The show [Privado]

por **Virgile** Jue Feb 28, 2019 10:48 pm

Lo bueno de los espectáculos callejeros, además de que su grupo ganaba algo de dinero, era el hecho de que conocía gente nueva todos los días y claro, podía ver a algunas diariamente. El primer grupo, el de aquellos que veía una sola vez le fascinaba bastante y todo porque esperaba que en algún momento de su vida, recordaran los espectáculos callejeros (o los robos) y pensaran en él y los suyos. Sin embargo, era el segundo grupo el que más le interesaba en esos instantes; el motivo de eso, una mujer. No la conocía y la realidad era que ella jamás se había detenido a ver su espectáculo, pero desde que Virgile la notara a diario, despertó en el joven un interés poco usual. Cierto era que el ladrón no solía llevarse muy bien con personas ajenas a su circulo y sin embargo, algo en ella le llamaba.

Agradecía el que ella pareciera llevar una rutina definida, ya que de esa manera le permitía a él verla pasar, inspirarse con su presencia y animar a los suyos a ofrecer un espectáculo mucho más alegre a todos aquellos que se detenían para verles. Ese día se encontraba de hecho donde siempre, cuidando desde la distancia a los suyos, pero existía una enorme diferencia pues aunque estaba ahí atento como siempre, llevaba grabada la firme intención de hablarle a la dama que tanta curiosidad le generaba, así que esperaba pacientemente sentado en una pequeña banca. Varias de las personas que ya le reconocían se detuvieron a interrogarle sobre como le estaba yendo y aunque a cada una de aquellas personas les ofreció una respuesta agradable, la verdad era que su atención se encontraba en otro sitio; siendo después de charlar un raro con un grupo de niñas que vivían también en las calles, que sus ojos detectaron a la mujer. Era justo la hora en que solía pasar, seguía el mismo camino de siempre y de manera usual, no se detenía para nada. Como si por piernas hubiese tenido un par de resortes, Virgile se incorporo del lugar donde había permanecido sentado y se apresuro a andar en dirección a la joven.

En su mente todo estaba perfectamente diseñado y cada una de las palabras que le diría las recordaba a la perfección, así que armado de una seguridad sin igual avanzo rápido entre la gente y se coloco frente a ella, de manera que le impedía el paso.
– ¡Buen día! – saludo de manera cortes y cuando los ojos del ladrón se toparon con los de la joven, se quedo completamente mudo. Lo más lógico era pensar que con la experiencia de años robando, estafando y tratando con personas, presentarse ante una nueva persona era lo más sencillo del mundo, solo que en aquella situación, no se presentaba ante cualquier persona. La duda en los ojos femeninos era evidente y por más que se esforzaba por hablar, las palabras no salían de sus labios así que respiro profundo y simplemente se dejo fluir – Siempre te observo pasar por aquí más nunca te he visto detenerte, ¿No te gustan los espectáculos que ofrecemos? – soltó sin más, creyéndose un completo idiota porque aquello más que curiosidad sana parecía ser un reclamo de parte del joven a la dama. Aún así las cosas estaban hechas y ahora solo quedaba esperar porque ella no le viera como un chico bastante raro y le diera la oportunidad de hablar con ella un poco más.