Victorian Vampires
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} 2WJvCGs


Unirse al foro, es rápido y fácil

Victorian Vampires
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} 2WJvCGs
PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



NIGEL QUARTERMANE

ADMINISTRADOR

ENVIAR MP
NICOLÁS D' LENFENT

ADMINISTRADOR

ENVIAR MP
ESTACIÓN


Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24


COPYRIGHT/CRÉDITOS

En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.

Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.

Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.

Licencia de Creative Commons
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org


Últimos temas
» Savage Garden RPG [Afiliación Élite]
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} NXLYMMiér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones

» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} NXLYMMar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut

» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} NXLYMMiér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane

» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} NXLYMJue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar

» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} NXLYMMiér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer

» l'enlèvement de perséphone ─ n.
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} NXLYMSáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour

» orphée et eurydice ― j.
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} NXLYMJue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour

» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} NXLYMJue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke

» labyrinth ─ chronologies.
La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} NXLYMSáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour


<

La realidad, a veces, duele {Amanda Smith}

Ir abajo

La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} Empty La realidad, a veces, duele {Amanda Smith}

Mensaje por Liara Eblan1 Dom Mar 04, 2018 3:28 pm

Ya iban siendo varias las ocasiones en las que había tocado para la reina de los Países Bajos. Casi todas habían sido en fiestas sociales que la propia reina organizaba, casi como por obligación, dado su cargo y la exigencia de las clases más altas de la sociedad. Liara no se arrepentía, en absoluto, del papel que le tocaba jugar en esas ocasiones; aunque al principio de la velada siempre era un perfecto matojo de nervios, disfrutaba sobremanera de su trabajo. Los aplausos nunca faltaban, y hacían que su espíritu se engrandeciera al ver que su música había calado hondo entre los presentes. No obstante, sus momentos favoritos, sin duda, eran aquellos en los que tocaba única y exclusivamente para Amanda. La citaba en lugares mucho más íntimos donde sólo estaban ellas dos y la guardia que correspondiera en esa ocasión. Liara acudía a esas reuniones tremendamente ilusionada, puesto que sabía perfectamente que la vampira sabía apreciar cada nota y cada comentario que ella hiciera sobre una melodía. Era una mujer que sabía valorar la buena música, y la joven disfrutaba y aprendía a partes iguales cada vez que ella hablaba. Igual que hizo con Sébastien.

Pensar en él la entristeció. Su marcha tan repentina siempre la había sorprendido, teniendo, como tenían, planes para realizar un viaje juntos. La inocencia de Liara —a veces demasiado pura incluso para ella, que no albergaba maldad alguna en su interior— le hizo creer que había tenido que marcharse por causas de fuerza mayor. Sí le sorprendió, y le molestó también, que ni siquiera se tomara el tiempo necesario para despedirse, aunque sólo fuera a través de una carta enviada desde donde quiera que estuviera. Aún así no le guardaba rencor alguno por ello, puesto que sabía que algún día conocería, acompañada de una buena cena, la explicación que debía de haber detrás. Lo que nunca imaginó fue que la razón de la desaparición de su buen amigo tenía nombre y apellido. Naxel Eblan, su propio hermano, había sido el causante. La rabia y la ira que sintió al saberlo seguía todavía latente, y dudaba de que fuera a perdonarlo en un corto período de tiempo.

Al menos, ese día había recibido una nota de Amanda en la que la citaba después del ocaso en su residencia personal, y Liara no veía el momento en el que la luz del sol bajara hasta oscurecer la ciudad. Necesitaba salir, hablar con ella, desconectar de ese día a día que, cuanto más pensaba en Naxel, más infernal le parecía. Así pues, cogió las últimas partituras que había estado estudiando, unas nuevas que había conseguido recientemente y la invitación. Guardó todo en su estuche de cuero y pidió un coche que la llevara hasta el palacete.

El camino no era demasiado largo, pero a ella le pareció eterno. Su ánimo estaba especialmente sensible, así que cada vez que el coche se sacudía por las irregularidades de la calzada maldecía por lo bajo la ineptitud del cochero. Además, llevaba su maletín agarrado con tanta fuerza sobre el regazo que las manos comenzaron a dolerle. Celebró que el viaje hubiera llegado a su fin bajando rauda las escalinatas del vehículo, pero aceptando la mano que el cochero le tendió para ayudarla. Aunque hubiera sido un infierno de viaje, no quería parecer maleducada. Pagó rigurosamente y se encaminó hacia la puerta de la casa.

