AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El oro y el fuego ~Privado.~
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El oro y el fuego ~Privado.~
Recuerdo del primer mensaje :
Nothing can cool me down
Oro, vino y rosas. Eso podía describir bastante bien el espectacular evento que sería la boda dela única hija del Rey Búlgaro en Sofia, la capital. El heredero y sus tres hermanos varones ya habían contraído nupcias y el linaje estaba asegurado, pero la única mujer de la familia iba a tener una boda de cuento, repleta de fastos y tres días de fiestas y actividades que congregarían a toda la nobleza de la zona y media Europa. Más de dos mil invitados a aquel derroche de poderío.
La baronesa Nikola llegó con dos damas del servicio y un cochero, un baúl lleno de vestidos y joyas y una sonrisa descarada. Estaba contenta, de buen humor, le apetecía asistir a los bailes, conciertos, juegos y cacerías que se sucederían a lo largo de aquellos tres días. Tenía un título menor, allí estarían las grandes fortunas de la Europa oriental luciendo palmito y dándose aires de grandeza. No le importaba, no se sentía intimidada por nadie a esas alturas, eran sólo monas de feria que lucían sus rubíes y sedas tonteando con los aristócratas mientras se hacían las lánguidas y desvalidas. Los acomodaron en ala Norte del palacio y les entregaron una lista con los horarios de todo lo que iba a contecer. Del almuerzo pasaba, ya estaba almorzada, pero los juegos del jardín tenían buena pinta y empezarían en una hora, así que se cambió, se puso un vestido en colores claros y se recogió el pelo en un moño bajo. Se decidió por un sombrero pequeño, sólo porque el sol aún lucía alto y le molestaría en sus claros ojos; guantes de encaje y botines.
En los inmensos jardines empezaron los juegos tontos como el crockett, los nobles tenían que golpear con un mazo una pelota y hacerla pasar por unos aros clavados al suelo. Chupado. Ganó un par de partidas y decidió probar suerte con otro juego de pelota, pero se aburrió en seguida. ¡Oh! iban a comenzar a jugar al pañuelo, eso sí era divertido. Las damas no solían correr demasiado por el corsé, pero ella lo hacía con gracia, pues el suyo era blando. Se colocó en uno de los bandos y cuando dijeron su número salió trotando hacia el pañuelo; al otro lado su contrincante era un joven apuesto que corrió sin mucho afán, pensando que sería decoroso darle ventaja. Sonrió de medio lado y cuando él apretó el ritmo ella hizo un sprint y cazó el pañuelo dándose la vuelta y corriendo como alma que llevaba el diablo, pero el joven era muy rápido y cuando fue a atraparla, de la inercia ambos cayeron al suelo rodando.
— Vaya... si tanto necesita un pañuelo puedo darle el mío.— Comentó entre jadeos del esfuerzo, clavando sus ojos de gata en los de aquel hombre.
La baronesa Nikola llegó con dos damas del servicio y un cochero, un baúl lleno de vestidos y joyas y una sonrisa descarada. Estaba contenta, de buen humor, le apetecía asistir a los bailes, conciertos, juegos y cacerías que se sucederían a lo largo de aquellos tres días. Tenía un título menor, allí estarían las grandes fortunas de la Europa oriental luciendo palmito y dándose aires de grandeza. No le importaba, no se sentía intimidada por nadie a esas alturas, eran sólo monas de feria que lucían sus rubíes y sedas tonteando con los aristócratas mientras se hacían las lánguidas y desvalidas. Los acomodaron en ala Norte del palacio y les entregaron una lista con los horarios de todo lo que iba a contecer. Del almuerzo pasaba, ya estaba almorzada, pero los juegos del jardín tenían buena pinta y empezarían en una hora, así que se cambió, se puso un vestido en colores claros y se recogió el pelo en un moño bajo. Se decidió por un sombrero pequeño, sólo porque el sol aún lucía alto y le molestaría en sus claros ojos; guantes de encaje y botines.
En los inmensos jardines empezaron los juegos tontos como el crockett, los nobles tenían que golpear con un mazo una pelota y hacerla pasar por unos aros clavados al suelo. Chupado. Ganó un par de partidas y decidió probar suerte con otro juego de pelota, pero se aburrió en seguida. ¡Oh! iban a comenzar a jugar al pañuelo, eso sí era divertido. Las damas no solían correr demasiado por el corsé, pero ella lo hacía con gracia, pues el suyo era blando. Se colocó en uno de los bandos y cuando dijeron su número salió trotando hacia el pañuelo; al otro lado su contrincante era un joven apuesto que corrió sin mucho afán, pensando que sería decoroso darle ventaja. Sonrió de medio lado y cuando él apretó el ritmo ella hizo un sprint y cazó el pañuelo dándose la vuelta y corriendo como alma que llevaba el diablo, pero el joven era muy rápido y cuando fue a atraparla, de la inercia ambos cayeron al suelo rodando.
— Vaya... si tanto necesita un pañuelo puedo darle el mío.— Comentó entre jadeos del esfuerzo, clavando sus ojos de gata en los de aquel hombre.
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
El día había sido tedioso, me dolía la cabeza, estaba de mal humor y tan sólo la persperctiva de la noche me estimulaba un poco. Llegada la hora me planté en el embarcadero con Velkan y por un instante miré a las aguas negras del rio Iskar recordando cuántas veces había estado asomada al mirador sobre el Danubio, pensando que al otro lado estaba el país de origen del lobo y que de haber nacido a un kilómetro del territorio Nikola mi vida habría sido muy distinta.
Me gustaba que fuera directo, que no jugase a ser quien no era, los lobos eran depredadores y se creían los dueños de cualquier territorio que no les plantase cara, pero mi territorio estaba bien defendido por mi, solo que no con las armas que cabría esperar. El engaño, las dobles apariencias y la astucia eran mis mejores armas y si mi presa se mostraba tal y como era sin doble fondo ninguno, entonces era más fácil para mi, porque yo sabía las reglas de su juego pero el desconocía las del mio. Por el momento creía que era una joven algo peculiar, quizás un poco suelta, pero con suficiente carácter para llevar las riendas de mi baronía. Posiblemente hubiera identificado en mi algunas de las características o similitudes con su madre. La historia de la eterna amante del rey Landvik no me era desconocida y la aprovecharía a mi favor.
— Un paseo por el rio, una noche diferente ¿no era eso lo que me prometía, señor Landvik? y quizás ajustar las cuentas pendientes.
Si sólo conseguía de mi una noche y nada más no habría necesidad ni deseo ni excusa para volver a vernos, y había algo que nunca fallaba con los depredadores: la curiosidad, el reto. Una mujer complicada de descifrar como un enigma, ese podía ser su mayor estímulo. Desvié los ojos hacia la oscuridad del rio y dejé caer la bomba. A ver como se lo tomaba.
— Deberíamos regresar. No soy una buena mujer Velkan, no deberías estar aquí conmigo, no te convengo en absoluto.
Pero a la vez que mi gesto delataba que escondía muchas cosas, mis ojos brillaban de deseo, un deseo de perderme en piel ajena hasta olvidar cualquier cosa que pudiera perturbar mi alma.
Me gustaba que fuera directo, que no jugase a ser quien no era, los lobos eran depredadores y se creían los dueños de cualquier territorio que no les plantase cara, pero mi territorio estaba bien defendido por mi, solo que no con las armas que cabría esperar. El engaño, las dobles apariencias y la astucia eran mis mejores armas y si mi presa se mostraba tal y como era sin doble fondo ninguno, entonces era más fácil para mi, porque yo sabía las reglas de su juego pero el desconocía las del mio. Por el momento creía que era una joven algo peculiar, quizás un poco suelta, pero con suficiente carácter para llevar las riendas de mi baronía. Posiblemente hubiera identificado en mi algunas de las características o similitudes con su madre. La historia de la eterna amante del rey Landvik no me era desconocida y la aprovecharía a mi favor.
— Un paseo por el rio, una noche diferente ¿no era eso lo que me prometía, señor Landvik? y quizás ajustar las cuentas pendientes.
Si sólo conseguía de mi una noche y nada más no habría necesidad ni deseo ni excusa para volver a vernos, y había algo que nunca fallaba con los depredadores: la curiosidad, el reto. Una mujer complicada de descifrar como un enigma, ese podía ser su mayor estímulo. Desvié los ojos hacia la oscuridad del rio y dejé caer la bomba. A ver como se lo tomaba.
— Deberíamos regresar. No soy una buena mujer Velkan, no deberías estar aquí conmigo, no te convengo en absoluto.
Pero a la vez que mi gesto delataba que escondía muchas cosas, mis ojos brillaban de deseo, un deseo de perderme en piel ajena hasta olvidar cualquier cosa que pudiera perturbar mi alma.
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Todo estaba bien entre nosotros, reíamos, nos mirábamos evaluando el deseo tintado de oscuridad en nuestros ojos, cuando la doncella salio por peteneras de un modo ilógico que me hizo enarcar una ceja.
-¿Como? -pregunté como si no hubiera escuchado o mejor dicho, como si no me creyera lo dicho.
Decía que era mejor que regresáramos ,que ella no era una buena compañía para mi ¿estaba loca? Yo era le lobo, el depredador ¿desde cuando una presa no era buena para mi?
Sus ojos por contra me suplicaban que nos quedáramos allí y admito que ese halo de misterio me atrapó por completo.
El lobo husmeaba en su piel el por que no era una buena compañía, el compás de su corazón enérgico me decía que yo le atraía ¿entonces? ¿por que?
Acorté la distancia que me separaba de su cuerpo dejando los remos a un lado, permitiendo que la corriente me empujara por las oscuras aguas del rio.
Mi brazo tiró de su cintura hasta que la senté con delicadeza sobre mi regazo. Mis labios surcaron la piel de su cuello, creo que intentando ganar tiempo para averiguar mi fallo.
-Podemos ir despacio -aseguré sin mas al tiempo que sus ojos se elevaban hasta los míos -no es necesario que nos acostemos, entiendo que ayer ibais borracha y no medisteis bien vuestros actos. No pienso que seáis una mujer fácil, ni nada de eso, puedo esperar, disfrutemos meramente de la compañía, contadme algo sobre vos.
En ocasiones el depredador cree estar en la cima de la cadena alimenticia, entre mis manos una presa que acababa de darme la vuelta a la situación. No me di cuenta de que la presa no era tal, si no un cazador y ahora el que estaba en peligro era yo.
-¿Que teméis de mi? ¿mi condición? No soy una bestia -aseguré en mi defensa, aun pensando que a ella le asustaba de mi esa parte terrorífica y que por eso no quería intimar conmigo.
-¿Como? -pregunté como si no hubiera escuchado o mejor dicho, como si no me creyera lo dicho.
Decía que era mejor que regresáramos ,que ella no era una buena compañía para mi ¿estaba loca? Yo era le lobo, el depredador ¿desde cuando una presa no era buena para mi?
Sus ojos por contra me suplicaban que nos quedáramos allí y admito que ese halo de misterio me atrapó por completo.
El lobo husmeaba en su piel el por que no era una buena compañía, el compás de su corazón enérgico me decía que yo le atraía ¿entonces? ¿por que?
Acorté la distancia que me separaba de su cuerpo dejando los remos a un lado, permitiendo que la corriente me empujara por las oscuras aguas del rio.
Mi brazo tiró de su cintura hasta que la senté con delicadeza sobre mi regazo. Mis labios surcaron la piel de su cuello, creo que intentando ganar tiempo para averiguar mi fallo.
-Podemos ir despacio -aseguré sin mas al tiempo que sus ojos se elevaban hasta los míos -no es necesario que nos acostemos, entiendo que ayer ibais borracha y no medisteis bien vuestros actos. No pienso que seáis una mujer fácil, ni nada de eso, puedo esperar, disfrutemos meramente de la compañía, contadme algo sobre vos.
En ocasiones el depredador cree estar en la cima de la cadena alimenticia, entre mis manos una presa que acababa de darme la vuelta a la situación. No me di cuenta de que la presa no era tal, si no un cazador y ahora el que estaba en peligro era yo.
-¿Que teméis de mi? ¿mi condición? No soy una bestia -aseguré en mi defensa, aun pensando que a ella le asustaba de mi esa parte terrorífica y que por eso no quería intimar conmigo.
Velkan Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Objetivo conseguido. El lobo quería alcanzar lo que se le estaba negando, como cualquier crío al que se le retira el juguete sin darle explicaciones. No había nada mejor para crear esa expectativa. Me estremecí al paso de sus labios por mi cuello, la noche anterior me había devuelto ciertos recuerdos desagradables, esa noche no podía permitirme el lujo de flaquear mentalmente. Cerré los ojos un instante, necesitaba recobrar la lucidez.
— No soy una buena mujer Velkan. Duquesa, heredera única y soltera. ¿No te preguntas por qué? Pues lo siento, tendrás que encontrar tú la respuesta. Si buscas diversión, quizás esta noche pueda bastarte. Pero es mejor que aceptes ya que no será nada más que eso. El amor es un veneno, las relaciones son una cárcel, una que no deseo para mi. ¿Una bestia?.— sonreí irónica.— La peores bestias caminan entre nosotros y no tienen colmillos ni ojos de color ámbar..— Mi mensaje sonó críptico, pero dejaba traslucir que había conocido a hombres así y que no quería vivir con uno.
