Crisantemos de papel (libre)

por **Juan Rivera** Sáb Sep 22, 2018 11:14 pm

Juan particularmente deseaba tener aquel día para si solo. Había optado por practicar piano ya que desde hace mucho tiempo no lo tocaba. No era muy diestro si eso es lo que piensan pero se defendía de manera magnífica. Era bien temprano en la mañana y para confirmar que había tocado bastante bien el piano había escuchado los fuertes aplausos de la servidumbre que tan gentilmente le daban ánimos con cada aplauso.

- Gracias a todos - Dijo agradecido de que algo o alguien le prestara atención. Poco después se levantó de su sitio y tomando un libro cualquiera de la estantería se sentó en el sofá de manera tranquila para poder comenzar a leer o solamente para perder el tiempo haciendo algo útil o que al menos se sintiera útil ya que no sabía que hacer con su tiempo libre. Estaba completamente solo, no tenía amistades más allá de las falsas que conocía o había conocido en fiestas, tampoco tenía a nadie a quien profesar su amor y su familia, al menos sus sobrinas y su hermana estaban Dios sabe donde.

Grabada en su cabeza las imágenes de las hermanas Castelló yéndose de su refugio al que llamaba hogar para ahora no encontrar a ninguna. Habían pasado muchísimas cosas desde su ida y en eso se incluye la rara conexión que siente con esa inquisidora que no sabe cómo explicar si son celos, ira o deseo. De todos modos una relación efimera fue y no la ha vuelto a ver desde aquel día en la catedral en donde su hermana por poco muere.

-….- Se quedó sin decir nada. Una doncella le trajo algo de picar con un té y un par de servilletas de fina tela que Juan usaba especialmente para la hora del té de la mañana antes del mediodía. Él no era de beber demasiado pero no rechazaría nunca una copa en público, no señor, a pesar de que el alcohol le da alergia y las consecuencias son de lo más desagradable en realidad. Su hermana lo llama "lord estómago fino". Aquel recuerdo le hizo mucha gracia y al final no hubo ninguna lectura ya que apartó a un lado el libro para disponerse a beber el té y a las once (se miró el reloj de pared) había quedado con un cliente del cual pretendía sacar provecho de más.

por **Smerenda W. de Brancovan** Vie Oct 05, 2018 12:26 pm

Smerenda odiaba levantarse temprano, siempre había sido un ser más bien nocturno. La mayoría de sus eventos y ocupaciones iniciaban cuando el sol caía y continuaban hasta muy altas horas de la noche. Sin embargo, cuando la ocasión lo ameritaba renunciaba a plácidas horas de sueño para dedicarse a atender sus asuntos. Si bien tenía un capital bastante grande gracias a las tierras y posesiones que habían pasado a su poder al tener la mayoría de edad, aún buscaba invertir en negocios que pudieran serle de utilidad. Después de toda una vida de lujos y excesos no se puede mantener por siempre si no hay un ingreso constante.

Aquella mañana había terminado de tomar el té y las pastas de almendras y se encontraba lista para atender sus asuntos. Dado que sería una mañana bastante activa había decidido usar un cómodo y sencillo vestido de terciopelo verde esmeralda y una delicada capa de gasa en color verde menta. Las únicas joyas que la adornaban eran una gargantilla de oro y el pesado anillo de oro con el escudo de la casa real de Brancovan que jamás se quitaba.

Después de un ligero desayuno se dispuso a realizar los deberes matutinos. Después de una breve visita al mercado ambulante para conseguir algunas plantas para surtir su inventario y una rápida visita a la librería para recoger algunos pedidos volvió a la zona residencial. No iba a regresar a casa, pidió al cochero que se dirigiera en dirección contraria y después de poco más de diez minutos de viaje llegó a su destino.