Traigo una invitación de su majestad —dijo, sacando la carta del estuche y mostrándosela al hombre de la puerta.

El tipo la leyó con detenimiento y, finalmente, asintió. Con un gesto, indicó a Liara que lo siguiera hasta una habitación no demasiado grande pero muy acogedora. Había un par de sofás frente a una chimenea encendida, y la alfombra gruesa invitaba a dormir en el mismo suelo sin temor a terminar con un fuerte dolor de espalda.

Dejó el maletín sobre una mesita y se entretuvo el escaso tiempo que tuvo que esperar analizando los cuadros que había en las paredes. La puerta se abrió y, tras el hombre que la había abierto, entró la reina. Liara, al ver que no estaban solas, hizo una reverencia bastante marcada y saludó:

Alteza.
Liara Eblan1
Liara Eblan1
Humano Clase Media
Humano Clase Media

Mensajes : 67
Fecha de inscripción : 11/10/2016

Volver arriba Ir abajo

La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} Empty Re: La realidad, a veces, duele {Amanda Smith}

Mensaje por Invitado Mar Mar 06, 2018 2:52 pm

Aunque no quisiera admitirlo, aunque me doliera afirmarlo incluso ante los escasos seres a los que consideraba cercanos, la tortura de un simple cazador que no merecía ni besar el suelo que yo pisaba me había destrozado, y no había sabido cuánto hasta que no me había salvado y me había encontrado, por fin, lejos de sus garras. Hasta ese momento me había tenido por una mujer fuerte, las circunstancias me habían convencido de que así era, y pese a que era indudable que el mero acto de escapar había requerido una fortaleza indiscutible, no había sido suficiente, y el hundimiento desesperado al que me había visto abocada tras el encuentro así lo demostraba. Por si no fuera suficiente la debilidad que había sentido por su culpa, también se sumaba la vergüenza que me provocaba una reacción tan patética por mi parte, una que me hacía pensar que no había avanzado nada pese a que habían avanzado los siglos y yo ya no era una esclava, sino la monarca de una reluciente y rica nación europea. Eso, probablemente, era lo que más me había afectado: una reacción mía que no me había esperado, que no había creído posible hasta no encontrarme sumida por completo en ella, y que no abandoné hasta tiempo después, con la ayuda inestimable de Lazet y de Arwel y con unas consecuencias que notaba, indiscutibles, en mi interior. Si antes ya había sido desconfiada, ahora lo era aún más; si, previamente, había sido cuidadosa con los que me rodeaban, incluso con aquellos que me habían seducido desde el primer momento, ahora lo era más... Y así debía serlo, también, con Liara. La había estado evitando desde que su hermano se había dado un banquete conmigo y con mi cuerpo, incapaz de afrontar la realidad de que ella era la causante de todo cuando, en realidad, sabía que no tenía la menor culpa, pero tarde o temprano tendría que anunciarle lo que había sucedido, y decidí que el mejor momento era cuando yo me sentía más fuerte, así que esperé hasta que ello sucediera para enviarle la misiva con la invitación.

A partir de entonces, simplemente se trató de aguardar un poco más; si algo tiene todo inmortal es tiempo, y más una, como yo, que ya había vivido durante varios siglos y se había acostumbrado a su lentísimo transcurrir, lo cual me había ejercitado la paciencia de forma inmejorable. Si bien no ardía en ganas de verla, sabía que era un paso necesario que debía dar, sobre todo si esperaba, en algún momento, que se enfrentara a su hermano o decidiera que él era más importante que yo, una de las dos. Desde luego, no era tan ilusa como para pretender que me elegiría por encima de su familia, eso también me lo había quitado el otro Eblan con sus malditos e impropios actos, pero al menos merecía saber la verdad, de eso estaba convencida. Además, conociendo a Naxel seguramente no habría querido mancillar la inocencia de su hermana con los crímenes que había cometido contra su empleadora, y una parte oscura de mí celebraba la idea de ser yo, precisamente, la que se lo dijera. Esa misma parte fue la que despertó cuando ella pasó, con el rigor propio que exigía la presencia de dos de los soldados de mi guardia, a los que les hice un gesto para que se apartaran, aunque no llegaron a abandonar la habitación: otra nueva diferencia con respecto a mi anterior actitud con respecto a todo, en general. Ellos, no obstante, entendieron a la perfección mi gesto y nos dieron cierta intimidad, de modo que Liara pudo pasar y sentarse en la habitación, sin piano, donde yo me encontraba, justo frente a ella pero también manteniendo las distancias. – Lo lamento de antemano si te he llevado a engaño, pero en esta ocasión no creo que vayas a tener la ocasión de tocar nada. Te he mandado llamar para hablarte de un asunto que creo que te incumbe. – anuncié, suave pese a mi seriedad. Mi intención no era asustarla, menos cuando sabía que seguramente mis palabras conseguirían eso mismo, así que prefería mil veces empezar con calma pese a que muriera de ganas por lanzarme de cabella al lago helado de la turbia verdad. – ¿Qué puedes contarme sobre tu hermano? Quiero que seas sincera. ¿A qué se dedica? ¿Lo sabes? – pregunté, con la mirada clavada en ella y la misma firmeza de antes... o quizá aún más como consecuencia de la mención de la bestia que compartía su apellido.
Anonymous
Invitado
Invitado


