Honestidad es mejor (LIBRE)

por **Darius Von Hauf** Jue Sep 27, 2018 7:17 pm

- Venga chico, responde a la pregunta – Aquel hombre tenía la voz grave, autoritaria, pero Darius no soltaba prenda por lo que se ganó otro puñetazo en el rostro dejando esta vez caer un hilo de sangre por la parte exterior de su labio inferior y sonrió tomando así el policía como burla a lo que estaba haciendo. Darius era un condenado, sí, pero un condenado inquisidor que era lo único que no creían de lo que le había dicho Darius al cuerpo policial. De todas formas, los golpes que le arremetía el policía una y otra vez no le estaban haciendo efecto alguno, él mismo había hecho un hechizo para que cada golpe que le dieran hiciera efecto rebote, es decir, que uno del cuerpo policial aleatoriamente recibiría cada golpe que el detective le propinase por lo que, ergo, casi todos saldrían mal parados.

Cuando lo dejaron solo entonces comenzó a quejarse del dolor de las ataduras, le estaban haciendo daño además de estar levantándole una horrible alergia percutánea que en cuanto lo liberen tendrá que tener los brazos quietos, por días hasta que amaine el dolor de dicha alergia, y eso que se medicaba con hierbas medicinales ya que eran más eficaces para él.

- Maldita sea – Murmuro para sí mismo, intentó de nuevo soltarse pero al ser imposible bufó desesperado, golpeando con los pies el suelo, enrabietándose, queriendo matar a su compañero por haberlo dejado en mala posición justo para que fuera atrapado por los policías, pero en cuanto menos se lo esperó, Darius se quedó mirando al detective que había estado golpeándole, le cortó las cuerdas y entre murmullos que no sonaban demasiado bien dejó marchar a Darius. Fue cuando entonces cada policía iba dándole sus pertenencias, llegando por fin hasta su bastón que con muchas ganas lo habría estampado con cada policía, pero prefirió dejar la fiesta en paz. Darius siguió su camino hacia la salida y creyó que al final encontraría a su compañero traidor que lo metió en este aprieto.

- Ánima requitturiate - Darius empezó a mover su bastón en vertical, dándoles vueltas en el sitio – marquitiate feniximis amis – En las calles se estaba levantando aire de repente, podía ver a las mujeres sujetarse los tocados o sombreros que colgaban de sus cabezas, los caballeros sujetándose los sombreros de copa – Perfecto – Pensó para sí mismo cuando veía que el aire comenzaba a favorecerle.

por **Claudine Millet - Doga** Lun Oct 01, 2018 5:45 pm

Había pasado unas semanas muy complicadas, no solo en su trabajo, sino tambien en su familia. Tal vez, lo que mas le angustió, fue el tener que dejar la residencia de sus tíos y tener que buscar un lugar donde vivir. El dinero no era un problema, ya que los albaceas de la fortuna de sus padres, le mantenían seguro su patrimonio. Pero el darse cuenta que desde hacía tan solo unos días en adelante, sería ella y nadie mas en el mundo, le provocaba mucho sufrrimiento, pues si en algo se destacaba, era en la alegría que le causaba hacer nuevos amigos, tener personas a quien cuidar y quien cuidaran de ella. Claro, su infancia no había sido agradable, por una parte, porque la familia de su padre, jamás había aceptado a su madre, y cuando tuvieron que hacerse cargo de ella, pensaron que con el tiempo, sus rasgos asiáticos, no se harían tan notorios, pero cada vez, se parecía mas a su madre y eso los hacía odiarla. Tras una discusión en que los secretos salieron a la luz, la joven Rein, tomó un maleta, puso unas pocas cosas, y se fue de la mansión. Por suerte, su jefa, le permitió permanecer en el museo, por esa noche y a la mañana siguiente fue a buscar una residencia para ella. Dos días después, ya se había instalado en una pequeña casona, no se podía decir que era una mansión, puesto que eso a ella no le agradaba, pero era una construcción con un gran parque, arboles, y todo lo que ella amaba.

Cuando salió de su trabajo, se apresuró en hacer unas pequeñas compras que le faltaban, unos adornos, una cobija para sentarse en su pequeña galería acristalada, en la que podía contemplar en pleno invierno la nieve en el follaje de los arboles, aún faltaba unos meses para disfrutar de ese espectáculo, pero ya hacía que su sonrisa floreciera en su rostro de solo pensar en ello. La tarde había sido cálida, pero con la bajada del sol, el frío ya se podía sentir, fue así que la joven comenzó a temblar, al sentir como por la acera por donde se dirigía a buscar un coche de alquiler, un viento inopinado se levantó, haciendo que su falda se levantara peligrosamente. Avergonzada soltó los paquetes que llevaba en las manos y maldijo por lo bajo al tiempo que intentaba mantener sus ropajes en su lugar.

por **Darius Von Hauf** Sáb Oct 27, 2018 8:14 pm

Darius estaba volviendo a su paso, caminando entre las personas que estaban intentando recuperar la compostura de su ataque de vendaval pero le llamo la atención de una joven de rasgos asiáticos, se acercó a ella y recogió uno de los paquetes que estaban en el suel.

- ¿estás bien? – Pregunto siendo inocente a cuando se trataba de una treta propia. Darius siguió observando que la muchacha llevaba muchos paquetes encima, pero dejó el que había cogido sobre los demás que estaban en el suelo. Se separó un poco de la joven y con un movimiento rápido de su bastón y unas palabras en latín arcaico detuvo el aire que amenazaba a las calles de París ese día. No quería encontrarse en otra revuela, no quería estar envuelto en otro lio con la policía por lo que mejor estar sin que nadie le pudiera encontrar o culpar de que él había comenzado dicha treta con el aire.

Parece que todo el mundo respiraba parado aliviados de que el aire había cesado de momento. Podía hacer más cosas pero lo que más le gustaba era eso, jugar con el aire. Volvió su mirada a la joven y sonrió de manera vaga- Lamento importunarla, ya me desplazaré hasta otra esquina, no era mi intención asustarla – Dijo cuándo probablemente había tomado uno de los paquetes de la joven para ayudar a que tuviera mucha menos carga que llevar en aquellos brazos tan finos que seguramente tendrían mucha fuerza que otra cosa.

- Hasta más ver, pero si quiere, le puedo ayudar a buscar un cochero para que pueda llevar su mercancía un poco más liviana – Diciendo esto, Darius no se separó de la joven hasta que recibiera una respuesta. Se quedó con los brazos detrás sobre la base de su espalda esperando la respuesta de la desconocida – Perdóneme, mi nombre es Darius, es un placer – Darius se presentó sin tener en cuenta de que la desconocida pudiera ser alguien peligroso disfrazada de hermosa niña asiática, pero para eso era un brujo que se consideraba poderoso y con ganas de adquirir poder, mucho más poder y en efecto tener una buena reputación cosa que con su compañero traicionándole no es que estuviera mejorando esa parte.

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