AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
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La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
La reunión había sido como ya se lo imaginara antes de asistir, decepcionante. Por eso no había querido ir en un primer momento, aunque, al final, se tomara la molestia de vestirse acorde con lo que se esperaba de ella y se acercara a la mansión de Assur con su pequeña mascota. Lo único bueno que había sacado del encuentro, era la posibilidad de castigar al desobediente perro por posar su mirada en aquella insulsa mortal loca. Sin embargo, mantuvo la calma y las formas durante la estancia en casa de su hermano y a lo largo del trayecto de regreso en el carruaje, eso sí, estuvo inusualmente callada y contemplando el paisaje nocturno por la ventana durante todo el paseo, sin prestarle ningún tipo de atención a su chucho.
Una vez bajaron del transporte, entraron en la casa que ocupaban a las afueras de la ciudad de París, bordeados por un amplio terreno que, además de asemejarse a un bosque, les otorgaba intimidad frente a posibles vecinos mirones. Ya dentro del caserío, Vittoria hizo algo inesperado: soltó la cadena, dejando que ésta se escurriera entre sus dedos y cayera al suelo con el esperado sonido metálico al chocar los eslabones entre ellos y con los tablones del parqué. Se alejó, dejando a un confuso Urukh que la miraba con la cabeza ladeada en un gesto muy lobuno.
La inmortal se encaminó hacia la escalinata. Posó su mano en la barandilla y la acarició suavemente al subir varios peldaños. Hasta que no se encontró casi a la mitad del recorrido, no se detuvo. Una vez parada, giró la cabeza, observando primero por encima del hombro a su perro. -Trae la fusta.- Ordenó con tono firme y seco, antes de proseguir con su camino. Desapareció de la vista del cánido y se adentró en su habitación. Dejó la puerta entreabierta, pues no había nadie en la mansión. Sólo acudía el servicio cuando era llamado y, mientras tanto, ocupaban una casa a parte que había al otro lado del jardín, colindando con aquel pequeño pero espeso bosque.
Ya en su cámara, se quitó la falda del vestido, mas no removió el corpiño. Dejó caer la tela al suelo y salió, sacando una pierna y luego la otra, mientras la prenda permanecía allí tirada. Se deshizo de la pequeña chaqueta con mangas de punto que reposó en el respaldo de una silla y fue a sentarse al borde de la cama donde, cruzando la pierna izquierda sobre la opuesta, aguardó a que llegara el cachorro que tan mal se había portado. Era la hora de la reprimenda y él lo sabía.
Una vez bajaron del transporte, entraron en la casa que ocupaban a las afueras de la ciudad de París, bordeados por un amplio terreno que, además de asemejarse a un bosque, les otorgaba intimidad frente a posibles vecinos mirones. Ya dentro del caserío, Vittoria hizo algo inesperado: soltó la cadena, dejando que ésta se escurriera entre sus dedos y cayera al suelo con el esperado sonido metálico al chocar los eslabones entre ellos y con los tablones del parqué. Se alejó, dejando a un confuso Urukh que la miraba con la cabeza ladeada en un gesto muy lobuno.
La inmortal se encaminó hacia la escalinata. Posó su mano en la barandilla y la acarició suavemente al subir varios peldaños. Hasta que no se encontró casi a la mitad del recorrido, no se detuvo. Una vez parada, giró la cabeza, observando primero por encima del hombro a su perro. -Trae la fusta.- Ordenó con tono firme y seco, antes de proseguir con su camino. Desapareció de la vista del cánido y se adentró en su habitación. Dejó la puerta entreabierta, pues no había nadie en la mansión. Sólo acudía el servicio cuando era llamado y, mientras tanto, ocupaban una casa a parte que había al otro lado del jardín, colindando con aquel pequeño pero espeso bosque.
Ya en su cámara, se quitó la falda del vestido, mas no removió el corpiño. Dejó caer la tela al suelo y salió, sacando una pierna y luego la otra, mientras la prenda permanecía allí tirada. Se deshizo de la pequeña chaqueta con mangas de punto que reposó en el respaldo de una silla y fue a sentarse al borde de la cama donde, cruzando la pierna izquierda sobre la opuesta, aguardó a que llegara el cachorro que tan mal se había portado. Era la hora de la reprimenda y él lo sabía.
Última edición por Vittoria Black el Jue Ago 16, 2018 6:46 am, editado 1 vez
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
El trayecto fue especialmente silencioso, la conocía lo suficiente como para saber que al llegar a la mansión sería castigado, apenas había sido una mirada relampagueante, pero la Black no escatimaba en demostrarme que le pertenecía, mis pensamientos, mis miradas incluso mis pesadillas era por y para ella.
Con el gesto tenso apreté los dientes cuando el carro se detuvo frente a la mansión, el mozo se apresuró en salir al encuentro de la dama, nadie la quería enfadada.
Como si flotara bajó del mismo airada, sin esperar ni siquiera que le ayudara y sin mirar atrás, ni decir media palabra se adentro en el caserón seguida por su perro fiel tirado de los eslabones de la cadena.. Cerré la puerta a mis espaldas con un pequeño golpe, fue entonces cuando sobre el suelo retumbo el ruido metálico de las cadenas, algo para nada normal en ella, el sonido erizó mi piel, me sobrecogió trayéndome recuerdos de la infancia. Mi mirada siguió la estela de su vestido y en mi cabeza retumbaban los pasos de sus tacones sobre el suelo de madera noble.
La vi ascender las escaleras inmóvil, mas cuando se detuvo mi cabeza se ladeó ligeramente en un gesto muy lobuno. La fusta, mi mandíbula se cuadriculo y mis dientes se apretaron nuevamente, por un momento sus ojos rojos centellearon contra el tinte ambarino mas finalmente bajé la cabeza y ella emprendió camino hacía sus aposentos.
En el recibidor había una pequeña armariada, dentro mi señora guardaba aquellos objetos que usaba para torturas diversas. La fusta, tras abrir sus puertas recorrí con la yema de mis dedos el objeto con delicadeza y al llegar a su mango lo tomé en un puño cerrando detrás las compuertas.
Seguí sus pasos, al legar la puerta estaba abiertas, Victtoria sentada en su lecho solo con el corsé, los zapatios y las medias me esperaba con una pierna sobre la otra y mla mirada encendida.
-Mi señora -susurré dando un paso tras otro hasta llegar a su altura.
Mi diestra se estiró cediéndole el arma de tortura.
-Yo...yo no..
Me silenció de inmediato alzándose hasta que nuestros rostros quedaron a la misma altura, mi aliento golpeó sus labios de mármol mientras con la barbilla alzada contemplaba sus dos relámpagos.
-Yo no deseo a otra -me atreví a decir aun sabiendo que las palabras sobraban.
Bajé la cabeza en señal de sumision aceptaría el castigo aunque no estaba de acuerdo en merecerlo.
Con el gesto tenso apreté los dientes cuando el carro se detuvo frente a la mansión, el mozo se apresuró en salir al encuentro de la dama, nadie la quería enfadada.
Como si flotara bajó del mismo airada, sin esperar ni siquiera que le ayudara y sin mirar atrás, ni decir media palabra se adentro en el caserón seguida por su perro fiel tirado de los eslabones de la cadena.. Cerré la puerta a mis espaldas con un pequeño golpe, fue entonces cuando sobre el suelo retumbo el ruido metálico de las cadenas, algo para nada normal en ella, el sonido erizó mi piel, me sobrecogió trayéndome recuerdos de la infancia. Mi mirada siguió la estela de su vestido y en mi cabeza retumbaban los pasos de sus tacones sobre el suelo de madera noble.
La vi ascender las escaleras inmóvil, mas cuando se detuvo mi cabeza se ladeó ligeramente en un gesto muy lobuno. La fusta, mi mandíbula se cuadriculo y mis dientes se apretaron nuevamente, por un momento sus ojos rojos centellearon contra el tinte ambarino mas finalmente bajé la cabeza y ella emprendió camino hacía sus aposentos.
En el recibidor había una pequeña armariada, dentro mi señora guardaba aquellos objetos que usaba para torturas diversas. La fusta, tras abrir sus puertas recorrí con la yema de mis dedos el objeto con delicadeza y al llegar a su mango lo tomé en un puño cerrando detrás las compuertas.
Seguí sus pasos, al legar la puerta estaba abiertas, Victtoria sentada en su lecho solo con el corsé, los zapatios y las medias me esperaba con una pierna sobre la otra y mla mirada encendida.
-Mi señora -susurré dando un paso tras otro hasta llegar a su altura.
Mi diestra se estiró cediéndole el arma de tortura.
-Yo...yo no..
Me silenció de inmediato alzándose hasta que nuestros rostros quedaron a la misma altura, mi aliento golpeó sus labios de mármol mientras con la barbilla alzada contemplaba sus dos relámpagos.
-Yo no deseo a otra -me atreví a decir aun sabiendo que las palabras sobraban.
Bajé la cabeza en señal de sumision aceptaría el castigo aunque no estaba de acuerdo en merecerlo.
Urukh- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 22/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Cuando el perro llegó al piso de arriba, la inmortal contó sus pasos mentalmente, calculando el tiempo exacto que tardaría en asomar, con las orejas gachas, por la puerta y, obviamente, portando la gusta que le había ordenado que trajera. Ocultó la sonrisa de satisfacción que sí asomó a sus ojos al verle aparecer con el rostro compungido. Lo conocía a la perfección y sabía que, además de estar arrepentido, era plenamente consciente del motivo del castigo que estaba a punto de caerle encima. Vittoria no era una mujer que se echara atrás en ninguna decisión que tomaba y, además, adoraba someter al cachorro a su voluntad y dominio.
