AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Recuerdo del primer mensaje :
El puerto bullía, llevaba tres días en vela, cayó a plomo sobre la cama porque la falta de sueño la dejó agotada. Regresar a Akershus y encontrarse la situación tan dantesca había sido una hecatombe. Sin tregua, Randulf había asediado la ciudad, batido el condado en busca de aldeas que masacrar y los que quedaron plantaron cara con más voluntad que medios. Como último acto, vil y cruel, el rey tirano extendió una plaga infecta a través de sus brujos, contaminando las aguas y causando muchas bajas rebeldes. La situación era insostenible y ella contaba con una espada que reponía las heridas, que anulaba la oscuridad para dar paso a la luz, a lo limpio y a la vida. Pero el guardián de la otra espada, la del Equilibrio, no podía dejar que se usase sin más, los efectos de las espadas alteraban el orden cósmico y no podía tolerarlo. Danielle tuvo que atarlo, amordazarlo y contenerlo después de usar la suya para purgar la plaga, pues con una sólo toque de la espada de Tyr, lo que había conseguido al hacerlo se revertía, condenando de nuevo a Akershus a la enfermedad y la muerte.
Cuando llegó tuvo que hacerse cargo de nuevo, los generales estaban agotados, las tropas exhaustas y aunque habían peleado por mantener víveres y agua para no pasar hambruna, había mucha escasez. Echó mano de su fortuna personal comprando al doble y triple de su precio, pues nadie quería comerciar con los rebeldes en ese punto, pero Akershus necesitaba la ayuda.
La despertaron unas leves sacudidas, abrió los ojos y vio la carita de Beth diciéndole que el conde regresaba. Se apresuró a levantarse, tenía la cabeza embotada y todavía no se había deshecho las trenzas que Giuliana le hizo durante la expedición, tampoco se había puesto la casaca, no sabía donde estaba y tampoco importaba, así que se echó encima de la camisa una capa de pelo y bajó, agarrando la espada de la Luz, porque no la dejaba ni a sol ni a sombra.*
Tras un par de meses enfrentando peligros para conseguir esa espada a la que había consagrado mi vida y que traería la salvación al norte pues gracias a ella Hela no podría mantener ese vinculo que tenia con Midgard, llegaba a casa.
No iba solo, la hechicera consciente del peso, de la maldición que recaía sobre mis hombros había decidido acompañarme para hacer mas liviana mi carga y la joven doncella que encontramos dentro de la cámara sellada, perdida en un mundo que ni siquiera conocía se había aferrado a la idea de un mundo distinto, Akershus le ofrecía esperanza, una que durante demasiado tiempo no había conocido.
Akershus, mi fortaleza, donde me esperaban los míos, entre ellos Dani, mis hijos y el lobo gruñón al que también había echado de menso durante el viaje.Me acercaba a mis tierras, atravesaba la frontera cuando para mi sorpresa y mi caos interno, Akershus no parecida estar en pie, no hubieron cuernos, nada que proclamara la llegada de su héroe ¿por que?
Al galope me adentré a través de aquel portón que dos soldados jóvenes alzaron al verme llegar, no necesitaba ser experto en guerras para saber que una larga y dura había acontecido en mis tierras, aun olía a piras funerarias, mis muros se mantenían en pie, mas ¿a que precio?
Desmonté en el patio de armas con la espada del caos bailando a mi espalda, desesperado busqué con la mirada a mis hijos, a la pirata, a mis generales y amigos mientras las voces se alaban, algunas reprochando mi falta.
¿Que demonios había pasado? El hijo de puta de Randulf había aprovechado mi ausencia para masacrar a los rebeldes y por lo que podía ver había hecho un gran trabajo*
Ulf estaba supervisando la reconstrucción de aljibes tan necesaria para el abastecimiento de agua limpia que dejase atrás la pestilencia a la que los había condenado la magia negra del rey. Dani había usado la espada, a sabiendas de que tendría un coste personal, pero no podía hacer otra cosa dadas las circunstancias y para recibir a Höor sólo estaban sus hijos y ella misma, que en toda la semana había dormido no más de seis o siete horas en total. Lo vio llegar a caballo hasta el patio de armas y los niños salieron en tromba, como era de esperar. Los dejó unos segundos, pues era su padre y no lo veían en meses. ¿Estaba entero? ¿herido? Lo observó con cierta ansiedad, pues hasta que no lo comprobase por si misma no sabría cómo llegaba. Recordaba cuando llegó de Japón, bloqueado mentalmente hasta casi ni reconocerla. ¿Habrían cambiado de nuevo las cosas? Tragó saliva y se acercó en silencio, tendrían mucho que hablar después pero lo cierto es que verlo allí de carne y hueso fue un impacto que despertó complejos sentimientos.*
Mis hijos salieron en tromba, los miré no a uno, repasando sus rostros con mis dedos, perturbado, necesitaba asegurarme de que estaban sanos, salvos y enteros, me fui relajando cuando el ultimo de ellos, Niels que reposaba sobre los brazos de Orn adormilado extendió hacia Dani sus brazos lloriqueando, no me reconocía, mi hijo no me reconocia pero estaba bien.
