apreciar de qué forma. Habían dejado de ser el demonio y su noruego para unirse sus dos pequeñas. Dos demonios que no la dejaban dormir, necesitaban a su madre para ser amamantadas y era algo con lo que disfrutaba. Una unión que no podía expresarse y ella, mucho menos. Lo mejor que le había ocurrido en la vida y él, se las había dado. Perfectas, frágiles y tan hermosas que le parecía increíble pensar que ella les dio la vida y él consiguiendo que amase con tal intensidad que aún no podía creerlo. Sin él ya nada sería lo mismo, se lo demostraba día a día después de aquel fatídico momento en el que casi… los pierde a los tres.
Acababa de dejar a Lilie en la cuna, Violette se dormía enseguida pero su hermana, de rasgos similares a Valeria se negaba a ello , luchando con no cerrar los ojos y su madre le venciese. Le recordaba mucho a ella misma, no solo físicamente. Lloraba con fuerza, ímpetu, y no se conformaba solo con comer de ella, tenía que recurrir a una nodriza. Y ni con esas era capaz de darle lo que necesitaba, quería más.
Sonrió al verlas en sus cunas, plácidamente dormidas, ajenas a todo lo demás. Embelesada en la imagen angelical de sus hijas, el sonido de unas botas le alertó de que su noruego había llegado. Como siempre, traía loco al servicio que iba tras él dejando todo como un estercolero a su paso. Murmullos que alegaban el comportamiento primitivo del señor, imposible que fuese de sangre azul , Conde. Rió por lo bajo, mirándole intensamente a los ojos, le estaba avisando de que era mejor que se bañase antes de irrumpir en la habitación.
-Maldito noruego ¿Cómo que buenos días? -aún así, sus mejillas se sonrojaron presa del enfado y la excitación, tenerle cerca… causaba el mismo efecto, a cada día que pasaba mucho más…intenso -Eso suena muy serio… yo también tengo que hablar contigo, en la cama -rugió tomando sus labios, mordiendo su labio inferior y tirar de él, buscar su lengua para jugar con la de su marido -No sabes las ganas que tengo de volverte loco…arder en el infierno contigo. Están durmiendo… ven, te necesito -rugió las palabras, quitándole la ropa con una desesperación desmedida, ya hablarían…ahora quería ser suya, no importaba otra cosa.
Rió con ganas al dejarse caer en la cama, rodando ambos, quedar bajo su cuerpo y mirarle fijamente a los ojos. Encendida, enamorada y con ganas de él. sus manos se perdieron dentro de su pantalón, su miembro estaba más que dispuesto y ella lo esperaba con ardor. Sus caderas buscaron impactar con las ajenas, sus sexos entraron en contacto y las ganas aumentaron. Sus piernas atraparon sus caderas, obligándole a restregarse contra ella, podía sentirla húmeda y desesperada.
- No he dejado de pensar en montarte, todo el maldito tiempo -fue derecha a sus labios cuando Lilie, se puso a llorar. Negó con la cabeza, se callaría pero no lo hizo, cosa que le enfureció…mordiendo con fuerza el labio inferior y la barbilla -Maldita sea, tengo ganas de ti. Ve a la bañera, iré -a regañadientes, tomó a la pequeña, siseando y cantarle muy bajito, solo con eso se callaba. Valeria cantando, eso sí que era una novedad.
Siseó fuerte para que callase, despertó a la pequeña con aquel grito de que se lo pensase. Maldito noruego, a él le dejaba las niñas un día entero, seguro ni vendría lleno de barro como un pordiosero y tendría más cuidado. Minutos después, se dirigió hacia el baño solo que…dejando la ropa por el camino, dejó la espalda apoyada en el marco de la puerta para que la admirase desnuda. Los senos habían cambiado, eran más grandes, cuerpo más redondeado…aún más hermosa.
-Iremos al norte pero antes… te montaré como nunca te han montado -se dirigió a la bañera, deslizando dos de sus dedos por el borde y buscar bajo el agua su miembro, al que comenzó a dar atenciones a medida que entraba en el agua - Decías que la dejase llorar…ahora tendrás que hacerme llorar tú a mí - río de lo más divertida, entrando en él de golpe, moviendo las caderas despacio, torturándole… -No llorarán, está esa mujer cuidándolas, vendrá enseguida…se las llevará y yo te llevaré al infierno -sus labios acariciaron los ajenos, una promesa del demonio.
Acababa de dejar a Lilie en la cuna, Violette se dormía enseguida pero su hermana, de rasgos similares a Valeria se negaba a ello , luchando con no cerrar los ojos y su madre le venciese. Le recordaba mucho a ella misma, no solo físicamente. Lloraba con fuerza, ímpetu, y no se conformaba solo con comer de ella, tenía que recurrir a una nodriza. Y ni con esas era capaz de darle lo que necesitaba, quería más.
Sonrió al verlas en sus cunas, plácidamente dormidas, ajenas a todo lo demás. Embelesada en la imagen angelical de sus hijas, el sonido de unas botas le alertó de que su noruego había llegado. Como siempre, traía loco al servicio que iba tras él dejando todo como un estercolero a su paso. Murmullos que alegaban el comportamiento primitivo del señor, imposible que fuese de sangre azul , Conde. Rió por lo bajo, mirándole intensamente a los ojos, le estaba avisando de que era mejor que se bañase antes de irrumpir en la habitación.
-Maldito noruego ¿Cómo que buenos días? -aún así, sus mejillas se sonrojaron presa del enfado y la excitación, tenerle cerca… causaba el mismo efecto, a cada día que pasaba mucho más…intenso -Eso suena muy serio… yo también tengo que hablar contigo, en la cama -rugió tomando sus labios, mordiendo su labio inferior y tirar de él, buscar su lengua para jugar con la de su marido -No sabes las ganas que tengo de volverte loco…arder en el infierno contigo. Están durmiendo… ven, te necesito -rugió las palabras, quitándole la ropa con una desesperación desmedida, ya hablarían…ahora quería ser suya, no importaba otra cosa.
Rió con ganas al dejarse caer en la cama, rodando ambos, quedar bajo su cuerpo y mirarle fijamente a los ojos. Encendida, enamorada y con ganas de él. sus manos se perdieron dentro de su pantalón, su miembro estaba más que dispuesto y ella lo esperaba con ardor. Sus caderas buscaron impactar con las ajenas, sus sexos entraron en contacto y las ganas aumentaron. Sus piernas atraparon sus caderas, obligándole a restregarse contra ella, podía sentirla húmeda y desesperada.
- No he dejado de pensar en montarte, todo el maldito tiempo -fue derecha a sus labios cuando Lilie, se puso a llorar. Negó con la cabeza, se callaría pero no lo hizo, cosa que le enfureció…mordiendo con fuerza el labio inferior y la barbilla -Maldita sea, tengo ganas de ti. Ve a la bañera, iré -a regañadientes, tomó a la pequeña, siseando y cantarle muy bajito, solo con eso se callaba. Valeria cantando, eso sí que era una novedad.
Siseó fuerte para que callase, despertó a la pequeña con aquel grito de que se lo pensase. Maldito noruego, a él le dejaba las niñas un día entero, seguro ni vendría lleno de barro como un pordiosero y tendría más cuidado. Minutos después, se dirigió hacia el baño solo que…dejando la ropa por el camino, dejó la espalda apoyada en el marco de la puerta para que la admirase desnuda. Los senos habían cambiado, eran más grandes, cuerpo más redondeado…aún más hermosa.
-Iremos al norte pero antes… te montaré como nunca te han montado -se dirigió a la bañera, deslizando dos de sus dedos por el borde y buscar bajo el agua su miembro, al que comenzó a dar atenciones a medida que entraba en el agua - Decías que la dejase llorar…ahora tendrás que hacerme llorar tú a mí - río de lo más divertida, entrando en él de golpe, moviendo las caderas despacio, torturándole… -No llorarán, está esa mujer cuidándolas, vendrá enseguida…se las llevará y yo te llevaré al infierno -sus labios acariciaron los ajenos, una promesa del demonio.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
No pude evitar reírme cuando mi demonio me pidió que fuera a la tina y la esperara, al parecer no era el único que estaba hambriento aquella mañana.
Pasé por su lado dándole un azote en su trasero mientras esta cantaba a la niña para que se callara.
Su mirada me atravesó y yo me eche a reír lanzandole dos mordiscos al aire antes de continuar mi camino hacia el baño.
Me quité la ropa dejándola esparcida por el suelo, me metí en la tina que pronto quedó llena de tierra y suciedad, pocos minutos pasaron hasta que una preciosa Valeria desnuda me miraba desde el marco de la puerta.
-Ufffff -susurré desde dentro estirando la mano para que me acompañara -que bien te ha sentado ser madre.
Su cuerpo redondeado, pechos mas grandes, y esos ojos que me sentenciaban a muerte basto para que esta caminara hacia mi moviendo sus caderas haciéndome abrir los labios para dejar escapar el aire lento fruto de la excitación del momento.
Se adentro en el agua como un felino salvaje, no se lo pensó, parecía que no había tiempo y mi miembro fue el centro de sus atenciones.
-¿Llorara ? -pregunté jadeando contra su boca sintiendo como su mano se deslizaba arriba y abajo por mi tronco -prefiero hacerte gemir -susurré cerrando los ojos haciéndome hacer, sintiendo como me calentaba.
La atraje por las caderas para que mientras me masturbaba mi glande rozara su clítoris, la ayudé a danzar rozando su botón logrando que sus ojos se oscurecieran y que como yo, jadeara contra mi boca encendiéndonos por completo.
Lamí su boca sediento, incitándola a empezar con el duelo.
-Iremos al norte, pero primero visitemos el infierno -pedí entre roncos jadeos.
Escuchar como la puerta se cerraba, señal inequívoca de que las niñas ya no estaban en la habitación de al lado fue el pistoletazo de salida.
Mi boca se hundió entre sus dos tetas, lamiendo el valle que había entre estas, sus montañas erguidas esperando ser coronadas fueron atrapadas con mis manos, mordiendo su piel, lamiéndola subí hasta la cima.
El baile de caderas torturándonos a ambos nos encendía en llamas y cuando mis dientes tiraron de su pezón se dejo caer con rudeza para envolver por completo mi miembro.
Gruñimos como bestias moviéndonos al unisono, el agua abandonaba la tina mientras mi mujer me cabalgaba metiéndosela y sacándosela casi entera.
Su tetas orzaban mi rostro, que mordía y succionaba sus pezones erguidos como pitones.
Estaba muy excitado, respiración errática, contra su piel mojada.
Tiró de mi pelo para lazar mi rostro ,su boca contra la propia, mordiendo mis labios que engrosaron por la rudeza del acto, lenguas de fuego que bailaban dentro fuera de nuestras bocas y mis manos acariciando con violencia su cuerpo entero, necesitado de sentirla mía como no lo hacia desde hacia ya tiempo.
-Me vuelves loco demonio con faldas -rugí entre guturales jadeos.
Pasé por su lado dándole un azote en su trasero mientras esta cantaba a la niña para que se callara.
Su mirada me atravesó y yo me eche a reír lanzandole dos mordiscos al aire antes de continuar mi camino hacia el baño.
Me quité la ropa dejándola esparcida por el suelo, me metí en la tina que pronto quedó llena de tierra y suciedad, pocos minutos pasaron hasta que una preciosa Valeria desnuda me miraba desde el marco de la puerta.
-Ufffff -susurré desde dentro estirando la mano para que me acompañara -que bien te ha sentado ser madre.
Su cuerpo redondeado, pechos mas grandes, y esos ojos que me sentenciaban a muerte basto para que esta caminara hacia mi moviendo sus caderas haciéndome abrir los labios para dejar escapar el aire lento fruto de la excitación del momento.
Se adentro en el agua como un felino salvaje, no se lo pensó, parecía que no había tiempo y mi miembro fue el centro de sus atenciones.
-¿Llorara ? -pregunté jadeando contra su boca sintiendo como su mano se deslizaba arriba y abajo por mi tronco -prefiero hacerte gemir -susurré cerrando los ojos haciéndome hacer, sintiendo como me calentaba.
La atraje por las caderas para que mientras me masturbaba mi glande rozara su clítoris, la ayudé a danzar rozando su botón logrando que sus ojos se oscurecieran y que como yo, jadeara contra mi boca encendiéndonos por completo.
Lamí su boca sediento, incitándola a empezar con el duelo.
-Iremos al norte, pero primero visitemos el infierno -pedí entre roncos jadeos.
Escuchar como la puerta se cerraba, señal inequívoca de que las niñas ya no estaban en la habitación de al lado fue el pistoletazo de salida.
Mi boca se hundió entre sus dos tetas, lamiendo el valle que había entre estas, sus montañas erguidas esperando ser coronadas fueron atrapadas con mis manos, mordiendo su piel, lamiéndola subí hasta la cima.
El baile de caderas torturándonos a ambos nos encendía en llamas y cuando mis dientes tiraron de su pezón se dejo caer con rudeza para envolver por completo mi miembro.
Gruñimos como bestias moviéndonos al unisono, el agua abandonaba la tina mientras mi mujer me cabalgaba metiéndosela y sacándosela casi entera.
Su tetas orzaban mi rostro, que mordía y succionaba sus pezones erguidos como pitones.
Estaba muy excitado, respiración errática, contra su piel mojada.
Tiró de mi pelo para lazar mi rostro ,su boca contra la propia, mordiendo mis labios que engrosaron por la rudeza del acto, lenguas de fuego que bailaban dentro fuera de nuestras bocas y mis manos acariciando con violencia su cuerpo entero, necesitado de sentirla mía como no lo hacia desde hacia ya tiempo.
-Me vuelves loco demonio con faldas -rugí entre guturales jadeos.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Visitar el infierno contigo, nuestros cuerpos danzando al mismo son, gemidos y jadeos con nuestros nombres como protagonistas, no de un sueño. Sí, de una pesadilla infinita en la que nos perdemos cada vez que nos miramos a los ojos, se nos eriza la piel cuando nos tocamos y comprendemos que la palabra amor se nos queda a medias. No es amor, es algo tan intenso incapaz de describir con palabras. El amor se había convertido en pasión desmedida, obsesión, sentimiento fuerte tal que arañaba el corazón haciéndolo sangrar, porque amarlo dolía, celos que me consumen porque aunque sé que eres mío, temo perderte y esa sensación es peor que la muerte.
Me encanta como me miras, embelesado y enamorado, no puedo dejar de observarte necesitado de mí. Me pides en silencio permiso para el primer baile, un baile que espero no tenga fin durante toda la noche, jamás me cansaría de bailar contigo y terminar entre tus brazos enredada, sedienta de tus besos, calmando mi alma con tus caricias. Un escalofrío recorre mi espalda, me arranca un gemido seguido de tu nombre. Me acoges entre tus brazos, no puedo dejar de acariciarte, buscar excitarte y me busques, volverte loco.
Tus palabras prometiéndome que será tan intenso como siempre pero diferentes a todas las demás veces. Somos uno, tú eres mío. No puedo evitarlo, me pierdo en tu oscura mirada. Me miras con tanto deseo que me derrito , bailando solo para ti, moviendo las caderas y dejar que no solo nuestros sexos nos torturen, terminan perteneciéndose y yo no puedo evitar moverme como el demonio que soy, el tuyo. Te miro a los ojos, bebo de tu boca que me pide más y yo que no te puedo negar nada… te concedo ese deseo.
Mi boca se apodera de la tuya, soy capaz de darte lo que quieras y más si me lo pides. No puedo dejar de moverme sobre ti. No podemos evitarlo, nos amamos con la misma fiereza que nuestros cuerpos bailan, se mueven con violencia…nos amamos con ardor y locura. Me derrito con cada movimiento de tus caderas, noto lo hondo que entras en mí, me buscas y me encuentras. Gimo perdida por tus palabras, tú eres el que me vuelve loca a mí y te lo demuestro moviéndome con más fuerza, sin importarme si la bañera se queda sin agua, mi cuerpo no deja de moverse sobre el tuyo.
