AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The Wicked Game (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
Tres días llevaban en París y aquella ciudad le parecía decadente, gris, maloliente y llena de rincones infrahumanos. Los ricos eran muy ricos y la mayoría eran pobres diablos que sufrían el rugido contínuo de las tripas. No es que en Montana no hubiera gente pasando necesidad, pero había mucho bosque, lagos y ríos donde pescar, caza, la gente hacía comunidad y se preocupaban los unos de los otros, el cielo estaba limpio y la nieve brillaba en las cumbres de las montañas rocosas.
París olía a carbón y orines, a mantequilla y a historia, a la sangre que se había vertido en sus calles clamando por la libertad. La soga pendía vacía ante sus ojos esperando un cuello sobre el que cerrarse; el juego endemoniado e irónico de la vida y la muerte. Aquellos que la merecían a menudo no colgaban de la cuerda y quienes sólo eran víctimas del poder y la miseria acababan balanceándose en su extremo. No tardaron en traer una remesa de pobres desgraciados que por necesidad, ignorancia o lo que fuera habían terminado sentenciados a morir de la forma más barata, ni una bala merecían siquiera.
Sus ojos repasaron la pequeña multitud, por allí deberían estar los esbirros de esos seres despreciables buscando su carnaza. Los cuerpos de los reos sentenciados eran donados en su mayoría a traficantes de cuerpos, anatomistas clandestinos, o a manadas de licántropos que alimentaban a sus recién convertidos miembros con esa carne para evitar que saliesen furibundos a la ciudad y causaran estragos entre los ciudadanos.
La visión de un cuello partido, unos ojos fuera de las órbitas o una lengua amoratada no era especialmente agradable para la hora de la merienda, pero no era casualidad que Seth y Connor se encontrasen entre los morbosos que acudían a ver las ejecuciones. Ciertamente había un buen gentío, en una ciudad tan cruel como reluciente el único divertimento accesible a todos los públicos era ese; los teatros y cabarets había que pagarlos.
Le dio un codazo imperceptible a su amigo y le hizo un gesto con la cabeza dirigiendo sus ojos hacia un rincón donde un tipo de mediana estatura, complexión recia y abundante vello corporal, hacía algun tipo de negocio con uno de los guardias de prisión y le señalaba a dos de los próximos cadáveres que iban subiendo al cadalso. En la rueda de la fortuna les había tocado a ellos ser pasto de perros rabiosos incluso cuando sus almas volasen libres. Era repugnante hacer negocio con los muertos, pero aún lo era más si éste se hacía para ese fin.
Se separaron sin necesidad de decirse nada, sabían lo que debían hacer, lo habían hecho mil veces, ante una presa con múltiples vías de salida y escape, lo mejor era dividir las fuerzas y emboscarlo a la salida. Connor se perdió entre la gente dirigiéndose a uno de los callejones laterales por los que sacarían después la carreta con los despojos, Seth se movió hasta la esquina donde el negocio había quedado cerrado, siguiendo al tipo poniendo unos metros de distancia. Seguramente no estaría solo, pero su compañero o sus compañeros si es que eran varios, no estaban en la plaza, seguramente esperarían en algun lugar con otra carreta para transportarlos.
Connor sentía el hormigueo en las palmas de sus manos, necesitaba sentir ya el tacto frío de sus hojas de plata retráctiles, pero no estaban en los bosques y no se podía andar por ahí empuñando armas blancas entre la multitud. Habían rastreado varias pistas, pero en París se cuidaban bien de cubrir los rastros, al parecer había una sede de cazadores y también la Inquisición acechaba a todo aquel sobrenatural que osara asomar el morro. Por fin habían dado con una prueba certera y habían tenido que tragarse dos tardes y una mañana de ejecuciones para poder dar con la llave de entrada a ese mundo oculto entre las sombras de la ciudad de las luces.
Tres días llevaban en París y aquella ciudad le parecía decadente, gris, maloliente y llena de rincones infrahumanos. Los ricos eran muy ricos y la mayoría eran pobres diablos que sufrían el rugido contínuo de las tripas. No es que en Montana no hubiera gente pasando necesidad, pero había mucho bosque, lagos y ríos donde pescar, caza, la gente hacía comunidad y se preocupaban los unos de los otros, el cielo estaba limpio y la nieve brillaba en las cumbres de las montañas rocosas.
París olía a carbón y orines, a mantequilla y a historia, a la sangre que se había vertido en sus calles clamando por la libertad. La soga pendía vacía ante sus ojos esperando un cuello sobre el que cerrarse; el juego endemoniado e irónico de la vida y la muerte. Aquellos que la merecían a menudo no colgaban de la cuerda y quienes sólo eran víctimas del poder y la miseria acababan balanceándose en su extremo. No tardaron en traer una remesa de pobres desgraciados que por necesidad, ignorancia o lo que fuera habían terminado sentenciados a morir de la forma más barata, ni una bala merecían siquiera.
Sus ojos repasaron la pequeña multitud, por allí deberían estar los esbirros de esos seres despreciables buscando su carnaza. Los cuerpos de los reos sentenciados eran donados en su mayoría a traficantes de cuerpos, anatomistas clandestinos, o a manadas de licántropos que alimentaban a sus recién convertidos miembros con esa carne para evitar que saliesen furibundos a la ciudad y causaran estragos entre los ciudadanos.
La visión de un cuello partido, unos ojos fuera de las órbitas o una lengua amoratada no era especialmente agradable para la hora de la merienda, pero no era casualidad que Seth y Connor se encontrasen entre los morbosos que acudían a ver las ejecuciones. Ciertamente había un buen gentío, en una ciudad tan cruel como reluciente el único divertimento accesible a todos los públicos era ese; los teatros y cabarets había que pagarlos.
Le dio un codazo imperceptible a su amigo y le hizo un gesto con la cabeza dirigiendo sus ojos hacia un rincón donde un tipo de mediana estatura, complexión recia y abundante vello corporal, hacía algun tipo de negocio con uno de los guardias de prisión y le señalaba a dos de los próximos cadáveres que iban subiendo al cadalso. En la rueda de la fortuna les había tocado a ellos ser pasto de perros rabiosos incluso cuando sus almas volasen libres. Era repugnante hacer negocio con los muertos, pero aún lo era más si éste se hacía para ese fin.
Se separaron sin necesidad de decirse nada, sabían lo que debían hacer, lo habían hecho mil veces, ante una presa con múltiples vías de salida y escape, lo mejor era dividir las fuerzas y emboscarlo a la salida. Connor se perdió entre la gente dirigiéndose a uno de los callejones laterales por los que sacarían después la carreta con los despojos, Seth se movió hasta la esquina donde el negocio había quedado cerrado, siguiendo al tipo poniendo unos metros de distancia. Seguramente no estaría solo, pero su compañero o sus compañeros si es que eran varios, no estaban en la plaza, seguramente esperarían en algun lugar con otra carreta para transportarlos.
Connor sentía el hormigueo en las palmas de sus manos, necesitaba sentir ya el tacto frío de sus hojas de plata retráctiles, pero no estaban en los bosques y no se podía andar por ahí empuñando armas blancas entre la multitud. Habían rastreado varias pistas, pero en París se cuidaban bien de cubrir los rastros, al parecer había una sede de cazadores y también la Inquisición acechaba a todo aquel sobrenatural que osara asomar el morro. Por fin habían dado con una prueba certera y habían tenido que tragarse dos tardes y una mañana de ejecuciones para poder dar con la llave de entrada a ese mundo oculto entre las sombras de la ciudad de las luces.
Última edición por Connor Drake el Mar Jun 05, 2018 3:23 pm, editado 1 vez
Connor Drake- Cazador Clase Media
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 18/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
La hechicera, mas preocupada por su amiga y protegida que por la fama que me precedía, acabó cediendo a mi propuesta, ir con ella parecía la única opción para lo dos.
Cabalgamos al galope cruzando el extenso bosque que cubría con su manto la enorme fortaleza de Vashni, aquel lugar a todos los efectos era inexpugnable, muchos eran los cazadores que habían tratado de pillar a nuestro alfa en algún renuncio, mas este se cubría bien las espaldas.
Frente a los nobles su comportamiento era pulcro, tenia negocios y era difícil que nadie pudiera manchar su nombre con lo que todos creerían eran falacias.
La plaza estaba abarrotada, los pobres reos caían bajo la soga, una muerte rápida cuando el cuello se les partía, por contra, su muerte era lenta cuando se ahogaban pataleando hasta que ni una brizna de aire quedaba en sus plumones.
Vi como la doncella desmontaba y con la soga entre sus manos tiraba de ella indicándome el lugar de donde residía aquella magia que la unía a la hija de Vashni.
Corrimos hacia allí, conscientes de que algo andaba mal, aquel lugar no era un lugar frecuentado por la joven, si había llegado a esos lares es porque algo la había obligado ¿un hechizo quizás?
Tensé el gesto, olía a sangre, sangre de los nuestros, incapaz de controlarme mis ojos adquirieron un tono ambarino que delató mi condición de bestia y mi estado de alerta.
La hechicera me pidió calma, pero yo no gastaba de eso en estos momentos, así que me limité a instigarla a correr hacia una espacie de almacén donde la muerte licana teñía las paredes de carmesí y los cadáveres el suelo de carnaza.
-También hay sangre humana, cazadores, ellos la tienen.
Ambos emprendimos camino entre la multitud, seguir el rastro de Cattleya no era difícil, y menos aun seguir el hedor a sangre que el hijo de puta ese iba dejando sobre las baldosas.
Mis ojos se centraron en un menudo grupo, mi señora tomaba la mano de ese maldito, gruñí de pura ira ¿ a que demonios la estaban obligando? El otro humano aparentaba mirar la escena como un pasmarote tirando de su amigo hacia el carro y la dama, la única que a simple vista portaba fuera el arma amenazaba a la hija de mi alfa.
No dude, no pensé, me lancé sobre la mujer, la espada se fue al suelo y ambos rodamos sobre las baldosas mientras a mis espaldas escuchaba un gran revuelo.
Cabalgamos al galope cruzando el extenso bosque que cubría con su manto la enorme fortaleza de Vashni, aquel lugar a todos los efectos era inexpugnable, muchos eran los cazadores que habían tratado de pillar a nuestro alfa en algún renuncio, mas este se cubría bien las espaldas.
Frente a los nobles su comportamiento era pulcro, tenia negocios y era difícil que nadie pudiera manchar su nombre con lo que todos creerían eran falacias.
La plaza estaba abarrotada, los pobres reos caían bajo la soga, una muerte rápida cuando el cuello se les partía, por contra, su muerte era lenta cuando se ahogaban pataleando hasta que ni una brizna de aire quedaba en sus plumones.
Vi como la doncella desmontaba y con la soga entre sus manos tiraba de ella indicándome el lugar de donde residía aquella magia que la unía a la hija de Vashni.
Corrimos hacia allí, conscientes de que algo andaba mal, aquel lugar no era un lugar frecuentado por la joven, si había llegado a esos lares es porque algo la había obligado ¿un hechizo quizás?
Tensé el gesto, olía a sangre, sangre de los nuestros, incapaz de controlarme mis ojos adquirieron un tono ambarino que delató mi condición de bestia y mi estado de alerta.
La hechicera me pidió calma, pero yo no gastaba de eso en estos momentos, así que me limité a instigarla a correr hacia una espacie de almacén donde la muerte licana teñía las paredes de carmesí y los cadáveres el suelo de carnaza.
-También hay sangre humana, cazadores, ellos la tienen.
Ambos emprendimos camino entre la multitud, seguir el rastro de Cattleya no era difícil, y menos aun seguir el hedor a sangre que el hijo de puta ese iba dejando sobre las baldosas.
Mis ojos se centraron en un menudo grupo, mi señora tomaba la mano de ese maldito, gruñí de pura ira ¿ a que demonios la estaban obligando? El otro humano aparentaba mirar la escena como un pasmarote tirando de su amigo hacia el carro y la dama, la única que a simple vista portaba fuera el arma amenazaba a la hija de mi alfa.
No dude, no pensé, me lancé sobre la mujer, la espada se fue al suelo y ambos rodamos sobre las baldosas mientras a mis espaldas escuchaba un gran revuelo.
Derek- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 18/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
La aparición de Lys fue el detonante para que la situación se volviera frenética. El golpe contra la bestia y la herida producida por el hierro fueron apagando su consciencia poco a poco, estaba pálido y sentía la fuerza abandonar su cuerpo al mismo ritmo que la sangre.
Sin saber muy bien cómo se vio arrastrado al interior de un coche de caballos con Seth tirando de su peso muerto, Lys dando órdenes y la extraña sujetando su mano y murmurando cosas en latín. Oh, genial, magia. No era partidario de ser el objeto de un encantamiento pero estaba tan cansado que no tenía ni fuerzas para quejarse. La mano de la mujer era cálida y su voz un susurro hipnótico que le prometía que estaría bien. A su alrededor los sonidos estaban atenuados y el tiempo parecía deslizarse lento. Los ojos de Seth aún denotaban desconcierto, los de Lys rabia pura y los de la extraña una mezcla entre determinación y miedo. ¿Y los suyos? pues probablemente la chispa irónica de la que solía hacer gala cuando no quería hablar de cosas que molestaban o dolían, como siempre hacía.
— Pues tendremos un problema si me dan ganas de ir al baño y no puedo soltarte...— tosió un poco y cerró los ojos apretando los párpados del dolor. Esperaba que al abrirlos el mundo estuviera menos borroso, pero como luchador que era se negaba a rendirse a lo evidente: que si no se apresuraban, se moriría.— Tranquila Lys, podría ser peor, al menos si me muero estoy rodeado de mi familia y de una chica guapa y amable..— Al darse cuenta de lo que había dicho esgrimió media sonrisa, no fuera que Lys se pusiera gruñona porque le había hecho un cumplido a la bruja desconocida.— lo de guapa lo decía por ti...— le mandó un beso a Seth.
No quería rendirse a la evidencia, pero no estaba para bromas, le costaba no soltar la mano de Cattleya para que siguiera pasándole su energía vital. De pronto más tumulto y gritos a su alrededor. ¿No podían dejarlo para otro día que no se estuviera muriendo? dejó escapar un susurro a la chica que estaba sujetando su mano.