Elevé la mirada hasta encontrarme con los ojos perdidos de la pirata, no podía ni siquiera imaginar el infierno que había pasado en mi hogar, cualquiera en su sano juicio hubiera levado anclas y se hubiera largado, pero ella seguía ahí, en pie, recibiéndome, esperándome y luchando por Akershus. En ese instante creí que no la merecía.
Estaba arrodillado, a la altura de mis hijos pero no tardé en ponerme en pie, me acerqué a ella despacio, no sabía si me daría un beso o un guantazo y quizás merecía lo segundo y necesitaba lo primero.
-Lo siento -susurré contra sus labios antes de presionarlos con mi boca -no debí dejaros.
Aunque no era por placer, trataba de solucionar el problema de Hela, pero mi aventura había costado muchas vidas y sabía que esto me lo reprocharían.
-¿que ha pasado Dani? ¿cuantas bajas? ¿los generales? ¿Ulf? ¿Giuliana y los niños..? -las preguntas salían disparadas de mis labios contra los suyos mientras la sangre hervía por mis venas y la espada a mis espaldas se iluminaba con un rojo fuego dispuesta a clamar venganza, a sembrar caos.*
Sabía que Höor estaba deshilachado por dentro, desgarrado al ver qué quedaba de Akershus, y eso no sabía que ella y Ulf habían dejado el destino de la ciudad en las manos de Khayla, Lund y Atharal porque se fueron a buscar la otra espada como encargo de Thor. En ese momento sólo lo abrazó, reconociendo su tacto, su olor, estaba algo más delgado como era de esperar. Se separó un instante y lo miró a los ojos, no había reproche en sus mares azules porque también se sentía culpable de lo acontecido. Pasó las manos por su rostro, comprobando que estaba allí, que no era un sueño y exhaló el aire despacio. La espada a su espalda brillaba con un fulgor gélido y blanco que la hacía estremecer.
— vamos dentro, hay mucho que contar.*
Rodeé con mi brazo su cintura y tiré de ella hacia el interior del caserón, los niños correteaban felices a nuestro alrededor, inocentes, habían pasado calamidades, estaban mas delgados y aun así reían felices ¿cuantos niños habrían quedado sin padre? ¿cuantas familias ahora estarían llorando las perdidas y no celebrando un reencuentro como yo lo hacía.
Ordené a una de las doncellas que acomodara a las dos mujeres que venían conmigo en el piso superior. La volva y yo nos dedicamos una mirada complice antes de que esta se perdiera tras la sirvienta a través de la puerta.
-¿que ha pasado Dani? Lo mataré, atacaré y lo mataré...ha aprovechado mi ausencia para asediaros y masacraros. Necesitaremos dinero, reconstruir esto va a llevar tiempo y muchos esfuerzos, mientras estemos así, no podremos proteger a otras aldeas, Randulf ganara territorios..
Mi cabeza iba a mil por hora, era incapaz de dejar de pensar en el norte, fue entonces cuando me detuve, tiré de su cintura para sentarla sobre mi regazo y hundí en su cuello la cabeza encontrando un poco de sosiego y calma entre sus brazos.
-Lo siento.
El puerto bullía, llevaba tres días en vela, cayó a plomo sobre la cama porque la falta de sueño la dejó agotada. Regresar a Akershus y encontrarse la situación tan dantesca había sido una hecatombe. Sin tregua, Randulf había asediado la ciudad, batido el condado en busca de aldeas que masacrar y los que quedaron plantaron cara con más voluntad que medios. Como último acto, vil y cruel, el rey tirano extendió una plaga infecta a través de sus brujos, contaminando las aguas y causando muchas bajas rebeldes. La situación era insostenible y ella contaba con una espada que reponía las heridas, que anulaba la oscuridad para dar paso a la luz, a lo limpio y a la vida. Pero el guardián de la otra espada, la del Equilibrio, no podía dejar que se usase sin más, los efectos de las espadas alteraban el orden cósmico y no podía tolerarlo. Danielle tuvo que atarlo, amordazarlo y contenerlo después de usar la suya para purgar la plaga, pues con una sólo toque de la espada de Tyr, lo que había conseguido al hacerlo se revertía, condenando de nuevo a Akershus a la enfermedad y la muerte.
