AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
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La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Recuerdo del primer mensaje :
La reunión había sido como ya se lo imaginara antes de asistir, decepcionante. Por eso no había querido ir en un primer momento, aunque, al final, se tomara la molestia de vestirse acorde con lo que se esperaba de ella y se acercara a la mansión de Assur con su pequeña mascota. Lo único bueno que había sacado del encuentro, era la posibilidad de castigar al desobediente perro por posar su mirada en aquella insulsa mortal loca. Sin embargo, mantuvo la calma y las formas durante la estancia en casa de su hermano y a lo largo del trayecto de regreso en el carruaje, eso sí, estuvo inusualmente callada y contemplando el paisaje nocturno por la ventana durante todo el paseo, sin prestarle ningún tipo de atención a su chucho.
Una vez bajaron del transporte, entraron en la casa que ocupaban a las afueras de la ciudad de París, bordeados por un amplio terreno que, además de asemejarse a un bosque, les otorgaba intimidad frente a posibles vecinos mirones. Ya dentro del caserío, Vittoria hizo algo inesperado: soltó la cadena, dejando que ésta se escurriera entre sus dedos y cayera al suelo con el esperado sonido metálico al chocar los eslabones entre ellos y con los tablones del parqué. Se alejó, dejando a un confuso Urukh que la miraba con la cabeza ladeada en un gesto muy lobuno.
La inmortal se encaminó hacia la escalinata. Posó su mano en la barandilla y la acarició suavemente al subir varios peldaños. Hasta que no se encontró casi a la mitad del recorrido, no se detuvo. Una vez parada, giró la cabeza, observando primero por encima del hombro a su perro. -Trae la fusta.- Ordenó con tono firme y seco, antes de proseguir con su camino. Desapareció de la vista del cánido y se adentró en su habitación. Dejó la puerta entreabierta, pues no había nadie en la mansión. Sólo acudía el servicio cuando era llamado y, mientras tanto, ocupaban una casa a parte que había al otro lado del jardín, colindando con aquel pequeño pero espeso bosque.
Ya en su cámara, se quitó la falda del vestido, mas no removió el corpiño. Dejó caer la tela al suelo y salió, sacando una pierna y luego la otra, mientras la prenda permanecía allí tirada. Se deshizo de la pequeña chaqueta con mangas de punto que reposó en el respaldo de una silla y fue a sentarse al borde de la cama donde, cruzando la pierna izquierda sobre la opuesta, aguardó a que llegara el cachorro que tan mal se había portado. Era la hora de la reprimenda y él lo sabía.
La reunión había sido como ya se lo imaginara antes de asistir, decepcionante. Por eso no había querido ir en un primer momento, aunque, al final, se tomara la molestia de vestirse acorde con lo que se esperaba de ella y se acercara a la mansión de Assur con su pequeña mascota. Lo único bueno que había sacado del encuentro, era la posibilidad de castigar al desobediente perro por posar su mirada en aquella insulsa mortal loca. Sin embargo, mantuvo la calma y las formas durante la estancia en casa de su hermano y a lo largo del trayecto de regreso en el carruaje, eso sí, estuvo inusualmente callada y contemplando el paisaje nocturno por la ventana durante todo el paseo, sin prestarle ningún tipo de atención a su chucho.
Una vez bajaron del transporte, entraron en la casa que ocupaban a las afueras de la ciudad de París, bordeados por un amplio terreno que, además de asemejarse a un bosque, les otorgaba intimidad frente a posibles vecinos mirones. Ya dentro del caserío, Vittoria hizo algo inesperado: soltó la cadena, dejando que ésta se escurriera entre sus dedos y cayera al suelo con el esperado sonido metálico al chocar los eslabones entre ellos y con los tablones del parqué. Se alejó, dejando a un confuso Urukh que la miraba con la cabeza ladeada en un gesto muy lobuno.
La inmortal se encaminó hacia la escalinata. Posó su mano en la barandilla y la acarició suavemente al subir varios peldaños. Hasta que no se encontró casi a la mitad del recorrido, no se detuvo. Una vez parada, giró la cabeza, observando primero por encima del hombro a su perro. -Trae la fusta.- Ordenó con tono firme y seco, antes de proseguir con su camino. Desapareció de la vista del cánido y se adentró en su habitación. Dejó la puerta entreabierta, pues no había nadie en la mansión. Sólo acudía el servicio cuando era llamado y, mientras tanto, ocupaban una casa a parte que había al otro lado del jardín, colindando con aquel pequeño pero espeso bosque.
Ya en su cámara, se quitó la falda del vestido, mas no removió el corpiño. Dejó caer la tela al suelo y salió, sacando una pierna y luego la otra, mientras la prenda permanecía allí tirada. Se deshizo de la pequeña chaqueta con mangas de punto que reposó en el respaldo de una silla y fue a sentarse al borde de la cama donde, cruzando la pierna izquierda sobre la opuesta, aguardó a que llegara el cachorro que tan mal se había portado. Era la hora de la reprimenda y él lo sabía.