— Tu... nombre...Yo soy Connor.— si iba a ser lo último que viera antes de expirar, al menos saber su nombre. Pero eso ella ya lo sabía, lo había escuchado antes. El cazador sabía que en cualquier momento la muerte te sorprende y te lleva, la diferencia entre estar vivo o no podían ser cinco segundos. Cinco segundos y una decisión estúpida, un error o una puñetera casualidad.
De alguna forma sabía que Seth y esa chica estaban unidos por algo que su "hermano" no le contaba, ahora entendía a medias que era porque ella era bruja, de alguna forma habría hechizado al cazador, pero llegados a ese punto le daba igual, sólo quería que no soltase su mano, que no le dejase caer en la oscuridad, que le brindase la oportunidad de sobrevivir a una noche más, a otra luna llena en la que cobrarse su venganza y una vez resuelta, descansar ya en paz.
Sin saber muy bien cómo se vio arrastrado al interior de un coche de caballos con Seth tirando de su peso muerto, Lys dando órdenes y la extraña sujetando su mano y murmurando cosas en latín. Oh, genial, magia. No era partidario de ser el objeto de un encantamiento pero estaba tan cansado que no tenía ni fuerzas para quejarse. La mano de la mujer era cálida y su voz un susurro hipnótico que le prometía que estaría bien. A su alrededor los sonidos estaban atenuados y el tiempo parecía deslizarse lento. Los ojos de Seth aún denotaban desconcierto, los de Lys rabia pura y los de la extraña una mezcla entre determinación y miedo. ¿Y los suyos? pues probablemente la chispa irónica de la que solía hacer gala cuando no quería hablar de cosas que molestaban o dolían, como siempre hacía.
— Pues tendremos un problema si me dan ganas de ir al baño y no puedo soltarte...— tosió un poco y cerró los ojos apretando los párpados del dolor. Esperaba que al abrirlos el mundo estuviera menos borroso, pero como luchador que era se negaba a rendirse a lo evidente: que si no se apresuraban, se moriría.— Tranquila Lys, podría ser peor, al menos si me muero estoy rodeado de mi familia y de una chica guapa y amable..— Al darse cuenta de lo que había dicho esgrimió media sonrisa, no fuera que Lys se pusiera gruñona porque le había hecho un cumplido a la bruja desconocida.— lo de guapa lo decía por ti...— le mandó un beso a Seth.
No quería rendirse a la evidencia, pero no estaba para bromas, le costaba no soltar la mano de Cattleya para que siguiera pasándole su energía vital. De pronto más tumulto y gritos a su alrededor. ¿No podían dejarlo para otro día que no se estuviera muriendo? dejó escapar un susurro a la chica que estaba sujetando su mano.
— Tu... nombre...Yo soy Connor.— si iba a ser lo último que viera antes de expirar, al menos saber su nombre. Pero eso ella ya lo sabía, lo había escuchado antes. El cazador sabía que en cualquier momento la muerte te sorprende y te lleva, la diferencia entre estar vivo o no podían ser cinco segundos. Cinco segundos y una decisión estúpida, un error o una puñetera casualidad.
De alguna forma sabía que Seth y esa chica estaban unidos por algo que su "hermano" no le contaba, ahora entendía a medias que era porque ella era bruja, de alguna forma habría hechizado al cazador, pero llegados a ese punto le daba igual, sólo quería que no soltase su mano, que no le dejase caer en la oscuridad, que le brindase la oportunidad de sobrevivir a una noche más, a otra luna llena en la que cobrarse su venganza y una vez resuelta, descansar ya en paz.
Connor Drake- Cazador Clase Media
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 18/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Todo pasaba muy deprisa ante mis ojos, tanto que apenas era capaz de quedarme con detalles, como si mi cabeza diera vueltas con la peor de las borracheras intentaba asumir todo lo que estaba sucediendo.
Connor se desangraba, mi diestra apretaba la herida de su costado sintiendo fluir el carmesí caliente y espeso contra mi palma. Tiraba de él hacia el carro apretando los dientes, había sido fallo mio, de no haber quedado preso de la belleza de esa mujer que conocía desde niño jamas esto hubiera pasado.
Me había hechizado, no se bien que tipo de truco era, pero lo que considere un juego inocente entre ambos ahora era un arma de doble filo, debí escuchar a mi abuelo, no hay arma mas letal que los sentimientos.
La mirada de Lys se hundía en mis pardos, leía en ellos ira, reproche y admito lo merecía, había fallado y eso era algo que los Argent no perdonaban, ni siquiera a mi.
La voz de Cattleya sonaba melodiosa, firme, asegurando a Connor que nada le pasaría y cuando tomo su mano mis ojos se centraron en dicho agarre, consciente de que eso lo reconfortaría y aun así, sentí una punzada en el pecho, celos, otro sentimiento nada honorable dado el caso.
Connor bromeaba, eso no era nuevo, ambos tendíamos a poner la ironía como escudo cuando las cosas no iban precisamente como queríamos.
Y si bien parecía ir todo lo suficientemente mal, me equivocaba, dos personajes mas se unieron al baile de mascaras, la doncella preguntaba que hacíamos con su amiga, desde luego la estampa era como un buen guion de Tarantino, sádica, absurda y peliaguda.
El acompañante de la otra bruja, el perro rabioso que le servia como animal de presa, se lanzó contra mi medio hermana, ambos rodaron por el suelo mientras el acero de la misma salía disparado varios metros.
-Sujétalo -pedí a Cattleya hundiendo en ella la mirada por unos instantes -mételo en el carro, necesita un medico y yo no tengo tiempo ahora para esto.
Desenvaine mis dos espadas haciéndolas virar entre mis dedos hasta posarlas en el gaznate del perro.
-Suéltala o te rebano la cabeza en este momento -dije con la voz tan oscura como estaba ahora mismo mi alma.
Gruñó, parecía que el lobo no era de los que se rendía, bien, tampoco yo.
-¡Para! -rugió mis espaldas aquella mujer que bien conocía.
-Mete a Connor en el carro -rugí apretando los dientes permitiendo al lobo alzarse despacio -¿estas bien Lys? - pregunté repasando con mi mirada su figura, buscando rastro de alguna mordedura.
Connor se desangraba, mi diestra apretaba la herida de su costado sintiendo fluir el carmesí caliente y espeso contra mi palma. Tiraba de él hacia el carro apretando los dientes, había sido fallo mio, de no haber quedado preso de la belleza de esa mujer que conocía desde niño jamas esto hubiera pasado.
Me había hechizado, no se bien que tipo de truco era, pero lo que considere un juego inocente entre ambos ahora era un arma de doble filo, debí escuchar a mi abuelo, no hay arma mas letal que los sentimientos.
La mirada de Lys se hundía en mis pardos, leía en ellos ira, reproche y admito lo merecía, había fallado y eso era algo que los Argent no perdonaban, ni siquiera a mi.
La voz de Cattleya sonaba melodiosa, firme, asegurando a Connor que nada le pasaría y cuando tomo su mano mis ojos se centraron en dicho agarre, consciente de que eso lo reconfortaría y aun así, sentí una punzada en el pecho, celos, otro sentimiento nada honorable dado el caso.
Connor bromeaba, eso no era nuevo, ambos tendíamos a poner la ironía como escudo cuando las cosas no iban precisamente como queríamos.
Y si bien parecía ir todo lo suficientemente mal, me equivocaba, dos personajes mas se unieron al baile de mascaras, la doncella preguntaba que hacíamos con su amiga, desde luego la estampa era como un buen guion de Tarantino, sádica, absurda y peliaguda.
El acompañante de la otra bruja, el perro rabioso que le servia como animal de presa, se lanzó contra mi medio hermana, ambos rodaron por el suelo mientras el acero de la misma salía disparado varios metros.
-Sujétalo -pedí a Cattleya hundiendo en ella la mirada por unos instantes -mételo en el carro, necesita un medico y yo no tengo tiempo ahora para esto.
Desenvaine mis dos espadas haciéndolas virar entre mis dedos hasta posarlas en el gaznate del perro.
-Suéltala o te rebano la cabeza en este momento -dije con la voz tan oscura como estaba ahora mismo mi alma.
Gruñó, parecía que el lobo no era de los que se rendía, bien, tampoco yo.
-¡Para! -rugió mis espaldas aquella mujer que bien conocía.
-Mete a Connor en el carro -rugí apretando los dientes permitiendo al lobo alzarse despacio -¿estas bien Lys? - pregunté repasando con mi mirada su figura, buscando rastro de alguna mordedura.
Seth Argent- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 17/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Lys no tenía un gran sentido del humor, pero sabía que hacer el tonto era el mecanismo de defensa al que acudían sus hermanos cuando la situación se tornaba peliaguda, así que se limitó a desviar la mirada ligeramente irritada, especialmente cuando a Connor se le escapó un cumplido para la hechicera.
Decir que había previsto lo que sucedió a continuación hubiese sido una completa mentira, mas por la expresión que se estampó en el rostro de los presentes, incluyendo el de la bruja, supo que no era la única que se llevó una buena sorpresa.
Dos desconocidos, que no parecían traerse las intenciones más amigables, aparecieron repentinamente en escena. Lys se giró inmediatamente al percatarse de la presencia de quienes se plantaban a sus espaldas, afilando la mirada y afianzando el agarre sobre el sable cuando la mujer hizo el amague de acercarse; esta última demandaba respuestas, pero ella no se llevaba bien con las exigencias, mucho menos las de una extraña. La única ley que conocía era la de su familia y era todo cuanto estaba dispuesta a acatar.
A penas entreabrió los labios para advertirle a la doncella que nada de lo que ocurría allí era asunto suyo, mas lo siguiente que supo es que rodaba por el piso con una criatura endemoniada encima suyo.
La cazadora no había contado con el tiempo de examinar a los intrusos a minucioso detalle, en caso contrario tal vez habría advertido el ámbar infernal que refulgía en los irises del hombre y delataba la naturaleza de la bestia y quizá, solo quizá, hubiese podido reaccionar con prelación al ataque; no obstante, la suerte no jugó a su favor.
— ¡Seth! — chilló la morena.
En medio del intenso forcejeo había perdido el arma así que, sin otra opción que la que acudir a su instinto de supervivencia, se removió con violencia en infructuoso esfuerzo por sacudirse de encima al lobo, intentando evadir a toda costa los caninos que amenazaban con arrancarle la yugular.
— ¡Quítate de encima, inmundo animal!
La cazadora pudo sentir las afiladas garras de la fiera perforando su costado y rasgando la piel de su muslo, mas en ese momento, con la adrenalina empapando cada centímetro de su cuerpo, no le dolió. Justo entonces, Seth desenvainó la espada y apuntó con el argentado filo al cuello de su atacante, logrando que frenara el feroz ataque. A sus espaldas la hechicera vociferaba un montón de sandeces a las que ella poca atención presto y, afortunadamente su hermano tampoco.
Lentamente la alimaña se quitó de encima suyo, pero ella se puso en pie de un solo brinco. Bien podía el lobo desafiarla con esos ámbares radioactivos pero sus esferas no necesitaban cambiar de color para tiznarse amenazantes. Lo único que calentó su corazón en ese momento fue la clara preocupación que tiznó la mirada de Seth cuando revisó su cuerpo en busca de mordidas. Afortunadamente para ambos, ese no había sido el caso pues en su familia para ello sólo existía una solución honorable y era el suicidio.
— Estoy bien, sólo un par de rasguños.
Probablemente necesitaría alguno que otro punto, pero nada tan grave o profundo, como la herida de su amigo, que se desangraba en el piso. De vuelta al modo asesino; no tenían tiempo para perder en semejante estupidez. Lys gruñó por lo bajo y se precipitó en busca de su arma, pero esta salió a volar justo antes de que la agarrara. Confundida elevó la mirada en busca de la causa y sus pardos se estrellaron con las gemas azuladas de la amiga de la hechicera. Ladeó la sonrisa y en un movimiento rápido, extendió en látigo, se lo envolvió en el cuello y tiró de ella al suelo, asfixiándola con el ajuste del electro. Vaya que iba a disfrutarlo.
Decir que había previsto lo que sucedió a continuación hubiese sido una completa mentira, mas por la expresión que se estampó en el rostro de los presentes, incluyendo el de la bruja, supo que no era la única que se llevó una buena sorpresa.
Dos desconocidos, que no parecían traerse las intenciones más amigables, aparecieron repentinamente en escena. Lys se giró inmediatamente al percatarse de la presencia de quienes se plantaban a sus espaldas, afilando la mirada y afianzando el agarre sobre el sable cuando la mujer hizo el amague de acercarse; esta última demandaba respuestas, pero ella no se llevaba bien con las exigencias, mucho menos las de una extraña. La única ley que conocía era la de su familia y era todo cuanto estaba dispuesta a acatar.
A penas entreabrió los labios para advertirle a la doncella que nada de lo que ocurría allí era asunto suyo, mas lo siguiente que supo es que rodaba por el piso con una criatura endemoniada encima suyo.
La cazadora no había contado con el tiempo de examinar a los intrusos a minucioso detalle, en caso contrario tal vez habría advertido el ámbar infernal que refulgía en los irises del hombre y delataba la naturaleza de la bestia y quizá, solo quizá, hubiese podido reaccionar con prelación al ataque; no obstante, la suerte no jugó a su favor.
— ¡Seth! — chilló la morena.
En medio del intenso forcejeo había perdido el arma así que, sin otra opción que la que acudir a su instinto de supervivencia, se removió con violencia en infructuoso esfuerzo por sacudirse de encima al lobo, intentando evadir a toda costa los caninos que amenazaban con arrancarle la yugular.
— ¡Quítate de encima, inmundo animal!
La cazadora pudo sentir las afiladas garras de la fiera perforando su costado y rasgando la piel de su muslo, mas en ese momento, con la adrenalina empapando cada centímetro de su cuerpo, no le dolió. Justo entonces, Seth desenvainó la espada y apuntó con el argentado filo al cuello de su atacante, logrando que frenara el feroz ataque. A sus espaldas la hechicera vociferaba un montón de sandeces a las que ella poca atención presto y, afortunadamente su hermano tampoco.
Lentamente la alimaña se quitó de encima suyo, pero ella se puso en pie de un solo brinco. Bien podía el lobo desafiarla con esos ámbares radioactivos pero sus esferas no necesitaban cambiar de color para tiznarse amenazantes. Lo único que calentó su corazón en ese momento fue la clara preocupación que tiznó la mirada de Seth cuando revisó su cuerpo en busca de mordidas. Afortunadamente para ambos, ese no había sido el caso pues en su familia para ello sólo existía una solución honorable y era el suicidio.