Cuando llegó tuvo que hacerse cargo de nuevo, los generales estaban agotados, las tropas exhaustas y aunque habían peleado por mantener víveres y agua para no pasar hambruna, había mucha escasez. Echó mano de su fortuna personal comprando al doble y triple de su precio, pues nadie quería comerciar con los rebeldes en ese punto, pero Akershus necesitaba la ayuda.
La despertaron unas leves sacudidas, abrió los ojos y vio la carita de Beth diciéndole que el conde regresaba. Se apresuró a levantarse, tenía la cabeza embotada y todavía no se había deshecho las trenzas que Giuliana le hizo durante la expedición, tampoco se había puesto la casaca, no sabía donde estaba y tampoco importaba, así que se echó encima de la camisa una capa de pelo y bajó, agarrando la espada de la Luz, porque no la dejaba ni a sol ni a sombra.*
Tras un par de meses enfrentando peligros para conseguir esa espada a la que había consagrado mi vida y que traería la salvación al norte pues gracias a ella Hela no podría mantener ese vinculo que tenia con Midgard, llegaba a casa.
No iba solo, la hechicera consciente del peso, de la maldición que recaía sobre mis hombros había decidido acompañarme para hacer mas liviana mi carga y la joven doncella que encontramos dentro de la cámara sellada, perdida en un mundo que ni siquiera conocía se había aferrado a la idea de un mundo distinto, Akershus le ofrecía esperanza, una que durante demasiado tiempo no había conocido.
Akershus, mi fortaleza, donde me esperaban los míos, entre ellos Dani, mis hijos y el lobo gruñón al que también había echado de menso durante el viaje.Me acercaba a mis tierras, atravesaba la frontera cuando para mi sorpresa y mi caos interno, Akershus no parecida estar en pie, no hubieron cuernos, nada que proclamara la llegada de su héroe ¿por que?
Al galope me adentré a través de aquel portón que dos soldados jóvenes alzaron al verme llegar, no necesitaba ser experto en guerras para saber que una larga y dura había acontecido en mis tierras, aun olía a piras funerarias, mis muros se mantenían en pie, mas ¿a que precio?
Desmonté en el patio de armas con la espada del caos bailando a mi espalda, desesperado busqué con la mirada a mis hijos, a la pirata, a mis generales y amigos mientras las voces se alaban, algunas reprochando mi falta.
¿Que demonios había pasado? El hijo de puta de Randulf había aprovechado mi ausencia para masacrar a los rebeldes y por lo que podía ver había hecho un gran trabajo*
Ulf estaba supervisando la reconstrucción de aljibes tan necesaria para el abastecimiento de agua limpia que dejase atrás la pestilencia a la que los había condenado la magia negra del rey. Dani había usado la espada, a sabiendas de que tendría un coste personal, pero no podía hacer otra cosa dadas las circunstancias y para recibir a Höor sólo estaban sus hijos y ella misma, que en toda la semana había dormido no más de seis o siete horas en total. Lo vio llegar a caballo hasta el patio de armas y los niños salieron en tromba, como era de esperar. Los dejó unos segundos, pues era su padre y no lo veían en meses. ¿Estaba entero? ¿herido? Lo observó con cierta ansiedad, pues hasta que no lo comprobase por si misma no sabría cómo llegaba. Recordaba cuando llegó de Japón, bloqueado mentalmente hasta casi ni reconocerla. ¿Habrían cambiado de nuevo las cosas? Tragó saliva y se acercó en silencio, tendrían mucho que hablar después pero lo cierto es que verlo allí de carne y hueso fue un impacto que despertó complejos sentimientos.*
Mis hijos salieron en tromba, los miré no a uno, repasando sus rostros con mis dedos, perturbado, necesitaba asegurarme de que estaban sanos, salvos y enteros, me fui relajando cuando el ultimo de ellos, Niels que reposaba sobre los brazos de Orn adormilado extendió hacia Dani sus brazos lloriqueando, no me reconocía, mi hijo no me reconocia pero estaba bien.
Elevé la mirada hasta encontrarme con los ojos perdidos de la pirata, no podía ni siquiera imaginar el infierno que había pasado en mi hogar, cualquiera en su sano juicio hubiera levado anclas y se hubiera largado, pero ella seguía ahí, en pie, recibiéndome, esperándome y luchando por Akershus. En ese instante creí que no la merecía.
Estaba arrodillado, a la altura de mis hijos pero no tardé en ponerme en pie, me acerqué a ella despacio, no sabía si me daría un beso o un guantazo y quizás merecía lo segundo y necesitaba lo primero.
-Lo siento -susurré contra sus labios antes de presionarlos con mi boca -no debí dejaros.
Aunque no era por placer, trataba de solucionar el problema de Hela, pero mi aventura había costado muchas vidas y sabía que esto me lo reprocharían.