Danza prohibida. Muerdo tu lengua traviesa, mis labios descienden por tu cuello dejando besos furtivos, mordiscos cargados de un “no te detengas”. Río al oírte llamarme demonio, me excita, me hace olvidarlo todo y solo centrarme en darte placer. Quiero más y sé que me lo darás. Salgo de ti y te miro traviesa , juguetona…quiero ofrecerte más y tú lleves el ritmo. Apoyo las manos en el borde de la bañera para girarme, mostrarte mi espalda y mueve las caderas como si estuviese montándote sin tregua.
- Quiero Más, no quiero que te controles, necesito que lo hagas fuerte , sin contemplaciones, como si fuese nuestra última vez -estoy desesperada porque me hagas tuya, sentir tu cuerpo envolver el mío. Un abrazo único, uno que solo tú puedes darme. Me derrito al sentir como entras en mí de golpe, como tus caderas chocan contra mi trasero…está completamente dentro y busco que tu miembro siga su recorrido, ahora mismo podrías hacerme cualquier cosa… me vuelves completamente loca.
Mis caderas no pueden evitarlo, se mueven en círculos buscando darte más placer. Dos animales salvajes que se aman con la misma intensidad. Desesperado, no paras de moverte como si el mundo se acabase. Gimo tu nombre , te pido más…que me hagas daño. Mis manos se enredan en tu cuello, mis dedos en tu pelo…¿te he dicho lo que me encanta perder mis dedos en tu nuca? Atrayéndote al infierno, a mi lado mientras nuestras bocas sentencian un nuevo encuentro.
-No me he comido el postre, ni siquiera el plato principal así que… vuélveme loca-te lanzo un nuevo desafío, una nueva condena que me ata a ti, mientras nuestros cuerpos arden, se buscan…
Me encanta como me miras, embelesado y enamorado, no puedo dejar de observarte necesitado de mí. Me pides en silencio permiso para el primer baile, un baile que espero no tenga fin durante toda la noche, jamás me cansaría de bailar contigo y terminar entre tus brazos enredada, sedienta de tus besos, calmando mi alma con tus caricias. Un escalofrío recorre mi espalda, me arranca un gemido seguido de tu nombre. Me acoges entre tus brazos, no puedo dejar de acariciarte, buscar excitarte y me busques, volverte loco.
Tus palabras prometiéndome que será tan intenso como siempre pero diferentes a todas las demás veces. Somos uno, tú eres mío. No puedo evitarlo, me pierdo en tu oscura mirada. Me miras con tanto deseo que me derrito , bailando solo para ti, moviendo las caderas y dejar que no solo nuestros sexos nos torturen, terminan perteneciéndose y yo no puedo evitar moverme como el demonio que soy, el tuyo. Te miro a los ojos, bebo de tu boca que me pide más y yo que no te puedo negar nada… te concedo ese deseo.
Mi boca se apodera de la tuya, soy capaz de darte lo que quieras y más si me lo pides. No puedo dejar de moverme sobre ti. No podemos evitarlo, nos amamos con la misma fiereza que nuestros cuerpos bailan, se mueven con violencia…nos amamos con ardor y locura. Me derrito con cada movimiento de tus caderas, noto lo hondo que entras en mí, me buscas y me encuentras. Gimo perdida por tus palabras, tú eres el que me vuelve loca a mí y te lo demuestro moviéndome con más fuerza, sin importarme si la bañera se queda sin agua, mi cuerpo no deja de moverse sobre el tuyo.
Danza prohibida. Muerdo tu lengua traviesa, mis labios descienden por tu cuello dejando besos furtivos, mordiscos cargados de un “no te detengas”. Río al oírte llamarme demonio, me excita, me hace olvidarlo todo y solo centrarme en darte placer. Quiero más y sé que me lo darás. Salgo de ti y te miro traviesa , juguetona…quiero ofrecerte más y tú lleves el ritmo. Apoyo las manos en el borde de la bañera para girarme, mostrarte mi espalda y mueve las caderas como si estuviese montándote sin tregua.
- Quiero Más, no quiero que te controles, necesito que lo hagas fuerte , sin contemplaciones, como si fuese nuestra última vez -estoy desesperada porque me hagas tuya, sentir tu cuerpo envolver el mío. Un abrazo único, uno que solo tú puedes darme. Me derrito al sentir como entras en mí de golpe, como tus caderas chocan contra mi trasero…está completamente dentro y busco que tu miembro siga su recorrido, ahora mismo podrías hacerme cualquier cosa… me vuelves completamente loca.
Mis caderas no pueden evitarlo, se mueven en círculos buscando darte más placer. Dos animales salvajes que se aman con la misma intensidad. Desesperado, no paras de moverte como si el mundo se acabase. Gimo tu nombre , te pido más…que me hagas daño. Mis manos se enredan en tu cuello, mis dedos en tu pelo…¿te he dicho lo que me encanta perder mis dedos en tu nuca? Atrayéndote al infierno, a mi lado mientras nuestras bocas sentencian un nuevo encuentro.
-No me he comido el postre, ni siquiera el plato principal así que… vuélveme loca-te lanzo un nuevo desafío, una nueva condena que me ata a ti, mientras nuestros cuerpos arden, se buscan…
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Allí estábamos los dos, ella gemía como la mas dulce de las tentaciones, el mas afilado de los pecados, pues su cuerpo para mi era lo único que me anclaba a tierra, que me hacia sentir vivo.
Me pertenecía, lo sentía por como se movía, perdida en mi cuerpo dejando que aquel duelo titanico de pieles perdurara en el tiempo.
Agua que rebasaba de la tina frente a las brutales sacudidas, uno y otro lo queríamos todo y nada nos costaba tomarlo cuando la complicidad entre las llamas y los maderos se convertían en puro infierno.
La escuché pedirme mas, traviesa, sonriente y lasciva me saco de su interior. Gruñí con violencia, lanzando la mano para a traerla de nuevo contra mi, necesitaba hundirme en su interior, pero no de cualquier modo, necesitaba sentir como gozaba con cada embestida, sentirme tan dentro que nada mas existiera el demencial baile de sus caderas que marcaba el tiempo.
Mis ojos se centraron en su cuerpo, en como rozaba sus pechos con las manos provocandome, mi aliento salia errático, ronco, estaba tan excitado que mi hombría vibraba sin tan siquiera ser tocada, necesitaba su calor, su envolvente feminidad plagandome de necesidad.
-Ven maldito demonio -rugí perdido en sus ojos mientras acortaba la distancia que nos separaba.
Ella me conocia, sabia que en el estado que ahora me encontraba podía pasar cualquier cosa, lo que la llevó a darme la espalda, quería que la mirara, que me pusiera mas, si es que había posibilidad de ello en este momento.
Lamió sus dedos llevandolos a su vagina, acariciando la entrada mientras mi masculinidad se perdía en su raja, acariciándole el clítoris con aquel ritmo frenético que me llevaba a jadear contra su espalda.
Sus dedos me metieron dentro de golpe.
Gruñí de puro placer empalandola hasta el fondo ,ella lloriqueo al sentirse estampar contra la pared de la tina en un movimiento casi desgarrados.
Abrió mas sus piernas, como si sentirme de ese modo la excitara, reía ebria de mi, había conseguido lo que quería.
Me relamí contra su espalda, mordiendo su cuello, alzándola por los pechos para ahora buscar que nuestras bocas se sentenciaran a muerte. Beso largo, húmedo, prolongado y necesitado. Lenguas que dentro y fuera de nuestras bocas se enredaban como la hiedra, gruñendonos, mordiéndonos hasta que los labios rojos como las brasas pedían clemencia.
-Llevo demasiado tiempo sin ti -jadeé completamente fuera de mi.
Mis manos en sus pechos pellizcaron sus pezones, tirando de estos con violencia, aplastandolos entre mis manos, acariciándolos con las palmas, sin darles tregua al sentir como duros como astas me exigían mas de todo, mas de mi.
Mi otra mano se hundió en los pliegues de sus labios inferiores, buscando el botón que se engrosó para pedirme atenciones bajo mi incinerante movimiento.
-Gruñí contra su boca,adentrándome hasta las profundidades de su sexo, sacándola entera para volver a meterla de forma salvaje.
Era un bárbaro y estaba dejandole claro que con el hacha sabia luchar, morder y hacerla gemir a mi voluntad.
-Valeria -gruñí tirando de su inferior -eres mía.
Alcé de las tetas la mano para tomarla por el cuello, forzándola a besarme con mas fuerza, apretándole el cuello hasta dejar mis dedos marcados en este.
Le alcé la cabeza ligeramente, mis dientes por su piel, marcándola como mi pertenencia mientras seguía frenéticamente moviéndome en su interior sintiendo que en cualquier momento iba a explotar de placer.
Me pertenecía, lo sentía por como se movía, perdida en mi cuerpo dejando que aquel duelo titanico de pieles perdurara en el tiempo.
Agua que rebasaba de la tina frente a las brutales sacudidas, uno y otro lo queríamos todo y nada nos costaba tomarlo cuando la complicidad entre las llamas y los maderos se convertían en puro infierno.
La escuché pedirme mas, traviesa, sonriente y lasciva me saco de su interior. Gruñí con violencia, lanzando la mano para a traerla de nuevo contra mi, necesitaba hundirme en su interior, pero no de cualquier modo, necesitaba sentir como gozaba con cada embestida, sentirme tan dentro que nada mas existiera el demencial baile de sus caderas que marcaba el tiempo.
Mis ojos se centraron en su cuerpo, en como rozaba sus pechos con las manos provocandome, mi aliento salia errático, ronco, estaba tan excitado que mi hombría vibraba sin tan siquiera ser tocada, necesitaba su calor, su envolvente feminidad plagandome de necesidad.
-Ven maldito demonio -rugí perdido en sus ojos mientras acortaba la distancia que nos separaba.
Ella me conocia, sabia que en el estado que ahora me encontraba podía pasar cualquier cosa, lo que la llevó a darme la espalda, quería que la mirara, que me pusiera mas, si es que había posibilidad de ello en este momento.
Lamió sus dedos llevandolos a su vagina, acariciando la entrada mientras mi masculinidad se perdía en su raja, acariciándole el clítoris con aquel ritmo frenético que me llevaba a jadear contra su espalda.
Sus dedos me metieron dentro de golpe.
Gruñí de puro placer empalandola hasta el fondo ,ella lloriqueo al sentirse estampar contra la pared de la tina en un movimiento casi desgarrados.
Abrió mas sus piernas, como si sentirme de ese modo la excitara, reía ebria de mi, había conseguido lo que quería.
Me relamí contra su espalda, mordiendo su cuello, alzándola por los pechos para ahora buscar que nuestras bocas se sentenciaran a muerte. Beso largo, húmedo, prolongado y necesitado. Lenguas que dentro y fuera de nuestras bocas se enredaban como la hiedra, gruñendonos, mordiéndonos hasta que los labios rojos como las brasas pedían clemencia.
-Llevo demasiado tiempo sin ti -jadeé completamente fuera de mi.
Mis manos en sus pechos pellizcaron sus pezones, tirando de estos con violencia, aplastandolos entre mis manos, acariciándolos con las palmas, sin darles tregua al sentir como duros como astas me exigían mas de todo, mas de mi.
Mi otra mano se hundió en los pliegues de sus labios inferiores, buscando el botón que se engrosó para pedirme atenciones bajo mi incinerante movimiento.
-Gruñí contra su boca,adentrándome hasta las profundidades de su sexo, sacándola entera para volver a meterla de forma salvaje.
Era un bárbaro y estaba dejandole claro que con el hacha sabia luchar, morder y hacerla gemir a mi voluntad.
-Valeria -gruñí tirando de su inferior -eres mía.
Alcé de las tetas la mano para tomarla por el cuello, forzándola a besarme con mas fuerza, apretándole el cuello hasta dejar mis dedos marcados en este.
Le alcé la cabeza ligeramente, mis dientes por su piel, marcándola como mi pertenencia mientras seguía frenéticamente moviéndome en su interior sintiendo que en cualquier momento iba a explotar de placer.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Atrapados, enredados en el cuerpo del otro todo lo demás careció de sentido. Le pertenecía, lo sentía en la forma necesitada de tomarla, de reclamarla y ella entregada estaba dispuesta a dárselo completamente todo. Solo importaba una cosa, llevarle al infierno de su mano, arder como nunca antes habían ardido y perder la cabeza, como todas aquellas veces en las que el sexo se mezclaba con el dolor, creando un placer extremo y que solo ambos comprendían.
Lo quería todo y aún así no sería suficiente. No sería como las otras veces, hacía demasiado tiempo que no ocurría, desde aquella noche en el hotel donde apenas sabía quién era. Ahora, le haría pagar el simple hecho de no recordarla en ese instante… lo torturaría y disfrutaría tanto recibiéndolo por su parte, dándole más… conocer ese lado oscuro de los dos que volvía loco al otro. risa de sus labios, traviesa y provocadora, acababa de prometerle el más excitante de los viajes al infierno. Siseó, deslizando los dedos por sus labios, echando hacia atrás la cabeza para que su aliento la embriagase, siéntese su cuello.
Valeria, se retorcía de placer por las fuertes embestidas, pidiendo más entre ronroneos. Sus dientes, marcaban la piel de su cuello, sin ninguna medida…apretaba con fuerza, murmurando su nombre, lamiendo el lugar para ser doble marcado. Era suyo. Solo suyo. Rugió, gimiendo de forma desesperada, al notar la mano del noruego envolver su cuello. Sonrisa cómplice, oscura mirada que le indicaba que apretase más, le dejase al borde del último aliento. Labios rojos entreabiertos. Las muñecas , a la altura de su cabeza, sus dedos se enredaron en su propio cabello dorado, tirando de éste…cerrando los ojos por el placer que sentía en esos momentos.
Luchaba por aferrarse a la vida, anclarse al cuerpo ajeno como si fuese su única esperanza. Estaba al borde del orgasmo, podía sentir como cada vez dolía más, era más placentero, un placer inexplicable. Un gemido de súplica, no pedía que parase si no al contrario, estalló arqueando la espalda, castigando sus carnosos labios que mordisqueó y lamió a su antojo. Fuerzas renovadas para obligarle a salir de él de nuevo, riendo como ese demonio de la perdición, llevándolo por el camino de la desesperación. Siseó, mordiéndose el labio inferior con fuerza, volviendo a sisear más fuerte .
-Todo o nada -sonrió de medio lado, girándose y volver a ofrecerse pero de un modo diferente. Fue ella quien tomó su miembro. Quería verle enloquecer, terminase de perder la razón. Sus caderas, comenzaron a danzar sobre su miembro, humedeciéndolo con el orgasmo anterior… iba a guiarlo a otro lugar, a uno que sabía le enloquecía. Guió la punta para lubricar la entrada a la zona de su trasero, moviendo las caderas para que entrase un tanto, se acostumbrase. Mirada esmeralda que lo observaba con satisfacción, sonrisa malvada que se ensanchó al obligarle a entrar de golpe.
Dolía, mucho y eso le arrancó un gemido desgarrador que fue aumentando a la par que sus caderas no dejaban de moverse como el demonio que era, ofreciéndole un placer infinito. Ritmo frenético y constante, podía sentir en su espalda cada músculo contraído. Ella misma deslizó la mano por su vientre para darse placer, entrar en su interior un par de dedos y uno tercero acompañando a su miembro… estaba al borde de volverse completamente loca.
-Quiero más -gritó aferrada al borde de la tina con la mano libre, separando sus piernas, totalmente ofrecida a él. Echó hacia atrás la cabeza, lanzando al aire mordiscos incapaz de morder su piel por lo que rugió. La situación se desbordaba, los movimientos frenéticos, su boca entreabierta -No te corras, lo quiero para mí -sonrió, ojos oscuros de deseo, boca entreabierta…dispuesta a cerrar las puertas del infierno -Márcame, me da igual como, pero hazlo…vean que soy solo tuya -jadeó contra su boca, totalmente perdida.
Lo quería todo y aún así no sería suficiente. No sería como las otras veces, hacía demasiado tiempo que no ocurría, desde aquella noche en el hotel donde apenas sabía quién era. Ahora, le haría pagar el simple hecho de no recordarla en ese instante… lo torturaría y disfrutaría tanto recibiéndolo por su parte, dándole más… conocer ese lado oscuro de los dos que volvía loco al otro. risa de sus labios, traviesa y provocadora, acababa de prometerle el más excitante de los viajes al infierno. Siseó, deslizando los dedos por sus labios, echando hacia atrás la cabeza para que su aliento la embriagase, siéntese su cuello.
