Incognitas (libre)

por **Eduardo F. Velázquez** Sáb Oct 13, 2018 8:09 pm

Estando aburrido como estaba, decidí ir a darme una vuelta por las repetidas calles de Paris. En mi mano estaba encontrar un entretenimiento para poder pasar de largo el aburrimiento pero que lo mismo estaba en mi mano crear ese entretenimiento. No podía explicarme lo mucho que iba a desperdiciar mi preciado tiempo en buscar un entretenimiento, pero me desesperaría sinceramente en un minuto el no poder entretenerme. Menudo trabalenguas. Por lo que empecé andando y anduve por más de una hora en las calles de París. La temperatura del lugar podría ser casi frío pero aún podría sentirme abrigado por el espeso abrigo que tenía sobre mis hombros en aquel momento. Un abrigo que había “robado” y que nadie había reclamado por lo que en cierto modo, al darse cinco días sin haber sido requerido podría decirse que ya era de mi propiedad.

Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas. Por nuestra ignorancia no sabemos las cosas necesarias; por el error las sabemos mal…y ahí es cuando solemos fallar a las personas que posiblemente nos tienen más estima y respeto. Siempre hay alguien o habrá alguien que nos podrá defraudar pero que siempre intentarán dar lo mejor de sí mismos, yo, en mi caso estoy intentando tener una vida, alguien que pueda decirme que es lo que pueda hacer para poder seguir hacia adelante sin pararme en la soledad e ignorancia del pase del tiempo. Un pueblo no es verdaderamente libre mientras que la libertad no esté arraigada en sus costumbres e identificada con ellas. Si algo he aprendido en la vida es a no perder el tiempo intentando cambiar el modo de ser del prójimo.

- ¿? – Mi pregunta a lo que vieron mis ojos se repetía en mi mente todo el rato y era la de ¿Qué estaba pasando en la plaza delante de mis ojos? ¿Una pedrada hacia inocentes? Rápidamente actué y me dirigí para alejar a los que estaban golpeando con duras piedras en manos a una muchacha y a un niño de poca edad, podrían no estar cerca ni de los diez años, todos los críos de vestiduras elegantes y sin manchas se alejaron corriendo entre risas asustadas, yo seguía protegiendo a los niños desprotegidos, con alguna herida en el rostro. Suspiré y maldije interiormente, por lo que no pude resistir tomar a los niños e ir a una taberna cerca de la plaza teatre para ver a un amigo que me debía algún que otro favor de muchos otros. Podría decirse que tendría que meter a los niños en alguna parte pero ¿en dónde? ¿Al orfanato?