En cuanto Urukh despegó sus labios para hablar, la cainita se alzó hasta quedar completamente erguida. Sabía que su actitud lo era todo y que su porte dejaba claro el enfado que ardía en su pecho. Podía estar muerta por dentro, no tener corazón ni pulmones, pero en contraste con su fría piel, había fuego en el interior de su cuerpo. Chistó para hacerle callar tras aquella halagadora y cierta confesión. La Black sabía que era imposible que el lobo deseara a otra, porque no había mujer más hermosa ni fiera que ella en todo el planeta Tierra, ni la habría jamás.
Movió los dedos sobre el cuero de la empuñadura de la fusta, igual que si la volviera a agarrar, pero sin llegar a soltarla en realidad. La elevó en un gesto rápido y el silbido del material al cortar el aire hizo que las orejas del licántropo se movieran alerta, aún y estando en su forma humana. La parte blanda, la que se usaba realmente para golpear, presionó el mentón ajeno desde debajo, haciendo que el rostro gacho de la sumisa mascota se elevara de nuevo. -Mírame cuando te hablo.- Ordenó en tono seco y demandante, aún y cuando no le había dirigido la palabra desde que ascendiera por la escalinata. Pero necesitaba dejar claro que ella era la que mandaba y que él iba a obedecer una a una sus órdenes, sin rechistar ni gruñir, o el castigo aumentaría de dureza. -Arrodíllate.- Con la misma rapidez que antes, hizo girar la fusta para que el extremo señalara el suelo, el punto exacto donde quería que se hincara el contrario. -No hagas que te lo repita. Sabes que odio tener que decir las cosas dos veces.- Añadió, aunque fuera innecesario. Le gustaba explayarse y precisar, a veces incluso describía con todo lujo de detalles.
Dio un paso atrás, observando el cuerpo tenso foráneo. Sabía que cumpliría con su mandato y que se pondría de rodillas y haría cuanto ella quisiera. Aunque siempre había un punto de rebeldía por su parte, unos instantes en los que la salvaje fiera emergía. Eso hacía todo mucho más divertido y excitante, sino, haría ya tiempo que se habría aburrido de jugar con el pequeño perrito.
En cuanto Urukh despegó sus labios para hablar, la cainita se alzó hasta quedar completamente erguida. Sabía que su actitud lo era todo y que su porte dejaba claro el enfado que ardía en su pecho. Podía estar muerta por dentro, no tener corazón ni pulmones, pero en contraste con su fría piel, había fuego en el interior de su cuerpo. Chistó para hacerle callar tras aquella halagadora y cierta confesión. La Black sabía que era imposible que el lobo deseara a otra, porque no había mujer más hermosa ni fiera que ella en todo el planeta Tierra, ni la habría jamás.
Movió los dedos sobre el cuero de la empuñadura de la fusta, igual que si la volviera a agarrar, pero sin llegar a soltarla en realidad. La elevó en un gesto rápido y el silbido del material al cortar el aire hizo que las orejas del licántropo se movieran alerta, aún y estando en su forma humana. La parte blanda, la que se usaba realmente para golpear, presionó el mentón ajeno desde debajo, haciendo que el rostro gacho de la sumisa mascota se elevara de nuevo. -Mírame cuando te hablo.- Ordenó en tono seco y demandante, aún y cuando no le había dirigido la palabra desde que ascendiera por la escalinata. Pero necesitaba dejar claro que ella era la que mandaba y que él iba a obedecer una a una sus órdenes, sin rechistar ni gruñir, o el castigo aumentaría de dureza. -Arrodíllate.- Con la misma rapidez que antes, hizo girar la fusta para que el extremo señalara el suelo, el punto exacto donde quería que se hincara el contrario. -No hagas que te lo repita. Sabes que odio tener que decir las cosas dos veces.- Añadió, aunque fuera innecesario. Le gustaba explayarse y precisar, a veces incluso describía con todo lujo de detalles.
Dio un paso atrás, observando el cuerpo tenso foráneo. Sabía que cumpliría con su mandato y que se pondría de rodillas y haría cuanto ella quisiera. Aunque siempre había un punto de rebeldía por su parte, unos instantes en los que la salvaje fiera emergía. Eso hacía todo mucho más divertido y excitante, sino, haría ya tiempo que se habría aburrido de jugar con el pequeño perrito.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Mis ojos se tiñeron de un amarillo radioactivo, la vampiresa como un depredador me hizo alzar le mentón para que la mirara de frente, pero hacerlo solo me llevaría a delatar mi estado de animo furibundo.
Apreté la mandíbula y de un tirón saqué mi mentón del filo de su fusta mientras desafiante y con la mirada lobuna le mantenía la mirada emitiendo un ligero gruñido que escapaba de lo más hondo de mis entrañas.
Me pidió que me arrodillara, el castigo llegaría y lo haría humillándome por haber desviado apenas la mirada hacia una mujer que ni conocía y con la que no entablée palabra.
-No -dije con la voz ronca acompasado a un rugido gutural.
De nuevo las cuerdas de la fusta cortaron el viento silbando, mis orejas se echaron atrás mientras mis colmillos emergían rozando mi lengua y manchandola de ponzoña.
-¡No! -rugí mas alto sin apartar mis gigantes rojas de sus ojos plagados de fuego.
-No la he mirado con animo de lascivia -aseveré en mi defensa -no merezco ser castigado -le recordé.
Y si lo había hecho ¿que? Acaso no tenía ojos en la cara para saber cuando una mujer era bonita.
La sonrisa de la Black se ladeo, como si de nuevo doblegarme fuera su única meta, ella jamas escatimó en castigos, me partió en dos siendo un cachorro pero ya no era ese niño.
Le mostré los dientes airado.
-No merezco ese castigo – rugí de nuevo.
Elevó de nuevo la fusta mas mi diestra atajó la distancia deteniéndola antes de que me golpeara con ella, allí estaba el desafio con fatales consecuencias.
Apreté la mandíbula y de un tirón saqué mi mentón del filo de su fusta mientras desafiante y con la mirada lobuna le mantenía la mirada emitiendo un ligero gruñido que escapaba de lo más hondo de mis entrañas.
Me pidió que me arrodillara, el castigo llegaría y lo haría humillándome por haber desviado apenas la mirada hacia una mujer que ni conocía y con la que no entablée palabra.
-No -dije con la voz ronca acompasado a un rugido gutural.
De nuevo las cuerdas de la fusta cortaron el viento silbando, mis orejas se echaron atrás mientras mis colmillos emergían rozando mi lengua y manchandola de ponzoña.
-¡No! -rugí mas alto sin apartar mis gigantes rojas de sus ojos plagados de fuego.
-No la he mirado con animo de lascivia -aseveré en mi defensa -no merezco ser castigado -le recordé.
Y si lo había hecho ¿que? Acaso no tenía ojos en la cara para saber cuando una mujer era bonita.
La sonrisa de la Black se ladeo, como si de nuevo doblegarme fuera su única meta, ella jamas escatimó en castigos, me partió en dos siendo un cachorro pero ya no era ese niño.
Le mostré los dientes airado.
-No merezco ese castigo – rugí de nuevo.
Elevó de nuevo la fusta mas mi diestra atajó la distancia deteniéndola antes de que me golpeara con ella, allí estaba el desafio con fatales consecuencias.
Urukh- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 22/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Era la primera vez que el lobo la desobedecía tan pronto y con aquella actitud rebelde. Había pasado de agachar las orejas a enfrentar su mirada con aquellos orbes como el oro líquido, fulgurosos, desafiantes y salvajes. -He dicho que te arrodilles.- Usó un tono más contundente y seco que la vez anterior y alzó la fusta dispuesta a golpear la cara de su díscola mascota, pero éste detuvo el arma antes de que el cuero impactara contra su mejilla. El irreverente perro no dejaba de decir que no merecía el castigo, que él no había hecho nada y que su mirada al posarse en la mortal no estaba cargada de lujuria. -Tú me perteneces, Urukh. Tu deseo, tu odio, tus preguntas, tu existencia misma. Creía que ya lo tenías aprendido ¿y me vienes con estas?- Mientras él sujetaba la fusta y mostraba sus dientes ya medio crecidos, la cainita, haciendo uso de su fuerza y velocidad, ésta última mayor que la del licántropo, abofeteó la otra mejilla del maldito chucho que osaba morderle la mano, a ella, que le daba de comer.
-Desafíame una vez más y sabrás lo que es el dolor.- Aseveró, mientras el lobo rugía furibundo por el golpe que acababa de recibir y que aún le ardía. -He dicho que te arrodilles.- Repitió por última vez. Y como no estaba dispuesta a que le llevara la contraria de nuevo, se separó lo suficiente como para, al flexionar la pierna derecha, clavar el tacón en la ingle ajena y le empujó hasta que éste acabó hincando las rodillas en el suelo. Le conocía bien y sabía que sus castigos le excitaban, aunque aún y sin saberlo, era evidente pues tenía la entrepierna tan abultada que si se descuidaba le sacaría un ojo con los botones. La inmortal ladeó la sonrisa.
-Desafíame una vez más y sabrás lo que es el dolor.- Aseveró, mientras el lobo rugía furibundo por el golpe que acababa de recibir y que aún le ardía. -He dicho que te arrodilles.- Repitió por última vez. Y como no estaba dispuesta a que le llevara la contraria de nuevo, se separó lo suficiente como para, al flexionar la pierna derecha, clavar el tacón en la ingle ajena y le empujó hasta que éste acabó hincando las rodillas en el suelo. Le conocía bien y sabía que sus castigos le excitaban, aunque aún y sin saberlo, era evidente pues tenía la entrepierna tan abultada que si se descuidaba le sacaría un ojo con los botones. La inmortal ladeó la sonrisa.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Clavé las rodillas en el suelo dejándome caer sobre mi trasero en una pose relajada, con mis manos sobre las rodillas y mi lobuna mirada anclada al fuego de sus ojos escarlata.
Odiaba que la desafiara, me lo había enseñado a lo largo de toda mi existencia, pero yo había crecido ante sus ojos casi al ritmo al que se alzaba ahora mi verga.