-¿que ha pasado Dani? ¿cuantas bajas? ¿los generales? ¿Ulf? ¿Giuliana y los niños..? -las preguntas salían disparadas de mis labios contra los suyos mientras la sangre hervía por mis venas y la espada a mis espaldas se iluminaba con un rojo fuego dispuesta a clamar venganza, a sembrar caos.*
Sabía que Höor estaba deshilachado por dentro, desgarrado al ver qué quedaba de Akershus, y eso no sabía que ella y Ulf habían dejado el destino de la ciudad en las manos de Khayla, Lund y Atharal porque se fueron a buscar la otra espada como encargo de Thor. En ese momento sólo lo abrazó, reconociendo su tacto, su olor, estaba algo más delgado como era de esperar. Se separó un instante y lo miró a los ojos, no había reproche en sus mares azules porque también se sentía culpable de lo acontecido. Pasó las manos por su rostro, comprobando que estaba allí, que no era un sueño y exhaló el aire despacio. La espada a su espalda brillaba con un fulgor gélido y blanco que la hacía estremecer.
— vamos dentro, hay mucho que contar.*
Rodeé con mi brazo su cintura y tiré de ella hacia el interior del caserón, los niños correteaban felices a nuestro alrededor, inocentes, habían pasado calamidades, estaban mas delgados y aun así reían felices ¿cuantos niños habrían quedado sin padre? ¿cuantas familias ahora estarían llorando las perdidas y no celebrando un reencuentro como yo lo hacía.
Ordené a una de las doncellas que acomodara a las dos mujeres que venían conmigo en el piso superior. La volva y yo nos dedicamos una mirada complice antes de que esta se perdiera tras la sirvienta a través de la puerta.
-¿que ha pasado Dani? Lo mataré, atacaré y lo mataré...ha aprovechado mi ausencia para asediaros y masacraros. Necesitaremos dinero, reconstruir esto va a llevar tiempo y muchos esfuerzos, mientras estemos así, no podremos proteger a otras aldeas, Randulf ganara territorios..
Mi cabeza iba a mil por hora, era incapaz de dejar de pensar en el norte, fue entonces cuando me detuve, tiré de su cintura para sentarla sobre mi regazo y hundí en su cuello la cabeza encontrando un poco de sosiego y calma entre sus brazos.
-Lo siento.
Última edición por Danielle Morgan el Mar Ago 07, 2018 3:58 pm, editado 2 veces
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: No other love (privado) (+18)
—No, no, no… ahora me lo cuentas…— se había parado en mitad de algo porque como era un bocazas había arrancado pero no terminaba porque seguro que la leyenda esa le afectaba de algún modo.— cuéntame la leyenda…espero que no vaya de tres espadas que juntas pueden destruir el mundo…por cierto, que no creo que sacarlas de aquí a pasear sea muy sensato.*
Estallé en carcajadas porque Dani ya me conocía lo suficiente como para saber que me metía en líos con suma facilidad y que bien podía enredarla a hacer un viaje sin retorno para conseguir el huevo de un dragón o algo peor.
-No, es una tontería -confesé sin poder evitar reirme -la leyenda dice que los amantes que pasan la noche de bodas en los bosques de Upsala son bendecidos esa noche con hijos.
Sabía que ella no quería eso, de ahí que no lo dije, pero no se, había crecido con esas leyendas, el linaje para nosotros era importante -aunque si dejaras esas hierbas, quizás también me bendeciría Freya con eso aquí -bromeé.*
Enarcó una ceja…menuda tontería.
— eso es una soberana milonga vikinga. Los ingleses no pisamos Upsala y también tenemos hijos, algunos en las noches de bodas, es lo que tiene el alcohol y las ganas de celebrar. Además, si vamos a ofrecer sacrificios a Freya…espero que se comporte. O la próxima vez que se presente aquí con ese chucho sarnoso pienso lanzárselo al mar.— Cuando le dijo lo de las hierbas exhaló el aire despacio.— ¿Podemos ir de un cambio a otro por orden? Ni siquiera me creo aún que estemos hablando de boda. Jamás me planteé tener hijos pensando como una pirata, pero luego…llegó la horda de Cannifs a mi vida, y Beth y… todo va muy deprisa.*
Rodé los ojos al escuchar a la pirata decir que "una cosa detrás de la otra" como si fuera así de fácil y tras la boda pensara dejarse las hierbas que tomaba tras cada relación que manteníamos los dos. La conocía lo suficiente como para saber que esto era lo máximo que se ataría y ya era un gran paso.
