AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Magia y acero (privado)
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Elaine Landvik
Sirius Cannif
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Magia y acero (privado)
Elaine había conseguido que varias de las manadas entraran en razón, no sin esfuerzo, pero si con ese porte regio heredado de su padre era muy capaz de plantarse frente a los alfas y hacerles entender que en esta guerra debían estar unidos, que los enfrentamientos entre lobos solo les llevaban a la derrota y a Randulf a la mas absoluta de las victorias.
Pocas eran ya las fronteras que teníamos que visitar, los bosques eran peligrosos, pero Elaine se movía entre ellos con suma facilidad, así que digamos que fue relativamente fácil desplazarnos gracias a su sentidos desarrollados y a mi magia que usamos en algún que otro asunto mas peliagudo de lo normal.
Yo no me cansaba de decirle que hacíamos buena pareja y ella de reírse besando mis mofletes alegando que no quería desatar una tormenta en estas tierras.
Al anochecer del quinto día desde que abandonamos el ultimo paso llegamos a la manada del suroeste, gobernada por Ultrich y su esposa, una loba de blanco pelaje que según las malas lenguas antes de convertirse en eso fue una volva de oscura magia. Elaine saludó al hombre que al parecer esperaba nuestra visita aunque no con demasiado gozo, no tardé en percatarme de lo enrarecido que estaba el ambiente, como si de algún modo quisieran que nos largáramos cuanto antes.
Mi diestra atrapó la de mi esposa, no gozaba de su instintos animales, pero la magia me permitía leer las auras de los allí presentes y algo oscuro se cernía sobre todos ellos emborronando sus auras.
-Buenas noches, soy Sirius, el hijo del conde Cannif, agradecemos vuestra hospitalidad, mi esposa tenía muchas ganas de conoceros -atajé sin soltar us mano con el cuerpo tenso porque estaba alerta.*
Sus viajes por los bosques de Noruega tratando de unir a las manadas de licántropos y solucionando sus rencillas y quejas, no era precisamente lo que cualquier pareja de recién casados hubiera hecho como luna de miel, pero ellos no eran “cualquier pareja” y ciertamente les pegaba mucho más darse a sus deberes y responsabilidades, pero siempre que podían, lo hacían juntos. Pocas eran las veces que podían dejarse llevar porque Sirius se descontrolaba con facilidad, pero Elaine era paciente y confiaba en que algún día eso quedaría en mera anécdota. Le gustaba compartir con él cualquier cosa, ya fuera una charla, una cabalgada hasta una aldea o una noche al raso. Ella llevaba impreso en la piel la clase de los Landvik, el talante firme pero cordial y las ganas de contribuir a la causa del Norte. Aunque algunos podían verla como una intrusa, la mayoría valoraba que siendo una princesa, viviera en una nación en guerra, lejos de los lujos y comodidades que podría tener, y en cambio ayudase a su marido y aportase su granito de arena a la rebelión.
Cuando iban juntos, lo dejaba hablar a él, pues era el conde Cannif el que gobernaba aquellas tierras a quien debían respeto y lealtad. Esta vez Sirius estaba tenso, podía notarlo, y apretó su mano paseando el pulgar por sus nudillos para tranquilizarlo. Presentó sus respeto a Ultrich y su esposa y los acompañaron hacia una especie de casa comunal donde celebraban banquetes, reuniones y ese tipo de cosas, las caras eran un poco largas.
— ¿Qué ha ocurrido? Noto la tensión en todas partes…Queremos ayudar en lo que sea, podéis confiar en nuestra discreción y en nuestra palabra si es lo que necesitáis.*
Pocas eran ya las fronteras que teníamos que visitar, los bosques eran peligrosos, pero Elaine se movía entre ellos con suma facilidad, así que digamos que fue relativamente fácil desplazarnos gracias a su sentidos desarrollados y a mi magia que usamos en algún que otro asunto mas peliagudo de lo normal.
Yo no me cansaba de decirle que hacíamos buena pareja y ella de reírse besando mis mofletes alegando que no quería desatar una tormenta en estas tierras.
Al anochecer del quinto día desde que abandonamos el ultimo paso llegamos a la manada del suroeste, gobernada por Ultrich y su esposa, una loba de blanco pelaje que según las malas lenguas antes de convertirse en eso fue una volva de oscura magia. Elaine saludó al hombre que al parecer esperaba nuestra visita aunque no con demasiado gozo, no tardé en percatarme de lo enrarecido que estaba el ambiente, como si de algún modo quisieran que nos largáramos cuanto antes.
Mi diestra atrapó la de mi esposa, no gozaba de su instintos animales, pero la magia me permitía leer las auras de los allí presentes y algo oscuro se cernía sobre todos ellos emborronando sus auras.
-Buenas noches, soy Sirius, el hijo del conde Cannif, agradecemos vuestra hospitalidad, mi esposa tenía muchas ganas de conoceros -atajé sin soltar us mano con el cuerpo tenso porque estaba alerta.*
Sus viajes por los bosques de Noruega tratando de unir a las manadas de licántropos y solucionando sus rencillas y quejas, no era precisamente lo que cualquier pareja de recién casados hubiera hecho como luna de miel, pero ellos no eran “cualquier pareja” y ciertamente les pegaba mucho más darse a sus deberes y responsabilidades, pero siempre que podían, lo hacían juntos. Pocas eran las veces que podían dejarse llevar porque Sirius se descontrolaba con facilidad, pero Elaine era paciente y confiaba en que algún día eso quedaría en mera anécdota. Le gustaba compartir con él cualquier cosa, ya fuera una charla, una cabalgada hasta una aldea o una noche al raso. Ella llevaba impreso en la piel la clase de los Landvik, el talante firme pero cordial y las ganas de contribuir a la causa del Norte. Aunque algunos podían verla como una intrusa, la mayoría valoraba que siendo una princesa, viviera en una nación en guerra, lejos de los lujos y comodidades que podría tener, y en cambio ayudase a su marido y aportase su granito de arena a la rebelión.
Cuando iban juntos, lo dejaba hablar a él, pues era el conde Cannif el que gobernaba aquellas tierras a quien debían respeto y lealtad. Esta vez Sirius estaba tenso, podía notarlo, y apretó su mano paseando el pulgar por sus nudillos para tranquilizarlo. Presentó sus respeto a Ultrich y su esposa y los acompañaron hacia una especie de casa comunal donde celebraban banquetes, reuniones y ese tipo de cosas, las caras eran un poco largas.
— ¿Qué ha ocurrido? Noto la tensión en todas partes…Queremos ayudar en lo que sea, podéis confiar en nuestra discreción y en nuestra palabra si es lo que necesitáis.*
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
Re: Magia y acero (privado)
Mi esposa había dado en el clavo, allí pasaba algo y las caras de los que estaban presentes hablaban de la gravedad del asunto.Los dos lideres se miraron, el alfa parecía buscar el consentimiento en los ojos de su esposa que no tardó en derrumbarse entre sus brazos viniéndose a bajo.
Fue esta misma la que entre lagrimas empezó a narrar la historia de su hija. Al parecer los dos alfas tuvieron una preciosa hija, su orgullo que creció adoctrinada según las tradiciones, como intuí lo hizo Velkan o Lobbo, pero segun las palabras de su madre, tras ser convertida en licano, la niña empezó a experimentar sucesos extraños...digamos que poseía un don, el de transformarse fuera de las noches de luna llena, un don y una maldición pues cada vez que eso pasaba irremediablemente una parte de ella moría, cada vez era menso humana, mas animal y ahora, tras las ultimas lunas creían que empezaba a perder resquicios de su raciocinio...
La joven había escapado, no reconocía este como su hogar y era un peligro para todos los demás, pues en sus cacerías dejaba un reguero de sangre a su paso.
Habían enviado un trampero a darle caza, necesitaban que le devolvieran a su hija viva, pero sabían que las consecuencias de que otros clanes dieran con ella y vieran por sus propios ojos tal atrocidad los llevaría a matarla y a una guerra entre clanes que nosotros queríamos evitar.
Miré a Elaine que como yo parecía no dar crédito a la problemática de ese lugar. Según el propio Lobbo me había contado el nació con ese don, pero Damon le enseñó a controlarlo ,así que nunca lo usaba y eso le permitía mantenerse cuerdo y no ceder a su lobo un ápice de terreno.*
Elaine escuchó la historia con gesto grave, eso era muy un asunto muy complicado, ella sabía que Damon había enseñado a Lobbo a controlar algo así, pero soltarlo delante de unos extraños… no era la mejor opción.
— Conozco a alguien con ese mismo don, en mi manada. Si conseguimos atraparla, quizás podrían ayudarla, la persona que lo tiene es tan humano como yo o como vosotros, aprendió a controlar las transformaciones, sé quien puede ayudarla, pero será complicado y un proceso largo, quizás incluso tenga que viajar fuera de Akershus…pero sería lo mejor para ella. Quizás si Randulf se entera decida utilizarla en vuestra contra, es así de malvado y vil.
Miró a Sirius buscando en sus ojos el apoyo a las palabras que estaba diciéndoles a esa familia que seguramente tendrían que dar caza a su propia hija si querían ayudarla. Cazarla tampoco sería fácil, si ella se transformaba en loba se pondría aún más violenta y entonces correrían peligro ambas.*
Parecía que no teníamos otra opción, darle caza era una necesidad no solo para la paz entre las manadas si no para la seguridad de todo el norte. Si Randulf la descubría, si descubría ese don no tardaría en hacer a partir de su sangre un ejercito de licanos eternos que nos asolarían sin mayor problema dada su fuerza y descontrol, eso por no hablar de la otra obviedad que es que ella sola atacara alguna aldea y desmembrara a sus habitantes.
Esa chica era un peligro suelta y según Elaine era capaz de reconducirla, yo no sabía si eso era o no cierto, pero quería la paz y si esta pasaba por darle caza viva eso es lo que haríamos, de no ser posible que la joven volviera a ser humana yo mismo me encargaría de darle muerte aunque después pagara ante las manadas las consecuencias, era el hijo del conde y mi deber estaba en mantener la seguridad de todos los norteños, no solo de los de las manadas.
Elevé la mano y tracé en el cielo unas letras imaginarias que pronto se pintaron en fuego la tiempo que las iba garabateando, en ellas pedía ayuda a Ragnar, el cazador de Akershus, él solía eliminar a las presas, en esta ocasión necesitaría ayuda, así que le pedí que se viniera con Öda, los había visto trabajar juntos, hacían un buen equipo por no contar que ella poseía magia blanca, poder para sanar y contener algo que por contra yo no, mi magia era ofensiva.
Golpeé con el dedo el mensaje una vez acabe de trazar el ultimo símbolo y este se esfumó ante nuestros ojos como si nunca hubiera existido.