Última edición por Vittoria Black el Jue Ago 16, 2018 6:46 am, editado 1 vez
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
El cachorrito era rebelde y engreído. Se creía con autorización para tomar sus propias decisiones, lo que no significaba que fuera un iluso, sino que pecaba de orgullo y dejaba que, normalmente, le dominara la bestia que dormía dentro. Un humano sensato, conociendo su lugar, obedecería a pies juntillas a una mujer como Vittoria, pero Urukh era más animal que persona y lo dejaba entrever en cada uno de sus actos los cuales, rara vez, eran meditados de antemano.
Y ahí lo demostraba de nuevo, desafiante, territorial. Bebía directamente de la botella de su dueña como si ésta le perteneciera. La cainita descruzó las piernas antes de, acariciando los reposabrazos de su silla, alzarse. Quedó de pie frente al lobo, quieta, como si esperara a que éste le entregara su copa llena de vino. Sin embargo, en cuanto dio un paso más al frente, hacia ella, la vampiresa alzó el brazo con tanta rapidez que ni con sus reflejos sobrehumanos el licántropo fue capaz de evitar el guantazo del revés que le dio. Lo hizo así expresamente, porque llevaba un precioso anillo en el dedo corazón con un diamante perfectamente tallado. La piedra cortó la mejilla ajena, abriéndole la piel y parte de la carne. La sangre asomó despacio, enrojeciendo la zona, hasta que la linfa se deslizó, tiñendo la pelirroja barba de Urukh. -Vuelve a decidir por tu cuenta y el próximo corte te lo haré en el vientre, desparramando tus intestinos por el suelo.- Espetó de manera seca y autoritaria.
No le dedicó ni siquiera una mirada más. Pasó por su lado y le dejó allí plantado, marchándose a darse un merecido y relajante baño de espuma. No le dirigió palabra alguna más, ni tampoco prestó atención a si él contestaba algo o gruñía. Ella era la diosa allí y él sólo un súbdito que había olvidado debía venerarla a todas horas. Le recordaría pronto su lugar, segura de que, esa vez, no lo olvidaría.
Aunque podría haber ordenado que se lo adecuaran todo, le gustaba el ritual que suponía preparar un buen baño, así que lo hizo ella por su cuenta. Llenó la tina con agua, echó el jabón espumoso. Prendió unas cuantas velas en el aseo y se llenó una copa alta con vino. Entró despacio en la bañera y se deslizó hasta hundirse que sólo su cabeza quedara fuera. Lo que sí ordenó fue que un músico quedara al otro lado de la puerta tocando el violín exclusivamente para ella. Tenía prohibido parar hasta que se lo dijera, aunque decidiera quedarse horas allí dentro, él debía seguir tocando porque, literalmente, le iba la vida en ello.
Y ahí lo demostraba de nuevo, desafiante, territorial. Bebía directamente de la botella de su dueña como si ésta le perteneciera. La cainita descruzó las piernas antes de, acariciando los reposabrazos de su silla, alzarse. Quedó de pie frente al lobo, quieta, como si esperara a que éste le entregara su copa llena de vino. Sin embargo, en cuanto dio un paso más al frente, hacia ella, la vampiresa alzó el brazo con tanta rapidez que ni con sus reflejos sobrehumanos el licántropo fue capaz de evitar el guantazo del revés que le dio. Lo hizo así expresamente, porque llevaba un precioso anillo en el dedo corazón con un diamante perfectamente tallado. La piedra cortó la mejilla ajena, abriéndole la piel y parte de la carne. La sangre asomó despacio, enrojeciendo la zona, hasta que la linfa se deslizó, tiñendo la pelirroja barba de Urukh. -Vuelve a decidir por tu cuenta y el próximo corte te lo haré en el vientre, desparramando tus intestinos por el suelo.- Espetó de manera seca y autoritaria.
No le dedicó ni siquiera una mirada más. Pasó por su lado y le dejó allí plantado, marchándose a darse un merecido y relajante baño de espuma. No le dirigió palabra alguna más, ni tampoco prestó atención a si él contestaba algo o gruñía. Ella era la diosa allí y él sólo un súbdito que había olvidado debía venerarla a todas horas. Le recordaría pronto su lugar, segura de que, esa vez, no lo olvidaría.