Atrapé su nuca con ambas manos bebiendo mis propias palabras de sus labios. Tendría una noche, una que al menos marcaría mi nombre en sus recuerdos. Apostaba la mitad de mis tierras a que estaba hastiado de que le presentaran a mujeres educadas para ser serviles, un títere sin voz ni voto que seguramente sólo serviría para sonreír y parir hijos. Sabía que su madre era una mujer culta, fuerte e independiente; poco común, una mujer valiente y transgresora que había roto muchas normas sociales. Él no se conformaría con un felpudo bonito, su padre tampoco lo hizo, así que no esperaba menos del hijo. Sabía que yo era un buen partido, que en caso de mover ficha su familia estaría conforme, pero para que un hombre muestre más interés por algo debe verlo un reto, algo difícil, inalcanzable. Ese reto sería yo misma, mis mensajes contradictorios de "te deseo, pero no te convengo" "te quiero cerca pero mejor aléjate".
Vivíamos cerca, teníamos muchas cosas en común, aparentemente podía ser una relación muy ventajosa y conveniente, pero yo me encargaría de hacerla como una montaña rusa, de que conmigo se sintiera tan vivo como nunca y que desease cada herida sangrante que inflingiría a su alma. Basta ya de charla, mis manos buscaron su cuerpo por debajo de su camisa, afortunadamente no olía a coñac como mi difunto padrastro, que en el infierno ardiera.
— No soy una buena mujer Velkan. Duquesa, heredera única y soltera. ¿No te preguntas por qué? Pues lo siento, tendrás que encontrar tú la respuesta. Si buscas diversión, quizás esta noche pueda bastarte. Pero es mejor que aceptes ya que no será nada más que eso. El amor es un veneno, las relaciones son una cárcel, una que no deseo para mi. ¿Una bestia?.— sonreí irónica.— La peores bestias caminan entre nosotros y no tienen colmillos ni ojos de color ámbar..— Mi mensaje sonó críptico, pero dejaba traslucir que había conocido a hombres así y que no quería vivir con uno.
Atrapé su nuca con ambas manos bebiendo mis propias palabras de sus labios. Tendría una noche, una que al menos marcaría mi nombre en sus recuerdos. Apostaba la mitad de mis tierras a que estaba hastiado de que le presentaran a mujeres educadas para ser serviles, un títere sin voz ni voto que seguramente sólo serviría para sonreír y parir hijos. Sabía que su madre era una mujer culta, fuerte e independiente; poco común, una mujer valiente y transgresora que había roto muchas normas sociales. Él no se conformaría con un felpudo bonito, su padre tampoco lo hizo, así que no esperaba menos del hijo. Sabía que yo era un buen partido, que en caso de mover ficha su familia estaría conforme, pero para que un hombre muestre más interés por algo debe verlo un reto, algo difícil, inalcanzable. Ese reto sería yo misma, mis mensajes contradictorios de "te deseo, pero no te convengo" "te quiero cerca pero mejor aléjate".
Vivíamos cerca, teníamos muchas cosas en común, aparentemente podía ser una relación muy ventajosa y conveniente, pero yo me encargaría de hacerla como una montaña rusa, de que conmigo se sintiera tan vivo como nunca y que desease cada herida sangrante que inflingiría a su alma. Basta ya de charla, mis manos buscaron su cuerpo por debajo de su camisa, afortunadamente no olía a coñac como mi difunto padrastro, que en el infierno ardiera.
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Sus palabras me encadenaban mas que las sogas de las mazmorras, decía no ser buena para este depredador ,que las bestias no siempre tenían afilados colmillos y ojos ámbar. Una realidad que bien conocía yo, mas ¿que insinuaba? Decía sin decir y eso me volvía loco porque las preguntas quedaban en el aire y sin respuestas por su parte todo era confusión.
-Cuéntamelo -pedí contra la piel de su cuello.
Tan cerca y tan lejos parecían sus ojos suplicarme que la tomara, que mis labios silenciaran sus miedos al surcar el mapa de su piel. Me sentí tan perdido como un montaraz en el desierto, el oasis su mirada llena de centellas que me pedían una tregua.
Me ofrecía una noche, pero ¿y si quería conocerla?
Cuando mis brazos la atraparon tirando de su cintura, pegándola a mi, es exactamente lo que pedí.
-¿Y si no quiero una noche Nikola? -pregunté con mi aliento perdido en la humedad de unos labios entreabiertos que me retaban.
Dulce condena la que me entregaba, el juego del escondite en la que el depredador sucumbía ante la presa y viceversa.
Sus dedos se pasearon cálidos por debajo de mi camisa, marcando cada musculo que a su paso se contraían.
Quizás porque sentía que eran ascuas, mi deseo llamas y mi curiosidad la perdición que me consumía.
Nos miramos atentos, quizás fue en ese momento en el que descubrí que sus ojos no solo tenían el azul del cielo, si no que pequeñas manchas marrones los teñían de asombro.
Descubrí que ladeaba la sonrisa de un modo distinto, y que cuando hablaba el hechizo de la locura se convertía en la realidad mas absoluta.
Creyente de cada palabra sucumbí al pecado, mi boca la busco desesperada, lengua que cruzó el pantano de sus labios, surcando tierras extrañas entre jadeos.
Dos sierpes que se convencieron de que eran lo único cuerdo de aquella barcaza y por un momento el lobo se convirtió en cordero y ella en la dueña de todos los misterios ocultos en el universo.
-Cuéntamelo -pedí contra la piel de su cuello.
Tan cerca y tan lejos parecían sus ojos suplicarme que la tomara, que mis labios silenciaran sus miedos al surcar el mapa de su piel. Me sentí tan perdido como un montaraz en el desierto, el oasis su mirada llena de centellas que me pedían una tregua.
Me ofrecía una noche, pero ¿y si quería conocerla?
Cuando mis brazos la atraparon tirando de su cintura, pegándola a mi, es exactamente lo que pedí.
-¿Y si no quiero una noche Nikola? -pregunté con mi aliento perdido en la humedad de unos labios entreabiertos que me retaban.
Dulce condena la que me entregaba, el juego del escondite en la que el depredador sucumbía ante la presa y viceversa.
Sus dedos se pasearon cálidos por debajo de mi camisa, marcando cada musculo que a su paso se contraían.
Quizás porque sentía que eran ascuas, mi deseo llamas y mi curiosidad la perdición que me consumía.
Nos miramos atentos, quizás fue en ese momento en el que descubrí que sus ojos no solo tenían el azul del cielo, si no que pequeñas manchas marrones los teñían de asombro.
Descubrí que ladeaba la sonrisa de un modo distinto, y que cuando hablaba el hechizo de la locura se convertía en la realidad mas absoluta.
Creyente de cada palabra sucumbí al pecado, mi boca la busco desesperada, lengua que cruzó el pantano de sus labios, surcando tierras extrañas entre jadeos.
Dos sierpes que se convencieron de que eran lo único cuerdo de aquella barcaza y por un momento el lobo se convirtió en cordero y ella en la dueña de todos los misterios ocultos en el universo.
Velkan Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
— si no quieres sólo una noche arderás en la desesperación de quien no puede alcanzar lo que desea...no cruces la valla lobito, si no quieres encontrarte en un cepo para siempre.
Palabras que buscaban incendiar todavía más al depredador, no había mayor placer que el de conquistar una gran fortaleza, y eso es lo que ella iba a ser. Le daría su noche, lo dejaría probar la miel para luego quitársela, así funcionaba el mundo, así de simples eran los hombres, o al menos es lo que ella creía porque jamás se había preocupado de conocer bien a uno, normalmente recababa la información que necesitaba, la entregaba y a otra cosa. Para la sociedad era una noble un poco descarriada porque al ser huérfana de madre desde muy pequeña y después de padre, le faltaba la disciplina o el atino que debería haber tenido si la hubieran criado bien. Pero a una duquesa se le perdonaba todo, sus tierras y su título bien valían el hacer la vista gorda con sus peculiaridades.
Cayeron sobre el suelo de la barcaza y entre jadeos se quitaron la ropa fundiendo sus cuerpos al amparo de una noche fría y extraña, ambos lejos de casa, ambos bajo las atentas miradas de la sociedad que quería carnaza fresca para el cotilleo del desayuno...se apartaron de todo eso para sólo disfrutarse mutuamente por unas horas. Se encajó sobre su sexo y se movió como si de una serpiente se tratase, ondulando sus caderas, colocando sus manos sobre el pecho del lobo e invitándolo a poner las suyas donde quisiera. Evitó sus labios; la noche anterior bajo el influjo de la Tuica no puedo hacerlo, pero no solía besar ahí, así que se dedicó a desgranar besos y caricias con su lengua por el cullo de Velkan y el lóbulo de su oreja. Dejó escapar algunos jadeos roncos, el lobo estaba mucho más caliente que cualquier humano, le quemaba en su interior pero a la vez el placer se intensificaba por dos, punto a favor de los Landvik.
Sus métodos no se cuestionaban en su facción. El sexo con el enemigo era peligroso, pero tras muchas evaluaciones psicológicas habían determinado que Nikola no era capaz de entablar una relación afectiva con nadie y que el sexo no era una excepción, por eso le permitían hacer y deshacer a su antojo. La forma más rápida de llegar a donde quería era así, enredándose con el joven príncipe rumano y pronto tendría la información que quería. Jadeó contra su oido cuando alcanzaba el clímax tratando de centrarse en pensamientos prácticos para no dejar salir a sus fantasmas.
Probablemente para Velkan fuera un polvo muy impersonal o casi calculado, pero eso no hacía más que aumentar el misterio que rodeaba a la condesa. Nadie que tuviera por objetivo divertirse de forma sana follaba de esa forma. Había gato encerrado, pero era tal la sutileza que costaba de ver. Había disfrutado, lo había hecho disfrutar pero no lo estaba dando todo, eso se podía notar a poco que estuviera atento. Nikola se había marcado un "tenemos la suficiente confianza para follar pero no para contarnos nada".
Se colocaron la ropa que había caido sobre las tablas y se cubrió el hombro sobre el que había una pequeña ciactriz redonda, un círculo perfecto. No era el único, pero los otros estaban en las plantas de los pies, donde el cabrón del inquisidor apagaba sus cigarros.
— Quizás no sea tan mala idea esa visita, al menos rindes en lo importante.— sonrió socarronamente.
Palabras que buscaban incendiar todavía más al depredador, no había mayor placer que el de conquistar una gran fortaleza, y eso es lo que ella iba a ser. Le daría su noche, lo dejaría probar la miel para luego quitársela, así funcionaba el mundo, así de simples eran los hombres, o al menos es lo que ella creía porque jamás se había preocupado de conocer bien a uno, normalmente recababa la información que necesitaba, la entregaba y a otra cosa. Para la sociedad era una noble un poco descarriada porque al ser huérfana de madre desde muy pequeña y después de padre, le faltaba la disciplina o el atino que debería haber tenido si la hubieran criado bien. Pero a una duquesa se le perdonaba todo, sus tierras y su título bien valían el hacer la vista gorda con sus peculiaridades.
Cayeron sobre el suelo de la barcaza y entre jadeos se quitaron la ropa fundiendo sus cuerpos al amparo de una noche fría y extraña, ambos lejos de casa, ambos bajo las atentas miradas de la sociedad que quería carnaza fresca para el cotilleo del desayuno...se apartaron de todo eso para sólo disfrutarse mutuamente por unas horas. Se encajó sobre su sexo y se movió como si de una serpiente se tratase, ondulando sus caderas, colocando sus manos sobre el pecho del lobo e invitándolo a poner las suyas donde quisiera. Evitó sus labios; la noche anterior bajo el influjo de la Tuica no puedo hacerlo, pero no solía besar ahí, así que se dedicó a desgranar besos y caricias con su lengua por el cullo de Velkan y el lóbulo de su oreja. Dejó escapar algunos jadeos roncos, el lobo estaba mucho más caliente que cualquier humano, le quemaba en su interior pero a la vez el placer se intensificaba por dos, punto a favor de los Landvik.
Sus métodos no se cuestionaban en su facción. El sexo con el enemigo era peligroso, pero tras muchas evaluaciones psicológicas habían determinado que Nikola no era capaz de entablar una relación afectiva con nadie y que el sexo no era una excepción, por eso le permitían hacer y deshacer a su antojo. La forma más rápida de llegar a donde quería era así, enredándose con el joven príncipe rumano y pronto tendría la información que quería. Jadeó contra su oido cuando alcanzaba el clímax tratando de centrarse en pensamientos prácticos para no dejar salir a sus fantasmas.
Probablemente para Velkan fuera un polvo muy impersonal o casi calculado, pero eso no hacía más que aumentar el misterio que rodeaba a la condesa. Nadie que tuviera por objetivo divertirse de forma sana follaba de esa forma. Había gato encerrado, pero era tal la sutileza que costaba de ver. Había disfrutado, lo había hecho disfrutar pero no lo estaba dando todo, eso se podía notar a poco que estuviera atento. Nikola se había marcado un "tenemos la suficiente confianza para follar pero no para contarnos nada".
Se colocaron la ropa que había caido sobre las tablas y se cubrió el hombro sobre el que había una pequeña ciactriz redonda, un círculo perfecto. No era el único, pero los otros estaban en las plantas de los pies, donde el cabrón del inquisidor apagaba sus cigarros.
— Quizás no sea tan mala idea esa visita, al menos rindes en lo importante.— sonrió socarronamente.