-La ayuda está n camino -aseguré con una sonrisa ladeada mientras mis ojos buscaban los de la loba que seguía acariciando mi diestra.*
Fue esta misma la que entre lagrimas empezó a narrar la historia de su hija. Al parecer los dos alfas tuvieron una preciosa hija, su orgullo que creció adoctrinada según las tradiciones, como intuí lo hizo Velkan o Lobbo, pero segun las palabras de su madre, tras ser convertida en licano, la niña empezó a experimentar sucesos extraños...digamos que poseía un don, el de transformarse fuera de las noches de luna llena, un don y una maldición pues cada vez que eso pasaba irremediablemente una parte de ella moría, cada vez era menso humana, mas animal y ahora, tras las ultimas lunas creían que empezaba a perder resquicios de su raciocinio...
La joven había escapado, no reconocía este como su hogar y era un peligro para todos los demás, pues en sus cacerías dejaba un reguero de sangre a su paso.
Habían enviado un trampero a darle caza, necesitaban que le devolvieran a su hija viva, pero sabían que las consecuencias de que otros clanes dieran con ella y vieran por sus propios ojos tal atrocidad los llevaría a matarla y a una guerra entre clanes que nosotros queríamos evitar.
Miré a Elaine que como yo parecía no dar crédito a la problemática de ese lugar. Según el propio Lobbo me había contado el nació con ese don, pero Damon le enseñó a controlarlo ,así que nunca lo usaba y eso le permitía mantenerse cuerdo y no ceder a su lobo un ápice de terreno.*
Elaine escuchó la historia con gesto grave, eso era muy un asunto muy complicado, ella sabía que Damon había enseñado a Lobbo a controlar algo así, pero soltarlo delante de unos extraños… no era la mejor opción.
— Conozco a alguien con ese mismo don, en mi manada. Si conseguimos atraparla, quizás podrían ayudarla, la persona que lo tiene es tan humano como yo o como vosotros, aprendió a controlar las transformaciones, sé quien puede ayudarla, pero será complicado y un proceso largo, quizás incluso tenga que viajar fuera de Akershus…pero sería lo mejor para ella. Quizás si Randulf se entera decida utilizarla en vuestra contra, es así de malvado y vil.
Miró a Sirius buscando en sus ojos el apoyo a las palabras que estaba diciéndoles a esa familia que seguramente tendrían que dar caza a su propia hija si querían ayudarla. Cazarla tampoco sería fácil, si ella se transformaba en loba se pondría aún más violenta y entonces correrían peligro ambas.*
Parecía que no teníamos otra opción, darle caza era una necesidad no solo para la paz entre las manadas si no para la seguridad de todo el norte. Si Randulf la descubría, si descubría ese don no tardaría en hacer a partir de su sangre un ejercito de licanos eternos que nos asolarían sin mayor problema dada su fuerza y descontrol, eso por no hablar de la otra obviedad que es que ella sola atacara alguna aldea y desmembrara a sus habitantes.
Esa chica era un peligro suelta y según Elaine era capaz de reconducirla, yo no sabía si eso era o no cierto, pero quería la paz y si esta pasaba por darle caza viva eso es lo que haríamos, de no ser posible que la joven volviera a ser humana yo mismo me encargaría de darle muerte aunque después pagara ante las manadas las consecuencias, era el hijo del conde y mi deber estaba en mantener la seguridad de todos los norteños, no solo de los de las manadas.
Elevé la mano y tracé en el cielo unas letras imaginarias que pronto se pintaron en fuego la tiempo que las iba garabateando, en ellas pedía ayuda a Ragnar, el cazador de Akershus, él solía eliminar a las presas, en esta ocasión necesitaría ayuda, así que le pedí que se viniera con Öda, los había visto trabajar juntos, hacían un buen equipo por no contar que ella poseía magia blanca, poder para sanar y contener algo que por contra yo no, mi magia era ofensiva.
Golpeé con el dedo el mensaje una vez acabe de trazar el ultimo símbolo y este se esfumó ante nuestros ojos como si nunca hubiera existido.
-La ayuda está n camino -aseguré con una sonrisa ladeada mientras mis ojos buscaban los de la loba que seguía acariciando mi diestra.*
Elaine Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 12/05/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Magia y acero (privado)
Allí en la zona más oscura del bosque, donde ni siquiera los rayos del sol alcanzaban el suelo terroso, se encontraba una desagradable criatura que a la vista de cualquiera era una aberración. Un licántropo a medio transformar, más bestia que humano, con la espalda encorvada, las zarpas deformadas y los cuartos traseros caídos. Los belfos retraídos, mostrando siempre una amenazante dentadura afilada y unas encías enrojecidas y salivantes. Babeando entre jadeos. Su mirada perdida de pupilas dilatadas e iris amarillentos. En actitud nerviosa, a la defensiva, planeando el próximo ataque. Fuera de sí, sin pizca alguna de raciocinio en unos ojos sin salma. Un monstruo consumido por la enfermedad.
Llevaba días así, la vez que más había durado su estado. Desde la última luna llena que en vez de volver a la normalidad, al cuerpo de la joven hija de Ultrich y Serafinen se había quedado a medio camino. Su anatomía había intentado cambiar, pero algo había fallado y la mutación se tergiversó, dando pie a aquella abominación de aspecto aterrador. Los licántropos era imponentes y provocaban pavor, pero dentro de lo posible, eran poseedores de una extraña belleza, algo de lo que Cujo carecía al completo en su estado actual. Ningún macho la hubiese mirado una segunda vez siquiera. Y los humanos dispararían de inmediato sin pensarlo siquiera. Los cazadores con escrúpulos que se paraban a descubrir si la bestia en sí era una amenaza, a ella la despellejarían sin duda alguna.
Se escuchó un ruido a sus espaldas y el monstruo giró sobre sus patas traseras, abalanzándose de un salto sobre el arbusto que se había movido. Un gutural gruñido acompañado de un extraño chillido. Un crujido y un salpicón de sangre. Un jadeo exasperante y el masticar sucio de una fiera hambrienta devorando su presa. Había ya un jabalí menos en el mundo. Unos jabatos más sin madre. La vida proseguía como siempre, porque el mundo no se inmutaba ante los actos despiadados e incontrolables de la monatruosidad.
Llevaba días así, la vez que más había durado su estado. Desde la última luna llena que en vez de volver a la normalidad, al cuerpo de la joven hija de Ultrich y Serafinen se había quedado a medio camino. Su anatomía había intentado cambiar, pero algo había fallado y la mutación se tergiversó, dando pie a aquella abominación de aspecto aterrador. Los licántropos era imponentes y provocaban pavor, pero dentro de lo posible, eran poseedores de una extraña belleza, algo de lo que Cujo carecía al completo en su estado actual. Ningún macho la hubiese mirado una segunda vez siquiera. Y los humanos dispararían de inmediato sin pensarlo siquiera. Los cazadores con escrúpulos que se paraban a descubrir si la bestia en sí era una amenaza, a ella la despellejarían sin duda alguna.
Se escuchó un ruido a sus espaldas y el monstruo giró sobre sus patas traseras, abalanzándose de un salto sobre el arbusto que se había movido. Un gutural gruñido acompañado de un extraño chillido. Un crujido y un salpicón de sangre. Un jadeo exasperante y el masticar sucio de una fiera hambrienta devorando su presa. Había ya un jabalí menos en el mundo. Unos jabatos más sin madre. La vida proseguía como siempre, porque el mundo no se inmutaba ante los actos despiadados e incontrolables de la monatruosidad.
Regan Cujo- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 11/05/2018
Re: Magia y acero (privado)
Corrían tiempos difíciles, mientras el norte moría de hambre bajo una tiranía solo unos pocos parecían luchar por algo que en mi opinión ya carecía de sentido. La tierra árida nunca estuvo tan mojada, pero lejos de ser agua la que bañaba nuestras cosechas eran ríos rojos de héroes y villanos las que encharcaban el grano. Alejado de la guerra me convertí en lo que era un cazador que se auto abastecía y pasaba desapercibido para la mayoría.
Comerciaba con pieles, me llamaban el peletero, necesario para mantener los hogares calientes, mas cuando me llegó el encargo de dar caza a un animal bien distinto a lo que solía acostumbrar supe de inmediato que mi vida cambiaría para siempre.
Ese mismo día me pertreché con aquello que tenia y emprendí camino hacia las fronteras donde la manada de la media luna tenía su hegemonía. Se me prometió el oro suficiente para vivir una larga temporada sin penurias, mas un hombre como yo que todo lo conseguía con sus manos y que nada necesitaba de las de otros.
No fue el dinero lo que me llevó a aceptar el encargo, si no el saber la desesperación de esa mujer que quera de vuelta a su hija y sabía que si daba con ella Randulf o cualquier cazador o la mataría o algo peor.
Así emprendí camino siguiendo sus huellas, eso no era complicado, si observa el reguero de destrucción que dejaba a su paso y no pude mas que preguntarme si merecía seguir con vida ese ser que parecía maldito no solo por la maldición de la luna si no por el demonio que en ella habita.
Dormitaba en cada gruta, en cada tronco vació y envejecido siempre con mil ojos pues los depredadores abundan, mas el bosque parecía sentir miedo, miedo de aquello que no lograba volver a su forma y un silencio oscuro y sepulcral hacia que ni siquiera se escuchara el graznar del cuervo.
Corrían tiempos de héroes y de villanos.
Comerciaba con pieles, me llamaban el peletero, necesario para mantener los hogares calientes, mas cuando me llegó el encargo de dar caza a un animal bien distinto a lo que solía acostumbrar supe de inmediato que mi vida cambiaría para siempre.
Ese mismo día me pertreché con aquello que tenia y emprendí camino hacia las fronteras donde la manada de la media luna tenía su hegemonía. Se me prometió el oro suficiente para vivir una larga temporada sin penurias, mas un hombre como yo que todo lo conseguía con sus manos y que nada necesitaba de las de otros.
No fue el dinero lo que me llevó a aceptar el encargo, si no el saber la desesperación de esa mujer que quera de vuelta a su hija y sabía que si daba con ella Randulf o cualquier cazador o la mataría o algo peor.
Así emprendí camino siguiendo sus huellas, eso no era complicado, si observa el reguero de destrucción que dejaba a su paso y no pude mas que preguntarme si merecía seguir con vida ese ser que parecía maldito no solo por la maldición de la luna si no por el demonio que en ella habita.
Dormitaba en cada gruta, en cada tronco vació y envejecido siempre con mil ojos pues los depredadores abundan, mas el bosque parecía sentir miedo, miedo de aquello que no lograba volver a su forma y un silencio oscuro y sepulcral hacia que ni siquiera se escuchara el graznar del cuervo.
Corrían tiempos de héroes y de villanos.