Aunque podría haber ordenado que se lo adecuaran todo, le gustaba el ritual que suponía preparar un buen baño, así que lo hizo ella por su cuenta. Llenó la tina con agua, echó el jabón espumoso. Prendió unas cuantas velas en el aseo y se llenó una copa alta con vino. Entró despacio en la bañera y se deslizó hasta hundirse que sólo su cabeza quedara fuera. Lo que sí ordenó fue que un músico quedara al otro lado de la puerta tocando el violín exclusivamente para ella. Tenía prohibido parar hasta que se lo dijera, aunque decidiera quedarse horas allí dentro, él debía seguir tocando porque, literalmente, le iba la vida en ello.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Si algo caracterizaba a la Black era su soberbia, necesitada de remarcar cual era mi lugar con una indiferencia insultante golpeó mi rostro dándome un revés con toda su fuerza. Rugí amarilleando mis ojos mientras mis colmillos crecían de forma desmesurada, dos bocados cortaron el viento a su espalda, pero ni se molestó en detener sus pasos y sin mas se encaminó al baño para darse un burbujeante baño.
Entre rugidos y gruñidos me moví pro aquella maldita habitación, no me había dado permiso para salir, hacerlo sería un desafío y quedarme una maldición que me arrastraba a la desesperación.
Arañé la pared con mis zarpas dejándolas marcadas, aquella noche habíamos destrozado parte de la estancia y aun así el músico tocaba el violín como si nada pasara pues de no hacerlo perdería la vida en el intento.
Rugí de nuevo, la música me empezaba a sacar de mis casillas y parecía que eso ella lo sabía pues no le ordenaba detenerse, me llevé las manos a los oídos pero el estridente ruido seguía llegando a mi con fuerza al igual que los sorbos y el movimiento del agua impulsada pro su cuerpo.
No lo pensé, mi cuerpo se movió de forma autómata y colocándome a la espalda del pobre desgraciado, mis manso aferraron su cabeza y con un ágil movimiento partí su cuello.
Respiré aliviado cuando el sonido de la madera impactó contra el embaldosado y después lo hizo de forma sorda el cuerpo del músico preferido de la caprichosa Black.
-Descansa en paz y dejame a mi descansar -dije en tono de mofa mientras caminaba con calma hacía el mueble bar para servirme un vaso de whisky, no podía salir pero nadie había dicho que era necesario seguir aguantando las gilipolleces de mi señora.
Entre rugidos y gruñidos me moví pro aquella maldita habitación, no me había dado permiso para salir, hacerlo sería un desafío y quedarme una maldición que me arrastraba a la desesperación.
Arañé la pared con mis zarpas dejándolas marcadas, aquella noche habíamos destrozado parte de la estancia y aun así el músico tocaba el violín como si nada pasara pues de no hacerlo perdería la vida en el intento.
Rugí de nuevo, la música me empezaba a sacar de mis casillas y parecía que eso ella lo sabía pues no le ordenaba detenerse, me llevé las manos a los oídos pero el estridente ruido seguía llegando a mi con fuerza al igual que los sorbos y el movimiento del agua impulsada pro su cuerpo.
No lo pensé, mi cuerpo se movió de forma autómata y colocándome a la espalda del pobre desgraciado, mis manso aferraron su cabeza y con un ágil movimiento partí su cuello.
Respiré aliviado cuando el sonido de la madera impactó contra el embaldosado y después lo hizo de forma sorda el cuerpo del músico preferido de la caprichosa Black.
-Descansa en paz y dejame a mi descansar -dije en tono de mofa mientras caminaba con calma hacía el mueble bar para servirme un vaso de whisky, no podía salir pero nadie había dicho que era necesario seguir aguantando las gilipolleces de mi señora.
Urukh- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 22/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
La cainita vio entrar al lobo en el baño con el ceño fruncido, los gruñidos haciendo eco en la estancia y los colmillos crecidos, mientras se cubría las orejas con ambas manos. La reacción del cachorro se le antojó divertida y una sonrisa asomó a sus labios, los cuales rozaban el cristal de su preciada copa de vino. Acababa de darle un sorbo cuando, a su lado, se escuchó un crujido y la vampiresa supo lo que había ocurrido sin tener que mirar siquiera el origen del sonido. -¿Quién te ha dado permiso para romper mi juguete?- Preguntó con tono seco cuando el licántropo se alejaba a prepararse una copa y el cadáver del violinista quedaba tirado en el suelo. -Al menos, podrías recoger.- Se quejó, chasqueando la lengua a continuación. Las vidas eran irrelevantes para la Black y del mismo lugar que había sacado a aquel músico, había muchos más. Ya encontraría a otro que ocupara su sitio y amenizara sus baños o lo que le apeteciera a la inmortal.