Se había encargado de anunciar su visita con algunos días de anticipación. Una semana antes había hecho llegar con un sirviente la nota solicitando una reunión con el dueño de aquella bonita residencia. Desde hace un tiempo había escuchado el nombre de Monsieur Rivera y segura de que era el indicado para lo que necesitaba no había dudado en concertar una audiencia. El cochero la ayudó a descender del auto Smerenda llamó a la puerta, esperando a que personal de servicio atendiera a su llamado

.

por **Juan Rivera** Lun Oct 22, 2018 7:15 pm

Los golpes de la puerta retumbaron como tambores antes de una gran pelea pero que solamente, para ese día seguramente sería otro día hablando con algún comerciante o algún empresario que quisiera su ayuda. En cualquier caso, comenzó a vestirse él solo mientras había mandado a la servidumbre prepararse para su invitado del día. Dijo que prepararan comida no vaya a ser que la cosa se alargara para provocar que la mujer tuviera que quedarse aquella mañana a comer también….aunque sería realmente incómodo y repentino para ambos.

Juan no quería adelantar nada. No quería situarse frente a la línea de fuego por si la empresaria era una mujer. Bien sabía que tenía que tener cuidado con ellas. Mucho cuidado. La mujer es una criatura disfrazada, es una criatura que es peligrosa pero que por fuera parece dócil e inocente, pero cuando te tienen bien amarrado por las pelotas bien que sacan su lado dominante y entonces es el hombre el que se encuentra indefenso.

- Señor, Madame Brancovan le espera en la sala roja.- Con aquello dicho, Juan maldijo por tener siempre suerte en sus pensamientos y por lo que anuncio el mayordomo desde el piso de abajo que no separaban demasiadas escaleras. Era un espacio corto pero tenía sus espacios bien distribuidos. No dijo nada. Siguió vistiéndose y pidió ayuda a una doncella para que le anudara el nudo de la corbata un poco más elaborado que de costumbre y le terminara de vestir mientras, él, por dentro se imaginaba a la doncella siendo domada sobre el lecho de su cama. Tosió por la incómoda visión en su cabeza en cuanto supo que ya estaba preparado.

- Gracias Mahori – Dijo a la doncella de ojos rasgados y ojos cristalinos.

-¡Buenos días! – Dijo un apuesto caballero con bellos ojos cristalinos grisáceos y cabellera oscura que sonreía a la invitada desde el umbral de la puerta de aquel salón rojo. Juan miraba a la invitada, se esperaba algo más….exuberante pero por bien de los dos, estaba conforme con lo que miraban sus ojos. Sencillez pero aquellas joyas que parecían pesar sobre la piel perlina de su invitada tenían su precio en oro – Lamento haberla hecho esperar, Madame Brancovan – Hizo una reverencia ya que en la observación preliminar de su invitada, había divisado un emblema que detonaba que provenía de gente importante, Juan era bastante observador, casi hasta sobrenatural – Mis sirvientes pueden traerle lo que necesite, pero mientras tanto, podemos hablar de los negocios que nos traen esta mañana aquí. ¿Qué le ha surgido a que le conceda una audiencia, Madame?

por **Smerenda W. de Brancovan** Lun Oct 29, 2018 1:00 pm

Al parecer el personal de Monsieur Rivera era bastante eficiente, pues casi al instante de que Smerenda hubiese llamado a la puerta el mayordomo la recibió y guiase al interior de la casa hacía un salón, indicándole que el señor de la casa parecería pronto. Mientras su anfitrión se dignaba a aparecer se deleitó en admirar el salón, ella presumía de un gusto exquisito para la decoración y la arquitectura y la casa, aunque era más modesta que muchas de las mansiones que ella había conocido, no carecía de encanto y elegancia.

La voz de su anfitrión sacó a Smerenda de su ensimismamiento. Ella lo observó atenta. Leyendo su aura, eso era algo que ella siempre hacía, pues esta ciudad estaba llena de seres no humanos y uno nunca sabría con qué podría toparse. Ella se quedó conforme cuando pudo darse cuenta de que estaba frente a un simple humano. A primeras impresiones era un hombre guapo, quizás un poco mayor que ella, educado y a decir por la casa que tenía, adinerado. Pero Smerenda sabía que las primeras apariencias suelen ser incorrectas y se andaba siempre con cautela.

