La fragil... memoria-privado

Nunca antes había escuchado de mi descendencia, mi padre era un hombre reservado, amante de su familia, de su esposa y de mí su pequeña hija, Arlett tenía tantos secretos como cabellos en la cabeza, en algún tiempo no la hubiera dejado entrar a mi vida, pero con el mismo tiempo aprendí a conocerla, y hasta admito que la quiero, a final de cuentas estamos más ligadas de lo que deseáramos, nuestros destinos parecen un espejo y eso me inquieta, me desespera. El reflejo en el espejo no me gustaba, mostraba preocupación, cansancio, miedo, inquietud y un centenar de cosas que preferí desviar la vista. Sobre la mesa de mi habitación estaba un ramillete de orquídeas, Arlett había dicho que las llevara conmigo al cementerio. Aquella se había preocupado mucho en que siguiera las instrucciones y me había dejado un mapa para saber llegar al lugar exacto.

Al cabo de algunos minutos me encontraba con un ramillete de flores y un mapa en la otra mano, no solía visitar cementerios y menos de noche así que me sentía un poco nerviosa, en la entrada estaba el celador un hombre que no tenía la apariencia la cual solían describir en la ciudad, me miro con firmeza y su voz ronca dijo lo que me puso aún más tensa – La están esperando – y señalo un sendero, antes me paso una lámpara, muy oportuna pero ¿Quiénes me esperaban? ¿Qué se traía Arlett entre manos? Camine apretando el ramo de flores, los ruidos nocturnos de un cementerio me estaban enloqueciendo, con la lámpara ilumine el mapa de Arlett y continúe, doblando en grandes mausoleos, llantos se escuchaban en la lejanía o seria el viento, mis manos sudaban y continué caminando hasta llegar hasta el montículo del que me había hablado ella un ángel parecía estar llorando y decía “Blood for blood” y más abajo con una letra extraña mi apellido con una caligrafía impecable simplemente hermoso, levante la vista en conjunto con la lámpara y vi la silueta de Arlett que salía de entre unas rejas y me llamaba diciendo “Al fin has llegado Viola” sonreí nerviosa -- ¿Qué… que hacemos aquí? – dije torpemente mientras cruzaba el umbral de las rejas y veía otra silueta sentando frente a una lápida, el hombre se encontraba con la cabeza abajo, como si estuviera orando, una extraña sensación cruzo por mi cuerpo.

-Buenas noches – dije casi en un susurro mientras mis ojos se acostumbraban a la iluminación del lugar, varios candelabros prendidos iluminaban el lugar y mientras mis ojos recorrían el lugar intentaba leer cada una de las lapidas, donde note que varios nombres se repetían Viola – Antoine y otros que desconocía, me gire entre mis talones apreciando el lugar era mágico y olía a aceite de mena con canela, el hombre pareció reaccionar y me miro, creo que nunca olvidare esos ojos, o mejor dicho ese rostro, tenía un parecido a mi padre y estaba segura que lo había visto en sueños, quede ahí detenida mirando sus ojos y note que el silencio nos envolvía y yo seguía sin entender. Mire a Arlett y ella solo asentía con la cabeza mirando al hombre que parecía sorprendido…

Moví la cabeza y en silencio note donde habían flores frescas, intuí que estábamos por ella- Viola Antonietta De Lesseps Glade – pronuncie su nombre -Oh! Es su aniversario - gire mirando a los otros dos que estaban en el mausoleo sin recibir aun respuesta alguna y deje en un masetero las orquídeas que traía conmigo - En tu memoria Viola – dije de manera educada y tome asiento aun intrigada por todas las lapidas…