Se quedó aún unos minutos a remojo, hasta que se cansó de la calma y el silencio excesivos. Se levantó, aún copa en mano, y sin secarse ni coger toalla alguna se dirigió a la habitación donde Urukh estaba tomándose algo. La mascota la miraba con una sonrisa de suficiencia, como si matar al artista fuera a enfurecerla. A veces seguía siendo un pobre e inocente cachorrito, eso era lo que pensó Vittoria al observarle. Se acercó a él, plantándosele delante y le dio un leve golpe en la cara con la mano abierta. Sonó, pero era imposible que le hiciera daño. Era su manera de burlarse por la tontería que había hecho. -Si quieres jugar con mis muñecos, sólo tienes que decirlo.- Besó allí donde su palma acababa de estar y se retiró para ir a buscar una toalla al armario. No la usó, sino que giró sobre los talones y extendió el brazo hacia el lobo. -Sécame.- Ordenó y le dio un sorbo calmado y delicado a su exquisito vino, mientras sus ojos con tonos burdeos seguían fijos en los pardos con halo ambarino de Urukh. Podía hacer lo que quisiera, rebelarse cuantas veces se le antojara, asesinar a cualquiera que se le acercara o proporcionara placer a su dueña, pero jamás se libraría de ella ni de su dominación. Sería siempre su perro y besaría allí donde ella pisara. Y, lo mejor de todo, por mucho que gruñera y blasfemara, lo haría con placer, porque la adoraba. Vittoria Black era un demonio y tenía hechizado al lobo.
Se quedó aún unos minutos a remojo, hasta que se cansó de la calma y el silencio excesivos. Se levantó, aún copa en mano, y sin secarse ni coger toalla alguna se dirigió a la habitación donde Urukh estaba tomándose algo. La mascota la miraba con una sonrisa de suficiencia, como si matar al artista fuera a enfurecerla. A veces seguía siendo un pobre e inocente cachorrito, eso era lo que pensó Vittoria al observarle. Se acercó a él, plantándosele delante y le dio un leve golpe en la cara con la mano abierta. Sonó, pero era imposible que le hiciera daño. Era su manera de burlarse por la tontería que había hecho. -Si quieres jugar con mis muñecos, sólo tienes que decirlo.- Besó allí donde su palma acababa de estar y se retiró para ir a buscar una toalla al armario. No la usó, sino que giró sobre los talones y extendió el brazo hacia el lobo. -Sécame.- Ordenó y le dio un sorbo calmado y delicado a su exquisito vino, mientras sus ojos con tonos burdeos seguían fijos en los pardos con halo ambarino de Urukh. Podía hacer lo que quisiera, rebelarse cuantas veces se le antojara, asesinar a cualquiera que se le acercara o proporcionara placer a su dueña, pero jamás se libraría de ella ni de su dominación. Sería siempre su perro y besaría allí donde ella pisara. Y, lo mejor de todo, por mucho que gruñera y blasfemara, lo haría con placer, porque la adoraba. Vittoria Black era un demonio y tenía hechizado al lobo.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Cuando la Black se adentró en la habitación dejando un reguero de agua a cada paso, con su torcida sonrisa pintada en sus carnosos labios y esa mirada encendida que se reflejaba en el liquido burdeos de su copa me dejó claro que de nuevo quería reducirme, someterme en ese juego que se gastaba conmigo desde que solo era un niño.
Di un sorbo deteniéndose ante mi, no estaba molesta porque hubiera “roto” su juguete, podría conseguir otros tantos mas, si no porque mi comportamiento no era todo lo sumiso que ella quería y eso era algo que ella no toleraba.
Arrugué mi labios superior mostrandole los dientes cuando su diestra golpeó mi cara de un manotazo, no me hizo daño, solo era una parte mas de sus intentos por domarme o desquiciarme o seguramente ambas cosas.
La calma de la vampiresa denotaba su superioridad y caminando hacia el armario tomó una toalla que lanzó sobre mi cara tras la orden clara “sécame”
Gruñí con la mirada tan amarilla como la misma miel, pero camine hacia ella aun así dispuesto a cumplir la voluntad de mi dueña, esa que me doblegaba a base de fusta.
Deslice mi mano por su cuerpo ladeando la cabeza ligeramente en un gesto muy lobuno, su piel era suave, perfecta, mi deseo por ella no conocía parangón, ni mis celos.
-Di que eres miá -pedí entre dientes mientras la arropaba con la toalla de rizo elevando ahora mis ojos ambarinos hasta sus rubís encendidos -ten claro algo, si huelo en tu piel el aroma de otro hombre, juro que cada noche olerás en la miá el perfume de distintas mujeres.
Allí estaba mi desafió, claro, salvaje como lo era yo mismo, sabía que no le gustaría mi amenaza pero no soportaba que me hablara de otro, yo era un lobo y los lobos eramos territoriales y posesivos.
Di un sorbo deteniéndose ante mi, no estaba molesta porque hubiera “roto” su juguete, podría conseguir otros tantos mas, si no porque mi comportamiento no era todo lo sumiso que ella quería y eso era algo que ella no toleraba.
Arrugué mi labios superior mostrandole los dientes cuando su diestra golpeó mi cara de un manotazo, no me hizo daño, solo era una parte mas de sus intentos por domarme o desquiciarme o seguramente ambas cosas.
