AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
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Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
Su cabeza le pesaba.
No sabía cuántas cervezas se había tomado Orpheus y al parecer todavía tenía una jarra de cerveza agarrada de la mano esperando a tener un hueco en el que poder beber el resto de la cerveza. Esa gitana se las pagaría. La encontraría de nuevo, siempre lo hacía ya que él nunca lo hacía, pero esta noche estaba lo suficientemente ebrio para no levantar cabeza.
Pudo notar como una mujer se le acercaba cerca de su regazo, Orpheus estaba sintiéndose mal que vomitó encima de la mujer e inmediatamente fue echado de la taberna siendo tirado contra la suciedad que formaban parte de los adoquines de París. Fue cuando poco a poco, sujetándose de la pared fue que camino un poco más hasta otra parte de la calle en la que se detuvo a vomitar el resto de las otras cervezas, pero no fue hasta que por fin termino que se encontró con un hombre que le resultaba conocido, no sabía quién era por lo que le siguió hasta que termino en otra taberna en la otra punta de la ciudad.
Los policías que estaban rondando la zona aquella zona, se llevaron a Orpheus hasta un banco en el que este pudiera descansar. Uno de ellos le ayudó con un ungüento que espabilaba un poco, Orpheus sintió que estaba un poco más despejado pero aún tenía el mareo del exceso de alcohol por sus venas. Los oficiales no se fueron hasta que vieron que Orpheus podía moverse por sí solo y cuando lo dejaron solo, Orpheus pretendía irse hacia su residencia para poder descansar, pero se cruzo con una taberna que no había visto en sus rondas nocturnas.
Era bastante normal. Había gente pero no cualquier tipo de gente. Sobrenaturales. Era una taberna exclusivamente para seres de ese tipo. Rápidamente ocultó sus ropas bajo la capa oscura que tenía, observo el lugar detenidamente y por muchas ganas que tuviera de querer atraparlos a todos, él era solamente un humano. Pudo ver que su amigo HUMANO estaba dándose el lote con un vampiro. Orpheus se quedó helado, por lo que si había un humano no tendría que haber problemas si había algún tipo de protección o algo por el estilo.
Temeroso de ser echado contra la pared por el rechazo del hechizo sobre la puerta – porque se imaginaba que habría alguno- Orpheus pasó satisfactoriamente a través de la puerta y sin ningún tipo de rechazo. Se fue hacia la barra donde había un sitio apartado y pidió otra cerveza, pero la mantuvo esperando mientras observaba a la multitud que al parecer lo ignoraba, hasta que algo se chocó contra el suelo despertando su curiosidad y vio a alguien en el suelo.
No sabía cuántas cervezas se había tomado Orpheus y al parecer todavía tenía una jarra de cerveza agarrada de la mano esperando a tener un hueco en el que poder beber el resto de la cerveza. Esa gitana se las pagaría. La encontraría de nuevo, siempre lo hacía ya que él nunca lo hacía, pero esta noche estaba lo suficientemente ebrio para no levantar cabeza.
Pudo notar como una mujer se le acercaba cerca de su regazo, Orpheus estaba sintiéndose mal que vomitó encima de la mujer e inmediatamente fue echado de la taberna siendo tirado contra la suciedad que formaban parte de los adoquines de París. Fue cuando poco a poco, sujetándose de la pared fue que camino un poco más hasta otra parte de la calle en la que se detuvo a vomitar el resto de las otras cervezas, pero no fue hasta que por fin termino que se encontró con un hombre que le resultaba conocido, no sabía quién era por lo que le siguió hasta que termino en otra taberna en la otra punta de la ciudad.
Los policías que estaban rondando la zona aquella zona, se llevaron a Orpheus hasta un banco en el que este pudiera descansar. Uno de ellos le ayudó con un ungüento que espabilaba un poco, Orpheus sintió que estaba un poco más despejado pero aún tenía el mareo del exceso de alcohol por sus venas. Los oficiales no se fueron hasta que vieron que Orpheus podía moverse por sí solo y cuando lo dejaron solo, Orpheus pretendía irse hacia su residencia para poder descansar, pero se cruzo con una taberna que no había visto en sus rondas nocturnas.
Era bastante normal. Había gente pero no cualquier tipo de gente. Sobrenaturales. Era una taberna exclusivamente para seres de ese tipo. Rápidamente ocultó sus ropas bajo la capa oscura que tenía, observo el lugar detenidamente y por muchas ganas que tuviera de querer atraparlos a todos, él era solamente un humano. Pudo ver que su amigo HUMANO estaba dándose el lote con un vampiro. Orpheus se quedó helado, por lo que si había un humano no tendría que haber problemas si había algún tipo de protección o algo por el estilo.
Temeroso de ser echado contra la pared por el rechazo del hechizo sobre la puerta – porque se imaginaba que habría alguno- Orpheus pasó satisfactoriamente a través de la puerta y sin ningún tipo de rechazo. Se fue hacia la barra donde había un sitio apartado y pidió otra cerveza, pero la mantuvo esperando mientras observaba a la multitud que al parecer lo ignoraba, hasta que algo se chocó contra el suelo despertando su curiosidad y vio a alguien en el suelo.
Última edición por Orpheus Leahy el Mar Jun 26, 2018 3:39 pm, editado 1 vez
Orpheus Leahy- Cazador Clase Alta
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Re: Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
Eugénie observaba dudosa la fachada del burdel. Llevaba casi medio año sin pisar un lugar así, extrañaba las noches en las que retozaba agitada en la cama sudada de aquel lugar de pecados, secretos y pasión, incluso se había enfermado por su abstinencia; ser adicta al sexo no es tan fácil como se escucha, no en esa época y menos con tanto prejuicio danzando por los hogares, las calles y las mentes de las familias parisinas.
Observar aquel lugar la ponía nerviosa e inquieta, extrañaba poder fornicar escondida debajo de ropas pequeñas y un antifaz. Encontrar consuelo viendo desde afuera, resultaba dar la motivación suficiente para salir adelante. Así que se inyectó de su dosis semanal y giró el cuerpo para poder llegar regresar a casa.
¿Acaso volvería a ejercer la noble profesión de la prostitución? Probablemente no, su hermano amenazaba con quedarse a vivir en París para controlar la adicción que ella tenía, así que debía hacerse a la idea que el placer estaba peleada con ella y su necesidad irracional.