— Estoy bien, sólo un par de rasguños.
Probablemente necesitaría alguno que otro punto, pero nada tan grave o profundo, como la herida de su amigo, que se desangraba en el piso. De vuelta al modo asesino; no tenían tiempo para perder en semejante estupidez. Lys gruñó por lo bajo y se precipitó en busca de su arma, pero esta salió a volar justo antes de que la agarrara. Confundida elevó la mirada en busca de la causa y sus pardos se estrellaron con las gemas azuladas de la amiga de la hechicera. Ladeó la sonrisa y en un movimiento rápido, extendió en látigo, se lo envolvió en el cuello y tiró de ella al suelo, asfixiándola con el ajuste del electro. Vaya que iba a disfrutarlo.
Lys Argent- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Si bien hasta entonces la intención había sido el mantener su naturaleza oculta, sus planes cambiaron trascendentalmente en un instante. No estuvo realmente segura del por qué optó por exponerse a sí misma de semejante forma, quizá porque sabía que de mostrarse útil podría garantizar su supervivencia, tal vez porque se percató del miedo y la preocupación que frunció las facciones de Seth y se le estrujó el corazón o simplemente por que ella sí tenía un código moral y, si el joven moría, no podría vivir consigo misma sabiendo que estaba en su poder ayudar y no lo había hecho; probablemente, lo debía a una combinación de las tres razones, mas como fuera, no estaba en posición de juzgar y ciertamente, ya no había vuelta atrás.
Una sonrisa pequeña sonrisa le curvó los labios cuando Connor le dedicó un cumplido que, aunque disfrazado de ironía, la hizo sonrojarse. Ella no era el tipo de mujer que caía así de fácil por ese tipo de cosas, mas la situación era tensa y ella se encontraba nerviosa; la vida de un hombre estaba, literalmente, en sus manos.
El cazador preguntó por su nombre. Ella supuso que no haría daño el contestarle con sinceridad, de todas formas Seth ya lo conocía así que se dispuso a responderle, mas no alcanzó a formular la primera sílaba cuando Laie y Derek irrumpieron en escena. Cattleya, completamente confundida se volvió de inmediato hacia sus amigos pero lo que sucedió a continuación solo incrementó su desconcierto.
— ¡No! — Gritó con un deje de frustración cuando Derek se lanzó sobre la morena, sin más remedio que el de permanecer junto al herido. Seth le ordenó llevar a Connor al carruaje, mas por supuesto ella no estaba de acuerdo — No, espera, no puedes… ¡Seth!
Pero ya era demasiado tarde. El cazador la había ignorado por completo y en cambio se precipitó en auxilio de su amiga, sobrevolando el cuello del lobo con el amenazante y plateado borde de su espada.
— Seth, detente por favor— Pidió, no, suplicó, pero sus ruegos continuaban siendo desestimados por el muchacho — No lo hagas.
Contuvo el aliento, no sabía que hacer, mas cuando la morena atrapó el cuello de Laie con el látigo como si fuera un animal, se llenó de pura rabia.
— ¡Alto! — vociferó furibunda, tanto que todos se volvieron hacia ella— Tú — señaló a Lys— Suéltala ya y, tú —Se volvió hacia el cazador — Apártate de él, o juro que dejaré a tu amigo morir y créeme, ninguno de los dos quiere eso.
Ninguno de los dos parecía querer ceder, mas terminaron haciéndolo a regañadientes pues, de todas formas, no les había dejado otra opción.
— ¡Derek! — Lo llamó, pues el momento en el que Seth reculó, Cattleya se percató de la intención del lobo de atacar —Tú también…
De sus labios se escuchó mas como una petición, mas a decir verdad, los lobos conocían bien su cadena de mando y, a pesar de que no compartían la misma naturaleza, ella continuaba siendo la hija del alfa. El problema con Derek era su carencia de autocontrol, había progresado mucho desde el día en que su padre lo acogió en la manada, pero aún tenía todo un camino por delante. Afortunadamente, la hechicera conocía como tratar con el lobo, era consciente de que era un buen muchacho, a pesar de que no era la persona más social habían congeniado bien y por él guardaba un aprecio fraternal. En ese momento, la prioridad era enfocar la atención del licántropo en algo más relevante que la presencia de los cazadores.
— Laie — Señaló a su amiga con la mirada.
La joven tosía e intentaba recuperar el aliento y ahora que el hijo de la luna no se encontraba cegado por sus demonios, no vaciló en precipitarse a asistirla.
— Bien, esto es lo que vamos a hacer, ya que ustedes no saben hacer otra cosa que asesinar —Aseveró sin remordimiento a los cazadores, entonces se volvió hacia sus amigos — Prometí que ayudaría a salvar la vida de Connor y pretendo cumplir con mi palabra — Por supuesto, las réplicas no tardaron en emerger, pero la castaña no tenía intención de torcer su voluntad— No van a hacerme daño.
Lys soltó una risita burlona.
— ¿Qué te hace creer que no vamos a hacerlo?
— Porque ustedes quieren mantener un perfil bajo —explicó. Su madre le había enseñado a ser observadora, era una cualidad bastante útil — Si algo me pasa ellos se encargarán de suceda lo contrario— Se giró hacia Derek y Laie— Si no estoy de vuelta para la media noche, se lo dirán a mi padre.
La idea era que no tuviesen que llegar a semejante extremo. Si Vashni se enteraba se armaría una guerra y no quería que nadie más saliera lastimado, por ende, ese debía ser el último recurso. Suspiró y centró sus pardos en Connor, a quien aún sostenía de la mano.
— Cattleya —Respondió al fin a la pregunta del muchacho— Y no voy a dejar que mueras.
Una sonrisa pequeña sonrisa le curvó los labios cuando Connor le dedicó un cumplido que, aunque disfrazado de ironía, la hizo sonrojarse. Ella no era el tipo de mujer que caía así de fácil por ese tipo de cosas, mas la situación era tensa y ella se encontraba nerviosa; la vida de un hombre estaba, literalmente, en sus manos.
El cazador preguntó por su nombre. Ella supuso que no haría daño el contestarle con sinceridad, de todas formas Seth ya lo conocía así que se dispuso a responderle, mas no alcanzó a formular la primera sílaba cuando Laie y Derek irrumpieron en escena. Cattleya, completamente confundida se volvió de inmediato hacia sus amigos pero lo que sucedió a continuación solo incrementó su desconcierto.
— ¡No! — Gritó con un deje de frustración cuando Derek se lanzó sobre la morena, sin más remedio que el de permanecer junto al herido. Seth le ordenó llevar a Connor al carruaje, mas por supuesto ella no estaba de acuerdo — No, espera, no puedes… ¡Seth!
Pero ya era demasiado tarde. El cazador la había ignorado por completo y en cambio se precipitó en auxilio de su amiga, sobrevolando el cuello del lobo con el amenazante y plateado borde de su espada.
— Seth, detente por favor— Pidió, no, suplicó, pero sus ruegos continuaban siendo desestimados por el muchacho — No lo hagas.
Contuvo el aliento, no sabía que hacer, mas cuando la morena atrapó el cuello de Laie con el látigo como si fuera un animal, se llenó de pura rabia.
— ¡Alto! — vociferó furibunda, tanto que todos se volvieron hacia ella— Tú — señaló a Lys— Suéltala ya y, tú —Se volvió hacia el cazador — Apártate de él, o juro que dejaré a tu amigo morir y créeme, ninguno de los dos quiere eso.
Ninguno de los dos parecía querer ceder, mas terminaron haciéndolo a regañadientes pues, de todas formas, no les había dejado otra opción.
— ¡Derek! — Lo llamó, pues el momento en el que Seth reculó, Cattleya se percató de la intención del lobo de atacar —Tú también…
De sus labios se escuchó mas como una petición, mas a decir verdad, los lobos conocían bien su cadena de mando y, a pesar de que no compartían la misma naturaleza, ella continuaba siendo la hija del alfa. El problema con Derek era su carencia de autocontrol, había progresado mucho desde el día en que su padre lo acogió en la manada, pero aún tenía todo un camino por delante. Afortunadamente, la hechicera conocía como tratar con el lobo, era consciente de que era un buen muchacho, a pesar de que no era la persona más social habían congeniado bien y por él guardaba un aprecio fraternal. En ese momento, la prioridad era enfocar la atención del licántropo en algo más relevante que la presencia de los cazadores.
— Laie — Señaló a su amiga con la mirada.
La joven tosía e intentaba recuperar el aliento y ahora que el hijo de la luna no se encontraba cegado por sus demonios, no vaciló en precipitarse a asistirla.
— Bien, esto es lo que vamos a hacer, ya que ustedes no saben hacer otra cosa que asesinar —Aseveró sin remordimiento a los cazadores, entonces se volvió hacia sus amigos — Prometí que ayudaría a salvar la vida de Connor y pretendo cumplir con mi palabra — Por supuesto, las réplicas no tardaron en emerger, pero la castaña no tenía intención de torcer su voluntad— No van a hacerme daño.
Lys soltó una risita burlona.
— ¿Qué te hace creer que no vamos a hacerlo?
— Porque ustedes quieren mantener un perfil bajo —explicó. Su madre le había enseñado a ser observadora, era una cualidad bastante útil — Si algo me pasa ellos se encargarán de suceda lo contrario— Se giró hacia Derek y Laie— Si no estoy de vuelta para la media noche, se lo dirán a mi padre.
La idea era que no tuviesen que llegar a semejante extremo. Si Vashni se enteraba se armaría una guerra y no quería que nadie más saliera lastimado, por ende, ese debía ser el último recurso. Suspiró y centró sus pardos en Connor, a quien aún sostenía de la mano.
— Cattleya —Respondió al fin a la pregunta del muchacho— Y no voy a dejar que mueras.
Cattleya Indih- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Todo sucedió demasiado deprisa, la mujer desconocida hizo amago de sacar su arma y Derek se abalanzó sobre ella como si no tuviera otro objetivo en el mundo que arrebatarle la vida de cuajo. Ella intentó detenerle, no porque le preocupara aquella morena a la que no conocía de nada, sino porque sabía cuál era la naturaleza del lobo y con lo que llevaba tanto tiempo luchando. Si cedía ahora y mataba, tiraría por la borda todos sus esfuerzos, aquellos que nadie parecía valorar excepto Vashni y en los que ni siquiera Derek creía. Sin embargo, antes de poder darle alcance, se cruzó en su camino el otro joven e iniciaron una encarnizada lucha en la que el licántropo acabó encarcelado entre dos afiladas hojas de plata.
Laie centró su atención en la que antes había estado rondando por el suelo con el cachorro que, al parecer, buscaba su arma. -De eso nada, bonita...- Murmuró, usando la telekinesis para aferrarse a la empuñadura de la espada con una mano invisible y atraerla hacia ella. Ya casi la rozaba con sus dedos de carne y hueso que un látigo rodeó virulentamente su cuello e intentó estrangularla soltando, a su vez, descargas eléctricas. Soltó el arma ajena y llevó ambas manos al cuero electrificado, intentando zafarse del ahogo al que era sometida.
Cattleya intervino, mas la hechicera no pudo entender nada, las chispas y el aturdimiento de aquella arma le tenían la cabeza embotada y los sentidos alterados. Los ojos se le cerraban por el dolor y el único sonido que alcanzaba sus oídos era un zumbido odioso que le nublaba el pensamiento.
De pronto, sin saber cómo ni porqué, fue liberada de la tortura que oprimía su garganta y, vencida por el aturdimiento y la debilidad de su musculatura tras las descargas, se vio vencida, cayendo de rodillas al suelo. Derek corrió a socorrerla, mientras Laie intentaba enfocar la vista en su amiga y prestar atención a los sonidos que escapaban de aquellos labios que veía moverse en la distancia. -¿Qué es lo que dice...?- Preguntó, girando un poco la cabeza en busca de una voz más cercana, una que, tal vez, fuera capaz de oír con mayor nitidez. La expresión del lobo no era para nada tranquilizadora, no sabía si por su propio estado o por lo que fuera que la hija de Vashni estaba diciendo.
Laie centró su atención en la que antes había estado rondando por el suelo con el cachorro que, al parecer, buscaba su arma. -De eso nada, bonita...- Murmuró, usando la telekinesis para aferrarse a la empuñadura de la espada con una mano invisible y atraerla hacia ella. Ya casi la rozaba con sus dedos de carne y hueso que un látigo rodeó virulentamente su cuello e intentó estrangularla soltando, a su vez, descargas eléctricas. Soltó el arma ajena y llevó ambas manos al cuero electrificado, intentando zafarse del ahogo al que era sometida.
Cattleya intervino, mas la hechicera no pudo entender nada, las chispas y el aturdimiento de aquella arma le tenían la cabeza embotada y los sentidos alterados. Los ojos se le cerraban por el dolor y el único sonido que alcanzaba sus oídos era un zumbido odioso que le nublaba el pensamiento.
De pronto, sin saber cómo ni porqué, fue liberada de la tortura que oprimía su garganta y, vencida por el aturdimiento y la debilidad de su musculatura tras las descargas, se vio vencida, cayendo de rodillas al suelo. Derek corrió a socorrerla, mientras Laie intentaba enfocar la vista en su amiga y prestar atención a los sonidos que escapaban de aquellos labios que veía moverse en la distancia. -¿Qué es lo que dice...?- Preguntó, girando un poco la cabeza en busca de una voz más cercana, una que, tal vez, fuera capaz de oír con mayor nitidez. La expresión del lobo no era para nada tranquilizadora, no sabía si por su propio estado o por lo que fuera que la hija de Vashni estaba diciendo.
Laie Balkan- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
No comprendía porque Cattleya consentía que esos dos cazadores, asesinos despiadados de los nuestros se salieran con la suya, a mi no me salían las cuentas, uno se desangraba, herido como estaba ademas de echarle los tejos a la hija de mi alfa para poco mas alcanzaba. El morenito plagado de chulería y mala hostia era el único que parecía poder presentar batalla y a decir verdad dudaba que me durara mas de un asalto por mucho que hiciera bailar sus espadas.
La otra zorra podía ser reducida por la hechicera, nuestra superioridad era evidente y aun así la hija de nuestro líder nos obligaba a rendirnos, a permanecer al margen pese a que la zorra del látigo casi acaba con su amiga.