Me relamí al notar como su mirada se oscurecía al perderse en mi bragueta, aquel juego lo conocía, torturarme y acabar follando como las bestias salvajes que eramos.
-¿Eres tu mía? -pregunté ladeando la cabeza en un gesto muy lobuno – dices que te pertenezco, mis miradas, mis sueños, mi deseo y mis anhelos, pero tu miras, deseas y anhelas ¿eres mía Vittoria?
La vampiresa no respondió, se limitó a caminar a mi alrededor como un depredador, hasta que alcanzó mi espalda no dejó que la fusta golpeara con saña mi espalda, gruñí elevando mi trasero, tensando los músculos al sentir abrirse mi carne bajo su “arma de tortura”.
Dejé caer la cabeza mirando el suelo con sumisión, mi cuerpo se venció de nuevo en una relajada posición.
-Así me gusta -susurró la Black dispuesta a dar un paso mas.
Quizás estaba siendo osado, mas quería ser dueña de mis miradas y mis deseos y antes de que pudiera siquiera regocijarse del hecho de mi derrota, me alcé con la velocidad que hacía gala a mi especia y la empotré contra la pared.
Mi aliento cálido se adentró en la cavidad entreabierta de su boca gélida, ladeo la sonrisa cuando notó mi alzado miembro contra su vientre bajo.
-Asi te gusta mas -aseguré empujando con una estocada mientras mis manos aferraban sus muslos con hambre - ¿eres mía? -pregunté contra sus labios
Era mi instinto el que me pedía poseerla y sin embargo sabía que esto distaba mucho de ser reciproco, siempre sería su perro al que tomaría o dejaría dependiendo.
Odiaba que la desafiara, me lo había enseñado a lo largo de toda mi existencia, pero yo había crecido ante sus ojos casi al ritmo al que se alzaba ahora mi verga.
Me relamí al notar como su mirada se oscurecía al perderse en mi bragueta, aquel juego lo conocía, torturarme y acabar follando como las bestias salvajes que eramos.
-¿Eres tu mía? -pregunté ladeando la cabeza en un gesto muy lobuno – dices que te pertenezco, mis miradas, mis sueños, mi deseo y mis anhelos, pero tu miras, deseas y anhelas ¿eres mía Vittoria?
La vampiresa no respondió, se limitó a caminar a mi alrededor como un depredador, hasta que alcanzó mi espalda no dejó que la fusta golpeara con saña mi espalda, gruñí elevando mi trasero, tensando los músculos al sentir abrirse mi carne bajo su “arma de tortura”.
Dejé caer la cabeza mirando el suelo con sumisión, mi cuerpo se venció de nuevo en una relajada posición.
-Así me gusta -susurró la Black dispuesta a dar un paso mas.
Quizás estaba siendo osado, mas quería ser dueña de mis miradas y mis deseos y antes de que pudiera siquiera regocijarse del hecho de mi derrota, me alcé con la velocidad que hacía gala a mi especia y la empotré contra la pared.
Mi aliento cálido se adentró en la cavidad entreabierta de su boca gélida, ladeo la sonrisa cuando notó mi alzado miembro contra su vientre bajo.
-Asi te gusta mas -aseguré empujando con una estocada mientras mis manos aferraban sus muslos con hambre - ¿eres mía? -pregunté contra sus labios
Era mi instinto el que me pedía poseerla y sin embargo sabía que esto distaba mucho de ser reciproco, siempre sería su perro al que tomaría o dejaría dependiendo.
Urukh- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 22/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
La pregunta del lobo era tan absurda que la cainita ni siquiera se molestó en contestar. Ella no pertenecía a nadie salvo a sí misma y eso era algo que Urukh ya sabía. Pero estaba en una fase rebelde y se empeñaba en decir cosas de lo más estúpidas e ilógicas. A este paso, pronto le pediría que se casaran o que le declarara su amor eterno. ¿Quién le había estado metiendo aquellas ideas en la cabeza? No tenía suficiente con que sus hermanos se hubiesen vuelto tontos por culpa de un par de mujerzuelas que ahora tenía que tolerar que su chucho se pasara de la raya. Ella no pasaría eso por alto y la insubordinación sería castigada.
Caminó alrededor del perro que ahora permanecía de rodillas y con la cabeza gacha. Movió oscilante la fusta, despacio. Él estaba vestido así que la ropa se interponía entre el latigazo y la piel, pero por ahora bastaría, pensó, antes de fustigar con fuerza el omóplato derecho ajeno. Le escuchó rechinar los dientes, pero estaba ya acostumbrado al dolor y no se quejó, no hubo aullido, solamente un gruñido por intentar resistirse a la dominación. -Así me gusta.- Susurró Vittoria, encorvándose ligeramente hasta que sus labios rozaron la ternilla de la oreja foránea. Aún se estaba incorporando, puesto que se movía con suma calma, pero no por ello con menos soberbia, que el lobo se alzaba raudo y violento para empotrarla de espaldas contra la pared, usando su propio cuerpo como muro de contención. Le dejó hacer, porque le excitaba cuando se ponía agresivo, era todo mucho más interesante que cuando era sumiso. Si no tuviera ese lado salvaje, haría mucho tiempo que le hubiese lanzado por un barranco o ahogado dentro de un saco en un río.
Levantada ahora del suelo, con los muslos siendo aprisionados por aquellas manos grandes y fuertes que parecían ansiar desgarrar hasta su carne, la vampiresa sonrió. Los brazos se apoyaban en los hombros ajenos a la altura de las muñecas cuando, por si a Urukh se le había olvidado, le dio un pequeño recordatorio al darle un fustazo en el trasero. -Tú eres mío y con eso deberías estar moviendo ya el rabo. Los dos.- Espetó, antes de morder el labio inferior del perro, cortando éste con sus afilados colmillos. Lamió la ponzoña que salió de ellos, sin importarle esas banales leyendas sobre que la sangre de los licántropos era veneno para los cainitas. Ella había ingerido anteriormente el plasma de su chucho y jamás le había pasado nada.
Caminó alrededor del perro que ahora permanecía de rodillas y con la cabeza gacha. Movió oscilante la fusta, despacio. Él estaba vestido así que la ropa se interponía entre el latigazo y la piel, pero por ahora bastaría, pensó, antes de fustigar con fuerza el omóplato derecho ajeno. Le escuchó rechinar los dientes, pero estaba ya acostumbrado al dolor y no se quejó, no hubo aullido, solamente un gruñido por intentar resistirse a la dominación. -Así me gusta.- Susurró Vittoria, encorvándose ligeramente hasta que sus labios rozaron la ternilla de la oreja foránea. Aún se estaba incorporando, puesto que se movía con suma calma, pero no por ello con menos soberbia, que el lobo se alzaba raudo y violento para empotrarla de espaldas contra la pared, usando su propio cuerpo como muro de contención. Le dejó hacer, porque le excitaba cuando se ponía agresivo, era todo mucho más interesante que cuando era sumiso. Si no tuviera ese lado salvaje, haría mucho tiempo que le hubiese lanzado por un barranco o ahogado dentro de un saco en un río.
Levantada ahora del suelo, con los muslos siendo aprisionados por aquellas manos grandes y fuertes que parecían ansiar desgarrar hasta su carne, la vampiresa sonrió. Los brazos se apoyaban en los hombros ajenos a la altura de las muñecas cuando, por si a Urukh se le había olvidado, le dio un pequeño recordatorio al darle un fustazo en el trasero. -Tú eres mío y con eso deberías estar moviendo ya el rabo. Los dos.- Espetó, antes de morder el labio inferior del perro, cortando éste con sus afilados colmillos. Lamió la ponzoña que salió de ellos, sin importarle esas banales leyendas sobre que la sangre de los licántropos era veneno para los cainitas. Ella había ingerido anteriormente el plasma de su chucho y jamás le había pasado nada.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Mis manos se hundieron en sus nalgas despertando su sonrisa ladeada, en vilo sujeta por mi cuerpo y estacada en su centro por el rabo que quería moviera ambos nos miramos desafiándonos.
En mi trasero un azote que me recordó exactamente que mi castigo aun estaba por llagar, por contra sus labios entreabiertos anhelaban algo que no pedía pero que esperaba.
Mi boca rozó la suya, rebelde como era me limité a buscarla pero no encontrarla rozando nuestra nariz en una danza de idas y venidas que no concluían en los titánicos besos que nos solíamos dar.
-Ya tienes una de mis colas, perdona si no muevo la otra.
Aferró mi pelo con sus dedos antes de atajar la distancia mordiendo mis labios, paladeando el ferreo sabor de mi ponzoña, coló su lengua entre mis belfos lamiendo la propia, el paladar y mi labio superior quedando de nuevo ambos mirándonos con las bocas entreabiertas rozándose.
-Hace tiempo que no te toca otro hombre, no me creo que no seas mía, creo que esa es tu fachada y ahora castiga mi falta pero no encuentras diversión en otro rabo que no sea el que se clava entre tus piernas.
Relamí mis labios sin apartarme un ápice, empujando mi estaca contra ella mientras mi zurda jugaba con las lazadas de su corseé.
Iba a hablar cuando llevé de improvisto mis manos a aquella prenda que había elegido para lucirse frente a los demás y la desgarre con mis zarpas dejando sus senos al aire.
Mi boca apresó uno de ellos lamiéndolo, succionándolo, dejando mordidas y jadeos por toda su piel.
En mi trasero un azote que me recordó exactamente que mi castigo aun estaba por llagar, por contra sus labios entreabiertos anhelaban algo que no pedía pero que esperaba.
Mi boca rozó la suya, rebelde como era me limité a buscarla pero no encontrarla rozando nuestra nariz en una danza de idas y venidas que no concluían en los titánicos besos que nos solíamos dar.
-Ya tienes una de mis colas, perdona si no muevo la otra.