Era bien sabido que de noche no era seguro que una mujer caminara por las calles de la capital francesa, menos aún tomando en cuenta la cantidad de seres sobrenaturales que habían migrado a esa ciudad. No le importó, sabía defenderse y también tenía seres que la protegían a lo lejos; antiguos amantes que le prometieron protección a cambio de grandes noches de pasión.
Avanzó, silenciosa, pensativa y esperanzada. Avanzó con el deseo enfermizo de poder encontrar un poco más de aventura. Y pasó. Lo menos imaginado ocurrió.
En el caminó apareció Theodore, un viejo amante que había descubierto su rostro real y se había encariñado con ella. Dejaron de encamarse unos meses atrás y parecía habían establecido una amistad. Una que no se podía tener con cualquiera. Aceptó sin pensarlo demasiado la invitación y se dirigieron a una casi escondida taberna. ¿Escondida? Demasiado, algunos seres de la noche disfrutaban del anonimato.
Platicaron un rato y de un momento a otro se quedó sola, no se molestó, seguramente Theodore había encontrado con quien estar y se olvidó de ella. Sin pensarlo dos veces se despidió del tabernero, también lo conocía, pero en faceta de niña rica.
Justo en el momento que estaba a punto de salir por la puerta, un hombre alcolizado cayó frente a ella. Inevitablemente pegó un grito de susto. Miró de un lado, después de otro y como nadie se acercaba simplemente lo ayudó a ponerse de pie. Nadie se veía con ganas de querer ayudar.
— Señor, ¿se encuentra bien? — Cuestionó revisando el rostro casi adormecido de aquel hombre. — ¡Qué apestoso! — Musitó en voz alta y separó su rostro para no oler el aliento lleno de coñac.
Observar aquel lugar la ponía nerviosa e inquieta, extrañaba poder fornicar escondida debajo de ropas pequeñas y un antifaz. Encontrar consuelo viendo desde afuera, resultaba dar la motivación suficiente para salir adelante. Así que se inyectó de su dosis semanal y giró el cuerpo para poder llegar regresar a casa.
¿Acaso volvería a ejercer la noble profesión de la prostitución? Probablemente no, su hermano amenazaba con quedarse a vivir en París para controlar la adicción que ella tenía, así que debía hacerse a la idea que el placer estaba peleada con ella y su necesidad irracional.
Era bien sabido que de noche no era seguro que una mujer caminara por las calles de la capital francesa, menos aún tomando en cuenta la cantidad de seres sobrenaturales que habían migrado a esa ciudad. No le importó, sabía defenderse y también tenía seres que la protegían a lo lejos; antiguos amantes que le prometieron protección a cambio de grandes noches de pasión.
Avanzó, silenciosa, pensativa y esperanzada. Avanzó con el deseo enfermizo de poder encontrar un poco más de aventura. Y pasó. Lo menos imaginado ocurrió.
En el caminó apareció Theodore, un viejo amante que había descubierto su rostro real y se había encariñado con ella. Dejaron de encamarse unos meses atrás y parecía habían establecido una amistad. Una que no se podía tener con cualquiera. Aceptó sin pensarlo demasiado la invitación y se dirigieron a una casi escondida taberna. ¿Escondida? Demasiado, algunos seres de la noche disfrutaban del anonimato.
Platicaron un rato y de un momento a otro se quedó sola, no se molestó, seguramente Theodore había encontrado con quien estar y se olvidó de ella. Sin pensarlo dos veces se despidió del tabernero, también lo conocía, pero en faceta de niña rica.
Justo en el momento que estaba a punto de salir por la puerta, un hombre alcolizado cayó frente a ella. Inevitablemente pegó un grito de susto. Miró de un lado, después de otro y como nadie se acercaba simplemente lo ayudó a ponerse de pie. Nadie se veía con ganas de querer ayudar.
— Señor, ¿se encuentra bien? — Cuestionó revisando el rostro casi adormecido de aquel hombre. — ¡Qué apestoso! — Musitó en voz alta y separó su rostro para no oler el aliento lleno de coñac.
Última edición por Eugénie Florit el Dom Jun 17, 2018 7:48 pm, editado 1 vez
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Re: Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
El momento en el que ya por fin, Orpheus iba a introducir el zumo de cebada y alcohol al interior de su garganta, lo que le llamó la atención fue la mujer que ayudó aquel beodo, fue cuando entonces dejó la cerveza sobre la madera de la barra para propinar una patada en la cara a aquel que ya sacaba sus colmillos al cuello de la mujer agachada - ¡Quítate Ostia! – Apartó a aquel vampiro y lo dejó a varios pasos de donde él estaba. Sus pies giraron en el sitio para mirar a la mujer de ojos claros, larga cabellera oscura y pálida tez cual la nieve en invierno. Orpheus se agachó en cuclillas frente a la muchacha, la observó detenidamente y ladeo su rostro hacia un lado.
- No debería de estar aquí – miro a los lados – Hay muchas personas que aprovecharían cualquier oportunidad para humillaros sin piedad alguna – Orpheus sin que nadie o la muchacha le dijera nada, la tomó de las manos para levantarla del suelo y ponerla de pie – Tenga cuidado por dónde anda Madmoiselle – Se ajustó su camisa que mostraba un poco de su pelambrera del pecho y abrochándosela de nuevo y cerrándose uniforme y capa, se volvió hacia su cerveza y vio un lugar apartado, una rinconera la cual estaba vacía y fue directo a sentarse un poco más cómodo en aquel lugar. Conforme andaba, pensaba y conforme pensaba miró hacia atrás recordando a la mujer que se preguntaba dónde estaba.
¿Le habría hecho caso o habría ido por otro lado? No lo sabía con exactitud pero como tenía una noche de perros, prefirió seguir hacia el lugar apartado, pero conforme ya iba a sentarse, el mismo vampiro que echó de una patada lo empujó contra la pared, la cerveza que tenía en la mano se cayó al suelo, derramando toda la cerveza, Orpheus se enfadó, ya había tenido bastante y se encaró contra el vampiro en una pelea limpia con puños y patadas. Orpheus consiguió casi derrotar al vampiro sin arma alguna, pero este lo mordió en mitad del brazo y su amigo humano que lo había visto todo atravesó al vampiro con una pata de silla rota a través del corazón.
Orpheus cayó al suelo mareado, dolido y exhausto. Algunos cogieron al vampiro y lo llevaron lejos, pero Orpheus tan solo se desmayó en el suelo de madera de la taberna.