Hagan- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 16/05/2018
Re: Magia y acero (privado)
El lascivo y asqueroso sonido de la lengua al lamer sus propias garras, el chasquido de los huesos al quebrarse con cada dentellada que daba. Todo parecía estar en silencio en aquel bosque, todo menos la bestia que seguía engullendo su comida y con cada acto suyo, un corazón daba un vuelco, una respiración se detenía, un animal se resguardaba, atemorizado, en su guarida.
El enorme animal, que, en vez de asemejarse a un licántropo normal, parecía el híbrido entre un lobo y una gigantesca rata de alcantarilla, tenía el cuerpo cubierto de pelo, más no era una capa uniforme, no era una piel bonita, sino llena de clapas y bultos que a la vista podrían creerse tumores, pero no, era el resultado de la mutación a medio camino, de los músculos sin llegar a estirarse o encogerse, de los huesos medio colocados. Era un engendro espantoso y, a pesar de ese aspecto repugnante y demacrado, seguía siendo veloz y ágil, con una fuerza apabullante y una dentadura mortífera. Pero tenía más puntos débiles que los de su raza en pleno cambio, pues sus caderas eran más frágiles, sus articulaciones temblaban de vez en cuando, mostrando flaquezas al enemigo. Sin embargo, la mayor ventaja del monstruo era que con verle la cara, la mayoría saldrían despavoridos y no tendrían tiempo de descubrir sus faltas, que, aunque evidentes, tampoco eran tantas.
El enorme animal, que, en vez de asemejarse a un licántropo normal, parecía el híbrido entre un lobo y una gigantesca rata de alcantarilla, tenía el cuerpo cubierto de pelo, más no era una capa uniforme, no era una piel bonita, sino llena de clapas y bultos que a la vista podrían creerse tumores, pero no, era el resultado de la mutación a medio camino, de los músculos sin llegar a estirarse o encogerse, de los huesos medio colocados. Era un engendro espantoso y, a pesar de ese aspecto repugnante y demacrado, seguía siendo veloz y ágil, con una fuerza apabullante y una dentadura mortífera. Pero tenía más puntos débiles que los de su raza en pleno cambio, pues sus caderas eran más frágiles, sus articulaciones temblaban de vez en cuando, mostrando flaquezas al enemigo. Sin embargo, la mayor ventaja del monstruo era que con verle la cara, la mayoría saldrían despavoridos y no tendrían tiempo de descubrir sus faltas, que, aunque evidentes, tampoco eran tantas.
Regan Cujo- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 11/05/2018
Re: Magia y acero (privado)
La bestia parecía no pautar sus horas de sueño, agresiva, destruía destripando todo animal a su paso y lo peor es que a diferencia de la mayoría de los depredadores, no siempre se alimentaba de lo cazado.
Aquel licano había perdido el juicio, su incapacidad para volver a su parte humana era la muestra evidente que su único destino debía ser la muerte.
Sus padre me pagaron para darle caza vivía conscientes de que si otros la encontraban no serían tan benevolentes, eso por no decir que si causaba estrago alguno en una aldea serían los mismos rebeldes los que acabarían con ella pensando que era alguna aberración del mismo Randulf.
Nadie sabía como había llegado a esto, las leyendas hablaban de que algunos licanos tenían el don, o quizás la maldición, de trasformarse en lobos sin que la luna llena estuviera presente, mas al parecer el abuso de dicho poder te llevaba a abandonar tu humanidad convirtiéndote en un demonio violento y sediento de sangre y carnaza.
¿Había forma de revertir el proceso? Eso quería descubrir los padres antes de perder a su hija para siempre.
Me detuve frete a un rio, hundí mis dedos en la huelas de pezuñas del camino, su tamaño me dejaba claro que eran de ella y por lo frescas que aun estaban podía casi asegurar que había pasado por allí hacia apenas unas horas.
Seguramente la sed la había acercado al curso del rio, quizás podría preparar una trampa en ese lugar para apresarla cuando volviera a sentir la necesidad de aplacar su sed.
Mojé mi cuello y como la bestia antes que yo hundí mi diestra creando un imaginario vaso cóncavo que alce lleno de liquido llevando una y otra vez a mis labios.
No era una mala zona y si quería capturarla viva debía poner trampas, eso era fundamental, un enfrentamiento implicaría muerte.
Aquel licano había perdido el juicio, su incapacidad para volver a su parte humana era la muestra evidente que su único destino debía ser la muerte.
Sus padre me pagaron para darle caza vivía conscientes de que si otros la encontraban no serían tan benevolentes, eso por no decir que si causaba estrago alguno en una aldea serían los mismos rebeldes los que acabarían con ella pensando que era alguna aberración del mismo Randulf.
Nadie sabía como había llegado a esto, las leyendas hablaban de que algunos licanos tenían el don, o quizás la maldición, de trasformarse en lobos sin que la luna llena estuviera presente, mas al parecer el abuso de dicho poder te llevaba a abandonar tu humanidad convirtiéndote en un demonio violento y sediento de sangre y carnaza.
¿Había forma de revertir el proceso? Eso quería descubrir los padres antes de perder a su hija para siempre.
Me detuve frete a un rio, hundí mis dedos en la huelas de pezuñas del camino, su tamaño me dejaba claro que eran de ella y por lo frescas que aun estaban podía casi asegurar que había pasado por allí hacia apenas unas horas.
Seguramente la sed la había acercado al curso del rio, quizás podría preparar una trampa en ese lugar para apresarla cuando volviera a sentir la necesidad de aplacar su sed.
Mojé mi cuello y como la bestia antes que yo hundí mi diestra creando un imaginario vaso cóncavo que alce lleno de liquido llevando una y otra vez a mis labios.
No era una mala zona y si quería capturarla viva debía poner trampas, eso era fundamental, un enfrentamiento implicaría muerte.
Hagan- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 16/05/2018
Re: Magia y acero (privado)
Una vez terminado el aperitivo que se había conseguido aquel atardecer lúgubre de invierno, el monstruo decidió acercarse al río a dar unos tragos con los que pasar mejor los peludos trozos de carne que había engullido. Se había comido hasta los huesos, porque el tuétano le encantaba y escatimar comida, además, era todo un desperdicio.
Se movió por el bosque, arrastrando sus extremidades delanteras, porque ir erguida era algo imposible con el estado de su musculatura. Iba encorvada como una vieja, como un jorobado. Las garras rozaban la tierra con los dorsos y las uñas dejaban delgadas líneas como si alguien hubiera arado el terreno.
Al salir de la espesura, sus dilatadas pupilas se contrajeron de inmediato, limitando de ese modo la entrada de luz y el daño que sus rayos podían provocarle a una criatura creada para vivir únicamente de noche. Se dejó caer hasta quedar a cuatro patas, hundiendo el hocico en el cauce del agua y comenzó a sorber, sacando su larga y áspera lengua con la que hacía de cuchara para beber. Sus orejas se mantenían alzadas y de vez en cuando se movían, como si vibraran, analizando cada sonido que le llegaba desde todos los rincones de la zona en la que se encontraba.
De pronto, algo la alertó, haciéndole levantar la cabeza de golpe y abrir, de nuevo, ligeramente las pupilas. Su belfo superior se alzó, arrugándose y dejando a la vista aquellos feos pero letales dientes. Gruñó como advertencia, para que lo que fuera que se aproximara, reculara, antes de que, enfadada y sin raciocinio alguno haciendo presencia, atacara por mero instinto.
Se movió por el bosque, arrastrando sus extremidades delanteras, porque ir erguida era algo imposible con el estado de su musculatura. Iba encorvada como una vieja, como un jorobado. Las garras rozaban la tierra con los dorsos y las uñas dejaban delgadas líneas como si alguien hubiera arado el terreno.
Al salir de la espesura, sus dilatadas pupilas se contrajeron de inmediato, limitando de ese modo la entrada de luz y el daño que sus rayos podían provocarle a una criatura creada para vivir únicamente de noche. Se dejó caer hasta quedar a cuatro patas, hundiendo el hocico en el cauce del agua y comenzó a sorber, sacando su larga y áspera lengua con la que hacía de cuchara para beber. Sus orejas se mantenían alzadas y de vez en cuando se movían, como si vibraran, analizando cada sonido que le llegaba desde todos los rincones de la zona en la que se encontraba.
De pronto, algo la alertó, haciéndole levantar la cabeza de golpe y abrir, de nuevo, ligeramente las pupilas. Su belfo superior se alzó, arrugándose y dejando a la vista aquellos feos pero letales dientes. Gruñó como advertencia, para que lo que fuera que se aproximara, reculara, antes de que, enfadada y sin raciocinio alguno haciendo presencia, atacara por mero instinto.
Regan Cujo- Licántropo Clase Alta
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Re: Magia y acero (privado)
Mi espera se vio recompensada cuando aquel ser de grandes dimensiones y pelo oscuro como la misma maldad que lo enajenaba se acercó al cauce del río a beber para aplacar su sed, no así al parecer su odio pues en cuanto percibió mi presencia, pude percibir como el lomo se le erizaba y sus ojos ambarinos buscaban la carnaza.
El agua resbalaba entre sus colmillos llenos de babas y caía de nuevo sobre el cauce creando una pequeña espiral que se propagaba por el río de forma uniforme.
-¡Vamos perrito! -dije curvando mis labios para que dejara de gruñirme y se decidiera a seguirme.
Había preparado una trampa entre dos arboles, había cavado hondo y había cubierto el suelo con ramas y hojarasca que se quebraría en el mismo instante en el que la bestia se hundiera en el hoyo.
El acónito que había colocado como lecho haría su papel debilitando al licantropo lo suficiente como para que una vez perdiera el sentido pudiera atarlo y subirlo al carro que había dispuesto para trasportarla de nuevo a su hogar, allí terminaría mi trabajo.
Pero si algo sabía acerca de la caza es que no se puede vender la piel del oso antes de ser cazado, así que antes, tenia que apresarla y eso con una bestia de esas dimensiones no iba a ser tarea fácil.
-¡Vamos!- Rugí sacando una daga de plata desafiante.
Al parecer esta vez si llamé lo suficiente su atención como para que el animal emprendiera veloz su marcha hacia el cazador, quebré antes de que me diera alcance y así empezó la furibunda carrera a través de aquel bosque poblado de árboles y donde esperaba cayera en mi trampa.
El agua resbalaba entre sus colmillos llenos de babas y caía de nuevo sobre el cauce creando una pequeña espiral que se propagaba por el río de forma uniforme.
-¡Vamos perrito! -dije curvando mis labios para que dejara de gruñirme y se decidiera a seguirme.
Había preparado una trampa entre dos arboles, había cavado hondo y había cubierto el suelo con ramas y hojarasca que se quebraría en el mismo instante en el que la bestia se hundiera en el hoyo.