Volver arriba Ir abajo

La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} Empty Re: La realidad, a veces, duele {Amanda Smith}

Mensaje por Liara Eblan1 Dom Abr 08, 2018 3:02 pm

Liara no era un ser sobrenatural, ni tenía poderes que le facilitaran conocer el entorno en el que se movía, pero, como mujer, tenía la intuición bastante desarrollada como para darse cuenta de que, tal y como Amanda le explicó momentos después, no había ido allí a tocar el piano para nadie. Se sintió un poco ridícula con la carpeta de partituras bajo el brazo, así que, después de sentarse en uno de los sofás, la dejó sobre una mesita que tenía al lado. No le pasó desapercibido que los hombres que vigilaban la estancia sólo se hubieran apartado ligeramente, dándoles intimidad a ambas pero sin abandonar la habitación. Eso era nuevo y, aunque la conversación pudiera llevarse a cabo como hasta ahora, Liara sabía de antemano que no iba a ser así.

Está bien —dijo de forma amable, pero mucho más seria y distante de lo que acostumbraba a ser—. Tú dirás.

Juntó ambas manos sobre sus piernas y esperó. La conversación, sin embargo, no tomó el rumbo que ella había pensado. Se inquietó en el asiento, mucho, para estar centrada en alguien tan familiar como su hermano. Desvió la mirada —que, hasta entonces, había estado clavada en Amanda— hacia sus manos, cuyos dedos estaban enredados entre sí con, quizá, demasiada tensión.

¿Qué quieres saber sobre Naxel? —preguntó, alzando la vista hacia ella.

¿Sería prudente hablarle sobre él y lo que hacía? Era Amanda, la mujer que había confiado en ella y la había tratado sin ningún tipo de altanería por su parte. Desde el principio habían congeniado, o eso le pareció a Liara, pero algo había cambiado entre ambas, algo que la pianista no lograba ver y que le había pillado completamente desprevenida. La joven seguía confiando en la reina, pero parecía que no era recíproco, viendo los hombres que había apostados en la puerta, aparentemente destraídos pero con toda su atención puesta en ellas. Volvió a hacerse la pregunta. ¿Podía hablar con ella sobre su hermano?

Sé a lo que se dedica, sí —contestó finalmente—, pero no entiendo qué tiene que ver él aquí.

Aguantó su mirada unos segundos, pero era demasiado intensa para ella. La bajó de nuevo a sus manos, todavía enredadas entre sí, mientras pensaba en los motivos por los que la había hecho llamar. Al principio pensó que ya no querría contar más con ella, pero, si así fuera, ¿qué pintaba Naxel en todo ese asunto? Con decirle que ya no la iba a necesitar más hubiera bastado. Liara sabía que no era ni la única ni la mejor pianista de París, y si la reina seguía acudiendo a pequeños conciertos habría tenido la oportunidad de conocer a otras jóvenes promesas de la música. Así que no, ese no podía ser el motivo. Después pensó en Sébastien y la reciente confesión de Naxel acerca de su desaparición. ¿Estaría, quizás, relacionado con eso?

¿Por qué me has mandado venir, Amanda?