- No debería de estar aquí – miro a los lados – Hay muchas personas que aprovecharían cualquier oportunidad para humillaros sin piedad alguna – Orpheus sin que nadie o la muchacha le dijera nada, la tomó de las manos para levantarla del suelo y ponerla de pie – Tenga cuidado por dónde anda Madmoiselle – Se ajustó su camisa que mostraba un poco de su pelambrera del pecho y abrochándosela de nuevo y cerrándose uniforme y capa, se volvió hacia su cerveza y vio un lugar apartado, una rinconera la cual estaba vacía y fue directo a sentarse un poco más cómodo en aquel lugar. Conforme andaba, pensaba y conforme pensaba miró hacia atrás recordando a la mujer que se preguntaba dónde estaba.
¿Le habría hecho caso o habría ido por otro lado? No lo sabía con exactitud pero como tenía una noche de perros, prefirió seguir hacia el lugar apartado, pero conforme ya iba a sentarse, el mismo vampiro que echó de una patada lo empujó contra la pared, la cerveza que tenía en la mano se cayó al suelo, derramando toda la cerveza, Orpheus se enfadó, ya había tenido bastante y se encaró contra el vampiro en una pelea limpia con puños y patadas. Orpheus consiguió casi derrotar al vampiro sin arma alguna, pero este lo mordió en mitad del brazo y su amigo humano que lo había visto todo atravesó al vampiro con una pata de silla rota a través del corazón.
Orpheus cayó al suelo mareado, dolido y exhausto. Algunos cogieron al vampiro y lo llevaron lejos, pero Orpheus tan solo se desmayó en el suelo de madera de la taberna.
Orpheus Leahy- Cazador Clase Alta
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Re: Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
Los vampiros no resultaban un impedimento para que ella fuera feliz en su andar nocturno. ¿Por qué? Los conocía, entendía que estaban hechos de impulsos y que el hambre en muchas ocasiones les nublaba los sentidos convirtiéndolos en criaturas de cuidado. Genie era extraña porque no le tenía a la muerte, no al menos en manos de esas criaturas de la noche, así que simplemente disfrutaba de esos momentos por más incomodos que fueran.
La siguiente escena ocurrió demasiado rápido, no pudo siquiera procesar el vomito, el ataque, la lucha, la tormenta y después la tranquilidad. Frunció el ceño, ella no se catalogaba como una “dama en peligro”, así que aquella situación le resultó innecesaria y al mismo tiempo digna de agradecer. Poner en riesgo la vida por salvar a una desconocida. Eso no pasaba todos los días.
Terminó por no irse del lugar. Volvió a sentarse en la barra y disfrutó de una charla amena con el tabernero. Ellos eran grandes amigos, se conocían muchos secretos y no había porque esconderle nada. Saber de la doble vida de muchos, siempre daba ventajas para encontrarse segura.
Theodore la invitó a preparar algún par de bebidas y ella intentó ser una buena ayudante un buen rato. Nunca antes tuvo el privilegio de estar detrás de la barra, ella debía de reconocer que era una profesión divertida y que probablemente aquella actividad la había distraído mucho más que sus terapias matutinas. La vida de noche estaba en sus venas pero ella no podía aceptarlo o sería desheredada. ¡Muy lamentable!
¿Por qué en París no se podía tener una noche tranquila, agradable y sin que hubiera alguna clase de problema que pusiera en riesgo la vida de alguien?
Eugénie se puso de pie mientras observaba con complicidad a Theodore, ambos sabían el próximo procedimiento que tenían que realizar. La taberna aquella noche albergaba muchas situaciones problemáticas y de ser así, la justicia llegaría a interrumpir, llevarse dinero y clausurarla por un tiempo. Ella con un sólo movimiento hizo que la música se pausara y las personas a regañadientes comenzaron a pagar el consumo que llevaban y salían de mala gana. Genie sacó un arma especial de un mueble escondido y apunto al vampiro. La criatura sin pensarlo salió del lugar y sólo quedaron ellos dos y la persona inconsciente.
— Creo que debes cambiar las normas de este lugar, te pones en riesgo — Refunfuñó mientras arrastraban el cuerpo del hombre a un cuarto trasero. La cortesana sacó un botiquín para hacer lo respectivo con el hombre inconsciente mientras Theodore apagaba lámparas de parafina, velas y guardaba todas las cosas dejando el lugar ordenado como si se tratara de un restaurante normal.
La jovencita por su parte se dedicó a curar algunas heridas del hombre, incluso tuvo que desabrochar la camisa, poner vendajes y esperar a que recuperara la consciencia. Lo dejó acostado y mientras se despedía del tabernero se puso a leer un libro sentándose en una silla cerca de la mesa de su ahora nuevo paciente.
Aún quedaban un par de horas para el amanecer, eso le daba el tiempo suficiente para poder atender al cazador y llegar a casa si ser descubierta.
La siguiente escena ocurrió demasiado rápido, no pudo siquiera procesar el vomito, el ataque, la lucha, la tormenta y después la tranquilidad. Frunció el ceño, ella no se catalogaba como una “dama en peligro”, así que aquella situación le resultó innecesaria y al mismo tiempo digna de agradecer. Poner en riesgo la vida por salvar a una desconocida. Eso no pasaba todos los días.
Terminó por no irse del lugar. Volvió a sentarse en la barra y disfrutó de una charla amena con el tabernero. Ellos eran grandes amigos, se conocían muchos secretos y no había porque esconderle nada. Saber de la doble vida de muchos, siempre daba ventajas para encontrarse segura.
Theodore la invitó a preparar algún par de bebidas y ella intentó ser una buena ayudante un buen rato. Nunca antes tuvo el privilegio de estar detrás de la barra, ella debía de reconocer que era una profesión divertida y que probablemente aquella actividad la había distraído mucho más que sus terapias matutinas. La vida de noche estaba en sus venas pero ella no podía aceptarlo o sería desheredada. ¡Muy lamentable!
¿Por qué en París no se podía tener una noche tranquila, agradable y sin que hubiera alguna clase de problema que pusiera en riesgo la vida de alguien?
Eugénie se puso de pie mientras observaba con complicidad a Theodore, ambos sabían el próximo procedimiento que tenían que realizar. La taberna aquella noche albergaba muchas situaciones problemáticas y de ser así, la justicia llegaría a interrumpir, llevarse dinero y clausurarla por un tiempo. Ella con un sólo movimiento hizo que la música se pausara y las personas a regañadientes comenzaron a pagar el consumo que llevaban y salían de mala gana. Genie sacó un arma especial de un mueble escondido y apunto al vampiro. La criatura sin pensarlo salió del lugar y sólo quedaron ellos dos y la persona inconsciente.