Smerenda le dedicó una sonrisa a su anfitrión, una sonrisa llena de encanto cuando lo observó hacer una marcada reverencia - Monsieur, no es necesario ser tan formales, tampoco es necesario que se disculpe, la verdad es que su personal es bastante eficiente y su salón lo bastante hermoso para que no notase que el tiempo pasaba- dijo en perfecto francés -Le agradezco, que me haya concedido esta audiencia. Me agrada que sea tan directo, pues así es como los negocios deben de ser y eso es precisamente lo que me trae aquí hoy- Smerenda guardó silencio escogiendo las palabras con las que continuaría –Verá como supongo, usted ya habrá notado gracias a mis apellidos, soy una extranjera que ahora reside en París, por consiguiente no tengo demasiados contactos y mi conocimiento sobre la economía francesa no es quizás el mejor- soltó aquello que eran más bien una sarta de mentiras, que decía más bien por examinar la respuesta de su anfitrión a aquella información, pues había escuchado varias historias a cerca de Monsieur Rivera y quería adivinar cuál de todas era mentira y cuál verdad.

-Como habrá escuchado también tengo un título nobiliario, lo cual me ha otorgado ciertas… Posesiones, bienes y riquezas. Considero que es mi deber, conservar y si fuese posible aumentar el capital de mi familia, para que posteriores generaciones gocen de los privilegios que yo he recibido. He escuchado, podría ayudarme a conseguir lo que deseo ¿Es eso correcto?-

por **Juan Rivera** Jue Nov 22, 2018 5:50 pm

Hablar sobre posesiones, sobre riquezas y herencias….A Juan le parecía buena idea. Lo único que no le daba buena espina o que al menos de lo que no estaba seguro era de que su invitada parecía nerviosa o eso parecía, no lo sabía, no era brujo ni ningún otro tipo de ser sobrenatural - ¿Está interesada en abrir una caja fuerte? Porque para eso tiene que ir al banco y -rio pero no de manera irrespetuosa.

- Por favor, sientese…¿Le apetece té o alguna otra cosa? - Dijo mientras entraba en el salón en donde se encontraba su invitada sin ni siquiera quitarle el ojo de encima y para cuándo se sentó cerca de su invitada opto por una pose elegante, brazo en el brazo del sofá y piernas no enteramente cruzadas mientras que el brazo derecho se extendía sobre el respaldo horizontal del sofá en el que se había sentado - Espero haberla entendido, pero si no me equivoco, usted lo que quiere es a ver si puedo ofrecerle algún contacto que le pueda servir para mantener a salvo sus….dotes, lo mismo no lo he entendido demasiado bien…¿podría ser más especifica?

Juan, según sus experiencias con gente que necesitaba de su ayuda siempre se ha quedado colgando de un hilo, es decir, siempre salían ganando a los que ayudaba pero jamás llegaba él a recibir nada a cambio. Esperaba que al menos, si conseguía averiguar algo más sobre los motivos de su invitada de esa mañana podría sacar tajo y que el pago se realizara primero. No sabía aún demasiado bien el pedido de su invitada, tan solo le había hablado de herencias y poco más. De nuevo entonces la mala sensación le volvió de nuevo pero quiso hacer caso omiso. Estar con sobrenaturales le había hecho pasar malos ratos, su familia había salido herida, recordaba a una mujer de exhuberante belleza que no sabia porque la recordaba de tal manera, de manera tan intensa, ¡no tenia ni idea de quien era esa mujer!

Para colmo, como si su mayordomo le hubiera leído el pensamiento, enseguida apareció con una bandeja con un set de dos tazas y pastas, posiblemente el té que había sugerido y que aún no había recibido respuesta de parte de su invitada.