El acónito que había colocado como lecho haría su papel debilitando al licantropo lo suficiente como para que una vez perdiera el sentido pudiera atarlo y subirlo al carro que había dispuesto para trasportarla de nuevo a su hogar, allí terminaría mi trabajo.
Pero si algo sabía acerca de la caza es que no se puede vender la piel del oso antes de ser cazado, así que antes, tenia que apresarla y eso con una bestia de esas dimensiones no iba a ser tarea fácil.
-¡Vamos!- Rugí sacando una daga de plata desafiante.
Al parecer esta vez si llamé lo suficiente su atención como para que el animal emprendiera veloz su marcha hacia el cazador, quebré antes de que me diera alcance y así empezó la furibunda carrera a través de aquel bosque poblado de árboles y donde esperaba cayera en mi trampa.
Hagan- Cazador Clase Alta
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Re: Magia y acero (privado)
Pero el humano, porque al fin se mostraba, hizo caso omiso a su advertencia y, no sólo eso, sino que amenazó a la bestia con una pequeña daga que le iba a servir al monstruo como mondadientes si atrapaba al insolente barbudo que la apremiaba para que le diera caza. El enorme animal deforme aulló al cielo, a un ocaso dorado como su orbe lobuno, pues no había luna en el firmamento y emprendió la carrera a toda velocidad, dando largas y pesadas zancadas al galope. El chapoteo de su cuerpo al cruzar el río, los salpicones de agua y los peces huyendo de la zona ante la presencia de tan gran depredador, delataban su localización a cientos de metros a la redonda, mas ahora la bestia no pensaba, sólo acechaba a su pequeño conejo blanco.
La distancia entre el monstruo y su comida era cada vez más corta, pues nada podía hacer aquel mero hombre por tener las piernas más largas. Y aún así, debía dar gracias a que la media transformación le quitaba fuerza y el impulso de las patas traseras del animal no eran más de la mitad de lo que serían en su forma licana completa. Las orejas gachas del animal, no por sumisión, sino por oponer menos resistencia al viento y que éste no se clara en sus oídos, complicando su tarea, y los dientes amarillentos asomando entre aquellos belfos arrugados, signo de la agresividad que se gastaba, dejaban claro que el engendro no tenía pensado detener su avance. Sin embargo, el olor de algo que conocía alcanzó sus fosas nasales y, de repente, frenó en seco, moviendo la nariz en busca del origen. No sabía con exactitud lo que era, pero su instinto le decía que era algo malo y que no se acercara. Gruñó furiosa y el ojo derecho brilló ambarino, lobuno completamente, agresivo y visceral. Mientras, el izquierdo permanecía de un color verde delicado, humanizado, puro. Nadie había visto aún aquel detalle, uno que delataba que tras aquel mutado ser, se ocultaba una persona atrapada.
La distancia entre el monstruo y su comida era cada vez más corta, pues nada podía hacer aquel mero hombre por tener las piernas más largas. Y aún así, debía dar gracias a que la media transformación le quitaba fuerza y el impulso de las patas traseras del animal no eran más de la mitad de lo que serían en su forma licana completa. Las orejas gachas del animal, no por sumisión, sino por oponer menos resistencia al viento y que éste no se clara en sus oídos, complicando su tarea, y los dientes amarillentos asomando entre aquellos belfos arrugados, signo de la agresividad que se gastaba, dejaban claro que el engendro no tenía pensado detener su avance. Sin embargo, el olor de algo que conocía alcanzó sus fosas nasales y, de repente, frenó en seco, moviendo la nariz en busca del origen. No sabía con exactitud lo que era, pero su instinto le decía que era algo malo y que no se acercara. Gruñó furiosa y el ojo derecho brilló ambarino, lobuno completamente, agresivo y visceral. Mientras, el izquierdo permanecía de un color verde delicado, humanizado, puro. Nadie había visto aún aquel detalle, uno que delataba que tras aquel mutado ser, se ocultaba una persona atrapada.
Regan Cujo- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/05/2018
Re: Magia y acero (privado)
La bestia se detuvo, apreté los dientes y torcí el gesto ¿como podía haberse dado cuenta de la trampa si solo era una bestia?
Seguramente porque su parte animal no era el conjunto del todo, sus instintos y a su vez esa porción de humanidad que en algún lugar recóndito de su interior aun quedaba la hacia frenarse en seco.
-Vamos lobita ven conmigo -le susurré desde el otro extremo.
Su mirada ámbar se centraba en mi persona, se que quería aniquilarme pero que dudaba si atravesar aquel lugar sería peligroso.
Saqué de mi bota la daga y con su acero corté mi palma, sangre ¿había algo mas motivador para un depredador que una presa marcada.
La vi enloquecer, ladeé la sonrisa emprendiendo de nuevo veloz carrera hacia el interior del bosque, si quería darme caza tendría que pasar por la trampa y en ese instante sería miá, cambiaríamos las tornas y la presa se tornaría depredador.
La loba gruñó, no estaba completamente transformada lo que me daba cierta ventaja, en luna llena hace tiempo me hubiera dado caza y quedaría completamente a merced de sus afilados colmillos.
“Vamos lobita” pensé esperando que dejara de pensar y empezara a actuar, no quería matarla peor is me complicaba las cosas me vería en la necesidad de herirla y no quería.
Portaba unos dardos y una cerbatana en el petate, estos iban untados de mandracora, con una buena dosis la hembra caeria profundamente sedada, atarla y llevarla con sus padres era mi plan.
-Vamos lobita -rugí manchando las ramas de sangre motivandola a seguir mi pista.
Seguramente porque su parte animal no era el conjunto del todo, sus instintos y a su vez esa porción de humanidad que en algún lugar recóndito de su interior aun quedaba la hacia frenarse en seco.
-Vamos lobita ven conmigo -le susurré desde el otro extremo.
Su mirada ámbar se centraba en mi persona, se que quería aniquilarme pero que dudaba si atravesar aquel lugar sería peligroso.
Saqué de mi bota la daga y con su acero corté mi palma, sangre ¿había algo mas motivador para un depredador que una presa marcada.
La vi enloquecer, ladeé la sonrisa emprendiendo de nuevo veloz carrera hacia el interior del bosque, si quería darme caza tendría que pasar por la trampa y en ese instante sería miá, cambiaríamos las tornas y la presa se tornaría depredador.
La loba gruñó, no estaba completamente transformada lo que me daba cierta ventaja, en luna llena hace tiempo me hubiera dado caza y quedaría completamente a merced de sus afilados colmillos.
“Vamos lobita” pensé esperando que dejara de pensar y empezara a actuar, no quería matarla peor is me complicaba las cosas me vería en la necesidad de herirla y no quería.
Portaba unos dardos y una cerbatana en el petate, estos iban untados de mandracora, con una buena dosis la hembra caeria profundamente sedada, atarla y llevarla con sus padres era mi plan.
-Vamos lobita -rugí manchando las ramas de sangre motivandola a seguir mi pista.
Hagan- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/05/2018
Re: Magia y acero (privado)
El humano la provocaba cortándose la palma de la mano. Podía sentir el aroma férrico colándose por sus fosas nasales, casi hasta podía ver el rastro que ese olor dejaba en el trayecto, las minúsculas partículas danzando con el viento. Su ojo lobuno destelló de nuevo. Las garras del engendro se hundieron en el terreno cuando éste escarbó, marcando la zona, dejando una señal para que todos los depredadores de los alrededores, supieran de su presencia y que, como el lobo animal que era, reclamaba el dominio del territorio con sus actos instintivos. Si algún otro animal osaba intentar arrebatarle la presa, lo pagaría con su vida.
Estiró el cuello todo lo que pudo, pues la media transformación le había dejado la articulación con el hombro dañada, y tras aullar una vez más al cielo, reanudó la carrera entre la maleza, chocando con los árboles, dejando penachos de pelo en sus cortezas, destruyendo arbustos a su paso, aplastando madrigueras con sus grandes zarpas que, de tamaño, nada tenían que envidiar a las de un oso pardo macho. Había olvidado ya la alerta que su cerebro le había enviado al sentir el olor de aquello que, de estar en modo racional, hubiese detectado como acónito. La carnaza se movía y ella también lo hacía, sintiendo un hambre atroz a pesar de haberse alimentado de una buena pieza hacía tan solo un rato. Su cerebro no era lo único que parecía estar trastocado, sino todo en su ser, los ciclos, las necesidades, el hambre, la sed… Y, desde que no había podido mutar, que tampoco había dormido.
Sus zancadas largas se hundían en el fango, las afiladas uñas desgarraban todo a su paso. Sólo ansiaba abalanzarse sobre aquel hombre, hundir en su tierna carne las fauces y hacerlo pedazos hasta no dejar ni los huesos.
Estiró el cuello todo lo que pudo, pues la media transformación le había dejado la articulación con el hombro dañada, y tras aullar una vez más al cielo, reanudó la carrera entre la maleza, chocando con los árboles, dejando penachos de pelo en sus cortezas, destruyendo arbustos a su paso, aplastando madrigueras con sus grandes zarpas que, de tamaño, nada tenían que envidiar a las de un oso pardo macho. Había olvidado ya la alerta que su cerebro le había enviado al sentir el olor de aquello que, de estar en modo racional, hubiese detectado como acónito. La carnaza se movía y ella también lo hacía, sintiendo un hambre atroz a pesar de haberse alimentado de una buena pieza hacía tan solo un rato. Su cerebro no era lo único que parecía estar trastocado, sino todo en su ser, los ciclos, las necesidades, el hambre, la sed… Y, desde que no había podido mutar, que tampoco había dormido.
Sus zancadas largas se hundían en el fango, las afiladas uñas desgarraban todo a su paso. Sólo ansiaba abalanzarse sobre aquel hombre, hundir en su tierna carne las fauces y hacerlo pedazos hasta no dejar ni los huesos.
Regan Cujo- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/05/2018
Re: Magia y acero (privado)
La loba de nuevo se puso en marcha, nada como la carne fresca para motivar a los depredadores mas tercos a caer en mis trampas. Media sonrisa se dibujó en mi cara cuando salté entre los troncos guiándola a otra de las trampas, corrí de nuevo todo lo que dieron mis piernas con grandes zancadas, zigzagueando sobre la tierra mojada, a punto de darme caza el suelo se abrió bajo sus pies engullendola justo cuando yo quebré quedando en la orilla del agujero mirando hacia abajo.
-Muy bien lobita, buena chica.
Saqué la cerbatana para dormirla, estaba tan sumamente alterada que intentaba saltar para despellejarme, sus iris amarillos radioactivos destilaban ira, odio, pero al final solo era un animal enfermo, un licano incapaz de volver a su cuerpo.
Compadecía a su familia si no daban con una cura para ella acabaría muerta, no podían dejar un engendro como ese correr libre por estos bosques.