Rugí, no se me daba bien acatar ordenes, sujetando el cuerpo débil de Laie entre mis brazos dediqué una mirada furibunda a Cattleya.
-¿En que bando estas bruja? -pregunté con los ojos centelleando como el astro rey – suelta a ese cazador, entra en razón, ven con nosotros, vuelve a casa y les perdonaré la vida.
Desafiante arrugue el labio superior mirando a sendos cazadores, la del látigo y el de las espadas que se replegaban hacía el carro para largarse con nuestra futura “alfa”
-Eso es traición -le recordé a la hija de Vashni.
Su amiga aferrada a mi cuello trataba de comprender que pasaba, seguramente porque como yo no quería creer que nos estaba vendiendo por la seguridad de esos recién conocidos.
Se decía que nuestra alfa fue cazadora ¿sería quizás ese el motivo de la dualidad de la bruja?
-Tranquila Laie, no dejaré que se la lleven -susurré irguiéndome desafiante mientras emergían de mi mano las zarpas.
Debía esto a Vashni, proteger a su hija incluso de sus propias locuras, yo no se lo había puesto fácil al alfa, no esperaba que Cattleya cediera peor si tenia un poco de sensatez abandonaría la idea de que la íbamos a dejar ir con esos que la matarían en cuanto su amigo fuera curado.
-Ven conmigo Cattleya.
La otra zorra podía ser reducida por la hechicera, nuestra superioridad era evidente y aun así la hija de nuestro líder nos obligaba a rendirnos, a permanecer al margen pese a que la zorra del látigo casi acaba con su amiga.
Rugí, no se me daba bien acatar ordenes, sujetando el cuerpo débil de Laie entre mis brazos dediqué una mirada furibunda a Cattleya.
-¿En que bando estas bruja? -pregunté con los ojos centelleando como el astro rey – suelta a ese cazador, entra en razón, ven con nosotros, vuelve a casa y les perdonaré la vida.
Desafiante arrugue el labio superior mirando a sendos cazadores, la del látigo y el de las espadas que se replegaban hacía el carro para largarse con nuestra futura “alfa”
-Eso es traición -le recordé a la hija de Vashni.
Su amiga aferrada a mi cuello trataba de comprender que pasaba, seguramente porque como yo no quería creer que nos estaba vendiendo por la seguridad de esos recién conocidos.
Se decía que nuestra alfa fue cazadora ¿sería quizás ese el motivo de la dualidad de la bruja?
-Tranquila Laie, no dejaré que se la lleven -susurré irguiéndome desafiante mientras emergían de mi mano las zarpas.
Debía esto a Vashni, proteger a su hija incluso de sus propias locuras, yo no se lo había puesto fácil al alfa, no esperaba que Cattleya cediera peor si tenia un poco de sensatez abandonaría la idea de que la íbamos a dejar ir con esos que la matarían en cuanto su amigo fuera curado.
-Ven conmigo Cattleya.
Derek- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Connor tosió levemente en medio de aquel jaleo, de recriminasciones y amenazas. Al parecer la muchacha que poseía magia y le sujetaba la mano, mandaba sobre los otros dos y les imponía su voluntad. Eran tres contra tres pero él estaba muy malherido y contaba como menos que medio, no era el momento de liarse en refriegas absurdas.
— disculpad... sabéis que me apunto a cualquier pelea pero creo que me estoy muriendo, arranca ya.— le dijo a Seth sin soltar la mano de la joven.— Cattleya...si no me muero de esta te invito a cenar, a bailar, a lo que tú quieras, pero no me sueltes...aún tengo muchas cosas que hacer.
El carro arrancó por fin y el traqueteo que lo balanceaba le dio sopor, pero la bruja le exigió que no se durmiese, que le fuera hablando para no perder la consciencia. Le preguntó sobre su origen y no había nada que a Connor le gustase más que las montañas de su precioso pueblo. Con la voz entrecortada y un tono algo bajo le fue hablando mientras sus ojos se iban fijando en algún punto indeterminado del infinito.
— Al principio crees que es un pueblo cerrado y gris, de gente poco amigable. Pero cuando giras el cartel de "Está usted abandonando Wise River" aparecen las montañas, verdes, llenas de rincones donde la luz se cuela creando formas mágicas. El rio es nuestra forma de vida, el aserradero, las minas, la pesca del salmón...la gente no es desagradable, es que viven tranquilos. Mi casa tiene las paredes azules y mi madre solía poner en las ventanas macetas con flores blancas...— se detuvo unos segundos, hablar de su madre le dolía, pues hacía años que se había marchitado al morir su padre y hoy por hoy era una sombra, un espectro que apenas hablaba.— y pasteles de mermelada de ruibarbo, pero Seth siempre robaba un trozo.— El cazador moreno ladeó una sonrisa porque era así, desde pequeños cometían todo tipo de travesuras.— En la cantina de Sam el café de lata es tan amargo que si me echaran un chorro ahora se me desinfectarían las heridas, y nos ha dado tantos capones que creo que debo tener un chichón crónico. Pero luego siempre nos daba latas y botellas para disparar.— Miró a Cattleya luchando por no cerrar los párpados.— si me muero quiero que me entierren en Montana, esta ciudad huele a alcantarilla.
En lo que duró el trayecto le contó pausadamente la parte de su vida que no tenía que ocultar. Evidentemente la joven ya sabía que eran cazadores, pero tampoco tenía que saber sus motivos ni lo que le llevó hasta los Argent. No quería morir y ella parecía dispuesta a pelear por salvarlo, era lo justo, al menos ser amable, humano, y dejar por unos minutos las rencillas y los problemas que complicaban la vida hasta el infinito. Si vivía ya tendría tiempo de decidir cómo actuar con esa chica y sus secuaces sobrenaturales, ya tendría tiempo de recibir la merecida bronca de Lys. Pero por si se quedaba sin tiempo giró el rostro hacia Seth y le pidió que se acercase para susurrarle.
— hermano... si me quedo aquí cumple tú por mi la promesa que hice y cuida de mi madre. Y dale un capón a Lys cada dia.
— disculpad... sabéis que me apunto a cualquier pelea pero creo que me estoy muriendo, arranca ya.— le dijo a Seth sin soltar la mano de la joven.— Cattleya...si no me muero de esta te invito a cenar, a bailar, a lo que tú quieras, pero no me sueltes...aún tengo muchas cosas que hacer.
El carro arrancó por fin y el traqueteo que lo balanceaba le dio sopor, pero la bruja le exigió que no se durmiese, que le fuera hablando para no perder la consciencia. Le preguntó sobre su origen y no había nada que a Connor le gustase más que las montañas de su precioso pueblo. Con la voz entrecortada y un tono algo bajo le fue hablando mientras sus ojos se iban fijando en algún punto indeterminado del infinito.
— Al principio crees que es un pueblo cerrado y gris, de gente poco amigable. Pero cuando giras el cartel de "Está usted abandonando Wise River" aparecen las montañas, verdes, llenas de rincones donde la luz se cuela creando formas mágicas. El rio es nuestra forma de vida, el aserradero, las minas, la pesca del salmón...la gente no es desagradable, es que viven tranquilos. Mi casa tiene las paredes azules y mi madre solía poner en las ventanas macetas con flores blancas...— se detuvo unos segundos, hablar de su madre le dolía, pues hacía años que se había marchitado al morir su padre y hoy por hoy era una sombra, un espectro que apenas hablaba.— y pasteles de mermelada de ruibarbo, pero Seth siempre robaba un trozo.— El cazador moreno ladeó una sonrisa porque era así, desde pequeños cometían todo tipo de travesuras.— En la cantina de Sam el café de lata es tan amargo que si me echaran un chorro ahora se me desinfectarían las heridas, y nos ha dado tantos capones que creo que debo tener un chichón crónico. Pero luego siempre nos daba latas y botellas para disparar.— Miró a Cattleya luchando por no cerrar los párpados.— si me muero quiero que me entierren en Montana, esta ciudad huele a alcantarilla.
En lo que duró el trayecto le contó pausadamente la parte de su vida que no tenía que ocultar. Evidentemente la joven ya sabía que eran cazadores, pero tampoco tenía que saber sus motivos ni lo que le llevó hasta los Argent. No quería morir y ella parecía dispuesta a pelear por salvarlo, era lo justo, al menos ser amable, humano, y dejar por unos minutos las rencillas y los problemas que complicaban la vida hasta el infinito. Si vivía ya tendría tiempo de decidir cómo actuar con esa chica y sus secuaces sobrenaturales, ya tendría tiempo de recibir la merecida bronca de Lys. Pero por si se quedaba sin tiempo giró el rostro hacia Seth y le pidió que se acercase para susurrarle.
— hermano... si me quedo aquí cumple tú por mi la promesa que hice y cuida de mi madre. Y dale un capón a Lys cada dia.
Connor Drake- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Connor se aferró a esa mano como si nada mas existiera y aunque una punzada de celos, admito se instaló en mi pecho, rogué por que nada aflojara ese agarre, de eso dependía la vida del que yo consideraba mi hermano.
Ladeé la sonrisa al escuchar su historia, una que bien conocía y en la que estaba presente, no fuimos niños calmos, tantas travesuras en el recuerdo, sus palabras formaban una película que se paseaba por mi mente de forma intermitente.
Cattleya no apartaba de él sus ojos, acariciaba sus nudillos para infundirle ánimos, atrás habían quedado sus compañeros de viaje, el lobo que la insto a dejarnos, la hechicera que herida y cansada suplicó a su amiga que no lo hiciera.
-Te doy mi palabra de que te dejaré ir, nada va a pasarte, solo ocupate de que Connor llegue vivo al hospital.
Me acerqué a él para que entre susurros me pidiera algo que yo ya sabía.
-No, no será necesario porque vas a llegar vivo, no hemos acabado aun de emborracharnos juntos -aseveré mirando por la ventana, tenía que reconocerle al lobo su tenacidad, pues sobre una montura negra sin silla ni estribos cabalgaba hacía nuestro carromato que avanzaba a un ritmo menor para que Connor no se desangrara por el camino
Le di un manotazo en el hombro a mi amigo ladeando la sonrisa.
-Espero que a mi también me invites a una copa y una buena cena aunque no tenga sus piernas -dije guiñándole el ojo.
Una mirada furtiva a la hechicera, esa a la que conocía desde la infancia mas temprana y salí del carro ascendiendo hasta donde Lys guiaba los caballos.
-Lo entretendré, tienes que llegar a tiempo.
Iba a replicar pero negué con la cabeza silenciandola, pocas veces me acogía a ser un Argent y a que algún día todo me pertenecería, pero en ese instante lo hice porque la preocupación tiño sus dos esferas.
-Es una orden -atajé no aceptando replica.
Salté sobre la ultima montura y sajando las correas que la ataban al resto la saque del carro para emprender marcha cara al licano que nos perseguía.
Ladeé la sonrisa al escuchar su historia, una que bien conocía y en la que estaba presente, no fuimos niños calmos, tantas travesuras en el recuerdo, sus palabras formaban una película que se paseaba por mi mente de forma intermitente.
Cattleya no apartaba de él sus ojos, acariciaba sus nudillos para infundirle ánimos, atrás habían quedado sus compañeros de viaje, el lobo que la insto a dejarnos, la hechicera que herida y cansada suplicó a su amiga que no lo hiciera.
-Te doy mi palabra de que te dejaré ir, nada va a pasarte, solo ocupate de que Connor llegue vivo al hospital.
Me acerqué a él para que entre susurros me pidiera algo que yo ya sabía.
-No, no será necesario porque vas a llegar vivo, no hemos acabado aun de emborracharnos juntos -aseveré mirando por la ventana, tenía que reconocerle al lobo su tenacidad, pues sobre una montura negra sin silla ni estribos cabalgaba hacía nuestro carromato que avanzaba a un ritmo menor para que Connor no se desangrara por el camino
Le di un manotazo en el hombro a mi amigo ladeando la sonrisa.
-Espero que a mi también me invites a una copa y una buena cena aunque no tenga sus piernas -dije guiñándole el ojo.
Una mirada furtiva a la hechicera, esa a la que conocía desde la infancia mas temprana y salí del carro ascendiendo hasta donde Lys guiaba los caballos.
-Lo entretendré, tienes que llegar a tiempo.
Iba a replicar pero negué con la cabeza silenciandola, pocas veces me acogía a ser un Argent y a que algún día todo me pertenecería, pero en ese instante lo hice porque la preocupación tiño sus dos esferas.
-Es una orden -atajé no aceptando replica.
Salté sobre la ultima montura y sajando las correas que la ataban al resto la saque del carro para emprender marcha cara al licano que nos perseguía.
Seth Argent- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 17/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
¿Traición? ¿Acaso había escuchado bien? Aparentemente no. Supuso que la acusación de Derek tenía la intención de hacerle sentir culpable pero lo único que logró provocarle fue una punzada de molestia. Sabía que el joven tenía sus problemas, que carecía de habilidades sociales y autocontrol pero no ostentaba derecho alguno a desafiarla de semejante forma, mucho menos cuando no tenía la más remota idea de lo que hablaba. Si él no se sentía capaz de rendirle cuentas a Vashni ella lo haría con gusto, pues le encantaría recordarle a su padre lo que su madre solía ser, el apellido que portaba y que, en cierta forma, era su legado también. “La sangre es más espesa que el agua” recitaba el dicho.
Entendía que las intenciones de su amiga y el lobo eran sinceras, pero ella no había pedido que la siguieran, ni que la protegieran y mucho menos que la salvaran; ni siquiera estaba segura de cómo le habían encontrado ¿acaso era aquella una de las artimañas paranoicas de sus padres? De lo único que estaba segura era que Laie tendría bastantes explicaciones que darle.
Se mordió la lengua, ya tendría tiempo para discutir después, en ese momento la prioridad era la vida del hombre que se aferraba a su mano, así que, ignorando las advertencias de sus amigos, con la ayuda de Seth, le sirvió de apoyo al herido y lo ayudó a subirse al carruaje que ahora maniobraba Lys. ¿Dónde había quedado el cochero? El detalle capturó su atención, no le dio buena espina más no era su principal preocupación. Su energía vital también era finita.