Valeria, se retorcía de placer por las fuertes embestidas, pidiendo más entre ronroneos. Sus dientes, marcaban la piel de su cuello, sin ninguna medida…apretaba con fuerza, murmurando su nombre, lamiendo el lugar para ser doble marcado. Era suyo. Solo suyo. Rugió, gimiendo de forma desesperada, al notar la mano del noruego envolver su cuello. Sonrisa cómplice, oscura mirada que le indicaba que apretase más, le dejase al borde del último aliento. Labios rojos entreabiertos. Las muñecas , a la altura de su cabeza, sus dedos se enredaron en su propio cabello dorado, tirando de éste…cerrando los ojos por el placer que sentía en esos momentos.
Luchaba por aferrarse a la vida, anclarse al cuerpo ajeno como si fuese su única esperanza. Estaba al borde del orgasmo, podía sentir como cada vez dolía más, era más placentero, un placer inexplicable. Un gemido de súplica, no pedía que parase si no al contrario, estalló arqueando la espalda, castigando sus carnosos labios que mordisqueó y lamió a su antojo. Fuerzas renovadas para obligarle a salir de él de nuevo, riendo como ese demonio de la perdición, llevándolo por el camino de la desesperación. Siseó, mordiéndose el labio inferior con fuerza, volviendo a sisear más fuerte .
-Todo o nada -sonrió de medio lado, girándose y volver a ofrecerse pero de un modo diferente. Fue ella quien tomó su miembro. Quería verle enloquecer, terminase de perder la razón. Sus caderas, comenzaron a danzar sobre su miembro, humedeciéndolo con el orgasmo anterior… iba a guiarlo a otro lugar, a uno que sabía le enloquecía. Guió la punta para lubricar la entrada a la zona de su trasero, moviendo las caderas para que entrase un tanto, se acostumbrase. Mirada esmeralda que lo observaba con satisfacción, sonrisa malvada que se ensanchó al obligarle a entrar de golpe.
Dolía, mucho y eso le arrancó un gemido desgarrador que fue aumentando a la par que sus caderas no dejaban de moverse como el demonio que era, ofreciéndole un placer infinito. Ritmo frenético y constante, podía sentir en su espalda cada músculo contraído. Ella misma deslizó la mano por su vientre para darse placer, entrar en su interior un par de dedos y uno tercero acompañando a su miembro… estaba al borde de volverse completamente loca.
-Quiero más -gritó aferrada al borde de la tina con la mano libre, separando sus piernas, totalmente ofrecida a él. Echó hacia atrás la cabeza, lanzando al aire mordiscos incapaz de morder su piel por lo que rugió. La situación se desbordaba, los movimientos frenéticos, su boca entreabierta -No te corras, lo quiero para mí -sonrió, ojos oscuros de deseo, boca entreabierta…dispuesta a cerrar las puertas del infierno -Márcame, me da igual como, pero hazlo…vean que soy solo tuya -jadeó contra su boca, totalmente perdida.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Perdido en su piel, jadeando como la bestia en la que mi mujer me convertía al tenerme entre sus piernas, gruñí al sentir que me sacaba de su interior.
Risa diabólica la del demonio que en el averno me contemplaba por encima de su hombro, deseaba mas, llevarme a las llamas y hacerme arder en ellas.
Tomo mi virilidad con su mano, llevándola hacia su trasero, un movimiento de cadera me adentro de golpe haciéndome jadear roncamente de puro placer.
Mi aliento en su espalda, mordiendo su piel ,estaba muy excitado, demasiado y el incinerante baile de sus caderas no hacia mas que hacerme gruñir de puro placer.
Mis dedos se hundieron en su piel, empujándola sadicamente hacia mi. Martillo contra yunque se oía el ruido en el que de forma salvaje forjamos los nuestro.
Sus dedos marcaron el ritmo en su feminidad, acto que me enloqueció, una de mis manos se enredo en la suya, uno de mis dedos acompaño a sus dos y juntos emprendimos aquel pecaminoso camino que nos convertía en titanes consumiendo nuestros cuerpos.
Quería mas y yo se lo iba a dar, nuestras bocas se encontraron, entreabiertas, jadeando una frente a la otra.
Lamiéndonos los labios, mordiéndolos y recreándonos en el placer de saborearnos. Sentí como el frenesí me embriagaba, al borde de correrme, estaba tan excitado.
Jadeé roncamente, sonido gutural mientras mis dedos se sacudían en su interior de forma ruda.
Su lengua era fuego, enredaba como la hiedra a la mía, sentía su veneno serpentear por mi interior, llevarme al mismo tártaro.
-Valeria -susurré contra sus labios.
Salí de su interior, ladeé la sonrisa sacándola de la tina en brazos, ella intentaba escabullirse, ambos reíamos buscándonos, mi brazo rodeó su cintura tirando de ella hacia mi.
Chocando de nuevo nuestros cuerpos, besandonos de forma salvaje, lengua dentro y fuera de nuestras bocas.
Hundí mi hombro bajo su estomago para llevarla hasta el lecho, allí la dejé caer. Mis ojos oscurecidos, estaba excitadisimo y se notaba por como la miraba.
Llevé sus manos la cabezal del lecho, tomé una de las corbatas del cajón anudando sus muñecas a este.
-¿que decías que querías? -pregunté con la voz ronca llevando mi hombría a su boca, golpeando sus labios con mi glande.
-Comemela - pedí
Risa diabólica la del demonio que en el averno me contemplaba por encima de su hombro, deseaba mas, llevarme a las llamas y hacerme arder en ellas.
Tomo mi virilidad con su mano, llevándola hacia su trasero, un movimiento de cadera me adentro de golpe haciéndome jadear roncamente de puro placer.
Mi aliento en su espalda, mordiendo su piel ,estaba muy excitado, demasiado y el incinerante baile de sus caderas no hacia mas que hacerme gruñir de puro placer.
Mis dedos se hundieron en su piel, empujándola sadicamente hacia mi. Martillo contra yunque se oía el ruido en el que de forma salvaje forjamos los nuestro.
Sus dedos marcaron el ritmo en su feminidad, acto que me enloqueció, una de mis manos se enredo en la suya, uno de mis dedos acompaño a sus dos y juntos emprendimos aquel pecaminoso camino que nos convertía en titanes consumiendo nuestros cuerpos.
Quería mas y yo se lo iba a dar, nuestras bocas se encontraron, entreabiertas, jadeando una frente a la otra.
Lamiéndonos los labios, mordiéndolos y recreándonos en el placer de saborearnos. Sentí como el frenesí me embriagaba, al borde de correrme, estaba tan excitado.
Jadeé roncamente, sonido gutural mientras mis dedos se sacudían en su interior de forma ruda.
Su lengua era fuego, enredaba como la hiedra a la mía, sentía su veneno serpentear por mi interior, llevarme al mismo tártaro.
-Valeria -susurré contra sus labios.
Salí de su interior, ladeé la sonrisa sacándola de la tina en brazos, ella intentaba escabullirse, ambos reíamos buscándonos, mi brazo rodeó su cintura tirando de ella hacia mi.
Chocando de nuevo nuestros cuerpos, besandonos de forma salvaje, lengua dentro y fuera de nuestras bocas.
Hundí mi hombro bajo su estomago para llevarla hasta el lecho, allí la dejé caer. Mis ojos oscurecidos, estaba excitadisimo y se notaba por como la miraba.
Llevé sus manos la cabezal del lecho, tomé una de las corbatas del cajón anudando sus muñecas a este.
-¿que decías que querías? -pregunté con la voz ronca llevando mi hombría a su boca, golpeando sus labios con mi glande.
-Comemela - pedí
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Las tornas cambiaron, ahora era ella la atada. Lo miró fijamente con ojos brillantes, inyectados en deseo, uno irrefrenable que hacía subir y bajar su pecho. Risa del demonio, la cual acarició su miembro, la punta de su lengua le incitaba a que siguiese golpeando sus labios. Lo quería , necesitaba beber de él. No acostumbrada a ser la sumisa, rugió rabiosa, tomando su miembro con gula y deseo. Lengua que recorría el lugar, succionando, dejando que sus dientes acariciasen el tronco, mordiendo la punta hasta que el ritmo de su boca fue frenético. Totalmente ofrecida, atada y su imagen arrebatadora, tomándolo por entero, disfrutando con ese simple hecho.
Perdida en el placer ajeno, entornó los ojos por el simple hecho de tomar su esencia. Rió aún con su miembro dentro, movimientos más pausados, recogiendo las últimas gotas. Labios carmesís que se relamieron, mordisqueando el inferior por lo rico que le había supuesto el momento. Verle allí, totalmente ofrecido a ella era demencial, una imagen provocadora…y ella, lo miraba fijamente, tentadora…provocándole a cada instante.
No se podía mover, atada, intentó buscar sus labios, unos que no pudo atrapar. Rugió de nuevo, intentando morderle, daba igual dónde , quería volver a marcar su piel, hacerlo y proclamarle totalmente suyo. Sonrió satisfecha, plena. Lo miró fijamente, a los ojos, ambos estaban cansados y se notaba, como siempre le tocaría a ella hacer el equipaje… aunque en este caso, él tendría que decirle qué hacía falta allí. no conocía el lugar, menos la temperatura que haría.
-Muy listo atándome pero no te librarás de mí por mucho que quieras… o intentes. Descansa , mon amour, quien sabe si cuando despiertes…estés atado -
Ambos, cansados por el acto y la satisfacción que había supuesto pertenecerse de nuevo, iban a emprender un viaje que cambiaría su vida aún más. El hecho de viajar ya suponía para Valeria un completo desastre, con las niñas tan pequeñas sería todo un reto. Ya le costaba mantener la calma en su propia casa, en un carruaje tanto tiempo iba a ser todo una completa locura. Acurrucada entre sus brazos, pellizcó sus costados para que saliesen de la bañera, cuanto antes preparase el equipaje y demás, pronto llegarían.
Conocía el deseo de su esposo para volver al norte y ¿por qué negarlo? Tenía curiosidad. ¿Por qué de todas las mujeres ella había sido la elegida? Él, estaba acostumbrado a las guerreras, vikingas fuertes de carácter y cuerpo. Y aunque lo del brujo había supuesto un antes y un después, las sombras de la duda volvían a acecharla. Dudas de sus sentimientos hacia él. El noruego siempre lo había demostrado todo y Valeria, por mucho que lo intentase… se quedaba a medias tintas, renegándose… ¿cómo demostrárselo? Esa era la pregunta que se hacía continuamente. Ambos se complementaban bien en la cama, sabían lo que decían con tan solo mirarse… pero aún quedaba ese interrogante. Era por ella, lo sabía y de verdad intentaba el modo de hacer todo lo que estuviese en su mano…sin conseguirlo, sin éxito alguno.
En un par de horas, dispuso el equipaje. Con ellos les acompañaría aquella mujer que le ayudaba con las niñas, era de total prioridad llevarla. Sus orbes buscaron las de su marido, pidió expresamente a la mujer que viajase con las niñas en un carruaje diferente. Nada mas entrar el noruego, pudo notar la mirada afilada de su esposa en su persona, tenían que hablar seriamente…en el lecho se olvidaban las palabras.
-No soy una vikinga -fue tajante, directa al tema y no era para menos, eso le causaba cierto nerviosismo. Ella, una refinada señorita de Paris, casada con uno de esos primitivos vikingos pero…era su noruego, lo demás carecía de sentido.-No sé comportarme como vosotros. Ellas… podrán hacerlo, llevar de los dos pero yo… bueno, sé que estás acostumbrado a tu gente, tus costumbres, tus mujeres -sí, estaba inquieta, el demonio por primera vez no sentía que estuviese cómoda con su nuevo hogar…lo hacía por él, por las niñas.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Mi esposa me hizo llegar al infierno aquella noche en la que lo significó todo y nada para nosotros.
Algo parecía tensarla, como si una parte de ella estuviera ausente. Acepto el viaje, pero por su rostro y la preocupación que reflejaba me sentenció a muerte.
Sus dedos se desrizaron por mi pelo negro, peinandolo como de costumbre hasta que desnudo quede dormido sobre su vientre.
Nada se asemejaba al olor de su piel ,nada era tan fuerte como aquello que nos unió hace ya bastante tiempo atrás y que como fruto nos había dado dos hijas que se asemejaban en fuerza y coraje a ese ser que meditaba cosas en silencio por no despertarme.
Valeria parecía dudar tras haber tenido a las niñas, como si la inseguridad la devorara por dentro y a veces eso me hacia sentir que su decisión al elegirme a mi no había sido la correcta y que aun seguía atada a ese otro hombre al que al parecer añoraba.
Puede que no fuera verdad lo que a mi me torturaba, pero en nuestra relación por desgracia siempre hubo demasiados fantasmas.
Nada de lo que yo había hecho parecía ser suficiente para ella, y yo ya no sabia como demostrarle que siempre, desde que sus esmeraldas se cruzaron conmigo en su residencia fue ella.
No toqué jamas otra mujer desde que su veneno empezó a correr por mi piel, yo había quedado preso de su hechizo y luche, luche como nunca antes lo había hecho por una mujer.
Cuando abrí los ojos el equipaje estaba dispuesto, las niñas perfectamente arregladas por la doncella y listas para emprender viaje con el ama de cría.
Mi esposa meditaba la situación mirando por el ventanal como subían al carro todo aquello que nos teníamos que llevar.
Ladeé la sonrisa acercándome por detrás, mi mano se perdió en sus caderas y con suavidad los bordeé para abrazar su cintura apoyando mi mentón en el hombro para contemplar aquella escena.
-¿que te llevas en esas maletas? ¿un hombre descuartizado? -pregunté con un deje divertido en mi voz.
Yo apenas viajaba con nada, algo típico en los nórdicos, ella parecía que necesitaba un vestido para cada instante del día, algo normal en las mujeres parisinas.
Entonces llegó la frase que al parecer llevaba esos días torturándola. Mis labios se perdieron en su cuello, besándolo con suavidad, tratando de infundirles unos ánimos que parecía necesitar.
-No, no eres una vikinga, eres mi demonio. Yo tampoco soy el típico hombre de París que te hubiera dado una vida bien distinta, posiblemente mas acorde a lo que querías.
Conmigo no hay paz, te llevo a un mundo de guerra.
Me enamoré de ti por lo que eres, como eres y créeme, me siento bien en el infierno contigo.
Puede que mis tierras no te gusten, admito que no es que yo me sienta en París completamente en mi lugar, pero es donde tu estas y ahí esta mi lugar.
Se que te adaptaras, ademas ya conoces mis costumbres y son las mismas, aquí que allí.
Lo único que si que me dejaras irme a beber con los amigos ¿no? -bromeé entre risas.
Algo parecía tensarla, como si una parte de ella estuviera ausente. Acepto el viaje, pero por su rostro y la preocupación que reflejaba me sentenció a muerte.
Sus dedos se desrizaron por mi pelo negro, peinandolo como de costumbre hasta que desnudo quede dormido sobre su vientre.
Nada se asemejaba al olor de su piel ,nada era tan fuerte como aquello que nos unió hace ya bastante tiempo atrás y que como fruto nos había dado dos hijas que se asemejaban en fuerza y coraje a ese ser que meditaba cosas en silencio por no despertarme.
Valeria parecía dudar tras haber tenido a las niñas, como si la inseguridad la devorara por dentro y a veces eso me hacia sentir que su decisión al elegirme a mi no había sido la correcta y que aun seguía atada a ese otro hombre al que al parecer añoraba.
Puede que no fuera verdad lo que a mi me torturaba, pero en nuestra relación por desgracia siempre hubo demasiados fantasmas.
Nada de lo que yo había hecho parecía ser suficiente para ella, y yo ya no sabia como demostrarle que siempre, desde que sus esmeraldas se cruzaron conmigo en su residencia fue ella.
No toqué jamas otra mujer desde que su veneno empezó a correr por mi piel, yo había quedado preso de su hechizo y luche, luche como nunca antes lo había hecho por una mujer.