No es que considerara tenía pocos hijos, no era un demente ciego que sintiera que los dioses me habían dado un bajo linaje, pero para mi el amor traía hijos, para mi no se evitaba tenerlos cuando te desposabas, aceptabas los que los dioses te enviaban porque así eran mis tradiciones y lo que hacía Dani no era algo acordado por los dos, era una decisión unánime.
-Bien, pero cuando nos casemos...quiero dejes las hierbas, no concibo que problema tienes si me quieres que Freya y su perro sarnoso nos envíen descendencia, ya no serás solo una pirata o la almirante de Akershus, serás mi mujer. Pareceré impotente si no me das hijos -sentencie enarcando una ceja.*
La rubia amagó una carcajada.— ¿impotente? Por todos los dioses Höor, tienes cinco hijos biológicos, y seguramente sean más porque no te has estado quieto estos años atrás, precisamente. ¿Quién te va a considerar impotente? En todo caso me considerarán a mi estéril. Ser madre es algo que no me he planteado, como tampoco me había planteado echar el ancla ni casarme de nuevo, sólo te pido que vayamos poco a poco. Me estoy acostumbrando a las casas ruidosas y llenas de niños, a trabajar de sol a sol y aún así buscar el rato para estar con ellos, es muy distinto de lo que yo he conocido. Ya viste cómo era mi familia, normal que me gustase irme al internado.— el barco crujía de vez en cuando y se balanceaba, la luna estaba alta y colaba los rayos plateados por las ventanas del camarote.*
Estallé en carcajadas porque Dani ya me conocía lo suficiente como para saber que me metía en líos con suma facilidad y que bien podía enredarla a hacer un viaje sin retorno para conseguir el huevo de un dragón o algo peor.
-No, es una tontería -confesé sin poder evitar reirme -la leyenda dice que los amantes que pasan la noche de bodas en los bosques de Upsala son bendecidos esa noche con hijos.
Sabía que ella no quería eso, de ahí que no lo dije, pero no se, había crecido con esas leyendas, el linaje para nosotros era importante -aunque si dejaras esas hierbas, quizás también me bendeciría Freya con eso aquí -bromeé.*
Enarcó una ceja…menuda tontería.
— eso es una soberana milonga vikinga. Los ingleses no pisamos Upsala y también tenemos hijos, algunos en las noches de bodas, es lo que tiene el alcohol y las ganas de celebrar. Además, si vamos a ofrecer sacrificios a Freya…espero que se comporte. O la próxima vez que se presente aquí con ese chucho sarnoso pienso lanzárselo al mar.— Cuando le dijo lo de las hierbas exhaló el aire despacio.— ¿Podemos ir de un cambio a otro por orden? Ni siquiera me creo aún que estemos hablando de boda. Jamás me planteé tener hijos pensando como una pirata, pero luego…llegó la horda de Cannifs a mi vida, y Beth y… todo va muy deprisa.*
Rodé los ojos al escuchar a la pirata decir que "una cosa detrás de la otra" como si fuera así de fácil y tras la boda pensara dejarse las hierbas que tomaba tras cada relación que manteníamos los dos. La conocía lo suficiente como para saber que esto era lo máximo que se ataría y ya era un gran paso.
No es que considerara tenía pocos hijos, no era un demente ciego que sintiera que los dioses me habían dado un bajo linaje, pero para mi el amor traía hijos, para mi no se evitaba tenerlos cuando te desposabas, aceptabas los que los dioses te enviaban porque así eran mis tradiciones y lo que hacía Dani no era algo acordado por los dos, era una decisión unánime.
-Bien, pero cuando nos casemos...quiero dejes las hierbas, no concibo que problema tienes si me quieres que Freya y su perro sarnoso nos envíen descendencia, ya no serás solo una pirata o la almirante de Akershus, serás mi mujer. Pareceré impotente si no me das hijos -sentencie enarcando una ceja.*
La rubia amagó una carcajada.— ¿impotente? Por todos los dioses Höor, tienes cinco hijos biológicos, y seguramente sean más porque no te has estado quieto estos años atrás, precisamente. ¿Quién te va a considerar impotente? En todo caso me considerarán a mi estéril. Ser madre es algo que no me he planteado, como tampoco me había planteado echar el ancla ni casarme de nuevo, sólo te pido que vayamos poco a poco. Me estoy acostumbrando a las casas ruidosas y llenas de niños, a trabajar de sol a sol y aún así buscar el rato para estar con ellos, es muy distinto de lo que yo he conocido. Ya viste cómo era mi familia, normal que me gustase irme al internado.— el barco crujía de vez en cuando y se balanceaba, la luna estaba alta y colaba los rayos plateados por las ventanas del camarote.*
Danielle Morgan- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: No other love (privado) (+18)
-Los dioses no nos darán aquello que no podamos criar, quizás estemos privando al norte de un sino que Odin tiene preparado para uno de nuestros hijos, pero..-hice un gesto de ceder y guardar silencio después -entiendo que necesitas tiempo, no te quiero para tener hijos si no como compañera de viaje, sea largo o breve...quiero ser tu marido y que seas mi mujer y si he de hacer concesiones para que eso pase, las haré. Te daré tiempo y quizás cuando los niños crezcan lo veas distinto.