La bruja asintió a la promesa de Seth. Connor, por su parte, persistía en que no le dejara morir, pero ella no tenía intenciones de permitirlo. Sí, era cierto, quizá el hombre no era más que otro asesino sanguinario y si es que existía un Dios, sólo él sabría cuanta sangre inocente le habría teñido las manos en el pasado; no obstante, Cattleya no se sentía dueña del destino de nadie y si este merecía o no la vida, esa no era una decisión que le concerniera tomar. Todo cuanto veía era una persona que necesitaba de la ayuda que ella podía y estaba dispuesta a brindar así que eso sería exactamente lo que haría.
Una vez el carruaje arrancó, arrastrado por los corceles de pura raza que andaban a todo galope, la hechicera le pidió al extranjero que le contara algo, lo que fuera, con tal de que no se desmayara. Aparentemente dio en el blanco pues el muchacho, manifestó, le relató todo cuanto rememoraba acerca de ese lugar que llamaba hogar, con pasión tal que no sólo despertó su curiosidad sino que evocó en ella una extraña clase de simpatía por el cazador.
Se limitó a escuchar y a guardar silencio. Connor y Seth parecían bastante cercanos, era evidente que se guardaban un afecto fraternal. Suspiró. Ella había tenido un hermano mayor, y se preguntaba si su relación con él hubiera sido similar a la de esos dos… probablemente nunca tendría la certeza de ello. De repente, el moreno asomó la cabeza por la ventana y tras una última chanza y una mirada fugaz, sin explicación alguna, se salió del carro en movimiento ignorando el influjo de sus inquisitivas orbes. ¿Acaso Derek y Laie habían persistido en seguirlos? La curiosidad la picó pero cuando tuvo la pretensión de preguntar ya era demasiado tarde y aunque quiso dar una ojeada, moverse sin verse obligada a soltar a Connor no era una opción, así que se resignó.
Poco a poco, el cazador, falto de fuerzas comenzó a ceder hasta caer laxo contra su cuerpo. Cattleya lo sostuvo y cuidando de no soltarlo y de no removerlo brusco o hacerle daño, lo acomodó de forma que la cabeza de este reposó sobre su pecho y acto seguido le dedicó una sonrisa.
— ¿Qué es todo eso que aún tienes por hacer? Aparte de invitarme a salir, por supuesto — Indagó, tratando de sacar conversación del primer tema que barajó. El castaño, ligeramente adormecido, le observó confundido. En respuesta, ella enarcó una ceja con aire divertido— Dijiste que cuando salgas de esta me llevarías a cenar… o a bailar ¿ya lo olvidaste?
No lo decía enserio, seguramente una vez estuviese a salvo, no lo volvería a ver, pero al menos el estímulo de la conversación lo mantendría despierto.
Entendía que las intenciones de su amiga y el lobo eran sinceras, pero ella no había pedido que la siguieran, ni que la protegieran y mucho menos que la salvaran; ni siquiera estaba segura de cómo le habían encontrado ¿acaso era aquella una de las artimañas paranoicas de sus padres? De lo único que estaba segura era que Laie tendría bastantes explicaciones que darle.
Se mordió la lengua, ya tendría tiempo para discutir después, en ese momento la prioridad era la vida del hombre que se aferraba a su mano, así que, ignorando las advertencias de sus amigos, con la ayuda de Seth, le sirvió de apoyo al herido y lo ayudó a subirse al carruaje que ahora maniobraba Lys. ¿Dónde había quedado el cochero? El detalle capturó su atención, no le dio buena espina más no era su principal preocupación. Su energía vital también era finita.
La bruja asintió a la promesa de Seth. Connor, por su parte, persistía en que no le dejara morir, pero ella no tenía intenciones de permitirlo. Sí, era cierto, quizá el hombre no era más que otro asesino sanguinario y si es que existía un Dios, sólo él sabría cuanta sangre inocente le habría teñido las manos en el pasado; no obstante, Cattleya no se sentía dueña del destino de nadie y si este merecía o no la vida, esa no era una decisión que le concerniera tomar. Todo cuanto veía era una persona que necesitaba de la ayuda que ella podía y estaba dispuesta a brindar así que eso sería exactamente lo que haría.
Una vez el carruaje arrancó, arrastrado por los corceles de pura raza que andaban a todo galope, la hechicera le pidió al extranjero que le contara algo, lo que fuera, con tal de que no se desmayara. Aparentemente dio en el blanco pues el muchacho, manifestó, le relató todo cuanto rememoraba acerca de ese lugar que llamaba hogar, con pasión tal que no sólo despertó su curiosidad sino que evocó en ella una extraña clase de simpatía por el cazador.
Se limitó a escuchar y a guardar silencio. Connor y Seth parecían bastante cercanos, era evidente que se guardaban un afecto fraternal. Suspiró. Ella había tenido un hermano mayor, y se preguntaba si su relación con él hubiera sido similar a la de esos dos… probablemente nunca tendría la certeza de ello. De repente, el moreno asomó la cabeza por la ventana y tras una última chanza y una mirada fugaz, sin explicación alguna, se salió del carro en movimiento ignorando el influjo de sus inquisitivas orbes. ¿Acaso Derek y Laie habían persistido en seguirlos? La curiosidad la picó pero cuando tuvo la pretensión de preguntar ya era demasiado tarde y aunque quiso dar una ojeada, moverse sin verse obligada a soltar a Connor no era una opción, así que se resignó.
Poco a poco, el cazador, falto de fuerzas comenzó a ceder hasta caer laxo contra su cuerpo. Cattleya lo sostuvo y cuidando de no soltarlo y de no removerlo brusco o hacerle daño, lo acomodó de forma que la cabeza de este reposó sobre su pecho y acto seguido le dedicó una sonrisa.
— ¿Qué es todo eso que aún tienes por hacer? Aparte de invitarme a salir, por supuesto — Indagó, tratando de sacar conversación del primer tema que barajó. El castaño, ligeramente adormecido, le observó confundido. En respuesta, ella enarcó una ceja con aire divertido— Dijiste que cuando salgas de esta me llevarías a cenar… o a bailar ¿ya lo olvidaste?
No lo decía enserio, seguramente una vez estuviese a salvo, no lo volvería a ver, pero al menos el estímulo de la conversación lo mantendría despierto.
Última edición por Cattleya Indih el Vie Ago 24, 2018 1:43 pm, editado 1 vez
Cattleya Indih- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Tras haber despachado al cochero, enviándolo de vuelta a la mansión en busca de Bastien, Lys había tomado las riendas del carruaje y lo conducía a toda velocidad a través de aquella maldita cuidad, dispuesta a llevarse por delante al primer incauto que osara atravesarse en su camino. La vida de Connor estaba en riesgo y como siempre, en cuanto a ella concernía, la familia iba primero; si bien no tenía mágia que lo mantuviera con vida o los conocimientos necesarios para sanarlo, haría todo lo humanamente posible por salvarlo, en tal caso, atravesar París como alma que lleva el diablo.
El viento revolvía sus cabellos con violencia, las riendas le quemaban las palmas de la fuerza con la cuál las apretaba y alcanzaba a escuchar el enérgico trote del corcel montado por esos que los perseguían acercándose. La furia de los nueve infiernos abrasaba en su interior, nada podía detenerla, o al menos eso sería. Lys no era de esas que huían de las batallas pero, de momento y por desgracia, aunque contaba con el ánimo no lo hacía con el tiempo para contender.
Fue entonces cuando Seth apareció a sus espaldas y, en una maniobra peligrosa, considerando la velocidad a la que se transportaban, saltó de corcel en corcel, hasta encontrar el más apropiado. El plan era simple, el moreno cabalgaría de vuelta, distraería a la bestia y les compraría un poco de tiempo.
No se equivocaba, la cazadora sí tuvo toda la intención de replicar, Seth era obstinado, muchas veces insensato, un hombre de pasiones cuyo mayor desacierto era el creer que el apellido que portaba le otorgaba alguna clase de inmunidad… un mal común en esa familia. El pasado de Lys había sido marcado por el yugo de hombres que creían tener derecho de ordenarle quién ser y qué hacer, pero su padre putativo no le había rescatado de aquella vida para que permitiera que su sino sufriera la misma condena.
Bastien era el único hombre ante el cual estaba dispuesta a subordinar su carácter y si se había resignado a acatar lo ordenado no era porque Seth lo “comandaba” sino porque Connor se desangraba y verdaderamente no contaba con el tiempo como para llevarle la contraria. No dijo nada, solo gruñó por lo bajo y una vez el moreno emprendió camino ella sacudió las correas con rabia, dirigiendo los veloces caballos hacia el hospital.
Un par de minutos le bastaron a la determinada cazadora para llegar a su destino y una vez lo hizo se precipitó fuera del pescante y con ayuda de la bruja, se cargaron el peso del herido sobre los hombros y lo arrastraron al interior del hospital. Tan pronto como fueron vistos las enfermeras se precipitaron a ayudar y mientras estas atendían al castaño, Lys les gritaba que lo trataran con cuidado. Estaba estresada, cabreada, pero más que todo frustrada, pues ahora tendría que abandonar a Connor por acudir en auxilio de Seth. Después de todo, Bastien llegaría pronto y se encargaría de que al herido se le prestara una mejor atención, pero ella de alguna forma tenía que hacerse útil y no iba a ser allí sentada esperando.
Cattleya aún sostenía la mano del joven, no se había separado de él ni por un instante. Lys ya se había dado media vuelta con intención de partir, no le gustaban las despedidas, no era buena con ellas y no quería pensar que tenía que hacerlo, cuando la voz de la hechicera, a sus espaldas, la detuvo; la había estado observando.
— ¿Dónde está Seth? — Inquirió confundida, estaba sentada parada junto a la camilla en la que atendían a Connor, una de las tantas que se extendían en hilera hasta el fondo del recinto. Lys no alcanzó a responder cuando la bruja cuando esta agudizó la mirada, como quién se hace una idea de lo que sucede— ¿A dónde vas tú?
Lys la miró por encima del hombro con indiferencia.
— Nos ganó tiempo —Enunció con severidad. No suavizó la verdad, no tenía por qué hacerlo— Iré a ayudarlo.
Un aire de preocupación se sentó en el rostro de Cattleya.
— No pueden hacerles daño, no puedes dejar que les haga daño o…
El resto de la petición quedó en el aire, pero Lys se hizo a una buena idea de lo que su congénere pretendió decir: tampoco podía permitir que a él le hicieran daño. Ancló la densidad de su mirada en la ajena por un breve instante, no entendía de dónde provenía el origen de la relación que esta mantenía con Seth y aunque no le agradaba en lo más mínimo, tampoco era una desagradecida.
— La vida de tus amigos por la vida de Connor y quedamos a mano.
No gustaba de deber favores. La bruja asintió.
— Me parece justo.
Inmediatamente Lys se dio la vuelta y rauda salió en busca del cazador.
El viento revolvía sus cabellos con violencia, las riendas le quemaban las palmas de la fuerza con la cuál las apretaba y alcanzaba a escuchar el enérgico trote del corcel montado por esos que los perseguían acercándose. La furia de los nueve infiernos abrasaba en su interior, nada podía detenerla, o al menos eso sería. Lys no era de esas que huían de las batallas pero, de momento y por desgracia, aunque contaba con el ánimo no lo hacía con el tiempo para contender.
Fue entonces cuando Seth apareció a sus espaldas y, en una maniobra peligrosa, considerando la velocidad a la que se transportaban, saltó de corcel en corcel, hasta encontrar el más apropiado. El plan era simple, el moreno cabalgaría de vuelta, distraería a la bestia y les compraría un poco de tiempo.
No se equivocaba, la cazadora sí tuvo toda la intención de replicar, Seth era obstinado, muchas veces insensato, un hombre de pasiones cuyo mayor desacierto era el creer que el apellido que portaba le otorgaba alguna clase de inmunidad… un mal común en esa familia. El pasado de Lys había sido marcado por el yugo de hombres que creían tener derecho de ordenarle quién ser y qué hacer, pero su padre putativo no le había rescatado de aquella vida para que permitiera que su sino sufriera la misma condena.
Bastien era el único hombre ante el cual estaba dispuesta a subordinar su carácter y si se había resignado a acatar lo ordenado no era porque Seth lo “comandaba” sino porque Connor se desangraba y verdaderamente no contaba con el tiempo como para llevarle la contraria. No dijo nada, solo gruñó por lo bajo y una vez el moreno emprendió camino ella sacudió las correas con rabia, dirigiendo los veloces caballos hacia el hospital.
Un par de minutos le bastaron a la determinada cazadora para llegar a su destino y una vez lo hizo se precipitó fuera del pescante y con ayuda de la bruja, se cargaron el peso del herido sobre los hombros y lo arrastraron al interior del hospital. Tan pronto como fueron vistos las enfermeras se precipitaron a ayudar y mientras estas atendían al castaño, Lys les gritaba que lo trataran con cuidado. Estaba estresada, cabreada, pero más que todo frustrada, pues ahora tendría que abandonar a Connor por acudir en auxilio de Seth. Después de todo, Bastien llegaría pronto y se encargaría de que al herido se le prestara una mejor atención, pero ella de alguna forma tenía que hacerse útil y no iba a ser allí sentada esperando.
Cattleya aún sostenía la mano del joven, no se había separado de él ni por un instante. Lys ya se había dado media vuelta con intención de partir, no le gustaban las despedidas, no era buena con ellas y no quería pensar que tenía que hacerlo, cuando la voz de la hechicera, a sus espaldas, la detuvo; la había estado observando.
— ¿Dónde está Seth? — Inquirió confundida, estaba sentada parada junto a la camilla en la que atendían a Connor, una de las tantas que se extendían en hilera hasta el fondo del recinto. Lys no alcanzó a responder cuando la bruja cuando esta agudizó la mirada, como quién se hace una idea de lo que sucede— ¿A dónde vas tú?
Lys la miró por encima del hombro con indiferencia.
— Nos ganó tiempo —Enunció con severidad. No suavizó la verdad, no tenía por qué hacerlo— Iré a ayudarlo.
Un aire de preocupación se sentó en el rostro de Cattleya.
— No pueden hacerles daño, no puedes dejar que les haga daño o…
El resto de la petición quedó en el aire, pero Lys se hizo a una buena idea de lo que su congénere pretendió decir: tampoco podía permitir que a él le hicieran daño. Ancló la densidad de su mirada en la ajena por un breve instante, no entendía de dónde provenía el origen de la relación que esta mantenía con Seth y aunque no le agradaba en lo más mínimo, tampoco era una desagradecida.