La miró de nuevo, sabiendo de antemano que su respuesta no le iba a gustar en absoluto. Lo que Liara no imaginaba era que fuera a dolerle tanto.
Liara Eblan1
Liara Eblan1
Humano Clase Media
Humano Clase Media

Mensajes : 67
Fecha de inscripción : 11/10/2016

Volver arriba Ir abajo

La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} Empty Re: La realidad, a veces, duele {Amanda Smith}

Mensaje por Invitado Vie Abr 27, 2018 3:42 am

Quise ahogar un suspiro, rota ante la posibilidad de perder a una persona a la que había acogido bajo mi ala y con la que sentía que me había llevado bien desde el primer momento, antes de que todo se hubiera complicado tan extraordinariamente que apenas veía maneras de salir de aquel embrollo. No quería mostrarme dura con Liara, pese a que supiera que indirectamente tenía algo de culpa en la situación; pese a que Lazet hubiera tenido razón y no debía mostrar piedad, una parte de mí la apreciaba tan genuinamente que no deseaba que sufriera, incluso si otra sentía que lo merecía. Era curioso: hacía muchísimo tiempo que no me sentía tan dividida con respecto a algo, incluso si había pasado por situaciones tan peliagudas como la transformación en vampiro de un hombre tan arrogante como imprevisible y horrible para ser inmortal y poderoso. Entonces, hacía lo que parecía una eternidad, las cosas habían estado más claras; los límites, perfectamente definidos. Sin embargo, de un tiempo a esta parte todo se había mezclado y enlodado, hasta el punto de que incluso me resultaba difícil separarla a ella, pura bondad e inocencia incluso si la situación en la que nos encontrábamos la llevaba a la desconfianza. Nada que ver, por supuesto, con su hermano, pero ¿acaso era justo que pagara ella por los crímenes de quien tanto apreciaba y amaba? Eso sí me había quedado claro: la relación entre ellos era muy estrecha, nada que ver con la de mi propio hermano y mía, aunque estuviéramos en proceso de solucionarlo y él se hubiera convertido, en muy poco tiempo, en mi consejero. Una parte de mí ansiaba sentir algo semejante a ese vínculo, y la desesperación por algo así podía nublar mi criterio, pero una vez más había otra parte de mí que era capaz de mantenerse realista pese a las circunstancias y sus agravantes, y esa era la que ansiaba, de alguna manera, solucionar las catástrofes que nos habían llevado a reunirnos en tan aciagas circunstancias.

– Nadie quiere oír esto de un ser amado. Todos tendemos a creer antes a la familia, o eso imagino porque no he sido muy cercana a la mía jamás, pero conozco vínculos semejantes y sé que hay momentos en los que se desea creer lo bueno. – comencé. Sin embargo, la edad me había enseñado lecciones de madurez muy importantes, y también que hay que juzgar a las personas de acuerdo con sus comportamientos: por mucho que apreciara a mi sire, con quien tenía un lazo muy difícil de explicar a cualquiera que no fuéramos nosotros dos, estaba loco y era fanático de las masacres y de la sangre, y ni siquiera mi eterno agradecimiento por salvarme la vida sería capaz de hacerme ignorar eso. Creía, deseaba, que Liara, al saber a qué se dedicaba Naxel, tendría la venda de los ojos medio levantada ya, pero no podía pretender que ella fuera a elegirme a mí por encima del cazador loco que estuvo bien cerca de asesinarme, así que no podía permitirme ni el menor atisbo de esperanza al respecto. Dolería menos así, de eso estaba segura, y suficiente dolor había sufrido a manos de un Eblan como para desear, aunque fuera por un momento, que su hermana continuara rematándolo. – También sabes bien que eres su mundo, que te adora de un modo que roza lo enfermizo porque es demasiado obsesivo. – continué. Esta vez, sin embargo, no hice ninguna pausa porque sentía que las palabras me quemaban y necesitaba soltarlas pronto para que no me destrozaran, así que opté por la opción más cruda: confesarlo todo. – Él no se tomó bien que trabajes para mí. Vino, incluso, después de una de nuestras fiestas a decírmelo: creía que te iba a hacer daño, que no soy de fiar, que te iba a corromper o qué sé yo, los motivos de un demente jamás los he tenido claros. Y no lo acuso a la ligera, Liara: tu hermano me secuestró, me torturó y estuvo a punto de matarme. Aún tengo las heridas que lo demuestran. – afirmé, y hasta llegué a enseñarle una de las heridas, a medio curar, para demostrarlo.
Anonymous
Invitado
Invitado


Volver arriba Ir abajo

La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} Empty Re: La realidad, a veces, duele {Amanda Smith}

Mensaje por Liara Eblan1 Vie Jul 20, 2018 8:01 am

Liara, todo bondad, alegría y sonrisas, miraba a la reina de los Países Bajos con un semblante tan serio que no parecía ella. Las palabras, aunque fueron pocas, a ella se le hicieron un preámbulo demasiado largo para lo que quería escuchar. Que se lo dijera, fuera lo que fuera, y que terminara con aquello de una vez. Su corazón latía tan deprisa que sentía la presión en la garganta, exactamente igual que minutos antes de salir al escenario a tocar el piano. Esa vez, sin embargo, sabía que nada tendría un final feliz, como sus conciertos, si no que debería dar gracias al cielo si salía del palacete de la reina con un estado de ánimo parecido al que había traído.