Coloqué el dardo apuntando hacia sus cuartos traseros cuando a mis espaldas, y sin haberme percatado pues la loba hacia tanto ruido que mi sentido del oído había quedado atrofiado apareció un oso gigante negro que sobre sus dos patas se alzó lanzándome una de sus zarpas, rodé por el suelo y aprovechando que tenía la cerbatana sople impactando uno de los dardos que se clavo en su vientre.
-¡Joder! -rugí arrastrándome de espaldas al ver como rugía dispuesto a abalanzarse sobre mi.
Su aliento putrefacto golpeó mi cara impulsando mi cabellos y de babas llenó mi rostro y barba.
Saqué la daga de la bota, esto sería un combate a muerte y mi única posibilidad era que el dardo hiciera efecto antes de que la bestia desgarrara mi carne con sus dientes.
-Muy bien lobita, buena chica.
Saqué la cerbatana para dormirla, estaba tan sumamente alterada que intentaba saltar para despellejarme, sus iris amarillos radioactivos destilaban ira, odio, pero al final solo era un animal enfermo, un licano incapaz de volver a su cuerpo.
Compadecía a su familia si no daban con una cura para ella acabaría muerta, no podían dejar un engendro como ese correr libre por estos bosques.
Coloqué el dardo apuntando hacia sus cuartos traseros cuando a mis espaldas, y sin haberme percatado pues la loba hacia tanto ruido que mi sentido del oído había quedado atrofiado apareció un oso gigante negro que sobre sus dos patas se alzó lanzándome una de sus zarpas, rodé por el suelo y aprovechando que tenía la cerbatana sople impactando uno de los dardos que se clavo en su vientre.
-¡Joder! -rugí arrastrándome de espaldas al ver como rugía dispuesto a abalanzarse sobre mi.
Su aliento putrefacto golpeó mi cara impulsando mi cabellos y de babas llenó mi rostro y barba.
Saqué la daga de la bota, esto sería un combate a muerte y mi única posibilidad era que el dardo hiciera efecto antes de que la bestia desgarrara mi carne con sus dientes.
Hagan- Cazador Clase Alta
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Re: Magia y acero (privado)
La voracidad, que no el hambre, la gula, que no la necesidad, era tan grande que cegó a la loba ante cualquier cosa que pudiera suponer un riesgo no inmediato. Estaba obcecada como un burro con orejeras y no veía nada más que aquel hombre corriendo frente a ella, cada vez más cerca, a cada zancada más próximo a hincarle el diente y hacerlo trizas a zarpazos. Y tan alienada estaba al resto de cosas, a lo que fuera que la rodeaba, que no se percató del cambio de tonalidad en las hojas del suelo ni en el crujir excesivo de las ramas, no hasta que ya fue demasiado tarde y fue engullida por la trampa.
Allí en el agujero, se impulsaba con los cuartos traseros y hundía las garras en la tierra, intentando trepar. Se escuchaba el choque de mandíbulas con las dentelladas que daba al aire y los guturales gruñidos que escapan sin cesar de su garganta. Los ojos de la bestia fulguraron como oro fundido cuando vio asomarse al cazador que la amenazaba con un arma para dormirla. Podía no razonar ni tener remordimientos, pero su instinto sí alcanzaba a rozar recuerdos como lo que era una cerbatana, un cuchillo, un hacha o una ballesta. Sabía de qué debía defenderse, aunque hubiera olvidado por qué era consciente de ello. Intentó esquivar lo que fuera a salir disparado por la boca del arma, pero antes de que el barbudo disparara, un rugido hizo que incluso la loba se quedara quieta.
Un oso negro de dimensiones exageradas se abrió paso hasta donde ellos se encontraban y de un zarpazo intentó mandar al hombre al otro mundo o, tal vez, al hoyo en el que el monstruo se encontraba preso. Escuchó un silbido cortar el viento, pero el animal no se inmutó cuando el dardo impactó en su pecho. Mientras, el deforme licántropo intentaba salir de nuevo, por el lado opuesto en que aquel par estaba batallando. Era un engendro, pero el instinto de supervivencia seguía ahí y no tenía intención alguna de enfrentarse al úrsido mientras estaba presa e indefensa. Tenía que largarse de allí como fuera y si el mastodonte la seguía, entonces se defendería como pudiera.
Escuchaba los quejidos a sus espaldas, los del cazador por intentar zafarse de los ataques y los del peludo trozo de carne intentando pisarlo y hacerlo jirones. La loba giró un poco la cabeza para ver lo que sucedía, sin motivo alguno, pues en su estado no existía la curiosidad, y sus orbes se encontraron con los pozos negros del oso. Parecían vacíos, pero eso no era algo en lo que la bestia pensara, sólo veía peligro y con ello se convenció aún con más peso de que debía huir como fuera.
Allí en el agujero, se impulsaba con los cuartos traseros y hundía las garras en la tierra, intentando trepar. Se escuchaba el choque de mandíbulas con las dentelladas que daba al aire y los guturales gruñidos que escapan sin cesar de su garganta. Los ojos de la bestia fulguraron como oro fundido cuando vio asomarse al cazador que la amenazaba con un arma para dormirla. Podía no razonar ni tener remordimientos, pero su instinto sí alcanzaba a rozar recuerdos como lo que era una cerbatana, un cuchillo, un hacha o una ballesta. Sabía de qué debía defenderse, aunque hubiera olvidado por qué era consciente de ello. Intentó esquivar lo que fuera a salir disparado por la boca del arma, pero antes de que el barbudo disparara, un rugido hizo que incluso la loba se quedara quieta.
Un oso negro de dimensiones exageradas se abrió paso hasta donde ellos se encontraban y de un zarpazo intentó mandar al hombre al otro mundo o, tal vez, al hoyo en el que el monstruo se encontraba preso. Escuchó un silbido cortar el viento, pero el animal no se inmutó cuando el dardo impactó en su pecho. Mientras, el deforme licántropo intentaba salir de nuevo, por el lado opuesto en que aquel par estaba batallando. Era un engendro, pero el instinto de supervivencia seguía ahí y no tenía intención alguna de enfrentarse al úrsido mientras estaba presa e indefensa. Tenía que largarse de allí como fuera y si el mastodonte la seguía, entonces se defendería como pudiera.
Escuchaba los quejidos a sus espaldas, los del cazador por intentar zafarse de los ataques y los del peludo trozo de carne intentando pisarlo y hacerlo jirones. La loba giró un poco la cabeza para ver lo que sucedía, sin motivo alguno, pues en su estado no existía la curiosidad, y sus orbes se encontraron con los pozos negros del oso. Parecían vacíos, pero eso no era algo en lo que la bestia pensara, sólo veía peligro y con ello se convenció aún con más peso de que debía huir como fuera.
Regan Cujo- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/05/2018
Re: Magia y acero (privado)
Un par de hombres de la manada habían encontrado al cazador y la bruja en el bosque rumbo a al aldea y tras asegurarse de quienes eran los custodiaron, era fácil perderse en aquellos bosques plagados de leyendas y aunque Ragnar era un gran rastreador, sin duda todos nos quedábamos mas tranquilos al saber iban acompañados. Si a Öda le pasaba algo Ulf destriparía la cazador y a mi...no se exactamente que es lo que me haría.
Elaine conversaba con la madre de la licana enferma, esta desesperada aguantaba el tipo aun con los ojos vidriosos, sabía que el destino de su hija pendía de un hilo y dependía de nosotros y de un peletero que habían contratado con anterioridad y que de momento no había conseguido nada a decir verdad.
El padre daba ordenes a los suyos para peinar el bosque para indicarnos un rastro que poder seguir, pero capturarla viva sería cosa nuestra. Me acerqué a Elaine sin querer interrumpir y le pedí que cuando pudiera habláramos.
Eso iba a ser complicado, estábamos comprometiéndonos con la manada para solucionar un problema que desconocíamos si tendría o no solución.*
El asunto era delicado, pero ella como representante de los Landvik y garante del acuerdo que su padre hizo con las manadas del norte, debía cumplir con su palabra. Elaine no era tonta, sabía que el problema de su hija quizás no tuviera solución, pero sin esperanza no había nada y esa gente estaba desesperada. Se separó un instante de la mujer y fue con Sirius a parte.
— Ya sé que me dirás que quizás no pueda cumplir lo que ellos esperan, pero necesita un poco de esperanza y sólo nosotros podemos garantizarle que de darle caza no la matarán. No al menos sin intentarlo todo antes…¿y si esto le hubiera pasado a Lobbo o a Velkan? Yo hubiera deseado que nos ayudaran hasta el final sin fisuras.— le pasó las manos alrededor del cuello sonriéndole.— además… yo sé que tú puedes hacer milagros con tu magia, y si no, Giuliana, incluso Öda… sé que podréis hacer algo bueno por esta gente.
Si algo tenía la licántropa es que confiaba plenamente en Sirius y no le asustaba la magia, cuando era pequeña y estaba enferma, pasó un tiempo en casa de una bruja, la mujer que contrató a su madre antes que Damon.*
Ladeé la sonrisa posando mis manos en su cintura sujetándola con firmeza hasta pegarla mas a mi cuerpo.
-Señora Cannif, no andará tratando de engatusarme con sus artes -bromeé besando sus labios -haré lo que pueda, mi magia no es blanca, sabes que soy mas ofensivo que..curativo, pero trataré de ayudar a atraparla sin dañarla, seguro Öda es capaz de hacer algo por ella.
Bajé mis manos por su culo acariciandolo despacio.
-Esto de las manadas te tiene muy ocupada, desatiendes a tu hambriento marido y así no vamos a tener hijos ¿que hay de mi linaje? -bromeé mas en serio que en broma.
Fue entonces cuando llegó Ragnar con esa risa que se gastaba acercándose a nosotros tirando de la mano de la joven Tollak.
-¡Que corra el aire parejita, que aquí o follamos todos o la puta al rio y Öda no quiere hacerlo conmigo.*
Elaine conversaba con la madre de la licana enferma, esta desesperada aguantaba el tipo aun con los ojos vidriosos, sabía que el destino de su hija pendía de un hilo y dependía de nosotros y de un peletero que habían contratado con anterioridad y que de momento no había conseguido nada a decir verdad.
El padre daba ordenes a los suyos para peinar el bosque para indicarnos un rastro que poder seguir, pero capturarla viva sería cosa nuestra. Me acerqué a Elaine sin querer interrumpir y le pedí que cuando pudiera habláramos.
Eso iba a ser complicado, estábamos comprometiéndonos con la manada para solucionar un problema que desconocíamos si tendría o no solución.*
El asunto era delicado, pero ella como representante de los Landvik y garante del acuerdo que su padre hizo con las manadas del norte, debía cumplir con su palabra. Elaine no era tonta, sabía que el problema de su hija quizás no tuviera solución, pero sin esperanza no había nada y esa gente estaba desesperada. Se separó un instante de la mujer y fue con Sirius a parte.
