Ilumíname (libre)

por **Judith Velázquez** Vie Mayo 18, 2018 8:55 pm

“En las afueras de París se encuentra un castillo abandonado con un hermoso jardín rodeado en penumbras en el que se encuentran tesoros por descubrir…”

No pensaba en que tuviera que irse tan temprano de casa para poder alimentarse, pero eso no fue lo que pasó. Fue a la calle cuando el sol ya estaba bajando, cuando ya se escondía detrás de las montañas dejándole el turno a la bellísima luna en lo alto del oscuro cielo y en el que, era la hora de las criaturas de la noche. Casi quinientos kilómetros de diámetro, rodeada por un anillo de magníficas montañas, no había sido explorada nunca hasta que nosotros penetramos en ella a finales del verano.

Cada uno de aquellos antiguos valles era una tentación, un desafío a trepar hasta las desconocidas mesetas que había más allá. Pero tenían aún un centenar y medio de kilómetros que cubrir, y todo lo que podíamos hacer era contemplar con envidia aquellas cimas que otros escalarían. Aquellas montañas se elevaban hasta tres mil metros, surgiendo abruptas de la llanura como si alguna erupción subterránea las hubiera hecho emerger a través de la corteza en fusión. No se podía ver la base ni siquiera de la más próxima, debido a la acusada curvatura de la superficie, ya que la Luna es un mundo muy pequeño y el horizonte no estaba a más de tres kilómetros del lugar donde yo me hallaba.

Una bonita vista de la que seguramente no me olvidare nunca y bien raro es pues tenía buena memoria fotográfica, normalmente no se le olvidaba nada de nada cuando salía a la calle a por sustento. Ahora hacía un bello paisaje y teniendo en cuenta de lo que era, no pasaba realmente nada. El umbral de la inmortalidad. Es bastante elevado, de piedra, con plantas, Uno no advierte que lo está cruzando Pero del otro lado bandadas de pájaros sin alas y sin agua se lanzaban gritos desgarradores.

- Como me aburro- Termino por decir o pensar para si misma mientras estaba sentándose a la vez sobre la arena que había cerca del muelle del faro. Las vistas ahí estaban siempre hermosas, sobre todo cuando la luna se alza traviesa en lo alto de la noche. Si, a Judith le encantaba ver la luna en cualquier lado y cuando se iba poco se alegraba. Sentía cierta afinidad con el astro plateado que hasta le hizo saber a su prima que si tenía una familia aunque fuera mediante la adopción, llamaría a esta Luna o con algun nombre similar. Le transmitia paz y sinceramente no tenia que salir huyendo del astro ya que no la mataba.