— Creo que debes cambiar las normas de este lugar, te pones en riesgo — Refunfuñó mientras arrastraban el cuerpo del hombre a un cuarto trasero. La cortesana sacó un botiquín para hacer lo respectivo con el hombre inconsciente mientras Theodore apagaba lámparas de parafina, velas y guardaba todas las cosas dejando el lugar ordenado como si se tratara de un restaurante normal.
La jovencita por su parte se dedicó a curar algunas heridas del hombre, incluso tuvo que desabrochar la camisa, poner vendajes y esperar a que recuperara la consciencia. Lo dejó acostado y mientras se despedía del tabernero se puso a leer un libro sentándose en una silla cerca de la mesa de su ahora nuevo paciente.
Aún quedaban un par de horas para el amanecer, eso le daba el tiempo suficiente para poder atender al cazador y llegar a casa si ser descubierta.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Re: Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
La consciencia de Orpheus estaba desordenada en sueños desmadrados por la añoranza de tener un futuro con una mujer y un hijo. La imagen de un niño siendo atormentado por la ausencia de cariño de sus padres es atormentado entre sombras de su subconsciente. Nadie parecía tenerle o darle algo de atención, cuanto más crecía más solitario se volvía y esto simplemente le volvía completamente loco.
- ¡Noo! – saltando rápidamente de su descanso, Orpheus despertaba en una cama, en la parte de atrás de la taberna y medio torso vendido, su brazo estaba completamente blanco debido al vendaje y enfrente la bella dama de la que alejó un vampiro que pretendía malas intenciones – Lo – Lo lamento, no quería asustarla… - Con aquello dicho pretendía quedar bien, sobre todo porque no quería quedarse solo ni quedarse sin ayuda alguna que pudiera socorrerle como lo había hecho la mujer que tenía delante – Debo ser afortunado por tener el cuidado de los ángeles…o al menos de uno de ellos – dijo sonriendo de media luna, observaba detenidamente a la mujer que tenía delante, como si estuviera realmente cuidándolo. Parecía tener suerte en ese momento.
Sin embargo, su cabeza comenzaba a retumbar de lo mucho que comenzaba a dolerle ya que sus sentidos comenzaban a adaptarse a su cuerpo e iba despertando ya poco a poco. Los quejidos que soltaba eran evidentes muestras de dolor que todavía no han sanado al completo. Decidió retumbarse horizontalmente para poder estar tranquilo y sin dolor alguno. No obstante no quería perderse tal vista agradable a la vista de una bella mujer cuidándole – Mi nombre es Orpheus, Madame – sonrió esperando que ella pudiera verlo - ¿tienen acaso los ángeles nombres por el que llamaros? – Continuando con la sonrisa, pensó dejar lo de los ángeles ya que resonaría mucho o demasiado en su repertorio de cortejo hacia una bella dama y que se dio cuenta de una cosa – Tenéis el libro al revés – Dijo como una mera observación desde la posición en la que estaba, tumbado pero meramente ladeado para poder ver a su cuidadora de la noche.
¿Quién podría haberse quedado con él? Preferiblemente nadie ya que nadie en su vida había tenido la molestia de preocuparse por él. Ahora que recibió el mordisco de un vampiro loco estaba semi-acostado sobre una cama que no tenía apenas relleno e incómodo como el infierno, frente a una muchacha que era bien hermosa y que seguramente no volvería a ver a la noche o día siguiente. Es una de esas mujeres, o sentía que la mujer que tenía delante de él mismo sentía que era una de esas mujeres que no se encontraban en toda la vida, quizás solamente una vez en la vida y que probablemente estuviera pretendida a alguien mejor que él. Pero ¿Por qué se preocupaba por algo tan banal como lo era una mujer? Bueno, esta mujer le había salvado la vida curándole seguramente de manera voluntaria. Rio – Gracias por las molestias de vendarme, sin su ayuda bien podría haber muerto, lo mismo si merezco vivir en este mundo – su risa entrecortada se hizo bien evidente. Se reincorporó recostándose sobre la pared y un poco de la almohada de aquella cama – La noche es peligrosa ¿No habéis visto la ganga de rufianes que hay en este garito? – Levanto una de las cejas para hacer esa pregunta aún más evidente.
- ¡Noo! – saltando rápidamente de su descanso, Orpheus despertaba en una cama, en la parte de atrás de la taberna y medio torso vendido, su brazo estaba completamente blanco debido al vendaje y enfrente la bella dama de la que alejó un vampiro que pretendía malas intenciones – Lo – Lo lamento, no quería asustarla… - Con aquello dicho pretendía quedar bien, sobre todo porque no quería quedarse solo ni quedarse sin ayuda alguna que pudiera socorrerle como lo había hecho la mujer que tenía delante – Debo ser afortunado por tener el cuidado de los ángeles…o al menos de uno de ellos – dijo sonriendo de media luna, observaba detenidamente a la mujer que tenía delante, como si estuviera realmente cuidándolo. Parecía tener suerte en ese momento.
Sin embargo, su cabeza comenzaba a retumbar de lo mucho que comenzaba a dolerle ya que sus sentidos comenzaban a adaptarse a su cuerpo e iba despertando ya poco a poco. Los quejidos que soltaba eran evidentes muestras de dolor que todavía no han sanado al completo. Decidió retumbarse horizontalmente para poder estar tranquilo y sin dolor alguno. No obstante no quería perderse tal vista agradable a la vista de una bella mujer cuidándole – Mi nombre es Orpheus, Madame – sonrió esperando que ella pudiera verlo - ¿tienen acaso los ángeles nombres por el que llamaros? – Continuando con la sonrisa, pensó dejar lo de los ángeles ya que resonaría mucho o demasiado en su repertorio de cortejo hacia una bella dama y que se dio cuenta de una cosa – Tenéis el libro al revés – Dijo como una mera observación desde la posición en la que estaba, tumbado pero meramente ladeado para poder ver a su cuidadora de la noche.