— Ya sé que me dirás que quizás no pueda cumplir lo que ellos esperan, pero necesita un poco de esperanza y sólo nosotros podemos garantizarle que de darle caza no la matarán. No al menos sin intentarlo todo antes…¿y si esto le hubiera pasado a Lobbo o a Velkan? Yo hubiera deseado que nos ayudaran hasta el final sin fisuras.— le pasó las manos alrededor del cuello sonriéndole.— además… yo sé que tú puedes hacer milagros con tu magia, y si no, Giuliana, incluso Öda… sé que podréis hacer algo bueno por esta gente.
Si algo tenía la licántropa es que confiaba plenamente en Sirius y no le asustaba la magia, cuando era pequeña y estaba enferma, pasó un tiempo en casa de una bruja, la mujer que contrató a su madre antes que Damon.*
Ladeé la sonrisa posando mis manos en su cintura sujetándola con firmeza hasta pegarla mas a mi cuerpo.
-Señora Cannif, no andará tratando de engatusarme con sus artes -bromeé besando sus labios -haré lo que pueda, mi magia no es blanca, sabes que soy mas ofensivo que..curativo, pero trataré de ayudar a atraparla sin dañarla, seguro Öda es capaz de hacer algo por ella.
Bajé mis manos por su culo acariciandolo despacio.
-Esto de las manadas te tiene muy ocupada, desatiendes a tu hambriento marido y así no vamos a tener hijos ¿que hay de mi linaje? -bromeé mas en serio que en broma.
Fue entonces cuando llegó Ragnar con esa risa que se gastaba acercándose a nosotros tirando de la mano de la joven Tollak.
-¡Que corra el aire parejita, que aquí o follamos todos o la puta al rio y Öda no quiere hacerlo conmigo.*
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
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Re: Magia y acero (privado)
La rubia bruja estaba acostumbrada a las bromas obscenas de sus hermanos, pero en la boca de Ragnar esas palabras la hacían enrojecer, así que le dio un codazo en el estómago, porque justo antes de ser encontrados estaban “intimando” o algo similar. Sirius la conocía, había pasado tanto tiempo en su casa de pequeño que ella lo consideraba casi un hermano mayor.
—Menos mal que hemos llegado…— fue directa a darle un abrazo y dos besos a Sirius y lo mismo para su mujer. Vivían en la casa de al lado de Ulf y Giuliana, una casa que arreglaron entre todos cuando se casaron, y para ella eran su familia también, la benjamina Tollak era siempre cariñosa y atenta con los suyos.
Elaine sonrió de medio lado mirando a Sirius con una cómplice mirada en la que se entendían sin hablar. Allí pasaba algo. Entre Ragnar y Öda había algo aunque no fuera lo que creyeran más evidente.
— Esas no son formas de tratar a una dama Ragnar… no al menos si esperas acabar fuera del río.— Sirius también sonrió y Öda le hizo una mueca a Elaine, la había entendido perfectamente pero al menos tenía razón en que esa no era forma de hablar.*
-Vosotros acabáis pasados por agua cada vez que la bastarda de Sirius se cuela entre tus piernas y no veo quejas, así que si hace falta mojarse el culo por tocarle una teta, sea -Dijo Ragnar poniendo cara de pervertido mientras con las manos hacía como que le tocaba las tetas a Öda y yo le daba un capón por bocazas.
-Por Odin Ragnar que es como mi hermana, solo de imaginaros fornicar me dan ganas de meterte un rayo por el culo.
Ragnar se echo a reír, al parecer había algo entre los dos porque conocía Oda lo suficiente como para ver en la forma en la que lo miraba algo distinto, peor ella era muy inocente y esperaba Ragnar se comportara, no era de esos que se veían con un linaje y una familia.
-Bueno ¿que tengo que matar? -preguntó Ragnar
-Nada, hay que dar caza a una licana, peor ha de estar viva...la chica es hija de los alfas, al parecer esta enferma, no es capaz de recuperar su forma humana, ahí es donde entra Öda, has de intentar ayudarla.*
La rubia sabía que tenía a Sirius de su parte y por eso se sentía cómoda y tranquila con su presencia y la de Elaine, al menos así las bromas de Ragnar serían menos pesadas.
— La lluvia es buena para las cosechas…— reprendió a Ragnar por recordarles lo que era un problema que ellos trataban de manejar como podían. Pero Elaine se echó a reir, nunca le dio demasiada importancia a eso, buscó la forma de solucionarlo con inventos y pararrayos, al menos que no murieran cuando se acostasen.
— Al menos tengo la oportunidad aunque sea pasada por agua, como le toques algo a Öda tendremos que ir a recoger tus trozos por todo el país, porque Ulf no te dejará trozo alguno sin desmembrar.
Se dieron la información necesaria para ir de “cacería”, pero esa noche ya era muy tarde y no podrían hacer nada más, dormirían unas horas y retomarían la búsqueda por la mañana. Elaine miró a Öda que esperaba que la loba se la llevase consigo, pero en esta ocasión la respuesta de la princesa rumana fue contundente.
— Mi marido me reclama un linaje, así que ponéos a cubierto… pero tú mejor que no andes cerca de sus…— hizo el mismo gesto que Ragnar antes sobre tocarle las tetas a la rubia y se llevó a Sirius entre risas. La joven hechicera resopló y se cruzó de brazos.
—Menos mal que hemos llegado…— fue directa a darle un abrazo y dos besos a Sirius y lo mismo para su mujer. Vivían en la casa de al lado de Ulf y Giuliana, una casa que arreglaron entre todos cuando se casaron, y para ella eran su familia también, la benjamina Tollak era siempre cariñosa y atenta con los suyos.
Elaine sonrió de medio lado mirando a Sirius con una cómplice mirada en la que se entendían sin hablar. Allí pasaba algo. Entre Ragnar y Öda había algo aunque no fuera lo que creyeran más evidente.
— Esas no son formas de tratar a una dama Ragnar… no al menos si esperas acabar fuera del río.— Sirius también sonrió y Öda le hizo una mueca a Elaine, la había entendido perfectamente pero al menos tenía razón en que esa no era forma de hablar.*
-Vosotros acabáis pasados por agua cada vez que la bastarda de Sirius se cuela entre tus piernas y no veo quejas, así que si hace falta mojarse el culo por tocarle una teta, sea -Dijo Ragnar poniendo cara de pervertido mientras con las manos hacía como que le tocaba las tetas a Öda y yo le daba un capón por bocazas.
-Por Odin Ragnar que es como mi hermana, solo de imaginaros fornicar me dan ganas de meterte un rayo por el culo.
Ragnar se echo a reír, al parecer había algo entre los dos porque conocía Oda lo suficiente como para ver en la forma en la que lo miraba algo distinto, peor ella era muy inocente y esperaba Ragnar se comportara, no era de esos que se veían con un linaje y una familia.
-Bueno ¿que tengo que matar? -preguntó Ragnar
-Nada, hay que dar caza a una licana, peor ha de estar viva...la chica es hija de los alfas, al parecer esta enferma, no es capaz de recuperar su forma humana, ahí es donde entra Öda, has de intentar ayudarla.*
La rubia sabía que tenía a Sirius de su parte y por eso se sentía cómoda y tranquila con su presencia y la de Elaine, al menos así las bromas de Ragnar serían menos pesadas.
— La lluvia es buena para las cosechas…— reprendió a Ragnar por recordarles lo que era un problema que ellos trataban de manejar como podían. Pero Elaine se echó a reir, nunca le dio demasiada importancia a eso, buscó la forma de solucionarlo con inventos y pararrayos, al menos que no murieran cuando se acostasen.
— Al menos tengo la oportunidad aunque sea pasada por agua, como le toques algo a Öda tendremos que ir a recoger tus trozos por todo el país, porque Ulf no te dejará trozo alguno sin desmembrar.
Se dieron la información necesaria para ir de “cacería”, pero esa noche ya era muy tarde y no podrían hacer nada más, dormirían unas horas y retomarían la búsqueda por la mañana. Elaine miró a Öda que esperaba que la loba se la llevase consigo, pero en esta ocasión la respuesta de la princesa rumana fue contundente.
— Mi marido me reclama un linaje, así que ponéos a cubierto… pero tú mejor que no andes cerca de sus…— hizo el mismo gesto que Ragnar antes sobre tocarle las tetas a la rubia y se llevó a Sirius entre risas. La joven hechicera resopló y se cruzó de brazos.
Elaine Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/05/2017
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Re: Magia y acero (privado)
— Vámonos a dormir, qué remedio. Pero las manos quietas.*
Rodeé la cintura de mi mujer lanzándole un mordisco cuando dijo que se pusieran a cubierto, desde luego que iba a haber tormenta. Hacía tiempo que no intimábamos, el problema era que solo en lugares muy específicos podíamos hacerlo y si bien era cierto había ido mejorando mi control, cuando estábamos cerca del orgasmo era incapaz de no desatar huracanes o peligrosos terremotos.
-Öda, el linaje de Sirius puede implicar el ultimo día en la tierra ¿de verdad que no quieres que te toque para demostrarte lo que te has perdido?
La rubia miró a Ragnar con cara de perdonarle la vida y este ni corto ni perezoso la elevó como si fuera un saco colgándola sobre su hombro y dejando caer su manaza sobre sus nalgas.
-No te preocupes, cuando la tierra se sacuda el miedo te hará cambiar de idea.
Negué con la cabeza alejándome de esos dos para centrarme en Elaine.
-Se que no es esto fácil para ti y quiero sepas que valoro tu paciencia, he hablado con las oráculos del templo -dije meditando como proseguir -no ven descendencia -aseguré.
Me encogí de hombros sin saber que mas decir, para nosotros los vikingos el linaje implicaba no caer en el olvido, nadie aseguraba un mañana, que no caeríamos en batalla, por eso solo los hijos nos convertían en inmortales y las oráculos no veían …futuro.*
— No me preocupa que no lo vean, es sólo cuestión de tiempo. Giuliana también dice que las visiones a veces no se cumplen o son distintas, con lo cual… yo no me preocuparía demasiado.— Acarició su pelo oscuro y después su mejilla que enmarcaba un pómulo anguloso y unos ojos intensamente claros.— No me casé contigo por un linaje, ni por títulos ni por nada así. Te quiero, y quiero pasar mi vida contigo, sea lo que sea lo que el destino nos depare.— besó sus labios y apoyó la frente contra la del brujo sonriendo y susurrando.— he visto una cueva cerca del lago no muy lejos de aquí, podemos darnos el paseo, los rayos no nos alcanzarán.*
El paseo hacía el rio estuvo lleno de besos, de caricias, risas y palabras cómplices susurradas al oido, era cierto, lo que nos unía era mas fuerte que los títulos, el linaje o cualquier cosa que en una pareja normal fuera clave, peor eso no restaba que quisiera dárselo todo. Ella había renunciado a Rumanía, a su reino para cambiar ser princesa y tener todos los lujos por una vida entre barbaros, de cacerías, de peligros ¿que menos que darle hijos?