La calma de la vampiresa denotaba su superioridad y caminando hacia el armario tomó una toalla que lanzó sobre mi cara tras la orden clara “sécame”
Gruñí con la mirada tan amarilla como la misma miel, pero camine hacia ella aun así dispuesto a cumplir la voluntad de mi dueña, esa que me doblegaba a base de fusta.
Deslice mi mano por su cuerpo ladeando la cabeza ligeramente en un gesto muy lobuno, su piel era suave, perfecta, mi deseo por ella no conocía parangón, ni mis celos.
-Di que eres miá -pedí entre dientes mientras la arropaba con la toalla de rizo elevando ahora mis ojos ambarinos hasta sus rubís encendidos -ten claro algo, si huelo en tu piel el aroma de otro hombre, juro que cada noche olerás en la miá el perfume de distintas mujeres.
Allí estaba mi desafió, claro, salvaje como lo era yo mismo, sabía que no le gustaría mi amenaza pero no soportaba que me hablara de otro, yo era un lobo y los lobos eramos territoriales y posesivos.
Urukh- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 22/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
El lobo obedeció, como era de esperar, a pesar de su testarudez y rebeldía. Se aproximó con la toalla en la mano y empezó a secar a su ama a conciencia, con cuidado, sabiendo que aquello que tocaba no era frágil, pero sí perfecto, y no debía ser estropeado. A la cainita le encantaba ser adoraba y el licántropo, sabiéndolo y sin saberlo, era quien más la idolatraba con todos y cada uno de sus actos, especialmente con sus desorbitados y rabiosos celos. Podía olerlos, sentirlos en el ambiente, en la mirada ajena. La deseaba como nadie la había deseado nunca y quería hacerla suya a toda costa. Pero en eso residía el juego, la diversión: Un Black sólo se pertenece a sí mismo, para siempre.
Pronto los sentimientos se convirtieron en palabras, reclamándole que le dijera que era suya. Vitoria sonrió ladina sin contestar a tal exigencia. Pero el perro se quiso pasar de listo y convirtió su necesidad en una amenaza, un ultimátum. Los orbes oscuros de la vampiresa brillaron, cambiando de color hacia un burdeos y pronto rojos como el fuego de un volcán, como su lava a punto de erupcionar. -¿Estás dispuesto a sentenciar a muerte a todas esas con las que te frotes?- Ni siquiera pensaba darles la categoría de putas, serían sólo barro sobre el que el cerdo de Urukh se revolcaría. Pero la inmortal no aceptaría desafíos ni reclamos como aquellos. Él era su mascota, le pertenecía, y cualquiera que osara tocarlo sin su permiso, perecería de la más terrible de las maneras. -Tú mismo.- Sentenció ella, dándole la espalda de nuevo al dirigirse hacia el armario para coger un fino batín de seda negra con el que cubrir sus hombros.
La cainita podía hacer cuanto se le antojara y follarse a quien quisiera. Ella era la diosa de la noche y nadie podía chistarle siquiera. El licántropo se creía demasiado importante, pero pronto descubriría que lo que él pretendía fuera un freno, no había sido sino un pistoletazo de salida. Se arrepentiría eternamente de haber pronunciado aquellas palabras.
Abandonó la habitación y descendió las escaleras sin importarle si el perro la seguía o se quedaba arriba. Fue directa a la cocina a buscar a la cocinera y se le acercó al oído a susurrarle algo. La mujer se sonrojó al escuchar las palabras de la vampiresa, pero aún así, cubriéndose la boca, asintió, sabiendo lo que podía sucederle si no cumplía con los deseos de la señora de aquella mansión.
El lobo había retado y pronto descubriría lo que significaba, de verdad, provocar a Vittoria Black.
Pronto los sentimientos se convirtieron en palabras, reclamándole que le dijera que era suya. Vitoria sonrió ladina sin contestar a tal exigencia. Pero el perro se quiso pasar de listo y convirtió su necesidad en una amenaza, un ultimátum. Los orbes oscuros de la vampiresa brillaron, cambiando de color hacia un burdeos y pronto rojos como el fuego de un volcán, como su lava a punto de erupcionar. -¿Estás dispuesto a sentenciar a muerte a todas esas con las que te frotes?- Ni siquiera pensaba darles la categoría de putas, serían sólo barro sobre el que el cerdo de Urukh se revolcaría. Pero la inmortal no aceptaría desafíos ni reclamos como aquellos. Él era su mascota, le pertenecía, y cualquiera que osara tocarlo sin su permiso, perecería de la más terrible de las maneras. -Tú mismo.- Sentenció ella, dándole la espalda de nuevo al dirigirse hacia el armario para coger un fino batín de seda negra con el que cubrir sus hombros.
La cainita podía hacer cuanto se le antojara y follarse a quien quisiera. Ella era la diosa de la noche y nadie podía chistarle siquiera. El licántropo se creía demasiado importante, pero pronto descubriría que lo que él pretendía fuera un freno, no había sido sino un pistoletazo de salida. Se arrepentiría eternamente de haber pronunciado aquellas palabras.