Mis hijos eran pequeños engendros de Hel, suponía que la idea de tener mas como esos podía echar atrás al mas valiente de los guerreros. Dani era como era, la quería exactamente porque su carácter era impetuoso, porque no siempre cedía a mis suplicas, porque en ocasiones ponía cordura a mis locuras y porque otras simplemente me hacía olvidar que vivía en guerra para darme instantes como este de paz. No se exactamente el segundo en el que me enamoré de ella pero si sabia en este preciso momento que quería una eternidad a su lado.*
—En eso tienes razón. Aunque no te creas que no he pensado en que no sé si estoy muy de acuerdo en que los dioses estén “presentes” en la concepción. ¡Un poco de privacidad, por favor! Me parece muy bien que ayuden, pero que no se queden a desayunar ¿me explico? Esto es cosa nuestra.— Como siempre, tendía a sobreanalizar de forma racional las cosas de los dioses, porque seguía sin entender mucho de ese misticismo.— Entiendo que para ti una forma de “recompensa” de tus dioses es que te otorguen linaje, que nos bendigan con eso. Espero que a Giuliana no la bendigan mucho más o acabará llenado Akershus de insufribles Tollaks.
Estaba bromeando sobre ciertas cosas, pero se tomaba en serio lo de los hijos, no tenía 20 años y si quería tenerlos empezaba a ser tarde, así que debería pensarlo y pronto.*
Enarqué una ceja al escucharla hablar de los hijos, Dani era muy pragmática para todo, incluido eso. No era una mujer que abriera su corazón de par en par, supongo que porque como yo ambos habíamos sufrido heridas de guerra y sabíamos que las cicatrices del alma nunca cierran. Era mas fácil andar con una coraza impuesta, peor pesaba y a veces tanto que podías ahogarte con ella.
-Te conocí sabiendo que no querías casarte, ni tener familia, de echo ni siquiera pensaba que fueras a aceptar esto de casarte conmigo, pero bueno, lo tenía que intentar porque alguien me dijo una vez que tenía que ir a por lo que quería, así que he decidido ir a por ti -ladeé la sonrisa deslizando la yema de mis dedos por sus pechos -bueno, admito estas tienen algo que ver.
La pirata resopló mientras yo me echaba a reir, ya podía imaginar lo que pensaba, que me había dejado el romanticismo en la punta del capullo.*
Mis hijos eran pequeños engendros de Hel, suponía que la idea de tener mas como esos podía echar atrás al mas valiente de los guerreros. Dani era como era, la quería exactamente porque su carácter era impetuoso, porque no siempre cedía a mis suplicas, porque en ocasiones ponía cordura a mis locuras y porque otras simplemente me hacía olvidar que vivía en guerra para darme instantes como este de paz. No se exactamente el segundo en el que me enamoré de ella pero si sabia en este preciso momento que quería una eternidad a su lado.*
—En eso tienes razón. Aunque no te creas que no he pensado en que no sé si estoy muy de acuerdo en que los dioses estén “presentes” en la concepción. ¡Un poco de privacidad, por favor! Me parece muy bien que ayuden, pero que no se queden a desayunar ¿me explico? Esto es cosa nuestra.— Como siempre, tendía a sobreanalizar de forma racional las cosas de los dioses, porque seguía sin entender mucho de ese misticismo.— Entiendo que para ti una forma de “recompensa” de tus dioses es que te otorguen linaje, que nos bendigan con eso. Espero que a Giuliana no la bendigan mucho más o acabará llenado Akershus de insufribles Tollaks.
Estaba bromeando sobre ciertas cosas, pero se tomaba en serio lo de los hijos, no tenía 20 años y si quería tenerlos empezaba a ser tarde, así que debería pensarlo y pronto.*
Enarqué una ceja al escucharla hablar de los hijos, Dani era muy pragmática para todo, incluido eso. No era una mujer que abriera su corazón de par en par, supongo que porque como yo ambos habíamos sufrido heridas de guerra y sabíamos que las cicatrices del alma nunca cierran. Era mas fácil andar con una coraza impuesta, peor pesaba y a veces tanto que podías ahogarte con ella.
-Te conocí sabiendo que no querías casarte, ni tener familia, de echo ni siquiera pensaba que fueras a aceptar esto de casarte conmigo, pero bueno, lo tenía que intentar porque alguien me dijo una vez que tenía que ir a por lo que quería, así que he decidido ir a por ti -ladeé la sonrisa deslizando la yema de mis dedos por sus pechos -bueno, admito estas tienen algo que ver.