¿Nadie quiere oír qué, Amanda?

Se removió inquieta en el asiento y adoptó otra postura, un tanto forzada, que le siguiera permitiendo mirar a la reina a los ojos.

La escuchó. Vaya si la escuchó. En la medida en que las palabras de Amanda iban calando en la cabeza de Liara, el rictus de ella se iba descomponiendo como si estuviera sufriendo un vahído. El color de su rostro —ya claro de por sí— se esfumó, dándole un aspecto fantasmagórico que asustaba. La garganta se le secó y las manos comenzaron a temblarle cuando vio las heridas que le mostraba. La piel extremadamente pálida de la vampira hacía que las magulladuras resaltaran mucho más sobre sus brazos, y le produjeron a la pianista ganas de vomitar. ¿Qué clase de demonio sin alma era capaz de hacer algo así a nadie, por muy disconforme que estuviera con su forma de actuar?

No puedo... —murmuró, abanicándose con una mano—. No puedo respirar.

Fue lo único que pudo decir antes de levantarse, tambaleándose, en busca de una ventana a la que asomarse. Encontró las puertas acristaladas que daban a una pequeña terraza al nivel del suelo y no dudó en salir como si la casa se encontrara en llamas. El aire fresco de la noche le rozó el rostro y Liara tomó aire profundamente, pero ni así consiguió eliminar una pizca de la angustia que le oprimía el pecho.

Anduvo con paso renqueante hasta la barandilla que daba a los jardines y apoyó las manos sobre ella, cargando el peso de su cuerpo sobre sus brazos. Llevó los ojos hacia el cielo, donde una luna menguante iluminaba gran parte de su entorno, acompañada de minúsculas estrellas que tintineaban alegres, ajenas a todo lo que ocurría más abajo. El relato de Amanda no hacía más que dar vueltas en su mente y, cuando al fin fue plenamente consciente de lo que le había contado, se llevó una mano a la boca para ahogar un sollozo, sin éxito. No podía creer que su hermano hubiera vuelto a hacerlo, después de lo de Sébastien… Un momento. ¿Por qué Naxel se iba a ensañar de esa manera con una reina, si lo único que había hecho era darle el trabajo de su vida? Recordó lo frías que tenía siempre las manos Amanda y el tono marmóreo de su piel; también cayó en la cuenta de que sólo la veía cuando ya era noche cerrada, jamás a plena luz del sol.

Volvió a respirar hondo y cerró los ojos. Aquello no podía estar pasando.

¿Por qué iba Naxel a hacerte algo así? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta. Las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos—. ¿Por qué debería creerte? ¿Cómo puedo estar segura de que ha sido él y no otro?
Liara Eblan1
Liara Eblan1
Humano Clase Media
Humano Clase Media

Mensajes : 67
Fecha de inscripción : 11/10/2016

Volver arriba Ir abajo

La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} Empty Re: La realidad, a veces, duele {Amanda Smith}

Mensaje por Invitado Mar Sep 18, 2018 11:58 am

Los católicos acudían a las confesiones con grandes pesos hundiendo sus espíritus, demandando la liberación que compartir los secretos y escuchar el perdón siempre traían consigo, mas yo nunca había sido católica, y la confesión no tuvo el mismo efecto beneficioso en mí que solía tener en los que sí acudían religiosamente, nunca mejor dicho, a la iglesia. Pese a que mis heridas habían sido intensas, a que aún duraran y a que, incluso, siguiera encontrándome demasiado cerca de la muerte para lo que me gustaría, el dolor que me invadió en aquel instante, con pura y absoluta violencia, no venía de los golpes, sino de la reacción de Liara, cuyo aliento percibí morir antes incluso de que ella lo confesara, jadeante. Esa maldita empatía fue la que me hizo plantearme con total seriedad la posibilidad de alzarme para consolarla por el daño que había sabido de antemano que le iba a provocar, y el deseo fue, por un momento, tan increíblemente real que no pude sino sentir calambres en los miembros a los que obligaba a permanecer inactivos, quietos de forma casi ofensiva. Deseaba consolarla, sí, pero al mismo tiempo no creía que lo mereciera; anhelaba mantener su inocencia intacta, por supuesto, pues era uno de los rasgos que más la hacían brillar en el París corrupto y putrefacto en el que nos habíamos conocido, mas ¿hasta cuándo podría seguir así? Tarde o temprano se daría cuenta de que las pesadillas de los relatos eran reales y de que algunas de ellas las protagonizaba su hermano; demonios, ¡ya se había dado cuenta a juzgar por su reacción!, y por eso le permití que se desahogara, sin inmiscuirme para consolarla pero, al mismo tiempo, sin interrumpirla con crueldad: ese era el único término medio que me sentía capaz de regalarle dadas nuestras circunstancias, y muy especialmente dado mi estado, todavía demasiado frágil para lo que me gustaba.