Cuando abrí los ojos el equipaje estaba dispuesto, las niñas perfectamente arregladas por la doncella y listas para emprender viaje con el ama de cría.
Mi esposa meditaba la situación mirando por el ventanal como subían al carro todo aquello que nos teníamos que llevar.
Ladeé la sonrisa acercándome por detrás, mi mano se perdió en sus caderas y con suavidad los bordeé para abrazar su cintura apoyando mi mentón en el hombro para contemplar aquella escena.
-¿que te llevas en esas maletas? ¿un hombre descuartizado? -pregunté con un deje divertido en mi voz.
Yo apenas viajaba con nada, algo típico en los nórdicos, ella parecía que necesitaba un vestido para cada instante del día, algo normal en las mujeres parisinas.
Entonces llegó la frase que al parecer llevaba esos días torturándola. Mis labios se perdieron en su cuello, besándolo con suavidad, tratando de infundirles unos ánimos que parecía necesitar.
-No, no eres una vikinga, eres mi demonio. Yo tampoco soy el típico hombre de París que te hubiera dado una vida bien distinta, posiblemente mas acorde a lo que querías.
Conmigo no hay paz, te llevo a un mundo de guerra.
Me enamoré de ti por lo que eres, como eres y créeme, me siento bien en el infierno contigo.
Puede que mis tierras no te gusten, admito que no es que yo me sienta en París completamente en mi lugar, pero es donde tu estas y ahí esta mi lugar.
Se que te adaptaras, ademas ya conoces mis costumbres y son las mismas, aquí que allí.
Lo único que si que me dejaras irme a beber con los amigos ¿no? -bromeé entre risas.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
La sensación plena de dormir a su lado, enterrar mis dedos en su cabello rebelde, acompasar las respiraciones al mismo son. Llevaba tiempo, desde lo del hechicero, pensando en que hasta este momento, le he fallado en lo más importante. Él me importaba, más de lo que él creía y se imaginaba pero seguía siendo incapaz de ser transparente ante sus ojos. Lo más cerca que estuve de serlo fue el día de la boda y el momento en el que creí de verdad moriría entre sus brazos. Le confesé mi más profundo sentimiento hacia él. lo amaba, mi vida no tendría ningún sentido si él no se encontraba en ella pero seguía tras mi coraza sin entender porqué me seguía escondiendo de él.
Me hacía sonreír con sus gestos inesperados, una simple mirada, un acercamiento que me hacía arder cada parte de mi cuerpo, su voz , susurrándome y perderme en una risa de lo más divertida. Y no podía fingir, inquieta y en silencio. Mi respiración se entrecortó al oír su voz, verle contento me gustaba, como si nada ni nada ni nadie pudiese romper eso tan especial que teníamos y compartimos. Reí por su osadía, un cadáver descuartizado, decía cuando no podía estar tan mal desencaminado. La ropa y demás pesaba lo que un cadáver o más.
-¿Una vida acorde a lo que quería? Nunca te he recriminado tal cosa y lo sabes, me cansa lo que conozco y me atrae lo diferente. Tú lo eres. No eres como nadie que he conocido nunca. Conmigo tampoco hay paz… sí un infierno en el que te encanta estar y a mí contigo pero… -las palabras se me acumularon en la garganta, incapaces de decir más. Siempre fui sincera pero mostrarme vulnerable aunque sea él me cuesta. Tomo aire, lo expulso despacio y pienso todo lo rápido que soy capaz -Tengo la sensación de que piensas que sigo enamorada de alguien que no eres tú. Solo me he enamorado una vez Hoör y has sido tú -mis palabras quizás no fueron las mas acertadas pero ¿qué podía decir en ese momento? Siempre creyó que mi mano derecha era el que pasaba por mi cabeza y se equivocaba.
Él, no era un capricho más. Para mí, él lo era todo. No me casé por capricho y egoísmo, me casé por amor, un amor que me lleva por la obsesión, la pasión y la inquietud. Temo perderlo, no ser suficiente para él. Yo, Valeria Cavey…ahora llevaba su apellido y aún así tenía la sensación de que él, creía que no lo amaba más que incluso a mi persona. fingí una sonrisa porque no pudo sonreír de verdad, tenía miedo, estaba aterrada. Al volver a su tierra, lo esperarían, no sabía quién o el qué…mi inquietud era esa ¿y si lo perdía?
-Sé que soy celosa, egoísta pero no voy a prohibirte que salgas con tus amigos y conocidos. Cuando regreses, te estaré esperando, en la cama, desnuda con ganas de ti…como siempre-no podía evitarlo, era instantáneo. Lo deseaba y mis esmeraldas se lo mostraron. En ese momento de tensión, lo miré de forma intensa, recorriéndole de arriba abajo. Me volvía loca cada parte de su cuerpo, me refugié en su mirada y…¡demonios! quería volver a ser suya, conocer todos los placeres de su mano, en cualquier instante, siempre con él.
- ¿Sabes? nunca… -me deslicé por el asiento del carruaje, aproximándome a su cuerpo. Busqué su mano para entrelazar mis dedos con los suyos y no perdí tiempo. El traqueteo de las piedras en el camino, nos hacía botar ligeramente y eso causó en mí una risa de lo más divertida, provocadora… él sabía en lo que estaba pensando -Nunca lo he hecho en un carruaje -me acomodé entre sus piernas, mirándole intensamente, apoyando mi frente sobre la suya y acariciar sus labios en una caricia, un roce prometedor seguido de mi lengua de pecado -Mi noruego -enredé los dedos en su cabello, tirando de los pelos de su nuca… lamiendo su cuello y dejar un mordisco que nos supo a poco -Hoör
Me hacía sonreír con sus gestos inesperados, una simple mirada, un acercamiento que me hacía arder cada parte de mi cuerpo, su voz , susurrándome y perderme en una risa de lo más divertida. Y no podía fingir, inquieta y en silencio. Mi respiración se entrecortó al oír su voz, verle contento me gustaba, como si nada ni nada ni nadie pudiese romper eso tan especial que teníamos y compartimos. Reí por su osadía, un cadáver descuartizado, decía cuando no podía estar tan mal desencaminado. La ropa y demás pesaba lo que un cadáver o más.
-¿Una vida acorde a lo que quería? Nunca te he recriminado tal cosa y lo sabes, me cansa lo que conozco y me atrae lo diferente. Tú lo eres. No eres como nadie que he conocido nunca. Conmigo tampoco hay paz… sí un infierno en el que te encanta estar y a mí contigo pero… -las palabras se me acumularon en la garganta, incapaces de decir más. Siempre fui sincera pero mostrarme vulnerable aunque sea él me cuesta. Tomo aire, lo expulso despacio y pienso todo lo rápido que soy capaz -Tengo la sensación de que piensas que sigo enamorada de alguien que no eres tú. Solo me he enamorado una vez Hoör y has sido tú -mis palabras quizás no fueron las mas acertadas pero ¿qué podía decir en ese momento? Siempre creyó que mi mano derecha era el que pasaba por mi cabeza y se equivocaba.
Él, no era un capricho más. Para mí, él lo era todo. No me casé por capricho y egoísmo, me casé por amor, un amor que me lleva por la obsesión, la pasión y la inquietud. Temo perderlo, no ser suficiente para él. Yo, Valeria Cavey…ahora llevaba su apellido y aún así tenía la sensación de que él, creía que no lo amaba más que incluso a mi persona. fingí una sonrisa porque no pudo sonreír de verdad, tenía miedo, estaba aterrada. Al volver a su tierra, lo esperarían, no sabía quién o el qué…mi inquietud era esa ¿y si lo perdía?
-Sé que soy celosa, egoísta pero no voy a prohibirte que salgas con tus amigos y conocidos. Cuando regreses, te estaré esperando, en la cama, desnuda con ganas de ti…como siempre-no podía evitarlo, era instantáneo. Lo deseaba y mis esmeraldas se lo mostraron. En ese momento de tensión, lo miré de forma intensa, recorriéndole de arriba abajo. Me volvía loca cada parte de su cuerpo, me refugié en su mirada y…¡demonios! quería volver a ser suya, conocer todos los placeres de su mano, en cualquier instante, siempre con él.
- ¿Sabes? nunca… -me deslicé por el asiento del carruaje, aproximándome a su cuerpo. Busqué su mano para entrelazar mis dedos con los suyos y no perdí tiempo. El traqueteo de las piedras en el camino, nos hacía botar ligeramente y eso causó en mí una risa de lo más divertida, provocadora… él sabía en lo que estaba pensando -Nunca lo he hecho en un carruaje -me acomodé entre sus piernas, mirándole intensamente, apoyando mi frente sobre la suya y acariciar sus labios en una caricia, un roce prometedor seguido de mi lengua de pecado -Mi noruego -enredé los dedos en su cabello, tirando de los pelos de su nuca… lamiendo su cuello y dejar un mordisco que nos supo a poco -Hoör
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa escuchando a mi mujer asegurar que mis preocupaciones para con ella eran infundadas, que lejos de añorar una vida como la que otro hombre de París le hubiera dado, le gustaba mi desastrosa y barbara forma de vivir, aunque se quejaba cuando volvía manchado de barro, o no comía como todo un caballero, incluso por la forma en la que anudaba mi corbata cuando me vestía con traje para algún evento.
Mas fueron sus siguientes palabras las que me forzaron a guardar silencio, la sonrisa se me borró de la cara, aquel nombre volvía a tomar fuerza entre ambos y admito que no tenia ningún sentimiento positivo para con ese que fue su mano derecha y que por mucho me dijera seguía siendo importante para ella.
Era un fantasma que nunca desaparecía de nuestras cabezas, nos sobrevolaba de forma constate y a mi me irritaba eso de sobremanera.
-No es que crea que sigues enamorada de él, te creo cuando dices que me amas, se que es así.
El problema es que siento que entre tu y él hubo mucho fuego y me guste o no, veo aun ascuas arder.
No dudaste en aprovechar mi viaje al extranjero para correr de nuevo a sus brazos, despedirte y besaros pese a que para ese entonces yo ya era alguien importante.
¿entiendes?
Que no os hayáis vuelto a ver no implica que eso que entre vosotros existe se haya evaporado...pero por otra parte la idea de que os encontréis y descubrir si aun veo fuego en tus ojos al enfrentarlo...
Rugí rabioso, porque de un modo u otro yo era el perdedor de esto, si lo veía porque podía surgir fuego de los rescoldos, si no porque nunca sabría si de verdad era yo y no ese hombre que quizás le hubiera podido dar una vida mas acorde a lo que quería.
Luego me cabreaba pensar así, porque habíamos tenido dos preciosas hijas de esta unión y luchado mucho por llegar aquí..pero...era complicado lidiar con mis enfermizos celos.
Pronto nos vimos en el coche, las niñas iban en el de atrás con la ama de cría. Mi esposa y yo como de costumbre bromeábamos sobre el tamaño de sus pechos ahora que nuestras hijas mamaban de ellos.
Sus dedos se engarzaron a los miso, el traqueteo del viaje empezaba a calentar nuestros cuerpos que se buscaron implacables.
Ladeé la sonrisa cuando dijo que nunca lo había hecho en un carro, a decir verdad yo tampoco.
Provocadora como el demonio que era me tentaba con palabras, actos lujuriosos que no tarde en aceptar de buen grado.
Tiré de su cintura para subirla a mi regazo, mi boca acarició la ajena sin llegar a tomarla, haciéndola necesitarme mas de lo que ella podía creer.
Mi liento se fundía rabioso en su boca, labios entreabiertos que lo recibían y esas miradas oscurecidas que no necesitaban palabras.
No podía mas, el demonio me llamaba y su baile de caderas era provocador como el de una culebra. Me relamí sintiendo como su boca me acariciaba, tentadora cual serpiente anhelaba mi lengua que pronto se postró ante ella.
Jadeé volteándola con violencia, no podíamos perder tiempo, pues pronto llegaríamos a puerto, peor necesitaba embriagarme en su piel y alcé la falda con violencia inusitada, haciéndola golpear contra el mismo asiento que hasta hace nada nos respaldaba.
La oí jadear al sentir como sus nalgas quedaban al descubierto, ofrecida, su pecho contra la almohada del sillón y mi mano sujetando con fuerza su cuello para que no osara tan siquiera a moverse y dejarme sin mi premio.
Gruí completamente fuera e mi sacando mi hombría por encima del pantalón.
Desenfundada la rocé con su sexo una y otra vez, estimuladora para que su cavidad se mojara por completo, era mía e iba a dejárselo muy claro en este viaje a mi hogar.
La metí de golpe sus paredes se desquebrajaron acomodando a mi masculinidad entre su incinerante candor.
Embestidas que se sucedían sin aflojar ni por un instante aquel rudo agarre que no la dejaba ni moverse.
-Eres mía -rugí adentrándome tan fuerte que de su boca escapó un quejido.
Mas fueron sus siguientes palabras las que me forzaron a guardar silencio, la sonrisa se me borró de la cara, aquel nombre volvía a tomar fuerza entre ambos y admito que no tenia ningún sentimiento positivo para con ese que fue su mano derecha y que por mucho me dijera seguía siendo importante para ella.
Era un fantasma que nunca desaparecía de nuestras cabezas, nos sobrevolaba de forma constate y a mi me irritaba eso de sobremanera.
-No es que crea que sigues enamorada de él, te creo cuando dices que me amas, se que es así.
El problema es que siento que entre tu y él hubo mucho fuego y me guste o no, veo aun ascuas arder.
No dudaste en aprovechar mi viaje al extranjero para correr de nuevo a sus brazos, despedirte y besaros pese a que para ese entonces yo ya era alguien importante.
¿entiendes?
Que no os hayáis vuelto a ver no implica que eso que entre vosotros existe se haya evaporado...pero por otra parte la idea de que os encontréis y descubrir si aun veo fuego en tus ojos al enfrentarlo...
Rugí rabioso, porque de un modo u otro yo era el perdedor de esto, si lo veía porque podía surgir fuego de los rescoldos, si no porque nunca sabría si de verdad era yo y no ese hombre que quizás le hubiera podido dar una vida mas acorde a lo que quería.
Luego me cabreaba pensar así, porque habíamos tenido dos preciosas hijas de esta unión y luchado mucho por llegar aquí..pero...era complicado lidiar con mis enfermizos celos.
Pronto nos vimos en el coche, las niñas iban en el de atrás con la ama de cría. Mi esposa y yo como de costumbre bromeábamos sobre el tamaño de sus pechos ahora que nuestras hijas mamaban de ellos.
Sus dedos se engarzaron a los miso, el traqueteo del viaje empezaba a calentar nuestros cuerpos que se buscaron implacables.
Ladeé la sonrisa cuando dijo que nunca lo había hecho en un carro, a decir verdad yo tampoco.
Provocadora como el demonio que era me tentaba con palabras, actos lujuriosos que no tarde en aceptar de buen grado.
Tiré de su cintura para subirla a mi regazo, mi boca acarició la ajena sin llegar a tomarla, haciéndola necesitarme mas de lo que ella podía creer.
Mi liento se fundía rabioso en su boca, labios entreabiertos que lo recibían y esas miradas oscurecidas que no necesitaban palabras.
No podía mas, el demonio me llamaba y su baile de caderas era provocador como el de una culebra. Me relamí sintiendo como su boca me acariciaba, tentadora cual serpiente anhelaba mi lengua que pronto se postró ante ella.
Jadeé volteándola con violencia, no podíamos perder tiempo, pues pronto llegaríamos a puerto, peor necesitaba embriagarme en su piel y alcé la falda con violencia inusitada, haciéndola golpear contra el mismo asiento que hasta hace nada nos respaldaba.
La oí jadear al sentir como sus nalgas quedaban al descubierto, ofrecida, su pecho contra la almohada del sillón y mi mano sujetando con fuerza su cuello para que no osara tan siquiera a moverse y dejarme sin mi premio.
Gruí completamente fuera e mi sacando mi hombría por encima del pantalón.
Desenfundada la rocé con su sexo una y otra vez, estimuladora para que su cavidad se mojara por completo, era mía e iba a dejárselo muy claro en este viaje a mi hogar.
La metí de golpe sus paredes se desquebrajaron acomodando a mi masculinidad entre su incinerante candor.
