When the sun goes down → Libre

por **Zavannah Zöllner** Miér Sep 12, 2018 9:17 pm

“Apartad a las prostitutas de la vida humana
y llenaréis el mundo de lujuria.”

- San Agustín

Aquella mañana Zavannah había despertado muy positiva. Dejó que su hermano se quedara durmiendo un poco más para que no la molestara, se vistió, tomó un vaso de leche quitándole la nata, comió un pan dulce y salió tarareando una canción de camino al burdel.

Como era de esperarse, el lugar se encontraba desordenado, sucio y apestando a sexo. Las prostitutas eran higiénicas y todo, pero los fluidos no podían evitar emanar un olor especial.

Zavannah se dedicó a recoger colchas sucias de la noche anterior. Las metió en un enorme canasto, el cuál cargó hasta la parte trasera del edificio. Más tarde, cuando los clientes comenzaran a llegar, se pondría a lavar, así evitaba cualquier tipo de contacto con ellos, en más de una ocasión creyeron que se dedicaba a la prostitución por tener que andar cambiando ropas de cama a horas altas. Disfrutaría de la tarde, la compañía de quienes vivían en aquel edificio y por supuesto, de tener lejos a su hermano.

Después de un par de horas la tranquilidad se interrumpió. Algo inusual había pasado y la joven cambiante se asomó por una de las puertas intentando descifrar qué era. Rogaba a Dios porque no fuera su hermano quien hubiera empezado a hacer un espectáculo a causa de los enojos irracionales que sufría porque ella trabaja ahí.

¡Qué alegría y alivio! No había sido Zigmund. Un extraño, uno que al mismo tiempo le parecía conocido apareció frente a ella.

Las cortesanas y trabajadores cercanos la miraron extrañados y sin saber que hacer, ninguno tenía ganas de empezar la sesión sexual desde temprano; además, la nueva figura parecía peligrosa. ¿Quién tendría el valor de echarlo? ¿Algo malo estaba a punto de suceder? Eso estaba por verse.

Zavannah invitó al extraño a adentrarse a una de las oficinas del lugar y cerró la puerta detrás de ellos permitiendo que los demás trabajadores alertaran a la seguridad.

— ¿Qué se le ofrece? Este horario no es para los clientes — Masculló de mala gana. pero sin perder la educación.