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
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Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Caímos sobre la barcaza enredando nuestros cuerpos, el vaivén de sus caderas sobre mi dureza denotaba las ganas que incendiaba nuestros cuerpos, pero el misterio que encerraba la ausencia de besos me plagaba de incógnitas que no resolvía ni mordiendo mi cuello.
Algo muy placentero para mi espacie, pues siendo lobos así nos tomábamos.
Cuando nuestros cuerpos cayeron laxos sobre los maderos mi mirada se centró en sus verdes, eran casi felinos y sus palabras no me distrajeron ni por un momento.
Mis labios la buscaron, mas de nuevo serpenteó evitando un profundo beso que yo por contra parecía anhelar cuanto mas me era negado.
No emití juicio sobre lo que allí había pasado, no me había mentido, algo escondía y yo quería descubrirlo, quizás ese viaje que proponía podría darme las respuestas que silenciaba.
Relamí mis labios observando como se vestía, no dudé en hacer lo mismo, estaba claro que el encuentro había terminado.
Tomé los remos, ladeé la sonrisa fingiendo que la ausencia, no de pasión ,si no de afectividad no me había afectado lo mas mínimo, mi orgullo hacia aguas ante sus ojos.
¿Por que no me besaba? ¿No le gustaba? La noche anterior lo hizo ¿algún castigo por haberme largado a ayudar a mi hermano?
El remar me ayudaba a sacarme la frustración de encima, francamente después de un polvo solía acabar relajado, pero en este caso me había dejado con ganas de mas, no era insatisfecho, era necesitado de conseguir que me demostrara mas.
-¿entonces baronesa ¿me invita a su hogar? -pregunté ladeando la sonrisa de forma engreída -o quizás acabe en un cepo de atreverme a pisar tierras extranjeras ? -pregunté haciendo referencia a el tema de no cruzar la valla.
Llegamos a puerto, con caballerosidad la ayudé a desembarcar, muchos eran los rumores que corrían sobre como habíamos conectado, así que de seguro la alta sociedad tendría chismorreos para un año.
En la puerta de su habitación me detuve bajo el umbral.
-Buenas noches Nikola -admito que quería entrar, quería mas, pero algo me decía que hay terminaba mi frustrada noche, bueno, no ahí, bajaría a beber unas copas antes de irme a dormirla.
Algo muy placentero para mi espacie, pues siendo lobos así nos tomábamos.
Cuando nuestros cuerpos cayeron laxos sobre los maderos mi mirada se centró en sus verdes, eran casi felinos y sus palabras no me distrajeron ni por un momento.
Mis labios la buscaron, mas de nuevo serpenteó evitando un profundo beso que yo por contra parecía anhelar cuanto mas me era negado.
No emití juicio sobre lo que allí había pasado, no me había mentido, algo escondía y yo quería descubrirlo, quizás ese viaje que proponía podría darme las respuestas que silenciaba.
Relamí mis labios observando como se vestía, no dudé en hacer lo mismo, estaba claro que el encuentro había terminado.
Tomé los remos, ladeé la sonrisa fingiendo que la ausencia, no de pasión ,si no de afectividad no me había afectado lo mas mínimo, mi orgullo hacia aguas ante sus ojos.
¿Por que no me besaba? ¿No le gustaba? La noche anterior lo hizo ¿algún castigo por haberme largado a ayudar a mi hermano?
El remar me ayudaba a sacarme la frustración de encima, francamente después de un polvo solía acabar relajado, pero en este caso me había dejado con ganas de mas, no era insatisfecho, era necesitado de conseguir que me demostrara mas.
-¿entonces baronesa ¿me invita a su hogar? -pregunté ladeando la sonrisa de forma engreída -o quizás acabe en un cepo de atreverme a pisar tierras extranjeras ? -pregunté haciendo referencia a el tema de no cruzar la valla.
Llegamos a puerto, con caballerosidad la ayudé a desembarcar, muchos eran los rumores que corrían sobre como habíamos conectado, así que de seguro la alta sociedad tendría chismorreos para un año.
En la puerta de su habitación me detuve bajo el umbral.
-Buenas noches Nikola -admito que quería entrar, quería mas, pero algo me decía que hay terminaba mi frustrada noche, bueno, no ahí, bajaría a beber unas copas antes de irme a dormirla.
Velkan Landvik- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
El anzuelo estaba echado y el pez se había enredado ya en el sedal. Regresaron al palacio real y cada cual a su cubiculo a descansar. El día siguiente sería un sinfín de actos protocolarios que los mantuvieron alejados y al caer la tarde embarcaron sus maletas en el pescante del coche de caballos para abandonar Bulgaria y regresar al ducado de los Nikola. El atardecer se había vuelto desapacible, se colocó una capa de terciopelo con capucha que llevaba caída sobre los hombros. Cuando iba a subir al coche de caballos lo vio un poco más allá haciendo lo mismo, esperando que Lobbo terminase de hablar con un mandatario austriaco para regresar a su hogar. Hizo un gesto al cochero para que esperase unos minutos y se acercó a los Landvik.
- hora de volver a casa. Espero que pronto los Landvik se dignen a visitar a su vecina...¿o es que acaso esta condesa no merece la presencia de los futuros reyes de Rumania?- le tendió la mano a Lobbo que beso su dorso como estaba mandado y después a Velkan, finalmente al mandatario austriaco que acabó por retirarse. La condesa clavo su mirada en la del licántropo y la media sonrisa que esbozo mordiéndose levemente el labio inferior le lanzó la muda promesa de nuevos placeres si acudía a su llamada. Velkan sabía que eran cantos de sirena, que posiblemente lo llevasen a naufragar de alguna manera, pero estaba dispuesto a correr ese riesgo y jugar apostando fuerte.
Miro al cielo que comenzaba a descargar una fina lluvia, se colocó la capucha y tras despedirse regreso a su transporte y se acomodó en el rumbo a casa.
Semanas más tarde en el Condado de los Nikola...
Dasha había ido a cazar, cargaba con su ballesta a la espalda, un cuchillo de filo serrado al cinto y en la silla de montar un arco corto. Le gustaba perderse en las profundidades de los bosques acechando a la presa, utilizando el sigilo para cazarla por sorpresa. El frío comenzaba a helar las veredas de madrugada y el suelo estaba cubierto de un manto de hojas secas. La mansión estaba oscura y fría, solo vivía ella y el servicio necesario para mantenerla en marcha. El secretario de los Nikola pasaba por allí dos o tres veces por semana para llevarle asuntos y negocios que debía saber, por lo demás él se encargaba de gestionar la fortuna familiar.
El edificio era de corte regio pero austero, la familia Nikola nunca fue muy de ostentar, guardaban la frontera con el Danubio por donde habían repelido multiples incursiones fluviales de los rumanos en otros tiempos. El reino serbio no contaba con una monarquia tan fuerte como la de Damon, el país estaba dividido entre los conflictos etnicos y religiosos y los nobles simplemente se limitaban a mantenerse al margen todo lo posible para conservar sus bienes.
Dasha le siguió el rastro a unos jabalíes y espoleó su caballo hacia el río. Los cerdos eran grandes y habían dejado bastantes rastros de su presencia allí. Disparo el virote cuando vio asomar a uno de los más grandes, pero el gorrino salió corriendo y le dio de refilón. Lo siguió al galope y tan centrada estaba en dispararle que no vio el tronco caído y su montura se detuvo en seco lanzándola por delante de sus orejas haciéndola rodar. Masculló un improperio en su lengua y se levantó buscando el cuchillo, el cerdo se acercaba a ella con los enormes colmillos dispuesto a desgarrar carne. El jabalí recibió otro disparo de ballesta, está vez a corta distancia y le impactó en el vientre, pero lejos de amedrentarse, el verraco embistió a la condesa que sacó el cuchillo del cinto y lo hundió en el cuello del bicho, sajó y clavó de nuevo, aguantando la mandíbula del macho con una mano, intentado que no la alcanzasen sus colmillos. Clavo una y otra vez hasta matarlo, su pecho subía y bajaba agitadamente, la adrenalina corría por sus venas y estaba sucia de barro y sangre, con el pelo enmarañado y hojas prendidas en él. Ató la pieza con una cuerda a su montura y regresó a la mansión arrastrando el cerdo por el bosque.
La niebla cubría levemente el camino de entrada, flanqueado por árboles retorcidos. Al llegar a la entrada donde se encontraban las escalinatas, observó una pequeña comitiva que estaba siendo recibida por su mayordomo y el servicio, torció media sonrisa. Landvik. Se había adelantado un día, pues bien, encontraría a una Nikola muy distinta de la que vio en aquella boda. Llevo a su caballo al paso, sabiendo que las miradas estaban sobre ella y mantuvo sus ojos al frente. Ese era su territorio y las cosas se hacían a su manera, si la condesa quería recibir invitados ilustres con esas pintas, podía hacerlo.
Desmontó de un salto, le dio la ballesta con parsimonia al mozo y le indicó que llevase el jabalí a las cocinas.
- de haber sabido que os adelantaríais habría mandado que trajeran el faisán para hoy, pero eso tendréis que conformar con jabalí a la salsa de ciruelas.
- hora de volver a casa. Espero que pronto los Landvik se dignen a visitar a su vecina...¿o es que acaso esta condesa no merece la presencia de los futuros reyes de Rumania?- le tendió la mano a Lobbo que beso su dorso como estaba mandado y después a Velkan, finalmente al mandatario austriaco que acabó por retirarse. La condesa clavo su mirada en la del licántropo y la media sonrisa que esbozo mordiéndose levemente el labio inferior le lanzó la muda promesa de nuevos placeres si acudía a su llamada. Velkan sabía que eran cantos de sirena, que posiblemente lo llevasen a naufragar de alguna manera, pero estaba dispuesto a correr ese riesgo y jugar apostando fuerte.
Miro al cielo que comenzaba a descargar una fina lluvia, se colocó la capucha y tras despedirse regreso a su transporte y se acomodó en el rumbo a casa.
* * * * * *
Semanas más tarde en el Condado de los Nikola...
Dasha había ido a cazar, cargaba con su ballesta a la espalda, un cuchillo de filo serrado al cinto y en la silla de montar un arco corto. Le gustaba perderse en las profundidades de los bosques acechando a la presa, utilizando el sigilo para cazarla por sorpresa. El frío comenzaba a helar las veredas de madrugada y el suelo estaba cubierto de un manto de hojas secas. La mansión estaba oscura y fría, solo vivía ella y el servicio necesario para mantenerla en marcha. El secretario de los Nikola pasaba por allí dos o tres veces por semana para llevarle asuntos y negocios que debía saber, por lo demás él se encargaba de gestionar la fortuna familiar.
El edificio era de corte regio pero austero, la familia Nikola nunca fue muy de ostentar, guardaban la frontera con el Danubio por donde habían repelido multiples incursiones fluviales de los rumanos en otros tiempos. El reino serbio no contaba con una monarquia tan fuerte como la de Damon, el país estaba dividido entre los conflictos etnicos y religiosos y los nobles simplemente se limitaban a mantenerse al margen todo lo posible para conservar sus bienes.
Dasha le siguió el rastro a unos jabalíes y espoleó su caballo hacia el río. Los cerdos eran grandes y habían dejado bastantes rastros de su presencia allí. Disparo el virote cuando vio asomar a uno de los más grandes, pero el gorrino salió corriendo y le dio de refilón. Lo siguió al galope y tan centrada estaba en dispararle que no vio el tronco caído y su montura se detuvo en seco lanzándola por delante de sus orejas haciéndola rodar. Masculló un improperio en su lengua y se levantó buscando el cuchillo, el cerdo se acercaba a ella con los enormes colmillos dispuesto a desgarrar carne. El jabalí recibió otro disparo de ballesta, está vez a corta distancia y le impactó en el vientre, pero lejos de amedrentarse, el verraco embistió a la condesa que sacó el cuchillo del cinto y lo hundió en el cuello del bicho, sajó y clavó de nuevo, aguantando la mandíbula del macho con una mano, intentado que no la alcanzasen sus colmillos. Clavo una y otra vez hasta matarlo, su pecho subía y bajaba agitadamente, la adrenalina corría por sus venas y estaba sucia de barro y sangre, con el pelo enmarañado y hojas prendidas en él. Ató la pieza con una cuerda a su montura y regresó a la mansión arrastrando el cerdo por el bosque.
La niebla cubría levemente el camino de entrada, flanqueado por árboles retorcidos. Al llegar a la entrada donde se encontraban las escalinatas, observó una pequeña comitiva que estaba siendo recibida por su mayordomo y el servicio, torció media sonrisa. Landvik. Se había adelantado un día, pues bien, encontraría a una Nikola muy distinta de la que vio en aquella boda. Llevo a su caballo al paso, sabiendo que las miradas estaban sobre ella y mantuvo sus ojos al frente. Ese era su territorio y las cosas se hacían a su manera, si la condesa quería recibir invitados ilustres con esas pintas, podía hacerlo.
Desmontó de un salto, le dio la ballesta con parsimonia al mozo y le indicó que llevase el jabalí a las cocinas.
- de haber sabido que os adelantaríais habría mandado que trajeran el faisán para hoy, pero eso tendréis que conformar con jabalí a la salsa de ciruelas.
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
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Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Habían pasado un par de meses desde que conocí a Nikola en aquella fiesta de compromiso y aunque mi impulsividad me arrastraba hasta su baronía mucho antes de lo que anuncié mi visita, traté de sosegarme, era consciente de que esa mujer me había lanzado el anzuelo y yo como un idiota había picado.