Abandonó la habitación y descendió las escaleras sin importarle si el perro la seguía o se quedaba arriba. Fue directa a la cocina a buscar a la cocinera y se le acercó al oído a susurrarle algo. La mujer se sonrojó al escuchar las palabras de la vampiresa, pero aún así, cubriéndose la boca, asintió, sabiendo lo que podía sucederle si no cumplía con los deseos de la señora de aquella mansión.
El lobo había retado y pronto descubriría lo que significaba, de verdad, provocar a Vittoria Black.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
La vampiresa no cedió un ápice, concederme aquellas palabras implicaban darme un poder que seguramente no merecía, porque yo para ella siempre seria ese chucho que tomaba y dejaba a voluntad con el único fin de doblegarlo sin mas, vi como tomaba una bata cubriendo su desnudez, su piel, aun húmeda, dejaba en el suelo de madera las huellas de sus pies, etéreas como el movimiento de la seda que empujaban sus caderas.
Un portazo fue su despedida, una que retumbó en mi cabeza, airado rugí furibundo casi pudiendo imaginar su sonrisa mientras bajaba a las cocinas y estampé la botella contra la chimenea produciendo un fogonazo similar al que por mis venas corría desbocado.
Pasé un rato en la habitación, dando vueltas hasta casi dejar cerco en el suelo cuando escuché de nuevo la risa de mi dueña, pero no venia sola, si no acompañada por un tipo que apestaba a tabaco, mis ojos se tornaron amarillos radioactivos, su risa retumbaba en mis oídos y lo peor es que al abrir la puerta el tipo no llevaba violín de ningún tipo.
Ladeé la cabeza de forma autómata, como el lobo que era, el hombre no esperaba encontrarme allí dentro y buscó con la mirada a la vampiresa esperando que entendiera que no deseaba hacer un trio si no follársela a ella de todas las maneras posibles.
Victoria me pidió que me fuera, con esos ojos convertidos en brasas y en sus labios un claro gesto de mofa.
-Si, mi señora -musité entre dientes caminando hacia la puerta, golpeé el hombro del tipejo sin parar mi avance, mis manso temblaban, era incapaz de detenerme y nada mas lo sobrepasé me giré de golpe, hundí sendas manso en su espalda abriéndole la columna vertebral al tirar, el humano grito de dolor hasta que escuchó sus costillas quebrarse y como los órganos escurrían a través de ellas.
EL cuerpo se venció al suelo entre espasmos dándole una muerte lenta mientras un charco manchaba la madera.
mis ojos desafiantes se hundieron en los de la vampiresa, era mía y me daba igual si no lo reconocía.
Un portazo fue su despedida, una que retumbó en mi cabeza, airado rugí furibundo casi pudiendo imaginar su sonrisa mientras bajaba a las cocinas y estampé la botella contra la chimenea produciendo un fogonazo similar al que por mis venas corría desbocado.
Pasé un rato en la habitación, dando vueltas hasta casi dejar cerco en el suelo cuando escuché de nuevo la risa de mi dueña, pero no venia sola, si no acompañada por un tipo que apestaba a tabaco, mis ojos se tornaron amarillos radioactivos, su risa retumbaba en mis oídos y lo peor es que al abrir la puerta el tipo no llevaba violín de ningún tipo.
Ladeé la cabeza de forma autómata, como el lobo que era, el hombre no esperaba encontrarme allí dentro y buscó con la mirada a la vampiresa esperando que entendiera que no deseaba hacer un trio si no follársela a ella de todas las maneras posibles.
Victoria me pidió que me fuera, con esos ojos convertidos en brasas y en sus labios un claro gesto de mofa.
-Si, mi señora -musité entre dientes caminando hacia la puerta, golpeé el hombro del tipejo sin parar mi avance, mis manso temblaban, era incapaz de detenerme y nada mas lo sobrepasé me giré de golpe, hundí sendas manso en su espalda abriéndole la columna vertebral al tirar, el humano grito de dolor hasta que escuchó sus costillas quebrarse y como los órganos escurrían a través de ellas.
EL cuerpo se venció al suelo entre espasmos dándole una muerte lenta mientras un charco manchaba la madera.
mis ojos desafiantes se hundieron en los de la vampiresa, era mía y me daba igual si no lo reconocía.
Urukh- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 22/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
El lobo se entretuvo lo suyo, demasiado para el gusto de la inmortal, pero casi que fue perfecto, pues eso le dio tiempo a su sirvienta a ir a buscar lo que ella le había encargado. El cachorro tenía muy mal carácter, por no hablar de lo mucho que odiaba perder contra Vittoria, pero eso era algo que llevaba haciendo toda la vida y que jamás cambiaría, porque ella era la diosa de ese infierno y eso era algo que Urukh, aunque se negara a reconocerlo, ya sabía.