Off: lamento no colorear el texto ya que te escribo desde el móvil. Sad

por **Smerenda W. de Brancovan** Jue Dic 06, 2018 1:51 pm

Smerenda do era el tipo de mujer que se ofendía con facilidad, los comentarios mordaces y la ironía no la afectaban en demasía. No era igual que la mayoría de las damas de alta sociedad. No era una joven boba que se sonrojaba con cualquier comentario. Pero sí que le molestaba que la risa irrespetuosa y el comentario sobre ir a un banco sugiriese eso. Como si no supiera que hacer con su dinero o a dónde acudir. Como si no supiera cómo funcionaban los bancos. Al parecer tendría que ser más explícita, más directa. Si lo que M. Rivera quería es que se explicase mejor entonces lo haría.

-Yo sé perfectamente cómo funcionan los bancos y para su información ya cuento con una caja fuerte- dijo después de que el mayordomo sirviese el té y se hubiese retirado – Supongo Monsieur que su desafortunado comentario es culpa mía por no ser lo suficientemente explícita sobre mis intenciones, es algo que pienso enmendar- Smerenda miró a Rivera, con el rostro en alto y una expresión de autosuficiencia en el rostro.

-Supongo que me equivoqué al pensar que sería mejor si introducía mis intenciones lentamente a la conversación, pero veo que eso no es necesario con usted, entonces iré al grano y me dejaré de rodeos- Smerenda sonrió una sonrisa ligera, pero mordaz – Lo que quiero es enviar parte de mi dinero a diversos destinos e invertir en otros países. Lo que quiero es poder realizar esto sin que nadie se entere o como el vulgo dice hacer esto “por debajo del agua”- Smerenda tomó una pasta y mordisqueó un pedacito, masticando lentamente antes de volver a hablar.

-Como sabrá, si yo hiciera inversiones a través de un banco quedarían registros, cosas que se pueden rastrear y eso es precisamente lo que no quiero. Quiero que sean pocas las personas que tengan conocimiento sobre estos movimientos, sobre las cantidades que invierto o en donde las invierto. Sería mucho mejor si nadie a parte de usted sabe hacía donde envié el dinero. No quiero que nadie haga preguntas incómodas, como por ejemplo de donde salió- Ella miró al hombre de arriba abajo, lentamente, evaluando la reacción que en él generaban sus palabras.

-¿Eso fue lo suficientemente claro para usted?- ella acomodó un mechón de cabello por detrás de la oreja – Me dijeron, que lo que deseo puede ser posible con su ayuda. Por supuesto que estoy plenamente consciente de que su ayuda tendrá un precio, todo tiene un precio en esta vida. Simplemente, quiero saber si lo que deseo es posible y si puedo contar con su… Asesoría- ella le dirigió una mirada inquisitiva – Debo dejar bien en claro que espero que lo que he dicho aquí no trascienda más allá de estas paredes. También quiero que sepa que soy alguien con muy poca tolerancia. No me agradan las tretas y considero que soy alguien bastante lista y capaz, que soy alguien difícil de engañar- Smerenda sonrió. No decía aquello por alardear, lo decía como un comentario casual, como una verdad obvia –Quiero que sepa que no soy alguien de segundas oportunidades. No me gusta tener deudas con nadie, si usted hace algo por mi yo lo recompenso. Si usted hace algo que no me agrade. Bueno… Siempre hay consecuencias, según las leyes de la física es lo natural que a toda acción corresponda una reacción y ambas son de la misma magnitud. Teniendo eso en claro dígame ¿Debo esperar algo de su parte o mejor dejo de perder mi tiempo y me marcho por donde vine?- Smerenda guardó silencio, mientras miraba al señor Rivera directamente a los ojos, sin apartar su vista de la de él, como en un reto descarado.

por Contenido patrocinado

Crisantemos de papel (libre)

Crisantemos de papel (libre)

Re: Crisantemos de papel (libre)

Re: Crisantemos de papel (libre)

Re: Crisantemos de papel (libre)

Re: Crisantemos de papel (libre)

Re: Crisantemos de papel (libre)

Re: Crisantemos de papel (libre)