¿Quién podría haberse quedado con él? Preferiblemente nadie ya que nadie en su vida había tenido la molestia de preocuparse por él. Ahora que recibió el mordisco de un vampiro loco estaba semi-acostado sobre una cama que no tenía apenas relleno e incómodo como el infierno, frente a una muchacha que era bien hermosa y que seguramente no volvería a ver a la noche o día siguiente. Es una de esas mujeres, o sentía que la mujer que tenía delante de él mismo sentía que era una de esas mujeres que no se encontraban en toda la vida, quizás solamente una vez en la vida y que probablemente estuviera pretendida a alguien mejor que él. Pero ¿Por qué se preocupaba por algo tan banal como lo era una mujer? Bueno, esta mujer le había salvado la vida curándole seguramente de manera voluntaria. Rio – Gracias por las molestias de vendarme, sin su ayuda bien podría haber muerto, lo mismo si merezco vivir en este mundo – su risa entrecortada se hizo bien evidente. Se reincorporó recostándose sobre la pared y un poco de la almohada de aquella cama – La noche es peligrosa ¿No habéis visto la ganga de rufianes que hay en este garito? – Levanto una de las cejas para hacer esa pregunta aún más evidente.
Orpheus Leahy- Cazador Clase Alta
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Re: Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
¿Un ángel? Bufó. Eugénie era todo menos un ángel, había cometido una gran cantidad de imprudencias; además, en su frente tenía tatuada la palabra “pecado”. Sí, era una pecadora ante los ojos de Dios y una impropia ante la sociedad. Lejos estaba de tener alas y ser un ejemplo para aquellos que la conocieran. De igual forma se sintió halagada y sonrió tanto le permitía la consciencia. Tampoco se obligaría a hacer un gesto por quedar bien.
Arqueó una ceja ante la observación del hombre y suspiró, no iba a regañarlo por asustarla debido al sobresalto anterior. Suficiente tenía aquel hombre con lo que vivió aquella noche, así que regañarlo estaría de más. Sus labios se mantuvieron cerrados y sus ojos se achicaron para intentar observar con más claridad lo que ocurría con aquel hombre. Obviamente no lo dejaría a su suerte.
— No entiendo como los hombres creen que todo lo tienen bajo control, cuando parece que nada pueden tener en orden. — Se mofó antes de ponerse de pie y acercarse a la mesa que se encontraba junto a la cama. Tomó la lampara que se encontraba ahí y con ella estudió el rostro ajeno.
— Aunque mi cuerpo no posea tanta fuerza como el suyo, tengo más poder que usted y eso me mantiene a salvo — Se dio cuenta que continuaba con dolor, así que se movió con agilidad por el cuarto, encendió otras tres lamparas para tener más luminosidad y terminó por empezar a mover las manos y crear una especie de bebida verdosa. Gente había aprendido a hacer remedios medicinales en el burdel gracias a una de sus compañeras.
— Bébalo todo y sin chistar — Aquel aire maternal nunca lo perdería, hacía el bien sin mirar a quien y eso la caracterizaba por sobretodos.
— Mi nombre es Eugénie, pero mis amigos me dicen Genie — Sonrió de medio lado. En realidad Genie le decían en aquel burdel donde llegó a trabajar, pero no tenía él porque saberlo y mucho menos le contaría su historia, después de aquel encuentro dudaba que se volvieran a ver. Y si lo hacían, ella le haría creer que se confundía de persona. — No hay peligro que una mujer pueda superar, a menos que sea un vampiro sediento que no pueda controlar sus instintos, pero por lo pronto estos terrenos están seguros — Claro que lo estaban y ella lo sabía, aquella zona también era custodiada por hombres lobos que la apreciaban, algunos de ellos habían sido sus clientes más fieles.
Se sentó a un lado de la cama y lo observó con una sonrisa cálida, inevitablemente le movió unos pocos cabellos de la frente y le secó las gotas de sudor que se le habían formado al hombre.
— Cuénteme su historia, ¿por qué lo han atacado con tanto odio? — Cuestionó, aquella heridas no eran de casualidad, eran de querer asesinar.
Arqueó una ceja ante la observación del hombre y suspiró, no iba a regañarlo por asustarla debido al sobresalto anterior. Suficiente tenía aquel hombre con lo que vivió aquella noche, así que regañarlo estaría de más. Sus labios se mantuvieron cerrados y sus ojos se achicaron para intentar observar con más claridad lo que ocurría con aquel hombre. Obviamente no lo dejaría a su suerte.
— No entiendo como los hombres creen que todo lo tienen bajo control, cuando parece que nada pueden tener en orden. — Se mofó antes de ponerse de pie y acercarse a la mesa que se encontraba junto a la cama. Tomó la lampara que se encontraba ahí y con ella estudió el rostro ajeno.
— Aunque mi cuerpo no posea tanta fuerza como el suyo, tengo más poder que usted y eso me mantiene a salvo — Se dio cuenta que continuaba con dolor, así que se movió con agilidad por el cuarto, encendió otras tres lamparas para tener más luminosidad y terminó por empezar a mover las manos y crear una especie de bebida verdosa. Gente había aprendido a hacer remedios medicinales en el burdel gracias a una de sus compañeras.
— Bébalo todo y sin chistar — Aquel aire maternal nunca lo perdería, hacía el bien sin mirar a quien y eso la caracterizaba por sobretodos.
— Mi nombre es Eugénie, pero mis amigos me dicen Genie — Sonrió de medio lado. En realidad Genie le decían en aquel burdel donde llegó a trabajar, pero no tenía él porque saberlo y mucho menos le contaría su historia, después de aquel encuentro dudaba que se volvieran a ver. Y si lo hacían, ella le haría creer que se confundía de persona. — No hay peligro que una mujer pueda superar, a menos que sea un vampiro sediento que no pueda controlar sus instintos, pero por lo pronto estos terrenos están seguros — Claro que lo estaban y ella lo sabía, aquella zona también era custodiada por hombres lobos que la apreciaban, algunos de ellos habían sido sus clientes más fieles.
Se sentó a un lado de la cama y lo observó con una sonrisa cálida, inevitablemente le movió unos pocos cabellos de la frente y le secó las gotas de sudor que se le habían formado al hombre.
— Cuénteme su historia, ¿por qué lo han atacado con tanto odio? — Cuestionó, aquella heridas no eran de casualidad, eran de querer asesinar.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/08/2011
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Re: Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
¿Qué le contara una historia?
Orpheus sin rechistar, fue tomándose el brebaje verde de una sola bebida y la verdad no quería saber qué era lo que había echado para hacer la bebida pero tenía curiosidad por saber qué efectos tendría en él.