— La vida de tus amigos por la vida de Connor y quedamos a mano.
No gustaba de deber favores. La bruja asintió.
— Me parece justo.
Inmediatamente Lys se dio la vuelta y rauda salió en busca del cazador.
Lys Argent- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Casi podía sentir las dagas atravesar mi espalda, conocía lo suficiente a mi “hermana” como para saber que mis impulsos no siempre le gustaban, pero tiempo necesitaba Connor y eso les regalaría a ambos. Espoleé al caballo con violencia, el licano en primera posición arrugaba el belfo superior con los ojos centelleando en un violento amarillo radioactivo.
-Vamos perrito, ven conmigo -rugí alcanzando su posición para quebrar mi cuerpo hacía atrás en el momento en el que este sacó su afilada zarpa para asestarme un tajo en el pecho.
Su diestra pasó por encima de mi cuerpo justo antes de separar mi espalda de la grupa del caballo con autosuficiencia, solo entonces desenvainé las dos espadas cortas para dirigirme directo a la hechicera.
Gesto que no pareció agradar al lobo que viró cambiando la trayectoria de su caballo aullando y como no, logrando así que dejara de perseguir el carruaje asegurándome que así ella salvaría a mi hermano.
La joven soltó una de las riendas de su montura la vi conjurar moviendo una de sus manos, el pelo se electrifico y danzó alrededor de su cabeza antes de que una esfera de fuego se creara en su zurda.
Lanzó la bola en mi dirección, esquivé el fuego haciéndome a un lado, la esfera golpeó un viejo edificio en ruinas dejando un boquete considerable.
El licano llegaba en ese momento al galope, la montura nerviosa se alzó sobre sus patas traseras encabritado mientras yo buscaba calmarlo.
-Vamos -pedí espoleando para que emprendiera carrera por las zonas viejas, aldeas abandonadas llenas de adoquines, servirían para entretenerlos, esperaba que lo suficiente para que no pudieran seguir el rastro de los míos.
Quebré como pude hasta que en un cruce de caminos, el licano apareció por sorpresa abalanzándose sobre mi caballo.
Ambos caímos rodando por el suelo, él convertido en una medio bestia, con sus colmillos crecidos.
Elevó una de sus garras para arrancarme la cabeza, esquivé el golpe viendo como la zarpa dejaba una profunda marca en el suelo.
Golpeé su sien con el mango de mi espada aturdiendolo ligeramente para empujarlo con las piernas y quitármelo de encima, pero rápido se rehízo hundiendo sus uñas en mi muslo.
Apreté los dientes poniendome en pie jadeando cuando escuché la voz de la hechicera que acaba de detener el caballo a mis espaldas.
-Vamos perrito, ven conmigo -rugí alcanzando su posición para quebrar mi cuerpo hacía atrás en el momento en el que este sacó su afilada zarpa para asestarme un tajo en el pecho.
Su diestra pasó por encima de mi cuerpo justo antes de separar mi espalda de la grupa del caballo con autosuficiencia, solo entonces desenvainé las dos espadas cortas para dirigirme directo a la hechicera.
Gesto que no pareció agradar al lobo que viró cambiando la trayectoria de su caballo aullando y como no, logrando así que dejara de perseguir el carruaje asegurándome que así ella salvaría a mi hermano.
La joven soltó una de las riendas de su montura la vi conjurar moviendo una de sus manos, el pelo se electrifico y danzó alrededor de su cabeza antes de que una esfera de fuego se creara en su zurda.
Lanzó la bola en mi dirección, esquivé el fuego haciéndome a un lado, la esfera golpeó un viejo edificio en ruinas dejando un boquete considerable.
El licano llegaba en ese momento al galope, la montura nerviosa se alzó sobre sus patas traseras encabritado mientras yo buscaba calmarlo.
-Vamos -pedí espoleando para que emprendiera carrera por las zonas viejas, aldeas abandonadas llenas de adoquines, servirían para entretenerlos, esperaba que lo suficiente para que no pudieran seguir el rastro de los míos.
Quebré como pude hasta que en un cruce de caminos, el licano apareció por sorpresa abalanzándose sobre mi caballo.
Ambos caímos rodando por el suelo, él convertido en una medio bestia, con sus colmillos crecidos.
Elevó una de sus garras para arrancarme la cabeza, esquivé el golpe viendo como la zarpa dejaba una profunda marca en el suelo.
Golpeé su sien con el mango de mi espada aturdiendolo ligeramente para empujarlo con las piernas y quitármelo de encima, pero rápido se rehízo hundiendo sus uñas en mi muslo.
Apreté los dientes poniendome en pie jadeando cuando escuché la voz de la hechicera que acaba de detener el caballo a mis espaldas.
Seth Argent- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Todo daba vueltas a su alrededor, se sentía sumamente mareada y aún le temblaban las manos como si la corriente continuara circulando por su cuerpo. Las náuseas se acumulaban en su vientre y le subían por la garganta, pero se negaba a cederle la victoria al malestar, no en un momento tan importante como el que estaban viviendo en esos momentos. La vida de Cattleya estaba en peligro y era tan terca, igual que su padre, que se negaba a verlo.
Vio subir a aquellos tres al carruaje y aunque al principio se aferró al antebrazo del lobo, sin saber muy el motivo, terminó por soltarle para que fuera tras ellos. Laie apenas era capaz de mantener la cabeza erguida, menos aún el cuerpo entero. Entonces ocurrió, lo que la había debilitado, repentinamente, se convirtió en fuerza. La electricidad, aún sin el látigo, emergió de nuevo, concentrándose en sus manos, erizándole el vello de todo el cuerpo y encrespándole el pelo. Sus ojos se volvieron azul brillante y al pensar que necesitaba alzarse, lo hizo, sin tener que mover las piernas, con la ayuda de un extraño campo que se formó a su alrededor. Quedó de pie, allí parada, viendo como Derek saltaba sobre un caballo y lo espoleaba. Dejó la sorpresa para luego, sacudiendo las muñecas y corrió tras el resto. Vio una yegua blanca y se subió a su lomo, ésta llevaba montura así que usó el estribo para montarse y la azuzó con un chasquido de la lengua y una leve presión de talones, saliendo al galope tras el licántropo y el carruaje.
Contra toda lógica, de pronto, alguien empezó a acortar distancia al dirigirse hacia ellos sobre otro corcel. El ceño de la bruja se frunció al ver que éste sobrepasaba al lobo y se acercaba a ella. Así que recitó un hechizo de fuego que conocía desde hacía tiempo y la lanzó en su dirección, aunque antes de hacerlo vio como ésta se rodeaba de un halo azul eléctrico. Algo se había quedado en ella y no sabía por qué, pero lo averiguaría e intentaría sacarle partido en cuanto pudiera.
El cazador esquivó el ataque y giró, colándose por un callejón. Derek fue tras él a toda prisa, pero la hechicera no caería en esa impetuosidad, ella les dejó solos y siguió tras el carruaje, viendo como, de nuevo, se recortaba otro jinete en el horizonte. ¿Iban a salir uno tras otro del carruaje? ¿Esperaban que lo dirigiera Cattleya? Porque recordaba que no había cochero cuando se fueron y eran tres, uno moribundo, el que acaba de cruzarse y dudaba mucho que la morena que corría en su dirección, fuera su amiga, abandonando al herido a su suerte.
Vio subir a aquellos tres al carruaje y aunque al principio se aferró al antebrazo del lobo, sin saber muy el motivo, terminó por soltarle para que fuera tras ellos. Laie apenas era capaz de mantener la cabeza erguida, menos aún el cuerpo entero. Entonces ocurrió, lo que la había debilitado, repentinamente, se convirtió en fuerza. La electricidad, aún sin el látigo, emergió de nuevo, concentrándose en sus manos, erizándole el vello de todo el cuerpo y encrespándole el pelo. Sus ojos se volvieron azul brillante y al pensar que necesitaba alzarse, lo hizo, sin tener que mover las piernas, con la ayuda de un extraño campo que se formó a su alrededor. Quedó de pie, allí parada, viendo como Derek saltaba sobre un caballo y lo espoleaba. Dejó la sorpresa para luego, sacudiendo las muñecas y corrió tras el resto. Vio una yegua blanca y se subió a su lomo, ésta llevaba montura así que usó el estribo para montarse y la azuzó con un chasquido de la lengua y una leve presión de talones, saliendo al galope tras el licántropo y el carruaje.
Contra toda lógica, de pronto, alguien empezó a acortar distancia al dirigirse hacia ellos sobre otro corcel. El ceño de la bruja se frunció al ver que éste sobrepasaba al lobo y se acercaba a ella. Así que recitó un hechizo de fuego que conocía desde hacía tiempo y la lanzó en su dirección, aunque antes de hacerlo vio como ésta se rodeaba de un halo azul eléctrico. Algo se había quedado en ella y no sabía por qué, pero lo averiguaría e intentaría sacarle partido en cuanto pudiera.
El cazador esquivó el ataque y giró, colándose por un callejón. Derek fue tras él a toda prisa, pero la hechicera no caería en esa impetuosidad, ella les dejó solos y siguió tras el carruaje, viendo como, de nuevo, se recortaba otro jinete en el horizonte. ¿Iban a salir uno tras otro del carruaje? ¿Esperaban que lo dirigiera Cattleya? Porque recordaba que no había cochero cuando se fueron y eran tres, uno moribundo, el que acaba de cruzarse y dudaba mucho que la morena que corría en su dirección, fuera su amiga, abandonando al herido a su suerte.
Laie Balkan- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
En el hospital había trajín, como siempre, un herido más no era causa suficiente para que nadie saliera de su puesto de trabajo. Lo apalancaron en una camilla y un joven, posiblemente estudiante de medicina, lo reconoció y determinó que necesitaba suturas con cierta urgencia.
— ¿cómo se encuentra?
— estupendamente... como un día de feria.— Connor trató de hacer broma, pero lo cierto es que se sentía como si le hubiera pasado por encima un carro.
—Vamos a limpiar eso y a coserlo, necesitará una pequeña cirugía, y le pondremos sanguijuelas para...
—¿Qué?...eh! no, no! nada de eso. ¡No dejes que me coman los gusanos!.— le dijo a Cattleya que seguía por allí cerca. La vio hablar con Lys y le hizo un gesto para que la cazadora se acercase pero de inmediato giró la grupa y se marchó a buscar a Seth, que no le quedaba muy claro dónde había ido.— Pues parece que ya sólo quedamos tú y yo...Oiga...— le dijo al estudiante cuando la bruja se quedó a solas con él.— Si me voy a morir traiga una botella de vino, nos acabamos de conocer y le dije que la invitaría a cenar o algo, y tengo que cumplir...
— No se va a morir; sólo por la excusa tan mala que le ha puesto a la señorita para salir con ella merece que le cosan sin anestesia. Vengo en un minuto... pero sin vino, sólo con agujas.
El estudiante se alejó hasta una salita donde seguramente tendrían los instrumentos de tortura médica y Connor elevó la otra mano hasta donde estaban unidas las de ambos, mirándola con cierta intensidad.
—Gracias... has cumplido tu promesa y ahora estoy en manos de la suerte, esperemos que el doctor sepa suturar.— Envolvió la mano femenina entre las suyas que habían perdido temperatura, pero aún estaban tibias. En su muñeca seguía anclada al antebrazo la daga retráctil y no quería que nadie saliese herido, así que le puso el seguro y bajó la manga.
Al momento regresó el hombrecillo con pinta de ratón de biblioteca portando instrumental de acero estéril (o eso se suponía) y le indicó a la muchacha que se apartase y esperase fuera, pero el cazador se negaba, si le soltaba la mano temía desvanecerse y no volver a despertarse.
— ¿cómo se encuentra?
— estupendamente... como un día de feria.— Connor trató de hacer broma, pero lo cierto es que se sentía como si le hubiera pasado por encima un carro.
—Vamos a limpiar eso y a coserlo, necesitará una pequeña cirugía, y le pondremos sanguijuelas para...
—¿Qué?...eh! no, no! nada de eso. ¡No dejes que me coman los gusanos!.— le dijo a Cattleya que seguía por allí cerca. La vio hablar con Lys y le hizo un gesto para que la cazadora se acercase pero de inmediato giró la grupa y se marchó a buscar a Seth, que no le quedaba muy claro dónde había ido.— Pues parece que ya sólo quedamos tú y yo...Oiga...— le dijo al estudiante cuando la bruja se quedó a solas con él.— Si me voy a morir traiga una botella de vino, nos acabamos de conocer y le dije que la invitaría a cenar o algo, y tengo que cumplir...
— No se va a morir; sólo por la excusa tan mala que le ha puesto a la señorita para salir con ella merece que le cosan sin anestesia. Vengo en un minuto... pero sin vino, sólo con agujas.
El estudiante se alejó hasta una salita donde seguramente tendrían los instrumentos de tortura médica y Connor elevó la otra mano hasta donde estaban unidas las de ambos, mirándola con cierta intensidad.
—Gracias... has cumplido tu promesa y ahora estoy en manos de la suerte, esperemos que el doctor sepa suturar.— Envolvió la mano femenina entre las suyas que habían perdido temperatura, pero aún estaban tibias. En su muñeca seguía anclada al antebrazo la daga retráctil y no quería que nadie saliese herido, así que le puso el seguro y bajó la manga.
Al momento regresó el hombrecillo con pinta de ratón de biblioteca portando instrumental de acero estéril (o eso se suponía) y le indicó a la muchacha que se apartase y esperase fuera, pero el cazador se negaba, si le soltaba la mano temía desvanecerse y no volver a despertarse.
Connor Drake- Cazador Clase Media
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 18/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
El cazador salió disparado del carro para cortarnos el paso, su objetivo parecía sencillo que no alcanzáramos a la hechicera, nuestra futura alfa, que tras traicionarnos pretendía aliarse con el enemigo. Vashni se sentiría muy defraudado, mas tras la batalla que siempre lo había enfrentado a los Argent, estaba claro que esos dos se conocían y ella luchaba por salvarle la vida.
Rugí airado dispuesto a arrancarle la cabeza de un zarpazo pero el muy maldito logro zafarse en el ultimo momento y con una maniobra digna de un cuerpo entrenado recuperó la posición para ir directo hacía la bruja lo que me obligó a detenerme en seco y cambiar de rumbo.