Aferró mi pelo con sus dedos antes de atajar la distancia mordiendo mis labios, paladeando el ferreo sabor de mi ponzoña, coló su lengua entre mis belfos lamiendo la propia, el paladar y mi labio superior quedando de nuevo ambos mirándonos con las bocas entreabiertas rozándose.
-Hace tiempo que no te toca otro hombre, no me creo que no seas mía, creo que esa es tu fachada y ahora castiga mi falta pero no encuentras diversión en otro rabo que no sea el que se clava entre tus piernas.
Relamí mis labios sin apartarme un ápice, empujando mi estaca contra ella mientras mi zurda jugaba con las lazadas de su corseé.
Iba a hablar cuando llevé de improvisto mis manos a aquella prenda que había elegido para lucirse frente a los demás y la desgarre con mis zarpas dejando sus senos al aire.
Mi boca apresó uno de ellos lamiéndolo, succionándolo, dejando mordidas y jadeos por toda su piel.
Urukh- Licántropo Clase Alta
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Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
El juego de Vittoria era siempre el mismo: se mostraba enfadada, sometía al perro, le dejaba rebelarse y que se confiara, para luego arremeter de nuevo, hundiéndole en la miseria. Lo más divertido de todo era que el propio lobo solía darle la respuesta que necesitaba para tenerle tendido en el suelo, sufriendo y suplicando por una muerte digna.
Así pues, dejó que él jugara, que se mostrara seguro de sí mismo, que aflorara aquel orgullo canino que, aunque pocas veces la cainita permitiera saliera a la luz, allí estaba, en el corazón de la bestia que ella controlaba.
Él no la besaba y jugaba a que le persiguiera, pero el deseo de satisfacer sus necesidades primaba por encima de la satisfacción de verle divertirse mientras pudiera, así que agarró con firmeza el pelo de la nuca de Urukh y con fiereza le mordió los labios de nuevo para embeberse de su ponzoña. Se relamió con evidente lascivia, apretando con los talones en el trasero del perro para que se la clavara hasta el fondo. Iba a responder justo en aquel instante a su anterior provocación, cuando le vio volverse agresivo y destrozar la prenda que con tan buen gusto había elegido para deslumbrar a sus hermanos. -¿No te gustaba cómo realzaba mis preciosos senos?- Inquirió con un fingido tono de inocencia que casi se asemejaba al puchero de una niña. Siempre jugando su presa, buscando llevarle al límite sin que ni siquiera éste se diera cuenta.
Gozó de los mordiscos, lamidas y succiones durante un par de minutos, mientras las caderas foráneas no dejaban de arremeter con la voracidad digna del lobo más salvaje. Le dio otro fustazo en el culo, acercando sus labios a la oreja izquierda y la perfiló con sus afilados colmillos, mordisqueando suavemente, sin sajar la piel. Una pérfida sonrisa se dibujó en su rostro cuando con total malicia susurró. -Tienes razón... Hace mucho tiempo que no me acuesto con otro hombre. Seguro que me he perdido muchas cosas últimamente, ¿cierto? Mañana saldré a probar cosas nuevas mientras tú miras y me ves gozar con otro rabo entre mis piernas.-
Así pues, dejó que él jugara, que se mostrara seguro de sí mismo, que aflorara aquel orgullo canino que, aunque pocas veces la cainita permitiera saliera a la luz, allí estaba, en el corazón de la bestia que ella controlaba.
Él no la besaba y jugaba a que le persiguiera, pero el deseo de satisfacer sus necesidades primaba por encima de la satisfacción de verle divertirse mientras pudiera, así que agarró con firmeza el pelo de la nuca de Urukh y con fiereza le mordió los labios de nuevo para embeberse de su ponzoña. Se relamió con evidente lascivia, apretando con los talones en el trasero del perro para que se la clavara hasta el fondo. Iba a responder justo en aquel instante a su anterior provocación, cuando le vio volverse agresivo y destrozar la prenda que con tan buen gusto había elegido para deslumbrar a sus hermanos. -¿No te gustaba cómo realzaba mis preciosos senos?- Inquirió con un fingido tono de inocencia que casi se asemejaba al puchero de una niña. Siempre jugando su presa, buscando llevarle al límite sin que ni siquiera éste se diera cuenta.
Gozó de los mordiscos, lamidas y succiones durante un par de minutos, mientras las caderas foráneas no dejaban de arremeter con la voracidad digna del lobo más salvaje. Le dio otro fustazo en el culo, acercando sus labios a la oreja izquierda y la perfiló con sus afilados colmillos, mordisqueando suavemente, sin sajar la piel. Una pérfida sonrisa se dibujó en su rostro cuando con total malicia susurró. -Tienes razón... Hace mucho tiempo que no me acuesto con otro hombre. Seguro que me he perdido muchas cosas últimamente, ¿cierto? Mañana saldré a probar cosas nuevas mientras tú miras y me ves gozar con otro rabo entre mis piernas.-
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
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Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Arrugué el labio superior mostrandole los colmillos ligeramente crecidos, mis ojos tan amarillos como el mismo astro delataba lo que aquellas palabras me afectaban, furibundo aullé como un lobo en claro signo de amenaza.
-No, no lo harás, porque será la ultima vez que tendrás mi cola entre tus piernas -la amenaza fue clara y aunque la hizo reír sabía que no iba de farol.
Podría golpearme hasta la muerte, encerrarme en unas mazmorras haciéndome pasar hambre, podría hacer cuanto quisiera pero no volvería a tenerme a esta distancia aunque suplicara clemencia.
Sus labios tomaron los míos con hambre, entre mordidas salvajes, mi lengua se colo en sus fronteras como una sombra, fugaz recorrió cada recoveco sintiendo la ponzoña de sus colmillos en ella.
Bajé el pantalón lo suficiente como para que mi ariete golpeara las compuertas una y otra vez, sus tacones en mis nalgas denotaban la impaciencia de dos cuerpos que se ansiaban.
-quiero entrar -gruñí
Sus dedos treparon por mi pelo tirando de los mechones mientras el beso cada vez se hacía mas profundo húmedo y salvaje.
Ms dedos se colaron el los bajos fondos, apartaron esa tela endiablada que me impedía la entrada y mi punta completamente mojada como sus bragas y roja de la sangre que en ella se acumulaba se adentro hasta los confines de su coño. con un golpe seco que tambaleó sus cimientos la obligue a arquear su cuerpo.
Gimió ofreciéndome sus pechos, colgando de mi cuello con los brazos, la cabeza hacia atrás y sus labios entreabiertos
-No deseas a otro, dilo -rugí empujando con tanta fuerza que la pared se agrieto bajo su espalda -dilo pedí entre rugidos.
-No, no lo harás, porque será la ultima vez que tendrás mi cola entre tus piernas -la amenaza fue clara y aunque la hizo reír sabía que no iba de farol.
Podría golpearme hasta la muerte, encerrarme en unas mazmorras haciéndome pasar hambre, podría hacer cuanto quisiera pero no volvería a tenerme a esta distancia aunque suplicara clemencia.
Sus labios tomaron los míos con hambre, entre mordidas salvajes, mi lengua se colo en sus fronteras como una sombra, fugaz recorrió cada recoveco sintiendo la ponzoña de sus colmillos en ella.
Bajé el pantalón lo suficiente como para que mi ariete golpeara las compuertas una y otra vez, sus tacones en mis nalgas denotaban la impaciencia de dos cuerpos que se ansiaban.
-quiero entrar -gruñí
Sus dedos treparon por mi pelo tirando de los mechones mientras el beso cada vez se hacía mas profundo húmedo y salvaje.
Ms dedos se colaron el los bajos fondos, apartaron esa tela endiablada que me impedía la entrada y mi punta completamente mojada como sus bragas y roja de la sangre que en ella se acumulaba se adentro hasta los confines de su coño. con un golpe seco que tambaleó sus cimientos la obligue a arquear su cuerpo.
Gimió ofreciéndome sus pechos, colgando de mi cuello con los brazos, la cabeza hacia atrás y sus labios entreabiertos
-No deseas a otro, dilo -rugí empujando con tanta fuerza que la pared se agrieto bajo su espalda -dilo pedí entre rugidos.
Urukh- Licántropo Clase Alta
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Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Le encantaba ver al perro ponerse celoso y posesivo, principalmente porque entonces se la follaba con mayor violencia y necesidad, ansioso por convencerse a sí mismo de que ella le pertenecía. Era tan iluso que se volvía adorable. Vittoria sonrió contra el cuello ajeno, rozando éste con sus colmillos pero sin morderle. Le iba a demostrar que las cosas no funcionaban como él quería, sino como ella sentenciaba. Pensaba atraer a otro hombre a su habitación y le obligaría a mirar, pero por ahora le dejaría creer que ganaba, porque así el daño sería más profundo y la rabia más intensa.
Tiró del cabello de la nuca ajena para volver a besarle entre mordiscos y lamidas, saboreando la saliva del chucho. -Pues entra.- Le instó, moviendo las caderas de nuevo para que aquella dura verga rozara la fina tela de sus bragas. Sentía la impaciencia, la brusquedad de las embestidas y, al fin, las garras del lobo rasgando la prenda para penetrarla con rudeza. La vampiresa gimió llena de placer con la gruesa polla de su mascota follándosela como ella deseaba. Sus hermanos podían decir las tonterías que quisieran pero no había mejor sexo que el que se tenía con rabia. El odio era un excelente estímulo y la satisfacción que otorgaba era incalculable, al menos para Vittoria.
El chucho se empeñaba en que ella le dijera que ninguno la hacía disfrutar y, aunque aquello pudiera ser cierto, ella no lo iba a decir jamás. Urukh lo sabía, conocía a la inmortal, pero su instinto de territorialidad le obligaba a reclamarla como suya y el único modo en que podía hacerlo era impregnándola en su olor y mordiendo.