Apareció el invitado sorpresa y aunque no era del gusto de la cainita, se le daba excepcionalmente mentir y fingía como la mejor de las actrices, así que tomó al joven del brazo y riendo sus gracias absurdas, cruzaron la puerta de la cocina en dirección al salón. Fue allí donde se encontraron con el pelirrojo. Los ojos del humano buscaron los de la vampiresa, una que ignoraba la presencia del licántropo al que ni siquiera miró de reojo. Pero sabía que estaba allí con sus orbes ambarinos fijos en ella. La odiaba y la deseaba a partes iguales, algo que a la Black le otorgaba una sensación de poder inigualable. Además, tener al lobo fuera de sí la excitaba, algo que a él aún le ofuscaba más, porque seguramente llegó a creer que ella estaba así por aquel mero mortal de cuyo brazo andaba cogida como si fuera una joven colegiala. Sólo entonces miró a Urukh y con un escueto comentario le hizo salir de la estancia. -Largo.- Con la mano libre hizo un gesto de desprecio como si su mera presencia allí no sólo le estorbara sino que hasta le revolviera las tripas.
El licántropo pareció obedecer tras asentir y chocar con el hombre que seguía sin entender del todo la situación. La cainita se inclinó hacía él y le susurró levemente al oído, antes de morder con suavidad el lóbulo. -No te preocupes, ahora jugaremos tú y yo...- Pudo escuchar un ínfimo gruñido y eso fue el aviso que le bastó para apartarse justo antes de que el cachorro sacara sus garras y las hundiera en la espalda del tipo. Las zarpas atravesaron piel, músculo, órganos y hasta astillaron las costillas, antes de aferrar la columna vertebral y de un tirón arrancarla del cuerpo que sostenían. La sangre salpicó el rostro de la inmortal que ni corta ni perezosa sacó la lengua para alcanzar las gotas que quedaron cercanas a su boca. Ver a su mascota fuera de sí le encantaba y aunque jamás reconocería que sólo deseaba que él la tocara, había momentos en los que se notaba que así era, pero el lobo estaba demasiado cegado como para siquiera darse cuenta.
-¿Cómo te atreves a romper otro de mis juguetes?- Espetó con un enojo que ni de lejos sentía. Estaba contenta, orgullosa incluso, pero lo ocultaba a la perfección. Alzó de nuevo el brazo para volver a darle un revés con la mano a la mejilla del cachorro, pero éste, osado y agresivo como estaba, osó detenerla al sujetarla de la muñeca. -¿Qué crees que haces?- Inquirió, demandando una explicación a esa actitud de la que estaba haciendo gala.
Apareció el invitado sorpresa y aunque no era del gusto de la cainita, se le daba excepcionalmente mentir y fingía como la mejor de las actrices, así que tomó al joven del brazo y riendo sus gracias absurdas, cruzaron la puerta de la cocina en dirección al salón. Fue allí donde se encontraron con el pelirrojo. Los ojos del humano buscaron los de la vampiresa, una que ignoraba la presencia del licántropo al que ni siquiera miró de reojo. Pero sabía que estaba allí con sus orbes ambarinos fijos en ella. La odiaba y la deseaba a partes iguales, algo que a la Black le otorgaba una sensación de poder inigualable. Además, tener al lobo fuera de sí la excitaba, algo que a él aún le ofuscaba más, porque seguramente llegó a creer que ella estaba así por aquel mero mortal de cuyo brazo andaba cogida como si fuera una joven colegiala. Sólo entonces miró a Urukh y con un escueto comentario le hizo salir de la estancia. -Largo.- Con la mano libre hizo un gesto de desprecio como si su mera presencia allí no sólo le estorbara sino que hasta le revolviera las tripas.
El licántropo pareció obedecer tras asentir y chocar con el hombre que seguía sin entender del todo la situación. La cainita se inclinó hacía él y le susurró levemente al oído, antes de morder con suavidad el lóbulo. -No te preocupes, ahora jugaremos tú y yo...- Pudo escuchar un ínfimo gruñido y eso fue el aviso que le bastó para apartarse justo antes de que el cachorro sacara sus garras y las hundiera en la espalda del tipo. Las zarpas atravesaron piel, músculo, órganos y hasta astillaron las costillas, antes de aferrar la columna vertebral y de un tirón arrancarla del cuerpo que sostenían. La sangre salpicó el rostro de la inmortal que ni corta ni perezosa sacó la lengua para alcanzar las gotas que quedaron cercanas a su boca. Ver a su mascota fuera de sí le encantaba y aunque jamás reconocería que sólo deseaba que él la tocara, había momentos en los que se notaba que así era, pero el lobo estaba demasiado cegado como para siquiera darse cuenta.