– Dime un solo motivo por el que tendría que mentirte, Liara. – exigí. Mi voz, sin embargo, sonó más como una petición que como una orden, y aunque fui capaz de mantener mi expresión bajo el más férreo de los controles, el mismo que la aristocracia de medio viejo continente había llegado a admirar, estaba segura de que se me notó en la mirada que quería saber la respuesta de verdad. – Nunca te he dicho ni una sola falsedad. Mis únicos pecados han sido por omisión, y creo que ahora puedes entender por qué. – añadí, encogiéndome de hombros con una actitud tranquila que era pura fachada, nada que ver con la tormenta que aún sentía bullir en mis pensamientos, electrizándome por completa. Liara no me tocaba, no tocaba a nadie que no fuera ella misma, pero sentía que si se atrevía a hacerlo acabaría retrocediendo por la pura energía que casi transmitía, de modo que era otro motivo más, si cabía, para mantener unas distancias necesarias mientras terminaba de aniquilar los buenos deseos que existían aún en ella con respecto a su hermano. – Nunca quise decírtelo porque no quería corromperte, Liara. Siempre me has parecido brillante en tu inocencia, pura, y confesarte que yo llevo muerta más de mil años me parecía destrozar algo que me ha fascinado en ti desde el mismo día en que nos conocimos. – expliqué. Sólo la experiencia que cargaba a mis espaldas me estaba permitiendo darle ese ejemplo de entereza en la voz y la actitud que acompañaba a mis palabras, y sólo la determinación de que ella debía saberlo me ayudó a mantenerme igual, sin romperme de dolor aunque por un motivo diferente al suyo. – Fue Naxel. Él mismo se confesó, si le preguntas seguramente te lo confirme. ¿Por qué él y no otro? Porque mis enemigos son más sutiles que él, y el único capaz de hacerme algo así de directo es mi marido, quien por si no te habías dado cuenta lleva meses lejos de mí.[/b] – añadí.
Anonymous
Invitado
Invitado


Volver arriba Ir abajo

La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} Empty Re: La realidad, a veces, duele {Amanda Smith}

Mensaje por Liara Eblan1 Sáb Oct 13, 2018 11:08 am

La reina tenía razón. Jamás la había mentido de manera tan descarada, había sido sincera hasta donde creía que debía serlo, y, como ella decía, su único pecado había sido no explicarle la situación completa. Aún así, Liara se sentía defraudada. No sólo por Amanda, sino por toda la situación que se había propiciado por un hecho tan inocente como tocar el piano para la reina de los Países Bajos. ¿Quién iba a pensar que Naxel iba a atacarla porque ser ella una vampira milenaria? Liara no, porque todo el mundo tenía la maldita costumbre de no contarle las cosas. Pero eso se iba a terminar, vaya que sí.

Tú tampoco querías corromperme, claro, por qué no me extraña —ironizó sin siquiera mirarla.

El nudo del pecho se iba soltando poco a poco, pero eso daba paso a un llanto silencioso y constante que hacía que sus hombros convulsionaran con energía. Se secó las lágrimas que corrían por su rostro y siguió admirando el paisaje que se veía desde aquella terraza. Era precioso, bañado con la suave luz de una luna que hacía pocos días había estado llena, en toda su plenitud. Liara sabía bien qué pasaba las noches de luna llena, su familia había sido diezmada en una, así que no se podía decir que era totalmente ajena al horror que se vivía en las calles de París. Provenía de una familia de cazadores, conocía la existencia de lobos, vampiros y cambiantes y, si bien no tenía la capacidad de su hermano para detectarlos, no era ajena a las características de cada uno.

¿Sabes qué es lo peor? —preguntó y, aunque la pregunta iba dirigida sólo a Amanda, ella la lanzó a la nada—. Que te creo. Creo lo que me dices, porque no es la primera vez que Naxel hace algo así —confesó—. Él asegura que lo hace por mi bien, para protegerme, pero mira en qué termina siempre.