El dorso de la mano izquierda de la Black acarició la cicatriz de su cara, antes de lamerla, pasando por encima del párpado cuando el lobo parpadeó. -¿Quién te hizo esto, perrito? Recuérdamelo.- Susurró al acercar los labios al oído ajeno y recorrerlo de nuevo con su afilada lengua. Ella lo sabía a la perfección, porque había sido ella quien le había infligido la herida y le había hecho suplicar de dolor. El torso entero de su mascota estaba lleno de señales que ella había ido dejando en él, algunas cuando sólo era un niño, pero la mayoría cuando ya había adquirido un aspecto adulto y atractivo. La plata era una buena aliada y dejaba marca incluso en un licano. -¡He dicho que me lo recuerdes!- Exigió cuando él se negó a responder la primera vez, gruñendo estocada tras estocada. Ella gemía, arqueando la espalda, pero no dejaba de demandar lo que quería. Era una Black y siempre conseguía todo lo que se proponía, al coste que fuera, sin importar las consecuencias o represalias.
Tiró del cabello de la nuca ajena para volver a besarle entre mordiscos y lamidas, saboreando la saliva del chucho. -Pues entra.- Le instó, moviendo las caderas de nuevo para que aquella dura verga rozara la fina tela de sus bragas. Sentía la impaciencia, la brusquedad de las embestidas y, al fin, las garras del lobo rasgando la prenda para penetrarla con rudeza. La vampiresa gimió llena de placer con la gruesa polla de su mascota follándosela como ella deseaba. Sus hermanos podían decir las tonterías que quisieran pero no había mejor sexo que el que se tenía con rabia. El odio era un excelente estímulo y la satisfacción que otorgaba era incalculable, al menos para Vittoria.
El chucho se empeñaba en que ella le dijera que ninguno la hacía disfrutar y, aunque aquello pudiera ser cierto, ella no lo iba a decir jamás. Urukh lo sabía, conocía a la inmortal, pero su instinto de territorialidad le obligaba a reclamarla como suya y el único modo en que podía hacerlo era impregnándola en su olor y mordiendo.
El dorso de la mano izquierda de la Black acarició la cicatriz de su cara, antes de lamerla, pasando por encima del párpado cuando el lobo parpadeó. -¿Quién te hizo esto, perrito? Recuérdamelo.- Susurró al acercar los labios al oído ajeno y recorrerlo de nuevo con su afilada lengua. Ella lo sabía a la perfección, porque había sido ella quien le había infligido la herida y le había hecho suplicar de dolor. El torso entero de su mascota estaba lleno de señales que ella había ido dejando en él, algunas cuando sólo era un niño, pero la mayoría cuando ya había adquirido un aspecto adulto y atractivo. La plata era una buena aliada y dejaba marca incluso en un licano. -¡He dicho que me lo recuerdes!- Exigió cuando él se negó a responder la primera vez, gruñendo estocada tras estocada. Ella gemía, arqueando la espalda, pero no dejaba de demandar lo que quería. Era una Black y siempre conseguía todo lo que se proponía, al coste que fuera, sin importar las consecuencias o represalias.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
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Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Embestí con saña, abriéndome paso entre sus paredes calientes, llenas de sangre y abultadas, dispuestas a recibir mis penetraciones salvajes bañadas en los elixires de su abismo.
-Estas cachonda -aseveré presionando con mi glande su centro abriéndolo como una flor que engullía mi polla hasta los huevos. Los colmillos crecieron siendo lamidos por su lengua de fuego, eramos demonios bailando en el infierno. La mansión retumbaban bajo la violencia de aquel encuentro, su espalda se arqueaba entre mis manos ofreciéndome aquel cuerpo inmortal, deseado por mis labios que de el se emborracharon.
Pero ella siempre guardaba un as en la manga, deslizó la yema de sus dedos por la cicatriz que desde mi frente hasta mi mentón atravesando el ojo marcaba mi cara.
Su pregunta retumbó haciéndome gruñir airado, solo meterla mas dentro me devolvería la razón y a ella le serviría como única respuesta al desafió.
Ella gemía, le gustaba que lo hiciera así, como si fuera una estaca y la atravesara, mostrarle mi odio, mi saña y como no mi pasión.
-Di que solo yo te complazco así -rugí mordiendo sus belfos hasta que la sangre emergió de estos.
Gotas que mojaron sus dos pechos alzados y allí perdí mi boca, lamiéndolos, tomándolos sin reparo, marcándolos con los dientes hasta amoratarlos.
Su sangre me embriagaba como el mas fuerte de los licores
Elevó mi rostro para que la mirara de nuevo, sus ojos rojos querían una respuesta y el juego solo seguiría si yo me sometía ante ella.
-Tu -rugí -tu -gruñí enterrando mi palpitante polla en su mas que mojado coño -tu -aseveré girándola para estamparla contra la pared.
Recordé el día que me hizo esa herida, era un niño y ella una puta sádica dispuesta a darme un castigo que ni de lejos merecía.
-Te odio.
Sus pechos quedaron presos por la rugosa superficie estimulando los pezones, abrí sus muslos llevando a su entrada mi punta roja y brillante y de nuevo me adentre con saña en su interior, entrando tan dentro que todo su cuerpo se tambaleo.
-Dilo -pedí apresando con mis colmillos su cuello hasta que este sangro.
Mi diestra fue directa a separar sus labios pellizcando su bulto, torturándolo mientras seguir follándomela desde atrás muy duro.
-Estas cachonda -aseveré presionando con mi glande su centro abriéndolo como una flor que engullía mi polla hasta los huevos. Los colmillos crecieron siendo lamidos por su lengua de fuego, eramos demonios bailando en el infierno. La mansión retumbaban bajo la violencia de aquel encuentro, su espalda se arqueaba entre mis manos ofreciéndome aquel cuerpo inmortal, deseado por mis labios que de el se emborracharon.
Pero ella siempre guardaba un as en la manga, deslizó la yema de sus dedos por la cicatriz que desde mi frente hasta mi mentón atravesando el ojo marcaba mi cara.
Su pregunta retumbó haciéndome gruñir airado, solo meterla mas dentro me devolvería la razón y a ella le serviría como única respuesta al desafió.
Ella gemía, le gustaba que lo hiciera así, como si fuera una estaca y la atravesara, mostrarle mi odio, mi saña y como no mi pasión.
-Di que solo yo te complazco así -rugí mordiendo sus belfos hasta que la sangre emergió de estos.
Gotas que mojaron sus dos pechos alzados y allí perdí mi boca, lamiéndolos, tomándolos sin reparo, marcándolos con los dientes hasta amoratarlos.
Su sangre me embriagaba como el mas fuerte de los licores
Elevó mi rostro para que la mirara de nuevo, sus ojos rojos querían una respuesta y el juego solo seguiría si yo me sometía ante ella.
-Tu -rugí -tu -gruñí enterrando mi palpitante polla en su mas que mojado coño -tu -aseveré girándola para estamparla contra la pared.
Recordé el día que me hizo esa herida, era un niño y ella una puta sádica dispuesta a darme un castigo que ni de lejos merecía.
-Te odio.
Sus pechos quedaron presos por la rugosa superficie estimulando los pezones, abrí sus muslos llevando a su entrada mi punta roja y brillante y de nuevo me adentre con saña en su interior, entrando tan dentro que todo su cuerpo se tambaleo.
-Dilo -pedí apresando con mis colmillos su cuello hasta que este sangro.
Mi diestra fue directa a separar sus labios pellizcando su bulto, torturándolo mientras seguir follándomela desde atrás muy duro.
Urukh- Licántropo Clase Alta
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Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Notaba como todo el cuerpo del lobo se tensaba por contenerse. Las palabras de Vittoria eran como lanzas que sabían donde clavarse y hasta qué profundidad. Buscaba herir gravemente a la bestia, pero no matarla. Quería que se retorciera en un dolor psicológico tal que le fuera imposible seguir manteniendo, no sólo la cordura, sino su cuerpo humano. Conocía los dos lados del engendro al que provocaba, y no hablaba del que tenía ahora en frente, sino de los animales en los que se transformaba. Estaba el lobo blanco, más sumiso y maleable y el monstruo negro, aquel que no respondía ante nadie, ni siquiera ante su dueña. No había otro licántropo como Urukh, uno roto por dentro y por fuera, destruido por ella, a base de esfuerzo y dedicación. Era cierto lo que él ansiaba saber, ninguno la podía satisfacer como lo hacía él, pero no decírselo era lo divertido, torturarlo hasta el desquicio era para la Black como la ambrosía para los dioses.
Arañó la pared en cuanto el perro la empotró de cara a ella, separando sus nalgas para follársela de nuevo, más agresivo, más violento. La sonrisa era cada vez más evidente en el rostro de la cainita que se relamía entre gemidos, observando de soslayo como el lobo hincaba en su blanca piel los colmillos. -Mañana, cuando me esté follando otro, te lo diré.- Aseguró antes de estallar en una sonora carcajada, únicamente entrecortada por los jadeos que escapaban de su garganta con cada nueva arremetida llena de furia de su adorable mascota. Ansiaba volverle loco y que se perdiera en el abismo de la bestia que moraba en su interior.
Llevó la mano hacia atrás, aferrando la nuca foránea en la que clavó las uñas y, rasgando su dermis hasta abrirle la carne, unió de nuevo su boca con la de Urukh para devorar sus labios mientras éste arremetía con su polla gruesa y dura con tanta saña que cualquiera diría pretendía partirla en dos con sus estocadas. -Fóllame duro para que no lo olvide y pueda comparar.- Murmuró contra los labios que acababa de besar y los mordió, cortándolos deliberadamente con sus colmillos y los lamió a continuación, tiñendo los suyos propios con el carmesí del perro que no dejaba de gruñir con los ojos ambarinos. Mas ella deseaba verlos rojizos, porque así se ponían cando el lobo negro emergía, como un campo de opiáceas amapolas ardiendo.