El misterio que la envolvía era algo que me atraía de un modo desmesurado y aunque Lobbo, mas sensato que yo, me advirtió de las bellas sirenas y de sus cánticos plagados de promesas, no le escuché, así que emprendí camino dos meses después abandonando Olteria.
El mayordomo y todo el servicio dispuesto para mi llegada y la de mi comitiva presentaba sus mejores galas.
Todo dispuesto para mi llegada, no habían escatimado en gastos, los mozos se ocuparon de los caballos y las doncellas de dar habitáculo a mi séquito para que pudieran ponerse cómodos después de un viaje tan cansado.
Fue entonces cuando apareció ella, mi sonrisa se ensanchó, no solo porque estuviera allí, si no por esa apariencia indómita que presentaba con el cabellos alborotado, los ropajes de caza manchados de sangre y su rostro sin una gota de maquillaje.
Mis ojos dibujaron su silueta, su belleza no había menguado, diría mas bien que ante esta imagen mas salvaje había sucedido justo lo contrario.
-El jabalí es una gran elección -apuntillé tendiéndole mi brazo para que pudiera ella misma guiarme hacia lo que serian mis aposentos -espero no os haya incomodado que haya llegado un día antes, supongo que no es un misterio que mis ganas por veros han hecho volar a los caballos.
Su risa inundaba las paredes del palacete, no era excesivamente ostentoso, me atrevería a decir que demasiado sobrio para pertenecer a una mujer, pero bueno, los secretos que esa mujer guardaba cada vez se convertían en mas y mas preguntas que necesitaba satisfacer con respuestas.
-Soy vuestro invitado ¿que habéis pensado para darme la bienvenida? -pregunté antes de poner una socarrona sonrisa -quizás deberíais darme uno de esos besos que me negasteis, como bienvenida -apuntillé.
El misterio que la envolvía era algo que me atraía de un modo desmesurado y aunque Lobbo, mas sensato que yo, me advirtió de las bellas sirenas y de sus cánticos plagados de promesas, no le escuché, así que emprendí camino dos meses después abandonando Olteria.
El mayordomo y todo el servicio dispuesto para mi llegada y la de mi comitiva presentaba sus mejores galas.
Todo dispuesto para mi llegada, no habían escatimado en gastos, los mozos se ocuparon de los caballos y las doncellas de dar habitáculo a mi séquito para que pudieran ponerse cómodos después de un viaje tan cansado.
Fue entonces cuando apareció ella, mi sonrisa se ensanchó, no solo porque estuviera allí, si no por esa apariencia indómita que presentaba con el cabellos alborotado, los ropajes de caza manchados de sangre y su rostro sin una gota de maquillaje.
Mis ojos dibujaron su silueta, su belleza no había menguado, diría mas bien que ante esta imagen mas salvaje había sucedido justo lo contrario.
-El jabalí es una gran elección -apuntillé tendiéndole mi brazo para que pudiera ella misma guiarme hacia lo que serian mis aposentos -espero no os haya incomodado que haya llegado un día antes, supongo que no es un misterio que mis ganas por veros han hecho volar a los caballos.
Su risa inundaba las paredes del palacete, no era excesivamente ostentoso, me atrevería a decir que demasiado sobrio para pertenecer a una mujer, pero bueno, los secretos que esa mujer guardaba cada vez se convertían en mas y mas preguntas que necesitaba satisfacer con respuestas.
-Soy vuestro invitado ¿que habéis pensado para darme la bienvenida? -pregunté antes de poner una socarrona sonrisa -quizás deberíais darme uno de esos besos que me negasteis, como bienvenida -apuntillé.
Velkan Landvik- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Y allí estaba en todo su esplendor, el lobo, orgulloso, paseandose por la mansión de los Nikola como si todo el mundo allí tuviera que agasajarlo y rendirle cuentas. Ese era el encanto de los Landvik, su sello personal, su magnificencia era conocida entre los nobles eslavos. Damon era un rey firme pero justo y se caracterizaba por esa aura de autoridad que desprendía aún sin proponérselo, eso lo habían heredado igual sus hijos, el porte, la actitud, la manera de decir las cosas.
La condesa sonrió entre dientes, era un invitado ilustre, podría estar en ese mismo instante en cualquier salón o fiesta de cualquier palacio donde lo estarían tratando como un rey y sin embargo estaba allí con ella, en su casa que no era especialmente acogedora ni brillaba por el gran ambiente festivo ni la ostentación.
Velkan reclamaba lo que creía que era suyo, un beso de bienvenida, un beso que se le negó la tórrida noche que pasaron juntos en la barcaza en Bulgaria. Lo guió por los pasillos y en uno que giraba drásticamente lo agarró con brusquedad por la pechera estampándolo contra una pared y sacando el cuchillo serrado del cinto que apoyó en su vientre.
— ¿Y si ese beso es el beso de la muerte? quizás haya decidido no cenar jabalí y cenar lobo...estás gordito y sabroso.— se relamió los labios al decirlo, a penas a un centímetro de su boca y clavando sus ojos burlones en los orbes verdes del noble. Bajó el cuchillo y lo volvió a guardar en el cinto.— ¿Sorprendido? que esperabas encontrar en este palacete? supongo que una condesa envuelta en vestidos de seda, flores sobre las mesas, paredes de color rosa... Esto es Serbia, no tan distinta a tu tierra. Aquí llevamos años protegiendo la frontera del Danubio.
Recorrió con su dedo el punto donde había pinchado con el cuchillo en su abdomen y subió hacia el pecho paseando la yema hasta su barbilla que se alzaba orgullosa. Rondó sus labios con los propios, mezclándose el aliento de ambos en nun juego de provocar y resistir.
— Si quieres un besito de buenas noches quizás deba escribirle a tu madre para que venga.— Se apartó sonriendo, ladina. Se había levantado con ganas de matar, de destruir, de dar caza y soltar la bestia que a veces rugía dentro y la engullía. Su carácter voluble tenía esos altibajos, tan pronto se mostraba encantadora como en el caso de esa mañana, agresiva y manipuladora.
Los aposentos de Velkan estaban unas puertas más adelante, no eran pequeños y no faltaba de nada, pero su decoración estaba en la línea de la mansión. Había una buena chimenea, muebles de madera de caoba oscura, una tina de peltre sujeta con soportes metálicos en forma de patas de león y en las paredes un espejo y algun cuadro con una paisaje pintado.
— Descansa del viaje, relájate. Te espero en la biblioteca de abajo antes de cenar.
Se aseó y se cambió de ropa, debería haberse puesto un vestido, pero no tenía el día con ánimos de hacerse bucles en la melena y llevar incómodos vestidos con corsé, así que se colocó otros pantalones de caza, esta vez negros, con botas de caña alta y una chaqueta de faldones largos. Recogió su melena en una coleta alta y se sentó en un sillón de orejas frente a una mesita que tenía un tablero de damas. Le sirvieron un vaso con Rakia, el aguardiente de ciruelas, o Tuica como lo llamaban los rumanos y lo degustó a pequeños sorbos frente a la lumbre.
La condesa sonrió entre dientes, era un invitado ilustre, podría estar en ese mismo instante en cualquier salón o fiesta de cualquier palacio donde lo estarían tratando como un rey y sin embargo estaba allí con ella, en su casa que no era especialmente acogedora ni brillaba por el gran ambiente festivo ni la ostentación.
Velkan reclamaba lo que creía que era suyo, un beso de bienvenida, un beso que se le negó la tórrida noche que pasaron juntos en la barcaza en Bulgaria. Lo guió por los pasillos y en uno que giraba drásticamente lo agarró con brusquedad por la pechera estampándolo contra una pared y sacando el cuchillo serrado del cinto que apoyó en su vientre.
— ¿Y si ese beso es el beso de la muerte? quizás haya decidido no cenar jabalí y cenar lobo...estás gordito y sabroso.— se relamió los labios al decirlo, a penas a un centímetro de su boca y clavando sus ojos burlones en los orbes verdes del noble. Bajó el cuchillo y lo volvió a guardar en el cinto.— ¿Sorprendido? que esperabas encontrar en este palacete? supongo que una condesa envuelta en vestidos de seda, flores sobre las mesas, paredes de color rosa... Esto es Serbia, no tan distinta a tu tierra. Aquí llevamos años protegiendo la frontera del Danubio.
Recorrió con su dedo el punto donde había pinchado con el cuchillo en su abdomen y subió hacia el pecho paseando la yema hasta su barbilla que se alzaba orgullosa. Rondó sus labios con los propios, mezclándose el aliento de ambos en nun juego de provocar y resistir.
— Si quieres un besito de buenas noches quizás deba escribirle a tu madre para que venga.— Se apartó sonriendo, ladina. Se había levantado con ganas de matar, de destruir, de dar caza y soltar la bestia que a veces rugía dentro y la engullía. Su carácter voluble tenía esos altibajos, tan pronto se mostraba encantadora como en el caso de esa mañana, agresiva y manipuladora.
Los aposentos de Velkan estaban unas puertas más adelante, no eran pequeños y no faltaba de nada, pero su decoración estaba en la línea de la mansión. Había una buena chimenea, muebles de madera de caoba oscura, una tina de peltre sujeta con soportes metálicos en forma de patas de león y en las paredes un espejo y algun cuadro con una paisaje pintado.
— Descansa del viaje, relájate. Te espero en la biblioteca de abajo antes de cenar.
Se aseó y se cambió de ropa, debería haberse puesto un vestido, pero no tenía el día con ánimos de hacerse bucles en la melena y llevar incómodos vestidos con corsé, así que se colocó otros pantalones de caza, esta vez negros, con botas de caña alta y una chaqueta de faldones largos. Recogió su melena en una coleta alta y se sentó en un sillón de orejas frente a una mesita que tenía un tablero de damas. Le sirvieron un vaso con Rakia, el aguardiente de ciruelas, o Tuica como lo llamaban los rumanos y lo degustó a pequeños sorbos frente a la lumbre.
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
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Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Me encontré una mujer bien distinta, no porque hubiera perdido ese halo de misterio que reflejaba su grisácea mirada, si no porque ahora, era salvaje, enérgica y me lo demostró estampandome contra la pared por la pechera.
El acero en mi vientre mientras mi socarrona sonrisa seguía presente, como juego erótico admito que era excitante, pero sabia sobradamente que no se atrevería a hundirlo en mi carne, era lo suficientemente inteligente como para no herir al hijo del Rey de Rumanía.
Sus labios ronroneaban contra los míos, esas palabras mas afiladas incluso que el cuchillo, alzaban mi hombría contra su vientre.
No pude evitar entreabrir los labios, nuestro cálido aliento chocaba furibundo, preparado para una gesta mas ardiente
-Define como piensas cenarme, quizás no te ponga pegas -susurré desafiante contra sus labios con ese doble juego de palabras.
Bajo el cuchillo, de nuevo me negaba lo que sentía mio, un beso que no me daba y que ahora parecía prohibido.
Nada me excitaba mas que lo que no se me regalaba, aquello que tenia que conseguir, era el juego mas viejo del mundo y le funcionaba porque mi ego quedaba tocado al no comprender porque no me besaba.
Guardó la daga, su dedo se deslizaba por mi vientre, en el mismo punto donde ella había posado el acero y ascendía por mi pecho mientras nuestras miradas turbias chocaban plagadas de deseo.
Hubiera jugado que ese instante acabaría de un modo distinto. En mi mente follábamos contra la pared, pero no, se apartó con esa sonrisa ladina que me desconcertó. Mis ámbar rugieron mas que el gruñido que escapó de mi garganta y sin mas y con la batalla ganada me indicó donde estaban mis aposentos para que me pusiera cómodo y me bañara.
Resoplando fui haca allí, una doncella me preparó la tina mientras yo observaba aquel lugar, no podía negar que nada tenia que ver con lo que había imaginado.
Me coloque unos pantalones de montar, una camisola de lino blanco y con el pelo aun mojado fui a la biblioteca donde me habían citado.
Mis ojos deambularon por su cuerpo.
-¿nos vamos a montar? Creía que ya habíais cazado -pregunté al verla vestida para ello – o me vais a leer un cuento antes de mi beso de buenas noches -bromeé con una ladina sonrisa mientras me acercaba a uno de os estantes para curiosear los libros que contenía.
Por primera vez me sentía frente a ella inseguro, de normal era un depredador nato, sabia como iba a reaccionar la hembra incluso antes de olerla y ahora por contra, no tenia ni puta idea de lo que esa mujer, quería o esperaba de esta visita.
El acero en mi vientre mientras mi socarrona sonrisa seguía presente, como juego erótico admito que era excitante, pero sabia sobradamente que no se atrevería a hundirlo en mi carne, era lo suficientemente inteligente como para no herir al hijo del Rey de Rumanía.
Sus labios ronroneaban contra los míos, esas palabras mas afiladas incluso que el cuchillo, alzaban mi hombría contra su vientre.
No pude evitar entreabrir los labios, nuestro cálido aliento chocaba furibundo, preparado para una gesta mas ardiente
-Define como piensas cenarme, quizás no te ponga pegas -susurré desafiante contra sus labios con ese doble juego de palabras.
Bajo el cuchillo, de nuevo me negaba lo que sentía mio, un beso que no me daba y que ahora parecía prohibido.
Nada me excitaba mas que lo que no se me regalaba, aquello que tenia que conseguir, era el juego mas viejo del mundo y le funcionaba porque mi ego quedaba tocado al no comprender porque no me besaba.