- ¿Mi historia? – Orpheus chistó – No hay nada que contar a excepto de que siempre he tenido la suerte de que todos a quienes me amen me traicionen o se hagan los locos cuando pretendo retomar relaciones, ya me pasó una vez. – Dejó el vaso sobre la mesita de noche que había a su lado, hizo una pausa, se lamió la superficie rosada de sus labios por la sequedad de lo débil que estaba y fue mirar un instante a la claridad azul de los ojos ajenos de Eugénie y todo su miedo de aquel instante logró que se disipara enseguida – Era invierno. Pasábamos la noche más cruda de cualquier invierno que puedas haber pasado y fue entonces cuando me enteré que ella estaba en cinta – sonrió de manera meritoria pero fue convirtiéndose en una sarcástica llena de dolor y tristeza – pero evidentemente yo caí en la cuenta de que el vástago creciendo en su vientre era mío y fue tal el miedo que me atrapó que fui a la primera misión que hubiera en la base militar. Poco después de reconocer mi error, queriendo enmendar mi error y sabiendo que el bebé ya habría nacido – hizo un ademán de limpiarse rápidamente una lágrima salada que salía de su ojo izquierdo – me la encontré casándose con mi mejor amigo de toda la vida…….- La miró – Vaya menuda retahíla de palabras que probablemente le estén causando molestia o aburrimiento y por favor, no iba con esa intención.
Orpheus hizo un ademán de querer moverse fuera de la cama, pero sus heridas y dolores corporales no estaban mejor que antes, por lo que evidentemente su cuerpo volvió a la posición en la que estaba. El cuarto podría considerarse claustrofóbico pero tenía ese toque de comodidad, probablemente estuviera manchando de sangre la cama del amigo de la mujer que le estaba velando en ese mismo instante. Podía escuchar el ruido de la taberna llena de sobrenaturales y de humanos, seguramente su supuesto amigo no se dio cuenta de todo o quizás sí. En realidad creo que a nadie le importaba en ese momento que un adolorido Orpheus estuviera combatiendo el dolor de sus heridas.
- Me gusta vuestro nombre – Sonrió tranquilo, lo más seguro sería que el dolor estuviera haciéndole de analgésico por lo que estaba tan ñoño, tan cursi cuando él era el primero que no sabía que decir a las mujeres – y sobre el ataque de antes, es común en mi día a día pero creo que siendo de noche estoy transfregando en su territorio. No me acuerdo, lo mismo le debo dinero o algo – Rio un poco aliviando la tensión que había en la sala que se podía cortar con el filo de una navaja – Y además, no os preocupéis. Estoy seguro que sois una mujer bastante preparada y que podéis cuidaros sin problema alguno, pero seguramente esto me lo rechazareis, pero me hizo cazador para cuidar y proteger a ciudadanos en peligro de amenazas externas o peligrosas, en las que por ejemplo, usted se encuentra.
Orpheus sin rechistar, fue tomándose el brebaje verde de una sola bebida y la verdad no quería saber qué era lo que había echado para hacer la bebida pero tenía curiosidad por saber qué efectos tendría en él.
- ¿Mi historia? – Orpheus chistó – No hay nada que contar a excepto de que siempre he tenido la suerte de que todos a quienes me amen me traicionen o se hagan los locos cuando pretendo retomar relaciones, ya me pasó una vez. – Dejó el vaso sobre la mesita de noche que había a su lado, hizo una pausa, se lamió la superficie rosada de sus labios por la sequedad de lo débil que estaba y fue mirar un instante a la claridad azul de los ojos ajenos de Eugénie y todo su miedo de aquel instante logró que se disipara enseguida – Era invierno. Pasábamos la noche más cruda de cualquier invierno que puedas haber pasado y fue entonces cuando me enteré que ella estaba en cinta – sonrió de manera meritoria pero fue convirtiéndose en una sarcástica llena de dolor y tristeza – pero evidentemente yo caí en la cuenta de que el vástago creciendo en su vientre era mío y fue tal el miedo que me atrapó que fui a la primera misión que hubiera en la base militar. Poco después de reconocer mi error, queriendo enmendar mi error y sabiendo que el bebé ya habría nacido – hizo un ademán de limpiarse rápidamente una lágrima salada que salía de su ojo izquierdo – me la encontré casándose con mi mejor amigo de toda la vida…….- La miró – Vaya menuda retahíla de palabras que probablemente le estén causando molestia o aburrimiento y por favor, no iba con esa intención.
Orpheus hizo un ademán de querer moverse fuera de la cama, pero sus heridas y dolores corporales no estaban mejor que antes, por lo que evidentemente su cuerpo volvió a la posición en la que estaba. El cuarto podría considerarse claustrofóbico pero tenía ese toque de comodidad, probablemente estuviera manchando de sangre la cama del amigo de la mujer que le estaba velando en ese mismo instante. Podía escuchar el ruido de la taberna llena de sobrenaturales y de humanos, seguramente su supuesto amigo no se dio cuenta de todo o quizás sí. En realidad creo que a nadie le importaba en ese momento que un adolorido Orpheus estuviera combatiendo el dolor de sus heridas.
- Me gusta vuestro nombre – Sonrió tranquilo, lo más seguro sería que el dolor estuviera haciéndole de analgésico por lo que estaba tan ñoño, tan cursi cuando él era el primero que no sabía que decir a las mujeres – y sobre el ataque de antes, es común en mi día a día pero creo que siendo de noche estoy transfregando en su territorio. No me acuerdo, lo mismo le debo dinero o algo – Rio un poco aliviando la tensión que había en la sala que se podía cortar con el filo de una navaja – Y además, no os preocupéis. Estoy seguro que sois una mujer bastante preparada y que podéis cuidaros sin problema alguno, pero seguramente esto me lo rechazareis, pero me hizo cazador para cuidar y proteger a ciudadanos en peligro de amenazas externas o peligrosas, en las que por ejemplo, usted se encuentra.
Orpheus Leahy- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2017
Re: Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
Eugénie conocía el dolor de un cuerpo queriendo desfallecer para no llegar a la locura, lo experimentó en el pasado, fue un error, pero error o no, había sentido lo que era querer morir antes de seguir padeciendo aquel infierno físico. Por eso entendía los quejidos y delirios de aquel hombre. Después de aquel accidente que vivió, se propuso aprender remedios fuertes que le permitieran aminorar el sufrimiento y lo logró, por eso sabía bien lo que le estaba dando al hombre.
Preocuparse por el ajeno nunca estuvo de más, mucho menos en aquella sociedad que estaba tan marchita, hacía falta demasiada empatía y ganas de acabar con la maldad, así que ella buscaba hacer la diferencia, aunque fuera a través de pequeñas acciones. Aquel cazador podría ser una de sus misiones, así que la tomaría y dejaría huella en la vida ajena tanto como pudiera.