Arañó la pared en cuanto el perro la empotró de cara a ella, separando sus nalgas para follársela de nuevo, más agresivo, más violento. La sonrisa era cada vez más evidente en el rostro de la cainita que se relamía entre gemidos, observando de soslayo como el lobo hincaba en su blanca piel los colmillos. -Mañana, cuando me esté follando otro, te lo diré.- Aseguró antes de estallar en una sonora carcajada, únicamente entrecortada por los jadeos que escapaban de su garganta con cada nueva arremetida llena de furia de su adorable mascota. Ansiaba volverle loco y que se perdiera en el abismo de la bestia que moraba en su interior.
Llevó la mano hacia atrás, aferrando la nuca foránea en la que clavó las uñas y, rasgando su dermis hasta abrirle la carne, unió de nuevo su boca con la de Urukh para devorar sus labios mientras éste arremetía con su polla gruesa y dura con tanta saña que cualquiera diría pretendía partirla en dos con sus estocadas. -Fóllame duro para que no lo olvide y pueda comparar.- Murmuró contra los labios que acababa de besar y los mordió, cortándolos deliberadamente con sus colmillos y los lamió a continuación, tiñendo los suyos propios con el carmesí del perro que no dejaba de gruñir con los ojos ambarinos. Mas ella deseaba verlos rojizos, porque así se ponían cando el lobo negro emergía, como un campo de opiáceas amapolas ardiendo.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Estampé su cabeza contra la pared sujetándola con mi diestra por el cuello, mis zarpas ahora crecidas se hundieron en su inmaculada piel sin aflojar un ápice las embestidas.
Mis labios sangraban carmesí que como una cascada moría en su espalda mientras mis colmillos crecidos quedaban al descubierto al arrugar mi belfo superior.
Nunca la tocaría otro, lo mataría, la mataría, ella me pertenencia.
Rugí embistiéndola, clavando mi verga tan honda que mis huevos tirantes casi se le metían dentro de su coño dilatado.
Ella me llevaba a ese punto de no retorno, ese en el que nada tenía sentido, mi otra mano amasó sus pechos, raspando la palma con sus dos astas completamente excitadas, tiré de sus pezones y rasgué los mismos con mis zarpas haciéndolos sangrar hasta manchar la pared contra la que se sacudía.
-Nunca otro te tocará -aseguré mordiendo su espalda, besándola emborrachandome de los ríos de vitar que emergían de su piel mientras su risa retumbaba en mis oídos excitandome mas su cabía.
Mi espalda empezó a desgarrarse, una capa de tupido pelo negro emergido en forma de cresta , suficiente complacida Vittoria abrió mas sus piernas llevando su mano a su clítoris para masturbarse a si misma tan fuera de si como yo mismo, tocando mi envergadura de vez en cuando para notar como entraba y salia empapada de nuestros fluidos.
-Mete el dedo -pedí parara que aun se dilatara mas.
Giró su rostro besándome con hambre, enterrando su lengua en mis confines húmedos y ferreros, jadeé contra su boca, gruñendo por como entraba. Me empujó de golpe sacándome, la miré sin comprender mientras ella se giraba apoyando su espalda contra la pared con aquella mirada incendiada.
Mi polla estaba completamente mojada, recta como una piedra se sacudía moviéndose ante sus ojos con las venas llenas de sangre recorriendo el tronco.
Ladeé la cabeza en un gesto lobuno viendo como llevaba sus dedos a su coño y alzando la pierna se masturbaba ella sola gimiendo acariciándose a si misma.
Era su forma de demostrarme que yo solo era un útil mas de placer que tomaba y dejaba a voluntad.
Gruñí mostrandole los dientes furibundo, ansioso de volver a entrar en su coño me acerque para embestirla pero de nuevo me empujó sin dejar de tocar aquello que me pertenecía.
Mis ojos se incendiaron, rojos como el fuego, rugí aullando mientras los huesos de mis hombros se descolocaban y mi tamaño aumentaba.
Mis labios sangraban carmesí que como una cascada moría en su espalda mientras mis colmillos crecidos quedaban al descubierto al arrugar mi belfo superior.
Nunca la tocaría otro, lo mataría, la mataría, ella me pertenencia.
Rugí embistiéndola, clavando mi verga tan honda que mis huevos tirantes casi se le metían dentro de su coño dilatado.
Ella me llevaba a ese punto de no retorno, ese en el que nada tenía sentido, mi otra mano amasó sus pechos, raspando la palma con sus dos astas completamente excitadas, tiré de sus pezones y rasgué los mismos con mis zarpas haciéndolos sangrar hasta manchar la pared contra la que se sacudía.
-Nunca otro te tocará -aseguré mordiendo su espalda, besándola emborrachandome de los ríos de vitar que emergían de su piel mientras su risa retumbaba en mis oídos excitandome mas su cabía.
Mi espalda empezó a desgarrarse, una capa de tupido pelo negro emergido en forma de cresta , suficiente complacida Vittoria abrió mas sus piernas llevando su mano a su clítoris para masturbarse a si misma tan fuera de si como yo mismo, tocando mi envergadura de vez en cuando para notar como entraba y salia empapada de nuestros fluidos.
-Mete el dedo -pedí parara que aun se dilatara mas.
Giró su rostro besándome con hambre, enterrando su lengua en mis confines húmedos y ferreros, jadeé contra su boca, gruñendo por como entraba. Me empujó de golpe sacándome, la miré sin comprender mientras ella se giraba apoyando su espalda contra la pared con aquella mirada incendiada.
Mi polla estaba completamente mojada, recta como una piedra se sacudía moviéndose ante sus ojos con las venas llenas de sangre recorriendo el tronco.
Ladeé la cabeza en un gesto lobuno viendo como llevaba sus dedos a su coño y alzando la pierna se masturbaba ella sola gimiendo acariciándose a si misma.
Era su forma de demostrarme que yo solo era un útil mas de placer que tomaba y dejaba a voluntad.
Gruñí mostrandole los dientes furibundo, ansioso de volver a entrar en su coño me acerque para embestirla pero de nuevo me empujó sin dejar de tocar aquello que me pertenecía.
Mis ojos se incendiaron, rojos como el fuego, rugí aullando mientras los huesos de mis hombros se descolocaban y mi tamaño aumentaba.
Urukh- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
La bestia despertaba, lo notaba en infinidad de detalles como en el ronquido de sus jadeos, la tensión de la musculatura, la fuerza con la que la embestía y la voracidad que usaba para marcarla con sus dientes. Allí estaba, exigiendo su presa, reclamando la monta que deseaba y que, a su errado parecer, le pertenecía.
El lobo arremetía con violencia, con necesidad y con una posesividad arrasadora. La cainita empezaba a sentirse a satisfecha porque estaba logrando su cometido. El monstruo emergía, abriendo carne y piel, pronto lo tendría delante, ansiando devorarla al completo. No había nada más excitante que aquella visión para Vittoria y haría lo que fuera por conseguirla. No podía detenerse ahora, rendirse al placer del salvaje sexo que Urukh le proporcionaba. Debía insistir, seguir provocando, ahondando en las heridas abiertas del licántropo. Así que mientras le distraía con un tórrido y apasionado beso, le empujó con fuerza, desplazándole medio metro. El lobo se la quedó mirando confuso con la verga alzada y el glande rezumando líquido preseminal entre convulsiones.
Elevó la pierna izquierda, apoyando el pie contra una cajonera para dejar bien expuestas sus intenciones y con la mano derecha empezó a masturbarse, follándose con tres dedos que metía y sacaba rápidamente, los movía dentro de su coño, los separaba. Gimió sin contenerse, elevando bien la voz para que ésta retumbara en los agudizados oídos de su mascota que desesperado intentó acercarse de nuevo para montarla. Ella le fulminó con su ardiente mirada y con la zurda le abofeteó la cara, empujándole seguidamente con el antebrazo y su fuerza inhumana. -¿Qué te crees que haces?- Inquirió en tono de demanda. Mas no esperó contestación y prosiguió con sus acusaciones. -Soy yo quien decide quién me toca y cuando. No olvides cuál es tu lugar, cachorrito.- Sonrió ladina, separándose bien los labios vaginales para mostrarle cómo los fluidos se escurrían desde allí dentro y bajaban por la cara interna de los muslos. Ansiaba tenerle de nuevo embistiendo, pero no así, no a medio camino. -Y no sólo aquí, ¿sabes?- Apartó los dedos, empapados y se los lamió, saboreando los jugos de ambos, entremezclados. Recorrió las falanges con la lengua fuera de la boca para que el licántropo viera bien aquello que hacía. Escupió al final en ellos y se llevó índice y corazón de nuevo entre las piernas, mas pasó de largo el coño y presionó con ambos, a la vez, tras acariciar un par de veces el ano. El esfínter se abrió, cediendo el paso a aquellos dígitos que pronto desaparecieron en el recto. Arqueó la espalda, gruñendo. -Si sólo hubiera una buena polla por aquí...- Retó a la bestia con sus palabras, antes de enfocar de nuevo sus orbes en los rojizos ojos del monstruo que se transformaba ante su lasciva mirada.
El lobo arremetía con violencia, con necesidad y con una posesividad arrasadora. La cainita empezaba a sentirse a satisfecha porque estaba logrando su cometido. El monstruo emergía, abriendo carne y piel, pronto lo tendría delante, ansiando devorarla al completo. No había nada más excitante que aquella visión para Vittoria y haría lo que fuera por conseguirla. No podía detenerse ahora, rendirse al placer del salvaje sexo que Urukh le proporcionaba. Debía insistir, seguir provocando, ahondando en las heridas abiertas del licántropo. Así que mientras le distraía con un tórrido y apasionado beso, le empujó con fuerza, desplazándole medio metro. El lobo se la quedó mirando confuso con la verga alzada y el glande rezumando líquido preseminal entre convulsiones.