Guardó la daga, su dedo se deslizaba por mi vientre, en el mismo punto donde ella había posado el acero y ascendía por mi pecho mientras nuestras miradas turbias chocaban plagadas de deseo.
Hubiera jugado que ese instante acabaría de un modo distinto. En mi mente follábamos contra la pared, pero no, se apartó con esa sonrisa ladina que me desconcertó. Mis ámbar rugieron mas que el gruñido que escapó de mi garganta y sin mas y con la batalla ganada me indicó donde estaban mis aposentos para que me pusiera cómodo y me bañara.
Resoplando fui haca allí, una doncella me preparó la tina mientras yo observaba aquel lugar, no podía negar que nada tenia que ver con lo que había imaginado.
Me coloque unos pantalones de montar, una camisola de lino blanco y con el pelo aun mojado fui a la biblioteca donde me habían citado.
Mis ojos deambularon por su cuerpo.
-¿nos vamos a montar? Creía que ya habíais cazado -pregunté al verla vestida para ello – o me vais a leer un cuento antes de mi beso de buenas noches -bromeé con una ladina sonrisa mientras me acercaba a uno de os estantes para curiosear los libros que contenía.
Por primera vez me sentía frente a ella inseguro, de normal era un depredador nato, sabia como iba a reaccionar la hembra incluso antes de olerla y ahora por contra, no tenia ni puta idea de lo que esa mujer, quería o esperaba de esta visita.
Velkan Landvik- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
La habitación estaba caldeada, entre ellos el ambiente era sofocante, se notaba esa atracción fatal que parecía consumirlos como una ola que se acercaba y se alejaba con la intención de estrellarlos contra las rocas en algun momento.
— ¿irnos de caza? pensaba que ya estábamos cazando desde el primer momento en que cruzamos dos palabras en esa boda.— Velkan era un depredador, pero Dasha era una cazadora letal, no tanto con las armas sino con la red que tejía alrededor de su presa hasta hacer que cayese rendida. Le pasó un vaso con el aguardiente y le hizo un gesto para que tomara asiento frente al tablero. El juego era sencillo, rojas contra negras, fichas redondas y planas, conquistar el territorio ajeno comiéndose las damas y haciendo damas dobles. Movió una de sus fichas, la dejó delante de las rojas del lobo que sin duda se la comería. Sacrificaría un peón para ganar el siguiente movimiento.— si te refieres a visitar los territorios de mi ducado, tenemos varios días por delante, tantos como quieras quedarte. Ya sé que no es tan fabuloso como la corte búlgara, pero a fin de cuentas creo que a los lobos les gusta más el sabor de su presa que el aspecto que tenga ¿no?.— Tras el movimiento de Velkan fijó sus ojos en el tablero y realizó otra maniobra que parecía absurda y fuera de lugar ya que tenía a tiro una ficha para comersela pero no lo hizo. Su mente pensaba a cuatro movimientos por delante y había estudiado todas las posibilidades en los dos o tres movimientos que iban a seguir, para entonces ya tendría la dama colocada donde quería y engulliría varias piezas del rumano. Tomó un trago de su bebida y se recostó sobre el sillón de orejas.— ¿Qué planes tiene tu padre para ti?.— disparó así a matar, quería la información de primera mano y la conseguiría del propio hijo de Landvik.— ¿hay algun matrimonio de conveniencia a la vista? Supongo que tu hermano Lobbo y tú seréis de lo más codiciado en media Europa ya que tu hermana está fuera de juego al casarse con un noruego.
Podría parecer que lo preguntaba porque quería sopesar sus posibilidades, como si se tratase de una joven que estaba valorando dar algun paso o no. Dasha no tenía padre ni madre que le llevase esos asuntos, la condesa sería la única que tomaría decisiones respecto a su futuro, ni siquiera tenía quien le aconsejase en esos menesteres. Su facción de la Inquisición no le prohibía tener una vida medio “normal” como cabría esperar en una dama de alta clase, pero ciertamente les venía muy bien que Dasha sedujese a ciertos hombres de poder para obtener información. Seguramente Velkan interpretase esa pregunta como que Dasha era fría y calculadora, como que sólo estaba buscando un marido apropiado, una relación ventajosa. Pero algo no cuadraba. Tenía un ducado, más tierras de las que podía gestionar, más dinero del que podría gastar en su vida y sin embargo vivía de forma austera y no parecía que le gustase ser la reina de las fiestas. ¿Para qué querría entonces una corona si no tenía ínfulas de Reina? ¿Qué era lo que se escondía en sus intenciones? en Bulgaria también había acudido el príncipe alemán y a pesar de que era una presa fácil ni siquiera se había acercado a él.
— ¿irnos de caza? pensaba que ya estábamos cazando desde el primer momento en que cruzamos dos palabras en esa boda.— Velkan era un depredador, pero Dasha era una cazadora letal, no tanto con las armas sino con la red que tejía alrededor de su presa hasta hacer que cayese rendida. Le pasó un vaso con el aguardiente y le hizo un gesto para que tomara asiento frente al tablero. El juego era sencillo, rojas contra negras, fichas redondas y planas, conquistar el territorio ajeno comiéndose las damas y haciendo damas dobles. Movió una de sus fichas, la dejó delante de las rojas del lobo que sin duda se la comería. Sacrificaría un peón para ganar el siguiente movimiento.— si te refieres a visitar los territorios de mi ducado, tenemos varios días por delante, tantos como quieras quedarte. Ya sé que no es tan fabuloso como la corte búlgara, pero a fin de cuentas creo que a los lobos les gusta más el sabor de su presa que el aspecto que tenga ¿no?.— Tras el movimiento de Velkan fijó sus ojos en el tablero y realizó otra maniobra que parecía absurda y fuera de lugar ya que tenía a tiro una ficha para comersela pero no lo hizo. Su mente pensaba a cuatro movimientos por delante y había estudiado todas las posibilidades en los dos o tres movimientos que iban a seguir, para entonces ya tendría la dama colocada donde quería y engulliría varias piezas del rumano. Tomó un trago de su bebida y se recostó sobre el sillón de orejas.— ¿Qué planes tiene tu padre para ti?.— disparó así a matar, quería la información de primera mano y la conseguiría del propio hijo de Landvik.— ¿hay algun matrimonio de conveniencia a la vista? Supongo que tu hermano Lobbo y tú seréis de lo más codiciado en media Europa ya que tu hermana está fuera de juego al casarse con un noruego.
Podría parecer que lo preguntaba porque quería sopesar sus posibilidades, como si se tratase de una joven que estaba valorando dar algun paso o no. Dasha no tenía padre ni madre que le llevase esos asuntos, la condesa sería la única que tomaría decisiones respecto a su futuro, ni siquiera tenía quien le aconsejase en esos menesteres. Su facción de la Inquisición no le prohibía tener una vida medio “normal” como cabría esperar en una dama de alta clase, pero ciertamente les venía muy bien que Dasha sedujese a ciertos hombres de poder para obtener información. Seguramente Velkan interpretase esa pregunta como que Dasha era fría y calculadora, como que sólo estaba buscando un marido apropiado, una relación ventajosa. Pero algo no cuadraba. Tenía un ducado, más tierras de las que podía gestionar, más dinero del que podría gastar en su vida y sin embargo vivía de forma austera y no parecía que le gustase ser la reina de las fiestas. ¿Para qué querría entonces una corona si no tenía ínfulas de Reina? ¿Qué era lo que se escondía en sus intenciones? en Bulgaria también había acudido el príncipe alemán y a pesar de que era una presa fácil ni siquiera se había acercado a él.
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
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Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Frente al tablero de las damas ambos nos mirábamos con intensidad, sus movimientos parecían aleatorios, mas por contra eran estudiados, algo que descubrí tras perder varias de mis piezas. Iba muchos movimientos por delante de mi, y eso me hizo pensar dos cosas, la primera que me había curtido mas en el arte de la guerra que en los juegos de estrategia, la segunda que de seguir así, la baronesa iba a ganarme algo mas que la partida.
Fue entonces cuando llegó su pregunta, directa, clara ¿que intenciones tenia mi padre con respecto a mi? Sinceramente esa pregunta abordaba muchos significados, pues mi padre algún día abdicaría. Mi madre quería una vida a su lado, tranquila, ya habían luchado demasiado y se lo merecían. Cuando Lobbo o yo estuviéramos preparados uno tomaría el puesto de rey, el otro seria su mano derecha, su consejero y general en el ejercito. Los dos nos llevábamos bien, apenas nos separaba un par de años y funcionábamos bien juntos, como una manada, aunque estaba claro que algún día el enfrentamiento por ser el alfa y el rey en parte, se produciría.
Ladeé la sonrisa haciendo un movimiento que posiblemente no esperaba y con la segunda ficha comí un par suyas.
-Es cierto que muchas son las propuestas que le llegan a padre tanto para Lobbo como para mi, pero de momento padre nos ha permitido tomarnos nuestro tiempo para pensar con quien queremos unir el resto de nuestros días.
Los lobos nos emparejamos para siempre y no es una decisión fácil de tomar. No es como en los cuentos en los que das un baile y sales con tu amor eterno colgado del brazo.
Creo que prefiero darle caza mas despacio -apunté haciendo referencia a su frase anterior.
Algo no terminaba de encajarme, esa mujer tenia mas de lo que podía manejar, vivía de forma austera. Su interés podía ser simplemente por eso, porque quisiera conocer sus opciones para desposarse con un príncipe, pero algo me decía que se me estaba escapando algo mas.
El príncipe de Alemania era un valor seguro que le hizo ojos durante la celebración del compromiso en Bulgaria y por contra a ella no se le vio ningún tipo de interés en él, a pesar de que este no compartía con hermano alguno la opción de algún día ser rey.
No me besaba,con lo cual los sentimientos no existían, pero si aparentaba sentir pasión por mi, algo que si se podía fingir.
Hablaba de que no la merecía, pero me invitaba a su palacete, todo era un sin sentido que me estaba volviendo loco y cuanto menos entendía mas me gustaba y mas ganas tenia de darle caza a esa mujer misteriosa.
Me ganó, como no hacerlo cuando mi mente divagaba en los misterios que ella encerraba y en ese momento decidí aprovechar mi estancia para averiguar eso que no me contaba.
Esa noche, cuando pudiera reposar solo en la cámara, me deslizaría entre las sombras y buscaría algo que pudiera aportarme una dosis de luz en su despacho. Rabia visto la puerta cerrada a cal y canto, quizás allí escondiera sus secretos.
Fue entonces cuando llegó su pregunta, directa, clara ¿que intenciones tenia mi padre con respecto a mi? Sinceramente esa pregunta abordaba muchos significados, pues mi padre algún día abdicaría. Mi madre quería una vida a su lado, tranquila, ya habían luchado demasiado y se lo merecían. Cuando Lobbo o yo estuviéramos preparados uno tomaría el puesto de rey, el otro seria su mano derecha, su consejero y general en el ejercito. Los dos nos llevábamos bien, apenas nos separaba un par de años y funcionábamos bien juntos, como una manada, aunque estaba claro que algún día el enfrentamiento por ser el alfa y el rey en parte, se produciría.
Ladeé la sonrisa haciendo un movimiento que posiblemente no esperaba y con la segunda ficha comí un par suyas.
-Es cierto que muchas son las propuestas que le llegan a padre tanto para Lobbo como para mi, pero de momento padre nos ha permitido tomarnos nuestro tiempo para pensar con quien queremos unir el resto de nuestros días.
Los lobos nos emparejamos para siempre y no es una decisión fácil de tomar. No es como en los cuentos en los que das un baile y sales con tu amor eterno colgado del brazo.
Creo que prefiero darle caza mas despacio -apunté haciendo referencia a su frase anterior.
Algo no terminaba de encajarme, esa mujer tenia mas de lo que podía manejar, vivía de forma austera. Su interés podía ser simplemente por eso, porque quisiera conocer sus opciones para desposarse con un príncipe, pero algo me decía que se me estaba escapando algo mas.
El príncipe de Alemania era un valor seguro que le hizo ojos durante la celebración del compromiso en Bulgaria y por contra a ella no se le vio ningún tipo de interés en él, a pesar de que este no compartía con hermano alguno la opción de algún día ser rey.
No me besaba,con lo cual los sentimientos no existían, pero si aparentaba sentir pasión por mi, algo que si se podía fingir.
Hablaba de que no la merecía, pero me invitaba a su palacete, todo era un sin sentido que me estaba volviendo loco y cuanto menos entendía mas me gustaba y mas ganas tenia de darle caza a esa mujer misteriosa.
Me ganó, como no hacerlo cuando mi mente divagaba en los misterios que ella encerraba y en ese momento decidí aprovechar mi estancia para averiguar eso que no me contaba.
Esa noche, cuando pudiera reposar solo en la cámara, me deslizaría entre las sombras y buscaría algo que pudiera aportarme una dosis de luz en su despacho. Rabia visto la puerta cerrada a cal y canto, quizás allí escondiera sus secretos.
Velkan Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Al parecer la respuesta de Velkan le pareció suficiente porque no comentó nada más. Si los Landvik tenían cierta libertad de elección, todo sería más fácil.