Lo escuchó con atención y suspiró. El mal más grande de un hombre provenía del amor, había conocido seres temibles que se quebraban a la mención de aquella persona amada, no lo creía una estupidez, más bien, una muestra que todos tenían por quien luchar o rendirse.
¿Qué decir en esos momentos? Eugénie nunca había amado o vivido una situación de aquel calibre, es decir, tenía sus problemas, como todos, pero no algo que le hiciera querer provocarse la muerte en cualquier pelea de cantina. Suspiró profundamente, al verlo moverse, le sonrió ampliamente, le fue inevitable soltar una risita burlona y lo volvió a acomodar, destapó ligeramente el dorso y le acomodó nuevas compresas, las anteriores ya se había llenado de sangre.
¿Acaso no había pedido una noche tranquila para poder reflexionar? Parecía que nunca sería una noche tranquila, porque ella no era alguien que atrajera la tranquilidad.
— No es normal que alguien provoque una pelea de esa magnitud o se vea sometido a tanta violencia, ¿qué pretende? ¿qué lo maten? Porque de ser así, no debería esperar a una pelea, incluso en los calabozos esperan víctimas para poder hacerlo por placer, si tanto es su deseo, ahorre tanto espectáculo. — Se burló un poco intentando tomar con humor aquello, pero dejando en claro que sabía una cosa, ninguna persona dentro de esa habitación quería morir, sólo buscaban llamar un poco la atención. Así que más valía que arreglara sus problemas internos antes de seguir realizando ese tipo de escenas que sólo alarmaban a personas inocentes como ella.
Se sentó a su lado y estiró la mano para tomarle la temperatura, seguía tibio pero ya no ardía como hace un par de horas atrás, lo que era una buena señal.
— Creo que me debe un vestido, ha manchado un poco con su sangre el que traigo puesto — Le reprochó con claro tono de burla.
Preocuparse por el ajeno nunca estuvo de más, mucho menos en aquella sociedad que estaba tan marchita, hacía falta demasiada empatía y ganas de acabar con la maldad, así que ella buscaba hacer la diferencia, aunque fuera a través de pequeñas acciones. Aquel cazador podría ser una de sus misiones, así que la tomaría y dejaría huella en la vida ajena tanto como pudiera.
Lo escuchó con atención y suspiró. El mal más grande de un hombre provenía del amor, había conocido seres temibles que se quebraban a la mención de aquella persona amada, no lo creía una estupidez, más bien, una muestra que todos tenían por quien luchar o rendirse.
¿Qué decir en esos momentos? Eugénie nunca había amado o vivido una situación de aquel calibre, es decir, tenía sus problemas, como todos, pero no algo que le hiciera querer provocarse la muerte en cualquier pelea de cantina. Suspiró profundamente, al verlo moverse, le sonrió ampliamente, le fue inevitable soltar una risita burlona y lo volvió a acomodar, destapó ligeramente el dorso y le acomodó nuevas compresas, las anteriores ya se había llenado de sangre.
¿Acaso no había pedido una noche tranquila para poder reflexionar? Parecía que nunca sería una noche tranquila, porque ella no era alguien que atrajera la tranquilidad.
— No es normal que alguien provoque una pelea de esa magnitud o se vea sometido a tanta violencia, ¿qué pretende? ¿qué lo maten? Porque de ser así, no debería esperar a una pelea, incluso en los calabozos esperan víctimas para poder hacerlo por placer, si tanto es su deseo, ahorre tanto espectáculo. — Se burló un poco intentando tomar con humor aquello, pero dejando en claro que sabía una cosa, ninguna persona dentro de esa habitación quería morir, sólo buscaban llamar un poco la atención. Así que más valía que arreglara sus problemas internos antes de seguir realizando ese tipo de escenas que sólo alarmaban a personas inocentes como ella.
Se sentó a su lado y estiró la mano para tomarle la temperatura, seguía tibio pero ya no ardía como hace un par de horas atrás, lo que era una buena señal.
— Creo que me debe un vestido, ha manchado un poco con su sangre el que traigo puesto — Le reprochó con claro tono de burla.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/08/2011
Edad : 34
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Re: Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
Válgame pardiez.
- Aunque no lo crea, tengo muy buen gusto y con mucho placer me gustará regalarle un montón de vestidos para que pueda disfrutarlos todos los días – Orpheus dijo con una sonrisa en su rostro, se dejaba que le tocaran la frente sabiendo que estaban comprobando su temperatura y aunque fuera verdad, se sentía mucho mejor con los buenos cuidados que estaba recibiendo de su acompañante de la noche. Eugénie, una bella muchacha con ojos como zafiros rodeada de una hermosa y cuidada blanquecina piel lechada – Y déjeme decirle, que a veces la pelea es la mejor forma de soltar adrenalina o a veces es la mejor manera de cerrar un episodio del presente para poder avanzar hacia el futuro.
Orpheus, en lo que parecía un discurso bien improvisado, tuvo que cortar sus palabras debido a que la tranquilidad de la que estaban disfrutando comenzó a ser demasiado notoria, casi compartiéndola al lado de donde debería de estar el bullicio de la taberna llena de sobrenaturales - ¿todo se enmudeció? – Dijo de repente al escuchar que ningún choque de vasos o que alguna pelea se desarrollaba en la taberna – Lo siento, tengo que moverme, estoy bastante inquieto…- Cuando enseguida se ponía o quería ponerse de pie tras sacar uno de los pies de la cama en la que estaba, las peleas volvieron a resonar contra la pared, pero intuyó que ahora eran mucho más violentas de lo que habían parecido antes.
Y en cuanto pudo arriesgarse en estar casi cerca de la puerta, escuchó como echaban el cerrojo en la puerta, Orpheus intentó abrir la puerta, las nuevas compresas que le había colocado Eugénie se estaban cayendo y a él le daba igual, pero estaba en sus venas en ir en busca de la salvación de otros aunque…miró a la mujer que tenía a su lado y pensándoselo mejor, se quedó en la habitación con ella – Mejor me quedo en la habitación. Este lo que esté pasando en la taberna contigua, habrán decidido encerrarnos desde afuera para que no nos unamos – Dijo en algo que a lo mejor era evidente en el pensamiento de ambos y en el estado en el que estaba ahora mismo – Cuéntame tu historia Eugénie, ¿Qué historia hay tras ese par de bellos zafiros que forman tus ojos?