Embestidas que se sucedían sin aflojar ni por un instante aquel rudo agarre que no la dejaba ni moverse.
-Eres mía -rugí adentrándome tan fuerte que de su boca escapó un quejido.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
No podía mentirme, lo leía en sus orbes castañas. Celos, rencor, rabia, impotencia, dolor y tristeza. Lo conocía mejor que incluso a sí mismo, lo amaba más que a mi propia vida pero no era suficiente. Se equivocaba con creces, erróneo pensamiento… yo nunca amé a nadie antes de él. Fue un capricho, uno de mis mil y un caprichos. No podía conseguirle y lo obtuve de la única forma que pude ser capaz…obligado. Nunca fue mío, sí por derecho en mi apellido. Solo quería liberarle, yo ya de por sí estaba presa. Le veía como la persona más allegada, como mi familia y ahora, le veía del mismo modo.
Ambos rugimos rabiosos, callé demasiadas cosas y no era el momento de echar en cara nada. Solo quería vivir mi vida, no refugiarnos en el pasado…si no, seríamos incapaces de seguir adelante. Siseé para que no se le ocurriese mencionar una palabra más, no necesitaba eso ahora si no a él. No era tan difícil de comprender, siempre salía el mismo fantasma y él era quien lo sacaba a relucir, alegando ese “teneis algo pendiente”. No pensaba en otra cosa que en el hecho de volver a sentirme suya, perderme en la locura de hacerlo en aquel lugar.
Me encantaba verle así, fuera de sí, provocado por mis insinuaciones y desesperado por tan solo tocarme. Abrí las piernas, esperando mi tortura entre susurros con su nombre como bandera. La rabia la hacíamos escapar haciendo el amor como salvajes, buscando al otro, darle una lección de a quién pertenecía. Celosos, embriagados de deseo y placer, sentí como no se detenía en sus embestidas. Sus caderas chocaban contra mi trasero, y pedía más… hundiendo mis uñas en el tapizado del asiento. Lo arañé, mordí con fuerza para no gritar y creyesen que me ocurría algo. Maldito noruego, me hacía perderme… entre sus brazos, sin pensar en otra cosa que buscar su boca, hacerle promesas con mis besos mientras mis manos…le proporcionaba esas caricias que mis labios no se atrevían en pronunciar con palabras.
Me volví loca por él y seguía volviéndome loca cada vez que perdíamos el control. Solo nosotros podíamos calmar al otro de esa forma. Me incliné más hacia el asiento, impulsando mis caderas hacia atrás para que saliese de mí, esperé su gruñido y esa mirada oscura de deseo encontrándose con mis esmeraldas, volví a desafiarle. No lo pensé demasiado, me giré con la misma brusquedad con el que él me había estampado contra el sillón, ahora…él sería a quien arañase y mordiese, tenía hambre de él, sed de su boca.
-Shhhh -le empujé a que se sentase en el asiento de enfrente, no tardé en sentarme sobre su miembro, entrar de golpe y mostrarle una imagen de lo más sensual y provocadora. Mis mejillas se tiñeron de rosado a juego con mis labios rojos como la sangre, mis pechos fuera del corsé, se movían inquietos en busca del manjar de su boca y mis caderas, no le dieron tregua. Como un demonio que era, me moví tan deprisa como mi boca buscó la suya, fundiéndonos en un beso más que necesitado. Había mucho sentimiento, al menos por mi parte. Beso desesperado, deseoso y sí, con rabia.
Fundimos nuestras lenguas, bailaban dentro y fuera de nuestras bocas, uniéndose a un placer extremo y único. Mis labios se perdieron en su cuello, castigándolo con pequeños mordiscos que dejarían marca. Me las ingenié para hacerle una V, no me salió tan bien por culpa de mis movimientos desesperados, podía notar como entraba de golpe y salía, un placer que me llevó a arquear la espalda, echando hacia atrás la cabeza. Amaba que me observase disfrutar de él, me excitaba demasiado…y más saber que al relamerme los labios, él se desesperaría aún más.
Ambos rugimos rabiosos, callé demasiadas cosas y no era el momento de echar en cara nada. Solo quería vivir mi vida, no refugiarnos en el pasado…si no, seríamos incapaces de seguir adelante. Siseé para que no se le ocurriese mencionar una palabra más, no necesitaba eso ahora si no a él. No era tan difícil de comprender, siempre salía el mismo fantasma y él era quien lo sacaba a relucir, alegando ese “teneis algo pendiente”. No pensaba en otra cosa que en el hecho de volver a sentirme suya, perderme en la locura de hacerlo en aquel lugar.
Me encantaba verle así, fuera de sí, provocado por mis insinuaciones y desesperado por tan solo tocarme. Abrí las piernas, esperando mi tortura entre susurros con su nombre como bandera. La rabia la hacíamos escapar haciendo el amor como salvajes, buscando al otro, darle una lección de a quién pertenecía. Celosos, embriagados de deseo y placer, sentí como no se detenía en sus embestidas. Sus caderas chocaban contra mi trasero, y pedía más… hundiendo mis uñas en el tapizado del asiento. Lo arañé, mordí con fuerza para no gritar y creyesen que me ocurría algo. Maldito noruego, me hacía perderme… entre sus brazos, sin pensar en otra cosa que buscar su boca, hacerle promesas con mis besos mientras mis manos…le proporcionaba esas caricias que mis labios no se atrevían en pronunciar con palabras.
Me volví loca por él y seguía volviéndome loca cada vez que perdíamos el control. Solo nosotros podíamos calmar al otro de esa forma. Me incliné más hacia el asiento, impulsando mis caderas hacia atrás para que saliese de mí, esperé su gruñido y esa mirada oscura de deseo encontrándose con mis esmeraldas, volví a desafiarle. No lo pensé demasiado, me giré con la misma brusquedad con el que él me había estampado contra el sillón, ahora…él sería a quien arañase y mordiese, tenía hambre de él, sed de su boca.
-Shhhh -le empujé a que se sentase en el asiento de enfrente, no tardé en sentarme sobre su miembro, entrar de golpe y mostrarle una imagen de lo más sensual y provocadora. Mis mejillas se tiñeron de rosado a juego con mis labios rojos como la sangre, mis pechos fuera del corsé, se movían inquietos en busca del manjar de su boca y mis caderas, no le dieron tregua. Como un demonio que era, me moví tan deprisa como mi boca buscó la suya, fundiéndonos en un beso más que necesitado. Había mucho sentimiento, al menos por mi parte. Beso desesperado, deseoso y sí, con rabia.
Fundimos nuestras lenguas, bailaban dentro y fuera de nuestras bocas, uniéndose a un placer extremo y único. Mis labios se perdieron en su cuello, castigándolo con pequeños mordiscos que dejarían marca. Me las ingenié para hacerle una V, no me salió tan bien por culpa de mis movimientos desesperados, podía notar como entraba de golpe y salía, un placer que me llevó a arquear la espalda, echando hacia atrás la cabeza. Amaba que me observase disfrutar de él, me excitaba demasiado…y más saber que al relamerme los labios, él se desesperaría aún más.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Rabia, rencor, demasiadas cosas que echarle en cara y aun así callaba porque ella siempre se abandero como el demonio que en mi infierno habitaba, cierto era, ella era ese ser que me arrastraba a la locura, ese que me torturaba noche y día pues los celos me recorrían el cuerpo convirtiéndome en un demente que la tomaba de un modo salvaje para que entendiera con cada brusca embestida que era mía y de mas nadie.
Rugí impactando mis caderas contra sus nalgas, esta me recibía completamente ofrecida, podía ver en sus ojos la desesperación de este acto ,ambos hablábamos mejor cando yunque y martillo chocaban con brío.
Gruñí marcando su espalda con mis dientes, quería que entendiese que aunque no se lo dijera ella y solo ella era dueña de mis miedos, señora de mis fantasmas y servidora de mi deseo.
Cuerpos perlados en sudor, mi mano en su cuello ,apretando tanto que por momentos le faltó el resuello.
Su mano hacia atrás, acariciaba mis huevos que duros se alzaban quedando tensos por lo cerca que estaba de alcanzar el orgasmo.
Su aliento ardiente se perdía sobre el cojín, quería mandar, dominarme ahora a mi y no le costo empujarme contra el asiento para como una pantera dejarse caer sobre mi, su laberinto se abrió dejándose caer de golpe contra mi alzada hacha que buscaba rabiosa el camino a casa.
El caos reinaba en esos demenciales movimientos, caderas que bailaban al son de los tambores de la batalla, hacia tiempo que habíamos bajado los escudos, espada en mano luchábamos a melé enredándonos en el cuerpo del otro dispuestos a soltar todo el veneno que nos corroía por dentro.
Mi boca apresó sus senos, erguidos la desafiaban para ser mordidos, dientes que sentenciaban su piel ardiente, deseando convertirla en fuego bajo el incinerante contacto de las brasas.
Gruñí lamiendo sus pezones, mi aliento cálido los golpeaba endureciéndolos mas si es que eso era posible.
Mis manos en sus caderas, ritmo que quebrantaba las leyes del orden, pues ahora mismo, nos buscábamos como herejes dispuestos a pecar una y otra vez, a traicionar a sus dioses por alcanzar la manzana prohibida que en el paraíso de esta danza quedaba prendida del árbol.
Gruñí jadeante contra su boca, lenguas que dentro y fuera serpentearon rabiosas, ahí estaba convenciéndose de que el paraíso comparado con el averno era para los niños y mordí la manzana dejando que mi hombría se sacudiera en el interior de Eva, condenandola a una vida errante.
Mi simiente la lleno por completo, podía sentir como salia apresurado de mi hombría que se sacudía dotándola de las ultimas embestidas.
Se desmoronó contra mis brazos, lamí sus labios lentamente, frente contra frente dejándonos llevar por aquella sensación de paz antes de la tempestad.
-Ufffff -resoplé en su boca -creo que hemos acabado justo a tiempo -musité con la respiración errática al darme cuenta de que el carro se detenía esperando que bajáramos pues habíamos llegado a puerto.
Rugí impactando mis caderas contra sus nalgas, esta me recibía completamente ofrecida, podía ver en sus ojos la desesperación de este acto ,ambos hablábamos mejor cando yunque y martillo chocaban con brío.
Gruñí marcando su espalda con mis dientes, quería que entendiese que aunque no se lo dijera ella y solo ella era dueña de mis miedos, señora de mis fantasmas y servidora de mi deseo.
Cuerpos perlados en sudor, mi mano en su cuello ,apretando tanto que por momentos le faltó el resuello.
Su mano hacia atrás, acariciaba mis huevos que duros se alzaban quedando tensos por lo cerca que estaba de alcanzar el orgasmo.
Su aliento ardiente se perdía sobre el cojín, quería mandar, dominarme ahora a mi y no le costo empujarme contra el asiento para como una pantera dejarse caer sobre mi, su laberinto se abrió dejándose caer de golpe contra mi alzada hacha que buscaba rabiosa el camino a casa.
El caos reinaba en esos demenciales movimientos, caderas que bailaban al son de los tambores de la batalla, hacia tiempo que habíamos bajado los escudos, espada en mano luchábamos a melé enredándonos en el cuerpo del otro dispuestos a soltar todo el veneno que nos corroía por dentro.
Mi boca apresó sus senos, erguidos la desafiaban para ser mordidos, dientes que sentenciaban su piel ardiente, deseando convertirla en fuego bajo el incinerante contacto de las brasas.
Gruñí lamiendo sus pezones, mi aliento cálido los golpeaba endureciéndolos mas si es que eso era posible.
Mis manos en sus caderas, ritmo que quebrantaba las leyes del orden, pues ahora mismo, nos buscábamos como herejes dispuestos a pecar una y otra vez, a traicionar a sus dioses por alcanzar la manzana prohibida que en el paraíso de esta danza quedaba prendida del árbol.
Gruñí jadeante contra su boca, lenguas que dentro y fuera serpentearon rabiosas, ahí estaba convenciéndose de que el paraíso comparado con el averno era para los niños y mordí la manzana dejando que mi hombría se sacudiera en el interior de Eva, condenandola a una vida errante.
Mi simiente la lleno por completo, podía sentir como salia apresurado de mi hombría que se sacudía dotándola de las ultimas embestidas.
Se desmoronó contra mis brazos, lamí sus labios lentamente, frente contra frente dejándonos llevar por aquella sensación de paz antes de la tempestad.
-Ufffff -resoplé en su boca -creo que hemos acabado justo a tiempo -musité con la respiración errática al darme cuenta de que el carro se detenía esperando que bajáramos pues habíamos llegado a puerto.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
El infierno, volvía a acogernos. Verle a mi merced era mi gran recompensa, mirarme con sus orbes plagadas de deseo, robándome cada beso en los que me perdía, cada caricia en la que calcinaba mi piel. Desesperados, volvimos a perdernos en el otro como si fuese la última vez. Siempre era así, nos lo dábamos todo perdiendo la noción del tiempo y en dónde nos encontrábamos. Cumplir promesas no era mi fuerte pero con él las cumplí todas. Le prometí que lo amaría y eso hacía, lo amaba y deseaba a partes iguales. Nadie podía entender lo nuestro, dos demonios tan diferentes pero iguales. Él era mi demonio, mi noruego, mi esposo , mi amor, el padre de mis hijas, quien me lo había dado todo y él aún no se percataba de lo inmensamente feliz que me hacía.
Como siempre, nos incendiamos, caidos fulminados por un orgasmo intenso….llegando al clímax al mismo tiempo . Me volvía loca peinarle con los dedos a la vez que mis orbes esmeraldas se fundían con las suyas. Era el momento más perfecto, mi debilidad…en el que nos lo decíamos todo con palabras. El mejor hogar que me podía dar y regalar eran sus brazos en los que me refugié tras el acto. Mis labios dibujaron su cuello, con besos lentos y sentidos… dibujando un camino de carmín rojo hasta dejar un mordisco en su omóplato. Reí contra su piel, siseando para que no dijese nada.
Mis dedos seguían enredados en su pelo, rebelde y despeinado, indomable. Reí contra su boca, totalmente perdida en sus ojos. Me tenía cautivada, me hacía ser vulnerable y no me importaba porque solo él me miraba. Mi sonrisa, una que le dediqué en silencio… fue seguida de su nombre. El carruaje se detuvo pero siseé para que no se moviese, quería un minuto más saborear ese momento de complicidad, único, grabarlo en mi mente a fuego como él ya lo estaba en mi piel. Tatuado no solo su nombre pues cada rincón de mi piel era suyo, mi alma y mi cuerpo.
-Recuerda que en este momento, aquí y ahora. -cerré los ojos, me costaba mostrarme así pero lo necesitaba, quería dejarle claro mis verdaderos sentimientos en lo único que pensaba ahora mismo -Recuerda que te quiero, siempre te he querido, Hoör. Mi hogar está en tus brazos. Y mi infierno…será tuyo para siempre, solo te pido algo… -agaché la mirada un instante, nunca le había pedido nada… yo, Valeria Cavey tan segura de mí misma….ahora me conformaba con una simple promesa -No te olvides de mí, nunca ¿me lo prometes? Y aún así, si lo hicieras…iría a buscarte donde estuvieras , sabría dónde al igual que tú - sostuve su rostro entre mis manos, las yemas de los dedos dibujaron cada parte de su rostro, mi índice fue el pincel y su cara el lienzo.
-Tenemos que embarcar. Es nuestro primero viaje y no podemos hacer esperar… ¿las oyes? Lloran con ese ímpetu porque saben donde van. Y yo…voy contigo .-enredé mis dedos con los suyos y sonreí ampliamente, era feliz en ese instante…mis inseguridades se habían quedado en Paris… quien sabía si al final le gustaba más el norte.
Salí entre risas del carruaje, colocándome la ropa como buenamente pude, todos nos miraban incapaces de entender que habíamos vuelto a montar la escandalera de siempre. No había lugar donde no lo proclamásemos nuestro. Carraspeé y mi gesto cambió a uno más serio, más a esa Valeria a la que todos temían y obedecían.