Nos desnudamos en las orillas, la plateada luna en forma de cuna iluminaba su piel clara, Elaine era una mujer elegante, su belleza era inigualable y a veces me preguntaba que había visto en alguien como yo. Me acerqué a ella deslizando con suavidad mis dedos por la suave piel de su hombro, era preciosa y quise deleitarme con aquel cuerpo curvilíneo de pechos alzados y caderas marcadas.
Tiró de mi mano para que nos metiéramos en el interior del lago, las guas estaban gélidas, mas eso para mi distaba mucho de ser un problema, introduje la mano y cerré los ojos un instante, mis ojos adquirieron una fuerte tonalidad roja y de la tierra emergieron unas burbujas calientes.
-Lo conseguí hace relativamente poco, conecto con el calor del interior y soy capaz de sacarlo como si fuera lava, alzarlo. En este caso basta con que lo deje en la superficie, peor si quisiera atacar, solo tendría que abrir la tierra.*
—Pues a partir de ahora ahorraremos en leña para darnos un baño en casa…— rió mientras se pegaba a él. ¿Cómo sabía que era el hombre perfecto a pesar de las dificultades? Porque su corazón se lo gritaba sin más, al igual que su madre encontró a Damon y estuvieron en la cuerda floja veinte años, ella sabía que Sirius era el hombre de su vida y no pasaría ni una noche en la que pudieran estar así, sin demostrárselo. Ya bastante mal lo pasaba el pobre cuando a ella se le acercaba la luna llena y estaba gruñona, irascible y… cubierta de pelo.
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Magia y acero (privado)
En la aldea, Öda sacudía una almohada algo llena de polvo, porque les habían dejado una habitación en un desván de una especie de casa-granja-granero, era lo único libre y al menos tenían cama y techo si iba a llover. El ruido de las gotas al estallar contra las maderas de la ventana no se hizo esperar, y la risita burlona de Ragnar tampoco. La bruja iba con el almohadón hacia la ventana para sacudirlo mejor, pero desistió cuando vio el agua, se detuvo y lo apretó entre las manos murmurando.
— se quieren tanto… ojalá algún día mire yo a alguien del mismo modo en que se miran ellos.*
Incapaz de borrar esa sonrisa de autosuficiencia miré a la joven Tollak soñar despierta sobre el amor y esas cosas. No es que no creyera que ella merecía ser amada, era preciosa y buena..demasiado.
-No todas las relaciones empiezan igual Öda, ni todos los hombres son Sirius. Ya conoces mi vida y no es sencilla ¿crees alguna mujer me puede mirar asÍ sabiendo que es mas fácil que no vuelva al adentrarme en le bosque que lo contrarío?.- Negué con la cabeza.- vivo el momento ¿tenemos algo mas uqe esta habitación ahora mismo? en ella estamos tu y yo y me gustas ¿cual es le problema?
Me eché a reír interrumpiéndola antes de que abriera la boca.
-Si, ya se, que quieres estar enamorada y que a la vuelta tu padre me cortará la verga, pero ¿y si no hay vuelta? ¿la vida es efímera? ¿vas a perderte el hoy por lo que pueda pasar mañana Öda?*
La bruja lo miró de hito en hito, ese argumento era bueno, mucho, porque era cierto que la vida era corta en muchos casos, lo veía a diario en el hospital, incluso cuando su madre empezó con Ulf fue una noche de locura tras estar en coma y casi muerta, porque probablemente pensó que no tendría muchas más oportunidades. Se sentó en la cama despacio con el almohadón entre las manos, pensativa.
—Que te miren así no tiene que ver con si eres cazador o panadero…tiene que ver con aceptar lo bueno y lo malo de cada uno y confiar que pese más lo bueno. Supongo que el corazón tiene razones que el cerebro no entiende…pero sigo queriendo eso.
Se tumbó boca arriba sin quitarse la ropa, dándole la espalda a Ragnar, iba a decirle que se fijase bien la próxima vez que ella lo mirase, pero se calló a tiempo, porque no quería que se burlara de ella por sus sentimientos románticos que consideraba infantiles.*
Enarqué una ceja al ver como me daba la espalda, al parecer seguía empeñada en no ceder conmigo su virginidad y no la culpaba, decía que era lo mismo ser un panadero o un cazador, mas no era así.
-¿Acaso si el panadero os jurara amor eterno, cuidaros y respetaros en una apacible vida en la que os dará casa e hijos no sería mas fácil que no le dierais como a mi la espalda? Me deseáis, eso es verdad, lo veo, pero no soy un panadero, si no un cazador que es sincero, no juraré lo que no puedo darte Öda.*
Apretó los labios frunciendo el ceño, pero como estaba de espaldas no la veía, era un pazguato, uno muy tonto y que le gustaba mucho, pero la hacía rabiar tanto que sólo en ocasiones conseguía confiar plenamente en él.
— hay que levantarse temprano… buenas noches Ragnar.— Podría haberlo despachado con un sarcasmo, como los que Erika se gastaba. O con cuatro gritos como los que Alrek solía pegarle a Garm para cualquier cosa, siempre andaban a vueltas y montando el cirio. Pero Öda era como su madre, su carácter tranquilo e inclinado a la bondad le impedía ser una arpía y prefería no irse a dormir enfadada.*
Gruñí ofuscado porque me daba las buenas noches sin mas, nada de besos caricias...
-Agggg -dije poniéndome en pie para meterme en el baño que tenía la habitación. Pues muy bien, no la necesitaba, ya me daría yo solo el desahogo.
Bajé los pantalones y cogí el manubrio sacudiéndolo con énfasis mientras mis jadeos escapaban a través de las bisagras.*
— se quieren tanto… ojalá algún día mire yo a alguien del mismo modo en que se miran ellos.*
Incapaz de borrar esa sonrisa de autosuficiencia miré a la joven Tollak soñar despierta sobre el amor y esas cosas. No es que no creyera que ella merecía ser amada, era preciosa y buena..demasiado.
-No todas las relaciones empiezan igual Öda, ni todos los hombres son Sirius. Ya conoces mi vida y no es sencilla ¿crees alguna mujer me puede mirar asÍ sabiendo que es mas fácil que no vuelva al adentrarme en le bosque que lo contrarío?.- Negué con la cabeza.- vivo el momento ¿tenemos algo mas uqe esta habitación ahora mismo? en ella estamos tu y yo y me gustas ¿cual es le problema?
Me eché a reír interrumpiéndola antes de que abriera la boca.
-Si, ya se, que quieres estar enamorada y que a la vuelta tu padre me cortará la verga, pero ¿y si no hay vuelta? ¿la vida es efímera? ¿vas a perderte el hoy por lo que pueda pasar mañana Öda?*
La bruja lo miró de hito en hito, ese argumento era bueno, mucho, porque era cierto que la vida era corta en muchos casos, lo veía a diario en el hospital, incluso cuando su madre empezó con Ulf fue una noche de locura tras estar en coma y casi muerta, porque probablemente pensó que no tendría muchas más oportunidades. Se sentó en la cama despacio con el almohadón entre las manos, pensativa.
—Que te miren así no tiene que ver con si eres cazador o panadero…tiene que ver con aceptar lo bueno y lo malo de cada uno y confiar que pese más lo bueno. Supongo que el corazón tiene razones que el cerebro no entiende…pero sigo queriendo eso.
Se tumbó boca arriba sin quitarse la ropa, dándole la espalda a Ragnar, iba a decirle que se fijase bien la próxima vez que ella lo mirase, pero se calló a tiempo, porque no quería que se burlara de ella por sus sentimientos románticos que consideraba infantiles.*
Enarqué una ceja al ver como me daba la espalda, al parecer seguía empeñada en no ceder conmigo su virginidad y no la culpaba, decía que era lo mismo ser un panadero o un cazador, mas no era así.
-¿Acaso si el panadero os jurara amor eterno, cuidaros y respetaros en una apacible vida en la que os dará casa e hijos no sería mas fácil que no le dierais como a mi la espalda? Me deseáis, eso es verdad, lo veo, pero no soy un panadero, si no un cazador que es sincero, no juraré lo que no puedo darte Öda.*
Apretó los labios frunciendo el ceño, pero como estaba de espaldas no la veía, era un pazguato, uno muy tonto y que le gustaba mucho, pero la hacía rabiar tanto que sólo en ocasiones conseguía confiar plenamente en él.
— hay que levantarse temprano… buenas noches Ragnar.— Podría haberlo despachado con un sarcasmo, como los que Erika se gastaba. O con cuatro gritos como los que Alrek solía pegarle a Garm para cualquier cosa, siempre andaban a vueltas y montando el cirio. Pero Öda era como su madre, su carácter tranquilo e inclinado a la bondad le impedía ser una arpía y prefería no irse a dormir enfadada.*
Gruñí ofuscado porque me daba las buenas noches sin mas, nada de besos caricias...
-Agggg -dije poniéndome en pie para meterme en el baño que tenía la habitación. Pues muy bien, no la necesitaba, ya me daría yo solo el desahogo.
Bajé los pantalones y cogí el manubrio sacudiéndolo con énfasis mientras mis jadeos escapaban a través de las bisagras.*
Ragnar- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2018
Re: Magia y acero (privado)
Lo que eran las gélidas aguas del norte pronto se convirtieron en un idílico lugar paradisiaco, la temperatura se mantenía templada mientras nuestras lenguas danzaban lentas. Mis manos serpentearon por su piel desnuda, Elaine era una mujer bella, tenía suerte de tenerla pero no solo por su aspecto, si no porque era una mujer valiente, decidida, que lejos de conformarse con los reveses que le daba la vida plantaba cara con optimismo, que convirtió mi hogar en el suyo y mis guerras en las propias, era por eso que la amaba, era por eso que no imaginaba un futuro ya sin ella y también era por eso por lo que necesitaba aprender a controlar mi magia.
Era capaz de grandes proezas, había salvado el norte en muchas ocasiones y otras el norte me había salvado de mi mismo, pero ella parecía ser la que mas acaba sufriendo las consecuencias.
Padre y yo teníamos un tema tabú ¿quien era mi madre? era consciente que parte de mi magia provenía de padre, la de la videncía, pero el caos y la oscuridad eran otra cosa, no porque Randulf no lo poseyera, si no porque sabía que venia por parte de mi madre, esa que me envío con Höor para que creciera libre.