Tomó aire profundamente y se secó las últimas lágrimas que salieron de sus ojos. Miró los jardines una última vez antes de girar el rostro para enfrentar el de Amanda. Era una mujer inescrutable, así que le resultó imposible saber qué le estaba pasando por la mente. ¿Cuál sería la opinión que se habría granjeado de ella, después del ataque que había llevado a cabo su hermano? ¿Sentiría lástima o rencor?

Todos me dicen lo mismo para excusar que no me cuenten la verdad: que soy pura, que soy inocente y que no quieren que ese mundo de sombras me haga nada, pero no se dan cuenta, y mi hermano es el primero, que ese mundo horrible ya me golpeó hace tiempo.

Tuvo que parar y ordenar sus ideas, puesto que la última vez que contó la tragedia que asoló a su familia fue de niña, cuando su tío les dijo toda la verdad. Con Naxel hablaba de ello de vez en cuando, sobre todo en días puntuales, pero era un tema que tanto uno como el otro intentaba evitar, puesto que el dolor que los embargaba era demasiado intenso.

Yo tenía cuatro años, y Naxel ocho, cuando perdimos a nuestros padres. ¿Sabes cómo murieron? —Se miró los dedos, entrelazados con tanta fuerza que los nudillos se volvieron blancos—. Eran cazadores, igual que mi tío, y que Naxel. Estuvieron persiguiendo a una pareja de licántropos hasta que se retiraron cuando tuvieron a mi hermano, pero parece ser que a esas bestias no les importó. Una noche de luna llena atacaron nuestra casa, en las afueras de Edimburgo, y si nosotros estamos vivos es porque mi padre fue lo suficientemente rápido como para llevarnos al sótano y dejarnos allí mientras él salía para quitárselos de encima. —El llanto volvió, tal y como ella había previsto—. Se les oía aullar, morder y gruñir. Oímos disparos, muebles rotos y gritos, y después nada. Había un ventanuco de este tamaño —formó un rectángulo pequeño con los dedos— y Naxel vio la sangría que se estaba formando fuera. Nos sacaron tres días después y vinimos aquí, con nuestro tío, hasta hoy.

Tuvo que parar un segundo porque los recuerdos eran demasiado abrumadores.

No soporto oír aullar a los perros, ni oírlos ladrar. No me gustan, y creo que eres lo suficientemente inteligente para saber por qué. Si me he mantenido alejada de todo lo que mi hermano hacía era para no revivir ese infierno a diario, pero ¿de verdad crees que me va a afectar tanto saber que llevas mil años muerta? Entiendo que no me lo quisieras decir para protegerte a ti misma, pero si hay algo más que estés ocultando, creyendo que lo haces por mí, puedes decírmelo. No soy tan delicada como todos creen.
Liara Eblan1
Liara Eblan1
Humano Clase Media
Humano Clase Media

Mensajes : 67
Fecha de inscripción : 11/10/2016

Volver arriba Ir abajo

La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} Empty Re: La realidad, a veces, duele {Amanda Smith}

Mensaje por Invitado Miér Oct 17, 2018 7:51 am

Liara no era, no podía serlo, responsable de los pecados de su hermano: eso era algo que tenía increíblemente claro. Del mismo modo que yo había sido víctima hacía una auténtica eternidad de los crímenes de mis amos y me habían castigado a mí, y no al responsable, por lo que él había hecho, Liara estaba implicada en la tortura de su hermano Naxel, el cazador, pero ella no había sido quien había forzado su mano, y no necesitaba que ella lo dijera para saberlo. Por supuesto, con mi carácter voluble, uno del que llevaba siendo consciente muchos más años de los que ella llevaba viva, no me resultaba fácil separar el dolor que me había causado Naxel del rostro puro de Liara, el mismo que él había utilizado para justificar mi ataque, pero ella merecía que lo intentara, y esa suponía que era le principal diferencia entre mi atacante y yo: él, humano, no aceptaba ni la más mínima crítica en su forma de protegerla, mientras que yo estaba muy dispuesta a escucharlas y aceptarlas. Precisamente por eso, como si Liara se encontrara en una recepción en mi palacio real y no en una situación algo más íntima, pese a los guardias que tenía apostados bien cerca y a la espera de cualquier gesto por mi parte para atacar, la escuché sin interrumpirla, y le permití contarme su relato con sus ritmos y sus pausas, sin dejar de observarla pero intentando no juzgarla porque sabía que no tenía el más mínimo derecho de hacerlo. Podía ser su superiora y ella podía ser mi pianista personal porque tanto ella como su maestra así lo habían decidido, pero no era un asunto profesional lo que nos atañía y los suaves sonidos del piano no tenían nada que ver en la melodía melancólica y dolorosa de sus palabras, una que pareció vibrar en el aire entre nosotras incluso después de que ella dejara de hablar porque yo, pensativa, todavía me tomé unos instantes más de reflexión antes de llegar a intervenir.