Elevó la pierna izquierda, apoyando el pie contra una cajonera para dejar bien expuestas sus intenciones y con la mano derecha empezó a masturbarse, follándose con tres dedos que metía y sacaba rápidamente, los movía dentro de su coño, los separaba. Gimió sin contenerse, elevando bien la voz para que ésta retumbara en los agudizados oídos de su mascota que desesperado intentó acercarse de nuevo para montarla. Ella le fulminó con su ardiente mirada y con la zurda le abofeteó la cara, empujándole seguidamente con el antebrazo y su fuerza inhumana. -¿Qué te crees que haces?- Inquirió en tono de demanda. Mas no esperó contestación y prosiguió con sus acusaciones. -Soy yo quien decide quién me toca y cuando. No olvides cuál es tu lugar, cachorrito.- Sonrió ladina, separándose bien los labios vaginales para mostrarle cómo los fluidos se escurrían desde allí dentro y bajaban por la cara interna de los muslos. Ansiaba tenerle de nuevo embistiendo, pero no así, no a medio camino. -Y no sólo aquí, ¿sabes?- Apartó los dedos, empapados y se los lamió, saboreando los jugos de ambos, entremezclados. Recorrió las falanges con la lengua fuera de la boca para que el licántropo viera bien aquello que hacía. Escupió al final en ellos y se llevó índice y corazón de nuevo entre las piernas, mas pasó de largo el coño y presionó con ambos, a la vez, tras acariciar un par de veces el ano. El esfínter se abrió, cediendo el paso a aquellos dígitos que pronto desaparecieron en el recto. Arqueó la espalda, gruñendo. -Si sólo hubiera una buena polla por aquí...- Retó a la bestia con sus palabras, antes de enfocar de nuevo sus orbes en los rojizos ojos del monstruo que se transformaba ante su lasciva mirada.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Mis ojos turbios como la bruma de un pantano se tornaron burdeos ante las provocaciones de la Black, ella sabía como arrastrarme al infierno, torturarme, envolverme con las llamas y en cada palpitación de mi corazón mi cuerpo se deformaba.
Un tupido pelaje negro se encrespó en mi espalda, habían aumentado mis dimensiones, mis uñas eran ocupadas por zarpas y ahora el miembro que la apuntaba rezumando parecía imposible pudiera adentrarse en aquel coño abierto.
Ladeé la cabeza al ver como se estimulaba el esfinter, esta vez no se apartó de mi acometida, no porque me tenía donde quería, nuestros ojos rojos se enfrentaron en un duelo y de un tirón la lacé en vilo estacando su ano con tanta fuerza que su cuerpo convulsiono.
Su pechos ofrecidos se colaron entre mis labios, me los comí entre roncos rugidos que delataban el camino de perdición que ostentaba.
Un viejo proverbio indio decia que dos lobos moraban en nosotros, uno era el del odio, el rencor, su alma era negra. El otro era blanco, bueno y puro ¿cual ganaba la partida por apoderarse de uno mismo? El que alimentaras con mas ahincó. Vittoria alimentaba ahora al negro y este la montaba de forma violenta gruñendo.
La saque´de su ano para enfilarla en su coño mojado sus paredes se dilataron apretando mi verga entre ellas, sacudiéndose de placer en un violento baile de bestias.
Lamió mi cuello sorteando el pelo que a tramos había crecido y noté sus agujas desgarrarme, aullé metiendola tan honda que a una humana la hubiera partido en dos.
Los tirones de la succión obligaban a acelerar mas mi corazón, la sangre me abandonaba deprisa mientras ella se saciaba de todo.
Estaba al borde de correrme y como un autómata sacaba mi polla de su sexo sacudiéndose, goteando fluidos para meterla en el ano entre gemidos.
Un tupido pelaje negro se encrespó en mi espalda, habían aumentado mis dimensiones, mis uñas eran ocupadas por zarpas y ahora el miembro que la apuntaba rezumando parecía imposible pudiera adentrarse en aquel coño abierto.
Ladeé la cabeza al ver como se estimulaba el esfinter, esta vez no se apartó de mi acometida, no porque me tenía donde quería, nuestros ojos rojos se enfrentaron en un duelo y de un tirón la lacé en vilo estacando su ano con tanta fuerza que su cuerpo convulsiono.
Su pechos ofrecidos se colaron entre mis labios, me los comí entre roncos rugidos que delataban el camino de perdición que ostentaba.
Un viejo proverbio indio decia que dos lobos moraban en nosotros, uno era el del odio, el rencor, su alma era negra. El otro era blanco, bueno y puro ¿cual ganaba la partida por apoderarse de uno mismo? El que alimentaras con mas ahincó. Vittoria alimentaba ahora al negro y este la montaba de forma violenta gruñendo.
La saque´de su ano para enfilarla en su coño mojado sus paredes se dilataron apretando mi verga entre ellas, sacudiéndose de placer en un violento baile de bestias.
Lamió mi cuello sorteando el pelo que a tramos había crecido y noté sus agujas desgarrarme, aullé metiendola tan honda que a una humana la hubiera partido en dos.
Los tirones de la succión obligaban a acelerar mas mi corazón, la sangre me abandonaba deprisa mientras ella se saciaba de todo.
Estaba al borde de correrme y como un autómata sacaba mi polla de su sexo sacudiéndose, goteando fluidos para meterla en el ano entre gemidos.
Urukh- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
La respiración acelerada y ronca del monstruo que iba tomando forma frente a ella, la excitaba. Siguió colando los dedos en su recto, separándolos para que, aunque fuera poco, el lobo viera dónde tenía que clavar su rezumante polla cuando atacara. Vittoria no era una cualquiera, era una Black y tenía vicios como el resto de sus hermanos, la diferencia estaba en que ella era quien dominaba la situación de aquella relación y si algún día el perro dejaba de darle lo que quería cuando lo demandaba, ella misma le partiría el cuello con sus manos y después se lo comería aunque terminara regurgitando la carne por ser incapaz de “digerirla” dada su condición vampírica.
En cuanto la bestia arremetió, estampándola con todo su peso contra la pared, las piernas de la cainita rodearon la cintura ajena y la aprisionaron con fuerza. Ella deseaba que se la follara así, sin medida, con violencia, con la brusquedad del engendro en el que se convertía cuando ella así lo deseaba. Las caderas del lobo negro golpeaban con insistencia como si pretendiera metérsela por el culo y sacársela por la boca. Estaba sumamente excitado, desesperado y, sobre todo, cabreado. Quería romperla, destrozarla y eso a Vittoria le encantaba. Entre gemidos y gritos de dolor, superados por el placer que la situación le provocaba, la sonrisa seguía dibujada en los labios de la morena que enseguida buscó la arteria principal de su mascota para clavar en ella los colmillos y chupar hasta drenarle. Tenía toda la intención de dejarle seco y no sólo por la sangre con la que iba a alimentarse.
Las uñas de su diestra rasgaron piel y carne en la zona del omóplato ajeno, mientras con la zurda acariciaba el grueso y duro pelo negro que emergía del centro de la espalda, allí donde antes se marcaba bajo una piel tersa las vértebras de la columna. La gruesa verga del licántropo cambiaba, de vez en cuando, el agujero que penetraba, alternando entre el esfínter más seco y estrecho con el coño que, cachonda como estaba la cainita, chorreaba que casi parecía que se meara. -Sigue así. No pares…- Su tono sonaba autoritario aún y con los gemidos que se escapaban de su garganta. La Black era una mujer que se negaba, rotundamente, a perder el poder en ningún momento. Ella, el día en que muriera, lo haría arrasando con todo, viendo al mundo entero prender en altas llamas y calcinarse. No caería sola, arrastraría al resto con ella y sería la última en abandonar su existencia. De ese modo, aún y cuando era complacida, exigía que no la descuidase, que siguiera esforzándose y dándole aquello que ella ansiaba aunque le costase la razón o lo que fuera.
En cuanto la bestia arremetió, estampándola con todo su peso contra la pared, las piernas de la cainita rodearon la cintura ajena y la aprisionaron con fuerza. Ella deseaba que se la follara así, sin medida, con violencia, con la brusquedad del engendro en el que se convertía cuando ella así lo deseaba. Las caderas del lobo negro golpeaban con insistencia como si pretendiera metérsela por el culo y sacársela por la boca. Estaba sumamente excitado, desesperado y, sobre todo, cabreado. Quería romperla, destrozarla y eso a Vittoria le encantaba. Entre gemidos y gritos de dolor, superados por el placer que la situación le provocaba, la sonrisa seguía dibujada en los labios de la morena que enseguida buscó la arteria principal de su mascota para clavar en ella los colmillos y chupar hasta drenarle. Tenía toda la intención de dejarle seco y no sólo por la sangre con la que iba a alimentarse.
Las uñas de su diestra rasgaron piel y carne en la zona del omóplato ajeno, mientras con la zurda acariciaba el grueso y duro pelo negro que emergía del centro de la espalda, allí donde antes se marcaba bajo una piel tersa las vértebras de la columna. La gruesa verga del licántropo cambiaba, de vez en cuando, el agujero que penetraba, alternando entre el esfínter más seco y estrecho con el coño que, cachonda como estaba la cainita, chorreaba que casi parecía que se meara. -Sigue así. No pares…- Su tono sonaba autoritario aún y con los gemidos que se escapaban de su garganta. La Black era una mujer que se negaba, rotundamente, a perder el poder en ningún momento. Ella, el día en que muriera, lo haría arrasando con todo, viendo al mundo entero prender en altas llamas y calcinarse. No caería sola, arrastraría al resto con ella y sería la última en abandonar su existencia. De ese modo, aún y cuando era complacida, exigía que no la descuidase, que siguiera esforzándose y dándole aquello que ella ansiaba aunque le costase la razón o lo que fuera.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Mi verga rezumaba henchida de sangre tal y como entraba por su esfinter rozando sus estrechas paredes, casi desgarrandolas por la virulencia con la que acometía.
Por contra su coño estaba abierto como un bebedero de patos, tan mojado que la charca se escuchaba acompañando nuestro roncos gemidos.