Quizás ella podría enseñarme el modo de controlar de algún modo esto o de la menso poder hacerlo mientras me acostaba con mi esposa, no habría descendencia sin conseguir eso, los oráculos me lo habían dicho y yo creía en la magia ancestral de mi pueblo.
El agua empezó a hervir al tiempo que mis ganas crecían firmes ante la mujer que amaba, jadeé apartándome un instante, su sonrisa choco contra mis labios siempre serena.
-Si sigo así creo que nos haré una sopa.*
Sonrió contra los labios de Sirius, la suerte que tenía era que tenía gran aguante por su condición licántropa, pero estaba claro que si seguía adelante serían los tropezones de esa inmensa cena.
— Sirius, ven, vamos fuera.— tiró de sus manos hasta la orilla, allí la temperatura era de nuevo muy fría, siempre tenían que andar jugando con los tiempos, y en lo que el brujo desataba una tormenta de rayos, al menos les daría tiempo de darse un revolcón rápido.— Al menos ya estamos ambos muy calientes.— Tiró de él pegando la espalda contra el tronco de un árbol y devorando sus labios con ansia, se encaramó a su cintura, estaba fuerte, aunque era ligera al menos en forma humana. Se colgó de su cuello agarrando su pelo, revolviéndolo y empujando su pelvis hacia delante, no tenían muchas oportunidades de retozar fuera de casa, y dentro de ella, aunque era seguro para ellos dos, para el resto podía suponer un agujero en el techo, así que tenían menos encuentros de los que en verdad deseaban. En su matrimonio el sexo no lo era todo, eso estaba claro, pero también tenían sus necesidades y tener que quedarse con la ganas más de una vez era algo que llevaban con estoicidad.— Si nos damos prisa antes de que estalle la tormenta…— murmuró, estaba mojada, tenía necesidad de unirse a él, de devorarlo y consumirse en llamas. Lo recibió con ganas, echando la cabeza hacía atrás al notar la estocada y de inmediato se movió para acoplarse al ritmo de Sirius que pronto se agobiaría al sentir crecer las nubes a su alrededor con truenos y rayos. No dejó que mirase nada más que no fuera su propio cuerpo, manteniendo las manos en su nuca sin dejar de desgranar besos, lametones y bocados por sus labios, su mentón y el lóbulo de la oreja.*
Era capaz de grandes proezas, había salvado el norte en muchas ocasiones y otras el norte me había salvado de mi mismo, pero ella parecía ser la que mas acaba sufriendo las consecuencias.
Padre y yo teníamos un tema tabú ¿quien era mi madre? era consciente que parte de mi magia provenía de padre, la de la videncía, pero el caos y la oscuridad eran otra cosa, no porque Randulf no lo poseyera, si no porque sabía que venia por parte de mi madre, esa que me envío con Höor para que creciera libre.
Quizás ella podría enseñarme el modo de controlar de algún modo esto o de la menso poder hacerlo mientras me acostaba con mi esposa, no habría descendencia sin conseguir eso, los oráculos me lo habían dicho y yo creía en la magia ancestral de mi pueblo.
El agua empezó a hervir al tiempo que mis ganas crecían firmes ante la mujer que amaba, jadeé apartándome un instante, su sonrisa choco contra mis labios siempre serena.
-Si sigo así creo que nos haré una sopa.*
Sonrió contra los labios de Sirius, la suerte que tenía era que tenía gran aguante por su condición licántropa, pero estaba claro que si seguía adelante serían los tropezones de esa inmensa cena.
— Sirius, ven, vamos fuera.— tiró de sus manos hasta la orilla, allí la temperatura era de nuevo muy fría, siempre tenían que andar jugando con los tiempos, y en lo que el brujo desataba una tormenta de rayos, al menos les daría tiempo de darse un revolcón rápido.— Al menos ya estamos ambos muy calientes.— Tiró de él pegando la espalda contra el tronco de un árbol y devorando sus labios con ansia, se encaramó a su cintura, estaba fuerte, aunque era ligera al menos en forma humana. Se colgó de su cuello agarrando su pelo, revolviéndolo y empujando su pelvis hacia delante, no tenían muchas oportunidades de retozar fuera de casa, y dentro de ella, aunque era seguro para ellos dos, para el resto podía suponer un agujero en el techo, así que tenían menos encuentros de los que en verdad deseaban. En su matrimonio el sexo no lo era todo, eso estaba claro, pero también tenían sus necesidades y tener que quedarse con la ganas más de una vez era algo que llevaban con estoicidad.— Si nos damos prisa antes de que estalle la tormenta…— murmuró, estaba mojada, tenía necesidad de unirse a él, de devorarlo y consumirse en llamas. Lo recibió con ganas, echando la cabeza hacía atrás al notar la estocada y de inmediato se movió para acoplarse al ritmo de Sirius que pronto se agobiaría al sentir crecer las nubes a su alrededor con truenos y rayos. No dejó que mirase nada más que no fuera su propio cuerpo, manteniendo las manos en su nuca sin dejar de desgranar besos, lametones y bocados por sus labios, su mentón y el lóbulo de la oreja.*
Última edición por Elaine Landvik el Dom Sep 09, 2018 3:27 pm, editado 1 vez
Elaine Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Magia y acero (privado)
Enloquecido por el calor de su cuerpo, por como friccionaba contra mi glande su sexo, embestí con violencia el cuerpo de la loba que se arqueó entre mis manos echando hacía atrás la cabeza, dejando escapar su aliento en forma de blanquecino vaho. Fuera las temperaturas distaban mucho de ser cálidas, sus montañas firmes rebotaban ante mi turbia mirada invitándome a tomar sus picos con mis labios y mis dientes.
Escuchaba la tormenta acercarse y rugía como yo mismo completamente incendiado en el cuerpo de mi esposa. La volteé hasta que ahora fue su espalda la que recibió el cobijo del árbol, si caía un rayo esperaba me partiera en dos a mi porque no pararía, ni siquiera podía hacerlo, porque la deseaba ahora muchísimo.
Mis pelvis se movió con rudeza adentrándome hasta los cimientos de su cueva, mi verga rezumaba liquido acogida por las paredes engrosadas y húmedas de la loba. No necesité demasiado tiempo, tampoco ella, los gruñidos cada vez se tornaron mas roncos mas seguidos y sus uñas en mi espalda marcaron como ella llegaba y se lanzaba por el abismo, un par de estocadas mas bastó para derramarme en su interior entre espasmos mientras ella gritaba mi nombre al ritmo de los relámpagos.
Cuando me fui la tormenta aminoró, ladeé la sonrisa contra su cuello venciendo mi cuerpo contra el ajeno mientras mi mano sobre la corteza evitaba que ella cargara con mi peso.
-¿crees que hemos destruido algo? -pregunté entre susurros en la ternilla de su oido antes de estallar los dos en carcajadas cómplices.*
Cuando la tormenta rugía, el placer la embriagó y cuando alcanzó el orgasmo gritó el nombre de Sirius y acabó riéndose. Era su particular desafío a la enormes fuerzas que el brujo desataba, que lo supieran hasta en el infierno: era suyo y no se lo iban a arrebatar por muchas tormentas que desatase. Como loba era territorial, y aunque su madre la había educado para ser cordial, educada, correcta, amable… la herencia de su padre y su lobo interior guardaban a Sirius, lo celaba y lo consideraba eternamente suyo, su compañero. Por eso no había obstáculo lo suficientemente grande que la pudiera separar de él.
— Pues espero que no se haya caído el techo de la buhardilla que ocupan Ragnar y Öda…y menos si estaban haciendo… ya sabes.— No quería fastidiarlo, porque sabía que la pequeña Tollak era casi como su hermana, pero ya era una mujer, y no se comportaba como tal.
La tormenta se alejaba, y eso siempre la tranquilizaba, Sirius era un hombre cabal, considerado, inteligente, de gran templanza y bondad, y había sido tocado por los dioses con esos dones tan tremendos. Ella jamás lo vería como algo malo, peligroso o raro. Lo aceptaba así y un poco de lluvia o de pelo chamuscado no tenían la mayor importancia.
— Tendremos que encontrar a esa muchacha, si no puede cambiar de forma es un problema grande…quizás podamos encontrar quien la ayude.*
Escuchaba la tormenta acercarse y rugía como yo mismo completamente incendiado en el cuerpo de mi esposa. La volteé hasta que ahora fue su espalda la que recibió el cobijo del árbol, si caía un rayo esperaba me partiera en dos a mi porque no pararía, ni siquiera podía hacerlo, porque la deseaba ahora muchísimo.
Mis pelvis se movió con rudeza adentrándome hasta los cimientos de su cueva, mi verga rezumaba liquido acogida por las paredes engrosadas y húmedas de la loba. No necesité demasiado tiempo, tampoco ella, los gruñidos cada vez se tornaron mas roncos mas seguidos y sus uñas en mi espalda marcaron como ella llegaba y se lanzaba por el abismo, un par de estocadas mas bastó para derramarme en su interior entre espasmos mientras ella gritaba mi nombre al ritmo de los relámpagos.
Cuando me fui la tormenta aminoró, ladeé la sonrisa contra su cuello venciendo mi cuerpo contra el ajeno mientras mi mano sobre la corteza evitaba que ella cargara con mi peso.
-¿crees que hemos destruido algo? -pregunté entre susurros en la ternilla de su oido antes de estallar los dos en carcajadas cómplices.*
Cuando la tormenta rugía, el placer la embriagó y cuando alcanzó el orgasmo gritó el nombre de Sirius y acabó riéndose. Era su particular desafío a la enormes fuerzas que el brujo desataba, que lo supieran hasta en el infierno: era suyo y no se lo iban a arrebatar por muchas tormentas que desatase. Como loba era territorial, y aunque su madre la había educado para ser cordial, educada, correcta, amable… la herencia de su padre y su lobo interior guardaban a Sirius, lo celaba y lo consideraba eternamente suyo, su compañero. Por eso no había obstáculo lo suficientemente grande que la pudiera separar de él.
— Pues espero que no se haya caído el techo de la buhardilla que ocupan Ragnar y Öda…y menos si estaban haciendo… ya sabes.— No quería fastidiarlo, porque sabía que la pequeña Tollak era casi como su hermana, pero ya era una mujer, y no se comportaba como tal.
La tormenta se alejaba, y eso siempre la tranquilizaba, Sirius era un hombre cabal, considerado, inteligente, de gran templanza y bondad, y había sido tocado por los dioses con esos dones tan tremendos. Ella jamás lo vería como algo malo, peligroso o raro. Lo aceptaba así y un poco de lluvia o de pelo chamuscado no tenían la mayor importancia.
— Tendremos que encontrar a esa muchacha, si no puede cambiar de forma es un problema grande…quizás podamos encontrar quien la ayude.*
Sirius Cannif- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 03/08/2017
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