-¿Cómo te atreves a romper otro de mis juguetes?- Espetó con un enojo que ni de lejos sentía. Estaba contenta, orgullosa incluso, pero lo ocultaba a la perfección. Alzó de nuevo el brazo para volver a darle un revés con la mano a la mejilla del cachorro, pero éste, osado y agresivo como estaba, osó detenerla al sujetarla de la muñeca. -¿Qué crees que haces?- Inquirió, demandando una explicación a esa actitud de la que estaba haciendo gala.
Vittoria Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 20/07/2018
Re: La muerte sienta tan bien... // Privado - Urukh [+18]
Hundí mi mirada ámbar en los desafiantes ojos de la Black, arrugué el belfo superior al escuchar sus palabras, sabía que solo quería ofuscare llevarme a ese punto de bestia incontrolable.
Abrí y cerré las manos repetidas veces sintiendo mis zarpas emerger, mis uñas alzarse, mis colmillos puntiagudos crecieron desmesuradamente mientras mi cuerpo empezaba a convulsionar en un temblor que implicaba que el cambio estaba cerca.
Vittoria sonrió ladina,casi suplicando que me dejara llevar, sus labios se entreabrieron y esa mirada roja se afiló esperando al lobo que la embestía sin tregua.
Gruñí salvaje atajando la distancia entre ambos, mi cuerpo para ese entonces había crecido, de mi columna emergía un tupido pelo, mi cuello se ensancho, mis pectorales endurecidos y de un zarpazo cacé el trasero de la inmortal alzándola en vilo sin necesidad de que ella hiciera esfuerzo ninguno.
Sus piernas se engarzaron a mi cintura, su sexo friccionó con mi caliente y palpitante dureza que presionaba los pantalones a punto de reventarlos.
Su lengua emergió perfilando mis colmillos colándose en mi boca arrasando con todo mientras ronroneaba que le gustaba su juguete enfadado, la ponía cachonda.
Le arranque la ropa, lo hice de forma literal, marcando con mis zarpas su tez clara que se manchaba oc ríos escarlata. No hubo delicadeza en tan pasional acto, mas bien golpes contra las paredes que se agrietaban cada vez que la espalda de uno y otro impactaba contra ellas en un demencial baile de poderes.
Rugí contra sus belfos mordiéndolos, drogándome de la vitae de la inmortal, mi verga emergió cuando la impaciente Black la saco del pantalón para llevarla hacia su coño empapado y abierto, exigiendo la follara hasta los cimientos.
La estaqué su espalda se arqueo al tiempo que de nuevo chocó contra uno de los pilares gimiendo de dolor.
-Te odio -aseguré hundiendo mis zarpas en sus caderas para moverla con saña, olía todo a sangre, so muebles se partían al paso de ambos y ella exigía mas ofreciéndome las tetas para que las devorara a mordiscos.
-Así perrito -se mofó atrayéndome de mi tupido pelo hasta sus pezones para que mamara la vitae de ellos.
Abrí y cerré las manos repetidas veces sintiendo mis zarpas emerger, mis uñas alzarse, mis colmillos puntiagudos crecieron desmesuradamente mientras mi cuerpo empezaba a convulsionar en un temblor que implicaba que el cambio estaba cerca.
Vittoria sonrió ladina,casi suplicando que me dejara llevar, sus labios se entreabrieron y esa mirada roja se afiló esperando al lobo que la embestía sin tregua.
Gruñí salvaje atajando la distancia entre ambos, mi cuerpo para ese entonces había crecido, de mi columna emergía un tupido pelo, mi cuello se ensancho, mis pectorales endurecidos y de un zarpazo cacé el trasero de la inmortal alzándola en vilo sin necesidad de que ella hiciera esfuerzo ninguno.
Sus piernas se engarzaron a mi cintura, su sexo friccionó con mi caliente y palpitante dureza que presionaba los pantalones a punto de reventarlos.
Su lengua emergió perfilando mis colmillos colándose en mi boca arrasando con todo mientras ronroneaba que le gustaba su juguete enfadado, la ponía cachonda.
Le arranque la ropa, lo hice de forma literal, marcando con mis zarpas su tez clara que se manchaba oc ríos escarlata. No hubo delicadeza en tan pasional acto, mas bien golpes contra las paredes que se agrietaban cada vez que la espalda de uno y otro impactaba contra ellas en un demencial baile de poderes.
Rugí contra sus belfos mordiéndolos, drogándome de la vitae de la inmortal, mi verga emergió cuando la impaciente Black la saco del pantalón para llevarla hacia su coño empapado y abierto, exigiendo la follara hasta los cimientos.
La estaqué su espalda se arqueo al tiempo que de nuevo chocó contra uno de los pilares gimiendo de dolor.
-Te odio -aseguré hundiendo mis zarpas en sus caderas para moverla con saña, olía todo a sangre, so muebles se partían al paso de ambos y ella exigía mas ofreciéndome las tetas para que las devorara a mordiscos.
-Así perrito -se mofó atrayéndome de mi tupido pelo hasta sus pezones para que mamara la vitae de ellos.
Urukh- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 22/07/2018
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