Les sirvieron la cena, el jabalí asado con varias salsas típicas de la región, patatas, verduras, boniatos asados y de postre un dulce hecho con calabaza y nueces. Nada excesivamente refinado ni sofisticado, era un menú que se podría haber degustado en una cacería de cualquier coto privado sin más. La duquesa Nikola parecía desenvolverse igual de bien en los ambientes elitistas que en los más rústicos, aunque el hecho de que viviera más bien como lo segundo, al menos apuntaba a que no disfrutaba en exceso de las tonterías que la clase alta parecía apreciar.
Dejó la cuchara sobre el plato tras relamerla, el dulce de calabaza estaba realmente bueno y la caza la había dejado floja de energía, así que necesitaba reponerla con un chute de azúcar.
— Si te gusta la adrenalina de una buena caza mañana podemos ir en busca de un venado, normalmente la caza mayor es muy complicada para una mujer sola.— Bebió un sorbo del vino (que eso sí, las bebidas de aquella casa eran absolutamente de lo mejor) y se fijó en el rostro de Velkan.— Eres condenadamente guapo. Pero eso ya lo sabes ¿no es cierto? Apuesto a que tu padre lo tendrá muy difícil, la mitad de las jóvenes casaderas querrán pescar un hermano y la otra mitad al otro..— Sonrió girando la copa en su mano.— ¿Tampoco estás acostumbrado a que una mujer te diga las cosas tan directamente? es el privilegio que tiene la gente plebeya, no necesitan guardar las formas, nosotros somos mucho más esclavos de la sociedad que ellos. Ahora mismo debería estar invitándote a una merienda, o a pasear por los jardines, cualquier cosa "decente" para los de nuestra clase. Pero supongo que no soy como la mayoría que conoces.
Terminada la cena, se levantó y se dirigió a la puerta con media sonrisa pintada en su boca y los claros ojos azules sentenciando las palabras que le diría a continuación.
— Estoy cansada, ese cerdo me ha dado una paliza en el barro, incluso aunque esté tentada de repetir lo de la barcaza e ir a buscarte…prefiero hacer las cosas bien o no hacerlas.— Se mordió el labio inferior.— Buenas noches Velkan, que descanses.
Se perdió en el pasillo rumbo a su habitación dejando al lobo solo con sus pensamientos. La ropa de cazar era cómoda, pero ahora lo único que le apetecía era colocarse el camisón y enredarse entre las sábanas y el edredón de plumas, cepilló su cabellera oscura y se perdió en los brazos de Morfeo.
El reloj de pared marcaría doce campanadas cuando Velkan invadió el despacho de Nikola. Era una sala circular, con una chimenea y una ventana ovalada por la que se veía los extensos jardines. En las paredes había multitud de estanterías con libros, pergaminos y material de escritura como sellos, lacres y secantes. Los muebles eran de caoba oscura y sobre un aparador había una especie de caja china de grandes dimensiones que no se podía abrir con ninguna cerradura, su mecanismo era similar al de un criptex: una combinacion de números, letras y símbolos kanjis sin sentido alguno para quien no lo conociera. Sobre la chimenea un cuadro grande que presidía la sala con el duque Nikola cuando tenía unos 40 años. Dasha no lo había descolgado porque tenerlo ahí le recordaba el por qué de las cosas cuando se sentía flaquear. Sobre la mesa había papeles, facturas, informes y correspondencia del estado de sus propiedades, nada extraño.
Mientras el lobo revolvía entre sus cosas, Dasha se acercó a la puerta y se apoyó en ella cruzándose de brazos.
— ¿No encuentras lo que estabas buscando? te ayudo?.— su tono burlón acompañaba a sus ojos que en la semipenumbra brillaban cuando se fijaban en los de Velkan. Iba descalza y portaba únicamente la ropa de dormir.
Les sirvieron la cena, el jabalí asado con varias salsas típicas de la región, patatas, verduras, boniatos asados y de postre un dulce hecho con calabaza y nueces. Nada excesivamente refinado ni sofisticado, era un menú que se podría haber degustado en una cacería de cualquier coto privado sin más. La duquesa Nikola parecía desenvolverse igual de bien en los ambientes elitistas que en los más rústicos, aunque el hecho de que viviera más bien como lo segundo, al menos apuntaba a que no disfrutaba en exceso de las tonterías que la clase alta parecía apreciar.
Dejó la cuchara sobre el plato tras relamerla, el dulce de calabaza estaba realmente bueno y la caza la había dejado floja de energía, así que necesitaba reponerla con un chute de azúcar.
— Si te gusta la adrenalina de una buena caza mañana podemos ir en busca de un venado, normalmente la caza mayor es muy complicada para una mujer sola.— Bebió un sorbo del vino (que eso sí, las bebidas de aquella casa eran absolutamente de lo mejor) y se fijó en el rostro de Velkan.— Eres condenadamente guapo. Pero eso ya lo sabes ¿no es cierto? Apuesto a que tu padre lo tendrá muy difícil, la mitad de las jóvenes casaderas querrán pescar un hermano y la otra mitad al otro..— Sonrió girando la copa en su mano.— ¿Tampoco estás acostumbrado a que una mujer te diga las cosas tan directamente? es el privilegio que tiene la gente plebeya, no necesitan guardar las formas, nosotros somos mucho más esclavos de la sociedad que ellos. Ahora mismo debería estar invitándote a una merienda, o a pasear por los jardines, cualquier cosa "decente" para los de nuestra clase. Pero supongo que no soy como la mayoría que conoces.
Terminada la cena, se levantó y se dirigió a la puerta con media sonrisa pintada en su boca y los claros ojos azules sentenciando las palabras que le diría a continuación.
— Estoy cansada, ese cerdo me ha dado una paliza en el barro, incluso aunque esté tentada de repetir lo de la barcaza e ir a buscarte…prefiero hacer las cosas bien o no hacerlas.— Se mordió el labio inferior.— Buenas noches Velkan, que descanses.
Se perdió en el pasillo rumbo a su habitación dejando al lobo solo con sus pensamientos. La ropa de cazar era cómoda, pero ahora lo único que le apetecía era colocarse el camisón y enredarse entre las sábanas y el edredón de plumas, cepilló su cabellera oscura y se perdió en los brazos de Morfeo.
El reloj de pared marcaría doce campanadas cuando Velkan invadió el despacho de Nikola. Era una sala circular, con una chimenea y una ventana ovalada por la que se veía los extensos jardines. En las paredes había multitud de estanterías con libros, pergaminos y material de escritura como sellos, lacres y secantes. Los muebles eran de caoba oscura y sobre un aparador había una especie de caja china de grandes dimensiones que no se podía abrir con ninguna cerradura, su mecanismo era similar al de un criptex: una combinacion de números, letras y símbolos kanjis sin sentido alguno para quien no lo conociera. Sobre la chimenea un cuadro grande que presidía la sala con el duque Nikola cuando tenía unos 40 años. Dasha no lo había descolgado porque tenerlo ahí le recordaba el por qué de las cosas cuando se sentía flaquear. Sobre la mesa había papeles, facturas, informes y correspondencia del estado de sus propiedades, nada extraño.
Mientras el lobo revolvía entre sus cosas, Dasha se acercó a la puerta y se apoyó en ella cruzándose de brazos.
— ¿No encuentras lo que estabas buscando? te ayudo?.— su tono burlón acompañaba a sus ojos que en la semipenumbra brillaban cuando se fijaban en los de Velkan. Iba descalza y portaba únicamente la ropa de dormir.
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
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Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Nada, en ese despacho no había ni una sola cosa que pudiera llevarme a descubrir algo de la misteriosa baronesa.
Bufé exasperado, nunca una mujer me había llevado a cometer tal acto, pero es que nada me cuadraba de ella, era bipolar.
Tan pronto me seducía con sus labios como hundía una afilada daga en mi estomago dejándome claro que no era como las demás.
No hacia falta que me prometiera tal cosa y quizás por ello sentía el irrefrenable deseo de tomar lo que no me daba.
Como esa maldita noche en el que tras una cena y lejos de invitarme a su cámara o al menos un par de tórridos besos antes de despedirnos, se largó con un buenas noches plagado de intenciones, eso si, ofreciéndome la excitación de una cacería al día siguiente.
Gruñí apartando de un manotazo las facturas cuando escuché sus palabras divertidas desde la puerta.
Elevé la mirada chocando con sus grises, mis labios se curvaron con una mueca picara, era cierto, me había descubierto con las manos en la masa, algo no muy apropiado para un príncipe y menos siendo su invitado, mas ¿acaso podía culparme de tratar de desentrañar el misterio de sus actos?
-Me había perdido -aseguré alzándome con cara de no haber roto un plato, pese a que se notaba sobradamente que me había cargado la vajilla al completo.
Tomé los papeles ordenados y apunté la ventanas mientras los dejaba con tranquilidad sobre la mesa ordenados.
-Al parecer cuando he abierto, pensando que era el baño, la corriente de aire del ventanal abierto a hecho volar los papeles, he entrado para recogerlos y devolverlos a su lugar -dije sin perder la sonrisa que delataba que le estaba mintiendo y que ambos lo sabíamos
Me encogí de hombros al pasar por la puerta rozando nuestros cuerpos.
-No podíais dormir sin mi y habéis acudido a mi encuentro.
La baronesa cerro tras su espalda el despachó, nuestras miradas se encontraron en un claro duelo de aceros.
-¿O quizás es porque os habéis percatado de que la despediros olvidasteis darme algo?
Debo ser muy kamikaze porque todos mis sentidos me dicen que salga corriendo y yo sin embargo espero mas razones para permanecer quieto.
Bufé exasperado, nunca una mujer me había llevado a cometer tal acto, pero es que nada me cuadraba de ella, era bipolar.
Tan pronto me seducía con sus labios como hundía una afilada daga en mi estomago dejándome claro que no era como las demás.
No hacia falta que me prometiera tal cosa y quizás por ello sentía el irrefrenable deseo de tomar lo que no me daba.
Como esa maldita noche en el que tras una cena y lejos de invitarme a su cámara o al menos un par de tórridos besos antes de despedirnos, se largó con un buenas noches plagado de intenciones, eso si, ofreciéndome la excitación de una cacería al día siguiente.
Gruñí apartando de un manotazo las facturas cuando escuché sus palabras divertidas desde la puerta.
Elevé la mirada chocando con sus grises, mis labios se curvaron con una mueca picara, era cierto, me había descubierto con las manos en la masa, algo no muy apropiado para un príncipe y menos siendo su invitado, mas ¿acaso podía culparme de tratar de desentrañar el misterio de sus actos?
-Me había perdido -aseguré alzándome con cara de no haber roto un plato, pese a que se notaba sobradamente que me había cargado la vajilla al completo.
Tomé los papeles ordenados y apunté la ventanas mientras los dejaba con tranquilidad sobre la mesa ordenados.
-Al parecer cuando he abierto, pensando que era el baño, la corriente de aire del ventanal abierto a hecho volar los papeles, he entrado para recogerlos y devolverlos a su lugar -dije sin perder la sonrisa que delataba que le estaba mintiendo y que ambos lo sabíamos
Me encogí de hombros al pasar por la puerta rozando nuestros cuerpos.
-No podíais dormir sin mi y habéis acudido a mi encuentro.
La baronesa cerro tras su espalda el despachó, nuestras miradas se encontraron en un claro duelo de aceros.
-¿O quizás es porque os habéis percatado de que la despediros olvidasteis darme algo?
Debo ser muy kamikaze porque todos mis sentidos me dicen que salga corriendo y yo sin embargo espero mas razones para permanecer quieto.
Velkan Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Buscando el baño, ajá. Y después el aire se había colado por la ventana desordenando los papeles...claro. Bueno, tenía que reconocer que al menos era un buen intento. Enarcó las cejas escuchando la explicación con cierta expresión burlona que no podía evitar.
— Si no fueras un príncipe diría que estabas intentando robarme...pero como ves las vajillas de plata se guardan en las cocinas.— pasó al interior y cerró tras ella apoyando la espalda en la puerta y mirándolo fijamente.— ¿me he olvidado de algo? hum...es posible que te confundas. Rara vez me olvido de algo. Es más, ojalá pudiera olvidar muchas cosas.— se acercó al licántropo y atrapó la tela de su camisa pegándose a él.— Hay algo en lo que sí has acertado, no podía dormir porque mi cama estaba muy vacía, entonces decidí salir en busca de un ladrón sigiloso.
Serpenteó contra su cuerpo cogiéndole los papeles y dejandolos caer en el suelo, sus alientos se calcinaban muy cerca el uno del otro.— quizás yo encuentre lo que buscaba y quizás tú recibas lo que estaba olvidado. Solo hay una forma de saberlo...¿no?
Velkan no había hecho ese largo camino sólo para ir de caza o charñar frente al fuego, sabía de sobre la necesidad que quemaba por dentro al lobo, la de saber, la de controlar, la de vencer y salir victorioso de cualquier gesta. Estaba dispuesta a soltar cuerda y luego apretarla de nuevo, la soga alrededor del cuello del licántropo, por eso comenzó besando sus labios en un pico rápido para después entretenerse paseandolos por su mentón mientras arrugaba la tela de su camisa en un puño. Pegó el trasero sobre el escritorio y se aupó en él. Por encima del hombro del lobo podía ver los ojos de Jakov Nikola observándola criticos y especulativos desde su enorme cuadro colgado en la pared. Esbozó media sonrisa siniestra, por su cabeza pasaban muchas cosas en ese instante pero lo más placentero era la rabia que inundaría al inquisidor si la viera retozar con un sobrenatural pero sobre todo gozando de ello. Jakov había creado una bomba de relojería con Dasha, pensaba que sería una buena sucesora, igual de desequilibrada y cruel, pero no contaba con que la joven era cien veces más imprevisible y muchas de las cosas que hacía no tenían demasiado sentido a simple vista.