La pirata resopló mientras yo me echaba a reir, ya podía imaginar lo que pensaba, que me había dejado el romanticismo en la punta del capullo.*
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: No other love (privado) (+18)
Las cosas nunca eran fáciles cuando se trataban del conde y la pirata, dos personalidades fuertes y complejas, eso lo tenía asumido. Cazó su dedo, que iba describiendo círculos erráticos por la piel y cerró la mano contra la suya mirándolo a los ojos.
— Llevo toda la vida huyendo de todas las anclas porque eso pensaba que era la libertad. Porque entendía que cualquier otra vida era una cárcel. Pero quizás la edad o algo que le ponéis a la comida… me ha hecho entender que no es así. Cuanto más profundas las raíces, mal alto crece un árbol. Yo no las tengo, pero tú sí y se me da bien trepar, podemos hacer una buena pareja. Vagabundear por los mares ya no me atrae, cuando miro el horizonte me vienes a la cabeza y pienso que ojalá estuvieras conmigo compartiendo amaneceres. Y luego pienso que tú no puedes venir, pero yo sí puedo quedarme, y tener eso y mucho más. Una familia, amigos…una vida que puede abrumar a ratos, pero compensa con creces.— le hizo una mueca y frunció los labios.— pensaba que el trasero te gustaba más.*
-Desde la cubana que mi vida no es lo mismo -bromeé con esa forma vulgar que tenía a veces de hablar. Mordí sus labios un instante mientras la miraba de cerca todavía incrédulo de que hubiera aceptado mi propuesta, no solo se anclaba a un hombre, si no al norte, a mis hijos y a la guerra.
Escuchaba sus palabras haciendo eco en mi cabeza, como si necesitara creerlas y en parte no tenía porque dudar de ellas, pero aun sentía que en cualquier momento, cuando cerrara los ojos ella pondría rumbo a cualquier parte, que esa brújula que un día guió sus pasos hacía mi, ahora lo haría hacía una isla paradisiaca.
Supongo que ante ella no era ese hombre seguro que aparentaba en todos los demás aspectos de mi vida, quizás porque no podía mostrarme débil frente a Randulf, porque mi gente necesitaba un héroe férreo en el combate, mis hijos un padre que se mantuviera firme ante las inclemencias y porque con el resto de mujeres, pues...nunca había tenido la sensación de que no podía tenerlas o quizás solo era miedo, miedo de perderla..
Ladeé la sonrisa cerrando los ojos mientras la dejaba acomodarse en mi pecho para dormir, demasiadas cosas que aun silenciaba, supongo que eran gajes del oficio esto de dormir con armadura y en alerta.
-Tu culo es épico pirata, pero las manzanas te están poniendo unas perolas…*
—cállate idiota…— le rezongó encima mientras se acomodaba. Siempre escondía bajo las bromas las cosas que le hacían sangrar el corazón. Pero bueno, quizás algún día comprendiera que sus palabras no estaban dichas para alimentar el aire, que realmente estaría allí, contra viento y marea siempre que siguieran hablando sus corazones en el mismo idioma, aunque no fuera en noruego e inglés. Abrió un ojo porque le vino a la cabeza algo.— ¿se usan anillos en la cultura vikinga? No sé si tengo que regalarte uno o… dioses. No sé nada, voy a necesitar que alguien me lo explique.*
— Llevo toda la vida huyendo de todas las anclas porque eso pensaba que era la libertad. Porque entendía que cualquier otra vida era una cárcel. Pero quizás la edad o algo que le ponéis a la comida… me ha hecho entender que no es así. Cuanto más profundas las raíces, mal alto crece un árbol. Yo no las tengo, pero tú sí y se me da bien trepar, podemos hacer una buena pareja. Vagabundear por los mares ya no me atrae, cuando miro el horizonte me vienes a la cabeza y pienso que ojalá estuvieras conmigo compartiendo amaneceres. Y luego pienso que tú no puedes venir, pero yo sí puedo quedarme, y tener eso y mucho más. Una familia, amigos…una vida que puede abrumar a ratos, pero compensa con creces.— le hizo una mueca y frunció los labios.— pensaba que el trasero te gustaba más.*
-Desde la cubana que mi vida no es lo mismo -bromeé con esa forma vulgar que tenía a veces de hablar. Mordí sus labios un instante mientras la miraba de cerca todavía incrédulo de que hubiera aceptado mi propuesta, no solo se anclaba a un hombre, si no al norte, a mis hijos y a la guerra.