-¿Es que aún no habeis subido al barco? ¡vamos, maldita sea! -la mujer con las pequeñas, criados… corrieron prestos a subir nuestras pertenencias. Dediqué una divertida mirada a mi marido… el viaje acababa de dar comienzo.
Como siempre, nos incendiamos, caidos fulminados por un orgasmo intenso….llegando al clímax al mismo tiempo . Me volvía loca peinarle con los dedos a la vez que mis orbes esmeraldas se fundían con las suyas. Era el momento más perfecto, mi debilidad…en el que nos lo decíamos todo con palabras. El mejor hogar que me podía dar y regalar eran sus brazos en los que me refugié tras el acto. Mis labios dibujaron su cuello, con besos lentos y sentidos… dibujando un camino de carmín rojo hasta dejar un mordisco en su omóplato. Reí contra su piel, siseando para que no dijese nada.
Mis dedos seguían enredados en su pelo, rebelde y despeinado, indomable. Reí contra su boca, totalmente perdida en sus ojos. Me tenía cautivada, me hacía ser vulnerable y no me importaba porque solo él me miraba. Mi sonrisa, una que le dediqué en silencio… fue seguida de su nombre. El carruaje se detuvo pero siseé para que no se moviese, quería un minuto más saborear ese momento de complicidad, único, grabarlo en mi mente a fuego como él ya lo estaba en mi piel. Tatuado no solo su nombre pues cada rincón de mi piel era suyo, mi alma y mi cuerpo.
-Recuerda que en este momento, aquí y ahora. -cerré los ojos, me costaba mostrarme así pero lo necesitaba, quería dejarle claro mis verdaderos sentimientos en lo único que pensaba ahora mismo -Recuerda que te quiero, siempre te he querido, Hoör. Mi hogar está en tus brazos. Y mi infierno…será tuyo para siempre, solo te pido algo… -agaché la mirada un instante, nunca le había pedido nada… yo, Valeria Cavey tan segura de mí misma….ahora me conformaba con una simple promesa -No te olvides de mí, nunca ¿me lo prometes? Y aún así, si lo hicieras…iría a buscarte donde estuvieras , sabría dónde al igual que tú - sostuve su rostro entre mis manos, las yemas de los dedos dibujaron cada parte de su rostro, mi índice fue el pincel y su cara el lienzo.
-Tenemos que embarcar. Es nuestro primero viaje y no podemos hacer esperar… ¿las oyes? Lloran con ese ímpetu porque saben donde van. Y yo…voy contigo .-enredé mis dedos con los suyos y sonreí ampliamente, era feliz en ese instante…mis inseguridades se habían quedado en Paris… quien sabía si al final le gustaba más el norte.
Salí entre risas del carruaje, colocándome la ropa como buenamente pude, todos nos miraban incapaces de entender que habíamos vuelto a montar la escandalera de siempre. No había lugar donde no lo proclamásemos nuestro. Carraspeé y mi gesto cambió a uno más serio, más a esa Valeria a la que todos temían y obedecían.
-¿Es que aún no habeis subido al barco? ¡vamos, maldita sea! -la mujer con las pequeñas, criados… corrieron prestos a subir nuestras pertenencias. Dediqué una divertida mirada a mi marido… el viaje acababa de dar comienzo.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Enarqué una ceja al escucharla hablar, sus dedos peinaban mi pelo, así, unidos se sentía uno en el cielo tras rozar el infierno.
Nunca creí en la religión que procesaba mi esposa, mas entre sus piernas juro que las llamas quemaban y la tentación me obligaba a morder al manzana.
Escuché sus palabras, incrédulo la escuche ¿olvidarla?
-¿y como puedo hacer para que eso suceda? -la miré fijamente hundiendo mis pardos en ella -te quiero, lo llevo haciendo desde que tus esmeraldas me condenaron en tu patio de armas.
No puedo jurar que sera eterno porque el Valhalla me llama en muchas ocasiones y cuando Odin mande mi Valkiria tendré que unirme a la gran cena, pero algo si puedo prometerte, que allá donde vaya te esperaré, nunca existirá otra mujer.
Ladeé la sonrisa cuando me aseguró que nuestras hijas lloraban porque el norte era su destino, su hogar mejor dicho pues le gustara o no a mi mujer, mi sangre corría por las venas de las pequeñas y aunque estaba seguro que ella las adoctrinaría en la fe cristiana, cuando oyeran un trueno sabrían que Thor estaba en guerra.
Atraje a mi mujer por la cintura, mis labios contra su cuello y mis dientes marcándolo por completo.
-Te gustará le norte, te gustara conocer un mundo nuevo, distinto lleno de bárbaros -bromeé guiñándole un ojo y azotando su trasero antes de apretar sus nalgas.
Bajamos del carro, mi demonio con falda movió sus rojos labios para dar ordenes a las empleadas.
Raudos movieron nuestro equipaje para embarcar cuanto antes y mi sonrisa se encontró con la de mi esposa, era incorregible.
Uno de los muchachos se apresuro a tomar mi maleta.
Le detuve la mano y golpeé con suavidad su hombro.
-Yo puedo, no soy manco -le dije con una sonrisa -ayuda con las de mi esposa, parece que se ha traído todos los juguetes sexuales que utilizamos en nuestros encuentros.
El mozo se puso rojo, no sabia donde meterse, yo me reía sin parar y mi mujer y sus ojos me fulminaban dándome un golpe en el pecho.
No lograba parar de reír, la verdad es que esa mañana me había levantado de muy buen humor, casi podía oler el aroma del norte y sabia que en unos días volvería a escuchar los cuernos de los miso sonar.
El viaje comenzó como era de esperar, el mar en calma nos acunaba regalando algo de paz a mi esposa pues las niñas parecían hechas a la mar.
Todos los norteños estábamos hechos a la mar, así que esa era la confirmación de que ellas eran tan vikingas como yo.
La noche precedió al día, así sucesivamente hasta que la tercera noche cambio absolutamente todo y marco un destino que no esperábamos ninguno de nosotros.
La tempestad arreció salvaje sobre nosotros, Thor rugía con violencia porque la guerra parecía entrar en nuestras vidas. Truenos, relámpagos y centellas que sacudían el barco con violencia
Mi mujer junto a las niñas en su camarote, podía leer el pánico en sus esmeraldas y tenia motivos para eso, pues era posible que el barco volcara.
-Voy a ayudar a los de arriba, les harán falta el mayor numero de manos posible.
Nunca creí en la religión que procesaba mi esposa, mas entre sus piernas juro que las llamas quemaban y la tentación me obligaba a morder al manzana.
Escuché sus palabras, incrédulo la escuche ¿olvidarla?
-¿y como puedo hacer para que eso suceda? -la miré fijamente hundiendo mis pardos en ella -te quiero, lo llevo haciendo desde que tus esmeraldas me condenaron en tu patio de armas.
No puedo jurar que sera eterno porque el Valhalla me llama en muchas ocasiones y cuando Odin mande mi Valkiria tendré que unirme a la gran cena, pero algo si puedo prometerte, que allá donde vaya te esperaré, nunca existirá otra mujer.
Ladeé la sonrisa cuando me aseguró que nuestras hijas lloraban porque el norte era su destino, su hogar mejor dicho pues le gustara o no a mi mujer, mi sangre corría por las venas de las pequeñas y aunque estaba seguro que ella las adoctrinaría en la fe cristiana, cuando oyeran un trueno sabrían que Thor estaba en guerra.
Atraje a mi mujer por la cintura, mis labios contra su cuello y mis dientes marcándolo por completo.
-Te gustará le norte, te gustara conocer un mundo nuevo, distinto lleno de bárbaros -bromeé guiñándole un ojo y azotando su trasero antes de apretar sus nalgas.
Bajamos del carro, mi demonio con falda movió sus rojos labios para dar ordenes a las empleadas.
Raudos movieron nuestro equipaje para embarcar cuanto antes y mi sonrisa se encontró con la de mi esposa, era incorregible.
Uno de los muchachos se apresuro a tomar mi maleta.
Le detuve la mano y golpeé con suavidad su hombro.
-Yo puedo, no soy manco -le dije con una sonrisa -ayuda con las de mi esposa, parece que se ha traído todos los juguetes sexuales que utilizamos en nuestros encuentros.
El mozo se puso rojo, no sabia donde meterse, yo me reía sin parar y mi mujer y sus ojos me fulminaban dándome un golpe en el pecho.
No lograba parar de reír, la verdad es que esa mañana me había levantado de muy buen humor, casi podía oler el aroma del norte y sabia que en unos días volvería a escuchar los cuernos de los miso sonar.
El viaje comenzó como era de esperar, el mar en calma nos acunaba regalando algo de paz a mi esposa pues las niñas parecían hechas a la mar.
Todos los norteños estábamos hechos a la mar, así que esa era la confirmación de que ellas eran tan vikingas como yo.
La noche precedió al día, así sucesivamente hasta que la tercera noche cambio absolutamente todo y marco un destino que no esperábamos ninguno de nosotros.
La tempestad arreció salvaje sobre nosotros, Thor rugía con violencia porque la guerra parecía entrar en nuestras vidas. Truenos, relámpagos y centellas que sacudían el barco con violencia
Mi mujer junto a las niñas en su camarote, podía leer el pánico en sus esmeraldas y tenia motivos para eso, pues era posible que el barco volcara.
-Voy a ayudar a los de arriba, les harán falta el mayor numero de manos posible.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Lo cierto es que nunca me cansaría oírle decir la misma frase una y otra vez. Esa en la que me dejaba siempre claro que se enamoró de mí a simple vista, fue mutuo pero como él bien sabe, soy demasiado orgullosa para admitirlo. Siempre fue mi debilidad, por ello me atacaron el lado más débil borrándole la memoria, doliéndome en lo más hondo de mi ser que se le hubiesen borrado todos los recuerdos, los nuestros. Por eso, le pedí que me prometiese no olvidarme nunca, jamás. Creo que no podría soportarlo, la sola idea de que un día nuestras miradas se encontrasen y no me mirase de esa forma especial, como mira a su demonio o llegase y no encontrarlo por ninguna parte.
Entre bromas y alguna mirada fulminante a mi noruego, emprendimos el viaje a su ansiado y amado Norte. He de admitir que dormí más que en toda mi vida, las niñas se la pasaban durmiendo al igual, como si desde el primer segundo de su nacimiento…estuviesen hechas a la mar. Apenas abrí los ojos cuando lloraron al unísono, el mar se movía demasiado, revuelto. El incesante ruido de la tormenta, los relámpagos y la lluvia golpeando la madera con rabia e ímpetu, como si no deseasen que llegasen a su destino.
No podía esconderlo, estaba asustada, presa de pánico entre el ruido y el movimiento brusco del barco. Temí por sus vidas, la de mis pequeñas y el amor de mi vida. No pensé en mí en ningún instante, solo en protegerlos. Mi mirada, se fundió con la de mi esposo, esta vez sí hicieron falta palabras. Lo vi reflejado en sus orbes, podía ser el final. Sus dioses no estaban contentos con sus actos o quizás…tan solo dándonos una lección. No entendí nada, solo oía el incesante ruido, el llanto de mis hijas y un grito ahogado en mi pecho que se negaba a salir, infundir incertidumbre, nerviosismo y negatividad en esos momentos.
No lo pensé, la nodriza no se apartaba de las dos pequeñas en ningún momento y allí estaba, al otro lado de la habitación esperando a lo que fuese llegar a pasar, no presagiaban nada bueno sus ojos, mirándonos con el rostro desencajado. A gatas, llevé a las pequeñas hacia ella. Si necesitaban manos, no iba a quedarme a que simplemente todo pasase. Iba a luchar, siempre lo había hecho por mí misma, ahora ellas me necesitaban y él más que nunca. Me puse en pie, aferrándome a la mano de mi noruego, estaba aterrada por la tormenta pero nunca estuve más segura de enfrentar ese miedo. Era hora de mirar a los ojos a la muerte pero no iba a dejarlo solo, me tendría a su lado.
-Dos manos más. Las mías. No soy tan fuerte como esos hombres pero no pienso acurrucarme hecha un ovillo esperando que se solucionen las cosas. Si vuelca, volcamos pero juntos . -podía ser la última vez, giré el rostro clavando mis orbes esmeralda en mis pequeñas, seguidamente en él quien me miraba como si nada más existiese y era mutuo… -Es hora de combatir. Nos esperan arriba y no me repliques, pienso ir contigo ¿de acuerdo? -fruncí el ceño, tirando de él, nos esperaba un mal rato… pero estaríamos juntos, no iba a rendirme…le seguía demostrando que pese a todo, combatir a su lado y salvar nuestras vidas era parte de aquel trato que hicimos ante nuestros dioses.
De camino hacia la cubierta, apreté su mano con fuerza, no temblé porque él me sostenía, él era mi escudo y por él… mis ganas de vivir, luchar a capa y espada.
Entre bromas y alguna mirada fulminante a mi noruego, emprendimos el viaje a su ansiado y amado Norte. He de admitir que dormí más que en toda mi vida, las niñas se la pasaban durmiendo al igual, como si desde el primer segundo de su nacimiento…estuviesen hechas a la mar. Apenas abrí los ojos cuando lloraron al unísono, el mar se movía demasiado, revuelto. El incesante ruido de la tormenta, los relámpagos y la lluvia golpeando la madera con rabia e ímpetu, como si no deseasen que llegasen a su destino.
No podía esconderlo, estaba asustada, presa de pánico entre el ruido y el movimiento brusco del barco. Temí por sus vidas, la de mis pequeñas y el amor de mi vida. No pensé en mí en ningún instante, solo en protegerlos. Mi mirada, se fundió con la de mi esposo, esta vez sí hicieron falta palabras. Lo vi reflejado en sus orbes, podía ser el final. Sus dioses no estaban contentos con sus actos o quizás…tan solo dándonos una lección. No entendí nada, solo oía el incesante ruido, el llanto de mis hijas y un grito ahogado en mi pecho que se negaba a salir, infundir incertidumbre, nerviosismo y negatividad en esos momentos.
No lo pensé, la nodriza no se apartaba de las dos pequeñas en ningún momento y allí estaba, al otro lado de la habitación esperando a lo que fuese llegar a pasar, no presagiaban nada bueno sus ojos, mirándonos con el rostro desencajado. A gatas, llevé a las pequeñas hacia ella. Si necesitaban manos, no iba a quedarme a que simplemente todo pasase. Iba a luchar, siempre lo había hecho por mí misma, ahora ellas me necesitaban y él más que nunca. Me puse en pie, aferrándome a la mano de mi noruego, estaba aterrada por la tormenta pero nunca estuve más segura de enfrentar ese miedo. Era hora de mirar a los ojos a la muerte pero no iba a dejarlo solo, me tendría a su lado.
-Dos manos más. Las mías. No soy tan fuerte como esos hombres pero no pienso acurrucarme hecha un ovillo esperando que se solucionen las cosas. Si vuelca, volcamos pero juntos . -podía ser la última vez, giré el rostro clavando mis orbes esmeralda en mis pequeñas, seguidamente en él quien me miraba como si nada más existiese y era mutuo… -Es hora de combatir. Nos esperan arriba y no me repliques, pienso ir contigo ¿de acuerdo? -fruncí el ceño, tirando de él, nos esperaba un mal rato… pero estaríamos juntos, no iba a rendirme…le seguía demostrando que pese a todo, combatir a su lado y salvar nuestras vidas era parte de aquel trato que hicimos ante nuestros dioses.
De camino hacia la cubierta, apreté su mano con fuerza, no temblé porque él me sostenía, él era mi escudo y por él… mis ganas de vivir, luchar a capa y espada.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Mi demonio no dudó y pese a que era conocedor del pánico que la tormenta producía en ella o al menos eso es lo que siempre demostró, no dudo en alzarse del lecho dejando a nuestras dos hijas con la doncella para ofrecerse a ayudar arriba.
Su fuerza no podía igualarse con los hombres del norte, ni siquiera con una de nuestras escuderas, pero..¿no tenia ella el mismo derecho que yo a proteger lo que amaba?
No repliqué, solo afiancé su mano con fuerza antes de abandonar el camarote dejando atrás mi linaje, mi descendencia.
Teníamos que salvarnos de la ira de Thor y eso solo lo conseguiríamos demostrándole que eramos dignos de ser llamados sus hermanos.