Jakov pensó que era suya, que podía hacer con ella lo que quisiera, convertirla en una máquina sin escrúpulos, pero se equivocaba. Nadie podía controlar a Dasha y en ese instante podía hacerle alguna concesión a Velkan porque sabía que si el espíritu de Jakov todavía estaba por allí, aullaría de cólera. Buscó sus labios con ansia, se los había negado a él y ahora iba a mordisquearlos como si no hubiera cenado.
— Si no fueras un príncipe diría que estabas intentando robarme...pero como ves las vajillas de plata se guardan en las cocinas.— pasó al interior y cerró tras ella apoyando la espalda en la puerta y mirándolo fijamente.— ¿me he olvidado de algo? hum...es posible que te confundas. Rara vez me olvido de algo. Es más, ojalá pudiera olvidar muchas cosas.— se acercó al licántropo y atrapó la tela de su camisa pegándose a él.— Hay algo en lo que sí has acertado, no podía dormir porque mi cama estaba muy vacía, entonces decidí salir en busca de un ladrón sigiloso.
Serpenteó contra su cuerpo cogiéndole los papeles y dejandolos caer en el suelo, sus alientos se calcinaban muy cerca el uno del otro.— quizás yo encuentre lo que buscaba y quizás tú recibas lo que estaba olvidado. Solo hay una forma de saberlo...¿no?
Velkan no había hecho ese largo camino sólo para ir de caza o charñar frente al fuego, sabía de sobre la necesidad que quemaba por dentro al lobo, la de saber, la de controlar, la de vencer y salir victorioso de cualquier gesta. Estaba dispuesta a soltar cuerda y luego apretarla de nuevo, la soga alrededor del cuello del licántropo, por eso comenzó besando sus labios en un pico rápido para después entretenerse paseandolos por su mentón mientras arrugaba la tela de su camisa en un puño. Pegó el trasero sobre el escritorio y se aupó en él. Por encima del hombro del lobo podía ver los ojos de Jakov Nikola observándola criticos y especulativos desde su enorme cuadro colgado en la pared. Esbozó media sonrisa siniestra, por su cabeza pasaban muchas cosas en ese instante pero lo más placentero era la rabia que inundaría al inquisidor si la viera retozar con un sobrenatural pero sobre todo gozando de ello. Jakov había creado una bomba de relojería con Dasha, pensaba que sería una buena sucesora, igual de desequilibrada y cruel, pero no contaba con que la joven era cien veces más imprevisible y muchas de las cosas que hacía no tenían demasiado sentido a simple vista.
Jakov pensó que era suya, que podía hacer con ella lo que quisiera, convertirla en una máquina sin escrúpulos, pero se equivocaba. Nadie podía controlar a Dasha y en ese instante podía hacerle alguna concesión a Velkan porque sabía que si el espíritu de Jakov todavía estaba por allí, aullaría de cólera. Buscó sus labios con ansia, se los había negado a él y ahora iba a mordisquearlos como si no hubiera cenado.
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Ladeé mi sonrisa con aire engreído al ver el vaivén de sus caderas caminando hacia mi tras cerrar la puerta.
Mis ojos repasaron sus curvas, unas que ponían recta a la mía. No me esforcé en disimular mi deseo, mis ámbar centellearon en cuanto sus dedos arrugaron mi camisa y su cuerpo serpenteo contra los pliegues de esta.
-Un ladrón con el que calentar tu lecho -susurré contra su boca dejando caer mi mano sobre su trasero – no te sirve un príncipe -apunté calcinando con mis palabras sus labios que ahora solo se rozaban en un juego de decir sin decir, de buscar sin encontrar.
Su boca presionó la mía, nunca había deseado tanto un beso, quizás porque nunca me había costado encontrarlo, mi boca se entreabrió para recibir su lengua pero se apartó con una sonrisa dejándome caliente.
Recorrió con esos labios prohibidos mi mentón, mi mandíbula, aupándose sobre el escritorio con las piernas abiertas.
Gruñí, mi mano aferró en un puño su cascada parda, quería mas, busqué su boca y ella me dejó hacer mordiendo mis labios de forma ruda, nuestras lenguas bailaron salvajes entre roncos jadeos que delataba las ganas que me arrancaban sus besos.
Bebí de su boca hasta quedar ebrio de ella, loco, necesitado mis caderas la buscaron colándose entre sus piernas.
Mis manos alzaron su falda, acariciando la cara interna de su muslo terso, caliente. Hice a un lado sus bragas, recorrí su centro con la yema de mis dedos sintiendo su calor, como movía sus caderas contra ellos tentándome.
De un tirón rompí el encaje dejándolo caer al suelo, su sonrisa me decía que me tenia exactamente donde me quería, y lo peor es que yo lo sabia.
Bajé mis pantalones, lo suficiente como para liberar la bestia, tiré de su cintura atrayendola contra mi cuerpo, gruñendo contra su boca con hambruna.
Ella era la presa y yo el depredador que quería adentrase en ella y sin embargo algo me decía que esa mujer guardaba mas secretos de los que a simple vista percibía.
Mis instintos me avisaban, pero yo no los escuchaba.
Mis ojos repasaron sus curvas, unas que ponían recta a la mía. No me esforcé en disimular mi deseo, mis ámbar centellearon en cuanto sus dedos arrugaron mi camisa y su cuerpo serpenteo contra los pliegues de esta.
-Un ladrón con el que calentar tu lecho -susurré contra su boca dejando caer mi mano sobre su trasero – no te sirve un príncipe -apunté calcinando con mis palabras sus labios que ahora solo se rozaban en un juego de decir sin decir, de buscar sin encontrar.
Su boca presionó la mía, nunca había deseado tanto un beso, quizás porque nunca me había costado encontrarlo, mi boca se entreabrió para recibir su lengua pero se apartó con una sonrisa dejándome caliente.
Recorrió con esos labios prohibidos mi mentón, mi mandíbula, aupándose sobre el escritorio con las piernas abiertas.
Gruñí, mi mano aferró en un puño su cascada parda, quería mas, busqué su boca y ella me dejó hacer mordiendo mis labios de forma ruda, nuestras lenguas bailaron salvajes entre roncos jadeos que delataba las ganas que me arrancaban sus besos.
Bebí de su boca hasta quedar ebrio de ella, loco, necesitado mis caderas la buscaron colándose entre sus piernas.
Mis manos alzaron su falda, acariciando la cara interna de su muslo terso, caliente. Hice a un lado sus bragas, recorrí su centro con la yema de mis dedos sintiendo su calor, como movía sus caderas contra ellos tentándome.
De un tirón rompí el encaje dejándolo caer al suelo, su sonrisa me decía que me tenia exactamente donde me quería, y lo peor es que yo lo sabia.
Bajé mis pantalones, lo suficiente como para liberar la bestia, tiré de su cintura atrayendola contra mi cuerpo, gruñendo contra su boca con hambruna.
Ella era la presa y yo el depredador que quería adentrase en ella y sin embargo algo me decía que esa mujer guardaba mas secretos de los que a simple vista percibía.
Mis instintos me avisaban, pero yo no los escuchaba.
Velkan Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Le dejó un beso o dos, se podía tirar y tensar la cuerda pero no demasiado, de vez en cuando había que ceder un nudo o perdería el interés. Adelantó la cadera friccionando contra él, no podía negar que ese cuerpo la excitaba, despertaba en ella unas sensaciones arrebatadoras que pocas veces había sentido en su vida. Después de matar a Jakov estuvo seis años sin dejar que nadie la tocase, ni la abrazase ni tan siquiera su sirvienta para peinarla. Reponerse de ese órdago había sido extremadamente duro y prefería estar centrada en aprender todo lo que pudiera para no volver a ser jamás una víctima de nadie ni de nada. Después, cuando consiguió enterrar esa parte de su pasado bien profundo, se sirvió de su falta de conexión emocional con los demás para volverse una arpía, una femme fatale si lo requería la misión.
Dejó que sus manos recorrieran su cuerpo, que su lengua explorase cada rincón de su boca mientras sus ojos miraban justo detrás de Velkan, que estaba de espaldas al retrato de Jakov Nikola. Sonrió y también lo hizo mentalmente, de alguna forma estaba tomándose su venganza; cepillándose a un heredero con buen rango frente a sus ojos, sobre la mesa del inquisidor donde solía urdir y tramar sus crueldades y lo que era más importante, disfrutando de ello. Era un "jódete, cabrón" en toda regla hacia quien la había sepultado en un infierno. Rara vez se llevaba el trabajo a casa, pero con Velkan había hecho la excepción, había algo en ese lobo que la impulsaba a ir más allá de sus propios límites, de los que se había autoimpuesto para crear la coraza que la protegería pero no sólo a ella, sino al mundo de ella.
Enzarzó las piernas alrededor de su cintura y se dejó llevar por sus embestidas jadeando sin perder de vista aquel rostro severo que la miraba impasible desde la pared. Ahora estaría ardiendo en el infierno, y si podía verla, debería estar rabiando y calcinando su condenada alma. Aumentó el ritmo agarrandose de la nuca del lobo con una mano y del escritorio con la otra entablando una lucha endiablada con Velkan para ver quien montaba más salvajemente. De su garganta surgieron sonidos que no eran fingidos, que habían sido arrancados a golpes de placer hasta caer sobre el escritorio con la respiración agitada y la sensación de que le ardía el pecho como si hubiera hecho una carrera. Se recuperó de orgasmo poco a poco, con las pupilas dilatadas del subidón de adrenalina y cuando se incorporó agarró al licántropo de la camisa.
— Pues al final parece que el príncipe también servia. Descansa un poco, mañana te daré mucha tralla cazando, no quiero que me des ventaja.
Dirigió una última mirada al cuadro y bajó de la mesa caminando hacia sus aposentos. En ese despacho no encontraría ninguna prueba de su pertenencia a la Inquisición, los espias cubrían bien sus rastros. Pero si metía la mano en una oquedad de la chimenea podría hallar las llaves del sótano oculto bajo la bodega donde Dasha había vivido sus encierros, sus castigos inmerecidos y el infierno de la tortura ideada por el sádico de su "padre".
Dejó que sus manos recorrieran su cuerpo, que su lengua explorase cada rincón de su boca mientras sus ojos miraban justo detrás de Velkan, que estaba de espaldas al retrato de Jakov Nikola. Sonrió y también lo hizo mentalmente, de alguna forma estaba tomándose su venganza; cepillándose a un heredero con buen rango frente a sus ojos, sobre la mesa del inquisidor donde solía urdir y tramar sus crueldades y lo que era más importante, disfrutando de ello. Era un "jódete, cabrón" en toda regla hacia quien la había sepultado en un infierno. Rara vez se llevaba el trabajo a casa, pero con Velkan había hecho la excepción, había algo en ese lobo que la impulsaba a ir más allá de sus propios límites, de los que se había autoimpuesto para crear la coraza que la protegería pero no sólo a ella, sino al mundo de ella.
Enzarzó las piernas alrededor de su cintura y se dejó llevar por sus embestidas jadeando sin perder de vista aquel rostro severo que la miraba impasible desde la pared. Ahora estaría ardiendo en el infierno, y si podía verla, debería estar rabiando y calcinando su condenada alma. Aumentó el ritmo agarrandose de la nuca del lobo con una mano y del escritorio con la otra entablando una lucha endiablada con Velkan para ver quien montaba más salvajemente. De su garganta surgieron sonidos que no eran fingidos, que habían sido arrancados a golpes de placer hasta caer sobre el escritorio con la respiración agitada y la sensación de que le ardía el pecho como si hubiera hecho una carrera. Se recuperó de orgasmo poco a poco, con las pupilas dilatadas del subidón de adrenalina y cuando se incorporó agarró al licántropo de la camisa.
— Pues al final parece que el príncipe también servia. Descansa un poco, mañana te daré mucha tralla cazando, no quiero que me des ventaja.
Dirigió una última mirada al cuadro y bajó de la mesa caminando hacia sus aposentos. En ese despacho no encontraría ninguna prueba de su pertenencia a la Inquisición, los espias cubrían bien sus rastros. Pero si metía la mano en una oquedad de la chimenea podría hallar las llaves del sótano oculto bajo la bodega donde Dasha había vivido sus encierros, sus castigos inmerecidos y el infierno de la tortura ideada por el sádico de su "padre".
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Aquella noche no dejé de darle vueltas a lo ocurrido, todo en ella me desconcertaba, su comportamiento distaba mucho del de una doncella en edad casadera que pretende cazar al príncipe de Rumanía, es mas, apostaría que sus intenciones distaban de darme caza, al menos la esperada.
Se largó a su habitación enviándome a la mía, no me tentó para ocupar su lecho como quizás hubiera hecho otra.
Me daba y me quitaba, era un digno tira y afloja solo equiparable con la pesca.
A la mañana siguiente nos reunimos en el gran salón para degustar un copioso desayuno que nos daría las energías necesarias para disfrutar de la caza. Según ella, hoy me mostraría como se cobraba una buena pieza, ciertamente este arte no entrañaba misterios para mi, era un gran cazador, tanto con armas como sin ellas, pero bueno, dejaría que la dama se luciera, algo me decía que en esto también me sorprendería.