Escuchaba sus palabras haciendo eco en mi cabeza, como si necesitara creerlas y en parte no tenía porque dudar de ellas, pero aun sentía que en cualquier momento, cuando cerrara los ojos ella pondría rumbo a cualquier parte, que esa brújula que un día guió sus pasos hacía mi, ahora lo haría hacía una isla paradisiaca.
Supongo que ante ella no era ese hombre seguro que aparentaba en todos los demás aspectos de mi vida, quizás porque no podía mostrarme débil frente a Randulf, porque mi gente necesitaba un héroe férreo en el combate, mis hijos un padre que se mantuviera firme ante las inclemencias y porque con el resto de mujeres, pues...nunca había tenido la sensación de que no podía tenerlas o quizás solo era miedo, miedo de perderla..
Ladeé la sonrisa cerrando los ojos mientras la dejaba acomodarse en mi pecho para dormir, demasiadas cosas que aun silenciaba, supongo que eran gajes del oficio esto de dormir con armadura y en alerta.
-Tu culo es épico pirata, pero las manzanas te están poniendo unas perolas…*
—cállate idiota…— le rezongó encima mientras se acomodaba. Siempre escondía bajo las bromas las cosas que le hacían sangrar el corazón. Pero bueno, quizás algún día comprendiera que sus palabras no estaban dichas para alimentar el aire, que realmente estaría allí, contra viento y marea siempre que siguieran hablando sus corazones en el mismo idioma, aunque no fuera en noruego e inglés. Abrió un ojo porque le vino a la cabeza algo.— ¿se usan anillos en la cultura vikinga? No sé si tengo que regalarte uno o… dioses. No sé nada, voy a necesitar que alguien me lo explique.*
Danielle Morgan- Humano Clase Media
- Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Re: No other love (privado) (+18)
Abrí un ojo al escuchar su pregunta, la parecer Dani andaba dandole vueltas a la ceremonia.
-Si, dos anillos que se manchan con sangre, hemos de buscar anillos, cada uno el del otro -abrí ambos ojos para centrarme en ella que se movía sobre mi cuerpo inquieta -no te preocupes, saldrá bien, las bodas en el norte se basan en beber, sacrificar animales para venerar a los dioses y bueno, unirnos -lo dije restando importancia porque conociéndola bien podía saltar por la proa y no parar de nadar hasta llegar a Mexico.
-Deja de darle vueltas -susurré contra su pelo volviendo a cerrar los ojos -hemos combatido en demasiadas guerras, solo es una boda.
—De eso nada. Yo ya me casé una vez, en una cubierta, con el ron corriendo y un tipo con seis dedos tocando el violín. Suena a historia de mierda que contar en una taberna una noche de borrachera… y así me duró sólo tres meses. Tendremos una boda como nos merecemos. Hazla abierta a tu gente, a Akershus, ellos son el 50% de tu alma, el otro 50% son tus hijos y bueno…se merecen celebrarlo tanto como nosotros.— Era más tentador una ceremonia sencilla y privada y luego unas copas en el salón, pero no era un delito, no tenían nada que ocultar y Höor era un Conde, se merecía que su pueblo celebrase su felicidad tanto como él, y si para eso debía aguantar un rato a algunos nobles, echaría mano de la educación recibida en el internado y por un día acabaría con agujetas de tanto sonreír.*
Claro que quería esa boda que describía, ante Akershus, rodeado de los míos, bendecido por mis dioses, con mis hijos viendo a su padre contraer matrimonio con la mujer que amaba, con mis amigos gruñendo y haciendo retumbar los aceros contra los escudos y con los cuernos sonando de fondo. Si, quería esa boda que ella describía pero...
-Solo no me plantes en el templo -dije medio en broma aunque sonó demasiado serio -sería el hazmereír durante meses -añadí en tono jocoso -imaginas a Ulf dándome la vara en el patio de armas -apunte riéndome.*
Así que eso le preocupaba, que lo dejara plantado en la boda. Alargó las manos hacia sus mejillas y asintió pensando que en ese momento lo achucharía como a uno de los niños.
— No tengo pensado retrasarme ni un minuto… ya sabes… puntualidad inglesa. Así que no me mandes a ninguna misión los días de antes, tengo una cita contigo que es la más importante de nuestras vidas, no quiero fallar. Pero con mi suerte Randulf descubrirá algún modo de bloquearme y no quiero tentar a la suerte. Te prometo que allí estaré y más te vale que no te arrepientas porque daré órdenes al Inferno de que si dices que no, revienten con la Verga de Satán todo lo que esté a su alcance.
Se acercó despacio a besar sus labios, se habían prometido, parecía irreal, pero no era un sueño, estaba pasando y en breve habría una boda en Akershus, una en la que ella sería la novia…¡dioses! Mejor no pensarlo.*
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
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