Ascendimos hasta alcanzar la cubierta. Con el dedo le indiqué a Valeria que ayudara a recoger las velas, pues con la fuerza de la tormenta y los rayos cayendo sobre estas quedábamos expuestos a las inclemencias.
Varios hombres tiraban de los cabos para replegaras, otros subidos a los postees se zarandeaban como muñecos de trapo intentando sujetarlas para recogerlas.
El embravecido mar no nos daba tregua, mojaba la cubierta con su fuerte oleaje y a nosotros con ella, era complicado mantenerse en pie sobre esta.
El capitán luchaba por mantener el rumbo, serpentear las rocas que a la derecha parecían dispuestas a engullirnos.
Corrí hacia los remos, varios hombres habían sido heridos por los golpes y ahora apenas lograban remar contra corriente.
Así que tomando el madero empecé a ayudar con empeño, apretando los dientes por el esfuerzo que suponía luchar contra las bravas aguas de un mar revuelto.
No se el tiempo que pasamos luchando como titanes contra madre mar, mas pronto un canto celestial nos dejo completamente atontados, como si quedáramos presos de la voluntad de las dueñas de esas voces.
Así dejamos de luchar, engatusados por los perfectos cuerpos que nos esperaban en ese lugar.
Nuestros ojos se paseaban por la cubierta hasta sobre las rocas avistar a bellas mujeres semidesnudas que nos llamaban prometiéndonos el premio que nuestra valía merecía.
Sonreíamos unos a los otros, hechizados por las bellas mujeres de pechos desnudos y cabellos dorados y haca allí dirigimos el barco para tomar lo que era nuestro por derecho, pues así nuestros dioses nos habían premiado.
No sabíamos que eso nos llevaría directos a la perdición, pues el barco encallaría contra esas rocas partiéndonos en dos
Su fuerza no podía igualarse con los hombres del norte, ni siquiera con una de nuestras escuderas, pero..¿no tenia ella el mismo derecho que yo a proteger lo que amaba?
No repliqué, solo afiancé su mano con fuerza antes de abandonar el camarote dejando atrás mi linaje, mi descendencia.
Teníamos que salvarnos de la ira de Thor y eso solo lo conseguiríamos demostrándole que eramos dignos de ser llamados sus hermanos.
Ascendimos hasta alcanzar la cubierta. Con el dedo le indiqué a Valeria que ayudara a recoger las velas, pues con la fuerza de la tormenta y los rayos cayendo sobre estas quedábamos expuestos a las inclemencias.
Varios hombres tiraban de los cabos para replegaras, otros subidos a los postees se zarandeaban como muñecos de trapo intentando sujetarlas para recogerlas.
El embravecido mar no nos daba tregua, mojaba la cubierta con su fuerte oleaje y a nosotros con ella, era complicado mantenerse en pie sobre esta.
El capitán luchaba por mantener el rumbo, serpentear las rocas que a la derecha parecían dispuestas a engullirnos.
Corrí hacia los remos, varios hombres habían sido heridos por los golpes y ahora apenas lograban remar contra corriente.
Así que tomando el madero empecé a ayudar con empeño, apretando los dientes por el esfuerzo que suponía luchar contra las bravas aguas de un mar revuelto.
No se el tiempo que pasamos luchando como titanes contra madre mar, mas pronto un canto celestial nos dejo completamente atontados, como si quedáramos presos de la voluntad de las dueñas de esas voces.
Así dejamos de luchar, engatusados por los perfectos cuerpos que nos esperaban en ese lugar.
Nuestros ojos se paseaban por la cubierta hasta sobre las rocas avistar a bellas mujeres semidesnudas que nos llamaban prometiéndonos el premio que nuestra valía merecía.
Sonreíamos unos a los otros, hechizados por las bellas mujeres de pechos desnudos y cabellos dorados y haca allí dirigimos el barco para tomar lo que era nuestro por derecho, pues así nuestros dioses nos habían premiado.
No sabíamos que eso nos llevaría directos a la perdición, pues el barco encallaría contra esas rocas partiéndonos en dos
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Valeria
No iba a dejarle a su suerte aunque todos estuviésemos condenados a enfrentarnos a la muerte. De todos dependía salir de allí con vida, sobrevivir o dejarnos vencer, morir. Mi vida tenía sentido justo ahora ¿por qué debía rendirme? Eso nunca, jamás. Le tomé de la mano , estrechándola con fuerza, decisión e intentar transmitirle con un simple apretón demasiadas emociones. Fuerza infundada para luchar a capa y espada con la tormenta, temor de mis hijas, de perderle ahora que lo tenía todo, amor… un amor profundo y verdadero, él era y sería el amor de mi vida y no habría otro que pudiese ocupar su lugar, jamás. Coraje, necesitábamos tanto del otro…y en ese instante, era mejor no decir nada… solo mirarnos, decirnos “te quiero” con la mirada…y dejar que el destino hiciese de las suyas.
- Por ellas. -apenas pude sonreír cuando vi tal espectáculo. Todos luchaban incapaces tan siquiera de mantenerse en pie, gritos, órdenes entre la tripulación, pasajeros y capitán, ya no había distinción. Vi a mi marido, correr donde más falta hacía y no dudé en recoger lo que me pedían. Apenas podía mantener el equilibrio…apenas podía respirar, la lluvia caía con fuerza, arrasándolo con todo, el barco se tambaleaba y de nada servían nuestros esfuerzos.
Los truenos no fueron más que un molesto zumbido para mis oídos. Pude oír el llanto de mis hijas, la voz de mi amor y la de los desconocidos que nos iban a llevar al norte. A este paso nunca veríamos ni Norte ni Paris, no podríamos jamás disfrutar de nuestras niñas, de mil y una noches enredados entre las sábanas. La vida pasó ante mis ojos, rápida y fugaz, centrándose en un recuerdo…el momento en el que le conocí, su sonrisa. Tuve que sostenerme en una de las maderas del barco.
Un estruendo golpeó al navío, partiéndolo en dos. Gritos de desolación, intenté llegar a él pero fue simplemente imposible. Corrí todo lo aprisa que pude antes de que entre nosotros se abriese una brecha, partiendo el barco por la mitad, separándonos de forma cruel. No recuerdo más pues el mismo palo al que me agarraba , golpeó mi cabeza…dejándome sin conocimiento y finalmente…caer al agua. Ni tiempo y espacio, todo se redujo a nada cuando fuimos pasto para la mar embravecida que se alimentó de gran parte de nosotros. Perdimos a muchos y yo… me desperté, abrumada cuando mi cuerpo cayó al agua, me aferré a un gran poste de madera, dejándome llevar…por fin cerrar mis orbes y descansar…silencio.
Me dolía todo el cuerpo, el brazo izquierdo un corte limpio que no dejaba de sangrar. Rasgué el vestido, un trozo para tapar la herida, apretar para que dejase de sangrar. No recordaba nada, ni siquiera lo ocurrido…menos quién era. En medio de la nada, sin más compañía que mi propia respiración, la mar en calma, el piar de los pájaros… y poco más. ¿Qué había pasado? ¿Dónde se encontraba cualquier persona que pudiese desvelarle las mil y una preguntas? Ahora mismo, la soledad su única aliada… y la sensación de tener que buscar a lo más importante. Pero… ¿el qué o a quiénes?
Me levanté desesperada... buscando angustiada... a alguien, a personas que pudiesen comprender mi pesar... no entendía nada, solo necesitaba encontrarlos, a esa parte de mí.
Bry
No iba a dejarle a su suerte aunque todos estuviésemos condenados a enfrentarnos a la muerte. De todos dependía salir de allí con vida, sobrevivir o dejarnos vencer, morir. Mi vida tenía sentido justo ahora ¿por qué debía rendirme? Eso nunca, jamás. Le tomé de la mano , estrechándola con fuerza, decisión e intentar transmitirle con un simple apretón demasiadas emociones. Fuerza infundada para luchar a capa y espada con la tormenta, temor de mis hijas, de perderle ahora que lo tenía todo, amor… un amor profundo y verdadero, él era y sería el amor de mi vida y no habría otro que pudiese ocupar su lugar, jamás. Coraje, necesitábamos tanto del otro…y en ese instante, era mejor no decir nada… solo mirarnos, decirnos “te quiero” con la mirada…y dejar que el destino hiciese de las suyas.
- Por ellas. -apenas pude sonreír cuando vi tal espectáculo. Todos luchaban incapaces tan siquiera de mantenerse en pie, gritos, órdenes entre la tripulación, pasajeros y capitán, ya no había distinción. Vi a mi marido, correr donde más falta hacía y no dudé en recoger lo que me pedían. Apenas podía mantener el equilibrio…apenas podía respirar, la lluvia caía con fuerza, arrasándolo con todo, el barco se tambaleaba y de nada servían nuestros esfuerzos.
Los truenos no fueron más que un molesto zumbido para mis oídos. Pude oír el llanto de mis hijas, la voz de mi amor y la de los desconocidos que nos iban a llevar al norte. A este paso nunca veríamos ni Norte ni Paris, no podríamos jamás disfrutar de nuestras niñas, de mil y una noches enredados entre las sábanas. La vida pasó ante mis ojos, rápida y fugaz, centrándose en un recuerdo…el momento en el que le conocí, su sonrisa. Tuve que sostenerme en una de las maderas del barco.
Un estruendo golpeó al navío, partiéndolo en dos. Gritos de desolación, intenté llegar a él pero fue simplemente imposible. Corrí todo lo aprisa que pude antes de que entre nosotros se abriese una brecha, partiendo el barco por la mitad, separándonos de forma cruel. No recuerdo más pues el mismo palo al que me agarraba , golpeó mi cabeza…dejándome sin conocimiento y finalmente…caer al agua. Ni tiempo y espacio, todo se redujo a nada cuando fuimos pasto para la mar embravecida que se alimentó de gran parte de nosotros. Perdimos a muchos y yo… me desperté, abrumada cuando mi cuerpo cayó al agua, me aferré a un gran poste de madera, dejándome llevar…por fin cerrar mis orbes y descansar…silencio.
Me dolía todo el cuerpo, el brazo izquierdo un corte limpio que no dejaba de sangrar. Rasgué el vestido, un trozo para tapar la herida, apretar para que dejase de sangrar. No recordaba nada, ni siquiera lo ocurrido…menos quién era. En medio de la nada, sin más compañía que mi propia respiración, la mar en calma, el piar de los pájaros… y poco más. ¿Qué había pasado? ¿Dónde se encontraba cualquier persona que pudiese desvelarle las mil y una preguntas? Ahora mismo, la soledad su única aliada… y la sensación de tener que buscar a lo más importante. Pero… ¿el qué o a quiénes?
Me levanté desesperada... buscando angustiada... a alguien, a personas que pudiesen comprender mi pesar... no entendía nada, solo necesitaba encontrarlos, a esa parte de mí.
Bry
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
El barco se partió por la mitad cuando un trueno dio en la proa, y con el me desquebrajé yo.
Ahogado no por las gélidas aguas de un bravo mar si no por el modo en el que nadaba para alcanzar a mi esposa que golpeada por los mástiles de popa se hundía inexorablemente hacia la profundidad.
Como si Loqui me la quisiera robar, las olas salvajes se alzaban frente a mi rostro impidiéndome avanzar, gruñí maldiciendo a todo Asgar porque no era justo que me robaran mi felicidad.
Durante toda mi vida había luchado por mantenerme en pie, por no ceder un ápice frente a mi tío, el rey del norte que devastaba mi hogar. Mucho es lo que había perdido en esa guerra, entre ello a mi amiga de la infancia, la primera mujer con la que experimente sentimientos ciertos, mas nada comparado con lo que me unía a mi esposa ni de lejos.
Por primera vez los dioses me obsequiaban con una mujer, con un linaje. Nuestra vida no era fácil, pero era nuestra y a mi eso me bastaba.
Una vez le prometí que seria su escudo, su espada y su abrigo si hacia frio.
Rugí desesperado, no serian las olas, ni el mar, ni el mismo Thor enfurecido lo que me separara del demonio al que había prometido amor eterno ante los ojos de cristo.
Nade contra corriente, olvidándome de los hombres que abandonaba a su suerte, mi único objetivo era ella, la dama que entre burbujas blanquecinas de las olas impetuosas parecía una sirena.
Me sumergí tratando de aferrarla, golpes de cascotes impactaron en mi y en ella, todo parecía perdido menos la determinación de un hombre que nunca se rindió.
Quizás ella pensara que yo nunca luche, que ella lo perdió todo cuando yo la encontré.
Sabia que había dejado ir a su mano derecha y que en parte era por mi. Tenia una vida perfecta, llena de riquezas, fiestas y vestidos impolutos a juego con sus labios de fuego.
Una vida que le gustaba y en la que yo nunca me sentí bastante, quizás me equivoqué, quizás la condenaba a la mas pura infelicidad.
Ahora me acompañaba envuelta en pieles hacia le frio norte, un mundo desconocido ante sus ojos y dos bebes que nunca quiso ni soñó con tener
Había sido egoísta, demasiado, quizás de no haberme cruzado con ella, seguiría viva, feliz, torturando a su mano derecha. Por ende ahora la muerte la empujaba hacia el fondo y ella ni siquiera luchaba por mantenerse a flote.
Mi mano aferró su cintura, tire de ella hasta que ambos sacamos la cabeza de las profundidades, mis labios en su boca tratando de insuflarle el aire que necesitaba mientras trataba sin mucho éxito de seguir a flote.
Por suerte un madero pasó por nuestro lado, me agarré a él como si fuera lo único que pudiera salvar nuestras vidas y sobre el coloqué su cuerpo para que nada malo le sucediera.
Tras varios intentos de que volviera conmigo la oí toser, respiraba peor estaba aturdida, como si no viera mas allá de esas preciosas esmeraldas que me enamoraron un día.
Me hundí de nuevo, ella estaba a salvo, pero ¿y mis hijas...?
La ultima vez las había dejado en el camarote, seguro que se habían hundido con este.
Si eso había pasado, sus cadáveres era todo cuanto recogería y no me sentía con fuerzas de traer dos cuerpos inertes frente a los ojos de Valeria.
El barco se hundía mientras yo abría las puertas como un suicida en busca de mis pequeñas hijas, no dejaría que se las tragara la diosa mar, eran mías y me las devolvería o me tendría que engullir justo a ellas.
Apenas me quedaba aire, cuando abrí la puerta del camarote, la mujer las sujetaba entre sus brazos, peor estaba muerta, me desesperé no esperaba mejor destino para unos bebes de apenas unos meses, mas me equivoque.
Lilith había envuelto a ella y a su hermana en una especia de burbuja de aire, ambas vivas miraban como el caos se extendía.
Tire de ambas, ahogándome, mis pulmones no aguantarían, pero al menos si las sacaba del barco las burbujas las llevarían arriba y alguien podría sacarlas de ese infierno al que yo, su padre las había sometido con mi empeño de viajar al norte.
Lo ultimo que vi, fueron sus cuerpos emerger a la superficie mientras el mio era acallado por el murmullo del mar y la oscuridad que se apodero de mi.
-¡Valkiria, estoy aquí! -musité para Odin, antes de que los ojos se cerraran por fin.
Ahogado no por las gélidas aguas de un bravo mar si no por el modo en el que nadaba para alcanzar a mi esposa que golpeada por los mástiles de popa se hundía inexorablemente hacia la profundidad.
Como si Loqui me la quisiera robar, las olas salvajes se alzaban frente a mi rostro impidiéndome avanzar, gruñí maldiciendo a todo Asgar porque no era justo que me robaran mi felicidad.
Durante toda mi vida había luchado por mantenerme en pie, por no ceder un ápice frente a mi tío, el rey del norte que devastaba mi hogar. Mucho es lo que había perdido en esa guerra, entre ello a mi amiga de la infancia, la primera mujer con la que experimente sentimientos ciertos, mas nada comparado con lo que me unía a mi esposa ni de lejos.
Por primera vez los dioses me obsequiaban con una mujer, con un linaje. Nuestra vida no era fácil, pero era nuestra y a mi eso me bastaba.
Una vez le prometí que seria su escudo, su espada y su abrigo si hacia frio.