– No sabía lo que le sucedió a tu familia, Liara, lo lamento. – me disculpé, inclinando suavemente la cabeza y apartando por primera vez la mirada desde que ella había comenzado a hablar. Sabía que era algo en lo que yo no había tenido nada que ver, era muy consciente de que incluso podía decirle que comprendía el odio a los licántropos porque yo, por mi propia naturaleza, lo sentía con ardiente intensidad, pero elegí no mencionar nada al respecto y simplemente tragar esa rabia que aún me llenaba, pero no dirigida hacia ella. – En mi caso, aunque tu inocencia tuvo que ver, no te lo conté porque tampoco lo creí relevante, al menos tan pronto. ¿Iba a cambiar algo que supieras que llevo muerta más de mil quinientos años y que nací en las Islas Británicas, nada que ver con mi actual reino? ¿Iba a suponer una diferencia en mi trato hacia ti, o en el tuyo hacia mí, que supieras que no puedo salir de día? No, porque nunca te quise como alimento, yo sólo buscaba tu compañía y tu talento. – expliqué. Si bien la protección de su candidez había sido algo que tenía en común con Naxel, había tenido más motivos porque mis decisiones jamás solían ser tan simples que podían resumirse en una simple causa, y así se lo acababa de hacer saber a Liara, receptora de una confesión tan inesperada como sincera. – Por supuesto, debo reconocer una vez más mi ignorancia porque tampoco sabía qué conocimientos tenías del mundo al que yo pertenezco, y no sabía si era mi derecho convertirme en la persona que te lo descubriría. – continué. El aprecio que sentía por mi joven pianista era sincero, casi tanto como los sentimientos tan opuestos que albergaba hacia su hermano, y seguramente eso fue lo que me llevó a reducir la distancia que nos separaba para aproximarme a ella y rozar su brazo con delicadeza, pero intentando mostrar un apoyo que tenía, sin nada más que pura comprensión.

– No corres peligro conmigo, nunca lo has hecho. El tiempo me ha enseñado a controlar mi sed y, de todas maneras, me has caído bien desde el primer momento, no voy a hacerte daño. Sólo espero que sepas aceptar mis disculpas por haberte ocultado la verdad, y también que entiendas mis motivos. – suspiré, y aunque no aparté la mano, sí que fui en ese momento más consciente del contraste entre su piel cálida y palpitante y la mía propia, gélida y dura si ella intentaba reciprocar el contacto. – Llevo enfrentándome al Santo Oficio desde antes de que nacieran, y a enemigos que quieren destruirme por algo que yo no pedí desde antes incluso. El secretismo es parte de mi condición, es mi manera de asegurarme de que viviré una noche más. – confesé. Ella seguramente era consciente de que no podía anunciar libremente lo que yo era, del mismo modo que tampoco podía confesárselo a cualquier persona a la que acababa de conocer por miedo a encontrarme de nuevo con alguien como Naxel y que pudiera ponerme en una situación tan dolorosa una vez más. – No es ni tu culpa ni tu responsabilidad, pero personas como tu hermano son quienes justifican esa decisión por mi parte. El silencio es mi mejor aliado, siempre lo ha sido. – razoné, y sólo entonces dejé caer la mano hasta que volvió a caer, laxa, a mi costado, como si no la hubiera estado rozando hacía un momento y como si su ropa no permaneciera hundida aún para revelar el lugar donde se habían encontrado mis dedos un instante atrás. – Sé que eres fuerte. Lo sabía antes incluso de que me contaras lo de tu familia, pero no necesitaba saberlo para ser consciente de tu fortaleza. Debo rogarte, eso sí, que no confundas fuerza con hastío, porque puedes ser fuerte y mantenerte pura, incluso en nuestro mundo, y eso es algo precioso que yo desearía mantener en ti. – aseguré.
Anonymous
Invitado
Invitado


Volver arriba Ir abajo

La realidad, a veces, duele {Amanda Smith} Empty Re: La realidad, a veces, duele {Amanda Smith}

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.