Aun así, mis intenciones de descubrir el misterio que se escondía tras estas paredes y la dueña y señora de ellas era algo que no pensaba pasar por alto. No me iría de aquí sin conocer las respuestas a la infinidad de preguntas que se me planteaba.
La principal ¿que quería esa mujer de mi? Estaba claro que no era convertirse en mi esposa, de ser esa sus intenciones no solo buscaría encuentros fortuitos para aplacar sus ganas ni se mostraría así de esquiva en otras ocasiones ¿entonces?
Estaba seguro que tras esas paredes podría dar con la clave, solo tenia que buscar bien y quizás también preguntar...en ocasiones los rumores traen mas verdad que las certezas, o al menos te guían hacia ellas.
Ensillamos las monturas y pronto nos perdimos en la inmensidad de un profundo bosque lleno de ruidos.
Corzos, conejos y jabalís, mas imaginaba que la caza mayor era lo suyo, así que ladeé la sonrisa contemplando la atención con que ponía en lo que para mi solo era un juego. El carcaj a mi espalda, arco en mi diestra contemplé con atención sus movimientos.
-¿Sabe mi señora rastrear una presa o la ayudo? Aprovechando que estamos solos, cuéntame el motivo por el cual no has encontrado un pretendiente digno de tan polifacética mujer, estoy seguro que muchos serian los interesados, mas no os veo con intención de casaros ¿quizás teméis perder la libertad?
Sabia que había algo mas, mis instintos gritaban peligro y no fallaban jamas.
Se largó a su habitación enviándome a la mía, no me tentó para ocupar su lecho como quizás hubiera hecho otra.
Me daba y me quitaba, era un digno tira y afloja solo equiparable con la pesca.
A la mañana siguiente nos reunimos en el gran salón para degustar un copioso desayuno que nos daría las energías necesarias para disfrutar de la caza. Según ella, hoy me mostraría como se cobraba una buena pieza, ciertamente este arte no entrañaba misterios para mi, era un gran cazador, tanto con armas como sin ellas, pero bueno, dejaría que la dama se luciera, algo me decía que en esto también me sorprendería.
Aun así, mis intenciones de descubrir el misterio que se escondía tras estas paredes y la dueña y señora de ellas era algo que no pensaba pasar por alto. No me iría de aquí sin conocer las respuestas a la infinidad de preguntas que se me planteaba.
La principal ¿que quería esa mujer de mi? Estaba claro que no era convertirse en mi esposa, de ser esa sus intenciones no solo buscaría encuentros fortuitos para aplacar sus ganas ni se mostraría así de esquiva en otras ocasiones ¿entonces?
Estaba seguro que tras esas paredes podría dar con la clave, solo tenia que buscar bien y quizás también preguntar...en ocasiones los rumores traen mas verdad que las certezas, o al menos te guían hacia ellas.
Ensillamos las monturas y pronto nos perdimos en la inmensidad de un profundo bosque lleno de ruidos.
Corzos, conejos y jabalís, mas imaginaba que la caza mayor era lo suyo, así que ladeé la sonrisa contemplando la atención con que ponía en lo que para mi solo era un juego. El carcaj a mi espalda, arco en mi diestra contemplé con atención sus movimientos.
-¿Sabe mi señora rastrear una presa o la ayudo? Aprovechando que estamos solos, cuéntame el motivo por el cual no has encontrado un pretendiente digno de tan polifacética mujer, estoy seguro que muchos serian los interesados, mas no os veo con intención de casaros ¿quizás teméis perder la libertad?
Sabia que había algo mas, mis instintos gritaban peligro y no fallaban jamas.
Velkan Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
— Porque soy una dama a la cual atrapó un dragón y espero a mi príncipe de dorada armadura para rescatarme.— le sonrió a Velkan y espoleó a su caballo.— puedo rastrearlo yo sola!! tú ve por allí y yo por aquí, el que antes lo alcance se lo queda!!
Dasha se perdió en la espesura y Velkan hizo lo mismo. Ambos senderos convergerían más adelante, entre los dos había mucha vegetación y las iezas de caza podían abundar. El camino de Velkan hizo un giro inesperado y frente a él se encontró una cabaña por la que salía humo de la chimenea y una mujer junto a la valla. Era mayor y llevaba un chal de lana gris sobre los hombros. Le hizo una seña levantando la mano para que se acercara. El licántropo detuvo la montura frente a ella y la mujer le dirigió la palabra despacio, arrastrando las palabras como si le costase hablar. Parecía como envejecida prematuramente, una de esas personas que ha visto muchas cosas y la mayoría preferiría olvidarlas.
— Márchese...esa casa está maldita. El diablo vivió en ella y dejó su huella malvada en esa joven. ¿No me cree? los sótanos, en ellos ha muerto gente a manos del conde Jakov, sus espíritus aún gritan como ella en sueños.
— ¿Velkan?.— la voz de Nikola resonó a unos metros. Tenía el ceño fruncido y miró a la mujer.— ¿Ya estás diciendo chaladuras? dedícate a beber, que eso se te da bien y deja de molestar. No vuelvas a dirigirle la palabra o te echaré de mis tierras.— su tono fue frío y cortante y su mirada se tiñó de un odio velado. Esa mujer había servido al conde Jakov, muchos años atrás, le había llevado la comida a la pequeña Dasha al sótano donde a veces tenía que comer en el suelo. Todo el servicio sabía de su existencia pero nadie hacía nada por mejorar su situación. Un día la mujer se despidió, dándose a la bebida, porque no podía seguir haciendo caso omiso a los gritos de Dasha cada vez que su padre la visitaba en su cuarto, o cuando tenía pesadillas. La joven condesa había despedido a todo el personal y había buscado gente nueva excepto algun secretario de su padre que era el que sabía de negocios y podía llevarlos al día.
Dasha sacó la ballesta de la montura e hizo cabriolear al caballo para instar a Velkan a seguir cazando. Un ciervo macho con sus cuernos bien crecidos se había cruzado en su camino, pero había tenido que dejarlo ir al ver al lobo conversar con la mujer.
Dasha se perdió en la espesura y Velkan hizo lo mismo. Ambos senderos convergerían más adelante, entre los dos había mucha vegetación y las iezas de caza podían abundar. El camino de Velkan hizo un giro inesperado y frente a él se encontró una cabaña por la que salía humo de la chimenea y una mujer junto a la valla. Era mayor y llevaba un chal de lana gris sobre los hombros. Le hizo una seña levantando la mano para que se acercara. El licántropo detuvo la montura frente a ella y la mujer le dirigió la palabra despacio, arrastrando las palabras como si le costase hablar. Parecía como envejecida prematuramente, una de esas personas que ha visto muchas cosas y la mayoría preferiría olvidarlas.
— Márchese...esa casa está maldita. El diablo vivió en ella y dejó su huella malvada en esa joven. ¿No me cree? los sótanos, en ellos ha muerto gente a manos del conde Jakov, sus espíritus aún gritan como ella en sueños.
— ¿Velkan?.— la voz de Nikola resonó a unos metros. Tenía el ceño fruncido y miró a la mujer.— ¿Ya estás diciendo chaladuras? dedícate a beber, que eso se te da bien y deja de molestar. No vuelvas a dirigirle la palabra o te echaré de mis tierras.— su tono fue frío y cortante y su mirada se tiñó de un odio velado. Esa mujer había servido al conde Jakov, muchos años atrás, le había llevado la comida a la pequeña Dasha al sótano donde a veces tenía que comer en el suelo. Todo el servicio sabía de su existencia pero nadie hacía nada por mejorar su situación. Un día la mujer se despidió, dándose a la bebida, porque no podía seguir haciendo caso omiso a los gritos de Dasha cada vez que su padre la visitaba en su cuarto, o cuando tenía pesadillas. La joven condesa había despedido a todo el personal y había buscado gente nueva excepto algun secretario de su padre que era el que sabía de negocios y podía llevarlos al día.
Dasha sacó la ballesta de la montura e hizo cabriolear al caballo para instar a Velkan a seguir cazando. Un ciervo macho con sus cuernos bien crecidos se había cruzado en su camino, pero había tenido que dejarlo ir al ver al lobo conversar con la mujer.
Dasha Nikola- Inquisidor/Realeza
- Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: El oro y el fuego ~Privado.~
Al tomar un camino distinto al de la baronesa acabé dándome de bruces con una casona algo destartalada, una anciana que la verme me llamó con ansia, podía ver cierto nerviosismo en ella.
En un principió pensé que necesitaría ayuda, alguien de su edad no debería vivir sola, pero una vez me acerqué, supe que sus intenciones distaban mucho de pedirme ayuda, si no de dármela.
Hablaba de la mujer que me acompañaba como la semilla del diablo, el mal había quedado impregnado en las mazmorras de esa casa y juro que no la hubiera creído de no ser porque su corazón no latía desmesurado hasta que Dasha apareció por el camino sobresaltándola.
Las mentiras para un lobo eran fáciles de captar, pero en esta ocasión, no mentía, , puede que simplemente creyera esa verdad.
Me fui con la baronesa dejando ese acontecimiento como una hazaña mas del día, pero en mi mente retumbaban las palabras de la vieja.
La cacería fue bien, sin duda aquella mujer era mucho mas de lo que decía ser, no solo era una perfecta amazonas, si no que su destreza en la caza me hacia ver que no había sido educada para la costura y la conversación animada.
Esa mujer guardaba misterios que yo estaba mas que dispuesto a descubrir y el caso es que ahora si sabia donde acudir a buscar.
Me esforcé por no mencionar nada de lo que la anciana dijo ,es mas, cuando ella aseguró que estaba loca, le resté importancia alegando que los ancianos solos acaban desvariando y que debería de tener alguien que la cuidara.
No hubieron besos, al parecer en este momento estaba en sequía con eso, pero si muchas miradas que delataban la atracción que sentíamos por el otro.
Tras una mañana entretenida y bastante excitante regresamos a la mansión con mas caza de la que degustaríamos en el día de hoy. Los cocineros hicieron un trabajo excelente y nosotros nos limitamos a pasear por los jardines conversando sobre asuntos banales.
Tras la cena y beber unos cuantos vasos de vino y algo de whisky fingí estar mas ebrio de l oque estaba y con esas tuve la escusa perfecta para retirarme a la cama.
S mas, la dejé que me acompañara mientras reía buscando su boca y metiedola mano sin parar.
A cualquier hombre el alcohol ingerido lo hubiera tumbado, pero yo no era cualquier hombre, era un lobo.
Cuando me dejó caer en el lecho hice ademan de cazarla peor ella me esquivó riendo y tras un par de tonterías mas fingí caer dormido.
Cuando cerró la puerta me lacé de un salto, con mis sentidos desarrollados esperé a que se alejara del cuarto y solo cuando escuché que su puerta se cerraba, me apresure a salir de la mía y recorrer los pasillos rumbo a los sótanos y mazmorras, el lugar donde la anciana me había dicho que encontraria las respuestas.
En un principió pensé que necesitaría ayuda, alguien de su edad no debería vivir sola, pero una vez me acerqué, supe que sus intenciones distaban mucho de pedirme ayuda, si no de dármela.
Hablaba de la mujer que me acompañaba como la semilla del diablo, el mal había quedado impregnado en las mazmorras de esa casa y juro que no la hubiera creído de no ser porque su corazón no latía desmesurado hasta que Dasha apareció por el camino sobresaltándola.
Las mentiras para un lobo eran fáciles de captar, pero en esta ocasión, no mentía, , puede que simplemente creyera esa verdad.
Me fui con la baronesa dejando ese acontecimiento como una hazaña mas del día, pero en mi mente retumbaban las palabras de la vieja.
La cacería fue bien, sin duda aquella mujer era mucho mas de lo que decía ser, no solo era una perfecta amazonas, si no que su destreza en la caza me hacia ver que no había sido educada para la costura y la conversación animada.
Esa mujer guardaba misterios que yo estaba mas que dispuesto a descubrir y el caso es que ahora si sabia donde acudir a buscar.
Me esforcé por no mencionar nada de lo que la anciana dijo ,es mas, cuando ella aseguró que estaba loca, le resté importancia alegando que los ancianos solos acaban desvariando y que debería de tener alguien que la cuidara.
No hubieron besos, al parecer en este momento estaba en sequía con eso, pero si muchas miradas que delataban la atracción que sentíamos por el otro.
Tras una mañana entretenida y bastante excitante regresamos a la mansión con mas caza de la que degustaríamos en el día de hoy. Los cocineros hicieron un trabajo excelente y nosotros nos limitamos a pasear por los jardines conversando sobre asuntos banales.
Tras la cena y beber unos cuantos vasos de vino y algo de whisky fingí estar mas ebrio de l oque estaba y con esas tuve la escusa perfecta para retirarme a la cama.
S mas, la dejé que me acompañara mientras reía buscando su boca y metiedola mano sin parar.
A cualquier hombre el alcohol ingerido lo hubiera tumbado, pero yo no era cualquier hombre, era un lobo.
Cuando me dejó caer en el lecho hice ademan de cazarla peor ella me esquivó riendo y tras un par de tonterías mas fingí caer dormido.
Cuando cerró la puerta me lacé de un salto, con mis sentidos desarrollados esperé a que se alejara del cuarto y solo cuando escuché que su puerta se cerraba, me apresure a salir de la mía y recorrer los pasillos rumbo a los sótanos y mazmorras, el lugar donde la anciana me había dicho que encontraria las respuestas.
Velkan Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 12/10/2017
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