El carruaje se perdía entre las alejadas calles y sí no nos dábamos prisa perderíamos el rastro de la hija de nuestro alfa.
La hechicera no dudo en defenderse lanzándole una esfera flamígera que acabó destrozando la fachada de un esquina de un edificio en ruinas. Iba a darle alcance de nuevo cuando el cazador avispado como un ratón se colo por un callejón, arrugué el belfo superior gruñendo, mis esferas centelleaban iluminando las oscuridad del mismo mientras lo seguía muy de cerca.
Tenía que reconocer que era hábil el conejo al salir de la madriguera, peor todos se cansaban de correr y el lobo, mas tenaz terminaba por darles caza.
Tras varias cabriolas del cobarde terminé atajando por uno de los caminos con la suerte que salí justo en la bocacalle de una encrucijada de los mismos pillandole por sorpresa.
Me abalancé sobre él sin pensarlo saliendo disparado en el aire y cayendo así ambos sobre el embaldosado rodando.
Golpes que uno y otro detuvimos, mi zarpa creando un surco en el suelo y un golpe que me aturdió unos instantes, no los suficientes como para que la liebre se alzara pues al intentarlo me lleve con la garra parte de su carnaza.
En pie nos miramos jadeando, midiéndonos uno al otro, él blandía sus dos aceros, yo no necesitaba de eso, era un animal salvaje, ese que Vashni trataba de controlar y que hoy le demostraría porque era mejor dejar ir al monstruo de nuestro interior.
Los cazadores siempre querían matarnos, no preguntaban si nuestro bando era bueno o malo, el único lobo bueno, era el lobo muerto.
-Parece que no llegaras lejos con esa pierna -dije en una clara mofa.
-No tengo que llegar lejos, solo he de matarte -alegó con una sonrisa de autosuficiencia antes de que ambos cuerpos chocaran con violencia en un duelo de zarpas y aceros.
Rugí airado dispuesto a arrancarle la cabeza de un zarpazo pero el muy maldito logro zafarse en el ultimo momento y con una maniobra digna de un cuerpo entrenado recuperó la posición para ir directo hacía la bruja lo que me obligó a detenerme en seco y cambiar de rumbo.
El carruaje se perdía entre las alejadas calles y sí no nos dábamos prisa perderíamos el rastro de la hija de nuestro alfa.
La hechicera no dudo en defenderse lanzándole una esfera flamígera que acabó destrozando la fachada de un esquina de un edificio en ruinas. Iba a darle alcance de nuevo cuando el cazador avispado como un ratón se colo por un callejón, arrugué el belfo superior gruñendo, mis esferas centelleaban iluminando las oscuridad del mismo mientras lo seguía muy de cerca.
Tenía que reconocer que era hábil el conejo al salir de la madriguera, peor todos se cansaban de correr y el lobo, mas tenaz terminaba por darles caza.
Tras varias cabriolas del cobarde terminé atajando por uno de los caminos con la suerte que salí justo en la bocacalle de una encrucijada de los mismos pillandole por sorpresa.
Me abalancé sobre él sin pensarlo saliendo disparado en el aire y cayendo así ambos sobre el embaldosado rodando.
Golpes que uno y otro detuvimos, mi zarpa creando un surco en el suelo y un golpe que me aturdió unos instantes, no los suficientes como para que la liebre se alzara pues al intentarlo me lleve con la garra parte de su carnaza.
En pie nos miramos jadeando, midiéndonos uno al otro, él blandía sus dos aceros, yo no necesitaba de eso, era un animal salvaje, ese que Vashni trataba de controlar y que hoy le demostraría porque era mejor dejar ir al monstruo de nuestro interior.
Los cazadores siempre querían matarnos, no preguntaban si nuestro bando era bueno o malo, el único lobo bueno, era el lobo muerto.
-Parece que no llegaras lejos con esa pierna -dije en una clara mofa.
-No tengo que llegar lejos, solo he de matarte -alegó con una sonrisa de autosuficiencia antes de que ambos cuerpos chocaran con violencia en un duelo de zarpas y aceros.
Derek- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 18/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
A pesar de la gravedad de la situación, ahora que las probabilidades de supervivencia del cazador reposaban en manos de la ciencia y no de la finitud de su energía vital, o la magia con la que se la insuflaba, Connor parecía mucho más tranquilo, incluso aunque no paraba de bromear acerca de morir.
Cattleya ladeó una sonrisita nerviosa ante la insinuación del doctor, quizá en otro momento se hubiera sonrojado, pero tanto su mente como su corazón reposaban en otro lado. Se sentía inquieta, preocupada… no terminaba de entender todo lo que había acontecido, todo lo que continuaba sucediendo, hasta el momento no había tenido chance de procesarlo apropiadamente y no fue hasta entonces que la realidad la golpeó, una fuerte bofetada en el rostro, un baldado de agua fría…
Seth era real, su amigo imaginario existía, tenía un espacio en aquel universo y era el enemigo ¿cómo era posible? ¿cuántas eran las probabilidades? La culpa comenzaba a corroerle las entrañas ¿por qué seguía allí? La vida de sus amigos, dos miembros de la manada que a futuro habría de ser su responsabilidad, estaba en peligro y por algún motivo que no terminaba de comprender, continuaba priorizando la vida de un desconocido que en otras circunstancias no habría hesitado en atravesarle el corazón con la daga que escondía en la siniestra.
Fue entonces que la petición del doctor sacudió sus cavilaciones, ahora que la condición de Connor era estable, debía esperar fuera mientras a él lo atendían. Cattleya asintió sin más y de dispuso a abandonar la habitación, de todas formas, ya había cumplido con su promesa y allí poco y nada aportaba. Si era honesta necesitaba saber que todos estaban bien y el desenlace de su pequeña aventura no había sido fatal.
La ansiedad la carcomía y no podía pensar en otra cosa que no fuera salir corriendo a asegurarse de que no ocurriera una tragedia; no obstante, Connor no parecía dispuesto a soltar su agarre y el destello de terror en su rostro cuando la contempló, con mirada casi suplicante, pidiéndole, sin hacerlo realmente, que no le soltara. La hechicera, sin más, desistió en su intento de escapar y permaneció junto al joven mientras el doctor quien, no muy contento por su presencia pero resignado ante la insistencia del cazador, procedió a suturar la herida con el instrumental ya esterilizado.
Cattleya permaneció junto al joven durante todo el procedimiento que, sorpresivamente, duró menos de lo que esperaba. Sin embargo, la anestesia no parecía haber tenido mayor efecto en el cuerpo del muchacho, así que cada vez que la aguja le punzaba en la piel, él apretaba brevemente su mano; el hecho de que Connor se esforzaba por mantener su talante digno, apretando los labios para no hacer muecas de dolor, a la castaña le causó un poco de gracia.
Pasados unos buenos minutos, quizá una hora, cuando el doctor ya había terminado y Connor había cedido a nos efectos del cansancio, Cattleya, que aun entrelazaba la mano del cazador con la del cazador, se había ensimismado tanto en sus propios pensamientos que le tomó un par de segundos darse cuenta de que, a sus espaldas, se alzaba la presencia de un extraño. Tan pronto como sintió el peso inquietante de la mirada del sujeto, la castaña volvió la cabeza para enfrentarle, encontrándose directamente con la silueta de un hombre de alta alcurnia, ya entrado en edad, de
presencia imponente, cabellera plateada, expresión pétrea y mirada glacial que, tan pronto, como ella se giró, la contempló como si acabara de ver un fantasma.Cattleya ladeó una sonrisita nerviosa ante la insinuación del doctor, quizá en otro momento se hubiera sonrojado, pero tanto su mente como su corazón reposaban en otro lado. Se sentía inquieta, preocupada… no terminaba de entender todo lo que había acontecido, todo lo que continuaba sucediendo, hasta el momento no había tenido chance de procesarlo apropiadamente y no fue hasta entonces que la realidad la golpeó, una fuerte bofetada en el rostro, un baldado de agua fría…
Seth era real, su amigo imaginario existía, tenía un espacio en aquel universo y era el enemigo ¿cómo era posible? ¿cuántas eran las probabilidades? La culpa comenzaba a corroerle las entrañas ¿por qué seguía allí? La vida de sus amigos, dos miembros de la manada que a futuro habría de ser su responsabilidad, estaba en peligro y por algún motivo que no terminaba de comprender, continuaba priorizando la vida de un desconocido que en otras circunstancias no habría hesitado en atravesarle el corazón con la daga que escondía en la siniestra.
Fue entonces que la petición del doctor sacudió sus cavilaciones, ahora que la condición de Connor era estable, debía esperar fuera mientras a él lo atendían. Cattleya asintió sin más y de dispuso a abandonar la habitación, de todas formas, ya había cumplido con su promesa y allí poco y nada aportaba. Si era honesta necesitaba saber que todos estaban bien y el desenlace de su pequeña aventura no había sido fatal.
La ansiedad la carcomía y no podía pensar en otra cosa que no fuera salir corriendo a asegurarse de que no ocurriera una tragedia; no obstante, Connor no parecía dispuesto a soltar su agarre y el destello de terror en su rostro cuando la contempló, con mirada casi suplicante, pidiéndole, sin hacerlo realmente, que no le soltara. La hechicera, sin más, desistió en su intento de escapar y permaneció junto al joven mientras el doctor quien, no muy contento por su presencia pero resignado ante la insistencia del cazador, procedió a suturar la herida con el instrumental ya esterilizado.
Cattleya permaneció junto al joven durante todo el procedimiento que, sorpresivamente, duró menos de lo que esperaba. Sin embargo, la anestesia no parecía haber tenido mayor efecto en el cuerpo del muchacho, así que cada vez que la aguja le punzaba en la piel, él apretaba brevemente su mano; el hecho de que Connor se esforzaba por mantener su talante digno, apretando los labios para no hacer muecas de dolor, a la castaña le causó un poco de gracia.
Pasados unos buenos minutos, quizá una hora, cuando el doctor ya había terminado y Connor había cedido a nos efectos del cansancio, Cattleya, que aun entrelazaba la mano del cazador con la del cazador, se había ensimismado tanto en sus propios pensamientos que le tomó un par de segundos darse cuenta de que, a sus espaldas, se alzaba la presencia de un extraño. Tan pronto como sintió el peso inquietante de la mirada del sujeto, la castaña volvió la cabeza para enfrentarle, encontrándose directamente con la silueta de un hombre de alta alcurnia, ya entrado en edad, de
Entonces, cuando la mirada del extraño descendió al agarre que mantenía unida su mano con la de Connor, este afiló la mirada e, inmediatamente, la joven se soltó como si el tacto ajeno le quemara. Ante el inesperado movimiento, Connor se despertó sobresaltado e inmediatamente sus orbes azules se centraron en el hombre que, con un aire de molestia, lo miraba de vuelta. No tenía que decir nada, su sola expresión hablaba por él.
— ¿Qué pasó? — Inquirió el hombre con inflexión severa.
- off:
- No sé si es evidente pero el hombre es Bastien xdd
Última edición por Cattleya Indih el Lun Oct 15, 2018 2:07 pm, editado 1 vez
Cattleya Indih- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 17/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
A toda marcha Lys se precipitó sobre su montura en busca de Seth. El corcel galopaba acelerado… y así mismo lo hacía su corazón, tan fuerte y raudo que podía sentir las vibraciones del fuerte palpitar pulsando en la yema de sus dedos y el eco del mismo, como el sonido de un fuerte tambor, estallando estrepitoso en la cuenca de sus oídos; un ritmo diegético que la acompañaba en su afanada marcha.
Sí, era cierto, tenía intención de cumplir su palabra, por muy satisfactoria que se sopesara la idea de zanjarle la cabeza al lobito y a las dos brujas, el honor de la palabra era importante —y más en una familia como la suya—, habían obtenido un beneficio de sus contrapartes, así que lo más diplomático era mantener su parte del acuerdo; sin embargo, no gustaba de deber nada a nadie, mucho menos favores vida o muerte, pero el estar a mano y todas las demás formalidades pasaban a segundo plano cuando era el bienestar de su familia el que se encontraba en juego.
Gruñó de pura rabia y maldijo al universo entero en cuantas formas lo encontró posible. Con la mirada afilada y las riendas ajustadas a sus manos tan fuerte que la mitad de sus palmas se habían tornado pálidas y la otra mitad violácea, la irascible morena ahora sólo tenía un objetivo marcado en la mente: devolver a Seth con vida a casa… lo demás sería ganancia.
Para ese punto ya nada le importaba y como alma que lleva el diablo, la cazadora recorría el camino de vuelta hacia ese que llamaba hermano. Ya estaba bastante cerca de la zona que había dibujado en sus recuerdos como el último lugar donde le vio, cuando a lo lejos divisó la silueta del corcel que Seth se había llevado… perdido y malherido este, cojeaba sin rumbo, relinchando de dolor. Lys apresuró la marcha y cuando lo alcanzó se detuvo en seco. El corcel tenía una herida profunda en los cuartos traseros, evidentemente infligida por las zarpas de la inmunda bestia que los perseguía… si el animal a duras penas podía andar, significaba que no debían estar lejos.
Lys podía ser fría, irreverente y terriblemente cruel de encontrarlo necesario pero no por ello no sentía. Una pizca de aflicción punzó en su corazón al percibir la aflicción del caballo… compasión. En otro tiempo, lugar y circunstancias habría intentado apaciguar el dolor de la pobre criatura con un par de caricias, pero en ese preciso instante tenía otras prioridades.
Fue entonces cuando escuchó el eco del barullo propio de una contienda a lo que calculaba eran unos relativamente pocos metros de distancia y sin hesitación alguna sacudió las riendas y emprendió raudo camino hacia el epicentro del escándalo.
Confiaba ciegamente en las habilidades de Seth, sabía que era buen contendiente y buen cazador, pero era sólo un hombre y una batalla de dos a uno no era precisamente justa, mucho menos cuando la ventaja la ostentaba el enemigo por mera naturaleza.
Una vez arribó a su destino de un solo salto la morena se bajó de su montura y lo primero que vio fue a su hermano y al lobo frente a frente, con la mirada centrada fijamente en el otro, moviéndose recelosos, pero a punto de lanzarse sin cautela alguna directo garganta del otro; la hechicera, por otro lado, se mantenía a distancia prudencial, reticente a intervenir pero alerta y preparada a atacar de encontrarlo necesario.