Violento, convertido en un engendro la tome hasta que la pared cedió y caímos al otro lado del pasillo y sobre los cascotes aun sin salirme trepé por su piel a cuatro partas adentrándome tan dentro que su cadera crujió, mas eso solo conseguía excitarla mas y sus dedos enredados en mi pelo oscuro marcaban el ritmo demencial.
Yunque contra martillos, no había paz, solo el infierno y su demencial sonido, gritó presa de un orgasmo tal que sus afiladas uñas arrancaron un trozo de carnaza de mi espalda.
Mis colmillos se hundieron en la zona alta de su hombro, jadeé rugiendo furibundo al notar como mi polla se sacudía en su interior, las venas completamente marcadas y mi polla escupiendo leche dentro de ella marcó el compás del ultimo baile no por ello mas suave.
Cuando ambos acabamos complacidos mi cuerpo cayó laxo sobre el suyo, poco a poco mi respiración se iba acompasando a la suya y mi cuerpo recobrando la forma humana.
De un empujón me hizo a un lado, siempre era de ese modo, no era su compañero, solo su esclavo y Vittoria se esforzaba en remarcarme la diferencia entre lo que implicaba que la tomara y que la poseyera.
Caminé entre los cascotes metiéndome por el agujero que habíamos hecho para coger mi ropa y calzármela.
-¿he de dormir aquí o puedo irme?
Por contra su coño estaba abierto como un bebedero de patos, tan mojado que la charca se escuchaba acompañando nuestro roncos gemidos.
Violento, convertido en un engendro la tome hasta que la pared cedió y caímos al otro lado del pasillo y sobre los cascotes aun sin salirme trepé por su piel a cuatro partas adentrándome tan dentro que su cadera crujió, mas eso solo conseguía excitarla mas y sus dedos enredados en mi pelo oscuro marcaban el ritmo demencial.
Yunque contra martillos, no había paz, solo el infierno y su demencial sonido, gritó presa de un orgasmo tal que sus afiladas uñas arrancaron un trozo de carnaza de mi espalda.
Mis colmillos se hundieron en la zona alta de su hombro, jadeé rugiendo furibundo al notar como mi polla se sacudía en su interior, las venas completamente marcadas y mi polla escupiendo leche dentro de ella marcó el compás del ultimo baile no por ello mas suave.
Cuando ambos acabamos complacidos mi cuerpo cayó laxo sobre el suyo, poco a poco mi respiración se iba acompasando a la suya y mi cuerpo recobrando la forma humana.
De un empujón me hizo a un lado, siempre era de ese modo, no era su compañero, solo su esclavo y Vittoria se esforzaba en remarcarme la diferencia entre lo que implicaba que la tomara y que la poseyera.
Caminé entre los cascotes metiéndome por el agujero que habíamos hecho para coger mi ropa y calzármela.
-¿he de dormir aquí o puedo irme?
Urukh- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
La bestia arremetía con necesidad y desesperación. Ella le incitaba y él tenía la imperiosa obligación de sentir que la dominaba de algún modo, pues no dejaba de ser un animal territorial, un lobo. La vampiresa disfrutaba con cada gruñido y mordida ajenos, apretando más el abrazo de sus piernas alrededor de aquella cintura que cada vez era más ancha, fuerte y peluda.
Los jadeos del monstruo resonaban en la habitación, acompañando a los gemidos guturales de la inmortal, dichosa porque su mascota se la follaba con agresividad como ella quería. Le gobernaba aún y cuando él se creía un engendro capaz de destruirlo todo. Vittoria era superior al perro, era su dueño y señora y jamás dejaría que él pensara lo contrario.
La ignominiosa polla se abría paso a marchas forzadas, golpeando con virulencia las caderas, haciendo tambalearse la pared contra la que se apoyaban, hasta que ésta se vino abajo y ambos cayeron con ella. Pero ni el lobo tenía intención de detener sus acometidas ni la cainita de liberar a su preso. Por lo que siguieron copulando como voraces animales allí, sobre los cascotes, hasta que ambos se corrieron con fuerza.
La morena arqueó la espalda con un elevado gemido, notando el caliente esperma llenarle el culo. El peso de Urukh se le vino encima cuando, igual que un conejo, tras eyacular le sobrevino el agotamiento. Eso, sumado al dolor del cambio, pasaron largos segundos en los que el perro se quedó quieto, únicamente moviéndose por la violenta y desacompasada respiración que tenía. La Black lo apartó para levantarse y fue a buscar una boquilla para fumarse un cigarro.
Tras ella llegó el animal hecho hombre de nuevo que se puso los pantalones y con la camisa en la mano le preguntaba si podía retirarse. -No, no puedes irte. Quiero que me prepares una copa de vino y me hagas compañía mientras leo.- No lo necesitaba, pero darle órdenes innecesarias era lo que la hacía sentir poderosa. Le dio una larga calada a su pitillo, dejando escapar la blanquecina bruma de sus labios. Fue a sentarse a la cómoda butaca y señaló un cojín en el suelo, a su lado.
Los jadeos del monstruo resonaban en la habitación, acompañando a los gemidos guturales de la inmortal, dichosa porque su mascota se la follaba con agresividad como ella quería. Le gobernaba aún y cuando él se creía un engendro capaz de destruirlo todo. Vittoria era superior al perro, era su dueño y señora y jamás dejaría que él pensara lo contrario.
La ignominiosa polla se abría paso a marchas forzadas, golpeando con virulencia las caderas, haciendo tambalearse la pared contra la que se apoyaban, hasta que ésta se vino abajo y ambos cayeron con ella. Pero ni el lobo tenía intención de detener sus acometidas ni la cainita de liberar a su preso. Por lo que siguieron copulando como voraces animales allí, sobre los cascotes, hasta que ambos se corrieron con fuerza.
La morena arqueó la espalda con un elevado gemido, notando el caliente esperma llenarle el culo. El peso de Urukh se le vino encima cuando, igual que un conejo, tras eyacular le sobrevino el agotamiento. Eso, sumado al dolor del cambio, pasaron largos segundos en los que el perro se quedó quieto, únicamente moviéndose por la violenta y desacompasada respiración que tenía. La Black lo apartó para levantarse y fue a buscar una boquilla para fumarse un cigarro.
Tras ella llegó el animal hecho hombre de nuevo que se puso los pantalones y con la camisa en la mano le preguntaba si podía retirarse. -No, no puedes irte. Quiero que me prepares una copa de vino y me hagas compañía mientras leo.- No lo necesitaba, pero darle órdenes innecesarias era lo que la hacía sentir poderosa. Le dio una larga calada a su pitillo, dejando escapar la blanquecina bruma de sus labios. Fue a sentarse a la cómoda butaca y señaló un cojín en el suelo, a su lado.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Mis ojos centellearon en un intenso amarillo radioactivo cuando no satisfecha eme pidió que le preparara una copa de vino y me limitara a acurrucarme como un perro a sus pies para llenar con mi compañía aquella habitación
-Eso puede hacerlo un mueble igual de bien que yo -respondí elevando le labio superior, mas como un autómata camine para cumplir sus deseos hacía el mueble bar.
Le serví una copa de vino blanco frio, como le gustaba a mi señora y se la acerqué para que acompañara a la nicotina que se estaba metiendo entre pecho y espalda.
-¿algo mas? -pregunté dispuesto a largarme, mas ella no olvidaba lo que había ordenado y con su pie empujó el cojín para que me quedara claro mi lugar, sus pies.
Gruñí por lo bajo pero acabé vencido sobre el suelo, sentado de forma ridícula en aquel almohadón de flores que combinaban con sus cortinas rococo.
Resoplé sin éxito esperando que le molestaran mis ruidos y la cohibiera de seguir leyendo, mas por contra, parecía disfrutar de lo lindo de mi desesperación, pues tras unos minutos en los que apuró su copa volvió a golpear esta vez mi espalda con su pie mostrándome el vidrio ya vació.
Mis ojos la atravesaron como dagas prendidas en fuego, chasqueé la lengua poniéndome en pie y caminé de nuevo hasta el mueble para rellenar su copa, con la diferencia de que esta vez llevé la boquilla de la botella antes a mis labios para dar un profundo trago.
Sabía que mi gesto la disgustaría pues no me había dado permiso de ningún tipo para hacerlo pero era mi pequeña forma de revolverme y morder la mano que me daba de comer y golpes a partes iguales.
-Eso puede hacerlo un mueble igual de bien que yo -respondí elevando le labio superior, mas como un autómata camine para cumplir sus deseos hacía el mueble bar.
Le serví una copa de vino blanco frio, como le gustaba a mi señora y se la acerqué para que acompañara a la nicotina que se estaba metiendo entre pecho y espalda.
-¿algo mas? -pregunté dispuesto a largarme, mas ella no olvidaba lo que había ordenado y con su pie empujó el cojín para que me quedara claro mi lugar, sus pies.
Gruñí por lo bajo pero acabé vencido sobre el suelo, sentado de forma ridícula en aquel almohadón de flores que combinaban con sus cortinas rococo.
Resoplé sin éxito esperando que le molestaran mis ruidos y la cohibiera de seguir leyendo, mas por contra, parecía disfrutar de lo lindo de mi desesperación, pues tras unos minutos en los que apuró su copa volvió a golpear esta vez mi espalda con su pie mostrándome el vidrio ya vació.
Mis ojos la atravesaron como dagas prendidas en fuego, chasqueé la lengua poniéndome en pie y caminé de nuevo hasta el mueble para rellenar su copa, con la diferencia de que esta vez llevé la boquilla de la botella antes a mis labios para dar un profundo trago.
Sabía que mi gesto la disgustaría pues no me había dado permiso de ningún tipo para hacerlo pero era mi pequeña forma de revolverme y morder la mano que me daba de comer y golpes a partes iguales.
Urukh- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/07/2018
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