- Aunque no lo crea, tengo muy buen gusto y con mucho placer me gustará regalarle un montón de vestidos para que pueda disfrutarlos todos los días – Orpheus dijo con una sonrisa en su rostro, se dejaba que le tocaran la frente sabiendo que estaban comprobando su temperatura y aunque fuera verdad, se sentía mucho mejor con los buenos cuidados que estaba recibiendo de su acompañante de la noche. Eugénie, una bella muchacha con ojos como zafiros rodeada de una hermosa y cuidada blanquecina piel lechada – Y déjeme decirle, que a veces la pelea es la mejor forma de soltar adrenalina o a veces es la mejor manera de cerrar un episodio del presente para poder avanzar hacia el futuro.
Orpheus, en lo que parecía un discurso bien improvisado, tuvo que cortar sus palabras debido a que la tranquilidad de la que estaban disfrutando comenzó a ser demasiado notoria, casi compartiéndola al lado de donde debería de estar el bullicio de la taberna llena de sobrenaturales - ¿todo se enmudeció? – Dijo de repente al escuchar que ningún choque de vasos o que alguna pelea se desarrollaba en la taberna – Lo siento, tengo que moverme, estoy bastante inquieto…- Cuando enseguida se ponía o quería ponerse de pie tras sacar uno de los pies de la cama en la que estaba, las peleas volvieron a resonar contra la pared, pero intuyó que ahora eran mucho más violentas de lo que habían parecido antes.
Y en cuanto pudo arriesgarse en estar casi cerca de la puerta, escuchó como echaban el cerrojo en la puerta, Orpheus intentó abrir la puerta, las nuevas compresas que le había colocado Eugénie se estaban cayendo y a él le daba igual, pero estaba en sus venas en ir en busca de la salvación de otros aunque…miró a la mujer que tenía a su lado y pensándoselo mejor, se quedó en la habitación con ella – Mejor me quedo en la habitación. Este lo que esté pasando en la taberna contigua, habrán decidido encerrarnos desde afuera para que no nos unamos – Dijo en algo que a lo mejor era evidente en el pensamiento de ambos y en el estado en el que estaba ahora mismo – Cuéntame tu historia Eugénie, ¿Qué historia hay tras ese par de bellos zafiros que forman tus ojos?
Orpheus Leahy- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2017
Re: Un desconocido entre monstruos (Eugénie)
Eugénie inevitablemente lado la cabeza para observar las reacciones y movimientos que el hombre realizaba, suspiró profundamente al darse cuenta que podía volver a lastimarse pero prefirió ignorar ese detalle, aunque reconocía que le daba un poco de coraje. No le gustaba ayudar a quien no se ayudaba, pero ahí radicaba la problemática de la situación, ella lo auxilió sin saber si lo necesitaba, así que no podía quejarse.
Continuó en silencio, no temía del problema o la guerra que estuviera detrás de la puerta, conocía ese mundo, uno que en ocasiones le llegaba dar más dolores de cabeza que satisfacciones, un mundo tan único como macabro y que sabía controlar a la perfección. Odiaba a la gente que sólo se guiaba por su instinto y fuerza física.
A la cortesana le gustaba ayudar a la gente, claro, con ciertos límites, no le gustaba que intentaran sobrepasarse o tomar ventaja, para su buena suerte aquel hombre parecía no pretender hacer eso, así que se tranquilizó y decidió relajarse.
- En realidad no me gusta el combate físico sin sentido – Susurró de mala gana – Eso sólo me hace pensar que las personas no utilizan su razonamiento, así que tenga por seguro que esa parte de usted me parece desagradable – Se encogió de hombros. ¿Qué propósito tenía solo golpear? Ninguno, las personas debían utilizar un poco más su masa encefálica para comprender que el mundo estaba tan roto por ese tipo de situaciones y reacciones.
Se mantuvo sentada, no se sentía muy cómoda al contar su historia de vida, pero quizá aquello era lo mejor; sin indagar en los detalles, por supuesto.
- No existe demasiado que contar, es decir, no hay demasiado que yo pueda compartir, mi historia no es algo extraordinaria, muchas de ellas como la mía, supongo – Se mordisqueó el labio – Soy una joven que creció en cuna de oro y se sentía vacía, triste, sola y sin rumbo, así que decidí conocer el mundo más allá de lo que había aprendido – Masculló. – Hago muchas cosas no bien vistas, pero eso depende de la hora, el día y el deseo de cada quien – Suspiró, porque odiaba pensar en la gente, siempre juzgaban demasiado y terminaban sucumbiendo en el pecado.
Caminó a la mesa del fondo y se sirvió un vaso de agua. Bebió un poco para refrescar su garganta y guardó silencio. No faltaba demasiado tiempo para tener que marcharse sin que la descubrieran.
Continuó en silencio, no temía del problema o la guerra que estuviera detrás de la puerta, conocía ese mundo, uno que en ocasiones le llegaba dar más dolores de cabeza que satisfacciones, un mundo tan único como macabro y que sabía controlar a la perfección. Odiaba a la gente que sólo se guiaba por su instinto y fuerza física.
A la cortesana le gustaba ayudar a la gente, claro, con ciertos límites, no le gustaba que intentaran sobrepasarse o tomar ventaja, para su buena suerte aquel hombre parecía no pretender hacer eso, así que se tranquilizó y decidió relajarse.
- En realidad no me gusta el combate físico sin sentido – Susurró de mala gana – Eso sólo me hace pensar que las personas no utilizan su razonamiento, así que tenga por seguro que esa parte de usted me parece desagradable – Se encogió de hombros. ¿Qué propósito tenía solo golpear? Ninguno, las personas debían utilizar un poco más su masa encefálica para comprender que el mundo estaba tan roto por ese tipo de situaciones y reacciones.
Se mantuvo sentada, no se sentía muy cómoda al contar su historia de vida, pero quizá aquello era lo mejor; sin indagar en los detalles, por supuesto.
- No existe demasiado que contar, es decir, no hay demasiado que yo pueda compartir, mi historia no es algo extraordinaria, muchas de ellas como la mía, supongo – Se mordisqueó el labio – Soy una joven que creció en cuna de oro y se sentía vacía, triste, sola y sin rumbo, así que decidí conocer el mundo más allá de lo que había aprendido – Masculló. – Hago muchas cosas no bien vistas, pero eso depende de la hora, el día y el deseo de cada quien – Suspiró, porque odiaba pensar en la gente, siempre juzgaban demasiado y terminaban sucumbiendo en el pecado.
Caminó a la mesa del fondo y se sirvió un vaso de agua. Bebió un poco para refrescar su garganta y guardó silencio. No faltaba demasiado tiempo para tener que marcharse sin que la descubrieran.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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