Lys, cuya presencia había advertida por ninguno de los presentes, apareciendo de la nada desenrolló su látigo y con fuerza extendió la punta hacia los pies del licántropo obligándolo a recular. El electro era una aleación de oro y plata, un golpe certero podía ocasionarle daño considerable. Seth, aprovechando el descuido del lobo se precipitó sobre el lobo, pero ella lo retuvo, agarrándolo con fuerza con la siniestra. El lobo gruñó e intentó avanzar otra vez mas de un nuevo latigazo Lys lo mantuvo a raya. La hechicera, ahora dispuesta a participar en la trifulca para igualar el marcador por su reciente entrada en escena se aproximó con ánimos de intervenir pero la cazadora elevó la voz antes de que todo se descontrolara, pues ya Seth, retado por la bestia, se removía como animal enjaulado para liberarse de su agarre.
— ¡Suficiente! — vociferó ella después de asestarle un certero latigazo al lobo en la pecho cuando este, incapaz de controlarse se lanzó al ataque. La bruja se preparaba ya para lanzar una incandescente llamarada azul — Diré esto una vez y sólo una vez, a petición de la brujita podemos hacer esto de la forma sencilla, van por ella y se la llevan de vuelta a cualquiera que sea la ratonera de la que hayan salido, estamos a mano, nadie sale lastimado y si en un futuro nos volvemos a encontrar esa ya es otra historia… o podemos hacer esto de la forma difícil y créanme cuando digo que espero escojan la segunda.
Sí, era cierto, tenía intención de cumplir su palabra, por muy satisfactoria que se sopesara la idea de zanjarle la cabeza al lobito y a las dos brujas, el honor de la palabra era importante —y más en una familia como la suya—, habían obtenido un beneficio de sus contrapartes, así que lo más diplomático era mantener su parte del acuerdo; sin embargo, no gustaba de deber nada a nadie, mucho menos favores vida o muerte, pero el estar a mano y todas las demás formalidades pasaban a segundo plano cuando era el bienestar de su familia el que se encontraba en juego.
Gruñó de pura rabia y maldijo al universo entero en cuantas formas lo encontró posible. Con la mirada afilada y las riendas ajustadas a sus manos tan fuerte que la mitad de sus palmas se habían tornado pálidas y la otra mitad violácea, la irascible morena ahora sólo tenía un objetivo marcado en la mente: devolver a Seth con vida a casa… lo demás sería ganancia.
Para ese punto ya nada le importaba y como alma que lleva el diablo, la cazadora recorría el camino de vuelta hacia ese que llamaba hermano. Ya estaba bastante cerca de la zona que había dibujado en sus recuerdos como el último lugar donde le vio, cuando a lo lejos divisó la silueta del corcel que Seth se había llevado… perdido y malherido este, cojeaba sin rumbo, relinchando de dolor. Lys apresuró la marcha y cuando lo alcanzó se detuvo en seco. El corcel tenía una herida profunda en los cuartos traseros, evidentemente infligida por las zarpas de la inmunda bestia que los perseguía… si el animal a duras penas podía andar, significaba que no debían estar lejos.
Lys podía ser fría, irreverente y terriblemente cruel de encontrarlo necesario pero no por ello no sentía. Una pizca de aflicción punzó en su corazón al percibir la aflicción del caballo… compasión. En otro tiempo, lugar y circunstancias habría intentado apaciguar el dolor de la pobre criatura con un par de caricias, pero en ese preciso instante tenía otras prioridades.
Fue entonces cuando escuchó el eco del barullo propio de una contienda a lo que calculaba eran unos relativamente pocos metros de distancia y sin hesitación alguna sacudió las riendas y emprendió raudo camino hacia el epicentro del escándalo.
Confiaba ciegamente en las habilidades de Seth, sabía que era buen contendiente y buen cazador, pero era sólo un hombre y una batalla de dos a uno no era precisamente justa, mucho menos cuando la ventaja la ostentaba el enemigo por mera naturaleza.
Una vez arribó a su destino de un solo salto la morena se bajó de su montura y lo primero que vio fue a su hermano y al lobo frente a frente, con la mirada centrada fijamente en el otro, moviéndose recelosos, pero a punto de lanzarse sin cautela alguna directo garganta del otro; la hechicera, por otro lado, se mantenía a distancia prudencial, reticente a intervenir pero alerta y preparada a atacar de encontrarlo necesario.
Lys, cuya presencia había advertida por ninguno de los presentes, apareciendo de la nada desenrolló su látigo y con fuerza extendió la punta hacia los pies del licántropo obligándolo a recular. El electro era una aleación de oro y plata, un golpe certero podía ocasionarle daño considerable. Seth, aprovechando el descuido del lobo se precipitó sobre el lobo, pero ella lo retuvo, agarrándolo con fuerza con la siniestra. El lobo gruñó e intentó avanzar otra vez mas de un nuevo latigazo Lys lo mantuvo a raya. La hechicera, ahora dispuesta a participar en la trifulca para igualar el marcador por su reciente entrada en escena se aproximó con ánimos de intervenir pero la cazadora elevó la voz antes de que todo se descontrolara, pues ya Seth, retado por la bestia, se removía como animal enjaulado para liberarse de su agarre.
— ¡Suficiente! — vociferó ella después de asestarle un certero latigazo al lobo en la pecho cuando este, incapaz de controlarse se lanzó al ataque. La bruja se preparaba ya para lanzar una incandescente llamarada azul — Diré esto una vez y sólo una vez, a petición de la brujita podemos hacer esto de la forma sencilla, van por ella y se la llevan de vuelta a cualquiera que sea la ratonera de la que hayan salido, estamos a mano, nadie sale lastimado y si en un futuro nos volvemos a encontrar esa ya es otra historia… o podemos hacer esto de la forma difícil y créanme cuando digo que espero escojan la segunda.
Lys Argent- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 21/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Íbamos a lanzarnos de nuevo cuerpo contra cuerpo, acero contra garras y colmillos en lo que siempre fue la eterna batalla del mal y el bien en si mismo. Bastien no me enseño a ser un cobarde y si a salir airoso de las situaciones mas complicadas. Si bien era cierto que mi pierna no me daba tregua, aguantaría esta contienda, apreté los dientes dispuesto a hacer bailar los aceros con mi mirada fija en la de ese maldito lobo, lacra para la humanidad, una enfermedad, un virus que se propagaba y carcomía a los hombres convirtiéndolos en demonios dementes.
Me enseñaron a odiarlos y eso hacía sin tan siquiera plantearme recular, hoy lo iba a matar.
La bruja permanecía a la retaguardia, veía por el rabillos del ojo como por sus labios emergían palabras, no era idiota, conocía el poder de las brujas y esta estaba de parte de la bestia.
Escuché a mis espaldas el ruido de las botas de mi hermana, el licano le mostró los dientes cuando el sonido del látigo marcó distancia entre dos guerreros desafiándose.
Jadeando la miré cuando esta se colocó a mi lado interponiendo lo que ella llamaba cordura y por contra yo una absoluta cobardía.
-¿Que cojones haces? -pregunté escupiendo esas palabras entre dientes.
Si bien era cierto que no consideraba a mi hermana una mujer que eludía la lucha ahora parecía mas decidida a dejarlos ir que a la contra ¿Sus motivos? Imposibles de asumir, mas les dio la opción de aceptar un trato, uno que me pareció un insulto y que me llevó a rugir por lo bajo.
Incapaz de aceptar aquella burda conversación me lancé al ataque, mas mi hermana de nuevo intervino colocándose delante, tratando de mantenerme contra su cuerpo y usando el látigo para imponer distancia marcando el pecho del licantropo.
-¿Que cojones te pasa Liys?
Eramos dos contra dos, podíamos ganarles, quedarnos a la chica humana que acompañaba a Connor y no devolvérsela a aquellas bestias salvajes, bien sabía lo que les sucedía a las mujeres que los acompañaban, mi madre cayó bajo las zarpas de la bestia de mi padre dejando en mi abuelo un vacio incalculable, gracias a dios y a la pericia del mismo que consiguió rescatarme, de no hacerlo hoy seria una bestia nauseabunda.
-No voy a devolvérsela -gruñí sin bajar el acero.
Quizás con un poco de tiempo la joven se diera cuenta de lo errada que estaba y pudiera revelarnos quien era el líder de su manada, la conocía desde que eramos unos niños, aquella amiga imaginaria era real ¿como iba a dejar que se la llevaran?
Mi hermana sujetó mi camisa para que no fuera tras aquellos dos hijos de puta, mi pierna no me permitió forcejear con ella así que acabamos rostro contra rostro gruñéndonos, sintiendo su desbocada respiración contra ms labios resecos.
-Cobarde- le grité airado.
Me enseñaron a odiarlos y eso hacía sin tan siquiera plantearme recular, hoy lo iba a matar.
La bruja permanecía a la retaguardia, veía por el rabillos del ojo como por sus labios emergían palabras, no era idiota, conocía el poder de las brujas y esta estaba de parte de la bestia.
Escuché a mis espaldas el ruido de las botas de mi hermana, el licano le mostró los dientes cuando el sonido del látigo marcó distancia entre dos guerreros desafiándose.
Jadeando la miré cuando esta se colocó a mi lado interponiendo lo que ella llamaba cordura y por contra yo una absoluta cobardía.
-¿Que cojones haces? -pregunté escupiendo esas palabras entre dientes.
Si bien era cierto que no consideraba a mi hermana una mujer que eludía la lucha ahora parecía mas decidida a dejarlos ir que a la contra ¿Sus motivos? Imposibles de asumir, mas les dio la opción de aceptar un trato, uno que me pareció un insulto y que me llevó a rugir por lo bajo.
Incapaz de aceptar aquella burda conversación me lancé al ataque, mas mi hermana de nuevo intervino colocándose delante, tratando de mantenerme contra su cuerpo y usando el látigo para imponer distancia marcando el pecho del licantropo.
-¿Que cojones te pasa Liys?
Eramos dos contra dos, podíamos ganarles, quedarnos a la chica humana que acompañaba a Connor y no devolvérsela a aquellas bestias salvajes, bien sabía lo que les sucedía a las mujeres que los acompañaban, mi madre cayó bajo las zarpas de la bestia de mi padre dejando en mi abuelo un vacio incalculable, gracias a dios y a la pericia del mismo que consiguió rescatarme, de no hacerlo hoy seria una bestia nauseabunda.
-No voy a devolvérsela -gruñí sin bajar el acero.
Quizás con un poco de tiempo la joven se diera cuenta de lo errada que estaba y pudiera revelarnos quien era el líder de su manada, la conocía desde que eramos unos niños, aquella amiga imaginaria era real ¿como iba a dejar que se la llevaran?
Mi hermana sujetó mi camisa para que no fuera tras aquellos dos hijos de puta, mi pierna no me permitió forcejear con ella así que acabamos rostro contra rostro gruñéndonos, sintiendo su desbocada respiración contra ms labios resecos.
-Cobarde- le grité airado.
Seth Argent- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 17/05/2018
Re: The Wicked Game (privado)
Las suturas dolieron lo justo, pero al ser sin anestesia daba un respingo cada vez que la aguja atravesaba la carne tierna y abierta. Lo cierto es que el doctor tenía mucha pericia y le dejó una cicatriz bastante bonita, a comparación de otras que había cosido el médico del pueblo o el propio Seth.
Por la medicación administrada pronto le venció el sopor, no quería soltar a la bruja porque pensaba que si lo hacía se cortaría ese flujo de energía vital y caería en la oscuridad sin remedio. Pero apenas mantenía ya los ojos abiertos, quedamente murmuró.
— Cattleya... ojalá estés aquí cuando despierte, aunque entiendo que no lo estes, no me conoces de nada, soy sólo un extraño al que has ayudado mucho más de lo que deberías así que... gracias. Te debo una vida. Espero que la tuya sea plena. Te veré en sueños.
Sonrió débilmente antes de dormirse, dejando que la bruja atendiera sus problemas, él ahora ya no lo era, estaba en manos de la ciencia y su cuerpo era fuerte, esperaba que reaccionase bien y que no se lo comiese la infección.
Seth y Lys sabrían encontrarle y llevarle a casa cuando las cosas se volvieran favorables, de eso no tenía duda alguna, estaba tranquilo. En su fuero interno la inquietud que le devoraba era que la joven que le había salvado la vida desapareciese sin rastro, sin darle la oportunidad de devolverle la deuda, aunque algo le decía que eso no iba a suceder porque al parecer había algún tipo de relación con Seth en la que no había querido profundizar, pues estaba un poco ocupado tratando de no morirse. Cuando tuviera la ocasión charlaría largo y tendido con su “hermano”, que al parecer tenía más secretos de lo que esperaba y eso le hacía sentir un poco celoso o receloso, o ambas cosas.
Por la medicación administrada pronto le venció el sopor, no quería soltar a la bruja porque pensaba que si lo hacía se cortaría ese flujo de energía vital y caería en la oscuridad sin remedio. Pero apenas mantenía ya los ojos abiertos, quedamente murmuró.
— Cattleya... ojalá estés aquí cuando despierte, aunque entiendo que no lo estes, no me conoces de nada, soy sólo un extraño al que has ayudado mucho más de lo que deberías así que... gracias. Te debo una vida. Espero que la tuya sea plena. Te veré en sueños.
Sonrió débilmente antes de dormirse, dejando que la bruja atendiera sus problemas, él ahora ya no lo era, estaba en manos de la ciencia y su cuerpo era fuerte, esperaba que reaccionase bien y que no se lo comiese la infección.
Seth y Lys sabrían encontrarle y llevarle a casa cuando las cosas se volvieran favorables, de eso no tenía duda alguna, estaba tranquilo. En su fuero interno la inquietud que le devoraba era que la joven que le había salvado la vida desapareciese sin rastro, sin darle la oportunidad de devolverle la deuda, aunque algo le decía que eso no iba a suceder porque al parecer había algún tipo de relación con Seth en la que no había querido profundizar, pues estaba un poco ocupado tratando de no morirse. Cuando tuviera la ocasión charlaría largo y tendido con su “hermano”, que al parecer tenía más secretos de lo que esperaba y eso le hacía sentir un poco celoso o receloso, o ambas cosas.
Connor Drake- Cazador Clase Media
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 18/05/2018
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