Rugí desesperado, no serian las olas, ni el mar, ni el mismo Thor enfurecido lo que me separara del demonio al que había prometido amor eterno ante los ojos de cristo.
Nade contra corriente, olvidándome de los hombres que abandonaba a su suerte, mi único objetivo era ella, la dama que entre burbujas blanquecinas de las olas impetuosas parecía una sirena.
Me sumergí tratando de aferrarla, golpes de cascotes impactaron en mi y en ella, todo parecía perdido menos la determinación de un hombre que nunca se rindió.
Quizás ella pensara que yo nunca luche, que ella lo perdió todo cuando yo la encontré.
Sabia que había dejado ir a su mano derecha y que en parte era por mi. Tenia una vida perfecta, llena de riquezas, fiestas y vestidos impolutos a juego con sus labios de fuego.
Una vida que le gustaba y en la que yo nunca me sentí bastante, quizás me equivoqué, quizás la condenaba a la mas pura infelicidad.
Ahora me acompañaba envuelta en pieles hacia le frio norte, un mundo desconocido ante sus ojos y dos bebes que nunca quiso ni soñó con tener
Había sido egoísta, demasiado, quizás de no haberme cruzado con ella, seguiría viva, feliz, torturando a su mano derecha. Por ende ahora la muerte la empujaba hacia el fondo y ella ni siquiera luchaba por mantenerse a flote.
Mi mano aferró su cintura, tire de ella hasta que ambos sacamos la cabeza de las profundidades, mis labios en su boca tratando de insuflarle el aire que necesitaba mientras trataba sin mucho éxito de seguir a flote.
Por suerte un madero pasó por nuestro lado, me agarré a él como si fuera lo único que pudiera salvar nuestras vidas y sobre el coloqué su cuerpo para que nada malo le sucediera.
Tras varios intentos de que volviera conmigo la oí toser, respiraba peor estaba aturdida, como si no viera mas allá de esas preciosas esmeraldas que me enamoraron un día.
Me hundí de nuevo, ella estaba a salvo, pero ¿y mis hijas...?
La ultima vez las había dejado en el camarote, seguro que se habían hundido con este.
Si eso había pasado, sus cadáveres era todo cuanto recogería y no me sentía con fuerzas de traer dos cuerpos inertes frente a los ojos de Valeria.
El barco se hundía mientras yo abría las puertas como un suicida en busca de mis pequeñas hijas, no dejaría que se las tragara la diosa mar, eran mías y me las devolvería o me tendría que engullir justo a ellas.
Apenas me quedaba aire, cuando abrí la puerta del camarote, la mujer las sujetaba entre sus brazos, peor estaba muerta, me desesperé no esperaba mejor destino para unos bebes de apenas unos meses, mas me equivoque.
Lilith había envuelto a ella y a su hermana en una especia de burbuja de aire, ambas vivas miraban como el caos se extendía.
Tire de ambas, ahogándome, mis pulmones no aguantarían, pero al menos si las sacaba del barco las burbujas las llevarían arriba y alguien podría sacarlas de ese infierno al que yo, su padre las había sometido con mi empeño de viajar al norte.
Lo ultimo que vi, fueron sus cuerpos emerger a la superficie mientras el mio era acallado por el murmullo del mar y la oscuridad que se apodero de mi.
-¡Valkiria, estoy aquí! -musité para Odin, antes de que los ojos se cerraran por fin.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: El acero y el fuego. (privado)(+18)
Mi intento por alcanzarlo, fue en vano. El barco al romperse en dos nos separó y sentí cuando caía, desesperanza. Mi cuerpo golpeado con maderos, mi mente perdida en la más profunda oscuridad por aquel golpe, el agua que comenzaba a llenar mis pulmones. Cuando desperté, me sumí en la más profunda desesperación. Nada ni nadie a mi alrededor, mar en calma, el sonido de las aves volar sobre mi cabeza. ¿Dónde estaban? No recordaba más que unos ojos pardos mirarme con desolación, un adiós. Llanto de mis hijas a modo de despedida. No. No han podido…marcharse , así sin más, dejarme en la más absoluta soledad.
¿Cuánto tiempo había transcurrido? Si llegaba tarde, mis esfuerzos serían en vano. Volvía a llegar tarde, mirarle a los ojos e infundirle un “no voy a rendirme nunca”. Pero lo hice, cerré los ojos abandonándome a mi suerte…y él volvió a salvarme, como había hecho desde que nos conocimos. Sé que para él siempre seré una cobarde, alguien que solo le importa una persona. Yo misma pero cuán equivocado estuvo. Tarde para ofrecer mi mano. Tarde para cubrir con mi cuerpo los suyos y protegerlos de todo mal. Tarde para buscar donde ya no había nada.
Buscaba a las tres personas que más me importaban en este mundo, mis niñas y a él. El hecho de despertarme de repente, en un lugar desconocido, sola…aumentaba mi desolación, por un momento me quedé en blanco, ni sabía quién era, mi mente se saturó reaccionando al recordar a tres rostros. Mis esmeraldas se cerraron para no ver lo que tanto temía, sus cuerpos flotando en la mar. No podría soportarlo, recé a todos los dioses existentes para que no tuviesen ese fin. Apreté los labios con fuerza, gritando por dentro. Si era así, si de verdad ellos ya no se encontraban en este mundo, rogaría al mismo Dios los devolviesen y yo ocuparía su lugar. Mi vida no tendría sentido sin ellos. Ellos el aliento de mis pulmones, el latir de mi corazón, mi esencia, mi todo.
Corría sin rumbo, adentrándome en la mar, buscando algo que pudiese guiarme a alguna pisata. Maderos flotando, restos del barco… y lo que más temía, cuerpos inertes abanderando una mar en calma. No. Me derrumbé, al ver dos cuerpos tendidos en la orilla…dos bebés , mis niñas. Mi angustia crecía por segundos, grité con todas mis fuerzas, asustándolas por lo que rompieron a llorar. Lilie no dudó en crear de nuevo esa burbuja, temiendo que algo pudiese volver a pasar. Mi corazón se aceleró al verlas patalear, mirándome fijamente como si nada más existiese. Arrodillada ante ellas, las acuné en mi regazo, dejando tiernos besos…prometiéndoles en silencio que jamás volvería a separarme de ninguna de ellas. Las amaba, una parte de mí…la esencia de los dos, el fruto de nuestro amor de locura y pasión desmedida.
-Hoör-susurré, el aire me faltaba , cada letra…un calvario, ¿dónde estaba? Alcé la vista al mar, busqué entre esos cuerpos inertes…todos conocidos, la criada, algunos tripulantes…el capitán se acercaba a lo lejos con una barca de emergencia, de rescate…pero solo. Le hice un gesto con una de mis manos para que reparara en mi presencia, se acercaba y yo no dejaba de buscarle, buscar a mi amor. Dejé a las niñas en la arena, sabía estaban a buen resguardo, ahora…debía de buscarle, encontrarle, traerle del mismo infierno si era necesario ¿no era el demonio? No podían arrebatármelo, a él no.
“Aunque te siento vivo, no sé si es mi mente la que intenta distraerme…engañarme o simplemente es que sigues aquí conmigo. Sé que piensas que me rendí hace mucho, soy una cobarde. Por no enfrentar mis miedos, por tener tanto miedo cuando me negaba a admitir que te amaba. No me culpes por no luchar por ti, no sé hacerlo, ni demostrarlo, ni expresarlo pero sabes que te amo. Pensar en que te has ido sin despedirte, abandonándome a mi suerte, volviste a por mí para salvarme pero no para quedarte. Te necesito, no sé hacerlo sola. Tengo que perderte para darme cuenta en lo que he fallado, en lo mucho que te necesito. Maldita sea ¿es que no lo ves? No puedo decirlo más claro, te amo, Hoör Cannif. No cruces tu camino hasta el Valhalla, o si no…hazlo, iré a por ti y te arrancaré de sus brazos, eres mío, me perteneces y no voy a dejar que nada ni nadie te aleje de mí”
Solo oía mi propia respiración, mi corazón acelerado. Corrí hacia la mar a contrarias indicaciones de aquel hombre. Nadé adentrándome entre el horror del naufragio. Me tope con cuerpos, los volteé uno a uno, esperando no encontrarte. A unos metros, un cuerpo cayó al mar, cansado de mantenerse a flote. Tu pelo alborotado, tu último aliento. Volví a nadar con un único objetivo, tú. La envidiosa mar te quería para ella, arrebatarte de mis brazos y no lo iba a conseguir. Burbujas hacia la superficie, tu despedida y yo me negué a escucharla. Tomé aire, adentrándome en el agua, nadando hacia el fondo… tocando tus dedos con los míos, intentando enredarlos para cogerte e impulsarte hacia la superficie. Me costó llegar hacia ti, el aire se acababa, dejaste que ganasen la batalla pero …yo no me rendí.
Fui más rápida y hábil que el agua salada, tiré de ti hacia la superficie y cuando lo conseguí… recé porque no te hubieses rendido como yo lo hice tantas veces y tú me salvaste. Caímos abrazados en la arena, apoyé mi oído en tu pecho, buscando tu latido, tu vida… la mía. Se había detenido, volví a llegar tarde, mi amor. Negué, no, no podía haber llegado tan solo un segundo tarde. Busqué tus labios, te insuflé aire, mis manos en tu pecho intentando hacerte reaccionar, no sé cuanto tiempo estuve así. Mis lágrimas me acariciaban, me gritaban que dejase de intentarlo porque ya te habías ido, seguí, no me detuve… te quería aquí, conmigo. No reaccionabas, no sé porqué me dejas ahora, más cuando te necesito.
-Hoör, no, por favor. Vuelve. No he podido llegar tarde…no tengo antídoto si no es …¿las oyes? Tus hijas te reclaman, quiero que vuelvas, Hoör… no me dejes -rompí a llorar como una niña en su pecho, una de mis manos se había enredado en tu pelo y la otra, golpeaba tu pecho, no podías haberme dejado, no ahora.
¿Cuánto tiempo había transcurrido? Si llegaba tarde, mis esfuerzos serían en vano. Volvía a llegar tarde, mirarle a los ojos e infundirle un “no voy a rendirme nunca”. Pero lo hice, cerré los ojos abandonándome a mi suerte…y él volvió a salvarme, como había hecho desde que nos conocimos. Sé que para él siempre seré una cobarde, alguien que solo le importa una persona. Yo misma pero cuán equivocado estuvo. Tarde para ofrecer mi mano. Tarde para cubrir con mi cuerpo los suyos y protegerlos de todo mal. Tarde para buscar donde ya no había nada.
Buscaba a las tres personas que más me importaban en este mundo, mis niñas y a él. El hecho de despertarme de repente, en un lugar desconocido, sola…aumentaba mi desolación, por un momento me quedé en blanco, ni sabía quién era, mi mente se saturó reaccionando al recordar a tres rostros. Mis esmeraldas se cerraron para no ver lo que tanto temía, sus cuerpos flotando en la mar. No podría soportarlo, recé a todos los dioses existentes para que no tuviesen ese fin. Apreté los labios con fuerza, gritando por dentro. Si era así, si de verdad ellos ya no se encontraban en este mundo, rogaría al mismo Dios los devolviesen y yo ocuparía su lugar. Mi vida no tendría sentido sin ellos. Ellos el aliento de mis pulmones, el latir de mi corazón, mi esencia, mi todo.
Corría sin rumbo, adentrándome en la mar, buscando algo que pudiese guiarme a alguna pisata. Maderos flotando, restos del barco… y lo que más temía, cuerpos inertes abanderando una mar en calma. No. Me derrumbé, al ver dos cuerpos tendidos en la orilla…dos bebés , mis niñas. Mi angustia crecía por segundos, grité con todas mis fuerzas, asustándolas por lo que rompieron a llorar. Lilie no dudó en crear de nuevo esa burbuja, temiendo que algo pudiese volver a pasar. Mi corazón se aceleró al verlas patalear, mirándome fijamente como si nada más existiese. Arrodillada ante ellas, las acuné en mi regazo, dejando tiernos besos…prometiéndoles en silencio que jamás volvería a separarme de ninguna de ellas. Las amaba, una parte de mí…la esencia de los dos, el fruto de nuestro amor de locura y pasión desmedida.
-Hoör-susurré, el aire me faltaba , cada letra…un calvario, ¿dónde estaba? Alcé la vista al mar, busqué entre esos cuerpos inertes…todos conocidos, la criada, algunos tripulantes…el capitán se acercaba a lo lejos con una barca de emergencia, de rescate…pero solo. Le hice un gesto con una de mis manos para que reparara en mi presencia, se acercaba y yo no dejaba de buscarle, buscar a mi amor. Dejé a las niñas en la arena, sabía estaban a buen resguardo, ahora…debía de buscarle, encontrarle, traerle del mismo infierno si era necesario ¿no era el demonio? No podían arrebatármelo, a él no.
“Aunque te siento vivo, no sé si es mi mente la que intenta distraerme…engañarme o simplemente es que sigues aquí conmigo. Sé que piensas que me rendí hace mucho, soy una cobarde. Por no enfrentar mis miedos, por tener tanto miedo cuando me negaba a admitir que te amaba. No me culpes por no luchar por ti, no sé hacerlo, ni demostrarlo, ni expresarlo pero sabes que te amo. Pensar en que te has ido sin despedirte, abandonándome a mi suerte, volviste a por mí para salvarme pero no para quedarte. Te necesito, no sé hacerlo sola. Tengo que perderte para darme cuenta en lo que he fallado, en lo mucho que te necesito. Maldita sea ¿es que no lo ves? No puedo decirlo más claro, te amo, Hoör Cannif. No cruces tu camino hasta el Valhalla, o si no…hazlo, iré a por ti y te arrancaré de sus brazos, eres mío, me perteneces y no voy a dejar que nada ni nadie te aleje de mí”
Solo oía mi propia respiración, mi corazón acelerado. Corrí hacia la mar a contrarias indicaciones de aquel hombre. Nadé adentrándome entre el horror del naufragio. Me tope con cuerpos, los volteé uno a uno, esperando no encontrarte. A unos metros, un cuerpo cayó al mar, cansado de mantenerse a flote. Tu pelo alborotado, tu último aliento. Volví a nadar con un único objetivo, tú. La envidiosa mar te quería para ella, arrebatarte de mis brazos y no lo iba a conseguir. Burbujas hacia la superficie, tu despedida y yo me negué a escucharla. Tomé aire, adentrándome en el agua, nadando hacia el fondo… tocando tus dedos con los míos, intentando enredarlos para cogerte e impulsarte hacia la superficie. Me costó llegar hacia ti, el aire se acababa, dejaste que ganasen la batalla pero …yo no me rendí.
Fui más rápida y hábil que el agua salada, tiré de ti hacia la superficie y cuando lo conseguí… recé porque no te hubieses rendido como yo lo hice tantas veces y tú me salvaste. Caímos abrazados en la arena, apoyé mi oído en tu pecho, buscando tu latido, tu vida… la mía. Se había detenido, volví a llegar tarde, mi amor. Negué, no, no podía haber llegado tan solo un segundo tarde. Busqué tus labios, te insuflé aire, mis manos en tu pecho intentando hacerte reaccionar, no sé cuanto tiempo estuve así. Mis lágrimas me acariciaban, me gritaban que dejase de intentarlo porque ya te habías ido, seguí, no me detuve… te quería aquí, conmigo. No reaccionabas, no sé porqué me dejas ahora, más cuando te necesito.
-Hoör, no, por favor. Vuelve. No he podido llegar tarde…no tengo antídoto si no es …¿las oyes? Tus hijas te reclaman, quiero que vuelvas, Hoör… no me dejes -rompí a llorar como una niña en su pecho, una de mis manos se había enredado en tu pelo y la otra, golpeaba tu pecho, no podías haberme dejado, no ahora.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Temas similares
» Fuego en la nieve (privado) (+18)
» Fuego y cenizas ~#Privado +18
» ¡Fuego! | Privado
» El oro y el fuego ~Privado.~
» Iris de fuego |Privado
» Fuego y cenizas ~#Privado +18
» ¡Fuego! | Privado
» El oro y el fuego ~Privado.~
» Iris de fuego |Privado
Página 1 de 3.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour